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GUÍAS TÉCNICAS AGRÍCOLAS
Rolando Rueda Luna
Rogelio Vázquez Ramírez
Jenaro Reyes Matamoros
José Antonio Ticante Roldan
Gaspar Romero Hernández
Abel Cruz Montalvo
Víctor Tamariz Flores
Rosalía del Carmen Castelán Vega
Jesús A. Ruiz Careaga
Gladys Linares Fleites
Miguel Ángel Valera Pérez
Edgardo Torres Trejo
María Guadalupe Tenorio Arvide
José Adrián Saldaña Munive
Marco Antonio Marín Castro
Giselle Alvarado Retana
Ana María Costagnino
René Bernardo Elías Cabrera Cruz
Édgar León Esparza Ibarra
Elena María Otazo Sánchez
María Laura Sampedro Rosas
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BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA
José Alfonso Esparza Ortiz
Rector
René Valdiviezo Sandoval
Secretario General
Flavio Guzmán Sánchez
ED Vicerrectoría de Extensión y Difusión de la Cultura
Ana María Dolores Huerta Jaramillo
Directora de Fomento Editorial
Rolando Rueda Luna
Coordinador del DICA‐ICUAP
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La realización de este libro ha sido posible gracias a la colaboración de los integrantes del
Cuerpo Académico “Evaluación, manejo y conservación de sistemas agroproductivos y
forestales” del DICA‐ICUAP y al apoyo recibido de la BUAP.
Agradecemos a la ingeniero industrial Miriam Romero Hernánde por el apoyo en la
preparación de éste.
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PRESENTACIÓN
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El Departamento de Investigación en Ciencias Agrícolas, al impulsar la edición de es‐
ta obra, desea que se convierta en una fuente valiosa de consulta para los estudiantes,
técnicos, agrónomos y profesores, entre otros. Finalmente, estas Guías Técnicas son
producto del trabajo de los profesores investigadores integrantes del Cuerpo Académi‐
co: “Evaluación, Manejo y Conservación de Sistemas Agroproductivos y Forestales”.
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GUÍA TÉCNICA PARA PRODUCIR CAÑA DE AZÚCAR
Introducción
La caña de azúcar genera a nivel nacional más de 450 mil empleos y beneficios directos
a más de 2.2 millones de personas. La producción se realiza en 664 mil hectáreas que
abastecen a 55 ingenios de 15 estados cañeros, es una actividad de alto impacto en 227
municipios donde habitan 12 millones de personas. (SAGARPA‐ PRONAC, 2007‐2012).
El volumen de azúcar de caña nacional en la zafra 2011 alcanzó 5 183 500 toneladas. La
producción del endulzante ocupó el séptimo lugar en el ranking mundial. Brasil fue el ma‐
yor generador (38 350 000 toneladas), seguido por la India (26 650 000), la Comunidad Eu‐
ropea (15 90 000), China (11 199 000), Tailandia (9 663 000) y Estados Unidos (7 110 000).
Estos datos son interesantes y nos revelan la trascendencia de la caña de azúcar,
queda de manifiesto que es un cultivo detonante de la economía en las zonas de abas‐
tecimiento y producción. De aquí la importancia de la presente Guía técnica de aportar
los conocimientos técnicos y prácticos sobre el manejo del cultivo de caña de azúcar. La
información va dirigida especialmente a productores de caña, técnicos agrícolas, agró‐
nomos y personal administrativo de la agroindustria azucarera, el objetivo es que el
productor adopte y aplique estas recomendaciones técnicas con el propósito de mejo‐
rar la calidad y producción de la caña de azúcar, obteniendo un beneficio directo en su
economía y bienestar de su familia. Por otro lado, asegura estabilidad productiva que
requiere la industria azucarera.
El presente material hace una revisión y resalta la importancia de la preparación del
terreno, hace un bosquejo y repaso sobre los síntomas de deficiencia nutricional de la
planta, señala que el éxito de una buena cosecha depende de un excelente programa
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de siembra, finalmente hace referencia a los programas de fertilización, riego, control
de malezas, plagas, enfermedades y cosecha.
Limpia y quema. Previo al inicio de las labores de preparación del suelo se deben elimi‐
nar las malezas y quemar la paja o residuos de cosecha del ciclo anterior, de esta mane‐
ra se tiene buena eficiencia en la operación de la maquinaría agrícola. Sin embargo, los
residuos de la cosecha pueden ser aprovechados para incorporarlos al suelo como fuente
de materia orgánica. La problemática de la quema es un tema de discusión aparte.
Subsuelo y cruza. Rompe las capas endurecidas del suelo formada por el paso de la
maquinaria agrícola como tractor, alzadora, cosechadora y carros cañeros. Esta com‐
pactación se ve favorecida por las propiedades físicas y químicas de los suelos Vertisol.
El subsuelo es necesario para que el arado de disco penetre a mayor profundidad y se
facilite el surcado. Favorece la penetración de raíces, mejora la aireación de las capas
más profundas, mejora el drenaje interno y hay exposición de los insectos y de los mi‐
croorganismos del suelo. La cruza de subsuelo permite el rompimiento y fragmenta‐
ción de las capas impermeables del suelo. Con un paso de subsuelo se rompe una parte
de la capa del suelo; sin embargo, es necesario realizar el cruce de subsuelo para rom‐
per homogéneamente toda la capa del suelo. La cruza de subsuelo se recomienda rea‐
lizar 20 días después del primer paso de subsuelo, la separación entre los ganchos del
subsuelo debe ser de 70 cm y a una profundidad de 30 cm. Por otro lado la profundidad
de las raíces se ve favorecida por periodos cortos de sequía y por el contrario en perio‐
dos de buena humedad del suelo las raíces profundas mueren y la planta de caña desa‐
rrolla un sistema de raíces laterales.
Despiedre. Tiene varios beneficios, por ejemplo, el cortador puede cortar la caña al ras
del suelo aprovechando mejor su producción; los carros cañeros tienen problemas al
cargar, pues las piedras dificultan la operación de los carros y en muchos casos se da‐
ñan las llantas, muelles, balancines, etc. Por otra parte la piedra dificulta el alce de la
caña, y en algunos casos varias piedras llegan hasta los molinos de la fábrica causando
serios problemas. En general, las piedras dificultan las labores de preparación del suelo
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y labores de cultivo. Las piedras recolectadas se usan para mejorar los caminos y en la
construcción de cimientos de casas.
Rastra. Consiste en reducir los terrones que quedan con el barbecho a una fracción más
pequeña y uniforme. Se recomienda dar dos pasos de rastra cruzadas o bien alternarlos
con los barbechos, a un intervalo de 20 días aproximadamente.
Surcado. Es la base para depositar la semilla de caña y realizar el riego rodado de mane‐
ra eficiente, se recomienda una distancia entre surcos de 1.1, 1.2 y 1.3 m, de acuerdo con
la densidad de población y 30 cm de profundidad, y una longitud de surcos de 80 a 100
metros, es importante contemplar la construcción de regaderas en la parte superior del
surco.
Programa de siembra
Para obtener una alta densidad de población en la siembra de caña de azúcar se deben
manejar los siguientes aspectos:
Plagas del suelo. Inmediatamente después de sembrada la caña, se debe aplicar insec‐
ticida para el control de plagas del suelo, para ello se recomienda aplicar Furadán 3% G.
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20 kg ha‐1, o Sevín 5% G. 30 kg ha‐1; también se debe aplicar Lucadrin 60 L.S. 1 litro/ha,
que es un insecticida acaricida líquido soluble para el control de gusano barrenador del
tallo, el cual es muy agresivo en las primeras etapas de desarrollo del cultivo de caña.
Semilla. Debe cumplir con los siguientes criterios de calidad: yema bien desarrollada,
no mordida por roedores, de color verde, evitar yemas de color negro y en estado de
germinación, se recomienda que el semillero tenga de 8 a 10 meses de edad.
Método de siembra. El corte de semilla consiste en cortar con machete los tallos al ras
del suelo, se despunta (quitar el cogollo). La semilla no se debe de maltratar como gol‐
pear, tirar, pisar, etc., que pueda dañar la yema. El transporte de la semilla se hace en
carros de volteo con capacidad para 5 toneladas. El método de siembra más recomen‐
dado es a cordón doble, que consiste en cruzar la caña de dos en dos.
Época de siembra. La temperatura ambiente tiene una relación directa con las épocas
de siembra. En el trópico húmedo es más recomendable sembrar entre los meses de ju‐
lio a octubre por presentar temperaturas más cálidas en comparación a los meses de
noviembre a enero, pues las bajas temperaturas retrasan la germinación de la semilla.
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Las siembras en los meses de marzo, abril y mayo no son muy recomendables porque
coincide las primeras etapas de crecimiento del cultivo con las primeras lluvias y con
ellas la presencia de malezas, y para su control se tienen que hacer mayor número de
aplicaciones de herbicida, lo cual eleva los costos de producción del cultivo y en otros
casos reduce su rendimiento.
Pisa, corta y tapa. El picado facilita el pisado y el tapado de la semilla y evita que la pun‐
ta se alce y destape, no se recomienda exponer la semilla al sol por más de una semana
para evitar la deshidratación. Sin embargo, es recomendable dejar la semilla en el sur‐
co, expuesta al sol por 3 a 4 días para acelerar la germinación de las yemas. Se reco‐
mienda sembrar la caña en trozos de 3 yemas; en suelos de textura franca se debe
tapar la semilla con una capa de suelo de 6 a 8 cm de espesor con el uso del azadón. En
suelos arcillosos es conveniente sembrar con el terreno bien mojado, incluso con pe‐
queños escurrimientos de agua, la semilla se pisa y se introduce en el lodo, lo que favo‐
rece el amarre de la semilla con el suelo, propiciando condiciones óptimas de humedad
para la germinación de la semilla.
Labores de cultivo
Limpia. Se realiza manualmente con azadón y tiene como objeto controlar las malezas
que se encuentran en la orilla y centro del surco. Se recomienda realizar esta práctica
pasados entre 20 y 30 días después de la siembra para favorecer un buen desarrollo del
cultivo, pues se remueve una pequeña cantidad de suelo y se arropa la raíz. Sin embar‐
go, por falta de mano de obra, esta labor prácticamente ya no se realiza y se ha susti‐
tuido por herbicidas. En suelos Vertisol por ser tan duros restringe su uso. Por el
contrario por facilidad de manejo es más recomendable realizarla en suelos de tipo Flu‐
visol conocidos como suelos de Vega de Río.
