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Instituto Universitario Hospital Italiano de Buenos Aires

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Harrison. Principios de Medicina Interna, 21e

CAPÍTULO 457: Cocaína, alucinógenos y otros psicoestimulantes

Karran A. Phillips; Antonello Bonci; Wilson M. Compton

INTRODUCCIÓN
El uso de cocaína, metanfetamina y otros psicoestimulantes y alucinógenos refleja una interacción compleja entre la farmacología de la droga, la
personalidad y las expectativas del usuario y el contexto ambiental en el cual se utiliza la droga. Estas sustancias causan daño significativo, aunque se
usan con menos frecuencia que otras sustancias adictivas, como el alcohol (cap. 453), la nicotina (cap. 454), el cannabis (cap. 455) y los opioides
(cap. 456). También es importante reconocer que el consumo de múltiples drogas, que implica el uso concurrente de muchas sustancias con
diferentes efectos farmacológicos, es común. A veces se utiliza una droga para intensificar los efectos de otra, como en el caso del uso combinado de
cocaína y nicotina, o cocaína y heroína en pacientes con mantenimiento mediante metadona. Algunas formas de uso de múltiples drogas, como el
empleo combinado de heroína IV y cocaína son muy peligrosas y contribuyen a muchas de las consultas en los servicios de urgencias de los hospitales.
La utilización crónica de cocaína y psicoestimulantes (en especial patrones de uso crónico) produce una serie de consecuencias adversas para la salud
y puede exacerbar trastornos preexistentes como hipertensión y cardiopatías. Además, el uso combinado de dos o más drogas puede acentuar las
complicaciones médicas relacionadas con el empleo de una. El uso crónico de drogas suele asociarse a disfunción del sistema inmunitario y a una
mayor vulnerabilidad a infecciones, entre ellas el riesgo de infección por virus de inmunodeficiencia humana (VIH). El empleo concomitante de cocaína
y opiáceos (“speedball”) suele asociarse con el uso compartido de agujas por parte de personas que utilizan drogas IV. Estas representan el grupo
individual más numeroso de pacientes con infección por VIH en varias zonas metropolitanas importantes de Estados Unidos al igual que en muchas
partes de Europa y Asia. Además, muchos brotes de VIH registrados desde 2015 en áreas suburbanas y rurales de Estados Unidos se han atribuido a
grupos que usan drogas inyectables.

Durante siglos, se han utilizado estimulantes y alucinógenos para inducir euforia y alterar el estado de la conciencia. Los alucinógenos han adquirido
popularidad en fechas recientes y se desarrollan nuevas drogas de manera continua. En este capítulo se describen los efectos médicos subjetivos y
adversos de la cocaína, otros psicoestimulantes como la metanfetamina, la 3,4­metilendioximetanfetamina (MDMA) y las catinonas; al igual que
alucinógenos como fenciclidina (PCP), dietilamida del ácido lisérgico (LSD), Salvia divinorum; y drogas emergentes.

PSICOESTIMULANTES
Los psicoestimulantes incluyen cocaína y metanfetaminas, así como drogas ilegales con propiedades similares a los estimulantes, como MDMA y
cationes. También se consideran aquí, psicoestimulantes de prescripción, como metilfenidato, dextroanfetamina y anfetamina.

Cocaína

La cocaína es una droga estimulante potente elaborada a partir de la planta de coca. Tiene propiedades de anestésico local, vasoconstrictoras y
estimulantes. La cocaína es una droga del Esquema II, lo que significa que tiene un alto potencial de abuso pero que puede administrarla un médico en
aplicaciones médicas legítimas, como anestesia local para algunos procedimientos quirúrgicos en el ojo, el oído y la faringe.

Farmacología

La cocaína se procesa de diversas formas y la más común es la que utiliza sal de hidrocloruro, sulfato y una base. La sal es un polvo hidrosoluble,
acídico, con un punto de fusión alto, utilizado para inhalación o aspiración por vía intranasal o disuelto en agua para inyección por vía IV. Cuando se
utiliza por vía intranasal la biodisponibilidad de la cocaína es de cerca de 60%. El sulfato de cocaína (“pasta”) tiene una temperatura de fusión de casi
200°C, de manera que su uso es limitado, pero a veces se fuma con tabaco. La forma base puede estar libre de base o cristalizarse como crack. La base
libre de cocaína se elabora añadiendo una base fuerte a una solución acuosa de cocaína y extrayendo el precipitado de base libre alcalino. Tiene una
temperatura de fusión de 98°C y se puede vaporizar e inhalar. La cocaína de base libre también puede cristalizarse y venderse como crack o piedra, la
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vendedores de drogas callejeros a menudo diluyen (“o cortan”) la cocaína con sustancias no psicoactivas como
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incrementar sus ganancias. Una preocupación reciente es la adulteración de la cocaína (y otras sustancias psicoestimulantes) con opioides
relacionados con el fentanilo, lo cual provoca muertes por sobredosis como consecuencia de los efectos opioides del uso de múltiples drogas.
La cocaína se procesa de diversas formas y la más común es la que utiliza sal de hidrocloruro, sulfato y una base. La sal es un polvo hidrosoluble,
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200°C, de manera que su uso es limitado, pero a veces se fuma con tabaco. La forma base puede estar libre de base o cristalizarse como crack. La base
libre de cocaína se elabora añadiendo una base fuerte a una solución acuosa de cocaína y extrayendo el precipitado de base libre alcalino. Tiene una
temperatura de fusión de 98°C y se puede vaporizar e inhalar. La cocaína de base libre también puede cristalizarse y venderse como crack o piedra, la
cual también se fuma o se inhala. Los vendedores de drogas callejeros a menudo diluyen (“o cortan”) la cocaína con sustancias no psicoactivas como
fécula de maíz, polvo de talco, harina o bicarbonato o la adulteran con otras sustancias con efectos similares (como procaína o anfetamina) para
incrementar sus ganancias. Una preocupación reciente es la adulteración de la cocaína (y otras sustancias psicoestimulantes) con opioides
relacionados con el fentanilo, lo cual provoca muertes por sobredosis como consecuencia de los efectos opioides del uso de múltiples drogas.

Dada la amplia vasculatura pulmonar, la cocaína fumada o inhalada llega al cerebro con gran rapidez, con una velocidad de inicio similar a la de la
cocaína inyectada. Produce un efecto rápido e intenso (pero transitorio), lo cual aumenta su potencial adictivo. La cocaína se une al trasportador de
dopamina (DA) y bloquea la recaptación de dopamina la cual incrementa los niveles sinápticos de los neurotransmisores monoamínicos DA,
noradrenalina (NA) y serotonina (5­HT [5­hidroxitriptamina]), y tanto en el sistema nervioso central (SNC) como en el sistema nervioso periférico
(SNP). El consumo de cocaína, al igual que otras drogas sujetas a abuso, induce cambios a largo plazo en el cerebro. Estudios en animales han
demostrado adaptaciones en las neuronas que liberan el neurotransmisor excitador glutamato tras la exposición a la cocaína.

