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ecourbanismo para
ciudades de América Latina
Parte I
Premisas conceptuales
y enfoques metodológicos
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
UNIDAD XOCHIMILCO
Amada Pérez
diseño gráfico y formación
Enfoques del
ecourbanismo para
ciudades de América Latina
Parte I
Premisas conceptuales
y enfoques metodológicos
Pablo Torres Lima
Alberto Cedeño Valdiviezo
Amparo de Urbina González
Coordinadores
Primera edición, 2021
© Universidad Autónoma Metropolitana
Prolongación Canal de Miramontes 3855, Col. Ex Hacienda San Juan de
Dios, Tlalpan, 14387, Ciudad de México.
ISBN 978-607-28-2428-7
Capítulo 1 9
Ámbitos de investigación desde el ecourbanismo
Pablo Torres Lima, Alberto Cedeño Valdiviezo y Amparo de Urbina
Capítulo 2 27
Antropoceno, capitaloceno y desastres urbanos. Una reflexión desde la Ecología
Política Urbana
Oscar Adán Castillo y Madisson Yojan Carmona Rojas
Capítulo 3 39
Ecourbanismo: discusiones conceptuales del desarrollo sustentable en espacios
urbanos
Francisco Jalomo Aguirre
Capítulo 4 55
La ecología en el urbanismo: concepciones, modelos y formas de gestión para la
ciudad metropolitana
Libys Martha Zúñiga Igarza
Capítulo 5 73
De la ciudad-jardín al concepto de ecourbanismo
Alberto Cedeño Valdiviezo y Pablo Torres Lima
Capítulo 6 87
El concepto de paisaje urbano histórico como compilador de la conservación del
patrimonio, del medio ambiente y de la planeación urbano-territorial
Alberto Cedeño Valdiviezo y Pablo Torres Lima
Capítulo 7 109
Los centros históricos y un nuevo abordaje conceptual desde su complejidad
Amparo de Urbina
Capítulo 8 127
Indicadores de evaluación de la sostenibilidad de proyectos urbanos a escala de barrio
Grace Yépez, Christine Van Sluys, Sheika Aragundi, Micaela Duque, Paul Jiménez, Nuria
Vidal, David Dávalos y Nicolás Salmón
Capítulo 9 153
Urbanismo y construcción sustentable en Colombia: estado de la cuestión normativa
Luis Gabriel Duquino Rojas, Olavo Escorcia, Olga Garzón, Juanita Montoya y Sergio
Ballén
Capítulo 10 169
Ciudades sostenibles desde el modelamiento del impacto ambiental
Mario Germán Martínez
Capítulo 11 187
Ecobarrios como elementos claves del ecourbanismo
Alberto Cedeño Valdiviezo y Pablo Torres Lima
Prefacio
Pablo Torres Lima, Alberto Cedeño Valdiviezo y Amparo de Urbina
Ámbitos de investigación
desde el ecourbanismo
Pablo Torres Lima, Alberto Cedeño Valdiviezo
y Amparo de Urbina
INTRODUCCIÓN
Durante el primer cuarto del siglo xxi, las áreas metropolitanas son protagonistas de
procesos de transformación radical, tanto desde el punto de vista económico como
social, y respecto de su organización urbanística y arquitectónica. Asimismo, la ciudad
se ha convertido en un campo del saber o bien como objeto de estudio ha motivado la
promoción de núcleos importantes de reflexión y debate en diversas partes del mundo.
En Latinoamérica, los centros de pensamiento urbano tienen varios pendientes como la
generación de teoría y metodología, la elaboración de lecturas críticas sobre los mar-
cos analíticos provenientes de otros contextos, y la revisión con miradas transversales
al campo multidisciplinario de estudios de los procesos urbanos (Carrión y Dammert,
2016). Algunos aspectos de estos procesos también son parte del debate en organi-
zaciones de ciudadanos, en los medios de comunicación e influyen en las agendas de
políticos y administradores con diferentes escalas territoriales, desde lo local hasta lo
nacional y mundial (Mela, 2008). Todo lo anterior propiciado por el reconocimiento de
la rápida tasa de urbanización planetaria visto como el principal impulsor del cambio
ambiental y la creación del Antropoceno.
El Antropoceno se define como la forma capitalista de urbanización y los pro-
cesos socioecológicos y político-económicos que animan su desarrollo combinado y
desigual a escala mundial; por lo general, son identificados como impulsores clave del
cambio climático antropogénico y otras transformaciones socioambientales: pérdida de
biodiversidad, erosión del suelo, grandes eco-infraestructuras (represas), deforesta-
ción, extracción de recursos, acumulación de plásticos en los diversos ecosistemas del
mundo y contaminación, además de la descontrolada mercantilización de todo tipo de
naturalezas (Swyngedouw, 2015). También Swyngedouw señala que nuestro destino ur-
Los complejos retos urbanos contemporáneos en América Latina no se rigen sólo por
límites espaciales o administrativos ni pueden ser resueltos exclusivamente por secto-
res aislados o actores independientes, debido a que los procesos metropolitanos y el
crecimiento económico van a la par en la resolución de los problemas socioambientales
CONSIDERACIONES FINALES
BIBLIOGRAFÍA
Referencia electrónica
Antropoceno, capitaloceno
y desastres urbanos. Una
reflexión desde la ecología
política urbana1
Oscar Adán Castillo Oropeza y
Madisson Yojan Carmona Rojas
INTRODUCCIÓN
Las ciudades se caracterizan por ser lugares en los que confluyen múltiples situaciones
paradójicas. Por un lado, el desarrollo de diversas actividades económicas, entre las
que destacan la industrialización y los servicios. Por el otro, existe segregación, pobre-
za y problemáticas ambientales de todo tipo: escasez de agua, destrucción de bosques,
contaminación ambiental por ruido, deficiente disposición de residuos sólidos y la pre-
sencia de desastres, entre otros (Davis, 2008; Taylor, 2010).
En el Antropoceno los cambios en el clima se deben a las acciones humanas,
por lo cual se supone que las causas de los desastres sean antropogénicas y no ne-
cesariamente un castigo divino. Desde distintas instancias internacionales (bid, 2015;
onu, 2012, 2015; onu-Habitat iii, 2016; onu-unisdr, 2009), se entiende que la respon-
sabilidad social por la destrucción de la naturaleza es generalizada, prevaleciendo una
fuerte preocupación por crear una nueva conciencia colectiva global y local acerca de la
relación sociedad-naturaleza que impulse acciones más sustentables y comprometidas
con el cuidado del ambiente para evitar la presencia de desastres, ya que actualmente
la destrucción del planeta y sus consecuencias no se pueden revertir.
Por lo anterior, gobiernos o comunidades científicas proponen que la mejor alter-
nativa ante los embates del clima sea desarrollar estrategias innovadoras y preventivas
(contratación de seguros, planeación territorial participativa o evaluaciones de impacto
1. Este texto es resultado del proyecto de investigación: Urbanización y desastres en ciudades intermedias de Mé-
xico y Colombia, desarrollado en conjunto por el Seminario Ecología Política, Sufrimiento Socioambiental y Acción
política de la Universidad Intercultural del Estado de Hidalgo y el Semillero de investigación: Problemas urbanos
contemporáneos de la Universidad Pedagógica Nacional, Colombia.
2. Según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas (onu, 2018b), 1 400 millones de
personas, que corresponde a un tercio de la población urbana mundial, están en peligro de sufrir las consecuencias
de ciclones, inundaciones, sequías, terremotos, erupciones de volcanes, entre otros. Y cerca de tres de cada cinco
ciudades del mundo con al menos 500 000 habitantes se encuentran en riesgo de padecer un desastre.
En ese mismo año, Crutzen y Stoermer (2000) publicaron un texto donde se menciona
que la humanidad ha ocasionado que la Tierra transite hacia una nueva era geológica,
denominada Antropoceno. Sugieren que su inicio está intrínsecamente relacionado con
la Revolución Industrial. A partir de entonces, hay un intenso debate sobre el papel que
juega la especie humana en las transformaciones del planeta. En el año 2016, el Grupo
de Trabajo del Antropoceno de la Comisión Internacional de Estratigrafía señaló que nos
encontramos en una nueva época geológica paralela al Pleistoceno y el Holoceno, que
inició en la década de 1950 en la llamada “Gran aceleración” y se caracteriza por ser un
periodo de cambios trascendentales como la urbanización acelerada, el incremento de
la población mundial o la explotación de los recursos naturales, entre otros (sqs, 2016).
La tesis principal del Antropoceno se refiere a que los seres humanos son la
especie responsable del cambio climático y sus efectos contraproducentes como los
desastres. Su validación científica permite trascender la separación histórica entre la
sociedad y la naturaleza, creada por la ciencia moderna occidental, cuestión que había
sido señalada por Bruno Latour a finales del siglo xx (Latour, 2007). Si bien el debate
del Antropoceno inicia en ciencias como la Geología, la Paleontología o la Biología, en
la actualidad existe un interés particular de las ciencias sociales, como la Antropología,
la Historia, la Sociología o la Geografía, por comprender de diferente manera este cam-
bio. Incluso se ha modificado la forma de nombrarlo, en lugar de Antropoceno algunos
autores lo han definido como Capitaloceno (Altvater, 2014; Haraway, 2015; Moore et al.,
2016), dado que su advenimiento tiene una estrecha relación con la mundialización del
capitalismo como modo de producción dominante.
Al respecto, Moore se pregunta: “¿Estamos realmente viviendo en el Antropoce-
no, con su retorno a un punto de vista curiosamente eurocéntrico de la humanidad […]
o estamos viviendo en el Capitaloceno, una era histórica formada por unas relaciones
que privilegian la acumulación interminable de capital?” (Moore, 2013: 2). En este caso,
Altvater afirma: “[…] el modo de producción capitalista genera historia geológica y lo ha
hecho hasta integrar una nueva fase que los geólogos denominarían Antropoceno. Fase
que sería más adecuado calificar como Capitaloceno” (Alvater, 2014: 7).
Entonces, para los geólogos el Antropoceno preponderantemente se refiere a
una transición geológica, que deja de lado otros aspectos referentes a las implicaciones
de la acción humana, entre los que se destaca la organización política, cultural y la diná-
mica económica. Mientras tanto, el Capitaloceno es una crítica que trata de evidenciar
[…] la crisis ecológica y climática no fue impulsada por todos, porque no todos han tenido
el mismo poder social para influir sobre la estructura económica: desde los esclavos usa-
dos para el desarrollo del capitalismo europeo, pasando por las comunidades indígenas
casi exterminadas y marginadas, hasta la gente que desde el siglo xx sufre la miseria y
explotación laboral, la mayor parte de la población no ha contribuido a la crisis que en-
frentamos (Cano, 2017: 9).
De tal forma que las posibles respuestas a la crisis planetaria reproducen un tipo de ideo-
logía y estructuras de sentido en las que no se comprende ni se resuelve el problema
Los desastres han sido una constante histórica en América Latina, son muchos los que
han ocurrido, por ejemplo en Huaraz, Perú (1970), Managua (1972), Guatemala (1976),
Popayán (1983), El Salvador (1986) y en la Ciudad de México (1985, 2017). Todos estos
CONCLUSIONES
En un contexto que ha aceptado que estamos viviendo una nueva era geológica de-
nominada Antropoceno, donde el desastre es un denominador común en la sociedad
contemporánea, el estudio crítico de dichos hechos es más que necesario. Se trata de
desnaturalizar estos procesos y comprenderlos desde su complejidad misma; en ese
sentido, la perspectiva de la ecología política urbana es una herramienta sugerente
para el análisis de la relación entre Antropoceno y desastre, que permite acercarnos
de diferente forma a los desastres urbanos, los cuales se analizarían como procesos
socioambientales y no como simples eventos o fenómenos naturales provocados por la
acción humana.
Desde la ecología política urbana, se entiende que los desastres son realidades
híbridas que se componen tanto de elementos sociales como naturales. Los desastres
urbanos son resultado de cómo determinadas relaciones de poder político-económico
inciden en la urbanización de la naturaleza y en la formación paulatina de condiciones
diferenciadas de vulnerabilidad socioambiental, riesgo y desastre.
Queda claro que la urbanización y la naturaleza son un todo interrelacionado,
con características complejas, multiescalares y multidimensionales. Así, los problemas
socioambientales que se presentan en las ciudades, como los desastres, demandan una
perspectiva analítica, integral y crítica desde la que se cuestionen los hoy en boga pro-
gramas de reducción de riesgo de desastre o de gestión integral de riesgo de desastre,
pero sin reducir las condiciones de vulnerabilidad tanto de las poblaciones afectadas
como de su entorno inmediato. También, es necesario discutir a detalle sobre ¿cómo las
ciudades de América Latina, en particular o del Sur Global, si se quiere, pueden transitar
hacia la supuesta resiliencia urbana sin combatir primero las condiciones de precarie-
dad y desigualdad socioambiental históricamente determinadas?
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de febrero de 2019).
Ecourbanismo: discusiones
conceptuales del desarrollo
sustentable en espacios urbanos
Francisco Jalomo Aguirre
INTRODUCCIÓN
En la actualidad, los espacios urbanos, representados por las ciudades, son las formas
antropogénicas de la época, pues se vive en un siglo de gigantismo de estos sujetos,
a la vez que objetos de estudio, convirtiéndose en palanca o freno, en virtud o lastre,
en desarrollo o mengua para los territorios y regiones donde se ubican. Por tanto, los
espacios urbanos se vuelven piezas clave cuando se habla de desarrollo sustentable, ya
que ahí se producen y reproducen todas las bondades o vicisitudes de las políticas que
hoy imperan, prioritariamente económicas y es por esto que en esos lugares confluyen
y se manifiestan la mayoría de los fenómenos globales, ubicándolos como espacios
cambiantes, desbordantes, indetenibles y caóticos.
Se habla de ciudad como sinónimo de espacio urbano en yuxtaposición con la
denominación de campo como sinónimo de espacio rural, como si estos conceptos
estuvieran debidamente definidos y fueran entendidos, sin duda alguna, en todas las
ciencias de forma igualitaria. Pero la realidad es que ni son conceptos fijos ni definicio-
nes inamovibles, ni vocablos acabados y tampoco son del todo claros, por lo que han
sido comprendidos, en las diferentes áreas del conocimiento, de forma heterogénea y
a veces hasta contradictoria.
