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2
Staff
Traducción
RRZOE
Molly

Corrección y Lectura final


Dopamina

Diseño
Bruja_Luna_ 3
Índice
Staff Capítulo 26
Sinopsis Capítulo 27
Capítulo 1 Capítulo 28
Capítulo 2 Capítulo 29
Capítulo 3 Capítulo 30
Capítulo 4 Capítulo 31
Capítulo 5 Capítulo 32
Capítulo 6 Capítulo 33
Capítulo 7 Capítulo 34
Capítulo 8 Capítulo 35
Capítulo 9 Capítulo 36
Capítulo 10 Capítulo 37 4
Capítulo 11 Capítulo 38
Capítulo 12 Capítulo 39
Capítulo 13 Capítulo 40
Capítulo 14 Capítulo 41
Capítulo 15 Capítulo 42
Capítulo 16 Capítulo 43
Capítulo 17 Capítulo 44
Capítulo 18 Capítulo 45
Capítulo 19 Capítulo 46
Capítulo 20 Capítulo 47
Capítulo 21 Capítulo 48
Capítulo 22 Capítulo 49
Capítulo 23 Próximo Libro
Capítulo 24 Sobre la Autora
Capítulo 25
Sinopsis
Una carta que cambió mi vida.
Un certificado de nacimiento falso.
Un padre del que nunca supe nada.
Y cuatro hermanos que tenían la misma edad que yo.

A los treinta y tres años, era el director general de Sterling Capital,


gracias a mi tío, que me tomó bajo su ala y me introdujo en el mundo de la
inversión. Era una especie de figura paterna, ya que mi madre nunca se
casó y me dijo que mi padre era un desconocido que conoció en un bar.

Tras el repentino fallecimiento de mi madre, descubrí quién era


5
realmente mi padre. Un hombre llamado Henry Kind, con el que tuvo un
breve romance hace tantos años. Un hombre que la dejó para formar una
familia con otra mujer. Yo era de su sangre, su hijo, e iba a saber
exactamente quién era yo cuando llegara el momento. Pero tenía que idear
un plan para abrirme camino en la vida de mi recién encontrada familia.

Comprar una casa en la playa era un comienzo, y también encantar


a una hermosa mujer que estaba cerca de ellos, una mujer que era
increíblemente sexy en muchos sentidos. La utilizaría para llegar a ellos,
ganarme su confianza y hacerme con la empresa de mi padre. Con lo que
no contaba era con enamorarme de Jenni Benton en más de un sentido.
Entonces se desató el infierno después de que ella encontró la carta que mi
madre me dejó.

Tenía dos opciones: dejarla a ella y a todo lo demás o quedarme y


luchar en la guerra que yo empecé.
Lo que pasa con la traición es que siempre vendrá de los que están
cerca de ti. ~ Samuel Zulu.

6
1
Shaun
—Dios mío, Shaun. Oh, Dios mío —repetía Christine una y otra vez
mientras la tenía inmovilizada contra la pared—. Sí, cariño. ¿Te vas a correr?
¿Te vas a correr?
No pude aguantar más su voz, así que subí mi mano y la puse sobre
su boca mientras seguía empujando dentro de ella. Mi polla empezó a tener
espasmos y, con un último y fuerte empujón, exploté mientras dejaba
escapar un satisfactorio gemido. Retiré mi mano de la boca de Christine y
la apoyé firmemente contra la pared mientras intentaba recuperar el aliento.
—No puedo creer que me hayas tapado la boca. Ha sido un
movimiento de idiota, Shaun. —Frunció el ceño. 7
Sacudí la cabeza y la bajé hasta que sus pies tocaron el suelo.
Entrando en el baño, me quité el condón, lo tiré a la basura y me eché agua
fría en el rostro.
—¿Hola? ¿Me has oído? —dijo en voz alta cuando volví a entrar en la
habitación.
—Sí, te he oído. Vístete. —Recogí su vestido del suelo y se lo tiré.
—¿Qué? ¿Por qué? Es la una de la mañana.
—Sé qué hora es, Christine. Tienes que irte. —Me acerqué al cajón de
mi cómoda y saqué un pantalón de pijama.
—¿Estás hablando en serio ahora?
—Muy en serio. —Agarré mi teléfono y abrí la aplicación de Lyft.
—¿Qué demonios, Shaun? —gritó.
Salí del dormitorio, bajé a mi bar en la sala y me serví un whisky.
—¡Me debes una puta explicación! —espetó mientras me seguía.
—Tengo muchas cosas en la cabeza y solo quiero estar sola esta
noche. Por favor, Christine. No te resistas a esto. Un Lyft te está esperando
abajo, y ya está pagado.
—Bien. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?
—No.
La acompañé hasta el ascensor y pulsé el botón.
—Gracias por comprender. Te llamaré. —Le dediqué una suave
sonrisa.
—De acuerdo. No hagas planes para este fin de semana. Hay una gran
banda Indie tocando en Central Park que quiero ver.
—Suena divertido. —Besé su frente antes de que entrara en el
ascensor.
En cuanto se cerraron las puertas, dejé escapar un suspiro, tomé mi
teléfono y bloqueé su número. Me acerqué a mi caja fuerte, la abrí y saqué
la carta que me entregó el abogado de mi madre hace diez días, tras su
funeral.

Mi queridísimo Shaun,
Si estás leyendo esto, significa que ya estoy descansando en la tierra.
Sé que no siempre fui la madre perfecta, pero lo intenté. Crecer sin un padre
8
fue duro para ti, y sé que tu tío Nate intentó llenar esos zapatos cuando volvió
a Nueva York, aunque tenía sus propios problemas.
Hay cosas que nunca te dije. Supongo que tomé el camino del cobarde
al decirte esto cuando esté muerta y enterrada. Pero desde que tu tío se murió,
y yo también, no quiero que estés solo en el mundo. No te mentí cuando te dije
que tu padre era un desconocido que conocí en un bar. Simplemente no te dije
toda la verdad. Era un desconocido, y nos conocimos en un bar una noche.
Yo estaba con mis amigas y él se acercó a mí con la sonrisa más bonita que
jamás hubiera visto. Salimos juntos del bar y fuimos a una cafetería donde
hablamos hasta las dos de la madrugada. Sabía que tenía una relación con
otra mujer, pero no me importaba. Me robó el corazón de muchas maneras.
Me dijo que yo era su alma gemela y que nunca podría amar a otra mujer
como me amaba a mí, y que pensaba romper con la otra mujer. Lo mejor que
me pasó en la vida fue descubrir que estaba embarazada de ti. La noche que
iba a hablarle de ti, él apareció para decirme que no podíamos seguir
viéndonos porque la mujer con la que estaba quedo embarazada y esperaba
cuatrillizos. Dijo que tenía que hacer lo correcto, así que le pidió que se casara
con él. Yo estaba angustiada y muy enfadada. Sentí que mi corazón se rompió
en un millón de pedacitos, y lo odié por eso. Le rogué que se quedara conmigo.
Me dijo que no podía, y que en cuanto se casara, se mudaría a California para
crear su propia empresa. Me imaginé que, si era capaz de hacer daño a la
persona que decía amar tanto, también lo haría nuevamente algún día. Así
que nunca le dije que estaba embarazada. Lo vigilé a él y a su esposa después
de que se mudaron a California. Dos meses antes de que tú nacieras, ella
tuvo sus bebés y él se convirtió en padre de cuatro niños. Él fue la razón por
la que nunca me casé ni tuve una relación duradera. Nunca pude amar a
nadie como lo amaba a él.
Tu padre se llama Henry Kind. Vive en California y es el propietario de
Kind Design & Architecture. Es de tu sangre, mi querido hijo, al igual que tus
cuatro hermanos. No necesitas hacer nada con esta información, pero no
podía descansar en paz hasta que supieras la verdad. No estás solo en el
mundo, Shaun. Mientras lees esto, estoy seguro de que la ira y el odio hacia
mí te han consumido. Todo lo que quería era protegerte, me creas o no. Sólo
debes saber que te amo mucho y que siempre velaré por ti.
Con amor, tu madre.

Tenía razón. Estaba enfadado con ella por no haberme dicho nunca
la verdad. Pero estaba más furioso con el hombre que la hirió y abandonó.
Después de releer la carta por lo que me pareció la centésima vez, miré
el certificado de nacimiento que la acompañaba. Mi verdadera partida de
nacimiento. Aquella en la que el nombre de Henry Alexander Kind aparecía
9
en la casilla de "Nombre completo del padre".

A la mañana siguiente, me preparé un café en mi taza para llevar y


me dirigí al auto que me esperaba junto a la acera. Cuando entré en el
edificio donde estaba Sterling Capital Corp., subí en el ascensor hasta el
piso veintiuno y me dirigí directamente a la sala de conferencias para
reunirme con Bill Gaffey.
—Buenos días, Bill —saludé al entrar y cerrar la puerta.
—Buenos días, Shaun.
Dejé mi taza sobre la mesa de la sala de conferencias, me desabroché
el traje y tomé asiento frente a él.
—¿Y bien? ¿Qué tienes para mí?
—¿Seguro que estás preparado para esto?
—Estoy preparado desde que leí la carta por primera vez.
—Tu padre, Henry Kind, ya está retirado de Kind Design &
Architecture. Dejó la empresa en manos de Sam y Stefan Kind, dos de tus
hermanos. Ambos chicos supervisan toda la empresa. Sam dirige la división
de arquitectura y Stefan la de construcción.
—¿Y los otros dos?
—Los cuatro chicos son accionistas de la empresa y están en el
consejo. Sebastian siguió el camino de convertirse en chef. Es dueño de dos
restaurantes de 5 estrellas Michelin. Four Kinds en Venice Beach y Emilia's
en el centro de Los Ángeles. Su otro hermano, Simon, es detective de la
policía de Los Ángeles. Un detective muy respetado. —Levantó la ceja—.
Quien, por cierto, está acostado en una cama de hospital recuperándose de
una herida de bala.
—¿Está bien?
—Va a estarlo.
—Cuéntame más sobre mi padre.
—Bueno, está en su quinto matrimonio. Después de casarse con su
actual esposa, Celeste, cedió la empresa a sus hijos. Además, debes saber
que él y su esposa están esperando un bebé.
—Por Dios. —Sacudí la cabeza—. ¿Hablas en serio? 10
—Sí, Shaun. Muy en serio.
—¿Y mis cuatro hermanos?
—Sam está casado con una mujer llamada Julia que también está
embarazada. Stefan era padre soltero de una niña llamada Lily hasta que
conoció a Alex. Desde entonces se han casado y tienen un hijo juntos
llamado Henry.
—Entonces, ¿tengo una sobrina y un sobrino, otro en camino y un
hermano en camino?
—Sí. Sebastian vive con una mujer llamada Emilia, y tienen un perro
llamado Ruby. En cuanto a Simon, está soltero. Los cuatro, incluido tu
padre, viven en un tramo de Venice Beach.
—¿Viven todos juntos? —Fruncí el ceño.
—Sí. La casa en la que vive tu padre pertenecía originalmente a la
novia de Sebastian, Emilia. Ella se la vendió a Henry cuando se mudó a la
casa de Sebastian.
—Son una gran familia feliz, ¿verdad?
—Eso parece. ¿Y ahora qué? —preguntó Bill.
—Tráeme el mapa de viviendas de la ciudad. Quiero mirarlo. Sigue
vigilando e infórmame. Necesito algo de tiempo para idear mi plan antes de
ponerlo en marcha.

Un mes después

Estaba sentado detrás de mi escritorio cuando Bill entró en mi


despacho.
—¿Qué pasa, Bill?
—He encontrado a alguien que puede interesarte. —Me entregó una
carpeta de archivos.
Al abrirla, me quedé mirando la foto de la hermosa mujer que había
dentro.
—¿Quién es?
—Se llama Jenni Benton y es la hermana gemela de Julia Kind. Es
soltera y está muy unida a toda la familia Kind. Era una modelo que se retiró 11
recientemente y ahora está buscando un inversor para su línea de moda.
—Interesante. —Me quedé mirando sus ojos risueños—. ¿Vive cerca
de ellos?
—Vive en el centro de Los Ángeles, en un apartamento del edificio
Circa.
—¿Y estás seguro de que está soltera? —Levanté la mirada hacia él.
—Definitivamente está soltera.
Mi teléfono sonó, y cuando miré hacia él, vi que mi agente
inmobiliario, Bella Marcus, estaba llamando.
—Hola, Bella. Espero que tengas buenas noticias para mí.
—Sí, Shaun. Los Bennett han aceptado tu generosa oferta por su casa.
—Excelente. ¿Cuándo podemos cerrar?
—En diez días. Te piden que les des al menos diez días después del
cierre para mudarse.
—Eso está bien.
—Genial. Prepararé todo el papeleo y te llamaré cuando haya que
firmarlo.
—Gracias, Bella. Aprecio tu duro trabajo.
—De nada, Shaun. Hazme saber si necesitas algo más. Cuídate.
—¿Qué fue eso? —preguntó Bill.
—Acabo de comprar la casa en la playa junto a Simon Kind.
—No sabía que estaba en venta.
Mis labios formaron una sonrisa de satisfacción.
—No lo estaba. Pero, ¿quién sería tan estúpido como para rechazar el
triple de su valor y un acuerdo en efectivo?
—Inteligente. Entonces, ¿entiendo que pronto te irás a California?
—Sí. Muy pronto.
—Hay algo más —dijo.
—¿Qué? —Arqueé la ceja.
—Tu hermano, Simon, y una mujer llamada Grace Adams se
registraron ayer en el Mandarin.
—¿Está aquí en Nueva York?
—Sí.
12
—¿Por cuánto tiempo?
—Su vuelo de Delta sale mañana al mediodía.
—Interesante. Gracias, Bill. Aprecio todo lo que has hecho. Estaré en
contacto. —Me levanté de la silla y le tendí la mano.
—De nada, Shaun. Espero que las cosas te funcionen con esta familia.
—Oh, lo harán. —Sonreí—. No van a saber qué les golpeó una vez que
haya terminado.
Salí de mi oficina y me dirigí a mi asistente personal, Selena.
—¿Puedo ayudarle? —Su ceja se arqueó mientras levantaba la vista
de su laptop.
—Necesito que llames a Rob de Delta y averigües en qué asiento está
sentado Simon Kind en el vuelo de mañana a mediodía a Los Ángeles. Luego,
necesito que me reserves el asiento de enfrente.
—¿Y si alguien ya está sentado en ese asiento?
—Dile a Rob que tiene que ser puesto en otro lugar porque fue
reservado doblemente. Además, necesito que me reserves una habitación en
el mandarín ahora mismo. No me importa qué habitación. Y necesito que te
reúnas conmigo allí en un par de horas. Lleva unos cuantos vestidos, y
asegúrate de que uno de ellos sea negro.
—¿Qué? —Negó.
—Solo haz lo que te digo.
Me alejé y la oí gritar.
—Shaun, ¿qué está pasando?
—¡Hazlo, Selena!

13
2
Shaun
Después de tomar asiento en una de las sillas de una mesa alta de la
zona del bar, saqué mi teléfono del bolsillo y le envié a Selena un mensaje
de texto.

Yo: Vestido negro. Date prisa y ven aquí.

Mientras daba un sorbo a mi bebida, observé a mi hermano y a su


novia Grace en la barra. Ella era un hueso duro de roer. Eso lo pude
comprobar. Y él también lo era. Por la mirada que tenía cuando se acercó, 14
me di cuenta de que estaba dispuesto a matar.
—Estoy aquí. —Selena se acercó y tomó el asiento más cercano a mí.
—Te ves bien. Se supone que eres mi cita a ciegas, así que actúa como
si nos estuviéramos conociendo.
—Sabes, Shaun, no creo que me paguen lo suficiente por esto. Tengo
una cita con Nick esta noche.
—Te pago bien, y lo sabes. —Sonreí—. Puedes ir a tu cita en cuanto
se vayan. Dile a Nick que se reúna contigo aquí, y los dos pueden pedir el
servicio de habitaciones por mí y quedarse con la habitación el resto de la
noche.
—¿En serio? —Sonrió.
—Sí.
Observé como Simon y Grace se levantaban de sus taburetes.
Volviendo mi atención a Selena, los pillé a ambos mirándome de reojo. Y
mañana, nos volveríamos a encontrar.
Al día siguiente, volví a encontrarme con ellos en el avión a California.
Hablamos durante casi todo el vuelo. Simon me contó cómo le dispararon y
cómo se conocieron él y Grace. Mencionó a sus hermanos en algunas
conversaciones y, por lo que pude ver, estaban muy unidos. Tuve cuidado
con mis palabras y no divulgué demasiada información sobre mí. Todo lo
que Simon Kind sabía era que me llamaba Shaun, que trabajaba en el sector
financiero y de inversiones, y que viajaba a California en un viaje de
negocios.
—¿Necesitas que te lleven a algún sitio? Estaríamos más que felices
de dejarte donde sea que te dirijas.
—Gracias, Simon, pero tengo un auto y un chofer esperándome. Ha
sido un placer volver a verlos. Gracias por amenizar el viaje. —Sonreí.
—Cuídate, Shaun. —Me dio una palmadita en la espalda.
—Tú también.
Cuando entré en la zona de recogida de equipajes, mi chófer sostuvo
un iPad con mi nombre en la pantalla.
—Soy Shaun Sterling. —Me acerqué a él.
—Bienvenido a California, señor. Soy Bernard y lo llevaré al Ritz
Carlton.
—Gracias, Bernard.
En cuanto llegó mi equipaje, agarré la funda de mi guitarra mientras
Bernard tomaba mis dos maletas y las llevaba hasta la limusina aparcada 15
en la acera.

—Bienvenido al Ritz Carlton. ¿Puedo ayudarlo? —preguntó la guapa


pelirroja detrás del mostrador.
—Reserva para Sterling.
—Bienvenido, señor Sterling. —Sonrió—. Lo esperábamos. Aquí tiene
su tarjeta de acceso a la suite del Ritz Carlton. Si hay algo que necesite o
que podamos hacer por usted, solo tiene que decírnoslo.
—¿Está listo el auto que reservé?
—Sí. Está con nuestro valet. Le diré al botones que traiga su equipaje.
—Gracias. —Sonreí y me dirigí al ascensor.
Cuando entré en la suite del piso veinticinco, miré el espacio de dos
mil novecientos veinte metros cuadrados con vistas a la ciudad.
—Disculpe, señor Sterling. Tengo su equipaje —dijo el botones—. Las
pondré en la habitación.
—Gracias.
Me quité el abrigo del traje y me aflojé la corbata. Saqué un billete de
cien dólares de mi cartera y se lo entregué cuando colocó mi equipaje.
—Gracias, señor Sterling. Se lo agradezco mucho. —Sonrió—. Disfrute
de su estancia.
—De nada. —Le hice un gesto con la cabeza mientras salía de mi suite.
Me acerqué a la gran mesa con capacidad para diez personas y miré
la gran cesta de frutas y frutos secos que reposaba sobre ella con una botella
de champán enfriándose en un cubo. Me acerqué al minibar, tomé la botella
de whisky que pedí, me serví un trago, me acerqué al gran ventanal y
contemplé la ciudad que ahora era mi hogar durante... bueno, no estaba
seguro de cuánto tiempo estaría aquí.
Apurando mi bebida, agarré la funda de mi guitarra, la saqué y me
senté en el enorme sofá gris curvado. Primero rasgueé unos cuantos acordes
y me perdí en la canción que tocaba.
Cuando tenía cuatro años, mi madre me llevó al médico por mis
extremos problemas de comportamiento. Estaba convencida de que era
bipolar o simplemente un psicópata. Pero después de muchas pruebas,
resultó que era brillante y tenía un coeficiente intelectual de ciento
16
cincuenta. El simple hecho era que me aburría. Como no podía permitirse
enviarme a una escuela privada para niños superdotados, tuve que ir a la
escuela pública, que era demasiado fácil para mí, lo que me hacía aburrirme
y me causaba aún más problemas de comportamiento.
Cuando tenía ocho años, mi madre me compró una guitarra en una
tienda de segunda mano para mantenerme ocupado mientras me dejaba
solo y salía por la noche con hombres con los que nunca pretendió tener
relaciones. Hombres que la hacían gemir por la noche y se iban antes de que
saliera el sol a la mañana siguiente.
Cuando tenía trece años, mi tío Ronin, el hermano mayor de mi
madre, entró en nuestras vidas. Estaban distanciados desde que yo tenía
dos años debido a un estúpido desacuerdo porque ambos eran muy tercos.
En esa época, yo fumaba marihuana y me metía en todo tipo de problemas
en la escuela, incluidas peleas con los otros niños. No me tomaba nada en
serio porque estaba muy enfadado todo el tiempo. Enfadado porque no tenía
padre, enfadado porque mi madre trabajaba mucho y salía por la noche, y
porque tenía que cuidar de mí mismo. Ella pensaba que como era un niño
inteligente, no necesitaba que me cuidaran. A menudo me preguntaba por
qué me tuvo en primer lugar. Y a menudo sentía que yo no era más que un
recuerdo del hombre con el que tuvo una aventura de una noche.
Mi tío Ronin no era la mejor persona del mundo. Era un imbécil,
arrogante y de mal genio. No era de extrañar que su mujer se divorciara y lo
perdiera todo. Volvió a Nueva York y se instaló con nosotros hasta que
decidió lo que iba a hacer. Empezó a invertir en acciones con el poco dinero
que tenía. Me introdujo en el mundo de las inversiones, y cuando un par de
ellas se fueron a pique, lo ayudé investigando el mercado y diciéndole en
qué invertir. Empezó a utilizar mi inteligencia para ganar todo el dinero
posible. El dinero que ganaba lo gastaba en cocaína y prostitutas. Yo
también gané mucho dinero y se lo oculté a mi madre. Después de
graduarme como el mejor de mi clase en Yale, abrí las puertas de Sterling
Capital Corp. a los veintiún años con la ayuda de algunos inversores que
confiaron en mí después de que entrara en su oficina y les dijera
exactamente qué hacer para aumentar sus inversiones.
Terminé mi canción, puse mi guitarra en su funda, la cerré y la apoyé
contra la pared del dormitorio. Pasé la semana siguiente conociendo Los
Ángeles, comprando un gran terreno y poniendo en práctica mi plan para
acercarme a mi recién encontrada familia.

17
3
Jenni
Estaba muy emocionada cuando por fin encontré un inversor para mi
línea de ropa. Era un caballero mayor con un gran sentido de los negocios.
Nos reunimos para cenar dos veces y parecía realmente muy impresionado.
Me dijo que invertiría en mi empresa y que me daría todo lo que necesitara.
La noche que fui a su habitación de hotel para firmar el contrato,
procedió a decirme, de forma nada discreta, que, si invertía en mi empresa,
yo estaría obligada a agradecérselo acostándome con él cada vez que viniera
a Los Ángeles, que eran al menos tres veces al mes. Me negué, le tiré un
vaso de vino en el rostro y le dije que se metiera su inversión por el culo. Me
sentí tan humillada que no le dije a nadie lo que sucedió. Ya había sufrido
seis rechazos, y esta fue la gota que rebosó el vaso. Estaba cansada de que
18
los hombres pensaran que yo era otro rostro bonito que podía ser comprada
y utilizada para su asqueroso placer.
Me pasé una semana escondida en mi apartamento a pesar de que le
dije a Julia y a todos los demás que iba a salir de la ciudad. Quería
revolcarme en la autocompasión a solas y no quería que me molestaran.
Mientras estaba sentada en el sofá dibujando, llamaron a la puerta. Había
pedido comida para llevar, y cuando fui a abrirla, Simon estaba allí
sosteniendo la bolsa de plástico con mi comida.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté arrugando la frente.
—La pregunta no es qué estoy haciendo. Es qué estás haciendo tú. —
Me besó la mejilla y entró.
—¿Dejaste tu trabajo como detective y empezaste tu propio servicio de
entrega de comida?
—Muy graciosa. —Dejó la bolsa en la encimera de la cocina—. Sucedió
que Grace y yo estábamos saliendo del restaurante cuando escuché al tipo
de Uber Eats decir que estaba allí para recoger un pedido de Jenni Benton.
Entonces pensé, ¿cómo es posible ya que está fuera de la ciudad? —
Entrecerró sus ojos hacia mí—. Así que le di una propina, tomé la comida y
le dije que te la entregaría yo mismo.
—Se supone que no deben hacer eso —dije mientras estrechaba el ojo.
—Se resistió al principio hasta que Grace sacó su placa y le dijo que
eras sospechosa en un caso de asesinato que estábamos investigando, y que
lo mejor para él era mantenerse alejado de ti y de tu casa. Me entregó
felizmente tu comida. —Sonrió—. ¿Qué pasa?
—Acabo de volver. —Sonreí mientras sacaba mi sándwich y las papas
fritas de la bolsa.
—¿De verdad? Porque no veo tus maletas por ningún lado.
—Están en el dormitorio. —Fruncí el ceño.
—Estás mintiendo. —Una sonrisa de satisfacción cruzó su rostro—.
Sabes que no puedes mentirme. Te lo preguntaré por última vez, ¿qué está
pasando?
—Primero, ¿dónde está Grace?
—Tuve que dejarla en la estación. Tenía que hacer algo.
Se acercó donde yo estaba en la cocina y me agarró por los hombros.
—¿Qué pasó que nos mentiste y nos dijiste que estabas fuera de la
ciudad? 19
—¿Recuerdas el inversor del que te hablé? ¿Con el que me iba a reunir
para firmar los contratos?
—Sí. —Frunció el ceño.
—Cuando llegué a su habitación de hotel, tenía los papeles en la mano
y me dijo que si iba a seguir adelante con el trato de invertir en mi línea de
ropa, una de las condiciones del acuerdo era que tendría que acostarme con
él cada vez que viniera a Los Ángeles por negocio.
Observé como Simon respiraba con fuerza.
—¿Dónde está ese hijo de puta?
—Se fue. Le tiré un vaso de vino al rostro y le dije que se metiera su
inversión por el culo.
—Ven aquí. —Me rodeó con sus brazos y me atrajo hacia él—. Lo
siento, Jen.
—Está bien, Simon. —Contuve las lágrimas que empezaban a llenar
mis ojos.
—Los cuatro ya te dijimos que te daríamos el dinero.
—Y te lo agradezco, pero no voy a aceptar dinero de ti o de tu familia.
—Somos tu familia, Jen.
—No importa. La familia, el dinero y los negocios no se mezclan. Al
final encontraré a alguien. —Rompí nuestro abrazo.
Abriendo el recipiente, que contenía mi envoltorio de ensalada de pollo
con cerezas, se lo tendí a Simon.
—¿Quieres?
—No, gracias. —Una tierna sonrisa cruzó sus labios—. Escucha, no
me gusta lo que has hecho. Dijiste que estabas fuera de la ciudad, pero
estuviste encerrada aquí toda la semana. No lo vuelvas a hacer. Estamos
aquí para ti, Jenni. Estoy aquí para ti.
—Lo sé. Solo quería estar a solas para ordenar mis pensamientos y
pensar en lo que sigue. Tal vez esta es la forma en que el universo me dice
que no estoy destinada a comenzar mi línea
—No tiene sentido. Tienes unos diseños increíbles, y cualquier mujer
estaría encantada de llevar tu ropa.
—Gracias, Simon. Pero solo lo dices porque soy tu mejor amiga.
—Eso no es cierto. Sabes que siempre digo las cosas como son. Si
pensara por un momento que eres una mierda, te lo diría. —Una sonrisa de
satisfacción cruzó sus labios—. Pero no lo pienso, y tampoco lo piensa nadie. 20
Sabes que esta noche es la cena familiar en Four Kinds, y será mejor que
vengas.
—No lo sé. —Me quejé.
—Piénsalo porque todos queremos que estés allí. —Me besó la frente—
. Tengo que ir a recoger a Grace. Te veré esta noche. —Me señaló mientras
se alejaba.
—¡Ya veremos! —grité mientras salía por la puerta.
Por un lado, quería ir porque echaba de menos ver a todo el mundo,
pero, por otro lado, basta de autocompasión. Necesitaba salir y divertirme
esta noche.
Cuando atravesé la puerta del Four Kinds, vi a los cuatro hermanos
de pie en la barra hablando. Cuando me acerqué a ellos, dejé escapar un
grito ante el hombre increíblemente sexy con el que estaban hablando.
—Jenni. —Sam sonrió mientras ponía su mano en la parte superior
de mi espalda y me besaba la mejilla—. No sabía que habías vuelto.
—Ya hablaremos de eso más tarde. —Sonreí mientras miraba a
Simon, que me guiñó un ojo.
—Bueno —sonreí coquetamente—. Hola. Soy Jenni. —Extendí mi
mano.
—Shaun. —Las comisuras de su boca se curvaron hacia arriba
mientras colocaba su mano en la mía.

21
4
Shaun
Me quedé mirando sus hermosos ojos azules mientras le estrechaba
la mano. No esperaba que todos mis hermanos estuvieran aquí esta noche,
y menos ella. Era aún más hermosa y sexy en persona que en sus fotos. Un
metro sesenta y cinco, cabello largo y castaño con sutiles ondas, hermosos
labios con una sonrisa que hacía que sus ojos se iluminaran, pómulos altos
y un cuerpo de infarto. Uno que quería explorar con urgencia. Era imposible
que esta mujer estuviera soltera.
—Entonces, ¿cómo conoces a estos buenos caballeros? —preguntó.
—Grace y yo conocimos a Shaun en Nueva York —dijo Simon.
—Sí. —Sonreí—. Por un momento pensé que Grace era la mujer con
22
la que quedé para una cita a ciegas.
—Oh, ¿así que estás soltero? —Sonrió.
—Lo estoy. —Puse mi mano en el bolsillo de mi pantalón—. Entonces
dio la casualidad de que Simon y Grace estaban en el mismo vuelo que yo.
Vine a cenar aquí porque estaba catalogado como uno de los mejores
restaurantes e imagina mi sorpresa cuando lo vi dirigirse hacia mí. No tenía
ni idea de que su hermano era el dueño del local.
—Es un restaurante excelente y la comida es magnífica. Te va a
encantar.
—Seguro que sí.
—No sabíamos que ibas a venir. Ya hemos comido, pero haré que
Marco te prepare un plato —dijo Sebastian.
—O puedes acompañarme a cenar. —Sonreí.
Se mordió el labio inferior.
—Me encantaría.
—¿Disculpe, señor Sterling? —Una mujer se acercó—. Su mesa está
lista.
—Simon, amigo mío, me alegro de volver a verte. Sam, Stefan,
Sebastian, fue un placer conocerlos. —Volví a estrechar sus manos.
—Fue un placer conocerte también —dijeron todos.
—Cuidado con esa. —Simon me hizo un guiño y una sonrisa mientras
me palmeaba la espalda—. Disfruta de la cena.
—Gracias, y lo haré. —Me reí.
Nos sentaron en una mesa para dos en el exterior con una vista
perfecta del océano. Entre la cálida temperatura, el ligero viento y el sonido
de las olas golpeando la costa, era una noche ideal para cenar con una
hermosa mujer.
—Hola, Jenni. —Nuestra camarera se acercó.
—Hola, Marcia. Este es Shaun. Shaun, Marcia.
—Encantada de conocerlo y bienvenidos a Four Kinds. ¿Qué puedo
ofrecerles para beber?
—Tomaré una copa de Chardonnay —dijo Jenni.
—Y yo tomaré un escocés de una sola malta, de diecisiete años.
—Excelente. Iré a buscarlos mientras miran el menú. 23
—¿Qué me sugieres? —pregunté mientras la miraba fijamente desde
el otro lado de la mesa.
—El pescado blanco con costra de nuez está para morirse.
—Suena delicioso. Te tomo la palabra. —Mis labios formaron una
sonrisa de satisfacción.
La camarera regresó, dejó nuestras bebidas frente a nosotros y tomó
nuestra orden para cenar.
—Entonces, cuéntame la historia de cómo pensaste que Grace era tu
cita a ciegas.
—La mujer con la que quedé dijo que tenía el cabello largo y oscuro y
que llevaría un vestido negro. Cuando entré en el bar del hotel, vi a una
mujer de cabello largo y oscuro que llevaba un vestido negro, así que supuse
que era ella. Sinceramente, pensé que Simon iba a matarme cuando se
acercó. Tuve que explicarme rápidamente.
Soltó una carcajada.
—Apuesto a que sí.
—¿Cómo los conoces?
—Julia, la esposa de Sam, es mi hermana gemela.
—Vaya. ¿En serio?
—Sí. Somos una gran familia. Estamos todos muy unidos.
—Me gustaría conocer a tu hermana alguna vez.
—Puedes conocerla ahora mismo porque aquí viene. —Sonrió.

Jenni
Julia se acercó y puso su mano en mi hombro.
—Hola. Bienvenida de nuevo. —Entrecerró los ojos.
—Ya hablaremos más tarde. Julia, me gustaría que conocieras a
Shaun. Shaun, mi hermana gemela, Julia.
24
—Es un placer conocerte, Julia. —Sonrió mientras extendía su mano.
—Es un placer conocerte, Shaun. Simon nos estaba hablando de ti.
—Todo bien, espero.
—Sí. Todo bien.
—¿Cuándo vas a dar a luz?
—Un par de semanas más. —Sonrió mientras se ponía la mano en su
vientre excesivamente grande.
—Julia tendrá gemelas —dijo Jenni.
—Vaya, felicidades.
—Gracias. Estoy tan preparada para que nazcan ahora mismo.
—Ya lo creo.
—De todos modos, fue un placer conocerte, Shaun. Jenni, vamos a
tener una pequeña charla más tarde.
—Sí, señora.
No pude evitar reírme.
—¿Qué fue todo eso? —pregunto.
—Nada. Les dije a todos que iba a salir de la ciudad, pero no fue así,
y me quedé en mi apartamento toda la semana.
—¿Por qué? —Fruncío el ceño.
—Es una historia larga y aburrida. Dime, ¿qué te trae a California?
—Negocios.
—¿A qué tipo de negocio te dedicas?
—Soy el director general de Sterling Capital Corp. en Nueva York.
Lo sabía. Me di cuenta, por su forma de comportarse, de que era un
hombre de negocios. Un metro ochenta, ojos azules llamativos, cabello
castaño peinado hacia los lados y más largo en la parte superior, una
mandíbula masculina con barba bien recortada y un cuerpo musculoso del
que quería ver más.
—Qué bien. ¿Cuánto tiempo vas a estar aquí? —le pregunté.
—Estoy pensando en abrir una oficina aquí en Los Ángeles, así que
me quedaré un tiempo.
—¿En serio? —La emoción fluyó a través de mí.
—Sí. Tengo un proyecto en mente y necesito ponerme en contacto con
algunos estudios de arquitectura. 25
—¿En serio?
—Sí. —Se rio—. ¿Conoces alguno bueno en la zona?
—En realidad, Sam y Stefan tienen Kind Design & Architecture. Son
uno de los mejores.
—No me digas. No tenía ni idea. Tendré que organizar una reunión
con ellos.
—Definitivamente. No te arrepentirás.
—De nuevo, te tomo la palabra. —Las comisuras de su boca se
curvaron hacia arriba.
Marcia se acercó y dejó nuestros platos frente a nosotros.
—¿Hay algo más que pueda ofrecerles?
—Tomaré otra copa de Chardonnay. —Sonreí.
Mi teléfono sonó con un mensaje de texto en nuestro chat de grupo de
chicas.
Julia: ¡Al baño, ahora!

—¿Me disculpas un momento, Shaun? Necesito usar el baño de


mujeres.
—Por supuesto.
Agarré mi bolso y cuando abrí la puerta del baño, Julia, Alex, Emilia
y Grace, estaban dentro.
—Veo que conociste a Shaun. —Una sonrisa cruzó en el rostro de
Grace.
—Te hemos estado espiando. —Sonrió Emilia.
—Es un tipo guapo. —Sonrió Alex con satisfacción.
—Vi la forma en que lo miras. Te vas a acostar con él, ¿no? —preguntó
Julia.
—Con un poco de suerte. Míralo, ¿no lo harías?
—Lo haría. —Asintió Emilia.
—Yo también —dijo Alex.
—Yo apostaría totalmente a eso. —Sonrió Grace—. Además, solo está
aquí por negocios. Podrías divertirte con él mientras puedas. 26
5
Shaun
Mientras cenaba y esperaba a que Jenni volviera del baño, miré hacia
allí y vi a Sebastian hablando con una pareja de unas mesas más allá.
Mientras miraba a mi hermano, me parecía mucho a los cuatro. Fue lo
primero que noté al verlos juntos. La gente siempre le decía a mi madre que
no me parecía a ella, y que debía de haber heredado los genes de mi padre.
Ella sonreía amablemente y cambiaba la conversación.
—Perdón, he tardado mucho. —Jenni sonrió mientras tomaba
asiento—. Las chicas también estaban en el baño.
—No pasa nada. Por cierto, tenías razón sobre este pescado blanco.
Es excelente. Probablemente el mejor que he probado. 27
—Bien. Me alegro de que te guste. —Sus ojos se iluminaron.
—Así que, Jenni.... —Hice un gesto para que me dijera su apellido.
—Benton. —Las comisuras de su boca se curvaron hacia arriba.
—Entonces, Jenni Benton, ¿a qué te dedicas?
—Bueno —levantó su copa de vino—, solía ser modelo en la industria
de la moda.
—¿Solía serlo?
—Recientemente me retiré del negocio del modelaje para iniciar mi
línea de ropa.
—En primer lugar, no me sorprende que hayas sido modelo. Eres
simplemente impresionante. Segundo, ¿eres diseñadora?
—Siempre he querido serlo. Estaba preparada para ir a Parsons en
Nueva York después de la escuela.
—¿Qué pasó?
—Un día, estaba con mi madre en el centro comercial el verano en que
me gradué de la escuela. Había una sesión de fotos de moda, y todo el
mundo estaba de pie mirando. De repente, la modelo se desmayó en medio
de la sesión. Era una locura. De todos modos, este tipo se me acerca y me
dice—. Tú. ¿Has sido modelo alguna vez? Le dije que no, y me dijo que no
importaba y me preguntó si podía sustituir a la modelo. Me reí de él y le dije
que no. Me dijo que me pagarían doscientos dólares por un par de horas de
trabajo. Lo único que pensaba era que ese dinero me vendría muy bien para
Nueva York. Así que acepté después de que mi madre y yo revisáramos el
contrato. Un par de días después, la agencia se puso en contacto conmigo y
me pidió que fuera. Lo hice y me hicieron una oferta que no pude rechazar.
El resto es historia.
—Vaya. Hablando de estar en el lugar adecuado en el momento
adecuado. —Sonreí—. ¿Por qué lo dejaste?
—Viajaba mucho y me estaba cansando. Además, quería estar en casa
para Julia y Sam con las gemelas en camino. Llevaba un año pensando
mucho en querer crear mi propia línea de ropa, así que decidí que lo iba a
hacer.
—Bien por ti. Felicidades. —Levanté mi vaso hacia ella.
—Gracias. —Una amplia sonrisa se dibujó en sus labios mientras
golpeaba su vaso contra el mío—. ¿Tienes familia en Nueva York? —
preguntó. 28
—No. No tengo. Mi tío murió el año pasado y mi madre falleció hace
tres meses.
—Oh. Lo siento mucho. ¿Y tu padre?
—Nunca lo conocí. Según mi madre, era un desconocido que conoció
en un bar y con el que pasó una noche.
—Estuve allí. He hecho eso.
—Yo también. —Me reí—. Háblame de tu novio.
—¿Qué te hace pensar que tengo uno? —Ladeó la cabeza.
—Una mujer tan hermosa como tú no puede estar soltera.
—Gracias por el cumplido, pero lo estoy. Estoy cien por cien soltera y
volando sola.
Entorné los ojos hacia ella.
—¿Cómo es eso posible?
—Porque tiendo a salir solo con perdedores.
—Ah, ya veo. ¿Soy un perdedor? —Sonreí.
—Todavía no lo he decidido. —Las comisuras de su boca se curvaron
hacia arriba—. Además, ¿es esto una cita?
—Puede serlo si quieres que lo sea.
Se sentó frente a mí con una sonrisa coqueta en los labios. Una
hermosa sonrisa que me endurecía la polla.
—¿Y tú? ¿Por qué un hombre sexy como tú no está comprometido?
¿O lo estás? —Entrecerró los ojos.
—No. No estoy comprometido. Las relaciones no son lo mío. Es
complicado.
—Te entiendo, Shaun. —Negó lentamente—. Creo que salir con
muchas personas diferentes es educativo. Siempre aprendes algo de ellos y
de la experiencia.
—Touché, cariño. —Volví a levantar mi vaso y ella golpeó el suyo con
una sonrisa.
Hablamos un rato más, y se hacía tarde.
—Deberíamos irnos. Se hace tarde —dije mientras me levantaba de la
silla.
Le tendí la mano y ella puso la suya en la mía mientras la ayudaba a
levantarse.
—Gracias.
29
—De nada. ¿Puedo acompañarte a tu auto?
—Me gustaría. —Sonrió.
Puse mi mano en la parte baja de su espalda mientras salíamos del
restaurante, y ella abrió la puerta con su llavero cuando nos acercamos a
su auto.
—Gracias por la cena, Shaun. Lo necesitaba de verdad esta noche —
dijo mientras su cuerpo se apoyaba en el lateral de su auto.
Llevando el dorso de mi mano a su rostro, acaricié suavemente su
mejilla.
—De nada.
Mientras la miraba a los ojos, me incliné y rocé mis labios con los
suyos. Aceptó mi beso cuando nuestras lenguas se encontraron, y yo
sostuve su rostro entre mis manos. Al romper el beso, traté de recuperar el
aliento mientras la miraba.
—Siempre puedes venir a mi apartamento —dijo suavemente.
—¿Era una cita? —pregunté.
—Sí, fue una cita. Pero no creo que seas un perdedor.
—Entonces debo declinar educadamente.
Su ceño se frunció.
—¿Por qué?
—Porque quiero una segunda cita contigo. No quiero una noche y
luego no volver a vernos. ¿Qué vas a hacer mañana?
—No tengo ningún plan.
—Bien. Entonces te recogeré en tu apartamento a las once.
—¿Por la mañana? —Arqueó su ceja y yo me reí.
—Sí. Por la mañana. Me gustaría que fueras a comprar muebles
conmigo.
—¿Compras de muebles?
—He comprado una casa aquí, y necesita ser amueblada. Creo
firmemente que tienes un buen sentido del diseño, y me vendría bien tu
ayuda.
Las comisuras de su boca se curvaron hacia arriba.
—Tengo un buen sentido del diseño, y me encantaría ir de compras
contigo. 30
—Bien. Entonces voy a necesitar tu número de teléfono. —Saqué mi
teléfono del bolsillo.
Mientras ella lo decía, tecleé su número en mi teléfono y luego lo
levanté.
—Sonríe.
—¿Qué? —Se rio.
—Solo sonríe para la cámara. —Sonreí.
Mostró una hermosa sonrisa y le hice una foto. Luego la puse como
foto bajo su información de contacto.
—¿Dirección? —Arqueé la ceja.
Ella la dijo y yo la guardé en mi teléfono.
—Gracias. Conduce con cuidado. —Acaricié su mejilla.
—¿Y tú número? —Su ceño se arqueó.
—Lo tendrás cuando te envíe un mensaje de texto para darte las
buenas noches. —Mis labios formaron una sonrisa de satisfacción—. Que
pases una buena noche, Jenni.
—Tú también, Shaun.

31
6
Jenni
Me subí al auto y respiré profundamente. Otra respiración profunda.
Y otra. Santo cielo, el fuego debajo era abrasador. A pesar de que apreciaba
que fuera todo un caballero, me decepcionó que no volviera a mi casa. En el
momento en que puso su mano en la mía cuando me presenté, ya tomé la
decisión de que me acostaría con él. Dejando escapar un suspiro, me dirigí
a casa.
Después llenar la bañera y verter un poco de mi burbujeante
champán, me recogí el cabello en un moño desordenado, tomé una copa de
vino y me metí en ella. Respiré profundamente, di un sorbo a mi copa y cerré
los ojos. No podía dejar de sentir lo diferente que era Shaun de cualquier
otro hombre con el que hubiera salido. Aunque apenas lo conocía, había
32
algo muy familiar en él. Algo reconfortante y cálido.
Agarrando mi teléfono, envié un mensaje de texto a las chicas de
nuestro chat de grupo.

Yo: ¿Facetime?
Julia: Definitivamente.
Grace: Sí.
Emilia: Sí.
Alex: Por supuesto.

Abriendo la aplicación de Facetime, seleccioné todos sus nombres.