Labor de cultivo. Se puede hacer con cultivadora, subsuelo o ganchos, tiene como
propósito romper los bordes altos de los surcos de siembra, controla la maleza; en so‐
cas (cañas de segundo corte) el paso de los ganchos hace que las cepas guarden su ali‐
neación evitando que se extiendan a lo ancho del surco. Se realiza después de la
germinación y hasta el cierre del cultivo. Esta práctica se realiza para romper las capas
duras que se forman en los suelos después de la mecanización de la cosecha, aumen‐
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tando así la porosidad, aireación; estimula el crecimiento de raíces nuevas al romper las
raíces viejas. Mejora las condiciones de infiltración del agua de riego, dando la oportu‐
nidad al agua de escurrir más lentamente y así aumentar la absorción.
Aporque. La finalidad es incorporar suelo a la base del tallo para cubrir las raíces super‐
ficiales y a su vez, favorece el desarrollo de raíces y amacollamiento de la planta,
además de eliminar malezas que no se hayan controlado con la aplicación de herbici‐
das, esta práctica es recomendable realizarla con tractor. El aporque invierte el surco
de tal forma que la hilera de plantas queda sobre el lomo del surco. Se recomienda rea‐
lizarlo cuando la planta tenga una altura de 50 a 60 cm, evitando así que el tractor mal‐
trate y quiebre las plantas de caña.
Chapeo o bajado de hojas. Esta labor es muy importante para el control de bejucos
que se caracterizan por presentarse en el cierre del cultivo. Consiste en chapear zacates
y maleza de hoja ancha, cortar bejuco y bajar hojas viejas y secas de la caña, mejora la
aireación del cañal y permite mayor entrada de luz al suelo, estimulando el desarrollo
del cultivo. Se realiza con machete después de que el cañal se ha cerrado y se encuen‐
tra en pleno desarrollo.
Nutrición de la planta
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ta la información que García (1984), reporta como síntomas más frecuentes de defi‐
ciencias nutrimentales.
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conservan su color verde obscuro y las hojas viejas se tornan cloróticas; se observa en
el cogollo como si las hojas se desprendieran del mismo punto, lo cual indica que el de‐
sarrollo de la caña se ha detenido. Lo anterior es consecuencia de la translocación de
potasio de las partes viejas a las zonas jóvenes.
Deficiencia de magnesio. Las hojas jóvenes toman una coloración verde clara y las vie‐
jas, verde amarillenta; aparecen manchas cloróticas que toman un color café obscuro a
medida que la hoja envejece, y cuando estas manchas son muy numerosas se juntan y
dan la apariencia de “roya” o “chahuixtle”. Cuando la deficiencia de magnesio es grave,
la clorosis se acentúa, las hojas presentan numerosas manchas, tallos delgados y los
entrenudos se acortan, tomando una coloración café en su interior.
Deficiencia de fierro. Palidez de las hojas más jóvenes, con aparición posterior de fran‐
jas longitudinales alternativamente verdes y cloróticas, al desaparecer el color verde
entre los pequeños haces vasculares; si no se detiene la deficiencia, desaparece el ra‐
yado tornándose amarillo uniforme y manteniendo las hojas viejas la coloración verdo‐
sa. En casos agudos las hojas superiores aparecen blancas, las intermedias amarillas y
las más viejas (inferiores) verde claro. Si no se suministra el fierro, la planta muere. Es
recomendable asperjar sulfato ferroso comercial al 2 o 5% en la planta, disuelto en 140
litros de agua por hectárea.
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Deficiencia de manganeso. Palidecen los tejidos verdes entre las nervaduras de las
hojas y después aparecen franjas longitudinales de color verde amarillento pálido que
se extienden desde la mitad de la hoja hasta la punta, se distingue de la deficiencia de
fierro porque las franjas abarcan toda la longitud de la hoja. Cuando la deficiencia de
manganeso es grave las franjas son blancas con zonas de color café rojizo y de tejido
muerto, y posteriormente las hojas se rajan longitudinalmente. Las aplicaciones de sul‐
fato de manganeso comercial mezclado con los fertilizantes, corrigen la deficiencia.
Deficiencia de zinc. Aparición de líneas blancas a lo largo de las venas mayores de las
hojas, en marcado contraste con las bandas cloróticas de fierro y de manganeso, que
afectan las zonas entre las venas de las hojas. Al aumentar la deficiencia, las áreas in‐
termedias palidecen y en casos agudos las venas se secan, cesa el desarrollo del meris‐
temo apical y los retoños emergen completamente blancos. Para combatir la
deficiencia de zinc se obtienen buenos resultados asperjando una solución de 600 gra‐
mos de sulfato de zinc comercial más 400 gramos de cal hidratada en 100 litros de agua
por hectárea.
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Deficiencia de molibdeno. Los síntomas se manifiestan en la mitad superior de las hojas
maduras y de las más viejas, por la aparición de un salpicado de rayas amarillas de 1 a 3
mm de ancho y de largo variable hasta de 1 cm o más; las rayas toman un tinte rojizo en
el centro y después se secan. El mismo autor señala que en la práctica se ha reconocido
que los suelos deficientes en molibdeno tienen siempre un bajo nivel de fósforo. Una
dosis de 80 g ha‐1 es suficiente para corregir la deficiencia, y se aplica bajo la forma de
molibdato de sodio o ácido molíbdico mezclado con el superfosfato.
Programa de fertilización
El cultivo de caña de azúcar extrae del suelo grandes cantidades de nutrientes ocasio‐
nando problemas de fertilidad, por esta razón año con año se requieren de mayores
cantidades de nutrientes para mantener los rendimientos de caña de azúcar. Por otro
lado, las malas prácticas de la quema de la cosecha y la requema de los residuos de co‐
secha desprotegen a los suelos de la materia orgánica, componente indispensable en
los procesos físicos, químicos y biológicos del suelo (Romero, 2014).
Un componente ideal es la incorporación de materia orgánica en combinación con
los fertilizantes químicos, este manejo agronómico mejora las propiedades físicas del
suelo y su nivel de fertilidad.
La caña de azúcar tiene un desarrollo normal entre los límites de pH de 6.0 y 8.0; ob‐
viamente su mayor potencial se manifiesta entre un pH 6.5 a 7.5.
Cuando el fertilizante no se tapa puede ser arrastrado superficialmente por el agua
de lluvia o de riego. Cuando el fertilizante se tapa existen menos pérdidas; sin embargo,
puede ser lixiviado por exceso de agua en el suelo. Por otra parte, si el fertilizante se
aplica durante la estación seca, éste no puede ser asimilado por la caña de azúcar y se
puede perder por volatilización.
Para una mayor eficiencia en la asimilación del nitrógeno, que es un elemento muy
móvil tanto física como químicamente, el IMPA (1985), recomienda para socas y reso‐
cas (tercer corte de la caña) aplicar el nitrógeno en dos partes, la primera mitad del
nitrógeno al fondo del surco, junto con el total del fósforo y del potasio y la otra mitad
del nitrógeno al cierre del cultivo. Y para zonas de riego se recomienda hacer la primera
aplicación del fertilizante en forma combinada con el primer cultivo y la fertilización
complementaria con la labor de despacho (última labor mecanizada que la planta per‐
mite por su crecimiento).
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El fertilizante se recomienda aplicarlo al fondo del surco para reducir la pérdida por
volatilización y facilita el contacto con las raíces. Esta práctica se recomienda realizarla
con ayuda de un tractor.
La aplicación del fertilizante de forma manual no es económica, comparativamente
con la aplicación mecánica; sin embargo, en las regiones donde hay disponibilidad de
mano de obra, la cual vive de los créditos de avío, es justificable. La aplicación manual
de los fertilizantes puede ser a puñados, con el costal, o con el embudo fertilizador. Sin
embargo, uno de los problemas fundamentales para el agricultor es la distribución uni‐
forme del fertilizante, pues mucha de las veces a los jornaleros le sobra o les falta el
fertilizante para terminar correctamente el surco a fertilizar, lo cual repercute en el
rendimiento al quedar partes de terreno mal fertilizadas. En muchas ocasiones la irres‐
ponsabilidad de los jornaleros se presta para que el fertilizante sea mal aplicado, situa‐
ción un tanto difícil de corregir.
La fertilización foliar juega un papel muy importante en el crecimiento y desarrollo
del cultivo de plantilla (caña de primera siembra), soca y resocas de la caña, se puede
complementar con insecticidas, enraizador y fitohormonas reduciendo costos de pro‐
ducción. La fertilización foliar es recomendable realizarla antes de la fertilización dirigi‐
da al suelo, de esta manera se reducen considerablemente posibles síntomas de
deficiencia nutrimental.
Romero (2013), en su trabajo de tesis, estudió cinco épocas de aplicación de fertili‐
zante y señala que las épocas de aplicación del fertilizante no tuvieron un efecto signi‐
ficativo sobre altura, °Brix y rendimiento de caña de azúcar, lo que significa que todos
los tratamientos fueron iguales para estos parámetros. Sin embargo, sí encontró efecto
significativo de la época de aplicación para el diámetro de tallo. Del análisis económico
concluye que el mayor ingreso neto por hectárea fue cuando se aplicó el fertilizante a
los veinte días después de la siembra, en el segundo riego. Este tratamiento presentó el
mayor crecimiento, color verde de las hojas, excelente sabor dulce y mejor desarrollo
del cultivo. El mismo autor recomienda a los productores aplicar el fertilizante a los
veinte días después de la siembra en el segundo riego y la segunda fertilización al cierre
del cultivo. Sin embargo, si por alguna razón técnica o económica los productores no
pueden aplicar el fertilizante en la época recomendada pueden optar por aplicar el fer‐
tilizante a los cuarenta días después de la siembra en el tercer riego.
Romero (2014), en su trabajo de tesis, estudió cinco dosis de fertilizantes y señala
que las diferentes dosis no tuvieron un efecto significativo sobre el rendimiento del cul‐
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tivo de caña. Agronómicamente menciona que desde las primeras etapas de crecimien‐
to del cultivo notó diferencias importantes en el desarrollo de la planta cuando se
aplicó la dosis de fertilizantes (240‐55‐85‐20); por el contrario el tratamiento testigo (sin
fertilizante) se caracterizó por el desarrollo de cañas más delgadas y la presencia de
clorosis durante todo el ciclo agrícola de la planta de caña, esta condición de crecimien‐
to se reflejó en menor producción de caña. Recomienda a los productores como una
primera aproximación, aplicar a su cultivo de caña de azúcar doce bultos de fertilizante
de la mezcla física (20‐11‐17‐4) en la primera aplicación y seis bultos de urea (46% de
nitrógeno), en la segunda aplicación.
