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Bienvenidos

En esta temporada de Navidad, nos


reunimos en torno a la Novena de
Aguinaldos con gratitud en nuestros
corazones y con la esperanza de un futuro
mejor.

Con esta Novena iniciamos un tiempo de


reflexión y unión. Que la luz de la
esperanza ilumine nuestro camino y que
el espíritu navideño nos inspire a seguir
brindando salud y bienestar a quienes
confían en nosotros.

¡Felices fiestas y que esta Novena nos


llene de alegría y paz!

2
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto
amaste a los hombres, que les diste en tu hijo la
prenda de tu amor, para que, hecho hombre en las
entrañas de una Virgen, naciera en un pesebre
para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de
todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan
soberano beneficio.

En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y


demás virtudes de tu hijo humanado, suplicándote
por sus divinos méritos, por las incomodidades en
que nació y por las tiernas lágrimas que derramó
en el pesebre, dispongas nuestros corazones con
humildad profunda, con amor encendido, con total
desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién
nacido tenga en ellos su cuna y more
eternamente.

Amén.

(Se reza tres veces Gloria al Padre)

3
Miren, la virgen está en cinta y dará a luz a un hijo, y le
pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios con
nosotros”(Is7, 14)

En el principio de los tiempos el Verbo reposaba en el seno de


su Padre en lo más alto de los cielos; allí era la causa, a la par
que el modelo de toda la creación. En esas profundidades de
una incalculable eternidad permanecía el Niño de Belén antes
de que se dignara bajar a la tierra y tomara visiblemente
posesión de la gruta de Belén. Allí es donde debemos buscar
sus principios que jamás han comenzando, de allí debemos
datar la genealogía de lo eterno, que no tiene antepasados y
contemplar la vida de complacencia infinita que allí llevaba.

La vida del Verbo eterno en el seno de su Padre era una vida


maravillosa y sin embargo, ¡misterio sublime!, busca otra
morada, una mansión creada. No era porque en su mansión
eterna faltase algo a su infinita felicidad, sino porque su
misericordia infinita anhelaba la redención y la salvación del
género humano, que sin Él no podría verificarse. El pecado de
Adán había ofendido a Dios y esa ofensa infinita no podía ser
condonada sino por los méritos del mismo Dios. La raza de
Adán había desobedecido y merecido un castigo eterno; era
pues necesario para salvarla y satisfacer su culpa, que Dios, sin
dejar el cielo, tomase la forma del hombre sobre la Tierra y con
la obediencia a los designios de su Padre expiase aquella
desobediencia, ingratitud y rebeldía. Era necesario, en las
miras de su amor, que tomase la forma, las debilidades e
ignorancias sistemáticas del hombre; que creciese para darle
crecimiento espiritual; que sufriese, para enseñarle a morir a
sus pasiones y a su orgullo. Y por eso el Verbo eterno, ardiendo
en deseos de salvar al hombre, resolvió hacerse hombre
también y así redimir al culpable.

4
segundo
La luz brilla en la tiniebla y la tiniebla no la recibió
(Jn 1,5)

¡Oh divino infante, ven para enseñarnos la prudencia que


hace verdaderos sabios!

El principio fundante de la creación es absolutamente


perfecto y dicha perfección ha sido impresa en el corazón del
hombre por participación, no obstante, la palabra que crea
viene para resplandecer y dar al universo un nuevo sentido; le
da orden al caos y trasforma la vida en luz para quien la ha
recibido.

La luz sigue resplandeciendo porque su intención de


desterrar las tinieblas del pecado sigue viva y busca
encarnarse para fortalecer en el hombre su opción
fundamental por Dios. Las tinieblas han sido derribadas y el
espacio que ocupaban fue tomado para engendrar en el
mundo posibilidades de cambio. Estamos viviendo un tiempo
donde las tinieblas quieren volver a tomar posesión de lo que
perdieron y, por lo mismo, siguen buscando estrategias para
llegar a cercenar, con contundencia, la voluntad del creyente y
conducirlo por el abismo que lleva a la oscuridad. ¿Cómo
fortalecer nuestra voluntad?

