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Pregunta 1:
TEXTO 1 (1 – 12)
1. “Estudios de ADN esclarecen la identidad de los progenitores del rey niño y proporcionan
nuevas pistas acerca de su muerte prematura. Las momias ejercen una fascinación poderosa,
guardianas celosas de secretos, una vez fueron personas vivas que amaron tal como
hacemos hoy. Por ello, siempre he creído que debemos honrar a los antiguos difuntos y
permitirles descansar en paz. No obstante, sólo el estudio de sus cuerpos nos permite
desentrañar los secretos de los faraones y es gracias a eso que ahora, mediante tomografías
computarizadas practicadas en 2005 a la momia del rey Tutankamón, hemos comprobado que
el monarca no falleció –como muchos creen- a consecuencia de un golpe en la cabeza. Por el
contrario, aunque la parte posterior del cráneo presenta ciertamente un orificio, nuestros
estudios revelan que fue abierto durante el proceso de momificación y, más aún, confirman
que Tutankamón murió cuando apenas tenía 19 años de edad, quizá a consecuencia de una
fractura reciente de la pierna izquierda. Al profundizar nuestro escrutinio de la momia, hemos
obtenido revelaciones extraordinarias sobre su nacimiento, vida y muerte.
2. La historia de Tutankamón es, para mí, como una obra teatral. El primer acto del drama
comienza hacia el año 1.390 a. C., varias décadas antes de su nacimiento, cuando el gran
faraón Amenhotep III asciende al trono de Egipto. Al frente de un imperio que se extendía por
1.900 Kms., con el Éufrates en su límite norte y la Cuarta Catarata del Nilo en el sur, este rey
de la dinastía XVIII poseía riquezas inimaginables y, junto con su poderosa consorte, la reina
Tiy, gobernó durante 37 años venerando a los dioses de sus antepasados –particularmente a
Amón-, en tanto que su pueblo prosperaba y las arcas reales se llenaban con el producto de
las colonias egipcias.
5. Transcurrida una década desde su ascenso al trono, Tutankamón muere sin dejar
heredero. Es sepultado con premura en una pequeña tumba más propia de plebeyos que de
un monarca y, a modo de represalia contra la apostasía de Akenatón, sus sucesores borran
de los anales históricos casi todo rastro de los reyes de Amarna, incluido Tutankamón. La
ironía es que aquel intento de erradicar su recuerdo contribuyó a la preservación de
Tutankamón para la posteridad. Menos de un siglo después de su muerte, la ubicación de la
tumba quedó en el olvido y el mausoleo, protegido de los saqueadores gracias a las
estructuras erigidas sobre él, permaneció virtualmente intacto hasta su descubrimiento, en
1922. (…)”
Zahi Hawass, “Tutankamón: Secretos de familia” (fragmento)
A) Solo I
B) Solo II
C) Solo III
D) Solo I y II
E) Solo II y III
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Pregunta 2:
TEXTO 1 (1 – 12)
1. “Estudios de ADN esclarecen la identidad de los progenitores del rey niño y proporcionan
nuevas pistas acerca de su muerte prematura. Las momias ejercen una fascinación poderosa,
guardianas celosas de secretos, una vez fueron personas vivas que amaron tal como
hacemos hoy. Por ello, siempre he creído que debemos honrar a los antiguos difuntos y
permitirles descansar en paz. No obstante, sólo el estudio de sus cuerpos nos permite
desentrañar los secretos de los faraones y es gracias a eso que ahora, mediante tomografías
computarizadas practicadas en 2005 a la momia del rey Tutankamón, hemos comprobado que
el monarca no falleció –como muchos creen- a consecuencia de un golpe en la cabeza. Por el
contrario, aunque la parte posterior del cráneo presenta ciertamente un orificio, nuestros
estudios revelan que fue abierto durante el proceso de momificación y, más aún, confirman
que Tutankamón murió cuando apenas tenía 19 años de edad, quizá a consecuencia de una
fractura reciente de la pierna izquierda. Al profundizar nuestro escrutinio de la momia, hemos
obtenido revelaciones extraordinarias sobre su nacimiento, vida y muerte.
2. La historia de Tutankamón es, para mí, como una obra teatral. El primer acto del drama
comienza hacia el año 1.390 a. C., varias décadas antes de su nacimiento, cuando el gran
faraón Amenhotep III asciende al trono de Egipto. Al frente de un imperio que se extendía por
1.900 Kms., con el Éufrates en su límite norte y la Cuarta Catarata del Nilo en el sur, este rey
de la dinastía XVIII poseía riquezas inimaginables y, junto con su poderosa consorte, la reina
Tiy, gobernó durante 37 años venerando a los dioses de sus antepasados –particularmente a
Amón-, en tanto que su pueblo prosperaba y las arcas reales se llenaban con el producto de
las colonias egipcias.
4. El fin del reinado de Akenatón está envuelto en la confusión. Uno o tal vez dos monarcas
gobiernan brevemente, bien junto a Akenatón, después de su muerte o ambas cosas. Igual
que muchos otros egiptólogos, creo que el primero de esos ‘reyes’ fue, en realidad, Nefertiti;
el segundo, un misterioso personaje llamado Semenejkara, de quien sabemos casi nada. Lo
único cierto es que, al levantarse el telón del tercer acto, el trono se encuentra ocupado por
un niño de nueve años: Tutanjatón (‘la imagen viva de Atón’). En los dos primeros años de su
reinado, el pequeño y su esposa, Anjesenpatón (hija de Akenatón y Nefertiti), abandonan
Amarna para regresar a Tebas, donde reabren los templos restituyéndoles sus riquezas y
gloria anterior, cambian sus nombres por Tutankamón y Anjesenamón, repudian la herejía de
Akenatón y proclaman públicamente su devoción renovada al culto de Amón.
5. Transcurrida una década desde su ascenso al trono, Tutankamón muere sin dejar
heredero. Es sepultado con premura en una pequeña tumba más propia de plebeyos que de
un monarca y, a modo de represalia contra la apostasía de Akenatón, sus sucesores borran
de los anales históricos casi todo rastro de los reyes de Amarna, incluido Tutankamón. La
ironía es que aquel intento de erradicar su recuerdo contribuyó a la preservación de
Tutankamón para la posteridad. Menos de un siglo después de su muerte, la ubicación de la
tumba quedó en el olvido y el mausoleo, protegido de los saqueadores gracias a las
estructuras erigidas sobre él, permaneció virtualmente intacto hasta su descubrimiento, en
1922. (…)”
Zahi Hawass, “Tutankamón: Secretos de familia” (fragmento)
Acerca de la figura de Nefertiti, en el texto se afirma que
A) Solo I
B) Solo II
C) Solo III
D) Solo I y II
E) I, II y III
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Pregunta 3:
TEXTO 1 (1 – 12)
1. “Estudios de ADN esclarecen la identidad de los progenitores del rey niño y proporcionan
nuevas pistas acerca de su muerte prematura. Las momias ejercen una fascinación poderosa,
guardianas celosas de secretos, una vez fueron personas vivas que amaron tal como
hacemos hoy. Por ello, siempre he creído que debemos honrar a los antiguos difuntos y
permitirles descansar en paz. No obstante, sólo el estudio de sus cuerpos nos permite
desentrañar los secretos de los faraones y es gracias a eso que ahora, mediante tomografías
computarizadas practicadas en 2005 a la momia del rey Tutankamón, hemos comprobado que
el monarca no falleció –como muchos creen- a consecuencia de un golpe en la cabeza. Por el
contrario, aunque la parte posterior del cráneo presenta ciertamente un orificio, nuestros
estudios revelan que fue abierto durante el proceso de momificación y, más aún, confirman
que Tutankamón murió cuando apenas tenía 19 años de edad, quizá a consecuencia de una
fractura reciente de la pierna izquierda. Al profundizar nuestro escrutinio de la momia, hemos
obtenido revelaciones extraordinarias sobre su nacimiento, vida y muerte.
