Está en la página 1de 38
Editorial Andrés Bello © : anso decide dre, que se ha 1 fortuna pee ET eer wit, 3 # Capitulo 1 lt ADIOS A TORREMOCHA Era un oscuro dia de invierno. A través de mi ventana podia ver los arboles des- nudos de hojas, azotados por el viento. Gruesas gotas de luvia golpeaban el tejado de mi pequefia habitacion. Aca- baba de despertar y me sentia fel Para mi po era un dia cualquiera: era el “SAAWal nueve de febrero de 1539 y yo cumplia diez aftos. Salté répidamente de la cama a pesar del frio y, tiritando, me vesti. Al lavarme la cara, me vi reflejado en el agua de la palangana. Realmente habia cambiado. ero si casi soy un hombre!” pensé, al ver mi rostro. Mis oscuros cabellos cafan desordenados sobre la frente y casi tapaban mis ojos. Mi padre siempre decia que eran tan negros que parecian carbén, iMi padre! Qué seria de él? Apenas recordaba el momento en que se marchara de nuestro pueblo de Torremocha, hacia cuatro afios, a las lejanas y misteriosas Indias. Durante esa larga ausen- cia, muchas veces pregunté a mi madre: —@or qué tuvo que partir? Por qué nos dejé? gems souas [op soproas opueaay “zayueiuow & oprioq anb so09a sey sepo1 sepsano -2y? jodures J ua seiqe se] opuepmo ‘ojos opesed ay, soypou sejuyno? jzedyo dos ek Of ‘espeut ‘oIag!— “sodeur o8fe seas opueno spzind “ososByjad 4 o8ze] uri afvta un sopusidurs sopand oN —z9a eno 4 wun epap— sour zarp ojps souan m ‘osuoly— “Bpfaauaauoo eipod ON “INDUF BID Opor oad ‘eseYDNIsa BUI anb guBo] Oood F O00 “FEIqQLY ¥ Jajoa 4 BrezITINbUEN as anb g1odsq ieunnused of sewref “jm woyE Al “1 9p epeu soqes us ‘aiped mi op seonow UIs sTAIA Jur esed opeisewap sa vq jseur viqujed eun IN!— ‘veuvondxa aurelap ‘oxpeus ‘orog— jo00j oyfana sey ay! ‘—epauedss owopuyzur ‘grdunuoiut— josuofy!— [9 Uoo duLTeNUODUD & $9 Oprasep ey anb oyun 9] ‘ery as ouped pur aonb apsap —oftp aj— aspew— ‘sourjd sux ap aeiqey ¥ saane Sur ssouoiug -ounsesap jo eqeiedasd ‘seueueur se] sepor Curd ‘elJ> senuatu ‘uoBoy ye o1un{ sivas our erp asy “soiadord srur asqos wiquyed | Pun Fu OYDIP eIqey ou Lamb v ‘sspeus Tu sOOUDAUOD eqeifey OW OOS “opeBay] wqey oiwawoU [gy “Opeosnq E eue(predt eur ‘soue Zomp wrerjdumo opueno anb opipwap #q | “ey ‘oduion oyonur vovy apsep oyansax eqeisa Ox | ‘vunuoj seqord & oprued uey anb ‘empewanxg op | sojgend so] ap ‘inbe op so] soysnur uog “ou ass2084 [Isp $2 OU svIpuy se] ua aonb usoIp sopor A ‘seyoasoo seu | -enq J0us} sourapod ou sososnjes ue souvsoa A sony ued | SOWIDIAUT UOD “ENP AnUI so ‘eYyDouFaLIOL.uD ‘Mbe pra. ‘ouans sofew ap vosnq U9 opuny oaanN je opefera eiqvy asprd mu onb zea eno A wun vquoydxe our ‘vfousised woo | ‘S43092 JSOf VRIVW / ZayyaI VNETVGOVIE 9 MAGDALENA IBANEZ / Mania JOSE ZEGERS —Si, hijo, pero... —intervino mi madre. iY esa vez que salvé a Paco cuando cayé al pozo ade la plazal —continué seguro de la validez de mis _atgumentos. Conversamos muchas horas y cuando todo parecia perdido le dije: > Ad he hablado con el sefior cura, y me ha dicho que si td o permites, majiana puedo viajar con él “hasta Mérida. Alli me indicara donde buscar a alguien ‘con quien pueda seguir hasta Sevilla para embarcarme hacia las Indias. , —@De manera que ya has hablado con el sefior _ cura? jAhora lo haré yo! Se puso un manto y partié hacia la parroquia. Quise »acompafiarla, pero me detuvo: ~ —ré yo sola. Espérame aqui. Limpia el establo y -cuida el rebafio mientras regreso. 1a vi salir caminando apresurada y permaneci inm6- il durante un rato. {Qué sucederfa? Me puse a trabajar ,con el mayor empefio. No queria pensar. No podia si- _ quiera imaginar que mi proyeeto pudiera fracasar. ‘Cuando por fin regres6, la vi tranquila pero me »impresionaron su silencio y su rostro leno de tristeza. »No me dijo nada y no me atrevi a preguntar. Segui con mi trabajo, pero a cada rato volvia a acercarme a la casa la esperanza de que mi madre me dijera algo. Pero habia comenzado a lavar-la ropa y ni siquiera me dirigia la mirada. , Solo cuando llegé la hora de la comida y nos senta- _ mos a la mesa, me miré fijamente y me dij —Partirés mafiana con el sefior cut ) eres capaz de ir solo en busca de tu padre... . Se qued6 en silencio y yo no me atrevi a decir ni una sola palabra. ; El cree que ALONSO, UN CONQUISTADOR DE DIEZ ANOS ° —Tienes que prometerme —siguié— que en cuanto lo encuentres, le dirés que regrese, que abandone esas tierras desconocidas y vuelva a casa. —Bajando el tono de voz y hablando como para si misma, afiadié—: Lo recuerdo a cada instante, su ausencia me lena de con- g0ja... Yo comprendia las tribulaciones de mi madre, pero ya tenia su consentimiento y exclamé radiante: "—iGracias, madre! Te prometo que lo encontraré y haré que vuelva. — Ahora, conversemos seriamente. (Qué has pensa- do? ,Cémo iniciaras tu bésqueda? —aRecuerdas la carta que nos mand6 hace ya tres afos? Nos decia que marcharia a unas tierras descubier- tas por un sefior llamado Pizarro. Al parecer, en e505 lugares hay grandes riquezas. Estoy seguro de que no sera tan dificil Hegar, porque muchos van alla en busca de oro. jQuiz4s cuando lo encuentre, él ya sea rico! ‘Hablamos durante largas horas. Le conté todo lo que conocia sobre ese nuevo mundo misterioso, aunque reconozco que era muy poco lo que habia logrado averi- guar. Sin embargo, yo estaba seguro de encontrar a mi padre y logré contagiar algo de mi optimismo a mi ma- dre. Al dia siguiente, al despuntar el alba, emprendi ¢l camino. Me alejé de mi hogar, mientras mi madre, tra- tando de disimular su tristeza y de contener sus lagrimas, sermanecia inmévil ante la puerta de nuestra casa. Senti un dolor intenso. {Qué dificil me parecié en ese momen- to cumplir mis propésit 1 cura, don Anastasio, era regordete, simpitico, sencillo y de bondadoso semblante. Usaba una vieja sotana remendada prolijamente y un sombrero le cubria la cabeza y su escaso cabello. ardwais eed sojseqoo uosesZo] opuewiay 4 Joqust sofox so] ‘soljo ap sowrIqy| sou BA OJ8g :—gnuUOD ‘“apuodsar opelep uIs— sous1!> $0 ou? ‘euedsg wosesmbuos sorour sol syndsop ,— “eyao8ag ap pepni ¥] ap OINpanse [a OUFOD ‘sauOPoNNSUOD seyPRUT UOse[Sp sou ugiquie] ‘une] [ep cudTAcId woye sejqey m anb ouryjaise> [a “estur o1gay99 Opuend osn of anb owsss PP ‘Une uequiqey sopg “ojdursfs sod ‘eworpy [a— “osorna ‘giunfasd— gsasquimsoo and?— soja ) 9p Opepasay soutsy sx] sorquimsoo sensenu ap seyon “eimyjno ns uoselen sou A euedsg worismbuos sourwos > soy ‘sojfis somea arr “vpugW ap prpnio enSnue x ap > seumns sey uos seso x * ry ‘Ouewos atuend un sd— ‘opuesd Ue} OBfe Orsi vIqeYy EprA TUT Ua EOUNN ZOU Jo auqos awxous ue Ose so and? jaxped ‘om ‘omp!— ‘Pepnio vun ap seurns sr] sourestarp ‘opzer vy Je Ty “wp [> Opol aiuemp soureBjequy ‘paisn uoo oprpuaide ay anb oj seuasua v AOA soy » ipFeq Oo] anb osep seng! -sayreyasua anb o8uar ugiquiei of anb" —gdionue au— jap v va aus anb of 98 eA— “ones -uvAd [2 sopeAay] Jaqap onsanu sa 4 o1s149 v Uad0U OU une anb se axmo0 anb o7 ‘sonosou e sayen8} sarquioy wos sopfy ‘omBase of a1 ‘sesoamnba 21 oso Ug— “euye, » vauen ou enb 4 sajeuue uos onb ‘sasquioy uos ou anb uasiq jsoyf> anus uaut0s as A sopnusop ueAl— ‘satuarayrp Anus sosquimsoo uDuap ses » -9n ses uengey onb saxquioy soy ugiqurey, —onunuos ‘oxsiquios ns ap ee Je Ua OpErNUMDE vIqeY vUZIAOT] eT anb enge ja asopupipnoes 4 ‘alopyaoes [9 Olfp au— forur uooosed anb sosoiges ues £ sonsonu soj e somnstp Anut os soins so] “salaraNIp sapeuuE dey CIOS ON— ia SOY Zala ga YOAVASIADNOD NA OSNOTY ‘opew -seysmaus 9urejoxs— jsorelyd soso ap oun s9A ap seued gnQ! -ueyqey anb sasojoo sopo; ap sosefyd soun Avy anb giuos wiseH “oisia eiqey anb of 9p e{qey OpeYSNosS wed uyunas as sopoi gsaifes opueng ‘opunyy oAanN fe any o8aiq o8pwe rw ap on qq ‘sorer Anus sopeunuE ey onb oypip wey ay “seuenxe seizon s20u09 ¥ AOA imued wred o1sy ‘ess ua eA seso epseisn® opy!