—No puedo creer que nos estés llamando —dijo Julia.
—¿Por qué estás sola en la bañera? —preguntó Grace.
—¿Te ha rechazado Shaun? —Simon sonrió cuando su rostro apareció
detrás de Grace.
—Muy gracioso. Para tu información, es un perfecto caballero. A
diferencia de ustedes, cuatro imbéciles, que tendrían sexo a los pocos
segundos de conocer a alguien.
—Tejado de cristal, Jen. Tejado de cristal. —Sonrió Simon.
—Ignóralo —dijo Grace—. ¿Qué pasó?
—Sí. Me estoy muriendo aquí. —Sonrió Emilia.
—Tuvimos una agradable cena, y luego me acompañó a mi auto. Nos
besamos y le pedí que viniera a mi casa. Me preguntó si consideraba nuestra
noche una cita, y le dije que sí. Entonces dijo.... —Hice una pausa.
—¡Escúpelo, hermana!
—Dijo que tenía que declinar educadamente porque no quería una
noche, y luego no nos volvemos a ver, y quiere una segunda cita.
—Oh, Dios mío. Qué dulce es eso. —Alex puso su mano sobre su
corazón.
—Sabía que había algo especial en él cuando lo conocí. —Sonrió
Grace.
—Me recogerá mañana a las once de la mañana y me iré a comprar
muebles con él. —Tomé un sorbo de mi vino.
33
Alex frunció el ceño.
—¿Por qué de compras de muebles?
—Me dijo que compró una casa aquí.
—Espera. Pensé que solo estaba aquí por negocios —comentó Grace.
—Eso es todo lo que sé. Averiguaré más mañana. Me perdí en sus ojos
azules de ensueño, así que no se me ocurrió preguntarle por qué compró
una casa aquí. Oh, espera. Mencionó algo sobre la posibilidad de abrir una
oficina aquí.
—Parece que estás enamorada. —Los labios de Julia formaron una
sonrisa de satisfacción
—No estoy segura de que lo sea. Pero no puedo esperar a verlo de
nuevo mañana. Dios mío, me está enviando un Facetime. Hablamos
mañana, chicas. Las amo.
Inmediatamente hice clic y acepté su llamada de Facetime.
—Vaya. Maldita sea. Hola. —Una sonrisa sexy adornó su rostro.
—Hola. —Sonreí coquetamente.
—Bonitas burbujas. Quizá debería haber ido a verlas.
—No te preocupes. Tengo más. Veo que te alojas en el Ritz Carlton.
—Lo estoy. —Giró su cámara y me mostró la suite.
—Muy bonita.
—Quizá mañana puedas verla en persona. —Sonrió disimuladamente.
—Me gustaría.
—De todos modos, iba a enviarte un mensaje de buenas noches, pero
quería ver tu hermosa sonrisa una última vez antes de irme a la cama. Me
lo he pasado bien esta noche y espero verte mañana.
Por el amor de Dios, me quedé sin palabras.
—Yo también.
—Te dejaré volver a tu baño porque está empezando a pasar algo que
parece que no puedo controlar. Buenas noches, Jenni, y dulces sueños.
—Buenas noches, Shaun. Te veré por la mañana.
—Definitivamente lo harás. —Me guiñó un ojo antes de terminar la
llamada.
34

Shaun
Dejé el teléfono y me serví un último whisky antes de ir a la cama.
Jenni Benton era sin duda una gran mujer. En el poco tiempo que pasé con
ella me di cuenta de que era feroz, fuerte e independiente. Cuando me pidió
que fuera a su casa, necesité todas mis fuerzas para decirle que no, porque
lo único que deseaba era tirarla a la cama o contra la pared y follarla. Sólo
pensarlo me hacía palpitar la polla. Pero tenía que tener cuidado y jugar
bien mis cartas. Necesitaba que ella confiara en mí, pues era la forma más
rápida de entrar en mi familia.
Agarrando mi guitarra, me senté en el borde de la cama y rasgueé
algunos acordes. Mientras me sentaba y pensaba en Jenni en la bañera,
supe por qué Simon me dijo que tuviera cuidado con ella. Tenía la sensación
de que los dos se conocían demasiado bien. Dejé la guitarra, me desnudé y
me metí en la cama. Mientras revisaba mis correos electrónicos, sonó mi
teléfono y apareció el nombre de Bill.
—¿Qué pasa, Bill?
—Tenía curiosidad por saber cómo van las cosas por allí en Los
Ángeles.
—Hasta ahora, todo bien. He conocido a Jenni Benton esta noche.
—¿Pensé que esperarías un tiempo?
—Entró por casualidad en el restaurante cuando yo estaba allí
hablando con mis hermanos.
—No sospechan, ¿verdad?
—No. En absoluto.
—Ten cuidado, Shaun. Todo este plan podría estallar frente a ti.
—No te preocupes. Lo haré.
Terminé la llamada, conecté mi teléfono al cargador y lo dejé en la
mesita de noche. Colocando las manos detrás de la cabeza, me tumbé y
pensé en mis hermanos y en Jenni. Con un poco de suerte, los vería mañana
cuando llevara a Jenni a ver mi nueva casa.
A la mañana siguiente, pedí el servicio de habitaciones, me duché y 35
me preparé para recoger a Jenni. Cuando abrió la puerta, su alegre sonrisa
me cautivó.
—Pasa. —Me hizo un gesto.
—Gracias. Bonito lugar. —Miré a mi alrededor.
—Gracias. Tengo que agarrar mis zapatos y mi bolso, y luego podemos
irnos.
Se dirigió al pasillo y, cuando miré hacia la mesa del comedor, me di
cuenta de que todos sus diseños estaban sobre ella. Me acerqué, agarré uno
y lo estudié.
—¿Los has hecho tú? —pregunté mientras se acercaba.
—Sí. ¿Qué te parece?
—Creo que son geniales. Tienes mucho talento.
—Gracias. ¿Estás listo?
—Sí. —Sonreí mientras ponía mi mano en la parte baja de su espalda.
Bajamos en el ascensor hasta el vestíbulo, y el portero sonrió antes de
que saliéramos del edificio.
—Que tengas un buen día, Jenni.
—Gracias, Stuart. No será difícil con este hombre tan guapo. —Me dio
una palmadita en el pecho.
—Puede que pienses de otra manera después de haber estado
comprando muebles conmigo. —Sonreí.

36
7
Shaun
Cruzamos la calle y le abrí la puerta del lado del pasajero.
—Eres todo un caballero. Gracias. —Sus labios formaron una sonrisa
mientras subía a mi auto.
—Pensé que sería una buena idea ir primero a la casa para hacerme
una idea de la distribución antes de comprar los muebles.
—¿Aún no la has visto? —preguntó.
—Solo fotos en internet. Así que la veremos juntos por primera vez. —
Le guiñé un ojo.
Introduje la dirección en el GPS y me alejé de la acera. 37
—Espera. ¿Ahí es donde está tu casa? —Señaló la dirección en la
pantalla.
—Sí. ¿Por qué? —La miré.
—Esa es la casa del señor y la señora Bennett. La casa junto a la de
Simon y sus otros hermanos.
—¿Qué? —Actué como si estuviera sorprendido—. Estás bromeando,
¿verdad?
—No. Lo juro por Dios. —Sus ojos se abrieron de par en par—. ¿Cómo
lo encontraste?
—Mi agente inmobiliario en Nueva York me la encontró. Le dije que
quería una casa en la playa no muy lejos de Los Ángeles. Tengo un ático en
Manhattan y quería escapar de la vida de la ciudad. Así que me llamó un
día y me dijo que iba a salir al mercado, y me envió el listado. Me enamoré
de ella e inmediatamente hice una oferta.
—¡Es una locura! —Se le iluminaron los ojos.
Entramos en la entrada y salimos del auto.
—Esa es la casa de Simon, justo ahí —señaló—. Y junto a él están
Stefan, Sam, Sebastian, y el padre de los chicos, Henry, vive en la casa de
al lado de Sebastian.
—¿Qué? —Ladeé la cabeza—. ¿Todos ellos viven en este tramo de la
playa?
—Sí. —Una hermosa sonrisa cruzó sus labios—. Y ahora tú también.
Dios mío, te va a encantar vivir aquí. Y lo mejor es que encajarás
perfectamente con ellos.
Le sonreí mientras le tendía el brazo.
—¿Vamos a ver el interior?
—Me encantaría.
Saqué mi llave, la introduje en la cerradura y empujé la puerta del
oasis de Cape Cod. Entramos en el vestíbulo que estaba junto a la sala de
estar. Las paredes de color gris claro con adornos blancos brillantes
rodeaban la zona con una chimenea, estanterías empotradas a cada lado y
puertas corredizas de cristal del suelo al techo que daban a la playa.
—Vaya, simplemente vaya —dijo Jenni.
Junto a la sala había una cocina gourmet de paredes gris claro,
armarios blancos y encimeras de mármol italiano negro.
—Ah, tiene una costosa cafetera incorporada. —Sonrió—. Espero que 38
seas un amante del café.
—Lo soy. —Las comisuras de mi boca se curvaron hacia arriba.
En una de las paredes de la cocina había un rincón con asientos
incorporados. Subiendo la escalera en forma de L, entramos en el segundo
nivel y en el dormitorio principal, que contaba con una zona de estar, una
chimenea y un balcón privado con una impresionante vista del océano.
—Esto es increíble. Me encanta cómo los anteriores propietarios
pintaron todas las paredes de un color gris suave en toda la casa.
—Yo también. Es del mismo color que mi ático en Nueva York. —Me
acerqué a las puertas que daban al balcón y salí.
Podía ver perfectamente las casas de mi hermano desde aquí arriba.
Recorrimos el resto del piso superior, que albergaba dos dormitorios
más con baño privado. Después de volver a bajar, Jenni sacó lo que parecía
un cuaderno de dibujo de su enorme bolso.
—¿Qué es eso? —pregunté.
—Un cuaderno de dibujo. Voy a hacer un dibujo rápido de la zona.
Así, cuando vayamos a buscar los muebles, sabrás exactamente lo que
encaja.
—Una idea brillante, señorita Benton. —Sonreí.
—Me sorprende que no hayas contratado a un decorador de interiores
—dijo mientras caminaba con su bloc de dibujo.
—Es mi espacio y quiero personalizarlo yo mismo. Además, una vez
tuve una decoradora de interiores y la despedí a la semana. Me dejó un
sabor de boca amargo en lo que respecta a los decoradores.
—Oh. Bueno, decidamos ahora mismo estar de acuerdo en no estar
de acuerdo. —Me golpeó en el pecho con su bolígrafo.
Dejé escapar una risa.
—Trato hecho. Pero tengo la sensación de que voy a confiar en tu
palabra.
En cuanto terminó con la sala, abrí la puerta corrediza y salí al patio.
Lo único que no me gustaba era el gran muro de piedra que separaba mi
vista de la casa de Simon.
—Esto tiene que desaparecer —señalé.
—¿Por qué? ¿No te gusta la privacidad?
—Sí me gusta, pero me parece claustrofóbico. En mi ático de Nueva
39
York, tengo una terraza abierta de dos mil metros cuadrados.
—Maldita sea. Me encantaría ver tu ático alguna vez.
Las comisuras de mi boca se curvaron hacia arriba mientras la
miraba.
—Voy a tener que volver a Nueva York de vez en cuando para controlar
la oficina. Vendrás conmigo.
Su rostro mostró una sonrisa tímida.
—De acuerdo.
Volvimos a entrar en la casa y salimos por la puerta principal para
que pudiera cerrar. Mientras caminábamos hacia el auto, oí la voz de Simon.
—¿Jenni? ¿Shaun?
—¡Oh, hola! —Saludó Jenni.
Se acercó y me estrechó la mano.
—Hola, amigo. ¿Qué pasa aquí?
—Hola, vecino. —Sonreí.
—¿Compraste la casa de los Bennett?
—Lo hice.
—¿No es una locura? —preguntó Jenni con una sonrisa.
—Me quedé de piedra cuando Jenni me dijo que tú y tus hermanos
vivían en la casa de al lado.
—¿No sabía que pensabas quedarte en California?
—Como le dije a Jenni, estoy pensando en abrir una oficina aquí.
Aunque me encanta Nueva York, la ciudad puede ser agotadora. Mi madre
falleció hace unos meses y, aparte de mi empresa, no hay nada ni nadie que
me retenga en la ciudad. Además, el tiempo es más agradable aquí. Después
del brutal invierno del año pasado, estoy más que preparado para alejarme.
—Siento lo de tu madre —dijo.
—Yo también. —Jenni hizo un mohín mientras ponía su mano en mi
hombro.
—Gracias. Te lo agradezco. Por cierto, un auto precioso —señalé.
—Gracias, pero es el auto de Grace.
—Maldita sea. —Sacudí la cabeza.
—De todos modos, tengo que correr. Bienvenido a la playa, hermano.
—Volvió a estrechar mi mano—. Escucha, esta noche nos reuniremos todos 40
en casa de Sebastian para hacer una barbacoa. Nos encantaría que te
unieras a nosotros.
—¿Nadie me habló de eso? —El ceño de Jenni se frunció.
—Eso es porque Sebastian me lo acaba de decir hace como cinco
minutos.
Su teléfono sonó, y cuando lo sacó de su bolso, sonrió.
—Déjame adivinar. ¿Sebastian? —preguntó Simon.
—Sí. ¿Quieres ir? —Jenni me miró—. Te prometo que lo pasarás muy
bien.
—Me encantaría ir. ¿Seguro que a Sebastian no le importará? —Miré
a Simon.
—En absoluto. Cuantos más, mejor. —Me dio una palmadita en el
hombro—. Los veré más tarde. —Besó la mejilla de Jenni y se alejó.
No pude evitar entrecerrar los ojos cuando lo hizo. ¿Por qué demonios
le besaba la mejilla? Como dije, había algo más entre esos dos, e iba a
averiguar qué era.
Subimos a mi auto y nos dirigimos a una tienda de muebles de alta
gama. Cuando cruzamos la puerta, una mujer mayor con el cabello corto y
rubio se acercó a nosotros.
—Buenas tardes. ¿Hay algo que pueda ayudarles a encontrar hoy?
—Voy a gastar una cantidad obscena de dinero, así que vamos a echar
un vistazo y luego le avisaré cuando estemos listos.
—Muy bien. —Sonrió—. Soy Cheri. —Extendió su mano
perfectamente cuidada.
—Shaun Sterling. —La estreché ligeramente.
—Es un placer conocerlo, señor Sterling. Señora Sterling. —Miró a
Jenni y extendió su mano.
—Oh, no soy la señora Sterling. Pero no le digas que estuvimos aquí.
—Jenni le hizo un guiño.
—Umm-okay. —Frunció el ceño—. ¿Puedo ofrecerles una copa de
champán?
—Eso sería encantador. —Jenni sonrió mientras enganchaba su brazo
alrededor del mío—. Cariño, ¿quieres una copa?
—Sí. Sería estupendo. —Miré a Cheri.
Asintió con una ligera sonrisa y se alejó. 41
—¿De verdad, Jenni? —Mis labios formaron una sonrisa de
satisfacción mientras levantaba mi única ceja.
—No debería haberlo asumido. Empecemos por la sala. —Se alejó y yo
me reí mientras sacudía la cabeza.
Cheri nos sirvió una copa de champán y pasamos las dos horas
siguientes mirando muebles.
—He encontrado los cojines perfectos para el sofá que te gusta —dijo
Jenni—. ¿Qué te parece?
—¿Azul marino? —Levanté la ceja—. No necesito cojines.
—¿Qué? —Ladeó la cabeza—. Sí, los necesitas. Todos los sofás deben
tener cojines. Además, hacen juego con ese sillón azul marino de allí del que
vas a comprar dos.
Giré la cabeza y miré el sillón.
—Ya estaba mirando ese gris —señalé.
—Umm... no.
La miré con el ceño fruncido.
—Escuche, señor decorador. No puede tener solo gris, gris, gris. Le
ayudaría tener toques de color, o su hermosa casa parecerá aburrida. Y,
¿sabes lo que dicen?
—No. En realidad, no lo sé.
—Tu casa es un reflejo de tu personalidad. ¿Quieres que la gente
piense que eres aburrido?
—¿Crees que soy aburrido? —pregunté con un arco en mi frente.
—Si solo tienes gris, gris, gris, en todas partes, entonces sí. Cheri, dile
que necesita los cojines y las sillas azul marino.
—Tiene razón.
—Bien. Añade dos de las sillas y los cojines.
—¿Y esta preciosa mesa de centro con las mesas auxiliares a juego?
—Sonrió Jenni.
—Sí.
—Sí. —Sonrió emocionada—. Quedará increíble. Solo tienes que
esperar y ver.
Después de elegir una mesa para el desayunador, un juego de mesa y
sillas para el comedor, un juego de dormitorio principal, un juego de
dormitorio adicional, algunos muebles para mi oficina, taburetes de bar
para la isla de la cocina, algunas alfombras y muebles para el exterior, llegó
42
el momento de la salida.
—¿Cuándo puedo esperar la entrega? —le pregunté a Cheri.
—La semana que viene.
—No va a funcionar para mí. Necesito que me lo entreguen cuanto
antes. Usted dijo que todo está en stock.
—Lo está, pero tenemos otras entregas programadas, señor Sterling.
Saqué la cartera del bolsillo y cinco billetes de cien dólares.
—¿Cuándo me pueden entregar los muebles, Cheri? —Puse el dinero
en el mostrador y se lo pasé a ella.
—Ah, déjame comprobarlo otra vez. —Miró su computador—.
¿Funciona el lunes?
—El lunes es perfecto. Gracias.
—De nada. Lo programé entre las diez de la mañana y las dos de la
tarde. El equipo de entrega lo llamará cuando estén a unos quince minutos.
—Estaré esperando ansiosamente. —Sonreí.
8
Jenni
—No ha estado tan mal. —Sonreí mientras salíamos de la tienda.
Saqué mis lentes de sol del bolso y me los puse mientras
caminábamos hacia el auto de Shaun. Caminando hacia el lado del
pasajero, me abrió la puerta.
—¿Tienes hambre?
—Me muero de hambre. —Subí al auto.
—¿Qué tal si comemos en el Ritz Carlton? —Subió y se abrochó el
cinturón de seguridad.
—Si no me equivoco, los restaurantes de allí no están abiertos para 43
comer.
—¿Qué? —Me miró con sus lentes de sol—. ¿En serio?
—En serio.
—Bueno, siempre podemos pedir al servicio de habitaciones. Dijiste
que querías ver mi suite en persona. —Las comisuras de su boca se
curvaron hacia arriba en una sonrisa sexy que hizo que mis piernas se
tensaran.
—Me parece bien. Me encanta el servicio de habitaciones. —Mis labios
formaron una sonrisa de satisfacción.
Se detuvo ante el valet del hotel y ambos salimos del auto. Subimos
en el ascensor y, cuando llegamos a su suite, pasó su tarjeta y abrió la
puerta.
—Después de ti. —Hizo un gesto con sus manos.
—Gracias. —Entré en la habitación y vi el lujo de la sala de estar—.
Oh, mira. —Me acerqué a la mesa del comedor y admiré la bandeja de plata
con fresas cubiertas de chocolate.
—Abre. —Sonrió mientras tomaba una fresa y me la acercaba a la
boca.
Al darle un mordisco, cerré los ojos por un momento y saboreé el
decadente y dulce sabor.
—Dios mío, qué bueno está. —Abrí los ojos y miré fijamente a Shaun,
que estaba de pie con una sonrisa en su rostro.
Subiendo su mano, su pulgar me limpió ligeramente la comisura de
la boca.
—Tienes un poco de chocolate aquí.
Tragué con fuerza mientras su pulgar recorría suavemente mis labios.
—Es usted tan hermosa, señorita Benton —dijo en un susurro—. ¿Le
importaría que la besara?
—No. En absoluto. —Mis rodillas se debilitaron mientras mi corazón
latía con fuerza.
Colocando su mano a un lado de mi rostro, se inclinó y acercó sus
labios a los míos, dándome un beso suave y sutil. Aspiré su olor. Cálido,
amaderado y exótico. Un aroma que dejaba un deseo ardiente en mi interior.
Se apartó y nuestros ojos se fijaron en los del otro por un momento
antes de volver a besarme. Un beso apasionado en el que nuestras lenguas
se entrelazaron y nuestros labios bailaron como si no se cansaran el uno del 44
otro. Sus manos recorrieron los lados de mi cuerpo antes de subir sus dedos
y empujar hacia abajo los finos tirantes de mi vestido. Su lengua se deslizó
por mi cuello y recorrió mi hombro desnudo mientras su mano abría la
cremallera de mi vestido por la espalda y éste caía al suelo. Me levantó,
enterró su rostro en mi escote, me llevó al dormitorio y me tumbó en la
cama.
Mientras se cernía sobre mí, sus ojos se clavaron en los míos mientras
su mano recorría mi torso y bajaba por la parte delantera de mis bragas
negras de encaje. Jadeé cuando sus dedos rodearon mi clítoris con un suave
movimiento que me volvió loca. La humedad brotó de mi interior cuando las
comisuras de su boca se curvaron hacia arriba.
—Puedo decir lo mucho que estás disfrutando esto.
—No tienes ni idea. —Tanteé los botones de su camisa.
—¿Qué te parece esto? —Un dedo se sumergió en mi interior y dejé
escapar un grito.
—Sí. Dios, sí —gemí mientras le sacaba la camisa de sus anchos
hombros, dejando al descubierto su musculoso pecho.
Metió otro dedo y lo absorbí. Echando la cabeza hacia atrás, los
gemidos se escaparon de mis labios mientras él me exploraba. Su boca
recorrió mi cuello mientras la sensación orgásmica estallaba en mi interior.
Quería gritar de placer por lo que este hombre me estaba haciendo. La
sensación acribilló mi cuerpo de placer, y el cielo abrió sus puertas cuando
llegué al orgasmo.
—Hermoso —susurró.

Shaun
Mi polla intentaba salirse de mis pantalones. Nunca había estado tan
excitado como en ese momento. Retirando mis dedos de ella, me acerqué,
desabroché su brasier y lo tiré por el lado de la cama. Mis ojos abandonaron
los suyos y se desviaron hacia sus tetas flexibles con pezones perfectamente
endurecidos que me miraban. Bajé la boca, rodeé sus pezones con los labios
y chupé suavemente cada uno de ellos durante unos instantes antes de 45
deslizar la lengua por su tenso busto. Agarrando los lados de sus bragas,
las bajé mientras mi boca devoraba lentamente su zona húmeda e hinchada.
La zona en la que no podía esperar a meter mi dura polla. Sus manos se
enredaron en mi cabello mientras lamía el placer que surgía de ella. El dulce
sabor que anhelaba desde el momento en que la vi.
Me levanté, saqué un condón de mi cartera y me bajé los pantalones.
Las comisuras de su boca se curvaron hacia arriba en una sonrisa sexy
mientras sus ojos miraban fijamente mi polla. Sentada, se acercó al borde
de la cama y me rodeó con sus carnosos labios mientras me agarraba la
polla. Se me escaparon gemidos gratificantes mientras llevaba mis manos a
su cabeza y la sujetaba. No esperaba que lo hiciera, lo que lo hacía más
excitante.
—Tu boca se siente tan bien alrededor de mi polla —gemí mientras
ella continuaba chupándome—. Tienes que parar, cariño. —Levanté su
cabeza—. Me voy a correr en unos segundos, y quiero reservarlo para
cuando esté dentro de ti.
Sonrió mientras se tumbaba de espaldas. Abriendo el preservativo,
deslicé el condón sobre mi polla y me subí encima de ella, aplastando mi
boca contra la suya. Bajé la mano para asegurarme de que estaba preparada
para mí, porque no quería hacerle daño. En el momento en que me introduje
en su interior, rodeó mi cintura con sus piernas y me empujó más adentro.
Dejé escapar un gemido, pues la sensación era indescriptible. Se me
formaron gotas de sudor en la frente mientras el corazón me salía del pecho.
Volviendo a sentarme, la atraje contra mí mientras empujaba mis caderas,
y nuestros labios se enredaron. Permanecimos en esa posición durante unos
instantes antes de que me separara, rodara sobre mi espalda y pusiera su
cuerpo desnudo sobre el mío. Mis manos tocaron sus deliciosas tetas y mis
pulgares acariciaron sus pezones mientras me montaba, y su cuerpo dio
paso a un orgasmo. Un orgasmo que tenía mi polla en su poder, haciéndome
explotar dentro de ella.
Se inclinó hacia abajo y enterró su rostro en un lado de mi cuello
mientras ambos tratábamos de calmar nuestra agitada respiración. Una vez
que lo logramos, se apartó de mí y rodó sobre su espalda. Tan satisfecho
como estaba, no podía esperar a enterrarme dentro de ella de nuevo.

46
9
Jenni
Me rodeó con su brazo y me atrajo hacia su pecho. Todas mis
hormonas de la felicidad se pegaban mientras mi cuerpo intentaba
calmarse. Seguía temblando y no podía escapar de la sensación que surgía
en mi interior.
—Espero no haberte decepcionado —dijo.
—En absoluto. —Acaricié suavemente su pecho—. Espero que lo
hayas disfrutado tanto como yo.
—Puedo garantizarte que yo disfruté más.
Sonreí. 47
—No es posible.
Dejó escapar una risa mientras su brazo me rodeaba.
—Nunca hicimos nuestro pedido para el almuerzo, y me muero de
hambre —dijo.
—Yo también.
Se acercó y tomó el menú del servicio de habitaciones. Sentada,
sostuve la sábana sobre mí mientras la veíamos juntos.
—Creo que voy a pedir el wrap de pavo y aguacate —dijo.
—Suena bien. Yo también lo pediré.
—¿Papas fritas normales o de boniato? —preguntó.
—De boniato.
Agarró el teléfono de la mesita de noche e hizo el pedido del servicio
de habitaciones.
Mis ojos se desviaron hacia la esquina de la habitación, donde vi una
funda de guitarra negra apoyada en la pared.
—¿Tocas la guitarra?
—Sí, lo hago. —Una sonrisa sexy se formó en sus labios.
—¿Eres bueno? —Sonreí.
—Eso espero. Llevo tocando desde que era un niño.
—¿Tocarías algo para mí?
—¿Ahora mismo?
—Sí. —sonreí.
—Primero tengo que ir al baño y luego tocaré algo para ti. —Se inclinó
y me besó los labios antes de salir de la cama.
Observé cómo encaminaba su caliente y sexy cuerpo desnudo hacia
el baño y dejé escapar un suspiro. Agarrando mis bragas del suelo, me las
puse junto con el brasier y el vestido. Cuando salió del baño, volvió a ponerse
la ropa y agarró la funda de su guitarra. Lo seguí hasta la sala de estar, dejó
el estuche sobre la mesa, sacó la guitarra y la llevó hasta el sofá.
—¿Qué quieres escuchar? —preguntó mientras me sentaba a su lado.
—Cualquier cosa.
—Está bien. Esta es una de mis canciones favoritas.
Primero rasgueó lentamente algunos acordes y luego comenzó a
rasguear y cantar Don't Look Back in Anger de Oasis. Sus ojos se
48
mantuvieron fijos en los míos durante toda la canción, y sentí que me
derretía. Su voz sexy y ronca me atrapó mientras la sonrisa no abandonaba
mi rostro. Cuando cantó la última palabra y rasgueó el último acorde, me
llevé las manos a la boca por un momento y luego comencé a aplaudir.
—Vaya, ha sido increíble. Dios mío, tu voz es increíble. ¿Tomaste
clases de canto de pequeño?
—No. —Se rio mientras una sonrisa tímida cruzaba su boca—. Pero
gracias.
—¿Cómo aprendiste a cantar así?
—No lo sé. Simplemente canto.
—Hombre —negué—. Sam, Simon, Sebastian y Stefan, tienen una
competencia excepcional.
—¿Qué quieres decir? —Frunció el ceño.
—Los cuatro cantan y tocan la guitarra. Lo harán esta noche. Así que
será mejor que traigas tu guitarra y puedas unirte.
—No, no lo creo. —Bajó la mirada avergonzada.
Llamaron a la puerta y Shaun se levantó y abrió.
—Su almuerzo, señor Sterling. —Un hombre empujó un carrito hacia
la habitación—. ¿Dónde quiere que lo coloquen? ¿En la mesa?
—Sí. Por favor.
Entró en la habitación, salió y le entregó al hombre un billete de
cincuenta dólares.
—Gracias, señor.
—De nada. —Le sonrió.
—Ha sido una propina muy generosa. —Sonreí mientras tomaba
asiento en la mesa.
—Trabajan mucho y se lo merecen. Yo me lo puedo permitir, así que
se los doy.
Nos sirvió una copa de vino a cada uno.
Ya estaba maravillada con este hombre. Entre su carácter dulce, el
sexo y su generosidad, mi corazón ya estaba enamorado de él. Necesitaba
conocerlo mejor, así que esperaba que no le importaran todas las preguntas
que iba a hacerle.
—¿Creciste en Nueva York? —Tomé mi wrap de pollo y le di un
mordisco. 49
—Así es. Nací y me crie. Háblame de esta línea tuya.
—Bueno —levanté mi copa—, no hay mucho que contar. Además de
los diseños y algunos fabricantes de ropa con los que he estado en contacto,
eso es todo hasta ahora.
—¿Y eso por qué? ¿No estás motivada para ir más allá?
—Sí, estoy motivada. —Fruncí el ceño al mirarlo—. Es que...
—¿Has hablado ya con los inversores?
—Sí, lo he hecho. Y pensé que tenía uno hasta que el imbécil me dijo
que la única manera de que invirtiera era que yo aceptara acostarme con él
cuando estuviera en la ciudad. Puso eso en el contrato.
—¿Cómo se llamaba? —Entrecerré los ojos.
—Frederick Mason. El cerdo asqueroso.
—Suena acertado —suspiró.
—¿Lo conoces?
—Sí, lo conozco. Y no me sorprende que te lo haya dicho. Es tan
baboso como se puede ver. Te hizo un favor al decírtelo. Nunca te habría ido
bien con él.
—Bueno, él fue el último inversor, y fue la razón por la que me escondí
en mi apartamento durante una semana y le dije a mi familia y amigos que
estaba fuera de la ciudad.
—Vamos, Jenni. ¿En serio?
—Sí, Shaun. Esa fue la gota que colmó el vaso. Soy una mujer muy
fuerte e independiente, y puedo soportar mucho antes de llegar a mi punto
de ruptura. Pero me sentía tan rechazada con cada uno de ellos, excepto
con Frederick. Él me dio esperanzas, y luego le dije que se metiera su
inversión por el culo.
Shaun dejó escapar una risa mientras levantaba su copa.
—¿Quieres saber mi opinión al respecto?
—Claro. —Me metí una papa frita en la boca.
—No eran los inversores adecuados para ti y tu firma. Pero conozco a
alguien que sí lo es.
—¿Quién?
—Yo.
No pude evitar reírme.
50
—¿Por qué te ríes?
—¿Quieres invertir en mi empresa? ¿Por qué? ¿Porque me acosté
contigo?
—No. Esa decisión la tomé antes de acostarnos, cuando te recogí esta
mañana y vi tus diseños. En ese momento supe que tienes un talento
especial. Sé que vas a triunfar en el mundo de la moda y quiero ayudarte a
conseguirlo. Te das cuenta de que este es mi trabajo, ¿verdad? Esto es lo
que hago. Sterling Capital Corp. puede ser. ¿Cómo se llama tu marca?
—Simply Jenni.
Las comisuras de su boca se curvaron hacia arriba.
—Sterling Capital Corp. puede ser el capital inicial de Simply Jenni.
—No lo sé, Shaun.
—De acuerdo. Déjame preguntarte esto. ¿Tienes un plan de negocios
ya elaborado?
—Sí. Es lo primero que hice.
—Bien. Entonces me lo darás esta noche cuando te lleve a casa
después de lo de Sebastian. Le echaré un vistazo, te daré mis ideas y
partiremos de ahí. ¿Trato?
—Bien. Trato. —Sonreí.

51
10
Shaun
Después de almorzar, Jenni y yo fuimos a comprar todos los artículos
esenciales para el hogar que necesitaba y los llevamos a la casa. Como todo
lo demás estaba en mi ático de Nueva York, empezaba de nuevo. Pero
empaqué algo de ropa y algunas otras cosas personales antes de salir, y el
camión de reparto con algunas cosas adicionales estaba programado para
llegar el lunes.
—No puedo creer que hayas comprado esta Vita-Mix tan cara —dijo
mientras tomaba la caja de la parte trasera del auto—. ¿Qué tiene de malo
una batidora normal?
—Resulta que hago batidos verdes todas las mañanas. ¿Alguna vez 52
has hecho uno en una batidora normal y barata?
—Sí. Hago batidos todo el tiempo, en mi batidora barata.
—Espera a que hagas uno en la Vita-Mix. —Le guiñé un ojo—. Su vida
cambiará para siempre, señorita Benton.
—Ya lo veremos. —Me mostró una sonrisa de satisfacción—. Voy a
llevar estas toallas y paños arriba.
Estaba sacando los platos nuevos de la caja en la cocina cuando oí
una voz por detrás.
—Hola.
Al darme la vuelta, vi a una niña de largo cabello rubio que me miraba
fijamente.
—Hola. ¿De dónde vienes? —Fruncí el ceño.
—Dos casas más abajo. Soy Lily. Debes ser nuestro nuevo vecino.
Lily, mi sobrina. La hija de Stefan.
—Es un placer conocerte, Lily. Soy Shaun. —Extendí mi mano.
—Es un placer conocerte, Shaun. Bienvenido a la playa. —Puso su
pequeña mano en la mía.
—Gracias. ¿Acabas de entrar?
—Sí. La puerta corredera está abierta —señaló.
—Así es.
—¿Lily? —Jenni dijo al entrar en la cocina.
—¡Tía Jenni! —Corrió y la abrazó—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Estoy ayudando a Shaun a trasladar algunas cosas. ¿Qué estás
haciendo aquí?
—Solo quería presentarme. Es lo que se debe hacer como vecino. No
sabía que se conocían.
—Shaun es mi amigo. —Sonrió Jenni—. De hecho, viene conmigo a
casa del tío Sebastian esta noche.
—Yo no estaré allí —dijo ella.
—¿A dónde vas?
—Voy a pasar la noche en casa de Maddie. Mañana es su cumpleaños
y sus padres nos llevarán al muelle de Santa Mónica y al Pacific Park.
—Eso suena divertido. 53
—Ahí está. —Stefan entró, con un bebé en brazos—. Mamá te está
buscando. Será mejor que te vayas a casa y dejes al señor Shaun en paz.
—Está bien, Stefan. Solo quería darme la bienvenida a la playa. —
Sonreí.
—Adiós, Shaun. Adiós, tía Jenni. —Saludó con la mano mientras
salía.
—Lo siento —dijo Stefan.
—No te preocupes. Parece una gran niña. ¿Quién es este pequeño?
—Este es mi hijo, Henry.
—Se parece a ti —dije.
—Sí. Eso es lo que dice todo el mundo. No podía creerlo cuando Simon
me dijo que fuiste tú quien compró esta casa.
—¿Verdad? Me quedé igual de sorprendido cuando Jenni me dijo que
los cuatro y tu padre viven en este tramo de la playa.
—Bueno, te va a encantar esto, y somos los mejores vecinos del
mundo. —Sonrió—. Será mejor que me vaya. Los veré a los dos en casa de
Sebastian.
—Adiós, Stefan. Adiós, hombrecito. —Jenni sonrió mientras besaba la
cabeza de Henry.
—Hasta luego. —Lo despedí con la mano—. Lindo niño. —Miré a
Jenni.
—Sí, lo es. Estoy tan emocionada por las gemelas de Sam y Julia. No
puedo esperar a que nazcan.
—Ya lo creo. —Miré a mi alrededor el desorden que ocupaba el primer
nivel de mi casa—. ¿Puedes hacerme un favor y terminar de guardar estos
platos? Necesito limpiar este desorden. Me está volviendo loco.
—Por supuesto. ¿No sería mejor esperar hasta que hayamos guardado
todas estas otras cosas?
—No —dije mientras empezaba a recoger las bolsas y cajas vacías.
Jenni se rio.
—No me digas que eres un maniático de la limpieza.
—¿Hay algo malo en querer las cosas limpias y organizadas?
Se giró y me miró con el ceño fruncido. 54
—¿Qué? —pregunté.
—Has sonado igual que Sam. Por un segundo, pensé que estaba aquí
de pie.
Dejé escapar una risa.
—Lo digo en serio. Está al borde del TOC. Déjame preguntarte algo.
¿Haces la cama todos los días?
—Eh, sí. Justo cuando me levanto. ¿No lo haces tú?
—Eventualmente. —Las comisuras de su boca se curvaron hacia
arriba.
Me acerqué y agarré sus caderas.
—¿Puedo darte un pequeño consejo de vida?
—Claro.
—Hacer algo tan sencillo como tender la cama a primera hora de la
mañana es abordar la primera tarea del día. Es una buena manera de
empezar el día. Además, una cama sin hacer parece desordenada, lo que
lleva a una mente desordenada. Un espacio desordenado lleva a una mente
desordenada.
—De acuerdo. —Me dio una palmadita en el pecho, se dio la vuelta y
siguió guardando los platos.
Todavía no había llegado a preguntarle sobre Simon, y no quería
molestarla, pero necesitaba saberlo.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —Agarré una bolsa de basura.
—Claro.
—¿Qué pasa entre tú y Simon?
—¿Qué quieres decir? —Me miró.
—Los dos parecen muy unidos.
—Lo estamos. Simon es mi mejor amigo. Le cuento todo.
—Oh, de acuerdo. Entonces, ¿ustedes dos nunca han dormido juntos?
Es que tengo la extraña sensación de que sí.

55
11
Jenni
Mierda. Mierda. Mierda. Sabía que eso volvería a pegarme en el culo
algún día.
Respiré profundamente.
—Dormimos juntos un par de veces.
No necesitaba saber el número exacto de veces.
—Pero solo como amigos. Nada más. —Levanté la mirada hacia él.
—¿No había sentimientos románticos entre los dos? —preguntó.
—No. Para nada. Solo era un amigo con derecho a roce, y luego lo
corté porque significaba más para mí como amigo, y ninguno de los dos
56
quería comprometer eso.
—Ya veo.
—Si eso es un problema para ti, entonces me iré.
—Vaya. —Levantó las manos—. Solo preguntaba, y no es un
problema.
Se acercó a donde yo estaba y me rodeó con sus brazos por detrás.
—Creo que es bueno que antepongas tu amistad al sexo. Pídeme lo
que quieras. Nada está prohibido.
—¿Tienes una buena “novia”?
—No, y no quiero que te conviertas en una para mí porque quiero
seguir teniendo sexo contigo. —Me besó la mejilla y sonreí.
Girando en sus brazos, rodeé el mío alrededor de su cuello.
—¿Sí? —pregunté con una sonrisa.
—Sin duda. De hecho —colocó sus manos bajo mi culo y me levantó
mientras mis piernas se enredaban firmemente en su cintura—, creo que
voy a llevarte arriba ahora mismo.
Una sonrisa de felicidad cruzó mis labios.
—No hay muebles y los suelos son demasiado duros.
—¿Quién ha dicho que necesitamos muebles o alfombras? Tenemos
la encimera del baño. —Las comisuras de su boca se curvaron hacia arriba
mientras me llevaba a las escaleras—. Así, podemos cerrar y bloquear la
puerta. Nunca se sabe quién puede entrar en la casa.
—Eso me moja mucho.
—Bien. Porque necesito tener un sabor dulce.
Me puso sobre la encimera y cerró la puerta del baño. Mi corazón ya
estaba acelerado, y el revoloteo en mi vientre estaba en alta velocidad. Me
levantó el vestido, me quitó las bragas y las tiró al suelo. Se puso de rodillas,
me llevó al borde y me exploró con su boca mientras yo me inclinaba hacia
atrás, y me llevó al borde del no retorno. Se levantó, se bajó los pantalones,
deslizó el condón sobre su hermosa y dura polla, y puso una mano a un
lado de mi rostro mientras sus ojos se clavaban en los míos.
—Ahora estás lista para mí.
Cuando sus labios se unieron a los míos, se introdujo en mi interior 57
mientras mis uñas se clavaban en su espalda. Solté un grito ahogado
cuando la sensación se apoderó de mí. Gemidos suaves se escaparon de
nuestras bocas mientras él entraba y salía. Su mano me tocó el pecho a
través de la tela del vestido mientras yo bajaba la mía y agarraba firmemente
su culo perfecto, clavando mis uñas en la carne de su suave piel. Otro
orgasmo se apoderó de mí mientras me sujetaba las caderas y, con una
última y profunda embestida, se enterró profundamente en mi interior y
dejó escapar un gemido al explotar. Una sonrisa apareció en sus labios
mientras se inclinaba y me susurraba al oído.
—No me consideres un amigo. Nunca.
Eché la cabeza hacia atrás y dejé escapar una carcajada mientras
colocaba una mano en su firme pecho.
—Te prometo que no lo haré.
—Bien. —Me besó los labios antes de salir de mí y quitarse el condón.
—No te olvides de agarrar tu guitarra —dije mientras salíamos por la
puerta.
—La tengo.
Nos dirigimos a casa de Sebastian, y todos estaban ya allí. Shaun se
quedó en el patio con los chicos mientras yo entraba. Cuando entré en la
cocina, las cuatro mujeres detuvieron su conversación y me miraron
fijamente.
—Estás radiante —dijo Julia.
—Conozco ese brillo. —Sonrió Grace.
—Yo también. —Sonrió Emilia.
—Conozco ese brillo demasiado bien. —Sonrió Alex.
—Suéltalo, hermana. —Las comisuras de la boca de Julia se curvaron
hacia arriba.
—¿Soltar qué? No tengo ni idea de lo que estás hablando. —Me
sonrojé.
—¡Mentirosa! —dijo Emilia mientras me servía una copa de vino.
—Bien. Tuvimos sexo, dos veces. Una vez en su habitación de hotel
esta tarde y otra vez hace unos treinta minutos en su nueva casa, en el baño
y sobre la encimera. 58
—¡Sí! —Grace sonrió mientras levantaba la mano para chocar los
cinco—. Vamos, Jenni. Vamos, Jenni. —Hizo un pequeño baile.
—¿Qué está pasando? —preguntó Simon mientras entraba y se
acercaba a la nevera.
—Nada —dijo Grace.
—¿Entonces por qué ese pequeño baile?
—¿No puedo bailar con mis chicas?
—Nadie más estaba bailando. —Sacó una botella de cerveza de la
nevera, le lanzó el tapón y ella lo atrapó con una mano.
—Estamos hablando de chicas, Simon. No se permiten chicos.
—Si tú lo dices, cariño. —La besó antes de volver a salir.
—A juzgar por la sonrisa en tu rostro, diría que fue todo lo que
imaginabas —preguntó Julia.
—Más, hermana. Mucho, mucho, mucho más. —Sonreí.
—Parece que a los chicos ya les gusta —dijo Alex mientras miraba por
la puerta corredera hacia ellos—. ¿Sabes lo que es un poco raro?
—¿Qué? —Me acerqué a donde ella estaba.
—Shaun se parece un poco a los chicos. ¿No crees? Más aún, a
Sebastian.
—Sí, se parece —dijo Grace.
—Puedo ver el parecido —comentó Emilia.
—De todos modos, cuando estábamos almorzando antes en su suite
del hotel.
—Quieres decir después del sexo. —Se burló Julia.
—Eso también. Me dijo que quería invertir en mi empresa.
—¡Jenni, eso es genial! —dijo Emilia.
—Le dije que tenía que pensarlo —suspiré.
—¿Qué? ¿Por qué? —Alex frunció el ceño.
—Sinceramente, no lo sé. —Me mordí el labio.