Salgado et al. (2003), señalaron que la dosis de fertilizante usada en la actualidad por
el ingenio (120‐60‐60) es insuficiente para satisfacer los rendimientos del cultivo de ca‐
ña. Las dosis de fertilizante no modificaron los °Brix, la pureza, el porcentaje de sacaro‐
sa y el contenido de humedad, lo que indica que las dosis óptimas económicas
permiten incrementar los rendimientos de caña sin disminuir la calidad del jugo. Tam‐
bién señalan que a los cinco años de cultivarse caña de azúcar, el suelo Vertisol no
mostró cambios significativos en sus propiedades químicas, únicamente se observó
que la relación Ca/Mg está desbalanceada, siendo recomendable aplicar yeso (CaSO4),
para evitar posibles antagonismos en la absorción de K y Mg. Y que parte del problema
se debe a su plan de manejo nutricional, ya que se fertiliza con la dosis 120‐60‐60 desde
hace más de 25 años, sin considerar la variedad ni el tipo de suelo, aun cuando se sabe
que la concentración de nutrimentos en el suelo es dinámica. Además señalan que en
cada cosecha de caña de azúcar se pierden nutrimentos del sistema, los que deberían
reponerse para mantener la fertilidad del suelo. Dichas pérdidas ocurren por la expor‐
tación de tallos al molino y por la quema de residuos en el campo. Estudios realizados
en México indican que 100 toneladas de tallos extraen del suelo, en promedio, 100 a 130
kg de N, 16 a 43 kg de P y 133 a 197 kg de K. Pero que la concentración de estos nutri‐
mentos minerales en la planta es afectada por las condiciones del cultivo, el tipo de
suelo, el clima, la variedad y la fertilización, lo cual puede afectar ligeramente dichas ci‐
fras. Los mismos autores, reportan que en la región de la Chontalpa, Tabasco, obtuvie‐
ron rendimientos experimentales del cultivo de la caña de azúcar de 150, 130 y 110 t ha‐1
para el ciclo plantilla, soca y resoca, respectivamente, con la dosis de fertilizante de 160‐
80‐80, para las variedades Méx 69‐290 y SP 70‐1284.
Para el Ingenio El modelo, Ver., se recomienda la dosis de fertilizante de 180‐60‐0;
para el Ingenio La Gloria, Ver., la dosis 180‐60‐00; para el Ingenio Mahuixtlan, Ver., la
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dosis 180‐60‐60; para el Ingenio Atencingo, Pue., la dosis 240‐00‐00 y para el Ingenio de
Calipan, Pué, la dosis recomendada es 140‐100‐00.
Fuentes de fertilizantes
Raizal 400. Fertilizante enraizador para plántulas, su fórmula es desarrollada para pro‐
veer nutrientes (N, P, K, Mg, S) y estimular el crecimiento de raíces jóvenes. No se
debe aplicar bajo condiciones de sequía, ni cuando exista alta probabilidad de lluvia.
Bayfolan® Forte. Fertilizante foliar, contiene vitaminas y fitohormonas que actúa esti‐
mulando los procesos metabólicos de las plantas, obteniendo cultivos vigorosos y
cosechas más abundantes y de calidad. Se debe aplicar en etapa de desarrollo vege‐
tativo o en producción intensiva.
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Lobi*44. Urea desbiuretizada en forma de cristales solubles, es un fertilizante foliar con
una alta concentración de nitrógeno y es absorbido por vía foliar rápidamente y
complementa las aplicaciones al suelo de este elemento.
Programa de riegos
Control de maleza
La caña tiene un desarrollo lento en los cuatro meses siguientes a su siembra o corte y
es durante este periodo de crecimiento cuando las malas hierbas se presentan compi‐
tiendo con el cultivo (el periodo más crítico es de la siembra al cierre del cultivo).
En siembras de plantilla las malezas reducen el rendimiento a 60 t ha‐1, cuando no se les
controla los primeros 120 días del cultivo. Además, dificultan las labores de cultivo y de
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cosecha y en ocasiones son hospederas de plagas y enfermedades que afectan el culti‐
vo.
Para el control de malezas existen tres métodos; el método manual (pala, azadón y
machete), mecánicos (barbecho y cultivos) y químicos (herbicidas). El primero depende
de la disponibilidad de mano de obra y generalmente son más caros. El segundo de‐
pende de las condiciones ambientales, se dificultan en periodos de lluvias. Los herbici‐
das se usan en periodos de cierre del cultivo, en terrenos con fuertes pendientes o en
terrenos pedregosos, este método se dificulta por la disponibilidad de agua en el terre‐
no para el llenado de los tanques de 200 litros.
Sin importar el método de control las malezas se deben controlar antes de que ten‐
gan 20 cm de altura y antes que empiecen a amacollar los zacates, cuando la maleza se
controla a mayor altura implica más gastos de herbicidas, mayor número de jornales,
menor eficiencia en la capacidad del control del herbicida, e inclusive se requiere de
personal con mayor experiencia pues algunas veces se tiene que ir pisando la maleza
para lograr mayor superficie de contacto del herbicida y la hoja de la caña o en su de‐
fecto se tiene que repetir la aplicación para tener buen control de la maleza.
Las malas hierbas compiten por agua, luz y nutrientes con el cultivo de caña de azú‐
car; además, son hospederas de plagas, enfermedades y animales dañinos. La época
crítica por competencia es durante las cinco semanas siguientes a la siembra, el cultivo
enyerbado durante el primer mes tendrá pérdidas de rendimiento muy serias y no se
recupera aunque en las siguientes etapas de crecimiento se mantenga limpio.
Para el control de maleza se recomienda aplicar Gesapax‐H Autosuspensible, herbi‐
cida agrícola selectivo al cultivo de caña de azúcar, controla hoja ancha y zacates; se
aplica en post‐emergencia temprana cuando la maleza está tierna y en crecimiento, pe‐
netra a través del follaje y la raíz. En la segunda aplicación se puede repetir el herbicida
en la misma dosis que la primera.
Para aplicar el herbicida se requiere que el suelo tenga buena humedad para que
funcione eficientemente. La aplicación deber ser preferentemente por las mañanas,
evitando rachas de aire fuerte, suspender la aplicación si hay indicios de lluvias. Cuando
se tengan suelos con exceso de humedad se debe esperar que existan condiciones para
caminar con facilidad en el terreno sin resbalarse (lo que coloquialmente los producto‐
res conocen como tener piso).
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Herbicidas
Los herbicidas comerciales más usados son: Gesapax H‐375 (post‐emergente), dosis 6 l
ha‐1, Gesapax Autosuspensible (post‐emergente) dosis 4 l ha‐1, Gesapax Combi 500 FW
(pre‐emergente) dosis 4 kg ha‐1, Gramopol (post‐emergente) dosis 4 l ha‐1, Hierbamina
(post‐emergente), dosis 4 l ha‐1, Cañex 80 (pre‐emergente y post‐emergente) dosis de 2
a 3 kg ha‐1 y Banvel 12‐14 ( post‐emergente) dosis de 2 a 3 l ha‐1.
Gallina ciega (Phyllophaga spp) y Nematodos (Meloidogyne ssp; Pratylenchus ssp y Heli‐
cotylenchus spp). Una vez sembrada la semilla se debe aplicar insecticida para la pre‐
vención de estas plagas del suelo: se recomienda aplicar Furadán 3% G. 20 kg ha‐1 o
Sevín 5% G. 30 kg ha‐1. También se puede aplicar Lucadrin 60 L. S. 2 l ha‐1 en las primeras
etapas de crecimiento de la caña.
Barrenador del tallo (Diatraea considerata). Perfora el tallo en forma de galerías en
caña chica y grande, permitiendo la entrada al muermo rojo. Para su control se reco‐
mienda aplicar, Lucadrin 60 L. S., a una dosis de 2 litros por hectárea, es un insecticida y
acaricida agrícola que actúa por contacto e ingestión.
Mosca pinta (Aeneolamia postica). Los adultos al succionar la savia de las hojas, in‐
yectan una toxina en el parénquima, causando síntomas de clorosis y secamiento foliar.
Para su control se recomienda aplicar, Lucadrin 60 L. S., a una dosis de 2 litros por
hectárea.
Chinche de encaje (Leptodictya tábida H.S.). Los adultos y las ninfas se pegan a las
hojas de las plantas succionando su savia. Producen manchas cloróticas que posterior‐
mente se tornan de color café rojizo, dando la impresión de daños graves. Se reco‐
mienda aplicar, Lucadrin 60 L. S., 2 litros por hectárea.
Pulgón amarillo (Sipha flava Forbes). Las hojas dañadas se tornan amarillentas, re‐
trasando el crecimiento de la planta y secamiento de las puntas. Para su control aplicar
Lucadrin 60 L. S., 2 litros por hectárea.
Rata (Sigmodon hispidus toltecus Saussure). El daño principal se localiza en los canu‐
tos cercanos a la base del tallo, al roerlos provocan el acame de la caña. Generalmente
aparece en los meses de enero a marzo. Se combate con Sulfato de Talio 700 gramos
por 80 kg de maíz.
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Roya (Puccinia melanocephala Syd.). Reduce la fotosíntesis, provocando fuertes de‐
crementos en la producción. Para su control utilizar variedades resistentes o tolerantes.
Carbón (Ustilago scitaminea Syd.). Provoca un alargamiento de los tallos infectados,
reduciendo la calidad de tallos listos para la molienda. Su distribución en el campo no es
uniforme. Medidas de control: sembrar variedades resistentes, entresaca de látigos y
aclareo de cepas enfermas. El tratamiento con agua caliente a 52°C por 45 minutos eli‐
mina el hongo de tallos infectados.
Programa de cosecha
Una cosecha exitosa consiste en enviar a batey, todos los tallos que son industrializa‐
bles, que estén libres de impurezas como: puntas, basura de paja, materiales extraños,
piedras, terrones, palos etc. Es requisito indispensable que llegue en óptimas condicio‐
nes de maduración, tener presente que el tiempo entre la quema y la molienda de la
caña sea menor de 48 horas. Para ello, el productor se debe ajustar a la orden de corte
por parte de superintendencia de campo del ingenio, es compromiso quemar la caña
que se pueda cortar y cargar el mismo día. Es importante supervisar el personal de cor‐
te para que corten la caña al ras del suelo, y así evitar la pérdida de caña con mayor can‐
tidad de sacarosa. Otra actividad importante es recoger la caña que queda tirada en
campo al momento de cargar. Evitar pérdidas de caña al momento del transporte del
terreno al batey.