2. La historia de Tutankamón es, para mí, como una obra teatral. El primer acto del drama
comienza hacia el año 1.390 a. C., varias décadas antes de su nacimiento, cuando el gran
faraón Amenhotep III asciende al trono de Egipto. Al frente de un imperio que se extendía por
1.900 Kms., con el Éufrates en su límite norte y la Cuarta Catarata del Nilo en el sur, este rey
de la dinastía XVIII poseía riquezas inimaginables y, junto con su poderosa consorte, la reina
Tiy, gobernó durante 37 años venerando a los dioses de sus antepasados –particularmente a
Amón-, en tanto que su pueblo prosperaba y las arcas reales se llenaban con el producto de
las colonias egipcias.
3. Si bien el primer acto habla de tradiciones y de estabilidad, el segundo trata de
insurrecciones. Al morir Amenhotep III, el trono pasa a manos de su segundo hijo, Amenhotep
IV, extravagante visionario que vuelve la espalda a Amón y las demás deidades que
componían el panteón estatal, rindiendo culto a una divinidad única denominada Atón,
representada por el disco solar. En el quinto año de su reinado, Amenhotep IV cambia su
nombre por Akenatón, ‘el que sirve a Atón’ y, así, se eleva a la condición de dios vivo y deja
Tebas, la capital religiosa tradicional, para construir, 290 Kms. Al norte, una vasta urbe
ceremonial conocida hoy como Amarna. Allí se establece con su gran esposa real, la hermosa
Nefertiti, y juntos se erigen en sumos sacerdotes de Atón. El clero de Amón es despojado de
todo su poder y riqueza, y Atón surge como dios supremo.
4. El fin del reinado de Akenatón está envuelto en la confusión. Uno o tal vez dos monarcas
gobiernan brevemente, bien junto a Akenatón, después de su muerte o ambas cosas. Igual
que muchos otros egiptólogos, creo que el primero de esos ‘reyes’ fue, en realidad, Nefertiti;
el segundo, un misterioso personaje llamado Semenejkara, de quien sabemos casi nada. Lo
único cierto es que, al levantarse el telón del tercer acto, el trono se encuentra ocupado por
un niño de nueve años: Tutanjatón (‘la imagen viva de Atón’). En los dos primeros años de su
reinado, el pequeño y su esposa, Anjesenpatón (hija de Akenatón y Nefertiti), abandonan
Amarna para regresar a Tebas, donde reabren los templos restituyéndoles sus riquezas y
gloria anterior, cambian sus nombres por Tutankamón y Anjesenamón, repudian la herejía de
Akenatón y proclaman públicamente su devoción renovada al culto de Amón.
5. Transcurrida una década desde su ascenso al trono, Tutankamón muere sin dejar
heredero. Es sepultado con premura en una pequeña tumba más propia de plebeyos que de
un monarca y, a modo de represalia contra la apostasía de Akenatón, sus sucesores borran
de los anales históricos casi todo rastro de los reyes de Amarna, incluido Tutankamón. La
ironía es que aquel intento de erradicar su recuerdo contribuyó a la preservación de
Tutankamón para la posteridad. Menos de un siglo después de su muerte, la ubicación de la
tumba quedó en el olvido y el mausoleo, protegido de los saqueadores gracias a las
estructuras erigidas sobre él, permaneció virtualmente intacto hasta su descubrimiento, en
1922. (…)”
Zahi Hawass, “Tutankamón: Secretos de familia” (fragmento)
A) Solo I
B) Solo II
C) Solo III
D) Solo I y II
E) I, II y III
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Pregunta 4:
TEXTO 1 (1 – 12)
1. “Estudios de ADN esclarecen la identidad de los progenitores del rey niño y proporcionan
nuevas pistas acerca de su muerte prematura. Las momias ejercen una fascinación poderosa,
guardianas celosas de secretos, una vez fueron personas vivas que amaron tal como
hacemos hoy. Por ello, siempre he creído que debemos honrar a los antiguos difuntos y
permitirles descansar en paz. No obstante, sólo el estudio de sus cuerpos nos permite
desentrañar los secretos de los faraones y es gracias a eso que ahora, mediante tomografías
computarizadas practicadas en 2005 a la momia del rey Tutankamón, hemos comprobado que
el monarca no falleció –como muchos creen- a consecuencia de un golpe en la cabeza. Por el
contrario, aunque la parte posterior del cráneo presenta ciertamente un orificio, nuestros
estudios revelan que fue abierto durante el proceso de momificación y, más aún, confirman
que Tutankamón murió cuando apenas tenía 19 años de edad, quizá a consecuencia de una
fractura reciente de la pierna izquierda. Al profundizar nuestro escrutinio de la momia, hemos
obtenido revelaciones extraordinarias sobre su nacimiento, vida y muerte.
2. La historia de Tutankamón es, para mí, como una obra teatral. El primer acto del drama
comienza hacia el año 1.390 a. C., varias décadas antes de su nacimiento, cuando el gran
faraón Amenhotep III asciende al trono de Egipto. Al frente de un imperio que se extendía por
1.900 Kms., con el Éufrates en su límite norte y la Cuarta Catarata del Nilo en el sur, este rey
de la dinastía XVIII poseía riquezas inimaginables y, junto con su poderosa consorte, la reina
Tiy, gobernó durante 37 años venerando a los dioses de sus antepasados –particularmente a
Amón-, en tanto que su pueblo prosperaba y las arcas reales se llenaban con el producto de
las colonias egipcias.
4. El fin del reinado de Akenatón está envuelto en la confusión. Uno o tal vez dos monarcas
gobiernan brevemente, bien junto a Akenatón, después de su muerte o ambas cosas. Igual
que muchos otros egiptólogos, creo que el primero de esos ‘reyes’ fue, en realidad, Nefertiti;
el segundo, un misterioso personaje llamado Semenejkara, de quien sabemos casi nada. Lo
único cierto es que, al levantarse el telón del tercer acto, el trono se encuentra ocupado por
un niño de nueve años: Tutanjatón (‘la imagen viva de Atón’). En los dos primeros años de su
reinado, el pequeño y su esposa, Anjesenpatón (hija de Akenatón y Nefertiti), abandonan
Amarna para regresar a Tebas, donde reabren los templos restituyéndoles sus riquezas y
gloria anterior, cambian sus nombres por Tutankamón y Anjesenamón, repudian la herejía de
Akenatón y proclaman públicamente su devoción renovada al culto de Amón.
