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JoAnn Ross
Uno
Sentía la boca como si una criatura del Lago Negro hubiera pasado .la
noche en ella. Dios, pensó Bram sombrío, el día que le esperaba ya iba a
ser bastante duro sin tener que tener una resaca infernal.
Se recordó a sí mismo que nunca había sido conocido por su control, vació
dos dedos más de whisky en el vaso y, después de pensado, añadió otro y
se agachó por el paquete de cigarril os que se le había caído la noche
anterior.
Cuando aspiró el humo, Bram pensó que una de las cosas que más le
gustaba de la voluptuosa actriz rubia, aparte de lo evidente, era que era una
de las pocas mujeres de Hollywood que no se quejaba de los hábitos
nocivos para la salud.
En las seis semanas que llevaban acostándose juntos, nunca, ni una sola
vez, le había sugerido que cambiara su preciado whisky por agua natural. y
nunca le había dado una charla acerca del humo. Por eso sólo ya merecía
la pena mantenerla a su lado.
Ella lo conocía demasiado bien. Bram dio la vuelta a su Rolex que estaba
posado al lado del vaso.
-Ha sido muy amable por tu parte, pero llevo varias horas levantado Bram
apenas podía resistir las ganas de toser.
-¡Oh! -ella sonó contrariada. Bram casi podía ver el pucherito que habría
hecho con aquel os labios rojos y jugosos-. Pensé que te habrías agarrado
alguna.
Cuando había surgido la noticia de que uno de los guionistas más famosos
de Hollywood había estado a punto de matarse con su hermano mientras
esquiaban en la Sierra de California, la tragedia de los Fortune se había
transformado en un circo. Y Bram creía que si aparecía en escena Eden, la
locura sería mayor.
-Te estaré esperando -prometió ella. Entonces, cuando él creyó que iba a
colgar, ella recordó algo-. ¡Ah, por cierto! Casi se me olvidaba. Llamó
Sydney esta mañana.
-De verdad, Bram, no deberías llamarle eso. La verdad es que Sydney está
bastante preocupado por ti.
Desde que el estudio había sido vendido a una multinacional japonesa, los
recortes de presupuesto habían sido peores que nunca. Más de una vez,
Bram se había encontrado deseando que las películas siguieran haciéndose
como en los viejos tiempos, cuando la gente que hacía cine lo amaba de
verdad y único que quería era contar una buena historia.
Era una mentirosa. Pero una mentirosa adorable. Y bajo sus miradas
cándidas, se escondía una ambición irrefrenable. Esa era otra de las Cosas
que a Bram le gustaba de Eden. Cuando llegaba la hora de trabajar, ella se
entregaba tan a fondo como él. y era igual de despiadada.
Bram se preguntó cuánto duraría aquella decisión. Los inversores del cine
podían ser una panda de histéricos, pero los ejecutivos de televisión que él
había conocido se llevaban la palma.
-Que es por lo que Sydney está preocupado por nuevos retrasos -añadió
Eden.
-No tienes por qué usar ese tono sarcástico conmigo, Bram -él se imaginó
las lágrimas asomando en aquellos redondos ojos azules de bebé.
De todas las actrices que había conocido, ninguna era más capaz de llorar
a la mínima indicación, que Eden-.
Bram se metió los dedos entre el pelo oscuro, pensó en tomarse otro trago
y decidió que sería mejor esperar.
-Mira, nena. Odio tener que cortar esto, pero tengo que arreglarme para la
iglesia.
-De acuerdo --ella parecía tan ansiosa como él por terminar aquel a
conversación poco satisfactoria-. Te veré pronto.
-No te preocupes.
-¿Estás seguro?
-Por completo -forzó una sonrisa que estaba muy lejos de sentir-. Te
quiero, nena.
-Yo también te quiero, Bram. Ella estaba haciendo sonidos de besos con
aquellos labios tan ridículamente sensuales cuando la colgó.
Bram se apoyó contra el respaldo del sofá, cerró los ojos y vio el parka de
color escarlata de Ryan desaparecer entre la nieve.
Hizo una mueca de desagrado ante el olor de sudor, licor y cigarrillos que
emanaba de su piel. Mientras caminaba de forma torpe hacia el baño en
busca de la bien merecida ducha, sintió una oleada de culpabilidad.
Apoyó la frente contra el cristal frío y cerró los ojos, pero no pudo olvidar
las escenas desgarradoras que llevaban varios días asaltándole la mente.
Ryan Fortune y ella habían sido amigos de toda la vida. La madre de Dani,
que se había divorciado de su marido escultor antes del nacimiento de ella,
había sido el ama de llaves de los Fortune desde entonces. Así que Dani y
Ryan habían crecido bajo el mismo techo, así como le hermano de Ryan,
Bramwell. Pero como Bram era seis años mayor, siempre había tenido su
propia vida y hecho sus propios amigos.
Lo que a Dani le había venido muy bien. Adoraba haber tenido a Ryan
todo para ella. Y para ser sincera, nunca le había importado mucho Bram.
Era demasiado orgul oso, irrespetuoso y rudo.
Los dos mejores amigos no podían ser más diferentes; ella, de espíritu más
aventurero, siempre animaba a Ryan a que desplegara sus alas mientras
que él, con diferentes grados de éxito, intentaba que Dani mantuviera los
pies en la tierra.
Una tarde de agosto muy pacífica, cuando ya tenían once años, ella se dio
cuenta de que había pasado ya una semana sin tener ninguna aventura. Era
evidente que había que hacer algo al respecto. Sin molestarse en decírselo
a sus padres, Dani y Ryan se fueron en bicicleta a seis kilómetros al norte
de Squaw Val ey, allí cogieron el teleférico hasta el restaurante de Chief
Granito, a más de dos mil quinientos metros de altura.
Después de volver a casa les pusieron un serio castigo de dos semanas sin
salir y Ryan, siempre un caballero, quiso cargar con toda la culpa. Pero
ella, a pesar de su naturaleza despreocupada, creía en aceptar la
responsabilidad de todas sus acciones y no se lo permitió.
Pero los dos estuvieron de acuerdo en que había merecido la pena, incluso
con el castigo.
Años después, Ryan confesaría que ella, vestida con un traje largo de
tafetán de color rosa intenso que se movía de forma seductora al caminar y
con su primer par de tacones y unos pendientes de perlas naturales, era la
imagen más bella que había visto en su vida.
Sin embargo, en aquella memorable velada, él se había visto sorprendido
por la comprensión de que su compañera de juegos de la infancia se había
convertido en una joven muy deseable.
Se besaron, y aunque no era el primer beso que se daban, los dos supieron
al instante que aquél era diferente. Que ellos eran diferentes.
y a medida que fue pasando la noche y los besos se hicieron más largos y
dulces, Dani Cantrell y Ryan Fortune también habían comprendido en
aquella atmósfera gloriosa y ardiente de puro despertar sexual, que estaban
destinados a pasar el resto de su vidas juntos.
Por desgracia, la vida intervino para separar a los jóvenes amantes. Tres
años después de aquel baile romántico, ella se trasladó a Oregón a estudiar
Arte en la universidad de Portland y Ryan permaneció en California para
seguir los pasos de su padre y preparar el ingreso en la Facultad de
Medicina de Berkeley.
-Por favor, Peter -había dicho con ansiedad después de que él hubiera
perdido veinte mil dólares en una sola mano-. Volvamos a nuestra
habitación.
-Ahora no.
Ella había contado las copas que había tomado Peter, que eran bastantes en
las cuatro horas anteriores, por lo que sospechaba que era la causa por la
que estaba pasándose de la raya.
-Pero Peter...
-No puedes comprender la etiqueta del juego, Dani. No puedo irme ahora
que estoy perdiendo.
Una pelirroja vestida con un traje tan ajustado que ella había pensado que
le resultaría imposible sentarse, le había sonreído y había dicho:
-Tu marido tiene razón. Es de mala educación irse cuando uno está
perdiendo.
Con aquella cortesía, Peter había vuelto su atención a las cartas, dejándola
avergonzada, humillada y abandonada.
Como el casino ya había perdido para ella todo el encanto, Dani había
recorrido el corto paseo que la separaba del hotel, y se había dado un baño
largo, caliente y calmante. Después, en un intento por ser optimista, se
había extendido loción por todo el cuerpo y polvo oloroso, se había puesto
el camisón de seda de color esmeralda que acababa d comprar esa misma
mañana en Palace Square y se había cepillado la melena ondulada y larga
hasta la cintura.
Iba a ser una larga espera. El sol era ya un globo amarillo y cegador
emergiendo de las aguas del Mediterráneo cuando por fin Peter volvió a la
habitación.
Estaba despeinado y con barba incipiente. Se había quitado la corbata y le
faltaban dos botones de la camisa.
-¡Ya
has
vuelto!
-¡Vaya observación más aguda! -había apoyado una mano contra el poste
de la cama. Su mirada era turbia
-¿De verdad?
-Por supuesto.
Peter se había inclinado hasta que su cara había estado a pocos centímetros
de la de ella. Dani había podido oler en su aliento el tabaco "y el coñac y
un aroma sofocante a gardenias que definitivamente no era el suyo.
-No quería...
-¡No discutas conmigo, maldita sea! -le había cortado la frase con una
bofetada en la boca con la palma abierta. Dani había inspirado con fuerza
ante el sabor salado de su propia sangre-. No se te ocurra nunca, nunca
discutir conmigo. Ni siquiera en privado -la había sujetado la barbilla con
los dedos para que no desviara su mirada-. Y menos aún en público.
La rabia y el orgullo se habían alzado para salvada por encima del miedo.
Se había soltado como había podido y se había acercado al teléfono.
-Si -vuelves a alzar un dedo contra mí, Peter Bannister -le había advertido
con voz baja y grave-, llamaré a seguridad.
-No lo harás.
-No me tientes.
Conmovida más por sus lágrimas que por las joyas, Dani había perdonado
a su nuevo marido.
Entonces se deslizó los dedos por la melena que le llegaba hasta los
hombros y suspiró.
Se segundo error y casi tan fatal como el primero había sido aguantar
aquel matrimonio durante más de cinco años de constantes abusos.
Había sido más fácil así. Y más seguro. Pudiera ser que ella nunca hubiera
vuelto a ver a Ryan en su vida si el destino no se hubiera cruzado. En la
noche que sería la última, en la lujosa mansión de Pacific Heights de
Peter, ella había recibido tantos golpes, que el ama de llaves había llamado
a la policía al encontrarla inconsciente.
-¿Y por qué no se fue? -había preguntado un joven oficial que ni siquiera
parecía tener edad para votar.
Con el apoya de Ryan, Dani había empezado a acudir a una terapia para
encontrar las soluciones a aquellas preguntas, No para la policía, sino para
sí misma. Y cuando la riqueza y la influencia de los todopoderosos
Bannister habían conseguido que Peter no acabara encarcelado, había sido
Ryan quien la había animado por su valor para haberlo llevado hasta el
final.
Aunque él había querido que se hubiera quedado en la casa barco con él,
ella se había buscado su propio apartamento, había seguido con su terapia,
había vuelto a pintar y había empezado a tener de nuevo control sobre su
vida.
Los premios que había ganado con sus obras habían superado incluso todas
las expectativas de Dani y en cuanto a su vida personal, mucho más
importante para e11a, estaba a punto de convertirse en la esposa de Ryan
Fortune. Dani no podía ser más feliz.
Cinco días antes de la boda, Bram, que era ahora un escritor, productor y
director reconocido intencionalmente, había llegado de Los Ángeles para
ser el padrino. Él había sido quien había propuesto que los dos hermanos
cruzaran, haciendo esquí de fondo, el valle de la Desolación, un área
glaciar al noroeste del Lago Tahoe.
-Será como en los viejos tiempos -le había prometido a su hermano menor.
-Tened cuidado con el hombre de las nieves les había advertido Dani, feliz.
Dani no tema forma de saber que aque11as serían las últimas palabras que
escucharía de él.
Dos
-La nieve era espesa, húmeda y pesada. Los esquíes se nos hundían cada
vez más. Yo iba a la cabeza y Ryan me seguía a unos cien metros. De
repente, oí un ruido como el de una rama al troncharse.
Perdido en su propia pesadilla, Bram cerró los ojos y apretó los dedos con
fuerza contra los párpados como si intentara bloquear las' dolorosas
imágenes.
-La nieve estaba como endiablada, se llevaba todo lo que tenía por delante,
peñas, árboles...
Apartó .las manos de los ojos y miró directamente a Dani. Sus ojos
oscuros eran los de un hombre que hubiera visitado _l infierno y hubiera
vivido para contado.
-Intenté alcanzado, pero sentí como si el suelo bajo mis pies se hubiera
vuelto loco y temblaba en oleadas como en un terremoto. De repente, Ryan
fue despedido de la avalancha y conseguí agarrarle por la muñeca. Fue
cuando me cayó una piedra en la cara que me debió aturdir lo suficiente
como para aflojar un poco. Lo siguiente que supe fue que Ryan era barrido
hacia abajo.
-Me arrastré hasta el último sitio donde había visto desaparecer a Ryan y
cavé y cavé, pero no pude encontrado -los hombros de Bram temblaron
como si estuviera sollozando, pero seguía con los ojos se cos y la mirada
desenfocada-.Creo que el resto ya lo sabéis.
Dani sabía que los elogios no eran muy corrientes en un funeral católico,
por lo que se sorprendió cuando el padre McLaughlin anunció que la
familia le había pedido a Bramwell Fortune que dijera unas palabras de su
hermano.
-No hace mucho tiempo -su profunda voz inundó la iglesia de altos techos-
-, Ryan vino a visitarme un fin de semana Los Ángeles. Por supuesto, se
quedó en mi casa y en su última noche en la ciudad estuvimos sentados en
mi porche. contemplando las aguas del Pacífico. Y como tan a menudo
pasa cuando la no che avanza y el whisky empieza a correr con libertad,
acabamos hablando de la vida. Y de la muerte.
»En la que no podía saber que sería nuestra última noche juntos, aprendí
más de mi hermano que en los veintinueve años de su existencia. Aprendí
cuáles eran sus esperanzas, sus sueños y sus disgustos. Y
sus amores; su amor por el país, por la Medicina y por supuesto, por su
familia. Y también su amor por una mujer que siempre había sido muy
especial para él.
Bram se detuvo. Tenías las manos a ambos lados de atril y los nudillos
blancos. Dani pensó que le gustaría poder vede los ojos.
.Él os aseguraría que siempre estará, por toda la eternidad, con vosotros.
Desde el día de sol más brillante hasta la noche más oscura; que cuando el
viento sople entre los árboles y os acaricie las mejillas, será su aliento,
susurrando vuestro nombre; que cuando la l uvia fresca del verano os
refresque las sienes, será su espíritu que pasa a vuestro lado.
Dani oyó quebrarse la profunda voz de Bram. Le vio luchar por recuperar
el control y conseguirlo.
-Mi hermano os diría que quiere que celebréis la vida. Porque, y yo sé que
lo creía hasta la última fibra de su ser, algún día nos encontraremos todos
de nuevo.
Bram tenía un aspecto, pensó Dani, casi tan malo a como se debía sentir.
Lo que quería decir que estaba absolutamente terrible. Su cara, que ella
siempre recordaba morena, hasta en pleno invierno, estaba cenicienta y,
alrededor de la boca, le surcaban las arrugas de un hombre mucho mayor
de sus treinta y cinco años.
-En caso de que no lo hayas notado, corazón dijo él, agitando la taza hacia
las ventanas--, está nevando -se le derramó un chorro de café sobre la
camisa blanca-. Maldita nieve.
Desde la otra habitación, Dani pudo oír los suaves sollozos de la madre de
Ryan y supo que no podía permitir que Bram todavía pusiera la situación
peor de lo que estaba.
-¿Tú y yo?
-¿Y qué hay de todos esos periodistas acampados a las faldas de la colina?
-Pues yo creo que es una idea estupenda. Además, ¿crees que alguien de
ahí dentro quiere hablar conmigo?
-Estás borracho.
-Todavía no -le corrigió él-, pero con un poco de suerte, lo estaré bien
pronto Bram abrió la puerta del Blazer de color rojo aparcado en el
camino.
Entonces cerró la puerta con más fuerza de la necesaria, cruzó por delante
y entró por la otra puerta.
-¿Dónde está la maldita llave? -murmuró mientras alzaba las caderas para
buscar con más profundidad en los bolsillos-. Aquí, aquí está.
El segundo intento tampoco tuvo éxito. Cuando iba a intentado por tercera
vez, Dani le quitó la llave de la mano.
