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EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN ESPAÑA

LA NECROPOLIS
DEL PUIG DES MOLINS (Ibiza)
Campaña de 1946

Carlos Gómez Bellard

MINISTERIO DE C U L T U R A
DIRECCION GENERAL DE BELLAS ARTES Y ARCHIVOS
S U B D I R E C C I O N G E N E R A L DE A R Q U E O L O G I A Y E T N O G R A F I A

1984
EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS EN ESPAÑA

LA NECROPOLIS
DEL PUIG DES MOLINS (Ibiza)
Campaña de 1946

Carlos Gómez Bellard

MINISTERIO DE C U L T U R A
DIRECCION GENERAL DE BELLAS ARTES Y ARCHIVOS
SUBDIRECCION GENERAL DE ARQUEOLOGIA Y ETNOGRAFIA

1984
I.S.B.N.: 84-505-0099-0

DEPOSITO LEGAL: 20.119.—1984

RAYCAR, S. A . MATILDE HERNÁNDEZ, 27. MADRID-19


A ¡a memoria de
José María Maná de Angulo
(1912-1964)
INDICE G E N E R A L
Págs.

INTRODUCCION 9
I. L A NECROPOLIS 11
1. Características generales 13
2. Historia de la investigación 14
II. L A CAMPAÑA D E 1946 19
III. LOS CONJUNTOS FUNERARIOS 27
Hipogeo 1 29
Hipogeo 2 31
Hipogeo 3 36
Hipogeo 4 36
Hipogeo 5 36
Hipogeos 6-13 51
Hipogeos 14-16 58
Hipogeo 17 58
Hipogeo 18 71
Hipogeo 19 71
Hipogeo 20 71
Hipogeo 21 77
Hipogeo 22 80
Hipogeos 23-25 84
Hipogeo 26 88
Hipogeos 27-29 90
Hipogeo 30 90
Hipogeo 31 92
Hipogeo 32 93
Hipogeos 33 y 34 95
Hipogeo 35 95
Fosa 36 98
Hipogeo 37 99
Hipogeo 38 99
Fosa 39 99
Hipogeo 40 99
Fosa 41 99
Hipogeo 42 100
Hipogeo 43 106
Hipogeo 44 109
Hipogeo 45 109
Hipogeo 46 115
Fosa 47 115
Fosa 48 116
Fosa 49 116
Hipogeo 50 117
Hipogeo 51 124

7
Págs.

Hipogeo 52 124
Hipogeo 53 127
Fosa 54 127
Hipogeo 55 129
Sector ánforas 130
Fosa 31-V-46 139
IV. ESTUDIO ANALITICO 141
1. E l ritual funerario 143
2. Los materiales y su cronología 146
V. L A S FASES D E UTILIZACION 151
VI. CONCLUSIONES 157
BIBLIOGRAFIA 161
LAMINAS 167

8
INTRODUCCION

Cabría peguntarse si es útil la revisión* de una vieja campaña de excavaciones en un


yacimiento arqueológico que ha sido considerado tradicionalmente rico por los investiga-
dores, saqueado, e incapaz de proporcionar datos fiables.
Desde los inicios de la década de los setenta se está procediendo a una revisión y valora-
ción de los materiales del Museo Arqueológico de Ibiza, siguiendo la idea de que excavar
en los fondos museísticos puede ser tan productivo como hacerlo en el campo. Las prime-
ras actividades de la Sociedad Arqueológica Ebusitana, las campañas sistemáticas de Car-
los R o m á n , las colecciones Pérez Cabrero, Sainz de la Cuesta, etc., están siendo revisadas
para ver qué datos nuevos pueden aportar. N o hay que olvidar que se trata de materiales
publicados a principios de siglo, mal publicados o que sencillamente permanecen inéditos.

Poco a poco se han ido obteniendo resultados, y hoy sabemos que de todas las campa-
ñas de C . R o m á n , salvo la de 1928, se posee documentación suficiente para recomponer
los ajuares tal como fueron hallados.
L a arqueohistoriografía empieza con M a n á (1912-1964) que fue director del M . A . I . du-
rante veinte años y entre otros lugares excavó en el Puig des Molins en 1946, 1949 y 1950.
Nunca llegó a publicar más que breves memorias y notas sobre esas actividades, y los ma-
teriales han permanecido ignorados en su casi totalidad hasta hoy.

E l minucioso estudio del material y de la documentación escrita nos convenció de la po-


sibilidad de reconstituir los ajuares, en especial los de la campaña de 1946, que es la más
rica.

* La tarea no hubiera sido posible sin la ayuda inestimable de una serie de personas a quienes queremos expresar aquí
nuestrp agradecimientos. En primer lugar a Jorge H. Fernández, director del M.A.I., a Milagros Gil Mascarell Boscá, del
Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Valencia, a Estela Juan de Maná y su hija Carmen Maná
Juan, por proporcionar datos interesantísimos y en especial el archivo fotográfico de la familia, a Antonio Domínguez y
a Rosa Gurrea Barricarte, a todos ellos nuestro más sincero agradecimiento.

9
I. L A NECROPOLIS
1. Características generales

E l Puig des Molins es un cerro calcáreo que se extiende al oeste del recinto amurallado de la
ciudad vieja de Ibiza (Dalt Vila). Su cota máxima es de 51 m . sobre el nivel del mar, quedando
pues bastante por debajo de los 81 m. que tiene la parte alta de la ciudad, el llamado Puig de V i l a .
Su situación exacta es 3 8 ° 5 4 ' 1 5 " de latitud Norte y 5 ° 0 6 ' 5 5 " de longitud Oeste, en la hoja 798
del M a p a Militar de España publicado por el Instituto Geográfico y Catastral en 1964. ( L á m . I).
L a colina, que cae de forma abrupta sobre el mar en su lado meridional, tiene en la parte septen-
trional un suave declive que hoy se corta en la calle Vía Romana, pero que debía llegar hasta la
actual Avenida de España. E n esta ladera aflora a menudo la roca calcárea y crece una variada
vegetación compuesta por olivos, algarrobos, lentiscos, romero y otros pequeños arbustos y plan-
tas. L a capa de humus es sin embargo mínima, y ello explica que no se haya realizado nunca una
excavación estratigráfica.
Las características que acabamos de describir y el hecho de encontrarse a menos de 500 m. del
Puig de V i l a , donde estaba seguramente la primitiva factoría púnica de Aiboshim, condujeron a
que el Puig des Molins fuese utilizado, a partir de finales del siglo VII o inicios del V I a J . C . , como
necrópolis. L a población púnica empleó para ello diversos tipos de enterramientos.
E n primer lugar está el de hipogeos, el más complejo y el que a ú n hoy puede verse a simple
vista. Son éstos cámaras excavadas en la roca, con una boca de acceso de anchura variable que
puede llegar a tener un metro de largo. L a c á m a r a propiamente dicha suele ser paralepipédica y
las hay en forma de cubo, la planta puede ser cuadrada o rectangular. Su profundidad respecto
al nivel del terreno es variable aunque no pasan nunca, al menos en los casos conocidos, de los
siete metros.
U n buen n ú m e r o de hipogeos contenían sarcófagos en los que se colocaban uno o varios cadá-
veres. Sobre la disposición del ajuar dentro de la cámara apenas si tenemos datos, ya que los infor-
mes y memorias no suelen extenderse sobre este punto. Esto se debe especialmente a que los excava-
dores consideraban que los hipogeos estaban casi siempre saqueados y no aportarían datos sobre
ese aspecto del ritual.
M u y frecuentes son también los enterramientos en fosa, aunque no se haya conservado ningu-
no. Dentro de este sistema se pueden distinguir tres tipos. E l primero, uno de los más antiguos sin
duda, es aquél en que se entierra un sarcófago semejante a los de los hipogeos directamente en tie-
rra. M á s frecuente es la inhumación sencilla, en una fosa apenas delimitada por algunas piedras
o lajas de mares. E l tercer tipo consistía en tallar en la roca una fosa que a menudo debía ir tapada
con losas. Estas quedaban fijadas en un rebaje que se hacía a lo largo de la fosa.
Mención aparte merecen los enterramientos en las bocas de los hipogeos. Sabemos en efecto
por las memorias de R o m á n y de M a n á que era frecuente encontrar en dichas bocas material clara-
mente romano (térra sigillata, ungüentarios de vidrio, vasos de paredes finas, etc.) a c o m p a ñ a d o
de huesos. Estos ajuares, normalmente reducidos, habían caído a menudo con el tiempo dentro
de las cámaras, por lo que se hallaban mezclados con materiales mucho más antiguos. Este dato
es fundamental, como veremos a la hora de diferenciar las fases de utilización de cada hipogeo.
Existen otros dos tipos de enterramiento poco frecuentes, uno de los cuales no ha sido mencio-
nado prácticamente hasta la actualidad. Se trata en ambos casos de incineraciones. Por una parte
M a n á dio a conocer que en esta c a m p a ñ a había encontrado una serie de incineraciones en ánforas,
una de ellas de un niño. Las ánforas, muy rotas, estaban a escasísima profundidad y el ajuar era
muy reducido (Maná, 1948, p. 207).
Por otro lado, se ha dado a conocer recientemente la existencia en el Puig des Molins de incine-
raciones en urnas. Estas se encontraban en agujeros circulares excavados en la roca, tal vez natura-
les algunos de ellos ( R a m ó n , 1981 c, p. 27). Se trata en cualquier caso del primer testimonio de

13
una posible fase arcaica en la necrópolis, que está aún a la espera de un estudio más profundo y
de la presentación de un mayor volumen de materiales de dicha época.
L a variedad de ritos es como vemos bastante marcada, con gran disparidad en cuanto a su apa-
rición. E l problema surge a la hora de cuantificar el número de enterramientos. Es imposible de
momento precisarlo, y hemos de conformarnos con el número de hipogeos, sobre el que se ha especu-
lado con frecuencia. Las primeras cifras propuestas por R o m á n , Pérez Cabrero y los otros pioneros
de la arqueología ibicenca, que calculaban cerca de 5.000 cámaras, fueron acogidas con reserva
si no con escepticismo. Sin embargo en los últimos años tales cálculos se han ido aceptando poco
a poco y parece que hoy podemos considerar fiable la existencia de unos 3.000 ó 4.000 hipogeos
(Tarradell, 1968; Tarradell-Font, 1975, p. 43). Queda, sin embargo, la duda de si en estos cálculos
entran o no los demás tipos de enterramiento. H o y por hoy no parece así, y desconoceremos este
dato hasta que no se realice una excavación en extensión en un área concreta de la necrópolis.
Sea cual sea el número exacto de tumbas que podemos tomar como válido, no cabe duda de
que el Puig des Molins sobrepasa en importancia cualquier otro yacimiento púnico de Ibiza. Esto
es lógico si se piensa que fue la necrópolis de la única ciudad de la isla y que además en Ibiza no
se ha excavado aún ningún lugar de habitat. E l poblamiento rural, disperso, favoreció la aparición
de pequeñas necrópolis con un n ú m e r o generalmente reducido de tumbas. Así en C a n Sorá (Cala
d'Hort), una de las más grandes, se excavaron 18 hipogeos y algunas fosas, si bien es verdad que
no se pudo acabar totalmente la campaña y seguramente había más enterramientos (Román, 1918).
E n consecuencia la atención de los arqueólogos se centró principalmente en el Puig des Molins,
por su ingente cantidad y variedad de materiales, y en los santuarios, por el papel relevante que
se ha concedido tradicionalmente a las creencias religiosas en la historia de las culturas. E n el caso
ibicenco dicho interés se vio aumentado por las peculiaridades de los dos santuarios principales,
Illa Plana y la cueva de Es Cuieram, en los que las terracotas halladas tienen pocos paralelos extra-
insulares, sobre todo las Tanit de Es Cuieram, y presentan problemas de simbología, cronología,
etcétera.
L a arqueología púnica de Ibiza se articula pues a través de un eje directivo, el Puig des Molins,
con sus más modestos reflejos rurales, las numerosas pequeñas necrópolis que encontramos por
toda la isla, y unos pocos yacimientos aislados con sus problemas específicos y diferenciados.
En la incógnita quedan los centros de habitat, tanto dentro como fuera de la ciudad, de los que
ignoramos todo pero de los que tenemos la certeza de que existen. Algunos han sido ya localizados
y serán excavados en los próximos años. H o y sólo empezamos a tener datos de lo que podría lla-
marse el barrio artesano de la ciudad, a los pies de la necrópolis, zona en la cual se han llevado
a cabo últimamente varios trabajos de urgencia. Aunque todavía en fase de estudio, estas excava-
ciones aportan ya algunos datos enriquecedores para el mejor conocimiento de los problemas del
Puig des Molins.
E n efecto, a pesar de trabajarse en ella con mayor o menor regularidad y acierto desde hace
más de 75 años, la necrópolis plantea todavía hoy una serie de interrogantes. Esto se debe en parte
a que no se han dado a conocer de modo riguroso las excavaciones realizadas con algunas garantías
científicas. Las breves memorias de C . R o m á n son un instrumento precioso para los investigadores
actuales, pero no fueron nunca suficientemente explícitas en la exposición de los problemas del ya-
cimiento. L o mismo podemos decir de las publicaciones de M a n á . Y así nos encontramos con que
ignoramos todavía o al menos no han salido a la luz aquellos datos mínimos que cabía esperar des-
pués de tantos años de trabajos. Esto resulta extraño tratándose de una de las principales necrópo-
lis púnicas conocidas.
Los datos que tienen que establecerse son, en primer lugar, la cronología exacta del Puig des
Molins, procurando investigar si se dieron una o varias fases de utilización. Si hubo más de una,
sería interesante saber si se puede establecer las áreas usadas en cada época, como se ha hecho por
ejemplo en Cartago, y si existió convivencia de ritos funerarios o si cada uno corresponde a una
fase determinada.
C o n el presente trabajo intentamos dar algunas respuestas a esos problemas.

2. Historia de la investigación

E l interés por la arqueología púnica ebusitana no surge de modo repentino, sino que se enmarca
dentro de dos fenómenos que tienen lugar a finales del siglo X I X , uno en nuestro país y otro fuera
de él.

14
ig. 1. Principales yacimientos del Mediterráneo occidental citados en este trabajo:

1. Abdera. 16. Na Guardis (Mallorca).


2. Almuñe'car. 17. Nora.
3. Ampurias. 18. Olbia.
4. Cádiz. 19. Peña Negra.
5. Cales Coves (Menorca). 20. Rachgún.
6. Cartago. 21. Saladares.
7. Colonia de Sant Jordi (Mallorca). 22. Tamuda.
8. Cruz del Negro. 23. Tharros.
9. Djidjelli. 24. Tipasa.
10. Gouraya. 25. Toscanos y Jardín.
11. Les Andalouses. 26. Trayamar.
12. Lixus. 27. Ullastret.
13. Mersa Madakh. 28. Utica.
14. Monte Sirai. 29. Villaricos.
15. Mozia.

Por una parte es el momento en que se organizan en E s p a ñ a un buen n ú m e r o de entidades cultu-


rales, algunas privadas y otras con mayor o menor respaldo oficial, cuyo fin es la r e c u p e r a c i ó n del
patrimonio artístico y a r q u e o l ó g i c o nacional, pero intentando hacerlo de la manera m á s m e t ó d i c a
y racional posible. A pesar de ciertas actuaciones que actualmente c a l i f i c a r í a m o s de desastrosas pa-
ra esos fines, es indudable que estas agrupaciones marcaron el inicio de una nueva etapa en la ar-
q u e o l o g í a , superando el a f á n coleccionista y de anticuario de etapas anteriores.
Por otro lado el inicio de los trabajos en Cartago en 1890 por parte de los Padres Blancos, en
especial el Padre A . L . Delattre, que s e g u í a n a la obra pionera de Ernest R e n á n en L í b a n o y Palesti-
na, hicieron que se prestara m á s a t e n c i ó n a los restos de la cultura p ú n i c a esparcidos por todo el
M e d i t e r r á n e o occidental y central.
Hasta ese momento Ibiza s ó l o h a b í a interesado a los n u m í s m a t a s , ya desde los inicios del siglo
XVIII. E n realidad sus monedas fueron atribuidas a muy diversas cecas durante largo tiempo (Campo,
1976, pp. 17-20), hasta que Alvaro Campaner, rectificando sus propias h i p ó t e s i s , s i t u ó en Ibiza
la ceca emisora (Campaner, 1891, pp. 20-23).

15
A l influjo de todas las circunstancias hasta aquí reseñadas, un grupo de aficionados ibicencos
encabezado por Juan R o m á n y Calvet, su hijo Carlos R o m á n Ferrer y Arturo Pérez Cabrero fundó
en 1903 la Sociedad Arqueológica Ebusitana ( S . A . E . ) , que se dedicó con entusiasmo a excavar en
diversos lugares de la isla: la necrópolis de Sa Barda en San Agustín, Puig d'en Valls, Puig des
Molins, Illa Plana, Talamanca, cueva de Es Cuieram, e t c . . L a fecunda labor de la S . A . E . se plas-
mó en una serie de publicaciones que a ú n hoy son de consulta obligada para los investigadores del
mundo púnico. Entre ellas podemos citar Los nombres e importancia arqueológica de las Islas Pythiu-
sas (1906) de R o m á n y Calvet, Ibiza, Guía del turista (1909) y Arqueología Ebusitana (1913) de
Pérez Cabrero y Antigüedades Ebusitanas (1913) de Carlos R o m á n . Pero el logro más importante
de la S . A . E . fue sin duda la creación del Museo Arqueológico de Ibiza ( M . A . I . ) en 1907, al que
se cedieron gran parte de las piezas recogidas en esos años de trabajo y cuyos fondos se fueron
engrosando en los años siguientes con sucesivas c a m p a ñ a s y donaciones.
Por desgracia, a partir de 1910 aproximadamente, la riqueza del yacimiento principal de la isla
atrajo igualmente a coleccionistas y anticuarios, quienes se dedicaron al saqueo sistemático de la
necrópolis, tanto por afición como por afán de lucro. Antonio Vives y Escudero, catedrático de
Numismática de la Universidad de M a d r i d , fue uno de los que m á s aprovechó la situación, llegando
a formar una importantísima colección. Siempre contó con permiso oficial y esta circunstancia fue
precisamente la causa de que R o m á n Ferrer, recién nombrado por entonces director del M . A . I . ,
no pudiese excavar en el Puig des Molins. Esta paradójica situación se produjo en 1913, cuando
Carlos R o m á n inicó sus trabajos en la necrópolis, intentando así paliar en lo posible el saqueo siste-
mático. Vives interpuso una demanda por considerar que tenía el derecho exclusivo sobre el yaci-
miento. R o m á n recibió un telegrama del Ministerio de Instrucción Pública ordenándole parar su
labor, y se inició así un pleito que habría de durar ocho años. C o m o consecuencia de ello el saqueo
prosiguió (Tarradell, 1974, 1975).
R o m á n no tuvo más remedio que buscar otra zona para excavar, ya que el principal yacimiento
de la isla le estaba vedado. Dirigó su atención hacia las pequeñas necrópolis rurales, de las que ya
se conocían algunas. A la hora de elegir un área concreta, el excavador consideró que la zona más
poblada —al margen de la ciudad— y por lo tanto más rica en restos debía ser la occidental. Para
él, en efecto, el comercio con la Península habría jugado un papel primordial en época púnica. Se
propuso pues excavar los pequeños asentamientos costeros ( R o m á n , 1918, p. 11). E n realidad úni-
camente trabajó sobre las necrópolis, que proporcionaban material completo, despreciando los lu-
gares de habitación siempre cercanos a ellas.
Así entre 1917 y 1921 trabajó en un buen n ú m e r o de yacimientos de este tipo, la mayoría de
ellos en el término municipal de Sant Josep: Cala d ' H o r t , Cala Tarida, Cas Vildó, Can Roques,
Cala Vadella, e t c . . También excavó algunas necrópolis aisladas en la zona de Santa Eularia (Ca
N a Polla, C a n Vic) y de Sant Llorenc (Can Guasch). E l interés de estas excavaciones, una vez sean
estudiadas y completadas con otras nuevas, es desde luego enorme para el conocimiento de la eco-
nomía y la demografía de la Ibiza púnica y romana.
E n 1921 se resolvió por fin el pleito sobre el Puig des Molins. E l Estado indemnizó a Vives y
éste vendió su colección al Museo Arqueológico Nacional ( M . A . N . ) , donde hoy se guarda, consti-
tuyendo el núcleo principal de la colección ibicenca de ese museo.
Por fin Román fue debidamente autorizado a reemprender su trabajo en la necrópolis de la ciudad.
Se planteó las excavaciones como una labor metódica, explorando los hipogeos por zonas e in-
virtiendo las generosas subvenciones de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades ( J . S . E . A . )
durante el período 1921-1929 (salvo 1927, a ñ o en que no excavó por razones que desconocemos)
en intentar obtener la mayor cantidad posible de datos y de material arqueológico.
De algunas de estas campañas al igual que anteriormente de las necrópolis rurales (Román, 1918,
1920, 1921) publicó unas breves memorias en las series de la J . S . E . A . , quedando inéditas las cam-
pañas de 1926, 1928 y 1929 ( R o m á n , 1922, 1923, 1924, 1926, 1927). Las memorias de la Junta Su-
perior, como es sabido, son una valiosa fuente de información para la arqueología española entre
1915 y la Guerra C i v i l . Por desgracia los informes eran muy sucintos, a veces tan sólo media docena
de páginas, no había dibujos y la documentación fotográfica era de regular calidad. Los escritos
por R o m á n no escapan a esta norma, y han sido generalmente poco valorados por los investigado-
res. E n los últimos años esta actitud ha cambiado, ya que esas breves memorias, con sus inventarios
de materiales, se han revelado básicas a la hora de reconstituir los ajuares.
R o m á n moría en 1939, tras unos años de inactividad. Después de un paréntesis de muy pocos
años, fue nombrado director del M . A . I . José María M a n á , que volcaría sus esfuerzos en conseguir
que se finalizaran las obras del Museo Monográfico del Puig des Molins. Se sintió lógicamente atraído
por la necrópolis, realizando varias c a m p a ñ a s de excavaciones en ella. L a primera, en 1946, es ob-

16
Fig. 2.1. Principales yacimientos púnicos de Ibiza: Fig. 2. La bahía de Ibiza.

1. Ca Na Jondala. 14. Can Jai.


2. Ca Na Polla. 15. Cas Frare.
3. Ca N'Ursul. 16. Cas Vildó.
4. Cala d'Hort (Can Sorá). 17. Coll de Cala d'Hort.
5. Can Arnau. 18. Es Cap des Salt.
6. Can Berri d'en Sargent (Cala Vadella). 19. Es Cuieram.
7. Can Cardona. 20. Es Puig d'en Jaument (Cala Vadella).
8. Can Guasch. 21. Illa Plana.
9. Can Pere Cátala d'Es Port. 22. Puig d'en Valls.
10. Can Pis. 23. PUIG DES MOLINS.
11. Can Roques. 24. Sa Barda.
12. Can Toni d'en Tomás (Cala Vadella). 25. Sa Paisa d'en Vicent Geroni.
13. Can Vic. 26. Ses Torres.

jeto del presente trabajo. L a segunda, de la que se conserva suficiente d o c u m e n t a c i ó n como para
llevar a cabo un estudio en profundidad, se realizó en 1949, e x c a v á n d o s e numerosas fosas situadas
en los terrenos al este del museo actual. Por fin en 1950 se halló un importante d e p ó s i t o de terraco-
tas que sigue p r á c t i c a m e n t e i n é d i t o en la actualidad. Este a p a r e c i ó al abrir un pozo en una casa
cercana al museo, r e c o g i é n d o s e varios centenares de figuritas femeninas, muchas de ellas rotas e
incompletas, portando una antorcha y un animal (cerdito, paloma, cervatillo, etc.) que pueden asi-
milarse a Tanit o a D é m e t e r (Almagro Gorbea, 1980, pp. 98-103).
Pero Maná e x t e n d i ó sus actividades a otros lugares de la isla. E x p l o r ó la cueva de Santa Inés
(Sant Antoni) y e x c a v ó en Illa Plana, para comprobar la posible existencia de un templo p ú n i c o ,
s e g ú n noticia de P é r e z Cabrero. T a m b i é n junto con B. Vilar Sancho rescató el primer pecio recupe-
rado en aguas de Ibiza.
Desgraciadamente M a n á s ó l o pudo publicar breves resúmenes de sus actividades de campo ( M a n á ,
1948a, 1951b, 1953; M a ñ á - A s t r u c , 1956; V i l a r - M a ñ á , 1964, 1965), y su delicado estado de salud
no fue sin duda la menor de las causas. Por ello su labor ha quedado un tanto en la oscuridad,
salvo algunos de sus estudios t i p o l ó g i c o s como el de las terracotas de Es Cuieram (Maná, 1947)
y por supuesto el de las á n f o r a s p ú n i c a s ( M a n á , 1951a). L a intensa actividad de este p e r í o d o que
finaliza con la muerte de Maná en 1964, no queda reflejada apropiadamente en las publicaciones,
especialmente lo referente al Puig des Molins.
Cabe recordar ahora a una eminente a r q u e ó l o g a muy vinculada a Ibiza por esos mismos a ñ o s .
Miriam Astruc (1904-1963) se f o r m ó en el estudio del mundo p ú n i c o en el norte de Africa, con
las excavaciones de Djidjelli, Gouraya, etc., y se i n t e r e s ó vivamente por la P e n í n s u l a , aportando
un enfoque diferente a varios de los problemas de la cultura p ú n i c a , especialmente en Villaricos

17
e Ibiza. Estudió y publicó los escarabeos (Astruc, 1958), moldes y plaquetas (Astruc, 1957b) y sobre
todo los huevos de avestruz, sobre los que escribió en numerosas ocasiones. Su trágica muerte en
Palestina hizo que su obra quedase inconclusa.
Se entra a partir de este momento en una época en que la arqueología ibicenca no conoce prácti-
a
camente excavación alguna, salvo los esporádicos trabajos del barón de Esponellá y de M . J . A l -
magro en Es Cuieram y Puig des Molins. E n este último yacimiento se abrieron tres tumbas en 1966.
L a investigación parece centrarse en el estudio monográfico de piezas aisladas, de gran interés cier-
tamente, pero que rara vez aportan algo a los problemas de conjunto. Como trabajos destacables
a
por su amplitud y su validez actual, cabe mencionar la monografía de M . E . Aubet sobre la cueva
de Es Cuieram y el estudio de M . del A m o sobre las imitaciones ebusitanas de la cerámica de barniz
negro (Aubet, 1968; del A m o , 1970).
Miguel Tarradell y Matilde Font fueron quienes a partir de finales de los sesenta y sobre todo
la primera mitad de los setenta dieron un impulso definitivo a los estudios sobre la cultura púnico-
ebusitana. Para ello plantearon la situación tal como estaba, haciendo una historia de la investiga-
ción, recapitularon los problemas más importantes e indicaron las pautas a seguir, destacando en
especial la ineludible necesidad de estudiar los materiales conservados en el M . A . I . Propusieron
una útil tipología para la cerámica púnica de la isla, tipología que por desgracia no se ha llegado
a publicar en su totalidad (Font, 1973, 1974; Tarradell, 1968, 1974a, 1974b, 1975). Esta labor cul-
minó en una obra conjunta que puso al día los conocimientos, recapituló, y abrió unas líneas claras
de investigación, todo ello a pesar de tratarse de un libro de divulgación general (Tarradell-
Font, 1975).
C o n el nombramiento en 1974 de Jorge H . Fernández como director del M . A . I . , se ha empren-
dido el trabajo siguiendo el camino señalado por Tarradell y Font. Por una parte se ha establecido
de modo definitivo la existencia en Ibiza y Formentera de una población anterior a la llegada de
fenicios y cartagineses, como testimonian los megalitos de C a N a Costa y Can Sargent (Fernández
et alii, 1975; Topp et alii, 1976, 1979). Por otra parte, tal como señalamos anteriormente, se viene
procediendo a reagrupar los ajuares de las tumbas del Puig des Molins procedentes no sólo de las
excavaciones de C . R o m á n y de M a n á , sino también de las primeras realizadas por la S . A . E . , publi-
cándose algunos de ellos, aunque todavía no han salido a la luz en conjunto. Se ha valorado grupos
de materiales de especial interés, como pueden ser las lucernas romanas (Fernández-Manera, 1979),
las cerámicas de imitación ática (Fernández-Granados, 1979), y las ánforas púnicas (Ramón, 1981a,
1981b). Se han realizado varias excavaciones de urgencia en el casco urbano de la ciudad, que apor-
tarán nuevos datos sobre varios aspectos de la Ibiza púnica, y finalmente, en el campo de los pro-
yectos de realización inmediata, se han programado ya las excavaciones del habitat púnico de Can
Sorá (Cala d'Hort, Sant Josep), de la factoría costera de S'Argamassa (Santa Eularia) y del pecio
del islote de Tagomago, que sin duda se remonta al s. V a . J . C .
E n conclusión podemos decir que se han reanudado los trabajos de manera intensa y siguiendo
un plan concreto de actividades, que valora especialmente por un lado el dar a conocer los materia-
les almacenados en el M . A . I . , con atención preferente al Puig des Molins, y por otro lado la reali-
zación de nuevas excavaciones que puedan aportar alguna luz sobre aquellos aspectos peor conoci-
dos de la arqueología isleña: la Ibiza pre-púnica, el comercio y el habitat.
N o podemos dejar de mencionar un hecho decisivo para el yacimiento que nos ocupa, referente
a su conservación. E n efecto, la superficie conservada de la necrópolis se hallaba todavía en 1977
dividida en tres sectores: una parte propiedad del Museo, otra contigua en manos de particulares
(que no podían edificar) y la última, propiedad del Ministerio de Defensa, ocupada por un pequeño
cuartel de artillería. Todo lo que estaba en manos de particulares fue comprado por el Estado en
1978, uniéndose a lo que ya dependía del Museo, y últimamente se vienen haciendo gestiones para
que el Ministerio de Defensa ceda sus terrenos al Ministerio de Cultura. Quedaría así unido todo
el yacimiento, debidamente protegido y cubriendo más de 50.000 metros cuadrados.

18
L A CAMPAÑA D E 1946
Aunque no pueda decirse en propiedad que fuese una excavación de urgencia, la c a m p a ñ a de
1946 se planteó de hecho como una labor de recuperación de datos y materiales arqueológicos que
estaban a punto de perderse para siempre.
a
E n efecto, cuando José M . M a n á llegó a Ibiza cinco años después de acabar la Guerra C i v i l ,
la ciudad estaba empezando a conocer una fase de expansión que afectaba entre otras su parte occi-
dental y se articulaba a lo largo del antiguo camino y de la carretera nueva de Sant Josep (actual-
mente la calle Vía Romana y la avenida de España, respectivamente). Esta intensificación de la cons-
trucción, que alcanzará niveles extraordinarios en los años sesenta y setenta, significó la desapari-
ción de numerosas tumbas. L a razón principal de esta destrucción, aparte de la insuficiencia de
medios habituales en esos años, es que cuando el Puig des Molins fue declarado Monumento N a -
cional, por Decreto de 3 de junio de 1931, buena parte del área de la necrópolis fue dejada fuera
de la declaración oficial, por errores o intereses aún hoy inexplicables.
M a n á , consciente de estos problemas, se planteó la necesidad de paliar el d a ñ o en lo posible
y rescatar datos y materiales (Maná, 1948, 1953), pues con las irrisorias asignaciones de la época
y la situación general de la arqueología en E s p a ñ a era imposible soñar con ampliar la zona M o n u -
mento Nacional mediante la compra de los terrenos circundantes, aún sin edificar en general. A propó-
sito de la dotación económica, es interesante señalar que M a n á no recibió de hecho subvención al-
guna de la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas. L a c a m p a ñ a de 1946 fue financiada
por el entonces Gobernador Civil de Baleares, J . M . Pardo Suárez.
M a n á tenía la esperanza, expresada en los artículos más arriba mencionados, de encontrar algu-
nos hipogeos que no hubiesen sido «visitados más que por los árabes», es decir que hubiesen esca-
pado a los saqueos modernos, y poder aportar datos con «rigor científico». Para ello se hacía evi-
dente la necesidad de explorar sistemáticamente áreas concretas.
C o n estos presupuestos realizó algunos planos de las posibles zonas a trabajar, planos que hoy
se conservan en el archivo del M . A . I . Sin duda disponía de datos bastante concretos, cuyas fuentes
desconocemos, pues en uno de ellos hizo anotaciones como « n o excavado», «excavado más o me-
nos clandestinamente hace muchos años», «rebuscas clandestinas», refiriéndose a distintos sectores
de la necrópolis cercanos al museo. Es posible que M a n á dispusiese de los testimonios de diferentes
personas que habían trabajado en el Puig, particularmente de los obreros de R o m á n o de las «cua-
drillas de saqueo».
E n cualquier caso pudo delimitar una zona a ambos lados del antiguo camino a Sant Josep,
al norte y oeste del Museo Monográfico, por entonces inacabado, zona que a su entender era la
más adecuada para ser excavada, y que de hecho lleva en el plano citado la mención «posiblemente
no excavado».
A medida que se fueron realizando los trabajos se subdividió toda esa zona en cuatro sectores,
dada la gran superficie por la que se hallaban repartidas las tumbas que se iban excavando (Lám. 2).
E n resumen, la c a m p a ñ a de 1946, realizada entre el 4 de marzo y el 1 de junio, afectó a cuatro
sectores m á s o menos delimitados. Fueron estos:
— Sector 1.°: se extiende al oeste del museo, estando limitado por éste, por el camino de Sant
Josep al norte, el límite de la zona declarada Monumento Nacional al sur, y al oeste por un sendero
que saliendo del mencionado camino cruzaba la necrópolis en dirección a la vecina playa de Figue-
retes; se excavaron en él las tumbas n ú m e r o 1 a 16.
— Sector 2 . ° : ocupa un área al noreste de la casa de C a n Partit, en la finca de este nombre,
que se encontraba al norte del camino viejo de Sant Josep; actualmente está totalmente urbanizada,
y hemos podido comprobar que aparentemente sólo se conserva —aunque con su boca cegada—
el hipogeo 17, pegado a la citada casa que es hoy una bodega. Fueron excavadas las tumbas número
17 a 31.

21
— Sector 3 . ° : con este nombre se agrupan las tumbas excavadas en la zona Monumento Nacio-
nal, por lo tanto fuera del peligro urbanístico; si Maná las excavó fue sin duda por estar junto al
área que creía menos revuelta. P o r otro lado, hay que recordar que a pesar de ser Monumento N a -
cional desde 1931, el recinto de la necrópolis sólo fue vallado en 1978; hasta entonces había ido
sufriendo una degradación constante, por el paso continuo de personas, el vertido de basuras en
las tumbas, etc. N o es extraño que Maná aprovechase para excavar el mayor número de tumbas
o s
posible; éstas recibieron los n . 32 a 55.
— Sector 4 . ° : se trata de una pequeña zona contigua al sector 1.°, al otro lado del sendero,
donde se halló un conjunto de 16 enterramientos en ánfora y restos de otros imprecisos; las ánforas
recibieron una numeración aparte.
a
Esta división en sectores fue dada a conocer hace ya algunos a ñ o s por M . J . Almagro, que
fue directora del M . A . I . Reprodujo los datos de uno de los planos de Maná, aunque de manera
bastante imprecisa en cuanto a la situación de las tumbas y con una numeración errónea (Almagro
Gorbea, 1971, fig. 2).
Creemos que debe subrayarse la importancia de estos datos. Son en efecto los únicos que tene-
mos sobre hipogeos concretos, bien excavados e identificables sobre el terreno. De todas las campa-
ñas anteriores, sean las de la S . A . E . o las de Carlos R o m á n , sólo tenemos una idea aproximada
de las zonas en que se trabajó, salvo en el caso de dos o tres hipogeos que R o m á n habilitó para
ser visitados y están numerados en su entrada. T a l vez en un futuro no lejano pueda tenerse más
datos concretos e identificar las cámaras que excavó R o m á n , ya que trabajó a menudo en el área
militar, y dio datos precisos para localizar las bocas, a partir de polvorines y garitas que tal vez
existan a ú n . P o r el momento esta labor de identificación no puede llevarse a cabo.
Por lo que a métodos de excavación se refiere, son pocas las explicaciones que el diario de la
c a m p a ñ a proporciona de modo directo, pero una lectura atenta nos permite entrever cómo se orga-
nizaba el trabajo.
E l equipo básico lo componía el propio Maná, un capataz y un grupo de cuatro obreros. A v a n -
zadas las excavaciones se tuvo que contratar un vigilante nocturno para evitar las excursiones de
los saqueadores, mermándose así la ya exigua subvención (1).
Normalmente se abrían en el terreno unas zanjas o trincheras de un metro de ancho, eligiendo
el lugar y la dirección de forma aleatoria, aunque esta última era casi siempre Este-Oeste, siguiendo
las curvas de nivel del cerro. E n otros casos, como por ejemplo en el Sector 2.° o de C a n Partit,
se partía desde una boca de hipogeo visible en la superficie.
E l sistema de trincheras permitía prospectar áreas relativamene extensas, y de hecho fue el utili-
zado tradicionalmente por R o m á n Ferrer, en especial en las necrópolis rurales. Cuando se hallaba
la boca de algún hipogeo, se limpiaba ésta y se procedía al vaciado de la cámara. A menudo, sin
embargo, se seguía la trinchera, reservando el vaciado para los días de lluvia, que fueron relativa-
mente numerosos en los meses de marzo y abril. Así se explica que en algunos casos transcurrieran
hasta diez días entre el hallazgo de un hipogeo y su total exploración.
Cuando el hipogeo comunicaba con otros, lo que sucedía bastante a menudo, se localizaba en
la superficie las bocas de las otras c á m a r a s , excavando para ello todas las zanjas necesarias. E l ma-
yor interés de este trabajo residía en que las bocas estaban a menudo intactas, habiendo sido des-
preciadas por los saqueadores bien por pensar que no contenían material que mereciese la pena,
bien por simples motivos de seguridad, para no revelar el lugar de su actuación. E n cualquier caso
esta labor de Maná le permitió recuperar gran cantidad de material de época romana, desde simples
ungüentarios de vidrio a la gran lápida de L . Fabio Cordio.
E n el caso de las fosas, éstas se excavaban lógicamente en el acto, aunque por desgracia sin le-
vantar previamente un croquis o dibujo. Es cierto también que, como veremos, muchas fosas no
estaban ni tan siquiera delimitadas, no tenían estructuras que las enmarcaran claramente.
E l material recogido debió de ser cuidadosamente guardado, separado por enterramientos, co-
mo reflejan los inventarios manuscritos, pero las vicisitudes sufridas desde 1946 hicieron que parte
de él se deteriorase y se mezclase, razón que no nos ha permitido identificar todo el material de
cada hipogeo.
Maná atendió también el aspecto gráfico con interés, siendo numerosas las fotografías de piezas
realizadas. Muchas de ellas nos han permitido asignar ese material a un hipogeo o fosa concreto,
o identificar como perteneciente a esta c a m p a ñ a piezas que figuraban en los fondos del M . A . I . co-

tí) Maná refleja semanalmente los gastos en el diario, especificando todos los conceptos. Sabemos por testigos directos
que cuando se agotó la consignación oficial prosiguió excavando algunos días, sufragando personalmente todos los gastos.

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Fig. 3. La campaña de 1946 en el Puig des Molins. Situación de los hipogeos y fosas excavadas, según un
dibujo de J. M . Maná.

mo de procedencia desconocida. Maná d i b u j ó t a m b i é n la planta y alzado de algunas tumbas, publi-


c á n d o l a s sin especificar el n ú m e r o que llevaban (Maná, 1948, l á m . L V I - L I X ) . Varios autores las
han vuelto a publicar posteriormente por su gran interés, sin aportar m á s datos (Tarradell-Font,
1975; Tejera, 1979; Almagro Gorbea, 1980). Pero los dibujos originales, conservados en el archivo
del M . A . I . , tenían un n ú m e r o escrito a lápiz. C o m o m á s adelante explicaremos, hemos identifica-
do, gracias a esa a n o t a c i ó n , de q u é hipogeo se trata en cada caso, dentro de esta c a m p a ñ a y su
u b i c a c i ó n en la n e c r ó p o l i s .
Sobre este ú l t i m o punto hay que precisar que M a n á l e v a n t ó tres planos de la c a m p a ñ a de 1946,
pero sin precisiones t o p o g r á f i c a s , como una c o m p r o b a c i ó n sobre el terreno puede atestiguar (Fig. 3).
Sin embargo, algunos de sus croquis indican las distancias entre bocas y su o r i e n t a c i ó n , tomando
el á n g u l o suroeste del museo como punto de partida. E n el caso de los hipogeos que no han sido
cubiertos por modernas edificaciones p o d r á intentarse identificarlos, con bastantes posibilidades
de é x i t o , y levantar luego un plano real (2). N o nos ha sido posible llevar a cabo esta labor de indu-
dable interés por falta de medios. E n efecto Maná hizo tapar casi todas las c á m a r a s al finalizar
la c a m p a ñ a , y para realizar el trabajo del que hablamos habría que hacer una nueva e x c a v a c i ó n
en toda la regla para volver a encontrar las bocas y reabrirlas.
E n t é r m i n o s generales podemos decir pues que Maná trabajaba siguiendo los m é t o d o s de su
tiempo. L a abundante d o c u m e n t a c i ó n que d e j ó , base de la memoria definitiva que nunca l l e g ó a
escribir, muestra una p r e o c u p a c i ó n por sacar todo el partido posible de los materiales, garantizan-
do su c o n s e r v a c i ó n y estudio por hipogeos. L ó g i c a m e n t e hoy a b r í a m o s utilizado otra m e t o d o l o g í a

(2) J. H. Fernández ha publicado recientemente el plano de la necrópolis, en su estado actual, con indicación de todas
las bocas de hipogeos abiertas (Fernández, 1981).

23
para determinados aspectos. E n especial se habría sacado más datos precisos de la zona de las ánfo-
ras (Sector 4 . ° ) , llevando a cabo una excavación en extensión y por cuadriculación, mucho más
fiable que el trazado de zanjas de modo aleatorio.
De cualquier forma los datos que se pueden extraer de esta c a m p a ñ a son lo bastante interesantes
a
como para rendir homenaje a la labor de José M . M a n á dentro de la arqueología ibicenca, a la
que dedicó más de veinte años.
E l trabajo previo al estudio concreto de la c a m p a ñ a de 1946 fue bastante arduo. Cuando J . H .
Fernández nos confió los papeles de M a n á , ignorábamos todavía si se iba a poder aprovechar algo
de ellos. Teníamos por un lado esa documentación escrita y fotográfica, y por otra varias cajas
de material. Se trataba de ver si podíamos hacer coincidir lo uno con lo otro, o si sólo se podía
-
da ' a conocer separadamente. Pasamos mucho tiempo leyendo una y otra vez los papeles, mirando
el material, haciendo las primeras identificaciones, comprobando las posibilidades. Vimos final-
mente que sí se podría obtener datos concretos, y especialmente que había todas las posibilidades
de reagrupar gran parte del material por tumbas, es decir, reconstituir los ajuares tal como se esta-
ba haciendo con las campañas de R o m á n Ferrer.
C o n este objetivo primordial en mente, iniciamos el trabajo propiamente dicho. E n primer lu-
gar ordenamos todas las notas de M a n á , en su mayoría manuscritas, que consistían en:
1. U n cuaderno manuscrito, que es el diario de excavaciones; se inicia el 4 de marzo y acaba
el 23 de mayo, faltando las anotaciones correspondientes a los días comprendidos entre el 29 de
abril y el 8 de mayo, ambos incluidos. N o se sabe si en ellos se trabajó, pero desde luego no parece
que hubiese hallazgos de nuevas cámaras, pues la numeración de los hipogeos es consecutiva, antes
y después de los días reseñados.
2. U n a memoria mecanografiada con dos partes; la primera es el texto del artículo publicado
en el III Congreso Arqueológico del Sudeste Español sobre esta c a m p a ñ a ; la segunda, inédita, da
un resumen del trabajo de campo, comentando los principales hallazgos.
3. U n inventario mecanografiado de todos los materiales recogidos, tumba por tumba.
4. U n inventario manuscrito del material reunido por tipos (ánforas, jarritas, platos, lucernas,
etcétera) asignándolo a cada enterramiento.
5. Varios dibujos de plantas y alzados de hipogeos, también publicados en el artículo citado,
pero con el número que corresponde a cada uno escrito a lápiz.
6. Varias hojas con dibujos aproximados del material metálico y de los pequeños objetos (cuen-
tas, amuletos, etc.) con mención de la tumba a que pertenecen.
7. U n sobre con numerosas fotografías del material, ya sea en conjunto si se trata de piezas
comunes, ya individualizado si se trata de hallazgos considerados como de calidad o excepcionales
(terracotas, askos, etc.); en este último caso se menciona al dorso el número de tumba correspon-
diente.
8. Tres planos, uno de ellos inacabado, con la situación aproximada de cada enterramiento
en la necrópolis.
9. Varias hojas con notas y dibujos dispersos.
10. U n a hoja mecanografiada con la equivalencia entre las diversas numeraciones que recibie-
ron las tumbas a lo largo de la c a m p a ñ a .
Esta última fue fundamental a la hora de poder agrupar los ajuares. E n efecto, las tumbas reci-
bieron un primer número en el diario de excavaciones; este fue cambiado a la hora de redactar la
memoria preliminar, y finalmente M a n á a d o p t ó una tercera numeración definitiva, siguiendo apro-
ximadamente un orden correlativo según la situación geográfica de las tumbas.
E l material, que se hallaba mezclado y sin lavar, tenía escrito a veces algunos números a lápiz
o, en el caso del vidrio, un papel dentro. Pero este número era a veces simplemente 1946, una letra
mayúscula (los hipogeos del sector 2°, C a n Partit, se numeraron en el diario de la A a la J , estando
además el grupo del C dividido de C l a C5), o el que correspondía a la tumba, pero rara vez era
el número definitivo. Por ello, con los inventarios, dibujos, fotos y la hoja de equivalencias en ma-
no, tuvimos que proceder a una minuciosa clasificación, contrastando los datos y dejando en el
apartado de material sin posible asignación todo aquel sobre el que hubiese dudas.
Queda claro pues que algunas piezas sólo llevaban el a ñ o de la c a m p a ñ a y que otras habían
perdido la etiqueta que permitía identificarlas. U n pequeño número de ellas se ha deteriorado con-
siderablemente por desgracia, y creemos que algunas, mezcladas con los fondos sin inventariar del
M . A . I . , no p o d r á n ser j a m á s reconocidas (piénsese en ungüentarlos de vidrio, agujas, cuentas de
collar, etc.).
Una vez realizada la labor de recomposición de los ajuares, tarea que nos llevó largo tiempo,

24
procedimos a limpiar y lavar todo el material y restauramos todo aquello que fue posible. Luego
hicimos el inventario, teniendo en cuenta que algunas piezas, como lucernas romanas, terracotas,
etc., habían recibido un número con anterioridad para su publicación. Finalmente, una vez acaba-
dos todos los dibujos y las fotografías, abordamos la descripción y el estudio del material.
Para presentar el inventario pensamos lógicamente hacerlo tumba por tumba. E n primer lugar
damos los datos conocidos de cada una de ellas, circunstancias y fecha del hallazgo, descripción,
medidas si las hay, etc.; luego la lista de materiales proporcionada por M a n á , según consta en el
inventario mecanografiado y respetando tanto el orden como el vocabulario con que en él figuran.
A continuación viene el inventario de todo aquello que ha podido ser identificado con seguridad.
A l final de la descripción de cada pieza consta el número de inventario, precedido de las siglas M . A . I . ,
y la indicación de la figura o lámina en que se puede ver la pieza. Finalmente realizamos el estudio
del material, fijando una cronología cuando el o los ajuares lo permiten.

25
LOS CONJUNTOS FUNERARIOS
HIPOGEO 1
Figs. 4-6

L a boca de este hipogeo se h a l l ó el mismo d í a del inicio de la c a m p a ñ a , 4 de marzo, al abrir


la zanja n ú m e r o uno, y m e d í a 0,75 m. de ancho. C o n t e n í a dos s a r c ó f a g o s dispuestos en á n g u l o
recto con dos escotaduras centrales en el borde, como algunos de los encontrados en esa zona. Esta-
ban rotos parcialmente.

Fig. 4. Planta, alzado y vista isométrica del hipogeo 1 (según J . M . Maná).

L a c á m a r a se hallaba muy revuelta, y una abertura lateral indicaba una posible c o m u n i c a c i ó n


con el hipogeo 3. Debemos suponer que no se p r o c e d i ó a su total e x p l o r a c i ó n , pues el diario consig-
na el 6 de marzo que se halla totalmente saqueado. Sin embargo, el 16 de marzo señala que unos
chicos que se h a b í a n introducido en él h a b í a n sacado material, concretamente las dos jarras. Se
p r o c e d i ó entonces a realizar una limpieza s i s t e m á t i c a , y se hallaron los siguientes objetos, incluidas
las dos piezas recuperadas:

— Urna con dos asas, intacta.


— Urna con un asa, intacta.
— Taza negra (falta un trozo).
— Fragmento de cerámica gris, dibujo inciso.
— Varios trozos de vidrio.
— ¿Dos platos de lucerna?.

29
Los interrogantes que pone el excavador significan, sin duda, que el material no fue recogido
con la necesaria seguridad en cuanto a la procedencia de ambas piezas. E l ú n i c o dato de que dispo-
nemos es que las dos urnas estaban enterradas en un r i n c ó n del hipogeo.
E l material identificado es el siguiente.

Inventario
— Plato con borde de tendencia recta, labio ligeramente exvasado, pocilio central y pie indicado. El fondo
externo no es completamente plano. Roto, se conservan dos partes que unen. Pasta y superficie beige anaran-
jada, con mica y partículas calcáreas.
Altura: 2,3 cm. D. máx.: 15,3 cm. D. base: 6,4 cm.
Fig. 5,2; M.A.I. 7025.
— Jarra intacta de boca circular, borde exvasado, cuerpo globular y base ligeramente rehundida con bo-
tón; un asa única de sección circular va del centro del cuello a la parte superior del cuerpo; pasta beige anaran-
jada, superficie igual aunque rosácea en algunas partes; partículas de mica y algunas impurezas calcáreas.
Altura: 19,7 cm. D. boca: 7,6 cm. D. base: 7,4 cm. D. máx.: 16,1 cm.
Fig. 5,1; M.A.I. 7026.

Figs. 5 y 6. Material del hipogeo 1.

30
— Jarra intacta, de boca circular, borde de tendencia recta, cuello ancho y corto, con dos asas de cinta
rehundidas en el centro; cuerpo de tendencia ovoide, pie anular; pasta y superficie beige amarillentas, salvo
en la parte externa de la base, donde tiene un tono rosado; partículas calcáreas y micáceas; algunos desconcha-
dos por la superficie.
Altura: 27,4 cm. D. boca: 11,9 cm. D. base: 9,2 cm. D. máx.: 20,5 cm.
Fig. 6; M . A . I . 7027.

Este hipogeo fue desde luego completamente saqueado, pero las escasas piezas que nos han lle-
gado tienen sin embargo una cierta homogeneidad.
Así el plato 7025 pertenece a un tipo abundantísimo en Ibiza, desde al menos el s. V a . J . C .
en adelante, y es pieza frecuente en los ajuares sepulcrales, junto con las lucernas púnicas y griegas
(Rodero, 1980, pp. 66 y 69; para ejemplares de las necrópolis rurales, R o m á n y Calvet, 1906, lám.
L X I ; R o m á n , 1918, lám.V). Es corriente en todos los puntos del mundo púnico y por supuesto
en Cartago (Cintas, 1950, pp. 489-490). Cintas precisamente reproduce la tabla de Harden en la
que nuestro plato corresponde a las variantes de la forma M , fechadas por ellos a partir del s. I V ,
por considerar que imitan algunas páteras griegas (Harden, 1937, fig. 7), Sin embargo sabemos que
este tipo es anterior a esa fecha al menos en sus orígenes, y puede seguirse su evolución desde los
productos de barniz rojo (Schubart, 1976).
L a jarra 7026 no está recogida en la tipología de Tarradell-Font y parece no abundar en Ibiza,
al menos no hemos encontrado otra igual en los fondos del M . A . I . Existen dos piezas algo pareci-
das, aunque ambas decoradas, en el catálogo de cerámica púnica del M . A . N . (Rodero, 1980, p.
56, fig. 14, n ú m e r o 7). Su autora los agrupa bajo la forma 1.16.a, y cree que pueden derivar del
tipo B U a2 de Cintas, cuyo origen se remonta al s. X I I a . J . C . en Chipre (Cintas, 1970, pp. 341-344).
Sin embargo, ese tipo parece ser el prototipo de las formas Cintas 90 a 95, según indica él mismo,
propias del s. V I I , y en Ibiza encontramos numerosas evoluciones de ellas, fechables ya entre fina-
les del s. V I y el s. IV a . J . C . E n cualquier caso nuestra pieza parece poder situarse hacia el último
de estos siglos, y es posterior sin duda a una parecida procedente de las excavaciones de Cintas
en Les Andalouses (Cintas, 1976, lám. X X X V I I I , n . ° 2), que también está decorada.
L a jarra 7027 tampoco está en la tipología de Tarradell-Font, aunque puede recordar algo a
ciertas jarras de la forma E b . 64 (Tarradell-Font, 1975, p. 160). Rodero publica una parecida, más
estrecha y decorada, bajo la forma 1.16.a (Rodero, 1980, p. 57, fig. 15, n . ° 1), encontrando un
único paralelo, que no especifica, en Cartago (Delattre, 1906). Las únicas piezas a que puede refe-
rirse, la de la fig. 28 (tercera fila desde arriba, primera a la izquierda) o la de la fig. 44 difieren
sin embargo sensiblemente.
De Ibiza sólo conocemos otro ejemplar también decorado, el M . A . I . 2733, procedente de la
colección de D . Arturo Pérez Cabrero y por tanto sin contexto. Pero en este caso tiene asas gemina-
das, lo que permite suponer una mayor antigüedad.
A falta de otros elementos de juicio, parece pues que este hipogeo fue utilizado en el s. I V a . J . C ,
encontrándose en él, posiblemente en la boca, algunos fragmentos de vidrio, señal evidente de una
reutilización en el s. I d . J . C . o de unas remociones que como hemos señalado, fueron importantes
en esta cámara.

HIPOGEO 2

Fig. 7

Se halló su boca, de 0,80 m. de anchura, en la zanja 2, y muy cerca de ella a la derecha había
un « m u r o pequeño de piedras, ciclópeo, de época incierta». N o contenía sarcófagos y comunicaba
en distintas direcciones con varias otras cámaras revueltas, llenas de piedras y cascotes. L a limpieza
de este conjunto dio estos materiales:

— Lucerna púnica (rota) de dos mecheros.


— Dos medias lucernas púnicas de dos mecheros.
— Pondus circular.
— Pinzas de bronce.
— Fragmentos de cerámica romana.
— Jarrita tosca 0,08 m. (falta un asa y parte de la boca).
— Jarrito abultado de boca ancha 0,11 m.
— Ungüentario tosco.

31
Fig. 7. Material del hipogeo 2.

32
— Ungüentario de vidrio, intacto.
— Varios trozos de figuras (piernas con pie, figura vestida, animal...).
— Fragmento de cerámica árabe vidriado y pintado.

AI explorar desde el interior una de las bocas de los hipogeos, que parecía intacta, se vio que
afloraba la parte inferior de una gran piedra. Se empezó a despejar con grandes precauciones, y
al poco se vino abajo, resultando ser una lápida funeraria romana, que sin duda había quedado
encajada dentro de la boca.

