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T Eatros Y Teatralid Ad Es en M Éxico Siglo XX: Domingoadame
T Eatros Y Teatralid Ad Es en M Éxico Siglo XX: Domingoadame
Siglo XX
Domingo A dam e
Esta publicación forma parte de los productos de la LGAC
“Estudios Teatrales” del Cuerpo Académico de la Facultad de
Teatro de la Universidad Veracruzana y se realizó con el apoyo
del PROMEP (Programa de apoyo p ara el mejoram iento del
profesorado).
Derechos reservados ©
ISBN; 968-5199-36-1
In troducción.............................................................................................................. 9
Introducción...........................................................................................................9
Los temas de investigación que he desarrollado en los últimos diez años han
estado vinculados a dos intereses específicos: la teoría teatral y la práctica
del teatro en México. Se trata, en gran medida, de un proyecto complejo a
largo plazo que busca establecer relaciones entre el todo y las partes y las
partes con el todo a fin de comprender el sentido artístico y social del teatro.
Con anterioridad he realizado trabajos en torno a la hermenéutica en el pro
ceso creativo del director teatral y otros concernientes a la teatralidad como
especificidad del acto teatral. Acerca del teatro en México he tratado asun
tos relativos al teatro indígena y campesino y a la mayoría de sus formas de
producción, concentrándome en algunos discursos específicos.
En esta ocasión me he propuesto integrar los distintos ámbitos e inte
reses con la finalidad de ofrecer una visón de conjunto sobre el teatro del si
glo XX en México. No se trata de una historia del teatro propiamente dicha,
aunque no se elimina esa dimensión. Más que dar cuenta del conjunto de la
producción teatral en cien años he seleccionado momentos representativos
de formas o tendencias de producción teatral y espectacular que correspon
den a la diversidad cultural de México. Mi intención es acercarme -para
comprenderlo- a un fenómeno que es, ante todo, un conjunto de relaciones
multidimensionales y dinámicas entre individuos y sociedades.
El enfoque interaccional complejo amerita ser tratado con estrategias
pertinentes, como las propuestas de Edgar Morin quien, a lo largo de su vas
ta obra, nos invita a construir una nueva forma de pensar basada en la com
plejidad (en el sentido originario del termino complexus: lo que está tejido
junto) y cuyos tres principios fundamentales plantean: mantener la duali
dad en el seno de la unidad (principio dialógico); romper la idea lineal de
causa/efecto, pues los productos y los efectos son, al mismo tiempo, causas y
productores de aquello que los produce (principio de recursividad) y recono
cer que no solamente la parte está en el todo, sino que el todo está en la parte
(principio hologramático).^
1 Edgar Morin, Introducción al pensamiento complyo, Gedisa, Barcelona, 2003 (1*. ed. en
francés, 1990).
El paradigm a occidental, desde Descartes, h a sido el de la simplifica
ción, en nom bre de cuyos principios de reducción-disyunción se h an realiza
do operaciones m utilantes. La pertinencia de la teo ría de la complejidad
reside en colocar la invención frente a la repetición. Se tr a ta de u n nuevo
juego del pensam iento en donde la razón se em plea crítica y autocríticam en
te y se adm ite la contradicción. La complejidad, como el te atro , hace del oxí
m oron su emblema.
E sta línea de pensam iento h a sido alim entada por teorías teatrales
opuestas a la unidireccionalidad y al positivismo con los que se h a estudiado
el teatro, para, por el contrario, vincularlo con m últiples fenómenos. Me re
su ltan de interés, por ejemplo, las propuestas de E lka Fediuk de organizar el
conocimiento te atral a p artir de la discontinuidad y sim ultaneidad de for
mas y estilos con base en los principios de semejanza, identidad/diferenciay
repetición/diferencia^; de Jorge D ubatti, quien p lan tea intensificar la expe
riencia de los estudiosos del teatro como espectadores, dialogar con los crea
dores y hacer estudios com parados del teatro locad/nacional en contextos de
internacionalidad y supranacionalidad^; de Ju a n Villegas quien sugiere ir
más allá de los discursos hegemónicos para incluir en las h istorias de los tea
tros los discursos m arginales, desplazados y subyugados, recomendando
tam bién la integración de diversas disciplinas y reconociendo que el texto
dram ático y el texto te a tra l son dos prácticas discursivas que involucran el
todo de la vida social.'* E n el camino de la integración de los saberes, resulta
de gran im portancia asum ir que la feilta de relación e n tre disciplinas consti
tuye un obstáculo epistemológico, así, el llamado de P atrice Pavis a favor de
un retorno a la tradición herm enéutica, resu lta del todo plausible.®
Los principios de la complejidad y de las teorías afines sirven de sus
tento a este proyecto “T eatros y T eatralidades en México en el siglo XX” que
tiene como objetivo organizar el conocimiento sobre las distintas experien
cias de transform ación de la realidad, a través de la acción simbólica del in
dividuo.
Por otra parte, la autonom ía y dependencia del teatro con otras disci
plinas y prácticas culturales puede ser mejor com prendida a través de la no
ción de teatralidad, entendiendo a ésta como la capacidad del individuo para
transform ar la realidad a través de su propia transform ación. De este modo
el teatro es visto como la organización de códigos de representación que
em anan de la propia cultura. Por lo tanto, más que h ablar de teatro y de tea
tralidad hay que hablar de teatros y teatralidades, pues la pluralidad es con
secuencia de la diversidad cultural y de las distintas transform aciones de la
11
El nuevo ajuste simbólico de la Independencia intentó construir, sin
éxito, la identidad mestiza, pues en los hechos se vivió un culto a lo europeo.
Luego, con la Revolución, se retomaron demagógicamente y desde el poder
los símbolos indígenas marginados. En el arte se incorporaron tam bién con
ceptos y técnicas provenientes de los movimientos sociales y artísticos de
Europa y Estados Unidos. Mientras tanto, el teatro hegemónico se debatía
entre nacionalismo y universalidad, dando pauta a diversos proyectos como
el de Rodolfo Usigli, cuyo objetivo fue crear el “teatro mexicano” e instalarlo
definitivamente dentro del sistema cultural nacional.
Los primeros resultados de estos proyectos aparecen a principios de
los 50 y continuaron en las siguientes 'decadas. No obstante, la persistencia
en negar la existencia del teatro en México obedece a la concepción reduccio
nista, acorde al paradigma occidental.
Por mi parte, distingo cinco categorías que presento en el segundo ca
pítulo y en las cuales rige el criterio de discontinuidad y simultaneidad:
1. Teatro indio y comunitario que, sobre todo en el medio rural, pero
también en el urbano, mantiene la herencia de las culturas prehispánicas y
se apropia, para sus fines, de la occidental.
2. Teatro de Revista, de origen europeo que, debido a la incorporación
del lenguaje y tipos populares, se convirtió en la teatralidad más representa
tiva durante las tres primeras décadas del siglo.
3. Teatro educativo y de orientación popular, promovido por los go
biernos “revolucionarios” con carácter doctrinario y nacionalista difundido
en las poblaciones rurales.
4. Teatro dramático de herencia burguesa europea, desarrollado en
las grandes ciudades.
5. Teatro de experimentación y de investigación escénica, que rompe
con las formas decimonónicas y busca permanentemente nuevas maneras
de relacionarse con la realidad.
Por último, en el tercer capítulo, presento algunos acercamientos crí
ticos sobre textos teatrales específicos que corresponden a las dos últimas
categorías.
La organización de este trabajo es la de un conjunto polifónico que da
voz a distintas expresiones del teatro en México, las cuales, pese a su diversi
dad, suenan en armonía pues las une el mismo propósito creativo y el espa
cio compartido.
Esta publicación es una invitación para andar caminos por hacer y
para tender puentes que los unan.
No quiero terminar esta introducción sin dejar de reconocer a quienes
han nutrido mi comprensión del fenómeno teatral en México: maestros, co
legas, y hermanos entrañables, especialmente Octavio Rivera, Alejandro
Ortiz, Daniel Meyran, Rodolfo Valencia, Donald Frischmann, Susana Jo
nes, José Ramón Alcántara, Elka Fediuk, Francisco Acosta, Germán Meyer,
Giovanna Recchia, Lech Hellwig Gorzynski, Guillermina Fuentes, M arta
Toriz y, en general a todos los miembros de la Asociación Mexicana de
Investigación Teatral. Gracias por compartirme sus conocimientos pero, so
bre todo, por regalarme la hermosa flor de su amistad.
13
Capítulo I
Contexto teórico e histórico
1.1 T e o r ía
Por ser el teatro expresión de u n a cultura productora de signos, su diversi
dad es evidente. El concepto designa gran variedad de prácticas escénicas
que se realizan en lugares determ inados, con fines específicos y p ara espec
tadores por ellas convocados.
La producción de signos se determ ina culturalm ente y es resultado de
la capacidad hum ana para dotar de significado al mundo circundante, o sea
de aprehender el “se r” de las cosas o de las personas con independencia de
su existencia. P ara constituir esos signos fue necesario desarrollar otras ca
pacidades inherentes al individuo como observar, pensar y expresar p ara re
p resentar y comunicar. E sta capacidad lo convierte a la vez en producto, por
lo tanto cada persona puede convertirse en signo, dando lugar a la práctica
llam ada “te a tro ” que tiene su origen en el instinto pre-estético al que Evrei-
nov denominó “teatralidad”.^
El teatro es entonces la presencia viva de uno o más sujetos interac
tuando en tre sí, o con cualquier elemento “real” o “im aginario” frente a
otras personas y en el marco de u n espacio, tiempo y situación definidas con
antelación o en el momento mismo en que ocurre.
Los presupuestos teóricos que propongo como marco para este estudio
son: 1) el proceso de creación te atral es conducido por la “teatralidad”; 2) la
creación y combinación de signos teatrales está sujeta a convenciones y códi
gos determ inados teórica, histórica y culturalm ente, de lo que resultan dis
tin tas form as teatrales y 3) la comprensión de cada proceso de teatralidad
requiere de estrategias pertinentes que perm itan distinguirlos y relacionar
los en tre sí. Aquí se em plean la semiótica y la herm enéutica en la perspecti
va de la complejidad.
1.1.1 T eatralidad
¿Por qué se representa? E sta pregunta puede tener m uchas respuestas: por
el placer de la transform ación, por el conocimiento que se adquiere al hacer-
Nicolás Evreinov, E l teatro en la vida, Ediciones Leviatán, Buenos Aires, 1956, p. 35.
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
2 Hans Georg Gadamer, Verdad y Método, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1989, p. 149.
3 Roland Barthes, Ensayos críticos, Seix Barrai, Barcelona, 1983.
4 Femando de Toro, ¿“Teatralidad o teatralidades? hacia una definición nocional"/ntersec-
ciones: ensayos sobre teatro, Vervuert Verlag, Frankfurt am Main, 1998, p. 51.
5 Erika Fischer-Lichte, Semiótica del Teatro, Arco/Libros, Madrid, 1999, p. 15.
CAPÍTULO I
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
17
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
Ó pera y Ballet, D anza m oderna y Ópera experim ental. E n el trá n sito hacia
la in tra-teatralid ad “p u ra ” el soporte literario va desapareciendo y, a la in
versa, aum enta en su acercamiento a la extra-teatralidad “p u ra ”.
Con u n a perspectiva cultural diferente, debida a su origen latinoam e
ricano, Ju a n Villegas prefiere hablar de “sistem as de te a tra lid a d ” con códi
gos propios. Así, la teatralidad social es el conjunto de te atralid ad e s de una
determ inada sociedad, donde quedan incluidas las p rop iam en te sociales y
las estéticas. El concepto de teatralidad social conduce hacia la caracteriza
ción de ciertas prácticas consideradas “artísticas” o como producciones que
tienen la intención de constituir objetos estéticos. A estas actividades; tea
tro, circo, espectáculos callejeros, carnavales o ritos las llam a prácticas escé
nicas.®
E n la actualidad, aclara, se ha puesto en vigencia el térm in o “perfor
m ance” que incluye el concepto “teatro ” en sentido tradicional y todo tipo
de prácticas escénicas estéticas y sociales. Al igual que otros teóricos, consi
dera al discurso teatral la praxis de la teatralidad, donde se in teg ran signos
verbales, espectaculares y visuales de acuerdo con los códigos específicos de
un sistema cultural.
P artir de la teatralidad social condujo a Villegas a p reg u n tarse qué re
presentaciones constituían el “te atro ” y se estudiaban bajo ese nom bre. La
variedad, a su juicio, es infinita y se engloba en el concepto de texto te a tra l o
espectacular, es decir “la práctica escénica que, fundada o no en textos d ra
máticos, construye un espectáculo de acuerdo con códigos estéticos legiti
mados en el sistema cultural respectivo”.^® Los textos teatrales, en tan to
productos culturales, se inscriben en un conjunto de norm as o convenciones
históricas.
Su idea del teatro como interpretación visual resu lta del desplaza
miento del texto verbal al texto espectacular, ambos productos vistos en el
marco de un sistema cultural.
La perspectiva del texto espectacular surge de la necesidad de descri
bir otras prácticas escénicas y visuales m arginadas tradicionalm ente del
concepto teatro. Los estudios teóricos sobre el teatro, especialm ente a p artir
de la semiótica teatral y las propuestas sobre “perform ance” y “te atralid ad ”
han tendido a privilegiar esta concepción.^® Form a parte de la tendencia
contemporánea que fomenta lo visual, cultural e ideológicamente y propicia
el “debilitamiento de las culturas nacionales”.
Entender la dimensión visual de la práctica cultural como sistem a de
signos implica entender el medio de comunicación visual implícito y las con
diciones materiales o tecnológicas que hacen posible la visualidad d en tro de
esa cultura. Villegas destaca la importancia de la producción de im ágenes
para la construcción visual en el teatro, lo cual requiere u n a com petencia so-
CAPITULO I
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
ciad y cultural por parte del emisor y destinatario. La percepción del teatro
se hace por medio de la vista y del oído, en este caso el teatro siempre está
condicionado por las transformaciones de carácter tecnológico, por ello se
deben atender los elementos específicos de la puesta en escena: espacio escé
nico, personajes (signos del actor) y elementos sensoriales (iluminación,
música, olores, etcétera).
U n modo de análisis del teatro como medio visual implica la compara
ción de las imágenes utilizadas en los textos teatrales con las de otras prácti
cas escénicas o de construcción visual (iluminación, pinturas, esculturas,
diseños, fotografías, televisión, videos, cine, textos teatrales, textos dramá
ticos, narrativos, m arketing, etcétera).®® En suma, contar con una visón
m ulticultural y multimedia enriquece notablemente la historia y la práctica
del teatro.
E ntre los criterios distintivos de la teatralidad se encuentran: la con
tradicción, la denegación y el efecto de mise en abyme. La importancia y ne
cesidad de la contradicción en las representaciones hum anas es esencial en
el teatro. La oposición intencional entre dos elementos contiene un poten
cial ilimitado de significación. Todo intento de negar la contradicción es un
intento de negar la diferencia, de negar al otro, en suma, de negar el teatro.
Por eso la figura del oxímoron ha sido considerada fundamento de la teatra
lidad.
La denegación®® es el mecanismo textual y escénico cuya finalidad es
hacer consciente al receptor del funcionamiento teatral, a través del desen
mascaramiento de la ilusión. De acuerdo con lo anterior las marcas de la de
negación en la representación están dadas por el contexto (sala teatral,
escenografía, nombres de actores conocidos) las cuales orientan al especta
dor, aún al más ingenuo, a reconocer lo ficticio de cualquier tipo de acto tea
tral.
En el texto la denegación se encuentra sobre todo en las didascalias
que indican el lugar escénico como lugar-teatro, o la teatralización del actor
por medio de disfraces, vestidos y máscaras. También está sugerida en los
espacios de indeterminación destinados a ser “llenados” por la representa
ción, como la presencia sim ultánea de dos espacios o áreas de juego cuya re
solución escénica no se hace explícita, y también en los absurdos y
contradicciones textuales, como la presencia en un mismo lugar de catego
rías opuestas, la incoherencia de un personaje consigo mismo o la inverosi
militud, situaciones que se encuentran en abundancia en el teatro de las
vanguardias, el épico o del absurdo.
El receptor que identifica la especificidad teatral es porque ha in stru
mentado la denegación. Esto quiere decir que el teatro siempre va a exigir la
12 Ibid., p. 168.
13 Anne Ubersfeld, Semiótica teatral, Cétedra/Universidad de Murcia, Madrid, 1989 pp.
34-39.
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TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
14 Daniel Meyran, E l discurso teatral de Rodolfo Usigli, CITRU-INBA, México, 1993, pp.
211-217.
15 Eli Rozik, The language o f the Theatre, Glasgow University, 1992, p. 2.
CAPÍTULO I
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
16 Por ejemplo Kowzan dice que el signo teatral es icònico y mimètico. El carácter icònico se
memifiesta en la etapa de recepción e interpretación y el mimètico en la etapa de creación
y emisión. Tadeusz Kowzan, Semiologie du théâtre. N athan, Tours, 1992, pp. 63-74.
17 Rozik, op. cii,, pp. 16-17.
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TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
sible concebir que las im ágenes m entales pudieran ser com unicadas del
todo. P or lo ta n to se necesita distinguir entre los aspectos im aginativos y
m ateriales del signo icònico, sin cuya combinación no existiría.^® L a seme
ja n z a en el nivel m aterial del signo no quiere decir identidad.
Cuando se cancela la semejanza entre el significante y el modelo refe
rencia! se elim ina el principio descodificador de los signos icónicos y aparece
la convención icònica. E n apariencia existe u n a contradicción en estos tér
m inos, pero en el teatro la cancelación total no existe pues se m antiene el
principio de semejanza, ya sea en el nivel im aginario o en el m aterial. Se
puede p artir de este principio en ambos niveles o en cada u n o de ellos de la
siguiente manera;
1. La cancelación de semejanza en el nivel m aterial indica la plasma-
ción de imágenes en materiales diferentes a los modelos reales.
2. La cancelación de la semejanza en el nivel im aginario p odría afectar
la capacidad del espectador para deducir el significado de expresiones icóni-
cas, pues el principio descodificador, concedido n atu ralm en te al público, ha
b ría sido eliminado. En consecuencia, las convenciones icónicas tendrían
que haber sido aprendidas antes de ser utilizadas. De hecho este caso extre
mo de cancelación de semejanza no existe en la tradición d ram ática euro
pea.
Las funciones básicas para describir el mundo ficticio consiguen ser
llevadas a cabo por los medios teatrales icónicos. No obstante, se necesita de
las convenciones teatrales para su cumplimiento cuando existen, por ejem
plo; problemas técnicos y presupuéstales, características estilizadas del tex
to propuesto por el autor, limitaciones en las capacidades de atención y de
percepción sensorial de los espectadores, limitaciones im puestas por u n sis
tem a de valores el cual indica lo que es adecuado m ostrar en escena, restric
ciones de los medios icónicos que contienen distintos tipos de inform ación
—por ejemplo las partes no representadas del mundo ficticio, sus aspectos
no sensoriales y su utilidad conceptual o valores de significado.
Como el objetivo del arte teatral es superar todas las lim itaciones im
puestas por los medios escénicos y compensar al público de algunas posibles
deficiencias se recurre a convenciones; de la representación y de contacto
entre público y escenario a fin de alcanzar una comprensión m ás propia del
mundo ficticio; la formulación de lo no perceptible explícita los aspectos
ocultos de la acción de los personajes, por ejemplo, m ediante u n monólogo;
la formulación de lo no representado, lo que ocurrió antes o después; de con-
ceptualización, atribuidas por los personajes en sus descripciones verbales;
estéticas, no derivan de ninguna deficiencia en el medio teatral o de n inguna
otra forma obligatoria, deben ser vistas en tanto convenciones icónicas pues
afectan el aspecto imaginario de la comunicación teatral. Todas estas con
venciones visuales, espaciales, temporales, poéticas y tonales deform an el
18 /b íd .p p , 107-108.
19 Ibid.,p. l l l .
CAPITULO 1
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
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TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
E l c ó d ig o te a tr a l co m o siste m a
E n la fo rm a b á s ic a del código te a tra l; A r e p re s e n ta a X m ie n tr a s S lo mira, la
o p e ra c ió n de A im plica tre s situaciones d istin ta s las cu ales co n tie n e n distin
to s signos:
1. A c tú a de u n a d eterm in a d a m a n era, es d ecir re a liz a acciones con de
te rm in a d o s m ovim ientos, p a ra hacerlo se vale de signos cinéticos: mímicos,
g e s tu a le s y proxém icos y de signos acústicos: h a b la r, c a n ta r, h a c e r ruidos,
g e n e r a r m úsica.
2. A ctú a con d eterm inado aspecto físico, em p lea signos relacionados
co n el aspecto físico “n a tu ra l” de X; cara, fig u ra (m áscara), p ein ad o , y con el
asp ec to “a rtific ia l” : lo externo, como su v e s tim e n ta y objetos. E l aspecto del
a c to r se a rre g la m ediante: m áscara, peinado y v estu ario .
3. A ctú a en u n espacio determ inado, que tie n e ta m b ié n u n a determ i
n a d a ap a rien c ia y d en tro del espacio te a tra l donde se e n c u e n tra el especta
d or. E l c a rá c te r específico del espacio se crea m e d ian te: la concepción del
espacio, la decoración o escenografía, los accesorios y la ilu m in ació n .
E ntonces, adem ás del proceso A re p re se n ta a X m ie n tra s S lo mira,
ta m b ié n form an p a rte de las condiciones m ín im as del te a tr o los signos: rui
dos, m úsica, lingüísticos, paralingüísticos, m ím icos, g estu ales, proxémicos,
m á sca ra , peinado, vestuario, concepción del espacio, decoración, accesorios
e ilum inación. F ischer-L ichte coincide con T adeu sz K ow zan, q u ie n hizo la
p rim e ra clasificación de signos teatrales, sólo agreg a la concepción del espa
cio.
Todos los signos del te a tro denotan a su vez signos. M ie n tra s los sig
n os lingüísticos funcionan cultureJm ente como sím bolos (relación a rb itra
ria); y los mím icos como índices (relación causa-efecto); en el te a tro se
u tiliz a n como iconos (relación de sem ejanza): los signos lin g ü ístico s de A de
n o ta n adem ás los de X; los signos mímicos de A d en o tan los de X. P o r lo ta n
to no son idénticos a los creados por los sistem as cu ltu rale s, sino que
co nstituyen iconos, ese es su significado.
Los signos teatrales actúan como signos de signos, tie n e n capacidad
de movilidad; la decoración puede ser su stitu id a por p alab ras, los accesorios
por gestos, los gestos por ruidos, etc. P or últim o son polifuncionales, o sea
que adoptan diferentes funciones sem ióticas y se tra n sfo rm a n en otro: u n a
silla no sólo se puede utilizar con el significado de silla, sino ta m b ié n con el
de u n a m ontaña, u n a escalera, o u n a espada. La silla ado p ta los significados
que la actividad del actor le confiere.
La com unicación te a tra l requiere que el actor, en la con stru cció n de
u n significado, cree u n signo recurriendo al mismo código que el espectador
em plea p ara la atribución de significado.^"*
J
CAPITULO 1
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
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TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
28 7ói<i.,p. 340.
29 Gadamer, op. cit., p. 145.
30 Meyran, op. cit., p. 28.
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CAPÍTULO I
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
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TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
D in á m ic a d e l sig n o te a tr a l e n el p ro ceso d e c o m u n ic a c ió n
E l ín d ice ap a rece en el lenguaje te a tra l como signo de la en u n ciació n que
u b ic a al enu n ciad o en la escena y actualiza la situació n . P u e d e se r lingüísti
co y escénico. E l índice, articu la al icono, lo sitú a y de esa m a n e r a guía al in
te r p r e ta n te del espectador. E l símbolo rem ite al objeto d e n o ta d o e n función
de u n a ley qu e d eterm in a su in te rp retació n con re fe re n c ia a ese objeto. En el
p lan o te x tu a l im plica n ecesariam ente el in te r p re ta n te de los espectadores.
E n el te a tro , el símbolo es el resultado de la cad en a sem ió tica. Especialm en
te en el funcionam iento del signo te a tra l, el icono y el índice, p o r relación,
p e rm ite n al in te rp re ta n te ap reh en d er el sím bolo, es decir, el significado del
signo.
E n síntesis, el proceso de in te rp re tac ió n sem ió tica del signo ocurre de
la sig u ien te m anera: en su esencia como icono o rep rese n tac ió n ; la in te rp re
ta ció n del signo como índice, o expresión del sentid o del signo, lo q ue indica
el signo y la interp retació n del signo como sím bolo, o se a la significación del
signo.
34 Ibid.,p.66.
35 Ibid., p. 103.
29
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
E l actor y el personaje
La noción de personaje y sus preceptos han sido puestos en tela de juicio, por
eso los teóricos han centrado su interés en el actante. Los actantes constitu
yen una categoría principal, una clase de “actores” (personajes); su estruc
tura, en cambio, correspondería a un determ inado género literario.
Respecto de los “actores” (personajes), los “actantes” serían investidos de
un estatuto metalingüístico en razón de su carácter convencional, colectivo
y sintético. Greimas los organiza en tres parejas dialécticas: sujeto-objeto,
destinador-destinatario, opositor-ad30ivante.
Dicha reflexión teórica y crítica parece p ertinen te en su explicación
del fenómeno dramatúrgico. Ofrece una nueva lectura y perspectivas de
análisis en profundidad del sistema teatral, al rom per con el discurso clásico
y antropomórfico que sitúa al hombre en el centro de la acción.
En este proceso de construcción es im portante p a ra el actor ten er en
cuenta su propio sistema de signos y la totalidad de los signos de la represen
tación. En la semiosis de representación el actor es el p u n to donde conver
gen los interpretantes de los cuales es portador. El espectador descubre el
significado del objeto teatral en las acciones y com portam iento del actor.
Semiosis de interpretación
Es el lugar de los interpretantes. La concepción de Peirce se o rien ta sobre la
interpretación, cualquier signo es comunicación, em isor e in té rp re te se fu
sionan, del mismo modo que el personaje con el actor. C ualquier intérprete
puede dilucidar signos exteriores a su ser, pero tam bién sus propios signos.
El espectador no se elimina en el texto-representación. Su presencia
se concretiza desde el proyecto del autor del texto, del d irector del espec
táculo o de los actores. El papel activo del espectador como d estin ad o r y des
tinatario, sujeto y objeto del texto-representación, es la noción peircean a de
interpretante, mientras que el signo saussureano: significante-significado,
debido a la universalidad del sentido al cual rem ite no es apto p a ra implicar
al espectador.^®
Mientras más interpretantes entran en juego, la rep resen tació n se
aprecia en todas sus dimensiones como objeto construido que in te rp re ta la
realidad de donde procede. P ara hacerlo, el espectador e n tra en la sala con
un “horizonte de expectativas”.
36 Ibid., p. 125.
30
CAPÍTULO 1
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
37 /óld.,p . 132.
38 Gadamer, op. cit., p. 153.
31
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
ju e g a”; el juego rep resen ta u n orden donde el vaivén del m o v im ien to lúdico
aparece por sí mismo. El movimiento tien e lu g ar sin objetivo, sin in ten ció n y
sin esfuerzo. El juego es un proceso n a tu ra l, es u n p u ro au to -m an ifestarse
porque es naturaleza.®®
Según G adam er el concepto de in te rp re tac ió n no se ap lica exclusiva
m ente a la ciencia, sino tam bién a la reproducción a rtístic a — m u sical o escé
nica. E n este últim o ámbito, la in terpretación p erm ite al len g u aje de signos
de u n texto musical o dramático alcanzar su objetivo. P a r a la h erm en éu tica
en el lenguaje se representa el mundo. Lo dicho en u n te x to d ram ático es
fundam ental, pero no es posible hacer de lado su fo rm a de e sc ritu ra .
Mimesis y hermenéutica
Las aportaciones de Paul Ricoeur para la com prensión de la creació n poética
en tanto expresión simbólica son invaluables. Lo m ás significativo de ellas
consiste sin duda en la im portancia concedida al proceso m ism o de creación,
en lo cual coincide am pliam ente con Gadam er.
Su reflexión en torno a la mimesis ofrece la p osibih d ad de en te n d e r la
teatralidad como proceso de construcción que inv o lu cra p ro d u ctiv am e n te a
creadores y receptores, mundo real y m undo de ficción.
En su magna obra Tiempo y narración‘^°, concibe a la n a rra c ió n como
“composición de tram as” donde se expresa el tiem po h u m a n o . D edica los ca
pítulos II y III a la revisión del concepto de m im esis con u n a p ersp e ctiv a h er
menéutica a partir de la “Poética” de A ristóteles. S eg ú n la h ip ó tesis de
Ricoeur mimesis no significa “copia”, sino la actividad p ro d u ctiv a del poeta.
P ara demostrarlo analiza el binomio m im esis-m ythos, de cuya relación for
mula su singular teoría de “triple m im esis”.
La triple mimesis
El propósito de sacar a la representación del im passe al q u e h a b ía sido rele
gada por la tendencia filosófica de “la ilusión re p re se n ta tiv a ” , donde las
imágenes representadas deberían corresponder con la im ag en in te rn a de
algo real, parte del reconocimiento de Ricoeur al ca rácter polisém ico de la
pgdabra mimesis.
Así, la “clausura de la representación” a la que conduce irrem ediable
mente la interpretación de mimesis en ta n to “copia” se tra n sfo rm a en
“apertura” al verla como actividad productiva o poiesis.
La idea de “copia” se invalida al confrontar m ythos y m im esis, pues la
actividad de “entram am iento” no puede constituirse sim u ltá n e a m e n te a la
imitación de u n a acción. El poeta “im ita” o “re p re se n ta ” en la m ed id a que
construye tram as, es decir a través de su praxis. Cada u n a de las tre s m im e
sis corresponde a distintos momentos del proceso poietico.
39 /6 id ,p p . 143-150.
40 Paul Ricoeur, Tiempo y Narración t .l, Ediciones C ristiandad, M adrid, 1987.
32
CAPITULO I
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
41 /6 íd .,p . 134.
42 /6¿d.,p. 135.
33
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
_______ SIGLO XX
posible recurrir a norm as generales aplicables por igual a to d a rep rese n ta
ción. Los “prejuicios” no se pueden eludir, pero son modificados en el proce
so de comprensión.
Segunda categoría
La “distancia histórica” del espectador con respecto al texto, es tran sfo rm a
da por Fischer-Lichte en “actualidad absoluta” debido al e sta tu to ontològi
co de la representación que no perm ite la separación e n tre receptor y
productor. En todo caso la distancia que subsiste es cultural.
La “actualidad absoluta” es condición esencied del proceso de com
prensión, si de ella se deduce que el receptor no puede retroced er o adelan
tarse en la representación, profundizar en detalles o proporcionar m aterial
adicional sobre el contexto de la representación, al que puede re c u rrir p ara
u n a mejor comprensión interrumpiendo su desarrollo. L a realización de los
signos y sus combinaciones por los actores y su in terpretación por los espec
tadores transcurren casi de forma sim ultánea, tiene que darse la o p o rtu n i
dad a los espectadores de atribuir un significado a d hoc a estos signos y
combinaciones semióticas.^^
La “actualidad absoluta” obliga, por un a parte, a lim itarse a la com
prensión inmediata de lo representado y, por otra, a re c u rrir al potencial se-
miótico de cada espectador.
Tercera categoría
La “calidad circular” permite descubrir el proceso p erm an en te de todo acto
de comprensión. Si el receptor inicia la com prensión de u n tex to (teatral)
basado en su precomprensión condicionada histórica y socialm ente, prim e
ro atribuirá e^erim entalm ente significados de su propio sistem a a los sig
nos presentados. Cuando compruebe que estos significados no tienen
sentido en el contexto de la representación in te n ta rá su stituirlo s por otros,
con los que se puede crear un nuevo sentido basado en la respectiva precom
prensión, que siempre varía a cada paso de la representación. Se irá n esbo
zando nuevas hipótesis de interpretación (según la teoría analítica), que
siempre anticipan de forma distinta el sentido del texto a in te rp re ta r. Pero
estáis hipótesis no se pueden verificar o recusar de form a clara y co n tunden
te desde el final de la representación (como postula la teo ría analítica), por
que ya que la representación, como texto estético, conserva la posibilidad de
distintas constituciones de sentido, no se puede p a rtir de la existencia de
una sola interpretación “correcta”, con la que se tuviera que com probar de
forma subjetiva la habilitación de cada una de las hipótesis de in te rp re ta
ción.^
Cada etapa del proceso de comprensión se incluye dentro del “circulo
hermenéutico” donde se establece un a relación de p arte y totalidad.
1.2 C o n te x to h is tó r ic o y te a tr a l
1.2.1 El mundo en el siglo XX
Siguiendo el trayecto que Edgar Morin describe en Educar en la era planeta
ria^, la occidentalización del mundo comienza tanto por la inmigración de
europeos a América y A ustralia como por la implantación de la civilización
europea, de sus arm as, de sus técnicas, de sus concepciones en todas sus fac
torías, avanzadas y zonas de penetración. A principios del siglo XX, dice, dos
hélices m undializantes impulsan la planetarización.
P or un lado, la occidentalización del mundo de la mano del imperialis
mo: G ran B retaña controla un quinto de la superficie de la tierra; los Países
Bajos las Islas del Pacífico; Francia: Africa e Indochina; Rusia: Asia y el Pa
cífico; Alem ania es un imperio de dos millones de kilómetros cuadrados. Ita
lia, Bélgica y Portugal también tienen sus colonias. China deja en manos
europeas concesiones territoriales en sus grandes puertos. Sólo Japón resis
tió e infligió al hombre blanco su primera y humillante derrota en P ort
A rth u r en enero de 1905, por eso mismo contribuyó a la mundialización de
la sociedad occidental.
La apertura de los canales de Suez y Panam á permitió el paso entre el
m editerráneo y los m ares de Asia y entre el atlántico y el Pacífico. Las líneas
férreas llegaron a u nir los continentes de un extremo a otro.
Los movimientos migratorios en aumento permanente por el creci
m iento demográfico surgen por la pujanza económica, el desarrollo de las
comunicaciones y la inclusión de los continentes subyugados en el mercado
mundial. Los campos van a poblar las ciudades industriales, los miserables y
perseguidos de Europa se van a las Américas, los audaces y los aventureros
p arten hacia las colonias.
La mundialización del mercado está vinculada con el despliegue m un
dial del capitalismo y de la técnica, de los conflictos entre los impeirialismos,
de la política, del modelo del estado-nación forjado en Europa y que se va a
transform ar en un instrum ento de liberación frente a los dominadores euro
peos.
Los múltiples procesos de mundialización (demográficos, económicos,
técnicos, ideológicos, etcétera) se interfieren y son tumultuosos y conflicti
vos.
45 Edgar Morin, Raúl Domingo M otta y Emilio Roger Ciurana, Educar en la era planetaria,
UNESCO- Universidad de Valladolid, Sedameinca, 2002, pp. 59-71. ’
35
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
P o r otro lado, em ergen las ideas del hum anism o y de em ancipación ge
n erad as por la inercia de la prim era hélice. E sta segunda hélice su rg e a m e
diados del siglo XIX:
Augusto Comte hace de la humanidad la matriz de todo ser humano, la músi
ca de Beethoven, el pensamiento de Marx, el mensaje de Víctor Hugo, de
León Tolstoi se dirigen a toda la humanidad. El progreso parece ser la gran
ley de la evolución y de la historia humana. Ese progreso está garantizado por
el desarrollo de la ciencia y de la razón, una y otra universales en su principio.
De este modo toma forma la gran promesa universal que el socialismo va a
hacer suya y a la que va a dar vida.“*®
El socialismo se proclama intem acionalista en su principio, y la in te r
nacional se da como misión la unión del género hum ano. L a g u e rra tam b ién
cumple su papel en el proceso de planetarización. La de 1914-1918 es el p ri
m er gran denominador común que une a la hum anidad. P ero la u n e en la
m uerte eclipsando las dos hélices.
En 1917 con el derrum be del zarismo se crea el prim er foco de la revo
lución mundial que no tiene éxito.
Como reacción al comunismo recuperan su fuerza los nacionalism os.
E n Italia aparece el fascismo, segundo totalitarism o en su sistem a de p a rti
do único y antagonista en su ideología nacionalista.
La economía mundial se ve agitada por sobresaltos a principios de los
años veinte hasta la gran crisis de 1929. Propaga la depresión económ ica a
todos los continentes, después de dos años de crisis, u n a c u a rta p a rte de la
mano de obra de los países industrializados se en c u en tra sin trab ajo .
En Alemania se concentran los efectos m ás nocivos. El com unism o
apátrida inflama el deseo de revancha nacionalista y el odio a los ju d ío s lleva
a Hitler al poder. Su ideología de la superioridad de la raza aria d esp ierta el
imperialismo pangerm anista y em puja a A lem ania nazi a d o m in ar a E u ro
pa.
El ejército japonés inicia la conquista de C hina en u n a g u e rra que d u - .
rará hasta 1945 y se prolongará h asta la guerra civil en 1949. E n to d as p a r
tes hay conflictos, las democracias —salvo en E stados U nidos e In g la te rra —
revelan su vulnerabilidad. El comunismo estalinista revela su h o rro r en los
proceso de Moscú y el nazismo h itlerista revela el suyo en los cam pos de con
centración. La segunda guerra m undial se desencadena en sep tiem b re de
1939.
Alemania nazi conquista Noruega, Holanda, Bélgica y F ra n c ia en
1940, después, flanqueada por la Italia m ussoliniana, dom estica o co n q u ista
los otros países europeos (1940-1941) salvo España, T urquía, P o rtu g al, S ui
za y parcialmente Suecia. La guerra se m undializa con el ataq u e alem án a la
URSS, el ataque japonés a Pearl H arbor, la guerra en Libia y Egipto, la gue
rra naval en todos los mares, el despliegue de los bom bardeos aéreos sobre
46 Ibid., p. 65.
CAPÍTULO I
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
todas las naciones en conflicto h asta la destrucción del tercer Reich en Ber
lín en mayo de 1945 y el aniquilam iento de las ciudades de Hiroshima y Na
gasaki en agosto del mismo año.
La guerra constituye en hipérbole la m asacre mundial en el contexto
de la edad de hierro planetaria.
La destrucción del nazismo trajo esperanzas de paz, se ignoraba que el
ejército rojo no traía la paz, sino otra se m d u m b re y que el colonialismo ha
bía recom enzado su em presa en Asia y Africa.
La ONU instituida por la coalición triunfadora pronto se encontró pa
ralizada por la em ergencia de los dos campos en conflicto. La G uerra Fría
com ienza en 1947 y d ura hasta 1989. Dos bloques. G uerra ideológica.
Destrucciones, insurrecciones y transform aciones: guerras en Viet
n am y en Argelia. Surge el Tercer Mundo formado por naciones nuevas, m u
chas veces integrado por etnias heterogéneas donde nacen nuevos
problem as (opresión a las m inorías, rivalidades religiosas). Dictaduras mili
tares, totalitarias, corrupción, explotación, degradación de las culturas indí
genas.
China, V ietnam , Cuba escapan de la órbita occidental y se unen al
campo socialista. Egipto, Irak y Siria cambian y vuelven a cambiar de cam
po.
Se forma el Estado de Israel, la G uerra Fría se transform a en belige
rancia crónica. En el Medio O riente se m anifiestan enfrentam ientos entre
cristianism o, islamismo y judaismo, entre tradición y modernidad, entre
oriente y occidente, entre laicidad y religiosidad. Además de intereses por el
petróleo.
E n 1960 se disocia el bloque China-URSS tensiones que se exasperein
con la g uerra de A fganistán (1985). Con el deterioro del mito del socialismo
real y con el proceso reform ador de la “perestroika” que conduce a la implo
sión del totalitarism o com unista y a la disociación de su imperio
(1987-1991) se hunde la gran religión de salvación terrestre que había ela
borado el siglo XIX para suprim ir la explotación del hombre por el hombre.
T riunfan los modelos occidentales: libre empresa, democracia, leyes de m er
cado, pero no se solucionan los problemas económicos y sociales. En todos
los países del antiguo imperio soviético se vive una triple crisis: política, eco
nómica y nacionalista, por ejemplo: Moldavia, Armenia-Azerbajian, Georgia
y Yugoeslavia.
A inicios del siglo XXI aparece u n a nueva forma de mundialización: el
terrorism o global.
La síntesis de Morin revela que durante el siglo XX el mundo logró
u n a m ayor interconexión, pero, paradójicamente, se propició m ayor separa
ción en las sociedades locales destruyendo el sentido de com unidad, sin el
cual, es imposible construir u n a comunidad planet2iria.
37
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
________________ SIGLO XX
1.2.2.1 El porfirism o
P o lítica
L a dictadura de Porfirio Díaz inició en 1877 y concluyó en 1911. D u ra n te los
tre in ta años que estuvo al frente del poder Díaz buscó se n ta r las b ases p ara
la modernización de México m ediante u n estricto control en lo político y en
lo económico sintetizado en su frase “poca política y m u ch a a d m in istra
ción”. Se am pharon las relaciones internacionales privilegiando los vínculos
con países europeos a fin de contener la fuerte presencia de E stad o s U nidos.
Son bien conocidas las obras de in fra estru c tu ra del gobierno p o rfiris
ta, pero más todavía los despojos que hizo de sus tie rra s a com unidades indí
genas y campesinas. Buscó, sin resultados, a tra er em igrantes europeos a fin
de cambiar la idiosincrasia del país.
Las nuevas condiciones socio-económicas provocaron d esaju stes, es
pecialmente entre obreros, clases m edias y cam pesinado quien es e n fre n ta
ron carencisis y marginación. Por el contrario, la clase g o b ern a n te y
adinerada vio crecer sus privilegios.
Cultura
El contraste entre la eUte política y el pueblo e ra abism al. P o r c ita r sólo u n
dato; el 80% de la población era analfabeta debido a que, bajo el p en sam ien
to positivista, se impulsó la educación m edia y superior quedando releg ad a
la educación básica.
La Escuela Nacional P reparatoria fue la institución d e stin a d a a for
mar ciudadanos. De ella surgieron grupos con orientación h u m a n ista como
“Los jóvenes del centenario” encabezados por Alfonso Reyes y p o sterio r
mente el “Ateneo de la Juventud” (1909) cuyos miem bros hicieron la crítica
del positivismo y del modelo cultural porfirista al cual consideraban c o n tra
rio a la identidad mexicana.'^®
Porfirio Díaz había convertido al país en un sitio de “paz, o rd en y p ro
greso”. Los circos, las compañías de ópera y dram áticas, el cinem atógrafo y
47 Al respecto es ilustrativo el libro de Roger B artra (sel. y prol.) A natom ía del mexicano,
Plaza&Janes, México, 2002.
48 Sugiero la lectura del libro de Alvaro M atute, La revolución mexicana: actores, escenarios
y acciones. Vida cultural y política 1901-1929, INEHRM-Océano, México, 2002.
CAPÍTULO I
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
Cultura
El cinematógrafo y la novela jugaron un papel muy im portante como regis
tro de este proceso social, así consta en películas como “Memorias de un m e
xicano” de Salvador Toscano y en las obras de M artin Luis Guzmán y
M ariano Azuela. A p artir de 1917 el cine abandonó el nivel documental,
p ara llevar a la pantalla ficciones, es decir películas con argumento.'*®
49 Aurelio de los Reyes, 80 años de cine en México, Universidad Nacional Autónom a de Mé
xico, México, 1977, p. 44.
