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Autor: Yoshiki tanaka Ilustrador: Yoshitaka amano

La heroica leyenda
de Arslan
La heroica leyenda de Arslan

La heroica leyenda de Arslan

Volumen 1. La capital en llamas

Autor: Yoshiki Tanaka

Ilustrador: Yoshitaka Amano

Traducción al inglés: Heroic Legend of Arslan


Translations

Traducción al español: MiraiK - Svartalheimer

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 2


La heroica leyenda de Arslan

Contenido
Capítulo 1: La batalla de Atropátene ............................................................. 8

La batalla de Atropátene (i) ......................................................................... 8

La batalla de Atropátene (ii) ....................................................................... 13

La batalla de Atropátene (iii) ..................................................................... 22

La batalla de Atropátene (iv) ..................................................................... 29

La batalla de Atropátene (v) ...................................................................... 34

La batalla de Atropátene (vi) ..................................................................... 39

Capítulo 2: Monte Bashur ............................................................................... 48

Monte Bashur (i) ............................................................................................ 48

Monte Bashur (ii)........................................................................................... 54

Monte Bashur (iii) ......................................................................................... 62

Monte Bashur (iv) ......................................................................................... 67

Monte Bashur (v) ........................................................................................... 78

Capítulo 3: La capital en llamas .................................................................... 82

La capital en llamas (i) ................................................................................. 82

La capital en llamas (ii) ............................................................................... 86

La capital en llamas (iii) .............................................................................. 92

La capital en llamas (iv) ............................................................................ 100

La capital en llamas (v) .............................................................................. 106

La capital en llamas (vi) ............................................................................. 115

Capítulo 4: Bellas y bestias............................................................................ 120

Bellas y bestias (i) ........................................................................................ 120

Bellas y bestias (ii) ........................................................................................ 125

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 3


La heroica leyenda de Arslan

Bellas y bestias (iii) ....................................................................................... 131

Bellas y bestias (iv) ....................................................................................... 135

Bellas y bestias (v) ........................................................................................ 139

Bellas y bestias (vi) ...................................................................................... 149

Capítulo 5: El sucesor al trono ....................................................................... 161

Sucesor al trono (i) ........................................................................................ 161

Sucesor al trono (ii) ......................................................................................167

Sucesor al trono (iii) .................................................................................... 170

Sucesor al trono (iv) ..................................................................................... 178

Sucesor al trono (v)....................................................................................... 183

Sucesor al trono (vi) ..................................................................................... 187

Epílogo.................................................................................................................192

Créditos ...............................................................................................................197

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 4


La heroica
leyenda de
Arslan
Uno de los lusitanos saltó sobre un caballo gris pardo.
Como dos rayos que se cruzan, la lanza de Daryun
atravesó la garganta de su oponente.

(La batalla de Atropátene, iv)


Farangis cerró los ojos y se puso
una fina flauta de cristal en los
labios. Gieve contempló encantado
su rostro, bañado por la luz de la
medialuna, tan blanco como la
porcelana sericana.

(Bellas y bestias, v)
La heroica leyenda de Arslan

Capítulo 1: La batalla de Atropátene

La batalla de Atropátene (i)

El sol debería haber salido hace tiempo, pero a través del manto de
niebla que cubría las llanuras, no podía penetrar ni un solo rayo de luz.
Al fin y al cabo, estábamos a mediados del décimo mes, cuando el sol
otoñal era cada vez más débil. Tampoco había el más mínimo indicio de
viento. De hecho, era un espectáculo muy poco común para los climas
habituales de Pars – una niebla tan espesa que no parecía que fuera a
dispersarse pronto.
Arslan, el hijo del rey Andrágoras III de Pars, acarició suavemente su
inquieta montura. Como era la primera vez que participaba en una
batalla, Arslan estaba algo nervioso. Sin embargo, comprendía que si no
mantenía tranquilo a su caballo, no podría actuar en absoluto cuando
llegase el momento.
Dicho esto, ¿Qué era esta niebla? La lenta extensión de las llanuras en la
distancia, la aguda elevación de los picos nevados en el extremo norte:
Todo estaba oculto, ya no era visible para los ojos.
Los cascos sonaron desde la derecha, materializándose en un anciano
caballero con armadura completa. Era el Eran 1 Vahriz de Pars. Aunque
ya tenía sesenta y cinco años, su cuerpo estaba perfeccionado por largos
años de cabalgar a la guerra o a la caza.
“Así que ahí es a donde huyó, Su Alteza. No te alejes demasiado del
batallón principal de Su Majestad. No es una broma perderse en estas
condiciones”.
“Vahriz, ¿No es esta niebla desventajosa para nuestras tropas?”,
preguntó Arslan al viejo caballero. Bajo su yelmo, los luminosos ojos del
príncipe brillaban oscuros como el claro cielo nocturno.
“Ya sea la niebla o la oscuridad de la noche”, respondió Vahriz, riendo,
“o incluso una gran ventisca – nada puede detener el avance de los

