Está en la página 1de 3

13. ¡Espera en el Señor!

(1T 2024— El libro de los Salmos)

Textos bíblicos: Salmos 27:14; Rom. 8:18–25; Salmos 131; Mateo 18:3; Salmos 126;
Salmos 92; Marcos 16:1–18; 2 Ped. 1:19.

Citas
• Cuánto de la vida humana se pierde en la espera. Ralph Waldo Emerson
• Esperar es doloroso. Olvidar es doloroso. Pero no saber qué hacer es el peor de
los sufrimientos. Paulo Coelho
• La paciencia es esperar. No esperar pasivamente. Eso es pereza. Pero seguir
adelante cuando el camino es duro y lento, eso es paciencia. Anónimo
• No hay ningún gran logro que no sea el resultado de un trabajo y una espera
pacientes. J. G. Holland
• Es extraño... que los años nos enseñen paciencia; que cuanto más corto es nuestro
tiempo, mayor es nuestra capacidad para esperar. Elizabeth Taylor
• La tragedia de la vida no es que termine tan pronto, sino que esperemos tanto para
empezarla. W. M. Lewis
• Hice un curso de espera rápida. Ahora puedo esperar una hora en sólo diez
minutos. Steve Wright

Para debatir
¿Cómo podemos “esperar en el Señor”? ¿En qué se diferencia esta espera de no
hacer nada? ¿Cómo podemos esperar activamente y no volvernos pasivos? ¿Cómo
afrontar el paso del tiempo y mantener la esperanza? ¿Cuál es el peligro de la
impaciencia, especialmente en nuestra vida espiritual? ¿Qué es lo que realmente
esperamos y cómo interviene Dios en ello?

Resumen bíblico
“¡Confía en el Señor! Ten confianza: ¡Él te dará valor! ¡Confía en el Señor!” Sal.
27:14; Rom. 8:18-25 nos dice que nos cuidamos salvados por la esperanza. El Salmo 131
es un breve salmo sobre confiar tranquilamente en Dios. En Mt. 18:3 Jesús dice a sus
discípulos que si no se hacen como niños no entrarán en el reino de Dios. Habiendo
confiado en Dios, el pueblo puede volver a adorar en Jerusalén según el Salmo 126. En el
Salmo 92, incluso los ancianos declaran: “¡El Señor hace lo que es justo! Él es mi roca.
No hay mal en él”. Marcos 16:1-18 es el relato de la resurrección de Jesús. Puedes
confiar en lo que Dios promete según 2 Pe. 1:19.

Comentario

¿Cuál es el carácter de nuestra espera? No se trata de ociosidad, sino de una participación


activa en este mundo, mientras esperamos el cumplimiento final de las promesas de Dios.
Normalmente, esperar sugiere inactividad, pero no para el cristiano. Como dijo Jesús a sus
oyentes: “Ocupaos hasta que yo venga”. La espera se asocia normalmente con retrasos y
mala planificación por parte de alguien, pero aquí la espera es la oportunidad de Dios para
obrar, especialmente en favor de los demás y para el cumplimiento del plan de salvación.
La nuestra no es una sociedad a la que le guste esperar. Lo queremos todo
inmediatamente: desde la comida rápida hasta los coches rápidos, todo tiene que eliminar la
posibilidad de esperar. Sin embargo, se nos dice que esperemos en el Señor. ¿Por qué? En
lugar de esperar en Dios, ¡cuántas veces nos precipitamos a la acción o salimos corriendo!
Puede que esperar no sea siempre lo más cómodo, pero en nuestra relación con Dios es
esencial. Porque de la misma manera que Dios tiene que esperar y dar tiempo para que la
verdad se demuestre, así nosotros también tenemos que esperar pacientemente la eventual
vindicación de la verdad.

