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Universidad Central de Venezuela

Facultad de Humanidades y Educación

Escuela de Idiomas Modernos

Cátedra: Lengua Española y Literatura II

Superstición en el pueblo venezolano

Ensayo comparativo: “Doña Bárbara” y “El pasajero de Truman”

Profesora: Liliane Machuca Estudiante: Katerin Solano

C.I.:26995064

Septiembre de 2018
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En el siglo XX, dentro de la literatura americana de habla hispana en la cual los

tópicos que imperaban eran el indigenismo y el criollismo, nace un género literario

denominado “novela regionalista” donde el autor escribe basándose en la tierra donde ha

nacido o considera parte de él, describiendo así la naturaleza, costumbres, cultura, y

problemas sociales y políticos de ésta.

Dentro de una gran variedad de autores de la novela regionalista, en Venezuela

contamos con Rómulo Gallegos y Francisco Suniaga. El primero fue uno de los novelistas

más reconocidos de la literatura latinoamericana y también fue el primer presidente

demócrata de la República de Venezuela, nacido en Caracas. Una de sus obras más relevantes

y reconocidas a nivel internacional fue “Doña Bárbara” (1929). En ella narra la historia de

un hombre civilizado que llega a un ambiente de vida bárbara.

El segundo nace en la isla de Margarita, Venezuela. Al graduarse de bachiller,

aspiraba a ser médico pero tras el allanamiento en la Universidad Central de Venezuela,

termina estudiando Derechos en la Universidad Santa María de Caracas y obtuvo un

postgrado en Derecho Internacional en la Universidad de Columbia en Nueva York. De

pequeño siempre escribía y eso fue lo que dio rienda suelta a sus escritos, lo que lo llevó a

escribir varios libros, entre ellos: “El pasajero de Truman” (2008), una novela que narra la

infortunada historia de un candidato a la presidencia de Venezuela en 1945.

“Doña Bárbara” ambientada en los llanos venezolanos, es una novela narrativa que

relata la historia de una mujer que de joven fue violada por varios hombres, lo que creó en

ella repugnancia hacia el sexo masculino. A causa de su pasado, de adulta adoptó una actitud

fría que la hizo temible a los ojos de los demás que poblaban Apure, ya que, a según, ella era

asistida por poderes sobrenaturales que los usaba para su beneficio, tanto para saber dónde se

encontraban reses fuera de las haciendas a las que pertenecían como para enamorar a los
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hombres y estafarlos como venganza de lo que vivió de joven. Hasta que llega Santos

Luzardo, un hombre civilizado que vuelve al llano para recuperar la hacienda que le

corresponde por herencia. Doña Bárbara se enamora de él porque lo percibe como un hombre

distinto, pero él se resiste a la belleza de la mujer ya que en su mente solo reside la idea de

civilizar el llano y, además, conoce a Marisela, hija de doña Bárbara, de la cual él se

enamora.

Asimismo, Francisco Suniaga basa su novela en una entrevista que tuvo con Hugo

Orozco y Ramón Velásquez, un par de personajes históricos venezolanos que Suniaga lleva a

su novela de manera ficticia. A través de ellos narra la historia del infortunado candidato a

Presidente: Diógenes Escalante. En el libro se narra en primera persona y cuando no es

Diógenes Escalante el que cuenta su vida y las charlas que tuvo con presidentes venezolanos

y americanos, es Humberto Ordóñez quien narra la vida de Escalante, describiendo de

manera detallada los paisajes venezolanos y los anteriores gobiernos de Venezuela y Estados

Unidos. A su vez, Suniaga plasma en su libro la idea que tiene sobre el fallido y corrupto

sistema de gobierno venezolano:

Miraflores me pareció imponente. Quedé gratamente


impresionado con los corredores y la luz que reinaba en ellos, con los
ornamentos y lo que pude ver de los salones interiores a través de
puertas y ventanas. El poder en Venezuela tenía, al fin, un templo
digno de su majestad. Eso pensé en 1905. Después fui a Europa y a
Estados Unidos y, cuando volví a Miraflores, lo valoré en lo que creo
es su justa medida. Igual que otras obras nuestras, el proceso de
diseñarlo y construirlo fue un largo y doloroso enredo. Quienes lo
iniciaron no lo terminaron. Primero unos italianos, luego unos
españoles y, por último constructores venezolanos, lograron que el
pretendido palacio terminara siendo un caserón mestizo que no es
italiano, ni español ni venezolano. La Casa Blanca y Washington
conforman una unidad, el Palacio de Nariño y Bogotá son armónicos,
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la Casa Rosada y Buenos Aires son tal para cual, pero Miraflores es
un engendro arquitectónico que en nada se parece a Caracas,
Humberto. Paradójicamente, por ser nosotros hijos de la
contradicción, resulta que Miraflores es lo que nos corresponde, es la
sede perfecta para poderosos ignorantes y confundidos que nunca han
distinguido entre mandar y gobernar. Miraflores nos viene como
anillo al dedo, Humberto. (Suniaga, 2008, p. 48)

Suniaga deja entrever con esta cita que somos una cultura peculiar donde nos

gobiernan un grupo de ignorantes que se asientan en el poder por intereses personales.