Así, inicialmente, estas reflexiones buscan definir qué es un espacio urbano, de-
bido a que, en teoría, ahí comienza a aparecer una corriente denominada ecourbanismo
o urbanismo sustentable, que se formaliza a través de diversos modelos de gestión
que buscan, de forma alternativa, materializar un nuevo estilo de vida, de producción,
apropiación, circulación, transformación, consumo y excreción, denominado desarrollo
sustentable.
El espacio es una categoría de la sociedad que lleva implícita la acción de los grupos
humanos y, en consecuencia, su contenido y estructura cambia con el tiempo (Di Vir-
gilio y Heredia, 2012). Por ello, definir lo urbano o lo rural, también llamados mundo
urbano y mundo rural, respectivamente, es tan difícil como definir lo que es una ciudad
y el campo, pues en estas categorías espaciales de análisis existen funciones que hasta
hace poco estaban perfectamente delimitadas y que, hoy en día, se han desdibujado
sus fronteras (Capel, 2007), quedando incompleta una identificación biespacial rural-
urbano del mundo circundante.
Sin lugar a dudas la urbanización como proceso, que ha dado lugar a la aparición de los
espacios urbanos como objeto de estudio, está inscrita en la discusión sobre la crisis
medioambiental que hoy se vive a nivel planetario. Lo urbano ya no es entendido con el
concepto medieval que prevaleció entre los siglos v y xv, donde la ciudad se ubicaba en
un espacio cerrado, amurallado, con arrabales, edificios y castillos que estaban dentro
de esos muros, tal y como se ejemplificó líneas antes con el ejemplo de los mayas.
La ciudad se convierte, entonces, en el lugar espacial privilegiado con infraes-
tructura, centros de toma de decisión e innovación financiera, política, administrativa,
económica, social y cultural de un territorio; con aglomeración organizada socialmente
muy compleja, concentrando las comunicaciones, la mayor riqueza de intercambios, la
densidad de producción y consumo de bienes y servicios, elevado valor del suelo, fácil
capacidad de intercambio de información y mercancías; pero también en las ciudades
ocurre la despersonalización del tiempo, dedicando menos a actividades personales,
individuales y privadas, ello hace necesario crear índices de urbanidad que midan la
variación temporal de las relaciones sociales.
El espacio urbano se convierte en el nodo de conexión global-local-regional de
un sistema jerarquizado, que organiza el intercambio entre lugares para facilitar bienes
y servicios en lo inmediato espacial y en lo lejano global (Sassen, 2012), a través de una
presencia significativa de medios de comunicación, sumando nuevos aspectos a lo ur-
bano, transformándolo en un centro político y administrativo, un mercado, un lugar con
presencia industrial, una unidad espacial con límites claros, lo que permite hablar de las
ciudades virtuales, por ejemplo.
Lo anterior permite señalar que los límites de la ciudad se vuelven, entonces,
puramente administrativos y artificiales, dado que hoy se habitan territorios indefinidos,
con funciones múltiples y diversas, heterogéneas y cambiantes, independientes de toda
lógica programada. El espacio urbano funciona según intereses especulativos que res-
ponden a presiones sociales, pero no en función de un proyecto urbanístico (Cacciari,
2012; Borja, 2013). La ciudad es un medio privilegiado que estimula las innovaciones de
crecimiento y que facilita la invención y la difusión de nuevos valores, pero también, en
la actualidad, es el lugar de la segregación moderna, de la exclusión social y del dete-
rioro de la convivencia no sólo social, sino cultural y ecológica.
Por lo cual, el planteamiento contemporáneo es hacer ciudades más justas, de-
mocráticas, humanas, amigables con la naturaleza, responsables en su producción y
consumo; es decir, construir ciudades sustentables, ampliando el enfoque tradicional
sobre la mejora de la calidad de vida, que el usufructo equitativo ocurra en los espacios
urbanos con principios de sustentabilidad, incluyendo el cuidado democrático, equidad
y justicia social y ecológica, en aras de un desarrollo limpio, organizado y armónico.
EL DESARROLLO SUSTENTABLE
Dimensión
y/o esfera
Dimensión V económica
y/o esfera I
natural o A
ecológica B
L
E
SOPORTABLE S EQUITATIVO
E
C
Ú
Dimensión A Dimensión
y/o esfera N y/o esfera
social I ética y
M cultural
E
Cuando se habla de sustentabilidad y ciudad, los problemas son muchos y las respues-
tas, soluciones, teorías y metodologías al respecto son escasas, a pesar de la urgencia
de preservación ecológica con la firme intención de pensar en un mañana (López, 2004).
CONCLUSIONES
Referencias electrónicas
La ecología en el urbanismo:
concepciones, modelos y
formas de gestión para la
ciudad metropolitana
Libys Martha Zúñiga Igarza
INTRODUCCIÓN
1. Esta resiliencia absorbe la fluctuación de sus elementos para mantener la autorregulación, la conservación y es-
tabilidad de cada sistema o recurso donde se desenvuelve. Para ello desarrolla cualidades de absorción, resistencia
y recuperación a través de la composición física de cada componente intrínseco (Zúñiga, 2018: 44).
2. Capacidades de los recursos naturales al convertirse en recursos generadores de bienes materiales y de servi-
cios que demanda la vida del ser humano (Camagni, 1996).
3. Tránsito de un recurso, desde su estado de origen hasta su modificación en residuos o desechos y su devolución
al sistema ambiental (cpsv, 2008).
Ambiente
Natural Social
4. La materia se asocia con los nutrientes y componentes físicos: los recursos ambientales que se utilizan para la
creación de bienes materiales y de servicios. La energía se vincula a las entradas de fuentes externas y la reducida
eficiencia del consumo propio del ecosistema. La información es condicionada por el medio natural y el antrópico,
así como la que produce el proceso mismo; es organizada culturalmente y marcada por la cualidad y la cantidad
(Rueda, 2006).
Flujos ecosistémicos
Flujos Flujos
físicos biológicos
Ecosistema
urbano
Fuente: Elaboración propia.
ello los recursos naturales más utilizados son el suelo y el agua, vitales para la vida; son
recursos finitos, no renovables, por lo que su utilización debe ser racional. En cuanto a
la energía, ésta es dada a partir de los procesos que se producen en la atmósfera aso-
ciados con el viento, su velocidad, el clima, entre otros componentes. Se enlazan en
este grupo aquéllos que emiten energía a través de los procesos internos de la Tierra:
los volcanes activos que son fuentes de energía calórica y los movimientos tectónicos
como los más conocidos; y el Sol, componente externo, pero que ayuda a determinar
la vida de este planeta Tierra. Estos flujos físicos vinculados con la energía, son los res-
ponsables de la dinámica de los procesos naturales y se manifiestan, espontáneamente,
por medio del ciclo energético y el climatológico, ofreciendo amplias posibilidades de
utilización ya que tienen capacidad de renovación al ser un proceso abierto. Lamen-
tablemente estas fuentes energéticas son poco utilizadas por lo que el ecosistema se
desequilibra por la sobreutilización del ciclo de la materia.
El flujo informativo se produce a través de los seres vivos que trasmiten datos
para su propio desenvolvimiento. En este caso se tienen los corredores biológicos, o
trochas cinegéticas, entre otros recursos, que utilizan la flora y la fauna en el logro de
sus patrones para la existencia. En el caso de los seres humanos, a través del conoci-
miento y de su experiencia práctica condicionan los flujos físicos, los que se encuentran
en desequilibrios evidentes, por un proceso socialmente construido en su evolución so-
cioeconómica a través de los diferentes impactos que este sociodesarrollo desencadena.
A partir de lo anterior, se muestra la exposición y susceptibilidad en el producto,
es decir, el aspecto más visible y más estudiado en materia urbana: la calidad ambien-
El término metrópolis o metrópoli fue la denominación que utilizaron los griegos para
las ciudades que servían de centro político, financiero, cultural y religioso. Hoy en día,
mantienen esa función, y también logra consenso, generalmente, por sus dimensiones.
Según algunas definiciones, la densidad de población varía entre uno y 10 millones de
personas, aunque realmente su designación es por la actividad económica. El desarro-
llo de las metrópolis ocurre desde la Revolución Industrial y se consolida en el siglo
xx, como resultado de la unión de varios municipios conurbados, producto del alto de-
sarrollo socioeconómico y la explosión demográfica de la época. Hoy funcionan como
verdaderos centros de innovación cultural, social y demográfica, al mismo tiempo que
concentran una gran parte del poder económico; además, en éstas radican importan-
tes centros de decisión que influyen en los componentes del sistema de ciudades y
poblados conurbados. De acuerdo con De Mattos (2002), en la actualidad se producen
ciertos cambios en la organización y el funcionamiento de las metrópolis, como los que
se señalan enseguida:
En la actualidad, la formación de las metrópolis es uno de los temas urbanos más es-
tudiados porque en estos asentamientos se manifiestan todo tipo de problemas que
son compartidos desde una totalidad urbana. Sin embargo, se siguen estudiando de la
misma forma en que se desarrollaron las ciudades en su evolución histórica, por sis-
temas: verdes, habitacional, infraestructuras, accesibilidad, entre otros, y desde una
posición antropocéntrica. Cabe decir que también se limita la planeación urbana desde
una totalidad sistémica y se da paso a la planificación estratégica que, por supuesto,
prioriza una parte y no valora la totalidad urbana, sus relaciones e interdependencia con
las capacidades del medio físico y de los recursos que la soportan. El tema más común
y recurrente, como problemática, es la capacidad de los acuíferos y el vínculo con la
población a servir.
Por otro lado, el paradigma ambiental desde los años 60 del pasado siglo, tiende
a considerar la sostenibilidad urbana a partir de las relaciones problemáticas de lo am-
biental con lo social; el desarrollo local; la incorporación de las políticas ambientales en
las políticas sectoriales urbanas; la inclusión de los costos ambientales y sociales en los
presupuestos; la gestión integral y participativa; el fortalecimiento de la sociedad civil,
los actores locales y canales de participación; los cambios de enfoque en las políticas
de desarrollo y conservación; así como la información obtenida para la toma de decisio-
nes. En cuanto a la calidad de vida, está orientada hacia el crecimiento personal y colec-
tivo, sobre la base de acciones económicas, sociales, políticas y culturales, fundadas en
el incremento cualitativo y cuantitativo de la participación popular en los procesos de
capacitación y de toma de decisiones transformadoras (Limia, 2006).
Sin embargo, resulta complejo integrar en una metrópolis todos los aspectos
señalados, si ésta no se trata desde una totalidad sistémica que evalúe la estructura
urbana, el funcionamiento y el producto de la metrópolis en una concepción de recurso.
Por tanto, considerar a la metrópolis como un recurso, es estratégico y un factor de
competitividad (Boscherini, 2000) tanto para la ciudadanía como para el desarrollo de
los sectores económicos. Dichos elementos son distintivos de este tipo de ciudades
porque son altamente atractivos para captar inversiones y tecnologías, colocándolas
dentro del mercado urbano como ciudades líderes. Es por ello, que resulta de vital im-
portancia reducir las brechas entre el desarrollo socioeconómico y la calidad ambiental
y de vida urbana como una condición de sostenibilidad, así que el enfoque ecosistémico
resulta esencial para asegurar su desarrollo, lo que significa un planeamiento urbano
Existe una interacción muy importante de la biota hombre-árbol, ya que estos últimos
presentan múltiples relaciones con factores abióticos (suelo, aire, agua), e influencia en
los ciclos biogeoquímicos. En este contexto es posible afirmar que los árboles urbanos
no deberían ser evaluados exclusivamente por el valor paisajístico que representan o
por su carácter ornamental. Contribuyen a: amortiguación térmica, disminución de la
contaminación atmosférica de gases, reducción de contaminación sonora, producción de
oxígeno, reducen la luz intensa y la reflexión, hábitats para la vida silvestre, entre otras
(González, 2014: 5-6).
El funcionamiento urbano tiene sus bases en los recursos naturales: agua, suelo y aire,
en conjunto con la biocenosis urbana y los seres humanos, en una interdependencia e
interrelación con las funciones básicas urbanas. De los recursos: “el agua representa uno
de los metabolismos básicos de la ciudad” (Terradas et al., 2011: 58). Todos los recur-
sos, para satisfacer las necesidades de los sistemas sociales urbanos, provocan grandes
desequilibrios en los territorios; así, en muchas ocasiones, las demandas de agua y otras
necesidades, como las energías fósiles y suelos agrícolas, se exportan de otros ecosis-
temas muchas veces fuera del entorno ecosistémico o hinterland que, supuestamente,
deben dar respuesta a la metrópolis. Por esto, el funcionamiento urbano desarrolla un
metabolismo lineal, es decir, no se devuelve el recurso utilizado en ninguna de sus for-
mas de transformación como material al sistema ambiental de origen.
Sobre este punto, Higueras (2013) apunta que “los principales ciclos del eco-
sistema urbano son cuatro: el ciclo atmosférico, el ciclo hidrológico, el de la materia
orgánica y los residuos y, por último, el ciclo energético” (Higuera, 2013: 2). Ciclos que
sustentan los flujos metabólicos urbanos y, cuando éstos se alteran, constituyen riesgos
a la vida de todos los seres vivos, es por ello que estudiarlos desde el proceso urbano
es imprescindible para minimizar riesgos.
Ahora bien, los riesgos de origen natural (Guasch, 2010), están asociados con el
clima y la hidrometeorología (ciclones, inundaciones, penetraciones del mar, surgen-
cias, temperaturas extremas, tornados, entre otros), y con la geología y geomorfología
(deslizamientos de tierra, fallas sísmicas, capacidad portante del suelo para la construc-
ción, terremotos, volcanes), afectan una zona de la ciudad o el territorio. Los riesgos
antropogénicos son producto de la contaminación y tienen causas diversas, como fallas
en procesos tecnológicos, accidentes por falta de control y operación de sistemas. Los
Asimismo, la información es uno de los flujos que relaciona la estructura con el pro-
ducto resultante del funcionamiento en el ecosistema urbano, es desarrollada por el
ser humano a partir de su capacidad de comunicarse, requiere de condiciones como la
confiabilidad, sistematización y accesibilidad para que genere cambios en la conciencia
individual y social. Cambios que se tornan indispensables ante la evidente problemática
ambiental, originada en las actividades de orden económico, político, social y cultural;
este último aspecto es el que determina, en gran medida, la calidad del producto eco-
sistémico, que el ser humano demanda para su subsistencia. La información tiene una
posición estratégica para que sea efectiva, principalmente en la toma de decisiones.