5. Transcurrida una década desde su ascenso al trono, Tutankamón muere sin dejar
heredero. Es sepultado con premura en una pequeña tumba más propia de plebeyos que de
un monarca y, a modo de represalia contra la apostasía de Akenatón, sus sucesores borran
de los anales históricos casi todo rastro de los reyes de Amarna, incluido Tutankamón. La
ironía es que aquel intento de erradicar su recuerdo contribuyó a la preservación de
Tutankamón para la posteridad. Menos de un siglo después de su muerte, la ubicación de la
tumba quedó en el olvido y el mausoleo, protegido de los saqueadores gracias a las
estructuras erigidas sobre él, permaneció virtualmente intacto hasta su descubrimiento, en
1922. (…)”
Zahi Hawass, “Tutankamón: Secretos de familia” (fragmento)
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Pregunta 5:
TEXTO 1 (1 – 12)
1. “Estudios de ADN esclarecen la identidad de los progenitores del rey niño y proporcionan
nuevas pistas acerca de su muerte prematura. Las momias ejercen una fascinación poderosa,
guardianas celosas de secretos, una vez fueron personas vivas que amaron tal como
hacemos hoy. Por ello, siempre he creído que debemos honrar a los antiguos difuntos y
permitirles descansar en paz. No obstante, sólo el estudio de sus cuerpos nos permite
desentrañar los secretos de los faraones y es gracias a eso que ahora, mediante tomografías
computarizadas practicadas en 2005 a la momia del rey Tutankamón, hemos comprobado que
el monarca no falleció –como muchos creen- a consecuencia de un golpe en la cabeza. Por el
contrario, aunque la parte posterior del cráneo presenta ciertamente un orificio, nuestros
estudios revelan que fue abierto durante el proceso de momificación y, más aún, confirman
que Tutankamón murió cuando apenas tenía 19 años de edad, quizá a consecuencia de una
fractura reciente de la pierna izquierda. Al profundizar nuestro escrutinio de la momia, hemos
obtenido revelaciones extraordinarias sobre su nacimiento, vida y muerte.
2. La historia de Tutankamón es, para mí, como una obra teatral. El primer acto del drama
comienza hacia el año 1.390 a. C., varias décadas antes de su nacimiento, cuando el gran
faraón Amenhotep III asciende al trono de Egipto. Al frente de un imperio que se extendía por
1.900 Kms., con el Éufrates en su límite norte y la Cuarta Catarata del Nilo en el sur, este rey
de la dinastía XVIII poseía riquezas inimaginables y, junto con su poderosa consorte, la reina
Tiy, gobernó durante 37 años venerando a los dioses de sus antepasados –particularmente a
Amón-, en tanto que su pueblo prosperaba y las arcas reales se llenaban con el producto de
las colonias egipcias.
4. El fin del reinado de Akenatón está envuelto en la confusión. Uno o tal vez dos monarcas
gobiernan brevemente, bien junto a Akenatón, después de su muerte o ambas cosas. Igual
que muchos otros egiptólogos, creo que el primero de esos ‘reyes’ fue, en realidad, Nefertiti;
el segundo, un misterioso personaje llamado Semenejkara, de quien sabemos casi nada. Lo
único cierto es que, al levantarse el telón del tercer acto, el trono se encuentra ocupado por
un niño de nueve años: Tutanjatón (‘la imagen viva de Atón’). En los dos primeros años de su
reinado, el pequeño y su esposa, Anjesenpatón (hija de Akenatón y Nefertiti), abandonan
Amarna para regresar a Tebas, donde reabren los templos restituyéndoles sus riquezas y
gloria anterior, cambian sus nombres por Tutankamón y Anjesenamón, repudian la herejía de
Akenatón y proclaman públicamente su devoción renovada al culto de Amón.
5. Transcurrida una década desde su ascenso al trono, Tutankamón muere sin dejar
heredero. Es sepultado con premura en una pequeña tumba más propia de plebeyos que de
un monarca y, a modo de represalia contra la apostasía de Akenatón, sus sucesores borran
de los anales históricos casi todo rastro de los reyes de Amarna, incluido Tutankamón. La
ironía es que aquel intento de erradicar su recuerdo contribuyó a la preservación de
Tutankamón para la posteridad. Menos de un siglo después de su muerte, la ubicación de la
tumba quedó en el olvido y el mausoleo, protegido de los saqueadores gracias a las
estructuras erigidas sobre él, permaneció virtualmente intacto hasta su descubrimiento, en
1922. (…)”
Zahi Hawass, “Tutankamón: Secretos de familia” (fragmento)
A) Akenatón fue un sabio monarca que gobernó una década junto a Anjesenpatón.
B) El Clero de Atón quedó sin poder al cambiar la veneración de los antiguos dioses.
Pregunta 6:
TEXTO 1 (1 – 12)
1. “Estudios de ADN esclarecen la identidad de los progenitores del rey niño y proporcionan
nuevas pistas acerca de su muerte prematura. Las momias ejercen una fascinación poderosa,
guardianas celosas de secretos, una vez fueron personas vivas que amaron tal como
hacemos hoy. Por ello, siempre he creído que debemos honrar a los antiguos difuntos y
permitirles descansar en paz. No obstante, sólo el estudio de sus cuerpos nos permite
desentrañar los secretos de los faraones y es gracias a eso que ahora, mediante tomografías
computarizadas practicadas en 2005 a la momia del rey Tutankamón, hemos comprobado que
el monarca no falleció –como muchos creen- a consecuencia de un golpe en la cabeza. Por el
contrario, aunque la parte posterior del cráneo presenta ciertamente un orificio, nuestros
estudios revelan que fue abierto durante el proceso de momificación y, más aún, confirman
que Tutankamón murió cuando apenas tenía 19 años de edad, quizá a consecuencia de una
fractura reciente de la pierna izquierda. Al profundizar nuestro escrutinio de la momia, hemos
obtenido revelaciones extraordinarias sobre su nacimiento, vida y muerte.
2. La historia de Tutankamón es, para mí, como una obra teatral. El primer acto del drama
comienza hacia el año 1.390 a. C., varias décadas antes de su nacimiento, cuando el gran
faraón Amenhotep III asciende al trono de Egipto. Al frente de un imperio que se extendía por
1.900 Kms., con el Éufrates en su límite norte y la Cuarta Catarata del Nilo en el sur, este rey
de la dinastía XVIII poseía riquezas inimaginables y, junto con su poderosa consorte, la reina
Tiy, gobernó durante 37 años venerando a los dioses de sus antepasados –particularmente a
Amón-, en tanto que su pueblo prosperaba y las arcas reales se llenaban con el producto de
las colonias egipcias.
4. El fin del reinado de Akenatón está envuelto en la confusión. Uno o tal vez dos monarcas
gobiernan brevemente, bien junto a Akenatón, después de su muerte o ambas cosas. Igual
que muchos otros egiptólogos, creo que el primero de esos ‘reyes’ fue, en realidad, Nefertiti;
el segundo, un misterioso personaje llamado Semenejkara, de quien sabemos casi nada. Lo
único cierto es que, al levantarse el telón del tercer acto, el trono se encuentra ocupado por
un niño de nueve años: Tutanjatón (‘la imagen viva de Atón’). En los dos primeros años de su
reinado, el pequeño y su esposa, Anjesenpatón (hija de Akenatón y Nefertiti), abandonan
Amarna para regresar a Tebas, donde reabren los templos restituyéndoles sus riquezas y
gloria anterior, cambian sus nombres por Tutankamón y Anjesenamón, repudian la herejía de
Akenatón y proclaman públicamente su devoción renovada al culto de Amón.