-¡Y un cuerno!
Se estiró en busca de las llaves, pero ella continuó apartándolas. La
americana que le había puesto por los hombros se deslizó al suelo.
Mientras Bram la miraba con una furia masculina brillando en sus ojos
claros, Dani tuvo una idea muy clara de lo que sería bromear con un tigre
salvaje.
-Voy a pedírtelo una vez más -dijo con voz suave y traicionera-, y
entonces, si no me das esas llaves como una buena chica, no me haré
responsable de las consecuencias.
Bram se inclinó hacia ella con la mandíbula rígida y los ojos del color del
mar al anochecer.
-¿Sabes que ahora que lo mencionas, creo que has crecido algo? -deslizó la
mirada sobre ella con una lentitud agónica-. Supongo que eso es un cierto
consuelo. Saber que Ryan lo estaba haciendo de forma regular antes de
morirse.
Entonces deslizó los dedos muy despacio por su cara. Dani se apartó de un
respingo y se golpeó la cabeza contra el cristal de su ventanilla.
-Eres asqueroso.
De momento. Pero aquello no quería decir que tuviera que poner en riesgo
su propia vida.
-¡Maldita sea, Bram! ¿Por qué no dejas de ser tan difícil? Después de lo
que le ha pasado a Ryan, si tienes un accidente por conducir borracho
matarías a tu madre.
-Si me dejas conducir a mí, podrás beber todo lo que quieras -le animó
ella.
-Ryan siempre decía que tú eras mucho más inteligente de lo que parecías
--dijo por fin-. Supongo que tenía razón.
-¿Satisfecha?
-y yo también.
-Menos mal que no tenemos ninguna prisa, porque a este ritmo, te llevará
el resto de la tarde salir del camino.
Bram apuró la lata entera, la tiró a sus espaldas dentro del coche y abrió
otra.
-¿A tu cabaña?
-Yo nunca dije que la hubiera vendido -la voz profunda de Bram la
devolvió al presente-. Además, me gusta tener un sitio en el que
refugiarme de tiempo en tiempo. Y para tu conocimiento, lo que pueda
pasar en la cabaña, podría pasar igual aquí en la furgoneta.
-Me acuerdo de una vez en que vosotros dos estabais todavía en la escuela
secundaria y vi la furgoneta de Ryan aparcada en las marismas. Por la
forma en que estaban cerradas las ventanas, decidí que mi hermano ya
había crecido.
Tres
Dani le había dicho a su madre que pasarían toda la noche en una fiesta en
casa de una amiga y había pasado la bendita noche en brazos del único
hombre al que siempre había amado.
Otra lata vacía se unió al resto en el asiento de atrás. Entonces Bram salió
de la camioneta y avanzó entre la nieve, dejándola atrás.
Sus zapatos de ante negro no estaban hechos para andar por la nieve y el
hielo. En un intento por no mojarse demasiado los pies, Dani intentó
seguir las huellas de Bram.
Pero los pasos de Bram eran mucho más largos que los suyos y, cuando
estaba a punto de llegar a la puerta, uno de sus tacones resbaló en el hielo
y cayó, aterrizando con el trasero en un banco de nieve.
Sus labios de hielo se arquearon en una lenta sonrisa que la hizo enfurecer.
-¡Y yo que pensaba, que eras una de las pocas mujeres que no caerían
rendidas a mis pies!
Bram siguió allí de pie todo el tiempo, con la botella de whisky bajo el
brazo y con la expresión, por primera vez en varios días, de estar
divirtiéndose.
-Vaya lengua. ¿No te dijo tu madre que una dama bien educada no suelta
juramentos como un leñador?
-Lo que menos me interesa ahora mismo son los modales -gruñó.
Sus labios estaban cortados y eran ásperos y los largos dedos morenos
empezaron a quitarle las horquillas que le sujetaban el moño en la nuca;
una a una fueron cayendo a la nieve para quedar allí olvidadas.
Su cuerpo se apretó contra el de él; sus manos, apretadas como puños para
resistirse, se abrieron y sujetaron contra la camisa blanca manchada antes
de subir por sus hombros hasta su pelo.
Su dolor, que había reprimido durante varios días, fluyó de ella a él. La
rabia de Bram voló de él a ella.
,.En algún árbol cercano, un pájaro azul soltó un graznido furioso, pero
inmersa en aquellas sensaciones tumultuosas, Dani apenas lo oyó
-Ya somos dos. Porque, créeme, corazón, tú no eres mi tipo para nada.
más.
-Estupendo.
-Estás empapada hasta los huesos. Será mejor que entres y te sientes frente
al fuego antes de que pilles una neumonía.
-Yo nunca soy atento -se sacó la llave del bolsillo y la metió en la
cerradura-. Es sólo que no creo que pudiera soportar dos funerales en la
misma semana.
Entraron en la oscura cabaña, que parecía más fría que el exterior. Bram
apretó el interruptor al lado de la puerta y no se sorprendió cuando no
funcionó.
-Aquí la electricidad se va muy a menudo en invierno. La nieve tira a
veces el tendido.
Le estaban castañeteando los dientes y ahora que el ardor del beso se había
evaporado, el frío le llegaba hasta los huesos.
-Te ofrecería un baño caliente, pero el agua está fría probablemente debas
quitarte ese vestido mojado.
-¡Por Dios santo, Dani! --espetó Bram con tono de frustración-. Desde que
descubrí las diferencias entre chicos y chicas, nunca he tenido que forzar o
engañar a ninguna mujer para llevarla a la cama. Y si crees que iba a
empezar ahora con la prometida de mi hermano muerto, estás mucho más
loca de lo que siempre
había creído.
-¿Estás bien? -la llamó Bram con voz profunda. -Estoy bien.
-¿Necesitas ayuda?
-No, gracias.
--Como quieras. Pero si piensas estar ahí mucho más tiempo, dímelo
¿vale? Porque he bebido tanta cerveza que ya me está pidiendo que la
elimine.
-Pues vete fuera y pon tu firma en la nieve. Dani terminó de deslizarse las
medias a lo largo de las piernas y se las sacó. Su anillo de compromiso de
diamantes, se enganchó en el nylon y le hizo una Larga carrera en la pierna
izquierda. Entonces arrojó las medias arruinadas a la papelera y después,
resistiéndose a admitir órdenes, se quedó donde estaba y empezó a contar
hasta cien en inglés y después en francés.
Cuando por fin salió del cuarto de baño, se encontró la cabaña vacía.
Evidentemente, Bram había aceptado su sugerencia.
Dani extendió las manos, con las palmas abiertas hacia el fuego para
disfrutar del amable calor. Frente a la chimenea había extendida una
alfombra de piel; ella recordaba que en algún momento, durante la noche
que había pasado allí con Ryan, éste le había contado que era de un oso
que había matado su abuelo cuando había atacado a dos leñadores en un
remoto campamento.
Oyó que la puerta se abría tras ella, sintió una bocanada de aire helado y
comprendió que Bram estaba de vuelta. Sin ganas de que la descubriera en
aquel estado y todavía furiosa por la forma en que se había aprovechado de
su debilidad emocional, se frotó la cara y se negó a darse la vuelta.
-Esta tormenta está empeorando -le dijo--. He pensado que sería mejor
traer más leña, porque parece que nos tendremos que quedar a pasar aquí
la noche.
Dani se olvidó de su decisión de no prestarle atención y dirigió la mirada
hacia él. Durante el tiempo en que había estado en el cuarto de baño, Bram
se había puesto unos vaqueros desgastados y una camiseta larga de la
universidad. En vez de los zapatos, se había puesto unas botas de vaquero.
-De ninguna manera pienso pasar la noche contigo -insistió Dani con
ardor-. ¡Preferiría dormir con el hombre de las Nieves!
-¿Cómo?
-Podría, pero casi todo el mundo está agotado, tanto emocional como
físicamente por la muerte de Ryan Me he imaginado que en vez de
arrastrar a nadie a otra maldita tormenta de nieve, tú y yo podríamos
damos una tregua.
Dani odiaba tener que admitir que tenía razón. -No había creído que te
preocuparas por nadie, aparte de por ti mismo.
-Tengo mis momentos.
Dani observó cómo seguía apilando los leños y, casi contra su voluntad,
recordó lo que le habían hecho sentir aquel as fuertes manos morenas
contra sus caderas cuando la habían sujetado contra él provocando aquel
lento y agonizante ardor.
-Entonces, ¿por qué parece que te has puesto un perfilador rojo? Y tienes
la nariz como un perro.
-Ahora que esta pequeña tarea está terminada dijo, volviéndose hacia
Dani-, quizá pueda intentar decir alguna de esas bonitas frases que pareces
estar pidiendo.
-Yo no estoy esperando nada de ti –insistió ella-. Dime, ¿eres siempre tan
insufrible?
-Entonces, ¿por qué diablos hablas como si fueras una experta? -volvió a
dar otro trago y la miró con un brillo de desafío en los ojos-. Haré un trato
contigo.
-¿Cuál?
Cuando volvió a bajar la vista hacia ella, tenía los ojos empañados en
lágrimas. Lágrimas de risa o de pena, eso no lo podía saber ella. Bram
cogió el paquete de cigarrillos de la mesa y le ofreció. Cuando ella rehusó
con un vaivén de cabeza, él sacó uno y lo encendió.
-El otoño pasado -dijo Bram mientras cruzaba la habitación para sentarse
en el suelo a su lado--, después de que vuestro compromiso fuera oficial,
Ryan fue a verme a Los Ángeles para pedirme que fuera su
-Dijo que había más motivos de los que podía contar -Bram tenía la
mirada fija en las llamas-, pero que si le obligaran a dar uno por encima de
los demás, para haberse enamorado de ti, era porque le hacías reír.
-Me dijo que había algo maravilloso en reírse echados juntos en la cama
después de hacer el amor.
-¿Nunca te lo dijo?
-No -nerviosa por lo que debía haber sido un contacto nada amenazador,
Dani volvió la vista hacia las llamas-.
No lo hizo.
-¿Te contó alguna vez la primera vez que papá le dejó venir de caza con
nosotros? -preguntó Bram.
-No.
-Él tenía catorce años -siguió Bram-. Tenía pecas, un aparato dental y
remolinos en la frente. Se había pasado el verano disparando tanto que era
como si al cuerpo no le hubiera dado tiempo a crecer al mismo ritmo.
-Me acuerdo del aparato dental -dijo Dani muy despacio--. Yo también lo
llevaba. Un cuatro de julio en la playa Commons, nos estábamos besando
durante los fuegos artificiales y se nos quedaron trabados. Yo estaba
aterrorizada de que tuviéramos que llamar al departamento de bomberos
para que nos desengancharan.
-Lo siento.
-Sé lo que querías decir -Dani dobló las rodillas y se pasó los brazos
alrededor de ellas. Apoyó la mejilla en los brazos y lo miró-. Cuéntame lo
de la excursión de caza.
Cayó un tronco en el hogar con una nube de chispas. Bram se puso en pie y
lo colocó en su sitio con el atizador.
-Estaba llegando el final del día. Ryan, todavía tan excitado como un niño
en Navidad, iba delante de mí.
-Él siempre estaba intentando cumplir con tus expectativas -acordó ella en
voz muy baja.
-Eran sus malditas expectativas -le corrigió Bram-. No las mías. Diablos,
yo nunca quise que Ryan fuera como yo. De hecho, había veces en las que
a mí me habría gustado parecerme a él.
Aquella idea era tan sorprendente, que a Dani no se le ocurrió ninguna
respuesta adecuada.
-Nunca volví a cazar un ciervo desde entonces. Dani curvó los labios en
una sonrisa. La primera en varios días.
-Por supuesto que lo quería. ¡Diablos! ¿crees que yo no sabía que Ryan me
admiraba? Era consciente de que mi responsabilidad era no fallarle. Me
pasé años arreglando los ositos rotos de mi hermano pequeño,
desenredando sus carretes de pesca, todas esas cosas que hacen los
hermanos mayores y de las que se quejan tanto, pero en el fondo les
encanta hacer.
-Pero la única vez que necesitó mi ayuda de verdad, no pude hacer ni una
maldita cosa por ayudarle.
Se preguntó por qué Ryan nunca le habría contado lo del anillo. Quizá le
había hecho mucho daño su repentino matrimonio con otro hombre.
-¡Ah! -se sintió extrañamente aliviada. O sea que no fue una elección
personal por tu parte.
-Por supuesto que no. Era Ryan el que se suponía que iba a casarse, no yo
«Ryan».
Cuatro
A cada milímetro que avanzaba, Dani sabía que debería detenerle; sabía
que lo que estaban haciendo, no sólo estaba mal, sino que era infantil e
irrazonable, pero la necesidad de consuelo pudo con la razón, y la
tentación de explorar aquel a sensación increíble ganó a su sentido común.
Como si le hubiera leído la mente, Bram levantó la vista y clavó los ojos
en los de ella por un instante suspendido en el tiempo. La luz del fuego
iluminaba su cara, y dejaba sus mejillas en sombras. Sus ojos, tan
parecidos a los de su hermano, aunque más oscuros, brillaban como el
cobalto.
Ryan había insistido siempre en que Dani era la mujer más bella del
mundo. Viviendo en un mundo en que cada mujer de la calle parecía más
asombrosa que la anterior, Bram nunca había pensado demasiado en el
aspecto de Danielle Cantrell.
Pero ahora, al mirada, comprendió que Ryan había tenido razón. En aquel
momento, Dani era casi más bella de lo que un hombre pudiera soportar.
Su melena caía libre sobre sús hombros desnudos en un torrente de seda de
ébano. La luz del fuego bañaba aquel a piel de color alabastro.
.Bram sonrió y la besó de nuevo; esta vez con una caricia breve y
seductora que fue diferente a las otras que habían compartido.
Dani se puso rígida y le hubiera apartado de no ser porque sus manos, bajo
las caderas de ella, hundieron los dedos en los húmedos pliegues de ella
sujetándola y atrapándola. Su habilidosa y experimenta da lengua era
rápida y ansiosa y ella gimió sin cesar contra su boca, deseando y
pidiendo.
Dani se arriesgó a alzar la vista hacia Bram. Quiso pedirle que no la dejara
fuera; todavía no. Quiso pedirle un poco más de tiempo, un breve respiro,
antes de que el a se viera obligada a enfrentarse a todo lo que había
perdido en aquella montaña.
La maldición de Bram fue baja y punzante. Cerró los ojos durante un breve
momento penoso, se apartó de ella y empezó a recuperar sus ropas.
Bram se puso los vaqueros, se los abrochó y dejó el botan superior suelto.
-No me arrepiento.
-Es un poco tarde ahora como para empezar a levantar barreras, corazón.
Los cimientos están ya derrumbados.
-Aquí está -Bram lo recogió del sofá de cuero a varios metros y Dani se
preguntó cómo habría llegado hasta allí-. Te sientes culpable, ¿verdad?
-No -se metió las manos por las mangas sin importarle que estuviera del
revés y se ató el cinturón-. Quizá -su voz, casi un gemido, subió de tono y
le salió temblorosa-. ¡Maldita sea, por supuesto que me siento culpable!
Dani oyó el suspiro de Bram y sintió el contacto firme de sus manos sobre
sus hombros.
-¿Es que nunca te tomas nada en serio? –en antO soltó la acusación, Dani
deseó no haberlo hecho-. Perdona.
Bram la dio la vuelta en sus brazos y la miró con una expresión grave Y
burlona a la vez.
-¡pobre Dani! ¡Qué confusa y dolida estás! –su voz, baja y ronca, le
produjo algo cálido y maravilloso al pronunciar su nombre-. Hemos
complicado las cosas, ¿verdad?
Entonces se dio la vuelta, metió otro tronco al fuego y lo atizó hasta que
las llamas lo envolvieron. Dani tema la vista clavada en las piernas
musculosas bajo el suave vaquero y recordó, con demasiada claridad,
como las había sentido en tomo a ella.
-¿Qué?
Dani pensó que efectivamente debería haber hecho aquella pregunta antes.
-He hecho una simple pregunta, Dani ¿Crees que puedes darme una simple
respuesta?
-Deberías ser más inteligente y no creerte todo lo que lees en esa maldita
basura de revistas.
'
-No todos los matrimonios son tan felices como el de mis padres.
-¿Eso es todo?
Sus palabras era insultantes. Dani tuvo la fuerza de esbozar una sonrisa de
conciliación.