Actualmente, existen ciertas particularidades en la información, así como su funcio-
namiento en red: “La lógica enfrentada del espacio de los flujos y del espacio de los
lugares estructura y desestructura, simultáneamente, las ciudades, que no desaparecen
en las redes virtuales, sino que se transforman en la interfaz entre la comunicación
electrónica y la interacción física mediante la combinación de redes y lugares” (Castells,
2001: 498).
Recursos naturales,
construidos y
sociales
Ecosistema
urbano
Riesgos de origen natural,
antropocéntricos, socionaturales,
biológicos, mixtos
Es por ello que se demandan nuevos enfoques de carácter sistémico y ecológico para
entender la metrópolis, Jordi Borja plantea razones para la acción:
CONCLUSIÓN
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Referencias electrónicas
De la ciudad-jardín al concepto
de ecourbanismo
Alberto Cedeño Valdiviezo y Pablo Torres Lima
INTRODUCCIÓN
En las principales ciudades europeas, entre 1830 y 1850, tomó forma la práctica urba-
nística, no en los despachos de arquitectos preocupados por cuestiones estilísticas,
sino a partir de las experiencias negativas de la ciudad industrial, a las que técnicos e
higienistas buscaron dar solución, como por ejemplo, a la insuficiencia de alcantarilla-
dos y de agua potable o la difusión de las epidemias (Benévolo, 1974). Esta preocupa-
ción tiene que ver con las revoluciones liberales que se produjeron, principalmente, en
ciudades como París, Berlín, Budapest, Viena y Nápoles, aunque el clima de agitación
también se esparció en otras regiones de Italia, Alemania, Austria, incluso en la ciudad
de Londres: “Fueron iniciados por los miembros de la burguesía y de la pequeña nobleza
que exigían gobiernos constitucionales, y también por los trabajadores (proletariado) y
campesinos que se rebelaron contra los excesos y la difusión de prácticas capitalistas”.2
En estas localidades se realizaron vigorosas intervenciones sobre el tejido urba-
no, con argumentos sustanciales como la búsqueda de higiene en los barrios populares,
1. https://es.scribd.com
2. https://www.historiacultural.com
EL NEOEMPIRISMO
Durante poco más de la primera mitad del siglo xx, fueron los arquitectos quienes reto-
maron el camino de la planeación en las ciudades, sin embargo, la falta de conocimiento
de otras disciplinas los limitó a tomar soluciones solamente de tipo proyectual. Ahora
bien, con una dirección diferente a los postulados del Movimiento Moderno que domi-
nó la primera mitad del siglo xx: “la arquitectura y el urbanismo nórdicos de los años
cuarenta evidencian la eclosión de una concepción y método proyectual históricamente
diferente a la del Movimiento Moderno” (Ordeig, s/f: 96), esto, como resultado de que
son culturas donde no existió una oposición radical entre lo rural y lo urbano, y al fina-
Como alguien fuera de moda entre los arquitectos que dominaban la época, Olgyay
escribió en 1963 un libro titulado: Arquitectura y clima. Manual de diseño bioclimático para
arquitectos y urbanistas, colocando el énfasis en la necesidad de relacionar estos dos
universos: arquitectura y clima. De esta forma introdujo el término arquitectura biocli-
mática y, al parecer, los arquitectos bioclimáticos que él formó, en la actualidad, son
los especialistas en la arquitectura sustentable. Se trató de una época importante que
permitió establecer las bases teóricas de los estudios sobre medio ambiente que hoy
se llevan a cabo.
Su texto, que hace hincapié en el concepto de diseño bioclimático, se puede
dividir en tres partes: la primera, dedicada al clima y su relación con el ser humano,
explica cómo se puede sustituir el tradicional proceso de “prueba y error”, propio de
la arquitectura popular, por un análisis científico que se apoye en la biología humana,
la meteorología y la ingeniería. Propone su célebre gráfica bioclimática o gráfica del
confort, utilizada todavía como herramienta de diseño por arquitectos dedicados a la
arquitectura bioclimática, además, define con claridad el límite del confort, a partir del
cual se genera el golpe de calor o insolación (Serra, 1998).
La segunda parte, aborda la interpretación del clima según principios arquitectó-
nicos, que van de lo más general hasta lo particular: la elección del emplazamiento; la
orientación sol-aire; el control solar, el entorno y las formas edificatorias, los efectos del
viento y modelos de flujo del aire; y los efectos térmicos de los materiales (Serra, 1998).
Finalmente, en la tercera parte, analiza su aplicación en arquitectura y urbanismo
por medio de lo que él llama planificación heliotérmica, explicándolo en cuatro regio-
nes,3 con lo cual muestra la implantación “en un enclave teórico, de un esquema de
3. https://es.wikipedia.org
se reconoce su metodología como clave para llevar a cabo un estudio sobre cuencas
hidrológicas (Figura 2).
Por su parte, Fernando Tudela, español radicado en México, investigador, asesor
y más tarde funcionario público escribió un texto titulado Ecodiseño (1982), concepto
que definió como: “un proceso de diseño que se desarrolle con la naturaleza y no contra
o al margen de ella” (Tudela, 1982: 14). También se refiere al diseño bioclimático que
podría, primeramente, ser definido como una: “climatización natural de la arquitectura”,
pero que de manera más amplia es una respuesta al “carácter predatorio y despilfarra-
dor de los procesos de construcción” (Tudela, 1982: 15), agravada por la crisis energé-
tica. Asimismo, señala que el bioclimatismo es uno de los componentes fundamentales
del ecodiseño que “entronca con la tradición del diseño vernáculo a través de larguí-
simos procesos adaptativos” (Tudela, 1982: 15), con la diferencia de que el ecodiseño:
“no puede confiar en la eficacia de los lentos procesos empíricos y necesita basarse en
un sólido acervo de conocimientos científicos” (Tudela, 1982: 15).
Así, el ecodiseño se convertiría en el puente entre la tecnología y el diseño, sin
olvidar que en el diseño no deben prevalecer soluciones estilísticas desprovistas de
racionalidad técnica, tendencia recurrente al tratar de llenar el vacío ideológico dejado
por el Racionalismo y el Movimiento Moderno. Tampoco sería correcto prescindir de la
dimensión significativa simbólica para adoptar una posición puramente técnica. De esta
manera, Tudela afirma la necesidad de que la arquitectura actual se apegue al bioclima-
Aun cuando persiste un claro interés sobre el desarrollo sostenible, a finales del siglo
xx no existían textos importantes sobre cómo llevar a cabo una verdadera planeación
ambiental, salvo el ya comentado de McHarg de 1967. Es durante el presente siglo que
surgirá una interesante serie de aportes sobre el tema.
Salvador Palomo en su texto La planificación verde en las ciudades (2003), define
la planificación “vinculada a los valores y recursos naturales, ecológicos, ambientales y
paisajísticos de la ciudad” (Salvador, 2003: 19). Destaca la influencia que recibió de la
publicación de la Comisión de las Comunidades Europeas de 1990: Libro verde sobre el
medio ambiente urbano. El mencionado autor señala que esta planeación verde “no se
propone únicamente urbanizar, sino que plantea un modelo de ordenación complemen-
taria al urbanismo oficial, pues reconoce lo que la ciudad necesita: ‘ser compensada con
una gama de recursos para la vida de sus habitantes’” (Salvador, 2003: 19).
Sobre lo anterior, existe un antecedente en el pensamiento de Ildefonso Cer-
dá, que contribuye con una visión a largo plazo, basado en el método científico, en el
estudio directo y local, y considera el análisis de áreas verdes como básico, un interés
auténtico por los espacios periurbanos identificando a la ciudad con todo su ámbito
real, se preocupa por la naturaleza o el sentido de lo silvestre en la ciudad; se interesa
por la ecología urbana y es gran partidario del desarrollo sostenible. Salvador Palomo
considera la escala urbana como la adecuada, aunque aclara que “el sistema urbano no
sólo se refiere a sí mismo, sino que tiene una relación estrecha con su región próxima”
(Salvador, 2003: 65); su estudio sobre el medio ambiente incluye suelos, agua, árboles,
la otra vegetación de la ciudad, bosques, microclima y vegetación, contaminación y
ausencia de confort urbano, incluso incorpora una parte importante dedicada al paisaje
(Salvador, 2003). Es por eso que su aporte “constituye una guía metodológica, que va
desde lo conceptual a la praxis concreta de las zonas verdes en todas sus escalas” (Hi-
gueras, s/f: 15).
CONCLUSIONES
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https://www.historiacultural.com/2010/09/revoluciones-de-1848.html (Consultado el
18 de diciembre de 2018).
INTRODUCCIÓN
Si por desarrollo sostenible se entiende aquél que es capaz de satisfacer las necesida-
des de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futu-
ras para cubrir sus propios requerimientos, por ecourbanismo o urbanismo sostenible,
debemos entender: “aquel urbanismo que pretende satisfacer las necesidades de las
generaciones presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para
satisfacer las suyas”.1 Al comparar estas definiciones con las que la Unesco ha definido
para el patrimonio mundial: “nuestra herencia cultural propia del pasado, con la que
nosotros vivimos en la actualidad y que transmitiremos a las generaciones presentes y
futuras”,2 se observa que en todas las definiciones existe el deseo común de conservar
o satisfacer necesidades para las generaciones futuras; luego entonces, hoy se podría
incluso hablar de un patrimonio sostenible.
En la actualidad, la relación entre urbanismo sostenible y patrimonio es posible,
gracias a que algunos autores establecieron la denominación de Paisaje Urbano Histó-
rico (Bandarín y Van Oers, 2014). Originalmente la palabra paisaje “deriva de país, en
el sentido de región o territorio, pero se distingue de él en que es una visualización de
esa realidad concreta que es el país. El país sería más el contenido y el paisaje sería la
expresión sensible de estas relaciones entre el hombre y el medio que conforma su cul-
tura” (Rivera, 2010: 11). Hoy se podría entender al paisaje como un elemento de calidad
ambiental con valor histórico y cultural, que además representa un recurso económico
en tanto que influye en la localización y el desarrollo de determinadas actividades y en
1. https://es.scribd.com
2. http://whc.unesco.org
Figura 1. Desde el punto de vista del paisaje, hoy los temas patrimonio, ciudad-territorio y medio
ambiente han quedado unidos. Ciudad de Zurich, Suiza.
Rafael Mata (2010), en su artículo “La dimensión patrimonial del paisaje. Una mirada
desde los espacios rurales”, expone sobre la relación actual entre patrimonio y paisaje,
y argumenta que en la evolución reciente, tanto de sus conceptos como de sus políticas,
se observa una tendencia clara hacia la complementariedad y la convergencia. El paisaje se
está convirtiendo en un tipo particular de patrimonio, de hecho se puede entender éste
desde el punto de vista histórico-geográfico como patrimonio “y en su potencialidad
como recurso para el desarrollo territorial y la mejora de la democracia” (Mata, 2010: 32).
La idea de paisaje como percepción humana aparece con la corriente filosófica de los
naturalistas, surgida desde la época de esplendor de la cultura griega. De esta manera,
una primera etapa se ubicaría en las escuelas griegas presocrática y posaristotélica, con
los epicúreos y estoicos. Una segunda etapa se verifica en el Renacimiento, represen-
tada por Bernardino Telesio (1509-1588), Francisco Patrizzi (1529-1597) y Tomás Campa-
nella (1568-1639). La tercera etapa o naturalismo moderno surgió en el siglo xviii, du-
rante el llamado Romanticismo, resaltan lugares exóticos y monumentos relacionados
con la naturaleza, la ruina, etcétera (Rivera, 2010). Durante el siglo xix se promoverá
el desarrollo de pintores paisajistas, principalmente ingleses, apoyados en las ideas de
John Ruskin, y pintores como Turner, Constable y Gainsborough.
Pero la influencia de Ruskin se manifestó en otros campos, además del paisajismo.
Durante la segunda mitad del siglo xix, como consecuencia de la Revolución Industrial,
se llevaron a cabo fuertes intervenciones sobre el tejido urbano de las principales ciu-
dades europeas, con el argumento principal de la búsqueda de higiene en los barrios
populares, pero también partía de una fuerte convicción de la necesidad de modernizar
estas ciudades antiguas y su tejido, aunque, hay que mencionarlo, de manera oculta
había grandes intereses especulativos detrás de estas intervenciones, cuyo represen-
tante más conocido fue Georges-Eugène Haussmann, quien transformó el panorama
del antiguo París (Choay, 2007) (Figura 2).
La obra de arte, y por lo tanto el monumento, es una creación que pertenece únicamente
a su creador, podemos disfrutarla, presenciar su decadencia, admirar su ruina, pero no
tenemos el derecho de tocarla porque no nos pertenece. Es válida únicamente en su for-
ma original, cualquier intervención sobre ella es arbitraria y contraria a su esencia. Como
cualquier criatura, el monumento tiene su vida completa en el nacimiento, en el creci-
miento, en la madurez, en la vejez y en la muerte; podrá durar por largo tiempo, pero el
final vendrá igualmente para él y la cosa más sabia será aceptarlo. Por lo demás, aun en la
ruina existe dignidad y en su aspecto pintoresco un valor de arte. Es más, es propiamente
en la ruina que la arquitectura se acerca mejor a las obras de la naturaleza (Ruskin, citado
en Ceschi, 1970: 88).
Por su parte, el vienés Alois Riegl introdujo una novedad conceptual fundamental: la
interpretación de la conservación de monumentos a partir de una teoría de valores,
planteando la idea del turismo cultural, con lo cual el patrimonio se asocia, finalmente,
con la modernidad (Bandarín y Van Oers, 2014).
