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EN LAS TIERRAS DE LA “ETERNA PRIMAVERA”.

LA
PERCEPCIÓN DEL MUNDO NATURAL AMERICANO EN
LOS ESCRITOS DE JORGE JUAN (1713-1773)

ANTONIO GONZÁLEZ BUENO


universidad complutense de Madrid

1. EN TORNO A UN PROYECTO CIENTÍFICO

En el verano de 1734, un 11 de julio, felipe V da su aprobación definitiva para


que un grupo de expedicionarios franceses, vinculados a la Académie des scien-
cies, pasen a la América española; el proyecto pretendía medir un arco de meri-
diano en el Ecuador; intentaba con ello solventar el problema de la esfericidad de
la tierra, un asunto no tan sencillo como en principio parece y en el que se maridan
disputas sobre otras cuestiones físicas y mecánicas: desde el comportamiento de
los sistemas fluidos en movimiento hasta la forma de entender la rotación de la
tierra o nuestra percepción sobre la observación de los planetas; asuntos sobre
los que isaac newton (1643-1727) planteó algunas soluciones teóricas en su Phi-
losophia Naturalis Principia Mathematica (Londres, 1687) con las que no comul-
gaban quienes se afianzaban a los rígidos y clásicos principios cartesianos1.

En definitiva una cuestión estrictamente científica, sobre la que subyace un


problema técnico de particular interés: la calidad de los sistemas de medida de los
aparatos empleados y el modo en que éstos se podían ver afectados por las varia-
ciones geográficas y climáticas.

nada especial que reseñar, salvo el que la Expedición habría de transcurrir por
el territorio colonial español, un espacio cuyas riquezas naturales eran aún apenas
conocidas por las autoridades metropolitanas pero del que provenían buena parte
de los metales con las que España comercializaba con el resto de Europa. Los ex-
pedicionarios franceses, a lo largo de sus trabajos, habrían de trabar contacto con

1 El autor se siente especialmente en deuda con las lecturas de Antonio LAfuEntE, José Luis PEsEt
REig (1981); Antonio LAfuEntE (1983); Antonio LAfuEntE, Antonio MAzuEcos (1987); Miguel
Ángel Puig-sAMPER MuLERo (1992; 1995); Juan PiMEntEL (2001; 2003); nieves PuJALtE cAstELLó
(2012) y nuria VALVERdE PéREz (2012). Y, por supuesto, de las fructuosas conversaciones mante-
nidas, sobre éste y otros muchos asuntos de la ilustración española, con Javier Puerto sarmiento.
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la población indígena, recorrer los caminos y los mercados locales, abastecerse


de las producciones naturales y formarse con ello una idea de la estabilidad política
de la zona y del sistema de comercio implantado en el territorio americano. Aun
sin quererlo, se convertían en unos potenciales ‘espías’ al servicio del Rey galo y
sus políticos.

no parece anecdótico que Jean-frédéric Phélypeaux, conde de Maurepas


(1701-1781), Ministro de Marina de Luis XV y responsable de la Maison du Roi,
insistiera en la conveniencia de que los expedicionarios galos viajaran hasta Por-
tobelo en un barco de bandera francesa; una magnífica oportunidad de fortalecer
las precarias relaciones comerciales con estos territorios2.

Las autoridades españolas, conscientes del problema de seguridad que suponía


el viaje expedicionario francés por tierras americanas, optaron por incluir un par
de jóvenes, con conocimientos matemáticos y de astronomía, que ‘acompañaran’
a los científicos galos y a la vez levantaran testimonio de sus trabajos, así como
de las producciones naturales por las que mostraran interés.

tras algunas deserciones anteriores al embarque, el equipo francés quedó con-


formado por los académicos matemáticos Louis godin (1704-1760) y charles-
Marie de La condamine (1701-1774); un botánico, el menor de los Jussieu
—Joseph Jussieu (1704-1779)—; un par de ingenieros navales, Pierre Bouguer
(1698-1758) y Jean-Joseph Verguin (1701-1777); un ingeniero civil, Jacques cou-
plet-Viguier (fl. 1718-1736); el cirujano Jean seniergues (m. 1739); tres técnicos:
el instrumentista théodore Hugot, el dibujante Jean de Morainville (m. 1774); y
el cartógrafo Jean godin des odonais (1713-1792), sobrino de Louis godin. A
estos diez expedicionarios se suman otros tantos criados a su servicio, lo que su-
pone una veintena de personas las que componían el equipo galo; a su llegada a
santo domingo adquirirían tres negros más para que les ayudaran en sus trabajos3.

2 El intento estaba presente en las mentes de los propios organizadores franceses, que lo niegan, de
manera expresa, en la solicitud de la autorización (cf. “Extrait d’une lettre de Madrid sur l’affaire
des accademiciens qui demandet d’aller au Perou pour y faire des observations astronomiques et
botaniques du 11 juillet 1734”. Archives nationales (París), Marine B-7-324 –fide Antonio LA-
fuEntE, 1983: 557-558-).
3 Cf. Antonio LAfuEntE (1983: 574-576). Luis Javier RAMos góMEz (1985, 1: 37-38), siguiendo el
testimonio de charles-Marie de la condamine, señala, en cartagena, que eran 14 los criados y es-
clavos de la Expedición, incluyendo los que pudieran aportar los viajeros españoles; este número
se vería reducido a cuatro criados franceses y cuatro negros cuando los expedicionarios llegaron a
Quito, según un comunicado de dionisio Alcedo al Rey (Madrid, 18/11/1740. Archivo general de
indias, Quito, legajo 134 –fide RAMos góMEz, 1985, 1: 38). El volumen de lo transportado tampoco
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con todos sus aperos, que no fueron pocos, los expedicionarios franceses par-
tieron del puerto de La Rochele, a bordo del mercante Le Portefaix, con rumbo a
Martinica, un 16 de mayo de 1735. Por estas mismas fechas se embarcaban, en
cádiz, los dos jóvenes guardiamarinas seleccionados por José Patiño Rosales
(1666-1736), el intendente general de la Marina Real española: el alicantino Jorge
Juan santacilia (1713-1773) y el sevillano Antonio de ulloa de la torre-giralt
(1716-1795)4; ambos eran dos prometedores cadetes navales a los que la magna-
nimidad del Monarca ascenderá a alférez de navío, lo que supone una más que
notable promoción al convertirles en oficiales de la Marina española.

2. VEINTE AÑOS DE UNA VIDA

Jorge Juan era un joven de apenas veintiún años que ya conocía lo que era el
hálito de la muerte. Huérfano de padre con tan sólo tres años, se había formado a
la sombra de su tío, fray cipriano Juan canicia (n. ca. 1674); cursó sus primeras
letras con los jesuitas de zaragoza; en su mocedad, en 1725, con apenas doce años,
se trasladó a Malta, como paje de gran Maestre de la orden de san Juan de Jeru-
salén, el noble portugués António Manoel de Vilhena (1663-1736), no en vano su
tío ocupaba por entonces la dignidad de Bailío capitular de caspe, uno de los seis
grandes títulos de la Lengua de Aragón, cataluña y navarra. En la prestigiosa, se-
lectiva y elitista Escuela de Pajes de Malta se formó en equitación, dibujo, música
y ejercicios militares, pero también en arquitectura castrense y urbana, en cons-
trucción naval, en matemáticas y, por supuesto, en moral cristiana. Allí usaría su
primer uniforme: casaca roja con calzones a juego, chaleco, camisa y medias blan-
cas y una pequeña cruz de ocho puntas de oro y esmalte blanco que habría de lucir
permanentemente sobre su casaca5; y aprendería una peculiar forma de presentarse
en sociedad: una muy cuidada higiene personal, el gesto austero, los modales es-
trictos, la cabeza siempre alta y una asombrosa capacidad de tomar decisiones rá-

es baladí: 19 baúles, 16 cajones, 21 cajas y 9 barriles, además de otros pertrechos menores, lo que
3
hace estimar su total en 10 m (LAfuEntE, 1983: 575).
4 de biografiar a Antonio de ulloa se ha ocupado francisco soLAno (2000).
5 En el inventario de bienes post-mortem, realizado, en Madrid, entre el 22 de junio y el 4 de julio
de 1773, se recoge: “una cruz abito de san Juan, guarnecida con cincuenta y dos brillantes (...) otra
(...) también guarnecida con cuarenta y ocho diamantes (...) otra (...) guarnecida con ciento y un
diamantes (...) otra (...) de tres piezas guarnecidas con veinte diamantes (...) dos cruces también
abito de san Juan iguales, de oro ...”; estas piezas fueron tasadas por Antonio Albero, platero de
Madrid, en un monto de 5.340 reales de vellón (Rafael nAVARRo MALLEBREA, Ana María nAVARRo
EscoLAno, 1987: 98, 105).
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pidas y bien sopesadas6. En los cuatro años que Jorge Juan permaneció en Malta
aprendió una forma de enfrentarse al mundo: afable pero firme en sus juicios,
compasivo pero con un marcado carácter; la perfecta hibridación entre un monje
y un militar que perseguía los postulados de la orden.

corriendo el 1730 Jorge Juan, con diecisiete años, designado ya con una en-
comienda de la orden de Malta en Aliaga, se incorpora a la Armada española; lo
hace en cádiz, en el Real cuerpo de guardiamarinas; en el otoño de 1731 recibe
su bautismo de guerra, se incorpora a la Escuadra que, desde Barcelona, partirá
hacia Livorno trasportando a las tropas que habrían de defender los derechos del
infante carlos sobre los territorios de Parma y toscana tras la muerte de Antonio
farnesio (1679-1731). En noviembre de 1732 entrará en campaña contra orán; la
pudrición de los víveres del León, el barco en el que viajaba, provocó una epidemia
que a punto estuvo de costarle la vida, tres de los ocho guardiamarinas que com-
ponían la tripulación murieron; gravemente enfermo, desembarcó en Málaga,
donde fue acogido en casa de damián Valentín Rosiqué, cónsul de Malta; tras
unos meses de cuidados retornó, a fines del enero de 1734, a la Academia gaditana.
Poco tiempo después, en noviembre de este mismo año, tendrá noticia de su de-
signación como miembro de la Expedición geodésica a la América meridional; en
los inicios de 1735 conocerá el nombre de su compañero: Antonio de ulloa.

Para aprovisionarse de lo necesario para su viaje americano, el sub-brigadier


Jorge Juan, comendador de Aliaga, requirió —una vez más— de la ayuda de la
orden de Malta; fue su cónsul en cádiz, Luis Rovin, quien le proporcionó los me-
dios económicos necesarios para el viaje, por vía de préstamo.

El 28 de mayo de 1735 Jorge Juan, transmutado en teniente de navío, parte del


puerto de cádiz a bordo de la fragata El Conquistador, comandada por frey fran-
cisco de Liaño, también miembro de la orden de Malta; Antonio de ulloa lo hará
en la fragata El Incendio.

