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Universidad Andina Simón Bolívar

Sede Ecuador

Área de Derecho

Maestría Profesional en Derecho Administrativo

Aplicabilidad y vigencia del principio de legalidad en el régimen


jurídico administrativo dentro del marco del Estado constitucional de
derechos y de justicia

Raquel Carolina Mayorga Gavilanes

Tutora: Eddy María de la Guerra Zúñiga

Quito, 2019
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3

Cláusula de cesión de derecho de publicación de tesis

Yo, Raquel Carolina Mayorga Gavilanes, autora de la tesis titulada Aplicabilidad y


Vigencia del Principio de Legalidad en el régimen jurídico administrativo dentro del
marco del Estado constitucional de derechos y de justicia, mediante el presente
documento dejo constancia de que la obra es de mi exclusiva autoría y producción,
que la he elaborado para cumplir con uno de los requisitos previos para la obtención
del título de Magíster en Derecho, mención Derecho Administrativo en la
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador.

1. Cedo a la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, los derechos


exclusivos de reproducción, comunicación pública, distribución y
divulgación, durante 36 meses a partir de mi graduación, pudiendo por lo
tanto la Universidad, utilizar y usar esta obra por cualquier medio conocido
o por conocer, siempre y cuando no se lo haga para obtener beneficio
económico. Esta autorización incluye la reproducción total o parcial en los
formatos virtual, electrónico, digital, óptico, como usos en red local y en
internet.

2. Declaro que en caso de presentarse cualquier reclamación de parte de


terceros respecto de los derechos de autor/a de la obra antes referida, yo
asumiré toda responsabilidad frente a terceros y a la Universidad.

3. En esta fecha, entrego a la Secretaría General, el ejemplar respectivo y


sus anexos en formato impreso y digital o electrónico.

Fecha: 10 de Julio de 2019.

Firma:

……………………........................
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Resumen

La presente investigación académica procura determinar la aplicabilidad y


vigencia del principio de legalidad en el no tan recientemente adoptado
constitucionalismo contemporáneo en el Ecuador, con las consecuencias que
implica el garantismo y la aplicación directa y central de los principios generales de
derecho.
Para ello, en el primer capítulo presentaré de forma cronológica la
evolución del Estado, el derecho y la administración en doctrina y en el Ecuador;
destacaré las circunstancias en las cuales nace el principio de legalidad y cómo a
través de este, la Administración Pública se atribuye facultades específicas.
Finalmente, relataré como el principio de legalidad ha perdido su posición
privilegiada en el Estado moderno y como ha pasado de ser un acto regulador a
convertirse en un acto regulado.
En un segundo capítulo, se partirá de la estructura del sistema de fuentes
de derecho actual, para luego destacar la supremacía constitucional y el
surgimiento del Neoconstitucionalismo en el Ecuador a través de la expedición
de la Constitución de 2008, para cerrar estableceré cuales son los medios de
control constitucional de la actividad administrativa.
En el tercer capítulo, develaré cuál es el papel actual del principio de
legalidad en el Estado constitucional de derechos y justicia; así como, desde el
punto de vista de los máximos órganos de justicia ecuatoriana, analizaré su
aplicabilidad y vigencia.
Finalmente estableceré las conclusiones generadas como resultado de la
investigación jurídica realizada.
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Dedicatoria

A mi esposo Mark Ronald LePage, por su amor incomparable y su ternura; a mi


madre Rosa Esther Gavilanes, por ser mi referente de mujer digna y honesta, a los
dos, por su apoyo y ayuda incondicional en esta etapa de mi vida; y, finalmente a
mi hija Isabella Rose LePage, por convertirse en la motivación y el motor de cada
uno de mis triunfos actuales y futuros.

“La naturaleza del espíritu es siempre


la verdad. ¿Y qué le atribuís por naturaleza?. La
modestia. Goethe dice que solamente el
pordiosero es modesto, así que es en pordiosero
en lo que queréis transformar el espíritu”.

Karl Marx, 1842


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Agradecimientos

A la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador (UASB-SE), por


haberme permitido ser parte de sus prestigiosos programas de estudios de
postgrado.

A todo el equipo docente y administrativo del Área de Derecho de la UASB-


SE, con quienes compartí la Especialización Superior, la Maestría y demás eventos
académicos.

De manera especial a la doctora Eddy María De la Guerra Zúñiga, a quien


agradezco la dedicada tutoría impartida en el transcurso del desarrollo de la
presente Tesis, reconociendo además y felicitando sus altas capacidades y
cualidades intelectuales, docentes y humanas.

Al doctor Álvaro Mejía, doctor Christian Masapanta, doctor Ramiro Ávila


Santamaría, doctor Marco Morales Tobar, doctor José Suing Nagua, a quienes
admiro profundamente por sus posición como personas y profesionales, a quienes
además, agradezco por los conocimientos impartidos y felicito por su indemne
trayectoria.

A quienes de una u otra forma contribuyeron con su apoyo y


recomendaciones académicas en mis estudios en la UASB-SE.
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Tabla de contenido

Introducción ........................................................................................................................... 13
Capítulo uno: El principio de legalidad .................................................................................. 15
El Estado, el Derecho y la Administración ............................................................................ 15
1.1. El Estado y el Derecho ........................................................................................... 15
1.2. El Derecho y la Administración ............................................................................. 23
1.3. El Derecho Administrativo en el Ecuador.............................................................. 29
1.4. El principio de legalidad en su dimensión tradicional y doctrinal ....................... 33
1.5. La presunción de legitimidad de los actos administrativos ................................... 38
1.6. Las potestades administrativas, la actividad reglada, la reserva de ley y el control
de la legalidad .................................................................................................................... 42
1.7. Fenómeno de atenuación del principio de legalidad .............................................. 50
Capítulo dos: Cómo entender a la Constitución de 2008 en el régimen jurídico administrativo
................................................................................................................................................ 57
2.1. Teoría Kelseniana y jerarquía de fuentes del Derecho Administrativo .................. 57
2.2. Supremacía de la Constitución ............................................................................... 74
2.3. El Neoconstitucionalismo y el ordenamiento jurídico/ constitucionalización de la
legalidad administrativa ..................................................................................................... 78
2.4. La Constitución de la República del Ecuador de 2008 y el Derecho Administrativo
82
2.5. La actividad administrativa y el control constitucional ......................................... 87
Capítulo tres: La legalidad como principio constitucional, de la actividad administrativa en
la constitución de 2008 .......................................................................................................... 91
3.1. La aplicabilidad y vigencia del principio de legalidad en el modelo del Estado
constitucional de derechos y justicia .................................................................................. 91
3.2. El principio de legalidad/ criterios y fallos de los máximos órganos de justicia
ecuatoriana ....................................................................................................................... 102
3.2.1. Corte Constitucional......................................................................................... 103
3.2.1.1. Sentencia No. 015-10-SEP-CC, Causa No. 0135-09-EP ............................. 103
3.2.1.2. Sentencia No.0001-09-SCN-CC, Causa N.° 0002-08-CN ........................... 104
3.2.1.3. Sentencia No. 080-14-SEP-CC, Causa No. 1483-12-EP ............................. 105
3.3. Corte Nacional de Justicia .................................................................................... 106
Conclusiones: ....................................................................................................................... 107
Bibliografía: ......................................................................................................................... 109
12
13

Introducción

La expedición de la Constitución de 2008 en el Ecuador, cambiando el


paradigma de un Estado Social de Derecho a un Estado Constitucional de derechos y
justicia, pretende una vez más, refundar el Estado ecuatoriano y concebir a la
Constitución como el producto de la legitimidad democrática, que disponga de
instituciones y organismos que garanticen la efectividad material y no solo formal de
los derechos y garantías ciudadanas; así como, dispongan de mecanismos para
demandar a las autoridades, por medio de las garantías incluso jurisdiccionales, que
cumplan este deber primordial, que es limitar el poder y evitar la arbitrariedad.

Han transcurrido casi 8 años ya, desde la expedición de la Constitución y su


garantismo, nos remite a una comprensión totalmente nueva del Estado, desde dos
perspectivas: la pluralidad jurídica y la importancia del desarrollo y protección de los
derechos reconocidos en la Constitución, por parte de toda autoridad de poder
público.

En este marco, la ley, concebida en inicio como la fuente de fuentes del


Estado de Derecho, pasa de ser una norma ordenadora a ser una norma ordenada por
los principios constitucionales; sin embargo de lo dicho, el principio de legalidad
aún constituye garantía de debido proceso y seguridad jurídica en el Estado
constitucional, en el que se ve reforzada su aplicabilidad y vigencia al convertirse en
el sistema normativo mediante el cual se deben aplicar y desarrollar los derechos.
14
15

Capítulo uno: El principio de legalidad


El Estado, el Derecho y la Administración

La evolución y desarrollo del Estado y el Derecho, ante la imperiosa


necesidad de delimitar y regular las relaciones sociales, así como buscar el equilibrio
entre el poder público y la ciudadanía, determinó de forma indiscutible el
surgimiento de la ley, como el límite natural de actuación de todos quienes forman
parte de una comunidad, como expresión de la voluntad común y como factor
principal del cumplimiento de intereses generales dentro de la sociedad.
En el presente capítulo, describiré como el Estado y su consecuente paso a
Estado de Derecho, en rechazo a sistemas de gobierno implantado sobre decisiones
arbitrarias, consagrando el nacimiento del principio de legalidad, como columna
vertebral del régimen jurídico administrativo y como pilar fundamental de los
derechos y garantías ciudadanas, relataré además, como el imperio de este principio,
se ve atenuado, en búsqueda de un nuevo modelo de Estado que pase de lo formal a
lo material.

1.1. El Estado y el Derecho

Históricamente el Estado es el resultado de una milenaria evolución de la


convivencia humana, de todas las formas que esta conlleva y cuya ordenación y
regulación la realiza el derecho1. Ahora bien, es importante mencionar, que
entendemos por derecho, para Robert Alexy, al hablar de esta conceptualización, de
modo imperativo me remite a la relación de tres elementos básicos claves para el
tema central de la presente tesis: la legalidad, la eficacia social y la corrección
material, hecho que de forma inevitable, según el autor, entremezcla las teorías
positivistas e iusnaturalistas o iusracionalistas, siendo la primera, aquella que
comprende la eficacia social y la legalidad, mientras que la iusnaturalista apunta
únicamente a la corrección material2.
Para Hans Kelsen, de forma más simple y desde un punto de vista estático, el

1
Oscar Georg Fischbach, Teoría General del Estado, 4ta. ed., (Barcelona: Labor, 1949), 15.
2
Cf. Robert Alexy, El concepto y la validez del derecho, 2da. ed., (Barcelona: Gedisa, 1997), 21.
16

derecho es el sistema de normas jurídicas a las cuales los hombres prestan o no


conformidad, mientras que desde un punto de vista dinámico estas normas jurídicas
son creación humana, destinadas a regular conductas.3
En definitiva, podemos decir que el derecho, no es más que el conjunto de
normas y principios creados por el hombre para regular sus propias conductas, dentro
de un territorio determinado políticamente organizado y bajo una premisa de
satisfacción de necesidades comunes dentro de un Estado.
En la Antigüedad los griegos denominaban Ciudad- Estado o polis a la
asociación unitaria, perfectamente diferenciada de otras unidades del mismo tipo4,
constituían su organización política; mientras que para los romanos, tomaba el
nombre de Ciudad- Imperio, civitas o de la res publica, que significa la cosa
pública5.
Para los pensadores medievales, era común identificar el término Estado, con
los términos: reino, imperio o ciudad. Incluso Jean Bodin, utilizó el término
República para referirse a la comunidad política, es por ello que no sorprende que
ambas palabras se entremezclen, para dar paso a un solo significado: cosa pública:
Estado rei publicae6.
En este punto puedo decir que Estado es la organización o estructura política
de las comunidades humanas comprensivas de su territorio, población y poder
etático7, tal como el Estado comunidad de Biscaretti di Ruffia o Estado nación de
Duverger8. Ahora bien, el término Estado como tal, nace en la Italia renacentista,
siendo utilizado desde entonces para designar a la comunidad política moderna y
haciendo alusión directa a la relación entre individuos y la sociedad regulada por
normas positivas.
En Derecho Público, esta comunidad no se condiciona por la pertenencia a un
territorio, sino por el simple hecho de pertenecer a una comunidad o por la relación
de protección que esta ejerce sobre los ciudadanos9. De aquí, es claro entender como
el autor hace la relación Estado - derecho y el ejercicio de sus potestades en relación

3
Hans Kelsen, Teoría Pura del Derecho (Buenos Aires: Eudeba, 1965), 43-4
4
Ramón Eduardo Madriñán Rivera, El Estado Social de Derecho, I ed., (Bogotá: Ediciones Jurídicas
Gustavo Ibáñez, 1997), 23.
5
Lidia Aguilar Balderas, Teoría general del Estado. ProQuest ebrary. Web. 29 February 2016.
(México: Larousse - Grupo Editorial Patria, 2014), 1.
6
Cf. ibíd., 1.
7
Término con que los juristas refieren a la capacidad regulativa y punitiva del Estado.
8
Carlos E. Delpiazzo, Derecho administrativo uruguayo. (México: Porrúa, 2005), 4.
9
Georg Jellinek, Teoría General del Estado (México: Fondo de cUltura Económica, 2000), 153.
17

a los derechos subjetivos de los individuos.


Ante la decadencia del Imperio Romano o la conocida Ciudad – Imperio,
surge el feudalismo, acompañado de la “Carta Magna de la Libertad”, proclamada en
Inglaterra en el año 1215, mediante la cual, emergieron las primeras manifestaciones
de libertad y aplicación del derecho, en favor de las clases dominantes, entre ellas la
iglesia y la nobleza; sin embargo una lucha constante por el poder, evadió su
aplicación y derivó en la centralización de este en un solo órgano, denominado
Estado estamentario, cuya estructura se conformaba por los nobles o señores
feudales, el clero y la población carente de privilegios, sean estos jurídicos o
económicos, denominado también tercer estado10, conformado por los vasallos
militares, soldados y esclavos11.
Al término del Estado feudal, emerge el denominado Estado absolutista, ante
la necesidad de la naturaleza humana por conservar el poder soberano, divinizar lo
poderoso, lo sublime, y lo fuerte12, como mecanismo de concentración de privilegios
y poder que antes poseían los señores feudales, gremios y más ciudades en manos del
monarca o rey, bajo los siguientes principios: La voluntad del rey es la ley, El rey no
se equivoca, El rey no puede causar daño13, constituyendo una etapa de pleno
voluntarismo, porque la ley constituía voluntad del monarca14, entendida esta
también, como voluntad divina.
Uno de los principales atributos al Estado absolutista es el de no estar
sometido a las leyes princeps ligibus solutus est (el príncipe está desligado de las
leyes) y tampoco ser obligado por sus súbditos a acatarlas. Ante lo cual, el rey con
afán íntegro de control, socavando el poder adquirido por los señores feudales y
desarrollando mecanismos financieros, se atribuía derechos divinos sobre la tierra,
rompiendo la idea del sistema medieval de la iglesia universal15, en virtud de que, el
poder real, se consideraba como un derecho transmitido directamente de Dios o
consagrado por él.
La ausencia de derechos subjetivos de los ciudadanos en esta etapa,
simplemente garantizaba una nula relación jurídica con este poder absoluto y divino,
10
Edisson Burbano Portilla, El Estado de Derecho, Iera. ed., (Quito: Quipus, Ciespal, 2005), 103.
11
Aguilar Balderas, “Teoría general del Estado”, 20.
12
Jellinek, “Teoría General del Estado”, 587.
13
Luis Humberto Delgadillo Gutiérrez. Elementos de Derecho Administrativo (México: Limusa,
2010), 23.
14
Jorge Zavala Egas, El Estatuto del Régimen administrativo de la Función Ejecutiva en el
ordenamiento jurídico (Guayaquil: Edilex, 1995), 22.
15
Íbid., 21.
18

caracterizado por radicar su soberanía en el monarca, por la irresponsabilidad de su


actuación ante la imposibilidad de que este respondiera por daños materiales y por
ser considerado indemandable, es decir no existía institución o persona que pueda
juzgarlo16.
En el siglo XVIII el Estado absolutista, sufre un cambio sustancial, el
monarca pasa a ser una parte integrante del Estado, esta etapa es conocida como el
Estado absolutista ilustrado, identificado con la frase: todo para el pueblo, pero sin
el pueblo17. A finales de este siglo, aparece la expresión Estado de Derecho, como
una manifestación jurídica, identificando al principio de legalidad como el centro de
referencia de casi toda relación social18.
La transición y paso a esta nueva forma de Estado se origina primordialmente
como consecuencia de la revolución inglesa de 1688, revolución americana de 1776
y revolución francesa de 1789, como resultado de un nuevo pensamiento político,
fundado en los postulados de Locke, Montesquieu y Rousseau, concernientes a la
separación de poderes y la ley como expresión de voluntad general o interés
público19.
Al efecto, es importante partir del criterio de Eduardo García de Enterría,
quien menciona que la ley que presupone Rousseau no es un iustum de cualquier
imperante; es la decisión del pueblo, sobre todo el pueblo, la voluntad general, que
ha de pronunciarse únicamente sobre cuestiones generales o comunes a todos,
mediante reglas igualmente generales20. Esta búsqueda de un fin de interés público,
debe entenderse como más adelante se describirá, como la condición positiva de la
legalidad de la acción administrativa propiamente.
La teoría de división de poderes, transformada en ocasiones en división de
funciones, nace ante la necesidad de armonizar y equilibrar fuerzas, impidiendo un
ejercicio unilateral y abusivo, asignando además independencia a órganos estatales
diferentes que a la vez se limitarán entre sí, en contraposición a la conceptualización
de Estado que había sido dada originariamente por el derecho natural, en la que la

16
Delgadillo Gutiérrez, “Elementos de Derecho Administrativo”, 24.
17
Jorge Zavala Egas, Lecciones de derecho administrativo, 1era. edición, (Guayaquil: Edilex, 2011),
23.
18
Burbano Portilla, “El Estado de Derecho”, 104.
19
Delpiazzo, “Derecho Administrativo uruguayo”. 4.
20
Cf. Gabriel Ruan Santos, “Estudios de Derecho Tributario Constitucional e Internacional”, en
Pasquale Pistone y Heeno Taveira Torres, edit., Estudios de Derecho Tributario Constitucional e
Internacional (Buenos Aires: Ábaco Editores, 2005), 390.
19

concentración de poder en una sola voluntad, era el ideal21.


La ley, como expresión de la voluntad común, de carácter general, abstracto,
permanente y obligatorio, en virtud de que regula todos los casos o situaciones, no se
agota con su aplicación al menos hasta cuando esta se entienda vigente.
Ante estos postulados, surge el denominado Estado de Derecho, caracterizado
por respetar sin condiciones el derecho objetivo vigente y pretendiendo eternizar el
statu quo vigente, en cuya esfera se respeta de forma preferente los derechos bien
adquiridos, antes que la existencia política y seguridad propia del Estado22.
El Estado de Derecho, surgió de la filosofía política de Kant, quien lo
concibió como el Estado de la razón, como una unión de hombres bajo las leyes, una
especie de Estado de entendimiento, en el que se gobierna a voluntad general
racional en búsqueda del bien común23.
Ante estos postulados, surge el Estado de Derecho, imponiendo respeto a las
normas administrativas, como contrapeso ante el inminente poder del monarca, para
equilibrar el poder y la libertad humana y con ello el sometimiento del Estado a la
ley, pensamiento jurídico presidido por la idea del gobierno de las leyes y no de los
hombres, que en muchos casos puede ser interpretado como un ideal político,
alejado por tanto de una noción jurídica y en el cual se reconocen expresamente los
derechos subjetivos de los ciudadanos.
El Estado y el Derecho son realidades históricas de existencia permanente, el
primero presupone per se la existencia del Derecho y este último, a la vez es
coetáneo al hombre, en virtud de que siempre se ha desarrollado en sociedad,
sometido a normas impuestas por el líder o jefe, aún sin importar cuán primitivas
sean estas normas. De ahí nace, el hecho de que los hombres que pertenezcan a un
conglomerado tengan un factor común que los une, este factor común no es otra cosa
que un orden normativo que regula su conducta mutua24.
El término Estado de Derecho es una concepción y construcción lingüística
alemana, conocido por Welcker como Estado de la razón y por Mohl como Estado
del Entendimiento25.

21
Jellinek, “Teoría General del Estado”, 451.
22
Carl Schmitt, Teoría de la Constitución (Madrid: Alianza Editorial), 186.
23
Iván Vila Casado, Fundamentos del derecho constitucional ecuatoriano, I ed. (Bogotá: Legis,
2007), 385.
24
Roberto Ríos Elizondo, El Acto de Gobierno, I ed. (México: Porrúa, 1975), 45-8.
25
Ernst Wolfgang Böckenförde, Estudios sobre el Estado de Derecho y la democracia (Madrid:
Trotta, 2000), 19.
20

El Estado de Derecho, en su sentido más amplio, significa que los particulares


deben obedecer el derecho y regirse por él, este sentido literal, tiene dos aspectos: a)
que las personas deben ser regidas por el derecho y deben obedecerlo; y, b) que el
derecho debe ser de tal manera que la gente pueda ser guiada por él. En su sentido
restringido, el gobierno debe ser regido por el derecho y sometido a él. El Derecho
debe ser capaz de guiar el comportamiento de sus súbditos (concepción formal)26.
Los principios fundamentales del Estado de Derecho, son:

a) Que todo tipo de derecho debe ser autorizados de manera adecuada conforme a los
criterios de validez establecidos; b) Que los criterios para determinar la validez del
derecho deben estar claros generalmente y que deben incluir criterios para resolver los
conflictos entre normas jurídicas válidas; c) Que el derecho de origen estatal relativo a
una materia debe ser uniforme dentro de los límites del Estado; que, en la medida de lo
posible y de lo apropiado, debe adoptar la forma de reglas generales y definidas
aplicables a clases de sujetos, conductas, circunstancias, etc., y que, cuando sea
apropiado , debe aplicarse por igual a las autoridades y ciudadanos; d) Que todas las
formas de derecho deben ser apropiadamente claras y estar determinadas en su
sentido; e) Que el derecho de creación estatal y otras formas normativas apropiadas,
deben tener forma escrita y ser promulgadas, publicadas o de otro modo puestas en
conocimiento de sus destinatarios; f) Que las normas y sus cambios deben ser
generalmente prospectivas y no retroactivas; g) Que las conductas exigidas por el
Derecho deben estar dentro de lo que puedan cumplir los destinatarios de las normas27.

El Estado de Derecho se caracteriza principalmente por configurar un


ordenamiento jurídico, en el cual, nacen los principios que a la vez desarrollan los
derechos ciudadanos y de forma concomitante establecen mecanismos idóneos
denominados garantías para la defensa de estos derechos ante la Administración
Pública, otra de sus características fundamentales es la de consagrar por primera vez
un sistema de responsabilidades de la Administración como medio de control de sus
actuaciones28, en virtud de que, se limitan a un orden preestablecido de normas,
mismas que obligan y someten a todos, mientras no sean derogadas o modificadas,
ante tal aseveración aparece como principio general del derecho, la seguridad
jurídica, que reconoce implícitamente el derecho de los particulares a reaccionar ante
su inobservancia29.
En este punto, es importante también destacar lo que para Luigi Ferrajoli,

26
Joseph Raz, “Estado de Derecho”, en Miguel Carbonell, Wistano Orozco y Rodolfo Vásquez, edit.,
Estado de Derecho, (México: Siglo XXI Editores, 2002), 17.
27
Robert Summers, “Estado de Derecho”, en Miguel Carbonell, Wistano Orozco y Rodolfo Vásquez,
edit., Estado de Derecho, (México: Siglo XXI Editores, 2002), 39.
28
Ramón Martín Mateo y Juan José Diez Sánchez, Manual de Derecho Administrativo (Navarra:
Aranzadi, 2006), 33
29
Íbid., 33.
21

dentro de su teoría jurídica garantista, comprende como Estado de Derecho, en este


sentido y con afán de sentar las bases para el desarrollo y entendimiento del siguiente
capítulo, en el cual describiremos la evolución de un Estado legal a un Estado
constitucional, ante lo cual, mencionaré que para el jurista italiano, el Estado de
Derecho en sentido sustancial, es sinónimo de ordenamiento jurídico, en el que los
poderes públicos son conferidos por la ley, no solo en lo relativo a las formas sino
también a los contenidos y ejercitados a través de los procedimientos previamente
establecidos, mientras que en sentido restringido, el Estado de Derecho corresponde a
aquellos ordenamientos jurídicos a los que todos los poderes del Estado, incluido el
legislativo, se vinculan a principios sustanciales consagrados en la Constitución30.
Para Ferrajoli, el Estado de Derecho ha sufrido transformaciones profundas
pasando de una formación que obedecía a la jurisprudencia y doctrina, donde no existía un
sistema unitario y formalizado de fuentes positivas, sino una pluralidad de fuentes
provenientes del imperio, la iglesia, los príncipes, municipios, corporaciones, a un Estado
legislativo, que afirma al principio de legalidad, como criterio exclusivo del derecho válido
y como única fuente de legitimación; para finalmente definirse como un Estado que
propende la vinculación directa entre la aplicación del derecho y la materialización de las
reglas y principios constitucionales, que implican además la facultad de las Cortes
Constitucionales para declarar la invalidez de leyes u otra norma contraria a los preceptos
constitucionales31.
La doctrina clásica, reconoce además dos clases de Estados de Derecho:
Estado de Derecho liberal y Estado social de Derecho o Estado de desarrollo. En el
primero, se fundamentó en tres condiciones básicas: la diferencia entre Estado y
sociedad civil, el equilibrio de los poderes públicos y la defensa de la propiedad
privada32. El hombre por naturaleza es bueno y capaz de perfeccionamiento, toda
persona es un individuo libre, digno e igual ante la ley33. Este sistema se caracteriza
por ser íntegramente burgués o individualista, basado en las nociones de libertad,
igualdad y fraternidad, propugnadas por la Revolución Francesa, cuyo fin primordial
se erige en torno al respeto de los principios de derecho natural y economía liberal.
La autoridad superior es la ley. El rey solo puede exigir obediencia en nombre de la

30
Cf. Luigi Ferrajoli, “Pasado y futuro del Estado de Derecho”, en Miguel Carbonell edit.,
Neoconstitucionalismo (Madrid: Trotta, 2003), 13.
31
Íbid., 13-19.
32
Juan Cruz Allin Aranguren, Derecho Administrativo y Globalización (Madrid: Civitas, 2004), 37.
33
Madriñán Rivera, “El Estado Social de Derecho”, 28.
22

ley34.
El Estado está limitado en su actividad, no podía ni debía modificar el orden
social natural, pero si tenía la obligación de garantizar la coexistencia de las
libertades individuales, sin disponer, restringir ni inmiscuirse en el libre juego y
concurrencia del mercado, iniciativa económica, economía competitiva y el respeto a
la ley de la oferta y la demanda, laissez faire, laissez passer35. La sociedad se torna
individualista y el Estado se torna abstencionista en el trabajo y la economía, aunque
siempre con fuerte intervencionismo en pro de la propiedad, al ser considerado un
derecho inviolable y sagrado, cuestiones de orden público y militar, con fuertes
represiones en contra de huelgas, protestas y algaradas36.
De las características planteadas, es fácil deducir una incontrolable pasividad
del sistema, ante la creciente desigualdad material entre la burguesía y la clase
proletaria. Sin embargo, no fue, sino hasta el término de la Primera Guerra
Mundial37, cuando las clases obreras obtienen concesiones sociopolíticas
importantes, marcando con ello el inicio de la decadencia de este modelo de Estado,
ante la inconformidad de una enorme desigualdad social, económica y política creada
ante la imposición de un sistema liberal de mercado.
En el Ecuador, las reformas liberales se impusieron bajo condiciones
internacionales de expansión del capitalismo, con ello, se pretendía modernizar el
Estado, a través de la construcción de las vías de comunicación, la expedición de un
nuevo Código de Comercio y otras leyes de carácter económico, surgieron
organizaciones de productores, comerciante y obreros, se develaron nuevos hábitos
de consumo, se fundaron escuelas privadas no religiosas; sin embargo, por otro lado,
se limitó los mecanismos de control sobre los terrateniente por su cercana relación
con la burguesía comercial y bancaria38.
El liberalismo en el Ecuador, abarcó el período de 1895-1913, espacio en el
que se impulsó la presencia del poder ejecutivo, instancia que asumió atribuciones
que les habían sido hasta entonces propias de la iglesia y los órganos
descentralizados, hecho que implicó en la ampliación y transformación de la

34
Vicente Escuin Palop, Elemento de Derecho Público, 4ta. ed., (Madrid: Tecnos, 2005), 88.
35
Elías Díaz, “Estado de Derecho”, en Miguel Carbonell, Wistano Orozco y Rodolfo Vásquez, edit.,
Estado de Derecho, (México: Siglo XXI Editores, 2002), 76-8.
36
Íbid., 78-80.
37
Madriñán Rivera, “El Estado Social de Derecho”, 34.
38
Enrique Ayala Mora, Historia de la Revolución Liberal Ecuatoriana (Quito: Corporación Editora
Nacional, 1994), 204-210
23

burocracia nacional, se crearon nuevas dependencias y se suprimieron otras39.


