Está en la página 1de 7

Ensayo Breve #2 “Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades” fue la primera novela

picaresca. Este cuento originalmente fue publicado en tres ediciones diferentes en 1554. A pesar
de que su autor es desconocido, es una de las obras más populares de la literatura española
porque estableció lo que se ha designado como “la fórmula picaresca.” La novela picaresca es
considerada la mayor contribución a la literatura en general de España en siglo XVI. Los elementos
básicos de la novela picaresca incluyen a un antihéroe o pícaro cuyas actividades contrastan a los
actividades e ideales de los héroes aristocráticos de las novelas de caballería. “Lazarillo de Tormes”
es la autobiografía de Lázaro, el antihéroe que viene de una vida de pobreza. Lázaro trabaja para
muchas personas diferentes en la novela. Primero sirve a un ciego (y esto es todo lo que está
incluido en nuestro libro de texto), después sirve a un sacristán y luego trabaja para un escudero.
Lázaro también sirve a otros amos hasta que se convierte en el pregonero de Toledo. Durante su
tiempo con el ciego, aparecen varios elementos característicos de la novela picaresca: realismo,
aceptación de la vida pobre y simpatía por otros quien tienen peores vidas que él. En esta trama
hay el apogeo del realismo y también la vida de España vista esta vez desde abajo y no desde
arriba, lo que es un elemento interesante de la novela picaresca. El motivo central que mueve a
Lázaro es su hambre, la principal fuerza de la mayor parte de las novelas picarescas. La fortuna de
las novelas picarescas que empezaron con “Lazarillo de Tormes” se extendió por otros países
europeos y del Nuevo Mundo. Las novelas picarescas que siguieron incluyeron “The Adventures of
Huckleberry Finn” y “Tom Jones.” Pero en el contexto de la literatura española, “Lazarillo de
Tormes” llegó después de “La Celestina” por Fernando de Rojas y antes de “Rinconete y Cortadillo”
por Miguel de Cervantes Saavedra. “La Celestina” vino antes de “Lazarillo de Tormes.” “La
Celestina” es una novela dialogada escrita por Fernando de Rojas y fue publicada originalmente en
1499. Rojas fue un abogado y era de una ciudad cerca de Toledo. Vio el mundo y la sociedad en
forma integral. “La Celestina” incluye personajes aristocráticos y plebeyos que contribuyen a los
temas grandes de muerte y amor. Calisto y Melibea tenían un amor loco. Celestina últimamente
causó las muertes de muchos personajes en esta obra. “La Celestina” fue el primer libro español
que se tradujo al inglés, y hay varias versiones en inglés hoy. Cuando empecé a comparar este
cuento a “Lazarillo de Tormes,” pensé en los personajes primero. La Celestina me recordó del
hombre ciego que trabaja con Lázaro. Los dos son viejos furtivos quien están involucrados con
personajes más jovenes. Miguel de Cervantes escribió y publicó “Riconete y Cortadillo” cerca del
año 1605. Es la más famosa de las novelas cortas españolas. Los protagonistas son pícaros, pero no
es considerada una novela picaresca como “Lazarillo de Tormes.” El ambiente de “Rinconete y
Cortadillo” es realista y se enfoca en la faz escabrosa de los personajes y su modo de vivir antisocial
e irregular. Los personajes principales son Diego Cortado y Pedro del Rincón. Ellos son chicos de
más o menos 16 años. Cuando están en Sevilla, un hombre que se llama Ganchuelo les invita a
entrar en un grupo de ladrones comandado por el señor Monipodio. Monipodio usa un
vocabulario legal y enseña el oficio de robar. Quise comparar esta obra con “Lazarillo de Tormes”
porque los personajes principales en ambas obras usan el engaño para ganar dinero. Es interesante
que “Rinconete y Cortadillo” no sea considerada una novela picaresca, porque también tiene los
elementos de realismo y de crítica social. En el contexto de la literatura española, todas estas obras
son importantes hoy. Es más fácil entender cada escrito cuando se lee en el contexto de las otras.
Algunos de las famosas obras de la literatura española tienen los mismos temas, y esto es obvio
cuando se lee una después de la otra. Hay muchas más obras que son importantes para aprender
sobre la literatura española.
Ensayo Lazarillo de Tormes
“Yo oro ni plata no te lo puedo dar, mas avisos para vivir
muchos te mostraré”