En cuanto a la temática de las novelas, ambas poseen muchos aspectos en común,

como lo es la ignorancia del pueblo venezolano, el cual es muy supersticioso y propenso a

creer en brujería; lo que quiere decir que es una población fácilmente manipulable.

En Venezuela, debido a la mezcla de razas y la poca educación que hubo para la

época en la que fueron escritas ambas novelas, aquellas personas que lograban tener un

liderazgo o controlar ciertos grupos, sabían influenciar a estos quienes, por carecer de

estudios, eran manejados a su antojo, haciéndoles creer incluso en fenómenos sobrenaturales

y en situaciones mágicas.

Un claro ejemplo se da en la novela “Doña Bárbara”, en la que el pueblo venezolano

posee una cultura supersticiosa ya que creen en mitos y leyendas debido a su ignorancia por

falta de instrucción académica:

Según una antigua superstición, de misterioso origen, bastante


generalizada por allí, cuando se fundaba un hato se enterraba un
animal vivo entre los tranqueros del primer corral construido, al fin de
que su “espíritu”, prisionero de la tierra que abarca la finca, velase por
ésta, y por sus dueños. (Gallegos, 1929, p.50)
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Claramente podemos observar cómo Gallegos plasma la superstición que prevalecía

para esa época en Venezuela en la cita ya mencionada, donde uno de los mitos en el que creía

el pueblo venezolano del llano, era enterrar un animal vivo en una hacienda para que éste

protegiera tanto a la hacienda como a los dueños.

También, dentro de la novela de Gallegos, se tiene a Doña Bárbara que además de ser

el personaje que representa la barbarie, también representa la cultura supersticiosa de pueblo

venezolano, debido a que en dicha novela ella se cree asistida por poderes sobrenaturales, un

ejemplo de esto sería el siguiente extracto de la novela:

En cuanto a la conseja de sus poderes de hechicería no todo


era, tampoco, invención de la fantasía llanera. Ella se creía realmente
asistida de potencias sobrenaturales y a menudo hablaba de un
“Socio” que la había librado de la muerte, una noche, encendiéndole
la vela para que se despertara a tiempo que penetraba en su habitación
un peón pagado para asesinarla, y que, desde entonces, se le aparecía
a aconsejarle lo que debiera hacer en las situaciones difíciles o a
revelarle los acontecimientos lejanos o futuros que le interesara
conocer. Según ella, era el propio milagroso Nazareno de Achaguas,
pero lo llamaba simplemente y con la mayor naturalidad: “El Socio” y
de aquí se originó la leyenda de su pacto con el diablo. (Gallegos,
1929, p.31)

Se puede entender de la cita anteriormente señalada, que más allá de la fantasía que

existía en el pueblo llanero, quienes la llamaban bruja debido a la leyenda de su pacto con el

diablo, para doña Bárbara, ella verdaderamente se creía asistida por los poderes que se le

atribuían.

Aunque se pudiesen seguir citando muchas más partes del libro en donde se expone la

superstición del pueblo venezolano, un último ejemplo será el capítulo X de la tercera parte

de la novela, llamado: Entregando las obras. En dicho capítulo se relata la escena en la que
vi

doña Bárbara profesa que en La Matica donde están enterradas las plumas de garza de Santos

Luzardo, se encuentra Balbino Paiba desenterrándolas, por lo que ordena a dos de sus peones

tomar un par de armas y dirigirse allá para traerle las plumas; una vez estando allá, se

escucharon detonaciones que dejaron a los peones alarmados:

-Ya empezaron a trabajar los güinchestes –dijo uno.

-Hay un revólver contestando –añadió otro-. ¿No sería bueno


que nos llegáramos hasta allá a ayudar a los muchachos?

Y ya algunos se disponían a encaminarse a La Matica cuando


apareció doña Bárbara, diciéndoles:

-No hay necesidad. Ya Balbino cayó.

Volvieron a mirarse las caras los vaqueros, con el


supersticioso recelo que les inspiraba la “doble vista” de la mujerona
y cuando ya ella había entrado de nuevo en la casa, uno insinuó la
explicación:

-¿No se fijaron en que el revólver se calló primero? Los


últimos tiros fueron los güinchestes.

Pero, ¿quién les quitaba ya de las cabezas a los servidores de


la bruja del Arauca que ella había “visto” lo que estaba sucediendo en
La Matica? (Gallegos, 1929, p.234)

Con este extracto nos podemos dar cuenta sobre lo ciega que ya estaba la población

llanera, no eran racionales y todo lo dejaban en mano de la superstición gracias a los mitos y

leyendas propagados en su zona.

