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Serena expectativa.-
“Todos los que sienten la absoluta pobreza del alma, que saben que en
sí mismos no hay nada bueno, pueden hallar justicia y fuerza
recurriendo a Jesús. Dice él: "Venid a mí todos los que estáis trabajados
y cargados". Nos invita a cambiar nuestra pobreza por las riquezas de
su gracia.
No merecemos el amor de Dios, pero Cristo, nuestro fiador, es
sobremanera digno y capaz de salvar a todos los que vengan a él. No
importa cuál haya sido la experiencia del pasado ni cuán desalentadoras
sean las circunstancias del presente, si acudimos a Cristo en nuestra
condición actual - débiles, sin fuerza, desesperados - nuestro compasivo
Salvador saldrá a recibirnos mucho antes de que lleguemos, y nos
rodeará con sus brazos amantes y con la capa de su propia justicia. Nos
presentará a su Padre en las blancas vestiduras de su propio carácter.
El aboga por nosotros ante el Padre, diciendo: Me he puesto en el lugar
del pecador. No mires a este hijo desobediente, sino a mí. Y cuando
Satanás contiende fuertemente contra nuestras almas, acusándonos de
pecado y alegando que somos su presa, la sangre de Cristo aboga con
mayor poder.
"Y se dirá de mí: Ciertamente en Jehová está la justicia la fuerza...En
Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel".
DMJ:13-14.
EL LIBRO DE LA VIDA.-
“Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus
vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son
dignas. Apoc. 3: 4.
En vista de estas animadoras promesas, ¡cuán fervientemente
deberíamos esforzarnos por conformar un carácter que nos capacite
para estar de pie ante el Hijo de Dios. Sólo aquellos que estén vestidos
con el manto de su justicia podrán soportar la gloria de su presencia
cuando él aparezca con "grande poder y gloria".
Significa mucho ser vencedor. Deben ser firmemente resistidas las
asechanzas del enemigo y de todos sus malignos instrumentos.
Debemos estar en guardia a cada momento. Ni por un instante debemos
perder de vista a Cristo y su poder para salvar en la hora de prueba.
Debemos colocar nuestra manos en la suya, para que podamos ser
sostenidos por el poder de su fortaleza. RH 09-07-1908.
Si queréis sentaros junto a la mesa de Cristo, y participar de los
alimentos que él ha provisto para la cena de las bodas del Cordero,
debéis poseer un vestido especial, llamado el vestido de bodas, que es
el manto blanco de Injusticia de Cristo. Todo aquel que lo tenga está
autorizado para entrar en la ciudad de Dios; y si Jesús no hubiese
estado tan deseoso de que tuvieseis un lugar en las mansiones que ha
ido a preparar para aquellos que le aman, no habría hecho, a un costo
tan grande para sí, todos esos preparativos, efectuados únicamente
para que podáis ser felices y sentaros junto a su mesa y disfrutar del
hogar que fue a preparar para toda la familia de los redimidos. YI 11-08-
1886”. HHD: Llevaremos Vestiduras Blancas.
“Vi que aquellos que son así prosperados pueden estorbar el designio
de Satanás si deciden vencer su codicia egoísta poniendo todas sus
posesiones sobre el altar de Dios. Cuando ven dónde se necesitan
recursos para hacer progresar la causa de Dios y ayudar a la viuda y a
los huérfanos y afligidos, deben dar alegremente, y así hacerse tesoros
en el cielo.
Oíd el consejo del Testigo fiel: Comprad oro afinado en el fuego, a fin de
que seáis ricos, ropas blancas para que estéis vestidos, y colirio a fin de
que veáis. Haced algún esfuerzo. Estos tesoros preciosos no
descenderán sobre nosotros sin esfuerzo alguno de nuestra parte.
Debemos comprar, ser celosos y arrepentimos de nuestro estado de
tibieza. Debemos despertarnos para ver nuestros males, buscar
nuestros pecados y arrepentirnos celosamente de ellos.
Vi que los hermanos acaudalados deben apartarse de estos tesoros
terrenales, y vencer su amor al mundo. Muchos de ellos aman a este
mundo y sus tesoros, pero no quieren darse por enterados. Deben ser
celosos y arrepentirse de su codicia egoísta, a fin de que el amor de la
verdad pueda absorber todo lo demás. Vi que muchos de los que
poseen riquezas no comprarán el oro, ni las vestiduras blancas ni el
colirio. Su celo no se caracteriza por una intensidad ni fervor
proporcionales al valor del objeto que están buscando.