La cosecha se lleva a cabo de 12 a 18 meses después de la siembra, cuando la caña al‐
canza su óptimo peso y contenido de sacarosa. La finalidad de la quema antes del corte
es limpiar la caña. La caña no debe quedar cortada en campo más de veinticuatro horas
porque pierde peso y reduce su contenido de sacarosa. La forma de transportar la caña
de azúcar a los ingenios ha sufrido modificaciones con el paso del tiempo, en la década
de los años 50 del siglo XX la caña de azúcar se transportaba en carretas con capacidad
para 3 o 4 toneladas y eran tiradas por dos o tres yuntas de bueyes; en la década de los
años 60 y 70 del siglo pasado la caña se transportaba en carros cañeros tipo rabón con
capacidad de siete a nueve toneladas; a partir de la década de los 80 y hasta la fecha los
carros cañeros se han adaptado con dos ejes traseros tipo mancuerna, la carrocería
tradicional de madera fue remplazada por carrocería de fierro, se adaptaron motores
más grandes tipo cummins 300, 350 y 400 que generalmente usan los tráiler, su capaci‐
dad de carga es de 20 a 30 toneladas. Este exceso de peso tiene serias implicaciones en
25
el manejo de los terrenos sobre todo el efecto de compactación. Lo cual merece una
reflexión y un estudio aparte de las propiedades físicas del suelo como la resistencia, in‐
filtración, porosidad, aireación y compactación, entre otras.
Bibliografía
26
Sánchez, N.F.1972. Materia Prima: Caña de Azúcar. Primera Edición. México. Talleres de
Larios e hijos impresores, S.A., Constitución 18. Tacubaya , D.F.
Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación‐ Programa
Nacional de la Agroindustria de la Caña de Azúcar 2007‐2012. 2010. Esquema
de Financiamiento a la Agroindustria de la Caña de Azúcar con apoyo del
PRONAC. Cuarto Informe de Labores. México.
27
28
GUÍA DEL PROCESO BÁSICO
PARA EL CULTIVO DEL HONGO Pleurotus spp
El cultivo del hongo comestible Pleurotus sp, comúnmente llamado Hongo Seta o Se‐
tas, se ha incrementado en el estado de Puebla y en cantones de San José de Costa Ri‐
ca, debido a que en el proceso de su producción, ya sea a nivel casero o semindustrial,
no se requieren instalaciones costosas y se utilizan residuos agrícolas como pajas y ras‐
trojos para cultivarlo. Por consiguiente, es factible producirlo en cualquier época del
año.
Es muy importante resaltar dos aspectos:
1. Este hongo no es tóxico o venenoso para el ser humano y, por sus características
nutritivas, resulta un alimento que puede complementar la dieta diaria de los consumi‐
dores.
2. Durante el proceso de producción deberán practicarse medidas higiénicas
lo más estrictas posibles, ya que con éstas se podrán prevenir problemas de contami‐
nación, que una vez presentes, no se pueden eliminar fácilmente y pueden ocasio‐
nar el fracaso del proceso. El presente material pretende, fomentar el cultivo del
hongo Pleurotus tanto comunidades del estado de Puebla, de San José de Costa Ri‐
ca y de la Provincia del centro de Buenos Aires Argentina, En zonas agrícolas donde el
maíz, trigo o pastos adquieren el carácter de monocultivo, el cultivo de las setas pue‐
de generar autoempleos en las comunidades, permitiendo disponer de alimento de
buena calidad en cualquier época del año, mejorando la dieta de quien lo consume.
Su consumo es confiable, sin riesgo de intoxicación o envenenamiento.
Genera mano de obra y el trabajo se hace aprovechando las horas libres des‐
pués de otra ocupación. Ayuda al productor a mejorar sus ingresos mediante su
producción y comercialización. Produce alimentos intensivamente en áreas pequeñas.
Pudiendo aprovechar instalaciones como bodegas, establos o cobertizos.
29
Características de Pleurotus
Los hongos son cuerpos fructíferos (frutos) que se forman del micelio, pre‐
sentan un sombrero llamado píleo y un tallo corto llamado estípite. El sombrero
tiene forma de concha marina y presenta láminas en su parte inferior. Las setas
pueden presentar diferentes colores debido a su especie o variedad, las encontramos
de color café, gris, blanco, rosa y crema. Tienen una consistencia carnosa, son
fáciles de digerir y un valor nutritivo adecuado. Su sabor es exquisito (figura 1).
Figura 1
Partes principales del hongo
30
Tabla 1
Composición proximal del hongo Pleurotus
Chang, S. Miles, P. 2004. Mushroom. Cultivation, Nutritional Value, Medical Effect, and
Environmental Impact. CRC PRESS.451 pp
Sustratos
El hongo puede cultivarse sobre residuos agrícolas, como: paja de cereales, zacate
molido, aserrín, rastrojo de frijol, de haba, etcétera.
31
Materiales
Micelio de Pleurotus (semilla del hongo)
Contenedor metálico de 200 litros (Tonel, Paila, Cubo)
Quemador de gas
Arpillas de plástico, costales o canastilla metálica
Tanque de gas de 20 kg, leña u otro combustible
Bolsas de plástico de 60X90, cubetas de plástico, cajas agrícolas de plástico
Desinfectante a base de yodo o cloro
Mesa con cubierta plástica
Termómetro
Alfileres para pinchar las bolsas
Procedimiento
Figura 2
Empaquetamiento del sustrato en arpillas o canastilla metálica
32
2. Pasteurización con vapor de agua: el sustrato seleccionado debe ser pre tratado
para eliminar en lo posible las poblaciones de microorganismos contaminantes,
por lo que se debe pasteurizar ya sea con agua caliente o con vapor de agua. Al
contenedor metálico o tonel de 200 litros de capacidad, se le agregan 25 litros de
agua, se introduce la arpilla o canastilla con el sustrato sobre una parrilla, se cierra
y se calienta hasta alcanzar temperatura de vaporización 90 ‐ 1000C, durante 45 ‐
60 minutos, permitiendo un ligero escape de vapor por un orificio en la tapa (figu‐
ra 3), el vapor eliminara las poblaciones contaminantes.
Figura 3
Contenedor con sustrato y pasteurización con vapor de agua
3. Se retira el sustrato del tonel y se deja enfriar por 20 minutos (debe contener por
lo menos entre 70 y 80 % de humedad (figura 4).
Figura 4
Escurrimiento del sustrato
33
*PASTEURIZACIÓN EN FRÍO: el sustrato se sumerge en el contenedor con agua y
cal, por cada 50 litros de agua 450g de cal. Se deja reposar 48 horas, se saca y se
escurre por lo menos 6 horas para obtener entre 60 y 70 % de humedad.
Figura 5
Enfriamiento de la paja sobre la mesa
5. Una vez fría, la paja se coloca en capas dentro de las bolsas o contenedores de
plástico perforados en su superficie y se le agrega la semilla, aproximadamente 150 g
por bolsa, la cual puede pesar entre 5 y 7 kg. (figura 6).
Figura 6
Llenado y siembra de la paja en los contenedores seleccionados
34
6. La bolsa se anuda con sus extremos, se pincha con los alfileres limpios y se co‐
loca en el área de incubación. Debe mantenerse a una temperatura templada
entre 25ºC de preferencia. Si es un contendor o cubo plástico deberá cubrirse
con su tapa y las perforaciones alrededor serán cubiertas con cinta adhesiva. (fi‐
gura 7).
Figura 7
Contenedores con paja inoculada con el hongo.
Figura 8.
Representación de un local rústico de producción y colocación de las bolsas
35
Parámetros del ciclo de producción de Pleurotus sp.
Tabla 2
Factores físicos que influyen en el proceso de cultivo
Parámetros P S I IF 1ra C IF 2da C
Temperatura 85 OC 30 OC 25 OC 18‐25 OC 25OC 18‐25 OC 25 OC
Humedad ‐ 80 % ‐ 80‐90 % 70‐80 % 80‐90% 70‐80 %
ventilación ‐ ‐ Media Alta Alta Media alta
Tiempo/dias 1 1 20 8‐10 5 8‐10 5
Producción ‐ ‐ ‐ ‐ 40* % 30* %
P= Pasteurización. S= Siembra. I= Incubación. IF= Inducción a la Fructificación. 1ªC Primera Cosecha
2ªC Segunda Cosecha. * = Depende de cada sustrato
Stamets P., Chilton J.1983. The mushroom cultivatior, A practical Guide to growing mushroom at
home. Agarikon press, Olympia, Washington, 414 pp.
Fructificación
Figura 9
Fructificación en diferentes contenedores
36
Durante la producción, gran cantidad de esporas flotan en el ambiente y for‐
man una capa que puede afectar a personas alérgicas, para evitarlo se recomien‐
da utilizar mascarilla para boca y nariz al trabajar en el lugar de Fructificación.
Almacenamiento
1) En refrigeración:
Los hongos recién cortados se depositan en una bolsa de polietileno y se guar‐
dan en refrigeración de 2 a 4 días.
2) En seco (deshidratados):
Los hongos tal y como se cortan se secan, exponiéndolos al sol en un desecador
o una maya plástica hasta que pierdan su humedad y se depositan en contenedores de
cartón o plástico para su almacenamiento.
3) En conserva:
Se colocan en salmuera o vinagre (escabeche) condiciones que evitan su des‐
composición y favorecen su consumo
Siguiendo las técnicas adecuadas de preservación y envasado, los hongos pueden al‐
macenarse durante varios meses.
37
Ciclo de producción de Pleurotus sp. (HONGO SETA)
Figura 10
Etapas fundamentales en el cultivo del hongo Pleurotus spp
Siembra Incubación
Producción
Hongo
Cosecha
38
Forma de cultivo en Costa Rica
Como se puede apreciar en las figuras 11 y 12, los productores utilizan pastos de su re‐
gión, los cuales pasteurizan e inoculan con el micelio activado, lo sujetan con alambre y
lo incuban en sus locales, no tienen estas pacas de pasto, cobertura plástica, pero po‐
demos apreciar también que utilizan arpillas de polietileno como contenedores. En las
figuras 13 y 14 se aprecian los utensilios empleados en el proceso.
Figura 11 Figura 12
Pasto inoculado en arpillas Bloques de pasto sin cobertura
Figura 13 Figura 14
Utensilios para pasteurizar Siembra en bolsa plástica
39
Se debe mencionar que las condiciones ambientales de la zona favorecen las prácticas
descritas
Recomendaciones
40
Conclusión
Bibliografía
Chang S. T. 2009. Training Manual on Mushroom Cultivation Technology. Asian and pa‐
cific Centre for Agricultural Engineering and Machinery (APCAEM).United Nation.
Economic and Social Commission for Asia and the Pacific. pp 65.
41
Chang, S. Miles, P. 2004. Mushroom. Cultivation, Nutritional Value, Medical Effect, and
Environmental Impact. CRC PRESS. pp 451.
Chang S. T. 2009. Training Manual on Mushroom Cultivation Technology. Asian and pa‐
cific Centre for Agricultural Engineering and Machinery (APCAEM).United Nation.
Economic and Social Commission for Asia and the Pacific. pp 65.
Sánchez E. Royse D. 2001. La Biología y el cultivo de Pleurotus spp. Editorial limusa,
grupo Noriega editores. 290 pp.
Stamets P., Chilton J.1983. The mushroom cultivatior, A practical Guide to growing
mushroom at home. Agarikon press, Olympia, Washington. pp 414.
