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Abraham Valdelomar

Biografía

Pedro Abraham Valdelomar Pinto nació en Ica, Perú el 27 de abril de 1888. Su infancia la vive en la
ciudad de Pisco. Estudia en la Universidad Nacional Mayor de letras de San Marcos. Dedica su juventud
al periodismo y la literatura, y consigue en poco tiempo hacerse un nombre en ambos campos.
Incursiona en la política como partidario de Guillermo Billinghurt. Fue director del periódico oficial El
Peruano. Publica poemas y relatos breves en revistas. Es el primer escritor en Perú que vive de lo que
escribe. En 1913 se embarca con destino a Roma. Desde allí continúa escribiendo para su país, más
específicamente para el periódico La Nación, de Lima. Su libro El caballero Carmelo, escrito en su
estancia en Roma, le vale el reconocimiento del gran público y es considerado como el puntapié inicial
para la modernidad en la narrativa del Perú. Algunas de sus obras fueron: El ojo de Judas (cuento), La
ciudad muerta (novela), La ciudad de los Tísicos (novela), El cantor errante (cuento) y Belmonte, el
trágico (ensayo filosófico).

Muere a los 31 años, producto de una caída accidental en la cual se rompe la columna vertebral. Sus
enemigos se encargan de difundir versiones delirantes sobre el motivo de su muerte.

Discriminación

Abraham Valdelomar era descendiente de afroamericanos, esto sumado a su origen provinciano y a su


reconocida homosexualidad, le valió en repetidas oportunidades el ser víctima de algunos actos de
discriminación.

Cargos importantes

A pesar de su corta edad, debido a su apoyo al gobierno de Billinghurst, fue nombrado director de la
imprenta del Estado y director del diario oficial El Peruano. Fue diputado y se le asignó un puesto
diplomático en Roma. Fue también secretario del presidente del consejo de ministros en el gobierno de
José Pardo y Barreda.

Líder literario

En su época, Valdelomar se convirtió en un auténtico líder literario, ayudando a autores noveles a vivir de
la escritura, sin tener que realizar otro tipo de trabajos para mantenerse. A su vez, bregó por una nueva
mentalidad intelectual peruana, más cercana a lo popular y alejada de la aristocracia. Con menos de 30
años, pero profundamente vinculado, Abraham Valdelomar ayudó a un joven César Vallejo a publicar
sus primeros poemas en revistas y periódicos peruanos de la época.

Su rostro, moneda de cambioEl billete de 50 soles peruanos lleva su rostro. De fondo puede verse el
Palais Concert, un café-cine-bar actualmente desaparecido, que era el lugar obligado de reunión para
escritores, periodistas y artistas de la época.
Alfredo Brice Echenique
1664
Novelista peruano. Junto con el boliviano Alcides Arguedas y el ecuatoriano Jorge Icaza, es uno de los
principales representantes de la novela indigenista, tendencia que convivió con la narrativa realista en
las primeras décadas del siglo XX.

Ciro Alegría hizo sus estudios escolares en su misma región andina de nacimiento (donde tuvo como
maestro a César Vallejo) y se comprometió tempranamente en la lucha política como miembro de la
Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Su militancia en la APRA le valdrían dos
estancias en prisión (en 1931 y en 1933) y su posterior exilio en Chile en 1934.

En ese periodo escribió la parte más significativa de su obra y ganó tres premios literarios con otras
tantas novelas que lo consagraron como novelista. Así, Ciro Alegría publicó en 1935 La serpiente de
oro, en la que relata la vida de los nativos a orillas del Marañón. En 1939 vio la luz su segunda novela,
Los perros hambrientos (1938), en la cual entra de lleno en el mundo de la alta sierra peruana y presenta
la lucha del hombre contra la naturaleza hostil.

En 1941 Ciro Alegría obtuvo el Gran Premio de Novela Continental con El mundo es ancho y ajeno,
también de tema indianista y, a no dudar, una de las mejores muestras del género: la aldea de Rumi
(auténtica protagonista de la novela, cuya vida se describe maravillosamente) es objeto de la codicia
del terrateniente blanco; destruida, sus habitantes se dispersan: unos mueren, otros son reducidos a
esclavos o marchan a las grandes ciudades.

El mundo es ancho y ajeno es así un gran cuadro épico de las luchas de una arquetípica comunidad
indígena contra los tres poderes que quieren destruirla: la oligarquía terrateniente, el Ejército y el
Gobierno al servicio de los intereses estadounidenses. El uso de las técnicas narrativas modernas y el
aliento heroico de la composición le permiten presentar un relato río que arrastra materiales
heterogéneos para crear un mosaico tan variado y dramático como la vida indígena misma.

