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Conflicto en mi Biblioteca

Lautaro, un chico de 18 años tiene en su casa una habitación, llamémosle biblioteca, llena de
libros. Entre estos, se encuentran grandes obras escritas por Aristófanes, Homero, Esquilo,
Eurípides, etc, etc, etc. Una noche comienza a escuchar mucho ruido proveniente de la
habitación mencionada. Lo que menos se imaginaba, estaba detrás de esa puerta.

PERSONAJES:

LAUTARO. Protagonista, 18 años.


AQUILES. Héroe de la guerra de Troya y uno de los principales protagonistas y más grandes
guerreros de la Ilíada de Homero.
AGAMENON. Es uno de los más distinguidos héroes de la mitología griega cuyas aventuras se
narran en la Ilíada de Homero. Hijo del rey Atreo de Micenas y de la reina Aérope, fue
hermano de Menelao.
MENELAO. Fue un legendario rey de la Esparta micénica, esposo de Helena, así como una
figura central en la guerra de Troya. Fue hermano de Agamenón, rey de Micenas y líder de las
tropas aqueas.
ULISES. Fue uno de los héroes legendarios de la mitología griega, que aparece como personaje
de la Ilíada, es el protagonista y da nombre a la Odisea.
PENELOPE. Es un personaje de la Odisea: la esposa del principal en la obra, el rey de Ítaca
Odiseo, al que espera durante veinte años tras la Guerra de Troya, por lo que se la considera
un símbolo de la fidelidad conyugal.
ESTREPSIADES. Es un feliz trabajador del campo, protagonista de Las Nubes, de Aristófanes.
FIDIPIDES. Hijo de Estrepsiades, fanático de los caballos, personaje de Las Nubes, de
Aristófanes.
LISISTRATA. Es una mujer ateniense que tiene un plan para obtener la paz de Grecia, pero para
llevarlo a cabo es necesario reunir a todas las mujeres que se encuentran alrededor del país. Es
la protagonista de la obra que lleva su nombre, escrita por Aristofanes.
LAUTARO. (desde su cama). ¿Y ese ruido? Lo que me faltaba el día de hoy, que los libros se
muevan solos (se levanta y se dirige a la habitación, comienza a escuchar más fuerte el
bullicio). (susurrando) La re pu, que miedo. Mira si abro la puerta y hay como 5 choros
tramando como cortarme en pedacitos para quedarse con mi humilde celular y mis 2 mil pesos
que cobre hoy. Sabes lo que mato por esos 2 mil pesitos, encima se viene el finde, deja. (se
acerca a la puerta y la abre rápido con intenciones de asustar a los que están en la biblioteca)
(queda petrificado). ¿Y ustedes quiénes son?

AQUILES. (enojado) ¿Cómo que quienes somos? Si nos conoces bastante bien a todos, de pies
a cabeza, hasta el último pelo, como si fuéramos la palma de…
AGAMENON. (lo interrumpe) ¡tu mano!
AQUILES. (a Agamenón) ¡No te basto con arrebatar a una de mis muchachas que hasta me
quieres arrebatar las palabras!
MENELAO. ¡Cuidado con lo que le dices a mi hermano Aquiles! Que tu ningún santo eres,
aunque, pensándolo bien, algo de parecido tenemos. A ambos nos quitaron a nuestras
mujeres. (gritando desesperado al cielo) ¡En donde estarás amada mía! ¡te extraño tanto mi
Helena! Voy por ese maldito de Paris, que te arrebato de mis manos, ¡lo he leído un par de
páginas atrás! Por los dioses, que has hecho Afrodita, o mejor que he hecho yo que se me
otorga este castigo. ¡Pobre de mí!
AGAMENON. No te preocupes mi querido Menelao, te la traeré sana y salva, y hasta daré lo
más preciado de mí, para que no sufras nunca más.
ULISES. ¡Callen por favor! Bastante tuve que combatir con los cantos de las sirenas para que
vengan ustedes a alardear con idioteces. Ay por los dioses, cuanto me faltara para llegar a mi
amada Ítaca.
LAUTARO. ¿No les parece que pueden ir volviendo a la guerra de Troya? Vos, Ulises, que estas
más avanzado y te crees tan inteligente después de hacer ese caballito de madera, luego de las
sirenas, ¡no sabes lo que te espera! Y ustedes, que se hacen los grosos si van a tardar como 10
años en combatir. Mejor no digo más nada, empecemos a solucionar. (Cierra el libro que
estaba en el suelo, era la Iliada. Va en busca de otro libro) Llego la hora de despedirnos Ulises…
(encuentra al libro de la Odisea en el suelo, con intenciones de cerrarlo, se tropieza y el libro
nuevamente se abre pero en otras páginas. Desaparece Ulises) ¡Y que hacen ustedes aca!
PENELOPE. ¿Has visto a mi marido? Lo estoy esperando hace años. Lo único que quiero es
volverlo a ver, para que se vayan todos estos barbaros que solo tratan de seducirme, pero
ninguno tiene el gran y hermoso corazón de mi querido Ulises ¡Oh mis queridos dioses!
¡Tráiganmelo a mis brazos!
LAUTARO. Uf, llego la más dramática de todas. No te puedo decir nada Penelope, porque si no
te spoileo, pero seguí esperándolo, yo sé que va a volver. (cierra el libro y lo coloca en una pila
de otros, pero esta se desmorona y se abre uno nuevo, Las Nubes, de Aristofanes). (Aparecen
dos nuevos personajes, Estrepsiades y Fidipides).
LAUTARO. Agarrate Catalina, a estos ni los conozco.