Aprovechemos estos días de novena para descubrir en el


pesebre la estrella de belén que nos conducirá al encuentro
con aquel que es el Camino, Verdad y Vida. Que el resplandor
de la estrella alcance todos los rincones de nuestra vida y
suscite el deseo de brillar con el ánimo puesto en la necesidad
del otro, ya que el niño que está por nacer nos invita a
proclamar junto con los ángeles del cielo: Gloria a Dios en las
alturas y en la tierra paz a los hombres que gozan de su amor.

5
tercero
Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
(Lc 1,28)

¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que


labró al pecado!

La Virgen María recibe la visita del Arcángel San Gabriel como


mensajero de Dios. Ella no comprende qué está sucediendo,
su actitud es de respeto y cortesía, pero, ante todo, de total
sumisión ante la presencia del visitante.

La Madre del Redentor nos enseña a escuchar lo que Dios nos


quiere comunicar y a no rechazar su voluntad. Dios nos sigue
visitando, vale la pena aceptar su visita porque con seguridad
trae para nosotros una palabra de aliento.

María responde con gozo al "Alégrate" que pronuncia el


Arcángel y esboza en su respuesta la pureza y la paz que
reposan en su interior. Las virtudes de la Virgen nos invitan a
repasar en nuestra historia todas las ocasiones en las cuales
Dios nos ha visitado a través del amigo, del hermano, del
enfermo e incluso del enemigo, y en ellos evaluar la calidad y
la eficacia de nuestra respuesta. No podemos seguir
caminando con indiferencia ante las necesidades de nuestro
hermano, y menos ante la necesidad personal que en muchas
ocasiones llega a opacar la alegría que debe caracterizar al
bautizado. Optar por la alegría es optar por la permanente
renovación de nuestra total sumisión a Dios, para que su obra
se haga plena en su Iglesia y en el mundo entero.

Que la pureza y la paz de nuestra Madre celestial nos lleven a


ver la humildad que expresa el pesebre y a dejar que la misma
suscite en nosotros sentimientos de profunda caridad.

6
cuarto
¿Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor?
(Lc 1,43)

¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño,


da al mísero amparo!

La Santísima Virgen María corre a atender a Santa Isabel, una


vez enterada de la condición de su pariente por lo comunicado
por el ángel. Se olvida de sí, y sin importar su estado,
emprende viaje para servir sin menoscabo por espacio de tres
meses a la madre de Juan Bautista. Dios ha querido hacerse
nuestro servidor, servicio que en la pequeñez demuestra su
grandeza y en la sucesión del tiempo planifica la Voluntad del
Padre.

La naturaleza humana fue herida de muerte en el paraíso, pero


para fortuna del hombre, esa herida fue curada con la
presencia de aquel que se hizo salvación. En su hijo Jesús, Dios
le entrega a la humanidad una herencia que va a ser motivo de
escándalo para algunos y locura para otros; el pueblo espera a
un rey guerrero, poderoso y digno de toda reverencia, pero en
Jesús no se encuentran tales cualidades; nace en un pesebre
rechazado por la mayoría, no tiene donde recostar la cabeza,
tiene trato con prostitutas, publicanos y, por si fuera poco,
habla y obra en contra de las autoridades de turno.

Jesús no fue digno de las insulsas adulaciones del mundo; todo


lo contrario, fue digno de repudio, odio y violencia porque los
jefes de la ley de su tiempo no entendieron la razón de su
servicio.

Hermanos, prestemos atención a la actitud de la Santísima


Virgen María que sin reparo atendió la necesidad de su prima y
en ella veamos cómo Dios, haciéndose uno de nosotros, se
hace servidor de la humanidad, buscando para ella un
renovado paraíso.

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quinto
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi
espíritu en Dios, mi salvador
(Lc 1,47)

¡Niño que apacientas con suave callado, ya la oveja arisca, ya el


cordero manso!

María, expresa con gozo la alegría que embarga todo su ser.


Ella, como mujer creyente, nos enseña que en medio de las
dificultades de la vida debemos buscar nuestra fuerza y apoyo
siempre en Dios. Las palabras del Magnificat son muy
profundas; desafortunadamente no tenemos el espacio
suficiente para meditar en cada una de ellas, pero asumamos
el compromiso de orarlo permanentemente para que su valor
deje huella y sea la respuesta en diferentes momentos de
nuestra vida "Proclama mi alma la grandeza del Señor".