Creo que a los Cracker les gustan las cosas realistas -personalmente
consideraba aquella colorida escena como uno de sus mejores trabajos--.
De todas formas, Richard me estaba diciendo lo mucho que les gustaba.
-¡Claro!
-Es la verdad.
-¡No!
-¡No me mientas! -le apretó la barbilla con los dedos para que no apartara
la mirada cargada de miedo--.
Dani deslizó las manos sudorosas por el delantero del vestido de manga
larga, cuello alto y largo hasta el tobillo, tan diferente de los vestidos
alegres que ella usaba antes de casarse.
-¿Y por qué diablos debería creer a una maldita vagabunda como tú? -sus
dedos apretaron. Al día siguiente habría moretones. Siempre era así-. Tú
no eras virgen cuando te conocí.
Ella abrió la boca para protestar, pero vio la furia en los ojos de él y la
cerró al instante.
-¡Maldita sea, Dani! -le sujetó las dos manos con una de las suyas y con la
otra empezó a acariciarle el pelo de ébano--. Es sólo un sueño. Una
pesadilla.
Era como si estuviera luchando por su vida. Bram no tenía forma de saber
que lo que estaba pasando por la cabeza de Dani era precisamente eso.
-¡Maldita sea!
¿Mejor? .
-Creo que sí -apretó la palma de la mano contra la mejilla de él. Era como
papel de lija. Pareció empezar a volver a la realidad-. ¿Bram?
-Lo siento.
-No lo pienses más -se sentó con desgana Ya te he dicho que era un mal
sueño.
-Sí.
Cuando había escapado de Peter por primera vez, Dani había tenido aquel
as pesadillas todas las noches.
-No hay nada de que avergonzarse, Dani –ella no pronunció una sola
palabra de protesta cuando él se sentó al borde de la cama y le pasó el
brazo por los hombros rígidos-. Para ser sincero, yo llevo teniendo
pesadillas desde la avalancha.
-¿De verdad?
-De verdad.
-¿No te ha dicho nadie nunca que no tienes por qué ser una columna de
fortaleza?
Notó que ella se ponía rígida y comprendió que había dicho algo erróneo.
Ella estaba muy tensa. Demasiado. Mientras conducía por las familiares
carreteras, pensó en hacer algo, lo que fuera con tal de aliviar aquella
incomodidad de ella. Entonces comprendió que sus propios pensamientos
eran muy confusos.
El sol de la mañana brillaba con fuerza sobre los picos nevados y los hacía
brillar como si fueran diamantes. A pesar de que su hermano hubiera
muerto en aquellas montañas traicioneras y crueles, Bram siguió pensando
que era uno de los paisajes más espectaculares del mundo.
Cinco
La verdad era que estaba fuera desde las primeras neblinas matutinas y lo
había hecho así desde el funeral de Ryan para intentar sofocar a los
demonios que lo acosaban sin cesar. La muerte, el dolor, la culpabilidad y
la lujuria. Sus cuatro Jinetes particulares del Apocalipsis.
Todos los días lloraba la muerte de su hermano todas las noches revivía el
horror de verlo morir, la culpabilidad de no haber podido salvar a Ryan le
carcomía sin cesar. A Bram no le sorprendía demasiado estar tan
atormentado; suponía que era lo normal, el proceso de adormecer el dolor.
El hecho era que Eden Vail, no Dani, era la que despertaba a su lado por la
mañana dejándole completamente frustrado. La idea de estar teniendo
aquel os sueños lujuriosos con tal agudeza acerca de la única mujer a la
que había amado su hermano le llenaba de culpabilidad.
Era un día de abril típico de San Francisco. Frio y nublado. Pero mientras
conducía para su cita de esa tarde, Dani ni notó la l uvia que empañaba su
parabrisas.
Distraída como iba, no se enteró del hombre que la empezó a seguir hasta
que estuvo frente a la puerta.
-Hola, Dani.
-Me parece recordar que el ministro dijo algo como hasta que la muerte os
separe».
-Dani, Dani -se quejó Peter con una sonrisa amistosa-. Ya estás exagerando
de nuevo.
-Perdona.
-¿Es eso lo que crees que estoy haciendo? -Peter arqueó una ceja sobre la
montura de sus gafas de concha-.
¿Merodeando a tu alrededor?
La furia por ser despedido sin el menor disimulo le asomó a los ojos, pero
su sonrisa siguió siendo amistosa.
-Pensaré en ti.
Con aquella amenaza resonando en sus oídos, Dani cerró la puerta y echó
los tres cerrojos. Se acercó al sofá, se desplomó en los cojines de chinz,
enterró la cara entre las manos y empezó a temblar.
Había sido retenida por el guarda de los estudios, hasta que había llamado
por teléfono y Bram le había dado la orden mágica que abriera las puertas
de hierro a los visitantes.
Se lo había dicho a sí misma una y otra vez. Se había pasado las cuarenta y
ocho horas anteriores preparándose para aquel encuentro, pero ahora
comprendía, al mirado contra el marco de la puerta, que se había
equivocado en sus cálculos por completo. Sus oscuros ojos azules se entre
cerraron con la luz del sol; tenía una mano apoyada contra el quicio y la
otra bien hundida en el bolsillo de sus vaqueros negros. Dani no pudo
evitar mirar hacia abajo, donde los vaqueros ocultaban su sexo. El
recuerdo de haberlo sentido contra ella, dentro de ella, le provocó una
oleada de calor en el vientre.
Mientras salía del coche, Dani exhaló un lento suspiro. Sus nervios, que
estaban demasiado tensos como para ser fiables, se rebelaron. Aunque ella
nunca había creído en aquel fenómeno, sintió de repente las piernas
demasiado débiles como si estuvieran a punto de dejada caer al suelo.
-Hola, Bram dijo con tono dulce y vacilante. Era, pensó con rabia hacia sí
misma, la voz de una extraña.
Su voz era cálida y dulce, como el café con leche que tomaba en el barrio
francés. Era una voz lujuriosa y femenina que sugería noches vaporosas y
sábanas revueltas, pensó él.
y había una cosa. que Dani se había jurado que nunca, nunca volvería a
permitir. Y era que ningún hombre la asustaría de nuevo. Apretó los dedos
Contra la correa de su bolso.
Su corta falda blanca, mostraba una buena longitud de sus piernas. Bram
recordó exactamente cómo había sentido aquellas piernas enroscadas
contra sus caderas.
No has interrumpido nada que no pueda esperar –se hizo a un lado-. Pasa.
Dani no sabía qué esperar del interior de la oficina de Bram. Quizá ébano
fino y sofisticado, cristal y bronce. O algo de innata masculinidad: cuero
burdeos y paneles de madera oscuros, como los que se veían en los clubs
de fin de siglo.
.
Pero en vez de eso, era brillante, desenfadada e incitadora. Las paredes
blancas mostraban una nota ble colección de posters de películas antiguas.
Uno era de Clark Gable y Charles Laughton y otro, la imagen inolvidable
de Hita Hayworth en Sangre y Arena.
-Me he encontrado con algunos piquetes fuera de las puertas, -dijo ella por
romper el hielo. Me dio la impresión de que no están muy emocionados
con tu última película.
Bram frunció el ceño.-Llevan ahí desde que volví de Tahoe Cirro Lo que
los idiotas no comprenden es que están dando tal publicidad antes de
estrenarla, que subirá la recaudación en taquilla por las nubes.
Dani había leído un reportaje en una revista sugiriendo que debía hacerla.
-¿Y dejar que unos bocazas Con cabezas de chorlito dicten mi visión
creativa? De ninguna manera. Lo mismo que tú no dejarías que te dijeran
qué debes pintar.
-Buen punto -murmuró ella recordando como Peter había intentado dirigir
sus esfuerzos creativos.
Bram hizo un gesto hacia el sofá cubierto con una funda de un rojo cereza,
oro y verde que se parecía mucho a una manta navaja.
-Toma asiento. ¿Te apetece una copa? ¿O agua mineral? Preparo un batido
de chocolate bastante bueno
-No, gracias. .
Cuando ella se llevó con nerviosismo una mano al pelo, Bram notó, con.
su ojo entrenado de director que todavía llevaba su anillo de compromiso -
Es una larga historia.
-No vaya irme a ningún sitio --dijo entre una nube de humo azulado.
¿O suyo?
Cuando por fim ella salió del cuarto de baño, seguía muy pálida.
-No tienes por que avergonzarte delante de mí, Dani. Bram estaba
sorprendido de lo frágil que parecía.
-De eso es de lo que quiero hablar contigo -admitió Dani al aceptar la taza
de café.
-Eso pensaba.
Bram se apoyó en la mesa del escritorio y cruzó las piernas por los
tobillos. Buscando un poco más de tiempo, Dani volvió a coger la taza y
deslizó el dedo por el borde.
-De acuerdo -alzó la barbil a, clavó su mirada con fijeza en él y cruzó las
piernas con un crujido sensual de la seda de su falda-.
Estoy embarazada.
Una mentira hubiera sido lo más prudente y seguro, pero quizá fue la
aguda mirada azul de Bram, o quizá algo más lo que le hizo decir la
verdad.
-Puede que bebiera aquella noche, pero recuero do con seguridad que me
dijiste por la mañana que estabas tomando la píldora.
-y lo estaba.
La mirada inquisitiva de él era una de las razones por las que había tenido
miedo de contarle lo de su embarazo.
Decidió que la respuesta obvia era que Bram Fortune era uno de aquellos
Angeles de Piedra masculinos que sólo consideraban un embarazo como
un problema exclusivamente femenino.
Dani dio un sorbito de té. Estaba caliente y dulce y, junto con las pastas,
era lo que le pedía el estómago.
Bram asintió.
-Creo recordar una excursión juvenil a Squaw Valley, cuando Ryan intentó
que recayera en él toda la culpa Y
tú no aceptaste.
-No he venido aquí para hablar de Ryan.
-De acuerdo.
Sigue.
-No quiero enturbiar las aguas con los detalles técnicos de la medicina,
pero ya he escrito una historia de un triángulo amoroso de una mujer y dos
hombres -dijo Bram-.
-Te estoy diciendo que no hicimos el amor durante un mes antes de que él
muriera.
Para Dani era importante remarcar que lo que ella y Ryan había
compartido era un amor profundo y eterno.
Mientras que lo que había experimentado con su hermano sólo había sido
lujuria.
Ella había esperado tanto tiempo para ser la esposa de Ryan... Quería que
su noche de bodas fuera especial, memorable y romántica. Aunque ahora
pareciera tan infantil, ella había querido fingir que era la primera vez que
hacían el amor. Por eso la abstinencia durante un mes había parecido tener
bastante sentido
-Por supuesto.
Los dos sabían que Ryan nunca había podido negarle nada.
-Nuestro bebé -le corrigió Bram en voz muy baja. -No estoy pidiendo
manutención para mi hijo Dani estaba girando su anillo de compromiso
alrededor del dedo-. Después de todo, mi trabajo está empezando a
venderse bastante bien. Lo creas o no, parece que ya estoy empezando a
tener un público y."
que_¡Oh! -Dani inspiró con fuerza otra vez pero consiguió calmarse-.
Bueno. El caso es que quiero decir, nuestro bebé, Bram. Más de lo que
hubiera creído posible.
Sus ojos oscuros eran ansiosos y resueltos. Bram supo que no era una
decisión momentánea, sino que la había sopesado una Y otra vez. De lo
único de lo que se había olvidado era de sus sentimientos hacia el asunto.
-Ya veo.
Bram recordó, con penosa claridad, el día que estuvo sentado con Ryan en
el porche de esa misma casa, escuchando a su hermano la poética vida que
tenía planeada con Dani. Habría niños; tanto Dani como él deseaban una
familia numerosa.
Bram pensó en lo encantado que hubiera estado Ryan ante las noticias.
Pensó en cuando su hermano le había pedido no sólo que fuera el padrino
de su boda, sino de su primer hijo también. Entones Bram supo lo que
tenía que hacer.
-Bueno.
Dani exhaló un suspiro entrecortado. No había sido tan difícil contarle la
noticia a Bram como había temido.
-Gracias por ser tan comprensivo, Bram. Y hora que hemos tenido esta
pequeña conversación, te dejare volver a tu trabajo.
--Gracias --dijo con sequedad mientras pensaba en hacer mucho más que
ayudar.
-Todavía no he terminado.
-Perdona -se volvió a sentar y cruzó sus largas piernas para alzar la
barbilla con gesto desafiante-, Continúa.
Ladeó la cabeza con un gesto que hubiera hecho sentirse orgullosa a una
zarina rusa.
-Muy bien. Bette Davis haciendo de la reina Victoria. Con sólo una pizca
de Garbo para dar sensualidad. Si alguna vez quieres intentar actuar
házmelo saber. Arreglaré la prueba.
Bram se encogió de hombros aunque se juró llevar aquel a cara tan notable
a las pantallas. -Como te apetezca.
La estaba mirando con los ojos entrecerrado_, y una mirada sin pestañear
que le produjo la impresión de que la estaba observando a través de la
lente de la cámara Dani decidió que ya era el momento de una' retomar el
tema.
-Creo que temas algo más que decir, ¿No? Sobre mi embarazo.
-No quiero que nuestro hijo o hija crezca conociendo sólo a uno de sus
padres.
Dani pensó que había sopesado con cuidado todas sus posibilidades, pero
aquella opción no se la había planteado.
-¿Estás diciendo.. ?
-Quiero formar parte de la vida de nuestro hijo.
-¡Oh!
¿verdad?
-¿Enterarme de qué?
-No tengo intención de ser un padre cada dos sábados para pasar la tarde
en el zoo, Dani.
-Creo que deberías ser capaz de ver que sólo hay una forma lógica de
afrontar esto.
-¿Cuál es?
Seis
-¿¡Casamos!? ¿Tú y yo?
-¿Es que ves a alguien más en esta habitación? -Pero si ni siquiera nos
gustamos el uno al otro. -Conseguimos gustamos lo suficiente como para
enloquecer la noche de los funerales de mi hermano.
-Eso nunca debería haber sucedido. -Probablemente no, pero pasó. Ahora
tenemos que comportamos como adultos y enfrentamos a las
consecuencias.
-Pero...
-Esta debe de ser la propuesta menos romántica que haya recibido nunca
una mujer.
-Eso no hace falta. Tengo un recuerdo muy vívido cada mañana cuando me
pongo de rodillas frente al retrete.
Bram dejó escapar una maldición entre dientes. Entonces se sentó a su
lado y le tomó las manos entre las suyas. Las tenía frías como el hielo,
revelando que toda aquella seguridad que quería aparentar era sólo fingida.
-Eso es verdad, pero, ¿qué te hace pensar que permitiría que un hijo mío
lleve el estigma de la ilegalidad?
Bram le apretó más las manos sin querer soltarla todavía. Acostumbrado
ya a su impetuoso carácter, no pensaba dejarla marchar sin haber dejado
las cosas resueltas.
A su gusto, por supuesto. Bram Fortune nunca aceptaba las cosas de otra
manera.
Tendria que admitir que Bram tenía cierta razón. La idea de que gentes
desconocidas leyeran su vida privada, en el mejor de los casos con
exageraciones y en el peor con mentiras, era horrible.
Pero lo único que Dani sabía que no podría soportar era la idea de que
nadie tocara a su hijo.
-Esos no .son precisamente los recortes de prensa que una madre pegaría
en el álbum de su hijo murmuró.
-Sí.
-¿Y?
_por qué querrías casarte conmigo, sabiendo que amo a tu hermano? ¿Que
siempre lo amaré?
Que Ryan está muerto -le recordó sombrío Bram.
-Aun así.
Dani lo miró con extrañeza. Aquel hombre estaba cargado de sorpresas ese
día; ella no sabía con sinceridad cuántas más podría soportar.
¿Es que aquella mujer tenía que discutir hasta el comentario más nimio?
-Lo que Eden y yo compartimos no tiene nada que ver con nosotros.
Los rumores se habían acentuado desde que él había vuelto de Tahoe Cirro
Sólo la noche anterior, el a había cancelado una cena con él para leer un
guión para un productor de Columbia Pictures. Y esa misma mañana,
cuando había aparecido en el trabajo, la maquilladora se había quejado del
poco atractivo enrojecimiento causado por la barba.
Dani se preguntó qué tipo de hombre sería Bram para poder ser tan
caballeroso al terminar una relación. El tipo de hombre, se recordó a sí
misma, que le estaba proponiendo un matrimonio de apariencias.
-¿Dónde viviríamos? -preguntó.
que te preocupa es tener un lugar para pintar, hay mucho sitio en mi casa
de la playa para que tengas un estudio. Y la luz es magnífica.