1
Comandante en jefe.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 8


La heroica leyenda de Arslan

jinetes de Pars. Por favor, no se preocupe, Su Alteza. Desde que su padre


el rey subió al trono, los ejércitos de Pars no han conocido la derrota”.
Pero el príncipe de catorce años era incapaz de aceptar una confianza
tan despreocupada de su mayor. ¿No le había advertido el anciano de
los peligros de perderse? Con su paso ralentizado por esta espesa niebla,
¿No se veían ahora obstaculizadas las propias fuerzas de la caballería?
“¡Venga, te estás preocupando aún más que un viejo como yo! Nuestros
85.000 soldados de caballería conocen el terreno de Atropátene como la
palma de su mano. Esos bárbaros lusitanos 2, en cambio, vienen de más
de 400 farsangs 3 de distancia. No conocen el terreno en absoluto.
Básicamente han venido hasta un lejano país extranjero sólo para cavar
sus propias tumbas”.
Arslan rozó con sus dedos la empuñadura de la espada corta que llevaba
en la cintura. Luego se detuvo y dijo: “No hace mucho, el Reino de
Maryam fue destruido por los lusitanos. Para los lusitanos, ¿No era
también Maryam un lejano país extranjero?”.
Justo cuando el anciano estaba a punto de soltar una refutación a su
excesivamente pedante príncipe, otro caballero surgió de la oscuridad y
lo llamó.
“¡Eran Vahriz! ¡Por favor, vuelva rápido al batallón principal!”.
“¿Nos estamos preparando para la salida, Señor Kharlan?”.
El caballero de mediana edad sacudió la cabeza. La borla roja de su
casco se sacudió con el movimiento.
“No, es su sobrino. Hay problemas”.
“¿Daryun?”.
“Sí. Su majestad el rey está furioso. Dice que despojará a Daryun de su
mando. Pero Lord Daryun es uno de los mejores héroes de nuestro
reino...”.

2
Se entiende por lusitanos al colectivo de diversos pueblos prerromanos de origen indoeuropeo, cultural y
étnicamente afines, que habitaron el oeste de la península ibérica, en torno al distrito portugués de Castelo
Branco y extendiéndose hacia el norte hasta las riberas del río Duero, al este hasta la actual Extremadura, y por
el sur hasta el norte del Alto Alentejo.
3
2000 kilómetros.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 9


La heroica leyenda de Arslan

“Marde-e mardan. Un hombre entre los hombres. Lo sé”.


“Afectará a la moral de las tropas si algo así ocurre realmente justo
cuando estamos a punto de desplegarnos. ¡Eran, por favor! ¡Debe
aplacar a Su Majestad de alguna manera!”.
“¡Qué dolor de cabeza es ese Daryun!”. Aunque el anciano estaba
realmente enfadado, sus palabras desmentían el infinito afecto que
sentía por su sobrino.
Siguiendo el ejemplo de Kharlan, Arslan y Vahriz impulsaron a sus
caballos a galopar por las llanuras, a través de la niebla sombría.