6 su discípulo, Benito Bails, ofrece una descripción de su persona: “fue de estatura y corpulencia
medianas, de semblante agradable y apacible, aseado sin afectación en su persona y su casa, parco
en el comer, el igual de sus subalternos, el amigo de sus criados, y por decirlo todo en menos pala-
bras, sus costumbres fueron las de un filósofo christiano...” (Benito BAiLs, 1779: 19-20). su voto
de castidad sorprendió a los quiteños, según declaran en sus Noticias secretas...: “después de haber
estado alli algunos dias, preguntaba la gente del pueblo á la de las mismas haciendas por nuestras
concubinas, y como les dixesen que vivíamos sin mugeres, haciendo grande admiración daban á en-
tender la que alli les causa una cosa tan regular en todas partes á ecepcion de aquel pays...” (Jorge
JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 491).
Real Academia de Ciencias 5

3. LA BOTÁNICA EN LA EXPEDICIÓN GEODÉSICA

La Expedición geodésica, en la que Jorge Juan tomó parte activa, se percibe


como una legitimación del conocimiento per se, supone la afirmación del trabajo
científico como un servicio a la corona, lo que dotaba a la ciencia de un carácter
de ‘bien público’ del que hasta entonces había carecido; la ciencia es, para la co-
rona, un instrumento de poder tal útil como lo pudiera ser cualquier otra de sus ri-
quezas materiales; en palabras de Antonio de ulloa:
“... quien formaría concepto que en él [el nuevo Mundo] hubiessen de en-
contrar las Ciencias thesoros no menos apreciables que los que producen las
Minas de aquellos imperios, y que tanto han enriquecido a los demás?...”7

La Botánica —el estudio de la Historia natural en su conjunto— se contempla


como uno de los ejes centrales de la Expedición, aunque los resultados directos
hechos públicos —y el propio calificativo de expedición geodésica— no parezcan
soportar este aserto. Los historiadores se han centrado habitualmente en la impor-
tancia matemática y astronómica de la Expedición o en su carácter totémico reflejo
del cambio de mentalidad hacia la ciencia por parte de la corona.

Mas los datos, siempre obstinados, se empeñan en ofrecernos una visión algo
diferente: en el memorial que charles-françois de cisternay du fay (1698-1739)
redactará, en nombre de la Academia francesa, y que el conde de Maurepas hará
llega, el 27 de febrero de 1734, al embajador francés en Madrid, gerard-claude
Levesque de champeaux (1694-1778), se precisa:
“se tiene por acertado incluir en este viaje uno o dos inteligentes para buscar
plantas medicinales y a propósito para la cura de los enfermos del país...”8

En su reunión del 11 de julio de 1734, en la que el consejo de indias da su plá-


cet al proyecto expedicionario propuesto por la corona francesa, la misión con-
serva este carácter botánico:
“... concediéndoles asimismo [permiso a] las dos Personas que piden para
el conocimiento de Hierbas para curaciones de enfermos…”9

7 Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a], 1(1): 6).


8 El memorial se conserva en el Archivo general de indias, indiferente general, legajo 333 (fide
Luis Javier RAMos góMEz, 1985, 1: 6-8).
9 “Extrait d’une lettre de Madrid sur l’affaire des accademiciens qui demandet d’aller au Perou pour
y faire des observations astronomiques et botaniques du 11 juillet 1734.” Archives nationales (París),
Marine B-7-324 –fide Lafuente, 1983: 557-558).
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Y las ‘instrucciones particulares...’ remitidas a los expedicionarios españoles


por José Patiño, sancionadas con su firma en Aranjuez, el 22 de abril de 1735, re-
cogen de manera expresa:
“siempre que los académicos de la geometría y botánica hicieran sus di-
mensiones y examen de algunas plantas o yerbas tendrán especial cuidado en
dibujarlas con la mayor propiedad que les sea posible, anotando sus virtudes y
efectos, y sobre lo que esto informaron los habitantes...”10

no cabe duda del interés botánico que despertó la Expedición en las mentes
de los políticos españoles, tampoco en la de los franceses; la búsqueda de nuevos
medicamentos —y la correcta descripción de los ya conocidos— se entrevé como
una de las posibles consecuencias prácticas de la empresa; la presencia de Joseph
Jussieu entre los viajeros no es anecdótica, se convierte en un elemento central
—aunque con parcos resultados inmediatos— de la política científica seguida por
francia.

Mas, como en tantas otras ocasiones, las cosas no discurrieron por el camino
pergeñado por sus gestores metropolitanos. A su vuelta a la metrópoli, Jorge Juan
y Antonio de ulloa publicaron una Relacion histórica del viage a la América Me-
ridional..., completada con unas Observaciones Astronomicas y Physicas..., una
obra con la que pretendían marcar su participación efectiva en el trabajo geodé-
sico11, pero en ella también:

10 “instrucción que han de observar los tenientes de navío de la Real Armada don Jorge Juan y don
Antonio de ulloa, que s.M. ha mandado pasen al Reino del Perú a asistir a las observaciones astro-
nómicas...” Archivo general de indias, Lima, legajo 590 (fide Luis Javier RAMos góMEz, 1985, 1:
22-25). El texto se corresponde con el de la instrucción sexta.
11 “...para que con la mayor gloria, reputacion, y utilidad concurriessen á las observaciones, que se
havían de practicár, y el fruto de esta obra pudiesse esperarse directamente de ellos mismos, sin
mendigarlo de agena mano...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA, 1748 [a], 1(1): 9). El texto conoció
una pronta traducción al francés, impresa en talleres holandeses: Voyage historique de l’Amérique
Méridionale... par Don George Juan... et par Don Antoine de Ulloa... orne des figures, plans et car-
tes necessaires qui contient une Histoire des Yncas du Pérou… A Amsterdam et A Leipzig: chez
Arkstee & Merkus. 2 vols.; y, de ésta, al alemán: Historische reisbeschryving van geheel Zuid Ame-
rica, gedaan op bevel des konings van Spanje door Don George Juan... en door Don Antonio de
Ulloa... Versierd met zeer fraaije affeeldingen, platte gronden en kaarten, door voorname meesters
gegraveerd, en voorzien van de vereischte bladwyzers… te goes by Jacobus Huysman in’s gra-
vemhage: gedrukt by Jacobus van Karnebeek, 1771-1772. 2 vols. Luis Javier RAMos góMEz (1985,
1: 358-360) fija en julio de 1747 la publicación de las Observaciones Astronomicas… y en abril de
1749 la salida de tórculos de la Relacion del viage…, en este texto mantenemos la anotación biblio-
gráfica que presentan las obras, asignándoles a ambas 1748 como su fecha de edición.
Real Academia de Ciencias 7

“... se describen los Mares, por donde navegamos; y los Países, por donde
se transitó (…) y otras especulaciones curiosas de Historia natural; si bien me
es forzoso advertir, que los naturalistas, ó Botanicos de profession no hallarán
las descripciones tan completas, y prolixas como las desean; porque la indis-
pensable aplicación á las observaciones Astronomicas, y geometricas (...) no
nos daba lugar á poner toda la atención en los assuntos, á que solo podíamos
destinar los breves ratos, que nos quedaban desembarazados de aquellas pre-
cisas ocupaciones...”12

ciertamente, la lectura de Relacion histórica del viage... apenas nos propor-


ciona datos sobre las riquezas naturales del mundo americano, pero la parquedad
con la que éstos se consignan en esta obra pública queda atenuada por la informa-
ción recogida en el Discurso y reflexiones políticas sobre el Estado presente de
los Reinos del Perú... el informe secreto destinado a ser estudiado y custodiado
en la secretaría de indias13.

Este informe contiene un capítulo íntegro dedicado a dar ‘noticia de las rique-
zas que encierran en si los reynos del Perú...’14, uno de los pocos en los que la crí-
tica ha señalado la autoría de Jorge Juan15, y en donde los vegetales ocupan un
lugar privilegiado en la oferta de nuevos productos de explotación colonial pro-
puestos por los expedicionarios16.

Así pues, el mundo natural americano se presenta, a los ojos de los expedicio-
narios españoles, desde dos visiones complementarias: una percepción del paisaje,

12 Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a], 1(1): [9-10]). “Ardua empresa seria complacer á todos
á correspondencia de los gustos (...) pero hecho cargo de que escribiendo de Plantas, y Animales
era impropio desentenderme enteramente de sus descripciones, me pareció conveniente no escur-
sarlas del todo, ciñéndome en quanto ha sido possible á evitar la molestia, que causaría la demasiada
prolixidad...” (IBID., 1748 [a], 1(1): [10].
13 Hecho público, en 1826, por david Barry (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.]
1826).
14 “noticia de las riquezas que encierran en si los reynos del Perú; de los minerales de oro y plata,
y de otros varios metales y piedras exquisitas; con especificación de las muchas que por descuido ó
falta de providencia no se trabajan; de la grande fertilidad de aquellos payses, su buena disposición
para toda suerte de plantas y frutos, y su fecundidad en resinas, y toda suerte de simples.” (Jorge
JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 543-603).
15 sobre su justificación cf. Luis Javier RAMos góMEz (1985, 1: 369-385; 2: 12),
16 “... los árboles, que cuando no se particularizan en frutos ó en resinas se distinguen en la admirable
calidad de sus maderas propias para todos fines, todo parece que la divina providencia quizo juntar
en la extensión de aquellos payses, repartiéndolo en particular á los demás del mundo, y que fueren
el deposito principal de todas las maravillas con que lo ha enriquecido, para que de alli se difundiesen
á los demás...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 543).
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especialmente presente en la Relacion histórica del viage..., y una relación de los


productos exportables, y por tanto útiles para la economía nacional, sobre cuyo
sistema de explotación incidirán en sus ‘noticias secretas’; en definitiva, una re-
definición de la política comercial española seguida en América17.