39
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
40
CAPITULO I
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
41
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
______________ SIGLO XX
1.2.2.4 El cardenism o
P olítica
Al asum ir la presidencia Lázaro Cárdenas (1934-1940) se en co n tró con:
La institucionalización de la revolución en el marco del PNR, la presencia do
minante del “jefe máximo” Plutarco Elias Calles, la incipiente reforma agra
ria que ya se quería liquidar, el escaso desarrollo de la industria nacional, el
movimiento obrero fraccionado en diferentes y opuestas organizaciones y el
malestar general expresado en huelgas de obreros y luchas de campesinos, so
bre el trasfondo de la crisis económico mundial y de la política económica y
social de los círculos dirigentes.®^
Muchos fueron los hechos que perm itieron a C árden as g an a rse la con
fianza y el apoyo popular, lo que constituyó su fuerza principal y tuvo su ori
gen en la intensa campaña electoral que realizó por casi todo el país, donde
las voces campesinas fueron las m ás escuchadas. Pero, quizá, lo m ás im por
tante fue su posición frente al callismo, del cual algunos lo veían como conti
nuador. Su rechazo a proseguir con la guerra religiosa y la expulsión de
Calles del país en 1936 fueron m uestra contundente del ro m p im ien to defi
nitivo.
Los aspectos principales del período cardenista fueron: la estatización
de las empresas petroleras (18 de marzo de 1938) y de ferro carriles, la orga
nización del movimiento obrero, la política internacional, la refo rm a ag raria
y la educación socialista. Sin embargo “al te rm in a r el cardenism o las fu er
zas progresistas no lograron consolidar sus posiciones n i a seg u rar la profun-
dización gradual de las reform as sociales, en consecuencia se fortalecieron
Cultura
Todas las corrientes culturales inauguradas a p artir de 1910 florecieron en
los años trein ta.
De acuerdo con varios autores, duremte el gobierno de Cárdenas, el
E stado se transform ó en u n “E stado nacional, articulado y dinámico”, de tal
form a que tam bién modificó el papel de los intelectuales y artistas quienes
se introdujeron individualm ente por el camino de la crítica y pusieron en
tela de juicio la herencia de los valores revolucionarios, tanto ideológicos
como plásticos, así como la pérdida de identidad cultural, cuya reconquista
sirvió p ara cim entar la “Escuela Mexicana de P in tu ra”. Con relación a la
creación sonora durante los años tre in ta aparece una nueva concepción
estética: la escuela nacionalista y se producen obras dentro del más puro es
tilo indigenista.
43
TEATROS YTEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
45
TEATROS y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
do las bases p ara que un reducido grupo dom inara las actividades in d u stria
les y financieras e increm entara su influencia política. E n su lexenio el
sector comercial y de servicios aum entó considerablem ente, m ie n tra s que
en el campo la atomización de la tierra hizo que m uchos ejid atario s re n ta ra n
o desatendieran sus parcelas y se em plearan como peones. Los tre s m illones
de indígenas comenzaron a ser asimilados en las filas del p ro letariad o agrí
cola. Por otra parte, los predios de más de 200 hectáreas, en m an o s de te rra
tenientes y neolatifundistas, representaban el 24% de la tie r r a cultivable.
La marginalidad rural constituía uno de los grandes p ro b lem as nacio
nales que se hacía palpable en las grandes diferencias ex iste n tes e n tre el
campo y la ciudad, donde el excedente social producido p o r el desarro llo in
dustrial servía para m antener el consumo dispendioso de u n a m in o ría de
privilegiados.
La proyectada “planeación económica y social del p a ís” del sexenio
díazordacista, siguió sin ocuparse de las clases populares, en c o n tra de las
cuales se ejerció la represión como respuesta a sus dem andas.
E sta secuela de represión venía desde el gobierno an terio r; m ovim ien
to m agisterial y ferrocarrilero, prisión de Siqueiros, asesin ato de Rubén Ja-
ramillo y su familia, disolución de las m anifestaciones p ro -cu b an as y
antiyanquis; y continuó en el de Díaz Ordaz: m ovim iento de m édicos, irru p
ción del ejército a las universidades de Sonora y M ichoacán, m a ta n z a de co-
preros en Acapulco, hasta la masacre de Tlatelolco, con la q ue se quiso poner
fin al movimiento estudiantil-popular que luchaba por la am pliación de las
libertades democráticas.
La falta de sensibilidad y teilento político p ara e n fre n ta r las presiones
generadas por afectados y beneficiarios del modelo capitalista, h icieron que
la legitimidad del sistema sufriera u n fuerte descalabro. E n consecuencia
aparecen la radicalización ideológica y los movim ientos g u errillero s de Ge
naro Vázquez y Lucio Cabañas en G uerrero y otros en el n o rte del país.
Dice Carlos Monsiváis;
El acto genocida de Tlatelolco es el epílogo de la fiesta desarrollista, el dete
rioro de una imagen optimista y milagrosa del país y el principio de una revi
sión crítica de los presupuestos de sus formas de gobierno y su cultura, de los
alcances del proceso institucional y las limitaciones y requerimientos de las
distintas respuestas críticas a ese proceso.®*
El gobierno de Luis Echeverría (1970-1976) se p lan teó la “a p e rtu ra
democrática” con lo cual pretendió am inorar el efecto de la oposición a n ti
gubernamental, tanto de izquierda como de derecha. Los in d u stria le s po
nían como modelo a la adm inistración de Díaz O rdaz y esp erab a n seguir
disfrutando los favores del gobierno.
58 Carlos Monsiváis, “Notas sobre la cultura en México en el siglo XX”, H istoria General de
México, El Colegio de México/SEP, (ed. especial), México, 1981, p. 430.
CAPÍTULO I
CONTEXTO TEÒRICO E HISTÓRICO
47
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
m ientos pero valorada al ser propuesta por los propios profesionales indíge
nas.
E n sentido contrario a estos intentos la derecha m o strab a su agresivi
dad ideológica transform ando los viejos contenidos sociales, cu ltu rales y re
ligiosos, dándoles otro formato al incorporarlos a la m ovilidad del
espectáculo. La visita del Papa Ju an Pablo II fue capitalizada am pliam ente
por dicho sector tanto como manipulación de la fe y como “el m ayor show de
los medios masivos y en un gran suceso comercial”.®®
El gobierno, haciendo gala del mayor dispendio, se dedicó a promover
la “alta cultura” a través de FONAPAS, la agencia de “la prim e ra dam a”, el
Festival cervantino, las giras mundiales de su “Filarm ónica”, la producción
de películas de altos costos y resultados pobres, así como el culto a Sor Juana
por p arte de la “herm ana incómoda” y a Quetzalcóatl por el propio presiden
te.
Ante tales excesos y contradicciones los ideales de la revolución de
1910 estaban tanto o más devaluados que la m oneda nacional a fines de
1982.
Por más que se declarara oficialmente que en México no h ab ía pasado
nada, ni en la esencia de su economía ni de su sociedad, e ra evidente que la
brecha entre las clases sociales se había ensanchado.
Cultura
La despolitización, promovida por la escuela desde los años cu aren ta, tran s
formó la toma de conciencia por la eficiencia de ahí que en 1964 se hablara
en términos de planeación educativa con énfasis en la educación técnica.
La alternancia entre conservadurismo y progresism o se m antuvo. La
“planeación” no contribuyó positivamente a vincular el sector educativo y la
planta productiva del peiís, por eso el gobierno de E chevérría planteó una
“reforma educativa” para mejorar esa relación.
La vida cultural, desde el punto de vista oficial, buscó la exaltación del
mundo prehispánico con la inauguración del Museo N acional de Antropolo
gía en 1964 y la celebración de la “Olimpiada cultural” en las vergonzantes
justas deportivas del 68. El folclorismo repuntó en el sexenio echeverrista,
así como la difusión de la cultura “tercerm undista” y latinoam ericana. Los
“sectores ilustrados” rompieron con la tradición incorporándose a lo más
“audaz” de la época; liberación del lenguaje afín a los contenidos de la revo
lución sexual norteamericana, cuestionamiento a la institución fam iliar y
quebrantamiento en las clases medias de la hegemonía sexista.
Para 1968 el provincialismo había cambiado de significado, convir
tiéndose en término peyorativo por excelencia y se llegó a considerar que la
cultura “era propiedad exclusiva de la capital”.®®
59 Carlos Monsiváis, “La ofensiva ideológica de la derecha”, México hoy, Siglo XXI México,
1982, p. 327.
60 Ibid., p. 310.
CAPÍTULO I
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
49
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
Cultura
D urante el salinismo la bandera de la cultura se utilizó a la m a n e ra neolibe
ral. Se creó el Consejo Nacional para la C ultura y las A rtes y, con el propósi
to de reubicar a México en el contexto mundied se organizó en N u ev a Y ork la
El siglo XXI inició en México con la derrota del PRI, que hizo nacer la
esperanza de u n a transform ación social cuya construcción había comenza
do desde 1968 y que seguram ente se consolidará cuando la sociedad, en su
conjunto, asum a su responsabilidad en la conducción del país, que le fue
su straíd a por grupos políticos fíeles a intereses partidistas o a los del gran
capital.
51
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
64 Gianandrea Piccioli, “T eatro”, La cultura del 900 t. 2, Siglo XXI, Mexico, 1985,
pp.177-183.
65 Michael Vais, L'ecrivain scenixjue, Les Presses de l’Université du Q uébec, M ontréal,
1978, p. 11.
CAPÍTULO I
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
53
TEA TRO S Y TEA TRA LIDA DES EN M ÉXICO
SIGLO XX
70 /6¿J.,p.33.3,
CAPÍTULO I
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
Simbolism o
Las prim eras manifestaciones del simbolismo se ubican a fines del siglo
XIX, con la exploración de las ideas por medio de la intuición y la medita
ción, la depuración y el aniquilam iento de los medios expresivos, la prefe
rencia por los relatos míticos, la búsqueda de lo trascendente y el sentido
poético, En suma, como expresión de la esencia, no del fenómeno.
E n el Teatro de Arte de París, fundado por Paul Fort, se ofrecieron las
prim eras representaciones simbolistas en 1 9 0 3 Debido a la relación de ac
tores y directores con los pintores, el teatro simbolista se ocupó ante todo de
la escena. Dos de los creadores más relevantes de esta corriente fueron
Adolphe Appia y Gordon Craig.
Adolphe Appia (1862-1928) postuló un teatro anti-naturalista y an-
ti-ilusionista, redefinió el lugar de la acción escénica como espacio de crea
ción u n itaria y unificadora. Se opuso a los modelos establecidos por
reproducir las cosas y no el modo de sentirlas, e influyó para el cambio y re
novación teórica, estética y plástica de la escenografía teatral. Al rechazar el
ilusionismo escénico del siglo XIX se encaminó hacia una propuesta ten
diente al mayor desarrollo de la imaginación de los espectadores.
Gordon Craig (1872-1966), se autodenominó “director de escena” con
el propósito de enfatizar su rol como responsable de toda la práctica de signi
ficación: gesto, movimiento, sonido, iluminación, vestuario y parlamentos.
E n tanto pintor y escenógrafo, Craig privilegió la plástica de la escena;
consideró al simbolismo algo más propio, ordenado y universal que el natu
ralismo. Además, lo reconocía como la esencia verdadera del teatro,ya que
se encontraba no sólo en las raíces del arte sino de la vida misma donde los
símbolos se empleaban de modo cotidiano y eran entendidos por todos. Lo
significativo era convertir esos símbolos en elementos teatrales.
Surrealism o
El surrealismo, visto como un “más allá” y un “al revés” del realismo, o
como u na m anera de devolver la palabra y el movimiento al universo bo
rrando todas sus fronteras, pretendía la muerte del teatro por ofrecer una
imagen esclerotizada del ser humano. Stanislawr Ignacy Witkiewickz pugnó
por u n teatro basado en la “forma pura”, no en la realidad externa o psicoló
gica. Cada elemento.' gesto, color, nota musical, fuente de luz, deberían ser
vistos formalmente y aceptados como parte de la totalidad.'^^
Antonin Artaud (1896-1948) plasmó enE l teatroysu doble reflexiones
y propuestas contrarias a la concepción intelectual y utilitaria del teatro
71 Oliva, Cesar y Francisco Torres Monreal, Historia básica del arte escénico. Cátedra, Ma
drid, 1990,
72 Adolphe Appia, La música y la puesta en escena. La obra de arte viviente. Asociación de
Directores de Escena de España, Madrid, 2000.
73 Gordon Craig, El arte del teatro, Gaceta/UNAM, México, 1987.
74 Oliva y Torres Monreal, op. cit., p. .343.
56
TEA TR O S y TEA TRA LIDA DES E N M ÉXICO
SIGLO XX
P sic o lo g ism o
Luigi P iran d ello (1867-1936), re p re se n ta n te prin cip al del psicologism o, in
te n tó p ro fu n d iz ar la ilusión escénica a fin de lo g rar la m odificación del enfo
q ue tradicional del espectador sobre lo ocurrido en escen a; en fren tó los
co m portam ientos vitales con los com portam ientos te a tra le s .
L a obra de P irandello se nos p re se n ta como u n a reflex ió n so b re el tea
tro en el que se tr a ta n las grandes in te rro g a n tes del h o m b re y d e la vida, del
h o m b re enfrentado con los grandes problem as de la ex isten cia: el ser, el pa
recer, la verdad, el tiem po, la m uerte. E l te a tro com o espejo. P ro fu n d izó en
la ilusión escénica que lo llevó a ensayar d istin to s p ro ce d im ie n to s p a ra que
el espectador cam biara su modo de enfocar lo que p asab a en escena, como en
el caso de Seis personajes en busca de autor.
F uturism o
M arinetti, su principal im pulsor, consideraba que e n tre to d a s las form as li
terarias, aquella que lleva el m ás p o ten te fu tu rism o e ra la o b ra teatred. Por
eso el dram a m oderno debería expresar el g ra n sueño f u tu r is ta q u e se de
sem baraza de n u e stra vida cotidiana irrita d a por las velocidades terrestres,
m arinas y aéreas y dom inada por el vapor y la electricidad.
H abía que in tro d u cir en la escena el reino de la m á q u in a , los grandes
escalofríos revolucionarios que ag itab an a las m u ltitu d e s, las nuev as co
rrien tes de ideas y los g randes d escubrim ientos científicos q ue habían
transform ado com pletam ente la sensibilidad y m e n ta lid a d de los hom bres
del siglo veinte.
E n ese sentido el a rte dram ático no d eb ería h a c e r fo to g rafía psicológi
ca, sino u n a síntesis excitante de la vida en sus lín eas sig n ificativ as y típicas.
“No hay a rte dram ático sin poesía, es decir sin em b riag u ez y sin sín te sis”.'^®
Expresionism o
El expresionismo, corriente de origen alem án, “p roclam a la p rim a cía de lo
subjetivo, del pensam iento y de la intuición del hom bre, como fu e rz a s capa
ces de cambiar el medio en el que vivim os”.'^® E l espectáculo expresionista
57
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
Happening
En otra vertiente, el teatro anticonvencional de los años s e se n ta tr a tó de in
corporar el público al espectáculo, siendo el happening n o rteam erican o el
que mejores resultados obtuvo, logrando proyectar el te a tro h ac ia nuevas
experiencias artísticas; exigió del actor conocim ientos y h ab ilid ad es no re
queridas por el teatro “form al.” Richard K ostelanetz pro p u so lla m a r a este
movimiento “T heatre of Mixed m eans” cuya diferencia con la cerem onia
primitiva y el teatro musical residía en los com ponentes de las n u ev as com
binaciones utilizadas y en las relaciones radicalm ente d iferen tes de esos ele
mentos entre sí. Decía Kostelanetz: “el nuevo te a tro h ace e stallar el
lenguaje de las palabras, incluye la música y la danza, luces y olores (n atu ra
les y químicos), escultura y pintura, así como las nuev as tecnologías: cine,
grabadoras, sistemas de amplificación, radio y circuito cerrad o de televi
sión”.“
K antor y M üller
Dos p ropuestas antagónicas de destrucción de lo dramático fueron plantea
das por T adeusz K antor y H einer Müller. El primero prescindía del elemen
to literario por considerar que no podía existir un dram a creado antes del
espectáculo, de este modo veía al dram a como acontecimiento concreto.®®
M üller, por su p arte, proponía la m isma destrucción desde la propia litera
tu ra dram ática. Después de u n a prim era etapa realista o brechtiana llegó a
la escritu ra escénica que, en el caso de su obra más conocida. H am let M achi
ne, m u e stra la “destrucción de la estructura cronológica, del esquema dialó
gico...como m anifestación de la memoria colectiva, intercambiabilidad de
personajes, libre asociación, confusión de personas y tiempos en el espacio
del recuerdo”.®®
El nuevo paradigm a espectacular se va consolidando frente al “mimè
tico ilu sionista” y obliga a los creadores escénicos a conocer el correspon
diente lenguaje. Plantea, en suma, una inmersión total en el fenómeno
teatral.
Tadeusz K antor (1915-1990) postuló el teatro “autónomo” que no de
b ería reproducir la literatura, sino romper la sucesión de acontecimientos
acum ulados en el texto dram ático —como en el teatro naturalista— y e n tra r
en la acción escénica “p u ra ”, es decir en la plena teatralidad. La noción de
“acción escénica p u ra ” puede condensarse en la fusión a través del actor de
los significados y los significantes teatrales. El instinto era la mejor h erra
m ien ta p ara disolver la ilusión dram ática y tocar la preexistencia escénica
—realidad elem ental y pretextual—, m ateria prim a de la escena.
Jerzy G rotowski
Grotowski (1933-1999) irrum pió en el panoram a del teatro mundial con su
noción de “T eatro pobre”, que eliminaba del teatro todo lo no esencial. Des
pués se alejó de la práctica teatral propiam ente dicha, para dedicarse a la in
vestigación en torno a las acciones. Su método integra el estudio y práctica
escénica de la actuación con significado psíquico y emocional, es u n modelo
activo donde investigación y práctica aparecen vigorosamente unidas.
59
T E A T R O S Y TEA TRA LID A D ES E N M ÉX IC O
SIG LO XX
D a r io F ó
L a “ d r a m a tu r g ia del a c to r” es o tra de las te n d en c ias n eo v a n g u a rd ista s. Da
ñ o F ó (1926) fue u n o de sus p rim e ro s im pulsores. C u a n d o e n 1987 publicó
s u M a n u a le M in im o delVA ttore plasm ó e n él ta n to s u ex p e rie n c ia creativa
com o su s id e as so bre el te a tro . A hí rec h aza la p o s tu r a d e D id e ro t p o r negar
la fu e rz a em ocional del actor; de B en ed etto C roce o b se sio n ad o p o r el texto
escrito ; sim p atiza, a u n q u e con rese rv a s, con B re c h t y su s te o ría s de distan-
ciam ien to y ap recia a S h ak esp eare y los clásicos g rieg o s, m a s no h asta el
p u n to de co n sid erar válida su im itación e n la actualidad.®^
S u p ersp ectiv a de a u to r-a c to r obedece a q ue e n el te a tr o ita lia n o el ar
tífice fue el a c to r y no el au to r. T o m a como m odelo al ju g la r m ed iev al y tam
b ié n se iden tifica con el A rlequín de la C om m edia d e ll’A rte.
84 D ario Fo, The Tricks o f the Trade, R outledge, N ew Y ork, 1991, pp. 2-3.
85 E ugenio B arba, Teatro soledad, oficio, rebeldía, E scenología, M éxico, 1998, p. 58.
CAPITULO I , : ' I'
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
teatral. Este fundam ento constituye la m ateria viviente del teatro, le sumi
n istra nuevas energías y lo hace estar vivo en nuestra sociedad. Contrario a
la división en escuelas, estilos y tendencias teatrales, se remite a un común
denominador que enm arca grupos y experiencias disímiles.
Su propuesta h a permitido el reencuentro entre teatro y cultura cuya
separación resultó de las formas de producción de la industria del espectácu
lo.
Teatro am bientalista
Richard Schechner acredita la teoría escénica en tanto ciencia social y no
estética.®® El teatro am bientalista es entonces una manera de trabajar y un
estilo particular de teatro, tanto en Europa como en América, comprende:
“la plenitud del espacio, las formas infinitas en que el espacio se puede
transform ar, articular, anim ar”®’, ahí el público es un medio donde tiene lu
gar la representación, m ientras el espacio vivo incluye todo el espacio del
teatro, no sólo el escenario, sino las relaciones reales entre cuerpo y espacio.
El prim er principio del teatro am bientalista es crear y usar espacios
completos, espacios dentro de espacios que tocan todas las áreas del público
y/o donde actúan los intérpretes. Bajo este parámetro los espacios se relacio
nan con todos los aspectos de la representación, aunado a que el teatro mis
mo form a parte de otros ambientes más grandes. La relación con el espacio
planteada por Schechner no se reduce a su uso, sino a una concepción.
El teatro am bientalista, al plantear una situación participativa, reem
plaza la estética por una estructura de juego; el espectador del nuevo teatro
asiste con la expectativa de usar su capacidad de respuesta y de formar parte
de una comunidad temporal, rompiendo el acuerdo autoritario del teatro or
todoxo.
Dos criterios, entre otros, resultan fundamentales en la conceptuali-
zación del teatro ambientalista: a) no es mimètico, ni psicodramático, su
principio lógico no es la lógica de la trama, sino la lógica de cómo relatar la
tram a, b) los roles pueden ser compartidos o invertidos, cualquier cosa que
suceda dentro del teatro durante el tiempo de la representación es parte de
la representación.®®
Teatro del oprimido
O tra vertiente del teatro no ortodoxo está ligada al ámbito políti
co-pedagógico siendo Augusto Boal uno de sus teóricos y practicantes más
reconocidos.
Algunos de sus textos teóricos son Categorías del teatro popular
(1972), Teatro del oprimido (1974), 200 ejercicios y juegos para el actor y no
actor (1975) y Técnicas latinoamericanas de teatro popular (1975). Luzuria-
61
TEA TRO S Y TEATRALIDADES E N M EXICO
SIGLO XX
P osm odernidad
La posm odernidad, tendencia que se ubica a p a r tir de los añ o s 60, tiene sus
fundam entos en el agotam iento de la razón, u n re to rn o a posiciones conser
vadoras, el desarrollo de la cibernética y la rob ò tica y e n el eclectisism o ar
tístico. El te atro posm oderno rech aza la especificidad del te x to dramático,
del diálogo, de los personajes y de las e s tru c tu ra s. R e cu rre a te x to s narrati
vos. La representación se convierte en sop o rte del te a tr o q u e se encamina
hacia la “carnavalización”.
La revaloración del texto y la experim en tació n con o b ras clásicas y
m odernas se entiende, den tro de la posm odernidad, com o u n cru c e de signi
ficados y u n cambio en el p aradigm a p re d o m in an te del te a tro : el tex to dra
mático. Texto y tra m a dejan de ser el centro de la re p re se n ta c ió n p a r a ceder
el sitio a códigos como gestualidad, tiem po, ritm o y dicción. P o r eso, después
de exam inar las propiedades de la ob ra clásica y del te x to m o d ern o , Pavis co
loca la pu esta en escena y al directo r te a tra l como elem e n to s diferenciadores
en tre am bos modelos. E sto significa que u n d irec to r con co nocim iento de los
códigos teatrales puede h acer de u n texto clásico, m o d ern o o posmoderno
u n a pu esta en escena en cualquiera de las tre s perspectivas.®®
Alfonso de Toro se rem ite a los modelos “clásico” y “m o d e rn o ” para,
desde ahí, abordar el te atro posm oderno. Reconoce p rim e ro el predominio
del paradigm a aristotélico y luego el brechtiano, cuyos in te re se s consistían
en producir m im èticam ente u n a determ in ad a readidad y ex p o n e r u n mensa
je. E n cambio, el paradigm a posm oderno se define p o r su ‘esp ectacu larid ad ’
es decir, por el uso de m últiples códigos (visuales, gestu ales, so n o ro s, kinési-
cos) y porque, en lugar de im itar u n a realidad e x te rn a p ro d u ce su propia
realidad ‘te a tra l’. De Toro opone, la “plurim edialidad esp ec tac u lar posmo
d e rn a ” al “teatro mimètico referencial” clásico y m oderno.
E n la perspectiva de éste teórico son cu a tro los tip o s básicos de teatro
posmoderno:
89 Luzuriaga, Gerardo, Introducción a las teorías latinoamericanas del teatro. Universidad Autónoma
de Puebla, Puebla, 1990, p. 148.
90 Patrice Pavis,“The classical heritage of modem drama: the case of posmodern theatre", Theatre at
the crossroads o f Culture, Routledge, London, 1992.
CAPITOLO I
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
91 A lfonso de Toro, “Postmodemidad y latinoamerica (Con un modelo para la narrativa postmoderna)” en Acta
Literaria, 15, 1990, pp. 71-83.
92 Beatriz RisV.,Posmodernismo y teatro en América Latina: Teorías y prácticas en el umbral del siglo
XXI, Iberoamericana, Madrid, 2001, p. 229.
63
TEA TRO S y TEATRALIDADES E N M EXICO
SIGLO XX
D ra m a tu rg ia s de la com plejidad
Jo sé A. Sánchez revisa las “d ram a tu rg ias de la com p lejid ad ”, q u e engloban
diversas estrategias, desde los procedim ientos c o n ta m in a n te s de Richard
F orem an , Spalding C ray y E lizabeth LeC om pte, p asan d o p o r “el te atro mas
allá de la televisión” de R itsart te n C ate y el M ickery T h e a tr e de Amster
dam , h a s ta la d ram atu rg ia de situaciones de A lb ert B oadella, p o r citar algu
nas.
Es decir, se busca re p re se n ta r la vida en to d a su com plejidad, m ás allá
de los esquem as n arrativos convencionales. L a m u ltid irec cio n a lid a d se opo
ne a la linealidad característica del p e n sam ien to o cc id en tal d esd e el cristia
nism o y la Ilustración.
El “teatro m ás allá de la telev isió n ”, p ro p u e sta de R its a e r t te n Cate,
pretende confrontar la relación cotidiana con este m edio, e n .p a rtic u la r con
la “pérdida de la rea lid ad ” que provoca; é s ta im plica, e n p rim e r lugar “un
relajam iento de la responsabilidad individual, sobre la h isto ria , sobre el pro
pio destino y sobre el propio cuerpo.” T al p ro b lem átic a n o se rep rese n ta en
tan to reflexión escénica, se ex p e rim en ta “como u n a in d a g ac ió n sobre los
modos de articulación en tre la experiencia p erso n al y el sis te m a de los ‘me
d ia’ y sus implicaciones políticas” .
E n cuanto a la “d ra m a tu rg ia de situ ac io n es”, A lb e rt B o ad ella propone
ju gar a rep rese n tar d en tro de u n a p rim e ra re p re se n ta c ió n , a la cual se in
te n ta conceder u n nivel de realidad: por ejem plo exposiciones científicas,
conferencias, m ítines, ensayos p a ra la televisión, etc é te ra . O tr a serie de ele
m entos rem iten al medio televisivo. Se tr a ta de ju g a r con la am bigüedad en
el plano form al e ideológico.
E n síntesis, a p a rtir del últim o cuarto del siglo XX, las dram aturgias
se h an orientado hacia los perform ances m ultim edia, la ó p e ra y la danza. El
ejercicio dram atúrgico, vinculado con la a rq u ite c tu ra de la o b ra, h a descu
bierto posibilidades ilim itadas e inevitable com plejidad. N o h ay “u n ” ele
m ento ordenador, todo lo contrario, cualquiera de ellos p u ed e desem peñar
determ inada función.
Las “dram aturgias visuales” son, an te todo, u n co n ju n to de experien
cias creativas que buscan acabar con los vestigios del te a tro b u rg u é s ilusio
n ista y logocéntrico. No prom ueven la recuperación de la id ea w agneriana
del “teatro to tal”, pero sí ejemplifican de qué m a n e ra las e s tru c tu r a s espec
taculares pueden susten tarse en elem entos m usicales, corporales, plásticos,
técnicos —e inclusive literarios— sin que ninguno de ellos d o m in e sobre los
demás.
M ulticulturalism o
E n el teatro contemporáneo, P ete r Brook (1925) es u n o de los directores
m ás consistentes y creativos,restituye al te a tro su c a rácter lúdico y busca en
las tradiciones culturales m ás arraig ad as de los pueblos, re s p u e s ta s a pre-
CAPÍTULO I
CONTEXTO TEÓRICO E HISTÓRICO
guntas y expectativas de los hombres de hoy, o sea las suyas propias, trans
formándolas en espectáculos teatrales de gran fuerza imaginativa. Ha
recurrido al texto sin convertirlo en “camisa de fuerza”, de tal manera que
la prim era relación en el proceso de puesta en escena es del director con la
obra, específicamente con el tem a central contenido en ella.®“
La teatralidad de Brook se ha nutrido de las más significativas tradi
ciones teatrales no sólo de Occidente, sino también de otras regiones del
mundo. Es m ulticultural y en ello reside su fuerza, ya que una riqueza de có
digos culturales trae consigo riqueza de códigos teatrales.
La interculturalidad teatral m uestra el “cruce de culturas” en las si
guientes formas:®®
1. Teatro intercultural, crea formas híbridas a partir de la mezcla más
o menos consciente y voluntaria de tradiciones de actuación reconocibles en
áreas culturales distintas. La hibridación es tal que difícilmente se distin
guen las formas de origen. Ejemplo de esta categoría son los trabajos de
Brook, Mnouchkine, Barba o Lepage.
2. Teatro m ulticultural, las interferencias entre diversos grupos étni
cos o lingüísticos en sociedades multiculturales (Australia, Canadá), o mul
tinacionales (URSS, Yugoslavia) son la fuente de puestas en escena que
utilizan varias lenguas y actúan para un público bi o multicultural. Este tipo
de intercam bio sólo es posible porque el sistema político del lugar reconoce,
aunque no sea más que en el papel, la existencia de comunidades culturales
o nacionales y alienta su cooperación sin refugiarse detrás de la consigna de
la identidad nacional. Este tipo de teatro responde a la voluntad de una deci
sión política.
3. Collage de culturas: mientras el teatro intercultural se preocupar
por las identidades culturales y las formas de las que toma elementos —lo
grando un enriquecimiento mutuo—, algunos artistas, Robert Wiison entre
ellos, se m uestran “resueltam ente indiferentes a la discusión utopista en la
comunicación transcultural.” Citan, adaptan, reducen, amplían, combinan
y mezclan diversos elementos sin preocupación por la escala de las magnitu
des y los valores. Aquí lo intercultural se transforma en un encuentro casi
surrealista de fragmentos culturales.
4. Training intercultural: muchos otros intercambios culturales están
implícitos en la práctica de los ensayos y la preparación del espectáculo. Su
zuki o Brook, Mnouchkine o Barba conciben el training como una prepara
ción y u na sensibilización a la cultura del otro.
5. Negación de la raigambre cultural: niegan a veces su relación con
u na cultura determinada y explican su creación por la influencia de otros
factores, generalmente ligados a su estética personal y a su imaginario.®®
65
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
__________ SIGLO XX
De acuerdo con Pa\ds todas las variantes del intercam bio e n tre cultu
ra s establecen conexiones, sin embargo “cualquiera que sea la form a y la es
tra te g ia de las interacciones culturales, el intercam bio im plica u n a teoría y
u n a ética de la otredad“. Y Pavis cuestiona ¿cómo salir de este dilem a de la
universalidad y del particularism o, de lo fam iliar y de lo extranjero? no opo
niéndolos de m anera absoluta, sino introduciendo u n continuum en tre la fa
m iliaridad absoluta y la extrañeza total. Inspirándose en las categorías de
G issenw ehrer propone que, donde haya transform ación y reelaboración del
m aterial, están las marcas de una representación in tercu ltu ral.
Surge un a nueva interrogante frente al im perialism o del in te rcu ltu ra
lismo en el teatro contemporáneo, ¿es posible re c u rrir aú n a la identidad
cultural? cuestión que preocupa hoy sobre todo a los intelectuales y los artis
tas de un “Tercer Mundo” económicamente débil y am enazado en su exis
tencia misma por las sociedades dom inantes del N orte. H ay quienes
perciben que el teatro intercultural de los occidentales (ex o neo colonialis
tas) pretende declarar nulo y sin valor el tem a sobre la identidad cultural
“porque todaria se inscribe dentro de las categorías antinóm icas de lo fami
liar y lo extranjero, de lo propio y de lo otro, de lo puro y lo im puro, oposicio
nes todas que el posmodemismo juzga “anticuadas.”®'^
A pesar de ello, dice Pavis, es posible proponer con m oderación y con
cierta conricción que la aparición del te atro in tercu ltu ral occidental, y la
consideración de las transferencias culturales en la p u esta en escena con
temporánea no conlleva siempre una reducción de la im portan cia de la cul
tura importada. En opinión de Pavis algunas operaciones estratégicas
necesarias para la transferencia de las culturas, serían: a) identificación de
los elementos formales y temáticos extranjeros, b) objetivo de los adaptado
res, c) trabajo preparatorio, d) elección de im a form a y f) representación te a
tral de la cultura.
97 339.
Capítulo II
Teatralidades en México
67
TEATROS Y TEATRALIDADES E N M ÉXICO
__________ SIGLO XX
2.1.1 Caracterización
A partir de la separación entre teatralizaciones y cerem onias sociales espon
táneas, siendo estas últimas parte de un segmento p articu la r de la experien
cia común y aquellas resultado de un a voluntad estética se en c u e n tra n dos
maneras de abordar el teatro: un a que corresponde al concepto occidental
(diálogo entre actores, escenario y argum ento) y o tra qu e a ta ñ e a u n teatro
con raíces profundas en el tiempo y el individuo, el te atro indio, o sea el com
plejo dramático, coreográfico, ritualizado y socializado e n tre sociedades y co
munidades indígenas^ que algunos antropólogos h a n llam ado folklórico (en
un sentido completamente distinto al que se m aneja en este estudio. Ver
2.3.2) y que aún existe en la mayoría de las poblaciones ru ra les. Se tr a ta de un
género que se desarrolla dentro de otro género, la fiesta; tien e origen religioso
estrechamente unido al ciclo agrícola; la música, la d anza y la acción dram áti
ca no tienen un límite bien definido que separe u n género de otro; d en tro de
las fiestas ocurre fragm entariam ente y sin autonom brarse “te a tr o ”; sólo hay
una historia a representar cuando se utilizan m áscaras; a m ás de palabras
está constituido por elementos plásticos y visuales; se realiza en escenarios
abstractos prescindiendo del edificio te atral y ejerce u n a función educativa
natural no dirigida. Sus motivos son por lo general totém icos y religiosos.^
Germán Meyer, investigador y creador, p articip an te activo del movi
miento del Nuevo Teatro Popular en México en tre 1976 y 1986, considera
que el teatro indio es u n campo “lleno” de fuerza, que recibe su en erg ía de
muchos polos y la redistribuye a muchos otros. N ada m ás ex tra ñ o a u n a con
cepción del teatro indígena, dice, que la noción de u n te a tro e n el q ue se en
cierra uno para enterarse de lo que a alguien se le h a ocurrido
manifestarnos. E n el teatro indio los polos que producen la en erg ía pueden
ser tanto el calendario como la tradición, el mayordomo, la m an d a, el placer
del juego o la necesidad; algunos de los polos que se benefician con e s ta ener-
1 Donald Frischmann, “Etnicidad activa; nativismo, otredad y teatro indio en México”, Memoria del
III Encuentro Nacional de Investigación Teatral, CITRU-INBA, México, 1992, p. 25.
2 Paulo Carvalho Neto, “Concepto y realidad del teatro folklórico latinoamericano”. Folklore Ameri
cano, núm. 23.
68
í .\PÍI''ILOII
TEATRALÍDADES EN MÉXICO
gía podrían ser la cohesión social, las buenas relaciones con los dioses, la in
tegración de u n a personalidad y de u n a identidad.
M ás qu e u n “espacio vacío” este teatro necesita un “espacio lleno”
de sim bologia, de valores sociales, de tradiciones artísticas que ofrecen
no so la m e n te los acto res, quienes son del mismo pueblo o de la m ism a cul
tu ra ; no so la m e n te las obras, que son las m ism as año tra s año; la p u esta
en escena o la coreografía, que se tran sm ite por tradición y no se inventa
en cada función, sino ta m b ié n y sobre todo, un “espacio lleno” de la segu
ridad de u n se n tim ie n to o de la confirmación de u n a visión del mundo.
P o r eso en el te a tro indio el ám bito social es el auténtico au to r de su pro
pio te a tro . E n la ciudad, dice Meyer, vemos un te atro en búsqueda de un
público; en la com unidad indígena sus in tegrantes no van a u n a función,
sino que son su p ro p ia función. El te atro deja de ser entonces un producto
que se consum e, es la necesidad de una representación, el espejo de un
ro stro in a lte ra b le .3
Cayuqui E stage Noel, por su parte, ve en el teatro indio de México una
antigüedad an terio r a la llegada de los españoles, con capacidad de transfor
mación y de incorporación de elementos de la cultura dominante, cuya es
tru c tu ra in te rn a no deriva de un texto dramático escrito, sino de vivencias
reales o im aginarias de la colectividad, con un estilo propio y que abarca to
dos los actos públicos de la sociedad indígena como un total que converge en
las fiestas titu la re s de cada comunidad.'*
E n efecto, es fácü distinguir cómo la contaminación propagada por la ma
quinaria publicitaria, la influencia creciente del turismo y las mutilaciones y
asimilaciones impuestas por los países “civilizados”, han hecho que las fiestas
autóctonas que aún se realizan hayan dejado de reflejar, por ejemplo, la “armo
nía” que existió antes de la Conquista entre trabajo y ceremonia ritual.
Según D onald Frischm ann, para evocar imágenes de espectáculos an
tiguos de origen anónim o perpetuados a través de la tradición oral, como
“Moros y cristianos”, “P astorelas”, “Danzas de la Conquista” y “Pasiones”,
se h a em pleado tradicionalm ente el térm ino “teatro popular” que incluye
tam bién o tras representaciones de naturaleza totèmica, las cuales encarnan
la espiritualidad prim itiva y el panteísmo de los pueblos indígenas de las
áreas étnicas.® Pone como ejemplo a René Acuña quien en su obra caracteri
za el te atro popular de Hispanoamérica según los siguientes rasgos: es de
origen anónim o, se conserva por tradición oral o escrita y suele representar
se ocasional o periódicam ente por actores improvisados, espontáneos y, en
general, desinteresados.®
3 Germán Meyer, “El teatro en las fiestas indígenas”, Memoria del Encuentro Nacional en tomo al
Teatro Indígena y Campesino, Teatro Rural/Dirección Genera] de Culturas Populares/SEP, Méxi
co, 1985 [copia mimeográfica, sin paginación].
4 Cayuqui Estage Noel “El teatro indígena: lo que es, lo que no es y lo que puede ser”. Memoria del
Encuentro Nacional en tomo al Teatro Indígena y Campesino, Teatro Rural/Dirección General de
Culturas Populares/SEP, México, 1985 [copia mimeográfica, sin paginación],
5 Donald Frischmann, El nuevo teatro popular en México, CITRU-INBA, México, 1990.
6 René Acuña, El teatro popular en Hispanoamérica: una bibliografía anotada, UNAM, México,
1979.
69
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
E n cuanto a lo com unitario, si bien todos los grupos hum anos poseen
elem entos que les otorgan su carácter de “com unidad” (lengua, religión, te
rritorio), el resto de elementos “culturales” de los individuos que la forman
son, casi siempre, diferentes. Unidad y diversidad es el binom io que identifi
ca a la comunidad.
Los teatros com unitarios se distinguen por el tipo de com unidad don
de se generan y desarrollan, pero todos com parten el objetivo de establecer
relaciones de respeto, tolerancia y comprensión en tre sus miembros, así
como el apego a valores profundos.
Los teatros comunitarios no fom entan la división de la comunidad ni
están al servicio de una ideología en particular. A spiran a la formación del
hom bre com unitario en el sentido smtes expuesto. No son te a tro s de propa
ganda (aunque no se excluye que u na comunidad pueda u tiliz a r el teatro
p ara tales fines) y buscan en las tradiciones teatrales y cultu rales (propias y
ajenas) el lenguaje más adecuado para su realización escénica. Tampoco as
p iran a competir con otras formas de producción teatral, sino satisfacer una
necesidad de expresión y comunicación espiritual con su propia comunidad.
Manuel Jiménez CastiDo, “Investigación sobre teatro indígena y campesino. Un punto de vista an
tropológico”, Memoria del III Encuentro Nacional de Investigación Teatral, CITRU-INBA México,
1992, pp. 44-45.
Femando Horcasitas, El teatro náhuatl. Épocas novohispana y moderna, UNAM, Instituto de
Investigaciones Históricas, México, 1974.
CAPÍTULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
71
T E A T R O S Y TEA TRA LIDA DES E N M EXICO
SIG LO XX
to . E l d esa rro llo h istó ric o de los acontecim ientos: p ersecu ció n d e C risto por
la s fu e rz a s del m al, c a p tu ra , m u e rte y resurrecció n , tie n e su tra d u c c ió n en
el espacio del ritu a l: sagrado (la iglesia, en ra m ad a de los fie ste ro s “m orada
d el D io s” , el río donde se b a ñ a a la im agen sagrada), social (e n ra m a d a de los
d a n z a n te s , a trio o cam po fre n te a la iglesia), fam iliar (casas h a b ita c ió n que
sirv e n de p o sad a a C risto en la h u id a de sus p erseguido res).
P o r o tra p a rte , e n tre los Coras, la rep rese n tac ió n de la P a sió n es el
v eh ícu lo p a r a re c re a r el m ito de la cacería m ágica del v enado. E l m a l es al
m ism o tiem p o diablo “tiy a ro ”, se rp ie n te n e g ra del río (su m ak iv a), “ju d e a ” y
“fa rise o s” que m a ta n a Cristo.
Al fin aliza r el siglo XX la rep rese n tac ió n del D ra m a d e la P a sió n cons
tit u ía en las poblaciones m estizas, u rb a n a s y ru ra le s, del c e n tro del país, un
signo de prestigio, por lo que en cada lu g ar se esforzaban p o r d o ta rlo de ma
y o r espectacularidad.
S in lugar a dudas la P asión de Izta p ala p a es la m ás a n tig u a y conocida,
a lre d e d o r de 1833 se efectuó por p rim e ra vez. O tra s de las m á s a n tig u a s son
la s de M ilpa A lta y T zin tzu n tz an , Michoacan.^^
A diferencia de las correspondientes a las c u ltu ra s in d ias, la de Iztapa-
la p a tie n e u n carácter m im ético-realista. E n el caso de los p e rso n a je s se bus
ca u n a sem ejanza ta n to en el aspecto físico como esp iritu al. L a a s iste n c ia del
público es m u ltitu d in a ria, especialm ente el V iernes S an to . D e cerem onia
que in te n ta b a cohesionar a los ocho b arrio s de Izta p ala p a, h a p asad o a ser
u n espectáculo popular que h a trascendido el ám bito local.
La p a sto rela
L a p asto re la in d ia y com u n itaria a la que aquí se hace re fe re n c ia d ifie re de la
“p asto re la m exicana” o v irrein al de las “C asas de com edias” cu y a fu e n te es
“L a N oche m ás V en tu ro sa”, de José Jo a q u ín F ern án d e z de L iz ard i (1821).
E l inicio form al de las pastorelas se ubica, según alg u n o s h isto ria d o
res, en 1527, cuando se p resentó en C uernavaca la Com edia de los reyes.
