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a Capitulo 1 a Otto es un ri noceronte EI nifio se llamaba Topper, y no puede decirse que fuera muy hermoso. Su pelo era entre colorado y casta- fio, casi como el hierro oxidados era tan gtueso y duro que, para que estuviera un poco presentable, su madre tenia que pei- nérselo con un rastrillo, Tenfa la cara toda lena de pecas y los dientes de arriba casi se le escapaban de la boca. Topper vivia en una casa de color | rojo a la orilla del mar. La casa roja eta gtande y vieja, y | estaba Ilena de puertas torcidas y escale- ras que crujfan. En el invierno habia ratones en el sétano y cuervos en la chimenea. El resto del aio la casa estaba Ile- na de gente, nifios y gatitos que corrian de un lado para otro. Ole Lund Kirkegaard straciones del a “cee -sowioo ered A oparur ap sersoasry re109 vied v00g eB] ap equoes ef aiuoUTEjos 4 aueuriuayes vqvurey] vf vdid vp y “smyjoooyp ap wey soooa seungye £ ued ‘seiny seurpres ‘uzes owos sajews0u ei seso9 ejusos A jeqyues B19 OU WITOFT “IS [a “o2uR]g a208:q Ja eyuar A afqrure Anus X opio8 ‘oufeq wa wyoyy ag |q “rejquiaa e0ey vasey sapequues ap & sel “Nag ap ‘sewuseiuey op ‘opayu ap seisoasty, geu09 wqes & ‘oysued un owod vpIoI01 -o1 ‘euanbod vdid eun ua eqrung “seIeI $BS09 E1219 -1y 2 waiq essed of aiua’ ey anb eqnen & esea B] ap eqepm WOH IS 1g “WOH “Ig ‘orazz0d |p & -efoa jap ofeqap ‘osid ownyn [9 “sopared se] Uo sero uvage os onb urs ese vun yeiBaye apond as anb o} opor ‘eqesSope as vseo vj anb vjoared 3] saouoiua A ayp? exp wong sovy ‘eses “efop!— :epoap 9p aaduroys vjanoso vy ap wAjoa opurns & ‘efos A opuesB ese> eI] -onbe oysnur vquisni 91 soddoy, y 6 10 —Seguro que por las naches duer- me con la pipa puesta —le dijo una vez Topper a Viggo Viggo era el amigo de Topper. —No —dijo Viggo—. Mi padre dice que no se puede dormir con la pipa, porque entonces se cae todo el tabaco en la cama y mi padre es muy inteligente y Jo sabe todo. Pero Topper pensaba que el Sr. Holm sabia mucho més y decidié que le preguntarfa cso de la pipa sin que se enteraran Viggo ni su padre que era tan inteligente. E] padre inteligente de Viggo se lamaba Leén y tenfa un café en el primer piso de la casa roja; se llamaba CAFE LA PESCADILLA AZUL, y todas las tardes estaba leno de pescadores y marineros que iban alli a comer guiso de carne, a fu- mar y a beber vino. Topper vivia en el piso intermedio de la casa roja. ‘Topper vivia con su madre, que era pescadora y vendia pescado en el mercado, il al otro lado del puerto. La madre de Top- pet cantaba tan fuerte que hacia temblar todas las ventanas, y los peces saltaban asustados. El padre de Topper era marinero, navegaba por los siete mares y solamente venfa a casa una vez. al afio. En la escuela, Topper le contaba a la profesora y a los otros nifios cosas de su padre, —Mi padre —dijo Topper un dia— es un marinero auténtico, navega en alta mar y tiene dentadura postiza. —;Qué es dentadura postiza? —preguntaron los otros nifios. —Bueno —dijo la maestra po- niéndose las gafas—. Una dentadura es postiza cuando se pueden quitar y poner los dientes de la boca. —jCaray! —dijeron los otros ni- fios—. ;Puede tu padre quitarse los dien- tes de la boca? —Claro que si —dijo Topper po- nigndose muy orgulloso—. Una vez que habia tormenta en el mar, se los sacé para bun eyuar A exon "exS eqeUreT] 2g ‘rokeus viouss wun efor ese> werd ef Uo BAIA UIqUIE], “seus waye apsop eseo & wIaIAToA opuend uaiq 19a opapod ueqeasap sopoy, “eo0q | ap reamnb weypod as anb soap souenixa sns ua & zeddoy, op arped jp Ua oypnur ueqesuad org “ueypod anb ustq of opor aqis9sa v uosaisnd as 4 souyopend sns uosewior Sourt Sor] ep ono roddoy, ap oxped Jap sesoo spuu souramo eX & 31q]3989 2 sourea vioyy ‘—olip— uarg— “sofoaue so} uorode of 26 1se9 wnIsaeUN EL ¥ -raddoy, offp— orsond epes ua sofnur wun guede eypimeure auqay ap 724 uo £ wi paso ed vioye ord ‘epro8 Anur eum sparope £ ‘orsede xy anb yg— jeyppreure augpy e] gxre8y’ “—ensovur ey ofxp— jsnsafl— “pyueure 2 anqay e] oueSe ‘orsn sip fap ‘jeuy fe 4 91g ues8 vy uo vpia | B19 Jsy or Pero un dia que Topper Hevaba a Viggo en el carricoche, vio a su novia, porque, todo hay que decitlo, Topper te- nia una novia. Se lamaba Sille y era muy bonita. —Hola, Sille —grité Topper ha- ciendo sefias con las manos para que se fi- jara en l—. Has visto el TEMBLEQUE? —Qué TEMBLEQUE? —pre- gunté Sille, acercéndose répidamente en su pequefia bicicleta amarilla. —TEMBLEQUE es nuestro carri- coche —dijo Topper sefialéndolo con el dedo. 9 —Tonto —dijo Sille al