Inventario
— Lápida de piedra caliza grisácea, 70 cm. de alto, 88 de largo y 72 de espesor; le falta un trozo grande
en la parte posterior y otro en la anterior, habiéndose perdido pues algunas letras de la inscripción; ésta apare-
ce apaisada y enmarcada por un recuadro formado de banda, toro y media caña; las letras están algo deterio-
radas y miden 5 cm. de alto. Su transcripción es la siguiente:
D(iis) M(anibus) / L(ucio) FABIO CORDIO PROPINQVO / L(ucius) FABIVS PROPINQVOS / P A -
TER FILIO PIISIMO / [vixiJT ANNIS X X X V .
y la traducción es la siguiente:
A los dioses Manes. A Lucio Fabio Cordio Pronpincuo. Lucio Fabio Propincuo, el padre, a su amabilísi-
mo hijo, que vivió 35 años.
Lám. III, 1; M . A . I . 7024.
Bibliografía.
Veny, C , 1965, inscripción n.° 188, pp. 211-213, lám. X L V I I .
Maná, J . M . , N . A . H . , I, 1952, p. 121.
a
Almagro Gorbea, M . J., 1969, p. 34.
— Lucerna de dos picos, de pasta y superficie beige anaranjado, con mica; el borde está ligeramente dete-
riorado; la cazuela es poco profunda; los signos de combustión son apreciables en ambos picos, que están
ennegrecidos. Es de la forma Cintas 5 y Deneauve III (Cintas, 1950, p. 175, lám. X L ; Deneauve, 1974, p.
26, lám. XVII).
Altura: 3 cm. Largo: 9,8 cm. Anchura máx.: 11,4 cm.
Fig. 7,4; M . A . I . 7028.
— Pondus circular, de pasta y superficie naranja con escasas partículas de mica; dos perforaciones alinea-
das lo atraviesan de una cara a otra; está roto en la parte superior.
Altura: 9,3 cm. Espesor máximo: 2,7 cm.
Fig. 7,7; M . A . I . 7029.
— Ungüentario tosco, de pasta y superficie gris oliva, con algunas zonas más amarillentas; la base aplana-
da está torcida respecto al eje de la pieza, no permitiéndole tenerse en pie. La boca debía de tener el labio
exvasado, pero éste falta.
Altura cons.: 7,6 cm. D. boca: 1,9 cm. D. máx.: 3,1 cm.
Fig. 7,6; M . A . I . 7030.
— Jarrita de cuerpo globular, cuello muy corto y boca ancha (que falta), una sola asa plana con acanala-
dura central, rota; pasta y superficie naranja, con partículas de cal muy visibles; algunas manchas oscuras
por la superficie, probablemente debidas a la cocción; paredes finas; base plana, perforada.
Altura cons.: 8,7 cm. D. base: 4,3 cm. D. máx.: 7,5 cm.
Fig. 7,1; M . A . I . 7031.
— Jarrita de cuerpo globular, boca circular ancha, cuello estrecho separado del cuerpo por un resalte;
el asa, con dos acanaladuras, sale debajo del borde y va a la parte superior de la panza; pasta gris, con algunas
partículas de mica; superficie alisada, con tonos que van del gris al negro; base plana con un surco en el fondo
externo que señala un pie anular; paredes finas; completa.
Altura: 11,1 cm. D. boca: 4,3 cm. D. base: 4,3 cm. D. máx.: 7,8 cm.
Fig. 7,2; M . A . I . 7032.
— Lucerna de dos tubos, incompleta; pasta beige con partículas de mica y cal; cazuela poco profunda;
semejante a la forma Cintas 8, aunque con los tubos más cerrados; no corresponde exactamente a ningún tipo
de Deneauve, aunque se aproxima al VIII A , teniendo ésta la cazuela mucho más profunda (Deneauve, 1974,
p. 35, láms. XXII-XXIII).
Altura: 2,9 cm. Largo cons.: 9,1 cm.
Fig. 7,5; M . A . I . 7033.
— Lucerna de dos tubos, incompleta; pasta beige con partículas de mica y cal; cazuela más profunda que
en la anterior; próxima también al tipo Deneauve VIII A .
Altura: 3,9 cm. Largo cons.: 7,7 cm.
Fig. 7,3; M . A . I . 7035.

33
— Parte inferior de una figura descalza, con representación tosca de los pies y dedos mediante incisiones;
debía llevar una túnica hasta la altura de las rodillas, pasta y superficie anaranjada, con partículas de mica.
El cuerpo está hecho a molde, pero no las piernas, que fueron añadidas posteriormente.
Altura cons.: 14,7 cm.
Lám. IV, 1; M . A . I . 7036.
— Pies y costado derecho de una figura descalza, marcados los dedos y uñas mediante incisiones; está
sobre un plinto; lleva larga túnica, casi hasta los tobillos, estando marcados los pliegues; en la parte superior
se ve el codo derecho desnudo que sale de la túnica. Hecha a molde; pasta gris blanquecina, superficie beige
claro, con restos de engobe blanco.
Altura cons.: 12,7 cm.
Lám. IV, 2; M . A . I . 7037.
— Fragmento de terracota, inidentificable; pasta y superficie ocre naranja; pudiera tratarse de los plie-
gues de una túnica.
Altura cons.: 7,7 cm.
M . A . I . 7038.
— Fragmento de terracota, inidentificable; pasta y superficie beige anaranjado.
Altura cons.: 7 cm.
M . A . I . 7039.
— Fragmento de una mano votiva de tamaño mediano, dentro de las que abundan en la necrópolis; sólo
se conserva parte del antebrazo (que está hueco), la palma de la mano y el dedo pulgar; corresponde a una
mano derecha. Pasta y superficie anaranjadas con partículas de mica.
Altura cons.: 9,3 cm.
Fig. 7,8; M . A . I . 7042.
— Fragmento muy roto de un asiento o trono en el que se ven una pata y parte del respaldo; en el centro
del asiento queda una señal del lugar donde iría sentado un personaje, del que apenas si.se conserva la indica-
ción del arranque de la pierna izquierda; pasta y superficie ocres.
Altura cons.: 8,2 cm.
Lám. IV, 3; M . A . I . 7040.
— Fragmento de terracota inidentificable, con decoración incisa de líneas paralelas y triángulos; podría
corresponder a un tocado.
Largo cons.: 4,2 cm.
M . A . I . 7041.
— Fragmento de un asa, decorada con profundas acanaladuras dispuestas en diagonal; pasta y superficie
beige anaranjado.
Altura cons.: 7,5 cm.
M . A . I . 7043.
— Cinco fragmentos de vidrio traslúcido, con irisaciones; las paredes apenas tienen 1 mm. de espesor.
M . A . I . 7044.

Lógicamente el estado en que se halló esta c á m a r a no permite esperar que los materiales que
proporcionó tengan una unidad, y hay que pensar que algunos provienen de las tumbas con que
comunicaba. Sin embargo, el estudio concreto de las piezas establece tres momentos cronológicos.
Tenemos en primer lugar varios fragmentos de terracotas, más o menos grandes, de los que sólo
dos pueden identificarse. L a 7037, a pesar de faltarle gran parte del cuerpo y la cabeza, corresponde
sin ninguna duda al tipo de las llamadas « d a m a s con t í m p a n o » , del que se conocen varios ejempla-
res en Ibiza. Dos en concreto provienen de un molde parecido al de nuestra pieza, tal vez el mismo,
y ambos son del Puig des Molins, al menos para el segundo no cabe duda alguna. U n a se conserva
en el Museo Arqueológico de Barcelona ( M . A . B . ) , n . ° de inventario 8543 (Almagro Gorbea, 1980,
pp. 84-85, lám. X X V ) y otra en el de Ibiza, M . A . I . 445, hallada en la c a m p a ñ a realizada en 1905
por la S . A . E . (Román y Calvet, 1906, lám. V I , 1; Vives, 1917, lám. L X V I I , 1; Tarradell, 1974a,
lám. 25; Ferron, 1969, fig. 6,2; Almagro Gorbea, 1980, p. 85, lám. X X V I , 1). Almagro Gorbea,
basándose en el tocado y la evolución a partir de algunas representaciones más arcaicas de este tipo,
las fecha en el s. V y a ú n en el I V a . J . C . , apreciando algunas influencias de la Magna Grecia. Sin
objetar nada a estas ideas, no dejaremos de recordar que iconográficamente el origen de esta figu-
ras con t í m p a n o puede remontarse al P r ó x i m o Oriente, en fechas anteriores al s. VIII a . J . C , que
es cuando aparecen ya en Chipre. Ferron en un monografía sobre ellas, propuso su identificación
con la diosa Astarté (Ferron, 1969).
E l fragmento de trono 7040 es desde luego único en Ibiza, y como paralelo probable y aceptable
se podría considerar una terracota aparecida en una tumba infantil de Atenas. E l trono está aquí

34
más trabajado que en el ejemplar ibicenco, con cierto detallismo en patas, respaldo, etc., y apareció
junto con una muñeca articulada de cerámica, de un tipo atestiguado en Ibiza (Almagro Gorbea,
1980, p. 149, l á m . L X X I X , 4). E l enterramiento ateniense esta fechado en el s.V a . J . C . (Higgins,
os
1969, pp. 186-187, lám. 91, n . 7 0 2 y 703).
Del fragmento 7042 sólo se puede decir que parece pertenecer a una figura del tipo púnico-
ebusitado. A este grupo de materiales se debería añadir la lucerna 7028, fechable igualmente en
el s. V a . J . C .
Otro grupo de piezas podría situarse en el s. III a . J . C . Es el caso de las lucernas 7033 y 7035,
próximas a la forma Deneauve VIII A , como se ha señalado, y las jarritas 7031 y 7032, cuyo estudio
realizamos al hablar del hipogeo 17, por parecer más concreto e ilustrativo el contexto con que apa-
recen allí otras dos piezas similares.
C o m o hallazgos difícilmente encuadrables tenemos el ungüentario 7030 y el pondus 7029.
E l primero pertenece a un grupo del que hallamos centenares de piezas en las necrópolis ibicen-
cas. M u y toscos, en general macizos o con apenas capacidad para contener producto alguno, pare-
ce que más que u n g ü é n t a n o s reales se trate de objetos con alguna función simbólica. E l hecho,
mencionado por M a n á , de que aparezcan casi siempre en fosas con ajuar muy pobre induce a pen-
sar que servirían para reemplazar verdaderos u n g ü é n t a n o s , cuyo costo la familia del difunto no
pudiera sufragar. Sea cual sea la explicación, no hallamos nunca estos objetos en ajuares fechados
claramente en los s. V y I V , por lo que puede suponerse que su cronología, hipotéticamente abarca-
ría del s. III al I a . J . C , en que se hace abundantísimo el tipo romano de base plana y cuerpo piri-
forme, como veremos más adelante. Esto no hace que debamos descartar la posibilidad de que per-
durasen a ú n más tiempo.
Pondera del tipo a q u í presentado son también muy corrientes en la isla, pero rara vez han sido
publicados, seguramente por su apariencia poco llamativa. Pérez Cabrero, en uno de sus breves
artículos, incluyó la fotografía de uno de ellos, considerándolo como un peso y resaltando el hecho
de que pesaba 205 gramos, el equivalente exacto de la media libra que se usaba a ú n en la isla a
principios del siglo (Pérez Cabrero, 1913, pp. 10 y 17).
Por su parte, Vives dio a conocer tres piezas de este tipo, aunque incluyó ocho en su inventario.
U n o de ellos tenía cuatro perforaciones en lugar de las dos habituales. Los llamó «pseudo-pondus»
o s
y los consideró pesas de telar (Vives, 1917, pp. 175-176, l á m . X C I I I , n . 7-9).
Distinta hipótesis fue presentada por Quintero Atauri, quien halló un buen número en Tamuda
en contexto púnicos tardíos, y aventuró que podía tratarse de tapaderas de ánforas, sirviendo las
perforaciones para atarlas a las asas. Para apoyar esta idea argüía que las por él recogidas aparecie-
ron dentro de una estructura en la que sólo había restos numerosos de ánforas. Consideró también
que los signos que a veces se hallan incisos en ellas podían ser marcas de propiedad (Quintero-
Giménez, 1944, pp. 13-15, lám. 11).
Por nuestra parte, creemos que se trata efectivamente de pesas, y las hemos hallado en niveles
correspondientes a finales del s. III e inicios del II a . J . C . en las estructuras anexas a unos hornos
cerámicos, recientemente excavadas al sur del Puig des Molins, en el solar n . ° 3 de la actual Aveni-
da de E s p a ñ a . De todas formas, hasta la excavación de algunos núcleos de habitat púnicos en Ibiza,
éste, como muchos otros problemas, q u e d a r á de momento sin solución.
Finalmente hemos de considerar el material romano de esta tumba, representado por unos frag-
mentos de vidrio y una espléndida lápida con inscripción funeraria. De ésta sabemos, como ya diji-
mos, que estaba en la boca del hipogeo y que cayó dentro en el momento de la excavación.
Aunque ha sido publicada varias veces, es interesante recoger algunos datos sobre la aparición
del cognomen Propinquo en la Península, lo que el propio M a n á hizo ya en parte. Tres de ellos
corresponden al mismo personaje, Lucio Valerio Propinquo, del que se sabe que era de Denia, y
llegó a ser ñ a m e n de la Hispania Citerior ( H . 3584 y 3585, de Denia, y H . 4250, de Tarragona).
Otro flamen, edetano éste, aparece también en una inscripción de Tarragona ( H . 4251): M . Valerio
Propinquo. Curiosamente de Sagunto conocemos una Valeria Propinqua ( H . 3847). También en
Sagunto hay un M . Fabio Propinquo. E n Játiva tenemos una Cornelia Propinqua y un M . Fulvio
Propinquo ( H . 3635 y 5978). Finalmente, un Aurelio Propinquo se cita en una lápida de Ubeda
(Jaén). N o deja de ser significativo el hecho de que salvo este último, todos los Propinquos citados
ocurren en la costa mediterránea, y seis de ocho entre Sagunto y el norte de la provincia de Alican-
te, la zona de la costa geográficamente más cercana a la isla de Ibiza.
Por lo que a la cronología se refiere, no tenemos datos, aunque el tipo de letra utilizado se parece
mucho al que Batlle presenta como capital rústica del tiempo de Claudio (Batlle, 1946, p. 114, fig.
36). Esto coincide bien con lo que sabemos respecto a un uso intenso del Puig des Molins en el
s. I d . J . C , con una marcada decadencia a partir de entonces.

35
Así pues, a pesar de una evidente discordancia entre los materiales que figuran como de un mis-
mo hipogeo, vemos que pueden agruparse los elementos de ajuares muy distintos, sin casi posibili-
dad de confusión entre unos y otros. Este hecho, que será analizado con mayor profundidad más
adelante, se repite en gran número de cámaras, y es el que induce a pensar que en general no se
ha producido una mezcla de materiales de diversos lugares y de todas las épocas de utilización de
la necrópolis, sino de las dos o tres fases de uso de la c á m a r a o de su boca.

HIPOGEO 3

Se encontró al cavar la zanja 3. L a boca era ancha y bien trazada, bastante profunda. Comuni-
caba este hipogeo con otros quince más o menos, todos ellos saqueados y muy revueltos, que iban
en dirección al sendero, pasando debajo de él. N o hubo absolutamente ningún hallazgo.

HIPOGEO 4

Se halló su boca de entrada el día 11 de marzo, al trazar la zanja 9. Sabemos que el día antes
ya se había llegado a los dos metros de profundidad en dicha zanja. L a cámara era de planta elípti-
ca, de 3 m. de largo por 2,20 de ancho, con la boca orientada hacia el Norte. E n la pared lateral
derecha se abría una comunicación con un hipogeo de planta irregular y de 4 por 3 m . , cuya boca
estaba cerrada, no llegándose a abrir. E n el lateral izquierdo, un nuevo agujero llevaba a otro hipo-
geo, del que sólo sabemos que estaba relleno de piedras, no pudiéndose entrar en él. Estaba además
cortado por los cimientos del muro oeste del Museo.
L o que se pudo explorar estaba totalmente revuelto y saqueado, y no proporcionó el menor
hallazgo. Sólo sabemos que entre las piedras había algunos trozos de mares, que sin duda pertene-
cían a un sarcófago o a una losa.
Sin embargo, a muy escasa distancia de la entrada de la c á m a r a se halló «in situ», a un metro
de profundidad, un ánfora de «tipo púnico», orientada en dirección N - S , fragmentada. Más hacia
el SO se encontró un amontonamiento de huesos, tal vez de una fosa excavada en la tierra. Profun-
dizando en dicho lugar, se halló tan sólo un ungüentario fusiforme.

HIPOGEO 5

Figs. 8-14

E n la parte posterior del Museo existe un corte abrupto en la ladera del Puig, con unos tres
o cuatro metros de desnivel según las zonas, y a lo largo de un centenar de metros. Dicho corte,
resultado de muy antiguos trabajos de cantera, deja al descubierto una serie de hipogeos, algunos
cortados por la mitad, que hoy en día son perfectamente visibles.
M a n á pensó que tal vez no estuvieran saqueados, a pesar de haber sido abiertos hacía mucho
tiempo, por encontrarse en una zona muy a la vista, en la que los clandestinos no hubiesen podido
pasar desapercibidos. Algo de cierto debía de haber, pues se halló mucho material, aunque buena
parte de él estuviese fragmentado.
L a cámara se empezó a explorar el 5 de marzo, durando su limpieza total varios días. Era de
planta bastante regular, casi cuadrada, con 2,37 m . de largo (de la entrada al fondo) y 2,10 m .
de ancho. L a altura era de 1,78 m. en la entrada, disminuyendo progresivamente hasta llegar a 1,35 m.
en la pared del fondo. Ocupaban dos terceras partes de la cámara dos sarcófagos dispuestos en
paralelo y de Norte a Sur. E n el espacio libre entre el sarcófago A y la pared izquierda se hallaron
numerosos huesos humanos, muy fragmentados y « a m a z a c o t a d o s » .
Ambos sarcófagos eran similares, de mares, con las siguientes dimensiones:
Largo: 2,17 m . Ancho exterior: 0,70 m . Ancho interior: 0,52 m .
Altura: 0,72 m. Grosor de las paredes: 0,09 m .
E l sarcófago B tenía uno de sus lados roto en el extremo.
E n las dos esquinas del fondo de la cámara había sendas comunicaciones con otros hipogeos.
A través de ellas supone el excavador que se arrojó gran cantidad de tierras mezclada con material

36
Fig. 8. Planta y alzado del hipogeo 5 (según J . M . Maná).

diverso, durante el saqueo de estas c á m a r a s contiguas. Maná c r e y ó que este saqueo era antiguo,
de tiempo de los á r a b e s . E n cualquier caso, el material hallado resultó de lo m á s dispar. Fue el
siguiente:

— Abrazadera de bronce.
— Agujas de redes.
— Clavo (¿de un sarcófago de madera?).

Esto entre el m o n t ó n de huesos junto al s a r c ó f a g o A ; sobre éste, arrojados desde las aberturas
de c o m u n i c a c i ó n , h a b í a muchos fragmentos ó s e o s , c e r á m i c o s y m e t á l i c o s . A d e m á s se h a l l ó :
— Dos ungüentarios de vidrio, bien conservados.
— Tres ungüentarios de vidrio, rotos.
— Un ungüentario de vidrio, bueno.
— Restos de ungüentarios de vidrio.
— Ungüentario fusiforme grande.
— Ungüentario pequeño.
— Ungüentario intacto.
— Restos de ungüentario de pasta vitrea.
— Plato grande.
— Plato algo roto.
— Fondo de gran vasija con motivo central inciso.
— Lucerna griega de aleta lateral.
— Pequeña mano votiva de barro.
— Figura plana, rota, sin cabeza.
— Cabeza de figura femenina.
— Resto de amuleto.
— Resto de tisú o brocado de oro.
— Quince monedas.
— Tres monedas púnicas.
— Varias monedas.
— Gran trozo de hierro.
— Placa grande de hierro.
— Restos de tijeras.
— Varios restos de metal.
— Arete de plata.
— Dos trozos de anillo de hierro.
— Fragm. de navaja o espejo.
— Ocho cuentas de collar.
— Cinco piedras de anillo.
— Restos de una caja de plomo.

E l material que nos ha sido posible identificar es el que sigue.

Inventario
— Terracota figurando un personaje femenino de cuerpo entero, de pie sobre un plintos; está hecha a
molde de perfil semicircular, muy gastado; pasta rojiza, superficie ocre. De la figura, a la que falta la cabeza,

37
Fig. 9. Material del hipogeo 5.

sólo se aprecia bastante bien los pechos, las piernas y los lugares que debían ocupar los brazos postizos, tan
habituales en la coroplastía púnico-ebusitana; parece llevar túnica larga hasta los pies.
Altura cons.: 20 cm.
Lám. V, 1; M.A.I. 7068.
— Terracota representando un personaje femenino, del que sólo se conserva la cabeza y el principio del
cuerpo; pasta rojiza y superficie beige oscuro, ennegrecidas por la acción del fuego. Está hecha a molde y
el relieve está gastado. Pertenece a una serie iconográfica ampliamente difundida en Ibiza. Representa a Tanit-

38
Kore, con el pelo separado sobre la frente, tocada con un kalathos troncocónico y cubierta con un velo, que
cae en forma de alas por la espalda. Suelen llevar una antorcha en la mano derecha (en esta pieza se ve la
parte superior) y un animalito en la izquierda: cerdito, paloma, etc..
Altura cons.: 8,3 cm.
Lám. IV, 4; M . A . I . 7069.
— Pequeño antebrazo de cerámica, casi macizo; la mano está representada casi abierta del todo, a modo
de manopla de la que sólo se diferencia el dedo pulgar, que aquí está roto; pasta y superficie beige con mica
y cal.
Altura: 5,6 cm. D. base: 1,8 cm.
Fig. 9,9; M . A . I . 7077.
— Pequeño plato hondo, de borde exvasado, labios finos, y cazo profundo; pasta anaranjada, con partícu-
las de cal; la superficie interna es amarillo verdoso, la externa anaranjada salvo debajo del borde, donde tam-
bién es amarillo verdoso; base plana; el fondo interno no está alisado.
Altura: 3,6 cm. D . : 12 cm. D. base: 5 cm.
Fig. 9,8; M . A . I . 7045.
— Jarrita de la forma Eb. 13 (Tarradell-Font, 1975, fig. 11; 1976, pp. 22-23); pasta anaranjada, con mica
y cal, superficie también naranja más clara; boca circular, labio redondeado del que sale el asa, que falta; rota.
Altura cons.: 8,3 cm. D. boca: 4,1 cm.
Fig. 9,7; M . A . I . 7046.
— Lucerna de un pico y apéndice lateral, de perfil cóncavo; el agujero de alimentación está engrosado;
base plana; hecha con dos moldes, se nota la línea de unión de las dos partes; pasta gris blanquecina, superficie
recubierta de un barniz gris oscuro, características éstas de las imitaciones ebusitanas.
Altura: 3,5 cm. Largo: 8,9 cm. D. máx.: 5,7 cm. D. base: 3,6 cm.
Fig. 9,1; M . A . I . 7047.
— Ungüentario fusiforme, de cuello y pie largos, boca circular y labio plegado; pasta marrón rojiza con
muchas impurezas; superficie gris oscura; base plana, en pastilla.
Altura: 25,8 cm. D. boca: 3,2 cm. D. base: 3,5 cm. D. máx.: 6 cm.
Fig. 10,2; M . A . I . 7048.
— Boca y parte del cuello de un ungüentario semejante al anterior, pero de pasta anaranjada y superficie
amarillenta.
Altura cons.: 6,3 cm. D. boca: 3 cm.
Fig. 10,4, M . A . I . 7049.
— Borde y parte del cuerpo de un cuenco de cerámica gris ibicenca; pasta gris clara, dura, con mica; su-
perficie espatulada, suave al tacto, y también gris.
Altura cons.: 3,5 cm. D. boca aprox.: 24 cm.
Fig. 12,3; M . A . I . 7050.
— Fragmento de un cuenco de paredes rectas, labio engrosado y pasta anaranjada; la superficie es ocre,
pero todo el interior y la mitad superior de la superficie externa están recubiertas por una ligera capa de barniz
irregular, con tonos naranja rojizo y negruzcos.
Altura cons.: 3 cm.
Fig. 12,4; M . A . I . 7051.
— Fragmento de un plato hondo de borde exvasado, con acanaladura a lo largo de la parte superior del
labio; pasta semejante a la del 7050, pero aún más clara; restos de un engobe grisáceo por la superficie.
Altura cons.: 2,6 cm. D. boca aproximado: 16 cm.
Fig. 12,7; M . A . I . 7052.
— Fragmento de un plato de pocilio central y pie indicado; pasta ocre amarillenta, con mica; superficie
externa ocre, la interna cubierta de un barniz gris-marrón; la decoración consiste en una banda pintada de
color rojo vinoso a lo largo del borde del pocilio.
Altura cons.: 2,3 cm. D. base aprox.: 7 cm.
Fig. 12,11; M . A . I . 7060.
— Borde de una jarra de boca circular y labio engrosado; pasta y superficie anaranjada, con mica y cal.
Altura cons.: 4,4 cm. D. boca aprox.: 13 cm.
Fig. 12,1; M . A . I . 7053.
— Fragmento del borde de una copa; pasta anaranjada, superficies cubiertas con un barniz marrón rojizo
brillante.
Altura cons.: 4,3 cm. D. boca aprox.: 10 cm.
Fig. 12,5; M . A . I . 7054.
— Fragmento del borde de un plato con labio engrosado; pasta y superficies anaranjadas, con mica.
Altura cons.: 1,8 cm. D. boca aprox.: 16 cm.
Fig. 12,9; M . A . I . 7055.

39
Fig. 10. Material del hipogeo 5.
— Fragmento del borde de un plato de pasta y superficies ocre amarillento, con mica y algunos puntos
oscuros.
Altura cons.: 1,3 cm. D. boca aprox.: 12 cm.
Fig. 12,8; M . A . I . 7056.
— Fragmento del borde de un cuenco; pasta anaranjada, con mica; superficies recubiertas de un barniz
también naranja, más oscuro.
Altura cons.: 3,7 cm. D. boca aprox.: 12 cm.
Fig. 12,6; M . A . I . 7057.
— Fragmento de la boca de una jarra; labio de sección triangular; pasta y superficies beige amarillento,
con mica y algo de cal.
Altura cons.: 3,7 cm. D. boca aprox.: 12 cm.
Fig. 12,2; M . A . I . 7058.
— Fragmento de un ungüentario de labio engrosado; pasta y superficie beige clara.
Altura cons.: 1,7 cm. D. boca: 2,6 cm.
Fig. 12,17; M . A . I . 7059.
— Fragmento de una base, plana, posiblemente de una jarra de la forma Eb. 13; pasta rosácea, superfi-
cies blanquecinas, con mica.
Altura cons.: 3,3 cm. D. base: 5 cm.
Fig. 12,12; M . A . I . 7061.
— Fragmento similar al anterior, pero con paredes más gruesas y base ligeramente rehundida.
Altura cons.: 2,2 cm. D. base: 5 cm.
Fig. 12,18: M . A . I . 7062.
— Fragmento de base y cuerpo de una jarra o urna; pasta poco depurada, con abundantes partículas cal-
cáreas, de color beige claro al igual que las superficies; base rehundida.
Altura cons.: 7,2 cm. D. base: 12 cm.
Fig. 12,16; M . A . I . 7063.
— Fragmento de base; pasta y superficies anaranjadas; pie anular.
Altura cons.: 1,4 cm. D. base: 6 cm.
Fig. 12,10; M . A . I . 7064.
— Fragmento de base de un plato o pátera; pasta y superficie ocre; pie anular.
Altura cons.: 1,4 cm. D. base: 7 cm.
Fig. 12,13; M . A . I . 7065.
— Fragmento del cuerpo de una vasija de pasta y superficies beige; lleva decoración en la superficie exter-
na consistente en dos bandas y un filete, pintados, de color marrón vinoso.
Altura cons.: 3,4 cm.
Fig. 12,14; M . A . I . 7066.
— Fragmento del cuerpo de una vasija de pasta y superficies blanquecinas; lleva una decoración bícroma
en la superficie externa, pintada, consistente en una banda y en un semi-círculo ocre oscuro, y una banda rojo
salmón.
Altura cons.: 3,6 cm.
Fig. 12,15; M . A . I . 7067.
— Ungüentario fusiforme incompleto; pasta anaranjada, superficie beige con puntos negros.
Altura cons.: 9,4 cm. D. máx.: 5 cm.
Fig. 9,4; M . A . I . 7070.
— Ungüentario de pasta y superficies gris verdosas, cuerpo fusiforme, cuello corto y recto, labio estrecho
y vertical; le falta la parte inferior.
Altura cons.: 5,8 cm. D. boca: 2,2 cm. D. máx.: 3,3 cm.
Fig. 10,3; M . A . I . 7071.
— Ungüentario tosco, semejante al 7030, pero de mayor capacidad interior.
Altura cons.: 5,9 cm. D. máx.: 3,1 cm.
Fig. 9,6; M . A . I . 7072.
— Ungüentario tosco; pasta y superficie beige, con mica; es macizo, estando sólo iniciada la apertura de
la boca.
Altura: 8,1 cm. D . boca: 2,2 cm. D . máx.: 2,9 cm.
Fig. 9,5; M . A . I . 7073.

41
— Plato de borde saliente, hacia arriba, con una moldura a lo largo de todo él; pasta ocre rojiza, con
mica y cal, al igual que las superficies; éstas están cuidadosamente alisadas; pie anular con leve moldura; pe-
queña cavidad en el centro del fondo interno.
Altura: 3,4 cm. D base: 8,8 cm. D. máx.: 23,3 cm.
Fig. 10,1; M . A . I . 7074.
— Jarrita incompleta de cuerpo globular, boca circular ancha y cuello estrecho; pasta y superficie gris;
el asa iría de la parte superior del cuerpo a la boca; paredes finas.
Altura cons.: 7,2 cm. D. boca: 3,8 cm.
Fig. 9,3; M . A . I . 7075.
— Boca circular perteneciente sin duda a una jarrita del mismo grupo que la anterior; pasta gris depura-
da, superficie del mismo color, alisada; el arranque del asa está debajo de la boca.
Altura cons.: 3,6 cm. D. boca: 5,1 cm.
Fig. 9,2; M . A . I . 7076.
— Cuello de una jarra de un asa, cuyo arranque se aprecia claramente; es cilindrico, con labio de baston-
cillo y paredes ligeramente onduladas; pasta y superficies beige claro.
Altura cons.: 6,1 cm. D. boca: 2,6 cm.
Fig. 10,6; M . A . I . 7078.
— Ungüentario de cuerpo ovoide y cuello relativamente corto, base plana y boca circular, con labio de
tendencia casi recta; pasta y superficie beige anaranjado, salvo el cuello, que está recubierto tanto por dentro
como por fuera con una pintura marrón rojiza.
Altura: 11,9 cm. D. boca: 3,4 cm. D. base: 2,5 cm. D. máx.: 7,1. cm.
Fig. 10,7; M . A . I . 7079.
— Ungüentario de cuerpo piriforme y cuello cilindrico, que falta en parte, al igual que la boca; pasta y
superficie ocres; el cuello y la parte superior del cuerpo están pintados de color marrón oscuro.
Altura cons.: 4,7 cm. D. base: 1,8 cm. D. máx.: 3,2 cm.
Fig. 10,5; M . A . I . 7080.
— Cubilete de paredes finas, incompleto, de cuerpo panzudo, borde vertical y algo incurvado; pasta ocre
rojizo, con mica abundante; superficies alisadas del mismo color.
Altura cons.: 6,4 cm. D. boca: 7,8 cm.
Fig. 11,7; M . A . I . 7081.
— Cuenco de paredes finas, incompleto, de forma hemisférica, con las paredes verticales ligeramente in-
curvadas; fondo plano, pasta y superficies grises, rugosas al tacto; lleva una estrecha ranura a lo largo del
cuerpo, dos cm. por debajo del borde.
Altura: 5,3 cm. D. boca: 9 cm. D. base: 4,2 cm.
Fig. 11,1; M . A . I . 7082.
— Base de un cuenco o taza de paredes finas, de pasta ocre con zonas grisáceas en la superficie; superficie
externa bien alisada; base casi plana, con pie indicado.
Altura cons.: 2,8 cm. D. base: 4 cm.
Fig. 11,5; M . A . I . 7083.
— Base incompleta de un cuenco de paredes finas arenosas; pasta de color avellana, barniz marrón ana-
ranjado, con reflejos metálicos; sólo la superficie externa está cubierta de arena; base poco gruesa, casi plana.
Altura cons.: 2,8 cm. D. base: 4 cm.
Fig. 11,2; M . A . I . 7084.
— Base incompleta de un cubilete de paredes finas, pasta naranja y superficie externa algo más oscura,
alisada; la base es casi plana.
Altura cons.: 3,4 cm. D. base: 4,8 cm.
Fig. 11,3; M . A . I . 7085.
— Base incompleta de un bol o taza de paredes finas; pasta ocre claro, al igual que las superficies; la exter-
na está alisada; base casi plana, pie indicado con una moldura.
Altura cons.: 2,2 cm. D. base: 4,1 cm.
Fig. 11,4; M . A . I . 7086.
— Base de un cubilete de paredes finas, aunque éstas alcanzan 0,5 cm. de espesor; pasta y superficies gris
claro, con mica y cal; la superficie externa está alisada y es suave al tacto; recuerda mucho las pastas de las
cerámicas grises ebusitanas; base casi plana, pie indicado.
Altura cons: 1,9 cm. D. base: 5,1 cm.
Fig. 11,6; M . A . I . 7087.
— Base de un bol o taza de paredes finas; pasta y superficies color avellana; la externa está alisada; base
plana.
Altura cons.: 2,4 cm. D . base: 4,3 cm.
Fig. 11,8; M . A . I . 7088.

42
i\
1

4 •

Fig. 11. Material del hipogeo 5.

— Base incompleta de un bol o taza de paredes finas; pasta muy depurada, gris, al igual que las superfi-
cies; base plana y pie levemente moldurado.
Altura cons.: 2,6 cm. D. base: 4 cm.
Fig. 11,9; M . A . I . 7089.
— Base de un bol o taza de paredes finas; pasta y superficies ocre naranja con numerosos puntos negros;
base casi plana.
Altura cons.: 1 cm. D. base: 3,7 cm.
Fig. 11,10; M . A . I . 7090.

43
— Base de una pieza indeterminable de paredes finas; pasta y superficies naranjas, aunque el fondo exter-
no lleva señales grises de fuego; la pasta es poco depurada, con abundante degrasante visible; base ligeramente
cóncava.
Altura cons.: 0,9 cm. D. base: 5 cm.
Fig. 11,11; M.A.I. 7091.
— Base incompleta de una pieza indeterminable de paredes finas; pasta y superficies gris blanquecino;
base plana que al igual que las paredes no llega al milímetro de espesor.
Altura cons.: 1,2 cm. D. base aprox.: 4 cm.
Fig. 11,12; M.A.I. 7092.

\ 1 V V
7 >
V

10 W 11 Wi 1 2 ^ B h 13
— Fragmento de una pieza de paredes finas; labio moldurado, incisión a 1 cm. por debajo de éste; restos
de algunas perlas de barbotina; pasta ocre claro; superficies alisadas.
Altura cons.: 1,9 cm.
Fig. 13,9; M . A . I . 7095.
— Fragmento del cuerpo de un cubilete de paredes finas; pasta anaranjada, superficies algo más oscuras;
la superficie externa está decorada con una fina ranura, encima de la cual hay 3 líneas horizontales de decora-
ción a ruedecilla.
Altura cons.: 3,7 cm.
Fig. 13,8; M . A . I . 7096.
— Pequeño fragmento de un recipiente de paredes finas; pasta y superficies ocres; lleva decoración a base
de finas ranuras incisas, no paralelas.
Altura cons.: 2,3 cm.
Fig. 13,5; M . A . I . 7097.
— Asa de una pieza de paredes finas; pasta anaranjada; lleva tres acanaladuras a lo largo de la cara exte-
rior.
Altura: 5,7 cm.
Fig. 13,2; M . A . I . 7098.
— Fragmento de cuello y boca de un olpe; pasta y superficies anaranjadas; labio exvasado, la boca tiene
una suave carena en la unión con el cuello, más estrecho; bajo la carena está el arranque del asa, de sección
aplanada, y unas molduras apenas indicadas; paredes finas.
Altura cons.: 4,4 cm. D. boca aprox.: 6 cm.
Fig. 13,1; M . A . I . 7099.
— Fragmento de boca de un olpe similar al anterior, pero sin conservar indicación de asa ni molduras.
Altura cons.: 2,2 cm. D. boca aprox.: 6 cm.
Fig. 13,4; M . A . I . 7100.
— Base incompleta de un plato de térra sigillata clara A , de forma indeterminable; pasta y superficies
naranja; pie anular.
Altura cons.: 1,5 cm. D. base aprox.: 5,8 cm.
Fig. 11,13; M . A . I . 7101.
— Fragmento del borde y arranque del cuerpo de un cubilete de paredes finas; labio exvasado de sección
triangular, cuello muy corto con leve moldura; el cuerpo, a juzgar por lo poco que queda, debe ser globular;
pasta ocre, superficies ocres anaranjadas, con puntos negros.
Altura cons.: 1,5 cm. D. boca aprox.: 7 cm.
Fig. 13,3; M . A . I . 7126.
— Fragmento de borde de una pieza de paredes finas, de forma indeterminable; es un borde recto, ligera-
mente incurvado, con pequeñas líneas incisas debajo del labio y a la altura de la unión de borde y cuerpo;
pasta y superficies ocres.
Altura cons.: 3,3 cm.
Fig. 13,6; M . A . I . 7093.
— Fragmento de un cubilete de paredes finas; borde exvasado, paredes del cuerpo de probable tendencia
ovoide o globular; pasta y superficie interna naranja rojizo, superficie externa recubierta de engobe ocre ama-
rillento, decorada con finas líneas de peinado.
Altura cons.: 2,9 cm.
Fig. 13,7; M . A . I . 7094.
— 23 fragmentos amorfos de cerámica de pasta y superficies beige, con mica.
M . A . I . 7102.
— 11 fragmentos amorfos de cerámica de pasta porosa, amarillo verdosa, al igual que las superficies.
M . A . I . 7103.
— 8 fragmentos amorfos de cerámica de pasta y superficie gris en diversos tonos.
M . A . I . 7104.
— 4 fragmentos amorfos de cerámica de pasta y superficies rojizas, uno de ellos con abundante degrasan-
te de puntos negros.
M . A . I . 7105.
— 1 fragmento amorfo de cerámica de barniz negro; pasta beige claro, barniz negro mate de buena cali-
dad.
M . A . I . 7106.
— 23 fragmentos amorfos de cerámica de paredes finas, de pasta y superficie entre beige claro y ocre.
M . A . I . 7107.

45
Fig. 13. Material del hipogeo 5.

46
— Ungüentario de vidrio, translúcido, con color turquesa pálido; base engrosada, redondeada, que le im-
pide sostenerse; forma tubular con un estrechamiento pronunciado a media altura, que separa el cuello del
cuerpo; borde exvasado. Restaurado en el cuello.
Altura: 10,3 cm.
Fig. 13,10; M . A . I . 7108.
— Ungüentario de vidrio de color azul marino, cuerpo acampanado con carena cerca de la base; el cuello,
estrecho, está separado del cuerpo por un estrangulamiento muy marcado, que parece un defecto de fabrica-
ción; borde exvasado, roto.
Altura: 5,7 cm. D. máx: 3 cm.
Fig. 13,11; M . A . I . 7109.
— Base de un ungüentario de vidrio translúcido de color verde turquesa; base plana y paredes relativa-
mente gruesas.
Altura cons.: 2,3 cm.
Fig. 13,13; M . A . I . 7110.
— Parte inferior de un ungüentario de vidrio muy mal conservado, de color indistinguible por la descom-
posición.
Altura cons.: 3,8 cm.
Fig. 13,12; M . A . I . 7111.
— 1. Pequeño cuchillo de hierro, incompleto. Long.: 6,9 cm.
Fig. 13,18; M . A . I . 7112.
— 2. Pequeño cuchillo de hierro, incompleto. Long.: 6,1 cm.
Fig.13,17; M . A . I . 7112.
— 3. Pequeño cuchillo de hierro, incompleto. Long.: 4,3 cm.
Fig. 13,16; M . A . I . 7112.
— Parte central de unas tijeras de hierro, en muy mal estado de conservación.
Largo cons.: 9,4 cm.
Fig. 13,15; M . A . I . 7113.
— Estrigilo incompleto de hierro, muy mal conservado.
Largo cons.: 19,5 cm.
M . A . I . 7114.
— 13 fragmentos de diversos tamaños de objetos de hierro indeterminables y uno de bronce.
M . A . I . 7115.
— Espejo de bronce circular, incompleto.
D.: 12,5 cm. Espesor medio: 0,3 cm.
M . A . I . 7116.
— Espejo de bronce similar al anterior, pero algo más pequeño; no es circular completamente, pues tiene
un saliente cuadrangular, sin duda para sujetar el mango.
D.: 9 cm.
Fig. 13,14; M . A . I . 7117.
— Dos clavos de bronce, rotos; de uno sólo queda la cabeza.
Fig. 14,1-2; M . A . I . 7118.
— Tapadera de plomo de una caja circular, muy rota.
Altura: 2,5 cm. Largo cons.: 8 cm.
M . A . I . 7119.
— Arete incompleto de hierro.
D.: 1,8 cm.
Fig. 14,5; M . A . I . 7120.
— Arete incompleto de bronce.
D.: 0,9 cm.
Fig. 14,6; M . A . I . 7121.
— 3 aretes incompletos de plata.
D.: 1,5 cm.; 0,8 cm. y 1,1 cm.
Fig. 14,3-5; M . A . I . 7122.
— Pequeño cilindro de hueso, perforado por arriba y abajo, y con dos incisiones que lo recorren por enci-
ma de una tercera perforación lateral.
Fig. 14,10; M . A . I . 7123.

47
O 10 50

mm.

Fig. 14. Material del hipogeo 5.

— Punta final de un objeto cilindrico de hueso, tal vez decoración de una aguja.
Fig. 14,9; M . A . I . 7124.
— Cuenta circular de collar, de pasta vitrea, de color azul marino, con círculos concéntricos blancos; rota.
D. aprox.: 1,7 cm.
Fig. 14,11; M.A.I. 7125-1.

48
— Cuenta circular de pasta vitrea, de color blanquecino con irisaciones.
D.: 0,8 cm.
Fig. 14,8; M . A . I . 7125-2.

H a b í a siete cuentas m á s , que M a n á dibujó aproximadamente en sus papeles, dando indicación


de color y t a m a ñ o . N o nos ha sido posible localizarlas y por ello no llevan número de inventario.
Esta es su descripción:
1. Cuenta circular azul verdoso, semitransparente, de cuerpo agallonado.
2. Cuenta circular de sección losángica, negra.
3. Cuenta esférica, ocre gastado, con doble hilera de círculos azules.
4. Cuenta circular azul pizarra, con círculos blanquecinos; muy gastada.
5. Cuenta circular blanca con círculos azules.
6. Cuenta circular verde con círculos negros, gastada.
7. Cuenta anular azul violeta.

T a m b i é n había seis piedras de anillo, tres azul verdoso, una negra, una gris y una blanca.

A la vista de un material tan heterogéneo y fragmentado, podemos estar casi seguros de que
se vertió en la c á m a r a tierra desde fuera o que al menos cayó por la boca. Y sin embargo salvo
alguna pieza suelta y un abundante grupo de fragmentos inclasificables, podemos identificar el res-
to del material y definir dos momentos cronológicos.
Tres piezas pueden considerarse como anteriores a dichos momentos: las 7045, 7046 y 7060.
L a primera es un pequeño plato hondo cuyo paralelo más exacto hallamos en Tharros, en un nivel
fechado a finales del V I - V a . J . C , donde apareció junto con una de las ¡numerables urnas de un
asa parecidas a la forma Cintas 95 (Acquaro, 1975, p. 219, lám. X L V I I I , 1). L a segunda es una
jarrita incompleta de la forma E b . 13, cuya amplia cronología abarca de los s. V a II a.J.C. Esta
sin embargo parece de las antiguas. Sobre los problemas de este tipo nos remitimos al estudio del
hipogeo 42, donde se trata más extensamente. L a última, por fin, es un fragmento de plato con
pocilio central, del tipo que hemos visto en el hipogeo 1 (7025) y que fechamos en los s. V-IV a.J.C.
Uno de los dos momentos cronológicos viene definido por una serie de piezas que podemos si-
tuar genéricamente en el s. III a . J . C .
Así la lucerna 7047 es una imitación, probablemente local, de la forma 42 C del Agora, que
se fecha en el segundo y tercer cuarto de ese siglo (Howland, 1958, pp. 131-132, láms. 20 y 46,
n.° 534).
E l fragmento de cuenco 7050 corresponde aparentemente al tipo «out-turned rim» de Sparkes-
Talcott (1970, pp. 128-130) y a la forma 22 de Lamboglia (1952a, pp. 171-172). E n un reciente estu-
dio sobre este tipo de imitaciones ibicencas, Fernández y Granados lo clasifican bajo su tipo 2.4,
que fechan en el s. IV a . J . C . (Fernández-Granados, 1979, pp. 24-28), aunque en la excavaciones
de urgencia de la Avenida de E s p a ñ a , ya mencionadas, lo hemos encontrado también en niveles
que no pueden remontarse más arriba del s. III a . J . C . P o r otra parte el t a m a ñ o del fragmento no
permite una exacta identificación, ya que el borde recuerda también la amplia especie 2640 de M o -
rel, sobre todo las series 2641, 2642, 2643 y 2645, que se sitúan «grosso m o d o » en el s. III a . J . C .
(Morel, 1981, pp. 197-199, láms. 62-63).
E l ungüentario 7071 es una forma intermedia entre las 29 y 30 de Almagro, que se fechan en
Ampurias del 300 al 250 a . J . C . (Almagro, 1953, p. 397). E n Ibiza está bien fechada en un conjunto
cerrado. Apareció en un hipogeo rural, cercano a Sant Antoni, de finales del s. III o inicios del
II a . J . C , junto con un fragmento de cuenco de barniz negro Lamboglia 27, entre otras piezas ca-
racterísticas (Fernández-Ramón, 1974).
E l plato 7074 es un tipo bien conocido en los últimos años. L o encontramos en Monte Sirai
(Barreca-Garbini, 1964, p. 51, l á m . X X X V , n.°47), ert el fondeadero de Cales Coves, en Menorca
(Belén-Fernández Miranda, 1979, pp. 65 y 135, fig. 27,7), y en Ibiza. A q u í se conocen numerosos
ejemplares, entre ellos uno de la tumba de Sant Antoni que acábanos de mencionar, y otro en la
colección Vives del M . A . N . (Rodero, 1980, p. 73, fig. 24,1). Salvo ésta última, las demás piezas
están claramente incluidas en contextos del s. III o de inicios del s. II a.J.C.
También a esta época podríamos asignar la jarrita 7075 y la boca 7076, ambas semejantes a
las 7031 y 7032, que como ya dijimos estudiamos en el hipogeo 17.
Finalmente, los ungüentarios 7048, 7049, y 7070, cuyos abundantes paralelos hallamos en A m -
purias, han sido catalogados hace pocos años por Cuadrado, al estudiar los hallados en E l Cigarra-
lejo, y los fecha ampliamente entre el 200 y el 50 a . J . C . (Cuadrado, 1978).

49
E l otro momento cronológico se situaría en el cambio de era, sobre todo en la primera mitad
del s. I d . J . C , aunque haya algunas piezas anteriores. Está representado por un lote de material
bastante fragmentado en general, pero con cronologías precisas.
Además de las abundantes paredes finas, tenemos un fragmento de una posible imitación, de
mala calidad, de la forma Lamboglia 16 (7051); el cuello de jarra 7078, que podría incluirse en el
tipo Vegas 38, el de las jarras de cuello largo y un asa, que van del s. I a . J . C . al s. I d . J . C , y
que recuerda en especial el ejemplar de Gabii (Vegas, 1973, pp. 91-95, figs. 31-32, n . ° 10), y los
ungüentarios 7079 y 7080. Pertenecen éstos a un tipo que se encuentra por todo el Imperio, desde
mediados del s. I a . J . C hasta mediados del s. I d . J . C , cuando es deplazado por los ungüentarios
de vidrio (Vegas, 1973, p. 153). E n Ampurias han sido fechados con algo más de precisión. Así
el tipo de cuerpo más ovoide aparece en general en época de Augusto-Tiberio, por ejemplo en las
incineraciones Nofre n . ° 8 o Torres n . ° 53, mientras el m á s piriforme se sitúa algo después, bajo
Tiberio-Claudio (Almagro, 1955, pp. 70, 183 y 204).
De los dos vasos de paredes finas más completos, el 7081 es de la forma Mayet III B , fechada
en época augustea. Si la forma III parece proceder de Italia central, la variante B tiene posiblemen-
te origen ibicenco. Sin embargo el tipo de pasta no parece corresponder a los ejemplares isleños,
grises en general. De todas formas, incluso con el color ocre son abundantes y los encontramos
también en Mallorca, Tarragona, C ó r d o b a , Ensérune (Francia), Les Andalouses y Tipasa (Argelia)
y en Cosa y R o m a (Mayet, 1975, pp. 29-34 y 127-130, láms. IV-VI).
E l cuenco 7082 es de la forma Mayet X X X I I I , de amplia difusión y producida en Italia central,
aunque se supone que hay alguna producción provincial. Normalmente están hechos en pasta ocre
os
o beige; en gris, Mayet sólo recoge un ejemplar en Ampurias y otro de Belo ( n . 260 y 270). Se
sitúan en el primer tercio del s. I d . J . C . (Mayet, 1975, pp. 67-68 y 136-138, láms. X X X I I I - X X X I V ) .
Tenemos a continuación un buen n ú m e r o de bases y fragmentos de paredes finas, que son en
general inclasificables. De dos sin embargo sí podemos decir algo. L a 7084 pertenece a la forma
o s
Mayet X X X V I I (Mayet, 1975, p . 73, l á m . X X X I X , n . 318, 320 y 321), que no es abundante en
Ibiza, pero sí es corriente por todo el Imperio (Vegas, 1973, pp. 80-83). E l fragmento 7094 es de
un cubilete de la forma Mayet X X I V , fechada en la primera mitad del s. I d . J . C . y producida en
Italia central. De Ibiza se conocen al menos tres ejemplares (Mayet, 1975, pp. 58-59 y 134-135, lám.
XXVIII).
E n vidrio hay tres ungüentarios de formas corrientes. E l 7108 corresponde al tipo Isings 8 y
Morin-Jean 21 (Isings, 1957, p. 24; Morin-Jean, 1977, pp. 73-74). Encontramos un ejemplar en
el catálogo de Hayes (1975, pp. 151 y 185, l á m . 39) con el n . ° 630. E n Ampurias es muy abundante,
o s
por ejemplo en la incineración Torres 13 (Almagro, 1955, p. 155, n . 38-47). Suelen fecharse en
la segunda mitad del s. I d . J . C
E l 7109 es de la forma Isings 7 (1957, pp. 23-24), de la primera mitad del s. I d . J . C , y el 7110
es del tipo Isings 28b y Morin-Jean 23 (Isings, 1957, pp. 42-43; Morin-Jean, 1977, pp. 73-77). Tam-
bién lo encontramos en el catálogo de Hayes (1975, pp. 152 y 185, lám. 39) con el n ú m e r o 633,
o s
y en Ampurias, en la incineración Torres 5 (Almagro, 1955, p. 147, n . 4-6). Se fecha en la se-
gunda mitad del s. I d . J . C
Algunos materiales más nos son más difíciles de asignar a un momento concreto. Es el caso
de los dos fragmentos con decoración pintada, una de ellas bícroma, M . A . I . 7066 y 7067. Aunque
hay algunos tipos púnicos antiguos, anteriores al s. V a . J . C , que usan esta decoración, el tipo de
pasta parece más bien de época tardía. A d e m á s , el t a m a ñ o de los fragmentos hace imposible reco-
nocer forma alguna, y por ello no podemos concretar m á s .
Las terracotas 7068 y 7069 pertenecen a unas series ampliamente difundidas en Ibiza. L a prime-
ra existe con numerosas variantes, pero en general se consideran de inspiración siciliota, y se sitúan
entre los s. IV y II a . J . C . (Almagro Gorbea, 1980, pp. 109-120, láms. L - L V I I I ) . Semejante a la
segunda apareció un lote numeroso en el depósito hallado en 1950 muy cerca del Puig des Molins
(Maná, 1953, pp. 124-125, lám. X X X I X ) y algunos ejemplares en la cueva-santuario de Es Cuieram
(Aubet, 1968, lám. VIII). H a n sido fechadas en los s. V y I V , aunque con posibles perduraciones
hasta el s. II a . J . C . (Almagro Gorbea, 1980, pp. 230-235, láms. C L X - C L X I V ) .
Antebrazos cerámicos como el 7077, con variantes en cuanto a t a m a ñ o y representación, apare-
cen con frecuencia en las necrópolis ibicencas. H a n sido considerados por algunos autores como
exvotos, mientras que Almagro Gorbea piensa que son las extremidades postizas que se colocaban
en las terracotas del tipo de nuestra 7068. Distingue un tipo m á s antiguo, hueco en parte por den-
tro, y uno más tosco y de un momento tardío como el que aquí presentamos (Almagro Gorbea,
1980, pp. 264-266, láms. C X C V I - C X C V I I ) .

50
Finalmente hay que mencionar las cuentas de pasta y los aretes, elementos hallados por centena-
res en las tumbas del Puig des Molins, siempre en el cribado de tierras y con una cronología imposi-
ble de precisar, a partir de los s. V I - V a . J . C . y una larga perduración.
E l material metálico, por desgracia muy mal conservado en general, suele ser como el aquí figu-
rado, predominando los cuchillos de pequeño t a m a ñ o , las agujas, las tijeras, e t c . . A este respecto,
y para comprobar la enorme dificultad para concretar una asignación cultural para este tipo de
objetos, es interesante comparar con un material teóricamente tan lejano como el de Numancia,
objeto de un reciente catálogo (Manrique, 1980), con el que hay grandes similitudes. H o y por hoy
todo ello se engloba como romano, aunque es de suponer que la gran mayoría de éste repite tipos
griegos.
E n resumen, este hipogeo tiene dos grupos bien definidos de materiales: uno del s. III a . J . C .
y otro de inicios del s. I d . J . C , siempre con algunas oscilaciones. Quedan además, debido en este
caso a remociones importantes, unas pocas piezas del s. V a . J . C . y material fragmentario de difícil
clasificación.

H I P O G E O S 6 a 13
Figs. 15-18; láms. V - V I I

Este grupo de ocho hipogeos, saqueados, revueltos y comunicados entre sí, fueron descubiertos
el 12 de marzo, al pisar en falso una muía. Esta pasaba por el sendero que se desviaba por el anti-
guo camino de Sant Josep, produciendo un leve hundimiento, llamando la atención de los excava-
dores que trabajaban a escasos metros. E l animal había tropezado con la boca de un hipogeo, dan-
do nombre al conjunto, pues M a n á se refiere siempre en el diario a los «Hipogeos de la Muía»
cuando designa estas tumbas.
L a exploración d u r ó algunos días, llegándose a cribar parte de las tierras el 24 de abril, más
de un mes después del hallazgo. Se c o m p r o b ó que había ocho cámaras intercomunicadas, aunque
la más oriental fue hallada con posterioridad. Contenían 19 sarcófagos más cuatro enterramientos
intercalados entre ellos, distribuidos de la siguiente manera:
— Hipogeo 6: dos sarcófagos.
— Hipogeo 7: dos sarcófagos.
— Hipogeo 8: seis sarcófagos.
— Hipogeo 9: un sarcófago.
— Hipogeo 10: dos sarcófagos.
— Hipogeo 11: un sarcófago.
— Hipogeo 12: tres sarcófagos con seis enterramientos en total.
— Hipogeo 13: dos sarcófagos con tres enterramientos.
E l excavador no da ninguna medida, ni de cámaras ni de sarcófagos. Pero en 1948 se acondicio-
n ó este recinto para poder ser visitado por el público, sufriendo sucesivas reformas en años poste-
riores: ensanchamiento de la boca de entrada, rebaje del suelo para un desplazamiento m á s c ó m o -
do en el interior de las cámaras, construcción de escaleras, instalación de iluminación, etc. C o n
todo ello se alteró su estado original de 1946, por lo que no consideramos conveniente dar las medi-
das de las cámaras. Sin embargo, con los dibujos en mano, hemos podido comprobar, al igual que
en el hipogeo 5, que algunos de los sarcófagos no habían sido desplazados, pudiendo identificarse
los que con seguridad siguen «in situ» en la actualidad. Por ello nos atrevemos a dar sus medidas,
tomadas por nosotros en febrero de 1982. Son las siguientes:
Hipogeo 6: —sarc. 1 2,20 m. de largo X 0,69 m. de ancho x 0,68 m. de alto.
—sarc. 2 2,14 m. X 0,67 m. X 0,67 m.
Hipogeo 7: —sarc. 3 2,26 m. x 0,70 m. X 0,65 m.
—sarc. 4 2,37 m. X 0,74 m. X 0,70 m.
—sarc. 5 2,22 m. x 0,70 m. X 0,64 m.
Hipogeo 8: —sarc. 6 2,17 m. x 0,64 m. X 0,68 m.
—sarc. 7 2,23 m. x 0,70 m. X 0,65 m.
—sarc. 8 2,11 m. x 0,69 m. X 0,69 m.
Hipogeo 9: —sarc. 9 2,17 m. x 0,68 m. X 0,57 m.
Hipogeo 10: —sarc. 10 2,29 m. x 0,69 m. X 0,68 m.
—sarc. 11 2,25 m. X 0,67 m. X 0,66 m.

51
Hipogeo 12: —sarc. 12 2,14 m. x 0,69 m. x 0,68 m. .
—sarc. 13 2,28 m. x 0,70 m. x 0,62 m. aprox.
—sarc. 14 2,20 m. x 0,66 m. x 0,51 m. aprox.
Hipogeo 13: —sarc. 15 2,22 m. x 0,70 m. x 0,65 m.
—sarc. 16 2,08 m. cons. x 0,70 m. ancho, roto.
L a altura de los s a r c ó f a g o s 13 y 14 es aproximada ya que e s t á n parcialmente enterrados.
E n total s ó l o quedan 16 s a r c ó f a g o s . De los otros tres, uno se hallaba muy roto y tal vez sus
trozos fueran dispersados. Nada sabemos de los dos restantes.

M a n á c o n s i d e r ó que el saqueo h a b í a sido antiguo a juzgar por lo revuelto de las c á m a r a s (los


distintos fragmentos de la terracota 7127 se hallaron en diversos hipogeos) y por la cantidad de
material hallado, aunque esto ú l t i m o no resulta tan evidente. Cabe mencionar en favor de esta hi-
p ó t e s i s que la boca del hipogeo 13 resultó no estar violada y en ella se hallaron 19 u n g ü e n t a r i o s
de vidrio, 14 de ellos intactos y los otros cinco casi completos.
T a m b i é n c r e y ó M a n á que dentro de este grupo de tumbas, los hipogeos 10, 11, 12 y 13 eran
probablemente romanos por los materiales hallados, su cantidad, y por haberse utilizado en las pa-
redes argamasa para un m á s perfecto acondicionamiento, cosa que no s u c e d í a en los otros cuatro
ni es frecuente en la n e c r ó p o l i s . E n el hipogeo 12 es de destacar el aprovechamiento m á x i m o que
se hizo del espacio y de los materiales. Se dispusieron dos s a r c ó f a g o s orientados de norte a sur,
y equidistante entre ellos, a unos 0,60 m., una doble losa de mares; otro s a r c ó f a g o perpendicular
a é s t o s cubría los lados extremos sur del espacio creado por la losa, que al norte estaba cerrado
por la boca de entrada, cegada. A estos cinco lugares de enterramiento bien acondicionados, se
a ñ a d i ó otro aprovechando el espacio entre el muro y el s a r c ó f a g o m á s occidental. Todos los d e m á s
huecos posibles estaban recubiertos de argamasa, al igual que los lados.