11 Germán Meyer describe así esta celebración: los chapayekas representan a las fuerzas del mai, el
tamborero representa el Sagrado Corazón de Jesús que palpita y anuncia la fiesta, según los mayos
de Etchojoa, Sonora, los 12 fiesteros: “representan a los doce apóstoles, además de que sus títulos
(alpes, patinas, alawasis) indican Padre, Hijo y Espíritu Santo, o Jesús, María y José”. Hay un es
pectador privilegiado: el Santo, Dios o la Virgen o cualquier otro representante sobrenatural. “El”
toma parte en la representación y no solamente desde eí altar de la iglesia, sino efectivamente, en el
desarrollo de la fiesta. Su reconocimiento como actor / espectador se lo da tanto el danzante como el
fiestero, pero también el público que lo acompaña en la procesión, le reza cuando está en la enrama
da o se baña con él en el río en el momento de su baño ritual. Los “actores” son “servidores de una
fuerza o una necesidad”, tienen que entrar con sus cinco sentidos en la experiencia de otra persona
lidad. Meyer, art. cit.
12 Una descripción sintética y detallada de la celebración en el poblado de Jesús, María y José, es pre
sentada por Armando Partida para quien ésta revela “diversos elementos pertenecientes a diversos
estratos culturales: el propio, el cristiano y el contemporáneo, producto de una interpenetración de
dos manifestaciones rituales, en la que sobre la tradición cristiana sigue predominando el imagina
rio prehispánico de la etnia cora. Armando Partida, “El poder del imaginario en la semana santa
cora”, en Daniel Ma3r a n íed.) Teatro e Historia, Presses Universitaires de Perpignan, 1999, pp.
43-72.
13 John B. Nomiand, Teatro mexicano contemporáneo 1900-1950, INBA, México, 1967, pp. 98-100.
CAPÍTULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
73
T E A T R O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M É X IC O
S IG L O XX
T e a tro p ro fa n o
C h a m a n is m o
A dem ás de estas prácticas religiosas, existen en las poblaciones indias de
M éxico diversas m anifestaciones de carácter mágico, se trata de “un fenó
m eno m ultirepresentativo donde todo se gobierna por sucesivas transfor
m acion es”.*'^ Es un teatro terapéutico relacionado con las form as rituales
m ás an tigu as de todas las culturas.
C a r n a v a le s y f ie s t a s d e lo c o s
Los carnavales son fiestas comunitarias que con características m uy diver
sas se llevan a cabo en todo el país, por ejemplo el carnaval cham ula en Chia-
pas que contrasta con el carnaval de Veracruz.
En el estado de Puebla el carnaval m estizo de H uejotzingo conserva
rem iniscencias indígenas. Sus orígenes se rem ontan a la época prehispáni
ca*®, cambió su sentido en la colonia y adquirió su forma actual al triunfo de
la república entre 1869 y 1876. En el carnaval están intercaladas tres histo
rias: a) la leyenda de Agustín Lorenzo, bandolero apreciado por el pueblo
que rapta a la hija del corregidor, b) la batalla del 5 de Mayo de 1862, donde
participaron huejotzincas y c) el primer m atrim onio católico entre indíge
nas celebrado precisamente en esa región.
La participación se hace en algunas de las dos clases de comparsas: ba
tallones y grupos que exigen cumplir un reglamento, como obedecer al gene
ral o al rey, cooperar económicamente, intervenir en las distintas
actividades utilizando el disfraz característico. Los m iem bros de los batallo-
17 “En San Pablito, entre Puebla e Hidalgo el papel (am atll se em plea en prácticas de brujería. Para
i
realizar la limpia el brujo coloca papeles cortados y los ubica en u n a configuración especial que reci
be el nombre de “cama”, sobre esta descansa un icono de papel. La cam a es em pleada ‘por el can
para envolver a un pollo smteriormente sacrificado. La piel mágica absorbe los m alos espiritual. El
evento se interpreta por tres protagonistas; los muñecos de papel, el cham án y el espíritu enojado.
El enfermo se m antiene como observador y participante. La cerem onia está dedicada a él, pero si
m ultáneam ente se ofrece a su enfermedad; misma que lleva el papel activo.
El chamán tiene que descubrir cual de los espíritus está enojado: el de la milpa, el de la casa del ce
rro o el de la fuente. Si es el de la milpa se toma un puñado de tierra de las cuatro esquinas de la mil
pa, posteriorm ente se introduce el objeto mágico, una olla nueva forrada de papel blanco. El
artefacto guarda a su vez una ofrenda que porta, en sí misma, un código gustativo-perceptual. La
ofrenda consiste de chocolate, cigarros, pan, azúcar, confites y pan de huevo. El resto de materiales
consisten en una pequeña escoba, una jicara y una bandejita. A lo anterior se agrega u n a pareja de
muñecos de papel, vestidos con trajes y adornos verdes, los cuales encarnan a los espíritus de la mil
pa. A los pocos días se desentierra la olla y la tierra es devuelta a las cuatro esquinas. E sta fase del
evento registra un fenómeno restitutivo que borra los límites mágicos que anteriorm ente marea
ban el espacio sagrado, durante este evento se realiza un acto musical que consta de cuatro partes;
llegada, costumbre, regocijo y despedida. La música amplifica el estado emotivo que propicia el éxi
to de la operación. El papel o piel mágica se emplea en un grado orgánico de proxim idad mucho ma
yor al empleado por el actor.íEl actor que se transform a atraviesa por verdaderas capas de signos
que se yuxtaponen: el texto, el personaje, el maquillaje, el vestuario, el espacio y el espacio íntimo).
El papel funciona como vestuario mágico que al ponerse en contacto con los objetos desencadena
u na actividad que no requiere de la intervención directa del hombre”.
Giabriel Weisz,“La piel mágica de los dioses”. Memoria del Encuentro Nacional en torno al Teatro
Indígena y Campesino, T eatro Rural/Dirección General de Culturas Populares/SEP, México, 1985
(copia mimeográfica, sin paginación].
18 P ara profundizar en las características y desarrollo histórico de esta celebración rem ito al completo
estudio de Joel Dávila Gutiérrez, Francisco Serrano Osorio y Alma Yolanda CastUlo Rojas, Gue-
rra...al p ie de los volcanes. E l carnaval de Huejotzingo, BUAP, Puebla, 1996.
CAPÍTULO II
TEATRALIDADES E N MÉXICO
nes llevan u n rifle recargable que disparan continuam ente. Las actividades
son de cinco tipos: desfiles, cerem onias, comidas y bebidas, representacio
nes y ju egos de g u erra. Las com parsas son acom pañadas por bandas de vien
to y percusión.
Su prep aració n inicia desde enero y culm ina el prim er domingo de
C u aresm a. E n esos m eses y h a s ta an tes de la en tra d a de carnaval se llevan a
cabo los “dom ingos de d esfigures” o de ’’viejos”. U n “desfiguro” es un hom
b re disfrazado de cualquier m a n e ra que baila o hace brom as sin que nadie lo
rep rim a. C uando se ju n ta n en la plaza principal se organizan desfiles pictó
ricos de alegría.
P o r o tr a p a rte en M etepec, estado de México, la celebración en honor
de S an Isidro L abrador form a p a rte de las festividades del ciclo agrícola. El
desfile conocido como “de locos” reú n e a distintos grupos con disfraces muy
variados. R e salta en esta fiesta la elaboración de arcos elaborados con dis
tin ta s sem illas que ado rnan los carros.
T e a tr o h is tó r ic o
E n varios estados de la república, especialm ente en el centro del país: E sta
do de México, G uerrero, M orelos y P uebla se efectúan representaciones co
m u n ita ria s con tem a histórico.
E s m uy conocida la que se efectúa en el Peñón de los Baños (Distrito
F ederal) sobre L a batalla del 5 de Mayo.^^ El diálogo es un poco monótono
p o rq u e “rep ite verbalm ente largos pasajes y cada diplomático tra ta de imi
ta r la m a n e ra de h ab lar del país que rep resen ta”. La verdadera diversión co
m ienza cuando las batallas ocupan la atención de los actores y del público.
75
T E A T R O S Y TE A T R A L ID A D ES E N M ÉX IC O
SIG L O XX
f
es la de teatro histórico, dentro del cual se en cu en tra obras sob re la indepen
dencia: E l s im u la c r o d e l a t o m a d e l a A l h ó n d i g a d e G r a n a d i t a s , M a r ia n o
M a ta m o r o s y sobre la revolución: V i d a y m u e r t e d e E m i l i a n o Z a p a t a e n Chi-
nameca.2i
Otra de las expresiones de teatro religioso es la de los C arros Bíblicos
de la N avidad queretana que desde 1828 recorren las ca lles de la ciudad los
24 de diciem bre. Tirados por tractores y acom pañados por u n a pequeña
banda de alientos, los personajes ceintan, bailan y reciben reg alos (m onedas,
lim as, naranjas, dulces) del público. Los tem as son “La cen a d e B a lta za r”,
“El paraíso”, “J e fté ”, “La huida a E gip to”. Los tex to s y las n o ta s m u sicales
son m uy antigu os y se conservan a pesar de las cen su ras y del tiem p o. 22
2 .1 .3 T e a t r o in d io y c o m u n it a r io c o n t e m p o r á n e o
E sta s form as tea tra les com parten, en esencia, las características d e las an
teriores y se d istin gu en de ellas por la incorporación de n u ev o s contenidos,
esp ecialm en te políticos, y de técnicas m odernas que, en oca sio n es, lleg a n a
yelmos. De la posibilidad de hacer el vestuario depende la participación d élo s actores. Se p resen tan
a pie o a caballo”. M ery Blunno, “El te a tro cam pesino tradicional en M orelos”, L o s doce pares de
Francia. H istoria para teatro campesino en tres noches, Gobierno del E stado de M orelos-M iguel
Ángel P o rrú a, México, 1994, pp. 12-13.
21 Ibid., pp. 7-27.
22 G u tiérrez Vega, art. cit.
C A PIT U L O II
TEA TR A L ID A D E S EN M ÉXICO
Á m b ito n a c io n a l
La Asociación Nacional Tea
tro-Comunidad se integró en 1987 por
teatristas, investigadores y promotores
culturales que habían participado en di
versas experiencias de teatro popular
en México desde los años setenta. Du
rante 12 años se m antuvo viva tratando
de contribuir ai desarrollo del movi
miento del teatro comunitario con ac
ciones como: Fiestas y cursos
nacionales, estatales y regionales, reali
zación de estudios y publicación de ar t
tículos de divulgación en México y en el
extranjero.
Los grupos que formaron parte de Mi pueblo en tiempos de esclavitud. Grupo
TECOM y aún participan en el movi Ho’ol po’op, Yucatán.
miento de teatro comunitario han in
tentado convertirse en monitores de su propia cultura. Su modo de
producción tiene como base la “metodología de investigación-acción partici-
pativa”, fundam entada en la interacción del grupo de teatro y su comuni
dad. Los miembros de la comunidad participan en el espectáculo, ya sea
como actores que aportan en el proceso de producción aspectos referidos al
material dramático (temática, conflicto); o bien colaboran con la realización
de escenografía, utilería o vestuario. De tal manera que la apropiación de la
experiencia fortalece el desarrollo de las comunidades indígenas, campesi
nas o urbanas populares.
23 “Una experiencia en este sentido es la de Lomas del dorado, municipio de Ixhuatlan de Madero, Ve-
racruz en la región huasteca. Cuenta con 95% de hablantes de lengua náhuatl y en su población to
davía se encuentran vigentes algunas ceremonias tradicionales y una gran cantidad de creencias
relacionadas con el culto prehispánico la comunidad se encontraba en lo alto de un cerro y sus habi
tantes viviendo dispersos en sus parcelas. Para disfrutar los beneficios de la “civilización” la comu
nidad es trasladada a orillas de la carretera y las viviendas se concentran en un solo núcleo de
población. A partir de esa decisión empiezan a surgir varios problemas: falta de solidaridad, aban
dono de tradiciones, apariciones. Cuando llegan los promotores proponen hacer una obra. Al prin
cipio hay resistencia, pero finalmente se integra un grupo. El tema es la cohesión comunitaria de la
población. El prim er paso es indagar la opinión de los miembros del grupo al respecto. Los actores
trabajan como investigadores con sus familias y vecinos. La información recopilada es la base para
tra b ^ a r en el escenario. En cuanto a forma la obra se basa en la estructura de una ceremonia tradi
cional “El chicomexóchitl”, la cual permite la utilización de la danza y de la música. Los ensayos se
efectúan los fines de semana, en las noches. Se llegan a congregar hasta 300 espectadores en los en
sayos, quienes ya no sólo observan, sino que participan en las discusiones de la forma y contenido.
El día de la presentación de la obra es un día de fiesta para toda la comunidad y aun para otras veci
nas que han sido invitadas. Gracias al teatro la comunidad se reúne y convive como en tiempos an
teriores. (No una simple representación y espectáculo, sino acontecimiento donde todos pueden
participar). Teatro comunidad es un teatro hecho por los miembros de la comunidad ya sea rural o
77
T E A T R O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M ÉX IC O
______ S IG L O XX " 1
Á m b ito r e g io n a l/lo c a l
Dentro del teatro maya contemporáneo existe, desde 1977 el grupo multige-
neracional Sac Nicté (“Flor Blanca”) integrado por m aestros, estudiantes,
amas de casa y campesinos bajo la dirección de Carlos Armando D zul Ek.
Basados en la región Puuc de Yucatán presentan sus obras en las fiestas de
los pueblos de toda la península.
Uno de sus trabajos más conocidos es el A u to d e fe o c h o q u e d e d o s cu l
tu r a s . Según Frischmann, los acontecim ientos de este drama situado en
1562 siguen influyendo sobre el s ta tu s actual de los m ayas 5 0 icatecos. El
tem a se refiere a la imposición de la cultura española, específicam ente al jui
cio en contra de los “idólatras y transgresores” de la religión católica or
questado por el provincial franciscano Diego de Landa.^®
Otro grupo es Lo’il Maxil (“La Risa de los M onos”), parte integral de
Sna Jtz’ibajom, A. C. (“La Casa del Escritor”) de San Cristóbal de las Casas,
integrado por trece hombres y mujeres tzotziles y tzeltales, fundado en
1981.2® Entre las obras que ha realizado se encuentran: E l b u r r o y la m a r i
p o s a (1988), E n tre m e n o s b u rro s, m á s o lo te s (1989), E l h a r a g á n y e l z o p ilo te
(1989), ¿ A p o c o h a y c im a rro n e s? (1990), H e re n c ia f a ta l (1991), D in a s tía de
ja g u a r e s (1992), ¡V ám on os a l p a r a ís o ! (1993) y D e to d o s p a r a to d o s (1994)
“dedicada a todos los mártires Mayas y Zoques caídos en las guerras de
Chiapas”. Esta última obra explora algunas de las causas del levantam iento
armado de enero del mismo año, así como las preocupaciones ecológicas y
mágicas en torno al último refugio del indígena despojado y marginado de la
urbana mediante el cual expresan sus conflictos sociales y humanos. E stá hecho con los recursos
materiales y culturales con los que cuenta la comunidad; música, danza, vestuario, mitos, leyendas,
cuentos, historia. Es un teatro que va mas allá del sociodrama o del simple espectáculo de consumo
para convertirse en un acontecimiento basado en la necesidad de representación de la comunidad
es un teatro hecho en los espacios y en los tiempos que la comunidad considera necesarios. No es un
teatro en búsqueda de público sino que su publico es la propia comunidad que lo crea”. Francisco
Acosta Báez, “Teatro comunidad”. La escena latinoamericana, nueva época, 5/6, pp. 52-57.
24 Se sugiere consultar la antología de Felipe Galván, Teatro Comunitario de la Región de los
uo/canes,Editorial Tablado Iberoamericano, Puebla, 2002.
25 Frischmann, “Etnicidad activa...”, pp. 25-34.
26 “De hecho, Romin de la Torre, padre de dos integrantes de este grupo, Juan y Antonio de la Torre,
colaboró en el Teatro Petul. Por lo tanto, no sería ninguna coincidencia que la prim era experiencia
escénica de Sna J tz ’ibajom en 1985 se diera en el teatro de guiñol, antes de incursionar cuatro años
después en el teatro de actores”. Para una historia detallada de este grupo, véase Donald Fris
chmann, “New Mayan Theatre in Chiapas: Anthropology, Literacy, and Social D ram a” en Nego
tiating Performance; Gender, Sexuality & Theatricality in Latin/America, Diana Taylor y Juan
Villegas, compiladores. Duke University Press, 1994, pp. 213-238.
CAPITULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
■a
tie rra propia: la selva lacandona. O tra obra es Antorchas para amanecer
(1995).
P e tro n a de la Cruz e Isabel Ju árez Espinosa, fundadoras de L o 'il Ma
xil, dejaron e ste grupo p ara crear, en el mismo San Cristóbal, “Fortaleza de
la M ujer M aya, A. C.”, u n centro dedicado a la educación de mujeres y niños.
T am bién, a p a r tir de los años ochenta, inician su producción dram atúrgica
Feliciano S ánchez C han, Miguel May May, M aría Luisa Góngora Pacheco,
Leydi C itu k Yah, y Pedro Yam Pech todos ellos prom otores fundadores de la
U nidad Regional de C ulturas Populares en Mérida.
E n su apasionada y fecunda ta re a de investigador del teatro maya Do-
nald F risch m a n n h a registrado sus manifestaciones más recientes; las del
m ovim iento zapatista,^’ desde las “señas”, pequeñas obras en un acto, h asta
los “Consejos de ancianos”^«, u n a resignifícación de un teatro ancestral, pa-
27 Donald Frischmann, “El teatro en las comunidades zapatistas de Chiapas”, Investigación teatral,
núm 3, pp. 13-21.
28 Los dos ancianos. Esta obra fue representada el 12 de diciembre de 1994 en una comunidad tzotzil
de la región de los Altos; se presentó al aire libre, con la presencia de casi todos los habitantes del
pueblo; los mayordomos están vestidos solemnemente de acuerdo a su cargo, y presencian la obra
desde un espacio privilegiado cercano a los actores. En esta obra de catorce minutos de duración,
dos actores masculinos representan a una pareja de ancianos. Los personajes, el marido de “noven
ta y cinco años” y su esposa de “cien”, retoman el tema del levantamiento del primero de enero de
1994, comentan sobre las razones justas y necesarias que le dieron origen, y denuncian su estado
permanente de pobrezayel maltrato que siempre han recibido por parte del gobierno. Por su expe
riencia y su sabiduría, los ancianos les dan una serie de consejos a los jóvenes de la comunidad.
79
TEATROS Y TEA TRALIDA D ES E N M ÉX ICO
SIG LO XX
sando por las obras históricas. La ex isten cia de este tea tro se rem onta a la
época prehispánica y, en la época actual, a las p rim eras brigadas campesinas
del Teatro Conasupo de O rientación C am p esina que a fin es de los setenta
integró tres brigadas: u n a tzo tzil, otra tzelta l, y o tra tojolabal.
En cuanto al teatro en len gu a n áh u atl, el grupo N im ayan a (tengo
hambre) de San M iguel Tzinacapan, C uetzalan, P u eb la es u n claro repre
sentante del teatro como m edio de reedificación p u es nació, segú n uno de
sus integrantes “como una necesidad de abrir aquellas bocas que estaban
cerradas” y gracias a la iniciativa del m aestro G abriel Salóm en la escuela
secundaria abierta, a fines de los setenta. H icieron rep resen tacion es de las
obras; E l h o m b r e n u e v o e I n Y a n k u it T i t (El fuego nuevo). E n su comunidad
y fuera de ella descubrieron el sentido del teatro al platicar con el público;
pare ellos “el teatro fue m uy valioso, porque nos hizo avan zar a todos los que
siem pre estam os situados en u n rincón”. A unque en la actualidad no hacen
obras “el teatro sigue vivo en los trabajos para la com u n id ad ”.^»
Otra m anifestación de teatro náhuatl es la que p rom ueve en la huaste
ca hidalguense Ildefonso Maya. Para él “N o es la fe n i los ritos cristianos los
que hacen mover a las m asas para esas representaciones, sin o la creencia y
la fe tradicional de México que vive con sus dioses, aunque desde hace más
de quinientos años hayan cambiado de nom bre por la fuerza de la imposi
ción
En esa región perduran tradiciones indígenas que se celebran festiva,
ritual y m ágicam ente, con expresiones teatrales m asivas y en su propia len
gua. De esta manera el xantolo, las “lim pias”, la s fiestas santorales — a San
Juan, San Nicolás, Santa Catarina— , el carnaval huasteco, los cabos de año,
ANCIANO: Vine aquí a dar algunos consejos sobre cómo he vivido mi vida desde hace m uchos años.
Se ve muy bonito que aquí están todos mis nietos alrededor de aquí, pero todos saben que ellos, mis
nietos se levantaron el primero de enero, que buscan el bienestar, p a ra buscar u n a salida ju s ta a la
pobreza y los sufrimientos. Pues en estos mom entos ustedes m is hijos, m is nietos, ustedes todavia
son jóvenes. Ustedes todavía pueden andar, pueden correr, pueden hacer lo que quieran, así que es
mejor que se organicen todos, así como están organizados muy bien los del ejército mexicano que
form a parte del gobierno, que están muy bien organizados, pues así deben organizarse ustedes
también. Pues en realidad ya hace muchos años que estam os sufriendo.
[...]
ANCIANA: Bueno, mis hijos, mis nietos,’sólo me queda decir que ustedes todavía son jóvenes. No
se dejen de luchar, no se dejen de organizar. Porque ya se vio que tienen fuerza, y a que ustedes son
jóvenes, todavía tienen la energía de ir luchando por ustedes mismos. Porque y a som os m uy viejitos
y y a no podemos ir f i a n d o sino que estam os atrás de ustedes porque es verdad que ya tiene bas
tan tes años que venimos padeciendo este tipo de injusticia.
Bueno, disculpen mis hijos, ya no me queda más palabra, ya me siento todo el cuerpo adolorido, ya
estoy muy cansada, por esa razón. Entonces, no se dejen de luchar, ésa es mi única recomendación.
Igual que en las señas tzeltales, la seriedad del tem a de la rebelión zapatista halla su complemento
en la no ta cómica; los actores provocan la risa del público al hablar en un tono exageradam ente
agudo, típico de los ancianos tzotziles; también, la obra term ina en una nota alegre al pedir el an
ciano que le traigan una guitarra: empieza a tocar y estos sabios centeneu-ios se ponen a bailar, pero
cayéndose repetidam ente a la tierra. Ibid., pp.16-17.
29 Moisés C astro Payno, Eulalia Chávez Tomás, Blas Soto Islas, et al., “El teatro de San Miguel Tzina
capan no h a m uerto, vive en las organizaciones". Memoria del Encuentro Nacional en torno al tea
tro Indígena y Campesino, Teatro Rural/Dirección General de C ulturas Populares/SEP, México,
1985 [copia mimeográfica, sin paginación].
.30 Ildefonso Maya “El teatro masivo indigena, base del teatro mexicano". Memoria del I I I Encuentro
de Investigación Teatral, CITRU-INBA, México, 1992, pp, 15-24.
CAPITULO II
TEA TRA LIDA DES EN MÉXICO
los nacimientos, las bodas, los tlamanas o las fiestas a la Virgen de Guadalu
pe son tum ultuosas y superiores a otras por los cantos en náhuatl y las
danzas de las mujeres del Xochuipitzauak. Estas representaciones se llevan
a cabo con la participación de actores y espectadores que comparten la ac
tuación sin utilizar la palabra, motivados solamente con la música y danza.
Maya ha participado en esas representaciones, que datan de 1954,
donde familias enteras entran a la escena con más de 1,500 actores, vistien
do ropas y atuendos tradicionales.
Finalmente, el teatro en lengua zapoteen: en 1981 se integró un grupo
en Juchitán a instancias del Departamento de Teatro Indígena de la Univer
sidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Sus integrantes nunca habían
actuado ni visto obras del teatro urbano “profesional”, por eso utilizaron
máscaras para que el público no los reconociera y pudieran actuar con liber
tad. Representaron obras como: T ie rra y fuego sobre problemas ocurridos
en 1717, fecha en la que unos religiosos arrebataron tierras a los zapotecas
de Juchitán, otra sobre el “che” Gómez (líder juchiteco en 1911) y J u ch itá n
en e l tie m p o (historia de la vida social zapoteca de 1660 a 1983).
Otro grupo zapoteca es el “Tehuantepec”, que nació en 1987 en el istmo
del mismo nombre como una necesidad comunitaria de expresar a través del tea
tro elementos y valores propios de su tradición, cultura y problemática social.
Formó parte de la Asociación Nacional Teatro Comunidad. Uno de sus espec
táculos más significativos fue L a llorona que representó a México en el Festival
de Teatro Latinoamericano de Córdoba, Argentina en 19 9 4 .^ 2 El trabajo de su di
rector, Marco Antonio Petriz, ha sido reconocido más allá del ámbito local.
Con respecto al teatro comunitario en barrios urbanos, es importante
mencionar la fundación en 1983 de la Unión de Teatreros de los Barrios Ba
jos del De Efe (Distrito Federal) y anexas, agrupación que reunía a nueve
grupos de teatro de barrios marginados. Su propósito era que las artes llega
ran a sus propios territorios. Se presentaban en calles y, además de apren
der el oficio en la práctica, se nutrían de la experiencia de los merolicos,
parlanderos y cómicos de carpas y circos.^^
31 Macario M atus “Teatro en lengua zapoteca”. Memoria del Encuentro Nacional en tomo al teatro
Indígena y Campesino, Teatro Rurai/birección General de Culturas Populares/SEP, México, 1985
[copia mimeográfica, sin paginación].
32 La leyenda de La Llorona transita por Latinoamérica desde la época de la Colonia, desarrollada y
transform ada de acuerdo a cada pueblo. A partir de un breve relato de Manuel Villalobos, también
oriundo del Estado de Oaxaca, el grupo Tehuantepec replantea ese mito en una creación colectiva
de acuerdo a la experiencia cultural comunitaria; historia y tradición oral, experiencias personales
y tradición artística propia. En Tehuantepec, La Morona es representada en un convento del Siglo
XVIII. Estamos frente a una puesta ambientalista donde todos los espacios están involucrados acti
vamente, organizados por la representación pero relacionados con la vida de la ciudad y con espa
cios históricos, “modalidad de tiempo/espacio" (Schechner). El ambiente en el que se desarrolla la
obra no responde a una predeterminación convencional o escénica sino que es parte de otros am
bientes que los contienen o engloban y que hacen a la dinámica relación de los cuerpos en el espacio,
tanto los de los actores como los del público. En el mismo orden simbólico se integran las canciones
y el lenguqje zapoteca que mezclado con el castellano funciona como interacción verbal que refleja
el cruce de culturas de esa comunidad y caracteriza a las culturas históricas. Ana Beatriz Amman y
Maria José Villa, “Una experiencia comunitaria para recrear el mito de la llorona”. La escena lati
noamericana, nueva época, 5/6, pp. 35-40.
33 Femando de Ita, Anuario del Teatro en México 1983, UNAM, pp. 241-242.
81
T E A T R O S Y T E A TR A LID A D ES E N M É X IC O
SIG LO XX
2 .2 R e v i s t a y C a r p a
2.2.1 O r ig e n y d e sa r r o llo
El Teatro de Revista ocupó el lugar de mayor im portancia en los espectácu
los que se representaron en la ciudad de México durante las tres primeras
décadas del siglo XX. Su origen se remonta a 1869 cuando el empresario
Eduardo González “buscando novedades que acrecieran su s entradas ideó
introducir en México las Revistas de espectáculos tan usuales en Europa”.^^
Aunque también se menciona 1821 como año del “tím ido inicio” del “género
chico” con el estreno Ae M éxico lib r e en el Teatro Coliseo.®®
Si bien tuvo un desarrollo accidentado perdura hasta la actualidad y
se practica en diversos lugares del país, con las derivaciones y modificacio
nes a que dio lugar, como la carpa. Es de destacar el Teatro R egional Yucate-
co, con una actividad ininterrumpida desde principios del siglo pasado. Una
posible organización cronológica sería la siguiente;
34 Enrique de Olavarría y Ferrari, Reseña histórica del teatro en México, Porrúa, México, 1961, t. II, p.
803.
35 Pablo Dueñas y Jesús Flores y Escalante, “Estudio introductorio”. Teatro mexicano historiay dra
maturgia, Vol. XX, Teatro de revista (1904-1936), Consejo Nacional para la C ultura y las Artes,
México, 1995, p.l7.
36 "El género chico mexicano es hijo legítimo del género chico español {...] m uerto hacia 1910, al apa
recer su hijo heredero y sucesor el género ínfimo. Mezcla híbrida del género chico y del género ínfi
mo es la revista de espectáculo. Entre unos y otros, nace y triunfa y decrece la revista musical con
argumento". Armando de María y Campos, El teatro de género chico en la revolución mexicana,
Instituto de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, México, 1956, p. 15.
82
CAPITULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
37 Alejandro Ortiz hace referencia a 1920 de José F. Elizondo, con música de Eduardo Vigil y Robles, y
a Upa y Apa con textos de Celestino Gorostiza, Agustín Lazo y Xavier Villaurrutia, decorados de
Miguel Covarrubias, Julio Castellanos y Carlos Orozco Romero y música, no sólo del dominio popu
lar, sino también de autores como Gonzalo Curiel, Tata Nacho y nada menos que Blas Gaiindo y
Silvestre Revueltas. Alejandro Ortiz, “Apbcación de vanguardias en el teatro mexicano postrevolu
cionario”, Daniel Meyran, Aejandro Ortiz y Francis Sureda, (eds.), Teatro, Público, Sociedad,
Presses Universitaires de Perpignan-CRILAUP, 1998, p. 488.
38 Dueñas y Flores y Escalante, op. cit., pp. 20-32.
39 Chin-Chun-Chan, con libreto de José F. Elizondo y Rafael Medina y música de Luis G. Jordá, es sin
duda la revista más importante de su tiempo, puesto que combina la sátira social —el uso de perso
najes provincianos ingenuos, ajenos al progreso citadino—y las situaciones cómicas propias de una
comedia. El aspecto poUtico no es abordado quizá por la época en que fue puesta en escena. Se es
trenó el 9 de abril de 1904 en el Teatro Principal de la ciudad de México y tuvo desde un principio
gran aceptación entre el público. De inmediato fue montada en otros teatros de los alrededores cita-
dinos y más tarde en provincia, donde también gozó de aceptación. Es una muestra del paso con
ceptual de la zarzuela mexicana a la revista propiamente dicha, ya que inserta dentro de un
argumento con trama bien definida elementos de actuabdad —en lo literario—, además de propo
ner situaciones intemporales que le otorgaron amplia vigencia dentro de la historia teatral. Por
esta razón se representó con éxito en 1992. Por fortuna, casi todos los números musicales de
Chin-Chun-Chan fueron grabados para la posteridad en una de las primeras sesiones fonográficas
realizadas en la ciudad de México, en 1907, respetando incluso el elenco original, que estuvo confor
mado por María Conesa, las hermanas Pérez, Braulio Rósete y José Torres Ovando, entre otros,
gracias a que los directivos de la naciente industria discogràfica consideraron de interés general di
chas obras. Teatro mexicano historiay dramaturgia. Teatro de revista, vol. XX, p. 63.
83
TEA T R O S Y TEA TRA LIDA DES E N M EX IC O
SIG LO XX
84
Á
C A PITU LO II
TEA TRA LIDA DES E N MÉXICO
2 .2 .2 E s t r u c t u r a y o r g a n i z a c i ó n
a rtís tic a
U n a R evista se e s tru c tu r a b a a p a r
tir de u n te m a c e n tra l que no seguía h
n ec esariam en te u n d esarro llo li
neal, sino qu e e ra p re se n ta d o frag
m e n ta ria m e n te en diálogos
picarescos e ingeniosos o escenas
breves, cuyo propósito e ra d a r pie a
n ú m ero s m u sicales y bailables. L a
m úsica, en su m ayor p arte , esta b a li
gada al te m a y p re se n ta b a com posi
ciones o riginales, au n q u e tam b ién
se re to m a b a n canciones de m oda in
te rp re ta d a s p o r los m ism os actores, ií
El m om ento m ás esperado e ra el n ú
m ero b ailable, sobre todo p a ra el p ú
blico m asculino, ávido de a d m ira r a
las tip les (c a n ta n te o actriz de m a
yor im p o rtan cia) y vicetiples (“se María Conesa
g u n d as” o bailarin as).
T a n to en la R evista como en el “género chico” se h icieron p re se n te s
los “tip o s” ca racterístico s de la vida u rb a n a y ru ra l: las in d ias lad in as e in g e
nu as, los v endedores callejeros, los peladitos de barrio, el soldado m a rih u a-
no, el “coyote”, dip u tad o s y generales, el bravucón, las soldaderas, etcé tera.
P erso n ajes q u e p erm itiero n escuchar en el escenario el h ab la local e incluso
regional.
E l espectáculo e sta b a a la vez sobre el escenario y en la sala. El le n g u a
je y las situ acio n es e ra n fácilm ente com prendidos p o r el pueblo, p u es fo rm a
ban p a rte de su vida cotidiana, de ah í que se sin tie ra n m o tiv ad o s a
in te rv en ir. M ie n tras que la g en te “c u lta ” y de “b u enas fam ilias” los re c h a
zaban p o r su “v u lg a rid ad ”.
G racias al dinam ism o del discurso de la Revista, el te a tro to m ó co n
ciencia de la vitalid ad y de la flexibilidad del lenguaje p o p u lar m ex ican o con
él ap ren d izaje de u n lenguaje de la ciudad, con entonaciones n u e v a s q u e, p o r
u n a p a rte , llevan a d esprenderse del acento castellano y con u so s, en p ú b li
co, de expresiones consideradas “obscenas” y “g ro seras” com o los adbures.
El espectáculo revisteril basó su te atralid ad en la a c tu a c ió n d e los có
micos y en las in te rp re tac io n es de las tiples, llegando a d e s ta c a r e n tre los
prim eros: Leopoldo “cuatezón” B eristáin, A m alia “b o r ra c h ita ” W ilhelm y,
Roberto “p an z ó n ” Soto y Je sú s M artínez “palillo”; así com o M a ría C onesa,
85
TEA TRO S Y TEATRALIDADES E N MÉXICO
SIGLO XX
L u p e Vélez, Celia M ontalbán y L upe Rivas Cacho, e n tre las tip les. Los re
cursos escenotécnicos, como la ilum inación, fueron in c o rp o rad o s p au latin a
m ente. E n cu an to a escenografía se llegó a con tar con te lo n e s elab o rad o s por
p in to res de la ta lla de José C lem ente Orozco, Ju lio R uelas, D iego Rivera,
R ufino Tam ayo, Roberto M ontenegi o y Adolfo B est Maugard.^®
2.2.3. C on ten id o
E l contenido nacionalista estuvo presen te en todo el g én ero , s in em bargo la
“R evista P olítica” fue la m ás cercana a u n te a tro de c rític a social. N o hubo
personaje de la vida pública que no estuviera sujeto a l e s c a r n i o , a u n y
cuando los autoi es e in té rp re te s se expusieran a re p re sa lia s p o r p a r te de los
afectados, como ocurrió con el com positor M anuel C a stro P a d illa q u ien mu
rió debido a la golpiza que le pro p in aro n seguidores de u n líd e r sin d ical que
se sintió aludido. Pero tam b ién se em pleó p a ra con g raciarse con los gober
n an tes en turno. De este modo la crítica que se hacía al s is te m a re s u lta b a in
trascendente, pues era avalada por el m ism o gobierno.
No obstante, hay suficientes aspectos críticos p a r a to m a r e n cuenta.
U n ejemplo m uy ilustrativo es la m ofa que en E l p a ís de los cartones (1915)
se hace de un a lacra de la vida política del país, el viejo “dos c a r a s ” q ue des
cribe de m anera satírica la gesticulación que Usigli, en o tro to n o , h a b ría de
plasm ar m agistralm ente años después:
Muy buenas, señores;/aquí estoy yo al pelo,/lo mismo que siempre,
cambiando y corriendo./Yo subo, yo bajo,/yo corro, yo vuelo;/
me escondo, me cambio,/me obsequio, me vendo,/me doy a millones
y siempre contento./Serví a Don Porfirio,/y fui su barbero,
iy fui gran amigo /después de Madero ¡/Ensalcé a la porra,
pero no me dieron/lo que yo pedía,/y dejé a Madero;/me fui con Orozco
huyendo en Conejos,/hasta que con Félix/me puse yo al pelo;
me pasé con Huerta,/y a Carvajal luego,/y al entrar Carranza
le arrojé el sombrero./Anduve con ViUa/tranquilo y contento,
y fui con Zapata,/y ahora sólo espero/ver si me dan algo
en este gobierno,/porque con Carranza/estoy ya resuelto
a ser fiel ahora...isi me da algún puesto!^^
A p artir del régim en de Lázaro C árdenas com enzó la d ecad en cia de la
“R evista Política” debido al enfrentam iento que se dio e n tre las posiciones
conservadoras de los autores y los intereses del público, in te g rad o p o r asala-
riados.‘‘®No tuvo o tra salida que refugiarse en los recu erd o s, p resen tan d o
ob ras de evocación porfiriana como E n tiempos de don P orfirio (1936), en el
Palacio de Bellas A rtes con subsidio estatal.
40 Ibid., p. 24.
41 Durante la Revolución, revista y género chico ya han tomado carta de naturalización. Los protago
nistas y los sucesos políticos del periodo son criticados y caricaturizados. Ignacio Merino Lanzilotti,
“La tradición fársica en México, Carpa y Revista poUtica”, suplemento de La Cabra, III época 27,
1980, pp. I - XX.
42 Carlos M. Ortega y Pablo Prida, El país de los cartones, Sociedad Mexicana de Autores, México, 1915,
pp. 6-7.
43 Sobre la revista política sugerimos revisar los ensayos “Los factores de movimiento en la comicidad
mexicana” de Ignacio Merino Lanzilotti, Memoria del III Encuentro Nacional de Investigación Tea
tral, CITRU-INBA, 1992, pp. 103-114 y “El teatro de revista política” de Francisco Escárcega, Esce
nario de dos mundos. Inventario Teatral de Iberoamérica, Centro de Documentación Teatral, Madrid,
1988, pp. 112-115.
CAPÍTULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
Revista de evocación
87
TEATROS Y TEATRALIDADES E N M EXICO
SIGLO XX
I
lar de variedades en la ciudad de México. A lgunos de los ac to res cómicos
contem poráneos tuvieron sus inicios en e sta experiencia u n iv e rs ita ria , por
ejemplo Víctor TrujiUo y Ausencio Cruz.
L am entablem ente la UNAM no apoyó este proyecto, p o r lo q u e la idea
de L anzilotti no alcanzó el resultado esperado y declinó a p rin cip io s de los
ochenta.
O tra iniciativa, pero en el ám bito privado, tuvo lu g a r en 1984, cuando
el popular actor E nrique Alonso —ferviente ad m irad o r de M a ría C onesa—
se convirtió en productor de espectáculos de T ea tro de R evista. S u p rim e ra
producción fue Dos tan das p o r un boleto y luego, en 1987, L a a le g r ía d e las
ta n d a s. E n 1992 logró que la Com pañía NacionM de T e a tro r e e s tr e n a r a dos
de las m ás populares revistas; C h in-chun-chan y L a s m u sa s d e l p a ís . E ste
espectáculo contó con la dram aturgia de V icente L eñero q u ie n em pleó u n a
estrateg ia pEira actualizar obras de épocas an terio res d ig n a de se r to m a d a
en cuenta, como señala Octavio Rivera:
La contextualización hace posible comprender algunas alusiones propias del
momento histórico en que se ubican las obras, pero va más allá. La idea del
contexto creado por la dramaturgia y la escenografía pone al espectador en si
tuación y lo sensibiliza para entrar en la teatralidad de las primeras décadas
45 Recapitulación del papel de la Conquista española y del catolicismo en México. Sátira en la forma
de los géneros teatrales populares; pastorela, carpa y revista política. Contiene 28 cuadros con bai
les y canciones en ritmos musicales latinoamericanos y está dividida en cuatro tandas a la manera
del teatro musical ínfimo: I Tanda del aire (la Conquista); II Tanda del agua (La contaminación);
III Tanda de tierra (La natalidad) y IV Tanda de fuego (La Revolución), se hace énfasis en las fuen
tes prehispánicas del teatro en América, y en el habla coloquial de Tlatelolco, particularmente el al
bur. “Las tandas del Tlancualejo”, Coryunto núm. 41, jul-sept., 1979, pp. 29-91.
88
CAPITULO I!
TEATRALIDADES EN MÉXICO
de este siglo XX, lo cual vendría a ser el plato fuerte de la puesta en escena. En
el escenario se oscila, sin embargo, entre la recreación histórica del espec
táculo —sobre todo en lo que hace al vestuario y la escenografía—y la puesta
en escena en el sentido tradicional: una producción generosa que reúne a va
rios cómicos, a buenos bailarines y cantantes. Todo armonizado con el conoci
miento del género y del oficio. Esta tendencia tradicional hace que gran parte
de la fuerza escénica del montaje descanse, al margen del lujo de los diseños y
de la producción y calidad de los intérpretes —el mismo Enrique Alonso entre
ellos—, en las virtudes escénicas de las piezas, en los elementos que mantie
nen vivos para el teatro (especieJmente Chin-chun-chan) el humor simple,
los juegos de palabras, la sencillez del enredo, la caricatura de los tipos.“
U n acontecim iento m em orable tuvo lugar en 1984, cuando el Museo
N acional de C u ltu ra s Populéires organizó la exposición “El país de las ta n
d as” que logró re u n ir m ás de 100 libretos, cientos de partituras, un gran
acervo de fotografías, n o tas periodísticas, diarios escritos por los protago
n istas de la R evista y casi medio centenar de testimonios.^’
46 Octavio Rivera, “Chin-chun-chan y Las musas del país”. La escena latinoamericana, núm. 2, nueva
época, p. 63.
47 Entre los objetivos de la exposición se indicaba: “recuperar con un sentido actual la consciencia de
que hubo una época en la que el teatro fue un espectáculo cien por ciento popular, en el cual las
obras tem'an éxito o fracasaban exclusivamente por la reacción del público y no por arte de la publi
cidad. Para recordar que tenemos una historia propia de la música urbana escrita en el teatro de re
vista [...] La exposición quiere ofrecer una muestra de la enorme creatividad de un género teatral
que hizo de la parodia una forma de crítica política, de sus obras auténticos periódicos escénicos y
de sus escenarios legitimas extensiones de la calle”. Ma. Isabel Inclán Perea, “ÍE1 país de las tan
das!”, Escénica, época 1, núm. 9. p. 33.
TEATROS y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
2.2.5 L a C arpa
Si b ie n e ste tipo de espectáculos
tom ó su nom bre del local desarm a-
b le (lona o m adera) en el cual se lle
v ab a a cabo y que se in stala b a en
b arrio s populares del D istrito Fede
ral, su relación con el T eatro de R e
v ista fue m uy cercana pues en las
ta n d as de “tarde, m oda y noche” se
p resen tab an cuadros cómicos, can
ta n tes, bailarinas, ventrflocuos, etc.