SDR.2007. Cadenas Productivas Agropecuarias y Acuícolas del estado de Puebla. Go‐
bierno del estado de Puebla, 2005‐ 2011.
42
GUÍA TÉCNICA
EN EL USO DE COMPOSTAS EN AGRICULTURA
Introducción
Uno de los problemas ambientales de la producción agrícola son los residuos orgánicos
que se generan. Normalmente, debido al desconocimiento, a la falta de un espacio
adecuado, o de tiempo, las prácticas habituales con estos residuos son la quema, el en‐
terramiento o el abandono del material a la intemperie hasta su pudrición.
El compostaje proporciona la posibilidad de transformar de una manera segura los
residuos orgánicos en insumos para la producción agrícola. La FAO define como com‐
postaje a la mezcla de materia orgánica en descomposición en condiciones aeróbicas
que se emplea para mejorar la estructura del suelo y proporcionar nutrientes. Otros
beneficios complementarios del proceso de compostaje es la reducción de malos olo‐
res producto de la pudrición y en la eliminación de vectores como insectos y ratas.
También tiene una función muy importante en la eliminación de patógenos humanos,
bacterias contaminantes de alimentos, de las semillas de malezas y otras plantas no de‐
seadas.
La composta es un abono orgánico que se forma por la degradación microbiana con‐
trolada sobre residuos orgánicos tales como hojas, rastrojos, zacates, cascaras, basuras
orgánicas caseras, subproductos maderables (aserrín y virutas), ramas, estiércoles y re‐
siduos industriales de origen orgánico; con estos residuos, en forma separada o bien
mezclados, se forman pilas o montones, que por acción de los microorganismos dan
origen a un material (materia orgánica) de gran utilidad para los suelos agrícolas ya que
mejora la estructura y la fertilidad de estos; el método para producir este tipo de abono
es económico y fácil de implementar.
43
Por último, la importancia que tiene el incrementar la fertilidad del suelo en la agri‐
cultura, es necesario difundir tecnologías que ayuden al productor que se ve limitado
por la falta de un suelo de calidad para la producción.
Figura 1
Porcentaje de residuos orgánicos generados en los desechos sólidos urbanos
44
Importancia de los abonos orgánicos
Definición y materiales
45
en presencia de cal, humedad, espacio para la circulación del aire por la mezcla elabo‐
rada y una población viva de hongos, bacterias y otros microorganismos distribuida uni‐
formemente por toda la masa, removida frecuentemente. Con esto se intensifica y
acelera el logro de humus natural, que es materia orgánica de fácil descomposición por
integración en los sedimentos de las capas superficiales de tierra para enriquecer sue‐
los para el crecimiento vegetal mejorado. La práctica de agregar estiércol líquido o pes‐
cado hidrolizado actúa para el logro de mejoramiento de suelos. Existen poblaciones de
microorganismos de suelo comerciales, cuya presencia debe propiciar un proceso de
composteo mejorado. Las plantas industriales dedicadas a la elaboración de composta
utilizan calor hasta 65 ºC para la inactivación de semillas y posibles gérmenes patóge‐
nos. A esta actividad se le conoce como producción caliente de composta y es recono‐
cida como la mejor.
A menor escala está la producción doméstica de composta y esta es denominada
como producción fría de composta.
La biodegradación natural de la materia orgánica particulada y disuelta es llevada a
cabo por las poblaciones de microorganismos presentes en el suelo. Estas poblaciones
solamente actúan en presencia de agua. La cal se agrega para propiciar la neutraliza‐
ción termodinámica del agua intersticial en la masa agregada y para inhibir la fertilidad
de semillas y la actividad de gérmenes patógenos. La estratificación se introduce para
que ocurran los procesos de degradación uniformemente. El tiempo requerido es de‐
pendiente principalmente de la actividad intensa de los microorganismos y una medida
indirecta de ello es la elevación de la temperatura a más de 60 ºC y al mismo tiempo lo‐
grar dichas temperaturas sólo se logra por la conjunción equilibrada de los demás fac‐
tores que son la humedad, el nivel adecuado de oxígeno y la relación C/N.
46
medios agrícolas los desechos domésticos en las fosas de abonos o en los “pudrideros”
junto con la paja.
Los materiales orgánicos como estiércol, residuos de cosecha, abonos verdes, resi‐
duos de cocina, y otros deben siempre descomponerse en presencia de aire, es decir,
sobre el suelo o, más frecuentemente, en un montón construido especialmente para
esta finalidad: el montón o pila de composta. La fabricación de composta es una técni‐
ca practicada desde hace milenios, especialmente en el lejano oriente, que ha sido re‐
cuperada y perfeccionada por los agricultores y horticultores biológicos sobre todo en
Europa.
Son necesarias numerosas transformaciones microbianas para que el estiércol o los
residuos de cocina se conviertan en humus y en alimento para las plantas. Una parte de
estas transformaciones tienen lugar durante la descomposición del montón. Así pues
cabe decir que la composta es para las plantas un alimento predigerido.
Los materiales orgánicos putrefactos huelen mal y tienen un aspecto poco atractivo,
por lo contrario, una composta bien descompuesta huele a mantillo de bosque y se
puede coger a manos llenas sin que se pegue a los dedos, como si fuese una buena tie‐
rra de huerto.
Las reacciones bioquímicas se deben a un aumento natural de la temperatura en el
seno de la mezcla, llegando a alcanzar 60 grados centígrados y a veces más.
Los sólidos separados de las aguas residuales en las plantas de tratamiento contie‐
nen mucha agua y materia orgánica. Esto los hace voluminosos y putrescibles. Para
simplificar su manejo y disposición, los lodos se deshidratan y estabilizan hasta un gra‐
do variable, sólo pueden convertirse en composta cuando están deshidratados (30% de
agua).
Algunos materiales no deberían ser puestos en los montones de abono. Ellos no to‐
man parte útil en el proceso, no se descompondrán y pueden causar problemas para
las personas al aplicar el producto en la agricultura. Tales materiales incluyen porcelana
china rota, vidrio o alfarería, piezas de metal, alambre, plásticos y deshechos grasos (fi‐
gura 2).
47
Figura 2
Desechos sólidos utilizados en la elaboración de compostas.
48
Colocar una capa de hierba o restos de cosecha de 10 a 15 cm, bien picada y humede‐
cerla en la superficie del suelo.
Sobre la capa de pajas colocar otra de estiércol de 20 a 30 cm (preferencia fresca).
Colocar otra capa de hierba o residuos de cosecha, siempre húmeda.
Esta operación de poner estiércol fresco y capas de hierbas o restos de cosechas, se
realiza sucesivamente hasta que la pila llegue a una altura de 1.5 m y un ancho no
mayor de 4 m, el largo está en dependencias de la disponibilidad del material y el es‐
pacio con que se cuente, la relación entre estiércol y paja o residuos agrícolas es de
un 60% de estiércol por 40% de paja o residuos orgánicos.
Cómo debe quedar conformada la pila. La pila debe quedar totalmente cubierta de
paja, durante el proceso de elaboración de la composta es necesario medir la tempera‐
tura, para ello se introduce una varilla (no muy gruesa de un metro de largo) dentro de
la pila, cada día se controla la temperatura ambiente, después de los primeros días,
comienza a subir la temperatura lo que nos indica que el proceso ha comenzado, en los
primeros 25 a 30 días la temperatura puede subir hasta 60 a 70 grados por lo que es
importante controlarla para que no sobrepase los 60 grados, pues si es muy elevada,
pueden morir los microorganismos responsables de la descomposición de la materia
orgánica, además, puede secarse mucho la pila y hasta quemarse, si al introducir la va‐
rilla la temperatura es muy alta, al punto de quemar la mano, se debe controlar que no
siga subiendo, por lo que se deben abrir orificios, para que disminuya la temperatura;
este proceso se realiza cada día con el fin de controlarla.
Pasados 15 o 20 días cuando la temperatura comienza a disminuir hay que hacer un
viraje donde se invierten las capas poniendo las superiores debajo y las inferiores arri‐
ban, en este paso hay que humedecer las capas superiores, el segundo viraje se realiza
pasando los 15 o 20 días después del primero, donde se debe mezclar y aplicar de nue‐
vo agua, es importante evitar el exceso de humedad y mantener la altura de la pila de
1.5 m; después de este viraje la temperatura tiende a estabilizarse hasta llegar a tempe‐
ratura ambiental, donde el material esta humificado, en este momento se procede a la
maduración y secado para lo cual se dan virajes cada dos o tres días sin humedecer más
ni aumentar la altura; la composta está madura al cabo de los 3 a 5 meses cuando se
observa que el material es friable, mullido, de color oscuro y con un olor a tierra, con
una temperatura ambiental y una humedad entre 35 ‐ 40%.
49
Figura 3
La materia orgánica de la composta debe estar constituida por una buena relación
de sólidos, agua y gases que permitan el constante intercambio de sustancias y es de
particular importancia observar para un buen y acelerado composteo una relación C/N
de 30 o 35:1.
El tamaño de las partículas del material a compostar debe ser de 1.3 a 5 cm según
tenga mayor contenido de celulosa o menor respectivamente como sería papel, made‐
ra o residuos vegetales de cocina; lo que permite mayor contacto entre partículas, pero
mejor intercambio de sustancias y una acelerada fermentación que es lo que buscamos,
partículas más pequeñas supone una compactación del material que ya representa un
problema.
Para la descomposición acelerada del material se utilizan inoculantes que consisten
en cultivos especiales de bacterias y entre los que se encuentran bacterias del tipo de
Azotobacter, composta madura, fosforita molida, fosfato de calcio y al mismo suelo
fértil.
La participación de bacterias de cierto tipo hace que se produzcan infinidad de reac‐
ciones exotérmicas biológicas y a esta fase se le llama fase termofílica y hay que tener
cuidado en que las temperaturas no se eleven sobre los 60 oC porque entonces, la per‐
dida de N en forma de amoniaco es muy grande. Cuando después de los primeros días,
el proceso se estabiliza y las temperaturas bajan a los 40‐50oC, puede ser por falta de
aireación, por una mala relación C/N o por un desequilibrado manejo de los materiales.
50
El óptimo de humedad es de 60‐70% en la composta y debajo de 12% la actividad bacte‐
riana disminuye de tal forma que puede no recuperarse en cortos periodos, ante la falta
de oxígeno y con humedad de 60% se generan problemas en el composteo que se pue‐
den detectar por los malos olores que desprende la composta y que significa el cambio
de dirección de proceso de aerobio a anaerobio.
Para realizar los volteos de la composta, se recomienda que se realice por primera
vez a los 22 días y después cada 7 días, porque es importante debido a que las bacterias
que realizan el trabajo son aerobias, pero en términos de precisión, lo correcto es reali‐
zar los volteos antes de que sobrepasen los 70 oC de T y el 60% de humedad.