— srerojdxa & sqnosap Jod oypnur wajey anb 4 osuauruy sa onb us01p sopol— gpaisn aa19 and? japuesd uel Bis? ‘opunjy OAeNN je apuesT uvy so anb uasig ‘asped fu e ajqisod save oj senuosus so orainb anb oofun of “waiq JT e eA aur anb ap oinBas dois Of o1od ‘sped ‘oruioid o| as ‘owuaprud 30s ap >see, — “TE epeU yIas ou sand ‘afesoo souay £ aqepnid Jos sereqed “a wed eimuoae ues eon weg —olip aw— aleia mi ue oYpnur opesuad a “epey a] of anb sequnasd pur se] grsaquos Sopisses wang ]> aqUaUINWADeY ‘OU;LED [9 OPOI ayuEINp soUTESIOAUOD ‘EUZIA -O]] aaens eun ofeq 4 soxmq sonsanu.ua sopruop S8a042 §SOf VPIVH / ZaNYaL VNEIVGOWH o ® construido por los moros —me _ mos que construir y, sobre todo, como ya te Pon MAGDALENA IBANEZ. / MARIA JOSE ZEGERS —Asi es, hijo. Pero también heredamos de ellos “ muchas cosas buenas, y construcciones muy hermosas. . Ahora que ti conocerds Sevilla, verds el Alcazar y una » tore muy alta que se lama La Giralda. Todo eso fue el sefior cura. Se qued6 unos minutos en silencio, como pensando y yol- vi6 a hablar—: Te das cuenta, Alonso, de que ahora nosotros los espafioles somos los que estamos conquis- tando un nuevo mundo? Tenemos que levar nuestras buenas costumbres a los hombres que lo habitan. Tene- tenemos que ensefarles a conocer a Jest: > Llegados a Ia entrada de la ciudad, don Anastasio se . detuvo y me dijo: —istf bien, Alonso, aqui debo dejarte. Sin decir nada, me bajé del burro y le entregué las » riendas. El sacerdote me dio su bendicién y un sltimo i encuentras alguna compafiia para seguir tu viaje. Alli siempre Iega buena gente, Me hubiera gustado ir contigo y dejarte alli bien recomendado. Pero se me ha hecho demasiado tarde y debo continuar. Nos despedimos. Mientras se alejaba, tuve repenti- » namente la vision de mi madre junto a la puerta de nuestro hogar. Me di cuenta de que estaba solo. | | | Capitulo I PELAYO Al Tlegar a la posada, me detuve a po- cos pasos de la entrada tratando de averiguar qué ocurria dentro. Estaba tan ‘oscuro que no vi nada y tuve que avan- zat a tientas. Como ya era de noche, me quedé en un rincén del patio, donde H me acomodé lo mejor que pude. Bajo "= un cielo sin luna, s6lo se escuchaban los aullidos de los perros del pueblo, y los zumbidos de algunos insectos noctumnos, que parecian intensificados en el oscuro silencio. Tuve miedo. A ratos conseguia dormir, pero una y otra vez despertaba sobresaltado por las illas, Fue la noche mas larga de mi vida. ‘A la mafiana siguiente, sin embargo, todo me pare- ci6 mejor. Me levanté y me dediqué a observar a Ja gente que alli se encontraba. En eso estaba, cuando of unas carcajadas que pro- venfan del fondo del patio. Me acerqué a ver de qué se trataba. Inclinado en el suelo y jugando con un trompo, se hallaba un nifio aproximadamente de mi edad. Tenia la cara llena de pecas y el cabello colorin. Refa alegre- ee ‘ono oftp— seumop sns seBedoid esed vouguy e seBoq] uasoINb osainy ap saiopinas soso op soysnus anb opio 3H— “e1sa[81 Bf ap uoIoeredas eI ap purs[gosd 2189 opor ozadura anb afuow jo ‘ossinq ordoud Te PoUOD A ‘soTf eNOS seYSN] amb oprusy ay IS— “sesor8tjor sey -ny sey A ugisiarp ve] Uo> sopednsoasd Anus sopor uyisa aloo ¥f us “opjo ay anb o} unas ‘onbsog zeluEWaTy UD saquvisaiosd soy. euOD Opeyony sey? ‘—serquioy soy ap ono giun8aid— opepjos sai anb mi ‘souviugng— B O1SIA BIqey aIquIOY jonby! jarueuorsaidu gnd! “Sopurly 9p SOUOIIA son -sanu ua enZan Bump ej sJesBo] ap eqeqeoe A ojfeqes ns ua opequour eq] ‘Tur ap eoI99 AnuE ‘esed 1A O| OA— 1Offp Ip ‘ox [9p asquiou [9 Jod sour -e1un8eid opueno aqwoutesinasd “seyur auLioytun uN uOD opnsaa eqrise onbiod sono soy ¥ ownsrp Anut aquioy un eqeiuo> onb of ugDuare ef oyonu quel aw SOpeD OWN Jo eis oBSduM aso ua A vueursfy ap 1operodiua jo via euedsg ap Aor 498 ap spulape anb uosvoyjdxe sou A.sarquiou sop UD) anb Jod sourunBasg “A sope ueiosp 9] soungye womb B {] sopeg fax Joq “JewreN{N ap souow) so] apsop S@AvU se| UequsouBax anb uoo sezanbu se] ap ‘opunty oA -OnN [@P Sepiqhdar sepHoU sew] se] op uequiqeH “epesod z] ua ueqenuosus as anb sasquoy seulap so] ap A solopeoreus so] 2p ug}rsI9A -UOd vf SeYPNIss opnd OuNKesap souregyUIO SENUST jsoyfo woo sour un coal] BA! “eoHaUTY ¥ JerAUa ered eYapEoJoW ap vosnq uD Opt sowayy “eoueureyes & ofera ns ua sopepnde vsed sox -OuEs so1so opEIENuOD uey ay “opurleqen Kosa— sopuodses aur ‘eiqese8[e ¥] ap esneD e SoM e Ise Ty st SONY ZIG 20 HOAVASINDNOD Na ‘OSNOTW “g1unBasd aj— anbe mi sess gnb sod 42— ‘Pepnpp vsd Ud OatA OA —OBasBE ‘O]NBI O19! UO A— “EIADG B SOUTEA UDTGuIE) SONOSON jeLans and!— “eMOIstY FH 91009 91 seIqeied sod ug Zojos syisa? anbe saoey and? —oinBisord “pep -Isouno uoD ‘K 29a Ns B Offp— zaumEyy OAEIDd ‘IS— ‘wOreUTe|| 81 OpueNd 10 EA “odejag sasa 1 A ‘—gisait0o— ofayespuawry osuopy— @SeWETT a} OUIQD?— sgiunBaid oui ofejag ‘JeaUe’ o1TIN Jap orpawt ug “uequzifeas anb ofera je asqos UeqesioAuoD & pepioLOA uOo UEMOD ‘oUFWED ap seIp soyonur EqujsAer oad -st opesued dnd ‘sasquioy onen ueg ‘ofomyed ou JP sajueuedwose soy ¥ oun! vsauT eUN o1UE OpEluds nuoous aw ‘epesod vj ap JOHAN [a US zaa eun “zijay gadaoy ‘osndoxd. w— goureyedurose sorsind?— 9 Uoo He OWAUI aUI 4 QsoxB0x oduion TPP owe jo ‘owoid aq “joquy un. ofeq glues aw 30H -owe ¥Ip [2 apsop oped0q opeqosd eIqey ou sond ‘zo195 aiquey un ejuai sood une vio anb oj ‘og jeBnl & eq? Opuens oysn{! jorpasey and! ‘epesod yj ap onuap op -uaioasedesap ‘gus09 A giueaay as ofozmed oulu [a jeunkesap & waa ‘ofejad! joAejag!— ‘eqeusey] anb ZoA aueny eun oso as ‘epesod x] ap JOvaIU! [9 apsap ‘olusWOU! aso Ug exejreq opaoey soqes? —oypeypnur Jo grsatuoo— js anb ose[> soni— dugiquivi of se8n{ opang? ‘sapaisn y— puod -sa omnBasut o1uri un A sosed soun spaoonar oA, “OIA aur O1UEND ua Offp auI— gseINU InO?— “oBan| ja us ezansop ns sopesumpe ueqeiduior -uo> anb ‘soyseyanur sop sono ap eiueduioo ua aiuaur ‘su032 9SOf VPA / ZaNyul YNBTVGOVHE n América s6lo pueden —Espafia ha enviado a muchos miisio sefiar a los indios. ¥ ellos han aprendido las los nativos para entenderse mejor... No pude continuar escuchando su conversaci6n,. 2 pesar de que lo Gnico que yo queria era saber mas,cosas de esas lejanas tierras donde se encontraba mi padre. Pelayo me pidié que lo acompafiara a ver los caballos y las mulas que tenia que ensillar para proseguir el viaje. Mientras hacia su trabajo, uno de los animales le dio un mordisco en la pierna y él exclamé furioso: Caray con la bestia! No sé qué hago aqui si lo mio es la mart —,Conoces el mar? Yo nunca Io he visto y ni si- quiera imagino cémo sera. Has estado alguna vez en una nave? - —iJa, ja, jal Pues claro que si! Mi padre trabaja en el puerto del rio Guadalquivir. Si no fuera por él, las embarcaciones se estrellarian contra el muelle. Se encar- ga de recibirlas y amarrarlas. —iEs fantdstico! Comprendo que te guste y que quieras hacer lo mismo cuando seas grande —le dije. —Es un trabajo importante, pero no... {Yo seré ca~ iMas lejos de lo que nadie haya llegado! —iQué bien! —exclamé—. jY yo quiero ser con- quistador! Por qué no nos vamos juntos a América? lo que yo quiero es ser capitén —me Creo que lo mejor sera que me quede en il. Quizas en cuanto Hegues consigas un barco para ti —le insisti entusiasmado, tratando de con- vencerlo. somu so] osu Ueqeuosas sosed sonsonN ‘pepnD z] ep » vypemur e| & ounf ‘sefanfoyfes seysanso sod om aw : eBoy] ap seueS seyonur o8ua) 4 eseo pul ap e190 soureise > ex! —sworeday ofp sw— jesud aq! jsouea!— “esporpaw Jo opurjounue seuedures svj reuos & UosEZ -trawiod ‘0189 opor eqeiuos aur ofejed opuENd orsnf “94501 EI » ap oye of ua uosaisnd se] A auou jap seuedwro uosolen © ‘e[laag BOTEBMBUOSSI sofas soy opuenp “svJo uxsgap. sopor enb us woy ve Ueqes|AE equse Spsop A ‘dloseU fi un esq —odejog orsoiu0s aw— orsondns sog— -piunSasd aj— ani serqes? “sosow soy > opmnsuos ueyqey ey] anb gquoo aut ein> JoYas [Z— “epreHD ¥] ap axior e] wrensow ous anb odvped & s90U0}U9 Ipod aq] ‘wIND JOYS 1? opErqey_eiqey ow onb ap sezpoy 1 > era asq ‘TeZED[V UEuTET] anb oppses ns A » S¥pfemuL sns ‘seseD seIfe sns JOA Je OpEUOIS . -oidunt apand ‘ousous via pepnio vs seMPECISIEG ap o[gand ovanbed fur uo > epesedwop “eftass © soureBay uy sod VIOLLON VNAN@ VNO mr orydea ‘soweptara onb suinuaae yu sey seurSeur ¥ sourezusuroo soiun{ & soBrure souang souoTy sou Of A ofejag ‘duran uang un gmp anb ‘oaden jo ausenq opoqes opipod wisigny Is ospew ju epseisa anb epnbuen 4 rqaqu0o of ua gsuad “ojos equise ou eA 4 waIq awWOpUPIINsaI eq! OPO] “soya UOD Hed spre) eUISTUE esq “oquaTuaauooUF uNsUIU oqny ou A gIqey OAtIag ~ jofeqen jus ua sepnie aur m Is ‘ugspuodo as ou anb osnBag! “sonosou uo yenunuoo ueyuuod 21 anb epid soy £ souoned stu woo aiqey anb soared a1 9nd ‘01s aiqos spur sowosi2au0 & eflaag easey sowunf souresig —zrepnp 1s owoo ezaq -¥o 8] Opuatow ‘ofip— ugzex seBuai anb epang— ‘swaDaz 99OL VRIVH / ZaNYaI YNATVGOV er {see sess SSS SSE eh » MAGDALENA IBANEZ / MARIA JOS ZEGERS blancos de las casas. De proni una pequefia plazoleta con nai Pelayo me sefial6 una c quina de la plaza. —iEn esa calle vivo yo! —me dijo con viva emo- cién. Y no era para menos. Pronto se reencontraria con su familia. No le contesté, pues .experimentaha en ese mo- mento una extrafia sensaci6n. Por un lado afioraba a mi madre y por otro, me sentia algo inquieto ante el inmi- nente encuentro con el mundo de Pelayo, para mi totalmente desconocido. f is cavilaciones fueron stbitamente interrumpidas por el esiridente grito de una voz de mujer: agen va : Nuestra reacci6n fue lenta. Antes de que pudiéramos correr, nos vimos * empanadas ¥ embadurnados con las malolientes inmundicias que cayeron desde la ventana. — Eh, Sefioral —exclamé Pelayo con vor airada. ¥ dirigiendo la mirada hacia la ventana desde donde ha- bian lanzado el agua, continuo—: (Est usted ciega? {Dios mio, que asco! —dije, muy enfadado—. ;Qué costumbre mas repugnante ésta de tirar las aguas sucias ala calle! En ese momento, de una casa del fondo del calle- j6n salié una mujer que pregunté: —ZQué son esos gritos? —y al mirarnos, exclamé—: Pelayo, zeres ti? amigo no alcanz6 a res] , nos encontramos en jos cargados de frutos. ja que salia de una es- , euarido su madre prosigui —Pero... ¢Qué te han hecho, hijo mio? jVete a la- var, que hueles muy mal! — Puede ir también mi amigo? —pregunt6 Pelayo. —Por supuesto que si. Pero date prisa, porque ten- go muchisimas ganas de darte un abrazo. [ALONSO, UN CONQUISTADOR DE DIEZ ANOS. a ‘a casa de Pelayo no era grande. Entramos directa- mente a una sala donde estaba la cocina. Mas tarde supe que ahi dormian Pelayo y sus tres hermanos menores. La pequeiia habitacién de sus padres se encontraba a un costado de la sala. En el patio posterior habia un naranjo y varias gallinas que la familia cuidaba y alimentaba con esmero para cocinarlas en ocasiones especiales. Un pe- ro dormfa a la sombra de un Arbol, pero cuando nos dirigiamos hacia el pozo, el perro se levant6, corrié al encuentro de Pelayo y comenz6 a saltar y ladrar a su alrededor. Aunque no se acercé demasiado... Creo que también se dio cuenta de lo inmundo que estaba su amo. _T Nos lavamos prolijamente, Mientras tanto, la madre de Pelayo, que se ba Elvira, nos llev6 ropa limpia. ‘Cuando por fin estuvimos presentable, la mujer abraz6 fuertemente a su hijo y comenz6 a hablarle de mil cosas que habfan ocurrido durante ‘su ausencia, de personas que yo no conocia, de su padre y, también, a preguntar- le una y otra vez sobre su viaje, y sobre el trabajo, que si estaba muy cansado, que si habia sentido frio... Por fin se volvié hacia mi, que mientras tanto estaba mudo, ___ —iSanto Dios! Con tanta alegria, has olvidado pre- Seniarme a tw amigo y yo tampoco te he preguntado nada.—Y dirigiéndose a mi, agrego—: Acércate, hijo. —jAh... perdén! £1 es Alonso, mama. Es de Torremocha, de Extremadura. Nos conocimos en Mérida y desde alli, hemos continuado juntos. El quiere ir a ‘América a buscar.a su padre. Como en un murmullo, la madre de Pelayo dijo: iVaya, vaya! jQué coincidencia! A América —Y prosiguié en voz alta—: Pero deben tener hambre. Ade- mas hace bastante frio. Les calentaré un rico puchero. ao > -ueqeprenge sou anb seimuaae sey guise = feU}Q02 vIGN eT ap UOSUE UN Ua ‘uOBIe{ UN aIqos OP -eypg “swOp apnd aiueureseose anb [es 859 UO}OUTO TW ‘qquamndis exp [e esos ugitdeo Je Uo wisiaanue ve] anb gIPP © -9p okvjoq 2p auped Jo ‘opipaypour wiqey vA OWOD > jueudeo Jap pepreo eE[ £ vpuatadxa xl $9 sop -esnquoav K souarur uv} soleia soiss ua aiueyodun spur _-9} 16! jSOTeSasuy! “Jp UO sefea OU Ussayosd sew ap sazq < -woy soy anb of sod ‘en8nue o8[e se oAvu ng “sosousseM » SOLA ENssooU ZaleA[y —eUaIOS SEUI _ZOA UO OALIDd ap auped ja oftp— seurajqod ysqey ou anb oa1Q— seIpuy se] ¥ sown se{e1a ap souvjd sonsonu A > epoisty yur asped ns © giuoD ‘opeussuisMUD ‘odvfod ‘ejouasaid mur ap asseieosad Te auquroy [> Offp— zos1y> asa so ugINd? ““osoq— qugiquies oA exang anb aiqisod wiseg?— © ‘YequnBard e sane aur ‘ugioessaauoo v] Ve esned un asfonp -osd Ty “eourg ¥] Ue opriuas auoupren oppoueued Qe SONY ZaIa 3a YOAVISINONOO NA ‘OSNOTY BIqeY OX ‘oIueIaNUG -o[]aqz> NS op s0[OD [9 UosaUINbpE seyifow sas anb ‘euuoj [ei ep gloruos as okvjaq ‘o3seq Ns Ue a1WINB OWIOD aUeA -2]] oppaxyo ey aur ‘jarsBaqe! ‘sang -oussur ja ‘Is— @ougWY & S909A Sop op! BY anb [3?— gaseayy upyde jo ‘oBtwe fw & sepsonoay?— soary sod ‘eA EJaWIC ZeIONOU Ese sa TEND ‘[Eno?— raaedut ofp oXvjea ‘esquoy jap epeuoruaryy esned x a1uy {"ePROU UesB eun o8uar ay! —oyansy onsos uos asped ns ourepxo— seus jap Ao Jap epra e| iver eBrene a1 nb ap osBape OW jopwiosar souray seoas seus seszan 9nd! “ouand jap wpIA x £ on onsenu guenxe orad ‘uaiq Anus gsed o7— “soStwe stu ap stuejap opepnesyop seXey aur ou A aqualpaqo opis seAey anb oradsg zafera m Tet nO? jena op sgrs anb epBoye anb ‘oAvjod! ropeuo}ows. ofip ‘sozesq sns anuD eqeyoan -s2 0] auquiOY Ja SENUDIN “OzeIqE OT [2 EIOeI OPUdTIOD A ‘pepyrBe ues8 vos vourq vj ap oyes odejad ‘opoa [Vy “aaqy autre je ofeqen ap epia eun eqefayas opnins onsos ng “tres vf Ue nua ‘esnqos ugpKe[duio ap osad ‘oe Anus ou arqwoy un opueno sauio> ap soureqyurunsa,, cresodsa exqop anb offp 9| ‘oyrarstur ap soute UOD “Ops ou aspeur ns ‘odejag ap epuaisisur ey a1ueIsqo ON “owistus [9 sep azainb vj a1 asped m A ‘oueuodurr Anus vpnou vun sq reredse saqap anb offp a1 EA “ON— “een as gnb ap ous “ospeur “i0Avy Jod ‘on— “asped ny anayj onb v viadsg— sosouno ‘okejad giunBas1d— zepnou and?— *gowrsua} 23 anb eIONOU y] 19919 v SEA ON— softy ns ¥ offp af estAtg egop ‘sowrerwo senuaty ‘ued op ozepad uang un v o1nl ‘o7uat] -¥0 UeIq Opfes UN grANIS SoU OLIeG ap sodUaN sapuEse soun Ug “EepEUS op SAUE y[ due soUMMUDS SON swapaz 9S0f VISVW / ZANE! VE@TVGOVN, z Capitulo 1V ESCAPADA EN LA NOCHE Al amanecer fuimos al puerto, donde encontramos al capitén Alvarez. Era un hombre de aproximadamente cuarenta afios, muy alto y delgado. Su presencia nos inspiré gran respeto, pero.al mismo. tiempo, nos sentimos acogidos por su mirada franca y simpAtica. : = I capitan, al conocer mis aspiraciones, estuvo dispuesto a contratarme; mi paga seria la comida y el vigje. A cambio, yo tendria que trabajar como nunca antes lo habia hecho en mi vida. Nos indicé que debiamos conseguir el permiso de Ja Casa de Contratacion para damos el trabajo. No me atrevi a preguntar de qué estaba hablando, pero lo hice en cuanto quedé a solas con mi amigo. —¥Pero tt eres tonto! jNo sabes nada! ¢Creiste que era Hegar y subirse al barco? —Bueno... —Esto es muy importante. En la Casa de Contrata- cin te dan el permiso para embarcar. —Se qued6 pensando unos instantes y enseguida me pregunt6—: jEres judio? —No —contesté, asombrado ante la pregunta. ‘okejad Qumejxo— jaavu ensonu vaso ryy!— ‘ene [o ue stuaurEEN ) -uen wpsut as anb ‘pzumadsy vy e away sourenuosua sou ‘osuawiur OraHe_un wos A ‘owosg “ory ISE A SOISPESTETUIS [> visey vse sou onb ap oinfes Aoisy —oAvjag ofp our— yjsourydis— . seBn [op ejued anb souseo op eyjony eun seape gVared sou ojans |p seAsasqo [¥ “eiopeur ap sefes A sayuise owso> © sv o8[e eqepsen® as ye anb gored son “eBapoq e| ap ua viqey gnb uarq snd ‘syoou z] ap peplinoso vy ¥ O8[e Opemqumasode souregey SoU BA "CURIUDA BUN op SoAEN e ‘ONUOPE DEY FEI » 9p soureen ‘ugronNISUOD FI vIsey soweBay] OpuEND ‘souowignbiasy ‘seSopoq svun Avy ye anbsod ‘ou _ [PP e2s99 anb oBuodng jeap! o8uay on! wy — ‘glunfaid— zsowess apugq?— » -eisaye aut Opresuad ojgs ‘ouragI9 O1Eg ‘OINSO ELIS SON -0sou soureqgnuosus sou apuog ‘ou anb oredsq— ZOIsIA FAqEY SOU? ‘OXEIod » —grungaid 2] ‘sopapaye opuesur A— j* "spur vounu open @ -wooua ou oiadsg! “oruoulap un pared ay is! garquioy “—epruoranua Zo woo oftjad ‘satuvapel sours SoU ‘sol » sou OpuEND ‘oIvaye us sepanb ‘Ofip au— jaLI0p!— sodmso op opwisd 1 ap ses ozIy aw ‘opeiiome ounsns un uos ‘K gIoauia’ out Ohejod © "eosesB e] ap ade[uasap [2 49a esed souteiodsa ON, i ‘SOUreIpuoDsa sou soNOSOU apuop 3eBn] Jo ua sofo sns oamap 4 ‘sopey sopor wDEY ouTUE © ‘opungas un sepoea gnareg ‘oyjand ns ap e190 offFyON Ip osnd a] A [2 asqos oyes zines ey] ap Jo A ojens Te gfe sesquioy sof ap oun soiweulot! sosa Ly “emp a SONY Zala 3a YOUNLSINDNOD Na ‘OsNOTW A esopny vpespe ns any ugiuare ve] gurey] aus szus onb of O18 “orde] [> sey Of0 Jo epsap ‘eyporep eTpfour vy equs -2aene 9 ZU! auOUS FUN "eoypOND; BED eUN LUD & opso8 vse sole ap oun ‘sonprarpur sojjonbe ap sonsos SO Joa Qnrwsad sou ese> vf op wes anb zny yf ‘sesquios 2p orpaur ua soureqyise sonosou anb ap sesod y opezyexed gponb anb ‘oisns Tw ye) esq “oWaYy yu sod epLOD Oprjsy sopns un anb huag ‘soweqyiquian of A offue 1 “eusoqes vun vDored anb eso uN ap eos8d EZaIaYy UOD ULqee|ed salquOY ap ods up “soisngze soun ses sounpuooss sou f oquous -Bso}f81s sowse2s99e SON “so[fryNo ap onboyp yep opins Pp 30d sopeurdwosr soms8 soun sounjo ‘owoid aq “ony aueiseq vsey A opuaTs ua vqeis® opol, ‘sepespadusa sales st] seuade ueqeu “HUN! sojosey so1weNd soup “eINDso sysou vUN eG “ourtres ue soureqeiso soque vf opurn> sejqey ap opeurinsa; viqey ON “oonspiuey Jos aqaq ¢@yDou ap ooreq onsonu soutaa A op Je sourvA Is soared 31 and?— rosndasd our 4 ‘sosaraen solo uo Quur au! oXejaq “Wop souepod ou anb ap eiuan> sounp sou aypou esq “oIpaons ise ‘oAejag Offp owoo er, -euojqoid urs ospuusad jo Uysep ar “ese 2p oursy jap A oueNsHD solo Ig “ose Anw yise— “opipury -Uoo seus 22a epeo ‘gisa101d— jepru opuisnus oN!