5. Transcurrida una década desde su ascenso al trono, Tutankamón muere sin dejar
heredero. Es sepultado con premura en una pequeña tumba más propia de plebeyos que de
un monarca y, a modo de represalia contra la apostasía de Akenatón, sus sucesores borran
de los anales históricos casi todo rastro de los reyes de Amarna, incluido Tutankamón. La
ironía es que aquel intento de erradicar su recuerdo contribuyó a la preservación de
Tutankamón para la posteridad. Menos de un siglo después de su muerte, la ubicación de la
tumba quedó en el olvido y el mausoleo, protegido de los saqueadores gracias a las
estructuras erigidas sobre él, permaneció virtualmente intacto hasta su descubrimiento, en
1922. (…)”
Zahi Hawass, “Tutankamón: Secretos de familia” (fragmento)
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Pregunta 7:
TEXTO 1 (1 – 12)
1. “Estudios de ADN esclarecen la identidad de los progenitores del rey niño y proporcionan
nuevas pistas acerca de su muerte prematura. Las momias ejercen una fascinación poderosa,
guardianas celosas de secretos, una vez fueron personas vivas que amaron tal como
hacemos hoy. Por ello, siempre he creído que debemos honrar a los antiguos difuntos y
permitirles descansar en paz. No obstante, sólo el estudio de sus cuerpos nos permite
desentrañar los secretos de los faraones y es gracias a eso que ahora, mediante tomografías
computarizadas practicadas en 2005 a la momia del rey Tutankamón, hemos comprobado que
el monarca no falleció –como muchos creen- a consecuencia de un golpe en la cabeza. Por el
contrario, aunque la parte posterior del cráneo presenta ciertamente un orificio, nuestros
estudios revelan que fue abierto durante el proceso de momificación y, más aún, confirman
que Tutankamón murió cuando apenas tenía 19 años de edad, quizá a consecuencia de una
fractura reciente de la pierna izquierda. Al profundizar nuestro escrutinio de la momia, hemos
obtenido revelaciones extraordinarias sobre su nacimiento, vida y muerte.
2. La historia de Tutankamón es, para mí, como una obra teatral. El primer acto del drama
comienza hacia el año 1.390 a. C., varias décadas antes de su nacimiento, cuando el gran
faraón Amenhotep III asciende al trono de Egipto. Al frente de un imperio que se extendía por
1.900 Kms., con el Éufrates en su límite norte y la Cuarta Catarata del Nilo en el sur, este rey
de la dinastía XVIII poseía riquezas inimaginables y, junto con su poderosa consorte, la reina
Tiy, gobernó durante 37 años venerando a los dioses de sus antepasados –particularmente a
Amón-, en tanto que su pueblo prosperaba y las arcas reales se llenaban con el producto de
las colonias egipcias.
4. El fin del reinado de Akenatón está envuelto en la confusión. Uno o tal vez dos monarcas
gobiernan brevemente, bien junto a Akenatón, después de su muerte o ambas cosas. Igual
que muchos otros egiptólogos, creo que el primero de esos ‘reyes’ fue, en realidad, Nefertiti;
el segundo, un misterioso personaje llamado Semenejkara, de quien sabemos casi nada. Lo
único cierto es que, al levantarse el telón del tercer acto, el trono se encuentra ocupado por
un niño de nueve años: Tutanjatón (‘la imagen viva de Atón’). En los dos primeros años de su
reinado, el pequeño y su esposa, Anjesenpatón (hija de Akenatón y Nefertiti), abandonan
Amarna para regresar a Tebas, donde reabren los templos restituyéndoles sus riquezas y
gloria anterior, cambian sus nombres por Tutankamón y Anjesenamón, repudian la herejía de
Akenatón y proclaman públicamente su devoción renovada al culto de Amón.
5. Transcurrida una década desde su ascenso al trono, Tutankamón muere sin dejar
heredero. Es sepultado con premura en una pequeña tumba más propia de plebeyos que de
un monarca y, a modo de represalia contra la apostasía de Akenatón, sus sucesores borran
de los anales históricos casi todo rastro de los reyes de Amarna, incluido Tutankamón. La
ironía es que aquel intento de erradicar su recuerdo contribuyó a la preservación de
Tutankamón para la posteridad. Menos de un siglo después de su muerte, la ubicación de la
tumba quedó en el olvido y el mausoleo, protegido de los saqueadores gracias a las
estructuras erigidas sobre él, permaneció virtualmente intacto hasta su descubrimiento, en
1922. (…)”
Zahi Hawass, “Tutankamón: Secretos de familia” (fragmento)
Pregunta 8:
TEXTO 1 (1 – 12)
1. “Estudios de ADN esclarecen la identidad de los progenitores del rey niño y proporcionan
nuevas pistas acerca de su muerte prematura. Las momias ejercen una fascinación poderosa,
guardianas celosas de secretos, una vez fueron personas vivas que amaron tal como
hacemos hoy. Por ello, siempre he creído que debemos honrar a los antiguos difuntos y
permitirles descansar en paz. No obstante, sólo el estudio de sus cuerpos nos permite
desentrañar los secretos de los faraones y es gracias a eso que ahora, mediante tomografías
computarizadas practicadas en 2005 a la momia del rey Tutankamón, hemos comprobado que
el monarca no falleció –como muchos creen- a consecuencia de un golpe en la cabeza. Por el
contrario, aunque la parte posterior del cráneo presenta ciertamente un orificio, nuestros
estudios revelan que fue abierto durante el proceso de momificación y, más aún, confirman
que Tutankamón murió cuando apenas tenía 19 años de edad, quizá a consecuencia de una
fractura reciente de la pierna izquierda. Al profundizar nuestro escrutinio de la momia, hemos
obtenido revelaciones extraordinarias sobre su nacimiento, vida y muerte.
2. La historia de Tutankamón es, para mí, como una obra teatral. El primer acto del drama
comienza hacia el año 1.390 a. C., varias décadas antes de su nacimiento, cuando el gran
faraón Amenhotep III asciende al trono de Egipto. Al frente de un imperio que se extendía por
1.900 Kms., con el Éufrates en su límite norte y la Cuarta Catarata del Nilo en el sur, este rey
de la dinastía XVIII poseía riquezas inimaginables y, junto con su poderosa consorte, la reina
Tiy, gobernó durante 37 años venerando a los dioses de sus antepasados –particularmente a
Amón-, en tanto que su pueblo prosperaba y las arcas reales se llenaban con el producto de
las colonias egipcias.
4. El fin del reinado de Akenatón está envuelto en la confusión. Uno o tal vez dos monarcas
gobiernan brevemente, bien junto a Akenatón, después de su muerte o ambas cosas. Igual
que muchos otros egiptólogos, creo que el primero de esos ‘reyes’ fue, en realidad, Nefertiti;
el segundo, un misterioso personaje llamado Semenejkara, de quien sabemos casi nada. Lo
único cierto es que, al levantarse el telón del tercer acto, el trono se encuentra ocupado por
un niño de nueve años: Tutanjatón (‘la imagen viva de Atón’). En los dos primeros años de su
reinado, el pequeño y su esposa, Anjesenpatón (hija de Akenatón y Nefertiti), abandonan
Amarna para regresar a Tebas, donde reabren los templos restituyéndoles sus riquezas y
gloria anterior, cambian sus nombres por Tutankamón y Anjesenamón, repudian la herejía de
Akenatón y proclaman públicamente su devoción renovada al culto de Amón.
5. Transcurrida una década desde su ascenso al trono, Tutankamón muere sin dejar
heredero. Es sepultado con premura en una pequeña tumba más propia de plebeyos que de
un monarca y, a modo de represalia contra la apostasía de Akenatón, sus sucesores borran
de los anales históricos casi todo rastro de los reyes de Amarna, incluido Tutankamón. La
ironía es que aquel intento de erradicar su recuerdo contribuyó a la preservación de
Tutankamón para la posteridad. Menos de un siglo después de su muerte, la ubicación de la
tumba quedó en el olvido y el mausoleo, protegido de los saqueadores gracias a las
estructuras erigidas sobre él, permaneció virtualmente intacto hasta su descubrimiento, en
1922. (…)”
Zahi Hawass, “Tutankamón: Secretos de familia” (fragmento)
A) las tomografías computarizadas realizadas en 2005 contribuyen a conocer más acerca de las
causas de la muerte de Tutankamón.