FIDIPIDES. Pero padre, hombre de dios, ¿qué te pasa? No estás en tus cabales, por Zeus
Olímpico.

ESTREPSIADES. Mira mira, «por Zeus Olímpico». ¡Qué estupidez, creer en Zeus a tu edad!

FIDIPIDES. ¿De qué te ríes verdaderamente?


ESTREPSIADES. De ver que eres un bebé chapado a la antigua. No obstante, acércate, que vas
a saber algo más. Te diré una cosa cuyo conocimiento hará de ti un hombre. Pero ojo con
decírselo a nadie.

FIDIPIDES. Aquí estoy. ¿De qué se trata?

ESTREPSIADES. Hace un momento juraste por Zeus.

FIDIPIDES. Lo hice.

ESTREPSIADES. ¿Ves qué cosa tan buena es aprender? No existe Zeus, Fidípides.

FIDIPIDES. ¿Quién, entonces?

ESTREPSIADES. Remolino reina después de haber destronado a Zeus.

FIDIPIDES. ¡Arrea, qué bobadas dices!

LAUTARO. Que embole, a este ni lo leo (cierra el libro y desaparecen los personajes). (atrás del
sillón aparece, saliendo tímido, Julio Cesar).

JULIO CESAR. ¿Ya se fueron todos?

LAUTARO. Bue, la que me faltaba, ¿Qué onda Julio? ¿Qué contas?

JULIO CESAR. Acá ando, por ir al Capitolio, mi esposa Calpurnia no quería que salga, pero Decio
me convenció, en fin, por resolver asuntos políticos, algo de todos los días.

LAUTARO. Ufa, no llegue ni a leer las primeras tres páginas de la obra todavía, así que no
puedo aconsejarte nada, espero que estés tomando una buena decisión.

JULIO CESAR. Si, aunque… pensándolo bien me gusta mucho este lugar, y con mi libro en
manos, voy a prenderlo fuego para no volver nunca a esta tapa dura y con estas hojas
horrendas, ya casi rotas de tan viejas.

LAUTARO. Pero Julio, tenes que seguir con tu destino, este no es tu plano.

JULIO CESAR. Nadie me dijo nunca que hacer, menos lo va a hacer un joven como tú. Me voy a
quien sabe dónde, pero seguro estoy que no vuelvo jamás a esa basura. (se acerca a la puerta,
pero Lautaro lo agarra del brazo y le impide irse).

LAUTARO. ¡De acá no te vas! Volve a ese libro nefasto ya mismo.

JULIO CESAR. ¡Ni en sueños! (comienzan a corretearse por toda la biblioteca)

LAUTARO. (agitado) como se nota que hace bastante no voy al gimnasio.

JULIO CESAR. ¡TORPE! Los jóvenes como tú no merecen más que miserias.

LAUTARO. ¿con todas las que tengo ya? Cállate ya y dame ese libro. (lo empuja y logra agarrar
la obra) Hasta la vista baby… (cierra el libro y va desapareciendo Julio).

JULIO CESAR. ¡Maldito insolenteee….! (desaparece por completo).

LAUTARO. Bueno, taza taza, están todos en sus correspondientes lugares. (mira el reloj) ¿Y ya
son las 8 de la mañana? Que desgracia. Lo bueno es que ya está abierta la ferretería, tengo que
comprar varios candados porque no pienso vivir este calvario otro día mas… O, pensándolo
bien, debería comprar un tanque de nafta y unos fósforos. Bueno bueno, tampoco tanta
maldad, con los candados estará bien, o no…. (cierra la biblioteca y aparece un último
personaje detrás de una de las estanterías)

LISISTRATA. Se olvidaron de la más poderosa de todas….

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