Como mecanismo alternativo, al Estado liberal, se impone el Estado social de
Derecho o Estado de desarrollo, como consecuencia de cambios sociales profundos y
ante la incapacidad del Estado liberal para dilucidar sobre las necesidades
ciudadanas, entre sus presupuestos fundamentales está la sujeción al Derecho y la
aplicación de una economía social40, se caracteriza por pretender establecer
condiciones sociales y económicas más justas, reconociendo además, igualdad,
derechos y libertades, para los tradicionalmente menos favorecidos, derechos y
libertades que habían sido proclamados y postergados tantas veces en los regímenes
liberales, todo con el fin de garantizar el bienestar y la justicia social.
El Estado de desarrollo buscaba corregir el individualismo, el Estado pasaba
de ser abstencionista a intervencionista, sobre todo en materia económica. La
sociedad era industrial, postindustrial, tecnológica y de servicios, de consumo,
corporativa41, la Administración Pública fue dotada de mayores competencias y
medios jurídicos para conquistar un nuevo orden socioeconómico en el marco de
nuevos principios de orden social42.
En el Ecuador, la Constitución de 1929, es la primera en reconocer derechos
económicos y sociales; hecho que se ve consolidado en las Cartas posteriores de
1945 y 1979; para más tarde, posicionarlos en la Constitución Política de 1998, con
el reconocimiento de los derechos fundamentales, los derechos colectivos y las
garantías constitucionales43, sin embargo, esta Constitución se alejó completamente
de la ejecución material de sus postulados, convirtiéndolos en meros enunciados
formales, ante el imperante control y abuso de las clases políticas y oligárquicas
privilegiadas.

1.2. El Derecho y la Administración

Si el Estado de Derecho como se ha dejado explicado, representa un orden


jurídico total, entonces se entiende que la Administración debe manifestarse

39
Íbid., 244-250.
40
Burbano Portilla, “El Estado de Derecho”, 70.
41
Díaz, “Estado de Derecho”, en Miguel Carbonell, Wistano Orozco y Rodolfo Vásquez, edit.,
Estado de Derecho, 82.
42
Alli Aranguren, “Derecho Administrativo y Globalización”, 166-7.
43
Burbano Portilla, “El Estado de Derecho”, 72.
24

permanentemente en forma jurídica44, más aún, cuando esta administración se


gestiona sobre bienes ajenos45.
El Derecho Administrativo, está integrado por un conjunto de normas de
Derecho público interno, que regula la organización y actuación de la Administración
Pública46 y como objeto de una especial rama de la Ciencia del Derecho, esta se
considera una creación del Estado moderno47, un producto histórico, resultado de la
posición de la Administración dentro de un sistema político y dentro de la sociedad48.
Esta nueva rama jurídica, se desarrolla a través de la historia, con características
específicas, para cada época:
Época de la Monarquía.- Existían Tribunales especializados en problemas de
agua, bosques, economía, etc.; sin embargo toda actividad emanada por estos
organismos estaba supeditada al principio de soberanía del monarca, en definitiva, su
objetivo principal era salvaguardar los intereses particulares del rey y no de la
comunidad. Se crean además, escuetas reglas de organización y actuación de las
autoridades públicas, cuyo cumplimiento estaba lejos de ser obligatorio o vinculante
para las autoridades49.
Época de la Revolución francesa.- La Revolución francesa “desencanta el
poder, lo reduce a un mecanismo humano, común, ordinario, racional, lo hace
descender a la ciudad”50. Es decir, la ley pasa de ser el resultado de la arbitrariedad,
considerada en su momento como decisión divina, delegada en manos de la nobleza,
a ser un proceso en el cual la soberanía le corresponde al pueblo y que honrando esa
naturaleza, está en el deber de articular la libertad entre los ciudadanos y buscar el
cumplimiento de sus fines comunes.
A la par del triunfo de la Revolución, crece la desconfianza a los parlamentos,
que se habían constituido en obstáculos a la política y decisiones del rey. Además,
con la teoría de división de poderes, se prohibió a los jueces resolver actos que se
derivaren de la administración, principio que fuera elevado a categoría constitucional

44
Bartolomé Fiorini, Qué es el Contencioso (Buenos Aires: Abeledo Perrot, 1965), 38.
45
Ramón Martín Mateo, Manual de Derecho Administrativo, 21ª. ed., (Madrid: Trivium, 2002), 26.
46
Rafael Entrena Cuesta, Curso de Derecho Administrativo, vol. I, 13va. ed., (Madrid: Tecnos, 1999),
64.
47
Frosthoof en Juan Cruz Alli Aranguren, Derecho Administrativo y Globalización (Madrid: Civitas,
2004), 30.
48
Enrique Linde Paniagua, Fundamentos de Derecho Administrativo, 4ta. ed., (Madrid: Colex, 2012),
48.
49
Entrena Cuesta, “Curso de Derecho Administrativo”, 51.
50
Eduardo García de Enterría, La lengua de los derechos (Madrid: Civitas, 2001), 102.
25

en el año de 1791. Sin embargo, se torna un grave problema, que la administración


no tenga quien juzgue su conducta, lo cual podría devenir en inminentes
arbitrariedades, ante lo cual, en la Constitución de 1799, se creó el Consejo de
Estado, como simulación de lo que fuese el Consejo del rey51. Para Rafael Entrena
Cuesta, el Estado de Derecho y la división de poderes, constituyen el presupuesto
jurídico- político para la existencia del Derecho Administrativo52.
Evolución posterior. - Una vez creado el Consejo de Estado, en casos de
conflictos de índole administrativa, se creaba el fenómeno denominado justicia
retenida, entendida esta como el mecanismo mediante el cual, los organismos
asesores estudiaban el caso y proponían soluciones; sin embargo el jefe del ejecutivo,
era quien retenía la decisión final. Ante ello, en los años de 1872, 1873 (fallo
Blanco) y 1889 (fallo Cadot), se reconoce y se ratifica al Consejo de Estado, el
carácter jurisdiccional, como una especie de justicia delegada53.
La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), traspasó
la soberanía del monarca a la nación, transformando así, la condición del individuo
de objeto del poder a sujeto de derecho, estableciéndose y delimitándose con ello, las
relaciones generadas entre la administración y los administrados, constituyó base
fundamental en la construcción de la noción del derecho público, cuyo objeto
entonces, era limitar y controlar el poder del Estado y evitar la arbitrariedad de sus
agentes54.
Para Agustín Gordillo, el Derecho Administrativo, nace para plantear un
conflicto permanente entre Estado e individuo, orden y libertad55, para otros y
alineándome a este criterio, surgió ante la necesidad de conciliar el poder público
con las garantías de los particulares56, como mecanismo efectivo para detener la
arbitrariedad y consolidar los derechos fundamentales.
El Derecho Administrativo es el conjunto de técnicas e instituciones jurídicas
que direccionan a la Administración Pública, cuando se vincula directamente con los

51
Libardo Rodríguez R., Derecho Administrativo general y colombiano, 18va. Edición (Bogotá:
Temis, 2013), 20-8.
52
Entrena Cuesta, “Curso de Derecho Administrativo”, 51.
53
Rodríguez R., “Derecho Administrativo general y colombiano”, 28-31.
54
Allin Aranguren, “Derecho Administrativo y Globalización”, 38.
55
Cf. Agustín Gordillo, Tratado de Derecho Administrativo, t. I, 5ta. ed., (Buenos Aires: Fundación
de Derecho Administrativo, 2000), III-1.
56
Delgadillo Gutiérrez y Lucero Espinosa, “Compendio de Derecho Administrativo”, 15.
26

ciudadanos57. La Administración Pública, por otro lado se define como la actividad


del Estado, encaminada a la realización de sus fines, o al cumplimiento de intereses
públicos58.
En definitiva, el Derecho Administrativo, no es más que, el ordenamiento
jurídico, que limita la actuación del poder público y regula su interrelación con los
administrados.
Para el autor uruguayo Carlos Delpiazzo, la Administración puede definirse
desde dos puntos de vista el subjetivo y objetivo. El primero la concibe como la
organización o conjunto de órganos públicos, mientras el segundo como una
actividad, encaminada al cumplimiento de un objetivo común59, este interés general
se vincula directamente con el elemento teleológico o finalista del Estado, que
incluye al mismo tiempo una acepción política y otra jurídica. Para Georges Vedel, el
interés general o público, no es más que un arbitraje entre los diversos intereses
particulares, determinable de forma cualitativa y cuantitativa60.
El interés público, para unos no es más que la suma de intereses particulares,
compartidos y coincidentes de un grupo mayoritario de individuos y que es asignado
a toda una comunidad como consecuencia de la elección de una mayoría61, para
otros, este sería un asunto exclusivo de la administración en general, negando que
este interés tenga relación con los individuos o grupos humanos que componen una
nación62. Argumento final, que a mi discernimiento carece totalmente de lógica
política y jurídica, por la relación y evolución directa entre los individuos, la
Administración, el Derecho y el Estado.
Para desvanecer el argumento expuesto en el párrafo anterior, Alli Aranguren,
más allá de un interés público o general, habla de un interés colectivo, que a
diferencia del primero, según dice, este último, involucra también la participación
social en la determinación y gestión de la función administrativa63.
Ante esta necesidad de satisfacer el interés colectivo, la Administración se
obliga a someterse al Derecho, mediante la aplicación directa de una ley de carácter

57
Santiago Muñoz Machado, Tratado de Derecho Administrativo y Derecho Público General I, t. I,
2ª. ed., (Madrid: Iustel, 2006), 57.
58
Allin Aranguren, “Derecho Administrativo y Globalización”, 51.
59
Cf. Delpiazzo, “Derecho Administrativo uruguayo”, 7.
60
Georges Vedel. Derecho Administrativo, 6ta. Edición ( Madrid: Aguilar, 1980), 257
61
Carlos Balbín, Curso de Derecho Administrativo, t. I, I reimpresión (Buenos Aires: Fondo Editorial
de Derecho y Economía, 2008), 199.
62
Íbid., 257.
63
Alli Aranguren, “Derecho Administrativo y Globalización”, 165
27

general, pretendiendo equilibrar las prerrogativas públicas y la plena eficacia de las


garantías de los individuos64.
El sistema de régimen administrativo, constituye un Derecho especial, que da
origen a normas jurídicas particulares y diferentes a las aplicadas en el derecho
privado, reviste de privilegios a la administración, tales como la ejecutividad de los
actos emitidos por esta, la revisión de sus actuaciones se realiza ante Tribunales
especializados65. El Droit administratif 66
o llamado también régimen de derecho
administrativo, se concibe como una noción francesa, en esta categoría, los actos
privados o de gestión se distinguen entre actos de poder, autoridad o de mando.
Estos últimos eran propiamente la manifestación del poder público, concretados en
actos de mando o autoridad, para los cuales se crean instancias judiciales propias, así
como un conjunto de normas jurídicas particulares67.
Mientras que, el sistema sin régimen administrativo o Rule of Law68, para
Jairo Ramos Acevedo, se caracteriza por la descentralización de la actividad
administrativa, carece de prerrogativas, poderes o potestades, se prohíben las
facultades discrecionales, en vista de que la administración se somete a las mismas
leyes que los particulares y por ende sus actuaciones se someten a tribunales
ordinarios, se caracteriza por considerar que la Constitución es expresión de
derechos más no fuentes69.
Jairo Ramos Acevedo, en la misma línea de Henrik López Sterup, sostiene
que, el Rule of Law, se aleja de lo que representaría un Estado de Derecho, así como
del régimen administrativo. Esta posición ideológica de origen inglés (1688), iniciada
ante el cuestionamiento del régimen imperante, personifica la transición entre el
conocido Estado Policía y Estado de Derecho. La administración se somete al
derecho civil o privado y a los tribunales ordinarios, se analizaba la administración

64
Delpiazzo, “Derecho Administrativo uruguayo”, 7-8.
65
Delgadillo Gutiérrez y Lucero Espinosa, “Compendio de Derecho Administrativo”, 14-5.
66
A pesar de nacer como una doctrina francesa, el mayor y más influyente desarrollo doctrinario, tuvo
lugar en Alemania de la mano de los autores Carl Friedrich Von Gerber con Über Öffentliche Rechte
/Acerca de Derecho Público (1852), Paúl Laband con Das Staatsrecht des Deutschen Reiches/ El
derecho constitucional del Reich alemán (1876), Otto Mayer con Deutsches Verwaltungsrecht/
Derecho administrativo alemán (1886); George Jellinek con Das System der subjektiven öffentlichen
Rechte/Sistema de los derechos públicos subjetivos (1892) y Allgemeinzustand Theorie/Teoría
General del Estado (1910), quienes dejaron sentadas las bases para la construcción de un derecho
administrativo autónomo del Derecho Público general.
67
Jairo Ramos Acevedo, Cátedra de Derecho Administrativo general y colombiano (Bogotá:
Ediciones jurídicas Gustavo Ibáñez, 2003), 32.
68
Íbid., 31.
69
Delgadillo Gutiérrez y Lucero Espinosa, “Compendio de Derecho Administrativo”,14-5.
28

púbica desde perspectivas no jurídicas; en virtud de que conforme el pensamiento de


entonces los principios y las reglas que valen para la industria valen para el Estado70.
Refiriéndose a la vinculación gradual de la Administración Pública al
derecho, Domingo Juan Sesín, realiza la siguiente consideración:
Vinculación negativa de la administración a la ley y el ordenamiento jurídico.-
Emerge el principio de competencia, derivado de la ley y no de la omnipotente
voluntad del monarca, los súbditos se convirtieron en ciudadanos y por lo tanto en
sujetos de derechos. Conforme esta vinculación, la administración púbica disponía de
un gran margen de libertad para obrar, este obrar, estaba sujeto de valoración de los
mismos funcionarios71. En la vinculación negativa, la administración no requiere que
una ley le atribuya directamente una potestad para actuar, sin embargo la ley crea sus
limitaciones. Esta vinculación o principio de vinculación negativa, rige sobre todo en
la vida privada, donde al particular le está permitido hacer todo aquello que la ley no
prohíba72. Permissum videtur in omne quod non prohibitum, o quae non sunt
prohibita, permissae intelliguntur, todo lo que no está prohibido por la norma está
permitido73.
Vinculación positiva de la administración a la ley y ordenamiento jurídico.-
Para Merkl, citado por Domingo Juan Sesín, toda actividad que sea concebida dentro
del ámbito administrativo, si no está previamente legitimada por un orden normativo,
no podrá ser considerada como función estatal74. La administración sólo puede
ejercer la facultad que la ley autorice, esta facultad debe estar previamente
diseñada75. Quae non sunt permissae, prohibita intelliguntur lo que no está permitido
está prohibido76.
La vinculación positiva de la administración a la legalidad, sin necesidad de
partir de dogmas kelsenianos, es universalmente aceptado, como una vinculación
general de la administración al ordenamiento jurídico77.

70
Cf. Ramos Acevedo, “Cátedra de Derecho Administrativo general y colombiano”, 31.
71
Domingo Juan Sesín, Administración Pública, Actividad Reglada, Discrecional y Técnica. 2da.
Edición (Buenos Aires: Ediciones Lexis Nexis, Depalma, 2004), 21-2.
72
Jaime Ossa Arbeláez, Derecho Administrativo sancionador, 2ta. Edición (Bogotá: Legis Editores
S.A., 2009), 193.
73
Juan Alfonso Santamaría Pastor, Principios de Derecho Administrativo General, I. 2 ed. (Madrid:
2009), 54.
74
Sesín, “Administración Pública, Actividad Reglada, Discrecional y Técnica”, 22-3.
75
Ossa Arbeláez, “Derecho Administrativo Sancionador”, 193.
76
Santamaría Pastor, “Principios de Derecho Administrativo General I”, 54.
77
Eduardo García de Enterría y Tomás Ramón Fernández, Curso de Derecho Administrativo. I era.
Edición con notas de Agustín Gordillo (Buenos Aires: Thomson, 2006), 447.
29

El Derecho Administrativo, en los siglos XIX y parte del siglo XX, sufrió un
proceso de desestructuración orgánica, motivada por factores como: la globalización,
la pérdida de poder del Estado y su descentralización funcional y territorial, este, ha
evolucionado de la noción de un poder público, actividad de poder, de gestión, etc, a
un Derecho Administrativo definido por la noción de servicio público, cuyo fin
esencial es la satisfacción de un interés general78.
Ya en el siglo XX e inicios del siglo XXI, la Administración atraviesa una
cris de transformación, debe adaptar sus sistemas normativos, competenciales y
orgánicos a los profundos cambios socio-económicos, a las nuevas tendencias
ideológicas jurídicas y políticas, a una economía global, a una nueva organización
internacional, a procesos descentralizadores, a las innovaciones tecnológicas, a la
sociedad de la información, a la mayor sensibilidad de derechos humanos y a nuevos
valores sociales79.

1.3. El Derecho Administrativo en el Ecuador

El Derecho en términos generales, se erigió como una ciencia social,


encargada de reglamentar o prescribir, para de este modo establecer parámetros y
límites a la conducta humana; así como solucionar los conflictos sociales tanto en
ámbito público como privado; surge conjuntamente con el acto administrativo, a
partir de la Revolución Francesa, en la cual se reafirmaron los principios de división
de poderes, el principio de legalidad y el derecho a impugnar, su naturaleza era
netamente procesal y su finalidad, constituyó un evidente esfuerzo de conciliación
entre la administración y los derechos de los particulares80; así como, defender a la
administración de los embates efectuados por los parlamentos de la época81.
Los primeros antecedentes en torno a la Administración Pública en el Ecuador
aparecen en la llamada Constitución quiteña de 15 de febrero de 1812, que a más de
determinar aspectos básicos de representación nacional, hace una clara división de
poderes: ejecutivo, legislativo y judicial, en ejercicio de la voluntad soberana,
posterior con la anexión del ahora territorio ecuatoriano a la República de Colombia

78
Rodríguez R., “Derecho Administrativo general y colombiano”, 33-4.
79
Alli Aranguren, “Derecho Administrativo y Globalización”, 377-380.
80
Nicolás Granja Galindo, Fundamentos de Derecho Administrativo (Loja: Universidad Particular de
Loja, 1997), 386.
81
Gustavo Penagos, Bases Jurídico Políticas del Derecho Administrativo. 2da. Edición (Bogotá:
Doctrina y Ley, 2009), 6-7.
30

en 1822, como Departamento del Sur, se acogieron como propias tanto la


Constitución de Cúcuta como las demás leyes colombianas, especialmente la ley
colombiana de 1825 sobre la administración de la República en sus diferentes ramos
de justicia, hacienda, economía de guerra y gobierno político y económico de los
departamentos y provincias, aplicadas incluso después del establecimiento del
Ecuador como República en 183082.
La Ley de Hacienda, fue si no la primera, una de las primeras leyes que
sirvieron de marco para facilitar la administración financiera en el Ecuador, tanto
entre los años de 1821 a 1829 cuando el país aún constituía parte de la
Grancolombia, como al inicio de nuestra vida republicana en 1830, sin duda la
edición de mayor interés es la promulgada y sancionada por el presidente García
Moreno el 21 de octubre de 1863, luego de su aprobación por las cámaras legislativa
y que estuviera vigente hasta el año de 1927, es decir por un período de 64 años. La
ley de hacienda de 1928, resta poder de los gobernadores de las provincias como
jefes de la administración de la hacienda provincial, mientras las juntas de hacienda y
el Tribunal de Cuentas, son eliminados definitivamente. Se ordena la creación de la
Contraloría General del Estado83. Norma que finalmente sería derogada con la
emisión de la Ley Orgánica de Administración Financiera y Control, publicada en el
Registro Oficial, Suplemento No.337 de 16 de mayo de 1977.
La Constitución de 1830 contempla dentro del poder ejecutivo para asistir al
Jefe de Estado un Ministerio de Estado, encargado del gobierno interior y justicia,
exterior, hacienda, guerra y marina; así mismo, surge el denominado Consejo de
Estado, cuyo fin último era brindar asesoría al Presidente de la República en las
diversas ramas de la Administración Pública84. Las Constituciones de 1843 y 1861,
por primera vez considera la administración interior, caracterizada por dividir al
territorio ecuatoriano en provincias, cantones y parroquias, mantiene a las
gobernaciones y tenencias parroquiales, como Agentes inmediatos del Poder
Ejecutivo; además, se menciona a los denominados corregidores, como aquellos

82
Efraín Pérez Camacho, Manual de Derecho Administrativo (Quito: Corporación de Estudios y
publicaciones, 2009), 6.
83
Ecuador, Derogada Ley Orgánica de Administración Financiera y de Control en Registro Oficial.
Suplemento No. 337 de 16 de mayo de 1977, 14.
84
Ecuador. Constitución Política de Grancolombia en Diario de la Convención Nacional de 01 de
enero de 1830, art. 95.
31

encargados de administrar uno o más cantones y los tenientes políticos para la


administración de las parroquias85.
Las Constituciones de 1851, 1852 y 1861, son las primeras en considerar
garantías personales en favor de los ciudadanos, tales como: la libre movilidad, la
prohibición de no ser juzgado por una ley posterior a la comisión del delito o ser
distraído de sus jueces naturales, entre otras86.
En la Constitución de 1897, se menciona por primera vez que las funciones
correspondientes a cada uno de los Ministros de Estado, constará en la Ley de
Régimen Administrativo interno87. El Consejo de Estado o Consejo de Gobierno,
como herencia española, sobrevive en el Estado ecuatoriano hasta comienzos del
siglo XX, la reforma constitucional de 1906 le atribuía por primera vez, facultades de
decisión sobre cuestiones contenciosas administrativas88.

…El Ecuador de 1928 era un país con una vida administrativa de estrechas fronteras.
Sin hacer mención de la organización administrativa de la Función Legislativa, el
Presidente de la República tenía la calidad de jefe de la administración pública, es
decir, de la gestión financiera y de servicio; contaba para ello con seis secretarios de
Estado en las siguientes carteras: de lo interior; de relaciones exteriores; de
instrucción pública; de previsión social y trabajo, agricultura, asistencia pública,
oriente, etc.; de hacienda; y de guerra, marina y aviación. No existía la Secretaría
General de la Administración y el desarrollo mismo de cada uno de los ministerios
de Estado y de los distintos repartos administrativos era reducido, lo que se
desprende del hecho, por ejemplo, de que la Presidencia de la República contaba solo
con 26 empleados en total, o de que el Ministerio de Relaciones Exteriores era
atendido solo por 110 empleados, incluido el Ministro…89.

Con la Constitución de 1945, se crea el Tribunal de Garantías


Constitucionales, a cuyo organismo se le transfiere la competencia para ejercer la
jurisdicción contencioso administrativa90, sin embargo con la reforma constitucional
de 1946, estas facultades se devuelven al Consejo de Estado.

85
Ecuador. Constitución Política de 1843 en Diario de la Convención Nacional de 01 de abril de
1843, art. 79.
86
Ecuador. Constitución Política de 1852 en Diario de la Convención Nacional de 06 de septiembre
de 1852, art. 106.
87
Ecuador. Constitución Política de 1897 en Registro Oficial, Suplemento No. 272 de 14 de enero de
1897, art. 142.
88
Ecuador. Constitución Política de 1897 en Registro Oficial, Suplemento No. 262 de 24 de diciembre
de 1906, numeral 9, art. 98.
89
Ecuador, Derogada Ley Orgánica de Administración Financiera y de Control en Registro Oficial.
Suplemento No. 337 de 16 de mayo de 1977, 10
90
Ecuador. Constitución Política de 1945 en Registro Oficial, Suplemento No. 228 de 06 de marzo de
1945, numeral 8, art. 160.
32

En 1954, se crea el Tribunal Contencioso Administrativo con sede en Quito y


con jurisdicción en todo el territorio nacional91, como un ente autónomo de la justicia
ordinaria y ante la necesidad de evitar que los jueces comunes se inmiscuyeran en los
asuntos propios de la administración, en asuntos propios del poder, en razón de que,
el Derecho Administrativo constituye el ius commune de la Administración Pública,
es decir es un sistema jurídico autónomo, paralelo al Derecho privado92.
La Carta Constitucional de 1967, es la que define la competencia de los
Tribunales Contenciosos Administrativos en materia contencioso administrativas y
contencioso tributarias93, para el efecto se expidió la denominada Ley de la
Jurisdicción Contencioso Administrativa, publicada en el Suplemento del Registro
Oficial No. 338 de 18 de marzo de 1968, cuya vigencia se remontaría hasta la
expedición del Código Orgánico General de Procesos, promulgado mediante
Registro Oficial, Suplemento No. 506 de 22 de mayo de 2015, es decir por casi
cincuenta años. Para 1979, el Tribunal Contencioso Administrativo, por primera vez
forma parte de los denominados, órganos de la función jurisdiccional94.
En el transcurso del año 1992 y 1993, en el Ecuador se crean los Tribunales
Distritales de lo Contencioso Administrativo, además se genera un significativo
desarrollo normativo en materia administrativa, se expide el Estatuto del Régimen
Jurídico Administrativo de la Función Ejecutiva, mediante Decreto Ejecutivo No.
1634 de 31 de marzo de 1992; así como la Ley de Modernización del Estado,
privatizaciones y prestación de servicios públicos por parte de la iniciativa privada,
publicada en el Registro Oficial, Suplemento No. 349 de 31 de diciembre de 1993.
La Constitución de 1998, pese a plasmar un cambio referencial respecto a los
derechos y garantías constitucionales, aún existe vago desarrollo y limitación de los
derechos ciudadanos cuando se trata de impugnar las decisiones del poder público, al
disponerse que los actos administrativos emanados de cualquier autoridad de las
funciones e instituciones del Estado, podrán ser impugnados ante los
correspondientes órganos de la Función Judicial, en la forma que determina la ley95,

91
Efraín Pérez Camacho, Derecho Administrativo. Tomo I (Quito: Corporación de Estudios y
publicaciones, 2009), 31-49.
92
Entrena Cuesta, “Curso de Derecho Administrativo”,66.
93
Ecuador. Constitución Política de 1967 en Registro Oficial, Suplemento No. 133 de 25 de mayo de
1967, art. 213.
94
Ecuador. Constitución Política de 1979 en Registro Oficial, Suplemento No. 800 de 27 de marzo de
1979, art. 98.
95
Ecuador, Constitución Política de 1998 en Registro Oficial, Suplemento No. 001 de 01 de agosto de
1998, art. 196.
33

es decir previa a la impugnación en vía judicial, se debería agotar la instancia


administrativa.
Para cambiar el paradigma, la Constitución de 2008, surge en un plano
enteramente garantista, cuyo fin último, a diferencia de la precedente historia
constitucional ecuatoriana, es el reconocimiento, promoción y garantía de los
derechos constitucionales, en este marco, plantea la personalidad jurídica de la
Administración Pública en el Ecuador, desde los siguientes aspectos:
1. Las autoridades del poder público podrán ejercer únicamente las
competencias que la Constitución y la ley les otorgue96.
2. La administración, constituye un servicio público, bajo los principios de
eficacia, eficiencia, calidad, jerarquía, desconcentración,
descentralización, coordinación, participación, planificación,
transparencia y evaluación97.
3. Cualquier acto emitido por autoridad pública, podrá ser impugnado tanto
en vía administrativa como judicial98.
La norma constitucional es clara al determinar la sujeción de las potestades de
la Administración Pública a la Constitución y a la ley; así como, en establecer los
mecanismos de control de legalidad sobre los actos que esta emita.

