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Caso Leonor La Rosa
Caso Leonor La Rosa
Es una exagente del Servicio de Inteligencia del Ejército peruano (SIE) que alegó haber
sido detenida y torturada a fines de 1996 para que confesara que había filtrado a la
prensa información confidencial durante el gobierno de Alberto Fujimori
Sin embargo, se demostró que había mentido.
De marzo a noviembre de 1996, Leonor La Rosa trabajó infiltrada en el Hospital Militar
de Lima.
Según sus declaraciones, desempeñaba la labor de relaciones públicas, pero su
verdadera misión era controlar posibles fugas de información a Chile y Ecuador a través
de agregados militares de dichos países, que recibían atención médica en el hospital.
A finales de 1996, La Rosa fue acusada de filtrar información al diario La República
sobre planes secretos denominados Bermudas, Narval y El Pino.
El 17 de enero de 1997, Leonor La Rosa fue detenida y el 24 de febrero su esposo
denunció su detención en un detallado informe donde no mencionó que La Rosa fuera
torturada
El 6 de abril de 1997, a través del programa Contrapunto se dio a conocer la denuncia
de La Rosa donde alegaba haber sido detenida y torturada por otros miembros del
Ejército Peruano con el fin de confesar quién había filtrado a la prensa planes secretos
para atentar contra políticos, un periodista, un abogado y un canal de televisión.
En ese momento, la Defensoría del Pueblo señaló que los torturadores le quemaron las
manos, las piernas y los brazos, sufriendo además una hemorragia nasal y otra vaginal.
Luego de este episodio, La Rosa vivió como asilada en Suecia.
En el 2002, La Rosa regresó a Perú de su asilo en Suecia para recibir una indemnización
de 100 mil dólares.
El gobierno de Alejandro Toledo también ofreció reconocer una pensión y atención
hospitalaria permanentes.12
Investigaciones posteriores demostraron que La Rosa había mentido.
Según se supo, el día 19 de febrero de 1997, La Rosa llegó al Hospital Militar producto
de una hemorragia vaginal producido por el estrés agudo tras haber sido detenida.
Como la hemorragia no se detenía, tuvieron que realizarle un legrado uterino. Sin
embargo, luego de la operación, ella dejó de respirar y tuvo un paro
cardiorrespiratorio.
Producto de la falta de oxígeno, el paro afectó su cerebro y con ello su movilidad.
En el año 2003, los oficiales del Ejército acusados, Coronel EP Carlos Sánchez Noriega,
Comandante EP José Salinas Zuzunaga, Mayores EP Percy Salcedo Sandoval y Ricardo
Anderson Kohatsu, salieron en libertad.