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Camino a la Despedida

La mañana se filtraba a través de las cortinas mal cerradas, iluminando la


habitación de Alex con una suave luz dorada. Se despertó con un nudo en el
estómago, recordando la noticia que había recibido la noche anterior. Su amigo
de toda la vida, Marcos, había fallecido en un trágico accidente de coche. El
peso de la tristeza se apoderó de él mientras se sentaba en la cama, dejando
que el peso de la pérdida se asentara en su corazón.

La puerta de su habitación se abrió con un chirrido, y entraron dos figuras


familiares: Lucas y Elena, los otros dos amigos cercanos de Marcos.
Compartían un vínculo que había resistido el paso del tiempo, desde los días
de la escuela secundaria hasta la adultez.
"Lo siento, chicos", murmuró Lucas, su voz cargada de dolor.

Elena asintió, luchando por contener las lágrimas. "No puedo creer que se haya
ido".
Alex se levantó, sintiendo el impulso de hacer algo, cualquier cosa para honrar
la memoria de Marcos. "¿Qué tal si vamos al funeral juntos?"
Lucas y Elena intercambiaron miradas, luego asintieron en silencio.

"¿Un road trip?" sugirió Elena, una pequeña chispa de emoción brillando en
sus ojos. "Sería como en los viejos tiempos, ¿no creen?"

Alex asintió con entusiasmo. "Sí, exactamente. Un último viaje juntos en honor
a Marcos."
Después de un rápido desayuno, los tres amigos se encontraron en el garaje
de Alex, cargando sus pertenencias en el viejo Chevy de Lucas. La atmósfera
estaba cargada de tristeza y nostalgia mientras conducían por la carretera,
cada uno perdido en sus propios pensamientos sobre el amigo que habían
perdido.

A medida que avanzaban por la carretera, compartieron recuerdos de Marcos,


riendo entre lágrimas mientras recordaban las travesuras de su juventud.
Hablaron de sus sueños y ambiciones, de los momentos que habían
compartido y de los que nunca podrían olvidar.

El sol se puso lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y


rosados mientras continuaban su viaje hacia el funeral de Marcos. Se
detuvieron en pequeños pueblos a lo largo del camino, disfrutando de la simple
belleza de la vida cotidiana mientras recordaban a su amigo perdido.
Con el paso de los días, el dolor se fue transformando en aceptación, y los
recuerdos de Marcos se convirtieron en un faro de luz en medio de la
oscuridad. Aprendieron a encontrar consuelo en la compañía del otro,
compartiendo historias y risas mientras se acercaban cada vez más a su
destino final.

Finalmente, llegaron al pequeño pueblo donde se iba a celebrar el funeral de


Marcos. El aire estaba cargado de tristeza mientras se dirigían al servicio con
corazones pesados pero unidos en su dolor compartido.

El servicio fue una mezcla de lágrimas y sonrisas mientras amigos y familiares


se reunían para despedirse de Marcos. Los tres amigos encontraron consuelo
en la presencia del otro, apoyándose mutuamente mientras compartían
recuerdos y expresaban su amor por su amigo perdido.

Después del servicio, se encontraron de pie junto a la tumba recién cavada de


Marcos, mirando en silencio mientras el ataúd era bajado a la tierra. Se
abrazaron con fuerza, encontrando consuelo en el calor de la amistad que
habían compartido durante tantos años.

Mientras se alejaban del cementerio, el sol brillaba en el cielo, una promesa de


un nuevo día y de un futuro incierto. Pero sabían que, pase lo que pase,
siempre tendrían el recuerdo de Marcos para guiarlos en su camino.
Y así, con el corazón lleno de amor y los recuerdos de su amigo perdido, los
tres amigos emprendieron el viaje de regreso a casa, listos para enfrentar
juntos lo que el destino les deparara. Porque aunque Marcos se había ido, su
espíritu viviría para siempre en sus corazones y en la eterna amistad que
compartían.

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