Está en la página 1de 210

Enfoques del

ecourbanismo para
ciudades de América Latina
Parte I
Premisas conceptuales
y enfoques metodológicos
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
UNIDAD XOCHIMILCO

Mtro. José Antonio De los Reyes Heredia


rector general

Dra. Norma Rondero López


secretaria general

Dr. Fernando De León González


rector de la unidad xochimilco
Mtro. Alejandro Carrillo Luvianos
secretario de la unidad

Dr. Francisco Javier Soria López


director de la división de ciencias y artes para el diseño

Arq. Francisco Haroldo Alfaro Salazar


secretario académico de cyad

Dr. Ricardo A. Pino Hidalgo


jefe del departamento de teoría y análisis

Mtra. Silvia Ana María Oropeza Herrera


jefa del departamento de síntesis creativa

Dr. Gerardo Alvarez Montes


jefe del departamento de métodos y sistemas

Dr. José Luis Gutiérrez Sentíes


encargado del departamento de tecnología y producción

LAV Gonzalo Becerra Prado


responsable del programa editorial de cyad

Dra. Alicia Paz González Riquelme


Dr. Francisco Pérez Cortés
Ing. Pedro Jesús Villanueva Ramírez
Dr. Miguel Ángel Vite Pérez
comité editorial de libros de investigación

LAV Gonzalo Becerra Prado


cuidado editorial

Gloria Fuentes Sáenz


Ana María Hernández López
corrección

Amada Pérez
diseño gráfico y formación
Enfoques del
ecourbanismo para
ciudades de América Latina
Parte I
Premisas conceptuales
y enfoques metodológicos
Pablo Torres Lima
Alberto Cedeño Valdiviezo
Amparo de Urbina González
Coordinadores
Primera edición, 2021
© Universidad Autónoma Metropolitana
Prolongación Canal de Miramontes 3855, Col. Ex Hacienda San Juan de
Dios, Tlalpan, 14387, Ciudad de México.

ISBN 978-607-28-2428-7

Se prohíbe la reproducción total o parcial por cualquier medio sin el


consentimiento escrito de los titulares de los derechos.

La uam es una institución de educación pública que hace crítica e


investigación científica, literaria, tecnológica o artística como parte de
sus funciones sustantivas y sin fines de lucro.

Con base en el artículo 148 de la Ley Federal del Derecho de Autor,


las imágenes reproducidas en este libro son utilizadas para fines de
investigación científica, sin alteración de la obra y citando la fuente.

D. R. Todos los derechos reservados conforme a la ley.


Impreso y hecho en México / Printed and made in Mexico.
Prefacio 7
Pablo Torres Lima, Alberto Cedeño Valdiviezo y Amparo de Urbina

Capítulo 1 9
Ámbitos de investigación desde el ecourbanismo
Pablo Torres Lima, Alberto Cedeño Valdiviezo y Amparo de Urbina

Capítulo 2 27
Antropoceno, capitaloceno y desastres urbanos. Una reflexión desde la Ecología
Política Urbana
Oscar Adán Castillo y Madisson Yojan Carmona Rojas

Capítulo 3 39
Ecourbanismo: discusiones conceptuales del desarrollo sustentable en espacios
urbanos
Francisco Jalomo Aguirre

Capítulo 4 55
La ecología en el urbanismo: concepciones, modelos y formas de gestión para la
ciudad metropolitana
Libys Martha Zúñiga Igarza

Capítulo 5 73
De la ciudad-jardín al concepto de ecourbanismo
Alberto Cedeño Valdiviezo y Pablo Torres Lima
Capítulo 6 87
El concepto de paisaje urbano histórico como compilador de la conservación del
patrimonio, del medio ambiente y de la planeación urbano-territorial
Alberto Cedeño Valdiviezo y Pablo Torres Lima

Capítulo 7 109
Los centros históricos y un nuevo abordaje conceptual desde su complejidad
Amparo de Urbina

Capítulo 8 127
Indicadores de evaluación de la sostenibilidad de proyectos urbanos a escala de barrio
Grace Yépez, Christine Van Sluys, Sheika Aragundi, Micaela Duque, Paul Jiménez, Nuria
Vidal, David Dávalos y Nicolás Salmón

Capítulo 9 153
Urbanismo y construcción sustentable en Colombia: estado de la cuestión normativa
Luis Gabriel Duquino Rojas, Olavo Escorcia, Olga Garzón, Juanita Montoya y Sergio
Ballén

Capítulo 10 169
Ciudades sostenibles desde el modelamiento del impacto ambiental
Mario Germán Martínez

Capítulo 11 187
Ecobarrios como elementos claves del ecourbanismo
Alberto Cedeño Valdiviezo y Pablo Torres Lima
Prefacio
Pablo Torres Lima, Alberto Cedeño Valdiviezo y Amparo de Urbina

La diversidad de enfoques teóricos y metodológicos que desde el ecourbanismo se han


aportado en la reflexión de los problemas de la urbanización propios de América Latina,
son utilizados en la mayoría de los textos que integran esta obra, elaborados desde di-
ferentes perspectivas del conocimiento. Este libro, Enfoques desde el ecourbanismo para
ciudades de América Latina, está dividido en dos secciones: “Parte I. Premisas conceptua-
les y enfoques metodológicos” y “Parte II. Estudios de caso y escenarios de desarrollo”.
El intercambio de experiencias analíticas y estudios de caso que abonen al debate
teórico fue la premisa base que motivó la concepción del presente libro con la intención
de arribar a posibles respuestas, pues varios son los retos que tienen las interacciones
entre el ser humano y el medioambiente en sistemas urbanos. Por ejemplo, de manera
emergente en diferentes contextos nacionales y regionales de América Latina, parte
de las respuestas están considerando de forma relevante el desarrollo sustentable, la
vulnerabilidad a riesgos y la resiliencia de las ciudades, como parte de los procesos de
planeación estratégica y diseño de elementos espaciales urbanos.
En tal contexto, esta obra ofrece un espacio para el análisis, discusión y compara-
ción de los avances en el estudio del papel de las ciudades como determinantes de los
cambios en las sociedades contemporáneas y los retos que éstas enfrentan en relación
con los procesos de urbanización y su interacción frente a los dilemas socioambienta-
les y el desarrollo sustentable. Como parte de los procesos metropolitanos, se tiene
la necesidad de reducir las emisiones de gas de efecto invernadero producto de las
actividades urbanas, así como formular e instrumentar políticas y acciones orientadas
a ello y resolver las limitaciones financieras para el logro de medidas de adaptación y
mitigación. Es también importante, repensar y analizar la complejidad de cada ciudad
y sus trayectorias socio-espaciales y geográfico-económicas que demandan recursos,
servicios ecosistémicos y las interconexiones entre sectores, procesos tecnológicos y
políticas del desarrollo urbano.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 7


Con los aportes de las reflexiones que integran la obra, se busca atender la nece-
sidad de generar mayor interdisciplinariedad en la creación de conocimiento científico,
retomando la pluralidad de enfoques, dada la complejidad y características únicas de
cada ciudad y de las tendencias de urbanización en América Latina. Lo anterior con el fin
de estudiar los procesos metropolitanos desde diversos puntos de vista del ecourbanis-
mo. De esta forma, los autores buscan contribuir al objetivo de analizar, comprender y
comparar, de manera multidisciplinaria, el desarrollo y consolidación del pensamiento
latinoamericano social, económico y de las ciencias y artes para el diseño sobre los
procesos metropolitanos desde el ecourbanismo.
La “Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos”, tiene como ante-
cedente inmediato el libro Ecourbanismo y habitabilidad regional. Contribuciones de Améri-
ca Latina, publicado en 2015 por la División de Ciencias y Artes para el Diseño de la Uni-
versidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco (uam-x), del cual se desprendieron varias
rutas de trabajo a explorar en la comprensión de los procesos metropolitanos contem-
poráneos en América Latina; pero también se desprende de la ruta de trabajo que pre-
tende delinear las contribuciones multidisciplinarias de la redefinición contemporánea
de los límites sociodemográficos y la propia materialidad de los procesos metropolita-
nos que se inició en el año 2000 con el libro Procesos metropolitanos y agricultura urbana,
publicado por la División de Ciencias y Artes para el Diseño y por la División de Ciencias
Biológicas y de la Salud de la uam-x, y la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (fao).
En particular, esta primera parte del libro tiene el objetivo de continuar coadyu-
vando en los aportes sobre: a) las premisas conceptuales en el ecourbanismo en Améri-
ca Latina; y b) los enfoques metodológicos para el análisis del ecourbanismo. Incluye los
textos de 21 autores investigadores provenientes de cuatro países: México, Colombia,
Ecuador y Cuba, a quienes se agradece su interés y participación en esta obra colectiva,
producto de una convocatoria pública emitida durante la realización de dos eventos
académicos: 1) Seminario Procesos Tecnológicos, Medio Ambiente y Ecourbanismo. Paradig-
mas hacia el desarrollo sustentable, celebrado en octubre de 2016 y organizado por el De-
partamento de Tecnología y Producción de la División de Ciencias y Artes para el Diseño,
Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco, en la Ciudad de México; y 2) en el xiii
Seminario Internacional de Investigación Urbana y Regional, organizado por la Asociación
Colombiana de Investigadores Urbano Regionales, celebrado en septiembre de 2018 en
Barranquilla, Colombia. Se agradece la colaboración de la Asociación Colombiana de In-
vestigación Urbana y Regional (aciur) y el apoyo financiero de la Universidad Autónoma
Metropolitana-Unidad Xochimilco (uam-x) para la elaboración de la presente obra.

8 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Capítulo 1

Ámbitos de investigación
desde el ecourbanismo
Pablo Torres Lima, Alberto Cedeño Valdiviezo
y Amparo de Urbina

INTRODUCCIÓN

Durante el primer cuarto del siglo xxi, las áreas metropolitanas son protagonistas de
procesos de transformación radical, tanto desde el punto de vista económico como
social, y respecto de su organización urbanística y arquitectónica. Asimismo, la ciudad
se ha convertido en un campo del saber o bien como objeto de estudio ha motivado la
promoción de núcleos importantes de reflexión y debate en diversas partes del mundo.
En Latinoamérica, los centros de pensamiento urbano tienen varios pendientes como la
generación de teoría y metodología, la elaboración de lecturas críticas sobre los mar-
cos analíticos provenientes de otros contextos, y la revisión con miradas transversales
al campo multidisciplinario de estudios de los procesos urbanos (Carrión y Dammert,
2016). Algunos aspectos de estos procesos también son parte del debate en organi-
zaciones de ciudadanos, en los medios de comunicación e influyen en las agendas de
políticos y administradores con diferentes escalas territoriales, desde lo local hasta lo
nacional y mundial (Mela, 2008). Todo lo anterior propiciado por el reconocimiento de
la rápida tasa de urbanización planetaria visto como el principal impulsor del cambio
ambiental y la creación del Antropoceno.
El Antropoceno se define como la forma capitalista de urbanización y los pro-
cesos socioecológicos y político-económicos que animan su desarrollo combinado y
desigual a escala mundial; por lo general, son identificados como impulsores clave del
cambio climático antropogénico y otras transformaciones socioambientales: pérdida de
biodiversidad, erosión del suelo, grandes eco-infraestructuras (represas), deforesta-
ción, extracción de recursos, acumulación de plásticos en los diversos ecosistemas del
mundo y contaminación, además de la descontrolada mercantilización de todo tipo de
naturalezas (Swyngedouw, 2015). También Swyngedouw señala que nuestro destino ur-

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 9


bano y la transformación de la naturaleza están irrevocablemente vinculados de forma
íntima e intensa, pero muy desigual, por las relaciones de poder que animan al capita-
lismo neoliberal. La configuración de esta relación metabólica urbana es una preocupa-
ción pública mundial, en la búsqueda febril por todo tipo de remedios eco-profilácticos
que han entrado en el vocabulario estándar de los actores gubernamentales y privados.
Pronósticos recientes de la Organización de las Naciones Unidas (onu) indican
que entre 2010 y 2050 es probable que la población urbana en los países en desarrollo
casi se duplique de 3 600 a 6 700 millones. Alrededor de un tercio de este crecimiento
se producirá en tres países: Nigeria, India y China, y se espera que África subsahariana
y el subcontinente indio absorban la mayor parte del crecimiento general (Mahendra
y Seto, 2019). El año 2030 es la fecha límite para alcanzar los Objetivos de Desarrollo
Sustentable de la onu, y se espera que la urbanización supere 60 % de la población
mundial (Elmqvist et al., 2019); por ejemplo, se tiene proyectado que la mayoría de las
grandes y medianas ciudades en Latinoamérica dupliquen su población urbana en los
próximos treinta años, y quizá, con una superficie terrestre que ocupará, muy posible-
mente, el triple de lo que hoy ocupa (Alva-Fuentes et al., 2015). En México, cerca de
70 % de la población vive en ciudades (Moreno, 2015), y según el Consejo Nacional de
Población, hasta 2010 se tenía el surgimiento de 59 zonas metropolitanas, así mismo
señala una expansión urbana constante que abarca territorios muy diversos y va más
allá del municipio central para incorporar municipios periféricos, cuyo comportamiento
territorial tiene importantes efectos en la oscilación de las trayectorias residenciales,
los gradientes de precios del suelo, la descentralización de actividades económicas y el
surgimiento de nuevos subcentros urbanos (Alva-Fuentes et al., 2015).
Las estimaciones de la onu sugieren que actualmente hay en el mundo más de
cuatro mil millones de residentes urbanos, incluidos más de 863 millones de habitantes
con trabajos informales, los cuales aumentan a una tasa de casi un millón cada 10 días.
Actualmente, las áreas urbanas contribuyen con más de 75 % del pib mundial, pero tam-
bién son responsables de la mayor parte de la demanda mundial de energía y producto-
ras de emisiones de carbono. El siglo actual debe etiquetarse correctamente como el
siglo urbano, con ciudades que requerirán una nueva perspectiva holística que permita
comprender los desafíos, alinear diferentes prioridades y objetivos, y planificar estraté-
gicamente la política y la gobernanza de mejores futuros urbanos (Elmqvist et al., 2019).
En el debate de la sustentabilidad, se refiere que el valor y distribución de los
ecosistemas urbanos y los servicios que proveen siguen siendo altamente inciertos, es-
pecialmente, por los diversos contextos sociales, ecológicos y tecnológicos presentes
en las ciudades de todo el mundo (Keeler et al., 2019). En América Latina, por ejemplo,
las transiciones hacia la sustentabilidad son especialmente complicadas, debido a que
sus economías emergentes dificultan conciliar cuestiones estrictamente ambientales
con otros aspectos económicos y sociales, como sería la reducción de la pobreza (Coq-
Huelva y Asián-Chaves, 2019). Lo anterior, además, se presenta en el marco de dife-
rentes concepciones y formas de entender el término de sustentabilidad tanto en las
estructuras institucionales existentes como en las políticas asociadas a ésta en diversas

10 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


ciudades y contextos territoriales. Es decir, a pesar del reconocimiento de esta comple-
jidad, aún existe un amplio desconocimiento del significado contextual y la comprensión
del concepto de sustentabilidad, pues se observa que difiere de país a país y en los ám-
bitos económicos de cada sociedad. Uno de los principales retos consiste en develar los
principales problemas de los procesos metropolitanos que se enfrentan en el desarrollo
y la implementación de indicadores de sustentabilidad en contextos urbanos (Verma y
Raghubanshi, 2018).
Por ejemplo, para el caso de América Latina se confirma la hipótesis de que
cuanto más sustentable es una ciudad, mayor será la competitividad del país, tal como
sucede, en ese orden de prelación, para la Ciudad de México (México), Santiago (Chile),
Buenos Aires (Argentina) y Lima (Perú), basándose en el estudio de diez indicadores: (1)
población en la capital; (2) índice de población total, en porcentaje; (3) habitantes por
km2; (4) pib per cápita; (5) porcentaje anual de tasa de desempleo; (6) pobreza urbana/
indigencia; (7) producción anual de agua potable m3/cápita; (8) porcentaje de déficit
habitacional; (9) transporte público de pasajeros/población de la capital; y (10) trata-
miento de residuos sólidos kg / hab por día (Coronado, 2018). En suma, los procesos de
urbanización en América Latina y las posibles trayectorias hacia el logro de la sustenta-
bilidad se han convertido en uno de los temas más importantes que definen la relación
de las sociedades con los ecosistemas regionales.
En la actualidad, los gobiernos latinoamericanos enfrentan cada vez mayores
desafíos para brindar a los habitantes una buena calidad de vida en sus ciudades. En
muchas de éstas se han diseñado planes de desarrollo urbano sustentable que inclu-
yen indicadores, prácticas, estrategias y políticas, a fin de dirigir las trayectorias de los
procesos de urbanización hacia el logro de estados deseados de sustentabilidad urbana.
Sin embargo, si bien hay estudios e investigaciones que contribuyen al debate regional
y aportan reflexiones sobre la cuestión urbana, existe la necesidad de que las experien-
cias obtenidas de los estudios sobre la cuestión urbana –tanto la producción académica
como la formación de recursos humanos e institucionalización de los resultados–, sea
compartida y utilizada para el diseño de nuevos planes de desarrollo urbano y en el me-
joramiento del proceso de toma de decisiones en la gobernanza urbana, así como para
consolidar la producción de conocimiento de las comunidades científicas de América
Latina sobre el objeto ciudad (las formas urbanas, los procesos y actores y la evolución
de lo urbano, incluyendo la selección de indicadores para su evaluación, monitoreo y
seguimiento) (Rebotier y Metzger, 2016; Shen et al., 2011).
En la actualidad la investigación urbana y el desarrollo de teorías urbanas están
floreciendo, junto con el activismo y la práctica urbana popular existe una explosión de
literatura centrada en lo urbano con un número cada vez mayor de artículos de inves-
tigación y reportes publicados; por ejemplo, al evaluarse el número de publicaciones a
partir de la palabra clave de “urbano” en las últimas cinco décadas, se encontró que en
1990 fueron publicados menos de 5 000 artículos, mientras que en 2015 se publicaron
cerca de 70 000 (Bai et al., 2018). De este modo, en la mayoría de la literatura científica
sobre ecourbanismo, o bien relacionada con la planeación y arquitectura del paisaje

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 11


urbano, se subraya la importancia de estudiar el desarrollo de los espacios naturales
debido a los múltiples beneficios ambientales que han traído para las sociedades urba-
nas (Kabisch et al., 2015).
Lo anterior es desde una perspectiva de análisis de la cualidad urbana en un
conglomerado demográfico, observando sus capacidades de intermediación respecto
a un entorno multiescalar y multidimensional. Por ejemplo, este tipo de intermediacio-
nes en las grandes ciudades caribeñas insulares han revestido siempre una específica
cualidad fronteriza de contacto y separación, de espacios, escalas y sujetos diferentes.
En particular, como parte de su historia ambiental-urbana, estas ciudades utilizaron
con gran eficiencia todo el dispositivo natural y ambiental a su favor durante las épocas
propicias del año: los vientos alisios y las corrientes marinas dieron lugar a un sistema
comercial que contribuyó decisivamente en la formación de una economía atlántica, la
cual se fue transformando de ciudades enclaves (sistema imperial español), a ciudades
desarrollistas (bajo la sombra de la hegemonía estadounidense), a ciudades de servicios
(inserción en la economía mundial) (Dilla, 2014). Sin embargo, una comprensión general
de los problemas contemporáneos de la interacción humano-ambiente en los espacios
urbanos aún es incompleta y carece de orientación disciplinar exclusiva desde las áreas
de conocimientos de la ecología y la planeación urbana. Cuestión muy pertinente de
abordar a partir de la contribución de estudios e investigaciones desde la geografía
urbanística de América Latina.

IMPLICACIONES DE LOS PROCESOS METROPOLITANOS

En la actualidad, los debates, discursos, estudios e investigaciones de los temas co-


munes para dilucidar la sustentabilidad de los sistemas socioecológicos pasan, forzo-
samente, por el reconocimiento de la crisis ambiental. La identificación de los marcos
interpretativos (culturalmente situados) que determinan la producción académica, per-
miten entender estos debates y estudios en sus interacciones mutuas, sinergias, hibri-
daciones y antagonismos. Así, las interpretaciones y apropiaciones particulares desde
América Latina dependen, en gran medida, de la experiencia histórica regional y de las
tradiciones intelectuales y políticas, y de sus interpretaciones de las relaciones geopo-
líticas mundiales desde la realidad regional (Vanhulst, 2019).
En particular, los procesos metropolitanos o la propia urbanización mundial tie-
nen una historia y presente de gran diversidad espacial y temporal de los asentamientos
humanos que obliga, necesariamente, a incluir y proponer una diversidad de soluciones
y modos de progreso para las sociedades contemporáneas. Asimismo, la variación en la
experiencia específica de cada ciudad no debe restar valor al impacto de la amalgama
del desarrollo urbano en el cambio mundial; aunque la ciencia evolutiva de las ciudades
siempre tendrá que lidiar con el problema de centrarse, exclusivamente, en el marco de
una especificidad perversa; ésta debe generar, en paralelo, si no una narrativa universal,
al menos una comprensión integral de las complejidades del cambio urbano (Parnell

12 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


et al., 2018). Dicha complejidad se vincula, desde el punto de vista de la onu-Hábitat
(2017), a los modelos de urbanización no sustentables, para lo cual es necesario definir
nuevas condiciones que lleven a lograr un desarrollo mundial inclusivo, centrado en las
personas y que sea sustentable. Lo anterior se traduce en que si bien las ciudades son
“motores” cruciales del crecimiento social y económico, no han logrado abordar los de-
safíos existentes: expansión urbana, la congestión de automóviles, la contaminación del
aire, la pobreza, las emisiones de gas de efecto invernadero, entre otros.
Parnell et al. (2018) identifican cuatro lineamientos para construir un marco de
referencia común desde el cual se puede interactuar respecto al tema de la urbaniza-
ción mundial. Primero, reflexionar sobre qué se entiende exactamente por “lo urbano”,
ya que éste es un objeto de estudio común, pero no universalmente comprendido. En
segundo lugar, responder a la convocatoria de amplios espacios de debate entre aca-
démicos e investigadores urbanos para que se dé mayor atención a la construcción de
una ciencia de las ciudades en un contexto histórico, explorando la importancia del
urbanismo en la evolución de la ciencia y la teoría urbana crítica, en especial, desde el
enfoque de la propia naturaleza de lo urbano. En tercer lugar, destacar dos imperativos
para la futura ciencia de las ciudades: los impactos cada vez mayores de las urbes en el
cambio mundial y la concentración en el sur mundial de la urbanización reciente, con
especial atención en la historia y geografía de los enfoques de la investigación urbana.
Por último, subrayar las tensiones a través de límites y métodos disciplinarios, y admitir
las que son inherentes a la coproducción del conocimiento urbano.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos por encauzar directrices en los procesos
de urbanización a nivel mundial, se debe reconocer que las tendencias en las décadas
restantes del siglo xxi indican que la mayor parte del crecimiento (más del 90 %) pro-
vendrá del sur mundial (Parnell et al., 2018), para estos autores los dos continentes que
experimentarán la mayor urbanización en el presente siglo son Asia y África. Esto se
debe a la actual explosión demográfica en países asiáticos como China, India y Bangla-
desh, de ahí que las mayores preocupaciones sobre las cuestiones urbanas sean más en
Asia que en otros continentes. Se estima que para 2025, 16 de las 27 megaciudades con
más de 10 millones de personas se ubicarán en Asia (Hassan y Lee, 2018).
Por lo cual, la realidad cotidiana de las áreas urbanas emergentes del presente
siglo se concentrará en las ciudades del sur global, incluyendo a América Latina. A partir
de lo anterior, se puede percibir que se necesitará una “sensibilidad del sur” hacia la
urbanización y los procesos metropolitanos que tome en cuenta, como prioridad, que
las ciudades se convertirán cada vez más en lugares de contrastes: expansión urbana
informal y la planificada. En este sentido, la realidad y estructura urbana ahora y en el
futuro inmediato incluirá profundas divisiones sociales, ecológicas, económicas y tec-
nológicas entre las ciudades como lugares de movilidad ascendente y como un nexo
perverso de pobreza, contaminación y falta de poder.
Luego entonces, es imprescindible reconocer la diversidad e inestabilidad pre-
sentes en la ciudad contemporánea. Los entornos urbanos de América Latina, Asia y
África, o el llamado urbanismo del sur (Lawhon y Le Roux, 2019), y las recién empo-

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 13


brecidas y reducidas ciudades norteamericanas y europeas ponen en duda la noción
tradicional de crecimiento de la ciudad como auto-contenida y racional, producto de la
lógica de la organización funcional del espacio. Las ciudades con rápido crecimiento en
el mundo en desarrollo y las ciudades cada vez más pequeñas en el mundo desarrollado
nos presentan dos caras de la misma moneda. Hay que destacar que en la última década
el desarrollo urbano ha carecido de apoyo institucional, sin recursos ni infraestructura
y con una clara exclusión social a través de políticas. Las urbes, deliberadamente o
no, se están moviendo hacia un orden menos formal y más flexible (Piplas, 2017). La
realineación gradual de las divisiones entre ricos y pobres dentro y entre las ciudades
se extenderá más allá de las luchas de la vida por la movilidad ascendente y la supervi-
vencia, basándose en la vitalidad del planeta urbano. Por lo tanto, no puede existir una
noción universal de ciudades del sur mundial, ya que exhiben tanta disparidad entre
ellas, como si se las compara con las del norte mundial (Parnell et al., 2018).
En este sentido, bajo el marco del desarrollo urbano sustentable, el debate sigue
incluyendo la superposición de algunos problemas urbanos, así como las contradiccio-
nes de cada uno de éstos; por ejemplo, sigue aún vigente, en algunas agencias inter-
nacionales para el desarrollo, la disputa para mediar la contención, mientras que otros
abogan por la expansión urbana. Por otro lado, algunos investigadores piensan que la
forma física puede crear desarrollo urbano sustentable y otros se oponen a esta idea,
haciendo hincapié en la relevancia de las dimensiones humanas. Se identifica, también,
que el reconocimiento de la forma urbana y el patrón de su desarrollo físico, son temas
fundamentales para lograr políticas de planificación urbana correctas y un desarrollo
urbano sustentable, que no sólo contribuya a mejorar la calidad del entorno urbano,
sino que proporcione las bases para resolver los problemas sociales, económicos y
ambientales de la ciudad (Paydar y Rahimi, 2018).
En un estudio que originalmente revisó diez problemas urbanos, seleccionando
los cinco más relevantes, conforme a la definición de la prevalencia de ciertos desafíos
urbanos en una escala global (la forma urbana, el crecimiento urbano, el transporte,
la vegetación urbana y la gobernanza), se destaca que la dimensión sociocultural es
un aspecto que se pasa por alto en los problemas urbanos, siendo, quizá, una de las
principales razones del debate actual de los estudiosos urbanos (Hassan y Lee, 2018).
Dicho estudio concluye señalando que la gobernanza es el principal problema urbano
a dilucidar a nivel mundial, el segundo es el transporte y, subsecuentemente, la forma
urbana, el crecimiento poblacional y la vegetación; se propone que estos problemas
deben ser tomados en cuenta en cualquier política de planeación urbana dirigida hacia
el desarrollo sustentable actual y futuro.
A partir de lo anterior, se puede inferir que el perfil común de desarrollo urbano
genera la expansión urbana y otras ineficiencias; de esta manera, la sustentabilidad ur-
bana, a menudo, apunta a evitar ineficiencias, por ejemplo, a través de la optimización
de infraestructuras (el diseño para maximizar las eficiencias en las redes de transporte
y comunicaciones o sistemas de energía) y mediante la adaptación de las propias insti-
tuciones. Por lo tanto, la sustentabilidad urbana deriva en gestionar todos los recursos

14 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


de los que depende la región urbana y aumentar la integración de todos los subsiste-
mas para garantizar el bienestar de las generaciones actuales y futuras bajo criterios de
equidad distributiva. Desde esta perspectiva, la transformación urbana consiste en un
proceso de cambios sistémicos irreversibles fundamentales en infraestructura, ecosis-
temas, configuraciones de agencias, estilos de vida, sistemas de provisión de servicios,
innovación urbana, instituciones y gobernanza (Elmqvist et al., 2019).

UN CONTEXTO DE INVESTIGACIÓN DESDE EL ECOURBANISMO

El nuevo conocimiento urbano integral requerirá enfoques conceptuales actualizados,


así como una comprensión renovada de la naturaleza de lo urbano y modos de produc-
ción de conocimiento, que contribuyan al objetivo final de construir futuros urbanos
más deseables. Tal conocimiento necesitaría ampliar la comprensión de lo que aporta,
propicia y aceleran las transformaciones urbanas; por ejemplo, comprender cómo se
activan, amplifican y/o facilitan los procesos sistémicos de cambio (transformaciones
urbanas para la sostenibilidad) mediante puntos de apalancamiento, emergentes y, a
menudo, en conflicto o que contrarrestan las trayectorias de cambio (Bai et al., 2018).
Las ciudades son ejemplos clásicos de sistemas complejos que exhiben propie-
dades emergentes, algunas difíciles de explicar, como dinámicas no lineales, retroali-
mentación y alta interconectividad e impredecibilidad, además de que presentan sub-
sistemas interconectados. Éstos y otros comportamientos complejos hacen que los
sistemas urbanos sean difíciles de entender y de gobernar cuando se busca transformar
hacia rutas y patrones de desarrollo más sustentables. De esta manera, un enfoque de
sistemas puede facilitar a las disciplinas involucradas a una comprensión más profunda
de los puntos de apalancamiento, las fuerzas motrices y los ciclos de retroalimentación
persistentes, así como de los desafíos urbanos: problemáticas de los recursos natura-
les, clima, energía, agua, que no son necesariamente urbanos per se, sino regionales y
globales a través de procesos metabólicos urbanos (Bai et al., 2018).
Desde la perspectiva anterior, el ecourbanismo debe aportar a la investigación
ante los desafíos derivados de la pluralidad de conceptos, interpretaciones, clasificacio-
nes y terminologías de los ecosistemas urbanos. De manera particular, se recomienda
emplear el marco en cascada como referencia para el estudio y análisis de los procesos
urbanos, y a la ecología de sistemas como una base teórica. El marco en cascada enlaza
los procesos ecológicos con elementos del bienestar humano siguiendo un patrón simi-
lar a una cadena de producción; por su parte, la ecología de sistemas es una disciplina
que proporciona información sobre las complejas relaciones entre las personas y el me-
dio ambiente, resultando muy relevante para el ecourbanismo en la medida que utiliza
las técnicas y mediciones de evaluación de los servicios ecosistémicos (se), al combinar
las nociones de biomasa, información e interacción de la ecología del sistema con la
conceptualización de los servicios de los ecosistemas, ello para mejorar las definiciones
y aclarar la terminología de los propios sistemas urbanos. En este sentido, los servicios

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 15


de los ecosistemas urbanos deben definirse como las interacciones o los procesos del
ecosistema que producen un cambio en el bienestar humano; mientras que los compo-
nentes o bienes del ecosistema, se consideran unidades de biomasa, sólo como refe-
rencia en la evaluación de dichos cambios (La Notte et al., 2017).
De esta forma, la investigación urbana sobre servicios ecosistémicos presenta
una rápida expansión debido a que existen más beneficiarios (mayor densidad de pobla-
ción) en áreas urbanas. En particular, los ecosistemas urbanos proporcionan una amplia
variedad de servicios ecosistémicos que confieren beneficios críticos a los residentes
urbanos y periurbanos, pero deben ser revisados en función de la evidencia sobre la
importancia de su capacidad, los flujos y la demanda de los servicios ecosistémicos; por
ejemplo, los servicios de aprovisionamiento como alimentos y agua locales, servicios
de regulación como la absorción de aguas pluviales y servicios culturales como recrea-
ción que se brindan dentro de zonas urbanas, suburbanas y periurbanas. Del mismo
modo, dado que el valor de los servicios ecosistémicos está basado en quién se bene-
ficia y en el lugar donde se produce y consume el servicio, los servicios de regulación
también pueden tener un valor mayor en las áreas urbanas.
Por estas razones, se estima que la relación costo-beneficio de restauración o
conservación de algunos tipos de ecosistemas urbanos es mayor que algunos ecosis-
temas costeros. Incluso, si existe una mayor capacidad de servicios ecosistémicos en
áreas no urbanas en comparación con las áreas urbanas, pues las personas que residen
en ciudades se benefician de ambos tipos de flujos. En suma, los ecosistemas urbanos
proporcionan servicios ecosistémicos relevantes en las áreas urbanas donde vive la ma-
yoría de los beneficiarios de éstos. También en la toma de decisiones urbanas ya están
incorporando los servicios ecosistémicos en la planeación y políticas para el desarrollo
sustentable de ciudades (Locke y McPhearson, 2018).
A partir de lo anterior, se desprende que, así como la expansión urbana actual
afecta significativamente los recursos naturales de todo el mundo con graves efectos
en los ecosistemas y en los servicios que estos prestan, al mismo tiempo existen am-
plias oportunidades para mejorar la relación humano-naturaleza en las ciudades, ya que
la educación ambiental puede llegar a más personas de diferentes edades en todo el
mundo. Por lo tanto, es evidente la ventana de posibilidades que tiene el ecourbanismo
en esta era urbana, para mejorar la toma de decisiones en todo el mundo respecto a la
naturaleza en el contexto de la oferta y la demanda de los servicios ecosistémicos en
los territorios urbanos, donde vive la mayor parte de la humanidad (Kabisch et al., 2018).
La transición de los servicios ecosistémicos del discurso académico a la gestión
práctica del uso del suelo y la orientación de políticas está en proceso. Los planifica-
dores y los responsables de la toma de decisiones buscan datos de valoración espacial,
con pocos ejemplos completos o están obstaculizados por la tradición de investigación
sectorial. Se ha identificado, en comparación con la planificación del uso de la tierra,
que las áreas centrales de las redes ecológicas tradicionales demuestran ser relativa-
mente pobres en términos de valoración, no obstante, son de suma importancia los

16 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


espacios de interacción entre el ser humano y la naturaleza, como las áreas recreativas,
de aguas subterráneas y paisajes.
En concreto, se han identificado fuertes tendencias urbano-rurales en el valor
del servicio del ecosistema, enfatizando la importancia de la naturaleza urbana y la
especificidad de contexto del capital natural. Por lo tanto, para el enfoque del ecourba-
nismo podría referirse que las ventajas del marco de los servicios ecosistémicos y su
aplicabilidad práctica reside no necesariamente en la transferibilidad de herramientas e
indicadores, sino su utilidad en la transferencia de valuación y en los supuestos y opcio-
nes detrás de éste (Tammi et al., 2017).
Los servicios ecosistémicos y el reverdecimiento de las áreas urbanas son reco-
nocidos no sólo como fragmentos verdes en contraste con las masas urbanas, sino tam-
bién como factores efectivos para mejorar la calidad de vida de los habitantes urbanos;
además, permiten contrarrestar los problemas ambientales, sociales y de identidad de
las ciudades, generados por la expansión urbana y la invasión de espacios naturales con
espacios construidos. Actualmente, las infraestructuras naturales, los sistemas ecoló-
gicos y las áreas verdes son consideradas como las principales estructuras urbanas que
se integran a todos los aspectos cualitativos y cuantitativos de las ciudades (Saboonchi
et al., 2018).
De tal forma que el concepto y la aplicación de la infraestructura verde (ig) se ha
convertido rápidamente en un esquema de conservación y planificación a nivel mundial
en varios niveles del desarrollo urbano de los países. Es un enfoque ecourbanístico
estratégico para construir un desarrollo urbano sustentable al enfrentar la urbanización
actual, así como las presiones y problemas de la población sobre los recursos urbanos.
Como resultado se espera que la ig proporcione respuestas sociales y ecológicas en el
sentido más amplio del término, que faciliten la toma de decisiones en el desarrollo de
la planificación urbana y las actividades de conservación de recursos naturales (Sahak
et al., 2018).
Por tanto, es comprensible que la naturaleza urbana cuente con el potencial de
mejorar la calidad del aire y del agua, mitigar las inundaciones, mejorar la salud física y
mental, y promover el bienestar social y cultural. Sin embargo, el valor de los servicios
de los ecosistemas urbanos sigue siendo muy incierto, por los diversos contextos so-
ciales, ecológicos y tecnológicos presentes en ciudades de todo el mundo. Así que los
factores contextuales que moderan el valor y la distribución equitativa de los servicios
ecosistémicos urbanos deben ser considerados para coadyuvar en las estrategias, a fin
de desarrollar soluciones basadas en la naturaleza de forma más eficiente, efectiva y
equitativa (Keeler et al., 2019).
En un contexto de tal complejidad y desafíos urbanos adicionales, Bai et al. (2018)
formularon preguntas pertinentes desde un enfoque ecourbanístico: ¿podemos enten-
der la dinámica socioecológica, institucional y de infraestructura de los sistemas ur-
banos?, ¿podemos entender suficientemente la complejidad de los sistemas urbanos
como para informar y mejorar la toma de decisiones y transitar hacia ciudades más

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 17


sustentables? Para dar respuesta, se requiere un avance sustancial en las agendas ur-
banas de sustentabilidad y ampliar el alcance de los enfoques inter y transdisciplinarios;
por ejemplo, conceptualmente unir dos disciplinas diferentes (la ecología urbana y la
ecología industrial), para mostrar cómo la evidencia empírica de un dominio puede con-
tribuir a revelar las características fundamentales de los ecosistemas de las ciudades.
Un verdadero enfoque de sistemas en las ciudades debe incluir a las mismas como un
sistema complejo, dinámico y en evolución con múltiples actores/constituyentes, es-
tructuras, procesos, vínculos y funciones, todo ello integrado en estructuras ecológicas,
económicas, técnicas, institucionales, legales y de gobierno más amplias que a menudo
están interrelacionadas.
En este sentido, en el ecourbanismo se aplica el postulado de que en el nuevo
conocimiento urbano se integran diferentes disciplinas científicas, con múltiples bases
de entendimiento; es decir, en el corazón de la nueva ciencia urbana es sustancial la
participación activa de los diferentes poseedores del conocimiento con el objetivo de
coproducirlo y que sea práctico, confiable y relevante para la sociedad. Éste ha sido
un punto de partida para que los diversos enfoques ecourbanos, en la última década,
respondan a la necesidad de conectar el conocimiento urbano generado por múltiples
actores con los procesos científicos que le dan legitimidad. Dichos enfoques ayudan a
integrar las necesidades/demandas sociales, económicas y ecológicas de las ciudades
y su ciudadanía a la ciencia y la política, apoyando nuevas agendas y vías de desarrollo.
Como parte de las nuevas agendas y retos urbanos, están las transiciones hacia la
sustentabilidad, retomando los procesos de múltiples actores que requieren esfuerzos
de colaboración para cambiar y establecer nuevas formas de hacer, pensar y organizar
los objetivos para el logro de la sustentabilidad. Para avanzar en la investigación y la
práctica de gobernanza en las transiciones, se requiere contar con el examen directo de
los beneficios y las limitaciones de los procesos de participación de múltiples actores
y de los diseños de éstos para facilitar las transiciones locales hacia la sustentabilidad
urbana (Frantzeskaki y Rok, 2018).
De esta manera, el conocimiento urbano es un concepto conectivo en múltiples
esferas sociales, así como un objeto límite para el debate sociopolítico, la impugnación
y la aplicabilidad. Las ciudades son lugares ideales para integrar diferentes ámbitos de
conocimiento, de ahí que ya se tenga una larga historia de codificación y coproducción
de conocimiento en entornos urbanos (Bai et al., 2018). A la planificación y el diseño
urbano participativo, como ejemplos de ello, se agregaría el ecourbanismo.

APORTES NECESARIOS POR CONSTRUIR

Los complejos retos urbanos contemporáneos en América Latina no se rigen sólo por
límites espaciales o administrativos ni pueden ser resueltos exclusivamente por secto-
res aislados o actores independientes, debido a que los procesos metropolitanos y el
crecimiento económico van a la par en la resolución de los problemas socioambientales

18 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


y, en muchos de los casos, los altos niveles de desarrollo se correlacionan con grandes
concentraciones de producción, servicios, población y, desafortunadamente, también
con procesos de contaminación y deterioro ambiental regional en las ciudades. Por lo
cual, es fundamental definir rutas hacia el logro de la sustentabilidad, contar con enfo-
ques de planeación urbana integrada de largo plazo y tener visiones de crecimiento y
desarrollo sustentable que se extiendan más allá de ser sólo un término político de bue-
na voluntad. En tal sentido, habrá que fomentar la colaboración entre diversas agencias
de desarrollo que tomen en cuenta las codependencias o interdependencias con otros
sectores de la cuestión urbana, evitando la exacerbación de conflictos de intereses y
restringir, también, la incapacidad de abordar de manera intersectorial los retos ecou-
rbanísticos metropolitanos.
Luego entonces, se debe reconocer que la urbanización es una de las mayores
transformaciones sociales de los tiempos modernos, que determina y es determinada
por múltiples procesos sociales, económicos y ambientales. Los impactos de la urba-
nización en el medio ambiente son profundos, multifacéticos y se manifiestan a es-
cala local, regional y global. Bai et al. (2017) refieren que el conocimiento conceptual
y empírico que vincula la urbanización y el medio ambiente se puede centrar en seis
aspectos fundamentales: contaminación del aire, ecosistemas, uso del suelo, ciclos
biogeoquímicos y contaminación del agua, gestión de residuos sólidos y el clima; ade-
más, identifican varias tendencias emergentes y preguntas pendientes de resolver en la
investigación ambiental urbana, que incluyen: a) la evidencia creciente sobre los impac-
tos ambientales amplificados o acelerados de la urbanización; b) los patrones en la dis-
tribución de impactos variables a lo largo de gradientes geográficos y otros gradientes
socioeconómicos; c) el cambio de perspectiva en la comprensión y cuantificación de los
impactos de la urbanización hacia la comprensión de procesos y mecanismos subyacen-
tes; d) un mayor enfoque en el entendimiento sobre las interacciones complejas y los
vínculos entre diferentes procesos ambientales, sociales, económicos y culturales; y e)
avances conceptuales que requieren articular y utilizar un planteamiento de sistemas
en las ciudades.
A partir de lo anterior, en la tarea pendiente de construir aportes desde la visión
del ecourbanismo, será de gran utilidad integrar componentes o dimensiones que son
parte de los procesos urbanos. De tal manera, el Marco de Sustentabilidad Urbana
(usf, por sus siglas en inglés) (gpsc, 2018), es idóneo en la medida que tiene como
origen el coadyuvar a la Plataforma Mundial para Ciudades Sustentables (gpsc, por sus
siglas en inglés), lanzada en 2016. Se trata de avanzar en los esfuerzos de creación de
una plataforma compartida para el conocimiento mundial y un enfoque integrado, que
serviría como herramienta política y de planeación para auxiliar a las ciudades en la
recopilación de datos y usar esa información en la definición de una visión, establecer
objetivos, monitorear el progreso y pronosticar tendencias que pueden compararse con
ciudades similares. Para efectos de orden, el usf identifica y organiza dimensiones de la
sustentabilidad urbana y delimita áreas de enfoque clave subsidiarias con indicadores,
reconociendo la relación entre las diferentes funciones y sistemas de la ciudad. Desde

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 19


la perspectiva del ecourbanismo, es importante destacar las cuatro dimensiones que
están interrelacionadas e integradas en el enfoque de sustentabilidad urbana descritas
en el usf, a saber:
1) El desempeño económico. Lograr el crecimiento económico y la prosperidad, al
mismo tiempo que se reducen los impactos ambientales en términos absolutos. En
particular, se refiere a que el desarrollo económico urbano está muy vinculado y, con
frecuencia, es un requisito previo para la prestación de servicios, inversión en infraes-
tructura y reducción de la pobreza en las ciudades. Las urbes más competitivas son las
que tienen la capacidad de reservar recursos adicionales para satisfacer las necesidades
de sus ciudadanos y los desafíos del futuro. Sin embargo, para crecer, la economía pue-
de requerir recursos naturales y producirá desechos que contaminan la tierra, el agua
y el aire, contribuyendo a los impactos en el clima global. Por lo tanto, las ciudades de
América Latina, tendrán el reto de abordar las compensaciones entre el crecimiento y
la eficiencia ambiental. El crecimiento económico urbano sostenible debe vincularse
con el aumento de la eficiencia del uso de los recursos, la reducción de emisiones de
carbono en términos absolutos y el fomento de inversiones bajas en carbono y climáti-
camente inteligentes.
2) Ambiente y recursos naturales. Se asocian con: a) la protección, conservación,
restauración y promoción de ecosistemas, hábitats naturales y biodiversidad dentro
y fuera de los límites de la ciudad; b) mantener niveles adecuados de calidad del aire
en toda la ciudad, de modo que ninguna comunidad esté expuesta cotidianamente a
niveles poco saludables de contaminación del aire; c) gestionar los recursos hídricos
de manera coordinada, sin dañar la calidad y la sostenibilidad de las fuentes de agua de
superficie y subterráneas, así como el manejo del agua de drenaje dentro y fuera de los
límites de la ciudad; d) minimizar la generación de desechos y los impactos ambientales
de éstos, al garantizar la recolección, tratamiento y eliminación apropiada de los resi-
duos sólidos de la ciudad; y e) el logro de la gestión sustentable y el uso eficiente de los
recursos naturales.
Se parte de aseverar que el entorno natural proporciona muchos beneficios so-
ciales y económicos, y es un componente esencial de la sustentabilidad urbana. El me-
dio ambiente proporciona alimentos, agua y otros productos esenciales; los ecosiste-
mas saludables regulan el clima y atenúan los efectos de los fenómenos meteorológicos
extremos, al tiempo que mejoran la calidad de vida y el bienestar de los residentes. Sin
embargo, la urbanización y el consumo excesivo de recursos están ejerciendo una fuer-
te presión sobre los entornos naturales. La expansión de las áreas urbanas propicia la
pérdida de hábitats naturales y la reducción de la biodiversidad. Una mayor degradación
ambiental puede ocurrir si los sistemas de saneamiento de la ciudad, eliminación de
desechos y cumplimiento ambiental no logran mantener el ritmo de la tasa y el patrón
de crecimiento urbano. Por otro lado, el aumento de las actividades vehiculares e indus-
triales motorizadas puede causar una disminución significativa en la calidad del aire, con
los impactos resultantes en la salud humana y el aumento de los niveles de emisiones
de gas de efecto invernadero (gei).

20 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


No obstante, algunas ciudades bien planificadas desvinculan el crecimiento eco-
nómico de la presión ambiental al aumentar la eficiencia de sus recursos; por el con-
trario, las urbes que cuentan con un desarrollo de alta densidad que puede reducir la
expansión urbana y aliviar las presiones ambientales ofrecen oportunidades únicas para
patrones de consumo y producción altamente eficientes de energía, agua y materiales,
así como para economías circulares y la vida con bajo contenido de carbono.
3) Acción climática y resiliencia. Estos dos temas conllevan los siguientes aspectos:
a) la identificación de los sectores, las fuentes y actividades dentro de la ciudad que
son responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero, de modo que di-
chas emisiones se puedan administrar y reducir en la ciudad; b) maximizar la eficiencia
energética para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero; c) reducir las
emisiones mencionadas cambiando a fuentes de energía de bajo y cero carbono; d) ami-
norar los riesgos para la ciudad (y, en particular, para los grupos pobres y vulnerables)
que implican las consecuencias de futuros cambios en el clima; y e) reducir el riesgo de
desastres causados por peligros naturales.
Se identifican la acción climática y la resiliencia como una dimensión relevante,
por la importancia y urgencia frenar los impactos del cambio climático a nivel mundial.
Las ciudades deben desempeñar un papel vital para mantener el aumento en el prome-
dio mundial, pues son las principales contribuyentes al cambio climático; a pesar de
cubrir menos de 2% de la superficie terrestre, las ciudades consumen 78% de la energía
del mundo y producen más de 60% de dióxido de carbono y cantidades significativas de
otros gases de efecto invernadero, principalmente, por la generación de energía, vehí-
culos, industria y uso de biomasa (gpsc, 2018).
Para las ciudades en rápido desarrollo, las opciones para mitigar el cambio climá-
tico incluyen configurar su urbanización y desarrollo de infraestructura hacia vías más
sustentables y bajas en carbono. En ciudades maduras o establecidas, las opciones se
centrarán en el potencial para restaurar los sistemas e infraestructuras existentes. Las
estrategias de mitigación clave incluyen: la ubicación de altas concentraciones residen-
ciales con elevadas densidades de empleo, la diversificación de las combinaciones de
uso de la tierra, el aumento de la accesibilidad y la inversión en el transporte público y
otras medidas de apoyo a la gestión de la demanda. Al mismo tiempo, las ciudades ne-
cesitan adaptarse a un clima cambiante; las medidas de adaptación van desde cambios
en la infraestructura a gran escala hasta iniciativas para lograr cambios de comporta-
miento dentro de la población local. Asimismo, las urbes deben desarrollar la resiliencia
ante una amplia gama de choques y tensiones que no son necesariamente previsibles.
Deben posicionarse para sobrevivir y prosperar en un futuro cada vez más incierto,
pues el cambio climático se combina con la urbanización, la variación demográfica y la
globalización para crear riesgos nuevos e impredecibles.
4) Inclusividad y calidad de vida. Estos conceptos se vinculan, entre otros, con: a)
proporcionar viviendas adecuadas y asequibles para todos; b) reducir la pobreza y el
hambre con el objetivo de eliminarlos como última instancia, y garantizar la seguridad
del suministro de alimentos y una nutrición adecuada para todos; c) asegurar el acceso

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 21


a agua potable segura y saneamiento adecuado para todos; y d) garantizar el acceso
universal a la infraestructura básica, incluida la energía asequible, el servicio de reco-
lección de residuos sólidos y el transporte público.
La urbanización tiene el potencial de mejorar la calidad de vida de los habitantes
en las ciudades y proporcionar un camino para salir de la pobreza. Para obtener los be-
neficios sociales y económicos completos de la urbanización, las urbes deben valorar
a todas las personas y sus necesidades por igual, garantizando la igualdad de derechos
y participación de todos. Asimismo, deben proporcionar acceso equitativo y asequible
a las necesidades básicas, incluidos alimentos, agua, vivienda, saneamiento y energía.
Las ciudades también deben asegurarse de que ningún grupo quede excluido de los
beneficios del crecimiento económico, independientemente de su raza, religión, etnia
o condición socioeconómica; en particular, las ciudades deben esforzarse por lograr la
igualdad de género y para garantizar que las mujeres puedan participar de manera plena
y efectiva en la vida política, económica y pública, y que tengan las mismas oportunida-
des de liderazgo en todos los niveles de toma de decisiones. Al fomentar la sustentabi-
lidad urbana, las ciudades deben proporcionar los servicios necesarios para mejorar los
estándares de vida, como servicios sociales, educación, salud, recreación y seguridad.
Conforme a lo anteriormente expuesto, se han perfilado diversas rutas de inves-
tigación emergentes y relevantes que merecen atención (Bai et al., 2017), entre las que
podrían mencionarse las siguientes:

a. Dado que la magnitud y el patrón de distribución de los impactos ambientales


tienden a ser diversos y varían a lo largo del gradiente urbano-rural, o en dife-
rentes regiones urbanas, se sugiere que los contextos sociales, económicos y
naturales locales jueguen un papel importante en la configuración de los impac-
tos; para lo cual se necesitan estudios más profundos de lugares específicos,
análisis comparativos en todos los lugares para lograr una comprensión integral,
así como medidas específicas para definir políticas de planeación y gestión a nivel
urbano y regional.
b. Se necesitan estudios que relacionen el crecimiento de la población urbana
asociada a los impactos ambientales, pues suelen ser mayores y/o más rápidos,
como se manifiesta en el cambio de uso de la tierra, en la generación de dese-
chos, en la contaminación del aire y el agua, entre otros.
c. Es preciso tener una mayor comprensión de los impulsores y mecanismos que
dan forma a los impactos ambientales de la urbanización, así como la identifica-
ción de sus patrones y procesos.
d. Es esencial explorar las interrelaciones entre múltiples procesos –poco común
debido a su complejidad– para identificar un enfoque de sistemas verdaderos en
la política y la práctica urbana, tal como debería ocurrir para explicar los vínculos
entre el crecimiento económico y el cambio de uso urbano de la tierra, o entre
el clima urbano y la contaminación del aire, entre el medio ambiente y el social y

22 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


entre los resultados ambientales y los procesos de planeación y gestión locales y
regionales, como se demuestra en la contaminación del aire y el agua.
e. Finalmente, si bien en la literatura reciente se muestran avances conceptuales
importantes para entender a las ciudades como sistemas complejos con múl-
tiples actores, estructuras, procesos, funciones e interrelaciones, también es
evidente que todos apuntan a la necesidad de un enfoque de sistemas más inte-
grado que tenga en cuenta una escala temporal y espacial más amplia.

CONSIDERACIONES FINALES

A pesar de la creciente evidencia sobre los vínculos entre la urbanización y el medio


ambiente (por ejemplo, la asociación entre las emisiones ambientales o el microclima
urbano y la forma, estructura o planeación urbana del uso del suelo), dichas conexiones
no siempre se reflejan en las políticas y prácticas de la gestión urbana. En la mayoría
de los casos, la gestión ambiental es parte de la cartera de gobernanza urbana, pero el
enfoque se da en los límites administrativos urbanos, dejando de lado cuestiones in-
herentes a escalas espaciales, temporales y administrativas en términos de integración
de los desafíos ambientales regionales y globales que conlleva la propia gestión urbana.
Comprender desde el ecourbanismo la complejidad y las múltiples conexiones dentro
de un sistema urbano puede ayudar a los planificadores y profesionales urbanos a lograr
mejores resultados.

BIBLIOGRAFÍA

Alva-Fuentes, B., Moreno, A. y Zavala-Ojeda, G. (2015). “Espacio metropolitano, urban


sprawl y sistema de ciudades en México: teoría y realidad”. En: Moreno, A. (ed.),
Medio ambiente urbano, sustentabilidad y territorio en ciudades mexicanas (pp. 19-
54). México: Universidad Autónoma de San Luis Potosí,
Bai, X., Elmqvist, T., Frantzeskaki, N. et al. (2018). “New integrated urban knowledge for
the cities we want”. En: Elmqvist, T., Bai, X., Frantzeskaki, N. et al. (eds.). Urban
Planet: Knowledge towards Sustainable Cities (pp. 462-482). Cambridge: University
Press.
Bai, X., McPhearson, T., Cleugh H. et al. (2017). “Linking Urbanization and the Environ-
ment: Conceptual and Empirical Advances”. En: Annu. Rev. Environ. Resour, 42:
215-240.
Carrión, F. y Dammert, M. (2016). “Los estudios urbanos en América Latina un espejo
donde mirarse”. En: Metzger, P., Rebotier, J. et al. (eds.). La cuestión urbana en la
región Andina. Miradas sobre la investigación y la formación (pp. 241-280). Quito:
Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 23 23


Coq-Huelva, D. y Asián-Chaves, R. (2019). “Urban sprawl and sustainable urban policies.
A review of the cases of Lima, Mexico City and Santiago de Chile”. En: Sustaina-
bility, 11, 5835.
Coronado, F. (2018). “Measuring the sustainability of Latin American capital cities”. En:
World Journal of Entrepreneurship, Management and Sustainable Development, doi.
org/10.1108/WJEMSD-01-2018-0009.
Dilla, H. (2014). Ciudades en el Caribe. Un estudio comparativo de la Habana, San Juan, Santo
Domingo y Miami. México: flacso.
Elmqvist, T., Andersson, E., Frantzeskaki, N. et al. (2019). “Sustainability and resilience
for transformation in the urban century”. En: Nature Sustainability, 2: 267-273.
Frantzeskaki, N. y Rok, A. (2018). “Co-producing urban sustainability transitions
knowledge with community, policy and science”. En: Environmental Innovation and
Societal Transitions, 29: 47.
Global Platform for Sustainable Cities (2018). Urban sustainability framework. Washing-
ton, DC: World Bank.
Hassan, A. y Lee, H. (2018). “Controversial issues relevant to sustainable urbanism: A
review of global urban tendencies”. En: European Journal of Sustainable Develop-
ment Research, 2(1): 1-17.
Kabisch, N., Qureshi, N., Haase, D. (2015). “Human-environment interactions in urban
green spaces. A systematic review of contemporary issues and prospects for
future researchs”. En: Environmental Impact Assessment Review, 50: 25-34.
Kabisch, N., Haase, D., Elmqvist, T. et al. (2018). “Cities matter: Workspaces in ecosys-
tem-service assessments with decision-support tools in the context of urban
systems”. En: BioScience, 68(3): 164-166.
Keeler, B., Hamel, P., McPhearson, T. et al. (2019). “Social-ecological and technological
factors moderate the value of urban nature”. En: Nature Sustainability, 2: 29-38.
La Notte, A., D’Amato, D., Mäkinenc, H. et al. (2017). “Ecosystem services classification:
A systems ecology perspective of the cascade framework”. En: Ecological Indica-
tors, 74: 392-402.
Lawhon, M. y Le Roux, L. (2019). “Southern urbanism or a world of cities? Modes of
enacting a more global urban geography in textbooks, teaching and research”.
En: Urban Geography, (40)9: 1251-1269.
Locke, D. y McPhearson, T. (2018). “Urban areas do provide ecosystem services”. En:
Frontiers in Ecology and the Environment, 16(4): 203-205.
Mahendra, A. y Seto, K. (2019). Upward and outward growth: Managing urban expansion
for more equitable cities in the global south. Working Paper. Washington: World
Resources Institute.
Mela, A. (2008). “The polycentric city and environmental resources”. En: Maciocco, G.
(ed.). The territorial future of the city (pp. 71-86). Nueva York: Springer.
Moreno, A. (2015). “Sistemas metropolitanos y urban sprawl en México: teoría y reali-
dad”. En: Moreno, A. (ed.). Medio ambiente urbano, sustentabilidad y territorio en ciu-
dades mexicanas (pp. 55-78). México: Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

24 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Parnell, S., Elmqvist, T., McPhearson, T. et al. (2018). “Situating knowledge and action
for an urban planet”. En: Elmqvist, T., Bai, X., Frantzeskaki, N. (eds.). Urban Planet:
Knowledge towards Sustainable Cities (pp. 1-16). Cambridge: University Press.
Paydar, M., y Rahimi, E. (2018). “Determination of urban sprawl’s indicators toward sus-
tainable urban development”. En: Smart and Sustainable Built Environment, 7(3/4):
293-308.
Piplas, H. (2017). “Global urban toolbox and city action lab: Applied research approach
for designing contemporary cities”. En: bhcicop, 3(1): 133-140.
Rebotier, J. y Metzger, P. (2016). “Introducción. Para una contribución colectiva a un de-
bate regional sobre los estudios urbanos”. En: Metzger, P., Rebotier, J. et al. (eds.).
La cuestión urbana en la región andina: miradas sobre la investigación y la formación.
Quito: Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
Saboonchi, P., Abarghouyifard, H., Motedayen, H. (2018). “Green landscape networks;
the role of articulation in the integrity of green space in landscapes of contem-
porary cities of Iran”. En: Bagh-e Nazar 15(62): 5-16.
Sahak, N., Mohd, M. et al. (2018). “Ecosystem services perspective in green infrastruc-
ture: A literature review”. En: American Journal of Humanities and Social Sciences
Research, 2(8): 59-64.
Shen, L., Ochoa, J., Shah, N. y Zhang, X. (2011). “The application of urban sustainability
indicators – A comparison between various practices”. En: Habitat International,
35(1): 17-29.
Swyngedouw, E. (2015). “Urbanization and environmental futures: Politicizing urban po-
litical ecologies”. En: Perreault, T, Bridge, G. et al. (eds.). Handbook of political
ecology (pp. 609-619). Londres y Nueva York: Routledge.
Tammi, I., Mustajärvib, K. y Rasinmäkic, J. (2017). “Integrating spatial valuation of
ecosystem services into regional planning and development”. En: Ecosystem Ser-
vices, 26: 329-344.
Verma, P. y Raghubanshi, A. (2018). “Urban sustainability indicators: Challenges and
opportunities”. En: Ecological Indicators, 93: 282-291.
Vnahulst, J. (2019). “Pensar la sustentabilidad desde América Latina. Retrospectiva del
discurso académico a partir de un análisis bibliométrico entre 1970 y 2012”. En:
Rev. Colomb. Soc. 42(1): 41-71.

Referencia electrónica

Organización de las Naciones Unidas-Hábitat (onu-Hábitat) (2017). Nueva agenda urba-


na. Conferencia de la Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano
Sostenible (Hábitat iii). Disponible en: www.habitat3.org

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 25


Capítulo 2

Antropoceno, capitaloceno
y desastres urbanos. Una
reflexión desde la ecología
política urbana1
Oscar Adán Castillo Oropeza y
Madisson Yojan Carmona Rojas

INTRODUCCIÓN

Las ciudades se caracterizan por ser lugares en los que confluyen múltiples situaciones
paradójicas. Por un lado, el desarrollo de diversas actividades económicas, entre las
que destacan la industrialización y los servicios. Por el otro, existe segregación, pobre-
za y problemáticas ambientales de todo tipo: escasez de agua, destrucción de bosques,
contaminación ambiental por ruido, deficiente disposición de residuos sólidos y la pre-
sencia de desastres, entre otros (Davis, 2008; Taylor, 2010).
En el Antropoceno los cambios en el clima se deben a las acciones humanas,
por lo cual se supone que las causas de los desastres sean antropogénicas y no ne-
cesariamente un castigo divino. Desde distintas instancias internacionales (bid, 2015;
onu, 2012, 2015; onu-Habitat iii, 2016; onu-unisdr, 2009), se entiende que la respon-
sabilidad social por la destrucción de la naturaleza es generalizada, prevaleciendo una
fuerte preocupación por crear una nueva conciencia colectiva global y local acerca de la
relación sociedad-naturaleza que impulse acciones más sustentables y comprometidas
con el cuidado del ambiente para evitar la presencia de desastres, ya que actualmente
la destrucción del planeta y sus consecuencias no se pueden revertir.
Por lo anterior, gobiernos o comunidades científicas proponen que la mejor alter-
nativa ante los embates del clima sea desarrollar estrategias innovadoras y preventivas
(contratación de seguros, planeación territorial participativa o evaluaciones de impacto

1. Este texto es resultado del proyecto de investigación: Urbanización y desastres en ciudades intermedias de Mé-
xico y Colombia, desarrollado en conjunto por el Seminario Ecología Política, Sufrimiento Socioambiental y Acción
política de la Universidad Intercultural del Estado de Hidalgo y el Semillero de investigación: Problemas urbanos
contemporáneos de la Universidad Pedagógica Nacional, Colombia.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 27


ambiental) para adaptarse a los futuros escenarios de riesgo y desastre. Así que, al
parecer, el único camino de las ciudades contemporáneas es la resiliencia, es decir, la
adaptación a los desastres dependerá de cómo los sistemas socioecológicos urbanos
soporten, enfrenten y se recuperen de algún evento natural, por ejemplo, un sismo o
una inundación; de tal forma que, hoy en día, es un reto aprender a vivir con las ame-
nazas climáticas y asumir nuestro compromiso como sociedad (onu, 2017; onu-Habitat
iii, 2016; onu, 2018).
Por tanto, los desastres urbanos son eventos climáticos que ocurren, entre otras
cosas, por el crecimiento no planificado de las ciudades, la ubicación de la población
en lugares donde no tenían que hacerlo (áreas naturales protegidas, laderas y canales
de aguas residuales) o la falta de acciones conjuntas entre los gobiernos y las personas
afectadas para evitarlos o enfrentarlos. A pesar de que se intenta hacer énfasis en la
parte social de los desastres, no se problematizan a fondo dichas causas, sólo se reco-
nocen y sobreentienden.
Las ciudades distan de ser simples contenedores de dichos procesos, son re-
sultado de determinadas relaciones de poder entre actores privados (empresarios) y
estatales (gobiernos) que influyen en la producción del espacio urbano (Harvey, 1996;
Lefebvre, 2013) y la presencia de diferentes contradicciones, como aquellas vinculadas
con la transformación de la naturaleza, como es el caso de los desastres.
En el entendido de que las ciudades históricamente son socionaturalezas cons-
truidas (Swyngedouw y Kaika, 2006; Heynenn et al., 2006), los desastres no pueden
reducirse a fenómenos o eventos inesperados de la naturaleza, así definidos en los
estudios fisicalistas, ni tampoco como efectos climáticos de origen antropogénico. Las
urbes transforman los ecosistemas y ello ocasiona efectos negativos y desiguales para
los seres vivos, quienes quedan vulnerables a diferentes amenazas naturales.2 De ahí
que el objetivo de este capítulo sea el analizar los desastres urbanos como procesos so-
cioambientales, cómo la urbanización de la naturaleza provoca la acumulación de deter-
minadas condiciones de vulnerabilidad socioambiental que, aunado a las amenazas na-
turales, incrementan el riesgo y, en la mayoría de las ocasiones, posibilitan el desastre.
Se trata de reflexionar sobre una nueva epistemología de los desastres urbanos
en América Latina, en la que se problematice la relación urbanización-naturaleza como
algo híbrido y desde una perspectiva crítica. Se hace uso de la ecología política urbana
(epu) con la intención de explicar cómo los desastres urbanos, si bien hoy, en el Antro-
poceno, son atribuidos a los efectos de la acción humana, sus causas se encuentran
enraizadas en la distribución desigual de los recursos y en la construcción diferenciada
de la vulnerabilidad socioambiental.