Este abono se puede usar de forma localizada a la hora de la siembra de maíz entre 3
y 6 ton/ha (cuadro 1).
Cuadro 1
Composición y características de la composta
al cabo de 3 a 5 meses en kg/ton, (DICA‐ICUAP)
Una de las técnicas para la transformación de los residuos orgánicos sólidos en abonos
orgánicos de alto contenido en nutrientes es la lombricultura, la cual consiste en la cría
controlada de lombrices de tierra, las cuales se alimentan de residuos orgánicos y ex‐
cretan un producto llamado humus de lombriz muy útil para el suelo ya que le brinda
excelentes beneficios.
51
1. Humus solido
2. Humus líquido
3. Proteína
Entre las especies de lombrices que se pueden cultivar se encuentran la roja california‐
na y la roja africana, las características de estas lombrices se presentan en el cuadro 2 y
en la figura 4 se describe el ciclo de la lñombriz.
52
Cuadro 2
Características de las lombrices roja californiana y roja africana
(Instituto de Suelos de Cuba, DICA‐ICUAP).
Indicadores Roja Africana Roja Californiana
Largo 12 a 20 cm 6 a 8 cm
Color Rojo púrpura Rosado oscuro
Diámetro 4 ‐ 5 mm 2 ‐ 3 mm
Peso 1.5 ‐ 2.5 g 0.7 ‐ 1.0 g
Movilidad Más rápida Lenta
Figura 4
Ciclo de la lombriz
53
La siembra puede ser directamente en el suelo (canteros) o en las canoas.
54
Contar con un pie de cría.
55
Cosecha del humus
56
Cuadro 3
57
tes, para lograr rendimientos muy parecidos a los obtenidos con la aplicación exclusiva
de sales minerales, aunque con la seguridad de que con el tiempo se pueden reducir las
aplicaciones de fertilizantes químicos debido a la mejor disposición que se tiene con la
existencia en el suelo de mejores condiciones de absorción, adsorción, porosidad, es‐
tructura del suelo y cantidad de microrganismos benéficos.
Bibliografía
58
GUÍA PARA LA APLICACIÓN DE MÉTODOS ESTADÍSTICOS
EN PROYECTOS DE SECUESTRO DE CARBONO
Introducción
Diversas opiniones son las que se establecen en torno al origen etimológico de la pala‐
bra guía, sin embargo, una de las más sólidas y aceptadas es que dicho término provie‐
ne en concreto del gótico vitan que puede traducirse como “vigilar u observar”.
Una guía es algo que tutela, rige u orienta. A partir de esta definición, el término
puede hacer referencia a múltiples significados de acuerdo al contexto. Una guía puede
ser el documento que incluye los principios o procedimientos para encauzar una cosa o
el listado con informaciones que se refieren a un asunto específico.
Estas conceptualizaciones constituyen el fundamento para interpretar el contenido
del presente trabajo, que indica los procedimientos para aplicar los métodos estadísti‐
cos en los análisis de proyectos de secuestro de carbono. Contiene una secuencia epis‐
temológica que genera y valida el conocimiento científico, y ella es el “proyecto de
secuestro de carbono –selección del método estadístico para el análisis del secuestro
de carbono– y su aplicación a un proyecto concreto”.
El secuestro de carbono está muy estrechamente vinculado con el cambio climático
y aquí se incluyen las nuevas experiencias metodológicas para la mitigación del cambio
climático por secuestro de carbono.
La comunidad internacional ha emprendido acciones para enfrentar el cambio climáti‐
co, siendo las más notables la firma de la Convención Marco de las Naciones Unidas so‐
bre el Cambio Climático (CMNUCC), y de su Protocolo de Kyoto, que estableció metas
concretas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para los países
desarrollados durante un primer período de compromisos de 2008 a 2012. México firmó
la Convención en 1992, y la ratificó en 1993, entrando en vigor en 1994. (CICC, 2009).
59
El propósito de la CMNUCC y el Protocolo de Kyoto es lograr estabilizar las concentra‐
ciones de gases efecto invernadero, en la atmósfera, a niveles que eviten la interferen‐
cia antropogénicas en el sistema climático. Una de las dos formas de provocar las
reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero, según el Protocolo de Kyoto
(PK, 1997), es la de incrementar la creación de sumideros de carbono (transferencia ne‐
ta de CO2 atmosférico a la vegetación y al suelo para su almacenamiento, proceso co‐
nocido como secuestro de carbono). Idealmente, debe llegarse a tales niveles dentro
de un período suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al
cambio climático, que no se amenace la producción de alimentos y que se permita el
desarrollo económico de manera sustentable.
Ésta es una premisa completamente necesaria para el país dadas sus condiciones ac‐
tuales, apreciándose que la crisis climática se vincula con el modelo de desarrollo domi‐
nante. Las acciones climáticas deben estar en consonancia con el orden ecológico y con
la interdependencia temporal y espacial que existe entre los distintos sectores de la so‐
ciedad (Salazar y Masera, 2010).
La Ley General de Cambio Climático (Nueva Ley DOF 06‐06‐2012) ha trazado el camino
para establecer, en el corto plazo, un mercado nacional de reducciones certificadas de
carbono, como propuesta en contra del cambio climático. Una buena alternativa y
oportunidad de modificar prácticas que degraden el medio y, a su vez, promover la sos‐
tenibilidad de los recursos, es la venta de servicios ambientales tales como el secuestro
de carbono. Para lograr la venta de servicios ambientales por secuestro de carbono se
requiere determinar la cantidad de carbono secuestrada por el suelo en las condiciones
de uso. Esta determinación permitiría establecer la línea base de carbono secuestrado
y, a partir de ella, evaluar los incrementos de carbono en el sistema cuando se cambia el
uso del suelo.
El secuestro de carbono, entonces, tiene una implicación social y económica,
además de ambiental, ya que representa una alternativa, en cuestión de mitigación de
emisiones de gases de efecto de invernadero pero, también podría proporcionar una
ayuda económica a las comunidades rurales que se encarguen del secuestro de carbo‐
no mediante un programa elaborado al respecto.
La falta de acceso a métodos precisos y de bajo costo para la cuantificación y moni‐
toreo de almacenes de carbono de hecho constituyen uno de los principales obstáculos
para la implementación de proyectos dirigidos a la inserción de comunidades de pro‐
ductores familiares en los mercados de carbono.
60
Esta Guía… tiene el propósito de brindar algunas ideas esenciales para la formula‐
ción de proyectos de captura de carbono, destacando la necesidad de aplicar adecua‐
damente los métodos estadísticos. En la primera sección se discuten algunas
particularidades sobre la formulación de proyectos de secuestro de carbono. En la se‐
gunda sección se brinda un panorama general de los métodos estadísticos y de la for‐
ma en que ellos deben ser seleccionados según los objetivos que se planteen en los
proyectos que se desean diseñar, ejemplificándose con algunos de los métodos básicos
de la estadística que usualmente se utilizan. En la tercera sección se resumen algunas de
las nuevas metodologías que se están desarrollando en la actualidad y que requerirían de
métodos estadísticos más sofisticados, que están fuera del alcance de esta breve Guía.
Finalmente, se exponen algunas conclusiones.
61
El efecto invernadero es un proceso que ocurre cuando una parte de la radiación so‐
lar reflejada por la superficie terrestre es absorbida por determinados gases presentes
en la atmósfera. Como consecuencia, el calor permanece retenido, no siendo liberado
al espacio. El efecto invernadero es de vital importancia, ya que sin él el planeta se con‐
gelaría. Entre tanto, el exceso de la concentración de GEI causa el calentamiento global.
El intercambio de carbono entre el reservorio terrestre y el atmosférico es el resul‐
tado de procesos naturales de la fotosíntesis y respiración, y de la emisión de gases
causada por la acción humana. La captura de carbono por medio de la fotosíntesis ocu‐
rre cuando las plantas absorben energía solar y CO2 de la atmósfera, produciendo oxí‐
geno e hidratos de carbono (azúcares como la glucosa), que sirven de base para su
crecimiento. Por medio de este proceso las plantas fijan el carbono en la biomasa de la
vegetación, y consecuentemente constituyen, junto con sus residuos (madera muerta y
hojarasca), un reservorio natural de carbono. El proceso inverso ocurre con la emisión
de carbono por medio de la respiración de las plantas, animales y por la descomposi‐
ción orgánica (forma de respiración de las bacterias y hongos).
A ésta se suman las emisiones de GEI debido a la deforestación, incendios, gases in‐
dustriales y quema de combustibles: acciones antropogénicas que contribuyen con el
desequilibrio del ciclo de carbono.
El carbono presente en el suelo está ampliamente relacionado al proceso de des‐
composición de la biomasa por las actividades bacterianas. Parte del carbono presente
en el suelo regresa a la atmósfera a través del proceso de mineralización del carbono
orgánico. De forma natural, otra parte del carbono orgánico es llevado por los ríos has‐
ta llegar a los océanos, donde se deposita en forma de carbonatos (CO3). Este proceso
también puede ser acentuado por la acción humana.
62
De acuerdo con la “Guía de buenas prácticas del uso de la tierra, el cambio del uso
de la tierra y bosques”, existen cinco tipos de depósitos de carbono que pueden ser
medidos (IPCC, 2003). Estos son:
En la biomasa viva:
1) Biomasa sobre el suelo. Toda la biomasa viva que se encuentra sobre el suelo, inclu‐
yendo troncos, tocones vivos, ramas, cáscaras, semillas y hojas. Para facilitar las me‐
diciones se evalúa por separado la biomasa aérea arbórea y la biomasa aérea no
arbórea.
2) Biomasa subterránea. Toda la biomasa de raíces vivas. Se excluyen raíces finas de
menos de 2 mm de diámetro, porque difícilmente se distinguen de la materia orgáni‐
ca del suelo.
En la materia orgánica muerta:
3) Madera muerta: Toda biomasa forestal no viva: troncos caídos, árboles muertos en
pie, y tocones mayores de 10 cm de diámetro.
4) Hojarasca: Toda la biomasa no viva sobre el suelo (hojas, ramas y cáscaras de frutos)
en diferentes estados de descomposición. Comprende las capas de detritos y
humus. Se puede establecer previamente un diámetro mínimo para diferenciar de
“madera muerta” (por ejemplo, 10 cm).
En suelos:
5) Materia orgánica del suelo: Comprende el carbono orgánico en los suelos minerales
y orgánicos a una profundidad específica seleccionada por el proponente del pro‐
yecto. Se incluyen las raíces finas vivas con diámetro menor de 2 mm.
