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FACULTAD DE CIENCAS DE LA SALUD

ESCUELA DE FISIOTERAPIA

SECCION “1M”

Mecánica de los fluidos aplicados al


cuerpo humano

Michelle Rojas P.

V-28.067.502
La Materia puede clasificarse, desde el punto de vista macroscópico, en
sólidos, líquidos y gases. Mientras que los primeros tienen forma propia, los
líquidos y los gases adoptan la forma del recipiente que los contiene. ¿Qué es
un fluido? Según el Diccionario de la Real Academia Española, "Un fluido es
una sustancia en estado líquido o gaseoso". Ciertamente la definición no es
muy explícita, pero suficiente para nuestros propósitos. Si consideramos una
fuerza actuando sobre la superficie de un sólido, la dirección en la que actúa la
fuerza no importa para la forma del sólido, ya que ésta no cambia; la acción de
la fuerza se traduce en movimiento del cuerpo, desplazándose éste como un
todo. Si la fuerza se aplica a un líquido o a un gas, el comportamiento del
sistema es diferente: éstos tienden a fluir, es decir, a deslizarse por capas. Si
consideramos un líquido contenido en un recipiente, al actuar una fuerza sobre
él, la componente perpendicular a la superficie del recipiente no contribuye al
movimiento del líquido, pero la componente paralela a la superficie de dicho
recipiente provocaría que las diversas capas del líquido se deslizaran unas
sobre otras, haciendo que éste pierda su estado de reposo. La propiedad de
deslizamiento por capas ante la presencia de cualquier fuerza paralela a la
superficie, sin importar su magnitud, se conoce como fluir e identifica tanto a
los líquidos como a los gases; es por ello que se les conoce como fluidos. La
diferencia esencial entre líquidos y gases estriba en su compresibilidad:
mientras que el volumen ocupado por un líquido no varía significativamente
cuando modificamos la presión a la que se encuentra sometido, los gases se
expanden y comprimen con suma facilidad. Por ejemplo, el agua que descansa
en el fondo de una fosa marina a más de 11 km de profundidad no es muy
diferente de la de la superficie. Aunque se encuentra sometida a una presión
mil veces superior, su densidad es apenas un 5% mayor. Sin embargo, la
densidad del aire que llena la rueda de una bicicleta supera en un 700% la del
aire que respiramos. Otra de las propiedades más interesantes de los fluidos es
la viscosidad. Podríamos entenderla como la resistencia que ofrece un líquido o
gas a fluir cuando es forzado a ello. Un fluido muy viscoso es "perezoso", y se
mueve con dificultad ante la acción de esfuerzos que llamamos cortantes o de
cizalladura. Por el contrario, cuando su viscosidad es baja, el fluido es
"diligente" y fluye con facilidad. El rango de viscosidades es inmenso. En un
extremo, con viscosidad prácticamente nula, encontramos los superfluidos. Así,
muy cerca del cero absoluto de temperatura, ciertos isótopos del helio se
encuentran en estado líquido con una viscosidad tan reducida que pueden
atravesar, como si de un fantasma se tratara, las paredes del recipiente que lo
contienen. En el extremo opuesto del rango de viscosidades encontramos la
brea, un líquido un billón de veces más viscoso que el agua. Los fluidos se
encuentran literalmente en todas partes: el 65% del cuerpo humano es agua,
dos terceras partes de la superficie terrestre están cubiertas por este líquido, y
el aire de la atmósfera se extiende 17 km por encima de nuestras cabezas. La
dinámica de fluidos juega un papel esencial en todas las escalas o tamaños
que podamos imaginar, y es parte fundamental de la mayoría de las ciencias
que estudian el mundo en el que vivimos. La Mecánica de los fluidos es la
ciencia de los líquidos y los gases, y está basada en los mismos principios
fundamentales utilizados en la mecánica de sólidos. Sin embargo, esta es una
asignatura más complicada, porque en el caso de los sólidos se trata de
elementos tangibles y separados, mientras que con los fluidos no hay
elementos separados que se puedan distinguir. La mecánica de fluidos podría
aparecer solamente como un nombre nuevo para una ciencia antigua en origen