4. EN LAS TIERRAS DE LA ‘PERPETUA PRIMAVERA’

fascinación es la palabra que mejor define el encuentro de Jorge Juan y Anto-


nio de ulloa con la naturaleza americana; el 9 de julio de 1735 pusieron pie en
cartagena de indias, allí principian sus noticias sobre Historia natural:
“Es tan común, y permanente la fertilidad de las campañas de todo aquel
País cercano á Cartagena, que causa admiracion vér la frondosidad, con que
lo adornan las varias Plantas silvestres que se crian en él, y que nunca lleguen
á perder estas aquellos lozanos brios, con que la tierra las produxo; y siendo
constante el verdór, y tan vario segun la diversidad de tantas Hojas, con que se
visten los Arboles, y esmaltan los Prados, y las selvas, goza la vista en ellos el
recréo de estenderse siempre sobre la perpetua Primavera de aquel clima…”18

Para, de seguido, realizar una crítica a las fuentes, especialmente señalada en


el caso de las virtudes asignadas a las plantas de acción medicinal, para las que
los autores se muestran especialmente cautos:

17 Vaya por delante una declaración de principios, salvo evidencia en contra —que señalaremos—
aceptamos, porque así lo quisieron sus autores, la autoría conjunta de sus escritos relacionados con
la Expedición, aunque ellos mismos justificaran su distribución de responsabilidades: “... pareció
conveniente para la mayor perfeccion, y claridad de este, y de los demás encargos (...) que al suyo
[al de Jorge Juan] estuviesse el escribir sobre las observaciones Astrononomicas, y Phisicas hechas
por uno, y otro, tanto en común, como en particular; y al mio [Antonio de ulloa] todo lo pertene-
ciente á Historia, y sucessos del Viaje...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA, 1748 [a], 1(1): [7-8]). En
los mismos términos se expresan en Jorge JuAn, Antonio de uLLoA, 1748 [b]: [6]).
sobre la publicación de las ‘noticias secretas’ cf. el exhaustivo estudio de Luis Javier RAMos
góMEz (1985); en él se justifica que la obra estaba redactada en 1747 (Op. cit., vol. 1: 366-372).
18 “Las ramazones, y brotes de los Arboles en aquellos espaciosos ámbitos forman con sus entre-te-
xidos lazos espesas nubes de Hojas, que no permiten á los rayos el sol el penetrarlas, y dár luz, ni
cálor á las selvas, que componen entre si...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA, 1748 [a], 1(1): 66).
Volverá a insistir al respecto aludiendo a la ciudad de Quito: “... quien se atreverá á persuadir (...)
que haya parages, donde es el frio molesto; y que en aquellos, en que no es este excesivo, se logre
perpetuamente la comodidad de una constante Primavera, donde las delicias de los campos vestidos
de alegre verdór todo el año, y matizados con flores...” (Ibid., 1(1): 380), la ciudad de Popayán
(Ibid., 1(2): 464) y aún en Arequipa: “ El temple es de los mas lisongeros (...) siendo todo el año en
la apacibilidad, y en la alegre vista, que los campos matizados de flores, y vestidos de verde Yerva,
ofrecen á los ojos una incansable Primavera...” (Ibid., 2(3): 181-182).
Real Academia de Ciencias 9

“Muchas Virtudes, y particularidades de Animales, y Plantas hemos visto


incluidas en otras Relaciones, tan nuevas para nosotros acá, como agenas de
nuestro conocimiento allá; pues nunca encontramos quien nos la anunciasse,
por no ser conocidas en el País; por esto tal vez se podrá estrañar, que no se
haga mención de ellas; puede no obstante estar cierto el que leyere, que no
faltó aplicacion, y curiosidad en nosotros para indagar hasta aquellas cosas
mas menudas; pero no todo lo que a veces nos informaban, convenia después
con el examen de la practica…” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA, 1748 [a],
1(1): [12-13]).

En éste, como en otros textos llevados a imprenta por los expedicionarios, la


racionalidad se nos presenta como elemento central del discurso: la observación
resulta el único instrumento válido para la descripción de la naturaleza, lo que
supone un declarado alejamiento de la leyenda, de la fantasía, en definitiva de lo
no directamente percibido:
“no me ha parecido conveniente introducir mis discursos en el anchuroso
campo de destruir las opiniones (...) porque el ánimo ha sido participar al Pú-
blico lo que en este Viaje se pudo adelantar (...) pero debo sincera y fielmente
asegurar, que todas las que se incluyen en esta Historia, han sido averiguadas
con el examen propio, y especuladas sus circunstancias con el cuidado, y aten-
cion, que pide cada una según su especie...”19

El texto rezuma un sentido ilustrado por todas sus frases; la búsqueda de la ob-
jetividad planea sobre toda la redacción como justificación del propio escrito, en
expresión clara de lo que Eric LEEd (1991) denominó la ‘edad moderna del viaje’
y que Juan PiMEntEL (2002, 2003) tipificaría como ‘viajero científico’ por cuanto
transmite la visión certera de lo observado en un mundo muy alejado del que el
lector está acostumbrado a reconocer:
“A proporcion que aquel País está poblado de corpulentos, y espesos Ar-
boles, son estos varios en sus especies, y particulares respecto de los de Europa;
y entre todos exceden en la corpulencia los Caobos, Cedros, Marias y Balsa-
mos; sirviendo los primeros para fabricar de su Madera las Canoas, y Cham-
panes, de que se usan para la Pesca, y tráfico de comercio por los Esteros, y
Rios en todo lo que se estiende la Jurisdiccion de aquel govierno. Estos no
producen ninguna fruta util para las Mesas porque refunden todo su vigor en
formar una Madera muy consistente, hermosa y fragrante (...) Las Marias y

19 Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a], 1(1): [11-12]).


10 Jornadas Jorge Juan 2015

Balsamos, ademas de la utilidad de sus Maderas destilan las estimables Resinas


del Aceyte de Maria, y Balsamo, que llaman de Tolú, por ser en las campañas
inmediatas á la Poblacion de este nombre, donde se coge con mas abundancia,
y es su virtud mas eficaz.

Además de estos hay Tamarindos, Nisperos, Sapotes, Papáyos, Guayabos,


Cañafistolos, Palmas, Manzanillos, y otros muchos que producen variedad de
frutas comestibles, y sus Maderas son de muy buena calidad, y con diversidad
de colores...”20

Mary Louisse PRAtt (1992) ha estudiado este problema de transculturación


donde, a falta de disponer de una adecuada descripción científica, el relator recurre
a la utilización del fitónimo local, directamente recogido de los pobladores origi-
nales, para aportar luego una descripción, más o menos ajustada a la realidad y
que permita su posterior identificación. El sistema utilizado para esta caracteriza-
ción sigue la vieja técnica de las analogías, empleada por los descriptores occi-
dentales de la naturaleza americana desde los mismos escritos del descubrimiento
(Antonio gonzÁLEz BuEno, 2004; 2007); valga como ejemplo la descripción del
‘manzanillo’.

“... el Manzanillo, cuya fruta le dá el nombre por semejarse á las Manzanas


en la figura, color, y olor; aunque algo mas pequeña. su calidad es totalmente
contraria á la de aquellas, y nociva á la naturaleza: pues debaxo de una her-
mosura, y bondad aparente encierra un Veneno tan pernicioso, que sin llegarla
á comer se experimentan los malos efectos de su Ponzoña; el Arbol es grande,
y coposo, y su Madera recia de color algo amarillo. Quando se corta destila
con abundancia un suco blanco algo parecido al de las Higueras, aunque no
tan sólido, ni blanco; pero tan ponzoñoso como la fruta, pues llegando á tocar
alguna parte de la carne la cauteriza, é inflama; y este daño se comunica á todo
el cuerpo hasta que con remedios exteriores se procuran contener sus progres-
sos (...) [este daño] lo experimentaron muy frequentemente los Castellanos re-
cién descubierto este territorio; pero los salvó de la Muerte el Aceyte comun,
que hallaron poderoso Antidoto á su Veneno, segun refiere Herrera...”21

20 Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a], 1(1): 66-67).


21 Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a], 1(1): 67-68). Alude aquí al testimonio de Antonio de
Herrera y tordesillas (1549-1625), cronista mayor de felipe ii, felipe iii y de las indias, sus Dé-
cadas... fueron publicadas en los comienzos del XVii (Historia general de los hechos de los caste-
llanos en las islas i tierra firme del mar oceano escrita por Antonio de Herrera coronista mayor de
d
su M . de las Indias... en quatro Decadas desde el año de 1492 hasta el de 1531... En Mad[rid]: en
la Emplenta [sic] Real: por iuan flamenco, 1601. 2 vol.) similar es la descripción de la ‘piña’ “...
Real Academia de Ciencias 11

La caracterización del ‘manzanillo’, a la que nos acabamos de referir, acaba


con un reconocimiento expresa a los ‘otros saberes’, aquellos distintos del ‘yo’
occidental, en un claro rasgo de lo que Mary Louise PRAtt (1992) categorizó como
una ‘visión recíproca’ frente al etnocentrismo europeo:
“Para evadirse, pues, del daño de estas [las frutas del ‘manzanillo’], y otras
muchas Plantas nocivas, es preciso ir acompañados de gente del País, que las
conoce...”22

Y ese reconocimiento a esos ‘otros saberes’ se materializa en la compilación


de cuantos nombres populares les son conocidos; para el caso de las Mimosa L.
púdicas, recogen los de ‘sensitiva’, ‘vergonzosa’, ‘doncella’ y aún otros que “no
siendo propio de este lugar el nombre común que le dán en cartagena habrá de
omitirse...”23

Este conocimiento del ‘otro yo’, de lo diverso en un mundo natural que les es
desconocido, se nos presenta singularmente unido a los valores de utilidad; la pro-
pia de las nuevas maderas para fabricar embarcaciones; de las chirimoyas, papa-
yas, nísperos o plátanos, como frutas aceptables para los paladares europeos; la
de la cochinilla o el añil como productos tintóreos; pero, sobre todo, la de los bál-
samos, maderas, aceites y resinas como elementos susceptibles de empleo medi-
cinal.

Por supuesto que este interés por las producciones naturales no es exclusivo
de los expedicionarios españoles; en 1738, charles-Marie de La condamine, Jo-
seph Jussieu y Jean de Morainville exploraron el sitio de saraguro, ubicado en la
provincia de Loja, con la finalidad de estudiar el árbol de quina, el febrífugo de

cuyo nombre fue dado por los Españoles por la grande similitud, que tiene á las de Europa, nace de
una Planta, que se parece mucho á la Sabila (...) y en el remate la corona [a la planta] una flor á la
manera de un Lyrio ...” (IBID., 1748 [a], 1(1): 98), o la de la llama: “Este Animal tiene en lo aparente
muchos accidentes del Camello (...) pero se distingue de él, en que no tiene corcova; es mucho
menor (...) su alto sera como de un Asno (...) dicen que tiene el mismo gusto, que la [carne] de los
Carneros regulares, con sola la diferencia de ser algo mas dulce.” (IBID., 1748 [a], 1(2): 589-590).
22 Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a], 1(1): 68). Al referirse a la mordedura de las ‘culebras
de bejuco’ insistirá: “... no dexa de ser mortal, si no se procura acudir inmediatamente con la cura
de algunos Específicos propios para ello, los quales conocen los Negros, Mulatos, y Indios, que
andan en los Montes, y llaman Curanderos...” (IBID., 1748 [a], 1(1): 83).
23 Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a], 1(1): 70); posiblemente ‘ciérrate puta’ o ‘tápate putilla’,
que son algunos de los que recogerá Hipólito Ruiz en sus diarios, pocos años después, para referirse
a estas Mimosa L. sensitivas (cf. Hipólito Ruiz [Raúl Rodríguez nozal, Antonio gonzález Bueno
(ed.)] 2007: 117).
12 Jornadas Jorge Juan 2015

acción más segura, sujeto a monopolio de la corona española, y cuya caracteriza-


ción botánica aún no estaba realizada24.