De la misma forma, en “El pasajero de Truman” se toca la superstición cuando, por

ejemplo, Ordoñez le está hablando a Velandia sobre Rómulo Gallegos, y Velandia lo

defiende exponiendo:

Déjeme decirle que si había algo que Betancourt disfrutaba, era que se
le atribuyeran tesis maquiavélicas, que lo creyeran capaz de urdir
maniobras políticas imposibles. Alimentaba o por lo menos, no hacía
nada en contra del mito de que los santeros de Barlovento lo
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protegían, ese asunto de que su pipa le daba poderes sobrenaturales


porque estaba ensalmada. (Suniaga, 2008, p.133)

Posteriormente, Velandia cuenta una vez que estaban en una casa en Cumaná por el

entierro de un viejo fundador de Acción Democrática:

Él se había sentado en una mecedora en un extremo del corredor,


donde era más fresco y encendió su pipa. La poca brisa que había se
llevaba el humo hacia el patio del fondo y, poco a poco, algunos
asistentes al velorio se fueron agrupando allí para, sin disimulo
alguno, recibir ese humo, respirarlo y darse una suerte de baño
místico con él. Cuando tuve oportunidad, mi viejo reflejo de reportero
me llevó a preguntarles por qué habían hecho eso y me respondieron
que el humo de la pipa del piache adeco, así lo llamaron, los
protegerían del mal de ojo y otras mabitas. (Suniaga, 2008, p.133)

Finalmente, Velandia expone el momento en el que está en el avión con Betancourt y

le relata el suceso acontecido, a lo cual Betancourt responde:

Nuestro pueblo conserva su mentalidad mágica y la política es


parte de ella, está inscrita en ese reino. Incluso nosotros, los miembros
de la élite culta, cuando pretendemos racionalizar la política y
acontece lo inexplicable, cuántas veces no llegamos a idéntica
conclusión: la política es magia. Y es que si nos ponemos a analizar
nuestra conducta y los efectos de ella sobre la gente, no podemos
llegar a otra conclusión. Se lo digo a los compañeros: la popularidad
de AD a veces no resulta lógica. (Suniaga, 2008, p. 133)

Como ya se ha venido explicando anteriormente, las citas mencionadas

anteriormente nos hacen comprender que aún en la actualidad, los venezolanos

siguen poseyendo una mentalidad supersticiosa lo que hace que les atribuyan

ciertos poderes sobrenaturales a líderes o a personas influyentes del gobierno.


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En conclusión, tanto en “Doña Bárbara” como en “El pasajero de Truman”,

observamos cómo la ignorancia del pueblo venezolano se refleja, en cierta parte, en la

superstición o sucesos sobrenaturales, puesto que éste no le halla explicación a algunos

acontecimientos, lo que hace que le atribuyan cualidades sobrenaturales o incluso llaman

brujos, o protegidos por brujos, a presidentes o partidos políticos que duran gobernando un

largo período de tiempo, o líderes como doña Bárbara con su actitud no convencional para la

época y razonamiento lógico, se hacía ver como bruja.

Esta cualidad del pueblo venezolano, que vemos reflejada en ambas novelas, nos

muestra la realidad de nuestra cultura para esa época, y nos damos cuenta que no ha dejado

de existir debido a que aún creemos en supersticiones. Al ser una cultura tan supersticiosa,

atribuimos nuestros logros a un poder divino, y las situaciones nefastas, o problemas, a

brujerías o incluso mal de ojo de alguien que nos quiere hacer daño. Esta cualidad no ha

hecho más que impedir nuestro desarrollo como país, ya que hace que carezcamos de un

pensamiento lógico para afrontar las situaciones de la vida y nos hace irresponsables sobre

decisiones de materia política o incluso personales.


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Referencias bibliográficas

 Gallegos, Rómulo. (1929). Doña Bárbara. Caracas: Colección Austral.

 Suniaga, Francisco. (2008). El pasajero de Truman. Caracas: Random House

Mondadori.

 Centro de Escritura. Recuperado de:

https://www.um.es/documents/378246/2964900/Normas+APA+Sexta+Edición.pdf/

27f8511d-95b6-4096-8d3e-f8492f61c6dc

 (2018) Wikipedia. Recuperado de: https://es.wikipedia.org/wiki/R

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 Cedeño, Mary. Scribd. Recuperado de:

https://es.scribd.com/doc/55174073/ANALISIS-LITERARIO-NOVELA-DONA-

BARBARA

 Zaá, José. (2017). El impulso.com. Recuperado de:

https://www.elimpulso.com/noticias/regionales/francisco-suniaga-nunca-pense-

escrito-profesion

 Ulive-Schnell, Vicente. (2009). moebius77. Recuperado de:

http://www.moebius77.com/blog/index.php?2009/02/08/338-el-pasajero-de-truman-

de-francisco-suniaga

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