María no se queda en las vicisitudes de la vida, la vida, ella se


aferra a su Señor y no escatima esfuerzos para adorarlo exaltar
su majestad y con ello la Virgen María nos enseña a ver el
futuro con profunda esperanza y a reconocer en el caminar la
Presencia de Dios que se manifiesta de distintas maneras,
pero, especialmente, en la grandeza de los pequeños detalles:
un abrazo, una palabra de aliento, un te amo, un Dios te
bendiga. "Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador", la
Santísima Virgen María tiene un regocijo que el mundo nunca
dará, una paz que proviene del cielo y un resplandor que se
encarnó en su vientre para darle al mundo una nueva luz.

La sencillez de la Virgen refleja la alegría de la presencia de


Dios y manifiesta en su obrar lo permeada que está de la Gracia
Celestial. Hermanos, avancemos con alegría dejando que el
amor de Dios toque las fibras más profundas de nuestro ser y
nos lleve a proclamar su grandeza todos los días de nuestra
vida.

8
sexto
Cuando José se despertó del sueño, hizo lo que el ángel
del Señor le había mandado
(Mt 1, 24)

¡Ven hermoso niño! ¡Ven Dios humanado! ¡Luce hermosa


estrella, brota flor del campo!

San José, hombre prudente, sencillo, honesto y trabajador, fue


elegido para formar una familia y tener bajo su resguardo al
Salvador del mundo y a la sierva que había sido escogida por
el Señor para cumplir una misión. La elección de San José y de
la Virgen María manifiesta puntos comunes que nos llevan a
ver la comunión que existía entre ellos, esa misma comunión
que existe entre ellos, esa misma comunión que nos permite
pensar en lo indigno que pudo haber sentido San José al ver
bajo su techo a la mujer virgen y pura que llevaba en su seno
al Redentor del mundo.

San José ha escuchado la voz de Dios y ha asumido su


voluntad como baluarte para acoger a la Virgen María y al
Niño que está por nacer como su más preciado tesoro. Este
hombre de Dios tuvo que afrontar la dureza del ser humano y,
a partir del rechazo, buscar refugio en la simplicidad de un
pesebre para que su santa esposa pudiera dar a luz. San José
no se limita, todo lo contrario, deja que las posibilidades se
ajusten y den cumplimiento a la palabra mesiánica expuesta
por el profeta. Algunas circunstancias de la vida se ven
erróneamente como pruebas; ¿por qué no verlas como
oportunidades?, pues Dios no prueba a nadie y nos
enfrentamos a nuestros propios deseos.

Hermanos, no limitemos la obra de Dios ni seamos obstáculo


para que lo prometido llegue a cumplirse; veamos las
posibilidades y sepamos discernir para saber escoger la mejor
parte.

9
Y a ti Niño te llamarán profeta del Altísimo, porque irás
delante del Señor a preparar sus caminos
(Lc 1,76)

¡Niño tan preciado, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus


dulces labios!

Zacarías era un hombre piadoso e irreprochable delante de


Dios que esperaba la liberación de Israel. Él, lleno del Espíritu
Santo, afirma proféticamente bendito sea el Señor, Dios de
Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación (Lc 1, 68). Zacarías
anuncia con antelación la razón de ser del Hijo de Dios e
infunde en el que cree la fuerza necesaria para liberarse de
las insidias del que quiere destruir la obra divina. Nuestro
Salvador asume la naturaleza humana y de plenitud a lo
afirmado por el Padre después de haber creado al hombre:
"vio Dios lo que había hecho, y era muy bueno" (Gn 1, 31).
Somos imagen y semejanza de Dios; por lo tanto, estamos
llamados a obrar en coherencia a la bondad, a la belleza y a la
santidad; virtudes que luchan permanentemente, ya que por
el pecado se van opacando y perdiendo su vitalidad. Zacarías
anuncia el perdón de los pecados, pero a su vez deja entrever
que no es una tarea que le compete única y exclusivamente a
Dios, sino que reclama el protagonismo del hombre, ya que la
conversión parte de una experiencia y de una decisión
fundamental que lleva al arrepentimiento y a la contrición del
corazón.