B) los estudios de ADN develan la identidad de los implicados en los homicidios de los faraones.
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Pregunta 9:
TEXTO 1 (1 – 12)
1. “Estudios de ADN esclarecen la identidad de los progenitores del rey niño y proporcionan
nuevas pistas acerca de su muerte prematura. Las momias ejercen una fascinación poderosa,
guardianas celosas de secretos, una vez fueron personas vivas que amaron tal como
hacemos hoy. Por ello, siempre he creído que debemos honrar a los antiguos difuntos y
permitirles descansar en paz. No obstante, sólo el estudio de sus cuerpos nos permite
desentrañar los secretos de los faraones y es gracias a eso que ahora, mediante tomografías
computarizadas practicadas en 2005 a la momia del rey Tutankamón, hemos comprobado que
el monarca no falleció –como muchos creen- a consecuencia de un golpe en la cabeza. Por el
contrario, aunque la parte posterior del cráneo presenta ciertamente un orificio, nuestros
estudios revelan que fue abierto durante el proceso de momificación y, más aún, confirman
que Tutankamón murió cuando apenas tenía 19 años de edad, quizá a consecuencia de una
fractura reciente de la pierna izquierda. Al profundizar nuestro escrutinio de la momia, hemos
obtenido revelaciones extraordinarias sobre su nacimiento, vida y muerte.
2. La historia de Tutankamón es, para mí, como una obra teatral. El primer acto del drama
comienza hacia el año 1.390 a. C., varias décadas antes de su nacimiento, cuando el gran
faraón Amenhotep III asciende al trono de Egipto. Al frente de un imperio que se extendía por
1.900 Kms., con el Éufrates en su límite norte y la Cuarta Catarata del Nilo en el sur, este rey
de la dinastía XVIII poseía riquezas inimaginables y, junto con su poderosa consorte, la reina
Tiy, gobernó durante 37 años venerando a los dioses de sus antepasados –particularmente a
Amón-, en tanto que su pueblo prosperaba y las arcas reales se llenaban con el producto de
las colonias egipcias.
4. El fin del reinado de Akenatón está envuelto en la confusión. Uno o tal vez dos monarcas
gobiernan brevemente, bien junto a Akenatón, después de su muerte o ambas cosas. Igual
que muchos otros egiptólogos, creo que el primero de esos ‘reyes’ fue, en realidad, Nefertiti;
el segundo, un misterioso personaje llamado Semenejkara, de quien sabemos casi nada. Lo
único cierto es que, al levantarse el telón del tercer acto, el trono se encuentra ocupado por
un niño de nueve años: Tutanjatón (‘la imagen viva de Atón’). En los dos primeros años de su
reinado, el pequeño y su esposa, Anjesenpatón (hija de Akenatón y Nefertiti), abandonan
Amarna para regresar a Tebas, donde reabren los templos restituyéndoles sus riquezas y
gloria anterior, cambian sus nombres por Tutankamón y Anjesenamón, repudian la herejía de
Akenatón y proclaman públicamente su devoción renovada al culto de Amón.
5. Transcurrida una década desde su ascenso al trono, Tutankamón muere sin dejar
heredero. Es sepultado con premura en una pequeña tumba más propia de plebeyos que de
un monarca y, a modo de represalia contra la apostasía de Akenatón, sus sucesores borran
de los anales históricos casi todo rastro de los reyes de Amarna, incluido Tutankamón. La
ironía es que aquel intento de erradicar su recuerdo contribuyó a la preservación de
Tutankamón para la posteridad. Menos de un siglo después de su muerte, la ubicación de la
tumba quedó en el olvido y el mausoleo, protegido de los saqueadores gracias a las
estructuras erigidas sobre él, permaneció virtualmente intacto hasta su descubrimiento, en
1922. (…)”
Zahi Hawass, “Tutankamón: Secretos de familia” (fragmento)
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Pregunta 10:
TEXTO 1 (1 – 12)
1. “Estudios de ADN esclarecen la identidad de los progenitores del rey niño y proporcionan
nuevas pistas acerca de su muerte prematura. Las momias ejercen una fascinación poderosa,
guardianas celosas de secretos, una vez fueron personas vivas que amaron tal como
hacemos hoy. Por ello, siempre he creído que debemos honrar a los antiguos difuntos y
permitirles descansar en paz. No obstante, sólo el estudio de sus cuerpos nos permite
desentrañar los secretos de los faraones y es gracias a eso que ahora, mediante tomografías
computarizadas practicadas en 2005 a la momia del rey Tutankamón, hemos comprobado que
el monarca no falleció –como muchos creen- a consecuencia de un golpe en la cabeza. Por el
contrario, aunque la parte posterior del cráneo presenta ciertamente un orificio, nuestros
estudios revelan que fue abierto durante el proceso de momificación y, más aún, confirman
que Tutankamón murió cuando apenas tenía 19 años de edad, quizá a consecuencia de una
fractura reciente de la pierna izquierda. Al profundizar nuestro escrutinio de la momia, hemos
obtenido revelaciones extraordinarias sobre su nacimiento, vida y muerte.
2. La historia de Tutankamón es, para mí, como una obra teatral. El primer acto del drama
comienza hacia el año 1.390 a. C., varias décadas antes de su nacimiento, cuando el gran
faraón Amenhotep III asciende al trono de Egipto. Al frente de un imperio que se extendía por
1.900 Kms., con el Éufrates en su límite norte y la Cuarta Catarata del Nilo en el sur, este rey
de la dinastía XVIII poseía riquezas inimaginables y, junto con su poderosa consorte, la reina
Tiy, gobernó durante 37 años venerando a los dioses de sus antepasados –particularmente a
Amón-, en tanto que su pueblo prosperaba y las arcas reales se llenaban con el producto de
las colonias egipcias.
4. El fin del reinado de Akenatón está envuelto en la confusión. Uno o tal vez dos monarcas
gobiernan brevemente, bien junto a Akenatón, después de su muerte o ambas cosas. Igual
que muchos otros egiptólogos, creo que el primero de esos ‘reyes’ fue, en realidad, Nefertiti;
el segundo, un misterioso personaje llamado Semenejkara, de quien sabemos casi nada. Lo
único cierto es que, al levantarse el telón del tercer acto, el trono se encuentra ocupado por
un niño de nueve años: Tutanjatón (‘la imagen viva de Atón’). En los dos primeros años de su
reinado, el pequeño y su esposa, Anjesenpatón (hija de Akenatón y Nefertiti), abandonan
Amarna para regresar a Tebas, donde reabren los templos restituyéndoles sus riquezas y
gloria anterior, cambian sus nombres por Tutankamón y Anjesenamón, repudian la herejía de
Akenatón y proclaman públicamente su devoción renovada al culto de Amón.