Una vez más, Dani tuvo que reconocer con desgana lo rápidamente que
estaba solucionando todos los aspectos del matrimonio propuesto por él.
Aun así...
Casi tanto como entrar en un matrimonio que era una farsa, Dani odiaba la
idea de abandonar la ciudad que había llegado a' amar.
Supongo que tienes razón -sonó menos que entusiasta. A Bram no le gustó
su siguiente pregunta, pero tampoco le sorprendió-. ¿Y qué hay del sexo?
-¿Qué pasa con eso?
-No vaya mentir y decirte que no te desearé Dani -dijo por fin-. Pero te
daré mi palabra de que no haré nada que no quieras que haga.
Sin hacer caso de la pequeña voz de precaución que intentaba hacerse oír
desde lo más enterrado de su conciencia, Dani tomó la decisión.
-Gracias -se levantó después de esbozar una mueca que apenas podía
llamarse sonrisa-. Bueno, ¿dónde está tu equipaje?
-¿Las Vegas?
Él entrecerró los ojos y ella volvió a recordar que Bram no era un hombre
al que se debiera molestar, -
-Sí, pero...
-No estarás planeando otra gran ceremonia con campanas, damas y toda la
parafernalia, ¿verdad? .
-Pues no lo hagas -Dani ladeó la cabeza con aquel gesto de desafío que él
estaba empezando a odiar-, Yo tengo una exposición aquí dentro de tres
semanas.
-No lo sabía.
Un poco.
Había días en los que luchaba con desesperación por completarlo para la
fecha fijada y las horas se pasaban al menos sin acordarse de Ryan. Y en lo
que podía haber sido.
-Así que lo que está claro es que tú tienes que cumplir con tus fechas y yo
con las mías. Cuando los dos hayamos cumplido .con nuestras
obligaciones, podremos acordar la fecha.
-¿Te das cuenta de que cuanto más esperemos, más avanzado será tu
estado de gestación?
por el brillo de sus ojos, Dani creyó que Bram Fortune estaba
experimentando cierto orgul o masculino _-Hombres. -murmuro.
Pero su tono no tenía el tono de 'crítica anterior y su mirada era más suave.
de sus labios la estaba haciendo estremecerse-. Deja que te haga una mujer
honesta.
Una vez más, sus palabras arrogantes casi hicieron que se pusiera furiosa.
Una vez más, justo a tiempo, se dio cuenta de que estaba bromeando.
-Necesito pensar.
Encontraba irónico que menos de dos meses atrás, ella hubiera sido la
impulsiva, y hubiera estado a punto de casarse con un hombre que había
planeado con cuidado cada aspecto de su vida.
Durante el breve tiempo que habían estado juntos, habían compartido algo
más que pasión. Junto con el dolor, habían compartido una parte de sí
mismos que no mucha gente había contemplado. y aunque odiara tener que
admitirlo, Bram estaba demostrando ser un hombre de honor.
Siete
Si te sientes bien, será mejor que volvamos a Los Angeles -propuso Bram
después de salir de la capil a iluminada con brillante neón.
Bram había mantenido el jeet alquilado esperando en la terminal. Su
expresión no era la de un hombre que acabara de jurar amor eterno. Lo que
Dani no tenía forma de saber era que el enfado de Bram lo reflejaba hacia
-Bien.
-¿Y tú? ¿No tienes que salir para Tailandia dentro de unas horas?
-No pienso dejar que vayas apretada en uno de esos vuelos para ganado.
Dani, estás embarazada.
Una parte de ella quería oponerse a que dirigiera todo. La otra, más fuerte,
decidió que no ,estaba como para discutir en lo que, sospechaba, sena una
causa perdida. Además, siempre había odiado embalar. Se ría muy
agradable por una vez sentarse y ver cómo otros hacían el trabajo.
Pensó en cómo sería trasladarse a una ciudad y vivir con un marido al que
apenas conocía en una casa que nunca había visto. Cómo sería alumbrar un
niño que no había planeado.
Habían llamado a los padres de Bram desde el avión hacia Las Vegas y
aunque los Fortune habían expresado alegría por que Dani estuviera
embarazada d_ su primer nieto, su sorpresa y confusión de que su hijo
mayor fuera el padre fue más que aparente. Emocionalmente agotada,
Dani agradeció que sus suegros no pidieran más detalles
-y no quería.
Dani esperaba que del cielo estrellado surgiera el relámpago que la dejara
allí clavada por decir tal mentira.
Dani dejó escapar un gemido gutural mientras respondía con igual fervor.
Enredó la lengua entre la de él de forma sinuosa y apretó sus delicadas
manos Sobre la pechera de su camisa. En su mano izquierda la alianza que
había sustituido al solitario brillaba la luz de la luna.
La necesidad les envolvió como un tórrido siroco del desierto. Que Dios
les ayudara: estaba sucediendo de nuevo. Bram sabía que era una locura
desear a una mujer de la forma en que deseaba a Dani. Que era insano.
La besó una Y otra vez llenando su boca de su dulce sabor. Sus suspiros
entrecortados le aceleraban el pulso; sus desesperados gemidos le hacían
arder la sangre. y cuando oyó pronunciar su nombre por sus labios
entreabiertos, le sonó como una música dulce a los oídos.
Porque nunca hubiera querido dejada partir; por que en un segundo más
estaría deseando tirarlo todo por la borda: las localizaciones, su película,
su carrera entera por aquella mujer, Bram retrocedió. Muy lentamente.
Dani mantuvo apretados los dedos con fuerza alrededor de sus hombros
porque no estaba segura de que las piernas la sostuvieran.
-¿Sabes que siempre creí que se trataba de un mito? Pero es verdad lo que
dicen -dijo por fin Bram.
-¿Qué es verdad?
Dani tenía la boca tan seca como la arena del desierto. Sólo consiguió
susurrar. Él deslizó los nudillos por su mejilla en un roce suave y tierno.
-Que las novias están más guapas el día de su boda -la volvió a besar-,
pero tú, Dani Cantrell Fortune -la estaba besando despacio de una
comisura de la boca a otra- eres la más bella de todas.
-No deberías hab1anne de esa manera -murmuró ella aunque se giró para
volver a capturar sus labios. .
-Sí.
Dani tragó saliva y pestañeó con fuerza para contener las lágrimas que le
estaban quemando los párpados, No podía llorar en ese momento, porque
si lo hacía, tenía miedo de no ser capaz de parar nunca, luchando contra
unas punzadas que se parecían terriblemente a la desesperación, Dani
decidió que las hormonas debían ser las responsables de que se sintiera tan
triste por volver sola a San Francisco. Eso era todo, se aseguró a sí misma.
Era todo lo que podía permitirse que fuera, al menos.
Se inclinó y la besó.
Aunque le costó toda la fuerza de voluntad que poseía, Dani no miró hacia
atrás mientras subía las escalerillas del jet privado.
Cuando intentó llamar al hotel donde se alojaban, sólo para conseguir que
la operadora le dijera que las líneas estaban saturadas, se puso
completamente frenética.
Dani estaba todavía furiosa cuando llegó la esperada llamada; furiosa con
Bram por haberle mentido en lo de que su relación con Eden Vail ya se
había acabado y furiosa consigo misma por importarle que no lo hubiera
cumplido.
-¿Dani? -su voz familiar apenas se oía entre las interferencias-. ¿Puedes
oírme?
Por orgullo y por lo que con desgana atribuía a los celos, se negó a alzar la
voz.
Ella no respondió.
-Ha estado lloviendo a cántaros, por eso están peor que nunca las líneas de
teléfono. Pero te prometo que seguiré intentándolo hasta que lo consiga.
Aunque Dani siguió charlando alegre y riendo una broma sobre Picasso,
era muy consciente de q de Bram avanzaba hacia ella. Que La pequeña
galería de Hollywood estaba llena de gente, sin embargo él avanzó con
largas y seguras zancadas mientras la gente se apartaba obediente as su
paso. Parecía Moisés apartando las aguas, pensó ella con irritación.
Dani observó cómo una actriz, conocida por sus Series de películas de baja
calidad y su costumbre de casarse con los coprotagonistas durante la
producción y divorciarse en cuanto terminaba, se acercó a Bram.
Bram parecía más alto incluso de lo que recordaba, casi imponente entre la
multitud de la galería. llevaba los mismos vaqueros negros del día que lo
había visitado en el estudio, el día de su matrimonio, una camiseta y una
cazadora negra de cuero desgastada.
-Gracias.
afectado, vio que su expresión era impenetrable. Dio un sorbo del agua
mineral y deseó que su mente y su cuerpo se calmaran.
-Bienvenido.
-La verdad es que le dije que revisara la línea y me sugirió que podría
haber sido descolgado no apartó la mirada de ella-, pero tú tuviste que oír
la señal.
Se hizo otro denso silencio entre ellos. -Bastante éxito -repitió Bram.
Giró sobre sus talones y echó un vistazo a su alrededor para contemplar las
paredes blancas cubiertas por vívidos paisajes vibrantes de sol y retratos
cargados de movimiento.
A primera vista, las pinturas parecían una afirmación enérgica del estilo
desenfadado de vida californiana, pero una segunda mirada revelaba un
lado mas oscuro e inquietante del artista encubierto por el sol brillante.
Otro de los óleos retrataba a una pareja haciendo el amor con pasión al
borde de un acantilado. Mientras que sus expresiones tortuosas delataban
que estaban a punto del orgasmo, de una única nube algodonosa emergía
un rayo sobre ellos.
Sus ojos sensuales se deslizaron por su cara con el impacto de una caricia.
.
-Había oído que tenías talento -sus ojos se posaron en sus labios,
robándole el aliento-. Aun así, tengo que admitir que estoy impresionado.
Era una caricia casual, sin planear, más por placer propio, pero mientras la
contemplaba, observó que se le iba el color de la cara.
Esa por supuesto, era imposible. Pero había sucedido algo, algo que Bram
pretendía averiguar hasta el fondo.
El compañero del hombre, vestido con una camisa blanca y una bufanda de
seda anudada al estilo de los aviadores, asintió al instante. Llevaba el pelo
negro en guedejas al estilo rastafari.
-A mí me pasa lo mismo.
Dirigió una mirada seductora a Dani que sugería exactamente qué «cosa
bonita» quería que le rodeara en
Las miradas de interés de los dos hombres pasaran de Bram a Dani, que se
había recobrado lo suficiente como para lanzar puñales con la mirada a su
nuevo esposo.
-Bram Fortune.
Además, incluso aunque no estuviera liado con Eden Vail, la forma en que
la había llevado a Las Vegas, sin darle tiempo ni a pensar, era prueba de
que Bram Fortune era tan dominante como Peter Bannister. Si era así,
todas sus felicitaciones por haber dejado e! pasado a sus espaldas y haber
empezado una nueva vida dejaban de tener sentido.
Vivir bajo e! mismo techo con aquel hombre, aunque solo fuera durante su
embarazo, seria como jugar con fuego. No era sólo que tuviera la
sensación de que Bram complicaría las cosas; era que sabía que, SI no se
retiraba ahora mismo, podría salir seriamente dolida.
Que era por lo que había tomado la decisión de cortar sus lazos e irse antes
de que naciera el niño.
Ahora, a punto de ser pillada en una mentira por omisión, Dani esperó con
fatalismo a que él contara la verdad.
-Gracias.
-¿Marido?
Podrían haber sido las dos únicas personas de la sala; el murmullo de las
conversaciones pareció desvanecerse en la distancia hasta que sólo quedó
e! ruido de las aspas de! ventilador que mezclaba los perfumes de forma
sofocante.
-Dani te contará todos los detalles en otro momento -dijo Bram con los
ojos clavados en ella-.
Su tono fue helado y sus ojos una intrigante Combinación de fuego y hielo
que Bram nunca había visto antes en una mujer.
Sin aparentar turbación por el enfado de Dani deslizó una mano sobre su
cabello con un gesto marital y la otra sobre la cadera.
-Creo que debería quedarme -insistió muy rígida-, por si acaso algún
posible comprador quiere hacer algunas preguntas.
-Oh, creo que ya has trabajado bastante por hoy, Dani -interrumpió Arturo
con rapidez sin hacer caso del fruncimiento de ceño de ella-. Mientras
dure la comida y la bebida, no creo que nadie te eche de menos.
En vez de parecer enfadado por su rechazo, Bram permaneció allí con una
irritante paciencia. Dani tuvo la incómoda sensación de que se quedaría al
í toda la noche si hacía falta.
Le pasó por la mente que a pesar del mundo sofisticado en que se movía
Bram Fortune, era en definitiva un depredador Y decidió que, si alguna
vez le pinaba le vestiría de pirata. o de algún guerrero antiguo: con
armadura, una espada y armado de aquella peligrosa paciencia.
-No me digas que te da miedo estar a solas con tu marido --dijo por fin.
-¿Miedo? ¿De ti? -alzó la barbilla y se odió por encontrar aquella profunda
mirada tan hipnótica-. No seas ridículo.
Era el primer cuadro que había pintado después de los maltratos. Era
autobiográfico de una forma tan penosa, que ella no había querido
enseñárselo a nadie.
-¿Y por qué puedes querer ese? -preguntó con la misma debilidad que
cuando se había enterado de la muerte de Ryan.
-He pensado que será una buena inversión –dijo Bram con diplomacia.
Ella parecía tan frágil, que pensó que se desplomaría en cualquier instante.
Más secretos. ¿Por qué la habría considerado alguna vez como una mujer
sencilla? Bram le pasó a Arturo una tarjeta de visita de color gris.
Iba a necesitar mucho más que suerte para sobrevivir a aquella noche,
pensó Dani. Si aquel comportamiento posesivo de él era alguna indicación,
no iba a ceder a la primera cuando ella le pidiera la nulidad.
Nueve
-Hola, Dani.
Dani se encogió de hombros con una indiferencia que estaba muy lejos de
sentir. Ya había sido suficiente haberlo encontrado en San Francisco.
Pensar que ahora la había seguido hasta Los Ángeles la aterrorizaba.
Sus pálidos ojos azules, velados siempre por sus gafas oscuras, se
entrecerraron.
Ya había permitido que uno de los hermanos Fortune entablara las batallas
con aquel hombre por ella.
-Gracias.
-¿No vas a presentarme a tu amigo? –preguntó al mirar a Bram por
primera vez.
Lo dijo sin ninguna entonación, pero decidió que era un buen progreso
poder pronunciar su nombre Sin un escalofrío.
Así que aquel tipo en esmoquin hecho a la media era el que había robado
Dani a Ryan unos años atrás .
Gracias.
Esperaba que pudieras cenar conmigo más tarde, Dani -sugirió Peter con
una sonrisa triunfal mientras bajaba su mano. Sólo alguien que como
Bram lo mirara con cuidado a los ojos, podría detectar la furia que
destilaba.
-Se supone que es una fiesta, Peter, no un velatorio -dijo Dani, dedicándole
su sonrisa más dulce y falsa-.
Se agarró del brazo dé Bram y se dio la vuelta para irse. Aunque mantenía
una calma aparente, le estaban temblando las rodillas.
Entonces hubo un repentino crujido, como el disparo de una pistola de
pequeño calibre y la copa de champán en la mano de Bannister estalló.
Rabioso por haber sido rechazado de forma tan clara, estiró el brazo y
agarró a Dani del suyo desnudo para darle la vuelta.
-Si quieres seguir con vida -le dijo con una voz muy suave-, te sugiero que
le quites la mano de encima a mi esposa.
? esta ramera.
-Por favor, Bram! -aunque Dani no podía negar que había disfrutado de ver
a su antiguo marido recibir un poco de su propia medicina, estaba
aterrorizada de que Bram se ensañara a muere con él, por la forma en que
le bril aban los ojos El no merece la pena ni para esto.
En vez de eso, Peter quedó en el suelo, buscando sus gafas, que habían
aterrizado entre unos canapés.
-¡Me has roto la nariz, maldita sea!
-Considera que has tenido suerte esta vez -dijo Bram con un brillo furioso
en los ojos--. Hay aproxi-madamente doscientos seis huesos en el cuerpo
humano, Bannister. Pon una mano encima e esta mujer otra vez y te
prometo que te los romperé todos. Muy despacio, de uno en uno.
Peter Bannister podía estar por el suelo, pero todavía había que contar con
él. Por fin localizó sus gafas y se las volvió a poner. Uno de los cristales se
había roto.
-Adelante,
inténtalo.
