Está en la página 1de 12

Primera entrega, en 10 de septiembre del 2023

Paracho es una comunidad indígena ubicada en el corazón de la meseta purépecha, al igual que
otros pueblos originarios, mantiene costumbres que aportan a la logística del estilo de vida en sus
pobladores. Uno de ellos es el famoso mercado que se levanta todos los domingos en el centro de
la comunidad, que es conocido entre sus pobladores como tianguis, donde todos los pobladores
proveen sus víveres para la semana próxima y otros artículos no tan esenciales, a los que se les
llama chacharas. Precisamente de esta última categoría es de la que trata este diario; una parte del
mercado donde se venden objetos piratas a costos muy accesibles para la comunidad.

El mercado de chacharas abarca aproximadamente seis manzanas del tianguis totalitario,


por lo tanto, los puestos se dividen por cuadras, cada cuadra pertenece a un grupo de comerciantes
específicos que crean lasos y reglas para la prosperidad de sus trabajos. Es complicado observar
las seis manzanas a la vez, por lo que me centrare solo la última cuadra de esta categoría, ubicada
en la calle matamoros. Es una vía céntrica completamente pavimentada, por el lado derecho tiene
una hilera de casas y unos cuantos locales (de ropa, papelería, juguetes y cosméticos); por el lado
izquierdo, la calle es lateral a una barranca, un baldío rodeado de una baja pared blanca, cuenta
con algunos grafitis tras los cuales se asoma un árbol de perones. En la esquina de matamoros hay
una clínica llamada San Pedro (santo patrón del pueblo), que según los comerciantes carece de
pacientes y salubridad.

Los comerciantes, nuestros agentes de estudio, son personas originarias de distintos


pueblos a los alrededores de Paracho y solo unos pocos son originarios de la comunidad. Todos
rondan entre los cuarenta y sesenta años, tienen una apariencia extrovertida, hablan fuerte, no son
muy pasivos y cargan infinidad de bolsas de un lado a otro, bolsas que ellos denominaron su
changarro. Algunos comerciantes se dirigen a sus compradores en purépecha, otros solo en
español. La verdad es que esta legua está más presente el del otro lado del tianguis, allá donde se
venden los productos esenciales para el día a día.

En matamoros los productos que se ofertan son completamente heterogéneos.


Comencemos por algunos puestos de discos y películas baratas, la dueña de este negocio hace
letreros enormes con cartulinas fosforescentes donde anuncia los estrenos del momento, también
anuncia por este medio el malbarato de aquellas películas que nunca se vendieron. Luego, le sigue
el puesto de los cinturones de cuero, donde un señor que siempre usa sombrero tiende su changarro
en el suelo, sin protegerlo del sol como lo hace el resto; esta persona es de las que más anuncia sus
productos gritando y sacándoles platica aquellos que deambulan por sus rumbos.

Adjunto aquí foto del puesto de los cinturones:

Segunda entrega, en 24 de septiembre del 2023


Hoy llegué al tianguis un poco más temprano, por lo que pude observar la organización de los
comerciantes al acomodar sus puestos. Primero, bajan todo lo necesario para levantar sus puestos:
la lona, fierros, lazos y parches. Después acarrean poco a poco toda su mercancía, a excepción de
algunos que contratan a un hombre para que acarree las cosas por ellos en su enorme carretilla.
Este personaje va y viene de una calle a otra durante todo este periodo de instalación, se detiene
algunas veces para beber algo de su termo; otras para fumar un cigarrillo y otras para saludar a la
gente que pasan. Me llamó la atención que toda persona en el tianguis sabía su nombre: Don Chava.
Y él también parece conocer el nombre de todos. Una vez que todos los puestos estuvieron
instalados, Don chava se dedica a cargar una bocina en su carretilla que anuncia los productos de
algunos compradore, y en el momento en que el aparato se descarga, comienza a dar los anuncios
con su propia voz. Adjunto la foto de su carretilla en la siguiente página:
Otra cosa que hacen los comerciantes mientras poenen sus puestos es que, cuando bajan de su
coche (si es el caso). Van directamente a encomendarse a una imagén religiosa que existe sobre la
calle matamoros, puesta ahí en un principio por aquellos devotos que pretendian ayudar a los
enfermos del hospital ceraco, con esa imagen que verdaderamente desconozco de que figura
religiosa pueda tratarse. Otro acto religioso que hacen los comerciantes es que, cuando venden su
primer producto, colocan el dinero entre sus manos y se persinan mirando al cielo, diciendole a su
primer cliente del día: que tenga buena mano. Esto generalmente lo he observado en personas
mayores.