Nuestra espera no es tiempo perdido. Es un tiempo lleno de expectativas y de acción. Es


tiempo para nuestra preparación y, lo que es más importante, tiempo para poder compartir la
verdad con los demás, de modo que ellos también puedan convertirse en amigos de Dios. Si
Dios es tan paciente con nosotros, ¿no podemos nosotros ser pacientes con los que nos
rodean, animándolos a descubrir la alegría de una relación de por vida con nuestro Dios
digno de confianza?
Si tienes que esperar, es fácil frustrarse y querer saltar a la acción, hacer algo, ¡cualquier
cosa! Sin embargo, se nos dice que esperemos en el Señor, y que ejercitemos la paciencia
mientras permitimos que Él lleve a cabo sus propósitos a su manera.

A veces resulta aburrido esperar pacientemente por nuestra cuenta. Pero cuando
estamos juntos y esperamos activamente, el tiempo pasa volando. No creo que Dios nos
llame a estar inactivos y ociosos en nuestra espera paciente: quiere que reflexionemos,
meditemos y, sobre todo, que utilicemos el tiempo sabiamente y bien para compartir las
buenas nuevas sobre Dios y su carácter. De ese modo, nuestra paciencia no se agota,
porque mientras esperamos algunas cosas, otras hay que hacerlas ya.

En eso consiste realmente “esperar en el Señor”: en confiar en Dios. Como aclara


Isaías 40:31, si hacemos esto, renovaremos nuestras fuerzas y levantaremos alas como las
águilas. Volaremos. Y correremos sin cansarnos, caminaremos sin agotarnos. Esto es lo
que Dios tiene reservado para nosotros, y a medida que crezcamos en el fruto del espíritu
en paciencia, que veamos el cumplimiento de todo lo que esperamos.

Comentarios de Elena de White


“El labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia, hasta que
reciba la lluvia temprana y tardía”.34Santiago 5:7. Así también el cristiano debe esperar
en su vida los frutos de la palabra de Dios. Muchas veces, cuando pedimos en oración las
gracias del Espíritu, para contestar nuestras oraciones, Dios nos coloca en circunstancias
que nos permiten desarrollar esos frutos; pero no entendemos su propósito, nos
asombramos y desanimamos. Sin embargo, nadie puede desarrollar esas gracias a no ser
por medio del proceso del crecimiento y la producción de frutos. Nuestra parte consiste
en recibir la palabra de Dios, aferrarnos de ella, y rendirnos plenamente a su dominio; así
se cumplirá en nosotros su propósito. {Palabras de Vida del Gran Maestro, p. 41}
“Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón: sí, espera a Jehová.” Salmos
27:14.Se está apoderando del mundo un afán nunca visto. En las diversiones, en la
acumulación de dinero, en la lucha por el poder, hasta en la lucha por la existencia, hay
una fuerza terrible que embarga el cuerpo, la mente y el alma. En medio de esta
precipitación enloquecedora, habla Dios. Nos invita a apartarnos y tener comunión con
él. ‘Callad, y sabed que yo soy Dios.’ Salmos 46:10. “Muchos aun en sus momentos de
devoción, no reciben la bendición de la verdadera comunión con Dios. Están demasiado
apremiados. Con pasos presurosos penetran en la amorosa presencia de Cristo y se
detienen tal vez un momento, mas no esperan consejo. No tienen tiempo para permanecer
con el divino Maestro. Vuelven con sus preocupaciones al trabajo....Nuestra necesidad no
consiste en detenernos un momento en su presencia, sino en tener relación personal con
Cristo, sentarnos en su compañía.”—La Educación, 254. “Podemos llevarle nuestros
pequeños problemas y perplejidades tanto como nuestras preocupaciones mayores.
Cualquier cosa que nos turbe o aflija debemos llevar al Señor en oración.”—Testimonios
para la Iglesia, Vol. 5, p. 200. “Si mantenemos al Señor siempre delante de nosotros ...
tendremos una frescura perdurable en nuestra experiencia religiosa. Nuestras oraciones
tomarán la forma de una conversación con Dios, como si habláramos con un amigo.... A
menudo nos vendrá un dulce y gozoso sentimiento de la presencia de Jesús.”{La Fe por
la Cual Vivo, p. 227}
Preparado el 6 de noviembre de 2023 © Jonathan Gallagher 2023
Traducción: Shelly Barrios De Ávila

También podría gustarte