— . omued ered vura{qord up8uru sespusr ou ‘owsroy 22 seouoig— ““osag ‘axdwials ap anb 0219 “oBuodng— goduray vf sory vuensuo so pyrWey ny? — oa coseoe ‘sgouey sorg?— ee apunsnyy?— ‘suapaz 980f VpIVN / ZaNYUl viezIVaOWN, ve 2 MAGDALENA 1BANTEZ / MARIA JOSE ZEGERS —iOh...! Qué grande es! Mira, en esa ventana, en o» la parte de atrds, hay una luz. Qué serd? —iSe nota que eres del interior y no sabes nada de ” barcos! La parte de atras de una nave se llama “popa”, y esa ventana que ves, es el camarote del capitn. Te ® apuesto a que est ahi, estudiando las cartas de navega- _, ci6n para nuestro Era tanta mi curiosidad por ver lo que hacia el capitén, que di unos pasos para acercarme al barco, ® pero tropecé y perdi el equilibrio, cayendo estrepitosa- » mente al agua. Al ver que me hundia, Pelayo comenzé a , gtitar pidiendo ayuda, y se tir tras de mi. Me parecié que alguien més se lanzaba. Senti que me agarraban con fuerza y me llevaban a la Mientras tiritaba y tosia, a causa del agua que habia . tragado, el desconocido hablé en tono severo: : —Muchachos, squé hacen aqui a estas horas? {No saben que es peligroso que dos nifios anden solos de noche por estos lugares? Inmediatamente reconoci la voz del capitén, que, después de una pausa, nos pregunt6: —,Conocen el camino para regresar? Y como Pelayo asintiera, él agreg6: —Entonces, regresen inmediatamente a su casa y » no se detengan en ninguna parte. Ademés, el invierno _ no es buena época para darse un chapuz6n, de manera que cuanto antes lleguen mejor. , Cabizbajos y calados de frio, volvimos a casa. Sen- » tiamos un cierto sabor a derrota y vergiienza: habiamos _ hecho el ridiculo delante del capitan, tanto que por un "casa y abrigados, volvimos a recordarlo y a preguntar- nos: ghabria matado a Ja persona con quien peleaba? Capitulo V GRUMETES DE LA ESPERANZA Por fin legé el dia de nuestro embar- que. Llegamos a ia Esperanza, no como simples curiosos, sino como orgullosos miembros de la tripulaci6n. De dia, el barco se veia distinto. Estaba construido totalmente de madera y te- nia dos mastiles muy grandes. De ellos Igaban enormes velas blancas. En lo alto de cada méstil lucia orgullosa la bandera de Castilla, La embarcaci6n estaba pintada de colores brillantes. La popa, donde se encontraba el camarote del capitan, tenfa una decoraci6n tallada y un gran farol. Este se encendia por las noches para que otros navios pudieran ver el barco. No puedo olvidar que en medio de toda nuestra alegria y ansiedad por la aventura que estibamos a pun- to de iniciar, nos impresioné el terrible olor que sentimos al abordar la nave. Me hizo recordar el desagradable remoj6n del dia de nuestro arribo a Sevilla. Varios hombres subian, afanados, barriles y batiles con las provisiones para el viaje. Apenas embarcamos, un individuo con una espesa barba grisdcea nos grité: “erepeus - eI ep vzoip x] JeNAd esed ‘epeyoure ap asnd of as _ & yesiow pus us eqeaay] anb equew xj vos adei ow “enBe Je uqos ooxeq jp O9duEIeq JP NuAs anb eisey ‘verse © spugp o1wawour ap adns on ‘oprazew stuowoas] £ Opy _ ap opueiun ‘opeusouossap guedsep syooupaur ¥ “okefad & O1INDO a] o1uei ono J ‘esapeUr BINP yr a1Gos Bzaqu> I asnd onb © Uo desu; [> uD yup aur aonb pow ap ‘ofeqen [op \spndsop opeioSe equisg “seu eye Ue sajqeioary seaseur set A soqus{a souang soy seqoeaoide vised ‘epiooueure > ap ‘owarngis exp ye sedrez ors}aasd wsuar upadeo Ta > cugreorequi Bj 9p sopesnoxe soy weIe anb A “aqui ezuansion gun spuas ozry au sopresn anb eispuar anb sesuad ojos «saurpsel, Ueq > -eure]] Soy sosourseur soy anb gju0> ow Oded “eplog FT + sod eyjesargos anb ‘sosainBe sop uoo ugyqei uN UgTOUDTE 8] QUIET] SW “soseos eID soiqy| so1oedsa soy A ‘epurs8 > -s99 ‘seunjeS uo> exapeut op sem Anur eso ON ‘seueWes seyonur sjueMp seSoy PW IDs anb aavu ey] Uoo swopuyzierrusey iy oD0d ¥ OD0d : y] nb souopoo ap seHTUEy se] ap operoaid seur ozosai ja ‘vara wun 4 soleqro sop uEsD —uoxeiu02 sou un8es— osoyea syut oy ‘sefeao A sop neq ‘souoase ous 5 ‘saytmreq O[9S OU soureBreD ‘oYpay souMEIqeY Of salue _ yOUNU OWI :soUsEWENUOD |e UpdeD [a Opmueape eIqEY of sou owWOd |e) sourefeqen wp 2s9 Opo} aiuEING “opeiarfe o8[e huas ay “erantuiad > of odwon 2 opuend ‘eyeiqno aiqos opeoey soup » ueyias sojoea ueqepanb anb soxesay -od upiquiei onb oodxs aur odejag o1ed ‘ugisasdo op uo|estias auary eun gIpeAu! aur ‘IEP e souTEGS epuoP JA opueny ‘sosslesed so] ap ja 4 onerueloje omsenu anb vosal saouoyug “seso}as sOsieAp 40d ep © ere ey ‘olseu Jap sowazur oued ve] ep o83e; £ oypue SONY zala'4a YOAVASINONOD Na ‘OSNOTY 2 opor eqedno0 anb ‘opoumy & osnaso se8ny un eg ‘ooreq Jap P8apoq v] US sourelap o| A oun sousqng soqureq Spor Soypnur OpEAdT aqry seasop ¥ SEA UISOAEN ¥] aluEINp onb omnes od ual sep uaidwios? ‘saqaq ered ‘aojnp ene sa vse osod ‘su eqzeq ve ap aqMOY JP gIselUOD— oy>eYyonUT ‘Is— “sep soquey aie ene anb spur 30a v sourea ou 1s osaq “—opeuenxe giunBo1d— cenBy?— “ene so ‘oN— ‘ossurrew un & oftjag gunSasd— ;svsporg? gsoureaayy 9nd? joyous uesog— “gJ9peUI 9p S9[EFE So] ap OUN JeBoo esed ayjanw ye soweleq A eysIqnd ze] ap USUI UN UD SED “uauatied svsvoso sensonu selep ¥ soweinsaide son, “eBse2 Uy signs ¥ soroupew soyjonbe © uapniy josopo vise oIpeU ynby! aise so ou? ‘soyoumy8 soaanu so] sapaisn uos— 3 MAGDALENA IBANEZ / MARIA JOS ZEGERS Antes del amanecer, alguien me zamarre6 brusca- mente y una dura voz orden , —iTodos a cubiertal jEl capitén va a hablar antes de zarpar! @ Me cost6 abrir los ojos y jhorror! frente a mi estaba el . hombre de la cicatriz..Constemado, miré a Pelayo, y la expresin de sus ojos me demostré que también él lo habia ® reconocido. ;Dios mio! {Nos habria visto aquella noche? Subimos temblando a cubierta. Sin atrevernos a _ decir palabra, nos quedamos atrds, a la expectativa de lo que iba a decir el capitan. Una vez reunidos, éste tomé la palabra y, con fuer- » te voz, dijo: —Este viaje sera duro. Tardaremos aproximadamen- te dos meses y espero que todos los miembros de esta tripulacién respondan en los buenos y en los malos , momentos. Les advierto que no toleraré la menor insu- bordinaci6n. Todos ustedes conocen el c6digo marinero y ta las consecuencias de las malas acciones. Les © exijo un especial respeto hacia los colonos que llevamos a bordo. : Luego de estas palabras, dio media vuelta y se alejé con el piloto a terminar de planificar la travesta. Cuando volvimos a nuestras labores, comenzaron a » embarcar los colonos. Eran dos familias. Una de ellas __ estaba compuesta por un matrimonio joven: los Hemandez. Mis tarde supimos que se llamaban Juana y Fernando y » que iban a Veracruz, en México, las tierras que habia . conquistado Herman Cortés. La otra fa los Pérez, tenian un nifio de unos dos afios, regordete y muy tra vieso. Todos ellos, excepto el pequefio, se veian inquietos. Creo que todos sentian, igual que yo, una gran incerti- dumbre. ¢C6mo nos en América? {Volveriamos alguna vez a nuestra tierra? ¥ por mi parte, no podia dejar de ) pensar en mi madre tan lejos y tan sola alld en Torremocha. . ‘opuvfeqen esp jap o1sas [2 cam sou oad ‘vimuaae ensonu ap odns epeu ‘ou > -IEA [2 0105 328 & osed sonosou wed anb ‘vuatitA -opesed soureiqey anb oes vang jo sod saoyay o1ad ‘euaytiA & wofene Of * -epuyasa ja anb ap sososourai o8je sowequisg “varel BI & ® sowmtajoa epelour edos e[ uoo A soysanfeu oood un. . Sesis sopuei8 anud vores], sou 4 asiauajuew uosarpnd osad ‘sososou arqos 198 & opqynbs |o 3apsad ap owund ¥ uosslamse sojfg “east ©-v9 whsenu sopmioalp UeqeA‘ssqo anb ‘sosoulrew soun ~ 9p said soy e sowamiap sou aonb eisey uogel jap vur ~pus sod sowrepos ‘sopupey A sepeleoso ‘oz0B ap sous anug “esoqurjep ey eqeaal] au anb ‘odejad ap vt » Jae ozIYy aw ‘seusaid sjur enue ona as anb ‘ox = Pp oasad ja gyasede ‘opuaiio> soureqeiso opuen, “solj> a1qos sour » -ezs[Sap sou 4 soden so] soueBuog jopsanse aq!l— > geueiqno z] sod souopugin esose un . sowsoey ou anb Jog? speprojaa anb orsta sepy— LOlfp aw ‘aquawesoynoytp equiueaal as senUoT A SONY ZIG aa XOGWISINONOD Na ‘ORNOTY isopons soden 80189 anb sofaur oyonus uvduny sauojeued sny! —sepel ~eore9 asiue affp af— jopruai sey eapf Euang 9nd!