Vi a estos hombres mientras luchaban por los bienes terrenales. ¡Qué
celo manifestaban, qué fervor, qué energía para obtener un tesoro
terrenal que ha da pasar pronto! ¡Qué fríos cálculos hacían! Trazaban
planes, se afanaban constantemente, y sacrificaban sus comodidades
por el tesoro terrenal. Un celo parecido de su parte por obtener el oro, la
vestidura blanca y el colirio los pondría en posesión de estos tesoros
inestimables y de la vida eterna en el reino de Dios. Vi que si hay
quienes necesitan colirio, son los que poseen bienes terrenales. Muchos
de ellos están ciegos en cuanto a su propio estado y su firme apego a
este mundo. ¡Ojalá que viesen!
" He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oyere mi voz y abriere
la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo". (Apoc. 3:20). Vi
que muchos tienen tanta escoria acumulada ante la puerta del corazón
que no pueden abrirla. Algunos tienen que eliminar las dificultades que
tienen con sus hermanos. Otros tienen que eliminar el mal genio o la
codicia antes que puedan abrir la puerta. Otros colocan al mundo
delante de la puerta de su corazón, y así la cierran. Toda esta escoria
tiene que ser quitada. Entonces podrán abrir la puerta y dar la
bienvenida al Salvador.
En la visión me fue mostrado cuán preciosa es la promesa: "Entraré a él,
y cenaré con él, y él conmigo." ¡Oh, qué admirable es el amor de Dios! A
pesar de toda nuestra tibieza y nuestros pecados nos dice: "Tornaos a
mi y yo me tornaré a vosotros, y sanaré todas vuestras rebeliones". El
ángel lo repitió unas cuantas veces: "Tornaos a mi y yo me tornaré a
vosotros, y sanaré todas vuestras rebeliones".
Vi que algunos volverán gozosamente. En cambio otros no permitirán
que este mensaje dado a la iglesia de Laodicea ejerza influencia sobre
ellos. Seguirán actuando más o menos como antes, y la boca del Señor
los vomitará. Únicamente aquellos que se arrepientan celosamente
recibirán el favor de Dios.
"Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como
yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono". (Apoc. 3:21).
Podemos vencer plena y enteramente. Jesús murió para hacernos un
camino de salida, a fin de que pudiésemos vencer todo mal genio, todo
pecado, toda tentación y sentarnos al fin con él.
Es nuestro privilegio tener fe y salvación. El poder de Dios no ha
disminuido. Vi que su poder nos seria concedido tan libremente como
antes. La iglesia de Dios es la que ha perdido su fe para pedir, su
energía para luchar y clamar como Jacob: " No te dejaré, si no me
bendices". (Gén. 32:26). La fe perseverante se ha ido muriendo. Debe
revivir en el corazón de los hijos de Dios. Se debe solicitar la bendición
de Dios. La fe, la fe viva nos eleva siempre hacia Dios y la gloria; la
incredulidad nos arrastra hacia abajo, las tinieblas y la muerte. 1JT:43-
44.
La iglesia remanente.-
El resultado de la inacción.-
“Cuando los hombres empleen sus facultades como lo indica Dios, sus
talentos aumentarán, su capacidad se ensanchará y obtendrán una
visión celestial al tratar de salvar a los perdidos. Pero mientras los
miembros de la iglesia sean negligentes e indiferentes hacia la
responsabilidad que Dios les ha dado de impartir la verdad a otros,
¿cómo pueden esperar recibir el tesoro del cielo? Cuando los que
profesan ser cristianos no sienten preocupación por iluminar a los que
están en las tinieblas, cuando dejan de impartir gracia y conocimiento,
pierden discernimiento y su aprecio del valor que tienen los dones
celestiales; y al no apreciarlos ellos mismos, dejan de sentir la
necesidad de presentarlos a otros.
Vemos grandes iglesias congregadas en diferentes localidades. Sus
miembros han obtenido un conocimiento de la verdad, y muchos se
contentan con oír la palabra de vida sin tratar de impartir luz. Sienten
poca responsabilidad por el progreso de la obra, poco interés en la
salvación de las almas. Están llenos de celo en las cosas mundanales,
pero no hacen intervenir su religión en sus quehaceres. Dicen: "La
religión es religión, y los negocios son negocios". Creen que cada una
de ambas cosas tiene su propia esfera, pero dicen: "Permanezcan
separadas".