52
Fig. 16. Vista isométrica y planta del hipogeo 12 (según J . M . Maná).

Los hallazgos fueron:

— Lucerna púnica intacta.


— Diecinueve ungüentarios de vidrio.
— Restos de huevo de avestruz.
— Navaja de afeitar semilunar, intacta.
— Tacita de sigillata, intacta.
— Gran cantidad de cuentas de collar.
— Varios amuletos muy pequeños (0,5 a 1,5 cm.).
— Cabeza femenil de tipo púnico y época romana, con orificio para colgar.
— Figura púnica con corona y túnica, completa en varios fragmentos, hallados en distintos hipogeos.
— Figura con túnica, corona, bigote y mosca, completa en varios fragmentos.
— Parte inferior de una figura con túnica.
— Dos pies (fragmento de figura).
De todo ello, el material que se ha podido inventariar es el siguiente.

Inventario
— Terracota representando a una figura femenina; pasta y superficie beige rosado, con mica y cal; hecha
a molde semi-circular, con algunos elementos añadidos posteriormente. Representa una figura de cuerpo ente-
ro, vestida con larga túnica hasta los pies, juntos y descalzos, de los que sólo se ven los dedos; los antebrazos
y las manos, desnudos, son postizos, añadidos al molde, y aparecen en posición oferente. La parte superior
del busto está cubierta por un pectoral formado por cinco hileras de colgantes, alternándose tres hileras de
forma oblonga y dos de rosetones con botón central. La cabeza está cubierta por un kalatos adornado con
dos filas de rosetas; lleva dos rosetas más a ambos lados de la cara, y unas gruesas arracadas en las orejas.
Altura: 32 cm.
Lám. V , 3; M . A . I . 7127.
Bibliografía.
Maná, 1948, lám. X L I .
Bisi, 1978, pp. 183 y 213, lám. LUI, 1.
Almagro Gorbea, 1980, pp. 124-125, lám. L X V , 1.
— Terracota de pasta y superficies beige claro, hecha a molde, plana por detrás, representando una figura
femenina de cuerpo entero, vestida con larga túnica hasta los pies; éstos, descalzos, se apoyan sobre un peque-
ño plinto; brazos en posición oferente. En la cabeza lleva un kalatos bajo, decorado con sus rosetones de cinco
pétalos. Debajo, una banda de incisiones verticales representa o bien el pelo o la parte baja del tocado. Tiene
perforaciones en las orejas y la nariz para los aretes, y otra entre los rosetones del kalatos, para ser colgada.
Altura: 34,5 cm. Anchura máx.: 11 cm.
Lám. V,2; M . A . I . 7128.
— Terracota incompleta rota en cinco trozos, pasta y superficies anaranjadas, con mica y cal. Representa
una figura femenina tocada con el kalatos; lleva perforaciones en la nariz y en la única oreja que se conserva,
y otras dos en el cuerpo; si las primeras son para el «nezem» y las arracadas, el fin de estas últimas no resulta
muy claro. Está hecha a molde semi-circular.
Altura cons.: 18,5 cm.
Lám. V, 4; M.A.I. 7129.

53
— Parte inferior de una terracota; se puede ver la larga túnica, ancha, que sólo deja al descubierto los
pies desnudos; éstos se apoyan en un plinto; está hecha a molde semi-circular; pastas y superficies ocres,
con mica y partículas calcáreas abundantes.
Altura cons.: 15 cm. Anchura máx.: 11 cm.
M . A . I . 7130.
— Parte superior de una terracota, hecha a molde, de pasta y superficies anaranjadas; se conserva única-
mente la cabeza y parte del cuello de una figura femenina; el cabello forma una banda ondulada continua
encima de la frente, pasando detrás de las orejas; éstas, amplias, están bien marcadas; la cabeza está cubierta
con un velo. Las facciones parecen de tipo griego arcaizante, salvo las orejas. Lleva un orificio para colgar
en la parte superior.
Altura cons.: 8 cm. Anchura máx.: 6,6 cm.
Lám. VI, 3; M . A . I . 7131.
— Base de una terracota de pasta gris y superficies rosáceas, con mica; representa dos pies, ligeramente
separados, sin indicación de los dedos, sobre un plinto.
Altura cons.: 5,2 cm. Anchura máx.: 6,3 cm.
M . A . I . 7132.
— Antebrazo de pasta y superficies anaranjadas, con mica y cal; al igual que el 7077, representa el pulgar
separado y los otros cuatro dedos unidos como en una manopla.
Altura: 6,7 cm. D. máx.: 2,3 cm.
Fig. 17,2; M . A . I . 7133.
— Cascara de huevo de avestruz en forma de copa o casquete esférico; la pieza está muy incompleta, pero
los fragmentos que se han podido unir permiten conocer el perfil. La superficie es de color marfil mate, y
la decoración, de color ocre rojo diluido, está casi borrada en la superficie externa, quedando sólo algunas
manchas. Se aprecia bien, sin embargo, una banda a lo largo de la parte interna del labio.
Altura: 7,5 cm. D . boca: 14 cm.
Fig. 17,1; M . A . I . 7134.
— Plato incompleto, de pasta amarillo oscuro, rugosa y granulada; paredes ligeramente curvadas, labio
corto vertical; pie anular oblicuo, de paredes rectilíneas, aunque la externa está cortada cerca del plano de
reposo por un plano reentrante. La superficie interna está recubierta por un barniz color siena, perdido en
parte, y en el fondo una decoración a base de leves concavidades irregulares, imitando tal vez rosetas y palme-
tas. La superficie externa lleva también el mismo barniz, algo más oscuro, pero sólo hasta unos tres cm. por
debajo del labio. Partiendo de la base lleva tres círculos de incisiones a ruedecilla, menos marcadas cuanto
más alejadas del pie.
Altura: 3,6 cm. D. máx.: 21 cm. D. base: 7,8 cm.
Fig. 17,3; M . A . I . 7135.
— Ungüentario de pasta gris marrón, con abundantes partículas de cal; superficies gris muy claro, casi
blanquecinas; cuerpo globular, base con umbo y pie anular, cuello corto; falta la boca.
Altura cons.: 7 cm. D. base: 3,2 cm. D. máx.: 6 cm.
Fig. 17,5; M . A . I . 7136.
— Ungüentario de pasta y superficie beige, con mica y cal; cuerpo fusiforme, cuello recto, labio exvasado.
Altura cons.: 6,6 cm. D. boca: 2,3 cm. D . máx.: 3,6 cm.
Fig. 17,6; M . A . I . 7137.
— Ungüentario tosco de pasta y superficies anaranjadas, con mica y puntos negros; cuerpo globular, cue-
llo corto, labio exvasado, pie corto, macizo e irregular, que no le permite tenerse en pie.
Altura cons.: 7,6 cm. D. máx.: 3,7 cm.
Fig. 17,4; M . A . I . 7138
— Fragmento de pasta y superficie anaranjadas, con mica y cal; la superficie externa presenta decoración
pintada en tono rojo vinoso: filete, banda y parte de dos probables círculos.
Altura cons.: 2,9 cm.
Fig. 18,10; M . A . I . 7139
— Ungüentario de vidrio de color azul turquesa, translúcido.
Altura: 8,7 cm.
Fig. 18,1; M . A . I . 7140.
— Ungüentario de vidrio de color azul turquesa, translúcido. Le falta la boca.
Altura cons.: 11,3 cm.
Fig. 18,2; M . A . I . 7141.
— Ungüentario de vidrio de color azul turquesa, translúcido, con la boca rota.
Altura cons.: 10,9 cm.
Fig. 18,3; M . A . I . 7142.

54
O 10 50

Fig. 17. Material del grupo de hipogeos 6-13.

— Ungüentario de vidrio de color azul turquesa translúcido, con la boca rota.


Altura cons.: 9,3 cm.
Fig. 18,5; M . A . I . 7143.
— Ungüentario de vidrio, color claro, transparente.
Altura: 8,9 cm.
Fig. 18,6; M.A.I. 7144.
— Cuello y parte del cuerpo de un ungüentario de vidrio, color azul turquesa.
Altura cons.: 6,5 cm.
Fig. 18,7; M.A.I. 7145.

55
11

Fig. 18. Material del grupo de hipogeos 6-13.

— Ungüentario de vidrio, color azul turquesa, translúcido.


Altura cons.: 6 cm.
Fig. 18,9; M.A.I. 7146.
— Ungüentario de vidrio, color verde translúcido, al que faltan boca y base; las paredes son gruesas, espe-
cialmente en la parte del cuerpo más ancha.
Altura cons.: 9,6 cm.
Fig. 18,4; M.A.I. 7147.

56
— Base de un ungüentario semejante al anterior.
Altura cons.: 4,2 cm.
Fig. 18,8; M . A . I . 7148.
— Fusayola de pasta gris oscuro y superficie casi negra.
Altura: 2,6 cm. D. máx.: 3,2 cm. Peso: 20,5 g.
Fig. 18,11; M . A . I . 7149.
— Pequeño clavo de bronce, de sección cuadrangular.
Altura: 2,7 cm.
Fig. 18,13; M . A . I . 7150.
— Cuenta de plata de forma circular.
D.: 0,7 cm.
Fig. 18,12; M . A . I . 7151.
— Pieza de plomo de uso desconocido.
Altura: 7,5 cm. Peso: 175 g.
Fig. 18,14; M . A . I . 7152.

E n el caso de estas cámaras, el material que se recogió fue bastante escaso, y aún menor el que
se ha podido identificar. A pesar de que hay algunas piezas significativas y bastante bien fechables,
no parece que se pueda pensar en unos conjuntos homogéneos. E l material de los ocho hipogeos
fue agrupado cuando se recogió y sólo se puede estudiar separadamente, sin pretender establecer
ajuares.
Destacan dos terracotas completas y fragmentos de algunas otras, que pertenecen a estilos dis-
tintos.
L a 7127 puede incluirse dentro de las producciones puramente púnico-ebusitanas, sobre todo
por las joyas y el tocado. P o r lo demás se inspira en modelos siciliotas, especialmente de Agrigento,
de los s. V - I V a . J . C , que tuvieron amplio éxito fuera de Sicilia (Bisi, 1978, p. 213). Existe una
pieza muy semejante, de Ibiza, en el Museo Arqueológico de Barcelona, que parece más tardía ( A l -
magro Gorbea, 1980, l á m . LXI1I). E n cualquier caso Bisi opina que hay que dar fechas bastante
bajas para ambas, s. III a . J . C . para la nuestra, s. II a . J . C . para la de Barcelona.
L a 7128 es genéricamente del mismo grupo de inspiración siciliota, y está bien representado,
pues de Ibiza se conocen tres ejemplares idénticos procedentes, casi con seguridad, del mismo ta-
ller, con una cronología amplia, entre el s. V y el III a . J . C . (Almagro Gorbea, 1980, pp. 121-122,
lám. L X I , 1-3), aunque creemos que más cerca del último siglo.
L a 7129 es de la amplia serie de figuras con brazos extendidos —que aquí faltan— de la misma
inspiración que las anteriores (Almagro Gorbea, 1980, pp. 109-120, lám. X L V I I I y ss.), al igual
que la 7130, de la que sólo se conserva la parte inferior. Representan figuras oferentes o una divini-
dad como Deméter-Kore, asimilada tal vez a Tanit en el mundo púnico, aunque esta teoría ha sido
rechazada con fuerza en repetidas ocasiones (Aubet, 1968, pp. 56-57).
L a 7131 es de un tipo distinto y bastante más antiguo. Sólo se conserva la cabeza, pero se puede
reconocer con absoluta certeza. Pertenece a una de las denominadas «damas con t í m p a n o » . De
Ibiza se conoce un ejemplar muy parecido a éste (Almagro Gorbea, 1980, p. 84, lám. X X I V , 3).
Ferron, como ya dijimos a propósito de la figura 7037 (hipogeo 2), identifica estas representaciones
con la diosa Astarté y las fechas en los s. VII-VI a . J . C (Ferron, 1969, p. 15).
Los huevos de avestruz fueron valorados muy pronto como elementos importantes de los ajua-
res púnicos, y han sido objeto de extensos estudios (Astruc, 1951, 1957a). E l 7134 es de la for-
ma III de San Nicolás, en el que la cascara ha sido cortada por la mitad, quedando el borde recto
(San Nicolás, 1975, p. 79, lám. II). De este tipo sólo se conoce un ejemplar procedente también
de Ibiza, aunque hay otros que se diferencian sólo por estar perforados en la base (Maná, 1948b,
p. 53; Astruc, 1957a, l á m . X V ) .
Los huevos tienen, en la Península Ibérica, una cronología que va desde el s. VIII en el Caram-
bolo (De Mata, 1970, p. 44) hasta el s. III a . J . C , aunque un fragmento de Abdera (Almería) se
encontró en un nivel del s. I a . J . C . (Fernández Miranda-Caballero, 1975, p. 257). E n Ibiza se han
fechado bien dos ejemplares en conjuntos homogéneos. Uno de la forma II A , hallado en el Puig
des Molins en un hipogeo de finales del s. V a . J . C (Fernández, 1981), y otro fragmentado proce-
dente del hipogeo de Can Pere Cátala, de inicios del s. I V a . J . C (Fernández, 1980).
E l plato 7135 es una imitación de la forma Lamboglia 5 de barniz negro (Lamboglia, 1952,
p. 166), imitación que encontramos en Cales Coves (Belén-Fernández Miranda, 1979, p. 120, fig.
3), en la Colonia de Sant Jordi, Mallorca (Cerda, 1980, n . ° 132) y en la misma Ibiza (Del A m o ,

57
1970, fig. 2). Está muy cerca de la forma de Morel F 2252 b 1, del pecio de Punta Scaletta, y se
fecha en el último cuarto del s. II a . J . C . (Morel, 1981, p. 153, lám. 39). Hay que señalar que las
piezas de Cales Coves son presentadas como de la forma 5/55. A nuestro parecer esta forma mixta
es más profunda, y algunos otros detalles la diferencian además de nuestro plato, como se puede
apreciar en la publicación de G . Fiorentini sobre la cerámica campaniense del Valle del P o , en don-
de se presentó esta forma por vez primera (Fiorentini, 1963, p. 34).
De los ungüentarios sólo cabe decir que el 7137 es muy parecido al 7071 (hipogeo 5), del que
se diferencia por el labio y por ser mucho más macizo, es decir, tener menos capacidad. Se puede
fechar también entre los s. III y II a . J . C .
Del numeroso grupo de ungüentarios de vidrio, los 7140-7146, a pesar de ligeras variantes, tie-
nen una serie de características comunes —color, labio exvasado, estrangulamiento que separa cue-
llo de cuerpo, base redondeada— que permite incluirlos en la forma Isings 8 o Morin-Jean 21 (Isings,
1957, p. 24; Morin-Jean, 1977, p. 73). N o incluimos en esta forma, a pesar del parecido, los 7147
y 7148, ya que tanto el color como el grosor de las paredes los hace diferentes.
E n conclusión, son materiales muy diversos, de tipos frecuentes en la necrópolis, pero que no
se pueden reagrupar en modo alguno.

HIPOGEOS 14-16

N o son ni siquiera mencionados en el diario ni en la memoria, lo cual es indicativo de su escaso


interés para M a n á . Sólo sabemos su situación y que se hallaban totalmente vacíos según el inventario.
L a parquedad de datos, que se repiten en algunos otros hipogeos, nos hace suponer no un sa-
queo total, sino que estos hipogeos eran algunos de los excavados por R o m á n Ferrer en sus campa-
ñas, los cuales a menudo, como hemos podido comprobar personalmente, sólo tienen algo de tierra
infiltrada en los años transcurridos desde dichas c a m p a ñ a s .

HIPOGEO 17
Figs. 19-25; láms. V I I I - I X

Fue excavado a partir del día 13 de marzo, en el sector 2.° o de C a n Partit, a pocos metros
de la casa de este nombre, a la derecha del camino de Sant Josep.
Se hallaba saqueado y muy revuelto, aunque en palabras de M a n á , se saqueó «muy m a l » , pues
aparecieron algunas piezas grandes intactas. Comunicaba en varias direcciones con buen n ú m e r o
de cámaras. E l material fue recogido en varias de ellas, aunque la mayoría proviene del hipogeo
que recibió este n ú m e r o . N o aparecieron restos de sarcófagos.
Los hallazgos fueron los siguientes:
— Tres urnas cinerarias (dos en la boca de un hipogeo).
— Ungüentario de cuello largo.
— Tres ungüentarios grandes, panzudos.
— Cinco ungüentarios.
— Tres fragmentos de ungüentario.
— Tres ungüentarios de vidrio.
— Un ungüentario de vidrio, esférico.
— Ungüentario de vidrio, roto.
— Parte inferior de urna.
— Urna pequeñita, sin asas.
— Tres jarritos.
— Taza de dos asas, barro fino.
— Tacita sin asa.
— Cuatro tazas de sigillata.
— Taza honda.
— Cinco tazas con dibujo.
— Gran plato hondo gris roto.
— Plato de tamaño mediano.
— Medio plato hondo.
— Plato de sigillata.

58
O 10 50

Fig. 19. Material del hipogeo 17.

Varias bocas de oinokoes.


Fragmentos de cerámica.
Placa rectangular de bronce.
Gran trozo de espejo.
Asa de hierro.
Caja de plomo aplastada.
Figura femenina acampanada.
Dos pequeñas piernas (exvotos).

59
A lápiz, en el margen del inventario, hay la siguiente a n o t a c i ó n : «seis lacrimatorios; un
lacrimatorio r o t o » .
E l material identificado es el que sigue.

Inventario
— Terracota representando una figura femenina, hecha a molde, de forma acampanada, totalmente hue-
ca exceptuando la cabeza. Viste túnica larga con sobrefalda a modo de delantal, tal vez con grueso cinturón.
Los brazos están a lo largo del cuerpo, y cubre la cabeza con una especie de capucha y un manto que cae

Fig. 20. Material del hipogeo 17.

60
Fig. 21. Material del hipogeo 17.

sobre la espalda; pasta y superficies ocre rosáceo, con mica y cal; parte inferior restaurada parcialmente; lleva
perforaciones a ambos lados de la cabeza y en la parte baja de la túnica.
Altura: 12 cm.
Lám. VI, 2; M . A . I . 7158
Bibliografía
Almagro Gorbea, 1980, p. 178, lám. C X I , 3

61
— Pequeña pierna hecha a mano, completamente maciza a excepción de su parte superior, donde tiene
una pequeña perforación; pasta beige claro, con mica y cal.
Altura: 5,4 cm.
Fig. 23,9; M . A . I . 7169
— Pequeña pierna semejante a la anterior.
Altura: 5,3 cm.
Fig. 23,8; M . A . I . 7170
— Jarra del tipo Eb. 69 (Tarradell-Font, 1975, pp. 161-162); el cuerpo es ovoide, el cuello largo se va
estrechando ligeramente hacia la boca; ésta es circular, con el labio exvasado y moldurado, la cara inferior
curva y la exterior algo cóncava; asas de cinta, base rehundida con umbo poco marcado; lleva tres incisiones
profundas debajo de las asas; pasta y superficie blanquecinas, con mica y cal, aunque casi la mitad de la pieza
tiene un color rosáceo por defecto de cocción.
Altura: 36 cm. D. boca: 12 cm. D. base: 9,5 cm. D. máx.: 21 cm.
Fig. 20,1; M.A.I. 7153

Fig. 22. Material del hipogeo 17.


Fig. 23. Material del hipogeo 17.

— Jarra de boca circular, cuerpo ovoide con leves acanaladuras, y base rehundida con umbo muy marca-
do; el cuello es corto y se va estrechando hacía la boca; labio exvasado de perfil triangular; una sola asa de
codo va del labio a la parte superior de la panza; pasta y superficies ocre claro, con mica y gruesas partículas
de cal.
Altura: 35 cm. D. boca: 11,4 cm. D. base: 9,4 cm. D. máx.: 22 cm.
Fig. 19,1; M.A.I. 7154
— Jarra de cuerpo ovoide, boca circular con labio exvasado de perfil vertical y base rehundida, con um-
bo, similar a la anterior aunque algo más pequeña; tiene una sola asa con nervadura central; en el paso del
cuello a la panza tienen una acanaladura; pasta y superficies beige claro, con mica y cal.
Altura: 31 cm. D. boca: 10,4 cm. D. base: 8,8 cm. D. máx.: 21,8 cm.
Fig. 19,2; M.A.I. 7155

63
— Gran pátera de paredes carenadas, borde simple de tendencia entrante y labio redondeado; base con
pie indicado y carena; pasta de color beige granulosa y porosa; la superficie interna y la parte superior de
la externa están recubiertas de pintura marrón, irregularmente en la superficie externa, llegando algunos chu-
rretones hasta la base.
Altura: 8,3 cm. D. boca: 22,4 cm. D. base: 10,4 cm.
Fig. 19,3; M.A.I. 7156
— Plato de paredes altas, con labio vuelto engrosado; pie anular grueso y moldurado, fondo cóncavo;
moldura a la mitad de la pared interna, y fondo interno decorado a ruedecilla con cuatro estrías circulares,
una más pequeña y tres juntas más grandes; pasta ocre claro, con cal; la superficie interna está cubierta irregu-

TTfí

Fig. 24. Material del hipogeo 17.


Fig. 25. Material del hipogeo 17.

larmente de una pintura marrón oscurro, con tonalidades rojizas por zonas; la superficie externa lleva también
algo de pintura, siempre por encima del pie y a churretones.
Altura: 3,1 cm. D. base: 6,8 cm. D. máx.: 14,9 cm.
Fig. 21,1; M . A . I . 7311
— Cuenco incompleto de paredes inclinadas, labio exvasado con moldura en la parte interna y base anu-
lar, con pie de paredes casi rectas; pasta gris claro, ligeramente granulosa, dura, con mica y cal; superficies
recubiertas con un barniz oscuro, gris, de mala calidad que salta fácilmente; base en reserva.
Altura: 5,1 cm. D. boca: 13,7 cm. D. base: 6,4 cm
Fig. 19,4; M . A . I . 7007

65
— Cuenco incompleto de paredes levemente inclinadas, con labio engrosado y base anular; pasta beige
con mica y cal; las superficies llevaban un barniz ocre casi perdido.
Altura: 3,4 cm. D. boca: 7,2 cm. D. base: 4,2 cm.
Fig. 19,6; M . A . I . 7008
— Cuenco incompleto de forma muy semejante a los dos anteriores; pasta gris oscuro, con mica y cal;
superficies gris negro.
Altura: 3,9 cm. D. boca: 9 cm. D. base: 4,8 cm.
Fig. 20,3; M . A . I . 7009
— Fragmento de cuenco semejante en todo al anterior, algo más pequeño.
Altura cons.: 3,2 cm. D. boca: 8,2 cm.
Fig. 19,5; M . A . I . 7012
— Dos fragmentos que unen de un plato similar al 7074 (hipogeo 5); borde ligeramente ascendente, con
doble moldura en la parte interna del labio; pasta y superficies ocre rojizo, con mica y cal; ambas superficies
están cuidadosamente alisadas.
Altura, cons: 2,1 cm. D. boca aprox.: 22 cm.
Fig. 20,5; M . A . I . 7157
— Ungüentario de la forma Eb. 80 (Font, 1974, pp. 238-239); pasta ocre grisácea, al igual que la superfi-
cie, con mica y cal; cuello estrangulado, boca exvasada, cuerpo largo y estrecho terminado en punta, práctica-
mente macizo; factura muy tosca.
Altura: 8,6 cm. D. boca: 2,8 cm.
Fig. 23,1; M . A . I . 7159
— Jarrita de cuerpo globular, boca circular ancha y cuello estrecho; asa con doble acanaladura; base pla-
na con surco que determina un pie anular; pasta gris clara con mica, superficie bien alisada, gris, con zonas
casi negras; completa.
Altura: 11 cm. D. boca: 4,8 cm. D. base: 4,1 cm. D. máx.: 8,6 cm.
Fig. 20,2; M . A . I . 7167
— Jarrita de características semejantes a la anterior, de la que se diferencia por tener el cuerpo menos
globular, y en el tercio superior de éste tres lineas de decoración a ruedecilla; faltan la boca y el asa.
Altura cons.: 10,7 cm. D. base: 4,5 cm. D. máx.: 8,9 cm.
Fig. 20,4; M . A . I . 7168
— Ungüentario tosco de pasta y superficie blanquecinas, con mica y cal; le falta la boca.
Altura cons.: 6,7 cm. D. máx.: 3 cm.
Fig. 23,2; M . A . I . 7160
— Ungüentario tosco semejante al anterior, pero con menos capacidad; incompleto.
Altura cons.: 5,3 cm.
Fig. 23,3; M . A . I . 7161
— Copa completa, restaurada, de térra sigillata itálica, de forma hemisférica y labio exvasado horizontal;
la cartela, rectangular y de 1,7 por 0,7 cm., lleva la marca C E L E R .
Altura: 4,9 cm. D. base: 5 cm. D. boca: 11,1 cm.
Fig. 21,2; M . A . I . 7014
— Copa de térra sigillata itálica, de la forma Goudineau 37 (Goudineau, 1968); tiene sello «in planta pe-
dís» de 1,2 cm. con la marca V A V A ; completa.
Altura: 4 cm. D. base: 3,7 cm. D. boca: 7,8 cm.
Fig. 21,6; M . A . I . 7017
— Plato de térra sigillata sudgálica, de la forma Dragendorff 17; está casi completo, pero un golpe recien-
te en el centro de la pieza se llevó el sello del que sólo se ve el arranque.
Altura: 2,6 cm. D. base: 6,2 cm. D. máx.: 12,1 cm.
Fig. 21,4; M . A . I . 7182
— Cuenco de paredes finas, casi completo, de forma hemisférica y paredes ligeramente inclinadas hacia
dentro, con pequeño labio redondo; decoración arenosa en la superficie externa, quedando sólo en reserva
la parte superior de la pieza, separada por una incisión; pasta ocre, engobe anaranjado.
Altura: 5 cm. D. boca: 9 cm. D. base: 3,5 cm.
Fig. 22,2; M . A . I . 7162
— Cuenco de paredes finas, hemisférico, semejante al anterior, aunque algo más grande; está totalmente
decorado con granos de arena, tanto en el interior como el exterior, incluidos los fondos; la incisión poco
profunda que separa el labio del cuerpo se encuentra más cerca del borde que en la pieza anterior.
Altura: 6,2 cm. D. boca: 11 cm. D. base: 4,2 cm.
Fig. 22,1 M . A . I . 7163

66
— Tazas de paredes finas; cuerpo con carena; la parte superior se va curvando hasta el borde donde hay
una leve moldura; pie apenas separado de la base; tiene dos asas acanaladas; pasta y superficies gris claro;
a la mitad del cuerpo lleva decoración incisa de «chevrons».
Altura: 6,2 cm. D. boca: 9,2 cm. D. base: 4,3 cm.
Fig. 21,7; M . A . I . 7164
— Taza incompleta similar a la anterior, de la que difiere especialmente por la pasta y superficies, que
son ocre anaranjadas, y la decoración, a base de triángulos incisos.
Altura cons.: 4,9 cm. D. base: 4,7 cm.
Fig. 21,5; M . A . I . 7165
— Cuenco de paredes finas, de forma hemisférica, borde casi vertical y base ligeramente cóncava; el labio
está separado por dos leves acanaladuras; pasta beige oscuro, con mica; decoración a la barbotina consistente
en tres hojas de agua junto con tres perlitas dispuestas verticalmente; este motivo decorativo se repite seis veces
alrededor de la pieza.
Altura: 5,2 cm. D. boca: 8,6 cm. D. base: 4,1 cm.
Fig. 21,3; M . A . I . 7166
Bibliografía
Mayet, 1975, p. 62, lám. X X I X , n.° 225
— Parte superior de una pequeña olla de pasta y superficies gris oscuro, con abundante cal; el labio es
exvasado, y la parte superior del cuerpo tiene una acanaladura poco profunda.
Altura cons: 5,9 cm. D. boca: 10 cm.
Fig. 22,4; M . A . I . 7171
— Parte superior de una jarra de cuello estrecho y relativamente largo, con boca posiblemente circular
y labio largo y engrosado; asa con dos acanaladuras; pasta beige anaranjada, superficies beige, estando la
externa alisada.
Altura cons: 8 cm. D. boca: 2,6 cm.
Fig. 23,6; M . A . I . 7172
— Parte superior de una jarra de pico trilobulado; pasta y superficies gris oscuro, con abundantes partí-
culas de cal; el arranque del asa parece estar a la altura del labio.
Altura cons.: 6 cm.
Fig. 23,4; M . A . I . 7173
— Boca y cuello de una jarra semejante a la anterior.
Altura cons.: 4,5 cm.
Fig. 23,5; M . A . I . 7174
— Fragmento de cuello y boca de un olpe de pasta y superficies anaranjadas, semejantes sin duda a los
7099 y 7100; el asa es acanalada, y el cuello está claramente separado del cuerpo por una carena.
Altura cons.: 7,7 cm. D. boca: 7 cm.
Fig. 22,3; M . A . I . 7175
— Fragmento de una lucerna del tipo de volutas; se aprecia una de éstas, así como el arranque del pico,
y se conseva algo la parte inferior del «infundibulum»; tiene tres molduras en el disco; pasta y superficies
amarillas, con zonas marrón oscuro.
Largo cons.: 7 cm.
Fig. 23,7; M . A . I . 7176
— Parte inferior de un recipiente de pasta gris claro, con mica y cal; superficie externa gris oscura, alisa-
da, y la interna como la pasta, lo que hace suponer que debía tratarse de una pieza cerrada; base plana con
moldura.
Altura cons.: 6,9 cm. D. base: 6,5 cm.
Fig. 22,5; M . A . I . 7177
— Parte inferior de un recipiente de pastas de «sandwich» beige anaranjado-gris claro-beige anaranjado
y superficies también beige naranja, la parte externa alisada; pie anular corto y grueso.
Altura cons.: 3,5 cm. D. base: 5,1 cm.
Fig. 22,7; M . A . I . 7178
— Parte inferior de una posible jarrita, maciza; pasta y superficies ocre claro, base plana.
Altura cons.: 4,2 cm. D. base: 2,6 cm.
Fig. 22,6; M . A . I . 7179
— Parte inferior de un posible ungüentario; pasta y superficies ocre claro, con mica y cal; paredes grue-
sas; base ligeramente cóncava con un surco ancho y profundo; señales de espátula en la superficie externa.
Altura cons.: 5,6 cm. D. base: 3,3 cm. D. máx.: 6,7 cm.
Fig. 25,8; M . A . I . 7180

67
— Parte inferior de un posible ungüentario; pasta y superficies beige rosáceo, con señales de fuego en
la superficie externa; base plana.
Altura cons.: 5,5 cm. D. base: 4 cm. D. máx.: 6,5 cm.
Fig. 25,6; M . A . I . 7181
— Gran ungüentario piriforme de pasta y superficies ocre grisáceo, con señales de cocción defectuosa;
la pieza está inclinada con respecto a su eje, aunque se tiene en pie; base plana; el labio, de sección redonda,
y el cuello van cubiertos de pintura negra, tanto en el exterior como en el interior; restaurado.
Altura: 20,3 cm. D. boca: 4 cm. D. base: 3,7 cm
Fig. 24,1; M . A . I . 7210
— Ungüentario con cuerpo de tendencia ovoide, cuello largo, base plana y boca circular, con labio de
tendencia casi recta; pasta y superficies beige anaranjado; el cuello está recubierto, al exterior y al interior,
de una pintura marrón rojiza.
Altura: 13 cm. D. boca: 3,2 cm. D. base: 3 cm. D. máx: 7,1 cm.
Fig. 25,1; M . A . I . 7211
— Ungüentario incompleto semejante al anterior, aunque la pasta es más grisácea y la superficie interna
va recubierta por completo por una pintura negra.
Altura cons.: 9,7 cm. D. base: 2,5 cm D. máx: 6,7 cm.
Fig. 25,7; M . A . I . 7212
— Ungüentario de características semejante a los anteriores; pero al igual que los seis que le siguen, son
de cuerpo piriforme, variando únicamente en el tamaño.
Altura; 12,9 cm. D. boca: 3 cm. D. base: 2,7 cm. D. máx.: 5,7 cm.
Fig. 24,3; M . A . I . 7213
— Ungüentario semejante al anterior.
Altura: 12,2 cm. D. boca: 2,7 cm. D. base: 2,3 cm. D. máx.: 4,5 cm.
Fig. 24,2; M . A . I . 7214
— Ungüentario semejante al anterior, con algunas incisiones en el cuerpo.
Altura: 10,1 cm. D. boca: 2,4 cm. D. base: 2,3 cm. D. máx.: 3,9 cm.
Fig. 24,6; M . A . I . 7215
— Parte superior de un ungüentario semejante al anterior.
Altura cons.: 10,9 cm. D. boca: 3,1 cm.
Fig. 24,4; M . A . I . 7216
— Parte superior de un ungüentario semejante al anterior.
Altura cons.: 8,1 cm. D. boca: 3 cm.
Fig. 25,2; M . A . I . 7217
— Parte superior de un ungüentario semejante al anterior.
Altura cons.: 5,3 cm. D. boca: 2,2 cm.
Fig. 25,4; M . A . I . 7218
— Ungüentario semajante a los anteriores, algo más pequeño, faltándole parte del cuello y la boca.
Altura cons.: 6,7 cm. D. base: 1,6 cm. D. máx.: 3,2 cm.
Fig. 24,5; M . A . I . 7219
— Ungüentario de vidrio, translúcido, de color turquesa; labio exvasado; estrangulamiento irregular que
separa el cuello del cuerpo.
Altura: 9,5 cm. D. boca: 2,1 cm.
Fig. 25,3; M . A . I . 7220.
— Parte superior de un ungüentario de vidrio, translúcido, de color turquesa; labio exvasado, cuello en-
grosado.
Altura cons.: 5 cm. D. boca: 2,4 cm.
Fig. 25,5; M . A . I . 7221.
Como vemos, el material es bastante numeroso, lo cual se explica fácilmente por el hecho ya
mencionado de que se recogió en varias cámaras comunicadas entre sí, recibiendo posteriormente
un único n ú m e r o . Sin olvidar este dato, que nos impide presentar el ajuar como un conjunto homo-
géneo, es interesante resaltar que todo lo recogido corresponde a dos momentos cronológicos bien
diferenciables.
E l primero de ellos no es tan precisable, desde el punto de vista cronológico, como el segundo,
ya que se situaría en los siglos III-II a . J . C . A este momeno pertenecen todo el grupo de piezas que
a continuación estudiamos.
L a terracota 7158 se puede incluir en una amplia serie de figuras acampanadas, bien diferencia-
das del famoso grupo de Es Cuieram (Aubet, 1968). Se conocen algunos otros ejemplares, casi to-

68
dos procedentes del Puig des Molins. Almagro Gorbea opina que se inspiran en las representacio-
nes de Attis de las escuelas macedónicas, fechables en los s. III-II a . J . C . (Almagro Gorbea, 1980,
pp. 178-180, láms. C X I - C X I I ) . E n las recientes excavaciones del solar n . ° 3 de la Avenida de Espa-
ña, encontramos una pieza incompleta de esta serie, en un nivel de finales del s. II a.J.C.
Las pequeñas piernas 7169 y 7170 son muy corrientes en el Puig des Molins, y no deben conside-
rarse como objetos votivos, sino como partes de unas muñecas de tipo griego, muy abundantes
en Corinto por ejemplo (Higgins, 1969, láms. 132-133). De Ibiza se conoce un ejemplar, como indi-
camos a propósito de la terracota 7040 (hipogeo 2), al que faltan precisamente las piernas (Almagro
Gorbea, 1980, p. 149, lám. L X X I X , 4).
L a jarra 7153 es del tipo E b . 69, que fue estudiado monográficamente hace pocos años por
J . R a m ó n , al hallar en la parte alta de la necrópolis un ejemplar incompleto con inscripciones tardo-
púnicas pintadas con tinta ( R a m ó n Díaz, 1978).
Es muy abundante en Ibiza, pudiéndose ver varios ejemplares en el catálogo del M . A . N . (Rode-
ro, 1980, pp. 62-63). Aparece con frecuencia a las necrópolis rurales (Tarradell-Font, 1975, pp. 89
y 163), y en los últimos años se ha encontrado en Mallorca (Cerda, 1974, lám. I, 13; Enseñat, 1981,
p. 76) y en Menorca (Belén-Fernández Miranda, 1979, fig. 50), como resultado indudable del co-
mercio ebusitano hacia esas islas.
Su cronología va del s. I V al II a . J . C , y esta pieza en concreto, por su labio, puede fecharse
entre mediados y finales del s. III a . J . C . Sus paralelos se encuentran en Cartago, Kerkuán, M o z i a ,
Les Andalouses, etc. (Ramón-Díaz, 1978, pp. 273-275).
Las dos jarras 7154 y 7155 son a nuestro entender una forma intermedia entre la E b . 30a y E b .
30b, aunque más próxima a la primera (Font, 1974, pp. 225-232). Ambas están bien estudiadas,
sobre todo la E b . 30b, de la que se conocen varios ejemplares de Ibiza (Fernández, 1980). Los para-
lelos presentados por M . Font en el artículo citado no son del todo convincentes, especialmente
cuando los trabajos realizados en los últimos años en el M . A . I . están mostrando que la E b . 30b
es anterior a la E b . 30a. Esta aparece especialmente en ajuares de los s. III-II a . J . C . y aquélla en
los de los s. V - I V a . J . C E n el contexto de este hipogeo 17, hay que subrayar que no tenemos pieza
alguna que pueda fecharse en el s. I V a . J . C . o antes.
L a gran pátera 7156 pertenece a un tipo bien representado en numerosos lugares del Mediterrá-
neo, tipo que se viene llamando «páteras de borde alto». L o encontramos en Gouraya (Gauckler,
1915, lám. C C L X V , fila superior), les Andalouses (Vuillemot, 1965, fig. 77, tipo A N 116) en con-
textos de finales del s. III-II a . J . C ; en diversos lugares de Mallorca: pecio de N a Guardis (Cerda,
o s
1974, lám. I, 10-11; 1980, n . 125-127), islote de N a Guardis (Guerrero, 1980, lám. IV); en Cales
Coves (Belén-Fernández Miranda, 1979, fig. 19) y por supuesto en Ibiza, donde son numerosísimos
los ejemplares conocidos (Del A m o , 1970, fig. 9). Algunos autores proponen como prototipos unos
cuencos aparecidos en Olinto (Robinson, 1950, n . ° 708), pero la forma no nos parece que pueda
paralelizarse Otros la han asimilado con la forma Lamboglia 27, pero esta similitud es remota,
como señala V . Guerrero en el artículo más arriba citado. Desde luego habría que tener más datos
sobre el origen y la evolución de la forma, pero para nosotros es netamente púnica y se puede dis-
tinguir bien de las imitaciones de las formas 26 y 27, que tenemos bien atestiguadas en Ibiza. Las
fechas propuestas para estos cuencos son finales del s. III o s. II a . J . C .
L a clasificación del plato 7311 es sumamente problemática pues reúne características muy dife-
rentes. Recuerda sin duda algunas formas de barniz negro, como una producción local de Tarqui-
nia que se fecha en torno al 100 a . J . C , con barniz amarronado mal repartido (Morel, 1981,
p. 159, lám. 43, F 2273 a 1). P o r otro lado parece próxima a algunas formas de la térra sigillata
aretina, como las Dragendorff 16 y 17 (Oswald-Pryce, 1966, láms. X L I - X L I I ) . Pero la forma del
pie y la base la distingue de estos productos.
Existen en el M . A . I . varias piezas de este tipo que están esperando un estudio monográfico.
Creemos que pueden ser una producción local, en la medida en que el tipo de pintura empleado
parece el mismo que se usa en algunas imitaciones de cuencos y platos de barniz negro de'los
s. III-II a . J . C . E n cualquier caso h ab rá que esperar a que se puedan precisai las fechas, que posi-
blemente no sean anteriores a finales del s. II a . J . C .
Los cuencos 7007 a 7009 y 7012 recuerdan la forma Lamboglia C 2, aunque no se corresponden
exactamente (Lamboglia, 1952, p. 157). Del A m o presentó en su conocido estudio algunas piezas
muy semejantes a éstas, procedentes también de Ibiza (Del A m o , 1970, fig. 1), que fecha en época
demasiado tardía. U n ejemplar parecido, también en pasta gris, apareció en la Colonia de Sant
Jordi (Cerda, 1980, n . ° 116).
E l plato 7157 pertenece a la misma serie que el 7074 (hipogeo 5), que se fecha como vimos a
finales del s. III o inicios del s. II a . J . C

69
E l ungüentario 7159 es del tipo E b . 80 de Tarradell-Font (Font, 1974, pp. 238-239, l á m . V , 3)
y Cintas 37 (Cintas, 1950, p. 71, lám. II). Tradicionalmente se le ha considerado como un ungüen-
tario, pero el hecho de que muchos ejemplares sean macizos permite dudar que lo sean (véase por
ejemplo los 7229 y 7230, hipogeo 22). Son muy numerosos los ejemplares hallados en Ibiza, cono-
ciéndose uno que representa una cara (Vives, 1917, l á m . X L I X , 4) y otro inédito conservado en
el M . A . I . con decoración pintada de color rojizo, a base de filetes. Aparece también en diversos
lugares del Norte de Africa: Cartago, Sidi E l - H a n i , El-Khenissia, Susa, fechado en general en los
s. II-I a . J . C , aunque como señala M . Font en el trabajo citado, en Ibiza lo encontramos también
en contextos de los s. IV-III a . J . C , por lo que hay que pensar que tiene una larga perduración.
Finalmente las jarritas globulares 7167 y 7168, al igual que las 7031 y 7032 (hipogeo 2), 7075
y 7076 (hipogeo 5) pertenecen a un tipo poco conocido que plantea algunos problemas a la hora
de su clasificación.
Su paralelo más claro lo encontramos en el lekythos de barniz negro n.° 1108 del Agora (Sparkes-
Talcott, 1970, pp. 151-152, fig. 11), cuya forma es similar aunque el t a m a ñ o de la pieza ática sea
prácticamene el doble. Este tipo está vigente desde el s. V I hasta el final del IV a . J . C , con algunas
variaciones: cuerpo más o menos globular, etc. Por otra parte, se encuentran formas semejantes
en Olinto, donde Robinson las clasifica como oinokoi; en general son de barniz negro, con pasta
rojiza, quedando la base en reserva. Dicho autor cree que la forma puede ser originaria de Corinto,
y fecha todos los ejemplares a finales del s. V o inicios del IV a . J . C . (Robinson, 1950, pp. 219-222,
láms. 156-158 y 160-161).
E n la Península Ibérica ha aparecido un ejemplar derivado de estos modelos, más tosco en su
elaboración, pero también de barniz negro, en E l Cabecico del Tesoro, de Verdolay, Murcia (Gar-
cía Cano, 1982, p. 71, n . ° 44, fig. 5, n . ° 4 y lám. 5, n . ° 3).
¿Cabría pensar entonces en una imitación tardía ibicenca, en pastas grises o rojizas, de este tipo
griego? Que la forma fue imitada lo sabemos con seguridad, pues encontramos una jarrita muy
parecida a las nuestras en Ampurias, hecha en cerámica gris ampuritana. Se halló sin contexto en
la necrópolis de Las Corts, y su excavador la fecha a finales del s. II o primera mitad del s. I a . J . C .
(Almagro, 1953, p. 385, fig. 389, n . ° 3).
De momento pues, se podría aventurar la hipótesis de una imitación, tal vez local, fechando
a partir del s. III y en el s. II a . J . C este tipo de jarras globulares.
Hasta aquí hemos visto el material que corresponde a los s. III y II a . J . C . Debido a que se trata
de tipos poco estudiados, es difícil precisar más la cronología en general.
Para el segundo período de utilización de la tumba, no existe esa amplitud, ya que la mayoría
del ajuar corresponde a la primera mitad del s. I d . J . C
E n primer lugar tenemos las dos copas de térra sigillata itálicas 7014 y 7017. L a primera pertene-
ce a un taller conocido, el de Celer (Oxe-Comfort, 1968, p. 136, n . ° 408), pero es de una forma
poco difundida. Encontramos algunas parecidas en Conimbriga (Delgado et A l i i , 1975, pp. 19 y
36, n . ° 202, lám. VIII) aunque no son exactamente la misma. Los propios excavadores no encuen-
tran paralelos para ellas, y piensan que pueden incluirse en la evolución de la serie D de Goudineau
(formas 34 y 43), caracterizadas por la pared curva y el borde saliente. Las fechan en época de Tibe-
rio, basándose en el tipo de decoración.
L a segunda es una producción itálica avanzada del taller de D ú o Valerii (Oxe-Comfort, 1968,
p. 498, n . ° 2177), de la forma Goudineau 37, que se fecha entre los inicios del S. I d . J . C y el
40 d . J . C (Goudineau, 1968).
Hay además un plato de terra-sigillata sudgálica, el 7182, de la forma Dragendorff 17. E l fondo
plano y la pared recta son característicos de las piezas más antiguas, de época de Tiberio-Claudio
(Oswald-Pryce, 1966, pp. 173-180, l á m . X L I I ) .
De los cinco vasos de paredes finas, los cuencos 7162 y 7163 son de la forma Mayet X X X V I I ,
siendo el primero muy parecido a la pieza n . ° 320 del catálogo de esta autora, procedente de Car-
mona, y el segundo a la n . ° 332, del Puig des Molins. Parece que esta forma es una producción
de la Bética, aunque todavía no está plenamente demostrado. Se fecha en el segundo y tercer cuarto
del s. I d . J . C . (Mayet, 1975, pp. 72-75, láms. X X X V I I I - X L ) .
Las tazas 7164 y 7165 son de la forma X I B de Mayet, que se supone producida en la isla de
Ibiza en la primera mitad del s. I d . J . C , ya que la mayoría de los ejemplares conocidos proviene
del Puig des Molins. A q u í encontramos la misma decoración que en la taza 7165 (Mayet, 1975,
pp. 48-50 y 139-140, láms. X X - X X I ) .
E l cuenco 7166 fue publicado por Mayet, dándole por error o por indicación equivocada el
os
n . de inventario 1061. Es el único ejemplar de la forma X X I X , que se fecha en época de Tibe-
rio (Mayet, 1975, p. 62).

70
L a cerámica común romana también está presente es este amplio ajuar funerario. L a olla 7171
tiene evidentes paralelos con el tipo Vegas 1, aunque éste suele agrupar ollas sensiblemente más
grandes. Su cronología va de época tardo-republicana al s. I d . J . C . (Vegas, 1973, pp. 11-16,
o s
fig. 1 n . 5 y 7).
E l cuello de jarra 7172 perteneció a una pieza asimilable al tipo Vegas 38 o al Vegas 39, sin
que nos atrevamos a asignarlo a uno en concreto. L a fecha del s. I d . J . C . también podría ser válida
para esta jarra (Vegas, 1973, pp. 92-97). U n ejemplar que recuerda al nuestro apareció en el ni-
vel I, mezclado, de la Casa de los Dos Tesoros de Pollentia (Arribas et A l i i , 1978, p. 29, fig. 14,
n . ° 5).
Las piezas a las que pertenecieron las bocas trilobuladas 7173 y 7174 podrían incluirse en el tipo
Vegas 46, aunque ninguna de las que esta autora presenta es exactamente igual. Se fecha en general
en el s. I d . J . C , existiendo también ejemplares muy tardíos (Vegas, 1973, pp. 109 y 111, fig. 39).
E n Ibiza conocemos otro ejemplar idéntico al que sólo falta el asa. Procede de la pequeña necrópo-
lis de Can Vicent Geroni (Cala Tarida, Sant Josep), y fue hallada durante la c a m p a ñ a que realizó
C . R o m á n en 1921 ( R o m á n , 1922).
E l fragmento 7176 corresponde a una lucerna de los tipos Ponsich II y Deneauve IV, asimilables
al tipo Loeschcke I (Ponsich, 1961; Deneauve, 1969), fechable en el s. I d . J . C , aunque sin mayor
precisión en este caso, pues no se conserva el pico. Hay que recordar, como se ha señalado reciente-
mente, que más del 50 por ciento de las lucernas romanas conservadas en el M . A . I . son de ese siglo
(Fernández-Manera, 1979, p. 17).
Todos los ungüentarios o fragmentos de estos 7210 a 7219 son del tipo romano más conocido,
fechable en el s. I d . J . C , como ya vimos a propósito de los 7079 y 7080 (hipogeo 5).
Tenemos por último dos ungüentarios de vidrio. E l 7220 es de la forma Isings 8 y Morin-Jean
21 (Isings, 1957, p. 24; Morin-Jean, 1977, pp. 73-74). E l 7221 corresponde sin duda a la forma
Isings 28a o Morin-Jean 22 (Isings, 1957, p. 42; Morin-Jean, 1977, pp. 73-74), aunque en esta últi-
ma el labio es de bastoncillo. Encontramos algunos ejemplares en el catálogo de Hayes (Hayes,
o s
1975, lám. 39. n . 619 y 623) y en el del Museo de Heerlen (Isings, 1971, p. 64, fig. 15, n . ° 5).
Se fecha en el s. I d . J . C , generalmente en su segunda mitad.
E n resumen se aprecian en este conjunto de material que, recordémoslo, procede de varias cá-
maras agrupadas bajo un mismo n ú m e r o , dos momentos cronológicos. E l primero, amplio, abar-
caría parte de los s. III y II a . J . C , y el segundo se fijaría con gran precisión en la primera mitad
del s. I d . J . C .

H I P O G E O 18

L a boca de este hipogeo estaba marcada en la superficie del terreno, pegada a la pared oriental
de la casa de Can Partit, a escasos metros del hipogeo 17. M a n á sabía que había sido excavado
con anterioridad (¿por testimonio de algún trabajador de Carlos R o m á n en las campañas de los
años veinte?), pero lo abrió para buscar comunicaciones con otras c á m a r a s . E n el diario se dice
que las hallan, pero al estar también totalmente excavadas, se vuelve a cerrar el hipogeo. N o hubo
hallazgo alguno.

H I P O G E O 19

Aunque recibió esta denominación al final de la c a m p a ñ a , se trataba simplemente de un corto


pasillo tallado en la roca, que su excavador consideró como la boca de un hipogeo que no se llegó
a construir, por lo blando del terreno. Comunicaba con el hipogeo 20, contiguo.

H I P O G E O 20
Figs. 26-28

Fue el primero de los excavados en el sector 2.° o de Can Partit a partir del día 12 de marzo.
Su boca comunicaba con el pasillo que recibió el n . ° 19 de la c a m p a ñ a , y estaba orientada hacia
el este.

71
E n la pared del fondo se abría una c o m u n i c a c i ó n con el hipogeo 21 y, a través de éste, con los
22, 23, 24 y 25. Estos seis hipogeos se hallaban bastante revueltos, y resultó a veces difícil separar
los hallazgos de uno y de otro. De todas formas el diario da algunos detalles precisos que permiten
diferenciar los ajuares de este hipogeo 20, del 21, y del 22, agrupando los de los tres restantes (23
a 25). A ú n así alguna pieza aislada puede asignarse a una concretamente de estas tres ú l t i m a s c á m a -
ras, pero sin gran seguridad.

Fig. 26. Planta de los hipogeos 20-25 (según J. M . Maná).

E l material recogido en este hipogeo fue el siguiente:


— Una lucerna púnica.
— Restos de lucerna.
— Dos jarritos con asa.
— Pequeña jarra, rota.
— Restos de vaso inciso.
— Plato.
— Plato de vidrio muy fragmentado.
— Restos de urna de vidrio.
— Trozo de pondus.
— Tres monedas.
— Varios restos de metal.
— Cuenta de collar.
— Varias muelas grandes (¿de caballo?).
Hemos podido identificar los objetos siguientes.

Inventario
— Oinokoe de la forma Eb. 12 (Tarradell-Font, 1975, p. 156); cuerpo de tendencia globular, cuello corto
con resalte central, boca circular y labio engrosado; la base es plana, y una sola asa de sección aplanada va
del cuello a la altura media del cuerpo; pasta y superficie beige, con partículas de mica e impurezas calcáreas;

72
la superficie está alisada, salvo en el tercio inferior y en la base, donde se aprecian churretones de engobe cerá-
mico.
Altura: 9,6 cm. D. boca: 2,6 cm. D. base: 4,1 cm. D. máx.: 7,5 cm.
Fig. 27,1, M . A . I . 7034.
Bibliografía.
Gómez Bellard, 1982, fig. 1,1.
— Oinokoe de boca trilobulada, cuerpo de tendencia globular, separado del cuello por un leve resalte;
el cuello se estrecha progresivamente hacia la boca; en la parte inferior el cuerpo también se estrecha al llegar
a la base, que es plana; una sola asa de sección aplanada va del labio a la parte superior del cuerpo; pasta
y superficies ocre rosáceo, con mica y cal.
Altura: 11,7 cm. D. base: 4,6 cm. D. máx.: 8,1 cm.
Fig. 27,2; M . A . I . 7183.
— Plato con borde de tendencia recta, pocilio central y base plana, con pie apenas indicado; pasta beige
con mica y cal, al igual que las superficies, que están cuidadosamente alisadas.
Altura: 2,6 cm. D. base: 4,5 cm. D. boca: 12,5 cm.
Fig. 28,1; M . A . I . 7184.
— Pequeño cuenco de imitación ática, de borde liso y recto, base ligeramente cóncava con pie apenas
indicado; pasta gris claro, dura, con mica, al igual que las superficies, bien alisadas y de tacto jabonoso.
Altura: 2,7 cm. D. base: 5,5 cm. D. máx.: 9,5 cm.
Fig. 27,4; M . A . I . 7005.
— Lucerna de dos picos; pasta ocre con mica y partículas de cal, superficies con tonalidades marrón-gris
y ocre claro, cazo medianamente profundo; restos de combustión en uno de los picos; forma Cintas 5 y De-
neauve III.
Altura: 3,8 cm. Largo: 13 cm. Anchura máx.: 12 cm.
Fig. 27,6; M . A . I . 7185.
— Fragmento de una lucerna semejante a la anterior.
Altura cons.: 2,5 cm. Largo cons.: 7,4 cm.
M . A . I . 7186.
— Fragmento de la base de una pieza de barniz negro; pie anular, con la pared externa casi recta; pasta
de color gamuza o avellana, muy dura; barniz negro no muy brillante, que cubre todas las superficies salvo
una pequeña señal de dedos en la pared exterior del pie; el fondo interno lleva una palmeta completa y señales
de otra, haciendo suponer que originalmente llevaba cuatro; la palmeta es de forma ovalada, con cuatro ramas
a cada lado del tronco central y dos volutas en la parte inferior; mide 1,4 cm.
Altura cons.: 1,9 cm. D. base: 4 cm.
Fig. 28,5; M . A . I . 7187.
— Ungüentario de pasta rojiza y superficie beige, con mica y cal; cuerpo globular, cuello cilindrico corto
acabado en un labio exvasado; pie corto también circular, base plana.
Altura: 7,9 cm. D. boca: 2 cm. D. base: 2 cm.
Fig. 27,5; M . A . I . 7188.
— Pondus circular de pasta y superficie ocre oscuro, con mica, cal, y partículas marrones; dos perforacio-
nes lo atraviesan de una cara a otra.
Altura: 7,5 cm. Expesor máx.: 3 cm.
Fig. 28,9; M . A . I . 7189.
— Pequeña tapadera circular de pasta y superficies beige anaranjado, con mica muy abundante; la super-
ficie interna está alisada, y la externa lleva unas estrías; el mamelón aparece parcialmente roto o al menos
mal acabado.
Altura: 2,1 cm. D. máx.: 8 cm.
Fig. 27,3; M . A . I . 7190.
— Fragmento de borde de una pátera de térra sigillata gálica de la forma Dragendorff 15/17.
Altura cons.: 1,9 cm. D. boca aprox.: 10 cm.
Fig. 28,8; M . A . I . 7191.
— Base incompleta de un cuenco o taza de paredes finas; pasta anaranjada, al igual que las superficies;
la externa está pulida; base plana.
Altura cons.: 2,5 cm. D. base: 5,6 cm.
Fig. 28,3; M . A . I . 7192.
— Base de una copa de paredes finas; pasta y superficie interna gris marrón, superficie externa beige ana-
ranjado; base casi plana con una depresión que forma un pie plano y ancho; arista en el paso de la base al
cuerpo.
Altura cons.: 1,2 cm. D. base: 3,3 cm.
Fig. 28,7; M . A . I . 7193.