1.4. El principio de legalidad en su dimensión tradicional y doctrinal

El Estado de Derecho, consagró a la ley, como el criterio de objetividad,


como la representación indiscutible de la voluntad general, exenta de todo control,
como producto de la legitimación que la nación otorgaba a la Asamblea Legislativa,
misma que se atribuía inclusive poderes jerárquicos superiores a los de un rey. Este
fenómeno se acentuaría con el surgimiento de reglas fundamentales, tales como: a) el
monopolio del órgano legislativo para dictar normas generales y obligatorias, b) la
interdicción de la justicia ordinaria para juzgar la actuación administrativa; y c) el
fenómeno de concentración de poderes normativos, al verificar la inexistencia de
reglas compatibles que determinen de forma idónea la prevalencia de unas fuentes

96
Constitución de la República del Ecuador [2008], tít. IV, “Participación y organización del poder”,
cap. séptimo, “Administración Pública”, art. 226 ([Quito]: Asamblea Nacional, Comisión Legislativa
y de Fiscalización). En adelante se cita como CRE.
97
Íbid., art. 227.
98
Íbid., art 173.
34

sobre otras.
En este marco histórico se originó el principio de legalidad como dogma
jurídico central del nuevo modelo de Estado,99 principio que para muchos
doctrinarios, es sinónimo directo de ley, mientras que para otros, su concepto como
tal, tiene implícito el conjunto de reglas de derecho (bloque de legalidad).
El surgimiento de este principio, se combina necesariamente con los sistemas
democráticos, como un medio de proteger a los ciudadanos contra la arbitrariedad del
poder. Al efecto, es importante describir a la arbitrariedad como el ejercicio del
poder al margen de la ley, caracterizado por el voluntarismo y sin razón100. Entre
otras legislaciones, la argentina, chilena y española reconocen el principio también
conocido como de razonabilidad, de prohibición o interdicción de la arbitrariedad,
como principio autónomo en relación a la legalidad, más, sin embargo a la vez
vinculados directamente por la relación derivada de sus orígenes y de su aplicación al
configurar de forma conjunta otro precepto básico del derecho, como es la seguridad
jurídica.
La sumisión a la ley, se deriva de forma directa de la expresión de la
voluntad popular, por cuanto la Administración no aparece como un poder
aristocrático, sino como un poder democrático al servicio de la sociedad civil101,
cuyo fin en esencia sería el cumplimiento de objetivos afines y coherentes a los
lineamientos otorgados por representantes de esta misma sociedad.
Tal y como defendería Rousseau en su obra el Contrato Social, al mencionar
que la soberanía, entendida esta como la voluntad general es la única que puede
dirigir las fuerzas del Estado hacia la consecución del bien común, esta soberanía
reside en el pueblo y se manifiesta a través de leyes que a la vez constituyen la
necesidad general; al efecto y para que tenga una connotación general, debe partir del
precepto de que es aplicable para todos102.
En este sentido, el principio de legalidad, nace y se erige como una de las
consagraciones políticas del Estado de Derecho y a la vez la columna vertebral del
Derecho Administrativo, no implica únicamente la sujeción irrestricta de la actuación

99
Juan Carlos Cassagne. El principio de legalidad y control judicial de la discrecionalidad
administrativa, Buenos Aires: Marcial Pons, 2009, 115-6.
100
Altamirano, “La Discrecionalidad administrativa y la motivación del acto administrativo de
determinación tributaria”, 169.
101
Enrique Rojas Franco. Derecho Administrativo y derecho procesal administrativo (Guayaquil:
Edilex, 2007), 51-3.
102
Jean Jacques Rousseau, Rousseau, trad. por Consuelo Bergés (Madrid: Gredos, 2011), 819.
35

administrativa a las prescripciones del Legislativo, sino además, el respeto a la


producción de normas administrativas en el orden preestablecido, como parte del
orden jerárquico de fuentes y la sumisión de los actos emitidos por autoridad
administrativa competente a las disposiciones de índole general emitidas por esa
misma autoridad.103.
El principio de legalidad suponía la reducción del derecho y de la actuación
de la administración al ordenamiento jurídico vigente y la exclusión o por lo menos
la sumisión a la ley de todas las demás fuentes de derecho 104, la expresión de
voluntad popular que representa per se, el principio básico el elemento constitutivo
fundamental de su nacimiento y evolución a lo largo de su historia105.
La interpretación jurídica, dentro de este contexto, partía de la estructura de
un silogismo deductivo, en donde la premisa mayor era la ley, la premisa menor el
hecho y la conclusión o consecuencias se contenía también en la norma legal 106. La
ley era el centro de todo sistema jurídico y ni siquiera se percibía la posibilidad de
que la Constitución tuviera regla oponible a la libre configuración legal 107; la ley lo
podía todo, porque estaba materialmente vinculada a un contexto político, social e
ideal, definido y homogéneo; la ley era el código108.
En definitiva, el principio de legalidad, desde sus inicios ha sido sin dudar, el
eje del actuar de la Administración Pública, bajo la determinación clara de dos
principales condiciones a desarrollarse en el próximo capítulo: a) delimitación de su
109
aplicación (reserva de ley) o lo que para Parejo Alfonso y Roberto Dromi , sería la
determinación de normas aplicables al caso concreto; y, b) posición jerárquica en
relación a las demás normas.
Ante tales aseveraciones es inequívoco pensar que la actuación administrativa
se enmarca dentro de la habilitación que la ley le otorgue. Así lo decía Georges
Vedel, en su obra Derecho Administrativo, al mencionar que, la legalidad es la
cualidad de lo que es conforme a la ley y que expresa la conformidad al Derecho y es
sinónimo de regularidad jurídica110, lo que para nuestro sistema representaría la tan

103
Garrido Falla, “Tratado de Derecho Administrativo”, 198-9.
104
Gustavo Zagrebelsky, El derecho dúctil, trad. Marina Gascón, 2ª. ed. (Madrid: Trotta, 1995), 24.
105
Entrena Cuesta, “Curso de Derecho Administrativo”, 141.
106
Rodolfo Vigo, Interpretación jurídica (Buenos Aires: Culzoni, 1999), 16.
107
Muñoz Machado¸ “Tratado de Derecho Administrativo y Derecho Público General”, 409.
108
Iván Vila Casado, “Fundamentos del derecho constitucional ecuatoriano”, 397.
109
Cf. Luciano Parejo Alfonso y Roberto Dromi, Seguridad Pública y Derecho Administrativo,
(Madrid: Marcial Pons, 2001), 308-9.
110
Cf. Georges Vedel. Derecho Administrativo, 6ta. Edición (Madrid: Aguilar, 1980), 219.
36

ansiada seguridad jurídica.


Andrés Serra Rojas, destaca al principio de legalidad como la piedra angular
del Estado de derecho, que abarca todos los aspectos de la acción de los órganos
públicos111. Así mismo, García de Enterría y Tomás Ramón Fernández, mencionan
que la técnica de ejecución de la legalidad en la administración, se considera como
una simple particularización en la actuación concreta de los mandatos abstractos de
las normas112.
Para el autor español, Juan Alfonso Santamaría Pastor, el principio de
legalidad es una manifestación singular de la regla básica de obligatoriedad general
de las normas jurídicas113, en virtud de que, la ley se concibe en ejercicio de la
soberanía popular, sometiendo toda actuación a un ordenamiento preestablecido, en
el cual, se limitan y condicionan las libertades ciudadanas.
El principio de legalidad y la ley en sí, opera en la forma de cobertura legal de
toda actuación administrativa, empodera, habilita y le otorga facultades de querer y
obrar a la administración, definiendo cuidadosamente sus límites y confiriéndole
poderes jurídicos, facultades de querer y obrar, conocidas en doctrina también como
potestades, entendidas estas, como aquellas que no se generan como resultado de
relación jurídica alguna, sino directamente del ordenamiento, es decir como simple
sujeción o sometimiento de otros sujetos a los efectos derivados del ejercicio de
dicha potestad, creando una situación pasiva de inercia (Giannini)114. La legalidad
define y concede estas potestades a la administración, cuyo actuar es el ejercicio
directo de las mismas, incluyendo exigencias y limitaciones.
Para otros autores más extremos, como el colombiano Henrik López Sterup,
el concepto de legalidad no es preciso, en virtud de que, este únicamente se vería
desarrollado a plenitud al describir el principio nullum crime sine lege scripta en
materia penal-sancionatoria115. Al respecto es importante, criticar la posición de
López, en virtud de que el principio de legalidad, sobre todo en el caso ecuatoriano,
tiene reconocimiento constitucional y como lo veremos más adelante, legalidad no es
sinónimo de reserva legal.
111
Cf. Andrés Serra Rojas. Derecho Administrativo. 2do.Curso. 1ra. Edición (México: 2013), 724.
112
Cf. Eduardo García de Enterría y Tomás Ramón Fernández. Curso de Derecho Administrativo I. 16
Edición (Madrid: Aranzadi, 2013), 480.
113
Cf. Santamaría Pastor, “Principios de Derecho Administrativo General I”, 54.
114
Eduardo García de Enterría y Tomás Ramón Fernández. Curso de Derecho Administrativo I. 16 va.
Edición (Madrid: Aranzadi, 2013), 442-450.
115
Cf. Helena Alviar García Coordinadora. Manual de Derecho Administrativo. Henrik López Sterup.
Principio de Legalidad, Discrecionalidad y Confianza legítima (Bogotá: Temis, 2009), 37.
37

A pesar de las aproximaciones al concepto de legalidad, Santofimio


menciona, que es importante identificar a la legalidad, desde dos aspectos
fundamentales, el formal y el teleológico. La legalidad formal o simple legalidad, se
caracteriza por inhibir a la administración a manifestar su voluntad en contraposición
al ordenamiento jurídico, sin la expresa autorización normativa, mientras la
teleológica, identificada en el estudio de la finalidad de la institucionalización estatal
o de las razones de su existencia, es decir, ante el cumplimiento de intereses
generales116.
Para García de Enterría y Tomás Ramón Fernández, amparados en el
planteamiento originario del principio de legalidad, la administración no podía actuar
por su propia autoridad, sino amparándose en una ley, para luego pasar a un proceso
de ejecución, el problema según mencionan, surgía al momento de concretar dicho
proceso, para lo cual se forjó el concepto del acto administrativo, instrumento que
poseía particular vinculación con la ley, distinta a la que tiene esta con una sentencia
judicial, en virtud de que, los Tribunales de Justicia tienen como objeto exclusivo la
ejecución de la Constitución, ley, etc; mientras que el fin último de la Administración
es servir a los intereses generales, dentro de los límites de legalidad; esto, tomando
en consideración que el poder normativo de esta Administración, ya no solo se
presenta por medio de reglamentos tal y como se manifestaba desde la época
monárquica, sino que es creadora de fuentes de normas autónomas117.
Analizando este criterio, puedo destacar el afán de los autores españoles por
definir al acto administrativo ya sea este, de carácter particular o general, como el
mecanismo por medio del cual, la administración se expresa y perfecciona su
ejercicio en relación directa con los particulares.
El principio de legalidad no se circunscribe únicamente a la ley formal, como
se ha dicho, se hace extensivo además a todo el ordenamiento jurídico, a este
fenómeno se lo conoce como bloque de legalidad, también conocido como principio
de juridicidad por Merkl118.
El bloque de legalidad, es el conjunto de principios de derecho, normas
jurídicas, sustantivas, procedimentales y reglamentarias, a las cuales, secum legen,

116
Cf. Jaime Orlando Santofimio. Tratado de Derecho Administrativo. 4ta. ed. (Bogotá: Universidad
Externado de Colombia, 2003), 42-3.
117
Eduardo García de Enterría y Tomás Ramón Fernández. Curso de Derecho Administrativo I. 16 va.
Edición (Madrid: Aranzadi, 2013), 440-450.
118
Jairo Enrique Solano Sierra, Práctica administrativa. 8va. Edición (Bogotá: Doctrina y Ley, 2008),
7.
38

debe someterse la Administración Pública119. En este punto, es importante resaltar el


criterio de Merkl cuando define al principio de juridicidad, no como un precepto
novedoso que vendría a reemplazar de forma fulminante al principio de legalidad,
sino por el contrario, implica la irradiación de la legalidad en todo el ordenamiento
jurídico.
Para Eduardo García de Enterría y Tomás Ramón Fernández, al hablar del
bloque de legalidad, el dilema se centraría en precisar en qué sentido el ordenamiento
jurídico opera para determinar la posición jurídica de la actuación administrativa o a
su vez, distinguir la vinculación entre la administración y el ordenamiento jurídico
vigente.120.
Al respecto el Consejo de Estado colombiano, ha considerado que la
manifestación de la voluntad de la administración, es donde se evidencia la operancia
del bloque de legalidad, en la medida en que sus órganos y sus funcionarios den
cumplimiento estricto a lo preceptuado en la normativa superior, así como, se
encuentre investido de la facultad para hacerlo, fundamento que sirve de pilar
fundamental no únicamente de la Administración Pública, sino también de todos los
poderes y órganos autónomos de un Estado. En este contexto la legalidad asumiría
dos esferas delimitadas en el ámbito de la Ley y en el de los principios, valores e
interpretación jurisprudencial.
En el derecho colombiano, no resulta difícil sostener la existencia de un
bloque de legalidad que contenga jerárquicamente normas de naturaleza
constitucional, legal y administrativa, acompañado además de valores y principios,
todos ellos de obligatorio cumplimiento por la autoridad competente, hecho que
permite verificar la existencia de un sistema de derecho que sobrepasa la simple y
llana legalidad, es decir el bloque de legalidad no implica positivismo estricto, sino
por el contrario, una flexibilidad implícita121.

1.5. La presunción de legitimidad de los actos administrativos

El fundamento de esta presunción, se basa en la celeridad y seguridad jurídica


que debe prevalecer en la actividad administrativa, en virtud de que, su legitimidad

119
Íbid., 7.
120
Cf. García de Enterría y Fernández, “Curso de Derecho Administrativo I”, 443.
121
Santofimio, “Tratado de Derecho Administrativo”, 41-5.
39

no necesita ser declarada previamente por órgano jurisdiccional alguno, esta cualidad
toma el nombre de autotutela administrativa. Esta presunción es además iuris tantum,
en tanto se puede comprobar en contrario, es decir que contravino el ordenamiento
jurídico, sea en instancia administrativa o judicial122. La presunción de legitimidad es
también conocida como presunción de regularidad del acto o presunción de justicia,
sin perjuicio de lo dicho el vocablo legitimidad, no debería comprenderse como
sinónimo de perfección según José Roberto Dromi123.
La presunción de legitimidad comprende dos presupuestos fundamentales la
legalidad y la presunción de validez de un acto administrativo, por un lado la
legalidad justifica y avala la emisión de actos administrativos124, es decir se
presumen sujetos a normas legales expresas, por otro lado, la presunción de validez,
emerge como consecuencia de la aplicación de una ley vigente, es decir en función
del principio de legalidad.
Un acto administrativo perfecto, cumple con los requisitos y elementos
constitutivos y esenciales125 de validez iuris tantum o fuerza ejecutoria y eficacia u
obligatoriedad, acto cognitivo, carente de vicio alguno. Sin embargo, para Sagayés
Laso, este acto sería perfecto, pero susceptible de impugnación administrativa,
menciona que, una vez resuelta esta impugnación el acto más que perfecto, adquiere
la denominación de acto administrativo definitivo126.
Para Ramón Parada, la presunción de validez cubre efectivamente los actos
definitivos, pero no cubre todas las actuaciones realizadas por la administración
dentro del procedimiento previo a la emisión de estos127. En este sentido, es
importante destacar que, los actos interlocutorios de la administración pública, por sí
solos y atendiendo su naturaleza preparatoria, no constituyen fuerza vinculante para
el administrado, ante lo cual, es lógico entender que la presunción de validez se
limita únicamente al acto administrativo definitivo.
Las motivaciones que justifican la presunción de legitimidad de los actos
administrativos son de dos tipos: a) Motivaciones de carácter formal, que incluyen
las garantías subjetivas y objetivas; y, b) Motivaciones de orden sustancial, es decir,
122
Carlos Ariel Sánchez Torres, Teoría General del Acto administrativo. 1era. Edición (Medellín:
Biblioteca Jurídica Diké, 1995), 5.
123
José R. Dromi, Instituciones del Derecho Administrativo (Buenos Aires: Astrea, 1973), 203-4.
124
Íbid., 203.
125
Ramón Parada, Derecho Administrativo I. 19va. Edición (Madrid: Marcial Pons, 2012), 137.
126
Cf. Enrique Sayagués Laso, Tratado de Derecho Administrativo, t. I., 8va. ed., (Montevideo:
Fundación de Cultura Universitaria, 2002), 485-6.
127
Cf. Parada, “Derecho Administrativo I”, 138.
40

solamente la ley es a fuente de la presunción de legitimidad y consiste en presumir


que el acto administrativo se sujeta de forma estricta al ordenamiento jurídico128.
Para Jean Claude Tron Petit y Gabriel Ortiz Reyes, los actos irregulares son
eficaces mientras el órgano competente no declare la disconformidad con el orden
jurídico y los anule. Por lo tanto, defienden que lo importante no sería determinar
prima facie la validez o invalidez del acto administrativo, considerando que los fines
del Estado y la administración en sí, son calificadores y determinantes de la validez y
eficacia del mismo, sino la presunción de legalidad de la cual se encuentra investido,
en virtud de que, un acto es válido no por su legalidad, sino cuando su conservación
se garantiza por el Derecho, entendida esta conservación como la vocación o
pretensión de vigencia y eternidad. La conservación de actos jurídicos sean regulares
e irregulares, se fundamentan en alcanzar un fin que el derecho considere digno de
protección y que exista un interés directo sea este estatal, social o particular129.
La validez, como presupuesto indispensable para que el Derecho garantice la
conservación de un acto, debe entenderse en referencia no al acto en sí mismo, sino a
que si los fines que con su mantenimiento en el orden jurídico se pretenden
conseguir, gozan o no de tutela jurídica130. En este marco la conservación debería
entenderse como un medio a través del cual, actos administrativos aun cuando sean
contrarios a Derecho, considerados ilegales, puedan ser merecedores de tutela, con el
objeto de salvaguardar los intereses de la administración, tornándose legítimo por
encima de su legalidad formal, logrando con ello que el acto sea eficaz, es decir se
ejecute válidamente131.
La eficacia hace referencia directa a la producción temporal de efectos, ligada
independientemente a los actos de notificación, publicación o aprobación posterior
del acto administrativo, en fin, eficacia se entiende en primer lugar, como la
producción de los efectos propios de cada uno defendiendo derechos y creando
obligaciones de forma unilateral132. Así también lo entiende, José Luis Benavides, al
manifestar que, la presunción se deriva de la capacidad que tiene el acto
administrativo para ser ejecutorio y ejecutivo. Ejecutorio, en razón de la denominada

128
Dromi, “Instituciones del Derecho Administrativo”, 205.
129
Cf. Jean Tron Petit y Gabriel Ortiz, La Nulidad de los Actos administrativos, I ed. (México: Porrúa,
2005), 263-5.
130
Margarita Beladiez, en Jean Tron Petit y Gabriel Ortiz, La Nulidad de los Actos administrativos, I
ed. (México: Porrúa, 2005), 264-5
131
Tron Petit y Gabriel Ortiz, “La Nulidad de los Actos administrativos” 263-5.
132
Parada, “Derecho Administrativo I”, 139.
41

autotutela administrativa, es decir la potestad de la administración para declarar


unilateralmente el cumplimiento de sus efectos; mientras tanto la ejecutividad del
acto implica la transformación efectiva del ordenamiento jurídico y
consecuentemente la obligación de los destinatarios a acatar sus efectos133.
Para Beladiez Rojo, el problema de la relación entre el derecho a impugnar y
el interés de conservación de la administración sobre los actos emitidos, invocan la
satisfacción de dos intereses difícilmente conciliables y su solución según menciona,
sería entender que los fines independientemente de cada uno no tiene un poder o
vinculación absoluta, que es indispensable armonizar los dos intereses en conflicto,
arbitrando un sistema que viabilice el ejercicio de ambos a través del tiempo134.
En definitiva y de lo expuesto se deviene que la presunción de legitimidad, se
basa en la idea de que, los órganos administrativos son en realidad instrumentos
desinteresados que solo persiguen la satisfacción de una necesidad colectiva, dentro
del orden jurídico.
Para Manuel María Diez, la doctrina distingue la presunción simple-
praesumptio facti, hominis judicis y presunción legal- praesumptio juris, esta última
puede ser relativa (juis tantum) y absoluta (juris et jure)135.
La presunción simple, resulta de una apreciación, se basa en que, la
legitimidad del acto administrativo puede resultar indirectamente de indicios, se
deriva del comportamiento continuo o de cierta actividad de la administración, que
puede entenderse como una manifestación de voluntad, así tenemos por ejemplo al
silencio administrativo. La presunción simple puede utilizarse como medio de prueba
de la legitimidad o ilegitimidad de un acto administrativo. La presunción legal
relativa, se refiere directamente a aquellos actos administrativos que no son
ejecutorios por su propia naturaleza, tales como: las certificaciones, autorizaciones y
aprobaciones, pero sin embargo se derivan de la expresión de la voluntad de la
Administración Pública, así como, se derivan de la ley, de la norma general y
abstracta. Finalmente la presunción legal absoluta, no da opción para probar vicios en
los actos, en instancia administrativa, en virtud de considerarse actos definitivos, es
decir, cuando el órgano que lo dictó ha agotado con ello su competencia para

133
Cf. José Luis Benavides, en Carlos Molia y Libardo Rodríguez, Alcance de la presunción de
legalidad de los actos administrativos en El Derecho Público en Iberoamérica,, t. I, Iera. ed.,
(Medellín: Temis Editores, 2010), 529-533.
134
Cf. Margarita Beladiez, en Jean Tron Petit y Gabriel Ortiz, La Nulidad de los Actos
administrativos, I ed. (México: Porrúa, 2005), 264-5.
135
Cf. Manuel María Diez, El Acto Administrativo. 2da. Ed. (Buenos Aires: Tipográfica, 1961), 280 .
42

revisarlo nuevamente136.
En el Derecho argentino, la presunción de legitimidad, se erige básicamente
sobre cinco presupuestos: 1. La separación de poderes; 2. En la fe pública que
merece tener el poder público; 3. En que el acto administrativo definitivo, además de
perfecto haya agotado el procedimiento administrativo; 4. Que el acto administrativo
no esté afectado por alguna nulidad sea esta absoluta o relativa: 5. La impugnación
en el ámbito jurisdiccional debe promoverse a petición de parte y no de oficio, para
de este modo no afectar el principio de separación de poderes137.
La presunción de legitimidad, habilita que la actuación administrativa tenga
efectos inmediatos, por lo tanto, corresponderá al individuo afectado desvirtuar dicha
legitimidad ante la jurisdicción contenciosa administrativa. La presunción subsiste
mientras el órgano jurisdiccional no se pronuncie al respecto138.

1.6. Las potestades administrativas, la actividad reglada, la reserva de ley y el


control de la legalidad

El principio de legalidad atribuye de forma directa facultades a la


Administración, así como, determina el ámbito y alcance de su aplicación y ejercicio,
sin embargo, este ejercicio a la vez se encuentra supeditado a la revisión y control
tanto en instancia administrativa como en instancia judicial, inclusive en el medio
jurídico ecuatoriano, hoy por hoy, está sujeto a revisión constitucional.
Los poderes adquiridos por la Administración Pública, permite la creación de
relaciones jurídicas, de las cuales emergen derechos y obligaciones vinculados con
los ciudadanos139, estas potestades, pueden tener el carácter de reglado o de mera
aplicación legal (legalidad) y discrecionales, que a decir de la doctrina española son
complementarios en cumplimiento de su fin, puesto que, esta última se entendería
como una expresión de libertad absoluta de determinación, radicada en el centro
mismo de la personalidad jurídica de la administración. En definitiva, la
administración no únicamente podría hacer aquello que la ley autorice

136
Íbid., 280-293.
137
José Canasi. Derecho Administrativo. Vol. II. Parte Especial (Buenos Aires: Depalma, 1974), 292-
5.
138
Orlando García Herreros, Lecciones de Derecho Administrativo, 2da. ed., (Santa Fé de Bogotá:
Universidad Sergio Arboleda, 1997), 159.
139
43

expresamente, sino todo aquello que la ley no prohíba, es decir actuaría en el espacio
libre de ley geserzesfrei Raum140, entendido este como el margen de maniobra que
posee el órgano administrativo para adoptar una decisión.
Para Eduardo Gamero Casado y Severiano Fernández Ramos, las potestades
administrativas se consideran como el mecanismo técnico, mediante el cual se
expresa el principio de legalidad, en virtud de ser consideradas como un poder
jurídico, habilitaciones, apoderamientos, que la ley reconoce a la administración para
la satisfacción de intereses generales. Los mismos autores establecen como
características esenciales de las potestades: a) su reconocimiento en el ordenamiento
jurídico o por el ministerio de la ley, b) unilateralidad, c) su ejercicio se entenderá
vigente, mientras el ordenamiento jurídico que las reconoce como tales, también lo
esté, d) los ciudadanos se encuentran en una posición de sujeción general ante el
ejercicio de tales potestades; y, e) produce efectos jurídicos individuales141.
Las potestades administrativas se clasifican según su incidencia sobre los
derechos e intereses legítimos de los ciudadanos, en virtud de que el ejercicio de una
potestad administrativa, puede conllevar a la producción de efectos favorables,
desfavorables o indiferentes en relación a los derechos de los ciudadanos; y, según el
grado de vinculación de la administración, por el cual, las potestades pueden tener el
carácter de regladas y discrecionales, es decir en la primera, la administración deberá
acatar explícitamente lo dispuesto por la ley, pudiendo ser esta vinculación positiva o
negativa; mientras en la segunda, goza de un margen amplio de apreciación para
actuar conforme su albedrío142.
La legislación ecuatoriana recoge en la Constitución de 2008, sin denominarlo
como tal, la esencia del principio de legalidad, al mencionar que las instituciones del
Estado, sus organismos; así como, las servidores/as públicos y demás personas que actúen en
virtud de una potestad estatal, ejercerán las competencias que les sean concedidas por la
Constitución y la ley143. Es claro determinar que, el principio de legalidad no solo es
reconocido una vez más, por la norma constitucional, sino que, además lo refuerza, dentro de
un Estado con tintes iusnaturalistas, que es garante y custodio del cumplimiento de los
derechos constitucionales; hecho que para muchos pensadores modernos resultaría
incompatible, sin embargo, para la autora del presente trabajo de investigación, el hecho

140
García de Enterría y Fernández, “Curso de Derecho Administrativo I”, 445-450.
141
Cf. Eduardo Gamero Casado y Severiano Fernández Ramos, Manual Básico de Derecho
Administrativo. 2da. Edición (Madrid: Tecnos, 2005), 46.
142
Íbid., 47.
143
CRE, art. 226
44

lejos de ser incompatible, devendría en el desarrollo y evolución natural del derecho, en el


cual, sus principios fundamentales, entre ellos el de legalidad, deben acoplarse a la realidad
jurídica actual.

La Corte Constitucional ecuatoriana, se ha pronunciado al respecto, indicando:


Que el principio de legalidad garantiza al ciudadano no ser víctima de una actuación
estatal ilegal o arbitraria ya sea porque no se enmarque en los postulados de la ley
nacional o se encuentre en contradicción con las normas constitucionales o de
tratados y convenios internacionales de derechos humanos. El Principio de legalidad
emerge cuando todas las acciones que emanan del poder público, se encuentran en
completa armonía con las reglas de derecho…144.