Las sensaciones que, sobre el paisaje, nos transmiten los viajeros transitan
desde la frondosidad de las riberas del río Lagartos25 hasta la sorprendente pers-
pectiva de Mama Rumi, “cuyo sitio estaba adornado con un despeñadero de Agua
tan hermoso, quanto pude estenderse la idéa en su imaginacion...”26, la de las pa-
rameras de Pucará, que tanto habrían de recordarles a las cumbres europeas27, o
la de los cerros que rodean Quito, en plena tormenta, cuya descripción recuerda a
la que, años después, popularizarán los representantes del Sturm und Drang ale-
mán28.

24 Piénsese en los tempranos escritos de charles-Marie de La condamine sobre la quina, el primero


de los resultados de la Expedición que vio la luz (LA condAMinE, 1740), o los posteriores sobre el
caucho (LA condAMinE, 1755 [a]: 1755 [b]). La descripción del árbol de la quina que redactara Jo-
seph Jussieu permaneció inédita hasta 1936 (françois-félix PAnciER, 1936). sobre los manuscritos
de Joseph Jussieu cf. Yves LAissus (1965).
25
“no parece queda nada, que apetecer á la vista después de haverse ocupado de la diversión, que
ofrecen aquellas Riveras: la Pintura mas bien imaginada de la idéa, que se invente, no puede llegar
á formar una Perspectiva, que iguale á la rustica, que copió allí la naturaleza. La frondosidad de los
Bosques en las llanuras, lanzando sus copas hasta el Rio; la espesura en las colinas con la variedad
de especies en los tamaños, estructura de las hojas, hechura de sus pimpollos, y diversidad de colores
hacen el objeto mas entretenido, que se pueda desear; y si se considera la abundancia de Animales,
que los matizan, no queda arbitrio en las palabras, para poderlo comparar...” Jorge JuAn, Antonio
de uLLoA (1748 [a], 1(1): 149).
En sus Noticias secretas... se ocuparán también de las riquezas madereras de los bordes del gua-
yaquil: “daremos principio á nuestra relación, tratando de lo que la naturaleza depositó allí con tan
admirable disposición, uniendo á la comodidad de un apacible rio de bastante profundidad, la con-
veniencia de maderas exquisitas para hacer fábricas que flotando entre las olas faciliten el comercio
de unas provincias con otras en toda la extensión de aquellas costas (...) Es tanta la abundancia de
las maderas, que la mayor parte del pays, que corresponde á la jurisdicción de guayaquil, siendo
bien espacioso, se compone de espesos bosques donde el mayor costo es el que se ocasiona en pagar
los peones que las cortan y desbastan para basarlas á guayaquil; y asi todo el que quiere fabricar
allí, hace cortar con tiempo la madera que necesita para emprender su obra...” (Jorge JuAn, Antonio
de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 57-58).
26 “... vestido en todas sus inmediaciones de frondosas, y empinadas Arboledas. La claridad del
Agua deslumbra la vista con las cristalinas, y plateadas ondas, que hace en el peyne de su caída...”
(Jorge JuAn, Antonio de uLLoA, 1748 [a], 1(1): 283).
27 “todo lo que se descubria desde el Pucará para adentro, despues de passados los cerros, que for-
man aquella cordillera (...) era terreno limpio sin Monte, ni Arboles; mezclados los Llanos, y Lomas
entre sí; y unos, y otros sembrados de Trigo, Cevada, y Maiz, y otras simientes; con cuyo verdor
distinto del de la montaña se alegraba la Vista; como cosa nueva para ella, despues de casi un año,
que havia estado preocupada en los verdores de Países cálidos, y húmedos, distintos en todo de estos
otros semejantes á los de Europa...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA, 1748 [a], 1(1): 294).
28 “... estábamos envueltos en una nube tan espesa, que no dexaba libertad á la Vista, para percibir
ningun objeto á distancia de seis ú ocho passos, y cuando se despejaba aquel parage, y quedaba el
Real Academia de Ciencias 13

La observación del paisaje en las tierras ecuatorianas permitió a Jorge Juan y


Antonio de ulloa ofrecer un primer bosquejo de lo que —décadas después— se
tipificaría como pisos de vegetación; el texto no presenta el lenguaje botánico del
que harían gala Alexander von Humboldt (1769-1859) o simón de Rojas clemente
(1777-1827), pero manifiesta las dotes observacionales de quienes analizan la na-
turaleza como algo más que una simple colección de individualidades:
“... en la extensión de media jornada de camino [en la provincia de Quito]
se varian todas las especies de climas y temperamentos que se pudieran mudar,
si uno caminase desde los principios de la zona frígida hasta lo mas ardiente
de la tórrida, encontrando en cada uno de ellos las plantas y frutos que solo
hallaría en payses tan distantes (...) de esta particularidad tan admirable resulta
la abundancia y generalidad en frutos, en plantas...” (Jorge JuAn, Antonio de
uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 545).

La larga estancia en Quito, y los cambios de vegetación observados en las di-


versas altitudes a las que les condujeron sus trabajos de triangulación, permitió a
los expedicionarios ofrecer una solución razonada que justificara la ‘eterna pri-
mavera’ de estas tierras:
“Es la fecundidad de aquellas campos tal, que faltando voces para expli-
carla, se haría á muchos increíble, si á su persuacion no contribuyesse el con-
siderar la igualdad, y benignidad del clima (...) pues siendo el calór, y el frio
de tal suerte moderados; (...) la humedad continua; (...) y no raros los soles
para oreár la tierra, y fecundarla, no es extraño que por naturaleza sea mas
fértil aquel País, que todos los que no logran semejante excelencia...”29

cielo claro, descendian las nubes por su natural peso, y rodeando la garganta del cerro (...) parecian
un Mar dilatado, ó Pielago, y nuestro cerro isla en medio de él. Entonces percibiamos en las furias
de las tormentas (...) con el oído el efecto de las nubes, que rompían por la parte inferior; y con la
Vista la intrépida claridad, que arrojaban por la superior; y mientras en aquellos inferiores climas,
se experimentaban los estragos de los Rayos (...) estabamos en lo superior, gozando de la mas tran-
quila serenidad; pues en estas ocasiones aplacaba el Viento su furia; se manifestaba el cielo despe-
jado, y se moderaba el frio con el calór de los rayos del sol (...) Era tal la fuerza de los Vientos en
aquel parage, que deslumbraba la Vista la ligereza con que hacía correr las nubes; y se aterrorizaba
el Animo con el estrépito causado por los Peñascos, que se desquiciaban, y hacían con su precipita-
cion, y caída no solo estremecer todo aquel Picacho; sí también llevar consigo quantos tocaba en el
discurso de la carrera...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA, 1748 [a], 1(1): 308-309).
29 “... por esto se nota allí no sin pequeña admiracion, que al passo que se secan en los Prados las
Yervas, que nacieron antes, les ván succediendo otras de la misma especie en su lugar; que interin
se marchitan unas flores, cansadas de haver sido la hermosura de los campos, ó matizada alfombra
de los Prados, ván reventando otras de sus capullos, para sucederles en la alegría; y que á el tiempo
que toman su sazón unas frutas, y se envejecen las hojas, que las acompañaron, vá produciendo
14 Jornadas Jorge Juan 2015

Y, como no podía ser de otra forma, justifican su afirmación con los datos de
temperatura, tomados a distintas horas de la jornada, a lo largo de mayo y junio
de 173630.

5. EL COMERCIO CON LAS PLANTAS DEL PARAÍSO

América, el paraíso soñado, encerraba en las mentes de los ilustrados europeos


un acúmulo inagotable de riquezas vegetales (Jean-Pierre cLéMEnt, 1994; 2004);
mas cuáles eran, cómo reconocerlas, cómo organizar su comercio y cuáles los pe-
ligros de su explotación. Ya avanzamos que apenas nos queda de ellas una ligera
mención en la Relacion histórica del viage... donde parece prestarse mas atención
a la descripción de lo fascinante o a lo exótico que a su interés para la economía
metropolitana.

Las ‘noticias secretas’ nos ofertan un análisis más pormenorizado —todo lo


que la falta de especialización de los autores les permite— a esas riquezas colo-
niales que esperan el ‘hada madrina’ que en forma de una adecuada política co-
mercial sepa transformarlas en riqueza para el Estado.

Esta parte de la obra, la dedicada a dar ‘... noticia de las riquezas que encierran
en si los reinos del Perú’, nos remite a un re-descubrimiento del país de las espe-
cias colombino31, pero sin escatimar el valor de las plantas medicinales32. La re-

otras el mismo Arbol, y es continuo en el estar vestido de verdes hojas; adornado de fragantes flores;
y cargado de fruta, una mas verde, y pequeña que otra…” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA, 1748
[a], 1(1): 389).
30 “A esto se agrega la igualdad, que permanece todo el año, siendo casi imperceptible la diferencia
de unos dias á otros: assi las Mañanas son frescas; lo restante del dia templado; y las noches de un
temperamento agradable (...) Los Vientos que allí reynan, son continuos, y saludables, pero nada
fuertes; y aunque lo mas regular es que soplen por el Súr, ó Norte, también se experimentan por
otras partes sin respeto á la Estación del año...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA, 1748 [a], 1(1):
382).
31 “Por lo dicho antes queda visto que las tres especerías mas finas [canela, clavo y pimienta] que
se gastan en España las produce el Perú, y que son propias de aquellos payses, sin que haya contri-
buido á su producción el trasplante ó la industria humana; con que no hay duda en que la naturaleza
del pays es adequada para ello, y que si se le diese cultivo á estos árboles, se afinarían sus cortezas
y sus frutos...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 583).
32 “si pasamos la consideración de aquellas plantas que solo sirven para el gusto, á examinar las
que por ser medicinales (...) no hallaremos menos asunto para suspender la admiración en los pára-
mos de aquellas agigantadas cordilleras, porque en ellos se encontrarán las yerbas exquisitas, tan
llenas de virtudes quanto rodeadas de aridez...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.]
1826: 583-584).
Real Academia de Ciencias 15

lación de los productos vegetales cuya extracción se propone es relativamente am-


plia; algunos de interés medicinal: habas de cartagena33, bálsamo de tolú34, aceite
de María35, estoraque de Macas36, canchalagua37, contrayerba38, calaguala39 y, por