73
— Base incompleta de un cuenco o taza de paredes finas; pasta y superficies gris claro; base plana, con
una leve depresión que indica el pie.
Altura cons.: 2,3 cm. D. base: 4,3 cm.
Fig. 28,6; M . A . I . 7194.
— Fragmento de un asa acanalada a la que se ha añadido dos pequeños discos u «hojas soporte»; pasta
y superficies marrón oscuro.
Altura cons.: 2,3 cm.
Fig. 28,4; M . A . I . 7195.
— Parte inferior de una vasija de cuerpo globular; base anular con umbo; el perfil del pie es irregular,
a veces redondeado, a veces con aristas; paredes gruesas, pasta blanquecina, porosa, con alguna impureza
calcárea.
Altura cons.: 6,6 cm. D. base: 6 cm. D. máx.: 9,4 cm.
Fig. 28,2; M . A . I . 7196.
— Lote de 47 fragmentos de paredes finas, sin forma, en pasta gris o rojiza.
M . A . I . 7197.
— Clavo de hierro de cabeza cuadrada.
Altura: 6,2 cm.
Fig. 28,10; M . A . I . 7198.
— Cinco vértebras de la espina de un pez de buen tamaño.
M . A . I . 7199.

C o m o en casos anteriores, nos encontramos con los restos de ajuares que señalan dos períodos
de utilización bien diferentes, separados por varios siglos.
E l oinokoe 7034, del tipo E b . 12, tiene rasgos de las formas Cintas 68, 69, 71 y 75, fechados
en los s. V I y V a . J . C . (Cintas, 1950, pp. 89 y 91, lám. V I ) . y abundantes en Cartago. Para dicho
autor no cabe duda de que se trata de una evolución de su forma 65, el oinokoe de boca de seta,
de los s. VIII y V I I a . J . C .
E n el estudio que dedicamos a este tipo, señalamos que su difusión en el Mediterráneo está bien
atestiguada en las fechas mencionadas, s. V I - V a . J . C . (Gauckler, 1915, pp. 73 y 127, láms. L I V
y L X X X V I I ; Saumagne, 1933; Taramelli-Delogu, 1936, fig. 20; Cintas, 1976, pp. 331, 33 y 340),
pero siempre en el Mediterráneo central. E n efecto, conocemos tan sólo un ejemplar de Mallorca,
llegado sin duda desde Ibiza (Cerda, 1980, n . ° 1), y no hemos encontrado ejemplar alguno más
al occidente.
E n Ibiza se conocen una veintena de ellos, pero pocos con contexto (Rodero, 1980, p. 46; G ó -
mez Bellard, 1982; R a m ó n , 1982). Cuando éste se ha podido estudiar es también de los s. V I - V
a . J . C , aunque en el artículo citado hemos señalado algunas formas evolucionadas, probablemente
del s. IV a . J . C
Recientemente, trabajando con los materiales de las campañas de M a n á , hemos podido recons-
tituir el ajuar de una interesante fosa, excavada en 1949 en el Puig des Molins, al este del Museo.
Se trata de la fosa 2 del Sector C de esa c a m p a ñ a , que estaba a 0,50 m . de la superficie. Medía
2,25 m . de largo por 0,60 m . de ancho, con 1 m. de profundidad, y tenía un resalte a lo largo de
toda ella para apoyar una o varias losas. Junto con numerosos huesos muy mal conservados se ha-
llaron dos gruesos aretes de bronce, una lucerna de dos picos de la forma Cintas 5, un oinokoe
E b . 12 casi idéntico al nuestro, aunque algo más alto —11 cm.—, y un oinokoe de boca trilobulada
de la forma Cintas 152, fechada en los s. V I y V a . J . C . (Cintas, 1950, p. 115, lám. X I I ) .
Tenemos precisamente en este hipogeo otro oinokoe de boca trilobulada, el 7183. Se acerca más
a la forma Cintas 156, también fechada en el s. V I a . J . C (Cintas, 1950, p. 117, lám. X I I ) . Se con-
serva en el M . A . I . otro idéntico, procedente del Puig des Molins, pero desgraciadamente sin con-
texto ( M . A . I . 788). J . R a m ó n ha publicado otros tres de la misma procedencia, hoy en colecciones
particulares, y los fecha a finales del s. V I ( R a m ó n , 1982).
E l plato 7184 pertenece a la amplia serie que ya vimos a propósito del hipogeo 1, aunque en
este caso sea de paredes menos gruesas.
E l cuenco 7005 es de un tipo recientemente estudiado en el trabajo ya citado sobre imitaciones
o s
ebusitanas de productos áticos. Reproduce los «small bowls» n . 861 y 870 del Agora, fechables
entre el segundo cuarto del s. V y los inicios del s. IV a . J . C (Sparkes-Talcott, 1970, pp. 297-298,
fig. 9). E n Ibiza son muy abundantes y han sido bien fechados en el s. IV a . J . C , especialmente
por un ejemplar del Puig des Molins y otro de C a n Berri d ' E n Sargent (Cala Vadella).
Las lucernas 7185 y 7186 se fechan en los s. V y I V , aunque algunas sean anteriores.

74
Fig. 27. Material del hipogeo 20.

75
Fig. 28. Material del hipogeo 20.

E l u n g ü e n t a r i o 7188 corresponde a una forma originada en el mundo griego. L a encontramos


bien representada en Ampurias, donde sería el tipo Almagro 5 de la i n h u m a c i ó n Bonjoan 24, fecha-
ble en el s. IV a . J . C . (Almagro, 1953, p. 396), aunque ya con el pie y el cuello algo m á s largos.
Aparece con diversas variantes en numerosos lugares p ú n i c o s de Africa del Norte, Sicilia, C e r d e ñ a ,
etcétera. Varios paralelos bien publicados los hallamos en la n e c r ó p o l i s de Nora ( C e r d e ñ a ) , tam-
bién fechados en el s. IV a . J . C . (Bartoloni-Tronchetti, 1981, figs. 6-10).
Hasta a q u í el material que atestigua un p e r í o d o de utilización desde finales del s. VI o inicios
del V hasta el s. IV a . J . C .
Tenemos una pieza posterior, pero d i f í c i l m e n t e fechable, el fondo de barniz negro 7187, y otra
de amplia c r o n o l o g í a , el pondus 7189, a p r o p ó s i t o del cual se puede ver el estudio del pondus 7029
(hipogeo 2).

76
E l otro período de uso se situaría en la primera mitad del s. I d . J . C , determinado por algunos
fragmentos significativos.
Hay un borde de pátera de térra sigillata Dragendorff 15/17, el 7191, que se fecha en general
en el segundo cuarto del s. I d . J . C . (Oswald-Pryce, 1966, láms. X L I I y X L I I I ) .
Entre las paredes finas destaca una base de copa poco frecuente, parecida a las copas M a -
yet X L V I o a los cántaros I X , pero no plenamente atribuible a ninguna de las dos formas (Mayet,
1975, láms. X I V y L X X I ) y el asa de una taza Mayet X muy abundante en la isla (Mayet, 1975,
pp. 44-47, láms. X V I I - X V I I I ) .
Finalmente la tapadera 7190 es de un tipo muy corriente, de dudosa cronología, pero que se
considera normalmente como perteneciente a ánforas romanas. Podemos ver entre otros muchos
un ejemplar semejante en Pollentia (Arribas, 1974, l á m . I V , n . ° 18).
Está claro que este segundo momento apenas está representado, y debe tratarse más bien de
una caída de materiales tardíos depositados en la boca.

HIPOGEO 21
Figs. 26 y 29-30

Se inició su exploración el día 13 de marzo, partiendo del hipogeo 20 con el que comunicaba.
A l fondo de la cámara, a la derecha, en la pared occidental, se abría una comunicación con un
hipogeo que había sido habilitado, no se sabe en qué época, como corral de cerdos. E n la pared
sur, en su parte izquierda, otra abertura llevaba al hipogeo 22.
A lo largo de la pared norte aunque no pegado a ella, había un sarcófago intacto cubierto de
tierra. A su lado un hueco de la misma anchura acaso contuvo otro enterramiento. Las tierras junto
al sarcófago proporcionaron una figurita femenina acampanada, vestida, intacta, una lucerna de
tipo griego también intacta, dos lacrimatorios, uno de ellos completo, un trozo de cuchillo y media
lucerna de tipo griego.
E l vaciado de la tierra del sarcófago proporcionó una gran ánfora muy fragmentada, un cráneo
de hombre y algunos huesos del cuerpo, otro cráneo, éste de niño (tal vez, según M a n á , enterrado
en el ánfora), un plato grande de sigillata (el 7013), medio cuchillito y muchos fragmentos cerámicos.
E n el hueco entre el sarcófago y la pared, donde pudo haber otro enterramiento, se hallaron
dos lucernas de tipo griego, una de ellas intacta, pero con el asa partida y otra a la que faltaba
el asa, un plato de barniz negro con el pie intacto, media taza de barniz negro que estaba sobre
el plato (añade M a n á : «...posiblemente estuvo siempre así»), y diversos fragmentos.
Si nos hemos extendido en la descripción de la localización exacta de los hallazgos, es por el
gran interés que creemos poseen este tipo de datos. E n general M a n á no da detalles muy precisos
sobre la situación del ajuar, al igual que Carlos R o m á n en sus breves informes, de aquí que se nos
haya perdido para siempre una rica información.
Además de los materiales arriba mencionados, sabemos que se hallaron un plato gris, un plato
de sigillata roto, fragmentos de un gran plato de vidrio y de dos asas del mismo material, dos bocas
de jarros, una de ellas trilobulada, restos cerámicos varios y nueve monedas, púnicas y romanas.
De este gran n ú m e r o de piezas sólo hemos podido identificar las que siguen.

Inventario
— Lucerna griega, intacta, barniz negro que ocupa irregularmente más de la mitad delantera de la pieza,
pasando luego progresivamente a un tono marrón rojizo que cubre el resto, incluida el asa; la base es ligera-
mente cóncava y queda en reserva, mostrando una pasta dura, depurada, de color gamuza; el barniz ha salta-
do por zonas, a modo de picaduras.
Altura: 3,3 cm. Largo total: 11,8 cm. L . sin asa: 10,1 cm. D. máx. disco: 7 cm. D. base: 5,2 cm.
Fig. 29,1; M . A . I . 7200.
— Pequeño plato de pasta gris clara, dura, con mica; superficie del mismo color bien espatulada; ala an-
cha bastante gruesa, base cóncava, pie diferenciado con leve arista.
Altura: 2,4 cm. D. base: 5,7 cm. D. máx.: 12,4 cm.
Fig. 29,3; M . A . I . 7004.
Bibliografía.
Fernández-Granados, 1979, p. 10. fig. 1, n.° 3.

77
Fig. 29. Material del hipogeo 21.

— Jarrita de cuerpo globular, pasta marrón con mica y cal y superficie gris negruzca, rugosa por el mal
estado de la pieza; base plana, boca circular, labio exvasado; asa con profunda incisión central.
Altura: 7,8 cm. D. boca: 3,4 cm. D. base: 2,7 cm. D. máx.: 5,9 cm.
Fig. 29,2; M.A.I. 7201.
— Plato de borde saliente, hacia arriba, con marcada moldura en la cara interna del borde y aristas en
la externa; pasta ocre claro, con mica y cal; pie anular grueso.
Altura: 2,9 cm. D. base: 9,2 cm. D. máx.: 24,2 cm.
Fig. 29,7; M . A . I . 7202.
— Terracota acampanada que representa una figura femenina; hecha a molde, es totalmente hueca; viste
túnica larga hasta los pies y sobrefalda plisada, tal vez con cinto; cubre la cabeza un manto que llega, por
los hombros y la espalda, hasta el suelo; los brazos están pegados al cuerpo, destacando unas manos gruesas;

7S
los rasgos de la cara están someramente indicados, apreciándose las orejas y unas arracadas; pasta y superfi-
cies ocre, con algunas zonas claras; lleva una perforación debajo de cada mano y una en lo alto de la cabeza.
Altura: 11,7 cm.
Lám. VI, 1; M . A . I . 7203.
Bibliografía.
Almagro Gorbea, 1980, p. 179, lám. CXII, 1.
— Ungüentario tosco, incompleto, de pasta y superficies beige anaranjado, con mica y cal; base irregular
que no le permite tenerse en pie.
Altura cons.: 5,5 cm. D. base aprox.: 1,5 cm. D. máx.: 3,3 cm.
Fig. 29,4; M . A . I . 7204.
— Ungüentario tosco incompleto de forma similar al anterior, aunque con menos capacidad; pasta ocre-
verdoso, al igual que la superficie.
Altura cons.: 5,4 cm. D. máx.: 3,3 cm.
Fig. 29,5; M.A.I. 7205.
— Plato incompleto de térra sigillata sudgálica, de la forma Dragendorff 18; en el centro del fondo inter-
no lleva una cartela rectangular de ángulos redondeados, de 1,7 cm. por 0,4 cm., con la marca C . SILVI.
Altura: 4,2 cm. D. base: 8,5 cm. D. máx.: 16,2 cm.
Fig. 30,1; M.A.I. 7013.
— Ungüentario incompleto de vidrio translúcido, color turquesa, con engrosamiento en la parte superior
del cuello.
Altura cons.: 7 cm.
Fig. 30,2; M . A . I . 7206.
— Navaja de afeitar de bronce, muy deteriorada; falta el mango y medio filo; lleva agujero de suspensión
junto al arranque del mango.
Largo cons.: 8,2 cm. Espesor máx.: 0,3 cm.
Fig. 29,6; M.A.I. 7207.
— Fragmento de un anillo o pendiente de plata.
D. aprox.: 1,7 cm.
M . A . I . 7208.
— Parte superior de un grueso anillo de hierro, muy oxidado.
Largo cons.: 3,1 cm.
Fig. 30,3; M . A . I . 7209.

Fig. 30. Material del hipogeo 21.

79
E n total se han hallado materiales de tres épocas diferentes. Por supuesto las remociones fueron
importantes, como demuestra el hecho de que el plato de sigillata 7013 apareciera dentro del sarcó-
fago, el cual sin duda corresponde a los enterramientos m á s antiguos.
De este primer período sólo han quedado tres piezas.
L a lucerna 7200 es del tipo 24 A del Agora, exactamente la n . ° 249, que se fecha en el último
cuarto del s. V a . J . C . (Howland, 1958, pp. 63-64, fig. 8, lám. 37). Dentro de las abundantísimas
lucernas griegas que han aparecido en Ibiza (sólo en el M . A . I . se conservan más de doscientas) es
uno de los tipos frecuentes (Fernández, 1981, p. 19).
E l pequeño plato 7004 es otra más de las formas áticas imitadas en la isla. Copia los llamados
platos de «broad rim» o ala ancha que encontramos en el Agora (Sparkes-Talcott, 1970, pp. 144-145
y 307, fig. 9, lám. 36, n . ° 1.008). Si éstos se sitúan en la primera mitad del s. V a . J . C , la produc-
ción ibicenca parece ser más tardía. E n efecto, una de las piezas similar a la nuestra que apareció
con un contexto seguro es la M . A . I . 3492, hallada en el hipogeo 2 de Sa Paíssa de C a n Vicent Gero-
ni (San Josep), junto con un lekythos aribalístico de barniz negro, por lo que debe fecharse en
la primera mitad del s. I V a . J . C . (Fernández-Granados, 1979, p. 10).
L a navaja de afeitar 7207 es la única que hemos podido identificar de esta c a m p a ñ a . Su mal
estado no ayuda mucho a fecharla. Acquaro sitúa las de Ibiza entre los s. VII y II a . J . C . U n factor
importante para obtener una mayor precisión cronológica es el mango, que aquí falta. Sin embargo,
por la forma redondeada de la parte posterior, podría encuadrarse entre los productos de la época
intermedia, s. V y I V a . J . C . (Acquaro, 1971).
Otras tres piezas pueden agruparse como pertenecientes a los s. III-II a . J . C L a jarrita 7201
es del tipo que ya hemos estudiado en el hipogeo 17 (7167 y 7168). E l plato 7202 es del tipo del
7074 (hipogeo 5), y la terracota 7203 está inspirada, al igual que la 7158 (hipogeo 17) en las repre-
sentaciones de Attis de Macedonia.
Finalmente dos únicas piezas corresponden al s. I d . J . C , probablemente a la segunda mitad.
E l ungüentario incompleto 7206 es asimilable a la forma Isings 8 o Morin-Jean 21. E l plato de térra
sigillata 7013 es una producción del taller de C Silvius, de L a Graufesenque, cuyo período de acti-
vidad se fija en época flavia (Oswald, 1964, p. 303; Hofman, 1972, p. 19, lám. I X , n . ° 244), aunque
la forma aparece bastante antes (Oswald-Pryce, 1966, pp. 181-183, lám. X L V ) . E n su estudio sobre
cerámica romana, M . Beltrán sólo registra la aparición de productos del taller de C . Silvius en Belo
y Cartagena (Beltrán, 1978, p. 103).

H I P O G E O 22
Figs. 26 y 31-32.

Su excavación se inició el 16 de marzo, tras encontrar una abertura de saqueo en la pared lateral
izquierda del hipogeo 21. L a cámara estaba revuelta y contenía dos sarcófagos, dispuestos uno jun-
to a otro y pegados a la pared occidental. Comunicaba con los hipogeos 23 y 25.
Maná dice que había algunas piezas «in situ», pero sin m á s precisiones. Dentro de los sarcófa-
gos sólo menciona la aparición de algunos ungüentarios toscos, fragmentos de cuchillo y de cerámi-
ca, estando el resto del ajuar repartido por el hipogeo.
E l material recogido fue el siguiente:
— Anfora púnica de dos asas, intacta.
— Varios ungüentarios toscos más o menos rotos.
— Lucerna griega sin asa.
— Ungüentario.
— Pondus plano.
— Ungüentario de vidrio, roto.
— Restos de dos cuchillos.
— Gran cuenta de collar de pasta vitrea.
— Restos cerámicos.

Nosotros hemos podido identificar las siguientes piezas.

Inventario
— Anfora acanalada, labio engrosado de sección ovalada, cuello y cuerpo unidos que se van ensanchando
hasta llegar a su diámetro máximo, en el tercio inferior de la pieza, que acaba en punta, en forma de ogiva;

80
asas pequeñas de sección circular, a ocho centímetros de la boca; pasta y superficies rosa anaranjadas, con
partículas de mica y cal muy abundantes.
Altura: 57 cm. D. boca: 10,9 cm. D. máx.: 21,5 cm.
Fig. 31; M . A . I . 7363.

Fig. 31. Anfora del hipogeo 22.

— Fragmento del borde de un cuenco o pequeña copa de térra sigillata sudgálica, tal vez de la forma Rit-
terling 14, aunque no tiene el labio caído; decoración a ruedecilla en el borde interno.
Altura cons.: 2 cm. D. máx.: 8 cm.
Fig. 32,7; M.A.I. 7222.
— Fragmento de base de un plato o pátera de térra sigillata sudgálica, de forma indeterminable.
Altura cons.: 1,5 cm. D. base: 5,5 cm.
Fig. 32,8; M.A.I. 7223.

81
— Fragmento del cuerpo de una pequeña copa de térra sigillata itálica, probablemente de la forma Loeschke
15; decoración incisa en la moldura y, añadido encima de ésta, aplique en espiral.
Altura cons.: 3 cm.
Fig. 32,9; M . A . I . 7224.
— Parte superior de un vaso de cuello estrangulado y boca circular «en trompette»; pasta beige clara,
con mica y cal; restos de pintura rojo-marrón, muy perdida.
Altura cons.: 4,7 cm. D. boca: 3,9 cm.
Fig. 32,14; M . A . I . 7225.
— Parte superior de un ungüentario de pasta y superficies beige claro, con mica y cal; labio exvasado,
con canalillo en su superficie interna.
Altura cons.: 3,7 cm. D. boca: 2,7 cm.
Fig. 32,6; M . A . I . 7226.
— Parte superior de un ungüentario semejante al anterior, de pasta y superficies gris verdoso.
Altura cons.: 4,6 cm. D. boca: 2,4 cm.
Fig. 32,5; M . A . I . 7227.
— Ungüentario de cuerpo globular, al que faltan el cuello y el pie; pasta anaranjada, porosa; superficie
del mismo color; muy mal conservado, se ha degradado desconchándose.
Altura cons.: 6,2 cm. D. máx.: 5,4 cm.
Fig. 32,2; M . A . I . 7228.
— Ungüentario de la forma Eb. 80 (Font, 1974, pp. 238-239, lám. V, 3) y Cintas 37 (Cintas, 1950, p.
71, lám. II); pasta y superficie beige amarillento; le falta la boca.
Altura cons.: 7 cm. D . máx.: 2,5 cm.
Fig. 32,1; M . A . I . 7229.
— Ungüentario semejante al anterior, al que también falta la boca.
Altura cons.: 6 cm. D. máx.: 2,5 cm.
Fig. 32,3; M . A . I . 7230
— Lote de 4 fragmentos de térra sigillata gálica, sin forma.
M . A . I . 7231.
— Clavo de bronce de cabeza circular y cuerpo de sección casi poligonal.
Largo cons.: 5,9 cm.
Fig. 32,14; M . A . I . 7232.
— «Spathomele» de bronce, roto en ambas puntas.
Largo cons.: 8,5 cm.
Fig. 32,13; M . A . I . 7233.
— Aguja de bronce con perforación en la parte superior.
Largo cons.: 9,5 cm.
Fig. 32,11; M . A . I . 7234.
— Aguja similar a la anterior, algo más fina.
Largo cons.: 10,3 cm.
Fig. 32,10; M . A . I . 7235.
— Cuentecita de ámbar.
Largo: 0,7 cm.
Fig. 32,15; M . A . I . 7236.

C o m o se puede apreciar, existe en este hipogeo un período de utilización antiguo, cuya pieza
más representativa es la lucerna griega que no hemos podido hallar. Pero con ella habría que colo-
car el ánfora 7363, que corresponde al tipo Maná A 5 , aunque no al desarrollo que Pascual hizo
de ella ( M a n á , 1951a, p. 205, fig. 2; Pascual, 1974, p. 43). E n su reciente estudio sobre las ánforas
púnicas de Ibiza, J . R a m ó n clasifica las ánforas como la nuestra en su tipo P E 14, al que considera
como el primero que se fabrica industrialmente en la isla, ya que ha localizado en la ciudad, cerca
del Puig des Molins, al menos dos talleres de fabricación (Ramón, 1981, pp. 101-102, figs. 7 y 30-32).
E l t a m a ñ o de este tipo de ánforas es muy variable. V a de los 50 cm. de nuestra pieza hasta casi
un metro en varios ejemplares del M . A . I . E n cuanto a su difusión extrainsular, es bastante notable,
hallándose no sólo en Mallorca y Menorca, como otras producciones ebusitanas, sino también en
varios lugares de la costa catalana, especialmente Ullastret y Castell de P a l a m ó s .
L a cronología de este tipo de piezas, según J . R a m ó n , cubriría todo el s. IV a . J . C , pero con
una esporádica reaparición en niveles del s. II a . J . C .
También al s. IV corresponde el ungüentario 7228, muy parecido al 7188 (hipogeo 20).

82
83
Algo posterior es la boca del lekythos 7225, que corresponde a una imitación de la forma L a m -
boglia 59 o de la especie de Morel 5420, sobre todo las series 5422 y 5424 (Lamboglia, 1952, p.
198; M o r e l , 1981, p. 362, láms. 169-170). Estos lekythos son bastante frecuentes en Ibiza, general-
mente en pasta ocre o rojiza ( R o m á n , 1927, l á m . IIIB, B ; Rodero, 1980, p. 80, fig. 28). M . del
A m o no los incluyó entre las imitaciones ebusitanas, y ciertamente ni se conocen ejemplares en pas-
ta gris ni existe seguridad de que se trate de una producción local, pero tanto el tipo de pasta y
decoración como el gran n ú m e r o de ellos hallados en la isla apuntan en ese sentido.
De un modo general, los fabricados en barniz negro se fechan en el s. III a . J . C .
E n esa misma época se sitúan los ungüentarios 7226 y 7227, de un tipo abundante que puede
llegar a inicios del s. II a . J . C , como se vio a propósito del 7071 (hipogeo 5).
También hay algunos fragmentos de térra sigillata, de los que el 7222 parece corresponder a
la forma Ritterling 14 (Oswald-Pryce, 1966, pp. 194-197, láms. L I V y L V ) y el 7224 a la Loeschcke
15, que luego evoluciona hacia la Ritterling 9 (Oswald-Pryce, 1966, pp. 170-171, lám. X X X I X , 1-2).
Esta última se sitúa en el cambio de era, y la primera en la segunda mitad del s. I d . J . C
E n cuanto a los ungüentarios 7229 y 7230, tienen una cronología muy amplia, como se vio para
el 7159 (hipogeo 17).
Finalmente merece la pena hacer algunas observaciones sobre las agujas de bronce. Milne publi-
ca algunas idénticas, señalando que es difícil decidir si son de uso médico o de uso doméstico, aun-
que esto último parece m á s probable. N o deja de ser curioso sin embargo, el hecho de que aparez-
can en la misma tumba que la espátula 7233 (véase el estudio sobre estos objetos en el hipogeo 32,
a propósito de la espátula 7265), espátula que también puede tener un uso médico (Milne, 1970,
pp. 75-76, lám. X V I I , 2,4).

H I P O G E O S 23-25
Figs. 26 y 33-34.

Este grupo de cámaras fue excavado a partir del 16 de marzo. P o r estar sumamente revueltos,
M a n á decide unificar los hallazgos, sin que sepamos exactamente con qué criterio, pues formaban
una unidad con los dos hipogeos anteriores. Ninguno de ellos tenía sarcófagos ni restos de ellos.
E l material hallado fue relativamente escaso:
— Vasito italo-griego con asa, negro, palmeta en rojo.
— Punzón de hueso.
— Lucerna griega.
— Lucerna púnica.
— Media lucerna púnica.
— Tres ungüentarios casi esféricos.
— Ungüentario pequeño.
— Parte de gran cuchillo.
— Varios fragmentos cerámicos.

Hemos podido identificar la casi totalidad de las piezas.

Inventario
— Lucerna griega de barniz negro; éste, mate, cubre toda la pieza, incluido el interior, salvo la base; ésta
es ligeramente cóncava y queda en reserva; en las roturas del asa (que falta) se puede apreciar la pasta, color
gamuza, muy depurada; el barniz ha saltado en alguna zona.
Altura: 2,1 cm. Largo cons.: 8,3 cm. D . disco: 5,9 cm.
Fig. 33,3; M . A . I . 7237. •
— Lekythos aribalístico de barniz negro brillante, que recubre toda la pieza salvo el fondo externo, en
reserva, y una amplia zona triangular en el cuerpo, en la parte opuesta al asa; en esa zona aparece una palme-
ta, de doce pétalos de tamaño variable.
Altura: 8,1 cm. D. boca: 3 cm. D. base: 3,7 cm. D. máx.: 4,6 cm.
Fig. 33,1; M . A . I . 7238.
— Plato de paredes gruesas, labio redondeado, pocilio central y pie apenas indicado; pasta y superficies
anaranjadas, con abundantes partículas de mica y cal.
Altura: 3,7 cm. D. base: 6 cm. D. máx.: 18 cm.
Fig. 33,5; M . A . I . 7239.

84
— Lucerna púnica de dos picos; pasta y superficies beige, con mica y cal; superficies alisadas; del fondo
externo sale un pie, roto, con perforación central a lo largo; señales de combustión en ambos picos.
Altura cons.: 5,7 cm. L . máx.: 10,2 cm. Anchura: 10,1 cm.
Fig. 33,2; M . A . I . 7240.
— Pátera incompleta de pasta y superficie gris, con mica y cal; la superficie es algo más oscura que la
pasta, y el interior y la mitad superior de la pared externa están recubiertos de una pintura negra.
Altura cons.: 3,8 cm. D. máx. aprox.: 13,5 cm.
Fig. 33,4; M.A.I..7241.
— Ungüentario de cuerpo ovoide, cuello estrecho, labio exvasado con moldura en el interior, y pie corto
irregular, que no le permite tenerse en pie; pasta y superficies beige claro.
Altura: 9,8 cm. D. boca: 1,8 cm. D. máx.: 5 cm.
Fiig. 34,1; M . A . I . 7242.
— Ungüentario semejante al anterior, aunque de cuerpo más fusiforme; pasta y superficie beige oscuro.
Altura: 9,2 cm. D. boca: 1,9 cm. D. máx.: 5 cm.
Fig. 34,2; M . A . I . 7243.
— Ungüentario de pasta y superficie beige claro, con mica y cal; cuello y pie cortos, labio ligeramente
exvasado.
Altura: 7,6 cm. D. boca: 2,2 cm. D. base: 1,7 cm. D. máx.: 3,4 cm.
Fig. 34,3; M . A . I . 7244.
— Ungüentario incompleto de pasta y superficie gris claro, cuello estrecho y labio exvasado.
Altura cons.: 5,6 cm. D. boca: 2,3 cm. D. máx.: 3 cm.
Fig. 34,6; M . A . I . 7245.
— Parte superior de un ungüentario de pasta y superficie ocre grisáceo, con mica y cal; cuello grueso,
boca ancha, labio exvasado con una incisión en la parte externa.
Altura cons.: 4,5 cm. D. boca: 3,2 cm.
Fig. 34,4; M . A . I . 7246.
— Fragmento de pared de una vasija en forma globular, que presenta un botón perforado; pasta y super-
ficies ocre, con mica y cal.
Altura cons.: 5,2 cm.
Fig. 34,8; M . A . I . 7247.
— Fragmento de la parte inferior próxima a la base de una pieza de la forma Eb. 77 (Ramón, 1978, p.
67); pasta ocre anaranjada, con mica y cal; superficies beige; la interna tiene estrías del torneado muy pronun-
ciadas; la externa presenta dos filetes de decoración en color marrón rojizo.
Altura cons.: 7,6 cm.
Fig. 34,5; M . A . I . 7249.
— Base de una pieza de la forma Eb. 77; pasta y superficies beige claro, con mica y cal; base muy rehundi-
da, con umbo; decoración con banda de color marrón rojizo en la superficie externa.
Altura cons.: 1,5 cm. D. base: 6,3 cm.
Fig. 34,7; M . A . I . 7250.
— Punzón de hueso, de sección circular con un extremo acabado en punta y el otro en forma de bola.
Largo: 11,9 cm.
Fig. 34,9; M . A . I . 7248.
— Mango y arranque de un cuchillo de hierro.
Largo cons.: 10,5 cm.
Fig. 34,10; M . A . I . 7251.

E l hecho de que el material de las tres cámaras fuese recogido agrupadamente resta interés al
conjunto, pero no por ello deja de indicar dos claros períodos de utilización.
E l primero está bien fechado por la presencia de dos piezas áticas. L a lucerna 7237 es de la for-
ma 23 A del Agora, recordando en especial a la n.° 211, aunque es más plana y no tiene pie. Este
grupo está fechado entre el tercer cuarto del s. V y el primer cuarto del s. IV a . J . C . (Howland,
1958, pp. 56-57, fig. 7 l á m . 36).
E l lekythos aribalístico 7238 es de un tipo muy abundante en amplias zonas del Mediterráneo,
y aparece en diversos puntos del mundo púnico (para Cartago, véase por ejemplo Delattre, 1899,
fig. 7). De Ibiza, donde está bien representada, G . Trías recogió un total de 12 piezas repartidas
por diversos museos, y N . Tarradell Font otros ocho, todos ellos del M . A . I . (Trías, 1967, láms.
C L I - C L I I ; Tarradell Font, 1974, láms. VII-XIII). Por lo que a la Península Ibérica se refiere, son
frecuentes también en Ampurias (Almagro, 1953, lám. IV). Sin embargo, no lo son tanto en el mundo

85
Fig. 33. Material de los hipogeos 23-25.

i b é r i c o , y repasando el c a t á l o g o de T r í a s , vemos que s ó l o ocurre en algunos puntos de A n d a l u c í a


y C a t a l u ñ a , siempre en lugares donde el impacto colonial tiene cierta importancia.
Se fechan de modo g e n é r i c o en el s. IV a . J . C , especialmente en la primera mitad (Robinson,
1950, pp. 146-150, l á m s . 101-106).
E l plato 7239 se fecha en los s. V - I V a . J . C , como hemos visto en repetidas ocasiones.
Finalmente, la lucerna 7240 es de difícil c l a s i f i c a c i ó n . D e b e r í a incluirse en las formas C i n -
tas 5 y Deneauve III, al igual que otras que ya hemos visto. Pero el pie la diferencia claramente.
Cintas' no publica ninguna de este tipo en su c a t á l o g o de 1950, pero en su libro postumo estudia

86
dos lucernas de bronce con pie, una de Byblos y otra de Ibiza (Cintas, 1976, pp. 309-310), ésta
última publicada por Vives (1917, lám. X I , 7). Las fecha en el s. IV a . J . C . y piensa que son produc-
ciones de Cartago.
Por su parte Deneauve incluye bajo su forma II un total de cinco lucernas con pie (de un total
de ocho), pero todas ellas son con un engobe rojizo (Deneauve, 1974, pp. 24-25, lám. X V I I ) .
E n Ibiza son muy numerosas. Rodero ha publicado seis ejemplares del M . A . N . (Rodero, 1980,
figs. 33-34), y en los fondos del M . A . I . se conservan al menos ocho más, procedentes de las donacio-
nes de la S . A . E . y de las campañas de R o m á n Ferrer. P o r los conjuntos funerarios a que pertene-

Fig. 34. Material de los hipogeos 23-25.

87
cen, la fecha del s. I V a . J . C . parece la más adecuada, aunque el tipo podría remontarse al s. V
a . J . C . como el más corriente, sin pie, a cuya producción sin duda va unido.
E l segundo momento de utilización está atestiguado por una serie de tipos cerámicos significa-
tivos.
L a pátera 7241 pertenece a una de las series más amplias de las imitaciones ebusitanas, corres-
pondiendo aproximadamente a la forma Lamboglia 28 (Lamboglia, 1952, p. 177). Es frecuentísima
en Ibiza (Del A m o , 1970, p. 211, fig. 4; Tarradell-Font, 1975, p. 128) y se ha encontrado también
en abundancia en puntos de Mallorca y Menorca (Belén-Fernández Miranda, 1979, fig. 10; Cerda,
1980, n . ° 116; Guerrero, 1980, l á m . V ) , hacia donde parece que se comercializó. Aunque su evolu-
ción tipológica no ha sido estudiada, se fecha generalmente en los s. III-II a . J . C .
Los ungüentarios 7242 y 7243 son de un tipo bien conocido de amplia difusión. Se encuentra
en Ampurias, tipo Almagro 31 (Almagro, 1953, p. 397); en Les Andalouses, tipo A N 67 (Vuille-
mot, 1965, fig. 74); en Gouraya (Gauckler, 1915, lám. C C L V I I I ) , en el mundo ibérico (Cuadrado,
1978, p. 404) y por supuesto en Ibiza (Román y Calvet, 1906, láms. III, 19 y L V I I I , 10; Rodero,
1980, fig. 28). Su cronología está entre mediados del s. III y los inicios del s. II a . J . C , allí donde
se ha podido fechar bien. L o mismo se puede decir de los ungüentarios 7244 a 7246, en cuanto
a su cronología.
Por fin hay dos fragmentos de E b . 77, los 7249 y 7250. Esta forma, el « l o t r o p h o r o s » , está bien
representada en el mundo púnico-ebusitano. Hay tres ejemplares en el M . A . N . , uno de ellos deco-
rado con estrechas bandas de pintura rojiza (Rodero, 1980, fig. 3). E n Cales Coves se hallaron otros
o s
dos (Belén-Fernández Miranda, 1979, fig. 40, n . 2-3), y algunos más en puntos de Mallorca, re-
o s
cogidos por Cerda junto con otros del M . A . I . y del M . A . B . (Cerda, 1980, n . 158-167). E n Ibi-
za hay algunas piezas incompletas ( R a m ó n , 1978, fig. 2,1). Tanto los contextos de fuera de la isla
como las últimas excavaciones en ella permiten fechar el tipo en los s. III-II a . J . C .
Mención aparte merece el fragmento 7247. Sin duda pertenece a una urna de orejetas, tipo que
fue bien estudiado hace ya unos años por Jully y Nordstrom, quienes lo hacen originario del Medi-
terráneo oriental (Grecia asiática y Chipre), donde serviría para contener perfumes. Pasaría luego,
tanto a través del mundo griego como del púnico, al Mediterráneo occidental, donde se usó como
urna cineraria (Jully-Nordstrom, 1966).
E n la Península Ibérica es donde más aceptación tiene, perdurando casi hasta época romana.
De Ibiza se conocen bastantes ejemplares, tanto de asas como de b o t ó n . Vives dio a conocer
gráficamente dos (Vives, 1917, lám. X L I I , 8-9), recogidos en el catálogo del M . A . N . junto con otras
dos piezas (Rodero, 1980, fig. 20). E n el M . A . I . hemos podido localizar cuatro urnas con su tapa-
dera correspondiente: una procede de la necrópolis de Sant Agustí ( M . A . I . 48) y las otras tres del
Puig des Molins ( M . A . I . 2432, 3889 y 7397) respectivamente de las c a m p a ñ a s de 1909, de 1922 (Ro-
m á n , 1923, p. 28, n . ° 103) y de 1949. Esta última tenía en su interior unos pocos huesos quemados.
C o m o ajuar, mezclado con ellos, había dos amuletos de hueso para colgar (un gato y un pene),
una cuenta de pasta vitrea verde, dos aretes de plata bien trabajados y algunas pequeñas conchas
marinas perforadas.
Hay además dos tapaderas ( M . Á . I . 4014 y 4882) procedentes también del Puig de las c a m p a ñ a s
de 1922 y 1929. Finalmente otra urna sin tapadera fue donada por D . Pedro M a r i y es de proceden-
cia desconocida ( M . A . I . 1597).
Así pues si este tipo no es frecuente en el mundo púnico del norte de Africa, se le puede conside-
rar bien representado en Ibiza. E l problema de la cronología está por resolver ya que no se ha estu-
diado a ú n estas piezas en su contexto, pero no parecen de tipos excesivamente antiguos.

H I P O G E O 26
Fig. 35

Se localizó este hipogeo el 15 de marzo, aunque no llegó a excavarse hasta el día siguiente. E n
realidad se trata de dos cámaras que comunican por un lado con el hipogeo 21 y por otro con el
corral de cerdos mencionado anteriormente. L a primera de ellas, de mayor t a m a ñ o y forma rectan-
gular, contenía dos sarcófagos, saqueados. Ambas cámaras estaban llenas de basura y sólo se obtu-
vieron las siguientes piezas:
— Piedrecita jaspeada, forma de escarabeo.
— Ungüentario de vidrio.
— Fragmentos de vidrio.

88
— Varias monedas.
— Fragmentos de ungüentario.
— Fragmentos cerámicos.

Hemos podido identificar lo siguiente.


Inventario
— Lucerna púnica incompleta de dos tubos, pasta y superficies ocre grisáceo, con mica y cal.
Altura cons.: 2,8 cm. Largo cons.: 7,5 cm.
Fig. 35,2; M.A.I. 7252.
— Lucerna semejante a la anterior, también rota; pasta y superficies anaranjadas.
Altura cons.: 3,4 cm. Largo cons.: 7,5 cm.
Fig. 35,1; M.A.I. 7253.
— Ungüentario tosco de pasta y superficie ocre, con mica y cal, perfil muy irregular y casi macizo.
Altura cons.: 7 cm. D. máx.: 3,2 cm.
Fig. 35,3; M . A . I . 7254.
— Fragmento de base de una taza o cuenco de paredes finas; pasta y superficie gris marrón, con tonos
amoratados en la superficie externa; base plana.
Altura cons.: 2,3 cm. D. base aprox.: 5 cm.
Fig. 35,4; M . A . I . 7255.
— Fragmento de la parte inferior de una pieza de paredes finas, de forma indeterminable, pasta y superfi-
cies gris oscuro, con mica y cal.
Altura cons.: 3,7 cm.
Fig. 35,5; M . A . I . 7256.
— Fragmento de base de una pieza de paredes finas, forma indeterminable; pasta y superficie marrón
oscuro, pie anular formando uña.
Altura cons.: 2,2 cm.
Fig. 35,6; M.A.I. 7257.

Fig. 35. Material del hipogeo 26.

89
— Dos clavos o pernos de bronce en forma de gancho.
Altura cons.: 8,4 cm. y 5,3 cm.
Fig. 35,7-8; M . A . I . 7258.
Realmente el e s c a s í s i m o material permite pocos comentarios y apenas proporciona datos sobre
estas c á m a r a s , que debieron de ser excavadas antes de 1946.
Las lucernas 7252 y 7253 son de un momento avanzado en la e v o l u c i ó n de las lucernas p ú n i c a s ,
correspondiendo a las formas Cintas 8-10 y Deneauve IX; pueden fecharse a finales del s. III y
durante todo el s. II a . J . C . (Cintas, 1950, l á m . X L ; Deneauve, 1974, pp. 37-38, l á m . XXIII).
Los fragmentos de paredes finas son de formas indeterminables y s ó l o cabe decir que deben
situarse en el s. I d . J . C .
Finalmente los clavos son de un tipo muy abundante en Ibiza que ha sido escasamente publica-
do, siendo discutido su uso. S e g ú n M a n á pudiera tratarse de clavos de a t a ú d . Hablando de los de
Cartago, donde t a m b i é n son frecuentes (Gauckler, 1915, l á m . C X X X ) , el P. Delattre los llama « g o u -
pille» y cree que sirven para colgar las campanillas (Delattre, 1906, fig. 5).

H I P O G E O S 27-29

E l hipogeo 29, al igual que el 18, fue abierto solamente para buscar posibles comunicaciones,
pues M a n á sabía que h a b í a sido ya excavado. Dichas comunicaciones h a b í a n sido t a m b i é n excava-
das por lo que se v o l v i ó a tapar la c á m a r a , sin obtenerse material alguno.
De los n ú m e r o s 27 y 28 de la c a m p a ñ a s ó l o sabemos que el primero era una cavidad estrecha
y larga, demasiado estrecha para haber servido para un enterramiento, y que el segundo fue dado
a una zanja. N o consta que se produjeran hallazgos de n i n g ú n tipo.

H I P O G E O 30

Figs. 36 y 37

Fue excavado el d í a 21 de marzo, y estaba cuidadosamente vaciado; no tenía c o m u n i c a c i ó n al-


guna, al menos no se halló a pesar de golpear repetidamente las paredes. L a c á m a r a , perfectamente
cuadrada, estaba tallada con cuidado, y tanto las paredes como el techo estaban alisados.

Fig. 36. Alzado y planta del hipogeo 30 (según J. M . Maná).

E n el diario y en la memoria se indica que el hipogeo estaba totalmente v a c í o , y en las dos listas
de hallazgos no se menciona n i n g ú n material de esta c á m a r a . Sin embargo, en los dibujos o bocetos
de Maná aparece un i n t e r e s a n t í s i m o colgante de plata que se asigna sin n i n g ú n g é n e r o de dudas
al hipogeo 30, y como tal lo inventariamos. T a m b i é n aparece en la f o t o g r a f í a de Maná de las gran-
des jarras la parte superior, con ambas asas, de una E b . 64 que hemos identificado perfectamente
y que lleva a lápiz la letra G en dos lugares distintos. Dicha letra identifica, en el diario de excava-
ciones, al hipogeo 30.

90
Inventario
— Colgante de plata circular, con anilla en la parte superior; recorre el diámetro un engrosamiento que
penetra hacia el interior en la parte baja; lleva botón en el centro.
Altura: 2,2 cm. D. disco: entre 1,7 y 1,9 cm.
Fig. 37,2, lám. VI, 4; M . A . I . 7259.
— Parte superior de una jarra de dos asas y boca circular de la forma Eb. 64 (Tarradell-Font, p. 161,
fig. 49); cuello ancho con marcado resalte anguloso a la mitad de su altura, labio engrosado; asas de cinta;
lleva tres profundas incisiones que recorren el cuello en su base.
Altura cons.: 16 cm. D. boca: 11 cm.
Fig. 37,1; M . A . I . 7398.

Fig. 37. Material del hipogeo 30.

El colgante pertenece a una amplia serie de joyas muy difundidas en el mundo fenicio y p ú n i c o ,
sin duda inspiradas en la s i m b o l o g í a egipcia de la mandragora (Quillard, 1979, p. 85). Aparece con
motivos decorativos diferentes: de tipo egiptizante (Delattre, 1897, pp. 33 y 110, figs. 14 y 67), de
roseta (Jodin, 1966b, p. 59, fig. 2) o parecido al nuestro, con o sin b o t ó n central.
L a d i s p e r s i ó n de estos ú l t i m o s es amplia, y los hallamos en Cartago (Quillard, 1979, l á m s . III,
o s
V , V I , VIII, X V y X V I I ) , Tharros (Quattrocchi, 1974, fig. 6, l á m s . X I V , XVIII y X X X , n .
160-161, 647-650 y 765-775), R a c h g ú n (Vuillemot, 1965, p. 84, fig. 28), Moiza, etc.
E n la P e n í n s u l a Ibérica s ó l o se conoce un ejemplar en oro de la n e c r ó p o l i s Jardín (Schubart-
Maas, 1979, pp. 146-147, l á m . X b), ya que no se puede considerar la m a y o r í a de los conocidos
de C á d i z , que no tienen este tipo de d e c o r a c i ó n . Aunque Schubart menciona un ejemplar del Puig
des Molins, ignoramos d ó n d e obtiene esa referencia, pues no hemos podido encontrar ninguna pie-
za similar ni en la bibliografía ni en los fondos del M . A . I . Tanto el colgante publicado por Vives
(1917, l á m . I X , 32) como el hallado en Es Cuieram pertenecen a otro tipo distinto (Almagro Gor-
bea, 1971, p. 10, l á m . I). Hasta ahora la ú n i c a relación de los colgantes que estudiamos con Ibiza
era el paralelo que Quillard e s t a b l e c i ó entre ellos y los representados en algunas figuras acampana-
das de Tanit de la cueva de Es Cuieram (Aubet, 1968, fig. 3, n . ° 11).
Por lo que a c r o n o l o g í a se refiere, no se conoce p r á c t i c a m e n t e n i n g ú n ejemplar del s. V a . J . C ,
por lo que t e n d r í a m o s que fechar nuestra pieza en el s. VI a . J . C . con toda probabilidad, tal vez
incluso en el s. VII a . J . C .
Sería pues este colgante otra de las piezas que pueden asignarse a los dos siglos iniciales de la
presencia p ú n i c a en Ibiza, materiales que poco a poco se están identificando entre los miles de pie-
zas guardadas en el M . A . I .
Estudiamos la forma E b . 64 a p r o p ó s i t o de la hallada en el hipogeo 45 (7292), por lo que s ó l o
cabe indicar que se fecha normalmente en los s. V y IV a . J . C .

91
H I P O G E O 31
Figs. 38-39

Se excavó el 31 de marzo; la c á m a r a , casi cuadrada, contenía un sarcófago adosado a la pared


oeste, estando la boca de acceso en un lateral de la pared norte. H a b í a un esqueleto de adulto, bien
conservado, probablemente dentro del sarcófago. E l material hallado, muy escaso, fue el siguiente:
— Jarrito con dos asas.
— Un ungüentario tosco.
— Un anillo de plata, de chatón.
— Un cuchillo de hierro.
Sólo hemos podido inventariar dos piezas.

Fig. 38. Alzado y planta del hipogeo 31 (según J. M . Maná).

Inventario
— Pequeña urna de boca ancha y cilindrica, cuerpo bitroncocónico y base casi plana; dos asas gruesas
y aplanadas van de un resalte que hay debajo de la boca hasta un poco por encima del diámetro máximo de
la pieza; pasta ocre oscuro, con mica y abundantes partículas de cal; la superficie externa es también ocre,
pero con zonas verdosas por defecto de cocción.
Altura: 14,5 cm. D. boca: 8,6 cm. D. base: 7,3 cm. D. máx.: 13,4 cm.
Fig. 39,1; M . A . I . 7260.
— Ungüentario tosco, de pasta y superficie ocre verdoso, labio exvasado con acanaladura en su parte in-
terna, con escasa capacidad; base irregular que no le permite tenerse en pie.
Altura: 8,3 cm. D. boca: 2,9 cm. D. máx.: 3,6 cm.
Fig. 39,2; M . A . I . 7261.

Ambas piezas son insuficientes para considerarlas representativas de un ajuar, pero pueden sin
embargo, fecharse en el mismo momento.
L a urna pertenece a un numeroso grupo de piezas parecidas que encontramos ya entre las cerá-
micas más antiguas de Cartago, evolucionando hasta los s. III-II a . J . C . en cuanto a decoración,
grosor de las paredes, base plana o rehundida... Su difusión en toda el área púnica es amplia. E n
Ibiza es muy frecuente, y para Tarradell y Font es una de las formas derivadas de los tipos más
antiguos, dentro de las cerámicas púnico-ebusitanas (Tarradell-Font, 1975, fig. 45; Rodero, 1980,
figs. 36-37, l á m . 13,5).
E n el caso de la que aquí estudiamos, recuerda más las formas evolucionadas que las más anti-
guas y estaría próxima a la Cintas 260, del Cap B o n , que se fecha en el s. III a. J . C . (Cintas, 1950,
p. 139, l á m . X X I ) . Otro ejemplar muy parecido, de Tamuda, se puede fechar en la misma época
aunque pudiera remontar al s. IV a . J . C . (Tarradell, 1960, p. 99, fig. 24; Bisi, 1970, p. 100, lám.
X V , 6).
E n cuanto al ungüentario, se incluye en un grupo del que ya hemos tratado, y que fechamos
en el s. III a . J . C . (véase el 7246, del grupo de hipogeos 23-25).

92
Fig. 39. Material del hipogeo 31.

H I P O G E O 32
Fig. 40

Se excavó este hipogeo el 13 de abril, siendo muy escuetas las noticias que de él tenemos. Tan
sólo sabemos que se hallaron:
— Jarrito con asa, intacto.
— Vaso fino, ovoide.
— Ungüentario fusiforme.
— Espátula de bronce.
— Lucerna romana.
Este es uno de los pocos casos en que hemos podido identificar todo el material.

Inventario
— Lucerna romana; asa con dos acanaladuras, disco ligeramente rehundido, con tres baquetones en relie-
ve en torno al orificio de alimentación; el cuerpo está decorado con perlitas y líneas verticales en relieve; la
base, plana, lleva en relieve la marca M rodeada de cuatro perlitas; pasta anaranjada, superficie cubierta de
un barniz rojo muy perdido; corresponde al tipo Dressel-Lamboglia 2 y al Deneauve I (Lamboglia, 1952b,
p. 88, lám. X ; Deneauve, 1974, p. 80, lám. X X X I V , n.° 265).
Altura: 3,2 cm. Largo: 11,3 cm. D. base: 3,9 cm. Ancho: 6 cm.
Fig. 40,3; M.A.I. 7011.
Bibliografía.
Fernández-Manera, 1979, p. 4, lám. I, 3.
— Cubilete de paredes finas, de cuerpo panzudo, borde casi recto y labio redondeado; base apenas cónca-
va, con un «pseudo-pie» (en términos de F. Mayet) que facilita su apoyo; pasta gris oscuro, con partículas
de cal muy abundantes; superficie interna gris oscuro, la externa, rugosa, es ocre anaranjado, salvo en la parte
inferior que ha quedado también gris, al igual que el fondo externo. Esto se debe sin duda a la posición de
la pieza durante la cocción, encajada en la boca de otra similar. Corresponde, aunque no exactamente, a la
forma Mayet III (Mayet, 1975, pp. 30-31, lám. IV).
Altura: 9,9 cm. D. boca: 7 cm. D. base: 5,2 cm. D. máx.: 7,6 cm.
Fig. 40,2; M . A . I . 7262.

93
— Ungüentario de cuerpo fusiforme, pie largo que se va estrechando hasta acabar en un botón irregular
que le impide mantenerse en pie; cuello también largo, cubierto por una pintura marrón rojiza; pasta anaran-
jada, superficie beige alisada.
Altura cons.: 11,8 cm. D. base: 1,4 cm. D. máx.: 3,7 cm.
Fig. 40,4; M . A . I . 7263.
— Jarrita de cuerpo globular, acanalado salvo en el tercio superior; cuello separado claramente, con aca-
naladuras más pequeñas; boca circular de la que sale un asa con surco central que llega casi hasta la mitad
de la panza; base plana, con moldura; pasta beige claro.
Altura: 12,4 cm. D. boca: 4,5 cm. D. base: 4,3 cm. D. máx.: 9,8 cm.
Fig. 40,1; M . A . I . 7264.
— Espátula de bronce con engrosamiento en la parte posterior, cuerpo cilindrico y parte anterior plana,
con un estrechamiento.
Largo: 16,4 cm.
Fig. 40,5; M.A.I. 7265.

Fig. 40. Material del hipogeo 32.

<)4
Salvo la jarra 7264, que es francamente posterior, las otras cuatro piezas pueden agruparse muy
bien y pertenecer al mismo ajuar, o al menos al mismo período de utilización de la tumba.
L a lucerna 7011 se fecha en los s. II-I a . J . C ; la marca M que lleva es de un taller aún sin identi-
ficar, y la encontramos incisa en una lucerna bastante posterior del catálogo del Museo de Magun-
cia (Menzel, 1969, p. 45, fig. 34, n . ° 222).
E l cubilete de paredes finas pertenece a la forma Mayet III, que es una de las m á s antiguas den-
tro de la producción de este tipo de cerámicas. Se fecha en el s. I a . J . C , especialmente en su segun-
da mitad. L a mayoría de las piezas conocidas en la Península Ibérica proceden del Puig des Molins
(Mayet, 1975, p. 31). Fuera de ella aparece también en contextos púnicos tardíos, por ejemplo, en
Les Andalouses (Vuillemot, 1965, fig. 79, tipos A N 134 y 137).
Los ungüentarios como el 7263 son corrientes en el mundo romano. Su cronología, ateniéndo-
nos a las últimas aportaciones de Cuadrado, iría de inicios del s. II hasta mediados del s. I a . J . C
(Cuadrado, 1978, p. 399).
Por fin la espátula 7265 es de un tipo igualmente bien atestiguado en el mundo romano (Bonsor,
1931, l á m . L X V I I I , 1; Milne, 1970, láms. X I I - X I V ) , pero también en ambientes púnicos tardíos
(Acquaro, 1980, l á m . X V I I I ) . Es difícil considerar el tipo como exclusivamente romano, y su ori-
gen seguramente debe buscarse en el mundo griego.
Podemos por lo tanto situar este pequeño conjunto en el s. I a . J . C . y con bastantes probabilida-
des hacia su mitad.
L a jarrita 7264, muy posterior, tiene un paralelo en una pieza de Chemtou (Túnez), que Vegas
incluye en su forma 43 y fecha entre la segunda mitad del s. II y la primera del s. III d . J . C . (Vegas,
1973, pp. 101-103, fig. 35,3). Nuestro ejemplar es mucho más globular y se parece más a otra pieza
inédita conservada en el M . A . I . , de las mismas características, pero con el cuello más alargado.
Procede de las excavaciones de urgencia realizadas en 1980 en un solar de la calle Aragón de la
ciudad de Ibiza, frente a la Iglesia de Santa Cruz. Se localizó allí una necrópolis tardo-romana,
con inhumaciones que tenían escaso ajuar. L a mayoría estaban a c o m p a ñ a d a s de jarras de dos asas
y decoración incisa iguales a las encontradas en 1916 en la necrópolis de C a n Flit, cerca de Sant
o s
Antoni (Corominas, 1942, láms. I, 3 y III; Roca, 1974, n . 21-23). E l hallazgo junto a las tum-
bas de la calle A r a g ó n de una moneda de Salonina, mujer de Galieno, permite fechar el conjunto
en la segunda mitad del s. III d . J . C , datación que se puede hacer extensible a nuestra pieza.

H I P O G E O S 33 y 34

Fueron ambos explorados los días 11 y 12 de abril, comunicaban con muchos otros, en varias
direcciones, y no proporcionaron ningún tipo de material.

H I P O G E O 35
Figs. 41-42

Fue excavado el 12 de abril y no tenemos absolutamente ningún dato sobre él. M a n á sólo da
los hallazgos, que fueron los siguientes:
— Abrazadera de sarcófago.
— Siete monedas púnicas.
— Moneda romana.
— Lucerna griega de dos mecheros y orificio central.
— Lucerna griega de un mechero y orificio central.
— Jarro esférico de cuello largo.
— Urna pequeña a la que falta un asa.
— Cuchillo de hierro.
— Placa rectangular de bronce.
— Pie de jarro.
— Vasito ovoide, fino.
— Jarro aplanado, faltan cuello y asa.
— Plato de lucerna, roto.
— Anfora mediana con un asa.

95
Hemos identificado el siguiente material.
Inventario
— Lucerna griega de barniz negro; tiene el pico de la mecha ancho y tubo central de sujeción; el barniz
brillante cubre toda la pieza, incluyendo el interior del tubo central, quedando sólo la base en reserva; en la
parte posterior, algunas manchas de baniz rojizo; base plana ligeramente elevada; incompleta; pasta color ga-
muza.
Altura: 2,3 cm. Largo: 11,7 cm. D. disco: 9,3 cm.
Fig. 41,1; M.A.I. 7266.
— Plato de ala ancha, labio redondeado, pocilio central, y base ligeramente cóncava; pasta beige, con
mica y cal; superficies alisadas del mismo color.
Altura: 2,1 cm. D. base: 5,1 cm. D. máx.: 12 cm. .
Fig. 41,3; M.A.I. 7267.

Fig. 41. Material del hipogeo 35.

96
— Posible soporte de pasta y superficies ocre grisáceo, con mica y cal; base plana rugosa; el resto de la
superficie, incluida la interna, está alisada.
Altura: 8 cm. D. base: 4,7 cm. D. máx.: 7,8 cm.
Fig. 42,3; M.A.I. 7268.
— Jarra de cuerpo panzudo que se va estrechando hacia el cuello, labio exvasado y base anular con pie
grueso moldurado; una sola asa de sección elíptica iría del labio hasta algo más arriba de la mitad de la pieza;
pasta porosa blanquecina, con mica y cal; superficies del mismo color, con dos estrías o acanaladuras a la
altura del arranque del asa.
Altura: 21,5 cm. D. boca: 12 cm. D. base: 7,9 cm. D. máx.: 16 cm.
Fig. 42,1; M.A.I. 7269.