Es claro determinar que, el máximo órgano de control y cierre constitucional


ecuatoriano, de forma indeleble reconoce la naturaleza esencial del principio de
legalidad, como presupuesto fundamental que permita evitar la arbitrariedad del
poder público.
La administración reglada, entendida esta como la sujeción de la
administración a la ley, excluyendo con ello, la posibilidad de arbitrariedades por
parte de la autoridad al resolver casos concretos, este principio se inspira en la ley y
actúa dentro de sus límites, demarcando jurídicamente al Estado cuando actúa como
soberano, en virtud de que, el Poder del Estado dimana del pueblo, cuya expresión
popular se traduce en las leyes; por lo tanto, las autoridades administrativas, no
tendrían ningún poder autónomo a la Constitución y la Ley, inclusive aun cuando, la
ley calle. La autoridad administrativa, debe cumplir no solo el derecho creado por el
legislador, sino aquel creado por la misma Ley145.
Para José Roberto Dromi, la actividad administrativa es reglada cuando se
determina el momento, contenido y forma de la misma, en la ley. Sostiene que la ley
sustituye y prescinde de forma anticipada del criterio del órgano administrativo,
prescribiendo por sí misma, lo conveniente o no para el interés público,
determinando y limitando además el arbitrio y libertad de la conducta
administrativa146.
Para el autor argentino, en la actividad reglada, la conducta administrativa
está regulada, normada jurídicamente, de forma directa e indirecta. La regulación

144
Ecuador. Corte Constitucional, Sentencia No. 007-13-SEP-CC, caso No. 1676-11-EP, de 02 de
abril de 2013.
145
Fritz Fleiner, Instituciones de Derecho Administrativo (Madrid: Labor S.A., 1933), 108.
146
Cf. Dromi, “Instituciones del Derecho Administrativo”, 465.
45

directa, por medio de la cual, la predeterminación de la conducta administrativa se


plasma en la ley, reglamento, etc., mientras la regulación indirecta o inversa, no está
normada propiamente para o por la Administración Pública, es decir, se perfecciona
cuando la norma jurídica, sin referirse directamente a la Administración Pública,
establece principios concretos y generales a la que esta, debe sujetarse147. En este
punto, es importante reconocer y distinguir en el medio ecuatoriano, la regulación
jurídica que Dromi desarrolla, sobre todo cuando hablamos de regulación indirecta,
que posiblemente antes de la Constitución de 2008, podría haberse considerado por
muchos, como una herejía jurídica, sin embargo, la actual norma constitucional,
somete la actividad administrativa o al menos esa es la aspiración, a la aplicación
directa de los principios generales de derecho.
En este sentido, Enrique Rojas Franco, menciona que si bien el acto
administrativo está ligado a modelos supra, es decir a la Constitución y la Ley,
conocida también como competencia ligada, se ha reconocido de forma universal a
la administración un margen de libertad de acción, denominado poder discrecional,
conocido este, como el poder o facultad jurídica otorgada al agente de la
Administración Pública para apreciar libremente las condiciones, modos y formas
en el cual se desarrollará el ejercicio de su competencia; así como, el contenido del
acto, cuyo fin debe responder únicamente al cumplimiento de un fin público. Para
el Tratadista costarricense, tanto la competencia ligada, así como, el poder
discrecional, no pueden tener la característica de absoluto, en virtud de que tanto el
sujeto, fin, contenido y motivo deben regularse de forma previa148.
Para Roberto Dromi, en uso legítimo de la actividad discrecional, la
administración tiene libertad de decisión en circunstancias específicas en las que,
el derecho no ha impuesto por anticipado un comportamiento a adoptar. La
discrecionalidad sostiene, da a conocer de forma expresa el buen juicio de la
Administración Pública149.
Para unos autores, la discrecionalidad puede sistematizarse en
discrecionalidad pura, aquella que habilita a la administración a tomar una decisión
entre opciones particularmente válidas; discrecionalidad técnica, aquella derivada
de la aplicación de conceptos jurídicos indeterminados; y, discrecionalidad

147
Íbid,, 466.
148
Rojas Franco, “Derecho Administrativo y derecho procesal administrativo”, 63-5.
149
Cf. Dromi, “Instituciones del Derecho Administrativo”, 467.
46

instrumental, encaminada a la elección de un medio y no de un resultado150;


mientras para Dworkin, citado por Juan Carlos Cassagne, esta es débil, cuando la
norma no permite una aplicación mecánica, sino que implica discernimiento y
fuerte, cuando el poder de decisión conferido por el ordenamiento jurídico no
comprende o acota un límite en su actuar151.
Para otros, la clasificación es más diversa y específica, por lo tanto la
discrecionalidad puede ser: reglamentaria, de planificación, de iniciativa, política
strictu sensu, técnica, táctica y de gestión152, siendo la más importante a mi criterio
la denominada reglamentaria, que se constituye como la potestad discrecional por
excelencia, sea ésta en ejecución o desarrollo de una ley o como reglamento
independiente por iniciativa del titular de la potestad153. En uso de esta
prerrogativa, la Administración está en la facultad de crear normas subordinadas a
la Constitución y a la ley, esta facultad se traduce a través de reglamentos, decretos,
instrucciones, directrices, etc.
La potestad discrecional en el Ecuador, no posee un marco jurídico
importante, apenas y contamos con un reglamento que data del año 2002 con
deficiente e inadecuado desarrollo normativo, en el cual se destaca que la potestad
discrecional, se perfecciona en la producción de actos administrativos, motivados
bajo la presunción de razonabilidad y proporcionalidad del fin que persigue, fin que
no debe fundarse únicamente en premisas sino en situaciones reales probadas,
jurídicamente posibles y justificadas con los respectivos informes154. Para la autora
del presente trabajo de investigación, aun cuando, reconozco que ni la Constitución
ni la ley, está en la capacidad técnica de normar todos los ámbitos de la
Administración Pública y que es necesario hacer uso de la facultad discrecional
para llenar estos vacíos, reconozco también, que la discrecionalidad, en sentido
literal continúa siendo sinónimo de arbitrariedad, basta hacer un recuento de las
veces que el poder público ha violado la ley e incluso la Constitución en nombre de

150
Cf. Alejandro Altamirano, “La Discrecionalidad administrativa y la motivación del acto
administrativo de determinación tributaria” en Alejandro C. Altamirano, coord., El procedimiento
tributario (Buenos Aires: Ábaco, 2003), 165-6.
151
Cf. Cassagne, “El principio de legalidad y el control judicial de la discrecionalidad administrativa”,
193.
152
Jaime Vidal Perdomo, Viviana Díaz Perilla y Gloria Amparo Rodríguez. Temas de Derecho
Administrativo Contemporáneo. I ed. (Bogotá: Universidad del Rosario, 2005), 160-5.
153
Íbid., 160-5.
154
Ecuador, Reglamento para el control de la discrecionalidad en Registro Oficial. Suplemento No.
686 de 18 de octubre de 2002, art. 2.
47

esta facultad, ante lo cual es vital, desarrollar un marco efectivo para la aplicación
de esta potestad.
Por otro lado y una vez analizada la actividad reglada de la administración, es
imprescindible, analizar el alcance y aplicación del principio de reserva de ley,
mismo que se orienta al campo o materia que únicamente la ley puede regular y
excluye cualquier otro ordenamiento, se ejecuta cuando la Constitución impone que
sea la ley, la que regule la actuación administrativa, por lo que, añade, que el poder
ejecutivo o el judicial no podrían ejercer poderes de regulación normativa155.
La reserva de ley, constituye la máxima expresión del principio de legalidad,
en sentido estricto, por cuanto prescribe que determinadas materias únicamente
pueden ser reguladas mediante la ley. Así mismo, es conveniente distinguir la
diferencia entre reserva de ley y preferencia de ley según Juan Carlos Cassagne, en
virtud de que, la primera es reconocida por la misma Constitución, mientras que en
la segunda es la Ley, la que determina que ciertas regulaciones deben ser expedidas
mediante ley formal y no por reglamentos156.
Así lo confirma, José Antonio García Trevijano, al sostener que, existen tres
principios fundamentales, por los cuales los órganos legislativos, tienen dominio
propio sobre ciertas materias: a) delegación constitucional; b) La regulación formal
de una ley a través de otra ley; y, c) costumbre constitucional inveterada, es decir
aquellas materias que sólo la ley puede regular, tal como: penas, tasas, impuestos,
etc157.
El mismo autor, distingue dos clases de reserva de ley: a) por la forma:
constitucional y legal; y, b) según su alcance: absoluta o relativa (delegable) 158. En
el caso ecuatoriano, la reserva tiene origen únicamente constitucional y su alcance
es delegable.
Según Jaime Ossa Arbeláez, la figura de reserva de ley, nace con Otto
Mayer, quien según menciona, no concebía que fuera de la ley pudiese emitirse
medida alguna que afectara la libertad o propiedad de los ciudadanos. La reserva de
ley, se considera como un subprincipio del de legalidad, aun cuando para otros,

155
Alfonso Nava Negrete, Derecho Administrativo Mexicano. I ed. (México: Fondo de cultura
económica, 1995), 89.
156
Cf. Cassagne, “El principio de legalidad y el control judicial de la discrecionalidad administrativa”,
120.
157
Cf. José Antonio García Trevijano, Tratado de Derecho Administrativo. Tomo I. 3era. ed.
(Madrid: Revista de derecho privado, 1974), 243.
158
Íbid., 243-4.
48

pueda ser confundida como legalidad propiamente dicha159. En este punto, debo
coincidir con el criterio de Ossa Arbeláez e identificar que legalidad propiamente
dicha no es igual que reserva de ley, sin embargo, su vinculación es derivada de su
relación como género y especie respectivamente, por ser el principio de legalidad,
aquel que vio la luz como precepto fundamental del Estado de Derecho, que más
tarde identificaría la necesidad de establecer otros sub-principios como el de
interdicción de la arbitrariedad, interdicción de la desviación del poder y la de
reserva de ley, seguridad jurídica, entre otros.
Para la doctrina española, la reserva de ley, es la forma de expresar que las
infracciones y sanciones deben estar previstas en la ley, así lo menciona la
Sentencia de 05 de julio de 1985, del Tribunal Supremo de España, citada por
Jaime Ossa Arbeláez, en cuyo texto menciona:

…lo que indudablemente persigue la reserva de ley, es que preexista el hecho


material de la infracción e imposición de las sanciones, la tipificación de aquellas y
el señalamiento de estas, en garantía de que, a la vista de estas prohibiciones y de sus
consecuencias, conscientemente se determine acomodar o no su conducta a lo que el
legislador prevé160.

Todo lo relacionado con la libertad, propiedad y lo que en general implique


una limitación o restricción a los derechos de los ciudadanos, ha sido
tradicionalmente considerado perteneciente a la zona de reserva de ley absoluta, sin
embargo, en la actualidad estos parámetros se han ampliado a otros derechos
fundamentales, libertades públicas, etc.
Sin embargo cabe anotar y destacar en otra línea de pensamiento, la teoría de
la esencialidad o de dirección estratégica de la ley, según la cual, la ley se limitaría a
regular los aspectos esenciales de cada temática, reconociendo a la vez la potestad de
la administración para emitir reglas generales de grado secundario, no atribuidas al
legislativo (potestad discrecional)161.
Para el autor ecuatoriano Álvaro Mejía, la concepción de reserva de ley se
reduce al mero significado idiomático, por lo tanto, la define como el “tratamiento

159
Jaime Ossa Arbeláez, Derecho Administrativo Sancionador, 2da. ed., (Bogotá: Legis Editores S.A.,
2009), 194.
160
Cf. España. Tribunal Supremo, [Sentencia de 05 de julio de 1985], en Jaime Ossa Arbeláez,
Derecho Administrativo Sancionador, 2da. ed., (Bogotá: Legis Editores S.A., 2009), 194.
161
Sesín, “Administración Pública, Actividad Reglada, Discrecional y Técnica”, 53-4.
49

jurídico de un tema específico”162, el autor es claro y enfático al determinar que la


Constitución es la única norma que debe contener estos temas específicos, y en efecto
en el caso nacional, es así, pero no de forma expresa, la norma constitucional lo
traduce a través de las siguientes disposiciones:

En todo proceso en el que se determinen derechos y obligaciones de cualquier orden,


se asegurará el derecho al debido proceso que incluirá las siguientes garantías
básicas: 3.Nadie podrá ser juzgado ni sancionado por un acto u omisión que, al
momento de cometerse, no esté tipificado en la ley como infracción penal,
administrativa o de otra naturaleza; ni se le aplicará una sanción no prevista por la
Constitución o la ley. Solo se podrá juzgar a una persona ante un juez o autoridad
competente y con observancia del trámite propio de cada procedimiento…163.

Sin embargo de lo dispuesto en la Constitución, la casuística ecuatoriana


obedece a una realidad diferente, hoy en día aún encontramos procesos
sancionadores en base de reglamentos, casos específicos como el de la Policía
Nacional y las Fuerzas Armadas; así como, la regulación del ejercicio de derechos
constitucionales a través de Reglamentos, que claramente violentan la norma
establecida en los artículos 132 y 133 de la Constitución de la República, en tal
virtud, puedo colegir y me atrevo a decir, que hoy en día, pese a contar con una
Constitución garantista, el peso político es más efectivo que la materialización de los
derechos constitucionales.
En materia tributaria, la Constitución ecuatoriana otorga la facultad de
creación, reforma o supresión de tributos de forma exclusiva a la función legislativa
y a los gobiernos autónomos descentralizados164; así mismo, otorga al Ejecutivo la
facultad de promulgar iniciativas en materia tributaria165.
Sin embargo de lo dicho, cuando la administración viola el principio de
legalidad, el acto o actuación mediante el cual incurre en esa violación es calificado
como ilegal y ante ello es imperante establecer mecanismos de control, mediante los
cuales se evite o subsane los vicios e irregularidades.
Libardo Rodríguez, que hace un análisis del tema, describe 3 clases de control
del principio de legalidad en la legislación colombiana: a) administrativo; b)
jurisdiccional; y, c) por vía de excepción.

162
Álvaro Mejía, Propuesta de adecuación de los principios de legalidad y reserva de ley a las
conceptualizaciones tributarias, consultado en http://www.webicdt.net:8080/sitios/principal/centrode
investigacion/Lists/Artculos%20Revistas/Attachments/27/ALVARO%20MEJIA.pdf.
163
CRE, art. 76, numeral 3.
164
Íbid., art. 120, numeral 7.
165
Íbid., art. 301.
50

Según menciona el control administrativo, se ejerce dentro de la propia


Administración Pública, como resultado de un autocontrol sea este a petición de parte
o de oficio. En Colombia conforme lo describe el autor esta impugnación puede
ejercerse a través de recursos administrativos, revocación directa y control interno.
Mientras en el control jurisdiccional, los conflictos administrativos pasan a
ser controversia jurídica ante el sistema judicial del poder público, en el caso
colombiano ante los jueces de lo contencioso administrativo en el ámbito seccional-
local y ante el Consejo de Estado en el ámbito nacional.
Finalmente el control por vía de excepción, constituye un mecanismo
aplicable tanto en ámbito administrativo como el jurisdiccional y consiste en que la
autoridad de cualquiera de los dos ámbitos siendo la encargada de aplicar una norma
jurídica se abstiene de hacerlo, porque al aplicarse, se desconocería una norma
superior166.
En el Ecuador, los medios de control de legalidad, sobre las actuaciones
administrativas, se traducen expresamente en dos vías: a) administrativa ante la
máxima autoridad del organismo que dicto el acto lesivo; y, b) judicial167 ante el
Tribunal Contencioso Administrativo; es importante destacar que no constituye
requisito de admisibilidad el agotamiento de la vía administrativa previo al inicio del
proceso judicial.

1.7. Fenómeno de atenuación del principio de legalidad

Sin punto de discusión, la ley se ha erigido como el instrumento efectivo de


protección de la libertad y como mecanismo básico que asegura el correcto
funcionamiento de los poderes públicos de un Estado, sin embargo, es también
indiscutible que su hegemonía ha sido rebajada y supeditada a una Constitución que a
la vez ha superado su concepción política.
En este punto vale la pena partir del criterio del autor colombiano Alberto
Montaña Plata, quien sostiene que las circunstancias heterogéneas que develarían la
pérdida progresiva de legitimidad y eficacia de las legislaciones, serían: a)
superproducción normativa y su deficiente sistematicidad, comprensión, estabilidad
y aplicabilidad, b) la fragmentación de la ley; c) la progresiva pérdida de fuerza o

Cf. Rodríguez R., “Derecho Administrativo general y colombiano”, 329-45.


166
167
CRE, art. 173.
51

eficacia de la legislación; d) su desmaterialización o tendencia a la regulación de


aspectos simplemente procedimentales y organizativos; y, e) dificultad objetiva de la
ley para reglamentar la totalidad de los ámbitos vitales168.
Ferrajoli al hablar del colapso de la legalidad penal, menciona 3 funciones
políticas que al parecer estarían desfalleciendo: 1) la certeza del derecho, que incluye
la igualdad del individuo ante la ley y la credibilidad del sistema penal; 2) asegurar la
sujeción del juez a la ley, que incluye la garantía de la inmunidad de los individuos
en contra del arbitrio de los jueces y la independencia de funciones; y, 3) asegurar la
primacía de la legislación, en función de la soberanía popular169.
La legislación española, se destaca esencialmente la figura de deslegalización,
entendida esta como una técnica similar a los reglamentos delegados, ejercida por los
órganos de poder público para ampliar la esfera e instrumentos defensivos del
administrado, instrumentos emitidos con fuerza de ley, para el caso, cita como
ejemplo: La Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado, que facultó al
Gobierno para dictar por decreto cuantas medidas sean necesarias para ejecución de
lo dispuesto en la ley170. Esta afirmación me lleva a colegir, que la atenuación del
principio de legalidad se da en la medida en cuanto la ley ha dejado ser el eje central
de actuación de la Administración, dando paso a una pluralidad de fuentes en la que
entienden centro del ordenamiento jurídico a los principios generales de derecho.
En el Ecuador la figura de deslegalización, se traduce en las disposiciones
contempladas en el numeral 13 del artículo 147 de la Constitución y en el artículo 5
del Estatuto de Régimen Jurídico y Administrativo de la Función Ejecutiva, mediante
los cuales se atribuye al Presidente de la República, potestad reglamentaria,
encaminada a desarrollar la ley y a viabilizar su correcta aplicación, sin
contravenirla, ni alterarla. Sin embargo de lo dicho y como se verá en el capítulo
tercero, esta facultad reglamentaria en el Ecuador se ha desbordado y hoy por hoy, se
pretende desconocer las materias catalogadas con reserva legal y regularlas de forma
directa mediante decretos ejecutivos o más allá aún, mediante Acuerdos
Ministeriales, hecho nefasto, que a todas luces desvanece por completo el respeto a
los preceptos constitucionales básicos de legalidad, seguridad jurídica y debido
proceso.

168
Cf. Alberto Montaña Plata, Andrés Ospina Garzón. La Constitucionalización del Derecho
Administrativo. I ed. (Bogotá: Cevallos Editores, 2014), 88-9.
169
Luigi Ferrajoli, Democracia y garantismo, en Miguel Carbonell ed. (Madrid: Trotta, 2008), 258.
170
Íbid., 269-270.
52

La ley concebida en la en la Declaración de derechos del hombre y del


ciudadano de 1789, como la norma primordial, expresión de voluntad general,
contentiva de normas de carácter general y abstracta, que plasma decisiones
fundamentales de la sociedad, ha perdido en la sociedad actual la posición que le
correspondía en orden el jurídico liberal171, en virtud de la creciente y novedosa
supremacía normativa de la Constitución en los ordenamientos jurídicos vigentes,
que pretende de forma permanente relegar a la ley a un segundo plano, así como
cuestionar la eficacia de sus contenidos.
La ley ha pasado a ser un acto jurídico ordenado y no solo ordenador172, por
cuanto está sujeto a la revisión y en veces a la expulsión del ordenamiento jurídico
por parte de una Corte de rango constitucional, cuyas resoluciones hoy por hoy, están
en la potestad de desarrollar principios que deriven a la vez en la creación de nuevas
reglas.
Ante lo dicho, es evidente que la ley, no solo ha perdido el lugar privilegiado
que le había sido otorgado, sino que además se ha apartado de los fundamentos y
caracteres sobre los cuales se erigió, reduciendo con ello de forma importante sus
aptitudes para continuar siendo el pilar fundamental de la sociedad y del
ordenamiento jurídico, robusteciendo con ello, de forma innegable a las demás
fuentes del Derecho173.
La crisis de la ley, propende a buscar la reorganización de los sistemas
jurídicos y sin duda a mi parecer a la revalorización de cada una de las fuentes de
derecho; para ello, se ha visto la necesidad de implementar reformas y modelos
constitucionales en veces radicales y drásticos como es el caso ecuatoriano, con el
objeto quizá, como lo menciona el historiador ecuatoriano Enrique Ayala Mora174 en
su obra Historia constitucional, de creer que una Constitución funda nuevamente una
nación, o equivale a una nueva, que parte de cero.
La decadencia de la ley, para otros podría ser considerada la última fase de
depuración del positivismo, caracterizada especialmente por la desvalorización moral
y social de la ley como técnica del gobierno humano, en vista de que la sociedad
actual, ha dejado de creer en la equivalencia entre razón y ley, así como que, esa ley

171
Montaña Plata y Ospina Garzón, “La Constitucionalización del Derecho Administrativo”, 88-90.
172
Eduardo García de Enterría, Justicia y seguridad jurídica en un mundo de leyes desbocadas
(Madrid: Civitas, 1999), 42.
173
Íbid., 91.
174
Enrique Ayala Mora, Historia constitucional (Quito: Corporación Editora Nacional, 2014), 14.
53

sea la expresión de la voluntad general rousseauniana. Más bien, se la vislumbra


como la neutralidad que puede convertirse en el más fuerte y formidable atentado
contra la libertad, una simple labor técnica de recopilación de leyes elaboradas175.
El problema según Juan Carlos Cassagne, radica al constatarse la
insuficiencia de la ley para regular todos los supuestos posibles, ocasionando con ello
el surgimiento y reconocimiento de atribuciones delegadas y potestades
excepcionales cuando el Legislativo no norma una determinada institución o
situación general. Esta fragmentación del principio de legalidad, ha acrecentado con
la creación de normas por entidades u organismos de carácter público. Sostiene
además que, no obstante que la Administración continúa ejerciendo sus potestades
con previa habilitación legal, la ley positiva, ha dejado de ser el centro del sistema
jurídico, en virtud de que, el bloque de legalidad hoy en día se conforma además por
los principios generales del Derecho. A este fenómeno lo describe como la
constitucionalización de la legalidad, pese a ello, la Ley continúa siendo en el
Derecho interno, bajo la supremacía de la Constitución la fuente jerárquicamente
superior al hablar de reserva de ley en determinadas materias176.
En el Ecuador, no existe doctrina variada al respecto, no se han publicado
estudios o se han realizado investigaciones sobre la atenuación del principio de
legalidad, sin embargo y al parecer, el punto de partida ya está marcado con la
expedición de la Constitución de 2008, sin duda la más controversial, innovadora y
garantista de toda nuestra vida republicana, que se ha impuesto con el afán de
remover nuestros cimientos enteramente legalistas.
En este punto es importante rescatar y mencionar el punto de vista de los
estudiosos del derecho en el Ecuador, que han podido abrirse paso para iniciar un
debate al respecto, entre ellos, puedo anotar a los siguientes:
Para Marco Morales Tobar, el principio de legalidad, ha sufrido una
transformación renovadora, lo que ha permitido observarlo con mayor amplitud, en
virtud de que, el administrador público, la función administrativa, la función
judicial, ya no deben estar predispuestos únicamente al derecho positivado, sino al
Derecho en su conjunto, a la misión que como función pública deben desarrollar,
esto es la consecución del interés general, todo enmarcado dentro del principio de

Zavala Egas, “Lecciones de Derecho Administrativo”, 70.


175

Cf. Cassagne, “El principio de legalidad y el control judicial de la discrecionalidad administrativa”,


176

117-9.
54

responsabilidad en su actuación177.
Álvaro Mejía Salazar, por su lado en cambio, en su análisis realizado
respecto a la adecuación de los principios de legalidad y reserva de ley a las
conceptualizaciones tributarias en el Ecuador, concluye que es importante mantener la
denominación de principio de legalidad como tal, en relación a su alcance y
conceptualización general, sin embargo, a criterio del autor ecuatoriano, bien podría
llamarse principio de normatividad, en atención al desarrollo constitucional y legal actual,
que de forma consecuente ha influido en una inevitable atenuación del imperio de
legalidad178.
En este punto es importante destacar mi desacuerdo con los autores citados
anteriormente, en relación a la línea de pensamiento de Marco Morales Tobar, debo
increpar, al mencionar que, tal y como se dijo con anterioridad el principio de juridicidad
no es más que la misma legalidad, con efecto irradiador en todo el sistema de fuentes de
derecho, lo que conocemos también como bloque de legalidad; por lo que, en este sentido,
mal podríamos entender que la denominada juridicidad responde de forma directa a la
evolución del principio de legalidad. Un criterio no muy alejado del de Morales Tobar, es el
planteado por Álvaro Mejía Salazar, quien al hablar de principio de normatividad, como
término equiparable al de legalidad, lo haría pensando en el ordenamiento jurídico en su
conjunto, o lo que es igual en el bloque de legalidad.
En este capítulo, hemos visto como la relación entre el Derecho
Administrativo y el poder, hace inevitable que previa a su concepción no hablemos
del Estado. Institución histórica que en su idea más originaria, como resultado de la
convivencia humana y desarrollo social, ante el afán de acumulación de poder,
limitaba y condicionaba la actuación de la Administración Pública, a través de
preceptos fieles a los intereses de todos aquellos que ostentaban el poder,
asegurando una inexistente relación entre el ciudadano común y los órganos del
poder público.
En contraposición a este modelo de Estado y tomando como base los
principios de libertad, igualdad y fraternidad, surge de a poco el derecho, con la ley
como símbolo imperante de su imperio, en este punto sin duda debo recordar la
teoría acertada de Robert Alexy y alinearme completamente a ella, al entender que

177
Cf. Marco Morales Tobar, Acción de Habeas Data en Viabilidad de las Garantías
Jurisdiccionales (Quito: Corporación de Estudios y Publicaciones, 2012), 197 - 198.
178
Cf. Álvaro Mejía, Propuesta de adecuación de los principios de legalidad y reserva de ley a las
conceptualizaciones tributarias, consultado en http://www.webicdt.net:8080/sitios/principal/centrode
investigacion/Lists/Artculos%20Revistas/Attachments/27/ALVARO%20MEJIA.pdf.
55

este derecho no implica únicamente legalidad como la mayor parte de doctrina lo


defiende, sino también la eficacia social y la corrección material, derecho que
constituye el medio que regula y define a la administración, dentro de un modelo de
Estado caracterizado por una parte por la división de poderes, la incontrolable
pasividad de un sistema, con notable desigualdad material entre la burguesía y la
clase proletaria; y, por lado el reconocimiento de derechos y garantías ciudadanas, el
aparente establecimiento de condiciones sociales y económicas más justas; así
como, el reconocimiento de responsabilidades de la Administración en función de
sus actuaciones.
Sin duda, la ley y el principio de legalidad, surgen como factor determinante
en defensa y reconocimiento de los derechos particulares ante el poder público, sin
embargo es indiscutible también, que la ley ha sufrido transformaciones potenciales,
que han determinado su detrimento, ante nuevas corrientes ideológicas de índole
constitucional, que han propiciado que ya no sea el óbice central del ordenamiento
jurídico, pasando en la actualidad de una mera o absoluta legalidad a una legalidad
condicionada a los preceptos constitucionales. El Ecuador no es ajeno a esta
influencia constitucional que en el último siglo ha invadido el pensamiento jurídico
latinoamericano, por el contrario en el 2008, expidió una Constitución garantista, me
atrevo a decir con innovaciones únicas, que ha establecido como eje de actuación
administrativa y judicial a los derechos y las garantías constitucionales.
En este punto y al término del capítulo, es oportuno traer como criterio de
cierre, lo que García de Enterría sostuviera en su obra La lengua de los derechos, al
mencionar que la fe quebrantada en la ley, es simplemente el reflejo de que el
hombre nunca encontrará soluciones definitivas a sus problemas, puesto que no
existen fórmulas sociales y políticas perfectas, por las que la Revolución francesa
apostaba, sin embargo, sostiene que, no existe otra alternativa que continuar
rigiéndonos por la ley y que la misión hoy por hoy, es mejorar su calidad y aceptar la
inmersión de los principios generales del Derecho en el ordenamiento jurídico179.

179
Eduardo García de Enterría, “La lengua de los derechos”, 123.
56
57

Capítulo dos: Cómo entender a la Constitución de 2008 en el régimen


jurídico administrativo

El extremo formalismo de la ley, su pérdida de eficacia y creciente


desmaterialización, ha propiciado la consolidación del denominado
neoconstitucionalismo, como ideología del Derecho, que busca garantizar, propugnar
y ampliar en primer plano los derechos y garantías fundamentales.
En el Ecuador, el nacimiento de este neoconstitucionalismo, se plasmó
definitivamente con la expedición de la Constitución de 2008, que consagra al Estado
ecuatoriano como único en el mundo, al catalogarse como constitucional de derechos
y justicia, social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural,
plurinacional y laico180.
En el presente capítulo develaré cuál es la ubicación actual de la ley en la
jerarquía de fuentes del Derecho, la primacía de la Constitución concebida desde
varios puntos de vista doctrinales, el surgimiento del Neoconstitucionalismo y cómo
desde esta óptica, la denominada Constitución, no solamente en la legislación
ecuatoriana, ha pasado de ser un simple programa político dirigido al legislador a un
postulado cuya materialidad se traduce en su aplicación directa e inmediata por parte
de toda autoridad sea esta administrativa o judicial. Analizaré además, cuál ha sido la
influencia del denominado Estado constitucional de derechos y justicia en el régimen
jurídico administrativo nacional.

2.1. Teoría Kelseniana y jerarquía de fuentes del Derecho Administrativo

La definición real del concepto de fuente de derecho depende de la teoría


sobre el conocimiento jurídico y la naturaleza del derecho del que se parta, variará en
función de la idea que se tenga del derecho. En el caso concreto, me referiré
directamente a la doctrina normativa positivista de Hans Kelsen, para quien, la
validez de una norma, solo puede fundarse en que esta se deriva de otra norma
válida, derivada en último término de una primera norma fundamental, de la cual se

180
CRE, art. 1.
58

presupone parte el conocimiento jurídico181.


La teoría de Kelsen, describe a la ciencia del derecho como un análisis
estructural, como una ciencia pura (rein) y es inquisitivo al determinar que el
derecho debe mantenerse limpio de elementos que sin pertenecer propiamente a él, se
limitan a confundirlo y contaminarlo. Según Kelsen, el derecho existe únicamente en
el mundo del deber ser (sollen) (espíritu), y aunque esta categoría, pueda entenderse
asociada a la categoría del ser (sein) (naturaleza), nunca deben entenderse como
iguales, en virtud de que el derecho concebido como tal, es una concepción
hipotética, relativa e incluso convencional, que depende de presunciones iniciales
establecidas por acción de la razón y la voluntad humana; más no son derivadas de
las necesidades de la naturaleza, cuyas leyes por analogía, son consideradas de
inducción y no se relacionan con lo que pueda o deba ser, sino únicamente con lo
que será182.
Esta ciencia del derecho, según Kelsen, se adhiere a una norma básica La
Grundnorm, base de todas las otras normas legales, que en muchos Estados se
concibe dentro de una Constitución escrita, norma básica a la que conducen todos los
caminos del derecho, es el hecho evidente, la voluntad de aquel o aquellos que
detentan el poder de expresar su voluntad y de imponerla como tal a toda una
comunidad. Todo el cuerpo del derecho se convierte en una pirámide Stufenbau des
Rechts o lo que Kelsen denomina estructura jerárquica, como un sistema coherente
de delegación progresiva, cuya deducción y aplicación es un acto creativo y para
decir de Allen hasta arquitectónico, puesto que, el juez se aleja del papel de creador y
se limita a construir sobre lo ya establecido183.
Las fuentes del Derecho son los criterios de objetividad, de los cuales se valen
los juristas para responder las interrogantes planteadas en torno a la vida social. Su
concepto, alude al origen propio del Derecho, es decir a las causas que lo han creado
o configurado como tal184. Se consideran también, como los hechos y los actos

181
Cf. Alf Ross, Teoría de la Fuentes del Derecho, trad. por José Muñoz de Baena Simón y otros
(Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2007), 357-369.
182
Kelsen, “Teoría Pura del Derecho”, 15-20.
183
Carleton Kemp Allen, Las Fuentes del Derecho Inglés (Madrid: Instituto de Estudios Políticos,
1969), 73-88.
184
Julio Cueto Rua, Fuentes del Derecho (Buenos Aires: Abeledo Perrot, 1982), 13-8.
59

jurídicos, cuyo resultado es la creación de normas jurídicas185.