Figura 5. Pietravairano, provincia de Caserta, Italia. Es a partir del año 2000 cuando
cambia radicalmente la idea sobre el paisaje, con el Convenio Europeo del Paisaje y,
posteriormente, en el 2006 con el Memorándum de Viena. Fotografía: Pietro Sav, en
https://pixabay.com/es/photos/pietravairano-torre-verde-borgo-1210044/
“Los conceptos de Patrimonio cultural y natural por primera vez se fusionan en una visión
integral del paisaje que contempla tanto los aspectos naturales como los culturales. Ade-
más introduce la dimensión social del paisaje y otorga la consideración de elemento de
EL MEMORÁNDUM DE VIENA
Este documento, emitido el 10 de mayo de 2006, señala que debe ser visto como parte
del continuum de los documentos que se mencionan en él, “y del actual debate acerca
de la conservación sostenible de los monumentos y sitios; como una declaración clave
para un enfoque integrado que vincule la arquitectura contemporánea, el desarrollo
urbano sostenible y la integridad del paisaje, sobre la base del tejido histórico, las edifi-
caciones y el contexto existentes” (Memorándum de Viena, 2005: preámbulo, inciso 5).
El documento tiene como base las Recomendaciones de la Unesco de 1976, que esta-
blecían los elementos que conformaban este paisaje histórico urbano y los actualiza, se
reconoce la expansión del concepto de patrimonio cultural al identificar la coexistencia
del hombre con la tierra, y los seres humanos en la sociedad. El Memorándum se centra
Foto 6. Loreto, Baja California Sur. El Memorándum de Viena establece que los edificios
históricos, los espacios abiertos y la arquitectura contemporánea contribuyen de manera
significativa al valor de la ciudad, otorgándole a esta última un valor cultural importante en
las zonas históricas. Fuente: Cedeño, 2019.
De acuerdo con lo señalado por Bandarín y Van Oers (2014), en noviembre de 2007 el
Centro del Patrimonio Mundial organizó una tercera reunión regional de expertos, en
Olinda, Brasil, en la que se debatió sobre el concepto de paisaje. Algunos expertos des-
tacaron la necesidad de incluir la palabra “histórico” en la definición, ya que así, al hablar
El paisaje urbano histórico es un estado mental, supone entender la ciudad, o las partes
de la ciudad, como el resultado de procesos naturales, culturales y socioeconómicos que
la construyen espacial, temporal y experiencialmente. Es un concepto que trata tanto
de edificios y espacios, como de los ritos y valores que las personas aportan a la ciudad.
Abarca distintos estratos de significado simbólico, el patrimonio inmaterial, la percepción
de los valores, y las interconexiones entre los elementos que componen los paisajes
urbanos históricos, así como el conocimiento local, incluidas las prácticas constructivas
y la gestión de los recursos naturales. Su utilidad reside en la idea de que incorpora una
posibilidad de cambio (Reunión de expertos 13 y 14 de noviembre de 2008, citado en
Bandarín y Van Oers, 2014: 279).
Para elaborar una metodología de estudio, Ester Higueras, en su texto Paisaje y Territo-
rio (2009), recomienda el uso de indicadores de la Organización para la Cooperación y
Desarrollo Económicos (ocde), que permita la realización de una valoración de la situa-
ción ambiental. Agrega que los recursos de desarrollo local directamente asociado al
paisaje en su territorio son: el desarrollo rural y el turismo (senderismo). Otros indi-
cadores muy importantes a considerar serían: la capacidad de carga y de acogida: “La
capacidad de acogida establece los límites de utilización de un enclave, basándose en
la estructura de recepción de turistas con la que cuenta o podría contar, y su equilibrio
entre población residente, flotante y el valor del medio natural receptor”. La capacidad
de carga “como el número máximo de personas que visitan a la vez un lugar turístico,
sin dañar el medio físico, económico o sociocultural, y sin reducir de manera importante
la calidad de la experiencia de los visitantes” (Higueras, vol. 1, 2009: 10). Por otra parte, la
capacidad de carga busca:
• En islas, limitar efectos del turismo sobre la cultura, las comunidades y los im-
pactos sobre los recursos.
• En áreas protegidas se busca condicionar el uso de la infraestructura, restrin-
giendo el acceso en el número de turistas; y en los flujos, lograr mejorar la per-
cepción de la calidad en la experiencia turística.
• En áreas rurales se trata de limitar los impactos en las comunidades locales y mi-
nimizar los efectos que puede ocasionar el visitante sobre las economías rurales
y sus patrones sociales.
• En zonas de turismo de montaña, evitar consecuencias negativas de las instala-
ciones, los impactos y la congestión.
• En áreas de valor patrimonial se utiliza para limitar la generación de desechos, la
congestión, el tráfico y los cambios del uso de suelo urbano.
• En el área costera, limitar densidades en el uso de playas e infraestructuras,
evitando la congestión de instalaciones y previniendo impactos ambientales (Hi-
gueras, 2009: 11).
Para McHarg (2000) es importante conocer la cuenca para interpretarla como un siste-
ma de valores e indicar los usos más adecuados para el suelo. Los puntos básicos que
hay que tener en cuenta son la geología histórica y el clima. A través del conocimiento
de estos aspectos se evidencian las diferentes regiones fisiográficas (McHarg, 2000).
En cuanto al estudio del clima, nos interesa conocer la temperatura media máxima
(julio), la temperatura media mínima (enero), la intensidad máxima de lluvia por hora,
precipitación media anual, media anual de nieve y media anual de días de niebla. Tam-
bién es importante considerar los vientos dominantes y huracanados. Preferentemente,
el clima reflejará lo sucedido en los últimos diez años.
Otro tema esencial se refiere al estudio de los suelos o recursos geológicos, de
los cuales es básico conocer los depósitos, la litología, la geomorfología, fisiografía,
pendientes, etcétera. “El conocimiento de la roca madre, de sus características de sus-
tentación y su repercusión sobre los fenómenos de superficie (permeabilidad, erosión,
morfología) son muy importantes” (Salvador, 2003: 73). Por otra parte, la geomorfología
nos va a permitir evaluar ciertos usos, “según el grado de cohesión de los materiales
litológicos, la pendiente, y la situación geográfica local” (Salvador, 2003: 73). Asimismo,
el estudio de las pendientes nos va a indicar la aptitud o las limitaciones para un uso
agrícola, y la idoneidad para la urbanización deberá considerar las condiciones del
terreno por sí mismo, además del grado de riesgo de inundación o de erosión (Salvador,
2003: 74).
Otro aspecto importante a estudiar es la hidrología. El agua es un recurso funda-
mental para los asentamientos humanos, del mismo nivel que la energía y tan vulnera-
ble como ésta cuando se cierne la amenaza de escasez (Salvador, 2003: 82-83). Estudiar
la hidrología implica el conocimiento del agua superficial, del agua subterránea, de los
humedales, de las llanuras de inundación, acuíferos, zona de recarga de acuíferos y
todos aquellos problemas que surjan con el agua.
Posteriormente, se lleva a cabo una revisión de las asociaciones vegetales que
iniciaría con el estudio de las cualidades de cada especie arbórea y, después, con las es-
pecies menores. No debemos olvidar, más adelante, examinar la fauna nativa y los riesgos
existentes en la conservación de la misma. Al final se procedería a realizar el estudio de
Los impactos paisajísticos negativos son los que provocan degradación del paisaje, en-
tendiendo por esto, el empobrecimiento cuantitativo y cualitativo o bien cualquier pro-
ceso que implica una caída en la calidad o utilidad del mismo (Cancer, 2010: 91). De
modo que, conviene elaborar una clasificación por grupos que podría iniciar con un
proceso de desforestación, estructuras utilizadas en las estaciones de esquí o cons-
trucciones descuidadas (Cancer, 2010). En este punto es muy importante el grado de
profundidad que logremos en el estudio, de acuerdo a lo dicho líneas antes, lo cual
permitirá detectar los impactos negativos que pudieran presentarse.
También es oportuno hacer referencia a la inserción de elementos de urbaniza-
ción en el paisaje. Estas intervenciones antrópicas se dividen en lineales, puntuales y
superficiales. Los primeras tratan sobre carreteras, autopistas y ferrocarriles, cuyo traza-
do introduce líneas rectas discordantes con las formas onduladas del paisaje, además de
contrastes cromáticos y ruidos, ocultación de elementos patrimoniales, preservación
de suelos y efecto barrera. Los elementos puntuales son los grandes edificios, presas,
vertederos, antenas, etcétera. Son particularmente importantes las presas por su re-
levante impacto. Los elementos territoriales o superficiales se refieren a sistemas de
cultivos, usos forestales, huertas solares, invernaderos y áreas urbanas (Higueras, vol.
2, 2009: 32-34).
Es necesario conocer qué se ve, desde dónde se ve, cómo se ve y quién lo ve; para
obtener estos estudios, se pueden dividir en: 1) Visibilidad intrínseca. Según el condi-
cionante topográfico que determina los campos visuales, lo cual responde a las inte-
rrogantes: qué se ve, desde dónde se ve, cómo se ve; y 2) Accesibilidad visual o visi-
bilidad según el número de observadores. Se refiere a la interrogante de quién lo ve y al
número de observadores. Depende de la visibilidad intrínseca, así como de la existencia
de observadores reales o potenciales, lo cual, a su vez, es resultado de la distribución
de la población en el territorio (Cancer, 2010). También conviene analizar estudios a
detalle como:
Aquí conviene retomar el concepto de cuenca visual, referida en el inciso a: “La cuen-
ca visual es la parte del territorio visible desde un punto donde se sitúa el observador
(depende de la forma del territorio y de la distancia máxima de visibilidad). Para hacer
una cuenca visual existen tres procedimientos: “observación directa, por radiación y por
cuadrícula” (Higueras, vol. 1, 2009: 29). En el primer caso, el observador se traslada a
un punto y va reflejando en planos los límites visuales de su observación. En el segundo
caso, por radiación, los elementos que determinan la cuenca visual son tres: el alcance, la
posición del observador y la amplitud o paso. Ubicada la posición del observador, se de-
terminan los rayos visuales que angularmente permiten una determinada amplitud y que
se sitúan a una distancia o paso de punto, hasta cierto alcance: “Mediante secciones del
territorio por estos rayos seleccionados, se establecen las zonas vistas y las ocultas, tras
los accidentes del relieve, mediante la tangente en sección” (Higueras, vol. 1, 2009: 29).
f) Determinación de la calidad
CONCLUSIONES
Con esta nueva visión del paisaje cultural urbano coinciden la protección del patrimonio
(particularmente la del patrimonio urbano), la planeación urbano-territorial y la protec-
ción del medio ambiente, además, tiende a desaparecer la diferencia que existe entre
patrimonio natural y patrimonio cultural. La preocupación por lo ambiental y la conse-
cuente propuesta del desarrollo sostenible, obligaron a que la perspectiva sobre los
temas urbano-territoriales, que en los años setenta y ochenta del siglo pasado tenían
una clara dirección hacia la multidisciplina, hoy en día, tengan que ser analizados con
una visión transdisciplinaria, ante el surgimiento, a finales del siglo xx y principios del
xxi, de términos como ecourbanismo, urbanismo bioclimático, planeación verde, pla-
neación ambiental, paisaje urbano histórico, etcétera, que plantean formas diferentes
de abordar lo urbano territorial, convirtiendo a la cuenca en la escala adecuada para
iniciar su estudio.
De la revisión histórico-ambiental realizada en este texto, destaca la visión fu-
turista de Ruskin y de seguidores como Sitte, pues establecían, desde entonces, una
relación entre paisaje, ciudad histórica y patrimonio cultural, aunque éste último en for-
ma de ruina. También se pueden observar, en el paisaje que origina la nueva ciudad, los
inconvenientes, entre ellos la monotonía, la excesiva regularidad, la simetría a cualquier
costo de espacios inarticulados o desproporcionados con la arquitectura; por lo cual, es
inevitable comparar estas ciudades modernas con las ventajas de las ciudades antiguas,
en especial, las medievales (Benévolo, 1974).
Asimismo, sobresale la visión futurista de Víctor Olgyay en el terreno del diseño
bioclimático y la de I. McHarg en la planeación ambiental, elaboradas en los años se-
senta, que marcan rutas para abordar, de la mejor manera, estas disciplinas. Se trata
de investigaciones con aportaciones muy importantes para las nuevas visiones de la
arquitectura y la planeación urbano-territorial.
BIBLIOGRAFÍA
Bandarín, F. y Van Oers, R. (2014). El paisaje urbano histórico. Madrid: Abada editores
Benévolo, L. (1974). Historia de la arquitectura moderna. Barcelona: Gustavo Gili.
Cancer, L. (2010). “Reflexiones para la valoración del paisaje”. En Maderuelo, J., Paisaje
y patrimonio. Madrid: Abada editores.
Cedeño, A. (2015). Rehabilitación urbana: orígenes, metodologías, tecnologías. México: Trillas.
Referencias electrónicas
Convenio Europeo del Paisaje del 20 de octubre de 2000. Disponible en: http://www.
culturaydeporte.gob.es/cultura-mecd/dms/mecd/cultura-mecd/areas-cultura/
patrimonio/Convenio_europeo_paisaje.pdf
Memorándum de Viena sobre el Patrimonio Mundial y la Arquitectura Contemporánea.
Gestión del Paisaje Histórico Urbano. Mimeo. S/Lugar. http://conservacion.inah.
gob.mx/normativa/wp-content/uploads/Documento34.pdf
https://es.scribd.com/doc/99856941/Eco-Urbanismo
http://whc.unesco.org/en/about/
INTRODUCCIÓN
En este texto se lleva a cabo una revisión de los debates, reflexiones y gestión de
los centros históricos a partir de su reciente auge, en contraste con las normativas
urbanas que no logran dar cuenta de los mismos. Además, se detallan dos corrientes
promovidas por organizaciones internacionales con un impacto territorial muy claro: la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco),
de influencia global, con la recomendación del paisaje histórico urbano, y el Banco In-
teramericano de Desarrollo (bid), de influencia regional para América Latina y el Caribe,
con la propuesta de revitalización de centros tradicionales, lo cual muestra que las ten-
dencias de intervención no parecen tan ajenas al debate sobre dichos cambios, llegando
a la conclusión de que es necesario tener acceso a una nueva construcción conceptual
que reconozca su naturaleza y permita incorporar el recurso más importante de estos
sectores: lo social.
La presente reflexión se desarrolla en el marco del proyecto doctoral en Estudios
Sociales, que busca explicar cómo se ha abordado la dimensión social en los procesos
de intervención y valoración de los centros históricos, colocando el énfasis en el centro
histórico de Bogotá (De Urbina, 2017).