Después de que los comenrciantes se asentuan, comienzan a llegar vendedores ambulantes a sus
puestos. Quienes les ofrecen especialmenete comida, sine embargo, es raro aquel que les consume,
pues los vendedores prefieren comprarle comida a otro comerciante. Déspues del asentamiento y
el desayuno comienza a llegar más gente al mercado, ese silencio solo interrumpido por los pasos
de los comerciantes en la mañana, desaparece de un de repente entre el alboroto de las 10:00 a.m.
Que es la hora que al parecer la gente del pueblo acostmbra a ir al tianguis.

Tercera entrega del 5 de octubre del 2023

Hoy a las 7:00 p.m. del día 7 de noviembre el Oxxo tenía menos clientes de lo habitual, solo dos
personas en la fila y tres empleadas. De estas últimas, dos laboraban en las cajas registradoras y
una en la limpieza del segundo pasillo. Pasaba una y otra la escoba, que combinaba con los colores
de su uniforme. Tenía una coleta alta, pantalones ajustados, tenis tipo converse y pestañas postizas,
que parecían causarle infinitas molestias en sus ojos, se los dejaron rojos. Amontono un poco de
polvo que saco debajo de los estantes, polvo y una que otra envoltura, estaba a punto de recogerla
cuando una de sus compañeras la llamo, pues había llegado uno de los surtidores y ella al parecer,
era la responsable de recibir y acomodar los nuevos productos.

En cuanto a las otras chicas que estaban en caja. La de la izquierda tenía el cabello suelto
y usaba un labial rosa palo, usaba un suéter gris con algunas trasparencias que dejaban ver que
debajo de este la chica portaba su uniforme; usaba lentes y uñas postizas color negro. El joven que
encabeza la fila le pide a esta mujer un cigarro Marlboro, en respuesta ella se da la vuelta y busca
la marca entre las múltiples cajetillas, entre esas envolturas horribles. Finalmente, encuentra los
cigarros que pide el chico y saca uno apresuradamente, apresuradamente, aunque no haya nadie
detrás del chico (yo estaba en la otra fila, porque era más larga y me permitía quedarme más
tiempo). Entrega el cigarro y busca -en algún lugar debajo de la caja que no alcanzo a discernir-
un encendedor verde fosforescente, tras presionarlo enérgicamente dos veces este enciende y en
respuesta de la débil llama ella sonríe, diciéndole al cliente (a quien hasta el momento no le había
dirigido la palabra) “ya sirve”.

Las dos chicas anteriores rondan entre los 25-35 años (supongo), pero la tercera es una
persona que se adentra en la tercera edad, tiene canas y al parecer manda a todas las demás. Hoy
ella estaba en la caja registradora de la derecha, usaba una cola baja y a diferencia sus compañeras,
no tenía uniforme ni maquillaje. Atendía a una mujer que llevaba leche (dos galones de a litro
azules), parecía tener unos problemas con la tarjeta, pero lo soluciona rápidamente. Una vez que
cobro la leche fue a rondar por los refrigeradores de la pared izquierda, se detiene en la sección de
carnes rojas y agarra un paquete de jamón, mira a su compañera que estaba barriendo y le dice
indiferente:

-Esto caduca el ocho.