Para Hans Kelsen, la fuente del derecho, constituye el grado subsiguiente a la
Constitución, son normas generales e individuales, cuya esencia implica: a) Una
razón de validez de la norma, distinguiendo las superiores de las inferiores; b) la
forma de la creación de la norma; c) la forma de manifestación del acto; d) el
conjunto compuesto de valoraciones, principios morales, etc., que determinan la
voluntad del legislador186.
Kemp Allen, identifica a la palabra fuente para señalar factores por los que las
reglas de conducta adquieren forma de ley, misma que adquiere un carácter uniforme
y coactivo187. Para Luis Humberto Delgadillo y Manuel Lucero Espinosa, es
importante no confundir fuente con norma, en virtud de que, la primera es el origen y
medio de producción, mientras que la segunda, es el resultado188.
Las fuentes establecen que el Derecho nace en la sociedad, misma que posee
estructuras particulares, que dan origen al establecimiento de normas como mandatos
jurídicos obligatorios189.
Ahora bien, enfocados en el régimen administrativo, diremos que, las fuentes
de esta rama del derecho, son aquellas formas dentro de las cuales sus reglas son
creadas190, implica los medios de producción, el análisis de todo aquello que produce
o genera los principios jurídicos que conforman esta rama191. Ya, en el Estado
constitucional, las fuentes de derecho se diversifican y aquellas, consideradas en
antaño como fuentes materiales, tal y como, lo fuera jurisprudencia, pasan a ser
precedentes de aplicación obligatoria.
La clasificación de las Fuentes del Derecho, ha sido variada en doctrina sin
embargo pretendo abarcar y analizar todas ellas, desde la siguiente clasificación:
a) Fuentes formales:
También conocidas como de producción, primarias, directas, propias o
escritas, son las creadoras de norma, constituyen el derecho aplicable por excelencia,

185
Josep Aguiló Regla, Teoría General de las Fuentes del Derecho y del ordenamiento jurídico
(Barcelona: Ariel, 2000), 62.
186
Cf. Hans Kelsen, “Teoría Pura del Derecho”, 110-3.
187
Cf. Allen, “Las Fuentes del Derecho Inglés”, 1-3.
188
Cf. Delgadillo y Espinosa, “Compendio de Derecho Administrativo”, 66.
189
Marco Gerardo Monroy Cabra, “La Constitución como fuente de Derecho”, en Jan Woischnik,
Anuario de Derecho Constitucional latinoamericano (Montevideo: Konrad Adenauer Stiftung
Editores, 2002), 17.
190
Otto Mayer, Derecho Administrativo alemán, 2ª. ed., t. I (Buenos Aires: Depalma, 1982), 161.
191
Delgadillo y Espinosa, “Compendio de Derecho Administrativo”, 64.
60

es sinónimo de normatividad general192, se consideran únicamente dentro de los


factores proporcionados por el ordenamiento jurídico193.
Para los profesores españoles, Ramón Martín Mateo y Juan José Díez
Sánchez, estas fuentes primarias por su naturaleza son escritas y tienen las siguientes
características:
a) Generalidad.- Suponen una regla general, abstracta y dirigida a un grupo
social en un momento histórico determinado, grupo social que no se
identifica directamente con el legislador.
b) Publicidad.- Constituye un principio constitucional, cuya aplicación entiende
implícita la aplicabilidad de una ley a partir de su publicación.
c) Jerarquización.- Implica el respeto y la sujeción de normas inferiores a
normas de mayor jerarquía.
d) Pervivencia hasta su derogación.- Las normas en principio rigen
indefinidamente, mientras tanto no sean modificadas o derogadas.
e) Vocación de futuro.- La ley regula desde el momento que se entienda vigente,
no es retroactiva194.
Clasificación de las fuentes formales del Derecho.- Revisaré las fuentes
principales establecidas en doctrina, desde una óptica latinoamericana, para después
pasar a analizar el caso ecuatoriano y otros sistemas.
Por excelencia, las fuentes formales del Derecho Administrativo, son la
Constitución, ley y el reglamento.
a) La Constitución
La transición de un Estado liberal de Derecho a un Estado constitucional ha
implicado una modificación en la concebida y tradicional estructura de fuentes del
derecho (Europa), en la cual la Ley per se era la fuente por antonomasia no solo del
195
régimen administrativo sino de toda la ciencia jurídica, hecho contrario a lo que
sucede en América, donde es evidente que la Constitución escrita siempre fue parte
del ordenamiento jurídico, como su base y piedra angular.

…La Constitución es una fuente de extraordinaria importancia en el derecho


administrativo; pues, dado su carácter imperativo como orden jurídico pleno, regula

192
Cueto Rúa, “Fuentes del Derecho”, 25.
193
Aguiló, “Teoría General de las Fuentes del Derecho y del ordenamiento jurídico”, 40.
194
Cf. Ramón Martín Mateo y Juan José Diez Sánchez, Manual de Derecho Administrativo (Navarra:
Aranzadi, 2006), 80-1.
195
Monroy Cabra, “La Constitución como fuente de Derecho”, 16.
61

la estructura y ejercicio de la función administrativa. A su vez define el modelo


administrativo estatal, confiriendo personalidad jurídica al Estado que actúa por
intermedio de sus órganos, titularizando el poder público y reconociendo como
contrapartida “derechos subjetivos públicos” a los administrados…196.

En este mismo rango se ubicarían las denominadas leyes constitucionales,


comunes en Estados de Derecho en los cuales no existe Constitución escrita, tales
como el español, es así que, a decir del profesor José Antonio García Trevijano,
leyes constitucionales son todas aquellas aprobadas con procedimientos distintos a
los ordinarios197, según las prescripciones de la Constitución y se constituye fuente
de derecho, cuando atañe a la relación directa entre órganos de poder estatal y
administrados.
El contenido de la Constitución, constituye el punto de partida del desarrollo
legislativo del ordenamiento jurídico de un Estado y constituye per se, el primer
eslabón en la concepción jerárquica de fuentes del Derecho, por tanto toma el rango y
valor de super-ley198.
La supremacía que la Constitución reviste en la jerarquía de fuentes, se
consagró en el derecho norteamericano, cuando se estableció que los poderes
legislativos están definidos y limitados, sin embargo, a fin de evitar confusión u
olvido se ha escrito la Constitución199. Su jerarquía se deriva de la eficacia formal en
ella reconocida, al no poder ser modificada, sino por los medios contenida en sí
misma200.
En el caso ecuatoriano, indudablemente la Constitución dictada en el año
2008, define y reconoce la condición de norma jurídica de la Constitución, superando
su tradicional concepción de documento político, hecho que, ha permitido posicionar
con más claridad a la norma constitucional como la norma suprema en el
ordenamiento jurídico nacional, acarreando con ello, tres importantes consecuencias:
a) la transformación de las teorías de interpretación del ordenamiento jurídico; b) la
constitucionalización de las fuentes de derecho; c) a declaración de que las reglas
constitucionales más importantes son de aplicación directa, sin ser necesario su
desarrollo legal o reglamentario. Sin embargo de lo mencionado, con esta transición

196
Roberto Dromi, Manual de Derecho Administrativo, t. I. (Buenos Aires: Astrea, 1987), 71.
197
Cf. García Trevijano, “Tratado de Derecho Administrativo”, 238.
198
Fernando Garrido Falla, Alberto Palomar y Herminio Losada, Tratado de Derecho Administrativo,
14a. ed. I vol. Parte General (Madrid: Tecnos, 2005), 212.
199
Monroy Cabra, “La Constitución como fuente de Derecho”, 19.
200
Delpiazzo, “Derecho Administrativo uruguayo” (México: Porrúa, 2005) ,13-14.
62

el Constituyente ha pretendido resolver todo conflicto jurídico como un tema de


índole constitucional, causando con ello a un hiper-constitucionalización, que puede
traducirse en una congelación del ordenamiento jurídico, puesto que, todo ya se ha
dispuesto y resuelto en el texto constitucional201.
La Constitución de la República del Ecuador, establece:

El orden jerárquico de aplicación de las normas será el siguiente: La Constitución;


los tratados y convenios internacionales; las leyes orgánicas; las leyes ordinarias; las
normas regionales y las ordenanzas distritales; los decretos y reglamentos; las
ordenanzas; los acuerdos y las resoluciones; y los demás actos y decisiones de los
poderes públicos…”202.

b) La ley

A través del devenir jurídico, ha sido considerada en momentos históricos


concretos, la fuente del Derecho más relevante y ha sido concebida como la
expresión conceptual de un órgano público, mediante la cual se establecen relaciones
de carácter general entre hechos y conductas203.
En el sistema formal de Kelsen y Merkl, las leyes serían todos los actos de
ejecución inmediata a la Constitución, considerando indiferente su contenido u
órgano del cual emanen204.
En su sentido más simple, Ley es ordenamiento jurídico que regula la
conducta de las personas con carácter general, abstracto, obligatorio y permanente205.
Ante la necesidad de proteger a los ciudadanos, ante posibles arbitrariedades
del poder público, en doctrina y derecho comparado se hace la distinción entre las
leyes de producción parlamentaria, es decir entre leyes orgánicas y ordinarias. Las
primeras, cuya función principal es la de establecer la estructura y funcionamiento de
los diferentes órganos estatales206, se singularizan por dos elementos esenciales: le
determinación de elementos reservados a su conocimiento y la exigencia de un

201
Juan Montaña Pinto, Teoría utópica de las fuentes del derecho ecuatoriano, I ed. (Quito: Corte
Constitucional para el período de transición, 2012), 79-80.
202
CRE, art. 425.
203
Cueto Rua, “Fuentes del Derecho”, 35.
204
Sayagués Laso. Tratado de Derecho Administrativo I. 8a. ed. (Montevideo: Clásicos Jurídicos
Uruguayos, 2002), 103.
205
Delgadillo Gutiérrez, “Elementos de Derecho Administrativo”, 70.
206
Delgadillo Gutiérrez y Espinosa, “Compendio de Derecho Administrativo”, 70.
63

procedimiento especial para su constitución207. Mientras las leyes ordinarias, son


aquellas que resultan de una actividad autorizada al legislador en la propia
Constitución, pero que no reviste las particularidades ni especialidad de la ley
orgánica208.
Para Juan Antonio García Trevijano, refiriéndose a la ley, hace una única
distinción entre leyes constitucionales y leyes ordinarias. Sin embargo, como hemos
visto anteriormente, las leyes constitucionales estarían en el rango de la Constitución,
motivo por el cual, no desarrollaremos más, acerca del tema. Por otro lado, las leyes
ordinaras, según menciona, son actos jurídicos que emanan de los órganos
legislativos, descritas por el autor español como leyes normativas que a su vez
pueden ser: administrativas y no administrativas (civiles, penales, procesales, etc.)209.
Las administrativas, a su vez pueden ser de relación, aquellas que se dictan
para delimitar y proteger las esferas subjetivas de la administración y de los
particulares; y, de organización y acción, aquellas que establecen la estructura
orgánica de la administración210.
En la escala jerárquica de aplicación del ordenamiento jurídico, la ley se
limita dentro de los preceptos constitucionales tanto en su proceso de formación,
como en su contenido, sea esta ley de rango nacional, regional, cantonal, etc., por
tanto es inadmisible suponer que ley pueda violar o alterar el contenido
constitucional.
Para el autor suizo Fritz Fleiner, la fuente principal del Derecho
Administrativo es le ley, en virtud de que, conforme la Constitución, la facultad y
función elemental de la ley es crear derecho211.
En el caso ecuatoriano, a pesar de que, nuestra Constitución, ha pretendido
constitucionalizar el derecho, la ley continúa formando parte esencial del
ordenamiento jurídico nacional y a decir de Juan Montaña Pinto, lo único que ha
variado de la Constitución de 1998, es el alcance del principio de legalidad; más no,
su naturaleza212.
La Constitución de 2008, otorga potestad legislativa a la Asamblea Nacional

207
Ángel Gorrorena Morales, Teoría de la Constitución y sistema de fuentes. (Madrid: Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, 2011), 207.
208
Delgadillo Gutiérrez y Espinosa, “Compendio de Derecho Administrativo”, 70.
209
Cf. García Trevijano. “Tratado de Derecho Administrativo”, 239.
210
Garrido Falla, Alberto Palomar y Herminio Losada, “Tratado de Derecho Administrativo”, 230.
211
Cf. Fleiner, “Instituciones de Derecho Administrativo”, 56.
212
Cf. Montaña Pinto, “Teoría utópica de las fuentes del derecho ecuatoriano”, 98.
64

y a los gobiernos autónomos descentralizados, a excepción de los parroquiales a


quienes les concede expresamente facultades reglamentarias.

…Hasta la instalación de la Asamblea Nacional, la Presidenta o Presidente de la


República podrá, previo dictamen favorable de la Corte Constitucional, expedir
decretos-leyes de urgencia económica, que podrán ser aprobados o derogados por el
órgano legislativo213.

Por excepción el Presidente de la República, podrá ejercer la facultad


legislativa, al expedir decretos- leyes de urgencia económica, previa aprobación por
parte del máximo órgano de control constitucional y sujetos a probación o
derogación del máximo órgano legislativo214.
La norma constitucional, reconoce dos clases de leyes: orgánicas y ordinarias,
las primeras serán aquellas destinadas a regular “la organización y funcionamiento de
las instituciones creadas por la norma constitucional, el ejercicio de los derechos y
garantías constitucionales, la organización, facultades y funcionamiento de los gobiernos
autónomos descentralizados, las relativas al régimen de partidos políticos y al sistema
electoral”, mientras las leyes ordinarias, serán consideradas todas las demás, por su
naturaleza no podrán modificar ni prevalecer sobre una ley orgánica215.

c) El reglamento

Al igual que ley, el reglamento es el conjunto de normas generales, abstractas,


obligatorias y permanentes; sin embargo, su naturaleza desde el punto de vista
formal es administrativa y desde el punto de vista material es legislativo. Para el
autor mexicano Luis Humberto Delgadillo, la afirmación de que el reglamento pueda
completar o desarrollar el contenido de una ley, tiene tintes peligrosos, por cuanto,
según menciona se atentaría directamente ante el principio de reserva de ley, así
como, desvirtuaría las características propias de cada norma, en virtud de que el
Legislativo para su criterio no puede delegar su función y su autoridad en otro
poder216.
Es la expresión de la voluntad unilateral de la Administración, en doctrina

213
Íbid., art.148
214
CRE., art.148
215
Íbid., art. 133
216
Cf. Delgadillo Gutiérrez, “Elementos de Derecho Administrativo”, 76-77.
65

conocido también como acto normativo o dispositivo, que emanado de la


Administración Pública, crea normas de carácter general, que produce efectos
jurídicos de forma directa, pero con una eficacia jurídica condicionada a su
notificación y publicación.
Esta potestad es consecuencia directa del ejercicio de las facultades
discrecionales propias de la que gozan los órganos de la Administración Pública,
consagradas en la Constitución y en la ley, esta facultad se traduce actos subjetivos,
creadores de derechos y operaciones materiales217, que se limitan únicamente ante la
mencionada reserva de ley218.
Los reglamentos pueden ser: de ejecución, delegados o de integración, de
necesidad y autónomos. Los reglamentos de ejecución, caracterizados por ser
aquellos desarrollados por el Ejecutivo, para normar los aspectos específicos de una
ley, dentro de los alcances fijados en la misma ley. Los reglamentos delegados,
aquellos dictados por el Ejecutivo, aunque que en principio son competencia de
Legislativo, sobre determinadas materias y conforme potestades constantes en norma
habilitante. Los reglamentos de necesidad, son considerados verdaderas leyes, se
caracterizan por su emisión ante una emergencia, que debe estar prevista en la
Constitución o la ley, hecho que habilita a la administración a adoptar las medidas
urgentes que considere necesarias; estos reglamentos pueden ser a la vez delegados o
de ejecución; y, finalmente el reglamento autónomo, aquellos dictados por el
Ejecutivo sin relación con ley alguna, es decir no desarrollan o requieren de norma
previa para su expedición219.
Estos actos administrativos normativos, tienen jerarquía inferior a la ley, por
lo tanto al momento de su expedición no se debe alterar la letra de la ley ni el
espíritu de la Constitución220.
En la legislación uruguaya, el reglamento es siempre un acto administrativo
sometido a ley, inclusive los mencionados reglamentos autónomos. En cuanto a su
importancia para esta legislación el reglamento es la fuente cuantitativa más
importante dentro de Derecho Administrativo, en virtud de que emana de la
administración misma221.

217
Sayagués Laso, “Tratado de Derecho Administrativo” 142.
218
Íbid., 133.
219
Pérez Camacho, “Manual de Derecho Administrativo”, 17-9.
220
Gordillo, “Tratado de Derecho Administrativo”, VII 65.
221
Delpiazzo, “Derecho Administrativo uruguayo”, 17.
66

Para el alemán Otto Mayer, la figura más cercana a reglamento es la llamada


Ordenanza, considerada por el autor como, la segunda fuente de Derecho
Administrativo y lo distingue como el acto de Estado distinto a la ley, pero sin
embargo, tiene fuerza obligatoria general y su validez depende de su conformidad
con la norma legal222.
En el caso ecuatoriano, la Constitución de 2008, otorga de forma directa esta
potestad a las juntas parroquiales y al Ejecutivo, a este último, al disponer que será
atribución y deber del Presidente de la República “expedir los reglamentos necesarios
para la aplicación de las leyes, sin contravenirlas ni alterarlas, así como los que convengan a
la buena marcha de la administración”223. En este punto, debo cuestionarme sobre lo que
implica la buena marcha de la administración, a mi criterio, es un concepto jurídico
indeterminado, que no hace más que, otorgar mayor margen discrecional al Ejecutivo
y por ende un control más deficiente sobre sus actuaciones.
Por otro lado, las fuentes materiales del derecho, también conocidas como de
conocimiento, indirectas, complementarias, supletorias, no escritas, promueven a las
fuentes formales, motivando cambios e innovaciones normativas224, son todos
aquellos factores extrajurídicos que inciden sobre la creación de normas jurídicas225.
Las principales fuentes materiales del Derecho Administrativo, son: La
jurisprudencia y la costumbre.

a) La Jurisprudencia:

Entendida la jurisprudencia como el conjunto de interpretaciones reiteradas,


concordantes del orden jurídico positivo hechas por órganos jurisdiccionales. El Juez
al aplicar una norma general, crea nuevas normas de carácter individual, que a decir
de autor argentino Agustín Gordillo, no se trata de crear normas de derecho, sino de
precisar el sentido de las normas aplicadas ya existentes. La Jurisprudencia se
caracteriza por ser imperativa, únicamente en el momento en el que el Juez a aplica o

222
Cf. Mayer, “Derecho Administrativo alemán”, 165.
223
CRE, art. 147.
224
Ignacio J. Buitrago y Fernando M. Dramis, Elementos de Derecho Administrativo. (Buenos Aires:
Oxford, 1999), 10.
225
Aguiló Regla, “Teoría General de las Fuentes del Derecho y del ordenamiento jurídico”, 40.
67

reitera, puesto que, no está obligado a adoptar las interpretaciones reiteradas que el u
otros jueces hayan hecho sobre un caso concreto226.
Las sentencias de los jueces traducen el criterio de órganos comunitarios
sobre las controversias generadas en la vida social, a las que juzgan atribuyéndoles
un determinado sentido y se consideran fuentes del Derecho porque inspiran a otros
jueces227.
Para Enrique Sayagués Laso, es discutible que la jurisprudencia se considere
fuente del Derecho, en virtud de su deficiente eficacia jurídica formal, es decir por
su no obligatoriedad228.
En la legislación argentina, la jurisprudencia es considerada como la forma
habitual, uniforme o constante de aplicar el derecho por parte de los órganos de la
función jurisdiccional y puede convertirse en fuente formal, en aquellos casos en los
cuales a doctrina de los jueces se convierte en jurisprudencia plenaria229.
En el caso ecuatoriano, Eddy De La Guerra Zúñiga, sostiene que el Estado
constitucional de derechos y justicia, ha refundado y reconstruido al país, -no
necesariamente para bien-, así como también, afirma que, “el papel del juez resulta
ser uno de los más relevantes, tanto en el la transición institucional como en el
acoplamiento de los titulares de derechos ciudadanos al nuevo sistema
constitucional” 230
. En este sentido, la autora ecuatoriana, hace un recuento de los
tipos de jurisprudencia nacional consagrados en la Constitución de 2008, por un
lado, destaca al sistema de precedentes de justicia ordinaria, basado en fallos de triple
reiteración en casos análogos y por otro, el sistema de precedentes constitucionales,
a cargo de la Corte Constitucional, cuyas sentencias por si solas pueden constituir
jurisprudencia constitucional vinculante231.
Pese a existir norma constitucional expresa, que destaca sobre todo los
precedentes de rango constitucional, para el también autor ecuatoriano Juan Montaña
Pinto, la jurisprudencia no es considerada derecho vigente en estricto sentido, por
tanto, los operadores de justicia al aplicar derecho, acuden únicamente a normas
jurídicas reconocidas y solo en su ausencia pueden apoyarse en los denominados

226
Gordillo, “Tratado de Derecho Administrativo”, VII 68-69.
227
Cueto Rúa, “Fuentes del Derecho”, 128.
228
Cf. Sayagués Laso, “Tratado de Derecho Administrativo I”, 153.
229
Juan Carlos Cassagne, El Derecho Administrativo Iberoamericano (Granada: Motril, 2005), 40.
230
Cf. Eddy De La Guerra, Introducción al Derecho (Quito: Corporación de Estudios y Publicaciones,
2013), 128.
231
Cf. Íbid., 123.
68

criterios jurídicos, en nuestro país la jurisprudencia es un mero instrumento de


interpretación de la ley, cuya finalidad es garantizar la generalidad y unidad del
ordenamiento jurídico232.
Sin embargo de lo dicho por el autor Montaña Pinto, a criterio de la autora del
presente trabajo de investigación, la jurisprudencia constitucional en el Ecuador va
tomando más fuerza y cada vez es más común ver a profesionales del derecho
utilizando precedentes constitucionales en casos análogos ante los órganos de
justicia.
Hoy por hoy, las Cortes Constitucionales, tienen la facultad para crear
derecho, mediante sentencias interpretativas e integradoras, por tanto se erigen en
veces, como un legislador positivo. En Colombia, la ratio decidendi, por razones de
igualdad, tiene el carácter de precedente obligatorio, por lo tanto forman parte del
ordenamiento jurídico como fuente del derecho y no solo con fuerza persuasiva, sino
imperativa233.

b) La Costumbre:

Para Otto Mayer, la denominada costumbre jurídicamente obligatoria es


aplicada cuando no exista legislación o esta sea incompleta y distingue dos clases de
costumbre: a) derecho consuetudinario histórico, caracterizado por regular los
derechos recíprocos entre el príncipe y los súbditos en el antiguo régimen en el que
predominaban las ideas del derecho civil; y, b) la observancia, definida como la
costumbre adaptada dentro de una colectividad de derecho, para regular las
relaciones jurídicas de sus miembros234.
La costumbre, es el comportamiento uniforme y constante del pueblo, con la
idea de que el mismo, constituye per se una obligación jurídica235, se considera como
fuente material, en la medida en que, por actividad de un consenso colectivo en
determinadas circunstancias se crean normas jurídicas, que son enunciadas a través
de los órganos determinados para el efecto, como el caso de common law, a través

232
Cf. Montaña Pinto, “Teoría utópica de las fuentes del derecho ecuatoriano”, 119-126.
233
Monroy Cabra, “Perspectivas del constitucionalismo moderno”, en Cristina Pardo Schlesinger y
Carlos Parra Dussán edit., Teoría Constitucional, I ed. (Bogotá: Universidad del Rosario, 2006), 71.
234
Cf. Mayer, “Derecho Administrativo Alemán”, 175-8.
235
Cassagne, “El Derecho Administrativo Iberoamericano”, 39.
69

de los jueces, cuyas sentencias se convierten en fuentes formales del derecho


aplicable236.
La costumbre es una manifestación esencial de la vida humana en sociedad,
es un hecho social susceptible de percepción, como resultado de una tradición,
educación, hábitos, estímulos sociales, reacciones instintivas, etc. 237.
Los elementos constitutivos de la costumbre son: de carácter objetivo o
material: es decir actos humanos sensorialmente perceptibles que presentan esencial
similitud238. El usus, o también identificado como el comportamiento de los
integrantes de una comunidad; y de carácter subjetivo o espiritual u opinio239,
entendido como la convicción que el propio sujeto tiene acerca de la obligatoriedad
jurídica de dicho comportamiento. Clasifica a la costumbre en: a) secundum legem, la
ley hace referencia a la costumbre, o a costumbre se sujeta a las normas establecidas;
b) praeter legem, denominada supletoria o introductora, abarca las materias no
reguladas por la ley; c) contra legem, también conocida como abrogatoria, opera
cuando se encuentra en contradicción con el ordenamiento jurídico positivo240. Esta
última, está positivamente excluida como fuente de derecho241.
Para Julio Cueto Rúa, la costumbre como fuente de Derecho en el Estado
Moderno de Occidente, ha sido cuestionada como tal o al menos ha sido reconocida
de forma limitada242.

En el caso ecuatoriano, Juan Montaña Pinto, sostiene que, el término derecho


consuetudinario tiene un carácter marcadamente peyorativo, en virtud de que la
ideología jurídica predominante le asigna un valor muy inferior a la ley y es aplicado
de forma supletoria, cuando el derecho positivo deja un espacio abierto. En el
Ecuador su aplicación se reduce únicamente a actos mercantiles establecidos
previamente en el Código Civil ecuatoriano. Sin embargo de ello, el mismo autor
reconoce el valor constitucional que se ha otorgado progresivamente al derecho
indígena en el Ecuador, cuyos derechos no estatales eran concebidos simplemente

236
Juan Francisco Linares, Derecho Administrativo, 1ra. Reimpresión. (Buenos Aires: Astrea, 2000),
33.
237
Cueto Rúa, “Fuentes del Derecho”, 80-1.
238
Íbid., 111.
239
Aguiló Regla, “Teoría General de las Fuentes del Derecho y del ordenamiento jurídico”, 91.
240
Cassagne, “El Derecho Administrativo Iberoamericano”, 39.
241
Aguiló Regla, “Teoría General de las Fuentes del Derecho y del ordenamiento jurídico”, 90.
242
Cf. Cueto Rúa, “Fuentes del Derecho” 80.
70

como meros usos y costumbres; y cuyo pleno reconocimiento aún con la actual
Constitución del 2008, constituye un proceso difícil243.

El Código Civil ecuatoriano, dispone:

“La costumbre no constituye derecho sino en los casos en que la ley se remite a
ella”244.

Entre otras fuentes, podemos mencionar, las siguientes: La doctrina, los


Tratados internacionales, los principios generales de derecho, los decretos y
acuerdos.

a) Doctrina:

Es la opinión o teorías de los estudiosos del derecho y se considera como


fuente material, en virtud de que su aplicación obedece a la voluntad del
legislador245. Para Juan Francisco Linares, la doctrina no constituye fuente material
de derecho, puesto que, los doctrinarios son sólo proveedores de enseñanza y
formadores de opinión púbica246.

Sin embargo de lo dicho, Julio Cueto Rúa, en otra línea de pensamiento,

sostiene:

Los juristas son portavoces de la comunidad. En ellos se manifiesta una aguda


capacidad para intuir las exigencias del desarrollo social. Son de los primeros en
adquirir conciencia de los desajustes entre el Derecho vigente y las nuevas
circunstancias sociales. Y en esa situación han sabido encontrar soluciones mediante
el manejo imaginativo de recursos procesales o sustantivos…”247.