Al elegir el depósito a estudiar, hay que considerar que el costo de realizar el muestreo
con el grado de precisión exigido o establecido podría ser mayor que el retorno que se
recibirá por el proyecto. Éste es el caso, principalmente, de la evaluación de raíces y en
algunos casos de la biomasa de la vegetación no arbórea. Siendo así, la decisión sobre
cuál depósito de carbono medir dependerá del costo‐beneficio de realizar los muestre‐
os, estando de acuerdo con las exigencias del mercado en el cual se pretende negociar
el proyecto.
Aquí, sólo nos referiremos al último de los depósitos, esto es, al carbono en suelos,
ya que se considera la principal reserva de carbono acumulado en los sistemas terres‐
tres (Valera, et al., 2009). La forma de medir el carbono en los restantes depósitos se
desarrolla ampliamente en las referencias citadas.
63
Medición de carbono en el suelo
El carbono del suelo está presente en la forma orgánica e inorgánica. La forma orgánica
equivale a la mayor reserva en interacción con la atmósfera. El carbono orgánico pre‐
sente en el suelo representa un balance dinámico entre la absorción de material vege‐
tal muerto y la pérdida por descomposición (mineralización). La información sobre la
existencia de carbono en el suelo es importante para la elaboración de la línea de base.
Entre tanto, la dinámica del carbono del suelo en el tiempo es difícil de ser estimada y
los altos costos de medición muchas veces son incompatibles con los beneficios recibi‐
dos por proyectos de pequeñas propiedades rurales. En Rügnitz, et al., 2009 se dan las
siguientes recomendaciones:
a. La selección del método de muestreo del suelo en campo debe tomar en consi‐
deración el tipo de análisis del carbono del suelo en el laboratorio que se tendrá
a disposición. El método de Walkley Black (método de oxidación húmeda) es el
más utilizado en laboratorios debido a que no demanda de equipos sofisticados.
b. Entre las principales formas para realizar muestreos de suelo en campo, están el
establecimiento de calicatas y el uso de barrenos. Como la abertura de calicatas
representa un costo alto y demanda mucho tiempo, se recomienda la utilización
del barreno.
c. La profundidad a ser muestreada dependerá del tipo de proyecto, condiciones
del área y profundidad prevista en que ocurrirán cambios en la existencia de
carbono del suelo. Generalmente, las concentraciones de carbono orgánico del
suelo son más altas en su capa superior y disminuyen exponencialmente con‐
forme aumenta la profundidad. Se recomienda medir el depósito de carbono del
suelo a profundidades de por lo menos 30 cm, dividiendo ésta en tres horizon‐
tes (0‐10, 10‐20, 20‐30 cm). Ésta es la profundidad en que probablemente ocu‐
rrirán variaciones perceptibles en el depósito de carbono durante el periodo del
proyecto. Para cada profundidad seleccionada, deberán ser colectadas mues‐
tras de suelo separadas para análisis de carbono orgánico, densidad aparente y
raíces finas.
64
(1) Porcentaje de Carbono Orgánico
%C Org. = ((B‐T)/g)* (N)*0.39*mcf
donde:
B es el volumen de sulfato ferroso usado para valorar el blanco de reactivos
T es el volumen de sulfato ferroso usado para valorar la muestra
g es el peso de muestra empleada
N normalidad exacta de la solución de sulfato ferroso usada
mfc factor de corrección de humedad
.
í
. . í . .
65
Cálculo del carbono equivalente (CO2e)
Población y muestra
Los conceptos de población y muestra tienen especial relevancia, por lo que se esclare‐
cen a continuación.
Se entiende por “población” el conjunto de sujetos, objetos o miembros que cumplen
con las especificaciones de la investigación. Estos se identifican en la fase de metodología
de la investigación ya que es necesario conocer las características (atributos) que de‐
ben tener los sujetos.
Por “muestra” entenderemos cualquier subconjunto de unidades (sujetos, objetos o
miembros) que componen la población. Las unidades se pueden denominar como ele‐
mentos y sobre ellos se recaba la información. La principal característica de la muestra
es su representatividad. Una muestra es representativa cuando posee las característi‐
66
cas esenciales que la acercan a la población. Existen dos tipos de muestreos fundamen‐
tales, a saber, el muestreo no probabilístico y el muestreo probabilístico.
El muestreo no probabilístico tiende a generar muestras menos precisas y represen‐
tativas que el muestreo probabilístico. Pese a ello, la mayor parte de las muestras de
investigación en casi todas las disciplinas, son no probabilísticas. Los métodos principa‐
les de muestreo no probabilístico son el muestreo por conveniencia, el muestreo por
cuotas y el muestreo intencional. A pesar de que rara vez los muestreos no probabilísti‐
cos son representativos de la población bajo estudio, se siguen utilizando por tener la
ventaja de ser convenientes y económicos.
La extracción aleatoria de elementos de la población es la característica distintiva del
muestreo probabilístico. El muestreo aleatorio implica un proceso de selección en el
que cada uno de los elementos de la población tiene la misma oportunidad indepen‐
diente de ser incorporado a una muestra. Los principales métodos de muestreo proba‐
bilísticos son el aleatorio simple, el aleatorio estratificado, el de conglomerados y el
sistemático. El empleo de algunos de estos métodos requiere de habilidades, recursos,
tiempo y oportunidad.
El número de individuos (elementos, sujetos) que se requiere para la muestra es un
aspecto importante para el investigador. Existen métodos encaminados a estimar el
tamaño de la muestra, pero se necesitan algunos conocimientos de Estadística para en‐
tenderlos y éstos rebasan las posibilidades de este material.
La tabla de datos
Una vez establecido con precisión los objetivos del proyecto y después de haber preci‐
sado la población y/o muestra de interés, es necesario contar con la tabla de datos (Li‐
nares, 2006). Una tabla de datos es una disposición por filas (individuos) y columnas
(variables) de la información recolectada.
El conjunto de los individuos de la tabla de datos bien puede ser una población o una
muestra dependiendo del estudio a realizar. Si se trata de una población, con herra‐
mientas de Estadística Descriptiva se puede dar respuesta a las cuestiones de interés,
pero si se trata de una muestra, generalmente, se requieren de herramientas de Es‐
tadística Inferencial para extender los resultados a la población de la que fue obtenida
la muestra.
67
Las características observadas (variables) pueden ser cuantitativas o cualitativas. En
las variables cuantitativas las escalas de medición pueden ser de razón o proporción o
de intervalos, según exista un cero absoluto en la escala de medición o no. En las varia‐
bles cualitativas las escalas de medición pueden ser ordinales o nominales, según sean
clases donde subyace orden o no. El análisis estadístico a utilizar está en dependencia
de la escala de medición de la variable a analizar.
68
timación puede ser puntual (supone el cálculo de un estadístico para estimar el pará‐
metro poblacional) y de intervalo (indica la probabilidad específica del rango de valores
dentro del cual podría localizarse el parámetro desconocido.
La prueba de hipótesis es un proceso de toma de decisión que permite considerar ob‐
jetivamente los resultados de la investigación y decidir si son sólo efecto de diferencias
casuales entre los grupos de la muestra o reflejan verdaderas diferencias de la pobla‐
ción. Los procedimientos utilizados para la prueba de hipótesis se basan en las reglas
de la inferencia. Suele plantearse como dos hipótesis contradictorias, la llamada hipóte‐
sis nula que constituye una afirmación en el sentido de que no hay, por ejemplo, rela‐
ción entre las variables, y la hipótesis alternativa, que establece lo contrario. La decisión
respecto a cuándo no rechazar o rechazar la hipótesis nula depende de cuán probable
es que las diferencias observadas sean mero resultado de la casualidad. Como no se
dispone de información sobre la población total, resulta imposible asegurar de manera
categórica que la hipótesis nula sea verdadera o falsa, de modo que el investigador de‐
be darse por satisfecho con saber que probablemente lo sea. Cuando se hacen inferen‐
cias estadísticas siempre hay riesgo de error.
Se puede establecer de antemano por el investigador el riesgo del error de rechazar
la hipótesis nula cuando ella es verdadera (error tipo I), fijando el llamado nivel de signi‐
ficación (que a menudo se denomina alfa, ) y que es la probabilidad de cometer el
error tipo I. Los niveles de significación que se utilizan con mayor frecuencia son 0.01 y
0.05.
Al designar un nivel de significación, el investigador establece una regla de decisión,
que consiste en rechazar la hipótesis nula si la estadística de prueba cae en una región
crítica de la distribución de probabilidad teórica aplicable y en aceptarla en caso contra‐
rio. La región crítica, definida por el nivel de significación, indica si un resultado de la es‐
tadística observada es improbable para una hipótesis nula. Cuando el resultado de la
estadística de prueba cae en la región crítica genera una probabilidad (denominada SIG,
valor de p o p empírico) que es más pequeña que .
Existe una gran diversidad de pruebas estadísticas, tales como, las pruebas de dife‐
rencias entre los valores centrales (medias, mediana o modas) de dos grupos o de tres
o más grupos, pruebas de diferencias en proporciones, pruebas de relaciones entre dos
variables, etcétera.
69
Algunas técnicas de Análisis de Datos
70
coxon (en ambas se hace una comparación de rangos). Estas pruebas también se utili‐
zan con variables cuantitativas cuando su distribución es diferente a la normal.
En las variables cualitativas, cuando la variable se mide en escala nominal en muestras
independientes, se utiliza la prueba ji cuadrado y para muestras dependientes se utiliza la
prueba de McNemar (en ambas se realiza una comparación de proporciones).
Si el estudio comparativo se refiere a más de dos grupos se utilizará el procedimien‐
to de Análisis de Varianza (ANOVA). En el caso paramétrico se utiliza la prueba F y el caso
no paramétrico la prueba de Kruskal Wallis.
Si el objetivo que se persigue en el proyecto es relacionar diferentes características o
variables se utilizan métodos de correlación y de regresión (esquema 3). Como plan‐
teamos anteriormente, si las variables son cuantitativas (medidas en escala de razón o
proporción o de intervalo) el coeficiente de correlación de Pearson es el adecuado, pe‐
ro si las variables son ordinales se utiliza el coeficiente correlación de Spearman. La
asociación de variables en escala nominal se mide a través de otros coeficientes de co‐
rrelación y de pruebas de hipótesis de independencia como la Chi cuadrada.
En los métodos de regresión debe tenerse en cuenta que se está planteando un mo‐
delo y debe diferenciarse entre la variable dependiente (respuesta) y la variable o las
variables independientes (predictores). Si sólo se considera una variable independiente
estamos en presencia de la regresión simple. Si hay más de un regresor, trataremos con
la regresión múltiple. Al establecer el modelo de regresión se debe suponer una fun‐
ción matemática que relaciona a la respuesta con los predictores. Generalmente se uti‐
liza la función lineal.
71
Esquema 1
Esquema de selección de pruebas de hipótesis
para estudios comparativos de dos grupos para variables.