2. Según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas (onu, 2018b), 1 400 millones de
personas, que corresponde a un tercio de la población urbana mundial, están en peligro de sufrir las consecuencias
de ciclones, inundaciones, sequías, terremotos, erupciones de volcanes, entre otros. Y cerca de tres de cada cinco
ciudades del mundo con al menos 500 000 habitantes se encuentran en riesgo de padecer un desastre.

28 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


DEL ANTROPOCENO AL CAPITALOCENO Y… ¿DESPUÉS?

En febrero del año 2000, durante un congreso internacional celebrado en Cuernavaca,


México, un puñado de científicos discutía sobre la intensidad del impacto humano en el
planeta. Paul J. Crutzen, químico galardonado con el Premio Nobel por sus trabajos sobre
la capa de ozono, se puso de pie y exclamó: “¡No! Ya no vivimos en el Holoceno, sino en...
¡el Antropoceno!” (Arias, 2018: 1).

En ese mismo año, Crutzen y Stoermer (2000) publicaron un texto donde se menciona
que la humanidad ha ocasionado que la Tierra transite hacia una nueva era geológica,
denominada Antropoceno. Sugieren que su inicio está intrínsecamente relacionado con
la Revolución Industrial. A partir de entonces, hay un intenso debate sobre el papel que
juega la especie humana en las transformaciones del planeta. En el año 2016, el Grupo
de Trabajo del Antropoceno de la Comisión Internacional de Estratigrafía señaló que nos
encontramos en una nueva época geológica paralela al Pleistoceno y el Holoceno, que
inició en la década de 1950 en la llamada “Gran aceleración” y se caracteriza por ser un
periodo de cambios trascendentales como la urbanización acelerada, el incremento de
la población mundial o la explotación de los recursos naturales, entre otros (sqs, 2016).
La tesis principal del Antropoceno se refiere a que los seres humanos son la
especie responsable del cambio climático y sus efectos contraproducentes como los
desastres. Su validación científica permite trascender la separación histórica entre la
sociedad y la naturaleza, creada por la ciencia moderna occidental, cuestión que había
sido señalada por Bruno Latour a finales del siglo xx (Latour, 2007). Si bien el debate
del Antropoceno inicia en ciencias como la Geología, la Paleontología o la Biología, en
la actualidad existe un interés particular de las ciencias sociales, como la Antropología,
la Historia, la Sociología o la Geografía, por comprender de diferente manera este cam-
bio. Incluso se ha modificado la forma de nombrarlo, en lugar de Antropoceno algunos
autores lo han definido como Capitaloceno (Altvater, 2014; Haraway, 2015; Moore et al.,
2016), dado que su advenimiento tiene una estrecha relación con la mundialización del
capitalismo como modo de producción dominante.
Al respecto, Moore se pregunta: “¿Estamos realmente viviendo en el Antropoce-
no, con su retorno a un punto de vista curiosamente eurocéntrico de la humanidad […]
o estamos viviendo en el Capitaloceno, una era histórica formada por unas relaciones
que privilegian la acumulación interminable de capital?” (Moore, 2013: 2). En este caso,
Altvater afirma: “[…] el modo de producción capitalista genera historia geológica y lo ha
hecho hasta integrar una nueva fase que los geólogos denominarían Antropoceno. Fase
que sería más adecuado calificar como Capitaloceno” (Alvater, 2014: 7).
Entonces, para los geólogos el Antropoceno preponderantemente se refiere a
una transición geológica, que deja de lado otros aspectos referentes a las implicaciones
de la acción humana, entre los que se destaca la organización política, cultural y la diná-
mica económica. Mientras tanto, el Capitaloceno es una crítica que trata de evidenciar

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 29


dichas ausencias; quienes proponen esta perspectiva subrayan que los cambios en el
clima subyacen al desarrollo de un tipo de economía depredadora del ambiente. Para
el capital, la naturaleza es la proveedora infinita de los insumos para la existencia hu-
mana, pero también para la acumulación de riqueza (Harvey, 1996). Según Cano, en el
Capitaloceno:

[…] la crisis ecológica y climática no fue impulsada por todos, porque no todos han tenido
el mismo poder social para influir sobre la estructura económica: desde los esclavos usa-
dos para el desarrollo del capitalismo europeo, pasando por las comunidades indígenas
casi exterminadas y marginadas, hasta la gente que desde el siglo xx sufre la miseria y
explotación laboral, la mayor parte de la población no ha contribuido a la crisis que en-
frentamos (Cano, 2017: 9).

A pesar de esta controversia, es evidente, en ambos enfoques, la acción avasalladora de


la especie humana en el planeta. Mientras en el Antropoceno se hace explícito el vínculo
sociedad-naturaleza, en el Capitaloceno esa articulación representa la dominación del
capital sobre la naturaleza y la sociedad. Por ello, quizá, resulte pertinente nombrar de
alguna otra manera estos procesos con la intención de engarzarlos y entenderlos como
un proceso complejo de larga duración.
De cualquier manera, ya sea en el Antropocapitaloceno o en el Capitalantro-
poceno, sobresale que el planeta se encuentra en crisis. Las emergencias climáticas
afectan tanto a los humanos como a los no humanos, por lo cual es indispensable poner
atención en el diseño y desarrollo de estrategias para adaptarnos, de lo contrario, la
naturaleza nos seguirá cobrando el costo. De ahí que en la narrativa del Antropoceno
la responsabilidad del cambio climático es común a todos, pues trasciende fronteras
y clases sociales; debe importar por igual a gobiernos, empresarios y ciudadanos, así
como a científicos de las ciencias exactas, sociales y humanidades, al igual que a los
movimientos sociales y otras organizaciones de la sociedad civil, ya que se necesita
tomar decisiones conjuntas y deliberar el rumbo de las acciones.
Sin embargo, de acuerdo con Clark (2014), en el Antropoceno algunas de las
respuestas que se proponen son de tipo intervencionista, coincidiendo con una política
más ligada a la atención de las emergencias. Por su parte, Andreas Malm menciona que:

La ciencia, la política y el discurso sobre el clima se articulan constantemente en la na-


rrativa del Antropoceno: el pensamiento de especies, el ataque a la humanidad y la indi-
ferenciada autoflagelación colectiva, apela a la población de los consumidores en general
a cambiar de conducta. Deshistorizar, universalizar, eternizar y naturalizar un modo es-
pecífico de producción de un determinado tiempo y lugar son las estrategias clásicas de
legitimación ideológica (Malm, 2015: 4).

De tal forma que las posibles respuestas a la crisis planetaria reproducen un tipo de ideo-
logía y estructuras de sentido en las que no se comprende ni se resuelve el problema

30 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


climático de fondo, mostrando que lo que importa es sobrevivir al desastre desde el de-
sastre. En cambio, en el Capitaloceno lo que importa es reflexionar más sobre las causas
estructurales de la crisis climática global y menos en las respuestas acríticas inmediatas.
Ahora bien, ante la insistencia de estas narrativas de que vivimos una época de
crisis y desastre, resulta relevante preguntarnos lo siguiente: ¿en qué medida en el
Antropoceno o Capitaloceno los desastres se reducen a simples eventos o amenazas
naturales ocasionados por el cambio climático antropogénico o la acumulación de ca-
pital?, ¿de qué manera las respuestas promovidas por diversos actores internacionales,
como la reducción integral de riesgo de desastre, invisibilizan otros componentes del
desastre?, y ¿cuál es el papel de la vulnerabilidad socioambiental en la comprensión de
los desastres?
Cabe mencionar que la relación Antropoceno o Capitaloceno y desastres ha sido
recientemente explorada (Barrios, 2017; Brauch et al., 2019; Dominey, 2018), pero es
inexistente en los ámbitos académicos de países de América Latina, quizá a que, en
principio, los planteamientos del Antropoceno o Capitaloceno han sido poco desarrolla-
dos en este continente, pues se trata de un campo de estudio reciente en las ciencias
sociales y humanas (García, 2017). El mayor desarrollo teórico de dicha relación se
presenta en el Norte Global, en Estados Unidos y Europa. Al respecto García (2017)
apunta: “En la literatura sobre Antropoceno hay en realidad muy pocas publicaciones en
español, que sean de, desde y sobre todo, para Latinoamérica. La mayor parte de esa
bibliografía y reflexiones están en inglés. Es del Norte para el Norte. Urge, entonces,
llevar a cabo un diálogo Norte-Sur sobre estos temas, entre el Norte-global y Sur-global”
(García, 2017: 14).
Si se toma como pretexto esa consideración, aquí se propone que los desastres,
si bien son resultado de la transformación de la naturaleza debido a la acción humana o
por la acción depredadora del capital, no pueden minimizarse a eventos o fenómenos
naturales, ni en un tiempo presente o futuro. Se trata de pensarlos como procesos so-
ciohistóricos de larga duración. En particular, interesa reflexionar sobre los desastres
urbanos, ya que están muy relacionados con la expansión de las ciudades, y en esta
nueva era geológica se caracteriza por ser una época de urbanización y contradicciones
socioambientales planetarias (Brenner, 2013). Hay que resaltar la importancia que tiene
la ecología política urbana en el análisis de los desastres, con la intención de explicar
que, si bien hoy éstos son atribuidos a los efectos de la acción humana, sus causas
concretas se encuentran enraizadas en la distribución desigual de los recursos y en la
construcción diferenciada de la vulnerabilidad socioambiental.

LOS DESASTRES URBANOS Y LA ECOLOGÍA POLÍTICA URBANA EN AMÉRICA LATINA

Los desastres han sido una constante histórica en América Latina, son muchos los que
han ocurrido, por ejemplo en Huaraz, Perú (1970), Managua (1972), Guatemala (1976),
Popayán (1983), El Salvador (1986) y en la Ciudad de México (1985, 2017). Todos estos

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 31


desastres representaron un alto costo en términos de vidas humanas (Lavell, 1996),
pérdidas económicas y destrucción del medio ambiente urbano. Para Mansilla, en estos
lugares “históricamente el riesgo ha evolucionado acorde a la capacidad del hombre de
depredar a la naturaleza” (Mansilla, 2000: 24). Se trata de una relación directa, en la
cual los intereses de carácter privado explotan los recursos naturales sin tener en cuen-
ta los efectos negativos de las actividades productivas (industrialización, construcción
de infraestructura, etcétera).
Según Lavell (1996), hay un dominio de las ciencias naturales-básicas en la ex-
plicación de los desastres en América Latina. Los estudios sobre patrones sísmicos,
climatológicos y de estructuras ingenieriles, sólo se enfocan en los problemas de pre-
dicción y en la adecuación de estructuras a los parámetros e impactos físicos de los
eventos naturales que amenazan la sociedad. Hay un interés particular en esta visión
tecnocrática de predecir o monitorear las amenazas naturales o antropogénicas, no los
desastres, éstos sólo se reducen a eventos naturales o fenómenos emergentes de la
naturaleza (Calderón, 2011).
A raíz de la presencia dominante de estos análisis naturalistas, desde finales del
siglo xx se ha desarrollado en América Latina una perspectiva alternativa que discute
que las catástrofes son una construcción social y coloca especial atención en el papel
central de las condiciones de vulnerabilidad frente a los desastres. Es decir, a partir de
diferentes enfoques disciplinarios como la Antropología, la Historia o la Geografía, se
enfatiza que los desastres no son naturales. Sin embargo, hay que mencionar la carencia
de estudios que problematicen los desastres desde la ecología política y, en particular,
aquellos sobre las ciudades, ello debido a que este campo de estudio en América Latina,
si bien es amplio, se ha delimitado a reflexionar sobre los problemas socioambientales
en las zonas rurales o indígenas y menos en las zonas urbanas.
Es conveniente señalar que la ecología política propone que la transformación
de la naturaleza es resultado de una relación utilitaria, en la cual el capital la manipula
y utiliza como un recurso primordial en el proceso productivo capitalista. En la moder-
nidad se pensó que la naturaleza era el motor del desarrollo económico, en tanto fuera
la proveedora infinita de insumos. El desarrollo de la ciencia y la tecnología hicieron
posible el camino hacia un progreso a costa de manipular y transformar esa naturaleza,
que hoy evidencia una serie de crisis y desigualdades socioecológicas profundas (Leff,
2006). Por consiguiente, la ecología política es:

[…] el terreno de una lucha por la desnaturalización de la naturaleza: de las condiciones


“naturales” de existencia, de los desastres “naturales”, de la ecologización de las relacio-
nes sociales. No se trata sólo de adoptar una perspectiva constructivista de la naturaleza,
sino política, donde las relaciones entre seres humanos, entre ellos y con la naturaleza se
construyen a través de relaciones de poder (en el saber, en la producción, en la apropia-
ción de la naturaleza) (Leff, 2006: 23).

32 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Algunos autores (Palacio, 2006; Robbins, 2010), apuntan que fue el antropólogo Eric
Wolf el primero en utilizar el concepto de ecología política en 1972. El término está
asociado con disciplinas como la ecología humana y la antropología cultural. Posterior-
mente, Blaikie y Brookfield definen que “la ecología política combina las inquietudes
de la ecología (antropología ecológica) y una economía política ampliamente definida.
Juntos abarcan la dialéctica constante del cambio entre la sociedad y los recursos na-
turales, y también entre las clases y los grupos dentro de la sociedad misma” (Blaikie y
Brookfield, 1987: 17).
De acuerdo con Víctor Toledo, la ecología política surge a finales del siglo xx en In-
glaterra, Estados Unidos, España, Francia, Italia, Grecia e India, de ello dan cuenta varios
estudios. Actualmente, los autores que reconocen su utilidad como herramienta de aná-
lisis rebasan el círculo anglosajón (Toledo, 2015), por ejemplo, muy presente en América
Latina. Una buena parte de los trabajos que se han desarrollado en esta región se centran
en áreas rurales e indígenas –como se mencionó anteriormente– y lo que se analiza, con
mayor frecuencia, son los conflictos por el uso de los recursos naturales en las comu-
nidades indígenas, los movimientos ambientales, la explotación y contaminación de la
actividad minera, la historia ambiental, entre otros (Alimonda, 2002; Escobar, 1992; Leff,
2005; Toledo, 1980, 1992). Sin embargo, los análisis de las problemáticas socioambien-
tales en las ciudades latinoamericanas desde la ecología política son casi inexistentes.3
En el mundo anglófono diversos autores como Heynen et al. (2006), Swyngedouw
(2004), entre otros, han propuesto un tipo diferente de ecología política con la finalidad
de analizar los problemas ambientales que se presentan en las ciudades a consecuencia
de su propio desarrollo y su relación intrínseca con la naturaleza. El término ecología
política urbana fue acuñado por el geógrafo Erick Swyngedouw (Keil, 2003), quien rela-
ciona la sociedad, la naturaleza y la ciudad como un todo conflictivo, heterogéneo y per-
turbador. Su objeto de estudio son las desigualdades en los cambios socioecológicos,
producto de los procesos de urbanización de la naturaleza (Swyngedouw, 2006). En ese
sentido se afirma que: “[…] el mundo se encuentra en un estado de metabolismo perpe-
tuo [las cursivas son propias] en el que los procesos naturales y sociales se combinan en
contextos históricos y geográficos específicos, dando como resultado ‘socionaturalezas
producidas’ o ‘naturalezas históricas’ compuestas por elementos biofísicos, económi-
cos, políticos, sociales y culturales” (Swyngedouw, 1999: 447).
Las situaciones, procesos, cosas o actores que se producen continuamente en
este desarrollo metabólico crean relaciones de poder que provocan naturalezas cons-
truidas, como: la construcción de presas, edificios o redes de drenaje y abastecimiento
de agua, la reingeniería de ríos, las políticas sobre la biodiversidad, el manejo de bos-
ques, la modificación genética de animales o plantas, etcétera.

3. Para profundizar en dicho debate se recomienda revisar a Castillo (2018, 2019).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 33


En particular, desde la perspectiva de la ecología política urbana se piensa que las
ciudades son un andamiaje de distintas socionaturalezas. Las ciudades se problematizan
como entornos urbanos producidos, los cuales son resultado de procesos socioambien-
tales concretos. Swyngedouw (2006) menciona que la ciudad es un híbrido, parte natural
y social, parte técnica y cultural, pero histórica y espacialmente materializada, “la ciu-
dad, en sus partes y en su conjunto, es una acumulación sociofísica caleidoscópica de
formas o elementos humanos y no humanos” (Swyngedouw, 2006: 24). La urbanización
ha sido el motor para la producción de nuevas naturalezas, no hay nada de antinatural
en las ciudades (Harvey, 1996), porque la acción humana que las crea no puede consi-
derarse externa a los ecosistemas, sino más bien los procesos urbanos y ambientales
están interrelacionados. La condición urbana es algo fundamentalmente socioambien-
tal; así, el entorno de la ciudad, tanto social como biofísico, es el resultado de un pro-
ceso histórico-geográfico de la urbanización de la naturaleza.
Ahora bien, de acuerdo con Swyngedouw y Kaika (2006) la forma geográfica del
Antropoceno o Capitaloceno es la urbanización planetaria, pero no sólo eso, es el pro-
ceso socioespacial que le da forma a la íntima y acelerada fusión de transformaciones
o metabolismos sociales y físicos que dieron nombre a la nueva era geológica. En parte,
la preocupación global por la cuestión del medio ambiente subyace al crecimiento
desmedido de las ciudades, ante este hecho se declara el fin de la naturaleza fuera de
lo sociopolítico (Swyngedouw, 2015). De tal manera, la urbanización se entiende como
algo natural, separado de las relaciones de poder político-económico y de las transfor-
maciones físicas de la naturaleza. En ese sentido, la historia político-ecológica de mu-
chas ciudades puede ser explicada por fuerzas encontradas, la necesidad de urbanizar y
domesticar la naturaleza y las consecuencias socioambientales que esto genera.
De ahí que los desastres urbanos no pueden reducirse a efectos naturales de la
urbanización; desde la ecología política urbana se sugiere que son procesos socioam-
bientales que afectan tanto a los entornos naturales como a diferentes grupos sociales.
Su problematización parte del hecho de comprender cómo determinadas relaciones de
poder político y económico influyen en la urbanización de la naturaleza, lo que posibilita
la acumulación diferenciada de determinadas condiciones de vulnerabilidad socioam-
biental que, aunado a las amenazas naturales, incrementan el riesgo y, en la mayoría de
las ocasiones, el desastre (Castillo, 2018, 2019).
Esta otra epistemología de los desastres urbanos en el contexto del Antropoceno
o Capitaloceno permitiría desnaturalizarlos, es decir, comprenderlos como un objeto
de estudio híbrido, el cual no es ni preponderantemente natural ni sólo social, cultural,
político o geográfico, sino producto de una relación compleja entre lo humano y no
humano. Esta propuesta ayudaría a ampliar la imaginación científica en un contexto en
el cual los desastres de este tipo se reducen y dramatizan como efectos negativos de la
acción humana. Además, el acercamiento sería útil para poner en duda las respuestas
inmediatas a los desastres urbanos, las cuales están guiadas por una serie de recetas
que los organismos internacionales promueven (onu, 2015, 2017; onu-Habitat iii, 2016;

34 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


onu, 2018; onu-unisdr, 2009), e incluso que las comunidades científicas adoptan y
adaptan de manera acrítica. Las ciudades, supuestamente, deben transitar hacia un
estado de resiliencia, pensar en el futuro desde el presente, obviando el pasado, en
concreto, las relaciones de poder históricas que determinan la urbanización de la natu-
raleza y las desigualdades socioecológicas.
En suma, la narrativa de la resiliencia urbana nace con la visión apocalíptica y des-
politizada del fin de la naturaleza en la nueva era geológica. Se generaliza la catástrofe
ambiental y se reproduce la idea de que todos somos responsables de ello, por lo que
las respuestas ante los desastres urbanos requieren de nuevas prácticas como: la con-
tratación de seguros, la generación de indicadores, la planeación territorial participativa,
las evaluaciones de impacto ambiental, etc. Todo ello con el objeto de construir ciuda-
des más resilientes sin reducir de manera significativa las condiciones de vulnerabilidad
socioambiental que se han producido históricamente en la relación ciudad-naturaleza.

CONCLUSIONES

En un contexto que ha aceptado que estamos viviendo una nueva era geológica de-
nominada Antropoceno, donde el desastre es un denominador común en la sociedad
contemporánea, el estudio crítico de dichos hechos es más que necesario. Se trata de
desnaturalizar estos procesos y comprenderlos desde su complejidad misma; en ese
sentido, la perspectiva de la ecología política urbana es una herramienta sugerente
para el análisis de la relación entre Antropoceno y desastre, que permite acercarnos
de diferente forma a los desastres urbanos, los cuales se analizarían como procesos
socioambientales y no como simples eventos o fenómenos naturales provocados por la
acción humana.
Desde la ecología política urbana, se entiende que los desastres son realidades
híbridas que se componen tanto de elementos sociales como naturales. Los desastres
urbanos son resultado de cómo determinadas relaciones de poder político-económico
inciden en la urbanización de la naturaleza y en la formación paulatina de condiciones
diferenciadas de vulnerabilidad socioambiental, riesgo y desastre.
Queda claro que la urbanización y la naturaleza son un todo interrelacionado,
con características complejas, multiescalares y multidimensionales. Así, los problemas
socioambientales que se presentan en las ciudades, como los desastres, demandan una
perspectiva analítica, integral y crítica desde la que se cuestionen los hoy en boga pro-
gramas de reducción de riesgo de desastre o de gestión integral de riesgo de desastre,
pero sin reducir las condiciones de vulnerabilidad tanto de las poblaciones afectadas
como de su entorno inmediato. También, es necesario discutir a detalle sobre ¿cómo las
ciudades de América Latina, en particular o del Sur Global, si se quiere, pueden transitar
hacia la supuesta resiliencia urbana sin combatir primero las condiciones de precarie-
dad y desigualdad socioambiental históricamente determinadas?

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 35


BIBLIOGRAFÍA

Alimonda, H. (coord.) (2002). Ecología Política: Naturaleza, Sociedad y Utopía. Buenos Aires:
clacso.
Altvater, E. (2014). “El capital y el Capitaloceno”. En: Mundo Siglo xxi, 33: 5-15.
Barrios, R. (2017). “What Does Catastrophe Reveal for Whom? The Anthropology of Cri-
ses and Disasters at the Onset of the Anthropocene”. En: Annual Review Anthro-
pology, 46: 151-166.
Blaikie, P. y Brookfield H. C. (eds.) (1987). Land Degradation and Society. Londres: Methuen.
Brauch, H., et al. (2019). Climate Change, Disasters, Sustainability Transition and Peace in the
Anthropocene. eua: Springer.
Brenner, N. (2013). “Tesis sobre la urbanización planetaria”. En: Nueva Sociedad, 243:
28-66.
Calderón, G. (2011). “Lo ideológico de los términos en los desastres”. En: Revista Geo-
gráfica de América Central, núm. especial egal: 1-16.
Clark, N. (2014). “Geo-Politics and the Disaster of the Anthropocene”. En: The Sociologi-
cal Review, 62: 19-37.
Cano, O. (2017). “Capitaloceno y adaptación elitista”. En: Ecología política, 53: 8-11.
Castillo, O. (2019). “Hacia una ecología política latinoamericana del desastre urbano:
Algunos apuntes para su discusión”. En: Estudios Socioterritoriales. Revista de Geo-
grafía, 25: 1-15.
Castillo, O. (2018). Al filo del agua. Hacia una Ecología Política Urbana de las inundaciones:
Los casos de Ecatepec de Morelos y Nezahualcóyotl. Tesis de Doctorado en Ciencias
Sociales y Humanidades. México: uam Cuajimalpa.
Crutzen, P. J. y Stoermer, E. F. (2000). “The Anthropocene”. En: igbp Global Change News,
41: 17-18.
Davis, M. (2008). Planeta de ciudades miseria. Madrid: Foca.
Dominey, D. (2018). “Hazards and disasters in the Anthropocene: some critical reflec-
tions for the future”. En: Geoscience Letters, 5: 2-15.
Escobar, A. (1992). “Imagining a Postdevelopment Era? Critical Thought, Development
and Social Movements”. En: Social Text, 31: 20-56.
García, V. (2017). “La incursión del Antropoceno en el sur del planeta”. En: Desacatos,
54: 8-15.
Haraway, D. (2015). “Anthropocene, Capitalocene, Plantationocene, Chthulucene: Ma-
king Kin”. En: Environmental Humanities, 6: 159-165.
Harvey, D. (1996). Justice, nature & the geography of difference. Oxford: Blackwell.
Heynenn, N. et al. (eds.) (2006). In the Nature of Cities. Urban Political Ecology and the Poli-
tics of Urban Metabolism. Londres: Routledge.
Keil, R. (2003). “Urban political ecology”. En: Urban Geography, 24: 723-738.
Latour, B. (2007). Nunca fuimos modernos. Ensayos de Antropología Simétrica. México: Si-
glo XXI.

36 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Lavell, A. (1996). “Degradación ambiental riesgo y desastre urbano. Problemas y con-
ceptos: Hacia la definición de una agenda de investigación”. En: Fernández, M.
A. (comp.). Ciudades en riesgo. Degradación ambiental, riesgos urbanos y desastre.
Ecuador: LA RED/USAID.
Lefebvre, H. (2013). La producción del espacio. Madrid: Capitán Swing.
Leff, E. (2006). “La ecología política en América Latina. Un campo en construcción”. En:
Alimonda, H. (comp.). Los tormentos de la materia. Aportes para una ecología política
latinoamericana. Buenos Aires: clacso.
Leff, E. (2005). Ecología y capital. Racionalidad ambiental, democracia participativa y desa-
rrollo sustentable. México: Siglo XXI/unam.
Mansilla, E. (2000). Riesgo y Ciudad. México: unam/LA RED.
Moore, J., et al. (Ed.) (2016). Anthropocene or Capitalocene? Nature, History, and the Crisis
of Capitalism. Oakland: PM Press.
Moore, J.W. (2013). “El Auge de la Economía-Mundo capitalista. Las fronteras mercan-
tiles en el auge y decadencia de la apropiación máxima”. En: Laberinto, 38: 9-26.
Palacio, G. (2006). “Breve guía de introducción a la ecología política (Ecopetrol): Orí-
genes, inspiradores, aportes y temas de actualidad”. En: Gestión y Ambiente, 3:
143-156.
Robbins, P. (2010). Political ecology: A critical introductions. West Sussex: Wiley-Blackwell.
Swyngedouw, E. (2015). “Depoliticized environments and the promises of the Anthro-
pocene” (pp. 131-149). En: Bryant, R. The International Handbook of Political Ecology.
Cheltenham, ma, eua: uk/Northampton, .
Swyngedouw, E. (2006). “Metabolic Urbanization: The Making of Cyborg Cities”. En:
Heynen, N. et al. (eds.). In the Nature of Cities. Urban Political Ecology and the Politics
of Urban Metabolism (pp. 30-56). Londres: Routledge.
Swyngedouw, E. (2004). Social Power and the Urbanization of Water-Flows of Power. Oxford:
University Press.
Swyngedouw, E. (1999). “Modernity and Hybridity: Nature, Regeneracionism, and the
Production of the Spanish Waterscape, 1890-1930”. En: Annals of the Association
of American Geographers, 89: 443-465.
Swyngedouw, E. y Kaika, M. (2006). “Urban political ecology. Politicizing the production
of urban natures”. En Heynen, N. et al. (eds.). In the Nature of Cities. Urban Political
Ecology and the Politics of Urban Metabolism (pp. 1-19). Londres: Routledge.
Taylor, P. (2010). “La red de ciudades mundiales y el planeta de barrios pobres: acceso
y exclusión en la globalización neoliberal”. En Alfie, M. et al. (coords.). Sistema
mundial y nuevas geografías. México: uam-a/uam-c/uia.
Toledo, V. (1980). “Ecología del modo campesino de producción”. En: Antropología y
Marxismo, 3: 35-55.
Toledo, V. (1992). “Utopía y naturaleza. El nuevo movimiento ecológico de los campe-
sinos e indígenas de América Latina”. En: Nueva Sociedad, nov-dic, 122: 72-85.
Toledo, V. (2015). “¿De qué hablamos cuando hablamos de sustentabilidad? Una pro-
puesta ecológico política”. En: INTERdisciplina, 7: 35-55.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 37


Documentos oficiales

Banco Interamericano de Desarrollo (bid) (2015). Índice de Gobernabilidad y Políticas Pú-


blicas en Gestión del Riesgo de Desastres. Informe Nacional México. México: bid.
Organización de las Naciones Unidas (onu) (2018). Construyendo ciudades sostenibles y
resilientes. En: http://a21-granada.com/images/Nota%20Conceptual_%20DMC.
pdf (Consultado el 11 de enero de 2019).
Organización de las Naciones Unidas (onu) (2018). Tres de cada cinco ciudades corren
un alto riesgo de sufrir un desastre natural. En: https://www.un.org/development/
desa/es/news/population/world-cities-day-2018.html (Consultado el 15 de fe-
brero de 2019).
Organización de las Naciones Unidas (onu) (2017). Cómo desarrollar ciudades más resilien-
tes. Manual para líderes de los gobiernos locales. En: https://www.unisdr.org/cam-
paign/resilientcities/assets/documents/guidelines/HandBook_ESP_28.3.pdf
(Consultado el 22 de enero de 2019).
Organización de las Naciones Unidas (onu) (2016). Habitat iii. New Urban Agenda. Quito,
Ecuador.
Organización de las Naciones Unidas (onu) (2015). Marco de Sendai para la Reducción del
Riesgo de Desastres 2015-2030. Ginebra, Suiza.
Organización de las Naciones Unidas (onu) (2012). “What is disaster Risk Reduction?”
United Nations Office for Disaster Risk Reduction. En: https://www.unisdr.org/who-
we-are/what-is-drr (Consultado el 4 de enero de 2019).
Organización de las Naciones Unidas (onu) (2009). Reducción de Riesgos de Desastres.
Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres. Ginebra, Suiza.
Subcommission on Quaternary Stratigraphy (sqs) (2016). “Working Group on the
Anthropocene”. Disponible en: http://quaternary.stratigraphy.org/working-
groups/anthropocene/ (Consultado el 10 de enero de 2019).

Referencias electrónicas

Arias, M. (2018). “El Antropoceno: Noticia de un concepto colosal”. En: Letras Libres.
Disponible en: https://www.letraslibres.com/espana-mexico/revista/el-antro-
poceno-noticia-un-concepto-colosal (Consultado el 13 de enero de 2019).
Malm, A. (2015). “The Anthropocene Myth. Blaming All of Humanity for Climate Change
Lets Capitalism Off the Hook”. En: Jacobin. Disponible en: https://www.jacobin-
mag.com/2015/03/anthropocene-capitalism-climate-change/ (Consultado el 15
de febrero de 2019).

38 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Capítulo 3

Ecourbanismo: discusiones
conceptuales del desarrollo
sustentable en espacios urbanos
Francisco Jalomo Aguirre

INTRODUCCIÓN

En la actualidad, los espacios urbanos, representados por las ciudades, son las formas
antropogénicas de la época, pues se vive en un siglo de gigantismo de estos sujetos,
a la vez que objetos de estudio, convirtiéndose en palanca o freno, en virtud o lastre,
en desarrollo o mengua para los territorios y regiones donde se ubican. Por tanto, los
espacios urbanos se vuelven piezas clave cuando se habla de desarrollo sustentable, ya
que ahí se producen y reproducen todas las bondades o vicisitudes de las políticas que
hoy imperan, prioritariamente económicas y es por esto que en esos lugares confluyen
y se manifiestan la mayoría de los fenómenos globales, ubicándolos como espacios
cambiantes, desbordantes, indetenibles y caóticos.
Se habla de ciudad como sinónimo de espacio urbano en yuxtaposición con la
denominación de campo como sinónimo de espacio rural, como si estos conceptos
estuvieran debidamente definidos y fueran entendidos, sin duda alguna, en todas las
ciencias de forma igualitaria. Pero la realidad es que ni son conceptos fijos ni definicio-
nes inamovibles, ni vocablos acabados y tampoco son del todo claros, por lo que han
sido comprendidos, en las diferentes áreas del conocimiento, de forma heterogénea y
a veces hasta contradictoria.
Así, inicialmente, estas reflexiones buscan definir qué es un espacio urbano, de-
bido a que, en teoría, ahí comienza a aparecer una corriente denominada ecourbanismo
o urbanismo sustentable, que se formaliza a través de diversos modelos de gestión
que buscan, de forma alternativa, materializar un nuevo estilo de vida, de producción,
apropiación, circulación, transformación, consumo y excreción, denominado desarrollo
sustentable.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 39


Bajo la perspectiva anterior, este artículo tiene por objetivo no solamente definir
qué es un espacio urbano, sino explicar al lector que existen diferentes visiones para
convertir el desarrollo sustentable en el hito urbano. Es pertinente mencionar que no
existe un desarrollo sustentable, una fórmula mágica o un camino, sino varios enfoques
de sustentabilidad; algunos de éstos escapan a la visión capitalista y, por tanto, es
posible mencionar diversos modelos de gestión que buscan reivindicar a las ciudades
como formas antropogénicas no siempre malévolas. Hasta hoy las ciudades, los espa-
cios urbanos, son identificados, al menos de forma metafórica, como “hoyos negros” o
“agujeros negros”, pues ahí se consume el mayor volumen de elementos naturales y se
excretan la mayor cantidad de contaminantes que degradan el medio ambiente en sus
diferentes escalas: local, regional y global.
De la misma forma, las ciudades son vistas como objetos extraños y caprichosos
creados por el ser humano, son áreas donde la materia se absorbe, se comprime, se
utiliza y se aprovecha de forma tal que al final no irradian únicamente beneficios, sino
que emanan aguas oscuras o residuales con altos niveles de contaminantes, masas gri-
ses de aire cargadas de partículas dañinas y compuestos químicos nocivos para la vida,
toneladas de residuos y lixiviados perjudiciales para los ecosistemas, contaminación
lumínica y ruido que altera el funcionamiento y el ciclo natural de diversas especies
de flora y fauna, etcétera. Todo lo cual convierte el campo gravitatorio de las ciudades
en uno donde ninguna partícula material puede escapar a sus efectos eminentemente
negativos. O sea, en lo urbano es donde la degradación medioambiental cobra fuerza,
por lo cual debe recibir especial atención, y es en las ciudades donde el ecourbanismo
tiene su principal accionar como línea y enfoque, para explicar la manera en que se hace,
cómo se hace, cuándo se hace y por qué se hace ciudad.
El ecourbanismo permite, entonces, transitar hacia una armonía entre los di-
ferentes componentes sociales, culturales, éticos, económicos, políticos y naturales,
para establecer las bases de mejora en las condiciones de existencia de todas las es-
pecies vivas que habitan un territorio junto con los elementos abióticos, antrópicos y
no antrópicos que confluyen en un espacio y tiempo determinado. Por el tema que nos
ocupa, se trata del llamado espacio urbano que a continuación se identifica.

ENTRE LO URBANO Y LO RURAL, LA CIUDAD Y EL CAMPO

El espacio es una categoría de la sociedad que lleva implícita la acción de los grupos
humanos y, en consecuencia, su contenido y estructura cambia con el tiempo (Di Vir-
gilio y Heredia, 2012). Por ello, definir lo urbano o lo rural, también llamados mundo
urbano y mundo rural, respectivamente, es tan difícil como definir lo que es una ciudad
y el campo, pues en estas categorías espaciales de análisis existen funciones que hasta
hace poco estaban perfectamente delimitadas y que, hoy en día, se han desdibujado
sus fronteras (Capel, 2007), quedando incompleta una identificación biespacial rural-
urbano del mundo circundante.

40 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Así, en culturas antiguas como la maya, el poblamiento concentrado en un terri-
torio compacto era considerado un espacio urbano cuando se tenía una alta capacidad
de ordenar los elementos de la naturaleza, se efectuaban varias actividades no agrarias
(producción de manufacturas, intercambio de mercancías, artesanía y comercio) y había
presencia de rasgos constructivos peculiares como una muralla o un fuero. Mientras
que por espacios rurales, muy predominantes, identificaban aquellos donde se llevaban
a cabo las actividades agrícolas, había baja densidad poblacional y ausencia de ciertas
morfologías arquitectónicas como murallas o templos (Ciudad e Iglesias, 2001).
En la evolución histórica de dichos espacios, han surgido con fuerza conceptos
como lo rururbano, para definir el espacio rural que se utiliza para fines industriales o
de construcción de vivienda; intersticios urbanos, que identifican huecos dentro de lo ur-
bano que no fueron planeados y que podrían aprovecharse para crear parques, espejos
de agua, incluso huertos; la nueva ruralidad, como categoría de análisis que identifica
aspectos de cambio fundamental ocurridos por encadenamientos urbano-rurales; la
permacultura urbana, como aquella actividad de agricultura sustentable, ecológicamen-
te sana y económicamente viable, aplicada en las ciudades como estrategia de acción
capaz de provocar la aparición de huertos urbanos y, por tanto, de generar aprendizaje
de la naturaleza donde antes parecía inadecuado; la naturación urbana, donde se aborda
el regreso de los espacios netamente antropogénicos a ser predominantemente natura-
les; lo peri-urbano, las ciudades dormitorio, ecumenópolis, innerburbs, etcétera.
Las nuevas conceptualizaciones intermedias entre lo rural y lo urbano son po-
sibles ya que hoy se localizan actividades terciarias, como los servicios bancarios, en
lugares que hasta hace poco podrían definirse como espacios rurales, y en los espacios
urbanos es posible ubicar labores antes exclusivas del mundo rural como la agricultura,
la ganadería, la acuacultura y los huertos de legumbres y hortalizas. Es decir, al interior
de las ciudades es posible encontrar, en pleno siglo xxi, la presencia de actividades pri-
marias, y en el campo localizar actividades secundarias y terciarias, como la prestación
de bienes y servicios que sucede a través de complejos turísticos que se han incrustado
en los distintos territorios mayoritariamente como parte de un proceso global-local.
No obstante, sigue prevaleciendo en los espacios urbanos, léase en las ciudades,
la mayor cantidad de intercambio de productos, bienes y servicios, así como el mayor
porcentaje de concentración de personas, de relaciones entre personas o entre grupos
sociales, a pesar del aislamiento, ahora remarcado por la pandemia mundial ante el co-
vid-19. Igualmente, en lo urbano sigue predominando la prestación de bienes y servicios
de una región rural, aun cuando ahí no haya labores agrícolas y ganaderas, pues se han
creado jardines comunitarios y huertos urbanos, instalados al interior de aglomeracio-
nes humanas densamente pobladas como South Central en Los Ángeles, California en
Estados Unidos y en ciudades europeas como Londres, Berlín y Madrid (Morán, 2011).
La ciudad aparece, por tanto, como lugar esencial de desarrollo, como hecho ur-
bano con rasgos y características relativamente particulares, donde se fijan, según cada
país para fines estadísticos y político-administrativos, las diferencias entre lo urbano y
lo rural basándose, sobre todo, en el tamaño y densidad. Es, sin duda, el espacio urbano

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 41


el principal destino de lo que se produce en el campo, pues ahí está la mayoría de los
consumidores de los productos agrícolas, lo que da origen a una mutua codependencia
entre lo rural y lo urbano de gran significado, ya que confirma que cualquier modelo
de desarrollo sustentable, basado en la noción del ecourbanismo, debe tener presente
esta interrelación, como los lados de una misma moneda.
Por tanto, una forma de identificar el objeto y sujeto de estudio del ecourbanismo
es visualizando el tamaño de una aglomeración, ubicando número de habitantes y den-
sidad de población por m2, considerado, tanto por sociólogos como por geógrafos, como
una característica fundamental para distinguir qué es un espacio urbano, de aquello que
no lo es. La ciudad, por tanto, es aquel sujeto complejo cuya base geográfica, el territorio,
presenta un elevado volumen de elementos humanos (Koolhaas, 1997), concentrados en
altas densidades por metro cuadrado, con mayor presencia de elementos antrópicos,
entre los que destaca el área construida. Todo es medido a través de gradientes de
densidades de población, basados en número de habitantes y distancia (Mayor y Her-
nández, 2000).
Además del tamaño y densidad, existen cinco rasgos que son frecuentemente
utilizados para distinguir el campo de la ciudad: 1. el tamaño y densidad; 2. el aspecto
del núcleo o núcleos; 3. la ausencia prioritaria de actividades agrícolas; 4. el modo o
modos de vida, y 5. las características y el grado de interacción social que ahí ocurre,
incluyendo las que se realizan por medios tecnológicos sea en celular o computadora.
Luego entonces, un espacio urbano debe ser identificado como aquella superfi-
cie que concentra, por metro cuadrado, una considerable cantidad de población y área
construida, sobre todo viviendas, la forma y el aspecto de la aglomeración es más o
menos ordenada, cerrada y agrupada alrededor de un núcleo o varios núcleos fáciles de
distinguir, con presencia de aspectos y elementos diversos (sociales, culturales, éticos,
ecológicos, políticos y económicos), con presencia de alta conexión aérea, marítima
y/o terrestre ligada a grandes vías comerciales, con baja o nula vocación agrícola, y alta
actividad comercial y/o industrial. Es decir, la contraposición entre lo rural y lo urbano
se formula, explícitamente, como el conjunto de sectores o modos de vida, donde el
primero refiere a la población que se extiende en la región y que se dedica a la produc-
ción de los artículos primarios que rinde la tierra, mientras que el segundo incluye a
grandes masas humanas concentradas en un área determinada.
El espacio urbano, la ciudad, el hito urbano o el mundo urbano, ofrece una liber-
tad que no se encuentra en ningún otro sitio, aunque ello va unido también a la soledad.
Lo urbano es el lugar clave del cosmopolitismo, donde se estimula la individualización
de los rasgos de la personalidad, a consecuencia de la división del trabajo y de una
actividad cada vez más parcelada. En una ciudad es posible encontrar el centro de la
economía monetaria, una vida más intelectual, un ritmo cotidiano más rápido y una
intensificación del estrés, que no se observa en las pequeñas aglomeraciones rurales,
llamadas campo (Augé, 1993). Es en las ciudades donde cobran relevancia áreas del
conocimiento como la psicología urbana encabezada por el filósofo y sociólogo alemán

42 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


George Simmel (citado en Aguilar, 2005), que sostiene que la economía del dinero esti-
mula en el hombre la tendencia a la abstracción y favorece el desarrollo de las faculta-
des intelectuales, provocando una cierta despersonalización de las relaciones humanas.
Lo urbano produce una atrofia en la cultura individual, como consecuencia de la
hipertrofia de la cultura objetiva que aplasta al individuo, tal y como lo refieren Simmel
(1998) y Castells (2014), al señalar que a partir de lo urbano es posible descubrir un
nuevo tipo de comunidad con una especial sociocultura, creadora de nuevas formas de
comportamiento, con un sistema específico de normas y valores que dirigen las actitu-
des y opiniones, bajo un alto intercambio comercial, donde está presente un gran po-
derío político y militar, y coexisten gran variedad de instituciones con una organización
social caracterizada por diversos elementos, convirtiéndose así la ciudad en sede de las
instituciones mercantiles y financieras que tienen vínculo directo con los mercados y
circuitos globales.
Asimismo, confluye en el espacio urbano un tipo particular de paisaje producido
por el hombre, donde predomina el aislamiento social, la secularización, la segmen-
tación de los roles o papeles desempeñados por sus integrantes, normas poco defini-
das, relaciones sociales superficiales, el anonimato, el carácter transitorio y utilitario
del tiempo y el espacio, la especialización funcional y división del trabajo, el espíritu de
competencia frente a la solidaridad de las sociedades rurales, gran movilidad de bienes,
productos y personas, la economía de mercado global, el predominio de las relacio-
nes secundarias e impersonales sobre las primarias que caracterizan a las sociedades
rurales, el paso de la comunidad a la asociación, la dimisión del individuo respecto a
las asociaciones, el control de la política por asociaciones de masas y no por grupos
reducidos o familias, los altos y constantes niveles de contaminación de agua, aire y
tierra, entre otros.
Lo urbano, por tanto, está relacionado con la cultura urbana y con la aparición
de múltiples fuentes de contaminación, producto de la industrialización ocurrida en
las sociedades modernas (Castells, 2014). Lo urbano en Oriente y Occidente no han
funcionado igual, incluso entre los países las características para identificar lo urbano
son diferentes, debido a la cultura de cada nación, pues las etapas de industrialización
de cada sociedad son múltiples y variadas. Así, los espacios, hoy en día, son cada vez
más difíciles de definir desde la óptica de una dualidad: lo urbano y lo rural, que todavía
prevalece en el discurso internacional y nacional, al mencionarse que más de la mitad
de la población mundial es urbana y, por tanto, vive en ciudades (Jalomo, 2016).
No obstante la reflexión antes expuesta, es posible indicar que existen espacios,
sobre todo en América Latina, que se pueden identificar como eminentemente urbanos
de tipo pequeño; es decir, algunos lugares aunque tienen rasgos rurales manifiestan
gigantismo conforme a su tamaño y densidad, al superar los 25 000 habitantes distri-
buidos en 26 km2; también presentan aspectos caóticos y variados en su núcleo o nú-
cleos alrededor de los que se expande la superficie construida, creciendo con tipologías
morfológicas arquitectónicas múltiples y variadas; muestran escasa o nula presencia de

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 43


actividades primarias al interior (agrícolas o ganaderas) y menos de 25% de la población
del lugar se dedica a ellas; albergan diversos modos de vida y muestran características
y grados de interacción social superficiales, individualizados, segmentados, anóni-
mos, competitivos, impersonales, movidos por la asociación y no por la solidaridad
ante las necesidades y demandas; comienzan a acumular no solamente los elementos
humanos, capital político, bienes, productos y servicios (escuelas primarias y secunda-
rias) y los elementos naturales, sino también los problemas y conflictos sociales, cultu-
rales, ecológicos, políticos y económicos de forma acelerada.
En estas diferentes escalas entre lo urbano y lo rural, aparecen, a la cabeza de lo
urbano, grandes ciudades o gigantes urbanos, llamadas metrópolis, otras megalópolis,
identificadas claramente como aquellos espacios donde la población alcanza cuando me-
nos un millón de habitantes; la superficie construida supera los 100 km2 en sentido hori-
zontal; existe una densidad de 1 000 personas por km2; hay presencia de cuando menos
50% de actividades secundarias y terciarias; el valor del suelo por metro cuadrado ron-
da entre los 100 y los 500 dólares americanos; el costo de transporte oscila entre uno
y tres dólares; funciona al menos una terminal aérea que atiende un mínimo de 1 000
pasajeros diarios; hay identificados más de dos centros o núcleos poblacionales fáciles
de distinguir donde se pueden observar aspectos y elementos diversos y heterogéneos;
existe presencia de conectividad del área construida a grandes vías de comunicación
como las carreteras y autopistas; se cuenta con redes de información y comunicación
como el internet; se produce una oferta de fuentes de empleo que alcanza por lo me-
nos 1 000 vacantes, lo que denota concentración de las formas de trabajo, requiriendo
una alta especialización laboral; se cuenta con al menos una institución de educación
superior y hay presencia de alrededor de 50% de la población no interesada, al menos
en forma inmediata, por la obtención de materias primas, alimenticias, textiles o de
confort en general, sino que están vinculadas a los transportes, a las industrias, al co-
mercio, a la instrucción de la población, a la administración del Estado o simplemente
a vivir en la ciudad.
A partir de lo anterior, la ciudad es percibida como un templo para el consumis-
mo, donde la conveniencia política y comercial han invertido el énfasis del desarrollo
urbano para que, en lugar de encauzarlo hacia las necesidades sociales, se dirija a
determinadas necesidades de individuos o grupos concretos con objetivos que privan
a la ciudad de su vitalidad y de su armonía con el entorno natural. Esto, precisamente,
es lo que trata de resarcir el ecourbanismo, es en estos lugares caracterizados como
eminentemente urbanos, donde la labor del ecourbanismo cobra vital relevancia, ya que
en ellos se consumen la mayor cantidad de elementos naturales y se excretan desechos.
En los espacios urbanos, que van desde los pequeños hasta las grandes ciudades, se
han comenzado a discutir, a partir de los años 70, diversos modelos de desarrollo con
una visión sustentable, algunas veces más con tendencia capitalista y otras menos, tal
y como a continuación se explica.

44 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


LOS NODOS DE DISCUSIÓN DEL DESARROLLO SUSTENTABLE
APLICABLE A LOS ESPACIOS URBANOS

Sin lugar a dudas la urbanización como proceso, que ha dado lugar a la aparición de los
espacios urbanos como objeto de estudio, está inscrita en la discusión sobre la crisis
medioambiental que hoy se vive a nivel planetario. Lo urbano ya no es entendido con el
concepto medieval que prevaleció entre los siglos v y xv, donde la ciudad se ubicaba en
un espacio cerrado, amurallado, con arrabales, edificios y castillos que estaban dentro
de esos muros, tal y como se ejemplificó líneas antes con el ejemplo de los mayas.
La ciudad se convierte, entonces, en el lugar espacial privilegiado con infraes-
tructura, centros de toma de decisión e innovación financiera, política, administrativa,
económica, social y cultural de un territorio; con aglomeración organizada socialmente
muy compleja, concentrando las comunicaciones, la mayor riqueza de intercambios, la
densidad de producción y consumo de bienes y servicios, elevado valor del suelo, fácil
capacidad de intercambio de información y mercancías; pero también en las ciudades
ocurre la despersonalización del tiempo, dedicando menos a actividades personales,
individuales y privadas, ello hace necesario crear índices de urbanidad que midan la
variación temporal de las relaciones sociales.
El espacio urbano se convierte en el nodo de conexión global-local-regional de
un sistema jerarquizado, que organiza el intercambio entre lugares para facilitar bienes
y servicios en lo inmediato espacial y en lo lejano global (Sassen, 2012), a través de una
presencia significativa de medios de comunicación, sumando nuevos aspectos a lo ur-
bano, transformándolo en un centro político y administrativo, un mercado, un lugar con
presencia industrial, una unidad espacial con límites claros, lo que permite hablar de las
ciudades virtuales, por ejemplo.
Lo anterior permite señalar que los límites de la ciudad se vuelven, entonces,
puramente administrativos y artificiales, dado que hoy se habitan territorios indefinidos,
con funciones múltiples y diversas, heterogéneas y cambiantes, independientes de toda
lógica programada. El espacio urbano funciona según intereses especulativos que res-
ponden a presiones sociales, pero no en función de un proyecto urbanístico (Cacciari,
2012; Borja, 2013). La ciudad es un medio privilegiado que estimula las innovaciones de
crecimiento y que facilita la invención y la difusión de nuevos valores, pero también, en
la actualidad, es el lugar de la segregación moderna, de la exclusión social y del dete-
rioro de la convivencia no sólo social, sino cultural y ecológica.
Por lo cual, el planteamiento contemporáneo es hacer ciudades más justas, de-
mocráticas, humanas, amigables con la naturaleza, responsables en su producción y
consumo; es decir, construir ciudades sustentables, ampliando el enfoque tradicional
sobre la mejora de la calidad de vida, que el usufructo equitativo ocurra en los espacios
urbanos con principios de sustentabilidad, incluyendo el cuidado democrático, equidad
y justicia social y ecológica, en aras de un desarrollo limpio, organizado y armónico.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 45


Así, para minimizar los efectos negativos que comenzaban a acumularse en los
espacios urbanos, más que en otros, hace algunas décadas se propuso la necesidad de
frenar el crecimiento de las ciudades, con la intención de impedir que muchos de los
males económicos, sociales, políticos, culturales y ecológicos se profundizaran. Final-
mente, en la actualidad, se acepta el crecimiento de las urbes como un proceso irrever-
sible y fuente de oportunidades para el desarrollo sustentable y alcanzar condiciones
medioambientales favorables. La necesidad de un nuevo modelo de desarrollo, el sus-
tentable, que aplica a los nodos de conexión global de los espacios urbanos, surgió en la
década de los años 60 con la publicación de la obra Silent Spring de Rachel Carson (1962),
consolidándose, posteriormente, con el Informe Brundtland de la primera ministra de
Noruega, quien acuñó el concepto.
De esta manera, en el discurso internacional comenzó el cuestionamiento al mo-
delo de desarrollo llamado neoliberal, que propicia el grueso de las actividades hu-
manas inherentes a la producción y al consumo. Actividades que han ocasionado que
la biosfera entre en una crisis medioambiental irreversible, marcada por fenómenos
catastróficos como: el cambio climático, el calentamiento global, la pérdida de bio-
diversidad, la contaminación y degradación acelerada de los elementos naturales, la
desertificación, la acidificación de los océanos, entre otros fenómenos, de los cuales
no están exentas las ciudades. El planteamiento de un nuevo modelo de desarrollo
sustentable, señalado por diversos pensadores sociales contemporáneos como Bajoit
(2003) y Bauman (2000), es necesario para atender los efectos negativos del proceso
de modernidad, la creciente individualidad contemporánea, la perdida de lo colectivo,
el resquebrajamiento del imaginario social, la era del vacío y la sociedad de consumo,
presentes en el espacio urbano.
Aunque el término de desarrollo sustentable tiene diferentes perspectivas de
ejecución, es necesario preguntar: ¿en verdad queda claro qué es el desarrollo susten-
table y a dónde lleva?, ¿es este concepto simplemente un asunto relativo a los distintos
tipos de contaminación, sus causas, consecuencias e implicaciones?, ¿todo enfoque
de desarrollo sustentable tiene implícitos los ideales de estable, equilibrado y viable?,
¿es real que el desarrollo sustentable, sea cual sea, rompe con los paradigmas hege-
mónicos de acumulación y consumo?, ¿es el desarrollo sustentable una simple moda
que disimula el desarrollo neocapitalista, que con el tiempo irá pasando y quedará en
el olvido? o ¿es una filosofía y estilo de vida que permitirá alcanzar un futuro próspero
y duradero para todas las especies y elementos que interactuamos en la biosfera de
nuestro planeta, en lo particular, en los espacios urbanos?

EL DESARROLLO SUSTENTABLE

La definición de desarrollo sustentable, más latinoamericana que europea, debe ser


entendida como aquel modelo que busca satisfacer las necesidades del presente, fun-
dando las acciones y actividades en las generaciones pasadas, sin comprometer la ca-

46 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


pacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades, lo que lo
convierte en intergeneracional e intrageneracional. Al mismo tiempo, se refiere al de-
sarrollo que debería buscar distribuir de forma más equitativa las ventajas del progreso
económico, social, cultural, científico, tecnológico y político a través de la protección,
defensa, aprovechamiento, mejoramiento, uso racional y conservación de los elemen-
tos naturales en sus diferentes escalas, con la intención de fomentar una auténtica
mejora de la calidad y condiciones de vida de todas las especies de flora y fauna que
coexisten en un espacio y tiempo (Jalomo y Mariscal, 2017), en lo urbano, lo rural y en
los espacios transitorios y miméticos entre estos dos extremos, que como ya se analizó
no son únicos.
El desarrollo sustentable es, entonces, aquél que debería buscar un equilibrio en-
tre las exigencias económicas del mercado, las interacciones humanas de los grupos so-
ciales, las necesidades ecosistémicas de la naturaleza (Allen, 1994) y los comportamien-
tos éticos y culturales. El punto de equilibrio está basado en la armonía de estas cuatro
dimensiones y/o esferas en que se clasifica el medio ambiente; entendido este último no
como naturaleza, sino como el medio que aparece cuando la naturaleza se mimetiza
en algo no antrópico, junto con los elementos antrópicos, bióticos y abióticos en un
espacio y tiempo concretos.
Los traslapes que llegan a presentarse entre las dimensiones y/o esferas, son
estadios o interfases previas para lograr el desarrollo sustentable (véase el Esquema 1).
Así, cuando lo natural o ecológico se encuentra equilibrado con lo social, se logra lo
soportable. Por su parte, cuando los intereses económicos respetan las pautas éticas
y culturales es posible encontrar lo equitativo. Respecto a la relación simbiótica en
sentido positivo de lo social, lo ético y cultural, ocurre lo ecuánime. Por último, cuando
la dimensión y/o esfera de lo económico convive equilibradamente con lo natural o
ecológico, surge lo viable.

Esquema 1. Dimensiones y/o esferas para lograr el desarrollo sustentable

Dimensión
y/o esfera
Dimensión V económica
y/o esfera I
natural o A
ecológica B
L
E

SOPORTABLE S EQUITATIVO

E
C
Ú
Dimensión A Dimensión
y/o esfera N y/o esfera
social I ética y
M cultural
E

Fuente: Elaboración propia con base en Allen, 1994 y Jalomo, 2018.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 47


Sobre lo anterior, es oportuno realizar dos aclaraciones: uno, que no se usa el
concepto de medio ambiente como sinónimo de la esfera del entorno natural o ecológico
mostrada en el Esquema 1, ya que medio ambiente refiere a todas aquellas condiciones o
circunstancias físicas, sociales, económicas, culturales y naturales de un lugar, espacio y
tiempo determinados, de una reunión, de una colectividad o de una época en específico
(González, 2005). Y, dos, la traducción correcta de los vocablos originales en inglés y fran-
cés: environment y environnement, respectivamente, deben ser referidos en español como
medio ambiente y no como ambiente, aunque este último se utiliza cada vez más. Ahora
bien, luego de las precisiones antes hechas, autores como Tetreault (2004) señalan que
en la literatura actual existen siete nodos de discusión, a los que se agrega, en este
análisis, un octavo, cuando se habla de desarrollo sustentable. Por tanto, existen ocho
modelos que alimentan al ecourbanismo como campo de acción y pensamiento que
pretende superar los problemas medioambientales.
Los modelos mencionados son los siguientes: 1) El modelo dominante que es-
tablecen los organismos internacionales y las grandes potencias globales mediante el
cual se indica que el uso de tecnologías ecológicamente racionales permitiría una mejor
gestión de los elementos naturales; 2) la ecología política, señala que las soluciones
que deben hacer frente a la crisis ambiental necesitan tener una base política; 3) el mo-
delo comunitario de desarrollo sustentable, llamado el otro desarrollo; 4) el comercio
justo, surgido en comunidades indígenas de Oaxaca al sur de México, donde los pe-
queños productores se conectan con los consumidores estableciendo mecanismos de
intercambio como el trueque; 5) la producción forestal industrial comunitaria que tiene
como principio el aprovechamiento de los elementos maderables de forma racional y
respetuosa de los ecosistemas con base en las necesidades de los actores locales; 6)
el activismo ambiental, que surge como respuesta a los conflictos locales que giran en
torno al control de los elementos naturales que tratan de imponer las grandes transna-
cionales; 7) la conservación basada en la comunidad, y 8) el decrecimiento.
Estas ocho visiones intentan atender los problemas contemporáneos que ha
traído el modelo de desarrollo vigente, llamado por algunos modelo capitalista y por
otros neocapitalismo. Es en los espacios urbanos donde es visible acelerar o frenar
el desarrollo sustentable; por lo tanto, las ciudades son piezas clave –por ser lugares
donde se concentra la mayor cantidad de población del mundo– para avanzar en la
solución de los problemas de degradación medioambiental, tal como se reflexiona a
continuación.

LOS ESPACIOS URBANOS COMO PALANCA O FRENO


PARA EL DESARROLLO SUSTENTABLE: RETOS DEL ECOURBANISMO

Cuando se habla de sustentabilidad y ciudad, los problemas son muchos y las respues-
tas, soluciones, teorías y metodologías al respecto son escasas, a pesar de la urgencia
de preservación ecológica con la firme intención de pensar en un mañana (López, 2004).

48 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


El ser humano, en solamente 200 años –últimos dos siglos–, aceleró sus acti-
vidades a ritmos nunca antes vistos en otra etapa histórica, alcanzando una población
mundial cercana a los siete mil millones de habitantes, 50% o más de éstos viven en
ciudades (Jalomo y Mariscal, 2017), producto de fuertes flujos migratorios de perso-
nas. La actual época será considerada, sin lugar a dudas, la de las ciudades, tanto en
el ámbito demográfico como en el político, el económico, el cultural, y en términos de
desarrollo, pues en estos espacios se toman las decisiones más trascendentales para
los territorios y la humanidad.
Las ciudades, sobre todo las llamadas megalópolis o metrópolis (Jalomo, 2016),
consumen grandes cantidades de elementos naturales renovables y no renovables:
agua, madera, aire, hidrocarburos, tierra, minerales, metales y gas. Excretando grandes
volúmenes de aguas grises, otros residuos y contaminantes cada vez más intolera-
bles, como el ruido, producto ensordecedor de las fábricas e industrias y salones de
fiestas, principalmente, con serias repercusiones al medio ambiente.
A partir de los años 70, la ciudad se convirtió en el centro de atracción de los
flujos migratorios campo-ciudad, y como espacio urbano crucial en los estudios de
economía urbana, de producción y consumo, de la cultura del descarte, el hito más
acabado de la obsolescencia. En el espacio urbano están las rutas de trabajo que per-
miten comprender hoy los procesos globales para abordar los problemas locales desde
diversas áreas del conocimiento, conocer las interacciones humanas con el entorno que
se dan en las ciudades. Bajo este referente, si las ciudades contemporáneas son el vivo
ejemplo del modelo de desarrollo imperante, entonces las manifestaciones positivas y
negativas que ahí se manifiestan son un vivo reflejo del buen o mal funcionamiento del
modelo de desarrollo dominante (Jalomo, 2016) y, por tanto, el modelo no las dejará ir
fácilmente.
En este sentido, es necesario revisar los nuevos paradigmas del desarrollo sus-
tentable, sobre todo con base en las experiencias del Sur Global, a partir de investiga-
ciones que reflexionan sobre temas como las hegemonías, descolonización, críticas
al modelo de consumo, reflexiones socio-antropológicas sobre los lazos sociales, los
actuales movimientos sociales en defensa de sus territorios (pero también de corte
urbano) y un modelo de sociedad no centrado en la acumulación y el consumo.
Al respecto, autores como Santos de Sousa (2012), Dussel y Del Valle (2018),
Rivera Cusicanqui (2016) y Houtart (2013), han señalado que al comienzo del tercer
milenio la humanidad se debate entre el crecimiento económico infinito (capitalismo o
socialismo), estática económica o decrecimiento. Destacan que un pacto social debe
ser armónico con un pacto natural, rompiendo con las bases más esenciales del capita-
lismo, que hasta hoy, marca las prioridades no sólo en términos de democracia, sino de
ecología y ambientalismo a través del modelo dominante de desarrollo sustentable del
que habla Tetreault (2004), sin importar la capacidad límite del planeta: de carga, huella
ecológica, resiliencia, etcétera.
Ante la imposición de las hegemonías internacionales o el ecologismo de los
ricos (Banco Mundial, Foro Mundial del Agua, onu, pnuma, Banco Interamericano de

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 49


Desarrollo, G8, etcétera), que disfrazan de sustentable el modelo de producción y con-
sumo hoy imperante –el neocapitalismo–, han surgido otras propuestas de desarrollo
sustentable, ya enunciadas. Y, si bien casi todos optan por el crecimiento económico,
algunos como la conservación basada en la comunidad lo hacen respetando límites y
capacidad de carga de los ecosistemas, con ello, al menos, dan un dejo de esperanza,
sobre todo al escuchar hablar de los derechos de la naturaleza en países como Colombia,
Bolivia, Ecuador, Perú, México y Costa Rica, elaborando una visión latinoamericana, que
proviene de las bases, del ecologismo de los mal llamados pobres.
Es en las ciudades, aunque no solamente ahí, donde se deben perfilar políticas
públicas que permitan establecer un equilibrio entre las dinámicas sociales, económi-
cas, ecológicas, éticas y culturales, partiendo de la idea de que cada territorio necesi-
tará sus propias líneas de acción. Desde el enfoque del ecourbanismo, una ciudad sus-
tentable reconoce la heterogeneidad de territorios que en ella confluyen, a la vez que
la homogeneidad de circunstancias que en esos espacios están presentes, aceptando
siempre que el crecimiento tiene límites, que la Tierra tiene derechos y enfocando todo
lo planeado y accionado en la búsqueda de un equilibrio entre lo social, lo económico, lo
ético-cultural y lo ecológico, en un espacio y tiempo determinado.
La palabra equilibrio, antes referida, significa que los diferentes intereses y reque-
rimientos sociales, económicos, ético-culturales y ecológicos se encuentran en armo-
nía, ninguno explota y sobrepasa a otro. En este caso la población, los diferentes grupos
sociales, el capital, el mercado, la tierra, la fertilidad del suelo, los elementos naturales,
las prácticas culturales, por mencionar algunos elementos, se mantienen estables entre
sí. Esto no quiere decir, necesariamente, que la población, las actividades producti-
vas y los elementos naturales queden inamovibles o estáticos –como sí lo propone la
perspectiva del decrecimiento–, lo que significa, por ejemplo, es que si se extrae agua
de una cuenca para consumo humano, usos recreativos o para desarrollar actividades
productivas, dicha extracción no supere el caudal ecológico y que las aguas residuales
que se regresen a la cuenca –luego del uso y aprovechamiento– se reincorporen con
los mismos o mayores niveles de saneamiento presentes al momento de la extracción,
así, dicha cuenca está en condiciones de suministrar nuevamente agua no sólo a los
asentamientos humanos, sino a los diversos ecosistemas que de ella dependen.
Lo anterior significa que se deben incentivar en las ciudades las prácticas que
busquen erradicar el mayor nivel de contaminación, adquirir nuevos conocimientos
para generar tecnologías más limpias y amigables con los ecosistemas, hacer procesos
productivos más eficientes y eficaces, erradicar tecnologías que han sido diseñadas
bajo principios de obsolescencia, mejorar la gestión actual de los territorios bajo prin-
cipios de sustentabilidad, distribuir la riqueza de forma equitativa y lo más diversificada
posible, construir relaciones de igualdad y propugnar por sociedades más justas entre
ellas y en su relación con los ecosistemas, evitando a toda costa el nuevo extractivismo
del que habla Santos de Sousa (2012).
El éxito de la Revolución Industrial y la visión antropocéntrica que sigue perdu-
rando hasta hoy en día, ha acelerado la crisis medioambiental, no sólo llevando a niveles

50 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


de escasez y degradación a muchos de los elementos naturales, sino que está acabando
con el medio ambiente del cual forma parte el ser humano, y del cual no es dueño. La
posibilidad de la humanidad de escapar con facilidad de esta realidad, buscando vida
en otros planetas, no resuelve el dilema, pues a donde sea que viaje o pretenda huir
el homo sapiens, él es el depredador irracional y sus hábitos los verdaderos problemas.
La premisa es clara, es necesario redefinir una estrategia para acercarse a la sus-
tentabilidad de las ciudades, particularmente latinoamericanas, con el nuevo enfoque
de los derechos de la naturaleza, pensando en el contexto de forma sistémica y que las
ciudades se constituyan en escenarios privilegiados para elaborar preguntas y construir
respuestas en torno a la sustentabilidad. Que no sea la impuesta por los organismos
internacionales, sino, más bien, como un imperativo ético individual y colectivo, permi-
tiendo el desarrollo conceptual y metodológico de la noción híbrida de sustentabilidad
urbana mediante el ecourbanismo; además, ahí donde sea posible, repensar las posibi-
lidades sistémicas de la modelación de los procesos del desarrollo. La ciudad susten-
table sería, entonces, aquella que logre el equilibrio entre las cuatro dimensiones y/o
esferas ya mencionadas por medio de esquemas como el desarrollo urbano sustentable,
los desarrollos urbanos integralmente sustentables, el ecourbanismo, etcétera.
Este equilibrio permitirá tener ciudades soportables, viables, equitativas y ecuá-
nimes que afronten los efectos negativos que tanto el proceso de modernidad, la cre-
ciente individualidad contemporánea, la perdida de lo colectivo, el resquebrajamiento
del imaginario social, la era del vacío y la sociedad del consumo han traído consigo,
generando espacios habitables, equitativos, con gobernabilidad y competitividad. Es
urgente la instauración de esquemas y modelos de ciudades que garanticen una nueva
forma de desarrollo; que sean espacios donde es posible satisfacer los requerimientos
del presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras, para satisfacer
sus propias necesidades, mediante el equilibrio de las exigencias del mercado, la socie-
dad y el entorno natural, teniendo como centro de todo el nuevo desarrollo sustentable,
no el ser humano.
Por lo antes explicado, las ciudades sustentables deben propiciar, al interior,
enunciativamente más no limitativamente: a) herramientas de política y planeación
medioambiental no sectorizadas y fragmentadas; b) ordenamientos ecológico-territoria-
les; c) instrumentos económicos ecológicos eficaces y eficientes; d) códigos medioam-
bientales que eviten la dispersión normativa y que sean claros, sencillos, aplicables
y verificables; e) evaluaciones del impacto medio ambiental de obras y proyectos; f)
fiscalización civil, penal y administrativa a través de organismos autónomos y descen-
tralizados, para sancionar a quienes contaminen; g) jornadas permanentes de educación
y cultura medioambiental tanto para el gobierno como para las empresas y la sociedad;
h) políticas de protección de los ecosistemas vulnerables y frágiles; i) instancias de
defensa ecológica, a las que cualquier individuo o colectivo pueda acudir para que no
se vulnere el derecho a gozar de un medio ambiente sano y digno para el desarrollo,
donde se tengan defensores de oficio para salvaguardar los derechos de la naturaleza;
j) servicios públicos que garanticen el equilibrio medioambiental; k) políticas en materia

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 51


de agua y residuos que rompan con la visión fragmentada del territorio y que se fun-
damenten en principios ecológicos, tomando en cuenta el ciclo hidrológico del agua y
una nueva cultura del agua en su funcionamiento, e l) incentivar modelos de movilidad
urbana no motorizada que hagan uso de energías que provengan de fuentes renovables,
como, por ejemplo, la energía solar.