La im pro\ñsación llegó a ser el ele
m ento m as utilizado por parte de los
cómicos que te m an que saber cómo
resolver cualquier situación p la n
tead a por el público.'**
Algunas de las carpas m ás im
portantes fueron la “M ariposa”,
“Procopio”, “Sotelo” siendo en ésta
donde apareció por p rim era vez
Cantinflas (Mario M oreno, 1911- Chin-chun-chan, director Enrique Alonso, 1992.
I
1993), creador de uno de los “tip o s”
más populares que logró expresar la id en tid ad del h a b ita n te d e los barrios.
De este notable actor cómico M agaña E squivel ap u n tó :
En esto y en el desdén con el que pasaba ante las cosas y los hechos actuales,
estuvo la columna de Cantinflas. La paradoja se descubrió cuando observa
mos que de tan personal, este mimo, gran improvisador de apólogos, no re
presentó sino un tipo mayoritario, tradicional, un modo de ser de México, un
lado del espíritu popular. Fue un mimo que no se sujetaba a ningún texto lite
rario; actuaba directa, personal, libremente sobre el espectador que, en algu
nos momentos, se reconocía en él.*®
Tam bién las carpas acogieron al te a tro d ram ático , a u n q u e sin perder
la parte de “variedad” con núm eros cómicos, bailables, m ú sica, declam acio
nes y cuadros plásticos. Nos referim os a las com pañías q ue re a liz a b a n giras
por d istintas ciudades del país presentando obras que h a b ía n eilcanzado el
éxito en teatro s comerciales de la ciudad de México. E n tr e o tr a s cabe m en
cionar a las carpas; “N oriega”, “M ayuca”, “R osas” , “E n c a n to ” y “T a y ita ”. A
propósito de la inauguración de ésta ú ltim a en A cám baro, G u a n a ju a to , Héc
to r M anuel Calixto, actor que consagró su vida a e sta ex p e rien c ia de gran
arraigo popular menciona;
48 Se sugiere consultar el estudio de Socorro Merlln, Vida y Milagros de las carpas. La carpa en Méxi
co, INBA-CITRU-CNART, México, 1996.
49 Antonio Magaña Esquivel, Imagen y realidad del teatro en México (1633-1960), Escenolo-
gía-Conaculta, México, 2000, p. 154.
CAPITOLO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
50 Héctor Manuel Calixto, La ca;7>a.v.V0 , Instituto de Cultura del Estado de Durango, Gómet Palacio,
2000, pp. 76-77.
51 Ibid., p. 77.
91
TEA TRO S Y TEATRALIDADES EN M EXICO
SIGLO XX
I
con m ás encanto y candor que in t e l i g e n c i a , ® ^ así como D an iel “ch in o ” H erre
ra, con el personaje que le valió su apodo; A ndrés U rcelay con el x to l o policía
y u n largo etcétera.
Uno de sus m ás decididos prom otores que h a logrado m a n te n e r la tra
dición es H éctor H e rre ra A lvarez “el cholo”, nieto de H e rre ra Escalante,
cuyo apodo, a diferencia de los an terio res, no tie n e origen m aya, sino p eru a
no. E n tre sus ta re a s se en c u en tra n la de productor, d irec to r de com pañía,
a u to r y actor.
Si bien la ciudad de M érida h a sido su centro de operaciones, el Teatro
Regional Yucateco se presen ta frecuentem ente en o tras poblaciones del es
tad o y de la región maya.
52 Alejandro Cervera Andrade, El teatro regional de Yucatán, Guerra, Mérida, 1947, p. 22, apud.,
Nomland, op. cit., p. 113.
53 Amado Nervo, El Mundo, 3 de enero 1905.
CAPITULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
54 Rodolfo Usigli, México en el teatro. Imprenta mundial. México, 1932, pp. 119-120.
55 Merino Lanzilotti, “Los factores...", p. 114.
93
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
I
un ámbito, mientras otras lo trascienden. De igual m anera los espacios de
representación son variados: teatros formales o al aire libre, estadios, car
pas, escuelas, plazas y calles.
Por tratarse de un concepto teatral, más que de un género, sus realiza
dores y receptores son heterogéneos; profesionales, aficionados y estudian
tes entre los primeros; niños, adultos, indígenas, campesinos, empleados,
trabajadores y población marginal urbana, entre los segundos.
2.3.1 T eatro E ducativo
Sobre el teatro educativo se han pronunciado destacados artis
tas-pedagogos. Héctor Azar consideraba que;
debe permitimos adquirir una noción precisa de lo que significa y contiene
nuestro medio ambiente y por ello es menester acudir lo mismo a la noticia
histórica que nos haga evocar el pasado con el antecedente inmediato o remo
to de un presente actual en continuo movimiento. Sólo comprendiendo am
bos —pasado y presente— estaremos en posibilidades de prever, columbrar,
visualizar un futuro que nos pertenece con posibilidad de realizeir nuestras
aspiraciones.'^
También expone su importancia para comprender la existencia, la re
lación entre individuo y sociedad, entre vida y muerte, así como el sentido de
la libertad, de la templanza y de la creación.
94
CAPITULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
95
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MEXICO
SIGLO XX
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T E A T R O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M É X IC O
S IG L O XX
gran sim ilitud con las teorías del “Realismo Socialista” im perante por aque
llos años en la Unión Soviética, y que, de acuerdo con la interpretación zda-
noviana del arte, fundamento de ese movimiento estalinista, proponía “la
reducción del arte a un esquema político, la búsqueda de una comunicabili
dad directa y fácil, una concepción utilitaria y social y la supeditación del cri
terio estético al político”.®®Esta similitud no es producto de la casualidad,
sino que revela la intención, ante la falta de una teoría propia sobre educa
ción, arte y cultura de la Revolución mexicana, de adoptar las elaboradas
por su homóloga soviética.
El nivel profesional y quizá aún más, el grado de responsabilidad ofi
cial que tenían los autores, permite distinguir tres tipos de obras diferentes;
aquellas donde los contenidos sociales y políticos eran tratados a través de
pasajes costumbristas y en las que se buscaba el refinam iento estilístico, a
cargo de intelectuales o funcionarios de la SEP; las que trataban temas edu
cativos saturadas de letanías moralizantes, elaboradas por maes
tros-catedráticos de las Normales rurales; y las que reflejaban espontánea y
vigorosamente los problemas del campo, realizadas por los profesores rura
les de origen campesino. Los dos grandes temas fueron: Revolución y educa
ción, dedicándose en este último concepto .un apartado a las obras que
trataban las “costumbres indígenas”.®®
Cabría señalar una labor paralela, aunque de menores alcances, pa
trocinada por la Secretaría de Salubridad y Asistencia de 1934 a 1940. El
“Teatro Sanitario Infantil”, cuya mención es conveniente por cuanto Nom-
land la considera “modelo a seguir para cualquier esfuerzo posterior de tea
tro rural”.®^Presentan, como él mismo lo reconoce, una información falsa y
poco científica, cuando, precisamente se trataba de alabar las virtudes de la
65 Adolfo Sánchez Vázquez, Estética y marxismo, vol. 1, ERA, México, 1972, p. 66.
66 En Regeneración (1933), el héroe sustituye la botella por la educación: “ni por gusto he de tomary
si grita el corazón a mis hermanos he de contar que mi lema es la instrucción”; E l poder de la ins
trucción (1934), plantea las ventajas sociales que ofrece la escuela: “Querido público, has visto lo
que puede la instrucción, que al más tonto lo hace listo y le labra posición”; Desencadenados (1936),
obra a propósito de la toma de tierras a una hacienda. El personaje central que encabezó la acción
destaca: “Hermanos, apenas he cumplido con una pequeña parte del programa de mi vida, yo creo
que la existencia debe ser intensa, agitada, valerosa, yo estimo que así se es socialista de verdad.
Queden el egoísmo y la tristeza de una vida estéril para los burgueses”; en Lacras conservadores
que contaminan a la Revolución Mexicana (1935) -tan largo el título como los diálogos- el autor, ha
blando a través del proUigonista critica la impartición contrarrevolucionaria de la justicia que favo
rece a los caciques por sobre los campesinos: “¡Amado Pueblo! Responde. Es preciso que pongas
remedio a las injusticias que tus malos servidores cometen contra tus hijos. La Revolución Sooal
Mexicana tiene por objeto buscar, por cuantos medios sean posibles, el mejoramiento económico,
social físico, moral e intelectual de las clases trabajadoras, que por más de cuatro décadas y centu
rias han sido presa de la explotación por el capitalismo, por el clericalismo y por los gobiernos con
servadores..., etc., etc. En Chanito Patriota (Í939) unos niños festejan las fiestas patrias, Chanito,
mozo de una hacienda, enseña a sus amigos una “canción” que aprendió en la escuela y que le gusta
porque hace rabien- a su patrón. Dicha canción es nada menos que “La Internacional”. Por lo que se
refiere a las obras de contenido indígena, no podemos ver en ellas más que un afán folklórico y sar
cástico de “im itar” su manera de hablar el castellano y algunas de sus ceremonias como la del casa
miento en El Tlapalole, el que sigue es un texto de Juan Gregorio, padre de la novia: “Cumpagritu
Antonio Martín, yu lu recibo este to hijo Santiago de la Croz, y te lu ofrezco que seTü vuy a dar
pa'que lo sea so mojer mija María C atarina...” El Maestro Rural, 1932-1940.
67 Nomland, op. cit., p. 76.
CAPITULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
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T E A T R O S Y TEA TR A LID A D ES E N M É X IC O
SIG LO XX
Pascada: ¡Ay Mariano... qué susto me dio el criado! Vamos a tomar pastillas,
¿eh? Tu también vas a tomar, ¿verdad Nito?
Mariano: (Rehusándose) Pero es que no estoy neurasténico.
Pascasia: (Altanera) El doctor dijo que los dos teníamos la misma enferme
dad y usted también toma ¿no?
Mariano: Es verdad que no tengo nada, pero tomaré pues...
Otra escena referida a la escuela, entre Pascasia, su sobrina Nadiay la
hija de ésta, Graciela, señala:
Graciela: (Viene de la escuela) Buenas tardes mamacitas.
Pascasia: ¿Por qué llegaste tarde? ¿Te pegaron?
Graciela: No tía, esos tiempos ya se acabaron. Es que estábamos ensayando
una canción que hace soñar despierta...
El lenguaje, no obstante que recurre a expresiones coloquiales de la
región, contiene expresiones que no corresponden al contexto. Por ejem
plo, cuando el campesino Otilio pide disculpas por haber sufrido un “lap
sus linguae” o cuando Pascasia dice a su criada; “¿qué te has propuesto,
esperpento?, ¿por qué eres tan mélica con Nito?” Aún cuando en el pri
mer caso se trate del campesino estudioso y en el segundo de una campe
sina rica, la utilización de esas pedabras más que ayudar a definir a los
personajes parecen querer mostrar el desarrollo del léxico del autor.
Ya he mencionado también que toda la obra se encarga de difundir las
conquistas revolucionarias, pero, en lugar de comunicarlas por medio de la
acción, los personajes que simpatizan con ellas se aprovechan de cualquier
situación para producir interminables párrafos de carácter didáctico.
Lo más significativo de esta obra resulta ser la irónica conciliación que
los maestros revolucionarios hacen entre religión y materialismo, al darle a
la Revolución un carácter sagrado. Esta es la apología que hace al final el
personaje central:
¡Santa Revolución que nos trajiste escuelas proletarias, que curan todas las
enfermedades del humano espíritu, que transformas escorias en astros, que
le arrancas secretos al misterio, que nos Uberan de la esclavitud, que nos
mandaste maestros que están poniendo a nuestro servicio sus inteligencias,
sus dinamismos, sus vidas para hacernos vivir dignamente! ¡En nombre del
progreso, en nombre de nuestros padres, de nuestras hermanas, de nuestfós
hijos, de nuestros amigos, caídos en el fragor de la contienda; en nombre de
mi patria dolorida, yo te bendigo. Revolución Redentora!
Este estilo prosopopéyico se instaló en los discursos de maestros y po
líticos que, una vez que el teatro fue relegado por los festivales cívicos, ocu
paron el centro de la escena para seguir aleccionando a la niñez y a la
juventud en actos desprovistos de toda sensibilidad, mesura y autenticidad,
contribuyendo a estragar el gusto y a entumecer la creatividad.
100
c a p ì t o l o II
T E A T R A L ID A D E S E N M É X IC O
101
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
103
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
________ SIGLO XX ____
i
ción física del grupo, fase de capacitación técnica (visualización de pasajes li
terarios, de actuación, de vocalización, técnicas de redacción), selección del
tema a representar, estructura dramática de la obra y montaje y produc
ción.
González realizó un análisis de las obras montadas, llegando a diver
sas conclusiones, entre ellas: que es prácticamente imposible establecer po
líticas de educación y animación popular sin tomar en cuenta lo que las
clases subalternas sienten y expresan de ellas mismas, y que la labor de ani
mación cultural debe ser capaz de retomar y reformuleir críticamente los va
lores impugnadores del folklore y más genéricamente de su visión de
mundo, superar críticamente los elementos de aceptación del status quo y
que los mismos agentes subalternos puedan desestatificar las superposicio
nes temáticas de los contenidos culturales que producen y consumen. La in
crustación de agentes culturales externos (promotores) en las clases
subalternas debe ser capaz de generar, a la larga, intelectuales orgánicos
emanados del pueblo mismo que trabajen a nivel horizontal y puedan propo
ner un proyecto diferente de relaciones sociales.
76 Francisco Navarro Sada y Alejandro Ortiz BuUe-Goyri, T é c n ic a s d e la c r e a c ió n t e a tr a l c o m u n i ta
r ia , INEA/Asociacíón Nacional de Teatro Comunidad, A.C. México, 1990.
77 Carlos Talancon (comp, y ed.). T e a tro p o p u la r. A n to lo g ía , INEA/Dirección de Educación Comuni
taria, México, 1990.
78 Jorge A. González, Una experiencia de teatro rural en el Estado de México, M e m o r ia d e l E n c u e n tr o
N a c io n a l e n to m o a l tea tro I n d íg e n a y C a m p e sin o , Teatro RuraVDirección General de C ulturas Po-
pulares/SEP, México, 1985 [copia mimeográfica, sin paginación].
104
CAPITOLO II
TEA TR A L ID A D E S E N M EXICO
105
T E A T R O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M É X IC O
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106
C A P Í T U L O II
T E A T R A L ID A D E S E N M É X IC O
Usigli, por SU parte, fue más severo: “no e s tampoco la verdadera for
ma de expresión necesitada, ni continúa, perfeccionándolo, el intento más
nacionalista del Teatro Sintético, aunque sea una tie n d a d e ju g u e te s p a ra el
alm a según Luis Q uintanilla”.®®
Dentro del folklore teatral urbano de carácter comercial se encuen
tran las obras que se representan en las festividades de “días de muertos”
basadas en la fam osa obra romántica de José Zorrilla D on J u a n Tenorio,
misma que se representó por primera vez en México durante el segundo im
perio, iniciando la tradición. Asimismo las pastorelas urbanas se remontan
a 1821, cuando se dio a conocer L a n och e m á s ve n tu ro sa de Fernández de Li-
zardi. Miguel Sabido ha sido, desde 1964, uno de los promotores de esta tra
dición con Teatro de México, A. C.
Teatro fo lk ló r ic o d e p r o m o c ió n e sta ta l
Aquí se presentan tres experiencias: el Teatro Regional Mexicano, el Teatro
Mexicano de Masas y el Laboratorio de Teatro Indígena y Campesino.
Teatro R e g io n a l M e x ic a n o
En 1921 en San Juan Teotihuacan, con el marco de las majestuosas pirámi
des como decorado natural, se inauguró el Teatro Regional Mexicano bajo
los auspicios de la Secretaría de Agricultura y Fomento, siendo su director
Rafael M. Saavedra quien tomó como motivos espectaculares las danzas, la
música, los cantos y el vestuario de las diversas regiones de México.
Se trató de sistematizar esta actividad con la construcción de teatros
al aire libre, la elaboración de obras o pequeños guiones escritos por los
maestros rurales y de incorporar a los pobladores como actores.®*
Si bien la actividad de Saavedra continuó en la Secretaría de Educa
ción Publica su estancia en Teotihuacan fue breve. Con una visión ceñida al
nacionalismo. U sigli veía en este proyecto de “extracción clásica” cuando
menos un peligro; su loc2ilismo.®®
107
T E A T R O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M É X IC O
S IG L O XX
rígidas por el gobierno, fraternizan unas con otras y, unidas, se dan a la tarea de mejorar a su país
espiritual y materialm ente”. Nomland, op. cit., p. 90.
88 Azar, op. ciL, p, 434.
109
TEATROS Y TEATRALIDADES E N M EXICO
________SIGLO XX ________
asisten miles de alumnos a ser lastimados con el aparente pretexto de ser hé
roes y libertadores. El daño inferido con este tipo de representaciones espe
sas, solemnes, municipales, hueras y fuertemente demagógicas es grave, ya
que el escolar jamás penetrará los acontecimientos de su historia patria, sin
obtener de ellas la sustantiva identidad esencial que necesita para crecer y
desarrollar el amor a su país.®®
Laboratorio de Teatro Indígena y Campesino
En 1983 dio inicio en Oxolotán, Tabasco, un proyecto de formación, creación
y difusión que, por diversos motivos, llamó la atención de propios y extra
ños, entre otras cosas por los millonarios presupuestos que manejó y por el
dispendio en viajes y promoción.®® En 1985 el Laboratorio de teatro campe
sino e indígena trabajaba en siete comunidades con 1,700 alumnos y 32
maestros.
En el “Encuentro Nacional en torno al Teatro Indígena y Campesino”
celebrado en la ciudad de México del 22 al 24 de mayo de 1985, dos de sus in
tegrantes: Santos Pisté Canche y Lourdes Arriaga, presentaron una reseña
de la actividad, desde los antecedentes hasta ese momento.
Sus inicios se dieron con el grupo Virgilio Meu-iel en el Centro Cultural
Cordemex en Mérida, Yucatán, posteriormente en el centro cultural de Ca-
pácuaro, Michoacán. Sus fundamentos técnicos, según Pisté, partían de
“Constantin Stanislavski, Bertolt Brecht, Seki Sano, Virgilio Mariel, Xavier
Rojas, el maestro Carballido, Rosario Castellanos y M aría Alicia Martínez
Medrano” quienes, decía “forman la columna vertebral del teatro en Méxi
co”. De ellos aprendieron “a estar en el escenario, poder dominar a un grupo
de gentes que se mueven como el actor quiere y como el director decide que
se muevan” El proyecto, según Lourdes Arriaga, se decidió mediante
“consulta popular” en 20 comunidades del estado. “Fuimos a preguntarles
qué querían hacer en su tiempo libre. Si querían bailar, cantar, tocar la gui
tarra. . .lo que ellos quisieran nosotros íbamos a llevarles. Entonces, de estas
20 comunidades destacó Oxolotán que con una investigación de, digamos el
80% de su población, el 75 contestó que quería hacer teatro”.
El antropólogo Manuel Jiménez planteó en ese mismo encuentro que
no había encontrado en la exposición referencia a un teatro campesino e in
dígena para tomar raíces de ahí y, por el contrario, veía que lo que se aplica-
89 Iftíd .p. 433.
90 “Con el apoyo irrestricto de la escritora Julieta Campos, entonces presidenta del DIF (Desarrollo
Integral de la Familiar de la entidad nació el Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena de Ta
basco.. . Seis años después, en 1989 el LTCl contaba ya con una primera generación de 123 maes
tros de teatro y tres mil alumnos formados con la técnica Stanislawski, la biomecánica
—enseñanza simultánea de ritmos diferentes para bbercu' la expresión corporal—, y un programa
de 31 materias más. En este lapso se conformó un repertorio de 43 obras teatrales, que incluyó una
creación colectiva de los integrantes del laboratorio: L a tra g e d ia d e l j a g u a r , asi como obras de au
tores nacionales contemporáneos, y piezas universales como B o d a s d e s a n g r e de Federico García
Lorca”. Magdalena Molina, “Teatro campesino e indígena. El despertar del jagu ar”. M e m o r ia d e
P a p e l, núm. 1, CNCA, México, p, 103.
91 Éste y los siguientes comentarios sin referencia se encuentran en M e m o r ia d e l E n c u e n tr o N a c io n a l
e n to rn o a l tea tro I n d íg e n a y C a m p e sin o , Teatro Rural/Dirección General de C ulturas Popula-
res/SEP, México, 1985 Icopia mimeográfica, sin paginación).
lio
CAPITULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
92 Eladio Cortés, "La carrera de un actor campesino”, M e tn o n a d e P apel, núm, 1, CNCA, México, p.
lio.
111
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MEXICO
SIGLO XX
112
CAPITULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
la atmósfera hispánica, no sólo con el marco arquitectónico, sino, además, con el vestuario y el mo
vimiento de los actores; éstos serían los principios de donde esta directora parte para desarrollar
toda una teoría escénica de movimiento de masas (hay que hacer notar que el teatro de grandes ma
sas para la escenificación de obras y espectáculos conmemorativos de algún hecho histórico ha sido
una de las constantes del teatro nacional desde el siglo XCC). “1950-1987; De la posguerra a nues
tros días” en Escenario de dos mundos... p. 111.
Usigli op. cit., p. 33.
113
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MEXICO
SIGLO XX
I
En 1941, Xavier Rojas formó un grupo de teatro estudiantil inspirado en el
grupo español La Barraca que años antes había creado el poeta y dramatur
go Federico García Lorca. La mayoría de sus integrantes eran estudiantes
del Instituto Politécnico Nacional, de ahí que el grupo se llamó Poliart y ope
ró hasta 1945. Posteriormente, como Teatro Estudiantil Autónomo
(1945-1953), puso en escena obras nacionales, entre otras las editadas por
Vanegas Arrollo, o adaptaciones de piezas extranjeras. Llevó teatro los do
mingos a barrios y comunidades no sólo con el fin de educar, sino para ense
ñar lo que era el teatro. Contó con la colaboración de directores como André
Moreau y Femado Torre Lapham.
El TEA tuvo una gran actividad en provincia y en la capital. Además
de presentaciones al aire libre realizó temporadas en la Sala del Sindicato
Mexicano de Telefonistas, en la Sala de Conferencias del teatro de Bellas
Artes, en el teatro provisional de la Feria del Libro y en el Teatro del Pueblo,
amplió su radio de acción y desarrolló teatro asistencial en hospitsdes, asilos,
orfanatorios y penales.
La Escuela de Arte Dramático de la Universidad de Guanajuato, de
donde surge el Teatro Universitario de Guanajuato, fue creada en 1952 por
iniciativa del maestro Enrique Rucias Espinosa quien estrenó en 1953 los
“Entremeses cervantinos”, línea dominante y tono mayor del teatro de
Guanajuato, que propició en 1972 el surgimiento del Festival Internacional
Cervantino.
CAPITULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
117
T E A T R O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M É X IC O
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En el área ru ra l la actividad tuvo m ás consistencia, se trab a jó con gru
pos de maestros, campesinos e indígenas en las m odalidades “profesional”
(recibían \m salario y estaban dedicados com pletam ente a la actividad) y “de
promoción” (opuesto al anterior).
A fines de 1979 una reestructuración ad m in istra tiv a en la S E P hizo
que el proyecto original fuera modificado rom piendo el esq u em a de trabajo y
dejando sin posibilidad de desarrollar las etapas de retro alim en tació n : sen
sibilización-promoción, actor-promotor y prom otor-director. E s decir que se
alteraba el tránsito n atural espectador-creador, quedando ú n icam en te la
posibilidad de m antener la presencia del te atro en las com unidades.
Las características operativas y metodológicas del p ro g ram a en lo que
se refiere a la modalidad “profesional” fueron las del te a tro CONASUPO:
integración de brigadas con seis miembros, trabajo de p reparación, elabora
ción de la obra y montaje en el taller —ubicado en la ciudad de México— du
ran te cuatro meses y funciones los ocho meses resta n te s del año.
La prem isa del “taller” era “no form ar actores en el sentido tradicio
nal, sino com unicadores de ideas-sentimientos, alejándonos h a s ta donde sea
posible de la idea de actuación en busca de cierta form a de estar en el espacio
dram ático, despojados de toda pretensión histriónica form al”.i®“*L a capaci
tación com prendía cursos de actuación, danza, pantom im a, acrobacia, mú-
103 “Programa para la difusión del teatro popular”, documento interno (ms.) Dirección General de
Culturas Populares, SEP, México (a.f.)
104 Rodolfo Valencia, "Síntesis de los aspectos artísticos de Arte Escénico Popular", Cuadernos del
Consejo NacioncU Técnico de la Educación, núm. 5.
118
C A PÍTU LO II
TEA TR A L ID A D E S E N M ÉXICO
119
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MEXICO
SIGLO XX
Teatro proletario
Mientras la Compañía de Teatro Universitario de la UNAM se desintegra
ba, el CUT entró en una etapa de reorganización, propiciada por las acciones
emprendidas por el grupo “Fantoche” integrado por alumnos del Departa
mento de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en contra
de la burocracia teatral. El Foro Isabelino, sitio donde operaba el CUT, fue
ocupado por dicho grupo en enero de 1973, como consecuencia de un desa
cuerdo con las autoridades universitarias respecto de los criterios que re
gían la utilización de dicho foro por los grupos de teatro de la Universidad. A
raíz de este conflicto surgió el 1- de febrero de ese año el Centro Libre de
Experimentación Teatral y Artística (CLETA), formado originalmente por
estudiantes universitarios y con grupos afiliados en 15 ciudades de la repú
blica.
Después de un escabroso y largo proceso de construcción, a fines de los
ochenta llegó su desmembramiento. Subsiste en la actualidad sólo uno de
sus miembros fundadores; Enrique Cisneros “El llanero solitito” quien con
serva el nombre de la agrupación y se hace presente en todo evento político
de denuncia y reivindicación social.
Las tareas del CLETA se orientaron a combatir la censura, a vincular
se con movimientos políticos de oposición y a establecer un proyecto de tea
tro popular. En las labores artísticas de este Centro era evidente la
influencia del movimiento estudiantil de 1968, en tanto mantenía una acti-
109 Frischmann, E l n u e v o lea lro ..., p. 137.
120
CAPITULO n
TEATRALIDADES EN MÉXICO
tud crítica ante los lineam ientos culturales del Estado. Otro mo’/imiento ar
tístico precursor fue el “Frente de Arte Revolucionario Organizado”
integrado por José de Molina, Judith Reyes, Los Nakos, Leopoldo Ayala y
José Hernández Delgadillo, que impulsó la formación de grupos, siendo uno
de estos Mascarones.
A partir de su fundación el CLETA inició su expansión a varios esta
dos de la república y en la ciudad de México, donde llegó a contar con varios
espacios como el Foro Isabelino, el foro abierto de la Casa de Lago en el Bos
que de Chapultepec y muchos espacios al aire libi e en distintos puntos de la
ciudad.
En su estudio, Frischm ann da cuenta de la actividad de CLETA desde
su fundación h asta 1985 y, de acuerdo a la propia evaluación de los teatris-
tas, divide el proceso en las siguientes etapas: del verbalismo (1973-74) “tra
bajos revestidos de conceptos y formas pequeñoburguesas que no
funcionaban en los sectores populares”; del populismo (1974-76) “se sale a
las calles, a los barrios, a las escuelas sin ninguna planificación ni coordina
ción. El hecho era salir y llegar al pueblo". Esta etapa fue considerada como
de enriquecimiento artístico, por la crítica y las aportaciones a cargo de
obreros y colonos. El tercer periodo (1976-1979) corresponde al Primer Con
greso, que planteó una disyuntiva en la organización: trabajar o no con or
ganismos oficiales; la de disolución (1979-1982) que marcó la separación de
CLETA de la mayoría de sus integrantes originales y, finalmente, la de re
constitución a p artir de 1982 con una intensa labor de difusión nacional e
internacional.
En 1985 CLETA se caracterizaba como:
Una organización cultural formada por CLETAS autónomos y una coordina
ción central que tiende a implementarse como un organismo nacional e inter
nacional.
Los CLETAS son centros culturales que trabajan fundamentalmente en las
áreas de la propaganda, el arte y la educación proletaria, centros integrados
por trabajadores, estudiantes y trabajadores de la cultura cuyo punto de uni
dad es dar a conocer, rescatar, generar y difundir conjuntamente con obreros,
campesinos y en general sectores marginados, nuestros valores culturales,
con el fin de contribuir al desarrollo de la conciencia de clase y a la organiza
ción política de grupos cuya lucha se encamina al exterminio del sistema de
explotación del hombre por el hombre y consecuentemente por la construc
ción del socialismo.“ !
Algunos de los m iem bros de CLETA fueron M ascarones, (expul
sado en 1974 que luego, ya radicado en Cuernavaca, tiene u n a esci
sión que dio lu g a r al grupo Zero), Zopilote, originario de San Luis
Potosí y dirigido po r F ernando Betancourt; Zumbón con E nriq u e Ba-
llesté como d irec to r; S altim banqui, con Eduardo González al fren te,
Tecolote dirigido por Luis Cisneros y Los chidos de E n rique Cisne-
no Ibid., pp. 151-238.
111 CLETA, ¿ Q u é es C L E T A ? , México, CLETA, s.f., a p u d ., Frischmann, E l n u e v o te a tr o ..., p.l96,
121
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MEXICO
SIGLO XX
C a la v e ra s d e P o sa d a , Grupo Mascarones
123
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MEXICO
SIGLO XX
I
E l e x te n s io n is ta , autor y director Felipe Santander, 1978.
125
TEA TRO S Y TEATRALIDADES E N MÉXICO
______________ SIG LO XX
da por Baúl Teatro. Hay otras publicaciones, más con fines lucrativos que
artísticos.
En 1984 se inauguró el “Titiriglobo” patrocinado por el INBA y el
Fondo Nacional Para Actividades Sociales FONAPAS, primer teatro dedi
cado al teatro de títeres que lamentablemente tuvo corta vida
P royectos in stitu c io n a le s
Uno de los primeros proyectos institucionales y educativos que recurrió a
los títeres fue el Teatro del Periquillo fundado en 1929 por Amalia González
Caballero de Castülo Ledón y Bernardo Ortiz de Montellano dentro del pro
grama de Recreaciones Populares del Distrito Federal. Dirigieron pequeñas
obras escritas por éste último, como L a cabeza de S a lo m é y E l sombrerón,
representadas en centros obreros, comunidades agrarias y jardines de ni
ños. Los pintores Diego Rivera y Julio Castellanos se encargaron de la esce
nografía y del vestuario, respectivamente; mientras que los hermanos
Guerrero fabricaron y manipularon títeres de guante. Esta misma experien
cia se repitió el mismo año en la Casa del Estudiante Indígena.
Posteriormente, en 1932, Leopoldo Méndez propuso que la SEP patro
cinara un teatro de títeres para niños. A partir de entonces inicia el despe
gue de un activo movimiento y dentro del cual, las personalidades
fundadoras, jugaron un papel muy destacado. El primer grupo que apoyó la
SEP lo integraron Angelina Beloff, quien tradujo del ruso varios folletos so
bre el teatro soviético para niños, Roberto Lago, Germán y Lola Cueto,
Enrique Assad, Leopoldo Méndez, Pepe Díaz, Ramón Alva de la Canal, Teo
doro Méndez y Graciela Amador, quienes prepararon E l nuevo diluvio, obra
de Germán Lizt Arzubide.“ ’
Bajo el influjo del estridentismo y con el auspicio de la SEP se forma
ron dos grupos: “Rin-Rin”, dirigido por Germán Cueto , mas teirde “El
Nahual”, dirigido por Roberto Lago, que no se conformó con las pequeñas
obras didácticas y escenificó Don J u a n Tenorio y ¡Ya viene Gorgonio Espar-
za.'ii® Lola Cueto escribió la obra que le dio nombre a este grupo, el más acti-
117 “Sorprende que u n a de las e xperiencias de te a tro político m exicano de los añ o s tr e in ta m ás radica
les y de izquierda h aya sido dirigida en fo rm a p a rtic u la r a los niños, bajo el a m p aro p ro tecto r del
Estado M exicano. La razón rad ica en el hecho de que El e strid en tism o , com o m o v im ien to artístico
de v anguardia in te n ta b a no sólo h ac er u n a tra n sfo rm ació n de las form as a rtís tic a s , sino de coadyu
var a tra n sfo rm ar su sociedad a tra v é s del a rte m ism o, y p a ra ellos el te a tr o re s u lta b a u n a h erra
m ienta eficaz, en la m edida de que el a rte escénico suele c u m p lir u n a p red o m in a n te función
didáctica y de difusión de ideas políticas”. A lejandro O rtiz, “El T e a tro político m exicano de los años
trein ta; algunas consideraciones y ejem plos”, D aniel M eyran y A lejandro O rtiz (eds.) El teatro me
xicano visto desde Europa, P resse s U n iv ersitaires d e P erp ig n a n - C R ILA U P, 1994.
118 ¡Ya viene Gorgonio Esparza! (El matón de Aguascaiientes) de A ntonio Acevedo Escobado. E n esta
obra de te a tro guiñol el m ensaje político y el m ensaje educativo, propios del te a tr o de m uñecos me
xicano de los años tre in ta y cu a re n ta , q u ed a n fu era de las in ten cio n es d el a u to r, qu ien reto m a ele
m entos del folklore po p u lar y crea u n a o b ra de te a tro de títe re s qu e paro d ia el cliché, característico
del m acho m exicano (el m acho valen tó n que no le te m e a la m u e rte). ¡Ya viene Gorgonio Esparza!
se desarrolla en u n prólogo de presentación de los personsges y siete cuadros. E s tá e s tru c tu ra d a a
p a rtir de la form a del corrido p opular mexicano; a u n q u e , al in te rio r del te x to , se m a n ifie sta u n a se
g u n da intención que, p o r el to n o hum orístico, c ercano al su rrealism o y p o r la concepción guiñoles-
ca (elem entos de cuentos de h ad a s, am b ien te fan tástico , lenguaje político) v a m ás allá que lo que
podría ser la adaptación te a tra l de u n corrido. L a o b ra es u n juego paródico d el v alen tó n , protago-
C A PÍTU LO l i
TEA TR A LID A D ES E N MÉXICO
122 Ibid.
123 Cecilia A ndrés Boardo, “La transform ación del prisionero en títe re ”, D aniel M eyran, Alejandro
O rtiz y Francis Sureda, (eds.), T e a tr o , P ú b lic o y S o c ie d a d , P resses U n iv ersitaires de Perpig-
nan-CRILAUP, 1998, pp. 399-400.
128
CAPÍTULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
129
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
I
son de lo más representativo de fin Títeres de Rósete Aranda
de siglo.
La importancia que tiene
esta manifestación obedece, a que, como dice Mireya Cueto:
el títere rom pe el m undo habitual, se hace u n a fisu ra y en to n ces viene la posi-
büidad de la comunicación, algo in tern o se ab re ta n to en el q ue e s tá m anejan
do al m uñeco como en el público, u n a h e n d id u ra que com unicará el
subconsciente. El m uñeco es como u n a especie de m áscara, crea u n a comuni
cación muy profunda, pero hacia lo lúdico, hacia lo no solem ne, h acia o tra for
m a del ser hum ano que generalm ente está apagada, callad a o impedida,
entonces, de repente, el muñeco provoca el m ilagro. El m ensaje educativo
puede desvirtuar lo que es el teatro de títeres. U n m uñeco de guiñol se des
tram pa, lo prim ero que hacen es golpearse e n tre sí y ju g a r, h a b la r, decir co
sas, es la ru p tu ra, el hum or, el juego porque sí, n ad a más.^^''
En el ámbito de la producción artística, señala Héctor Azar, “Muralis
mo, danza moderna y teatro guiñol fueron tres indicadores del desarrollo
del arte visual en México”.'^®
2.S.5.2 Teatro Infantil
Desde fines del siglo XIX el teatro infantil ha estado ligado al ámbito popu
lar y educativo, siendo ejemplo de ello la edición a cargo de Antonio Vanegas
130
CAPITULO 11
TEATRALIDADES EN MÉXICO
131
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX_____
Proyectos comerciales
El teatro infantil comercial se remonta a principios de siglo, cuando Ricardo
Bell deleitaba a los niños con pantomimas y sainetes en el Circo Orrín. Pos
teriormente inicia la costumbre, repetida sin cesar, de poner en escena
cuentos tradicionales europeos o adaptaciones de ellos.
Entre los productores y compañías que en la segunda mitad del siglo
se han dedicado a esta actividad están Enrique Alonso quien en 1950 formó
su compañía “Teatro del pequeño mundo” que al pasar a la televisión, en
131 Concepción Sada Hermoaillo, “Teatro para niños”, El teatro en México, INBA, México, 1958, p. 61.
132 Socorro Merlín, “Teatro infantil, 1992", El Teatro en México. Bianuario 1992-199.3, CITRU-INBA,
1995, pp. 84-92.
13 2
CAPITOLO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
133
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
______________ SIGLO XX
por esta corriente, aún los más fervientes defensores del texto reconocen
como fin último del teatro su representación y, a la inversa, los impulsores
de la autonomía escénica no dejan de valorar todo tipo de escritura.
Si bien se dedica un apartado al teatro de experimentación escénica y
de investigación donde se presentan autores que desde la escritura dramáti
ca han favorecido esa tendencia, aquí se incluyen algunos directo
res-autores que han contribuido a modificar la noción de dramaturgia. En
algunos casos, como el de los movimientos, sólo aparecen en uno u otro apar
tado, por ejemplo los dramaturgos del Teatro de Ahora. O sea, cuando la ma
nifestación dramatúrgica es parte de un movimiento que hizo aportaciones
a la escena o al drama.
Las dos grandes divisiones que resultan al integrar todo el material
del teatro dramático corresponden a la herencia del teatro burgués con sus
primeras oposiciones y a las innovaciones dramáticas en la segunda mitad
del siglo XX. En ambos casos se hace una subdivisión ente contexto escénico
y producción textual. También se abre un espacio para la producción de au
tores reconocidos como creadores literarios quienes, de manera esporádica o
con poca fortuna escénica, escribieron para el teatro.
2.4.1 Herencia del teatro burgués y primeras oposiciones de 1900
a 1950
2.4.1.1 Contexto escénico
A principios del siglo XX se vivía en México la última etapa de una estética
porfirista, así como la influencia del neorrealismo francés y español; el autor
dramático era considerado el creador teatral por excelencia.
Los empresarios patrocinaban compañías de ópera, opereta, zarzuela
y, en menor medida, dreimáticas procedentes de España, Italia, Francia y
Estados Unidos, así como nacionales. En los teatros “a la italiana” donde se
presentaban (el Nacional, Renacimiento —después Virginia Fábregas—,
Hidalgo, Abreu, Colón, etcétera) se utilizaban telones pintados y la concha
del apuntador presidía el proscenio, flanqueada por candilejas eléctricas que
sustituyeron a las de fuego abierto.
En su resumen cronológico del primer tercio del siglo, Rodolfo Usigli
da cuenta de las distintas compañías que, encabezadas por una “primera ac
triz” o un “primer actor”, ocuparon los escenarios de la capital del país pero
que también se presentaron en otras ciudades de la república. Entre las más
mencionadas están las español5is de María Guerrero y Fernando Díaz de
Mendoza, la de Elisa de la Maza, Enrique Borrás, Margarita Xirgu y la de
Jacinto Benavente con Lola Menvibres; también las italianas de Teresa Ma-
rini, Mimí Aguglia, Tina di Lorenzo e Italia Vitalini y, entre las mexicanas,
la de Virginia Fábregas, activa desde fines del siglo XIX, la de los Hermanos
Soler y la de María Tereza Montoya.*®®
E sp ecial sig nificado tu v o la p re s e n c ia e n 1922 d e la tro u p p e a rg e n tin a
de C am ila Q u iro g a q u e so rp re n d ió a e s p e c ta d o re s y a r t i s t a s p o r e m p le a r en
134
CAPÍTULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
135
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
136
CAPiTXJLO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
U3 /6¿¿.,p. 163.
144 Ib id ., p. 2 8 8 .
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
k A - '. - U 2 .4 .1 .2 P ro d u e c l6 n te ^ a .
^ ^ i m E n cuanto a la producción dramáti-
wkaáálm' ' ■ • • * ca de la p rim e ra m itad del siglo XX,
Virginia F ábregas u n a de las líneas es la de aquellas
obras en las cuales perdura la in
fluencia del Rom anticism o, o bien
del Realismo y del N aturabsm o, en tan to copia de esos m ism os movimientos
en Europa.
Lo característico de estas obras es que no g u ard an n in g u n a distancia
con respecto a los modelos europeos, fundam entalm ente franceses y espa
ñoles.
Los tem as y tendencias del siglo XIX se m antienen, au n q u e con cierta
distancia del romanticismo. El realismo español, con José Echegaray a la ca
beza, fue modelo del dram a social que comenzó a g an ar terreno, aunque
será hasta la Revolución que se consolide.
Ejemplo de lo anterior es Manuel José O thón, eslabón en tre el teatro
de fines del siglo XIX y principios del XX, así como M arcelino Dávalos cuya
obra más im portante A sí pasan}^, fue estrenada en el te a tro Virginia Fá
bregas en 1908.
En José Joaquín Gamboa se distinguen tres etapas: realista la prime
ra, una segunda en la que combina reafísmo y simbolismo, y u n a tercera
constituida por obras de carácter totalm ente simbólico y h a sta con ciertos
elementos fantásticos. A la prim era pertenece Vía Crucis (1926, teatro Vir
ginia Fábregas).^'*’
145 M agaña Esquivel, o p . c i t ., pp. 464-487.
146 “En e sta obra, DávaJos pinta tre s incidentes cruciales en la vida de u n a fam osa actriz que ahora es
ya una m ujer m adura en el ocaso de su ca rrera. Contem plam os su triu n fo en 1864 y nuevam ente en
1871, y por fin la encontram os en 1908, in terp reta n d o u n papel secundario e n u n te a tro de vaude
ville. No tiene m ensaje, pues no hay infidelidad ni crim en pasional, ta n solo u n resp eto por la voca
ción hacia las tablas al re tra ta r a u n a actriz adm irable que ha sacrificado su vida por el a rte y por el
público, En u na obra realm ente m oderna de principios del siglo XX, Dávalos p rep aró el camino que
rompería con los intereses sociales que ta n to preocuparon al d ram a m exicano e n décadas anterio
res”, Nomland, op. c it ., p, 199,
147 “Vía C ru cia traza los tre s senderos que se ab ren contra el hom bre: el m aterial, el esp iritu al y el mi
litar, por medio de los tre s hijos de don Pedro Arcos, Como u n a concesión del pasado. Gam boa hace
que la impetuosa M agdalena sufra u n a gran pena al ser abandonada por el hom bre que am a. Cuan
do su herm ana, que era u n a santa, queda encinta después de h ab e r sido violada p or u n soldado re
volucionario, Magdalena com prende que debe ayudarla, y p ara q ue no su fra privación alguna, ella
138
C A P ÍT U L O II
TEA TRA LID A D ES EN MÉXICO
Unión de A u to r e s D r a m á tic o s
El año de 1923 m a rc ó el inicio de u n a nueva etapa p ara la dram aturgia me
xicana al co n fo rm arse la “U n ió n de A utores D ram áticos”. Con este antece
dente se o rganizó bajo el p atro cin io de José Vasconcelos, en el Teatro
Virginia F áb reg as, la te m p o ra d a del “T eatro M unicipal Cooperativo” con
obras de Ju lio J im é n e z R u ed a, R icardo P arad a León, M aría Luisa Ocampo y
Catalina d ’E rzell.