alejarse—. Yo no veo ningiin carricoche TEM- BLEQUE. —Bueno —dijo Topper muy sorprendido—. Es posible que no. Y se dio la vuelta para seguir empujando a TEMBLEQUE, pero del ca- rricoche no habia ni rastro. «Qué raro», pensé Topper miran- do para todas partes, «Seguro que se marché solo a la escuela con Viggo». Eché a andar, y no habia andado mucho cuando oyé una voz muy enojada que gritaba detrds de un zarzal. Qué es esto? —decfa la vou enojada—. Un carricoche en medio de las flores, en mi vida vi cosa igual y ademés con un nifio dentro. —Siif —murmuraba la voz de Viggo desde deerds de las zarzas. —;Cémo demonios viniste a pa- rar en medio de las flores? —gritd la voz enojada, —iOh! —dijo Viggo—. Pasando a uravés del zarzal. yarn seouoque £ ype rod eyuaa apis amb es -ed ‘sp19,, ‘0881, ofp— song— -opepixo ojad ns goses as roddoy, gaypooisse9 [9 axseayos anb 0g? —08314 oftp— yn!— ‘aid ua assauod & gpnde aj A soddoy, oftp— arseumasey 2] — 0881, oftp— ya “ANDATANAL PP 2p spnep 4 peztez Jp 23q0s opuejon 0881, groarede aitiadas ap anbiod ‘so81ure soy ap 0s ua oynur opus -uad ames opnd ou soddoy, org “soqwue sns v aprei3 aqap ow oun { ‘ounBrure eurey] 2] vioyy» saddoy, gsuad ‘«orer and» -onnSrure ‘eneaugoe soouoqd ‘opustss09 arsil Iq] ‘—70A ¥ Qu13— opuayss0-)— ‘opuaizso9 jnbe ap sues es -eisn3 au x ‘0881, oftp— 15— onuog Anur £ opepino uarg Anur uyprel w so —epelouo 20a vf o13— orsy— “ps of ey 0881, omunmas— on— “seGnf ered o7is un so ou 01s9 ‘o8fe autap v koa “—vpefous zoa vy ou3— jo onb opexessop spur of sa osy— Iz 22 que tenia que saludarla, y asi... — Claro! —dijo Viggo quitandose las espinas del pantalén—. Eso es lo que pasa con esas tonterfas del amor, pero de ahora en adelante seré yo solamente el que empuje a TEMBLEQUE. —Bueno —dijo Topper—. Esté bien. ‘A Topper le parecia muy bien ese arreglo y pensd que, después de todo, eso del amor en el fondo no era tanta tonteria. —;Sabes una cosa, Viggo? —dijo ‘Topper—. Tui también tienes que encon- trar una novia. —jBah! —dijo Viggo tragando sa- liva—. Tu estés loco. —S{ —dijo Topper—. |Quizds! ¥ se senté todo cémodo en TEM- BLEQUE, el carricoche, soltando un par de pitidos fuertes. —:Qué haces? —pregunts Viggo, un poco asustado, parando el carricoche. —Silbo —dijo Topper sonriendo muy complacido—. Estoy silbando, ami- guito. Zs Capitulo 3 a, St. El carricoche TEMBLEQUE fue un buen hallazgo. Por lo menos para Topper. No tenfa nada en contra de que Viggo prefiriera empujar a TEMBLEQUE, y todos los dias Topper se sentaba en el carticoche y silbaba. Y algunas veces, si tenfa suerte, sa- ludaba a su novia Sille cuando pasaba en su bicicleta amarilla. Y entonces Ilegaron las vacaciones de verano. La profesora certé la puerta de la escuela y puso un letrero. El letrero decfa: LA ESCUELA ESTA CERRADA [PORQUE ES vERAwo “wgupaons “ey]2 sq -onesaiqos un woo gsuad ‘igo! “pepioyaa epor e ‘epueure wrepiorg evanbad run wos zqetios onb opared aj sddoy, y our [9 10d epexedsip eqeleq anb eappiq eun ap opm je wg “eque spur ood un opins un 9X0 oruswroUw 999 Uy «eon of A mnbe sod ased affig anb vajey ofgs exoyy “Pepa ap orrtiog gparidy “gsuad “ump ony at a7Us {gIqUios® 7 -pored eun wa 31qU9 -so vsed opeotjap A or1t0q ‘29a vy v “eaNy anb o8je ore un opuesuad oamsg ‘«opearap 4 omuog o8fe ‘pored eI U9 oBfe s1quosa v £oa amb oar) “watq aquose jsv zidyy un anb omnBagy “soured sepor v opuemur ‘gsuad ‘ol ‘of> -gred as ‘opeosad ap upoewiye [2p St spuwe ap pased vy] v O89] opuen A zidey J? Bfaa apuop ojfisjoq ja ue epriaur oueur 2] woo ‘opuepue gmiis soddoy, ‘ugipenunuos & Ip -eue— audwiais opuvasap aanisa anb oj 52 sv ide up) ‘auzans uo oda un fos asia O} Jog “—oyp!sjoq Je ua zidgj ap ozon ja opuaneut soddoy, oftp— jxerey!— “eropeu z zeoews anb uouap opueno soresurdieo soj uesn anb soso ap ‘ouanbad adyy 2p ozon un auswrejos eq -opeosad eypuaa 4 eqeiues apuop opeoiou je aapeus ns v opueuedwose vq opueno ‘oursduras vueueus vy sod ‘eur PP eI]H20 eT & QNUODUA of Jaddoy, -aidgy un wg “aypoorsses pp anb sofow une eso anb o8]e onu0sua roddoy, ‘oprea spur seyp sop oxeg “ouRIDA ap soUOIIeD -PA se] sesed & eseD ns e UOIONY as X “ouians sourauay anb 021d) ‘—o1ua1 -uoo Anur 0881, ofsp— jea pnd!