CONCLUSIONES

El desafío de revertir la degradación de los ecosistemas y, al mismo tiempo, satisfacer


las mayores demandas de servicios, puede ser parcialmente resuelto en algunos de los
escenarios urbanos con las medidas expresadas, pero es urgente introducir cambios
significativos en las políticas, instituciones y prácticas estructurales en las ciudades, al
ser éstos los espacios donde se presentan, concentran, materializan y potencializan los
impactos negativos y positivos del converger cotidiano contemporáneo. Las ciudades,
por tanto, deben pensarse como un sistema capaz de cambiar y encontrar medidas de
adaptación locales y globales, basadas en el aprendizaje de las experiencias y conoci-
mientos del pasado, con la intención de satisfacer las necesidades básicas de forma
intergeneracional e intrageneracional, eliminando los mecanismos de obsolescencia
instaurados por el mercado, para transitar a esquemas fundados en el equilibrio social,
económico, ecológico y ético-cultural, construido desde abajo.
Lo anterior permitirá encontrar estrategias de adaptación y mitigación ante los
retos actuales, basándose no solamente en soluciones tecnocráticas, cientificistas y
políticas a problemas como el cambio climático, sino en mejoras de la calidad y con-
diciones de vida de todas las especies de flora y fauna que coexisten en un espacio y
tiempo determinados, reconociendo que cada territorio debe encontrar las medidas de
adaptación y mitigación adecuadas, sin olvidar que lo local influye en lo global y lo glo-
bal, a su vez, influye en lo local. Para ello existen diferentes modelos de gestión que se
han desarrollado en los espacios urbanos, destacando el modelo de gestión ambiental
metropolitana, por mencionar un ejemplo.
Así, fueron surgiendo mecanismos en los diferentes espacios urbanos que bus-
can instaurar medidas de adaptación y mitigación tomando en cuenta la complejidad de
cada ciudad y sus trayectorias, interconexiones entre sectores, procesos tecnológicos
y políticas del desarrollo urbano, particularmente en América Latina, que vale la pena
sean abordados por el ecourbanismo. Y sobre los cuales es, no sólo pertinente, sino
urgente desarrollar metodologías que permitan conectar el mundo de las ideas con el
de la realidad, materializando acciones en tiempos y lugares concretos.

52 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


BIBLIOGRAFÍA

Allen, A. (1994). “Re-assessing urban development: Towards indicators of Sustainable


Development at urban level”. En: Ensayo sobre las tres esferas, Working Paper dpu-
ucl, enero-abril 1994, (10)27: 13-31.
Augé, M. (1993). Los “no lugares” espacios del anonimato. Una antropología de la sobre mo-
dernidad. Barcelona: Gedisa.
Bajoit, G. (2003). Le Changement social. Approche sociologique des sociétés occidentals con-
temporaines. París: Armand Colin.
Bauman, Z. (2000). Liquid Modernity. Cambridge: Polity Press.
Borja, J. (2013). Revolución urbana y derechos ciudadanos. Madrid: Alianza Editorial.
Cacciari, M. (2012). La ciudad. Barcelona: Gustavo Gili.
Carlon, R. (1962). Silent spring. eua: Houghton Mifflin Harcourt.
Castells, M. (2014). La cuestión urbana. México: Siglo XXI editores.
Dussel, E. y Del Valle, O. N. (2018). “Críticas desde América Latina: filosofía, política
y modernidad”. En: Revista Pléyade de Humanidades y Ciencias Sociales, junio, 21:
163-181. Chile: Santiago de Chile.
González, J. A. (2005). “Reflexiones sobre el uso del lenguaje en ecología, medio am-
biente y biología de la conservación”. En: Revista Elementos, Ciencia y Cultura. Pue-
bla, México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 57: 3-11.
Houtart, F. (2013). “Más allá de la economía, el bien común de la humanidad”. En: Revista
Argumentum Vitória, (5)2: 235-242. Vitória, Espírito Santo, Brasil: Universidade
Federal do Espírito Santo.
Jalomo, F. (2018). “Derecho al medio ambiente; realidades y retos en el México de hoy”.
En: Moreno, G. y López, P. Balance y prospectivas sociopolíticas de México para el
sexenio 2018-2024 (pp. 491-511). México: Universidad de Guadalajara.
Jalomo, F. y Mariscal, R. (2017). Diccionario Especializado en Desarrollo Sustentable y Dere-
cho Ambiental: Siglas, Acrónimos y Conceptos. México: Universidad de Guadalajara.
Jalomo, F. (2016). El acceso equitativo al agua en zonas metropolitanas: Guadalajara 2006-
2012. Guadalajara. México: STAUdeG-Universidad de Guadalajara.
Koolhaas, R. (1997). La ciudad genérica. Barcelona: Office for Metropolitan Architecture,
Gustavo Gili.
López, O. (2004). “La sustentabilidad urbana”. En: Revista Bitácora Urbano Territorial,
enero-diciembre, (1)8: 8-14. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Mayor, M. y Hernández, M. (2000). “Una aproximación al gradiente de densidad de po-
blación”. En: Anales de Economía Aplicada (pp. 2-18). xiv Reunión asepelt-España.
España: Universidad de Oviedo.
Morán, N. (2011). “Huertos urbanos en tres ciudades europeas: Londres, Berlín, Ma-
drid”. En Boletín CF+S, año 2011, 47/48: 1-71.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 53 53


Rivera Cusicanqui, S. (2016). “Etnicidad estratégica, nacional y (neo) colonialismo en
América Latina”. En: Revista Alternativa, de estudios rurales del Centro de Estudios
Avanzados de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de
Córdoba unc, Argentina, 5: 65-87.
Santos de Sousa, Boaventura (2012). De las dualidades a las ecologías. Cuaderno de Tra-
bajo 18. La Paz, Bolivia: Red Boliviana de Mujeres Transformando la Economía
(remte).
Sassen, S. (2012). “When the center no longer holds: Cities as frontier zones”. En: Re-
vista cities, The International Journal of Urban Policy and Planning. Disponible en:
http://www.saskiasassen.com/PDFs/publications/when-the-center-no-longer-
holds.pdf (Consultado el 10 de febrero de 2019).
Simmel, G. (1998). El individuo y la libertad. Ensayos de crítica de la cultura. Barcelona: Ed.
Península.
Tretreault, D. (2004). “Una taxonomía de modelos de desarrollo sustentable”. En: Revis-
ta Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad. Jalisco, México: Universidad de Guada-
lajara, X(29): 45-80.

Referencias electrónicas

Aguilar, M. A. (2005). “La construcción de una psicosociología urbana”. En: Revista


POLIS. Disponible en: http://dcsh.izt.uam.mx/cen_doc/cede/POLIS/1990/Po-
lis-2005-314.pdf (Consultado el 30 de enero de 2019).
Capel, H. (2007). “El debate sobre la construcción de la ciudad y el llamado Modelo
Barcelona de Scripta Nova”. En: Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales,
Universidad de Barcelona, xi(23). Disponible en: http://www.ub.es/geocrit/sn/
sn-233.htm (Consultado el 01 de febrero de 2019).
Casellas, A. (2017). “Hacia una nueva comprensión crítica de lo urbano”. En: Revista Geo
Crítica, Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales [En línea].
Universitat de Barcelona. Disponible en: https://www.academia.edu/38305873/
Casellas_A._2018._Hacia_una_nueva_comprensi%C3%B3n_cr%C3%ADtica_
de_lo_urbano?email_work_card=title [Consultado el 12 de febrero de 2019].
Ciudad, R. A. e Iglesias, P. D. L. M. (2001). “Un mundo ordenado: la ciudad maya y el
urbanismo en las sociedades antiguas”. Madrid: Universidad Complutense. Dis-
ponible en: Dialnet-UnMundoOrdenado-2776032.pdf (Consultado el 3 de julio
de 2020).
Di Virgilio, M. M. y Heredia, M. (2012). “Presentación dossier clase social y territorio”.
En: Revista Quid 16, Revista del Área de Estudios Urbanos del Instituto de Investigacio-
nes Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales. Disponible en: https://publi-
caciones.sociales.uba.ar/index.php/quid16/article/viewFile/1113/1001 (Consul-
tado el 11 de febrero de 2019).

54 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Capítulo 4

La ecología en el urbanismo:
concepciones, modelos y
formas de gestión para la
ciudad metropolitana
Libys Martha Zúñiga Igarza

INTRODUCCIÓN

En el ecosistema urbano, la relación de conflictos entre las estructuras naturales y cons-


truidas sirve para reconocer los nuevos equilibrios dinámicos que se conforman, en una
sinergia de tipo espacial y emocional que se establece con el medio y su significado
cultural. En este sentido, autores como Alberti et al. (1994) y Salvador Rueda (2006)
identifican algunos elementos a considerar para el análisis ecosistémico en zonas urba-
nas, como los flujos que se generan desde la materia, la energía y la información. Estos
flujos cobran hoy un valor preponderante en el funcionamiento urbano, aspecto que
en la actualidad es una limitación en los análisis de los planes de ordenamiento urbano.
Por otro lado, la creciente migración hacia las ciudades hace que se incrementen
urbanizaciones sin tener en cuenta conceptos como la capacidad de carga o resilien-
cia físico-espacial,1 el capital natural2 o el cierre progresivo de los ciclos de recursos,3
como táctica de actuación; en muchos de estos casos están las ciudades metropolita-
nas. Éstas son reconocidas como clave del sistema urbano y cobran una importancia
extrema como modelo de trabajo para el análisis de los desequilibrios en su funciona-
miento, tales como las amenazas, fragilidades y susceptibilidades a que se exponen. Es

1. Esta resiliencia absorbe la fluctuación de sus elementos para mantener la autorregulación, la conservación y es-
tabilidad de cada sistema o recurso donde se desenvuelve. Para ello desarrolla cualidades de absorción, resistencia
y recuperación a través de la composición física de cada componente intrínseco (Zúñiga, 2018: 44).
2. Capacidades de los recursos naturales al convertirse en recursos generadores de bienes materiales y de servi-
cios que demanda la vida del ser humano (Camagni, 1996).
3. Tránsito de un recurso, desde su estado de origen hasta su modificación en residuos o desechos y su devolución
al sistema ambiental (cpsv, 2008).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 55


por ello, que se requieren enfoques de gestión que transiten por la planificación urbana,
desde la adaptación o resiliencia hasta los diferentes actores que conforman el gobier-
no urbano, en pos de un desarrollo armónico y equilibrado de la ciudad.
Por la importancia que tienen las ciudades, en los Objetivos de Desarrollo Soste-
nible (ods) se ha dedicado el objetivo número once a las urbes desde la perspectiva de
la sostenibilidad, seguridad y resiliencia. De ahí, que el enfoque de la ecología urbana
o el ecourbanismo se avizora como concepción ideal para el desarrollo urbano, ya que
propone un equilibrio entre las necesidades urbanas y la conservación de los recursos
naturales, construidos y sociales.
Existen diversos ejemplos de casos, desde modelos conceptuales que enlazan
los problemas de los sistemas construidos con los naturales a partir de lo ecosistémico.
Estos modelos se han utilizado en ciudades como experiencias tanto para la planeación
urbana como para la gestión de la ciudad, lo que puede servir de muestra para el trabajo
de gestión de los flujos ecosistémicos de las metrópolis a modo de contribución para
la sostenibilidad ambiental urbana, como una vía complementaria al desarrollo urbano
en general.

RELACIONES ENTRE EL AMBIENTE Y LA ECOLOGÍA


EN ZONAS URBANAS: LOS ECOSISTEMAS URBANOS

El ambiente, en reflexiones recientes, se ha interpretado desde dos posiciones: una


vinculada a los componentes de la naturaleza, en una visión ecológica; y otra desarro-
llada a finales del siglo xx, que reconoce las relaciones entre los aspectos naturales
y sociales en un sistema complejo y dinámico de interrelaciones en un determinado
espacio o superficie. En este sentido, se reconoce al espacio como un sistema de siste-
mas; las interacciones que en él se producen no son independientes, sino el resultado
de un proceso socialmente construido en el tiempo a través de sus diversas formas de
organización (Mateo, 2013; Santos, 1996). Su cuidadosa interpretación dialéctica de
las formas, la estructura y las funciones en el tiempo, son las que demandan mayores
esfuerzos para robustecer el equilibrio sociedad-naturaleza.
Así, en el ambiente social es donde se introducen elementos artificiales o cons-
truidos, y son reflejo y contenedor de la cultura social. El modo de producción condicio-
na tanto la densidad poblacional como la constructiva, y ambas variables establecen la
diferencia fundamental entre el ambiente natural o urbano; en la medida en que crece
el volumen de población y lo construido, se transita de lo natural a lo modificado. Luego
entonces, se puede plantear que lo urbano se expresa en diferentes niveles o grados,
siendo el rural el originario y las megalópolis su máxima manifestación; además, las ciu-
dades en sus diferentes escalas (pequeña, intermedia, metrópolis) se encuentran como
eslabones intermedios. Lo anterior, permite representar los tipos de ambiente como se
muestra en la Figura 1.

56 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Figura 1. Clasificación de los tipos de ambiente.

Ambiente

Natural Social

Rural Ciudad Megalópolis

Fuente: Elaboración propia.

El ser humano, como máximo exponente de la sociedad y en función de garan-


tizar su subsistencia, determina las formas de organización y utilización de los compo-
nentes del ambiente natural al convertirlos en recursos. Éstos se manifiestan de formas
diversas, además de interactuar e interconectar a partir de los servicios y bienes am-
bientales dentro del ecosistema donde se desenvuelven (Gómez Sal, 2001).
La ciudad, en sus diferentes escalas, es la máxima exponente del ambiente ur-
bano, y la consideran también como un ecosistema porque tiene peculiaridades como:
bajo nivel de integración de sus elementos, autorregulación escasa, predominio de los
procesos físicos frente a los biológicos, así como la dependencia de recursos externos.
En las ciudades se desarrollan interconexiones, dependencias e interrelaciones con la
comunidad biológica, y los humanos representan la especie dominante y el ambiente
urbano constituye el elemento que controla su estructura física. Además, se acentúa su
comportamiento como un sistema urbano abierto, complejo y dinámico que depende
de las particularidades del medio físico donde se desarrolla.
Desde esta noción, se entrelaza la concepción ecosistémica sobre los compo-
nentes y variables que conforman el ecosistema urbano a partir de los flujos de materia,
energía e información4 (Alberti et al., 1994; Pickett, 2001; Rueda, 2006). Los aspectos
relacionados con la materia y la energía son resultados de los flujos físicos y la informa-
ción de los flujos biológicos (seres vivos), como se aprecia en la Figura 2.
Un análisis de los flujos físicos desde la materia es dado por un proceso cerrado
de producción, porque ni se crea ni se destruye, sólo se transforma, y para el caso
urbano, en específico, es vista desde dos ciclos, el de la materia y el hidrológico. Para

4. La materia se asocia con los nutrientes y componentes físicos: los recursos ambientales que se utilizan para la
creación de bienes materiales y de servicios. La energía se vincula a las entradas de fuentes externas y la reducida
eficiencia del consumo propio del ecosistema. La información es condicionada por el medio natural y el antrópico,
así como la que produce el proceso mismo; es organizada culturalmente y marcada por la cualidad y la cantidad
(Rueda, 2006).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 57


Figura 2. Flujos producidos en el ecosistema urbano.

Flujos ecosistémicos

Flujos Flujos
físicos biológicos

Materia Energía Información


Plantas

Suelo Agua Atmósfera Fuentes de Seres vivos Animales


energía
naturales Seres
humanos

Ciclo hidrológico Ciclo energético


Ciclo de la materia Ciclo atmosférico

Ecosistema
urbano
Fuente: Elaboración propia.

ello los recursos naturales más utilizados son el suelo y el agua, vitales para la vida; son
recursos finitos, no renovables, por lo que su utilización debe ser racional. En cuanto a
la energía, ésta es dada a partir de los procesos que se producen en la atmósfera aso-
ciados con el viento, su velocidad, el clima, entre otros componentes. Se enlazan en
este grupo aquéllos que emiten energía a través de los procesos internos de la Tierra:
los volcanes activos que son fuentes de energía calórica y los movimientos tectónicos
como los más conocidos; y el Sol, componente externo, pero que ayuda a determinar
la vida de este planeta Tierra. Estos flujos físicos vinculados con la energía, son los res-
ponsables de la dinámica de los procesos naturales y se manifiestan, espontáneamente,
por medio del ciclo energético y el climatológico, ofreciendo amplias posibilidades de
utilización ya que tienen capacidad de renovación al ser un proceso abierto. Lamen-
tablemente estas fuentes energéticas son poco utilizadas por lo que el ecosistema se
desequilibra por la sobreutilización del ciclo de la materia.
El flujo informativo se produce a través de los seres vivos que trasmiten datos
para su propio desenvolvimiento. En este caso se tienen los corredores biológicos, o
trochas cinegéticas, entre otros recursos, que utilizan la flora y la fauna en el logro de
sus patrones para la existencia. En el caso de los seres humanos, a través del conoci-
miento y de su experiencia práctica condicionan los flujos físicos, los que se encuentran
en desequilibrios evidentes, por un proceso socialmente construido en su evolución so-
cioeconómica a través de los diferentes impactos que este sociodesarrollo desencadena.
A partir de lo anterior, se muestra la exposición y susceptibilidad en el producto,
es decir, el aspecto más visible y más estudiado en materia urbana: la calidad ambien-

58 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


tal de la ciudad (del aire, de vida urbana, del agua, impactos, niveles de sostenibilidad,
entre otras) pero, dada su complejidad, debe ser explicada haciendo un recorrido por el
funcionamiento urbano a partir de los flujos. La estructura equivale a la relación espa-
cial interna del recurso o sistema que se analice con su entorno y con el ecosistema en
sí, en sus componentes del medio natural, construido y social, que regulan la cantidad y
la calidad de los flujos de entrada y de salida del sistema, reconocido como metabolis-
mo urbano. Este tipo de metabolismo aborda los ciclos de materia y de energía desde
el punto de vista de su producción, distribución, tratamiento y reutilización (Sureda y
Canals, 2000).
De modo general, las ventajas del análisis ecosistémico para el contexto urba-
no son importantes porque reconocen una estructura jerárquica del ambiente, lo que
permite ajustar los niveles de decisión sobre las relaciones causa-efecto, aprobando su
validación y retroalimentación como base en la mejora continua del contexto urbano;
además de que admite identificar y predecir patrones de desarrollo de los ecosistemas
alterados o creados por el ser humano para manejar sus condiciones ambientales (Ca-
magni, 1996; pnuma, 2002; Vargas, 2003; Castro, 2007).

LA CIUDAD METROPOLITANA DESDE UN ECOSISTEMA URBANO:


CONCEPCIONES Y MODELOS

El término metrópolis o metrópoli fue la denominación que utilizaron los griegos para
las ciudades que servían de centro político, financiero, cultural y religioso. Hoy en día,
mantienen esa función, y también logra consenso, generalmente, por sus dimensiones.
Según algunas definiciones, la densidad de población varía entre uno y 10 millones de
personas, aunque realmente su designación es por la actividad económica. El desarro-
llo de las metrópolis ocurre desde la Revolución Industrial y se consolida en el siglo
xx, como resultado de la unión de varios municipios conurbados, producto del alto de-
sarrollo socioeconómico y la explosión demográfica de la época. Hoy funcionan como
verdaderos centros de innovación cultural, social y demográfica, al mismo tiempo que
concentran una gran parte del poder económico; además, en éstas radican importan-
tes centros de decisión que influyen en los componentes del sistema de ciudades y
poblados conurbados. De acuerdo con De Mattos (2002), en la actualidad se producen
ciertos cambios en la organización y el funcionamiento de las metrópolis, como los que
se señalan enseguida:

La sociedad es organizada según un modelo basado en nodos y redes; como efectos de


la reestructuración económica (nueva base económica metropolitana, altamente terciari-
zada, y una nueva arquitectura productiva) sobre los mercados metropolitanos de trabajo
[…] donde un conjunto de fenómenos asociados como el aumento de las desigualdades
sociales, de la segregación residencial, de la delincuencia, de la conflictividad social, etc.,
marcan el paisaje social [...] cambios en la morfología urbana, vinculados a la transi-

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 59


ción hacia la nueva organización reticular metropolitana: incremento de la utilización del
automóvil, del transporte automotor y de la difusión de las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación […] No desaparecen o se esfuman un conjunto de rasgos
inherentes a la identidad básica de cada una de ellas; cada ciudad se transforma, pero
preservando muchos de los rasgos establecidos y consolidados a lo largo de su historia,
que son los que la distinguen de otras ciudades de su mismo ámbito geográfico (De
Mattos, 2002: 57).

En la actualidad, la formación de las metrópolis es uno de los temas urbanos más es-
tudiados porque en estos asentamientos se manifiestan todo tipo de problemas que
son compartidos desde una totalidad urbana. Sin embargo, se siguen estudiando de la
misma forma en que se desarrollaron las ciudades en su evolución histórica, por sis-
temas: verdes, habitacional, infraestructuras, accesibilidad, entre otros, y desde una
posición antropocéntrica. Cabe decir que también se limita la planeación urbana desde
una totalidad sistémica y se da paso a la planificación estratégica que, por supuesto,
prioriza una parte y no valora la totalidad urbana, sus relaciones e interdependencia con
las capacidades del medio físico y de los recursos que la soportan. El tema más común
y recurrente, como problemática, es la capacidad de los acuíferos y el vínculo con la
población a servir.
Por otro lado, el paradigma ambiental desde los años 60 del pasado siglo, tiende
a considerar la sostenibilidad urbana a partir de las relaciones problemáticas de lo am-
biental con lo social; el desarrollo local; la incorporación de las políticas ambientales en
las políticas sectoriales urbanas; la inclusión de los costos ambientales y sociales en los
presupuestos; la gestión integral y participativa; el fortalecimiento de la sociedad civil,
los actores locales y canales de participación; los cambios de enfoque en las políticas
de desarrollo y conservación; así como la información obtenida para la toma de decisio-
nes. En cuanto a la calidad de vida, está orientada hacia el crecimiento personal y colec-
tivo, sobre la base de acciones económicas, sociales, políticas y culturales, fundadas en
el incremento cualitativo y cuantitativo de la participación popular en los procesos de
capacitación y de toma de decisiones transformadoras (Limia, 2006).
Sin embargo, resulta complejo integrar en una metrópolis todos los aspectos
señalados, si ésta no se trata desde una totalidad sistémica que evalúe la estructura
urbana, el funcionamiento y el producto de la metrópolis en una concepción de recurso.
Por tanto, considerar a la metrópolis como un recurso, es estratégico y un factor de
competitividad (Boscherini, 2000) tanto para la ciudadanía como para el desarrollo de
los sectores económicos. Dichos elementos son distintivos de este tipo de ciudades
porque son altamente atractivos para captar inversiones y tecnologías, colocándolas
dentro del mercado urbano como ciudades líderes. Es por ello, que resulta de vital im-
portancia reducir las brechas entre el desarrollo socioeconómico y la calidad ambiental
y de vida urbana como una condición de sostenibilidad, así que el enfoque ecosistémico
resulta esencial para asegurar su desarrollo, lo que significa un planeamiento urbano

60 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


integrado de los análisis de flujos, donde todas sus áreas funcionales sean valoradas y
consideren los siguientes puntos:

A) La estructura del ecosistema urbano en red y nodos, de acuerdo


con los recursos naturales y construidos de que dispone

Comprende el análisis sistémico de las actividades urbanas descritas por Le Corbusier


en la Carta de Atenas de 1933: circular, habitar, laborar y recrear en interdependencia
con los recursos naturales que ofrecen bienes y servicios para el desarrollo de éstos.
Por ejemplo: qué entra, cómo se dispone, para qué se dispone; así como: qué sale,
cómo sale, dónde se dispone, qué presiones ejerce al medio receptor, cuáles son sus
impactos y respuestas ante ellos. En este sentido se tiene como muestra el sistema
recreativo desde los espacios verdes urbanos:

Existe una interacción muy importante de la biota hombre-árbol, ya que estos últimos
presentan múltiples relaciones con factores abióticos (suelo, aire, agua), e influencia en
los ciclos biogeoquímicos. En este contexto es posible afirmar que los árboles urbanos
no deberían ser evaluados exclusivamente por el valor paisajístico que representan o
por su carácter ornamental. Contribuyen a: amortiguación térmica, disminución de la
contaminación atmosférica de gases, reducción de contaminación sonora, producción de
oxígeno, reducen la luz intensa y la reflexión, hábitats para la vida silvestre, entre otras
(González, 2014: 5-6).

Desde la concepción de las disposiciones en redes es posible una integración de las


estructuras verticales con las policéntricas. “El policentrismo es consecuencia no de
una dinámica endógena de estructura espacial urbana sino de un proceso de extensión
de la metrópolis hacia un entorno ya urbanizado” (Trullén y Boix, 2000: 26). Lo anterior
debe propiciarse en nodos para la infraestructura social que permita equipamientos
desde una economía de localización y de urbanización, en la aparición de centros espe-
cializados en un análisis origen-destino para la movilidad, y en una valoración equitativa
del suelo urbano desde cualquier parte de la metrópolis, sobre todo en aquellas zonas
desvalorizadas y de alta densidad poblacional con déficits de servicios.
El control de la estructura urbana debe lograr la compactación de sus áreas en
pos de un seguimiento de los procesos de crecimiento urbano de forma armónica con
el resto ya estructurado, sobre todo, a partir de los problemas actuales del sistema
hábitat como la suburbanización y la desurbanización (Trullén y Boix, 2000). Las olea-
das migratorias afectan la estructura urbana, fundamentalmente, en zonas reservadas
de amortiguamiento o de producción de servicios ecosistémicos, como las cuencas
hidrográficas, que se pueden presentar de acuerdo con la morfología física del empla-
zamiento urbano; de igual manera sucede en las infraestructuras técnicas como aguas,
residuos líquidos y sólidos.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 61


Es por ello que los gobiernos urbanos necesitan reservas de suelo urbanizable y
fondos financieros que permitan reestructurar las mallas que organizan las zonas urba-
nas en función de la disminución de los diversos riesgos, y de acuerdo con la suscep-
tibilidad y vulnerabilidad a la que se expone. Además, también se requiere de políticas
públicas para la rehabilitación, refuncionalización y conservación de zonas urbanas ya
consolidadas y que el plan urbano acepta como zona residencial a mantener.
La estructura económica debe contar con herramientas de información, comuni-
cación, así como de participación de las fuerzas laborales activas que permitan paula-
tinamente un reacomodo sinérgico ante la versátil y diversa economía urbana. En este
caso, se debe comenzar con procesos de capacitación, educación y valorización de los
empleos como vía para potenciar dichas fuerzas productivas y componente de calidad
en los productos y servicios que se oferten. También es necesario el otorgamiento de
créditos y facilidades financieras que permitan adaptar dicha base económica a las ca-
pacidades de los recursos laborales existentes.

B) Funcionamiento del ecosistema urbano a través


de los flujos de materia, energía e información

El funcionamiento urbano tiene sus bases en los recursos naturales: agua, suelo y aire,
en conjunto con la biocenosis urbana y los seres humanos, en una interdependencia e
interrelación con las funciones básicas urbanas. De los recursos: “el agua representa uno
de los metabolismos básicos de la ciudad” (Terradas et al., 2011: 58). Todos los recur-
sos, para satisfacer las necesidades de los sistemas sociales urbanos, provocan grandes
desequilibrios en los territorios; así, en muchas ocasiones, las demandas de agua y otras
necesidades, como las energías fósiles y suelos agrícolas, se exportan de otros ecosis-
temas muchas veces fuera del entorno ecosistémico o hinterland que, supuestamente,
deben dar respuesta a la metrópolis. Por esto, el funcionamiento urbano desarrolla un
metabolismo lineal, es decir, no se devuelve el recurso utilizado en ninguna de sus for-
mas de transformación como material al sistema ambiental de origen.
Sobre este punto, Higueras (2013) apunta que “los principales ciclos del eco-
sistema urbano son cuatro: el ciclo atmosférico, el ciclo hidrológico, el de la materia
orgánica y los residuos y, por último, el ciclo energético” (Higuera, 2013: 2). Ciclos que
sustentan los flujos metabólicos urbanos y, cuando éstos se alteran, constituyen riesgos
a la vida de todos los seres vivos, es por ello que estudiarlos desde el proceso urbano
es imprescindible para minimizar riesgos.
Ahora bien, los riesgos de origen natural (Guasch, 2010), están asociados con el
clima y la hidrometeorología (ciclones, inundaciones, penetraciones del mar, surgen-
cias, temperaturas extremas, tornados, entre otros), y con la geología y geomorfología
(deslizamientos de tierra, fallas sísmicas, capacidad portante del suelo para la construc-
ción, terremotos, volcanes), afectan una zona de la ciudad o el territorio. Los riesgos
antropogénicos son producto de la contaminación y tienen causas diversas, como fallas
en procesos tecnológicos, accidentes por falta de control y operación de sistemas. Los

62 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


riesgos socionaturales se manifiestan en los deslizamientos en laderas por taludes ori-
ginados por errores en la construcción de carreteras, mal manejo costero que provoca
erosión e intrusión salina en los acuíferos, incendios forestales provocados por irres-
ponsabilidad del hombre. Los aspectos socionaturales (Rigol, 2005) son reconocidos
como prácticas sociales: insensibilidad, desorganización, falta de preparación de técni-
cos, administrativos y de la población, en general. En cuanto a los biológicos, se trata
de los originados por bacterias, rikettsias, virus, hongos y todos aquellos componentes
de la biocenosis cuando rompen la cadena heterotrófica que afecta a otros seres vivos;
uno de los más comunes, a modo de ejemplo, asociado con los riesgos biológicos, son
las enfermedades producidas por la transmisión del mosquito Aedes aegypti y, reciente-
mente, por los coronavirus. Los mixtos son aquellos riesgos que se producen de forma
combinada. Es por eso que se establecen algunas soluciones para mantener en equili-
brio los ciclos del ecosistema urbano.

En el ciclo atmosférico el objetivo es doble: disminuir la contaminación atmosférica


(transporte privado y público no contaminante, calefacciones, con acciones no contami-
nantes a la atmósfera y el acondicionamiento pasivo, control de emisiones industriales)
y disminuir el efecto de isla térmica (aumentar zonas verdes en áreas centrales; colores
claros en pavimentos y fachadas; evitar las emisiones de calor por equipos). Para el ciclo
hidrológico, el objetivo es reducir la escorrentía superficial; reserva y reúso del agua de
lluvia; reciclado de las aguas grises con uso apropiado; reducción del consumo de agua
potable; y control del regadío de las zonas verdes. En el ciclo de la materia orgánica y los
residuos, el objetivo es el reciclado, y la separación de los residuos y el reciclado del re-
siduo orgánico para su tratamiento y gestión (compostaje, biogás). En el ciclo energético,
el objetivo es el uso energías renovables y no contaminantes para todas las actividades
urbanas (Higueras García, 2013: 2).

Asimismo, la información es uno de los flujos que relaciona la estructura con el pro-
ducto resultante del funcionamiento en el ecosistema urbano, es desarrollada por el
ser humano a partir de su capacidad de comunicarse, requiere de condiciones como la
confiabilidad, sistematización y accesibilidad para que genere cambios en la conciencia
individual y social. Cambios que se tornan indispensables ante la evidente problemática
ambiental, originada en las actividades de orden económico, político, social y cultural;
este último aspecto es el que determina, en gran medida, la calidad del producto eco-
sistémico, que el ser humano demanda para su subsistencia. La información tiene una
posición estratégica para que sea efectiva, principalmente en la toma de decisiones.
Actualmente, existen ciertas particularidades en la información, así como su funcio-
namiento en red: “La lógica enfrentada del espacio de los flujos y del espacio de los
lugares estructura y desestructura, simultáneamente, las ciudades, que no desaparecen
en las redes virtuales, sino que se transforman en la interfaz entre la comunicación
electrónica y la interacción física mediante la combinación de redes y lugares” (Castells,
2001: 498).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 63


En estas relaciones de información y comunicación, la participación es clave, en
virtud de que es una herramienta para generar ideas, mejorar el clima motivacional,
atenuar la resistencia al cambio, fomentar el control colectivo, potenciar el liderazgo,
facilitar la mediación en la solución de conflictos y proporcionar las acciones formativas.
Se trata de “formar parte” (sentimiento de participación), “tener parte” (desempeñar un
papel) y “ser parte” (decidir) (Agenda 21 local/geo, 2008). Por lo cual, se demanda una
perspectiva interdisciplinaria (Terradas et al., 2011). De ahí la importancia de la partici-
pación y el consenso ciudadano, institucional y gubernamental en el desarrollo de las
ciudades, aspectos complementarios a la identidad local y a la necesidad de la mejora
del lugar donde se habita.
De forma general, la ciudad metropolitana, desde un ecosistema urbano, debe
gestionarse como un proceso ecosistémico, que consiste en evaluar los riesgos pro-
ducidos por los desequilibrios de los flujos de materia, energía e información –que se
producen en los procesos de habitar, laborar, circular y recrear–, que interactúan de
forma abierta, compleja y dinámica alrededor y en el interior de su propio ecosistema
urbano, influyendo en sus características, comportamiento y evolución a través de los
procesos de planificación, organización, regulación y monitoreo de la estructura, el
funcionamiento y el producto de la metrópolis, que contribuyen en la mejora de la ca-
lidad de vida de sus habitantes y a la sostenibilidad ambiental urbana, aspectos que se
grafican en la Figura 3.

Figura 3. Modelo conceptual para la gestión del ecosistema urbano.

Gestión de los flujos de Materia, Energía e Información

Recursos naturales,
construidos y
sociales

Calidad del CALIDAD DE VIDA


Recursos naturales,
Funciones urbanas ambiente SOSTENIBILIDAD
construidos y
Habilitar, Laboral, urbano AMBIENTAL URBANA
sociales
Circular y Recrear

Ecosistema
urbano
Riesgos de origen natural,
antropocéntricos, socionaturales,
biológicos, mixtos

1. Estructura (Entrada) 2. Funcionamiento 3. Producto (Salida)

Fuente: Elaboración propia.

64 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


FORMAS DE GESTIÓN PARA LA CIUDAD METROPOLITANA
DESDE CONCEPCIONES ECOSISTÉMICAS

El desarrollo del modelo físico-espacial en la metrópolis debe ajustarse a los estados


límites, los niveles de soporte, capacidad de carga o los umbrales para los cuales la
ciudad es susceptible, en función de los riesgos recurrentes. El resultado de la pla-
neación debe ser un modelo físico-espacial que parta de una totalidad metropolitana
que integre y dé solución a “la fuente de conflictos ambientales que comprometen el
proceso de planificación: entre las alternativas; entre los grupos sociales y entre las
generaciones” (Mateo, 2004: 67). Alcanzar equilibrios entre los recursos disponibles
con las necesidades a satisfacer en el tiempo y en el espacio metropolitano para lograr
un desarrollo equilibrado, es actuar acorde y ordenadamente con las circunstancias, los
procesos de planificación, organización, regulación y monitoreo, tanto de la estructura
ecosistémica como de las funciones urbanas.
Se han desarrollado varios enfoques de gestión5 que tienden a un reconocimien-
to mayoritario a un ciclo, profundizando en las funciones de planificación y control,
otros se desenvuelven en una concepción social o comunitaria,6 por ejemplo, los euro-
peos,7 y proponen variables y matrices para desarrollar un sistema de control mediante
el monitoreo de indicadores y muestran el estado de las variables analizadas en función
de las respuestas y no de los impactos al ecosistema.
En cuanto a la aplicación de algunos ejemplos sobre enfoque ecosistémico,8 si
bien constituyen un paso de avance y una tendencia hacia dicha concepción, aún no la
alcanzan, “tres son, básicamente, los problemas con que nos encontramos al abordar
esta visión de la ciudad: 1) fragmentación administrativa, 2) insuficiencia a nivel compe-
tencia y de recursos, y 3) falta de un proyecto global para la ciudad real” (Borja, 1993:
140). En este sentido, se muestran ejemplos desarrollados en la región latinoameri-
cana aportados por el “Proyecto Global Environmental Outlook” (geo). Ciudades que
utilizaron una matriz con nociones ecosistémicas (Presión-Estado-Impacto-Respuesta,
por sus siglas en inglés peir) de pnuma (2002), para promover una comprensión de la
dinámica de las ciudades metropolitanas (Rio de Janeiro y Manaos, Brasil; Bogotá, Co-
lombia; La Habana, Cuba; Buenos Aires, Argentina y Santiago de Chile, Chile), junto a

5. Eco-Management and AuditScheme (emas-1993); Presión-Estado-Respuesta (per), de la Organización para la


Cooperación y Desarrollo Económico (ocde, 1994); Fuerza motriz-Estado-Respuesta (fer), de Mortesen (1997);
Fuerzas motrices Presión-Estado-Impacto-Respuesta (dpsir), de Eurostat (Sistema Estadístico de la Unión Euro-
pea), European Environment Agency (eea) y ocde (1999); Proyecto Global Environmental Outlook (geo) Ciudades,
Presión-Estado-Impacto-Respuesta (peir) de pnuma (2002); Ley 28245 del Sistema Nacional de Gestión Ambiental,
República del Perú (2004); International Standard Organization (ISO 14 001, 2004).
6. per (ocde, 1994); fer (Mortesen, 1997); dpsir (Eurosttat, eea y ocde, 1999); Ley 28245 (Sistema Nacional de
Gestión Ambiental, 2004).
7. per (ocde, 1994); y fer (Mortesen, 1997).
8. Sureda y Canals (2000); Vargas (2003); Delgado y Marín (2005); pnuma (2005).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 65


sus ambientes. Se exponen algunas de las respuestas que se dieron a las rupturas de
los flujos ecosistémicos en las ciudades, como efecto de la concentración económica
de la industrialización y tercerización urbana que estimuló la emigración con una fuerte
expansión urbana y afectaciones, que se narran a continuación.
En Río de Janeiro, el cambio de suelo natural a suelo urbano se estimó en un
70.05%; el 19% de la población que vive en las elevaciones de la ciudad, reconocidas
como favelas, tienen grandes déficit de servicios de agua y sufren los elevados niveles
de contaminación atmosférica, con alto contenido de partículas en suspensión. Además,
en la ciudad se presenta el vertimiento de las aguas residuales, sin tratamiento, de las
148 unidades de salud a las lagunas costeras, así como en la bahía de Guanabara se
vierten siete ton/día de combustible y coliformes fecales superiores a las normas esta-
blecidas para que sus aguas sean usadas para el baño (pnuma, 2002). En la otra ciudad
brasileña, Manaos, se verifica pérdida de suelo de valor ambiental por el desarrollo de
asentamientos informales, así como de la diversidad biológica por la modificación del
hábitat de especies asociadas con las selvas amazónicas, alto consumo de agua de los
habitantes (5.5 hab/m3/seg), y descarga de los residuos sólidos domiciliarios en los ríos
urbanos (pnuma, 2005c).
En la Habana, se aprecia modificación del hábitat de especies debido a la pérdida
de diversidad biológica; acuíferos y aguas superficiales contaminados y sobreutilizados,
con un alto consumo de agua por habitantes de 6.5 hab/m3/seg, así como descarga de
los residuos sólidos domiciliarios en los ríos urbanos: Almendares, Martín Pérez, Arro-
yo Tadeo y Luyanó, que incluye a la Bahía de la Habana con una carga agregada de 53
industrias que vierten sus desechos en la misma; niveles de contaminación atmosférica
con alto contenido de partículas en suspensión (pnuma, 2003a). En el caso de la ciudad
de Bogotá, presenta un cambio de suelo forestal de los cerros orientales a suelo urba-
no, con un alto cambio en la morfología urbana que incluye los humedales de la región,
con afectaciones al ciclo hidrológico, es decir, contaminación de las aguas de los 11 ríos
urbanos que descargan al río Bogotá con 15 m3/seg de aguas residuales sin tratamiento,
a lo que se suman los sedimentos por las actividades de construcción, y 1 473 toneladas
diarias de sólidos en suspensión son transportadas al río Magdalena, que desemboca en
el mar Caribe; niveles de contaminación atmosférica superiores a las normas sanitarias
establecidas (pnuma, 2003b).
En Santiago de Chile, el cambio de suelo agrícola a urbano (84%) ha provocado
un crecimiento del parque automotriz, sin embargo, es baja la inversión en infraestruc-
tura vial, con la consecuente contaminación atmosférica con presencia de monóxido
de carbono, dióxido de azufre y ozono, una de las más altas del mundo; vertimiento de
residuos sólidos domiciliarios a los ríos Mapocho y Maipo (pnuma, 2005b). En la ciudad
de Buenos Aires, los grandes movimientos pendulares para asistir al trabajo, estudios u
otras actividades, generaron un predominio del uso de vehículos privados con la conse-
cuente contaminación atmosférica con presencia de monóxido de carbono a pesar de
la morfología urbana con predominio de la llanura; además, presenta contaminación

66 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


de las aguas del río La Plata por los desechos del 90% de las industrias, lo que representa
56.900 kg/día de sólidos en suspensión, el cual aporta un caudal de más de 368 000 m3
de agua doméstica por día (pnuma, 2005a).
De forma general, las afectaciones a los recursos: agua, suelo, aire y a la diver-
sidad biológica, sobrepasan los niveles de autorregulación dentro de los flujos físicos
y biológicos, y no son tomados en cuenta por las autoridades como objetivos de adap-
tación o rehabilitación dentro de la gestión urbana, pues las respuestas son fragmen-
tadas desde la ordenación del territorio y las políticas en la gestión gubernamental; la
formación ambiental en las universidades en las carreras afines es limitada, por lo que
el proceso de información, comunicación y decisión en materia ecosistémica urbana es
tarea pendiente; a nivel social, la construcción de consensos y cultura ambiental está
circunscrita a determinados sectores con bajo nivel de representatividad.
Otras formas de proceder, como “los intentos de organizar algún tipo de gestión
metropolitana han respondido a una concepción casi exclusivamente técnica, carecien-
do de instancias democráticas en su diseño” (Valenzuela, 2007: 12), se refieren a planes
de ordenamiento, regulaciones urbanas, monitoreo u observatorios de la metrópolis.
También existen marcos legales con enfoques de gestión que, aunque no evalúan la
metrópolis desde la ecología urbana, sí lo hacen con una visión de futuro (Ley de Zonas
Metropolitanas del Estado de Colima, México, 2006; Diario Oficial de la Unión Europea,
2007; Ley de Zonas Metropolitanas del Estado de Baja California, México, 2013), desde
la planificación del territorio, ordenar el crecimiento, hacer urbanismo periférico, reno-
var su centro y construir infraestructuras de comunicación y económicas. La integración
ecosistémica, como solución a muchos de los conflictos, desde la gestión pública y
gubernamental sigue siendo desconocida: “Este paso genera un nuevo tipo de inter-
vención político-espacial y tecnológica que puede considerarse como simple maquillaje
insulso que oculta los verdaderos problemas urbanos y sociales de una metrópoli” (Cas-
trillón y Cardona, 2014: 50).
Sin embargo, varios organismos internacionales trazan programas y objetivos cla-
ros hacia las ciudades inclusivas y seguras, uno de los principales problemas metropo-
litanos. Como parte de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (odm), propuestos en el
año 2000, la meta 7 estuvo dirigida a garantizar la sostenibilidad del medio ambiente,
pero con muchas limitaciones en su cumplimento. Desde una visión ecologista, el plan
estratégico (scdb, 2010), incluyó 20 metas principales para el 2020 conocidas como las
Metas de Aichi (ciudad japonesa) que asume como lema: “Viviendo en armonía con la
naturaleza”; y tiene como visión: “Para el 2050, la diversidad biológica se valora, se con-
serva, restaura, y utiliza de forma racional, manteniendo los servicios de los ecosistemas
sosteniendo un planeta sano y brindando beneficios esenciales para todos”. Es, des-
de estas perspectivas, que las orientaciones del desarrollo urbano no son únicamente
orientaciones socioespaciales, hay que incluir lo socioambiental. Este aspecto es posible
de resolver en la metrópolis si los tomadores de decisiones los declaran como temas
estratégicos del desarrollo, y el gobierno urbano asume un rol esencial. En este sentido:

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 67


Las lógicas del gobierno urbano tienen un destino urgente en el fomento de subjetivi-
dades que busquen otros mundos posibles en los cuales la ciudad devenga el lugar de
la promoción de experiencias sociales que le den fuerza a la vida singular y colectiva. El
gobierno urbano actual no puede seguir promoviéndonos como masa que obedece y que
consume sino como sociedad que se reinventa y que resignifica la política urbana en fun-
ción de una ética de la vida, de la fuerza social y de la construcción espacial de la ciudad
de todos (Castrillón y Cardona, 2014: 53).

Es por ello que se demandan nuevos enfoques de carácter sistémico y ecológico para
entender la metrópolis, Jordi Borja plantea razones para la acción:

Frente al desajuste entre la realidad territorial, económica y funcional de las metrópolis


y la realidad político-administrativa municipal, hay que plantearse tres niveles de actua-
ción: 1) El primero es el del proceso de institucionalización del área metropolitana y de
la planificación territorial y estratégica de su región de influencia. 2) El segundo se corres-
ponde con el proceso de organización de la gestión conjunta de servicios y actuaciones
en el continuo urbano. 3) Y el tercero consiste en el proceso de descentralización interno
que es preciso efectuar para favorecer la participación cívico-ciudadana facilitando, en
consecuencia, la identificación y la cooperación ciudadana (Borja, 1993: 149).

CONCLUSIÓN

La metrópolis revela cambios profundos dentro del sistema de asentamientos humanos


y pone a las políticas urbanas ante un nuevo escenario: el del crecimiento demográfico
espontáneo y de la expansión territorial por fuerzas internas que se distingue por un rit-
mo de crecimiento periférico importante, y sirve como clave del sistema urbano como
modelo de trabajo para el análisis de los desequilibrios en su funcionamiento.
La metrópolis, desde la ecología urbana, debe gestionarse como un proceso eco-
sistémico, consistente en evaluar los riesgos generados por los desequilibrios de los
flujos de materia, energía e información que se producen en los procesos de habitar,
laborar, circular y recrear, que interactúan de forma abierta, compleja y dinámica alre-
dedor y al interior de su propio ecosistema urbano, influyendo en sus características,
comportamiento y evolución, y condicionando la calidad de vida de los seres vivos y la
sostenibilidad ambiental urbana.
Ejemplos analizados desde el enfoque ecosistémico y de otras formas de ges-
tión de la metrópolis, demandan soluciones democráticas y participativas para su mejor
funcionamiento, para lo cual el gobierno urbano, desde una concepción de totalidad ur-
bana, debe comprometerse con el desarrollo de los objetivos de desarrollo sostenible
para que las metrópolis sigan cumpliendo su rol innovador y promotor de desarrollo e
inclusión, pero con equidad.

68 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


BIBLIOGRAFÍA

Alberti, M., Solera, G., Tsetsi, T. (1994). Sustainable Cities. Milán: Franco Angeli.
Agenda 21 Local/geo-Holguín (2008). “Comunicación y participación. Herramientas
para movilizar actores en la ciudad de Holguín”. En: Proyecto Agenda 21 Local/
geo-Holguín. La Habana, Cuba: Ed. Academia.
Borja, J. (1993). “Un reto a la democracia: el gobierno de las áreas metropolitanas”. En:
Revista Secuencia, enero-abril, 25: 139-158. DOI: http://dx.doi.org/10.18234/se-
cuencia.v0i25.414
Boscherino, F. y Poma, L. (2000). “Más allá de los distritos industriales: el nuevo con-
cepto de territorio en el marco de la economía global”. En: Boscherino, F. et al.
(eds.). Territorio, conocimiento y competitividad de las empresas. Madrid: Dávila.
Castells, M. (2001). “La sociología urbana en el siglo xxi” (pp. 489-526). En: Susser, Ida
(ed.). La sociología urbana de Manuel Castells. Madrid: Alianza Editorial.
Castrillón, A. y Cardona, S. M. (2014). “El gobierno urbano en la gubernamentalidad mo-
derna”. En: Forum Revista Departamento de Ciencia Política, enero-junio, 5: 37-54.
Castro, M. (2007). El fenómeno urbano y la sostenibilidad. España: Universidad Politécnica
de Cataluña.
Centro de Políticas de Suelo y Valoraciones (cpsv) (2008). Ecología urbana y gestión te-
rritorial sostenible. Algunas consideraciones sobre el planteamiento de las Agendas 21
locales. España: Universidad Politécnica de Cataluña.
Delgado, L. E. y Marín, V. H. (2005). “FES-sistema: un concepto para la incorporación de
las sociedades humanas en el análisis medioambiental en Chile”. Revista Ambiente
y Desarrollo V. 21: 18-22.
Diario Oficial de la Unión Europea (2007). Dictamen del Comité Económico y Social Europeo
sobre: Las áreas metropolitanas europeas: repercusiones socioeconómicas para el fu-
turo de Europa (2007/C 168/02).
emas (1993). Citado por Rodríguez, R. (2007). Gestión ambiental de empresas. Cuba: Uni-
versidad de Holguín.
Eurostat, eea, ocde, Matriz dpsir (1999), Pino, M. E. (2001). En Análisis de indicadores de
sostenibilidad ambiental y urbana en la Agenda 21 Local y ecoauditorías municipales.
El caso de las regiones urbanas europeas. Tesis doctoral. España: Universidad Poli-
técnica de Cataluña, 250 pp.
Gómez Sal, A. (2001). “Aspectos ecológicos de los sistemas agrícolas. Las dimensiones
del desarrollo” (pp. 83-119). En: Labrador, J. y Altieri, M.A. (eds.). Agroecología y
Desarrollo. Mundi Prensa.
Guash, F. (2010). Gestión de riesgos y prevención de desastres en el ámbito comunitario. Pro-
grama de gestión del riesgo y prevención de desastres. Mayarí, Cuba: cenais-citma.
Higueras, E. (2013). La ciudad como ecosistema urbano. Monografía. Madrid: e. t. s., Ar-
quitectura (upm).
Higueras García, Esther (2013). La ciudad como ecosistema urbano. Monografía (Artícu-
lo de Discusión). Madrid: E.T.S. Arquitectura (UPM).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 69 69


ISO 14001 (2004). Especificaciones por el Sistema de Gestión Ambiental.
Ley 28245 (2004). Sistema Nacional de Gestión Ambiental de la República del Perú.
Ley de Zonas Metropolitanas del Estado de Baja California, México (15 de marzo 2013).
En: Periódico Oficial, tomo cxx, núm. 14.
Ley de Zonas Metropolitanas del Estado de Colima, México (7 de octubre 2006). Decre-
to No. 443, Tomo 91, 48: 2.
Limia, M. (2006). “Prólogo”. En: Guzón, A. Desarrollo local en Cuba: retos y perspectivas.
La Habana: Ed. Academia.
Mateo, J. M. (2013). La dimensión espacial del desarrollo sostenible: una visión desde Améri-
ca Latina. La Habana, Cuba: Universidad de La Habana.
Mateo, J. M. (2004). Planificación y gestión ambiental. La Habana, Cuba: Facultad de Geo-
grafía, Universidad de La Habana.
Mortesen, L. (1997). “Matriz fer”. En Pino, M. E. (2001). Análisis de indicadores de sosteni-
bilidad ambiental y urbana en la Agenda 21 local y ecoauditorías municipales. El caso
de las regiones urbanas europeas. Tesis doctoral. España: Universidad Politécnica
de Cataluña.
ocde (1994). “Matriz per”. En: Pino, M. E. (2001). Análisis de indicadores de sostenibilidad
ambiental y urbana en la Agenda 21 local y ecoauditorías municipales. El caso de las
regiones urbanas europeas. Tesis doctoral. España: Universidad Politécnica de Ca-
taluña.
Pickett, T. A. (2001). “Urban ecological system: linking terrestrial ecological, physical,
and socioeconomic components of metropolitan áreas”. En: Annual Review of Eco-
logical and Systematics, 32: 127-157.
pnuma (2005). Perspectivas del medio ambiente urbano. Perú: geo Lima y Callao.
pnuma (2002). Metodología para la elaboración de los informes geo ciudades. Ciudad de
México: Sexto México.
pnuma (2002). Perspectivas del medio ambiente urbano. Brasil: geo Rio de Janeiro.
pnuma (2003a). Perspectivas del medio ambiente urbano. Cuba: geo La Habana.
pnuma (2003b). Perspectivas del medio ambiente urbano. Colombia: geo Bogotá.
pnuma (2005a). Perspectivas del medio ambiente urbano. Argentina: geo Buenos Aires.
pnuma (2005b). Perspectivas del medio ambiente urbano. GEO Santiago de Chile, Chile.
pnuma (2005c). Perspectivas del medio ambiente urbano. Brasil: geo Manaos.
Rigol, I. (2005). Contribuciones a la valoración, manejo y formación sobre el patrimonio
mundial en América Latina y el Caribe. Tesis doctoral. La Habana, Cuba: Instituto
Superior Politécnico “José Antonio Echeverría”.
Santos, M. (1996). A Natureza do Espaço. Técnica e tempo-razão e emoçã. Sao Paulo: Hu-
citec.
Sureda, Vicente y Canals, Rosa María (2000). El diagnóstico ambiental: documento básico
de la auditoría municipal, modelos de funcionamiento y calidad ambiental en los muni-
cipios. Barcelona: Diputación de Barcelona.
Terradas, J., Parés, M., Franquesa, T. y Chaparro, L. (2011). “Ecología urbana”. En: Revista
Investigación y ciencia, noviembre, 422 :52-60.

70 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Trullén, J. y Boix, R. (2000). Policentrismo y redes de ciudades en la región metropolita-
na de Barcelona. Ponencia. Valencia, España.
Valenzuela, E. (2007). “Áreas metropolitanas, reflexión, evolución y casos de estudio
(2a parte)”. En: Revista Urbano, Concepción, Chile, mayo, 15: 2-19.
Vargas, R. A. (2003). Diagnóstico del medio ambiente urbano. Curso de gestión urbana para
Centroamérica. El Salvador, San Salvador: UCA (Universidad Centroamericana
José Simeón Cañas).
Zúñiga, L. M. (2018). “Resiliencia urbana ante inundaciones por intensas lluvias en con-
tribución al desarrollo urbano equilibrado”. En: Revista Arquitectura y Urbanismo,
vol. xxxix, enero-abril, 1: 39-50, ISSN 1815-5898.

Referencias electrónicas

Camagni, R. (1996). Principes et modéles de l’economie urbaine. Economica. París. Disponi-


ble en: https//journals.sagepub.com/doi/abs/10…/004209802200002702
De Mattos, C. (2002). “Transformación de las ciudades latinoamericanas. ¿Impactos de
la globalización?”. En: Revista eure, diciembre, 28(85), Santiago. Disponible en:
http://dx.doi.org/10.4067/S067/S0250-71612002008500001
González, María del C. (2014). El ecosistema urbano. Complemento Clases Teóricas
UNT-Facultad de Agronomía, Zootecnia y Veterinaria. Carreras: Agronomía y
Zootecnia. Materia: Ecología General, año 2014. Disponible en: https://es.scribd.
com/document/462593418/Ecosistema-urbano-2020
Rueda, S. (2006). El urbanismo ecológico: un nuevo urbanismo para abordar los retos de
la sociedad actual. Disponible en: http://www.upv.es/con-tenidos/CAMUNISO/
info/UrbanisoEcologi-coSRueda.pdf (Consultado el 25 de agosto de 2014).
Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica (scdb) (2010). Plan Estratégico
para la Diversidad Biológica 2011-2020 y las Metas de Achi: Viviendo en armonía con
la naturaleza. Disponible en: https://www.cdb.int/doc/strategic-plan/2011-2020/
Aichi-Target-ES.pdf

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 71


Capítulo 5

De la ciudad-jardín al concepto
de ecourbanismo
Alberto Cedeño Valdiviezo y Pablo Torres Lima

INTRODUCCIÓN

El llamado Movimiento Moderno, recordemos, termina prácticamente con la disciplina


que conocemos como urbanismo debido a su visión limitada de los problemas urbanos,
y sus planteamientos de resolver estas dificultades mediante el diseño. Este fracaso
abrió la posibilidad de solucionarlos a partir de nuevas disciplinas como la planeación
urbana y, con una visión más amplia, el desarrollo urbano que se valió de la multidisci-
plina en la búsqueda de superar los errores anteriores. Acontecimientos como la caída
del Muro de Berlín y, consecuentemente, el debilitamiento de la izquierda mundial,
habrían de cuestionar esta visión urbanista, así como una mayor concientización de que
los problemas ambientales del planeta habían llegado a un punto de crisis que, incluso
para algunos especialistas, es de “sin retorno posible”.
En Europa resurgió nuevamente el urbanismo como la disciplina que podría so-
lucionar los problemas urbano-territoriales desde el punto de vista ambiental, aunque
con diversos nombres como ecourbanismo, urbanismo bioclimático, planificación am-
biental, etcétera; atendiendo, cada uno de estos enfoques, escalas y maneras diversas
de afrontar los problemas urbanos, teniendo claro que no es la multidisciplina la que va
a solucionar los desafíos, sino la interdisciplina y la transdisciplina, con el apoyo de la
Teoría de los Sistemas Complejos, como el marco teórico más adecuado para abordar
estos temas.
Así, al referirnos a este urbanismo preocupado por las cuestiones ambientales en
las ciudades, lo llamaremos ecourbanismo o urbanismo sostenible, denominación sur-
gida como consecuencia del término “desarrollo sostenible” mencionado por primera
vez en el informe Bruntland de 1988 y, posteriormente, reafirmado y especificado en la
Cumbre Mundial del Medio Ambiente de Río de Janeiro en 1992. El ecourbanismo puede

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 73


entenderse como aquél que pretende satisfacer las necesidades de las generaciones
presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras. Los proyectos
ecourbanos, a su vez, se caracterizan por tener una visión holística, sistémica e integral
y el interés por producir soluciones consecuentes.1 Manuel Ruano en su libro lo define
como: “una nueva disciplina que articula las múltiples y complejas variables que inter-
vienen en una aproximación sistémica al diseño urbano que supera la compartimenta-
ción clásica del urbanismo convencional” (Ruano, 1999: 11).
Recientes disciplinas relacionadas con la planeación urbano-territorial, por ejem-
plo la planificación verde, además de los problemas de la ciudad, se ocupan de los es-
pacios periurbanos (Salvador, 2003) y la planeación ambiental o planificación ambiental
(Higueras, s/f), que, específicamente, se centra en proporcionar un orden ambiental.
Es necesario mencionar que cualquier intento de solucionar problemas urbanos no se
puede llevar a cabo sin tener en cuenta la planeación ambiental. Así, se ha pasado de
una ordenación preocupada sólo en los asentamientos humanos, a una planificación que
tiene que contemplar, de inicio, diferentes aspectos medioambientales como son: el cli-
ma, el suelo, la hidrología, la flora y fauna, etcétera, antes de abordar los asentamientos
humanos, para lo cual se requiere de especialistas que dominen varias disciplinas. Hacer
un recorrido histórico por las posturas urbanísticas preocupadas de las cuestiones am-
bientales, puede coadyuvar a entender las posiciones actuales y la importancia que éstas
tienen. Finalmente, como opina De las Rivas, existe el riesgo, promovido por algunos
especialistas, de minusvalorar el pasado imponiendo un “nuevo paradigma”, como sería
el desarrollo sostenible aplicado al urbanismo (De las Rivas, 2004).