5. Transcurrida una década desde su ascenso al trono, Tutankamón muere sin dejar
heredero. Es sepultado con premura en una pequeña tumba más propia de plebeyos que de
un monarca y, a modo de represalia contra la apostasía de Akenatón, sus sucesores borran
de los anales históricos casi todo rastro de los reyes de Amarna, incluido Tutankamón. La
ironía es que aquel intento de erradicar su recuerdo contribuyó a la preservación de
Tutankamón para la posteridad. Menos de un siglo después de su muerte, la ubicación de la
tumba quedó en el olvido y el mausoleo, protegido de los saqueadores gracias a las
estructuras erigidas sobre él, permaneció virtualmente intacto hasta su descubrimiento, en
1922. (…)”
Zahi Hawass, “Tutankamón: Secretos de familia” (fragmento)
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Pregunta 11:
TEXTO 1 (1 – 12)
1. “Estudios de ADN esclarecen la identidad de los progenitores del rey niño y proporcionan
nuevas pistas acerca de su muerte prematura. Las momias ejercen una fascinación poderosa,
guardianas celosas de secretos, una vez fueron personas vivas que amaron tal como
hacemos hoy. Por ello, siempre he creído que debemos honrar a los antiguos difuntos y
permitirles descansar en paz. No obstante, sólo el estudio de sus cuerpos nos permite
desentrañar los secretos de los faraones y es gracias a eso que ahora, mediante tomografías
computarizadas practicadas en 2005 a la momia del rey Tutankamón, hemos comprobado que
el monarca no falleció –como muchos creen- a consecuencia de un golpe en la cabeza. Por el
contrario, aunque la parte posterior del cráneo presenta ciertamente un orificio, nuestros
estudios revelan que fue abierto durante el proceso de momificación y, más aún, confirman
que Tutankamón murió cuando apenas tenía 19 años de edad, quizá a consecuencia de una
fractura reciente de la pierna izquierda. Al profundizar nuestro escrutinio de la momia, hemos
obtenido revelaciones extraordinarias sobre su nacimiento, vida y muerte.
2. La historia de Tutankamón es, para mí, como una obra teatral. El primer acto del drama
comienza hacia el año 1.390 a. C., varias décadas antes de su nacimiento, cuando el gran
faraón Amenhotep III asciende al trono de Egipto. Al frente de un imperio que se extendía por
1.900 Kms., con el Éufrates en su límite norte y la Cuarta Catarata del Nilo en el sur, este rey
de la dinastía XVIII poseía riquezas inimaginables y, junto con su poderosa consorte, la reina
Tiy, gobernó durante 37 años venerando a los dioses de sus antepasados –particularmente a
Amón-, en tanto que su pueblo prosperaba y las arcas reales se llenaban con el producto de
las colonias egipcias.
4. El fin del reinado de Akenatón está envuelto en la confusión. Uno o tal vez dos monarcas
gobiernan brevemente, bien junto a Akenatón, después de su muerte o ambas cosas. Igual
que muchos otros egiptólogos, creo que el primero de esos ‘reyes’ fue, en realidad, Nefertiti;
el segundo, un misterioso personaje llamado Semenejkara, de quien sabemos casi nada. Lo
único cierto es que, al levantarse el telón del tercer acto, el trono se encuentra ocupado por
un niño de nueve años: Tutanjatón (‘la imagen viva de Atón’). En los dos primeros años de su
reinado, el pequeño y su esposa, Anjesenpatón (hija de Akenatón y Nefertiti), abandonan
Amarna para regresar a Tebas, donde reabren los templos restituyéndoles sus riquezas y
gloria anterior, cambian sus nombres por Tutankamón y Anjesenamón, repudian la herejía de
Akenatón y proclaman públicamente su devoción renovada al culto de Amón.
5. Transcurrida una década desde su ascenso al trono, Tutankamón muere sin dejar
heredero. Es sepultado con premura en una pequeña tumba más propia de plebeyos que de
un monarca y, a modo de represalia contra la apostasía de Akenatón, sus sucesores borran
de los anales históricos casi todo rastro de los reyes de Amarna, incluido Tutankamón. La
ironía es que aquel intento de erradicar su recuerdo contribuyó a la preservación de
Tutankamón para la posteridad. Menos de un siglo después de su muerte, la ubicación de la
tumba quedó en el olvido y el mausoleo, protegido de los saqueadores gracias a las
estructuras erigidas sobre él, permaneció virtualmente intacto hasta su descubrimiento, en
1922. (…)”
Zahi Hawass, “Tutankamón: Secretos de familia” (fragmento)
C) los secretos de la familia real egipcia constituyen una obra dramática clásica.
D) los años más prósperos de Egipto fueron con Amenhotep III y la reina Tiy.
E) Tutankamón desposó a su hermana para gobernar Tebas y recuperar el poder.
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Pregunta 12:
TEXTO 1 (1 – 12)
1. “Estudios de ADN esclarecen la identidad de los progenitores del rey niño y proporcionan
nuevas pistas acerca de su muerte prematura. Las momias ejercen una fascinación poderosa,
guardianas celosas de secretos, una vez fueron personas vivas que amaron tal como
hacemos hoy. Por ello, siempre he creído que debemos honrar a los antiguos difuntos y
permitirles descansar en paz. No obstante, sólo el estudio de sus cuerpos nos permite
desentrañar los secretos de los faraones y es gracias a eso que ahora, mediante tomografías
computarizadas practicadas en 2005 a la momia del rey Tutankamón, hemos comprobado que
el monarca no falleció –como muchos creen- a consecuencia de un golpe en la cabeza. Por el
contrario, aunque la parte posterior del cráneo presenta ciertamente un orificio, nuestros
estudios revelan que fue abierto durante el proceso de momificación y, más aún, confirman
que Tutankamón murió cuando apenas tenía 19 años de edad, quizá a consecuencia de una
fractura reciente de la pierna izquierda. Al profundizar nuestro escrutinio de la momia, hemos
obtenido revelaciones extraordinarias sobre su nacimiento, vida y muerte.
2. La historia de Tutankamón es, para mí, como una obra teatral. El primer acto del drama
comienza hacia el año 1.390 a. C., varias décadas antes de su nacimiento, cuando el gran
faraón Amenhotep III asciende al trono de Egipto. Al frente de un imperio que se extendía por
1.900 Kms., con el Éufrates en su límite norte y la Cuarta Catarata del Nilo en el sur, este rey
de la dinastía XVIII poseía riquezas inimaginables y, junto con su poderosa consorte, la reina
Tiy, gobernó durante 37 años venerando a los dioses de sus antepasados –particularmente a
Amón-, en tanto que su pueblo prosperaba y las arcas reales se llenaban con el producto de
las colonias egipcias.
4. El fin del reinado de Akenatón está envuelto en la confusión. Uno o tal vez dos monarcas
gobiernan brevemente, bien junto a Akenatón, después de su muerte o ambas cosas. Igual
que muchos otros egiptólogos, creo que el primero de esos ‘reyes’ fue, en realidad, Nefertiti;
el segundo, un misterioso personaje llamado Semenejkara, de quien sabemos casi nada. Lo
único cierto es que, al levantarse el telón del tercer acto, el trono se encuentra ocupado por
un niño de nueve años: Tutanjatón (‘la imagen viva de Atón’). En los dos primeros años de su
reinado, el pequeño y su esposa, Anjesenpatón (hija de Akenatón y Nefertiti), abandonan
Amarna para regresar a Tebas, donde reabren los templos restituyéndoles sus riquezas y
gloria anterior, cambian sus nombres por Tutankamón y Anjesenamón, repudian la herejía de
Akenatón y proclaman públicamente su devoción renovada al culto de Amón.