— “Slax ap sefap wspod ou ‘sojop [ap zesad ¥ ‘anb ugpo}sod vnoypy ues UD 9pand ‘epsoq ef eNUOD auauIaUSNy UOSEDOYD said sns anb visey ‘evaigno ¥] augos ozyjsap as 4 gfeqsoy “ojens 2 23qos opriuas gXe9 K ogas ap uggel ap ozepad ouanb -ed un osid ofejag ‘opurfeqen soureqyise opueng jofeur oysnur so ‘ours! c JoUes ‘Is, ‘une Jofeur ‘o JoUas Is, iss, OWODI— fp 4 epin8asue grsaioid ugsquioy 1a .JS» OPRUR UN IeysaIUED gsBo] ‘aUsUTSTTTA ‘OAEIDg “euaiqno ef seid “wy © aqowErePawUT UEdeA “soUDpI9 sw UBIE2 souvar seun anb soumtes ‘om ye cunt isosozasag! jsefnues8 ap zed edeal— 018 auany un ounosa as sepjedse sensonu e opuens ‘efaag ap pepnia 2] asiefaye soweqemm uDy ‘uorEIndin Ee ap sosquioru yas vse anb oj sowdns owuswow aso op insed y “sezyaBueas & 161 -sinbuoo :serpuy svj v sa9ey & souregs anb of ap ojoquiis Jp wexg ‘soon sesuaurur seun opuensow sesonisafeus voreBajdsop 98 sxjaa sounioua sey “vista ensanu ap J0arede “sop © BIpAag A auswieiUs] asionous ¥ QzuaUIOD OoTEq [I -sedsez ap uapso ¥] ofp uyndes je ‘opsoq & zon eu, ‘sig0uz 380! vpuVW / ZaNyar VwTTVGOVK, ve ‘o1as088 wa ugyoysodoud yur | purser — "A sousezeo se] ou anb sod? gnbe Ae anb seyp 1 -eeoNd ep pephued ef us opefy sey ay,? —osndosd oj— opreisajour ezed vapt vun o8ual, gsaqeg? “TenSt osuatg— "89 anb ojeur of examnbis euySeuy 98 oypeu coreg [9 ve anb oa OX ‘aipeu v epeu souresip ou anb wed Jew wen sou £ ‘Sou of sonosou aonb aqes anb 4 ofa sou anb osuard saa y “opafur ep our wed ¥] aps o}9§ ‘oueng epeu anb ourseun ou oad ‘9s of ON— anbe opuepey eieisa and? ‘oursese un wrany anb osvs vysas ou ‘exes ¥s2 UOD geMEIW OF EI] “Jag US OUTTA [> Opurajad eueiss usb uoD?— sp1unBosd 9] ‘ewa1 ap reiqureo weg ooseq Je esnnuy eun 2p afepsoge je sod eqeiByad puistue ensonu onb onus oqewour as9 ua anb ep eWono Ip ow ‘emUoAe vnsoNU poi sepsooes ye ‘sgndsep oysnw ‘ofuueuBewt epod ON geqused 2] and? ‘orsojour wpaseg ‘om our Ig jSOUOJOD soAanU so] LOD $7U09 198 2sinb 019s! —opepeyuo aftp 2J— jo1or seas on!— is “soav soigod se] woo varei Ee] opEz -uswos wiqey eA anb ‘oXvjag woo gxuooue our yy ‘seures: seunjdsep © eu ef v OpuEUE aur sos eA ‘oURTEA PP 9891] ojusWOW ase Ud Oleg “eAIOs anb wed senBuose sizes eg! “sowaNXs sop so] 2psep eqeBjoo anb osoug8 ap oya{go un 1A ‘somedsa soso op oun ug ‘soquaqnBis sosaut sop so] siuemnp sara wed assep -ourooe A soyng sns sefop ueiqop my ‘enue epeo ered oun ‘sonaur san soun ap sorsedsa soyanbad wa eprprarp ‘susoa2 ¥sOf VPBVW / ZaNYaI VNEIVGOWN Ea 0 MAGDALENA IBANEZ / MARIA JOSE ZEGERS Esa noche, provistos de una buena cantidad de esos » repulsivos bichos, esperamos a que el Villano se durmie- ra. Cuando oimos sus sonoros ronquidos —siempre sobresalian entre los de los dem4s—, nos acercamos sigilosamente y se los dejamos caer sobre la cara. Justo en ese momento él abrié la boca, y varias cucarachas se introdujeron decididas dentro de ella, Un cruaich nos avisé que habian sido masticadas mientras nosotros, ya » de vuelta en nuestro rincén, nos haciamos los dormidos. Los gritos del Villano retumbaron por toda la habitacién. Varios hombres de la tripulacién despertaron, pero no- sotros dormiamos como Angeles en medio del alboroto. Durante los dias siguientes, el recuerdo de esa no- che nos hizo reir.a carcajadas y también nos ayud6 a soportar el duro trabajo que nos tocé desempefiar. La monotonia del viaje se vio interrumpida por una terrible tormenta. Ese dia habiamos decidido probar ese de género que me habia llamado la atencién. Nos fon que era una “hamaca", y que servia para dormir. Un marinero bajo y gordo, muy simpatico con su cara de manzana, nos cont que se la habian copiado a los indios. Era muy iti] en los barcos, porque se ahorra- ba espacio y permitfa dormir sin tener contacto con el suelo siempre tan duro y por lo general bastante sucio. iY sobre todo sin las molestas visitas noctumnas de rato- nes y cucarachas! Con Pelayo aprovechamos el momento en que se iniciaba la tormenta para’ probar este invento de los indios. Toda la tripulacién se encontraba en cubierta, mirando el cielo gris y amenazante. , Pelayo! iEsto es facilisimo! —dijo, al tiempo que ponia su pie sobre la hamaca. En ese momento se produjo un balanceo y mi ami- go cay6 de cabeza hacia el otro lado. Ante mis carcajadas, ‘ALONSO, UN CONQUISTADOR DE DIEZ ANOS a voivié a inientarlo con igual resultado. Yo me doblaba” de la risa y Pelayo, ofendido, me — Prueba t6 a ver si es tan fac Astutamente pensé que si poniendo un pie no re- sultaba, debia poder subirme cargando todo el cuerpo sobre la hamaca. Al hacerlo, ésta se enroll6 sobre mi y cai bruscamente. ;Quien reia ahora era mi amigo! ° Después de muchos intentos lo logramos. Sélo en- tonces nos Ilamé la atencién el movimiento’ de la nave. Habiamos estado tan afanados con la hamaca, que no nos dimos cuenta de que el barco daba tumbos de una forma totalmente anormal. —Alonso, me parece que de verdad habr4 tormenta —comenté Pelayo—, y creo que sera fuerte. —iVamos afuera a ver qué pasa! —dije expectan- te—. Nunca he visto una tormenta. ‘Apenas pudimos llegar a cubierta, ya que el violen- to vaivén nos hacia caer de un lado a otro. Una vez arriba, vimos el mar tan negro como la noche y coronado de enormes crestas blancas. ;Qué pe- quefa ¢ insignificante parecia nuestra nave en medio de ese mar tan bravo! —iMira esa ola que se nos aproxima! —dije asusta- disimo, mientras buscaba algo de qué agarrarme, En ese momento la ola pas6 por encima y nos dej6 empapados hasta los huesos. Pelayo tiritando y sujetén- dose fuertemente de mi, me dijo con un hilo de voz: —Una vez una ola inmensa volcé un barco. {Eso me comtaron! ~.-En medio de la oscuridad y del agua que caia a xdales, escuché al capitin dando érdenes. Me acerqué. Elttono y Jos gestos dejaban traslucir su preocupacién. Los hombres, comian amarrando las velas y sujetando los dos x 3¢ habia sobre cubierta. En el timén, dos mari-. /Iuchaban infructuosamente para mantener el rumbo. :oftp aus ‘sewep soy anb soéeur Po8ye ‘eouesq equeq esadsa eun uoo osOUBEW Up ‘oar eur OsuaiuT J Jod ojons jo ua auKOpus) anb sang, “ourstur of eqused 3 Yanb purarpe ‘vivo ns ap zapyed vy 10d ‘odvjad v ast Op “uend “opnuos uqey anb o20d of pyu08 ‘opeyad Japod us ‘A seyena eqep aur opoi onb muas ‘oword 9g + SEIEUISAR, SOSOIO|GWAI sou “soxayedusos soun8ye uoo equaioo oui, Jo Osnpout “er »-eayes sou anb sor & equBor soroupeU! so] ap opny spur J eISeY sOMSWOUT sos> UG ‘Pepa wg “OUD UeIqEY sou ‘sezal & opuaide ‘seu e] & a0vy as UdINd, “oaauefeq a1ueisuod jo sod eyBoye op equass UOYTPIOB ouenbed Je ojos “ewes ¥] wsa{nposd as anb Sol wespad ‘sono v soun sopezesqe A eames Bapog e] ep UOoUT UN Ua ‘soUO{OD SOT joppasedesep ueiqey sviex se] OsnppuT! ‘ONO Ope] un ap eqefeq —owomuaour jap -PRUD|OIA ¥] UCD seLieUre se] sepEoo— vs -eprorur vy ‘9jqruodosur opumyp un woo Yefnso wsopeur ze] A po) EDoUIANSD OIA ‘soad une enuas as eiuoULIO) x oleqy VW VLTV Na VINSWUOL A ojmdeg, ere vy 2p asuodnooaid 4 vBapoq vy & uvdea! “euaiqno zy] azqos sopeiuaumadxe A soyrory sarquioy soumess29U Oy jsop -aisn vied ososBrad opeisewap 99 o1se ‘sooIy!— reqeuapso anb ugides Jop ZoA ey Jo saouoUg “spe eIDeY UEIe{ndwD ow ugs wex8 un uoD uesEIa{ns auI sozeIq Sauary soun nb ap soqwe ois un emosuen anb orared oy 109A 0] OU eA *““osur Soiq! —soouEEeWI SO] ap OUN ap Z0A ausny ey QuIeExe— joy aso v vloo uaINgye and! TPAaT] OF a8 vIO eT! josuOTY sg! jox10D0¢! ‘o8rwre ojquredasut yur ap om yo esueloy ¥| Ua 9yoMOse ‘ouLEUT alUDNIO) 2189 ap oIpaw ug ‘0uv900 ODsoIUeEIE [9p seonvy se sod opeSen omurunp ouvus un woo enues eur Xk aunyjez uipod oN “olAjoaua aw anb yo esa) -we8iB vun tod opensese my 4 9[eqso3 ‘owwosd aq ‘seaoaz sof vpeve / Zaye VeETVGOV a “ MAGDALENA IBANEZ / MARIA JOs# ZEGERS —Hiijo, son gajes del hombre de mar. jNi los mas veteranos nos salvamos de esta espantosa sensacién! Los mareos nos acompafian en todas las travesfas, de princi- pio a fin ‘A pesar de mi malestar, en cuanto pude ponerme en pie intenté ir en busca de Covadonga. Aunque el trecho era corto, el camino hacia ella me parecié eterno, Se me hacia muy dificil no caerme. Tenia que sujetarme de cualquier cosa que encontraba a mi paso para no ser aplastado por los barriles que rodaban sin control por el suelo. —iCovadonga! {Te encuentras bien? —le pregunté al encontrarla —iSil —me dijo valientemente, aunque su rostro descolorido reflejaba lo contrario—. ¢¥ ti? —2Yo? jMuy bien! En ese momento, un brusco movimiento del barco me hizo caer encima de ella. Qué vergiienza! ;De estar blanco como un muerto, pasé a estar rojo como una betarraga! Nos sentamos y nos tomamos de la mano fuerte- mente. Asi estuvimos hasta que amainé la tormenta al amanecer. Al dia siguiente, el barco presentaba un aspecto deso- lador. La tripulacién tuvo que trabajar intensamente para poner todo en orden. Nosotros debimos limpiar la cubierta, y la bodega. Fue un arduo trabajo, pues lo que me habia ccurrido a mi y a mi pobre est6mago, le habia sucedido a la mayoria de los tripulantes y pasajeros. El olor era nau- seabundo en todos los rincones de la nave. Hicimos incontables viajes a la cubieta en busca de agua para limpiar y limpiar. Parecia que nunca