Fig. 42. Material del hipogeo 35.

97
— Laginos de pasta y superficies ocre, con mica y cal; le faltan cuello y asa; cuerpo con fuerte carena;
base anular, con fondo plano y un pie corto y ancho.
Altura cons.: 5,4 cm. D. base: 6 cm. D. máx.: 9,2 cm.
Fig. 42,2; M . A . I . 7270.
— Botella de cuerpo globular ligeramente acanalado, cuello largo y labio exvasado, con boca circular;
pie corto y estrecho acabado en una base circular más amplia, cóncava; pasta anaranjada con puntos negros,
grises y calcáreos; superficie ocre amarillento.
Altura: 19,8 cm. D. boca: 4,3 cm. D. base: 5 cm. D. máx.: II cm.
Fig. 41,2; M . A . I . 7271.
— Pondus casi circular de piedra caliza, muy blanda, con dos perforaciones en la parte superior.
Altura: 9,5 cm. Espesor máx.: 2,7 cm.
Fig. 41,4; M . A . I . 7272.
— Placa rectangular de bronce, ligeramente curvada.
Largo: 7,8 cm. Anchura: 6,4 cm. Espesor: 0,3 cm.
Fig. 42,5; M . A . I . 7273.
— Clavo o perno de bronce en forma de gancho.
Altura: 5,7 cm.
Fig. 42,4; M . A . I . 7274.

De esta cámara podemos identificar pocos materiales, que corresponden a dos momentos de
utilización.
L a lucerna 7266 está muy cerca del tipo 22 B del Agora, aunque muchas de este grupo fueron
restauradas con doble pico. Recuerda en especial la n . ° 200, aunque se diferencia por no llevar de-
coración en los bordes. Se fechan entre el segundo cuarto y finales del s. V a . J . C . (Howland,
1958, pp. 53-54, fig. 7, lám. 35). A la misma época o principios del s. I V a . J . C . corresponde el
plato 7267.
Del segundo período sería la jarra 7269. Esta se podría asimilar a la forma E b . 30 a (Font, 1974,
pp. 225-228), pero se aleja de ella por varios detalles, principalmente por tener el diámetro máximo
en el tercio inferior de la pieza, y por la base con pie. E n general los numerosos ejemplares conoci-
dos de Ibiza tienen la base rehundida, habitual en las cerámicas púnicas, y el diámetro máximo
más hacia el centro (véase por ejemplo las piezas 7154 y 7155, del hipogeo 17).
E n una secuencia cronológica que empezaría con los tipos presentados por Font, de los s. IV
y III a . J . C , esta jarra se situaría en un momento mucho más avanzado, tal vez en el s. II a . J . C .
Dentro de la forma E b . 30, este tipo en el que el diámetro máximo se ha desplazado hacia el tercio
inferior presenta una homogeneidad que permite agruparlo independientemente de las formas a y
b, que serían sus prototipos.
También del s. II a . J . C e incluso algo posterior sería el laginos 7270. Cintas d u d ó en incluirlo
en su catálogo por considerarlo «neo-púnico», aunque finalmente lo hizo bajo las formas 98 ter
y 98 quater, más panzudas que nuestra pieza. Aunque en Ibiza son escasas, Cintas cita ejemplares
de Cartago, Gouraya, Cerdeña y Malta, con la cronología arriba mencionada. (Cintas, 1950, p.
97, lám. VII).
Para las piezas 7268 y 7271 no hemos encontrado paralelo alguno.

F O S A 36
Fig. 43

Fue excavada el 17 de abril; se encontraba delimitada por losas de mares, rotas en parte, dis-
puestas paralelamente y formando un rectángulo de 1,50 m. de longitud, 0,50 m. de anchura y 0,60
m. de profundidad. E n el interior había algunos huesos revueltos y fragmentados, así como mate-
rial muy destruido. Este era:
— Tres ungüentarios toscos.
— Fragmentos de cerámica, en mal estado.
Sólo hemos podido localizar la siguiente pieza, de la que nada se puede decir.

98
Fig. 43. 1. Fondo de una vasija de la fosa 36.
2. Lucerna de la fosa 41.

Inventario
— Base y parte del cuerpo de una vasija de forma indeterminable; pasta anaranjada, con mica y cal, su-
perficies igual, la externa alisada; base plana.
Altura cons.: 4,7 cm. D. base: 4,4 cm.
Fig. 43,1; M.A.I. 7275.

H I P O G E O 37

Fue excavado los días 16 y 17 de abril. E l ú n i c o dato que se posee es que no tenía agujeros de
saqueo, es decir, que la c á m a r a estaba intacta. E l interior estaba lleno de piedras y cascotes, y no
se p r o c e d i ó a su limpieza. Posiblemente se trate, una vez m á s , de uno de los hipogeos excavados
por R o m á n .

H I P O G E O 38

S ó l o se menciona que comunicaba con otras c á m a r a s , y que en él no se h a l l ó material. Se explo-


ró el 16 de abril.

F O S A 39

Totalmente revuelta, s ó l o p r o p o r c i o n ó algunos huesos.

H I P O G E O 40

Comunicaba con cuatro hipogeos m á s , y no se h a l l ó nada en él. Fue explorado el 16 de abril.

F O S A 41
De esta fosa s ó l o sabemos el material que se h a l l ó :
— Un jarrito, roto.
— Dos lucernas púnicas de dos mecheros, rotas.
— Un ungüentario tosco.

E n realidad, y cotejando con el diario, no queda muy claro si ambas lucernas estaban en la fosa
o en la boca del hipogeo 42. Unicamente hemos identificado una de ellas.

99
Inven/ario
— Lucerna púnica de dos tubos y cazo profundo; base plana, irregular; pasta y superficies grises, con
mica y cal; muy tosca.
Altura cons.: 3,3 cm. Largo cons.: 6,5 cm.
Fig. 43,2; M.A.I. 7276.
Pertenece a los grupos tardíos Cintas 8-10 y Deneauve IX, de finales del s. III y s. II a . J . C .
(Cintas, 1950, p. 175, l á m . X L ; Deneauve, 1974, pp. 37-38, l á m XXIII).

H I P O G E O 42
Figs. 44-48

Se e x c a v ó durante los días 25 y 26 de abril. T e n í a muchas piedras encima y al retirarse totalmen-


te se pudo ver una ancha boca de entrada. A la mitad del pozo de descenso s o b r e s a l í a un e s c a l ó n ,
bien tallado en la roca. L a c á m a r a era p e q u e ñ a , de planta irregular, estando alisado el suelo. No
c o n t e n í a s a r c ó f a g o . Cabe subrayar el hecho de que este hipogeo no comunicaba con n i n g ú n otro,
lo que permite esperar una cierta homogeneidad en sus materiales. Estos fueron:

— Un amuleto de Bes, en piedra verdosa.


— Un jarrito italo-griego, rombos negros.
— Cuatro jarros de boca trilobulada.
— Jarrito con pitorro y asa.
— Nueve aretes de plata.
— Cinco cuentas de collar.
— Una moneda.
— Aro grueso de bronce.
— Jarro ungüentario con asa.
— Taza con asa.
H a b í a a d e m á s un jarrito roto junto a la boca del hipogeo.
Se ha podido identificar la mayor parte de este material a d e m á s de algunos elementos m e t á l i c o s
no citados en el inventario pero dibujados por M a n á y atribuidos a este hipogeo.

Fig. 44. Alzado y planta del hipogeo 42 (según J. M . Maná).

Inventario
— Ampolla o pequeña botella de cuerpo globular, con base formando un mamelón; cuello con resalte
que se va estrechando hasta la boca, circular; labio exvasado; el asa, que falta, iría del resalte del cuello a
la parte superior del cuerpo, siendo pequeña, gruesa y de sección circular; pasta anaranjada, hojaldrada, poco
depurada, con cal y diminutos puntos negros; superficie naranja rojizo; incompleta y restaurada; próxima
a la forma Bisi 3 (Bisi, 1970a, lám. II).
Altura: 8,7 cm. D. boca: 2,7 cm. D. máx.: 6,2 cm.
Fig. 45,1; M . A . I . 7277.

100
— Oinokoe de cuerpo cilindrico y boca trilobulada del tipo Eb. 1 (Tarradell-Font, 1975, pp. 158-159);
las paredes están ligeramente curvadas, y el diámetro máximo está en la base; el asa, ancha y plana, va del
labio a la parte superior del cuerpo; base ligeramente rehundida; pasta y superficies amarillo verdosas, con
mica y cal.
Altura: 19,5 cm. D. base: 12,6 cm.
Fig. 46,1; M.A.I. 7278.
— Oinokoe de boca trilobulada de la forma Eb. 2 (Tarradell-Font, 1975, p. 159); cuerpo globular, asa
de cinta que sobresale por encima de la boca; base ligeramente cóncava; pasta ocre anaranjado, con mica y
cal; superficie externa beige, con decoración consistente en cuatro dobles filetes por el cuerpo, inclinados res-
pecto al eje de la pieza, y cuatro manchas más o menos circulares en el cuello; posiblemente llevaría dibujados
sendos ojos a los dos lados de la boca, aunque no se puede apreciar bien por faltar ésta casi completamente.
Altura cons.: 14,6 cm. D. base: 4,9 cm. D. máx.: 10 cm.
Fig. 47,2; M.A.I. 7279.
— Oinokoe de boca trilobulada de la forma Eb. 2 (Tarradell-Font, 1975, p. 159); cuerpo globular, asa
de cinta que sobresale por encima de la boca; base plana; pasta y superficie beige anaranjado, con mica y
cal, ésta muy visible y abundante.
Altura: 16,2 cm. D. base: 6,1 cm. D. máx.: 10,8 cm.
Fig. 46,3; M . A . I . 7280.

— Oinokoe de boca trilobulada de forma Eb. 2, semejante al anterior; aparte del tamaño, se diferencia
por la pasta y superficie beige claro, y por la base ligeramente cóncava y con el pie indicado.
Altura: 14 cm. D. base: 5 cm. D. máx.: 9,2 cm.
Fig. 46,2; M.A.I. 7281.

— Pequeño «vaso biberón» de cuerpo globular, cuello estrecho y labio exvasado; tiene un asa de cinta
que va del labio a la parte alta del cuerpo; a la mitad de éste sale un corto pitorro apuntando hacia arriba;
la base es plana, toscamente acabada; lleva decoración en color rojo vinoso, a base de manchas y churretones;
pasta y superficie de color ocre claro.
Altura: 8,9 cm. D. base: 5 cm. D. máx.: 7,8 cm.
Fig. 47,1; M . A . I . 7283.

— Taza de cuerpo panzudo con boca circular de paredes verticales; asa pequeña de cinta, que va del labio
a la parte superior del cuerpo; base plana; pasta blanda poco depurada, porosa, con abundante cal que al
igual que ambas superficies tiene distintos tonos de marrón.
Altura: 7,6 cm. D. boca: 6,1 cm. D. base: 4,2 cm. D. máx.: 8,8 cm.
Fig. 47,4; M.A.I. 7284.

— Lekythos aribalístico; la boca y parte del cuello debían estar recubiertos de barniz negro que se ha per-
dido casi por completo; lleva cinco rayas negras en la parte inferior del cuello, y el resto del cuerpo está decora-
do con un reticulado en negro, también perdido en parte, en cuyas intersecciones hay un punto blanco; pasta
beige oscuro.
Altura: 9,1 cm. D. boca: 3,1 cm. D. base: 3,8 cm. D. máx.: 5,5 cm.
Fig. 45,2; M.A.I. 7285.

Fig. 45. Material del hipogeo 42.

101
Fig. 46. Oinokoe del hipogeo 42.

102
— Pequeña jarra de un asa de la forma Eb. 13 (Tarradell-Font, 1975, p. 160, fig. 11); cuerpo de tendencia
piriforme, con el diámetro máximo en la parte inferior; asa corta y estrecha, de cinta, que va del labio exvasa-
do a la parte inferior del cuello; base ligeramente cóncava, con botón; pasta y superficie beige claro, con mica
y cal.
Altura: 12,6 cm. D. boca: 4,6 cm. D. base: 3,5 cm. D. máx.: 7,4 cm.
Fig. 47,3; M.A.I. 7282.

Fig. 47. Material del hipogeo 42.

103
— Amuleto de jaspe que representa al dios Bes; mediante incisiones se han hecho destacar claramente
la barba, el faldellín y los cinco penachos sobre la cabeza. Lleva sendas perforaciones debajo de los brazos
y otra transversal (¿para colgar?) en la parte posterior de la cabeza; posiblemente estén rotas de antiguo las
piernas.
Altura: 3,9 cm.
Fig. 48,1, lám. V I 5-6; M . A . I . 7286.
— Pequeño colgante circular de piedra blanca y dura, con perforación en la parte superior.
D. máx.: 2,7 cm.
Fig. 48,4; M . A . I . 7287.
— Campanilla de bronce que conserva el badajo; lleva la parte superior abierta.
Altura: 2,6 cm.
Fig. 48,3; M . A . I . 7288.
— Dos asas de bronce, molduradas, mal conservadas; a las de tamaño algo mayor M a n á las denomina
«asas de ataúd».
Largo máx.: 3,5 cm.
Fig. 48,2; M . A . I . 7289.

0 10 50

Fig. 48. Material del hipogeo 42.

104
C o m o quedó señalado al principio, este hipogeo parece tener una gran homogeneidad y todas
las piezas que contenía, a excepción de dos, pertenecen al mismo momento cronológico.
Las pequeñas ampollas del tipo de la 7277 vienen sirviendo, desde su aparición en Mogador
(Jodin, 1966a, fig. 22, lám X X X V I I ) para documentar la actividad colonial fenicia anterior al s.
VI a . J . C . (Culican, 1970, p. 16). N o cabe duda de que a pesar de numerosas variantes en cuanto
a pasta, t a m a ñ o , etc., reflejan una misma identidad cultural allí donde aparecen.
Los prototipos estarían en formas de gran difusión en Siria y Palestina ya en la Edad del Bron-
ce, según Bisi, aunque para Culican no son demasiado abundantes en yacimientos fenicios orienta-
les (Bisi, 1970b; Culican, 1970). Su presencia en el Mediterráneo central y occidental está sin em-
bargo atestiguada en numerosos lugares: Cartago, Utica, Mersa M a d a k h , Rachgún, M o z i a , etc.,
como se puede comprobar en las dos monografías dedicadas hace unos años a estas ampollas (Culi-
can, 1970; Bisi, 1974).
E n la Península Ibérica, se ha hallado concretamente en Mas de Mussols, Tortosa (Maluquer,
1969, p. 245, fig. 2, lám. I); en Crevillente (González Prats, 1979, p. 260, n . ° 1317); en Los Salada-
o s
res (Arteaga-Serna, 1975, láms. X I y X V I I I , n . 80 y 135); en Toscanos (Schubart et alii, 1969,
lám. X V I ) y en el Cerro Salomón (Blanco et alii 1970, pp. 18-19, figs. 46 y 49). C o n base plana
la encontramos en E l Carambolo (De M a t a , 1969, l á m . X I V ) y Cruz de Negro (Aubet, 1980, figs.
7-8).
E n el M . A . I . se conservan cinco ejemplares completos, tres de Puig des Molins de esta c a m p a ñ a
de 1946 y dos de procedencia desconocida, además de las bocas de otros tres. U n o de los de esta
c a m p a ñ a es algo diferente y se estudia en su contexto (el 7350 del sector ánforas).
Y a Tarradell y Font mencionaron estas piezas, asignándoles la forma E b . 12 y haciendo notar
su interés como representativas del material m á s arcaico de la isla (Tarradell-Font, 1975, p. 154).
E n realidad incluyeron en ese tipo, además de las ampollas, los oinokoi de base plana como el 7034
del hipogeo 20. Y a hemos señalado que tanto por su forma como por su cronología deben ser dife-
renciados y estudiados como tipos distintos (Gómez Bellard, 1982).
Vistos los contextos en que siempre aparecen o lo han hecho hasta ahora estas ampollas, no
creemos que la 7277 deba fecharse después de finales del s. VII o inicios del s. V I a . J . C . a lo sumo.
Formando ya parte del ajuar principal tenemos cuatro oinokoi de boca trilobulada, de tipos ca-
racterísticos en la cerámica púnico-ebusitana.
E l 7278 es del tipo E b . 1, que engloba tanto estas piezas como los oinokoi del cuerpo perfecta-
mente cilindrico, y lleva en general decoración pintada a base de bandas, filetes, perlas, ojos, e t c . .
Es muy corriente en la isla, tanto en necrópolis rurales (Román y Calvet, 1906, lám X X X I ; R o m á n
1918, lám. V ; 1920, lám III; 1921, lám I V ; 1922, lám I) como en el Puig des Molins (Tarradell-
Font, 1975, p. 55). N o parece tener paralelos exactos fuera de la isla, siendo los únicos cercanos
los tipos A N 39 y 40 de Les Andalouses. Su excavador los fecha en el s. III a . J . C . porque aparecen
en contextos como el de la tumba X L V I I I , donde los hallamos con una urna A N 18, equivalente
exacto de la E b . 73 (Vuillemot, 1965, pp. 191 y 365, fig. 73). Pero no cabe duda de que estos tipos
son más evolucionados, con el cuello largo y el cuerpo estrecho. Los E b . 1 aparecen en contextos
del s. IV a . J . C . por ejemplo en el hipogeo 28 de la c a m p a ñ a de 1904, donde se encontró con un
lekythos aribalístico de palmeta, o en el hipogeo 8 de la c a m p a ñ a de 1922, donde aparece con una
lucerna ática del tipo 23 C del Agora, fechada en el s. I V . a . J . C .
Seguramente un estudio de todos los contextos en que aparece demostrará que surge en el s.
V a . J . C , como muchos tipos púnico-ebusitanos.
Los tres oinokoi 7279 a 7281 son del tipo E b . 2, que no tiene la originalidad del E b . 1 Es en
efecto el reflejo de modelos griegos anteriores al s. V a . J . C , aunque adaptándolos al gusto púnico
o s
(Robinson, 1950, láms. 152-155; Sparkes-Talcott, 1970, lám. 5, n . 101 y 103).
Corresponde a las formas Cintas 180, 182, 183, 184 y 188 que encontramos bien representadas
en Cartago y todo el norte de Africa (Cintas, 1950, pp. 122-123, l á m s . X I V - X V ) . También apare-
cen en Cerdeña, donde se puede seguir su evolución desde el s. V I al III a . J . C , tanto en Tharros
(Quattrocchi, 1981, fig. 2) y Monte Sirai (Barreca 1964, láms. X X I I I ; Amadasi et alii, 1965, láms.
X X X I X - X L ; 1966, lám X L ) como en Olbia (Acquaro, 1980, láms. X X - X X I ) .
E n Ibiza están bien documentados (Tarradell-Font, 1975, pp. 55, 57, 88 y 161; Rodero, 1980,
figs. 3-6). Trabajos recientes han puesto de manifiesto su aparición en contextos de finales del s.
V a . J . C , como en el hipogeo 3 de C a n Sorá (Fernández-Padró, 1982, p. 180) y de inicios del s.
I V como el hipogeo 8 de la c a m p a ñ a de 1921 en el Puig des Molins (Fernández, en prensa), acom-
p a ñ a d o s siempre de material ático que ha permitido su exacta datación.
Los llamados «vasos biberones» como el 7283 son corrientes en Cartago desde el s. IV a . J . C ,
con un gran desarrollo en los dos siglos siguientes (Cintas, 1950, láms. X X X I I I - X X X I V ) . También

105
los hallamos en Les Andalouses (Vuillemot, 1965, fig. 74, n . ° 64), en Cerdeña (Quattrocchi, 1981,
fig. 1), ambos en contextos de los s. IV-III a . J . C , y en Villaricos (Siret, 1907, lám I V , 13).
E n Ibiza son numerosos, estando a menudo decorados bien con pintura, bien representando
caras con ojos, cabellos, nariz (Román y Calvet, 1906, lám L I X ; Rodero, 1980, figs. 25-26). E n
este último caso recuerdan a menudo pequeños erizos, y hay que considerarlos como un tipo aparte
con otros vasos plásticos.
Para la taza 7284 no hemos encontrado paralelos, aunque hay bastantes similares en los fondos
del M . A . I . Esta clase de material, más basto, ha recibido poca atención por parte de los investiga-
dores. Pero sin duda jugaba un papel importante en la vida diaria, y de hecho ollas de un tipo ma-
yor y con seguridad más antiguo fueron halladas en el tofet de Mozia (Ciasca et alii, 1964, lám.
LIV).
A l lekythos aribalístico 7285 se le puede aplicar lo dicho a propósito del lekythos con palmeta
7238 (hipogeos 23-25). Tanto Trías como Tarradell Font han recogido numerosos ejemplares i b i -
cencos con decoración reticulada, que se fechan igualmente en la primera mitad del s. IV a . J . C .
L a otra pieza que probablemente tiene una cronología diferente de la del conjunto que estamos
viendo es la jarrita 7282, del tipo E b . 13. Este comprende en realidad varias jarritas con distintas
variantes, tanto en t a m a ñ o como en su cuerpo, que puede ser ovoide o piriforme, como en este
caso. E l tipo no es original del mundo púnico, pero sí es cierto que en éste tiene un amplísimo desa-
rrollo.
Corresponde principalmente a las formas Cintas 110 y 111, con una cronología que abarca des-
de el s. IV al II a . J . C (Cintas, 1950, lám I X ; Vuillemot, 1965, fig. 73, n . ° 52; Ponsich, 1968, lám.
XIV).
E n Ibiza la encontramos en contextos de inicios del s. IV a . J . C , tal vez incluso anteriores, con
el diámetro máximo hacia la mitad de su altura (Fernández, 1980b, pp. 21-22) y es realmente fre-
cuente (Tarradell-Font, 1976; Rodero, 1980, figs. 12-13). Todavía está por hacer un estudio de su
evolución posterior de la que, al menos para Ibiza, disponemos de pocos datos.
Cabe señalar que este tipo es de los más difundidos en las Baleares, en la zona de comercio ebu-
sitano, y lo encontramos por ejemplo en diversos lugares de Mallorca: Son Favar (Amorós-García
0 5
y Bellido, 1947, figs. 13 y 20), Son M a r i , Colonia de Sant Jordi (Cerda, 1980, n . 137-138), cue-
va de Son Taixaquet y Cueva Monja, en esta última con material púnico y romano de los s. II-I
o s
a . J . C . (Enseñat, 1981, fig. 31, n . 5-6 y fig. 41, n . ° 2). Aparece también en Menorca, por ejem-
plo en Cales Coves (Belén-Fernandez Miranda, 1979, fig. 36, n . ° 6).
Del material no cerámico destaca el amuleto 7286, sin duda uno de los ejemplares más bellos
conservados en el M . A . I . Las representaciones del dios enano egipcio Bes son abundantísimas en
Ibiza ya sea en monedas, terracotas, moldes, amuletos, etc. A este respecto cabe recordar que desde
que Sola Solé volvió a proponer la traducción del nombre púnico de Ibiza como «isla de Bes», esta
teoría no ha sido rechazada (Sola, 1956). Por el contrario se ha refutado la frecuente identificación
de Bes con Eschmún, el octavo cábiro fenicio, ya que no hay duda de que se trata del dios benefac-
tor de origen egipcio ( P a d r ó , 1978).
Representaciones de Bes han sido encontradas en muchos otros centros de la cultura púnica (Ver-
coutter, 1945, pp. 282-283; Cintas, 1946, p. 83). E l paralelo más exacto para nuestra pieza lo halla-
mos en dos amuletos conservados en el Museo de Cagliari (Sicilia), realizados en «pasta di talco»
o s
y uno de ellos con esmalte verde (Acquaro, 1977, p. 115, lám X X X I X , n . 849-850).
Finalmente la campanilla 7288 es de un tipo frecuente en Ibiza y encontramos otras exactamente
iguales en Villaricos (Astruc, 1951, láms. X X I I I , X X V I I , X X X I I ) .
E n conclusión parece que estamos ante un ajuar que se puede fechar con bastante seguridad
en la primera mitad del s. IV a . J . C . Quedan aparte la jarrita E b . 13, sin duda posterior, y la ampo-
lla, que es bastante más antigua. Conviene recordar respecto a esta última que el hipogeo 42 se
halla muy cerca del sector 4.° o de las «zanjas chipriotas», donde aparecieron las otras dos ampo-
llas dentro de la zona que como veremos más adelante se puede considerar área arcaica de la necró-
polis. Que la ampolla estaba desplazada y no pertenecía al enterramiento del hipogeo nos lo confir-
ma el diario de excavaciones, pues podemos identificarla con el «jarrito roto» que M a n á menciona
y que estaba en la zanja trazada antes de hallar la boca de la cámara, no en su interior.

H I P O G E O 43
Figs. 49-51
Se excavó el 20 de abril, hallándose la c á m a r a a bastante profundidad, unos 4 m . según los cro-
quis conservados. No comunicaba con ninguna otra. L a planta era rectangular pero se había habili-

106
tado unos nichos en la parte inferior de las paredes laterales y la del fondo. A s í los tres s a r c ó f a g o s
que c o n t e n í a quedaron adosados a dichas paredes, dejando m á s espacio en el centro. Sin embargo,
en el dibujo de M a n á los s a r c ó f a g o s laterales aparecen uno junto a otro, pegados al lado Noroeste.
A l no comunicar, M a n á p e n s ó que tal vez s ó l o hubiese sido saqueada por los á r a b e s . Ello es
dudoso a la vista de la escasez de hallazgos. Estos consistieron en:
— Figura púnica, completa.
— Amuleto de caliza representando el ojo de Osiris.
— Cinco monedas púnicas de Ibiza.
— Una moneda de Cartago.
— Varias cuentas de collar.
— Un clavo grande.
— Restos de amuleto.
— Restos de cuchillo y objetos de hierro (uno con restos de tejido).
— Escarabeo de ágata representando un halcón y una serpiente.
Se ha podido identificar lo siguiente.

Fig. 49. Alzado y planta del hipogeo 43 (según J. M . Maná).

Inventario
— Terracota que representa una figura femenina; hecha a molde, de perfil semicircular la figura descansa
sobre un plinto bajo. Va vestida con una larga túnica, algo por encima de los tobillos. El pecho, que queda
muy visible por tener los brazos abiertos, está adornado con dos hileras de collares; la superior está compuesta
por nueve cuentas alargadas, como anforiskos; la inferior cuatro gruesas placas con la imagen muy visible
en dos de ellas de una mujer sujetándose los pechos, posiblemente la diosa Astarté.
La cabeza es desproporcionada respecto al cuerpo; las orejas, grandes, han sido añadidas después y están
perforadas, al igual que la nariz; el pelo es ondulado; encima lleva una corona o diadema que está decorada
con nueve cabezas. Conserva restos de pintura roja en la parte superior de la corona; pasta y superficies beige
claro, con alguna zona rosácea.
Altura: 33 cm.
Lám. VII, 1; M.A.I. 7019.
Bibliografía
Maná, 1948, lám. XLII.
Almagro Gorbea, 1980, lám. LXII, 4.
— Escarabeo en jaspe verde con perforación longitudinal y esquema dorsal del tipo II de Vercoutter (1945,
página 72), con las patas bien indicadas. En el reverso está representado el halcón Horus, portando el cetro
heqa y el látigo uas, posado sobre tres flores de loto que crecen en una colina reticulada. Frente al halcón
hay una serpiente erguida verticalmente, con un objeto redondo en la boca; la escena se dispone en vertical
y está rodeada por una orla punteada.
Altura: 0,7 cm. Largo: 1,2 cm. Ancho: 0,9 cm.
Fig. 51,1, lám VII 3-4; M . A . I . 7015
Bibliografía.
Fernández-Padró, 1982, pp. 80-81 y 128.

107
Fig. 50. Vista isométrica del hipogeo 43 (según J . M . Maná).

— Amuleto de pasta incompleto, parte inferior de un ptah-pateco.


Altura cons.: 1,1 cm.
Fig. 51,3; M . A . I . 7020.
— Amuleto de pasta representando el «udyat» u ojo de Horus.
Altura: 2,1 cm. Largo: 2,4 cm.
Fig. 51,2; M.A.I. 7023.
— Fragmento de un punzón de hueso trabajado.
Largo cons.: 1,8 cm.
Fig. 51,4; M . A . I . 7021.
— Ocho cuentas de collar de diversos tamaños y colores, todas ellas de pasta vitrea.
Fig. 51,5; M . A . I . 7022.
L a terracota corresponde al numeroso grupo que hemos visto anteriormente, el de figuras en
pie con los brazos extendidos Almagro Gorbea la incluye en su grupo II tipo 7b, y aunque ve en
ella reminiscencias siciliotas considera que se puede incluir en las producciones t í p i c a m e n t e ibicen-
cas, por la riqueza de la joyería que lleva (Almagro Gorbea, 1980, p. 121). Hay que mencionar
por otra parte que esta autora indica e r r ó n e a m e n t e que se halló en la misma tumba que la terracota
7127 que procede en realidad como hemos visto, del grupo de hipogeos 6-13.
De los dos escarabeos que se encontraron en esta c a m p a ñ a , el 7015 es el ú n i c o que está en buen
estado y se puede estudiar.

108
C o m o es sabido Ibiza ha proporcionado un gran lote de escarabeos, representaciones del esca-
rabajo sagrado egipcio. E n su estudio recientemente publicado, J . Fernández y J . P a d r ó presentan
91 ejemplares del M . A . I . y calculan un total de 270 piezas de la isla, repartidas por varios museos
y colecciones. Si se piensa que la Península ha dado unos cien, se puede juzgar la importancia del
conjunto ibicenco.
L a representación de Horus es muy frecuente en los escarabeos de piedra. De Ibiza se conocen
al menos otras cuatro. E l origen egipcio de esta imagen es bien conocido, y a menudo el halcón
está a c o m p a ñ a d o por signos jeroglíficos. C o n este tema aparecen muchos escarabeos de pasta en
Cartago, fechados entre los s. V I I y V a . J . C . Son más escasos en jaspe, ya en los s. IV-III a . J . C ,
y más parecidos a nuestra pieza. Podemos encontrar otros paralelos en Tharros y en Chipre (Fer-
n á n d e z - P a d r ó , 1982, pp. 79-80).
Amuletos como los 7020 y 7023 son corrientes dentro del mundo púnico, especialmente el «ud-
j a t » (Vercoutter, p. 266; Cintas, 1946, pp. 83 y 88; Acquaro, 1977, láms. X - X V I I y X X X I ) . Los
ptah patecos son los hijos de Ptah, dios de Menfis, enanos deformes que parecen embriones huma-
nos. Eran protectores de artesanos, orfebres y navegantes. E l ojo de Horus, por otro lado, daba
clarividencia e invulnerabilidad a su poseedor, como había protegido al dios en su lucha contra
Set. Cronológicamente ambos tipos tienen una larga vigencia.
L a escasez de material en esta cámara permite hacer pocas consideraciones sobre su ajuar. Sola-
mente cabe señalar que la terracota y el escarabeo podrían situarse en los s. IV-III a . J . C .

H I P O G E O 44
Fig. 51

Se exploró los días 16 y 17 de mayo. L a boca, aunque oculta, estaba muy cerca de l a superficie.
L a c á m a r a comunicaba con otras en varias direcciones y se hallaba muy revuelta. Se encontró úni-
camente:
— Un ungüentario pequeño, tosco.
— Un lacrimatorio, roto.
— Un borde de plato de pasta vitrea.
Sin embargo, en los croquis de M a n á figura además, como perteneciente a este hipogeo, un pe-
q u e ñ o amuleto que hemos podido identificar.
Inventario
— Ungüentario de pasta ocre grisácea, con mica y cal; factura tosca; forma encuadrable en la Eb. 80 (Font,
1974, pp. 238-239).
Altura: 7,3 cm. D. boca: 2,9 cm. D. máx.: 3,1 cm.
Fig. 51,6; M . A . I . 7290.
— Pequeño amuleto de pasta gris, ligera y porosa, con tonalidades amarillas tal vez de descomposición;
representa una figura humana en pie.
Altura: 3,5 cm.
Fig. 51,7, lám. VII, 6; M . A . I . 7305.
Se puede considerar con toda lógica que el hipogeo había sido excavado con anterioridad. Del
material sólo resulta de interés el amuleto. Según J . P a d r ó , a quien agradecemos la identificación,
podría tratarse de un «ushabti» de época tardía. Como se sabe, este elemento funerario egipcio
es frecuente en las tumbas desde el Imperio Medio hasta época romana en que desaparecen definiti-
vamente. «Ushabti» significa «el que responde» y estos objetos estaban destinados a representar
a aquellos que en el más allá trabajarían en lugar del muerto (Garbini et alii, 1966).

H I P O G E O 45
Figs. 52-53

Esta tumba está algo separada del grupo principal de hipogeos excavados en este sector. Maná
tenía noticias de que había sido ya excavada por Juan R o m á n y Calvet, antes por lo tanto de 1910.
Se exploró sin embargo los días 5 y 8 de abril, viéndose que comunicaba con otros muchos hipo-

109
Fig. 51. 1-5. Material del hipogeo 43.
6-7. Material del hipogeo 44.

geos, unos sesenta al menos, t a m b i é n vaciados ya. Sin embargo una limpieza exhaustiva proporcio-
n ó abundantes hallazgos:

— Gran ánfora de tipo púnico, rota pero completa.


— Tres jarritos.
— Anfora de dos asas, tamaño medio, rota pero completa.
— Vaso panzudo con asa lateral.
— Taza fina con asa rota.
— Fragmento de taza de térra sigillata.

110
— Dos ungüentarios.
— Fragmento de plato grande.
— Plato negro, hondo, roto.
— Tapa pequeña.
— Media lucerna púnica.
— Ungüentario fusiforme.
— Jarrita abultada, sin asa, boca estrecha.
— Cuatro ungüentarios de vidrio.
— Fragmentos de huevo de avestruz con decoración.
— Media lucerna griega.
— Tres monedas.
— Resto pequeño de una pulsera de bronce.
— Trozo de plomo.
— Cuenta de collar.
Inventario
— Lucerna griega incompleta de la que sólo queda la mitad inferior y el pico; está cubierta de barniz ne-
gro brillante, salvo en la base que está en reserva; pasta color gamuza, base ligeramente rehundida; se ve en
uno de los lados el arranque del asa.
Altura cons.: 3,2 cm. D. base: 4,7 cm.
Fig. 53,2; M . A . I . 7291.
— Jarra de dos asas y boca circular de la forma Eb. 64 (Tarradell-Font, p. 161, fig. 49); cuerpo ovoide,
cuello corto con un resalte a la altura del arranque de las asas, que son planas; base ligeramente rehundida;
pasta anaranjada con mica y cal; la superficie externa es anaranjada en una mitad y verdosa en la otra, por
defecto de cocción.
Altura: 33,5 cm. D. boca: 11 cm. D. base: 8,5 cm. D. máx.: 22,8 cm.
Fig. 52,1; M . A . I . 7292.
— Pequeña jarra de un asa de la forma Eb. 13 (Tarradell-Font, 1975, p. 160, fig. 11); cuerpo de tendencia
ovoide con el diámetro máximo en la parte inferior, pero cerca de la mitad del cuerpo; labio grueso exvasado,
asa corta de cinta; base plana y pasta ocre oscuro con mica y muchas impurezas calcáreas de buen tamaño;
superficie beige grisáceo; la pieza se halla muy torcida respecto a su eje por probable defecto de cocción.
Altura: 12 cm. D. boca: 4,5 cm. D. base: 4,9 cm. D. máx.: 7,2 cm.
Fig. 52,2; M . A . I . 7293.
— Jarra pequeña de cuerpo ovoide, cuello estrecho y boca circular, con labio probablemente exvasado;
un asa única, que falta, iría de la parte superior del cuerpo al labio; base anular con pie moldurado; pasta
poco depurada, ocre rosáceo, con abundante mica y cal; superficie externa rugosa, poco cuidada, de color
beige.
Altura cons.: 10,7 cm. D. base: 5 cm. D. máx.: 7,7 cm.
Fig. 52,3; M . A . I . 7294.
— Pequeña jarra de un asa de la forma Eb. 13; cuerpo de tendencia cónica, boca circular con labio exva-
sado, corto; base con un ancho surco interno y botón plano; pasta y superficie beige oscuro, con mica y cal;
falta el asa.
Altura cons.: 11,2 cm. D. boca: 3,5 cm. D. base: 3,4 cm. D. máx.: 6,5 cm.
Fig. 52,4; M . A . I . 7295.
— Ungüentario fusiforme de cuello y pie largos, éste más corto que aquél; base anular rehundida; pasta
anaranjada con mica y cal; superficie alisada, beige claro salvo en el cuello, que está decorado con pintura
marrón rojiza.
Altura cons.: 16,5 cm. D. base: 2,6 cm. D. máx.: 4,9 cm.
Fig. 52,5; M . A . I . 7296.
— Taza grande de paredes finas de la forma Mayet X A ; labio ligeramente exvasado; dos asas de cinta
acanaladas, cada una con dos pequeños discos a los lados; decoración incisa en la panza formando espigas
irregularmente; pasta y superficies ocre rosado; incompleta.
Altura: 6,7 cm. D. boca: 10 cm. D. base: 5 cm.
Fig. 53,5; M . A . I . 7297.
Bibliografía:
Mayet, 1975, p. 47, lám XVIII, n.° 136.
— Pequeña olla o cazo de un asa; cuerpo globular, borde exvasado, asa de cinta que va del labio al diáme-
tro máximo del cuerpo; base plana; pasta poco depurada rojo vinoso, con degrasantes abundantes; superficies
apenas alisadas ocre oscuro. Por la forma de la boca este tipo de piezas parecen llevar tapadera, tal vez como
la 7299.
Altura: 9,5 cm. D. boca: 9,6 cm. D. base: 7,3 cm. D. máx.: 10,5 cm.
Fig. 53,1; M . A . I . 7298.

111
— Tapadera con botón de prensión; pasta con muchas partículas y poco depurada, de color rojo oscuro,
al igual que las superficies.
Altura: 3,5 cm. D. máx.: 7,4 cm.
Fig. 53,3; M.A.I. 7299.
Lucerna púnica de dos picos que casi llegan a cerrarse formando tubos; pasta y superficies beige claro;
señales de combustión en ambos picos; cazuela poco profunda.
Altura cons.: 3 cm. Largo cons.: 7,1 cm. Ancho cons.: 6,8 cm.
Fig. 53,4; M.A.I. 7300.

Fig. 52. Material del hipogeo 45.

112
— Ungüentario incompleto de vidrio translúcido, color turquesa; cuello separado del cuerpo por un estre-
chamiento.
Alt. cons.: 9 cm.
Fig. 53,7; M . A . I . 7301.
— Ungüentario semejante al anterior, pero con el estrechamiento más al centro de la pieza.
Altura cons.: 9 cm.
Fig. 53,9; M . A . I . 7302.

Fig. 53. Material del hipogeo 45.

113
— Parte inferior de un ungüentario semejante a los anteriores.
Altura cons.: 6,4 cm.
Fig. 53,8; M . A . I . 7303.
— Fragmento de un tubo de bronce de sección circular.
Largo cons.: 5,2 cm.
Fig. 53,6; M . A . I . 7304.

No nos ha sido posible identificar algunos de los materiales, pertenecientes probablemente a


la fase antigua de utilización de la tumba, como el ánfora grande y los fragmentos de huevo de
avestruz. Pero quedan dos piezas representativas de ese momento.
Una es la lucerna griega 7291 que no podemos asignar a un sólo tipo en concreto por faltarle
casi toda la parte superior. Sin embargo las características del pico, la base y los arranques del asa
permiten suponer que se trata de una lucerna de los tipos 23 o 24 del Agora, que no son nunca
posteriores a la primera mitad del s. IV a . J . C . (Howland, 1958, pp. 56 y ss.).
L a otra es la jarra 7292 del tipo E b . 64. Se trata sin duda alguna de uno de los tipos más abun-
dantes y representativos de la cerámica púnico-ebusitana. E n el catálogo de Cintas la forma más
próxima es la 352, aunque la E b . 64 tiene siempre el cuerpo más globular u ovoide, parecido al
de la forma Cintas 325 h (Cintas, 1950, láms. X X V I I y X X I X ) . Esta semejanza ha sido reciente-
mente discutida (Fernández, 1980b, p. 20).
Posee además rasgos de las formas Cintas 337, 338, 339, 340, 348 y 351 (Tarradell-Font, 1975,
p. 161), aunque éstas son en general más estilizadas.
Sus prototipos son antiguos y hay que buscarlos en piezas del tipo de la que apareció en la tum-
ba n . ° 406 de Lapithos (Chipre), reproducida por Cintas como origen indudable de su forma B
II b 5 (Cintas, 1970, pp. 367-368, lám X X X V I , n . ° 120), equivalente a la 325 h. L a jarra chipriota
(ánfora, dice Cintas) se fecha hacia el 950 a . J . C , y la de Cartago procede del santuario de Tanit,
del s. VIII a . J . C , aunque Cintas la supone traída de fuera y utilizada durante un largo espacio
de tiempo antes de ser depositada en dicho lugar.
Por otra parte C . Aranegui ha estudiado recientemente las llamadas «urnas tipo Cruz del Ne-
gro», señalando que éstas, centradas en los s. VII y V I a . J . C en la Península Ibérica, podrían ha-
ber evolucionado en Ibiza hacia esta forma E b . 64, aunque por supuesto siguiendo un proceso dis-
tinto al de la Península (Aranegui, 1981, p. 104).
En Ibiza son muy abundantes estas jarras, como hemos señalado, en general en contextos de
los s. V - I V a . J . C . Así por ejemplo en el hipogeo 14 de la c a m p a ñ a de 1922, el único que se supone
que fue hallado intacto, aparecen con material ático fechable en el último cuarto del s. V a . J . C .
(Fernández, 1981). E n el hipogeo 6 de la c a m p a ñ a de 1923 aparecieron dos sin decorar y dos con
decoración pintada en bandas y filetes, también en un contexto de finales del s. V a . J . C . (Fernán-
dez, en prensa).
E n las necrópolis rurales aparece en general en contextos del s. I V a . J . C , como en el hipogeo
4 de Sa Paissa de Can Vicent Geroni (Cala Tarida, Sant Josep), donde se encontró junto con un
lekythos aribalístico de palmeta, o en el hipogeo de C a n Pere Cátala (Sant Vicent), con lucernas
áticas de finales del s. V o inicios del I V a . J . C (Fernández, 1980b).
A l igual que sucede con otros tipos púnico-ebusitanos, ha brá que esperar un estudio monográfi-
co que muestre su evolución y que considere si la presencia de resalte en el cuello y de decoración
pueden aportar datos cronológicos.

Entrando ya en el segundo momento de utilización, tenemos dos jarritas E b . 13, tipo ya estudia-
do a propósito de la 7282 (hipogeo 42). Señalamos allí que la evolución de este tipo está poco estu-
diada y ahora sólo podemos añadir que la 7293 parece más antigua que la 7295. Esta recuerda a
los tipos tardíos que aparecen en Mallorca y Menorca y la conservada en el Museo del Lluch, proce-
dente de Ibiza (Tarradell-Font, 1976, n . ° 43).
L a jarrita 7294 podría ser asimilada a las formas Cintas 119 o mejor a ú n Cintas 133 que se si-
túan en los s. III-II a . J . C . Aparecen en Smirat la primera y en el-Khenissia y Villaricos la segunda
(Siret, 1907, fig. 22, n . ° 3), encontrándose ambos tipos en Gouraya (Cintas, 1950, pp. 105 y 109,
láms. I X - X ) .
E n Ibiza el tipo no parece frecuente. E n el catálogo de Rodero no figura ninguna parecida, y
en los fondos del M . A . I . sólo hemos encontrado otros dos ejemplares, uno algo menos globular
y otro más pequeño. Son el M . A . I . 1030, de la necrópolis de Ses Torres en Talamanca, y el M . A . I .
4344, de la c a m p a ñ a de 1923 en el Puig des Molins. Por desgracia ambos carecen de contexto.
L a lucerna 7300 es de la forma Cintas 8 o Deneauve V I , aunque esta última agrupa casi en su

114
totalidad piezas con decoración pintada. Serían de los s. III-II según Cintas, del I V a . J . C . según
Deneauve (Cintas, 1950, p. 175, l á m . X L ; Deneauve, 1974, pp. 31-33). Esta fecha nos parece un
poco alta en el caso de Ibiza ya que no hemos encontrado esta forma en los numerosos conjuntos
conocidos del s. I V a . J . C . P o r eso resulta m á s acorde la propuesta por Cintas.
Finalmente el ungüentario 7296 entra en el grupo B de Cuadrado, y se fecha entre el 200 y el
50 a . J . C . (Cuadrado, 1978).
C o m o vemos estas cinco piezas pueden situarse en los s. III-II a . J . C .
Nada podemos decir del cazo 7298 ni de la tapadera 7299. Del material restante la taza 7297
es del tipo Mayet X A . E l tipo X tiene su origen en Italia, probablemente en Etruria, pero es muy
abundante en Ibiza donde se imita con toda seguridad en las variantes A , B y C . Estas producciones
locales parecen ser de época de Augusto (Mayet, 1975, pp. 44-47 y 130-132).
Paralelos cronológicamente son los ungüentarios de vidrio 7301-7303, de la forma M o r i n Jean
22 o Isings 28a, que ya vimos anteriormente (hipogeo 17).

H I P O G E O 46
Fig. 54

De esta c á m a r a , explorada el día 14 de mayo, sólo tenemos la escueta mención del hallazgo de
un pondus circular, lo que supone evidentemente que había sido excavado con anterioridad.

Inventario
— Pondus circular de piedra caliza con dos perforaciones en la parte superior.
D. máx.: 8,4 cm. Espesor máx.: 2,8 cm.
Fig. 54,1; M . A . I . 7306
Para este tipo de piezas, véase el estudio que hacemos del pondus 7029 (hipogeo 2).

F O S A 47
Fig. 54

Se encontró esta fosa el 13 de mayo y únicamente contenía:


— Plato rojo con reborde, en forma de casquete esférico.
— Tacita pie alto.
— Cabecita de pasta vitrea, colgante de collar.
— Seis cuentas de collar, pasta vitrea.
Inventario
— Plato hondo de pasta rojiza con abundante degrasante de cal, cuarzo y otras partículas, poco depura-
das; base cóncava que hace que su estabilidad no sea total; en la parte interna lleva un reborde, tal vez para
tapadera; dos muflones de los que sólo queda uno hacen los efectos de asas; la superficie externa es anaranja-
da, la interna está totalmente recubierta por una pintura rojo salmón de mala calidad.
Altura: 3,9 cm. D. máx.: 13,5 cm.
Fig. 54,4; M . A . I . 7307.
— Copa de pie alto de tamaño muy reducido; base plana, paredes rectas, interior mal acabado; pasta y
superficies beige claro, con mica y cal abundantes.
Altura: 3 cm. D. boca: 2,4 cm. D. base: 1,5 cm.
Fig. 54,2; M . A . I . 7308.
— Cuenta de collar circular, de pasta vitrea color azul marino.
D. máx.: 1,1 cm.
Fig. 54,3; M . A . I . 7310.
— Cabecita de pasta vitrea que representa un hombre joven o una mujer; la cara es amarilla, al igual
que las orejas, añadidas; los ojos circulares son azules y el tocado consiste en tres círculos azul marino, uno
a cada lado de la cabeza y otro encima más grueso y perforado; a lo largo de la frente un turbante o cinta
alterna los colores azul claro, azul oscuro y rojo.
Largo máx.: 2,4 cm.
Lám. VII, 5; M . A . I . 7309

115
Fig. 54. 1. Pondus del hipogeo 46.
2-4. Material de la fosa 47.

A ú n con ser una de las fosas que m á s material p r o p o r c i o n ó éste no da muchos datos. E n efecto,
para el plato 7307 no hemos encontrado absolutamente n i n g ú n paralelo y es pieza ú n i c a en el M . A . I .
L a que hemos llamado copita 7308 pudiera.ser en realidad una tapadera, en cuyo caso debería mi-
rarse al revés de como la dibujamos. N o es d e s d e ñ a b l e sin embargo la posibilidad de que se trate
de un juguete y deba relacionarse con a l g ú n enterramiento infantil. Creemos que la tosquedad de
su factura hace improbable el que sea un objeto de tocador.
L a cabecita de pasta vitrea resulta ya m á s fácil de estudiar. Este tipo de colgantes son muy
corrientes en todos los yacimientos p ú n i c o s , y en otros lugares del M e d i t e r r á n e o oriental y occiden-
tal ha aparecido como señal del comercio entre i n d í g e n a s y portadores de estos productos, fuesen
griegos o f e n i c i o - p ú n i c o s (Harden, 1968, p. 57, l á m VI E ) .
El exhaustivo estudio que M . A . Valí d e d i c ó a estas cabecitas al tratar de la hallada en el pobla-
do ibérico de Covalta (Valencia) es ilustrativo de la variedad y cantidad de hallazgos (Valí, 1969).
Sin embargo el tipo m á s abundante es el de una cara masculina barbada, mientras que el nuestro,
una cabeza femenina con una cinta en el pelo, es poco frecuente. Concretamente hemos hallado
paralelos en piezas de Villaricos (Astruc, 1951, l á m . X X X I I , 26), Cartago y Chipre (Seefried, 1976,
pp. 58-59, l á m s . II, 35-36, III, 59) e Ibiza (Pérez Cabrero, 1913, p. 19, fig. H ; R o m á n Ferrer, 1913,
lám. X C I X ) .
Si los tipos masculinos pueden fecharse en los s. V - I V a . J . C , tal vez incluso a finales del VI
(Harden, 1968, p. 57), estas cabezas femeninas se fechan a inicios del s. III a . J . C . (Seefried, 1976,
p. 58).

F O S A 48

Estaba muy revuelta y tenía abundantes restos ó s e o s , pero no se h a l l ó material alguno.

F O S A 49

Se le puede aplicar lo dicho para la anterior.

116
H I P O G E O 50
Figs. 55-58

Es éste otro de los enterramientos que más material proporcionó. Fue excavado los días 14, 15
y 16 de mayo. N o comunicaba con ningún otro y contenía un único sarcófago, bastante roto. E l
hecho de estar incomunicado y la cantidad de hallazgos hizo suponer a Maná, como en algunos casos
anteriores, que sólo había sido saqueado por los árabes. E l material recogido fue el siguiente:
— Oinokoe grande, cilindrico, roto.
— Navaja de afeitar.
— Cabeza púnica para colgar, placa rectangular.
— Alabastrón de pasta vitrea.
— Ungüentario esférico de vidrio, azul.
— Tres ungüentarios de vidrio, panzudos.
— Cinco ungüentarios de vidrio, alargados.
— Ungüentario fusiforme, grande.
— Un ungüentario de base plana.
— Ungüentario de base picuda.
— Tres ungüentarios grandes.
— Cuello de ungüentario.
— Lucerna griega negra, con asa.
— Lucerna griega rojiza, con asa.
— Lucerna griega de dos mecheros y orificio central.
— Ungüentario tosco.
— Pequeño almirez de barro.
— Fragmento de pulsera de bronce, cabeza serpentiforme, grande.
— Moneda romana.
— Jarro panzudo con asa, cuello alargado.
— Dos platos grandes.
— Pequeña jarrita.
— Varios fragmentos de espejo.
— Navaja de afeitar.
— Fragmento de ungüentario.
— Colgante de collar en forma de racimo.
— Colgante de collar grande.
— Dos pequeñas asas de bronce.
— Fragmento de aro grueso de bronce.
— Dos agujas de bronce.
— Dos agujas para redes, de bronce.
— Un estrigilo.
De todo ello se ha podido identificar lo que sigue.
Inventario
— Busto o protomos femenino hecho a molde, de forma rectangular salvo en la parte superior, redondea-
da. De los rasgos faciales destacan una nariz fina y estrecha (perforada para llevar «nezem»), los grandes ojos
almendrados, los arcos ciliares marcados, la barbilla firme con cierto prognatismo; la boca es pequeña, una
incisión, con los labios en relieve; las orejas, desproporcionadamente grandes, llevan cada una cuatro perfora-
ciones en la parte superior y dos en la inferior. E l peinado lo forman 12 franjas de rizos, separadas entre sí
verticalmente, cada una incisa horizontalmente para dar la idea de los bucles; la forma semicircular de la parte
superior parece indicar un velo, llevado encima de algún tipo de diadema. La pasta es dura, beige clara con
algunas zonas más rosáceas, con mica y cal, al igual que las superficies; éstas están bien alisadas en las partes
visibles; lleva cinco perforaciones: una en la parte superior central, para colgar, y otras dos a cada lado que
según Bisi servirían para llevar joyas, tal vez una diadema y un collar.
Altura: 19,5 cm.
Lám. VII, 2; M . A . I . 7312.
Bibliografía.
Bisi, 1978, p. 168, lám. X X X V I , 2.
Almagro Gorbea, 1980, p. 193, lám. C X X V , 1.
— Lucerna griega de dos picos; disco poco profundo, con tubo central para sujeción; bordes curvados
decorados con incisiones; barniz muy perdido, predominantemente de color marrón rojizo, con algunas zonas
negras; base en reserva; señales de uso en ambos picos; pasta beige oscuro.
Altura: 2,5 cm. L . máx.: 11,4 cm. D. disco: 7,9 cm. D. base: 5,8 cm.
Fig. 55,2; M . A . I . 7313.

117
— Lucerna griega de barniz marrón rojizo muy perdido; asa de cinta que falta; base muy rehundida en
reserva; pico ancho con señales de combustión; pasta color gamuza.
Altura: 3,6 cm. L . cons.: 11,3 cm. D. disco: 8 cm. D. base: 5,4 cm.
Fig. 55,4; M . A . I . 7314.
— Oinokoe de cuerpo cilindrico y boca trilobulada de la forma Eb. 1 (Tarradell-Font, 1975, pp. 158-159);
asa de cinta, paredes ligeramente convexas con algunas acanaladuras; base rehundida, con umbo; pasta y su-
perficies beige anaranjado, con mica y cal.
Altura: 21,2 cm. D. base: 10,9 cm. D. máx.: 11,4 cm.
Fig. 55,1; M . A . I . 7315.
— Plato de labio engrosado, base anular con pie casi vertical que tiene una moldura en la pared interna;
pasta anaranjada, clara, con mica y cal; superficies del mismo tono, la interna cuidadosamente alisada, la
externa con muchas incisiones del torneado.
Altura: 3,8 cm. D. máx.: 22,4 cm. D. base: 7,6 cm.
Fig. 56,2; M . A . I . 7002.
— Plato de borde levantado y labio redondeado; base anular con pie alto; pasta blanquecina, con mica
y cal; las superficies son del mismo color allí donde se ven, pero gran parte de la interior y de la exterior están
cubiertas de pintura marrón negruzca, con churretones, típica de las imitaciones ebusitanas de la cerámica
de barniz negro.
Altura: 4,8 cm. D. base: 7,2 cm. D. máx.: 20,7 cm.
Fig. 56,1; M . A . I . 7001.
— Jarrita de cuerpo piriforme, boca circular, labio moldurado, con un asa muy pequeña y estrecha que
va de éste a la parte superior del cuerpo; pasta beige claro con mica y cal; superficie igual, rugosa; base rehun-
dida, pero con gran botón plano; asimilable a la forma Eb. 13 (Tarradell-Font, 1975, p. 160).
Altura: 8,7 cm. D. boca: 3,8 cm. D. base: 2,8 cm. D. máx.: 5,2 cm.
Fig. 55,3; M . A . I . 7316.
— Ungüentario de pasta y superficies blanquecinas, con mica y cal; cuerpo ovoide, boca ancha de labio
exvasado con canalillo en la parte interna de éste; pie corto y base irregular que le impide tenerse en pie.
Altura: 8,7 cm. D. boca: 2,7 cm. D. máx.: 3,7 cm.
Fig. 56,5; M . A . I . 7317.
—Ungüentario tosco de pasta y superficies beige; boca ancha, labio exvasado, base irregular.
Altura: 6,7 cm. D. boca: 2,5 cm. D. máx.: 3,2 cm.
Fig. 56,6; M . A . I . 7318
—Ungüentario tosco, pasta y superficie ocre.
Altura cons: 6,6 cm. D. máx.: 2,9 cm.
Fig. 56,8; M . A . I . 7319.
—Pequeño olpe de cuerpo globular, cuello largo que se estrecha hasta llegar a la boca, circular; labio en-
grosado; asa de cinta; base anular, con pie bajo; pasta y superficies beige amarillento, con mica.
Altura: 11,4 cm. D. boca: 2,5 cm. D. base: 4,5 cm. D. máx.: 8 cm.
Fig. 57,5; M . A . I . 7320.
—Ungüentario de cuerpo fusiforme al que falta la boca; cuello largo recubierto hasta la mitad de una pin-
tura marrón negruzca; pie también largo, base de disco con moldura; pasta beige rosácea, superficie gris ver-
dosa por defecto de cocción.
Altura cons: 28 cm. D. base: 3,4 cm. D. máx.: 6,5 cm.
Fig. 57,4; M . A . I . 7321.
—Ungüentario semejante al anterior pero de menor tamaño; falta el pie y parte de la boca; pasta naranja
rojiza, con mica; superficie beige amarillenta.
Altura cons.: 17,2 cm. D. máx.: 5,9 cm.
Fig. 57,1; M . A . I . 7322.
—Ungüentario semejante al anterior; le falta la boca y parte del cuello; pasta rojo naranja, superficie bei-
ge amarillento.
Altura cons.: 16,6 cm. D . base: 2,7 cm. D . máx.: 5,6 cm.
Fig. 57,2; M . A . I . 7323.
—Ungüentario de forma parecida a los anteriores, pero más estilizado; labio vuelto, pasta ocre, superficie
anaranjada que está alisada; pintura marrón claro en el cuello; tanto la factura como el tratamiento de la su-
perficie recuerdan los ungüentarios piriformes de base plana.
Altura cons.: 17 cm. D . boca: 2,2 cm. D. máx.: 5,4 cm.
Fig. 57,3; M . A . I . 7324.