De autor anónimo, Lazarillo de Tormes es una novela picaresca que retrata la sociedad de España
en el siglo XVI en la cual se ve evidenciada la ignorancia, ingenuidad y pobreza. Esta novela
escrita en primera persona, narra la vida de Lázaro (adopta el nombre de Lazarillo de Tormes, ya
que él nace en el río de Tormes) un niño cuya madre lo envió a trabajar como lazarillo, (aunque
bien esto fue solo pasajero, ya que el muchacho tendrá muchos amos) el ciego al cual es
entregado por su madre, es un personaje astuto, a pesar de contar con una discapacidad, es
inteligente y es muy difícil de engañar, él se dedica a vender remedios para casi todos los males
que los hombres y mujeres puedan tener desde un dolor de muelas hasta consejos para el parto.

Haciendo recurso de la ingenuidad e ignorancia de la gente, el ciego es capaz de ganar muy


buenas cantidades de dinero, no obstante Lázaro lo describe como un hombre avaro y mezquino,
aunque gana en el mes lo que muchos ciegos ganarían en un año, el priva a su lazarillo de muchas
cosas indispensables como lo es la comida.

Si bien, el trabajo de un lazarillo es guiar al ciego, en esta novela Lázaro es guiado por este último.
Lázaro ha aprendido del ciego innumerables conocimientos, que le servirán en la vida más que el
oro o la plata, también lo transforma de un niño inocente a un ser astuto y despierto como él, con la
excepción de que el ciego siempre parece ir un paso adelante que el niño, haciendo mención de
que “el diablo sabe más por viejo que por diablo”. El pequeño hace uso de estos nuevos
conocimientos y de su astucia para evitar el hambre y saciar su sed por el vino.

. Como anteriormente se mencionó Lázaro trabajó para muchos amos, el día en que dejó a su
amo, aprovechando un momento en que “Dios cegó aquella hora el entendimiento del ciego” le
jugó por última vez una travesura vengándose de todos los castigos que alguna vez su amo le hizo
pagar.

Su segundo amo fue un clérigo y su estadía no duró demasiado puesto que al igual que su primer
amo, el clérigo era avaro y no lo alimentaba decentemente, obligándolo a robar el pan de la iglesia,
esto como consecuencia hizo que el clérigo lo despidiera.

Más tarde, Lázaro se encontró con un escudero que a pesar de las apariencias era pobre y se
aprovechaba del niño al no darle de comer y hacerlo pedir limosna, tampoco dura mucho con él y
su próximo amo fue un fraile, aunque él era bueno con Lázaro, este último no soportó el rito de
trabajo que llevaba el fraile así que optó por abandonar su trabajo. Es así como encuentra trabajo
con diferentes amos, como un buldero estafador, un maestro pintor de panderos para después
llegar a una Iglesia, donde encontró un capellán, con el halló un trabajo fijo por cuatro años
ahorrando poco a poco, hasta que Lázaro mejora su apariencia deja al capellán.

El final del libro llega al alcanzar una estabilidad en la vida de Lázaro, en la que él se casa con una
criada, y a pesar de que ella tiene una mala reputación hace oídos sordos a los chismes para que
no hubiera una intervención en su felicidad.
l Lazarillo de Tormes.
Un precursor del altihéroe contemporáneo
por Leo Zelada

La novela rompe con la visión arcádica de los personajes y aparecen sujetos dueños de su
propio destino.

La idea principal del presente artículo sostiene que el Lazarillo sería un héroe denominado
novelesco, precursor de los personajes antihéroes que se presentan hoy en día en la novela
contemporánea, debido a la complejidad del tratamiento del personaje, a su contemporaneidad,
a la imperfección que trasunta su estilo realista, lo cual permitió romper la distancia épica
predominante en esa época.