139
T E A T R O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M E X IC O
S IG L O XX
Que se expulse de los teatros a los mercaderes que ven en ellos, únicamente,
un medio de vida ajeno al arte [...]
Que en cambio Se preste apoyo eficaz a las em presas y a los actores que hagan
labor artística o, por lo menos, bien intencionada.
Que el público no continúe observando una actitud pasiva como hasta ahora;
sino que aplauda o silbe, resueltam ente [...]
Que se sepa que existen en toda la República autores cuyas obras pueden pre
sentarse al lado de los mejores de otros países
En consecuencia, se dedicaron a la búsqueda de una nueva estructura
y argumentos y de un lenguaje coloquial del mexicano urbano. Frente al rea
lismo folklórico hurgaron en el mundo ilusorio de la clase media.
Cada uno de sus integrantes poseía estilo propio, y los unía el interés
por encontrar nuevos caminos de representación teatral.
L a C o m e d ia M e x ic a n a y s u s c o n t i n u a d o r e s
Este movimiento, apoyado eventueilmente por el Estado, surgió en los años
veinte para impulsar el teatro nacional —escénica y dramatúrgicamente—
con una orientación comercial y conservadora, por lo que prevaleció el estilo
decadente español.
Para atraer al público de clase media se propuso hacer un tipo de tea
tro donde lo político, ideológico o estético quedara subordinado a lo “nacio
nal”. La dramaturga Amalia de Castillo Ledón fue una de sus más
entusiastas promotoras.
La primera temporada teatral se dio en el teatro Regis de mayo a junio
de 1929; la segunda, de julio a octubre del mismo año, en el teatro Ideal.
) Entre los autores figuraron Víctor Manuel Diez Barroso, Ricardo Parada
León, Carlos Noriega Hope, Francisco Monterde, Catalina d’Erzell y María
Luisa Ocampo.
Después de una prolongada ausencia reaparece en 1936 para estrenar
en Bellas Artes E l tercer personaje^^^ de Concepción Sada, y luego en 1938
llevando a escena P a d re m erca d er de Parada León, S o m b r a s d e m a rip o sa s
de Díaz Dufoo, y M a sa s de Juan Bustillo Oro.
148 E s c é n i c a , n u e v a época 1 , 4 - 5 , 1983, p. 30.
149 S e t r a t a d e u n m e lo d ra m a qu e p re s e n ta la s d e s v e n tu ra s d e u n a m u je r, A d ria n a , q u ie n p o r ded icar
se co n ah ín c o a s u p rofesión de m édico p e d ia tra , a b a n d o n a la s ilu sio n e s d e f o r m a r u n h o g a r y d e ser
m a d re , a d ife re n c ia de s u s am ig as q u ie n es con b u e n a o m a la f o r tu n a lo h a n c o n se g u id o y se h an
“ re a liz a d o com o m u je re s ”. L a o b ra refleja el concepto co n v e n cio n al d e l te x to d r a m á tic o y d e su re
la ció n con la e s c e n a d u r a n te los a ñ o s tr e in ta y principio de lo s c u a re n ta : te a tr o d e ilu s tra c ió n , d esti
n a d o m á s a l lu c im ie n to de la s p rim e ra s ac trice s, q u e a la exposición d e c o n flicto s d ra m á tic o s. De
a h í la te n d e n c ia e n la o b ra a la g ran d ilo cu en c ia e n los p a rla m e n to s y la p o b re o b s e rv a c ió n de s itu a
ciones. L os p e rso n a je s d ia lo g an e n to m o a d e te rm in a d a p ro b le m á tic a e n u n esp acio escén ico con
v en c io n al. E s to r e s u lta b a m u y co m ú n en la d ra m a tu rg ia m e x ic a n a p ro m o v id a p o r g ran d es
c o m p a ñ ía s, com o la d e M a ría T e re z a M ontoya, o la s fo rm a d as p re c is a m e n te co n el m e m b r e te de L a
C o m e d ia M exicana, H a b ía e n to n c e s la in ten ció n de d ig n ifica r al te a tr o m e x ican o o frecien d o nuevos
te m a s y n u ev o re p e rto rio , p ero n o de tra n s fo rm a rlo desd e d e n tro . S in em b a rg o , o b ra s com o E l t e r
c e r p e r s o n a j e a b rie ro n n u e v a s p e rsp e c tiv a s de creació n con relació n al d e s a rro llo d e u n a d r a m a tu r
g ia e s c r ita e sp ecífica m en te p o r m u je re s, con te m a s d el m u n d o fem en in o . O r tiz B u lle-G o y ri, “La
c o n so lid ació n de la d r a m a tu r g ia ...”.
C A P IT U L O II
T E A T R A L ID A D E S E N M É X IC O
141
T E A T R O S Y T E A T R A L ÍD A O E S E N M E X IC O
S IG L O X X
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T E A T R A L ID A D E S E N M É X IC O
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El p r o y e c to d e R o d o lf o U s ig li
Rodolfo U sigli (1905-1979) se fijó como meta la creación de un teatro nacio
nal: m exicano por su tem ática y realista en su estilo, que se convirtiera en
instrumento de crítica social, de ahí su axioma “Un pueblo sin teatro es un
pueblo sin verdad”. P a r a él, entre más local fuera la temática o la anécdo
ta, mayor sen tid o de universalidad alcanzaría, siempre y cuando ese teatro
tuviera la fuerza y calidad formal para sostenerse a sí mismo.
Usigli recibió la influencia conceptual y estructureil de Georges Bem ard
Shaw, pero tam bién de Ibsen, de Strindberg y sobre todo de Pirandello.'®®
154 “N uestra clase m edia no va al teatro porque es culta, sensible al buen arte y no lo encuentra en él.
Cuando vaya, porque los autores, las empresas y los actores integren un verdadero experim ento
nacional, las com pañías dejarán de requerir, llegarán hasta tem er las subvenciones y renunciarán
a rep resen tar m am otretos extranjeros. Cuando a la buena producción dram ática europea de todas
las épocas, organizada en form a de repertorio, se sume un buen teatro realista mexicano, se rá posi
ble ir hacia un te a tro poético'que será la más grande hazaña del espíritu nativo”. Rodolfo Usigli,
Teatro Completo HI. Fondo de Cultura Económica, México, p. 446.
155 Uno de los estudios m ás completos sobre Usigli que perm iten com prender la relación en tre su pro
ducción dram atú rg ica y el contexto social es El discurso teatral de Rodolfo Usigli. Del signo al dis
curso, de D aniel Meyran.
143
T E IA T R O S y T E A T R A L I D A D E S E N M E X I C O
S I G L O X X __________________
En cada una de sus obras se planteó u n reto form al: ajustarse a las
unidades de tiempo, acción y lugar {N o c h e d e e s t í o , 1933-1956); desarrollar
una comedia {E sta d o d e secreto, 1935); estru ctu rar u n a p ieza aristotélica de
corte psicológico {E l n iñ o y la n ie b la , 1936), o social {E l gesticulador,
1938)^®®, y plasmar el vigor de la tragedia clásica { C o r o n a d e fu e g o , 1960),
Ejerció la enseñanza y la promoción teatral; fu e m a estro de las nuevas
generaciones de autores y fundó en febrero de 1940 el “T eatro de Mediano
che", con la finalidad de alentar la form ación de actores y de públicos. Las re
presentaciones tuvñeron lugar dos v eces por sem a n a , después de la
proyección cinematográfica en el cine Rex, de m arzo a abril de 1940. De las
veinticuatro obras previstas, once fueron rep resen ta d a s finalm ente, seis de
ellas de autores mexicanos: H a lle g a d o e l m o m e n t o d e X avier Villaurrutia,
T em is m u n ic ip a l de Carlos Díaz Dufoo, E n c i e n d a l a l u z de M. Aurelio Ga-
lindo, A la s sie te en p u n to de N eftalí B eltrán, L o s d i á l o g o s d e S u z e tte de Luis
G. Basurto, y V acaciones I á e \ propio U sigli (ú n ica q u e se representó dos ve
ces i. Si bien este proyecto no tuvo el éxito deseado, en tre su s logros está el
haberse convertido en una escuela del actor y del esp ectad or, y haber pres
cindido del apuntador.
156 El gesticulador (pieza para demagogos) es u n a obra d ram ática e s c rita en fecha clave para la histo
ria del México del siglo XX. En 1938, el presidente C árdenas realiza la expropiación petrolera y con
este hecho se corona el proceso de m ayor radicalización del m ovim iento revolucionario. El gesticu
lador es uno de los testimonios m ás crudos de dicho proceso. U sigli ofrece u n a visión personal, que
sintetiza a través del lenguaje dram ático, del juego de vaivenes y traicio n es a las que se vio sujétala
Res'oludón Mexicana en su institucionalización. L a lu ch a feroz por el poder es la atmósfera del
lema y la anécdota de esta obra. E l gesticulador no in te n ta se r u n te a tro de tesis política, sino pre
sentar una postura ética ante la realidad. P or ello en la o b ra no se h acen juicios de carácter partidis
ta o ideológico. No hay contraposición de valores, sino u n testim o n io sobre el juego de simulaciones
políticas en las que se convirtió la Revolución M exicana. No h ay u n a p o stu ra m aniquea, sino una
preocupación por ahondar en la discusión en to m o a la U am ada id en tid ad nacional, a lo que Usigli
llamaba la hipocresía del mexicano”. E l gesticulador se estren ó en 1947 y causó un gran escándalo
entre intelectuales y artistas cercanos al p o d ery e n tre la a lta je r a rq u ía política de entonces. Usigli
define a su obra maestra como “pieza para dem agogos” y e n ella se p re se n ta la compleja situación
de un profesor universiUirio, César Rubio, conocedor como pocos de la h isto ria reciente de México,
quien hastiado de la miseria moral y m aterial que le rodea, decide em ig rar, co n tra los deseos de su
familia, hacia una ciudad del norte de México, en busca de m ejores horizontes. Sin embargo, por
obra del azar, un historiador norteamericano, O lvier B olton, que investiga sobre César Rubio, un
héroe revolucionario desaparecido m isteriosam ente, se e n c u e n tra con el C ésar Rubio profesor uni
versitario, Así, el protagonista se enfrenta a la disyuntiva de hacerse p a sa r por el mítico héroe, o
continuar siendo él mismo, viviendo su propia m ediocridad, C ésar Rubio o p ta por apoderarse déla
personalidad del general desaparecido y, de un día p ara o tro, se tra n sfo rm a en héroe y en defensor
de ios ideales de la Revolución. El gesticulador p re se n ta la lucha del hom bre fren te a sí mismo. Cé
sar Rubio, se enfrenta a las circunstancias de su propia existencia y al p oder establecido. En César
Rubio se imbncan la adversidad y la ambición de un hom bre com ún que, ahogado en su propia frus
tración, intenta ir más allá de su propia reahdad, q u e lo lleva a su propia destrucción. César Rubio,
ai asumir la personalidad del héroe, no sólo a te n ta co n tra sí m ism o, sino que su acción vulnera el
aparato de poder El acto de suplantación que com ete, no sólo afecta su m undo personal y familiar,
sino la vida de un país entero. Cuando el profesor univ ersitario asum e la personalidad del general
revolucionario se altera el orden individual y social que p ara re sta u ra rs e requiere un cambio de for
tuna. Rodolfo Usigli denomina esta obra como “pieza” siguiendo el m odelo-que se plantea en su//i-
nerarw del autor dramático. Ciertam ente, el protagonista de E l gesticulador no tiene “altura
social”. No obstante el carácter y las acciones de C ésar Rubio, pueden alcan za r el sentido de lo trá
gico, ai encamar la'lucha del hombre frente a sus propias circu n stan cias y fren te al poder estableci
do. Aspectos que dentro de la dram aturgia latinoam ericana h an adquirido u n a connotación muy
específica, que ofrece variantes al modelo griego clásico de tra g e d ia y que se h a dado en llamar "tra
gedia latinoamericana”. Alejandro O rtiz Bulle-Goyri, “La consolidación de la dram aturgia...”.
144
C A P IT U L O II
T E A T R A L ID A D E S E N M ÉXICO
En el “Teatro de M edianoche”
se iniciaron como actores Carlos Ri-
quelme, José E lias M oreno, Ernesto
Monso, Víctor V elázquez, Eduardo — 'Ai
Moriega, Em m a Fink, Víctor y Tito
Junco, Federico Ochoa, Ignacio Re
tes y Juan José Arreóla
2.4.2 I n n o v a c io n e s d r a m á t ic a s
en la s e g u n d a m it a d d e l s ig lo
XX
2.4.2.1 C o n te x to e s c é n ic o
Los ámbitos en que se lleva a cabo la
práctica “dram ática” se am plían en
este periodo. El teatro comercial se
vincula con la televisión para explo
tar la “fam a” de los actores conoci
dos por los públicos m asivos, con el
consiguiente fom ento de estereoti
pos. En cuanto a las instituciones, el |
INBA y el IMSS despliegan progra El gesticulador, puesta en escena de 1964.
mas, tanto en infraestructura escé
nica como en form ación artística, en
menor medida lo harán las universidades y otras dependencias del Estado.
Desde su fundación, el 1- de enero de 1947, el Instituto Nacional de
Bellas Artes se propuso la creación de una compañía dramática que tendría
como finalidad crear y favorecer el Teatro Nacional. Este proyecto cristalizó
hasta 1972 cuando surgió la Compañía Nacional de Teatro con Héctor Azar
como director y A ntonio López Mancera a cargo de la producción.
Estando Salvador Novo al frente del Departamento de Teatro se ini
ciaron temporadas teatrales con obras nacionales y extranjeras en el Palacio
de Bellas Artes.
En 1950, se fundó el Centro Mexicano correspondiente al Instituto
Internacional de Teatro de la UNESCO celebrándose en Bellas Artes la se
mana de Teatro Internacional. Este mismo año Novo dio a conocer a Emilio
Carballido con R o s a lb a y lo s lla v e ro s y el año siguiente a Sergio Magaña con
Los sig n o s d e l z o d ia c o .
Además del INBA, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ha
contribuido a la difusión del teatro entre amplios sectores de la población.
Las actividades teatrcdes dentro del IMSS fueron encomendadas a un patro
nato, bajo la dirección artística de Ignacio Retes, que funcionó desde 1960
hasta 1965. N o obstante el carácter efímero del patronato se desplegó un ex
celente trabajo de actores, directores y escenó^afos, como María Tereza
Montoya, Ofelia Guillmain, José Gálvez, Ignacio López Tarso, José Solé y
145
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MEXICO
SIGLO XX __________
146
CAPÍTULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
t4'¡
TEATROS Y TEATRALIDADES E N M EXICO
SIGLO XX
148
C A P ÍT U L O II
T E A T R A L I D A D E S E N M É X IC O
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T E A T R O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M E X IC O
S I G L O 5DC______________________
sido ligada con los movimientos sociales ocurridos e n L atinoam érica en los
años cincuenta—especialmente la revolución cu b an a— y que en México ori
ginaron las guerrillas de los años sesen ta y seten ta . E n tod o caso es una ex
plicación lógica de cómo la torpeza y la am bición p o lítica y económica son
capaces de generar reacciones insospechadas en el pueblo.
CarbaUido construye un universo teatral reforzado por las didascalias
y por la función asignada al narrador quien, a ltern a tiv a m en te, está dentro y
fuera de la acción. Los diferentes espacios: la p laza del pueblo, la poza, la
casa de los Vargas, la huerta, el patio de los M arrón, la oficina municipal, la
celda—como el propio autor indica— , tien en q u e ser en fatizad os por las lu
ces y “nunca serán realistas”.
Yo ta m b ién h a b lo d e la rosa^^^ (1966, d ir ecció n de D agoberte Gui-
llaumín), además de m últiples r e p r e se n ta c io n es e n M éxico, ha sido tra
ducida y escenificada en Francia. P e r te n e c e al tip o d e te a tr o didáctico y
ha sido considerada “ejem plo p a rad igm ático d e u n a v is ió n burlesca de
ciertas exageraciones irrisorias d el tea tro b r e c h tia n o ”, por la función que
cumple el narrador (La in term ed iaria), lo s r o m p im ie n to s en el desarrollo
de la acción y las “exp licacion es” q u e se h a c e n d e l su c e so que sirve de
base a la obra.
F otografía en la p la y a (1984, dirección de Alejandra Gutiérrez) es una
pieza con “tono c h e j o v i a n o ” .!®^ Representa la esencia de la estética de Carballi-
do, a saber: economía de recursos expresivos, uso sin tético del espacio, sucesión
de imágenes, poesía de lo cotidiano y hum orism o su til o sarcástico.
150
CAPITULO II
TEA TRA LIDA DES EN MÉXICO
Sergio M a g a ñ a (1924-1990)
Es el dramaturgo m ás representativo de su generación, su obra está mar
cada por un profundo sentido de crítica social y un depurado manejo de la
estructura teatral. Si bien su producción no fue abundante se encuentra
en ella diversidad de géneros, estilos, temas, épocas y ambientes. En sín
tesis se podría afirm ar que sus preocupaciones centrales giran en torno a
la conquista de México ( M o c te zu m a 1 1 , 1954 y Cortés y la Malinche, 1967)
y el mundo contem poráneo (Los sig n o s d el zodíaco, 1951 o La ú ltim a d ia
na, 1988). Fue iniciador de la “comedia musical mexicana” con influencia
brechtiana en: R e n ta s co n g e la d a s (1960), E l m undo que tu heredas
(1970) y S a n tís im a (1980).
Dos de sus obras m ayores son L os signos del zodíaco^^ y M octezu
ma 11 (véase a n á lisis en el Capítulo III). En 1989 se estrenó Los enem i
gos, últim a obra de la trilogía sobre el tema de la Conquista (véase
análisis en el C apítulo III).
Luisa J o s e f in a H e r n á n d e z (1928-)
El rigor formal de todas sus obras obedece a su formación académica, en la
cual influyó decididamente Rodolfo Usigli. Esto, lejos de ser una limitación
constituye el marco adecuado para el surgimiento de personajes y situacio
nes de gran valor dramático. Su producción aborda distintos géneros, come
dias: B otica m od elo (1951) y Los duendes (1952); piezas: Los sordomudos
(1950) y L o s fr u to s caídos (1955)^®^; obras didácticas: La paz ficticia (1960) y
163 L o s s i g n o s d e l z o d í a c o , fu e e s c rita y estre n a d a e n 1951 bajo la dirección de Salvador Novo. La acción
tra n s c u rr e e n u n a v ec in d ad d e los añ o s c u a re n ta en la ciudad de México, los personajes son los inquili
nos de la m ism a, la d u e ñ a del in m u eb le y dos “extraños”: un abogado y un amigo. Aparecen también
m a ro m ero s y m ú sic o s — p reg o n ero s— e invitados a la posada. La obra está dividida en tres actos que
o c u rre n en tr e s m e se s significativos pa ra el calendario cívico-religioso mexicano: septiembre, “mes de
la p a tr ia ”; n o v ie m b re, “días de m u e rto s ”, y diciembre, las “posadas” y la celebración de la Navidad.
Son dos lo s esp acio s e n los q u e se desarro lla la acción: el patio de la vecindad como espacio común y las
v iviendas d o n d e h a b ita n in dividuos frustrados, marcados por una relación conflictiva consigo mis
mos, con s u s fa m ilia re s y con el re sto de los m oradores de la vecindad. Su situación económica y social
es d e p rim e n te y, en lu g a r de ac ep tarla, construyen una realidad ficticia que corresponde a lo que aspi
ra n s e r y no a lo q u e son. U n o de los personajes, Pedro Rojo, señalado como “com unista” es el único
que p arec e t e n e r p u e sto s los p ies e n la tierra. P edro defiende a sus vecinos ante cualquier injusticia y
los e s tim u la a sa lir de la vecindad como u n a form a de liberación aunque, paradójicamente, él se resis
te a d e ja r ese lu g a r. L os p erso n ajes m ás decididos modifican su vida salvando innum erables obstácu
los y a co sta de p e r p e tu a r la infelicidad de sus familiares. Otros, en cambio, permanecen en la
m ed io crid ad y la r u tin a . Al final, irónicam ente —la obra concluye con el nacimiento del “Salvador”— ,
la v ecin d ad se c o n v ie rte e n u n a cárcel de la cual nadie puede salir y donde el crimen y la resignación
p arecen s e r la s ú n ic a s a lte rn a tiv a s . Se tr a ta de una tragicomedia realizada con el sello que caracteriza
la p ro d u cción d ra m á tic a de M agaña: m anejo del lenguaje teatral y conocimiento de la psicología del
m exicano. T a l vez p o r eso llegó a ser considerada como la obra más lograda del teatro mexicano, supe
rio r incluso a E l g e s t i c u l a d o r . M ás allá de la polémica en ese sentido cabe señalar que, efectivamente,
la te a tra lid a d e s tá p re s e n te en la concepción particular del espacio dramático que adquiere el carácter
de u n m icrocosm os e n d o n d e todo puede acontecer, y que ciertos efectos señalados explícitamente en
el te x to —com o la ilu m in a ció n y la m úsica—, subrayan el lugar de la acción y aum entan la tensión
d ram ática.
164 El lu g a r de la acción de L o s f r u t o s c a íd o s es u n a pequeña ciudad de provincia a la que llega Ceba, el
p erso n aje p rin c ip al, p ro v e n ie n te de la ciudad de México. El motivo que la guía es vender sus propieda
des — la casa fa m ilia r y u n a h u e rta —, las cuales hasta esa fecha han sido adm inistradas por su tío F er
n an d o q u ie n vive a h í con M agdalena, su mqjer, Dora, su hija adoptiva y la tía Paloma, una anciana
h e rm a n a del ab u elo d e C elia. Eso desencadena una gran inquietud en el matrim onio que h a vivido ru
tin a ria m e n te sin p re o c u p a rse p or el porvenir o por darle un sentido a su existencia. Pero eso mismo
o cu rre con C elia cuya v isita al pueblo es para escapar de una vida de tedio, y con el deseo de tom ar una
151
TEATROS Y TEATRALIDADES E N M E X IC O
SIGLO XX __________
Los signos del zodiaco de Sergio Magaña, Palacio de Bellas Artes, 1951.
decisión ante la expectativa de un nuevo amor —representada por Francisco, quien la ha seguido enel
viaje. Celia tiene 27 años, está casada por segunda ocasión y tiene dos hijos, uno de cada matrimonio.
Trabaja en una compañía de seguros para sostener su hogar. La obra alcanza su ch'max cuando Celia
lecomunica a Francisco su decisión de no establecer ninguna relación con él. El tío Fernando —que
ha escuchado la conversación— insulta y agrede a Celia exigiéndole que desista de su propósito de
vender las propiedades. Sobreviene una fuerte discusión en la que tercia la tía Paloma quien denuncia
el alcoholismode Fernando y su propensión a la locura. Ante la situación, Celia decide regresar a Mé
xicocon Francisco. En el último momento se arrepiente y finalmente anuncia que venderá la huerta,
pero nola casa a donde regresará algún día, cuando, como fruto caído, llegue el momento de “pudrirse
enel suelo”. Así, el círculo se vuelve a cerrar; Celia regresará a su vida de hastío en la ciudad de Méxi
coy los demás continuarán su interminable rutina. ¿Conflicto entre lo provinciano estancado y lour
bano, dinámico y progresista? Tal disyuntiva limita el nivel de la reflexión que la obra plantea.
Simbólicamente el fruto caído remite a la vida que no fue aprovechada en su momento de madurez,
época para tomar decisiones y realizar acciones. Un fruto caído es un fruto desperdiciado, inútil.
J65 David Williams Poster, Estudios sobre teatro mexicano contemporáneo, Nueva York, Peter Lang,
1984, p. 41.
152
PoRol-Vuh, versión de Luisa Josefina Hernández. 1974.
166 La obra se desar rolla en un solo acto como una danza permanente que semeja el movimiento del uni
verso y que busca la arm onía entre todos sus componentes, más allá de los gritos atemorizadores del
urogallo. Así, m ediante diálogos, canciones, dimzas y cuadros plásticos, se habla del amor, la muerte,
el trabajo, la creación, las n orm as sociales, la justicia, la libertad, la religión, la memoria, el saber, los
sueños, el abuso, la delación, la infamia, el milagroy la santidad, visto todo esto como unidad. El sen
tido dramático está dado por la oposición entre los elementos que aceptan la unidad y los que no la re
conocen. El propósito de la pieza, como “obra teatral”, es m ostrar que la clave de la vida —resultado
de una acción común— es el amor.
153
T E A T R O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M E X IC O
S IG L O XX ________
SUS piezas. Por todo elJo su teatro gana en u n iv ersa lid a d y ha contribuido a
la consolidación de la puesta en escena al ofrecer a d irectores, actores y esce
nógrafos; personajes, situaciones, con flictos y a m b ie n te s propicios para al
canzar altos niveles de expresión teatral.
J o r g e I b a r g ü e n g o itia (1 9 2 8 -1 9 8 3 )
E s de los dramaturgos olvidados por la e sc e n a m ex ica n a contemporánea,
pese a que, tanto en opinión de su m aestro R odolfo U sig li com o de sus com
pañeros de generación, poseía gran capacidad p ara la escritu ra dramática,
capacidad que, sin embargo, prefirió can alizar h a cia la narrativa. Fue autor
de una breve pero significativa producción, cara cteriza d a por observar las
relaciones sociales con agudo sen tid o del hu m or. L os g én ero s que más ejer
citó fueron la comedia y la farsa con los cu a les tra tó d esd e tem as infantiles
hasta de crítica social como C l o tild e e n s u c a s a (1955)^®'^ y A n íe v a r ia s esfin
g e s (1966) o bien de carácter político com o E l a t e n t a d o (1962).i®®
La riqueza de la concepción y co n stru cció n te a tr a l de su obra no fue
suficientem ente valorada en su m om en to , sob re tod o por aquellos críticos
acostumbrados a una lectura superficial del te x to d ram ático.
Las obras de Ibargüengoitia dan c u e n ta de la im p ortan cia que tiene su
producción en la dram aturgia co n tem p orán ea del p aís. E sto se confirma por
su tem ática ligada a los valores m orales de la cla se m ed ia y a los m itos nació
le ? Clotilde en su casa se estrenó en 1955 con el nom bre de A dulterio exquisito y fue dirigida por Alvaro
Custodio. La anécdota es sencilla. En una pequeña ciudad de provincia vive u n a familia integrada por
Clotilde, la joven esposa, poseedora de notable atractivo sexual; R oberto, el m arido, un acomplejado
intelectual pueblerino; el hijo de ambos —al que sólo se hace referencia— y dos tías solteronas. A ese
lugar llega de visita, proveniente de la ciudad de México, A ntonio, —joven am an te de Clotilde y amigo
de Roberto. Antonio continúa seduciendo a Clotilde an te la sospecha de R oberto quien, finalmente,
confirma su presunción aunque acepta resignadam ente su condición de m arido engañado. Más que
cuestionar el adulterio, Clotilde en su casa pone en tela de juicio diversos valores morales y actitudes
de una sociedad represora y reprim ida, como la m ediocridad, la cu rsilería, el som etim iento de la mu
jer, el diletantismo, la pereza y el chisme, todos ellos p resentados con p u n z a n te ironía para provocar
en el lector y/o espectador una reflexión crítica. U n rasgo distintivo de la obra de Ibargüengoitia, pa
tente en Clotilde en su casa, es su lenguaje elíptico, con el cual hace m ás fluido el desarrollo de la ac
ción dramática y otorga al texto m ayor teatralidad.
168 El atentado, farsa escrita en 1962, recibió el prem io C asa de las A m éricas en 1963 —un año después de
Un pequeño día de ira de Carballido. Fue estren ad a en 1964. Su e s tru c tu ra es épica, ajustada a los
principios brechtianos, y tiene por objetivo m o strar críticam ente la relación e n tre el gobierno surgido
de la Revolución de 1910 y la Iglesia en México, m ediante el asesin ato del presidente reelecto de la Re
pública: “Borges” (el presidente Alvaro Obregón en la realidad), com etido por un fanático religioso.
Jorge Ibargüengoitia la clasificó como farsa docum ental, por lo cual se en tien d e que no deforma los
hechos, sino la m anera de presentarlos. E n este sentido se puede e n c o n tra r un paralelism o con el pro
pósito de las obras antihistóricas de Rodolfo Usigli. No o b sta n te su división en pequeños cuadros
—que sintetizan la acción—, estos se agrupan en dos actos, cada uno con su correspondiente núcleo:
lo nuclear del acto primero es llevar a cabo el asesinato de Borges y p re se n ta r de u n a forma esquemá
tica cómo se fraguó el atentado, m ientras que el segundo tien e por núcleo el juicio y condena de los
culpables y de los nuevos detentadores del poder. El a u to r sugiere p re se n ta r cada cuadro con un rótu
lo que se muestre al público o por medio de u n altavoz o u n proyector, y que sea u n a ironía respectos
lo que se representa. Por ejemplo, el cuadro “Sufragio efectivo, no reelección” tr a ta de la modificación
constitucional para hacer posible la reelección. Ibargüengoitia sugiere, tam bién, hacer proyecciones
de fotografías de la época. Además de las proyecciones, que en algunos cuadros son numerosas, la tea
tralidad de la obra está dada por la transform ación de los personajes en el m ism o escenario, por ejein-
plo los diputados se quitan los bigotes y se convierten en m anifestantes, tam bién por la
caricaturización de los políticos, por el uso de la m úsica y de ruidos como balazos y explosiones, entre
otros. El teatro, con su gran poder de ficcionalización, perm itió a Ibargüengoitia la desmitificación de
la historia haciendo posjble u n a mejor com prensión del destino que tom ó la Revolución Mexicana a
partir del asesinato de Alvaro Obregón.
154
C A P I T U L O II
T E A T R A L I D A D E S E N M É X IC O
nales, así como por el uso de un lenguaje directo y por la visualización que
hace de la p u esta en escena. No es por ello inadecuado ver en su dramatur
gia la huella de U sigli. H ay que subrayar, también, el manejo que hace déla
ironía a través de la cual dice lo m enos y significa lo más. Su método irónico
se basa en una total objetividad y en la supresión de juicios morales explíci
tos, de este modo p erm ite que el drama tenga existencia autónoma y otorga
a la inteligencia del lector y/o espectador reconocimiento implícito como re
ceptor activo.
Héctor M e n d o z a
(1932-)
Si bien los inicios de
Mendoza en el teatro se
significaron por su s exi
tosos dramas de ju v en
tud como A h o g a d o s
(1952) y L a s c o s a s s i m
ples (1953) — que m ere
ció el premio de la
Agrupación de Críticos
de Teatro y que se sigue
representando en n u e s
tro días especialm ente
por grupos estu d ia n ti H a m l e t , p o r e j e m p l o , 1983.
les— es sobre todo com o
“autor de esp ectácu los”
que tiene un lugar privilegiado en el teatro mexicano contemporáneo. Men
doza se inició en la dirección escénica con el grupo “Poesía en voz alta”
(1956), pero com o “autor de espectáculos” se dio a conocer plenamente a
partir de la creación de I n m e m o r ia m (1975) (véase análisis en el Capítulo
III), después se sucedieron Y co n N a u s is ír a ta ¿qué? (1978), B olero (1980),
H am let p o r e je m p lo y L a d e sc o n fia n za (1990). En ésta última década
estrenó, entre otras. S e c r e to s d e F a m ilia (1991), J u ic io S u sp e n d id o (1994),
La a m is ta d c a s t i g a d a (1996), P r in c ip iu m C rea to ru m (1996), E l b u r la d o r d e
Tirso (1997), L a s g a l l i n a s m a te m á tic a s (1998), y De la N a tu ra le z a d e lo s e s
p íritu s (1999). Sus espectáculos son palimpsestos en los que se perciben dis
tintas capas textu ales que dan como resultado una obra nueva y
específicamente teatral.
En M endoza es posible advertir cómo la polémica texto versus espec
táculo pierde validez al fundirse ambos aspectos en una concepción que no
desdeña el poder expresivo de la palabra vuelta acción, ni la utilización de
elementos espectaculares, lo que produce la teatralidad distintiva de sus
creaciones.
155
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MEXICO
SIGLO XX
16Q Carie* Solórzano, “El teatro mexicano contemporáneo”, Casa de las Américas, La Habana, 1965, p.
102.
156
CAPÍTULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
pre deseó, por ello al final dice Lidia: “¡LFn hogar sólido! ¡Eso soy yol ¡Las
losas de mi tu m b a !”.*™
Octavio R iv era h a dicho de e s ta obra:
El paso a la m uerte implica, entonces, una especie de nuevo nacimiento y, en
este sentido, obliga a emprender un nuevo aprendizaje. En la muerte, el leizo
con el mundo real se transforma, no se trata ya de relacionarse con el mundo,
sino de ser todas las cosas del mundo, de fundirse con lo vivo y con el movi
miento de todos los objetos.*^*
Con Felipe Angeles^'^^, E le n a G arro creó u n a de las obras de mayor
trascendencia en la d ra m a tu rg ia m exicana, ta n to tem ática como estructu
ralmente, Su e s tre n o se realizó en 1978 con producción de la UNAM. En
1999 se volvió a m o n ta r en u n a coproducción de la Compañía Nacional de
Teatro y el G rupo A lborde T e a tro de Ciudad Juárez, con dirección de Luis
de Tavira.
En 1993 la C o m p añ ía N acional de T eatro puso en escena Parada San
Angel, dirigida p o r M a rth a L u n a y en 1994 S andra Félix realizó Paisaje de
Elenas que incluía: A n d a rse p o r las ram as. La señora en su balcón y Un ho
gar sólido.
170 Elena Garro, Un hogar sólido, Universidad Veracruzana, Xalapa, 1958, pp. 9-27.
171 Octavio Rivera, “Un hogar sólido: realidad e irrealidad”, Elena Garro, reflexiones en torno a su obra,
CITRU-INBA, México, 1992, pp. 56-57.
172 Felipe Ángeles, escrita en 1956 y estrenada hasta 1979 es una de las grandes tragedias del teatro me
xicano contemporáneo. La obra trata acerca del juicio y condena al general revolucionario Felipe
Ángeles (1869-1919), acusado de rebelión y deserción del ejército. No obstante, el juicio es una mera
“representación” (por ello el lugar en que sucede es un teatro), pues el destino del general —^y él lo
sabe— ha sido decidido de antemano. La muerte de Ángeles fue dictada por el "primer jefe” por con
venir así a los intereses políticos en el camino para construir un poder personal y absoluto, en oposi
ción al gobierno democrático y popular deseado por Ángeles. La traición y el sentido de la justicia, así
como los objetivos de la Revolución Mexicana de 1910 son confrontados a lo largo de tres actos que
muestran la dimensión ética de Ángeles quien, más que defender su vida, trata de explicarse su situa
ción y evidenciar lo improcedente del juicio, así como el hecho de que los verdaderos traidores de la
Revolución son quienes lo condenan.
157
TEATROS Y TEA TRA LIDA DES E N M E X IC O
SIG LO XX ________________
cuadro noveno que indica: “entra D. D. para iniciar el fin al que deberá ser
un gran espectáculo de m usic h a ll en el que todos in terv ien en ”.
O lím pica, (véase análisis en el Capítulo III) d enom inada “tragicome
dia” o “auto sacramental” mexicano, es un m osaico de episodios nacionales,
Su estreno tuvo lugar en 1964 bajo la dirección de J u a n Ibañez y obtuvo el
premio del Festival Universitario en Nancy, Francia.
158
C A PIT U L O n
T E A T R A L ID A D E S E N M É X IC O
159
TEA TRO S Y T E A T R A L ID A D E S E N M E X IC O
S IG L O XX
160
C A P IT U L O 11
T E A T R A L ID A D E S E N M ÉXICO
Nueva d r a m a t u r g i a
La gran em p resa in iciad a en la segunda mitad del siglo XX comienza a
rendir frutos h a cia la década de los setenta sin que ello signifique que la
crítica década de lo s s e se n ta haya sido estéril. Muchos de los dram atur
gos “pioneros” c o n tin u a ro n escribiendo y otros como Wilebaldo López
(Los a r r ie r o s c o n s u s b u r r o s p o r la h e r m o s a c a p ita l, C o sa s d e m u c h a c h o s,
Yo soy J u á r e z ) y P ila r C am pesino {O c tu b re te r m in ó h a ce m u c h o tie m p o .
Ese ocho. V e r a n o n e g r o ) aparecieron en el ámbito teatral y dieron te sti
monio de las con tra d iccio n es sociales y del desencanto de la juventud
178 Pueblo rechazado se ubica dentro de la línea del “teatro documental" donde la obra se construye a
partir de la información que el dram aturgo obtiene de un suceso con amplias repercusiones sociales.
Fue escrita en 1967 y estrenada en 1968, la dirección estuvo a cargo de Ignacio Retes. En su tem ática
plantea el conflicto en tre el prior de un monasterio —que utiliza el psicoanálisis como apoyo a la for
mación religiosa— y la jerarquía eclesiástica —a través del santo oficio— que rechaza ese procedi
miento. El acontecimiento que refiere la pieza tuvo lugar en los años sesenta en el monasterio Santa
María de la Resurrección, ubicado en Cuerna\’aca, Morelos, y ocasionó la renuncia del padre Gregorio
Lemercier al ejercicio del sacerdocio católico, El valor de la obra trasciende la mera consignación del
acontecimiento y pone en crisis lo.s fundamentos mismos en que se sustentan la religión y la ciencia
asi como la búsqueda irrefrenable de la fe. Cuestiona también, el fanatismo y la manipulación de la
opinión pública a través de la prensa. Rodolfo Usigii, luego de reconocer las afinidades de Pueblo re
chazado con obras como Asesinato en la catedral de T. S, Elliut, (ía/í/co Galilci de ü. Bi-echty Marat
Sade dn Peter Weiss, valora la actitud de Leñero de no caer en partidismos ni en el “mal de la tesis".
a.sí como su capacidad de hacer poesía dramática con un documento.
161
TEATROS Y TEATRALIDADES E N M E X IC O
SIGLO XX _______________
J u a n T o v a r (1 941-)
La d ram aturgia de Tovar
e stá ligad a a la moderna
concepción de la puesta en
escen a y en ella se interpre
ta la h isto ria de México y se
reflex io n a sobre el ejercicio
del poder. E n C o lo q u io de la
r u e d a y e l c e n tr o (1970)
aborda el m ovim iento estu
d ian til de 1968, en E l des
tie r r o (1982) se refiere a
A n to n ieta R ivas Mercado y
el con flicto político mexica
no de los añ os veinte. En
L a s a d o r a c io n e s (1983 y
1993) aborda las atrocida
des de la Inquisición, mien
tras que en M a n g a d e clavo
(1985) hace u n a indagación
sobre la identidad nacional.
las adoraciones de Juan Tovar, 1983. La m a d ru g a d a
(1979)^''^, segú n Ludwik
'179 La madrugada, fue estrenada en 1979, bajo la dirección de José Caballero. Las características de su
escritura la ubican dentro de ios textos en donde predomina el sentido de lo teatral. El subtítulo de la
obra “Corrido de la muerte y atroz asesinato del general Francisco Villa”, indica, además del carácter
épico, el uso dé una forma de poesía popular mexicana que procede del romance español. Hay un evi
dente interés por reflexionar sobre Francisco Villa —quien tuvo a su cargo la “División del Norte” du
rante el movimiento revolucionario de 1910— uno de los mitos de la Revolución mexicana y de la
162
C A P IT U L O II
T E A T R A L ID A D E S E N M É X IC O
Carlos O lm os (1947-)
Pertenece a la n u ev a gen era ció n de dram aturgos cuyas obras son reflejo de
la solidez que h a alcan zad o el ejercicio de la escritura dramática en México.
Su producción, se ñ a la B u rges, “m uestra los juegos y el lenguaje vacío que
usamos para co n stru ir la realid ad ” y cita como ejemplo los títulos de sus
obras: L e n g u a s m u e r t a s (1972), J u e g o s f a tu o s (1975), E l p r e s e n te p e rfe c to
(1975), L a s r u i n a s d e B a b i l o n i a (1979) y E l b r illo d e la a u se n c ia (1982).’®*
Convertido e n ex ito so escritor para la televisión obtuvo en 1990 el re
conocimiento del p úblico y de la crítica por su obra E l eclipse^^^, cuya puesta
historia patria. Como e n la tragedia griega, aquí tampoco se trataba de elaborar una historia “origi
nal”, sino de re c u rrir a u n m ito popular para reinterpretarlo. En La madrugada no hay un tiempo ni
espacio definido, estos se entrem ezclan, según sea el personaje o la situación que se relata. Lo que im
porta es contar la h isto ria a través de las diferentes voces que están involucradas en ella; los campesi
nos, los asesinos, los políticos, el héroe, la mujer, el pueblo. La obra está estructurada en cuadros. A
partir del segundo se p en etra en la prim era situación dramática que m uestra a los campesinos en su
condición actual de m iseria y abcuidono pese a la revolución que planteaba reivindicaciones a su favor.
Posteriormente, se n a rra y representa, al mismo tiempo, cómo se planeó el asesinato de Villa, qué
fuerzas se u n ieron p a ra elío (desde las que buscaban saciar su odio personal, hasta las que deseaban
exterminarlo por co n stitu ir u n a am enaza política e incluso las de aquellos que lo hicieron por ganar
un poco de dinero). C oherente con la estructura de un corrido las escenas se suceden y dan cuenta de
los presentim ientos, del arrojo y la valentía del héroe que no le teme a la muerte, a la que se enfrenta
con decisión y dignidad. E n el noveno cuadro “los hechos” una acotación referida al momento previo a
la consumación del crim en indica que los actores “abren fuego sobre el público”, efecto que resulta
significativo, pues incorpora a los espectadores en el desarrollo de la trama. Al final se exponen la re
percusiones del asesinato, según los intereses que estuvieron enjuego, y la forma en que acabaron los
bandidos. E n tre tan to la actriz que representa a la mujer y a la tierra dice el epílogo, en el que no deja
de lam entar su suerte, Al m atar a ViUa, plantea Tovar en su obra, se asesina el amanecer, y nos que
damos viviendo, sin esperanza, en una perm anente madrugada que no deja ver las cosas con suficien
te brillo y claridad.
180 Ludwik M argules, “U n corrido p ara Pancho Villa’’Antoíogro de Teatro Mexicano
Contemporáneo, C en tro de Docum entación Teatral/Fondo de Cultura Económica, M adrid,1991,
pp. 1044-1045.
181 R.L. Burges “E l nuevo te a tro m exicano y la generación perdida” Latin American Theaire
Review,núm. 18/2 (1985), p. 98.
182 El eclipse, es u n a pieza en dos actos ubicada en una pequeña población costera del estado de Chiapas.
La cercanía de u n eclipse de sol sirve de marco simbóhco para mostrar la frustración, el aislamiento,
el temor, la insatisfacción, la falta de perspectivas en la que viven los seis personajes de la pieza, cinco
de ellos m iem bros de u n a familia del pueblo: la abuela, la hya, la nuera y dos nietos, y otro individuo
proveniente de la ciudad de México. La presencia del forastero —que va en busca del nieto con el cual
tiene una relación— desencadena los sentimientos que habían permanecido “eclipsados”, los cuales
—debido al tem or que produce el inminente fenómeno natural— adquieren proporciones inusitadíis.