33 “Es muy particular en cartaxena el bejuco, cuya planta produce la habilla conocida baxo el nombre
de habilla de cartaxena. Esta es digna de la mayor estimación por ser un antiveneno eficaz contra
la picada de toda suerte de víboras y animales ponzoñosos...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david
Barry, ed.] 1826: 571); el producto fue descrito y su uso comentado en Jorge JuAn, Antonio de
uLLoA (1748 [a], 1(1): 71-72).
34 “Este bálsamo de tolú merece tanta estimación entre los franceses, y otras naciones extrangeras,
que el botánico de la Academia de las ciencias llevó particular encargo para examinar el árbol pro-
lixamente, mas no pudo conseguirlo, porque no lé dio lugar á emprender viage la cortedad de la de-
mora que hizo su compañía en cartaxena...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.]
1826: 572).
35 “En aquel y en otros muchos parages de la misma jurisdicción [cartagena de indias] hay otras
especies de árboles que destilan el aceite de María, tomando el nombre de la planta....” (Jorge JuAn,
Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 571); tanto éste como el bálsamo de tolú quedaron
mencionados, sin mayores indicaciones, en Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a], 1(1): 66).
36 “En la jurisdicción de Macas, entre otras varias resinas y bálsamos que destilan los árboles, y lle-
nan de fragrancia el ayre, hay una llamada estoraque, siendo tan suave su olor y tan delicado, que
no se diferencia del Benjuí Laserpicio.” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826:
571); un comentario sobre la calidad ‘muy sobresaliente’ de este producto en Jorge JuAn, Antonio
de uLLoA (1748 [a], 1(2): 485).
37 “... debe mirarse como prodigio de aquellos payses la yerba conocida en todos ellos por el nombre
de calaguala, siendo su virtud tan particular, que solo el faltar en España conocimiento de ella, y
carecer de las noticias de su uso para la medicina puede ser causa de no tener la estimación que le
corresponde. Ella es un poderoso específico para hacer evacuar los humores de toda suerte de excesos
interiores, siendo disolvente y precipitante...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.]
1826: 584).
38 de ella apenas nos ofrecen su nombre vernáculo: “Lo mismo sucede [la falta de conocimiento y
comercio] con la contrayerba, ó Raicilla que es asimismo producción de los páramos.” (Jorge JuAn,
Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 584); un antiponzoñoso cuya descripción ya habían re-
alizado en la Relación Histórica… (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a], 1(2): 583-584).
39 “otra yerba se cria también en los páramos conocida por el nombre de canchalagua, la qual es
febrífuga, diaforética, y propia para otros medicamentos, cuyas particularidades, aunque han sido
mas felices que las de la calaguala, pues han conseguido conocerse generalmente en España, con
todo es muy poca la que se trae, porque no está puesto en práctica en el comercio el traer drogas
medicinales, á excepción de aquellas que absolutamente son necesarias, y que su uso está muy en-
tablado...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 584). sobre esta planta, su des-
cripción y su modo de empleo, se extienden en la Relación Histórica... (Jorge JuAn, Antonio de
uLLoA (1748 [a], 1(2): 582-583); el propio Antonio de ulloa la utilizó en Piura: “El dia 14, conti-
nuando mi viage, llegué á la ciudad de Piura siendome forzoso detenerme alli algún tiempo (...)
para curarme, y convalecer de mi caída, experimentando entonces la eficaz virtud de la Calaguala,
en el pronto efecto, con que obra, tan recomendable, y digno de que en Europa haya merecido el
alto concepto en que esta...”(Jorge JuAn, Antonio de uLLoA, 1748 [a], 2(1): 9).
16 Jornadas Jorge Juan 2015

supuesto, la quina40; otros utilizados como especias: las ‘canelas’ de Macas41, el


‘clavo’ del Marañón42 o la ‘pimienta’ de las islas de Juan fernández43; y algunos
más con empleo en diferentes industrias, tal el cascol de guayaquil, utilizado para
fabricar lacre44; la resina del mopa-mopa45, conocida como barniz de Pasto46; o
el palo de campeche, de utilidad tintórea47.

40 “Es cosa muy sabida que la cascarilla ó quina se produce en las espesas montañas de la jurisdiccion
de Loxa, las especies que hay de ella, según las dio á conocer el botánico M. de Jussieu, son quatro
ó cinco distintas, pero la superior de todas, que es el verdadero febrífugo y específico contra las ca-
lenturas, se distingue de las otras en que su cascara es mas delgada y fina, y su color un colorado
hermoso....” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 572). sobre la ‘cascarilla de
Loja’ se incluye información relevante en Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a], 1(2): 440-441).
41 “Esta [la canela de Macas], según el dictamen de los mas hábiles naturalistas que han estado por
allí, y que la han examinado, es tan buena como la del oriente, y su flor mucho mejor, porque la
fragrancia y gusto excede al que tiene aquella canela, quando llega á ponerse en su sazón...” (Jorge
JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 574); recogen la información de “El cura de suña
[sic por zuña] (que es una de las poblaciones reducidas que han quedado) don Juan Joseph de Losa
y Acuña nos facilitó ramas de este árbol, cuyas hojas tenían la misma fragrancia que es regular en
la canela, y puestas en la boca sucedía lo mismo con el gusto...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA
[david Barry, ed.] 1826: 574). En términos similares, incluida la información proporcionada por ‘el
cura de zuña’ en Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a], 1(2): 485-486).
42 “Entre estos [árboles] crece uno al qual le dan el nombre de clavo, porque su corteza tiene exac-
tamente el mismo gusto, olor y actividad que el clavo de la india oriental; de este conservamos to-
davía algunos pedazos que son la prueba mas segura de su calidad y circunstancias...” (Jorge JuAn,
Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 578).
43 “... en ella [la ‘isla de tierra’ del archipiélago de Juan fernández] se crian entre otros muchos ár-
boles, unos que producen cierta semilla en todo semejante á la pimienta, cuya especie reconocimos
personalmente el dia 10 de Enero del año 1743, tiempo en que estaba ya quaxado su fruto, aunque
verde todavia, y empezando á sazonarse. se logró recoger del suelo muchos granos, que la humedad
no habia corrompido todavía, y examinados se halló en el gusto, en el olor, tamaño y configuración
que hacían las arrugas de su pellejo, ser lexitímamente pimienta…” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA
[david Barry, ed.] 1826: 579-580). una ligera alusión a los “Arboles de Pimienta semejante á la de
chiapas en nueva España...” que crecen en las islas de Juan fernández, en Jorge JuAn, Antonio de
uLLoA (1748 [a], 2(1): 284).
44 “En las montañas de guayaquil se saca una resina negra de la qual se hace lacre, y este es el que
se usa en toda aquella provincia, tiene consistencia, bastante lustre, y arde bien...” (Jorge JuAn, An-
tonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 571).
45 una breve alusión a la presencia de los árboles productores de esta resina en el partido de Pasto,
y de su utilidad, en Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a], 1(2): 470).
46 “con esta se dan los barnizes mezclándola con toda suerte de pinturas, las quales se sientan sobre
madera, y quedan los colores tan hermosos, tan tersos, y tan permanentes, como con el mejor barniz
oriental. A estas circunstancias se agrega la ventaja de que no se ablanda con el agua hirviendo, ni
se disuelve en los licores fuertes…” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 572).
47 “En las montañas que se forman de las pendientes de las cordilleras orientales que corren hacia
Quixos y Macas se cria el palo de tinte semejante al conocido con el nombre de campeche, cuya
tinta tiene algún consumo en las fabricas de Quito para teñir aquellas cosas menos recomendables,
porque su calidad no es tan buena como la del añil...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry,
Real Academia de Ciencias 17

Atendiendo a los trabajos de Joseph de Jussieu, prestan especial atención a los


sistemas de identificación y extracción de la quina; su crítica al proceso de obten-
ción del producto resulta de particular interés y es una prueba más de la sensibi-
lidad de los marinos hacia la conservación de la naturaleza48.

con todo, el producto al que más atención parecen prestar las cortes europeas
son las ‘canelas’ americanas49; ramas de los ‘canelos’ de Macas llegaron a las cor-
tes francesas e inglesas, en un esfuerzo por valorar cuánto de verdad tenía la vieja
denominación de ‘El País de los canelos’ acuñada por gonzalo díaz de Pineda
(m. 1545) cuando, en septiembre de 1538, intentó localizar el ansiado ‘El do-
rado’.

El interés por esta planta, a la que años más tarde, en 1793, Jean-Baptiste de
Monet, caballero de Lamarck (1744-1829) denominaría Laurus quixos Lam. ba-
sándose en los ejemplares del herbario Jussieu50, llegó a provocar una cierta ‘po-
lémica’ entre Hans sloane y Antonio de ulloa:

ed.] 1826: 586-587). como bien señala david Barry, en nota infrapaginal, se trata del propio palo
de campeche: “El color azul se obtiene del campeche, mezclando cardenillo en el tinte, y empapando
la tela hasta que haya adquirido el color propio.” (david Barry in Jorge JuAn, Antonio de uLLoA
[david Barry, ed.] 1826: 587).
48 “En esta planta [el árbol de la quina] se comete un desorden nocivo para su comercio, y consiste
en que el modo de sacar la cascarilla es derribando el árbol, y descortezándolo después; y como no
tienen el cuidado de volver á plantar otros en su lugar, no hay duda en que con el tiempo llegarán á
quedar razas aquellas montañas, porque aunque son muy dilatadas tienen fin; y siendo muy continua
la saca, es preciso lleguen á tener fin sus árboles (...) Para que no llegase el caso de que se pudiese
extinguir la cascarilla, y que siempre estuviesen poblados de plantas de la calidad mas superior todos
aquellos montes, yermos ya en mucha parte, convendría que se mandase á los que envian á hacer
cortes de cascarilla, que volviesen á dexar sembrados los montes con plantas de la buena calidad, y
que esto se hubiese de extender en cada uno de aquellos espacios que desmontase...” (Jorge JuAn,
Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 573-574). una sensibilidad compartida con Joseph de
Jussieu: “de este descuido, ó por decirlo mejor, del desprecio con que aquellas gentes miran los te-
soros que se ven depositados en sus payses, se lamentaba con razón el botánico francés, conside-
rando que no solamente se hacen á si propios el daño aquellos habitadores perdiendo las utilidades
de este mayorazgo por abusar de él de esta suerte, mas también á todas las naciones en el menoscabo
del específico…” (IBID., 1826: 573).
49 “Los individuos de la compañía francesa consiguieron también algunas ramas [de los canelos de
Macas], y las enviaron á francia y á inglaterra. Habiéndolas examinado en Londres se mandó por
un Auto del Parlamento en 1741, que se abriesen láminas con la demostración de esta planta, que se
hiciese su descripción, y que se diese al público...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry,
ed.] 1826: 574-575).
50 Laurus quixos Lam., Encycl. Méth. Bot. 3: 455. 1793. sobre un pliego conservado en el Herbario
P (P-00307277), en el que quedó anotado: “Arbre de la canelle. Quixos. Borbonia peruvinana [...]
Jos. de Jussieu (...)” Hoy es comúnmente aceptado el binomen de Ocotea quixos (Lam.) Kosterm.,
18 Jornadas Jorge Juan 2015

“... quando yo [Antonio de ulloa] me hallaba en aquella ciudad [Londres]


me regaló un exemplar [de un grabado] el secretario de la sociedad Real [sir
Hans sloane (1660-1753)], diciendome que me daba una estampa51 de lo que
todo el mundo tenía en estimacion y solo los Españoles lo despreciaban...”
(Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 574-575).