5. Transcurrida una década desde su ascenso al trono, Tutankamón muere sin dejar
heredero. Es sepultado con premura en una pequeña tumba más propia de plebeyos que de
un monarca y, a modo de represalia contra la apostasía de Akenatón, sus sucesores borran
de los anales históricos casi todo rastro de los reyes de Amarna, incluido Tutankamón. La
ironía es que aquel intento de erradicar su recuerdo contribuyó a la preservación de
Tutankamón para la posteridad. Menos de un siglo después de su muerte, la ubicación de la
tumba quedó en el olvido y el mausoleo, protegido de los saqueadores gracias a las
estructuras erigidas sobre él, permaneció virtualmente intacto hasta su descubrimiento, en
1922. (…)”
Zahi Hawass, “Tutankamón: Secretos de familia” (fragmento)
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Pregunta 13:
“Hambre, sed, calor, dolor, frío. Apenas Marcial redujo su percepción a la de estas realidades
esenciales, renunció a la luz que ya le era accesoria. Ignoraba su nombre. Retirado del
bautismo, con su sal desagradable, no quiso ya el olfato, ni el oído, ni siquiera la vista. Sus
manos rozaban formas placenteras. Era un ser totalmente sensible y táctil. El universo le
entraba por todos los poros. Entonces cerró los ojos que sólo divisaban gigantes nebulosos,
penetró en un cuerpo caliente, húmedo, lleno de tinieblas, que moría. El cuerpo, al sentirlo
arrebozado con su propia sustancia, resbaló hacia la vida.”
Alejo Carpentier, Viaje a la Semilla(fragmento)
B) Solo II
C) Solo III
D) Solo I y III
E) I, II y III
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Pregunta 14:
“Hambre, sed, calor, dolor, frío. Apenas Marcial redujo su percepción a la de estas realidades
esenciales, renunció a la luz que ya le era accesoria. Ignoraba su nombre. Retirado del
bautismo, con su sal desagradable, no quiso ya el olfato, ni el oído, ni siquiera la vista. Sus
manos rozaban formas placenteras. Era un ser totalmente sensible y táctil. El universo le
entraba por todos los poros. Entonces cerró los ojos que sólo divisaban gigantes nebulosos,
penetró en un cuerpo caliente, húmedo, lleno de tinieblas, que moría. El cuerpo, al sentirlo
arrebozado con su propia sustancia, resbaló hacia la vida.”
Alejo Carpentier, Viaje a la Semilla(fragmento)
Limpiar
Pregunta 15:
“Hambre, sed, calor, dolor, frío. Apenas Marcial redujo su percepción a la de estas realidades
esenciales, renunció a la luz que ya le era accesoria. Ignoraba su nombre. Retirado del
bautismo, con su sal desagradable, no quiso ya el olfato, ni el oído, ni siquiera la vista. Sus
manos rozaban formas placenteras. Era un ser totalmente sensible y táctil. El universo le
entraba por todos los poros. Entonces cerró los ojos que sólo divisaban gigantes nebulosos,
penetró en un cuerpo caliente, húmedo, lleno de tinieblas, que moría. El cuerpo, al sentirlo
arrebozado con su propia sustancia, resbaló hacia la vida.”
Alejo Carpentier, Viaje a la Semilla(fragmento)
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Pregunta 16:
“Hambre, sed, calor, dolor, frío. Apenas Marcial redujo su percepción a la de estas realidades
esenciales, renunció a la luz que ya le era accesoria. Ignoraba su nombre. Retirado del
bautismo, con su sal desagradable, no quiso ya el olfato, ni el oído, ni siquiera la vista. Sus
manos rozaban formas placenteras. Era un ser totalmente sensible y táctil. El universo le
entraba por todos los poros. Entonces cerró los ojos que sólo divisaban gigantes nebulosos,
penetró en un cuerpo caliente, húmedo, lleno de tinieblas, que moría. El cuerpo, al sentirlo
arrebozado con su propia sustancia, resbaló hacia la vida.”
Alejo Carpentier, Viaje a la Semilla(fragmento)
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Pregunta 17:
1. “En el año 66 d.C., un grupo de rebeldes judíos se apoderó de la plaza fuerte de Masada,
ciudadela ubicada sobre un promontorio rocoso que se alza 400 metros sobre el nivel del mar
Muerto, que había sido utilizada como fortaleza por los romanos desde el siglo II a.C. La
rebelión que dio muerte a toda la guarnición romana era dirigida por un tal Menahem, y tras
su muerte, por su sobrino Eleazar ben Yair. Pertenecían a un grupo de judíos radicales, los
sicarios, denominados así por el puñal o sica que solían emplear. Los sicarios formaban parte
a su vez de los zelotas, un movimiento que propugnaba el uso de la violencia para liberarse
del yugo romano y acelerar la venida del Mesías.
2. A comienzos del año 73 d.C., Flavio Silva, comandante de la Legio X Fretensis, se dispuso
a enfrentarse con los rebeldes de Masada. Habían pasado ya tres años desde la caída de
Jerusalén, tardanza tanto más sorprendente cuanto que si los romanos se pusieron en
marcha fue más por consideraciones económicas que militares, pues los rebeldes de Masada
ponían en peligro el negocio de las plantaciones de bálsamo de la vecina Eingedi,
enormemente lucrativo, y a los romanos no les convenía perder esta importante fuente de
ingresos.
3. Iniciado el ataque, los romanos lograron derribar un tramo de la muralla principal mediante
los golpes de su ariete, pero los defensores lograron cerrar la brecha con maderas y piedras.
Flavio Josefo cuenta que entonces se produjo un incendio seguido de un cambio de dirección
del viento que, por un instante, amenazó la integridad de la torre romana. Aquel día no cayó
Masada, pero tanto romanos como judíos sabían que era cuestión de tiempo.
4. Según el mismo autor, por la noche Eleazar ben Yair pronunció un discurso con el que
persuadió a los defensores de Masada de que lo mejor era quitarse la vida para ahorrarse el
oprobio de verse humillados por los romanos. Puestos todos de acuerdo, quemaron sus
posesiones y víveres, aunque respetando una parte para dejar claro que no morían por falta
de abastecimiento. Luego, puesto que la ley judía prohíbe el suicidio, cada hombre se
encargó de dar muerte a su esposa e hijos. A continuación, sortearon diez hombres que
dieron muerte al resto y, por último, uno de ellos mató a los otros nueve antes de, éste sí,
suicidarse. Cuando al día siguiente los romanos entraron en Masada se encontraron con una
montaña de más de 950 cadáveres y sólo siete supervivientes: dos ancianas y cinco niños
que se habían escondido y que contaron lo que había ocurrido en la cumbre de Masada
durante el asedio”.
www.nationalgeographic.com.es
C) había sido testigo de la caída de Jerusalén tres años después ocupar Masada.
D) dirigió un suicidio colectivo para evitar la represión del ejército de Falvio Silva.
E) fue el encargado de matar a los últimos nueve judíos que quedaban en Masada.
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Pregunta 18:
1. “En el año 66 d.C., un grupo de rebeldes judíos se apoderó de la plaza fuerte de Masada,
ciudadela ubicada sobre un promontorio rocoso que se alza 400 metros sobre el nivel del mar
Muerto, que había sido utilizada como fortaleza por los romanos desde el siglo II a.C. La
rebelión que dio muerte a toda la guarnición romana era dirigida por un tal Menahem, y tras
su muerte, por su sobrino Eleazar ben Yair. Pertenecían a un grupo de judíos radicales, los
sicarios, denominados así por el puñal o sica que solían emplear. Los sicarios formaban parte
a su vez de los zelotas, un movimiento que propugnaba el uso de la violencia para liberarse
del yugo romano y acelerar la venida del Mesías.
2. A comienzos del año 73 d.C., Flavio Silva, comandante de la Legio X Fretensis, se dispuso
a enfrentarse con los rebeldes de Masada. Habían pasado ya tres años desde la caída de
Jerusalén, tardanza tanto más sorprendente cuanto que si los romanos se pusieron en
marcha fue más por consideraciones económicas que militares, pues los rebeldes de Masada
ponían en peligro el negocio de las plantaciones de bálsamo de la vecina Eingedi,
enormemente lucrativo, y a los romanos no les convenía perder esta importante fuente de
ingresos.