— jeuad png)! —opeprxo oped ns asopuposes raddoy, ofip— ouang— ¥E 26 Se dio la vuelta y se puso de espaldas contra la pared tapando el escrito. —jCaramba! —dijo Sille y frené haciendo saltar los guijarros del cami- no—. Topper, iqué estds esctibiendo? —iEjem! —dijo Topper sobresal- tado—. Nada de particular, Sille. Sola- mente dos letras de nada, —Topper —dijo Sille apoyando la bicicleta contra la pared—. ;Sabes lo que me parece ? —NNOO —murmuré Topper—. No lo sé, —Creo que es algo peor, me pare- ce que escribiste una frescura —dijo Si- le—. Porque estés todo colorado. — Sf? —dijo Topper asustado, tratando de que se le quitaran los colores. —S{ —dijo Sille—. Me gustaria ver lo que escribiste. No importa que sea una frescura. —Bueno —murmuré Topper tra- gando saliva—. Es que... Yo... Yo no es- ctibo muy bien, Sille, casi son garabatos. ~ Si —dijo Sille acercéndose. 27 —jPul —dijo’ Topper moviendo los brazos. —Escribo muy mal, horriblemen- te, sdlo son garabatos, casi te dolerfan los ojos de verlo. —No importa —dijo Sille—. Dé- jamelo ver de todas formas, Y aparté a Topper de un empujén. «Ahora», pensd Topper y respiré fuerte. «Ahora lo va a ver y a lo mejor se enoja conmigo. Espero que por lo menos no arafie». Sille se quedé mirando la pared un rato. —Topper —dijo—. Tii estas loco. —Si —dijo Topper—. Ya lo sé. Pero a mi me parece que es muy bonito. Qué es lo que es muy bonito? —pregunté Sille. —Eso de la pared —dijo Topper sefialando la pared, por encima del hom- bro. —Pero, Topper —dijo Sille, rién- dose—. Si en la pared no hay nada. Topper volvié la cabeza despacio y sgtqu9se Z2A 8359 -«@s09 B10 NgII989 B oA “Z9A eNO opegod & fo, “aidy] a1s9 uo osonsarstu o8je saqey agaq ‘oyenxo Anu sy» “aidy] ap ozepad Jo opuat’ -09 reddoy gsuad ‘«soruowacy» -vropeur ap svaSou seseo seun ap spnop sod peprojs vpor v ‘soared -esop otA vj anb vasey ‘eueueur v] ap [os > ofeq ‘ejopupmm gpanb as zaddoy, ‘ourond fo esey any as A wiappioig eu quo! ag “sop sonosou 234 -os emnosayy vumBpe 0211989 serqey anb 4219 ox IIIs oftp— aseueSua apy— “Ips ap erquios ey] A v9 -uvjq pared ey equpanb suaurejos -onsea sefop uis oprooredesop wyqey ‘2IpIg ¥ 01 -ups0 vygey 9] anb omuog wes offanby “OCIDAUVdVSAC NVJGVH SVU -YIvd SV'1 SVCOL ‘pared ey eey osu 67 Ne 30 «Porque eso es lo que es», pensé Topper. «PRAM, CHAS», se oyé de repente. Y casi sin que Topper tuviera tiem- po de volverse, Sille ya se habfa pasado de largo. Lo tinico que pudo ver fueron sus trenzas moviéndose con el viento y el pol- vo que levantaba la bicicleta amarilla. Y cuando se dio la vuelta para ver lo que habia esctito de ella en la pared, se quedé paralizado por la sorpresa, NO HABIA NI UNA RAYA EN LA PARED. Ni una palabra. La pared estaba toda blanca y soleada y olfa a hierba, a brea y a lanchas recién pintadas, —Este ldpiz —dijo Topper, mi- randolo bien— es el lapiz més extrafio que vi en mi vida. Tengo que mostrérselo a Viggo. Y se fue corriendo a la ciudad pa- ra buscar a Viggo. a - Capitulo 4 oo Viggo estaba delante del CAFE LA PESCADILLA AZUL pintando el carrico- che de rojo. —Mira —grité Topper desde lejos haciendo sefias con los brazos—. Mira lo que encontré. Viggo pegé un salto sorprendido y se salpicé el pantalén con la pintura toja. —jMira, mira! —grité Topper to- do excitado, poniendo el lapiz casi en la nariz. de Viggo—. ;Queé te parece, has vis- to alguna vez un lpiz ast? —Uf —dijo Viggo tratando de quitarse la pintura del pantalén—. Buena se va a poner mi madre, —No, qué va —dijo Topper apre- tando el lépiz muy fuerte—. Nunca sabré nada de este super-ldpiz. —Ya —dijo Viggo—. Pero si que sabré lo de la pintura en el pantaldn. Je vorenuosue 98 v1D[e989 BI 10g “Ip Uoo 0881, v asopupAdyy ‘ony as x -opreqoad ese Tu & sowreA “oxaseI sefop uis sooredesap opoy, “pqord of eR —saddoy, oftp— o8ony 2ps>q— ap 409 2q -13989 a8 anb 0] opor soaredesap anb ap or _nGas spisq? “0881, oftp— yse zidyy un ap ze[qey Jo PpIA pur us eouNN— -o4 A ma ojos “aidyy axs9 op epeu rages ap ey aIpeny “—oquioy ja sod 0881, v opuert -e8e raddoy, offp— viodsa ‘on— -arped yur v ofaszyiuoo onb o8uay -—vz -uvyuoosep 09 saddoy, © onan & ovum -aid— jewo8 urs sooredesaq?— sraurd ap ofp 0881, -epeu fu UI NIS “BOIp! ‘ON “—Z0A ey} opueireas, ‘toddoy, oftp— on— “res10q ap vwo3 eun uOD “—opefous une 0881, oftp— jo— -aauiadas ap 1se9 “0712989 Bq -ey as anb 0} opor sooredesap ‘—r0ddoy, — 2-98 opueng— oftp— Jp w09 aqurosa 2s opuency “sang ofip— opsjq un euodun ayy— ee ‘ope(niquia vaso zidyy ans 20831, ‘0159 89 zidg] ap odia anb saqes? ‘anbiod “ejor of owl0> ors] wea so ow soouorug —os -opupts soddoy, oltp— ek — “sanuraqa309 ap [en3t wos sanidey soy sopoy, :2orp auped IN ‘ped yur 201p oF 0831, oftp— seauaisz09 uos saordgy soy sopoy — ‘eruatsz09 zidgy un sa ou aisg “—reddoy, oftp— 0881, 40 ‘orag— ‘onan op revuid & osnd as x gadyy m2 woo ovua8 vj v opuer -sajour yye sod sepue anb zoey anb vso> eno soup oN? —soumy jeu ap 0831, olfp— aide] opidmsa aso yy!