Hermanos, debemos ser conscientes de lo que estamos


buscando, es decir, no emprendemos un camino de nueve
días, para cantar, reír y disfrutar; la Novena debe ser la
oportunidad de confrontar nuestra vida con la Presencia del
altísimo en el pesebre y optar por la sencillez que lleva a la
salvación.

10
octavo
No teman, les traigo una buena noticia, una gran alegría para
todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un
Salvador: el Mesías, el Señor (Lc2, 10)

¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino


hermano!

Llegan a Belén José y María, buscando hospedaje en los mesones;


pero no lo encuentran ya por hallarse todo ocupado, ya porque se
les desechase a causa de su pobreza. Empero, puede turbar la paz
interior de los que están fijos en Dios. Si José experimentaba
sorpresa cuando era rechazado de casa en casa, porque pensaba
en María y en el Niño, sonreíase también con tanta tranquilidad
cuando fijaba sus miradas en su casta esposa.

¡Oh divino niño de Belén! Estos días que tantos han pasado en
fiestas y diversiones o descansando muellemente en cómodas y
ricas mansiones, han sido para vuestros padres un día de fatiga y
vejaciones de toda clase. ¡Ay! El espíritu de Belén es el de un
mundo que ha olvidado a Dios. ¡Cuántas veces no ha sido también
el nuestro¡ ¿No cerramos continuamente con ruda ignorancia la
puerta a los llamamientos de Dios, que nos solicita convertirnos, o
santificarnos o conformarnos con su voluntad? Dios viene a
nosotros muchas veces en la vida, pero no conocemos su faz, o le
reconocemos hasta que nos vuelve la espalda y se aleja después
de nuestra negativa.

La navidad es un canto al amor de Dios y ese amor lo debemos ver


en toda la creación, obra de sus manos, como lo podemos leer en el
Salmo 8 "el Señor dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en
toda la tierra.... Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, la
luna y las estrellas que has creado..."

Hermanos, dejemos que la Luz de Cristo resplandezca en nuestro


interior y suscite en nosotros el deseo de amarle y respetarletodos
los días de nuestra vida.

11
noveno
Mis ojos han visto a tu salvador... luz para alumbrar a las
naciones y gloria de tu pueblo Israel
(Lc 20, 30-32)

¡Postrado en tierra, te tiendo los brazos, y aun más que mis


fuerzas te dicen mi llanto!

La noche ha cerrado del todo en las campiñas de Belén.


Desechados por los hombres y viéndose sin abrigo, María y José
han salido de la inhospitalaria población, y se han refugiado en
una gruta que se encontraba al pie de la colina, en aquella cueva
hallaron un manso buey, dejado ahí probablemente por alguno de
los caminantes que había ido a buscar hospedaje en la ciudad.

El Divino Niño, desconocido por sus criaturas va a tener que


acudir a los irracionales para que calienten con su tibio aliento la
atmósfera helada de esa noche de invierno, y le manifiesten con
esto su humilde actitud, el respeto y la adoración que le había
negado Belén. La rojiza linterna que José tenía en la mano
iluminaba tenuemente ese paupérrimo recinto, ese pesebre lleno
de paja que es figura profética de las maravillas del altar y de la
íntima y prodigiosa unión eucarística que Jesús ha de contraer
con los hombres. María está en adoración en medio de la gruta, y
así van pasando silenciosamente las horas de esa noche llena de
misterios. Pero ha llegado la media noche y de repente vemos
dentro de ese pesebre antes vacío, al Divino Niño. A sus pies se
postra su Santísima Madre, José también se le acerca y le rinde el
homenaje con que inaugura su misterioso e imperturbable oficio
de padre putativo del redentor de los hombres.

La Navidad nos acerca a Dios, para que, acogiéndolo, podamos


participar a otros de su infinito amor y así perpetuar la obra que
desde tiempos inmemoriales quiso hacerse realidad para
instaurar la Luz y la Verdad en el mundo entero.