Epidemiología

De acuerdo con el National Survey on Drug Use and Health (NSDUH), en el año 2019 alrededor de 5.5 millones de personas > 12 años (casi 2% de la
población) eran usuarios activos de cocaína, incluidos alrededor de 778 000 consumidores de crack (0.3% de la población estadounidense). Entre
estos, 671 000 usaron cocaína por primera vez (1 800 iniciaciones por día), incluyendo 59 000 adolescentes de 12 a 17 años de edad. En 2019, cerca de
un millón de personas de ≥12 años (0.4% de la población) tenían un trastorno por el uso de cocaína; aunque, menos de uno de cada cinco recibió
tratamiento el año previo. Según el CDC National Center for Health Statistics, las muertes por sobredosis de drogas que involucraron cocaína
aumentaron de 3 822 en el año 1999 a 15 833 en 2019 (se proyectaron incrementos continuos para 2020). La cocaína estuvo involucrada de más de una
de cada cinco muertes por sobredosis en 2019. El número de fallecimientos combinados con cualquier opioide ha aumentado de manera estable
desde 2014 y esta tendencia está regida en primera instancia por el uso de opioides sintéticos, incluido el fentanilo y sus análogos.

Metanfetamina

La metanfetamina es una droga estimulante que suele utilizarse como un polvo blanco de sabor amargo o una píldora. La metanfetamina cristal es
una forma de la droga que tiene un aspecto de fragmentos de vidrios o rocas brillantes de color blanco azuloso. Se puede inhalar o fumar, tragar
(píldoras), aspirar o inyectarse después de disolverse en agua o alcohol.

Farmacología

Cuando se fuma, la metanfetamina muestra una biodisponibilidad de 90.3%, en comparación con 67.2% por VO. La metanfetamina existe en dos
estereoisómeros, las formas L y la D. La D­metanfetamina, o el enantiómero dextrógiro es un estimulante más potente, y tiene una actividad en el
sistema nervioso central tres a cinco veces mayor que la L­metanfetamina. La metanfetamina es una molécula lipofílica catiónica que estimula la
liberación, y bloquea de manera parcial la recaptación, de catecolaminas recién sintetizadas en el sistema nervioso central. La metanfetamina tiene
una estructura similar a la dopamina, la noradrenalina, la serotonina y los transportadores de monoaminas microvesiculares y contrarresta su función
endógena, lo que da lugar a la liberación de monoaminas en las microvesículas de almacenamiento hacia la sinapsis. La metanfetamina también
atenúa el metabolismo de las monoaminas al inhibir a la monoamina oxidasa.

La metanfetamina es más potente y más eficaz que la anfetamina, lo que da a lugar a concentraciones mucho más altas de DA sináptica y más efectos
tóxicos sobre las terminaciones nerviosas. Fuera del contexto médico, la farmacocinética de la metanfetamina y el bajo costo a menudo dan lugar a un
patrón de uso crónico y continuo de autoadministración en dosis altas.

Epidemiología

Según el NSDUH, en 2019 cerca de 2 millones de personas ≥12 años de edad (0.7% de la población) usaron metanfetamina el año previo; de ellos, 184
000 la consumieron por primera vez (510 personas cada día) y cerca de 25% la usaron por vía IV. En el mismo año, cerca de 1 millón de personas de ≥ 12
años de edad (0.4% de la población y 50% de quienes consumieron la sustancia el año previo) tuvieron algún trastorno por el uso de metanefrina.
Existen tasas elevadas del uso concurrente de sustancias o la presencia de enfermedades mentales en adultos que usan metanfetamina y solo cerca de
un tercio de los adultos con algún trastorno por el uso de metanfetamina el año previo recibió tratamiento para adiciones. La disponibilidad de la
metanfetamina y los daños que genera (muertes por sobredosis, admisiones para tratamiento, transmisión de enfermedades infecciosas, etc.)
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Según los datos de los CDC, los psicoestimulantes con potencial de abuso (en primera instancia la
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nacional, lo cual representa 23% de los fallecimientos por abuso de drogas (comparados con 49 860 decesos por consumir algún opioide en 2019).
Cabe destacar que hay una variación geográfica significativa en la participación de la metanfetamina en las muertes por sobredosis; en cuatro
Según el NSDUH, en 2019 cerca de 2 millones de personas ≥12 años de edad (0.7% de la población) usaron metanfetamina el año previo; de ellos, 184
000 la consumieron por primera vez (510 personas cada día) y cerca de 25% la usaron por vía IV.Instituto Universitario
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años de edad (0.4% de la población y 50% de quienes consumieron la sustancia el año previo) tuvieron algún
Access Provided by: trastorno por el uso de metanefrina.

Existen tasas elevadas del uso concurrente de sustancias o la presencia de enfermedades mentales en adultos que usan metanfetamina y solo cerca de
un tercio de los adultos con algún trastorno por el uso de metanfetamina el año previo recibió tratamiento para adiciones. La disponibilidad de la
metanfetamina y los daños que genera (muertes por sobredosis, admisiones para tratamiento, transmisión de enfermedades infecciosas, etc.)
continúan incrementando en Estados Unidos. Según los datos de los CDC, los psicoestimulantes con potencial de abuso (en primera instancia la
metanfetamina) causaron 16 167 muertes por sobredosis en 2019. Estas sustancias fueron la segunda causa de muertes por sobredosis a nivel
nacional, lo cual representa 23% de los fallecimientos por abuso de drogas (comparados con 49 860 decesos por consumir algún opioide en 2019).
Cabe destacar que hay una variación geográfica significativa en la participación de la metanfetamina en las muertes por sobredosis; en cuatro
regiones occidentales, la metanfetamina fue la primera causa de defunciones por dosis excesivas, lo cual representa de 21% a 38% de todos los
fallecimientos por sobredosis. La variación geográfica también es aparente en las tasas de mortalidad globales que involucran psicoestimulantes; de
2015 a 2018, el incremento mayor se observó en Virginia del Este por el uso solo de psicoestimulantes. La mortalidad relacionada con
psicoestimulantes combinados con opioides osciló entre 15%, en Hawái, y 91%, en Nueva Hampshire.

MDMA Y CATINONAS

La MDMA, también conocida como Molly (tacha, en algunos países), éxtasis o X, es una droga ilegal que tiene efectos estimulantes y psicodélicos. Khât
(Catha edulis) es una planta que se encuentra en el este de África y en el Medio Oriente; se ha usado durante siglos por su sutil efecto con matices
estimulantes. Las catinonas sintéticas o “sales de baño” son psicoestimulantes manufacturados que tienen estructuras químicas similares a la
catinona que se encuentra de forma natural en la planta Khât y se revisan en el tema “Drogas emergentes”, más adelante.

MDMA

Molly, se refiere al polvo cristalino de la MDMA, que por lo general se vende en forma de polvo o como cápsulas. Su contenido varía y con frecuencia,
no es MDMA al 100%, sino que contiene metilona o etilona, que son sustancias sintéticas que se encuentran con frecuencia en las llamadas sales de
baño y que representan riesgos importantes para la salud. El clínico debe considerar siempre la posibilidad de que la droga declarada por el
consumidor, sea incorrecta o este adulterada.