— gnbe 03 ~uar anb of uaiq orsia sey ‘ado ‘org “off “Pure aun OU eA woYR ‘seuZOJ sepor aq, “esmiurd &] sod vdnooasd 9s 1u anb omag “reddy, oftp— arquioy ‘on — “0881, gaownS— spur prefous os une se { ‘orp 4g— ‘ermurd ques seq Avy ‘ofor ap opor ugperued Jo soura “ug —teddoy, oftp— seyrau0] — ce 34 portero, Sr. Holm, que bajaba. —Buenos dias, nifios —dijo el Sr Holm—. ;Quieren ofr un cuento de miedo, bueno de verdad? —NO —dijeron los nifios y siguie- ron escaleras arriba. —;Cémo? —dijo el St. Holm sor- prendido—. Pero si andan siempre como locos para que les cuente alguno. —Hoy no —grité Topper—. Te- nemos que escribir. jEscribir! —dijo el Sr, Holm—. Escribir, nunca of nada tan rato, los nifios son cada vez mas raros. Cuando yo era ni- fio solamente escribfamos después de que el profesor nos tiraba de las orejas. —Si, es posible —dijeron los ni- fios entrando en la casa de Topper. La habitacién de Topper estaba lena de cosas raras que colgaban del te- cho y de las paredes. Todas eran cosas que el padre habia traido a casa, de alta mar. Habia cocodrilos disecados y pie- les de serpiente, que parecfan hechas de papel. Habia sables ondulados, cocos 35 vacios y figuras talladas en madera. Viggo miré nervioso hacia el co- codrilo y pregunté: —Dénde podemos escribir algo? —Bueno, vamos a vet —dijo Top- per—. Quizds podriamos hacerlo en la pared. —En la pared! —dijo Viggo asus- tandose todavia m4s—. Tu madre se va a poner fariosa, —;Furiosa? —dijo Topper—. No, mi madre nunca se pone furiosa. Y des- pués de todo, va a desaparecer. —Si. ;Ojalé! —dijo Viggo—. Qué vamos a escribir? —No vamos a esctibir—dijo Topper. —;Quée? —dijo Viggo—. Pero ti dijiste que ibamos a escribir en la pared. —Si—dijo Topper—. Pero me acabo de arrepentir, No vamos a escribir, vamos a dibujar. Vamos a dibujar un enorme rinoceronte. Y emperé a dibujar un tinoceronte. —No me gusta mucho esto —dijo Viggo nervioso—. Alo mejor no desaparece. saddoy, gaunBa1d— gspur pngyi— “spur o8fe Avy ugiqurey, —oufeq Anuar 08814, 9in3is— “010d g— “spur onnbod un sesadsa anb sowrouer ssouorug “—epiq2q opuewion seddoy, oftp— ouang— “ype yaso uy —ouunsns— soddoy — -adjo3 op va -sond ej 93329 A ‘opepino oysnur woo ‘eid -s9 v osnd 98 Seuss0} sepor ap O12q “sesoxStod seso9 sey uvasn$ ow ou yur y —0881,, of -1p— osositjad o8fe s0 s0fou of y— -ued ap vuotf v20q ey woo sod -doy, ofgp— so anb of 12a v epuy— “opin up) “—onfeg 0881, oftp— eypnosg— ‘ugpenqey B| ap eyes anb oxes Anur op -inz un uorefo opuens epiqog 9p o8en un opeuros urjqey oj9s o1ag ‘wed 4 sepigeq uoraro0 £ eurs00 vf vied wosENy 2g ‘opuadnase o8[e sp19a ‘soureajoa opuend ‘sepiqaq oouio 0 onens soureu -01 £ vUIDOD YI B SOURRA sou EIOYY “—Teu -runay je rddoy, oftp— ousng— ie “oumu0q Anus auoroour un opres eqey a] anb so0uoza1 anb oam o831, ‘opor ap spnd -sop 4 opue(ngip oingis 1addoy. ‘yse ofnqyp un su91 9p vauaiUu9 Anur espuod as o4peU! ur anb 019 4 saiuozsour3 soy uatg Anu ofngip of anbsod ‘exsoduit ony -—s0ddoy, offp— sodnooa1d a1 ou “yeq— 9E 38 —El, dl... guifé el ojo —dijo Viggo. —Ja —tié Topper—. Guifié el ojo. Eso tengo que verlo. Se bajé de la mesa y abrié la puerta. —Yooooss! —gritd Topper—. Tie- nes raz6n, Viggo, guifié el ojo. Nunca ha- bia dibujado un rinoceronte que guifiata el ojo. Es estupendo. —A mi no me parece estupendo —dijo Viggo. Y en ese momento, el rinoceronte lanzé un terrible grufido y movid la cabeza. }ocorro! —grité Viggo dando un salto. —Chist, calla —dijo Topper—. Lo vas a asustar como sigas gritando asi. Hola, rinoceronte. —GRUMP, JORK, JORK —dijo el rinoceronte. Y DE PRONTO, SE PLANTO EN MEDIO DE LA HABITACION. Viggo tragé saliva y cerré la puerta. —;Qué... qué vamos a hacer? —dijo muy bajito. 39 —Mirarlo, claro —dijo Topper abriendo otra vez la puerta. El rinoceronte se acercé a la venta- na y empez6 a comer la cortina. Era un rinoceronte precioso y enorme, y tenia el mismo color amarillo que la pared. —jOy! ;Oy! —dijo Topper—. Ya tiene hambre. Vamos a darle pan. Y se acercé con cuidado al rinoce- ronte con un pedazo de pan en la mano. El rinoceronte volvié la cabeza despacio, lo miré amistoso y se comié el pan de un bocado. —GRUMP, JORK, JORK —dijo. —iUy!, se lo come —dijo Top- iggo, trae més pan y una bebida. —jAy! —dijo Viggo—. Creo que no me atrevo. —Viggo —dijo Topper—. ;Quie- res que nuestro rinoceronte se muera de hambre? —NO, NO —dijo Viggo, y fue a buscar pan y bebida. Poco después el rinoceronte se habla per—. 