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María de los Angeles Conrado y Wendy Sanguino

1. Seleccionar fragmentos literarios que abarquen el tema del patriarcado, buscar


patrones recurrentes y elementos que pueden haber sido cambiado respecto al
tiempo.

- Como si yo no estuviera.

Solución

Fragmentos:

Pagina 7, Tercer parrafo:

-Ya se había acostumbrado al dolor que producen los golpes de la culata de un


fusil, los bofetones, las ligaduras apretadas, al dolor sordo de la cabeza estampada
contra la pared, al dolor de una bota pateando el pecho. Luego, al dolor que te hace
perder el conocimiento, al dolor que un cuerpo inflige a otro, al dolor que sientes
cuando ves sufrir al otro. Y por último, al dolor que ya no sientes, porque es más
grande que tú, porque te devora.

Pagina 10, Primer parrafo:

-Cuando por la noche daba vueltas en la cama, sintiendo cómo el cuerpo extraño se
movía en su vientre, veía sus caras encima de ella, las caras de los hombres, las
caras de los padres. Hombres sin nombre, casi siempre borrachos. No sabía cuántos
eran. Pero recordaba los ojos de alguno, tal vez las facciones o la voz, las manos, el
olor, a menudo el hedor. Todos podían ser el padre.

camina por la calle de una ciudad desconocida. De repente, entre la multitud


advierte una cara familiar. Está segura de que es uno de ellos. En ese sueño
siempre lleva encima un cuchillo. Se acerca al hombre y se lo clava en la tripa,
pero cuidando de que él le vea bien el rostro. Mientras lo apuñala, siente alivio, tal
vez felicidad. Sin embargo, en sus ojos observa solo asombro. El tipo no la
recuerda y le sorprende que una mujer completamente desconocida le aseste un
golpe mortal. S. llora de rabia porque él no ha reconocido en ella a su víctima y eso
ha privado de sentido a su venganza
Pagina 11, Segundo parrafo:

-De nuevo se siente sucia. Es una sensación que también se repite a menudo. Tan
dolorosa como el sueño de la venganza. Se mira las manos, la suciedad bajo las
uñas, percibe el olor a sudor de las axilas, la piel que se le descama en láminas
diminutas, casi invisibles, una capa de impureza semejante a una segunda piel…
Sabe que nunca volverá a estar completamente limpia. No existe agua que pueda
lavarla.

Pagina 12, Segundo parrafo:

-Ya ha terminado todo. Está acostada boca arriba con los ojos cerrados. La cabeza
vuelta hacia un lado. No quiere ver su cara. Es su única defensa. Siente un dolor
sordo, pero no abre los ojos. No se mueve. No emite ningún sonido. El soldado
planta la bota en su pecho. «¡Vuélvete!», le ordena. S. vuelve la cabeza hacia él,
pero sin abrir los ojos. Aún no. «¡Abre la boca!», le ordena de nuevo él. S. le
obedece. Siente el chorro cálido de su orina en la cara. «¡Traga!», grita él.
«¡Traga!». No tiene escapatoria. Se traga el líquido salado. Tiene la sensación de
que no se acaba nunca y lo único que desea es morir.

Pagina 20, Primer parrafo:

- Le indica que se acerque. Le dice que ella, porque es maestra, se encargará de las
mujeres. Delante de los otros hombres le habla en un tono grosero, tuteándola. Su
voz es más profunda, como debe ser la voz de alguien que manda. Nota que está
orgulloso porque se encuentra en compañía de adultos, hombres peligrosos.
«¿Cómo encargarme?, ¿qué quiere decir eso?», pregunta ella. «Pues cuidar de que
todas suban al autobús, que ninguna se esconda», contesta el muchacho
acariciando su fusil. S. pasa por alto ese gesto. Piensa que la advertencia sobra,
¿quién se quedaría solo en el pueblo y dónde iba a esconderse? Pero no lo dice en
voz alta. Ya entonces me tragué no solo mis propias palabras, sino también mis
pensamientos, ya empezaba ese silencio en el que pronto me hundiría, al igual que
los campesinos que me rodeaban.

Pagina 21, Segundo parrafo:

- A S. le parece que se trata de una práctica establecida o de una operación en la


que tanto los hombres armados como los que han sido apartados en un grupo saben
lo que sucede y por qué. Nadie hace preguntas. Nadie se resiste a ir. Como si todos
se hubieran vuelto apáticos. ¿Será a causa del aire sofocante, del bochorno? ¿O
acaso esos que han sido obligados a salir fuera del recinto creen que todo se debe
únicamente a un error que enseguida alguien rectificará? Tendrían que decir que no
son culpables. No poseen armas. No han disparado contra soldados, no han
disparado contra nadie. Pero lo tendrían que decir ahora, mientras están en el
gimnasio. Sin embargo, salen sin proferir una palabra. Tiene la sensación de que
no son capaces de entender que para los hombres armados son culpables por el
mero hecho de existir y porque son diferentes, porque son musulmanes. Y que eso
es motivo más que suficiente.

Después ya no está tan segura. Piensa que esas personas han entendido mucho
mejor que ella lo que está ocurriendo y por eso no han dicho nada. Ellos sí sabían
lo que iba a ocurrir, ella es la que no lo había entendido. Se siente presente un
momento y ausente al siguiente; oye los latidos de su propio corazón, pero no es
capaz de moverse ni de decir nada.

Pagina 22, Segundo parrafo:

-Las mujeres suben lentamente al autocar, de una en una. Colocadas en fila,


esperan, como si allí se estuviera repartiendo algo. Lo que más la asombra es su
sumisión, la presteza de la gente a obedecer órdenes sin protestar. Le parece que no
se comportan así solo porque los soldados llevan armas, sino también porque aún
las sostiene a todas juntas una sensación de incredulidad, una suerte de parálisis
temporal, señal de que se niegan a comprender lo que pasa.

Pagina 26, Tercer parrafo:

-La madre en estos casos no cuenta, piensa con amargura. Su imagen de la realidad
se hace añicos, como si esa mañana hubiese explotado la pantalla del televisor y la
guerra se Página 26 hubiera derramado sin más en su casa. Ahora, ella también
forma parte del torrente. Si quiere sobrevivir, debe obedecer a los que tienen las
armas. Su vida, igual que su muerte, ya no depende de su elección.

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