El personaje de El Lazarillo de Tormes no es un héroe en tanto no cumple con muchas de las


virtudes que debe tener un héroe épico: valor, lealtad, nobleza, etcétera. Más aun, el lazarillo es
depositario de una serie de vicios y defectos, por lo que estaría más cerca de ser el personaje
“villano”.

No obstante, la lectura de la historia de tan entrañable pícaro, que nos va relatando sus
sinsabores y desventuras en primera persona, con esa mezcla de estoicismo cínico que actúa
generalmente aguijoneado por el hambre, nos resulta hasta simpático, y produce una
benevolente condescendencia que bien podía anteceder al personaje posteriormente
desarrollado en la literatura universal, que es la del “antihéroe”.

El Lazarillo de Tormes no toca el tema del pasado épico de la nación española, tampoco sirve de
fuente de la epopeya a través de la descripción de tradiciones o leyendas nacionales. La novela
no sólo está relatada en tiempo presente, sino que además trasunta con un lenguaje y estilo al
más puro estilo castizo y popular una inspiración de corte realista, que la convierte en fiel reflejo
de la vida humana en contraste con la idealización arcádica de la novela de caballería, lo cual se
puede corroborar leyendo desde el prólogo tal intencionalidad. Al pretender crear un nuevo tipo
de personaje rompe con la visión arcádica de los personajes, ya que es fiel reflejo de la época
moderna y la aparición de sujetos dueños de su propio destino.

El héroe novelesco en el lazarillo o el antihéroe tiene la libertad del hombre contemporáneo.


"Libre albedrío" del que goza el Lazarillo a través de sus aventuras con sus diferentes amos que
lo llevan a sufrir una serie de penalidades y al término de sus días una aparente holgura. Este
nuevo tipo de héroe es el personaje antihéroe actual, el cual ha de reunir en sí mismo tanto
rasgos positivos como negativos, bajos como elevados, cómicos como serios. Dice el crítico ruso
Mijael Bajtin:

"El héroe no debe ser presentado ya formado e inmutable sino en proceso de formación de cambios, de
modificación por la vida”.

Desde el prólogo y el comienzo del Lazarillo, cuyo tratado primero lleva por título Cuenta Lázaro
su vida y cuyo hijo fue, se destruye la distancia épica al describir con estoico realismo, sutil
ironía y humor (otro rasgo de distancia épica) su desgracia familiar en primera persona con una
verosimilitud tan cercana al testimonio reflejando breve, pero rotundamente una estampa o
documento social de algunas costumbres y exclusiones sociales de los estratos más pobres de la
España del siglo XVI. Lo cual antecede siglos antes la aparición de la novela realista en el siglo
XIX y el realismo sucio a fines del siglo XX.

El Lazarillo es un texto narrativo, fresco, en movimiento, retrato del alma del pueblo español, la
cual es a pesar de su aparente estilo festivo y cómico una crítica de su sociedad, que nos aleja
definitivamente de la perfección y lejanía del mundo de la epopeya. En el Lazarillo de Tormes se
despliega la visión del "pícaro", que en el fondo es un estoico, que sabe que el mundo es malo,
pero que ni prueba siquiera a modificarlo, porque teme que con el arreglo pueda resulta peor.
"Más vale no menearlo" pudiera ser el mote heráldico que rige la conducta del lazarillo. Asediado
por la sociedad, se torna antisocial, aunque con frecuencia se lo calle, pensando en que fuera de
ella, al margen y haciendo caso omiso de ella, ha de vivir más tranquilo. Esta actitud a
contrapelo puede llevar al lazarillo a la situación límite de formar su propia sociedad paralela y
de inverso sentido ético y humano, ya que siente que la sociedad lo rechaza. La generación Beat
(EE UU) en este sentido también retomaría estos antivalores como parte de su ideario
“contracultural”.

