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El estudio geoeléctrico del subsuelo permite establecer la configuración óptima del sistema de
toma de tierra a proyectar. La medida de resistividad del terreno posibilita determinar la
disposición, profundidad, número y tipo de elementos necesarios según los requerimientos de
seguridad y funcionales.
La resistividad del suelo es la propiedad que define la oposición de este al paso de la electricidad,
conocida también como resistencia específica del terreno. El subsuelo se encuentra habitualmente
estratificado en capas y resistividades desconocidas, y que condicionan el valor de la resistencia de
un sistema de puesta a tierra. El objetivo de los estudios geoeléctricos es la caracterización eléctrica
del subsuelo mediante la determinación del número de estratos, su espesor y la resistividad de cada
uno.
La medición de la resistividad permite estimar la resistencia de la puesta a tierra de una estructura o
un sistema y de los gradientes de potencial incluyendo voltajes de paso y de contacto. Por otra parte,
favorece el cálculo del acoplamiento inductivo entre circuitos de potencia y comunicación cercanos,
así como el diseño de sistemas de protección catódica.
La resistividad del terreno determina los parámetros del proyecto del sistema de puesta a tierra
como la profundidad óptima de enterramiento; los materiales adecuados según la velocidad de
corrosión en el terreno; el número, tipo y adecuada disposición de electrodos necesarios. Así, se
obtiene el valor deseado de resistencia y la mayor seguridad del sistema.
Con las características eléctricas del terreno se puede proyectar una toma de tierra más eficiente,
rápida de ejecutar, con menores costes de proyecto, tensiones de paso y contacto controladas en toda
la superficie, mayor seguridad para las personas en la instalación, y con una vida útil optimizada.
Algunos de estos aspectos dependen de cambios a largo plazo y pueden asumirse como constantes
en el proyecto de sistema de puesta a tierra (tipo de suelo, composición química, estratificación y
compactación del material). No obstante, otros (porcentaje de humedad, temperatura, concentración
y composición química de las sales disueltas) sí son variables.
En la medición de la resistividad se promedian los efectos de las diferentes capas del terreno para
obtener la llamada resistividad aparente. Existen diversos métodos de medida de la resistividad. A
continuación presentamos dos de los más usados: la configuración de Wenner y la de
Schlumberger¹.
Este método permite obtener la resistividad del suelo para capas profundas, sin necesidad de enterrar
los electrodos a esas profundidades. Además, los resultados no se ven afectados por la resistencia de
los electrodos auxiliares o los huecos creados para clavarlos en el suelo.
La interpretación de los valores de resistencia medidos en el terreno son más directos en términos de
resistividad aparente, por lo que posibilitan visualizar con facilidad la tendencia de este parámetro.
Por último, los instrumentos pueden ser menos sensibles que los que se requieren para la
configuración Schlumberger, ya que cuando se separan los electrodos de corriente también se
distancian los de potencial.
Método de Schlumberger
El método de Schlumberger se basa en el de Wenner, pero obtiene una sensibilidad superior en
pruebas con mayores distancias de medida. En esta configuración, el espaciamiento entre los
electrodos de potencial se mantiene fijo en el centro del sistema, mientras que se varía la distancia de
los electrodos de corriente. El espaciado entre los electrodos de potencial es pequeño comparado con
las otras picas y así se mantiene.
Esta configuración es menos sensible a las variaciones laterales del terreno puesto que los electrodos
de potencial permanecen inmóviles. Sin embargo, la medición es más sencilla precisamente porque
los electrodos centrales se mantienen fijos, por lo que requiere menos espacio total para la
realización de las mediciones.
Las puestas a tierra son sistemas críticos de cualquier instalación eléctrica o industrial, cuya
incorrecta ejecución tiene consecuencias en la seguridad de personas y bienes. Por otra parte, el
sistema de puesta a tierra queda enterrado, por lo que es muy compleja cualquier adecuación
posterior.