Inmediatamente la chica corre a su lado y juntas revisan los paquetes de jamón uno por uno,
mientras su otra compañera pone música de banda. Mientras tanto, llega más personas al Oxxo,
algo curioso es que de ocho personas que llegaron en ese lapso de tiempo, tres llevaban Coca-Cola,
una de ellas un enorme galón de dos litros y las otras pequeñas botellas para consumo individual.
La persona sin uniforme volvió a la caja y cobro a los nuevos clientes, mientras que su compañera
que quedo revisando los paquetes de jamones uno por uno mientras murmuraba la canción que la
otra chica en caja acababa de cambiar.
Cuarta entrega 15 de octubre del 2023

El día de hoy acudí más tarde al tianguis que de costumbre, en un intento de llegar a la hora pico
de clientela, para prestar especial interés con el trato al cliente, que es de lo que hablaré en este
día. La gente, viene al tianguis como parte de su vida en el pueblo. Sin embargo, hay algo que me
llama la atención, y que no me había cuestionado hasta ahora, y eso es el uso de nagua, que es una
preda clave para el ajuar femenino propio de la región. Me interesa que muchas personas usen esta
prenda en el tianguis, porque se supone, que solo se usa en ocasiones especiales. Lo que me hace
pensar si venir a este mercado se considera un ritual especial para algunas personas.

Otra cosa que note entre los comerciantes y su clientela, es que llegan a regatear los precios durante
horas, crean un prolongado diálogo donde aquel que ceda, será el menos beneficiado en la compra
y venta de productos. Logre trascribir un ejemplo de este diálogo, sostenido un hombre de la tercera
edad que vende instrumentos musicales y un joven que se acerca al puesto, quien pregunta por un
trombón. El trombón era bastante grande y su vendedor lo limpiaba cada que tenía oportunidad,
venia en un estuche de tipo piel y, a decir verdad, el vendedor parecía tener cierto vínculo con el
instrumento. Adjunto abajo la imagen del veterano negociando su instrumento, así como del poco
diálogo que pude trascribir:
DIÁLOGO:

Comprador: ¿Qué es eso jefe?

Vendedor: Es un tromboncito mijo, mírelo se lo presto.

Comprador: Ahí está bien, ¿En cuánto sale?

Vendedor: En 1500 joven, está barato

Comprador: y ya lo menos

Vendedor: lo estoy dando en $1500, pero a usted se lo dejo en 1400.

Comprador: Pues yo ni sé tocar, pero se mira bonito.

Vendedor: Pues pa´ que aprendas mijo, yo tampoco le sé mucho (empieza a tocar el trombón)

Comprador: No si le sabe (se queda en silencio escuchando al hombre tocar, finalmente lo interrumpe), ¿Es de
aquí usted?, o ¿Dónde lo encuentro?

Finalmente, la persona que vendía el instrumento, deja de tocar el trombón y escribe unas cosas en la
envoltura de cuerdas (que estaba vendiendo), asumo que era su dirección o su teléfono para dárselas al
joven. A quien una vez tiene lejos, comienza a tocar de nuevo el trombón atrayendo mucha gente a su
alrededor, que preguntaban por la venta del instrumento. Con esto me di cuenta que aquel puesto que tiene
gente, atrae más gente. Una persona entre la multitud, le pide prestado el trombón para tocarlo, el hombre
accede y se crea una conversación en torno a la pieza que el nuevo cliente interpreta, hablan tanto de música
que finalmente se olvidan de ponerle precio.
Quinta Entrega 18 de octubre del 2023

Hoy a las ocho de la noche el día 17 de noviembre, el estacionamiento del Oxxo estaba más lleno de lo
normal, todos eran automóviles privados y algunas motos. Al entrar note un fuerte contraste sonoro, pues
las calles de la colonia estaban en total silencio y desoladas, a diferencia del establecimiento, que gracias a
las voces de los compradores y la música de regional mexicano (que provenía en los teléfonos del personal)
formaban un escándalo divergente a la quietud de afuera. Además de los cambios en el paisaje sonoro,
también cabe recalcar que la tienda era el único lugar con luz a la redonda, la única señal de vida que podría
percibir cualquier coche que pasara por la antigua carretera a Pátzcuaro, parecía otro mundo.

