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En Acapulco se respira el olor

a muerte” Acapulco, Guerrero, está devastado, y tras ser una


de las áreas turísticas más concurridas de México, se convirtió en un zona
de guerra. “Muchos edificios y casas fueron derribados, otros están por
caer; hay personas desaparecidas, algunas con ataques de ansiedad, con
lesiones y golpes en el cuerpo, pero lo más impresionante, es el olor a
muerte que literalmente se respira en el lugar” tras el paso de “Otis”. Así fue
el relato de Miguel Rodríguez, uno de los seis paramédicos y enfermeros de
la empresa “Traslados y Emergencias Médicas de Chihuahua”, quienes
durante una semana estuvieron brindando ayuda a las familias damnificadas
en la ciudad de Acapulco, Guerrero. Pese a estar acostumbrados a
presenciar accidentes, atender a personas lesionadas, y brindar primeros
auxilios físicos y psicológicos, lo que vivieron en los últimos días fue, a
decir de ellos mismos, una “experiencia desgarradora”.

De regreso a Chihuahua, este jueves 2 de noviembre, el paramédico Miguel


Ramírez relató que desde su llegada a Guerrero y más aún, al arribar a
Acapulco, fueron testigos de “una ciudad totalmente devastada; vimos
robos-rapiña por una ciudad oscura”.

Una escena desesperada, por personas buscando a familiares


desaparecidos, casas, negocios, edificios derrumbados, robos, el llanto de
los niños y en general, un lugar desierto”.

Caen en desesperación y pelean entre sí por ser los primeros en llevar alimento a
sus familias
Cabe señalar que el equipo que acudió a brindar apoyo, estuvo comandado por
Alejandro Sánchez, quien es coordinador operativo de la empresa Traslados y
Emergencias Médicas Chihuahua, misma que con una visión altruista apoyó a los
paramédicos y enfermeros que por cuenta propia decidieron acudir a prestar
servicio a quienes atraviesan difíciles momentos.

Los jóvenes paramédicos y enfermeros, emprendieron el viaje el sábado 28 de


septiembre, en dos unidades de ambulancia de servicios básicos.
Nos habían dicho que estaba complicado el acceso por los militares, sin embargo
entramos sin problemas, llevábamos aproximadamente 1.5 toneladas de víveres”.
Agregó que además no se contaba con energía eléctrica, ni agua, y fue
impresionante ver kilométricas filas, de 600 o hasta 800 personas, para comprar
una bolsa de hielo, “Había discusiones y peleas para ver quién ganaba el
sustento para la familia por el nivel de desesperación”.

Añadió que fue hasta este jueves 2 de noviembre cuando se restableció la energía
eléctrica en la zona devastada, aunque no por completo.

Se logró un buen comando de incidencia de atenciones”, refirió Miguel, pese a lo


cual está cierto de que aún queda mucho por hacer, pues si bien, las
corporaciones de diferentes estados se encuentran trabajando, el lugar aún está
prácticamente “en tinieblas”.

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