Con el empleo de MDMA, los individuos experimentan más energía física y mental, distorsiones en tiempo y percepción, calidez emocional, empatía
hacia otros, una sensación general de bienestar, disminución de la ansiedad y un mayor disfrute de la experiencia táctil. La MDMA suele tomarse por
VO en una tableta, cápsula o forma líquida, y su efecto dura 3 a 6 h. La MDMA altera la química del cerebro al unirse a transportadores de serotonina e
incrementar la liberación de serotonina, NE y DA. Las investigaciones en animales han demostrado que la MDMA en dosis moderadas a altas puede
ocasionar pérdida de terminaciones nerviosas que contienen serotonina y daño permanente. La MDMA es una droga del Esquema I, junto con otras
sustancias que no tienen una utilidad terapéutica demostrada. La MDMA en la actualidad se encuentra en estudios clínicos como un posible
tratamiento del trastorno postraumático y la ansiedad en pacientes en etapa terminal y para la ansiedad social en adultos autistas. Hasta ahora, las
evidencias de los efectos terapéuticos de la MDMA son muy limitadas y las investigaciones continúan.

Es común la adulteración de tabletas de MDMA con metanfetaminas, ketamina, cafeína, dextrometorfano que es el supresor de la tos de venta sin
receta (DXM), efedrina que es el fármaco para bajar de peso y cocaína. La MDMA raras veces se utiliza sola y a menudo se mezcla con otras sustancias,
como alcohol y marihuana, por lo que es difícil verificar la magnitud de su uso. De acuerdo con el NSDUH, > 18 millones de personas en Estados Unidos
han experimentado con MDMA al menos una vez en su vida. LA MDMA la utilizan de manera predominante varones de 18 a 25 años de edad; su
consumo por lo general comienza a los 21 años. Existe evidencia de que tanto varones como mujeres homosexuales o bisexuales tienen una tendencia
mayor al uso de MDMA en los últimos 30 días que sus contrapartes heterosexuales.

Catinona

Es un psicoestimulante alcaloide presente en la planta khât (Catha edulis) que crece a grandes altitudes en África oriental y Medio Oriente y cuyas
hojas se mastican por su sutil efecto con matices estimulantes. La extracción de catinona y otros alcaloides de las hojas mediante masticación es muy
efectiva y deja muy pocos residuos no absorbidos. Las hojas y las ramas pequeñas también pueden fumarse, prepararse como infusiones en tés o
espolvorearse en la comida. La catinona incrementa la liberación de dopamina y reduce su recaptación.

Antes su consumo se limitaba a su área de cultivo, sin embargo, con los avances en la velocidad de los medios de transporte y gracias a la entrega
postal, la planta de Khât ahora está disponible en muchos continentes, incluyendo Europa y Norte América. Se calcula que en todo el mundo hay 10
millones de individuos que mastican Khât, incluyendo hasta 80% de todos los adultos en algunas áreas en las que este arbusto de hojas perenes es
nativo. En regiones en las que la planta es oriunda, también se ha documentado que la utilizan estudiantes universitarios como ayuda para estudiar.
En Estados Unidos, la catinona se considera una droga en el Esquema I, lo cual hace que su uso sea ilegal; sin embargo, la planta misma no está
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Psicoestimulantes prescritos Reserved. Terms of Use • Privacy Policy • Notice • Accessibility

El metilfenidato, la anfetamina y la metanfetamina son psicoestimulantes aprobados en Estados Unidos para el tratamiento del trastorno por déficit
Antes su consumo se limitaba a su área de cultivo, sin embargo, con los avances en la velocidadInstituto Universitario
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millones de individuos que mastican Khât, incluyendo hasta 80% de todos los adultos en algunas áreas en las que este arbusto de hojas perenes es
nativo. En regiones en las que la planta es oriunda, también se ha documentado que la utilizan estudiantes universitarios como ayuda para estudiar.
En Estados Unidos, la catinona se considera una droga en el Esquema I, lo cual hace que su uso sea ilegal; sin embargo, la planta misma no está
controlada.

Psicoestimulantes prescritos

El metilfenidato, la anfetamina y la metanfetamina son psicoestimulantes aprobados en Estados Unidos para el tratamiento del trastorno por déficit
de atención (ADHD), el control de peso y la narcolepsia. La prescripción de psicoestimulantes incrementa el estado de alerta, la atención y la energía.
La fenilpropanolamina, un psicoestimulante utilizado en primera instancia para el control de peso, se relacionó con accidente cerebrovascular
hemorrágico en mujeres y se retiró del comercio en 2005. Los estudiantes universitarios usan con demasiada frecuencia metanfetaminas o
metilfenidato sin prescripción médica. Otros sujetos los usan como potenciadores de energía y productividad. De acuerdo con el NSDUH de 2019, se
registró que el año previo 4.9 millones de personas (1.8%) ≥12 años de edad usaron de manera indebida prescripciones por su efecto estimulante. Un
total de 901 000 individuos iniciaron el uso inadecuado de prescripciones médicas de estas drogas por su efecto estimulante el año previo, lo cual
promedia cerca de 2 500 personas cada día que ejecutan esta práctica por primera vez, incluyendo 1 000 adultos jóvenes por jornada. Entre individuos
≥ 12 años de edad, 0.2% (558 000 sujetos) presentó algún trastorno por el uso de estimulantes que requieren prescripción en el año anterior.

MANIFESTACIONES CLÍNICAS

Los psicoestimulantes producen los mismos efectos agudos sobre el SNC: euforia, aumento de la energía/disminución de la fatiga, reducción de la
necesidad de sueño, disminución del apetito, reducción de la capacidad de distracción, aumento de la autoconfianza y el estado de alerta,
estimulación de la libido y orgasmo prolongado, independientemente del psicoestimulante especifico o de la vía de administración. Los efectos
periféricos pueden consistir en temblores, diaforesis, hipertonía, taquipnea, hiperreflexia e hipertermia. Muchos de los efectos son bifásicos, por
ejemplo, las dosis bajas pueden mejorar el desempeño psicomotor, mientras que las dosis más altas pueden causar temblores o convulsiones. Los
efectos cardiovasculares mediados por estímulos α­adrenérgicos también son bifásicos y dosis bajas dan lugar a un aumento del tono vagal y una
disminución de la frecuencia cardiaca, en tanto que dosis altas producen un aumento de la frecuencia cardiaca y la presión arterial. El uso de
psicoestimulantes puede ocasionar inquietud, irritabilidad, insomnio y, en dosis más altas, suspicacia, conductas estereotípicas repetitivas y
bruxismo. Los efectos endocrinos pueden consistir en impotencia, ginecomastia, alteraciones de la función menstrual e hiperprolactinemia
persistente (cuadro 457–1).