y realizaciones, pero es más que eso, corresponde a un enfoque especial para
estudiar el comportamiento de los líquidos y los gases. Fueron los postulados
de la “Biología Aristotélica”, donde por vez primera se presentó un conjunto
sistemático de principios llamados a interpretar el modo de ser propio de las
sustancias dotadas de vida, automutables, como la sangre. Galeno demostró
porque por las arterias circula sangre, y no aire (como pensaban Erasístrato y
Herófilo) y mostró las diferencias estructurales entre venas y arterias y
describió las válvulas del corazón. William Harvey considerado el padre de la
fisiología del sistema cardiovascular, en su estudio de la función
cardiovascular, en 1628, demostró por primera vez, que el corazón impulsaba
la sangre a través de los vasos sanguíneos de acuerdo a un patrón
determinado. Stephen Hales, por medio de estudios hemodinámicos, completo
la fisiología del sistema circulatorio propuesto por William Harvey y concluyo
que los “humores animales” y los “jugos vegetales” se mueven y desplazan de
acuerdo con las leyes de la hidráulica. Una contribución muy especial que le
hace a la Biología, al mostrar que bajo un patrón mecánico, se alcanza la
interpretación del sistema cardiovascular; de acuerdo a los principios que lo
rigen y explicándolo como un fenómeno puramente físico y mecánico. En 1647
Blaise Pascal formuló el principio más importante de la Hidrostática que lleva
su nombre, “Un cambio aplicado a la presión de un fluido se transmite sin
disminuir a cada punto del fluido y a las paredes del recipiente”. Esto se
aborda teniendo en cuenta que la presión en un fluido sólo depende de la
profundidad; en consecuencia cualquier variación de presión en la superficie se
transmite a cualquier parte del fluido. En relación al cuerpo humano, este
principio sugiere que en la medida en que el flujo sanguíneo aumenta; debido a
un aumento de la frecuencia cardiaca, la presión arterial aumentará. El
segundo principio importante de la estática de fluidos fue descubierto por el
matemático y filósofo griego Arquímedes (287‐212 a.c.). Este principio
establece: “Cuando un cuerpo se encuentra parcial o totalmente sumergido
este experimenta una fuerza hacia arriba llamada empuje igual al peso del
fluido desalojado”. El concepto de hipogravidez usado en la hidroterapia se
fundamenta en este principio, ya que, controlando la altura de inmersión a la
que se encuentre el paciente, se controlará su peso aparente. Vamos a un
ejemplo, si una persona pesa 80 kg. En la tierra sumergido en el agua a un
nivel de hasta las cresta ilíaca, su peso aparente será de 40 kg. Esto es
verdaderamente interesante si estamos frente a una patología como artrosis de
rodilla, donde el peso es un factor desencadenante del dolor, o sobre la
osteocondritis de rodilla donde la lesión por presión sobre el cartílago debe ser
reducida. Un aporte significativo para el estudio y comprensión de los
fenómenos de fluidos se debe al matemático y físico italiano Evangelista
Torricelli, que inventó el barómetro en 1643 y formuló el teorema de que lleva
su nombre, a través de cual se determina la velocidad de flujo. Expresa la
importancia que tiene la salida de un líquido por un orificio, donde la velocidad
con que sale el fluido del orificio es igual a la velocidad que alcanza ese cuerpo
en el vacío al caerse a partir de una posición de reposo desde una altura que
ocuparía, donde está es igual a la distancia vertical que hay entre la superficie
libre de recorrido y el artificio. Ejemplo de esto es la velocidad de salida de la
sangre a través de las válvulas cardiacas o venosas es más rápida que en la
cavidad o tronco que se encontraba, de esta forma garantiza la diástole en el
corazón y el acenso de la sangre hacia el corazón a partir de la venas de los
miembros inferiores. La dinámica de los fluidos avanza notablemente gracias a
Daniel Bernoulli, (1700 – 1782). La ecuación de Bernoulli presentada por
primera vez en su “Hidrodinámica” interpreta o explica muchas de las
aplicaciones en esta disciplina. El teorema de Bernoulli implica una relación