59
12
Shaun
—Hola, Shaun. —Los cuatro sonrieron y me saludaron cuando entré
en el patio.
—Hola. Gracias por la invitación.
—No hay problema. —Sebastian sonrió mientras me palmeaba la
espalda—. Bienvenido a la playa, vecino.
—Bienvenido a la playa. —Sam sonrió mientras levantaba su botella
de cerveza.
—¿Cerveza? —preguntó Stefan mientras agarraba una botella de la
mesa. 60
—Claro, gracias. —Dejé la funda de la guitarra en el suelo y tomé
asiento junto a Sebastian.
—¿Tocas? —Sam señaló mi estuche.
—Sí, y Jenni insistió en que la trajera. Me dijo que ustedes cuatro
también tocan.
—Sí, lo hacemos —respondió Simon.
—Una vez quisimos montar una banda cuando éramos adolescentes.
Teníamos grandes sueños. —Sonrió Stefan.
—Eso está muy bien. A veces solo toco para escapar de la locura de la
vida.
—Te entiendo, hombre. —Sam sacudió la cabeza—. Nosotros también
lo hacemos. ¿Quién te enseñó a tocar?
—Aprendí yo mismo. Mi madre me compró mi primera guitarra
cuando tenía ocho años.
—Te debió interesar mucho la música —dijo Sebastian.
—No lo estaba. La compró para que me mantuviera ocupado mientras
ella salía por la noche. Se encargaba de dejarme solo en casa muchas veces,
y a mí me gustaba meterme en problemas. Así que pensó que aprender a
tocar la guitarra me mantendría alejado de los problemas.
—¿Lo hizo? —preguntó Stefan.
—La verdad es que no. —Sonreí—. Pero cuanto más aprendía a tocar,
más enamorado estaba de la música. Descubrí que siempre recurría a la
guitarra cuando tenía un mal día o si algo no me salía bien. Como he dicho,
toco para evadirme.
—Así es Emilia con el piano.
—¿De verdad? ¿Es buena?
Los cuatro soltaron una carcajada.
—La haré tocar para ustedes más tarde —dijo Sebastian—. Su tía era
pianista. Digamos que heredó su talento musical.
—Vaya. No puedo esperar a escuchar. Por cierto, Sam y Stefan. Jenni
me dijo que ustedes dos tienen y dirigen un estudio de arquitectura.
—Lo hacemos —dijo Sam.
—Tengo un gran pedazo de propiedad frente al océano en el que voy a
construir condominios de lujo, y estaba buscando una empresa aquí para
que lo diseñara para mí. 61
—Excelente. Ven a la oficina el lunes y tendremos una reunión.
—¿Podemos hacerlo para el martes? Algunas de mis cosas de Nueva
York se entregan el lunes, y tengo muebles que vienen también.
—El martes me viene bien. ¿Tú, Stefan? —Sam lo miró.
—Sí. El martes está bien. Aunque tendrá que ser antes del mediodía
—dijo Stefan.
—¿Funcionará a las nueve? —pregunté.
—Te anotaremos en la agenda. —Sonrió Sam.
—Oye, Simon, solo quiero que sepas que voy a hacer que quiten esa
pared de mi patio.
—¿La que da a mi casa? —preguntó.
—Sí. Me hace sentir un poco de claustrofobia.
—No te culpo. Yo también la habría quitado.
De repente, la puerta corredera se abrió y oí la voz de Emilia.
—Mira quién ha venido de visita.
Al girar ligeramente la cabeza, lo vi a él, a mi padre, de pie,
sosteniendo en sus manos una sillita de bebé.
—Papá. Celeste. —Mis cuatro hermanos hablaron mientras se
levantaban de sus asientos y se acercaban a él.
—Hola, muchachos. Por fin hemos podido traer a Nora a casa.
Me senté sosteniendo mi cerveza y observé cómo se intercambiaban
abrazos y se regalaban sonrisas mientras un sentimiento estallaba dentro
de mí. Ira, dolor, resentimiento y celos, todo en uno.
—Shaun, ven aquí —dijo Simon.
¿Vería a mi madre en mí? ¿Sabría al mirarme que soy su hijo?
Dejando mi cerveza en el sitio, me levanté y me dirigí hacia donde
estaban todos.
—Papá, me gustaría que conocieras a Shaun. Ha comprado la casa de
al lado. Shaun, este es nuestro padre, Henry Kind.
Por primera vez en treinta y tres años, miré fijamente a los ojos de mi
padre y vi los mismos ojos que me devolvían la mirada.
—Bienvenido a la playa, Shaun. Es un placer conocerte. —Las
comisuras de su boca se curvaron hacia arriba mientras me tendía la mano.
—Yo también me alegro de conocerte. 62
—Esta es mi esposa, Celeste. Y esta querida princesita es nuestra hija,
Nora.
—Es preciosa. Felicidades a los dos.
El corazón se me salía del pecho mientras estaba allí. Había
reproducido este momento en mi cabeza una y otra vez durante los últimos
tres meses, cuando me enteré de su existencia.
—Será mejor que llevemos a Nora a casa. Solo queríamos pasar por
aquí para que viera a su familia.
—Claro, papá. —Sebastian le dio una palmadita en el hombro—.
Gracias por pasar por aquí.
—Pronto los invitaremos a todos para que conozcan mejor a su
hermana. De nuevo, ha sido un placer conocerte, Shaun. Te encantará vivir
en este tramo de la playa. No hay nada como esto. —Me miró fijamente.
—Seguro que sí.
Me di la vuelta, volví a mi asiento y me bebí el resto de la cerveza hasta
el fondo de la garganta.
—Su padre parece agradable —dije mientras mis hermanos se
sentaban.
—Puede serlo. —Sonrió Stefan.
—Debe ser un poco raro tener una hermana recién nacida.
—No tienes ni idea. —Negó Simon—. ¿Cuántos años tienes?
—Treinta y tres.
—Tienes la misma edad que nosotros —dijo Sebastian—. Imagina que
tu madre o tu padre tuvieran un bebé ahora mismo.
—No podría imaginarlo.
—¿Otra cerveza? —preguntó Sam.
—¿Tienes algo un poco más fuerte? —pregunté.
—Ya lo creo. —Sebastian sonrió mientras se levantaba y entraba en
la casa.
—Así que, Shaun, ¿surfeas? —preguntó Stefan.
—Lo hago un poco.
—Bien. Puedes unirte a nosotros alguna vez. Solemos surfear por las
mañanas los fines de semana.
—Suena divertido. Me aseguraré de comprar una tabla de surf. 63
—Hay una gran tienda de surf en Ocean Front Walk. Dile a Jimmy que
te envié —dijo Simon—. Él te cuidará bien.
—Sí. Ese es el único lugar donde compramos nuestras tablas y equipo
—añadió Sam.
—Lo comprobaré. Gracias.
Sebastian salió y puso los vasos sobre la mesa.
—¿Esto servirá? —Sonrió mientras me entregaba la botella para que
la mirara.
—Escocia, Veinte cinco años. —Sonreí.
—Hermano, ¿de dónde has sacado eso? ¿Y por qué nos lo has
ocultado? —preguntó Stefan.
—No he estado ocultando nada. Lo conseguí hace unos días.
—¿No es como mil quinientos la botella? —preguntó Simon.
—Lo es, y creo que es el whisky perfecto para dar la bienvenida a
Shaun a la playa. —Me lo quitó y nos sirvió un vaso a cada uno.
13
Shaun
—Maldita sea. —Sacudí lentamente la cabeza—. Ese es un gran
whisky.
—¿Verdad? —Las comisuras de la boca de Sebastian se curvaron
hacia arriba.
—¿Ya es la hora de la música? —Jenni sonrió mientras ella y las otras
chicas salían al patio.
A lo lejos se oían truenos y relámpagos sobre el agua.
—¿Se supone que va a haber tormenta? —preguntó Alex mientras se
sentaba en el regazo de Stefan. 64
—Vamos a echar un vistazo. —Simon sacó su teléfono—. A juzgar por
el radar, se dirige hacia aquí.
—Deberíamos estar bien mientras la lluvia sople hacia el otro lado —
dijo Sebastian.
De repente, empezó a llover.
—¡No sopla hacia el otro lado! —dijo Sam, y todos saltamos de
nuestros asientos y entramos en la casa.
—Supongo que tocaremos dentro —dijo Sebastian mientras agarraba
su guitarra.
—¿No despertaremos al bebé? —pregunté.
—Está bien. Una vez que está fuera, está fuera. Hemos montado su
cuna en el piso de arriba —dijo Alex.
Tomé asiento en el sofá, y Jenni se sentó a mi lado con una copa de
vino.
—Tú primero, Shaun —dijo Simon.
—Sí, hombre. Queremos ver y escuchar lo que puedes hacer. —Sonrió
Stefan.
—¿Hay alguna petición?
—Algo de tu banda favorita —dijo Sebastian.
—Bien. Aquí va. —Rasgueé un solo acorde para probar el sonido y
luego pasé directamente a la canción.
—¡Sí! Me encanta Oasis. —Stefan esbozó una sonrisa.
Rasgueé los acordes, y mientras cantaba la letra de Wonderwall de
Oasis, todos se sentaron y me miraron con una expresión de sorpresa en
sus rostros. Mirando a Jenni, sonreí mientras le cantaba, y la sonrisa en su
rostro se amplió. Después de rasguear el último acorde, solté un suspiro.
—Maldita sea, Shaun. Lo has tocado perfectamente. —Sonrió Sam—.
Vaya.
—Mierda, hombre. Tienes unas cuerdas muy buenas —añadió
Sebastian.
—Te dije que era increíble. —Jenni sonrió antes de besar mi mejilla.
Miré a Simon, que estaba sentado señalándome.
—Eso fue... eso fue... increíble. —Se levantó, se acercó y me chocó los
cinco. 65
—Gracias, Simon.
Nos sentamos a tocar nuestras guitarras y luego escuchamos a Emilia
tocar el piano. Los chicos tenían razón. Ella era increíble.

Apenas atravesamos la puerta del apartamento de Jenni, empezamos


a desprendernos de nuestras ropas, dejando un rastro hasta el dormitorio.
La sujeté con los brazos por encima de la cabeza y la miré fijamente a los
ojos mientras la penetraba lentamente. La mirada de su rostro, los ligeros
gemidos que se escapaban de sus labios y la calidez que sentía en su interior
me llenaron de placer, más placer del que jamás haya sentido en mi vida.
No podía recordar la última vez que tuve sexo tres veces en un día. Quizá
fuera porque nunca lo había hecho. Para mí, siempre era un caso de zas,
gracias, señorita, ahí está la puerta. Pero con Jenni, la deseaba en cada
oportunidad que tenía, lo cual me preocupaba.
—¿Estás bien? —pregunté mientras se acurrucaba contra mi cuerpo.
—Estoy bien. —Levantó la cabeza y me sonrió—. ¿Por qué?
—Bueno, hoy hemos follado tres veces. —Mis labios formaron una
sonrisa de satisfacción.
Su sonrisa se amplió.
—Lo sé, y he disfrutado mucho cada vez.
—Yo también. —Mi agarre alrededor de ella se hizo más fuerte—. Es
tarde, y deberíamos dormir un poco.
—¿Te quedas? —preguntó.
—¿No quieres que me quede?
—Por supuesto que sí. —Se acercó y me besó los labios.
—Por la mañana, revisaré tu plan de negocios, y podremos discutir el
avance de tu empresa.
—Shaun, realmente no...
—Cállate. —Puse mi dedo sobre sus labios—. Buenas noches, Jenni.
—Buenas noches, Shaun. —Apoyó su cabeza en mi pecho.
Mientras cerraba los ojos, los pensamientos de la noche se infiltraron
en mi mente. Pasar tiempo con mis hermanos fue mejor de lo que esperaba.
Sentí una conexión con ellos que no había planeado. En cuanto a mi padre,
la rabia aún residía en mi interior. Puede que haya sido un buen padre para
66
mis hermanos, pero yo crecí sin uno, y todo fue culpa suya; culpa suya que
mi madre decidiera no hablarle de mí.
Cuando abrí los ojos a la mañana siguiente, esperaba ver a Jenni
acostada, pero su lado de la cama estaba vacío. Me di la vuelta, tomé mi
teléfono de la mesita de noche y miré la hora, que marcaba las nueve de la
mañana. Me levanté de la cama, me puse los pantalones, hice la cama y me
dirigí a la cocina, donde la encontré de pie frente a los fogones. La abracé
por detrás y le besé suavemente el cuello.
—Buenos días.
—Buenos días. —Inclinó la cabeza hacia un lado con una sonrisa.
—Me decepcionó mucho cuando me desperté y no estabas allí.
—Dormías plácidamente, y yo estaba despierta, así que pensé en
hacernos unos panqueques. Te gustan los panqueques, ¿verdad? Porque ¿a
quién no le gustan los panqueques?
Dejé escapar una risa.
—Me gustan los panqueques.
—Bien. Están casi listos. ¿Te hago café?
—Está bien. Me prepararé uno yo mismo. ¿Dónde están las tazas?
—En el armario que está encima del Keurig.
Me acerqué al armario, saqué una taza y la puse debajo del Keurig.
Agarré una capsula, la puse y esperé a que se preparara el café.
—Cuando termines con los panqueques, ¿puedes ir a buscar tu plan
de negocios?
—Está en la mesa, junto a tu plato. —Una brillante sonrisa se dibujó
en su rostro.
Le guiñé un ojo, tomé mi café y lo llevé a la mesa.
—Come —dijo Jenni mientras colocaba un plato de panqueques en el
centro de la mesa con una botella de jarabe.
—Gracias. —Las comisuras de mi boca se curvaron hacia arriba—.
Hacía mucho tiempo que alguien no me preparaba el desayuno. Te devolveré
el favor cuando me establezca en la casa.
—¿Tú cocinas?
—Sí, lo hago. No soy una profesional como Sebastian, pero sé cocinar.
Tomando algunos panqueques, los puse en mi plato, rocié un poco de
jarabe por encima y comencé a comer mientras miraba su plan de negocios. 67
—Esto está muy bueno.
—Los panqueques o mi plan de negocios?
—Las dos cosas. —Sonreí mientras la miraba—. ¿Tienes un bolígrafo?
—¿Para qué? —preguntó.
—Hay un par de cambios que me gustaría hacer, y luego puedes
decirme lo que piensas.
Se levantó de su asiento, tomó un bolígrafo del cajón de la cocina y
me lo dio. Después de hacer los cambios, le pasé el plan de negocio a través
de la mesa. Lo tomó, lo miró y luego me miró a mí.
—De acuerdo. —Asintió lentamente—. Estos cambios son... son...
Mis labios formaron una sonrisa de satisfacción.
—Adelante. Puedes decirlo.
—Son cambios aceptables.
—Bien. ¿Entonces aceptarás mi oferta de invertir en tu
empresa/línea?
Se sentó y me miró fijamente con sus grandes y hermosos ojos azules
mientras se mordía el labio inferior.
—No debería haber ninguna duda sobre esta decisión. —Levanté mi
café y me lo llevé a los labios.
—Tengo miedo.
—¿Miedo de qué? —Fruncí el ceño.
—De mezclar los negocios con el placer.
—¿Por qué?
—Porque es un cóctel peligroso y venenoso que no debe consumirse.
—Ah, ya veo.
Agarrando mi teléfono, abrí mi lista de reproducción y puse Don't Wait
Too Long de Solomon Burke.
—¿Qué estás haciendo? —Las comisuras de su boca se curvaron
hacia arriba.
De pie, le tendí la mano y la ayudé a levantarse de la silla.
—Bailando contigo. —Rodeé su cintura con un brazo.
Soltó una carcajada.
—¿Por qué? 68
—¿Por qué no? ¿Está mal que quiera bailar con una mujer hermosa?
—¿Tan temprano en la mañana? —Sonrió.
—No sabía que hubiera una regla que dijera que no se puede bailar
por la mañana. —Sonreí.
14
Jenni
No había nada más sexy que bailar con un hombre semidesnudo,
especialmente un hombre como Shaun Sterling.
—¿Intentas seducirme con tu compañía? —Le sonreí.
—¿Funciona?
—Tal vez.
Mientras nos balanceábamos al ritmo de la música, sus ojos azules se
clavaron en los míos.
—Escúchame. Cuando veo una buena oportunidad, la aprovecho.
¿Cómo crees que me hice tan rico? Soy un hombre muy inteligente, Jenni,
69
y tienes que confiar en mí. Pero, si no te sientes cómoda teniéndome como
inversor, puedo encontrar a alguien más para ti.
—No. Acepto tu oferta. —Sonreí mientras me hacía girar y me atraía
hacia él.
—Excelente. Haré que mi abogado redacte los contratos y podrás
seguir adelante. —Sus suaves labios rozaron los míos mientras me
abrazaba—. ¿Vamos a celebrarlo?
—Por supuesto.
Me llevó al dormitorio. Cuando miré, me di cuenta de que la cama ya
estaba hecha.
—¿Has hecho mi cama?
—Sí. —Las comisuras de su boca se curvaron hacia arriba.
—Se va a deshacer.
—No, no lo hará. Te voy a llevar a la ducha conmigo. —Me hizo un
guiño sexy.
—Tengo que ir a trabajar al hotel —dijo Shaun mientras se colocaba
la camiseta.
—Es domingo.
—Lo sé, pero hay muchas cosas que requieren mi atención sin
importar el día que sea. —Me agarró por las caderas—. Y si recuerdas, ayer
no hice nada. —Sus labios se encontraron con los míos—. Me pondré en
contacto más tarde.
—De acuerdo.
Lo acompañé hasta la puerta, y sus labios se encontraron con los míos
una vez más antes de salir.
Dejando escapar un suspiro, me coloqué la mano sobre el corazón y
me apoyé en la puerta. Aquel hombre me tenía en vilo y no sabía qué hacer.
¿Cómo podía sentir emociones tan fuertes por alguien que apenas conocía?
Me puse los zapatos, agarré las llaves y el bolso y me dirigí a la casa
de Julia. Fui por la parte de atrás, y cuando abrí la puerta corrediza, Sam y
Julia estaban sentados en la mesa.
—Esperaba que estuvieras en casa.
Caminando hacia el Keurig, tomé una taza y puse una capsula de
70
café.
—¿Qué está pasando? ¿Dónde está Shaun? —preguntó Julia.
—Tuvo que volver al hotel para hacer un trabajo.
Cuando el café terminó de prepararse, tomé mi taza y me senté a la
mesa con ellos.
—Es oficial. Sterling Capital es el nuevo inversor de Simply Jenni.
—Es increíble. —Julia se me acercó y me agarró la mano.
—Felicidades, Jen. —Sonrió Sam—. Creo que has tomado la decisión
correcta. Me gusta Shaun.
—Sí. A mí también —suspiré mientras miraba mi taza.
—¿Qué pasa? —preguntó Julia—. ¿Por qué lo has dicho así?
—Algo está pasando, hermanita.
—¿Cómo? —Sam arqueó la ceja.
—Creo que estoy enamorada de él, y eso no es posible porque apenas
lo conozco. Por el amor de Dios, acabo de conocerlo. No soy yo. ¿Sabes lo
que hizo esta mañana?
—¿Qué? —preguntó Julia.
—Me tendió la cama.
—¿Y qué hay de malo en eso? —preguntó Sam.
—Nada. Es un maniático de la limpieza. Aunque no creo que sea tan
malo como tú. —Miré a Sam.
—Bueno, ¿adivina qué? Me gusta aún más. —Él sonrió.
—Claro que sí, cariño. —Julia le sonrió.
—Tal vez Shaun está cumpliendo todas tus expectativas demasiado
rápido, y te está asustando —dijo Julia—. Tómate las cosas con calma,
hermanita. Como has dicho, apenas lo conoces. Creo que ahora mismo, lo
que estás experimentando es lujuria.
—¿No tienes esa lista de hombres perfectos? —preguntó Sam.
—Sí.
—Sácala y empieza a marcar las casillas. —Sonrió—. Una vez que lo
hagas, entonces lo sabrás con seguridad.
—Buena idea. Creo que lo haré. —Sonreí—. De todos modos, tengo 71
que ir al supermercado y luego llegar a casa y terminar un par de diseños
en los que he estado trabajando. Ahora que tengo un inversor, es hora de
poner en marcha mi plan de negocio. —Besé la mejilla de Julia y luego la de
Sam—. Hablamos luego.
15
Shaun
—Gracias por reunirte conmigo en domingo, Tom. —Le estreché la
mano antes de entrar en el edificio.
—No hay problema, Shaun. Bella me dijo que necesitabas asegurar
esto rápidamente.
—Así es. —Miré alrededor del espacio con las manos metidas con
fuerza en los bolsillos del pantalón—. Mi abogado ya ha revisado el contrato
de venta de la propiedad, así que todo lo que necesito es un bolígrafo, y
puedo firmarlos.
Metió la mano en el bolsillo y me entregó un bolígrafo mientras sacaba
el contrato de su maletín.
72
—He marcado todas las partes que necesitan tu firma.
Después de firmar, Tom me entregó las llaves del edificio.
—Ha sido un placer hacer negocios contigo, Shaun. Espero que
podamos volver a trabajar juntos pronto.
—Es una posibilidad. —Sonreí mientras estrechaba su mano.
Cuando Tom se fue, sonó mi teléfono.
—Hola, Adam. ¿Estás aquí?
—Hola, Shaun. Mi avión acaba de aterrizar.
—Genial. Hay un auto esperando para llevarte al hotel. Estoy
terminando unos asuntos ahora, y me reuniré contigo allí.
—De acuerdo, hombre. Nos vemos pronto.
Terminé la llamada y volví a guardar el teléfono en el bolsillo. Subí las
escaleras hasta el segundo nivel y miré a mi alrededor. Después de cerrar,
me dirigí al hotel. Justo cuando me acerqué al velet, vi a Adam saliendo del
auto que lo trajo desde el aeropuerto.
—Hola, amigo mío. —Me acerqué y le di un ligero abrazo.
—Parece que ha pasado una eternidad desde la última vez que te vi —
dijo.
—Han pasado un par de semanas. Regístrate y subiremos a mi suite
a tomar una copa.
Después de que Adam se registrara, subimos a mi suite. Agarré la
botella de whisky del bar, le serví un vaso y se lo di.
—Bonita vista aquí arriba —dijo mientras miraba por la ventana.
—Es bonito.
—Entonces, ¿qué pasa entre tú y la señorita Benton? ¿Accedió ella a
dejarte invertir?
—De hecho, lo hizo. Estaba en el edificio que compré para su estudio
de diseño.
—¿Y tus hermanos?
—Son buena gente. Anoche estuve en casa de mi hermano Sebastian.
Al parecer, se reúnen todos los fines de semana.
—¿Y?
—Me lo pasé bien. Conocí a mi sobrina y a mi sobrino, y también a mi
hermana recién nacida, Nora. 73
—¿Viste a tu padre? —Arqueó la ceja.
—Le estreché la mano. —Me llevé el vaso a los labios—. Deberías
haberlo visto. Todo orgulloso de su hija y actuando como si fuera un gran
padre. Quería darle un puñetazo en su rostro.
—¿Y nadie sospecha nada?
—No. Por lo que respecta a todos ellos, solo soy el hombre que compró
la casa de al lado.
—¿Qué hay de Jenni Benton?
—Ella ya se ha enamorado de mí.
—Pobre chica. —Sus labios formaron una sonrisa de satisfacción.
—Sí. Casi me siento mal por ella. Si supiera la verdad.
—Será mejor que te prepares para cuando lo descubra.
—Me reuniré con Sam y Stefan el martes para revisar el proyecto del
condominio.
—¿Ya has encontrado una manera de entrar en su empresa, puesto
que es de propiedad privada?
—Todavía no. Cruzaré ese puente cuando llegue el momento. —Dejé
mi vaso—. Mañana tendré preparada mi oficina en casa y voy a realizar una
conferencia vía Zoom, así que asegúrate de que todo el mundo esté
disponible cuando vuelvas.
—Lo haré. Hay algo que quiero discutir contigo.
—¿Qué es?
—Devlin Harris está amenazando con sacar su dinero.
—¿Por qué ahora? —suspiré.
—Dijo que Cooper Capital está ofreciendo un mejor trato, y si no haces
algo, se va a ir.
—¿No sabe que no debe amenazarme?
—Se podría pensar. ¿Qué quiere que haga?
—Cooper Capital está fallando lentamente, y están ofreciendo mejores
ofertas para conseguir inversores a bordo. Deja que Devlin se vaya. Se
arrepentirá.
—¿Estás seguro, Shaun?
—Cien por cien. Tengo planes más grandes para Cooper Capital. — 74
Levanté mi vaso.
16
Jenni
Pensé que ya tendría noticias de Shaun, pero no fue así. Eran las siete
y me moría de hambre. Por alguna razón, pensé que íbamos a cenar juntos.
Agarré mis llaves y mi bolso y me dirigí a Four Kinds. El restaurante estaba
lleno, así que fui directamente a la barra.
—Alex, ¿qué haces aquí? ¿No trabajas los domingos? —Tomé asiento
en el taburete.
—Hola. —Sonrió—. Leslie se fue a casa enferma y Sebastian me
preguntó si podía cubrirla un par de horas. ¿Moscú Mule?
—Martini de limón.
75
—Me imaginé que estarías con Shaun esta noche.
—Yo también pensé que estaría, pero no he sabido nada de él desde
que salió de mi casa esta mañana. Dijo que se pondría en contacto más
tarde. Supongo que su “más tarde” es diferente al mío —suspiré.
—Ya conoces a los hombres. No tienen concepto del tiempo. —Una
sonrisa de satisfacción cruzó su rostro.
—Hola, Jen. —Sebastian se acercó y puso su mano en mi espalda.
—Hola, Sebastian.
—¿Tienes hambre? —preguntó.
—Me muero de hambre.
—¿Quieres salmón con risotto y espárragos asados?
—Por favor. —Sonreí—. ¿Y ese increíble pan con mantequilla de
cereza?
—Lo tengo. —Me hizo un guiño.
—¿No está Stefan enfadado de que trabajes esta noche? —le pregunté
a Alex.
—Tuvo unas cuantas palabras críticas, pero le prometí que lo
compensaría cuando llegara a casa, y su actitud cambió rápidamente. —
Sonrió—. Hoy he hablado con Julia y me ha dicho que Shaun es tu nuevo
inversor. Felicidades.
—Gracias. Estoy emocionada por hacer despegar mi negocio y ver mi
ropa en las tiendas. Solo espero haber tomado la decisión correcta.
—Es un acuerdo de negocios, Jen, con un pequeño beneficio extra al
margen. Yo no me preocuparía por eso. Shaun parece un gran tipo, y no
invertiría en tu empresa si no creyera en ti o en tus diseños. De hecho,
puedes marcar esa casilla en tu lista de hombres perfectos. —Me guiñó un
ojo.
—Es curioso que lo menciones. —Levanté mi bebida—. Hoy he sacado
esa lista y ya ha marcado muchas casillas. Es raro.
—No si él es el “indicado” y están destinados a pasar toda la vida
juntos como Stefan y yo.
Sebastian se acercó y puso mi comida frente a mí.
—Disfruta. —Sonrió—. Por cierto, ¿dónde está Shaun?
—Buena pregunta. —Recogí mi tenedor—. Está haciendo cosas del
trabajo.
—Ah. Bueno, salúdalo de mi parte cuando lo veas. 76
Cuando terminé de cenar, me dirigí a casa, me recogí el cabello en un
moño desordenado, me desmaquillé y me puse mi camisón favorito que
estaba deshilachado y tenía un par de agujeros. Pero no me importaba
porque era suave y habíamos pasado por momentos difíciles juntos. Agarré
mi bloc de dibujo de la mesita, me senté en el sofá al estilo indio y miré mis
diseños.
—Ugh. ¿En qué estaba pensando con este? —dije en voz alta mientras
empezaba a rediseñar la mitad inferior.
Eran las diez y media cuando sonó mi teléfono. Al mirarlo, me dio un
vuelco en el estómago al ver que era Shaun.
—Hola.
—Hola, preciosa.
—Lo siento, pero ¿quién es?
Dejó escapar una risa.
—Ya sabes quién es.
—Espera un segundo. ¿Eres el tipo que se fue de mi apartamento esta
mañana, para no volver a saber de él?
—Eres adorable. Dejé algo en tu puerta.
—¿Qué? ¿Cuándo?
—No te preocupes por el cuándo. Solo ábrelo y compruébalo tú mismo.
—Más vale que sea una caja de bombones de Edwart Chocolatier de
París.
Levantándome del sofá, abrí la puerta y me sobresalté al ver a Shaun
de pie con su equipaje, la funda de la guitarra y una amplia sonrisa en su
rostro.
—No es una caja de bombones de Edwart Chocolatier, pero espero
acercarme bastante.
Me quería morir porque yo parecía un estropajo.
—Oh, Dios mío. ¿Qué estás haciendo aquí? Podrías haberme avisado.
Parece que acabo de estar en un choque de trenes.
—Estás preciosa. —Me besó la mejilla y metió las maletas dentro—.
Espero que no te importe que pase la noche. Ya dejé mi suite.
—No. No me importa. ¿Por qué no has esperado hasta mañana por la
mañana? —pregunté mientras cerraba y bloqueaba la puerta. 77
—¿Quieres la verdad?
—Sí.
—Te he echado de menos. —Las comisuras de su boca se curvaron
hacia arriba.
—Cállate. No, no lo hiciste. —Me mordí el labio inferior cuando surgió
mi lado tímido.
Se acercó a donde yo estaba y me tomó la barbilla con la mano.
—Sí, lo hice. —Sus labios se encontraron con los míos—. Además,
espero que vengas conmigo a la casa mañana y me ayudes a decidir dónde
van los muebles. Realmente necesito tu experiencia.
—Puedo hacerlo. —Mis labios formaron una sonrisa de satisfacción.
—Gracias. —Sus labios rozaron los míos antes de que su lengua
separara mis labios—. Sabes a Martini de limón. ¿Estabas bebiendo sola?
—Quizá estaba con un chico. —Arquee mis cejas.
—Un chico con suerte. ¿Debería estar celoso? —Me rodeó con sus
brazos y me abrazó fuertemente.
—Probablemente. —Sonreí mientras rompía nuestro abrazo.
—Debería haberte llamado o incluso enviado un mensaje antes. Lo
siento. Mi director financiero, Adam, llegó esta mañana. Teníamos que
revisar algunos asuntos y estuve con él todo el día.
—Está bien. Lo entiendo.
Se quedó un momento con una sonrisa de satisfacción en los labios y
un ojo entrecerrado hacia mí.
—¿De verdad?
—No importa. —Sonreí y me senté en el sofá.
—¿Dónde has estado esta noche? —preguntó mientras se sentaba y
me rodeaba con el brazo.
—En el Four Kinds. Alex me preparó un par de Martinis de limón y
cené en el bar mientras hablábamos.
—Lo siento, Jen. Realmente debí haber llamado.
—Está bien, señor Sterling. —Apoyé mi cabeza en su hombro—. ¿Qué
te parece? —Levanté mi cuaderno de dibujo.
—Me gusta, y me gustaría verte en él.
—En cuanto me lleguen los rollos de tela que he pedido, lo haré y me
lo probaré para ti. 78
—Bien. Entonces podré quitártelo. —Me guiñó un ojo mientras lo
miraba—. Hablando de... no quiero ofenderte, pero ¿qué pasa con este
camisón? Parece que tiene años.
—Lo es. Lo tengo desde el instituto. Hemos pasado por muchas cosas
juntos.
—Interesante. ¿Como qué?
Dejé escapar un suspiro mientras me sentaba y lo miraba.
—El día que lo compré, descubrí que mi novio de dos años me
engañaba con múltiples mujeres mayores. No era la primera vez que me
engañaba, y yo fui la estúpida por volver a confiar en él. De todos modos,
después de llegar a casa esa noche sollozando y sintiendo que mi vida estaba
acabada, me lo puse y me sentí reconfortada. No puedo explicarlo, y
probablemente pienses que soy rara.
—Quizá un poco. —Se burló.
—Cállate. —Me reí mientras le daba una palmada en el pecho—. Era
nuevo, suave y reconfortante. No sé. Parece que no puedo separarme de él.
—De acuerdo. Lo entiendo. Pero qué tal si te separas de el ahora
mismo y subes aquí.

79
17
Shaun
—El camión de Nueva York llegó antes que los muebles, así que hice
que los chicos pusieran algunas de las cajas en una esquina para que no
estorbaran cuando llegaran los muebles.
—Sebastian está llegando —dice Jenni—. Está trayendo algunos
granos de café para que podamos hacer algo de café.
—Es muy amable de su parte. Todas las cajas que dicen “dormitorio”
van arriba y en la primera habitación de la izquierda. —Les dije a los chicos.
La puerta corrediza se abre y Sebastian entra.
—Traigo granos de café. —Sonrió.
80
—Dios, te amo —Jenni se acerca y le besa la mejilla mientras le
quitaba la bolsa de café.
—Hola, amigo. —Sonreí mientras estrechaba su mano—. Gracias.
Compraré una bolsa y te la enviaré cuando vaya a la tienda.
—No, no te preocupes. Para eso están los vecinos. ¿Te vas a mudar
oficialmente?
—Sí. Esta es mi casa ahora. Solo estoy esperando que lleguen los
muebles.
—¡Pedazo de mierda! ¿Cómo funciona esta maldita cosa? —gritó
Jenni.
Sebastian se rio mientras se acercaba y la ayudaba.
—Tengo que ir corriendo al restaurante. Buena suerte, Shaun, y de
nuevo, bienvenido a la playa.
—Gracias, Sebastian. Hablaré contigo más tarde.
—¿Estás bien ahora? —Arqueé la ceja hacia Jenni.
—Estoy muy bien. —Sonrió mientras sostenía la taza blanca entre sus
manos—. ¿Quieres un café?
—¿Vas a gritarle a la máquina otra vez?
—No. Ya sé cómo funciona.
—Entonces, sí. Me encantaría un café. —La besé en la frente—.
Gracias.
—¿Quieres mirar para saber cómo se usa? —preguntó.
—Ya lo sé.
—¿Cómo? —Frunció el ceño.
—Es la mismo que tengo en mi ático.
—¡Oh, Dios mío! ¿Por qué no me ayudaste entonces?
—Iba a hacerlo, pero Sebastian llegó a ti primero. Creo que los de los
muebles están aquí. —Me alejé y abrí la puerta principal.
—¿Dónde quiere el televisor? —pregunta uno de los repartidores.
—La van a colgar en la pared sobre la chimenea.
—De acuerdo. De nuevo, ¿dónde quieres que la ponga? —pregunta
con irritación.
—Encima de la chimenea. —Enarqué las cejas. 81
—No es nuestro trabajo. No colgamos televisores.
—Se lo pregunté específicamente a mi vendedora y me dijo que lo
harías tú. Compré el paquete.
—Se equivocó, hombre. Lo siento.
—Dime tu precio...
—Amigo, no puedo. Sinceramente, no sé cómo colgarlos. Necesito que
me firmes esto indicando que hemos completado la entrega.
Tomé el bolígrafo de su mano y firmé la hoja de entrega.
—Que tengas un buen día.
—Sí. Tú también.
Suspiré mientras me pasaba la mano por el cabello y miraba la caja
en la que estaba el televisor.
—No te preocupes. Stefan vendrá después del trabajo y te la colgará.
—¿Qué? —Me giré y miré a Jenni.
—Acabo de enviarle un mensaje. Dijo que estaría más que feliz de
hacerlo. Le encanta hacer cosas así.
—Gracias. Probablemente podría haberlo hecho yo mismo.
—Oh. De acuerdo. Le enviaré un mensaje y le diré que no lo necesitas.
—No. No. Si le gusta hacerlo, entonces está bien.
—Eso es lo que pensaba. —Arrugó la nariz—. Los muebles se ven muy
bien aquí. Estoy enamorada de los cojines azul marino y las sillas.
—Admito que se ven bien. —Sonreí.
—Entonces, ¿tenía razón? —Arqueó la ceja.
—Tenías razón. Realmente necesito tener mis computadores en
funcionamiento, así que voy a preparar mi oficina.
—De acuerdo. Las sábanas deben terminar de secarse. Iré a
ponértelas y a preparar tu cama.
—¿Vas a hacer mi cama? —Pregunté con sorpresa.
—Divertidísimo, Sterling. —Entrecerró los ojos y me reí.

82
—Te agradezco que me hayas ayudado. —Le dije a Stefan mientras
sacábamos el televisor de la caja.
—No hay problema. Eso es lo que hacen los amigos. Ayudarse
mutuamente. —Sonrió.
Tardó diez minutos en colocar los soportes y estuvimos listos para
colgar el televisor. Agarré un extremo y él el otro, y colocamos el televisor en
su sitio.
—Ya está todo listo. —Las comisuras de su boca se curvaron hacia
arriba.
Fui a la nevera, saqué un par de cervezas y le di una.
—Gracias de nuevo. —Levanté la botella.
—De nada. —Sonrió mientras golpeaba su botella contra la mía—. Por
cierto, ¿dónde está Jenni?
—Se fue corriendo a casa de Julia.
—Jenni nos dijo que tu madre falleció hace unos meses. Lamento su
pérdida.
—Gracias. Te lo agradezco.
—¿Tienes algún otro familiar en Nueva York?
—No. Solo estábamos mi madre, mi tío y yo. Él falleció el año pasado.
—¿Y tu padre?
Me llevé la botella a los labios y tomé un sorbo de cerveza.
—Nunca conocí a mi padre.
—Oh. Carajos, lo siento.
—Sí. Es lo que hay. Tienes suerte de que el tuyo viva aquí. Los cuatro
parecen muy unidos a él.
—Bueno, yo no iría tan lejos. No me malinterpretes, queremos a
nuestro padre, pero no siempre fue fácil con él.
—¿Cuándo se divorciaron él y tu madre?
—Cuando teníamos cinco años. Su compañía y otras mujeres eran
más importantes en ese momento. No sé si lo sabes, pero Celeste es su
quinta esposa.
—Sí. Eso es lo que Simon me dijo.
—No debe haber sido tan mal padre. Los cuatro parecen haber salido
muy bien. 83
—Solo porque nos teníamos el uno al otro. Quiero a mi madre, pero
ella tenía sus propios problemas con los hombres. Así que, entre ella y
nuestro padre...
—En eso te entiendo. —Sacudí la cabeza.
Oí un golpecito en la puerta corredera y vi a Simon de pie, así que le
hice un gesto para que entrara.
—Hola. Fui a tu casa y Alex me dijo que estabas aquí. Hola, amigo. —
Simon se acercó y chocamos el puño.
—He colgado su televisión —dijo Stefan.
—Se ve muy bien, hermano. —Palmeó la espalda de Stefan.
—¿Quieres una cerveza? —le pregunté.
—Claro, gracias.
Agarré una del refrigerador y salimos al patio.
—¿Compraste muebles para el patio? —preguntó Simon mientras
tomaba asiento.
—Pienso pasar mucho tiempo aquí fuera. Una vista como esta no
debería desperdiciarse.
—¡Exactamente! —Me señaló Stefan.
—Estamos fuera todo el tiempo, así que siéntete libre de acercarte
cuando quieras —dijo Simon.
—Eso va para todos nosotros —dijo Stefan. Ahora eres parte de
nuestro círculo, y siempre eres bienvenido. —Levantó su botella de cerveza.
—Gracias, chicos. Eso significa mucho. —Simon y yo inclinamos
nuestras botellas contra la suya.

84
18
Shaun
Jenni pasó la noche en mi nueva casa y nos acostamos en la cama.
Nos levantamos temprano porque tenía que llevarla a casa antes de
reunirme con Sam y Stefan. Cuando me detuve en la acera de su edificio, se
inclinó y me besó.
—Gracias por traerme.
—De nada. Te llamaré más tarde.
—Claro. —Una sonrisa de satisfacción cruzó sus labios.
Me acerqué y sujeté su barbilla con la mano.
—Te llamaré más tarde. —Las comisuras de mi boca se curvaron hacia 85
arriba.
—De acuerdo. Será mejor que te pongas en marcha o llegarás tarde a
tu reunión.
Detuve el auto en el estacionamiento, entré en el edificio y tomé el
ascensor hasta Kind Design & Architecture. Cuando salí del ascensor, vi a
Sam de pie en la recepción entregando una carpeta a la recepcionista.
—Buenos días. —Me tendió la mano—. Bienvenido a Kind Design &
Architecture.
—Gracias. —Le estreché la mano—. Un gran lugar el que tienes aquí.
—Un hogar lejos de casa. —Sonrió—. Vamos a mi oficina. Josh,
¿puedes decirle a Stefan que Shaun está aquí? Toma asiento —señaló
mientras tomaba asiento detrás de su escritorio.
—Buenos días. —Stefan sonrió al entrar y me dio la mano.
—Buenos días.
—¿Café? —pregunta Sam.
—Eso sería genial.
—Josh, tres cafés, por favor —gritó desde su escritorio.
—Entonces, ¿dónde se encuentra tu propiedad? —pregunta Sam.
—Pacific Palisades.
—Bonito. —Sonrió Stefan.
—He comprado dos grandes terrenos con vistas al océano. Necesito
que diseñes todo el edificio y los terrenos. Tengo las especificaciones del
terreno aquí. —Metí la mano en mi maletín de cuero y la saqué.
—Genial. Llevémoslo a la mesa y echemos un vistazo.
Josh entró con nuestros cafés y los puso en la mesa.
—Gracias, Josh —dijo Sam—. ¿Cuántos pisos?
—Seis como mínimo. Quiero que el diseño sea un concepto costero
moderno con una planta abierta.
—¿Número de dormitorios? —Pregunta Stefan.
—De uno a tres. No voy a mentir. Después de que Jenni me hablara
de su empresa, investigué a fondo y descubrí que Kind Design &
Architecture es una de las mejores.
—Y no voy a mentir. Lo somos. —Sonrió Sam.
—¿Cuándo quieres empezar? —preguntó Stefan. 86
—Tan pronto como sea posible.
—Stefan y yo tenemos que ir a la propiedad, echar un vistazo y tomar
algunas fotos. Puedo tener un borrador de concepto para ti en un par de
semanas.
—Eso está bien. Tengo que volver a Nueva York por un tiempo por
negocios.
—¿Va a ir Jenni contigo? —preguntó Sam.
—No. Ella aún no sabe que me voy. Se lo diré hoy. Entre la puesta en
marcha de su negocio y la inminente llegada de tus hijas, no tiene tiempo
para venir conmigo.
Cuando terminamos nuestra reunión y los tres intercambiamos los
números de teléfono, conduje mi auto de vuelta a la tienda de alquiler y
tomé un taxi hasta el concesionario donde compré un flamante Audi R8
Spyder en color Mythos Black y me detuve en el edificio de apartamentos de
Jenni. Saqué mi teléfono del bolsillo y marqué su número.
—Hola. Qué sorpresa. No esperaba saber de ti tan pronto.
—Te dije que te llamaría. ¿Qué estás haciendo?
—Mirando la tela que me acaban de entregar.
—Necesito que te pongas los zapatos, agarres tu bolso y te reúnas
conmigo fuera.
—¿Para qué?
—Hay algo que quiero mostrarte, y un lugar al que quiero llevarte.
—De acuerdo. Bajaré enseguida.
Me senté en mi auto con mis Ray-bans puestas y la esperé. La mirada
en su rostro no tenía precio cuando salió de su edificio y vio el auto.
—¿Qué...? —Una sonrisa brillante cruzó su rostro.
—Sube. —Sonreí.
—¿Es otro auto alquilado? —Subió al interior.
—No. Lo acabo de comprar.
—¿Lo has comprado? ¿En serio?
—Lo hice. ¿Te gusta?
—¡Me encanta! Es muy bonito. Además, los descapotables son mis
favoritos. ¿A dónde me llevas?
—Ya lo verás. —Una sonrisa de satisfacción se formó en mis labios.
Me dirigí a la parte trasera del edificio, donde estaba el
87
estacionamiento. Saliendo del auto, lo rodeé, abrí la puerta de Jenni y le
tendí la mano.
—Gracias. ¿Qué es este lugar?
La conduje hasta la puerta, abrí con mi llave y le indiqué que entrara
primero.
—¿Por qué tienes una llave? —Frunció el ceño.
—He comprado el edificio.
—¿Para qué?
—Bienvenido a tu nueva oficina/estudio de diseño. Aquí es donde se
producirá la magia de Simply Jenni.
Se tapó la boca con la mano, sorprendida, mientras me miraba
fijamente.
—¿Has comprado esto para mí?
—Por supuesto. No puedes trabajar en tu apartamento. Necesitas una
oficina de verdad, un espacio real y personal. Vamos. —Le tendí la mano—.
Te lo enseñaré.
—No puedo creer esto, Shaun.
—¿Te gusta?
—Me encanta. —Me rodeó con sus brazos—. Gracias.