terminariamos! El trabajo se nos hizo atin mas pesado por la pre- sencia del Villano, que nos vigilaba continuamente y con su voz dura y odiosa no cesaba de damos érdenes: ‘oso * ano guumBaid aj— jkoy aisezeo signs? ‘odejog— Teladso exes eum Od Jule gosaDE as “ep UN a ‘sejoo seus enBasu0s ‘ugmb seisode souresog “sososournu syus sosafesed soy ‘sou » -o1es op ezEd ¥| EID LILTOAR] UOISIOAIP ENSOMN “sosoULEW © so] ap soBan{ soy us soureqydionsed ou of 4 okepoa . “seueuaA yjusi ou onb ef ‘oumy ap asreuay] eos eisg ‘ooreq > yep eUID0D EYDeNse YI US seppod sasquinBay equiedasd © forauioos J ‘upHNf ‘seIp souns]y ‘opeosad ap o auses 9p ozon un A seiaje8 seood seun ua rsisuos swuendin vpeo vied eieIp epnuos ep uopes ef ‘oyssy oq “oun ®epes e wspuodsasso2 aonb owoune oseoss Jo equisode > 98 osnppu “seindsip sajqrzo1 ap uozer .,UeLo BIOYE Odd ‘UELEsed seIOY sey anb & eqepnde onb ugissoatp ues8 gun uosoTy sopep 4 seyeo ap sofon! soy ‘ordisupd Un Ug ‘SoJOULTUT so] aNUD SPUTE se] so1 ~uanday seus UesO ZA epED A sasoIzEse> So] equEZe eruOIOUOU BT ‘saTeNB; ueIo sopor sesp soy A ueqesed seueuias sey SHUOIIG Svja > MHA ojnydeg i. ° a a jeinquaae epeso visa JeDTUT vapy euang UE) OPIS BIGeY Ou spzinb onb gsuad zaa vsowyid Jog! ‘eouasaid ns 910ye 4 aspex mw & gpsozex ‘souseumpse] ou exed aluauesopep “ind equind sou seNUDTH ‘A sofeqziqeo sounnBas ey “sof -our upspuas as A gremo so] Of “oBfuIUD UeBuEA— ‘gIn8ysoxd ‘sep “Hoy semsanu saa [e A pyptaens uoo oWO? se] SON “soueus svso our -uansanyy ‘releqen anb opruai uey oWs9> orstA aFF— 2Olfp Sou a1qeuIe ZoA UOO A vBUOPEAdD ap aupeur BI Qo10e sou as ‘oWerEsep ap ojaUIOW aso Ug “esonad wreo ns Jod sew8yy sxj uei0> 9 ugiqurey 1p & ob 1a ‘esta vy reed] Ty ‘seIO] e asnd ou A spur apnd ou ‘nues anb ezuanSran v] ap zesad y ‘oloas ap gutut ©] ‘omuayis ua oduon un Joosueuxed ap sondsaq “opejosuod Japod urs ‘p1satuos 3j— jsouewt se ua A sopoo soy ua s0]0p ja ouodos ovodure ox!— ordury opuend seyuse sv oavp aus 4 o10r oBua) of oye osad ‘seuiaid set wiBaosd ow uorered yo oldouud yy jeata auseo ud ofua} se] ‘se[EpOs sp A soueW srur EI — :olfp aut ‘Zoa vpeBede A sososot] sofo uoo 4 Sur e gozoe as odvjad ‘soisneyxa soureq -¥iso ‘oun soprioBe aso e seyp soungye ep oes Ty StjoA sv] see ¥ uapnde 4 ueqng! jopidgy!— josid > uonfayg!— jso[ueq soso uasreury!— isosozasad ‘en8e seasnq & ueqns!— jeumbso vse vardury ‘souvze8jop!— ‘suapaz 950! VEY / Zaksyat VARTVGOVA » 6 MAGDALENA IBANEZ / MARIA JOSE ZEGERS > pugnante animal d —iTengo diez —contest6 triunfante—, pero uno de ellos te asombrar4! —dijo feliz, mientras sacaba un re- jor de su camisa. 1 —exclamé at6nito al ver el ta- —iOh, es incre mafo del roedor. En verdad el rat6n era enorme. Su cola era casi tan grande como mi antebrazo y su cuerpo peludo especial- mente repulsivo. Tenia los ojos abiertos, a pesar de estar casi muerto. Decidimos arrojarlo al mar. El animal estuvo un buen rato intentando nadar y chillando desesperado hasta que se hundié en las aguas. —iQué léstima, podriamos haberlo conservado como mascotal —dije triste a Pelayo, mientras lo veia desapa- recer. —A mi también me habria gustado. Como no lo pensamos antes? —me contesté. Pero ambos sabiamos que los ratones a bordo eran > nuestros enemigos. Contagiaban enfermedades y se co- mfan nuestras provisiones. Llegaban incluso a devorar las velas de repuesto, la madera que encontraban a su paso. los barriles de agua, se comps muchos ya olfan mal; el agua comenzaba a p Algunas galletas estaban agusanadas y se deshacian al tomarlas, La carne y el pescado, guardados después de haber sido secados con sal, escaseaban. La pesca se hacia insuficiente. La fruta, Jos huevos y la care fresca eran s6lo un recuerdo. Los animales que llevabamos a bordo tuvieron que ser sacrificados por la falta de ali- mento y agua. ‘Ante Ia amenaza del hambre, los tripulantes comen- zaron a ponerse nerviosos e irritables. El peor era el Villano. Una majiana, mi amigo me pregunté: —No sientes algo raro? —Si —contesté burlén—, tus tripas suenan mucho... —Al ruido de mis tripas me estoy acostumbrando, pero no es eso lo que te digo. ¢No te has dado cuenta de que el barco no se mueve? —Tienes raz6n. ¢Qué ocurrira? Decidimos averiguarlo. Subimos a cubierta. En el cielo intensamente azul y brillante, no se divisaba una sola nube. El mar estaba tan tranquilo, se veia tan plano, que parecia invitar a cami- nar sobre él. ‘cow Las velas estaban deshinchadas y la calma era ago- bignte: El-sol comenzaba a pegar con gran fuerza sobre nosotros y todo el entomo se mostraba propicio para un Nos sacamos la camisa y bajando por las s metimos al agua. Yo iba fuertemente ama- pa-cuerda en la cintura para no hundirme, ya nadar. En cambio, Pelayo lo hacia libre- . jefouspodxe ey ‘ue ensonu epep ‘sazofeur so] sowerg ‘sauores ap eze> wred ‘oxep x! ‘asquiey aiqeuodosuy ef separ ueqesd opezpoo Anu ofpe|d un vs voroAMAUOD as souIE! so[ ‘souosstaoid ap Zaseose ¥ a1uE ‘o1D|}9 Ug “sosoures OZT, Shou enb ugpe8ygo eun us guuoysuen 9s ‘ugIsraaIp eun eOPIS wiqey somosou esed saiue anb of ‘seIp soso UG “sowTuy so} reuse ap zedeo esa anb A eqepunqe Seouowe sod anb oun o] ‘ours op. vores ye seuoUs ene Onnused ‘sosquigy. so] ap seisayeur fo o1ue ‘upydes #4 ‘pmombur 2 uozesap ap eso yerous8 awarqure [q “esOIA _j0W 2s coseq 2 onb Ws sep COUT UOKeTLOSHELL, a6 SONY zata 3a YOGVASINONOD NA“OSKOTY ‘sezony sns sepor Uoo equoser as seu) ‘odeied offp— jseun sey visey wrod oy! Tes visa ap ewsesqy wed ‘Hainbrepeny [9 us voz -ndeyo un Jod epruos op ugioer tur erep! ‘osuopy— ‘Jes ap edeo vouejq vun Jod ovsiqn> odzeno jo soursuay, “sawed sepo) sod ugzvoid wissjows vun muas ¥ sourEZuaWOD OIE O20d Je ‘O1D9Ja UD A iepm -nqurez e{ 9p svpuanoasuoo sv] UBIA opse seyyl— sejuosy Uoo Onmape sou weydeo Jo ‘ouD) Jo OpuETquTED ‘ou coreg jo anb sod sasuous sounpuasduo5 * “Voureinjosqe UeqenuAUOD “SeIaA SEI HIDE sows onsenu epey onew un fu souroUuEaE aonb uis ‘seIp sou ap Oqwautow sa ou aise sywape A! jeruoUTEDExg! “asquioy un e eusaid vun svouese uspand oosppsow un ap onb sway soyquiar sesa *—odvyog ordumusoqut— ‘souosnqn 9p. wed soqqepese 4 sopygo wei soxvur idxre. sou ouasos auany un odo és ‘sofaur of ua soured ‘suoaz SO VPI / Zayyar VeSTYGOVAE Capitulo IX UNA CONVERSACION SINIESTRA La calma continuaba. Una mafana en que nuestra caceria nos condujo a un oscuro rincén de la bode- ga, ofmos un murmullo dé vooes. Quién podia ser? Por lo general, nadie se acer- caba a aquel lugar a causa de la humedad y la consiguiente pestilencia. Con un gesto, le indiqué a mi amigo que nos aproximéramos en silencio. Con panico, reconocimos la voz familiar y aterradora del Villano. Hablaba con al- guien a quien no podiamos ver. —Ya estamos llegando al final. Este es el momento de cumplir nuestros planes. Hasta aqui, vamos bien. Después de todo no fue nada dificil deshacernos de esos hombres yoocupar sus puestos. Nadie sospecha nada, Sdlo esos ‘Una voz, que inmediatamente reconoci como la de Alejo, ese desagradable marinero que durante todo el viaje habia estado evitando el trabajo, lo interrumpié: —Tranquilizate, ese par de tontuelos no vieron nada ni saben nada. De lo contrario, ya habrian hablado. ‘Ahora sélo tenemos que aguardar el momento oportuno “sosaid ueqeisa uy sod 4 opeue® wiqey uyydes Ig “syou esa uuOp ¥ uoI{feq ou ofsty oA euatiA “equien as anb ap soundns oqaureyepoursy orad ‘sourexgiony Of ov anb opnraape yqey sou Upydes p anbsod signs & soumaane sou ON “eusIqno we eID DUN ep o1osogTe Je soueyonos. ‘apse CUISTUE ES, > “Opanu sourestinr awsWTeaY “sEHOEA UIs soMMaWOSE z ~uaqus anb o aipeu & upseios 2] ou anb aussiwosd vaqeq »"opor ap saoxdeo uos saiquioy sosy :—onupuoo ‘yuSUTEHE 4-08 Anus eyuay 20a uog— “sopaisn ap uaypadsos soja “anb & asrouodxe uaqap ou 4 sosox8yjad opeiseuap uog Dey op sed 989 piso pnb ua senBuoae ap waren spur uonbsaor os Ou A souew! sn Ua OPO} oqwalep tuadnsoard as ou oad gueqosng anb o] ws gnb ap sale rand Ip aut ou OUIOD? jopueuEN uqeIso OfeUI o8je soprpueq ap sed ayso anb eqrurseuy our ex!— > ipepayias Yoo oquauIOD A ayaureIUaIE gYoNosa sou s1S9 “eHOISTY, ensonu epees ou anb souréqysuad anb ap sesad y “opjo © soureiqey aonb of op ugudes je seunoyut & epmBosus n sour >-Ippep ‘sosorarsu Anus < Operajaoe ugzEIOD [> UCD “OURTILA [2 gisa1u0D— jsesmeno sempre! iseres sepidguss sesa o[ps uos!— “epee 20a @Uu0d ofery e seunBasd souO— opis aso so 9nd?— : “opezeo wiqey enb seer se] sedeosa 9fap oA ‘seyoadsos sey vseq ‘visondsox vy] seypnose sapod uys ‘seBnq jonbe ap a atuoursopiis A epidys sourewede oziy sou ors o1od ‘314 (cadeoredurr seo opm un opursoaoid ‘gyeqsor ‘tureq un ua opedode equise anb ‘odvjag ‘oruawout aso ug {OUDI9pUOds9 so} 2PUOP A?