El lazarillo está alejado del personaje arquetípico propio del héroe épico y más bien desarrolla la
visión del antihéroe, que posee "el libre albedrío" de construir su destino, aun en medio de las
adversidades, apelando a un sinnúmero de estrategias de sobrevivencia que se van
evidenciando conforme azarosamente se van viendo las desventuras y pruebas de la vida que
tiene que afrontar. La utilización de un lenguaje llano, directo, lleno de giros y modismos
populares que reflejan una realidad compleja, con apremiantes contrastes sociales y con una
escala de antivalores que va aprendiendo Lázaro en su azarosa vida, suponen el desarrollo y la
degradación moral, lo cual no hace sino reafirmar la teoría y el rompimiento definitivo de la
distancia épica con la novela, la visión arcádica y perfecta de la literatura antigua y
convencional.

El Lazarillo de Tormes inicia, pues, un nuevo tipo de héroe: el antihéroe y la instauración en la


novela contemporánea del universo realista más descarnado, precursor del realismo francés, el
realismo sucio y la generación Beat. Para finalizar habría que decir que después de esta obra los
derroteros de la literatura fueron totalmente distintos, porque según Bajtin:

La novela no se edificó ya desde el principio en la imagen alejada del pasado absoluto, sino en la zona de
contemporaneidad imperfecta.