A causa de las oportunidades descuidadas y del abuso de los
privilegios, los miembros de esas iglesias no están creciendo "en la
gracia y conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo". (2 Pedro
3:18). Por lo tanto, son débiles en fe, deficientes en conocimiento, y
niños en experiencia. No están arraigados ni afirmados en la verdad. Si
permanecen así, los muchos engaños de los postreros días los
seducirán seguramente; porque no tendrán visión espiritual para
discernir entre la verdad y el error.
Dios ha dado a sus ministros el mensaje de verdad para que lo
proclamen. Las iglesias han de recibirlo, y de toda manera posible
comunicarlo, asimilándose los primeros rayos de la luz y difundiéndolos.
En no hacerlo consiste nuestro gran pecado. Llevamos años de atraso.
Los ministros han estado buscando el tesoro escondido, abriendo el
cofre y dejando resplandecer las joyas de la verdad; pero los miembros
de la iglesia no han hecho la centésima parte de lo que Dios requiere de
ellos. ¿Qué podemos esperar sino deterioro en la vida religiosa cuando
la gente escucha sermón tras sermón, y no pone en práctica la
instrucción? Si no se la ejercita, la capacidad que Dios ha dado
degenera. Más que esto, cuando las iglesias son dejadas en la
inactividad, Satanás cuida de que estén empleadas. El ocupa el campo,
alista a los miembros en ramos de trabajo que absorben sus energías,
destruyen la espiritualidad y los hacen caer como pesos muertos sobre
la iglesia.
Hay entre nosotros quienes, si tomasen tiempo para considerarlo,
mirarían su posición indolente como un descuido pecaminoso de los
talentos que Dios les ha dado. Hermanos y hermanas, vuestro Redentor
y todos los santos ángeles se entristecen por la dureza de vuestro
corazón. Cristo dio su vida para salvar almas, y, sin embargo, vosotros
que habéis conocido su amor hacéis muy poco esfuerzo para impartir
las bendiciones de su gracia a aquellos por quienes él murió. Semejante
indiferencia y negligencia del deber asombra a los ángeles. En el juicio
tendréis que encontraros con las almas a quienes descuidasteis. En
aquel gran día, os sentiréis convencidos y condenados. El Señor os
induzca ahora a arrepentiros, y perdone él a su pueblo por haber
descuidado la obra que él le encomendó hacer en su viña.
"Recuerda por tanto de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las
primeras obras; pues si no, vendré presto a ti, y quitaré tu candelero de
su lugar, si no te hubieres arrepentido." (Apoc. 2:5). ¡Oh, cuán pocos
conocen el tiempo de su visitación! ¡Cuán pocos, aun entre los que
aseveran creer la verdad presente, comprenden las señales de los
tiempos, o lo que hemos de experimentar antes del fin! Somos hoy
objeto de la tolerancia de Dios; ¿pero cuánto tiempo continuarán los
ángeles de Dios reteniendo los vientos para que no soplen?
No obstante la indecible misericordia de Dios hacia nosotros, ¡cuán
pocos hay en nuestras iglesias que sean verdaderamente humildes,
consagrados y temerosos siervos de Dios! ¡Cuán pocos corazones
están llenos de gratitud porque han sido honrados y llamados a hacer
algo en la obra de Dios y a participar de los sufrimientos de Cristo!
Hoy muchísimos de los que componen nuestras congregaciones están
muertos en delitos y pecados. Van y vienen como la puerta sobre sus
goznes. Durante años han escuchado complacientemente las verdades
más solemnes y conmovedoras del alma, pero no las han puesto en
práctica. Por lo tanto, son menos y menos sensibles a la preciosidad de
la verdad. Los testimonios conmovedores de reproche y amonestación
ya no despiertan arrepentimiento en ellos. Las melodías más dulces que
provienen de Dios a través de los labios humanos - la justificación por la
fe y la justicia de Cristo - no les arrancan una respuesta de amor y
gratitud. Aunque el Mercader celestial despliega delante de ellos las más
ricas joyas de la fe y el amor, aunque los invita a comprar de él "oro
afinado en fuego" y "vestiduras blancas" a fin de que sean vestidos, y
"colirio" a fin de que vean, endurecen sus corazones contra él, y no
cambian su tibieza por el amor y el celo. Aunque profesan tener piedad,
niegan el poder de ella. Si continúan en este estado, Dios los rechazará.
Se están incapacitando para ser miembros de su familia”. 3JT:57-60.
VESTIDOS DE SU JUSTICIA.-
Un Perdón Personal.-
LA VESTIDURA REAL.-
www.eme1888.cl; eme1888@gmail.com