— sound -o1d 9] ‘epn8e aquoursiqruodosur zoa as 109 ‘ofety ass SOMY Zala a XOUVESINONOO Na ‘ONOTY joweusour [> g19s sypou ¥Is9 oMb 0919! jsou sosopasd sns ap ug1opedesap v] ap eiuano wep 28 ON! “sop -waye sourug soy A aueuex aiquiey J 10d opednsoaid opeseuap psa urudeo 1g —omflsoud zoa ve] spur une opueleq K— ‘opestpur a so ewes ap odwan arsq— ss90U0jUD Offp OULITA 1d “weqepsens as Wye anb ered ey A o10 Jap ueperapode as 4 ‘ojaqouog Ua ezapeuoy eB] UEpseIESe ‘ousIqnosap [e ueqepanb u3Iq -wey saueld sng copeiew uenqey soy ezunwedsy v7 vo soysand sns sednoo ered ‘sosoupreus soxapeps9a so] woo op -vypny weFqry sopeafeus soiss anb ap wudNd soup SON iemasg wo vusmpou-EOH vy op uozes vy sourenqnosop uy Jog! ‘sowespu sou of A odefag ‘oso 30 TY SIOIEWED Ns UD O[aqoulod 9p ¥z9[e10] 2] ap sourjd soy auan uyydeo ja anb omBag “sennoe ered 55 MAGDALENA IBAREZ./ MARIA JOSE ZEGERS @_ Apenas amaneci6 fuimos a ver al capitin. Nos con- ‘16 cémo habian sorprendido al par de bribones en el jomento en que se apoderaban de los valiosos planos. cto seguido, agradecié nuestra ayuda y nos sentimos uy orgullosos. A modo de recompensa, nos dio una joneda de oro a cada uno. Era nuestra primera moneda una verdadera fortuna para nosotros. Sentimos que ya ‘ramos propietarios de un tesoro. Capitulo X EL NUEVO MUNDO | pasaban los dias y el mar se mantenia en calma. Los mAs optimistas empezaban a desesperarse y los mas incrédulos, a diri- gir sus oraciones y séplicas al Creador. De pronto ipor fin! se sintié soplar una leve brisa. Mientras los pasajeros del barco aplaudian:coritentisimos, con gran di un fuerte abrazo a Covadonga con cierta torpeza de mi parte, jada general. y comenzamos a bail Jo cual provocé una Ia brisa no tardé en transformarse en un fuerte viento. El barco parecia volar. Estas condiciones se man- tuvieron durante los siguientes tres dias. Era maravilloso comprobar cémo avanzaba la nave, con sus velas des- plegadas, a toda velocidad. El capitan iba y venia de su camarote al tim6n, mirando a cada momento un aparato llamado brdjula. Este le permitia mantener el rambo y conocer la posici6n para no errar el camino: su aguja siempre sefialaba el norte. El piloto nos conté que ese maravilloso instrumento habia sido traido de Oriente. Un estruendoso grito del vigia nos sobresalt6 a to- dos. Alzamos la vista y advertimos que sefialaba el horizonte -yisyo sqwoWEINjosqe sew UN ap epEspos vIs} eYanbed eun ‘upsew Ueg UD ony EpEfeoes eso eNsonN geip unBye sourepresuooua son? ‘esped pus eq -e]jeq 98 ses9N SesOHorsHT seso op TeBNy UNByE US A jsofo sf aIut ELIGQe as aTZOUAUOD UN OPO]! “""ese> jw op euand y ua axpeur tus ap opsonoas jo sod ezaisin ‘semuaae seaanu & soyesop ap oval] equiussoid our as anb oxniny [2 Jod sours) oust ‘opeday] seqey sod epBare iqUTMOP dw sciUsfUMUEs ap vpPzeUE vsNJUCO eUN “uy ns eqeBal] visoven ensonu enb eqeumyuoo sou enb PIS eUN eIA “seUF [Op [NzE Jo a3Gos esomusoleus equAd|> ‘9g anb ‘euequour wUN op SISA vIONS e] :UOTSTA eUNS|SOUE “roy vun eins sofo sonsanu s1Uy “saDeuIaNse UIs aw ‘aiuasoypp atuoureia[duzoo ojnoyioadse un sourestian s1u33y Te o1d ‘sepjedsa sensomu © Jos Je asdursys ouloo 919 cored’ PUBUEU e] SP OPUDTIs > UA “JooouEUTE jap SoTTE soureieaz] oz sou UgpOUD xf ‘aIUuEINBIS EP IV “euBaye ns & souOpuDTUN ‘syuap soy v oI! seyes @ sourezusuios ‘ugproydxe ese ap spndsaq “seIpul sb] & OpuLBay] sourese anb sousesrae v Opmrsa ey anb ‘osafeia soeqye UN so esq “eISOD v] ap "OID UETENA ‘0198 sea sv onbsod ‘—gnupuco— sang!— “gisoiuoo— joypnur sey “9s Of ON! “ULI "Zan yunBasd ou— goun aista anb zaa vamp e] ery opuyt quis un sod oepuyose owes gnb sog? gesed gnd?— opel fuse eqEN -yooua as anb ‘ugyIps08 oFeuBew Un e pUNsoId oT “soogyna worErts8 ‘ok A o8fure wu ‘souojoo sot oxdaoxe ‘ooreq Jep sosquiorur $0] SOpol, “sonosou ePeY equIoA anb ‘osBou aproq uoo see ap apues8 Anu oouelq orefed un sow, “eqeorpur Jp anb ugpsanp vy] eoey aqEIsUr UN Ue UOsEIsIsIp as sep “eIFUS SET “UODOWID PI 9p ESNED F OSOIO{qUIaI OZEIq UOD ‘SuORT BSOL VPIVEN / ZANSYEI VAETYCOWHE % © MAGDAIENA TBAREZ / MARIA JOS# ZEGERS @no. Estaba habitada por amigables indios que me Ilama- fon profundamente la atenci6n. Su piel era més oscura que la nuestra. Los indigenas se diferenciaban de los ‘espafioles en muchos aspectos. Por ejemplo, apenas te- nfan pelos en el cuerpo y, en cambio, sobre sus cabezas fan un brillante y lacio cabello negro. Solamente ves- un taparrabo, y se adornaban con plumas de intensos colores. @ Al vernos descender del barco, se acercaron timida- mente, Después de observarnos y hablar entre ellos en u lengua; totalmente extrafia para nosotros, nos sonric- través de gestos, nos hicieron entender que éramos @bienvenidos, y nos condujeron hacia su aldea, por un _sendero entre frondosos Arboles de distintos tonos ver- “des. Nunca habia pensado que pudieran exis ‘Todo me parecia brillante y Ileno de color. El algunas nubes increfblemente blan- cas... Los 4rboles que m4s nos Ilamaron la atencién fueron os cocoteros. Nos contaron que producian un joso y muy fresco. Durante varios dias, ayndados por los indios, nos _dedicamos a cazar y recolectar muchas frutas y raices que esas tierras nos ofrecian generosas. Una vez bien provistos de viveres y agua, levamos »ancla, El barco puso rumbo en direccién a San Lorenzo, _.. destino final de nuestro viaje. Capitulo XI COMIENZA LA BUSQUEDA San Lorenzo era un pequefio pueblo pol- voriento, desde donde salian las caravanas a través del rio Chagres en direccién a Panama. ‘Apenas desembarcamos, el capitén en- treg6 al alguacil de San Lorenzo a Villena y a Alejo. Cuando eran levados a pri- si6n, nos miraron con furia y nos gritaron: —iNos las pagardn, par de mocosos! ‘Mi amigo y yo nos miramos nerviosos, pero nos cal- mamos al ver los poderosos grillos que aprisionaban sus manos y pies. (Qué tranquilidad saber que al fin estarfan donde debian, encerrados en una cércel bien segura! En San Lorenzo tuve que despedirme de Covadonga, porque'su familia continuaba viaje hacia un lugar ama- do'Quito. Apenas descendimos del barco, ella se acerc6 y me ti remos enseguida hacia el sur... —y conte- jlozo, continué—: Te extrafiaré, Alonso. mano y le dij iste; Covadongal Ya verés como algin ‘omeBip ‘soary Jog jowessiq! cuaiq yisg? ease opugp aqes? “—opurjquia sunBaid aj— groasta ey OP — “oozn9 ap sean seaanu se] spsop ‘ouezig ugydes [> epueut onb wyopro be eiseYy Jorn & eoIpap as ‘Js anb o1eO— colppespuswyy oosouexi Jel uni e sa00u09? joka ‘Ya! oN oI ‘ses -ou! sz] ap euN Us eqeNuosUD os anb asquioy UN ePEY asopugi@inp 4— ““asquiou aso opto ay anb soared out ““ofsespuaury oosfouesy * ~ofpespuaurry oostuesy— ydas ‘se8nq jonbe uo soue sopea eqeaay] aonb ‘osausaqea [a “auped 1 Jod sopo & 9 -un$asd ‘eaanu a1ua8 vjoa anb osdusoys asquimysoo fur Bo vk ouloD “eulaqui eUN ¥% OAeJeq UO ANUS UIP UN “Woy Uea BLES OU onb sous ¥ opuezedura vqese ef os “OrBeTTUI UN eZOIpONs anb ap ezueIadso zy] eprod ou ‘orespowur op ouped rr e senuooua v vaqr ou anb wqes anbsod eqeumuesop ow ou anbuny “e20U09 Of aIPEN ‘oped yur ‘ofejexpuauily oosiouesy op o8fe uvsqes Is eqemuooue anb stuossad se] sepo) ¥ serunBad esed asqy owoWOU EpEo eq -eypoaosde sq ‘seyaprosour se] seBreosap v souroIpap sou ‘ooseq Jap UoDEINdm ye CIUN| ‘sexp sopra UEP & sydumo aonb ofeqen euay eyaepor ‘oBsequis urs ‘opipied anuoous ayy gezodwis apuop Jog? opefeia wiqey oso wsed ‘suped tur e seosnq onb yuo; & voUSWY ¥ OpeBaT] BqeH “opensoucosap o8[e equiso.‘syut -opy ‘aIsi Jnuas ozIy our eBue AU ap eppred ey “edeid ey ap orcuogye je 4 awa’ ve] anua ‘s0aredesap 14 ye ab visey ‘pesmi ey] woo jnBas ey] ‘vjopuysedse sasped sns ueq -1s2 epuop epEY OUREED ya A vpfous ey 9s9q OT jod SEIp SO] SOPOI SOIC ¥ amp -od pfarBe sgndsop 4 ‘eI offp— vas yse Felo— seaoaz sof VpIvN / Zayyar vaTvo¥EE 2 “ MAGDALENA IBAREZ / MARIA JOSE ZEGERS > —Calma, muchacho. Si, lo he visto y esta bien. Pero eshace dos semanas partié de aqui. —Y después de una “pausa, prosiguis—: Ahora debe estar en la ciudad de Panamd, preparando la expedici6n hacia el Pert. > Comencé a dar saltos y abracé a mi amigo. No lo ,podia creer. El milagro habia ocurrido. ;Por fin sabia algo de mi padre! jEstaba vivo y pronto lo verial >" A los pocos minutos, la emocién se transformé en » duda, Cémo llegar a Panama? Ya un poco mas sereno, _, pensé que la persona que me podria ayudar era el capi- _ tén Alvarez. : Una vez en La Esperanza, corrimos al camarote del © capitin. Lo encontramos sentado en su mesa de trabajo, _. revisando unos documentos. Al vernos, sonrié y dijo: —Con ustedes queria hablar... —e indicando que » nos sentéramos, prosiguié—: En este viaje se han com- © portado como verdaderos marineros. 