En un intento por salvar el ‘prestigio nacional’, Antonio de ulloa esbozará una


excusa: “... en el Perú no se hace aprecio de ella, porque solo lo tiene lo que logra
estimación en España, y como la canela no la ha merecido acá en tantos años,
tampoco allá la ha conseguido...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry,
ed.] 1826: 575). un asunto que sirve a los marinos para generalizar la situación
comercial de los canelos con otros productos americanos:
“En ningún otro pays se hubiera mirado con tanto descuido este árbol como
en aquel, ni se hubiera mantenido por tanto tiempo sin conseguir la estimación
que se merece, pero esta desgracia no se limita solo á este árbol, pues otras
muchas cosas preciosas que produce el Perú se hallan comprendidas en el
mismo caso, sin que su particularidad haya llamado la atención á fin de que
les demos la estimación que se merecen y la que les saben dar todas las nacio-
nes doctas en esta suerte de política...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david
Barry, ed.] 1826: 577).

de inmediato proponen una solución: la generalización de su cultivo en terri-


torio americano y su comercialización en España52. A ella sigue una crítica a la
política mercantil emprendida hasta entonces por la metrópoli: “En España ha ha-

Recueil trav. Bot. néerl. 35: 900. 1938, para referirse a esta Laurácea. sobre el interés que despertó
estos materiales, hasta el extremo de desencadenar la Expedición al Virreinato del Perú, cf. Antonio
gonzÁLEz BuEno, carmen nAVARRo ARAndA (1989).
51 Quizás el ‘Laurus folio longiore...’ que constituye la lámina 165 (46 x 35 cm) de Hans sLoAnE.
A voyage to the islands Madera, Barbados, Nieves, St Christophers and Jamaica with the natural
history of the herbs, and trees, four-footed beasts, fishes, birds, insects, reptiles &c... illustrated with
the figures of the things described which have not been heretofore engraved... in two volumes... Lon-
don: Printed by B. M. for the author, 1707-1725.
52 “trayéndose á España esta canela tendría estimación en el pays, y esto solo bastaría para que los
habitadores de Macas y de Quixos hiciesen plantíos de árboles en los sitios donde no los hay, y que
fuesen oportunos para ella, para que se dedicasen al cuidado de estos árboles, desembarazando los
sitios de monte en donde están, para que tuviesen cuidado de darles el beneficio que pareciese mas
conveniente y fuese dictando la experiencia, y para que atendiesen á cortarla, ó descascarar el árbol
quando estuviese en sazón; circunstancias á las que no atiende allí la rusticidad de los indios, y á
causa de la cortedad de sus luces en este particular, se hace preciso facilitarles instrucción para que
la canela llegue á salir con toda su perfección... “ (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.]
1826: 577).
Real Academia de Ciencias 19

bido tan poca aplicación al comercio de frutos de las indias, que nunca se ha puesto
cuidado en averiguar los que producen con particularidad para aprovecharse de
ellos...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 579), responsa-
bilizando de este desconocimiento a la falta de formación botánica de los metro-
politanos destinados en los territorios coloniales53. Para terminar en una crítica
feroz al sistema de explotación de los metales como única fuente de obtención de
beneficios de los territorios americanos:
“todas estas cosas que el Perú produce, y otras muchas que habrá particu-
lares en aquellos dilatados reynos y payses, cuyas noticias se ignoran por falta
de aplicación, serian riquezas bastantes para otra nación que supiese darles la
estimación que merecen, pero en poder de la nuestra no solo dexamos de hacer
comercio de ellas, y sacar de las otras naciones que no las gozan las utilidades
de su valor, sino que aun no sabemos aprovecharnos de ellas para nuestro pro-
pio uso, y esta es la causa esencial de que entre nosotros no luzcan las riquezas
que producen nuestras indias, porque nos sugetamos al beneficio del oro y de
la plata, y dexamos abandonado todo género de simples para vernos después
en la precisión de desposeernos del oro y de la plata por los mismos simples
que poco antes despreciamos...”(Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry,
ed.] 1826: 601)54.

6. EL FINAL DEL PROYECTO

Mas volvamos al trabajo en tierras americanas; tras algunos años de ausencias,


motivados por la necesidad de servir a las perentorias necesidades de José de Men-
doza caamaño y sotomayor (1667-1746), marqués de Villagarcía de Arosa y Vi-
rrey del Perú, quien solicitó de los servicios de Juan y ulloa para actuar como

53 “... las luzes de la botánica han estado y permanecen tan retiradas del conocimiento de nuestros
Españoles de allá, que no han sido bastantes para hacer su descripción...” (Jorge JuAn, Antonio de
uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 579).
54 Y continúan: “Para sacar pues nosotros iguales ventajas á las de otras naciones, nos bastaría al
presente el hacer que floreciese nuestro comercio de lo que las indias producen y está descubierto,
aun omitiendo lo mucho que falta por descubrir, para que rinda utilidades correspondientes á toda
la nación, y no será pequeño triunfo si se llega á conseguir, porque de él se seguirían después los
descubrimientos de lo que ignoramos, y el hallar en las indias un tesoro mas quantioso y seguro que
el de las ricas y celebradas minas de Potosí, Puno y el chocó, en sus frutos, en sus resinas, en hojas,
en cortezas, en animales, y por decirlo de una vez en todo lo que produce, porque todo es particular
y digno de estimación...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 605).
20 Jornadas Jorge Juan 2015

policía marítima frente a la posible presencia de la escuadra inglesa, al mando del


general george Anson (1697-1762), en las costas del Pacífico55, los expediciona-
rios españoles retomaron sus trabajos astronómicos. corría el enero de 1744, Juan
y ulloa darán por finalizados sus trabajos apenas unos meses después, en el mayo
de este año. Para entonces, los franceses hacía tiempo que habían terminado sus
mediciones; Pierre Bouguer y charles-Marie de La condamine habían retornado
ya a su metrópoli56, por caminos diferentes: Bouguer utilizó la vía terrestre, desde
Quito a cartagena, donde embarcó para nantes; alcanzó las costas francesas a
fines de 174357; La condamine realizó un viaje por el Amazonas, en cayena em-
barcó a Europa con destino a Ámsterdam; regresó a París en los inicios de 174558.
El resto de los expedicionarios galos permanecerán en América del sur59.

55 “La instancia, con que nos encargaba [el Virrey] la brevedad no admitia dilacion; y como el deseo,
que siempre nos acompañó de señalarnos en ocasiones del Real servicio, no dio treguas á nuestra
obediencia, fue preciso dexar suspensa aquella obra, aunque solo faltaba para terminarla la segunda
observacion Astronomica a la parte del norte...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA, 1748 [a], 2(3):
4). Los expedicionarios españoles recibieron la carta del Virrey el 24 de septiembre de 1740, el 21
de octubre emprenden viaje desde Quito, vía guaranda y guayaquil; alcanzaron la ciudad de Lima
el 18 de diciembre de 1740.
56 no obstante, los expedicionarios españoles siguieron en contacto epistolar: “segun las ultimas
observaciones hechas en Paris, que quiso tomarse el trabajo, y hacerme el favor de comunicarme
M. de la Condamine...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA, 1748 [b]: 290).
57 Pierre Bouguer inició su regreso el 20 de febrero de 1743; en 1749 publicó una relación de los
trabajos de la Expedición (BouguER, 1749), complementada por un escrito posterior (BouguER,
1752), que levantó la polémica con charles-Marie de La condamine (vide infra).
58 charles-Marie de La condamine emprendería su retorno a la metrópoli el 11 de mayo de 1743;
no alcanzaría París hasta febrero de 1745; de inmediato publicó una relación del viaje, en París, co-
rriendo este año de 1745 (LA condAMinE, 1745 [a]), la cual vio la luz, en una traducción al caste-
llano, impresa en Ámsterdam, ese mismo año (LA condAMinE, 1745 [b]); tiempo después hizo
público su diario de viaje... (LA condAMinE, 1751; 1752-1754), publicado en respuesta a algunas
objeciones planteadas por Pierre BouguER (1752). Los propios Jorge Juan y Antonio de ulloa re-
cogen algunas de las conclusiones del viaje de La condamine por el Marañón (JuAn, uLLoA, 1748
[a], 1(2): 489; 501-514; 539; 2(3): 26), en compañía de Pedro Vicente Maldonado flores (1704-
1748), cuya contribución al conocimiento de la geografía del Marañón destacan: Pedro Vicente
MALdonAdo fLoREs. Representacion que hace a su Magestad el Governador de la Provincia de
las Esmeraldas D. Pedro Vicente Maldonado, sobre la apertura del nuevo Camino, que ha descu-
bierto à su costa, y expensas, y sin gasto alguno de la Real Hacienda... para facilitar... reciproco
Comercio entre la Provincia de Quito, y Reyno de Tierra-Firme... [s.l.: s.n.], [c. 1741]. [consultamos
el ejemplar conservado en la Biblioteca nacional de España, signatura: VE/1467/13].
59 “... unos por el recelo de la guerra [contra los ingleses], que les tenia suspensos, sin atreverse á
deliberar, temiendo el peligro de ser apresados; otros por falta de medios para costearse; y otros,
porque contraídos algunos empeños, no querían salir del País hasta satisfacerlos; con que solamente
los dos eran los que havían tomado la determinacion con el deseo de llegar á su Patria á descansar
de tantas fatigas, y trabajos, que no dexaron de ser sensibles para todos, y quebrantar la salud á pro-
porción, en unos mas, que en otros...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a], 1(1): 321-322).
Real Academia de Ciencias 21

El ingeniero Jacques couplet-Viguier había fallecido, en septiembre de 1736,


en las proximidades de Quito60; tres años después, el 29 de agosto de 1739, el ci-
rujano Jean seniergues es mortalmente herido en cuenca, durante un motín que
precedió a una corrida de toros; el atentado, que acabó con su vida pocos días des-
pués, se debió bien a su ‘exceso de celo’ al tratar a una paciente local, Manuela
Quesada —‘la cusinga’—, bien a un episodio del creciente desencuentro entre
criollos y europeos, o —lo que resulta más probable— a ambas causas agrega-
das61.

El ingeniero Jean-Joseph Verguin retornó a toulon en 1747, entonces se hizo


cargo de la dirección de las instalaciones portuarias de la Armada francesa en este
departamento marítimo.

Louis godin fue nombrado, en 1744, catedrático de Prima de Matemáticas en


la universidad Real de san Marcos, en Lima, y ejerció el cargo de cosmógrafo
Mayor adjunto a esta plaza62; a su regreso a Europa se convirtió en director de la
Academia de guardiamarinas de cádiz.