En el Oxxo había una larga fila de clientes: una señora con su hijo (3-4 años); un grupo de jóvenes
que llevaban cervezas, churros y cigarros; dos parejas heterosexuales; un hombre de la tercera edad; una
familia conformada por lo que supongo eran padre, madre e hijos; una chica que podría ser mi
contemporánea y yo. También había tres trabajadores, una chica de unos 20 años, una señora y un joven.
Comenzaré por describir a las personas que trabajaban en caja. La señora: ella usaba su uniforme y una
cadenita de tres muñequitos que figuraban formar una familia, se peinó de una coleta alta y mientras cobraba
una caja de leche, le daba instrucciones a un grupo de jóvenes sobre como acomodar los envases de caguama
vacíos que traían. El chico, por su parte, vestía el uniforme y casquete corto, tenía problemas con la caja
registradora, pero no pidió ayuda (como acostumbran hacer las trabajadoras de siempre).

La tercera trabajadora ya no usaba el uniforme, ni estaba haciendo ninguna tarea en específico,


supuse que había terminado sus horas de trabajo o estaba en algún tipo de descanso. La chica estaba sentada
frente al ventanal del Oxxo, mantenía una postura relajada y comía pollo asado. Ella había arreglado las
salsas, el arroz, una coca, las tortillas y cebollitas fritas en esa diminuta mesa que ponen en cadenas como
estas. La chica estaba comiendo y cantando la letra del regional mexicano, en ocasiones les dirigía la palabra
a sus compañeros, con comentarios amigables sobre la música, las maquinas o las ventas del día. Después
la chica coloco el pollo restante en dos platos, para levárselos a sus compañeros, quienes solo le sonrieron
y siguieron en lo suyo.

En la fila, un niño tiro una mano de plátanos, por lo que la adulta que lo acompaña le pide que se
comporte, pero no junta los plátanos. La fila pasa (incluso hubo un hombre quien los hizo a un lado con su
pie) y nadie levanta la fruta, hasta que una empleada se da cuenta y los vuelve a colocar en la canasta. Hasta
atrás de la fila un grupo de jóvenes discute sobre que bebida embriagante llevarse, un chico propone
caguama y todos hacen cara de asco, lo llaman naco y se ríen de él. Más adelante, una pareja (que vienen
en pijama) se abrazan y susurran cosas al oído. Otra persona hace una llamada telefónica, todos hacen cosas
hasta que se termina la fila.
Sexta entrega

Hoy me acerque a una reunión que tuvieron los comerciantes al final de la jornada, ya que había
ciertas inconformidades por parte de algunos de ellos. Por cada puesto del tianguis fue a la reunión
una persona, algunos llevaban libretas y otros llegaban con las manos vacías. Los comerciantes se
colocaron en circulo frente al hospital de la esquina, y antes de comenzar la reunión hablaban entre
murmullos unos con otros. Muchos tenían sus brazos cruzados, otros realmente parecían muy
enfadados y todos, esperaban que alguien tomará la palabra, para comenzar la reunión.

Finalmente, quien rompió con todos los murmullos fue un hombre robusto, que hablaba muy
golpeado y parece ser el laso entre los comerciantes y la presidencia municipal. El hombre dio un
aviso que escandalizo a más de uno: dijo que la presidencia pretendía darles toldos blancos a todos
los comerciantes, pero que para eso solo debería haber comerciantes originarios de Paracho. En
este comentario quiero resaltar dos cuestiones, la primera, es que los toldos blancos son un
proyecto para que el pueblo parezca estéticamente más bonito, esta idea de ver lo uniforme como
bello me recuerda a la arquitectura y orden del Oxxo. Quizás este proyecto del gobierno tenga
relación con el reciente nombramiento de pueblo mágico en Paracho. Entonces habría de
cuestionarse, ¿Para quién pretenden que sea bello el pueblo? Y ¿Quién dicta que uniformidad es
una forma de belleza?

La otra cuestión que quiero resaltar ante el mensaje de aquel hombre, es que plantea hacer una
división entre las personas originarias de Paracho y los que no lo son. Aunque esto es una petición
de la presidencia, supongo que pretende fragmentar los grupos de comerciantes que llevan vigentes
desde los inicios de Paracho y que, es algo se ha planteado como un oficio que se trasmite de
generación en generación. Incluso tienen un desfile en agosto, en medio de la fiesta del pueblo,
donde varios contingentes de comerciantes van bailando por la avenida principal de Paracho y
regalando algunos de sus productos, como una forma de agradecer al pueblo por ser su clientela.
Estos contingentes definitivamente no están conformados solo por gente originaria del municipio,
por lo que plantear la división propuesta por el ayuntamiento, es mucho más complejo que solo
decirlo.