7 Nos miramos orgullosos, mientras el capitén prose- guia: > —Me gustaria que, a partir de ahora, formaran parte ~ estable de mi tripulacién. Con una paga, por supuesto. _ Pelayo, fascinado, contest6 inmediatamente que si. Yo, en. cambio, permaneci silencioso. \C6mo me habria ® gustado ser miembro de la tripulaci6n del capitan! Pero... » jestaba tan cerca de encontrar a mi padre! Y él era el _. tinico objetivo de mi viaje. Después de todas las penu- rias que habfa pasado para lograrlo, no podia abandonar ahora mi propésito. —Capitan, muchas gracias por su ofrecimiento, pero no puedo aceptar —le contesté apesadumbrado. ) "—4Por qué no, Alonso? —me pregunté sorprendido. —Yo vine a las Indias a buscar a mi padre. Hace un rato supe que esté en Panam. Lo tinico que quiero es encontrarme con él. —¥ mirndolo fijamente le pregun- t6—: Sabe cémo puedo llegar hasta esa ciudad? ‘ALONSO, UN CONQUISTADOR DE DIEZ AROS 6 _—Hijo, no sabes cuanto me hubiera gustado contar contigo, pero tu padre esta primero y me alegra mucho que tan répidamente hayas tenido noticias de él. Este Nuevo Mundo es inmenso y creo que es un verdadero milagro que ya sepas dénde se encuentra. Debes partir de inmediato para que te retinas con él lo antes posible. Voy a averiguar cémo puedes llegar a Panamé sin correr ningtin peligro —contest6 el capitin. Y dirigiéndose a Pelayo, le dijo—: En cuanto a ti, jqué bueno que te quedes conmigo! Estoy seguro de que serés un perfecto hombre de mar. ; Una vez fuera del camarote, Pelayo y yo nos mira- mos desconcertados. Slo entonces nos dimos cuenta de que nuestros caminos se separarfan. ord sou onb soffure ue oypey soumgey Tar sexisanu sod uesepos seumusyy:sesons8 seun 'SON St manb seas sapod ws ‘smewereny sowezeige SON “gisaivo 3j— oBfure ‘orowosd of @— “yur ap sp S-eptajo 81 ou anb auraigwosd :—onunuoo ‘aiuewEaNp sawsenw opuenag— ‘ofeqen vong un o8ua) sousu [e eioye Jog “o|rexBo] exed oypnun sefeqen anb gspuer— _rensoui ou 4 soquarea Jos sourequiusquy » queZ10 vquisa ofera Hw ‘serp soo0d soy ¥ 2 YINVNYd ¥ O8WNY “zarealy OwI0D OU »-ang we ugydeo un sos serexSo] m anb ap omnes sows -gnunuos ‘ewer op opurique) “uistumdo aumensour ap “opueien ‘gunye— renuosua v Aoa of nb o7ej>— orped mi & somuanoua owosd Anus,anb osodsg —epet »-sosanua Z0A UOd ‘OAv|ad Off awW— josuory ‘soPY!— \"eqeasequie sou anb vzaisin esuouur ty “eueaeseo ve] eEples epuop ap ‘eZ > -g1d v] easey Quedutose out odvjeg OBE yyur ‘s20oueuse fe ‘epnred =] Op wp [d < ‘31890 [> wey wueAbseS vUN VOD eLT “opeZ rx ojmidea oe MAGDALENA IBANEZ / MARIA JOSE ZEGERS “pensar que desde ese momento ya no viviriamos las smismas aventuras, Nos separamos sin poder decir ni una sola palabra ms y yo me integré a la caravana que ya partia. EI viaje fue muy duro. El clima era caluroso y hi- sy una espesa selva ‘nos rode6 durante todo el recorrido, incluso cuando el terreno se hizo montafioso. Las nubes, cargadas de Iluvia, aparecian en forma repentina. Sin que nos diéramos cuenta, se vaciaban, impidiéndonos ver més allé de nuestras narices. En un dos por tres, nos encontraébamos mojados hasta los hue- sos. Pero con la misma rapidez con la que lovia, salia el sol. Muy pronto estébamos secos nuevamente, aunque algo pegajosos. La primera parte del viaje la hicimos en canoa por el tortucso rio Chagres. Cuando Ilovia, éste aumentaba copiosamente su caudal y se volvia muy peligroso, por- que arrastraba numerosos troncos de Arboles que amenazaban con volcar las frigiles canoas. Desde el lugar que ocupaba en la embarcacién, yo miraba teme- @roso la vegetacién que nos cubria con sus verdes brazos. Era tan tupida, que apenas me dejaba ver a los animales que, sin descanso, lanzaban sus estridentes gritos. De vez en cuando, uno de ellos aparecia en medio de la @ jungla. Mi alegria fue grande cuando vi por primera vez un mono. ;Qué animalito tan simpético! También vi unos papagayos de fuertes y vivos colores, ® "En una ocasién mientras navegabamos yo jugaba = con el agua. De pronto, me pareci6é sentir que algo me , observaba. mi vista en el rio y me encontré con un » par de ojos redondos que me miraban desde las aguas. Asustado, ‘eliré la mano rapid ‘compajiero de banca, sefialando'la el dedo: — Qué es eso? ios mio! do—. jEs un cocodril Los ojos de los pasajeros se dirigieron al horrible animal. Nuestro guia, un indio mas bien bajo, moreno y de ojos rasgados, que solo vestia un taparrabo, exclam6 en un vacilante castellano: —Tener cuidado. Ser un cocodrilo, Bestia muy peli- grosa. Morderte y Ilevarie al fondo del rio para comerte después. EL viaje continud, pero el episodio del cocodrilo nos dej6 a todos silenciosos. ‘Al anochecer, Ilegamos a un pequeiio poblado indi- gena, donde pasariamos la noche. No pude dormir ‘el hombre, visiblemente altera-." “980u 28 9 ‘oqawour sowsd un 33 wOuequio vsonmusted ou anb serene Sof ap oun & onbrdng ‘ooeq je sefe> seam, St] uequanreae anb saioq ef00N anuOSUD apuop “eAeIT P| Pisey opuarsi09 infog be “Bq &] 9p oIpaut uo opepue DSP Of A ‘osaeu yo opurosnq opeiodsasap op) © ‘nad [9 wey redrez {0° Fd 8p sejuojoo sey ered yiapro sn! SLRPIQulo 28 apuop otond fe mone ony sony “puseueg ap pepnia emedsoid e uy sod sousestarp ‘Se09p Pond oa OPUS opueuTUIE> soureqeash onb Seip soj ap titan ey opipiod erqey OULNANONA tz P IX opnasde duped tan ¥ eqenuoous ou 1s HEY 2d? ‘arquinpaiss Te Queseide pun equiese our ores ®PED V “pepajos ap E2iame ours ‘Prd ras epoa ueqns one somasur ap seanp Giold sesossuinis se] sod & somes PIdeuodosuy ya 10d ojos CH OULIaTUD ENitas our ‘sauoIere UH “resuzosop ua eqes “Wed 0198 04 & 'sepeusol sensen swesnp soueuraes {PSso}sue we sopuasduis vuod op 2 MAGDAIENA IBANEZ / MARIA JOSE ZEGERS » —iPor favor, sefior, liéveme! —le dije, sin poder _contener las lagrimas. —jNo! No queremos polizones a bordo. © —Le pagaré —supliqué sin recordar que sélo tenia ala moneda que me habia dado el capitén Alvarez. —Pero, por qué tanta insistencia? —Me han dicho que mi padre, Francisco Almendralejo, se encuentra a bordo... —jHaberlo dicho antes, muchacho! —exclamé, con oz més amable—. Ven, ;Subel Al llegar al barco, nos encaramamos por las cuer- edas. Yo temblaba de emoci6n. Mis piernas no respondian, x lo que resbalé varias veces, Me parecié que nunca alcanzaria la borda. © Cuando por fin egué a la cubierta del barco, el ‘marino que me habia llevado, grit6: —iEh, don Francisco, mire quién esta aqui! Un hombre que se encontraba cerca del timén, se dio vuelta ante el llamado y me mir6 sorprendido. Algo een él me result fa "Sus ojos eran intensamente negros y tenfa’el rostro curtido por el sol. El cabello, antafio moreno, lucia ahora @numerosas hebras blancas. ~ ~Era mi padre. Por su expresion me di cuenta de que _me habfa reconocido, pero que no podia creerlo. —No, no puede ser... es igual a mi pequefio Alonso ®—dijo—. jDebo estar sofiando! = Nos miramos. Sin esperar ni un instante mas cori hacia él, — (Padre! exclamé sollozando—. jPor fin te encuentro! © —No puedo creer que seas ti. Si eras un nifio... = _ Permanecimos abrazados durante largo rato, mien- _tras el sol se escondia tras un rojizo horizonte Después de Ia primera emocién, nos apartamos uno piel otro, y él mirindome fijamente, pregunto: -epauaped our vopgury anb muas ‘|g ¥ o1unf eqzisa aonb > ‘eroye org “TU a1ve euqe as ‘seImmuaae ap OUT] ‘opunur » Okanu-UA jesped Tw ap UgPoatosd yy] A Joyed Je Ofeq owen _ -uoous peproryey and! ‘opeyflaeseur eqeyonose oy OX -aiqisod save of > ele sod sowazejaua ored ‘eysouraizoy, ua ejos opepanb zy anb ‘arpew aigod m eyey sou 0198, wOYY “openuoS -uo sowedey Sou Sesion s¥suaIKe s¥iso Ue onb oxBeyU opepias un sa anbiod ‘sor ¥ svpe8 Ig -—vzuniodssy ppp upudes [> oysrp wiqey out anb owstur of © & ‘ouepxa— jsorg ¥ sees -snq 8 sopepueur ofan] A sesion seun AnBasu0s © ua autepanb ap souejd sur azpeus m v rquiuoo 2f ‘see > spun su ap Pun ug ‘seIonow stu sopseiaua vied equypea -osde of ‘euedsy e eqeleis uain8je anb 22a epro— :olp su o8any A sopunfas soun aiueinp gf[e>_ iN ap osoyns0 wei Korsg! zousreDsnq UDA wsed ‘ofela OBte] a1S9 Ofos CUDaY se M1 A? —Olfp 4 souew se] anus wre ef OWO] our ‘seul ap soudyy sofo _, SO] YO A— gesur ePNoU euNZuru voIwIqKNas ON?— > se SONY zata aa NOGVISINONOD Ka YosNOTY “oulapuoosop opunjoud tun sofo sns uo s94 apnd 4 ‘oprpuaidios oss apy se ‘sour san v4 aovy edn) eMeO UN souNqhay 019s ‘a1ped— ‘o1ue) O19S9 3y SOT sseHRD stu opiqner uey oN? :—oyunBard aur ‘opt JO9 i BaP -01 ou oad ‘osuoTy ‘sonin{ sowarziss anb org ‘aiuaureaane sonn{ sopor seisa ered vse B JOAJOA sowFoged “—alue|oYUE alfp a-— Is— gaunressng yi— -oypnus eyenxa ot A eypousnoy, uo yise vg “eueosnq v OpmieA aH— dupiqures opmioa ey? ‘ospem m 4A anbe saoey gnb? ‘olfy— ‘sunoaz ¥SOf YRIVH / ZANYEI VNETVGOVN

También podría gustarte