—De nada. —Roce mis labios con los suyos—. Vamos arriba. Supongo
que se podría llamar a esto la sala de descanso. Como puedes ver, tiene una
nevera grande, un fregadero y bastante espacio en el mostrador. Todo lo que
necesitas es un par de mesas y sillas y tal vez un sofá a lo largo de esa pared.
—Esto es increíble.
La sujeté de la mano y la conduje unos metros por el pasillo abierto.
—Y uno de estos será tu oficina. Elige. Hay algo que tengo que decirte
—dije mientras bajábamos las escaleras.
—¿Qué es?
—Tengo que volver a Nueva York por la mañana durante un tiempo.
—¿Cuánto tiempo?
—No lo sé. Una semana, tal vez dos. Me gustaría que pudieras venir
conmigo, pero tienes que quedarte aquí con tu hermana, y tienes que poner
en marcha este lugar.
—Te extrañaré. —Hizo un mohín.
88
—Vas a estar tan ocupada que no tendrás tiempo de extrañarme. —
Las comisuras de mi boca se curvaron hacia arriba mientras deslizaba mi
pulgar por sus labios.
Su teléfono sonó, y cuando lo sacó de su bolso, me dijo que Alex estaba
llamando.
—Hola, Alex. ¿Qué? —Exclamó—. Estoy en camino.
—¿Qué pasa? —pregunté.
—Julia está de parto. Alex la está llevando al hospital. Tengo que ir
allí.
—Por supuesto. Vamos.
19
Jenni
Llegamos al hospital y fuimos directamente a la planta de partos.
—¿Puedo ayudarles? —Nos preguntó una enfermera sentada detrás
del mostrador.
—Mi hermana, Julia Kind, está de parto. ¿En qué habitación está?
—Jenni —oí decir a Sam.
Me di la vuelta y le abracé.
—¿Cómo está?
—Con mucho dolor. Está preguntando por ti. Hola, Shaun. Realmente
no pensé que hoy sería el día.
89
Shaun puso su mano en el hombro de Sam.
—Respira, Sam. Todo saldrá bien.
—Lo estoy intentando. Estamos esperando a que llegue el doctor. Te
llevaré con Julia.
—Iré a esperar a la sala de espera —dijo Shaun mientras agarraba mi
mano y la apretaba suavemente.
—De acuerdo, nos vemos en un rato.
Seguí a Sam por el pasillo y entré en la habitación de Julia. En cuanto
me vio, me tendió la mano mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
—Hola, tú. —Me acerqué, tomé su mano y la besé en la frente.
—Gracias a Dios, Alex estaba en casa —dijo antes de soltar un grito
desgarrador.
—Está bien, cariño. Respira. Pronto se acabará —dijo Sam mientras
la sujetaba de la mano.
—No se suponía que me pusiera de parto. Por eso programé la maldita
cesárea.
—Sabes que las cosas no siempre salen como se planean. Mis dos
sobrinitas no pueden esperar más para conocer a su mamá y a su papá. —
Sonreí.
—Duele mucho.
El doctor Kota entró y examinó a Julia mientras ella apretaba mis
manos y las de Sam.
—Una de las niñas tiene una brecha. Vamos a prepararla para una
cesárea. —Le dijo a la enfermera—. Sam, puedes ir con la enfermera y ella
te hará ponerte una bata.
—Puedes hacerlo. —Me incliné hacia ella y le sonreí mientras colocaba
mi mano en su frente—. Te amo, hermanita.
—Yo también te amo.
—¿Llamaste a mamá y a papá? —le pregunté a Sam.
—Sí. Van a intentar conseguir un vuelo de regreso hoy.
—Más les vale. Les advertí que no viajaran tan cerca de la fecha de
parto de Julia. —Sacudí la cabeza.
Fui a la sala de espera donde toda la familia de Sam estaba esperando. 90
—¿Alguna novedad? —preguntó Henry.
—La están preparando para una cesárea ahora mismo.
Me acerqué a donde estaba sentado Shaun y tomé asiento a su lado.
—No tienes que esperar aquí. Te llamaré más tarde.
—No, está bien. Quiero esperar. —Se agarró a mi mano.
La madre de Sam entró y dio un abrazo a cada uno de sus hijos.
—¿Quién es esa? —preguntó Shaun.
—Es Barb, la madre de los chicos.

Shaun
Me senté y la miré fijamente. La mujer que Henry eligió por encima de
mi madre. Se acercó y abrazó a Jenni.
—Barb, me gustaría que conocieras a Shaun Sterling. Es de Nueva
York y acaba de mudarse a la casa contigua a la de Simon.
Le tendí la mano.
—Es un placer conocerte, Barb.
Puso su mano en la mía y me miró por un momento.
—Yo también estoy encantado de conocerte, Shaun. ¿Qué te trae a
California?
—Negocios —respondí.
—Shaun es un importante inversor en Simply Jenni.
—Es una noticia maravillosa. Felicidades, Jenni.
—Gracias. —Sonrió.
Algo andaba mal con esa mujer. Podía sentirlo.
—Voy a buscar el baño. Vuelvo enseguida. —Le dije a Jenni.
—De acuerdo.
Salí de la sala de espera y encontré el baño al final del pasillo y a la
vuelta de la esquina. Cuando terminé y abrí la puerta, vi a Barb de pie. 91
—¿Puedo hablar contigo un momento? —preguntó.
—Um, claro.
—¿Ya se ha dado cuenta?
—¿Perdón? —Fruncí el ceño.
—No te haga el tonto conmigo. Sé quién eres. Tienes sus ojos y los
ojos de mis cuatro hijos. Reconozco a uno de los hijos de Henry cuando lo
veo.
—Lo siento, pero no sé de qué estás hablando.
—Creo que sí lo sabes. —Frunció los labios—. Puede que Henry no lo
sepa, pero yo sí. Supe que tu madre estaba embarazada al mismo tiempo
que yo.
Tragué con fuerza mientras la miraba.
—¿Lo sabe alguien? —preguntó.
—No. —Sacudí lentamente la cabeza—. ¿Cómo lo sabes?
—Tu madre me siguió un día hasta una cafetería y me contó todo
sobre ella y Henry. Esperaba que si sabía lo infiel que era el hombre con el
que estaba a punto de casarme, lo dejaría. Pero no iba a hacerlo con cuatro
bebés en camino. Tal vez si no estuviera embarazada, me habría sentido
diferente. Me dio pena hasta que me dijo que sabía que Henry y yo teníamos
una relación, pero que seguía con él.
—¿Por qué no le hablaste de mí?
—Porque temía que, si se enteraba, volvería corriendo con ella, y eso
no lo podía permitir. Tenía cuatro niños que criar, y no iba a hacerlo sola.
Nunca olvidé nuestra conversación, y me casé con un hombre que sabía que
me engañó y que era el padre de otro niño. Sabía en el fondo de mi mente
que siempre sería un infiel. Quiero decir, mira al hombre. Está en su quinto
matrimonio. No porque sus anteriores esposas hayan muerto o algo así, sino
porque no puede mantener su polla en los pantalones por una sola mujer.
Y recuerda mis palabras. Engañará a Celeste. Los hombres como él no
cambian. Ahora no sé exactamente lo que estás haciendo aquí, pero si
perturbas la vida de mis hijos de alguna manera...
—¿Qué harás, Barb? —Arqueé mi ceja hacia ella.
—Oye, ahí estás. —Jenni se acercó a nosotros—. ¿Qué pasa?
—Acabo de encontrarme con Barb y me estaba preguntando por mi
empresa. 92
—Sí. Curtis y yo estamos buscando invertir, y le estaba preguntando
a Shaun cuáles serían mis mejores opciones.
—Oh. Bueno, él es tu hombre. —Jenni sonrió mientras colocaba su
brazo alrededor del mío.
—Ha sido un placer hablar contigo, Barb. —Le dije mientras nos
alejábamos y volvíamos a la sala de espera.
—Hola, amigo. —Se acercó Simon—. Jenni me habló de su estudio de
diseño. Está muy emocionada.
—Bien. Necesita un lugar adecuado para diseñar y trabajar. Cuando
mi agente inmobiliario encontró el edificio, supe que era perfecto para ella.
—Me dijo que te vas a Nueva York mañana.
—Sí. Tengo que volver a mi oficina allí y ponerme al día con algunas
cosas. No estaré fuera mucho tiempo. De hecho, ¿te importaría echarle un
ojo a la casa por mí?
—En absoluto. —Sacó su teléfono—. Me acabo de dar cuenta de que
nunca hemos intercambiado los números de teléfono. Dame tu número y te
enviaré un mensaje para que tengas el mío.
Le recité mi número mientras él lo tecleaba en su teléfono.
—¡Sam! —Escuché a Jenni exclamar, y Simon y yo nos dimos la
vuelta.
Se secó las lágrimas de alegría mientras todos nos reuníamos a su
alrededor.
—Las niñas están perfectas, y Julia está muy bien. Lena pesa tres
kilos con cuatro gramos, y Lorelei pesa tres kilos con tres gramos. Las dos
están sanas y son increíbles. —Sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Aw, ambos se decidieron por Lena y Lorelei —dijo Jenni mientras lo
abrazaba.
—En cuanto las vimos, lo supimos. Simplemente lo supimos.
Después de que todos se turnaran para felicitarlo, extendí mi mano.
—Felicidades, Sam. Me alegro mucho por ti y por Julia.
—Gracias, Shaun. Te lo agradezco. En cuanto vuelvas de Nueva York,
te invitaremos a cenar.
—Suena bien. —Sonreí.
Me quedé mirando a mi padre, que estaba hablando con Sebastian
mientras Barb me miraba fijamente desde el otro lado de la habitación. Me
sentía incómodo, así que decidí marcharme. 93
—Tengo que hacer unas llamadas y ocuparme de unos asuntos.
Llámame cuando estés lista para irte y te recogeré.
—Está bien. Voy a estar aquí un rato. Tomaré un taxi para volver a
casa, haré una maleta para pasar la noche y me reuniré contigo en tu casa
más tarde. —Una sonrisa coqueta cruzó sus labios.
—Esperaba que vinieras a pasar la noche. —Rocé mis labios con los
suyos.
Me despedí de todos y bajé en el ascensor hasta el vestíbulo. Mientras
salía del hospital, oí mi nombre.
—¿Shaun?
Cuando me di la vuelta, vi a Barb detrás de mí. Dejando escapar un
suspiro, me detuve.
—¿Qué quieres, Barb?
—Sé que estás enfadado con él. Yo también lo estaría. Diablos, todavía
lo estoy después de todos estos años. Pero mis hijos no tienen nada que ver
con esto. Son felices en sus vidas, y no deben saber nada de ti ni de su
padre.
—¡Soy su hermano! —grité—. Ellos tienen derecho a saber que tienen
otro hermano.
—No a costa de que les cause confusión y desprecio en sus vidas.
Me quedé parado y negué lentamente.
—Espera un momento. No se trata de sus vidas. Se trata de la tuya y
de lo que pensarán y te harán cuando descubran que lo sabías todo el
tiempo. Porque recuerde mis palabras, señora, se lo diré.
—No te atrevas a amenazarme —escupió ella con los dientes
apretados.
—No te estoy amenazando. Te estoy haciendo una promesa. —Me
quedé mirándola un momento antes de alejarme y subir a mi auto.

94
20
Jenni
Después de que todo el mundo nos visitara y se fuera, yo me quedé.
No estaba lista para dejar a mi hermana todavía.
—Son absolutamente preciosas. —Sonreí mientras miraba a Julia y a
Sam mientras cada una sostenía a sus hijas—. No puedo decir a quién se
parecen. Creo que son una combinación de ti y de Sam.
—Las dos tienen definitivamente la nariz de Sam. —Sonrió Julia.
—Y sus hermosos labios —añadió Sam.
—¿Dónde está Shaun? —preguntó Julia.
—Tuvo que ir a hacer algunas llamadas de negocios. Mañana regresa 95
a Nueva York.
—¿Por cuánto tiempo?
—Una o dos semanas. Todavía no está muy seguro. —Hice un mohín.
—No es demasiado tiempo. Estoy seguro de que sobrevivirás. —
Sonrió—. Mamá y papá estarán aquí mañana a primera hora. Vienen
directamente del aeropuerto. Están muy disgustados por no estar aquí.
—Bueno, es su propia culpa. Me iré y te dejaré descansar. Además,
aún no has estado a solas con Sam desde que las niñas llegaron al mundo.
Te mandaré un mensaje más tarde para ver cómo estás. —Me incliné y besé
la frente de Julia.
—¿Vas a ir a casa de Shaun esta noche? —preguntó.
—Por supuesto. Necesito echar un último polvo antes de que se vaya.
—Sonreí mientras le guiñaba un ojo.
Sam inhaló un fuerte suspiro y negó lentamente.
—Te encanta, y lo sabes. —Lo besé en la mejilla antes de salir de la
habitación.
Volví a casa, preparé un bolso de viaje y me refresqué. No mentiría y
diría que no echaría de menos a Shaun, porque lo haría. La idea de que no
estuviera cerca durante una o dos semanas me hacía doler el corazón, y eso
era algo que no experimentaba con los hombres con los que salía.
—Hola, preciosa. —Shaun sonrió cuando abrió la puerta.
—Hola. —Dejé caer mi bolso y lo rodeé con mis brazos.
—Sabes que no tienes que llamar a la puerta.
—No estaba segura. —Rompí nuestro abrazo—. Aquí huele a salsa de
pasta.
—Eso es porque estoy preparando la cena para nosotros. —Me besó
los labios, luego tomó mi bolso y lo llevó arriba.
Caminando hacia la cocina, quité la tapa de la olla en la estufa y aspiré
el aroma de la salsa cocinándose.
—Huele delicioso. ¿Casera o de frasco? —Arqueé la ceja cuando entró
en la cocina.
—Me insulta que preguntes eso. Es casera. —Tomó la cuchara de
madera de la encimera y la removió.
Tomé la botella de vino de la nevera y serví una copa.
—¿Y dónde aprendiste a hacer salsa casera? 96
—Aprendí por mi cuenta. De pequeño cocinaba mucho. O aprendía o
comía macarrones con queso todas las noches porque mi madre no cocinaba
nada que no viniera de una caja.
No supe qué decir a eso, así que me limité a dedicarle una sonrisa
comprensiva.
—No pasa nada. Cocinar es una habilidad que todo hombre debería
conocer. Si ella hubiera cocinado comidas gourmet todas las noches, lo más
probable es que nunca me hubiera molestado en aprender, y ahora mismo
te estaría cocinando macarrones con queso Kraft. —Las comisuras de su
boca se curvaron hacia arriba.
Me encogí de hombros.
—Me gustan los macarrones con queso Kraft.
La puerta corrediza se abrió y Sebastian entró.
—Traigo pan y mantequilla. —Sonrió—. Vaya, tu salsa huele muy
bien, Shaun.
—Gracias, Sebastian.
—¿Te importa? —preguntó mientras quitaba la tapa de la olla.
—No, en absoluto. Adelante. —Shaun buscó en el cajón y le entregó
una cuchara.
—Vaya. Sí. —Asintió—. Esto está realmente bueno. Solo le falta una
cosa.
—¿Qué?
Sebastian se inclinó y susurró en el oído de Shaun.
—¿En serio?
—Sí. Confía en mí.
Me quedé de pie y entrecerré los ojos hacia ellos.
—No me mires así —dijo Sebastian—. Sabes que tengo ingredientes
secretos.
Shaun se rio y palmeó la espalda de Sebastian.
—Gracias de nuevo por traer el pan y la mantequilla. ¿Cuánto te debo?
Sebastian levantó la mano.
—Nada, hombre. Invita el restaurante.
—No puedo dejar que eso ocurra. ¿Cuánto?
—Nada. Tengo que correr. Hablaré con los dos más tarde.
—No puedo creer que no me deje pagar eso —dijo Shaun.
97
—Sí creo. Él nunca lo hace. ¿Pasaste por el restaurante?
—Lo hice, y el pan aún se estaba horneando, así que dijo que lo
llevaría a casa y me lo dejaría. Sé lo mucho que te gusta, y pensé que estaría
bien con la cena.
Lo rodeé con mis brazos.
—Gracias.
—De nada. —Me besó la parte superior de la cabeza—. Será mejor que
preparemos la cena antes de que la pasta se sobrecuezan.
Preparó la pasta mientras yo cortaba el pan y lo llevaba a la mesa.
Cuando nos sentamos, sacó algo del bolsillo y deslizó su mano por la mesa.
Las comisuras de mi boca se curvaron hacia arriba.
—¿Qué estás haciendo?
Levantó la mano y miré la brillante llave que había allí.
—Pensé que podrías usarla si querías venir mientras yo no estaba.
También te daré el código de la alarma. Puede que te resulte más fácil, ya
que vas a pasar mucho tiempo en casa de Julia, y tu estudio está a sólo
siete minutos de aquí. Le pedí a Simon que vigilara la casa mientras yo no
estuviera.
—¿Estás seguro de que quieres que tenga esto?
—Por supuesto. ¿Por qué no habría de hacerlo? —Frunció el ceño.
—Es un gran paso. —Le dirigí una sonrisa de satisfacción—. Casi me
hace sentir que estamos saliendo en serio.
Levantó su Copa y se la llevó a los labios.
—¿Lo estamos? —Arqueó la ceja.
—Dímelo tú.
—Puedo decirte esto. No quiero que te acuestes con nadie más
mientras yo no esté.
—Lo mismo va para ti.
—Trato. —Me guiñó un ojo mientras extendía su mano sobre la mesa.
Extendí mi mano y la coloqué encima de la suya.
—Trato.

98
Varios gemidos se escaparon de mis labios mientras él entraba y salía
de mí desde atrás, y mis dedos se aferraron a las sábanas mientras un
orgasmo me desgarraba. Echaría de menos esto mientras él no estuviera, y
no quería pensar en la mañana de mañana. Solo quería disfrutar del
momento y quedarme perdida en él.
Ralentizó su ritmo y se enterró profundamente dentro de mí mientras
se corría y sus manos se agarraban a mis caderas como si se aferrara a su
vida. Cuando se retiró, me puse de espaldas rodeé su cuello con los brazos.
Él bajó lentamente su cuerpo sobre el mío y enterró su rostro en el lateral
de mi cuello. El calor de su aliento me tranquilizó mientras mis brazos se
estrechaban alrededor de él. Fue en ese momento cuando supe con certeza
que estaba perdidamente enamorada de este hombre.
Se levantó, pero no antes de besar mis labios. Rodando sobre su
espalda, extendió su brazo y me acurruqué en su cuerpo musculoso.
—¿Estás bien? —preguntó—. ¿No estás tan habladora como de
costumbre?
Levanté la cabeza de su pecho y le miré.
—¿Estás diciendo que hablo demasiado?
Se rio.
—No. Pero estás callada. ¿Pasa algo?
—Quizá me has agotado y estoy cansada.
—Es una pena. Te iba a pedir que te subieras encima para otra ronda,
ya que esta es nuestra última vez por un tiempo.
—Oh. Bueno, no estoy tan cansada. —Sonreí mientras me subía
encima de él y aplastaba mi boca contra la suya.

99
21
Shaun
Nada más bajar del avión, pedí a mi chófer que me llevara a la oficina.
—Hazme un favor y deja mi maleta en mi ático. —Le dije mientras
bajaba del auto.
—Lo haré, señor Sterling.
Agarré mi maletín y cerré la puerta. Cuando los ascensores se
abrieron en Sterling Capital, todos levantaron la vista de sus puestos de
trabajo y me dieron la bienvenida.
—Gracias a todos. Se lo agradezco. —Asentí.
Subiendo las escaleras hacia mi despacho, Selena se levantó de su 100
mesa y me siguió dentro.
—Bienvenido, jefe. ¿Cómo te trata California?
—Bien, Selena. ¿Cómo van las cosas por aquí?
—No están mal. Adam es un buen jefe. —Sonrió.
—Aunque no tan bueno como yo, ¿verdad? —Arqueé la ceja.
—Bueno, él no me hace ir a citas a ciegas de mentira.
—Una vez. Eso fue una vez. De todos modos, ¿dónde está Adam?
—Está en camino de una reunión al otro lado de la ciudad.
—Bienvenido de nuevo. —Adam sonrió mientras levantaba la mano
para chocar los cinco.
—Gracias, amigo mío. Selena, eso es todo.
Salió de mi oficina y cerró la puerta.
—Entonces, ¿qué está pasando? —preguntó Adam mientras se
sentaba en la silla frente a mi escritorio—. ¿Cómo está tu nueva familia?
—Tengo un pequeño problema. Barb, la madre de los chicos, sabe
quién soy.
Adam frunció el ceño.
—¿Cómo?
—Ella dijo que tengo los ojos de mi padre. Al parecer, cuando mi
madre estaba embarazada, localizó a Barb en una cafetería y le contó todo.
—Mierda. ¿Lo sabía todo el tiempo y nunca le dijo nada a nadie?
—Supongo que no. Ella es muy inflexible en cuanto a que no le diga a
mi padre o a mis hermanos quién soy.
—Porque le preocupa cómo les afectará cuando descubran que lo
sabía, ¿verdad?
—Exactamente. —Me recosté en la silla y coloqué las manos detrás de
la cabeza.
—¿Está preocupada por ella?
—La verdad es que no. Ella tiene mucho que perder. Es una mujer
inteligente y no sería tan estúpida. Dile al personal que tendremos una
reunión en unos quince minutos y que estén preparados.
—Lo haré, Shaun.
Eran las ocho cuando salí de la oficina y me dirigí a casa. Después de 101
recoger algo de comida tailandesa, me serví un vaso de whisky y me senté a
la mesa. Mi teléfono, que estaba sentado a mi lado, sonó con un mensaje de
texto.

Jenni: No he sabido nada de ti en todo el día. Solo me aseguraba de


que hayas llegado bien a Nueva York.
Yo: Lo hice, y hoy he estado abrumado. No olvides que hace tiempo que
no vengo.
Jenni: No lo he olvidado. Solo lo olvidé. Me alegro de que hayas llegado
bien. Hablamos luego.

Estaba enfadada. Me di cuenta por el tono de su mensaje y la forma


en que lo cortó abruptamente.

Yo: No te enfades. Estoy muy ocupado. Ahora que he vuelto aquí, tengo
muchos incendios que apagar.
Jenni: Sí. Lo entiendo. Como dije, hablaré contigo más tarde.
Yo: Tiene una actitud, señorita Benton.
Jenni: En realidad, no la tengo. Yo también estoy muy ocupada, pero
me tomé un momento para enviarle un mensaje de texto porque me importa si
murió o no en un accidente de avión, señor Sterling.

Dejé escapar una risa y negué.

Yo: Estoy bien. Solo estoy ocupado.


Jenni: Ya lo has dicho cien veces. Y no volveré a molestarte por miedo
a que te aleje dos segundos de todos los incendios que tienes que apagar.

Dejé escapar un suspiro. Esta era la principal razón por la que nunca
me involucré en una relación. Necesitaba rectificar esta situación, así que
marqué su número. Al primer timbre, saltó el buzón de voz. Había rechazado
mi llamada.

Yo: ¿Por qué rechazaste mi llamada?


Jenni: Porque estoy ocupada. Si quisiera hablar por teléfono, te habría
102
llamado en lugar de enviarte un mensaje. Buenas noches, Shaun.
Yo: ¿Buenas noches? Solo son las cinco en California.

Esperé a que respondiera, pero no lo hizo. Poniendo los ojos en blanco,


dejé el teléfono y cené. No necesitaba hacer el papel de novio cariñoso
cuando estaba en Nueva York.

Cuatro días después

Jenni
Antes de dirigirme a mi estudio, pasé por casa de Sam y Julia para
ver cómo estaban ellos y las bebés. Cuando entré por la puerta corrediza,
las dos niñas estaban gritando mientras Sam y Julia las sostenían y
caminaban por la cocina.
—¿Qué está pasando aquí?
—Entra bajo tu propio riesgo —dijo Sam.
—Aquí, déjame cargarla. —Me acerqué a Julia y le quité a Lorelei.
—No tengo ni idea de por qué las dos están gritando. Las hemos
alimentado, cambiado, abrazado y cantado. —Los ojos de Julia se llenaron
de lágrimas—. Por no hablar de que Sam tiene ansiedad por el desorden. Y
los dos estamos muy cansados.
—Toma mi teléfono de mi bolso. —Le dije.
Me dio mi teléfono, y envié un mensaje a Stefan, Sebastian y Simon.

Yo: El que esté en casa ahora mismo, que venga a casa de Sam y Julia.

De repente, los tres entraron por la puerta corrediza.


—Vaya, no esperaba que todos ustedes estuvieran en casa.
—Estaba a punto de irme a la oficina —dijo Stefan mientras tomaba
103
a Lena de Sam y la calmaba—. Aw, ella solo quería a su tío Stefan. —Sonrió.
Sam puso los ojos en blanco y se agarró al borde de la encimera de
mármol.
—Tú y Julia deben subir a dormir la siesta mientras nosotros
mantenemos a tus hijas calmadas. Ahora. Tienen como una hora.
—Te amo mucho. —Julia me abrazó
—Lo sé. Yo también te amo.
Salieron de la cocina, y Sebastian y Simon se quedaron mirándome.
—¿Qué? —pregunté.
—¿Podemos irnos?
—Sebastian puede ir. Tú te quedas —señalé a Simon.
—¿Qué demonios, Jen? ¿Por qué?
—Porque necesito su consejo. Stefan, pásale a Lena. Sé que tienes que
ir a la oficina ya que Sam está fuera.
—¿Qué está pasando? —preguntó Simon mientras sostenía a Lena.
—Estoy furiosa con Shaun. —Tomé asiento en la mesa mientras
sostenía a Lorelei en mis brazos.
—¿Cómo puedes estarlo? Ni siquiera está aquí.
—El día que se fue a Nueva York, ni siquiera se molestó en llamarme
o enviarme un mensaje de texto diciendo que había llegado bien. Cuando le
envié un mensaje de texto a las ocho de la noche, hora de él, me puso en
evidencia.
—¿Qué dijo?
—Dijo que estaba ocupado y que tenía muchos incendios que apagar,
y que yo debería saberlo porque hacía tiempo que no iba.
—Bueno, tiene un punto. Escucha, ya sabes cómo pueden ser los
mensajes de texto. ¿Crees que estás exagerando?
—No. —Fruncí el ceño—. ¿Pero no puede tomarse dos segundos para
llamar o enviar un mensaje para ver cómo estoy?
Se sentó frente a mí con una sonrisa en el rostro.
—¿Por qué sonríes así?
—Porque estás enamorada y no puedes soportar que no esté aquí.
Esto es nuevo para ti.
—Ugh. Lo sé. Esta no soy yo, y lo sabes. 104
—Sé que no lo eres, pero nunca te había visto enamorada. Escucha,
solo porque no haya llamado o enviado un mensaje no significa que no esté
pensando en ti. Los chicos son diferentes cuando se trata de esas cosas. No
es un comportamiento atípico para nosotros. Tienes que recordar que es el
director general de una empresa de capital. No puedo ni imaginar lo ocupado
que está, especialmente cuando ha estado fuera de Nueva York.
Probablemente tiene un montón de mierda para ponerse al día y hacer antes
de volver a California. No te estreses por ello. Tendrás noticias suyas muy
pronto. Hasta entonces, solo hazlo tú porque sé lo ocupado que estás. Eso
es todo lo que necesitas pensar en este momento. Pronto estará de vuelta y
en tu cama. —Sonrió.
—Tienes razón. Gracias, amigo. Supongo que necesitaba una pequeña
charla de ánimo. Habría hablado con Julia... bueno, ya la has visto. Ella me
habría dicho que creciera de una puta vez. —Me reí.
—Sí. Esos dos no pueden hacer ni pensar en nadie ni en nada más
ahora mismo.
22

Jenni
Había tenido un día largo pero muy productivo, y cuando atravesé las
puertas de mi edificio de apartamentos, eran las ocho.
—Buenas noches, Jenni. —Stuart, mi portero, sonrió.
—Buenas noches, Stuart.
—Esta tarde ha llegado un paquete para ti.
Metió la mano dentro, lo tomó y me lo entregó.
—Gracias. 105
Lo llevé a mi apartamento y lo puse en la isla. Me quité los zapatos,
tomé una botella de vino y vertí un poco en un vaso. Tomé un cuchillo, lo
deslicé por la parte superior, abrí la caja y saqué un paquete bellamente
envuelto en papel rosa y dorado con un gran lazo de raso. Tras quitar el
envoltorio, me tapé la boca con la mano al ver una caja de bombones de
Edwart Chocolatier de París. Al levantar la tapa de los bombones, me metí
un trozo en la boca y casi me muero. En el fondo de la caja original había
un sobre blanco. Al retirar la tarjeta, la leí con una sonrisa en el rostro.

Quería que tuvieras algo que disfrutar mientras no estoy.


Será mejor que me llames por teléfono cuando recibas esto.
Con amor, Shaun

Mirando el reloj, eran más de las once de la noche en Nueva York. Oh,
bueno, me dijo que lo llamara por Facetime. Tomé mi teléfono, busqué su
número y pulsé Facetime. En cuestión de segundos, su rostro sexy apareció
en mi pantalla.
—Ya era hora, joder. —Sonrió.
—Acabo de llegar a casa. Gracias por los chocolates. Son mis favoritos.
—De nada. ¿Cómo estás?
—Estoy bien. ¿Y tú? —Intenté actuar de manera casual y como si no
lo extrañara.
—Ocupado, estresado, cansado.
—Bienvenido al club. Me he pasado el día haciendo entrevistas y
montando la tienda.
—¿Alguien bueno?
—Sí. Sé exactamente a quién voy a ofrecer los puestos.
—Bien. ¿Cómo están los demás?
—Están bien. Sam y Julia están encontrando la paternidad todo un
reto.
—Ya lo creo. No debe ser fácil lidiar con dos bebés al mismo tiempo.
—Mi madre va a pasar una semana allí para ayudarla y darle algunos
consejos y trucos.
—Eso está bien. —Dejó el teléfono en su tocador y se quitó la camisa.
Mis piernas se tensaron mientras miraba su cuerpo musculoso y se 106
tensaron, aún más, cuando se quitó los pantalones. Agarró su teléfono y se
metió en la cama.
—Me alegro de verte, Jenni. Lo digo en serio.
—Yo también me alegro de verte, Shaun. —Las comisuras de mi boca
se curvaron hacia arriba.
—¿Qué vas a hacer ahora que estás en casa? —preguntó.
—Tomar un baño, relajarme, y terminar un diseño para un vestido
que tengo entre manos.
—Un baño, ¿eh? —Sus labios formaron una sonrisa de satisfacción—
. ¿Qué tal si me llevas contigo?
Tragué con fuerza cuando sentí una sacudida abajo.
—De acuerdo. —Sonreí—. Si insistes.
—Oh, sí que insisto.
Entré en el cuarto de baño, encendí la luz y apoyé mi teléfono en la
parte trasera de la encimera. Después de poner en marcha el agua, lo miré
fijamente mientras me despojaba lentamente de mi ropa.
—Me estás matando, Jen. — Acarició su dura polla.

Al día siguiente me detuve en casa de Simon antes de dirigirme al


estudio.
—Buenos días. —Grace sonrió cuando entré por la puerta—. ¿Café?
Miré mi reloj.
—Claro, tengo tiempo para una taza rápida.
—Hola, buenos días. —Simon entró en la cocina—. ¿Te quedaste en
casa de Shaun anoche?
—Buenos días. No. Me quedé en mi casa. ¿Por qué?
—No lo sé. Me imaginé que como estabas aquí tan temprano, lo
hiciste.
Grace me miró de arriba abajo mientras mi café se preparaba.
—Suéltalo, amiga.
—¿Qué? —Ladeé la cabeza hacia ella.
—Ya sabes a qué me refiero. —Sonrió mientras me entregaba el café.
107
—¿Qué? —preguntó Simon mientras me miraba.
Sonreí.
—¿Cómo lo has sabido?
—Chica, las mujeres siempre lo sabemos. Tú lo sabes.
—¿Qué? ¿De qué está hablando? —preguntó Simon.
—Shaun y yo tuvimos sexo por Facetime. —Me mordí el labio inferior.
—¡Oh, Dios mío! ¿Por Facetime? Pensé que era por teléfono. Mierda.
Eso tuvo que ser muy caliente.
—Fue increíblemente caliente.
—¿Por qué nunca tenemos sexo por Facetime? —Le preguntó Grace a
Simon mientras lo miraba.
—¡Porque siempre estamos juntos!
Grace se encogió de hombros.
—Entonces tal vez tenga que hacer un viaje. —Sonrió.
—No vas a ir a ninguna parte. Prefiero tener sexo cuando estamos
juntos.
—No tienes ni idea de lo que te pierdes —señalé—. Lleva las cosas a
un nivel completamente nuevo.
Se quedó parado y me sacudió la cabeza.
—¿Qué? Tú eres el que eligió escuchar. Ya sabes de qué hablamos las
chicas cuando nos reunimos. De todos modos, tengo que ir al estudio. —Me
acerqué y besé la mejilla de Simon—. Realmente tienes que probarlo. —Le
guiñé un ojo—. Adiós, Grace. —Sonreí.
—¡Quiero detalles más tarde! —gritó mientras salía por la puerta.
Cuando llegué al estudio, Wes, el hombre que me impresionó ayer,
estaba esperando en la puerta.
—Siento mucho llegar tarde. —Bajé del auto, tomé mi bolso y corrí
hasta la puerta—. Tenía que hacer una parada en casa de mi amigo por un
minuto, y nos desviamos hablando de sexo por Facetime.
—Oh. —Arqueó la ceja—. ¿No es eso tan caliente?
—¡Sí! —Mis ojos se iluminaron.
Abriendo la puerta, entramos.
—¿Lo has hecho? —Una sonrisa de satisfacción cruzó mis labios. 108
—Seguro que sí. Admitiré que soy un poco libre con eso y con los
chicos que conozco por internet.
—No hay nada malo en eso. —Sonreí—. De todos modos, gracias por
venir a una segunda entrevista. Me gustas, Wes, y creo que tenemos una
conexión.
—Sí tenemos una conexión, Jenni. —Una sonrisa cruzó su rostro—.
Lo sentí en cuanto te vi, y si no fuera gay, saldría totalmente contigo.
Sonreí.
—Eres un encanto, pero estoy tomada.
—No tengo ninguna duda de que lo estás. Cualquier hombre
heterosexual sería un tonto si no saliera contigo.
—¿He mencionado que estás contratado?
—¿En serio? —Su rostro se iluminó.
—Sí. Llamé a tu anterior empleador y no tenía más que cosas
maravillosas que decir sobre ti. ¿Por qué no te fuiste con él a París?
—Quería hacerlo, pero me quedé por un hombre, y poco después, las
cosas no funcionaron.
—Lo siento. —Puse mi mano en su hombro.
—No pasa nada. Conocí a alguien la semana pasada, y hemos estado
saliendo.
—¡Bien por ti, Wes!
—Entonces, ¿quién es el afortunado?
Una amplia sonrisa cruzó mis labios.
—Se llama Shaun, es un inversor en Simply Jenni, y me compró este
edificio. Lo llamaré por Facetime para presentárselo. Aunque no estoy
seguro de que responda. Está muy ocupado.
Saqué mi teléfono y le envié un Facetiming a Shaun, y su hermoso
rostro apareció en mi pantalla después del primer timbre.
—Hola, preciosa. —Sonrió.
—No estaba segura de que fueras a contestar.
—Me has pillado en el momento justo. Me estoy preparando para ir a
una reunión. ¿Qué pasa?
—Quiero que conozcas a alguien. Shaun, este es Wes, mi nuevo
asistente. —Giré el teléfono hacia Wes—. Wes, este es Shaun Sterling. 109
—Es un placer conocerlo, señor Sterling.
—Llámame, Shaun. Y es un placer conocerte, Wes.
—Llámame loco, pero tú fondo no se parece a Los Ángeles.
Shaun se rio.
—Eso es porque estoy en mi oficina de Nueva York. Diles que voy para
allá. Escucha, tengo que entrar en mi reunión. Luego hablamos.
—Adiós. —Sonreí mientras me mordía el labio inferior.
—Pórtate bien hoy. —Frunció el ceño—. Adiós.
Terminé la llamada y dejé escapar un largo suspiro.
—De acuerdo, señorita. Ese hombre está muy bueno.
—Lo está, ¿verdad? —Me derretí.
23
Dos semanas después

Shaun
Le había enviado a Jenni la caja de bombones de París porque estaba
enfadada conmigo y, por primera vez en mi vida, me importaba que una
mujer se enfadara por algo que yo había dicho o hecho. Normalmente no lo
hacía porque nunca me gustó nadie lo suficiente como para que me
importara. Pero con Jenni sí, y por mucho que intentara no estar en
contacto con ella mientras estaba en Nueva York, no podía. La echaba de
menos, y me odiaba por sentirme así. Odiaba haber echado de menos su
sonrisa, su voz, sus formas extravagantes y el sexo. Dios, echaba de menos
estar enterrado dentro de ella y tenerla entre mis brazos. 110
Me iba de Nueva York dos días antes de lo previsto. Mi trabajo aquí
había terminado por ahora y quería volver a California, pero no le dije que
iba en camino porque quería que fuera una sorpresa.
En cuanto aterrizó mi avión, me subí a la limusina que envió el
servicio de autos. Sacando mi teléfono del bolsillo, le envié a Jenni un
mensaje de texto.

Yo: Hola, preciosa. ¿Cómo va tu día?


Jenni: Hola. Va muy bien. Los repartidores están aquí entregando mi
escritorio.
Yo: Eso es genial. No puedo esperar a verlo cuando vuelva. Tengo que
correr. Hablamos más tarde.
Jenni: ¿Hablamos más tarde?

Una sonrisa cruzó mis labios.


Yo: Por supuesto.

Atravesé la puerta del estudio, y me sorprendió la rapidez con la que


se organizó todo. Al oír voces que venían del piso de arriba, dejé mi maleta
junto a la puerta y subí en silencio y la vi a ella y a Wes en su despacho
mirando su escritorio.
—Se ve muy bien —dije mientras me paraba en la puerta.
Jenni giró la cabeza y, en cuanto me vio, corrió a mis brazos.
—¡Dios mío! ¿Qué estás haciendo aquí?
—He decidido volver un par de días antes. —La abracé con fuerza.
—Me alegro de que lo hayas hecho. —Sonrió mientras rompía nuestro
abrazo—. No puedo creer que no me lo hayas dicho.
Mis labios se encontraron con los suyos por un momento.
—Quería sorprenderte. ¿Estás sorprendida?
—Estoy muy sorprendida. —Me abrazó.
—Wes. —Le hice un gesto con la cabeza.
—Hola, Shaun. Bienvenido de nuevo a California.
—Gracias. El lugar se ve muy bien. ¿Cuándo empiezan todos? 111
—Mañana. Wes ha sido un regalo del cielo y ya me ha ayudado mucho.
—Bien. —Sonreí—. Tu trabajo aquí ha terminado. Agarra tu bolsa y
salgamos de aquí. Eres toda mía por el resto del día y de la noche.
Las comisuras de su boca se curvaron hacia arriba en una hermosa
sonrisa.
—De acuerdo. Dame un segundo.
—Te espero abajo.
Colocando mis manos en los bolsillos del pantalón, bajé las escaleras
y miré a mi alrededor. Estaba orgulloso de lo que logró mientras yo no
estaba.
—Estoy lista. —Sonrió mientras bajaba las escaleras.
—¿Llave? —Le tendí la mano.
—Todo tuyo. —Me entregó la llave de su auto.
Cuando llegamos a la entrada de mi casa, tomé mis maletas de la
parte trasera y abrí la puerta principal. Dejé las maletas en el vestíbulo, me
di la vuelta y levanté a Jenni en mis brazos. No podía esperar más para
sentir su dulce sabor en mis labios. Nuestras bocas se encontraron, y
nuestras lenguas se reunieron con excitación. La llevé arriba y a mi
dormitorio, la tumbé en la cama y me cerní sobre ella.
—El sexo por Facetime fue genial y todo, pero nada supera el poder
tocarte así. —Pasé mi mano por su muslo hasta llegar a sus bragas—.
Echaba de menos esto. —Las empujé a un lado y metí un dedo dentro.
Dejó escapar un jadeo mientras bajaba mi cabeza hasta que mis labios
se encontraron con los suyos.
La exploré y di con el punto que siempre la hacía llegar al orgasmo.
Sus suaves y sensuales gemidos hicieron que mi polla se pusiera tan dura
que pensé que iba a explotar. Bajando los tirantes de su vestido, se lo quité
y lo tiré al suelo.
—¿Sabes qué más me he perdido? —pregunté mientras le quitaba las
bragas.
—¿Qué?
—Esto. —Abrí sus piernas y llevé mi boca a la zona que tanto placer
me daba.
Dejó escapar un gemido satisfactorio mientras sus dedos agarraban
el edredón mientras mi lengua se burlaba y mis labios saboreaban su
dulzura.
112
—Oh Dios, he echado de menos esto —gimió.
Después de llevarla al orgasmo por segunda vez, me levanté y me quité
la ropa. Jenni se sentó, se acercó al borde de la cama y rodeó mi polla con
sus labios. Eché la cabeza hacia atrás con total felicidad y asimilé la
abrumadora sensación que me producía su hermosa boca. Le dije que
estaba a punto de correrme, y a ella no le importó. Siguió haciéndolo hasta
que exploté y el éxtasis me atravesó. Levanté su cabeza y la miré a los ojos
mientras mi polla seguía deseando estar dentro de ella. Buscando mi
cartera, me agarró de la muñeca y negó lentamente con la cabeza.
—Creo que estamos en el punto en que no necesitamos usar un
condón. Sabes que estoy tomando anticonceptivos.
—¿Estás segura?
—Nunca he estado tan seguro de nada en mi vida como en este
momento.
Me subí a la cama y me cerní sobre ella mientras deslizaba mi mano
por su cabello y nuestros labios se entrelazaban. Al penetrarla, jadeé ante
el calor y la humedad que envolvían mi polla.
—Te sientes tan bien —susurró.
—No tienes ni idea —gemí mientras entraba y salía de ella.
Sus piernas se apretaron alrededor de mi cintura mientras su
respiración estallaba y la presión aumentaba. En unos instantes, crucé el
umbral de la felicidad pura.
El corazón se me salía del pecho mientras dejaba caer mi cuerpo sobre
el suyo y enterraba mi rostro en el lateral de su cuello. Al separarme de ella,
rodé sobre mi espalda y giré la cabeza para mirarla.
—Bienvenido a casa. —Las comisuras de su boca se curvaron hacia
arriba.
Sonreí mientras llevaba mi mano a su mejilla y la acariciaba
suavemente.
—Es bueno estar de vuelta aquí.
—Sebastian invito a la familia a cenar en el restaurante esta noche.
Será la primera salida de Julia y Sam con las bebés. Y ya que has vuelto,
vas a ir.
—¿Voy a ir? —Arqueé la ceja.
—Sí. Todos se alegrarán de verte.
—No quiero entrometerme en una cena familiar.
—Por favor. Eres prácticamente de la familia ahora que nos vemos.
Además, les gustas a todos. Será divertido.
113
—De acuerdo. —Sonreí—. Iré.
Mientras ella estaba en el baño arreglándose el cabello, salí al patio y
me quedé mirando el agua azul del océano mientras disfrutaba del sonido
de las olas rompiendo contra la orilla. Me sentí bien al volver aquí. No sólo
porque la echaba de menos, sino porque todo estaba encajando exactamente
como lo planeé.
24

Shaun
—Bienvenido a casa, vecino —dijo Simon mientras se acercaba—. Es
agradable ver que esa pared se ha ido.
—Sí, lo es. —Sonreí mientras nos estrechábamos la mano.
—¿Cómo estuvo Nueva York?
—Muy bueno y muy productivo.
—Jenni no nos dijo que volverías hoy. Vamos a cenar esta noche en
Emilia's. Acompáñanos. 114
—Jenni no lo sabía. Se suponía que no regresaría hasta el domingo
por la noche, pero volví antes para sorprenderla. Me invitó a cenar esta
noche. ¿Seguro que está bien? No quiero entrometerme en su reunión
familiar.
—Eres más que bienvenido. —Me dio una palmadita en la espalda—.
Ahora que Jen y tú están saliendo y eres nuestro nuevo vecino, estás
invitado a todas nuestras reuniones familiares. —Sonrió.
—Gracias, Simon. Eso significa mucho. Sobre todo, porque no tengo
familia.
—Considéranos tu familia entonces.
—Hola, tú. —Jenni sonrió mientras salía al patio.
—Mira a quién he encontrado aquí —dijo Simon.
—¿No es genial que haya vuelto?
—Lo es. Tengo que irme. Nos vemos en el restaurante. —Nos guiñó un
ojo y se dirigió a su casa.
Jenni me rodeó con sus brazos por detrás, y yo levanté mis manos y
la acaricié mientras pensaba en lo que dijo Simon cuando me dijo que los
considerara familia.