EL URBANISMO DEL SIGLO XIX

En las principales ciudades europeas, entre 1830 y 1850, tomó forma la práctica urba-
nística, no en los despachos de arquitectos preocupados por cuestiones estilísticas,
sino a partir de las experiencias negativas de la ciudad industrial, a las que técnicos e
higienistas buscaron dar solución, como por ejemplo, a la insuficiencia de alcantarilla-
dos y de agua potable o la difusión de las epidemias (Benévolo, 1974). Esta preocupa-
ción tiene que ver con las revoluciones liberales que se produjeron, principalmente, en
ciudades como París, Berlín, Budapest, Viena y Nápoles, aunque el clima de agitación
también se esparció en otras regiones de Italia, Alemania, Austria, incluso en la ciudad
de Londres: “Fueron iniciados por los miembros de la burguesía y de la pequeña nobleza
que exigían gobiernos constitucionales, y también por los trabajadores (proletariado) y
campesinos que se rebelaron contra los excesos y la difusión de prácticas capitalistas”.2
En estas localidades se realizaron vigorosas intervenciones sobre el tejido urba-
no, con argumentos sustanciales como la búsqueda de higiene en los barrios populares,

1. https://es.scribd.com
2. https://www.historiacultural.com

74 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


además de estar motivados por una fuerte convicción de modernizar las partes anti-
guas de las ciudades y su entramado urbano; aunque en las intervenciones, de mane-
ra más oculta, influyeron también ciertos intereses especulativos, su representante
más conocido fue Georges-Eugène Haussmann,
quien transformó el panorama de la antigua París
(Choay, 2007) (Figura 1).
El problema de la vivienda destinada a las
clases menos favorecidas comienza a ser una
preocupación del Estado, cuya respuesta será in-
suficiente ante las necesidades existentes, y sólo
se presentará de manera sistemática y organiza-
da hasta finales del siglo xix, no fue así, respecto
de la iniciativa patronal que desde mediados de
ese siglo construirá colonias obreras, en ocasio-
nes subvencionada por el Estado; sin embargo,
los métodos utilizados en su proyección fueron
inadecuados y artificiosos, repitiendo las fórmu-
las geométricas de la tradición barroca, puestos
a prueba con problemas concretos de la ciudad
industrial, por lo que asumen un carácter nuevo.
En este contexto, Camillo Sitte en su obra
Figura 1. De acuerdo con Leonardo
Construcción de ciudades según principios artísticos Benévolo (1974), una influencia de
(Städtbau), de 1889, señaló que la ciudad históri- la obra parisina de Haussmann, fue
ca poseía un valor estético superior a la ciudad la apertura del Paseo de la Reforma
moderna, ubicando a la “ciudad como continuo en la Ciudad de México, llevada a
histórico que debe entenderse plenamente en su cabo por el emperador Maximiliano
en 1860. Se trata de una imitación de
desarrollo morfológico y tipológico, con el fin de
Champs Elysées, para unir la ciudad
derivar reglas y modelos para el crecimiento de con el Castillo de Chapultepec. Fuente:
la ciudad moderna” (Bandarín y Van Oers, 2014: Alejandro Linares García, CC BY-SA 3.0,
44). De esta forma, con base en el estudio ana- via Wikimedia Commons.
lítico de los elementos que conforman la ciudad
antigua y la ciudad medieval, es posible comprender que los monumentos coexisten en
armonía con el ambiente que los rodea y del cual, a menudo, adoptan las mismas carac-
terísticas formales (Cedeño, 2015). Asimismo, se observa el paisaje de la nueva ciudad
destacando sus inconvenientes, entre ellos la monotonía, la excesiva regularidad, la
simetría a cualquier costa de espacios inarticulados o desproporcionados con la arqui-
tectura; así, no se puede evitar hacer la comparación de estas ciudades modernas con
las ventajas de las ciudades antiguas, especialmente las medievales (Benévolo, 1974).
En este ambiente europeo surge la propuesta de ciudad jardín de Ebenezer
Howard, básicamente, de dos influencias fundamentales: de los socialistas utópicos de
la primera mitad del siglo xix, especialmente Owen, y como respuesta al concepto de la
vivienda unifamiliar con jardín, poniendo el acento en la privacidad, no en las relaciones

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 75


sociales: “un intento de sustraer la vida familiar a la promiscuidad y desorden de la me-
trópoli y de realizar –digámoslo así– el máximo de ruralización compatible con la vida
ciudadana” (Benévolo, 1974: 382). El argumento central de su modelo territorial fue la
necesidad de control del crecimiento urbano (De las Rivas, 2004).
El texto de Ebenezer Howard: Tomorrow: a peaceful path to real reform de 1898:
“ha sido una de las teorías urbanas más influyentes del siglo xx, que busca unificar las
ventajas de la ciudad con las del campo, formando una nueva estructura limitada en el
espacio, rodeada de zonas verdes, unidas a una ciudad central mediante un sistema de
ferrocarril, autogestionadas, etc., que el autor denominó ciudad-jardín” (Higueras, s/f:
10). Sus planteamientos se basaban en ofrecer una vivienda privada, barata, higiénica,
que proporciona cierto contacto con el campo y promueve, así, los asentamientos lejos
de las zonas de mayor valor del suelo y una vida distinta a la de la ciudad aglomerada, es
decir, una vida equilibrada que no solamente revelaba la unión de la ciudad y el campo,
sino también tenía influencia en el desarrollo armónico de la familia que incluía la esta-
bilidad económica y la capacidad adquisitiva para procurarse una vivienda, posible sólo
en terrenos de poco valor.
Entonces, fue que se construyó Letchworth como la primera ciudad-jardín a 50
km de Londres con el proyecto de B. Parker y R. Unwin, con un reglamento sumamente
minucioso y un cinturón agrícola que se redujo a la mitad de acuerdo con el proyecto
teórico de Ebenezer Howard. La respuesta para su poblamiento fue muy lenta y estos
asentamientos terminaron siendo colonias no muy distintas a las que rodeaban a las
metrópolis. No obstante, el romanticismo y el amor por lo pintoresco llevaron a impor-
tantes resultados culturales, ya que los arquitectos se habituaron a considerar el paisaje
urbano como un todo orgánico (Benévolo, 1974), aunque cabe mencionar que la pobla-
ción aún no se encontraba preparada para dar a este paisaje urbano su verdadero valor.
En la opinión del doctor De las Rivas (2004), ésta y otras ideas elaboradas a prin-
cipios del siglo xx no funcionaron porque el desarrollo urbano tiende a ser dominado
por el mercado utilitarista y simplificador que disuelve las buenas ideas. Otro importan-
te urbanista inglés de la época fue Patrick Geddes, “una figura bastante compleja entre
el biólogo y el sociólogo que trabaja siguiendo el ejemplo de Darwin, se interesa por
el problema del territorio en sus múltiples aspectos (geográfico, económico, histórico,
visual) y publica en 1915 un tratado orgánico de este sector, que tituló: Cities in evolution,
en el que se basa, más tarde, Lewis Mumford” (Benévolo, 1974: 387-389).
Con el argumento del doctor De las Rivas (2004), de rescatar ideas del pasado,
respecto de la relación entre el desarrollo sostenible y la forma urbana, se han presen-
tado ideas urbanas adecuadas, pues aparecen conceptos que no son nuevos como “los
de comunidad urbana –urban village–, mezcla de usos o compacidad, modelos urbanos
como los de ciudad en estrella o ciudad corredor y propuestas específicas con los de
concentración policéntrica a partir del desarrollo del transporte público, que fueron ya
acuñados o subrayados por Mumford” (De las Rivas, 2004: 76-77). Agrega este autor,
que los estudios de Geddes sobre el Valle o los de rpaa de Mumford: “son un gran le-
gado de la cultura urbanística y se sigue acudiendo a ellos, aunque con relativa eficacia.

76 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Es allí desde donde se defendió, en los orígenes modernos de la disciplina, la necesidad
de un conocimiento profundo y versátil de la región como primera condición de la pla-
nificación” (De las Rivas, 2004: 77). Así, la acción es una consecuencia, la adaptación
responsable de las ideas al contexto local sin ser contextualismo. “Un sistema que no se
construye como un refugio para proteger privilegios, sino como un lugar desde el cual
comprender las relaciones con la naturaleza, interpretar las sociedades, su identidad y
cultura locales, sus recursos económicos y sus necesidades” (De las Rivas, 2004: 77).
Así, en las viejas regiones europeas es evidente la interacción que se produce en los
espacios entre pasado y presente.
Por otra parte, para Geddes: “la ciudad es un organismo en evolución, donde los
componentes sociales y físicos interactúan en una compleja red de cambios y tradición”
(Bandarín y Van Oers, 2014: 47). Como concepto orgánico típico de un naturalista, a la
ciudad medieval Geddes la reinterpreta “como contexto en constante evolución, donde
cada generación aporta su propia contribución al espacio físico, transformando y aña-
diendo estructuras y funciones” (Bandarín y Van Oers, 2014: 47). Geddes observó la
ciudad de una manera exhaustiva, ya fuera desde el punto de vista morfológico y social,
considerando a la historia como una de las bases de la educación cívica y la cooperación,
o desde la relación entre ciudad y su contexto geográfico y natural. Asimismo, este autor
consideraba a toda la ciudad susceptible de conservación, para lo que acuñó el término
“cirugía conservadora” en apoyo a la conservación urbana (Bandarín y Van Oers, 2014);
además, “su idea de la ‘región natural’, es todavía hoy un referente imprescindible para
abordar correctamente el territorio, huyendo de deslindes administrativos o funciona-
listas que poco tienen que ver con la realidad físico-estructural del soporte” (Higueras,
s/f: 10). Las ideas de Geddes fueron organizadas y recopiladas por otro gran urbanista
de la época, Lewis Munford, quien se encargó, también, de llevarlas a Estados Unidos
en donde fundó la Asociación para la Planificación Regional de América (apra) que se
convirtió en uno de los grupos activistas más influyentes en el terreno de la planeación
urbana y regional de América: “Fue una figura crucial en el proceso de expansión urbana
y relacionó los problemas sociales del movimiento medioambiental y el planeamiento
ecológico” (Bandarín y Van Oers, 2014: 48).

EL NEOEMPIRISMO

Durante poco más de la primera mitad del siglo xx, fueron los arquitectos quienes reto-
maron el camino de la planeación en las ciudades, sin embargo, la falta de conocimiento
de otras disciplinas los limitó a tomar soluciones solamente de tipo proyectual. Ahora
bien, con una dirección diferente a los postulados del Movimiento Moderno que domi-
nó la primera mitad del siglo xx: “la arquitectura y el urbanismo nórdicos de los años
cuarenta evidencian la eclosión de una concepción y método proyectual históricamente
diferente a la del Movimiento Moderno” (Ordeig, s/f: 96), esto, como resultado de que
son culturas donde no existió una oposición radical entre lo rural y lo urbano, y al fina-

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 77


lizar la Segunda Guerra Mundial se convertiría en una posición aún más radical (Ordeig,
s/f). Esta nueva perspectiva retoma algunos de los valores heredados de la tradición:
la antigua inspiración romántica, el amor por una rica y fantasiosa apariencia visual, los
materiales tradicionales, los ambientes pintorescos y recogidos (Benévolo, 1974).
Los arquitectos llamados neoempiristas por la revista Architectural Review de junio
de 1947, buscaban la inspiración para cada encargo en los datos del lugar, en el clima,
en los materiales autóctonos, en el modo de ser de los usuarios, y es así que: “el interés
por conseguir una arquitectura adecuada a las condiciones de la zona fue lo que puso
en marcha un enfoque disciplinar particular. Se trata de industrializar, sí, pero también
de humanizar, de atender a la psicología del usuario, de recurrir a formas particulares,
espontáneas, orgánicas en relación con la naturaleza” y por eso “emerge como concep-
to crucial la interpretación de lo natural que influye más en lo urbano” (Ordeig, s/f: 96).

LOS TRATADISTAS DEL MEDIO AMBIENTE

Como alguien fuera de moda entre los arquitectos que dominaban la época, Olgyay
escribió en 1963 un libro titulado: Arquitectura y clima. Manual de diseño bioclimático para
arquitectos y urbanistas, colocando el énfasis en la necesidad de relacionar estos dos
universos: arquitectura y clima. De esta forma introdujo el término arquitectura biocli-
mática y, al parecer, los arquitectos bioclimáticos que él formó, en la actualidad, son
los especialistas en la arquitectura sustentable. Se trató de una época importante que
permitió establecer las bases teóricas de los estudios sobre medio ambiente que hoy
se llevan a cabo.
Su texto, que hace hincapié en el concepto de diseño bioclimático, se puede
dividir en tres partes: la primera, dedicada al clima y su relación con el ser humano,
explica cómo se puede sustituir el tradicional proceso de “prueba y error”, propio de
la arquitectura popular, por un análisis científico que se apoye en la biología humana,
la meteorología y la ingeniería. Propone su célebre gráfica bioclimática o gráfica del
confort, utilizada todavía como herramienta de diseño por arquitectos dedicados a la
arquitectura bioclimática, además, define con claridad el límite del confort, a partir del
cual se genera el golpe de calor o insolación (Serra, 1998).
La segunda parte, aborda la interpretación del clima según principios arquitectó-
nicos, que van de lo más general hasta lo particular: la elección del emplazamiento; la
orientación sol-aire; el control solar, el entorno y las formas edificatorias, los efectos del
viento y modelos de flujo del aire; y los efectos térmicos de los materiales (Serra, 1998).
Finalmente, en la tercera parte, analiza su aplicación en arquitectura y urbanismo
por medio de lo que él llama planificación heliotérmica, explicándolo en cuatro regio-
nes,3 con lo cual muestra la implantación “en un enclave teórico, de un esquema de

3. https://es.wikipedia.org

78 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


ordenación urbana, y la adaptación del diseño para cada una de las regiones climáticas”
(Serra, 1998: viii). De esta planificación heliotérmica, su principal limitación para calcu-
larla, de acuerdo con su experiencia, está en que los métodos proporcionan resultados
que sólo pueden medirse en términos de dimensiones caloríficas abstractas y “que no
pueden relacionarse fácilmente con las sensaciones físicas humanas” (Olgyay, 1963: 152).
Es así como Olgyay se convierte en el gran innovador en el diseño arquitectónico
bioclimático, tal como Ian McHarg lo será en el campo de la planeación ambiental terri-
torial, quien en 1967 escribió Proyectar con la naturaleza, texto en el que se insiste en la
necesidad de incorporar el medio natural en los proyectos de las ciudades, presentando
una propuesta metodológica muy completa e innovadora, cuyo tema central es el de-
terminismo ecológico (Higueras, s/f: 12). En el libro se aborda la planificación ecológica
como una materia central de la arquitectura del paisaje. “Propone un método de estu-
dio del medio natural específicamente orientado a la planificación espacial; muestra el
camino para la convivencia entre artefacto y naturaleza; y, casi, sin pretenderlo, define
técnicas imprescindibles para el desarrollo posterior de las nuevas herramientas de
inventario y análisis espacial” (De las Rivas et al., 2000: vii).
McHarg inicia su estudio refiriéndose a la famosa dicotomía entre ciudad y cam-
po. Se adelanta a su época cuando propone la necesidad de regresar al mar aquel terre-
no que ciertas naciones le han robado, específicamente, se refiere a las acciones que
emprendieron los holandeses, quienes, en su opinión, “han aprendido que el mar no
se puede detener, tan sólo dirigir o templar, de ahí que hayan elegido siempre cons-
trucciones flexibles” (McHarg, 2000: 1-5, 7). Hoy entendemos que con el calentamiento
global y el consecuente derretimiento de los polos, muchas poblaciones costeras van a
quedar sumergidas bajo el mar.
Asimismo, arremete contra los economistas, destacando las diferencias entre
los sistemas de valores, argumentando que “ni el amor ni la compasión, ni la salud ni la
belleza, ni la dignidad ni la libertad, ni la armonía ni el deleite tienen importancia alguna
si no se les puede poner precio” (McHarg, 2000: 25). Esto lo aplica a la construcción de
autopistas, donde pretende demostrar que los procesos naturales pueden interpretarse
como valores, para lo cual hay que abandonar el modelo económico y esa actitud del
hombre antropocéntrico (McHarg, 2000).
En su metodología para estudiar una región metropolitana, identifica ocho proce-
sos naturales y hace un análisis de lo favorable o desfavorable que resultan para ciertos
usos del suelo; estos procesos son: agua superficial, humedales, llanura de inundación,
acuíferos, zona de recarga de acuíferos, pendientes pronunciadas, suelos agrícolas de
primera calidad y bosques y zonas arboladas (McHarg, 2000). Cuando examina el tema
sobre la cuenca del río, se refiriere a los aspectos importantes que deben ser tratados
desde el punto de vista regional, siendo las cuencas hidrológicas las que determinan
tales regiones o territorios. Los aspectos que propone tomar en cuenta al hacer un
estudio de este tipo son: el clima, la geología, la fisiografía, la hidrología, los suelos, las
asociaciones vegetales, la fauna y los problemas del agua (McHarg, 2000). Hasta ahora

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 79


Figura 2. Uno de los aportes más importantes de Ian McHarg, es la propuesta de regionalización a
través de las cuencas hidrológicas. Imagen de la Cuenca Alta del río Lerma. Fuente: Alberto Cedeño.

se reconoce su metodología como clave para llevar a cabo un estudio sobre cuencas
hidrológicas (Figura 2).
Por su parte, Fernando Tudela, español radicado en México, investigador, asesor
y más tarde funcionario público escribió un texto titulado Ecodiseño (1982), concepto
que definió como: “un proceso de diseño que se desarrolle con la naturaleza y no contra
o al margen de ella” (Tudela, 1982: 14). También se refiere al diseño bioclimático que
podría, primeramente, ser definido como una: “climatización natural de la arquitectura”,
pero que de manera más amplia es una respuesta al “carácter predatorio y despilfarra-
dor de los procesos de construcción” (Tudela, 1982: 15), agravada por la crisis energé-
tica. Asimismo, señala que el bioclimatismo es uno de los componentes fundamentales
del ecodiseño que “entronca con la tradición del diseño vernáculo a través de larguí-
simos procesos adaptativos” (Tudela, 1982: 15), con la diferencia de que el ecodiseño:
“no puede confiar en la eficacia de los lentos procesos empíricos y necesita basarse en
un sólido acervo de conocimientos científicos” (Tudela, 1982: 15).
Así, el ecodiseño se convertiría en el puente entre la tecnología y el diseño, sin
olvidar que en el diseño no deben prevalecer soluciones estilísticas desprovistas de
racionalidad técnica, tendencia recurrente al tratar de llenar el vacío ideológico dejado
por el Racionalismo y el Movimiento Moderno. Tampoco sería correcto prescindir de la
dimensión significativa simbólica para adoptar una posición puramente técnica. De esta
manera, Tudela afirma la necesidad de que la arquitectura actual se apegue al bioclima-

80 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


tismo primeramente, antes que al diseño (Tudela, 1982: 16). La importancia de su traba-
jo reside en que, por primera vez, en México, y en una época en la que aún no aparecía
el término “desarrollo sustentable”, elaboró un acervo básico de conocimientos para
diseñar bioclimáticamente, adelantándose por muchos años a los métodos actuales en
la materia.

LOS DOCUMENTOS INTERNACIONALES MÁS RELEVANTES

El Informe Brundtland es un documento excepcional que expresa, por primera vez, la


preocupación por el deterioro del medio ambiente, e integra la voluntad de muchas
naciones para detenerlo. En el prefacio se describe lo solicitado a la Comisión Mundial
para el Medio Ambiente y el Desarrollo a través de un “programa global para el cambio”,
cuyo contenido es: “a) Proponer estrategias medioambientales para alcanzar el desa-
rrollo sostenible en el 2000; b) Recomendar las maneras en las que la preocupación
por el medio ambiente pudiera traducirse en una mayor cooperación entre países; c)
Examinar los cauces y medios mediante los cuales la comunidad internacional puede
tratar más eficazmente los problemas relacionados con el medio ambiente; d) Ayudar
a definir las percepciones compartidas sobre las cuestiones medioambientales a lar-
go plazo, y a realizar los esfuerzos pertinentes necesarios para resolver con éxito los
problemas relacionados con la protección y mejoramiento del medio ambiente” (onu-
Informe Brundtland, 1987: 10).
Lo más importante de este documento está en su visión sobre la magnitud del
fenómeno urbano y, la invitación a que todas las naciones se sumen a los esfuerzos por
proteger el medio ambiente. El capítulo nueve, dedicado al desafío urbano, aclara la
importancia que adquirirán las zonas urbanas a finales del siglo xx, donde casi la mitad
de los habitantes del mundo residirán (onu-Informe Brundtland, 1987: 266). Después
de exponer los diferentes problemas a los que se enfrentaban las grandes ciudades y su
desarrollo urbano en aquel momento, en este mismo informe se afirma, en el apartado
31, que: “Una estrategia urbana nacional debe prever una serie explícita de objetivos
y prioridades para el desarrollo del sistema urbano nacional y de los centros grandes,
medianos y pequeños dentro de él. Esa estrategia debe superar la planificación física o
espacial. Requiere que los gobiernos adopten un enfoque mucho más amplio respecto
a las políticas urbanas que el enfoque tradicional” (onu-Informe Brundtland, 1987: 276).
Cinco años después, la Declaración de Río confirmó los postulados del Informe
Brundtland que no habían quedado claros, como el término desarrollo sostenible, que
se afirma es una forma de desarrollo que debe responder “equitativamente a las ne-
cesidades de desarrollo y ambientales de las generaciones presentes y futuras” (onu-
Declaración de Río, 1992: principio 3), para lo cual “la protección del medio ambiente
deberá constituir parte integrante del proceso de desarrollo y no podrá considerarse en
forma aislada” (onu-Declaración de Río, 1992: principio 4).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 81


Las naciones deberían “cooperar en la promoción de un sistema económico inter-
nacional favorable y abierto, que llevara al crecimiento económico y el desarrollo sosteni-
ble de todos los países, a fin de abordar en mejor forma los problemas de la degradación
ambiental” (onu-Declaración de Río, 1992: principio 12), además de “desarrollar la legisla-
ción nacional relativa a la responsabilidad y la indemnización respecto de las víctimas de
la contaminación y otros daños ambientales” (onu-Declaración de Río, 1992: principio
13), sumado a “cooperar efectivamente para desalentar o evitar la reubicación y la trans-
ferencia a otros Estados de cualesquiera actividades y sustancias que causen degrada-
ción ambiental grave o se consideren nocivas para la salud humana” (onu-Declaración
de Río, 1992: principio 14). En el documento no se hace especial referencia a lo urbano,
aunque se infiere que los términos urbanismo sostenible o ecourbanismo provienen de
esta declaración.

LOS NUEVOS APORTES SOBRE LA PLANEACIÓN CON CARÁCTER AMBIENTAL

Aun cuando persiste un claro interés sobre el desarrollo sostenible, a finales del siglo
xx no existían textos importantes sobre cómo llevar a cabo una verdadera planeación
ambiental, salvo el ya comentado de McHarg de 1967. Es durante el presente siglo que
surgirá una interesante serie de aportes sobre el tema.
Salvador Palomo en su texto La planificación verde en las ciudades (2003), define
la planificación “vinculada a los valores y recursos naturales, ecológicos, ambientales y
paisajísticos de la ciudad” (Salvador, 2003: 19). Destaca la influencia que recibió de la
publicación de la Comisión de las Comunidades Europeas de 1990: Libro verde sobre el
medio ambiente urbano. El mencionado autor señala que esta planeación verde “no se
propone únicamente urbanizar, sino que plantea un modelo de ordenación complemen-
taria al urbanismo oficial, pues reconoce lo que la ciudad necesita: ‘ser compensada con
una gama de recursos para la vida de sus habitantes’” (Salvador, 2003: 19).
Sobre lo anterior, existe un antecedente en el pensamiento de Ildefonso Cer-
dá, que contribuye con una visión a largo plazo, basado en el método científico, en el
estudio directo y local, y considera el análisis de áreas verdes como básico, un interés
auténtico por los espacios periurbanos identificando a la ciudad con todo su ámbito
real, se preocupa por la naturaleza o el sentido de lo silvestre en la ciudad; se interesa
por la ecología urbana y es gran partidario del desarrollo sostenible. Salvador Palomo
considera la escala urbana como la adecuada, aunque aclara que “el sistema urbano no
sólo se refiere a sí mismo, sino que tiene una relación estrecha con su región próxima”
(Salvador, 2003: 65); su estudio sobre el medio ambiente incluye suelos, agua, árboles,
la otra vegetación de la ciudad, bosques, microclima y vegetación, contaminación y
ausencia de confort urbano, incluso incorpora una parte importante dedicada al paisaje
(Salvador, 2003). Es por eso que su aporte “constituye una guía metodológica, que va
desde lo conceptual a la praxis concreta de las zonas verdes en todas sus escalas” (Hi-
gueras, s/f: 15).

82 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Ester Higueras, por su parte, suma un aporte metodológico importante: cómo
intervenir en un ámbito urbano, que podría considerarse una continuación de lo ela-
borado por McHarg y Salvador Palomo. En su libro Urbanismo bioclimático, Higueras se
refiere al objetivo de este concepto como: “la reducción al máximo de los impactos
negativos que ejerce la urbanización sobre el territorio”. Y agrega que: “debe adecuar
los trazados urbanos a las condiciones singulares del clima y el territorio, entendiendo
que cada situación geográfica debe generar un urbanismo característico y diferenciado
respecto a otros lugares” (Higueras, 2006: 15).
En el texto El reto de la ciudad habitable y sostenible (s/f), refiriéndose igualmente a
este concepto de urbanismo bioclimático, Higueras sostiene que “se trata de planificar
considerando el territorio, el clima y el paisaje como ejes fundamentales en la toma
de decisiones de crecimiento, trazado vario con criterios de sol y viento, distribución
del uso del suelo, selección de tipologías edificatorias, establecimiento de densidades,
relación entre equipamientos y viviendas, fomento de energías limpias o renovables en
escala arquitectónica y urbana, etcétera.” (Higueras, s/f: 88).
Según la misma autora, los principios generadores del urbanismo bioclimático
se resumen en lo siguiente: a) un trazado vial estructurante de acuerdo con los crite-
rios de asoleamiento y viento local; b) calles adaptadas a la topografía, buscando las
orientaciones óptimas de asoleamiento y viento local; c) zonas verdes adecuadas a las
necesidades de humedad y evaporación ambiental con las especies vegetales apropia-
das; d) morfología urbana de manzanas con fachadas bien orientadas y con una ade-
cuada proporción de patios de manzana de acuerdo al clima; e) lotificación que genere
edificios con fachadas y patios bien orientados; f) tipología edificatoria adecuada a las
condiciones del sol y viento del lugar (Higueras, 2006).
Luego entonces, se observa que “el territorio, el clima, el sol y el viento son las
primeras variables que van determinando las soluciones urbanas de todos los elemen-
tos urbanos, desde los sistemas generales a la morfología urbana” (Higueras, s/f: 89).
Por esto, la metodología que propone la autora para el urbanismo bioclimático sería: 1.
conocimiento del medio físico: geomorfología, agua, subsuelo, soleamiento y viento;
2. síntesis del medio: recursos potenciales del territorio y análisis de la capacidad de
acogida y de carga; 3. conocimiento del clima: climograma bioclimático para la latitud
del lugar; cuantificación de las necesidades locales en invierno y verano; estrategias; 4.
planificación medioambiental: planeamiento territorial y plan de ordenación urbana con
criterios ambientales.

LEYES Y NORMAS AMBIENTALES

Es precisamente la propuesta de una metodología medioambiental, lo que hace re-


saltar el trabajo de Ester Higueras, metodología que consideramos no había sido tan
completa desde la propuesta de Ian McHarg, ya comentada. Así que, para la autora, los
instrumentos más importantes para hacer una ciudad habitable y sostenible son: “la

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 83


planificación ambiental, el urbanismo bioclimático, las normas y leyes ambientales, la
rehabilitación ecológica y bioclimática de la ciudad consolidada y las agendas locales 21”
(Higueras, s/f: 72).
Finalmente, Miguel Ruano en su texto Ecourbanismo. Entornos urbanos sostenibles:
60 proyectos (1999), señala que: “El ecourbanismo define al desarrollo de comunidades
humanas multidimensionales sostenibles en el seno de entornos edificados armónicos
y equilibrados” (Ruano, 1999: 10). Además, busca articular las múltiples y complejas
variables que intervienen en una aproximación sistémica al diseño urbano, pero va más
allá del pensamiento del diseño reciente, al proponer una visión integrada y unificada
del urbanismo. Los arquitectos, urbanistas y demás especialistas en política territorial:
“deben de ser capaces de analizar y comprender el profundo impacto que los temas
ambientales y las innovaciones tecnológicas tienen sobre nuestras ciudades, nuestro
modo de vida, nuestros hogares y nuestros lugares de trabajo” (Ruano, 1999: 11). Aun-
que la idea sobre el ecourbanismo que Ruano expresa es poco precisa, muy superficial
y más bien marca la ruta a seguir por parte de los especialistas en el tema, pero, al pro-
poner una serie de temáticas y sus ejemplos, el texto se vuelve más completo.
Los temas que Ruano propone abordar son: movilidad, recursos, participación,
comunidad, eco-resorts, revitalización, tele-pueblos; temas que posteriormente desa-
rrolla con amplitud, presentando ejemplos de comunidades, barrios y ciudades que se
han desarrollado con estas características. El texto de Ruano se torna aún más intere-
sante cuando aborda los que en esa época aparecían como los principales ecobarrios
del mundo, es decir, fracciones de la ciudad donde sus pobladores han decidido vivir de
acuerdo a reglas estrictas ecológicas. Hasta ahora no se han abordado los ecobarrios
con la amplitud que lo hizo Ruano, de modo que sigue siendo una guía obligada para
quienes se ocupan de este tema.

CONCLUSIONES

A partir de la importancia que ha tomado a nivel internacional la preocupación por los


temas ambientales y la consecuente propuesta del desarrollo sostenible, surgen, a fina-
les del siglo xx, términos como urbanismo bioclimático, planeación verde, planeación
ambiental, ecourbanismo, etcétera, los cuales plantean formas diferentes de abordar
los problemas urbanos-territoriales; además de señalar como ejes principales al clima,
al suelo y a la hidrología, por lo que se sugiere adoptar una visión transdisciplinaria
como la forma adecuada para tratar estos problemas. En la revisión de los trabajos de
diferentes teóricos enfocados en suministrar una mejor calidad de vida para los seres
humanos, se destacan nuevas e interesantes percepciones sobre una ciudad histórica
en la búsqueda de la integración de la naturaleza a las nuevas viviendas urbanas.
Fue así que, desde el siglo xix, se probaron nuevos asentamientos que incluían
estas ideas, con la intención de revolucionar el urbanismo de la época, muchas de las
cuales terminaron por fracasar al no existir las condiciones necesarias para su adopción.

84 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Es a partir de que el planeta está en grave riesgo y los gobiernos son conscientes de ello,
que se promueven acciones importantes para afrontar el problema, ejemplo de ello es
el Informe Brundtland y la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo.
Pero seguimos en una situación en la que estamos al tanto de los riesgos, y parecería
que no queremos terminar con la comodidad que la vida actual nos proporciona y, por
tanto, se han llevado a cabo soluciones silenciosas e insuficientes. En torno al ecourba-
nismo surgen temáticas nuevas como la resiliencia urbana, el paisaje urbano histórico,
los ecobarrios, etcétera, que deberán ser atendidas para que, en la medida en que se
estudien y analicen, sea posible comprender y asumir la importancia del ecourbanismo,
pero sin olvidar la opinión del doctor De las Rivas, en el sentido de que la historia nos
puede proporcionar muchos instrumentos para abordar los fenómenos urbano-territo-
riales con el enfoque de la sostenibilidad.

BIBLIOGRAFÍA

Bandarin, F. y Van Oers, F. (2014). El paisaje urbano histórico. La gestión del patrimonio en
un siglo urbano. Madrid: Abada editores.
Benévolo, L. (1982). Diseño de la ciudad. Tomo 4. Barcelona: Gustavo Gili.
Benévolo, L. (1974). Historia de la arquitectura moderna. Barcelona: Gustavo Gili.
Cedeño, A. (2015). Rehabilitación urbana: orígenes, metodologías, tecnologías. México: Tri-
llas.
Choay, F. (2007). Alegoría del patrimonio. Barcelona: Gustavo Gili.
De las Rivas, J. (2004). “El papel de la planificación urbana en la ciudad sostenible: viejas
ideas para problemas nuevos”. En: Álvarez, A. y Valverde, F. (coords.). Ciudad, te-
rritorio y patrimonio. Materiales de investigación ii. México: Universidad Iberoame-
ricana de Puebla y Universidad de Valladolid.
De las Rivas, J., San Martín, I. y Steiner, F. (2000). “Introducción a la edición española”.
En: McHarg, I. Proyectar con la naturaleza. Barcelona: Gustavo Gili.
Fazio, M. (1977). Il Destino dei Centri Storici. Florencia: La nuova Italia.
Higueras, E. (2006). Urbanismo bioclimático. Barcelona: Gustavo Gili.
Higueras, E. (s/f). El reto de la ciudad habitable y sostenible. Pamplona, España: dapp. Pu-
blicaciones Jurídicas, S. L.
McHarg, I. (2000). Proyectar con la naturaleza. Barcelona: Gustavo Gili.
Olgyay, V. (1998). Arquitectura y clima. Barcelona: Gustavo Gili.
Ordeig, J. (s/f). Diseño urbano y pensamiento contemporáneo. México: Océano.
Organización de las Naciones Unidas (onu) (1992). Declaración de Río sobre el Medio
Ambiente y el Desarrollo. Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio
Ambiente y el Desarrollo, Río de Janeiro, del 3 al 14 de junio de 1992.
Organización de las Naciones Unidas (onu) (1987). Informe de la Comisión Mundial sobre
el Medio Ambiente y el Desarrollo (Informe Brundtland) del 4 de agosto de 1987.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 85


Ruano, M. (1999). Ecourbanismo. Entornos urbanos sostenibles: 60 proyectos. Barcelona:
Gustavo Gili.
Salvador Palomo, P. J. (2003). La planificación verde en las ciudades. Barcelona: Gustavo
Gili.
Serra, R. (1998). “Prefacio a la edición española”. En Olgyay, V. Arquitectura y clima. Bar-
celona: Gustavo Gili.
Tudela, F. (1982). Ecodiseño. México: Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco.

Referencias electrónicas

https://es.scribd.com/doc/99856941/Eco-Urbanismo.
www.guia-urbana.com/urbanismo/urbanismo-bioclimatico.php.
https://es.wikipedia.org/wiki/V%C3%ADctor_Olgyay
https://www.historiacultural.com/2010/09/revoluciones-de-1848.html (Consultado el
18 de diciembre de 2018).

86 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Capítulo 6

El concepto de paisaje urbano


histórico como compilador de la
conservación del patrimonio, del
medio ambiente y de la planeación
urbano-territorial
Alberto Cedeño Valdiviezo y Pablo Torres Lima

INTRODUCCIÓN

Si por desarrollo sostenible se entiende aquél que es capaz de satisfacer las necesida-
des de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futu-
ras para cubrir sus propios requerimientos, por ecourbanismo o urbanismo sostenible,
debemos entender: “aquel urbanismo que pretende satisfacer las necesidades de las
generaciones presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para
satisfacer las suyas”.1 Al comparar estas definiciones con las que la Unesco ha definido
para el patrimonio mundial: “nuestra herencia cultural propia del pasado, con la que
nosotros vivimos en la actualidad y que transmitiremos a las generaciones presentes y
futuras”,2 se observa que en todas las definiciones existe el deseo común de conservar
o satisfacer necesidades para las generaciones futuras; luego entonces, hoy se podría
incluso hablar de un patrimonio sostenible.
En la actualidad, la relación entre urbanismo sostenible y patrimonio es posible,
gracias a que algunos autores establecieron la denominación de Paisaje Urbano Histó-
rico (Bandarín y Van Oers, 2014). Originalmente la palabra paisaje “deriva de país, en
el sentido de región o territorio, pero se distingue de él en que es una visualización de
esa realidad concreta que es el país. El país sería más el contenido y el paisaje sería la
expresión sensible de estas relaciones entre el hombre y el medio que conforma su cul-
tura” (Rivera, 2010: 11). Hoy se podría entender al paisaje como un elemento de calidad
ambiental con valor histórico y cultural, que además representa un recurso económico
en tanto que influye en la localización y el desarrollo de determinadas actividades y en

1. https://es.scribd.com
2. http://whc.unesco.org

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 87


el valor del suelo (Zoido, 1998, citado en Higueras, 2009). Todo lo anterior propicia ver el
paisaje como un recurso donde confluyen varios elementos: como zona de control de
la huella ecológica de las zonas urbanas, como elemento de nuevos usos relacionados
con el turismo, el eco-desarrollo y el desarrollo rural, y como una parte indisoluble de
la identidad de la población local, es decir, su patrimonio (Higueras, 2009).
Por tradición, las disciplinas dedicadas al estudio y planeación sobre la ciudad y
el territorio, así como las asignadas a la conservación del patrimonio cultural, se han
mantenido completamente separadas en nuestro país como campos de estudio, y la
preocupación de proteger el medio ambiente, en definitiva, se “cuece aparte”. Es por
ello que el tema de este artículo es mostrar que, a raíz de los nuevos planteamientos
en torno a la idea del Paisaje Urbano Histórico o Paisaje Cultural, las perspectivas de
análisis comenzaron a cambiar, evidenciando el enorme interés de la comunidad inter-
nacional en revaluar los procedimientos adoptados desde la última mitad del siglo xx
respecto a las ciudades históricas, destacando, también, el creciente interés sobre el
medio ambiente surgido a finales del mismo siglo xx.
Así, los temas patrimonio, ciudad y medio ambiente deben quedar definitivamen-
te unidos en alguna disciplina, y todo indica que le correspondería al ecourbanismo
asumir dicha tarea y trabajar en iniciativas concretas que avancen teóricamente sobre
esta problemática, así como en propuestas metodológicas y ecotecnológicas que per-
mitan abordar el problema de manera integral, como parte de lo que será la ciudad del
futuro (Figura 1).

Figura 1. Desde el punto de vista del paisaje, hoy los temas patrimonio, ciudad-territorio y medio
ambiente han quedado unidos. Ciudad de Zurich, Suiza.

Sin embargo, no es en la escala urbana donde se dan estas coincidencias, sino en


la escala territorial, ya que sólo así es posible unir un interés histórico del paisaje visual,
producto de la dinámica natural de los paisajes, sumado a los cambios de la actividad
antrópica con los cuales el paisaje se va transformando debido a la asignación de un
significado, como el aprovechamiento de sus recursos mediante la agricultura y gana-

88 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


dería, primeramente, y de los procesos de industrialización posteriores. También hay
que tomar en cuenta los condicionantes sociales y culturales, que determinan la forma
de percepción del observador desde la sociedad (Higueras, 2009).
Después de la Carta de Venecia de 1964, documento fundacional de la “conser-
vación internacional moderna” –centrado básicamente en el monumento y su restaura-
ción–, surgen esfuerzos importantes interesados en trabajar el tejido urbano histórico
que tendrá, en el paradigma de Bolonia, el principal impulsor, reflejándose en una serie
de cartas internacionales que progresivamente revaloraron el problema de forma sus-
tancial. No obstante, la protección del medio ambiente no llamará la atención hasta el
Informe Brundtland de 1988, posteriormente reafirmado y más detallado en la Cumbre
Mundial del Medio Ambiente, realizada en Río de Janeiro en 1992, cuando se analizó de
manera seria y global este problema.
Pero será hasta el año 2000, con el Convenio Europeo del Paisaje, en un principio,
y con el Memorándum de Viena, en 2005, que surja a nivel internacional un esfuerzo
importante que pase de la suma de monumentos y tejido urbano a un sistema integral
“marcado por las relaciones históricas, geomorfológicas y sociales de su entorno y con
su medio ambiente caracterizado por una compleja superposición de capas de significa-
do y sentido” (Bandarín y Van Oers, 2014: 121). Así surge el concepto de Paisaje Urbano
Histórico que se define como:

Conjuntos de cualquier grupo de edificios, estructuras y espacios abiertos, en su con-


texto natural y ecológico, incluyendo yacimientos arqueológicos y paleontológicos, que
haya constituido asentamientos humanos en un entorno urbano durante un determinado
periodo de tiempo, y cuya cohesión y valor sea reconocible desde un punto de vista ar-
queológico, arquitectónico, prehistórico, histórico, científico, estético, sociocultural o
ecológico. Este tipo de paisaje ha dado forma a la sociedad moderna y posee un gran valor
para nuestra comprensión de la forma en que vivimos en la actualidad (Memorándum de
Viena, 2005: párrafo 7).

Así, el paisaje se ha convertido en la lente a través de la cual se representa la ciudad


contemporánea y el medio por el que se construye (Bandarín y Van Oers, 2014).

LA RELACIÓN ENTRE PATRIMONIO, PAISAJE Y TERRITORIO

Rafael Mata (2010), en su artículo “La dimensión patrimonial del paisaje. Una mirada
desde los espacios rurales”, expone sobre la relación actual entre patrimonio y paisaje,
y argumenta que en la evolución reciente, tanto de sus conceptos como de sus políticas,
se observa una tendencia clara hacia la complementariedad y la convergencia. El paisaje se
está convirtiendo en un tipo particular de patrimonio, de hecho se puede entender éste
desde el punto de vista histórico-geográfico como patrimonio “y en su potencialidad
como recurso para el desarrollo territorial y la mejora de la democracia” (Mata, 2010: 32).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 89


Más adelante, agrega que: “paisaje y patrimonio son nociones que comparten, en
su esencia, la relación entre objeto y sujeto, entre la realidad material de los hechos ar-
tísticos, históricos y geográficos, y sus representaciones culturales y simbólicas” (Mata,
2010: 33). Paisaje y patrimonio comparten también un proceso de extensión semántica
que amplía sus respectivos horizontes de significados, de métodos y de acción pública.
En el caso del patrimonio, supone “atribuir sentido, valores y acciones patrimoniales,
además de un amplio repertorio de fenómenos inmateriales, a piezas cada vez extensas
de territorio, superando los límites de sitios y conjuntos históricos, que en su momento
constituyeron un avance respecto de museos y de elementos singulares” (Mata, 2010:
34). Este proceso de apertura culminaría con la integración de patrimonio cultural y
natural, por una parte, con la consideración de los paisajes naturales como expresión
material y simbólica del territorio-patrimonio.
De esta forma, el reto actual del patrimonio está en su territorio y en sus re-
presentaciones. En esta tarea, recuperar el sentido semántico del patrimonio como
herencia, como legado de cultura y de vida que recibimos y debemos trasmitir en
condiciones aceptables, renueva y fortalece su significado en el debate de la sosteni-
bilidad (Mata, 2010: 39).
Agrega Mata que en este proceso la noción de entorno constituye un paso im-
portante y lleno de posibilidades para la integración en el territorio de numerosas sin-
gularidades patrimoniales. “Un proceso importante que apoyaría lo anterior sería la
toma de decisiones en el gobierno sobre patrimonio y en los modos de conservación
y gestión de los recursos patrimoniales. Se estaría haciendo camino desde una pa-
trimonialización autoritaria como ejercicio del poder […] hacia una patrimonialización
participada” (Mata, 2010: 40-41), así la catalogación pierde protagonismo en beneficio
de la caracterización.
Para este autor, todo el proceso de ampliación semántica, metodológica y es-
tratégica en el terreno legal, tiene dos limitaciones: 1) Patrimonio cultural y patrimonio
natural son tratados aún de manera separada y diferenciada por la mayor parte de las
normas que regulan su conservación; y 2) Patrimonio natural y cultural como objeto de
legislación específica se refiere a partes concretas del territorio, a aquéllas que tienen
un “valor relevante medioambiental, paisajístico, científico o cultural” (Mata, 2010: 43).
El paisaje tendría otra dimensión, o carácter, con respecto al territorio. Desde el
Convenio Europeo del Paisaje, éste “tiene, pues, una base material concreta, referida
no a nociones más abstractas como espacio, área o suelo, sino a territorios, es decir,
al espacio geográfico entendido como marco de vida, apropiado, organizado y vivido
individual y socialmente” (Mata, 2010: 45). De acuerdo con el Convenio de Florencia, el
carácter de cada paisaje es el resultado de la acción de factores naturales y humanos, y de
sus interrelaciones. Así, este autor define al paisaje como: “es en su configuración formal,
la huella de la sociedad sobre la naturaleza y sobre paisajes anteriores, la marca que impri-
me carácter a cada territorio, el palimpsesto paisajístico, metáfora de tanto éxito” (Mata,
2010: 46), y para lo cual el tiempo histórico se convierte en un componente muy importan-
te en la mayor parte de los paisajes, contribuyendo de manera decisiva a su entendimiento.

90 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


La historia se convierte de ese modo en una vía fundamental de indagación pai-
sajística y, al mismo tiempo, en un objetivo explícito de prospectiva y de planificación,
respecto a la identidad paisajística del territorio en la que deberían enraizarse los pro-
yectos territoriales y arquitectónicos. De este modo, en el Convenio de Florencia, está
plenamente claro que el paisaje, como carácter del territorio, constituye un compo-
nente fundamental del patrimonio natural y cultural que “contribuye al bienestar de los
seres humanos y a la formación de las culturas locales” (Mata, 2010: 47-48).
Como parte del tema de la conservación del patrimonio, tiene particular rele-
vancia la conservación de las ciudades históricas, cuya protección ha requerido de me-
todologías particulares alejadas de la gestión del proceso urbano, lo que ha mantenido
a la ciudad histórica y a la ciudad nueva distanciadas entre sí. Actualmente, el consenso
es que se debe avanzar hacia una visión integradora, de ahí el origen del concepto de
conservación urbana. La noción de paisaje urbano histórico incluye todos los aspectos
referentes a la conservación en un marco normativo integrado, permitiendo visualizar
un futuro para esta llamada conservación urbana y “destaca la relación entre la forma
física y la evolución social, definiendo a la ciudad histórica como un sistema capaz
de integrar elementos naturales y artificiales en un continuo histórico que constituye
una superposición de diferentes aspectos a lo largo del tiempo” (Bandarín y Van Oers,
2014: 122).

RELACIÓN HISTÓRICA ENTRE PAISAJE, PATRIMONIO Y CIUDAD

La idea de paisaje como percepción humana aparece con la corriente filosófica de los
naturalistas, surgida desde la época de esplendor de la cultura griega. De esta manera,
una primera etapa se ubicaría en las escuelas griegas presocrática y posaristotélica, con
los epicúreos y estoicos. Una segunda etapa se verifica en el Renacimiento, represen-
tada por Bernardino Telesio (1509-1588), Francisco Patrizzi (1529-1597) y Tomás Campa-
nella (1568-1639). La tercera etapa o naturalismo moderno surgió en el siglo xviii, du-
rante el llamado Romanticismo, resaltan lugares exóticos y monumentos relacionados
con la naturaleza, la ruina, etcétera (Rivera, 2010). Durante el siglo xix se promoverá
el desarrollo de pintores paisajistas, principalmente ingleses, apoyados en las ideas de
John Ruskin, y pintores como Turner, Constable y Gainsborough.
Pero la influencia de Ruskin se manifestó en otros campos, además del paisajismo.
Durante la segunda mitad del siglo xix, como consecuencia de la Revolución Industrial,
se llevaron a cabo fuertes intervenciones sobre el tejido urbano de las principales ciu-
dades europeas, con el argumento principal de la búsqueda de higiene en los barrios
populares, pero también partía de una fuerte convicción de la necesidad de modernizar
estas ciudades antiguas y su tejido, aunque, hay que mencionarlo, de manera oculta
había grandes intereses especulativos detrás de estas intervenciones, cuyo represen-
tante más conocido fue Georges-Eugène Haussmann, quien transformó el panorama
del antiguo París (Choay, 2007) (Figura 2).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 91


Figura 2. Las intervenciones de Haussmann en París transformaron definitivamente la forma de la
ciudad medieval. Imagen de París, Francia. Fuente: Yann Caradec, CC BY-SA 2.0, en https://commons.
wikimedia.org/w/index.php?curid=34933538

Los planes de Haussmann no estaban dirigidos a situaciones puntuales, más bien


buscaban rediseñar por completo la ciudad en respuesta a las demandas de la vida
moderna (el tráfico en particular), así como desarrollar nuevos espacios residenciales
y comerciales para las clases altas y medias, facilitando un control militar más puntual
sobre la ciudad (Bandarín y Van Oers, 2014).
La reacción a estos planes, por los efectos sociales de las demoliciones-trans-
formaciones de la ciudad, se presenta con la corriente de pensamiento que algunos
especialistas llaman Urbanismo Culturalista (Patiño, 1985), creada por los románticos
John Ruskin y William Morris (Figura 3). El mejor exponente de esta corriente es Camillo
Sitte (1843-1903), arquitecto e historiador vienés que reacciona a estas políticas y ten-
dencias de transformación de las ciudades, pues, según éste, se destruyen muchos de
los centros históricos pertenecientes a las más importantes ciudades europeas (Figura
4). En su obra maestra: Städtbau (1890), realiza un estudio profundo y analítico de los
elementos que conforman estas ciudades antiguas y medievales, mostrando que los
monumentos son un todo con el ambiente que los circunda, que a menudo contienen
las mismas características formales (Cedeño, 2015).
Desde esta época es evidente la visión futurista de Ruskin y sus seguidores, al
establecer una relación entre paisaje, ciudad histórica y patrimonio cultural, este último
en forma de ruina. “John Ruskin (y, posteriormente, Williams Morris), vería en la ciudad
preindustrial uno de los más importantes legados de la historia, lo que lo llevaría a lu-
char por su preservación” (Bandarín y Van Oers, 2014: 39). Además, su posición román-

92 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Figura 3. Para los pintores románticos la ruina era parte importante del paisaje, al grado que Ruskin
sostenía que a los edificios había que dejarlos morir dignamente, igual que sucede con el ser
humano, pero, además, pensar en los materiales adecuados para este periodo. Fotografía: Campo en
Agrigento, Italia. Fuente: Alun Salt, https://www.flickr.com/photos/alun/32894606

tica sobre la intervención en los monumentos lo haría enfrentarse al francés Violet Le


Duc, reconocido como el restaurador más prestigiado de la época. Para Le Duc, la res-
tauración de un edificio suponía el restablecimiento de un estado completo e ideal del
monumento como su creador original lo hubiera hecho. Ruskin, por el contrario, defen-
dió la idea de no prolongar la vida del monumento con intervenciones de restauración:

La obra de arte, y por lo tanto el monumento, es una creación que pertenece únicamente
a su creador, podemos disfrutarla, presenciar su decadencia, admirar su ruina, pero no
tenemos el derecho de tocarla porque no nos pertenece. Es válida únicamente en su for-
ma original, cualquier intervención sobre ella es arbitraria y contraria a su esencia. Como
cualquier criatura, el monumento tiene su vida completa en el nacimiento, en el creci-
miento, en la madurez, en la vejez y en la muerte; podrá durar por largo tiempo, pero el
final vendrá igualmente para él y la cosa más sabia será aceptarlo. Por lo demás, aun en la
ruina existe dignidad y en su aspecto pintoresco un valor de arte. Es más, es propiamente
en la ruina que la arquitectura se acerca mejor a las obras de la naturaleza (Ruskin, citado
en Ceschi, 1970: 88).

Por su parte, el vienés Alois Riegl introdujo una novedad conceptual fundamental: la
interpretación de la conservación de monumentos a partir de una teoría de valores,
planteando la idea del turismo cultural, con lo cual el patrimonio se asocia, finalmente,
con la modernidad (Bandarín y Van Oers, 2014).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 93


Figura 4. Nadie entendió a la ciudad medieval como Camillo Sitte, y a pesar de las críticas de Le
Corbusier, su libro cobró nueva importancia a partir de los años setenta del siglo pasado, a raíz del
interés despertado por los centros históricos. Fuente: Ciudad italiana de San Giminiano, Makalu, en
https://pixabay.com/es/photos/italia-tuscany-san-gimignano-3608510/

En la modernidad ¿cómo será la relación entre patrimonio y ciudad? El pensa-


miento de Sitte fue criticado por los defensores de la modernidad, en especial, por
Le Corbusier en su libro Urbanismo. A pesar de que las obras de Sitte y de algunos de
sus seguidores, como: Werner Hegemann, en Alemania; Raymond Unwin, en Inglate-
rra; Gustavo Giovannoni, en Italia; Marcel Poëte, en Francia y Charles Buls, en Bélgica,
demuestran una gran capacidad para proyectar la metrópoli moderna mirando hacia el
futuro, pero interpretando y valorando, al mismo tiempo, la historia y la continuidad
(Bandarín y Van Oers, 2014).
De este camino perfilado por Camillo Sitte, destaca el italiano Gustavo Giovanon-
ni, quien publicó en 1913 el ensayo Ciudades viejas y construcciones nuevas, posterior-
mente integrado en su obra editada de 1931, que resume toda su teoría (Ceschi, 1970).
Teoría que, por primera vez, plantea el objetivo de la salvaguarda de forma amplía y se
mueve del monumento aislado a una visión referida al complejo histórico-ambiental; de
manera particular, introduce en el debate dos argumentos que hasta entonces eran ex-
traños: el problema del valor económico de las zonas centrales y, la más interesante, la
relación urbana entre ciudades viejas y sus modernas ampliaciones (De Martino, 1978).

94 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Con Giovanonni se propone, incluso, vigilar los cableados, anuncios y otros ele-
mentos que podrían perturbar la contemplación paisajística y pintoresca de estos edifi-
cios (Rivera, 2010). Se opuso fuertemente al proceso de musealización que congelaba
los centros históricos, una práctica común en Italia y en otros países que aislaba el te-
jido urbano de la ciudad contemporánea creando un distrito especializado con fines tu-
rísticos (Bandarín y Van Oers, 2014). Una fuerte oposición a estas tendencias la originó
el Movimiento Moderno que hizo que los urbanistas pasaran de una idea de desarrollo
armonioso, a finales del siglo xix y comienzos del xx, a la idea del desarrollo urbano
funcional (Bandarín y Van Oers, 2014).
En Inglaterra, a inicios del siglo xx, surge otra tendencia que retoma la relación
paisaje-ciudad, emergiendo la idea de la “ciudad jardín” como una alternativa definitiva
y válida a las aglomeraciones antihigiénicas del siglo xix (Ordeig, 2004). Todo ello en
respuesta a dos influencias fundamentales: a la propuesta de los socialistas utópicos de
la primera mitad del siglo xix, especialmente Owen, y como réplica al concepto de la
vivienda unifamiliar con jardín (Benévolo, 1974).
En el texto de Ebenezer Howard, Tomorrow: a peaceful path to real reform, de
1898, se señalaba que “ha sido una de las teorías urbanas más influyentes del siglo xix.
Se trataba de unificar las ventajas de la ciudad con las del campo, formando una nueva
estructura limitada en el espacio, rodeada de zonas verdes, unidas mediante un sistema
de ferrocarril a una ciudad central, autogestionadas, etcétera, que el autor denominó
ciudad-jardín” (Higueras, s/f: 10). De esta forma, Howard introdujo como argumento
central la necesidad del control del crecimiento urbano (De las Rivas, 2004).
La escuela italiana de tipología arquitectónica y análisis morfológico que se de-
sarrolló en las décadas de los años 50 y 60 del siglo xx, bajo la dirección de Save-
rio Muratori, tuvo una gran influencia en los métodos de planeación, así como en las
prácticas de conservación, legislación y gestión. Posteriormente, el arquitecto italiano
Gianfranco Caniggia desarrolló un método operativo que se aplicó en Bolonia (Bandarín
y Van Oers, 2014).
Un alumno destacado de Giovannoni, Roberto Pane, famoso restaurador napo-
litano, propuso la idea de una “instancia ecológica” para la restauración, basándose
en las ideas de la Escuela de Frankfurt y en el pensamiento de Geddes, idea llevada a
cabo en el ámbito norteamericano por Lewis Mumford. Pane propuso la idea de crisis
ecológica debido al desarrollo irracional basado en el rápido consumo de los recursos
naturales y culturales, y a las incoherencias de la estructura económica y social de las
comunidades contemporáneas. Pane incorpora la cuestión del ambiente como “valor
toral de la estratificación histórica”, una interpretación del paisaje que une la arquitec-
tura, la naturaleza, la historia, las prospectivas filológicas y psicológicas. Más adelante,
definió como “ecología humana” a los problemas de la contaminación, de la escasez de
los recursos naturales y, sobre todo, por la incomprensión de las relaciones estrechísi-
mas que conlleva (Vitiello, 2012).
Por su parte, Leonardo Benévolo y Pier Luigi Cervelatti trabajaron en el icónico
Plan Bolonia, retornando a la historia y a la importancia de la arquitectura del pasado

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 95


como fuente de inspiración de toda la posmodernidad clásica, a lo que se ha llamado “in-
tervención” del mundo construido y “rehabilitación” de los restos del pasado, postulando
una renovación del concepto y de los significados del patrimonio (Rivera, 2010). Aun-
que la intervención del Centro Histórico de Bolonia no alcanzó los propósitos iniciales
planteados por el Partido Comunista Italiano, los esfuerzos realizados lograron que siga
siendo considerada como el paradigma de este tipo de intervenciones (Cedeño, 1998).
También muy importantes fueron las contribuciones que sobre el paisaje y la
planeación territorial hizo Ian McHarg en su libro Proyectar con la naturaleza (1967). Para
McHarg estaba perfectamente claro que la planeación urbana, territorial y el paisaje no
podían tratarse de manera separada, adelantándose a su época por cuarenta años. Por
otra parte, Campos-Venuti con su libro Urbanistica e austerità, publicado en 1978 y Fran-
cesco Indovina con Lo spreco edilizio (1974), cuestionan la planificación dominante; para
estos autores, el proceso de mejorar la ciudad exige el compromiso y la participación
de los ciudadanos, tal y como hoy lo señala el desarrollo sostenible en su ideario de
equidad social (De las Rivas, 2004).
La Unesco al tomar conciencia de la trascendencia de lugares, territorios y ob-
jetos de singular belleza, excepcionalidad y unicidad, elabora las Declaraciones de Pa-
trimonio de la Humanidad. En la Convención del Patrimonio Mundial (1972), se define
la protección de los sitios históricos, lugares y los paisajes (entonces sólo los consi-
derados más singulares del mundo) (Rivera, 2010). La importancia de este documento
es histórica, ya que por primera vez los principios debatidos pasan a ser objeto de un
sistema legal internacional, además, se agruparon los principios en diferentes catego-
rías relacionadas con el mundo natural o la esfera cultural y, por último, se estableció
un sistema de responsabilidad internacional sobre los lugares considerados de valor
universal excepcional (Bandarín y Van Oers, 2014).
En 1979, en la Convención de Berna, se configura plenamente el territorio como
patrimonio. En 1985, en Granada, se establecen tres tipos de patrimonio: 1. el monu-
mento, 2. el conjunto, y 3. el sitio. En 1989 se declara la salvaguarda de la cultura tra-
dicional y popular, reconociendo el “patrimonio inmaterial”; en 1992 aparece la figura
de “paisajes naturales”, y en 1994 se firma la Carta de Nara declarando nuevos lugares
como patrimonio mundial. En esta reunión se quebranta de manera visible el eurocen-
trismo que había caracterizado al patrimonio en los últimos dos siglos y se introdujo una
visión más ecuánime, con una perspectiva internacional, equilibrando las sensibilidades
asiáticas, africanas, australianas y americanas. En la carta de Cracovia del 2000, espe-
cíficamente, en el artículo 9, se establece que: “Los paisajes como patrimonio cultural
son el resultado y el reflejo de una interacción prolongada en diferentes sociedades en-
tre el hombre, la naturaleza y el medio ambiente físico. Son el testimonio de la relación
del desarrollo de comunidades, individuos y medio ambiente” (Rivera, 2010: 24).
Finalmente, se arriba al momento que señala: “la integración de paisajes con
valores culturales, el desarrollo sostenible de regiones y localidades con actividades
ecológicas, así como el medio ambiente natural, requiere conciencia y entendimiento
de las relaciones en el tiempo. Esto implica establecer vínculos con el medio ambiente

96 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


construido de la metrópoli, la ciudad y el municipio” (Rivera, 2010: 25). En el año 2000,
el Consejo de Europa, reunido en Florencia, aprueba el Convenio Europeo del Paisaje,
convirtiendo el paisaje en sujeto fundamental de la idea del patrimonio.

Figura 5. Pietravairano, provincia de Caserta, Italia. Es a partir del año 2000 cuando
cambia radicalmente la idea sobre el paisaje, con el Convenio Europeo del Paisaje y,
posteriormente, en el 2006 con el Memorándum de Viena. Fotografía: Pietro Sav, en
https://pixabay.com/es/photos/pietravairano-torre-verde-borgo-1210044/

Es importante recordar que el paisaje es dinámico y cambiante, lo que obliga a


intervenir constantemente en él, pero siempre con equilibrio, buscando que las innova-
ciones se estudien con máximo rigor al aplicarse a un espacio o paisaje catalogado. Así:
“el paisaje permite conocer con rigor y con inteligencia, después de los estudios y análisis
pertinentes de la documentación recabada y del lugar, tanto las condiciones físicas del
mismo como sus distintas relaciones con los seres humanos a lo largo de los tiempos y
su significación global” (Rivera, 2010: 27).

EL CONVENIO EUROPEO DEL PAISAJE

Este documento, publicado en Florencia el 20 de octubre del 2000, ofrece un nuevo y


sólido marco para situar el paisaje en las políticas europeas en primer plano en materia
de patrimonio cultural, medio ambiente y ordenación del territorio:

“Los conceptos de Patrimonio cultural y natural por primera vez se fusionan en una visión
integral del paisaje que contempla tanto los aspectos naturales como los culturales. Ade-
más introduce la dimensión social del paisaje y otorga la consideración de elemento de

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 97


bienestar, dando especial cobertura a la relación que se establece entre el ser humano
y el medio ambiente que habita” (Convenio Europeo del Paisaje, 2000: comentario intro-
ducción).

El documento también reconoce que “el paisaje es un elemento importante de la cali-


dad de vida de las poblaciones en todas partes: en los medios urbanos y rurales, en las
zonas degradadas y de gran calidad, en los espacios de reconocida belleza excepcional
y en los más cotidianos” (Convenio Europeo del Paisaje, 2000: preámbulo). Se define
como paisaje a “cualquier parte del territorio tal y como lo percibe la población, cuyo
carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o huma-
nos” (Convenio Europeo del Paisaje, 2000: definiciones inciso a).
El convenio tiene por objetivo “promover la protección, gestión y ordenación de
los paisajes, así como organizar la cooperación europea en ese campo” (Convenio Eu-
ropeo del Paisaje, 2000: artículo 3 - objetivos). De acuerdo con Ester Higueras (2009),
cada país se compromete a: 1) reconocer jurídicamente los paisajes como elemento
fundamental del entorno humano, expresión de la diversidad del patrimonio común cul-
tural y natural y como fundamento de su identidad; 2) definir y aplicar políticas destina-
das a la protección, gestión y ordenación del paisaje; 3) establecer procedimientos para
la participación pública; y 4) integrar el paisaje en las políticas de ordenación territorial
y urbanística, así como en sus políticas en materia cultural, medioambiental, agrícola,
social y económica (Convenio Europeo del Paisaje, 2000, artículo 5-medidas generales).
De acuerdo con algunos especialistas, el convenio es innovador ya que se refiere
a todos los paisajes; además, propone la asunción de políticas activas variadas, no sólo
de conservación, sino la renovación, la creación o la gestión mantenida a lo largo del
tiempo y el propio término de paisaje destaca en un doble papel, como recurso (íntima-
mente relacionado con la creación de empleo) y como entorno de la vida cotidiana de
las personas, vinculado estrechamente con su calidad de vida y su identidad presente y
futura (Higueras, 2009: 6).

EL MEMORÁNDUM DE VIENA

Este documento, emitido el 10 de mayo de 2006, señala que debe ser visto como parte
del continuum de los documentos que se mencionan en él, “y del actual debate acerca
de la conservación sostenible de los monumentos y sitios; como una declaración clave
para un enfoque integrado que vincule la arquitectura contemporánea, el desarrollo
urbano sostenible y la integridad del paisaje, sobre la base del tejido histórico, las edifi-
caciones y el contexto existentes” (Memorándum de Viena, 2005: preámbulo, inciso 5).
El documento tiene como base las Recomendaciones de la Unesco de 1976, que esta-
blecían los elementos que conformaban este paisaje histórico urbano y los actualiza, se
reconoce la expansión del concepto de patrimonio cultural al identificar la coexistencia
del hombre con la tierra, y los seres humanos en la sociedad. El Memorándum se centra

98 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


en el desarrollo contemporáneo, respecto del paisaje urbano con significación patri-
monial, para lo cual se va más allá de definiciones o términos como centros históricos,
conjuntos o alrededores, incluyendo “el más amplio contexto territorial y paisajístico”
(Memorándum de Viena, 2005: definiciones, incisos 7 al 12).
Asimismo, el documento apunta que investigar los efectos a largo plazo y la
sostenibilidad de las intervenciones planificadas es una parte integral del proceso de
planeamiento, y tiene como objetivo la protección del tejido histórico, las edificaciones
existentes y el contexto (Memorándum de Viena, 2005). Destaca que este documento,
después de muchos años, revisa y actualiza el paradigma moderno de la conservación
urbana. También, el Memorándum de Viena tenía como objetivo debatir sobre algunas
de las limitaciones en las definiciones tradicionales, precisando las áreas urbanas histó-
ricas no como la “suma” de monumentos y tejido urbano, sino como un sistema integral,
como ya se ha mencionado anteriormente (Bandarín y Van Oers, 2014).

Foto 6. Loreto, Baja California Sur. El Memorándum de Viena establece que los edificios
históricos, los espacios abiertos y la arquitectura contemporánea contribuyen de manera
significativa al valor de la ciudad, otorgándole a esta última un valor cultural importante en
las zonas históricas. Fuente: Cedeño, 2019.