El miedo a lo desconocido se presenta con agudeza tanto en sus causas como en sus efectos. La rela
ción homosexual es abordada sin ningún sensacionalismo, esto hace que sea vista con sostenido inte
rés. Otros asuntos que se tra ta n son: los problemas que ocasiona la falta del varón en la casa, la
presencia de nuevas religiones, la influencia de la televisión y las nuevas condiciones económicas que
163
TEATROS Y TEATRALIDADES E N M EX ICO
SIGLO XX
en escena estuvo a cai'go de Xavier Rojas. En esa misma línea estrenó sin
éxito F inal de viernes (1993) y A ta rd e c e r en e l tró p ic o (1996). En 1997 reali
zó la versión dramatúrgica del guión cinematográfico de A v en tu rera ,
O sca r L ie r a (1946-1990)
Siguiendo el ejemplo de la mayo
ría de los creadores teatrales de
las últim as décadas, Liera se des
tacó por la diversidad de tareas
que desempeñó en el ámbito del
teatro: actor, director, maestro,
promotor pero, sobre todo, dra
maturgo. Abordó temas costum
bristas {L a s juram entaciones,
1983), de crítica a la religión [Cu
c a r a y M á c a r a , 1980) y funda
m entalm ente aquellas ligadas a
la mitología popular (Los cami
n o s so lo s, 1983 y EZ cam ino rojoa
S a b a ib a , 1987). L o s negros pája
ro s d e l a d ió s se estrenó en 1990.
E l j i n e t e d e la d iv in a provi
d e n c ia se estrenó en Culiacán,
Sinaloa, el 7 de julio de 1984 con
dirección del autor. La obra es el
El jinete de La divina providencia, 1984. mejor ejemplo del nuevo teatro
regional mexicano donde el con
cepto “regional” ya no se utiliza
como sinónimo de pintoresco o costumbrista, sino como expresión genuinay
profunda de un grupo social que comparte un espacio físico y cultural homo
géneo. Esta característica le da a. E l jin e te ... dim ensiones de universalidad.
En tono de gran guiñol E l jin e te d e la d iv in a p r o v id e n c ia presenta en
dos breves actos el origen, la vigencia y los mecanismos en que se sostiene
un mito popular: Malvende, a quien la iglesia pretende beatificar.
El autor advierte en la primera didascalia que “la obra maneja dos reali
dades tempiorales, una a fines del siglo XIX y otra en la época actual”, pero se
trata también de dos realidades espaciales y existenciales: un espacio interior
que es un espacio “mágico”, ubicado por el autor al centro del escenario, co
rrespondiente al mundo de los recuerdos, y otro espacio exterior: el del mun
privilegian la inversión extranjera. Las costumbres, arraigadas por muchos años, aparecen comoobs
táculo para enfrentar los nuevos desafíos. Después del eclipse el futuro, antes incierto, sólo tiene
como posibilidad la continuación de la misma vida aprendida con todas sus deformaciones. Simbólica
mente, al final de la obra, un animal marino bicéfalo que había sido enterrado, emerge con vida. El
eclipse, ee una obra que basa su teatradidad en la construcción de los personajes, en su lenguaje sinté
tico y'directo así como en las situaciones que plantea. Retoma para el teatro el lenguaje que los dra
mas televisivos le sustrajeron y se le ofrece a un público formado en esta tradición el cual, a su ves
descubre la fuerza inconmensurable del teatro como arte vivo de confrontación de las ideas y senti
mientes humanos.
164
CAPÍTULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
165
TEATROS Y TEATRALIDADES E N M EX ICO
SIGLO XX ____________
dignidad, su falta de responsabilidad como padre; así com o a c erca de los a n te c e d e n te s “oscuros" de
“La señora”, a quien el ingeniero sacó de un cabaret, la relació n de é s ta co n el “G e n e ra l” y su enfer
medad contagiosa e incurable. Finalm ente, el único que apoya al p a d re e s S erg io , su hijo; en tanto que
Teresa se suicida en el mar. Ante el fracaso el ingeniero o p ta ta m b ié n p o r el s u icid io y propicia el de su
hijo. La señora y Silvia son las únicas que logran salir de P lay a A zul. E l p e rs o n a je d el “ingeniero” esta
sólidamente construido, su destrucción es producto de su p ro p ia in c a p a c id a d p a r a a c e p ta r otra reali
dad que no sea la suya. No puede reconocer su propia culpa sin o q u e se a s u m e com o víctim a de las cir-
cunstanaas. De ahí que en su caída a rra s tre a quienes, com o él, no tie n e n la f u e rz a suficiente para
confiar en sí mismos. Su acerba crítica de las conductas in d iv id u ales y so cia les le d a a P l a y a A z u l di
mensión de universalidad.
166
E l viaje de los cantores de Hugo Salcedo, CNT, 1990.
crescendo, de u n nihilism o que surge como vuelta de tuerca para concluir los
pocos años de vida que le quedan ya a nuestro siglo.
En el campo a u to ra l encontram os entonces la fragmentación de un discurso
globalizante, así como la desaparición del diálogo como transmisor verbal del
conñicto m ie n tras se instala u na nueva modalidad de monólogo, de reflexión
en voz a lta que en u n sentido estricto niega la ley de la causalidad dramática,
pero propone u n a nueva puerta al individualismo de nuestra época, y a la vi
sión u n iv alen te del personaje. A la vez, tendremos ocasión de apreciar un de
sencadenam iento progresivo de situaciones múltiples, vertiginosas, y de
experim ento con la form a y el lenguaje.
Con lo a n te rio r quiero dejar asentado que —por fortuna— no existe en la dra
m aturgia m exicana de fin de siglo, un puñado de características que puedan
clasifíccir a sus autores. Se sabe —y esto lo repito— que somos autores naci
dos sobre los años sesenta. Se apunta también que somos producto de una
época tu rb u le n ta , incomprensible por caótica, pero la profundidad en los es
tudios y p lanteam ientos está todavía por comenzar.
Es evidente que quienes producen en los años recientes son herederos
de un patrimonio teatral invaluable y que enfrentan su tarea en medio de la
entronización de los medios audiovisuales y de la globalización económica,
social y cultural que el país ha vivido desde fines de los ochenta. Las perspec-
184 H ugo S alcedo, “ D r a m a t u r g ia m exicana contem poránea: ¿Q ue rayos e s ta p asan d o ?". D aniel M ey ran y
A lejan d ro O r tiz te d s.l, E l t e a t r o m e x i c a n o . .. . pp. 2(iO-ZSl.
167
TE.'^TROS y T E A T R A L ID A D E S E N M E X IC O
S IG L O XX
2 .4 .3 T eatro d e c r e a d o r e s l it e r a r io s
Xan’er VilJaumitia, Alfonso Reyes, O ctavio P az, C arlos F u en tes, Juan José
Arreóla, Max Aub y Juan García Ponce, por su elevad a calidad como pensa
dores y creadores literarios han hecho n otab les ap ortacion es al teatro en
México que se sintetizan en un estím u lo en el n ivel p oético y en una nueva
concepción en las formas de representación.
168
C A P ÍT U L O II
T E A T R A L ID A D E S E N M ÉXICO
Alfonso R e y e s (1 8 8 9 -1 9 5 9 )
Abogado, diplom ático y h elen ista, fue miembro fundador del Ateneo de la
Juventud, de la A cadem ia M exicana de la Lengua, del Colegio Nacional y di
rector de El Colegio de México.
Como escritor ejerció la crítica, la poesía y el ensayo. Incursionó en el
teatro con I f ig e n ia crueL^^ estrenada en 1934 por el Teatro de Orientación;
Landrú opereta estren ad a en 1953 y con una reposición en 1966 a cargo de
Jgan José Curróla con m úsica de Rafael Elizondo.'®® Otras de sus obras son
Égloga d e lo s c ie g o s (1925) y E l p á ja r o co lo ra d o (1928).
cibió fue un distraído; “E n t i”, (p. 116) Ramón, el futuro amante, en una situación idéntica recibe la
misma respuesta. Y, al final de la obra, cuando los cuatro personajes están juntos, Víctor, por tercera
vez, hace la pregunta etern a y M aría Luisa contesta con el franco: “En nada. Soy feliz. No pienso en
nada." Ibid., p. 19.
188 En Ha llegado el momento V ülaurrutia nos presenta por primera vez en el teatro uno de los temas que
más le agobian: la m uerte. P ara el matrimonio de Mercedes y Antonio un pacto de suicidio parece ser
la única salida a una vida que carece de esperanzay amor. El macabro pacto está constantemente por
concretarse pero nunca se consuma; sin embargo la muerte ha pasado tan de cerca que nuestros pro-
tagonist2is aprenden a aceptar la vida y no menospreciarla. Ibid., p. 29.
189 Farsa cuyo asunto principal no parece ser de un tipo íntimo y sentimental sino más bien de un proble
ma social: la disminución del nacimiento de niños. Ibid., p. 37.
190 Mito en un acto. V illaurrutia presenta a un personEye masculino que también tiene una existencia
ambigua en el tiempo y que se caracteriza por su nebolusidad. La esposa descubre que su marido ama
term inantem ente a o tra mujer. Ibid., p. 43.
191 El joven Alberto, gerente de u n a empresa funeraria, amante de la soledad como su padre, decide hacer
un vipje mítico abandonándolo todo (madre, novia, amigos, negocio) como lo había hecho su padre, en
su afán por encontrar otro tipo de vida. Pero Alberto sólo llega a la estación de ferrocarril, decide vol
ver a la agencia de inhumaciones, reconociendo que su salvación no está en el escape, en la comunica
ción con otros, sino en el ensimismamiento. Invitación a la muerte culmina una constante
preocupación de V illaurrutia por m ostrar la odisea del hombre que trata de conocerse a sí mismo.
Ibid., pp. 57 y 63.
192 El poema dram ático Ifigenia cruel es un ejercicio de dramaturgia brillemte y erudito con resonancias
del teatro clásico griego. Alfonso Reyes alude al personaje euripideano de Ifigenia quien, siendo en
Táuride la sacerdotisa encargada de sacrificar cautivos para la diosa Artemisa, inquiere sobre su pro
pio pasado y su origen. El destino lleva a las playas de la isla a unos náufragos helenos, comandados
por un miembro de la estirpe de los átridas: su hermano Orestes, a quienes ella debe ofrendar a la dio
sa. La sangre y el corazón familiar se manifiestan en Ifigenia y Órestes. Ella entonces comprende su
origen y su pasado y él le pide que regrese a Grecia. Ifigenia duda entre volver a la civilización y cargar
con el sangriento pasado fsunilisu-, o quedarse como anónima sacerdotisa de un culto bárbaro. Elige lo
segundo para eludir la ignominia que cubre a los átridas y pide, como acto de nobleza y a cambio del
privilegio de su elección, que los cautivos helenos, entre los que se incluye Orestes, regresen con vida a
sus naves. Ortiz, “La consolidación...”.
193 Carlos Solórzano en Testimonios teatrales de México la calificó como la mejor obra mexicana estrena
da ese año. p. 115.
169
TEATROS Y TEA TRA LID A D ES E N M EX IC O
SIG L O XX
170
CAPITULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
Octavio P az (1914-1998)
En México, h a s ta la se g u n d a m itad del siglo XX, la escritura de textos para
el teatro h ab ía sido re a liz a d a m ayoritariam ente por hom bres y mujeres de
letras, más que de te a tr o en el sentido de la práctica escénica. Por esta razón
no resulta ex tra ñ o qu e alguien como Octavio Paz haya escrito u na obra dra
mática La h ija de R appaccini, la cual constituye u n parám etro p ara distin
guir entre lite ra tu rid a d y te a tra lid a d en el texto dramático. ¿Por qué sólo
una? Paz sabía que la creación d ram á tic a era sólo u n a parte de la obra tea
tral en el cam ino a su concretización escénica, para lo cual era necesario
contar con u n equipo creativo que asum iera el texto y que com partiera el
mismo com prom iso y la m ism a exigencia creativa que contenía. Esto, ade
más de talento, re q u e ría de u n alto grado de profesionalismo que en el Méxi
co de “Poesía en Voz A lta ” a ú n e ra lim itado. Con claridad y honestidad, Paz
se dio cuenta que él no pod ría h acerse cargo de esa tarea, la cual correspon
día a quienes h a b ía n d eterm in a d o consagrarse por entero al teatro, así como
él había elegido la lite ra tu ra .
La hija de R appaccini (1956)^®® fue escrita con una visión del teatro
que reivindicaba no sólo el lenguaje poético, sino el sentido lúdico y ritual
del teatro como elem entos que perm anecen anclados profundamente en la
inefable n a tu ra le z a h u m a n a. Su estreno ocurrió el 31 de julio de 1956 en el
Teatro del C aballito con el grupo de “Poesía en Voz Alta” de la UNAM, di
rección de H éctor M endoza, escenografía de Leonora Carrington y música
incidental de Jo a q u ín G u tié rrez H eras.
Ante la d im ensión y valor de la obra de Paz sería intrascendente ocu
parse de e sta pieza si sólo se tr a ta r a de agregar un elogio más al Premio No
bel de L ite ra tu ra m exicano. P ero La hija de Rappaccini, además de ser
valiosa por sí m ism a, tie n e el m érito de haber contribuido a transform ar la
concepción q ue h a s ta su aparición se tenía de la creación teatral en México.
Esto lleva a reconocer que si Octavio Paz no se dedicó con mayor amplitud al
cultivo de la e s c ritu ra dram ática, en su mínimo legado teatral se encuentra
una propuesta estética sin g u lar que enriquece al teatro mexicano en su con
junto.
171
TEATROS Y TEATRALIDADES E N M EXICO
SIG LO X X _______
Artes, ahí tuvo como m aestros a F ernando W agner, Rodolfo Usigli y Xavier
V'illaurrutia.
Sus primeros trabajos literarios ap areciero n en 1939, en el periódico
“El Vigía”, de Ciudad Guzmán, a donde regresó e n 1941 p a ra enseñar litera
tura e historia, descubriendo así su vocación de m a estro . M ás tarde se esta
bleció en Guadalajara como jefe de circulació n del periódico “El
Occidental”, Fue entonces que se relacionó con J u a n R u lfo y Antonio Alato-
rre, con quien fundó la revista Pan.
Actor en su juventud, estudió te a tro en P a rís con J e a n Louis Barrault
y Louis Jouvet gracias a una beca que obtuvo en 1945. S in em bargo, a su re
greso a México se dedicó profesionalm ente a la lite r a tu r a . Precisamente su
participación en “Poesía en Voz A lta ” fue com o d ire c to r literario, aunque
también actuó como Rappaccini en la o b ra de O ctavio P a z p a ra ese progra
ma universitario. Sus incursiones d ra m a tú rg ic a s fu e ro n dos obras breves
Tercera llamada, tercera, o com enzam os sin u ste d y L a hora de todos (1955).
172
CAPITULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
Por su p a rte Aldo Albónico recuerda que “la fam a del escritor mexica
no se funda en sus novelas y ensayos y no en sus obras dram áticas” y agrega
que el tem a de e sta o bra es histórico “y que el au to r quiere enlazar el pasado
con el presente, como y a hizo en m ás de u n a de sus novelas”.
En u n a e n tre v ista concedida a José Monleón antes de su renuncia a la
Embajada de México en P arís, F uentes hace profundos comentarios sobre la
cultura y el te atro . E n p rim e r lugar reconoce que el mestizaje:
nos ha obligado...a forjarnos instituciones propias, a luchar por encontrar
esa idea, a crear algo nuevo, que no es un trasplante de las instituciones espa
ñolas, que no es tampoco la supervivencia de las estructuras indígenas...no
es un camino fácil.. .esto tiene mucho que ver con el teatro.. .el teatro de Amé
rica Latina ha de ser fiel a la búsqueda de instituciones propias.^“
Consecuente con su vocación literaria, piensa que, así como la poesía y
luego la n a rra tiv a h a n logrado expresar el ser latinoamericano, el “gran tea
tro” surgirá cuando hayam os rescatado nuestra voz y, en ese sentido, consi
dera válidas todas las iniciativas “las gentes que están organizando teatro
en las calles, en las carpas, tratan d o de darnos expresión, están llenando el
gran vacío de n u e s tra voces que data de hace muchísimos siglos’’.^"^ Asimis
mo, en contra del “folklore” rechaza que las culturas populares e indígenas
mexicanas sean trad u cib les a o tra expresión que no sean ellas mismas. Fi
nalmente, se asum e como u n au to r cuyas obras tienen que ser representa
das.
173
TEATROS y TE:a TR,ALIDADES e n MEXICO
SIGLO XX_______________
174
CAPITULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
205 Ludwik M argtiles, “A lgunas reflexiones en torno a la puesta en escena mexicana de los años cincuen
ta a los años n o v en ta”, D aniel Meyran y Alejandro Ortiz (eds.) E l t e a tr o m e x i c a n o ..., pp. 279-289.
175
TEA T R O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M E X IC O
S IG L O ___________________
176
C A P IT U L O II
T E A T R A L ID A D E S E N M É X IC O
El T e a tr o d e U l i s e s
En 1928 apareció el T eatro de U lises formado por destacados intelectuales.
En él ensayaron la dirección escénica Julio Jiménez Rueda, Celestino Go
rostiza y Xavier V illaurrutia, y colaboraron como escenógrafos Manuel Ro
dríguez Lozano y J u lio C astellanos.
El Teatro de U lise s se in staló en una casa particular de la calle M eso
nes número 42 e n la ciudad de M éxico e inició sus actividades en enero de
1928 con dos program as: el prim ero con L a p u e r ta relu c ie n te de Lord Dun-
sany (traducción de E nrique Jim én ez Domínguez) y S im ili de Claude Roger
Marx (traducida por G ilberto O wen), las dos dirigidas por Julio Jim énez
Rueda; el segundo con E l p e r e g r in o de Charles Vildrac (traducción de Gil
berto Owen), O r fe o de J ea n Cocteau (traducción de Corpus Barga) y L ig a
dos de Eugene O ’N e ill (traducción de Salvador Novo). Posteriormente
probaron suerte, sin éxito, en el Teatro Virginia Fábregas para concluir su
experiencia el m es de ju lio en su sede original con E l tie m p o es su eñ o, de H.
R. Lenormand, traducida por Celestino Gorostiza.
Logró atraer a in telectu ales, artistas, poetas y dramaturgos como
Ignacio Aguirre, Isab ela Corona, Clem entina Otero, Manuel Rodríguez Lo
zano, Roberto M ontenegro, Julio Castellanos, Julio Jiménez Rueda, Celesti
no Gorostiza y A n to n ieta Rivas Mercado, su musa y mecenas.
Se trató de u n teatro conceptual de “esencia literaria”^!“ opuesto al
modelo predom inante y al nacionalismo.^i^ Aunque, paradójicamente, algu
nos de sus m iem bros colaboraron después con el teatro que combatían.
Salvador N ovo explicaba así el propósito del grupo:
Como dije a n te s, y deseo in sistir sobre ello, el primitivo grupo de ociosos que
constituyeron la re v ista de Ulises prim ero y la intención del teatro después,
no pensó ja m á s en llevar a la escena pública la intimidad de los juegos d ram á
ticos que o cu p a rían su s frecuentes ocios... Porque lo que tratam os de hacer
es e n te ra r al público m exicano de obras extranjeras que los em presarios loca
les no se a tre v e n a llev ar a sus teatros, porque comprenden que no sería u n
negocio p a ra ellos. 212
Teatro d e O r ie n t a c ió n
En 1932 el T eatro de O rientación inició su trabajo sostenido económica
mente por la Secretaría de Educación Pública ubicándose en una sala de la
propia Secretaría.213 La dirección de este nuevo grupo corrió a cargo de Ce-
210 Rodolfo Usigli, México en el teatro, p. 92.
211 Margarita Mendoza López ofrece su testimonio: “Comenzó la función sin las tradicionales tres cam
panadas; los actores eran parcos en sus movimientos y con maquillaye por demás discreto, lo mismo
que la intensidad de las voces. Al term inar la obra los actores conservaron sus posiciones y ninguno se
adelantó para recibir los aplausos del público. Los espectadores eran amigos entre si e intelectuales.
Todos se conocían, la comunicación entre actor y público era evidente, así como la atmósfera peculiar
que envolvía el recinto”. Primeros renovadores del teatro en México, IMSS, México, 1985.
212 Magaña Esquivel, op. cit., pp. 190-197.
213 La misma M argarita Mendoza López describe con sorpresa el lugar y la función: “[...] m irar que no
había marquesina, ni pórtico. U nas sillas de oficina suplían a las butacas; el escenario era un mi
núsculo tablado, desnudo de candilejas y diablas, de telares de bambalinas, piernas y alcahuetas.
Unos simples trasto s hacían las veces del decorado y ioh sorpresa! la "concha" del apuntador brillaba
177
TEATROS Y TEATRALIDADES E N M EX IC O
SIGLO X X_______________
P r o y e c to s d e J u lio B r o c h o
Bracho (1909-1978) siguió el cam ino iniciado p o r el T e a tro de Ulises, fundó
y dirigió en 1931 con subvención del E sta d o u n g ru p o ex p erim en tal que de
nominó Escolares del T eatro.
Logró reu n ir a u n grupo de jóvenes a c to re s com o Isa b e la Corona, Víc
to r Uruchúa, Ju a n M. Salcedo, Jo sé N eri. E n la S a la O rien ta ció n de la Se
cretaría de Educación Pública estre n ó L a m á s fu erte, de S trindberg. Contó
con el apoyo escenográfico de C arlos G onzález. O tro e s tre n o fue Proteo
(1931), de Francisco M onterde, p rim e ra p ie za m e x ic a n a q u e llegaba a un
teatro experim ental.
Bracho introdujo el te a tro en las escu elas n o c tu rn a s de a rte para tra
bajadores y organizó T rabajadores del T ea tro . E n la s representaciones par
ticiparon Carlos González, (Jerm án C ueto, M a u ric io M agdaleno, Juan
BustUlo Oro, A rquetes Vela y A ngel Salas.
En 1933 estrenó en el H idalgo L ázaro ríe, d e O ’N eill con 300 actores.
Finalm ente, con el Teatro de la U niv ersid ad p re s e n tó e n 1936 en el Palacio
por su ausencia, [...] Salí del Teatro de Orientación sin saber de cierto si lo que había visto era satisfac
torio, pero de una cosa sí estaba segura, me había interesado”. Mendoza López, op. cit.
214 Primera temporada (julio-diciembre de 1932), Secretaría de Educación Pública: Antígona, de Sófo
cles; Donde está (la señal de) la cruz, de Eugene O’Neil; Una Familia de Julian Gorkin y Cuento M
amor de Shakespeare; Una petición de mano, de Antón (Dhejov; Jorge Dandin o el marido humillado,
de Moliere; Entremés del viejo celoso, de Cervantes; La boda del calderero, de John M. Synge, y Knock
o El triunfo de la medicina, de Jules Remains.
Segunda temporada (inmediata a la primera): El matrimonio, de Nicolás Gogol; Amadeo y los caballe
ros en fila, de Jules Romains; Su esposo, de Bernard Shaw y La tragedia de Macbeth, de Shakespeare.
Tercera temporada (octubre a noviembre de 1933), Teatro Hidalgo: Reposición de Knock o El triunfo
de la medicina, Antígona, Intimidad, Jorge Dandin, y Entremés del viejo celoso. Se estrenó Juan dela
luna, de Marcel Achard, Parece mentira, de Xavier Villaurrutia y La escuela del amor de Celestino Go
rostiza.
Cuarta temporada (agosto de 1934), Teatro Hidalgo: A la sombra del mar de H. R. Lenorraandy w-
lion, de Franz Molnar; El barco, de Carlos Díaiz Dufoo Jr., ¿En qué Piensas ?, de Villaurrutia, Ifigenia
cruel de Alfonso Reyes, y Ser o no ser, de Gorostiza.
La quinta temporada ocurre hasta 1938 en el Palacio de Bellas Artes, con Celestino Gorostiza como
jefe del entonces Depártamento de Bellas Artes. Reunió a tres directores con sus respectivos grupos.
Xavier Villaurrutia, Julio Bracho y Rodolfo Usigli. Fueron representadas Minnie la cándida, de Mas
simo Bontempelli, dirigida por Villaurrutia y Anfitrión 38, de Jean Giraudoux dirigida por Julio Bra
cho. El grupo de Rodolfo Usigli, no participó en esa temporada del Palacio de Bellas Artes, sino en la
que podría conaiderarse una sexta temporada en 1939, en el Hidalgo, con Biografía, de S. N. Venían.
Antonio Magaña Esquivel, op. cit., p. 218-219.
178
CAPITULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
Teatro d e A h o r a
Con el propósito de a c ercar
se a un público m asivo, pro
letario o ru ra l y de h acer u n
teatro de te m ática social,
surgió en 1932 el T ea tro de
Ahora im pulsado por J u a n
Bustillo Oro (1904-1988) y
Mauricio M agdaleno (1906-
1986). E ste experim ento
teatral deseaba se r u n “te a
tro político hisp an o am eri
cano, a través de los tem as
mexicanos”, ta n to texto y
puesta en escena deberían
estar estrecham ente re la Antígona, director Celestino Gorostiza, 1932.
cionados con la situación
social y política del México contemporáneo, con el país que se rehacía des
pués de la Revolución la cual se proponía interpretar desde la escena y en
donde lo social se en ten d ía como imagen de la situación política, como pro
testa y lucha fre n te a ella, lejos de los conflictos individualistas del teatro
burgués. Contó con el apoyo de la Secretaría de Educación Pública.
En su proyecto presentado a la prensa el 27 de diciembre de 1931, Bus-
tillo y M agadaleno insistían sobre las prioridades que había que consideretr
para crear un verdadero te atro mexicano, y decían:
¿Qué importan, en efecto, los problemas matrimoniales del triángulo francés,
los problemas sexuales o cualquier otra clase de conflictos de esa índole,
mientras se agiten en la tierra masas de hambrientos que piden a gritos el
pan de cada día? Hoy existe una realidad distinta de la de ayer; el ‘Teatro de
Ahora’, al interpelarla, llena el verdadero objeto de todo teatro, se vivifica con
temas no tratados por el teatro occidental. En América es el primer esfuerzo
que se hace en este sentido.^*®
21.5 Rafael Battino, “Lo que significa el Teatro de Ahora”, Revista de revistas, México, 27 de
diciembre de 1931, p. 12.
179 »
TEATROS Y T E A T R A L ID A D E S E N M E X IC O
S IG L O XX
Las obras que formai’on parte de su p rim era y ú n ic a tem porada del 12
de febrero a principios de marzo de 1932, e n el te a tr o H id a lg o , fueron: Emi
lia n o Z a p a ta y P á n iic o de M au ricio M a g d a le n o , L o s q u e vu elven de
Juan Bustillo Oro que trata el p ro b lem a d e la em ig r a c ió n hacia Estados
Llnidos en el momento de la crisis de 1 9 2 9 y Tiburón — u n a transposición
mexicana de V olpone de B en Jo n so n . E l “la tid o d e lo m e x ic a n o ” que proyec
tó este grupo sedujo a Rodolfo U sig li q u e e sc rib ió e n e l prólogo de Noche de
estío-.
No puedo seguir adelan te sin re c o rd a r el in te n to d e d r a m a político y social
realizado en febrero de 1932 p o r los se ñ o re s J u a n B u s tillo O ro y Mauricio
Magdaleno en el te atro de la S e c re ta ría de E d u c a c ió n P ú b lic a : Con el marbete
de ‘Teatro de A hora’ [...] E l ‘T e a tro d e A h o ra ’ es, sin d u d a , u n o de los jalones
de mi pensam iento en la p re -e la b o ra c ió n d e e s ta p ie z a y d e s u s familiares.^'^
El Teatro de Ahora asp irab a a realizar:
1. Üna dramática p olítica e n c u a n to a q u e se a p lica ría a traducir la
temperatura de nuestro m om en to.
2. Una dram ática revolucionaria, d e lu ch a; d e p r o te sta .
3. Una dram ática a n ti-in d iv id u a lista y , p or c o n sig u ie n te , contraria a
buscar en lo psicológico un fin. ^
4. U na dram ática recJista.
5. U na dramática de servicio social.
6. U na dram ática anti-folk lórica, e n p ro v ech o d e su expresión univer
sal.
7. U na dram ática sim p lista en su té c n ica , p a ra h a c e r eficaz su papel
social, para ser popular.^^®
Empleó las propuestas esc é n ic a s d e E r w in P isc a to r , por ejemplo la uti
lización del cinem atógrafo, no a sí su ra d ic a lism o p o lítico .
216 Pánuco 137 muestra la desalmada explotación que las com pañías p e tro le ra s particulares hacían con
la tierra y con los trabajadores. Rómulo G alván y su fam ilia h acen todo lo que pueden para no dejar su
pequeña porción de tierra, pero están indefensos a n te la violencia de los pistoleros a sueldo y délos
funcionarios corrompidos. Al contrario de B ustillo Oro, M agdaleno no puede resistir la tentación de
introducir un subtema que trata de la hija de R óm ulo acosada po r el deseo sexual de El Perro, jefe del
ejército privado de la compañía petrolera. U na reconciliación e n tre los dos enem igos es imposible,
pues el viejo Rómulo exclauna; “iCómo hem os de ser h erm an o s si unos son m uy poderosos y lo tienen
todo en el mundo y los otros ni siquiera tenem os dónde caern o s m u erto s!”. N om land, op. cit., p, 237-
En el aspecto escénico es muy evidente la transform ación del espacio ÍTsico y hum ano: de un humilde
rancho a un pozo petrolero de gran actividad y de u n a vida difícil, pero en arm onía, o una “prosperi
dad” que deviene locura para Rómulo.
217 Usigli; “Prólogo a Noche de estío: una comedia sh av ian a". Teatro Completo t. III, p. .303.
218 Bustillo Oro, El “Teatro de Ahora” un prim er ensayo d e te a tro político en México, notas leídas en el
Ateneo de Madrid el 2.5 de noviembre de 1932, com o com plem ento a las de M auricio Magdaleno, Pa
norama y propóútos del teatro mexicano leídas la víspera, [copia facsim ilari.
180
C A PITU LO II
TEA TR A LID A D ES E N MÉXICO
Su o b jetiv o f u n d a m e n ta l e r a
hacer u n te a tr o d el p u e b lo y p a r a el
pueblo m u y d if e r e n te al d e la “t r a
dición e s p a ñ o la ” .219 S e k i S a n o e s ta
bleció u n a e s c u e la g r a tu i ta p a r a la
formación d e n u e v o s a c to re s y u tili
zó la ed ucación s is te m á tic a b a s a d a
en el m étodo d e S ta n is la v s k i.
E n tre s u s re a liz a c io n e s se e n
cuentran: el d r a m a -b a lle t L a co ro
nela, con d ire c c ió n d e S ek i S ano,
coreografía d e W a ld e e n , e sc e n o g ra
fía basada e n u n a lá m in a del g r a b a
dor Jo sé G u a d a lu p e P o s a d a y
musicalizada co n c a n c io n e s p o p u la
res. En 1941 p r e s e n tó u n a a d a p ta
ción de la n o v e la L a re b e lió n d e los
colgados de B ru n o T ra v e n .
E n 1948 S e k i S a n o fo rm ó con
Alberto G a lá n y L u z A lb a el “T e a
tro de la R e fo rm a ” . E l p ro y e c to in María Douglas y Wolf Rubinski en Un tranvía
llamado deseo, 1948.
cluía la c re a c ió n d e u n a escu ela
perm anente d e a r t e d ra m á tic o . La
primera a p a ric ió n p ú b lic a del g ru p o fue la famosa presentación en Bellas
Artes de U n tr a n v í a lla m a d o deseo.
S eg ú n H é c to r A z a r, e n la h isto ria del teatro mexicano se puede distin
guir “e n tre a n te s d e E l T r a n v ía y después de E l T ran vía”'^^ y destaca la no
table ac tu a c ió n d e M a ría D ouglas, discípula predilecta de Sano.
219 Entre otros principios el Teatro de las Artes tenía los siguientes: “el Teatro de las Artes pertenece al
pueblo de México./Bl Teatro de las Artes surge como expresión ingente e inaplazable de la vida del
pueblo de México en su lucha por la defensa de la cultura y la democracia./ El Teatro de las Artes mos
trará en la escena todo lo que el pueblo mexicano tiene derecho a disfrutar, y que. por razones de índo
le diversa, no a logrado hasta ahora./El Teatro de las Artes nace libre de mercantilismo, de
“profesionalismo degenerado”, de “sistemas de estrellas” y de cualquiera otra tara que impida, como
hasta hoy, el desarrollo saludable en nuestro país de un teatro genuino del pueblo. Será un arma de
lucha en las m anos de nuestro pueblo para superarse”, Nomland, op. cit. p. 281.
220 “El día de su estreno (4 de diciembre de 1948), el público congregado en el Palacio de Bellas Artes dio
franca acogida no sólo a la obra, sino también al grupo dejóvenesactoresy a su director. La obra esta
ba construida con u na técnica cinematográfica, a base de relatos retrospertivosy alusiones al drama
que le servía de antecedente... donde más se exteriorizaron las luces del director Seki Sano fue en la
interpretación de Wolf Rubinski, escogido no al azar para el personaje rudo de Stanley Kowalski que
se hizo insustituible. No habían sido frecuentes los casos en que un atleta, un luchador profesional en
esta ocasión, se convirtiera de pronto en un actor, con seguridad en la voz y en el gesto. Había, claro
está, resabios del hombre entregado sólo al ejercicio del músculo; pero piénsese en el esfuerzo del di
rector para hacer despertar en tal naturaleza el instinto de interpretación, la disciplina a un texto y la
sujeción a un personaje, y descubrir de esa manera el resorte del espíritu, Con la aparición del Teatro
de la Reforma se renovó la cuestión de los teatros o grupos experimentales. ¿Qué había en el arte dra
mático que incitaba a corregir la linea de los teatros comerciales? Se habían multiplicado a tal grado el
empeño y el interés, que la adhesión a ellosy al espíritu que entrañaban se confundió con la verdadera
adhesión al teatro mismo”. Magaña Esquivel, op. cit., pp. 241-242.
221 Azar, op. cit., p. 468.
181
TEATROS Y TEATRAEIDADES EN MEXICO
SIGLO XX_______________
P ro a G rupo (1941-1948)
José de Jesús Aceves se inició en el teatro en G u ad a lajara y prosiguió su ca
rrera en la ciudad de México impulsando los llam ados “T eatros de bolsillo”,
pequeños locales en comparación de los te a tro s de m ás de 500 butacas. Con
tó con el apoyo del Sindicato Mexicano de E le ctric ista s (SME). Hizo estudios
teatrales en París becado por el In stitu to F ra n cé s de Aménca Latina
(IFAL).
Además de sus innovaciones técnicas com o la m em orización de parla
mentos, realizar labores de utilería, escenografía e ilum inación, fue el pri
mer grupo renovador que, por ten er un socio ca p ita lista, trabajó a base de
taquilla abierta al público y dejó de ser subsidiado.
Entre los autores que escenificaron se e n c u e n tra n Ibsen, Shaw,
Andreiev, Kaiser, O 'Neill, Chejov y dieron a conocer a E dm undo Baez, Wil-
berto Cantón y Luis Spota.
L a L in te r n a M á g ic a (194 6 -1 9 4 8 )
En 1946, el Sindicato Mexicano de E lectricistas (SM E) otorgó local y apoyo
económico a Ignacio Retes para que funcionara a h í u n grupo teatrEil. El gru
po denominado “La L interna Mágica” inició su s actividades con la obra de
Juan Bustillo Oro Los que vuelven, posterio rm en te p rese n tó Mariana Pine
da de Federico García ¿orea y Los zorros de L ilian H ellm an. La escenografía
y el vestuario estuvieron a cargo de los h erm an o s C arlos y Rafael Villegas, y
la música fue responsabilidad de Carlos Jim én e z M abarak.
Retes rompió con lo planteado por los grupos renovadores en cuanto a
la función del director, pues fue al mismo tiem po actor.
En su tercera y última tem porada realizad a en 1948 “La Linterna Má
gica” montó Israel de José Revueltas, con escenografía de Raúl Zarra, direc
ción del propio Retes, y música de Silvestre R evueltas.
2.5.2 Instituciones
Las instituciones que han fomentado la experim entación y la investigación
teatral mediante el patrocinio y subsidio a proyectos, así como la creación de
escuelas para la formación de profesionistas con capacidad p ara proponer y
realizar innovaciones en el arte escénico h an sido la U niversidad Nacional
182
CAPÍTULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
U n iversid a d N a c i o n a l A u tó n o m a d e M éx ico
Sin lugar a dudas la actividad te atral desplegada por la UNAM amerita di
versos estudios, aquí sólo se m encionan los m ás significativos proyectos de
creación y sus características.
El T eatro d e l a U n iv e r s id a d
Organizado por Julio Bracho en 1936 quedó, a finales de la década de los
cuarenta, en m anos de E nrique Ruelas. Esta compañía se integi'ó por acto
res profesionales o sem iprofesionales que al mismo tiempo eran estudiantes
de la propia UNAM.
El mayor m érito de Bracho, según Josefina Brun, fue haber elaborado
un primer docum ento que, a m anera de marco teórico, abordó por primera
vez el análisis de la función social del Teatro Universitario, el cual “de ha
berse conocido m ás hab ría hecho menos difícil el camino del teatro universi
tario hacia otras capas de la población, más allá de las clases medias
ilustradas ”.222
Teatro u n iv e r s i ta r io p ro fe s io n a l
La preocupación fundam ental de Carlos Solórzano al frente del teatro de la
universidad en 1952 fue p resentar un repertorio más contemporáneo. Recu
rrió a los actores profesionales y a directores de escena como Charles Roo-
ner, Cipriano Riyas Cheriff, Andre Moreau, Alian Lewis, Giles Chancrin y
Antonio Passy. É ste últim o dirigió en 1958 La cantante calva, de lonesco.
Impulsó como director a Alejandro Jodorowsky, mimo chileno discípulo y
miembro de la Com pañía de Marcel Marceau.
Poesía e n v oz A lta
En 1956 Jaim e García Terrés, Director de Difusión Cultural de la UNAM,
acogió la iniciativa de varios intelectuales, escritores y artistas para crear
“Poesía en voz A lta” : un teatro al servicio de la palabra que rescatara la poe
sía y cuya base fuera la experimentación constante, así como la libertad ab
soluta del director.
El propósito inicial era utilizar actores profesionales para difundir a
los poetas clásicos españoles. No obstante Héctor Mendoza—responsable
de la dirección escénica— seleccionó a estudiantes universitarios y egresa
dos de la Escuela T eatral del INBA y de la ANDA. Fue así como iniciaron su
trayectoria quienes después se convirtieron en figuras importantes del arte
escénico, en tre otros: Ju a n José Gurrola, José Luis Ibañez, Rosenda Monte
ros, Nancy Cárdenas, T ara P arra y Carlos Fernández. Juan José Arreóla fue
su primer director literario y Juan Soriano el escenógrafo.
222 Josefina Brun, “El teatro universitario de la UNAM", Escenono dedo.s mundos..., p. 161.
183
TEATROS Y TEA TRA LIDA DES E N M EX IC O
SIG L O XX
223 Roni Unger, Poesia en voz aha in the Theatre of Mexico, London, University of Missouri, 1981, p. <
184
CAPÍTULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
Proyecto u n if ic a d o r
El teatro estudiantil y el semiprofesional eran la base para la reabzación de
la difusión cultural de la UNAM. Héctor Azar reorganizó, a partir de 1957,
el teatro estudiantil y fundó en 1963 el Centro Universitario de Teatro. La
cúspide de su labor en el te atro universitario fue el momento en que, tenien
do como base a su grupo de T eatro en Coapa, creó una nueva Compañía de
Teatro U niversitario a la que dotó, a través de diversos maestros, de una
preparación más profesional. En 1963 produjo Divinas palabras, de Va-
lle-lnclán, espectáculo que representó a México en el Festival Internacional
de Nancy de 1964 y obtuvo el prim er premio. El Teatro del Caballito, que
desde 1959 pasó a ser el T eatro de la Universidad cerró sus puertas con ese
montaje.
Los n u ev o s p r o y e c to s
Una vez que H éctor M endoza se hizo cargo del CUT, después de los sucesos
que en 1973 culm inaron con la tom a del Foro Isabelino, inicia una nueva
etapa centrada en la formación de actores identificados con el proyecto crea
tivo de un director. De esta m anera se generan grupos en torno al propio
Mendoza, M argales, y De Tavira.
In stituto N a c io n a l d e B e lla s A r te s
Apoyo a g ru p o s e x p e r im e n ta le s
La profesionalización del teatro experimental coincide y es provocada en
buena parte por la intervención directa del Estado en el patrocinio de las Be
llas Artes. D urante la gestión de Novo al frente del Departamento de Teatro
se apoyó a los que él mismo denominó “grupos de teatro experimental” y se
les facilitó un local en el antiguo convento de San Diego, lugar donde se en
contraba tam bién la Escuela de Arte Teatral del INBA. En 1948 dos de estos
grupos experim entales se presentaron en el Palacio de Bellas Artes: “Los
Amigos del T eatro” y “el Teatro de la Reforma”.
En cuanto a espacios, el INBA inauguró en 1954 El Granero, primer
teatro arena que se estableció en México y cuyo antecedente fue el trabajo de
Xavier Rojas en La Casa del Arquitecto.
Apoyo a l t e a t r o e n lo s e s ta d o s
Una de las actividades primordiales dentro del INBA ha sido promover y en
cauzar a los grupos de teatro de los estados de la república. Así, a iniciativa
del Departamento de T eatro Foráneo se llevó a cabo en 1954 el Prim er Con
curso Nacional de Grupos Teatrales de los Estados y el Prim er Concurso de
Grupos Teatrales del D istrito Federal. A partir de entonces la actividad tea
tral ha sido creciente, particularmente en algunos estados como Veracruz,
Puebla, Nuevo León, Sinaloa, Sonora, Baja California, Chihuahua, San Luis
185
TEATROS y TEATRALIDADES E N M EXICO
SIGLO XX _____________
T ea tro u n iv e r s ita r io e n e l p a í s
Universidad Autónoma de P u eb la
En 1948 dio inicio uno de los prim ero m ovim ientos de te a tr o universitario
fuera del ámbito de la Ciudad de México: el T e a tro U n iv e rsita rio de Puebla.
Su director, Ignacio Ibarra M azari recibió su form ación te a tr a l de Miguel
Flürsheim Tremer quien, a su vez, estudió te a tro en la U niversidad de Zu-
rich y fue creador de varios te atro s obreros en A lem an ia y Suiza. E ntre 1944
224 Magaña Esquivel “Los Festivales Regionales y el N acional” , E l Teatro en M éxico, INBA, México,
1958, p, 8-3.
22-5 Luis de Tavira, “El Centro de Experim entación T e atral; u n a a lte rn a tiv a p a ra tiem p o s dificiles”, Esce
nario de dos mundos... pp. 163-Í65.
186
i
CAPITULO li
TEATRALIDADES EN MÉXICO
y 1947 Ib arra M azari estuvo en relación con Rodolfo Usigli y Alfredo Gómez
de la Vega, este últim o lo llamó a colaborar cuando fue nombrado jefe del
Departamento de T ea tro del Instituto Nacional de Bellas Artes en 1947.
En d istin tas épocas Ib arra estuvo al frente del teatro universitario,
dio a conocer obras de autores nacionales y universales y estrenó la obra de
Juan José A rreóla L a hora de todos en 1955 durante el Primer Festival de
Teatro del INBA, donde obtuvo el premio al mejor grupo.^26
P ara co n trib u ir a la profesionalización del teatro en Puebla la Univer
sidad A utónom a de P uebla creó en 1996 la licenciatura en arde dramático.