La doctrina obedece a las variadas corrientes ideológicas del Derecho y se adecúa


también, a las diferentes etapas del Estado y los cambios de la humanidad a través de su
historia, por lo tanto a mi criterio, esta, bien pueden ser utilizada a conveniencia de los
operadores de justicia conforme su línea de pensamiento.

b) Tratados Internacionales:

243
Cf. Montaña Pinto, “Teoría utópica de las fuentes del derecho ecuatoriano”, 176-8.
244
Ecuador. Código Civil en Registro Oficial, Suplemento No. 046 de 24 de junio de 2005, art. 2.
245
Delgadillo Gutiérrez, “Elementos de Derecho Administrativo”, 82.
246
Linares, “Derecho Administrativo”, 35.
247
Cueto Rúa, “Fuentes del Derecho”, 200-1.
71

En función del principio de soberanía nacional y autodeterminación


normativa de cada Estado, se ha planteado la problemática en gran parte de la
doctrina, para considerar a las Tratados Internacionales como fuentes ciertas del
derecho interno.
La controversia, gira en torno a que si los Tratados Internacionales, por si
solos constituyen una rama de derecho interno o si adquiere dicha cualidad con su
aprobación a través de una ley248, en cuyo caso pasaría a ser una más de las fuentes
formales del ordenamiento jurídico interno. Para Enrique Silva Cimma, los Tratados
internacionales son fuentes primordiales del Derecho Internacional Público y el
Derecho Administrativo interno, por cuanto genera obligaciones recíprocas entre los
Estados parte; así como producen efectos directos en el régimen jurídico interno249.
En el caso ecuatoriano, los Tratados y los Convenios Internacionales, no
solamente que son fuente activa del derecho, sino también que ocupan un lugar
privilegiado en la jerarquía de fuentes establecida en la Constitución, pues en el
orden de aplicación de normas se superponen a la ley.

c) Principios generales del derecho:

Los principios generales, como fuente del Derecho Administrativo va más


allá de su concepción y recepción formal dentro del ordenamiento jurídico, pues aun
cuando no se consideran como tal, tienen primacía sobre las normas legales y
reglamentarias, por constituirse causa y base del ordenamiento jurídico250.
Estos son el origen y fundamento de las normas, se fundan en el respeto del
ser humano o en la naturaleza de las cosas,251son expresiones técnicas de conceptos
que acuñan juicios jurídicos de valor y cuando son utilizados por los órganos del
Estado en sus decisiones, constituye incorporados como fuente formal a las
sentencias, actos administrativos, leyes252.
Ramiro Ávila Santamaría describe tanto a los principios como a las reglas,
como normas; sin embargo, establece diferencias entre sí, los principios según

248
Sayagués Laso, “Tratado de Derecho Administrativo”, 157-8.
249
Enrique Silva Cimma, Derecho Administrativo chileno y comparado, t. I, (Santiago: Jurídica,
1995), 325.
250
Cassagne, “El principio de legalidad y el control judicial de la discrecionalidad administrativa”,44-
5.
251
Cassagne, “El Derecho Administrativo Iberoamericano”, 38.
252
Linares, “Derecho Administrativo”, 36-7.
72

menciona, son normas téticas que al carecen de hipótesis y obligación específica, no


determina de forma clara el ¿cómo? aplicarse, en virtud de ello, su comprensión y
forma de aplicación quedaría al arbitrio de su intérprete, por su lado, la regla si posee
una hipótesis y una consecuencia u obligación definida253.
Para Robert Alexy, los principios o también conocidos como mandatos de
optimización, son normas que determinan los diferentes grados y medidas de
cumplimiento de un derecho y que ordenan que algo se realice en la mayor medida
posible, considerando las posibilidades fácticas y jurídicas existentes. Para este autor
alemán, es inimaginable hablar de principios, sin hablar de las reglas, a las cuales les
da el carácter de mandatos definitivos254. Al parecer y a la simple lectura del
pensamiento de Alexy, me atrevería a decir que la diferencia entre principios y reglas
es muy clara, en razón de que los primeros determinan el cumplimiento de un x
derecho, mientras que las reglas son normas que solo pueden ser cumplidas o
incumplidas. Sin embargo de lo dicho, Alexy es mucho más complejo y va mucho
más allá del sentido propio de sus conceptos, al determinar que la diferencia entre
ambos preceptos jurídicos, se condicionaría esencialmente por la manera en la que se
soluciona el conflicto entre sí.
Al hablar de conflictos entre reglas el profesor alemán, es claro y enfático al
mencionar que este se resuelve con la inmersión de una cláusula de excepción entre
ellas; mientras que en el conflicto entre principios se establece a la ponderación como
mecanismo efectivo que dirima la prioridad de unos frente a otros, bajo el principio
de proporcionalidad y de los subprincipios de idoneidad, necesidad y
proporcionalidad en sentido estricto255.
Si bien Ramiro Ávila reconoce expresamente la existencia del conflicto entre
principios y reglas, rescata como punto de inflexión a su complementariedad, puesto
que, según sostiene, no se puede aplicar un principio si no existe una regla y para el
caso ecuatoriano, al contar con una Corte Constitucional, cuyas decisiones y
sentencias generalmente son de carácter vinculante, se puede decir que en veces la
aplicación sola de un principio devendría en la creación de una regla256.
En materia administrativa, estos principios generales son inmutables,

253
Ramiro Ávila Santamaría, En defensa del Neoconstitucionalismo andino (Quito: Corporación de
Estudios y Publicaciones, 2014), 13.
254
Robert Alexy, Tres escritos sobre los derechos fundamentales y la teoría de los principios, trad.
Carlos Bernal Pulido, 1ra. ed., (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2003), 93-7.
255
Cf. Íbid., 96-101.
256
Cf. Ramiro Ávila Santamaría, “En defensa del Neoconstitucionalismo andino”, 17.
73

universales e inherentes exclusivamente a la dignidad humana, considerada para el


presente caso, como el fenómeno último del derecho, su contribución se direcciona
principalmente al refuerzo coherente de las normas, así como para llenar lagunas
dentro del ordenamiento jurídico257.
Sin duda, los principios generales de derecho en el Estado constitucional
actual, constituyen el centro del ordenamiento jurídico, del cual emergen todas las
demás fuentes de derecho, incluida la ley.

d) Decretos y Acuerdos:

Constituyen decisiones escritas de órgano competente de Estado, en el caso


de los Decretos, que disponen en torno a situaciones jurídicas concretas e
individuales; y los Acuerdos, para poner en conocimiento del órgano inferior la
determinación sobre un asunto o materia particular, a fin de que sea aplicada258.
Una vez analizadas las fuentes del Derecho Administrativo, es importante
determinar la prelación de estas fuentes, es decir la preferencia de su aplicación, que
según Enrique Silva Cimma, se realizan desde dos perspectivas: a) según su valor
legal; y, b) atendiendo su eficacia real259.
En el caso ecuatoriano, conforme se ha detallado anteriormente la jerarquía de
aplicación de fuentes está definida en el artículo 425 de la Constitución de la
República, sin embargo, en caso de conflicto entre fuentes, el autor ecuatoriano Juan
Montaña Pinto, establece los criterios clásicos para la resolución de conflictos, a
través de los siguientes principios: a) jerarquía, que constituye la subordinación de
una norma a otra en función de su mayor o menor fuerza coactiva, determinada por la
posición orgánica y supremacía política de los sujetos que generan los diferentes
tipos de normas. La norma mayor tiene capacidad para derogar o modificar la norma
de rango inferior; b) competencial, establece la distribución de materias susceptibles
de regulación entre las diversas fuentes que integran el ordenamiento jurídico. Es el
mecanismo de protección del espacio vital de unas normas frente a otras, cualquiera
que sea su rango jerárquico; c) temporalidad, consagra la prevalencia de la norma
posterior en el tiempo, en el caso de contradicción de dos normas del mismo rango

257
Cf. Cassagne, “El principio de legalidad y el control judicial de la discrecionalidad administrativa”,
19-25.
258
Delgadillo Gutiérrez, “Elementos de Derecho Administrativo”, 81-2.
259
Cf. Silva Cimma, “Derecho Administrativo chileno y comparado”, 343.
74

normativo, sus efectos inmediatos son la derogación de la ley anterior; d)


especialidad, por el cual, una norma especia deroga o prevalece sobre una norma
general260.
Si bien el autor, define a mi criterio de forma clara la adaptación de la
jerarquía normativa en caso de conflicto, es importante destacar que el esquema
planteado por el autor ecuatoriano, únicamente se podría desarrollar en relación a
normas de carácter legal, reglamentario, estatutario, y demás actos emitidos por la
administración pública.

2.2. Supremacía de la Constitución

La supremacía es aquella cualidad que posee solamente la Constitución como


norma jurídica, al constituirse el punto de partida y la cúspide de legitimación de
todo el ordenamiento jurídico, se desarrolla a partir de la Constitución escrita de los
estados Unidos de Norteamérica, específicamente a raíz del caso Marbury vs
Madison,261 en cuyo texto el juez John Marshall, dejó sentado el carácter de “ley
suprema” de la norma constitucional262.
Antes de desarrollar más el tema, es necesario distinguir y diferenciar el
término supremacía del de primacía, que a simple vista parecerían ser términos
sinónimos, sin embargo, se distinguen, en virtud de que el primero obedece al
principio estructural de jerarquía formal o normativa, es decir a la asignación de
rangos a las normas, sea este superior o inferior; mientras que, la primacía obedece al
principio estructural de competencia, es decir la norma constitucional es aquella que
determina cómo se debe crear las normas jurídicas del sistema y qué órgano es el
competente para expedirlas263.

260
Montaña Pinto, “Teoría utópica de las fuentes del derecho ecuatoriano”, 197-200.
261
Caso Marbury vs Mardison “…Hay sólo dos alternativas demasiado claras para ser discutidas: o la
Constitución controla cualquier ley contraria a aquélla, o la Legislatura puede alterar la Constitución
mediante una ley ordinaria. Entre tales alternativas no hay términos medios: o la Constitución es la
ley suprema, inalterable por medios ordinarios; o se encuentra al mismo nivel que las leyes y de tal
modo, como cualquiera de ellas, puede reformarse o dejarse sin efecto, siempre que al Congreso le
plazca. Si es cierta la primera alternativa, entonces una ley contraria a la Constitución no es ley…”
http://patriciomaraniello.com.ar/home/wp-content/uploads/2015/01/Marbury-vs.-Madisno.pdf.
262
Armando Soto Flores, “Supremacía constitucional”, en José Barragán, Raúl Contreras, José Mateos
y otros, Teoría de la Constitución, 1ra. ed., (México: Porrúa, 2003), 169-172.
263
José Palomino Manchego, “Constitución, supremacía constitucional y teoría de fuentes”, en Víctor
Bazán, coord., Derecho Procesal Constitucional Americano y Europeo, t. I. (Buenos Aires: Abeledo
Perrot, 2010), 226.
75

La Constitución, ya no se concibe como un ejercicio de retórica política o


como expresión de un catálogo de buenas intenciones, sino como una norma jurídica,
con la misma vocación conformadora que cualquier otra; mejor dicho con una fuerza
superior e indiscutible264.
El Estado constitucional contemporáneo, es diferente al Estado de Derecho
concebido en el siglo XIX, básicamente por la distinta ubicación de la ley ordinaria
en el sistema de fuentes, por su subordinación a un texto constitucional justiciable265.

La palabra Constitución y con ella a expresión Derecho Constitucional y cualquier


otra en que el término aparezca como adjetivo, se encuentra en su origen
ostensiblemente cargada de significado político, evoca de inmediato ideas tales como
la libertad y democracia, garantía de los derechos de los ciudadanos, limitación del
poder…”266.

Para Hans Kelsen, la Constitución es la norma que establece la vía para el


desarrollo y renovación del ordenamiento, garantizando su unidad, es la norma
fundadora básica, hipotética y con fundamento de validez suprema, que consagra la
relación entre regulación de los modos de producción y coordinación de normas
jurídicas de un Estado267.

La función de la norma fundamental descubre también una particularidad del


derecho: que él mismo regula su propia creación, pues una norma determina cómo
otra norma debe ser creada y, además, en una medida variable, cuál debe ser el
contenido. En razón del carácter dinámico del derecho, una norma solo es válida en
la medida en que ha sido creada de la manera determinada por otra norma…”268.

Francisco Rubio Llorente, en sentido amplio, sostiene que la Constitución es


equivalente al de organización del poder de una entidad política diferenciada,
cualquiera sea su naturaleza o tipo de organización269.
La Constitución, como norma fundamental de un Estado, es la suma de

264
Luis Prieto Sanchís, “Neoconstitucionalismos”, en David Ortiz Gaspar y Katty Aquize Cáceres
coord., Tendencias actuales del Estado Constitucional contemporáneo. t. V. (Lima: Ara, 2013), 21.
265
Susanna Pozzolo, Neoconstitucionalismo y positivismo jurídico (Lima: Palestra, 2011), 18.
266
Ignacio de Otto, Derecho Constitucional, sistema de fuentes, 2da. reimpresión (Barcelona: Ariel,
1991), 11.
267
Kelsen, “Teoría Pura del Derecho”, 108.
268
Íbid., 147.
269
Cf. Francisco Rubio Llorente, La forma del poder, 3a. ed. (Madrid: Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, 2012), 9.
76

factores reales de poder270, es el conjunto de normas escritas, dotadas de rango


singular, que regulan la organización de poderes y definen los derechos y deberes de
sus integrantes271.
Para el autor ecuatoriano Rafael Oyarte Martínez, la Constitución es un texto
solemne, a través del cual el poder del Estado se organiza en instituciones políticas
con un régimen de garantías a derechos fundamentales272.
El concepto de Constitución como norma suprema, presupone una
determinada estructura jerárquica en el ordenamiento jurídico interno, por lo tanto es
la norma básica a la cual está sujeta la creación de normas por parte de los órganos
correspondientes273. Un orden jurídico no constituye un sistema de normas
yuxtapuestas y coordinadas, existe un orden preestablecido y esta unidad de orden
reside en que, la forma de creación y aplicación posterior de una norma se sujeta a
las determinaciones de otra superior274.
Ignacio de Otto, sostiene que este rango de supremacía y sujeción de normas
inferiores a una superior, no se cumple con el simple hecho de tener dentro de un
ordenamiento jurídico una Constitución escrita, pues el rango de suprema,
únicamente lo adquiere según menciona, cuando el mismo ordenamiento jurídico
dispone que el cumplimiento de sus preceptos sea obligatorio275.
La Constitución como norma superior, tiene implícita dos condiciones: a)
norma jurídica, de la cual derivan dos características fundamentales: la aplicación
directa y su eficacia derogatoria; y, b) supremacía, alude a la condición misma de la
Constitución como norma que funda o crea, más que a su posición dentro de un
ordenamiento jurídico (jerarquía) y cuyas características fundamentales son:
a) Eficacia como norma fundacional de la comunidad política.- La
Constitución crea jurídicamente a la sociedad.
b) Calidad de derecho fundamental del Estado.- Es la norma encargada de
fijar las reglas básicas del sistema político y del modelo institucional de
convivencia.
c) Posición de Derecho superior al resto de Derecho.- La supremacía es la
270
Raúl Contreras Bustamante, “Concepto de Constitución”, 54.
271
Remedio Sánchez Ferriz, El Estado Constitucional y su sistema de fuente, 2a. ed. (Valencia: Tirant
lo Blanch, 2002), 275.
272
Cf. Rafael Oyarte, Derecho Constitucional para fortalecer la democracia (Quito: Tribunal
Constitucional y Konrad Adenauer, Editores, 1999), 75.
273
Monroy Cabra, “La Constitución como fuente de Derecho: sistema de fuentes”, 20.
274
Hans Kelsen, “Teoría Pura del Derecho”, 147.
275
Cf. De Otto, “Derecho Constitucional, sistema de fuentes”, 15.
77

supra legalidad de la Constitución sobre las demás normas y su concepto


incluye: la jerarquía formal o normativa y de competencia o distribución; la
imposición de la Constitución de criterios de valor sobre las demás normas;
y, la capacidad para invalidar normas que contradigan su esencia276.
En otra línea de pensamiento, Manuel Aragón Reyes, sostiene que existe una
clara diferenciación entre supremacía y supra legalidad, en virtud de que, ambos
conceptos permiten identificar el sentido político y el sentido jurídico
respectivamente de la Constitución277.
Para Luis Prieto Sanchís, la supremacía, es la cualidad por medio de la cual,
una norma genera deber de obediencia o acatamiento por parte de otras normas, lo
que incluye, según menciona, una vocación de imponerse a las mismas en caso de
conflicto, en razón de la mayor fuerza que se le reconoce y no por ser posterior o más
adecuada para regular el caso concreto278.
Para el Tribunal Constitucional peruano, conforme lo cita José Palomino
Manchego, la supremacía de la Constitución, comprende:

…que una vez expresada la voluntad del poder constituyente con la creación de la
Constitución del Estado, en el orden formal y sustantivo presidido por ella, no
existen soberanos, poderes absolutos o autárquicos. Todo poder deviene entonces en
un poder constituido por la Constitución y, por consiguiente, limitado e informado,
siempre y en todos los casos, por su contenido jurídico-normativo…”279.

El máximo órgano de control constitucional peruano, al igual que el ecuatoriano,


reconoce y destaca la naturaleza jurídico-normativa de su Constitución; cuyos principios
generales constituyen el centro del ordenamiento jurídico y a los cuales debe someterse todo
el Estado.

Por su lado la Constitución ecuatoriana, establece lo siguiente:

276
Ángel Garrorena Morales, Derecho Constitucional. Teoría de la Constitución y sistema de fuentes
(Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2011), 85-86
277
Cf. Manuel Aragón Reyes, Estudios de Derecho Constitucional, 2a. ed. (Madrid: Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, 2009), 159.
278
Cf. Luis Prieto Sanchís, “Supremacía, Rigidez y Garantía de la Constitución”, en Eduardo Ferrer
Mac-Gregor y Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, coord., La Ciencia del Derecho Procesal
Constitucional. t. I. (México: Marcial Pons, 2008), 807.
279
Palomino Manchego, “Constitución, supremacía constitucional y teoría de fuentes”, 109.
78

La Constitución es la norma suprema y prevalece sobre cualquier otra del


ordenamiento jurídico. Las normas y los actos del poder público deberán mantener
conformidad con las disposiciones constitucionales; en caso contrario carecerán de
eficacia jurídica. La Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos
ratificados por el Estado que reconozcan derechos más favorables a los contenidos
en la Constitución, prevalecerán sobre cualquier otra norma jurídica o acto del poder
público”280.

La Constitución ecuatoriana, ha sido concurrente al determinar la supremacía


constitucional sobre todo el ordenamiento jurídico; así como, en establecer la
obligatoriedad de todos los órganos de poder público para adecuar su conducta en torno
a los principios generales de derecho.

2.3. El Neoconstitucionalismo y el ordenamiento jurídico/ constitucionalización


de la legalidad administrativa

Ante la pérdida de la capacidad explicativa del modelo teórico filosófico ius-


positivista, para representar a un Estado, como una nueva conceptualización, una
nueva teoría, un nuevo modelo de Estado, que asume un sinnúmero de principios
morales281, nace la denominada teoría genovesa Third theory of law, de John Mackie,
Neoconstitucionalismo o como otros lo conocen Constitucionalismo contemporáneo,
identificada como la transición de la democracia parlamentaria y Estado legislativo
al Estado y democracia constitucional, donde se materializa la irradiación de
principios en todo el Derecho282.
El Neoconstitucionalismo es una doctrina alimentada por la
constitucionalización del Derecho283, es el resultado de la convergencia de dos
tradiciones constitucionales, la primera, identificada como la supremacía de la
Constitución, que concibe a la norma constitucional como regla de juego de la
competencia social y política, que permita asegurar la autonomía de los individuos, a
fin de que sean ellos quienes desarrollen libremente su plan de vida personal y
adopten decisiones colectivas pertinentes en cada momento histórico. La segunda

280
CRE, art. 424.
281
Pozzolo, “Neoconstitucionalismo y positivismo jurídico”, 18.
282
Mauro Barberis, “El Neoconstitucionalismo. Third theory of law”, en Susana Pozzolo edit.,
Neoconstitucionalismo, derechos y justicia (Lima: Palestra, 2011), 249
283
José Ignacio Núñez Leiva, Neoconstitucionalismo y control constitucional de la ley (México:
Porrúa, 2013), 82.
79

tradición, concibe a la Constitución como el resultado de un proyecto político bien


articulado, no se limita a fijar reglas de juego, sino que pretende participar
directamente en el mismo284.
Los doctrinarios, lo describen desde dos puntos de vista: a) teórico; y, b)
ideológico. Como teoría del Derecho pretende describir los logros de la
constitucionalización, representa una alternativa respecto a la teoría iuspositivista
tradicional, caracterizado por el estatalismo, legicentrismo y formalismo
interpretativo. Mientras el Neoconstitucionalismo como ideología del Derecho, ubica
en primer plano el garantizar los derechos fundamentales, los valora positivamente y
propugna su defensa y ampliación, dejando en segundo lugar la limitación del poder
estatal285.

La acepción “Constitucionalismo” y “Neoconstitucionalismo”, designan un modelo


constitucional, es decir un conjunto de mecanismos normativos e institucionales,
realizados dentro de un sistema jurídico- político históricamente determinado, que
limitan los poderes del Estado y/o protegen los derechos fundamentales”286.

Para Mauro Barberis, entre neoconstitucionalismo y constitucionalismo,


existe solamente una distinción: el primero constituye la teoría jurídica, mientras el
segundo la filosofía política287.
La frase constitucionalización de ordenamiento jurídico, había sido utilizada
habitualmente para denominar la introducción de una Constitución por primera vez
en un ordenamiento que carecía de ella, sin embargo, este concepto no presentaba
interés alguno por parte de los juristas contemporáneos. Ante ello, la
constitucionalización del derecho, se ha tornado en un proceso de transformación de
un ordenamiento, caracterizado por una Constitución extremadamente invasora, con
capacidad de condicionar y limitar a los órganos de poder público, así como las
relaciones sociales288.
Ante lo dicho y para efectos del presente capítulo, me referiré como
Constitucionalismo contemporáneo al denominado por la gran parte de la doctrina

284
Prieto Sanchís, “Neoconstitucionalismos”, 125.
285
Paolo Comanducci, “Formas de (Neo) Constitucionalismo: Un análisis metateórico”, en Miguel
Carbonell edit., Neoconstitucionalismo (Madrid: Trotta, 2003), 83.
286
Íbid., 75.
287
Cf. Mauro Barberis, “EL Neoconstitucionalismo. Third theory of law”, 253.
288
Riccardo Guastini, “La Constitucionalización del ordenamiento jurídico: caso italiano”, en Miguel
Carbonell edit., Neoconstitucionalismo (Madrid: Trotta, 2003), 49.
80

Neoconstitucionalismo, definiéndolo como aquel proceso histórico, a través del cual,


los documentos políticos limitantes del poder público, marcan un espacio
infranqueable para la inclusión de este poder, expresado en principios jurídicos, que
se convierten en fuentes de aplicación directa, justiciables y con jerarquía normativa
suprema289.
Luigi Ferrajoli, ya venía venir el cambio de paradigma, cuando declaraba
abiertamente en crisis, al Estado legislativo, con el principio de legalidad a la cabeza,
crisis que según mencionó encuentra su génesis en la inflación legislativa y la
disfunción del lenguaje legal, es decir lenguaje cada vez más obscuro y tortuoso, que
dan lugar a complicados enredos y laberintos normativos. Así, la racionalidad de la
ley, que Hobbes había contrapuesto a la sabiduría de los jueces, se ha visto disuelta
por una legislación desordenada. Por lo tanto, expresiones como principio de
legalidad y reserva de ley, carecen cada vez de más sentido, lo que genera un ideal
para el replanteamiento o refundación de la legalidad ordinaria290.
El legislador ha dejado de ser el ente omnipresente, coherente, operativo,
justo y con una precisión y racionalidad exacta en torno a la norma que dicta. La ley
no es prácticamente nunca cierta y clara291, por lo tanto, ha dejado de ser la fuente
sustancial y primigenia del Derecho, para dar paso al conjunto denominado
ordenamiento jurídico, cuya máxima expresión y límite se encuentra en la
Constitución, a la cual se le ha sumado a más del valor político, un valor normativo.
El Constitucionalismo contemporáneo latinoamericano, comienza a nacer a
finales del siglo pasado, con ciertas variaciones entre Estados, tales como: la
expansión de derechos, el control de constitucionalidad por parte de todos los jueces,
el redimensionamiento del Estado, el constitucionalismo económico encaminado a la
equidad y al hiper- presidencialismo292, su esencia avizora un estado participativo,
donde la constitución irradia a las demás ramas del derecho y hace del juez, el
principal intérprete dentro de este complicado sistema jurídico y cuyos fallos
implican la aplicación directa de postulados de justicia y equidad establecidos en la

289
Jorge Zavala Egas, Derecho Constitucional, Neoconstitucionalismo y argumentación jurídica.
(Guayaquil: Edilex, 2010), 117.
290
Ferrajoli, “Pasado y futuro del Estado de Derecho”, en Miguel Carbonell edit.,
Neoconstitucionalismo (Madrid: Trotta, 2003), 20-1.
291
Cassagne, “El principio de legalidad y el control judicial de la discrecionalidad administrativa”,
127.
292
Ramiro Ávila Santamaría, El neoconstitucionalismo transformador. El Estado y el derecho en la
Constitución de 2008, I ed. (Quito: Abya- Yala, 2013), 60.
81

Constitución293.
En el Ecuador, el nacimiento del Constitucionalismo contemporáneo,
permitió reforzar el valor y rigidez de la Constitución y con ello, ha proporcionado al
Derecho Administrativo, elementos introductorios, novedosos y vivificantes para el
desarrollo de su actividad, tales como: el sumak kawsay y la naturaleza. El ejercicio
de la función administrativa, se considera más cercana a las ciudadanas y ciudadanos;
constituyendo de esta manera a los principios inmediación y participación activa,
como elementos permanentes de la conformación del Estado y de la vigencia de la
democracia participativa294.
Los actos administrativos, normativos o no, no pueden contradecir a ley
formal, mucho menos la Constitución; así como los órganos de poder público no
pueden obrar fuera de la competencia que les es atribuida295. Para Fiorinni, citado por
Carmen Amalia Simone Lasso, no solo las leyes tienen fundamento en la Carta
Suprema, pues esta juridicidad creada por la Constitución es materia primaria para
toda actuación administrativa. La juridicidad constitucional, es el fundamento de
validez de todos los actos y normas296.
El cambio de paradigma constitucional, ha permitido que sean los principios
(normas que contienen derechos) los que proporcionen parámetros de comprensión y
no soluciones determinantes a quienes están llamados a aplicarlos. De aquí, según
Pamela Aguirre, el principio de legalidad, más que un precepto de estricta
observancia, se convierte en el principio constitucional de legalidad297.
¿A qué se refiere Pamela Aguirre, al promulgar un principio constitucional de
legalidad? Su concepto no se dirige a fortalecer el principio de legalidad como
antaño, como fuente principal en un Estado de Derecho, sino por el contrario, a mi
criterio su pensamiento se direcciona a identificar al principio de legalidad como el
instrumento eficaz para desarrollar los principios generales de derecho, establecidos

293
Maritza Tatiana Pérez Valencia, “El Neoconstitucionalismo en el Ecuador y su influencia en el
Derecho Administrativo nacional”, en Corte Nacional de Justicia. Jurisprudencia ecuatoriana. Ciencia
y Derecho (Quito: Corte Nacional de Justicia, 2012), 44-5.
294
Pérez Valencia, “El Neoconstitucionalismo en el Ecuador y su influencia en el Derecho
Administrativo nacional”, 45-7.
295
Pérez Camacho, Derecho Administrativo, 3a. ed., vol. I. (Quito: Corporación de Estudios y
Publicaciones, 2009), 121.
296
Carmen Amalia Simone Lasso, “El Control de constitucionalidad de los actos administrativos en
Ecuador”, en Ramiro Ávila Santamaría, comp., Estado, Derecho y Justicia (Quito: Corporación
Editora Nacional, 2013), 45.
297
Cf. Pamela Aguirre, El principio constitucional de legalidad y la facultad normativa de SRI (Quito:
Corporación Editora Nacional, 2013), 23.
82

en la norma constitucional; así como, el mecanismo idóneo para la aplicación de


reserva legal en determinadas materias.
Para la jurista Maritza Pérez, el principio de legalidad tal y como lo
conocemos mutaría, para convertirse en el principio de legalidad condicionado a los
principios de justicia, pues según sostiene, la Administración Pública no se
entendería bajo la sumisión únicamente del derecho, sino de la suma de principios de
justicia social y la equidad, en casos de anomias y antinomias298.
Finalmente, es interesante notar como Luigi Ferrajoli, al igual que lo hiciera
con el Estado legislativo, ya avizoró una etapa de crisis para este Estado
constitucional, en virtud del papel exorbitante y garantista de la Constitución en
relación con la legislación y al desarrollo y posicionamiento de parte de sus fuentes
normativas fuera de los límites de la soberanía de un Estado299.

2.4. La Constitución de la República del Ecuador de 2008 y el Derecho


Administrativo

El Ecuador tuvo su origen histórico en el año de 1830 y en casi 184 años de


historia, destacaré que el tenemos en nuestro haber veinte Constituciones, es decir, se
ha expedido una nueva Constitución cada nueve años de la vida republicana nacional
y que a decir del historiador Enrique Ayala Mora, no se ha debido a la necesidad de
cambios del país, sino a la inestabilidad política a través de su historia300, así como,
al afán de creer que cada Constitución fundaba una nueva nación que partía de cero;
sin embargo, nunca fue un hecho real que se reflejara en su texto, puesto que, se
sobrepusieron las decisiones coyunturales a las necesidades de continuidad
propiamente institucional301.
A través de esta historia, existen marcadas etapas constitucionales, que las
resumiré de la siguiente manera:
a) Constitucionalismo liberal-conservador.- Comprende el período entre
1830 y 1906. Asoció la riqueza con el poder político. El Estado era
abstencionista y los derechos exclusivamente reconocidos eran os

298
Cf. Pérez Valencia, “El Neoconstitucionalismo en el Ecuador y su influencia en el Derecho
Administrativo nacional”, 52.
299
Cf. Ferrajoli, “Pasado y futuro del Estado de Derecho”, 20-1.
300
Cf. Enrique Ayala Mora, Ecuador patria de todos, 2a. ed. (Quito: Corporación Editora Nacional,
2004), 190.
301
Cf. Ayala Mora, “Historia constitucional”, 14-5.
83

individuales, de carácter civil y políticos302.


Las Constituciones de este siglo se direcciona primordialmente a
organizar el Estado, la ciudadanía y los poderes y potestades estatales,
existía una ineficiente promulgación de garantías ciudadanas, entre las
principales, se encontraban la de no ser apresado sin proceso previo, a no
ser privado del derecho a la defensa, la igualdad ante la ley, la
inviolabilidad de la vida, etc 303.
b) Constitucionalismo liberal-laico.- Comprende el período entre 1906 y
1929. La iglesia se separa del Estado, se reconocen libertades a los
ciudadanos, sin embargo el modelo político, continúa obedeciendo a un
presidencialismo autoritario304.
El liberalismo amplió la cultura nacional, se desarrolló institucionalidad,
se consolidó la autoridad secular, la separación del Estado- iglesia; sin
embargo la reforma agraria fue saboteada por los entes de poder
económico. A la muerte de Eloy Alfaro en 1912, el gobierno plutocrático
reprimió las manifestaciones populares y por el año de 1926 ya se fundaba
el Partido socialista ecuatoriano305.
c) Constitucionalismo legal-liberal-social.- Comprende el período entre 1929
y 1979. El Estado asume un rol un poco más activo en la economía.
Predomina el derecho privado, se reconoce la responsabilidad social de la
propiedad; así como, derechos sociales, económicos y culturales306.
Se dictaron cinco Constituciones, en medio de golpes de Estado y
Dictaduras, se consolidó el laicismo y la burguesía fue el actor central del
Estado307.
d) Constitucionalismo neoliberal.- Comprende el período entre 1979 y 1998.
Se privatiza servicios públicos, se desregula la economía y se flexibilizan
las relaciones laborales. Se legitimó una economía excluyente308.