Las ciudades se han convertido en iconos del turismo mundial, y su patrimonio urba-
no ha adquirido cada vez más prestigio en las últimas décadas (Lalana, 2011). En ese
contexto, la emergencia del urbanismo en la valoración, gestión y conservación del pa-
Fernando Carrión (2012) apunta que los centros históricos nacen en el momento en el
que el poder político –en representación de la sociedad– delimita su territorio y estable-
ce normas para su gestión y manejo. Para Álvarez “[…] intervenir en la ciudad histórica
significa delimitar sectores parciales en la misma (los llamados sectores a salvaguardar),
aislándolos del resto del espacio tradicional, que no ha sido objeto de catalogación,
como paso previo para emprender proyectos de recuperación urbana (2006: 28).
Si bien la construcción política de los centros históricos se puede establecer clara-
mente en el tiempo, su delimitación no es un hecho concreto que se pueda referenciar de
esta misma forma (Hardoy y M. Gutman, 1992; Ramírez, 2003), las discusiones, disputas y
argumentaciones entre los actores implicados no suelen llegar a un consenso y, al mismo
tiempo, la decisión tomada es revisada y replanteada a lo largo del tiempo. De cada deli-
mitación se deriva un ejercicio de valoración del sector; es decir, una suma de fichas
de evaluación del patrimonio arquitectónico incluido en ese sector, y el impacto que
genera en la zona urbanizada, que afecta al aérea reconocida como el pericentro, y
que se traduce en cambios en el uso del suelo y perfiles urbanos, así como en cambios
en los marcos normativos, en los niveles de protección de los inmuebles, y el deterioro,
modificación o desaparición de algunos de ellos que pocas veces es evaluado.3
Es paradójico, pero no todos los elementos que están incluidos en ese límite llamado
centro histórico, son considerados como parte de éste, una situación que es producto
2. Destacan en esta producción conceptual y en el apoyo editorial tres entidades fundamentalmente: Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (flacso), Ecuador; el Banco Interamericano de Desarrollo (bid) y el Lincoln
Institute of Land Polices (lilp), (Rodríguez, 2009).
3. Frente a la dificultad de la delimitación de centros históricos, es pertinente explorar la definición de un entorno
de protección, o en términos de la Unesco, una zona de amortiguamiento o zona tapón. Éste es un asunto que
ha dado lugar a muchas publicaciones y documentos internacionales en las últimas décadas (Declaración de Xi’an,
2005). Si se desea una aproximación al concepto de zona de amortiguamiento (que no es exactamente lo mismo
que entorno de protección), consúltense páginas de Academia.edu (las zonas de amortiguamiento).
Estos elementos “privilegiados” son piezas arquitectónicas que, incluso al ser extraídas
de su contexto, no perdían los valores específicos, con una calidad suficiente como
para gozar de un reconocimiento universal, trascendiendo el contexto social al que
debían su razón de ser. Su valor, por lo tanto, al ser considerado fuera de contexto, no
respondía a motivaciones urbanísticas: “Esta idea de patrimonio, elevado a la categoría
de expresión ideológica atemporal, va a condicionar una forma muy concreta de inter-
vención en el mismo. Se trata de la técnica de la restauración” (Álvarez, 2006: 19).
Para este autor la visión clásica que se construye de los centros históricos se
basa en su caracterización desde la valoración de aquellos edificios considerados ex-
cepcionales y abordados como monumentos, que responde, a su vez, a la tradición de
entender estos sectores urbanos como un monumento (Álvarez, 2006: 13).
Según Carrión (2012), lo monumental se plantea como un objeto inanimado, sin re-
laciones, sólo con atributos físicos. Y es justamente ahí, donde se muestra un reto
muy importante y poco abordado, la importancia de la elaboración de diagnósticos del
patrimonio urbano: “El reto de las políticas está en la construcción de diagnósticos y
propuestas que incorporen la totalidad de las relaciones que le dan origen [al centro
(casco) histórico]. Se trata de diseñar políticas urbanas que permitan definir un proyecto
de centro histórico que sea parte y aporte a un proyecto nacional” (Carrión, 2006: 2-7).
Para Álvarez, el abordaje de los centros históricos –que también incluye su va-
loración– se realiza desde el campo de la recuperación de valores históricos de ciertos
Se pueden identificar cuatro generaciones de políticas y planes urbanos para los centros
históricos en el pasado siglo, lo anterior con el objetivo de arribar a una caracterización
que permita comprender su abordaje actual (Álvarez, 2006). La primera generación,
denominada de reconstrucción-densificación como práctica urbanística, está integrada
por los proyectos de reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial en Europa, que
tenían como objetivo levantar rápidamente las estructuras urbanas que se destruyeron
durante la guerra. Estos proyectos de reconstrucción se convierten en las primeras
propuestas urbanísticas planteadas en las zonas históricas de las ciudades afectadas,
marcando un hito disciplinar: el proyecto de recuperación del centro histórico (Álvarez,
2006: 69).
La segunda generación se identifica con la fase de expansión de la ciudad, y el
centro histórico está en el marco del modelo de renta urbana –finales de la década
de los 50, principios de los 60. Los grandes debates urbanísticos se centran en los
problemas que plantea la expansión urbana, mientras que la ciudad tradicional adopta
su papel de centralidad. La expansión urbana coincide con una sistemática reestructu-
ración de los centros históricos, lo que significa –frente al patrimonio arquitectónico–
que únicamente mantienen aquellos inmuebles a los que se les reconoce como “pieza
histórico-artística” únicas, lo demás es sometido a demolición. Esta situación afecta a
4. Esta práctica se desarrolló –y se desarrolla– al amparo de la Ley Malraux (1962), referida a la conservación del
Patrimonio Histórico en Francia, vigente en la actualidad y con la que se ratifican casi cien años de prácticas res-
tauradoras en algunos países europeos.
5. El Plan de Bolonia constituye el ejemplo más significativo de esta apuesta.
El tratamiento urbanístico de que han sido objeto los centros históricos se ha planteado,
en general, como una cuestión que, aunque hipotéticamente enmarcada en el contexto
global de la ciudad, sólo interesaba a la ciudad histórica propiamente dicha. Al menos, ésta
ha sido la idea que se nos ha querido transmitir: observar y tratar la ciudad histórica como
un fragmento de la “ciudad total” que no requiere, necesariamente, relaciones concretas
con esta última para proceder a su conservación y recuperación (Álvarez, 2006: 65).
A finales del siglo xx e inicios del siglo xxi, se pueden identificar dos corrientes sobre
los centros históricos, que se enmarcan en la cuarta generación de políticas y planes
urbanos.6 Son promovidas por organizaciones internacionales con un impacto territorial
claramente marcado: Unesco, con la recomendación del Paisaje Histórico Urbano y el
bid con la propuesta de Revitalización de centros tradicionales para América Latina.7
La recomendación del Paisaje Histórico Urbano, adoptada en el año 2011 durante
la 36 Conferencia General de Unesco, constituye un referente interesante –poco desa-
rrollado– en la construcción de diagnósticos de los centros históricos; esta aproxima-
ción fue planteada en el Memorando de Viena (2005), en un contexto de reflexión sobre
los centros históricos, respecto a la presión que sufren y la carencia de herramientas
A principios del siglo xxi, en el Memorando de Viena (2005), y tras seis años de debates
y reuniones de expertos, la 36 Conferencia General de Unesco adoptó, en 2011, una
Recomendación que propone una nueva aproximación al patrimonio urbano, cuyo con-
cepto central es el paisaje. Esta recomendación, denominada Paisaje Histórico Urbano,
supone la adaptación de la valoración y gestión del patrimonio urbano a los requeri-
mientos que plantea la sostenibilidad. Es también un avance hacia la consideración de
las relaciones entre los diversos tipos de patrimonio (Lalana, 2011). El avance supone,
además, ir más allá de la conservación física para reconocer la dimensión social del pa-
trimonio urbano, buscando darle sostenibilidad en el tiempo a los valores propios de los
centros históricos.
Por lo anterior, a partir del 2005 con la Carta de Viena y en las siguientes reunio-
nes mundiales, convenciones y recomendaciones,8 se afirma que los centros históricos
son resultado de procesos que han tenido lugar en el tiempo, definidos por condicio-
nantes económicas, sociales y culturales, que se expresan en un sistema complejo con
componentes materiales e inmateriales y, por lo tanto, la necesidad de integrar estas
múltiples dimensiones de identidad y los aspectos intangibles de la cultura urbana.
De acuerdo con lo anterior, esto implica aceptar la naturaleza dinámica de las
ciudades y sus centros históricos, reflexión que ayuda a superar una mirada exclusiva-
mente física. Incluye, también, una ponderación en torno a la conservación del patri-
monio material, pues el cambio es inherente al desarrollo urbano y la valoración, y la
gestión de sectores patrimoniales debe integrar esta evolución.
Ante la insuficiencia de los instrumentos de gestión, de intervención urbana y
conservación del patrimonio, se requiere, por tanto, dar una respuesta adecuada en-
frentando las necesidades emergentes de la vida contemporánea que se dan en los
centros históricos, así como la necesidad de incorporar en los procesos de valoración y
gestión a los habitantes, autoridades locales y sector privado para elaborar propuestas
8. 2005: Conferencia internacional El Patrimonio Mundial y la Arquitectura Contemporánea. Gestión de los Paisajes
Históricos Urbanos. Memorando de Viena; 2006: Reunión de Jerusalén; 2006: París, Centro del Patrimonio Mundial;
2007: San Petersburgo y 2007: Olinda, Brasil.
9. La Recomendación de Nairobi (Unesco) aporta una noción de “paisaje” vinculada a la conservación del patrimo-
nio urbano: “Cada conjunto histórico y su medio deberían considerarse globalmente como un todo coherente cuyo
equilibrio y carácter específico dependen de la síntesis de los elementos que lo componen y que comprenden tanto
las actividades humanas como los edificios, la estructura espacial y las zonas circundantes. Así pues, todos los
elementos válidos, incluidas las actividades humanas (por modestas que sean), tienen en relación con el conjunto,
un significado que procede respetar” (Unesco, 1976: 142).
La cuestión esencial estriba, por tanto, en una correcta aproximación al término paisaje
y sus implicaciones, que, en efecto, es complejo, pero no necesariamente inabarcable. Y
junto con ello, la revisión crítica de qué es lo que ha pasado con el patrimonio urbano en
la segunda mitad del siglo xx: cuáles han sido las tendencias generales, cuáles los asuntos
más problemáticos y difíciles de abordar, etc. Y aquí radica otra de las prevenciones que
me plantea el concepto de paisaje urbano histórico, porque en toda la documentación ge-
nerada respecto al mismo brillan por su ausencia un tema como el otro, y después de varios
años de haber aprobado la recomendación se siguen utilizando definiciones de paisaje tan
extensas como poco operativas (Lalana, 2014: 5).
Para Lalana, es necesaria una nueva aproximación al territorio, una nueva mirada que
facilite la intervención, y el paisaje parece una buena herramienta, pero dada la com-
plejidad del concepto, ésta requiere una mayor acotación. Abordar la definición del
paisaje urbano histórico propuesta por Unesco, implica el diseño de un cuerpo meto-
dológico para su desarrollo, debido a que este organismo no acota bien el concepto
de paisaje.
[…] el riesgo que implica utilizar el término paisaje, con los adjetivos que sean después,
consiste en que puede conducir a la inacción, tanto porque no se sea consciente de todo
lo que implica como porque se considere algo tan complejo que en la práctica es inabor-
dable, dejando aparte que puede prestarse, a partir de esa idea de que puede significar
cualquier cosa que queramos, a las interpretaciones interesadas y a la institucionalización
de una retórica vacía y banal (Lalana, 2014: 4).
10. La política neoliberal es una doctrina económica aplicada en varios países, auspiciada por el Banco Mundial (bm)
y el Fondo Monetario Internacional (fmi); esta política considera contraproducente el intervencionismo estatal en
la dinámica económica, por lo que defiende el libre mercado como garante del crecimiento económico equilibra-
do. El neoliberalismo promueve, a nivel política económica interna, la mínima intromisión de los gobiernos en los
mercados (especialmente el laboral), la privatización de las empresas públicas y el desmantelamiento del Estado
benefactor.
Para Carrión (2012), la importancia de los debates de los últimos años sobre la gestión pú-
blica de los centros históricos en América Latina, radica, entre otras razones, en que los
investigadores se están percatando de las realidades particulares de cada centro históri-
co, rompiendo con la inercia de asumir acríticamente los conceptos que vienen de otras
disciplinas, de otras realidades, en especial de Europa, y de entidades internacionales.
Quizá el hecho que marca la diferencia provenga del propio origen o causa del deterioro
de los centros históricos: mientras en Europa será un hecho episódico devastador, como
la guerra o la refuncionalización urbana en el marco del desarrollo urbano; en América La-
tina, más bien, serán las características socio-económicas de la urbanización. En el primer
caso, se asigna un peso preponderante a la visión “espacialista”, explicable, en principio,
por las características europeas del súbito deterioro del patrimonio concentrado en los
centros históricos y, en el segundo, se brinda mayor importancia a las variables que tie-
nen una perspectiva social (histórica), como matriz de una concepción más comprensiva
o integral (Carrión, 2012: 51).
Según Lalana (2017), esta situación no debería relacionarse con un dominio de concep-
tos que provienen de Europa, porque incluso en esa región se tienen ciertas considera-
ciones que están siendo cuestionadas; por ejemplo, la reflexión en torno a la valoración
de sectores patrimoniales y la necesidad de superar el abordaje formal, se da incluso en
Francia donde esta práctica está más asentada pues todavía se trabaja al amparo de la
Ley Malraux.11 Para Lalana la cuestión de fondo, es decir, la diferencia esencial entre los
centros históricos de estas regiones, está en las condiciones y el funcionamiento de la
ciudad americana, completamente distinto a lo que ocurre en Europa.
11. La Ley Malraux (1962) referida a la conservación del Patrimonio Histórico en Francia, vigente en la actualidad,
ratifica años de prácticas restauradoras en Europa. Según esta ley “…intervenir en la ciudad histórica significa
delimitar sectores parciales en la misma (los llamados sectores a salvaguardar, aislándolos del resto del espacio
tradicional, que no ha sido objeto de catalogación, como paso previo para emprender proyectos de recuperación
urbana” (Álvarez, 2006: 28).