12
Soberana María, que por tus grandes virtudes y
especialmente por tu humildad, mereciste que
todo un Dios te escogiera por Madre tuya, te
suplico que tú misma prepares mi alma, y la de
todos los que en este tiempo hicieran esta
Novena, para el nacimiento espiritual de tu
adorado Hijo.

¡Oh dulcísima Madre! Comunicadme algo del


profundo recogimiento y divina ternura con que
tú le aguardaste, para que nos hagas menos
indignos de verle, amarle y adorarle por toda la
eternidad.

Amén.
(Nueve veces el Avemaría y Gloria)

13
¡Oh santísimo José, esposo de María y padre
adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios
porque te escogió para tan soberanos misterios
y te adornó con todos los dones proporcionados
a tan excelente grandeza. Te ruego, por el amor
que tuviste al Divino Niño, me abraces en
fervorosos deseos de verle y recibirle
sacramentalmente, mientras en su divina
esencia lo vea y le goce en el cielo.

Amén.
(Se reza un Padrenuestro, un
Avemaría y un Gloria).

14
Coro: Coro
Dulce Jesús mío mi niño
adorado ¡Ven a nuestras
almas! ¡Ven no tardes tanto!
4. ¡Llave de David que abre al
desterrado las cerradas
puertas del regio palacio!
¡Sácanos, Oh Niño, con tu
1. ¡Oh sapiencia suma del Dios
Soberano que al nivel del blanca mano, de la cárcel
niño te hayas rebajado! triste que labró el pecado!
¡Oh divino infante ven para
enseñarnos la prudencia Coro
que hace verdaderos sabios!

Coro
5. ¡Oh lumbre de oriente,
Sol de eternos rayos, que
entre las tinieblas tu
esplendor veamos!
2. ¡Oh Adonaí potente que, a
Moisés hablando, de Israel ¡Niño tan preciado, dicha del
al pueblo disteis los cristiano, luzca la sonrisa de
mandatos! tus dulces labios!
¡Oh ! ven prontamente para
rescatarnos y que un niño Coro
débil muestre fuerte brazo!

Coro
6. ¡Espejo sin mancha
Santo de los santos, sin
igual imagen del Dios
soberano!
3. ¡Oh raíz sagrada de Jesé,
que en lo alto presentas al ¡Borra nuestras culpas,
orbe tu fragante nardo! salva al desterrado y en
¡Dulcísimo niño que has sido forma de niño da al mísero
llamado Lirio de los valles amparo!
bella flor del campo!
Coro

15
7. ¡Rey de
emmanuel
las naciones
preclaro, de 10. ¡Del débil auxilio del
doliente amparo, consuelo
Israel anhelo, pastor del del triste, luz del
rebaño! desterrado!
¡Niño que apacientas con ¡Vida de mi vida, mi dueño
suave cayado, ya la oveja adorado, mi constante
arisca, ya el cordero manso! amigo, mi divino hermano!

Coro Coro

8. ¡Ábranse los cielos y llueva


de lo alto. Bienhechor rocío
11. ¡Vé ante mis ojos, de ti
enamorados. Bese ya tus
como riego santo! plantas, bese ya tus manos!
¡Ven hermoso niño, ven Dios Prosternado en tierra te
humanado, luce hermosa tiendo los brazos, y aún más
estrella, brota flor del que mis frases te dice mi
campo! llanto!

Coro Coro

9. ¡Ven que ya María previene


sus brazos do su niño vean,
12. ¡Ven Salvador nuestro
quien suspiramos.
por

en tiempo cercano! Ven a nuestras almas,


¡Ven, que ya José, con Ven, no tardes tanto!
anhelo sacro, se dispone a
hacerse de tu amor
sagrario!

Coro

16
Acuérdate ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste
a la venerable margarita del santísimo
Sacramento, y en persona suya a todos tus
devotos, estas palabras tan consoladoras para
nuestra pobre humanidad agobiada y doliente:
"Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos
de mi infancia y nada te será negado". Llenos de
confianza en ti, ¡oh Jesús! que sois la misma
verdad, venimos a exponeros toda nuestra
miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para
conseguir una eternidad bienaventurada.
Concédenos por los méritos infinitos de tu
encarnación y de tu infancia la gracia de la cual
necesitamos tanto. Nos entregamos a Ti, ¡oh
Niño omnipotente!, seguros de que no quedará
frustrada nuestra esperanza, y de que, en virtud
de tu divina promesa, acogerás y despacharás
favorablemente nuestra súplica.