302
Ávila Santamaría, “El neoconstitucionalismo transformador. El Estado y el derecho en la
Constitución de 2008”, 87.
303
Ayala Mora, “Historia constitucional”, 28-9.
304
Ávila Santamaría, “El neoconstitucionalismo transformador. El Estado y el derecho en la
Constitución de 2008”, 87.
305
Ayala Mora, “Historia constitucional, 39-40.
306
Ávila Santamaría, “El neoconstitucionalismo transformador. El Estado y el derecho en la
Constitución de 2008”, 88.
307
Ayala Mora, “Historia constitucional, 60-2.
308
Ávila Santamaría, “El neoconstitucionalismo transformador. El Estado y el derecho en la
Constitución de 2008”, 87-93.
84

e) Constitucionalismo contemporáneo.- Se considera como tal, desde la


expedición de la Constitución de 2008 hasta la actualidad. El Estados se
consagra como plurinacional y pluricultural, la promoción y protección de
los derechos es el fin último del Estado309.

El Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia, social, democrático,


soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico. Se organiza en
forma de república y se gobierna de manera descentralizada…310.

El Ecuador ha pasado de un Estado social de derecho, que pretendía


garantizar el bienestar y la justicia social; así como, promovía una Administración
Pública, dotada de competencias para establecer un nuevo orden socioeconómico en
el base a principios de orden social; a un Estado constitucional de derechos y justicia,
cuya organización, gira en el límite ya no de los denominados principios de orden
social, sino en torno a los límites de los principios constitucionales y en el marco de
la interculturalidad y plurinacionalidad.
En el Estado Constitucional, es la misma Constitución la que determina el
contenido de la ley y la estructura del poder. La norma constitucional es material, al
consagrar derechos que serán el fin propio del Estado; orgánica, puesto que,
determina los órganos que formarán parte del Estado y que se encuentran llamados a
garantizar los derechos que consagra; y, procedimental al establecer mecanismos de
participación directa311.
El Estado constitucional nos ayuda a responder las preguntas sobre “quien es
la autoridad, cómo se hacen las normas y qué contenido deben tener”312, al
responder estas preguntas planteadas por Ramiro Ávila, podemos colegir que en un
Estado Constitucional, la Corte es la autoridad, las normas se hacen en aplicación
directa y desarrollo progresivo de los principios constitucionales y además deben
contener garantías que aseguren su cumplimiento.
El Estado como tal, ya no es exclusivamente el punto de referencia, sino el
poder; desde dos perspectivas; a) pluralidad jurídica; y, b) la importancia de los

309
Ayala Mora, “Historia constitucional, 285-7.
310
CRE, art. 1
311
Ávila Santamaría, “El neoconstitucionalismo transformador. El Estado y el derecho en la
Constitución de 2008”,111.
312
Íbid., 104.
85

derechos constitucionales para la organización estatal313. El Estado redefine la


centralidad de los derechos de las personas sobre la ley y el Estado mismo, su
finalidad es el reconocimiento, promoción y garantía de estos derechos 314, de esta
manera, el interés común, punto de partida del concebido Estado de Derecho, pasa a
ser interés secundario ante la aplicación directa de los derechos constitucionales.
Las fuentes de derecho se diversifican en: precedentes constitucionales,
precedentes internacionales, políticas públicas, sentencia de jurisdicción indígena y
la moral315. La ley ya no constituye por sí sola la expresión máxima, ni la fuente
central del Estado, se busca configurarla en apego a los principios generales de
derecho, despojándola así de su naturaleza formal.
En un Estado constitucional de derechos, el Derecho crea un sistema de
garantías que la Constitución organiza para el amparo de los derechos fundamentales
de los ciudadanos316, entendidos estos, como aquellos derechos subjetivos que le son
propios a una persona, y que por su importancia tienen reconocimiento
constitucional317.
El Estado constitucional de derechos, no derecho, subraya con más énfasis, la
vigencia de todos los derechos del ser humano; así como la naturaleza considera
como individual, sujeto de derechos y obligaciones318.
En el Estado de justicia, la regla como norma hipotética o enunciado
lingüístico, es parte del ordenamiento jurídico y este ordenamiento no puede arrojar
resultados injustos; por lo que, si una regla no es coherente con el principio (norma
que contiene derechos), la autoridad encargada de aplicarla deberá buscar otra regla
y en caso de no existir, deberá crearla319.
La denominada justicia social, se fundamenta en la equidad, como
mecanismo alternativo a la conocida razonabilidad de derecho en casos de anomias o
antinomias y es básica para el desarrollo del máximo potencial de los individuos; así

313
Íbid., 123.
314
Íbid., 136.
315
Íbid., art. 124.
316
Jorge Zavala Egas, “La Constitución de 2008 y la Administración Pública en el Ecuador”, en Diego
Pérez Ordóñez comp., La Constitución Ciudadana, I ed. (Guayaquil: Taurus, 2009), 68.
317
Jorge Benavides Ordóñez, “Un repaso a la teoría general de los derechos fundamentales”, en Jorge
Benavides Ordoñez y Jhoel Escudero Soliz, coord., Manual de justicia constitucional ecuatoriana
(Quito: Centro de Estudios y difusión del Derecho Constitucional, 2013), 75.
318
Pérez Valencia, “El Neoconstitucionalismo en el Ecuador y su influencia en el Derecho
Administrativo nacional”, 51.
319
Ávila Santamaría, “El neoconstitucionalismo transformador. El Estado y el Derecho en la
Constitución de 2008”, 152.
86

como para instaurar una paz social estable320.


En definitiva, el Estado constitucional de derechos y justicia, es definido
como la organización jurídico –política, asentada en un territorio determinado,
fundado en una democracia participativa, cuyo principal instrumento es la
Constitución, a través de la cual se consolida el modelo garantista, iniciado ya, en la
Constitución de 1998, al momento de incluir acciones constitucionales como
mecanismos de protección de derechos321.
Para Jorge Zavala Egas, el Estado Constitucional de Derechos y Justicia, es
simplemente una creación normativa más, artificial, ilusoria, un proyecto a realizar,
que dista mucho de apegarse a una realidad322.
Una vez entendida de manera general la dimensión del Estado constitucional
de derechos y justicia, así como la supremacía de la Constitución dentro del sistema
de fuentes del Derecho, especialmente del Régimen Jurídico Administrativo, es
innegable no reconocer que el marco constitucional desde sus inicios en el Ecuador,
ha servido de base para la estructura de la Administración Pública nacional, aunque
nunca como ahora influye de manera decisiva en sus actuaciones.
La relación entre el Derecho Constitucional y el Administrativo, es
fundamental, ambas ramas del Derecho son parte del Derecho público. El primero de
ellos, como se ha dicho desarrolla al Estado, implantando su estructura fundamental,
forma de gobierno, estableciendo las formas de interrelación con los administrados;
así como sus derechos y garantías; mientras el Derecho Administrativo, se ocupa de
la organización y funcionamiento de esta estructura323.
Sin duda, la Constitución, se consagra como base principal del ordenamiento
jurídico administrativo, sin embargo, según sostiene Cassagne, esta subordinación,
no evita que existan interferencias entre uno y otro al existir límites imprecisos entre
ellos324.
La jueza ecuatoriana, Maritza Pérez Valencia, sostiene que el concepto
iuspositivista de Derecho Administrativo, se ha trastocado con este cambio de
paradigma constitucional, pues según menciona, este ha dejado de ser absolutamente

320
Pérez Valencia, “El Neoconstitucionalismo en el Ecuador y su influencia en el Derecho
Administrativo nacional”, 51.
321
Cf. Jaramillo Huilcapi, “Las Garantías Jurisdiccionales en el Sistema Jurídico ecuatoriano”, 8-10.
322
Cf. Zavala Egas, “La Constitución de 2008 y la Administración Pública en el Ecuador”, 68.
323
Rubén Flores Dapkevicius, Manual de Derecho Administrativo, t. II. (Buenos Aires: Bdef, 2007),
18.
324
Juan Carlos Cassagne, Derecho Administrativo, t. I. (Lima: Palestra, 2010), 158.
87

finalista en la búsqueda de sus conclusiones sea de carácter privado o de interés


general, para transformarse en un derecho causalista y de medios en su quehacer, por
el cual se busque la efectividad de la justicia en el Estado, pero en relación al
individuo-sumak kawsay-naturaleza, pues conforme la nueva línea constitucional,
esta rama del Derecho, está en la obligación de establecer técnicas de garantías
idóneas que asegure el mayor grado de efectividad de los derechos constitucionales
325
.
Para la jurista ecuatoriana, en el Derecho Administrativo en donde la
ejecución fría y literal de la norma ha sido la característica principal, únicamente la
ponderación, la proporcionalidad y la equidad, sería las herramientas que vuelquen a
la realidad estos preceptos constitucionales, desatando con ello el nacimiento del
Neoadministrativismo en el Ecuador, es decir decisiones administrativas sean estas
de carácter general o individual que plasmen el garantismo de las normas
fundamentales y los derechos de libertad de la persona, para lo cual, destaca como
exigencia latente la expedición de un Código de Procedimiento Administrativo326.

El sistema garantista es ahora el medio para alcanzar la justicia social y la


equidad, que toma forma en el derecho administrativo más que en otro, pues es
aquí que se han establecido efectivamente las medidas afirmativas de protección
de los principios rectores fundamentales…327.

Alineándome a esta posición, y acogiendo a la vez la crítica expuesta por la


jueza ecuatoriana Maritza Pérez Valencia, puedo decir que, el Derecho
Administrativo, en sus orígenes promulgado bajo los principio de libertad, igualdad y
fraternidad, representa per se, el espacio ideal para desarrollar el sistema garantista
plasmado en nuestra Constitución, sin embargo, para ello, es imperioso contar con un
marco jurídico administrativo eficiente y adecuado a nuestra nueva realidad jurídica,
que viabilice el efectivo ejercicio y aplicación directa de los principios
constitucionales, por parte de cualquier autoridad de poder público.

2.5. La actividad administrativa y el control constitucional

Pese a que, la Constitución de 2008, ha dejado claramente definida la

325
Cf. Pérez Valencia, “El Neoconstitucionalismo en el Ecuador y su influencia en el Derecho
Administrativo nacional”, 48-9.
326
Íbid., 50-2.
327
Íbid., 54.
88

disposición de ajustar toda actividad estatal al marco constitucional, según Carmen


Amelia Simone Lasso, ni en esta, ni en las anteriores Constituciones se ha destacado
de forma clara e idónea mecanismos de control constitucional de la actividad
administrativa328.
Por su parte la Constitución de 1998, establecía el control difuso o facultad de
inaplicación de los preceptos jurídicos, considerados contrarios a la Constitución;
preceptos, dentro de los cuales, no estaba clara la idea si los actos administrativos
emanados de autoridad pública al constituirse formas de aplicación del derecho con
efectos directos, se consideran o no incluidas. Es más clara y definida la disposición
contenida en su artículo 276, mediante el cual otorgaba competencia al Tribunal
Constitucional, para conocer y resolver sobre la inconstitucionalidad de los actos
administrativos de toda autoridad pública. Este mecanismo de control, en su
momento, fue considerado ineficiente por demás, al constituir como requisito
primordial previo a su demanda la presentación del apoyo de mil personas o el
informe favorable del Defensor de Pueblo329.
La Constitución de 2008, establece un control mixto de constitucionalidad,
por un lado, los jueces/zas, aplican directamente la Constitución y por otro lado, la
Corte Constitucional decide de manera general y obligatoria para todos los casos330.
En este sentido, se establece 3 mecanismos de control constitucional de los actos
administrativos:
a) Aplicación directa de la Constitución.- Los derechos y garantías
establecidos en la Constitución y en los instrumentos internacionales de derechos
humanos, son de directa e inmediata aplicación por parte de cualquier servidor
público, administrativo o judicial331, conforme lo ratifica el artículo 424 de la
Constitución.
b) La acción de Inconstitucionalidad de actos administrativos de carácter
general. Al respecto la Constitución establece:

La Corte Constitucional ejercerá, además de las que le confiera la ley, las siguientes
atribuciones:…4. Conocer y resolver, a petición de parte, la inconstitucionalidad
contra los actos administrativos con efectos generales emitidos por toda autoridad

328
Cf. Simone Lasso, “El Control de constitucionalidad de los actos administrativos en Ecuador”, 45.
329
Íbid., 46-9.
330
Ávila Santamaría, “El neoconstitucionalismo transformador. El Estado y el derecho en la
Constitución de 2008”, 64.
331
CRE, art. 11, num 3.
89

pública. La declaratoria de inconstitucionalidad tendrá como efecto la invalidez del


acto administrativo...332. (La cursiva está fuera del texto).

Entendido como acto administrativo de efectos generales, aquella declaración


unilateral de la Administración Pública, que produce consecuencias directas a un
conglomerado de ciudadanos, hecho que a decir de Carmen Simone, lo hace
confundirse con un acto normativo333.
c) La acción de protección.- Cuyo fin principal es el amparo directo y eficaz
de los derechos reconocidos en la Constitución, ante actos u omisiones emanados de
cualquier autoridad pública no judicial334. Para Carmen Simone, la concepción de
acto de autoridad pública, es más amplio que el de acto administrativo, sin embargo,
lo considera como una de las manifestaciones de dicha autoridad335.
Esta garantía jurisdiccional, si bien en teoría es considerada un progreso en
comparación con el extinto amparo constitucional, al contemplar la posibilidad de
impugnarse por acción de protección actos administrativos de carácter particular,
que tienen habilitada un vía judicial, siempre y cuando se pruebe que no es la vía
expedita para hacerlo; esto ha ocasionado que la justicia constitucional, como
mecanismo expedito y eficaz, ante los ojos de los particulares y profesionales del
derecho, venga a reemplazar a la justicia ordinaria, ocasionando con ello, que la
garantía concebida como tal, se muestre ineficaz ante el accionar de los jueces
constitucionales, quienes ante la acumulación de procesos constitucionales, en su
gran mayoría, se limitan a fallar negando la acción alegando la existencia de vía
expedita en el ámbito judicial; así como, por tratarse de un tema de mera legalidad.
Para decir de la autora Carmen Simone, nuestros mecanismos de control
constitucional son inéditos y constituyen uno de los aspectos sobre los cuales la
Constitución de 2008, presenta severas falencias336, por no adaptarse a la realidad
jurídica nacional; así como, por encontrarse en proceso de experimentación.
Podemos concluir que dentro del sistema formal de fuentes de derecho
concebido por Kelsen y Merkl, la ley como criterio de objetividad, ha pasado de ser
el eje central del sistema de fuentes de derecho, para convertirse en el acto de
ejecución inmediata a la Constitución, es decir, su validez se encuentra subordinada

332
Íbid., art. 436, num. 4.
333
Simone Lasso, “El Control de constitucionalidad de los actos administrativos en Ecuador”, 51.
334
CRE., art. 88.
335
Simone Lasso, “El Control de constitucionalidad de los actos administrativos en Ecuador”, 55.
336
Cf. Íbid., 56-7.
90

a preceptos supra legales, dentro de un Estado, caracterizado por poseer una


Constitución de valor no únicamente político sino también normativo.
Ante esta nueva realidad, el principio de legalidad, fundamento y eje central
del Derecho Administrativo, desde su nacimiento a finales del siglo XVIII, tal como
se ha dicho ya, mutaría, no para extinguirse como lo han insinuado varios tratadistas
y autores, sino para evolucionar dentro del condicionamiento y control establecido
por el modelo de Estado neoconstitucionalista.
En el Ecuador, se ha pretendido establecer con ello un renacimiento de esta
rama del Derecho, cuyo fin principal pasaría del cumplimiento del interés general a
la aplicación directa de principios y garantías constitucionales; sin embargo de ello,
la doctrina nacional, ha dejado claro que el Ecuador aún se encuentra en etapa de
experimentación, en la cual la aplicación material de derechos y garantías
constitucionales continúa aun siendo ineficaz ante y por los órganos de poder público
sean estos administrativos o judiciales.
91

Capítulo tres: La legalidad como principio constitucional, de la


actividad administrativa en la constitución de 2008

La ley, como norma primordial, manifestación de voluntad general,


contentiva de normas de carácter general y abstracta, que plasma decisiones
fundamentales de la sociedad, ha perdido en la sociedad actual la posición que le
correspondía en orden jurídico liberal337, se ha visto despojada de la fuerza legítima
originaria y ha pasado a formar parte del todo, es decir del ordenamiento jurídico y
sujeto de forma irrestricta a los principios y lineamientos establecidos en la
Constitución, entendidos estos, ya no en mero sentido formal, sino material.

Dentro de este contexto, en el presente capítulo, determinaré cuál es el


alcance, la aplicabilidad y vigencia del principio de legalidad en el actual Estado
Constitucional de derechos y justicia; así como plantearé la posición concreta de los
máximos órganos de justicia ecuatoriana.

3.1. La aplicabilidad y vigencia del principio de legalidad en el modelo del


Estado constitucional de derechos y justicia

La Constitución y su nueva concepción como norma jurídica, a través de las


novísimas corrientes neoconstitucionalistas, no solo en Ecuador, sino también en
América Latina y el mundo, es indiscutible. La ley ya no expresa los intereses
hegemónicos de la burguesía, ya no es la expresión de una sociedad política
internamente coherente338.

La ley, un tiempo medida exclusiva de todas las cosas en el campo de derecho, cede
así el paso a la Constitución y se convierte ella misma en objeto de mediación. Es
destronada en favor de una instancia más alta. Y esta instancia más alta asume ahora
la importantísima función de mantener unidas y en paz sociedades enteras divididas
en su interior y concurrenciales…339.

En el Estado constitucional, la ley se constituye en un mecanismo ordenado,


no solamente ordenador, se convierte en el instrumento idóneo y el método efectivo
de aplicación y desarrollo constitucional, es de aquí que parte, la razón fundamental

337
Montaña Plata y Ospina Garzón, “La Constitucionalización del Derecho Administrativo”, 88-90.
338
Vila Casado, “Fundamentos del derecho constitucional ecuatoriano”, 397.
339
Zagrebelsky, “El derecho dúctil”, 40.
92

para la permanencia del principio de legalidad en el ordenamiento jurídico


ecuatoriano.

La Constitución es parte del orden jurídico de Estado, “pero no de cualquier


manera: ella lo instaura y otorga fundamento a las demás piezas que lo integran”340.
En el caso ecuatoriano , la constitucionalización del derecho, se desarrolla en un
sistema de garantías que vincula y relaciona la efectiva aplicación de los derechos
fundamentales con el cumplimiento del sumak kawsay, este factor ha implicado el
surgimiento de una serie de avances constitucionales relevantes, tales como:
democracia participativa; el papel del derecho internacional de los derechos humanos
en la nueva estructura constitucional; pluralidad jurídica, el nuevo rol de los jueces y
la transformación de la teoría general de los derechos.

Es así, que en este punto de mi investigación, cabe formularme las siguientes


preguntas:

1. ¿En el recientemente adoptado Neoconstitucionalismo ecuatoriano, la ley,


mantiene o no su posición en el sistema de jerarquía de fuentes de Derecho?

La unidad del ordenamiento jurídico y la pluralidad de fuentes, encuentra


fundamento en la propia Constitución, de cuyos principios debería derivarse (efecto
de irradiación) casi de modo deductivo la ley y demás normas
infraconstitucionales341.
Sin duda la muerte de la ley, puede resultar obvia desde el momento en el que
se afirma la supremacía constitucional, sin embargo para Luis Prieto Sanchís, esto no
corresponde a una realidad, pues es necesaria una sustancialización o
rematerialización de la Constitución que encarne un orden de valores o una unidad
material342. En el Ecuador, la Constitución de 2008, ha pretendido dar ese giro de lo
formal a lo material, sin embargo y como desarrollaré más adelante, aún nos
encontramos buscando en el camino, la fórmula más efectiva de adaptación de
nuestro ordenamiento jurídico a los principios constitucionales.

340
José Gregorio Hernández G., “Poder y Constitución”, 67
341
Susanna Pozzolo, “Neoconstitucionalismo y positivismo jurídico”, 175.
342
Luis Prieto Sanchís, “Derechos fundamentales, neoconstitucionalismo y ponderación judicial”,
182.
93

Sin embrago de lo dicho, la ley aún continúa ocupando un rango esencial en


la teoría del sistema de fuentes, así lo han consagrado siempre en las constituciones
ecuatorianas a lo largo de su historia y ahora en la Constitución de 2008, no es la
excepción, así lo reconocen expresamente sus artículos 76, numeral 3, cuando
sostiene que, solo se podrá juzgar a una persona ante un juez o autoridad competente
y con observancia de trámite propio de cada procedimiento; artículo 226, al disponer
que las autoridades públicas ejercerán solo las competencias y facultades que les
sea atribuidas en la Constitución y la ley343; y, artículo 425, al establecer el siguiente
orden jerárquico de aplicación de las normas: la Constitución; los tratados y
convenios internacionales; las leyes orgánicas; las leyes ordinarias; las normas
regionales, entre otras344.
A pesar de los múltiples cambios sufridos en el Estado de Derecho, a lo largo
de todo el siglo XX, a raíz de la irrupción del modelo constitucional, para Juan
Montaña Pinto, el único cambio jurídico real, ha sido la ascensión de la Constitución
al lugar que antes ocupaba la ley, sin que ninguna de las características básicas del
Estado de Derecho cambiara.345 Desde esta óptica, el autor sostiene:
El hecho de que la nueva Constitución ecuatoriana sea, como hemos dicho, una carta
típica y “ejemplo máximo” del nuevo constitucionalismo latinoamericano indicaría
que su sistema de fuentes debería poner en entredicho el valor absoluto de la ley. Sin
embargo, paradójicamente en el sistema de fuentes de la actual Carta constitucional
de nuestro país la ley sigue manteniéndose como la norma fundamental del
ordenamiento, al punto que se puede decir que objetivamente lo único que ha variado
respecto del modelo constitucional anterior, el de la Constitución de 1998, es el
alcance del principio de legalidad pero no su naturaleza…346.

Profundizando y rebatiendo a la vez, el criterio de Montaña Pinto, no puedo


desconocer como él lo ha hecho, que el principio de supremacía constitucional,
siempre estuvo presente y ha sido un criterio recurrente en nuestras Constituciones
anteriores, por lo tanto, la Constitución de 2008, no trae consigo ese tinte novedoso,
que me haga pensar que la supremacía constitucional es un concepto moderno y
recientemente adoptado por nuestro ordenamiento jurídico, sin embargo de ello; y,
pese a su condición de norma suprema, concebida desde el mismo auge del Estado
de Derecho, más que una fuente de derecho, o norma jurídica propiamente,
constituía simplemente un programa político dirigido al legislador, quien se

343
CRE, art. 226.
344
Íbid., art. 425
345
Juan Montaña Pinto, Apuntes de Derecho Procesal Constitucional, t. I (Quito: Corte Constitucional
para el período de transición, 2011), 106.
346
Montaña Pinto, “Teoría utópica de las fuentes del derecho ecuatoriano”, 96.
94

encargaba de traducirla jurídicamente, según los criterios de oportunidad y


conveniencia347. Su carácter era pragmático, es decir, no era prescriptivo ni
propiamente normativo348.
En este punto entonces, cabe distinguir cuál es esa característica distintiva de
la Constitución 2008, que de forma idílica afiance un constitucionalismo material,
que cambie el paradigma legalista arraigado y que efectivamente catapulte la
supremacía de la norma constitucional, no al marco político, sino a lo que realmente
implica en un Estado constitucional y más en un Estado constitucional de derechos y
justicia, la norma de normas. A criterio de la autora del presente trabajo, esta
característica esencial se estatuye en su novedosa estructura y fuerza normativa, que
promueve el desarrollo y defensa de los derechos y garantías constitucionales como
el más alto deber del Estado y cuya vinculación es de directa e inmediata aplicación,
no solo ante los órganos de justicia, sino también ante los de la Administración
Pública.
Por otro lado, nos vemos enfrentados a una problemática simultánea, pues, si
bien este cambio de paradigma constitucional en el Ecuador, implica que la actuación
de todos los órganos de poder público se vinculen de forma directa a los derechos
constitucionales, es importante entender que estos derechos deben ser traducidos y
desarrollados en normas infra-constitucionales de rango legal, tal y como lo dispone
la misma norma constitucional, para su adecuada aplicación, evitando con ello el
riesgo de hiper-constitucionalizar el derecho y pretender dirimir todo conflicto
jurídico como un tema de índole constitucional. Hecho que, acogiendo el criterio de
Montaña Pinto, se traduciría en una congelación del ordenamiento jurídico, puesto
que, todo ya se ha dispuesto y resuelto en el texto constitucional349.
Analizando la realidad nacional y respondiendo a la interrogante planteada,
dentro del marco constitucional promulgado, podría afirmar que al momento, en la
casuística, sobre todo en la Administración Pública, la ley continúa siendo la fuente
principal de la actividad administrativa; hecho que al parecer, no constituye error
alguno, en virtud de que hace uso legítimo del principio de legalidad consagrado en
la Constitución de 2008; el problema a mi parecer, radica en que, ciertas normas,
siguen siendo aplicadas, aun cuando menoscaban directamente derechos y garantías

347
Cf. Íbid., 17.
348
Elías Díaz, “Estado de Derecho y legitimidad democrática, 73
349
Montaña Pinto, “Teoría utópica de las fuentes del derecho ecuatoriano”, 80.
95

constitucionales, tales como: el debido proceso y la seguridad jurídica, a vista y


paciencia de los llamados a tutelar su efectiva aplicación; así como, vulneran de
forma directa el principio de reserva de ley dispuesto por la Constitución en su
artículo 132, que en su texto dispone:
…Se requerirá de ley en los siguientes casos: 1. Regular el ejercicio de los derechos
y garantías constitucionales; 2. Tipificar infracciones y establecer las sanciones
correspondientes; 3. Crear, modificar o suprimir tributos, sin menoscabo de las
atribuciones que la Constitución confiere a los gobiernos autónomos
descentralizados; 4. Atribuir deberes, responsabilidades y competencias a los
gobiernos autónomos descentralizados; 5. Modificar la división político-
administrativa del país, excepto en lo relativo a las parroquias; 6. Otorgar a los
organismos públicos de control y regulación la facultad de expedir normas de
carácter general en las materias propias de su competencia, sin que puedan alterar o
innovar las disposiciones legales350.

La Constitución es enfática al determinar los casos concretos en los cuales la


Asamblea Nacional es el único organismo competente para regular su ámbito, sin
embargo de ello, es común ver en nuestro medio, que el ejercicio de los derechos
constitucionales, no solo se pretenda, sino que se regulen mediante Decretos
Ejecutivos, ese es el caso del Decreto Ejecutivo No. 016 de 04 de junio de 2013 y su
posterior reforma mediante Decreto Ejecutivo No. 739 de 03 de agosto de 2015
mediante los cuales se expide el Reglamento para el funcionamiento del sistema
unificado de información de las organizaciones sociales, acto normativo de carácter
general, que a todas luces regula el derecho de los ciudadanos a asociarse en forma
libre y voluntaria, establecido en el numeral 13 del artículo 66 de la norma
constitucional, contraviniendo de forma expresa la reserva de ley establecida en el
numeral 1 del artículo 132 ibídem.
Caso análogo sucede con el Decreto Ejecutivo No. 1182 de 30 de mayo de
2012, mediante el cual, se expide el Reglamento para la aplicación en el Ecuador
del derecho al refugio, establecido en el artículo 41 de la Constitución de la
República, las normas contenidas en la Convención de las Naciones Unidas de 1951
sobre el Estatuto de los Refugiados y en su protocolo de 1967”, obviando
nuevamente, la norma constitucional invocada en el caso anterior. En el presente
caso, existe una acción de inconstitucional planteada ante el máximo órgano de cierre
constitucional, signada con el No. 003-12-IA, mediante la cual, se solicita se declare
la inconstitucionalidad del Decreto Ejecutivo No. 1182 por contravenir el principio
de reserva de ley, tanto al regular un procedimiento en donde se determinan derechos

350
CRE, art. 132.
96

y obligaciones, como al determinar competencias y atribuciones a funcionarios


administrativos.
Sin embargo de lo dicho, la Corte Constitucional, se ha pronunciado al
respecto, mencionando que el Reglamento cuya inconstitucional se demandó por
atentar de forma clara al principio de reserva legal: no regula de forma general el
contenido y alcance del derecho al refugio, sino que coadyuva a asegurar su pleno
ejercicio sin que tal situación vulnere el principio de reserva de ley, al establecer
requisitos básicos para la configuración de la condición de refugiada o refugiado,
completando de tal forma la regulación que corresponde a la Ley de
Extranjería…351. Ante lo dicho, debo distar y rebatir el criterio expuesto por el
máximo órgano de cierre constitucional ecuatoriano, en virtud de que, de forma clara
el texto del Reglamento en discusión, regula de forma general el derecho al Refugio
consagrado en el artículo 41 de la norma constitucional y no desarrolla la Ley de
Extranjería tal y como la Corte Constitucional defiende.
Caso parecido, ocurre con la aplicación de los Reglamentos de Disciplina de
la Policía Nacional y de la Fuerzas Armadas, que en contraposición directa con la
disposición constitucional contenida en el numeral 2 del artículo 132 de la
Constitución, continúan siendo aplicados de forma directa en materia sancionadora.
El proceso constitucional ecuatoriano, tal y como, ha quedado evidenciado,
se encuentra aún en la etapa de experimentación, de descubrimiento, hecho que
impide de forma evidente que la Constitución, cumpla con su efecto irradiador en el
ordenamiento jurídico y de esa manera, se posesione del rango que le corresponde
dentro del sistema de jerarquía de fuentes de derecho; por lo tanto y a criterio muy
personal, esta, aún constituye un catálogo de buenas intenciones352, dentro del
sistema jurídico y régimen administrativo nacional, que no verá materializada su
esencia si entre los políticos, teóricos y juristas nacionales no exista una verdadera
comprensión del cambio de paradigma y del proceso histórico, jurídico y social
actual.