118
Fig. 55. Material del hipogeo 50.

—Ungüentario semejante al anterior, del que sólo se conserva el cuerpo; las paredes son más gruesas.
Altura cons.: 7,6 cm. D. máx.: 4,3 cm.
Fig. 56,3; M.A.I. 7325.
—Boca y parte del cuello de un ungüentario semejante al 7321; pasta rojo oscuro, superficies marrón gri-
sáceo.
Altura cons: 6,3 cm. D. boca: 3,5 cm.
Fig. 56,7; M.A.I. 7326.

119
—Parte superior de un ungüentario piriforme, con borde de bastoncillo; todo el cuello y la boca van recu-
biertos de pintura marrón rojizo; pasta beige.
Altura cons.: 6,5 cm. D. boca: 3,1 cm.
Fig. 57,6; M.A.I. 7327.
—Parte superior de un ungüentario semejante al anterior, algo más pequeño.
Altura cons.: 6,5 cm. D. boca: 2,2 cm.
Fig. 57,7; M.A.I. 7328.
—Vasito troncocónico hecho a mano, de paredes rectas y abiertas, base plana ligeramente diferenciada
y dos asas (que faltan) con perforación vertical; pasta gris, negra en algunas zonas, con impurezas muy abun-
dantes y de buen tamaño y degrasante de cuarzo.
Altura: 4,3 cm. D. boca: 5,7 cm. D. base: 3,9 cm.
Fig. 56,4; M.A.I. 7329.
Bibliografía.
Fernández-Plantalamor, 1974, p. 35, lám. V, D

121
—Alabastrón de vidrio polícromo, de boca circular, cuerpo tubular, dos asas irregulares en forma de ore-
jas, dos muñones debajo de ellas y base aplanada. Está realizado en pasta vitrea verde blanquecina, y decora-
do en morado con un filete en el labio, una serie de filetes y bandas en zig-zag que ocupa los dos tercios supe-
riores de la pieza y debajo, limitando esta serie, dos filetes rectos más. El color morado de la decoración tiene
reflejos plateados.
Altura: 9,1 cm. D. boca: 3 cm. D. máx.: 2,4 cm.
Fig. 58,1; M.A.I. 7399.
—Ungüentario de vidrio translúcido muy bien consevado, de color turquesa, con labio exvasado y estre-
chamiento a la mitad del cuerpo; forma Isings 8 ó Morin Jean 21.
Altura: 13,2 cm. D. boca: 2,2 cm. D. máx.: 2,7 cm.
Fig. 58,4; M . A . I . 7331.
—Ungüentario de vidrio translúcido, de color azul turquesa; asimilable a la forma Isings 8.
Altura: 7,8 cm.
Fig. 58,3; M.A.I. 7333.
—Parte superior de un pequeño ungüentario de vidrio verde, de paredes finísimas.
Altura cons: 4,2 cm. D. boca: 1,4 cm.
Fig. 58,2; M.A.I. 7334.

Fig. 58. Material del hipogeo 50.

C o m o sucede a menudo no se ha podido identificar todo el material y falta en especial el metáli-


co, las cuentas de collar, etc. Pero t a m b i é n como se ha visto en otras tumbas, se distinguen perfec-
tamente dos p e r í o d o s de u t i l i z a c i ó n , quedando s ó l o algunas piezas sueltas, posteriores a ellos.
Dentro del primer p e r í o d o estaría el protomos 7312, que parece ser una e v o l u c i ó n simplificada
de modelos rodios, en especial por la manera de tratar los rasgos faciales (Higgins, 1969, l á m . 25,
n ú m e r o 134). Sin embargo esta pieza en concreto tiene algunas características que reflejan otro tipo
de influjos. A s í la r e p r e s e n t a c i ó n de los ojos y del peinado indican influencias siciliotas (Bisi, 1978,
p. 194) mientras que las orejas grandes hablan indudablemente del gusto p ú n i c o . P o d r í a tratarse
perfectamente de un producto local, tanto por la mezcla de estilos como por el tipo de pasta, y
c r o n o l ó g i c a m e n t e habría que situarlo algo d e s p u é s de sus modelos griegos orientales, entre media-
dos del s. V y los inicios del s. IV a . J . C .
De las dos lucernas griegas identificadas la 7313 corresponde al tipo 22 C del Agora, recordando
especialmente la n . ° 203, y se fecha en el segundo y tercer cuarto del s. V a . J . C . (Howland, 1958,
p á g i n a s 54-55, fig. 7, l á m . 35). L a 7314 es del tipo 24 A , y es algo posterior, ya que se fecha entre
el tercer cuarto del s. V y los inicios del IV a . J . C . (Howland, 1958, pp. 56-57, fig. 7, l á m . 36, n . °
211).
E l oinokoe 7315, del tipo E b . l , es m á s estrecho y cilindrico que el 7278 (hipogeo 42), pero se
puede fechar al igual que aquél a finales el s. V o ya en el s. IV a . J . C .

122
Finalmente tenemos dentro de este conjunto otra pieza que se fecha bien, el alabastrón de pasta
vitrea 7399.
N o entraremos en el problema del origen de estas producciones, a ú n no resuelto, pero sí cabe
mencionar que los últimos estudios parecen descartar una proveniencia de Egipto. L o que no ofrece
dudas es que griegos y fenicios-púnicos distribuyeron estos envases y los caros perfumes y ungüen-
tarios que contenían por todo el Mediterráneo, desde el sur de Rusia a la Península Ibérica (para
un estado de la cuestión, véase Fernández Gómez, 1972).
Ciñéndonos al tipo de alabastrón que nos ocupa, pertenece al primer grupo de Fossing, que
abarca del s. V I al I V a . J . C . , y dentro de éste al subgrupo de los de fondo claro con decoración
oscura (Vigil, 1969, pp. 51 y ss.). Para Harden se centraría más en los s. V I y V a . J . C . (Harden,
1968, p. 55, fig. 3) y Hayes los fecha en la primera mitad del s. V a . J . C (Hayes, 1975, p. 11, lám.
o s
1, n . 17 y 18).
L a difusión de estos productos es amplia, como se ha señalado. E n la península Ibérica se cono-
cen sin embargo pocos alabastrones de fondo claro: dos de Ampurias y uno de Galera, más otro
en el Museo de Artes Decorativas de Madrid de procedencia desconocida (Vigil, 1969, p. 53, lám.
o s
X I V , n . 2, 3 y 7). E n el M . A . I . existen dos ejemplares. E l M . A . I . 4024 procede del hipogeo 26
de la c a m p a ñ a de 1922 en el Puig des Molins y es de fondo azul turquesa con decoración en amarillo
( R o m á n , 1923, lám. VIII, A , E ) . E l 4482, también del Puig des Molins, fue hallado en el hipogeo
15 de la c a m p a ñ a de 1924 ( R o m á n , 1926, p. 32, n . ° 109), teniendo los mismos tonos que el anterior
pero decorado con una sola banda amarilla.
Tenemos pues un pequeño lote de piezas, al que habría que añadir posiblemente las navajas
de afeitar y la otra lucerna griega, que se puede situar cronológicamente a mediados del s. V a . J . C .
o al menos en su segunda mitad. E l oinokoe E b . l es el único que podría ser posterior, pero no
lo creemos. E n efecto, por un lado hemos señalado que este tipo pudiera tener su origen en ese
momento, aunque muchas de las piezas conocidas sean ya del s. I V ; por otro lado el resto de los
materiales del hipogeo, los del segundo período de utilización, son muy posteriores al s. I V a . J . C ,
como ahora veremos.
Estos materiales no son cronológicamente tan homogéneos como los del primer momento, y
se reparten con una amplitud cronológica de cerca de un siglo, sin que sea posible mayor precisión.
E l plato 7002 puede recordar la forma Lamboglia 55, pero su pasta no es del tipo que se usa
normalmente en las imitaciones ibicencas de la cerámica de barniz negro. Por otra parte Rodero
ha publicado uno muy parecido conservado en el M . A . N . que lleva pintada en rojo una inscripción
en caracteres púnicos, de lectura dudosa, de los s. V - I V a . J . C . (Rodero, 1980, fig. 24,4). Dicha fe-
cha parece excesivamente alta, ya que todas las características de esta pieza la hacen m á s parecida
a los platos con moldura interna del tipo del 7074 (hipogeo 5), que hemos fechado a finales del
s. III o en el II a . J . C .
E l plato 7001 sí puede considerarse como una imitación local de la forma Lamboglia 5 ó 55,
aunque Del A m o no la incluyese en su estudio. Es bastante parecido al plato de imitación 7135
(hipogeos 6-13), a cuyos paralelos remitimos, aunque defiere de él por tener el pie más alto y ser
más profundo. Debe situarse a finales del s. II a . J . C , tal vez incluso en el s. I a . J . C .
Y a hemos visto a propósito de la 7282 (hipogeo 42) la amplia serie de jarritas que se incluye
en el tipo E b . 13. L a de esta tumba, 7316, es semejante a esta última, aunque más pequeña y de
factura descuidada. Se trata sin duda de una pieza tardía, muy parecida a las halladas en Mallorca
y Menorca, que se fecharía en los s. II-I a . J . C .
E l ungüentario 7317, al igual que el 7071 (hipogeo 5), recuerda las formas 29 y 30 de Almagro.
Pero en este caso concreto la pieza es casi maciza y de cuerpo menos globular, por lo que podría
considerarse tardía, en un momento en que se tiende a hacer el tipo de ungüentarios macizos y tos-
cos que tanto abundan en el Puig des Molins, semejantes a los 7318 y 7319.
Para el pequeño olpe 7320 no hemos encontrado paralelos exactos, pero se podría incluir a sim-
ples efectos de catalogación en el tipo Vegas 38, de jarras de un asa y cuello largo, que tiene una
amplia cronología, entre s. II a . J . C . y I d . J . C . (Vegas, 1973, pp. 92-95).
E n cuanto al vasito 7329 (el «pequeño almirez» de que habla M a n á ) , es una de las escasas cerá-
micas talayóticas —apenas una veintena— encontradas en la isla de Ibiza. L a mayoría procede del
Puig des Molins, y las dos únicas que hasta ahora se conocían con contexto se situaban entre los
s. I V y II a . J . C . (Fernández-Plantalamor, 1974). H a sido incluida en el tipo J de la clasificación
del Museo de Mallorca para l a cerámica talayótica (Camps et alii, 1969, p.79). Cubiletes troncocó-
nicos parecidos han sido hallados en los enterramientos en cal de Son M a i o l d'Establiments, M a -
llorca, fechables muy aproximadamente en los s. III-II a . J . C . (Plantalamor, 1974, p. 94, fig. 4).

123
Así pues este segundo período de utilización cubriría desde finales del s. III al s. I a . J . C . Se
podrían incluir en él los ungüentarios 7321 a 7326, que como se vio son muy frecuentes en los dos
últimos siglos a . J . C . Cabe señalar que los 7324 y 7325 parecen posteriores a los otros, más cerca
del cambio de era, por las características de fabricación ya indicadas en el inventario.
Servirían para enlazar con el pequeño lote de materiales de finales del s. I a . J . C . y del s. I d . J . C ,
compuesto por los fragmentos de ungüentarios 7327 y 7328 y los ungüentarios de vidrio 7331 y 7334.
De estos últimos los tres primeros son de la forma Isings 8 y M o r i n Jean 21. E l otro podría asimilar-
se a la forma Isings 28 a, pero difiere de ella y se parece más a algunos ejemplares de Ampurias,
como los de las incineraciones Rubert n . ° 5 y Nofre n . ° 8 (Almagro, 1955, pp. 94 y 204).

HIPOGEO 51

Estaba muy revuelto, con piedras y cascotes y comunicaba con varias otras c á m a r a s . N o dio
material alguno.

HIPOGEO 52

Figs. 59-60

Esta c á m a r a fue excavada los días 10 y 11 de mayo, y de ella sólo dice M a n á que no parecía
muy revuelta, a pesar de que comunicaba con otras varias. Los hallazgos fueron:
— Ungüentario largo y estrecho, con asa.
— Tres lucernas griegas.
— Cabeza femenina con tiara.
— Navaja de afeitar.
— Anforisco de pasta vitrea.
— Molde de barro con rosetas y espirales.
— Plato de lucerna.
— Mano de una figura.
— Parte inferior de una lucerna griega con aleta lateral.
— Jarrito con asa.
— Jarro trilobado cilindrico, al que falta la base.
— Campanilla de bronce.
— Dos hierros de sarcófagos de madera.
E l material localizado es el siguiente.

Inventario
— Parte superior de una terracota hecha a molde, de pasta y superficie ocre claro, con mica y cal; repre-
senta una figura femenina; la cabeza va cubierta con un kalathos alto, y el peinado, cuidado, parte del centro
de las sienes en mechas hacia atrás; las facciones de la cara son cuidadas y severas, y tiene perforaciones en
la nariz y en sendas orejas. Del cuerpo se distinguen sólo los pechos, bien marcados, y el lugar que debían
ocupar los brazos postizos.
Altura cons.: 23 cm.
Lám. VIII, 1; M . A . I . 7330.
— Lucerna griega sin asa; pico ancho, tubo central de sujeción y borde del disco curvado hacia el interior;
barniz rojizo y negro según zonas, quedando en reseva toda la base, plana, y parte de las paredes laterales;
pasta depurada ocre anarajanda.
Altura: 2,8 cm. L . cons.: 11,1 cm. D. disco: 8,7 cm.
Fig. 59,1; M . A . I . 7335.
— Lucerna griega de asa (que falta); cuerpo alto, base cóncava y pico grueso, pero estrecho; el labio,
recto, está decorado por una serie de molduras, habiendo además dos incisiones en la parte posterior del pico;
está recubierta de barniz negro brillante, de buena calidad, levemente azulado, tanto dentro como fuera, que-
dando la base en reserva; pasta color gamuza. La base en parte está rota, dejando ver un gran orificio.
Altura: 3,3 cm. L . cons.: 10,3 cm. D. disco: 7,5 cm. D. base: 5,5 cm.
Fig. 59,2; M . A . I . 7336.

124
Fig. 59. Lucernas del hipogeo 52.

— Oinokoe de cuerpo cilindrico y boca trilobulada de la forma Eb. 1 (Tarradell-Font, 1975, pp. 158-159);
asa de cinta, paredes gruesas casi rectas; pasta beige claro, con mica y cal; superficies igual, con la parte supe-
rior más anaranjada; los lóbulos de la boca tienen más ala que en otros ejemplares que ya se han visto; falta
la base.
Altura cons.: 20,5 cm. D. máx.: 10,1 cm.
Fig. 60,1; M.A.I. 7337.
—Jarrita de la forma Eb. 13 (Tarradell-Font, 1975, p. 160); boca circular con labio de perfil anguloso,
asa de cinta, cuerpo piriforme, paredes gruesas, base muy ligeramente cóncava; pasta y superficies ocre claro,
con mica y cal.
Altura: 15,6 cm. D. boca: 5 cm. D. base: 4,5 cm. D. máx.: 7,5 cm.
Fig. 60,2; M.A.I. 7338.
—Placa o molde de forma circular, con algunas roturas que hacen que tenga los bordes irregulares; lleva
una representación fitomórfica que ocupa casi toda la pieza; en la parte central hay una roseta con botón cen-
tral y dieciséis pétalos; está rodeada por cinco volutas y entre éstas hay cinco palmetas poco cuidadas; hay
incisiones y alguna voluta más por el resto de la placa; la pasta y la superficie son beige claro, con mica y cal.
L . máx.: 12,3 cm. Espesor máx.: 1,6 cm.
Lám. VIII, 2; M.A.I. 7339.
—Pequeño antebrazo de cerámica, hueco casi hasta la mitad, con representación de la mano igual a la
del M . A . I . 7077; pasta y superficies beige con mica y cal.
Altura: 8,2 cm. D. máx.: 2,5 cm.
Fig. 60,4; M.A.I. 7340
—Anforiskos de vidrio polícromo, de cuerpo ovoide, cuello ancho y labio exvasado, con dos asas de sec-
ción aproximadamente circular, más grande una que otra; botón macizo en la base. Está realizado en color
azul oscuro el fondo, y la decoración consiste en tres bandas en zig-zag, una blanca y dos amarillas, enmarca-
das por dos bandas amarillas en la parte superior y una banda y un filete blancos en la inferior. El labio lleva
también filete blanco, y hay restos de color amarillo en el cuello.
Altura: 6,7 cm. D. boca: 2,5 cm. D. máx.: 4,2 cm.
Fig. 60,3; M.A.I. 7400.

El ajuar de esta c á m a r a resulta en su totalidad de una gran homogeneidad, al menos en lo iden-


tificado, pues solamente una de las lucernas griegas parece algo m á s antigua que el resto del con-
junto.
L a terracota 7330 puede incluirse en el grupo II de Almagro Gorbea, concretamente en el tipo
7 A , que engloba las figuras en pie de i n s p i r a c i ó n siciliota, como ya se ha visto anteriormente. Se
conocen algunas piezas similares procedentes de Ibiza en el M . A . N . y en el M . A . B . , probablemente
del Puig des Molins (Almagro Gorbea, 1980, pp. 109-110, l á m s . X L V I I I , 1 y X L I X ) . L a influencia

125
Fig. 60. Material del hipogeo 52.

helenística es indudable, aunque los paralelos propuestos por la citada autora, procedentes de Sici-
o s
lia (Higgins, 1969, p. 322, l á m . 163, n . 1190-1191) nos parecen m á s toscos, menos elaborados
que los productos de Ibiza, como corresponde —en palabras de Higgins— a una « c o m u n i d a d semi-
helenizada».
L a lucerna 7335 es del tipo 22 A del Agora y posiblemente una de las m á s antiguas conservadas
en el M . A . I . Se fecha en Atenas en la primera mitad del s. V a . J . C , concretamente entre el 500
y el 460 a . J . C . (Howland, 1958, pp. 52-53, fig. 7, l á m . 35).

126
L a lucerna 7336, algo posterior, es del tipo 24 A , recordando en especial el n . ° 249, que se fecha
en el último cuarto del s. V a . J . C . (Howland, 1958, pp. 63-64, fig. 8, lám. 37).
Oinokoi de la forma E b . 1 ya hemos visto dos, los 7278 y 7315. E l 7337 se parece m á s a este
último, y puede fecharse también entre finales del s. V y el s. IV a . J . C . De igual cronología o ape-
nas posterior sería la jarrita 7338 del tipo E b . 13, en este caso de las formas más antiguas.
E l molde 7339 pertenece a ese grupo de moldes, placas o relieves tan abundantes en Ibiza que
han sido estudiados en varias ocasiones (Astruc, 1957b; Almagro Gorbea, 1980, pp. 267-292). Su
decoración puede ser antropomorfa, zoomorfa ó fitomorfa, siendo ésta la más frecuente. Encon-
tramos el motivo de la roseta concretamente en nueve piezas de Ibiza.
E l mayor problema que han presentado estas piezas es el de su utilización. Parece claro su senti-
do funerario, como un elemento más que se introduce en el ajuar para proteger al muerto (Bisi,
1968, p. 299). Para Astruc, en el artículo más arriba citado, no está clara la significación de estos
objetos. Para ella hay que distinguir los que tienen una utilidad artística y decorativa por sí mis-
mos, sin entrar en su posible sentido espiritual, de los que son instrumentos de alfarero y se usaban
para imprimir motivos diversos sobre terracotas y otros objetos.
Además de Ibiza, que posee la serie más numerosa, se encuentran estas placas en Cartago (As-
truc, 1959), en Sicilia y Cerdeña (Bisi, 1968), en Tamuda (Tarradell, 1950) y esporádicamente en
algunos otros lugares del norte de Africa y de la Península Ibérica (Llobregat, 1974, pp. 301-302,
láms. II-IV). Aunque cronológicamente abarca desde el s. V I al II a . J . C . los de temas vegetales de
clara inspiración oriental se sitúan entre los s. VI-IV a . J . C .
Está por fin el anforiskos 7400. Los problemas de este tipo de productos han sido tratados a
propósito del alabastrón 7399 (hipogeo 50). E l anforiskos es una forma más frecuente y los ejem-
plares sobre el fondo oscuro son abundantes por todo el Mediterráneo. E n la península Ibérica se
han hallado en Ampurias, Galera y Granada (Almagro, 1953, lám. X I V , 1, 5, 8 y 11; Vigil, 1969,
página 63). E n Ibiza se conocen varios ejemplares procedentes de Cala d'Hort (Román, 1918, lám.
VI), C a N a Jondala ( R o m á n , 1920, lám. II) y Puig des Molins (Vives, 1917, p. 90, lám. X X X I I ;
R o m á n , 1923, lám. VIII; 1924, lám. X ; 1927, lám. III). A l igual que el alabastrón se puede fechar
hacia mediados del s. V a . J . C .
Este ajuar es pues, como dijimos, bastante homogéneo. Pero a pesar de las fechas altas de me-
diados del s. V a . J . C . que sugieren la lucerna 7335 y el anforiskos de pasta vitrea, el conjunto no
puede subirse más allá de finales del s. V a . J . C , en especial por la otra lucerna ática. Por eso pue-
den plantearse dos hipótesis: o bien hubo dos fases de utilización, estando la primera representada
por las dos piezas citadas, o bien hubo una sola, incluyéndose en el ajuar algunos elementos de
cronología anterior, que habían servido durante bastante tiempo antes de ser depositados en el hi-
pogeo.

H I P O G E O 53

A l igual que muchas cámaras que hemos visto, estaba revuelto y lleno de piedras, no dando
material alguno.

F O S A 54

Esta fosa se descubrió el 11 de mayo, y estaba contigua a la boca del hipogeo 52. Sólo propor-
cionó.
— Un vaso biberón en forma de paloma.
— Una campanilla.
Inventario
— Askos zoomorfo que representa probablemente una paloma; el cuerpo fusiforme se sostiene sobre dos
patas delanteras y un botón en la parte trasera; el cuello, bastante largo, lleva cuatro profundas incisiones;
la cabeza está toscamente realizada, apreciándose sólo el ojo derecho realizado mediante un círculo inciso;
la cola está aplanada y tiene dos apéndices laterales; el cuerpo está hueco, con un agujero de 1,3 cm. de diáme-
tro en la parte trasera y otro, muy pequeño, en la punta de la cabeza; un asa de cinta va de la base del cuello
al primer agujero. La pasta es beige anaranjada, con mica y cal, al igual que la superficie externa, bien alisada.
Altura: 11,8 cm. L . máx.: 15,3 cm. Espesor máx.: 6,4 cm.
Lám. VIII, 3; M . A . I . 7341.

127
E l origen chipriota de los askos zoomorfos ha sido bien establecido, al menos en lo que se refie-
re a los de forma de pájaro o «bird-askoi» (Cintas, 1950, p. 499). Conocidos en esa isla desde el
Chipriota Medio —en torno al 1900 a.J.C.— tendrán una fuerte expansión por el Mediterráneo
central y occidental, a menudo a través de la cultura púnica. E n efecto son muy escasos los ejempla-
res que se pueden considerar de tipo griego en esas áreas, y en este caso suelen ser híbridos, es decir,
con cuerpo de animal y cabeza humana, como el conocido vaso de Ampurias conservado en el M u -
seo de Gerona (Oliva, 1944, p. 96, lám. X V I , 1). Por supuesto este tipo de representaciones existe
en el mundo griego, pero cabe pensar que tuvieron su propia evolución a partir de los mismos mo-
delos. Valga el ejemplo de las piezas de Rodas, entre las que hallamos palomas y carneros destina-
dos a contener líquidos. Son de cronología parecida a la de los askos ibicencos y totalmente diferen-
o s
tes (Higgins, 1969, n . 96-103 y 181-186). E l único claro paralelo, aunque se trate de un ave con
cabeza femenina, tal vez una sirena, es una pieza de Sicilia, en la que tanto la forma del cuerpo
y los pies como la decoración son muy parecidas a los de Ibiza. Merece subrayarse que Higgins,
que publica esta pieza, no habla de ningún carácter sagrado o funerario, y piensa que podría tratar-
se de «a drinking vessel like the Spanish p o r r ó n » , o simplemente de una jarra para servir líquidos
(Higgins, 1969, p. 47, n . ° 1681).
E n contextos púnicos el ejemplar más antiguo es sin duda el pato del Santuario de Salambo,
del s. VIII a . J . C , conociéndose otros numerosos ejemplares del norte de Africa con una cronolo-
gía que llega hasta los s. III-II a . J . C . Son piezas que proceden en su mayoría de Cartago, aunque
hay algunas de Gouraya (Cintas, 1950, pp. 498-501, láms. L I V - L V I ) . También cabría incluir entre
los askoi antiguos los tres hallados en la necrópolis de la isla de Rachgún, con forma de pájaro
(Vuillemot, 1965, fig. 24).
E n la Península Ibérica se conocen muy pocos ejemplares. Se han publicado al menos dos de
Cádiz, uno en forma de paloma y otro en forma de gallo o gallina (Quintero, 1918, l á m . I V , A ;
1920, lám I, A ) . E l primero de ellos es muy parecido a los ejemplares ebusitanos, aunque sin patas.
Otro pájaro sobre tres pies anchos y toscos se halló en la Serreta de Alcoy (Alicante). Tiene
las alas pintadas en rojo y apareció en una habitación del poblado junto con un oinokoe de boca
trilobulada y un kalathos, ambos con decoración geométrica, fechados en el s. III a . J . C . (Jully-
N o r d s t r ó m , 1966b, pp. 275-277; Llobregat, 1974, p. 301, lám I).
Finalmente está el askos en forma de pájaro del Cabezo del Tío Pío (Archena, Murcia), pero
debe ser considerado aparte, entre las producciones griegas o suditálicas (San Valero-Fletcher, 1947,
láms. X X I I I - X X I V ) .
Ibiza posee una serie típica y muy numerosa. E n el M . A . N . se conservan cinco askoi completos
y la cabeza de otro; cuatro de ellos son aves y dos caballos (Rodero, 1980, pp. 78-79). E n el M . A . I .
son aún más numerosos. Contando sólo los ejemplares completos y publicados hay tres palomas
y un carnero de C a N a Jondala ( R o m á n , 1920, p. 10, lám. I), un gallo y un carnero de Cala Vadella
( R o m á n , 1922, pp. 32 y 34, l á m . V I I , A , B ) , y del Puig des Molins cuatro palomas, dos caballos
y un carnero ( R o m á n , 1922, p. 34, lám V I I , C ; 1923, lám. V I ; 1926, lám. I V , C ) . Inéditos están,
además de las dos palomas de esta c a m p a ñ a , una paloma de la colección Pérez Cabrero, ingresada
en el M . A . I . en 1916, y un ciervo y otra paloma de la c a m p a ñ a de R o m á n de 1929. Todas estas
piezas son del Puig des Molins.
Uno de los pocos estudios dedicados a estos askoi es el de Jully y Nordstrom, a propósito de
un ejemplar incompleto hallado en Le Cayla de Mailhac (Aude, Francia). Para estos autores los
vasos en forma de pájaro, casi siempre palomas, no son simples biberones como se les ha conside-
rado a menudo, sino símbolos de Afrodita que en sus inicios era una divinidad con aspectos fune-
rarios. A ú n aceptando esta visión, no se explican las representaciones de mamíferos que, si no pre-
dominan, son bastante numerosas.
Se ha especulado por otra parte con la posibilidad de que este tipo de piezas a c o m p a ñ a r a ente-
rramientos infantiles. A la altura de nuestros conocimientos, esta hipótesis debe ser desechada. Es
cierto que en el sector 4.° de esta c a m p a ñ a apareció el askos 7348 cerca de un enterramiento infantil
en ánfora, pero no lo a c o m p a ñ a b a como ajuar. Tenemos además la evidencia contraria. E n C a
N a Jondala tres askos aparecieron dentro de un sarcófago enterrado en fosa, que contenía tres es-
queletos, además de algunas piezas de ajuar no identificables, y el cuarto askos de ese yacimiento
apareció en un sarcófago de similares características con cuatro esqueletos ( R o m á n , 1920, pp. 5-6).
E n todos los casos las piezas estaban a los pies de los muertos, y en el primer sarcófago los tres
askos estaban colocados con la cabeza hacia el Norte.
Sin tener una total seguridad, podemos decir que en todos los casos se trata de inhumaciones
de adultos, ya que R o m á n especifica siempre cuando se trata de niños.
Así pues la única certeza que tenemos es de que se trata, al menos en Ibiza, de objetos funera-

128
rios incluidos en ajuares de adultos cuyo posible significado concreto, en los ejemplares ibicencos
al menos, se nos escapa de momento.

H I P O G E O 55

Fig. 61

Este hipogeo, último de los excavados en esta campaña, fue explorado los días 22 y 23 de mayo,
día éste en que finaliza el diario de Maná. Estaba bastante revuelto, y proporcionó únicamente:
— Lucerna de tipo griego.
— Ungüentario panzudo.
— Arete circular de plata.
— Pequeña espátula de bronce.

Inventario

— Lucerna griega de asa (que falta); cuerpo alto, pico grueso y estrecho; base plana con pie indicado;
labio recto con dos molduras alrededor del orificio de alimentación; recubierta de barniz negro brillante tanto
en el interior como en el exterior salvo la base que queda en reserva; en la parte superior del barniz tiene algu-
nas zonas amarronadas; en otras partes ha saltado; pasta ocre.
Altura: 3,2 cm. L . cons.: 10 cm. D. disco: 7,6 cm. D. base: 5,5 cm.
Fig. 61,1; M.A.I. 7342.
— Ungüentario de cuerpo globular, pie y cuello cortos, base plana y labio engrosado; la pasta es beige
clara, algo rosácea, y la superficie beige anaranjada; como decoración lleva una estrecha banda de color rojo
vivo en el tercio superior del cuerpo.
Altura: 7,4 cm. D. boca: 2,2 cm. D. base: 1,8 cm. D. máx.: 4,9 cm.
Fig. 61,2; M.A.I. 7343.
— Pequeña espátula de bronce, de cuerpo aplanado y en la punta cinco dientes; lleva decoración a base
de rayas cruzadas, levemente incisas.
L . cons.: 5,7 cm. Anchura máx.: 0,7 cm.
Fig. 61,4; M.A.I. 7344.
— Arete de plata.
Diám.: 1,9 cm.
Fig. 61,3; M.A.I. 7345.

i
Fig. 61. Material del hipogeo 55.

Aunque se ha podido identificar las cuatro piezas aparecidas, forman un conjunto tan reducido
que sólo podemos fecharlas sin apenas más comentario.
L a lucerna puede clasificarse como del tipo 24 A del Agora, fechable a finales del s. V a . J . C .

129
(Howland, 1958, pp. 63-64, fig. 8, lám. 37, n . ° 249), y es destacable su coincidencia en las medidas
con la 7336 (hipogeo 52).
E l ungüentario es muy parecido a los 7188 (hipogeo 20) y 7228 (hipogeo 22), y al igual que ellos
está bien fechado como dijimos por su aparición en Ampurias (inhumación Bonjoan 24 ó Martí
109) a finales del s. V y durante el IV a . J . C . (Almagro, 1953, p. 396).
E n cuanto a la espátula y al arete son inclasificables. L a primera es probablemente un objeto
de tocador.

SECTOR ANFORAS
Figs. 62-65

Algunos días después de iniciarse los trabajos en el grupo de hipogeos 6-13, ó de « L a M u í a » ,


y con el objeto de localizar en la superficie algunas de sus bocas para facilitar el trabajo de deses-
combro, decidió Maná trazar unas zanjas a unos veinte metros al oeste de la entrada del hipogeo
13. E l interés de los hallazgos que se produjeron hizo que la zona recibiera la denominación de
sector 4 . ° . Posteriormente, a medida que avanzaron los trabajos, se llamó indistintamente sector
4 . ° , sector de las ánforas o, simplemente, zanjas chipriotas, este último nombre a causa de la apari-
ción de figuras de tipo Illa Plana, consideradas por M a n á como de ese origen.
A pesar del gran interés que presentaban los enterramientos de este área, se trabajó en ella de
modo intermitente entre los días 22 de marzo y 9 de mayo. Sin duda la lluvia abundante fue causa
de ello, pero también influyó el interés que sentían los excavadores por hallazgos más espectacula-
res en otros sectores.
Se encontraron en esta zona un total de 16 enterramientos de incineración en ánfora, además
de algunas fosas con inhumaciones. Tanto unas como otras estaban en muy mal estado, por encon-
trarse cerca de la superficie, a una profundidad que oscilaba entre los 15 y los 30 cm., habiendo
sufrido los efectos del arado y de las raíces de los árboles y arbustos de la zona. Seguían irregular-
mente la orientación E - O . Todas las ánforas estaban destrozadas y su reconstrucción era imposible.
De hecho no hemos conseguido localizar en los fondos del M . A . I . ningún resto de ellas. Maná indi-
ca literalmente que el perfil es en todas «el típicamente púnico de doble panza, sin cuello, y con
dos pequeñas asas junto a la boca». Sólo hizo un croquis aproximado del perfil del ánfora n . ° 3,
que corresponde al tipo M a n á A 2 ó P E 12 de J . R a m ó n , fechado en los dos primeros tercios del s.
V a . J . C . (Maná, 1951a, pp. 204-205; R a m ó n , 1981a, pp. 98-99, figs. 5 y 28). E n el citado artículo
Maná menciona expresamente que ha encontrado ese tipo durante la c a m p a ñ a de 1946 en la zona
de incineraciones.
Reagrupando las indicaciones repartidas entre el diario, la memoria y el inventario mecanogra-
fiado, podemos obtener los datos siguientes.
E n la primera zanja, orientada aproximadamente en dirección N O - S E , se hallaron cuatro ánfo-
ras alineadas en este orden, de norte a sur: 4, 1, 3, 2, siendo la distancia entre la 4 y la 2 inferior
a tres metros.

Anfora n . ° 1

Estaba rota en bastantes trozos por una gruesa raiz; muy cerca había gran cantidad de tierra
negra quemada. Junto a ella se hallaron:
— Dos figuras de tipo Illa Plana unidas por la base.
— Una figura femenina también de tipo Illa Plana.
— Una taza semiesférica.
— Un vaso biberón.
— Fragmentos de taza muy primitiva.
— Una cuenta de collar.

o s
Anforas n . 2 y 3

E n línea con la n . ° 1 y al S E de ésta, estaban destrozadas y no proporcionaron hallazgo alguno.

130
Anfora n.° 4

E n igual estado que las otras, contenía una mandíbula y algunos huesecillos de niño, quemados.
Como ajuar dio:
— Trozo de brazalete decorado con cabeza de reptil.
— Medio aro de bronce.
Se trazaron posteriomente otras dos zanjas, a unos tres metros de la primera, en dirección Norte
una y Oeste la otra. E n la que seguía la dirección Norte se halló el ánfora n . ° 5, que no dio nada.
También se encontró una posible fosa, con tierra negra y huesos, a 50 cm. de profundidad, y muy
cerca, a 35 cm. de profundidad, una losa de mares de 80 x 4 cm., tal vez tapa de una fosa.
A partir de aquí los datos son m á s escuetos, y no sabemos en qué zanjas se producen los hallaz-
gos.
E n primer lugar apareció una inhumación de adulto que estaba rodeada de piedras, como deli-
mitando el enterramiento. M u y cerca salieron:
— Un escarabeo azul montado en plata, borrado.
— Jarrito con asa.
— Platito.
— Varias cuentas de collar.

Anforas n.™ 6, 7 y 8

Estaban rotas; ningún hallazgo.

05
Anforas n . 9, 10 y 11

Junto a ellas, el siguiente material:


— Vaso biberón en forma de paloma.
— Plato.
— Campanilla de bronce.
— Varias cuentas de collar.

Anforas n. m
12 a 16

— Media urna panzuda, con asa.


— Fragmento de pasta vitrea.
— Jarro con asa pequeña de tipo oriental.

Menciona además M a n á que se encontraron algunos trozos de mares trabajado que dan la im-
presión de ser fragmentos de sarcófago colocados en torno a un enterramiento, como indicando
la fosa.
C o m o hallazgos se reseña finalmente:
— Vasito italo-griego sin cuello ni boca.
— Tacita sin asas.
— Tapadera.
— Pequeño ungüentario.
— Lurcena romana.
Esta última se encontró en superficie, intacta.
Gran parte de este material ha sido identificado, y en los casos en que ha sido posible se ha
inventariado por grupos según aparecieron junto a una o varias ánforas concretas.

Inventario

Anfora n.° 1

— Terracota de pasta beige claro, blanda con mica y cal, que representa una figura femenina; está hecha
a torno, es hueca de forma más o menos cilindrica, con la base exvasada y abierta y el diámetro máximo a

131
la altura de los hombros; sobre el cuello corto y ancho se ha añadido un cono para representar la cabeza;
las orejas son dos pequeños pegotes de barro al igual que la nariz, que debía ser prominente y falta en la actua-
lidad; los ojos están representados por dos incisiones profundas. Los brazos consisten en dos tiras de arcilla
que se han colocado en posición replegada, indicando sólo tres dedos mediante dos incisiones. Entre los brazos
hay una depresión ancha, sugiriendo tal vez el esternón, y un gran triángulo invertido inciso en el tercio infe-
rior indica el sexo femenino. Desde su última publicación la pieza ha sido debidamente limpiada, permitiendo
ver una decoración pintada en color marrón rojizo, formando dos aspas delante y detrás del cuerpo que se
unen en el cuello. Además están pintadas las orejas y la parte superior de la cabeza, formando un gorro o
casquete, y hay algunos trazos borrosos por las manos, brazos y base.
Altura: 16 cm. D. base: 5,6 cm. D. máx.: 7 cm.
Lám. I X , 1-2; M . A . I . 7346.
Bibliografía.
Ferron-Aubet, 1974, pp. 140-141, láms. C X L , 4 y C X L I , 2.
Aubet, 1975.
Almagro Gorbea, 1980, pp. 74-75, láms. XVIII, 4 y XVIII, 2.
— Dos terracotas unidas por la base por una especie de plintos, representando dos figuras de cuerpo pare-
cido a la anterior, con los brazos en la misma posición, aunque con mayor número de incisiones para señalar
los dedos (que a veces son seis). La cabeza es ancha, y de los rasgos faciales sólo se indica la nariz y las orejas.
Ambas debían llevar encima sendas lucernas de tipo púnico, pero han desaparecido. Son también huecas y
no tienen atributos sexuales de ningún tipo. Son perceptibles algunos restos de decoración pintada, sobre todo
en los hombros y la espalda, que recuerda la de la otra figura.
Altura: 17 y 18 cm. D. máx.: 6,7 cm.
Lám. IX, 3; M . A . I . 7347.
Bibliografía.
Véase la indicada para la pieza anterior.
— Cuenco semiesférico de cerámica común, de borde sencillo casi vertical, pie indicado y base apenas
rehundida; pasta y superficie beige anaranjadas, con mica y cal.
Altura: 5,8 cm. D. base: 5,7 cm. D. máx.: 12,6 cm.
Fig. 63,5; M . A . I . 7354.

Las terracotas pertenecen a lo que en Ibiza se ha denominado tipo Illa Plana. Este grupo tiene
fuera de la isla una amplia representación, y ha sido estudiado a menudo. E l trabajo más completo
posiblemente sea el de J . Ferron y M . E . Aubet, y a él remitimos para un estudio en profundidad
y una bibliografía exhaustiva (Ferron-Aubet, 1974). Aquí sólo trazaremos a grandes rasgos las ca-
racterísticas de estas piezas.
L a 7346 pertenece al tipo I A de los autores citados, como muchas de las piezas halladas en el
depósito votivo de Illa Plana. Tienen bastante parecido con las piezas de M o z i a , y en ambas se
han perdido las características chipiotras de los ejemplares arcaicos, que aparecen por ejemplo en
Cartago. Si en algunos lugares se han fechado en los s. VII y V I , en Ibiza parece que se situarían
en los s. V I - I V a . J . C . Por otro lado, la pareja 7347 es casi exclusiva de la producción púnico-
ebusitana. Por parecer más tosca se ha fechado en el s. IV a . J . C .
A h o r a bien, por lo que a cronología se refiere, los investigadores se han basado casi siempre,
aparte de en ciertos criterios estilísticos, en el hecho de que en la c a m p a ñ a de 1946 M a n á no halló
material anterior al s. IV a . J . C . (Aubet, 1975, p. 153). Esto desde luego no es exacto, como hemos
ido viendo a lo largo del presente estudio. Pero es que además cuando M a n á afirmó que el material
por él recogido se podía encuadrar entre el s. IV a . J . C . y el IV d . J . C , dejó bien claro que esto
no incluía para él las figuras del tipo Illa Plana, a pesar de haber encontrado al lado un lekythos
aribalístico con decoración reticulada (Maná, 1948, pp. 208-209). Por otra parte en sus notas perso-
nales se ve claramente que es consciente de la antigüedad de las ampollas, que él llama de tipo oriental.
Todo esto h a b rá de tenerse en cuenta a la hora de valorar este sector 4.° y darle una cronología.
E l cuenco 7354, aparecido cerca de esta figuras, es a nuestro entender posterior. Es de un tipo
frecuente en Ibiza y sin duda de producción local. U n lote muy numeroso, de más de 300 piezas
fue hallado en el fondeadero de Cales Coves en Menorca (Belén-Fernández Miranda, 1979,
pp.134-135, figs. 23-29). Pese a algunas leves variantes el conjunto presenta una extraordinaria ho-
mogeneidad. Los excavadores han apreciado en algunos imitaciones de formas de barniz negro pe-
ro parece que este tipo concreto de borde recto no puede asimilarse a ninguna de dichas formas.
E n cualquier caso su cronología es posterior al s. IV a . J . C . o de finales de éste como mucho.

132
Anfora n . ° 4

— Brazalete de bronce incompleto, acabado en triángulo plano, a modo de cabeza de sepiente; decora-
ción a base de incisiones y punzadas.
D. máx.: 3,6 cm.
Fig. 65,2; M . A . I . 7359.
Inhumación.
— Ampolla de cuerpo globular acabado en botón, cuello ancho que se estrecha progresivamente formando
resalte, y boca con el borde grueso de sección triangular; asa pequeña que va de la mitad del cuello a la parte
superior del cuerpo, con sección ovalada; pasta poco depurada beige amarillento, superficie del mismo color,
rugosa.
Altura: 10,2 cm. D. boca: 2,9 cm. D. máx.: 6,4 cm.
Fig. 63,2; M . A . I . 7349.
— Pequeño cuenco de imitación ática de borde liso y recto, base ligeramente cóncava con pie apenas indi-
cado; pasta gris clara, dura, con mica y cal; superficies del mismo color, bien alisadas y de tacto jabonoso.
Altura: 2,8 cm. D. base: 5,1 cm. D. máx.: 8,5 cm.
Fig. 63,3; M . A . I . 7006.
— Escarabeo de pasta azul, engastado en montura de plata; la conservación es muy mala: del dorso sólo
se ven las patas y del reverso algunas incisiones; montura oxidada.
Largo: 1,1 cm. Ancho: 0,9 cm. Altura: 0,5 cm.
Lám. X , 3; M . A . I . 7016.
Bibliografía.
Fernández-Padró, 1982, pp. 173-174.
Hay que tener en cuenta que este material no a c o m p a ñ a b a esta inhumación de adulto sino que
fue recogido cerca de ella. De la ampolla 7349 podemos decir lo mismo que de la 7277 (hipogeo
42) y fecharla en el s. V I I o en el s. V I a . J . C .
E l platito 7006 es prácticamente igual al cuenco 7005 (hipogeo 20) aunque algo más pequeño,
pudiéndose situar a finales del s. V a . J . C . o ya en el s. I V .
E n cuanto al escarabeo 7016, no se puede decir nada de él dado su estado de conservación.

o s
Anforas n . 9, 10 y 11

— Askos zoomorfo que representa una paloma; el cuerpo es cilindrico estrangulándose en la parte poste-
rior, para formar luego una cola plana con dos apéndices laterales; se apoya sobre dos patas delanteras y un
botón, y tiene cabeza pequeña; un asa de cinta va del cuello al centro del cuerpo; aquí tiene una perforación
de 1,5 cm. de diámetro máximo, y hay otra pequeña en la punta del pico, siendo la pieza hueca; la pasta y
la superficie externa son amarillas beige, con mica y cal; lleva decoración pintada, consistente en la representa-
ción de las alas en ambos costados, a base de tres bandas horizontales formando un rectángulo irregular con
pintas en el interior. Lleva además cortos trazos en la cola, cabeza y pico, así como en el asa, bastante perdidos
en algunos sitios.
Altura: 11,5 cm. L . máx.: 18,2 cm. D. máx.: 7 cm.
Lám. X , 2; M . A . I . 7348.
— Plato llano de borde vuelto hacia abajo; pie anular, grueso, base con botón; en la superficie interna
lleva una leve hendidura cerca del borde y a 2,7 cm. de éste una moldura. Toda la pieza está inclinada respecto
a su eje vertical, por tener en un lado el pie sensiblemente más alto que en el otro; pasta y superficies ocre,
con mica y cal.
Altura: 2,5 cm. D. base: 10,2 cm. D. máx.: 22 cm.
Fig. 63,7; M . A . I . 7352.
Para el askos remitimos al estudio hecho a propósito del 7341 (fosa 54). E n cuanto al plato,
tiene una forma curiosa que recuerda desde luego la Lamboglia 23. Sin embargo algunos rasgos
lo diferencian claramente de ella. L a pieza es baja, lleva una moldura en la parte interna y sobre
todo carece del pocilio central típico de esa forma.
N o hemos encontrado paralelos, aunque bien pudiera estar en alguna fase de la evolución que
se ha visto en Kuass (Ponsich, 1968, p. 15). Aunque el tipo de pasta es el que se usa habitualmente
en Ibiza en los s. V y IV a . J . C , el pie parece bastante evolucionado, por lo que la pieza podría
fecharse, hipotéticamente, después del s. III a . J . C , con la reserva siempre de que pudiera tratarse
de un producto degenerado m á s tardío.

133
o s
Anforas n . 12 a 16

— Ampolla grande de cuerpo completamente esférico, cuello macizo diferenciado que se estrecha después
de un marcado resalte y labio de sección triangular; un asa muy corta de sección ovalada va del resalte del
cuello a la parte superior del cuerpo; la pasta es dura, bien cocida, y la superficie es de color ocre claro.
Altura: 14,3 cm. D. boca: 3 cm. D. máx.: 10,5 cm.
Fig. 63,1; M . A . I . 7350.
— Urna de cuerpo ovoide, base rehundida, boca circular y labio exvasado; tiene un resalte a la altura
media del cuello, del que salen dos asas pequeñas (una falta) de sección elíptica algo hundida en uno de sus
lados; pasta de color ocre oscuro, con impurezas de cal y mica muy abundantes; lleva decoración pintada muy
perdida, en color negro, consistente en una banda a la altura del diámetro máximo, enmarcada por seis bandas
estrechas encima y otras dos debajo, del mismo color; la pieza es incompleta, faltándole la mitad de un lado.
Altura: 35 cm. D. boca aprox.: 14 cm. D. base: 8 cm. D. máx.: 25 cm.
Fig. 62, lám. X , 1; M . A . I . 7366.

Fig. 62. Urna del sector ánforas.

Si a la ampolla 7349 se le puede aplicar lo dicho para la 7277, ésta que aparece aquí difiere bas-
tante del tipo c l á s i c o que podemos llamar Bisi 3, tanto por su t a m a ñ o como por su cuerpo esférico
(Bisi, 1970a, l á m . II, 3). T a l vez los prototipos sean algo diferentes. E n cualquier caso no hemos
encontrado paralelo alguno en el M e d i t e r r á n e o central y occidental, donde tan frecuente es la am-
polla p e q u e ñ a , y habría que señalar hacia Palestina como posible lugar de origen. Allí hay botellas

134
de cuerpo globular, aunque a menudo con cuello largo, ya en los s. X - I X a . J . C . (Chapman, 1972;
Culican, 1973). Nuestra pieza no es desde luego de producción local, y cronológicamente la situa-
ríamos en los s. VII-VI a . J . C , al igual que el tipo Bisi 3.
L a urna 7366 es asimilable a la forma Cintas 329 del Santuario de Salambo en Cartago, que
se fecha en los s. VII-VI a.J.C. (Cintas, 1950, p. 153, lám. X X V I I I ) . Entra dentro de una amplia
serie de urnas de dos asas más o menos globulares de las que hemos hablado a propósito de los
prototipos de la E b . 64 (hipogeo 45) y que tienen en la Península Ibérica una evolución propia desde
tipos anteriores al nuestro (Aranegui, 1981; Aubet, 1981).
Sin ser frecuentes encontramos formas similares bien documentadas, además de en Cartago,
en el tofet de Tharros, donde hay una pieza muy parecida también decorada con una banda, que
procede de las antiguas excavaciones de G . Pesce entre 1956 y 1964 y sin duda de la misma cronolo-
gía que las de Cartago (Acquaro, 1980b, p. 87, lám. X X X I I I , T H P 140).
Nos encontramos pues ante un material arcaico, de un tipo hasta el presente no atestiguado en
Ibiza. Sin embargo no se trata de una pieza única y aislada, ya que se conocen al menos otros dos
ejemplares en el M . A . I . , uno de ellos con decoración a bandas y filetes, posiblemente anteriores
pues son de asas geminadas. Ambas piezas proceden de unos trabajos de rescate realizados en el
Puig des Molins en los años 1977 y 1978, con ocasión del vallado de la necrópolis, en la zona colin-
dante con la calle Vía Romana, en frente de Can Partit y a una veintena de metros de donde M a n á
realizó las zanjas del sector 4.° en 1946. Todo el conjunto del material arcaico está siendo estudiado
actualmente por J . H . Fernández y por nosotros, y será publicado en breve.
E l material que queda no puede ser asignado a ninguna zanja específicamente, por eso lo estu-
diamos individualmente.

— Lekythos aribalístico al que falta la boca y el cuello; en la base de éste, hay cuatro goterones de barniz
negro brillante dispuestos radialmente; el mismo barniz cubre la mitad superior del asa, que se conserva casi
entera, y todo el cuerpo con una decoración reticulada; pasta beige oscuro.
Altura cons.: 6,8 cm. D. base: 4,1 cm. D. máx.: 4,9 cm.
Fig. 63,4; M . A . I . 7351.
— Cuenco o taza sin asas, de base plana, con el labio de sección triangular hacia el interior; diámetro
máximo hacia la mitad del cuerpo; pasta y superficies ocre anaranjado, con mica y cal.
Altura: 4,9 cm. D. boca: 8,3 cm. D. base: 4,8 cm. D. máx.: 8,6 cm.
Fig. 63,6; M . A . I . 7353.
— Tapadera sin botón de prensión, de pasta y superficies beige oscuro, con mica y cal.
Altura: 1,7 cm. D. máx.: 8 cm.
Fig. 64,5; M . A . I . 7355.
— Ungüentario de pasta y superficies anaranjadas, con pie tosco, al que falta cuello y boca.
Altura cons.: 6,8 cm. D. máx.: 3,4 cm.
Fig. 64,4; M . A . I . 7356.
— Taza incompleta de paredes finas, con panza carenada, borde curvo y labio exvasado; no se conservan
las asas ni la base; pasta y superficie gris oscura; pertenece a la forma Mayet XI B, y es muy semejante a
un ejemplar de Ibiza conservado en el M . A . N . (Mayet, 1975, pp. 48-49, lám. X X I , n.° 155).
Altura cons.: 6,7 cm. D. boca: 10 cm. D. máx.: 10,2 cm.
Fig. 64,2; M . A . I . 7357.
— Pequeño ungüentario de cuerpo globular, cuello estrecho y boca de tendencia exvasada, que falta; pas-
ta beige claro con decoración pintada en marrón rojizo en la parte superior del cuello.
Altura cons.: 5,7 cm. D. base: 1,7 cm. D. máx.: 3,2 cm.
Fig. 64,3; M . A . I . 7358.
— Lucerna romana de disco con pico redondo en forma de corazón separado por incisión y asa perfora-
da; orla redondeada con decoración de ovas; en el disco, un ciervo huyendo a la derecha atacado por un perro;
base plana con dos incisiones y la marca M A F R entre dos ovas impresas, para la cual no se han encontrado
paralelos; pasta beige al igual que la superficie, que apenas conserva restos de un barniz rojo; tipo Dressel-
Lamboglia 30 y Deneauve VII B.
Largo: 13,4 cm. Anchura: 9,8 cm. D. base: 4,5 cm. Altura: 2,8 cm.
Fig. 64,1, lám. X , 4; M . A . I . 7010.
Bibliografía.
Fernández-Manera, 1979, p. 13, lám. VI, 37.

135
136
— Anzuelo de bronce incompleto.
Altura cons.: 2,4 cm.
Fig. 65,3; M.A.I. 7360.
— Disco de plomo.
D. máx.: 3,3 cm. Esp.: 0,5 cm.
Fig. 65,1; M.A.I. 7361.
— Lote de cinco cuentas de collar de pasta vitrea.
1. Circular, superficie rugosa, color ocre. Fig. 65,7.
2. En forma de tonel, azul turquesa. Fig. 65,6.
3. Circular, achatada; azul marino. Fig. 65,4.
4. Tubular; amarilla. Fig. 65,8.
5. Verde con puntos azules rodeados de amarillo. Fig. 65,5.
M.A.I. 7362.

Fig. 64. Material del sector ánforas.

El lekythos puede fecharse en la primera mitad del s. IV a . J . C , como hemos visto al estudiar
los otros dos hallados en esta c a m p a ñ a , 7238 y 7285, este ú l t i m o t a m b i é n reticulado.
Para el cuenco 7353 existe un paralelo bastante aproximado en una pieza de Tharros de la colec-
c i ó n Garovaglio, para el que las fechas m á s i d ó n e a s , con dudas, son los s. VI-V a . J . C . (Quattroc-
chi, 1981, pp. 90-91, fig. 3, D 17). Las piezas del norte de Africa que esta autora presenta como
prototipos son del s. VII a . J . C , con labio engrosado y exvasado. E n el M . A . I . existen algunos
ejemplares parecidos, pero siempre de t a m a ñ o m á s reducido. Estos, aunque m á s profundos, re-
cuerdan la forma N 1 de Harden, que se fecha ya en el s. IV a . J . C . o algo d e s p u é s (Harden, 1937,
fig. 7; Cintas, 1950, p. 489).
De la tapadera 7355 y el u n g ü e n t a r i o 7356 poco hay que decir, si no que son tipos de amplia
c r o n o l o g í a que apenas evolucionan, como ya vimos para algunos otros ejemplares.
L a taza 7357 del tipo Mayet X I B puede fecharse en la primera mitad del s. I a . J . C , como ya
se vio a p r o p ó s i t o de la 7164 (hipogeo 17). Algo posterior es el u n g ü e n t a r i o 7358.
Finalmente, la lucerna 7010 es de un tipo ya avanzado en é p o c a romana. E l tema decorativo,
sin ser de los m á s frecuentes, no es excepcional, y encontramos al menos dos ejemplares en el catá-
logo de Maguncia, aunque en vez de un perro pudiera tratarse de un oso (Menzel, 1969, pp. 52-53),
uno de Cartago con la escena hacia la izquierda (Deneauve, 1974, n . ° 627) y un fragmento de A m -
purias (Palol, 1950, p. 261, fig. 113, n . ° 129). Estas lucernas se sitúan en la segunda mitad del s.
II e incios del s. III d . J . C .

137
O 10 50

mm.

Fig. 65. Material del sector ánforas.


F O S A 31-V-46
Fig. 65

Se trata de una fosa que no tiene número y no figura en el diario de excavaciones pues como
ya dijimos éste acaba el 23 de mayo, mientras que la c a m p a ñ a d u r ó hasta el 1 de junio. E l día antes
debió excavarse esta fosa, y no recibió n ú m e r o sino que figura con la fecha, por lo que hemos con-
servado la denominación.
Los dos objetos hallados aparecen en el inventario y en los dibujos de M a n á , y no hay duda
sobre su identificación.

Inventario
— Taba de hueso perforada y montada como colgante mediante una doble anilla de bronce.
L . máx.: 3,2 cm. Anch. máx.: 1,7 cm.
Fig. 65,9; M . A . I . 7364.
— Pequeño arete de bronce.
D. máx.: 0,8 cm.
Fig. 65,10; M . A . I . 7365.