42 comido todo el pan que habfa en la coci- na. Dio un grufido de satisfaccién y em- pezé a comerse las plantas que habfa en la habitacién. jAnda, ci! —dijo Topper— Qué tipo, cémo come. ;Cémo vamos a lamarle? —Umm —dijo Viggo poniéndose a pensar. —Viggo, tienes que buscarle un nombre —dijo Topper. —Umm —dijo Viggo y se puso a pensar atin més. —Cémo se llama tu padre? —pre- gunté Topper. —Se llama Sr. Leén —dijo Viggo. —Otto —grité Topper dandole palmadas en el lomo al rinoceronte—. Amigo, te vas a llamar Otto. —GRUMP —dijo el rinoceronte. Y siguié comiendo la funda del sofé. —Tenemos que conseguir més co- mida —dijo Topper—. Voy a pedirle dine- ro a mi madre para comprar diez panes. —Aayy —dijo Viggo muy nervioso 43 agarrandose a la puerta—. ;Puedo hacer- o yo, Topper? Tengo miedo de quedarme aqui solo, con Otto. —Si, sf que puedes —dijo Top- per—. Pero. aprestirate, antes de que se coma todos los muebles Viggo no esperé a ofrlo dos veces, se eché a cotrer escaleras abajo y no sélo casi se rompe una pierna, sino que tam- bién casi se rompe un brazo, y al salir por Ja entrada fue a tropezar con la bartiga de su padre, (Eh! —grufé el St. Leon diri- giéndose a su hijo—. ;Adénde vas con esa prisa, muchacho? —Voy a buscar pan para el rinoce- ronte —dijo Viggo desapareciendo calle abajo. —Pan para el rinoceronte —dijo el Sr. Leén de mal humor—. Dios sabe lo que estos dos locos acaban de inventar. Creo que voy a tener que echar un vistazo. ap souru soy ap ey Suew ep erourur pnb ssnsof! —seppeds ap opres eiqey 3s ab exouss vr] ofip— jsnsof!— “sojgonu sof sopor opuoiusos yise as woye A —08 -81,, oftp— seddoy, ofnqip oF — jong & worENUODUD OUI’ -doy, ap axpeus e] offp— sopeiseuap wos ou soued za1p suo HOO “9101990017 un s9 ong “0831, oftp— ON— goaonu ofrure un “ong 89 upd? -doy, ap axpeur vy oftp— jekea!— ong ered 59 ‘sonosou ered 50 ON “—08 $1, ofp— ““anb so ‘ouong— -ofip— suquiey uauan anb a01%— -ayar ¥ osnd 9 soddoy, ap axpeur ey -sourd Za1p yerduros esed o1surp svasng v o8udA of anb sa o1ag ‘0881, oftp— Js— “saTeusoy SPU SOUTeIP PUTT E19 —red rd of opuens “—ssopuyiteas} oftp— esiid eypnur uauan woye sourd soy— ‘opuvasoxoid gpanb as apuop ‘epuan ey =p gout un v gered & ony w0Uds PT sy “opor & oprosod rns woo vious wun v sepredso ap oan anb es sudop wea nue A saddoy, ap axpeur % 9p epopeosad ee ugK2aNp us “epod owos corres ‘opuaiii0s grseredesop 0331, 5 G oynaydecy - 46 ahora—. Y se marché enojada. —Si, y también hay que ver el mal humor de alguna gente —dijo la madre de Topper y se eché a refr tan fuerte que se le notaba todo el pecho saltando deba- jo de la camisa azul—. Denle algo de co- mer a Otto, pero tengan cuidado de que no haga ningun estropicio. —Si, si podemos controlarlo —di- jo Viggo y se marché deprisa a comprar los panes. Pero cuando uno es nifio no es tan facil comprar diez panes. EI primer sitio al que fue Viggo, era una panaderfa pequefia con una panadera muy grande que estaba detrés del mostrador limpidndose las ufias cuando Viggo entrd. —Diez panes —pidid Viggo. La panadera se limpié las manos con el delantal y miraba a Viggo con sus ojos pequefios y observadores. —,Diez panes? —dijo y siguié mirando a Viggo con desconfianza. —Si —dijo Viggo, que estaba so- focado por la carrera—. Diez panes. —Mira, jquieres hacer el favor de marcharte? —dijo la panadera—. No se pue- de ir alos sitios a hacerle burla a la gente. —Si, pero... —dijo Viggo triste—. Yo QUERIA comprar diez panes. La panadera se volvié despacio y abrié una puerta, sin perder de vista a Viggo. —Folmer! —grité por la puerta—. Ven un momento; :me oyes, Folmer? Folmer era el panadero. Era un hombre pequefiito que sdlo le Ilegaba a su mujer a la cintura, —:Qué pasa? —pregunté enojado. “sesaeoso se] ejqns 0881, owig2 940 A -sand v ap spatop seypnoso & osnd ag “soepiSia anb o8uas “o8pe op -ueuren upiso sorvjd sop sos —eqreq e] asopuyoses gsuod— wq— -auped ns vquis2 ‘vuas09 v] ap spnap sod opueidss “AZ VITIGVOSAd VI JaVO PP eure y UD o1g -soued sopesad so] woo opeBreo efor vs -29 p] viaey any as aasin & opesuey “soued omiend worany sinasuoo opnd 0881, anb of opoy, “yropeued eno ap eosng ua opres wqey eX anbsod coun of yo opnd ou 0881, “yorjod ye owl] o jnbe ap wang —opefous Anur oxpeued 2 1118— jerong!— -oppsetu yur $019 a seuog ‘3p Zep “—oypyrey— of & xwog owoo series seuosiod ap aopuy| -iq { semusur opuaiorp sepuy— “vpenysex Pustfeg eun %9 -ared anb xeyqey je owen vquoidyes ‘puvi3 wey ezauoW! wun aap ourT uNSutL oF B Jo vounyy ynbe ap axeSsy7! —eropeued 2] 92013— i, LNOWSOONTY NO!— “saupureprugys 0881, ofip— auor.0un onsonu sq— 7019 so uginb? A ‘erambyens opiep apand osy ——e -opeued vy oungunjor— ong— 0831, offp— ong ereg— viopeued vj unSoid— zued oer so ugmb vred asroqes apang?