—Bienvenido de nuevo, amigo. —Sebastian sonrió mientras nos


saludábamos con un apretón de manos.
—Sí. Bienvenido de nuevo. —Stefan puso su mano en mi espalda.
—Gracias. Es bueno estar de vuelta en California.
—¿Escocés? —preguntó Sebastian.
—Claro.
—Iré a buscar uno —dijo mientras se alejaba.
—Sam terminó el diseño de los condominios —comentó Stefan.
—Genial. No puedo esperar a verlo.
—Te va a encantar. Realmente se superó con el diseño.
—Hola, Shaun.
—Hola, Lily. —Sonreí mientras le acariciaba la cabeza.
115
—Bienvenida de nuevo.
—Gracias.
—¡Las bebés están aquí! —exclamó mientras corría hacia Sam y Julia
cuando entraron.
Detrás venían mi padre, Celeste, y mi hermanita Nora. Me llevé el vaso
de whisky a los labios mientras lo miraba fijamente.
—Hola, Shaun. —Mi padre sonrió mientras se acercaba y extendía la
mano.
—Hola, Henry.
—¿Qué tal Nueva York?
—Estuvo bien.
—Lo siento. ¿A qué te dedicas además de ser inversor en la empresa
de Jenni?
—Soy el director general y propietario de Sterling Capital Corp.
—Qué bien. ¿Es un negocio familiar?
—No. La empecé cuando tenía veintiún años, después de graduarme
como el mejor de mi clase en Yale.
—Impresionante. Si no te importa que pregunte, ¿cuál es su
patrimonio neto?
—Papá. —Stefan frunció el ceño—. Eso es una grosería.
—Aquí todos somos hombres de negocios, y es información pública.
—¡Eso no significa que quiera hablar de ello!
—Está bien, Stefan. —Lo miré y luego volví a mirar a mi padre.
—Actualmente, mi patrimonio neto es de quince mil millones de
dólares. Pero irá en aumento cuando me haga con un competidor.
—Impresionante. —Las comisuras de la boca de Henry se curvaron
hacia arriba—. ¿Y has hecho todo eso por tu cuenta?
—Mi tío se mudó con mi madre y conmigo cuando yo tenía trece años.
Acababa de perderlo todo en su divorcio y no tenía dónde ir. Con el poco
dinero que tenía, empezó a hacer inversiones. Algunas eran buenas, pero la
mayoría no lo eran. Estudié el mercado y vi el potencial de ganar mucho
dinero, así que lo ayudé. Le dije en qué invertir, cuándo, y le dije cuándo
vender. A cambio, me daba un porcentaje de sus ganancias. Ahorré hasta el
último centavo de ese dinero, me organicé, fui a Yale con una beca completa,
encontré un par de inversores y comencé mi empresa. 116
—Eres un hombre brillante.
—Según las pruebas de cociente intelectual, tengo un coeficiente
intelectual de ciento cincuenta.
—Maldita sea —dijo Stefan—. Eres como un genio.
—Qué bien. —Henry sonrió mientras asentía lentamente con la
cabeza—. Entonces, ¿quién era el inteligente en tu familia? ¿Tu madre o tu
padre?
—Debe haber sido mi padre, pero no sabría decirlo realmente ya que
nunca lo conocí.
—¿Creciste sin padre? —Entrecerró sus ojos hacia mí.
—Así fue. Según mi madre, era un desconocido que conoció en un bar
y con el que tuvo una aventura de una noche. —Lo miré fijamente a los ojos.
Jenni se acercó y enganchó su brazo alrededor del mío.
—Es hora de comer. Vamos a sentarnos.
Después de la cena, todos empezaban a salir del restaurante.
—Oye —dijo Sam mientras se acercaba.
—Bebidas en el patio de mi casa cuando volvamos. Será mejor que
estés allí.
—Me parece bien. —Sonreí.
Cuando salimos del restaurante, estacioné mi auto en la casa, y luego
Jenni y yo caminamos hacia la casa de Sam.
—Voy a entrar con las chicas. —Jenni se acercó y me besó los labios—
. Diviértete con los chicos.
—Gracias, nena.
Ella se quedó allí y me miró con una amplia sonrisa esparcida por su
rostro.
—¿Qué? —Reí.
—Me has llamado “nena”.
—¿Lo hice? —Le guiñé un ojo y volví al patio donde estaban sentados
mis cuatro hermanos.
Sam me entregó un vaso de whisky cuando tomé asiento junto a
Sebastian.
—Escucha, Shaun —dijo Sam—. Stefan nos contó cómo nuestro padre
te interrogó en el restaurante. Lo siento por eso.
—No, no lo sientas. Todo está bien. 117
—A veces, no tiene tacto. —Simon sacudió la cabeza—. Y puede ser
difícil llevarse bien con él a menos que estés de acuerdo con sus puntos de
vista.
—Sí. Puede ser un verdadero imbécil —dijo Sebastian.
—¿Puede serlo? —Se rio Stefan.
—Bueno, lo único que puedo decir es que tienes suerte de haberlo
tenido cerca cuando estabas creciendo. Algo debió de hacer bien porque los
cuatro están muy bien.
—Gracias, hombre —dijo Sam—. Pero no somos geniales gracias a él.
Nos teníamos el uno al otro.
—Sí. No fue fácil crecer con nuestros padres. Siempre entrando y
saliendo de relaciones, casados, divorciados, casados, divorciados —añadio
Stefan.
—Los cuatro estábamos bastante jodidos cuando se trataba de
mujeres —comentó Sebastian—. Cuando éramos más jóvenes, los cuatro
hicimos un pacto.
—¿Un pacto?
—Nada de mujeres, nada de relaciones y nada de amor. Solo sexo.
—Umm. Me parece que todo eso ha cambiado. —Les dirigí una sonrisa
de satisfacción.
—Sam fue el primero que rompió el pacto cuando conoció a Julia.
Luego lo rompí yo con Alex. Sebastian lo rompió con Emilia, y nuestro chico
Simon se subió al barco cuando conoció a Grace.
—Nos dimos cuenta de que no éramos nuestros padres, y por mucho
miedo que nos diera quererlos, tuvimos que dejar de lado el miedo —dijo
Sam.
—¿De qué están hablando los cinco aquí? —Grace sonrió mientras
tomaba asiento en el regazo de Simon.
—Charla de hombres, cariño. No se permiten mujeres.
—¿Es así? —Arqueó la ceja—. ¿De verdad acabas de decir eso? ¿Lo
has dicho?
—Vamos, cariño. Sabes que estaba bromeando. —La besó en los
labios.
—Eso es lo que pensaba.
No pude evitar reírme. La puerta corrediza se abrió y Jenni, Alex, Julia
y Emilia salieron al patio. Me di cuenta de que tanto Jenni como Emilia
estaban borrachas. 118
—Hola, sexy —dijo Jenni mientras se sentaba en mi regazo y me
besaba los labios.
—Hueles y sabes a limones. —Sonreí.
—Estábamos haciendo unos chupitos de limón en la casa. ¿Quieres
uno?
—No. Creo que es hora de que volvamos a mi casa. —Puse mis brazos
bajo sus piernas y me levanté.
—Vamos a surfear por la mañana. Nos vemos allí —dijo Simon.
—Tal vez lo haga. Todavía no he podido probar la nueva tabla de surf.
—Sonreí.
—Genial. Estaremos allí sobre las siete.
Llevé a Jenni a mi casa y la subí directamente. Sus labios estaban por
todo mi cuello, y yo me ponía más duro a cada segundo.
—Te amo. —Me susurró al oído.
El corazón se me subió a la garganta.
Cuando la acosté en la cama, se desmayó. Después de quitarle la ropa,
retiré las sábanas, la metí debajo y la arropé. Sentado en el borde de la
cama, pasé el dorso de mi mano por su mejilla mientras dormía.
—No puedes amarme, Jenni. Simplemente no puedes.
Cerré los ojos un momento y luego bajé las escaleras y me serví un
whisky.

119
25
Shaun
Antes de irme a ver a mis hermanos, comprobé por última vez cómo
estaba Jenni. Estaba durmiendo tranquilamente, así que tomé mi tabla de
surf y me dirigí a la playa.
—Lo lograste. —Sonrió Stefan.
—¿Sam no ha llegado todavía?
—No vendrá. Las gemelas estuvieron despiertas toda la noche.
—Ah. Pobrecillo.
Pusimos nuestras tablas en el agua y salimos remando.
—Por cierto, vamos a celebrar una fiesta de cumpleaños en mi casa la
120
semana que viene para nuestro padre, y esperamos que vengas con Jenni
—dijo Sebastian.
—Gracias. Seguro que será divertido. —Sonreí.
Navegamos, hablamos y lo pasamos bien.
—Eres muy bueno. —Simon me dio una palmadita en la espalda.
—Gracias. Ustedes son mucho mejores que yo.
—Crecimos surfeando —comentó Stefan—. No te preocupes. Quédate
con nosotros y mejorarás.
Volví a mi casa, y cuando abrí la puerta corrediza, vi a Jenni de pie
frente a la cafetera.
—Buenos días —saludé.
—Shh. No hables hasta que haya tomado café.
Dejé escapar una ligera risa mientras ella tomaba su taza y salía al
patio.
Después de ducharme y vestirme, preparé un café y me reuní con
Jenni fuera. Necesitaba saber si recordaba lo que me dijo anoche.
—¿Está bien que hablemos ahora? —pregunté con una sonrisa de
satisfacción mientras me sentaba a su lado.
—Sí. —Me miró con una sonrisa—. Me he tomado dos aspirinas, dos
tazas de café y estoy bien. Por cierto, ¿tuvimos sexo anoche?
—¿Qué recuerdas de anoche? —pregunté.
—Lo último que recuerdo es que me llevaste a la casa.
—¿Eso es todo lo que recuerdas?
—Sí. Dios mío, ¿qué hice?
Las comisuras de mi boca se curvaron hacia arriba mientras sentía
un suspiro de alivio.
—Te llevé por las escaleras, te desvestí y te metí en la cama.
—Entonces, ¿no tuvimos sexo?
—No. Estabas desmayada. —Tomé un sorbo de mi café.
—Lo siento.
—No te disculpes. Todos nos ponemos así de vez en cuando. —Le
guiñé un ojo. 121
—¿Cómo estuvo tu surf con los chicos?
—Fue genial. Me divertí mucho. Sebastian me comentó de la fiesta de
cumpleaños de su padre la semana que viene.
—Oh, sí. Me olvidé de mencionarte eso. Serás mi cita, ¿verdad?
—Por supuesto. No me lo perdería por nada del mundo. —Me incliné
hacia ella y besé sus labios.

Una semana después

Me senté detrás de mi escritorio en el despacho de mi casa y sostuve


la carta que mi madre escribió en mi mano. Llegué a California con la
intención de odiar a mis hermanos aún más de lo que ya lo hacía porque
existían. Si no existieran, mi padre nunca nos habría abandonado. Pero no
podía odiarlos. Eran hombres extraordinarios y no tenían ni idea de lo que
hizo Henry. Eran espectadores inocentes en todo esto, y rogué a Dios que
siguieran aceptándome cuando descubrieran la verdad sobre quién era yo
realmente.
Planeé ir tras Kind Design & Architecture. Un plan cuidadoso y bien
pensado que ideé. Pero después de conocer a mis hermanos, no pude seguir
adelante. Mi padre, en cambio, era otra historia. Estaba más que dispuesto
a hacerlo pagar por lo que hizo.
—¿Estás listo para partir? —preguntó Jenni mientras estaba en la
puerta de mi oficina.
Me sacó de mis pensamientos, y rápidamente doblé la carta en mi
mano y la metí en el cajón superior de mi escritorio. Ya lo cerraría más tarde.
—Estoy más que preparado. —Sonreí mientras me levantaba de mi
asiento.
Pasando junto a ella, la besé en la frente.
—¿Por qué fue eso? —Una sonrisa cruzó sus labios.
—¿Necesito una razón para besar alguna parte de tu cuerpo?
Su sonrisa se amplió.
—No.
—Entonces que sepas que cuando lo hago, no hay ninguna razón, y
sólo porque no puedo evitarlo cuando estás en mi presencia. —Le guiñé un
122
ojo.
Nos dirigimos a casa de Sebastian, y cuando entramos, nos dimos
cuenta de que todo el mundo estaba fuera.
—Hemos llegado. —Jenni sonrió mientras salíamos por la puerta
corrediza.
Miré a mi alrededor buscando a Barb y no la vi, lo cual era bueno. No
estaba de humor para tener que lidiar con sus tonterías hoy.
—Hola, amigo. —Sam, Stefan y Simon sonrieron mientras se
acercaban.
—Hola. —Me metí las manos en los bolsillos del pantalón—. Qué
asistencia.
—Sí. Mi padre invitó a unos amigos y se olvidó de decírmelo —
intervino Sebastian—. ¿Cerveza o algo más fuerte?
—La cerveza está bien. Podemos dejar lo más fuerte para después. —
Las comisuras de mi boca se curvaron hacia arriba.
—Claro que sí. —Me dio una palmadita en la espalda.
—Si me disculpas, voy a usar el baño.
—Sí. Por supuesto. Ya sabes dónde está.
Entrando en la casa, me acerqué al baño del primer nivel y vi la puerta
cerrada. Apoyado en la pared, esperé a que quien estuviera dentro
terminara. Cuando la puerta se abrió, Henry salió, y parecía que estaba sin
aliento.
—Henry, ¿estás bien? —pregunté.
—Estoy bien, Shaun.
—No tienes buen aspecto.
—Solo estoy cansado. Nora no nos ha dejado dormir. —Sonrió
débilmente.
—Seguro que sí. Feliz cumpleaños.
—Gracias. Nos vemos fuera.
Le hice un gesto con la cabeza y entré en el baño. Algo estaba mal con
él, y no creí que Nora tuviera nada que ver con ello.

123
26
Jenni
—Aquí tienes. —Alex me pasó una margarita de sandía.
Siempre parecía ser la borracha designada en nuestras fiestas.
—Gracias. —Bebí un sorbo—. Vaya. Delicioso.
—¿Cómo van las cosas contigo y Shaun? Veo que prácticamente estás
viviendo en su casa —comentó Grace.
—¿Estás siendo una vecina entrometida?
—Sí, lo estoy, y no lo siento —respondió con una sonrisa.
Solté una carcajada. 124
—Las cosas con Shaun son increíbles. Puedo decir honestamente que
nunca he sido tan feliz en mi vida. Ha cambiado totalmente mi punto de
vista sobre las relaciones. Y me complace decir que ha marcado todas las
casillas de mi lista de hombres perfectos.
—Estoy tan feliz por ti. —Julia me rodeó con el brazo—. Shaun es un
gran tipo y no podría pedir un mejor hombre para mi hermana.
—Oh, hermana. Gracias. Sé que hemos hablado de eso antes, pero
¿cómo lidias con la obsesión de Sam por la limpieza y la organización?
—Confía en mí. No creo que nadie pueda ser como Sam.
—No estaría tan segura de eso —confesé—. El otro día, mientras me
cepillaba los dientes, un poco de agua salpicó el espejo y dejó algunas
manchas. Shaun estaba a mi lado en el lavado afeitándose, miró y dijo: “El
limpiador de vidrios y el paño están debajo del lavado”. Literalmente me hizo
limpiarlo en ese mismo momento.
—Oh, Dios mío, esa es una de las mayores molestias de Sam.
Aprendes a lidiar con eso porque lo amas, con defectos y todo —aseguró
sonriendo.
—Hablando de amor —intervino Emilia—. ¿Ya se dijeron las palabras
mágicas?
—No. —Dejé escapar un suspiro—. Y no voy a decirlo hasta que él me
lo diga.
—¿Por qué? —preguntó Alex—. No hay nada de malo en que una
mujer lo diga primero.
—¿En serio? —Arqueé la ceja mientras miraba a Julia, Alex y Emilia—
. ¿Olvidaron que cuide a cada una de ustedes por un corazón roto cuando
les confesaron a los chicos cómo se sentían?
—Oh, mierda. Sí. —Emilia frunció el ceño.
—Bueno, no tuve ese problema con Simon.
—Porque prácticamente te echó de su casa antes de que pudieras
decírselo. —Se burló Julia.
—Cierto. Eso es muy cierto. —Grace asintió lentamente y todas nos
reímos.
Sam entró sosteniendo a Lena y se la entregó a Julia.
—Creo que quiere comer.
—De acuerdo. ¿Qué hay de Lorelei?
—Está profundamente dormida en los brazos de Shaun. 125
Miré por la puerta corrediza y vi a Lorelei durmiendo pacíficamente en
los brazos de Shaun. Una sonrisa cruzó mis labios mientras mi corazón se
derretía por completo.
—Se ve bien sosteniendo a un bebé. —Grace se acercó y se paró a mi
lado.
—Ciertamente.
—¿Quiere hijos? —me preguntó.
—No lo sé. Nunca hemos hablado de eso. Sé que su infancia no fue
tan buena. Ya sabes cómo afecta eso a algunos tipos.
—Sí. Lo sé —admitió con un suspiro—. Pero parece que salió bien.
Preveo un hermoso futuro para ustedes.
—Eso espero. En verdad lo amo, Grace, y estoy muy asustada.
Pasó su brazo a mí alrededor.
—Sé que lo estás, Jen. —Me dio un suave apretón—. Pero realmente
creo que Shaun es diferente y sé que está enamorado de ti. Lo veo. Él no te
va a lastimar.
Shaun
Lorelei se había despertado y se la entregué a Sam para que Julia
pudiera alimentarla. Lily estaba sentada a mi lado, y sostenía a Henry
mientras le hacía muecas tontas.
—Eres una gran hermana mayor —comenté.
—Gracias. Sé que me necesitará para protegerlo cuando sea mayor.
—Sí, lo hará.
—¿No tienes hermanos o hermanas? —preguntó.
—Ummm. No. Crecí como hijo único.
—Debes haber estado solo. Sé que lo estuve a veces antes de Henry.
—A veces lo estaba.
—¿Por qué tu mamá y tu papá no tuvieron más hijos?
126
—Bueno, mi madre nunca se casó y nunca conocí a mi padre.
—Eso es difícil. —Puso su pequeña mano en mi brazo—. Mi madre me
dejó con mi padre cuando yo tenía tres años y nunca volvió. Entonces, puedo
entenderlo.
—Lo siento, Lily.
—Está bien. Mi papá siempre estuvo ahí para mí como estoy segura
de que tu mamá lo estuvo.
Le di una pequeña sonrisa, y cuando miré, vi a Henry mirándonos.
—Así es, pequeña.
—Tal vez puedas encontrar a tu papá.
—Oigan, ¿qué está pasando aquí? —Stefan sonrió y luego me miró con
los ojos muy abiertos—. ¿Por qué no me das a tu hermano y entras a ayudar
a Emilia a poner las velas en el pastel de cumpleaños del abuelo?
—De acuerdo. —Le entregó a Henry—. Adiós, Shaun.
—Adiós, Lily.
—Lo siento. Escuché lo que dijo.
—Está bien. Parece que ella y yo tenemos mucho en común.
—Sí. Excepto que su madre quedó atrapada con algunas personas
malas y drogas.
—Bueno, si me preguntas, hiciste un gran trabajo criándola.
—Gracias, hombre. No podría haberlo hecho sin la ayuda de mi familia
o de Alex. Cuando entró en mi vida, Lily estaba en su peor momento. Su
niñera anterior, que era lo más parecido a su madre, se enfermó y tuvo que
mudarse a Maine. Luego, cuando llegó Alex, Lily no estaba feliz. Pero Alex
hizo su magia y se abrió camino en el corazón de Lily. Supe en ese momento
que ella era la mujer con la que estaba destinado a pasar el resto de mi vida.
¿Cómo van las cosas contigo y Jenni?
—Las cosas son geniales. Sin quejas.
—Hola. —Jenni se acercó y envolvió sus brazos alrededor de mí por
detrás.
—Hola, preciosa. —Sonreí mientras giraba la cabeza y sus labios se
encontraban con los míos.
—Está bien, todos, es hora de cantar feliz cumpleaños al
cumpleañero. —Sonrió Emilia.
Dejó el pastel frente a Henry. 127
—¡Esperen un segundo! —exclamó Sebastian—. No canten todavía.
Corrió dentro de la casa y agarró su guitarra.
—De acuerdo. Listo. Y un uno, y dos, y un…
Todos empezamos a cantar feliz cumpleaños mientras él tocaba los
acordes. Me senté allí tratando de no ahogarme con las palabras mientras
las cantaba. Henry tenía una sonrisa en su rostro, pero no parecía genuina.
Parecía preocupado. Después de que terminamos de cantar, le pidió a Lily
que lo ayudara a apagar las velas. Después de que soplara algunas, me di
cuenta de que le faltaba el aire, al igual que cuando salió del baño.
—Oye, ¿tu papá está bien? —le pregunté a Stefan.
—Creo que sí. ¿Por qué?
—Parecía que le costaba apagar esas velas.
—Probablemente lo estaba haciendo a propósito por Lily para que
pudiera soplarlas todas.
—Sí. Probablemente.
Celebrar el cumpleaños de mi padre fue difícil. Pero necesitaba estar
allí para observarlo, estudiarlo y ver qué tan imbécil seguía siendo. Cuando
se trataba de él, la ira seguía nublándome como una bocanada de humo
circular que nunca se disipaba.
—¿Quieres un poco de pastel? —me preguntó Jenni.
—No, gracias. Todavía estoy lleno de toda la comida que hizo
Sebastian.
—¿Estás seguro? —Sonrió mientras sostenía el plato hacia mí—. Es
asombroso.
—¿Qué tal si me llevo un pedazo a casa donde puedo comerlo en
privado? —Mis labios formaron una sonrisa.
—Voy a cortarte un trozo o dos, diablos, que sean tres y dejarlos a un
lado para llevarlos a casa. —Sus ojos se iluminaron.
—Ve a hacer eso. —Le di un guiño.

128
27
Shaun
Primero puse glaseado en varias partes de su cuerpo y luego subí,
comenzando por la parte interna del muslo.
—Tenías razón. Este glaseado es delicioso. —La miré con una sonrisa
mientras mi lengua se deslizaba por su abdomen.
—Oh, Dios —gimió mientras sus dedos pasaban por mi cabello.
Mi lengua se abrió camino desde su abdomen hasta sus pezones que
estaban cubiertos de glaseado. Envolví mis labios alrededor de cada uno de
ellos, chupé la mayor parte del glaseado y usé mi lengua para rodearlos y
lamer el resto mientras mis dedos estaban dentro de ella. Podía sentir la
sensación pulsante cuando dejó escapar un fuerte gemido y su cuerpo
129
tembló cuando tuvo un orgasmo. La cálida humedad goteaba de ella, y no
podía esperar más. Moví mi cuerpo hacia arriba y me cerní sobre ella hasta
que mi polla palpitante estuvo entre sus piernas y en su abertura. Con un
empujón, me abrí paso en su interior y eché mi cabeza hacia atrás ante la
sensación que me invadió. Estaba ardiendo y se sentía increíble. Sus uñas
se clavaron en mi espalda mientras entraba y salía de ella, tratando de
contener el semen que quería escapar. Saliendo, la hice rodar sobre su
estómago, agarré sus caderas y la levanté para encontrar mi polla mientras
la embestía a un ritmo rápido. Gruñidos bajos y ásperos escaparon de mis
labios mientras gemidos agudos salían de ella. Alcanzando su frente,
acaricié su clítoris, lo que la envió a un orgasmo en toda regla, haciendo que
mi pene tuviera un espasmo fuera de control y explotara dentro de ella.
Agarrando sus caderas, me detuve mientras trataba de recuperar el
aliento mientras Jenni yacía allí tratando de hacer lo mismo. Salí y caí de
espaldas, colocando mi mano sobre mi acelerado corazón. Todavía acostada
boca abajo, me miró con una sonrisa en su rostro mientras ponía su mano
sobre la mía.
—Maldita sea. Eso fue…
—No tienes que decirlo. Confía en mí. Lo sé. —Las comisuras de mi
boca se elevaron.
—Necesito tomar una ducha y lavar la pegajosidad del glaseado.
Vuelvo enseguida. —Se sentó y besó mis labios.
—Me uniría a ti, pero…
—No hay necesidad de explicar. Es mejor que no lo hagas.
Mientras Jenni estaba en la ducha, agarré mi teléfono de la mesita de
noche y noté que tenía un mensaje de voz de Teddy Cooper de Cooper
Capital.
—Eres una maldita serpiente, Shaun. Salir a bolsa con las acciones de
Grieger nos jodió a mí y a mi empresa. Pero sabías que lo haría, y por eso lo
hiciste. Juro por Dios que lucharé con cada aliento que me quede para
mantenerte fuera. ¡Esta es mi empresa! ¡Vete al infierno, Sterling, y vete a la
mierda!
Solté una carcajada mientras lo escuchaba. Buscando el número de
Adam, le envié un mensaje.

Yo: Cooper está enojado como el infierno. Asegúrate de conseguir un


asiento en ese tablero. Se avecinan grandes cambios.
Adam: Sé que lo está, y ya estoy en eso. 130
Jenni salió del baño envuelta en una toalla. Caminando hacia el cajón
de la cómoda donde guardaba un par de camisones aquí, la detuve.
—¿Qué estás haciendo?
—Sacar un camisón.
—No. Tira la toalla y entra aquí desnuda. Quiero sentir tu cuerpo
limpio y suave contra el mío toda la noche.
—¿Vas a comportarte? —Su ceja se arqueó desde el otro lado del
dormitorio.
—Solo si quieres que lo haga. Pero no puedo hacer ninguna promesa.
Con una sonrisa, dejó caer la toalla de su cuerpo y aterrizó en el suelo,
haciéndome estremecer ante la idea de que se quedara allí toda la noche.
Mientras ella se metía en la cama, yo salí.
—Necesito usar el baño. Vuelvo enseguida.
Caminando hacia donde estaba la toalla, la recogí y entré al baño.
—¿En serio, Shaun? —La escuché gritar.
—¿Qué? Estaba de camino al baño —grité en respuesta—. Además,
no es bueno para el piso dejar una toalla mojada.
Volví a meterme en la cama y le tendí el brazo mientras ella se
acurrucaba contra mí.
—Tienes problemas —comentó.
—¿Cómo recoger una toalla mojada del piso es un problema?
—Simplemente lo es. Duérmete. —Presionó sus labios contra mi
pecho.
—Buenas noches, Jenni.
—Buenas noches, Shaun.
A la mañana siguiente, me levanté temprano, preparé café y salí al
patio. El brillo del sol de la mañana ya había calentado el aire. Mirando
hacia la casa de Henry, lo vi de pie junto al agua, así que agarré mi café y
me acerqué a él.
—Buenos días. —Sonreí.
—No. No es un buen día. —Se quejó.
—¿Qué ocurre?
—Me desperté esta mañana con una inversión que se derrumbó en
131
gran medida. Mi corredor de bolsa no podía vender lo suficientemente
rápido.
—Vaya. Siento escuchar eso. No me digas que fue Grieger.
—Lo fue. Un imbécil hizo pública la acción, y me jodió por completo,
y perdí millones. Lo peor es que tenía algunas de las acciones de la empresa
invertidas. Ahora, Kind Design & Architecture también podría sufrir. No sé
cómo decirle a los chicos. Por favor, no les digas nada hasta que lo resuelva.
—No lo haré. ¿Qué vas a hacer?
—No lo sé. Estoy esperando que me llame mi financiero. Necesito ir a
acostarme. Espero que tengas un mejor día que yo.
—Gracias, Henry. Estoy seguro de que todo saldrá bien.
Me alejé con una sonrisa en mi rostro mientras acercaba mi taza a
mis labios. Mientras hice mi camino de regreso a la casa, vi a Jenni sentada
en el patio con un café en la mano.
—¿Por qué estás levantada ya? —le pregunté, me incliné y besé sus
labios.
—Me desperté y no estabas. Estaba muy decepcionada, señor Sterling.
—Sabía que te agoté anoche, y quería que descansaras todo lo que
pudieras. No olvides que quedan dos pedazos más de pastel.
—Eres tan considerado. —Sonrió—. Te vi hablando con Henry. ¿Cómo
está esta mañana?
—Un poco deprimido. Algunas inversiones suyas se estropearon de la
noche a la mañana.
—Mierda. Pobre tipo.
—Escucha, Jen. Necesito volar a Nueva York para una reunión y
quiero que vengas conmigo.
—¿En serio? —Sus ojos se iluminaron de emoción.
—Sí. Nos quedaremos en mi ático y pasaremos un par de días en la
ciudad.
—¿Cuándo?
—Nuestro vuelo sale en tres horas.
—¡Tres horas! ¿Qué? ¿Cuándo reservaste el vuelo?
—Anoche.
—¿Y me lo estás diciendo ahora? Tengo que ir a casa y empacar y, ¡oh,
Dios mío! ¿No hay suficiente tiempo?
132
—Tenemos un montón de tiempo. Voy a vestirme y empacar un bolso,
e iremos a tu apartamento para que puedas empacar. Pero empaca ligero.
Solo estaremos fuera un par de días.
28
Jenni
—¿Esta es tu idea de empacar ligero? —me preguntó Shaun mientras
empujaba mi maleta grande por mí—. Cuando dije “ligero”, quise decir un
bolso de mano. No una maleta grande, una maleta pequeña, más un bolso
de mano. Solo vamos por dos días. ¿Cuánto podrías necesitar?
—Una chica necesita opciones, Shaun.
Lo escuché dejar escapar un suspiro.
Después de revisar mi equipaje y pasar por seguridad, tuvimos que
correr a nuestra puerta, porque ya estaban abordando. La azafata se estaba
preparando para cerrar las puertas cuando llegamos.
133
—¡Esperé! —grité mientras sostenía mi tarjeta de embarque.
—Tiene suerte de haber llegado a tiempo.
—Siempre lo hago —aseguré mientras miraba a Shaun, y él me
devolvió una mirada seria.
Dejé escapar un suspiro cuando tomamos nuestros asientos en
primera clase.
—¿Sabes lo estresado que estuve? —preguntó Shaun—. Si no
hubieras empacado tanto, no hubiéramos tenido que revisar tu equipaje y
hubiéramos tenido mucho tiempo para llegar a nuestra puerta.
—Escucha, tú eres el que me sorprendió con este viaje de último
minuto. “Oye, Jen, ¿adivina qué? Nos vamos a Nueva York en tres horas”.
—Entonces, ¿es mi culpa?
—Sí. De hecho, lo es. —Levanté una ceja—. Tienes que avisar a una
chica.
—Lo hice. Te avisé con tres horas de antelación y te pedí que llevaras
poco equipaje.
Me senté allí y entrecerré los ojos hacia él.
—En realidad, empaqué ligero.
Inhaló profundamente y cerró lentamente los ojos.
—Es mejor que te guardes lo que quieres decir. —Palmeé su brazo.
Cuando llegamos a Nueva York y bajamos del avión, Shaun tiró su
equipaje de mano sobre su hombro.
—No olvides que tenemos que parar en el reclamo de equipaje. —Le
recordé.
—¿Cómo podría olvidarlo? —Me miró.
Cuando llegamos al reclamo de equipaje, mi equipaje ya estaba
llegando. Agarré la maleta más pequeña mientras Shaun agarraba la más
grande.
—Mi conductor nos está esperando en el segundo nivel —informó.
Tomamos el elevador hasta el segundo nivel, y cuando bajamos, un
señor mayor nos estaba esperando.
—Bienvenido de nuevo, Shaun.
—Gracias, Miles. Esta es Jenni. Jenni, mi conductor, Miles.
—Encantado de conocerte, Jenni. —Sonrió mientras agarraba mi
equipaje y mi bolso de mano.
134
—También es un placer conocerte, Miles.
Subimos a la parte trasera de la limusina mientras Miles guardaba el
equipaje en el maletero. Cuando se detuvo en el edificio alto del Upper East
Side, Shaun salió primero y lo seguí con la ayuda de su mano. Después de
que Miles hubo recuperado nuestro equipaje, lo empujamos adentro y
entramos en el ascensor.
—¿Entrada privada con llave? —bromeé.
—Por supuesto. —Sonrió.
Cuando se abrieron las puertas, entré en el gran vestíbulo.
—Vaya. Me encanta esto. —Sonreí mientras miraba alrededor.
—Gracias y bienvenida a mi hogar en Nueva York.
Me acerqué a las ventanas del piso al techo y contemplé la fantástica
vista de la ciudad.
—Creo que nunca me cansaría de mirar esta vista.
Shaun se acercó y envolvió sus brazos alrededor de mí desde atrás.
—Es agradable, pero me gusta más la vista al mar.
—¿Sigues enojado conmigo por empacar demasiado? —Incliné la
cabeza hacia atrás y lo miré fijamente.
—No. Lo único que aprendí hoy fue que no puedo estar enojado
contigo por mucho tiempo. —Besó la punta de mi nariz.
—Eso es muy malo. —Hice un puchero.
—¿Por qué?
—Porque esperaba que me castigaras una vez que llegáramos aquí.
—Vaya. —Su ceja se alzó—. En ese caso, estoy furioso contigo por no
escucharme.
Me levantó y me tiró sobre su hombro.
—Y ahora, te llevaré a mi dormitorio y harás exactamente lo que te
diga. —Me dio una palmada en el culo mientras me cargaba escaleras
arriba—. ¿Me entiendes?
—Tal vez deberías hacer eso de nuevo. No estoy segura de entender.
Golpeó mi culo de nuevo, y sonreí.

135

Shaun
Adam y yo tomamos el ascensor hasta Cooper Capital. Teníamos una
reunión de última hora programada con él, y no iba a ser agradable.
—Buenos días, señor Sterling. El señor Cooper está en la sala de
conferencias esperándolos.
Teddy y su equipo estaban allí sentados mirándonos cuando Adam y
yo entramos en la sala de conferencias.
—Teddy. —Le di un asentimiento.
—Shaun. —Tomó un fuerte respiro.
—Escucha, puedo hacer que todos tus problemas desaparezcan. Lo
sabes.
—Lo que sé es que eres una maldita serpiente sucia.
—Me han llamado peor.
—No hay forma de que te deje comprar la compañía de mi familia. Mi
bisabuelo comenzó esta empresa con nada más que unos cuantos dólares a
su nombre.
—Estás endeudado hasta el cuello, Teddy, y has administrado mal la
empresa después de la muerte de tu padre. Le has ofrecido a los inversores
tratos a firmar que no puedes cumplir. Tu nombre y reputación se están
yendo por el retrete. Déjame detenerlo antes de que sea demasiado tarde y
tú y tu familia lo pierdan todo.
—¡Estábamos bien hasta que hiciste públicas las acciones de Grieger,
hijo de puta!
—¡No estabas bien, y tengo los documentos para probarlo! Sterling
Capital los sacara a ti y a tu familia de este lío, y tu hermana y tu
mantendrán sus asientos en la junta. El único cambio será que Sterling
Capital asumirá la propiedad y la gestión. Tienes cuarenta y ocho horas. Si
no tengo noticias tuyas, estás acabado y lo sabes. Deja a un lado tu odio
hacia mí y tu orgullo y toma lo que te estoy ofreciendo.
Se sentó allí mirándome desde el otro lado de la mesa.
—En realidad no tienes elección, Teddy. —Me puse de pie—. Cuarenta
y ocho horas. —Adam y yo salimos de la sala de conferencias.
—¿Crees que aceptará? —me preguntó Adam mientras caminábamos
136
hacia el ascensor.
—Lo hará.
—¿Cuáles son tus planes con Grieger ahora que eres el accionista
mayoritario?
—¿Además de tomar los millones que mi padre perdió? —Sonreí.
29
Un mes después

Jenni
—¿Todavía no han dicho las palabras? —me preguntó Wes.
—No. —Hice un puchero mientras retrocedía y miraba el vestido que
había diseñado.
—Chica, ¿qué carajo?
—Lo sé. He estado pensando mucho en eso últimamente, y sé que él
me ama.
—Por supuesto que lo hace. ¿Quién no? Eres increíble. —Enganchó
su brazo a mí alrededor.
137
—Gracias. No sé por qué no me lo ha dicho todavía.
—Probablemente esté nervioso. Eres una chica atrevida. Tú lo dices
primero.
—¿Eso crees? —Mordí mi labio inferior mientras lo miraba.
—Sí.
—¿Y si él no responde?
—No creo que eso vaya a suceder, pero si no lo hace, entonces tal vez
necesites re juzgar la validez de la relación. Quiero decir, hay un par de
razones por las que podría no haberlo dicho aún.
—¿Cómo cuáles? —Me acerqué y agarré la manga del vestido y la
sostuve.
—Tal vez no está listo para cumplir con las expectativas que vienen
con las palabras. Tal vez decirlo lo presionaría demasiado.
—Eso es tonto.
—Estoy de acuerdo, pero algunos tipos son así. Creo que solo
necesitas dar el salto e ir por ello. ¿Qué es lo peor que puede pasar además
de que él diga que no te ama? ¡Lo cual no hará! —señaló—. Veo la forma en
que se tratan, y puedo decir que él está enamorado de ti.
—¿Sabes qué? Estás bien. Voy a prepararle la cena esta noche en su
casa, así que le diré después de la cena y una botella de vino. —Sonreí

—Hola, tú. —Me saludó Simon mientras abría la puerta corrediza y


entraba.
—Hola.
—Vi tu auto ahí fuera. ¿Dónde está Shaun?
—Su amigo Adam está en la ciudad y están hablando de asuntos de
negocios. Debería estar en casa pronto. —Sonreí—. ¿Qué estás haciendo?
—Quería pasar y ver cómo estás. Parece que ya no te vemos mucho.
—Oh, me extrañas. Eres dulce. He estado muy ocupada con el trabajo.
—Y con Shaun. —Sus labios formaron una sonrisa.
—Sí. También —admití sonriendo.
138
—De todos modos, solo quiero pasar y saludar. —Se acercó y besó mi
mejilla—. Dile a Shaun que le dejé saludos.
—Lo haré. Saluda a Grace de mi parte.
—Seguro. Hablaré contigo más tarde.
—Adiós, Simon.
Mientras estaba preparando la cena, mi teléfono sonó con un número
desconocido.
—Hola —respondí y puse el altavoz.
—Hola, estoy buscando a la señorita Jenni Benton.
—Es ella.
—Señorita Benton, este es Seymour Klaus. Soy un comprador de
Nordstrom y llamo con respecto a la línea de moda que nos envió.
Mi corazón empezó a latir con fuerza fuera de mi pecho.
—Señor Klaus. Me da gusto oír de usted.
—Revisé sus diseños y estoy muy interesado. ¿Tienes la línea lista
para ver?
—Sí. Solo hay un par de cosas más que deben hacerse para la última
pieza.
—Me encantaría echar un vistazo. ¿Puede traerlos a mi oficina?
—Sí. Sí. Por supuesto.
—¿Tiene lápiz y papel a mano? Le daré la dirección.
—Ummm. Espere un segundo.
Mirando alrededor de la cocina, no vi ninguno, así que entré en la
oficina de Shaun. Tomando asiento en su escritorio, abrí el cajón superior y
agarré una hoja de papel y un bolígrafo.
—De acuerdo, estoy lista.
Recitó la dirección y la anoté. Fijamos el día y la hora de la reunión, y
terminé la llamada. Mientras estaba sentada allí, la emoción fluyó a través
de mí, al igual que el pánico. ¿Y si odiaba la ropa en persona? No. No podía
pensar así. Solo pensamientos positivos.
Mientras me levantaba de la silla, noté que un pedazo de papel
sobresalía a medias del cajón inferior. Me pareció extraño porque no era
propio de Shaun dejarlo así. Al abrir el cajón, noté que era una carta escrita
a mano. Iba a doblarla de nuevo y me detuve cuando la curiosidad se 139
apoderó de mí. Un lado de mi cerebro me decía que no debería leerlo, pero
el otro lado me decía que debería hacerlo. Mirando la firma en la parte
inferior, era de su madre.
—Mierda. No lo hagas Jen. Es personal —dije en voz alta mientras lo
volvía a doblar.
Entonces mi voz interior empezó a razonar conmigo. Él nunca lo sabrá.
Solo léela, guárdala y olvídalo.
Desplegando la carta, me senté en la silla. Cuando comencé a leerla,
llevé mi mano a mi boca cuando un malestar rugió dentro de mí. Las
lágrimas llenaron mis ojos y el shock me paralizó.
—¡Qué carajo! —grité mientras tiraba la carta sobre el escritorio—.
¿Henry es el padre de Shaun y los chicos son sus hermanos?
No podía creerlo, y tragué el nudo en mi garganta que casi me ahoga.
Mirando hacia el cajón abierto, vi una pila de carpetas de archivos,
así que las saqué y abrí cada una de ellas solo para encontrar fotos e
información sobre mí, Simon, Stefan, Sebastian, Sam y Henry. Las lágrimas
corrían por mi rostro mientras saltaba de mi asiento y corría al baño para
vomitar. No pude detener el temblor incontrolable mientras un millón de
cosas pasaban por mi mente. Nada era una coincidencia cuando se trataba
de él. Planeó cuidadosamente todo lo que tenía que ver con la familia Kind,
incluyéndome.
Después de que terminé en el baño, agarré la carta y las carpetas y
las extendí sobre la isla. Mi teléfono sonó y me asustó muchísimo. Al
revisarlo, había un mensaje.

Shaun: Hola, preciosa. Estoy de camino a casa. Debería estar allí en


diez minutos.

No respondí porque no me atreví a hacerlo. En cambio, serví una copa


de vino y me la bebí. Tomando asiento en el sofá, llevé mis rodillas a mi
pecho y lo esperé. No podía quedarme quieta, así que me levanté y caminé
de un lado a otro por la sala de estar. Todo esto era un error. Tenía que
serlo.
Escuché su auto detenerse en el camino de entrada e
instantáneamente, la sensación de malestar dentro de mí se intensificó.
Caminando hacia la isla, agarré el mostrador de mármol, bajé la cabeza y
respiré profundamente varias veces. En el momento en que la puerta se
abrió y él entró, levanté la cabeza y lo miré. 140
30
Jenni
—Hola. —Su ceño se frunció cuando me vio—. Jenni, ¿qué pasa? —
Lentamente comenzó a caminar hacia mí mientras sus ojos se desviaban
hacia el contenido de la isla.
—¿Qué diablos es todo esto? —exclamé mientras recogía las fotos y la
carta.
Levantó las manos.
—Jenni, cálmate. Por favor.
—¿Calmarme? —grité—. ¿Sabías todo este tiempo que Henry es tu
padre, y esos chicos son tus hermanos, y no te molestaste en decírselo a 141
nadie?
—Tú no entiendes. Déjame explicar.
—¿Por qué hay información sobre mí y una foto mía? —Traté de
contener las lágrimas, pero de todos modos cayeron por mi rostro.
—Vamos a sentarnos, y te contaré todo.
—No. —Negué—. ¡No quiero sentarme!
—Jenni, por favor.
—¡NO! —Lo señalé—. ¡No me hables así! ¡Tienes que decirme ahora
mismo qué diablos está pasando y quién eres realmente!
—Cómo puedes ver en la carta que escribió mi madre, acababa de
enterarme después de su muerte sobre Henry y mis hermanos. Ella me
mintió toda mi vida. Vine aquí para conocerlos antes de decirles la verdad.
—¿Por qué? ¿Por qué no pudiste decirles la verdad desde el principio?
—¡Porque no es tan simple! —exclamó—. ¡Crecí como hijo único y solo!
Ahora, treinta y tres años después, descubro que tengo un padre y cuatro
hermanos. No tienes idea del impacto que eso tiene en una persona. ¿Qué
querías que hiciera? ¿Eh? ¿Simplemente acercarme a ellos y decirles:
“Oigan, soy su hermano de una aventura que su padre tuvo hace treinta y
tres años cuando su madre estaba embarazada de ustedes”? ¿O acercarme
a Henry y decirle: “Oye, papá, soy tu quinto hijo del que nunca supiste?
—¡Sí! ¡Se llama la verdad, Shaun!
—No lo entiendes, Jenni. Odio a ese hombre por lo que hizo, y odio
que haya elegido a Barb en lugar de a mi madre. Cuando me enteré de Sam,
Stefan, Sebastian y Simon, me llené de rabia e ira. ¡Los odié desde el
principio porque crecieron con mi padre!
—Entonces, ¿todo esto es un acto?
—No. Porque cuando los conocí, sentí esta conexión instantánea y no
podía odiarlos.
Miré hacia abajo y recogí la foto mía.
—Conocerme no fue una coincidencia, ¿verdad? —Más lágrimas
cayeron de mis ojos—. Lo planeaste todo el tiempo. Al igual que planeaste
invertir en mi empresa. Me usaste para llegar a ellos.
—Jenni. —Dio un paso más cerca.
—¡No te atrevas a acercarte más a mí! —grité con los dientes
apretados.
—¿Quieres la verdad? Aquí está. Sí, planeé usarte para llegar a ellos, 142
pero lo único que no planeé fue enamorarme locamente de ti. ¿Y quieres
saber por qué? Porque nunca pensé que podría amar a alguien.
—Bastardo. —Negué lentamente—. Todo, desde la noche en que nos
conocimos, no era más que una mentira, y me enamoré.
—Jenni, detente y escúchame.
—Conocer a Simon y Grace en el hotel fue una mentira. Nunca te
encontrarías con nadie para una cita a ciegas, ¿verdad?
—No. —Bajó la mirada.
—Viniendo aquí por negocios y comprando esta casa. ¿Cómo diablos
conseguiste que los Bennett la vendieran?
—Les ofrecí un trato en efectivo al triple del valor, y lo aceptaron.
—¿Quién diablos te crees que eres? ¿Dios? ¿Crees que porque tienes
miles de millones puedes hacer lo que quieras a expensas de otras personas?
—No. ¡Te equivocas!
—¿En serio, Shaun? ¡Porque eso es lo que parece! ¿Alguien más sabe
de esto?
—Barb lo sabe.
—¿Barb? —Mi ceño se frunció—. ¿Cómo diablos lo sabría Barb?
—Mi madre la conoció en una cafetería y le contó todo sobre su
romance con Henry y que estaba embarazada de mí. Pensó que si Barb
supiera lo tramposo que era Henry, lo dejaría y volvería con ella.
—Ay dios mío. —Puse mis manos sobre mi rostro antes de golpear mis
puños contra el mostrador.
—¿Alguna vez ibas a decirles a ellos o a mí? —exclamé con enojo.
—Sí.
—¡¿Cuándo?! ¿Cuándo ibas a hacerlo?
—¡No lo sé! Pero lo único que sé es que eres la persona más importante
en mi vida y te amo. —Se acercó más hasta que estuvo a mi alcance.
—No. —Negué—. No, no lo haces. ¡Si lo hicieras, no me habrías
mentido! —Empecé a golpear su pecho mientras las lágrimas caían
libremente—. ¡Todo son mentiras! ¡Todo!
Agarró mis muñecas y las apretó con fuerza.
—Cálmate y escúchame.
Luché por liberarme de su agarre, pero él era más fuerte. Me dio la
vuelta, envolvió sus brazos alrededor de mí por detrás y me sostuvo en su 143
agarre.
—Te amo, Jenni, y podemos superar esto. Lo juro por Dios, te estoy
diciendo la pura verdad.
—Nunca superaremos esto. —Me liberé de su agarre y me giré para
enfrentarlo—. Todo esto, nosotros, las cosas que hicimos juntos, todo fue
una mentira, y te odio por eso. ¡Te odio tanto, Shaun Sterling!
Agarré mi bolso y lo colgué sobre mi hombro.
—¡Será mejor que les digas quién eres, o lo haré yo! —Corrí por la
puerta y a mi auto.
—¡Jenni, espera! —Shaun corrió detrás de mí.
—¡Aléjate de mí, y no vuelvas a hablarme nunca más! ¿Me entiendes?
¡Te odio! —Me detuve en mi auto y sacudí mi cabeza hacia él.
En ese momento, Grace y Simon salieron corriendo de su casa.
—¿Qué está pasando? ¿Qué ocurre? —Simon corrió hacia mí.
—Pregúntale. —Sollocé.
Me subí a mi auto y salí de la entrada lo más rápido que pude.
31
Shaun
—¿Qué sucedió? —Simon me miró con ira en sus ojos.
—Mantente fuera de esto, Simon. —Le ordené mientras comenzaba a
alejarme.
—Claro que no, demonios. —Me agarró del brazo y me dio la vuelta—
. ¡Qué diablos le hiciste! —Sus manos agarraron mi camisa, y su rostro
estaba a escasos centímetros de la mía.
—Simon, detente. —Le pidió Grace.
—¡Te dije que te mantuvieras al margen! —Le grité—. ¡Esto es entre
ella y yo! 144
—Ahí es donde te equivocas, amigo. Lo que la afecta a ella nos afecta
a todos.
—Simon, déjalo ir —repitió Grace mientras soltaba su agarre de mí y
se interponía entre nosotros.
—¿Qué diablos está pasando aquí? —preguntó Stefan mientras corría.
—Algo pasó entre él y Jenni. Salió del camino de entrada llorando a
mares.
—Bueno, la violencia no va a resolver nada, hermano.
—Lo hará si le puso una mano encima de alguna manera.
—¡No lo hice! Nunca la lastimaría.
—¡Bueno, me parece que ya lo hiciste! —gritó Simon.
—Solo hazme un favor y déjame en paz. —Sacudí la cabeza, volví a
entrar en la casa y cerré la puerta.
Caminando hacia la isla, agarré todas las fotos, las llevé a mi oficina
y las pasé por la trituradora. ¿Cómo pude haber sido tan descuidado al dejar
ese cajón abierto? Mirando hacia mi escritorio, noté un pedazo de papel con
la escritura de Jenni. Esa debe haber sido la razón por la que ella estaba
aquí. Necesitaba un pedazo de papel para escribir lo que fuera que estaba
pasando.
Caminando hacia mi bar, recogí la botella de whisky escocés que
estaba casi vacía y la tiré a la pared mientras se rompía en pedazos. Me
senté en el sofá y puse mi rostro entre mis manos mientras las lágrimas
brotaban de mis ojos. Toda mi vida acababa de estallar y no sabía qué hacer.
Tomando mi teléfono, llamé a Adam.
—Hola, Shaun.
—Necesito que vengas a la casa.
—Por supuesto. ¿Está todo bien?
—No. Jenni se enteró. Trae un par de botellas de whisky.
—Mierda. Estoy en camino.