3. Iniciado el ataque, los romanos lograron derribar un tramo de la muralla principal mediante
los golpes de su ariete, pero los defensores lograron cerrar la brecha con maderas y piedras.
Flavio Josefo cuenta que entonces se produjo un incendio seguido de un cambio de dirección
del viento que, por un instante, amenazó la integridad de la torre romana. Aquel día no cayó
Masada, pero tanto romanos como judíos sabían que era cuestión de tiempo.
4. Según el mismo autor, por la noche Eleazar ben Yair pronunció un discurso con el que
persuadió a los defensores de Masada de que lo mejor era quitarse la vida para ahorrarse el
oprobio de verse humillados por los romanos. Puestos todos de acuerdo, quemaron sus
posesiones y víveres, aunque respetando una parte para dejar claro que no morían por falta
de abastecimiento. Luego, puesto que la ley judía prohíbe el suicidio, cada hombre se
encargó de dar muerte a su esposa e hijos. A continuación, sortearon diez hombres que
dieron muerte al resto y, por último, uno de ellos mató a los otros nueve antes de, éste sí,
suicidarse. Cuando al día siguiente los romanos entraron en Masada se encontraron con una
montaña de más de 950 cadáveres y sólo siete supervivientes: dos ancianas y cinco niños
que se habían escondido y que contaron lo que había ocurrido en la cumbre de Masada
durante el asedio”.
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Según el texto, el interés de los romanos por recuperar Masada tiene su origen en factores
A) políticos
B) militares
C) religiosos
D) económicos
E) geográficos
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Pregunta 19:
1. “En el año 66 d.C., un grupo de rebeldes judíos se apoderó de la plaza fuerte de Masada,
ciudadela ubicada sobre un promontorio rocoso que se alza 400 metros sobre el nivel del mar
Muerto, que había sido utilizada como fortaleza por los romanos desde el siglo II a.C. La
rebelión que dio muerte a toda la guarnición romana era dirigida por un tal Menahem, y tras
su muerte, por su sobrino Eleazar ben Yair. Pertenecían a un grupo de judíos radicales, los
sicarios, denominados así por el puñal o sica que solían emplear. Los sicarios formaban parte
a su vez de los zelotas, un movimiento que propugnaba el uso de la violencia para liberarse
del yugo romano y acelerar la venida del Mesías.
2. A comienzos del año 73 d.C., Flavio Silva, comandante de la Legio X Fretensis, se dispuso
a enfrentarse con los rebeldes de Masada. Habían pasado ya tres años desde la caída de
Jerusalén, tardanza tanto más sorprendente cuanto que si los romanos se pusieron en
marcha fue más por consideraciones económicas que militares, pues los rebeldes de Masada
ponían en peligro el negocio de las plantaciones de bálsamo de la vecina Eingedi,
enormemente lucrativo, y a los romanos no les convenía perder esta importante fuente de
ingresos.
3. Iniciado el ataque, los romanos lograron derribar un tramo de la muralla principal mediante
los golpes de su ariete, pero los defensores lograron cerrar la brecha con maderas y piedras.
Flavio Josefo cuenta que entonces se produjo un incendio seguido de un cambio de dirección
del viento que, por un instante, amenazó la integridad de la torre romana. Aquel día no cayó
Masada, pero tanto romanos como judíos sabían que era cuestión de tiempo.
4. Según el mismo autor, por la noche Eleazar ben Yair pronunció un discurso con el que
persuadió a los defensores de Masada de que lo mejor era quitarse la vida para ahorrarse el
oprobio de verse humillados por los romanos. Puestos todos de acuerdo, quemaron sus
posesiones y víveres, aunque respetando una parte para dejar claro que no morían por falta
de abastecimiento. Luego, puesto que la ley judía prohíbe el suicidio, cada hombre se
encargó de dar muerte a su esposa e hijos. A continuación, sortearon diez hombres que
dieron muerte al resto y, por último, uno de ellos mató a los otros nueve antes de, éste sí,
suicidarse. Cuando al día siguiente los romanos entraron en Masada se encontraron con una
montaña de más de 950 cadáveres y sólo siete supervivientes: dos ancianas y cinco niños
que se habían escondido y que contaron lo que había ocurrido en la cumbre de Masada
durante el asedio”.
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En el texto se indica que los judíos de Masada quemaron solo parte de sus posesiones y
víveres porque
C) valoraban más los bienes materiales que sus propias vidas en tiempos de guerra.
D) creían que sus bienes distraerían a los romanos mientras se daban muerte.
E) pensaban que era necesario guardar parte de sus recursos en caso de vencer.
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Pregunta 20:
1. “En el año 66 d.C., un grupo de rebeldes judíos se apoderó de la plaza fuerte de Masada,
ciudadela ubicada sobre un promontorio rocoso que se alza 400 metros sobre el nivel del mar
Muerto, que había sido utilizada como fortaleza por los romanos desde el siglo II a.C. La
rebelión que dio muerte a toda la guarnición romana era dirigida por un tal Menahem, y tras
su muerte, por su sobrino Eleazar ben Yair. Pertenecían a un grupo de judíos radicales, los
sicarios, denominados así por el puñal o sica que solían emplear. Los sicarios formaban parte
a su vez de los zelotas, un movimiento que propugnaba el uso de la violencia para liberarse
del yugo romano y acelerar la venida del Mesías.
2. A comienzos del año 73 d.C., Flavio Silva, comandante de la Legio X Fretensis, se dispuso
a enfrentarse con los rebeldes de Masada. Habían pasado ya tres años desde la caída de
Jerusalén, tardanza tanto más sorprendente cuanto que si los romanos se pusieron en
marcha fue más por consideraciones económicas que militares, pues los rebeldes de Masada
ponían en peligro el negocio de las plantaciones de bálsamo de la vecina Eingedi,
enormemente lucrativo, y a los romanos no les convenía perder esta importante fuente de
ingresos.
3. Iniciado el ataque, los romanos lograron derribar un tramo de la muralla principal mediante
los golpes de su ariete, pero los defensores lograron cerrar la brecha con maderas y piedras.
Flavio Josefo cuenta que entonces se produjo un incendio seguido de un cambio de dirección
del viento que, por un instante, amenazó la integridad de la torre romana. Aquel día no cayó
Masada, pero tanto romanos como judíos sabían que era cuestión de tiempo.
4. Según el mismo autor, por la noche Eleazar ben Yair pronunció un discurso con el que
persuadió a los defensores de Masada de que lo mejor era quitarse la vida para ahorrarse el
oprobio de verse humillados por los romanos. Puestos todos de acuerdo, quemaron sus
posesiones y víveres, aunque respetando una parte para dejar claro que no morían por falta
de abastecimiento. Luego, puesto que la ley judía prohíbe el suicidio, cada hombre se
encargó de dar muerte a su esposa e hijos. A continuación, sortearon diez hombres que
dieron muerte al resto y, por último, uno de ellos mató a los otros nueve antes de, éste sí,
suicidarse. Cuando al día siguiente los romanos entraron en Masada se encontraron con una
montaña de más de 950 cadáveres y sólo siete supervivientes: dos ancianas y cinco niños
que se habían escondido y que contaron lo que había ocurrido en la cumbre de Masada
durante el asedio”.
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FINALIZAR (/rendir- VOLVER (/home)
prueba/taller)