Además del tema de los toldos blancos, se hablaron de otros puntos importantes. Como los lugares
del estacionamiento, una señora propone que cada persona tenga un lugar fijo en el
estacionamiento que se ha usado siempre, pero que todos deben comprometerse a respetar dicho
espacio, para no tener la necesidad de apartarlo con cubetas. Ante la propuesta se hizo una votación
donde todos estuvieron de acuerdo con la señora. El segundo punto, era referente a los lasos, puesto
que una persona que vive en la calle donde se establece el tianguis, se quejo porque al parecer
amarraron un laso en su caso y le arruino su puerta. En este punto todo estaba muy tranquilo, la
persona afectada entro en la reunión y propuso que buscaran otros lugares donde amarrar los lasos
que ocupaban para levantar las lonas. Pero esa tranquilidad se acabó, cuando la señora pidió que
no aventarán basura a la barranca que esta frente a su casa, porque apestaba toda la semana y nadie
la recogía.

Antes está última queja estallo el mismo hombre robusto que un principio de la reunión trajo a
flote el tema de los toldos donados por la presidencia. El señor, que luego me enteraría llaman Don
rana, le reclamo a la señora que ella no tenía ningún derecho sobre esa barranca, puesto que él
con ayuda del ayuntamiento la habían limpiado antes que tianguis se extendiera a matamoros, en
sus palabras: antes de mi esa barranca era puros miados. Los otros comerciantes lo calman y
también abogan que en contra de su carácter. Pero al ver que el hombre discutía sin llegar a ningún
lado, prefieren cerrar la reunión y todos rompen el circulo.
Séptima entrega 5 de noviembre del 2023

Hoy quiero enfocarme en aquellos entes que sacan de sus casillas a los adultos en el albedrio del
tianguis. Para eso tengo pensado un grupo de agentes. Son los perritos callejeros, que siempre los
corren de un puesto a otro. Estos animales, olfatean la ropa de los puestos y duermen bajo ellos
plácidamente. También buscan comida en los basureros del tianguis. Me toco ver el momento
donde un niño, intenta acariciar a un perrito y este le gruñe asustado. También me toco ver que
algunas personas los pateaban y parecían estorbarles en todos lados, los animales solo cerraban
sus ojos y se iban a otro lado de donde también, no tardaban en correrlos.

Una perrita de lomo café (quien me motivo a dedicar está entrega los perritos), hizo un escándalo
en el tianguis cuando apenas llegue, cuando se robó la comida de un comerciante. La persona había
dejado la comida en la banqueta mientras atendía su changarro y el animal que pasaba por ahí,
aprovecho su distracción. La reacción del hombre fue espantar al animal, pero la muchacha que lo
acompañaba, lo detuvo, argumentando que la perrita estaba embarazada y por eso tenia tanta
hambre. Por lo la dejaron terminarse el almuerzo de aquel comerciante.

Después la perrita se aleja del puesto


y se acuesta en medio de la calle, sin
importarle que todos pasen a su lado,
solo levanta ocasionalmente las
orejas y mueve su nariz. Finalmente
se levanta cuando percibe que otro
perro viene hacia ella, ambos se
huelen y nuevamente, vuelven a ser
correteados por otra persona, en
respuesta, estos animales agachan las
orejas y se van apenados a otro sitio,
como si en todo rincón del tianguis
ellos pidieran perdón por existir.
Octava entrega 12 de noviembre del 2023

Hoy quiero hablar de otro ente que no parece ser muy apto para el tianguis, los niños. Los pequeños
aparecen cargados a espaldas de sus madres, envueltos en rebozos de patacua (tela propia de la
región), casi siempre van dormidos y cuando no, se asoman por esa tela azul a descubrir que es
todo ese ruido del exterior. Las madres practican la lactancia en la vía pública del tianguis, aunque
es un secreto a voces que, aún existen personas que no lo ven como algo moralmente correcto.
Uno de los bebes que vi atado a la espada de su madre, iba sumergido en un profundo sueño, que
parecía ajeno a toda el ruido y la multitud fuera del lecho de su madre. Cabe recalcar, que todos
los niños están cerca de mamá, pero rara vez aparece la figura de papá cerca de ellos.