CUADRO 457–1
Complicaciones del uso de psicoestimulantes

Cardiovasculares Agudas
Vasoconstricción arterial
Trombosis
Taquicardia
Hipertensión
Aumento de la demanda de oxígeno por el miocardio
Aumento de las fuerzas de corte vascular
Vasoconstricción coronaria
Isquemia cardiaca
Disfunción del ventrículo izquierdo/insuficiencia cardiaca (altas concentraciones sanguíneas)
Arritmias supraventriculares y ventriculares
Disección/rotura de la aorta

Crónicas
Aterogénesis acelerada
Hipertrofia ventricular izquierda
Miocardiopatía con dilatación

Sistema nervioso central y periférico Hipertermia


Agitación psicomotriz
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Temblores Karran A. Phillips; Antonello Bonci; Wilson M. Compton Page 4 / 11
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Hipertonía
Cefalea
Aterogénesis acelerada
Hipertrofia ventricular izquierda Instituto Universitario Hospital Italiano de Buenos Aires
Miocardiopatía con dilatación Access Provided by:

Sistema nervioso central y periférico Hipertermia


Agitación psicomotriz
Temblores
Hiperreflexia
Hipertonía
Cefalea
Convulsiones
Estado de coma
Hemorragia intracraneal
Síntomas neurológicos focales

Pulmonares Angioedema (inhalada)


Quemaduras faríngeas (inhalada)
Neumotórax
Neumomediastino
Neumopericardio
Exacerbaciones de enfermedades respiratorias reversibles
Broncoespasmo
Disnea (“pulmón crack”)
Taquipnea
Infarto pulmonar

Gastrointestinales Úlceras perforadas


Colitis isquémica
Infarto intestinal
Retención (disimulación intracorporal de droga)
Elevación de enzimas hepáticas

Renales Acidosis metabólica


Infarto renal
Rabdomiólisis

Endocrinas Impotencia
Ginecomastia
Alteraciones de la función menstrual
Hiperprolactinemia

Otras Diaforesis
Irritabilidad
Insomnio
Bruxismo
Estereotipia
Infarto esplénico
Glaucoma agudo de ángulo cerrado
Vasoespasmo de vasos retinianos (ceguera unilateral o bilateral)
Midriasis
Madarosis
Desprendimiento prematuro de la placenta

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Sobredosis. Se presenta como una hiperactividad del sistema nervioso simpático con agitación psicomotriz, hipertensión, taquicardia, cefalea y
midriasis, y puede desencadenar convulsiones, hemorragia cerebral o infarto, arritmia cardiaca o isquemia, insuficiencia respiratoria o rabdomiólisis.
Glaucoma agudo de ángulo cerrado
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Vasoespasmo de vasos retinianos (ceguera unilateral Universitario Hospital Italiano de Buenos Aires
o bilateral)
Midriasis Access Provided by:

Madarosis
Desprendimiento prematuro de la placenta

Sobredosis. Se presenta como una hiperactividad del sistema nervioso simpático con agitación psicomotriz, hipertensión, taquicardia, cefalea y
midriasis, y puede desencadenar convulsiones, hemorragia cerebral o infarto, arritmia cardiaca o isquemia, insuficiencia respiratoria o rabdomiólisis.
Es una urgencia médica; el tratamiento en gran parte es sistemático y se ha de realizar en una unidad de cuidados intensivos o de telemetría. La
inhalación de cocaína crack que es vaporizada a altas temperaturas puede ocasionar quemaduras de vías respiratorias, broncoespasmos y otros
síntomas de enfermedad pulmonar. También se ha demostrado que la MDMA aumenta la temperatura corporal y de forma esporádica ocasiona
insuficiencia hepática, renal o cardiaca o incluso la muerte.

Los psicoestimulantes suelen utilizarse con otras drogas, como opioides y alcohol, cuyos efectos depresores del SNC tienden a atenuar la
estimulación del SNC inducida por el estimulante. Estas combinaciones a menudo tienen efectos perjudiciales aditivos, lo que aumenta el riesgo de
morbilidad y mortalidad. Un ejemplo de este riesgo es el uso de cocaína con alcohol, que da lugar al metabolito cocaetileno. Los efectos del
cocaetileno sobre el sistema cardiovascular son aditivos a los efectos de la cocaína, dando lugar a consecuencias fisiopatológicas intensificadas.

La adulteración de psicoestimulantes, sobre todo cocaína, con otras drogas es común y puede tener potenciales consecuencias para la salud
adicionales. Además de los compuestos relacionados con el fentanilo, que tienen el potencial de provocar sobredosis, se han identificado muchas
otras sustancias como contaminantes de psicoestimulantes. El levamisol, un antihelmíntico e inmunomodulador que se utiliza principalmente en
medicina veterinaria, se ha encontrado en la cocaína y puede causar agranulocitosis, leucoencefalopatía y vasculitis cutánea, lo cual ha resultado en
necrosis cutánea. El clembuterol, una amina simpaticomimética que se utiliza en el ámbito clínico como un broncodilatador, también se ha
encontrado en la cocaína y puede ocasionar taquicardia, hipoglucemia, palpitaciones e hipopotasemia. Estudios en Europa han revelado que además
del levamisol algunos de los adulterantes más frecuentes en la cocaína son: fenacetina, lidocaína, cafeína, diltiazem, hidroxizina, procaína, tetracaína,
paracetamol, creatina y benzocaína.

Abstinencia Esta a menudo incluye hipersomnia, aumento del apetito y depresión del estado de ánimo. La abstinencia aguda suele durar de siete a
10 días, pero los síntomas residuales, quizá relacionados con la neurotoxicidad, pueden persistir por varios meses. El debate sigue siendo si durante
la abstinencia los síntomas disminuyen en forma monótona u ocurren en fases definidas agravándose antes de mejorar. La abstinencia de
psicoestimulantes no se considera como un factor que favorezca el uso persistente. La mayor parte de las teorías actuales sobre la adicción a
psicoestimulantes resaltan el papel principal del deseo condicionado, que puede persistir mucho tiempo después que se ha abatido la abstinencia
fisiológica. El deseo intenso condicionado incluye la urgencia de usar drogas en respuesta a factores ambientales desencadenantes relacionados con
el consumo de sustancias, como objetos, parafernalia y lugares vinculados con el uso de drogas, entre otros.

La inyección de psicoestimulantes aumenta el riesgo de contraer enfermedades infecciosas por la exposición a la sangre u otros líquidos corporales,
tales como infección por VIH, hepatitis B, hepatitis C, abscesos cutáneos y endocarditis. El consumo de psicoestimulantes también puede incrementar
el riesgo de infecciones al ocasionar alteraciones en el juicio y la toma de decisiones, lo que conduce a conductas riesgosas como relaciones sexuales
sin protección. Hay algunos datos que indican que el uso de psicoestimulantes puede agravar la progresión del VIH/sida al aumentar la lesión de las
células nerviosas, lo que exacerba los problemas cognitivos.