Universidad V eracruzana
La historia del T eatro de la U ni
versidad V eracruzana inicia en
1953 con el estren o de Moctezu
ma II, de Sergio M agaña, bajo la
dirección de D agoberte Guillau-
mín.
Desde entonces la activi
dad teatral h a pasado por diver
sas etapas que com prenden la
creación de u n a p rim e ra escuela,
una compañía estable, los festi
vales estudiantiles h a s ta la fun
dación, en 1976, de la Facultad
de Teatro. Los im pulsores de
este movimiento h a n sido el pro
pio Guillaumín, M arco Antonio
Montero, M anuel M ontoro y
Raúl Zermeño, e n tre otros des
tacados teatristas.
La prom oción al teatro M á s c a r a c o n tr a c a b e lle ra , director Enrique Pineda,
tuvo su auge en 1975 du ran te el ORTEUV, 1985.
rectorado de R oberto Bravo G ar
zón con el proyecto de la Compañía Titular de Teatro, actual ORTEUV
(Organización T ea tral de la Universidad Veracruzana). Al lado de los deca
nos del te atro universitario: Manuel Fierro y Lupitas Balderas y de jóvenes
entusiastas se encontraron actores con importante trayectoria como Clau
dio Obregón, V irginia Manzano, Angelina Peláez, Alfredo Sevilla, Alejandro
Morán, Mabel M artín y Elka Fediuk. Una de las puestas en escena de mayor
trascendencia h a sido Máscara vs. Cabellera (1985), escrita en colaboración
con el director E nrique Pineda y el elenco por Víctor Hugo Rascón Banda.222
226 Ma. Eugenia Ib arra P edraza, “Génesis del teatro universitario”, T ie m p o U n iv e r s ita r io , Gaceta histó
rica de la BUAP, año 21 núm . 9.
227 Elka Fediuk la describe de la siguiente manera: “Esta experiencia única ha despertado todo el poten
cial creativo de los participantes dando en efecto un espectáculo que, además de la dirección de Enri
que Pineda, parecía poseer un vínculo propio logrando la magiay reviviendo la lucha entre el bien y el
mal de la creencias prim itivas en una entrega más allá de lo actoral, en una entrega fisica con un en-
187
TEATROS Y TEATRALIDADES E N M EXICO
SIGLO XX ____________
2.5.3.1 Precursores
Seki Sano, Fem ando W agner y C harles R ooner son considerados los impul
sores de una nueva concepción de la p u esta en escena q ue erige al director
como creador, sin olvidar a Julio Bracho. E llos h a b rá n de form ar, directa o
trenamiento de nueve meses que marcaba no sóio el cuerpo sino también el alma. Este fue el espec
táculo aclamado en temporadas y en los seis festivales incluyendo la Muestra Latinoamericana de
Teatro (1985), Festived Internacional de Teatro en Manizales, Colombia (1985) y la VIII Muestra Na
cional de Teatro en Monterrey, N.L. (1986) triunfando en este último como Compañía que por vota
ción del público había ganado plesbiscito de popularidad y excelencia”. “El teatro de la Universidad
VeracTuzana” Daniel Meyran, Alejandro Ortiz (eds.), El Teatro Mexicano..., p. 234.
228 TATUAS. Veinte años de vida escénica, 1982-2002, DIFOCUR, Culiacán, 2002.
188
CAPÍTULO li
TEATRALIDADES EN MÉXICO
S eki S a n o (1 9 0 5 -1 9 6 6 )
Radicó en M éxico d e s d e 1939 h a s ta su m uerte en 1966. En Japón, su país de
origen, in ició s u a c tiv id a d te a tra l, m ism a que continuó en Rusia, Estados
Unidos y L a tin o a m é ric a . F u e discípulo de Vsevolod Meyerhold y de Cons-
tantin S ta n is la v s k i. L legó a México con sólida experiencia y preparación
tanto te a tr a l co m o p o lític a ; fue m aestro de más de 6.000 alumnos, lo que da
una idea d e la u r g e n c ia q u e se te n ía de u n método de entrenamiento teatral.
S u tr a b a jo se p u e d e dividir en tres etapas: a) Revolucionaria, desarro
llada con el T e a tr o d e la s A rte s (1939-1941) y donde inicia su labor pedagógi
ca; b) T e a tro d e la R e fo rm a (1948-1958), etapa de madurez y consolidación.
Es el p erio d o d e m o n ta je s q u e le valieron el reconocimiento de la crítica: Un
tranvía lla m a d o deseo (1948) de Tennessee Williams, La doma de la fiera
(1949) de W illia m S h a k e s p e a re y Prueba de fuego (1956), mejor conocida
como L a s b r u ja s d e S a le m de A rth u r Millar; y c) El Estudio de Artes Escéni
cas (1958-1966) d o n d e , se g ú n su discípulo y colaborador Rodolfo Valencia,
buscó a lc a n z a r u n m á x im o de fidelidad al texto pero sin ilustrarlo, sino para
crear u n e s p e c tá c u lo . P o r s e r el suyo u n teatro de crítica y concientización
social, su m a y o r in te r é s con el texto fue ideológico.^29
F e r n a n d o W a g n e r ( 1 9 0 5 -1 9 7 3 )
Formó u n g ru p o d e ac to res no profesionales en la Escuela Teatral creada por la
Dirección del P ala cio de Bellas Artes, escribió dos textos teóricos: Técnica Tea
tral y L a televisión técnica y expresión dramática y fue miembro del equipo fun
dador de la s c a r re ra s de A rte Dramatice en la UNAM y de Teatro en Bellas
Artes. W a g n er p u e d e se r considerado entre los primeros directores de espec
táculo del te a tr o m exicano, especialmente por el montaje deJudith de Hebbel.
E n 1935 p u s o e n escen a con u n grupo estudiantil, Bunburry o la im
portancia d e se r fo r m a l, de Wilde, y, posteriormente, Peribáñez, de Lope de
Vega, r e a liz a d a a l e s tilo de su m aestro Max Reinhardt, lo cual resultó suma
m ente a u d a z p u e s h iz o de lado la escuela española de actuación, empleando
la p ro n u n c ia c ió n n a t u r a l e n u n espacio escénico v a c ío .
W agner dejó com o lección de teatralidad que “el naturalismo en el teatro
destruye la n a tu ra lid a d del hecho representado tomándolo huecoy artificial”.“ ^
C h arles R o o n e r (1901-1954)
En E u ro p a fu e d isc íp u lo de Max Reinhardt. Entre sus principales creacio
nes se e n c u e n tra n : Q ue no quem en a la dama de Christopher Fry, El proceso
de K afka y S e is p e r so n a je s en busca de autor de Pirandello. Su trabajo de di
rección se b a s ó e n el an á lisis de las circunstancias y psicoanálisis de los per-
189
TEATROS YTEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX ____________
190
C A P IT U L O II
T E A T R A L ID A D E S E N M ÉXICO
236 Domingo Adame, “E n tre v is ta a H éctor Mendoza", La escena Latinoamericana..., nueva época, año 3,
núni, 5/6, pp.74-79.
237 íd e m .
191
T E A T R O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M É X IC O
S IG L O XX
Héctor A za r (1930-2000)
Se reconoce discípulo directo e indirecto de S eki S ano, F ern an d o Wagner,
Charles Rooner y E nrique Ruelas. Su lab o r com o d ire c to r inició con Teatro
en Coapa, posteriorm ente en el C en tro U n iv e rsita rio d e T eatro , después con
la Compañía Nacional de T eatro y fin a lm e n te en su p ropio Centro de Arte
Dramático CADAC, A.C., lu g ar en el que d esarro lló con su grupo Teatro
Espacio 15 su propu esta del espacio “C ”, bajo la p re m isa q u e todo creador
escénico plasm a su concepción te a tr a l en u n espacio.^»» E n su teoría del
Zoon Theatrykon i n t e r a todas las etap a s de la vida del se r hum ano desde la
infancia h asta la senilidad.
En la perspectiva de Azar, el objetivo te a tr a l c o n sistía en encontrarla
forma adecuada de expresión. E n sus lecciones de d ra m a tu rg ia propuso
(aún en contra de su propia práctica) que la o b ra d ra m á tic a no debería aco
tarse ya que de esta m anera el d ram a tu rg o su p lía a l d irec to r. Contradicción
que revela su posición como creador escénico.
Lo im portante, decía, era c o n stru ir u n a h is to ria so sten id a en un fenó
meno real y que los personajes tu v ie ra n consisten cia. P e ro a n te todo, por ser
el teatro “la form a m ás perfecta de la ed ucación” co n sid erab a que la búsque
da del público le daba razón de ser a la actividad del d ra m a tu rg o y del hom
bre de teatro.
2.38 Este proyecto surgió de “la necesidad de escribir u n te x to te ó rico a p etició n del C entro Nacional de
Investigación Teatral Rodolfo Usigli (CITRU ); el a ntojo de ju n t a r a m is ac trice s y actores, producto de
tnís clases y seminarios de actuación, y la sensación de q u e el te a tro e s tá m u rien d o como contador de
historias... (pues) la superioridad del cine es in d u d a b le ... m e h e p ro p u e sto volver al teatro temático...
la vivencia y el formalismo es como to d a te o ría a l g o utó p ico ”. Con C r e a t o r p r i n c i p i u m Mendoza inten
ta hacer representable la teoría de la actuación. C rea u n a ob ra d o n d e lo anecdótico es lo menos impor
tante, importa la temática: el acto r desde d en tro , fre n te sd público. H écto r Mendoza, Creator
p r in c i p iu m , CITRU-INBA, México, 1996.
2-39 Héctor Azar, “Teoría CADAC”, Sergio Jim é n ez y E. C eballos, T e o r í a y p r a x i s d e l te a tr o en México,
Editorial Gaceta, México, 1982, pp. 221-261.
192
C A PÍTU LO li
TEATRALIDADES E N MÉXICO
2.5.3.2.3 C readores-investigadores
Rodolfo V a le n c ia (1925-)
Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, formó parte del
grupo “La lin tern a m ágica” y fue ayudante de dirección de Ignacio Retes y
de José Revueltas. E n Veracruz fundó la revista “Hojas de Literatura” en la
que publicó poesía, cuento y teatro. Obtuvo una beca para estudiar Litera
tura Dramática en La Sorbona y actuación en la escuela de Jean Louis Ba-
rrault en París.
A su regreso a México se reincorporó al grupo de Retes, en el que debu
tó como actor profesional. Inició su actividad como maestro y dirigió a gru
pos de aficionados en Casas de Cultura del Seguro Social. Colaboró como
actor, ayudante de dirección, adaptador de varias obras y maestro en el
Estudio de A rtes Escénicas fundado y dirigido por Seki Sano. En Cuba fun
dó y trabajó como director artístico del “Teatro Musical de la Habana”. Diri
gió también las Brigadas de Teatro Francisco Covarrubias y la Escuela
Nacional de T eatro de Cubanacán. A su regreso a México impartió im curso
en el Centro U niversitario de Teatro y fue maestro en la escuela de teatro de
Bellas Artes. Como director artístico del teatro CONASUPO de Orientación
Campesina organizó y dirigió los talleres donde se entrenaba a campesinos
en las disciplinas escénicas y, eventualmente, como promotores de teatro
que trabajarían en comunidades con grupos de aficionados. Simultánea
mente retom a u n a investigación iniciada antes de viajar a Cuba sobre los re
flejos condicionados a partir de la tesis de que los ensayos constituyen una
forma de condicionamiento del actor y una posibilidad de vencer las resis
tencias de éste en la creación del personaje.
En esta segunda etapa parte, sin embargo, de un punto prácticamente
opuesto: las tesis liberadoras de Wilhem Reich sobre bioenergética, conti
nuadas por sus colaboradores Pierrakos y Lowen como método terapéutico
y de desarrollo hum ano, que desembocan en un método de entrenamiento
del actor en tan to y primordialmente como ser humano. Esta investigación
240 Fernando de Ita ,“E ntrevista a Ludwik Margules”, R e fo rm a , Seco. Cultural, 9 de diciembre de 1999.
193
T E A T R O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M E X I C O
S IG L O XX
culmina con Ja definición de la especificidad del lenguaje del actor y del di
rector de escena, es decir, del teatro. Lenguaje distinto, pero no opuesto, aJ
lenguaje literario del texto dramático. Actualm ente continúa su investiga
ción del lenguaje teatral y del entrenamiento del actor en el Colegio de Tea
tro y Literatura Dramática en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM,
El lenguaje teatral es para Valencia el lenguaje de la acción, pero noJa
acción dramática contenida potencialmente en el texto:
sino el de las acciones fijas ya sugeridas por Stanislaw ski en sus investigacio
nes. Sólo que ahora nos rem ite a la raíz m ism a de la relación palabra-signo,
El actor, en este caso dejará de ser el que pretende convertirse escénicamente
en el personaje literario, es decir, aquel que finge ser otro distinto de sí mismo
para convertirse en aquel que lleva a cabo la acción y que, con el dominio del
oficio que ejerce, deviene en el expositor lúcido y crítico de la conducta huma
na ... tampoco buscará la catarsis del espectador, sino la ampliación de ¡apro
pia conciencia y de la del otro frente al dram a del ser humano. El personaje
teatral, es conformado por el espectador con la información que le transmite
el actor.2^^
De sus investigaciones h a n re su lta d o esp e c tá c u lo s como Prometeo ba
sado en Esquilo (Casa del Lago, 1978), T r u fa ld in o , se rv id o r de dos patrones
de Goldoni (en b arrio s de la C iudad de M éxico, 1979) L o s rubios basado en
La estrella de Sevilla de Lope de V ega (T e a tro J u a n R uiz de Alarcón de la
UNAM, 1989), adem ás de sus tra b a jo s con g ru p o s d e te a tr o indígenay cam
pesino.
241 Rodolfo Valencia, “L enguaje litera rio y lenguaje t e a t r a l ”, La literatura dram ática y el teatro hoy, Fa
cultad de Filosofía y L etras, UNAM, M éxico, 1995.
242 E n 1957, J u a n Jo sé C u rró la p re s e n ta y re p re s e n ta La herm osa gente, d e S aroyan, en el Teatro de
A rquitectura de la U niversidad N acional, d an d o com ienzo a u n a d e la s c a rre ra s m ás sorprendentes,
imaginativas, escandalosas, c o n tro v ertid a s, g en iales y c h a p u c e ra s d e n u e s tr a escena. Dotado de una
capacidad n atu ral p a ra la tra n sg resió n . C u rró la se s ie n te a su s a n c h a s con la s ob ras de Wedekind, lo-
nesco, Beckett, Büchner, P in te r, A lbee, en las q u e d esp lieg a s u fé rtil im ag in ació n , m itad fáusticay
mitad infantil, com binación diabólica q u e le c o n v ie rte d u r a n te m u c h o s añ o s en el niño terrible de
nuestro teatro. Su afición p o r el culo de las m u je re s le ac e rc a a K losso w sk i, J o h n Ford y el marqués de
Sade. Sólo él es capaz de in te rp re ta r y d irig ir É í, de E. E. C u m in g s, y cu a n d o n u e s tra vanguardia tea
tral está enviciada con la v an g u a rd ia eu ro p ea, es el p rim e ro e n m o n ta r a S erg io M agaña, Alfonso Re
yes, Jorge Ibarguengoitia, H ugo A rgüelles, J u a n G a rc ía P once. N o es p o sib le re p a s a r aquí la historia
artística de los innovadores de n u e s tra escena. Lo h ag o m ín im a m e n te con C u rró la porque es el pri
mer director de su generación en h a lla r u n cam ino in é d ito y u n a e s c r itu r a p erso n al sobre la escena.
Actor de dimensiones inusitadas, sabe colocar a s u s a c to re s e n s itu a c io n e s lím ite. Su apuesta por lo
desconocido le ha situado e n tre lo chabacano y lo s u b lim e; s u fa lta de p reju icio s le h a condenado, a ve
ces, al ridículo. Si juntam os los tre in ta añ o s de su crea ció n a r tís tic a , te n e m o s bajo su firm a algunos de
los momentos más deslum bremtes de n u e s tro te a tro , los m á s sim bó lico s, los m ás tranagresores. Mo-
inentos de la más pura, profunda, au té n tic a te a tra lid a d . F e rn á n do d e I ta , “ D e Seki Sano a Luis de Ta-
vira; Itinerario déla puesta en escena”, Escenario de dos m u n d o s..., p. 141.
194
C A P IT O L O II
T E A T R A L ID A D E S E N M EX ICO
Nicolás N ú ñ e z (1946-)
Desde 1975 h a desarrollado con el T aller de Investigación Teatral de la
UNAM u n a investigación sobre teatro/rito que se acerca, en su orientación,
al pensamiento cuántico. E ste cientificismo del futuro “perm ite imaginar
diseños dram áticos como complicadas m áquinas de concentración y direc
ción de energía; espacios y am bientes teatrales como vehículos de concilia
ción cósmica; e s tru c tu ra s lúdicas de revisión y transformación de n u estra
condición, y no sólo de inform ación y entretenim iento”.
Núñez, investigador y creador, se ubica a sí mismo dentro del ám bito
del “Teatro n á h u a tl” y subraya que en estas ceremonias, y en la mayoría de
las celebradas e n México, u n a de las herram ientas principales es la vibra
ción de la voz, sincronizada a la intención m ental del ejecutante, acom paña
da de elem entos m usicales, odoríferos y alimenticios propios. E n sus
trabajos busca “proponer y diseñar culturaJmente mecanismos que aceleren
y purifiquen n u e s tra vibración; diseños culturales que nos ayuden a rom per
con la visión en ferm a de u n mundo estatizado”. L a teoría cuántica y la
psicología contem poránea h an sido auxiliares en su conformación de u n a vi
sión integral.
D entro del te a tro antropocósmico se constituye u n a diferencia en tre
sistema y guía, el p rim ero se considera un mecanismo rígido donde la expe-
243 Juan José G urrola, “E l papel del director y las teorías”, B o le tín C I T R U , num . 5, pp. 12-13.
244 Juan José G urrola, “Cam bios sobre el arte de interpretar”, Sergio Jim énez, T e o r í a y p r a x i s d e l t e a t r o
e n M é x ic o , G aceta, México, 1982, p. 379.
245 Nicolás N úñez, T e a t r o A n t r o p o c ó s m ic o , SEP, México, 1987, p. 16.
246 Ib id ., pp. 56-57.
195
T E A T R O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M E X IC O
S IG L O XX
196
C A P IT U L O II
T E A T R A L I D A D E S E N M É X IC O
197
T E A TR O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M E X IC O
S IG L O XX
251 C«cüiaOlivare* y AgugtJnMonsreal, “Entrevista con Luis de Tavira”, Escénica, nueva época nútn.5,
mayo-junio 1991, p. 11 -1 4 ,
198
1
D e la c a lle , dire cto r Julio Castillo, 1987.
199
T E A T R O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M É X IC O
S IG L O XX
253 Dolores Carbonel, Luis Javier M ier Vega, “D ivinas P a la b ra s ”, 3 C r ó n i c a s d e l t e a t r o e n M éxico. Méxi
co,1988, pp. 39-40.
254 Miguel Ssiiido,"Orígenes” T e o r ía y p r a x i s d e l t e a t r o e n M é x i c o , G ac e ta , M éxico, 1982, p. 349-361.
200
C A P ÍT U L O II
TEA TR A L ID A D E S E N MÉXICO
201
TEATROS y TEATRALIDADES E N M E X IC O
SIGLO XX
202
C A P IT U L O II
T E A T R A L ID A D E S E N M ÉX IC O
258 G iovanna R ecchia, “ El espacio de la existencia”, Daniel M eyran, A lejandro O rtiz y F ran cis S ureda
(cds.). T e a t r o , P ú b l i c o . . . , p, 164.
203
TEA TR O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M É X IC O
S IG L O XX
2.5.S.3 Actualidad
“Rechazo a lo discursivo, a los encuadres ideológicos de cualquier tipoy alas
estéticas fácilmente aprehensibles y d iferenciadas”2®°, de este modo caracte
riza Bruno Bert a la nueva generación de creadores te a tra le s entre quienes
se encuentra M artin Acosta, p a ra quien la sinuosidad, el eclecticismo y la se
ducción constituyen fundam entos de su trab ajo artístico .
La lista de creadores escénicos de la actualidad, a la cual hay que su
mar a quienes, perteneciendo a la generación a n te rio r se encuentran en ac
tivo, muestra personalidades te a tra le s m uy d iferen tes como José Luis Cruz,
Eduardo Ruiz Saviñón, E nrique P ineda, M arco A ntonio Silva, José Acosta,
Mauricio Jiménez, Lorena Maza, Luis M ario M oneada, S an d ra Félix, Maña
Morett, Elena Guiochins, Ju lia n a F aesler, lo n a W einsberg, M aña Muro,
Ángel Norzagaray, Javier Serna, Rodolfo O bregón, J o rg e Vargas, Gustavo
Silva, Alejandro Ainslie, Raquel A raujo, J u a n Jo sé B arreiro , Héctor Bour-
ges, Marcela Bourges, R abindranath E spinoza, Rocío C arrillo, Fausto Ra-=
mírez, Martín Zapata, Rolando B eattie, Claudio V aldés K uri, Israel Cortés,
Alberto Soliá y Gerardo Trejo L una, por citar algunos de los teatristas de cu
yas trayectorias habrá que estar aten to s pues sus p ro p u esta s han demostra
do ya gran capacidad creativa.
259 Alqandro Luna “Escenografía un arte cinético” , El m ilagro-CN CA , M éxico, 2001, pp. 246-247.
260 Bruno Bert, “Una generación de perfil eveisivo”, L a e s c e n a l a t i n o a m e r i c a n a , nueva época, afto3,
núms. 5/6, pp, 18-21.
204
CAPITULO II
TEATRALIDADES EN MÉXICO
207
TEATROS Y TEATR ALIDADES E N M É X IC O
SIG LO XX
E structura
Moctezuma II, tragedia en tres actos y u n prólogo se estrenó en 1953 en Xa-
lapa bajo la dirección de Dagoberto Guillaumín. T iene estru ctu ra aristotéli
ca. es decir que sigue las unidades de tiem po (tran scu rre el día 7 de
no\áembre de 1519, un día antes de la llegada de H ern án Cortés a Tenoch-
titlán). de lugar (todo ocurre en el palacio de M octezum a) y de acción (el en
frentamiento de Moctezuma con su pueblo a n te la llegada de los
conquistadores). El marco trágico lo configuran u n coro de ancianas y un se-
micoro integrado por los dignatarios que rodean al personaje principal y que
representan la en\ñdia, el separatismo, la intriga, la inocencia, la maldad, la
superstición y la ira: fuerzas poderosas que se ciernen sobre la cabeza del
emperador azteca.
Al inicio de la pieza existe ya una alteración del orden cósmico: conflic
tos entre los propios mexicas, abandono de las form as tradicionales de culto
religioso, presencia de los invasores, disputas por el poder. Ante esto Mocte
zuma se pone en contra de las creencias y valores establecidos lo que, a la
postre, constituye su error trágico. E n el prólogo vem os a Moctezuma en el
cicalco (cueva de adoración y adivinación de las abuelas situada en Chapul-
tepec) a donde acude en busca de “la noche de H uém ac”, es decir, de la
muerte. Las viejas lo ahuyentan del lugar y se lam en tan del futuro infausto;
“Ay, pobrecitos de los mexicanos que han de p erd er sus dioses y la tierra de
ellos”.1
Cuando el dios Quetzalcóatl aparece, a través de u n emisario, recrimi
na a Moctezuma por su debilidad, impropia de quien es “la cabeza del mun-
do”.2En el cicalco Moctezuma tiene contacto por vez p rim era con el símbolo
de la nueva religión: “Es la cruz. Es u na form a de violencia que tu descono-
ces”^ le dicen.
Antes de que Moctezuma intervenga en la acción dram ática se presen
ta la vida cotidiana en la casa del jefe azteca y se hacen los primeros comen
tarios sobre la invasión y sobre sus reacciones; después se da noticia de la
matanza de Cholula en la que los españoles m asacraron a cientos de indíge
nas, y se hace evidente la manipulación del M inistro p ara que aparezcan
“cosas sobrenaturales”.
En los instantes previos a su aparición, los jefes aliados muestran su
falta de respeto y rencor hacia Moctezuma, especialm ente por el lugar poco
relevante que éste da a la clase militar; Cuitláhuac sale en su defensa y expo
ne detalladamente todas las encomiendas que M octezum a les ha dado para
enfrentar a los invasores, rechaza además los presagios y acontecimientos
“sobrenaturales” por considerarlos una form a de m anipulación y acusa a los
jefes guerreros de cobardía.
1 Sergio Magaña, “Moctezuma II”, Teatro Mexicano Contemporáneo, Antología, Fondo de Cul
tura Económica/Centro de Documentación Teatral, Madrid, 1991, p. 448.
2 íbid., p. 447.
3 Ibid., p. 450.
208
C APÍTULO III
TEATR ALIDAD Y TEXTO S TEATRALES
Cuando M octezu
ma aparece, alegre y
desenfadado en compa
ñía de su séquito, se
produce gran tensión
dramática que pone de
manifiesto el lugar que
ocupa por encim a de to
dos. La siguiente ac
ción, descrita en u n a
didascalia, refleja el
conflicto en tre Mocte
zuma y los m ilitares y
muestra cómo opera la
teatralidad en la con
frontación de dos visio
nes del mundo: Moctezuma II de Sergio Magaña, 1953.
Un enano ofrece
flores a los señores, a quienes un gesto de Cuitláhuac obliga a tomar una. Los
militares, con sus margaritas, se ven ridículos. Moctezuma toma otrayjugue-
tea con ella.'*
Más adelante, cuando se preparan a salir al templo, se alcanza un mo
mento climático:
Coyoacán: Vamos todos, señores...Ahora recuerda Xocoyotzin: el pueblo es
pera mucho de tu presencia en el templo y quiere ver tu mano sacrificando a
los treinta elegidos.
Moctezuma: Cuitláhuac. (Al Ministro) Dale tu cuchillo. Él lo hará por mí.
Coyoacán: ¿Y por qué, señor? El pueblo exigirá que seas tú mismo quien sa
que el corazón a los prisioneros.
Moctezuma: ¿El pueblo eres tú? i :
Coyoacán: ¡Pero soy un jefe guerrero y la voluntad del pueblo debe ser guiada
por la voz de los sacerdotes y la clase militar!®
Finalm ente el Ministro convence a Moctezuma de acatar el orden es
tablecido, no sin que éste exponga su opinión adversa sobre los militares, so
bre los sacrificios y sobre el equívoco de considerar a los españoles como
dioses.
El segundo acto inicia también con una escena de la vida cotidiana: la
relación afectiva entre Tecuixpo (hija de Moctezuma) y el joven rey de Taca
ba que provoca los celos de Cuauhtémoc, sobrino del monarca, quien tam
bién la pretende. Moctezuma regresa horrorizado del sacrificio y en un
Ib id ., p. 466.
Ib id ., pp. 468-469.
209
TEATROS Y TEATRALIDADES EN M ÉXICO
SIGLO XX
6 Ihtd.,p.m.
7 Ihid., p, .542,
8 Ihid., p, 547,
210
CAPÍTULO III
T E A T R A L ID A D Y TEX TO S TEATRALES
Teatralidad e n M o c te z u m a I I
Lateatralidad, adem ás de percibirse en la fuerza de las palabras que recla
man ser dichas, e stá d e te rm in a d a por la presencia de elementos audiovisua
les que poseen u n profundo carácter simbólico. Por ejemplo en la primera
didascalia del prólogo se indica:
Oscuridad. Un haz de luz ilumina el lugar donde están las tres ancianas del
coro, sentadas en una especie de tronco de árbol. Una de ellas levanta la mano
llena de copal sobre un braserito de barro. Del fondo sube el grito ronco y ex
citante dé un caracol guerrero. Las ancianas la. y 3a. se hunden en el asiento,
como abatidas, m ientras la 2a. arroja copal a las brasas. Surge la columna de
humo.’®
Las acciones del prólogo suceden de la siguiente forma: las ancianas
cosen plumas en u n a capa m ie n tras gritan y gimen, luego, entre dos hacho
nes que portan dos en an o s e n tra Moctezuma quien, al llegar al centro, cae
postrado. Las an cian as lo rechazan. Se escuchan “ecos irreales” y risas.
Moctezuma se h iere u n m uslo con un cuchillo de obsidiana. “Un ruido de
plumas metálicas av an za desde la oscuridad”, son los pasos de Quetzalcóatl
que se coloca en el á re a ilum inada. El Dios lo recrimina. Los enanos le qui
tan las insignias al Dios y q u eda al descubierto el mancebo que lo represen
taba. Por último las an c ia n as pronostican la muerte de Moctezuma y de su
pueblo en el m om ento en qr e se escucha una música occidental del siglo
XVI. Entonces el joven le v an ta u n a cruz de madera, se percibe un galope de
caballos y un relám pago en el cielo, mientras las ancianas “se cubren el ros
tro con máscaras de qu eru b in es de caritas policromadas y alitas blancas sa-
liéndoles del cuello”. E l prólogo concluye con la fusión de música española y
huébuetl.
Los gritos, el ruido m etálico de las plumas, el mancebo despojado, la
juúsica occidental, la cruz, el galope, las máscaras de querubines y la música
** Ihid.. |) 4a.'j.
ihid.. p, 44,5.
2 11
TEATROS Y TEATRALIDADES EN M EXICO
SIGLO XX _________
11 Tzvetan Todorov, La conquista de América. La cuestión del otro, Siglo XXI, México, 1987, p. '
12
212
C APÍTULO m
TEA TR A LID A D Y TEXTO S TEATRALES
213
TEATROS Y TEATRALIDADES E N M E X IC O
SIGLO XX
13 Antonin Artaud, El teatro y su doble. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, pp. 9.5-96.
214
CAPÍTULO 111
TEATRALIDAD Y TEXTOS TEATRALES
bres, actitudes, vicios y virtudes. Esto hace que el resultado teatral adquiera
una dimensión de realidad susceptible de funcionar en cualquier contexto.
En cuanto a la transform abilidad sígnica, he seleccionado algunos de
los signos de mayor carga significante. Esta transformabilidad —producto
deuna semiosis perm anente e interconectada en la que cada signo significa
porque los otros tam bién significan— da por resultado mayor teatralidad.
Se parte de la conocida clasificación tricotómica del signo en icono, ín
dice y símbolo. El icono funciona mimèticamente y representa algo tal y
como existe en la realidad; el índice opera en situación de enunciación y re
mite a algo existente; y el símbolo, cuyo carácter es ficticio, aparece en susti
tución de algo. El icono y el índice operan por denotación, o sea que hay un
vínculo inmediato con el referente, en tanto que el símbolo lo hace por con
notación, es decir, agrega u n segundo o tercer significado ai previo o inme
diato.
Los signos h an sido agrupados en físicos, verbales, audio-visuales, de
objetos y de acciones:
a) Signos físicos
Los personajes AeXRetablo representan, icònicamente, a personas que
existen en la realidad; como índices señalan los roles que cumplen social
mente y son símbolos del poder político (Erasmo) de la fuerza (el militar), de
lareligión (el cura) etcétera.
b) Signos verbales
215
TEATROS y TEATRALIDADES EN MEXICO
SIGLO XX ________
216
C A P IT U L O III
T E A T R A L ID A D Y TEX TO S TEATRALES
217
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX _____________
Otras características de la
“mascarada” que aparecen en el Ré
tenlo son: la conexión entre el públi
co y la comunidad qué está en la
escena y, aún más, se considera que
los participantes son miembros “dis
frazados” del público. Esto enfatiza
el carácter integrador de este género
en el cual la situación y los actores
forman parte de la comunidad. Por
V 6^0 se asemeja al mito-drama, en
r. I ^ temto que éste “es popular para su
y * ____ '' público inmediato, pero quienes se
■ , ' ’ . encuentran fuera del círculo tienen
^ ^ y* ^ i que hacer esfuerzos crecientes para
' “ apreciarlo
Esta reflexión debe tomarse
con reservas pues podría entrar en
contradicción con el carácter antimi-
mético al que se ha hecho referencia.
No hay en el Retablo tal contradic
Lonko y el coronel ción, pues es popular entre su públi
co inmediato en un primer nivel de
acceso, pero la obra tiene un nivel
connotativo que le otorga una dimensión contextual más amplia, pues se
hace una crítica a la falta de ética en asuntos políticos y sociales.
Por último, cabe señalar con Frye que la “mascarada” contiene, po
tencialmente, por un lado, el drama musicalmente organizado: la ópera y
por otro un drama organizado espectacularmente: el cine. Esto permite vin
cular dos formas de reahzación: la del espectáculo musical y la cinematográ
fica. Ambas formas le son familiares a Argüelles, incluso a la primera en su
expresión más popular, la del teatro de revista, le rinde homenaje con esta
obra.
Resulta necesario hacer notar que el universo de la “mascarada” com
prende dioses, hadas y personificaciones de virtudes lo que no se encuentra
exiúRetablo. Se trata entonces de una “antimascarada”. Esta tiene las mis
mas características que la“mascarada”, salvo que en la “antimascarada” las
figuras son demoníacas y siniestras, además de antitéticas: virtud/vicio,
Dios/demonio y hada/monstruo. Pues ¿qué otra cosa son el coronel, Erasmo,
Lonko, Casiopeo, entre otros, sino figuras demoníacas y siniestras?
Hay sin embargo, frente a todo el magnífico y teatral aparato que con
forma el Retabb un momento —en el cuadro XVI— que resulta extraño en
el conjunto de la pieza. Me refiero a la reflexión de Lonko cuestionando el re-
lajo, la corrupción y la capacidad del pueblo para organizarse, lo cual hace
16 Ibid., p. 374.
218
CAPITULO III
TEATRALIDAD Y TEXTOS TEATRALES
mientras realiza u n juego sexual con los guaruras. El tono grotesco de esta
situación invalida dialécticam ente su trasfondo. De cualquier modo puede
notarse, en varios aspectos de la obra, el propósito intelectual de la mascara
da. Por lo tanto, de p reten d er ubicar el lugar exacto donde ocurren los suce
sos, tendría que ser el in te rio r de la m ente hum ana, en este caso, la mente
fecunda y prolija de Hugo Argüelles.
Comentario f in a l
El conjunto de la obra de Hugo A r^ e lle s logra crear un universo propio
donde las ideas, los personajes, las situaciones, el lenguaje y los objetos es
táninterconectados. Su contenido sígnico es abundante y su movilidad hace
que se produzcan situaciones de gran teatralidad. Se trata de un material
dramático-espectacular que desafía la capacidad creativa de directores, ac
tores, escenógrafos y espectadores. Cada obra en particular es susceptible
demúltiples interpretaciones pero, en conjunto, ofrece la posibilidad de con
figurar inter-textualm ente nuevas y diversas “obras teatrales”.
Argüelles tiene u n sólido conocimiento del lenguaje teatral y debido a
ello ha realizado sus obras con plena libertad temática y conceptual, donde
forma y contenido se integ ran perfectam ente. Por lo tanto el aspecto social
no aparece como algo im puesto, su fuerza crítica y de denuncia radica, ante
todo, en su ludismo.
Al hacer la lectura de la obra argüelleana es preciso dejarse llevar por
el juego. De esa m anera se estim ula la fantasía y se posibilitan refíguracio-
nes igualmente im aginativas. E sto no significa que se tenga que omitir la
objetividad; la diferencia del acercamiento consiste en que se requiere de un
pensamiento abierto y productivo, p ara penetrar en la rica y polifónica tea
tralidad de Argüelles.
3.2.2 O lím pica d e H é c to r A z a r
Introducción
Héctor Azar, “hijo del S anto P adre Teatro” como él mismo se reconocía y
autonombraba fue en efecto u n auténtico Zoon theatrycon, un creador con
sagrado al teatro; dram aturgo, director, maestro, teórico y promotor tea
tral.
Olímpica se sitú a en la línea de las obras que abordan la vida de los
marginados en la ciudad de México. Entre las que se encuentran: El cua
drante de la soledad (1950) de José Revueltas, Los signos del zodíaco (1951)
de Sergio Magaña, Una ciudad para vivir (1954) de Ignacio Retes, Cada
quiensu vida (1955) de Luis G. B&surto, Atlántida (1976) de Oscar Villegas
'¡Le la calle (1984) de Jesús González Dávila.
Olímpica, “tragicom edia” o “auto sacramental” mexicano fue estre
nada en 1964 bajo la dirección de Juan Ibáñez, por la Compañía de Teatro
Universitario (UNAM). Su carácter tragicómico obedece a que, según el pro
pioAzar, “la tragedia es el género más elevado y necesita creadores y espec
tadores capaces de soportar el dolor. El mexicano no alcanza la tragedia
219
TEATROS Y TEATRALIDADES EN M EXICO
SIGLO XX
220
CAPÍTULO III
TEATRALIDAD Y TEXTOS TEATRALES
221
TEATROS Y TEATRALID.ADES E N M EX ICO
SIG LO XX
Comentario final
La obra teatral esta hecha para ser m irada, pero tam bién p ara m irar a tra
vés de ella, o mejor aún, todos los elementos que la configuran —incluyendo
a los espectadores— necesitan ser mirados p ara existir en esa realidad artís
tica; pero si ellos no se miran a sí mismos y no ven a los dem ás todo se reduce
aun acto exhibicionista o voyeurista. P ara la creación de u n a auténtica obra
teatral no basta con la simple presencia de cada uno de los elementos, ni que
se descubra el propósito de m ostrar y m irar, es necesario percibir su interac
ción dinámica así como aquello que los caracteriza en su doble condición de
realidad y de ficción, es decir en su condición sim bólica que les confiere ple
na dimensión teatral.
El teatro de Héctor Azar nos lleva a u n a realidad escénica creada por
la poesía, la tradición popular y el sentido lúdico del te atro . A través de sus
obras se entra a un universo donde la fuerza de la im aginación hace que todo
intento por encontrar referentes inm ediatos sea inútil. Con sus obras Azar
parece decimos que es en el juego del teatro donde se en c u en tra el verdade
ro sentido de las cosas.
3.2.3 In Memoriam de Héctor Mendoza*
Héctor Mendoza forma parte de la generación de te a trista s mexicanos de la
segunda mitad del presente siglo. Se dio a conocer a p a rtir de las presenta
ciones del grupo universitario “Poesía en Voz A lta” (1956), en el cual asu
mió la responsabilidad de la escenificación. E n sus prim eros trabajos
Mendoza asociaba las palabras del texto con im ágenes representadas en el
escenario a través del juego de colores y luces. No cam biaba u n a sola palabra
del texto, su intención era hacer una adaptación visual p a ra producir un es
pectáculo teatral y no una adaptación literaria.
En el desarrollo de sus proyectos teatrales se advierten diversos expe
rimentos, con influencias de Brecht prim ero y después de Grotowski, ten
dientes a establecer una significativa relación en tre texto y escena. Uno de
esos experimentos fue el de traducir el texto m ediante la emotividad de los
actores. Reescribió obras completas de autores clásicos —Lope de Vega en
tre ellos— de modo similar a la traducción de un idiom a a otro.
No obstante su vocación hacia el espectáculo y a que considera al actor
como centro de la teatralidad, en la actualidad p ara M endoza la verdadera
imagen dramática está contenida en la palabra expresada en escena.^' Esta
posición lo ha llevado a identificar el trabajo del director y del dramaturgo
Ma. Luisa Mendoza en Teatro mexicano 1964, México. Aguijar, 1967, p. 110.
Domingo Adame, “Entrevista a Héctor M endoza” I x i e s c e n a ¡ M t i n o a m e r i c a n a , n ueva época, ano 3
núm». 5/6. 1995, pp, 74-79.
222
\_/i-LX I I 111
T E A T R A L ID A D Y T E X T O S T E A T R A L E S
Identificación de la te a tr a lid a d
Elproceso de escritu ra escénica de In m em oriam se basó en los textos poéti
cosde Acuña, sus c a rtas, d a to s sobre el contexto histórico y cultural de su
época y noticias sobre su a to rm e n ta d a relación am orosa con Rosario de la
Peña que, según vox p o p u li, lo condujo al suicidio. Con ese m aterial Mendo-
zaysu grupo de actores re a liz a ro n improvisaciones, por lo tan to las ideas e
imágenes para la creación del espectáculo fueron producto del trabajo con
junto del director y de los acto res participantes en el montaje. El punto de
partida del proceso fue c re a r u n espectáculo y no una obra ya existente, por
eso al texto te a tra l se le p u ed e aplicar la definición de García B arrientos
“algo producido por (y no q ue produce) la puesta en escena, como conse
cuencia (y no como causa) del espectáculo”.
223
TEA TR O S Y TEATRALIDADES E N M ÉX ICO
SIG LO XX__________________
224
C APITULO n i
TEA TR A LID A D Y TEXTOS TEATRALES
ción con L au ra y la
tercera, del cuadro 14 al
24 su fallido rom ance
con Rosario. H ay u n a
obra dentro de o tra obra,
el receptor se en fren ta a
un tejido semiotico cons
tituido por signos de sig
nos.
Personajes
No hay personajes en el
sentido de individualida
des cuyos rasgos psicoló
gicos y m orales se
I n M e m o r i a m , 1975.
construyen a lo largo de
la trama. Se tr a ta más
bien de “actores” y “ro
les” según la teo ría funcionalista del relato. Menos aún se establece una fu
sión entre “personajes” y ejecutantes, los cuales nunca abandonan esta
condición. E n este sentido cabe recordar que los actores fueron perfilando a
los “personajes” en el proceso de montaje. Las propiedades contradictorias
de los “actores” im piden la identificación: los espectadores no padecen ni go
zan con ellos, sólo se interesan por descubrir las causas y efectos de sus ac
ciones.
Los “actores” principales son Manuel, Rosario y Laura y representan,
respectivamente, al poeta romántico, a su última fuente de inspiración y a
una de sus am antes. A través de sus acciones Manuel ama y desprecia la
existencia, aparece como un provinciano entregado a los placeres que le
ofrece la gran ciudad, como hijo amoroso que sólo se acuerda de sus padres
cuando necesita dinero, viviendo en la contradicción: católico y fornicador,
“bohemio” y m oralista, poeta y vividor, sentimental y manipulador. Por
otra parte, L aura, tam bién poeta, se muestra apasionada y tierna, tempera
mental y racional. Rosario pertenece a la “alta sociedad”, es centro de atrac
ción de los poetas y, paradójicamente, ama sin ser correspondida. Es
generosa, dom inante, sencilla y frívola.
Hay tam bién distintos “roles” como “los suicidas”, “los poetas”, “las
putas”, “las gringas”, “los periodistas” y personajes nombrados que nunca
aparecen en escena, siendo algunos de ellos relevantes para la interpreta
ción como el padre y la madre de Acuña o Guillermo Prieto.
Al confrontar el texto principal con el secundario se distingue la arti
culación en tre texto teatral y representación. De este modo los personajes
“mostrados” en el texto principal (TP) son los que realizan las acciones de
los personajes “mostrados” en el texto secundario (TS). Los personajes sola
mente nombrados tienen importancia en la representación como presencias
invisibles que determ inan el curso de las acciones, como ocurre en La casa
225
TEATROS Y TEIATRALIDADES E N M É X IC O
S IG L O XX
Laura I: ¡Dios mío. debí haberlo supuesto! ¿Sabe que mi disgusto con Guiller
mo Prieto ha sido a causa de usted?