Bram se inclinó y le levantó del suelo. Por el rabillo del ojo, Bram vio a un
par de individuos con caras sombrías, obviamente agentes de seguridad,
haciéndose paso entre la multitud El murmullo de las conversaciones
excitadas inundaba el ambiente como el zumbido de Un enjambre.
A pesar del disgusto por lo que acababa de ocurrir, Dani se dio cuenta de
que los dos hombres habían aceptado sin dudar a Bram como el que estaba
a cargo de la situación.
Dani.
mano, Dani pudo ver una rabia helada todavía en sus ojos.
Los dos sabemos la causa por la que me casé contigo -le recordó-, y no era
para contratar a un protector.
El sacudió la cabeza.
No había tomado parte en una pelea desde que era colegial en Tahoe City.
Pero lo cierto era, consideró Bram, que tampoco había encontrado algo o
alguien por lo que mereciera la pena luchar. Hasta Dani.
Fuera lo que fuera lo que hubiera pasado entre la pareja, Bram sospechaba
que era una prueba de a fuerza interior de Dani el haber sobrevivido a lo
que estaba empezando a sospechar que había sido un matrimonio brutal.
de anchoas.
Aunque él tenía en mente algo francés bajo unas luces íntimas, decidió que
después de tres semanas de comer Dios sabía que comida misteriosa en la
jungla, una pizza y una cerveza fría le sonaba como el nirvana. ¿Pero con
anchoas? .
-¿Es eso uno de esos antojos que les asaltan a las embarazadas? -preguntó
mientras la l evaba hasta un Jaguar inglés rojo aparcado en la acera. .
-De acuerdo.
-Esta es tu casa ahora, Dani -la recordó-. Eres libre de hacer lo que te
apetezca, incluyendo cambiar toda la decoración de arriba abajo.
Aunque le hubiera gustado hacer algunos cambios si fuera a vivir allí para
siempre. Lo que, se recordó con firmeza, no iba a hacer.
-La única razón por la que te comenté lo de los muebles fue porque me
preocupa que cargaras peso en tu estado.
Al haberse casado con Bram con tal rapidez, se había metido en aguas
profundas y peligrosas. La única actuación inteligente, se recordó a sí
misma, era acabar con aquel vergonzoso matrimonio.
Deslizó un dedo sobre sus hombros desnudos con Un gesto de posesión tan
desenfadado que le produjo deseo. Después jugueteó con la cadena de oro
de su cuello.
Dama o el tigre, pensó Bram. Tres meses atrás, haba abierto la puerta de
su cabaña y había encontrado las dos cosas esperándole.
Había, esperado olvidar a Dani en cuanto regresara a Los Angeles.
Después del funeral de Ryan, Cuando ella había permanecido en su mente
sin remedio atormentado por los recuerdos eróticos, Bram había
Pero desde entonces, sobre todo cuando la había echado de menos sin
cesar en Tailandia, había llega do a comprender que había pasado algo en
aquella noche robada en la cabaña.
¡Ese era precisamente el problema! Que lo que Dani quería que hiciera y
lo que le decía la razón que hiciera eran dos cosas totalmente diferentes.
Pensó en decide a Dani que la pizza podría esperar hasta que satisficieran
el otro hambre más elemental que llevaba semanas creciendo. Entonces, el
estómago le rugió, y le recordó con claridad que no se podía vivir sólo del
amor.
Pero era evidente que era algo más que el deseo lo que le había hecho
permanecer célibe aquellas semanas en Tailandia. Era más que una mera
atracción sexual que le había hecho echada de menos con locura.
nariz, se peinó la espesa mata de pelo negro hacía atrás y bajó a reunirse
con su mujer.
Diez
Estaban sentados a la mesa que ella había trasladado del comedor formal y
que apenas se usaba.
Dani le explicó de nuevo, que lo había hecho por las vistas al océano.
-¡Ah sí! --el recuerdo parecía poder velar la reunión que Bram llevaba
semanas planeando-. Sólo porque a veces coma en lo que el resto del
mundo considera los locales más elegantes de Hollywood, no quiere decir
que no sepa disfrutar de lo básico de la vida. Como las palomitas en el
cine, perritos calientes llenos de mostaza en el parque...
-Ha sido muy agradable - acordó ella-. Normalmente, cuando expongo con
otros artistas, tengo que ceñirme a un tema --esbozó una sonrisa
auténtica-. Ha sido maravilloso tener la oportunidad.
-Es siempre muy satisfactorio ser capaz de expresarse con libertad --dijo
Bram.
De acuerdo, no era verdad del todo. Peter había alterado su impresión del
mundo. Ella no era ni tan ingenua ni tan confiada como había sido antes de
casarse.
Dani ya había llegado a creer que Bram no era un hombre que aceptara las
cosas o a las personas al primer vistazo. Esa idea le condujo a que su
habilidad para leer sus pensamientos más íntimos le hacía aún más
peligroso.
..
-Mi arte es muy personal --concedió ella y bajo la cabeza para esconder
sus pensamientos.
¿Cómo fueron los últimos días de rodaje?-A pesar de que los monzones
nos obligaban detener e! rodaje al menos una vez cada día, h_1!l_;
conseguido buenas tomas. Llevará bastante trabajo montaje, pero saldrá
bien.
Se hizo un corto silencio entre ellos. Cuando él estiró sus largas piernas
bajo la mesa y rozó las de ella, Dani sintió una oleada de algo extraño
recorrerle las venas. ¿Placer? ¿Deseo? ¿Miedo? ¿Quizá un poco de las tres
cosas?
-¿Por qué no nos sentamos en e! sofá para seguir hablando? -sugirió Bram.
_Lo que Dani temía era que Bram Pudiera llegar a Significar algo
importante para ella.
-Yo lo haré más tarde -le sonrió a través de la esa-. ¿No es tarea de los
maridos sacar la basura?
-No lo sé.
-Por favor, ven a sentarte conmigo, Dani -era lo más cercano a un ruego
que había hecho en su vida-. Te he echado de menos.
-Yo
también
-Susurró.
-Dani...
-Eres mi esposa -le tomó de las dos manos y la puso en pie-. Y yo soy tu
marido.
-Sólo
de
nombre.
Mientras sentía que sus manos eran tragadas por las de él, Dani recordó
demasiado bien cómo había sentido aquellas manos por todo su cuerpo,
calmantes y acariciadoras al mismo tiempo.
-No puedes negar que no has recordado las sensaciones -le alzó las manos
heladas y las rozó con sus labios-. Y que no te has preguntado si sería
igual la siguiente vez.
-y
esto...
Sus labios rozaron con la suavidad de una pluma el hueco interior del
codo. Dani pudo sentir chispas deslizarse hasta sus dedos.
-Bram...
-Son sólo los nervios -dijo aunque se estaba arqueando hacia su mano
pidiéndole en silencio que Continuara.
-No -mintió ella con un suave jadeo , quizá sea la tensión acumulada por la
inauguración Bram deslizó una pierna entre sus muslos.
-Dani -susurró Bram mientras deslizaba las manos de sus hombros a sus
caderas-. Los dos sabemos que lo que sientes ahora mismo no tiene nada
que ver con la luna ni con las mareas.
.,
Pero aquella conquista sexual, aunque aliviaría su deseo, no haría nada por
demostrarle. que él no era el bruto
-Lo que tú quieras -dijo con voz quebrada mientras le volvía a poner la
ropa en su sitio con un suspiro de frustración-. Bueno, ¿de qué quieres
hablar?
-Bien.
-No creo que lo entiendas. Bram contempló las barreras alrededor de ella y
Se debatió entre derrumbarlas o dejar que hiciera las Cosas a su manera.
La dejaría, de momento.
-Agradezco los motivos por los que te casaste conmigo -empezó muy
despacio y con cuidado-.
¿Separarse?
-Creo recordar, cuando estábamos delante del juez en Las Vegas, haberte
oído decir algo como «hasta que la muerte nos separe,.
Bram no tenía forma de saber que aquellas palabras eran las primeras que
Peter le había arrojado a la cara en forma de amenaza.
Ella palideció.
Dios santo, lo creía en serio, pensó Dani. Era verdad que le había juzgado
mal, lo que demostraba el gran error que había cometido al casarse con un
hombre al que apenas conocía. Con un hombre a que ni podía empezar a
comprender.
Sólo unas semanas atrás, Bram Fortune había sido e1 típico soltero
empedernido. y ahora, ¿debía ella creer de repente que estaba ansioso por
hacer el papel de esposo?
Todas las palabras que había buscado con tanto cuidado, todos los
argumentos que había preparado volaron por la ventana. Alzó, las manos
temblorosas para retirarse el pelo y después las dejo caer.
Aunque aquel pánico parecía haber cedido, Bram no estaba seguro de sus
propios sentimientos. De lo que sí estaba seguro, sin embargo, era de que
no había sentido nada parecido en toda su vida.
-No estoy seguro de que deba serlo -con un suspiro, deslizó la mano por
detrás de su pelo y empezó a acariciarle el cuello-. Para ninguno de los
dos. .
Sus dedos crearon una magia que le nubló la mente. ¿Cómo podría
explicarle lo que estaba sintiendo cuando ni siquiera lo sabía ella misma?
-No creo...
Las confusas emociones eran tan potentes, que lo único que pudo hacer fue
sacudir la cabeza. Sintió que estaba a punto de llorar y cerró los ojos.
Tenía la mente nublada por pensamientos demasiado complicados como
para ponedlos en claro y el corazón invadido de demasiadas emociones
como para poder catalogadas. . «Hormonas», se dijo a sí misma. «Oh Dios
quiera que sea sólo eso».
-Has tenido un día muy largo --dijo mientras felicitaba por el tono firme
cuando lo que deseaba era gritarle que cómo se atrevía a compárale con el
hijo de perra de su primer marido Probablemente deberías ir arriba y
descansar algo. Pareces muy cansada.
Bram sabía que estaba pasando por problemas emocionales muy intensos,
y aun así, la seguía encontrando preciosa.
-¿Y qué hay de ti? Bram odiaba la forma en que lo estaba mirando, como
si tuviera miedo de que la arrastrara a su cama y la violara.
Se encogió de hombros.
-Yo todavía estoy excitado del vuelo. Creo que iré a mi estudio a ver si
dejo algo de trabajo acabado.
mañana entonces.
-Puedes
contar
con
ello.
¡Maldita fuera aquella mujer! Lo estaba mirando con una expresión que
sólo podía ser de leve disgusto ¿Es que no se daba cuenta de que le estaba
volviendo loco con aquellas contradicciones?
Lo único que podía hacer era dejada sola, como ella insistía, comprendió
Bram. Tenía que salir de allí.
Se quedó allí sentada, con los bazos alrededor del cuerpo mientras oía el
rugido del motor del Jaguar y siguió así mucho después de que se hubiera
desvanecido aquel sonido.
Entonces, por fin, mucho, mucho tiempo después, cuando creyó que podría
hacerla, subió las escaleras hasta la habitación de huéspedes, se desvistió,
se enroscó como una bola y se metió en la cama, donde lloró por todos
ellos.
Por Ryan, por Bram, por ella misma y por fin, Dani lloró por el inocente
niño que llevaba en las entrañas.
Era casi de día cuando Bram regresó a casa, agotado y todavía más
frustrado que cuando se había ido.
Una obsesión que le hacía recordar todo lo que le había hecho a Dani en la
cabaña. y en las fantasías de lo que quería hacerle. Eran cosas ardientes,
eróticas y escandalosas las únicas que se le ocurrían.
No iba a funcionar. Sabía que había prometido darle tiempo, pero eso
había sido antes de darse cuenta de
La deseaba, maldita sea. Y ella lo deseaba a él. Así que cuando entró en la
casa, Bram decidió que subiría, se daría un largo baño, fumaría un
cigarrillo e iría a intentar seducir a su mujer.
Había unos cuantos cuadros, seguramente los que no habían elegido para
la exposición, contra una pared y, en un caballete, una tela en blanco en
espera de que la inspiración de Dani la llenara de vida y color.
Ese era el único lugar en que ella daba rienda suelta a sus emociones y,
aunque sospechaba que era debido a su imaginación hiperactiva de
escritor, Bram casi podía sentir su fuerza creativa viva y flotando en el
ambiente.
Sin ningún motivo ulterior en mente, Bram empezó a pasar las páginas. Lo
que descubrió fue como un puñetazo en la boca del estómago La cara
sonriente de Ryan aparecía página tras página. Ryan, el de los ojos serios y
cálidos. Ryan, el de la tímida sonrisa infantil. Ryan, el boy scout. Ryan, el
benévolo. Ryan, el dios.
Ryan, del que Bram se había burlado sin piedad durante la adolescencia a
Los bocetos en carboncillo revelaban una emoción tan fuerte, que Bram1
se encontró inmerso entre los celos y la tristeza. El nunca había dudado del
amor de Dani por su hermano, pero nunca hubiera creído que estuviera
vivo con tal intensidad. Ryan Fortune había sido el sol brillante bajo el que
había transcurrido la vida entera de Dani.
Le dolían las manos. Bram miró hacia abajo y se dio cuenta de que había
apretado los puños como si necesitara golpear a alguien.
Pero, ¿a quién.? A Ryan no, eso seguro. ¿Qué tipo de bastardo egoísta
podría sentir celos de un hombre muerto? ¿Sobre todo cuando era su
propio hermano?
Ni tampoco podía culpar a Dani por aquel agujero negro en el que se sentía
cada vez más atrapado.
¿Cómo podría condenada por ser fiel al hombre al que amaba? ¿Incluso
aunque estuviera muerto?
Con una maldición, Bram se pasó la mano por la cara, intentando borrar
las emociones que le eran desconocidas y dolorosas. Volvió a posar el
cuadro en la mesa, abandonó el cuarto y se dirigió a la habitación de
invitados. La puerta crujió levemente cuando empujó, pero Dani, agotada
por .un día tan largo y cargado de emociones, siguió dormida.
g por la forma en que tenía las sábanas revueltas, Bram sospechó que Dani
estaba tan inquieta como él.
Estaba echada de medio lado, enroscada como una bola como si hubiera
llorado hasta dormirse. Tenía las dos manos bajo la mejilla y el pelo
suelto, como una cascada de ébano contra la almohada.
Bram Fortune había ganado dinero y fama relatando todos los estados de
ánimo del amor. Había escrito guiones en los que exploraba la cara oscura
de aquella poderosa y huidiza emoción.
En las películas de Fortune, las parejas enamoradas se mentían, engañaban
y traicionaban y, a veces, se sentían empujadas hasta a asesinar, como en
la última.
Una película de Fortune no era, según había señalado un crítico, una buena
película para enamorados.
Once
En vez de eso, se había levantado más convencida que nunca a que Bram
viera la luz. A convencerle de que aquella farsa de matrimonio no
funcionaría nunca. Ahora que la conversación que había esperado era
imposible, Dani se aseguró a sí misma que sólo medía y cortaba papel para
mantenerse ocupada. Aquellas actividades domésticas la ayudaban a no
tener que pensar.
Normalmente, una escena tan idílica hubiera animado a Dani, pero ese día,
mientras paseaba la arena dura de la orilla, intentaba convencerse a sí
misma de que se alegraba de que Bram Se hubiera quedado en el estudio.
Tampoco pudo evitar preguntarse si estaría utilizando su trabajo par
evitada. ' a Quizá, pensó entristecida, Bram hubiera decidido aprovechar
las ventajas del deseo de ella de acabar su matrimonio.
Pero si era la anulación lo que de verdad deseaba ¿por qué la idea le hacía
sentirse tan mal?
Ella había llevado una vida plena y ocupada antes de Bram Fortune. Y
tenía una vida por delante de el.
-Pasa.
Junto con la nota venía una cinta de música cajun. Para dar ambiente,
sugería la nota adjunta. La música country resultó ser el acompañamiento
ideal para a sabrosa comida, lo que sólo consiguió irritada más.
la cena que le entregaban a domicilio todos los días. Aunque ella había
dejado su propia nota indicando que era perfectamente capaz de
alimentarse por sí misma, recibió la respuesta de que no quería ni oír
hablar de que ella se pusiera a cocinar. Así que l_s cenas siguieron l
egando cada día a las seis y media en punto de la tarde. .
A Dani se le heló la sangre y apretó con fuerza el tenedor, -No creo que. .
-La suerte siempre es una ayuda, pero tú sabes tan bien como yo que no
siempre es suficiente.