El cartógrafo, Jean godin des odonais ejerció, desde 1739, como profesor de
Astronomía y ciencias naturales en la universidad de Quito; casado con una rica
heredera local, isabel casamayor y Pardo (1728-1792)63, abandonó la universidad
en 1743 y se dedicó a emplear el dinero de su esposa en el estudio de la Historia
natural y de las lenguas indígenas; ambos se convirtieron en los grandes explo-
radores del Ecuador y de las provincias del norte de Perú. tras disipar buena parte
de la dote matrimonial, decidió asentarse en cayena; durante quince años exploró

60 “... terminó la carrera de su vida el 19 [de septiembre de 1736] en lo mas florido de su edad, y
con tanta aceleracion, que nos dexó confusos, y ignorantes en la especie de su Accidente, pues solo
lo reduxo á cama los dos días, en que hizo las christianas disposiciones, y murió.” (Jorge JuAn, An-
tonio de uLLoA, 1748 [a], 1(1): 304).
61 de él dio su particular visión charles Marie de LA condAMinE (1746); un análisis de la cuestión
en Raúl HERnÁndEz AsEnsio (2011).
62 un puesto que hubo de admitir por razones económicas, a fin de liberarse de las cargas que había
contraído antes de partir para Europa: “... M. godin mereció en el Ínterin que nosotros concluíamos
las observaciones de Mira, el honor de que la universidad de San Marcos de Lima le eligiesse para
llenar el Lugar de cathedratico de Mathematicas, que por muerte de Don Pedro de Peralta estaba
vaco; y lo admitió con tanta mayor satisfaccion, quanto que no hallandose en proporción de poder
passar a Europa por entonces, como lo apetecía su deseo, porque necessitaba evacuar antes algunos
assuntos pertenecientes á su compañía...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a], 2(3): 378); re-
alizó el viaje a Lima en compañía de Jorge Juan.
63 isabel casamayor [isabel godin des odonais] habría de pasar a la historia por ser la primera
mujer que descendió sola el Amazonas (Cf. Anthony sMitH, 2003; Robert WHitAKER, 2004).
22 Jornadas Jorge Juan 2015

el Amazonas. cargado de manuscritos, pliegos y dibujos, en 1773 regresó a fran-


cia, allí se ocupó de organizar las notas tomadas durante los muchos años de sus
exploraciones.

El dibujante Jean de Morainville y el instrumentista théodore Hugot siguieron


una peripecia vital bastante similar; en 1749 se encontraban en Quito, entre 1753
y 1755, trabajaron en la explotación de las minas de plata de cundurguachana en
el Pichincha. Jean de Morainville se ocupó de insuflar arte sacro —de tinte euro-
peo— a las iglesias de la compañía de Jesús; encontró la muerte en la construc-
ción de la iglesia de cicalpa, en la antigua ciudad de Riobamba (germán RodAs
cHÁVEz, 2003).

El botánico Joseph Jussieu permanecerá en América del sur durante 36 años;


en 1771 volverá, muy enfermo, a París, falleció algunos años después, sin disponer
de capacidad mental para escribir sus memorias; su trabajo en la Expedición se
centró, de manera particular, en el estudio de los árboles de quina64.

Jorge Juan y Antonio de ulloa resolvieron volver a la metrópoli tan pronto


como les fue posible, lo hicieron desde el callao, el 22 de octubre de 1744, utili-
zando la ruta del cabo de Hornos, a bordo de dos fragatas distintas, ambas bajo

64 Así lo recogen los expedicionarios españoles: “En el territorio de este corregimiento [Loja] se
produce, y saca el célebre Especifico contra las calenturas intermitentes conocido por el nombre de
cascarilla de Loja, o Quina-Quina: hallase esta de diversas calidades; y entre ellas una, que es mas
perfecta en la eficacia de su virtud. Mr. de Jussieu (...) siendo su principal encargo el examen de las
Plantas, hizo determinante viaje a Loja, para reconocer el Arbol, que la produce, y en una dilatada
descripcion, que con su acreditada experiencia hace de ella, distingue las especies, y relaciona las
mas prolixas circunstancias para la satisfaccion de los Botánicos, y espetacion de los curiosos...”
(Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a], 1(2): 440). Lo que les permite añadir una nota, de cierto
carácter conservacionista, al referirse al sistema de explotación de estos árboles: “... no obstante se
reconoce mucha diminución, pues faltando el cuidado de resembrarlos no corresponde el numero
de los que por si nacen a el considerable de los que se cortan...” (IBID., 1748 [a], 1(2): 441). una
opinión similar verterán en torno a las capturas de bacalao en terranova: “no obstante su grande
abundancia ha descaecido ya sensiblemente respeto a la que havia ahora 25, ó 30 años; prueba de
que con la mucha pesca se va disminuyendo poco á poco...” ((IBID., 1748 [a], 2(4): 531).
En los Archives du Museum d’Histoire naturelle (París) (signatura: Mss 111) se conservan buena
parte de los manuscritos que recogen su actividad en tierras americanas, entre ellos: “descripotion
des Plantes observées dans le voyage du Perou. Année 1735, 36, 37”; “catalogue Plantarum Ame-
ricanorum quarum semina Pavisios miltundur ut in horto regio terres mandentur anno 1749. Ex ci-
vitate La Paz”; “Plantae peruvianne. Josephi de Jussieu”; “index seminum Plantarum rariorum que
ex provincia Quitensis regni peruviani remitit J. de Jussieu ad frates suos. Lutetiae, ut in horto regni
terrae comissa ex colentur”; “catalogue des plantes de l’Amerique envoyées en france de 15 de
novembre de 1750”; además de algunas anotaciones sobre peces y extracción de minerales (Yves
LAissus, 1965; Antonio LAfuEntE, 1983: 621).
Real Academia de Ciencias 23

pabellón galo, fletadas por comerciantes gaditanos65; Antonio de ulloa se instaló


en Notre Dame de la Délivrance; Jorge Juan se embarcó en la Liz.

En el tornaviaje a Europa, en agosto de 1745, la fragata en la que viajaba An-


tonio de ulloa fue apresada por la Armada británica, en guerra declarada contra
los franceses, justo antes de atracar en Louisburg (nueva Escocia, canadá), lo que
llevó al marino a desprenderse de parte de sus manuscritos, tirándolos al mar66.
Prisionero de las fuerzas inglesas, fue conducido a fareham (Reino unido); en
abril de 1746 pasó a Londres, con ánimo de recuperar los documentos sobre la
Expedición que obraban en poder del Almirantazgo; éstos fueron examinados por
la Royal society, lo que le valió —con el apoyo de Martin folkes (1690-1754),
presidente de la sociedad— su elección como miembro correspondiente de la ins-
titución67; desde Londres regresó a Madrid, vía Lisboa: hizo su entrada en la ca-
pital de la metrópoli el 25 de julio de 1746.

65 “... resolviendo el hacerlo divididos, para que los infortunios, que se podían temer, no huviessen
de ser comunes á entrambos; y fuesse mas factible quedar uno, que pudiesse dar razón de lo que se
havia practicado en el assunto de nuestra comission...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a],
2(4): 382).
66 “Por lo tocante a mis Papeles, desde que nos hicimos á la vela de la isla de Fernando de Noroña,
havia aprontado, como es regular, todos los Planos, y noticias que pudieran ser de perjuicio, si la
desgracia las ponia en manos de los Enemigos: los Pliegos del Virrey del Perú y otros que traía á
mi cuidado, los quales en el combate estuvieron prontos para ir al Agua, y encargados el capitán, el
Apoderado de los fletadores, el Maestre, y oficiales de echarlos, luego que llegasse el caso de que
yo muriesse sin tener tiempo para hacerlo: como siempre estuvieron prevenidos para este fin, luego
que reconocí no ser possible dexar de quedar prisionero, los liberté de caer en las manos enemigas,
arrojándolos al Agua, pero todos aquellos, que comprehendian la medida de los grados, observa-
ciones Astronomicas, y Phisicas, y noticias Historicas, quedaron preservados de esta diligencia (...)
despues de haver instruido a aquellos capitanes de lo que contenían, y del interés, que todas las na-
ciones de Europa havían tomado en el fomento de esta empressa, conseguí, que mirándolos con al-
guna mas atención, los separassen de los demás, y los remitiessen al comandante de aquella
Escuadra, en cuyo poder estuvieron hasta que conmigo fueron remitidos á Inglaterra...” (Jorge JuAn,
Antonio de uLLoA (1748 [a], 2(4): 448-449).
67 “Este cavallero [Martin folkes] (...) introduxome primero en las Assambleas de la sociedad y
me facilito la comunicacion, y el obsequio de muchos señores, que se señalaron en protexerme, y
honrarme, me acompaño á ver los célebres Gavinetes, donde pueden competirse la curiosidad de
aquellos sabios, que con tanta solicitud, y cuidado los forman, y la admiración de los que con alguna
atención, y conocimiento los registran, y donde transplantada toda la naturaleza, se vé una historia
viva, general, y completa de quanto encubren las ondas, produce la tierra, y se cria viviente, vege-
table, y particular en todas las Regiones, y Elementos...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA (1748 [a],
2(4): 541). En las Philosophical Transaction correspondiente a 1749 apareció un primer “Extract
of so Much of don Antonio de ulloa’s f. R. s. Account of His Voyage to south America, as Relates
to the distemper called there Vomito Prieto, or Black Vomit. translated from the spanish by W.
Watson f. R. s.” Philosophical Transaction, 46( 491-496): 134-139; el texto figura como expuesto
ante la Royal society el 4 de mayo de 1749.
24 Jornadas Jorge Juan 2015

Jorge Juan llegó sin mayores problemas a las costas francesas; su fragata tocó
el puerto de Brest el 31 de octubre de 1745. tras un furtivo paso por París, que le
permitió contactar con los expedicionarios franceses y ser propuesto como miem-
bro correspondiente de la Académie des sciences, regresará a Madrid; era el fe-
brero de 174668.

La situación política que Jorge Juan encontró a su vuelta era bien distinta a la
que dejó a su partida: el 9 de julio de 1746 falleció ‘el animoso’ felipe V; su se-
cretario de Estado, José Patiño y Rosales (1666-1736) le había precedido una dé-
cada atrás69. Jorge Juan parece decidido a regresar a Malta, tras tomar posesión
de la Encomienda que le había concedido la orden en 1730. una feliz conversa-
ción con José Alfonso Pizarro (1689-1762), marqués de Villar y —como él— ca-
ballero de Malta, le hará dilatar su decisión hasta que se presente al sucesor de
José del campillo y cossío (1693-1743), zenón de somodevilla y Bengoechea
(1707-1781) nombrado marqués de la Ensenada, miembro —también— de la
orden de Malta.