139
ESTUDIO ANALITICO
1. E l ritual funerario
Como ya subrayamos en la introducción sobre la necrópolis, en ésta existieron varios ritos de
enterramiento, lo que refleja no sólo una posible diferenciación étnica y religiosa, sino sobre todo
el largo período de utilización del Puig des Molins y una evolución lógica a través de los siglos.
De los diversos sistemas de enterramiento, sin duda el de hipogeos es el más complejo y el más
numeroso en el yacimiento. Son cámaras artificiales excavadas en la roca calcárea, en contados ca-
sos se han utilizado oquedades naturales (Maná, 1948, p 205). Están formadas por una boca de
entrada y la cámara propiamente dicha. L a boca es de anchura variable, pero casi siempre tiene
en torno a los 80 centímetros, habilitándose delante de ella un espacio rectangular que rara vez so-
brepasa el metro. Parece que se tapaban con piedras y tierra y luego con una gran losa; alguna
puede verse todavía «in situ» en hipogeos que conservan las bocas poco removidas.
Basándonos no sólo en los datos que poseemos de la presente c a m p a ñ a , sino además en los de
las de R o m á n Ferrer y en la observación directa de los hipogeos actualmente abiertos, podemos
señalar una serie de características generales. Las cámaras tienen la planta rectangular en general,
aunque son también numerosos los casos de plantas cuadradas y trapezoidales. E l techo suele ser
horizontal, y en ocasiones está bien cortado, pareciendo entonces los hipogeos pequeñas habitacio-
nes paralepipédicas. Excepcionalmente se cuida el acabado, alisando las paredes (como en el hipo-
geo 12), pero normalmente sólo lo está el suelo, siendo también raros los casos en que se dio una
capa de argamasa para igualar las superficies.
Las dimensiones varían sensiblemente en cuanto a la longitud de las cámaras, que puede estar
entre los dos y los seis metros. L a altura es más regular, y oscila entre 1 y 1,5 metros. E n cuanto
a profundidad, ésta es muy variable también, entre los dos y los siete metros, aunque en la c a m p a ñ a
de 1946 nunca sobrepase los tres metros, desde el suelo a la superficie.
E n los hipogeos se colocaron a menudo sarcófagos monolíticos de mares, piedra caliza muy abun-
dante en la isla, con unas dimensiones medias de 2,20 m. longitud, 0,70 de anchura y también 0,70
metros de altura, con un espesor de paredes entre 0,07 y 0,10 m. Solían disponerse adosados a los
muros, en número de uno a seis, cavando en ocasiones nichos a nivel del suelo para facilitar la
colocación. N o tienen decoración y sólo llevan a veces cuatro escotaduras en los bordes, tal vez
para facilitar sus descenso mediante cuerdas o la colocación de la tapa (Cintas, 1976, p. 271, fig. 24).
Dentro de cada cámara se realizaron normalmente varios enterramientos, llegándose a deposi-
tar tres cadáveres en un mismo sarcófago, además de otros enterramientos directamente en el suelo.
E l rito en estos casos es la inhumación, pero tenemos testimonios de que algunas jarras halladas
en el interior de hipogeos contenían huesos humanos incinerados. Como no se han realizado análi-
sis modernos de estos restos poco más se puede indicar, salvo resaltar su escasez frente al rito mayo-
ritario de la inhumación.
N o sabemos a qué corresponde la presencia o no de sarcófagos en los hipogeos; pudiera ser por
motivos sociales, religiosos o simplemente de gusto. Sólo se puede constatar que de las 45 cámaras
que recibieron numeración en esta c a m p a ñ a , únicamente 13 contenían sarcófagos. E n la mayoría
de los casos, siete, se trata de dos sarcófagos; en tres casos hay un sólo sarcófago, en dos ocasiones
tres, y excepcionalmente el hipogeo 8 tenía cinco sarcófagos (véase cuadro p. 146). De todo ello no
se puede deducir sin embargo el número de enterramientos.
E l uso de hipogeos excavados en la roca a los que se accede por una estrecha boca o pozo no
es exclusivo de Ibiza, y está bien atestiguado en centros importantes de la cultura púnica. Así lo
encontramos en varios sectores de la necrópolis de Cartago: Douimes, A r d El-Touibi, Ard-el-Kheraib,
Bord-Djedid, Ard-el-Mourali, etc. y otras zonas del norte de Africa: Henchir-Beni-Nafa, Smirat,
Bizerta, Beja (Tejera, 1979, pp. 85-90). Igualmente se ha hallado en Malta, en las necrópolis de
Tal Liedna y Ghajn Dwieli (Baldachino, 1951, pp. 3 y 17), y en Nora, Cerdeña (Bartoloni-Tronchetti,
1981, pp. 23-28).

143
NUMERO DE SARCOFAGOS POR HIPOGEO

Hipogeo 1 2 Hipogeo 10 1
Hipogeo 5 2 Hipogeo 11 3
Hipogeo 6 2 Hipogeo 12 2
Hipogeo 7 2 Hipogeo 13 2
Hipogeo 8 5 Hipogeo 21 1
Hipogeo 9 1 Hipogeo 22 2
Hipogeo 43 3

Sin embargo son escasos los lugares en que han aparecido las cámaras con sarcófagos; única-
mente en Cartago y en Henchir-Beni-Nafa, en Túnez (Tejera, 1979, pp. 95-97).
L a cronología de ambos tipos es muy amplia, desde el s. V I I al II a . J . C , aunque merece subra-
yarse que en ningún caso se ha comprobado su pervivencia en época romana.

E l sistema de fosas también es muy frecuente en el Puig des Molins, pero no se ha estudiado
nunca con tanto interés como los hipogeos. E l sistema de trazado de zanjas para buscar bocas de
hipogeos produjo el hallazgo de muchas fosas ya durante las c a m p a ñ a s de C . R o m á n , y lo mismo
sucedió en las de M a n á .
Existen tres tipos principales de fosas. E l primero consiste en enterrar un sarcófago de mares,
semejante a los de los hipogeos, que puede taparse o no con una losa. Este sistema es relativamente
corriente en las necrópolis rurales como C a n Berri d'en Sargent (Cala Vadella) y C a N a Jondala
( R o m á n , 1920, pp. 4-6; 1922, p. 14), pero apenas si se da en la necrópolis urbana. Sólo consta el
hallazgo de una fosa de este tipo durante la c a m p a ñ a de R o m á n y otra en la c a m p a ñ a de M a n á
de 1949 ( R o m á n , 1926, p. 17; M a n á 1953, p. 124).
E l segundo es el tipo de fosas excavadas en la roca, que en apariencia recuerdan la entrada de
un hipogeo. R o m á n da en una sola ocasión las medidas de algunas de ellas, diciendo que apareció
un grupo de seis fosas a casi dos metros de profundidad, de 1,40 m . de largo, 0,55 de ancho y
entre 0,50 y 0,80 m . de profundidad ( R o m á n , 1926, p. 16). M a n á es más escueto en sus publicacio-
nes, pues sólo dice que son del « . . . t a m a ñ o indispensable para contener un cadáver» ( M a n á , 1948,
p. 207). Sin embargo en el diario manuscrito de la c a m p a ñ a de 1949, en la que se excavó predomi-
nantemente fosas al este del Museo, da las medidas de muchas de ellas. E n uno de los sectores,
el C , en que casi todas las fosas estaban talladas en la roca, aparecieron a una profundidad que
variaba entre 0,30 y 1 m . ; la longitud iba de 1,90 a 2,25 m . , la anchura de 0,48 a 0,80 m . y la pro-
fundidad de 0,54 a 1,20 m . (aunque la profundidad media era 1 m.). C o m o vemos había cierta
variedad en las medidas, pero seguían siempre el mismo modelo al ser cavadas: eran rectangulares
y a lo largo de ellas se hacia un reborde que permitía fijar una o varias losas. M a n á cita una, tam-
bién en el diario de 1949, que estaba cubierta por dos losas bien fijadas de 1 m. y 0,93 m. respectiva-
mente, por 0,75 m. de anchura.
E l tercer tipo de fosas es muy parecido al anterior, pero no están excavadas en la roca sino en
la tierra, y están delimitadas claramente, a veces con lajas de mares, a veces con piedras rectangula-
res de pequeño t a m a ñ o formando un múrete. Tanto las medidas como el ajuar suele ser el mismo
que en el tipo anterior, por lo que el uso de uno u otro sistema parece depender sólo de la zona
de Puig des Molins en que se realizó el enterramiento, en función del mayor o menor espesor de
la capa de tierra.
E n la c a m p a ñ a de 1946 aparecieron ocho fosas en total, de los dos últimos tipos citados. Las
n . ° 39, 41, 47, 48, 49 y 54 estaban excavadas en la roca, sin que tengamos las medidas de ninguna
de ellas. L a n . ° 36 era de la única excavada en tierra y delimitada por losas de mares. De la que
hemos llamado fosa 31-V-46 no poseemos dato alguno.
De todas ellas dice M a n á que el ajuar, cuando lo hay, es muy escaso —como hemos podido
comprobar— y que en ninguna de ellas se halló el esqueleto completo ni piezas «in situ». Los hue-
sos fueron en general, como escribe él mismo, «escasos, revueltos, fragmentados y desplazados».
Estos datos contrastan con los que tenemos de la c a m p a ñ a de 1949, en que las fosas aparecieron
intactas o al menos en buen estado, con esqueletos casi completos y losas de cierre. De ello pode-
mos deducir con seguridad que la zona oeste del Museo había sido trabajada con anterioridad, tal

144
vez en época de R o m á n Ferrer. Por otro lado esta zona posee una pendiente más pronunciada que
en la parte este, lo que puede haber provocado la pérdida de parte de la capa de tierra. Las fosas
estarían así a menor profundidad y por lo tanto se verían afectadas por las labores agrícolas y las
raíces de la vegetación. De esto último tenemos testimonio en los textos de Maná.
E l uso de fosas excavadas en la roca, normalmente con inhumaciones, aparece en gran n ú m e r o
de yacimientos púnicos.
Las más antiguas se hallaron en el sector de Dermech en Cartago a partir de finales del s. VIII
y en el s. V I I a . J . C , con una larga perduración. Aparecen también en Utica, Djidjelli, Tipasa, Dje-
bila (Tánger) y en otros puntos del norte de Africa, así como en Sicilia y Cerdeña (Tejera, 1979,
pp. 58-61). E n la Península se encuentran en Cádiz (Quintero, 1918, pp. 3-5), Villaricos (Astruc,
1951, pp. 48-52) y Jardín. E n este último lugar es interesante el dato de que medían 2 m. de largo
por 0,80 m. de ancho, y que al parecer debían ir tapadas por una cobertura de material orgá-
nico. E n algunos casos los enterramientos eran de incineración (Schubart et alii, 1972, pp. 33-34,
lám. X I I , 2).
E l problema cronológico es grande para este tipo de fosas ya que si hemos visto que se inician
en un momento temprano, el s. VIII a . J . C , su pervivencia parece demostrada al menos en Africa
del Norte hasta los s. III y IV d . J . C . (Tejera, 1979, p. 61). N o hay cambios en la construcción,
y difícilmente podría haberlos en una estructura tan sencilla, variando únicamente con el tiempo
el ajuar, que en torno al final del s. I a . J . C . es ya plenamente romano.
E n el caso del Puig des Molins no tenemos una evidencia tan clara. Muchas fosas dan el mismo
tipo de material que los hipogeos, son más o menos ricas y se pueden fechar por lo menos en los
s. V - I V a . J . C , como algunas de la c a m p a ñ a de 1922 (Román, 1923, p. 16) o la fosa 54 de la de
1946. Otras se sitúan ya en los s. III-II a . J . C , como por ejemplo las fosas 41 y 47. N o disponemos
de los datos de las campañas de 1921-1929, al menos de modo exhaustivo, pero desde luego ni en
ésta que estudiamos ni en la de 1949 aparecieron fosas con material romano. Parece que los estu-
dios sobre las citadas excavaciones de los años veinte van indicando lo mismo. Y sin embargo sí
hay constancia, como hemos visto al estudiar los materiales, de la abundantísima presencia de ajua-
res romanos, casi siempre del s. I d . J . C , en los hipogeos, debido con toda seguridad a la reutiliza-
ción de las bocas, que hacían el papel de fosas.

Uno de los ritos menos frecuentes en el Puig es el de incineraciones en ánfora. Fue dado a cono-
cer por Maná al hallar el sector 4.° de esta campaña de 1946 y no poseemos ninguna evidencia más
sobre este tipo de enterramientos. Unicamente C . Román menciona el descubrimiento en la necró-
polis rural de C a N ' U r s u l de «un ánfora conteniendo huesos y varios granos de collar» junto a
una tumba infantil (Román, 1920, p. 5).
C o m o hemos visto al estudiar el sector ánforas éstas contenían incineraciones. Sólo tenemos
constancia de que tuviese huesos de niño la n . ° 4, si seguimos los papeles de Maná, aunque en una
de sus publicaciones deja entrever que todas eran sepulturas infantiles (Maná, 1953, p. 123). Perte-
necen las ánforas a un tipo fechado en los dos primeros tercios del s. V a . J . C . (Ramón, 1981a,
pp. 98-99). Prácticamente se puede decir que no hemos encontrado paralelos, pues en los casos co-
nocidos en el mundo púnico (Villaricos, Rachgún, etc.) se trata siempre de inhumaciones (Tejera,
1975). E n cualquier caso el estudio del sector 4." no parece que pueda resolver las incógnitas que
ofrece este ritual, ya que las fuertes remociones sufridas por esa zona esparcieron los ajuares y da-
ñaron el material. Hallamos así desde ampollas del tipo Bisi 3, del s. V I a . J . C , a una lucerna roma-
na tardía.
Finalmente hay que mencionar la reciente comprobación de la existencia de incineraciones en
urna de un tipo muy antiguo (Ramón, 1981c, p. 27). Se conocen sólo unos pocos casos y se trata
en general de urnas de asas geminadas que bien pudieran encuadrarse en lo que se ha llamado gené-
ricamente «tipo Cruz del Negro». Fueron halladas en hoyos excavados en la roca en la parte del
Puig des Molins cercana a Can Partit. Creemos que la urna 7366, que se encontró cerca de las ánfo-
o s
ras n . 12 a 16 junto con la ampolla 7350, podría haber pertenecido a un enterramiento de este
tipo.
Se trata de todas formas de un ritual a ú n por estudiar en Ibiza, y como hemos dicho apenas
atestiguado en la necrópolis. E n otros centros púnicos o de influencia fenicio-púnica sí se ha halla-
do con cierta frecuencia, generalmente con una cronología de los s. VII-VI a . J . C : Rachgún, M o -
zia, Frigiliana, Cruz del Negro (Tejera, 1979, pp. 54-56).
Para cerrar este apartado que dedicamos al estudio de los diversos tipos de enterramientos utili-
zados en el Puig des Molins, queremos hacer unas consideraciones sobre un problema que plantean
los hipogeos.

145
Los demás tipos de sepulturas son cerrados, es decir, no se vuelven a abrir: urnas, ánforas, fo-
sas incluso parecen servir una sola vez. C o n los hipogeos no resulta tan evidente.
Tenemos en primer lugar señales claras de utilización en dos momentos diferentes en muchas
cámaras, como por ejemplo en los hipogeos 21, 35, etc. Si existe una clara separación temporal
entre los dos períodos de uso que señalamos en cada caso, también se percibe un cierto intervalo
cronológico entre piezas de una misma época. Lógicamente el material que estudiamos no permite
precisar tanto las fechas como en el caso, por ejemplo, de sepulturas romanas. A ú n así ese desfase
es evidente, como demuestra la presencia en una misma tumba de lucernas áticas que corresponden
a tipos separados por 25 ó 50 años.
Todo esto nos lleva a pensar que los hipogeos eran utilizados como panteones, es decir que po-
dían servir para enterramientos sucesivos espaciados en el tiempo durante unas decenas de a ñ o s .
Las implicaciones familiares y sociales que esto conllevaría no son desde luego definibles al nivel
actual de nuestros conocimientos. Pero indudablemente si se admite esta hipótesis explicaría las
discordancias que a veces se dan entre materiales que genéricamente se pueden asignar a un mo-
mento preciso.

2. Los materiales y su cronología

En el conjunto de varios centenares de piezas y fragmentos que hemos podido identificar se aprecia
claramente una gran diversidad, tanto en los tipos como en la cronología (Fig. 66). Su estudio den-
tro del contexto de cada enterramiento nos ha permitido en ocasiones fechar éstos. Pero desde una
perspectiva más general podemos también entrar en otro tipo de consideraciones.
Si separamos el material cronológicamente se puede ver que el más antiguo corresponde al
s. V I a . J . C , siendo esta fase la menos representada. E l grupo lo integran unas cuantas piezas re-
partidas por varios hipogeos y sobre todo el conjunto arcaico del sector de las ánforas.
Tenemos primero la cabeza de terracota 7181 (hips. 6-13), de un tipo de representaciones de
dama con t í m p a n o , motivo iconográfico que se remonta al s. VIII a . J . C , pero que en los ejempla-
res de Cartago e Ibiza cabe situar más tarde.
E l colgante 7259 (hip. 30) entra dentro de la más antigua joyería fenicia de Occidente y el hecho
de que no sea de oro como la mayoría de los ejemplares conocidos no es obstáculo para que deba
asignársele una cronología alta.
Si estos dos objetos, una terracota y una joya, resultan tal vez poco ilustrativos dado especial-
mente los contextos en que aparecieron, hay además un grupo de cerámicas que sí ilustran bien
este momento inicial.
E n efecto las ampollas 7277 (hip. 42) y 7349 (sector ánforas, S . A . ) , del tipo Bisi 3, a las que
podemos asimilar la botella 7350 (S.A.), son productos que tradicionalmente reflejan los primeros
momentos de la colonización fenicia del Mediterráneo central y occidental, apareciendo en yaci-
mientos como M o z i a , Cartago, Toscanos, Mogador, por sólo dar algunos ejemplos, donde se han
fechado en el s. VII a . J . C . Está además la urna 7366 (S.A.) del tipo Cintas 329, que pertenece al
mismo momento cronológico. Y sin volver a entrar en el problema de las figuritas del tipo Illa Pla-
na, no podemos dejar de recordar que por lo menos la 7346 (S.A.) pertenece al grupo I A de Ferron
y Aubet, con paralelos extrainsulares de los s. VII y V I a . J . C .
Sin ofrecer pues un volumen de piezas considerable, es evidente que el período anterior al
s. V a . J . C . sí está representado en la c a m p a ñ a de 1946. L a confirmación y valoración de ese perío-
do puede llevarse a cabo gracias a otros conjuntos de los fondos del M . A . I . , pero no nos correspon-
de hacer su estudio aquí. Cabe subrayar una vez más que el sector 4.° o de las ánforas es el que
más material ha dado de esa cronología, y sobre este dato volveremos más adelante.
C o n el s. V a . J . C nos acercamos a la época más representativa del Puig des Molins. Por una
parte empieza a aumentar considerablemente el número de piezas de importación ática. Ciertamen-
te esto no sucede en la primera mitad, de la que por ejemplo nosotros sólo tenemos la lucerna 7335
(hip. 52). Pero por otra parte y ya en la segunda mitad abundan las lucernas griegas y posiblemente
podemos situar aquí la aparición de los que van a ser los tipos clásicos de la cerámica púnica de
Ibiza. Como señalamos hay dudas en cuanto a las fechas exactas, y por ello hemos situado gran
número de las tumbas que dieron este tipo de materiales en los s. V - I V a . J . C , sin mayor precisión.
E n un momento algo anterior a esa transición entre ambos siglos hay que subrayar la presencia
de algunos elementos algo más antiguos, como los ungüentarios de pasta vitrea (7399, hip. 50; 7400,
hip. 52), el fragmento de dama con tímpano 7037 (hip. 2), algunas lucernas griegas como la 7266

146
TUMBAS
F
23 F F F F F F 50 El 52 53 F 55 s 31
i 2 3 4 14 15 16 17 18 19 20 21 22 25 28 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 46 49 54 A V

MATERIAL PUNICO
O O O
Eb. 1
O
Eb. 2
Eb. 12 O
o O O O O
Eb. 13
Eb. 30 O
O O
Eb. 64
Eb. 69 O
Eb. 77 O
Eb. 80 O O
Ampollas BISI 3
O O
Imrtaciones áticas 0 O O O
Otras imitaciones o o O O 0 O o
Lucernas O O O O O O
Anforas • O * *
Terracotas O o o 0 O O O O 0
Otras cerámicas O o O O o O O 0 O O O * O O o
Escarabeos 0 o
Navajas de afeitar o « *
Joyería 0 » » O 0
Huevos de avestruz o *

MATERIAL GRIEGO
Lucernas o O O 0 O O O
O O o
Lekythos anbatisticos

MATERIAL R C) M A N (5
Terra stg itálica O O O
Terra sig. gálica O o
Terra stg. clara A O
Paredes finas o O O O O 0 o
o O O o
Ungüéntanos
0 0
Lucernas
Vid no o O o O O o • • o o

VARIOS
Ung. pasta vitrea o 0
Elementos bronce e 0 O 0 • O o « * o o
#
Elementos hierro o e • • •
Elementos plomo O o o
Monedas • • • * • •
O M» • >nventenedo
* MUtana ITMnao nedo er lee documentos de Malla y no identificado

Fig. 66. Cuadro sinóptico de los materiales de la campaña de 1946.

(hipogeo 35) y la 7313 (hip. 50) y seguramente los tipos púnicos antiguos, entre ellos las jarritas
7034 de la forma E b . 12 y 7183 (hip. 20).
Tras ellos aparecen entonces los oinokoi E b . 1: 7278 (hip. 42), 7315 (hip. 50) y 7337 (hip. 52),
los E b . 2: 7279-7281 (hip. 42), tal vez las primeras jarritas E b . 13 y seguramente las jarras E b . 64:
7398 (hip. 30) y 7292 (hip. 45). P o r supuesto también se generalizan las lucernas de dos picos como
la 7208 (hip. 2) y los llamados platos de lucerna que suelen a c o m p a ñ a r a éstas (7184, hip. 20).
Este período bien representado en volumen de material prosigue hasta el s. I V a . J . C . avanzado,
con la presencia de lekythos aribalísticos (7238, hips. 23-25; 7285, hip. 42; 7351, S . A . ) , de las pri-
meras imitaciones ebusitanas grises, que repiten los tipos áticos de pequeños cuencos y platos, co-
mo los 7005 (hip. 20) o 7004 (hip. 21). U n buen n ú m e r o de lucernas áticas son de ese momento,
sin olvidar los elementos púnicos de larga pervivencia: navajas de afeitar, huevos de avestruz, algu-
nas terracotas (7128, hips. 6-13), los dos escarabeos. Algunos tipos de ungüentarlos también deben
situarse a q u í : los panzudos de origen griego como el 7188 (hip. 20) y tal vez los E b . 80.
En resumen es el momento del que más material se ha hallado y buena parte del conservado
en los fondos del M . A . I . pertenece a él. C o m o dato representativo hay que señalar que de 25 tum-
bas o grupos de tumbas excavados en esta c a m p a ñ a y con ajuar fechable, 12 de ellas proporciona-
ron material del s. IV a . J . C .

147
A partir de finales de ese siglo el panorama cambia totalmente. Si bien la afirmación de que
«els materials de les excavacions organitzades no donen prácticament res després de les primeres
décades del segle III» (Tarradell-Font, 1975, p. 74) es cuando menos exagerada, es cierto que se
produce una gran disminución en el volumen de material recogido. Significativamente desaparecen
las importaciones áticas en buena medida, y el material de barniz negro es escaso. N o hay lucernas
del sur de Italia. Se puede sin embargo, identificar cada vez mejor el material de esta época, que
desde luego existe y es en general a nuestro entender de la segunda mitad del s. III o ya del s. II
a . J . C . Y no sólo se puede identificar, sino que resulta repetitivo al igual que el de los s. V - I V a . J . C .
E n todo este grupo encontramos la misma clase de objetos, es decir lucernas, platos, jarras,
cuencos, etc., que en el período anterior. N o hay cambio de elementos en el ajuar. Cambian sólo
los gustos.
Tenemos así las lucernas de dos picos evolucionadas del tipo de las 7033 y 7035 (hip. 2), la urna
Cintas 260 (7260, hip. 31), las jarritas E b . 13 como la 7282 (hip. 42), que son muy numerosas, las
grandes jarras E b . 30 y E b . 69 (7153-7155, hip. 17), las E b . 77 (7249-7250, hips. 23-25), las páteras
de borde alto semejantes a la 7156 (hip. 17), los ungüentarios panzudos como el 7242 (hips. 23-25),
las terracotas huecas que representan a Attis (7158, hip. 17; 7203, hip. 21). Es decir, que si la falta
de material de barniz negro supone que no podemos concretar las fechas como en los enterramien-
tos de los s. V - I V a . J . C . y debemos conformarnos con la amplia atribución s. III-II a . J . C , no por
ello dejamos de ver que hay una serie de elementos típicos que nos permiten afirmar que se sigue
usando el Puig des Molins como necrópolis después del 250 a . J . C . Además no hemos mencionado
aún una producción cerámica característica de este período. Se trata de las imitaciones de formas
de barniz negro.
Como hemos visto en el estudio de materiales, son muy abundantes. Arrancan con las imitacio-
nes áticas de pequeños cuentos y platos del s. IV a . J . C , pero luego adoptan las formas que tienen
aceptación por el Mediterráneo occidental. Así vemos imitaciones de lucernas áticas tardías como
la de la forma Howland 42 C (7047, hip. 5) y de muchas de las formas recogidas por Lamboglia:
las copas Lamb. 2 (7007-7009, hip. 17), Lamb. 22 (7050, hip. 5) y Lamb. 28 (7241, hips. 23-25),
los platos Lamb. 5 (7135, hips. 6-13) y Lamb. 55 (7002, hip. 50), los lekythos Lamb. 59 (7225,
hip. 22), por sólo recoger algunas de las representativas.
Este fenómeno en el que vemos cómo aumentan las imitaciones (no siempre locales, pero indu-
dablemente muchas procedentes del mundo púnico) puede tal vez explicar en parte la disminución
de las cerámicas importadas, en la medida en que se llegó a satisfacer las necesidades isleñas (y sa-
bemos que el gusto púnico no era exigente en materia de cerámicas) con la fabricación de imitacio-
nes de la vajilla de barniz negro. Este proceso no es exclusivo de Ibiza por supuesto, basta con mi-
rar hacia Marruecos por ejemplo, con las imitaciones de Kuass (Ponsich, 1968).
Hemos querido subrayar la diversidad y al mismo tiempo la individualización de los tipos que
consideramos representativos de los s. III-II a . J . C . en el Puig des Molins porque nos hallamos ante
un problema parecido al que se planteó en la necrópolis de Cartago respecto al s. V a . J . C . (Picard,
1965). De pensar que había habido una grave crisis en ese siglo como parecía demostrar el escaso
n ú m e r o de sepulturas, se pasó al estudio detenido de los materiales y se c o m p r o b ó que no existía
hiato entre las tumbas del s. V I y las del IV a . J . C , sino que muchas de las catalogadas en aquel
siglo eran en realidad del s. V a . J . C , época en que un ritual muy rígido hizo que perviviesen las
formas y evolucionasen lentamente. E n el caso de la necrópolis ibicenca, pensamos que ha habido
tendencia a valorar sólo aquellos conjuntos en los que la presencia de materiales áticos permite dar
fechas con cierta seguridad. Creemos que el estudio de todos los conjuntos permite separar ajuares
y ver las distintas reutilizaciones. Haciéndolo sí se comprueba que hay un buen n ú m e r o de tumbas
que no tienen material anterior al s. III a . J . C , como los hipogeos 5 ó 17, y muchas más que tienen
dos utilizaciones: una en los s. V - I V y otra en los III-II a . J . C
C o n estas consideraciones llegamos al s. I a . J . C , para el que no hemos encontrado apenas ma-
terial representativo de modo separado y que debemos estudiar con el del s. I d . J . C , mucho más
numeroso.
Si la aparición de material plenamente romano no es tardía, como puede demostrar la lucer-
na 7011 (hipogeo 32), hasta casi el cambio de era no lo encontramos abundantemente. E n ese mo-
mento irrumpen los ungüentarios piriformes (7079-7080, hip. 5; 7210-7219, hip. 17) y los vasos de
paredes finas de todo tipo, que vemos en los hipogeos 5, 17, 20, 26, 31, 45 y en el sector ánforas.
E n seguida aparece la térra sigillata, representada por copas y platos de t a m a ñ o mediano: 7014,
7017 y 7182 (hip. 17), 7013 (hip. 21) y dos fragmentos de los hipogeos 20 y 22. Los ungüentarios
de vidrio son numerosísimos, aunque apenas nos hayan llegado unos pocos debido a la fragilidad
del material y a haberse mezclado con otros en los almacenes del M . A . I .

148
También hemos encontrado en numerosos casos cerámica común romana, que cronológicamente
coincide con el resto de materiales, y el inventario menciona el hallazgo de varias monedas roma-
nas. U n a vez más queremos subrayar que no se han hallado fosas de época romana, y que este
material del s. I d . J . C . apareció dentro de las cámaras o en su boca.
Aquí se interrumpe la secuencia cronológica de los materiales. Posteriores al s. I d . J . C . sólo
tenemos la jarrita 7264, que hemos situado por paralelos aproximados en el s. III d . J . C , y la lucer-
na 7010, que sí está bien fechada en la segunda mitad del s. II o inicios del s. III d . J . C . L a primera
es sin duda una intromisión en el hipogeo 32 y la segunda fue hallada en superficie, sin contexto,
en el sector ánforas.
E n conclusión tenemos un conjunto de cerca de 400 piezas estudiadas, procedentes de una mis-
ma c a m p a ñ a de excavaciones y que cubren desde el s. VI a . J . C . hasta el s. I d . J . C . C o n ser sólo
una muestra entre los varios miles de objetos recuperados en el Puig des Molins, creemos que nos
permite hacer una serie de consideraciones sobre la necrópolis y su utilización.

149
V. LAS FASES D E UTILIZACION
Y a en las páginas introductorias hablamos de la consideración negativa en que se había tenido
al Puig des Molins durante décadas, opinando muchos investigadores que los saqueos antiguos y
modernos y las excavaciones no siempre rigurosas y mal publicadas hacían prácticamente imposible
esperar que la necrópolis de Ibiza pudiese algún día aportar datos concretos sobre cronologías, r i -
tos, etc. Parecía que fuese a quedar en la arqueología como un yacimiento riquísimo demasiado
pronto explotado, como una fuente de información cegada.
N o pretendemos que con este estudio, que sólo intenta sacar a la luz una c a m p a ñ a de excavacio-
nes de hace más de treinta años, con los problemas de todo tipo que señalamos en el capítulo II,
podamos rectificar esa opinión. Pero sí es cierto que en los últimos años ha cambiado en parte el
panorama, en especial en lo referente al establecimiento de unas fases de utilización de la necrópolis
y al planteamiento de algunas hipótesis de trabajo sobre la existencia de áreas diferenciadas crono-
lógicamente dentro de ella. (Fig. 67).
Todavía en 1975 Tarradell y Font podían escribir que «el Puig des Molins es presenta com una
gran unitat en el temps» (Tarradell-Font, 1975, p. 75). Pero el atento estudio de los materiales nos
ha permitido distinguir una primera fase centrada en el s. V I a . J . C . Existe ya un lote de materiales
lo suficientemente representativo como para pensar que su aparición no es esporádica. Así están
las ampollas del tipo Bisi 3, cinco en total, de las que tres (las únicas de procedencia conocida) se
hallaron en el sector ánforas y junto al hipogeo 42, muy cercano. Tenemos también una lucerna
de barniz rojo, un «unicum» de momento, hallada en el solar n . ° 40 de la Vía Romana, a 40 metros
escasos de dicho sector ánforas (Ramón, 1978). Por otra parte hay tres urnas del que llamamos
tipo Cruz del Negro. U n a es de esta c a m p a ñ a , del sector ánforas, y dos fueron encontradas hace
pocos años enterradas en sendos hoyos, una de ellas de pie. Estas últimas estaban en el centro de
un triángulo imaginario formado por el solar n . ° 40, el sector ánforas y la pared oeste del Museo.
E n resumen tenemos una serie de objetos bien datados en el s. V I a.J.C. que han aparecido en una
zona circunscrita de la necrópolis que apenas sobrepasa los 1.000 metros cuadrados. Creemos pues
que hay que empezar a pensar seriamente en la existencia de un área de enterramientos arcaicos,
reducida, a ambos lados de la calle Vía Romana. Area por supuesto destruida, arrasada por los
trabajos agrícolas en especial en su parte más meridional donde la capa de tierra es mínima. Pero
destruida a nuestro entender desde muy antiguo, pues en toda ella se abrieron innumerables hipo-
geos. E n resumen, hubo en nuestra opinión un área en la necrópolis en la que se realizaron enterra-
mientos, incineraciones por los datos que poseemos, en el momento casi inicial de la existencia de
la colonia púnica. Posteriormente quedó destruida con la apertura de hipogeos y fosas, en los siglos
sucesivos, y la consiguiente remoción de tierras.
Esto no supone que haya que desechar la idea de la existencia en algún otro punto cercano a
la ciudad antigua (Dalt Vila) o bajo ésta, de otra necrópolis que fuese anterior o contemporánea
al área arcaica que hemos creído identificar en la falda norte del Puig des Molins.
Por supuesto subsisten aún muchas dudas y no sabemos si una futura excavación en extensión
del sector mencionado corroborará o al contrario invalidará esta idea. L o cierto es que el material
existe y sabemos de dónde viene, y no hemos mencionado todavía algunas otras piezas antiguas
como el colgante de plata del hipogeo 30 o las terracotas, algunas de las cuales se han fechado en
el s. V I a . J . C , siempre es verdad por la cronología de sus prototipos griegos. E n cualquier caso
opinamos que se ha avanzado algo en la investigación y que la primera de las tres hipótesis plantea-
das por Tarradell y Font, a saber que en el Puig podían existir tumbas y materiales arcaicos todavía
no identificados, parece estar confirmándose.
Después de esta etapa, todavía tan discutible, se entra poco a poco en la fase de plenitud de
la necrópolis, que cubrirá los siglos V y IV a.J.C. Viene anunciada por materiales de la primera
mitad de ese siglo, bien sean importaciones áticas (Trías, 1968, pp. 297-300), bien cerámicas púni-
cas (Gómez Bellard, 1982; R a m ó n , 1982). Estas piezas se encuentran ya en los hipogeos y debemos

153
II s Ia C s I d C

1
2
6
6 a 13
17
20
21
22
23 a 26
26
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31
32
35
41
42
43
45
47
50
52
54
55
S A

Fig. 67. Cuadro cronológico de la utilización de las tumbas.

suponer que es el momento de la aparición de este tipo de construcción funeraria. L o hallamos por
toda la necrópolis, desde la cima del cerro a su parte más baja. Se generalizan las importaciones
áticas y se definen y fijan los tipos más clásicos de la cerámica púnico-ebusitana, que a partir de
entonces encontraremos en abundancia por toda la isla. Los ajuares son numerosos y bastante ricos
por lo que podemos saber, con sus terracotas, joyas, esencieros de vidrio, etc. Podemos decir que
a partir del último cuarto del s. V a . J . C . y durante buena parte del siguiente, el Puig conoce una
utilización intensiva que no es más que el reflejo de lo que sucede en la isla.
E n efecto Ibiza deja entonces de ser una simple factoría costera y sus habitantes inician una
expansión hacia el interior, estableciendo pequeños asentamientos agrícolas por toda la isla, crean-
do así un tipo de poblamiento que perdura aún en nuestros días. Testimonio de este cambio en
el sistema de vida son las numerosísimas necrópolis rurales que agrupan unos cuantos hipogeos y
fosas y que encontramos muy repartidas por toda la geografía isleña. E n ellas los ajuares son prác-
ticamente iguales a los del Puig des Molins, y cronológicamente predominan también los de los
s. V y sobre todo IV a . J . C . E n esta misma época cabe situar los santuarios, al menos los más cono-
cidos, el de la cueva de Es Cuieram y el de Illa Plana.
Queda claro que esta fase ilustra un período de crecimiento y auge de la isla y en especial de
la ciudad, para la que se ha podido calcular una población de alrededor de 4.000 habitantes en esa
época. Dicha cifra resulta realmente impresionante e indicaría que Ibiza era entonces una de las
grandes urbes del Mediterráneo occidental (Tarradell, 1968, pp. 87-91; Tarradell-Font, 1975, pp.
246-248).
Tras esta segunda fase bien conocida y atestiguada, entra la necrópolis en un período de decai-
miento aunque no de desuso. Si algunos autores, como ya dijimos, consideran que no hay datos
suficientes para la época que separa los siglos de plenitud de la romanización, creemos que hemos
presentado un volumen de materiales de los s. III-II a . J . C . suficientemente expresivos. Pero ade-
más no son únicos, sino que los almacenes del M . A . I . guardan numerosísimas piezas similares, pro-
cedentes del Puig des Molins, principalmente de las excavaciones de C . R o m á n y de la S . A . E .
Por lo que a tipos de enterramientos usados se refiere, el hecho de haber señalado hipogeos y
fosas que no contenían material anterior al s. III a . J . C . permite suponer que ambos sistemas conti-

154
nuaron siendo utilizados. N o es posible intentar localizar un área específica de este momento, ya
que encontramos el material repartido por todos los sectores excavados en la c a m p a ñ a de 1946,
y por lo que sabemos sucede lo mismo en el resto de la necrópolis.
A pesar de estas evidencias no cabe duda de que algo sucedió después de mediados del s. III
a . J . C , ya que el número de piezas del período anterior supera con creces el de éste. Nuestros cono-
cimientos sobre esta etapa no son muy grandes, y lamentamos más que nunca que la arqueología
ibicenca haya sido sobre todo una arqueología funeraria, por así llamarla, lo que ha hecho que
carezcamos de otros elementos de información para contrastar. C o n todo creemos que algunos da-
tos aportados por recientes excavaciones deberán ser tomados en cuenta a la hora de estudiar esta
fase.
E n los últimos años se han llevado a cabo en el casco urbano de Ibiza algunas excavaciones
de urgencia de las que tan sólo se ha dado a conocer brevísimamente algunos resultados (Ramón,
1981a). Tuvimos la posibilidad de realizar una de ellas muy recientemente, en el solar de la Avenida
de España, 3, varias veces mencionado en este trabajo. Excavamos unos depósitos de alfarería de
gran interés, pero que ahora nos importan por presentar huellas de destrucción, con incendio, en
un nivel de finales del s. III a . J . C . Sobre él se vuelve a edificar, perviviendo las estructuras durante
todo el s. II por lo menos. Este fenómeno de destrucción no es aislado, sino que parece que se repite
en otros puntos de lo que podemos llamar ya el cinturón artesanal de la ciudad.
A título de hipótesis tendríamos la tentación de relacionar estos datos con las muy escuetas i n -
formaciones que proporcionan las fuentes. E n efecto es sabido que en el a ñ o 217 a . J . C . Cneo C o r -
nelio Escipión llevó a cabo un ataque contra la isla, por ser una base de apoyo al ejército cartaginés
(Livio, 22,20,3). A l no poderse apoderar de la ciudad (que, recordémoslo, estaba fuertemente amu-
rallada en el Puig de Vila), procedió a un saqueo sistemático de las zonas circundantes. Si este sa-
queo afectó a la zona artesanal, es posible que también quedara afectada la necrópolis, que sólo
dista un centenar de metros de aquélla.
Por supuesto consignamos simplemente el dato, y no creemos que debamos llegar a conclusio-
nes rápidas. Unicamente se puede establecer con certeza que la tercera fase del Puig es de decai-
miento o mejor dicho de disminución de su utilización. Si esto se debe a motivos económicos, socia-
les o religiosos, aún hoy no lo sabemos. Pero lo que debe quedar claro es que sí existe como necró-
polis y que se sigue enterrando en ella.
L a última fase del Puig des Molins empieza con la romanización o por lo menos con la presencia
de abundante material romano en ella. Podríamos llamarla fase de reutilización (aunque se había
producido ya antes) por esa especial característica que hemos mencionado varias veces. Todos los
indicios apuntan en efecto a que los ajuares romanos se han encontrado casi siempre en los rellenos
de las bocas de los hipogeos o caídos dentro de éstos. Esto sucede en las campañas de M a n á y es
notable que en la de 1949, durante la cual se excavó un gran número de fosas, ninguna dio material
romano. Pero además el mismo fenómeno de reutilización de las bocas se ha comprobado en las
campañas de C . Román, como hemos apreciado en los estudios que viene realizando J . H . Fernández.
Resulta desde luego extraño que no podamos identificar plenamente sepulturas romanas en el
Puig. T a l vez haya que achacarlo a una laguna de la investigación, pero también podemos pensar
que ya en el s. I d . J . C debía de haber otro lugar de enterramiento en la ciudad. N o quiere ello
decir que la necrópolis hubiese dejado de usarse, pero sí que una parte de la población tenía otro
lugar donde enterrar a sus muertos.
Si consideramos verosímil esta hipótesis, hemos de preguntarnos entonces dónde podía estar
ese lugar. H o y por hoy no tenemos indicios. L a única necrópolis romana hallada cerca de la ciudad
es la de Santa Cruz, mencionada a propósito de una pieza del hipogeo 32. Se excavó en 1980 y
permanece inédita. Fueron encontradas una veintena de tumbas de inhumación, algunas con varios
esqueletos, rodeadas por piedras que marcaban el enterramiento. E l ajuar era pobre, compuesto
en general por algún olpe o jarra y pulseras y anillos de baja calidad. L a cronología viene dada,
entre otros elementos, por una moneda de Salonina, mujer de Galieno (254-268 d . J . C ) . Es pues
de un momento tardío, ya en la segunda mitad del s. III d . J . C , y no nos ayuda a colmar el vacío
anterior. Es interesante señalar, sin embargo, que esta necrópolis se encuentra a unos 150 m. al
norte del Puig des Molins, y que en la zona que las separa se han encontrado algunas de las lápidas
funerarias romanas de Ibiza (en el Puig sólo se han encontrado dos, una de ellas la de esta c a m p a ñ a
de 1946).
¿Es posible pensar entonces que la necrópolis se fue extendiendo en dirección N - N E en los prime-
ros siglos de romanización? De momento nada nos los puede confirmar, y el incontrolado desarro-
llo urbanístico de los últimos años no nos permite abrigar esperanzas, ya que dicha zona está casi
totalmente construida.

155
CONCLUSIONES
Tal como señalamos en la introducción, nuestra intención al realizar el presente trabajo ha sido
dar a conocer los materiales de una de las campañas de excavación realizadas en el Puig des Molins
con rigor científico, con el fin de ver qué información podían aportar para un mejor conocimiento
de la necrópolis.
L a labor básica, tanto por el trabajo que ha supuesto como por ser el núcleo de este estudio,
ha sido la reagrupación de las piezas tumba por tumba. Siempre se ha supuesto que nunca se po-
drían conocer los conjuntos funerarios del Puig, y sin embargo, hemos visto cómo ello es posible,
no sólo en algún caso aislado, sino para casi todas las tumbas excavadas en los años 1904, 1905,
1921 a 1929, 1946 y 1949.
Hemos iniciado pues esta investigación con la tarea imprescindible que ya señalaron Tarradell
y Font y que prosigue J . H . Fernández. Una vez realizada esta ordenación y reconstitución de los
ajuares, hemos tenido que estudiar cada conjunto pieza por pieza. De este estudio se desprende
que el lote de la campaña de 1946 no ofrece hallazgos espectaculares que alteren los datos que ya
se conocen sobre el material del Puig. Todas las cerámicas, la coroplastia, el vidrio, los elementos
metálicos, etc., han aparecido una y otra vez en los yacimientos ibicencos. Se trata de las formas
y los productos típicos de los enterramientos púnicos de la isla, con la salvedad tal vez de una ma-
yor presencia de terracotas, pero esto también se comprueba en las campañas de C . R o m á n .
A l poder fechar gran parte de los materiales de cada tumba, siempre con un margen cronológico
más o menos amplio, hemos podido establecer las dataciones de cada una de ellas y señalar las di-
versas reutilizaciones que se habían realizado. Como lo hemos hecho para un número de tumbas
que consideramos representativo, hemos establecido la existencia de varias fases de utilización de
la necrópolis. Estas se distinguen a través de los materiales, tanto por su cronología como por su
aparición más o menos frecuente.
L a división en fases que de manera puramente provisional proponemos se puede resumir de la
siguiente manera:
s. V I a . J . C : fase arcaica.
s. V - I V : fase de máxima utilización,
s. III-II: fase de decaimiento.
s.I a.J.C.-s. I d . J . C : fase de reutilización romana.
A partir de estos datos concretos hemos visto que se plantean algunas hipótesis, especialmente
en lo referente a la interpretación de las diversas fases. Estas hipótesis, como la existencia de un
área arcaica, la crisis de los siglos III y II a . J . C , el desplazamiento del lugar de enterramiento a
partir del siglo I d . J . C , etc., se basan en el estudio de un conjunto concreto de materiales del Puig.
Es evidente que habiendo todavía varios centenares de tumbas, varios miles de piezas sin estudiar,
habrá que esperar que estos trabajos, cuando salgan a la luz, puedan confirmar las ideas que hemos
expuesto o al contrario las desechen.
En cualquier caso nos queda siempre el estudio de materiales, que consideramos imprescindible
en la medida en que la arqueología púnica se ha enfrentado a menudo con el problema que supone
no tener establecida la cronología de muchos de sus elementos más característicos. Esto se hacía
notar especialmente en el caso de Ibiza, ya que sólo en los años setenta se ha empezado a estudiar
seriamente los tipos.
Creemos que con nuestro trabajo hemos contribuido a poner las bases para futuros estudios,
fijando fechas a algunos elementos que hasta ahora eran de dudosa datación, enmarcando la necró-
polis del Puig des Molins en los contextos isleños y dándole una secuencia cronológica. N o nos cabe
la menor duda de que siguiendo en esta línea de investigación, nuevas excavaciones y estudios per-
mitirán despejar algunas otras de las muchas incógnitas que plantea la arqueología ebusitana.

Ibiza, octubre 1982

159
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165
LAMINAS
Lám. I

I. 1. Vista de la ciudad vieja de Ibiza (Dalt Vila) desde el Puig des Molins.
2. Vista desde la calle Vía Romana. A la izquierda, el área conservada de la necrópolis (con el
Museo en el centro de la fotografía); a la derecha, las modernas construcciones que han des-
truido gran número de tumbas.
Lám. II

II. 1. Vista de los trabajos en el sector 1.° durante la campaña de 1946. (Foto J . M . M a n á ) .
2. Vista de Can Partit (a la derecha) y de los muros del Museo en construcción, en 1946. (Foto
J. M . M a n á ) .
Lám. III

171
Lám. IV

IV. 1, 2 y 3: Fragmentos de terracotas del hipogeo 2.


4: Fragmento de terracota del hipogeo 5.

172
V. 1: Terracota del hipogeo 5.
2, 3 y 4: Terracotas del grupo de hipogeos 6 a 13.

173
Lám. VI

VI. 1: Terracota del hipogeo 21.


2: Terracota del hipogeo 17.
3: Cabeza de terracota del grupo de hipogeos 6 a 13.
4: Colgante de plata del hipogeo 30.
5, 6: Anverso y reverso del amuleto de Bes del hipogeo 42.

174
Lám. Vil

VII. 1, 3, 4: Parte del ajuar del hipogeo 43.


2: Protomos del hipogeo 50.
5: Cabecita de pasta vitrea de la fosa 47.
6: «Ushabti» del hipogeo 44.

175
Lám. VIII

VIII. 1, 2: Terracota y molde del hipogeo 52.


3: «Askos» de la fosa 54.

176
Lám. IX

IX. Figurillas del tipo Illa Plana del sector ánforas.

177
Lám. X

X . Materiales diversos hallados en el sector ánforas.

178
XI. Material metálico hallado en la campaña de 1946. Gran parte de él no ha podido ser identificado
(Foto J . M . Maná).
MINISTERIO DE C U L T U R A
DIRECCION G E N E R A L DE BELLAS A R T E S Y A R C H I V O S

SUBDIRECCION GENERAL DE ARQUEOLOGIA Y ETNOGRAFIA

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MEMORIAS DE LA JUNTA SUPERIOR DE EXCAVACIONES
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Serie publicada por la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades desde 1916a 1935.