Los niños que traspasan de los 3 a 4 años, ya no solo van acompañados de la mamá, sino que se
juntan en grupos por personas rondan con su edad y juegan entre las calles del tianguis.
Curiosamente, me tocó ver aun grupo que jugaba a “vender muchas cosas”, quienes imitaban a los
comerciantes al pie de la letra. Una niña de esos grupos, hizo un berrinche porque quería una
muñeca de cabello verde. Ya antes había presenciado un berrinche parecido en el Oxxo, y debo
decir que existen notables respuesta de los adultos ante el berrinche. En el Oxxo la única que
trataba de calmar al niño era su madre, pero en el tianguis toda la gente de alrededor se involucra
en el berrinche. Algunos le inventan a la niña que la muñeca no está a la venta y otros la amenazan
con que a “las niñas chillonas” no se les venden muñecas. Estas palabras no favorecieron mucho
la situación y al final la mamá se lleva en peso a la niña.

Otra situación en los niños del tianguis es aquellos


que no juegan, los que trabajan acarreando mercancía
o vendiendo cosas a lo largo de las calles de Paracho.
Estos niños, a diferencia de los otros no sonríen y no
son tan ruidosos. Pero al igual que los otros, miran
todo con atención, pero no lo tocan, no hablan con
otros niños ni se relacionan con persona alguna.
Jamás van en compañía de un adulto y cruelmente
van de un lugar a otro sin pertenecer a ninguno.
Novena entrega 26 de noviembre del 2023
En este apartado me quiero centrar en una persona que funge como representante y director de los
comerciantes. Además de dichos títulos es quien vincula las necesidades de los comerciantes con
el gobierno municipal, ya lo había mencionado anteriormente en diario, y comienzo a plantearlo
como un monopolio dentro de la organización de los comerciantes. Para empezar, está persona no
tiene un puesto en tianguis, no es comerciante y sin embargo es el coordinador de ellos. Lo cual
es sumamente raro y contradictorio.

Lo primero que hace este sujeto al llegar al tianguis es un pase de lista. Recorre puesto por puesto
y anota el nombre de un integrante de la familia a la que pertenezca el changarro. Después, recorre
los mismos puestos para pedir una cooperación, disque para a completar para los prometidos toldos
blancos. Esta persona, pide cooperación acorde a los metros que mide cada puesto, mientras más
metros, más dinero debes dar. Una vez que acaba estas actividades, se sienta en un puesto ajeno y
fuma, fuma por horas y siempre con una actitud hace parecer que tiene prisa. Resuena su ancho
zapato en el suelo una y otra vez, mientras frunce el ceño y murmura cosas solo para él.

Después se levanta y vuelve recorrer puesto por puesto, ahora con el pretexto de que quiere evocar
a una reunión, ahí me di cuenta que es él quien organiza y planifica las reuniones. Tras este nuevo
recorrido, el hombre entra en una tienda de bisutería y le dice a la dueña que ella también debe ir
a las reuniones. Ella aboga en su defensa, que su tienda no forma parte del tianguis ni ocupa la vía
publica, por lo que no siente la obligación de ir a dicha reunión. Alegan por un largo rato y al final
gana la señora. El hombre sale mal humorado y se vuelve a sentar en la silla de siempre.

Mientras que, en el resto del tianguis los comerciantes tienen una relación más amena, se
intercambian productos, se prestan el cargador de sus teléfonos, platican de su vida, ayudan
mutuamente a conseguir cambio si alguien lo necesita y también se ayudan en la instalación y
desalojo de los puestos. En todas estas actividades el representante nunca participa, siempre es un
ente ausente que claramente, tiene otros motivos dentro del círculo social que gira en torno al
tianguis, muy divergentes al resto de los comerciantes.

También podría gustarte