En 1948 volvió a su país después de permanecer en los Estados Unidos desde 1941. Se dedicó al
periodismo y fue elegido diputado tras haber renunciado al Partido Aprista. En esta época publicó un
libro de cuentos: Duelo de caballeros (1963).

La obra de Ciro Alegría representa, junto con la de su compatriota José María Arguedas, la expresión
artísticamente más madura de la narrativa regionialista e indigenista peruana en el siglo XX. Tras su
muerte, su esposa, Dora Varona, se dedicó a reimprimir las obras más conocidas del novelista y a editar
todo cuanto había quedado inédito.

De este modo vieron la luz, póstumamente, dos novelas inconclusas tituladas Lázaro (1972), de
contenido político, y El dilema de Krause (1979). También es preciso destacar sus colecciones de relatos:
Panki y el guerrero (1968); La ofrenda de piedra (1969), relatos andinos; Siete cuentos quirománticos
(1978), escritos en Estados Unidos y Puerto Rico; y El sol de losjaguares (1979), relatos amazónicos.
En 1976 aparecieron unas memorias bajo el título Mucha suerte con harto palo.
Enrique López Albújar
(Chiclayo, 1872 - Lima, 1966) Escritor peruano cuyos relatos breves preludiaron el desarrollo de
la novela indigenista peruana, tendencia que culminaría en la obra maestra de Ciro Alegría, El
mundo es ancho y ajeno (1941), y, ya desde una perspectiva más compleja, en la narrativa de
José María Arguedas. Enrique López Albújar estudió en el Colegio Nacional de Guadalupe y en
la Universidad de San Marcos. Finalizados sus estudios, impartió clases de historia el Colegio de
San Miguel de Piura; posteriormente fue juez instructor de Huánuco, magistrado y presidente
del Tribunal Superior de Justicia de Tacna. En el terreno periodístico fue director de las
publicaciones El Amigo del Pueblo y La Prensa de Lima (1916).

La obra de Enrique López Albújar se desarrolla dentro de las orientaciones del realismo crítico y
renovador de Hispanoamérica, con atención especial hacia el elemento indígena. Lo más
estimable de su obra se encuentra en sus Cuentos andinos (1920), que continuó con Nuevos
cuentos andinos (1937) y con El hechizo de Tomayquichua (1943). Su identificación con las
víctimas de la injusticia social, en este caso los indios, lo llevó a trazar cuadros de gran
plasticidad e interés, pese a su escasa penetración psicológica. En la misma línea construyó la
novela Matalaché (1929), sobre la dura existencia de los negros en las grandes haciendas

Cuentos andinos es una colección diez narraciones breves en los cuales el autor vierte
principalmente su experiencia como Juez Instructor de la provincia de Huánuco y cuyos
personajes son en general los indígenas de aquella región. Los tres jircas transcribe la leyenda
popular sobre el origen de las tres montañas que rodean la ciudad de Huánuco. En La soberbia
del piojo, a través de las palabras de un anciano, se compara al hombre con ese parásito y se
concluye afirmando la necesidad de respetarle la vida. El campeón de la muerte y Ushanan-
jampi describen con fuerte acento dramático las modalidades del crimen y la justicia popular
de los indios.

De índole patriótica, pues se refiere a un suceso de la guerra entre el Perú y Chile (1879-1883)
en Huánuco, es el cuento El hombre de la bandera. En cambio, relatos como El licenciado
Aponte, El caso de Julio Zimmens, Cachorro de tigre y La mula de Taita Ramun tratan
problemas sociales, penetrados con hondura y transmitidos al lector con singular poder
expresivo. Cómo habla la coca relata las reflexiones de un masticador de esa hoja narcótica que
pretende rebelarse contra el vicio, pero, a la postre, sucumbe a él. Del conjunto de los Cuentos
andinos se destacan aquellos que muestran el misterioso y a veces feroz espíritu de los
quechuas, a los que el autor había conocido a lo largo de su dilatada labor de magistrado.

Otras obras suyas son Miniaturas (1895), semblanzas de bellezas limeñas; De mi casona (1924),
"especie de memoria de un Bradomín criollo y tropical", según frase del crítico peruano Luis
Alberto Sánchez; Calderonadas (1930), greguerías de intención satírica; Los caballeros del
delito (1937); De la tierra brava (1938), poesías; y Las caridades de la señora Tordoya (1950).
También se le debe el drama en un acto titulado Desolación (1916). Obtuvo el Premio Nacional
de Cultura en 1950. Entre sus últimos libros destacan unas Memorias (1966) y la segunda parte
del ensayo De mi casona (1966).

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