1. E X C A V A C I O N E S D E N U M A N C I A , por José Ramón Mélida. Madrid, 1916. Pre-


cio, 300 ptas.
2. E X C A V A C I O N E S E N M E R I D A , por José Ramón Mélida. Agotado. Madrid, 1916.
3. E X C A V A C I O N E S E N C L U N I A , por Ignacio Calvo. Agotado. Madrid, 1916.
4. E X C A V A C I O N E S E N E L A N F I T E A T R O D E I T A L I C A , por Rodrigo Amador
de los Ríos. Madrid, 1916. Precio, 350 ptas.
5. E X C A V A C I O N E S E N P U N T A D E L A V A C A (CADIZ), por Pelayo Quintero.
Madrid, 1916. Precio, 200 ptas.
6. E X P L O R A C I O N E S E N V I A S R O M A N A S D E L V A L L E D E L D U E R O , por A n -
tonio Blázquez. Agotado. Madrid, 1916.
7. M E M O R I A D E S E C R E T A R I A . Agotado. Madrid, 1916.
8. E X C A V A C I O N E S E N L A C U E V A Y C O L L A D O D E LOS J A R D I N E S (SAN-
T A E L E N A , J A E N ) , por Ignacio Calvo y Juan Cabré. Agotado. Madrid, 1917.
9. EXPLORACIONES E N VIAS R O M A N A S D E L V A L L E D E L D U E R O Y CAS-
T I L L A L A N U E V A , por Antonio Blázquez y Claudio Sánchez Albornoz.
Agotado. Madrid, 1917.
10. E X P L O R A C I O N E S E N T O L E D O , por Rodrigo Amador de los Ríos. Madrid,
1917. precio, 400 ptas.
11. E X C A V A C I O N E S E N MERIDA: U N A CASA-BASILICA ROMANO-CRIS-
T I A N A , por José Ramón Mélida. Agotado. Madrid, 1917.
12. EXCAVACIONES E N PUNTA DE L A V A C A Y E N PUERTA DE TIERRA
(CADIZ), por Pelayo Quintero. Agotado. Madrid, 1917.
13. E X C A V A C I O N E S E N E L D O L M E N D E L L A N E R A (SOLSONA), por Juan
Serra. Madrid, 1917. Precio, 200 ptas.
14. M E M O R I A D E S E C R E T A R I A . Madrid, 1917. Precio, 300 ptas.
15. E X C A V A C I O N E S Y EXPLORACIONES E N VIAS R O M A N A S : BRIVIESCA
A P A M P L O N A Y B R I V I E S C A A Z A R A G O Z A , por Antonio Blázquez y
Claudio Sánchez Albornoz. Agotado. Madrid, 1918.
16. EXCAVACIONES Y EXPLORACIONES EN L A CUEVA Y COLLADO DE
LOS J A R D I N E S ( S A N T A E L E N A , J A E N ) , por Ignacio Calvo y Juan Cabré.
Agotado. Madrid, 1918.
17. E X C A V A C I O N E S Y E X P L O R A C I O N E S E N BILBILIS, C E R R O D E B A M -
B O L A ( C A L A T A Y U D ) , por Narciso Sentenach. Agotado. Madrid, 1918.
18. E X C A V A C I O N E S Y EXPLORACIONES E N E X T R A M U R O S D E L A CIU-
D A D D E C A D I Z , por Pelayo Quintero. Madrid, 1918. Precio, 200 ptas.
19. E X C A V A C I O N E S Y E X P L O R A C I O N E S E N N U M A N C I A , por José Ramón
Mélida. Agotado. Madrid, 1918. Precio, 300 ptas.
20. ' E X C A V A C I O N E S Y E X P L O R A C I O N E S E N C A L A D ' H O R T (IBIZA), por
Carlos Román. Madrid, 1918. Precio. 300 ptas.
21. E X C A V A C I O N E S Y E X P L O R A C I O N E S E N L A C U E V A D E L S E G R E , por
Juan Serra. Madrid, 1918. Precio, 300 ptas.
22. E X C A V A C I O N E S E N L A C U E V A D E C O L L A D O D E LOS J A R D I N E S
( S A N T A E L E N A , J A E N ) , por Ignacio Calvo y Juan Cabré Aguiló. Agotado.
Madrid, 1919.
23. E X C A V A C I O N E S E N E L A N F I T E A T R O D E M E R I D A , por José Ramón Mé-
lida. Agotado. Madrid, 1919.
24. E X P L O R A C I O N E S E N VIAS R O M A N A S : D E BOTOA A M E R I D A ; M E R I D A
A S A L A M A N C A : A R R I A C A A SIGÜENZA: A R R I A C A A TITULCIA;
S E G O V I A A T I T U L C I A Y Z A R A G O Z A A S E A R N E , por Antonio Blázquez
y Claudio Sánchez Albornoz. Agotado. Madrid, 1919.
25. E X C A V A C I O N E S E N L A N E C R O P O L I S IBERICA D E L A G A L E R A (GRA-
N A D A ) , por Juan Cabré y Federico Motes. Precio, 500 ptas.
26. E X C A V A C I O N E S E N E X T R A M U R O S D E C A D I Z , por Pelayo Quintero. Pre-
cio, 200 ptas.
27. E X C A V A C I O N E S E N C A S T E L L V A L L (SOLSONA), por J. Serra. Precio, 200
pesetas.
28. E X C A V A C I O N E S E N I B I Z A , por Carlos Román. Madrid, 1920. Precio, 200 ptas.
29. E X C A V A C I O N E S Y EXPLORACIONES E N VIAS R O M A N A S : D E CARRION
A ASTORGA Y DE MERIDA A TOLEDO. EXCAVACIONES E N L A N -
C I A , por Antonio Blázquez y Angel Blázquez. Agotado. Madrid, 1920.
30. E X C A V A C I O N E S E N E X T R A M U R O S D E C A D I Z , por Pelayo Quintero. M a -
drid, 1920. Precio, 200 ptas.
31. E X C A V A C I O N E S E N N U M A N C I A , por José Ramón Mélida y Blas Taracena.
Madrid, 1920. Precio, 300 ptas.
32. E X C A V A C I O N E S E N N E R T O B R I G A , por Narciso Sentenach. Madrid, 1920.
Precio, 200 ptas.
33. E X C A V A C I O N E S E N YACIMIENTOS PALEOLITICOS D E L V A L L E D E L
M A N Z A N A R E S , por Paul Werner y José Pérez de Barradas. Agotado. M a -
drid, 1921.
34. E X C A V A C I O N E S E N S E G O B R I G A , por Narciso Sentenach. Madrid, 1921.
Precio, 200 ptas.
35. E X C A V A C I O N E S E N E L P O B L A D O I B E R I C O D E A N S E R E S A (OLIUS), por
Juan Serra. Madrid, 1921. Precio, 300 ptas.
36. E X C A V A C I O N E S E N N U M A N C I A , por José Ramón Mélida y Blas Taracena.
Madrid, 1921. Precio, 400 ptas.
37. E X C A V A C I O N E S E N E L A N F I T E A T R O D E I T A L I C A , por el Conde de Agui-
lar. Madrid, 1921. Precio, 200 ptas.
38. E X C A V A C I O N E S E N M O N T E - C I L L A S , por Ricardo del Arco. Madrid, 1921.
Precio, 300 ptas.
39. E X C A V A C I O N E S E N M E R I D A , por José Ramón Mélida. Madrid, 1921. Precio,
300 ptas.
40. E X C A V A C I O N E S Y E X P L O R A C I O N E S E N V I A S R O M A N A S , por Antonio
Blázquez y Angel Blázquez. Madrid, 1921. Precio, 300 ptas.
41. E X C A V A C I O N E S E N L A S E R R E T A ( A L C O Y ) , por Camilo Visedo Moltó.
Madrid, 1922. Precio, 300 ptas.
42. E X C A V A C I O N E S E N YACIMIENTOS PALEOLITICOS D E L V A L L E D E L
M A N Z A N A R E S , por José Pérez de Barradas. Madrid, 1922. Precio, 400 ptas.
43. E X C A V A C I O N E S E N D I V E R S O S L U G A R E S D E L A ISLA D E I B I Z A , por
Carlos Román. Madrid, 1922. Precio, 300 ptas.
44. E X C A V A C I O N E S E N E L P O B L A D O IBERICO D E S A N M I G U E L D E SORBA,
por Juan Serra y Vilaró. Madrid, 1922. Precio, 500 ptas.
45. E X C A V A C I O N E S E N L A S E R R E T A ( A L C O Y ) , por Camilo Visedo. Madrid,
1922. Precio, 400 ptas.
46. E X C A V A C I O N E S E N D I V E R S O S L U G A R E S D E L A ISLA D E I B I Z A , por
Carlos Román. Madrid, 1922. Precio, 400 ptas.
47. E X C A V A C I O N E S E N S E N A , por Vicente Bordaviú. Madrid, 1922. Precio, 300
pesetas.
48. E X C A V A C I O N E S E N S A G U N T O , por Manuel González Simancas. Madrid,
1923. Precio, 500 ptas.
49. E X C A V A C I O N E S E N N U M A N C I A , por Ramón Mélida y Blas Taracena Agui-
rre. Madrid, 1923. Precio, 300 ptas.
50. E X C A V A C I O N E S E N Y A C I M I E N T O S PALEOLITICOS D E LOS V A L L E S
D E L M A N Z A N A R E S Y D E L J A R A M A , por José Pérez de Barradas. Madrid,
1923. Precio, 400 ptas.
51. E X C A V A C I O N E S E N E L A N F I T E A T R O D E I T A L I C A , por el Conde de Agui-
lar. Madrid, 1923. Precio. 300 ptas.
52. E X C A V A C I O N E S Y E X P L O R A C I O N E S E N V I A S R O M A N A S , por Antonio
Blázquez y Angel Blázquez. Madrid, 1923. Precio, 300 ptas.
53. E X C A V A C I O N E S E N L A C U E V A D E L R E Y , E N V I L L A N U E V A (SAN-
T A N D E R ) , por Jesús Carballo. Madrid, 1923. Precio, 300 ptas.
54. E X C A V A C I O N E S E N M E D I N A A Z A H A R A , por Ricardo Velázquez Bosco.
Madrid. 1923. Precio, 600 ptas.
55. E X C A V A C I O N E S E N U N M O N U M E N T O CRISTIANO BIZANTINO DE
G A B I A L A G R A N D E ( G R A N A D A ) , por Juan Cabré. Madrid. 1923. Precio.
400 ptas.
56. E X C A V A C I O N E S E N E L M O N T E «LA S E R R E T A » . C E R C A D E A L C O Y ,
por Casimiro Visedo. Madrid. 1923. Precio. 300 ptas.
57. E X C A V A C I O N E S E N E X T R A M U R O S D E C A D I Z , por Francisco Cervera.
Madrid. 1923. Precio. 400 ptas.
58. E X C A V A C I O N E S E N I B I Z A , por Carlos Román. Madrid. 1923. Precio. 300 ptas.
59. E X C A V A C I O N E S E N VIAS R O M A N A S : D E S E V I L L A A C O R D O B A . POR
A N T E Q U E R A : D E CORDOBA A C A S T U L O , POR EPORA; D E CORDO-
BA A C A S T U L O , P O R E L C A R P I O : D E P U E N T E L A H I G U E R A A C A R -
T A G E N A . Y D E C A R T A G E N A A C A S T U L O , por Antonio Blázquez y
Delgado Aguilera y Antonio Blázquez Jiménez. Madrid. 1923. Precio. 300 ptas.
60. E X C A V A C I O N E S E N YACIMIENTOS PALEOLITICOS D E L V A L L E D E L
M A N Z A N A R E S , por José Pérez de Barradas. Madrid. 1924. Precio. 300 ptas.
61. E X C A V A C I O N E S E N N U M A N C I A , por José Ramón Mélida, Manuel Aníbal
Alvarez, Santiago Gómez Santa Cruz y Blas Taracena. Madrid. 1924. Precio.
400 ptas.
62. E X C A V A C I O N E S E N E L M O N T E «SANTA T E C L A » . E N G A L I C I A , por
Ignacio Calvo y Sánchez. Madrid. 1924. Precio. 300 ptas.
63. E X C A V A C I O N E S E N U N A ESTACION IBERICA. T E R M A S R O M A N A S Y
T A L L E R D E « T E R R A SIGILLATA», E N S O L S O N A (LERIDA), por Juan
Serra Vilaró. Madrid, 1924. Precio, 400 ptas.
64. E X C A V A C I O N E S E N YACIMIENTOS PALEOLITICOS D E L V A L L E D E L
M A N Z A N A R E S ( M A D R I D ) , por José Pérez de Barradas. Madrid. 1924. Pre-
cio, 400 ptas.
65. E X C A V A C I O N E S E N E L C E R R O D E L B E R R U E C O , por P. César Moran.
Madrid, 1924. Precio. 300 ptas.
66. E X C A V A C I O N E S E N E L C A B E Z O D E L C U E R V O . T E R M I N O D E ALCAÑIZ
( T E R U E L ) , por Pedro París y Vicente Bordaviú. Madrid. 1924. Precio. 300 ptas.
67. E X C A V A C I O N E S E N M E D I N A A Z A H A R A . por Rafael Jiménez. Rafael Cas-
tejón, Félix Hernández Jiménez. Ezequiel Ruiz Martínez y Joaquín María de
Navascués. Madrid. 1924. Precio, 300 ptas.
68. E X C A V A C I O N E S E N L A ISLA D E I B I Z A . por Carlos Román. Madrid, 1924.
Precio, 400 ptas.
69. E X C A V A C I O N E S Y E X P L O R A C I O N E S E N V I A S R O M A N A S , por Antonio
Blázquez y Angel Blázquez. Madrid. 1925. Precio. 300 ptas.
70. E X C A V A C I O N E S E N E L A N F I T E A T R O D E I T A L I C A , por el Conde de Agui-
lar. Madrid, 1925. Precio, 300 ptas.
71. E X C A V A C I O N E S E N D I V E R S O S SITIOS D E L A S P R O V I N C I A S D E SE-
G O V I A Y D E C O R D O B A , por Manuel Aulló Costilla. Madrid, 1925. Precio,
400 ptas.
72. E X C A V A C I O N E S E N E L C I R C O R O M A N O D E M E R I D A . por José Ramón
Mélida. Madrid. 1925. Precio, 300 ptas.
73. E X C A V A C I O N E S E N A B E L L A (SOLSONA). por Juan Serra Vilaró. Madrid,
1925-1926. Precio, 400 ptas.
74. E X C A V A C I O N E S E N L A S F O R T I F I C A C I O N E S D E N U M A N C I A , por Gon-
zález Simancas. Madrid, 1926. Precio, 400 ptas.
75. E X C A V A C I O N E S E N L A P R O V I N C I A D E S O R I A , por Blas Taracena. Madrid,
1926. Precio. 500 ptas.
76. E X C A V A C I O N E S E N LOS E X T R A M U R O S D E C A D I Z , por Pelayo Quintero.
Madrid, 1926. Precio, 300 ptas.
77. E X C A V A C I O N E S E N E L S A N T U A R I O IBERICO D E . N T R A . SRA. D E L A
. L U Z , E N M U R C I A , por Cayetano de Mergelina. Madrid, 1926. Precio, 300 ptas.
78. E X C A V A C I O N E S E N «MAS D E M E N E N T A » ( A L C O Y ) , por Fernando Pon-
sell. Madrid, 1926. Precio, 300 ptas.
79. E X C A V A C I O N E S E N M O L A A L T A D E S E R E L L E S ( A L C O Y ) , por Ernesto
Gatella. Madrid, 1926. Precio, 300 ptas.
80. E X C A V A C I O N E S E N I B I Z A , por Carlos Román. Madrid, 1926. Precio, 300 ptas.
81. E X C A V A C I O N E S E N I T A L I C A , por el Conde de Aguilar. Madrid, 1926. Pre-
cio, 300 ptas.
82. E X C A V A C I O N E S E N OCILIS ( M E D I N A C E L I ) . por José Ramón Mélida. M a -
drid, 1926. Precio, 300 ptas.
83. E X C A V A C I O N E S E N S O L S O N A , por Juan Serra Vilaró. Madrid, 1926. Precio,
300 ptas.
84. E X C A V A C I O N E S E N E X T R A M U R O S D E C A D I Z , por Pelayo Quintero. M a -
drid, 1926. Precio. 300 ptas.
85. E X C A V A C I O N E S E N M E D I N A A Z A H A R A , - por Rafael Jiménez Amigo, Eze-
quiel Ruiz Martínez, Rafael Castejón y Félix Hernández Jiménez. Madrid,
1926. Precio, 500 ptas.
86. E X C A V A C I O N E S E N L A S P R O V I N C I A S D E S O R I A Y L O G R O Ñ O , por Blas
Taracena Aguirre. Madrid, 1927. Precio, 500 ptas.
87. E X C A V A C I O N E S Y E X P L O R A C I O N E S E N E L C E R R O D E L C A S T I L L O D E
S O R I A , por Manuel González Simancas. Madrid, 1927. Precio, 300 ptas.
88. E X C A V A C I O N E S E N L A N E C R O P O L I S R O M A N O - C R I S T I A N A D E T A -
R R A G O N A , por Juan Serra Vilaró. Agotado. Madrid, 1927.
89. E X C A V A C I O N E S E N L A S M E S A S D E V I L L A R R E A L , E L C H O R R O ( M A -
L A G A ) , por C . de Mergelina. Madrid, 1927. Precio, 500 ptas.
90. E X C A V A C I O N E S E N M O N T E A L E G R E ( D O M A Y O ) , por Antonio Losada.
Madrid, 1927. Precio, 300 ptas.
91. E X C A V A C I O N E S E N I B I Z A , por Carlos Román. Madrid, 1927. Precio, 300 ptas.
92. E X C A V A C I O N E S E N S A G U N T O , por Manuel González Simancas. Madrid,
1927. Precio, 500 ptas.
93. E X C A V A C I O N E S E N L A N E C R O P O L I S R O M A N O - C R I S T I A N A D E T A -
R R A G O N A , por Juan Serra Vilaró. Agotado. Madrid, 1928.
94. E X C A V A C I O N E S E N M O L A A L T A D E S E R E L L E S ( A L C O Y ) , por Ernesto
Botella. Precio, 300 ptas.
95. E X C A V A C I O N E S E N E X T R E M U R O S D E C A D I Z , por Pelayo Quintero. M a -
drid, 1928. Precio, 300 ptas.
96. E X C A V A C I O N E S E N E L C I R C O R O M A N O D E T O L E D O , por Manual Cas-
taños Montijano, Ismael del Pan Fernández, Pedro Román Martínez y Alfonso
Rey Pastor. Madrid, 1928. Precio, 300 ptas.
97. E X C A V A C I O N E S E N E L C E R R O D E L T R I G O , T E R M I N O D E A Y A M O N T E
( H U E L V A ) , por Jorge Bonsor. Madrid, 1928. Precio, 300 ptas.
98. E X C A V A C I O N E S D E M E R I D A , por José Ramón Mélida y Maximiliano M a -
clas. Madrid, 1929. Precio, 400 ptas.
99. E X C A V A C I O N E S E N C A D I Z , por Pelayo Quintero. Madrid, 1929. Precio, 300
pesetas.
100. E X C A V A C I O N E S E N T O R R E M A N Z A N A S ( A L I C A N T E ) , por José Belda Do-
mínguez. Madrid, 1929. Precio, 350 ptas.
101. E X C A V A C I O N E S E N E L R O Q U I Z A L D E L R U L L O , T E R M I N O D E F A B A R A
( Z A R A G O Z A ) , por Lorenzo Pérez Temprano. Madrid, 1929. Precio, 400 ptas.
102. E X C A V A C I O N E S E N C A R T A G E N A , por Manuel González Simancas. Madrid,
1929. Precio, 300 ptas.
103. E X C A V A C I O N E S E N L A S P R O V I N C I A S D E S O R I A Y L O G R O Ñ O , por Blas
Taracena Aguirre. Madrid, 1929. Precio, 400 ptas.
104. E X C A V A C I O N E S E N L A N E C R O P O L I S R O M A N O - C R I S T I A N A D E T A -
R R A G O N A , por Juan Serra Vilaró. Agotado. Madrid, 1929.
105. E X C A V A C I O N E S E N L A N E C R O P O L I S C E L T I B E R I C A D E L A L T I L L O D E
C E R R O P O Z O ( A T I E N Z A , G U A D A L A J A R A ) , por Juan Cabré, con la coope-
ración de Justo Juberías. Madrid, 1930. Precio, 500 ptas.
106. E X C A V A C I O N E S E N L A C O L O N I A D E S A N P E D R O D E A L C A N T A R A
( M A L A G A ) , por José Pérez de Barradas. Madrid, 1930. Precio, 400 ptas.
107. E X C A V A C I O N E S E N L A N E C R O P O L I S D E L M O L A R , por J . J. Sennet Ibá-
ñez. Madrid, 1930. Precio, 400 ptas.
108. EXCAVACIONES E N EL CAMINO D E L MESTE. PROXIMO A L PUENTE
D E L A R R O Y O D E P E D R O C H E S ( E X T R A M U R O S D E C O R D O B A ) , por
Enrique Romero de Torres. Madrid, 1930. Precio, 350 ptas.
109. E X C A V A C I O N E S E N E L C I R C O R O M A N O D E T O L E D O , por Francisco de
B. San Román, Ismael del Pan Fernández, Pedro Román Martínez y Alfonso
Rey Pastor. Madrid, 1930. Precio. 300 ptas.
110. E X C A V A C I O N E S E N L A C O G O T A S (CARDEÑOSA, A V I L A ) , por Juan Cabré
Aguiló. Agotado. Madrid, 1930.
111. E X C A V A C I O N E S E N L A NECROPOLIS ROMANO-CRISTIANA D E T A -
R R A G O N A , por Juan Serra Vilaró. Madrid, 1930. Precio, 400 ptas.
112. E X C A V A C I O N E S E N T O R R E M A N Z A N A S ( A L I C A N T E ) , por José Belda
Domínguez. Madrid, 1931. Precio, 500 ptas.
113. E X C A V A C I O N E S E N L O S D O L M E N E S D E S A L A M A N C A , por César M o -
r a n . Madrid. 1931. Precio, 600 ptas.
114. E X C A V A C I O N E S E N L A NECROPOLIS VISIGODA DE D A G A N Z O D E
A R R I B A ( M A D R I D ) , por Saturio Fernández Godín y José Pérez de Barradas.
Madrid, 1931. Precio, 400 ptas.
115. E X C A V A C I O N E S E N L A CITANIA D E TROÑA (PUENTEAREAS. PON-
T E V E D R A ) , por Luis Pericot García y Florentino López Cuevillas. Madrid,
1931. Precio. 400 ptas.
116. E X C A V A C I O N E S E N L A NECROPOLIS ROMANO-CRISTIANA D E T A -
R R A G O N A , por Juan Serra Vilaró. Madrid, 1932. Precio, 1.000 ptas.
117. E X C A V A C I O N E S E N C A D I Z , por Pelayo Quintero Atauri. Madrid, 1932. Pre-
cio. 500 ptas.
118. E X C A V A C I O N E S E N E L T E A T R O R O M A N O D E M E R I D A . por José Ramón
Mélida y Maximiliano Macías. Madrid, 1932. Precio, 400 ptas.
119. E X C A V A C I O N E S E N L A P R O V I N C I A D E S O R I A , por Blas Taracena Aguirre.
Madrid, 1932. Precio, 600 ptas.
120. E X C A V A C I O N E S E N L A S C O G O T A S (CARDEÑOSA. A V I L A ) , por Juan
Cabré Aguiló. Madrid, 1932. Precio, 1.500 ptas.
121. EXCAVACIONES E N EL CABEZO DE CASCARUJO. TERMINO DE A L -
C A Ñ I Z ( T E R U E L ) , por Adrián Bruhl. Madrid. 1932. Precio. 400 ptas.
122. E X C A V A C I O N E S E N C A D I Z , por Pelayo Quintero Atauri. Madrid, 1933. Pre-
cio, 400 ptas.
123. E X C A V A C I O N E S E N E L P E N D O ( S A N T A N D E R ) , por Carballo y Larín. M a -
drid, 1933. Precio. 600 ptas.
124. E X C A V A C I O N E S E N S A G U N T O , por Manuel González Simancas. Madrid, 1933.
125. E X C A V A C I O N E S E N L A NECROPOLIS VISIGODA D E H E R R E R A DE
P I S U E R G A . por Julio Martínez Santaolalla. Madrid, 1933.
126. EXCAVACIONES E N L A A L B U F E R A DE ALICANTE (ANTIGUA L U -
C E N T U M ) , por José Lafuente Vidal. Madrid, 1934. Precio. 1.200 ptas.
127. E X C A V A C I O N E S E N I T A L I C A , por Andrés Parladé. Madrid. 1934. Precio,
600 ptas.
128. E X C A V A C I O N E S E N L A N E C R O P O L I S D E V E G A D E L M A R (SAN P E D R O
D E A L C A N T A R A . M A L A G A ) , por José Pérez de Barradas. Madrid, 1934.
Precio. 400 ptas.
129. E X C A V A C I O N E S E N C A D I Z , por Pelayo Quintero Atauri. Madrid, 1934. Pre-
cio, 400 ptas.
130. E X C A V A C I O N E S E N O C A N A . por Manuel González Simancas. Madrid, 1934.
Precio, 400 ptas.
131. E X C A V A C I O N E S E N P O L L E N T I A , por Juan Llabrés Sernal y Rafael Isasi
Ransome. Madrid, 1934. Precio, 500 ptas.
132. E X C A V A C I O N E S E N L A ISLA D E L C A M P E L L O , por Francisco Figueras
Pacheco. Madrid, 1934. Precio, 400 ptas.
133. E X C A V A C I O N E S E N L A NECROPOLIS ROMANO-CRISTIANA DE TA-
R R A G O N A , por Juan Serra Vilaró. Madrid, 1935. Precio. 1.000 ptas.
134. E X C A V A C I O N E S E N C A D I Z , por Pelayo Quintero Atauri. Madrid, 1935. Pre-
cio, 300 ptas.
135. E X C A V A C I O N E S E N LOS D O L M E N E S D E S A L A M A N C A , por César Moran.
Madrid, 1935. Precio, 300 ptas.
136. E X C A V A C I O N E S E N L A C U E V A R E M I G I A ( C A S T E L L O N ) , por Juan B.
Pocar, Hugo Obermaier y Henri Breuil. Madrid, 1935. Precio, 1.500 ptas.
INFORMES Y MEMORIAS D E L A COMISARIA GENERAL
DE EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS

Serie publicada de 1942 a 1956.

1. M E M O R I A SOBRE L A SITUACION A R Q U E O L O G I C A D E L A P R O V I N C I A
a
D E C A D I Z E N 1940, por César Pemán. 1942. 2 . edición. Precio, 300 ptas.
2. E L TESORO PREHISTORICO D E C A L D A S D E REYES (PONTEVEDRA),
por Fermín Boúza Brey. 1942. Precio, 300 ptas. Agotado.
3. M E M O R I A D E LOS T R A B A J O S R E A L I Z A D O S P O R L A C O M I S A R I A P R O -
VINCIAL DE EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS DE ALBACETEE N
1941, por Joaquín Sánchez Jiménez. 1943. Precio, 300 ptas.
4. L A S E X C A V A C I O N E S D E L P L A N N A C I O N A L E N L O S BAÑALES D E
S A D A B A ( Z A R A G O Z A ) , por José Galia Sarañana, 1944. Precio, 300 ptas.
5. E X C A V A C I O N E S ARQUEOLOGICAS E N M O N T E BERNORIO (PALEN-
CIA), P R I M E R A C A M P A Ñ A 1943, por Julián San Valero Aparisi, 1944.
Precio, 250 ptas.
6. L A C A V E R N A P R E H I S T O R I C A D E « E L C U E T U » , L L E D I A S (ASTURIAS),
Y SUS P I N T U R A S R U P E S T R E S , por Juan Uria Riu. 1944. Precio, 250 ptas.
7. E L C A S T R O D E Y E C L A , E N S A N T O D O M I N G O D E SILOS (BURGOS),
por Saturio González Salas. 1945. Precio, 250 ptas.
8. E X C A V A C I O N E S D E L P L A N N A C I O N A L E N M E D I N A A Z A H A R A (COR-
D O B A ) , C A M P A Ñ A D E 1943, por Rafael Castellón y Martínez de Arizala.
1945. Precio, 300 ptas. Agotado.
9. E L TESORO P R E I M P E R I A L D E P L A T A D E DRIVES ( G U A D A L A J A R A ) ,
por Julián San Valero Aparisi. 1945. Precio, 500 ptas.
10. E L TESORILLO VISIGODO D E TRIENTES D E L A S E X C A V A C I O N E S D E L
P L A N N A C I O N A L D E 1944-1945, E N Z O R I T A D E L O S C A N E S ( G U A -
D A L A J A R A ) , por Juan Cabré Aguiló. 1946. Precio, 500 ptas.
11. EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS E N G R A N CANARIA D E L PLAN
N A C I O N A L D E 1942, 1943 Y 1944, por Sebastián Jiménez Sánchez. 1946.
Precio. 500 ptas.
12. MEMORIA ARQUEOLOGICA DE L A PROVINCIA DE M A L A G A HASTA
1946. por Simeón Jiménez Reina. 1946. Precio, 1.000 ptas.
13. P R I M E R A CAMPAÑA D E E X C A V A C I O N E S E N E L C A B E Z O D E L TIO
PIO ( A R C H E N A ) , por Julián San Valero Aparisi y Domingo Fletcher Valls.
1947. Precio, 500 ptas.
14. E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S E N T E N E R I F E ( C A N A R I A S ) , por Juan
Alvarez Delgado y Luis Diego Cuscoy. 1947. Precio. 1.000 ptas.
15. EXCAVACIONES Y TRABAJOS ARQUEOLOGICOS E N L A PROVINCIA DE
A L B A C E T E , D E 1942 A 1946, por Joaquín Sánchez Jiménez. 1947. Agotado.
16. E X C A V A C I O N E S E N L A C I U D A D D E L B R O N C E , II M E D I T E R R A N E O D E
L A B A S T I D A . D E T O T A N A ( M U R C I A ) , por Julio Martínez Santaolalla,
Bernardo Sáez Martín, Carlos F . Ponsac, José A . Soprano Salto y Eduardo del
Val Caturia. 1947. Precio. 1.000 ptas.
17. L A S P I N T U R A S R U P E S T R E S D E L A C U E V A D E L P O L V O R I N ( P U E B L O
D E B E N I F A Z A , P R O V I N C I A D E C A S T E L L O N ) , por Salvador Vilaseca.
1948. Precio: 500 ptas.
18. E X C A V A C I O N ES E N S A N T A M A R I A D E E G A R A (TARR ASA), por José de C.
Serra-Rafols y Epifanio de Fortuny, Barón de Esponellá. 1949. Precio, 500 ptas.
19. S E G U N D A C A M P A Ñ A D E L P L A N N A C I O N A L E N LOS BAÑALES (ZA-
R A G O Z A ) , por José Galiay Sarañana. 1949. Precio. 250 ptas.
20. E X C A V A C I O N E S D E L P L A N N A C I O N A L E N E L C A S T E L L E T D E B A -
ÑOLAS, D E T I V I S A ( T A R R A G O N A ) , por Salvador Vilaseca Anguera, José
de C. Serra-Rafols y Luis Brull Cedo. 1949. Precio. 500 ptas.
21. E X C A V A C I O N E S E N E L S A N T U A R I O I B E R I C O D E L C I G A R R E L E J O
( M U L A . M U R C I A ) , por Emeterio Cuadrado Díaz. 1950. Precio. 1.000 ptas.
22. E X C A V A C I O N E S D E A S T A R E G I A (MESAS D E A S T A . J E R E Z ) , C A M -
P A Ñ A D E 1945-1946. por Manuel Esteve Guerrero. 1950. Agotado.
23. E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S E N E L C A S T R O Y SU N E C R O P O L I S
D E M E I R A S (LA C O R U Ñ A ) , por José María Luengo y Martínez. 1950. Pre-
cio. 600 ptas.
24. A C T A S D E L A I A S A M B L E A N A C I O N A L D E C O M I S A R I O S D E E X C A -
V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S . 1950-1951. Precio. 500 ptas.
25. L A N E C R O P O L I S D E V I L L A R I C O S . por Mirian Astruc. 1951. Precio, 1.000
pesetas. Agotado.
26. LOS S E P U L C R O S M E G A L I T I C O S D E H U E L V A . E X C A V A C I O N E S A R -
Q U E O L O G I C A S D E L P L A N N A C I O N A L , 1946. por Carlos Cerdán Már-
quez, Georg Leisner y Vera Leisner. 1952. Precio. 1.200 ptas.
27. L A L A B O R D E L A C O M I S A R I A P R O V I N C I A L D E E X C A V A C I O N E S A R -
Q U E O L O G I C A S D E G E R O N A D U R A N T E LOS A Ñ O S 1942 A 1948. por
Luis Pericot y García, con la colaboración de J. M . Coraminas Planelles. M .
Oliva Prat. etc. 1952. Precio. 1.200 ptas.
28. N U E V A S E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S E N L A S C A N A R I A S O C -
C I D E N T A L E S . Y A C I M I E N T O S E N T E N E R I F E Y L A G O M E R A (1947-
1951). por Luis Diego Cuscov. 1953. Precio. 1.200 ptas.
29. A C T A S D E L A II A S A M B L E A N A C I O N A L D E C O M I S A R I O S D E E X C A -
V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S . 1951-1954. Agotado.
30. L A L A B O R D E L A C O M I S A R I A P R O V I N C I A L D E E X C A V A C I O N E S A R -
Q U E O L O G I C A S D E G E R O N A D U R A N T E LOS A Ñ O S 1952-1953. por
Miguel Oliva Prat.- Precio. 500 ptas.
31. M E M O R I A D E L A S E X C A V A C I O N E S D E L P L A N N A C I O N A L R E A L I Z A -
D A S E N C O R D O B A (1948-1950), por Samuel de los Santos Gener. 1955.
Agotado.
32. VIII R E U N I O N D E L A C O M I S A R I A P R O V I N C I A L D E E X C A V A C I O N E S
ARQUEOLOGICAS DE BARCELONA. CELEBRADA E N BADALONA
E L 23 D E O C T U B R E D E 1955-1956. Agotado.

Pedidos: Biblioteca del Museo Arqueológico Nacional.


Serrano. 13.
Madrid-1.
ACTA ARQUEOLOGICA HISPANICA
I . — E L P O B L A D O Y L A N E C R O P O L I S P R E H I S T O R I C O S D E L A M O L A (TA-
R R A G O N A ) , por Salvador Vilaseca. Precio, 1.000 ptas.
II.—EL S A H A R A E S P A Ñ O L A N T E R I S L A M I C O ( A L G U N O S R E S U L T A D O S D E
L A P R I M E R A E X P E D I C I O N P A L E T N O L O G I C A A L S A H A R A . JULIO-
S E P T I E M B R E 1943). por Julio Martínez Santaolalla. Precio, 2.000 ptas.
III. — E X C A V A C I O N E S E N A S T A R E G I A ( M E S A S D E A S T A , J E R E Z ) , por Manuel
Esteve Guerrero. Campaña de 1942-1943. Precio, 2.000 ptas.
I V . — L A N E C R O P O L I S V I S I G O D A D E D U R A T O N (SEGOVIA), E X C A V A C I O -
N E S D E L P L A N N A C I O N A L D E 1942 Y 1943, por Antonio Molinero Pérez.
Precio, 2.500 ptas.
V. —EL CASTRO Y LAS NECROPOLIS D E L HIERRO CELTICO DE C H A M A R -
T I N D E L A S I E R R A ( A V I L A ) , por Juan Cabré Aguiló, Encarnación Cabré de
Moran y Antonio Molinero Pérez. Precio, 3.500 ptas.
V I . — E X C A V A C I O N E S E N L A N E C R O P O L I S D E «EL B A R R A N Q U E T E » (AL-
M E R I A ) , por María Josefa Almagro Gorbea. Precio, 2.000 ptas.
V I L — E X C A V A C I O N E S E N L A V I L L A R O M A N A D E L A O L M E D A , por Pedro
de Palol y Javier Cortés. Precio, 2.000 ptas.
V I I I . — C A S T U L O I, por José María Blázquez, p. 344. Lám. L X X X I I I . Madrid, 1975.
Precio, 2.000 ptas.
EXCAVACIONES ARQUEOLOGICAS E N ESPAÑA
1. L A N C I A , por F . Jordá Cerda. Precio, 200 ptas.
2. H E R R E R A D E P I S U E R G A , por A . García Bellido, A . Fernández de Aviles,
A . Balil, M . Vigil. Precio, 350 ptas.
3. M E G A L I T O S D E E X T R E M A D U R A I, por M . Almagro Basch. Precio, 200 ptas.
4. M E G A L I T O S D E E X T R E M A D U R A II, por M . Almagro Basch. Precio, 200 ptas.
5. T O S S A L D E L M O R O , por J. Maluquer de Motes. Precio, 200 ptas.
6. A I T Z B I T A R T E , por J. M . de Barandiarán. Precio. 200 ptas.
7. S A N T I M A M I Ñ E , por J. M . de Barandiarán. Precio, 100 ptas.
8. L A A L C U D I A , por A . Ramos Folques. Precio, 150 ptas.
9. A M P U R I A S , por M . Almagro Basch. Agotado.
10. NOTICIA P R E L I M I N A R SOBRE E L E M P L A Z A M I E N T O A C H E L E N S E D E
T O R R A L B A (SORIA), por F . C . Howel, W . Butzer y E . Aguirre. Precio, 100
pesetas.
11. MERIDA: L A G R A N NECROPOLIS R O M A N A D E L A SALIDA D E L PUEN-
T E , por A . García y Bellido. Precio, 150 ptas.
12. E L C E R R O D E L R E A L G A L E R A ( G R A N A D A ) , por M . Pellicer y W . Schüle.
Precio, 200 ptas.
13. EXCAVACIONES E N L A S FORTIFICACIONES D E L MONTGO, C E R C A
D E D E N I A ( A L I C A N T E ) , por H . Schubart, D . Fletcher Valls y J. Oliver
y de Cárdenas. Precio, 200 ptas.
14. E X C A V A C I O N E S E N L A NECROPOLIS D E C U E V A S ARTIFICIALES D E
S'ON S U N Y E R ( P A L M A D E M A L L O R C A ) , por G . Roselló Bordoy. Precio.
200 ptas.
15. E X C A V A C I O N E S E N «ES V I N C L E V E L L » ( P A L M A D E M A L L O R C A ) , por
G . Roselló Bordoy. Precio, 200 ptas.
16. E S T R A T I G R A F I A P R E H I S T O R I C A D E L A C U E V A D E N E R J A , por M .
Pellicer Catalán. Precio, 300 ptas.
17. E X C A V A C I O N E S E N L A NECROPOLIS P U N I C A «LAURITA» D E L C E R R O
D E S A N C R I S T O B A L ( A L M U Ñ E C A R , G R A N A D A ) , por M . Pellicer Ca-
talán. Precio. 400 ptas.
18. I N F O R M E P R E L I M I N A R S O B R E LOS T R A B A J O S R E A L I Z A D O S E N C E N T -
C E L L E S , por H . Schulumk T. Hauschild. Precio, 500 ptas.
19. L A V I L L A Y E L M A U S O L E O R O M A N O S D E S A D A B A , por A . García y
Bellido. Precio, 150 ptas.
20. E X C A V A C I O N E S E N SEPULCROS MEGALITICOS D E V A L L D O S E R A
( Q U E R O L , T A R R A G O N A ) , por J. Maluquer de Motes, P. Giro y J. M . M a -
sachs. Precio, 150 ptas.
21. C U E V A D E L A S C H I M E N E A S , por J. González Echegaray. Precio, 400 ptas.
22. E L C A S T E L L A R ( V I L L A J 1 M E N A , P A L E N C I A ) . por M . A . Guinea, P. J. Gon-
zález Echegaray y B. Madariaga de la Campa. Precio. 300 ptas.
23. U N A C U E V A S E P U L C R A L D E L B A R R A N C O D E L A G U A D E DIOS. E N
T E G U E S T E ( T E N E R I F E ) , por L . Diego Cuscoy. Precio. 200 ptas.
24. L A N E C R O P O L I S D E «SON R E A L » Y L A «ILLA D E L S PORROS» ( M A -
L L O R C A ) , por M . Tarradell. Precio, 200 ptas.
25. P O B L A D O I B E R I C O D E E L M A C A L O N ( A L B A C E T E ) , por M . A . García
Guinea y J. A . San Miguel Ruiz. Precio. 250 ptas.
26. C U E V A D E L A C H O R A ( S A N T A N D E R ) , por P. J. González Echegaray, Dtor.
M . A . García Guinea. A . Begines Ramírez (Estudio Arqueológico) y B. A .
Madariaga de la Campa (Estudio Paleontológico). Precio. 300 ptas.
27. E X C A V A C I O N E S E N L A P A L A I O P O L I S D E A M P U R I A S . por M . Almagro.
Precio. 800 ptas.
28. POBLADO PRERROMANO D E SAN MIGUEL (VALLROMANES-MONTOR-
N E S , B A R C E L O N A ) , por E. Ripoll Perdió. J. Barbera Farras y L . Monreal
Agustí. Precio. 200 ptas.
29. F U E N T E S T A M A R I C A S ( V E L I L L A D E L RIO C A R R I O N . P A L E N C I A ) . por
A . García y Bellido y A . Fernández de Aviles. Precio. 250 ptas.
30. E L P O B L A D O I B E R I C O D E I L D U R O . por M . Ribas Beltrán. Precio. 200 ptas.
31. L A S G A N D A R A S D E B U D I Ñ O P O R R I N O ( P O N T E V E D R A ) , por E . Aguirre.
Precio. 300 ptas.
32. E X C A V A C I O N E S E N L A N E C R O P O L I S D E S A N J U A N D E BAÑOS (PA-
L E N C I A ) , por P. Palol. Precio. 350 ptas.
33. E X C A V A C I O N E S E N L A V I L L A R O M A N A D E L « C E R R A D O D E S. ISI-
D R O . P A R C E L A «VILLA POSSID1CA» D U E Ñ A S ( P A L E N C I A ) . por Rvdo.
R. Revilla. limo. Sr. P. Palol Salellas y A . Cuadros Salas. Precio. 350 ptas.
34. C A P A R R A ( C A C E R E S ) , por J. M . Blázquez. Precio. 350 ptas.
35. E X C A V A C I O N E S E N E L C O N J U N T O T A L A Y O T I C O D E S O N O M S (PAL-
M A D E M A L L O R C A . ISLA D E M A L L O R C A ) , por G . Roselló Bordoy. Pre-
cio. 300 ptas.
36. E L T E S O R O D E V I L L E N A . por J. M . Soler García. Precio. 600 ptas.
37. T R E S C U E V A S S E P U L C R A L E S G U A N C H E S ( T E N E R I F E ) , por L . Diego
Cuscov. Precio. 350 ptas.
38. L A C A N T E R A D E LOS ESQUELETOS (TORTUERO. G U A D A L A J A R A ) .
por E. Cuadrado. M . Fuste y R. Justé. S. J. Precio. 200 ptas.
39. E L C O M P L E J O A R Q U E O L O G I C O D E T A U R O A L T O (EN M O G O N , I S L A
D E G R A N C A N A R I A ) , por S. Jiménez Sánchez. Precio. 200 ptas.
40. P O B L A D O D E P U I G C A S T E L L A R (S. V I C E N T E D E L S H O R T S . B A R C E L O -
N A ) , por E. Ripoll Perelló. J. Barbera Farras y M . Llongueras. Precio. 200 ptas.
41. L A N E C R O P O L I S C E L T I B E R I C A D E «LAS M A D R I G U E R A S » ( C A R R A S -
C O S A D E L C A M P O . C U E N C A ) , por M . Almagro Gorbea. Precio. 350 ptas.
42. L A E R E T A D E L P E D R E G A L ( N A V A R R E S . V A L E N C I A ) , por D . Fletcher
Valls. E. Pía Ballester y E . Llobregat Conesa. Precio. 200 ptas.
43. E X C A V A C I O N E S E N S E G O B R I G A . por E. Losada Gómez y R. Donoso Gue-
rrero. Precio. 350 ptas.
44. M O N T E B E R N O R I O ( A G U I L A R D E C A M P O O . P A L E N C I A ) . por J. San V a -
lero Aparisi. Precio. 250 ptas.
45. MERIDA: L A G R A N NECROPOLIS R O M A N A D E L A SALIDA D E L PUEN-
T E (Memoria segunda y última), por A . García y Bellido. Precio. 150 ptas.
46. E L C E R R O D E L A V I R G E N , por W . Schüle y M . Pellicer. Precio, 350 ptas.
47. L A V I L L A R O M A N A D E L A T O R R E L L A U D E R D E M A T A R O , por M .
Ribas Beltrán. Precio, 300 ptas.
48. L E V A N T A M I E N T O P L A N I M E T R I C O D E «S'ILLOT» (S. L O R E N Z O , M A -
L L O R C A ) , por G . Roselló Bordoy y O. Hermán Frey. Precio, 300 ptas.
49. I N F O R M E S O B R E L A S C A S A S R O M A N A S D E M E R I D A Y E X C A V A C I O -
N E S E N L A «CASA D E L A N F I T E A T R O » , por E. García Sandoval. Precio,
600 ptas.
50. M E M O R I A D E L A E X C A V A C I O N D E L A M E Z Q U I T A D E M E D I N A A L -
Z A H R A , por B. Pavón Maldonado. Precio. 750 ptas.
51. E X C A V A C I O N E S E N E L C I R C U L O F U N E R A R I O D E «SON B A U L O D E
D A L T » ( S A N T A M A R G A R I T A , ISLA D E M A L L O R C A ) , por G . Rosselló
Bordoy. Precio, 200 ptas.
52. E X C A V A C I O N E S E N E L C E R R O D E L R E A L ( G A L E R A , G R A N A D A ) , por
Manuel Pellicer y Wilhelm Schüle. Precio, 200 ptas.
53. C U E V A D E L O T E R O , por P. J. González Echegaray, Dtor. M . A . García Gui-
nea y A . Begines Ramírez. Precio, 350 ptas.
54. C A P A R R A II ( C A C E R E S ) . por J. M . Blázquez. Precio, 350 ptas.
55. C E R R O D E LOS S A N T O S ( M O N T E A L E G R E D E L C A S T I L L O , A L B A C E -
TE), por A . Fernández de Aviles. Precio, 400 ptas.
56. E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S E N IBIZA, por M . J..Almagro Gorbea.
Precio, 300 ptas.
57. E X C A V A C I O N E S E N N I E B L A ÍHUELVA) = E L «THOLOS» D E «EL M O R O » ,
por J. P. Garrido Roiz y E. M . Orta García. Precio, 300 pías.
58. C A R T E I A , por D . E. Woods. F . Collantcs de Terán y C. Fernández Chicarro.
Precio, 600 ptas.
59. L A N E C R O P O L I S D E «ROQUES D E S A N F O R M A T G E » E N SEROS (LE-
RIDA), por R. Pita Mercé y L . Diez-Coronel y Montull. Precio, 350 ptas.
60. E X C A V A C I O N E S E N L A N E C R O P O L I S C E L T I B E R I C A D E RIBA D E S A E -
L I C E S ( G U A D A L A J A R A ) , por E. Cuadrado. Precio, 350 ptas.
61. E X C A V A C I O N E S E N M O N T E C I L D A O L L E R O S D E P I S U E R G A ( P A L E N -
CIA), por M . A . García Guinea. J. González Echegaray y J. A . San Miguel
Ruiz. Precio. 600 ptas.
62. OTRA C U E V A ARTIFICIAL E N L A NECROPOLIS «MARROQUIES A L -
TOS». D E J A E N ( C U E V A IV), por M . Rosario Lucas Pellicer. Precio. 250
pesetas.
63. E X C A V A C I O N E S E N H U E L V A , E L C A B E Z O D E L A E S P E R A N Z A , por
J. P. Garrido Roiz. Precio. 250 ptas.
64. A V A N C E A L ESTUDIO D E L A S C U E V A S PALEOLITICAS D E L A H O Z
Y LOS C A S A R E S ( G U A D A L A J A R A ) , por A . Beltrán Martínez e I. Baran-
diarán Maestu. Precio, 300 ptas.
65. E X C A V A C I O N E S E N L A « T O R R E D E PILATOS» ( T A R R A G O N A ) , por
A . Balil. Precio. 400 ptas.
66. T O S C A N O S . por H . Schubert, H . G . Niemeyer y M . Pellicer Catalán. Precio,
900 ptas.
67. C A P A R R A III. por J. M . Blázquez. Precio, 400 ptas.
68. E L T E S O R O Y L A S P R I M E R A S E X C A V A C I O N E S E N «EL C A R A M B O L O »
( C A M A S . S E V I L L A ) , por J. de M . Carriazo. Precio, 500 ptas.
69. E L T E S O R O Y L A S P R I M E R A S E X C A V A C I O N E S D E E B O R A . por J. de
M . Carriazo. Precio. 350 ptas.
70. ALCONETAR. E N L A VIA R O M A N A DE L A PLATA GARROVILLAS
ÍC A C E R ES), por L . Caballero Zoreda. Precio. 700 ptas.
71. E X C A V A C I O N E S E N L A N E C R O P O L I S D E «LA J O Y A » ÍHUELVA), por
J. P. Garrido Roiz. Precio. 600 ptas.
72. APORTACIONES DE LAS EXCAVACIONES Y HALLAZGOS CASUALES
(1941-1959) A L M U S E O A R Q U E O L O G I C O D E S E G O V I A . por A . Molinero
Pérez. Precio. 1.000 ptas.
73. E L P O B L A D O D E A L M A L L U T X ( E S C O R G A . B A L E A R E S ) , por M . Fernán-
dez-Miranda. B. Enseñat y C . Enseñat. Precio, 500 ptas.
74. E X C A V A C I O N E S A L T O M E D I E V A L E S E N L A S P R O V I N C I A S D E SORIA,
L O G R O Ñ O Y B U R G O S , por A . del Castillo. Precio. 500 ptas.
75. P O L L E N T I A I. E X C A V A C I O N E S E N SA P O R T E L L A . A L C U D I A ( M A -
L L O R C A ) , por A . Arribas. M . Tarradell y D. E. Woods. Precio, 750 ptas.
76. L A C U E V A D E L O S C A S A R E S (EN R I B A D E S A E L 1 C E S . G U A D A L A -
J A R A ) . por I. Barandiarán. Precio, 750 ptas.
77. S E G U N D A C A M P A Ñ A D E E X C A V A C I O N E S E N «LA C U E V A D E L O S
M U R C I E L A G O S » ( Z U H E R O S , C O R D O B A ) , 1969, por A . M . Vicent Zara-
goza y A . M . Muñoz Amilibia. Precio, 750 ptas.
78. EXCAVACIONES E N ITALICA. ESTRATIGRAFIA E N E L PAJAR D E
A R T I L L O (Campaña 1970). por J. M . Luzón Nogué. Precio. 750 ptas.
79. E X C A V A C I O N E S E N L A C A S A D E V E L A Z Q U E Z E N BELO (BOLONIA.
C A D I Z ) . Campañas 1966 a 1971. por C . Domerge. G . Nicolini, D . Nony,
A . Bourgeois. F . Mavet y J. C . Richard. Precio. 750 ptas.
80. L A NECROPOLIS T A R D O R R O M A N A D E FUENTESPREADAS (ZAMO-
RA). U N A S E N T A M I E N T O E N E L V A L L E D E L D U E R O , por L . Caballero
Zoreda. con un apéndice redactado por Tito Várela. Precio. 750 ptas.
81. E X C A V A C I O N E S E N E L POBLADO D E L A E D A D D E L B R O N C E «CERRO
D E L A E N C I N A » M O N A C H I L ( G R A N A D A ) , por A . Arribas Palau. Pre-
cio. 750 ptas.
82. E X C A V A C I O N E S E N M O N T E C1LDA (OLLEROS D E P I S U E R G A , P A L E N -
CIA). por M . A . García Guinea. J. M . Iglesias G i l y P. Caloca. Agotado.
83. LOS C A M P O S D E T U M U L O S D E P A J A R O N C I L L O ( C U E N C A ) , aportación
al estudio de los Túmulos de la Península Ibérica, por M . Almagro Gorbea.
Precio. 750 ptas.
84. L A NECROPOLIS HISPANO - VISIGODA D E SEGOBRIGA. SAELICES
( C U E N C A ) , por M . Almagro Basch. Precio. 750 ptas.
85. A B D E R A . E X C A V A C I O N E S E N EL CERRO DE MONTECRISTO (ADRA,
A L M E R I A ) , por M . Fernández-Miranda Fernández y L . Caballero Zoreda. Pre-
cio, 750 ptas.
86. E X C A V A C I O N E S E N E L P O B L A D O D E L A C U E S T A D E L N E G R O (PU-
R U L L E N A , G R A N A D A ) . Campaña 1971. por F . Molina González y E . Pa-
reja López. Precio. 750 ptas.
87. L A NECROPOLIS VISIGODA D E L L U G A R L A V A R E L L A - C A S T E L L A R
(CODO. Z A R A G O Z A ) , por J. L . Argente Oliver. Precio. 400 ptas.
88. E X C A V A C I O N E S E N E L P O B L A D O M E D I E V A L D E C A U L E R S . M u n . Cal-
des de Malavella. provincia de Gerona, por M . R i u . Precio. 400 ptas.
89. L A BASILICA PALEOCR1STIANA D E C A S A H E R R E R A . E N L A S C E R -
C A N I A S D E M E R I D A ( B A D A J O Z ) , por L . Caballero Zoreda y T. Ulbert.
Precio. 750 ptas.
90. T R A Y A M A R . Los hipogeos fenicios y el asentamiento en la desembocadura del
río Algarrobo, por H . Schubart y H . Georg Niemeyer. Precio, 1.200 ptas.
91. E X C A V A C I O N E S E N L A A L C U D I A D E E L C H E . Durante los años 1968 al
1973, por A . Ramos Folqucs y R. Ramos Fernández. Precio, 750 ptas.
92. E L Y A C I M I E N T O I B E R I C O D E L « A L T O C H A C O N » (TIERMES). Campañas
realizadas en 1969, 1970. 1971 y 1972, por P. Atrián Jordán. Precio. 750 ptas.
93. M I N A S D E O R O R O M A N A S D E L A P R O V I N C I A D E L E O N (Tomo I). por
C. Domerge y P. Silliere. Precio. 750 ptas.
94. M I N A S D E O R O R O M A N A S D E L A P R O V I N C I A D E L E O N (Tomo II). por
C. Domerge y P. Silliere. Precio, 750 ptas.
95. E X C A V A C I O N E S E N E L P O B L A D O D E «EL P I C A C H O » , por F. Hernán-
dez Hernánde e I. Dug Godoy. Precio. 750 ptas.
a
96. E X C A V A C I O N E S E N L A N E C R O P O L I S D E «LA J O Y A » H U E L V A II 13. ,
a a
4. y 5. Campañas), por J. P Garrido Roiz y E . M . Orta García. Precio, 750
pesetas.
97. H A L L A Z G O S ISLAMICOS E N B A L A G U E R Y L A A L J A F E R I A D E Z A R A -
G O Z A , por C h . Ewert. Precio. 1.750 ptas.
98. P O L L E N T I A II. por A . Arribas. M . Tarradell y D. Woods. Precio. 1.750 ptas.
99. E X C A V A C I O N E S E N E L Y A C I M I E N T O PROTOHISTORICO D E L A PEÑA
a a
N E G R A . C R E V I L L E N T E ( A L I C A N T E ) (1. y 2. Campañas), por A . Gon-
zález Prats. Precio. 1.500 ptas.
100. L A V I L L A T A R D O R R O M A N A D E BAÑOS D E V A L D E A R A D O S (BUR-
GOS), por J. L . Argente Oliver. Precio. 1.500 ptas.
101. E L F O N D E A D E R O D E C A L E S C O V E S ÍALAYOR. M E N O R C A ) , por M . Fer-
nández-Miranda y M . Belén. Precio. 1.500 ptas.
102. E X C A V A C I O N E S E N E L C A B E Z O D E S A N P E D R O ( H U E L V A ) . Campa-
ña 1977, por J. M . Blázquez Martínez, D . Ruiz Mata. J. Rcmesal Rodríguez.
J. L . Ramírez Sadaba y K . Claus. Precio. 1.500 ptas.
103. E L P O B L A D O I B E R I C O D E C A S T I L L E J O D E L A R O M A N A (LA P U E B L A
D E H I J A R . T E R U E L ) , por M . Beltrán Lloris. Precio. 1.500 ptas.
104. L A N E C R O P O L I S S U R E S T E D E B A E L O . por J. Remesal Rodríguez. Precio.
1.500 ptas.
105. C A S T U L O II. por J. M . Blázquez. Precio. 3.000 ptas.
106. E L Y A C I M I E N T O A C H E L E N S E D E P I N E D O (TOLEDO), por M . A . Querol
y M . Santonja. Precio. 1.500 ptas.
107. L A C U E V A D E L A S N O . LOS R A B A N O S (SORIA). Campañas 1976-1977. por
J. J. Eiroa. Precio. 1.000 ptas.
108. C A E S A R A U G U S T A I (Campaña 1975-1976). por M . Beltrán Lloris. Precio. 1.500
pesetas.
109. L A IGLESIA Y E L M O N A S T E R I O VISIGODO D E S A N T A M A R I A D E M E L -
Q U E (TOLEDO). Arqueología y Arquitectura S. Pedro de la Mata (Toledo)
y Santa Comba de Bande (Orense), por L . Caballero. Precio. 5.000 ptas.
110. E L C A U R E L , por J. M . Luzón. F. J. Sánchez-Palencia y otros. Precio. 1.000 ptas
111. T I E R M E S I. por J. L . Argente y otros. Precio, 2.000 ptas.
112. E L P E Ñ O N D E L A R E I N A ( A L B O L O D U Y . A L M E R I A ) , por C. Martínez }
M . C . Botella. Precio. 2.000 ptas.
113. E L C E R R O DE L A E N C A N T A D A ÍGRANATULA D E C A L A T R A V A . CIU-
D A D R E A L ) , por G . Nieto y J. Sánchez Mescguer. Precio. 1.000 ptas.
114. O R E T O I. por G . Nieto. J. Sánchez Mescguer y C . Poyato. Precio. 1.500 ptas.
115. C U E V A D E L A S C A L D A S . S. J U A N D E P R I O R I O (OVIEDO), por M . Hoyos.
E. Soto. G . Meléndez y S. Corchón. Precio. 1.500 ptas.
116. L A C U E V A D E L A P A L O M A . SOTO D E L A S R E G U E R A S (ASTURIAS),
a
por M . Hoyos, M . I. Martínez. T. Chapa. F . B. Sanchiz y P. Castaños. Pre-
cio. 1.000 ptas.
117. C A S T U L O 111. por J. M . Blázquez Martínez y J. Valiente Maya. Precio. 2.000
pesetas.
118. L A S C U E V A S S E P U L C R A L E S M A L L O R Q U I N A S D E L A E D A D D E L HIE-
R R O , por C . Enseñat Enseñat. Precio. 1.000 ptas.
119. L A N E C R O P O L I S D E B A Z A , por F . Presedo Velo. Precio. 1.500 ptas.
120. C A R T E I A I, por F . Presedo Velo, J. Muñiz Coello. J. M . Santero Santurio y
F. Chaves Tristán. Precio. 2.000 ptas.
121. I T A L I C A ( S A N T 1 P O N C E , S E V I L L A ) , por varios. Precio. 2.000 ptas.
122. L A M E S A D E S E T E F I L L A . L O R A D E L RIO (SEVILLA). Campaña 1979. por
M . E . Aubet, M . R. Serna. J. L . Escacena y M . M . Ruiz Delgado. Precio.
2.000 ptas.
123. S E G O B R I G A I. Los textos de la antigüedad sobre S E G O B R I G A y las discusiones
acerca de la situación geográfica de aquella ciudad, por M . Almagro Basch.
Precio, 1.600 ptas.
124. E L C E R R O M A C A R E N O , por M . Pellicer Catalán. J. L . Escacena Carrasco
y M . Bendala Galán. Precio, 2.000 ptas.
125. E X C A V A C I O N E S A R Q U E O L O G I C A S E N LACIPO (CASARES, M A L A G A ) ,
Campañas 1975-1976, por R. Puertas Tricas. Precio. 2.200 ptas.
126. A U G U S T A E M E R I T A I, por M . P. Caldera de Castro y A . Velázquez Jiménez.
Precio, 1.600 ptas.
127. S E G O B R I G A II. Inscripciones Ibéricas y Latinas, por M . Almagro Basch.
128. T I E R M E S II, Campañas 1979-1980. Trabajos de excavación realizados en la Ciu-
dad Romana y en la Necrópolis Medieval, por J. Luis Argente y otros.
129. L A N E C R O P O L I S D E B A R I A ( A L M E R I A ) . Campañas de 1975-78, por J. Alma-
gro Gorbea.
130. E L Y A C I M I E N T O D E C A N T O S T R A B A J A D O S D E E L A C U L A D E R O (PUER-
T O D E S A N T A M A R I A , C A D I Z ) , por M . Angeles Querol y M . Santonja.
Precio, 2.000 ptas.
131. C A S T U L O I V , por J. María Blázquez y otros.
132. L A N E C R O P O L I S D E L P U I G D E S M O L I N S (IBIZA). Campaña de 1946, por
C. Gómez Bellard.
NOTICIARIO ARQUEOLOGICO HISPANICO
TOMO I. 1953. Precio, 2.000 ptas.
TOMO II. 1955. Precio, 2.000 ptas.
TOMO IIIIV, 1954-1955. Precio, 3.000 ptas.
TOMO V, 1956-1961. Precio. 1.000 ptas.
TOMO VI, 1962. Pecio, 3.000 ptas.
TOMO VII, 1963. Precio. 1.500 ptas.
TOMO VIIIIX, 1964-1965. Precio. 2.000 ptas.
TOMO X-XI-XII. 1966-1968. Precio, 1.500 ptas.
TOMO XIII X I V , 1969-1970. Precio, 2.000 ptas.
TOMO XV, 1971. Precio, 1.800 ptas.
TOMO XVI. 1971. Precio. 3.000 ptas.

N U E V A SERIE

TOMO Prehistoria 1. 1972. Precio. 1.200 ptas. Arqueología. 1. 1972. Precio, 1.200 ptas.
TOMO Prehistoria 2. 1973. Precio. 1.200 ptas. Arqueología. 2. 1973. Precio, 1.200 ptas.
TOMO Prehistoria 3. 1975. Precio, 1.200 ptas. Arqueología, 3. 1975.. Precio. 1.200 ptas.
TOMO Prehistoria 4. 1975. Precio. 1.200 ptas. Arqueología, 4. 1976. Precio. 2.000 ptas.
TOMO Prehistoria 5. 1976. Precio, 1.200 ptas. Arqueología. 5. 1977. Precio. 2.000 ptas.
TOMO 1979. Precio, 2.000 ptas.
TOMO 1979. Precio, 2.000 ptas.
TOMO 1980. Precio. 2.000 ptas.
TOMO 1980. Precio. 2.000 ptas.
TOMO 1980. Precio. 2.000 ptas.
TOMO 11 1981. Precio. 2.000 ptas.
TOMO 12 1981. Precio. 2.000 ptas.
TOMO 13 1982. Precio. 2.000 ptas.
TOMO 14 1982. Precio, 2.000 ptas.
TOMO 15 1983. Precio. 2.000 ptas.
TOMO 16 1983. Precio. 2.000 ptas.
TOMO 17 1983. Precio, 2.000 ptas.
TOMO 18 1984. Precio, 2.200 ptas.
TOMO 19 1984. Precio, 2.200 ptas.

ETNOGRAFIA ESPAÑOLA
T O M O 1. 1980. Precio. 2.000 ptas.
T O M O 2, 1981. Precio, 2.000 ptas.
MONOGRAFIAS DEL CENTRO DE INVESTIGACION
Y M U S E O DE ALTAMIRA
1. N O T A S S O B R E L A E C O N O M I A D E L P A L E O L I T I C O S U P E R I O R , por F . Ber-
naldo de Quirós. Santander. 1980. Precio. 400 ptas.
2. E L A Z I L I E N S E E N L A S P R O V I N C I A S D E A S T U R I A S Y S A N T A N D E R , por
J. Fernández Tresguerres. Santander. 1980. Precio. 1.200 ptas.
3. E L P A L E O L I T I C O SUPERIOR D E L A C U E V A D E L RASCAÑO ( S A N T A N -
D E R ) , por J. González Echegaray e I. Barandiarán. Santander. 1981. Precio.
1.950 ptas.
4. EL M A G D A L E N I E N S E INFERIOR Y MEDIO DE L A COSTA C A N T A B R I C A ,
por P. Utrilla Miranda. Santander, 1981. Precio. 1.950 ptas.
5. PROYECTO CIENTIFICO-TECNICO E L A B O R A D O P A R A L A CONSERVA-
C I O N D E L A S P I N T U R A S D E L A C U E V A D E A L T A M I R A . por E. Villar.
Santander, 1981. Precio. 100 ptas.
6. L A S P I N T U R A S R U P E S T R E S D E A L B A R R A C I N ( T E R U E L ) , por F. Piñón
Várela. Santander. 1982. Precio. 2.750 ptas.
7. E L A S T U R I E N S E Y O T R A S C U L T U R A S L O C A L E S , por M . González Morales.
Santander. 1982. Precio. 1.950 ptas.
8. LOS INICIOS D E L P A L E O L I T I C O S U P E R I O R C A N T A B R I C O , por F. Ber-
naldo de Quirós. 1982. Precio. 2.000 ptas.
9. E S T U D I O F I S I C O - Q U I M I C O D E L A S C U E V A S D E A L T A M I R A . por varios
autores. 1983. Precio. 600 ptas.
10. S O L U T R E N S E V A S C O - C A N T A B R I C O . Una nueva perspectiva, por Guy Straus.
1983. Precio. 2.000 ptas.

MEMORIAS DE ACTIVIDADES

Arqueología 79. Precio. 1.500 ptas.


Arqueología 80. Precio, 1.500 ptas.
Arqueología 81. Precio. 2.000 ptas.
Arqueología 82. Precio, 2.000 ptas.

CONGRESOS, SYMPOSIA Y SEMINARIOS

A L T A M I R A S Y M P O S I U M . 1980. Agotado.
L A R E L I G I O N R O M A N A E N H I S P A N I A . 1981. Precio. 1.500 pesetas.
I N D I G E N I S M O Y R O M A N I Z A C I O N E N E L C O N V E N T U S A S T U R U M . 1983. Pre-
cio. 800 ptas.
II S E M I N A R I O D E A R Q U E O L O G I A D E L N O R O E S T E . 1983. Precio. 2.000 ptas.
V I C O N G R E S O D E E S T U D I O S E X T R E M E Ñ O S . 1983. Precio, 800 ptas.
OTRAS PUBLICACIONES
V I L L A S R O M A N A S E N E S P A Ñ A . 1982. Precio. 3.000 ptas.
S A U T U O L A I. 1975. Precio. 2.500 ptas.
S A U T U O L A II. 1976-1977. Precio. 2.500 ptas.
S A U T U O L A III. 1982. Precio. 2.500 ptas.
H O M E N A J E A L PROFESOR M A R T I N A L M A G R O BASCH
T O M O I. ]
T O M O II.
1983. Precio, 8.000 ptas.
T O M O III.
T O M O IV.

Pedidos:
Administración de Publicaciones del Patronato Museo Arqueológico Nacional.
Nacional de Museos. Serrano, 13.
San Mateo, 13. Madrid-14. Madrid-1.

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