La sintonía entre el proyecto de modernización del Estado pergeñado por En-


senada y los escritos redactados por Jorge Juan y Antonio de ulloa, en los que re-
lataban sus experiencias y opiniones de lo vivido al otro lado del Atlántico debió
ser completa70. desde entonces ambos marinos quedaron integrados en el selecto

68 “Hallandose Don Jorge Juan en francia le parecio conveniente no perder esta ocasion de passar
á Paris, y comunicar en ella a los de la Academia Real de las Ciencias sobre algunas particularidádes
concernientes á la obra; y entre ellas principalmente acerca de la Aberracion de la Luz, y los efectos
de esta notados en las Estrellas fixas, con lo que en el assunto se havia observado en la Provincia de
Quito, executólo assi, y aquella Academia le dispensó el honor de admitirlo por su Socio Corres-
pondiente y haviendo satisfecho alli los motivos, que le havian llevado, se restituyo a España, y a
Madrid para hacer presente al Ministerio el éxito de su comission, y solicitar passasse á noticia de
s. Mag.” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA, 1748 [a], 2(4): 468). su nombramiento como correspon-
diente de la Académie des sciences lleva fecha de 26 de enero de 1746 (Antonio LAfuEntE, 1983:
614).
69 En acertadas palabras de Benito Bails: “Halló á su regreso á España muerto al Ministro que le
habia enviado á América, era lo mismo que hallar mudada la corte, y sus proyectos sin valedor...”
(Benito BAiLs, 1779: 7).
70 En el prólogo de las Observaciones Astronomicas... se hace especialmente visible la protección
del marqués de la Ensenada: “Pues apenas se halló informado s.M. [fernando Vi] por el zeloso, y
mo
sabio Ministro el Exc . señor Marqués de la Ensenada de nuestro regresso á Madrid, y quan útil
seria al adelantamiento de las ciencias (...) se publicasse esta obra, quando no solo dispuso con su
Real magnificencia se diesse al publico á costa de su Real Erario; sino que la honró constituyéndose
en Protector de ella...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA, 1748 [b]: [5]). En el texto de la Relacion del
viage... Antonio de ulloa parece atribuirse las gestiones del encuentro con el marqués de la Ensenada:
“... y practicada sin dilación por mi [Antonio de ulloa] la diligencia de que subiese la noticia del
Real Academia de Ciencias 25

grupo de ‘ensenadistas’, dispuestos a renovar las estructuras de la Real Hacienda,


la Justicia, los sistemas municipales, la gobernación de ultramar y, sobre todo, la
Marina, desde una perspectiva ilustrada, donde el desarrollo científico y técnico,
especialmente cuando es de aplicabilidad directa, cobra un evidente protagonismo,
a la par que la formación de un nuevo grupo de marinos, destinados a convertirse
en la levadura de la que la política española estaba necesitada71.

La pérdida del protagonismo que, hasta el verano de 1754, había ostentado En-
senada, condenó al exilio de la corte a quienes les habían acompañado en su viaje
reformador. El pueblo —siempre sabio— resumió la situación en unas coplillas
panfletarias:
“Ensenada ya calló / Valencia toca tabletas / gordillo arrastra balletas / y
nuestro Banfi murió / ordeñana se perdió / delgado está agonizando / La to-
rrecilla llorando / francia y orcasitas mueren / Jorge y ulloa no esperen / pues
venció el contrario bando”72.

Jorge Juan centrará sus esfuerzos en mantener activas las reformas ya empren-
días en la Academia de guardiamarinas de cádiz y en cobijar las ascuas ideoló-
gicas del movimiento ‘ensenadista’ en su Asamblea Amistosa Literaria (francisco
gonzÁLEz dE PosAdA, 2005). Aunque nunca dejó de trabajar en aquellas comi-
siones para las que fue solicitado —que no fueron pocas—, la caída de Ensenada
frenó sus proyectos de reforma de la construcción naval. En el verano de 1754 se
hicieron públicos los primeros síntomas de una progresiva pérdida de movilidad

Rey n. señor (...) el éxito de mi comission por mano del Excelentissimo Señor Marqués de la En-
senada, s. Mag. se dignó, dispensarle el cumplido favor de mandar se le pusiesse el deseado fin
dandose á el Publico, y colmandola de honor al mismo tiempo, con el de declararse su Protector en
un todo...” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA, 1748 [a], 2(3): 543).
71 nuria VALVERdE (2012: 140) define este tipo de profesional idealizado por Jorge Juan: “El marino
que Juan imagina no está acompañado de comerciantes, no tiene un entorno social definido, es más
bien el perfil de un expedicionario: una figura de una curiosidad que no puede satisfacerse, de una
atención que siempre está alerta, de un intelecto autónomo, de una imaginación precisa, apta para
detectar cualquier anomalía, cualquier atisbo de la quiebra de la regularidad”.
72 British Museum, Egerton, 316 “Papeles concernientes a los varios sucesos del Marqués de la En-
senada” (fide José Antonio EscudERo, 2001, 1: 223). En alusión al marqués de la Ensenada (zenón
de somodevilla y Bengoechea, 1707-1781) y su círculo de confianza: Bartolomé sánchez de Va-
lencia (c. 1705-1757), Pedro gordillo sánchez (marqués de zambrano, 1705-1762), José Banfi y
Parrilla (1705-1776), Agustín Pablo ordeñana y goxenechea (1711-1765), Alonso Pérez delgado
(c. 1707-1775), la marquesa de torrecilla (Josefa teresa de Aguerri y Rivas, m. 1762), nicolás fran-
cia y Pascual (marqués de san nicolás, 1697-1766), Manuel Antonio de orcasitas Montaño (1696-
1761), Joge Juan y santacilia (1713-1773) y Antonio de ulloa de la torre-giralt (1716-1795). sobre
esta red política cf. cristina gonzÁLEz cAizÁn (2004).
26 Jornadas Jorge Juan 2015

en brazos y piernas; su salud fue decayendo hasta encontrar la muerte en Madrid,


en el mes de junio de 1773.

Habían pasado más de 27 años de su retorno de las tierras americanas, aquellas


en las que —por espacio de un decenio— creció como marino y científico. Aquel
territorio donde
“... el vivo, y agradable verdor de las sementeras, y Yerva, y el matizado
de las flores (...) no se agosta en todo el año; y así es una perpetua Primavera,
que no tiene descaecimiento en ninguna sazón....” (Jorge JuAn, Antonio de
uLLoA, 1748, 1(1): 350).

7. COROLARIO

América, se descubre a los ojos de Jorge Juan y Antonio de ulloa, como un


entorno singular, cuyo preciso conocimiento, el de su naturaleza y el de sus ha-
bitantes, dista mucho de ser conocido por los europeos de su tiempo. su expedi-
ción tiene un nato carácter geodésico, pero también político; o al menos así
debieron pensarlo Jorge Juan y Antonio de ulloa, al elaborar sus escritos para tres
públicos diferentes: las elites europeas con curiosidad sobre las noticias de la His-
toria natural y moral de los pueblos, a la que pretenden llegar a través de la Rela-
cion histórica del viage…; el parco conjunto de técnicos al que dedican las
Observaciones Astronomicas y Physicas…; y sus opiniones personales, estricta-
mente dirigidas a quien tiene capacidad de gobernar, al que dirigen sus Reflexiones
políticas…73

73 “nosotros, libres de toda preocupación, sin interés en el asunto, sin consideración alguna personal,
hemos observado, indagado, y averiguado por todas partes, todo lo que tiene relación con los capí-
tulos y asuntos contenidos en la instrucción que nos fue dada por el primer Ministro y secretario
del Rey nuestro señor; y ahora presentamos nuestras noticias descubiertamente á los ojos del supe-
rior gobierno, en este modo reservado. Los asuntos particulares que contiene esta parte de nuestro
informe, siendo para instrucción secreta de los Ministros, y de aquellos que deben saberlos, y no
para divertimiento de los ociosos, ni objetos de detracción para los malévolos, van expuestos con
toda ingenuidad, á fin de que tomados en consideración, se arbitren los medios mas convenientes
para la reforma....” (Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 230). “nosotros estamos
persuadidos á que habiéndosenos dispensado el honor y confianza de que se hagan estas relaciones
privadas del estado de aquellos reynos para la mayor inteligencia de los Ministros de su Magestad,
no nos es lícito aumentar, ni es justo que omitamos cosa alguna de lo que sabemos sobre esta mate-
ria...” (IBID., 1826: 339).
Real Academia de Ciencias 27

Aun cuando cada ‘público’ recibe la información que los autores creen más
propia, en el fondo de todos los textos subyace un mismo discurso: la necesidad
de conocer y controlar los recursos coloniales, de poner en valor lo que los marinos
consideran propio de la corona de España, a la que sirven como ‘obedientes súb-
ditos’74.

tres textos con un lenguaje muy distinto: el sobrio y matemático del que tanto
gusta Jorge Juan, y el más ampuloso y narrativo propio de Antonio de ulloa; pero
una lectura cuidosa de los textos parece mostrarnos otro lenguaje más, éste subli-
minar, que sirve para relacionar unos con otros. La reiteración de los términos
‘eterna primavera’ en la Relacion histórica del viage... se nos presenta como la
clave para entender uno de los capítulos de sus Reflexiones políticas..., el dedicado
a la ‘noticia de las riquezas que encierran en si los reynos del Perú (...) de la grande
fertilidad de aquellos payses, su buena disposición para toda suerte de plantas y
frutos, y su fecundidad en resinas, y toda suerte de simples’; y es que el vergel de
la descripción paisajística que nos ofrecen Juan y ulloa, al que acostumbran a re-
ferirse con los términos ‘eterna primavera’, se corresponde con un territorio digno
de ser explotado:
“Poblados tan vastos territorios como lo son aquellos, y reducidos á la ver-
dadera ley sus habitadores, se podria dar cultivo á las muchas plantas particu-
lares que producen: de alli se podría sacar la canela tan exquisita como la del
oriente; la vainilla tan buena ó mejor como la que producen otras provincias
de las indias; el estoraque fragrantísimo, y las varias especies de gomas, resinas
y frutos que con particularidad y admiración derraman aquellos bosques...”
(Jorge JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 405)

Las Reflexiones políticas... quedaron inéditas hasta 1827, pero fueron conoci-
das con anterioridad por círculos iniciados y tuvieron una señera influencia en el
diseño de las Expediciones botánicas que emprendiera la corona española durante

74 Justificando así la propiedad de la corona española sobre los territorios americanos: “si por otro
lado se reflexiona sobre la lealtad, no se encontrará nacion alguna en el mundo que hable con mas
respeto y veneración de su Rey. Ellos nunca toman su nombre en la boca sin anteponer el distintivo
de señor (...) descubriéndose al mismo tiempo la cabeza, ceremonia que ni los curas ni los corre-
gidores les han enseñado, porque estos no la practican, ni han visto un exemplo tal en ningún Espa-
ñol, y sin embargo permanecen constante en esta observancia. dicen regularmente el señor Rey, y
algunas veces según el asunto añaden el señor nuestro Rey, pareciendoles irreverencia nombrar al
soberano de otra suerte (...) todo esto prueba la veneración, el respeto y el amor con que tratan á la
Magestad, y es asunto digno de la admiración en una gente tan rústica, tan sin cultura en los enten-
dimientos, y que solo por noticias muy remotas han llegado á conocer que tienen Rey...” (Jorge
JuAn, Antonio de uLLoA [david Barry, ed.] 1826: 313-314).
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la segunda mitad del XViii, donde las reivindicaciones del conocimiento técnico
del territorio como justificación de la hegemonía colonial tuvieron, también, una
importancia nada desdeñable (francisco Javier PuERto sARMiEnto, 1988; fran-
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