DE LA PICARESCA AL BILDUNGSROMAN: LA VIDA DE TORRES VILLARROEL

Manuel María Pérez López Universidad de Salamanca En 1943 Ángel Valbuena Prat incluyó en su
edición de conjunto de La novela picaresca española la Vida de Diego de Torres Villarroel como la
última manifestación de “la picaresca propiamente tal”. Su decisión no pareció entonces el
resultado de una peregrina ocurrencia personal, sino la culminación de una dominante visión
crítica del escritor salmantino, jalonada de interpretaciones a mi juicio desenfocadas, que
coincidían en desterrarlo del lugar histórico que le corresponde –los complejos y problemáticos
umbrales de la modernidad–, para retrotraerlo a la oscuridad decadente del Barroco tardío1 . En
efecto, tal adscripción genérica de la Vida sintetizaba bien el chilindrón –por decirlo en términos
torresianos– que articula el juego de las mencionadas interpretaciones: ortodoxia
contrarreformista, ciencia aristotélica y estilo barroco. Desde la perspectiva de hoy, parece
evidente que la identificación de la Vida con la picaresca deriva de múltiples incomprensiones: de
lo que es la novela picaresca en sus rasgos constitutivos esenciales (Lázaro Carreter, 1972), de la
naturaleza y alcance de la autobiografía de Torres, y de la personalidad social, intelectual y literaria
de este escritor. Mas, como tal identificación ha sido ya monográficamente combatida (Suárez
Galbán, 1975), resultará más fecundo para el propósito de estas páginas no insistir en ello, sino
asumir la paradoja de afirmar que, pese a lo dicho, no se debe analizar la Vida sin tener en
consideración la novela picaresca, que indudablemente funciona en dicha obra 1 No entró con
buen pie Diego de Torres en el canon literario elaborado por la historiografía del XX. James
Fitzmaurice-Kelly, cuyo manual de Historia de la Literatura Española (1901) estudiaron no pocos
intelectuales y profesores de las primeras generaciones del siglo, le colgó los celebrados
sambenitos de “sacerdote picaresco”, “charlatán enciclopédico”, “ruin poeta” y –apoteosis del
cientifismo crítico– “mala persona”. El autor solo menciona la Vida y versos hojeados en Juguetes
de Talía. Gregorio Marañón (Las ideas biológicas del P. Feijoo, 1934), para realzar las capacidades
iluminadoras de Feijoo, faro solitario rodeado de negruras, utilizó al salmantino como contrapunto
oscurantista, y como ejemplo emblemático de decadencia la usurpación de una cátedra
universitaria de Matemáticas por “un galopín de la calle, dedicado a explotar la necedad de los
lectores con sus disparatados almanaques astrológicos”. El Dr. Marañón apoya su diagnóstico en la
Vida y en un par de opúsculos polémicos. Quedó abierta la veda para que cualquier estudioso en
tránsito por el siglo XVIII, se hubiera asomado o no a la obra del Piscator de Salamanca, aludiera
despectivamente a aquella especie de contramodelo reaccionario de Feijoo. Fue como un muro
que no pudieron franquear ni siquiera críticos admirables por su habitual rigor y sensibilidad.
Apoyado en un conocimiento amplio de la obra del escritor salmantino, Lázaro Carreter supo
captar no pocos matices de su complejidad, pero tituló “Un rezagado: Torres Villarroel” su estudio
(1956) sobre él, y opinó que “es, por esencia, un temperamento mágico, incompatible con el
cerebro razonador de Feijoo” (1968: 46). E incluso la crítica torresiana especializada más influyente
(R. P. Sebold a la cabeza), abrumada por tales precedentes, pareció aceptar la nulidad intelectual,
el atraso científico y la mentalidad barroca de Torres, conformándose con revelar algunos de sus
valores literarios. (Para una revisión del pensamiento y la obra de Torres desde la perspectiva de la
encrucijada de la modernidad, cfr. Pérez López, 2000). como marco referencial que da sentido a un
juego de alusiones y complicidades irónicas con el lector. Que el autor no eluda asociar su texto
con elementos parciales del esquema de la picaresca, en un habilísimo y distanciado juego irónico
de analogías y contrastes, revela que en el horizonte de expectativas de sus lectores no existía un
género autobiográfico a la medida de sus necesidades expresivas: la narración de la vida de un
plebeyo (reconocida aportación de la picaresca) que ya no era un pícaro, sino un verdadero
triunfador social. Hoy sabemos que un género literario (en este caso la autobiografía moderna) no
queda completamente instituido con la configuración del modelo teórico-crítico elaborado sobre
los textos constituyentes, sino cuando, además, encuentra su propio espacio identificador en la
conciencia de los lectores. Lo anterior testimonia la originalidad de la Vida, la opacidad del
horizonte intertextual sobre el que se proyecta y su singularidad genérica en el momento de su
aparición. No había en la España de 1743 un modelo al que Torres pudiera acogerse2 . Mas como
nada surge de la nada, y hasta la originalidad se imita, en cuanto que es el resultado de una nueva
combinatoria de elementos preexistentes, no cabe dudar que el autor acuñó su autobiografía
sobre troqueles aportados por la tradición literaria, cuyas modalidades genéricas modula y
transforma a impulsos del incontenible designio autorreferencial de un yo omnipresente, que
ejerce su imperio sobre un vasto espacio autobiográfico constituido por toda su amplia
producción. Desde que Guy Mercadier (1981) nos desveló un Torres que “vive en estado de
autobiografía permanente”, ya no es posible considerar la Vida aisladamente, sino como el destino