— “soured some vxerd -woo arpeu anb Jo eounu oxpeued ap osay] anb odwan ja opor ug —orapeued ja of -Ip— epuewyy ‘uozes souan ‘onj— -saued zap 2uroo 9s eusou vuosied vunBuru anb 9s of £ ‘soued zasp vronb onb opuer3 mbe nug ‘—vrepeued ey oftp— Js— sro{mar auiz0u9 ns 8 opueiju oropeued [9 grunBard— zep -uewy ‘2 ap opueying Fis ag?— “yur ap opueping paso ag —emau1 e] uD sozesq sof opuatuod exopeued ey oftp— sefaro ap um un eys900u onb ‘ouru aasq— BF | 50 —jAh! —murmuré—. Estan arri- ba, no van a hacer travesuras, de eso me encargo yo. Pero Viggo no sabia que su padre lo estaba vigilando. Iba subiendo las escaleras todo fa- tigado y encontré al Sr. Holm hablando con la Sra. Flora. —;Sabe usted una cosa, Sr. Holm? —dijo la Sta. Flora—. Hace como una hora que la cal del techo se cae, no es ra- 10? Y eréame, ademés la kimpara se mue- ve, parece como si se paseara un elefante por el piso de arriba —dijo sefialando con el dedo hacia el techo. El Sr, Holm se rié al ver a Viggo que subfa, aplastado por el peso de tanto pan. —Hola —dijo el Sr. Holm—. sQué es lo que tienen ustedes dos ahi arriba?, jun elefante? Viggo movié la cabeza, todo agotado. —No —dijo—. Es un rinoceronte. El Sr. Holm se volvié hacia la Sra. Flora. 51 —No es ningtin elefante —gritd en la trompetilla, que estaba limpia y bri- llante—. Solamente es un rinoceronte. —jCaramba! —dijo la Sra. Flo- ra—, Cudnto pan come este nifio. —No —dijo Viggo—. Es para Otto. —jOohh! —dijo la Sra. Flora—. Te llamas Otto, claro, claro. Me debo estar ha- ciendo vieja, yo cref que te llamabas Viggo. Y en ese mismo momento la lam- para de la Sra, Flora se vino al suelo, —jOigal —dijo el Sr. Holm sor- prendido—. Voy arriba un momento a ver ese rinoceronte, Y se marché detrds de Viggo, esca- leras arriba. La casa de Topper era una auténti- ca revolucién. Otto, el enorme animal amarillo, se habia comido la tapicerfa de dos sillo- nes, todas las cortinas de la sala, dos cen- tros de mesa y un papagayo disecado. Y estaba acabando de comerse la alfombra. mbe onb —oftp— sa 102d o7— “ezaqeo v] ose 2 WOH TS [A “enrond vy tod oqeo ou A op -108 opersewrap sy —s9ddoy, oftp— o1p -ouioa spur repanb v va ou song— “pop £ euang wer ProUas kun “eIO]Y "TS argod ef ap eurrous asopupdes rouruay apand oypaa jp anbiod ‘opauas wepand ou ynbe —usjopy 3g [9 ofip— o1aq —0s0]] =n8:0 saddoy, oftp— js anb y!— “epia tur ud 1A anb onruog spur s1u0x990u -11 2 39 onb aoored ayy —owiny [> U9 0G, 2 opueisyese offp— o1uog sy— ‘oypzewre aIUOIEDOULT Je goI99e 2s WOE “sonfans sa]janur soy as1u9 opraop opanb as qyye A vysoondea vy eqeapey ay anb ye os tun up gues as oi, ‘ormmanug, ued asopuprwos onGQ offp— YYOL— aa 9 ofmaydea, - ‘ong v v90q ¥] UD gnaU of as & ‘oprroBe eqeiso onb ‘881, v ued Jp ounb ay “opuats -uos soddoy, oftp— ojos outa— gepues3 uea eure un equse jnbe ren opmBasuoo wey ourgD? ong ® ofA opuens axo81q J9 asopupsses oftp— pia 1a ap sour so] sopor 10g!— “v00q 2] 2p ZMIVNV.LNAITVO Os 99es A eusand vj ua opered gpanb as WOH “1S TH us | | 54 est4 prohibido tener animales en casa. —Lo tendremos escondido —dijo ‘Topper—. Nadie se va a enterar de que lo tenemos. —S{ —dijo el Sr. Holm—. Pero pisa tan fuerte al andar que se oird en to- da la casa. —Es porque todavia tiene hambre —dijo Topper—. Asi andan los rinoce- rontes cuando tienen hambre, cuanta més hambre tienen, més fuerte pisan. —;S{? —dijo el Sr. Holm—. Eso no lo sabia. Pero entonces tenemos que hacer algo pronto, Creo que un cajén de hierba y un cajén de remolachas sera su- ficiente por hoy. S{ —dijo Topper—. Y un poco més de pan. —Voy a encargar un cajén de hierba —dijo el Sr. Holm saliendo y tro- pezando con las tablas del suelo que cru- jfan y se levantaban con el peso del gigan- tesco animal. Mientras el Sr. Holm estaba fuera, Topper abrié la ventana y alli abajo, 35 enfrente de la casa roja, vio a Sille que ve- nfa montada en su bicicleta amarilla. —iEh!, Sille —grité Topper. —Hola, Topper —gritd Sille— {Qué estén haciendo? —Nada importante —dijo Top- per—. Pero sube a ver a Otto. Sille frend, —eQuién es Otto? —pregunts curiosa. —Otto es un rinoceronte —dijo ‘Topper gritando. —Tii estas loco —dijo Sille mo- viendo la cabeza—. Loco de remate, Topper. , —S{ —dijo Topper—. Pero Otto es un verdadero y auténtico rinoceronte amarillo, lavable y todo. Sille se eché a refr. —jBah! —dijo ella moviendo la cabeza—. No hay rinocerontes amarillos. —Sille, si te quedas ahé un mo- mento —dijo Topper— es posible que lo pueda acercar hasta