BIBLIOGRAFÍA
Álvarez, A. (2006). El mito del centro histórico. El espacio del prestigio y de la desigualdad.
Puebla, México: Universidad Iberoamericana de Puebla.
Banco Interamericano de Desarrollo (2004). Volver al centro. La recuperación de áreas
urbanas centrales. Washington, D. C.: Banco Interamericano de Desarrollo.
Carrión, F. (2012). “Aproximación distante a los paisajes culturales: el caso de los cen-
tros históricos”. En: Carrión, F. (Ed.). Paisajes Culturales: Reflexiones conceptuales y
metodologías. Memorias del I Encuentro de Expertos. Cuenca: s/n: 51-60.
Carrión, F. (2006). “La recuperación de la ciudad. Centros históricos” (pp. 2-7). Mesa de
trabajo coordinada por F. Carrión, Cádiz [sin publicar].
Referencias electrónicas
Indicadores de evaluación de
la sostenibilidad de proyectos
urbanos a escala de barrio1
Grace Yépez, Christine Van Sluys, Sheika Aragundi,
Micaela Duque, Paul Jiménez, Nuria Vidal, David Dávalos
y Nicolás Salmón
INTRODUCCIÓN
Con la idea de ofrecer herramientas para una planificación urbana a escala de barrio res-
iliente y sostenible en las ciudades de América Latina, se realizó esta investigación ante
la necesidad de evaluar proyectos locales sobre aspectos de la sostenibilidad territorial
local, regional y global. Aunque es evidente que la planificación urbana en un proyecto
urbano a escala de barrio puede tener una influencia importante en la transformación
de la ciudad hacia la sostenibilidad, la resiliencia y la calidad de vida de sus habitantes
(onu Reporte, 2016), sin embargo, algunos proyectos urbanos en comunidades locales
se están planificando y construyendo sin considerar aspectos de impacto global, y sin
evaluación de éstos a nivel local no hay propuesta de proyectos urbanos sostenibles.
Se trata de zonas de borde y extensión de ciudad que son vulnerables y con
problemas a nivel urbano, social, medioambiental y económico; además, se trata de
áreas donde el crecimiento poblacional es mayor que al interior de la ciudad. Bajo estas
evidencias es necesario generar herramientas para los actores implicados en la toma
de decisiones, así como para los diseñadores de los proyectos, futuros usuarios o veci-
nos que serán afectados por los nuevos tejidos urbanos propuestos. En Europa y otras
regiones del mundo, algunos de estos temas han tenido avances sustanciales, pero en
América Latina y, en particular en Ecuador, son limitados, en ciertos casos inexistentes
y muchos no se adaptan al aplicarlos al espacio. Las herramientas hasta ahora utilizadas
o son muy teóricas o científicas, o son poco prácticas con elementos cualitativos en
criterios formales y sin impacto o sostenibilidad.
1. Este estudio es el resultado de dos talleres universitarios profesionales con la temática de “Arquitectura y
Urbanismo Sostenible para Ciudades Resilientes”, Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes (fada) de la Pontificia
Universidad Católica del Ecuador (puce), en los periodos 2017, 2018 y 2019.
LLANO CHICO
En las periferias de Quito, la ciudad crece por pedazos, con proyectos inmobi-
liarios públicos y privados, además de edificaciones en su mayoría autoconstruidas. El
Plan Metropolitano de Desarrollo y Ordenamiento Territorial (pmdot), que norma el
Distrito Metropolitano de Quito del 2015 hasta el 2025, tiene lineamientos y enfoques
de sostenibilidad, pero la población no los conoce; luego entonces, en una ciudad con
insuficiente control, los planes quedan sólo en el papel, y justo en esas zonas donde
36% 52%
1.650.000 Ha
11% 23%
5%
ÁREA DENSIFICADA ÁREA DENSIFICADA ÁREA DENSIFICADA ÁREA DENSIFICADA ÁREA DENSIFICADA
ÁREA LIBRE ÁREA LIBRE ÁREA LIBRE ÁREA LIBRE ÁREA LIBRE
Figura 2. Crecimiento de Quito y en la zona de estudio: Parroquia de Llano Chico. Fuente: Taller
profesional i y ii, fada-puce 2017-2018.
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Figura 3. Algunos proyectos inmobiliarios en la Parroquia de Llano Chico. Fuente: Taller profesional i y
ii, fada-puce 2018-2019.
VISIÓN DE QUITO 2040 “Quito en el 2040 será una ciudad con alta calidad de vida, ca-
paz de enfrentar con éxito todos los desafíos que surgen en los
campos social, cultural, económico ambiental y en el territorio.
Se habrá convertido así, en una ciudad resiliente y habrá asegu-
rado el desarrollo sostenible de su población”
DESAFÍOS DE LA VISIÓN 2040 5 EJES ESTRATÉGICOS DE RESILIENCIA 16 HITOS ESTRATÉGICOS NÚMERO DE ACCIONES
TRANSVERSALIDAD MULTIESCOLAR
Figura 5. NOTUS (Nueva organización Territorial Urbana Sostenible), Visión 2040. Fuente: Visión
2040, acciones para un Quito sostenible, IMPU, marzo de 2018.
e
ibl
01 S
ten
ECOSISTÉMICO
So
s 03
Ha
02 Regeneración ecológica y sostenibilidad
al
02 bit ambiental
udab
ab
le
le
ERES HABITABLE
BARRIO 03 Fortalecimiento de la habilidad, identidad
y pertenencia
able
pons
CORRESPONSABLE
05 Emprendedor 04 Participación corresponsable ciudadana
s
orre
04 C
EMPRENDEDOR
05 Fortalecimiento de la economía barrial
Figura 6. Propuesta de revitalización de barrios ejemplares y sostenibles, Visión 2040. Fuente: Visión
2040, acciones para un Quito sostenible, IMPU, marzo de 2018.
CASO DE ESTUDIO
Llano Chico es una parroquia rural periférica en proceso de consolidación que se locali-
za al noreste de Quito, con un área de 1 350 ha y una altitud de 2 605 msnm. De acuer-
do con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (inec), del año 1990 al año 2010,
Llano Chico registró un crecimiento poblacional de 143.4%, comparado con 63.3% del
Distrito Metropolitano de Quito en las mismas décadas, con una población en el 2010
de 10 673 habitantes, de la cual 45.5% se ubica en el sector urbano de la parroquia
y el otro 54.5% disperso en el sector rural. La proyección calculada al 2017 es de 14
054 habitantes, de los cuales, alrededor de la mitad (44.6%) viven en condiciones de
pobreza. Presenta una topografía accidentada y limita con cinco quebradas que la frag-
mentan morfológicamente, aislándola del resto de esa parte de la ciudad. Para fines de
la investigación, se limitó la zona de estudio a un área correspondiente a tres barrios de
la parroquia: Carmen bajo, Bella Aurora y Llano Chico.
Un gran porcentaje de este territorio se encuentra en zona de alto y muy alto
riesgo de movimiento de masas, siendo muy vulnerable, pues se han edificado vivien-
das de carácter informal sin ninguna supervisión técnica o uso de las normas de cons-
trucción existentes. El Plan de Uso y Ocupación de Suelo (puos) fue aplicado en todo
el Distrito Metropolitano de Quito, propiciando que sitios como Llano Chico sufran una
transformación masiva, por ende, un acelerado proceso de urbanización en territorios
El 80% de la población de Llano Chico pertenece de algunaforma a un grupo de Áreas Verdes Movilidad
atención prioritaria o vulnerable. Su superficie es de 13.5 km2, de los cuales 7.58
km2 son quebradas y están contaminadas. Según el INEC en el periodo 1990-
2010, Llano Chico registra un crecimiento poblacional de 43.45%, comparado
al 63.31% del Distrito Metropolitano de Quito. Este crecimiento ha producido
una ciiudad con problemas, sociales, medioambientales y económicos (Plan de
Desarrollo y Ordenamiento Territorial del Llano Chico, 2015).
Mapa de consolidación
ZONA DE RIESGOS Equipamientos
ÁREA PROTEGIDA
QUEBRADA SAN ANTONIO
QUEBRADA EL CHAQUISHCAHUAYCO
QUEBRADA SECA
QUEBRADA EL LECHERO
Figura 7. Principales características del contexto natural y edificado de la zona de estudio. Fuente:
Taller profesional i y ii, fada-puce 2017-2018.
EXPERIMENTACIÓN DE HERRAMIENTAS
Cluster 2
Área Total: 774.482 m2
Cluster 3
Área Total: 382.207 m2
Cluster 5
Área Total: 395.200 m2
Cluster 4
Área Total: 191.604 m2
Figura 8. Zona de estudio y división en clusters o piezas urbanas. Fuente: Taller profesional i y ii,
fada-puce 2017-2018.
De esta manera, en cada uno de los clusters se analizaron límites, riesgos, mo-
vilidad, vialidad, morfología urbana, servicios, entorno natural y contaminación, lo que
permitió reconocer los principales problemas existentes en la zona de estudio y de esta
forma, con la ayuda de árboles de problemas, identificar las causas que los ocasionan
para poder brindar soluciones, realizando una propuesta que considere las causas y
los efectos en la zona de estudio. Fue necesario entender y confrontar la información
obtenida con datos socio-económicos, de población, actividades y vivienda, tomados
del pdot de Llano Chico, con el fin de obtener una lectura más real del estado actual
del lugar.
Asimismo, se definieron varias problemáticas, entre las principales se tienen: a)
falta de planificación al momento de urbanizar los barrios, ya que esto ha resultado en
un trazado vial deficiente que genera zonas poco accesibles, vías con una geometría
inadecuada al lugar y a su uso, al igual que una lotización que no considera espacios
públicos, verdes o de estar; b) zonas habitadas y algunas consolidadas en zonas de alto
riesgo de movimiento de masas; c) informalidad en la construcción, ya que al no respe-
tarse una normativa o considerarse criterios estructurales necesarios, existe un gran
riesgo ante desastres naturales, poniendo en riesgo la vida de sus habitantes; d) mala
calidad de los equipamientos existentes que ha resultado en espacios obsoletos y no
aptos para su uso de forma adecuada y segura; e) contaminación de la quebrada con ba-
sura y escombros que afectan los recursos naturales existentes y provocan su erosión,
lo cual significa un gran riesgo para las construcciones que se ubican cerca de ella; y f)
En el primer taller (2017-2018) se analizaron las herramientas tipo marcos teóricos (ods,
Visión 2040, Estrategia de Resiliencia de Quito, etc.) y reglamentaciones generales
(como los del pmdot), además de otros documentos parciales de la Visión 2040 y de
Quito Resiliente que aún no estaban concluidos; también se analizaron algunos ecoba-
rrios ya construidos, en términos de sostenibilidad urbana. Con estas premisas con-
ceptuales, los estudiantes propusieron dos planes masa basados en estructuras verdes
agrícolas y una urbanización del territorio en microcentros repartidos por la zona de es-
tudio. Cada plan propone proyectos estructurantes que activan una zona, permitiendo
desarrollar actividades y otorgar servicios que mejoren la calidad de vida, sin necesidad
de recorrer grandes distancias para tener acceso a ellos, convirtiendo a Llano Chico en
un lugar “autónomo”.
El primer plan masa llamado: “Estructura urbana económicamente activa”, busca
una activación económica de la zona por medio de equipamientos detonantes, ubicados
éstos estratégicamente para constituir un eje principal de conexión entre ellos y den-
tro del barrio, con ramificaciones como ejes secundarios que permitan una conexión
con los barrios aledaños. Además, crea una protección para la quebrada por medio de
senderos en el borde para preservar los recursos naturales y define zonas de huertos
urbanos en el retiro a manera de resguardo, garantizando la seguridad alimentaria, con-
trolando la densificación y, al mismo tiempo, usando estrategias de bioingeniería, se
disminuye la afectación ya existente. Establece, asimismo, una consolidación por ani-
llos que se adapta a la topografía actual que funciona conjuntamente con capas que dan
un uso de suelo mixto, sea productivo, de vivienda o comercio. Dentro de su estructura
se plantean circuitos de mejora para el transporte que, considerando los riesgos pre-
sentes, garantizan también una adecuada evacuación en caso de emergencia llevando
a los habitantes a puntos seguros ubicados estratégicamente en ciertos equipamientos
propuestos.
El segundo plan masa, llamado: “Bandas agrícolas”, busca generar un eje conector
principal que unifique en forma lineal los dos barrios y, además, recupere las quebradas
insertando áreas verde en el territorio, tejiendo entre éstas a partir de los vacíos urba-
nos existentes. Se estructura con bandas que se implantan respetando la topografía
para dar una cierta fluidez y naturalidad, son contenedoras de vivienda, espacio público
y equipamientos detonantes, con el objetivo el reactivar cada zona dependiendo de su
carácter o vocación.
TRAMA ROJA
TRAMA GRIS
Índice de pobreza
POBLACIÓN POBLACIÓN
POBRE NO POBRE
49.5% 50.5%
ESTRATEGIA PLAN MASA
PROBLEMÁTICAS Y OPORTUNIDADES
ACTIVIDAD
VERDE
COMERCIO
IMAGINARIO 1
MICROEQUIPAMIENTOS
VIVIENDA
MOVILIDAD
Figura 9. Dos propuestas de ecobarrios en el cluster 7. Fuente: Taller profesional I y II, fada-puce 2018-2019.
Figura 10. Evaluación del indicador verde en el área de estudio. Fuente: Tesis mas-puce, Pertinencia de un indicador
verde, P. Jiménez, 2018.
En una tercera evaluación, esta vez realizada por Paul Jiménez en su tesis de Maestría,
se utilizaron indicadores específicos de desempeño de ecobarrios y de proyectos de
referencia relacionados al espacio verde para evaluar este tipo de herramientas y com-
prender los aportes que su uso podría generar en el diseño de barrios sostenibles. Se
estableció y definió, para el caso, un indicador verde y su pertinencia de utilidad a esta
escala, y cómo se podía medir en el territorio; se aplicó en el caso de estudio a través
de herramientas gis y se midieron los parámetros que lo conformaban (Figura 10).