REUNIONES RECIENTES QUE ABORDARON EL PAISAJE URBANO HISTÓRICO

De acuerdo con lo señalado por Bandarín y Van Oers (2014), en noviembre de 2007 el
Centro del Patrimonio Mundial organizó una tercera reunión regional de expertos, en
Olinda, Brasil, en la que se debatió sobre el concepto de paisaje. Algunos expertos des-
tacaron la necesidad de incluir la palabra “histórico” en la definición, ya que así, al hablar

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 99


de patrimonio cultural, ese término se convertiría en un calificativo de patrimonio. En
París, los días 13 y 14 de noviembre de 2008, se llevó a cabo otra reunión de expertos
para discutir el formato y la estructura de una nueva recomendación que actualizó la
definición de paisaje urbano histórico:

El paisaje urbano histórico es un estado mental, supone entender la ciudad, o las partes
de la ciudad, como el resultado de procesos naturales, culturales y socioeconómicos que
la construyen espacial, temporal y experiencialmente. Es un concepto que trata tanto
de edificios y espacios, como de los ritos y valores que las personas aportan a la ciudad.
Abarca distintos estratos de significado simbólico, el patrimonio inmaterial, la percepción
de los valores, y las interconexiones entre los elementos que componen los paisajes
urbanos históricos, así como el conocimiento local, incluidas las prácticas constructivas
y la gestión de los recursos naturales. Su utilidad reside en la idea de que incorpora una
posibilidad de cambio (Reunión de expertos 13 y 14 de noviembre de 2008, citado en
Bandarín y Van Oers, 2014: 279).

En la reunión de Zanzíbar, en 2009, se hizo hincapié en que la conservación urbana no


debe limitarse a la preservación de lo construido, sino que debe convertirse en parte de
las políticas ambientales. Asimismo, en el encuentro que se realizó en Río de Janeiro en
diciembre de 2009, se examinó la inclusión del concepto de Paisaje Urbano Histórico
en las directrices prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial y
se acordó que “debería formar parte de una postura relativa al crecimiento de las ciuda-
des, para abordar la ciudad contemporánea con una actitud clara ante la conservación:
un nuevo modelo de crecimiento urbano en el que los valores patrimoniales marcan la
dirección” (Bandarín y Van Oers, 2014: 281-282).
Finalmente, en febrero de 2010, en una reunión de planificación en París, se pro-
puso un borrador que fue ratificado el 27 de mayo de 2011 en la Reunión de Expertos y
adoptado por consenso el 10 de noviembre de 2011. Estas recomendaciones sobre el
paisaje urbano histórico lo definen como: a) se entiende por paisaje urbano histórico la
zona urbana resultante de una estratificación histórica de valores y atributos culturales
y naturales, lo que trasciende la noción de “conjunto” o “centro histórico” para abarcar el
ámbito urbano general y su entorno geográfico; y b) que en un contexto general incluye
otros rasgos del sitio, principalmente la topografía, la geomorfología, hidrología y ca-
racterísticas naturales; su medio urbanizado, tanto histórico como contemporáneo; sus
infraestructuras, tanto superficiales como subterráneas; sus espacios abiertos y jardi-
nes, la configuración de los usos del suelo y su organización espacial; las percepciones
y relaciones visuales; y todos los demás elementos de la estructura urbana. También
incluye los usos y valores sociales y culturales, los procesos económicos y los aspectos
inmateriales del patrimonio en su relación con la diversidad y la identidad (Recomenda-
ciones sobre el paisaje urbano histórico, citado en Bandarín y Van Oers, 2014: Anexo 3).

100 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


HACIA UNA METODOLOGÍA PARA EL ESTUDIO DEL PAISAJE

Para elaborar una metodología de estudio, Ester Higueras, en su texto Paisaje y Territo-
rio (2009), recomienda el uso de indicadores de la Organización para la Cooperación y
Desarrollo Económicos (ocde), que permita la realización de una valoración de la situa-
ción ambiental. Agrega que los recursos de desarrollo local directamente asociado al
paisaje en su territorio son: el desarrollo rural y el turismo (senderismo). Otros indi-
cadores muy importantes a considerar serían: la capacidad de carga y de acogida: “La
capacidad de acogida establece los límites de utilización de un enclave, basándose en
la estructura de recepción de turistas con la que cuenta o podría contar, y su equilibrio
entre población residente, flotante y el valor del medio natural receptor”. La capacidad
de carga “como el número máximo de personas que visitan a la vez un lugar turístico,
sin dañar el medio físico, económico o sociocultural, y sin reducir de manera importante
la calidad de la experiencia de los visitantes” (Higueras, vol. 1, 2009: 10). Por otra parte, la
capacidad de carga busca:

• En islas, limitar efectos del turismo sobre la cultura, las comunidades y los im-
pactos sobre los recursos.
• En áreas protegidas se busca condicionar el uso de la infraestructura, restrin-
giendo el acceso en el número de turistas; y en los flujos, lograr mejorar la per-
cepción de la calidad en la experiencia turística.
• En áreas rurales se trata de limitar los impactos en las comunidades locales y mi-
nimizar los efectos que puede ocasionar el visitante sobre las economías rurales
y sus patrones sociales.
• En zonas de turismo de montaña, evitar consecuencias negativas de las instala-
ciones, los impactos y la congestión.
• En áreas de valor patrimonial se utiliza para limitar la generación de desechos, la
congestión, el tráfico y los cambios del uso de suelo urbano.
• En el área costera, limitar densidades en el uso de playas e infraestructuras,
evitando la congestión de instalaciones y previniendo impactos ambientales (Hi-
gueras, 2009: 11).

Luis Cancer, en su artículo titulado: “Reflexiones sobre la valoración del paisaje”


(2010), propone una metodología que consiste en una serie de fases secuenciales: De-
limitación de unidades de paisaje; tipos de paisaje; impactos negativos; singularidades
paisajísticas; visibilidad y calidad. A esta propuesta, se agrega una última categoría que
propone Higueras (2009: vol. 2) a la que denomina fragilidad, y aquí se nombra como
fragilidad y vulnerabilidad, por la importancia creciente de esta última. Ahora bien, se
retoman las fases propuestas por Luis Cancer para hacer una proyección de cómo de-
bería abordarse el tema del paisaje urbano histórico.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 101


a) Delimitación de unidades del paisaje

Para su estudio, el territorio se divide en unidades paisajísticas que se definen como


“una parte del territorio que reúne características visuales y estéticas homogéneas, con-
formadas por los elementos del soporte y sus rasgos culturales unidos a la sensibilidad
del propio observador” (Higueras, vol. 1, 2009: 25). Entonces, para dividir el paisaje
cada disciplina ha establecido sus criterios; y de acuerdo con la visión ambiental que
proponemos, la unidad de paisaje debería ser la cuenca (Figura 6) que, aunque es una
unidad hidrográfica, no es fisiográfica: “los límites son claros, ya sean los cinco mil
millones de años reflejados en las relaciones entre las regiones” (McHarg, 2000: 127).
Cancer propone “delimitar cuencas visuales, que dan lugar a espacios visualmente auto
contenidos desde distintos puntos de observación, preferentemente cóncavos” (2010),
dando características homogéneas al espacio contenido.
En México, por ejemplo, la cuenca hidrológica está definida en la Ley de Aguas
Nacionales como:

La unidad del territorio, diferenciada de otras unidades, normalmente delimitada por un


parteaguas o divisoria de las aguas –aquella línea poligonal formada por los puntos de
mayor elevación en dicha unidad–, en donde ocurre el agua en distintas formas, y ésta se
almacena o fluye hasta un punto de salida que puede ser el mar u otro cuerpo receptor
interior, a través de una red hidrográfica de cauces que convergen en uno principal, o
bien el territorio en donde las aguas forman una unidad autónoma o diferenciada de otras,
aun sin que desemboquen en el mar. En dicho espacio delimitado por una diversidad
topográfica, coexisten los recursos agua, suelo, flora, fauna, otros recursos naturales
relacionados con estos y el medio ambiente (Monterrosa, 2015: 10).

b) Establecimiento de tipos de paisaje

Para McHarg (2000) es importante conocer la cuenca para interpretarla como un siste-
ma de valores e indicar los usos más adecuados para el suelo. Los puntos básicos que
hay que tener en cuenta son la geología histórica y el clima. A través del conocimiento
de estos aspectos se evidencian las diferentes regiones fisiográficas (McHarg, 2000).
En cuanto al estudio del clima, nos interesa conocer la temperatura media máxima
(julio), la temperatura media mínima (enero), la intensidad máxima de lluvia por hora,
precipitación media anual, media anual de nieve y media anual de días de niebla. Tam-
bién es importante considerar los vientos dominantes y huracanados. Preferentemente,
el clima reflejará lo sucedido en los últimos diez años.
Otro tema esencial se refiere al estudio de los suelos o recursos geológicos, de
los cuales es básico conocer los depósitos, la litología, la geomorfología, fisiografía,
pendientes, etcétera. “El conocimiento de la roca madre, de sus características de sus-
tentación y su repercusión sobre los fenómenos de superficie (permeabilidad, erosión,

102 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Figura 7. La rehabilitación energética o la transformación en el uso de fuentes energéticas,
de aquellas no renovables y muy contaminantes a aquellas renovables y que producen
contaminación al medio ambiente, es una de las claves principales en la ruta hacia la
ciudad sostenible. Alemania lo está logrando y Friburgo es líder en esta transformación.
Fuente: Cedeño, 2019.

morfología) son muy importantes” (Salvador, 2003: 73). Por otra parte, la geomorfología
nos va a permitir evaluar ciertos usos, “según el grado de cohesión de los materiales
litológicos, la pendiente, y la situación geográfica local” (Salvador, 2003: 73). Asimismo,
el estudio de las pendientes nos va a indicar la aptitud o las limitaciones para un uso
agrícola, y la idoneidad para la urbanización deberá considerar las condiciones del
terreno por sí mismo, además del grado de riesgo de inundación o de erosión (Salvador,
2003: 74).
Otro aspecto importante a estudiar es la hidrología. El agua es un recurso funda-
mental para los asentamientos humanos, del mismo nivel que la energía y tan vulnera-
ble como ésta cuando se cierne la amenaza de escasez (Salvador, 2003: 82-83). Estudiar
la hidrología implica el conocimiento del agua superficial, del agua subterránea, de los
humedales, de las llanuras de inundación, acuíferos, zona de recarga de acuíferos y
todos aquellos problemas que surjan con el agua.
Posteriormente, se lleva a cabo una revisión de las asociaciones vegetales que
iniciaría con el estudio de las cualidades de cada especie arbórea y, después, con las es-
pecies menores. No debemos olvidar, más adelante, examinar la fauna nativa y los riesgos
existentes en la conservación de la misma. Al final se procedería a realizar el estudio de

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 103


los asentamientos humanos y los problemas conectados al desarrollo y conservación
de los mismos.

c) Análisis de impactos negativos

Los impactos paisajísticos negativos son los que provocan degradación del paisaje, en-
tendiendo por esto, el empobrecimiento cuantitativo y cualitativo o bien cualquier pro-
ceso que implica una caída en la calidad o utilidad del mismo (Cancer, 2010: 91). De
modo que, conviene elaborar una clasificación por grupos que podría iniciar con un
proceso de desforestación, estructuras utilizadas en las estaciones de esquí o cons-
trucciones descuidadas (Cancer, 2010). En este punto es muy importante el grado de
profundidad que logremos en el estudio, de acuerdo a lo dicho líneas antes, lo cual
permitirá detectar los impactos negativos que pudieran presentarse.
También es oportuno hacer referencia a la inserción de elementos de urbaniza-
ción en el paisaje. Estas intervenciones antrópicas se dividen en lineales, puntuales y
superficiales. Los primeras tratan sobre carreteras, autopistas y ferrocarriles, cuyo traza-
do introduce líneas rectas discordantes con las formas onduladas del paisaje, además de
contrastes cromáticos y ruidos, ocultación de elementos patrimoniales, preservación
de suelos y efecto barrera. Los elementos puntuales son los grandes edificios, presas,
vertederos, antenas, etcétera. Son particularmente importantes las presas por su re-
levante impacto. Los elementos territoriales o superficiales se refieren a sistemas de
cultivos, usos forestales, huertas solares, invernaderos y áreas urbanas (Higueras, vol.
2, 2009: 32-34).

d) Relación de singularidades paisajísticas o hitos

El objetivo es ubicar elementos y enclaves de especial significado paisajístico que pro-


porcionen un incremento valorativo a las unidades de paisaje en las que aparecen (Can-
cer, 2010: 92). Estos componentes se clasifican en naturales y culturales. En la primera
categoría estarían incluidos los árboles monumentales, pozas y cascadas, pequeñas
formas de relieve singulares, etcétera; en la segunda, distintos elementos patrimonia-
les como las ermitas, castillos y fortalezas, puentes, edificaciones rurales dispersas de
interés artístico o ambiental, etcétera, así como elementos paisajísticos de carácter
positivo. Se incluyen también bosques, formaciones geológicas y acuáticas o núcleos
urbanos de particular significado (Cancer, 2010).
Es en este inciso donde, históricamente, ha convivido el paisaje con el patri-
monio. Kevin Lynch, en su Imagen de la ciudad (1959), se refiere a ellos como mojones
y considera que son los componentes exteriores que permiten orientarnos dentro de
una ciudad y que se caracterizan por su singularidad. Son elementos de identidad o es-
tructuras usadas con frecuencia, que dan confianza a los usuarios de estos espacios e
incluso logran que el trayecto se haga familiar, aspecto que, en el caso de los paisajes,
resulta de gran importancia.

104 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


e) Estudios de visibilidad

Es necesario conocer qué se ve, desde dónde se ve, cómo se ve y quién lo ve; para
obtener estos estudios, se pueden dividir en: 1) Visibilidad intrínseca. Según el condi-
cionante topográfico que determina los campos visuales, lo cual responde a las inte-
rrogantes: qué se ve, desde dónde se ve, cómo se ve; y 2) Accesibilidad visual o visi-
bilidad según el número de observadores. Se refiere a la interrogante de quién lo ve y al
número de observadores. Depende de la visibilidad intrínseca, así como de la existencia
de observadores reales o potenciales, lo cual, a su vez, es resultado de la distribución
de la población en el territorio (Cancer, 2010). También conviene analizar estudios a
detalle como:

Visibilidad divergente (que se ve desde el punto de observación), y la visibilidad conver-


gente (desde donde se ve un punto o enclave concreto). La primera en núcleos de pobla-
ción, parajes muy visitados, miradores […]; la segunda en zonas con especiales valores
paisajísticos, como una forma de relieve interesante o un edificio de valor artístico, así
como en áreas afectadas por impactos negativos como pueden ser ciertas obras públicas,
canteras a cielo abierto […] En ambos casos estudiando tanto la visibilidad intrínseca
como la accesibilidad visual (Cancer, 2010: 95-96).

Aquí conviene retomar el concepto de cuenca visual, referida en el inciso a: “La cuen-
ca visual es la parte del territorio visible desde un punto donde se sitúa el observador
(depende de la forma del territorio y de la distancia máxima de visibilidad). Para hacer
una cuenca visual existen tres procedimientos: “observación directa, por radiación y por
cuadrícula” (Higueras, vol. 1, 2009: 29). En el primer caso, el observador se traslada a
un punto y va reflejando en planos los límites visuales de su observación. En el segundo
caso, por radiación, los elementos que determinan la cuenca visual son tres: el alcance, la
posición del observador y la amplitud o paso. Ubicada la posición del observador, se de-
terminan los rayos visuales que angularmente permiten una determinada amplitud y que
se sitúan a una distancia o paso de punto, hasta cierto alcance: “Mediante secciones del
territorio por estos rayos seleccionados, se establecen las zonas vistas y las ocultas, tras
los accidentes del relieve, mediante la tangente en sección” (Higueras, vol. 1, 2009: 29).

f) Determinación de la calidad

La valoración se hace teniendo en cuenta las características de la cuenca con base en


los estudios realizados, que permiten determinar los tipos de agricultura que deben o
pueden ponerse en práctica; establecer las potencialidades de la cuenca en cuanto a
la explotación silvícola o los posibles usos para la recreación o urbanización (McHarg,
2000). Para lo anterior, son muy importantes los estudios realizados con anterioridad
(relieve, vegetación, usos del suelo), mediante criterios como: interés paisajístico, diver-
sidad, grado de conservación, estado geo-ecológico, proximidad a la situación, clima, cro-

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 105


matismo, armonía, nivel de integración antrópica, existencia de singularidades-rarezas
vegetales o geomorfológicas. Después de esta primera fase, se procede a la valoración
de las unidades de paisaje analizando la presencia de los distintos tipos en su interior
y añadiendo la existencia de impactos y de elementos, y enclaves singulares, así como
las condiciones de visibilidad. “En la determinación de la valoración final de las unidades
es clave la ponderación de los distintos factores, para que aquella refleje de la manera
más fiel la realidad paisajística” (Cancer, 2010: 96).

g) Fragilidad y vulnerabilidad visual

Se define como fragilidad visual a la susceptibilidad de un paisaje que pierde calidad


visual cuando se hace uso del mismo y depende del tipo de actividad que se realice en
éste. La vulnerabilidad visual se refiere a la capacidad que tiene el paisaje de absorber
transformaciones o agresiones. Para su estudio es necesario examinar los elementos
básicos del paisaje, la variedad y la vulnerabilidad.
Los elementos básicos para el estudio de la fragilidad de un paisaje son: 1) la
pendiente: a mayor pendiente, menor absorción visual y más fragilidad; 2) la vegetación:
a mayor diversidad, mayor capacidad de absorción; 3) la erosionabilidad: directamente
relacionado con las pendientes; y 4) los contrastes de colores: a más contrastes, mayor
capacidad de absorción.
Es importante considerar que la fragilidad visual adquirida aumenta con la cer-
canía de los pueblos; y los paisajes vulnerables son aquellos parajes cuyas condiciones
los hacen especialmente sensibles a cualquier tipo de intervención, con claros efectos
negativos sobre ellos. Y que considerando la capacidad de acogida del territorio para un
determinado uso, los estudios de impacto ambiental sirven para reconocer la incidencia
paisajística de una determinada actividad que se va a implantar en el territorio (Higue-
ras, vol. 2, 2009: 27-29).
Luego entonces, las medidas correctivas para disminuir la fragilidad del paisaje
son: a) evitar las transformaciones del relieve con desmontes o terraplenes que modi-
fiquen la geomorfología natural; b) edificar con poca altura o con alturas adaptadas a la
geomorfología general del territorio; c) reverdecer las áreas de cauces, riberas, etcéte-
ra, y establecer una regeneración natural positiva de las zonas con especies autóctonas,
de forma que se abandone el estado regresivo o estacionario; d) considerar los colores
del paisaje y combinarlos con los acabados superficiales del suelo, fachadas o cubier-
tas. También beneficia aprovechar los contrastes para los equipamientos o elementos
relevantes de la ordenación; y e) considerar el factor de la luz difusa y su capacidad para
favorecer los contrastes cromáticos y la gama de colores brillantes (blancos, amarillos,
rojos, violetas, etcétera), tanto para la sección de las especies vegetales como para
otros elementos relevantes del edificio o espacios públicos de la ordenación (Higueras,
vol. 2, 2009: 30).
Por último, destacar que hoy en día, cuando se habla de vulnerabilidad, normal-
mente se relaciona con el cambio climático que, según avance en el planeta, mayores

106 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


serán los riesgos a los cuales se enfrentarán los paisajes: inundaciones, avalanchas,
desbordamiento de los ríos, sismos y maremotos, riesgos que hay que considerar al
evaluar la fragilidad de un paisaje.

CONCLUSIONES

Con esta nueva visión del paisaje cultural urbano coinciden la protección del patrimonio
(particularmente la del patrimonio urbano), la planeación urbano-territorial y la protec-
ción del medio ambiente, además, tiende a desaparecer la diferencia que existe entre
patrimonio natural y patrimonio cultural. La preocupación por lo ambiental y la conse-
cuente propuesta del desarrollo sostenible, obligaron a que la perspectiva sobre los
temas urbano-territoriales, que en los años setenta y ochenta del siglo pasado tenían
una clara dirección hacia la multidisciplina, hoy en día, tengan que ser analizados con
una visión transdisciplinaria, ante el surgimiento, a finales del siglo xx y principios del
xxi, de términos como ecourbanismo, urbanismo bioclimático, planeación verde, pla-
neación ambiental, paisaje urbano histórico, etcétera, que plantean formas diferentes
de abordar lo urbano territorial, convirtiendo a la cuenca en la escala adecuada para
iniciar su estudio.
De la revisión histórico-ambiental realizada en este texto, destaca la visión fu-
turista de Ruskin y de seguidores como Sitte, pues establecían, desde entonces, una
relación entre paisaje, ciudad histórica y patrimonio cultural, aunque éste último en for-
ma de ruina. También se pueden observar, en el paisaje que origina la nueva ciudad, los
inconvenientes, entre ellos la monotonía, la excesiva regularidad, la simetría a cualquier
costo de espacios inarticulados o desproporcionados con la arquitectura; por lo cual, es
inevitable comparar estas ciudades modernas con las ventajas de las ciudades antiguas,
en especial, las medievales (Benévolo, 1974).
Asimismo, sobresale la visión futurista de Víctor Olgyay en el terreno del diseño
bioclimático y la de I. McHarg en la planeación ambiental, elaboradas en los años se-
senta, que marcan rutas para abordar, de la mejor manera, estas disciplinas. Se trata
de investigaciones con aportaciones muy importantes para las nuevas visiones de la
arquitectura y la planeación urbano-territorial.

BIBLIOGRAFÍA

Bandarín, F. y Van Oers, R. (2014). El paisaje urbano histórico. Madrid: Abada editores
Benévolo, L. (1974). Historia de la arquitectura moderna. Barcelona: Gustavo Gili.
Cancer, L. (2010). “Reflexiones para la valoración del paisaje”. En Maderuelo, J., Paisaje
y patrimonio. Madrid: Abada editores.
Cedeño, A. (2015). Rehabilitación urbana: orígenes, metodologías, tecnologías. México: Trillas.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 107


Cedeño, A. (1998). “¿Existen métodos nacionales para intervenir el patrimonio urbano?”.
En: Revista Diseño y Sociedad, 9: 61-67. México: uam Xochimilco.
Ceschi, C. (1970). Teoria e storia del restauro. Roma: Mario Bulzoni.
Choay, F. (2007). Alegoría del patrimonio. Barcelona: Gustavo Gili.
De las Rivas, J. L. (2004). “El papel de la planificación urbana en la ciudad sostenible:
viejas ideas para problemas nuevos”. En: Álvarez, A. y Valverde, F. (coords.).
Ciudad, territorio y patrimonio. Materiales de investigación ii. México: Universidad
Iberoamericana, Puebla / Universidad de Valladolid.
De Martino, U. (1978). “L’evoluzione del debattito sui centri storici dagli anni ’30 ad
oggi”. En: Atti di Convegni e Seminari. Roma: Facultad de Ingeniería de la Univer-
sidad de Roma.
Higueras, E. (2009). Paisaje y Territorio, vols. 1 y 2. Madrid: Escuela Técnica Superior de
Arquitectura de Madrid.
Higueras, E. (s/f). El reto de la ciudad habitable y sostenible. Pamplona: dapp, Publicacio-
nes Jurídicas, S. L.
Lynch, K. (1959). La imagen de la ciudad. Buenos Aires: Infinito.
McHarg, I. (2000). Proyectar con la naturaleza. Barcelona: Gustavo Gili.
Mata, R. (2010). “La dimensión patrimonial del paisaje. Una mirada desde los espacios
rurales”. En: Maderuelo, J., Paisaje y patrimonio. Madrid: Abada editores.
Monterrosa, G. G. (2015). “Cuencas hidrológicas de México”. En: Revista trimestral Cuen-
cas de México, abril-junio. México: Fomento a los Consejos de Cuenca de la Re-
gión Golfo Centro, A. C. / Comisión Nacional del Agua.
Ordeig, J. M. (2004). Diseño Urbano y pensamiento contemporáneo. México: Océano de
México, S. A.
Patiño, A. M. (1985). “Evolución de la teoría y los planes de urbanismo (retrospectiva)”.
En: Revista Vivienda-Infonavit, julio-diciembre, (10)2: 258-277. México.
Rivera, J. (2010). “Paisaje y patrimonio”. En: Maderuelo, J., Paisaje y patrimonio. Madrid:
Abada editores.
Salvador Palomo, P. J. (2003). La planificación verde en las ciudades. Barcelona: Gustavo Gili.
Sitte, C. (1980). “Construcción de ciudades según principios artísticos”. En: Collins, G. y
Sitte, C. El nacimiento del urbanismo moderno. Barcelona: Gustavo Gili.
Vitiello, M. (2012). Prospettive ecologiche per il restauro. Milán: Franco Angeli.

Referencias electrónicas

Convenio Europeo del Paisaje del 20 de octubre de 2000. Disponible en: http://www.
culturaydeporte.gob.es/cultura-mecd/dms/mecd/cultura-mecd/areas-cultura/
patrimonio/Convenio_europeo_paisaje.pdf
Memorándum de Viena sobre el Patrimonio Mundial y la Arquitectura Contemporánea.
Gestión del Paisaje Histórico Urbano. Mimeo. S/Lugar. http://conservacion.inah.
gob.mx/normativa/wp-content/uploads/Documento34.pdf
https://es.scribd.com/doc/99856941/Eco-Urbanismo
http://whc.unesco.org/en/about/

108 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Capítulo 7

Los centros históricos y un


nuevo abordaje conceptual
desde su complejidad
Amparo De Urbina

INTRODUCCIÓN

En este texto se lleva a cabo una revisión de los debates, reflexiones y gestión de
los centros históricos a partir de su reciente auge, en contraste con las normativas
urbanas que no logran dar cuenta de los mismos. Además, se detallan dos corrientes
promovidas por organizaciones internacionales con un impacto territorial muy claro: la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco),
de influencia global, con la recomendación del paisaje histórico urbano, y el Banco In-
teramericano de Desarrollo (bid), de influencia regional para América Latina y el Caribe,
con la propuesta de revitalización de centros tradicionales, lo cual muestra que las ten-
dencias de intervención no parecen tan ajenas al debate sobre dichos cambios, llegando
a la conclusión de que es necesario tener acceso a una nueva construcción conceptual
que reconozca su naturaleza y permita incorporar el recurso más importante de estos
sectores: lo social.
La presente reflexión se desarrolla en el marco del proyecto doctoral en Estudios
Sociales, que busca explicar cómo se ha abordado la dimensión social en los procesos
de intervención y valoración de los centros históricos, colocando el énfasis en el centro
histórico de Bogotá (De Urbina, 2017).

EL APOGEO DE LOS CENTROS HISTÓRICOS Y SU COMPLEJIDAD RECONOCIDA

Las ciudades se han convertido en iconos del turismo mundial, y su patrimonio urba-
no ha adquirido cada vez más prestigio en las últimas décadas (Lalana, 2011). En ese
contexto, la emergencia del urbanismo en la valoración, gestión y conservación del pa-

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 109


trimonio urbano ha ido adquiriendo un carácter más prioritario desde la década de los
80, con el reto de incorporar los centros históricos en la ciudad contemporánea (Jori,
2008).1 Al referirse a los centros históricos de América Latina, Carrión destaca que los
debates recientes sobre la gestión pública de los mismos, responden a un momento
coyuntural, que cuestiona los paradigmas hegemónicos construidos alrededor de su
manejo y gestión; a medida que la ciudad consolidada aumenta su importancia como
nodo de integración internacional, aumenta la importancia de las centralidades históri-
cas (Carrión, 2012).
El nuevo papel de las ciudades –que se enmarca en una apertura económica–,
provoca que éstas compitan y cooperen entre sí por encima de los Estados nación, y
entran en crisis por la globalización y el incremento del peso local –descentralización–;
pues esta situación construye nuevos equilibrios de poder dentro de los Estados nación,
dándole mayor peso al mercado, lo que impacta las políticas públicas. La introducción
de una lógica privada en la gestión de la ciudad promueve un cambio sustancial en el
marco institucional municipal, que se expresa en dinámicas de cooperación público-
privada en la producción de servicios e infraestructuras, base material de la ciudad
(Carrión, 2012).
Los centros históricos se convierten, entonces, en uno de los lugares más em-
blemáticos de la ciudad consolidada, no sólo por su concentración de bienes de interés
cultural e importancia funcional, sino también por la multiplicidad de actores presentes
–y afectados– en un momento en el que la ciudad se plantea una nueva integración en el
marco de la globalización, y eso conlleva a establecer nuevas funcionalidades y a perder
otras. Todos estos cambios plantean la necesidad de redefinir las formas de compren-
sión del patrimonio urbano, así como de la actuación frente a él, cuestionando el para-
digma con el que se ha venido trabajando: la conservación (Carrión, 2012). Al respecto,
José Luis Lalana (2014) afirma que a pesar de los fuertes procesos de urbanización y de
la complejidad de estos sectores urbanos, el manejo de los centros históricos se ha ba-
sado, durante el siglo xx, en la conservación, lo que impone una relación de resistencia
frente al cambio.
Existen varias reflexiones sobre las políticas de intervención urbana en centros
históricos, con el objetivo de identificar las novedades que se han producido a nivel
conceptual y metodológico, respecto a la gestión del patrimonio urbano para centros
históricos en Europa, América Latina y el Caribe desde la década de 1980 hasta 2007.
Los autores coinciden en los importantes avances en las tres regiones, si bien las co-
yunturas de cada una son diferentes, el reto en común estriba en consolidar los centros
históricos en espacios vivos e incluyentes (Luque y Smith, 2007).

1. La preocupación por incorporar la arquitectura contemporánea en entornos patrimoniales, se evidenció en 2002,


cuando, por primera vez, en el ámbito del Patrimonio Mundial, la ciudad de Viena estuvo a punto de ser excluida
de la Lista de Patrimonio Mundial –donde ingresó apenas un año antes–, si no se manejaba la altura y volumen de
las cuatro torres del proyecto de la estación ferroviaria de Wien-Mitte, situada en la zona de amortiguamiento del
área inscrita (Lalana, 2011).

110 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Los aportes más relevantes se han presentado en los mecanismos de gestión
patrimonial, mediante la participación de actores públicos y privados para la elabora-
ción de leyes y planes de intervención (Luque y Smith, 2007). Por su parte, Rodríguez
(2009) señala que Latinoamérica está a la vanguardia en la producción conceptual para
la acción en los centros históricos y, en general, sobre sectores patrimoniales y cen-
tralidades urbanas, no tanto por la abundancia de publicaciones, sino por la calidad y
precisión de las mismas.2

LOS CENTROS HISTÓRICOS, SU CONSTRUCCIÓN POLÍTICA Y ABORDAJE

Fernando Carrión (2012) apunta que los centros históricos nacen en el momento en el
que el poder político –en representación de la sociedad– delimita su territorio y estable-
ce normas para su gestión y manejo. Para Álvarez “[…] intervenir en la ciudad histórica
significa delimitar sectores parciales en la misma (los llamados sectores a salvaguardar),
aislándolos del resto del espacio tradicional, que no ha sido objeto de catalogación,
como paso previo para emprender proyectos de recuperación urbana (2006: 28).
Si bien la construcción política de los centros históricos se puede establecer clara-
mente en el tiempo, su delimitación no es un hecho concreto que se pueda referenciar de
esta misma forma (Hardoy y M. Gutman, 1992; Ramírez, 2003), las discusiones, disputas y
argumentaciones entre los actores implicados no suelen llegar a un consenso y, al mismo
tiempo, la decisión tomada es revisada y replanteada a lo largo del tiempo. De cada deli-
mitación se deriva un ejercicio de valoración del sector; es decir, una suma de fichas
de evaluación del patrimonio arquitectónico incluido en ese sector, y el impacto que
genera en la zona urbanizada, que afecta al aérea reconocida como el pericentro, y
que se traduce en cambios en el uso del suelo y perfiles urbanos, así como en cambios
en los marcos normativos, en los niveles de protección de los inmuebles, y el deterioro,
modificación o desaparición de algunos de ellos que pocas veces es evaluado.3

LA “PUESTA EN VALOR” DE LOS CENTROS HISTÓRICOS

Es paradójico, pero no todos los elementos que están incluidos en ese límite llamado
centro histórico, son considerados como parte de éste, una situación que es producto

2. Destacan en esta producción conceptual y en el apoyo editorial tres entidades fundamentalmente: Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (flacso), Ecuador; el Banco Interamericano de Desarrollo (bid) y el Lincoln
Institute of Land Polices (lilp), (Rodríguez, 2009).
3. Frente a la dificultad de la delimitación de centros históricos, es pertinente explorar la definición de un entorno
de protección, o en términos de la Unesco, una zona de amortiguamiento o zona tapón. Éste es un asunto que
ha dado lugar a muchas publicaciones y documentos internacionales en las últimas décadas (Declaración de Xi’an,
2005). Si se desea una aproximación al concepto de zona de amortiguamiento (que no es exactamente lo mismo
que entorno de protección), consúltense páginas de Academia.edu (las zonas de amortiguamiento).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 111


de la posterior “puesta en valor” del mismo. Las primeras posiciones frente a su valo-
ración y conservación se traducen en la identificación y abordaje de ciertos elementos
arquitectónicos ubicados en el conjunto que aparecen relacionadas con la definición de
monumento, pues los valores históricos y artísticos son eternos, lo que los convierte
en reservas culturales únicas que deben ser conservadas.

La idea de patrimonio, como una selección desagregada de piezas monumentales que


desemboca en una catalogación indiscriminada de bienes, considerados bajo la vertiente
de lo histórico-artístico, junto con la instauración de las técnicas restauradoras, como ga-
rantía de su preservación, se desarrollan y se concretan en ámbitos históricos en los que
dominan mentalidades para las que la preservación de dichas piezas sólo tiene sentido
en el marco, a su vez, de la preservación de valores sociales eternos (Álvarez, 2006: 25).

Estos elementos “privilegiados” son piezas arquitectónicas que, incluso al ser extraídas
de su contexto, no perdían los valores específicos, con una calidad suficiente como
para gozar de un reconocimiento universal, trascendiendo el contexto social al que
debían su razón de ser. Su valor, por lo tanto, al ser considerado fuera de contexto, no
respondía a motivaciones urbanísticas: “Esta idea de patrimonio, elevado a la categoría
de expresión ideológica atemporal, va a condicionar una forma muy concreta de inter-
vención en el mismo. Se trata de la técnica de la restauración” (Álvarez, 2006: 19).
Para este autor la visión clásica que se construye de los centros históricos se
basa en su caracterización desde la valoración de aquellos edificios considerados ex-
cepcionales y abordados como monumentos, que responde, a su vez, a la tradición de
entender estos sectores urbanos como un monumento (Álvarez, 2006: 13).

Y es para ponerlos en valor como se procede a separarlos, a hacerles prescindir, a apar-


tarlos, del contenido social responsable de su actual “disponibilidad económica”. “Poner
en valor” un bien patrimonial, en este sentido, implica extraerlo, desvincularlo de su “con-
texto valedor”, para exponerlo al servicio de otro […] En cualquier caso, dicha “puesta en
valor” supone, como primera medida, despojar al bien patrimonial sobre el que se actúa,
de todo aquello que lo ha valorado históricamente (Álvarez, 2006: 183).

Según Carrión (2012), lo monumental se plantea como un objeto inanimado, sin re-
laciones, sólo con atributos físicos. Y es justamente ahí, donde se muestra un reto
muy importante y poco abordado, la importancia de la elaboración de diagnósticos del
patrimonio urbano: “El reto de las políticas está en la construcción de diagnósticos y
propuestas que incorporen la totalidad de las relaciones que le dan origen [al centro
(casco) histórico]. Se trata de diseñar políticas urbanas que permitan definir un proyecto
de centro histórico que sea parte y aporte a un proyecto nacional” (Carrión, 2006: 2-7).
Para Álvarez, el abordaje de los centros históricos –que también incluye su va-
loración– se realiza desde el campo de la recuperación de valores históricos de ciertos

112 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


elementos arquitectónicos “extraordinarios”, lo que impone una mirada desagregada al
margen de consideraciones sociales, urbanas y del conjunto espacial al que pertenecen:

Se trata, decimos, de una forma de concebir el patrimonio edificado que responde a


consideraciones teóricas y a presupuestos sociales que, cuando menos, ignoran –pienso
que conscientemente– el papel que debe jugar dicho patrimonio en la recuperación de la
ciudad como un bien colectivo. La citada recuperación no debe ser sinónimo exclusivo de
restauración, en el sentido tradicional de este término, sino, también, de un tratamiento
urbanístico, única manera de que entren en juego una diversidad de valores que sobre-
pasen decimonónicos presupuestos histórico artísticos que, desde tiempos remotos, se
han mantenido como las únicas medidas a tener en cuenta en la calificación y selección
del patrimonio (Álvarez, 2006: 25).

Por lo tanto, la aproximación y diagnóstico de estos sectores históricos debería ir más


allá de lograr una calidad científica propia de la valoración de unos pocos edificios, con
fines académicos y políticos; se trata de tener en cuenta todo el conjunto, sus dimen-
siones sociales y económicas para promover acciones estratégicas, que se traduzcan en
beneficios reales para la población local (Gutiérrez, 2010).

POLÍTICAS Y PLANOS URBANOS PARA EL ABORDAJE DE SECTORES


PATRIMONIALES EN EL SIGLO xx

Se pueden identificar cuatro generaciones de políticas y planes urbanos para los centros
históricos en el pasado siglo, lo anterior con el objetivo de arribar a una caracterización
que permita comprender su abordaje actual (Álvarez, 2006). La primera generación,
denominada de reconstrucción-densificación como práctica urbanística, está integrada
por los proyectos de reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial en Europa, que
tenían como objetivo levantar rápidamente las estructuras urbanas que se destruyeron
durante la guerra. Estos proyectos de reconstrucción se convierten en las primeras
propuestas urbanísticas planteadas en las zonas históricas de las ciudades afectadas,
marcando un hito disciplinar: el proyecto de recuperación del centro histórico (Álvarez,
2006: 69).
La segunda generación se identifica con la fase de expansión de la ciudad, y el
centro histórico está en el marco del modelo de renta urbana –finales de la década
de los 50, principios de los 60. Los grandes debates urbanísticos se centran en los
problemas que plantea la expansión urbana, mientras que la ciudad tradicional adopta
su papel de centralidad. La expansión urbana coincide con una sistemática reestructu-
ración de los centros históricos, lo que significa –frente al patrimonio arquitectónico–
que únicamente mantienen aquellos inmuebles a los que se les reconoce como “pieza
histórico-artística” únicas, lo demás es sometido a demolición. Esta situación afecta a

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 113


un patrimonio edificado del que hace uso la población más vulnerable que se ve obliga-
da a desplazarse.
La tercera generación –finales de la década de los 60, y principio de los 70–
apuesta por la austeridad como una reacción frente a las actitudes demoledoras y ex-
pansivas propias de la etapa anterior. Esta austeridad no se expresa de la misma forma
debido al abanico de realidades urbanísticas. Así, en este contexto se pueden establecer
dos vertientes claramente diferenciadas frente a los centros históricos, ambas bus-
cando cualificar el centro: la primera, explora la “elitización” de los centros históricos
deteriorados, buscando la reconversión de funciones y realidades sociales para atraer
población con un perfil socioeconómico específico (Álvarez, 2006: 75).4
La segunda vertiente apuesta por la recuperación de los centros históricos, ami-
norando la tensión centro-periferia, incorporando a la población residente a través de
actuaciones urbanísticas que los incluye, desde espacios sociales y económicos hasta
un programa amplio que aborde, entre otras cosas, los problemas de vivienda;5 en este
contexto, rescatar un centro histórico significa recobrar el patrimonio arquitectónico en
el marco de una recuperación general de la ciudad, en donde el sector patrimonial no
se concibe como un espacio marginal y más bien se encuentra estrechamente vinculado
con el resto de la ciudad.
La cuarta generación –década de los 80–, se caracteriza por privilegiar los pla-
nes estratégicos, identificados por la suma de actuaciones individualizadas y proyectos
específicos, casi siempre de signo especulativo, que se plantean al margen de un plan
de conjunto, aplicados de manera determinante en el espacio urbano; también como
operaciones arquitectónicas estratégicas de gran alcance (Álvarez, 2006: 75). Entonces,
en esta etapa, que se mantiene hasta la actualidad, ya está asumida por completo la idea
de que los centros históricos deben ser conservados, por lo que cada vez pesa menos
la lógica de la demolición. Si bien su conservación y permanencia no se discute, sí se
debate respecto a la forma de llevarlas a cabo en busca de recuperar significaciones
históricas. Esta cuarta generación, caracterizada por Inés Sánchez (1999) como la “di-
mensión social del urbanismo”, se caracteriza por definir las intervenciones urbanas con
criterios físicos gestionados desde y con recursos de los gobiernos centrales.
Se está en una etapa donde las entidades locales asumen la responsabilidad de
la toma de decisiones, a partir de las necesidades expresadas por la población local en
espacios de participación, y de gestionar esas intervenciones buscando alianzas estra-
tégicas con empresas privadas y entidades gubernamentales, con la meta de lograr la
financiación de los proyectos de intervención que tienen como prioridad mejorar las
condiciones de vida de la población local, pues la escala de trabajo es el barrio.

4. Esta práctica se desarrolló –y se desarrolla– al amparo de la Ley Malraux (1962), referida a la conservación del
Patrimonio Histórico en Francia, vigente en la actualidad y con la que se ratifican casi cien años de prácticas res-
tauradoras en algunos países europeos.
5. El Plan de Bolonia constituye el ejemplo más significativo de esta apuesta.

114 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Es en este contexto que se involucra la dimensión económica y social a las polí-
ticas urbanas que venían considerando únicamente la dimensión física; el agente clave
en estas intervenciones es el inversionista privado, en vista de que el papel del sector
público es el de generar un ambiente estable que atraiga inversiones privadas. Ya no
se trata de planes y proyectos a mediano y largo plazo, sino de proyectos urbanos que
deben ejecutarse en el corto plazo (Sánchez, 1999).
Si bien a lo largo de estas cuatro generaciones de intervenciones urbanas, el con-
cepto de patrimonio ha ido evolucionando desde la consideración de monumento aislado
a territorio paisajístico, pasando por conjunto urbano, desde los marcos normativos y una
actitud disciplinar todavía dominante, sin embargo, todavía está vigente la concepción
monumental del centro histórico; es decir, este conjunto urbano es considerado como un
monumento y como tal hay que tratarlo. Álvarez (2006) señala que la realidad actual
está en búsqueda de la “recuperación conceptual del centro histórico como ámbito
territorial”. Hay que señalar, que el pensamiento orientador de las intervenciones más
recientes en centros históricos no es uno, sino que se retoman experiencias anteriores,
en lo que sí parece haber consenso es en verlo como centralidad, con formas de inter-
vención que lo alejan cada vez más del conjunto de la ciudad.

El tratamiento urbanístico de que han sido objeto los centros históricos se ha planteado,
en general, como una cuestión que, aunque hipotéticamente enmarcada en el contexto
global de la ciudad, sólo interesaba a la ciudad histórica propiamente dicha. Al menos, ésta
ha sido la idea que se nos ha querido transmitir: observar y tratar la ciudad histórica como
un fragmento de la “ciudad total” que no requiere, necesariamente, relaciones concretas
con esta última para proceder a su conservación y recuperación (Álvarez, 2006: 65).

REFLEXIONES ACTUALES EN ÁMBITOS INTERNACIONALES Y LATINOAMERICANOS

A finales del siglo xx e inicios del siglo xxi, se pueden identificar dos corrientes sobre
los centros históricos, que se enmarcan en la cuarta generación de políticas y planes
urbanos.6 Son promovidas por organizaciones internacionales con un impacto territorial
claramente marcado: Unesco, con la recomendación del Paisaje Histórico Urbano y el
bid con la propuesta de Revitalización de centros tradicionales para América Latina.7
La recomendación del Paisaje Histórico Urbano, adoptada en el año 2011 durante
la 36 Conferencia General de Unesco, constituye un referente interesante –poco desa-
rrollado– en la construcción de diagnósticos de los centros históricos; esta aproxima-
ción fue planteada en el Memorando de Viena (2005), en un contexto de reflexión sobre
los centros históricos, respecto a la presión que sufren y la carencia de herramientas

6. Descritas en la introducción del presente texto.


7. Para profundizar en el papel del bid en la Revitalización, véase “Financiamiento de la revitalización urbana en
América Latina: una revisión de la teoría y la práctica post 1980” en Mendes (2007).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 115


apropiadas para su gestión, temas que fueron recurrentes en las convenciones y cartas
de la Unesco.
Por otro lado, la Revitalización es un modelo de intervención urbana, desarrolla-
do en centros históricos de América Latina desde la década de 1980, que privilegia la
participación de la población local para la toma de decisiones relacionadas con proyec-
tos estratégicos liderados por entidades administrativas locales. El concepto se basa
en lineamientos definidos para la Regeneración, ampliamente difundidos en la tradición
norteamericana (Simó, 2013). A continuación se describe cada una de estas corrientes
con más detalle.

a) Panorama internacional: El paisaje histórico urbano

A principios del siglo xxi, en el Memorando de Viena (2005), y tras seis años de debates
y reuniones de expertos, la 36 Conferencia General de Unesco adoptó, en 2011, una
Recomendación que propone una nueva aproximación al patrimonio urbano, cuyo con-
cepto central es el paisaje. Esta recomendación, denominada Paisaje Histórico Urbano,
supone la adaptación de la valoración y gestión del patrimonio urbano a los requeri-
mientos que plantea la sostenibilidad. Es también un avance hacia la consideración de
las relaciones entre los diversos tipos de patrimonio (Lalana, 2011). El avance supone,
además, ir más allá de la conservación física para reconocer la dimensión social del pa-
trimonio urbano, buscando darle sostenibilidad en el tiempo a los valores propios de los
centros históricos.
Por lo anterior, a partir del 2005 con la Carta de Viena y en las siguientes reunio-
nes mundiales, convenciones y recomendaciones,8 se afirma que los centros históricos
son resultado de procesos que han tenido lugar en el tiempo, definidos por condicio-
nantes económicas, sociales y culturales, que se expresan en un sistema complejo con
componentes materiales e inmateriales y, por lo tanto, la necesidad de integrar estas
múltiples dimensiones de identidad y los aspectos intangibles de la cultura urbana.
De acuerdo con lo anterior, esto implica aceptar la naturaleza dinámica de las
ciudades y sus centros históricos, reflexión que ayuda a superar una mirada exclusiva-
mente física. Incluye, también, una ponderación en torno a la conservación del patri-
monio material, pues el cambio es inherente al desarrollo urbano y la valoración, y la
gestión de sectores patrimoniales debe integrar esta evolución.
Ante la insuficiencia de los instrumentos de gestión, de intervención urbana y
conservación del patrimonio, se requiere, por tanto, dar una respuesta adecuada en-
frentando las necesidades emergentes de la vida contemporánea que se dan en los
centros históricos, así como la necesidad de incorporar en los procesos de valoración y
gestión a los habitantes, autoridades locales y sector privado para elaborar propuestas

8. 2005: Conferencia internacional El Patrimonio Mundial y la Arquitectura Contemporánea. Gestión de los Paisajes
Históricos Urbanos. Memorando de Viena; 2006: Reunión de Jerusalén; 2006: París, Centro del Patrimonio Mundial;
2007: San Petersburgo y 2007: Olinda, Brasil.

116 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


acordes al desafío de la sostenibilidad del patrimonio urbano. Incluso integrar la arqui-
tectura contemporánea en los centros históricos reconociendo los beneficios de estas
intervenciones, con las regulaciones pertinentes.
Esto supone reconocer los elementos naturales, las dimensiones inmateriales y
la diversidad cultural que se manifiestan en diferentes escalas en los centros históricos,
sin desconocer la dimensión material, lo que implica explorar soluciones alternativas
para la valoración y gestión de estos sectores de la ciudad, analizar los instrumentos de
gestión disponibles a la luz de los niveles de conservación de los centros históricos y
ajustarlos. Se trata de orientar su manejo aceptando los cambios propios de la ciudad,
contrarrestando o controlando el impacto negativo de intervenciones contemporáneas
y de procesos de origen no local, tales como el turismo y el desarrollo urbano. Para Luis
Lalana (2014) resulta útil el concepto de paisaje para reconocer los valores e impactos
de externalidades más allá de los límites físicos establecidos: “Así, algunos aspectos
básicos sobre el concepto de paisaje urbano histórico que señala la propia Recomenda-
ción son: que la presencia de nuevos desafíos precisa del desarrollo de nuevos concep-
tos y nuevas políticas de intervención; la necesidad de considerar ‘el contexto urbano
general y su entorno geográfico’; la necesidad de integrar el patrimonio material y el
inmaterial; y la de potenciar una visión dinámica frente a una visión estática de la ciudad”
(Lalana, 2014: 6).
Aunque la recomendación de Paisaje Urbano Histórico (puh) –que retoma las con-
sideraciones que sobre centros históricos se hicieron en Nairobi en 1976–,9 se convierte
en una alternativa para entender las dimensiones, problemáticas y presiones a las que
está sometido el patrimonio urbano, su definición y alcances continúan en discusión.
Un elemento que no ha sido debatido a profundidad es el concepto de paisa-
je. Según Lalana (2011) en el Memorando de Viena de 2005, la definición de paisaje
urbano histórico apenas difiere de la Recomendación de Nairobi (1976) para los conjun-
tos históricos. En el anteproyecto de Recomendación, la definición propuesta es la de:
“territorio urbano concebido como una estratificación histórica de valores culturales y
naturales, superando las nociones de ‘centro histórico’ o de ‘conjunto’ histórico para
incluir el contexto urbano más amplio y su medio geográfico” (Unesco, 2010, art. 9).
A pesar de que en esta definición se destaca la importancia de las relaciones
entre los elementos visuales, no está presente la idea del paisaje como percepción
subjetiva y colectiva, como sí lo plantea el Convenio Europeo del Paisaje (Florencia,
2000), al señalar que: “por ‘paisaje’ se entenderá cualquier parte del territorio tal como
la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de

9. La Recomendación de Nairobi (Unesco) aporta una noción de “paisaje” vinculada a la conservación del patrimo-
nio urbano: “Cada conjunto histórico y su medio deberían considerarse globalmente como un todo coherente cuyo
equilibrio y carácter específico dependen de la síntesis de los elementos que lo componen y que comprenden tanto
las actividades humanas como los edificios, la estructura espacial y las zonas circundantes. Así pues, todos los
elementos válidos, incluidas las actividades humanas (por modestas que sean), tienen en relación con el conjunto,
un significado que procede respetar” (Unesco, 1976: 142).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 117


factores naturales y/o humanos”. La formulación del puh carece de una reflexión crítica
respecto a lo social.

La cuestión esencial estriba, por tanto, en una correcta aproximación al término paisaje
y sus implicaciones, que, en efecto, es complejo, pero no necesariamente inabarcable. Y
junto con ello, la revisión crítica de qué es lo que ha pasado con el patrimonio urbano en
la segunda mitad del siglo xx: cuáles han sido las tendencias generales, cuáles los asuntos
más problemáticos y difíciles de abordar, etc. Y aquí radica otra de las prevenciones que
me plantea el concepto de paisaje urbano histórico, porque en toda la documentación ge-
nerada respecto al mismo brillan por su ausencia un tema como el otro, y después de varios
años de haber aprobado la recomendación se siguen utilizando definiciones de paisaje tan
extensas como poco operativas (Lalana, 2014: 5).

Para Lalana, es necesaria una nueva aproximación al territorio, una nueva mirada que
facilite la intervención, y el paisaje parece una buena herramienta, pero dada la com-
plejidad del concepto, ésta requiere una mayor acotación. Abordar la definición del
paisaje urbano histórico propuesta por Unesco, implica el diseño de un cuerpo meto-
dológico para su desarrollo, debido a que este organismo no acota bien el concepto
de paisaje.

[…] la topografía, la geomorfología y las características naturales del sitio, su entorno


edificado, tanto histórico como contemporáneo, sus infraestructuras de superficie y sub-
terráneas, sus espacios verdes y jardines, sus planos de ocupación de suelos y su organi-
zación del espacio, sus relaciones visuales y todos los demás elementos constitutivos de
la estructura urbana. Engloba igualmente las prácticas y los valores sociales y culturales,
los procesos económicos y las dimensiones inmateriales del patrimonio en tanto que
vector de diversidad y de identidad (Unesco, 2010).

En ese sentido, en la aproximación propuesta por Unesco, la herramienta útil es el


paisaje como punto de partida y elemento para el debate central, es decir, el análisis o
la metodología de análisis del paisaje parece suficiente, sin más adjetivos. Por ello se
propone, para complementar la aproximación al paisaje urbano histórico, trabajar desde
el concepto de paisaje para darle una posible guía y pueda ser utilizado a través de la
metodología de análisis del paisaje.

[…] el riesgo que implica utilizar el término paisaje, con los adjetivos que sean después,
consiste en que puede conducir a la inacción, tanto porque no se sea consciente de todo
lo que implica como porque se considere algo tan complejo que en la práctica es inabor-
dable, dejando aparte que puede prestarse, a partir de esa idea de que puede significar
cualquier cosa que queramos, a las interpretaciones interesadas y a la institucionalización
de una retórica vacía y banal (Lalana, 2014: 4).

118 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Si se procede del paisaje, las posibilidades de llevarlo a cabo son tan amplias como difí-
ciles, pero no imposibles. Nuevamente, para Lalana (2015) existen tres puntos que son
esenciales en el concepto de paisaje y que no han sido tocados por Unesco en la reco-
mendación del puh: las relaciones entre las partes están por encima de cada elemento; es
importante entender los procesos y; la estructura-sistema-mirada holística, es decir, el
todo, es más que la suma de las partes. Veamos lo que señala Santos al respecto:

El paisaje no es para siempre. Es objeto de cambio. Es un resultado de sumas y restas


sucesivas. Es una especie de marca de la historia del trabajo, de las técnicas. Por eso, es
parcialmente trabajo muerto, ya que está formado por elementos naturales y artificiales.
La naturaleza natural no es trabajo. Ya su antinomia, la naturaleza artificial, es el resultado
del trabajo vivo sobre el trabajo muerto. Cuando la cantidad de técnica sobre la naturale-
za es mayor, el trabajo se basa sobre el trabajo. Es el caso de las ciudades, sobre todo las
grandes. Las casas, la calle, los ríos canalizados, el metro, etc., son resultado del trabajo
corporificado en objetos culturales. Seamos reiterativos: al ser susceptible a los cambios
irregulares a lo largo del tiempo, el paisaje es un conjunto de formas heterogéneas, de
edades diferentes, pedazos de tiempos históricos representativos de diversas maneras
de producir las cosas, de construir el espacio (Santos, 1995: 65).

b) Panorama en América Latina: la complejidad del centro histórico

La ubicación de los centros históricos en las ciudades de América Latina corresponde


con el sitio de fundación de la ciudad por lo que tienen una fuerte tradición histórica. Es-
tos sectores patrimoniales han sido testigos de todas las etapas de crecimiento urbano
y, por lo tanto, son el barrio más antiguo de la ciudad; incluyen, además, la totalidad o
una parte representativa del trazado original y construido hasta mediados del siglo xix y
concentran estructuras arquitectónicas levantadas durante el periodo colonial: edificios
religiosos, civiles, institucionales o militares (Hardoy y Gutman, 1992).
Los centros históricos son barrios o distritos de grandes ciudades que concen-
tran obras arquitectónicas y características urbanas de particular importancia e interés
general; tienen funciones complejas y diversificadas, propias de un centro urbano. Las
ciudades a las que pertenecen éstos, por lo general, son plurifuncionales con una con-
centración de actividades económicas y con una calidad de servicios superior al promedio
nacional y regional, convirtiéndolos en los principales centros de atracción poblacional;
son también centros administrativos nacionales, municipales y/o provinciales, sedes
de importantes centros universitarios, así como intermediarios para el comercio a gran
escala (Hardoy y Gutman, 1992).
Durante los Encuentros Internacionales sobre Manejo y Gestión de Centros His-
tóricos, celebrados en La Habana Vieja en los años 2003 y 2004, Sylvio Mutal (2006)
resaltó que los centros históricos de América Latina, independientemente del clima,
cultura o antigüedad, comparten una serie de características, además de estar condi-

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 119


cionados físicamente por los valores patrimoniales que concentran, suelen estar densa-
mente edificados y poblados, con una suficiente concentración de actividades terciarias
para promover la llegada de un gran número de visitantes con el fin de realizar trámites
o por turismo, lo que se traduce en fuertes presiones de uso que incrementan el precio
de la tierra.
También, suelen tener una compleja estructura de propiedad de la tierra y espa-
cios construidos, debido a la ausencia del propietario y presencia de arrendatarios de
bajos ingresos, propiciando una serie de usos muy complicados que dificulta establecer
criterios claros de control urbano. Los centros históricos de América Latina han sido
sometidos a sucesivas intervenciones físicas que responden a criterios normativos ob-
soletos y, en algunos casos, a decisiones de emergencia ante eventos naturales como
terremotos, huracanes e inundaciones (Ciudad de México, Quito, Cuzco, León, La Ha-
bana, San Juan, diversas poblaciones de Honduras).
Para Rodríguez (2009), la generalización de políticas neoliberales10 en países la-
tinoamericanos agudiza la principal contradicción que caracteriza a los centros histó-
ricos de la región: la riqueza de su entorno cultural –la riqueza de valores tangibles e
intangibles– y la pobreza de su entorno social –críticas condiciones socioeconómicas–,
convirtiendo a los centros históricos y sectores patrimoniales, en lugares frágiles dentro
de la urbe.
En tal escenario, desarrollar procesos responsables de intervención en estas pie-
zas urbanas implica nadar contra corriente, aunque lo que se pretenda sea una mejor
articulación entre políticas nacionales y locales, el desarrollo de procesos participativos,
resolución de conflictos de marginalidad y pobreza, y el mejoramiento en la calidad
del hábitat, todo lo anterior, sin sacrificar los valores patrimoniales presentes –incluso
materiales– en estos sectores urbanos: “[…] la recuperación de los centros históricos
tendrá que transitar obligadamente por un camino de innovación que deberá desarrollar
procesos capaces de atender la diversidad de actores, dimensiones y escalas. Y para
tales cambios es menester contar con claros preceptos conceptuales, probados en el
ejercicio de la práctica” (Rodríguez, 2009: ii).
A partir de la década de los 70, y generalizándose a finales de la década de los 80
y principios de los 90, diversos documentos internacionales y, en especial, los elabora-
dos en América Latina, han abordado y recomendado diversos mecanismos de gestión
para la recuperación de los centros históricos y sectores patrimoniales. A partir de la
primera década del siglo xxi la generalización e interpretación de estos supuestos teóri-
cos han provocado una modificación sustancial en el enfoque de intervención de dichos

10. La política neoliberal es una doctrina económica aplicada en varios países, auspiciada por el Banco Mundial (bm)
y el Fondo Monetario Internacional (fmi); esta política considera contraproducente el intervencionismo estatal en
la dinámica económica, por lo que defiende el libre mercado como garante del crecimiento económico equilibra-
do. El neoliberalismo promueve, a nivel política económica interna, la mínima intromisión de los gobiernos en los
mercados (especialmente el laboral), la privatización de las empresas públicas y el desmantelamiento del Estado
benefactor.

120 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


sectores: “Tanto los organismos internacionales, como las autoridades responsables
del manejo de estas importantes zonas de la ciudad, han evolucionado de una postura
netamente cultural y asociada al mecenazgo, a otra que incorpora criterios de renta-
bilidad económica y sustentabilidad social. Esto ha provocado la aparición de nuevos
sujetos en el ámbito del patrimonio y, por ende, nuevos conflictos” (Rodríguez, 2009: i).
La “revitalización urbana” –vinculada con intervenciones en centros históricos de
ciudades latinoamericanas–, se basa en lineamientos definidos para la “regeneración ur-
bana”, llevada a cabo en ciudades norteamericanas desde 1949 y más recientemente –dé-
cada de los ochenta– en ciudades españolas. Las intervenciones en el marco de estas
estrategias están ligadas a la toma de decisiones con participación de la comunidad y se
aplican en pequeñas áreas de la ciudad, como el barrio.
Si bien el origen de la regeneración urbana en ciudades norteamericanas en los
años 50, buscó atraer al distrito central población residente de clase media y no tanto
retener a la población local existente de escasos recursos, para la década de los ochen-
ta –cuando la revitalización se empieza a desarrollar en América Latina–, pretende evi-
tar el desplazamiento de la población residente, mejorando las condiciones de vida
y contar con su participación se convierte en un elemento importante en la toma de
decisiones de la regeneración.
La regeneración y la revitalización urbana tienen una connotación económica y
social de mayor peso sin desconocer la importancia de la dimensión física. Desde la
regeneración urbana se busca contrarrestar problemas sociales y de exclusión a través
de la intervención física de los barrios; en cambio, las acciones de revitalización, por
estar relacionadas con sectores patrimoniales –centros históricos de América Latina–,
tienen condicionantes físicas definidas por la existencia de bienes de interés cultural,
protegidos por normas de conservación del patrimonio. De los elementos clave de las
políticas de revitalización urbana pueden resaltarse las siguientes:

• La inclusión de la población local en la toma de decisiones a través de la parti-


cipación.
• La intervención de zonas deterioradas ubicadas fuera de los límites del sector de
intervención.
• Los grandes proyectos urbanos como instrumento clave para la intervención ur-
bana.
• La creación de un clima estable –a cargo de la administración pública– para
atraer futuros inversionistas.
• La incorporación de intervenciones diferentes a la regeneración física y protec-
ción del patrimonio: el desarrollo económico local y los programas de acción
social en beneficio de los residentes (empleo, vivienda, etcétera).
• La gestión de estos proyectos a cargo de las administraciones locales, las cuales
deben promover las relaciones entre los sectores público y privado para lograr
la financiación de los proyectos, lo que implica una mayor complejidad en las
relaciones entre todos los sectores, público y privado.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 121


Son acciones ligadas a la toma de decisiones locales ejercida por la comunidad,
que se aplican en pequeñas áreas de la ciudad –la escala aconsejable es el barrio. La
revitalización tiene una connotación económica y social de peso, sin descartar la dimen-
sión física enfocada en la preservación de edificios con valores arquitectónicos –muy
vinculada con la restauración, por lo que suele utilizarse para sectores patrimoniales
(Banco Interamericano de Desarrollo, 2004).
En América Latina los desafíos de las políticas de revitalización son: lograr la
sostenibilidad económica, social y física de los proyectos y bienes patrimoniales, sin
desconocer las culturas locales. Dado el rápido y desordenado crecimiento de nuestras
ciudades, los planes de revitalización deben ser flexibles para responder al crecimiento
y cambio permanente que les permita reaccionar ante situaciones no previstas y pro-
mover procesos participativos de planificación que incluyan a los actores en todas las
fases del mismo, con el fin de incorporar todos los elementos en el escenario urbano.

LA NECESIDAD DE LA RECUPERACIÓN CONCEPTUAL DEL CENTRO HISTÓRICO QUE


PERMITA RECONOCER LAS PROBLEMÁTICAS DE LA REGIÓN

Para Carrión (2012), la importancia de los debates de los últimos años sobre la gestión pú-
blica de los centros históricos en América Latina, radica, entre otras razones, en que los
investigadores se están percatando de las realidades particulares de cada centro históri-
co, rompiendo con la inercia de asumir acríticamente los conceptos que vienen de otras
disciplinas, de otras realidades, en especial de Europa, y de entidades internacionales.

Quizá el hecho que marca la diferencia provenga del propio origen o causa del deterioro
de los centros históricos: mientras en Europa será un hecho episódico devastador, como
la guerra o la refuncionalización urbana en el marco del desarrollo urbano; en América La-
tina, más bien, serán las características socio-económicas de la urbanización. En el primer
caso, se asigna un peso preponderante a la visión “espacialista”, explicable, en principio,
por las características europeas del súbito deterioro del patrimonio concentrado en los
centros históricos y, en el segundo, se brinda mayor importancia a las variables que tie-
nen una perspectiva social (histórica), como matriz de una concepción más comprensiva
o integral (Carrión, 2012: 51).

Según Lalana (2017), esta situación no debería relacionarse con un dominio de concep-
tos que provienen de Europa, porque incluso en esa región se tienen ciertas considera-
ciones que están siendo cuestionadas; por ejemplo, la reflexión en torno a la valoración
de sectores patrimoniales y la necesidad de superar el abordaje formal, se da incluso en
Francia donde esta práctica está más asentada pues todavía se trabaja al amparo de la
Ley Malraux.11 Para Lalana la cuestión de fondo, es decir, la diferencia esencial entre los
centros históricos de estas regiones, está en las condiciones y el funcionamiento de la
ciudad americana, completamente distinto a lo que ocurre en Europa.

122 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


En cuanto a los factores de diferencia de la ciudad en su conjunto, entre ciudad
europea y americana, Lalana (2017) resalta: la escala; la potencia del medio físico refi-
riéndose al relieve, clima y oferta ambiental; la centralidad de la ciudad iberoamericana,
hiperdimensionada frente a la ciudad europea; el dinamismo demográfico estructural;
por otro lado, tendencias de gentrificación o tugurización con una predisposición muy
fuerte. En medio de todo eso y casi como resultado, los ritmos y las dinámicas en las
que ocurren las cosas en América Latina son infinitamente más rápidas en relación con
la ciudad europea; todo esto en un contexto de desigualdad social, configurándose en
uno de los desafíos al abordar los centros históricos de la región: “Los centros histó-
ricos están llamados a ser los lugares desde los que se levanten los estandartes de la
identidad local, regional o nacional a partir de fórmulas propias, novedosas y creativas
del desarrollo, que impliquen conscientemente a la sociedad, reduciendo los conflictos
que provocan su deterioro físico y social e involucrando directamente a sus habitantes
y principales usuarios en los mecanismos que regeneren la actividad económica” (Ro-
dríguez, 2009: 12).
Con los planteamientos definidos desde el paisaje histórico urbano y desde la
revitalización de centros tradicionales en América Latina, es evidente que se busca un
cambio de paradigma para la comprensión y abordaje de los centros históricos: de la
conservación a la sostenibilidad, al pensamiento a largo plazo, donde se asume y se
acepta el cambio, donde se busca integrar lo existente y no sustituirlo por lo nuevo,
reconociendo un elemento central: incorporar a la gente en los diagnósticos y gestión
de estos sectores patrimoniales.