La miró con expectación y Dani sacudió la cabeza. -Ya fue muy duro para
mi salvar mi propia vida, Anuro -
Además del terapeuta y del equipo de médicos del hospital que le habían
reconstruido la cara, Arturo y De_is, exceptuando por supuesto a Ryan,
eran las dos Únicas personas que sabían lo que ella había sufrido.
Lo único que pide, corazón, es un poco de ayuda para ayudar a los otros.
Con suficientes horrores en su pasado como para cubrir una vida entera,
Dani no estaba ansiosa por revivir ninguno o compartirlo con otros. Pero
fue el comentario de Arturo acerca de la esperanza lo que la llamó la
atención.
Ella había tenido mucha suerte de contar con Ryan. ¿Cómo podría negarles
a otras mujeres, mujeres que se encontraban en el mismo agujero en que
ella había estado, una oportunidad parecida para volver a vivir una vida
digna?
-Has tenido suerte --dijo Arturo con una sonrisa-. Da la casualidad que
tengo su tarjeta.
-Hola, corazón.
Ella sabía que sólo se comportaba así por las apariencias, pero, ¿cómo
podía estar allí de pie y comportarse como si fueran una pareja normal de
recién casados?
Esbozó una de sus sonrisas más amistosas, empujo una silla y se sentó a su
lado.
Dani le creyó.
Una vez más la asaltó una oleada de paranoia. -¿Y cómo lo sabías tú?
Dios, qué suspicaz era, Pensó Bram, ocultando su irritación. Lo único que
no deseaba era causar otra escena.
Por la fría recepción de Dani, Bram decidió que todavía no había visto el
periódico sensacionalista de supermercado. Si lo hubiera hecho, habría
empezado a arrojarle los platos a la cara nada más verlo.
-¡Ah! Bien, ¿y qué tiene eso que ver contigo? -Pretendía llevarte, por
supuesto.
-Nuestro
hijo.
Dani frunció el ceño mientras le arrojaba la corrección a la cara.
-¿Ah, sí? -ella se inclinó hacia adelante, apoyo los codos la mesa
y.entrelazó los dedos bajo la barbilla-. ¿Y
_por supuesto. ¿Es que crees que me fui a la jungla sin asegurarme de que
estuvieras bien atendida?
-Será mejor que nos vayamos. No querrás tener esperando al buen doctor,
¿verdad? ¿Nos disculpas, Arturo?
Sin hacer caso de la maldición ahogada de Dani, Arturo pagó con la tarjeta
de crédito y se levantó también.
Entonces le dio un beso en la mejilla.
-Hazlo -murmuró ella entre dientes, furiosa por la forma en que los dos
hombres habían conseguido manipularla de nuevo.
Mientras conducían las pocas manzanas que les separaban del Sunset
Boulevard, Dani estapa que echaba humo.
Pero los dos sabían que sí. Sin cambiar de gesto, Bram seguía silbando
mientras entraba al aparcamiento.
Una amiga de Arturo. Puede que haga algún trabajo de voluntariado con
ella.
-Me parece estupendo. Y te sentará bien salir de casa -dijo Bram al entrar
al ascensor-. Tendrás que contármelo durante la cena.
-¿La cena?
-¿Estás de broma?
-La verdad es que soy bastante buen cocinero No tan bueno como Papa
Joe, pero. . .
-¿Y qué tiene que ver Eden con que tú y yo cenemos en casa juntos?
Ella no había querido sacar el tema, pero ahora que lo había hecho, decidió
sacarse la espina del asunto de su amante.
-Te dije el día que nos casamos que mi aventura con Eden estaba acabada.
-Eso fue' lo que me dijiste. Pero los dos parecíais muy unidos cuando
estabais en Bangkok.
-Eden salió aquella noche con varios miembros el equipo. Lo creas o no,
yo estaba de vuelta en el hotel intentando ponerme en contacto contigo.
Parece que las cosas se salieron de quicio y cada uno acabó por su lado.
Ella me l amó desde una zona peligrosa, borracha como una cuba para que
me reuniera con ella. ¿Qué podía hacer? ¿Dejar que la violaran o algo
peor?
a -Deberías hacerla, porque lo único que pasó aquella noche fue que la
arrastré hasta su habitación, la metí en la cama y volví a la mía a llamar a
mi esposa. A la que echaba mucho de menos.
-y para que lo sepas, en cuanto a haber estado fuera estos días, la primera
noche que regresé de Tailandia me dio la impresión de que preferías que te
dejara sola.
-Bueno, pues hubiera sido muy amable por tu parte haberme informado de
que nuestro acuerdo incluía casarme con el mago Houdini.
. le dijo. Era verdad, aunque no del todo-. Pero te prometo, que de ahora en
adelante, las cosas van a cambiar.
" -Quiere decir que pretendo rectificar la situación. Empezando por esta
noche.
-¿Preparando la cena?
con el doctor después, Dani tuvo que esperar para arrojarle el desagradable
titular a la cara. Al menos, cuando por fin salieron del edificio, ya no
estaba tan furiosa como para morderle.
-Creo que ha ido bastante bien -dijo Bram en el camino hacia Malibú.
La pura verdad era que se había sentido deprimida al ver aumentar cada
vez más su peso.
-Para una mujer embarazada -la corrigió él con ligereza-. Y para que te
enteres, creo que estás estupenda. Además, Ryan y yo fuimos bebés muy
grandes, así que la mayoría del peso que has ganado debe ser todo del
niño.
Dani apreció sus esfuerzos por animarla. Ya había aceptado la idea de que
la cintura se le ensanchara.
El problema era, pensó Dani, que si lo que quería era no gustarle a Bram,
¿por qué se preocupaba de que la encontrara o no atractiva? ¿Por qué
sentía un oleada de celos primarios cada vez que pensaba en Eden Vail?
conversación civilizada.
-Supongo que sí -se apretó las manos contra el estómago. Algunos días
todavía se maravillaba de que el bebé de Bram y ella estuviera creciendo
dentro. Mentalmente se sacudió la oleada de culpabilidad por no ser el de
Ryan-. Después me asusté.
-¿Por el dolor?
-No. Bueno, no es que me encante, pero tuve miedo de no ser una buena
madre. De no saber qué hacer.
Dani pensó en enseñarle la página del periódico, pero decidió que ahora
que se estaban llevando tan bien, no quería sacar un tema desagradable. Ya
llegaría el momento. Después de la cena, quizá.
La verdad era que se había sentido orgullosa de que Bram hubiera estado a
su lado en la sala de espera. No muchas mujeres hablando acompañadas de
sus maridos. Y los pocos que había allí parecían incómodos de estar
rodeados de tantas mujeres embarazadas, mientras que Bram parecía estar
en su salsa.
Había otro motivo por el que había sentido una oleada de orgullo como
esposa, admitió Dani, Y era que su marido era muy atractivo. Ningún
hombre de la sala se le podía comparar ni por lo más remoto.
-Me alegro -su voz ronca vibró y le provoco cosquilleos-. El artículo decía
que es mucho mejor, Aunque sabía que era imposible, Dani imaginó le
estaba sintiendo los jugosos labios de Bram sobre aquel a parte
hipersensible de su piel.
-Dani...
-¿Sí?
-Sí.
-No lo era -admitió Dani con lágrimas en los ojos--,; No, la verdad es que
no. Son sólo las hormonas.
"Era la primera vez que la oía reír desde que eran niños. Al escuchar aquel
sonido musical y vibrante, Bram comprendió por qué Ryan se había
enamorado de Dani Cantrell.
lo que era más difícil de comprender era como la había tenido delante de
sus narices la mayor parte de su vida, y a él le había llevado tanto tiempo.
Doce
Para enorme alivio de Dani, la cena fue increíblemente tranquila. Una vez
más pensó si enseñarle o no el periódico a Bram. Y una vez más, lo aplazó.
Le pondría sin duda furioso y odiaba la idea de estropear aquel a velada
tan agradable.
Bram le estuvo contando cosas acerca del proceso de montaje y cómo
parecía que iban a tener que repetir algunas escenas de diálogos de la.
Jungla en el estudio. No le mencionó que ese mismo día, al llegar a la
puerta de los estudios, uno de los manifestantes había tirado una piedra
contra el coche. Aunque la piedra no había hecho ningún daño le había
puesto furioso como un diablo. Una furia
-No te preocupes -se levantó para quitar la mesa-. No haría nada que
pudiera poner en peligro al bebé.
-En caso de que hayas estado tan ocupado en tu trabajo que no te hayas
enterado, la sociedad ha avanzado desde la época victoriana.
-¿Qué
es?
-¿Por que no lo abres y lo ves? Dani empezó a dar vueltas a la caja entre
las manos.
-¡Eh, que tampoco es para tanto! -su sonrisa y su mirada mostraban una
diversión paciente-. Estaba pensando en ti, paré en Macy's de camino al
restaurante y cogí eso y esperó en la cola para que le empaquetaran el
regalo, pensó Dani al deslizar la cinta dorada. Cuando vio el paquete de
flores familiar sonrió.
-Gel de baño.
-De tu aroma. Pensé que mientras yo fregaba los platos, podrías darte un
largo baño.
Dani quiso quejarse de que intentara manipulada otra vez, pero le estaba
entrando dolor de cabeza Y
una largo baño de espuma le sonaba como el nirvana, -De acuerdo, Bram.
Tú ganas. Me iré a llenar la bañera de espuma mientras tú friegas los
malditos platos. ¿Satisfecho?
Sin embargo, después que ella hubiera subido, dejó escapar un juramento,
inspiró varias veces con fuerza y no consiguió suavizar el deseo que le
embargaba mientras se recordaba que había gente por la que merecía la
pena esperar.
Cerca de cuarenta y cinco minutos más tarde, Dani ya se había relajado del
todo en la enorme bañera de burbujas de Bram. Después, se envolvió una
toalla enorme y volvió a su habitación.
Ella le sorprendió con una sonrisa; una suave que parecía dirigida más
hacia dentro de sí misma.
, -Es un poco difícil manifestar tu furia cuando te tienen vestida con una
bata de tela que apenas llega para cubrir lo esencial.
Dani bajó la vista hacia la foto en la que aparecía Bram sobre su antiguo
marido. El fotógrafo había conseguido captarla también a ella en la
instantánea con los ojos como platos y una mano en la boca.
_¿Te molesta que hayan salido a la luz las noticias sobre nuestro
matrimonio?
-¡Ah!
Dani sabía que Bram se refería más a la discusión que no había tenido
lugar que a la cena cordial.
Estaba nerviosa. Mucho más que nerviosa. Parecía, pensó Bram, que
tuviera que enfrentarse a un incendio.
-¿Cuál?
-No sólo eras una novia preciosa, sino que tambien eres la prueba viviente
de que las mujeres embarazadas se ponen preciosas
-Debería haberlo pensado mejor antes de casarme con un hombre que lleva
sangre escocesa en las venas -murmuró.
Bram se sentó en la hamaca y dio una palmada su lado para que se uniera a
él.
Con una suave suspiro, se sentó a su lado. En ese momento salió la luna de
detrás de una nube y Dani siguió balanceándose ligeramente mientras
contemplaba el reflejo plateado en el agua.
-¡Llevas la alianza! -le rozó el metal con los dedos-. Como es la primera
vez que te veo llevada desde que he vuelto a casa, supongo que te la habrás
puesto para evitar rumores en el consultorio,
-Ya
lo
sé.
Cuando iba a quitárselo antes del baño, Dani descubrió que en realidad no
le apetecía hacerla. llevar aquel sencillo aro de oro, por primera vez desde
su desgraciado matrimonio, la parecía de repente muy acertado.
-¿Lo
sabías?
-No tienes por qué explicarte -dio un trago de brandy de su copa-. Desde el
principio me contaste que amabas a Ryan -no era la primera vez desde su
matrimonio que Bram experimentaba una oleada de celos Y culpabilidad-.
Y que probablemente siempre lo amarías.
de la taza.
-¿Y qué extraño capricho es ese? -Cuando amo a alguien, más o menos me
gusta que me amen también.
«¿Amar?»
-¿Por qué no? -dio otro sorbo de brandy-. No eres .exactamente alguien a
quien no se pueda amar, Dani
. -Cualquier sentimiento que tengas por mí está sin duda dirigido hacia la
madre de tu hijo.
Se suponía que una mujer debía decir algo cuando un hombre le confesaba
su amor. Dani lo sabía pero que Dios la ayudara, no podía pensar en una
sola palabra, y mucho menos en las que él estaba esperando oír.
-Dani.
Bram dejó el vaso en la mesa y le tomó la cara entre las manos porque
quería que posara su mirada en él.
-Sí -admitió con la voz quebrada y temblorosa-. Pero eso es todo, Bram.
Sexo.
-¿Qué te parece si me dices que no estoy de todo loco? -le quitó la taza de
la mano temblorosa y la dejó al lado de su copa de brandy-. Dime que no
me estoy imaginando que tú también me deseas.
¿Sólo un poquito?
-Te deseo -le tembló la voz y el corazón le latió desbocado-. Más de lo que
hubiera creído posible
La besó. Fue una larga y perezosa exploración de sabores que hicieron que
a Dani le diera vueltas la cabeza. Entreabrió los labios con un gemido
gutural y se sumergió en su beso. Un beso que continuó y continuó, cada
vez más profundo.
La boca de Dani era cálida y deseosa... todos los restos de su antigua
ambivalencia habían sido traga-dos por la pasión que llevaba tanto tiempo
intentando negar. Entrelazó los dedos juntos en su nuca mol-deando su
boca hambrienta contra la de él.
-Eres tan suave -murmuró él maravillado. Frotó los dedos contra los
sensibles pezones cubiertos de encaje-. El contraste nunca deja de
sorprenderme su caricia le había acelerado el pulso
Dani le dio besos ardientes por toda la cara y chupó su labio inferior con
su boca hasta que el aliento de él se agitó tanto como el suyo.
-¿Bram? , Con la mente todavía nublada de deseo, Dani alzo la vista hacia
él completamente confundida.
-Lo siento -se levantó, caminó hasta el extremo del porche y se quedó allí
con las manos en los bolsillos, contemplando el océano--. Esto no debería
haber ocurrido. No debería haberte tocado nunca.
-¿Y si era yo la que quería que me tocaras? preguntó con suavidad ella-.
¿Y si era yo la quería acabar?
Ella le había acusado de muchas cosas aquel día, pensó Dani. Con la
cantidad de alcohol que había tomado, le sorprendía que él lo recordara
con tal claridad.
-No, tenías razón -se acercó a ella-. He descubierto hace poco que soy un
hombre muy egoísta y avaricioso, Dani. Lo suficiente como para negarme
a ser tres en la cama.
-No sé de qué estás hablando.
Era la primera mentira que le había dicho desde que, se había convertido
en su esposa.
Se adelantó y le rozó los labios con los suyos. ---Quién es el que la esta
tocando -deslizó una mano sobre el sujetador desabrochado--. Y amando.
Deslizó la lengua hasta el lóbulo de su oreja.
-y cuando l egue ese día mi querida esposa, no habrá sitio para los
recuerdos -deslizó las manos POr su cuerpo con caricias posesivas y
lentas-. Ni Para fantasmas Le mordisqueó el lóbulo.
Ella estaba temblando literalmente. Aunque sus caricias eran suaves, Dani
sentía como si un terremoto se hubiera instalado en su cuerpo.
-Bien.
En realidad, desde el día de su altercado con Peter, Dani sabía que aquel
tema surgiría tarde o temprano.
-¿De verdad? ¿Y qué hay del hecho de que lo malo que te ocurriera con
Peter es la causa de que creas que el matrimonio es una trampa mortal?
-En esa pareja no había ningún riesgo -la voz de Bram era dura y firme. La
necesidad de saber y solucionar aquel problema a la vez le había agotado
la paciencia-. Ryan representaba lo conocido; lo seguro. Mi hermano era
como un refugio protector después de un huracán. Enfréntate a ello, Dani.
Le estabas utilizando.
Bram sabía, sin sombra de duda, que Ryan y Dani se habían amado el uno
al otro. Pero para Bram era más un amor entre hermanos.
y también sabía que no había nada que pudiera hacer para borrar la
memoria de su hermano del corazón Y la mente de su esposa. La innegable
verdad
era que Ryan ocuparía siempre un lugar muy especial en los recuerdos de
Dani. Con eso, pensó Bram, sí podría convivir.
_¿Seguro?
_por supuesto que no --de todo lo que él había dicho, aquellas palabras
eran las más sinceras. Dani no añadió que a la que tenía miedo era a sí
misma y a sus sentimientos--. Yo sé que tú nunca levantarías la mano a
una mujer.