final en el que vienen a confluir y adensarse los regueros del autodiscurso que brotan por toda su
obra. En esta (Almanaques, Sueños, escritos polémicos, opúsculos de divulgación científica...), se
urden todos los hilos con que se teje la trama de la Vida: los materiales narrativos (los episodios de
su existencia ya relatados al vaivén de la crónica periódica del estado de su vida y fortuna); las
variadas actitudes y tonalidades que matizan el tratamiento de los mismos (de la autojustificación
y la autoafirmación complacida a la autoburla); la autoindagación profunda del yo –reveladora a
veces de un sincero desconcierto– a través del examen de su pensamiento y actividad. Y a lo largo
del recorrido el autor va tanteando, adaptando y aun transformando profundamente, al servicio de
la revelación y afirmación del yo que se autocrea en los textos, las formas literarias que la tradición
inmediata le ofrecía. Desde formas embrionarias de lo autobiográfico, como el memorial, a formas
literarias complejas que alguna vez se funden para dar como resultado un producto nuevo de
sorprendente originalidad. Sirva como ejemplo de esto último la obra Correo del otro mundo
(1725), que integra distintos modelos formales (el sueño, el diálogo humanístico, el género
epistolar) en una ficción que los aglutina y en la que el aliento autobiográfico medular adquiere
auténtica sustancia novelesca3 . 2 Para un cotejo de esta con la tradición autobiográfica que la
precede, cfr. el inventario de obras analizadas por Randolph Pope (1974). 3 Lo que llamamos
indefinición genérica no es otra cosa que la mezcla o interpenetración de los géneros heredados. Y
es típica de los períodos de transición entre dos mentalidades o sensibilidades históricas en
conflicto. Por eso alcanzó su culminación contemporánea con la En fin, para cerrar el tema de la
utilización de la picaresca como marco referencial–contrastivo de la Vida, hay que precisar que el
juego consiste en aprovechar elementos parciales del esquema para subvertirlo por completo,
hasta el punto de invertir su función y sentido. La pobre ascendencia es sincera y orgullosamente
asumida como prueba de honra, utilizada como arma arrojadiza contra prejuicios sociales y
sutilmente propuesta como piedra de toque para calibrar la magnitud del propio ascenso social y
el mérito personal de la hazaña. En definitiva, la personalidad que emerge del proceso constituye
la contrahechura perfecta del pícaro. No es el marginado social cuyo deshonroso origen, inicua
condición y desastrado destino ilustran por vía de ejemplaridad negativa la vigencia de un cerrado
sistema de valores morales y sociales. Es una individualidad poderosa consciente de sí misma que,
superando los condicionamientos de su origen y venciendo una larga cadena de obstáculos, se ha
ganado un lugar al sol en la sociedad por méritos propios y por caminos inusuales, ajenos a las vías
de sumisión previstas por el sistema para los disconformes con su destino originario4 . En
consideraciones semejantes apoyó Juan Marichal (1965) su justa interpretación de la Vida como
prototipo de la autobiografía burguesa, destinada a relatar el ascenso social de un hombre de la
clase media, originariamente oscuro, que con su inteligencia y esfuerzo consigue el éxito
económico y la celebridad. Lo anterior nos permite enlazar directamente con el Bildungsroman o
novela de formación5 : la narración del proceso de construcción de una personalidad en relación
con el mundo histórico en el que vive; proceso que, a través de la toma de conciencia de la
identidad personal y del conocimiento de la realidad, conduce al descubrimiento y aceptación del
propio destino y a la satisfactoria inserción en la sociedad. Es preciso admitir que tal relación o
enlace implica pasar de la autobiografía a la novela. Mas no parece que ello exija construir
complejos puentes conceptuales, toda vez que ambas modalidades narrativas comparten la misma
sustancia genérica, como se comprueba en la copiosa bibliografía que el interés por el género
autobiográfico ha acumulado en los últimos años. Así, la definición establecida por uno de sus más
conspicuos teóricos (Lejeune, 1975: 14)6 , le cuadra perfectamente a todo Bildungsroman de
trasfondo literatura modernista, cuya naturaleza es ya en realidad y paradójicamente posmoderna,
pues nace de la profunda crisis de la modernidad vivida en el llamado Fin de Siglo. 4 Tales como la
milicia o la Iglesia. Torres desertó del regimiento en que se había alistado durante su aventura
juvenil en Portugal. Y resistió las presiones de su padre (que lo forzó a ordenarse de subdiácono en
1715) para seguir la carrera eclesiástica. Sólo el encadenamiento de graves derrotas en su lucha
por la vida, como el injusto y severo destierro que sufrió entre 1732 y 1736, seguido de la
temerosa condena inquisitorial (1743) de su libro Vida natural y católica, le empujó finalmente al
sacerdocio (1745) y cambió su vida. 5 Si he mantenido en el título el término alemán primigenio,
no ha sido por prurito pedantesco alguno, sino para subrayar desde el principio el ámbito histórico
moderno en que nace esta modalidad narrativa y el concepto que la identifica. 6 "Relato
retrospectivo en prosa que una persona real hace de su propia existencia, poniendo el acento en
su vida individual, especialmente en la historia de su personalidad." Me he permitido traducir.

También podría gustarte