Amén.

17
Glorioso San Camilo que estuviste en el lecho
del dolor y del sufrimiento del enfermo, te pido
que bendigas a mi hermano(a), en este
momento difícil de su vida.

Tú que cuidaste a los enfermos con solicitud y


amor, como una madre cuida a su hijo único
enfermo, te pido que intercedas ante nuestro
Señor Jesucristo, para que mi hermano(a) reciba
el don de la salud, tanto del cuerpo como del
alma, y si no es así, te lo entregamos para que
Cristo, buen Samaritano, haga en él su Santa
Voluntad y pueda ser llevado a gozar de las
alegrías eternas.

Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.

18
Señor Jesús gracias por las personas que
atienden a los enfermos, son una prueba infinita
de tu amor. Bendice a todos aquellos que están
sirviendo con paciencia y amor, en el cuidado de
la persona que sufre y a toda su familia y
llénalos de tu Amor! ¡Llénalos de esperanza,
paciencia y sabiduría!, para que sean un
pedacito de ti, Señor, para que sus manos sean
tus manos sanadoras, para que todas las
palabras que ellos vayan a decir al enfermo,
sean las tuyas. Para que sus pensamientos,
sean los que provengan de tu Espíritu Santo, y
para que el amor que ellos vayan a entregar, sea
el mismo que tú derramas sobre las personas
que así lo necesitan. Por Jesucristo Nuestro
Señor.

Amén.

19
Villancicos
Con Mi Burrito
Sabanero
Con mi burrito sabanero Tuqui, tuqui, tuqui,
voy camino de Belén. tuquitá
apúrate mi burrito
Si me ven, si me ven que ya vamos a llegar.
voy camino de Belén
Tuqui, tuqui, tuqui,
El lucerito mañanero tuqui
ilumina mi sendero.
Tuqui, tuqui, tuqui,
Si me ven, si me ven, tuquitú
voy camino de Belén. apúrate mi burrito
vamos a ver a Jesús.
Con mi cuatrito voy
cantando, Con mi burrito sabanero
mi burrito va trotando. voy camino de Belén.

Si me ven, si me ven Si me ven, si me ven


voy camino de Belén. voy camino de Belén.

Tuqui, tuqui, tuqui,


tuqui

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Campana sobre
campana
Campana sobre Campana sobre
campana, campana,
y sobre campana una, y sobre campana dos,
asómate a la ventana, asómate a esa ventana,
verás al Niño en la porque está naciendo
cuna. Dios.

Belén, campanas de Belén, campanas de


Belén, Belén,
que los ángeles tocan que los ángeles tocan
¿qué nueva me traéis? ¿qué nueva me traéis?

Recogido tu rebaño Campana sobre


¿a dónde vas campana,
pastorcillo? y sobre campana tres,
Voy a llevar al portal en una Cruz a esta hora,
requesón, manteca y el Niño va a padecer.
vino.
Belén, campanas de
Belén, campanas de Belén,
Belén, que los ángeles tocan
que los ángeles tocan ¿qué nueva me traéis?
¿qué nueva me traéis?

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Tutaina

Tutaina tuturuma A ofrendar a Dios su


Tutaina tuturumaina bien
Tutaina tuturuma Con el más grande
turuma tesoro
Tutaina tuturumaina
Tutaina tuturuma
Los pastores de Belén Tutaina tuturumaina
Vienen a adorar al niño Tutaina tuturuma
La Virgen y San José turuma
Los reciben con cariño Tutaina tuturumaina

Tutaina tuturuma Vamos todos a cantar


Tutaina tuturumaina Con amor y alegría
Tutaina tuturuma Porque acaba de llegar
turuma De los cielos el Mesías
Tutaina tuturumaina
Tutaina tuturuma
Tres reyes vienen Tutaina tuturumaina
también Tutaina tuturuma
Con incienso, mirra y turuma
oro Tutaina tuturumaina

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