Si los centros históricos concentran un importante patrimonio de la ciudad, quiere decir


que hay actores que lo portan y, por lo tanto, que tienen derechos y deberes. La existen-
cia de este conjunto de actores con posiciones diversas, en el marco de un escenario es-
tratégico, determina el ámbito de un conflicto que las políticas urbanas debe procesar. Un
mapa de sujetos patrimoniales es fundamental, para saber quién es quién y qué peso tie-
nen dentro de una coyuntura determinada y cuáles son sus relaciones (Carrión, 2006: 5).

Reconocer a residentes y visitantes en el abordaje y gestión de los centros históricos, no


es algo nuevo; pues desde 1976, en la Recomendación de Nairobi (Unesco) ya está pre-
sente la preocupación del componente social en la gestión de los centros históricos; des-
pués, como parte de la definición de éstos en la Carta de Quito, se menciona que estos
sectores: “[…] no sólo son patrimonio cultural de la humanidad sino que pertenecen en
forma particular a todos aquellos sectores sociales que los habitan” (Unesco-pnud, 1977).

11. La Ley Malraux (1962) referida a la conservación del Patrimonio Histórico en Francia, vigente en la actualidad,
ratifica años de prácticas restauradoras en Europa. Según esta ley “…intervenir en la ciudad histórica significa
delimitar sectores parciales en la misma (los llamados sectores a salvaguardar, aislándolos del resto del espacio
tradicional, que no ha sido objeto de catalogación, como paso previo para emprender proyectos de recuperación
urbana” (Álvarez, 2006: 28).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 123


Incorporar la voz de estos actores en la valoración y gestión de los centros histó-
ricos es realmente el gran reto, pues esto no se ha podido resolver, ni desde el “paisaje
histórico urbano”, ni desde la “revitalización de los centros tradicionales”. Los procesos
de participación para la elaboración de información de parte de grupos de la sociedad
civil parecen resultar ineficientes en la gestión urbana. La participación ciudadana, des-
de la formulación de la política y su desarrollo, se limita a un enunciado desde el marco
normativo y no pasa de ahí, pues esta participación es principalmente consultiva y no
decisoria, con énfasis en el ejercicio de control de la gestión y no en la fase de formu-
lación; en otras palabras, los espacios diseñados para la participación son desiguales,
desde el punto de vista de sus alcances (Santana, 2008).
Según Ruiz y Cadenas (2003), la instauración de la política pública fracasa por un
mal diseño y por no tener vínculos con lo social, pues la apropiación social significa la
resolución de los problemas enunciados en el diseño. Así, desde el componente social
hasta la construcción del objeto de estudio, los marcos normativos presentan el mis-
mo problema, es decir, las definiciones y enunciaciones son coherentes con debates
actuales, incluso desde el ámbito académico, pero estos enunciados se quedan cortos
en la práctica, cuando la inercia normativa se impone a cualquier reflexión que intente
sobrepasarla.
Los espacios de participación de la comunidad y sus necesidades no pasan de
ser informativos, y lo que se logra construir en ellos, no consigue alcanzar el ritmo
acelerado de la gestión. El componente social en el marco normativo está especificado
de una manera muy cerrada, pues se enuncia, pero no se incluye en el desarrollo; la co-
munidad es invisible, y por lo tanto, sus necesidades, expectativas y propuestas. El papel
de los residentes acaba siendo el de transgresores, ya que cumplen o no cumplen con
la norma; cuando este actor social –diverso, heterogéneo y con capacidad de agencia–
debería tener un papel más amplio, más complejo y más evidente como parte de los
sectores patrimoniales.

BIBLIOGRAFÍA

Álvarez, A. (2006). El mito del centro histórico. El espacio del prestigio y de la desigualdad.
Puebla, México: Universidad Iberoamericana de Puebla.
Banco Interamericano de Desarrollo (2004). Volver al centro. La recuperación de áreas
urbanas centrales. Washington, D. C.: Banco Interamericano de Desarrollo.
Carrión, F. (2012). “Aproximación distante a los paisajes culturales: el caso de los cen-
tros históricos”. En: Carrión, F. (Ed.). Paisajes Culturales: Reflexiones conceptuales y
metodologías. Memorias del I Encuentro de Expertos. Cuenca: s/n: 51-60.
Carrión, F. (2006). “La recuperación de la ciudad. Centros históricos” (pp. 2-7). Mesa de
trabajo coordinada por F. Carrión, Cádiz [sin publicar].

124 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Carrión, F. (2004). “La dimensión temática de los centros históricos en América Latina”.
En: El centro histórico. Objeto de estudio e intervención (pp. 29-65). Bogotá: Editorial
Pontificia Universidad Javeriana.
Choay, F. (2007). Alegoría del patrimonio. Barcelona: Gustavo Gili.
De Urbina, A. (2017). “Residentes y turistas: disputa del patrimonio urbano. El caso del
centro histórico de Bogotá”. Proyecto de doctorado. Bogotá, Colombia.
Hardoy, J. E. y Gutman, M. (1992). Impacto de la urbanización en los centros históricos
de Iberoamérica: tendencias y perspectivas. México: Editorial mapfre. Colecciones
mapfre 1492.
Jori, G. (2008). “Choay, Françoise. Alegoría del patrimonio”. En: Revista de Geografía
Norte Grande, diciembre, 41: 147-150.
Lalana, J. L., (5 de abril 2017) Comunicación personal [Entrevista].
Lalana, J. L. (22 de julio de 2015). Comunicación personal [Entrevista].
Lalana, J. L. (2014). El Paisaje Urbano Histórico: ¿Galimatías o avance?. Ponencia. Cuen-
ca, España.
Lalana, J. L. (2011). “El Paisaje Urbano Histórico: modas, paradigmas y olvidos”. En Re-
vista Ciudades, mayo, 14: 15-38.
Luque, E. y Smith, H. (2007). “Novedades y retos en la gestión de centros históricos
de Europa, Latinoamérica y El Caribe (1980-2005)”. En: Scripta Nova. Revista
electrónica de geografía y ciencias sociales, diciembre, xi(254).
Mendes, S. (2007). “Financiamiento de la revitalización urbana en América Latina: una
revisión de la teoría y la práctica post 1980”. En: Carrión, F. (ed.). El financiamien-
to de los centros históricos de América Latina y el Caribe (pp. 77-110). Quito: flacso.
Mutal, S. (2006). “El futuro de las Ciudades Históricas”. En: Guerra, C. y Pardo, M. V.
(eds.). Manejo y gestión de centros históricos. Conferencias de los Encuentros Interna-
cionales ii y iii, La Habana Vieja, 2003 y 2004. La Habana, Cuba: Publicaciones de la
Oficina del Historiador de la Ciudad, pp. 35-71.
Ramírez Carrasco, F. (2003). Valoración de la congruencia espacial entre la actividad resi-
dencial y terciaria en el centro urbano de Barcelona. Barcelona: Tesis doctoral sin
publicar.
Sánchez de Madariaga, I. (1999). Introducción al Urbanismo. Conceptos y Métodos de Plani-
ficación Urbana. Madrid: Editorial Alianza.
Santos, M. (1995). Metamorfosis del Espacio Habitado. Barcelona: Oikos-Tau.
Unesco (2010). Instrumentos normativos. Disponible en: http://portal.unesco.org/es/
ev.php-URL_ID=12024&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.
html (Consultado el: 14/02/2014).

Referencias electrónicas

Casado, I. (2009). Reflexiones en torno a la función del patrimonio histórico y su valoración.


Disponible en: http://www.eumed.net/rev/cccss/06/icg6.htm

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 125


Consejo de Europa, 2000. Convenio Europeo del Paisaje. Disponible en: https://
www.mapa.gob.es/es/desarrollo-rural/planes-y-estrategias/desarrollo-
territorial/090471228005d489_tcm30-421583.pdf (Consultado el: 5/01/2019).
ICOMOS, 2005. Declaración de Xi’an sobre la conservación del entorno de las estruc-
turas, sitios y áreas patrimoniales. Disponible en: https://www.google.com/ur
l?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&ved
=2ahUKEwj39vD9l8DxAhWKZ80KHRBDB3YQFjAAegQIAxAD&url=https%3
A%2F%2Fwww.icomos.org%2Fimages%2FDOCUMENTS%2FCharters%2Fxian-
declaration-sp.pdf&usg=AOvVaw0GBXizYtK5wpHpydfQ7ZPE (Consultado
el: 3/01/2019).
Gutiérrez, D. (2010). La función social del Patrimonio Cultural. Disponible en: http://diag-
nosiscultural.wordpress.com/2010/11/30/la-funcion-social-del-patrimonio-cul-
tural/ (Consultado el 8 de agosto de 2012).
Rodríguez, P. (2009). Gestión del desarrollo integral de los centros históricos. Tesis. Dis-
ponible en: http://www.planmaestro.ohc.cu/recursos/papel/investigaciones/
tesis-patricia.pdf
Ruiz, D. y Cadenas, C. E. (2003). ¿Qué es una política pública? Disponible en: http://www.
unla.mx/iusunla18/reflexion/QUE%20ES%20UNA%20POLITICA%20PUBLI-
CA%20web.htm#_edn1
Santana, P. (2008). La participación ciudadana en el nuevo Plan de Desarrollo Distrital. Dis-
ponible en: http://viva.org.co/cajavirtual/svc0096/articulo04.pdf
Simó, M. (2013). El Concepto de Regeneración Urbana Sostenible. Disponible en: http://goo.
gl/RSBulR (Consultado el 31 de enero de 2014).
Unesco-pnud (1977). Carta de Quito. Quito, Ecuador, s/n. Disponible en: http://icomos-
chile.blogspot.com/2007/09/carta-de-quito-1977.html.
Unesco (1962). Recomendación relativa a la Protección de la Belleza y el Carácter de los
Lugares y Paisajes. Disponible en: http://portal.unesco.org/es/ev.php.URL_
ID=13067&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html
Unesco (1976). Actas de la Conferencia General 19 reunión Nairobi. Disponible en: http://
goo.gl/XYj3rd (Consultado el 17 de febrero de 2014).
Unesco (2011). Recomendación sobre el paisaje urbano histórico, con inclusión de un glo-
sario de definiciones. Disponible en: http://portal.unesco.org/es/ev.php-URL_
ID=48857&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html (Consultado en abril
de 2015).

126 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Capítulo 8

Indicadores de evaluación de
la sostenibilidad de proyectos
urbanos a escala de barrio1
Grace Yépez, Christine Van Sluys, Sheika Aragundi,
Micaela Duque, Paul Jiménez, Nuria Vidal, David Dávalos
y Nicolás Salmón

INTRODUCCIÓN

Con la idea de ofrecer herramientas para una planificación urbana a escala de barrio res-
iliente y sostenible en las ciudades de América Latina, se realizó esta investigación ante
la necesidad de evaluar proyectos locales sobre aspectos de la sostenibilidad territorial
local, regional y global. Aunque es evidente que la planificación urbana en un proyecto
urbano a escala de barrio puede tener una influencia importante en la transformación
de la ciudad hacia la sostenibilidad, la resiliencia y la calidad de vida de sus habitantes
(onu Reporte, 2016), sin embargo, algunos proyectos urbanos en comunidades locales
se están planificando y construyendo sin considerar aspectos de impacto global, y sin
evaluación de éstos a nivel local no hay propuesta de proyectos urbanos sostenibles.
Se trata de zonas de borde y extensión de ciudad que son vulnerables y con
problemas a nivel urbano, social, medioambiental y económico; además, se trata de
áreas donde el crecimiento poblacional es mayor que al interior de la ciudad. Bajo estas
evidencias es necesario generar herramientas para los actores implicados en la toma
de decisiones, así como para los diseñadores de los proyectos, futuros usuarios o veci-
nos que serán afectados por los nuevos tejidos urbanos propuestos. En Europa y otras
regiones del mundo, algunos de estos temas han tenido avances sustanciales, pero en
América Latina y, en particular en Ecuador, son limitados, en ciertos casos inexistentes
y muchos no se adaptan al aplicarlos al espacio. Las herramientas hasta ahora utilizadas
o son muy teóricas o científicas, o son poco prácticas con elementos cualitativos en
criterios formales y sin impacto o sostenibilidad.
1. Este estudio es el resultado de dos talleres universitarios profesionales con la temática de “Arquitectura y
Urbanismo Sostenible para Ciudades Resilientes”, Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes (fada) de la Pontificia
Universidad Católica del Ecuador (puce), en los periodos 2017, 2018 y 2019.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 127


En el Ecuador se cuenta con normatividad constitucional que apoya la construc-
ción sostenible y la eficiencia energética a nivel de edificio y de ciudad, pero no de
barrio. Esta problemática ha sido abordada en otras partes del mundo, arrojando ideas
que podrían analizarse, adaptarse y/o crearse para una aplicabilidad real en el Ecuador,
sobre todo en el estudio a escala de barrio en la ciudad de Quito y tener experiencias
para otras ciudades de América Latina.

PROCESOS METROPOLITANOS EN QUITO, ECUADOR

Ante un contexto climático complejo y con un problema creciente de recursos, tanto


a nivel global, como regional y nacional, se plantea la necesidad de crear ciudades
sostenibles y resilientes. Este modelo de ciudad es más una obligación que una alter-
nativa. Los datos son claros, para el 2050 el 70% de la población mundial será urbana
(El comercio, 2016) y América Latina, una de las zonas más urbanizadas (70%) (cepal,
2012), y con una rápida transformación de sus ciudades. Hay que destacar que de 1950
a 2010 las ciudades con un millón de habitantes o más han aumentado en número, de
ocho a 56 en la región (onu, 2015).
Es importante comprender que la reproducción vertiginosa de este patrón en
América Latina, en su mayoría periférico, ha masificado enormes extensiones de tejido
urbano precario con grandes deficiencias en servicios públicos y ecológicos, consoli-
dando ciudades poco sostenibles y con baja resiliencia, por lo cual se puede decir, de
manera generalizada, que el patrón de urbanización predominante ha sido expansivo,
disperso e informal. Los entramados urbanos, resultado de este proceso intenso y poco
controlado de crecimiento, se caracterizan por una periferia con baja mixticidad de
usos, una desarticulación de los componentes de los sistemas urbanos y naturales, así
como bajos niveles de cohesión social. Las consecuencias físicas, ambientales y socia-
les de este tipo de crecimiento son mayoritariamente negativas y tienen un impacto
directo sobre la calidad de vida urbana y la relación con el entorno natural. Hablar de
la necesidad de ciudades sostenibles es una evidencia en nuestros contextos. Plantear
alternativas y herramientas que propongan un desarrollo urbano sostenible en las peri-
ferias de las ciudades latinoamericanas es urgente e indispensable.
En Ecuador no es distinto el escenario, pues 88% de las zonas urbanas presen-
tan algún grado de informalidad, desde la tenencia del suelo hasta la construcción de
edificaciones. A nivel nacional, 3.8 millones de hogares poseen viviendas inadecuadas
con servicios urbanos insuficientes y sin acceso a espacios públicos o áreas verdes. Si
en zonas urbanas 37% de los hogares presentan condiciones inadecuadas, en zonas
rurales la cifra aumenta y alcanza 60% (Informe Nacional del Ecuador, mduv, 2015).
De la misma manera, en Quito, capital del país, según datos de la cepal, el cre-
cimiento de la población es 10 veces entre 1950 y 2010. En 2017, se señala que 72.3%
de la población de la ciudad se concentraba en zonas urbanas y periurbanas del distrito
metropolitano, y en el 2020 se estimó una tasa de 5.2% de crecimiento de acuerdo con

128 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (inec, 2010). En el caso de la parro-
quia de Llano Chico, territorio representativo de periferia de la ciudad y nuestro caso
de estudio (Figura 1), la tasa de crecimiento es de 6.14%, y su población en 20 años ha
crecido de forma exponencial, en 1990 era de 4.384 y pasó a 10 673 habitantes en 2010.

ECUADOR QUITO NORTE DE QUITO

LLANO CHICO

Figura 1. Localización de zona de estudio en la parroquia de Llano Chico. Fuente: Taller


profesional i y ii, fada-puce 2017-2018.

En las periferias de Quito, la ciudad crece por pedazos, con proyectos inmobi-
liarios públicos y privados, además de edificaciones en su mayoría autoconstruidas. El
Plan Metropolitano de Desarrollo y Ordenamiento Territorial (pmdot), que norma el
Distrito Metropolitano de Quito del 2015 hasta el 2025, tiene lineamientos y enfoques
de sostenibilidad, pero la población no los conoce; luego entonces, en una ciudad con
insuficiente control, los planes quedan sólo en el papel, y justo en esas zonas donde

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 129


el crecimiento es mayor (Figura 2). Según el censo del 2010, en un periodo de 10 años
las zonas suburbanas tuvieron una tasa de crecimiento tres veces mayor que el área
urbana (pmdot, 2015).

1970 1980 1990 2001 2017

95% 89% 77% 64% 48%

36% 52%

1.650.000 Ha
11% 23%
5%

ÁREA DENSIFICADA ÁREA DENSIFICADA ÁREA DENSIFICADA ÁREA DENSIFICADA ÁREA DENSIFICADA
ÁREA LIBRE ÁREA LIBRE ÁREA LIBRE ÁREA LIBRE ÁREA LIBRE

Figura 2. Crecimiento de Quito y en la zona de estudio: Parroquia de Llano Chico. Fuente: Taller
profesional i y ii, fada-puce 2017-2018.

Por lo anteriormente señalado, los “pedazos” de ciudad son muestra de que la


planificación urbana, a partir del proyecto urbano a escala de barrio, puede tener una
influencia importante en la transformación del territorio hacia la sostenibilidad, la re-
siliencia y la mejora de la calidad de vida de sus habitantes (onu, 2016). Sin embargo,
estas necesidades no están incorporadas en los proyectos urbanos de las zonas de
borde y extensión de ciudad que, además, presentan problemas serios a nivel urbano,
social, medioambiental y económico.

130 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Algunos proyectos urbanos en zonas periféricas, particularmente en Llano Chico,
se están planificando y construyendo, pero sin considerar aspectos medioambientales
de impacto global y sin evaluación de éstos a nivel local; en general, son desarrollos
que se limitan a varias casas grandes o medianas con vivienda unifamiliar pequeña, y
grandes con más de 20 departamentos de hasta tres habitaciones por proyecto. Se tra-
ta, principalmente, de conjuntos cerrados de uso habitacional; es decir, son productos
inmobiliarios unifamiliares y multifamiliares, en los que las unidades de vivienda, en su
mayoría, miden entre 90 m2 y 160 m², con una altura de entre dos y hasta cuatro pisos
(Figura 3). No presentan ninguna característica de sostenibilidad y sus precios son con-
venientes para las clases socioeconómicas media y alta.

USD 100.000 USD 82.000 USD 67.115 USD 1.305.250


+ USD 10 condominio/Alicuota

Casas llano chico - casas en ... Casas llano chico - casas en venta ... Departamento baño llano chico Kata Cassale - departamentos modernos se ...
casas mitula.ec casas mitula.ec casas mitula.ec zioninmobiliaria.com

Casas en llano chico Quito ... Casas en Llano Chico . Quito - Plusv... Kata Cassale - departamentos modernos se ... Casas llano chico - casas en vent  ...
quito.oix.com.ec plusvalia.com zioninmobiliaria.com casas mitula.ec

Figura 3. Algunos proyectos inmobiliarios en la Parroquia de Llano Chico. Fuente: Taller profesional i y
ii, fada-puce 2018-2019.

MARCOS NORMATIVOS PARA LA SOSTENIBILIDAD URBANA

Desde la Convención realizada en Washington (1940) para la Protección de la Naturale-


za, hasta la Conferencia de las Partes (cop) del año 2018, se han establecido diferentes

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 131


acuerdos, y América Latina ha estado involucrada directamente (Conexión cop, 2015).
Como parte de estas dinámicas, en noviembre de 2016 entró en vigencia el Acuerdo
de París, estableciendo compromisos muy importantes, como: 1) Limitar el aumento
global de las temperaturas por debajo de los 2 °C e intentar que el alza no sea superior
a 1.5 °C; 2) Aumentar la financiación para las medidas contra el cambio climático, inclu-
yendo el objetivo de contribución de 100 000 millones de dólares anuales destinados
a los países menos desarrollados; 3) Crear planes nacionales sobre el clima de aquí a
2020 que incluyan objetivos de reducción de emisiones; 4) Proteger los ecosistemas,
como los bosques, que absorben los gases de efecto invernadero; 5) Fortalecer la
resiliencia y reducir las vulnerabilidades frente al cambio climático; y 6) Terminar un
programa de trabajo para implementar el acuerdo en 2018.
Este convenio complementa otros objetivos en los marcos globales como los 17
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ods) y la Nueva Agenda Urbana establecida durante
Hábitat iii en 2016. Por su parte, Ecuador, mediante el Decreto Ejecutivo 371, declaró
política pública la inserción de la Nueva Agenda Urbana 2030 y el Plan Nacional Toda
Una Vida (marco constitucional del país), enlazados a la agenda 2030 y a los 17 ods
(Grupo Faro, 2018). En el Distrito Metropolitano de Quito (dmq), actualmente está vi-
gente el Plan Metropolitano de Desarrollo y Ordenamiento Territorial (pmdot) Vol. ii,
para el periodo 2015-2025, que establece una planificación a diferentes escalas, incor-
porando la barrial; este documento complementa el pmot 2012- 2022, siendo uno de
sus ejes principales el de preservar y proteger el patrimonio natural, mejorar la calidad
de vida ambiental y desarrollar una red verde urbana como conector natural dentro
de la ciudad. El pmdot fomenta también el desarrollo social y asume los retos de una
ciudad inteligente buscando directamente el desarrollo sostenible.
Asimismo, la Estrategia de Resiliencia del Distrito Metropolitano de Quito (dmq),
presentada en el 2017 y enmarcada en la iniciativa 100 Ciudades Resilientes, utiliza
la metodología propuesta por esta red para dotar al dmq de un plan de resiliencia
con base en un diagnóstico que señala cinco problemas: economía inestable, territorio
inseguro, ciudad dispersa, tejido social fragmentado y ambiente frágil. La estrategia
propone cinco ejes de resiliencia que se relacionan con la Visión 2040 de la ciudad
proponiendo, además, 16 hitos estratégicos con un número de acciones por cada uno
de ellos (Figura 4).
La Visión 2040, presentada por el Instituto Metropolitano de Planificación Ur-
bana (impu) de la ciudad a finales del año 2018, es un documento que no cumple una
labor normativa ni un plan de desarrollo, pero presenta una perspectiva y modelo de
ciudad sostenible desarrollada de acuerdo con una planificación integral desde lo glo-
bal a lo local, mediante la participación de los ciudadanos. El enunciado general refiere
que Quito, en el 2040, será una ciudad con alta calidad de vida, capaz de enfrentar con
éxito todos los desafíos que surgen en los campos social, cultural, económico, ambien-
tal y territorial. Se habrá convertido así, en una ciudad resiliente y habrá asegurado el
desarrollo sostenible de su población. En ese documento se señalan cinco desafíos
a vencer: 1) Ciudad inclusiva y abierta para todos; 2) Ciudad global y competitiva; 3)

132 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


1. Asegurar la continuidad y facilitar los pro- 5
La Estrategia de Resiliencia de Quito aporta de manera integral a la Visión de Quito 2040. La mul- ACCIONES TRANSVERSALES T cesos de planificación bajo un lente de res-
tidimensionalidad de los resultados, evidente en el dividendo de resiliencia de cada acción, logra iliencia
una contribución simultánea de cada eje de la estrategia de resiliencia a varios desafios de la visión.

VISIÓN DE QUITO 2040 “Quito en el 2040 será una ciudad con alta calidad de vida, ca-
paz de enfrentar con éxito todos los desafíos que surgen en los
campos social, cultural, económico ambiental y en el territorio.
Se habrá convertido así, en una ciudad resiliente y habrá asegu-
rado el desarrollo sostenible de su población”

1. Construir capacidades en la ciudadanía y el


municipio para gestionar una ciudad empo- 4
Todos los habitantes del DMQ y sus organi- derada y corresponsable
zaciones tendrán iguales oportunidades para CIUDAD INCLUSIVA Y 2. Desarrollar mecanismos institucionales que
1 CIUDADANÍA EMPODERADA E INCLUSIVA A 4
alcanzar su desarrollo sostenible, en todas las ABIERTA PARA TODOS permitan incorporar a la participación ciuda-
áreas del territorio distrital. dana
3. Crear espacio público de calidad con la ciu-
3
dadanía
Quito será una ciudad que garantiza y facilita 1. Gestionar áreas naturales, seminaturales y
3
el desarrollo de actividades productivas con CIUDAD GLOBAL Y parques urbanos en el DMQ
2 AMBIENTE SOSTENIBLE Y ROBUSTO B
tecnologías innovadoras que generan empleo y COMPETITIVA 2. Generar conciencia ambiental 2
bienestar para sus habitantes. 3. Aprovechar los beneficios de la naturaleza
4
en la infraestructura urbana
1. Controlar la expansión de la mancha urbana 3
Los ciudadanos y las autoridades del DMQ con 2. Maximizar el impacto del Metro de Quito en
CIUDAD 5
base en in compromiso firme con la naturaleza el desarrollo integral de la ciudad
3 AMBIENTALMENTE CIUDAD COMPACTA E INTEGRADA C
habrán asegurado no sólo su conservación, sino 3. Lograr una movilidad integrada y eficiente 3
RESPONSABLE
además, su debido aprovechamiento. 4. Fomentar una cultura de movilidad activa
3
en la ciudad

Los ciudadanos encontrarán, en todo el territo- 1. Generar un entorno económico propicio


3
rio del DMQ, condiciones de alta calidad funcio- CIUDAD DISEÑADA para el fortalecimiento de la oferta y la
4 ECONOMÍA SÓLIDA Y RECURSIVA D demanda laboral
nal, espacial y formal que creen un entorno que PARA LA VIDA
asegura su mejor calidad de vida. 2. Fortalecer una economía diversificada,
4
sostenible e innovadora
3. Impulsar la economía alimentaria como eje 3
de desarrollo
La estructura urbana y las decisiones para la
CIUDAD QUE VALORA
consolidación integral de territorio se basan en 1. Evitar la creación de nuevo riesgo 7
5 SU CULTURA E TERRITORIO SEGURO Y REFLEXIVO E
el conjunto de valores patrimoniales, culturales 2. Mitigar el riesgo existente 4
HISTORIA
e históricos. 3. Preparar al DMQ para enfrentar amenazas 4

DESAFÍOS DE LA VISIÓN 2040 5 EJES ESTRATÉGICOS DE RESILIENCIA 16 HITOS ESTRATÉGICOS NÚMERO DE ACCIONES

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos


133
Figura 4. Resumen de la estrategia de resiliencia y aporte Visión 2040. Fuente: Quito Resiliente, reporte de presentación de la estrategia, 2017.
Ciudad ambientalmente responsable ; 4) Ciudad diseñada para la vida; y 5) Ciudad que
valora su cultura e historia.
Luego entonces, en esta visión se proponen estrategias resultantes de un pro-
ceso participativo que plantea retos por superar para lograr un balance entre el medio
construido y el natural en la ciudad, a través de una ciudad policéntrica y respetuosa
con el medio ambiente, que se rige por 11 objetivos: 1. Una ciudad ambientalmente
comprometida mediante un pacto por parte de los habitantes con la naturaleza; 2. Un
territorio responsable que asegura sus fuentes naturales a largo plazo, en especial el
agua; 3. Una ciudad que respeta el paisaje e integra la naturaleza a lo urbano; 4. Una
ciudad con una Nueva Organización Territorial Urbana Sostenible (notus) que reconsi-
dera a la geografía como su razón de ser (Figura 5); 5. Una ciudad que cuenta con una
red inclusiva y eficiente de movilidad de personas y bienes que promueve el desarrollo
económico y aporta a una mejor calidad de vida; 6. Una ciudad con una morfología de
calidad que respeta el paisaje natural y crea un paisaje urbano que acoge su diversi-
dad y garantiza una vida plena; 7. Una ciudad que permite el acceso equitativo a una
vivienda digna y segura, lo que constituye un potente factor para el desarrollo urbano,
económico y social; 8. Quito es un territorio inclusivo, sostenible, equitativo y solidario,
donde los ciudadanos participan en la toma de decisiones y asumen responsabilidades
en la gestión orientada al desarrollo; 9. Una ciudad competitiva que se proyecta en el
contexto mundial y genera riqueza y empleo digno para sus ciudadanos; 10. Una ciudad
que protege sus territorios agro productivos, potencializa la agricultura y asegura la
alimentación saludable; 11. Una ciudad que recuerda su pasado e historia y construye su
futuro, donde cultura y patrimonio son esenciales para el desarrollo de los ciudadanos.
De esta manera, la Visión 2040, en el objetivo número cuatro plantea su apli-
cación a todas las escalas del territorio, incluido el barrio y sugiere estrategias para
revitalizar éste, convirtiéndolo en ejemplar y sostenible (Figura 6).

ORDENAMIENTO TERRITORIAL - GESTIÓN Y DESARROLLO

Escala Escala Escala Escala Escala


REGIONAL METROPOLITANA URBANA ZONAL LOCAL

GEOGRAFÍA Y DMQ Y ARCHIPIÉLAGO CENTRALIDADES MICRO E.R.E.S. BARRIOS


BIOTERRITORIOS URBANO CENTRALIDADES

TRANSVERSALIDAD MULTIESCOLAR

Figura 5. NOTUS (Nueva organización Territorial Urbana Sostenible), Visión 2040. Fuente: Visión
2040, acciones para un Quito sostenible, IMPU, marzo de 2018.

134 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


SALUDABLE
01 Revitalizar la vida urbana

e
ibl
01 S

ten
ECOSISTÉMICO
So
s 03
Ha
02 Regeneración ecológica y sostenibilidad
al

02 bit ambiental
udab

ab
le
le

ERES HABITABLE
BARRIO 03 Fortalecimiento de la habilidad, identidad
y pertenencia
able
pons

CORRESPONSABLE
05 Emprendedor 04 Participación corresponsable ciudadana
s
orre
04 C

EMPRENDEDOR
05 Fortalecimiento de la economía barrial

Figura 6. Propuesta de revitalización de barrios ejemplares y sostenibles, Visión 2040. Fuente: Visión
2040, acciones para un Quito sostenible, IMPU, marzo de 2018.

HERRAMIENTAS PARA EVALUAR LA SOSTENIBILIDAD URBANA

Con el objetivo de proponer una herramienta de evaluación que se adapte al contexto


ecuatoriano, se analizaron varios instrumentos de valoración de la sostenibilidad urba-
na a escala de barrios y a tres niveles: mundial, regional y ciudad. A partir del análisis,
se determinó la existencia de algunas herramientas que se agruparon en las siguientes
categorías: a) marcos teóricos de desarrollo sostenible, planes generales para estable-
cer objetivos; b) herramientas de simulación para la concepción de proyectos urbanos,
simuladores de aspectos morfológicos y físicos; c) baterías de indicadores de desarro-
llo sostenible a escala de ciudad, indicadores cualitativos y cuantitativos; d) referen-
ciales de ayuda a la concepción de barrios sostenibles, leed-nh, breeam Communities,
opl, hqe amenagement, etc.; e) indicadores específicos de desempeño de ecobarrios
o de proyectos de referencia; y f) herramientas informáticas de evaluación del impacto
ambiental de barrios: nest, equer.
La mayoría de estas herramientas han sido desarrolladas en Europa, Estados
Unidos, Canadá y Japón. En América Latina, los instrumentos son escasos y, algunos de
éstos, son una adaptación de los ya existentes que, por lo general, se aplican sólo en
ciudades. A escala de barrio, las herramientas son casi inexistentes, muchas ciudades
en la región han construido proyectos aplicando ciertos aspectos de desarrollo sosteni-
ble, pero no se puede hablar de herramientas específicas para evaluar la sostenibilidad
urbana en los proyectos a escalas barriales. A nivel normativo, algunos países del área
empiezan a modificar sus documentos reglamentarios y crear normas puntuales para la
introducción de temas ligados a la sostenibilidad. Asimismo, varias urbes han elaborado
textos reglamentarios y ordenanzas que buscan instaurar estos criterios aunque, a ve-
ces, como en el caso de la ciudad de Quito, se han quedado a escala metropolitana y a

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 135


nivel de edificios en zonas específicas del hipercentro de la ciudad, bajo criterios de efi-
ciencia medioambiental para proyectos nuevos con ciertas características especiales.
Por otra parte, a nivel de barrio se han planteado proyectos piloto de ecobarrios
en zonas centrales y consolidadas de la ciudad, por ejemplo, el barrio la Floresta, que
busca establecer herramientas y procesos de desarrollo, pero aún sin una trascenden-
cia en el plano normativo. La Secretaría de Territorio, Hábitat y Vivienda (sthv) de la
ciudad ha creado la técnica de Ecoeficiencia que permite, bajo criterios ambientales, el
aumento de edificabilidad en una zona de influencia del Sistema Integrado de Transpor-
te Metropolitano, así como en la de las estaciones del nuevo metro de Quito. Sin em-
bargo, en zonas periféricas no encontramos normas ni reglamentos claros y específicos
en términos de sostenibilidad urbana a ninguna de las tres escalas.

EVALUACIÓN EN LOS PROYECTOS A ESCALA DE BARRIOS (ECOBARRIOS)

La construcción de ecobarrios en Europa, desde 1990, permitió la experimentación de


instrumentos de puesta en obra y la creación de indicadores de diagnóstico y evalua-
ción a escala barrial (Energie Cities-ademe, 2008). Asimismo, entre 2007 y 2011, los
países desarrollados buscaron establecer listas de indicadores adecuados para evaluar
proyectos urbanos (Yépez-Salmón, 2011), y fue a partir de 2007 que los primeros méto-
dos de certificación ambiental de edificaciones: leed, breeam y hqe, propusieron refe-
renciales para la certificación de barrios sostenibles. En paralelo, ciudades pioneras en
estos temas como Copenhague, Estocolmo, Friburgo, Londres, Montreal o Lyon, tam-
bién desarrollaron sistemas de indicadores; al principio los plantearon separados para
responder a las diferentes expertises técnicas de la planificación de la ciudad (Emilianoff
y Stegassy, 2010). Asimismo, aportaron en la discusión sobre la definición de la ciudad
sostenible, rechazando la idea de que sólo con tecnología se alcanzaría la sostenibilidad.
La discusión planteaba que, para conseguir y conservar una ciudad sostenible y
equilibrada, era importante integrar, no solamente las preocupaciones ecológicas, sino
también los impactos sociales de la degradación y reactivación de la economía. Este
concepto de ciudad propone una transformación de los patrones de producción y con-
sumo, así como de estilos de vida (Lefèvre, 2009). De manera paralela a las discusiones
sobre tecnificación vs. humanización de las ciudades para responder a los problemas
ambientales, sociales y económicos, los indicadores fueron cambiando y adaptándose a
los tres grandes pilares de la sostenibilidad: el social, el económico y el medioambiental
(Emelianoff, 2009).
Por otro lado, en América Latina, los ecobarrios empiezan a tener influencia en
países como México, Brasil, Colombia y Chile, entre los más destacados; cabe mencio-
nar que en todas las experiencias son autodeclarados y a partir de una adaptación del
modelo europeo a nivel de temáticas, objetivos y criterios de desarrollo. En los pocos
casos publicados, se habla de fracasos por una inadecuada concepción que no consi-
dera la idiosincrasia y costumbres de la gente, como fue el caso del proyecto de eco-

136 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


barrio mexicano promovido por el gobierno del estado de Chiapas en el 2008 (Isabel,
2013). También es importante remarcar que existen en la región ecobarrios generados,
principalmente, por organizaciones y cooperativas ciudadanas, pero que no alcanzan
a realizar proyectos integrales respetando todos los criterios de desarrollo sostenible.
En Ecuador, a partir del Hábitat iii, se habla de ecobarrios, aunque no se elabora-
ron esquemas bajo esta denominación. En cambio, se propusieron proyectos teóricos,
principalmente, tesis universitarias realizadas en diversos lugares del país como Manta,
Guayaquil, Ambato y Quito, con la posible viabilidad de este tipo de iniciativas. En el
2018, en el marco de la Visión 2040 y su nuevo modelo de ciudad, el municipio de Quito
organizó, a través del Instituto Metropolitano de Planificación Urbana (impu), junto con
el Colegio de Arquitectos del Ecuador, sede Pichincha (cae-p), el primer concurso: “Mi
barrio ejemplar y sostenible”.
El certamen convocaba a la participación de equipos conformados por profesio-
nales de diversas disciplinas y habitantes organizados de los barrios de la ciudad, con
el fin de desarrollar propuestas urbanas de transformación a ecobarrios, junto con la
producción de sus respectivas agendas barriales. Se inscribieron 64 equipos, se entre-
garon 27 trabajos, de los cuales cuatro resultaron ganadores, uno por cada sector de la
ciudad (Centro, Norte, Sur y Valles). La respuesta a esta convocatoria muestra el inte-
rés de los habitantes de los barrios y de los profesionales en temas de sostenibilidad y
ecobarrios en la ciudad.

INDICADORES: HISTORIA COMÚN DE LA SOSTENIBILIDAD DE LAS CIUDADES

El uso de indicadores en la evaluación del desarrollo sostenible no es nuevo, desde la


Conferencia sobre la Tierra de Río (1992) y la implantación de la Agenda 21, se incor-
poró esta práctica, convirtiéndose, progresivamente, en una herramienta eficaz para
diagnosticar y evaluar los progresos de las naciones respecto a los desafíos de la sos-
tenibilidad de las ciudades (unsp, 2009). En Europa, en relación con estos temas, en el
año 2001 fue adoptada una estrategia de desarrollo sostenible, estableciendo indica-
dores para el seguimiento, a largo plazo, de las respuestas hasta arribar al objetivo de
“responder a las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad
de generaciones futuras a satisfacer sus propias necesidades”.
Asimismo, se fijaron Indicadores de Desarrollo Sostenible (ids) con tres niveles:
1) para establecer estrategias macro, 2) para elaborar políticas, y 3) para la puesta en
obra y análisis en el territorio junto con acciones y herramientas (Energie Cites-ademe,
2008). En esta aplicación local a nivel de territorios se tuvo la necesidad de territoriali-
zar los indicadores y adaptarlos a las diferentes escalas de intervención. El concepto se
fue definiendo en varias conferencias y declaraciones, siendo la Carta de Aalborg y la
Carta de Leipzig las más famosas, al hablar de territorializar las acciones y señalando al
barrio como elemento clave (Yépez-Salmón, 2011). En América Latina, el uso de indica-
dores es más reciente. En el año 2001, la cepal presentó indicadores ambientales y de

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 137


desarrollo sostenible en un reporte que recoge las iniciativas de los países de la región
en temas de indicadores de desarrollo sostenible, con lo que se verifican avances y
perspectivas para América Latina.
En la construcción de indicadores también es evidente la presencia de paráme-
tros más técnicos y medibles. Hasta el 2008, la mayoría de indicadores permitía sólo
una cuantificación subjetiva y calificación ponderada, pero, en realidad, no era una me-
dida de impacto (Yépez-Salmón, 2011). El método de Análisis de Ciclo de Vida (acv), que
ha mostrado su pertinencia a nivel industrial para el ecodiseño de productos, aportó
una propuesta innovadora para medir el impacto a nivel de edificio. Fue así como se co-
menzó a desarrollar la adaptación de este método para proyectos urbanos (Peuportier,
2014; Morgane et al., 2011). La herramienta nest permite evaluar el impacto de proyec-
tos urbanos a escala de barrio, creada a partir de la tesis doctoral de Grace Yépez en
2009 (Lotteau et al., 2015).
Por otra parte, proyectos europeos como EnerbuiLCA, UrbiLCA y Essai-Urbain,
permitieron ampliar este trabajo y desarrollar nuevas perspectivas de aplicación. Tam-
bién, se buscó generar indicadores de evaluación de impacto real, centrados en la
escala intermedia de barrio donde la gente se apropia de los proyectos, mostrando pro-
cesos de participación ciudadana (Yépez-Salmón, 2011), luego entonces, se requieren
indicadores que puedan transmitir una información clara, sintética y sustentada a los
interesados no profesionales de la planificación. Así, entre 2012 y 2015, se presenta-
ron nuevos indicadores basados en algunos de citados (cuantitativos y cualitativos). En
la actualidad, muchos proyectos urbanos en Europa tienen la obligación de presentar
respuestas urbanas técnicas que midan su eficiencia medioambiental a través de herra-
mientas de evaluación e indicadores.

DESARROLLO DE INDICADORES EN AMÉRICA LATINA Y ECUADOR

En América Latina, como se ha señalado, los primeros indicadores ambientales se


desarrollaron a mediados de los años 90. La publicación de la cepal de las Nacio-
nes Unidas, en 2001 y en 2007, recupera el avance en un manual sobre indicadores
ambientales y de desarrollo sostenible en la región. A nivel de Latinoamérica y el
Caribe, en un Foro de Ministros, en el 2008, surgió la iniciativa para el desarrollo
sostenible: Indicadores de seguimiento-ilac, proponiendo 49 indicadores. Los temas
y metas seleccionados incluyeron la ciudad sostenible. Posteriormente, los Objetivos
de Desarrollo del Milenio (odm) establecieron 58 indicadores; con una última actuali-
zación en 2010; por su parte, en los ocho objetivos mayores de los odm se estableció
el objetivo del sustento y la garantía del medio ambiente de barrios marginales. Así,
en 2012 la Comunidad andina propuso 95 indicadores con la finalidad de orientar en
la formulación de políticas comunitarias de desarrollo sostenible y gestión ambiental.
Otra iniciativa, que contó con la participación de algunas ciudades latinoamericanas,
fue el Índice de Ciudades Verdes, impulsada a nivel mundial por Siemens (Economist

138 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Intelligence, 2010); este grupo de indicadores son aplicables a escala de país y de
ciudad, pero no a escala de barrio.
En Ecuador, en 1999, el Ministerio de Medio Ambiente ecuatoriano propuso un
sistema integrado de 18 Indicadores Sociales del Ecuador, más sociales que económi-
cos y urbanos. Desde 2010, el Ministerio del Ambiente (mae) trabaja en la elaboración
de un Sistema de Indicadores Ambientales, pero no incluye aquellos que permitan eva-
luar el estado del medio ambiente a escala municipal. En este contexto, en 2014, la
Secretaría de Ambiente del Distrito Metropolitano de Quito, propuso 10 temas y 35
indicadores para zonas urbanas y seis temas con 22 indicadores para zonas rurales que
se aplican a nivel ciudad.
En el 2015, en Cuenca, el equipo de investigación Llactalab planteó un sistema
de indicadores que miden la sustentabilidad urbana en ciudades ecuatorianas, reto-
mando algunos de los 52 indicadores planteados por la Agencia de Ecología Urbana de
Barcelona (Rueda, 2008 Falta). Se utilizan únicamente 19 indicadores y los aplican en el
caso específico de la ciudad de Cuenca, que sería más una escala de sector que de ba-
rrio. Sus resultados son macros y necesitan de una base de datos importante que puede
dificultar su uso (Hermida et al., 2015). Con el Hábitat iii, que plantea la onu en 2016,
los Objetivos de Sostenibilidad (ods) son las metas para el año 2050, pero no es muy
clara su ejecución en las ciudades. Muchos de estos indicadores no son pertinentes ni
a escala de proyecto urbano ni a escala barrio (Fougeirol et al., 2008).

CASO DE ESTUDIO

Llano Chico es una parroquia rural periférica en proceso de consolidación que se locali-
za al noreste de Quito, con un área de 1 350 ha y una altitud de 2 605 msnm. De acuer-
do con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (inec), del año 1990 al año 2010,
Llano Chico registró un crecimiento poblacional de 143.4%, comparado con 63.3% del
Distrito Metropolitano de Quito en las mismas décadas, con una población en el 2010
de 10 673 habitantes, de la cual 45.5% se ubica en el sector urbano de la parroquia
y el otro 54.5% disperso en el sector rural. La proyección calculada al 2017 es de 14
054 habitantes, de los cuales, alrededor de la mitad (44.6%) viven en condiciones de
pobreza. Presenta una topografía accidentada y limita con cinco quebradas que la frag-
mentan morfológicamente, aislándola del resto de esa parte de la ciudad. Para fines de
la investigación, se limitó la zona de estudio a un área correspondiente a tres barrios de
la parroquia: Carmen bajo, Bella Aurora y Llano Chico.
Un gran porcentaje de este territorio se encuentra en zona de alto y muy alto
riesgo de movimiento de masas, siendo muy vulnerable, pues se han edificado vivien-
das de carácter informal sin ninguna supervisión técnica o uso de las normas de cons-
trucción existentes. El Plan de Uso y Ocupación de Suelo (puos) fue aplicado en todo
el Distrito Metropolitano de Quito, propiciando que sitios como Llano Chico sufran una
transformación masiva, por ende, un acelerado proceso de urbanización en territorios

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 139


agrícolas provocando una reducción de 38% a 13% de éstos. En el aspecto socioeco-
nómico, la principal problemática de Llano Chico es de factor social, de sus 10 673
habitantes, 49.5%, está en condición de pobreza. Los principales grupos vulnerables
del sector son 4 404 niños y adolescentes y 2 790 madres jefas de hogar (pdot, 2015)
(Figura 7).

El 80% de la población de Llano Chico pertenece de algunaforma a un grupo de Áreas Verdes Movilidad
atención prioritaria o vulnerable. Su superficie es de 13.5 km2, de los cuales 7.58
km2 son quebradas y están contaminadas. Según el INEC en el periodo 1990-
2010, Llano Chico registra un crecimiento poblacional de 43.45%, comparado
al 63.31% del Distrito Metropolitano de Quito. Este crecimiento ha producido
una ciiudad con problemas, sociales, medioambientales y económicos (Plan de
Desarrollo y Ordenamiento Territorial del Llano Chico, 2015).

ZONA URBANA / RURAL

Mapa de consolidación
ZONA DE RIESGOS Equipamientos

ÁREA PROTEGIDA
QUEBRADA SAN ANTONIO
QUEBRADA EL CHAQUISHCAHUAYCO

QUEBRADA SECA
QUEBRADA EL LECHERO

QUEBRADA SAN ANTONIO RED HIDROGRÁFICA


QUEBRADA EL CHAQUISHCAHUAYCO Tipo de propiedad y Uso de Suelo Zonificación de Riesgos Naturales
QUEBRADA SECA
QUEBRADA EL LECHERO

EL CARMEN / LLANO CHICO

Figura 7. Principales características del contexto natural y edificado de la zona de estudio. Fuente:
Taller profesional i y ii, fada-puce 2017-2018.

EXPERIMENTACIÓN DE HERRAMIENTAS

Para verificar el uso de ciertas herramientas identificadas como pertinentes, particular-


mente las operativas, como los referenciales de ecobarrios y los indicadores, se realizó
un diagnóstico y propuestas utilizando estas herramientas en el sitio. Se empleó la me-
todología Learn (Design Process y Design Thinking), herramienta de proceso colabo-
rativo y consta de cinco fases: descubrir, definir, idear, prototipar y evaluar; observán-
dose un problema, se detectó una necesidad, se plantearon escenarios y, finalmente,
se encontró una solución. Llano Chico presenta en su territorio, de alguna manera, las
problemáticas existentes en todo el dmq; entonces, para facilitar el diagnóstico y las
propuestas a escala de barrio y tras definir la zona de estudio, se dividió el territorio en
cinco clusters con distintas características y vocaciones, lo cual permitió disponer de
una lectura más clara de la situación en los barrios, e identificar las problemáticas más
relevantes y sus respectivas causas (Figura 8).

140 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Cluster 1
Área Total: 198.717 m2

Cluster 2
Área Total: 774.482 m2

Cluster 3
Área Total: 382.207 m2

Cluster 5
Área Total: 395.200 m2

Cluster 4
Área Total: 191.604 m2

0 125 250 500 m

Figura 8. Zona de estudio y división en clusters o piezas urbanas. Fuente: Taller profesional i y ii,
fada-puce 2017-2018.

De esta manera, en cada uno de los clusters se analizaron límites, riesgos, mo-
vilidad, vialidad, morfología urbana, servicios, entorno natural y contaminación, lo que
permitió reconocer los principales problemas existentes en la zona de estudio y de esta
forma, con la ayuda de árboles de problemas, identificar las causas que los ocasionan
para poder brindar soluciones, realizando una propuesta que considere las causas y
los efectos en la zona de estudio. Fue necesario entender y confrontar la información
obtenida con datos socio-económicos, de población, actividades y vivienda, tomados
del pdot de Llano Chico, con el fin de obtener una lectura más real del estado actual
del lugar.
Asimismo, se definieron varias problemáticas, entre las principales se tienen: a)
falta de planificación al momento de urbanizar los barrios, ya que esto ha resultado en
un trazado vial deficiente que genera zonas poco accesibles, vías con una geometría
inadecuada al lugar y a su uso, al igual que una lotización que no considera espacios
públicos, verdes o de estar; b) zonas habitadas y algunas consolidadas en zonas de alto
riesgo de movimiento de masas; c) informalidad en la construcción, ya que al no respe-
tarse una normativa o considerarse criterios estructurales necesarios, existe un gran
riesgo ante desastres naturales, poniendo en riesgo la vida de sus habitantes; d) mala
calidad de los equipamientos existentes que ha resultado en espacios obsoletos y no
aptos para su uso de forma adecuada y segura; e) contaminación de la quebrada con ba-
sura y escombros que afectan los recursos naturales existentes y provocan su erosión,
lo cual significa un gran riesgo para las construcciones que se ubican cerca de ella; y f)

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 141 141


cambio de uso de suelo de agrícola a urbano y cambio de prácticas locales productivas
para autoconsumo, lo que arriesga, en ciertos casos, la seguridad alimentaria de los
habitantes y se pierde esta vocación importante de la población de Llano Chico. A partir
de este diagnóstico general se utilizaron dos tipos de herramientas identificadas en los
talleres desarrollados.

HERRAMIENTAS PARA EL DESARROLLO SUSTENTABLE

En el primer taller (2017-2018) se analizaron las herramientas tipo marcos teóricos (ods,
Visión 2040, Estrategia de Resiliencia de Quito, etc.) y reglamentaciones generales
(como los del pmdot), además de otros documentos parciales de la Visión 2040 y de
Quito Resiliente que aún no estaban concluidos; también se analizaron algunos ecoba-
rrios ya construidos, en términos de sostenibilidad urbana. Con estas premisas con-
ceptuales, los estudiantes propusieron dos planes masa basados en estructuras verdes
agrícolas y una urbanización del territorio en microcentros repartidos por la zona de es-
tudio. Cada plan propone proyectos estructurantes que activan una zona, permitiendo
desarrollar actividades y otorgar servicios que mejoren la calidad de vida, sin necesidad
de recorrer grandes distancias para tener acceso a ellos, convirtiendo a Llano Chico en
un lugar “autónomo”.
El primer plan masa llamado: “Estructura urbana económicamente activa”, busca
una activación económica de la zona por medio de equipamientos detonantes, ubicados
éstos estratégicamente para constituir un eje principal de conexión entre ellos y den-
tro del barrio, con ramificaciones como ejes secundarios que permitan una conexión
con los barrios aledaños. Además, crea una protección para la quebrada por medio de
senderos en el borde para preservar los recursos naturales y define zonas de huertos
urbanos en el retiro a manera de resguardo, garantizando la seguridad alimentaria, con-
trolando la densificación y, al mismo tiempo, usando estrategias de bioingeniería, se
disminuye la afectación ya existente. Establece, asimismo, una consolidación por ani-
llos que se adapta a la topografía actual que funciona conjuntamente con capas que dan
un uso de suelo mixto, sea productivo, de vivienda o comercio. Dentro de su estructura
se plantean circuitos de mejora para el transporte que, considerando los riesgos pre-
sentes, garantizan también una adecuada evacuación en caso de emergencia llevando
a los habitantes a puntos seguros ubicados estratégicamente en ciertos equipamientos
propuestos.
El segundo plan masa, llamado: “Bandas agrícolas”, busca generar un eje conector
principal que unifique en forma lineal los dos barrios y, además, recupere las quebradas
insertando áreas verde en el territorio, tejiendo entre éstas a partir de los vacíos urba-
nos existentes. Se estructura con bandas que se implantan respetando la topografía
para dar una cierta fluidez y naturalidad, son contenedoras de vivienda, espacio público
y equipamientos detonantes, con el objetivo el reactivar cada zona dependiendo de su
carácter o vocación.

142 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Asimismo, se plantea el uso comunitario de la quebrada por medio de activida-
des de disfrute y estar en contacto con la flora y fauna y de silvicultura, lo cual ayudará
a evitar el crecimiento urbano y permitir la restauración ecológica debido al daño oca-
sionado por la erosión y las afectaciones humanas. Se reubicarán las viviendas construi-
das en zonas de alto riesgo de movimiento de masas y con el fin de mitigar los riesgos
existentes, se estructura una red de sitios seguros junto con infraestructura de apoyo.
En los dos planos masa, las herramientas utilizadas permitieron establecer obje-
tivos generales y temáticas específicas en materia de sostenibilidad urbana, sin embar-
go, en su aplicación sólo se pudieron definir principios generales de ordenamiento. Con
indicadores generales de forma, fue posible calcular los cambios entre los planes masa
y el estado actual, evidenciando mejoras, pero sin poder evaluar impactos. Además, se
usaron herramientas informáticas tipo Arcgis para los datos y de simulación morfológi-
ca 3D para formalizar las propuestas y generar imágenes de síntesis de los escenarios
propuestos.

REFERENCIALES PARA DELIMITAR BARRIOS SOSTENIBLES

En el segundo taller (2018-2019), se analizaron herramientas de tipo referencial de


concepción de ecobarrios e indicadores de sostenibilidad urbana, además de las que
se revisaron en el primer taller. Se establecieron dos escenarios: uno con base en la
normativa existente y otro con criterios de sostenibilidad; para el caso de estudio, se
propusieron barrios con criterios de sostenibilidad y concepto de ecobarrios por clus-
ter. Cada cluster responde al plan masa general de la zona de estudio, que resultó de la
integración de los dos planes masa desarrollados por el taller anterior, señalando los
principios generales que los ecobarrios propuestos debían retomar y fortalecer. Tam-
bién se presentaron siete barrios en toda la zona de estudio.
Cabe mencionar que para el cluster número 7, uno de los más consolidados, se
presentaron dos propuestas que muestran cómo el concepto de ecobarrio puede ser
adaptado por cada diseñador y ofrecer respuestas distintas (Figura 9). La aplicación de
los indicadores que los referentes utilizados daban como herramientas, sirvieron para
evaluar las propuestas en temáticas específicas como agua, desechos, energía, área
verde, equipamientos, etc. En este caso de estudio, se utilizaron herramientas de simu-
lación de morfología para generar imágenes de síntesis de la propuesta.
En cuanto a la aplicación de las herramientas anteriores en los proyectos, resul-
taron ser más precisas y su impacto en términos de sostenibilidad más fácil de evaluar
que en el primer caso. La escala de cluster, que puede ser considerado como un barrio,
permite una territorialización de los conceptos, una interpretación de las principales
características del ecobarrio y su adaptabilidad en el sitio. Los diseñadores, a esta es-
cala, pueden manejar algunas variantes de sostenibilidad y comprender su interrelación
en la definición de soluciones urbanas sostenibles y resilientes. La vivienda y la escala
urbana de las calles y de los espacios públicos toman fuerza como elementos estruc-

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 143


PLAN MASA GENERAL
TRAMA AZUL

TRAMA ROJA

TRAMA GRIS

DATOS ESCALA PARROQUIAL LLANO CHICO Población por rango de edad


Población Niños 30.9%
2010 2040 Jóvenes 19.8%
Adultos 41.7%
TRAMA VERDE
10673 HABITANTES 63059 HABITANTES Adultos
mayores 7.6%

Índice de pobreza

POBLACIÓN POBLACIÓN
POBRE NO POBRE
49.5% 50.5%
ESTRATEGIA PLAN MASA
PROBLEMÁTICAS Y OPORTUNIDADES

1.65% 9.57% 76% ARTICULACIÓN DE UNA RED VERDE PÚBLICA PARA

Áreas verdes Clúster con POTENCIALIZAR E INTEGRAR LAS


Áreas verdes
recreativas
con alto tendencia QUEBRADAS EXISTENTES
potencial Monofuncional
existentes ecológico Uso Residencial

ACTIVIDAD
VERDE

COMERCIO

IMAGINARIO 1
MICROEQUIPAMIENTOS

VIVIENDA

Conexiones de senderos verdes que dirigen


hacia la quebradilla enmarcándola en las
visuales de los usuarios
VIALIDAD
IMAGINARIO 2

MOVILIDAD

Viviendas productivas de densidad alta que se


conecta a la red verde propuesta en el clúster

Figura 9. Dos propuestas de ecobarrios en el cluster 7. Fuente: Taller profesional I y II, fada-puce 2018-2019.

Áreas verdes pública por habitante


0 - 5.00
5.01 - 10.00
10.01 - 15.00
15.01 - 20.00
20.01 - 63.87

Proximidad al espacio público


verde más cercano (T1)
Población no servida
Población servida

Figura 10. Evaluación del indicador verde en el área de estudio. Fuente: Tesis mas-puce, Pertinencia de un indicador
verde, P. Jiménez, 2018.

144 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


turantes del proyecto urbano sostenible, pues se relacionan a través de una movilidad
peatonal segura y de calidad, con equipamientos, comercios y servicios. Los indicado-
res de ecobarrios propuestos permiten medir el área verde, su distancia respecto de
áreas habitacionales, las superficies de vivienda y su caracterización (privado y social),
las superficies de equipamientos, las distancias peatonales a los centros de interés del
barrio, etcétera. Todos los aspectos morfológicos pueden ser medidos, pero su influen-
cia directa en el impacto aún no está claramente definida.

INDICADORES ESPECÍFICOS DE DESEMPEÑO DE ECOBARRIOS

En una tercera evaluación, esta vez realizada por Paul Jiménez en su tesis de Maestría,
se utilizaron indicadores específicos de desempeño de ecobarrios y de proyectos de
referencia relacionados al espacio verde para evaluar este tipo de herramientas y com-
prender los aportes que su uso podría generar en el diseño de barrios sostenibles. Se
estableció y definió, para el caso, un indicador verde y su pertinencia de utilidad a esta
escala, y cómo se podía medir en el territorio; se aplicó en el caso de estudio a través
de herramientas gis y se midieron los parámetros que lo conformaban (Figura 10).
Este indicador verde sirvió tanto en el diagnóstico como para evaluar la propues-
ta en términos cuantitativos de mejora o deterioro. Sin embargo, a partir del análisis
realizado, al reducir el indicador a una unidad de medida, es poco eficiente en la traduc-
ción de la información otorgada por éste. Aunque su incorporación, en este sentido, es
importante ya que permite una lectura fácil del resultado, y los indicadores agregados
de varios sub-indicadores deben poder evidenciar la complejidad de una temática o
de un fenómeno incluyendo sub-indicadores diversos, pero complementarios en un
impacto común.

HERRAMIENTAS INFORMÁTICAS DE EVALUACIÓN


DEL IMPACTO AMBIENTAL DE BARRIOS

Para la experimentación de este tipo de herramientas utilizamos nest (Neighborhood


Evaluation for Sustainable Territories), instrumento de evaluación cuantitativa de im-
pactos medioambientales del proyecto urbano, empleada desde la fase esquicio. Dicha
herramienta se apoya en la técnica del análisis de ciclo de vida (acv) para evaluar los
impactos del barrio con toda objetividad (es un cálculo y no un análisis cualitativo úni-
camente) y permite también una comparación de escenarios. Está conformada por un
plugin Sketchup desarrollado en el Centro Tecnológico Nobatek en Francia. nest calcula,
a partir de la información del proyecto urbano, ocho indicadores de impacto ambiental:
transformación del territorio, consumo energético, consumo y gestión del agua, calidad
del aire, producción de desechos y cambio climático (emisiones de CO2), un indicador
social y un indicador económico. Los resultados son reportados al usuario del barrio

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 145


para mostrar la importancia del impacto obtenido. Esta herramienta (nest) se utilizó
hasta la modelización de un fragmento de la zona de estudio, pero no fue posible rea-
lizar las evaluaciones ya que la información requerida por la herramienta exige datos
precisos, que no están disponibles por el momento.

PROPUESTA DE UN SISTEMA DE INDICADORES

Los análisis previos nos permiten concluir que existe una necesidad de generar una
base de indicadores que permitan evaluar el proyecto urbano a escala de barrio, desde
la visión de impacto y no sólo a nivel de contabilidad de flujos (superficies, unidades
morfológicas, porcentajes poblacionales, etc.). Además, se requiere que esta evalua-
ción sea simplificada y adaptada a territorios como Llano Chico, así como a las prácti-
cas locales de diseño urbano. Los indicadores de evaluación que se presentan, como
una herramienta de análisis, pueden irse adaptando y logrando precisión conforme los
diseñadores urbanos locales vayan especializándose y adquirieran cierta expertise en
temas de sostenibilidad aplicada en el territorio (Tabla 1); hay que considerar también
que la herramienta que proponemos se basa en los indicadores utilizados por otras
propuestas y con la misma base conceptual desarrollada en nest, es decir, consideran-
do impactos societales calculados a partir de parámetros morfológicos y de programa.
Se establece, así, la relación entre componentes del barrio, medidas e impactos,
lo que nos permite disponer, por una parte, de la evaluación de los componentes for-
males y, por otra, del impacto que generan estos elementos de manera individual y, en
conjunto, en el barrio. Como parte de la propuesta se han planteado cinco indicadores
sociales, ocho económicos y nueve ambientales; los indicadores sociales y económicos
aún están en proceso de validación.
Estos indicadores se diferencian de los indicadores habituales de análisis urbano
porque proponen una relación entre factores técnicos-morfológicos-socio-económico
y bases de datos de impactos compuestos por datos de acv adaptados al contexto local.
La validación de esta base de datos y su aplicación en casos de estudio está en ejecu-
ción y será el objeto de próximas publicaciones.

CONCLUSIÓN

Más que una alternativa, la sostenibilidad es una necesidad de las ciudades de América
Latina, donde el crecimiento urbano ha sido acelerado y continúa transformando las
metrópolis y las ciudades intermedias a un ritmo que escapa a todo control. La ciudad
de Quito sigue esta tendencia con una extensión exponencial de la mancha urbana, lo
que conlleva problemáticas de consolidación en múltiples barrios periféricos. El barrio
de Llano Chico, en el límite nororiental de la urbe, nació de este proceso y, hoy en día,
está en una dinámica de consolidación. Esta zona, caso de estudio del presente trabajo,

146 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Tabla 1. Indicadores de evaluación de proyecto a nivel barrio.