la ventana, —Bueno —dijo Sille—. Esperaré, ssoddoy, oftp— ores 090d un s ‘jg— -praauon vun edea 98]09 x “s090] soun ap edyno sod yur ap ues as aonb vred pepnio e] v.11 & £0a ou OK “a1U01 -s0ouns Ja vied equary ve] ze2snq v soparsn grasa anb usuon o1og “—es11 ap oxronur or -afues3 Jo oftp— oramb anb ys Jg— “unoRy “ag [2 grumBosd— gequory e] souzpusa szainb ou? ‘ssouorug— 09 62 Alli estaba la Sra, Flora y parecia muy preocupada. —Sr. Holm —dijo—. ;Sabe que todas mis limparas se caen del techo? EI Sr, Holm le quité la alfombra a Otto, y la Sra. Flora miré al animal con curiosidad. Oohh! —dijo, cruzéndose Jas manos—. Un tinoceronte. Ahora ya en- tiendo todo mejor. Es tan raro que haya un rinoceronte en casa. Yo no cteo que hayamos tenido ninguno antes. —No —dijo el St. Holm—. Es la primera vez que tenemos un rinoceronte. 63 —:Que@ —dijo la Sra. Flora—. Dijo usted café. Muy bien, ahora mismo voy a prepararle a usted y a los nifies un café bien calentito. Y as{ se marché la Sra. Flora a pre- parar el café. —Antes de tomar café —dijo el St. Holm—tenemos que conseguir hierba y pan. Topper desperté a Viggo. —Viggo —le grité—. Vamos a bus- car pan. —No —dijo Viggo con voz dolo- rida—. Yo acabo de comprar pan. Peto Topper le cogié de un brazo y, junto con el Sr. Holm, los tres bajaron la escalera y salieron de la casa. Pero detris de la puerta del CAFE LA PESCADILLA AZUL estaba el padre de Viggo, el Sr. Leén, escuchando. —;Qué pasaré? —pensé—. Ahora baja el St. Holm con ellos como si fuera otro nifio més. Aqui pasa algo que no es lo que debiera pasar en una casa normal y decente. -voraredesop anb ap puedieoue aur og 997] 1g JP 9INS— JS— -ueypueur anb of wo> ‘eauor990UuHT A, -opeuspio & orduyy we opor oamso aud -uois aptop ese ¥1s9 ua by —0831, ap axpeut 2 ofip— seStp our ON— jeqiiye au0s920ULZ UN Oprpucose UU! souru soy 4 osauszod ya anb saax saxamng? “—aa(nur ns & oftp af— aQ— “seaojeaso se] opuars10> ofeq X “ojpuewre a1uor00ULT un spuNape A ‘oreasep gnQ) “onuap jye oprpuossa ayuos90uH un vauon anb jsy —oltp— jpfy!— ~empess29 vy ap ofo [> sod resus vred gypeBe as seouoiug “ZA BNO SOP] SOPOI ¥ OITTAL «dias ppod pnd? “YNIO 4 ONS wooIp sopia> soy aWAND 4 WYO vartp ou sopr9o sop ‘osuad ‘«oSsequia urg» “spypnoso v zaa eno osnd as x ‘onuap op -199 UN BIIIghY Is OWOD sy “—OUFSTUT Js & oftp as— sores spur soping 7nO— “20a eNO FeYDNIsa e osnd as K ‘ores Any —0881,, ap sped jo omnusnw— orey— ‘eprwoo uezofen oj anb v opueiadsa ong eqeiso apuop ua osid yap e1uand ey ud v[o10 vy] oXode & sayuar{nso sezapeosa sey sod ea -eI BUN OUIOD gIITNIsd as ‘s2UOIUT “sope] Sopo3 v ow 4 onsedsap e1sand ej ouqy 9 = Capitulo 7 * Pero el Sr. Leén iba a descubrir muy pronto que es muy dificil deshacer- se de un rinoceronte que vive en un se- gundo piso. Primero llamé al director del Par- que Zoolégico. —Buenas —dijo el Sr. Leén. —Buenas —dijo el director del zooldgico. —Buenas, buenas —dijo otra vez el Sr. Ledn, mientras pensaba cémo iba a explicarle al director eso del rinoceronte. —;Digame? —pregunté el direc- tor molesto—. ;Tiene usted pensado se- guir diciendo buenas todo el dia? — Ooh, noo! —dijo el Sr. Leén asustado. —Eso espero —dijo el director—. Soy un hombre muy ocupado y siempre tengo prisa, usted lo sabe muy bien. Los 67 directores siempre estén ocupados. No puedo gastar mi tiempo en decir buenas, —No, lo comprendo bien —dijo el Sr. Leén. —Llamo para venderle un rinoce- ronte, —jAja! —dijo el director, y ahora su vor parecfa mds amable—. Llama para venderme un rinoceronte, eso ya es otra cosa, ;Cémo es? ;Es un rinoceronte de Africa o de Sumatra? —No lo sé —dijo el Sr. Leén—. Es amarillo. El director carraspeé sorprendido. —As{ que amarillo —dijo—. Un rinoceronte amarillo, muy extrafio, tini- co. ;Cuél es su nombre?, sefior... —Leén —dijo el Sr. Leén. El director tosid con fuerza, al otro lado del teléfono. Tosid un rato, un rato tan largo que el Sr. Leén se puso ner- vioso, temiendo que el director se hubie- ra puesto seriamente enfermo. —;Quiere usted decir? —dijo por fin el director carraspeando—, que usted es “sauryo[9 OWOD saruosaD0ULE soIUTa wad as ‘paisn ouroD OIE) eYy>eIoquia as oun opuend “outa soqaq ap selap aqap anb —vpoyod Jo offp— 0019 og— graoey opand and? —u9eT “ag pp ‘01 -uaiu0o Anu oftp— gs? IHV'— -paisn 129 -vy apand anb oj 9s 8 wroyy “aiuos90uNs un ap 3e{qey oxIMb A ayeo un apsap eur -e[] —2sopupiz viotjod 2 oftp— 2729 [Pp of ap anb woyy je HOO!— “ug7'] IS [2 Offp— TAZV VIT -[QVOSAd VI JAVO P >pseq— “epptjod Ja o1unard— gpaisn eurey] apugp apsaq?