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Caso 1

Es importante tener en cuenta que los psicólogos están obligados a seguir un estricto código
de ética profesional en su práctica. Sin embargo, ocasionalmente, pueden surgir casos de mala
conducta ética. Aquí hay un ejemplo hipotético actualizado al 2023:

Imaginemos a un psicólogo clínico que trabaja en una clínica privada de renombre. Este
psicólogo ha estado tratando a un paciente durante varios meses por ansiedad y depresión.
Durante las sesiones de terapia, el psicólogo comienza a desarrollar sentimientos personales
hacia el paciente y, en lugar de mantener los límites terapéuticos apropiados, comienza a
coquetear sutilmente durante las sesiones.

A medida que avanza el tiempo, el psicólogo cruza claramente la línea ética al invitar al
paciente a salir fuera del contexto terapéutico. El paciente, sintiéndose vulnerable y
confundido, acepta la invitación, creyendo erróneamente que el psicólogo tiene sus mejores
intereses en mente.

Este comportamiento del psicólogo viola múltiples principios éticos, incluida la integridad, la
competencia y el respeto a los derechos y la dignidad del paciente. La relación terapéutica se
ve comprometida, y el paciente corre el riesgo de ser manipulado emocionalmente o
explotado por el psicólogo.

Además, si esta conducta llegara a conocerse, podría tener graves consecuencias legales y
profesionales para el psicólogo, incluida la pérdida de su licencia para practicar.

En conclusión, este caso ilustra cómo un psicólogo puede incurrir en una mala práctica ética al
cruzar los límites profesionales y comprometer la integridad de la relación terapéutica con un
paciente. Es esencial que los psicólogos se adhieran a los más altos estándares éticos en todo
momento para garantizar el bienestar y la seguridad de quienes buscan su ayuda.
Caso 2
Imagina a un psicólogo que trabaja en una clínica de terapia infantil. Ha estado tratando a un
niño de 8 años por problemas de conducta en la escuela y en casa. Durante las sesiones, el
psicólogo comienza a utilizar técnicas terapéuticas que implican la exposición del niño a
situaciones traumáticas pasadas sin el consentimiento informado de los padres ni del niño.
Aunque el niño muestra signos de malestar durante estas sesiones, el psicólogo ignora sus
señales y continúa con el tratamiento.

Además, el psicólogo comienza a compartir detalles confidenciales sobre el progreso del niño
con otros profesionales y colegas sin el consentimiento de los padres, violando así la privacidad
y confidencialidad del paciente y su familia.

Este comportamiento del psicólogo representa una clara violación de los principios éticos
fundamentales, incluido el respeto por la autonomía del paciente y la confidencialidad.
También puede causar un daño significativo al niño al exponerlo a situaciones traumáticas sin
un consentimiento informado adecuado y al compartir información confidencial sin
autorización.

Si este comportamiento llegara a ser descubierto, podría tener consecuencias graves para la
carrera del psicólogo, incluida la revocación de su licencia para practicar. Además, podría
causar un daño duradero a la confianza del niño y de su familia en el proceso terapéutico.

Este ejemplo ilustra cómo la mala práctica ética de un psicólogo puede tener consecuencias
devastadoras para los pacientes y sus familias, y resalta la importancia de seguir
rigurosamente los principios éticos en la práctica profesional de la psicología.

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