entre los efectos de la presión, la velocidad y la gravedad e indica que la
velocidad aumenta cuando la presión disminuye. Para la física aplicada dentro
del sistema circulatorio, es muy importante este Teorema de Bernoulli, que
explica como un líquido ideal (la sangre) fluye a pesar del roce con las paredes
de las venas, las arterias y los capilares por donde circula la sangre. Se
observa que la suma del calibre de todos los capilares es mayor al calibre de la
aorta; por esa razón se explica que en la aorta la sangre fluye más rápidamente
a pesar de tener el mismo flujo que en los capilares; puesto que la sangre fluye
más rápidamente en las secciones más anchas. Como otros campos de la
física, la mecánica de fluidos recibió un impulso definitivo gracias a la
fundamental contribución de Isaac Newton (1642-1727). Newton postuló las
leyes generales del movimiento y la relación lineal de resistencia viscosa para
los fluidos newtonianos (la mayoría de los líquidos y los gases). Estas leyes
fueron aplicadas por primera vez a los fluidos, por el matemático suizo Leonard
Euler, en la deducción las ecuaciones básicas para un fluido sin rozamiento (no
viscoso). En 1839 el fisiólogo francés Jean Louis Marie Poiseuille, y en 1840 el
ingeniero alemán Gotthilf Heinrich independientemente documentaron con
detalle los primeros experimentos de rozamiento de flujos de baja velocidad a
través de tuberías. Poiseuille se interesó por las características de la sangre, él
observó que los vasos presentan una resistencia al flujo y debe existir una
diferencia de presión entre ambos extremos del conducto, lo suficiente para
vencer esa resistencia. Esta resistencia depende de factores como la fricción
con las paredes, la viscosidad del fluido, la longitud del tubo y la densidad del
fluido. En 1827 el ingeniero francés Claude Louis Marie Navier incluye los
efectos de la viscosidad en las ecuaciones matemáticas. Éstas fueron
perfeccionadas por el matemático británico George Gabriel Stokes.
Actualmente se le conoce como ecuaciones de Navier – Stokes, su
complejidad permite aplicarlas solo a flujos sencillos, uno de ellos es el de un
fluido real que circula a través de una tubería recta. En 1883, el ingeniero
británico Osborne Reynolds determinó el número de Reynolds, del cual afirmo
que era el único parámetro para explicar la transición del flujo laminar al
turbulento. El concepto de número de Reynolds es esencial para gran parte de
la mecánica moderna de fluidos. Si el número de Reynolds es mayor de 2100
el flujo es laminar. La moderna mecánica de fluidos nace con Ludwing Prandtl,
quien en 1904 elaboró la síntesis entre la hidráulica práctica y la hidrodinámica
teórica al introducir la teoría de capa límite. La mecánica de fluidos y la
hidráulica son ciencias indispensables para el hombre, que aplican en la
mayoría de los campos, incluso en la medicina como se mostró anteriormente,
permitiendo al hombre comprender, analizar y hasta predecir el
comportamiento de sistemas de nuestro cuerpo, como el respiratorio y la
sangre. Los líquidos en movimiento permiten comprender el funcionamiento del
aparato circulatorio y el conocimiento del comportamiento de los gases permite
entender la presión atmosférica y las adaptaciones del cuerpo humano a las
variaciones de ésta (ya sea por ascender o descender) y cómo se produce el
transporte e intercambios de los gases entre los pulmones y la sangre.
Igualmente el buen conocimiento de los fundamentos de la hidromecánica es
fundamental en los fisiatras para poder tratar los fenómenos vasculares en la
angiología que requieren de una adecuada rehabilitación para favorecer la
circulación cuando el tratamiento medicamentoso no es suficiente. Muchos de
los problemas de insuficiencia venosa tienen una vía de prevención a través
de la fisioterapia cardiovascular, al igual que la rehabilitación y tratamiento de
otras patologías, ya sea por un sistema de ejercicios o el empleo de agentes
físicos que apoyado en estas leyes ayuden a un tratamiento de mayor calidad
para los pacientes.

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