Este indicador verde sirvió tanto en el diagnóstico como para evaluar la propues-
ta en términos cuantitativos de mejora o deterioro. Sin embargo, a partir del análisis
realizado, al reducir el indicador a una unidad de medida, es poco eficiente en la traduc-
ción de la información otorgada por éste. Aunque su incorporación, en este sentido, es
importante ya que permite una lectura fácil del resultado, y los indicadores agregados
de varios sub-indicadores deben poder evidenciar la complejidad de una temática o
de un fenómeno incluyendo sub-indicadores diversos, pero complementarios en un
impacto común.
Los análisis previos nos permiten concluir que existe una necesidad de generar una
base de indicadores que permitan evaluar el proyecto urbano a escala de barrio, desde
la visión de impacto y no sólo a nivel de contabilidad de flujos (superficies, unidades
morfológicas, porcentajes poblacionales, etc.). Además, se requiere que esta evalua-
ción sea simplificada y adaptada a territorios como Llano Chico, así como a las prácti-
cas locales de diseño urbano. Los indicadores de evaluación que se presentan, como
una herramienta de análisis, pueden irse adaptando y logrando precisión conforme los
diseñadores urbanos locales vayan especializándose y adquirieran cierta expertise en
temas de sostenibilidad aplicada en el territorio (Tabla 1); hay que considerar también
que la herramienta que proponemos se basa en los indicadores utilizados por otras
propuestas y con la misma base conceptual desarrollada en nest, es decir, consideran-
do impactos societales calculados a partir de parámetros morfológicos y de programa.
Se establece, así, la relación entre componentes del barrio, medidas e impactos,
lo que nos permite disponer, por una parte, de la evaluación de los componentes for-
males y, por otra, del impacto que generan estos elementos de manera individual y, en
conjunto, en el barrio. Como parte de la propuesta se han planteado cinco indicadores
sociales, ocho económicos y nueve ambientales; los indicadores sociales y económicos
aún están en proceso de validación.
Estos indicadores se diferencian de los indicadores habituales de análisis urbano
porque proponen una relación entre factores técnicos-morfológicos-socio-económico
y bases de datos de impactos compuestos por datos de acv adaptados al contexto local.
La validación de esta base de datos y su aplicación en casos de estudio está en ejecu-
ción y será el objeto de próximas publicaciones.
CONCLUSIÓN
Más que una alternativa, la sostenibilidad es una necesidad de las ciudades de América
Latina, donde el crecimiento urbano ha sido acelerado y continúa transformando las
metrópolis y las ciudades intermedias a un ritmo que escapa a todo control. La ciudad
de Quito sigue esta tendencia con una extensión exponencial de la mancha urbana, lo
que conlleva problemáticas de consolidación en múltiples barrios periféricos. El barrio
de Llano Chico, en el límite nororiental de la urbe, nació de este proceso y, hoy en día,
está en una dinámica de consolidación. Esta zona, caso de estudio del presente trabajo,
Rango Rango
Indicador Descripción Componente
Mínimo Óptimo
M² de tipo de territorio Superficie total de área
TRANSFORMACIÓN transformado en suelo a transformarse o modi-
Sin datos Sin datos
DEL TERRITORIO urbano evaluado en pérdida ficarse para la construc-
de biodiversidad PDF. ción del barrio
Se trata de un indicador
complementario al de
compacidad corregida. La
presencia de estos tipos
de espacios en la ciudad
otorga calidad de vida a
sus habitantes y están ínti-
mamente relacionados con 10 m2 de 20 m2 de
ESPACIO DE [Superficie espacio
la estructura morfológica espacio de espacio de
ESTANCIA POR público de estancia
urbana. estancia por estancia por
HABITANTE (m2) / Población total]
El espacio público de es- habitante habitante
tancia es aquel que, por
sus características morfoló-
gicas y funcionales permite,
en distinto grado, la inte-
racción entre personas o la
interacción de estas con un
espacio de calidad.
Kwh / usuario (habitante
70
Este indicador proporciona y personas que trabajan
Kwh / m2 / an 105
ENERGÍA el consumo de energía pri- en el barrio) / por año
(por la Vi- kWh / m2 / an
maria total (MJ) del barrio. MJ / número total de
vienda)
usuarios / año
Este indicador cuantifica 2.25 t.eq. 4.5 t.eq.
la cantidad de Gas a efec- CO2 / hab / an CO2 / hab / an
to sierra (ges) del barrio.
Permite igualmente ver la
parte de emisiones de dife-
Kg equivalente CO2 / ha-
CO2 rentes puestos (construc-
bitante / año
ción de edificios, uso de
edificios, construcción de
infraestructuras, ilumina-
ción, transporte individual y
colectivo).
FUENTES DE CONSULTA
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doctoral. Université Bordeaux1. France.
Urbanismo y construcción
sustentable en Colombia: estado
de la cuestión normativa
Luis Gabriel Duquino Rojas, Olavo Escorcia, Olga Garzón,
Juanita Montoya y Sergio Ballén
INTRODUCCIÓN
De los compromisos con las agendas internacionales sobre desarrollo sostenible, Co-
lombia tiene avances significativos tanto en el ámbito público como privado. La ge-
neración de conocimiento e información es muy visible, pero al mismo tiempo, está
dispersa dada la variedad de fuentes disponibles. En este contexto y con la idea de
proporcionar información sustantiva y documentada, surge el presente estudio como
parte del proyecto Cyted urbenere 2015-18,1 que involucra a comunidades, organismos
públicos y empresas privadas, para el desarrollo, divulgación y uso de material para
la enseñanza. En concreto se realiza el estado de la cuestión sobre la normativa en
Colombia, respecto a políticas, planificación y movilidad urbana, estrategias de diseño,
tecnología, para un urbanismo y construcción sostenible en Colombia (ucsc).
Se propone analizar el nivel de desarrollo e impacto de la normatividad en tres ca-
tegorías,2 aquí sólo se aborda la primera, y se refiere a las fuentes de información nacio-
nales en materia de urbanismo y construcción sostenible en Colombia (ucsc). Se iden-
tifica y analiza, asimismo, la literatura y documentación relevante sobre construcción y
urbanismo sostenible (cus), con el propósito de hacer una clasificación y categorías que
orienten la sistematización de la información teórica y práctica aplicada en el país.
El contenido del texto apoya la necesidad de articular acciones que impliquen
impactos o beneficios al medioambiente y potencien la generación y gestión de un
1. La Universidad Nacional de Colombia participa de la convocatoria 2014 e inicia actividades articuladas al pro-
yecto; en 2015 continua de manera independiente por temas logísticos ajenos a la tradición en el manejo de
estas redes temáticas, apoyados en el Proyecto HERMES 27365 (Véase http://www.cyted.org/?q=es/detalle_
proyecto&un=895).
2. Las otras dos categorías del estudio total fueron: Políticas públicas y Proyectos significativos de investigación.
SECTOR PÚBLICO
Se refiere a las iniciativas en el orden en que se han venido desarrollando en el país, así
como las referencias internacionales y punto de partida, los documentos relacionados
con la política nacional y social, los planes de desarrollo y las guías relevantes presen-
tadas desde distintas entidades oficiales.
Referencias internacionales
3. Decreto Ley 2811 de 1974, recoge los principios establecidos en la Conferencia de Estocolmo sobre Medio Am-
biente Humano 1972.
4. Relación extractada de la Exposición de motivos del Proyecto Ley N° 210 de 2016 “por medio del cual se estable-
cen los lineamientos para la formulación de la Política Nacional de Construcción Sostenible, se otorgan beneficios e
incentivos para su fomento e implementación y se dictan otras disposiciones”, presentado al Congreso de la Repú-
blica por el representante Jack Housni. https://www.cccs.org.co/wp/download/proyecto-de-ley-no-210-de-2016/
Los documentos Conpes son recogidos y articulados con los ejes de interés en los pla-
nes de desarrollo, por ejemplo, el Plan Nacional de Desarrollo (pnd 2014-2018) “Todos
por un nuevo país”, establece objetivos de movilidad social, competitividad e infraes-
tructuras estratégicas, transformación del campo y estrategias envolventes de creci-
miento verde, articulado al anterior pnd 2010-2014 “Prosperidad para todos”, en lo
relativo al capítulo de ciudades amables y, específicamente, en el aprovechamiento
sostenible de los recursos humanos (dnp, 2016).
Colombia, hacia el futuro, reconoce principios de desarrollo sostenible que asu-
me para su transformación, sobre todo, en políticas de vivienda para el mediano y largo
plazo en el marco de los Objetivos del Desarrollo del Milenio (odm) (onu, s/f), puesta
en marcha mediante la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible que compromete a
los países a realizar esfuerzos con el fin de lograr 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible
(ods) (onu, s/f) en 15 años. En ese sentido, el concepto de desarrollo sostenible-social,
ambiental y económico (Comisión Brundtland, 1987) (onu, 2006), se enfoca, ahora, en
el papel práctico de la edificación, construcción y urbanismo o entorno construido, en-
tendido como el contexto para proveer y garantizar la actividad humana en espacios
públicos y privados, en los cuales se generen indudables beneficios ambientales, eco-
nómicos y sociales en los espacios culturales, de trabajo, residencia y recreación.
A nivel local, Bogotá –más adelante se revisan los avances en la ciudad de Medellín–,5
resulta ser la ciudad a la vanguardia en el tema de lineamientos y políticas ambientales
sostenibles que evolucionan, con la colaboración del Consejo Colombiano de Cons-
trucción Sostenible (cccs), sin embargo, son más los propósitos que los logros alcan-
zados, sobresalen en el último decenio el Acuerdo 489 de 2012: “Por el cual se adopta
el Plan de Desarrollo Económico, Social, Ambiental y de Obras Públicas (pdesab) para
Bogotá D. C. 2012-2016. Bogotá Humana”,6 que determina en su eje 2: “Un territorio
que enfrenta el cambio climático y se ordena alrededor del agua” aplicando un enfo-
5. Véanse apartados 1.3.1.1 Una serie de guías de construcción sostenible en Plan 2008-2020 Área Metropolitana
del Valle de la Aburrá.
6. Véase Acuerdo 489-2012 http://oab2.ambientebogota.gov.co/es/documentacion-e-investigaciones/resultado-
busqueda/acuerdo-no-489-de-2012
10. Presenta en el capítulo iii de la cartilla, nueve mapas de Colombia relacionados con altitud, temperatura anual
en °C, confort térmico, entre otros, cuya fuente es el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (igac), a confrontar con
el dispuesto por ideam en la guía de construcción sostenible.
11. Consúltese el Gráfico 1 del Anexo 1 de la Resolución 0549 de 2015, así mismo, el Atlas Interactivo Climatológico,
de Radiación Solar y de Viento (ideam http://atlas.ideam.gov.co/present http://atlas.ideam.gov.co/presentacion/).
SECTOR PRIVADO
Dos entidades privadas, sin ánimo de lucro, integradas por empresas, colegios, univer-
sidades, organizaciones no gubernamentales (ong) y diversos gremios, lideran y contri-
buyen en armonía con exigencias y normas internacionales a mitigar el cambio climático
junto con el Consejo Colombiano de Construcción Sostenible (cccs) y el Instituto Co-
lombiano de Normas Técnicas (icontec).
Una instancia sustancial que suma a las varias iniciativas gubernamentales de construc-
ción sostenible, mencionada en las guías y cartillas, aunque no de forma rotunda,12 la
aporta el Instituto Colombiano de Normas Técnicas (icontec). Organismo multinacional
y privado que trabaja para fomentar la normalización, certificación, metrología y ges-
tión de la calidad ambiental en Colombia.
icontec está integrado por representantes voluntarios del gobierno nacional, de
los sectores privados de la producción, distribución y consumo, del sector tecnológico
en sus diferentes ramas y por todas aquellas personas jurídicas y naturales que tengan
interés en pertenecer a él.
12. La cartilla de criterios ambientales, por ejemplo, menciona sólo análisis de ciclo de vida aplicados en materiales
y procesos, en Detalle Técnico núm. 9, p. 110.
Convenios interinstitucionales
13. Se revisó la base de datos de proyectos del Centro de Extensión Académica de la Facultad de Artes de la Uni-
versidad Nacional, es el único proyecto que aporta significativamente al inventario de productos y servicios en el
tema de desarrollo sostenible de comunidades urbanas.
14. El documento completo se encuentra como Diseño y Socialización de p-retevis en http://www.upme.gov.co/
Docs/Seminarios/2011/EEE/ESPERANZA_CARO.pdf
CONCLUSIONES
15. Aplicando método HOLDRIGE, que toma como base condiciones de temperatura y altura, aplicable al caso
colombiano.
16. Sugiere programas disponibles en el mercado de tipo privativos, con limitaciones para usarlo, modificarlo o re-
distribuirlos: Design Bulider, Ecotec, Autodesk Revit Conceptual Energy Analysis y Autodesk Green Building Studio.
BIBLIOGRAFÍA
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Gordillo, F., Hernández, N., Ortega, J. (2010). Pautas para una construcción sostenible en
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usaid-Colombia (2013). Documento técnico de soporte, recomendaciones de política pública
de construcción y urbanismo sostenible. Informe final. Bogotá: usaid.
INTRODUCCIÓN
La problemática ambiental en las ciudades es producto, entre otros factores, del in-
cremento en la ocupación de suelo y el crecimiento en altura de la ciudad edificada, lo
que demanda un alto consumo de recursos, energía y un aumento exponencial de la
población, elemento de impacto negativo acumulado. Esta situación se origina, en gran
medida, por una planificación basada exclusivamente en la estadística, ante la falta de
conocimiento del ecosistema urbano y su dinámica ecológica (Maya y Velázquez, 2008).
Hasta ahora, los estudios ambientales de la ciudad han concentrado sus esfuer-
zos en el aspecto ecológico desde el punto de vista biológico, convirtiéndolo en un
factor que determina la planificación urbana basada en modelos cualitativos, pues no
se ha podido crear un indicador aplicado a la planificación de las ciudades que integre
los paradigmas de las ciencias naturales y sociales. Por lo cual, la información empleada
para medir el impacto ambiental no proporciona, en realidad, una descripción efectiva
del entorno urbano, ya que el modelo de planificación está incompleto al no conside-
rar el impacto en tiempo real y el impacto acumulado de lo construido. No obstante,
cuando una ciudad se interpreta como un conjunto organizado de edificios, es posible
completar el modelo ambiental urbano analizando la relación entre lo biológico y lo
edificado desde una visión matemática (Rueda y Rico, 2007).