Jenni 145
En cuanto llegué a casa, corrí a mi dormitorio y me tiré en la cama.
Mi rostro estaba empapada por todas las lágrimas, y mi corazón dolía tanto
que sentía que me estaba muriendo. Acurrucándome en una bola, miles de
emociones fluyeron a través de mí. El dolor era insoportable y no estaba
segura de poder superarlo alguna vez. Oí que se abría la puerta y supe que
era Julia, porque era la única que tenía llave. Por mucho que amara a mi
hermana y la necesitara, ahora no era el momento.
—¿Qué sucedió? —Corrió hacia la cama y me rodeó con sus brazos.
Grace caminó hacia el otro lado, se subió a mi lado y llevó mi cabeza
a su regazo.
—Estamos aquí para ti. Si no quieres hablar, está bien —comentó
mientras me acariciaba el cabello.
—Lo odio tanto. —Lloré.
—¿Qué hizo? —preguntó Julia—. Tienes que decírnoslo, hermana.
Tomé una respiración profunda y me senté. Deslizándose, Julia se
subió a la cama a mi lado y me entregó un pañuelo.
—Si les cuento, tienen que prometerme que no le dirán una palabra a
nadie. Ni Sam, ni Simon, nadie.
—Lo prometemos —aseguró Julia.
—Sabes que puedes confiar en nosotras —secundó Grace.
—Juramento de meñique. —Levanté mi meñique.
Julia y Grace envolvieron sus meñiques alrededor de los míos.
—Lo prometemos. Lo que nos digas se queda en esta habitación —
afirmó Julia.
Me soné la nariz y respiré hondo.
—Shaun es el hijo de Henry.
—¡¿Qué?! —exclamó Julia.
—Espera, si él es el hijo de Henry, entonces eso significa que los chicos
son sus hermanos —comentó Grace.
Asentí.
—Encontré una carta que su madre escribió antes de fallecer
contándole todo sobre Henry. Cuando llegó a casa, lo confronté y me dijo
que era verdad. Esa no es la peor parte. También encontré carpetas con
fotos de Henry, los chicos y yo. Me estuvo usando todo este tiempo para
llegar a ellos. 146
—Oh, Dios mío —exclamó Grace—. Debí dejar que Simon lo golpeara
hasta la mierda.
—No tengo palabras en este momento. —Julia se acercó y agarró mi
mano.
—¿Qué decía exactamente la carta? —preguntó Grace.
—Solo que ella le había mentido, y que Henry era su padre. Le contó
que ahora que se había ido, él no tenía que estar solo. Continuó diciendo
que Henry era el amor de su vida, y el día que iba a decirle que estaba
embarazada, él vino y rompió con ella porque acababa de enterarse de que
Barb estaba embarazada de cuatrillizos y él le había pedido que se casara
con él.
—¿La madre de Shaun le dijo a Henry que estaba embarazada?
—No. Pero se lo dijo a alguien más.
—¿Quién? —preguntó Julia.
—Barb. Aparentemente, la madre de Shaun la conoció en una
cafetería y le contó todo sobre la aventura.
—¿Mi suegra sabía de él todo este tiempo y se lo mantuvo en secreto
a Henry?
—La mierda realmente va a explotar cuando él se entere de esto —
aseguró Grace.
—Duele tanto —confesé llorando. Solo quiero que el dolor se detenga.
—Lo sé, cariño. —Julia me atrajo hacia ella—. Y lo hará con el tiempo.
—No. Ninguna cantidad de tiempo curará este dolor. Lo amaba tanto.
Hoy me dijo que me amaba y que yo era la persona más importante en su
vida. Pero estoy segura que solo decía eso porque me enteré. Tiene miedo de
que se lo cuente a los chicos.
—¿Lo harás? —me preguntó Grace.
—Le dije que lo hiciera o lo haría yo. ¿Cómo voy a superar esto? Mi
empresa, el estudio. Todo estaba en su plan. No me compró ese estudio
porque creyera en mí y en mis diseños. Lo hizo porque me estaba usando.
—Sollocé.
El teléfono de Julia seguía sonando y finalmente se levantó y lo sacó
de su bolso.
—Es Sam. Tengo que dar de comer a las niñas. Regreso más tarde.
—No, Julia. Tienes dos bebés en casa que te necesitan. Estaré bien.
—Me quedaré con ella esta noche —comentó Grace.
147
—Me siento horrible por tener que dejarte así.
—No. Está bien.
Besó mi coronilla.
—Te llamaré más tarde. Gracias, Grace, por estar aquí para ella.
32
Shaun
—¿Cómo diablos se enteró? —me preguntó Adam mientras me servía
un vaso de whisky.
—Encontró la carta y los archivos en mi oficina. Deberías haberla
visto, Adam. Estaba angustiada y con el corazón roto. Ni siquiera se atrevía
a escucharme.
—¿La culpas, Shaun? Te advertí que esto sucedería.
—Ella me dijo que mejor le diga a mis hermanos, o ella lo hará.
—¿Crees que realmente lo haría?
—Sí. Pero antes de hacerlo, necesito hablar con ella. 148
—Buena suerte con eso. No estoy seguro de que vuelva a hablar
contigo. ¿Quieres mi consejo? Tienes que decirles a tus hermanos y a tu
padre quién eres antes de que esto explote aún más. Jenni es solo la punta
del iceberg. Entonces prepárate para las consecuencias con ellos.
—Lo sé. —Bebí mi bebida y me serví otro vaso.
Adam y yo hablamos un poco más, y luego se fue. Tenía que tomar un
vuelo temprano de regreso a Nueva York por la mañana. Agarrando mi
teléfono, traté de llamar a Jenni y fue directamente al correo de voz.
—Jenni, sé que no quieres hablar conmigo, pero te amo y te necesito.
Confía en mí cuando digo que me enamoré de ti en el momento en que
entraste al restaurante y cenamos juntos. Lamento no haber sido honesto
contigo desde el principio. Soy un idiota y les voy a contar todo a mis
hermanos antes de decirle a Henry que soy su hijo. Te amo mucho. Por
favor, llámame.
Tiré mi teléfono, agarré el whisky y comencé a beberlo directamente
de la botella.
Jenni
Estaba sentada en una tina de agua caliente burbujeante cuando
sonó mi teléfono. Grace me mostró que Shaun estaba llamando y aparté su
mano.
—Bloquea su número por mí. Nunca volveré a hablar con él.
—Dejó un mensaje de voz.
—No me importa. Bórralo.
—Sé que estás sufriendo. He estado allí con Simon. Lo sabes porque
estuviste ahí para mí cuando no tenía a nadie más. Estuviste allí para todas
las chicas después de que los chicos las lastimaran de la forma en que
Shaun te lastimó. Entendemos tu dolor, Jen.
—Con razón me lastimó tanto. Tiene la sangre de los Kind corriendo
por sus venas.
—Cierto. Pero eso también podría ser algo bueno. 149
—¿Cómo puedes decir eso? —Fruncí el ceño hacia ella.
—Los chicos son hombres increíbles. Claro, tenían sus problemas al
principio, pero míralos ahora. Shaun también tiene esa sangre en él.
—¿De verdad lo estás defendiendo?
—Absolutamente no. —Sacudió su cabeza—. Pero a veces tienes que
ponerte en el lugar de otra persona para ver las cosas con claridad.
—Él lo arregló todo para conocerlos a ti y a Simon en ese bar del hotel.
¡Mintió sobre lo que estaba haciendo allí! ¿Y el avión de regreso a California?
¿Crees que fue solo una coincidencia que él estuviera en el asiento justo
enfrente de ustedes?
—No. Estoy segura de que él también orquestó eso. Lo que digo es que
se enteró de toda una familia que nunca supo que tenía. Eso tiene que ser
duro para una persona. Algo así realmente puede trastornar tu cabeza. Su
madre le mintió toda su vida sobre su padre.
—Sí, y de ahí es de donde saca sus mentiras. Era tan fácil para él
decir una mentira tras otra.
—No lo sabes con certeza, Jen. No sabes con qué estaba luchando.
Presionó el botón de mi teléfono y el mensaje de Shaun comenzó a
reproducirse.
—Apágalo, Grace.
—No. Necesitas escucharlo. No tienes que perdonarlo, pero tienes que
escuchar.
Mientras me sentaba allí y escuchaba, las lágrimas corrían por mi
rostro. El dolor insufrible que sentía empeoró, y no creía que eso fuera
posible. Una vez que terminó el mensaje, Grace dejó mi teléfono y me frotó
la espalda.
—Ahora, puedes empezar a sanar de todo esto. Si quieres, bloquearé
su número.
Asentí mientras mis brazos alrededor de mis piernas se apretaban.
—Hecho. Simon está de camino. No pude detenerlo. Ya sabes cómo
es. Y está preocupado por ti.
—Excelente. —Sacudí la cabeza.
—Voy a salir mientras tú sales de la bañera. Tu piel ya está
empezando a arrugarse. —Me dio una pequeña sonrisa.
Salí de la bañera, me sequé y agarré mi bata que colgaba del gancho
en la parte trasera de la puerta. Cuando entré a la sala, vi a Simon sentado
en el sofá. En el momento en que me miró, comencé a sollozar. Se levantó, 150
caminó hacia mí y me abrazó con fuerza.
—Está bien. Desahógate. —Me acompañó hasta el sofá—. ¿Quieres
hablar de ello?
Negué.
Me abrazó hasta que no pude llorar más. Grace se acercó y me entregó
una caja de pañuelos. Agarré uno, me soné la nariz y le pedí a Grace que
me trajera un Tylenol. Me dolía la cabeza y no podía soportarlo más.
—Odio verte así —comentó Simon mientras apoyaba mi cabeza en su
hombro—. Déjame encargarme de él.
—Déjalo en paz.
—¿Está segura? Quiero decir, entre Grace y yo, podemos maltratarlo.
Grace es excelente para romper extremidades.
—Muchas gracias, cariño.
No pude evitar dejar escapar una risa ligera.
—Tal vez unos días en el hospital lo hagan pensar dos veces antes de
lastimarte.
—Detente. Solo déjalo en paz.
—De acuerdo. Lo haré, por ahora. Pero solo di la palabra y le romperé
el rostro.
—Simon, no estás ayudando. —Le reprochó Grace.
Se quedó un rato más y, cuando se fue, Grace y yo nos sentamos en
el sofá y compartimos dos cubos de helado de Ben and Jerry y una botella
de vino.

151
33
Shaun
Habían pasado un par de días y no la había visto ni sabido nada de
Jenni. ¿Pero realmente esperaba hacerlo? No había salido de casa, ni
siquiera para ir a sentarme al patio por el riesgo de ver a mis hermanos.
Necesitaba contárselos, y tenía que ser esta noche.
Agarrando mi teléfono, envié un mensaje de grupo.

Yo: ¿Pueden venir todos a mi casa esta noche alrededor de las siete?
Hay algo que necesito contarles. Entren por la puerta corrediza.
152
Los cuatro respondieron que estarían aquí. Intenté enviar un mensaje
a Jenni, pero no se pudo enviar. Ella me había bloqueado como sabía que
lo haría. Limpié la casa, me senté en el sofá con mi guitarra y toqué los
acordes de Raining in Paris.
Mientras paseaba por la sala, pensé en lo que Jenni había dicho
acerca de que yo pensaba que era Dios. Era un multimillonario que podía ir
a cualquier parte y hacer lo que quisiera. Mi primer pensamiento fue
empacar e irme del país por un par de meses y luego regresar a Nueva York
y vivir mi vida. Pero comencé esta guerra y necesitaba terminarla aquí
mismo en California. Pero después de contarles a mis hermanos y a mi padre
quién soy, haría exactamente eso. Jenni me odiaba y probablemente nunca
volvería a hablarme, y lo mismo pasaría con mis hermanos. Quedarme en
esta casa sería demasiado difícil porque la vería en casa de Simon o Sam, y
no podría lidiar con eso sabiendo que ella me odiaba y que nunca volvería a
ser parte de mi vida.
Eran cinco minutos después de las siete cuando mis hermanos
cruzaron la puerta corrediza y entraron a mi sala de estar. Ya estaba sentado
en el sofá con una botella de whisky escocés y cuatro vasos llenos para ellos
en la mesa de café.
—Estamos aquí —comentó Simon en un tono enojado.
—Gracias por venir. Agarra un vaso de whisky y siéntate.
—Tal vez no queremos sentarnos. No estamos planeando quedarnos
—habló Simon—. Así que solo dinos lo que sea que tengas que decir, y luego
nos largamos de aquí.
—Confía en mí cuando te digo que querrás sentarte para esto.
Los cuatro tomaron asiento mientras yo me ponía de pie y sacaba la
carta de mi madre de mi bolsillo.
—Esta es una carta que escribió mi madre y dejó instrucciones
explícitas de que si ella fallecía, me la entregaran. —Se la di a Simon—.
¿Puedes leerlo en voz alta?
—Mi querido Shaun,
Si estás leyendo esto, significa que ya me has enterrado. Sé que no
siempre fui la madre perfecta, pero lo intenté. Crecer sin un padre fue difícil
para ti, y sé que tu tío Nate intentó ocupar ese lugar cuando regresó a Nueva
York, a pesar de que tenía sus propios problemas.
Hay cosas que nunca te he contado. Supongo que tomé la salida del
cobarde al decirte esto cuando estoy muerta y enterrada. Pero como tu tío se
fue y yo también, no quiero que estés solo en el mundo. No te mentí cuando te
dije que tu padre era un extraño que conocí en un bar. Simplemente no te conté 153
toda la verdad. Era un extraño y nos encontramos en un bar una noche.
Estaba con mis amigas y él caminó hacia mí con la sonrisa más hermosa que
jamás había visto.
—Jesucristo, ¿qué tiene esto que ver con nada? —exclamó Simon con
irritación.
—Dámela —pidió Sam mientras la agarraba de la mano de Simon y
continuaba leyendo.
—Salimos del bar juntos y fuimos a un restaurante donde hablamos
hasta las dos de la mañana. Empezamos a vernos después de esa noche
durante unos meses. Sabía que estaba en una relación con otra mujer, pero
no me importaba. Me había robado el corazón de muchas maneras. Me dijo
que yo era su alma gemela y que nunca podría amar a otra mujer de la forma
en que me amaba a mí, y que planeaba romper con la otra mujer. Lo mejor
que me había pasado fue descubrir que estaba embarazada de ti. La noche
que iba a hablarle de ti, él había venido a decirme que ya no podíamos vernos
porque la otra mujer estaba embarazada, y esperaba… —Me miró.
—¿Qué? ¿Esperaba qué? Vamos, Sam. Termina de leerlo —ordenó
Stefan.
—Esperaba cuatrillizos. Dijo que tenía que hacer lo correcto, así que le
pidió que se casara con él. Estaba angustiada y muy enojada. Sentí que mi
corazón había sido rasgado en un millón de pedazos pequeños, y lo odié por
eso. Le rogué que se quedara conmigo. Me respondió que no podía, y tan
pronto como se casara, se mudaría a California para iniciar su propia
empresa. Supuse que si podía lastimar a la persona que tanto decía amar,
algún día también te lastimaría a ti. Entonces, nunca le conté que estaba
embarazada. Estuve al tanto de él y su esposa después de que se mudaron
a California. Dos meses antes de que tú nacieras, ella… —hizo una pausa y
se pasó la mano por su rostro. Pude ver las lágrimas hincharse en sus ojos.
Sebastian tomó la carta de Sam y continuó leyéndola.
—Ella tuvo sus bebés, y él se había convertido en padre de cuatro niños.
Él fue la razón por la que nunca me casé ni tuve una relación a largo plazo.
Nunca podría amar a nadie como lo amaba a él. El nombre de tu padre es
Henry Kind… yo no puedo —admitió mientras le pasaba la carta a Stefan.
—Vive en California y es el propietario de Kind Design & Architecture.
Él es tu sangre, mi amado hijo, así como tus cuatro hermanos. No necesitas
hacer nada con esta información, pero no podría descansar en paz hasta que
supieras la verdad. No estás solo en el mundo, Shaun. Mientras lees esto,
estoy segura de que la ira y el odio hacia mí te han consumido. Me creas o no,
todo lo que quería hacer era protegerte. Solo sé que te amo mucho y que
siempre te cuidaré. 154
Me paré en el centro de la sala con las manos metidas con fuerza en
los bolsillos de los pantalones mientras miraba al suelo.
—¿Eres nuestro hermano? —preguntó Simon.
—¿Somos cinco? —El ceño de Stefan se frunció—. No, espera. Somos
seis contando a Nora.
—¿Nuestro padre sabe sobre esto? —Me interrogó Sam.
—No. —Negué—. Aún no.
—Jenni se enteró, ¿verdad? —preguntó Sebastian.
—Sí. Antes de que tuviera la oportunidad de decírselo a ella o ustedes.
—¡Maldito idiota! —Simon se puso de pie, me agarró por la camisa y
me mantuvo en el lugar—. ¡Lo supiste todo este tiempo, y nunca nos lo
contaste! —Me escupió—. ¿Lo sabías la noche en que nos conociste a Grace
y a mí en Nueva York? —Me sacudió.
—Hermano, detente. —Sebastian se puso de pie.
—¡Vete a la mierda, Sebastian! ¡Esto es una mierda!
—Simon —Sam se puso de pie y colocó su mano sobre su hombro—.
Detente. Tenemos que hablar de esto como adultos.
Me soltó y se frotó la nuca mientras paseaba por la sala.
—¡Que se joda y que se joda papá! —gritó.
—Deberías habernos dicho, Shaun —comentó Stefan con voz
tranquila.
—Iba a hacerlo.
—De acuerdo. Vamos a calmarnos, tomar otro trago y hablar de esto
—intervino Sam—. Shaun, Simon, siéntense. Esto es serio y altera la vida.
Solo siéntense y cállense.
—Entonces, ¿tu madre nunca le dijo a nuestro padre que estaba
embarazada? —preguntó Sebastian.
—A juzgar por lo que dijo en la carta, no.
—¿Y estás cien por ciento seguro de que él no sabe nada de ti? —me
preguntó Stefan.
—No. Él no sabe.
—¿Y cómo puedes estar tan seguro? —Simon entrecerró su ojo hacia
mí.
—Porque. La única otra persona en el mundo que sabe nunca se lo 155
dijo.
—¿Quién más sabe? —El ceño de Sam se frunció.
Bajé la mirada por un momento.
—¿Quién más sabe, Shaun? —gritó Simon.
Lo miré.
—Tu madre.
—¡¿Qué?! —Simon se llevó las manos a la cabeza.
34
Shaun
—El día que Julia se puso de parto y todos estábamos en el hospital,
su madre me esperaba afuera del baño. Aseguró que sabía quién era yo y
me preguntó si Henry ya lo había descubierto. Me confesó que mi madre la
localizó un día en una cafetería y le contó todo sobre su aventura y que
estaba embarazada. Su madre me dijo que tenía miedo de que si nuestro
padre supiera de mí, regresaría corriendo con mi madre, y ella no podía
aceptar eso.
—Jesucristo. —Negó Sebastian—. ¿Cómo pudo haber ocultado eso
todos estos años?
—Estaba embarazada de nosotros y asustada. Así es como —comentó 156
Stefan.
—¿Cuáles son tus intenciones con nosotros? —preguntó Sam.
—Nada. Voy a admitir que los odié cuando me enteré de su existencia.
Los odiaba simplemente por existir porque si no fuera por ustedes, habría
tenido un padre en mi vida. Pero también los odié porque crecieron con él
en su vida.
—Sí. Bueno, yo, por mi parte, puedo decirte que no todo fueron
unicornios y arcoíris —admitió Stefan.
—Probablemente le habría hecho a tu madre lo mismo que a la
nuestra. Se lo hizo a las otras mujeres con las que estuvo casado —alegó
Sebastian—. No creas que fue el padre del año porque no lo fue. Apenas
estuvo ahí para nosotros.
—Y cuando lo estaba, era porque le convenía —agregó Simon.
—No queremos que pienses que crecimos en un ambiente feliz y
estable porque no lo hicimos —informó Sam—. Nuestra infancia
probablemente fue tan jodida como la tuya.
—Todo lo que siempre quise fue un padre. Alguien que me enseñara
a lanzar una pelota de béisbol, a tirar al aro...
—Desafortunadamente, tu madre eligió al tipo equivocado para
quedar embarazada. —Me interrumpió Stefan, y Sebastian se acercó y lo
golpeó en la nuca.
—¿Qué? Es la maldita verdad, hermano, y lo sabes.
—¿Qué pasa con Jenni? —interrogó Simon—. ¿La estabas usando
para llegar a nosotros?
Me senté allí y asentí lentamente.
—Al principio, ese era mi plan, pero es la mujer más increíble que he
conocido y me enamoré de ella tan rápido. Ahora que la he perdido, no sé
qué voy a hacer.
—Vas a regresar a Nueva York, te vas a olvidar de ella y de nosotros.
¿Me entiendes? —ordenó Simon mientras se ponía de pie—. Nunca te
consideraré mi hermano. Sangre o no. Me voy de aquí.
—¡Simon, espera! —exclamó Sam.
—Déjalo ir, Sam. No lo culpo. De hecho, ustedes tres también pueden
irse. Sé que esto es mucho para asimilar. Confía en mí. Estaba igual de
enojado cuando me enteré.
—¿Cuándo planeas decirle a nuestro padre? —preguntó Stefan. 157
—No lo sé. Quizá Simon tenga razón. Debería regresar a Nueva York
y no volver aquí nunca más.
—No puedes huir de la verdad, Shaun —comentó Sam—. Simon se
dará cuenta. Siempre lo hace. En cuanto a Jenni, no estoy tan seguro. Esta
es mucha información para asimilar, y seguramente mis hermanos están de
acuerdo.
—Claro que lo es —secundó Sebastian.
—Lo sabía. —Stefan señaló a Sam y Sebastian—. Les dije que estaba
engañando a mamá en ese entonces. ¡Se los dije, y tenía razón! Maldita sea,
me encanta cuando tengo razón —finalizó sonriendo.
—Sí. Tenías razón. —Sam puso los ojos en blanco.
—Tienes que hablar con nuestro padre, Shaun. —Me aconsejó
Sebastian—. Te ayudaremos con eso, y estaremos allí para ti cuando se lo
cuentes.
—Te lo agradezco, pero ¿cómo puedes después de todo lo que he
hecho?
—Confía en mí. Es muy difícil.
—Nos va a llevar tiempo acostumbrarnos a esto. Así que, tal vez sea
mejor que te quedes callado por un tiempo —aseguró Sam.
—Sí. Lo sé. —Bajé la cabeza.
—No eres una mala persona, Shaun. Eres un buen hombre.
Simplemente hiciste todo mal en este asunto.
—Sé que lo hice, Sam, y lo siento.
—Nos vamos. —Se despidió Sebastian—. Bueno, te hablo después. —
Puso su mano en mi hombro.
—Sí. Hablaremos un poco más una vez que hayamos tenido tiempo
de procesar todo esto —afirmó Stefan mientras pasaba junto a mí.
Sam me hizo un gesto con la cabeza mientras pasaba, y los tres se
fueron. Después de bañarme, me dirigí a la cama. Agarrando mi teléfono,
abrí la foto de Jenni que había tomado. La extrañaba. Dejé que la ira, el odio
y la venganza sacaran lo peor de mí, y no estaba seguro de poder reparar el
daño que había hecho.
A la mañana siguiente, me levanté al amanecer y justo antes de que
saliera el sol. Agarrando mi café, bajé a la playa y me acurruqué en la arena
mientras el sol empezaba a salir, dando un tono rosado y dorado al cielo.
Era hermoso, y deseaba que Jenni estuviera aquí para verlo conmigo. 158
Después de terminar mi café, dejé la taza en la arena y contemplé la vasta
agua azul. Mientras estaba sentado allí reflexionando sobre todos los errores
que he cometido, escuché una voz desde atrás.
—Hola, Shaun.
Al darme la vuelta, vi a Lily parada allí.
—Buenos días, Lily. ¿Por qué estas despierta tan temprano?
—Soy madrugadora —respondió mientras se sentaba a mi lado—.
¿Por qué estas despierto tan temprano?
Dejé escapar un suspiro.
—No podía dormir.
—¿Tienes demasiadas cosas en la cabeza?
Las comisuras de mi boca se elevaron mientras la miraba.
—Sí.
—¿Cosas de adultos?
—Sí. Cosas de adultos.
—Probablemente no debería decir nada. Mi papá siempre me recuerda
que necesito aprender cuándo mantener la boca cerrada.
Dejé escapar una risita.
—Escuché a mis padres hablando anoche. No creen que los escuche,
pero lo hago. Tengo excelentes oídos. Mi papá le contó a mi mamá que eres
su hermano y que el abuelo Henry es tu papá, pero el abuelo no sabe nada
de ti.
Mierda. Bien hecho, Stefan.
—¿Es verdad? Y no sientas que tienes que mentirme porque mi mamá
siempre dice que no cree en mentirles a los niños y que merecen saber la
verdad para que puedan aprender a manejar las situaciones desde el
principio.
—¿Alex dijo eso?
—Sí. Ella nunca me miente.
—Pero a veces hay cosas de adultos que los niños aún no pueden
comprender.
—Puedo. Soy inteligente.
—Sé que lo eres. —Le di un guiño.
—Entonces, ¿es verdad? —insitió ladeando la cabeza—. ¿Eres mi tío
Shaun?
159
La miré a los ojos por un momento antes de responder.
—Sí. Soy tu tío.
—Eso es tan genial. —Sonrió—. Ahora, tengo cuatro tíos. ¿Por qué tu
mamá no le contó al abuelo sobre ti?
—Es complicado, Lily. A veces, los adultos no toman las decisiones
correctas o buenas.
—Al igual que los niños, ¿verdad?
—Sí. A veces los niños tampoco.
—Si el abuelo hubiera sabido de ti, habría estado ahí para ti. Siempre
ha estado ahí para mí.
—Estoy seguro de que lo habría estado. Necesito que me prometas que
no le dirás que lo sabes hasta después de que hable con él.
—No lo haré. Lo juro, por el meñique. —Levantó su dedo—. Envuelve
el tuyo alrededor del mío, y se convertirá en nuestro pequeño secreto.
Envolví mi dedo meñique alrededor del suyo.
Stefan
—¡Alex, ven aquí! —grité mientras miraba por la puerta corrediza a
Shaun y Lily.
—¿Qué?
—Mira. Lily está ahí abajo hablando con Shaun.
—¿Y? —Su ceño se frunció.
—No estoy seguro de que sea una buena idea. Dios sabe lo que ella le
está diciendo.
—Relájate. —Alex envolvió su brazo alrededor de mi cintura.
—No puedo. Tengo que bajar allí.
—No, no tienes que ir. Déjalos en paz.
—¡Ay dios mío! ¿Lo está abrazando? ¿Por qué diablos lo está
160
abrazando?
—Puedes preguntarle en un minuto. Mira, está de camino a la casa.
Alex besó mi mejilla y fue a sacar a Henry de su cuna. Abrí la puerta
corrediza cuando Lily se acercó.
—Buenos días, papi. —Me saludó con una sonrisa.
—Buen día. ¿Por qué estabas ahí abajo hablando con Shaun?
—¿Por qué no? —Su ceño se frunció—. ¿Tienes algún problema con
él, papá? —preguntó ladeando la cabeza hacia mí.
—No.
—Bien. Me gusta el tío Shaun. Y antes de que pongas ojos locos, los
escuché a ti y a mamá hablar anoche sobre él. ESCUCHE. TODO.
Me pasé la mano por mi rostro mientras me apoyaba contra la isla.
—No te preocupes. Juré por el meñique que no le diría al abuelo ni a
nadie más. Le di mi palabra, y la palabra Kind nunca se rompe, ¿verdad,
papá? —Su pequeña ceja se arqueó.
—Cierto. —Me quedé allí y sacudí la cabeza con incredulidad.
—Voy a jugar mi juego. ¿Puedes hacerme unos huevos y tostadas?
Oh, ¿y puedes llamar al tío Sebastian y ver si le quedan algunos de esos
rollos de canela? Gracias papi. —Sonrió mientras se alejaba.
Alex entró y me entregó a Henry.
—Escuché esa conversación. ¿Estás bien? —Sus labios formaron una
sonrisa.
—¿Qué quiso decir con “ojos locos”? ¿Qué demonios?
—Ya sabes, cariño. Justo antes de que te enojes mucho, tienes esta
mirada loca en tus ojos.
—Claro que no.
—Sí, la haces.
—¡No, no lo hago!
—Ves. Ahí está. —Señaló mis ojos antes de alcanzarme y besar mis
labios.

161
35
Jenni
Había pasado los últimos cuatro días encerrada en mi apartamento y
acostada en la cama. Le dije a Wes y a mi personal que tenía gripe y que
regresaría cuando me sintiera mejor. Llamé a Seymour Klaus para
reprogramar nuestra reunión y él se iba del país por un mes, así que dijo
que me llamaría cuando regresara. Estaba segura de haber arruinado eso,
pero no me atreví a salir de mi apartamento. Cuanto más pensaba en ello,
más me enfadaba. Estaba rota en un millón de pedazos diminutos, pero de
ninguna manera iba a permitir que lo que había sucedido arruinara mi
sueño. Así que respiré hondo, salí de la cama, me duché y me preparé para
el trabajo.
—Buenos días a todos. —Puse una sonrisa para mi personal—.
162
Regresé y tenemos mucho trabajo que hacer.
Wes se acercó y enganchó su brazo alrededor de mí.
—Bienvenida de nuevo. Dios, te he extrañado. ¿Te sientes mejor?
Lo miré mientras subíamos las escaleras a mi oficina, y las lágrimas
incontrolables cayeron de mis ojos.
—Oh, dios mío. ¿Qué ocurre?
Entramos en mi oficina, cerramos la puerta y le conté todo.
—Pensé que había terminado de llorar. —Me sequé los ojos con un
pañuelo.
—Puedes pensar eso de vez en cuando, pero cuando menos lo esperes,
las lágrimas volverán. Todavía es muy reciente, Jen. Va a llevar tiempo —
aseguró abrazándome.
Estaba haciendo cambios en un abrigo que había diseñado cuando
escuché una voz desde atrás.
—¿Puedo hablar contigo?
Mi corazón comenzó a acelerarse mientras estaba de espaldas a él.
—Ahora no es un buen momento. Estoy ocupada.
Escuché que la puerta de mi oficina se cerraba la puerta y, cuando
me di la vuelta, vi a Shaun parado allí sosteniendo una caja redonda negra
decorativa llena de rosas rojas de Venus ET Fleur.
—Sé cuánto amas las rosas rojas, y lamento no haberlas comprado
antes para ti. —Me tendió la caja.
—Eso es porque nuestra relación era falsa. ¿Por qué comprarías flores
falsas a alguien con quien tienes una relación falsa?
Inhaló un fuerte suspiro.
—Nunca fue falso para mí, Jenni.
—Claro. —Asentí mientras agarraba la caja y la dejaba sobre mi
escritorio.
—Ni siquiera voy a preguntarte cómo te va porque sé que no te va
bien. Al igual que a mí.
—Estás equivocado, Shaun. Estoy genial.
—Ahora, ¿quién es la que miente?
—¿Qué quieres que te diga? ¿Quieres que te diga lo rota que estoy?
¿Cómo el dolor insufrible en mi corazón me hace querer quedarme en cama 163
todo el día? ¿Y cuánto me odio a mí misma por haber confiado en ti para
empezar?
—Jen, lo siento mucho.
—No me importa si lo sientes. Porque incluso si realmente lo haces,
nunca te perdonaré. Cometí el error de hacer eso una vez en mi vida, y no
volveré a cometerlo. ¿Puedes irte? Tengo mucho trabajo que hacer.
—Me iré por ahora, pero esto no ha terminado.
—Diablos, claro que sí. —Me di la vuelta y me alejé de él.
Salió y cerró la puerta. En cuestión de segundos, la puerta se abrió de
nuevo y Wes llegó corriendo.
—¿Estás bien?
—¿Parece que estoy bien? —Comencé a llorar.
—Qué hermosas flores. ¡Me encantan! Duran todo un año. ¿Sabías
eso?
Lo miré, me acerqué a mi escritorio, agarré la caja y la tiré a la basura.
—¡DIOS MÍO! ¡NO! —gritó mientras se acercaba y agarraba la caja—.
¡Jen, estas son rosas de mil quinientos dólares! No. No. No.
—No me importa si cuestan quince mil dólares. Sácalas de aquí. —Le
ordené.
—De acuerdo. Cálmate. Apartaré estas impresionantes rosas de tu
vista.

Sam
—Lo siento, llego tarde. Mi reunión duró más de lo que pensé. —Me
disculpé mientras me sentaba con mis hermanos en nuestra mesa familiar.
—No sé por qué estamos aquí. Nada va a hacerme cambiar de opinión
sobre él —aseguró Simon.
—Es nuestro hermano, Simon.
—Al diablo si lo es.
—De acuerdo. Nos mintió a todos. Todos hemos mentido —comentó
164
Stefan.
—Sí, pero esto es un poco diferente, hermano —intervino Sebastian.
—El punto es que es el hijo de nuestro padre y nuestro hermano. No
me gustan las cosas que hizo, pero ¿realmente puedes culparlo? —pregunté.
—¡¿Hablas en serio?! —grito Simon.
—Hermano, no en mi restaurante. —Le pidió Sebastian.
—Tienes todo el derecho a estar enojado. Todos lo tenemos. Pero eres
un poco extremista. ¿Es el hecho de que lastimó a Jenni o que es un
recordatorio de lo que ya sabemos sobre papá? —le pregunté a Simon.
—Le hizo daño a Jenni. ¡La usó para llegar a nosotros!
—Hermano, sé honesto. Somos nosotros —pidió Stefan—. Sí, estoy
enojado por cómo lastimó a Jenni, pero no creo que esa fuera su intención.
Vi la forma en que la miró. Es la misma mirada que tenemos cuando
miramos a nuestras mujeres. No puedes fingir eso.
—Cierra la maldita boca, Stefan —gruño Simon mientras acababa su
bebida de un solo trago.
—Es con mamá con quien deberíamos estar enojados. Ella supo de él
todos estos años, y nunca le contó a papá. Shaun actuó como lo hizo por
papá. Estaba viendo a otra mujer mientras veía a mamá. No es de extrañar
que siempre estuvieran peleando. No podía imaginarme guardando un
secreto así durante treinta y tres años.
—Ponte en sus zapatos. —Le pedí—. El hecho es que es nuestro
hermano, y por sus venas corre la misma sangre que nosotros. Nuestro
padre lo hizo, y no hay nada que podamos hacer para cambiarlo. No es su
culpa, y debes aceptar eso, hermano —señalé a Simon.
—Estoy de acuerdo. Hizo alguna mierda sombría y mintió. ¿Quién no
lo ha hecho? Cometió un error, y no es que nosotros no hayamos cometido
nuestra parte justa de errores en nuestra vida —agregó Sebastian.
—Y no es que esté aquí para sacarnos dinero ni nada. El tipo vale
quince mil millones de dólares —comentó Stefan—. Quince mil millones que
hizo él solo. Es un genio y, para ser honesto, estoy un poco celoso.
—Sí. Sin mierda. —Negó Sebastian.
—Si algo nos han enseñado nuestras bellas mujeres es el perdón.
Imagínense dónde estaríamos ahora mismo y cuán diferentes serían
nuestras vidas si no nos hubieran perdonado por lo que hicimos. Shaun es
un Kind, y nosotros, los hombres Kind, nos protegemos unos a otros y a
nuestras familias —admití. 165
Simon se levantó de la mesa y salió del restaurante.
—Se recuperará. —Le aseguré a los demás.
—Eso espero —respondió Stefan.
Mi teléfono sonó, y cuando lo saqué de mi bolsillo, vi que Celeste
estaba llamando.
—Hola.
—Sam, ¿estás con tus hermanos?
—Sí. Estamos en el restaurante. ¿Por qué?
—Tu padre está en el hospital.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Ha estado enfermo por un tiempo, y no le dijo a nadie. Creo que
necesitan venir. Se va a enfadar, pero no me importa.
—Estamos en camino, Celeste.
—¿Qué ocurre? —preguntó Sebastian.
—Papá está en el hospital. Tenemos que irnos, ahora. Stefan, envíale
un mensaje a Simon y dile que se reúna con nosotros allí.
—Estoy en ello.

166
36
Shaun
Me senté en el patio con una botella de whisky, un vaso y mi guitarra.
Ansiaba que hablar con Jenni fuera mejor. ¿Pero qué esperaba? Estaba
claro que en verdad me odiaba y no sabía cómo manejarlo. Solo necesitaba
cerrar la casa y regresar a Nueva York para tratar de olvidarla.
Mientras tocaba mi guitarra, Simon salió a su patio y me miró.
—Sabes que realmente odio que hayas quitado ese muro —gritó.
—Sí. Lamento eso. Haré que los muchachos vengan y coloquen otro.
Entró a su casa y yo seguí tocando mi guitarra. Lo siguiente que supe
fue que se acercó con un vaso en la mano. 167
—No te importa, ¿verdad? —Agarró la botella de whisky de la mesa.
—No. Sírvete.
Se sirvió y se sentó.
—Nuestro papá está en el hospital.
—¿Qué? ¿Por qué? —Mi ceño se frunció.
—Los médicos aún no están seguros de qué le pasa. Siguen haciendo
pruebas. Aparentemente, no ha estado bien y se lo ha estado ocultando a
todos.
—No me sorprende considerando cómo estuvo en su fiesta de
cumpleaños.
—¿De qué estás hablando?
—Noté que le faltaba el aire.
—¿Y no dijiste nada? —Su voz se elevó.
—Le comente algo a Stefan al respecto, y dijo que estaba bien.
—Tú te diste cuenta, y ninguno de nosotros lo hizo. —Sacudió la
cabeza.
—Estoy seguro de que va a estar bien, Simon.
—Sí. Ojalá. Grace me contó que habló con Jenni hoy. Le comentó que
fuiste a verla al estudio.
—Sí. Eso fue un desastre. —Me llevé el vaso a la boca—. Me dijo que
nunca me perdonará y que cometió ese error una vez en su vida y que no lo
volverá a hacer.
Simon dejó escapar una risa leve.
—Suena como Jenni. Lo siento. No quiero reírme. Sé que estás
sufriendo.
—No creo que lo sientas, Simon.
—Sí. Lo hago. Cuando Grace se fue y regresó a Washington, sufrí
mucho. Fue mi culpa porque no podía admitir lo que sentía por ella. Se
estaba quedando en mi casa mientras trabajábamos en un caso, y cuando
terminó, me ofrecí a ayudarla a encontrar un lugar propio. Y le pedí que no
se quedara en California solo por mí.
—Ay.
—Sí. No fue bonito. Y Sam. —Sacudió la cabeza—. Le grito a Julia que
prefería el dinero antes que a ella y que sus sueños le importaban un 168
comino. Entonces añadió que ella no era más que su asistente personal y
una mujer a la que se follaba.
—Vamos. ¡No, no lo hizo! —Mis ojos se abrieron.
—Sí. Seguro que sí, y Sebastian y Stefan no fueron mejores con Emilia
y Alex. Agradécele a los problemas de nuestros padres y lo que vimos al
crecer entre ellos. ¿Sabes qué, Shaun? Estás igual de jodido, gracias a tus
problemas con papá, también conocido como Henry Kind. Bienvenido a la
familia. —Levantó su vaso hacia mí.
—No estoy seguro de si debería agradecerte o no. —Sonreí mientras
golpeaba mi vaso contra el suyo.
—En cualquier caso, si Julia, Emilia, Alex y Grace pudieron
perdonarnos, Jenni también te perdonará. Puede tomar mucho tiempo, pero
eventualmente lo hará. Solo tienes que darle espacio y tiempo.
—Gracias, Simon. Escucha, lo siento mucho y no espero que me
perdones.
—Va a tomar algún tiempo. De todos modos, no creo que sea un buen
momento para hablar con nuestro padre sobre quién eres. Creo que debes
esperar hasta que se recupere.
—Estoy de acuerdo, y no lo haré. No hasta que esté mejor.
—¿Ustedes están jugando bien en la caja de arena? —bromeó Sam
mientras él y Stefan se acercaban.
—Me golpeó en la cabeza con una pala —comentó Simon en broma.
—Solo porque me tiraste arena a los ojos —añadí sonriendo
—¿Dónde está Sebastian? —preguntó Simon.
—Sigue en el restaurante. Estará en casa pronto —respondió Stefan.
—¿Cómo están las chicas, Sam? —le pregunté.
—Tus sobrinas son un caso perdido, pero valen la pena. —Sonrió.
—Amigo, debes estar tan abrumado —aseguró Stefan mientras se
sentaba a mi lado.
—¿Qué quieres decir?
—Creciste como hijo único de una madre soltera. Ahora, de la nada,
tienes un padre, una madrastra, cuatro hermanos, una hermanita, dos
cuñadas, otra cuñada en camino, tres sobrinas y un sobrino. ¿Me olvidé de
alguien? 169
—Maldita sea. Me siento abrumado —comentó Simon, y todos nos
reímos.
—Dado que eres nuestro hermano, tenemos algunas reglas fraternales
que debemos repasar contigo —señaló Sam.
—¿Reglas fraternales?
—Ningún momento del día o de la noche está prohibido. Si nos
necesitas o nosotros te necesitamos, dejamos lo que sea que estemos
haciendo. Tenemos un chat grupal en el que serás incluido. Nuestras casas
son tuyas y la tuya es nuestra. Se espera que surfees con nosotros todas las
semanas. Tenemos cenas familiares en el restaurante una vez por semana
a las que debes asistir. Y como sabes, nos juntamos los fines de semana y
bebemos y tocamos la guitarra.
—¿Estás preparado para todo eso? —interrogó Simon.
Las comisuras de mi boca se curvaron hacia arriba.
—Sí, estoy dispuesto a hacerlo.
—¿Qué está pasando aquí? —Sebastian se acercó con su guitarra y se
sentó.
—Solo estamos informando a nuestro hermano sobre nuestras reglas
—respondió Sam.
—¿Oh sí? —Sebastian me miró—. Tenemos una más. Tienes que saber
tocar Sweet Home Alabama. Si puedes hacer eso, estás dentro.
—¿Quieres decir así? —Empecé a rasguear la canción.
—¡TÚ. ERES. EL. HOMBRE! —Stefan sonrió mientras me señalaba.
Sebastian tocó conmigo, y los cinco nos sentamos allí y cantamos la
letra juntos.
Por mucho que me divertía con mis hermanos, un dolor insufrible aún
residía dentro de mí por Jenni. La recuperaría de una forma u otra porque
yo era Shaun Sterling y siempre conseguía lo que quería.

