Utopía, escrita en 1516, dos años después de El Príncipe, de Niccolò Machiavelli,
o Maquiavelo, explica la organización política, social y religiosa de una isla situada en un lugar indefinido del Nuevo Mundo, Utopía. More habla por boca de Rafael, un supuesto acompañante de Amerigo Vespucci en sus viajes hacia el Nuevo Mundo. Rafael es presentado como un hombre viajado, culto, de refinados gustos y profundo conocimiento de las culturas clásicas, especialmente la griega. De familia rica, también conoce en profundidad el funcionamiento de las cortes europeas tradicionales, de forma que el aprendizaje realizado por su estancia en Utopía es visto por More como una posible fuente de mejora de éstas. Es un sitio en que la pena de muerte es residual, a diferencia de lo que se daba en la Europa del siglo XVI, aplicada sólo para los crímenes más atroces según los utopienses (la traición al país y el adulterio repetido, por ejemplo); la propiedad privada no existe y los bienes son comunales, repartidos según la necesidad de cada unidad familiar, núcleo de la comunidad; los oficios que no son productivos no son considerados y, por tanto, no se practican, de forma que no existen banqueros, abogados, corredores de seguros, pero tampoco orfebres, joyeros, ceramistas, porque se considera que el lujo es vano e innecesario; el oro y la plata no tienen valor de intercambio y se usan para la producción de orinales y para encadenar a los esclavos, que sí tienen; hay libertad de culto y de religión, siempre que se practique alguna y se considere la existencia de una vida posterior a la actual; se permite y hasta se promueve la eutanasia, pero se condena el suicidio, precisamente por cuestiones religiosas que proclaman que la vida no es tampoco de quien la vive; el príncipe no tiene más recursos propios que los suficientes para mantenerse a sí mismo y para poder evitar una revuelta de sus súbditos, que no deberían querer deponerlo, ya que ha sido elegido por una forma de sufragio indirecto. Hay atisbos de una forma de democracia, pero muy indirecta y basada en la agregación de hombres cabeza de familia, que eligen a un responsable de cada 30 familias y los 200 responsables eligen al príncipe; todo el mundo trabaja seis horas al día y se prevén ocho horas de descanso, quedando el resto de horas para el tiempo libre (siempre que se dedique al estudio o al trabajo comunitario, ¡claro!). En Utopía no existen las tabernas, ni los lupanares, ni se acepta el juego de azar ni los vicios de ningún tipo, y tampoco se permite el libre movimiento de la población, que debe pedir permiso para desplazarse a visitar a sus familiares o a para moverse de una ciudad a otra. La forma de organización social, política y religiosa que More expone en Utopía ha calado enormemente en la posterior creación ideológica de diferentes pensadores y partidos. Aunque en muchos casos ha sido desde la crítica y desde la denuncia del sistema que propone More, por ser un sistema basado en la contemplación y en el estudio más que en la producción, lo que le valió reproches por ser una vida mucho más monástica y puritana, mucho más naif, de lo que Marx y los marxistas consideraban necesario y como la lucha de clases y la revolución permanente defendían. Aun así, los investigadores consideran que hay un sustrato importante de comunismo en el libro de More. Pero lo que deberían decir, en realidad, es que hay mucho de More en el comunismo, porque es primero More que los comunistas