-y Bannister lo hizo.
-Sí.
-¿Qué te hizo?
-¿Por qué necesitas saberlo? ¿Es que no te das cuenta de que me resulta
penoso hablar de eso? ¿Por que quieres hacerme daño de esta manera?
-Todo.
-De acuerdo -se pasó las manos temblorosas por el pelo-. Pero ésta es la
última vez que voy a hab1ar de Peter Bannister en mi vida. Después de
esta noche en lo que respecta a nuestro matrimonio, él no
existe.
-Bien.
-Tienes que entender -empezó despacio y con dolor-, que cuando llegué a
París por primera vez, tenía todos los prejuicios y fantasías acerca de
convertirme en una artista bohemia: vivir una buhardilla
-Cuando vi por primera vez a Peter, parecía. sacado de una novela de Scott
Fitzgerald. Era ingenuo?, sofisticado y rico y tan de vuelta de todo que le
hacia parecer excitante.
-El Gran Gatsby que por desgracia salió después como Barbazul.
-Exactamente.
Qué extraño era, pensó Dani, que Bram pareciera entender tan bien su
inicial atracción hacia Peter mientras que Ryan, que la había amado de
forma inequívoca, nunca había comprendido sus motivos para acabar en
una relación tan desastrosa.
-Quise creerle cuando me dijo que nunca sucedería de nuevo. Quería, no,
necesitaba, creer que no podía haberme equivocado tanto.
Suspiró
otra
vez.
-¿Sabes? Yo siempre había admirado a tus padres. Creo que es muy dulce
ver como siguen enamorados después de tantos años. Me encanta la forma
en que tu padre todavía consigue hacerle sonrojar a tu madre -se dio al
vuelta para mirado-. Una vez, cuando yo tenía once años, los vi en el salón
bailando música lenta de la radio. Esa escena quedó grabada en mi mente
como uno de los momentos más ro-mánticos que he presenciado en mi
vida. Eran mi ideal de lo que debía ser un matrimonio perfecto
Después de todo, su padre podía ser tan inamovible como una roca y su
madre había heredado el temperamento irlandés de sus abuelos. La verdad
era ahora que lo pensaba con cierta sorpresa, que Dani _ recordaba
bastante a Amanda Fortune.
-Ya sé que discutían. Y comprendo que tuvieron sus problemas, pero los
dos se mantenían unidos para lo bueno y para lo malo, exactamente corno
se promete en los votos matrimoniales. Yo creo que por eso, desde el
principio, seguí manteniendo la esperanza de poder arreglar las cosas; la
causa de que intentara que mi matrimonio funcionara. No quería acabar
sola, divorciada y amargada como mi madre. Quería ser feliz y amada,
como la tuya.
-Sí.
Bram no conseguía imaginar estar casado con Dani y acostarse con otras
mujeres.
Y yo debería haberme puesto. Pero las cosas estaban... -se detuvo para
encontrar la palabra adecuada-, difíciles. Cuando por fin llegaron los ruma'
res de la infidelidad de Peter, me culpé a mí misma.
-Por
no
satisfacerle.
.,
Su voz era suave y vacilante y Bram comprendió que, durante todo aquel
tiempo, había habido heridas que no habían cicatrizado por completo.
-¿Se te ocurrió alguna vez pensar que el culpable de los problemas que
pudierais tener en la cama fuera Bannister?
Dani sintió una punzada de celos por la forma en que Bram parecía estar
familiarizado con aquel comportamiento.
-¡Diablos!.
-No quiero que te disculpes, Dani. Sólo quiero que entiendas que no soy
como Bannister.
-Eso ya lo sé.
Cuando sintió que el color se le subía a las mejillas, Dani sintió alivio de
que estuviera demasiado seguro para que él pudiera verlo.
-Gracias.
-No -Dani prefería contar aquella sórdida historia al aire libre, donde las
sombras pudieran ocultar su cara y la brisa se llevara sus palabras-.
Preferiría
quedarme aquí.
-Entonces, ven a sentarte a mi lado -le extendió la mano--. Así te daré algo
de calor.
Había creído que nada podría sacudirle ya, ni sor prenderle ningún
comportamiento malvado o cruel.
Pero se había equivocado. Había querido saber todo acerca del matrimonio
de Dani con Peter Bannister. Le había pedido que le contara hasta el
detalle más sórdido y ahora que conocía el
-No tienes ni idea de cuánto te admiro –dijo con voz áspera y lenta.
-¿Por qué?
-Por ser como eres -le retiró el pelo de la cara y le dio un beso suave en la
sien-. Por ser lo que eres.
-Te prometo, Dani, que nunca más volverá a hacerte daño -le rodeó la cara
con las manos-. Nadie volverá a hacerte daño nunca.
Que era por lo que se detuvo una tarde en una floristería para comprarle un
ramo de margaritas.
Pero Dani era diferente. Y sus sentimientos por ella eran diferentes. Ella
merecía la pena el esfuerzo extraordinario. Como la había apresurado a
casarse, Bram se sentía ahora responsable de hacerla sentir como a una
novia.
Por su parte, Dani estaba sorprendida de lo bi7n que se llevaban, y de lo
mucho que tenían en común en cuanto a música, cine y actores.
Aparte de tener los mismos gustos en aquellos temas, también leían los
mismos libros, aunque
A los dos les gustaban los restaurantes étnicos, los largos fines de semana
y los crucigramas de los domingos aunque Bram la volvía un poco loca
con su insistencia a rellenar su parte a tinta. A los dos les disgustaban los
perros pequeños, los inquietos patinadores que te echaban de la acera y las
biografías no autorizadas.
y lo más importante, en una lista de uno a diez, los dos ponían en primer
lugar el valor de la familia.
Mientras que Dani descubrió que su marido era mucho más serio y le
importaban mucho más las cosas de lo que aparentaba con su cinismo.
Una mañana, cerca de un mes después del regreso de Bram, Dani sacó una
foto de Ryan del cajón de su mesita. La tierna imagen había sido tomada
en uno de los raros días soleados en el Golden Gate Park.
Ella se acordó de lo muy enamorados que habían estado aquel día riendo
los dos bajo el benévolo sol. Dos semanas más tarde lo había perdido.
-Al principio me sentía culpable de haber hecho el amor con Bram, pero
ahora ya no. Por el niño.
-Ya quiero a este niño, Ryan. Muchísimo. Más que a nada en el mundo. Y
hay algo más.
-Sé que Bram y yo podemos hacer que nuestro matrimonio funcione. Creo
que podemos hacemos felices el uno al otro. Y a nuestro hijo.
Dani se levantó despacio. Se quedó allí de pie mirando la foto un largo
rato.
Sabiendo que Ryan hubiera querido que siguiera con su vida y segura de
que habría deseado que fuera feliz, Dani cerró la caja como cerrando un
capítulo muy especial de su vida.
Catorce
Dani deslizó el dedo por el borde de su taza. -Sólo espero que a Madeleine
le guste la idea.
-Exactamente.
Sus ojos se encontraron mientras los dos pensaban que ella había sido en
otro tiempo una de aquel as mujeres. Para no estropear el ambiente, Bram
le pasó una fresa a la boca.
El gesto, como muchas otras cosas que hacía Dani, era inconscientemente
erótico. Bram sintió la penosa oleada de deseo y se preguntó cuánto más
tendría que esperar para hacerle el amor a su esposa.
No era la primera vez que la química sexual entre ellos irrumpía con toda
su potencia desde que había estallado aquella primera noche. Sin embargo,
era la primera vez que Dani no conseguía encontrar un solo motivo para
negar lo que secretamente había estado' deseando hacer desde entonces.
Era como si por fin le hubiera dicho adiós a Ryan y se hubiera liberado
para hacer el amor con su marido. Cuando ella iba a retirar la mano, él se
la sujetó y empezó a lamerle los dedos de forma seductora.
El deseo ardiente brilló en sus ojos azules. Bram estaba a punto de aceptar
aquella invitación femenina cuando sonó el teléfono.
La forma en que ella alzó la mirada hacia él, con un bril o amoroso y
cálido en los ojos, le hizo sentirse a Bram el hombre más rico del mundo.
-Hola. ¿Bram? Soy Hugh. Si estás ahí, coge el teléfono, maldita sea -pidió
la voz angustiada del hombre-. Hemos tenido problemas. Ha habido un
fuego anoche en tu oficina.
-¡Maldición!
-Está bien -dijo Dani tan disgustada como él-.
«Vete, quédate».
-Tengo una idea --dijo, buscando un compromiso que funcionara para los
dos-. Es evidente que hoy no voy a poder hacer ningún trabajo -la atrajo
mas contra si-, así que, ¿por que no te pasas por el estudio cuando
termines la clase? Podríamos ir en Coche hasta Santa Bárbara y comer en
ese nuevo restaurante indio del que todo el mundo habla tan bien.
-La playa siempre es bonita -Dani curvó los labios contra los de él y
amoldó su cuerpo contra el suyo--
Cuando ella dibujó la forma de ,su labio inferior con su lengua, Bram
pensó que le estaba seduciendo de forma cuidadosa y experta.
-Yo estaba pensando -se alzó, le retiró el pelo oscuro de la frente y lo vio
caer de nuevo--, que todo el mundo puede desayunar en la cama -le sacó la
camisa de los pantalones y sus manos empezaron a explorar de forma
seductora su espalda-, pero una comida en la cama...
Con un ahogado gemido, Bram bajó la cabeza y le capturó la boca.
y entonces, demasiado pronto para los dos, el fiero beso se terminó. Bram
se apartó un poco de ella con desgana. Dani dejó escapar un suspiro
tembloroso.
A pesar del desastre que le podía estar esperando en los estudios Eclipse,
Bram se sentía en la cima del mundo.
-¡Eso es maravilloso!
-Puede que aparezca por aquí -admitió Georgia-. ¡Ha estado tan
preocupado por no saber dónde estaba!
-Pero
Georgia...
. -Está bien. Yo sólo quería que Brian comprendiera que las cosas iban a ir
mejor.
¡Estaba tan feliz! Aunque Dani deseara que Georgia no se confiara con
tanta facilidad, no pudo quitarle la esperanza recién adquirida.
Una hora más tarde, Brian O'Hara apareció en El Ancla. Aunque todavía
no era ni mediodía, ya estaba borracho y venía armado.
-No es tan malo como parece -le aseguró el investigador del Departamento
de Incendios.
-Ha tenido suerte. Sea quien sea el que lo haya hecho, no es desde luego un
profesional.
que, señor Fortune, la pregunta es: ¿Quién le puede odiar tanto como para
hacer esto?
Dos horas mas tarde, Bram había sido interrogado acerca de todos los
aspectos de su vida, personales y profesionales. Se sintió como si le
hubieran aplicado el tercer grado, lo que le hizo preguntarse cómo trataran
entonces a los pirómanos.
-Hablando de la prensa..
-He leído que le amenazó -cuando Bram le dirigió una larga mirada de
censura, el investigador se sonrojó-. Fue difícil no leerlo. Me paré a tomar
un café y estaba el periódico allí.
-Hay más de ficción en un sólo artículo de prensa que en todos los guiones
que ha producido esta ciudad en todo un año.
-Supongo que sí -el investigador hizo otra anotación-, pero todavía quiero
interrogar a su mujer. -¿Es realmente necesario?
Bram sabía lo difícil que le había resultado a Dani hablar de Bannister con
él. Quería protegerla de tener que sacar sus trapos sucios ante un extraño.
-Maldición -Bram se pasó las manos por el pelo-. Pero quiero estar yo
presente cuando lo haga.
-¿Cuándo?
Bram condujo hasta el refugio con la radio conectada cuando una noticia
repentina le dio un vuelco al corazón.
Aunque los detalles eran muy sucintos y la policía no había hecho todavía
su informe, los vecinos informaron a los periodistas de que habían llevado
a dos mujeres al hospital.
Bram estaba a punto de l amar al refugio por su teléfono celular cuando las
siguientes palabras del periodista le hicieron dar un giro prohibido.
Según las fuentes del hospital, una de las mujeres de la sala de urgencias,
era la esposa embarazada del director de cine Bram Fortune.
Quince
Cuando aparcó el Jaguar frente a las puertas dobles de cristal del hospital,
sin hacer caso de la señal de prohibición, Bram estaba rezando oraciones
que hacía tiempo creía olvidadas.
-¿Su mujer?
-No, su esposa ha sufrido algunos cortes por los cristales que estallaron,
que ya le hemos curado. Sólo en uno hemos dado puntos. Parece que el
hombre disparó una cantidad enorme de balas por toda la habitación. Una
de ellas hizo estallar un espejo.
El último de los miedos de Bram fue barrido por la rabia de que después
de haber escapado de los abusos de su marido, Dani pudiera haber muerto
por culpa de otro marido brutal.
-No, no tiene que preocuparse por eso. Según los enfermeros, el señor
O'hara se disparó a sí mismo después de creer que había matado a su
esposa. Mu rió al instante.
-Por supuesto -sonrió la doctora-. Estoy segura de que ella estará ansiosa
por verlo también -hizo un gesto hacia unas puertas correderas- Está ahí,
en la tercera puerta a la derecha.
-Gracias, doctora.
Saltó de la camilla y se arrojó a sus brazos. -Está bien -la calmó mientras
la acariciaba el pelo, la apretaba y agradecía a Dios, al destino o a las
estrellas que estuviera a salvo-'-. Ya no podrá hacerte daño nunca más.
-Para siempre.
-¡Oh, Dios!
Dani cerró los ojos, lo que fue un error porque revivió las horribles
escenas del refugio. Apoyó la frente contra el pecho de Bram.
-Abrázame.
-Está muerto.
Dani suspiró.
-¡Qué pena!
-Mejor que sea él y no tú -Bram sintió una nueva oleada de rabia, que se
esforzó por dominar. Deslizó las manos entre su pelo y le echó la cabeza
hacia atrás para mirarle la cara pálida-. Si te hubiera hecho daño, o al
niño...
-No ha pasado.
¡Ella sabía tan dulce! Incluso más dulce que el suspiro que emitió. Bram
descubrió que era imposible seguir enfadado mientras besaba a aquella
mujer.
El pulso empezó a acelerársele de nuevo, esa vez Con pasión en vez de con
dolor. La necesidad se mezcló con el placer que la hizo vibrar.
-Vamos
casa.
-No puedo, al menos hasta que Georgia salga del quirófano.
-Eso podrá tardar horas y has tenido un día horrible. Tú también necesitas
descansar.
Las horas pasaron lentas. Con los nervios a flor de piel, Dani se moría por
poder pasear por el corredor, pero la doctora, que les había conseguido una
habitación vacía, había estado de acuerdo con Bram en que debería
intentar descansar. Si no era por ella misma, por el niño, que ya había
recibido una dosis exagerada de adrenalina ese día. Eso fue lo que hizo
falta para que Dani obedeciera a Bram Y se sentara. Bram bajó a la
cafetería y compró almuerzo para los dos aunque realmente no les
apetecía. y siguieron esperando.
Por fin, cuando Dani creía que ya no podia aguantar más, un hombre de
mediana edad vestido de verde y con la máscara blanca alrededor del
cuello, entró en la habitación.
-¿Señora Fortune? -Soy yo.
¿Puedo veda?
Era, creía él, la mejor solución. Después de dar las gracias al doctor, Dani
se fue en taxi con Bram a casa.
Sin una sola palabra, la cogió y la llevó arriba en brazos hasta su propia
cama, donde la abrazó.
Ella se enroscó contra él Y siguió llorando contra su hombro. El sol se
estaba poniendo en el mar cuando por
-Lo siento.
-Odio la debilidad.
Tenía las manos apretadas como puños contra el pecho de él. La camisa de
Bram estaba mojada de sus lagrimas.
-No es debilidad asustarse cuando un loco te apunta con una pistola -una
lágrima solitaria l_
-De él no. De nosotros -consiguió esbozar una débil sonrisa-. Creía con
firmeza que estábamos destinados a pasar la vejez en unas hamacas juntos
viendo a nuestros nietos hacer castillos de arena y saltando entre las olas.
Igual que Dani era la mujer que Bram había necesitado siempre sin
saberlo, la imagen que evocaron sus palabras era lo que siempre había
deseado sin saberlo.
_Daní. . .
-Sé lo que estoy pidiendo, Bram --dijo ella con suavidad-. Y sé lo que
deseo --deslizó los dedos alrededor de la rígida mandíbula-. Y deseo a mi
marido.
que le ardiera la sangre. Bram se recordó a sí mismo qué era Ryan, no él,
el santo de la familia.
las manchas de sangre de 'su blusa y tuvo que contener la rabia una vez
más.