Las acciones y los efectos de la planta Khât son como los de otros psicoestimulantes. Los efectos a corto plazo incluyen euforia, estado de alerta y
excitación exacerbados, pérdida de apetito, insomnio, cefaleas y temblores. El consumo a largo plazo puede provocar trastornos gastrointestinales
como constipación, úlceras, inflamación estomacal e incrementar el riesgo de infarto agudo del miocardio e ictus, por sus efectos inotrópicos y
cronotrópicos sobre el corazón, vasoespasmo de las arterias coronarias y agregación plaquetaria inducida por catecolaminas. Hay evidencias de que,
de manera inusual, el uso excesivo de Khât puede ocasionar dependencia psicológica de leve a moderada. Se han descrito casos de uso compulsivo,
que provoca delirios de grandeza, paranoia y alucinaciones. Se ha descrito una abstinencia leve de Khât, que puede incluir depresión, pesadillas,
hipotensión arterial y falta de energía.

DIAGNÓSTICO

El Diagnostic and Statistical Manual of Psychiatric Disorders, 5a. edición (DSM­5) define el trastorno por consumo de estimulantes como un patrón de
uso de sustancias de tipo anfetamínico, cocaína u otros estimulantes que da por resultado alteración clínicamente importante o trastorno, según se
manifiesta al menos por dos de los siguientes 11 problemas en un periodo de 12 meses: tomar cantidades mayores o durante un periodo más
prolongado que el pretendido; deseo persistente o deseos infructuosos de dejarlo o controlarlo; una gran cantidad de tiempo invertida en actividades
necesarias para obtener, utilizar o recuperar; deseo por la droga; uso que da lugar a la imposibilidad de cumplir con obligaciones sociales
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importantes;
CAPÍTULO 457: uso Cocaína,
continuado pese a problemas
alucinógenos y otrossociales o interpersonales
psicoestimulantes, Karranrecurrentes;
A. Phillips;dejar de hacer
Antonello actividades
Bonci; sociales,
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recreativas;
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tolerancia y síntomas de abstinencia, o evasión de los síntomas de abstinencia por uso continuo.
Instituto
El Diagnostic and Statistical Manual of Psychiatric Disorders, 5a. edición (DSM­5) define el trastorno porUniversitario Hospital Italiano
consumo de estimulantes deun
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uso de sustancias de tipo anfetamínico, cocaína u otros estimulantes que da por resultado alteración clínicamente importante o trastorno, según se
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manifiesta al menos por dos de los siguientes 11 problemas en un periodo de 12 meses: tomar cantidades mayores o durante un periodo más
prolongado que el pretendido; deseo persistente o deseos infructuosos de dejarlo o controlarlo; una gran cantidad de tiempo invertida en actividades
necesarias para obtener, utilizar o recuperar; deseo por la droga; uso que da lugar a la imposibilidad de cumplir con obligaciones sociales
importantes; uso continuado pese a problemas sociales o interpersonales recurrentes; dejar de hacer actividades sociales, ocupacionales o
recreativas; uso recurrente en situaciones físicamente peligrosas; uso continuado pese a problemas físicos o psicológicos persistentes o recurrentes;
tolerancia y síntomas de abstinencia, o evasión de los síntomas de abstinencia por uso continuo.

La International Classification of Diseases (ICD) 10th Revision (ICD­10) reconoce el “síndrome de dependencia de estimulantes” y el “estado de
abstinencia de estimulantes” y la ICD 11th Revision (ICD­11) especifica la definición de “dependencia de estimulantes, incluyendo anfetaminas,
metanfetaminas o metcatinona”.

TRATAMIENTO

INTOXICACIÓN AGUDA

Al igual que con todas las situaciones de urgencia, la primera tarea es asegurar la permeabilidad de las vías respiratorias, la respiración y la
circulación. Con el empleo de la cocaína, la succinilcolina está relativamente contraindicada en la intubación de secuencia rápida; considérese
rocuronio (1 mg/kg IV) u otro fármaco no despolarizante como una alternativa. Si ocurre agitación psicomotriz, primero se deben descartar
hipoglucemia e hipoxemia y luego administrar benzodiacepinas (p. ej., diazepam, 10 mg IV y luego 5 a 10 mg IV cada 3 a 5 min hasta que se controle
la agitación). Las benzodiacepinas suelen ser suficientes para resolver los efectos secundarios cardiovasculares. La hipertensión grave o
sintomática se puede tratar con fentolamina, nitroglicerina o nitroprusiato. A los pacientes hipertérmicos se les debe enfriar en un lapso ≤ 30
minutos con el fin de lograr una temperatura corporal central < 39°C. La valoración del dolor torácico en una persona que utiliza cocaína debe
incluir un electrocardiograma, una radiografía de tórax y biomarcadores para descartar infarto de miocardio. El enfoque terapéutico es similar al
dolor torácico no inducido por cocaína; sin embargo, se recomienda que cuando sea posible no se utilicen β­bloqueadores en personas que
utilizan cocaína. La inquietud surge por la posible estimulación α­adrenérgica sin oposición que resulta de la posibilidad de que el β­bloqueo
produzca vasoconstricción de las arterias coronarias, isquemia e infarto y también de los datos limitados que respaldan el beneficio de los β­
bloqueadores en las complicaciones cardiovasculares relacionadas con la cocaína. Si se van a administrar β­bloqueadores, se recomienda que se
utilice α/β­bloqueadores mixtos, por ejemplo, labetalol y carvedilol, en vez de β­bloqueadores no selectivos, y solo en situaciones en las que los
beneficios superan los riesgos. Puesto que muchos casos de mortalidad relacionada con la cocaína se han debido al empleo concomitante de otras
drogas ilícitas (sobre todo heroína), el médico debe estar preparado para iniciar el tratamiento de urgencia eficaz para los efectos tóxicos de
múltiples drogas.

TRASTORNOS POR USO DE PSICOESTIMULANTES

El tratamiento de los trastornos por uso de cocaína exige los esfuerzos combinados de médicos de atención primaria, psiquiatras y profesionales
de trabajo psicosocial. La abstinencia temprana de cocaína suele complicarse con síntomas de depresión y culpa, insomnio y anorexia, que pueden
ser tan graves como los observados en los principales trastornos afectivos y que pueden durar meses e incluso años después que se ha suspendido
el consumo de la droga.

Las terapias conductuales, que incluyen la psicoterapia cognitiva­conductual (CBT, cognitive­behavioral therapy), el enfoque de reforzamiento
social (CRA, community reinforcement approach), el manejo de contingencia [(CM, contingency management); proporcionar recompensas a los
pacientes que se mantienen sin utilizar sustancias], la terapia de intensificación motivacional (MET, motivational enhancement therapy),
combinaciones de estas, y otras más siguen siendo el elemento fundamental del tratamiento de los trastornos por uso de estimulantes y muestran
un beneficio moderado. Estas terapias conductuales tienen como propósito ayudar a modificar la mentalidad del paciente, sus expectativas y
conductas, e incrementar sus habilidades para adaptarse a la vida, con intervenciones conductuales que respaldan el restablecimiento a largo
plazo sin drogas. Con base en revisiones sistemáticas, se ha notado que el manejo de contingencias es muy efectivo. Sin embargo, el efecto de estas
terapias conductuales a menudo no está sustentado, y pueden ser menos efectivas en individuos con trastornos por consumo grave.