El Sha Andrágoras III de Pars 4 5 tenía cuarenta y cuatro años. Su profusa


barba negra y su mirada afilada denotaban el vigor desbordante de un
general que llevaba dieciséis años sin una sola derrota. Era alto como un
caballo, con hombros de tigre y cintura de oso. A los trece años había
derrotado a un león sin ayuda, ganándose el título de Shergir, “cazador
de leones”; a los catorce, había participado en su primera batalla y se
había convertido en Mardan, un guerrero de pleno derecho. Era el
hombre más adecuado para comandar las vastas fuerzas de Pars: 125.000
jinetes y 300.000 soldados de a pie en total.
Dicho rey se encontraba actualmente en una lujosa tienda de seda en el
campamento principal, temblando de ira. Un solo joven con armadura se
arrodillaba ante él. Este hombre era el sobrino del Eran Vahriz, Daryun,
que era, a sus veintisiete años, el más joven de los únicos doce
marzbanos de todo el ejército.

4
Sah también escrito como Sha, es el título que reciben desde la antigüedad los monarcas de Irán, antiguamente
conocido por Occidente como Persia. También fue adoptado por algunos Estados islámicos tales como el
Imperio otomano o Mogol, que usaron el derivado padişah.
5
La dinastía arsácida de Partia fue la serie de reyes partos que reinaron en el antiguo Irán, en el que
establecieron el Imperio parto. La fundó en 247 a. C. Arsaces I, jefe de la tribu nómada de los parnos.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 10


La heroica leyenda de Arslan

Un marzban 6 era un general con diez mil guerreros a caballo bajo su


mando. En Pars, la caballería siempre había sido venerada por encima
de la infantería. Todos los oficiales de caballería pertenecían a la casta de
los azadan 7, mientras que sus subordinados eran azat 8 libres; por otro
lado, incluso los oficiales de infantería eran azat, mientras que el resto no
eran más que ghulam 9, o esclavos. En la jerarquía militar, un marzban
era esencialmente el segundo de los wispuhran, la realeza. Para que
Daryun haya alcanzado el rango de marzban con tan sólo veintisiete
años, es fácil imaginar lo audaz que debe ser.
“¡Daryun, en verdad me he equivocado contigo!”, rugió el rey,
golpeando el poste de la tienda con un látigo. “¡Tú, cuya reputación
resuena hasta Turan 10 y Misr! 11¿Has sido poseído por el fantasma de un
cobarde? Pensar que escucharía la palabra ‘retirada’ de alguien como tú,
cuando la batalla ni siquiera ha comenzado!”.
Ante esto, Daryun habló por fin. “Su Majestad. No es por cobardía que
humildemente le aconsejo así”.
Él iba vestido completamente de negro: Desde la borla del yelmo hasta
la armadura y las botas, todo menos el forro de su manto, que era del
color de un atardecer carmesí. Con su rostro juvenil y oscurecido por el
sol y su expresión aguda e intensa, uno podría incluso considerarlo
guapo, si no fuera porque la armadura le sentaba mucho mejor que la
seda y las joyas.
“Un guerrero que huye de la batalla, que se niega a luchar, si esto no es
cobardía, ¿Qué es?”.
“Señor, por favor, piense en esto. La ferocidad y la fuerza de los jinetes
de Pars son conocidas por todos. ¿Por qué razón, entonces, el ejército

6
Marzban, marzbán o Marzpan era una clase de margrave, guardián de las marcas, y por extensión,
comandantes militares a cargo de las provincias fronterizas del Imperio parto y sobre todo, del Imperio sasánida
del Imperio persa.
7
Los Azadan eran una clase de nobles iraníes.
8
Azat era una clase de nobleza armenia. El título llegó a designar inicialmente a la nobleza media y baja, en
contraste con los najarark que eran los grandes señores. Desde la Edad Media tardía, el término y sus
derivaciones se utilizaron para designar a todo el cuerpo de la nobleza.
9
En el Imperio otomano se dio este nombre a los jóvenes esclavos utilizados en el ejército; la ausencia de vida
familiar y descendencia hacía que no fuesen una amenaza para la dinastía reinante.
10
Turan fue el nombre dado durante la Edad Media al territorio al norte de Irán y al norte del río Oxus y a los
pueblos nómadas del norte.
11
Miṣr es el árabe coránico clásico y el nombre oficial moderno de Egipto.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 11