Rango Rango
Indicador Descripción Componente
Mínimo Óptimo
M² de tipo de territorio Superficie total de área
TRANSFORMACIÓN transformado en suelo a transformarse o modi-
Sin datos Sin datos
DEL TERRITORIO urbano evaluado en pérdida ficarse para la construc-
de biodiversidad PDF. ción del barrio
Se trata de un indicador
complementario al de
compacidad corregida. La
presencia de estos tipos
de espacios en la ciudad
otorga calidad de vida a
sus habitantes y están ínti-
mamente relacionados con 10 m2 de 20 m2 de
ESPACIO DE [Superficie espacio
la estructura morfológica espacio de espacio de
ESTANCIA POR público de estancia
urbana. estancia por estancia por
HABITANTE (m2) / Población total]
El espacio público de es- habitante habitante
tancia es aquel que, por
sus características morfoló-
gicas y funcionales permite,
en distinto grado, la inte-
racción entre personas o la
interacción de estas con un
espacio de calidad.
Kwh / usuario (habitante
70
Este indicador proporciona y personas que trabajan
Kwh / m2 / an 105
ENERGÍA el consumo de energía pri- en el barrio) / por año
(por la Vi- kWh / m2 / an
maria total (MJ) del barrio. MJ / número total de
vienda)
usuarios / año
Este indicador cuantifica 2.25 t.eq. 4.5 t.eq.
la cantidad de Gas a efec- CO2 / hab / an CO2 / hab / an
to sierra (ges) del barrio.
Permite igualmente ver la
parte de emisiones de dife-
Kg equivalente CO2 / ha-
CO2 rentes puestos (construc-
bitante / año
ción de edificios, uso de
edificios, construcción de
infraestructuras, ilumina-
ción, transporte individual y
colectivo).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 147


Rango Rango
Indicador Descripción Componente
Mínimo Óptimo
El indicador cuantifica el 50 200
consumo de agua en el lt  / hab / día lt / hab / día
barrio y detalla por tipo de lt  / hab / año
AGUA
infraestructura y la diferen- m3 / hab / año
cia en agua potable y no
potable.
Este indicador muestra 100 320
la cantidad de desechos Kg / hab / año Kg / hab / año
Kg / hab / año (por cada
generados y valorizados
DESECHOS tipo de desechos produ-
directamente en el barrio
cidos en el barrio)
y la cantidad de desechos
generados y no valorizados.
Este indicador presenta una Sin datos Sin datos
cantidad de pérdida de bio-
diversidad debido a la im-
plantación y a la duración
TERRITORIO Y de la existencia del barrio.
PDF / hab / año
BIODIVERSIDAD Permite igualmente ver la
parte de pérdida o aumen-
to de biodiversidad debido
a la creación de espacios
verdes y zonas urbanas.
Indicador que presenta la 9 m2 / hab 20 m2 / hab
RELACIÓN HOM- cantidad y calidad de espa-
m2 / hab
BRE NATURALEZA cios verdes disponibles por
habitante del barrio.
Indicador que presenta el Sin datos Sin datos
volumen de aire contami-
CALIDAD DEL AIRE m3 / hab / año
nado producido por el fun-
cionamiento del barrio.
Fuente: Elaboración de los autores.

se construyó sin planificación y representa muchas de las problemáticas de los barrios


informales o semi-informales de bordes de ciudad.
Para dar respuesta a dicha problemática, diferentes normativas y estrategias de-
sarrolladas a escala internacional fueron adaptadas localmente como la Visión 2040
o la Estrategia de Resiliencia para la ciudad de Quito que presentan visiones, pautas
y alcances para el desarrollo urbano sostenible. En los últimos 20 años numerosos
barrios en el mundo experimentaron nuevos modelos de urbanismo sostenible, creán-
dose herramientas, bases de datos y conocimiento que hoy en día, son una referencia
imprescindible. En la ciudad de Quito se han utilizado algunas de estas herramientas,
pero únicamente para la edificación o para la urbe en su nivel global. La introducción de

148 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


sostenibilidad a escala barrial, aunque sea probablemente la más pertinente para una
aplicación eficiente de criterios sostenibles, sigue sin aplicarse.
El uso de indicadores es clave para los dispositivos existentes, y el estableci-
miento de bases de datos de indicadores siempre ha sido un reto de la evaluación de la
sostenibilidad de los edificios, así como de los proyectos urbanos. También en América
Latina las ciudades carecen de referencias propias a esta escala barrial, y algunos siste-
mas existentes no permiten un manejo eficiente a este nivel. El presente estudio utilizó
diferentes análisis urbanos y propuestas de planificación en el barrio de Llano Chico,
en Quito, para comparar una serie de herramientas como fuente de indicadores, y así
facilitar y orientar el proceso de diseño urbano. Lo anterior permitió utilizar, analizar e
interpretar información gracias a esas herramientas. El resultado fue una propuesta de
indicadores consensuados para evaluar el impacto ambiental según criterios cuantifi-
cados y ecosistémicos.

FUENTES DE CONSULTA

Economist Intelligence Unit (2010). Índice de Ciudades Verdes de América Latina. Munich,
Alemania: Siemens AG Economist Intelligence Unit.
Emelianoff, C. y Stegassy, R. (2010). Les pionniers de la vile durable; Récits d’acteurs, por-
traits de villes en Europe. París: Éditions autrement.
Emelianoff, C. (2009) “À quoi servent les éco-quartiers? Entretien par Loubiere, A”. En:
Alternatives économiques, Hors Série núm. 39, La Ville autrement, juin.
Emelianoff C. (s/f). “Les villes européennes face au développement durable: une flo-
raison d’initiatives sur fond de désengagement politique”. En: Cahiers du Proses,
núm. 8. París: Presses de Sciences-Po, 2.
Energie Cites-ademe (2008). Dossier: Urbanisme-énergie: les éco-quartiers en Europe.
Lefèvre, P. (2009). Les écoquartiers: l’avenir de la ville durable. Rennes: apogee.
Lotteau, M., et al. (2015). Environmental Assessment of Sustainable Neighborhood Pro-
jects through NEST, a Decision Support Tool for Early Stage Urban Planning Ori-
ginal Research Article. Procedia Engineering, vol. 115, pp. 69-76.
Organización de las Naciones Unidas (onu) (2007). Indicadores ambientales y de desa-
rrollo sostenible: avances y perspectivas para América Latina y el Caribe. cepal-onu.
Organización de las Naciones Unidas (onu) (2001). Indicadores ambientales y de desa-
rrollo sostenible: avances y perspectivas para América Latina y el Caribe. cepal-onu.
United Nations Settlements Programme (unsp) (2009). un-Habitat, State of the World’s
Cities 2010/2011-Cities for All: Bridging the Urban Divide, 2010 un-Habitat, Plan-
ning Sustainable Cities, Global Report on Human Settlements 2009.
Yépez-Salmón, G. (2011). Construction D’un Outil D’evaluation Environne-Mentale Des Eco-
quartiers: vers une méthode systémique de mise en œuvre de la ville durable. Thèse
doctoral. Université Bordeaux1. France.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 149


Fuentes electrónicas

Censo inec, (2010). http://www.ecuadorencifras.gob.ec/wpcontent/descargas/Libros/


Memorias/memorias_censo_2010.pdf
100 Ciudades resilientes (2017). Estrategia de Quito Resiliente. http://gobiernoabierto.
quito.gob.ec/wpcontent/uploads/documentos/resiliente/resilencia.pdf
Conexión cop (2015). Infografía/los compromisos climáticos globales. http://conexioncop.
com/infografia-los-compromisos-climaticos-globales/
Distrito Metropolitano de Quito (2015). Plan Metropolitano de Desarrollo y Ordenamien-
to Territorial pmdot. http://181.112.151.230:8081/attachments/download/677/
PDOT%20cantonal%20del%20Distrito%20Metropolitano%20de%20Quito%20
2015.pdf
Distrito Metropolitano de Quito (2012). Plan Metropolitano de Desarrollo y Ordenamiento
Territorial pmdot. http://www.quito.gob.ec/documents/PMDOT.pdf
Especiales el comercio (2016). El 70% de la población será urbana en 2050. Planeta. http://
especiales.elcomercio.com/planeta-ideas/planeta/13marzo-2016/poblacion-
ciudad-ecuador-economia-calidaddevida
Fougeirol, D. et al. (2008). Utilisation des indicateurs de développement durable comme outil
d’aide à la décision dans le cadre de projets urbains. Francia. http://www.burgeap.
fr/images/pdf/RetD/GES_advancity.pdf
Grupo Faro (2018). ods Territorio Ecuador. http://www.grupofaro.org/node/2298/
Hermida, A. et. al. (2015). Evaluando la sustentabilidad de la densificación urbana. Indica-
dores para el caso de Cuenca (Ecuador). Bitácora 25. https://www.researchgate.
net/publication/304991672_Evaluando_la_sustentabilidad_de_la_densifica-
cion_urbana_Indicadores_y_su_dimension_espacial_en_el_caso_de_Cuen-
ca_Ecuador
ICES Cuenca (2014). Indicadores Cuenca. Ecuador. http://www.cccv.ec/documento/90-
indicadores-ices-cuenca-2014
impu (2018). Visión 2040, acciones para un Quito sostenible. http://gobiernoabier-
to.quito.gob.ec/wpcontent/uploads/documentos/quitoparticipa/rendicion/
Visi%C3%B3n%20Quito%202040.pdf
Isabel, D. (2013). Hacia un hábitat sustentable. https://www.inti.gob.ar/tecno_sustenta-
bles/pdf/habitat.pdf
Llano Chico (2012). gad. Plan de ordenamiento territorial de la parroquia Llano Chico. Quito,
Ecuador. http://181.112.151.230:8081/attachments/download/570/PDOT%20
LLANO%20CHICO%202012.pdf
Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (mduv) (2015). https://www.habitatyvivien-
da.gob.ec/wpcontent/uploads/downloads/2015/04/PROYECTO-PROGRAMA-
NACIONAL-DE-VIVIENDA-SOCIAL-9nov-1.pdf
Morgane, C. et al. (2011). Analyse de cycle de vie à l’échelle du quartier:un outil d’aide à la
décision? Le cas de la ZAC Claude Bernard à Paris (France), Volume 5, 2011, Ville
durable et changement climatique. https://eue.revues.org/690

150 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Organización de las Naciones Unidas (onu) (2016). Informe sobre desarrollo humano.
http://www.undp.org/content/dam/undp/library/corporate/HDR/HDR2016/
HDR_2016_report_spanish_web.pdf
Organización de las Naciones Unidas (onu) (2015). Cómo desarrollar ciudades más resi-
lientes. Un Manual para líderes de los gobiernos locales. Una contribución a la Cam-
paña Mundial 2010-2015. http://www.unisdr.org/files/26462_manualparalideres-
delosgobiernosloca.pdf
Peuportier, B., (2014). Eco-conception des bâtiments et des quartiers, Journée Futuring Cities,
Ville et Énergie Durable. https://futuringcities.wp.mines-telecom.fr/files/2014/10/
Bruno-Peuportier.pdf
Quiroga, R. (2007). Manuales Indicadores ambientales y de desarrollo sostenible: avan-
ces y perspectivas para América Latina y el Caribe. Chile: División de Estadísti-
ca y Proyecciones Económicas. http://www.cepal.org/deype/publicaciones/
xml/4/34394/lcl2771e.pdf.
Quiroga, R. (2001). Manuales Indicadores de sostenibilidad ambiental y de desarrollo soste-
nible: estado del arte y perspectivas. Chile: División de Medio Ambiente y Asenta-
mientos Humanos. http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/5570/
S0110817_es.pdf;jsessionid=9BA1CC99323C941F82CABB26585744AE?sequen
ce=1
Secretaría de Ambiente dmq (2014). Indicadores de Ciudad Sostenible. http://www.
quitoambiente.gob.ec/ambiente/index.php/biblioteca-digital/category/69-
proyectos?download=437:informe-indicadores-ciudad-sostenible

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 151


Capítulo 9

Urbanismo y construcción
sustentable en Colombia: estado
de la cuestión normativa
Luis Gabriel Duquino Rojas, Olavo Escorcia, Olga Garzón,
Juanita Montoya y Sergio Ballén

INTRODUCCIÓN

De los compromisos con las agendas internacionales sobre desarrollo sostenible, Co-
lombia tiene avances significativos tanto en el ámbito público como privado. La ge-
neración de conocimiento e información es muy visible, pero al mismo tiempo, está
dispersa dada la variedad de fuentes disponibles. En este contexto y con la idea de
proporcionar información sustantiva y documentada, surge el presente estudio como
parte del proyecto Cyted urbenere 2015-18,1 que involucra a comunidades, organismos
públicos y empresas privadas, para el desarrollo, divulgación y uso de material para
la enseñanza. En concreto se realiza el estado de la cuestión sobre la normativa en
Colombia, respecto a políticas, planificación y movilidad urbana, estrategias de diseño,
tecnología, para un urbanismo y construcción sostenible en Colombia (ucsc).
Se propone analizar el nivel de desarrollo e impacto de la normatividad en tres ca-
tegorías,2 aquí sólo se aborda la primera, y se refiere a las fuentes de información nacio-
nales en materia de urbanismo y construcción sostenible en Colombia (ucsc). Se iden-
tifica y analiza, asimismo, la literatura y documentación relevante sobre construcción y
urbanismo sostenible (cus), con el propósito de hacer una clasificación y categorías que
orienten la sistematización de la información teórica y práctica aplicada en el país.
El contenido del texto apoya la necesidad de articular acciones que impliquen
impactos o beneficios al medioambiente y potencien la generación y gestión de un

1. La Universidad Nacional de Colombia participa de la convocatoria 2014 e inicia actividades articuladas al pro-
yecto; en 2015 continua de manera independiente por temas logísticos ajenos a la tradición en el manejo de
estas redes temáticas, apoyados en el Proyecto HERMES 27365 (Véase http://www.cyted.org/?q=es/detalle_
proyecto&un=895).
2. Las otras dos categorías del estudio total fueron: Políticas públicas y Proyectos significativos de investigación.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 153


plan general de investigación que cubra los vacíos detectados, así como generar una
estrategia para fortalecer la responsabilidad social de todos los agentes involucrados y
armonizar sus aportes para que en un futuro sirvan de referencia al profundizar en los
temas planteados, de manera independiente, en las fases que siguen en la estructura
del proyecto urbenere, precursor de esta tarea.

FUENTES DE INFORMACIÓN NACIONAL EN MATERIA


DE URBANISMO Y CONSTRUCCIÓN SOSTENIBLE

Las fuentes de información sobre urbanismo y construcción sostenible en Colombia


(ucsc), proceden de diversas iniciativas, unas de origen gubernamental consignadas en
documentos de políticas, como las del Consejo Nacional de Política Económica y Social
(conpes) (dnp, 2017), relativas al desarrollo urbano, vivienda, cambio climático, manejo
de agua, transporte y contaminación de aire, entre otras, que buscan establecer una
política nacional consistente en la materia, acompañada de la expedición de reglamen-
taciones y elaboración de guías de diseño y construcción, así como de la generación de
criterios ambientales que procuren materializar parámetros para el control del desarro-
llo sostenible.
También se cuenta con las iniciativas privadas, académicas de investigación y
gremiales, generadas por asociaciones, como la Sociedad Colombiana de Arquitectos
(sca), el Consejo Profesional Nacional de Arquitectura y sus Profesiones Auxiliares (cp-
naa) y la Asociación Colombiana de Facultades de Arquitectura (acfa), que se suman a
los usuarios-consumidores de la cadena productiva. A nivel internacional, en el campo
académico y científico, se encuentran las redes temáticas y de cooperación de Ciencia
y Tecnología para el Desarrollo (cyted) y América Latina y Formación Académica (alfa);
las de apoyo al desarrollo de regiones más vulnerables, como la Organización de las
Naciones Unidas (onu), Banco Interamericano de Desarrollo (bid), entre otras.
En ambos ámbitos, nacional e internacional, se tienen políticas y reglamentación,
que aportar al conocimiento a través de publicaciones reconocidas científica y tecnoló-
gicamente, además, de proyectos puntuales sobre hábitat formal e informal, integrando
una base documental diversa, relevante y pertinente.
De la política Nacional de Construcción Sostenible (usaid-Colombia, 2013), se
presenta una clasificación que sirve de pauta general para el inventario y análisis de
estas iniciativas (Cuadro 1), que facilita el abordaje a manera de lista de chequeo. Dada
la confiablidad de la fuente usaid-Colombia por su carácter oficial, se han considera-
do cinco sectores: 1) público, 2) privado, 3) investigación y educación, 4) usuarios, y
5) cooperación internacional; no obstante, después de la revisión y comparación de
aspectos tratados por cada sector, se destacan los productos actuales que constituyen
el estado de la cuestión, contemplando sólo aquéllos (leyes, planes, criterios, normas y
guías) más relevantes y pertinentes para la configuración del mapa de iniciativas.

154 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Cuadro 1. Mapa de sectores, categorías, nivel/tipo.

Sector Categoría Nivel/Tipo


Nacional Sistemas Nacionales, Ministerios, Departamentos Admi-
nistrativos (dnp, dane), icontec, Congreso Nacional
Elaboradores
Departamental Corporaciones Autónomas Regionales, Asambleas depar-
de política y de
tamentales
regulación
Municipal Entidades territoriales, Secretarías, Entidades adscritas y
vinculadas, Consejos Distritales y Municipales
Nacional invias, ani, erun
Departamental Departamentos de obras públicas
Entes
Sector Municipal Secretarías de obras públicas, Sociedades de Economía
ejecutores
público Mixta (sem), Empresas Comerciales e Industriales del
Estado (ecie), Establecimientos públicos (ep)
Nacional Comisión Asesora Permanente para el Régimen de Cons-
trucción Sisimorresistente, cra, cre, Superintendencias,
Entes de Procuraduría, Contraloría
control
Municipal Curadurías Urbanas, entidades de control urbano, perso-
nería y contralorías
Entes de Financiadores Findeter, fna, fonade
financiación
Urbanizadores Cámara Colombiana de Infraestructura
Constructores Cámara Colombiana de Construcción (camacol), Consejo
Colombiano de Construcción Sostenible (cccs)
Productores, fabri- Cementos, Acereros, Madereros, Concreteros
Gremios cantes y comerciali-
zadores
Sector Planeadores y dise- Sociedad Colombiana de Arquitectos (sca), Sociedad
privado ñadores Colombiana de Ingenieros (sci)
Seguridad Industrial Aseguradoras de Riesgos Profesionales(arp)
Sector F Financiadores Bancos y entidades financieras
inanciero
Empresas SSPP Nacional Andesco
Municipal Empresas públicas, privadas o mixtas
Ministerio de Educación, Ministerio de Cultura
Nacional
Gubernamental cpnaa, copnia, acfa
Municipal Secretarías de Educación y cultura
Sector
Bogotá un, Universidad Javeriana, Universidad Piloto, Universi-
Investigación
Universidades dad de los Andes, entre otros
y Educación
(polos Medellín un, Universidad Pontificia Bolivariana
regionales) Cali un, Universidad del Valle
Barranquilla un, Universidad del Atlántico
Sector Usuarios Directos e indirec- Usuarios de la cadena productiva, ONGs, Sociedad Civil
usuarios tos

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 155


Sector Categoría Nivel/Tipo
Financiadores Banco Mundial (ifc), Banco Interamericano de Desarro-
Organismos llo, Corporación Andina de Fomento (caf)
Sector multilaterales Capacidad técnica giz, Naciones Unidas (pnuma, Hábitat, usgbc, Globe
Cooperación
Aliance, cib
Internacional
Países, Ciuda- Capacidad técnica
des aliadas
Fuente: dnp, 2013.

SECTOR PÚBLICO

Se refiere a las iniciativas en el orden en que se han venido desarrollando en el país, así
como las referencias internacionales y punto de partida, los documentos relacionados
con la política nacional y social, los planes de desarrollo y las guías relevantes presen-
tadas desde distintas entidades oficiales.

Referencias internacionales

Colombia tradicionalmente ha reconocido su compromiso con el tema ambiental desde


la Convención de Estocolmo (1972), a través de normas plasmadas en el Código de Re-
cursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiental3 (minambiente, 2014a)
e incorporadas en la Constitución Política de 1991 en la categoría de derecho colectivo,
salvaguardadas mediante mecanismos como las acciones populares y de grupo. Poste-
riormente, el Foro Mundial en Río de Janeiro 1992, diseño una hoja de ruta para el de-
sarrollo sostenible en su capítulo 7, respecto del papel de los asentamientos humanos
en el desarrollo sostenible, acordando la Agenda 21 sobre la responsabilidad de una
construcción sostenible en países en desarrollo, entre otros hitos internacionales del
desarrollo sostenible que han seguido orientado las iniciativas colombianas (Gordillo et
al., 2010: 7-12).

Documentos Política Económica Social (Conpes)

Consecuente con los consensos internacionales para el desarrollo sostenible se han


adoptado en Colombia lineamientos para la formulación de políticas a través del Con-
sejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes). Los documentos elaborados si-
guen diversas propuestas inspiradas en los acuerdos internacionales, dando lugar a
leyes que son antecedentes de regulación en el tema ambiental. Por ejemplo, la Ley
65 sobre cambio climático aprobada por el Congreso de Colombia en 1994, que tiene
como objetivo la estabilización de las concentraciones de gases efecto invernadero

3. Decreto Ley 2811 de 1974, recoge los principios establecidos en la Conferencia de Estocolmo sobre Medio Am-
biente Humano 1972.

156 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


(gei); la Ley 629 que aprueba y reconoce el “Protocolo de Kyoto sobre cambio climático”
(ONU, 1998), aprobada en el 2000, y, después, como soporte, se aprobó, en 2003, el
Documento Conpes 3242: “Estrategia institucional para la venta de servicios ambien-
tales de mitigación del cambio climático”, que dio la pauta para el surgimiento de
documentos relevantes en la materia, bajo la dirección del Ministerio de Ambiente
que buscan determinar un catastro de riesgos adversos, proyectos y estrategias para
definir planes de adaptación al cambio climático mediante la reglamentación de la
política nacional de construcción sostenible en Colombia. Entre otros, destacan los
siguientes documentos:4

• Inventario nacional de fuentes y sumideros de gases de efecto invernadero, aná-


lisis para determinar la alta vulnerabilidad de Colombia ante los efectos adversos
del cambio climático.
• 158 proyectos nacionales de reducción de emisiones de gases efecto invernadero
bajo el mecanismo de desarrollo limpio (mdl) –Protocolo de Kyoto (onu, 2014).
• Piloto nacional de adaptación al cambio climático, Instituto Nacional de Adminis-
tración Pública (inap) (invemar, 2010).
• Estrategia de educación, formación y sensibilización de públicos sobre cambio
climático (oab, 2013).
• Portal Nacional de Cambio Climático (ideam, 2014).
• Estrategias de Desarrollo Bajo el Carbono (edbc) (minambiente, 2017a).
• Estrategia de Reducción de Emisiones por Deforestación Evitada (redd) (bid,
2016).
• Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (pnacc) (minambiente, 2017b).

Diversos documentos elaborados por el Consejo Nacional de Política Económica


y Social (Conpes), han sido antecedente en: lineamientos, estrategias y políticas nacio-
nales para optimizar la regulación ambiental (dnp, 2017); Política de desarrollo urbano
(Conpes 3305, 2004); Lineamientos y estrategias de desarrollo sostenible para los sec-
tores de agua, ambiente y desarrollo territorial (Conpes 3343, 2005); Política de gestión
ambiental urbana (2008); Lineamientos para la formulación de la política integral de
salud ambiental con énfasis en los componentes de calidad de aire, calidad de agua y
seguridad química (Conpes 3550, 2008); Lineamientos y estrategias para fortalecer el
servicio público de aseo en el marco de la gestión integral de residuos sólidos (Conpes
3530, 2008); Lineamientos para la consolidación de la política de mejoramiento integral
de barrios mib (Conpes 3604, 2009); Política nacional de producción y consumo soste-
nible (2010); Programa de uso racional y eficiente de energía y fuentes convencionales

4. Relación extractada de la Exposición de motivos del Proyecto Ley N° 210 de 2016 “por medio del cual se estable-
cen los lineamientos para la formulación de la Política Nacional de Construcción Sostenible, se otorgan beneficios e
incentivos para su fomento e implementación y se dictan otras disposiciones”, presentado al Congreso de la Repú-
blica por el representante Jack Housni. https://www.cccs.org.co/wp/download/proyecto-de-ley-no-210-de-2016/

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 157


(2010); Estrategia institucional para la articulación de políticas y acciones en materia de
cambio climático en Colombia (Conpes 3700, 2011); Plan nacional de adaptación al cam-
bio climático (2012). Adicionalmente, en la actualidad, el Gobierno Nacional desarrolla
políticas nacionales de escombros y drenajes urbanos.

Planes Nacionales de Desarrollo

Los documentos Conpes son recogidos y articulados con los ejes de interés en los pla-
nes de desarrollo, por ejemplo, el Plan Nacional de Desarrollo (pnd 2014-2018) “Todos
por un nuevo país”, establece objetivos de movilidad social, competitividad e infraes-
tructuras estratégicas, transformación del campo y estrategias envolventes de creci-
miento verde, articulado al anterior pnd 2010-2014 “Prosperidad para todos”, en lo
relativo al capítulo de ciudades amables y, específicamente, en el aprovechamiento
sostenible de los recursos humanos (dnp, 2016).
Colombia, hacia el futuro, reconoce principios de desarrollo sostenible que asu-
me para su transformación, sobre todo, en políticas de vivienda para el mediano y largo
plazo en el marco de los Objetivos del Desarrollo del Milenio (odm) (onu, s/f), puesta
en marcha mediante la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible que compromete a
los países a realizar esfuerzos con el fin de lograr 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible
(ods) (onu, s/f) en 15 años. En ese sentido, el concepto de desarrollo sostenible-social,
ambiental y económico (Comisión Brundtland, 1987) (onu, 2006), se enfoca, ahora, en
el papel práctico de la edificación, construcción y urbanismo o entorno construido, en-
tendido como el contexto para proveer y garantizar la actividad humana en espacios
públicos y privados, en los cuales se generen indudables beneficios ambientales, eco-
nómicos y sociales en los espacios culturales, de trabajo, residencia y recreación.

Planes de desarrollo locales, caso Bogotá D. C.

A nivel local, Bogotá –más adelante se revisan los avances en la ciudad de Medellín–,5
resulta ser la ciudad a la vanguardia en el tema de lineamientos y políticas ambientales
sostenibles que evolucionan, con la colaboración del Consejo Colombiano de Cons-
trucción Sostenible (cccs), sin embargo, son más los propósitos que los logros alcan-
zados, sobresalen en el último decenio el Acuerdo 489 de 2012: “Por el cual se adopta
el Plan de Desarrollo Económico, Social, Ambiental y de Obras Públicas (pdesab) para
Bogotá D. C. 2012-2016. Bogotá Humana”,6 que determina en su eje 2: “Un territorio
que enfrenta el cambio climático y se ordena alrededor del agua” aplicando un enfo-

5. Véanse apartados 1.3.1.1 Una serie de guías de construcción sostenible en Plan 2008-2020 Área Metropolitana
del Valle de la Aburrá.
6. Véase Acuerdo 489-2012 http://oab2.ambientebogota.gov.co/es/documentacion-e-investigaciones/resultado-
busqueda/acuerdo-no-489-de-2012

158 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


que de ecourbanismo, bajo la dirección de las secretarías Distritales de Planeación,
Ambiente y Hábitat.
Entre los soportes que pueden estar relacionados con el pdesab 2012-2016 está
el Acuerdo Distrital 418 de 2009: “Por el cual se promueve la implementación de tec-
nologías arquitectónicas sustentables como techos y terrazas verdes, entre otras en
el D. C. y se dictan otras disposiciones”,7 el cual orienta su atención en: 1) fomento del
conocimiento del concepto de urbanismo sostenible en los proyectos inmobiliarios pú-
blicos y privados como medida de adaptación al cambio climático; y 2) contemplar en
los techos o terrazas verdes y otras similares el diseño e implementación del Estándar
Único de Construcción Sostenible (eucs).
Respecto a lo anterior, se esperaba, previamente a su diseño e implementación,
el análisis en mesas de trabajo del Acuerdo 323 de 2008: “Por el cual se autoriza la
inclusión del eucs en el código de construcción del Distrito Capital de Bogotá8 y se dic-
tan otras disposiciones”, promoviendo, mediante incentivos, su aplicación de manera
voluntaria en los proyectos de construcción del Distrito Capital.
En cuanto a proyectos, se revisaron: el Proyecto de Acuerdo 186 de 2008 “Por
el cual se ordena la creación de Estándar Único de Construcción Sostenible (eucs) para
el Distrito Capital”, el cual dispone que el Gobierno Distrital diseñe e implemente el
renombrado eucs para el Distrito Capital por medio de la Secretaría de Hábitat y la
Secretaría de Planeación, en coordinación con el Consejo Colombiano de Construcción
Sostenible y demás sectores de la sociedad, lo anterior para certificar y motivar a los
habitantes sobre la importancia de vivir en construcciones sostenibles.
El Proyecto de Acuerdo 187 de 2010: “Por medio del cual se dan los lineamientos
para una política de diseño de construcción y urbanismo sostenible en Bogotá”, estable-
ce que deberán adoptarse esas directrices, en principio, en las nuevas construcciones
de viviendas de interés social (vis) en el Distrito Capital, con el fin de lograr una mejor
clasificación para la obtención de los terrenos de construcción de vivienda que se ofre-
cen a través de Metrovivienda. Ambas iniciativas fueron archivadas por vencimiento de
términos sin que hubiesen sido discutidas o aprobadas.
Con el cambio de administración en la ciudad de Bogotá, el nuevo “Plan de Desa-
rrollo económico, social, ambiental y de obras públicas 2106-2020 “Bogotá mejor para
todos”,9 se enmarca en los ejes estratégicos del desarrollo sostenible, comprometiendo
el eje transversal 3 (Título i, Cap. vii) con la sostenibilidad ambiental basada, específi-
camente, en la eficiencia energética y vinculada con el modelo de ciudad compacta e
integrando la ciudad y la región en mejorar la oferta de bienes y servicios ecosistémicos

7. Véase Acuerdo 418-2009 en http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=38262


8. El Código de Construcción del Distrito Capital de Bogotá o Acuerdo 20 de 1995, base de su adaptación a Cons-
trucción sostenible, a la fecha no tiene resultados positivos (http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Nor-
ma1.jsp?i=32766).
9. Cfr. Acuerdo 645 de 2016 Plan de Desarrollo Económico, Social, Ambiental y de Obras Públicas para Bogotá
2106-2020 “Bogotá mejor para todos”. (http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=66271).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 159


en beneficio de la calidad de vida y adaptación al cambio climático, enfocado en cuatro
estrategias: 1) la recuperación y manejo de la estructura ecológica principal; 2) mejorar
la calidad ambiental por medio del control de recursos: aire, agua, paisaje, suelo y miti-
gación de ruidos; 3) la gestión de la huella ambiental para disminuir impactos producto
de los proceso de desarrollo y consolidación de la ciudad para reducir los residuos y
emisiones, y 4) el desarrollo rural sostenible.
Sin embargo, se espera contrastar, con el objetivo de armonizar, las normas
instrumentales de los objetivos, metas, prioridades del plan a nivel distrital y local, de
estrategias y políticas generales y sectoriales propuestas (Título ii, capítulo vi, artículo
114), con la revisión de normas, criterios y guías existentes para asegurar acciones que
garanticen un avance efectivo en la consolidación de una cultura de desarrollo sosteni-
ble en el tiempo; sólo el “Artículo 114. Implementación de energías renovables” hace un
señalamiento especifico de actuación en el tema.
No obstante, es importante revisar los proyectos vinculados a este eje transver-
sal en ecología principal (Artículo 156) y producción ecoeficiente (Artículo 157), barrios
de ecourbanismo (barrios ecológicos, observatorio de sostenibilidad del hábitat, pro-
moción de tecnologías limpias, ciclo de vida de materiales de construcción con visión
regional y pactos de borde), así como el Artículo 159 sobre proyectos asociados a la
movilidad, conexión y accesibilidad; una evidencia del compromiso del Plan con la sos-
tenibilidad ambiental.

Las guías relativas a la sostenibilidad urbana

El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (mads), por su parte, adoptó en 2008,


la Política de gestión ambiental urbana para contribuir al mejoramiento de la calidad
del hábitat urbano con la meta de definir y establecer, específicamente, principios y
lineamientos ambientales para el diseño y la construcción de vivienda, por lo cual, en
2012 elaboró la cartilla “Criterios ambientales para el diseño y construcción de vivienda
urbana” (minambiente, 2012), instrumento que propone un marco conceptual para la
vivienda y el urbanismo sostenible.
La cartilla también ofrece pautas para la caracterización de los modos de pro-
ducción de vivienda en Colombia y sus tipos; una propuesta de zonificación climática
(cálido-seco y húmedo, templado y frío)10 y requisitos de aplicación; así como criterios
ambientales en 4 ejes temáticos: el uso del agua, el suelo; los materiales y la energía
en la vivienda urbana; la aplicación de criterios en modelos de viviendas; y una pro-
puesta de seguimiento de proyectos en construcción para aplicación de los criterios
ambientales en cuatro ejes fundamentales: (i) la energía; (ii) el agua; (iii) los materiales
constructivos y (iv) el suelo (espacio urbano).

10. Presenta en el capítulo iii de la cartilla, nueve mapas de Colombia relacionados con altitud, temperatura anual
en °C, confort térmico, entre otros, cuya fuente es el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (igac), a confrontar con
el dispuesto por ideam en la guía de construcción sostenible.

160 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Asimismo, en esa misma época, el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo
Territorial, presentó una serie de guías de asistencia técnica para la vivienda de interés
social (minvivienda, 2014): “Una herramienta metodológica para la formulación, ejecu-
ción y puesta en marcha de vivienda de interés social”, con el fin de apoyar a los entes
territoriales en la tarea de disminuir el déficit cuantitativo de vivienda en sus municipios
bajo directrices de sostenibilidad ambiental.
El total de guías analizadas fueron cuatro. La primera, establece el compromiso
de definir la calidad en la Vivienda de Interés Social (vis), determinando las caracterís-
ticas para selección de terreno, diseño arquitectónico urbano y arquitectónico de las
viviendas. La segunda, se refiere a los materiales de construcción de vis, señalando
pautas para los materiales y la sostenibilidad de la vivienda, los requisitos para desa-
rrollo progresivo, relación con principios de arquitectura bioclimática, el ciclo de vida
de los materiales, la inercia y aislamiento térmico, cómo seleccionar los materiales y,
finalmente, su relación con la respuesta arquitectónica, según los climas predominan-
tes ya señalados.
Por su parte, la tercera guía se enfoca en las normas aplicables en el desarrollo de
Vivienda de Interés Social (vis), se trata de un inventario actualizado con la descripción
de la NSR-10; el reglamento técnico del sector del agua potable y saneamiento básico
RAS 2000; la norma técnica colombiana NTC 1500 o código colombiano de fontanería;
el reglamento técnico de instalaciones eléctricas-retie; el manual de especificaciones
técnicas de construcción de la Cámara Colombiana de la Construcción (camacol) Antio-
quia; el reglamento técnico de tuberías de acueducto y alcantarillado aplicable a vis y el
reglamento técnico de eficiencia energética para vis, todavía en proceso.
La cuarta y última guía atiende al procedimiento de Vivienda de Interés Social
(vis), es decir, revisa los aspectos de gestión de vis relativos a la oferta institucional:
cómo formular proyectos en bolsas concursables y otros, registro de oferentes, giro de
subsidio familiar, seguimiento de pólizas, declaratoria de incumplimiento y flujogramas
de procesos.
La Resolución 0549 de 2015, no obstante haber adoptado nuevas estrategias,
aporta, sobre todo, dos anexos que contribuyen de manera operativa a comprender
la aplicación de los conceptos de sostenibilidad: Anexo No. 1: Guía de construcción
sostenible para el ahorro de agua y energía en edificaciones (minvivienda, s/f), además
se disponen cifras base para alcanzar los porcentajes de ahorro; y Anexo No. 2: Mapa
de clasificación del clima en Colombia, según la temperatura y la humedad relativa y
listado de municipios, elaborado por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios
Ambientales (ideam, s/f).11 Estrategia común y punto de partida para otros países en la
región (Chile, Argentina, Uruguay y Brasil) con mayor tradición en el tema y siguiendo el
ejemplo europeo para la comprensión y determinación de medidas ambientales nece-

11. Consúltese el Gráfico 1 del Anexo 1 de la Resolución 0549 de 2015, así mismo, el Atlas Interactivo Climatológico,
de Radiación Solar y de Viento (ideam http://atlas.ideam.gov.co/present http://atlas.ideam.gov.co/presentacion/).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 161


sarias para el control del clima en la edificación y en equilibrio con otros dos aspectos:
los marcos sociales y económicos del desarrollo sostenible.

SECTOR PRIVADO

Dos entidades privadas, sin ánimo de lucro, integradas por empresas, colegios, univer-
sidades, organizaciones no gubernamentales (ong) y diversos gremios, lideran y contri-
buyen en armonía con exigencias y normas internacionales a mitigar el cambio climático
junto con el Consejo Colombiano de Construcción Sostenible (cccs) y el Instituto Co-
lombiano de Normas Técnicas (icontec).

Consejo Colombiano de Construcción Sostenible (cccs)

Este Consejo Colombiano de Construcción Sostenible (cccs, 2017) abandera y contri-


buye con sus acciones a fortalecer la conciencia colectiva de un entorno construido de
manera sostenible integral, determinado por la búsqueda de beneficios ambientales,
sociales y económicos mediante el cuidado y uso adecuado de los recursos naturales,
el manejo eficiente de la energía, el agua y los materiales utilizados durante el ciclo de
vida de la edificación.
Además, el cccs apoya acciones como la promoción de sistemas de certificación,
herramientas para estimular la demanda del mercado por edificios con un mejor des-
empeño ambiental. En el mundo existen más de 50 sistemas de certificación ambiental
para productos y edificaciones: breeam en Reino Unido, leed en Estados Unidos y Green
Star en Australia (Medina, 2011). Colombia se orienta al establecimiento de un sistema
propio, pero tiene dificultades por la oferta tan diversa de iniciativas que reclaman un
programa y un plan que las articule (Medina, 2011).

El Instituto Colombiano de Normas Técnicas (icontec)

Una instancia sustancial que suma a las varias iniciativas gubernamentales de construc-
ción sostenible, mencionada en las guías y cartillas, aunque no de forma rotunda,12 la
aporta el Instituto Colombiano de Normas Técnicas (icontec). Organismo multinacional
y privado que trabaja para fomentar la normalización, certificación, metrología y ges-
tión de la calidad ambiental en Colombia.
icontec está integrado por representantes voluntarios del gobierno nacional, de
los sectores privados de la producción, distribución y consumo, del sector tecnológico
en sus diferentes ramas y por todas aquellas personas jurídicas y naturales que tengan
interés en pertenecer a él.

12. La cartilla de criterios ambientales, por ejemplo, menciona sólo análisis de ciclo de vida aplicados en materiales
y procesos, en Detalle Técnico núm. 9, p. 110.

162 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


SECTOR INVESTIGACIÓN Y EDUCACIÓN

De la mano de convenios interinstitucionales, el sector público convoca fundamental-


mente a instituciones de educación superior a participar en proyectos que contribuyan
a la consolidación de políticas de desarrollo sostenible, se presentan las más actuales
y relevantes.

Convenios interinstitucionales

Las iniciativas proceden de universidades públicas y privadas con el auspicio guberna-


mental mediante convenios suscritos con los gobiernos, ya sea nacional o departamen-
tal, empeñados en fortalecer la tarea de formular lineamientos y políticas expresadas
en herramientas técnicas capaces de guiar el desarrollo o instauración de los principios
y criterios definidos en las políticas.

Una serie de guías de construcción sostenible

Resultado de lo anterior, destaca la serie de guías de construcción sostenible del Valle


de la Aburrá, producto del convenio entre la entidad administrativa del Área Metropo-
litana del Valle de Aburrá y la Universidad Pontificia Bolivariana para desarrollar la for-
mulación de la Política de Desarrollo 2008-2020 (Plan 2008-2020 Área Metropolitana
del Valle de la Aburrá).
Se trata de cinco guías que, en una secuencia pedagógica, explica los procedi-
mientos a seguir para el uso de instrumentos de recolección de información y fuentes
pertinentes a consultar en el orden nacional y/o internacional. Inicia con un inventario-
diagnóstico apoyado en seis ejes temáticos (habitabilidad, energía, agua, materialidad
sostenible, residuos sólidos urbanos y viabilidad), insumo de evaluación y propuesta de
los cuatro ámbitos de aplicación.
La primera guía se enfoca en señalar los elementos para la caracterización del
lugar, con el fin de establecer criterios de sostenibilidad específicos, según los seis
ejes temáticos señalados en el inventario (amva&upb, 2015); la segunda menciona los
criterios de sostenibilidad en la planeación urbana; la tercera, los criterios para el dise-
ño de espacios abiertos; la cuarta, atiende el diseño de edificaciones sostenibles, y la
quinta, cerrando el ciclo, es una guía para la rehabilitación sostenible de edificaciones
existentes.
Destaca, por su relevancia y pertinencia, la cuarta guía para el diseño de edifi-
caciones sostenibles (amva&upb, 2015). Integrada por seis capítulos, que a continua-
ción se mencionan: 4.1) Habitabilidad: confort térmico, visual, acústico, ergonomía y
factores humanos. 4.2) Energía: modelo de gestión, diseño pasivo, iluminación artifi-
cial, acondicionamiento térmico, micro generación de energía. 4.3) Agua: evaluación
modelo de gestión, cálculo de dotaciones, captación, aprovechamiento de aguas sub-
terráneas, reciclar aguas grises, diseño sistemas hidrosanitarios de tratamiento, hume-

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 163


dales construidos, dispositivos de ahorro y uso eficiente. 4.4) Materialidad sostenible:
escalas, sistemas constructivos, coordinación modular, perfil ambiental de materiales
y elementos, desempeño con criterio ambiental y comportamiento térmico, acústico y
lumínico, otros criterios, el concreto (evolución, patologías, cementantes, agregados,
aditivos, agua, mezclas, colocación, curado, fraguado, geopolímeros), deconstrucción
y manejo de residuos. 4.5) Residuos sólidos urbanos: modelo de gestión, cálculo, espa-
cios para la separación, aprovechamiento biodegradable. 4.6) Viabilidad: percepciones
y realidades sobre el costo de construir de manera sostenible.
Esta guía está basada en la normativa nacional vigente, en particular, en el De-
creto 1285 de 2105 –que modifica el Decreto 1077 de 2015, mencionado antes (minam-
biente, 2012)–, estableciendo para cada aspecto analizado en los seis ejes temáticos
orientaciones precisas mediante la definición de justificación, profesionales encargados,
objetivos esperados y lineamientos a observar en cada fase (diseño, construcción y
operación), junto a la normativa en vigor a consultar, ya sea en el ámbito nacional y/o
internacional. El punto del ciclo de vida, en dicha guía, se trata exclusivamente en el
tema de materialidad sostenible y, en específico, en el perfil ambiental de materiales y
elementos.

UNA PROPUESTA DE REGLAMENTO TÉCNICO

Respecto a las propuestas,13 la Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Artes


(2011), en el marco del proyecto internacional del Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (pnud) y la Unidad de Planeación Minero Energética (upme) se desa-
rrolló, mediante convenio interadministrativo, una Propuesta de Reglamento Técnico
de Eficiencia Energética para Viviendas de Interés Social (p-retevis) (mme-mavdt-unc,
2011).14 Esta propuesta parte de la premisa de que una vivienda eficientemente energé-
tica debe hacer uso racional y eficaz de la energía durante su ciclo de vida (estimado en
50 años), garantizando condiciones de confort al usuario.
La propuesta está integrada por seis capítulos: 1) Disposiciones generales: de-
finiciones, campo de aplicación, responsables del cumplimiento, características de vi-
viendas de interés social energéticamente eficientes (visee), conformidad con retevis,
requerimientos de fichas, materiales y componentes, integración de energías renova-
bles, convencionales o no y materiales alternativos; 2) Determinación número de uso
racional y eficiente de energía (ure) en vis: requisitos, consumos de energía en cons-
trucción por cuantificar (extracción, manufactura, transporte, proceso) para fijar Índice

13. Se revisó la base de datos de proyectos del Centro de Extensión Académica de la Facultad de Artes de la Uni-
versidad Nacional, es el único proyecto que aporta significativamente al inventario de productos y servicios en el
tema de desarrollo sostenible de comunidades urbanas.
14. El documento completo se encuentra como Diseño y Socialización de p-retevis en http://www.upme.gov.co/
Docs/Seminarios/2011/EEE/ESPERANZA_CARO.pdf

164 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Global de Consumo Energético (igce), determinación del Índice Global de Confort (igc)
a partir de datos ideam,15 definición de cargas exteriores e interiores y cálculo tér-
mico, según varias metodologías y modelaciones computacionales;16 3) Disposiciones
transitorias: mecanismos para demostración de conformidad, según varias modalidades
(equivalencia con norma por declaración del proveedor o por laboratorios acreditados)
y requisitos para su implementación inicial que dependen de líneas bases y escala de
valores –por elaborar o establecer– para su calificación en materia de confort térmico,
lumínico, ventilación, ruido, ambiental (sic), consumos y gasto energético, tarea que im-
plica acuerdos previos sobre zonas climáticas o habitacionales y simulaciones o pilotos
en campo para la determinación de valores base y escalas de mayor o menor eficien-
cia; 4) Vigilancia y control: tipos de certificación de proceso o productos y organismos
acreditados; 5) Interpretación, revisión, actualización y vigencia: lineamientos de norma
que requieren, no obstante y previamente, la elaboración de guías que orienten con sus
resultados hacia la normalización; y finalmente 6) Regímenes sancionatorios, un listado
de las leyes colombianas que complementan los posible vacíos que ofrezca el retevis;
y en anexos (A), complementos de tablas, diagramas y formatos para diligenciamiento
de datos preliminares del cálculo, anunciados en la propuesta, A1: Tablas ashrae; A2:
Reporte desempeño ure; y A3: formato de verificación.

CONCLUSIONES

A partir de la Convención de Estocolmo (1972), el sector público de Colombia ha demos-


trado su compromiso con el tema ambiental, a partir de la elaboración de normas para
el Código de Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiental (1972),
e incorporadas en la Constitución Política (1991); después perfeccionadas en los docu-
mentos Conpes y plasmados en los Planes de Desarrollo. En la actualidad, confirma su
compromiso con los principios de un desarrollo sostenible y los componentes a largo
plazo, siguiendo los Objetivos de Desarrollo del Milenio (odm) y su puesta en marcha
en la Agenda 2030. Los funcionarios de gobierno del país, reconocen el papel práctico de
la edificación (construcción y urbanismo sostenible), pues es evidente que en este es-
cenario se pueden medir los impactos a partir de indicadores ambientales, económicos
y sociales en los espacios de trabajo, residencia, cultura y recreación, relacionándolos
con el entorno construido y el metabolismo urbano.

15. Aplicando método HOLDRIGE, que toma como base condiciones de temperatura y altura, aplicable al caso
colombiano.
16. Sugiere programas disponibles en el mercado de tipo privativos, con limitaciones para usarlo, modificarlo o re-
distribuirlos: Design Bulider, Ecotec, Autodesk Revit Conceptual Energy Analysis y Autodesk Green Building Studio.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 165


No obstante, las importantes contribuciones a distintos niveles (nacional, de-
partamental y de distrito) en materia de políticas sectoriales (Conpes) y de normas,
criterios y guías, es patente la carencia de un inventario y articulación de iniciativas
en tiempo, tanto de temas como de continuidad de compromisos entre gobiernos, por
falta de políticas de Estado, de tal forma que todavía no se logra definir lineamientos
claros y precisos para formular una política de desarrollo sostenible consistente.
Por su parte, el sector privado que se apoya fundamentalmente en dos entidades
(cccs e icontec) sin ánimo de lucro, y que juntos convocan a la industria, empresa,
academia y usuarios al desarrollo sostenible, se inclinan por un sistema de articulación
ambiental propio (cccs), fomentando la gestión ambiental mediante el Análisis de Ciclo
de Vida (acv) y el sello ambiental colombiano (icontec). Es importante mencionar, que
las iniciativas nacionales hacia el desarrollo sostenible, por lo regular, encuentran ba-
rreras en su desarrollo debido a la desarticulación de normas y vacíos en las acciones
públicas en materia de políticas generales. El sector de la investigación y educación,
representado por universidades públicas y privadas, se enfoca por su cuenta y con el
auspicio del gobierno, a la elaboración de guías para la planeación urbana y al diseño de
edificaciones sostenibles que describen estrategias e instrumentos, según ejes temáti-
cos integrales del desarrollo sostenible en todo el ciclo de vida de la edificación.
El mapa general de los aportes realizados por los sectores (públicos y privados),
demuestra avances significativos, pero también deja al descubierto vacíos a todo nivel,
que es necesario precisar y llenar para desarrollar medidas concretas que permitan
coordinar los resultados alcanzados, apoyados en estrategias de planificación y diseño
integral, de modo que se asegure el desarrollo ambiental, económico y social que exi-
gen las condiciones de habitabilidad, en particular, desde un enfoque sostenible a esca-
la urbana, de barrio y edificios, mediante la transferencia de conocimiento y tecnologías
de todos los involucrados. En este sentido, finalmente, se propone contrastar políticas,
proyectos y tecnología instalada que da estructura y supone una estrategia para llenar
los vacíos detectados.

BIBLIOGRAFÍA

Camacol (s/f). Paso a paso. Guía construcción sostenible. Bogotá, Colombia: Camacol.
Gordillo, F., Hernández, N., Ortega, J. (2010). Pautas para una construcción sostenible en
Colombia: Bogotá, Cali, Medellín. Bogotá, D. C., Colombia: Consejo Profesional Na-
cional de Arquitectura y Profesiones Auxiliares, Universidad Colegio Mayor de
Cundinamarca.
Medina, M. (2011). Construcción sostenible en Colombia. Avances en política pública. Bogotá:
U. Javeriana.
usaid-Colombia (2013). Documento técnico de soporte, recomendaciones de política pública
de construcción y urbanismo sostenible. Informe final. Bogotá: usaid.

166 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Referencias electrónicas

Alfa (2017). Disponible en: http://www.capwem.de/es.component/content/article.


html?id=139:es-alfa
amva&upb (2015). Línea base para la Formulación de una Política Pública de Construc-
ción Sostenible para el Valle de Aburra”. Disponible en: http://www.metropol.
gov.co/ConstruccionSostenible/Documents/GCS4EdificacionesSostenibles.pdf
bid (2017). Banco Interamericano de Desarrollo. Disponible en: http://www.iadb.org/es/
temas/ciudades-emergentes-y-sostenibles/dando-respuesta-a-los-desafios-
de-desarrollo-urbno-de-las-ciudades-emergentes,6690.html (Último acceso en
2017).
bid (2016). Banco Interamericano de Desarrollo. Disponible en: http://www.iadb.org/es/
proyect-information-page,1303.html?id=GR-T1194
cccs (2017). Disponible en: https://www.cccs.org.co/wp/
cccs (2016a). Consejo Colombiano de Construcción Sostenible. Disponible en: https://un-
fccc.int/portalespanol/informacion_basica/protocolo_de_kyoto/organizacion/
mecanismos/items/6219.php
cccs (2016b). Consejo Colombiano de Construcción Sostenible. Disponible en: https://www.
cccs.org.co/wp/download/proyecto-de-ley-no-210-de-2016/
cyted (2017). Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo. Dispo-
nible en: http://www.cyted.org/es/convocatoria2017 (Último acceso en 2017).
dnp (2013). Departamento Nacional de planeación. Disponible en: https://www.
dnp.gov.co/CONPES/documentos-conpes/Paginas/documentos-conpes.
aspx#k=#s=361
dnp (2017). Departamento Nacional de planeación. Disponible en: https://www.denp.gov.
co/CONPES/Paginas/conpes.aspx
dnp (2016). Departamento Nacional de Planeación. Disponible en: https://www.dnp.
gov.co/Plan-Nacional-de-Desarrollo/PND-2010-2014/Paginas/Plan-Nacional-
De-2010-2014.aspx (Último acceso en 2017).
icontec. Disponible en: http://www.icontec.org/NC/QS/Paginas/mv.aspx
ideam (2014). Portal nacional de cambio climático. Disponible en: http://www.cambiocli-
mático.gov.co/
ideam (s/f). ideam. Disponible en: http://atlas.ideam.gov.co/presentacion/ (Último
acceso en 2017).
invemar (2010). Disponible en: http://cambioclimatico.invemar.org.co/piloto-nacional-
de-adaptacion-inap/
MINAMBIENTE (2017a). Estrategia colombiana de desarrollo bajo en carbono. Dispo-
nible en: http://www.minambiente.gov.co/index.php/component/content/
article?id=469:plantilla-cambio-climatico-25.
MINAMBIENTE (2017b). Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (pnacc). Dis-
ponible en: http://www.minambiente.gov.co/index.php/component/content/
article?id=476:plantilla-cambio-climatico-32 (Último acceso en enero de 2017).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 167


MINAMBIENTE (2014a). Colombia. Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. Dispo-
nible en: http://biblovirtual.minambiente.gov.co:3000/DOCS/MEMORIA/MADS-
0026/MADS-0026.pdf (Último acceso en enero de 2017).
MINAMBIENTE (2014b). MINAMBIENTE. [En línea]. Disponible en: http://www.minam-
biente.gov.co/images/NegociosVerdesysostenible/pdf/plan_de_negocios_ver-
des/Plan_Nacional_de_Negocios_Verdes.pdf (Último acceso en 2017).
MINAMBIENTE (2012). MINAMBIENTE. Disponible en: http://www.minambiente.gov.co/
images/AsuntosambientalesySectorialyUrbana/pdf/Sello_ambiental_colombia-
no/cartilla_criterios_amb_diseno_construc.pdf. (Último acceso en 2017).
MINVIVIENDA (2014) MINVIVIENDA. Disponible en: http://www.minvivienda.gov.co/vi-
ceministerios/viceministerio-de-vivienda/vis-y-vip/gu%C3%ADas-de-asistencia
(Último acceso en enero de 2017).
MINVIVIENDA (s/f) MINVIVIENDA. Disponible en: http://camacol.co/sites/default/fi-
les/ITReglamentos/ANEXO%201%20Guia%20de%20construccion%20sosteni-
ble%20-%20JULIO%208%202015.pdf (Último acceso en 2017).
mme-mavdt-unc (2011). Disponible en: http://www.upme.gov.co/Docs/Semina-
rios/2011/EEE/ESPERANZA_CARO.pdf (Último acceso en 2017).
oab (2013). Observatorio Ambiental de Bogotá. Disponible en: http://oab2.ambientebogo-
ta.gov.co/es/documentacion-e-investigaciones/resultado-busqueda/estrategia-
de-educacion-formacion-y-sensibilizacion-de-publicos-sobre-cambio-climatico-
para-la-region-capital-bogota (Último acceso en enero de 2017).
ONU (1998) Protocolo de Kyoto de la convención marco de las Naciones Unidas sobre
el cambio climático.
onu (2006) Informe Brundtland. Disponible en: https://desarrollosostenible.wordpress.
com/2006/09/27/informe-brundtland/ (Último acceso en enero de 2017).
onu (2014). United Nations Framework Convention of Climate Change. Disponible en: http://
unfccc.int/portal_espanol/informacion_basica/protocolo_de_kyoto/organiza-
cion/mecanismos/items/6219.php
onu (s/f). 17 objetivos de desarrollo sostenible. Disponible en: http://www.un.org/sustai-
nabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/
onu (s/f). Objetivos de desarrollo sostenible. Disponible en: http://www.un.org/sustaina-
bledevelopment/es/ (Último acceso en enero de 2017).
Plan 2008-2020 Área Metropolitana del Valle de la Aburrá. Disponible en: http://
www.metropol.gov.co/Planeacion/DocumentosAreaPlanificada/Plan_Metropo-
li_2008_2020.pdf

168 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Capítulo 10

Ciudades sostenibles desde


el modelamiento del impacto
ambiental
Mario Germán Martínez

INTRODUCCIÓN

La problemática ambiental en las ciudades es producto, entre otros factores, del in-
cremento en la ocupación de suelo y el crecimiento en altura de la ciudad edificada, lo
que demanda un alto consumo de recursos, energía y un aumento exponencial de la
población, elemento de impacto negativo acumulado. Esta situación se origina, en gran
medida, por una planificación basada exclusivamente en la estadística, ante la falta de
conocimiento del ecosistema urbano y su dinámica ecológica (Maya y Velázquez, 2008).
Hasta ahora, los estudios ambientales de la ciudad han concentrado sus esfuer-
zos en el aspecto ecológico desde el punto de vista biológico, convirtiéndolo en un
factor que determina la planificación urbana basada en modelos cualitativos, pues no
se ha podido crear un indicador aplicado a la planificación de las ciudades que integre
los paradigmas de las ciencias naturales y sociales. Por lo cual, la información empleada
para medir el impacto ambiental no proporciona, en realidad, una descripción efectiva
del entorno urbano, ya que el modelo de planificación está incompleto al no conside-
rar el impacto en tiempo real y el impacto acumulado de lo construido. No obstante,
cuando una ciudad se interpreta como un conjunto organizado de edificios, es posible
completar el modelo ambiental urbano analizando la relación entre lo biológico y lo
edificado desde una visión matemática (Rueda y Rico, 2007).
La interpretación de la ciudad construida y sus patrones de ocupación como un
sistema dinámico complejo, proporcionan la información necesaria para describir un
modelo urbano aplicable a la planificación; estos modelos pueden incluir la variable
ambiental y generar datos para completar un esquema de planificación urbana que in-
corpore los factores biológicos, sociológicos y edilicios.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 169


Las ciudades actuales han crecido al máximo de su territorio e incrementan su
altura de manera acelerada, provocando un considerable impacto ambiental acumulado
en lo construido, aspecto relevante para la planificación territorial desde la perspectiva
del ecourbanismo; pues también se ha incrementado el tiempo de recuperación ecoló-
gico, implicando que los modelos de planificación deberán considerar, necesariamente,
la variable ambiental como parte integral del crecimiento urbano, más allá de una visión
exclusivamente biológica conservacionista.
Pero ¿qué sucede si una ciudad se describe como un conjunto de elementos
finitos e individuales? En ese caso es muy probable que la visión de la ciudad cambie ra-
dicalmente, así como la forma de estudiarla. A partir de lo anterior, se ha reorientado el
estudio urbano ambiental al encontrar, en los sistemas dinámicos complejos, elemen-
tos para diseñar planes urbanos que expliquen la expansión y el crecimiento en altura
de la ciudad como fenómenos interrelacionados con límites de crecimiento predecibles
y que, además, se comprenda el comportamiento de los ecosistemas natural y urba-
no en el que se desarrollan (Rueda y Rico, 2007). Esta perspectiva de análisis es muy
importante si recordamos que la visión de sostenibilidad adoptada en los objetivos del
milenio para las ciudades, consideran únicamente a la bioética como lineamiento base,
confiando en la dinámica ecológica de la población que no posee el mínimo de herra-
mientas para lograr un cambio en el estilo de vida urbano, mismo que está determinado
por el consumismo desmedido y los modelos de producción no circulares, característi-
cas que definen, en gran medida, la planificación de la ciudades contemporáneas.
Investigaciones realizadas en el tema urbano ambiental y la sostenibilidad han
encontrado en dicha perspectiva una oportunidad para entender la relación entre el
impacto negativo y lo edificado con el fin de describir las dinámicas de los ecosistemas
urbanos y naturales. Por lo cual, en el año 2017, retomando este enfoque de sistemas
dinámicos complejos se desarrolló una investigación en la ciudad de Bogotá con el obje-
tivo de determinar la dinámica ambiental de un sector de la urbe (Martínez, 2017). Este
enfoque identifica a la ciudad como un conjunto de elementos y estudia su comporta-
miento para determinar un nuevo modelo que establezca la tendencia de crecimiento a
futuro, entendiendo que el crecimiento es el causante de la mayoría de los problemas
ambientales, sobre todo, en aquellas ciudades altamente pobladas, lo que muestra que
los asentamientos humanos sí han determinado, a lo largo de la historia, un deterioro
progresivo en el ecosistema natural, verificado a partir de la Revolución Industrial, pero
que ya se había manifestado incluso desde las ciudades de la antigüedad. Este modelo
de ciudad basado en los sistemas, es predecible y explica de una manera clara la es-
trecha relación entre el ecosistema natural y el urbano, los cuales, siendo diferentes
comparten características básicas como el uso de recursos, la energía y la información.
En una revisión histórica del surgimiento y desarrollo de la ciudad, es muy visible
que todo asentamiento humano se ha ubicado estratégicamente en un territorio cerca-
no a algún cuerpo de agua, sitio que les permitía fácil acceso a los recursos, todo ello
con el fin de garantizar la continuidad del asentamiento humano (Mumford, 2014). La
problemática ambiental se presenta cuando estos emplazamientos extienden su territo-

170 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


rio más allá de la capacidad natural de recuperación, agotando los recursos y haciendo
uso ineficiente del agua y la energía disponible; este límite, ha sido superado amplia-
mente por todas las ciudades alrededor del mundo y es cada vez más evidente desde la
segunda mitad del siglo xix.

PLANEACIÓN, IMPACTO URBANO Y CIUDAD

En respuesta a la problemática ambiental urbana surgió, como instrumento de regula-


ción en los años 60, la Evaluación de Impacto Ambiental (eia). La evaluación ambiental
urbana se caracteriza por la medición del consumo, el deterioro y la restauración de los
recursos naturales (Zetter y Watson, 2016); sin embargo, su interpretación no respon-
de sólo a la realidad ecológica del territorio involucrado, debido a que las ciudades se
interpretan como un sistema donde no necesariamente el todo es el resultado de las
partes; este principio, aplicado a la realidad del medio ambiente de las ciudades, su-
giere que dicha problemática no puede valorarse desde una única perspectiva, incluso
teniendo en cuenta que la ciudad no se comporta como un ecosistema natural y que los
entornos urbanos constituyen en sí mismos un tipo diferente de ecosistema.
El resultado de una evaluación ambiental describe la cantidad de impacto en el
medio ambiente, si bien los datos se utilizan en la planificación urbana, su alcance úni-
camente permite crear normas ambientales aplicables a largo plazo, y el objetivo es la
conservación de una incipiente estructura ecológica natural presente en la ciudad. Ade-
más, la aplicación de estas evaluaciones es complicada debido a la falta de monitoreo
y seguimiento en la fuente del problema, hecho que contribuye a un incremento del
impacto negativo acumulado difícilmente mitigable a corto plazo.
En la actualidad, la definición de la Evaluación de Impacto Ambiental se ha ex-
tendido a las edificaciones, aunque hay que señalar que la evaluación presta especial
atención al impacto generado en el consumo de recursos, en especial, de la energía.
Tanto las certificaciones ambientales alrededor del mundo –surgidas desde los años
90–, como el sistema de evaluación de impacto ambiental, sólo constituyen un pará-
metro que muestra en sus indicadores aquellos aspectos que el evaluador decide que
son relevantes, infiriendo una interpretación de impacto negativo, pero que no muestra
el estado real del mismo.
Sin embargo, los sistemas de evaluación ambiental para edificaciones son rele-
vantes cuando miden, cualifican y cuantifican el impacto negativo de la ciudad en re-
lación con su ecosistema soporte, con un alcance que puede ir más allá de una simple
evaluación normativa y sin desconocer las contribuciones que cada iniciativa aporta en la
interpretación del deterioro ambiental. Cabe destacar que el punto de partida común se
concentra en el consumo energético con un claro objetivo: reducir el empleo de energía
en la edificación, lo que conlleva a una disminución en el consumo a nivel urbano y, con
esto, a una reducción en el impacto generado por la utilización de recursos y energía en
el ciclo metabólico de la ciudad, el cual debemos recordar se define como lineal.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 171


De esta manera, el impacto definido por las edificaciones es directamente pro-
porcional al consumo de energía eléctrica. Sin embargo, esta relación no siempre se
corresponde entre sí, ya que los resultados son siempre los mismos: el empleo de
energía por edificio de oficinas, por ejemplo, es el más alto y, en consecuencia, tiene el
mayor impacto cuando se compara con un edificio residencial (Lecuona et al., 2005). En
este sentido, las evaluaciones ambientales muestran resultados aparentemente obvios,
sobre todo si se considera que en muchas ciudades, los edificios de oficinas permane-
cen con las luces interiores en funcionamiento, incluso cuando no son necesarias en el
horario nocturno.
La Gráfica 1 muestra las tendencias de consumo de energía eléctrica en la ciudad
de Bogotá y su fluctuación diaria. Es interesante observar que el consumo nunca está
por debajo del 10%, oscilando entre 15% y 40% del total. La misma gráfica muestra
que 73% de consumo diario de energía eléctrica se destina al sector administrativo y
residencial, demostrando con claridad que el problema ambiental de la ciudad sí tiene
relación directa con la densificación y los edificios en altura. Por otra parte, el com-
portamiento de consumo eléctrico describe dos periodos críticos: el primer pico se da
entre las 10 y 16 horas para edificaciones de oficina, mientras el segundo pico aparece
entre las 17 y 20 horas para edificaciones residenciales. Los picos de consumo son rela-
tivamente los mismos en porcentaje (40.6% y 39.8% del total diario, respectivamente),
pero diferenciados en tiempo, para el primero es de seis horas y para el segundo de
tres. Ahora bien, si se toma en cuenta que las actividades residenciales y de oficina se
realizan simultáneamente, es fácil de entender que el 73% del consumo energético en
la ciudad se destina prioritariamente a dos sectores: administrativo y residencial, hecho

CONSUMO DE ENERGÍA EN EDIFICIOS RESIDENCIALES Y DE OFICINA

Residencial Oficina Consumo total


80
Consumo
Total diario (Kw)
70

60

50
KW/H %

Consumo
40 Máximo (Kw)

30

20
Consumo
Mínimo (Kw)
10

Consumo
0 Cero (Kw)
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24
HORA

Fuente: Elaboración original.