No se cuenta con medicamentos aprobados por la US Food and Drug Administration (FDA) para la adicción a psicoestimulantes. La investigación
actual incluye varias estrategias a base de neurotransmisores, tales como agonistas de dopamina, métodos basados en serotonina, ácido γ­
aminobutírico (GABA, γ­aminobutyric acid) y glutamato. Los estudios con tratamiento agonista con medicamentos psicoestimulantes de acción más
prolongada como la dexanfetamina y el metilfenidato no han sido concluyentes. Los estudios sobre los antidepresivos mirtazapina, bupropión,
sertralina, imipramina y atomoxetina han generado resultados equivocados, al igual que ensayos con el antipsicótico atípico aripiprazol y el
anticonvulsivo topiramato. Otros tratamientos que se están estudiando para tratar el trastorno por consumo de psicoestimulantes son:
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así como y otroscognitivas
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plazo), naltrexona (antagonista
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de receptor de opiáceo), doxazosina (antagonista α­adrenérgico) y vareniclina (agonista parcial de los receptores nicotínicos a la acetilcolina α4β2
así como intensificador de la neurotransmisión de dopamina). En general, es prometedor que algunos de los medicamentos estudiados hayan
actual incluye varias estrategias a base de neurotransmisores, tales como agonistas de dopamina, métodos basados en serotonina, ácido γ­
Instituto
aminobutírico (GABA, γ­aminobutyric acid) y glutamato. Los estudios con tratamiento agonista Universitario psicoestimulantes
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prolongada como la dexanfetamina y el metilfenidato no han sido concluyentes. Los estudiosAccess
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los antidepresivos mirtazapina, bupropión,
sertralina, imipramina y atomoxetina han generado resultados equivocados, al igual que ensayos con el antipsicótico atípico aripiprazol y el
anticonvulsivo topiramato. Otros tratamientos que se están estudiando para tratar el trastorno por consumo de psicoestimulantes son:
acamprosato (quizá a través de una función en el aporte de CA2+), galantamina (el inhibidor reversible de acetilcolinesterasa, que puede intensificar
el nivel de impulsos, así como las capacidades cognitivas y sociales agotadas por el uso de psicoestimulante a largo plazo), naltrexona (antagonista
de receptor de opiáceo), doxazosina (antagonista α­adrenérgico) y vareniclina (agonista parcial de los receptores nicotínicos a la acetilcolina α4β2
así como intensificador de la neurotransmisión de dopamina). En general, es prometedor que algunos de los medicamentos estudiados hayan
demostrado una mejora significativa, en términos estadísticos, en comparación con el placebo, pero muchos de los estudios involucrados
perdieron poder por incluir muestras pequeñas y presentar sesgos de muestreo, retención precaria de participantes y bajas tasas de adherencia al
tratamiento. Algunos estudios en curso están investigando los efectos de la lisdexanfetamina (un pro­fármaco de la dexanfetamina), una
combinación de naltrexona de liberación extendida con bupropión, el pomaglumetad (un agonista del glutamato) y anticuerpos monoclonales. Es
necesario poner atención especial a la inclusión de poblaciones poco representadas, incluyendo a las mujeres, en ensayos futuros sobre
medicaciones para el trastorno por uso de estimulantes. También se están desarrollando vacunas para los trastornos por consumo de cocaína y
metanfetamina. Por último, estudios preliminares recientes han dirigido la atención a las técnicas de estimulación cerebral como la estimulación
magnética transcraneal (TMS, transcranial magnetic stimulation), la estimulación de descarga theta (TBS, theta­burst stimulation) y la estimulación
transcraneal con corriente directa (tDCS, transcranial direct current stimulation) para tratar trastornos por uso de psicoestimulantes aunque se
necesitan más estudios.

ALUCINÓGENOS
Los alucinógenos son un grupo diverso de drogas que producen alteración de pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones. Su uso en
rituales religiosos y espirituales data de siglos. Los alucinógenos pueden encontrarse de forma natural en plantas y hongos o sintetizarse. Estos
incluyen ayahuasca (un té hecho de plantas del Amazonas que contiene dimetiltriptamina (DMT), el componente principal que altera la mente); DMT
(también conocido como Dimitri también se puede sintetizar en un laboratorio); LSD (material claro o blanco inodoro elaborado a partir de ácido
lisérgico presente en el hongo del centeno y otros granos); el peyote (mezcalina, derivada de un cactus pequeño, sin espinas o elaborada en forma
sintética), y 4­fosforiloxi­N,N­dimetiltriptamina (psilocibina, proveniente de algunos hongos de Sudamérica y Norteamérica).

Un subgrupo de alucinógenos produce la sensación añadida de sentirse fuera de control o desconectado del propio cuerpo o del entorno, y estos
incluyen: DXM (un supresor de tos de venta sin receta, cuando se utiliza en dosis alta); ketamina (un anestésico humano y veterinario y un fármaco
antidepresivo aprobado en fecha reciente por la FDA); fenciclidina (PSP; derivado de ciclohexilamina y anestésico disociativo); Salvia divinorum (salvia
una planta mexicana, centroamericana y sudamericana). Las drogas disociables distorsionan la forma en la que el usuario percibe el tiempo, el
movimiento, el color, el sonido y a sí mismo. Su uso puede provocar comportamientos bizarros y peligrosos y causar depresión respiratoria,
anomalías de la frecuencia cardiaca y síndrome de abstinencia que incluye deseo imperioso por la droga en cuestión, confusión, cefalea y diaforesis.

Los alucinógenos se utilizan en rituales religiosos y espirituales desde hace siglos. Se ingieren de muy diversas maneras: se fuman, se aspiran y se
administran por vía transmucosa. En particular cuando se consumen por VO, el inicio de la acción alucinógena ocurre en 20 a 90 min y el efecto puede
durar de seis a 12 h, excepto por la salvia, cuyos efectos por lo general duran cerca de 30 minutos. Los alucinógenos alteran la química del cerebro,
específicamente los neurotransmisores serotonina y glutamato. Los efectos sobre el sistema de la serotonina pueden alterar el estado de ánimo, la
percepción sensorial, el sueño, el apetito, la temperatura corporal, la conducta sexual y el control muscular. Los efectos del sistema del glutamato
comprenden perturbaciones en la percepción del dolor, respuestas al entorno, emoción y aprendizaje y memoria.