La heroica leyenda de Arslan

lusitano se ha desplegado en las llanuras, acechando deliberadamente a


nuestras tropas, cuando el terreno es claramente ventajoso para
nosotros?”.
El rey guardó silencio.
“Creo que debe ser una trampa. En una niebla tan espesa, ni siquiera
podemos estar seguros de los movimientos de nuestros propios aliados.
Con el debido respeto, estaba sugiriendo que las tropas se retiraran antes
de redesplegarse más cerca de la capital en Ecbatana. No quise sugerir
que nos retiráramos por completo del campo de batalla. ¿En qué sentido
es esto un acto de cobardía?”.
Con una cruel mueca, Andrágoras dijo: “Daryun. ¿Desde cuándo tu
lengua es más afilada que tus flechas y tu espada? ¿Cómo es posible que
esos bastardos lusitanos hayan tendido una trampa en un terreno
desconocido?”.
“Eso, confieso, no lo sé. Sin embargo, si algunos de los nuestros se
encuentran entre las tropas lusitanas, entonces no podemos suponer que
desconozcan por completo la topografía circundante.”
El rey miró fijamente al joven guerrero. “¿Estás diciendo que nuestra
gente le está ayudando a esos bárbaros? Imposible”.
“Al contrario, señor. Entiendo que puede ser difícil de aceptar, pero es
una posibilidad cierta. Si unos pocos esclavos maltratados escaparan,
buscando venganza, bien podrían optar por prestar ayuda a los
lusitanos”.
El látigo del rey salió volando de repente y golpeó el peto de Daryun.
“¿Esclavos? ¿Qué pasa con ellos? ¿O es que ahora has caído bajo el
hechizo de las ridículas enseñanzas de ese Narsus? ¿Has olvidado ya
que ha sido expulsado de la corte y se le ha prohibido cualquier contacto
con mis ministros o generales?”.
“No lo he olvidado, señor. No he visto ni hablado con Narsus en estos
últimos tres años. Aunque es cierto que es mi amigo...”.
“¿Llamas a ese lunático tu amigo? ¡Maldita sea!”, dijo el rey con los
dientes apretados. Parecía que su furia estaba a punto de brotar de cada
poro de su cuerpo. Se deshizo del látigo y sacó la espada enjoyada que

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 12


La heroica leyenda de Arslan

llevaba en la cintura. Los individuos más tímidos entre los transeúntes


reunidos gritaron de asombro. Todos los presentes pensaron con
seguridad que la vida de Daryun estaba perdida. Pero el rey aún no
había perdido del todo el sentido común. Al contrario, extendió su
espada hacia el corazón de Daryun. Luego, con la punta de su espada,
arrancó la pequeña medalla de oro que colgaba del peto de Daryun. Esta
medalla tenía la forma de una cabeza de león. Sólo los Eran y los
Marzban podían llevarla, como signo de su prestigio.
“¡Por la presente te destituyo de tu puesto de Marzban! Aunque te
permitiré conservar tu estatus de Mardan y Shergir, ¡Considera esto una
lección para ti!”.
Daryun no dijo nada y dejó que su mirada se posara en la alfombra. Pero
el brillo vacilante de sus petos delataba el más leve temblor de sus
hombros encajados en su interior. Era el único indicio de su enfado por
esta injusta deshonra de su nombre.
Mientras tanto, Andrágoras envainó su espada una vez más y levantó
un dedo tembloroso hacia la entrada de la tienda.
“¡Ahora vete! ¡Fuera de mi vista!”.
Daryun ni siquiera se había movido de su sitio cuando tres sombras
cayeron sobre la entrada. Justo en el camino del dedo señalador del rey
se encontraba el propio príncipe Arslan.