VARIABLES CUANTITATIVAS
DISTRIBUCIÓN NORMAL
Esquema 2
Esquema de selección de prueba de hipótesis para estudios comparativos de dos gru‐
pos para variables cualitativas.
VARIABLES CUALITATIVAS
72
Esquema 3
Esquema de selección de métodos para la asociación entre variables.
ASOCIACIÓN entre
VARIABLES
Cuadro 1
Tres formas de medición del carbono en suelo
73
Cuadro 2
Horizontes del suelo y su descripción de COS.
A 21 13.57 9.02
B 17 44.09 24.61
C 4 40.50 6.14
74
Figura 1
Gráficos sobre los supuestos del modelo de Regresión Lineal Múltiple.
Percent
60 60
50 50
40 40
30 30
20 20
10 10
5 5
1 1
-200 -100 0 100 200 300 400 500 1 2 3 4 5 6
COS (ton/ha) COSt
La Estadística Inferencial se puede desarrollar en este ejemplo a través del modelo line‐
al general, que permite la comparación de la variable respuesta COS en los diferentes
niveles de los factores: año (niveles 1987 y 2009), horizonte (niveles A y B) y perfil (nive‐
les P30, P35 y P36) y en las interacciones de segundo y tercer orden. El Cuadro 3, brinda
los estadísticos descriptivos para el carbono orgánico en suelos (COS) en los dos años
considerados. Puede apreciarse que la media en el año 2009 es mayor que en el año
1987. El Cuadro 4 muestra los resultados de la aplicación del modelo lineal general a la
muestra de datos, habiendo omitido los puntos atípicos (que exceden dos desviaciones
estándar sobre la media), para alcanzar el supuesto de homogeneidad de varianza.
Cuadro 3
Estadísticos descriptivos para COS2009, COS1987
75
Cuadro 4
Análisis of Varianza para la variable respuesta COS
76
Por último, debe destacarse la necesidad de la utilización de herramientas computa‐
cionales y de softwares para el cálculo de los métodos seleccionados. Además de los
diversos sistemas computacionales, tales como el SPSS, el STATA, el MINITAB, etc., se cuen‐
ta ahora con el R.
¿Qué es R? R es un entorno informático para análisis estadístico, distribuido bajo la
licencia GPL de GNU (http://gnu.org/copyleft/gpl.html). Funciona en los sistemas operati‐
vos más populares como Microsoft Windows e incluye un intérprete del lenguaje R, (R
se pronuncia como our (\nuestro" en inglés), para destacar su carácter público) y nu‐
merosos complementos (paquetes) para aplicaciones estadísticas concretas. La página
oficial del proyecto R es http://www.r‐project.org.
77
con el índice de vegetación NDVI. El intercepto tomó un valor de 18.49 y la pendiente un
valor de 60. La prueba F para la bondad del ajuste es significativa con un nivel de signi‐
ficación de 0.05, comprobándose que el índice NDVI es capaz de explicar la cantidad de
carbono existente en el suelo.
Figura 2
Imágenes de NDVI de los años 1994 y 2005
Por otra parte, el Análisis Espacial, entre los que se destacan los métodos de la Geo‐
estadística, reconoce y aprovecha la ubicación espacial de los datos a la hora de dise‐
ñar, recopilar, gestionar, analizar y mostrar las observaciones. Éstas son generalmente
dependientes, por lo que las técnicas de regresión mencionadas anteriormente no son
adecuadas para la predicción, pero existen modelos espaciales a disposición del inves‐
tigador que permiten tratar con dicha dependencia espacial a la hora de llevar a cabo
labores de predicción. Estos métodos pueden utilizarse para estimar la captura de car‐
bono en los suelos.
En el ejemplo de suelos de la Sierra Norte de Puebla, citado anteriormente, al dispo‐
nerse de datos geo referenciados es posible utilizar las técnicas de predicción conoci‐
das como “kriging”, de manera que se pueden obtener predicciones en puntos no
observados de la variable COS. El mapa generado (figura 3) muestra el comportamiento
del almacenamiento del COS. Obsérvese, que en este caso, el contenido de carbono se
concentra en la parte noreste del sitio estudiado.
78
Figura 3
Mapa de distribución espacial del COS
El tema tratado en esta Guía…, se encuentra en plena evolución, por lo que es necesa‐
rio brindar las ideas generales de los métodos para medir carbono y seguir las orienta‐
ciones que emanan de las instituciones internacionales y nacionales.
79
Los métodos para estimar y medir los cambios de los flujos de carbono pueden ser
directos o indirectos. Los métodos directos utilizan mediciones en laboratorios quími‐
cos, mientras que los indirectos se basan en el desarrollo de modelos y en la simulación.
Las fases de trabajo en el método directo son:
Primera fase: detección remota. A través de fotografías aéreas e imágenes de satéli‐
tes se logra la zonificación de la región y se elabora el diseño muestral.
Segunda fase: muestreo de campo. Consiste en la selección de los sitios y la utiliza‐
ción del diseño muestral de la manera más efectiva.
Tercera fase: evaluación en laboratorio. Se realizará la preparación de las muestras
para el análisis químico a través del secado y el tamizado de las mismas y se determinan
las propiedades físicas y químicas de las muestras.
Cuarta fase: análisis estadístico de la información. Se utilizan métodos estadísticos
univariados, bivariados y multivariados que permitan no sólo la descripción, sino tam‐
bién la cuantificación de las relaciones entre las variables y la clasificación de los indivi‐
duos. Los sistemas de Información Geográfica y los modelos geoestadísticos
complementarán la etapa de análisis de la información.
En el método indirecto (Ponce‐Hernández, 2004), la metodología a desarrollar se re‐
sume como:
(a) Evaluación de la reserva de carbono, a través de cálculos de la biomasa en el
suelo y la estimación de la biomasa en el subsuelo utilizando técnicas estadísti‐
cas como la regresión.
(b) Simulación de la dinámica del carbono y estimación del secuestro de carbono
considerando el uso real del suelo a través de sistemas computacionales.
(c) Simulación de la dinámica del carbono y estimación del secuestro de carbono
considerando el uso potencial del suelo, bajo la consideración de diferentes es‐
cenarios con los mismos sistemas mencionados
(d) Desarrollo de bases de datos, que contienen totales de carbono por unidad de
terreno y uso de suelo real y potencial, índices de biodiversidad e índices de de‐
gradación de suelo.
(e) Aplicación de modelos de optimización para la toma de decisiones teniendo en
cuenta los escenarios de uso de suelo potenciales que incluyen el secuestro de
carbono.
80
La estrategia de mitigación REDD
81
programas utilizando las nuevas estrategias que se están elaborando, y para ello es ne‐
cesario, entre otros aspectos preparar a los desarrolladores de proyectos de secuestro
de carbono en la utilización de la Estadística como ciencia.
Conclusiones
Las presentes conclusiones, tienen como propósito, dar a conocer las indicaciones
principales de esta Guía… y ellas son:
82
Bibliografía
83
Ponce‐Hernandez, R., (2004). Assessing carbon stocks and modelling win‐win scenarios
of carbon sequestration through land‐use changes. Food and Agriculture Or‐
ganization of the United Nations. Rome.
Rodeghiero, M,, Heinemeyer, A. , Bellamy, P. (2010). Determination of soil carbón stocks
and changes. En: Soil Carbon Dynamics. An Integrated Methodolog. Kutsch, W.
L. Bahn, M. and Heinemeyer, A. Cambrige Universoty Press, UK, 49‐75.
Rügnitz, M. T.; Chacón, M. L.; Porro R. (2009). Guía para la Determinación de Carbono en
Pequeñas Propiedades Rurales, 1ra. ed. Lima, Perú.: Centro Mundial Agroflo‐
restal (ICRAF) / Consorcio Iniciativa Amazônica (IA) 79 p.
Salazar, A. y Masera. O. (2010). México ante el Cambio Climático. Resolviendo Necesida‐
des Locales con Impactos Globales. Unión de Científicos Comprometidos con
la Sociedad, A.C (www.unionccs.net/images/library /file/cambio_climatico/).
Torres Trejo, E., Linares G., Tenorio, M.G., Castelán, R., Sandoval, M. de L, Peña, R y
Rodríguez, A. (2013). “Utilización de información satelital para obtener Índi‐
ces de Vegetación en la Región Terrestre Prioritaria 105: Cuetzalan, Te‐
ziutlán, Puebla”. (Sometido a publicación).
Valera Pérez, M. A., Llaguno Méndez, J., Linares Fleites, G. y Torres Trejo, E. (2009). Eva‐
luación del secuestro de carbono en suelos de la Malinche, estado de Puebla.
Saberes comparticos. Consejo de Ciencia y Tecnología del estado de Puebla.
Año 3, No.3, 14‐20.
84
Índice
PRESENTACIÓN 7
Introducción 9
Labores de preparación del terreno 10
Programa de siembra 11
Labores de cultivo 13
Nutrición de la planta 14
Programa de fertilización 18
Fuentes de fertilizantes 21
Fertilizante foliar y fitohormonas 21
Programa de riegos 22
Control de maleza 22
Herbicidas 24
Control de plagas y enfermedades 24
Programa de cosecha 25
Bibliografía 26
Introducción 29
Composición nutritiva aproximada de pleutorus sp. 33
Materiales y sustratos en los que se puede cultivar el hogo Seta 34
Almacenamiento 37
Pasteurización con vapor de agua 37
Fructificación 42
85
GUÍA TÉCNICA PARA EL USO DE COMPOSTAS EN AGRICULTURA 43
Introducción 43
Los residuos orgánicos 44
Importancia de los abonos orgánicos 45
Definición y materiales 46
La práctica del compostaje por microorganismos 46
Elaboración de humus de lombriz 51
Cosecha del humus 55
Rangos de aplicación del humus 57
Bibliografía 57
Introducción 59
Diseño de un proyecto de secuestro de carbono. Sus particularidades. 61
Planificación para la determinación de las existencias de carbono en el
campo 62
Medición de carbono en el suelo 64
Cálculo del carbono equivalente (CO2e) 66
Selección del método estadístico en proyectos de secuestro de car‐
bono. 66
Población y muestra 66
La tabla de datos 67
Estadística Descriptiva e Inferencial 68
Algunas técnicas de Análisis de Datos 70
La Teledetección y el Análisis Espacial 77
86
Metodologías para la mitigación del cambio climático por secuestro
de carbono 79
Método directo y método indirecto para medir el carbono 81
La estrategia de mitigación REDD 81
Conclusiones 82
Bibliografía 83
87
Guías técnicas agrícolas
se terminó de imprimir en diciembre de 2014
en los talleres de Ediciones del Lirio
con domicilio en Azucenas 10,
Colonia San Juan Xalpa, Iztapalapa,
México, D.F.,
y con número de teléfono 015556134257.
El cuidado de la edición
es de José Luis Olazo García.
El tiraje consta de 500 ejemplares.
88