172 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


que permite reconsiderar la teoría que expone un consumo desmedido de sectores
como la industria, el comercio o incluso el transporte (O’Meara, 2007).
Sin embargo, la energía es tan sólo un aspecto de la problemática ambiental
urbana, pues desde el punto de vista de los sistemas, en la ciudad se involucran ener-
gía, materiales e información (Rueda, 2017); por lo cual, cabe preguntarse: ¿qué papel
juegan los materiales y su ciclo de vida en el impacto ambiental? y ¿de qué manera la
materialidad de la ciudad afecta al medio ambiente? Martínez (2017) en su investigación
demuestra que el nivel de impacto negativo en la edificación está directamente rela-
cionado con la cantidad de materiales, y va más allá del consumo de energía y las emi-
siones de carbono, pues existe el factor de impacto acumulativo cuyo punto de partida
es el proceso de la construcción, teniendo en cuenta que éste jamás se mitiga y puede
identificarse como uno de los principales factores, a largo plazo, en el deterioro del
soporte natural de la ciudad. En respuesta a ello, algunos sistemas de evaluación para
edificaciones intentan abordar el fenómeno del deterioro ambiental urbano, sin embar-
go, su metodología e indicadores no ofrecen una descripción detallada del entorno, al
orientarse, sobre todo, en la eficiencia energética del edificio.
Por otra parte, es posible encontrar modelos de análisis que, sin interpretarse
como certificaciones ambientales, evalúan las tendencias de impacto negativo, y cuya
aplicación puede adaptarse a las necesidades de impacto ambiental urbano teniendo en
cuenta que el metabolismo de la ciudad es también un ciclo de entradas, procesos y
salidas; tal es caso de la ISO 14040, que analiza todo el ciclo de vida desde la extracción
de la materia prima hasta la desintegración del objeto, en este caso, el edificio. Lo ante-
rior significa que el análisis de tendencia de impacto es siempre de naturaleza sistémica,
permitiendo detallar la descripción de los efectos asociados e identificar la huella de
carbono, la huella ecológica y la eficiencia energética, planteando, además, un posible
escenario de impacto.
Dicha metodología, a pesar de haber sido diseñada para un contexto industrial,
se puede aplicar a edificios cuando se entiende que éstos no son otra cosa que el resul-
tado de un proceso productivo en un contexto industrial, es decir, son un objeto indus-
trial resultado de las empresas dedicadas a la construcción. Del mismo modo, la ciudad
puede definirse bajo estos parámetros, en tanto que un conjunto de edificios también
es producto de una industria que genera, en promedio, 38% del pib de un país, y 78%
de sus residuos (Sertyesilisik y Ahmed, 2015). La ciudad, más allá de la visión propuesta
por las ciencias sociales, la ecología u otras disciplinas, puede entenderse como el ela-
borado resultado de una industria que prolifera incluso antes de la revolución industrial
y el modelo capitalista.

MODELO DE EVALUACIÓN AMBIENTAL

Las investigaciones realizadas en torno a este tema toman como punto de partida el
Análisis del Ciclo de Vida (acv) del edificio para determinar el impacto que los procesos

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 173


constructivos tienen en el ecosistema. Una vez realizado este análisis, se tiene la nece-
sidad de llevar la metodología a un siguiente nivel: la escala de la ciudad, con el objetivo
de observar los patrones de impacto durante el ciclo de vida de los edificios. Posterior-
mente, esta información constituye una herramienta que, articulada con la planificación
urbano-ambiental, permite la comprensión del impacto de la ciudad construida sin la
ambigüedad de las interpretaciones desde perspectivas biológicas, antrópicas, socio-
lógicas o históricas.
Los resultados de estas investigaciones apuntan a la necesidad de comprender y
llevar a cabo la tendencia de impacto en la planificación de la ciudad desde una perspec-
tiva ecológica, sabiendo que lo urbano constituye un ecosistema no natural con afecta-
ciones antrópicas y que la planificación de la ciudad no puede desconocer los efectos
generados por las áreas urbanizadas a lo largo del tiempo (Martínez, 2017).
Desde esta visión de planificación, la situación ambiental actual de una ciudad
está sujeta a un proceso cronológico con dos momentos clave: el pasado y el futuro
ambiental, por ello es importante comprender que el panorama ambiental actual no es
otra cosa que la acumulación sucesiva de impactos en el tiempo, desde el momento
fundacional de la ciudad, y que proyectan una visión ecológica del asentamiento ur-
bano a futuro. Dicha conceptualización permite generar dos escenarios de análisis: el
retrospectivo, que analiza las repercusiones acumuladas de impacto; y el prospectivo
que permite comprender el futuro ambiental de la ciudad sobre modelos reales y no
sobre supuestos bioéticos. Una vez que se tiene esta información, es fácil entender la
problemática ambiental en cualquier asentamiento urbano.
La ciudad, como ente antrópico genera un impacto incremental, que en un proce-
so natural es absorbido por el medio (fenómeno de resiliencia) para volver al equilibrio
ecosistémico en función del tiempo, siempre y cuando no se llegue al límite máximo de
impacto ponderado (Gráfica 2). En dicho límite de recuperación se puede identificar un
periodo (T0-T1) en el que la ciudad es propensa a la recuperación natural como parte de
las dinámicas del ecosistema soporte sin que el tiempo tienda al infinito. Por su parte,
la Gráfica 3 del tipo x=by muestra un intervalo de tiempo P, donde la recuperación del
ecosistema puede lograrse mediante procesos naturales y el impacto negativo es miti-
gable cuando el crecimiento en altura, la expansión y la población urbana no son cons-
tantes, todo ello definido, por supuesto, en un modelo estático (Gráfica 3). Ahora bien,
teniendo en cuenta que la ciudad es un sistema dinámico y a su vez complejo, la gráfica
no se comporta como idealmente se desearía, lo que significa que es necesario definir
un espacio de tiempo P en función del límite de recuperación temporal, mismo que a la
fecha tiene al infinito en todos los entornos urbanos del planeta (Gráfica 4).
Cuando se aplica este tipo de procesamiento en una evaluación ambiental a es-
cala urbana y una vez analizados los resultados y patrones de impacto, es posible co-
rroborar que la ciudades se han planificado históricamente por decisiones de tipo polí-
tico-administrativo, comprobándose lo que la teoría habría insinuado en los últimos 40
años de investigaciones: la planificación urbana desconoce por completo el dinamismo
ecosistémico natural y contribuye con ello al detrimento ambiental.

174 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Gráfica 2. Límite de impacto para recuperación natural del ecosistema urbano.

Límite máximo de impacto

Límite máximo admisible

recuperación natural
ponderado

Tiempo máximo de
Impacto

Mitigación de
impacto

T0 Tiempo de T1
recuperación Fuente: Elaboración original.

Gráfica 3. Mitigación de impacto en un modelo estático de ciudad.

Límite máximo de impacto


Impacto por fuera
del límite de
recuperación
Límite máximo admisible
recuperación natural
ponderado

Tiempo máximo de

Mitigación natural
Impacto

de impacto

T0 Tiempo de T1
recuperación
Fuente: Elaboración original.

Gráfica 4. Tendencia de impacto de la ciudad por fuera del límite de recuperación natural.
Impacto por fuera del
límite de recuperación
de tendencia ∞
Límite máximo admisible
recuperación natural
ponderado

Tiempo máximo de
Impacto

T0 Tiempo de T1
recuperación Fuente: Elaboración original.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 175


El análisis de la ciudad desde este aspecto permite generar modelaciones pros-
pectivas de los entornos urbanos que pueden emplearse como directrices para la pla-
nificación de la ciudad desde la perspectiva de impacto ambiental, entendiendo que el
entorno urbano es un ecosistema dinámico, complejo y que, contrario a lo que se puede
creer, los patrones de crecimiento urbano sí están estrechamente relacionados con las
dinámicas ecosistémicas naturales y explican la problemática ambiental de la actualidad.
Prueba de lo anterior, son las áreas de borde de río, zonas densamente pobladas
que en el siglo xix acogen a una porción de habitantes sin acceso a sistemas de alcanta-
rillado eficiente o agua potable y que encuentran en los sistemas hídricos una solución
natural a sus necesidades de saneamiento básico. Con el paso del tiempo, estos asen-
tamientos de borde borran la huella hídrica y, aun así, los vestigios de la problemática
de habitabilidad en estas zonas siguen visibles pese a los esfuerzos para incluir dichas
áreas al tejido urbano. Este patrón se observa repetidamente en las ciudades latinoame-
ricanas, sobre todo, en aquellas con gran riqueza hídrica de montaña y en las cuales se
determinaría, con el tiempo, los trazados viales y la morfología urbana.

APLICACIÓN DEL MODELO EN SANTA FE, BOGOTÁ

Los modelos mencionados se ponen en práctica en el escenario de una metrópoli: San-


ta Fe de Bogotá, eligiendo una zona de intervención cuyas características ambientales
y de impacto negativo son importantes: la cuenca del río Fucha. Se trata de una zona
altamente poblada que acoge 27 barrios de origen obrero, un área ecológica al borde
de un río y alta densidad habitacional que genera, en el tiempo, una ocupación de 82%,
mientras que las construcciones se estiman en un promedio de 2.64 veces el área
urbana ocupada. En tal sentido, esta área se caracteriza por múltiples problemáticas a
solucionar desde los modelos de planificación urbano-ambiental, por ello se toma como
directriz la restauración ecológica, con especial interés en la generación de modelos de
impacto como pauta para el ordenamiento urbano del sector y la generación de nuevas
políticas de ocupación.
Al aplicar esta metodología de análisis en sectores urbanos, los resultados se
pueden interpretar de dos maneras: a) Interpretación relativa. Responde al cálculo de
los impactos medidos en cada una de las unidades asociadas y corresponde al impacto
medido para cada predio en el área de estudio, además de indicar el impacto generado
por cada edificación (Figura 1); y b) Interpretación absoluta. Reacciona a la tendencia de
impacto en las áreas urbanas alusiva al área de referencia total e indica la tendencia de
impacto del área urbana (Figura 2).
En este sentido, un grupo de mediciones sobre el área urbana que contiene 20
edificaciones, de las cuales 12 presentan un alto nivel de impacto (escala relativa), y
ocho un nivel bajo permite clasificar al grupo como de alta tendencia de impacto nega-
tivo (escala absoluta); esta interpretación se lleva a cabo en el área de estudio en los 27
barrios distribuidos sobre el borde de río.

176 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Una vez realizada la evaluación y comprendida la tendencia de impacto negativo,
se genera un mapeo diagnóstico, que muestra que la ciudad edificada impacta irreversi-
ble e incrementalmente al entorno natural. Entendida esta relación, la planificación ur-
bana de la zona apunta hacia una directriz diferente en tanto los factores ambiental, so-
ciológico, productivo, histórico y urbanístico se organizan en torno al comportamiento
negativo de la ciudad para conformar una relación sistémica, es decir, interdependiente
entre sí (Alcaldía Mayor de Bogotá, 2016). En este punto es importante aclarar que la
visión ambiental a la que se hace referencia, si bien parte de una postura ecológica, no
pretende restaurar o restituir el ecosistema que ha sido completamente modificado y
cuya dinámica se ha interrumpido por el entorno urbano.
A partir de la evaluación realizada, la tendencia de impacto permite elaborar mo-
delos de intervención y planificación urbana a escalas local, zonal y metropolitana. El
mapeo de impacto generado muestra no sólo la tendencia, sino el área de influencia
directa del entorno urbanizado, que posteriormente será utilizado en la planificación
del territorio, logrando de esta manera un modelo sistémico de ciudad con base en el
impacto de lo construido y su comportamiento ecológico. Toda la información obtenida
permite la intervención del territorio de acuerdo con las características del ecosistema;
cuando estas mediciones se realizan sistemáticamente en la ciudad, generan un modelo
de impacto urbano que muestra el verdadero estado del entorno urbanizado y la rela-
ción con el deterioro ambiental.
La interpretación de los resultados va más allá del estudio en la huella urbana
(Sertyesilisik y Ahmed, 2015). Aunque se muestra un mapeo ambiental, la evaluación
considera también el crecimiento en altura; en esta situación, el tamaño de las edifica-
ciones se relaciona en una función del tipo f (x) = mx + b, donde m es la constante de
impacto ambiental generada por la ciudad construida (Figura 1). Tal interpretación ex-
plica, por ejemplo, que el impacto ambiental de la ciudad no se define, necesariamente,
a partir de la discusión entre la compacidad o la dispersión urbana. La teoría urbana
orientada hacia la sostenibilidad ha sugerido que la ciudad compacta es el modelo más
eficiente a ser adoptado, pero esta afirmación no es del todo cierta debido a que las
investigaciones demuestran que un área urbanizada con alta densidad, si bien pudiera
consumir menos energía, tiene un impacto acumulativo mayor debido a los procesos de
construcción asociados al volumen de materiales involucrados, hecho que incrementa
considerablemente la huella de carbono.
Una ciudad compacta que acumula gran cantidad y diversidad de materiales, ge-
nera mucha presión en el ecosistema soporte (Pickett, 2001), como se demuestra con
las investigaciones realizadas. Se confirma que el impacto de la ciudad física es acu-
mulativo respecto al tiempo, y el periodo de recuperación se define como una función
exponencial donde el límite de recuperación tiende al infinito en función del tiempo.
Por otro lado, si el paradigma del desarrollo sostenible implica un equilibrio entre
la economía, la sociedad y el medio ambiente (Mohamed, 2016), y dado que la ciudad
construida se genera a través de un sistema productivo, parece inevitable que la ciudad
se defina, a sí misma, como insostenible, ya que el subsistema económico busca a toda

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 177


178
Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina
Figura 1. Interpretación relativa del impacto acumulado. Fuente: Elaboración original.
costa el incremento en la urbanización, siendo que esta actividad productiva es la única
capaz de dinamizar la economía urbana, factor necesario para mantener vivos los ciclos
económicos. De manera similar, los resultados encontrados nos permiten interpretar
lo construido como un potenciador del impacto, pues a medida que la ciudad crece,
progresivamente se involucran más materiales y, en este sentido, el crecimiento y la
expansión urbana se definen como factores de alto impacto. Sin embargo, esta tenden-
cia no es la misma cuando se realiza una evaluación de la eficiencia energética, como lo
ilustra el trabajo de Mercader et al. (2013).
Luego entonces, una vez que es cuantificada la tendencia del impacto urbano se
diseña un modelo dinámico de planificación y ordenación con el objetivo de determinar
la reorganización del territorio y los edificios existentes bajo un principio de mitigación
(Burgess, 2008). Lo anterior permite entender el nuevo esquema de ocupación que lo-
gra el bajo impacto, al considerar los resultados obtenidos de tal manera que la ciudad
construida debe reducir gradualmente su altura del borde de río, es decir, disminuir la
cantidad de materiales involucrados para aminorar el impacto ponderado y la huella de
carbono en lugares de alto impacto.
De esta manera, la metodología permite la interpretación del impacto ambiental
a través del estudio de la ciudad física, la cual transmite altas cargas al ecosistema. Al
tener en cuenta estas características, el diseño del modelo de ocupación y programa-
ción, se basa en lo construido para convertirse en un prototipo de planificación. Con
este concepto se demuestra que sí es posible una planificación urbana basada en las
condiciones del medio ambiente; aunque es importante aclarar que el modelo emplea-
do debe administrarse desde una aplicación computacional diseñada para tal fin debido
al alto volumen de información involucrada.

CONCLUSIONES

El impacto ambiental no es otra cosa que una alteración causada por un proyecto o ac-
tividad en un área determinada (Appu y Pretti, 2008). Esta definición aplicada al entorno
urbano significa que el impacto está definido por la modificación del hábitat, ya sea
por acciones humanas o naturales; asimismo, al considerar que las ciudades alteran el
ecosistema permanentemente, es posible afirmar que el impacto negativo está muy re-
lacionado con la construcción de edificios, lo que lleva, poco a poco, a la densificación,
la expansión y la sobrepoblación urbana. En este sentido, el impacto en la ciudad y los
centros urbanos siempre es de tipo acumulativo y está presente desde el momento de
la construcción de un edificio o infraestructura física perdurando en el tiempo más allá
de su disposición final.
Los impactos ambientales en los ecosistemas natural y urbano, pese a sus múl-
tiples similitudes, no son los mismos y cada uno de ellos se comporta de manera dife-
rente. Por esta razón, no es del todo acertado proyectar una planificación urbana basada
solamente en aspectos de la ecología natural, así como tampoco debe proyectarse

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 179


tomando únicamente aspectos sociológicos o urbanísticos, en tanto, como ya se ha
mencionado, las ciudades son sistemas dinámicos y complejos, y la mínima variación
en uno de sus componentes es susceptible de modificar toda la estructura. Por tanto, el
impacto causado por un único edificio del centro urbano incide directamente en todo
el sistema, entendiendo que la ciudad se comporta como un conjunto cuya unidad fun-
cional mínima es la edificación, es decir, existe una relación directa entre lo construido
y el ecosistema urbano, en un sincretismo de tipo sistémico.
La geografía física es otra característica importante que debe tomarse en cuenta
cuando se habla de planificación urbano-ambiental. En el caso latinoamericano, las ciu-
dades ubicadas en la Cordillera andina, con altitudes entre los 2 500 y 2 800 m.s.n.m.
muestran ecosistemas con particularidades similares en temperatura, presencia de sis-
temas fluviales, cadenas montañosas, y han alcanzado un máximo nivel de expansión
física, misma que está definida por una morfología de tipo nuclear con extensión a la
periferia. Estas condiciones describen ecosistemas urbanos que tienen factores en co-
mún, lo cual permite estudiarlos y planificarlos desde principios ecológicos semejantes
y establecer tendencias de impacto para generar modelos de ordenamiento basados en
el impacto ambiental. Por otro lado, si bien cada nivel de impacto deberá ser diferente
en cada ámbito urbano, las estrategias de planificación no pueden ser las mismas en
cada ciudad, por ello, el modelo de planificación funciona como una directriz a ser de-
sarrollada a partir de las particularidades de cada centro poblado (Borsdorf, 2003).
La discusión respecto a las estrategias del ecourbanismo y el impacto ambiental,
están centradas en comprender de qué manera el crecimiento urbano y el nivel de im-
pacto están relacionados para ordenar y planificar un territorio de forma sistémica. La
respuesta a estas interrogantes se encuentra en el estudio de tres variables muy carac-
terísticas de los centros urbanos: población, densificación y expansión urbana. Una vez
identificados estos patrones, es posible comprender la tendencia de efecto negativo y
posibilita, por otro lado, la modelación matemática del sistema para después diseñar
estrategias de planificación que ordenan el territorio y mitigan el impacto simultánea-
mente.
La Figura 3 muestra un ejemplo de aplicación del modelo para el caso Santa Fe
de Bogotá, y las mediciones realizadas caracterizan al territorio estudiado como de alto
impacto (en color rojo), aunque pueden aminorarse en un periodo de 10 años, siempre y
cuando se modifiquen los patrones de ocupación, expansión y densificación. En el mapa
se observa, en primera instancia, que predomina un alto grado de impacto negativo
(Figura 2) y, en respuesta a ello, la estrategia de planificación ambiental propone una
mitigación gradual del impacto que parte del cuerpo de agua hacia la periferia (Figura 3).
El segundo mapa indica una tendencia de bajo impacto (color amarillo) ubicada
sobe el lecho de río, y un impacto medio (color verde) para el territorio urbanizado en la
zona inmediatamente aledaña al cuerpo de agua. La información presentada indica que,
si bien existe un alto impacto y una estrategia de mitigación, la planificación en este
territorio debe hacer énfasis en el control del incremento poblacional y la densificación
con políticas especialmente diseñadas para ello.

180 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos
181
Figura 2. Interpretación absoluta del impacto acumulado. Fuente: Elaboración original.
182
Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina
Figura 3. Estrategia de mitigación para el impacto acumulado. Fuente: Elaboración original.
Por último, es sustancial concluir que, no obstante que las estrategias del ecou-
rbanismo sugieren la creación de modelos urbanos eficientes respecto al consumo de
energía y recursos, destaca que dicha postura teórica se formule en países cuya preo-
cupación por el consumo energético es cada vez mayor, debido a que las ciudades fue-
ron planificadas para garantizar la eficiencia productiva (herencia de la ciudad industrial),
logrando de esta manera un incremento desmedido en el consumo de energía, desti-
nada sobre todo a la industria; si a ese factor se agrega que existe gran dependencia
de combustibles fósiles para la producción, el problema ambiental en dichos entornos
aumenta a pasos agigantados, acercándose cada vez más a su límite extremo de impac-
to y con ello al límite máximo admisible de recuperación.
Las ciudades latinoamericanas, por su parte, obedecen a una lógica un tanto di-
ferente; pues aunque la cobertura de energía no es la mejor en algunas poblaciones, los
recursos aún son susceptibles de conseguirse en la periferia de la ciudad, y la produc-
ción industrial no se acerca todavía al límite máximo de impacto, lo cual significa que es
mitigable al menos a mediano plazo. Además en Latinoamérica, el consumo energético
no es la prioridad en la zona tropical por las altas temperaturas constantes y por su
clima sin estaciones, situación que ha reorientado la preocupación de la planificación
urbana hacia la mitigación del impacto negativo generado por la ciudad en sí. Sin embar-
go, lamentablemente, las estrategias de planificación llevadas a cabo en Latinoamérica
están muy lejos de la realidad inmediata, ya que están basadas en teorías diseñadas para
países altamente industrializados.
Mas, a pesar de lo anterior, no todo en la planificación latinoamericana referente
al medio ambiente está mal direccionado; en la actualidad, las ciudades prestan es-
pecial interés a la problemática de mitigación e impacto, factor que conlleva a una
búsqueda por la longevidad del ecosistema, al mismo tiempo que propone una planifi-
cación sostenible, que no concentra necesariamente sus esfuerzos en la producción y
uso eficiente de energía dando cabida a otras necesidades de igual importancia para los
centros urbanos y que, al desarrollarse, aseguran una calidad de vida superior a la de
ciudades altamente industrializadas.

BIBLIOGRAFÍA

Alcaldía Mayor de Bogotá (2016). Región metropolitana de Bogotá: una visión de la ocupa-
ción del suelo. Bogotá, Colombia: Secretaría Distrital de Planeación Bogotá.
Appu, H. y Pretti, V. (2008). “A critical review of building environmental assessment
tools”. En: Environmental Impact Assessment Review, 28(7): 469-482.
Becchioa, C. et al. (2017). “Energy, economic and environmental modelling for support-
ing”. En: Procedia Engineering, 205(10): 35-42.
Borsdorf, A. (2003). “Cómo modelar el desarrollo y la dinámica de la ciudad latinoame-
ricana”. En: Revista eure, 29(86): 37-49.

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 183 183


Burgess, E. (2008). Urban ecology. An international perspective on the international perspec-
tive on the interaction between humans and nature. Boston: Springer.
Cole, R. J. (2008). “Building environmental assessment methods: assessing construc-
tion practices”. En: Construction Maganement and Economics, 18: 949-957.
Crawley, D. y Aho, I. (1999). “Building environmental assessment methods: applications
and development trends”. En: Building Research and Information, 27(4-5): 300-308.
Fenua, G. y Paua, P. L. (2016). “Graph models of network behavior in environmental
planning”. En: Procedia Computer Science, 96(96): 73-80.
Lecuona, A., Izquierdo, M., Rodríguez, P. A. (2005). “Investigación e impacto ambiental
de los edificios. La energía”. En: Informes de la construcción, 57(498): 47-61.
Martínez, M. G. (2017). Desarrollo de un instrumento para la gestión urbano-ambiental en
áreas metropolitanas. Bogotá, Colombia: Pasto, iucesmag.
Maya, A. y Velázquez, L. S. (2008). “El medio ambiente urbano”. En: Gestión y ambiente,
11(1): 7-20.
Mercader, P., Olivares, M., Garrido, J. (2013). El impacto ambiental en edificación y su
relación con las tipologías edificatorias residenciales: el diseño urbano y el estudio
de la ciudad como estrategia de sostenibilidad. Madrid: Universidad Politécnica de
Madrid.
Miller, D., De Roo, G. (2016). Urban environmental planning. Polices methods and instru-
ments in an international perspective. Londres: Routledge.
Ministery of Housing (2000). Eco-Indicators 99-Manual for designers. Netherlands, Sap-
tial 00255 Planning and the environment comunications directorate.
Shamseldin, A. (2018). “Considering coexistence with nature in the environmental as-
sessment of buildings”. En: HBRC Journal, 14(3): 243-254.
Mumford, L. (2014). La ciudad en la historia. Sus orígenes transformaciones y perspectivas.
La Rioja, España: Ed. Pepitas de calabaza.
Nottoli, H. S. (2015). Análisis de la planificación urbana de acuerdo a los principios de Chisto-
pher Alexander. Argentina: Universidad de La Plata, Facultad de Arquitectura y
Urbanismo.
O’Meara, M. O. (2007). La situación del mundo 2007: Nuestro futuro urbano. Madrid: Icaria
Editorial, S. A.
Pickett, S. (2001). “Urban ecological systems: linking terrestrial Ecological, Physical and
Socioeconomic components of Metropolitan areas”. En: Annual Review of Ecology
and Systematics, 32(1): 127-157.
Raimond, J. C. (2010). “Building environmental assessment methods: redefining inten-
tions”. En: Construction Management and Economics, 18: 949-957.
Rueda, L. J. y Rico, D. W. (2007). “Modelamiento inicial de ciudades de países en vías
de desarrollo, utilizando dinámica de sistemas”. En: Scientia et Technics, 13(34):
421-426.
Sertyesilisik, B. y Ahmed, A. S. (2015). The sustainable built environment: Technical, mana-
gerial, legal and economic aspects. uk: Macmillan Education.

184 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Wang, S., Yan, C., Xiao, F. (2012). “Quantitative energy performance assessment meth-
ods for existing buildings”. En: Energy and Buildings (55)3: 873-888.
Yeoa, Z. (2016). “Planning for environmental sustainability improvements – A concept
base for eco-efficiency improvement”. En: Procedia cirp, 48(1): 526-231.
Zetter, R. y Watson, G. B. (2016). Designing sustainable cities in the developing world. Nueva
York: Routledge.

Referencias electrónicas

Rueda, S. (2017). Metabolismo y complejidad del sistema urbano a la luz de la ecología.


Disponible en: http://habitat.aq.upm.es/cs/p2/a008.html (Último acceso: 8 de
agosto de 2018).
Toro, F. (2015). La teoría general de sistemas, modelos urbanos y planificación. Disponible
en: http://www.age-geografia.es/tig/1988_caceres/1988_25_toro.pdf (Último
acceso el 2 de febrero de 2018).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 185


Capítulo 11

Ecobarrios como elementos


clave del ecourbanismo
Alberto Cedeño Valdiviezo y Pablo Torres Lima

INTRODUCCIÓN

Los temas ambientales llaman la atención de públicos diversos, pero, por ejemplo, ¿a
qué llamamos hoy en día ecourbanismo? y ¿cómo cambia esta disciplina nuestra ma-
nera de resolver los problemas de las ciudades?; ¿realmente se está logrando hacer
de nuestras ciudades, lugares más habitables y sostenibles? Manuel Ruano apunta que
el “Ecourbanismo define el desarrollo de comunidades humanas multidimensionales
sostenibles en el seno de entornos edificados armoniosos y equilibrados” (1999: 10);
y lo explica, posteriormente, como “una nueva disciplina que articula las múltiples y
complejas variables que intervienen en una aproximación sistémica al diseño urbano
que supera la compartimentación clásica del urbanismo convencional” (Ruano, 1999:
11), que va más allá de los criterios formales y estilísticos del diseño, propiciando una
visión integrada del urbanismo. Se refiere al planeamiento urbano sostenible como “el
único medio viable de acomodar las actividades humanas en un entorno cada vez más
amenazado y deteriorado”, y “en una nueva y diferenciadora fuente de ventaja competi-
tiva para ciudades y regiones” (Ruano, 1999: 11). A continuación, se presentan casos de
comunidades urbanas que buscan vivir de acuerdo con el urbanismo sostenible, y que
se les define como ecobarrios.

LOS ECOBARRIOS

Primero se hará referencia al significado de barrio. Es importante recordar que en los


países de origen latino, el barrio es muy importante desde el punto de vista social, ya que
proporciona elementos de identidad a sus habitantes. Kevin Lynch ofrece una definición

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 187


poco clara sobre el significado de barrio, a pesar de que es uno de sus elementos básicos
para el análisis de la imagen de la ciudad: “…las zonas urbanas relativamente grandes en
las que el observador puede ingresar con el pensamiento y que tienen cierto carácter
en común. Se los puede reconocer desde el interior y de vez en cuando se les puede
emplear como referencia exterior cuando una persona va hacia ellos” (Lynch, 1984: 84)
(Figura 1 y 2).
Por su parte, Jane Jacobs se refería a los barrios como un concepto sentimental
que “impulsa a moldear a la fuerza la vida de una ciudad como imitaciones de la vida re-
sidencial o provincial” (Jacobs, 1961: 143). Distinguía entre un barrio logrado como “un
lugar que mantiene sus problemas a una distancia tal que no se deja destruir por ellos.
Un barrio fracasado es un lugar abrumado por sus defectos y problemas y progresiva-
mente indefensos ante ellos” (Jacobs, 1961: 143). Agrega que el éxito de un barrio no
depende de construir buenas viviendas ni de contar con escuelas excelentes, sino en la
creación de autogobiernos adecuados, con autosuficiencia social o económica, de do-

Figuras 1. Casa de Iztacalco, Barrio de La Asunción, Ciudad de México. Fuente: Henryficar en https://
bit.ly/3oTdWwJ
Figura 2. Exconvento de San Matías, Barrio de La Asunción, Ciudad de México. Fuente: Henryficar en
https://bit.ly/3fnw5Q g

tarse de los medios para desarrollar un tipo civilizado de autogestión, y conseguir reca-
bar eficazmente ayuda ante problemas demasiado grandes para que la calle los maneje.
En resumen Jacobs señala que “los buenos barrios no son unidades discretas.
Son continuidades físicas, sociales y económicas, a pequeña escala, por supuesto, pero
pequeña en el sentido de que la longitud de las hebras que hacen la cuerda es pequeña”
(1961: 151). Verdaguer (2000) comenta que la escala del barrio es un escenario privi-

188 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


legiado para el buen urbanismo tradicional preocupado por las dotaciones, los equipa-
mientos y la buena forma de la ciudad.
Una primera mención de los ecobarrios se encuentra en el trabajo de Rudin y Falk
de 1999, titulado “Building the 21st century home. The Sustainable Urban Neighbour-
hood”, que es referido por Cuello (2012), aunque ya existían ejemplos como el de la
ciudad jardín de Puchenau en Linz, Austria, cuya construcción comenzó en 1962, según
lo relata Miguel Ruano (1999).
Existen variadas definiciones de lo que hoy se entiende por ecobarrio. Para Cue-
llo “un ecobarrio es una fracción urbana que se destaca por su mejor desempeño en
las dimensiones del desarrollo sostenible (ambiental, social y económica)”. Agrega que
“puede tener un origen en un tratamiento urbano de desarrollo, pero también puede
aprovechar un re-desarrollo, renovación urbana o mejoramiento integral” (Cuello, 2012).
La visión más ecológica la presenta la revista digital Organi-K (s/f), que sitúa al
ecobarrio como “un grupo o comunidad de personas, que con una visión común, en-
focada a largo plazo que se organiza con el fin de mejorar su calidad de vida y lograr
de esta manera alcanzar el bienestar humano en armonía con el medio ambiente” (Or-
gani-K). Retomando esta definición, entonces, un ecobarrio sigue los principios de una
ecoaldea, que serían aquellos asentamientos humanos a escala población que incluyen
todos los aspectos importantes para la vida, como son el físico ambiental, el económi-
co, social y humano o cultural; aspectos que se integran en armonía y respeto con el
entorno natural, promoviendo sistemas saludables y perdurables de desarrollo por un
futuro indefinido. Las aldeas existirían en zonas no urbanas, mientras los ecobarrios lo
hacen en zonas urbanas, aunque para algunos autores, como Cuello (2012), las aldeas
también pueden ser urbanas.
Otros autores consideran que el término ecobarrio es una expresión en proceso
de elaboración y también en conflicto, al no contar con una definición oficial consensua-
da. Se podría confundir conceptualmente con el término ecociudad, pero el ecobarrio
es parte de un organismo urbano existente, mientras que la ecociudad es una realiza-
ción autónoma con entidad propia. Se pensaría, asimismo, que es un nuevo desarrollo,
sin embargo, existen construcciones en terrenos urbanos basadas en la recuperación y
rehabilitación de las ya existentes. También hay que considerar los aspectos sociales y
económicos, como de diversidad y participación, de gestión de lo público, de desarrollo
local, de modo de vida (consumo, alimentación, creatividad, uso del tiempo, implica-
ción), que son tanto o más importantes. Desde la perspectiva de la complejidad todos
están relacionados y pueden influirse potenciándose mutuamente, es decir, de una ma-
nera sinérgica (Morán, 2008).
Verdaguer señala que habría que considerar como rasgos distintivos de los eco-
barrios bien integrados: “una inserción adecuada en su entorno, con una fluida relación
transversal con los barrios y áreas limítrofes, con un buen acceso a los servicios y equi-
pamiento de carácter central y una buena conexión con las redes globales”, además “el

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 189


Figura 3. Vauban en Freiburg, Alemania. Fuente: Arnold Plesse en https://bit.ly/3hS4t7D

respeto a las preexistencias y los hitos considerados signos de identidad: cultural local,
el respeto y la integración de los elementos paisajísticos y la preservación de las áreas
naturales” (Verdaguer, 2000: 73). Estas consideraciones de Verdaguer son importantes
por la época en la que se propusieron, es decir, cuando el ecourbanismo o urbanismo
sostenible y los ecobarrios estaban apenas surgiendo. Desde entonces los ecobarrios
se han convertido en paradigmas de la sostenibilidad.

ELEMENTOS CARACTERÍSTICOS DE LOS ECOBARRIOS

Pero ¿qué elementos debería contener un ecobarrio para ser considerado como tal?
Según Rudin y Falk (1999, citado en Cuello, 2012), un barrio urbano sostenible estaría
compuesto por cuatro principios básicos: Sostenibilidad: recuperación de terrenos, den-
sidad, compactación, movilidad, eficiencia energética, residuos, ciclo del agua, espacios
verdes; estructura urbana: densa, compacta, mezcla de usos, calle corredor y manzana,
hitos, espacio público, recorridos (sucesión de vistas y situaciones urbanas), variedad;
sostenibilidad social: mezcla de usos, complejidad, distintos modelos de alojamiento, co-
munidad de intereses y objetivos, apropiación, responsabilidad, participación en el dise-
ño, autogestión, estructura comunitaria; y crecimiento natural: parcela a parcela.
Verdaguer (2000), por su parte, menciona como importantes los siguientes cri-
terios: 1) compacidad; 2) mezcla y flexibilidad de usos; 3) integración de la naturaleza
en el espacio urbano (también de los hitos de identidad cultural y paisaje); 4) espacio
público como escenario privilegiado de la vida ciudadana; 5) edificación bioclimática; 6)

190 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


recuperación del tejido edificado; 7) movilidad sostenible; 9) integración de las energías
renovables; y 10) gestión de la demanda de los flujos metabólicos.

Figura 4. BedZed, Inglaterra. La


sostenibilidad social es una de las
características de los ecobarrios en
la que más insisten los especialistas.
Fuente: https://bit.ly/3upteKP

Asimismo, Salvador Rueda plantea cuatro ejes fundamentales que difieren de los
propuestos por Rudin y Falk, la compacidad: es la expresión de la organización física del
territorio, la cual tiene que ver con la forma, pero también con determinadas funciones
del mismo. La complejidad: mezcla de usos y funciones urbanas (produce creatividad).
La eficiencia: en el uso de los recursos y mínima perturbación de los ecosistemas. La
estabilidad social: aumento de la diversidad y cohesión social, condiciones para que se
dé la igualdad de oportunidades (Rueda, 2005) (Figura 4).
Una posición más completa, y muy parecida a la de Rudin y Falk, es la de Nerea
Morán que propone tres elementos principales: Sostenibilidad ambiental, atenderá la ocu-
pación del territorio y modelo de transporte, así como el metabolismo urbano, cerrando
los ciclos de energía y materiales. Modelo urbano, referido no sólo al diseño físico, sino
también a las actividades económicas y al proceso de crecimiento. Sostenibilidad social,
aspectos relativos a las redes y relaciones sociales y al modo de gestión de lo público.
A diferencia de Rudin y Falk, Nerea Morán (2008) hace una descripción muy com-
pleta de cada uno de estos elementos. Para la sostenibilidad ambiental considera muy
importante: a) inserción en el entorno (urbano y natural), priorizando la reutilización
de suelo y patrimonio construido sobre los nuevos desarrollos; b) metabolismo urbano
que incluye lo siguiente: energía, transporte, agua y materiales bajo el parámetro de la
jerarquía Reducción-Reutilización-Reciclaje. Para el modelo urbano considera importante
como criterios: el barrio con autonomía y a la vez conectado, densidad y mezcla de usos
(residencial, equipamientos, empleo) y las distancias cortas. Los enfoques anteriores
deberán ser considerados a partir de los ámbitos del desarrollo endógeno (actividades
económicas), el espacio público/carácter urbano y el modo de crecimiento, regene-
ración y evolución. Por último, a la sostenibilidad social la considera como un lugar de
encuentro, participación e iniciativa social. Al barrio, por su parte, lo reconoce como
una organización compleja que acumula información y, por ello, tiene capacidad de
adaptación y transformación. En relación con la secuencia relaciones sociales-comuni-

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 191


cación-concienciación-asociación-acción, se deberá examinar la diversidad y cohesión,
la participación y la autocontención.
Conforme a lo anterior, cabe una pregunta sustancial: ¿cuáles serían los objetivos
de los ecobarrios? Según Hernández et al. (2009), los objetivos ambientales de un eco-
barrio son: cerrar el ciclo del agua; conseguir un ahorro de energía, agua y materiales;
mejorar el entorno vegetal y la biodiversidad; aprovechar el clima; crear un entorno
atractivo para vivir y trabajar; cortas distancias y bien conectado con la ciudad; y satis-
facer servicios básicos y equipamientos que faciliten la vida cotidiana a los futuros habi-
tantes. Los mismos autores consideran que para el desarrollo de un ecobarrio se deben
seguir los siguientes principios básicos: integración, responsabilidad social, diversidad,
naturaleza urbana, movilidad, metabolismo urbano y construcción sostenible. Existen
otras propuestas sobre los objetivos específicos que deben perseguir los ecobarrios,
como los mencionados en la revista digital Organi-K (s/f):

1. Diagnóstico de los índices de impacto ambiental en suelo urbano, periurbano o


en suelo de conservación.
2. Diagnóstico y selección de la población objetivo en donde se llevarán a cabo las
estrategias y técnicas de la Propuesta Ecobarrios.
3. Creación de Organizaciones Sociales de Base (osb), donde los miembros de la
comunidad de un ecobarrio tengan representatividad, decisión y acción.
4. Conocimiento de los actores de las técnicas de facilitación y consenso.
5. Documento consensado por la comunidad donde se establezcan los compromi-
sos y los acuerdos.
6. Adquisición de una cultura ambiental y cambio de hábitos.
7. Construcción de las eco-tecnias en las viviendas objetivo.
8. Construcción de nueva vivienda, en caso de ser necesario, siguiendo los princi-
pios de la arquitectura natural.
9. Mantenimiento de las eco-tecnias construidas en las viviendas.
10. Monitoreo y seguimiento de los índices de impacto ambiental.

De acuerdo con Ester Higueras (s/f), al señalar que los ecobarrios deberán cerrar
mejor los ciclos de materia y energía; establecer una adecuada relación con su territorio
y su paisaje; reducir la contaminación y las emisiones al aire, agua y suelo; y mejorar las
relaciones sociales de sus residentes. Para esta autora las condiciones básicas de los
ecobarrios son:

• Articulación de piezas urbanas. El ecobarrio debe ser parte de la estructura de la


ciudad existente aportándole una nueva dimensión de eficiencia.
• Rehabilitación y reutilización del patrimonio construido.
• Compacidad real. No sólo una densidad bruta adecuada, sino también neta.
• Mezcla de usos. Máxima flexibilidad en el uso espacial y temporal en los lugares
de ocio, deportivos, productivos y de relación social.

192 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


• Cohesión social y participación. Que los ciudadanos sepan cómo está su ciudad y
cómo pueden mejorarla. Para esto es importante la aportación metodológica de
las Agendas Locales 21.
• Habitabilidad. Estándares adecuados de confort y calidad de vida.
• Concepción del espacio público como escenario privilegiado de la vida ciudadana.
Elementos atractivos y seguros para el peatón, diversidad, variedad y resguarda-
dos de las inclemencias atmosféricas.
• Inserción de la naturaleza en la ciudad. Pensar en zonas verdes vivas y que res-
pondan a las necesidades de salud.
• Predominio del transporte público y peatonal sobre el vehículo privado.
• Uso de energías renovables. Limpias, que no generen polución ambiental en las
escalas delegación, inmuebles colectivos y viviendas.
• Gestión de la demanda del agua. Educación y concientización del valor de este
recurso y su reutilización al máximo en el ámbito urbano.
• Reducción, reutilización y reciclaje de los residuos urbanos.

Antes de pensar en construir de nueva cuenta, se debe considerar la posibilidad


de acondicionar y reutilizar la ciudad existente (Higueras, s/f) (Figura 5). Sobre los crite-
rios generales para el diseño de un ecobarrio, esta autora propone: a) jerarquizar la red
de espacios públicos; b) diseño formal con calidad en las calles y plazas; c) la seguridad
y la protección ciudadana en los espacios públicos urbanos; d) condiciones sociales;

Figura 5. Vauban en Freiburg, Alemania. La rehabilitación y reutilización del patrimonio construido


es considerado por Ester Higueras como una de las condiciones básicas de los ecobarrios. Fuente:
https://bit.ly/3p1aaBK

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 193


e) simbolismo y legibilidad; f) preservar las particularidades propias de cada lugar; y g)
relacionar la red de espacios libres con la de equipamientos (Higueras, s/f).

ECOBARRIOS EN EL MUNDO

Uno de los primeros ecobarrios conocidos fue la ciudad jardín en Puchenau, Linz, Aus-
tria, su construcción comenzó en 1962 y fue “el resultado de tres décadas de planifi-
cación, investigación y urbanización, llevadas a cabo por la sociedad cooperativa Neue
Heimat y el arquitecto Roland Rainer” (Ruano, 1999: 26). Otro ecobarrio precursor que
destaca es el Pueblo Solar No. 3 en Pefki-Lykovryssi, Atenas, Grecia, su construcción
inició en 1978 y terminó en 1989, fue el resultado de un acuerdo entre los gobiernos
de Alemania y Grecia, y llevado a cabo por la compañía Poblado Solar (Ruano, 1999: 74).
En Francia, Doaui, Le ZAC du Raquet se fundó en 2006 para albergar a 12 000
habitantes. En Merville, Les jardins de Flanders albergará 350 viviendas con criterios
ecológicos. En Courcelles se desarrolla el proyecto Le Domaine de la Marlière para
unas 1 230 viviendas. En Estrasburgo se anunció, recientemente, la construcción de
algunos barrios ecológicos (Revista digital Eroski, s/f). Es importante hacer una revisión
de aquellos ecobarrios que son más exitosos hoy en día, actualizando las aportaciones
de Manuel Ruano.

Viikki de Helsinki, Finlandia

La construcción comenzó en la década de los 90 y se terminó en 2010. Se le llamó


Proyecto Eco-Comunidad, y ofrece un lugar acogedor para vivir a 1 700 personas. En la
coordinación para su edificación estuvieron involucrados el Ministerio de Medio Am-
biente, la asociación de arquitectos y la Agencia Nacional para la Tecnología de Finlan-
dia. Las viviendas utilizan todo tipo de sistemas activos y pasivos de bioconstrucción y
espacios verdes, además de ofrecer una estancia agradable a sus habitantes, permiten
aprovechar el agua de lluvia (Casa bioclimática, 2009).
Los edificios se orientaron de modo que obtengan el máximo provecho de la luz
solar y no se proyecten sombras recíprocamente. La distribución de la vegetación re-
duce la exposición a los vientos predominantes, cuidando que la altura de lo construido
sea inferior a las barreras naturales. Entre los edificios se crearon jardines privados y
espacios públicos que forman entornos agradables, permitiendo, además, el drenaje
del agua de lluvia y su recuperación con un sistema de recogida a escala urbana (Cáte-
dra Municipios sostenibles, 2011).
El complejo está diseñado como un patio abierto, delimitado al sur por casas
adosadas de dos plantas que lo protegen del viento dominante, al norte por un edificio
de cuatro plantas y al este por una pequeña construcción para la lavandería y los locales
comunes. Se utilizaron elementos prefabricados, señalando que éstos proporcionaban
acabados de alta calidad y servicios de mayor utilidad, permitiendo, igualmente, optimi-

194 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Figura 6. Barrio de Viiki, Helsinki, Finlandia. Viiki, Fuente: https://bit.ly/3oYA0WP
Figura 7. Barrio de Viiki, Helsinki, Finlandia. Fuente: Álvaro López en https://bit.ly/3fLLLMh
Figura 8. Fuente: https://bit.ly/3vumpZK

zar el uso de los materiales y reduciendo al mínimo los desechos en obra. Las estructu-
ras portantes de los edificios también son de elementos prefabricados de concreto que
incorporan el aislamiento y los acabados (Cátedra Municipios sostenibles, 2011).
El confort climático y el ahorro energético se han logrado gracias a la elevada
masa térmica, el super-aislamiento, la elección en las fachadas de colores diferentes
(gris o blanco) en función de su grado de absorción del calor, los invernaderos integra-
dos en el lado sur, el empleo de dobles cristales de baja emisividad, un sistema radiante

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 195


en el suelo, 63 colectores solares que proporcionan 60% del agua caliente sanitaria jun-
to a un sistema de circulación del aire que introduce aire del norte en verano y del
sur en invierno, precalentándola con su paso por los invernaderos (Cátedra Municipios
sostenibles, 2011).
Una de las críticas importantes a los ecobarrios es el manejo del transporte y la
planificación del tráfico, que en este caso resultaron ser una parte importante de la or-
denación del territorio porque incluye todos los tipos: el transporte público, el tránsito
de vehículos particulares, aparcamiento, así como el ciclismo y redes peatonales. Los
objetivos en el distrito de Vikkii son mejorar la seguridad del tránsito y promover un alto
nivel de fluidez y servicio de transporte público (Cátedra Municipios sostenibles, 2011).

Vauban en Friburgo, Alemania

Friburgo es, según expertos de Ecologistas en Acción y wwf España: “un modelo pa-
radigmático de cómo deberían plantearse auténticos ecobarrios […] los niños pueden
jugar con seguridad en las calles; 40% de los residentes no tiene coche y quienes lo
tienen, lo aparcan en una zona comunal situada en un extremo del distrito. Además, se
ha desarrollado un óptimo sistema de transporte público que facilita la movilidad de sus
residentes” (Ecodes, 2009).
La ciudad de Friburgo (Freiburg) está situada en el estado de Baden-Württemberg
(Alemania). Tiene una superficie municipal de 15 306 hectáreas (de las cuales, 6 533 son

Figura 9. Vauban, Friburgo, Alemania. La bicicleta es muy importante en la ciudad de Friburgo y, por
supuesto, en el ecobarrio de Vauban; existen carriles especiales para éstas Fuente: Payton Chung en
https://bit.ly/3p51RoB

196 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Figura 10. Vauban, Friburgo, Alemania. Fuente: Payton Chung en https://bit.ly/3wyRYSo

bosque) y está cerca de la Selva Negra y Suiza. Viven en la ciudad cerca de 250 000
habitantes, siendo la cuarta ciudad más grande de este estado federal (después de
Stuttgart, Mannheim y Karlsruhe) (Observatorio de las ciudades inclusivas, s/f).

El origen del barrio se remonta al año 1937, en el que se construyen a las afueras de la
ciudad unos barracones destinados a acoger a las fuerzas de la Wehrmacht de Adolf Hit-
ler. Una vez acabada la Segunda Guerra Mundial, esta zona militar fue confiscada por el
ejército francés que asentó allí una base de la otan, a la que llamó Quartier Vauban. Tras
el proceso de reunificación de Alemania, las tropas francesas se retiraron en 1992 y el
cuartel quedó abandonado (Fernández et al., 2010).

El compromiso de la ciudad de Friburgo con el medioambiente tiene sus orígenes en


las movilizaciones ecologistas alemanas de los años 70 (sobre todo movilizaciones anti
nucleares), y que partidos ecologistas gobiernen esta localidad desde hace décadas.
Friburgo ha realizado importantes obras por la movilidad sostenible (cuenta con un
entramado de carriles para bicicletas de 400 km, así como una importante red de tran-
vías) y por las energías renovables instaladas en numerosos edificios públicos, oficinas,
residencias o edificios religiosos (Fernández, Morán y Ramos, 2010). El ayuntamiento
de Friburgo, Alemania, compró los terrenos del Distrito Vauban a las autoridades fede-
rales en 1993 para la realización de un barrio residencial que, gracias a los aportes de la
comunidad participativa, se convirtió en un ecobarrio (Morán, 2008).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 197


El proceso del Ecobarrio de Vauban fue una operación de rehabilitación ecológica
de antiguos cuarteles militares en la ciudad de Friburgo que quedaron vacíos tras la re-
tirada de las tropas alemanas (Observatorio de ciudades inclusivas, s/f), primeramente,
y de tropas francesas de la otan en 1992.

Al año siguiente algunas de las naves vacías de los cuarteles fueron ocupadas por mo-
vimientos sociales juveniles para ser usadas como viviendas y para conformar un cen-
tro social donde desarrollar actividades alternativas. Esta situación llama la atención del
Ayuntamiento sobre las naves, y tras una serie de conflictos, encuentros y desencuentros,
se regulariza la situación de los okupas, y se reconoce su derecho a permanecer en cuatro
de las 20 naves, siendo las otras 16 adquiridas por la municipalidad (Fernández, Morán y
Ramos, 2010).

Estas agrupaciones pioneras conformaron la iniciativa autogestionaria susi. Los benefi-


ciarios directos de este plan son las casi 5 000 personas que viven en él. Las ganancias
obtenidas por el grupo se utilizan, primeramente, para la adquisición de una vivienda
y comprenden también el acceso a equipamientos públicos y espacios públicos verdes
de calidad, la posibilidad de participar de múltiples iniciativas sociales y culturales y la
construcción de redes sociales y comunitarias, mecanismos que facilitan la cohesión
social. Parte de la literatura sobre el tema destaca como especial beneficiaria de este
proceso a la infancia, en la medida en que se construye un entorno urbano especial-
mente apto para su desarrollo; y de forma indirecta, se puede considerar a los diferen-
tes conjuntos de agricultores, ganaderos y productores de productos ecológicos que
acceden a un mercado directo a través de grupos de consumo y los mercados abiertos
semanales (Observatorio de ciudades inclusivas, s/f).
Uno de los elementos clave del proceso de participación en la construcción del
Ecobarrio de Vauban ha sido la creación de alternativas ambientales en la regenera-
ción urbana. Pero, además de la participación de los residentes (y futuros residentes),
también se han promovido encuentros y talleres con expertos en diferentes materias
(salud, construcción, desarrollo comunitario, movilidad, etcétera) con el fin de generar
intercambios entre diferentes tipos de conocimiento, de forma que las soluciones plan-
teadas puedan combinar diferentes aproximaciones y un fuerte arraigo local.
Luego entonces, uno de los objetivos principales del proyecto entre 1997 y 1998
fue la investigación orientada a la elaboración de alternativas en términos de construc-
ción bioclimática, movilidad sostenible y eficiencia energética (Observatorio de ciu-
dades inclusivas, s/f). También se mantiene el trazado de las calles, se conservan los
árboles septuagenarios y la zona natural del arroyo. Debido a la presión del colectivo
susi, se lleva a cabo un esquema de rehabilitación de 10 cuarteles destinados a vivien-
das, talleres y centro social (Morán, 2008).
Las iniciativas más importantes a este nivel son dos: “Barrio sin coches” y “Barrio
sin aparcamiento”, priorizando la movilidad peatonal o en bicicleta (Figura 7). La conso-

198 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


lidación de estos dos programas implica que no se pueden construir aparcamientos en
las parcelas, quedando como única zona de estacionamiento el perímetro del área re-
sidencial, donde la movilidad con automóvil (además del caso de las urgencias médicas
o de otro tipo) está limitada al retiro o descarga con una velocidad máxima de 50 km/h
en zona residencial y 30 km/h en el resto del distrito (Morán, 2008). La trama urbana de
distribución de equipamientos y servicios, así como de los lugares de trabajo que están
dentro del barrio, permite que la totalidad de los desplazamientos puedan realizarse
en bicicleta o caminando. Existe una línea de tranvía, autobuses y trenes que conectan
la zona con el centro. Cerca de la mitad de la población de Vauban no tiene automóvil,
y se ha puesto en marcha una asociación de uso de coches y furgonetas compartidas
(Observatorio de ciudades inclusivas, s/f).
Respecto al ahorro de recursos naturales, “en el plan se obliga a las viviendas a
consumir menos de 65 kWh/m2 anuales, recomendando el uso de energía solar mediante
colectores y placas fotovoltaicas” (Morán, 2008). También, “en cuanto a los mecanismos
de recuperación del ciclo natural del agua, se mejoran las infraestructuras existentes
en el barrio, introduciendo un sistema de alcantarillado separativo. Con la distribución
de espacios verdes se consigue una filtración de pluviales al terreno natural en el 80%
del área residencial” (Morán, 2008). Se ha desarrollado un proyecto piloto de inodoros
al vacío, es decir, las aguas negras son conducidas junto a los residuos orgánicos a una
planta de biogás en la misma parcela, la energía obtenida se utiliza en las cocinas. Las
aguas grises, por su parte, se depuran en una planta de filtrado biológico y se devuelven
al ciclo natural (Morán, 2008). Respecto a la construcción, la obligación es conservar los
árboles existentes y plantar otros nuevos, así como el uso de materiales ecológicos, de
cubiertas verdes o de sistemas de filtración de pluviales (Morán, 2008).
El problema más significativo de la experiencia del Ecobarrio de Vauban es que,
si bien las iniciativas de vivienda han apostado por la diversidad interna, se cuenta con
un público muy homogéneo (jóvenes universitarios de clase media). Además, los incen-
tivos para incorporar personas a partir de renta más baja desaparecieron al eliminarse
gran parte de los subsidios y subvenciones previstas en este sentido (Observatorio de
ciudades inclusivas, s/f).

BedZED en Inglaterrra

A 15 km de Londres se edificó este conjunto residencial de 3 000 m2, el de mayor expe-


riencia ecológica en el Reino Unido (Figura 8). BedZED (Beddington Zed Energy Develo-
pment) es una zona residencial de 92 viviendas, su construcción inició en el año 2000
y terminó en el 2002. El proyecto del arquitecto Bill Dunster “presenta iniciativas tan
curiosas como la reconversión de una antigua planta de tratamiento de basuras en una
vivienda sostenible, el consumo cero de energías fósiles o la incorporación de estrate-
gias bioclimáticas, el empleo de materiales reciclados, así como un uso responsable del
agua” (Eroski consumer, s/f).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 199


Figura 11. BedZED. Fuente: Hotzeplotz en https://bit.ly/3unUzgn

Este conjunto habitacional ha sido visitado por miles de personas y continúa sien-
do atractivo, pues es inigualable, se trata del más ambicioso y novedoso ejemplo de
la sustentabilidad en un desarrollo de casas nuevas; asimismo, es el más relevante
proyecto edificado, atractivo y popular lugar para vivir, demostrando que la vida susten-
table no requiere de sacrificios o incomodidades. Los niños juegan felices y seguros en
sus calles peatonales; los pagos por electricidad y calefacción son menores y los pre-
cios por las casas están por debajo de los precios locales (Biorregional, s/f). El diseño
resuelve la climatización (frío y calor) de estas casas ecológicas, así como la recolec-
ción del agua de lluvia. El diseño facilita también la movilidad del peatón, pues en lugar
de la movilidad motorizada, incluye instalaciones propias de transporte y minimizar el
impacto ambiental (Arcia, 2012).

CONCLUSIONES

Tener un nivel de vida de buena calidad requiere que la ciudad esté encaminada hacia
principios de sostenibilidad, lo cual no es nada fácil por la manera como funciona la
ciudad misma, y por los espacios tan reducidos que se manejan. Una buena calidad de
vida tendría que ser un principio básico del Ecourbanismo o urbanismo sostenible, en la
búsqueda de la resiliencia urbana.

200 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Figura 12. BedZED. Fuente: Paul Miller en https://bit.ly/3bXhMQi

Una de las formas que actualmente se experimentan en el Ecourbanismo, para


tratar de cambiar estas tendencias urbanas tradicionales, son los ecobarrios, sin embar-
go, se requiere de habitantes con plena conciencia y educación ambiental. Hoy en día,
aún no son tan claras las características que definen a un ecobarrio. Pero es importante
señalar que las experiencias prácticas han propiciado una mejor comprensión de los
elementos que deben constituirlos, sumados a los que Miguel Ruano indicaba como
ejemplo de comunidades sostenibles, hoy, todo ese sustento teórico y práctico, ha
dado lugar a verdaderos ecobarrios como son los de Viikki en Helsinki, Finlandia; los de
Vauban en Friburgo, Alemania y los de BedZED en Inglaterrra.
Respecto a dichas experiencias, algunos especialistas cuestionan que si bien se
utilizan ecotecnologías y bioclimatismo, todavía no se construye con energía cero, ade-
más de que adolecen de falta de un buen transporte. Pero más allá de lo que puede
ser cuestionado, habría que responder ¿cómo podríamos lograr impulsar este tipo de
iniciativas?, lo comentado por Miguel Ruano apunta en ese sentido: “Las ciudades no
son proyectadas y construidas solamente por urbanistas, arquitectos, ingenieros y de-
más profesionales afines. Las áreas urbanas son sistemas complejos en los que inter-
vienen muchos factores que influyen en el resultado global. En muchas ocasiones, ni
siquiera se consulta a los profesionales. Pero, como seres humanos, todos tenemos una
responsabilidad que compartir, hacia nuestro planeta y hacia las generaciones futuras”
(Ruano, 1999: 24).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 201


BIBLIOGRAFÍA

Cuello, J. F. (2012). La verdad sobre los ecobarrios. Disponible en: http://urbanismososte-


nible.blogspot.mx/2012/08/la-verdad-sobre-los-ecobarrios.html (Consultado el
13 de julio de 2016).
Fernández, A. (2009). “Barrios ecológicos”. En Eroski consumer. España: Fundación Eros-
ki contigo.
Higueras, E. (2006). Urbanismo bioclimático. Barcelona: Gustavo Gili.
Higueras, E. (s/f). El reto de la ciudad habitable y sostenible. Pamplona, España: dapp. Pu-
blicaciones Jurídicas, S. L.
Jacobs, J. (1961). Muerte y vida de las grandes ciudades. Madrid: Ediciones Península.
Lynch, K. (1984). La imagen de la ciudad. Barcelona: Gustavo Gili.
Ruano, M. (1999). Ecourbanismo, entornos humanos sostenibles: 60 proyectos. Barcelona:
Gustavo Gili.

Referencias electrónicas

Arcia, M. E. (2012). Un barrio de casas ecológicas en Londres. Disponible en: http://icasa-


secologicas.com/un-barrio-de-casas-ecologicas-en-londres/ (Consultado el 18
de julio de 2016).
Biorregional, (s/f) The BedZED Story. Disponible en: www.bioregional.com/wp-content/
uploads/2016/04/The-BedZED-Story.pdf (Consultado el 18 de julio de 2016).
Casa Bioclimática (2009). Barrios ecológicos. Disponible en: http://www.casabioclima-
tica.com/noticias/blog/casa-bioclimatica/barrios-ecologicos/ (Consultado el 20
de agosto de 2016).
Cátedra Municipios Sostenibles (2011). Barrio de Viikki, ciudad de Helsinki, Finlandia. Uni-
versidad Politécnica de Valencia y la Red de Municipios Valencianos hacia la
Sostenibilidad. Disponible en: http://camuniso.blogspot.mx/2011/01/barrio-de-
viikki-ciudad-de-helsinki.html (Consultado el 19 de julio de 2016).
Camacho, F. (2010). “Ecobarrios, propuesta ante un panorama donde las megalópolis
se colapsan”. En La Jornada, México. Disponible en: http://www.jornada.unam.
mx/2010/06/06/cultura/a03n1cul (Consultado el 16 de agosto de 2016).
Diez del Corral, J. (2013). “El Vauban, un ‘ecobarrio’ en Freiburg im Breisgau”. En: Blogs-
pot Edificios LHD: 70. Disponible en: http://edificioslhd.blogspot.mx/2013/05/70-
el-vauban-un-ecobarrio-en-freiburg.html (Consultado el 19 de julio de 2016).
Ecobarrio Vauban, Friburgo, Alemania. Disponible en: es.wikipedia.org/wiki/Friburgo_
de_Brisgovia (Consultado el 19 de julio de 2016).
Ecodes (2009). Barrios ecológicos. Disponible en: https://ecodes.org/noticias/barrios-
ecologicos#.W_90Lyg7aWk (Consultado el 28 de noviembre de 2018).
Eroski Consumer (s/f) Barrios ecológicos. Disponible en: www.consumer.es/web/es/
medio_ambiente/urbano/2009/03/18/184097.php?page=3 (Consultado el 18 de
julio de 2016).

202 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Fernández, J. L., Ramos, A., Morán, N. (2010). “De cuartel militar a laboratorio de vida
alternativa: el ecobarrio de Vauban en Friburgo”. En: Revista Papeles de relaciones
ecosociales y cambio global. Disponible en: http://www.fuhem.es/media/cdv/file/
biblioteca/revista_papeles/111/de_cuartel_militar_a_laboratorio_de_vida_
alternativa_J.L.%20FERNANDEZ_A._RAMOS_N._MORAN.pdf.
Hernández, A., Velázquez, V. I. y V. C. Verdaguer (2009). Ecobarrios para ciudades me-
jores. Ciudad y territorio. Estudios Territoriales, 41(161-162): 543-558. Disponi-
ble en: https://recyt.fecyt.es/index.php/CyTET/article/view/75950 (Consultado
el 4/11/2021).
Hieronimi, H. (s/f). Huehuecoyotl - una ecoaldea en Morelos/ México. Disponible en: http://
tierramor.org/Articulos/huehuearticulo.htm (Consultado el 9 de enero de 2017).
Morán, N. (2008). “Ecobarrio”. Disponible en: http://habitat.aq.upm.es/temas/a-ecoba-
rrio.html (Consultado el 12 de julio de 2016).
Observatorio de ciudades inclusivas (s/f). Friburgo, Alemania: Ecobarrio de Vauban.
Disponible en: www.uclg-cisdp.org/sites/default/files/Friburgo_2010_es_FI-
NAL_0.pdf. (Consultado el 19 de julio de 2016).
Organi-K (s/f). Disponible en: http://organik.org.mx/nsp/viewpage.php?page_id=3
(Consultado el 18 de julio de 2016).
Rueda, S. (2005). Eco-barrios en Europa. Nuevos entornos residenciales. Madrid: Empresa
Municipal de la Vivienda y Suelo Área de Gobierno de Urbanismo, Vivienda e
Infraestructuras Ayuntamiento de Madrid. Disponible en: https://vdocuments.
site/eco-barrios-en-europa.html (Consultado el 28 de noviembre de 2018).
Rudin, D. y Falk, N. (1999). “Building the 21st century home. The Sustainable Urban
Neighbourhood”. En Cuello, J. F. (2012). La verdad sobre los ecobarrios. Disponible
en: http://urbanismosostenible.blogspot.mx/2012/08/la-verdad-sobre-los-eco-
barrios.html), (Consultado el 13 de julio de 2016).
Verdaguer, C. (2000). De la sostenibilidad a los ecobarrios. Universidad Politécnica de
Madrid. Disponible en: http://habitat.aq.upm.es/boletin/n14/acver.html#UNO
(Consultado el 13 de julio de 2016).

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 203


Los autores

Pablo Torres Lima


Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México

Alberto Cedeño Valdiviezo


Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México

Amparo de Urbina González


Universidad Externado de Colombia, Colombia

Oscar Adán Castillo Oropeza


Universidad Intercultural del Estado de Hidalgo, México

Madisson Yojan Carmona Rojas


Universidad Pedagógica Nacional de Colombia, Colombia

Francisco Jalomo Aguirre


Universidad de Guadalajara, México

Libys Martha Zúñiga Igarza


Universidad de Holguín, Cuba

Grace Jeanneth Yépez Madruñero


Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Ecuador

Christine Van Sluys


Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Ecuador

Sheika Maharani Aragundi León


Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Ecuador

Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos 205


Sofia Micaela Duque Borja
Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Ecuador

Paúl Eduardo Jiménez Patiño


Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Ecuador

Nuria Vidal Domper


Universidad de Las Américas, Ecuador

David Francisco Dávalos Sánchez


Universidad de Las Américas, Ecuador

Nicolás Louis Francois Daniel Salmon


Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Ecuador

Luis Gabriel Duquino Rojas


Universitaria Agustiniana, Colombia

Olavo Escorcia Oyola


Universidad Nacional de Colombia, Colombia

Olga Patricia Garzón Serrano


Universidad Nacional de Colombia, Colombia

Juanita Montoya Galvis


Universidad Nacional de Colombia, Colombia

Sergio Alfonso Ballén Zamora


Universidad Nacional de Colombia, Colombia

Mario Germán Martínez Caicedo


Universidad Nacional de Colombia, Colombia

206 Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina


Enfoques del ecourbanismo para ciudades de América Latina
Parte I. Premisas conceptuales y enfoques metodológicos
Este edición estuvo a cargo del Programa Editorial de la División de
Ciencias y Artes para el Diseño de la Universidad Autónoma Metro-
politana, Unidad Xochimilco y terminó de imprimirse en diciembre
de 2021 en los talleres de Ediciones Del Lirio S. A. de C. V., Azucenas
10, col. San Juan Xalpa, Alcaldía Iztapalapa, C. P. 09850, Ciudad de
México. Tel.: 55 5613 4257.
Tiraje: 500 ejemplares más sobrantes para reposición.

También podría gustarte