De acuerdo con el NSDUH en el año 2019, 1.9 millones de adultos informaron el uso de alucinógenos el mes previo y 6 millones (2.2% de la población)
lo hizo el año anterior, un incremento de 4.7 millones (1.8%) en 2015. De estos, 1.2 millones consumieron alucinógenos por primera vez. Estos cálculos
son similares a los de 2015 y 2018 para individuos de 12 a 17 años, pero reflejan un incremento de uso en el año previo por sujetos ≥ 26 años de edad.
Cabe destacar que estas estadísticas incluyen éxtasis (MDMA o “tachas”) LSD, PCP, peyote, mezcalina, hongos con psilocibina, ketamina,
DMT/AMT/“Foxy” y Salvia divinorum en el uso de alucinógenos global. Los usuarios nuevos ≥ 12 años por día fueron 2 421 para LSD, 83 para PCP y 2
039 para éxtasis. Según los datos de Monitoring the Future Data de 2019, las prevalencias de uso anual entre alumnos de doceavo grado fueron 1.1%
para PCP, 2.2% para éxtasis y 0.7% para Salvia, las cuales fueron similares en 2018.

Las manifestaciones clínicas del uso de alucinógenos comprenden: alucinaciones, intensificaciones de las sensaciones, intensificación de las
experiencias sensoriales y perturbaciones del tiempo. Las reacciones fisiológicas adicionales son: náuseas, taquicardia, hipertensión arterial,
taquipnea o hipertermia, pérdida del apetito, xerostomía, problemas de sueño, sinestesia, alteración de la coordinación e hiperhidrosis. Los “malos
viajes” (experiencias negativas con el uso de alucinógenos) pueden incluir pánico, paranoia y psicosis, y pueden persistir hasta por 24 h. Estas
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experiencias se tratan mejor con tranquilización de apoyo, sin embargo, pueden administrarse benzodiacepinas (p. ej., 10 mg de diazepamPage o 8 / 11
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lorazepam, si hay daño hepático) si la agitación es grave. Hay cierta evidencia de que pueden
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tales como psicosis persistente, pérdida de la memoria, ansiedad, depresión y “flashbacks”. Los efectos a largo plazo del uso de PCP y otras drogas
disociables pueden incluir dificultades persistentes del habla, pérdida de memoria, depresión, pensamientos suicidas, ansiedad y aislamiento social,
para PCP, 2.2% para éxtasis y 0.7% para Salvia, las cuales fueron similares en 2018.
Instituto Universitario Hospital Italiano de Buenos Aires
Las manifestaciones clínicas del uso de alucinógenos comprenden: alucinaciones, intensificaciones de las by:
Access Provided sensaciones, intensificación de las
experiencias sensoriales y perturbaciones del tiempo. Las reacciones fisiológicas adicionales son: náuseas, taquicardia, hipertensión arterial,
taquipnea o hipertermia, pérdida del apetito, xerostomía, problemas de sueño, sinestesia, alteración de la coordinación e hiperhidrosis. Los “malos
viajes” (experiencias negativas con el uso de alucinógenos) pueden incluir pánico, paranoia y psicosis, y pueden persistir hasta por 24 h. Estas
experiencias se tratan mejor con tranquilización de apoyo, sin embargo, pueden administrarse benzodiacepinas (p. ej., 10 mg de diazepam o
lorazepam, si hay daño hepático) si la agitación es grave. Hay cierta evidencia de que pueden presentarse los efectos crónicos del uso de alucinógeno,
tales como psicosis persistente, pérdida de la memoria, ansiedad, depresión y “flashbacks”. Los efectos a largo plazo del uso de PCP y otras drogas
disociables pueden incluir dificultades persistentes del habla, pérdida de memoria, depresión, pensamientos suicidas, ansiedad y aislamiento social,
que pueden persistir durante un año o más después de interrumpir el consumo crónico.

La psilocibina se está investigando de manera activa por su posible beneficio en el tratamiento de depresión y algunos trastornos de ansiedad.

La adicción a los alucinógenos es atípica, puesto que los patrones de uso por lo general no son crónicos y en la actualidad no hay medicamentos
aprobados por la FDA para tratarla. En la actualidad se están desarrollando investigaciones sobre tratamientos conductuales para la adicción a
alucinógenos.

DROGAS EMERGENTES
Con la ayuda de Internet, y algunos componentes de venta sin receta básicos (y otros), el aumento del “químico de cocina” está al acecho. La
producción de nuevas sustancias psicoactivas (NPS, new psychoactive substances), como las catinonas (sales de baño) sintéticas y los cannabinoides
sintéticos (spice), están aumentando y han dado lugar al empleo de sustancias psicoactivas no reguladas cuyo propósito es simular los efectos de
drogas ilegales más costosas, como la metanfetamina y la cocaína.

Las catinonas sintéticas (sales de baño) son drogas sintéticas que desde el punto de vista químico se parecen a khât, y a menudo son más potentes y
más peligrosas que el producto natural. Suelen adoptar la forma de un polvo similar al cristal de color blanco o pardo, se envasan en pequeños fardos
de plástico o de papel aluminio etiquetados “no para consumo humano”, o como “alimento vegetal”, “limpiador de joyería”, o limpiador de pantalla
de teléfono”, y se venden por Internet y en tiendas de parafernalia de drogas. El sobrenombre popular Molly (jerga para “molecular”) a menudo
designa la forma de polvo cristalino “pura” pretendida de la MDMA, por lo general vendida en cápsulas. Sin embargo, las personas que compran polvo
o cápsulas vendidas como Molly a menudo de hecho obtienen otras drogas como catinonas sintéticas. La incertidumbre de lo que en verdad
contienen estos productos sintéticos, cuyos componentes pueden cambiar de un lote a otro, los vuelve aún más peligrosos ya que cualquier persona
que los use desconoce lo que contienen y cómo reaccionará su cuerpo.

Las tres catinonas sintéticas más frecuentes son mefedrona, metilona y MDPV (3,4­metilenedioxiopirovalerona). Tras la ingestión oral, estas drogas
tienen un inicio de acción de 15 a 45 minutos, y una duración de acción que varía de 2 a 7 h. Un estudio reciente reveló que la MDPV afecta al cerebro de
una manera similar a la cocaína, pero tiene una potencia por lo menos 10 veces mayor. La MDPV es la catinona sintética más frecuente que se identifica
en la sangre y la orina de pacientes ingresados a los servicios de urgencia después de tomar “sales de baño”. Las dosis altas, o el uso crónico de
catinonas sintéticas pueden dar por resultado consecuencias médicas peligrosas, como psicosis, conductas violentas, taquicardia, hipertermia e
incluso la muerte.

La habilidad de sintetizar drogas adictivas y peligrosas de manera relativamente simple y rápida (cambiando unas cuantas moléculas y aun así
preservando los efectos) ha permitido que muchas de estas drogas emergentes superen los esfuerzos para regularlas, lo cual genera un problema de
salud pública global en evolución.