La interpretación de la ciudad construida y sus patrones de ocupación como un
sistema dinámico complejo, proporcionan la información necesaria para describir un
modelo urbano aplicable a la planificación; estos modelos pueden incluir la variable
ambiental y generar datos para completar un esquema de planificación urbana que in-
corpore los factores biológicos, sociológicos y edilicios.
60
50
KW/H %
Consumo
40 Máximo (Kw)
30
20
Consumo
Mínimo (Kw)
10
Consumo
0 Cero (Kw)
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24
HORA
Las investigaciones realizadas en torno a este tema toman como punto de partida el
Análisis del Ciclo de Vida (acv) del edificio para determinar el impacto que los procesos
recuperación natural
ponderado
Tiempo máximo de
Impacto
Mitigación de
impacto
T0 Tiempo de T1
recuperación Fuente: Elaboración original.
Tiempo máximo de
Mitigación natural
Impacto
de impacto
T0 Tiempo de T1
recuperación
Fuente: Elaboración original.
Gráfica 4. Tendencia de impacto de la ciudad por fuera del límite de recuperación natural.
Impacto por fuera del
límite de recuperación
de tendencia ∞
Límite máximo admisible
recuperación natural
ponderado
Tiempo máximo de
Impacto
T0 Tiempo de T1
recuperación Fuente: Elaboración original.
CONCLUSIONES
El impacto ambiental no es otra cosa que una alteración causada por un proyecto o ac-
tividad en un área determinada (Appu y Pretti, 2008). Esta definición aplicada al entorno
urbano significa que el impacto está definido por la modificación del hábitat, ya sea
por acciones humanas o naturales; asimismo, al considerar que las ciudades alteran el
ecosistema permanentemente, es posible afirmar que el impacto negativo está muy re-
lacionado con la construcción de edificios, lo que lleva, poco a poco, a la densificación,
la expansión y la sobrepoblación urbana. En este sentido, el impacto en la ciudad y los
centros urbanos siempre es de tipo acumulativo y está presente desde el momento de
la construcción de un edificio o infraestructura física perdurando en el tiempo más allá
de su disposición final.
Los impactos ambientales en los ecosistemas natural y urbano, pese a sus múl-
tiples similitudes, no son los mismos y cada uno de ellos se comporta de manera dife-
rente. Por esta razón, no es del todo acertado proyectar una planificación urbana basada
solamente en aspectos de la ecología natural, así como tampoco debe proyectarse
BIBLIOGRAFÍA
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Referencias electrónicas
INTRODUCCIÓN
Los temas ambientales llaman la atención de públicos diversos, pero, por ejemplo, ¿a
qué llamamos hoy en día ecourbanismo? y ¿cómo cambia esta disciplina nuestra ma-
nera de resolver los problemas de las ciudades?; ¿realmente se está logrando hacer
de nuestras ciudades, lugares más habitables y sostenibles? Manuel Ruano apunta que
el “Ecourbanismo define el desarrollo de comunidades humanas multidimensionales
sostenibles en el seno de entornos edificados armoniosos y equilibrados” (1999: 10);
y lo explica, posteriormente, como “una nueva disciplina que articula las múltiples y
complejas variables que intervienen en una aproximación sistémica al diseño urbano
que supera la compartimentación clásica del urbanismo convencional” (Ruano, 1999:
11), que va más allá de los criterios formales y estilísticos del diseño, propiciando una
visión integrada del urbanismo. Se refiere al planeamiento urbano sostenible como “el
único medio viable de acomodar las actividades humanas en un entorno cada vez más
amenazado y deteriorado”, y “en una nueva y diferenciadora fuente de ventaja competi-
tiva para ciudades y regiones” (Ruano, 1999: 11). A continuación, se presentan casos de
comunidades urbanas que buscan vivir de acuerdo con el urbanismo sostenible, y que
se les define como ecobarrios.
LOS ECOBARRIOS
Figuras 1. Casa de Iztacalco, Barrio de La Asunción, Ciudad de México. Fuente: Henryficar en https://
bit.ly/3oTdWwJ
Figura 2. Exconvento de San Matías, Barrio de La Asunción, Ciudad de México. Fuente: Henryficar en
https://bit.ly/3fnw5Q g
tarse de los medios para desarrollar un tipo civilizado de autogestión, y conseguir reca-
bar eficazmente ayuda ante problemas demasiado grandes para que la calle los maneje.
En resumen Jacobs señala que “los buenos barrios no son unidades discretas.
Son continuidades físicas, sociales y económicas, a pequeña escala, por supuesto, pero
pequeña en el sentido de que la longitud de las hebras que hacen la cuerda es pequeña”
(1961: 151). Verdaguer (2000) comenta que la escala del barrio es un escenario privi-
respeto a las preexistencias y los hitos considerados signos de identidad: cultural local,
el respeto y la integración de los elementos paisajísticos y la preservación de las áreas
naturales” (Verdaguer, 2000: 73). Estas consideraciones de Verdaguer son importantes
por la época en la que se propusieron, es decir, cuando el ecourbanismo o urbanismo
sostenible y los ecobarrios estaban apenas surgiendo. Desde entonces los ecobarrios
se han convertido en paradigmas de la sostenibilidad.
Pero ¿qué elementos debería contener un ecobarrio para ser considerado como tal?
Según Rudin y Falk (1999, citado en Cuello, 2012), un barrio urbano sostenible estaría
compuesto por cuatro principios básicos: Sostenibilidad: recuperación de terrenos, den-
sidad, compactación, movilidad, eficiencia energética, residuos, ciclo del agua, espacios
verdes; estructura urbana: densa, compacta, mezcla de usos, calle corredor y manzana,
hitos, espacio público, recorridos (sucesión de vistas y situaciones urbanas), variedad;
sostenibilidad social: mezcla de usos, complejidad, distintos modelos de alojamiento, co-
munidad de intereses y objetivos, apropiación, responsabilidad, participación en el dise-
ño, autogestión, estructura comunitaria; y crecimiento natural: parcela a parcela.
Verdaguer (2000), por su parte, menciona como importantes los siguientes cri-
terios: 1) compacidad; 2) mezcla y flexibilidad de usos; 3) integración de la naturaleza
en el espacio urbano (también de los hitos de identidad cultural y paisaje); 4) espacio
público como escenario privilegiado de la vida ciudadana; 5) edificación bioclimática; 6)
Asimismo, Salvador Rueda plantea cuatro ejes fundamentales que difieren de los
propuestos por Rudin y Falk, la compacidad: es la expresión de la organización física del
territorio, la cual tiene que ver con la forma, pero también con determinadas funciones
del mismo. La complejidad: mezcla de usos y funciones urbanas (produce creatividad).
La eficiencia: en el uso de los recursos y mínima perturbación de los ecosistemas. La
estabilidad social: aumento de la diversidad y cohesión social, condiciones para que se
dé la igualdad de oportunidades (Rueda, 2005) (Figura 4).
Una posición más completa, y muy parecida a la de Rudin y Falk, es la de Nerea
Morán que propone tres elementos principales: Sostenibilidad ambiental, atenderá la ocu-
pación del territorio y modelo de transporte, así como el metabolismo urbano, cerrando
los ciclos de energía y materiales. Modelo urbano, referido no sólo al diseño físico, sino
también a las actividades económicas y al proceso de crecimiento. Sostenibilidad social,
aspectos relativos a las redes y relaciones sociales y al modo de gestión de lo público.
A diferencia de Rudin y Falk, Nerea Morán (2008) hace una descripción muy com-
pleta de cada uno de estos elementos. Para la sostenibilidad ambiental considera muy
importante: a) inserción en el entorno (urbano y natural), priorizando la reutilización
de suelo y patrimonio construido sobre los nuevos desarrollos; b) metabolismo urbano
que incluye lo siguiente: energía, transporte, agua y materiales bajo el parámetro de la
jerarquía Reducción-Reutilización-Reciclaje. Para el modelo urbano considera importante
como criterios: el barrio con autonomía y a la vez conectado, densidad y mezcla de usos
(residencial, equipamientos, empleo) y las distancias cortas. Los enfoques anteriores
deberán ser considerados a partir de los ámbitos del desarrollo endógeno (actividades
económicas), el espacio público/carácter urbano y el modo de crecimiento, regene-
ración y evolución. Por último, a la sostenibilidad social la considera como un lugar de
encuentro, participación e iniciativa social. Al barrio, por su parte, lo reconoce como
una organización compleja que acumula información y, por ello, tiene capacidad de
adaptación y transformación. En relación con la secuencia relaciones sociales-comuni-
De acuerdo con Ester Higueras (s/f), al señalar que los ecobarrios deberán cerrar
mejor los ciclos de materia y energía; establecer una adecuada relación con su territorio
y su paisaje; reducir la contaminación y las emisiones al aire, agua y suelo; y mejorar las
relaciones sociales de sus residentes. Para esta autora las condiciones básicas de los
ecobarrios son:
ECOBARRIOS EN EL MUNDO
Uno de los primeros ecobarrios conocidos fue la ciudad jardín en Puchenau, Linz, Aus-
tria, su construcción comenzó en 1962 y fue “el resultado de tres décadas de planifi-
cación, investigación y urbanización, llevadas a cabo por la sociedad cooperativa Neue
Heimat y el arquitecto Roland Rainer” (Ruano, 1999: 26). Otro ecobarrio precursor que
destaca es el Pueblo Solar No. 3 en Pefki-Lykovryssi, Atenas, Grecia, su construcción
inició en 1978 y terminó en 1989, fue el resultado de un acuerdo entre los gobiernos
de Alemania y Grecia, y llevado a cabo por la compañía Poblado Solar (Ruano, 1999: 74).
En Francia, Doaui, Le ZAC du Raquet se fundó en 2006 para albergar a 12 000
habitantes. En Merville, Les jardins de Flanders albergará 350 viviendas con criterios
ecológicos. En Courcelles se desarrolla el proyecto Le Domaine de la Marlière para
unas 1 230 viviendas. En Estrasburgo se anunció, recientemente, la construcción de
algunos barrios ecológicos (Revista digital Eroski, s/f). Es importante hacer una revisión
de aquellos ecobarrios que son más exitosos hoy en día, actualizando las aportaciones
de Manuel Ruano.
zar el uso de los materiales y reduciendo al mínimo los desechos en obra. Las estructu-
ras portantes de los edificios también son de elementos prefabricados de concreto que
incorporan el aislamiento y los acabados (Cátedra Municipios sostenibles, 2011).
El confort climático y el ahorro energético se han logrado gracias a la elevada
masa térmica, el super-aislamiento, la elección en las fachadas de colores diferentes
(gris o blanco) en función de su grado de absorción del calor, los invernaderos integra-
dos en el lado sur, el empleo de dobles cristales de baja emisividad, un sistema radiante
Friburgo es, según expertos de Ecologistas en Acción y wwf España: “un modelo pa-
radigmático de cómo deberían plantearse auténticos ecobarrios […] los niños pueden
jugar con seguridad en las calles; 40% de los residentes no tiene coche y quienes lo
tienen, lo aparcan en una zona comunal situada en un extremo del distrito. Además, se
ha desarrollado un óptimo sistema de transporte público que facilita la movilidad de sus
residentes” (Ecodes, 2009).
La ciudad de Friburgo (Freiburg) está situada en el estado de Baden-Württemberg
(Alemania). Tiene una superficie municipal de 15 306 hectáreas (de las cuales, 6 533 son
Figura 9. Vauban, Friburgo, Alemania. La bicicleta es muy importante en la ciudad de Friburgo y, por
supuesto, en el ecobarrio de Vauban; existen carriles especiales para éstas Fuente: Payton Chung en
https://bit.ly/3p51RoB
bosque) y está cerca de la Selva Negra y Suiza. Viven en la ciudad cerca de 250 000
habitantes, siendo la cuarta ciudad más grande de este estado federal (después de
Stuttgart, Mannheim y Karlsruhe) (Observatorio de las ciudades inclusivas, s/f).
El origen del barrio se remonta al año 1937, en el que se construyen a las afueras de la
ciudad unos barracones destinados a acoger a las fuerzas de la Wehrmacht de Adolf Hit-
ler. Una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, esta zona militar fue confiscada por el
ejército francés que asentó allí una base de la otan, a la que llamó Quartier Vauban. Tras
el proceso de reunificación de Alemania, las tropas francesas se retiraron en 1992 y el
cuartel quedó abandonado (Fernández et al., 2010).
Al año siguiente algunas de las naves vacías de los cuarteles fueron ocupadas por mo-
vimientos sociales juveniles para ser usadas como viviendas y para conformar un cen-
tro social donde desarrollar actividades alternativas. Esta situación llama la atención del
Ayuntamiento sobre las naves, y tras una serie de conflictos, encuentros y desencuentros,
se regulariza la situación de los okupas, y se reconoce su derecho a permanecer en cuatro
de las 20 naves, siendo las otras 16 adquiridas por la municipalidad (Fernández, Morán y
Ramos, 2010).
BedZED en Inglaterrra
Este conjunto habitacional ha sido visitado por miles de personas y continúa sien-
do atractivo, pues es inigualable, se trata del más ambicioso y novedoso ejemplo de
la sustentabilidad en un desarrollo de casas nuevas; asimismo, es el más relevante
proyecto edificado, atractivo y popular lugar para vivir, demostrando que la vida susten-
table no requiere de sacrificios o incomodidades. Los niños juegan felices y seguros en
sus calles peatonales; los pagos por electricidad y calefacción son menores y los pre-
cios por las casas están por debajo de los precios locales (Biorregional, s/f). El diseño
resuelve la climatización (frío y calor) de estas casas ecológicas, así como la recolec-
ción del agua de lluvia. El diseño facilita también la movilidad del peatón, pues en lugar
de la movilidad motorizada, incluye instalaciones propias de transporte y minimizar el
impacto ambiental (Arcia, 2012).
CONCLUSIONES
Tener un nivel de vida de buena calidad requiere que la ciudad esté encaminada hacia
principios de sostenibilidad, lo cual no es nada fácil por la manera como funciona la
ciudad misma, y por los espacios tan reducidos que se manejan. Una buena calidad de
vida tendría que ser un principio básico del Ecourbanismo o urbanismo sostenible, en la
búsqueda de la resiliencia urbana.
Referencias electrónicas