Ella sonrió.
-No dejes de mirarme -sus ojos oscuros eran una tentación y sus labios una
lujuria-. No dejes de besarme.
Bram se inclinó hacia adelante y le rozó los labios. -No pienso hacerla -
posó su boca en su garganta e imaginó que estaba paladeando el ardor de
su misma sangre-. Nunca.
-Bram -se quejó ella con debilidad mientras su boca volvió a capturarla.
Ansiosa ahora, ella misma empezó a desabrocharle la camisa-. Esa camisa
es nueva.
El vapor subió y les rodeó de una niebla cálida igual que la que les
envolvía los sentidos. Dani apretó los labios contra su pecho desnudo.
-A ti -susurró.
Ella había usado antes aquella ducha tan hedonista de Bram, pero nunca
había pensado que cuatro chorros intermitentes pudieran ser tan eróticos.
El agua le golpeaba la piel como mil dedos vibrantes por delante y por
detrás, contra su espalda, sus senos, su trasero, creando punzadas de placer
en su piel, ya sensibilizada por sus dedos.
Bram cogió al pastilla de jabón, se frotó las manos con ella y empezó a
enjabonarle el cuerpo mojado extendiendo olorosas burbujas y
maravillándose ante los gemidos que indicaban que estaba perdiendo el
control.
Le frotó sus voluminosos pechos hasta que los llenó de intenso placer. Sus
manos eran ásperas, pero las palmas estaban suaves del jabón, y la mezcla
sensual de las dos cosas se hizo cada vez más profunda hasta que ella se
sintió embriagada de placer.
y entonces descendió, muy despacio, de forma muy erótica, cada vez más
abajo mientras que Dani retorcía su pelo con los dedos. La sensación de
sus manos sobre su estómago la hizo gemir. El borde de los dientes en la
parte interior del muslo desató una oleada de ardor.
-Bram... --el agua seguía deslizándose por encima de los dos. Se estaba
ahogando de las emociones y desesperación-. Por favor.
Dani arqueó el cuerpo hacia atrás cuando su boca encontró su parte más
femenina. Asombrada del placer, gritó y se apretó contra sus hombros.
Antes de que pudiera recuperarse, la lengua de Bram se sumergió dentro
de ella provocando otro ardiente y rápido orgasmo que la hizo estremecer
hasta la médula.
Bram la sujetó.
-Dios, eres maravillosa -murmuró con voz ronca de pasión. Su boca buscó
la de ella de nuevo y bebió con profundidad de ella-. Ahora puedo creer
que eres mía.
-Tuya -susurró ella contra sus labios embrujadores. Ella nunca había
creído que pudiera ser así.
Con las manos en sus caderas, Bram la alzó para unir sus cuerpos, la carne
húmeda contra la carne húmeda.
Por encima del febril latido de su corazón, Dani le oyó pronunciar su
nombre. Le sonó de maravilla. Él murmuraba deliciosas promesas y hacía
votos lujuriososo Dani le creyó. Por completo.
Dieciséis
Una vez que las últimas barreras emocionales fueron derribadas, Bram y
Dani se sintieron como una pareja de recién casados enamorada por
completo.
Por supuesto que todavía discutían. Los dos eran después de todo,
obstinados independientes Y creativos, Pero sus peleas eran como estrellas
fugaces, calientes, rápidas Y se desvanecían al instante.
Su mujer Y su hijo significaban todo para él. Tanto así que a Bram ni
siquiera le preocupó que el investigador del Departamento de Incendios no
pudiera de mostrar ninguna relación entre el fuego y los manifestantes.
-No pasa nada malo. Es sólo que el bebé acaba de dar una patada.
-¡Dios mío! -jadeó con cara de asombro-. De verdad que vamos a tener un
bebé.
-Sí -la sonrisa de Dani era absolutamente beatífica-. De verdad que sí.
Bram quería quedarse en casa con ella, pero Dani insistió en que fuera al
estudio, Después de todo, según las clases de maternidad a las que estaba
acudiendo, aquellas exhibiciones atléticas eran perfectamente normales.
Además, señaló ella, esa noche exhibirían Escándalos para los ejecutivos
del estudio y ella sabía que él quería aprovechar la última oportunidad de
ver la película a solas antes de someterla a las críticas de un grupo de
individuos más interesados en las taquillas que en contar una buena
historia.
-Maldita sea, pues claro que lo soy -le sonrió con orgullo-. Ahora, será
mejor que te vayas antes de que esté más excitada y te ate a esta cama y
abuse de ti.
-Esta noche -prometió él-. Si hablas en serio de lo de atar, puedo traer unas
esposas del departamento de vestuario del estudio. Ella pareció
considerarlo.
En el bar del hotel Baltimore de la Gran Avenida, había una pareja sentada
en una pequeña mesa. Sus sillas estaban tan próximas que sus rodillas casi
se rozaban bajo la mesa de mármol italiano. El hombre estaba bebiendo
una cerveza alemana importada y la mujer ya iba por su tercer cóctel de
champán.
-Esto ha sido tan excitante -dijo con un coqueta puchero en los labios-. Y
un poco increíble.
-Eden, créeme, eres la persona ideal para el papel que tengo en mente.
-Bueno, gracias.
sonrisas tan ensayadas, que llevaba diez años perfeccionando para el día
en que le entregaran un oscar.
-La idea de que inviertas todos esos millones de dólares en tan poca cosa
como yo me produce escalofríos. Míralo tú mismo.
Peter Bannister deslizó los dedos por la piel sedosa y fragante. Nunca
perdía una oportunidad y la actriz había llegado a su cita con un
minivestido de punto tan ajustado como una malla, que dejaba al
descubierto gran parte de su piel.
Eden jugueteó con los labios alrededor del cigarrillo mientras inhalaba.
Sus ojos esmeralda se clavaron en él, dejándole saber que estaba más que
lista para que su cita de negocios progresara a un nivel mucho mas íntimo.
¿Cómo podría ser que sólo escuchar su voz por teléfono le hiciera sentir
calidez?, se preguntó Dani.
Para no darle más preocupaciones en aquella noche tan importante para él,
Dani no discutió.
Después de colgar, Bram se volvió hacia la mujer que acababa de salir del
cuarto de baño de al lado.
-Tienes dos minutos para salir de aquí -dijo con voz fría y peligrosa-.
Antes de que llame a los de
seguridad.
-Hola, dulzura.
Dani salió volando hacia el teléfono, pero una vez más él se adelantó a sus
movimientos y la sujetó por el brazo. Se oyó el sonido de desgarro de la
tela y la manga se descosió del hombro.
-Esta vez no, Danielle. Esta vez vaya hacer la escena a mi manera.
Su voz era fría y calmada cuando le quitó el paraguas y el bolso y los dejó
a un lado. Sus dedos le estaban
-Será mejor que te vayas antes de vuelva Bram a casa -le advirtió con una
voz bastante firme-. Tenemos el pase privado de la película esta noche y
ha quedado en venir a recogerme. Llegará en cualquier minuto.
-Buen intento, dulzura, pero no lo creo -se metió la mano al bolsillo y sacó
un sobre-. Como verás, tu marido está un poco ocupado en este momento.
-Ahí es donde te equivocas, dulzura, porque son tan reales como estas
otras -buscó en su bolsillo y sacó otro paquete--. ¿Por que no las echas un
vistazo?
Ella volvió la cabeza negándose a mirar.
-Vete al infierno.'
Despreciándole, pero sin querer que supiera lo que le había afectado, Dani
forzó una expresión de incredulidad calmada.
-Bueno, ahora que has tenido tu escena, creo que es hora de que te vayas,
Peter.
-Te tocaré todo lo que quiera -los botones del vestido eran rubíes falsos
rodeados de filigrana de oro. Le abrió el primero--. y cuando quiera.
Le rodeó el sensible pecho con una mano y la apretó con saña. No dejó de
mirarla a los ojos buscando alguna señal del dolor y el miedo que siempre
había disfrutado.
-Voy a poseerte, Dani. De todas las formas que existen. Y de algunas que
nunca hubieras creído posibles. Y
después vaya enseñarte lo que les pasa a las esposas traidoras que se
escapan.
-Vamos.
-Tu marido ha pedido un coche -la voz de Peter había recuperado su tono
de calma, pero Dani reconocía el veneno bajo ella-. Está fuera -la sujetó
por el antebrazo cuando ella saltó de la silla. Las fotos se derramaron
-Yo no. Pagué a un tipo que se suponía que entendía de tales cosas. Parece
que lo hace a menudo en trabajos con los seguros. Por desgracia, el idiota
no acertó con los tiempos. Se suponía que el sitio tenía que arder en llamas
cuando Fortune estuviera trabajando -echó una maldición mientras la
arrastraba por las escaleras del porche-. Por eso he decidido terminar las
cosas yo mismo.
Deslizó la pistola por su garganta. Entre sus senos. El metal le dio una
sensación de frío y muerte. Dani no se atrevió a hablar. Lo único que podía
hacer era luchar por no lanzar un grito.
Por desgracia, Peter no tenía nada que ver con el Príncipe Encantado.
Como ella era incapaz de decir una sola palabra, Peter la soltó del brazo
para darle una bofetada con fuerza.
Su voz, sin ninguna calma ya, contenía un tono que ella ya había oído
muchas veces antes. Estaba a punto de perder el control, comprendió Dani.
-Pero lo estaba. Y donde las dan las toman. Dani se retiró el pelo mojado
de los ojos. -¿Qué quieres decir?
-Es verdad. Deberías haber comprendido que nunca dejaría que te casaras
con otro hombre, Dani. os seguí a Fortune y a ti hasta Tahoe Cirro Cuando
me enteré de que tu amante iba a hacer una excursión por las montañas,
supe que el destino me había dado una oportunidad de oro.
-El disparo del rifle provocó la avalancha –dijo ella sin entonación.
Escuchó una explosión a sus espaldas y después otra, que dio en un bidón
metálico muy cerca. Pero Dani no miró hacia atrás.
Como cerca de la orilla estaba más oscuro, se dirigió hacia allí, pensando
que eso la haría un blanco más difícil.
La arena áspera se metió entre sus medias de seda y la olas le lamieron los
tobillos, mojando el vestido escarlata. La lluvia seguía cayendo.
Cuando llegó y vio el largo coche negro aparcado al lado de la casa y las
escaleras a oscuras, se sintió invadido de aprensión.
Dejó el coche y subió los escalones de dos en dos. La bombilla del porche
había estallado y el suelo de madera estaba lleno de cristales. Bram se
sintió invadido de fría y rigidez. El miedo le llevó el estómago a la
garganta.
-¡Dani!
Su grito fue recibido por un silencio sepulcral.
Lo primero que vio Bram fueron las fotos esparcidas por todo el suelo.
Cuando contempló una de Dani y él en la ducha, se sintió invadido por una
niebla rojiza de furia.
-¿Dónde estaban?
¿Y entonces qué?»
"Lo mataré».
En la distancia, Dani oyó el ladrido de un perro. Más cerca aún, podía oír
los pasos de Peter sobre la arena dura.
Estaba a punto de llegar a las rocas. Familiarizada con la playa por los
paseos nocturnos con Bram, Dani se volvió tierra adentro, donde sabía que
había unas escaleras.
El corazón le golpeaba las costillas con dolor y cada vez que inspiraba le
dolía el pecho. Prácticamente se empujó a sí misma hacia los escalones de
piedra.
Cuando oyó otro disparo, comprendió que Peter había encontrado el arma
de nuevo. Aunque no parecía buen tirador, se temió que sólo sería asunto
de tiempo.
Por fin, Dani vio la autopista. Se levantó las faldas mojadas, inspiró dos
veces y siguió corriendo en su dirección.
Varios coches del Departamento del Sheriff de Los Ángeles bajaban hacia
la casa de playa de Bram menos de tres minutos después de su llamada. En
aquella tierra donde la imagen lo era todo, parecían resueltos a que las
noticias que saldrían al día siguiente en toda la prensa no les dejaran en
mal lugar. .
Bram se metió en uno de los coches con un oficial que, en un intento por
calmarle, empezó a contarle todo tipo de crímenes locales.
Acababa de terminar una sórdida historia sobre un violador en serie
cuando apareció de repente una mujer de entre la oscuridad.
El oficial hizo chirriar los frenos y las llantas echaron humo, pero por
suerte, el coche no resbaló en la calzada.
Justo detrás de ella, apareció Bannister, tan mojado como Dani y con una
pistola en la mano.
-¡Y una mierda! -gritó Peter-. ¡Esa ramera tiene que pagármelas!
Epílogo
Era como una escena de cuento de hadas. Fuera de la cabaña, los copos de
nieve flotaban por el cielo y el paisaje parecía sacado del país de las
maravillas en invierno. Dentro, un fuego anaranjado crepitaba y de la
puerta colgaba una corona de Navidad llena de piñas, bolas y lazos de
color rojo brillante. Había tres calcetines rojos y blancos colgados de la
repisa de la chimenea y, sobre ella, un retrato de familia pintado por Dani.
Dani estaba sentada en el sofá enfrente del fuego con los pies sobre la
mesita, mirando con satisfacción el árbol que les había llevado cinco días
escoger en los bosques adyacentes y dos más en cortar. Estaba decorado
con una mezcla variada de bolas antiguas de cristal, ornamentos pintados a
mano que había hecho ella misma y angel ates toscos hechos con papel,
pegamento y polvo brillante por la pequeña Hannah Fortune de dos años
Había momentos, y aquél era uno de ellos, en los que no podía creer en
tantas bendiciones. Tenía, sin ninguna duda, la mujer más bella e
inteligente del mundo. Y en cuanto a Hannah, su hija de pelo oscuro y ojos
agitanados, todos sus amigos y conocidos habían aprendido por
experiencia, que preguntarle a Bram Fortune por su hija conllevaba una
larga discusión sobre sus cualidades artísticas, seguida de una muestra de
sus últimas fotografías.
-El mérito no es solo mío -le rodeó los hombros con el brazo-. Creo que
fue a la sexta lectura del cuento cuando lo conseguí.
-La Navidad es siempre muy excitante para los niños -le recordó Dani.
-y para los adultos también -metió la mano bajo un cojín y sacó una cajita
envuelta en papel dorado-. He pensado, que como todo estará muy
alborotado mañana después de los regalos de Santa Claus y la comida con
mis padres, podríamos intercambiar los regalos esta noche.
-¡Qué idea tan adorable! -le rozó ligeramente los labios-. Da la casualidad
de que yo también tengo el mío a mano.
-¡Qué bonito! --con qué facilidad podía encender su pasión, pensó Dani.
Incluso después de aquel tiempo-, porque yo también estoy loca por ti,
señor Fortune.
Sus ojos estaban encendidos con una mezcla de diversión y deseo. Era una
mirada que nunca fallaba en seducirle.
-¿No vas a abrir tu regalo?
Amar y ser amada», pensó Dani mientras soltaba el lazo dorado. Aquel era
el mejor de los regalos.
-No tan precioso como la dama que lo llevará. Dani le dio un beso.
El le devolvió el beso.
-¿De
Hannah?
-Habrá dos niños queriendo que les leas cuentos la próxima Navidad.
-¿Cuándo?
-A finales de junio.
Ella soltó una carcajada con aquel sonido musical que Bram sabía que
podría excitarle hasta que tuvieran noventa años.
-No tienes que darme las gracias, cariño -le rodeó el cuello con los brazos
y se sumergió en un beso profundo-.
-Hablando de eso... -se levantó y la arrastró con él-, esto pide una
celebración.
-Es sólo una casa de muñecas -le dijo Bram desde el otro lado de la
puerta-. ¡No será tan difícil montar un juego de niños!
Con los brazos a ambos lados del cuerpo, como Hannah cuando les había
enseñado el vestido de terciopelo de Navidad a sus abuelos, Dani se dio la
vuelta. Con un profundo escote en uve por delante y otro hasta casi la
cintura por detrás, el largo y delicado satén se amoldaba a todas sus curvas
como la caricia de un amante. Era un pecado verla.
Al mirada bajo un rayo de luna que se filtraba y era tan blanco y seductor
como el satén, Bram dio las gracias a los dioses por haberle enviado a
aquella diosa.
La atrajo a sus brazos. Su piel era tan suave como el mismo satén y olía
como el paraíso en primavera.
¿Habría alguna mujer que no soñara con aquella mirada ardiente y ávida?,
se preguntó Dani.
Fin