170
37
Una semana después

Jenni
Estaba en el estudio revisando muestras de telas con Rena, una de
mis diseñadoras, cuando se abrió la puerta del estudio. Al darme la vuelta,
vi a Shaun entrar y dos tipos detrás de él cargando un gran escritorio.
—Va justo aquí. —Les indicó mientras subía las escaleras.
—¿Qué está pasando? —Dejé caer las muestras de tela e intenté pasar
junto a los dos hombres con el escritorio.
La puerta se abrió de nuevo, así que me giré y vi a más hombres que
traían cajas grandes. 171
—¿Qué hay en esas cajas? —Detuve a un hombre.
—Equipo de informática.
—No. No. No. —Sacudí la cabeza—. Te das la vuelta y vuelves a poner
esas cajas en tu camión.
—Señora, vamos.
—¿Escuchaste lo que acabo de decir? —señalé la puerta.
—¿Disculpa? ¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó Shaun
mientras caminaba hacia mí.
—La pregunta es, ¿qué crees que estás haciendo tú? —Le fruncí el
ceño.
—Tomen eso. —Les dijo a los hombres—. Estoy montando mi oficina.
—¿Tú qué? —grité mientras entrecerraba mi ojo hacia él.
—Necesito una oficina, y este es mi edificio.
—¡Tienes tu oficina en casa! Y hay un millón de edificios en alquiler y
venta en Los Ángeles. ¡Ve a buscar uno!
—Me gusta este lugar. —Las comisuras de su boca se elevaron—.
Además, está cerca de mi casa y no tendré que luchar contra el tráfico todos
los días.
—No puedes hacer esto, Shaun.
—Seguro que puedo. Como dije, soy dueño del edificio. Ahora, si me
disculpas, tengo que montar una oficina. —Sonrió mientras se giraba y
subía las escaleras.
Me quedé allí en medio del primer piso de mi estudio con tal ira que
no podía ver con claridad.
—Oh Dios. —Wes sonrió mientras se acercaba y ponía su mano en mi
hombro—. Esto va a ser muy interesante.
Le lancé una mirada, subí las escaleras y entré en mi oficina. Abriendo
mi laptop, hice Facetime con Julia.
—Hola, tú —saludó con una sonrisa mientras sostenía a Lena en sus
brazos.
—¿Puedes creer que está poniendo una oficina en mi estudio? ¿Puedes
creerlo?
—Baja la velocidad, hermana. ¿De qué estás hablando?
—¡Shaun!
—Bueno, es su edificio.
172
—Vaya. ¿En serio, Julia?
—Jen, no hay nada que puedas hacer si él quiere una oficina allí. Vas
a tener que lidiar con eso. Mantente alejada de él.
—¿Mantenerme alejada de él? ¡Estoy sentada aquí mirándolo al otro
lado del pasillo! ¡Su escritorio está frente al mío!
—Hola, cariño. —El rostro de mi madre apareció en la pantalla.
—Mamá. No sabía que estabas allí.
—Estoy ayudando a Julia con las niñas. Escuché todo lo que dijiste,
y no tiene sentido que te enfades por algo que no puedes controlar. Solo haz
lo mejor de la situación.
—Ugh. Tengo que irme. —Terminé la llamada.
Mirando hacia su oficina, se quedó allí con las manos metidas en los
bolsillos de los pantalones, observando a los hombres mientras
desempacaban y conectaban sus computadoras.
—Esto no está pasando —susurré mientras ponía mi mano en mi
frente.
El dolor en mi corazón todavía era insoportable, y lo único que me
ayudaba a pasar los días era poder venir aquí y mantenerme lo
suficientemente ocupada como para dejar de pensar en él. ¿Cómo se
suponía que iba a superarlo cuando lo veía todos los días? Ya era bastante
malo que todas las noches cuando mi cabeza golpeaba la almohada, las
lágrimas cayeran. Malditas sean estas paredes de vidrio. Agarrando mi
teléfono, le envié un mensaje a Wes.
—¡Sube aquí!
—¿Sí, su Alteza? —Sonrió cuando entró.
—Necesito que midas esta pared —señalé la pared que daba a la
oficina de Shaun.
—¿Por qué?
—Porque necesito saber cuánta tela cortar.
—¿Vas a cubrir este vidrio con tela? —Su ceja se arqueó.
—Puedes apostar a que lo haré. Ahora ponte a medir mientras yo voy
a buscarla.
Salí de mi oficina, bajé las escaleras, agarré un rollo de tela negra y la
cinta adhesiva.
—Esto es lo que necesitas. —Wes me entregó un pedazo de papel.
—Bien, vamos a cortar.
173
Dejé el rollo de tela en el suelo y lo desenrollé.
—Umm, no hay suficiente aquí. —Me informó Wes.
—¡Puedo ver eso! —exclamé con irritación—. ¡Mierda! —Me levanté del
suelo, y cuando retrocedí y miré la pared de vidrio, vi a Shaun parado en su
oficina mirándome—. Tengo una idea. Cortemos lo suficiente para cubrir
esta parte de aquí.
—¿Te refieres a la vista directa desde su escritorio al tuyo?
—Sí. Eso es exactamente lo que quiero decir.
Wes cortó la tela y yo la colgué.
—Ahí. —Sonreí.
—¿Te sientes mejor? —me preguntó mientras estábamos allí con los
brazos cruzados.
—En realidad, sí. No lo perdonare solo porque sus hermanos lo hayan
hecho.
Wes dejó escapar un suspiro mientras me rodeaba con el brazo.
—Una vez leí una cita que realmente me quedó grabada cuando estaba
pasando por un momento difícil.
—¿Cuál?
—Se necesita una persona fuerte para pedir perdón y una persona
aún más fuerte para perdonar.
—Entonces supongo que no soy tan fuerte.
—Pero lo eres, cariño. Simplemente te niegas a serlo. —Besó mi mejilla
y salió de mi oficina.
—Oye. —Shaun asomó la cabeza en mi oficina—. Buen trabajo —
señaló la tela que había colgado.
—Bien. Me alegra que te guste. Y para que lo sepas, no puedes venir
aquí cada vez que te quieras. Estoy muy ocupada.
—Sé lo ocupada que estás. La cena familiar es en el restaurante esta
noche. ¿Vas a ir?
—No. No iré. De hecho, ¡nunca volveré a ir!
—De acuerdo. —Asintió—. Una lástima. Te perderás una buena
comida.
—No me importa. Prefiero morirme de hambre que cenar contigo.
—Ay. —Las comisuras de su boca se curvaron hacia arriba—. Creo 174
que habrá pastel para el postre. —Me guiñó un ojo, dio media vuelta y se
alejó.
Mis piernas se tensaron involuntariamente, y tragué con fuerza el
recuerdo del pastel incrustado en mi mente.
38
Shaun
Descubrimos que Henry estaba anémico debido a una hemorragia
gastrointestinal que ignoraba. Le recetaron medicamentos y tuvo que recibir
infusiones de hierro una vez a la semana durante las siguientes tres
semanas. Ahora que estaba en casa y se sentía mejor, mis hermanos me
dijeron que era hora de que hablara con él. Deseé tener a Jenni a mi lado
cuando revelara quién era. Pero pasaba tanto tiempo odiándome que
probablemente me escupiría en mi rostro y me diría que me fuera al infierno
incluso si se lo pedía.
—No podemos ignorar el hecho de que mamá sabía sobre él —comentó
Sebastian mientras todos nos reuníamos alrededor de la hoguera en su
casa.
175
—Estoy de acuerdo —aseguró Sam—. Necesitamos hablar con ella y
decirle que lo sabemos.
—Y tenemos que hacerlo antes de que Shaun hable con papá —agregó
Simon.
—Acabo de enviarle un mensaje diciendo que iremos mañana por la
mañana a desayunar y que Sebastian llevará la comida. —Sonrió Stefan.
—¡Vamos, idiota! ¿En serio? Simplemente la invitaremos al
restaurante.
—No es una buena idea —dijo Sam—. Si nos encontramos en su casa,
ella no puede simplemente levantarse e irse. Si está en el restaurante, lo
hará.
—Supongo —respondió Sebastian.
—¿Cómo te va en la oficina con Jenni? —preguntó Simon sonriendo.
—Aparte del hecho de que colocó una tela negra sobre una parte del
vidrio para que no pueda verla, o el hecho de que dijo que preferiría morirse
de hambre antes que cenar conmigo, diría que las cosas están bastante bien.
—Tomé un sorbo de mi bebida.
Los cuatro se rieron.
—Ah, es por eso que no ha estado en la cena familiar —anunció
Simon—. Le envié un mensaje preguntándole dónde diablos había estado y
respondió que había estado ocupada.

Sebastian
—Esta es una sorpresa tan agradable —comentó nuestra madre
mientras todos nos sentábamos alrededor de la mesa para desayunar—.
Gracias, cariño, por toda esta deliciosa comida. —Se acercó y colocó su
mano en mi mejilla.
—De nada, mamá. —Miré a mis hermanos.
—Mamá, no solo vinimos aquí para desayunar. Vinimos para hablar 176
contigo —informó Sam.
—¿Sobre qué?
—Bueno, nosotros… —Se aclaró la garganta.
—Oh, por el amor de Dios. ¡Sabemos que Shaun es el hijo de papá y
nuestro hermano! —anunció Simon señalándola—. Y también sabemos que
lo supiste todo este tiempo y nunca le dijiste a nadie.
—Hermano —lo interrumpió Stefan, y dejé escapar un suspiro.
Se sentó allí y nos miró a cada uno sin decir una palabra.
—Vamos, mamá. Al menos trata de defenderte. —Le pidió Simon.
—Sí, lo sabía.
—¿Cómo pudiste mantener en secreto el hecho de que teníamos otro
hermano? —pregunte.
—¡No tuve elección! —Golpeó las manos sobre la mesa—. ¡Estaba
embarazada de ustedes! Ella me contó las cosas que él le había dicho. Cosas
que nunca me dijo. Si le hubiera contado sobre el bebé, me habría dejado
por ella. ¿Cómo diablos se suponía que iba a cuidar de cuatro bebés yo sola?
¡Era joven y estaba muerta de miedo!
—No sabías eso con seguridad, mamá —aseguró Sam.
—Dejaste que un niño inocente creciera sin un padre —comentó
Stefan.
—Ustedes eran más importantes. Lo hice por ustedes. ¡Viví en un
matrimonio infeliz durante cinco años por ustedes! No por mí.
—Esto es una locura —exclamé—. Y para que lo sepas, no apreciamos
que hayas amenazado a Shaun de la forma en que lo hiciste.
—Esperábamos algo así de papá, pero no de ti. —Negó lentamente
Simon.
—Ustedes finalmente están felices y asentados. No iba a dejar que un
completo extraño les arruinara eso.
—Para que lo sepas, madre. —Sam se levantó de su silla—. Shaun nos
gusta mucho y le damos la bienvenida a nuestra familia. Es nuestro
hermano, nuestra sangre. Nosotros cuatro no le damos la espalda a uno de
los nuestros. Lo sabes. Vamos.
—Y para que conste —anunció Stefan—. Él estará en todos los días
festivos, reuniones familiares, cenas y fiestas. Entonces, necesitas hacer las
cosas bien con él. 177
—¡No me digas qué hacer, Stefan! —gritó en respuesta.
—¿Sabes qué, mamá? Haz lo correcto por una vez en tu vida. —Le
ordenó Simon, y los cuatro salimos del comedor y de la casa.
—Jesús. Esta familia. —Negué.
—Alex me envió un mensaje y acaba de recoger a Celeste y Nora para
ir de compras, así que papá está solo en casa —informó Stefan.
—Le enviaré un mensaje a Shaun diciéndole que vaya allí —anunció
Simon mientras sacaba su teléfono.
—Un padre caído y uno más por caer. ¡Mierda! —exclamó Sam—. Será
mejor que no haya más niños Kind ilegítimos corriendo por el mundo.
Shaun
Mi teléfono sonó con un mensaje.

Simon: Papá está solo en casa ahora, así que puedes ir. Acabamos de
salir de la casa de nuestra madre y deberíamos estar allí en unos veinte
minutos.
Yo: En camino.

Respiré hondo, me puse los zapatos y caminé hasta la casa de Henry.


Llamé a la puerta principal, y como no contestó, di la vuelta por la parte de
atrás y lo vi sentado en el patio.
—Hola. —Me acerqué con las manos metidas en los bolsillos de los
pantalones—. ¿Quería pasar para ver cómo te sientes?
—Mejor. Gracias. —Me miró fijamente—. Siéntate un momento.
Tomé asiento en la tumbona frente a donde él estaba sentado.
—¿Alguna vez ibas a decir algo, hijo?
178
Lo miré a los ojos mientras mi ritmo cardíaco comenzaba a acelerarse.
—Eventualmente.
—Es solo mediodía, pero eso no impide que hombres como nosotros
tomen una copa. Entra.
Tragué el nudo en mi garganta mientras lo seguía dentro de la casa.
Se acercó a su carrito de bar en la sala de estar, nos sirvió un vaso de whisky
a cada uno y me lo entregó. La puerta corrediza se abrió y mis hermanos
entraron.
—Ah, la caballería ha llegado. Si quieren un trago, ya saben dónde
está el whisky.
—¿Papá? —Sam frunció el ceño.
—Él lo sabe —anuncie.
—¿Ya le dijiste? —preguntó Stefan.
—No. Él ya lo sabía.
—Así es, muchachos. Su padre ya sabía de su otro hijo. Había estado
esperando que su hermano viniera con la verdad. ¿Recuerdan esa mañana
en la playa cuando estaba sentado en la arena y los miraba surfear?
—Sí. Lo recordamos —respondió Simon.
—Me enteré esa mañana. Cuando mi amigo me llamó para decirme
que Louise había fallecido, también me dijo que ella tenía un hijo de poco
más de treinta años y que se parecía mucho a mí cuando era más joven. Al
principio no lo creía porque me habría dicho que estaba embarazada.
Supuse que tal vez había conocido a alguien poco después de que dejamos
de vernos. Entonces llegó la carta.
—¿Qué carta? —Fruncí el ceño hacia él.
—La carta que me envió su abogado un par de semanas después de
su muerte. Creo que también recibiste una carta similar.
—Sí.
—Entonces, déjame aclarar esto —lo interrumpió Simon—. ¿Sabías
hace todos esos meses que tenías otro hijo, y nunca dijiste nada ni te
molestaste en encontrarlo?
—Sabía que vendría a mí, y con todo lo que estaba pasando con
Celeste y el embarazo, no podía pensar en otra cosa. Había estado esperando
este momento desde que llegó esa maldita carta. Lo siento, Shaun. Si
hubiera sabido que estaba embarazada…
179
39
Shaun
—¿Hubieras qué, Henry? ¿Dejar a Barb para estar con ella? No me
parece. Pagar la manutención de cuatro hijos es muchísimo más caro. ¡La
arruinaste! —Me puse de pie y lo señalé.
—Tiene un don para arruinar a la gente —aseguró Simon.
—Hermano, cállate. —Le pidió Stefan.
—¿Qué quieres que te diga? Amaba profundamente a tu madre y me
mataba tener que alejarme de ella, pero no tenía otra opción. Hice lo correcto
al casarme con la madre de los chicos.
—Hablando de Barb, ella siempre supo sobre mí. 180
—¿Qué? —Su ojo se entrecerró.
—Mi madre la confrontó justo antes de que te fueras de Nueva York.
Le contó todo sobre la aventura y cómo estaba embarazada de mí.
—Dios mío. —Levantó la mano y se frotó la nuca—. ¿En serio?
—Sí, papá. Los cuatro vinimos aquí directamente desde la casa de
mamá. La confrontamos. Ha guardado este secreto durante treinta y tres
años —informó Sam.
—Si sabías quién era la noche que te conocí en la casa de Sebastian,
¿por qué diablos no dijiste nada?
—Porque acabábamos de traer a casa a tu hermanita de la UCIN,
donde acababa de pasar el primer mes de su vida. Además, necesitaba
averiguar cómo preparar a Celeste y a tus hermanos para la noticia. Primero
necesitaba ver cómo se llevaban ustedes cinco. Así que, observé desde la
distancia.
—Vaya, papá. Nuevamente, no hay premio de padre del año para ti —
intervino Simon.
—Por el amor de Dios. Cállate, Simon —exclamó Henry.
—¡No, papá! —gritó en respuesta—. ¡No me callaré! ¡Lo sabías y no le
dijiste ni una palabra a él ni a nosotros! ¿Ya te has molestado en decírselo
a Celeste?
—No. Estaba esperando hasta que Shaun y yo habláramos.
—Más secretos. Al igual que cuando éramos niños —comentó
Sebastian.
—Lo siento. No sabía cómo decírselos, muchachos, porque no quería
que se sintieran decepcionados de mí.
—Por favor. Lo hemos estado desde que tú y mamá se divorciaron —
respondió Stefan—. Nada nuevo allí.
—Quiero que ustedes cuatro se vayan para que Shaun y yo podamos
hablar en privado.
—No. Le dijimos a nuestro hermano que lo cubriríamos. Nos
quedamos —anunció Simon.
—Bien. Quédense. Shaun, lo siento. Si pudiera regresar el tiempo y
hacer las cosas bien, lo haría. Pero no puedo, y esta situación es la que es,
así que tenemos que intentar sacar lo mejor de ella.
—¿Qué te dijo mi madre en la carta que te envió?
—Iré a buscarla para que puedas leerla. Vuelvo enseguida. —Subió
las escaleras. 181
—Ustedes no tienen que quedarse. Tengo esto.
—Como dijimos antes, siempre nos cubrimos las espaldas y no te
vamos a dejar solo con él. —Sam puso su mano en mi hombro.
Tan pronto como Henry regresó a la sala de estar, me entregó la carta
y le di la mía. Sentándome en el sofá, la leí.

Henry,
Si estás leyendo esto, significa que he fallecido. Quería hacerte saber
que tienes un hermoso hijo llamado Shaun. Después de que te fuiste y te
mudaste a California, él ha sido lo más importante en mi vida. Es un buen
chico, y es muy inteligente. Es prácticamente un genio. Él no obtuvo eso de mi
lado de la familia, así que lo heredó de ti, su padre. Me lastimaste de formas
que nunca superé. Eras el único hombre al que había amado, y tener a Shaun
era una forma de mantener una parte de ti conmigo. Fue duro, y luchamos.
Pero lo logramos, y se convirtió en un buen joven. Un hombre al que estarías
orgulloso de llamar tu hijo. Se graduó de Yale como el mejor de su clase y es
el dueño de su propia compañía de capital. Toca la guitarra a la perfección y
tiene la voz de un ángel. Él es tú en muchos sentidos, Henry. Ojalá te hubiera
hablado de él hace muchos años, pero me habías lastimado tanto que no
podía arriesgarme a que fueras parte de su vida y lo lastimaras a él también
algún día. Cuídate, Henry, y trata de conocer a nuestro hijo.
Con amor, Luisa.

Las lágrimas brotaron de mis ojos mientras leía la carta.


—¿Estás bien, hermano? —me preguntó Simon mientras me
palmeaba el hombro.
—Sí. Estoy bien. Le importaba más salir y traer hombres a casa para
pasar la noche que quedarse en casa y cuidarme.
—Si lo hubiera sabido, te habría apartado de ella y te habría traído
aquí con nosotros.
—Es fácil para ti decirlo ahora. —Me levanté del sofá—. Me voy.
—Hijo, espera. Estoy orgulloso de ti por todo lo que has logrado. Al
igual que estoy orgulloso de mis otros hijos y de lo que han logrado. Dame
la oportunidad de ser tu padre. Se lo voy a decir a Celeste en cuanto vuelva
de sus compras. Como siempre les he dicho a mis muchachos, todo daño
puede repararse. Depende de lo mucho que quieras arreglarlo. Y quiero
arreglar esto. 182
—No lo sé, Henry. Veamos cómo van las cosas. —Cuando abrí la
puerta corrediza, me llamó.
—¿Shaun?
Me di la vuelta y lo miré.
—Movimiento inteligente para quitarme esos millones. —Las
comisuras de su boca se elevaron mientras me guiñaba un ojo.
—¿Millones? ¿Qué millones? —preguntó Stefan.
—Recuperarás tus millones. —Salí por la puerta.
No podía creer que mi madre le hubiera escrito una carta a Henry.
¿Estaba enojado porque no me confrontó cuando nos conocimos? No
realmente. Había hecho lo mismo. Me miró como yo lo miraba. Estaba a la
intemperie ahora, y la guerra que había comenzado llego a su fin contra mi
padre y mis hermanos. Pero todavía había una guerra en curso que tenía
que pelear. La guerra entre Jenni y yo. Una guerra que iba a ganar sin
importar qué.
40
Jenni
—Sí. Esto es perfecto, Nadia. Solo aprieta un poco la cintura.
—Buenos días a todos. —Shaun entró—. Buenos días, Jenni.
—Lo eran hasta ahora. —Le lancé una mirada y caminé hasta mi
oficina.
—Vamos. —Me siguió—. ¿Cuánto tiempo me vas a tratar así?
Me detuve antes de acercarme a mi oficina, me giré y lo miré.
—Por siempre.
Dejó escapar un suspiro mientras se dirigía a su oficina, y fui a la mía
y cerré la puerta. Unos momentos después, la puerta se abrió y Shaun entró.
183
—¿Qué estás haciendo? —Ladeé la cabeza hacia él.
—¿Solo viendo si ya has cambiado ese ceño fruncido? —Sus labios
formaron una sonrisa.
Recogí el alfiletero que estaba sobre mi escritorio y lo tiré, fallando
cuando cerró rápidamente la puerta. Sentada allí, dejé escapar un suspiro
y puse una mano en la frente. De repente, la puerta de mi oficina se abrió
de nuevo.
—¡¿QUÉ?! —grité.
—Amiga... ¿cuál es tu problema? —preguntó Wes mientras estaba de
pie en la puerta.
—Lo siento. —Me puse de pie—. ¡Es él! —señalé hacia la oficina de
Shaun—. ¡Él es mi problema!
Se acercó y agarró mis hombros.
—Necesitas calmarte de una maldita vez. Respira. Vamos. Respira.
Dentro y fuera. Bien. ¿Te sientes mejor?
—Algo así.
—No dejes que te afecte, Jen. Quiero decir, ni siquiera estoy seguro de
cómo puedes seguir enojada con ese trozo de hombre. En serio, mujer, entre
su apariencia y esa colonia que usa… —Wes se abanicó con la mano.
—Ya basta. Su apariencia y su olor no significan una mierda cuando
no es más que un consumidor y un mentiroso.
Después de enviar a Wes a hacer algunos recados, abrí la puerta de
mi oficina y noté que Shaun no estaba en la suya. Mientras bajaba las
escaleras, le pregunté a algunos miembros de mi personal si lo habían visto.
—¿Has visto a Shaun? ¿Se fue? —Recé.
—Sí —respondió Nadia—. Se fue hace más de una hora.
—Bien. —Asentí—. De acuerdo. Muéstrame lo que tienes.
Mi teléfono sonó en mi bolsillo trasero, y cuando lo saqué para ver
quién me estaba enviando un mensaje, noté que era de Julia.

Julia: Hola, hermana. Estoy en la oficina de Sam con las chicas y se


suponía que íbamos a almorzar, pero lo llamaron a una reunión de
emergencia. Por favor, di que vendrás a almorzar con nosotras. Lena y Lorelei
extrañan a su tía.

Una sonrisa cruzó mi rostro. No las había visto en algunos días, y las
184
extrañaba.

Yo: Saldré del estudio en unos minutos. ¿Dónde quieres que nos
encontremos?
Julia: Solo ven a la oficina, subiremos a mi auto y conduciremos.
Yo: De acuerdo. Te veo pronto.

Subí las escaleras, agarré mi bolso y salí por la puerta. Cuando llegué,
le envié un mensaje a Julia desde mi auto.

Yo: Estoy estacionada junto a ti, pero no estás en tu auto.


Julia: Tenía que darle de comer a Lena y ahora Lorelei empieza a
gritar. ¿Puedes subir y ayudarme?
Yo: Sí. Por supuesto. Subiré enseguida.
Cuando estaba a punto de abrir la puerta y salir, un auto se detuvo
al otro lado. Al mirar, me di cuenta de que era Shaun.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó mientras salía de su auto.
—¿Qué estás haciendo tu aquí? ¿Me estás siguiendo?
—No. —Su ceño se frunció—. Si te estuviera siguiendo, no me
estacionaría a tu lado. Te acecharía desde la distancia. Stefan llamó y dijo
que hay un problema con uno de los condominios. Me necesitaba aquí lo
antes posible para revisar un cambio. ¿Por qué estás aquí?
—Me encontraré con Julia para almorzar.
—¿Aquí? —preguntó mientras sostenía la puerta abierta para mí.
—No. Vamos a ir juntas al restaurante, pero ella necesita mi ayuda
con las chicas.
Presioné el botón del ascensor, y cuando las puertas se abrieron,
entramos.
—Todavía no entiendo por qué te encuentras con ella aquí —comentó
mientras el ascensor comenzaba a subir.
—¿Por qué te preocupas tanto? —espeté mientras ladeaba mi cabeza
hacia él.
De repente, el ascensor se sacudió y se detuvo. Cuando tanto Shaun
como yo tropezamos hacia atrás, me agarró del brazo.
185
—¿Qué demonios acaba de pasar? —Aparté mi brazo de él.
—Creo que el ascensor se atascó —anunció mientras presionaba
rápidamente todos los botones de los pisos.
—No. No. No. —Empecé a entrar en pánico.
—Cálmate. Estoy seguro de que volverá a funcionar en un segundo.
Saqué mi teléfono de mi bolso, lo miré y no tenía señal.
—¿Tienes señal? —pregunté.
—Si no tienes señal, ¿qué te hace pensar que yo tendría? —respondió
con seriedad.
Empecé a golpear las puertas y gritar pidiendo ayuda.
—Jenni, detente.
—¡No me digas qué hacer!
Se estiró y presionó el botón de llamada de emergencia un par de
veces. De repente, escuchamos una voz en la distancia.
—Somos conscientes de que el ascensor no funciona y tenemos a
alguien en camino para verlo. ¿Cuántas personas hay allí?
—Dos —informó Shaun.
—Simplemente relájense y traten de ponerse cómodos.
—¡¿Estás bromeando?! —grité—. No puedo quedarme atrapada aquí.
¡Especialmente con él! Además, mi hermana necesita mi ayuda.
—Señora, lo entiendo, pero...
—¡No! ¡No creo que lo haga, señor!
—Alguien está en camino. Los sacaremos en poco tiempo. Por favor,
trate de relajarse.
—¡UGH!
—Jen, no sirve de nada enfadarse. No va a cambiar nada.
—Cállate, Shaun.
Me senté, me apoyé contra la pared y llevé las rodillas al pecho.
Levantando la mirada, vi a Shaun, que estaba de pie en la esquina frente a
mí.
—¿Estás bien? —preguntó.
—Estoy bien. ¿Por qué no lo estaría? 186
—No sé si tienes ataques de pánico o eres claustrofóbica. Nunca
hablamos de esas cosas.
—Estoy bien. —Aparté la mirada de él.
—Henry y yo hablamos ayer —informó mientras bajaba al suelo.
—Con toda honestidad, Shaun, no me importa.
—De acuerdo. Me callaré.
—Buena idea.
Lo miré mientras estaba sentado allí con las piernas levantadas y la
cabeza baja. Estaba siendo una perra total por lo mucho que me lastimó.
Pero sabía lo difícil que debe haber sido decirle a Henry que era su hijo,
tener que enfrentarlo y hablar sobre su madre.
—Lo siento. ¿Cómo fue?
Levantó la cabeza y nuestros ojos se encontraron.
—Él ya lo sabía.
—¿Qué? —Mi ceño se frunció—. ¿Cómo?
—Mi madre también le dejó una carta. Él lo sabe desde que ella
falleció.
—¿Y no se molestó en tratar de ponerse en contacto contigo?
—Dijo que estaba esperando que viniera a él, y con todo lo que estaba
pasando con Celeste y el bebé, no podía pensar en otra cosa.
—Vaya. —Sacudí la cabeza—. Realmente es un imbécil.
—Sí. Eso crees. —Dejó escapar una risa ligera.
—¿Y ahora qué?
—No lo sé. Dijo que estaba orgulloso de mí y que quiere que le dé la
oportunidad de ser mi padre.
—¿Qué respondiste?
—Que veríamos cómo iban las cosas y me fui. Sam, Sebastian, Stefan
y Simon estaban allí. Tenían algunas cosas que decirle.
—Estoy segura de que lo hicieron. —Bajé la cabeza.
—Ojalá hubieras estado allí.
—No. No hagas eso.
—Es la verdad, Jen.
Solté una carcajada. 187
41
Shaun
—Sé que soy un imbécil. Me lo recuerdas todos los días, y lo siento.
En verdad lo siento. Nunca quise hacerte daño.
—¡DETENTE! ¡Solo detente! —gritó mientras levantaba ambas
manos—. Viniste a California para lastimarme, Shaun. Dijiste que me lo
ibas a decir en algún momento, pero la parte que no entiendes es que si me
lo hubieras dicho antes de que me enterara, igual me habría dolido. ¿Y sabes
por qué? Porque me mentiste desde el principio. —Las lágrimas llenaron mis
ojos.
—No, Jen. Por favor, no llores. ¡Mierda! Tienes que creer que lo siento. 188
La miré fijamente mientras me pasaba la mano por el cabello y bajaba
la cabeza. Pasaron unos momentos de silencio.
—Creo que lo sientes.
—¿En serio? —La miré.
—Sí. Lo hago. Y sé que he sido una completa perra, pero no puedo
evitarlo. Así es como tengo que ser para protegerme a mí y a mi corazón. Sé
que lo he dicho muchas veces, pero me lastimaste de una manera en la que
nunca me habían lastimado.
—Sé que te lastimé y reconozco tus sentimientos, Jen. Me mata saber
que soy responsable de tu dolor. Pero sé que hay una forma en que podemos
solucionarlo.
—¿Y si no quiero, Shaun?
—Si así es como te sientes realmente, entonces no tengo más remedio
que aceptarlo. Pero quiero que recuerdes todos los momentos que
compartimos juntos. Las risas, las cenas, los días en la cama, los paseos
por la playa, los atardeceres, las compras, las reuniones familiares, las cosas
que he hecho por ti y la forma en que te hice sentir antes de lastimarte.
Quiero que recuerdes cómo fue. ¿Puedes hacer eso por mí?
No quería nada más que acercarme a ella y secarle las lágrimas, pero
sabía que ella no quería eso.
—No lo sé. —Se llevó la mano a su rostro y se secó las lágrimas de los
ojos.
El ascensor finalmente comenzó a moverse.
—Gracias a Dios —comentó mientras ambos nos poníamos de pie.
Cuando las puertas se abrieron, Sam y Stefan se quedaron
mirándonos.
—Dios mío. ¿Cuánto tiempo estuvieron allí? —preguntó Sam.
Miré mi reloj.
—Más de una hora.
—Maldito ascensor. —Negó Sam—. ¿Estás bien, Jen?
—Estoy bien. ¿Dónde está Julia?
—Ummm. Se fue. Las chicas se estaban poniendo muy irritables.
—¿Estás bromeando? —suspiró—. Me tengo que ir, pero no voy a
volver a entrar en ese ascensor. —Dio media vuelta y se dirigió al hueco de
la escalera.
189
—Vamos a la oficina de Sam —dijo Stefan.
Los seguí adentro, y Sam cerró la puerta.
—Entonces, ¿cuál es el problema con los condominios? —pregunté
mientras tomaba asiento.
—Bueno… —Stefan me dio una mirada extraña.
—No hay problema —respondió Sam.
Mi ceño se frunció.
—¿Qué quieres decir?
—¿Cómo te fue con Jenni? —Me interrogó Stefan—. ¿Hablaron?
—Oh, vamos. —Sacudí la cabeza—. No lo hicieron. Dime que no lo
hicieron.
Ambos se miraron y no dijeron una palabra.
—Escucha, hermano. Tú y Jenni necesitaban hablar, y sabíamos que
ella no pasaría ni un segundo en una habitación contigo sin irse. Entonces,
nos aseguramos de que no pudiera ir a ningún lado —explicó Stefan.
—En realidad, todo fue idea de Julia —informó Sam.
—Ella nunca estuvo aquí, ¿verdad? —pregunté.
—No. Conduje su auto al trabajo.
—No puedo creer que hayan hecho eso. —Los señalé.
—Te dijimos que siempre nos cubrimos las espaldas. —Una sonrisa
cruzó el rostro de Stefan—. Nos cuidamos unos a otros.
—Y esta era nuestra manera de cuidar de ustedes —agregó Sam—.
¿Entonces, cómo te fue?
—Me dijo que sabe cuánto lamento lo que hice, pero que no quiere
arreglar las cosas.
—Maldita sea. —Negó Stefan—. Ella es más difícil de lo que
pensábamos.
—Le dije que aceptaría su decisión, pero necesita recordar todo el
tiempo que pasamos juntos.
—Déjame darte un consejo, hermano —comentó Sam—. Déjala sola.
—¿Qué? —Fruncí el ceño—. Ustedes fueron los que nos pusieron en
ese ascensor y lo detuvieron.
—Lo sé, pero ahora que has hablado y ella tiene una idea más clara
de cuánto lo sientes realmente, es hora de retroceder. Confía en mí. 190
—Sam tiene razón. Lo mejor que puedes hacer ahora es simplemente
ser su amigo, no hables más de querer recuperarla, nada. Necesitas
reconstruir tu relación como una amistad primero. El resto vendrá desde
allí.
—¿Cómo es que ustedes saben tanto?
Sam soltó una carcajada.
—Ya hemos pasado por eso. Y créeme, Julia y Jenni son parecidas. Si
Julia pudo volver a mí después de lo que le dije, Jenni volverá a ti.
—Eso espero. Gracias, hermanos. —Me puse de pie y los abracé—.
Aprecio todo lo que están haciendo.
42
Jenni
Tan pronto como subí a mi auto, llamé a Julia.
—¡Jenni, oh Dios mío! ¿Estás bien?
—Estoy bien, hermana. ¿Ya comiste?
—No. No he tenido la oportunidad.
—Voy a conseguir comida para llevar de ese lugar mediterráneo que
amamos, e iré.
—Suena bien. Te veré pronto.
Antes de salir del estacionamiento, llamé y ordene. Mientras me dirigía
a recogerlo, llamé a Wes.
191
—Hola, cariño. ¿Cómo fue el almuerzo?
—No sucedió. Me quedé atrapada en el ascensor durante más de una
hora.
—Oh, mierda. ¿Estás bien? ¿Estabas sola o estaba lleno de gente?
—Estoy bien, y no, no estaba sola. Shaun estaba allí conmigo. Solo
nosotros.
—¡OH! Suena sexy. ¿Cómo fue?
—Te informaré mañana. No volveré por el resto del día. Llevaré el
almuerzo a casa de Julia.
—De acuerdo. Si necesitas algo, llámame. Si no tengo noticias tuyas,
te veré mañana.
—Gracias, Wes.
Recogí la comida y me detuve en la casa de Julia. Cuando crucé la
puerta corrediza, dejé la bolsa en la isla y Julia entró en la cocina.
—Acabo de hacer que las niñas se duerman. —Sonrió.
—Oh, quería jugar con ellas. —Le hice un puchero.
—Confía en mí. Uno de ellas se levantará pronto.
Metí la mano en la bolsa y saqué la comida mientras Julia agarraba
un par de platos.
—¿Qué tan horrible fue estar atrapada en ese ascensor?
—Fue horrible. No hay peor sentimiento en el mundo que sentirse
atrapada.
—¿Estabas sola o con un grupo de personas?
—Nunca vas a creer con quién me quedé atrapada.
Su ceño se frunció
—¿Quién?
—Shaun.
—¡¿Qué?! ¿Qué estaba haciendo allí?
—No lo sé. Supongo que Stefan lo llamó y le dijo que necesitaba que
fuera lo antes posible porque había un problema con los condominios.
—Bueno, ¿qué pasó? ¿Lo ignoraste?
—No. Hablamos.
—Vaya. —Su ceja se alzó—. ¿Y?
192
—Simplemente seguía diciéndome cuánto lo sentía y que quiere
arreglar las cosas. Le dije que sabía que lo lamentaba.
—Oh, ¿entonces finalmente lo perdonaste?
—No, realmente. Le dije que no quería resolver las cosas.
—Ya veo. Ahora, ¿quién es la que miente?
Mi frente se arrugó.
—¿Disculpa?
—Sé que todavía lo amas. Al igual que seguía amando a Sam después
de toda la mierda por la que me hizo pasar.
—Lo amo, pero eso no significa que quiera estar con él.
—De acuerdo. —Puso los ojos en blanco.
—¿Cuál es tu problema, Julia?
—¿Sabes cuál es mi problema? Eres tú, Jenni. —Habló en voz alta.
—Vaya, está bien. Maldita sea.
—Ese niño idiota te lastimó cuando teníamos diecisiete años. Primer
amor, primer enamoramiento, lo que sea. Te puso en el camino de la
destrucción de la relación. Recurrías a aventuras de una noche, con
frecuencia, debo agregar, porque de esa manera no había riesgo de
enamorarte de alguien. Luego, cuando conociste a alguien que despertó tu
interés, lo dejaste caer como una papa caliente porque solo te concentraste
en sus fallas. Luego viene Shaun, y de alguna manera, viste más allá de sus
defectos y solo te enfocaste en lo bueno que hay en él. Por primera vez,
bajaste la guardia y abriste tu corazón a alguien. Entonces descubriste que
Shaun mintió. Bueno. Una mentira es una mentira; lo entiendo. Pero tenía
sus razones. Y créeme cuando digo que no creo que vuelva a mentir nunca
más. Si no te quisiera en su vida, se habría ido después de que te enteraste.
Te hubiera dejado en paz. Solo el hecho de que te diga que te ama y quiere
arreglar las cosas significa que ha invertido en ti, Jen. Si fuera realmente
un bastardo despiadado como crees que es, no estaría haciendo las cosas
que hace para llamar tu atención. Solo piensa en eso.
—¿Has terminado?
—No. No lo he hecho. La gente comete errores, y tú, mi querida
gemela, no estás exenta. Ninguno de nosotros lo está.
—Necesito un poco de aire fresco. ¿Quieres bajar a la playa? Puedes
traer el monitor.
—Ve tú. Te encontraré allí abajo. 193
Me limpié después del almuerzo y bajé a la playa para dejar que el
agua me mojara los pies.
—Hola, tía Jenni. —Lily corrió y me abrazó.
—Hola, corazón. ¿Por qué estás en casa ya?
—Tuvimos medio día hoy.
—Parece que siempre tienes medio día.
—Sí. Lo sé. Pero no estoy enojada por eso. —Sonrió.
—No te culpo, pequeña. Yo tampoco lo estaría.
—¿Qué ocurre?
—¿Nada, por qué? —Le pregunte.
—Te ves triste. ¿Es por mi tío Shaun? Tienes el mismo aspecto que
tenía mi padre cuando él y Alex dejaron de verse.
—Tal vez un poco. —Agarré su mano y comenzamos a caminar a lo
largo del agua.
—Él también está triste, ¿sabes?
—No me digas que también lo estás defendiendo. —La miré.
—No sé exactamente qué hizo porque desde que mis padres se
enteraron de que los escuché hablar de que él era mi tío, ahora tienen
mucho cuidado. Es tan molesto.
Solté una carcajada.
—Pero todos merecen una segunda oportunidad. Le di a mi mamá una
segunda oportunidad, y estoy feliz de haberlo hecho. ¿Sabes por qué?
—¿Por qué?
—Porque ella en verdad es una buena persona, y sé que me ama, y
lamenta lo que hizo. Su vida era un desastre y no podía manejarme en ese
momento. Nadie es perfecto y todos cometemos errores. Estoy segura de que
has cometido errores.
Me detuve, me arrodillé frente a ella y puse mis manos alrededor de
sus brazos.
—Sí, y tú eres una niña especial. —Tiré de ella en un abrazo.
—Gracias, tía Jenni.
—¿Qué está pasando aquí? ¿Puedo unirme a la fiesta de abrazos? —
Sonrió Julia.
—Por supuesto, tía Julia. 194
43
Shaun
Miré por la ventana a Jenni y Lily en la playa con una sonrisa en mi
rostro. Un rato después, la puerta corrediza se abrió y Lily entró.
—¿Y bien? —le pregunté.
—Le dije que todos merecen una segunda oportunidad, que nadie es
perfecto y todos cometemos errores.
—¿Y?
—Creo que podría haberme comunicado con ella —admitió sonriendo.
—Buena niña. —Acaricié su cabeza—. ¿Estás lista para tu batido de
frutas? 195
—¡Sí! ¿Puedo ayudar?
—Seguro que puedes. —Sonreí.
Al día siguiente, cuando subí a mi oficina, vi que Jenni había quitado
la tela negra y mi vista de su oficina estaba abierta una vez más. Estaba en
su oficina, y por mucho que quisiera darle los buenos días, no lo hice. Fingí
que no me di cuenta de que quitó la tela y encendí mi computador. Mientras
estaba allí revisando las existencias y coordinando las reuniones para
cuando estuviera en Nueva York, ella entró en mi oficina.
—Hola.
—Hola —respondí.
—¿Es un mal momento?
—No. Para nada. ¿Qué pasa?
—Tengo una reunión esta tarde con Seymour Klaus, el comprador de
ropa de Nordstrom.
—Muy bien. —Asentí—. Debes estar emocionada.
—Emocionada, nerviosa, asustada.
—¿Por qué estas asustada?
—¿Qué pasa si nos rechaza a mí y a mi línea de ropa?
—Bueno, obviamente está interesado si se acercó a ti para una
reunión.
—Quería preguntarte… —Hizo una pausa y bajo la mirada.
—¿Pregúntame qué?
—Si quisieras ir conmigo. Quiero decir, es tu dinero lo que me permitió
desarrollar esta línea. Entonces, pensé que tal vez querrías estar allí.
Las comisuras de mi boca comenzaron a curvarse hacia arriba y las
detuve al instante.
—Sí. Por supuesto. Si necesitas que vaya, lo haré —respondí en un
tono serio.
—Gracias. Um, no tomes esto como algo significativo.
—¿Cómo qué? —Fruncí el ceño hacia ella.
—Cualquier otra cosa que no sean negocios.
—No lo hare. No he olvidado nuestra pequeña charla en el ascensor.
Mi teléfono sonó y Adam estaba llamando.
—Si me disculpas, necesito responder esto. Hola, Adam, espera un 196
segundo. Jenni, ¿a qué hora es la reunión?
—Es a la una y media.
—De acuerdo. —Asentí y ella salió de mi oficina.