USO DE SUSTANCIAS Y SALUD MENTAL


Según el NSDUH, en 2019, 16.6% de los adultos sin enfermedades mentales consumió drogas ilícitas, en comparación con 49.4% de los individuos que
padecían enfermedades mentales graves y 38.8% de los sujetos que sufrían cualquier patología mental. En 2019, entre los adultos ≥ 18 años de edad o
mayores, 61.2 millones de personas padecían enfermedades mentales o algún trastorno por consumir sustancias en el año previo, 42 millones
tuvieron enfermedades mentales en ausencia de un trastorno por consumo de sustancias, 9.7 millones tuvieron algún trastorno por el uso de
sustancias en ausencia de enfermedades mentales y 9.5 millones (3.8% de la población) presentaron ambos. Además, con base en los datos del
NSDUH de 2018, se calcula que en Estados Unidos más de uno de cada 10 adultos (27.5 millones) no han tenido nunca algún problema por el uso de
sustancias. Entre los sujetos que sí notificaron alguna dificultad, cerca de 75% (20.5 millones) informaron estar en recuperación, lo cual se vinculó con
una menor prevalencia del uso de sustancias el año previo y de recibir tratamiento por esta causa. La prevalencia, advertida por los individuos
mismos, de haber presentado en algún momento un problema por el uso de sustancias fue 31.9% entre adultos con un problema de salud mental
previo, pero no en recuperación, 29.7% entre adultos en recuperación y, de manera contrastante, 7.0% entre adultos sin problemas de salud mental a
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CONSIDERACIONES GLOBALES
sustancias en ausencia de enfermedades mentales y 9.5 millones (3.8% de la población) presentaron ambos. Además, con base en los datos del
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NSDUH de 2018, se calcula que en Estados Unidos más de uno de cada 10 adultos (27.5 millones) no hanUniversitario
tenido nuncaHospital Italiano de
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el uso de
sustancias. Entre los sujetos que sí notificaron alguna dificultad, cerca de 75% (20.5 millones) informaron
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una menor prevalencia del uso de sustancias el año previo y de recibir tratamiento por esta causa. La prevalencia, advertida por los individuos
mismos, de haber presentado en algún momento un problema por el uso de sustancias fue 31.9% entre adultos con un problema de salud mental
previo, pero no en recuperación, 29.7% entre adultos en recuperación y, de manera contrastante, 7.0% entre adultos sin problemas de salud mental a
lo largo de su vida. En conjunto, todos estos datos apuntan a la superposición significativa que ocurre entre las complicaciones relacionadas con el
consumo de sustancias y otros problemas de salud mental.

CONSIDERACIONES GLOBALES
Después de la nicotina, el alcohol y el cannabis, los estimulantes son las drogas que se consumen con mayor frecuencia en todo el mundo, lo cual
representa 68 millones de consumidores el año previo. A nivel mundial, cerca de 29 millones de individuos de 15 a 65 años de edad utilizan
estimulantes durante el año previo. En términos globales, 7.4 millones de sujetos presentan algún trastorno por el uso de estimulantes y se cree que
11% de todas las personas que consumen estimulantes desarrolla algún trastorno de este tipo. La United Nations Office on Drugs and Crime (UNODC)
calcula que una de cada siete personas con trastornos por el uso de estimulantes recibe tratamiento y se cree que este número es mucho menor en
individuos con trastornos por el uso de estimulantes debido a la falta de tratamientos farmacológicos. El consumo global de cocaína permaneció
estable hasta 2010, cuando comenzó a elevarse por el incremento de su uso en América del Sur. El consumo de anfetamina en Europa Occidental
continúa siendo mucho menor a la prevalencia vitalicia de 5% en la mayoría de los países y los problemas por utilización de metanfetamina se han
restringido en gran medida a la República Checa; sin embargo, las evidencias indican una dispersión creciente a lo largo de Europa. Más de tres
cuartas partes de la producción mundial de estimulantes de tipo anfetamínico ocurren en el sureste de Asia y en años recientes el consumo
incrementó de manera dramática en esta región, en particular en Tailandia. En Japón y Filipinas predomina el uso de metanfetamina. Las experiencias
con éxtasis a lo largo de la vida entre la población general son aún muy inferiores a 5% en la mayoría de los países de Europa; estos niveles son un
poco menores a los observados en Australia (6%). El consumo de éxtasis es más prevalente en el Este; sin embargo, en la década pasada su uso se ha
hecho cada vez más evidente en otras regiones, incluyendo África, Centroamérica, Sudamérica, el Caribe y partes de Asia. En términos globales, el uso
de psicoestimulantes se ha relacionado con mortalidad elevada, mayor incidencia de infecciones por VIH y hepatitis C, salud mental precaria (conducta
suicida, psicosis, depresión y violencia) y mayor riesgo de eventos cardiovasculares. En todo el mundo, la estigmatización y la marginalización
dificultan el tratamiento de los trastornos por el uso drogas y obstaculizan el desarrollo inclusivo sostenible de estrategias que incorporen equidad
racial y de género y favorezcan el empoderamiento de mujeres y minorías poco representadas.

DIRECCIONES FUTURAS
Pese a su prevalencia e impacto en la salud pública, los trastornos por consumo de psicoestimulantes y alucinógenos no tienen un tratamiento
farmacológico aprobado por la FDA. Aunque las psicoterapias conductuales como CBT, CM y MET han demostrado eficacia en los trastornos por uso
de psicoestimulantes, se necesita más investigación en relación con su utilidad para los trastornos por consumo de alucinógenos. Además, con base
en la experiencia con los trastornos por uso de opioides y consumo de alcohol, es probable que los tratamientos más eficaces recurran a una
combinación de psicoterapia conductual y tratamiento farmacológico.

Además, nuevas estrategias que utilizan tecnologías emergentes tienen un potencial considerable para el tratamiento futuro de trastornos por uso de
psicoestimulantes. Estas comprenden neuroestimulación/neuromodulación (TMS, TBS, tDCS), biosensores portátiles y tecnología móvil, que incluye
evaluación momentánea ecológica y geográfica (EMA/GMA) así como intervenciones en tiempo real implementadas a través de teléfonos inteligentes u
otros dispositivos móviles.

RECONOCIMIENTO
Los autores agradecen las contribuciones del Dr. Antonello Bonci a este capítulo en ediciones previas.

LECTURAS ADICIONALES

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TRIVEDI MH et al: Bupropion and naltrexone in methamphetamine use disorder. N Engl J Med 384:140, 2021. [PubMed: 33497547]

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Downloaded et al: Neurobiologic
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Your IP isfrom the brain disease model of addiction. N Engl J Med 374:363, 2016. [PubMed: 26816013]
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PÁGINAS ELECTRÓNICAS
COMPTON WM: Polysubstance use in the U.S. Opioid Crisis. Mol Psychiatry 26:41, 2021. [PubMed: 33188253]
Instituto Universitario Hospital Italiano de Buenos Aires
FARRELL M et al: Responding to global stimulant use: challenges and opportunities. Lancet 394:1652, 2019. [PubMed: 31668409]
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PÁGINAS ELECTRÓNICAS

AMERICAN SOCIETY OF ADDICTION MEDICINE: https://www.asam.org/public­resources

NATIONAL INSTITUTE ON DRUG ABUSE: https://www.drugabuse.gov/drugs­abuse

WORLD HEALTH ORGANIZATION: http://www.who.int/substance_abuse/en/

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