2. ¿El principio de legalidad, aún constituye garantía de seguridad jurídica en la


Constitución de 2008?

351
Ecuador. Corte Constitucional, sentencia No. 002-14-SIN-CC, caso No. 0056-12-IN y 003-12-IA
ACUMULADOS de 14 de agosto de 2014, 43.
352
Luis Prieto Sanchís, “Neoconstitucionalismos”, 21.
97

El principio constitucional de seguridad jurídica, constituye derecho cierto,


conocido, no ignorado, publicado, no secreto, verdadero 353; se erige sobre la
capacidad de previsión, que posee el individuo, sobre las consecuencias jurídicas
de sus acciones y las de los demás. Es la certeza del Derecho y la valoración que
este hace en torno a su actividad. Esta certeza abarca la presunción de legalidad y
legitimidad de las normas jurídicas 354.
La seguridad jurídica, es la garantía dada al individuo de que su persona,
bienes y derechos no serán vulnerados y que si esto llegara a pasar le serán
restituidos y resguardados por la sociedad 355. Este se deriva del cumplimiento
estricto del principio de legalidad y van ligados en la medida en que las
autoridades públicas e individuos en general, se sujeten a las prescripciones
legales previas, en casos concretos. El respeto por el principio de legalidad,
genera parámetros de regularidad, que aumentan los niveles de confianza respecto
de los resultados de las conductas 356.
El principio de seguridad jurídica, asegura la previsibilidad de las normas
como ordenadoras de conductas, ante su carencia, sería inimaginable una
sociedad equilibrada y libre, sin embargo, su esencia implica per se la
preeminencia de la ley, que se revela central e indiscutible en una sociedad
democrática, aun cuando deba subsistir con la supremacía constitucional 357.
Para Genero Eguiguren, la sujeción de la Administración pública al
principio de legalidad, efectivamente constituye garantía ciudadana de seguridad
jurídica, ante lo cual, el Estado o sus agentes, no podrán actuar de forma que no
esté prevista en el ordenamiento jurídico 358.
Sin duda es impensable creer o entender la existencia del principio de
legalidad y no aplicar seguridad jurídica o viceversa, por ser principios

353
Luciano Parejo Alfonso y Roberto Dromi, “Seguridad Pública y Derecho Administrativo”, 217.
354
Gregorio Cámara, Juan F. López, María Luisa Balaguer y José A. Montilla, Manual de Derecho
Constitucional, Francisco Belaguer Callejón, coord., vol. I, 5ª. ed. (Madrid: Tecnos, 2010), 95.
355
Mónica Madariaga Gutiérrez, “Seguridad Jurídica y administración pública en el siglo XXI”, 25.
356
Julio Andrés Ossa Santamaría, “El proceso de selección e tutelas en la corte Constitucional: una
lucha entre la igualdad y la seguridad jurídica”, en Daniel Bonilla y Manuel Iturralde, edit., Hacia un
nuevo Derecho Constitucional, I ed. (Bogotá: Universidad de los Andes, Facultad de Derecho, 2005),
386-7.
357
Eduardo García de Enterría, Democracia, ley e inmunidades del poder, 2da. ed., (Pamplona:
Civitas, 2011), 127.
358
Genaro Eguiguren, “Visión de la Administración Pública en la nueva Constitución”, en Santiago
Andrade, Agustín Grijalva y Claudia Storini, edit., La Nueva Constitución del Ecuador (Quito:
Corporación Editora Nacional, 2009), 125.
98

independientes pero directamente vinculados, por su relación de género y especie;


así lo reconoce nuestra Constitución al determinar que la seguridad jurídica se
fundamenta en el respeto a la Constitución y a la existencia de normas previas,
claras, públicas y aplicadas por las autoridades competentes 359.
Al efecto y contestando la interrogante planteada, es ineludible, que el
principio de legalidad aún constituye garantía ciudadana de seguridad jurídica, sobre
todo en temas y materias de reserva de ley, inherentes a derecho sancionador,
tributario y penal; y, siempre y cuando la norma instituida para el efecto, no
contraríe o viole los principios y garantías constitucionales.

3. ¿De legalidad administrativa a principio constitucional de legalidad o a


Juridicidad?

Para Santiago Muñoz Machado, la concebida doctrina clásica de legalidad


administrativa, constituye la habilitación positiva y formal de potestades, a los
órganos de poder público; mientras que en el sistema constitucional, la
Administración recibe esos poderes de actuación directamente de la Constitución, en
este contexto, asegura, sin duda estamos ante la constitucionalización de la
legalidad360.
Esta constitucionalización, implica que el Derecho Administrativo y en fin
todas las ramas del derecho, tienen un referente común, la Constitución, en donde se
plasma los principios fundamentales de su actuación, como es el caso ecuatoriano, al
citar el artículo 226 y 227, de nuestra Constitución, que dispone:

Las instituciones del Estado, sus organismos, dependencias, las servidoras o


servidores públicos y las personas que actúen en virtud de una potestad estatal
ejercerán solamente las competencias y facultades que les sean atribuidas en la
Constitución y la ley. Tendrán el deber de coordinar acciones para el cumplimiento
de sus fines y hacer efectivo el goce y ejercicio de los derechos reconocidos en la
Constitución.361

Es decir la actuación administrativa y todos los órganos que la conforman, no


se obligan ya, únicamente frente a la ley, el cambio de paradigma implica someter a
todos los poderes públicos en primer lugar a la Constitución y luego a la ley, ante lo

359
CRE, art. 82.
360
Muñoz Machado¸ “Tratado de Derecho Administrativo y Derecho Público General”, 407-9.
361
CRE, art. 226.
99

cual, es claro entender que, el principio de legalidad contrario a lo que muchos


sostienen, no ha desaparecido, ni se ha transformado en otro principio, simplemente
ha evolucionado y se ha afianzado en el Estado Constitucional de derechos y justicia

La administración pública constituye un servicio a la colectividad que se rige por los


principios de eficacia, eficiencia, calidad, jerarquía, desconcentración,
descentralización, coordinación, participación, planificación, transparencia y
evaluación.362

La Constitución de 2008, en su marco garantista, dispone un marco de


actuación de la administración pública en general, es decir respecto a sus actos,
hechos y contratos, a diferencia de su predecesora de 1998, que únicamente lo hacía
respecto a los servicios públicos.
La legalidad constitucional, constituye el carácter imperativo y restrictivo del
orden constitucional positivo, es una noción jurídica precisa que no da lugar a
equívoco363.
Ahora bien, en otra línea de pensamiento, hay que distinguir que para algunos
doctrinarios, la legalidad, en términos generales ha mutado y mejor dicho ha sido
desplazada por el denominado, principio de juridicidad, entendido este como el
derecho en su conjunto. Así, Marco Morales Tobar, distingue una transformación
del principio de legalidad a juridicidad en el régimen jurídico administrativo, hecho
que ha permitido renovar y ampliar, según dice, en perspectiva su concepto clásico364;
mientras, para Ignacio de Otto, la palabra legalidad no designa únicamente a la ley,
sino a todas las normas, por lo tanto, según sostiene, es también entendido como
principio de juridicidad365. En el Ecuador Marco Morales Tobar, es uno de los
primeros autores en acuñar esa denominación, con el afán de sustituir al invocado
principio de legalidad, sin embargo y como veremos más adelante, esta
denominación no surge, ni mucho menos, se encuentra normada como tal, en nuestra
Constitución.
Al efecto, es importante mencionar que Merkl, fue quien acuñó por primera
vez, el término, sin embargo, no lo hizo con el afán de sustituir o hacerlo equivalente
al conocido principio de legalidad, sino para explicar que toda actuación

362
CRE, art. 227.
363
Pierre Pactet y Ferdinand Mélin-Soucramanien, Derecho Constitucional, trad. Corina Duque
Ayala, I ed. (Bogotá: Legis, 2011), 63.
364
Morales Tobar, “Acción de Habeas Data en Viabilidad de las Garantías Jurisdiccionales” 197-8.
365
De Otto, “Derecho Constitucional”, 157.
100

administrativa, precisa de un precepto que admita semejante acción, expresa la


necesidad de un fundamento jurídico de la actuación administrativa, no se refiere a
la vinculación de la Administración con la ley. 366
Para Bartolomé Fiorini, la juridicidad implica que toda la Administración
Pública es producto de normas, es la esencia de todas las funciones del Estado de
Derecho, mientras la legalidad establece los principios específicos y distintivos para
cada uno de esos organismos y responde a principios de política jurídica, por lo tanto,
no se puede decir que la juridicidad es igual que legalidad, en vista de que, esta
última es producto de la primera, para el maestro argentino, la legalidad (especie)
perfecciona la juridicidad administrativa (género)367.
Contestando la interrogante planteada y una vez expuestos los presupuestos
esenciales del presente trabajo de investigación, puedo concluir que el denominado
para muchos doctrinarios como principio de juridicidad, para criterio de esta autora
es inherente y equiparable o al menos eso se pretende al bloque de legalidad, tal y
como lo defendiera Merkl en parte de su teoría, por lo tanto, pasa a constituirse
simplemente en una forma distinta de enunciar a la propia legalidad, en vista de que
no constituye una realidad jurídica en nuestro medio, ni puede ser concebido como
un principio constitucional, cuando no es reconocido como tal; cosa contraria, si nos
remitimos al concepto decimónico de legalidad, cuya esencia ha evolucionado, de la
expresión máxima del Estado de Derecho hasta convertirse en uno de los más
relevantes principios constitucionales dentro del régimen jurídico administrativo o lo
que sería igual, en un principio de estricta legalidad, es decir, vinculado al contenido
de los principios constitucionales.
En este punto debo alinearme e identificarme con la línea de pensamiento de
la jurista ecuatoriana Pamela Aguirre, quien identifica al principio de legalidad en el
nuevo marco constitucional, como el principio constitucional de legalidad, en un afán
a mi criterio como lo dejé dicho en el capítulo anterior, de identificar a este principio
como el instrumento eficaz para desarrollar los principios generales de derecho,
establecidos en la norma constitucional y como el mecanismo idóneo para la
aplicación de reserva legal en determinadas materias.
Finalmente, puedo acotar que el pretender cambiar el concepto intrínseco del
principio legalidad y todo lo que este abarca, por el concepto no tan novedoso de

366
Muñoz Machado¸ “Tratado de Derecho Administrativo y Derecho Público General”, 408.
367
Fiorini, “Qué es el Contencioso”, 16-9.
101

juridicidad, implicaría desconocer y pretender redescubrir la naturaleza de su


esencia.

4. ¿Cuál es el alcance, aplicabilidad y vigencia del principio de legalidad, en el


régimen jurídico administrativo, dentro de contexto de la Constitución de
2008?

A manera de introducción, diremos que el alcance del Legislador, al momento


de expedir una norma, se distingue desde el punto de vista formal y material. Los
límites formales, se caracterizan en virtud de que el órgano legislativo no puede
legislar si no lo hace a pegado al procedimiento de formación de ley establecido de
forma previa en la Constitución.
Mientras en los límites materiales, la Constitución establece el contenido de
las leyes futuras o puede limitar su objeto o materia, estableciendo para ello, reserva
de competencia en favor de la misma ley u otras fuentes. Así también, puede dictar
límites a las consecuencias jurídicas de las futuras leyes, es decir como un
determinado objeto deberá regularse de forma ya sea directa a través de órdenes y
prohibiciones al legislador o indirecta, regulando supuestos de hecho y
autodeterminándose bajo el presupuesto de jerarquía respecto al ordenamiento
jurídico368.

El legislador tiene la obligación de motivar la ley, pues esta será solamente


válida cuando tienda a expandir los principios y garantías consagrados en la
Constitución369.La ley, deja de ser una adecuación o interpretación del legislador de
lo que implica el interés general y pasa a adherir no solamente al legislador, sino a
todas las autoridades del poder público, sean estas administrativas o judiciales a un
marco constitucional.

Al efecto, la Constitución no tiene que ocupar el papel de ley, pero si el de


diseñador de un modelo de producción normativa más complejo, donde todos los
sujetos encuentran orientaciones de sentido conflictivo que demandan
ponderación370.

368
Riccardo Guastini, “La Constitución como límite a la legislación”, en Miguel Carboonell comp., 4ª.
ed. (México: Porrúa, 2008), 235-7.
369
Pozzolo, “Neoconstitucionalismo y positivismo jurídico”, 172.
370
Íbid., 184.
102

Para Eduardo García de Enterría, el principio de legalidad, indiscutiblemente


asegura el funcionamiento del Estado y de todos los poderes público, implica no
solamente que la Administración esté sometida a la ley, sino que, sus potestades de
actuación le son atribuidas de forma específica por mandato legal. Por lo tanto, su
alcance se mediría en tanto que, fuera de la ley, no existen potestades de ninguna
clase371.
En el Estado constitucional, este principio como se ha dicho anteriormente ya
constitucionalizado, debe doblegarse ante las exigencias de los casos concretos, para
volverse conforme a la Constitución y subordinarse a sus criterios sustanciales y
garantistas.

De lo expuesto, se deviene que el alcance del principio de legalidad en el


régimen jurídico administrativo, está concedido por la misma Constitución 2008,
ante lo cual, recurrimos nuevamente al tantas veces invocado, artículo 226, que
establece de forma inequívoca que las instituciones del Estado, sus organismos,
dependencias, las servidoras o servidores públicos y las personas que actúen en
virtud de una potestad estatal, ejercerán solamente las competencias y facultades que
les sean atribuidas en la Constitución y la ley372; entonces es redundante suponer que
el límite del principio de legalidad, se establece en la normas, tanto y en cuanto estas
se sometan a los preceptos constitucionales373.

3.2. El principio de legalidad/ criterios y fallos de los máximos órganos de


justicia ecuatoriana

Una vez que se han desarrollado y analizado a saciedad los presupuestos


fundamentales del concebido principio de legalidad a la luz de la doctrina clásica y
moderna, determinado además el marco jurídico nacional, es imprescindible destacar
y analizar el criterio de los máximos órganos de cierre y control de justicia ordinaria
y constitucional en torno a la aplicabilidad y vigencia del principio de legalidad en un
Estado garantista de derechos.
Es importante reconocer, que la tan conocida frase el juez es la boca de la ley
de Montesquieu, expresada en su obra Del espíritu de las leyes, ha perdido de a poco,

371
Eduardo García de Enterría, “Justicia y seguridad jurídica en un mundo de leyes desbocadas”, 39.
372
CRE, art. 226
373
Íbid., art. 11, num. 8.
103

al igual que la ley el sentido y el espíritu por la cual fue concebida y como ya lo
dicho anteriormente, hoy el juez está en la obligación de aplicar directamente
principios y reglas constitucionales e incluso en caso de conflicto crear nuevas reglas
de derecho, convirtiendo al juez ya no en mero aplicador de la ley, sino también en
creador, a través de sus sentencias de carácter vinculante.

3.2.1. Corte Constitucional


Pese a su corta vida institucional, como tal, sin duda en la actualidad jurídica
ecuatoriana, la Corte Constitucional, representa el máximo órgano de justicia
nacional, en virtud de que, inclusive está en la facultad de revisar la
constitucionalidad de los fallos emitidos por la Corte Nacional de Justicia, en este
punto, es claro denotar el como la relación de Estado y Derecho, ya no se resuelve
simplemente bajo la regla básica de obligatoriedad general de las normas jurídicas,
sino bajo el principio de constitucionalidad al cual debe someterse la ley.
Debo ser enfática al destacar que únicamente a la Corte Constitucional le está
reconocida en la actual Constitución, la facultad de emitir dictámenes y sentencias de
carácter vinculante374, por tanto jurisprudencia constitucional de acatamiento
obligatorio.

3.2.1.1. Sentencia No. 015-10-SEP-CC, Causa No. 0135-09-EP

Las Constituciones de nuestros países garantizan la seguridad jurídica a través de


algunas concreciones como: el principio de la legalidad, la publicidad de las
normas, la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o
restrictivas de derechos individuales (...)". Dicho principio se encuentra establecido
en el artículo 226 de la Constitución de la República, que prescribe: "Las
instituciones del Estado, sus organismos, dependencias, las servidoras o servidores
públicos y las personas que actúen en virtud de una potestad estatal ejercerán
solamente las competencias y facultades que les sean atribuidas en la Constitución y
la ley (...)". En aplicación de este principio, las autoridades jurisdiccionales, al
resolver las controversias sometidas a su conocimiento, tienen la obligación de
observar la normativa vigente aplicable al caso concreto. En la causa bajo análisis, en
la sentencia hoy impugnada se resolvió desechar el recurso de apelación y confirmar
la sentencia venida en grado que inadmite la acción de protección solicitada por el
señor Julio Saquisilí Guallpa. En este punto, cabe verificar si la Sala demandada, al
desechar el recurso de apelación de la acción de protección, actuó conforme las
disposiciones contenidas en la Constitución de la República del Ecuador y la Ley,

374
CRE,art. 436.
104

acatando de esta manera el principio de legalidad y consecuentemente garantizando


el derecho al debido proceso y a la seguridad…375.(La cursiva es mía).
La sentencia precedente, es una clara manifestación de que el principio de
legalidad, en un Estado constitucional, de derechos y justicia, en el que, los
principios de derecho se superponen a todo el ordenamiento jurídico, sigue
representando sin lugar a duda, garantía de debido proceso y seguridad jurídica, ante
la necesidad imperante de una interpretación uniforme para todos los ciudadanos que
afiance la previsibilidad de las normas, como reguladoras de conductas y limitantes
de libertades.

3.2.1.2. Sentencia No.0001-09-SCN-CC, Causa N.° 0002-08-CN


El principio de legalidad se configura necesariamente por un orden formado y
basado en un orden legislativo. La tipicidad es la respuesta del derecho público al
sistema positivo y tiene como fin la protección de los derechos individuales en el
marco del Derecho Penal. La necesidad imperativa de la existencia de la ley, pone en
marcha el derecho penal que al relacionarse con el principio de legalidad constituye
su fórmula de oro: “la ley lo puede todo en materia penal (…) El principio de
legalidad en relación con la creación de leyes, es el derecho el que establece las
reglas, y es la asamblea la que, en democracia, establece, mediante debate, la
creación de una determinada ley. Dentro de un modelo constitucional, estas no solo
deben suscribirse dentro de la categoría de vigencia-concepto diferente de la validez
y de la eficacia-. Es decir, las leyes que se encuentren subsumiendo derechos
constitucionales o que desarrollen prohibiciones expresas en las normas
constitucionales, por ejemplo: las que perdonan las violaciones masivas de los
derechos humanos o desarrollan normas discriminatorias, tienen per se
características que las vuelven anulables o inconstitucionales…376.

La reserva legal, como subprincipio del de legalidad y como tratamiento jurídico


de temas específicos, es un criterio recurrente en la Constitución ecuatoriana,
inclusive en la de 2008, sobre todo en materia sancionadora, tributaria y penal, sin
embargo, las leyes que contengan esta reserva, tienen la obligación de adecuar y
vincular la relación validez y eficacia (materialización) de sus preceptos a través de
la aplicación de principios generales de derecho, caso contrario, estarían expuestas a
ser expulsadas del ordenamiento jurídico a través de una revisión de
constitucionalidad.

375
Ecuador. Corte Constitucional, sentencia No. 0015-10-SEP-CC, caso No. 0135-09-EP, de 15 de
abril de 2010.
376
Ecuador. Corte Constitucional, sentencia No. 0001-09-SCN-CC, caso No. 0002-08-CN, de 14 de
mayo de 2009.
105

3.2.1.3. Sentencia No. 080-14-SEP-CC, Causa No. 1483-12-EP


Al respecto, para ejemplificar este tema, la Corte Constitucional del Ecuador, para el
período de transición, en la sentencia N.0 064-12-SEP-CC, pronunciada en la causa
No. 341-10-EP, manifestó que a los jueces, al emitir sus resoluciones: "(...) Les
corresponde reflexionar y discernir sobre dos niveles, en los asuntos que conocen: el
de legalidad y el de constitucionalidad, (…). Evidentemente, la cuestión se toma más
compleja ante la difícil tarea de establecer un límite exacto entre el nivel de reflexión
constitucional, y el nivel de reflexión legal de un derecho. Quizá una herramienta
que podría damos una relativa certeza sobre este problema es distinguir las diferentes
facetas que puede tener un derecho como tal, por ejemplo: la destitución de un
servidor público que en el ejercicio de su función comete una falta grave, como
solicitar dádivas o recompensas, o cuando se ausenta del trabajo por más de tres días
consecutivos. Estas son cuestiones reguladas básicamente por la Ley Orgánica de
Servicio Civil y Carrera Administrativa, y Unificación y Homologación de las
Remuneraciones del Sector Público (hoy Ley Orgánica de Servicio Público), y por la
Ley de Carrera Docente y Escalafón del Magisterio Nacional; siendo una realidad
que encuentra solución, ante un potencial conflicto, en un nivel de legalidad, y ante
la justicia ordinaria. Sin embargo, el derecho de estabilidad de los servidores
públicos y los Directivos de los Planteles Educativos podrían ser objeto de un
análisis en la dimensión constitucional, concretamente en una acción de protección
cuando los hechos en los que está en juego el derecho, sobrepasan las características
típicas del nivel de legalidad, como por ejemplo, cuando el servidor público es
discriminado por su condición racial, o por su condición de género percibe una
remuneración inferior frente a un trabajo de igual valor, temas que no podrían ser
abordados de manera global procedimientos y reglas contenidos en las leyes, y que
merecen una elucubración no meramente instrumental, sino esencial del derecho( ...
)…377.

La Corte Constitucional, se cuestiona y a la vez se plantea como uno de los


problemas del constitucionalismo contemporáneo adoptado, la delimitación de la
legalidad y constitucionalidad de un derecho, situación que de forma innegable ha
derivado en el abuso y desgaste innecesario del aparataje estatal, al pretender usar a
la Corte Constitucional como una cuarta instancia de revisión legal. Ante ello, se
torna indispensable una mejor comprensión del Estado constitucional de derechos y
justicia, como el medio de amparo directo y eficaz de los derechos constitucionales.
La Corte Constitucional, en los tres casos presentados, ha reconocido de
forma expresa, la vigencia y aplicabilidad del para esta tesis conocido, como
principio constitucional de legalidad, como garantía de debido proceso y seguridad
jurídica y como mecanismo efectivo y actual de ordenamiento y limitación de
libertades y protección de derechos constitucionales.

377
Ecuador. Corte Constitucional, sentencia No. 080-14-SEP-CC, caso No. 1483-12- EP, 08 de mayo
de 2014.
106

3.3. Corte Nacional de Justicia


Si bien es cierto, no se han emitido aún, precedentes jurisprudenciales al
respecto, la Corte Nacional de Justicia, máximo órgano de revisión legal a nivel
nacional, se ha pronunciado respecto al alcance, aplicabilidad y vigencia del
principio de legalidad, sobre todo en materia penal y a la vez ha acogido el criterio
de la Corte Constitucional, en búsqueda de garantizar la defensa del derecho
objetivo en procura de la seguridad jurídica e igualdad ante la ley, pilares
fundamentales en los que se sustenta el Estado constitucional de derechos y justicia;
para tal efecto, me permito citar como referente, la parte pertinente de la absolución
de consulta que hiciera el Pleno de la Corte Nacional de Justicia, en respuesta a la
petición del doctor Leonardo Bravo González, Presidente de la Corte Provincial de
Justicia de Loja, en cuya parte pertinente se menciona:

En el Estado constitucional de derechos y justicia ecuatoriano toda autoridad,


judicial o administrativa, tiene la obligación de garantizar el ejercicio pleno de los
derechos, puesto que nuestra Constitución de la República, sujeta todos los poderes
a la legalidad, sitúa los derechos fundamentales en el centro del sistema y prevé para
ellos garantías institucionales inéditas…(la cursiva me pertenece)378.

La Corte Nacional de Justicia, reconoce y resalta la cualidad normativa de la


Constitución de 2008, dentro de la cual, distingue de forma expresa, no solo la
permanencia sino también la aplicabilidad y vigencia del principio de legalidad, sino
que a la vez, continúa sometiendo a todas las autoridades de poder público, para
afianzar la seguridad jurídica de los ciudadanos.

378
Ecuador. Corte Nacional de Justicia. Absolución de consulta, Oficio No. 1678-SG-CNJ de 11 de
diciembre de 2015, 11.
107

Conclusiones:
1. La Administración Pública, nace de la mano con el principio de legalidad,
con el objetivo de erradicar la arbitrariedad de los poderes públicos, este
hecho, sin duda plantea la necesidad permanente de conciliar el ejercicio del
poder y derechos ciudadanos.

2. El principio de legalidad, no se circunscribe únicamente a la ley formal, sino


que se hace extensivo además a todo el ordenamiento jurídico, a este
fenómeno se lo conoce como bloque de legalidad o lo que para otros se
denomina como juridicidad, este último concebido, no como la evolución del
principio de legalidad, sino como la legalidad misma con efecto irradiador en
el sistema de fuentes de derecho.

3. A pesar de que, la ley formal, aún en nuestro medio, sigue constituyendo la


columna vertebral de la administración; así como, sigue ocupando un rango
esencial en la teoría de fuentes, es imposible desconocer la desvalorización de
su alcance, en virtud de la creciente y no tan novedosa supremacía normativa
constitucional, que pretende de forma permanente relegar a la ley a un
segundo plano, así como cuestionar constantemente la eficacia de sus
contenidos.

4. En el Ecuador, el Constitucionalismo contemporáneo, nace a la expedición de


la Constitución de 2008, que proclama al Estado ecuatoriano, como
constitucional de derechos y justicia, como un Estado garantista que somete
a todos los órganos del poder público a la aplicación directa y desarrollo
eficaz de derechos constitucionales, en búsqueda de la efectividad de la
justicia, como fin último del Estado. El juez pasa de ser intérprete a ser
creador de derecho.

5. La Constitucionalización absoluta del derecho, acarrea consecuencias


negativas, en virtud de que el debate entre justicia o injusticia material de las
leyes, quedará adormecido y casi por completo desplazado al momento
constituyente, es decir a discernimiento de las Corte Constitucionales. En el
Ecuador, es importante advertir, que si bien, contamos ya, con una
108

Constitución normativa que somete a todas las demás fuentes de derecho a


través de la aplicación directa de principios y garantías constitucionales, es
necesario también, destacar la mayor generalidad de la norma constitucional,
factor que habilita una textura abierta en muchas veces de estos principios, y
que de forma inevitable nos conduce a normarlos ya sea en leyes o
reglamentos.

6. En el Estado constitucional de derechos y justicia ecuatoriano, el principio


de legalidad no sólo se encuentra reconocido en la Constitución, sino que
refuerza otros principios constitucionales como el debido proceso y la
seguridad jurídica, constituyéndose en garantía de su cumplimiento, ha
evolucionado de la máxima expresión del Estado de Derecho a constituirse en
el principio constitucional de legalidad, o lo que es igual en un principio de
estricta legalidad, es decir vinculado al contenido de principios
constitucionales.

7. En el Ecuador, la constitucionalización del derecho, aún continúa en etapa de


experimentación, aún existe deficiente entendimiento y comprensión de lo
que implicó el cambio de paradigma a la expedición de la Constitución de
2008, por lo tanto, la materialización que se promulga, está aún lejos de
cumplirse, como lo dije anteriormente, hasta que no existe una real
comprensión y aceptación alejada de conveniencias políticas.

8. El alcance, aplicabilidad y vigencia del principio de legalidad en el régimen


jurídico administrativo, está normado y reforzado por la misma Constitución
2008, en tanto que, de forma inequívoca, dispone que todas las instituciones del
Estado, sus organismos, dependencias, las servidoras o servidores públicos y las
personas que actúen en virtud de una potestad estatal, ejercerán solamente las
competencias y facultades que les sean atribuidas en la Constitución y la ley, esta
última, en tanto y en cuanto estas se someta a los preceptos constitucionales. Así lo
reconocen las máximas Cortes de justicia ordinaria y constitucional
ecuatoriana en sus fallos en los que destacan la permanencia del principio de
legalidad en el ordenamiento ya no, como un referente del viejo Estado de
Derecho, sino como el principio desarrollador de los principios
constitucionales, en especial del debido proceso y seguridad jurídica.
109

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