Laura I: ¡Que sí, Dios mío, que sí! ¿Se cree que es poca cosa ser el objeto de
una riña entre Laura Méndez y...cualquier idiota que se llama Guillermo
Prieto?^
Prieto aparece como elem ento que propicia la relació n e n tre Acuña y
Laura pero también de discordia, como se confirm a e n el cuadro 12, cuando
el Poeta 3 lo nombra y le inform a a M anuel lo que le h a dicho:
Poeta 3: Me dijo [Guillermo Prieto]: le acabo de voletr la amante a Manuel
A n iñ a
226
c a p í t u l o HI
T E A T R A L ID A D Y TEXTO S TEATRALES
l
-> O; Manuel -4- Op; M. Acuña
M. Flores Contexto
227
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
228
CAPITULO m
TEATRALIDAD Y TEXTOS TEATRALES
Espacio
La relación e n tre escena y sala queda perfectamente delimitada por el tipo
de práctica teatral; el espectáculo de un grupo de actores para el público.
Hay entre ellos u n a línea divisoria típica del teatro “a la italiana”
El lugar escénico tam bién se indica con precisión; “la amplitud vacía
del escenario”, se tr a ta de u n espacio para el juego teatral como consta en el
texto secundario. P or ser siempre el lugar escénico imitación de algo“ en In
Memoriam es im itación del mismo escenario y no reproduce ningún lugar
exterior. Por el núm ero de actores y su participación en las acciones, así
como la ausencia de objetos sobre el escenario, el espacio se utiliza en toda
su amplitud propiciando el despliegue de las actividades físicas de los acto
res.
Los lugares donde ocurren las acciones al interior del texto se constru
yen a través de distintos instrumentos escénicos indicados en las didasca-
lias: el cabaret con la iluminación (“luz agresiva”), la música y la acción (“un
baile alegre, espectacular”), la casa de estudiantes con la acción (“Manuel
seduce a la criada”), lo mismo la casa de Rosario (“Rosario y Leona al en
cuentro de dos gringas, después entran los poetas”) y el cementerio (“en
tran los poetas cargando el cuerpo de Manuel”).
En el plano lexical las referencias espaciales antinómicas ponen en
evidencia el conflicto que se representa: cielo / tierra, escenario / mundo, ho
gar/burdel, cuna / sepulcro, oriente / ocaso. Así, además de físico, el espacio
escénico es lugar psíquico. Cuando estas dos realidades entran en relación
dialéctica emerge la teatralidad espacial, que no intenta reproducir un lugar
determinado indicado en el texto, sino invitar al espectador a construirlos
en su imaginación (véase Cuadro de Espacios al final de este ensayo).
Proceso de interpretación
La producción te x tu a l
Las réplicas alcanzan 563 ocurrencias por 196 de las didascalias, éstas equi
valen a un 29%. Conforme a este dato no se trata de una puesta en escena
explícita, como podría suponerse por el proceso de producción del espectácu
lo y de plasmación del texto, en todo caso lo serían los cuadros 13 y 14. Sin
embargo la teatralidad no reside en el predominio de las didascalias sobre
las replicas, es decir que una puesta en escena explícita no posee de antema-
229
T E A T R O S V TEA T R A L ID A D E S E N M É X IC O
S IG L O XX
230
CAPITULO m
TEATRALIDAD Y TEXTOS TEATRALES
232
C A P ÍT U L O III
T E A T R A L ID A D Y T E X T O S TEATRALES
La denegación
La ilusión se red u ce desde la m ism a concepción del espectáculo: se trata, in
dica el texto, de u n “esp ec tác u lo ” basado en la vida y obra de Manuel Acuña.
Esta definición le confiere c a rácter de “simulacro” y no de acto referencial.
Tiene, por lo ta n to , alto g rad o de epicidad —en términos brechtianos— o sea
la clara intención de re v e la rse como “teatro ” ante el público. El actor está
en constante exhibición d e su s capacidades histriónicas: baila, canta, juega
a representar, in te rc a m b ia personajes sin riesgo de romper el juego teatral,
sino por el c o n tra rio , lo intensifica. Cada uno de ellos representa entre cua
tro a seis roles. L os a c to re s y actrices asumen sus distintas funciones acto-
riales ante el p úblico de m a n e ra alternada, no hay uno de ellos que
represente p e rm a n e n te m e n te a u n “personaje”.
Aún cuando se t r a t a de u n texto elaborado con posterioridad a su re
presentación, deja espacios de indeterminación, como las coreografías o la
música de las canciones. E l lu g a r escénico está indicado con precisión; “la
amplitud vacía del e sc e n a rio ”. Es un lugar para el espectáculo teatral y su
concepción co rresp o n d e a u n acto de juego y simulación, por lo tanto tiene
que ver con la a rtific ia lid a d de la representación. Sin embargo el referente
es verdadero, se tr a t a de u n suceso que aconteció efectivamente. Las pala
bras que sirven de b ase a to d a la producción léxica tienen también dimen
sión de realidad h istó ric a, son los poemas y las cartas de Acuña. De m anera
simultánea se a firm a y se niega la “realidad” de lo representado. Acuña y
sus poemas no so n m á s q u e símbolos “de la autocompasión y auto burla del
mexicano”, en el in te r p re ta n te del autor y director.
E ntre los d istin to s tip o s de distanciamiento utilizados, además de los
propios fragm entos poéticos y las cartas de Acuña, están los que correspon
den a la e s tru c tu ra in te rn a , es decir a la lógica de las acciones, y se expresan
por el choque de lo cóm ico con lo patético. Otros, de tipo escénico, se dan por
los cambios de lu ces o de vestuario. Más que un juego entre realidad y fic
ción, busca u n d ista n c ia m ie n to crítico del espectador con la situación rep re
sentada.
Los poem as y c a rta s de A cuña dichos en la obra son iconos, pero ta m
bién índices q ue r e m ite n al a u to r y a su época, y símbolos del rom anticism o
®ás superficial.
Los signos te x tu a le s “M anuel”, “actores”, “escenario”, “pistola de
plástico”, “p o em as” , “b a ile s”, “desnudez”, etcétera, funcionan en la rep re
sentación como iconos, índices y símbolos, movilidad propia de la teatrali-
233
TEATROS Y TEATRALIDADES E N M ÉXICO
SIOLO XX
37 Ibid., p. 20.
234
CAPÍTULO III
TEATRALIDAD Y TEXTOS TEATRALES
38 Id e m .
39 Ib id ., p. 23.
235
T E A TR O S Y TEATRALIDADES E N M ÉXICO
S IG LO XX
40 Ihtd., p, 17.
236
CAPÍTULO III
TEATRALIDAD Y TEXTOS TEATRALES
Comentario Final
En el proceso de elaboración del espectáculo, se fueron concretizando en
imágenes visuales y auditivas todos los elementos de enunciación. Este pro
cedimiento dejó para el final la elaboración del texto, por lo cual podría verse
sólo como intento de rescatar el espectáculo, sin embargo es un texto teatral
susceptible de nuevas actualizaciones escénicas.
Hay en In Memoriam una alternancia con respecto a la identificación
de la teatralidad. Proviene de la iniciativa del actor, pero también del espec
tador, es decir que se mantienen vigentes los espacios del observador y del
observado. Se percibe la transformación de los signos primarios o culturales
en signos secundarios o teatrales. La máquina cibernética de Barthes^’ pue
de distinguirse en cuadros como el trece o el catorce, donde se manifiesta el
funcionamiento simultáneo de signos.
Por sus características espectaculares destacan las presencias del ac
tor y del espectador y, por lo que toca a la actuación, se propone una multi
plicidad de recursos expresivos.
En In memoriam la teatralidad no supone que el teatro se convierta en
espectáculo desprovisto de significación; por el contrario, su riqueza sígnica
lo hace ganar en significados y convertirse en una creación polifónica donde
el receptor es participante activo y no mero espectador pasivo. Por ello Men
doza hace del receptor de sus espectáculos un descifrador e intérprete de sig
nos, a fin de que su percepción sea más amplia y profunda.
La crítica ha señalado como aportación de In Memoriam “un lenguaje
escénico pulcro, riguroso, expresado con todos los recursos de una búsqueda
experimental ‘pobre’, (en referencia al teatro grotowskiano) rica en imagi
nación e inventiva”.'*^
La obra m uestra y pone en escena el poder del teatro para crear, inver
tir y subvertir la realidad. Por todo ello la teatralidad es su fundamento.
Héctor Mendoza contribuye al teatro mexicano en su afán por construir un
lenguaje teatral específico que privilegia la función de todos los elementos
teatrales. E sta actitud se inscribe en la búsqueda emprendida por la mayo
ría de los teatristas a partir de la segunda mitad del siglo XX.
237
T E A T R O S Y T E A T R A L ID A D E S E N M É X IC O
S IG L O XX _________________
Cuadro de Acciones
1. Los ocho actores cantan v bailan un fragm ento del poem a “N o c tu rn o a Rosa
rio".
2. Los actores Juegan con “pistolas de plástico" ap u n ta n d o a d is tin ta s p a rte s vi
tales del cuerpo, m ien tras dicen “M entiras de la ex isten cia”.
3. M anuel 1 dice una carta de A cuña a su padre, donde le in fo rm a d e su s e s tu
dios y le expresa su sentim iento cariñoso hacia fam iliares y am igos.
4. O tro actor representa a M anuel cortejando a Soledad, la la v a n d e ra , p a ra con
seguir que le preste dinero.
5. Los poetas 1 y 2 se b urlan del com portam iento de M an u el co n Soledad.
6. Los ocho actores cantan el poem a de am or “L a b ris a ”.
7. Se representa el encuentro donde M anuel A cuña y L a u ra M én d ez se hacen
am antes
8. M anuel 1 dice una carta de A cuña a su padre, m ie n tra s es acaric iad o p o r
L aura II.
9 y 10. Dos parejas d istin ta s de actores representan el conflicto e n tr e M anuel y
L aura.
11. L au ra canta algunas estrofas del poem a de A cuña “A diós a M éxico”.
12. M anuel IV'' com unica al poeta 3 su rom pim iento con L au ra.
13. a i En el burdel cu a tro p u ta s y cuatro p o etas bailan, se d esvisten y hacen el
am or bi M anuel I lee una carta de A cu ñ a a su m a d re en la q u e la m e n ta la
m u erte de su padre, c) las p u ta s dejan dorm idos a los p o etas, d) al d e sp e rta r,
uno de los poetas recrim ina a los otros su fa lta de com prom iso con la poesía, e)
un poeta dice “A u n a ra m e ra ” donde A cuña red im e a la m u je r “p e c a d o ra ” m oti
vando la burla de éstas
14. Se representa u n a reu n ió n en casa de R osario de la P e ñ a , en la que, adem ás
de la anfítriona están p rese n tes L eona y dos “g rin g a s ” in te re s a d a s e n conocer a
M anuel. Un grupo de poetas encabezados p o r A cu ñ a le lleva “s e r e n a ta ” a Rosa
rio. Leona piensa que, como es “día de su s a n to ”, la s e re n a ta es p a r a ella y M a
nuel a petición de R osario le sigue el juego. P o ste rio rm e n te la s g rin g a s v an a
cortejarlo. Rosario, m ie n tras ta n to le re p ro c h a a M a n u el M. F lo re s s u fa lta de
sensibilidad por no h a b e r descubierto su s se n tim ie n to s h a c ia él. L eo n a pelea
con las gringas p o r M anuel y, fin alm en te, R osario in te rv ie n e in v ita n d o a todos
a bailar, lo que hacen “rid ic u lam e n te”. P o r ú ltim o los a c to re s to m a n conciencia
del público y se re tira n de escena.
15. M anuel I lee la carta de A cu ñ a a su m a d re en la cual se q u e ja de su falta de
dinero y de su p recaria salud. P ro m e te ir a v isitarla.
. 16-20.Se representa el fallido in te n to de A cu ñ a p o r co n seg u ir el a m o r de Rosa
rio.
! 21. Se representa a M anuel com unicándole al p o eta C u en ca q u e h a r á su últim o
í intento por conseguir el am o r de Rosario.
; 22. M ientras las cuatro p a rejas de actores b ailan un vals, M a n u el IV dice “Noc-
; tu m o a Rosario”.
23. Se representa a u n enjam bre de p erio d istas e n tre v ista n d o a R o sario sobre el
suicidio de Acuña.
24. Manuel I sale de su a ta ú d p a ra le er la carta p o s tu m a d e A c u ñ a en la que
■asum e la responsabilidad de su m u erte.
238
C A P Í T U L O I II
T E A T R A L ID A D Y T E X T O S TEA TRA LES
Cuadro de Personayes
Texto P r i n c i p a l T e x to s e c u n d a r io
Mostrados M ostrados
(Todos los p e r s o n a je s m o s tr a d o s e n e l te x to se 8 suicidas, M anuel I,II,II,IV , Soledad
cundario) P o eta I, P o eta II, cu atro putas,.
L au ra I,II,III,rV; P o eta III,
Rosario I,II,II,IV;
2 gringas, M anuel M. Flores
J u a n de Dios Peza
A gustín F. Cuenca |
Nombrados N om brados
(personajes q u e n o a p a r e c e n e n e s c e n a ) (referencia textual, no form an parte del m undo
Papacito (de A c u ñ a ), J e s ú s M a . G il, L u p ita , de la obra)
bolita,Guillerm o P r ie to , M a m a c ita (d e A cu ñ a ) S alvadora Cayron
1Panchito, F ig u e ro a .
- ’ ■
Nombrados y m o s tr a d o s N om brados y m ostrados
Manuel A cuña, L a u r a M é n d e z , (Todos los personajes m ostrados, m arcados por
Rosario de la P e ñ a , L e o n a , su nom bre en el m om ento de su participación)
Beatrice y J o a n (g rin g a s ),
[ Manuel M. F lo re s, J u a n d e D io s P e z a
Agustín F. C u e n c a , P e r io d is ta s .
Cuadro de Tiempos
T e x to s e c im d a r io
M ostrados
“cualquiera”
Cuadro de Espacios
i Texto P rincipal T e x to s e c u n d a r io I
I Mo.strados M ostrados
cabaret (1), escenario (2),
proscenio (22), escena (23)
mausoleo rom ántico-m odem ista(24)
J
(“nidos”, “lechos de flores”, “ocaso”, “oriente”, “río ”,
“loma”, “pradera” (6), tierra (8) “tie rra ” (9), “cuna”, “la
guna”, “paisaje”, “sepulcro” (10), “la gloria”, “laesqui-
na”(13), “Pacífico y Atlántico”, “te rraza”, Europa,
Saltillo, el teatro (14),“santuario”, “cam panario”, “ho
gar”, “techo”, “tierra”, “sueño” (22).
Luz agresiva” (1). “Bajo u n a luz cen ital” (8). “La luz cambia
Gestualidad (K inésica “C uatro parejas de baile inmóviles que miran al público”, “las cuatro
yproxémica) parejas bailan” (1). “Se llevan el cañón de la pistola a la sien”, “prueban
' iQué empiece el baile! a apoyar el cañón de la pistola en distintas partes vitales del cuerpo”, “el
¡(14) suicida 6 cae al suelo”, “el suicida 6 se levanta y sale con mucha calma”
I Tómeme entonces (7) I (2). “Se le acerca”, “la besa”, “ella se deja hacer”, “se le acerca nueva-
! m e n te”, “ella se separa un poco”, “ella afirma con la cabeza”, “él le le-
i vanta la barbilla” (4). “Se agrupan”, “Manuel II levanta la mano para
! indicar el momento justo de ataque” (6). “Todos se están retirando del
! escenario”, “todos salen sin hacer caso pero Manuel II se detiene” (7).
i “Siendo acariciado y besado”, “devuelve calurosamente los besos recibi-
! dos” (8). “Manuel III y Laura III se besan. Ella se separa ligeramente”
I (9). “L aura se aleja” (10). “Un baile alegre, espectacular”, “después de
I algunas evoluciones”, “se recuestan por parejas”, “se acarician bajo las
I sáb an as”, “los poetas se quedan dormidos”, “la puta 2 al darse cuenta se
desprende del abrazo de su respectivo poeta y se levanta, le truena los
I dedos a las otras para que hagan lo mismo y las cuatro abandonan el es-
I cenario”, “los poetas van despertando”, “lanzando las sábanas al aire”,
asom a la cabeza inmediatamente para decirle al público” (13). “Dándo
I le la m ano”, “tomando a Rosario del brazo”, “le da un pellizco”, “acer-
j cándose a Rosario”, “acercándose con gringa 2 a Rosario y Manuel”,
I “dándole la mano con efusividad trata de llevárselo”, “le sacude la
m ano”, “intenta irse”, “sin soltarle la mano”, “Llevándole la mano al
seno”, “abrazándose a él”, “le da un apasionado y rápido beso en la
boca”, “con ganas de huir", “da media vuelta en dirección de Rosario”,
“sale por el lado contrario”, “saliéndoie al paso a Manuel”, “trata de
deshacerse de ella inútilmente”, “tomándolo del brazo”, “lo hace librán
dose aunque sólo un momentáneamente de las gringas”, “trata de ale
ja rse hacia Rosario. Las gringas lo vuelven a tomar del brazo”, “se lo
Uevan”, “volviéndose a ellas antes de salir”, “desaparece", “salen detrás
de M anuel”, “Flores intenta un movimiento para tomarla en sus brazos
pero se reprime antes de tocarla”, “Flores la besa”, “entran Manuel II
por un lado y Leona por otro”, “Manuel intenta dirigirsea Rosario; pero
Leona lo intercepta", “se lo lleva a un rincón”, “abrazándosele”, “to
mándolo del brazo”, “intentándolo tomar del otro brazo”, “todos se po
nen en posición de comenzar el baile”, “baile cómico de pretendidas
elegancias y reales torpezas”, “se van cometiendo equiv .ación tras
equivocación “(14).
“Él en un impulso repentino la toma entre sus b; azos y la besa” (18).
“Se detiene” (19). “Cuatro parejas bailan muy lentamente, Manuel IV se
desprende hacia proscenio” (22).
“F ren te al público y mientras las otras parejas siguen bailando” (22).
“E n una especie de carrusel desordenado se entrecruzan los ocho acto
res y de pronto se detienen para realizar las entrevistas...”, “se cubre
las orejas con las manos”, “abandona el escenario a paso muy lento”,
“las Rosarios que quedan sobre el escenario hacen grandes movimientos
romántico-modernistas” (23). “Entran los poetas cargando el cuerpo
r je rto de Manuel I ”, “Manuel I se incorpora”, “Manuel I está a punto
ae caer los poetas lo sostienen y vuelven a depositar sobre el suelo. Los
siete actores lo rodean formando una especie de mausoleo románti-
co-modernista” (24),
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
M ím ica del ro stro “expresiones atorm entadas”, “horrorizados" (2), “T em bloroso” (3). “Él la
¿Por qué llora? (9) Ì m ira sorprendido”, “incómodo”, “...sin m irarlo ”, “todavía sin m irarlo (4).
“Actitudes un tan to infantiles” (6). “L aura los m ira y los llam a” , “descon-
certada”. “sonríe”, “ríe ”, “displicente”, “sonríe con coquetería” (7). “E stá
m uy inquieta” (8). “Se m iran un m om ento” (9). “Todos ríe n ”, “u n tan to lio-
i roso”, “con cruda m oral”, “riendo”, "ios otros ríe n ”, “todos suspiran apesa-
! dum brados", “con sonrisa irónica”, “con fervor”, “aterra d o ", “se m iran
inquietos”, “ren u en te”, “angustiado”, “gestos vagos no com prom etidos”, “el
poeta 2 m ira a los otros que no se m iran en tere sí” (13). “S o n rien te”,
“Sobream able”, “am able”, “sonriente”, “con sonrisa de disculpa”, “digna
m ente ofendida”, “con grandes gestos descriptivos”, “ríe forzadam ente”,
“ríe ”, “de pronto en lágrim as”, “enterneciéndose m uchísim o”, “entusiasm a
d a ”, “un tan to ren u en te”, “distraído”, “coqueta”, "sudando frío ”, “febril”,
“aterra d o ”, “pone ojos en blanco”, “im perturbable”, “en tu siasm ad o ”, “fin
giendo”, “lanzándole u n a m irada furiosa”, “la m ira u n m om ento”, “Rosario
lo m ira por un m om ento y luego desvía la m irada colérica”, “retad o ra”, “fu
riosa”, “celos instantáneos”, “con u n gesto violento” , “como u n a leona",
“aprem iante” (14). “De mal hum or”, “desesperado”, “lo m ira con atención
científica”, “dolido” (17). “M irada de reconvención”, “le sonríe sin coquete
ría ”, “quebrantado”, “enojada”, “com padecida”, “se m ira n ”, “ríe ” (18). “De
pronto enloquecido” (19). “M ortalm ente pálido” (22). “R osario I m ira al pe
riodista aterrada, inmovilizada. El períodista sonríe sa rcásticam en te”, “ator
m entadas”, “ríe ”, “con un sentim iento exacerbadam ente doliente”,
“lam entosas”, “desesperadas” (23)._________________
242
CAPITULO III
TEATRALIDAD Y TEXTOS TEATRALES
<3 Vicente Leñero, “Nadie sabe nada”. Gestos, año 4, núm. 7, pp. 145-195.
9.43
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
244
C A P ÍT U L O III
T E A T R A L ID A D Y T E X T O S TEATRALES
246
C APITULO m
TEA TR A LID A D Y TEXTOS TEATRALES
247
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
_________ SIGLO XX ________
electrónico que marcaba hora y minutos en que ocurrían las acciones. Esta
cronometrización temporal parecía advertir al espectador que tenía un
tiempo límite para armar su rompecabezas, para tratar de saber algo, para
descubrir, entre otras cosas; qué decían los papeles robados, a qué asunto
tan serio se referían para que se desatara tal cacería, por qué la intervención
directa del gobierno en la dirección del periódico, quién había ordenado la
muerte de Salcido y la ejecución del agente de gobernación. Pero, sobre todo,
para entender el lugar que ocupaba en ese caótico microuniverso.
Leñero, por supuesto, no ofrecía respuestas. No había en el discurso
de los personajes nada que se refiera explícitamente a tales cuestiones. El
dramaturgo hizo lo suyo: presentar distintas acciones para que hablaran
por sí mismas. Correspondía al lector o espectador descifrar el enigma a par
tir del seguimiento de las acciones, aunque también, de lo que dejara de ha
cerse, por ejemplo: no entregar los documentos a los diputados de oposición
“para que hagan una denuncia muy fuerte en la Cámara” que era el propósi
to de Pepe.
Tal vez haya quien concluya que se trata simplemente de una historia
pohcíaca en donde la dianoia aristotélica, el plano de las ideas, se ha simpli
ficado al máximo y no aporta nada nuevo a nuestra comprensión del mundo.
Otros podrán reconocer que, al mostrar las distintas maneras de hacer las
cosas, se ofrecía una inmejorable oportunidad para conocer mejor la reali
dad en la cual vivimos.
A lo largo de la pieza se presentan acciones simultáneas lo cu2d, junto
con el manejo del lenguaje responde al propósito de acentuar el realismo.
Esto exige al director, al escenógrafo e inclusive a los actores la cordinación
de la pieza a través de: el espacio, la iluminación, el gesto y el movimiento.
Por ejemplo la escena 14, última de la obra, comprende acciones entre Pepe
y Dahla en su departamento; de Juan José, borracho en la cantina, lamen
tándose de que Pepe haya hecho entrega de los documentos al agente del go
bierno; de Rosamaría, en la redacción del periódico, llorando la desventura
de haber perdido a Pepe; del “soplón”, en la taquría, contando el dinero que
recibió por su trabajo sucio; la persecución y estrangulamiento en plena ca
lle de Moctezuma Peón, luego la balacera y la huida en automóvil y, pocos
segundos después, en su despacho, la “Funcionarla mayor” portando orgu-
llosamente los documentos, mientras en el departamento “Dalila continúa
declamando a Pepe”.“*^
Para los responsables de la puesta en escena, es decir los receptores a
quienes en primera instancia se dirige toda obra dramática. Nadie sabe
nada resultó también un interesante modelo para armar. En opinión de Le
ñero lo más significativo de este trabajo, surgido de la inquietud por hacer
un espectáculo que franqueara el abismo entre autor y director y los uniera
también en la elaboración del texto, fue que se trató de un experimento “fin
cado en el concepto de búsqueda que permite al teatro evolucionar, encon-
44 Ib id ., p. 195.
248
C A P IT U L O III
T E A T R A L ID A D Y T E X T O S TEA TR A LES
trar su propio le n g u aje , sus propias actitudes ante la realidad y sobre todo
ante las a rte s v isu a le s”
Comentario fin a l
ISladie sabe n a d a es u n a o b ra donde la teatralidad se expresa por medios lin
güísticos o g estu ales, es decir, de signos en perm anente transform abilidad
que com unican accio n es v irtu a le s (texto) o efectivas (representación) y que
requieren se r a c tu a liz a d o s p o r el lector o espectador.
La ficción h e u r ís tic a se m anifiesta por medio del lenguaje, de acciones
físicas, de objetos y situ a c io n e s descritas en el texto que reclaman u n espacio
concreto p a ra ex istir. L a te a tra lid a d hace evidente el propósito de la obra
dramática y la p u e s ta e n esce n a p ara comunicar a través de acciones sim ula
das, del juego a c to ra l y de la ficción escénica. Se opone a la literalidad, pues
en ella la sim ulación, el juego, y la ficción permanecen en el ámbito de lo ver
bal; por o tra p a rte , re c h a z a la concepción estética que lim ita la acción tea
tral a un acto re fe re n c ia l. L a realidad en Nadie sabe nada se encuentra al
interior del h echo te a tr a l y no fu era de él, es decir, se cumple el paradigma
antimimético se g ú n el cu al el te a tro no pretende im itar lo que acontece en el
mundo, sino c re a r el p ro p io m undo de la obra de arte teatral sin necesidad HI
tico más antiguo del continente americano. La “dram aturgia” del espec
táculo fue realizada por un equipo integrado por Luis de Tavira, David
Olguín, Tolita Figueroa y Lorena Maza, en tanto que la producción del es
pectáculo estuvo a cargo de la Compañía Nacional de T eatro del Instituto
Nacional de Bellas Artes.
La relevancia de esta representación reside en que no se hizo la ilus
tración de una pieza dramática, sino una auténtica traducción a la teatrali
dad escénica de las pertinencias dz*amáticas de la obra. Por o tra parte se dio
vigencia a una obra “clásica” del teatro prehispánico y se realizó, desde el
presente, un acercamiento a diversas tradiciones culturales del pasado.
Los enemigos constituye un caso significativo en la práctica teatral
auspiciada por el organismo oficial que promueve las arte s en México, ya
que incorporó el paradigma de la teatralidad posmoderna a formas de pro
ducción caracterizadas por el convencionalismo.
El montaje —que tomó como punto de partida u n texto dramático—
resultó una verdadera configuración artística debido al uso productivo de la
imaginación, más allá de confiar en las capacidades y habilidades técnicas
mostradas con anterioridad por los miembros del equipo realizador.
Obra dramática y puesta en escena
El desarrollo de la teoría teatral a partir de las aportaciones de la semiótica
ha tenido alcances notables en cuanto a la discusión y la comprensión de los
distintos textos que conforman la obra teatral, es decir el hecho escénico
realizado en un escenario por un conjunto de participantes y ante la presen
cia de espectadores. En seguida se señalan las propuestas teóricas pertinen
tes para hablar de la interpretación herm enéutica que de la obra dramática
puede hacer el director, en la perspectiva de la puesta en escena.
Para García Barrientes la obra dram ática es la codificación literaria
de las pertinencias dramáticas de un espectáculo te a tra l virtual capaz de
producir espectáculos efectivos, en tanto que el texto dram ático es la trans
cripción lingüística de las pertinencias dram áticas de u n espectáculo tea-
tral.“*^ La diferencia reside en que, m ientras la obra dram ática sirve de base
para la configuración escénica, el texto dram ático surge de ésta. El hecho de
que se utilice esta definición de obra dram ática no im pide reconocer que de
manera tradicional se habla de texto dramático para designar la creación li
teraria del dramaturgo.
Lo anterior remite a dos tipos de lectura; la que sigue u n a “trayectoria
teórica”, que va de la fábula al dram a y de éste a la escenificación; y la que
parte del hecho teatral mismo, la “trayectoria real”, que va de la escenifica
ción al drama y de éste a la fábula. Es necesario aclarar que García Barrien
tes entiende la fábula como el universo a representar (macrocosmos), al
drama como el microcosmos representado (centro o núcleo de la fábula) y a
la escenificación como el microcosmos representante, es decir, la actualiza-
ción a través de los medios del teatro (tiempo, espacio, cuerpo).
47 José Luis García Barrientos, op, cit., p. 42.
CAPITULO 111
TEATRALIDAD Y TEXTOS TEATRALES
48 Huns G eorg Gadamer, “Fundamentos para una teoría de la experiencia hermenéutica” en Dietrich
Rail (cornp.) En busca del texto. Teoría de la mypcidn,Universidad Nacional Autónoma de Mé.xieo.
México, 1987, p. 28.
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MEXICO
SIGLO XX ______
tualidad y la intercul-
turalidad aparecen en
esta creación y en b u e
na parte del te a tro con
temporáneo en México.
La interpretación del
pasado histórico y la di
versidad cu ltu ral son
dos elementos u tiliz a
dos por el te atro m exi
cano para propiciar
una multiplicidad de
significados que reve
len aspectos ocultos e
ignorados de la propia
historia y cultura.
In terp reta ció n
herm enéutica
La crónica del m ontaje Veirón de Rabinal, varón de Queché y Yamanik-Mun
de Los enemigos, p er
mite reconstruir el pro
ceso de interpretación.
La lectura de la obra dram ática desveló “un mundo prehispánico (que)
pasa por el cuento de hadas, el relato romántico, la tre^edia shakespereana
e incluso la picardía del barrio citadino”. Sin explicitar la idea que se tuvo de
la fábula se señala u n “prim er atisbo” de lo que podría ser el espectáculo:
‘un oratorio cuya estética reflejara la perspectiva de un grupo de españoles
del siglo XVIII que presenciaban, en medio de un ágape, una curiosa repre
sentación prehispánica”.®o
Con u n procedim iento heurístico se fueron definiendo conceptos de
los cuales, el m ás im portante fue “descubrimiento”. Una extensa revisión
de textos históricos arrojó como resultado la existencia de una sinonimia en-
be los térm inos “descubrim iento” e “invención”.
Para la p u esta en escena se formularon las siguientes preguntas “¿Por
qué recurrir en nuestro s días al Rabinal Achí, el único texto dramático de
fiempos prehispánicos que se conserva íntegro? y ¿Por qué una relectura de
llagaba que al p a rtir del Rabinal hace posible, a su vez, una reinterpreta-
oión escénica?
No son p reg u n tas que se formularan directamente al texto, sino a los
•mismos creadores. De cualquier manera revelan el interés de los intérpretes
por comprender el sentido de su tarea, por ello afirmaban: “inventam os y
descubrimos el pasado dándole un sentido a nuestro presente”. Los recla-
de verdad que p lan tea la obra —de tipo histórico e ideológico (el enfren-
^0 Idem.
TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
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CAPÍTULO III
TEATRALIDAD Y TEXTOS TEATRALES
Comentario fin a l
El “espesor sígnico” de Los enemigos ofrece la posibilidad de comprender
sus significados d e n tro de u n amplio espectro histórico y cultural. Los sig
nos del espectáculo perm iten diferenciar las dos concepciones sobre las que
se cimentó el discurso escénico: la europea, es decir la representación como
ficción y la indígena, cerem onia en la que se expresa una cosmovisión.
Ambas coexisten y dejan al espectador en libertad de hacer su propia lectura
e interpretación. De esta m anera se verifica que esta “otra cosa” que, me
diante la “tran sfo rm ació n en una construcción” de la obra dram ática es la
puesta en escena, es su verdadero ser teatral, frente al cual —y siempre en el
sentido de “o b ra te a tr a l”— su ser anterior no era nada.
El ejem plo presentado no pretende afirmar que la intención de la di
rectora de Los enem igos haya sido realizar un trabajo herm enéutico. Mu
chos directores h a n procedido así sin ser hermenéutas. Lo es, sin embargo,
desde este p u n to de vista, en la medida que su lectura se fundam entó en la
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TEATROS Y TEATRALIDADES EN MEXICO
SIGLO XX____
* U n a v ersión de é s te a n á lisis se p u
blicó o rig in a lm e n te e n L a escena
L a tin o a m erica n a , n u e v a época,
añ o 2 nú m s. 3/4, 1994, pp. 18-23.
3.3.3 L a n o ch e d e H e rn á n
C ortés d e V ic e n te L eñ e ro *
La noche de Hernán Cortés, es
trenada el 21 de mayo de 1992
en el teatro Julio Castillo por la
Compañía Nacional de Teatro
con dirección de Luis de Tavira,
m uestra con claridad el propósi
to del dram aturgo por experi
m entar con aspectos de su
interés, como el manejo de la
realidad llevada a situaciones
extremas, el juego con el tiempo
Duminación de Alejandro Luna. y con la identidad de los perso
najes, la inclusión de acciones si
m ultáneas, el punto de vista
como experiencia escénica y discurso narrativo, la exploración de la memo
ria de los personajes y el empleo de documentos históricos o periodísticos.“
La mayor parte de estos aspectos coinciden con los postulados de la
posmodemidad teatral. El interés de este trabajo es poner de relieve sus va
lores teatrales en el marco del teatro de fin de siglo, posmoderno al fin, por
ello se estudia con esa perspectiva teórica, pero destacando ante todo su sen
tido de teatralidad, evidente tanto en su estructura como en los múltiples
códigos que emplea.
En el análisis de La noche de Hernán Cortés se tom a en cuenta: el
modo de representar, especialmente el punto de vista que configura estruc
turalm ente el discurso y la escena, el espacio y el tiempo y, por último, la me
moria y el personaje.
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CAPITULO III
TEATRALIDAD Y TEXTOS TEATRALES
El modo de representar
La prim era edición de La noche de H ernán Cortés incluye u n texto del aul
previo a la obra al que llama ^‘P rim eras imágenes de la h isto ria an tes de
elaboración de la obra te a tra l”. En este texto Leñero da cuen ta de todas 1
imágenes que tuvo de H ernán Cortés: en Sevilla, hecho un anciano, an tes
morir; contemporáneo nuestro y fuera del tiempo; sim ilar a don Quijo!
pero sin llegar a serlo por “su ambición, su carnalidad, y su m ala e n tra ñ a ’
como el personaje de Cervantes con un escudero-secretario; Cortés anhela
do regresar a la Nueva España que alude con el nom bre de “México”, peí
imposibilitado para hacerlo a causa del juicio de residencia que se le sigu
Cortés deseoso de recordar su pasado ante la irrem ediable perdida de la m
moria; Cortés dictando mensajes, cartas de relación y testam entos “en vi
tas a u n libro que bien podría convertirse en bestseller internacional
Cortés que escucha noche a noche de su secretario “el interm inable discurs
que centellea en la pantalla de un procesador de peJabras”; Cortés tratan d
de recordar “al H ernán Cortés hombre maduro duran te su parpadeo d
exaltación como gobernador de la Nueva E spaña”; Cortés en su casa de Ce
yoacán contando los mismos episodios siempre y dando vida así al mons
truoso capitán que apenas llegado a tierras dominadas por M octezum a s
encuentra con el Cacique Gordo de Cempoala, recibe generosísimo tra to ;
ahí [...] en lo más alto de la pirámide m ayor decide [...] derrib ar escalinata
abajo al gran ídolo dios del pueblo totonaca”; Cortés suspendiendo el relat(
a la llegada de su esposa Catalina Suárez, la Marcaida, y suspendiendo tam
bién el empellón al ídolo dios totonaca; Cortés buscando los ojos de la M alin
che; Cortés en La Española, en Cuba, en Sevilla, en Coyoacán, en Cempoala
en la noche en que M alintzin está dando a luz a su primogénito dando m u er
te a la Marcaida y con ello a sus recuerdos, a sus esperanzas “de regresar e
su México de revoluciones y m ariachis”; Cortés que nunca logra conciliar e]
sueño.“
Con todas esas imágenes “que se presentan en el escenario” y que no
son, aclara el dramaturgo, precisas ni definidas. Leñero elaboró el espec
táculo virtual o imaginado que antecedió a la codificación literaria de las
pertinencias dramáticas, es decir a la obra dram ática propiam ente dicha, ca
paz de originar la producción de espectáculos teatrales efectivos.®^
Finalmente Leñero indica “que no hay tesis histórica ni propuesta
ideológica”, sino sólo “un intento teatral para ilustrar este esfuerzo que to
dos hacemos desde la inmensidad de la historia misma, igual que desde la
pequeñez de nuestra biografía privada, para recordar y entender, y ver u n
poco mejor lo que nos ocurre”.®®
Se subraya el adjetivo teatral porque indica que no se tr a ta de rep re
sentar la historia de H ernán Cortés, ni de la Conquista de México; sino al
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C A PÍTU LO III
TEATRALIDAD Y TEX TO S TEA TRA LES
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C A P IT U L O m
TEATRALIDAD Y TEXTOS TEATRALES
M em oria y p e r s o n a je
La m em o ria ju e g a u n p apel im portante en La noche de Hernán Cortés. Pue
de decirse q u e e s u n a o b ra sobre la memoria, tanto por la presencia de diver
sas tra d ic io n e s c u ltu ra le s que h an sobrevivido gracias a la memoria que de
ellas se tie n e y d e cuyos m ateriales se echó mano para la configuración de la
obra; así com o p o r la exploración que de su propia memoria hace H ernán
Cortés e n u n in te n to por existir.
U n a d e la s tra d ic io n e s culturales más significativas para preservar del
olvido la fugaz e x iste n c ia del hombre y el testimonio de sus actos e ideas, es
el reg istro y acopio de d atos. La noche de Hernán Cortés reivindica esa trad i
ción y m u e s tr a ese re g istro ya sea en los inmensos volúmenes, papeles y li
bretas de épocas ta n to presentes como pretéritas o en el “disco duro”. La
co m p utadora y el m o n ito r aparecen en escena no sólo p ara darle u n a artifi
ciosa a c tu a lid a d a la o b ra, sino para darle sentido. El equipo de cóm puto y
los libros q u e el S e c re ta rio tiene en alta estima “sin libros es imposible re
cordar”, dice, so n p a r te imprescindible del discurso dram ático y escénico.
Libros y p ro c e sa d o r, dos épocas y una misma tradición: preservar la memo
ria h istó rica. H ay o tra s tradiciones a las que se alude: cerem onias, fiestas,
lenguas, a rte s , ta n to indígenas como europeas. Pero su presencia no tiene
como fin c o n te x tu a liz a r la obra sino realzar el efecto de sim ulación.
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TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
60 I b i d ., p. 36.
61 Ihid., p.42
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CAPITULO III
TEATRALIDAD Y TEXTOS TEATRALES
pseudo aco n te cim ien to s) que la hacen u na obra que desafía la creatividad de
f
creadores escén ico s y la com petencia de los receptores, sean estos lectores o
espectadores, aficionados o especializados.
E s ta m b ié n posm odem a no porque eluda lo político como los opositores a
la teatralidad p o sm o d e m a creen que ocurre con este teatro. En todo caso, coin
cidimos con P a tric e P avis quien entiende la “despolitización” del teatro posmo-
demo como u n rechazo a la tiran ía ideológica de la posguerra La noche de
Hernán Cortés, e n su acercam iento al conquistador, contiene gran fuerza polí
tica y d isrm p to ra , sólo que en efecto no toma partido por ninguna posición ma-
niquea como lo quisiero n ver quienes se ocuparon de la crítica de su puesta en
escena. E n efecto, dichas críticas acusaban a la obra de tomar una posición “an-
timexicana”®^ y p o n ían el acento en lo ideológico, en la búsqueda de referentes,
en la exigencia de “resp e to ” hacia personajes históricos y hacia los “valores na
cionales”, e n u n reclam o de unidad y coherencia estructural y temática y en el
manejo de p erspectiva histórica, es decir, en aspectos que La noche de Hernán
Cortés, por su p ro p ia concepción, no podía contener.
E n cam bio, so b re la teatralidad posmoderna de la cual se nutre, no
hubo c o m e n ta rio s significativos. Luis de Tavira señaló;
Leñero tom a una postura muy valiente y muy controvertible y que es justamen
te un espectáculo que busca, por medio de la teatralidad, la reafirmación de lo
que somos quizá en el simple abrir preguntas. Por otro lado, hacer una obra so
bre la conquista es necesariamente caer en \m cuatro, en vma impostura muy
grande [...] Lo interesante en la propuesta de Leñero es construir un Cortés per
sonaje dramático, que no personaje histórico, y al plantear la imposibilidad his
tórica renuncia a una obra de tesis para entrar a una obra de plena ficdón.“
E l te a tr o posm o d ern o deja al receptor en entera libertad de aceptarlo
o rechazarlo. L a m a y o r p a rte de quienes hicieron comentarios críticos re
chazaron L a noche de H ernán Cortés, lo cual es válido; no lo es, en cambio,
el afán de in te r p r e ta r propuestas innovadoras desde modelos que no le co
rresponden.
C om entario fin a l
La noche de H e rn á n Cortés no tiene tm a fábula aristotélica que perm ita se
guir lin e a lm e n te el desarrollo del drama, hay en cambio u n a situación
—Cortés a n te s d e su m u e rte— que adquiere diversas características según
aparecen e n su m e m o ria im ágenes y recuerdos vividos o inventados. Leñero
no hace con to d o el m a te ria l documental que reunió sobre el conquistador
de México, u n a bio g rafía globalizadora. No legitima la h isto ria oficial de
Cortés, sino q u e la pone a discusión desde el presente, de este modo contri-
62 Véanse los siguientes textos: Gonzalo Valdés Medelb'n, “Los miserables”, Unomásuno, 30 de mayo
de 1992, p. 11; Olga Harmony, “La noche de Hernán Cortés", La Jornada, 28 de mayo de 1992, p.
27; Malkah Rabell, “Se alza el telón. La noche de Hernán Cortés”, El día, 3 de junio de 1992, p. 20;
Eduardo Soto Millán, “La noche de Hernán Cortés. Todas nuestras noches”, Unomásuno, 20 de ju
nio de 1992, p. 30 y Pablo Espinosa, “La noche de Hernán Cortés, lucha contra la muerte. La obra
no aborda la polémica sobre la Conquista: Vicente Leñero", La Jornada, 20 de mayo de 1992, p. 27.
63 Pablo Espinosa, “Entrevista a Luis de Tavira”, La Jornada, 13 de julio de 19992, p. 25.
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TEATROS Y TEATRALIDADES EN MÉXICO
SIGLO XX
* Una versión de este análisis se publicó en Vicente Leñero. Ensayos sobre su obra
dramática, UDLA-Puebla, 1994, pp. 49-64.
266
1
Conclusión
267
TEA TR O S Y TEATRALIDADES EN M ÉXICO
SIGLO XX
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BIBUOGRAFÍA
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Se imprimieron 1000 ejemplares
Marzo de 2004
Pag. 22, línea 35, dice: “de lo no perceptible explícita” debe decir “de lo no perceptible
explícita”
Pag. 26, antes de Daniel Meyran y la semiótica peirciana debe estar el número 1.1.3.1
Pag, 37, última línea, dice: “En cinco décadas.debe decir “En diez décadas”
Pag. 158, dice: “Entre la tradición la vanguardia” debe decir “Entre la tradición y la
vanguardia”
Pag. 243 el texto del asterisco al final de esta página debe estar en la página 242.