— -eseo ue ojopuprusa amas soursionb ou jp ap soussoeysep sowpod on ‘suoss90ULZ UN ap ven 2g ‘—u99] “Ig [> Olfp— uarg— “Ao e[ PNUOD vA ou 1s “exaMb anb of sooey apond yur 40g “—owoxpj22 JeP OPE] ono Je Boqod un oftp— seuang— gooey sour -opod 9nd? -—olip— seuang— “wpotjod ej & OWTET] UODT I [gL 69 “o8fe so9ey apand audurays ejrjod vy ‘o8fe ue3 -ey anb apong 0881, ap supeur vy oftp— epyod ee vuey soouctg— ‘refs hs v ‘Ugo Ig [> opepeue oftp— aiuo -soours un sesduro9 a1omb oN— -odjo8 uex3 un 109 otloy9]20 J 98[09 JOID9NIP Jo J “000 aiaurer9|duioo paso paasn anb 328 aqap $99 -uorug —r0198n1p fe offp— jqy!— “easrurorg unBuru os ou of ur] 3S JP gusoioxd— so199m1p souos ““o1g— “ouoygyaa Jo re8Jo9 onb o8uoy o1ad crusts of ‘seurosg ex -ed oduion sowsuas ou so102011p so] son -osou anb ‘osquroy wang ‘poasn edas 01341 ouoygja sod o8ruaos se8n{ azonb anb vasttrozq un $9 paasn anb s9 0219 of anb oT “04 0919 oF aur ou osy ‘sono v soun asopupIPUSA sefeUTUL so] ‘—ToIDaIIp Pp offp— oxes ue epeu yo vounyy— “sousut o spy "—opednooa:d omnes un ugay 3g [> oftp— ys— ‘squors.0un un sopaaa azomb anb ugey un 89 Si, pero —dijo el Sr. Leén de- sesperado—. No he bebido vino, sélo quiero deshacerme del rinoceronte. 7 —Escuche —dijo el policia enoja- do—. Si no deja de molestar a la policta con esas tonterfas del rinoceronte, ten- dremos que ir a detenerlo. ;Le gustaria pasar dos dias en la carcel? —No, no —dijo el Sr. Leén. —Muy bien —dijo el policta— Ahora acuéstese y ya vera cémo mafiana habra olvidado todo eso del rinoceronte. Buenas tardes. El Sr. Leén se quedé un rato con el teléfono en la mano, mirandolo. Luego, muy despacio, colgé. —Me parece que me voy a acostar —dijo bajito—, si no, vendran a buscarme. -euand y ap siuvjep gaued as eapeued ey -soued zaqp souowr of 10d rerduso> urs nbe ap yes v ea oN “epuruTy “2 crond 2 es1017) “08]e svaduros anb wousn ypuan ensonu ua uenua anb so] sopoy, -—oropeured [9 oftp— yresdwioy— jroujog ‘12s apond wg? ‘epeu reiduso9 aramb ou o21y9 23 -sq —eropeued 2] oftp— eryy— “epuon yf ue onus omfeq orpeued yy “opuatayos 2A YAAATATO FUuos "eOYe sour soy wos aonb sopeseasap of ayqsazour sa -—eropeued ef gIpyo— jo0on!— peu serduios oseinb ou onbsod be o8ua,, “—ssopugit iaddoy, offp— oN— jojad J auzreuto0r soz0Ingy? “—zropeued ef offp— ow9g?— seddoy, oftp— epen— ysoramb pnd? “ey -apeurd 2] ofip— serp souang— -andaTad WEL 2p spnap eypuosse as o881, sen €L -uaywy ‘epuap yy op euond ey ouqy “ao1p say as anb 0] ap onrenuos of uaoey asdurors aonb ‘sop -199 $0] 009 Uos ONUDp Fe 9p so] aonb o1 -n82¢ ‘—ofrp— vapr eun o8uay- ‘oauowiows un sesuad v osnd as x -paex spur vpuan 9nd “—seddoy, oftp— jued sapuaa uasanb on? — ‘sour sop & ued xapuan usremMb ou ‘upreypo soy, 0881, offp— ou WyO!— “0881, be soued zap sop sousrsdwoy— uieddoy, oftp ‘epeSreure ezopeued v} ap ewapeued yy v uorSay] opuend, ‘ued smfosuoo ered sewroyqosd uejua ugiqurer souru so] ‘eouanied 2] vorbis ei ju anb aiuosoours un ap asiooeqsop ered opuefeqen vqeiso ‘0881, 2p o1ue8] out axped Jo “uga7] Ig Jo SesIUDIPy a g omnaydeg = 74 —iQué dices ahora, pequefio? —preguntd, —Bueno, entonces deme diez pa- nes —dijo Topper—. No tengo ganas de quedarme aqui todo el dia. —jAh!, eso es otra cosa —dijo la panadera—. Aqui no viene la gente a burlarse de nosotros. Cuando Topper salié, cargado con los diez enormes panes, Viggo abrié los ojos desmesuradamente, como si viese un fantasma. —,Cémo? —pregunté Viggo—. {Cémo lo conseguiste? —jOoh! —dijo Topper riendo—. No es muy dificil de explicar. Solamente dije que no querfa comprar nada. —Estis loco —dijo Viggo. —Si —dijo Topper—. Pero ahora tenemos que ir donde Otto. Cuando volvian para ver al rinoce- ronte, se encontraron con un viejecito de anteojos redondos. Miré para el cartico- che una vez y luego volvié a mirar. —Me parece —dijo limpidndose 75 los anteojos—. Me parece que necesito unos anteojos nuevos. Porque, ;saben lo que me parecié su hermanito? —Pan —dijeron los nifios. —Exacto —dijo el viejecito—. Cuando se le ve con estos anteojos, pare- ce un montén de pan. Y el anciano eché a andar y entré donde el oculista. Aquel dfa, la gente que pasaba por delante de la casa roja a la orilla del mar pudo ver cosas muy raras. Primero pudieron ver dos nifios que iban empujando un carticoche Leno de pan. Un poco después pudieron yer un montén de hierba que iba en bicicleta. El montén de hierba se paré al lado del ca- tricoche y un hombre con una pipa salié de entre la hierba y empezé a sacudirse la ropa. Después, pudieron ver cémo el corer eeneeneemmmnen

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