Miré el reloj y era mediodía. Jenni acababa de regresar a su oficina


después de una reunión con el personal. Me levanté, me acerqué y golpeé
ligeramente el marco de la puerta.
—Oye. —Se dio la vuelta y me miró.
—¿Iremos juntos a la reunión?
—Um, no lo sé.
—Bueno, si quieres, saldré ahora y almorzaré primero.
—Bien. Puedo verte en la oficina de Seymour.
—De acuerdo. Te veré allá.
Estaba a la mitad del pasillo cuando la escuché decir mi nombre.
—¿Shaun?
—¿Sí? —Me giré.
—Supongo que iré contigo. Solo tengo que agarrar mi bolso.
En silencio sonreí para mí mismo.
Agarró su bolso y subimos a mi auto.
—Ya que nos reuniremos con Seymour en Nordstrom, pensé que sería
mejor almorzar en esa área.
—Sí. Suena bien. —Miró por la ventanilla del pasajero.
Me di cuenta de que no estaba segura de su decisión de almorzar
conmigo. Me detuve frente al valet en The Grove y le entregué las llaves.
—¿A dónde quieres ir? —preguntó.
—Tengo ganas de sushi y escuché que el Blue Ribbon Sushi Bar &
Grill era bueno.
De repente, me agarró del brazo y se detuvo.
—¿Qué ocurre?
—Si quieres ir allí, está bien. Pero tenemos que comer en una mesa
afuera. 197
—De acuerdo. Una mesa afuera será.
Cuando nos acercamos al restaurante, Jenni se detuvo frente a la
puerta.
—Esperaré aquí.
Fruncí el ceño.
—De acuerdo.
—¿Cómo puedo ayudarte? —Una linda joven sonrió.
Una mesa exterior para dos, por favor.
—Lo siento, pero todas nuestras mesas exteriores ya están
reservadas. Tengo un lindo puesto en la esquina disponible.
—Me temo que tiene que ser una mesa exterior. —Metí la mano en mi
bolsillo y saqué un billete de cien dólares—. Quizás, ¿hay una disponible?
—Doblé el billete y se lo entregué.
—Tonta de mí. Hay una disponible. No sé cómo no lo vi. —Agarró dos
menús y la seguí hasta la puerta donde estaba Jenni.
—Nos conseguí una mesa.
—Gracias. —Una suave sonrisa adornaba su rostro.
Tomamos nuestros asientos y miramos los menús.
—¿Qué está pasando contigo? —pregunté.
—¿Qué quieres decir?
—No entrarías al restaurante y dijiste que teníamos que sentarnos
afuera. ¿Por qué?
—Tuve una mala experiencia aquí y no he vuelto desde entonces.
—¿Qué sucedió?
—Estaba almorzando con Grace, y un hombre entró al restaurante
con un arma y comenzó a dispararle a la gente. Grace me hizo meter debajo
de la mesa mientras agarraba su arma y lo perseguía. Ella le disparó y lo
mató después de que él le disparó al gerente.
—Dios mío, Jenni. No tenía ni idea. Podemos ir a otro lugar. Lo siento.
—No. Está bien. El sushi es bueno. Simplemente no quiero comer
adentro.
—Eso es totalmente comprensible. Gracias a Dios que estabas con
Grace.
—Sí. Lo sé. Después de llamar al 911, llamé a Simon y vino de
198
inmediato. Fue aterrador. Desde entonces, no me atrevo a poner un pie
dentro del lugar.
—Ojalá me lo hubieras dicho.
La camarera se acercó con nuestras bebidas y tomó nuestra orden de
comida.
—Me voy a Nueva York mañana. —Le informe mientras tomaba mi
bebida.
—¿Por cuánto tiempo?
—Al menos un par de semanas.
—Vaya. ¿Por negocios?
—Sí. Tengo un par de reuniones de la junta a las que asistir y otros
asuntos requieren mi atención. Puede que me vaya más tiempo, pero aún
no estoy seguro.
—Oh. De acuerdo.
—Entonces, si surge algo, puedes enviarme un mensaje o llamarme y
hacérmelo saber.
—Lo que surja, puedo manejarlo sola. Odiaría molestarte mientras
apagas incendios en Nueva York. —Su ceja se arqueó.
Las comisuras de mi boca se elevaron.
—Ah, por lo que veo sigues viviendo en el pasado. Una vez, Jen. Una
vez. Y si recuerdas, hicimos mucho Facetiming después de eso.
—Lo recuerdo. —Se llevó el vaso a los labios.
—Bien. —Sonreí.
Después de que terminamos nuestro sushi, fuimos a encontrarnos
con Seymour. Jenni ya le había entregado partes de su línea ayer para que
las viera.
—Relájate —comenté mientras subíamos las escaleras mecánicas.
—No puedo. No lo entiendes Esta es la primera vez que alguien fuera
de la familia ha visto mi trabajo. ¿Y si lo odia?
—No lo odiara. Pero si lo hace, es un idiota y tendré su trabajo. —Le
di un guiño.

199
44
Jenni
—Es un placer conocerla, señorita Benton.
—Por favor. Llámeme Jenni. Este es Shaun Sterling. Es un
inversionista de Simply Jenni.
—Señor Sterling, es un placer conocerlo. —Seymour extendió su
mano—. Sé de su reputación en Nueva York.
—No estoy seguro de si eso es algo bueno o malo —bromeó Shaun
entre dientes mientras estrechaba su mano.
—Creo que es mejor que no lo diga —respondió con una sonrisa.
Tomen asiento por favor. 200
Miré alrededor y vi mi estante de ropa al otro lado de la habitación. Mi
corazón estaba medio acelerado y la sensación de nerviosismo en mi vientre
se intensificó.
—Permítanme comenzar dándoles la bienvenida al mundo de la moda.
Investigué un poco sobre ti y sé que fuiste modelo de alta costura durante
años.
—Desde que tenía dieciocho años. —Sonreí.
—Bueno, en lo que a mí respecta, lo lograste como modelo y lo lograste
como diseñadora. Me encanta tu línea de ropa y me gustaría ser la primera
persona en sumarse a la tendencia Simply Jenni y poner tu ropa en nuestras
tiendas Nordstrom en todo el mundo.
Quería saltar y gritar, “SÍ”. Quería envolver a Seymour con mis brazos
y apretarlo fuerte. Pero eso no sería muy profesional.
—Gracias, señor Klaus. Me encantaría que Nordstrom vendiera mi
ropa.
—Excelente. Prepararé todos los contratos y los enviaré para que tú y
el señor Sterling puedan revisarlos. También me gustaría preguntarte si
estarías interesada en diseñar una línea de vestidos de noche
exclusivamente para nuestras tiendas. ¿Quizás de seis a ocho vestidos?
—Sí. Por supuesto. Puedo hacerlo.
—Espere un segundo —intervino Shaun—. Ella puede diseñar una
línea de vestidos de noche, pero no solo para sus tiendas. Si hace eso,
básicamente la está contratando para que diseñe exclusivamente para
usted.
—¿Y? —La ceja de Seymour se arqueó.
—Ella no es una diseñadora de Nordstrom, y Simply Jenni no será
exclusiva de ninguna tienda. Es inteligente, señor Klaus, y veo lo que está
tratando de hacer aquí. Mientras mi dinero esté involucrado, no sucederá.
Entonces, mi pregunta es, ¿sigue queriendo una línea de vestidos de noche?
Seymour y Shaun se miraron por un momento. Ninguno rompió el
contacto visual y, finalmente, pude verlo en “modo negocios”.
—¿Por qué no esperamos y vemos cómo se vende primero la línea de
ropa original? —respondió Seymour.
—Está bien. Puede ver su colección de vestidos de noche en su página
de Instagram tan pronto como esté completa. Espero revisar esos contratos.
—Shaun se levantó y extendió su mano.
—Gracias, señor Klaus. Espero con interés trabajar con usted. — 201
Sonreí mientras estrechaba su mano.
Dejé escapar un profundo suspiro cuando salimos de la tienda.
—¿Por qué hiciste eso? —pregunté con seriedad.
—¿No es por eso que querías que viniera? ¿De verdad querías que una
línea de tus vestidos de noche fuera exclusiva de Nordstrom? Hay peces más
grandes por ahí, Jenni. Peces más grandes que van a aprovechar la
oportunidad de tus diseños. Nunca pongas todos sus huevos en una
canasta. —Me aconsejó mientras le entregaba su boleto al valet.
Lo que dijo tenía sentido. Puede que no haya confiado en él en lo que
respecta a una relación, pero sí confiaba en él en los negocios.
Me dejó en la acera del estudio.
—¿No vas a entrar? —le pregunté.
—No. Iré a casa y empacaré para mi vuelo mañana, luego me reuniré
con mis hermanos, ya que no los veré por un tiempo.
—Vaya. Bueno. ¿Dónde se reunirán?
—Mi casa.
—Voy a pasar el rato con las chicas esta noche en lo de Alex. Si no te
veo, que tengas un buen vuelo.
—Gracias. Lo tendré.
Abrí la puerta del auto.
—Gracias por venir conmigo.
—No hay problema. —Las comisuras de su boca se elevaron.

—¡Ese hombre me enfurece! —murmuré con los dientes apretados


mientras Alex me pasaba una margarita.
—¿Supongo que estás hablando de Shaun? —Sonrió.
—¿Quién más? Nadie me molesta tanto como ese hombre.
Julia soltó una carcajada.
—No es gracioso, hermana. —Dejé mi margarita y tomé a Lorelei de
sus brazos.
—En realidad, Jen, lo es. ¿Qué hizo ahora?
—Se va a Nueva York mañana —respondí.
202
—Sí. Lo sé. ¿Es por eso que te enfurece? —Su ceño se frunció.
—No. Simplemente no sabía si lo sabías. ¿Cuándo te lo dijo? —Mi ojo
se entrecerró.
—La semana pasada.
—¡Te lo dijo la semana pasada, y me lo acaba de decir hoy!
—Si recuerdas, no estabas hablando con él.
—Como sea. Estoy por encima de su culo tonto.
Se rió Alex.
—Estoy tan confundida aquí, Jenni. Pensé que lo habías perdonado.
—Sí, bueno, tal vez no lo perdono. No necesitamos a ningún tipo tonto,
¿verdad, cariño? —Levanté a Lorelei—. No. No, no lo hacemos. Los chicos
no causan más que problemas.
—¿Qué le estás diciendo a nuestra sobrina? —preguntó Stefan
mientras entraba a la cocina.
—Que los chicos son tontos. —Arqueé mi ceja.
—Vaya. De acuerdo. —Sonrió mientras agarraba una botella de
whisky y salía.

Shaun
Mis hermanos y yo nos sentamos frente a la fogata con nuestras
guitarras y esperamos a que Stefan regresara con una botella nueva de
whisky escocés que había importado.
—Aquí esta. —Se la entregó a Sebastian.
—Bien. Abramos a este bebé y veamos si sabe tan bien como se ve. —
Sonrió.
—Cuando entré a mi cocina, Jenni levantó a Lorelei y le dijo que los
chicos eran tontos.
Solté una carcajada.
—¿Alguna idea de por qué diría eso? —La ceja de Sam se arqueó.
203
—Quién sabe. Básicamente me he mantenido alejado de ella.
—¡Ves! —señaló Stefan—. Está funcionando. Estás demostrando que
no te importa, y a ella no le gusta.
—Sí. Todo es un juego con estas mujeres —comentó Sebastian—. Y
ninguno de ustedes le cuente a Emilia que dije eso.
—Almorzamos juntos hoy antes de la reunión con Seymour.
—¿A dónde fueron? —preguntó Sebastian.
—Blue Ribbon Sushi Bar & Grill.
—¿Conseguiste que fuera allí? —preguntó Simon.
—Tuvimos que sentarnos afuera. Ella no puso un pie en el
restaurante. No tenía idea de lo que había sucedido cuando ella y Grace
fueron allí.
—Sí. Fue aterrador para ella. No ha vuelto desde entonces. Por otro
lado, Grace quiere comer allí todo el tiempo.
—¿Comer dónde? —Grace se acercó y envolvió sus brazos alrededor
del cuello de Simon.
—Blue Ribbon Sushi Bar & Grill.
—Vaya. Me encanta ese lugar. Desde que Jenni me llevó allí, he estado
obsesionada. Como sea, tenemos que irnos. —Ella besó su mejilla.
—¿Por qué?
—Acabo de recibir una llamada. Hubo un homicidio en Hollywood
Hills.
—¿Qué demonios? ¿No recibí una llamada?
—¿Has revisado tu teléfono?
Sacó su teléfono de su bolsillo.
—Vaya. Supongo que no lo escuché. Mierda. Lo siento, hermanos.
Tengo que correr.
—No te preocupes. Diviértanse encontrando un asesino —dije.
—Sé que lo haré. —Grace sonrió mientras ella y Simon se alejaban.
Cuando terminó la noche y mis hermanos se fueron a casa, limpié,
luego subí las escaleras y me metí en la cama. Mi vuelo estaba programado
para salir a las seis y cuarenta y cinco de la mañana y tenía un largo día
por delante. Tenía la esperanza de ver a Jenni una última vez antes de irme, 204
pero ella nunca se acercó y la extrañaría aún más.
45
Jenni
—¡Ni una palabra! ¿Puedes creerlo?
—Cariño, ¿de qué estás hablando? —preguntó Wes.
—¡Shaun! Ha pasado una semana y no he oído ni una palabra de él.
—¿Hay alguna razón por la que lo harías?
—No. Pero aun así podría haber llamado o enviado un mensaje.
—No hay una regla que diga que un chico tiene que enviar un mensaje
de primero. Escríbele.
—¡No! —Mi ceño se frunció—. Probablemente esté demasiado ocupado
de todos modos.
205
—Y estoy seguro de que está saliendo por la noche. No hay forma de
que un hombre como Shaun Sterling se quede encerrado en su ático.
Me quedé allí y entrecerré los ojos hacia él.
—Lo siento —suspiró—. Jen, ¿qué está pasando? Un minuto estás
hablando de que no lo soportas, y al minuto siguiente estás molesta porque
no has sabido nada de él.
—Ni siquiera se despidió. —Me desplomé en mi silla.
—De nuevo, ¿por qué lo haría? Le dejaste muy claro al hombre sexy
que no querías tener nada que ver con él. ¿Lo extrañas?
—No. ¡No lo extraño!
Wes soltó una carcajada.
—¿Por qué esa risa?
—Aunque no quieres tener nada que ver con él, se siente seguro
cuando está aquí. Ahora que se ha ido a Nueva York, no puedes soportar
que se haya ido.
—No es verdad —contradije con un suspiro—. Es de mala educación
que él no…
Mi teléfono sonó y el nombre Sterling Capital apareció en la pantalla.
—Hablando del demonio. —Wes sonrió— Vamos. Contesta.
Sonreí en silencio mientras presionaba el botón de respuesta y lo
ponía en altavoz.
—Hola.
—Hola. ¿Es Jenni?
Miré a Wes mientras el nudo en mi vientre se apretaba.
—Sí.
—Es Selena, la asistente personal de Shaun.
—Vaya. Hola, Selena. —Miré a Wes.
—Shaun quería que te hiciera saber que revisó los contratos de
Seymour Klaus, y estamos listos para comenzar.
—Excelente. ¿No podía llamarme él mismo para decírmelo?
—Está en reuniones consecutivas todo el día. Me pidió que llamara y
te lo dijera.
—Por supuesto que lo hizo. 206
—¿Disculpa?
—Nada. Gracias, Selena.
—De nada. Qué tengas un lindo día.
—Tú también.
Terminé la llamada e inhalé una respiración profunda.
—Así es. Respira. Respira —ordenó Wess.

—¿Él no pudo llamar y decírmelo él mismo? —expresé en voz alta


mientras me sentaba y cenaba con Simon y Grace en su casa.
Todavía estaba nerviosa por la llamada de Selena.
—Está ocupado, Jen —alegó Simon.
—Eso puede ser cierto, pero habría tomado dos segundos.
—Dos segundos podrían costarle miles de millones de dólares —
comentó Grace.
—¿En serio? —Ladeé la cabeza—. ¿Están de su lado?
—No hay bandos que tomar. Tú eres la que no le dará una segunda
oportunidad. Entonces, ¿por qué debería llamarte? Tal vez hablar contigo
aún duele demasiado —opinó Simon.
—Vaya. Vaya. —Asentí mientras lo miraba—. Siento que necesitas
otro moretón que coincida con el otro lado de su rostro, detective.
Se rió Grace.
—Solo envíale un mensaje o llámalo —comentó Grace mientras se
acercaba y ponía su mano sobre la mía.
—No. No haré tal cosa. Le espera un rudo despertar cuando regrese.
Te diré eso.
—¿En serio? —La ceja de Simon se arqueó—. ¿Y qué vas a hacer?
—Oh, ya verás. —Lo apunté con el tenedor—. Solo espera.
Simon dejó escapar un suspiro.
—Honestamente no quiero tener que arrestarte, así que mantenlo
legal, por favor.
207

Shaun
Acababa de llegar a casa de la oficina y me serví un whisky cuando
sonó mi teléfono. Al sacarlo de mi bolsillo, era una llamada de Facetime de
Simon.
—Hola, hermano. Qué bueno verte —lo salude con una sonrisa.
—Es bueno verte también. Invitamos a Jenni a cenar esta noche.
—¿Cómo está?
—Enojada, hermano. Molesta.
—¿Por qué?
—Porque no te has molestado en enviarle un mensaje o llamarla, y tu
asistente la llamó.
Me reí.
—Ella estará bien.
—Amenazó con magullarme el otro lado del rostro porque pensó que
te estaba defendiendo.
Dejé escapar otra risa.
—Estaré en casa en unos días y me ocuparé de ella.
Colgamos la llamada y terminé mi whisky. Era difícil no llamarla o
enviarle mensajes. La extrañaba mucho, pero ella necesitaba pensar que no
me importaba. Caminé hacia el sofá, agarré mi guitarra y comencé a
rasguear. Solo recé a Dios para que el plan que había elaborado
perfectamente en mi cabeza funcionara cuando volviera a California y a ella.

208
46
Jenni
Hoy iba a ser un buen día. Finalmente había superado a Shaun y ya
no me importaba una mierda si me llamaba o no. Que se joda. ¿No se
sorprendería cuando llegara a casa y encontrara su mierda movida por todas
partes? El pensamiento me dio pura satisfacción. Había olvidado que
todavía tenía su llave, así que fui a su casa la noche que cené en casa de
Simon para desordenarla. Mientras miraba alrededor de su lugar prístino,
decidí que las cosas debían reorganizarse, así que lo hice. Cuando terminé,
dejé la llave en la isla, y cuando me fui, cerré la puerta por dentro antes de
cerrarla.
—¡Buenos dias! —Sonreí brillantemente a mi personal cuando entré
al estudio con un café grande de Mojo Madness en la mano.
209
—Estás de buen humor. —Sonrió Wes.
—Estoy de muy buen humor.
—Debes haber hablado con Shaun.
—Mmm, no.
—Entonces, ¿por qué estás de tan buen humor? —Su ceño se frunció.
—¿Por qué no? El sol brilla, es un día hermoso, tengo cinco vestidos
de noche diseñados y listos para confeccionar, y mi línea de ropa llega a las
tiendas Nordstrom en tres meses. —Sonreí—. Además, tengo un personal
maravilloso que me ama. Ellos me aman, ¿verdad? —Fruncí el ceño.
—Por supuesto que lo hacen. Todos te queremos. —Wes me abrazó.
—¿Disculpe? ¿Es usted Jenni Benton? —Un hombre se paró en la
puerta de mi oficina con un gran ramo de hermosas flores.
—Sí. —Caminé hacia él.
—Estas son para usted. Solo necesito que firme aquí.
Después de firmar por las flores, el hombre me las entregó.
—Gracias.
—De nada. Que tenga un lindo día.
—Son hermosas. ¡Apuesto a que sé de quién son! —bromeó Wes con
una sonrisa.
Abrí el pequeño sobre y saqué la tarjeta.

¿Ya me echas de menos?

Inhalé un fuerte suspiro y lentamente cerré los ojos. No estaba


arruinando mi estado de ánimo.
—¿Qué es eso? —preguntó Wes mientras caminaba hacia la puerta.
—¿Qué es qué?
De repente, escuché el rasgueo amplificado de una guitarra
proveniente del primer piso. Al salir de mi oficina y acercarme a la
barandilla, miré hacia abajo y vi a Shaun sentado en un taburete tocando
su guitarra. En el momento en que nuestras miradas se encontraron,
comenzó a cantar la versión acústica de Take on Me. Todos los que estaban
abajo se reunieron en un círculo a su alrededor mientras cantaba, y sus
ojos nunca dejaron los míos. Mi corazón latía con fuerza fuera de mi pecho,
y las lágrimas llenaron mis ojos mientras escuchaba las dulces palabras que
210
salían de su boca.
—Si no perdonas a ese hombre y vas con él, renuncio —amenazó Wes.
Bajé las escaleras y me acerqué a él mientras cantaba el último verso
y tocaba el acorde final. Se levantó de su taburete y me miró a los ojos.
Nunca lo había amado más que en ese momento.
—Eres un imbécil. —Las comisuras de mi boca se curvaron hacia
arriba.
—Sé que lo soy. Pero aun así estoy enamorado de ti. —Sonrió mientras
limpiaba las lágrimas de mis ojos.
Rodeé su cuello con mis brazos y lo abracé con fuerza.
—Te extrañé. —Le susurré al oído.
—No tanto como te he extrañado.
Rompió nuestro abrazo y estrelló su boca contra la mía mientras mi
personal empezaba a aplaudir y silbar.
—¿Puedes tomarte el día libre? —preguntó.
—Puedo hacer lo que quieras que haga —respondí sonriendo.
—No deberías haberme dicho eso. —Sonrió mientras se abalanzaba y
me levantaba.
—La señorita Benton no vendrá por el resto del día. —Le anunció a mi
personal—. Wes, agarra su bolso y bájalo.
Tan pronto como Wes me entregó mi bolso, Shaun me sacó del estudio
y me metió en su auto.
—¿Mi casa? Está muchísimo más cerca.
—Sí. —Sonreí y luego recordé lo que había hecho—. Oh, espera. Tal
vez esa no sea una buena idea. —Mordí mi labio inferior mientras lo miraba.
—¿Qué hiciste? —Una sonrisa cruzó sus labios.
—Nada. —Miré hacia otro lado.
—¿Jennifer?
—Vaya. ¿Estás usando nombres formales ahora? —Mi ceja se arqueó.
Sacudió la cabeza con una sonrisa y arrancó en dirección a su casa.
Cuando entramos, tragué saliva mientras caminaba.
—Veo que redecoraste un poco mientras estaba fuera.
—Estaba enojada porque no me llamaste ni me enviaste un mensaje. 211
—Sé que lo estabas. —Las comisuras de su boca se alzaron mientras
me levantaba—. Supongo que tendré que compensarte de la mejor manera
que sé. —Me cargó escaleras arriba, y mis piernas se tensaron ante la idea.

—¿Cuánto extrañaste esto? —preguntó mientras su lengua se


deslizaba por el interior de mi muslo y se detenía en mi abertura.
—Mucho —jadeé.
—¿Y esto? —Su lengua me rodeó.
—Oh, dios mío. Mucho. —Agarré las sábanas hasta que mis nudillos
se pusieron blancos.
Su boca me exploró, y su dedo se sumergió dentro, trayendo el último
orgasmo. Dejé escapar varios gemidos placenteros mientras mi cuerpo
temblaba de satisfacción. Deslizó su lengua por mi torso y sobre mis tetas
antes de acercar sus labios a los míos. Empujó dentro de mí, y dejé escapar
una bocanada de aire al sentirlo. Lo hicimos durante un tiempo y en
diferentes posiciones hasta que ya no pudo contenerse. Explotó con un
último empujón mientras se enterraba profundamente dentro de mí. Sonreí
ante los gratificantes sonidos que procedían de él mientras mis uñas se
clavaron en la carne de su espalda musculosa.
—Nunca te dejaré ir —susurró antes de que su cuerpo colapsara sobre
el mío.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo —afirmó con gran expectación—. Te amo tanto.
—Yo también te amo, y nunca deje de hacerlo.
Después de que nuestros cuerpos se calmaron, nos metimos en una
bañera llena de burbujas calientes y él encendió los chorros. Acostada con
mi espalda contra su pecho, sus brazos se apretaron a mí alrededor.
—Tenemos esto, Jen.
—Sí. Tenemos esto. —Eché la cabeza hacia atrás y le sonreí.
—Escuché que eras una niña malhumorada mientras yo no estaba.
—¿Y quién te dijo eso? —Me di la vuelta en sus brazos y envolví su
cintura con mis piernas.
—Gente. —Sonrió—. Mucha gente. 212
—Bueno, tal vez si me hubieras llamado o enviado un mensaje, no lo
habría estado.
—Te estaba dando espacio.
—Tal vez no quería que lo hicieras.
—De alguna manera, creo que lo querías —bromeó.
—Solo estaba protegiendo mi corazón. —Bajé la mirada.
Puso su dedo debajo de mi barbilla y la levantó, así que mis ojos se
encontraron con los suyos.
—Ya no tienes que hacer eso porque nunca más voy a lastimarte.
Tienes mi palabra sobre eso, Jenni.
—Sé que no lo harás. —Llevé mis labios a los suyos—. Por cierto, no
te has acostado con nadie más, ¿verdad?
Su ceño se frunció.
—No. Por supuesto que no. ¿Y tú? —Su ceja se levantó.
—No. ¿Por qué habría?
—¿Por qué lo haría yo?
—Estuviste en Nueva York. ¿Qué hiciste todo ese tiempo?
—Pasé el noventa y nueve por ciento extrañándote.
—¿Y el otro uno por ciento?
—Tomando el control de las empresas. —Las comisuras de mi boca se
curvaron hacia arriba.
—Eso es sexy.
—¿Sí? ¿Te gusta eso? —Me acarició suavemente la mejilla.
—Si. Ya sabes, los multimillonarios siempre han sido lo mío. —Metí la
mano debajo del agua y acaricié su dura polla mientras mis labios se
encontraban con los suyos.
—Entonces es bueno que sea multimillonario. —Dejó escapar un grito
ahogado.

213
47
Shaun
—Ahí está. —Simon sonrió y me abrazó cuando Jenni y yo salimos al
patio de Sam y Julia.
—Bienvenido a casa, hermano. —Sebastian, Stefan y Sam me
abrazaron.
—Gracias. Es bueno estar en casa.
—Bienvenido a casa, hijo. —Mi padre me palmeó la espalda mientras
sostenía a Nora.
—Gracias, papá. ¿Puedo? —señalé a Nora. 214
—Por supuesto. Es tu hermana. —Sonrió.
Tomé a Nora de sus brazos y la sostuve.
—Has crecido tanto en las dos semanas que estuve fuera. —La abracé.
—Supongo que las cosas con Jenni están bien —comentó Sam.
—Si, hermano. Teniendo en cuenta que han estado encerrados en tu
casa todo el día.
—Teníamos mucho que arreglar. —Sonreí.
—Apuesto a que lo hiciste —aseguró Simon sonriendo.
—Además, necesitaba volver a poner las cosas en su lugar.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Sam.
—Se tomó la libertad de reorganizar algunas cosas mientras yo no
estaba.
Sam se quedó allí y sacudió la cabeza.
—Definitivamente es la hermana de Julia. ¿Qué tan malo fue?
—Digamos que no la dejaría ayudar a limpiar.
—Buen hombre. —Me palmeó la espalda.

Un mes después

Estaba surfeando con mis hermanos cuando notamos que nuestro


padre nos miraba desde su patio. Cuando terminamos, me llamó.
—Hola, papá. ¿Qué pasa?
—Siéntate, hijo.
Celeste salió y me entregó una taza de café.
—Gracias, Celeste.
—De nada, Shaun. —Sonrió y volvió a entrar.
—Quería hablar contigo sobre algo.
—Por supuesto. ¿Qué es?
Me entregó un sobre grande. Al abrirlo, saqué los papeles del interior,
los leí y luego lo miré. 215
—Papá, estas son acciones para Kind Design & Architecture.
—Lo sé. Son tus acciones.
—No puedo aceptar esto.
—Puedes y lo harás. Esa empresa también te pertenece, y tendrás un
asiento en la junta con tus hermanos.
—No sé qué decir. Gracias. Esto significa mucho.
—De nada, hijo. También quería discutir algo más contigo, y
entendería totalmente si te opusieras.
—¿Qué es?
—Estaba pensando que tal vez estarías interesado en cambiar tu
apellido o agregarlo.
—¿Quieres que cambie mi apellido a Kind?
—Shaun Sterling Kind. Shaun Kind Sterling. Lo que quieras. Eres un
Kind, eres mi quinto hijo, y deberías llevar el nombre que era tuyo por
derecho desde el principio.
—Sí. Lo pensare.
—De acuerdo. Eso es todo lo que pido. Solo piénsalo un poco.
Hablamos un poco más, y después de que terminé mi café, me fui a
casa.
—Hola. —Jenni sonrió cuando entré por la puerta corrediza—. ¿Cómo
estuvo el surf?
Me acerqué a ella, agarré sus caderas y la besé.
—Estuvo bien. Hubo muchas buenas olas hoy. Mi padre me llamó
cuando terminamos.
—¿Oh sí? ¿Qué quería?
—Me dio acciones de la compañía y un puesto en el directorio de Kind
Design & Architecture.
—Vaya, Shaun. Eso es genial. —Sonrió.
—Luego me preguntó si consideraría cambiar mi apellido a Kind.
—¿Qué dijiste? —Su ceja se arqueó—. ¿Lo harás?
—No lo sé. Le dije que lo pensaría. Hay algo que necesito decirte.
Quería esperar hasta que todo estuviera finalizado.
—¿Qué es? —preguntó con preocupación en su voz. 216
—Voy a mudar Sterling Capital Corp. a California.
—¿Qué? ¿En serio?
—Sí. No quiero seguir yendo y viniendo todo el tiempo. No es como si
pudieras ir conmigo porque estás muy ocupada con tu empresa.
—¿Qué pasa con tu personal?
—Adam vendrá seguro, al igual que algunos otros. Para aquellos que
optaron por quedarse, les di un buen paquete de indemnización. También
compré un jet privado.
—¡Cierra la boca! —Sonrió mientras golpeaba mi pecho—. No lo
hiciste.
—Lo hice. Supuse que lo usaríamos todo el tiempo, viajando por el
mundo para desfiles de moda. Además, el resto de la familia puede usarlo
cuando lo necesite.
—¿No más aerolíneas comerciales?
—No más aerolíneas comerciales —confirme con una sonrisa mientras
besaba sus labios.
—En ese caso, tenemos que planear un viaje para poder probarlo.
—Nombra un lugar y volaremos hacia el. A donde quieras ir.
—Me pondré en contacto contigo sobre eso. —Las comisuras de su
boca se elevaron—. ¿Ha encontrado un edificio para Sterling Capital Corp.?
—Estoy en el proceso de buscar. ¿Sabes de alguno?
—No. Tal vez Sam y Stefan puedan construir uno para ti.
—Mmm. No es una mala idea. ¿Hiciste la cama?
Me miró mientras se mordía el labio inferior.
—Tomaré tu silencio como un no. —La alce—. Dado que no está
hecha, creo que es mejor que le demos un buen uso. ¿Qué dices?
—Creo que es brillante, señor Sterling. ¿O es Kind?
—Eres linda. —La cargué escaleras arriba y al dormitorio.

217
48
Una semana después

Jenni
Todos estábamos en casa de Sebastian haciendo una barbacoa. Los
chicos estaban afuera y las chicas estábamos en la cocina discutiendo los
planes de boda con Emilia.
—Hay algo que quiero preguntarte —comentó mientras sujetaba mis
manos.
—¿De acuerdo?
—¿Serias una de mis damas de honor?
—¡Oh, dios mío! Sí. ¡Me encantaría! —La abracé.
218
—Gracias. No había forma de que pudiera decidirme por una sola
persona, así que todas ustedes son mis damas de honor. Hay algo más que
quiero preguntarte. ¿Diseñarías los vestidos junto con mi vestido de novia?
—¿Qué? ¿Quieres que diseñe tu vestido de novia?
—Sí. Quiero caminar por el pasillo y casarme con el amor de mi vida
con un alta costura de Simply Jenni.
—Literalmente no puedo respirar en este momento. Me sentiría muy
honrada de diseñar tu vestido. —La abracé de nuevo—. Y los nuestros.
—Gracias. Creo que deberíamos celebrar. Sebastian trajo a casa una
botella de champán caro del restaurante. Vamos afuera.
Las cinco salimos y Emilia le pidió a Sebastian que trajera la botella
de champán.
—¿Qué estamos celebrando? —preguntó Sam.
—Jenni va a diseñar mi vestido de novia y los vestidos de las damas
de honor.
—Eso es genial, cariño. —Shaun extendió los brazos y me senté en su
regazo—. Estoy feliz por ti.
—Gracias. —Besé sus labios.
Sebastian salió con la botella de champán, abrió el corcho y nos sirvió
una copa a cada uno.
—Por Emilia, Sebastian y sus próximas nupcias —brindó Simon.
—Y por Jenni. ¿Quién va a hacer que me vea y me sienta como una
princesa? —Sonrió Emilia.
—Salud. —Todos hablaron mientras sosteníamos nuestras copas.
—¿Vas a decirles? —Le sonreí a Shaun—. Creo que ahora es tan
bueno como cualquier otro.
—¿Decirnos qué? —intervino Simon.
—Si, hermano. ¿Qué secreto estás escondiendo? —preguntó Stefan.
—De acuerdo. Bueno. Cálmense. Dejaré que el gato salga de la bolsa.
Compré un jet privado, y todos ustedes pueden usarlo cuando necesiten
volar a alguna parte. No más vuelos comerciales.
—¡Cierra la boca! —exclamó Stefan—. No lo hiciste.
—Lo hice.
—Ese es mi chico. —Su padre sonrió mientras sostenía su copa.
219
—Entre viajar hacia y desde desfiles de moda, vacaciones, reuniones
de directorio en Nueva York y otras cosas, tenía sentido.
—Vaya —comentó Sebastian—. Eso es asombroso. Gracias mi
hermano.
—De nada. Hay algo más. —Sacó el sobre que estaba junto a la silla
y se lo entregó a Henry.
—¿Qué es esto? —Le preguntó.
—Ábrelo y mira.
Miré a Shaun y sonreí mientras lo besaba suavemente.
Henry sacó el papel y lo sostuvo en su mano. Pude ver las lágrimas
brotar en sus ojos mientras lo miraba.
—Papá, ¿qué es? —preguntó Sam.
—Sí, papá. ¿Qué? —secundó Simon.
—Es una petición para un cambio de nombre legal.
—¿Eh? —El ceño Stefan se frunció.
—Su hermano está cambiando su apellido a Kind.
—¿Qué? —Sonrió Sam.
—¿En serio? —preguntó Simon.
—Sí. Lo estoy cambiando a Shaun Sterling Kind.
—Eso es fantástico —exclamó Sebastian—. Eso no va a arruinar a
Sterling Capital Corp., ¿verdad?
—No. No voy a cambiar el nombre de la empresa. Solo voy a actualizar
el papeleo. Pero todo lo que surja estará bajo la dirección de Shaun Sterling
Kind.
Henry se puso de pie y se acercó a Shaun. Me levanté de su regazo
para que pudiera ponerse de pie, y los dos se abrazaron.
—No tienes idea de lo feliz que me hace esto —dijo Henry—. Gracias.
—De nada, papá. Fue una decisión fácil.

220
49
Shaun
Fuimos al apartamento de Jenni a buscar un vestido que quería usar
para una fiesta en el nuevo edificio de Sterling Capital en Los Ángeles.
Mientras ella revisaba su armario, me acomodé en su cama.
—Múdate conmigo. —Le pedí.
—¿Qué? —Se giró y me miró.
—Múdate conmigo. Ya estás en mi casa el noventa y nueve por ciento
del tiempo. Si ya te hubieras mudado por completo, no estaríamos aquí para
que pudieras buscar tu vestido. Ya estaría colgado en el armario de mi casa.
—Nunca preguntaste. 221
—Pensé que algún día volvería a casa y todas tus cosas ya estarían
allí. Dirías: “¡Sorpresa! Me mudé”. Y cuando vengo todos los días y veo que
no ha sucedido, me entristece. —Hice un puchero.
Soltó una carcajada y se subió encima de mí.
—Podría desordenar tu casa —bromeó.
—Ya lo haces. —Mis labios formaron una sonrisa.
—Haré la cama si soy la última en salir cuando me apetezca. Tal vez,
después de mi ducha o mi café de la mañana.
—Me aseguraré de ser el último en salir.
—No voy a volver a ponerle la tapa a la botella de champú después de
usarla.
—Ya no lo haces.
—No seré responsable si mi ropa no llega al cesto de la ropa sucia.
—Ahora, eso no es negociable. —Mi ceja se arqueó.
—Pensé que nunca lo preguntarías, idiota. —Las comisuras de su
boca se curvaron hacia arriba.
—No pensé que tuviera que hacerlo. Pero, Jenni, mi amor, ¿te
mudarías conmigo, por favor?
—Sí. —La hermosa sonrisa que estaba en sus labios se amplió—. Me
encantaría mudarme contigo.
—Excelente. Los de la mudanza vendrán el domingo por la mañana
para empacar sus cosas y trasladarlas a mi casa.
—¿Qué?
—Sabía que dirías que sí, así que ya lo arreglé. Pasaremos todo el día
de mañana limpiando y deshaciéndonos de las cosas que no necesitas.
—Necesito todo lo que hay en este lugar. —Su ceja se arqueó.
—Jen…
—Bien, de acuerdo. Puede que haya algunas cosas que no necesito.
—Lo primero que debe desaparecer es ese camisón andrajoso que
llevas puesto.
—No. —Frunció el ceño—. Eso no.
—Ya no lo necesitas.
Metí la mano debajo de la cama, saqué una caja blanca con un lazo
rojo encima y se la entregué.
—¿Qué es esto?
222
—Ábrelo y mira.
Quitó la tapa y sacó la camiseta de dormir de algodón de manga corta
rosa bebé suave que decía “Soy de Shaun” en el pecho.
—Vaya. —Arrugó la nariz y me reí.
—Cada vez que la uses, recordarás la noche en que te pedí que te
mudaras conmigo. No más camisones tristes. Solo los felices. O si lo
prefieres, nada en absoluto. —Sonreí
—Me encanta. Gracias. —Se inclinó y acercó sus labios a los míos.
No pude evitarlo, y no pude contenerme, así que me reí.
—¿Qué es tan divertido?
—Es completamente tonto. ¿De verdad vas a usar un camisón que
diga: “Soy de Shaun”?
—Puedes apostar a que lo hare. Tú me lo compraste.
—Como una broma. No pensé que realmente te gustaría.
—Lo usare todas las noches.
—No, no lo harás.
—Sí, lo haré. ¡CADA. NOCHE!
—Entonces no tendré más remedio que quitarlo de tu cuerpo todas
las noches.
—¿Promesa?
—Puedes apostar. —Sonreí cuando nuestros labios se encontraron en
un beso apasionado—. Te amo Jenni.
—Yo también te amo, Shaun.

El servicio de auto que contraté para llevarnos a la fiesta había llegado


a la entrada.
—Jen, vamos. El auto está aquí —grité escaleras arriba.
—Ya voy. Estaba limpiando el baño.
—Buena chica. —Besé su frente mientras bajaba las escaleras—. Te
ves impresionante.
—Gracias. Te ves tan guapo y delicioso. Alguien está teniendo suerte 223
otra vez esta noche. —Sonrió.
—Detente. No me hagas enfadar.
Subimos al auto y el chofer nos llevó al edificio donde estaba ubicado
Sterling Capital Corp..
—Espera. ¿Por qué estamos en el edificio donde está Kind Design &
Architecture? —preguntó Jenni.
—Sorpresa. —Sonreí.
—¿Sterling Capital está en el mismo edificio?
—Un piso abajo de Sam y Stefan.
—Es por eso que estabas siendo tan misterioso sobre dónde estaba
ubicada tu nueva oficina.
—No estaba siendo misterioso. Quería sorprenderte.
—¿Y los chicos saben sobre esto?
—Por supuesto que sí. Les dije que no se los mencionaran a ustedes.
Entramos al edificio y tomamos el ascensor hasta el décimo piso.
Cuando se abrieron las puertas, el espacio ya estaba repleto de gente. Los
camareros caminaban con bandejas de deliciosos aperitivos y copas de
champán. También había una barra con bartender y una mesa de tres
metros repleta de bandejas de quesos, carnes, verduras, frutas y postres.
—Vaya. Esto se ve genial —exclamó Jenni mientras su brazo envolvía
el mío.
—Selena hizo un gran trabajo. Ella nunca habría venido si su
prometido no hubiera obtenido el ascenso laboral que tanto deseaba.
—Tuviste algo que ver con eso, ¿no?
—Nunca lo diré. —Le di un guiño.
Reuní a mi familia y les pedí que me siguieran por las escaleras hasta
el segundo nivel. Mientras estábamos de pie en la barandilla mirando a
todos mis invitados, pedí la atención de todos.
—Ni en un millón años, pensé que dejaría Nueva York, y mucho menos
mudar mi empresa a Los Ángeles. Pero estas personas aquí, mi familia, son
responsables de que eso suceda. Otra persona responsable es esta mujer de
aquí. —Agarré la mano de Jenni—. El amor de mi vida y la diseñadora de
moda en ascenso de Simply Jenni, Jenni Benton. Quiero dar la bienvenida
a mi personal de Nueva York y al nuevo personal adicional que acaba de
unirse a nosotros aquí. Que todos ustedes me hagan a mí y a ustedes 224
mismos ganar mucho dinero. —Sonreí—. Bienvenidos a Sterling Capital
Corp. —Levanté mi copa y señalé con la cabeza a los dos hombres que
quitaron la tela negra del nombre de la empresa incrustado en la pared en
grandes letras doradas.
—Felicidades hermano. —Simon sonrió mientras palmeaba mi
espalda—. Esto es increíble.
—Gracias, Simon.
—Es bueno tenerte un piso más abajo —comentó Sam mientras
colocaba su mano sobre mi hombro.
—Te encantará el edificio, hermano. La cafetería de abajo tiene un café
delicioso. Uh, no le cuentes a Julia que dije eso —bromeó Stefan.
Dejé escapar una risita.
—Estoy encantado de que te hayas quedado, y que todo salió bien.
Además, gracias por aceptar ser uno de mis padrinos en la boda. —Me
agradeció Sebastian sonriendo—. No me sentiría bien si todos mis hermanos
no estuvieran a mi lado.
—De nada hermano. Gracias por pedírmelo.
Todos volvieron a bajar al primer nivel, excepto yo. Me paré en la
barandilla y miré a mi familia, amigos y mi nueva vida. Una vida llena de
amor y rodeada de familia.
—¿Qué estás haciendo aquí arriba? —preguntó Jenni con una sonrisa
mientras pasaba su brazo alrededor de mi cintura.
—Simplemente asimilando todo por lo que tengo que estar agradecido.
—Envolví mi brazo alrededor de ella y la atraje hacia mí.
—Te voy a extrañar al otro lado del pasillo frente a mí en el estudio —
confesó—. Puede que tenga que encontrar un nuevo chico sexy para ponerlo
allí y mirarlo.
—No será tan bueno en la cama como yo. —Le di un guiño.
—Te lo haré saber. —Sonrió.
—¿Le he dicho cuánto la amo, señorita Benton?
—Sí. Pero dímelo de nuevo.
Agarré su barbilla en mi mano.
—Estoy tan enamorado de ti.
—Y yo estoy tan enamorada de ti. —Nuestros labios chocaron.
—¿Disculpe, señor Sterling? —Nos interrumpió un hombre—. ¿Le
importaría darnos una entrevista rápida? 225
—Por supuesto. Y es Kind. Shaun Sterling Kind. —Las comisuras de
mi boca se elevaron.

Fin
Próximo Libro
La familia a la que has llegado a amar está de vuelta en el libro seis de la
serie Kind Brothers, contada desde múltiples puntos de vista.
Únase a Sam, Stefan, Sebastian, Simon y Shaun mientras navegan por la
vida entre sus negocios, trabajos y la expansión de su familia. Propuestas
de matrimonio, bodas y sorpresas
inesperadas mantienen a esta familia fuerte.
Pero cuando ocurre la tragedia, sus vidas se
verán alteradas para siempre, fortaleciendo
su vínculo ya inquebrantable.
También conocerás a tres nuevos hombres
Kind que llegan a la ciudad.
Jackson, Conner y Nathan Kind son tres
sexys hermanos y médicos que se mudan a 226
Los Ángeles para abrir su consultorio médico.
Sobre la autora
Sandi Lynn es una autora de superventas de Bestseller del New York
Time, Usa Today y Wall Street Journal y una soñadora y creadora de todo
lo relacionado con el romance, especialmente los multimillonarios. Con más
de cincuenta libros publicados, sigue escribiendo cada día para dar vida a
las historias y a personajes que los lectores ansían. Le encanta ir de
compras, hacer ejercicios en el gimnasio y todo lo
relacionado con el chocolate. Su misión es ofrecer
a los lectores novelas románticas que los
transporten a otro mundo y los alejen de la rutina
diaria, libro a libro.

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