La batalla de Atropátene (ii)

Al notar la llegada del príncipe y del Eran, la expresión del rey


Andrágoras se volvió aún más desagradable. Sabía exactamente por qué
su propio hijo y su más preciado sirviente habían venido con tanta prisa.
“Mi señor padre...”.
La voz de Arslan fue instantáneamente superada por unas diez veces su
volumen.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 13


La heroica leyenda de Arslan

“¿Qué demonios haces aquí cuando ni siquiera te he llamado? No es el


momento de meter las narices en los asuntos de los demás. ¡Piensa en tu
propio y mísero historial! ¡Ahora lárgate!”.
Ante unas palabras que se asemejaban más a un desprecio que a una
verdadera reprimenda, Arslan no pudo evitar que surgieran
sentimientos de resentimiento. Aunque lo que el rey había dicho no
estaba mal, Arslan no podía comprender por qué su señor padre insistía
en tratarlo con esa actitud. En cambio, el rey trataba a la madre de
Arslan, la reina Tahamenay, con tanta calidez y ternura que casi se
podría decir que la adoraba.
Doce marzbanos en total sirvieron bajo el mando del Sha Andrágoras III
y Eran Vahriz en los ejércitos de Pars. Estos doce se llamaban Saam,
Qobad, Shapur, Garshasph, Kharlan, Kishward, Manuchehr, Bahman,
Khwarshed, Kurup, Hayir y Daryun. Entre ellos, Kishward y Bahman
estaban apostados en la frontera oriental, Saam y Garshasph
custodiaban la capital Ecbatana 12, y los ocho restantes se preparaban
para combatir junto a su rey y el Eran en Atropátene. Cada uno de estos
ocho marzbanos comandaba diez mil jinetes. Incluyendo la guardia
personal del rey, los cinco mil “inmortales” Athanatoi 13, la caballería
sumaba 85.000 en total. Todos estos hombres, además de la infantería, se
encontraban desplegados en la llanura nublada.
Como príncipe heredero, Arslan estaba en condiciones de asumir algún
día el mando de estos hombres como Sha. Sin embargo, la posición y el
poder real eran dos asuntos diferentes. Por el momento, era poco más
que un oficial de bajo rango al que se le había asignado un mero
centenar de soldados de caballería. Por supuesto, dado que era su
primera vez en la batalla, comandar incluso este número de
subordinados no sería una tarea fácil. De hecho, probablemente era más
preciso considerar a esos hombres como sus supervisores que como sus
subordinados. En cualquier caso, padre podría al menos permitirme expresar
mis propias opiniones... Así pensó Arslan en su interior.

12
Ecbatana es, según lo que la tradición supone, la capital de Astiages, adoptada por el emperador persa Ciro II
el Grande en el sexto año de Nabonido (549 a. C.).
13
Los "Inmortales" es un nombre usado por los historiadores romanos de las Guerras Romano-Persas para
referirse a una unidad de élite del ejército del Imperio Sasánida. Algunas de estas fuentes afirman que la unidad
estaba compuesta por 10.000 soldados de caballería.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 14


La heroica leyenda de Arslan

Vahriz, al ver que Arslan se quedaba sin palabras, se adelantó en su


lugar. Pero en lugar de hablar, optó por actuar. Se acercó a su sobrino.
Entonces, de repente, levantó la mano y golpeó a Daryun con firmeza en
la cara.
“¡Mocoso insolente! ¿No te das cuenta de tu propia posición? ¿Cómo te
atreves a contestar a tu rey?”.
“Señor, yo...”.
Daryun acababa de abrir la boca para hablar cuando recibió otra
bofetada. Sin más remedio, lanzó un gran suspiro y se volvió hacia el
rey, bajando la cabeza al suelo sin decir nada. Eran Vahriz también se
arrodilló y se inclinó ante el rey.
“Su Majestad, permita que este saco de huesos viejos le pida perdón en
lugar de su tonto sobrino. ¡Por favor, tenga piedad! ¡Perdone al sobrino
de su viejo siervo por sus transgresiones!”.
“Es suficiente, Vahriz”.
Aunque el rey hablaba así, su disgusto quedaba claro en su tono y
expresión. Había visto a través del anciano, y se dio cuenta de que la
dura reprimenda a su sobrino era en realidad una hábil estratagema
para protegerlo, al tiempo que permitía al rey Andrágoras espacio para
retroceder sin perder la cara. Si se hubiera permitido que el descontento
mutuo de las dos partes siguiera causando fricciones en estas
circunstancias, la escena bien podría haber terminado en una ruptura
irreversible.
“¡Daryun!”. El rey Andrágoras se dirigió al joven caballero arrodillado
ante él con una voz aún rebosante de ira. “¡La destitución de tu puesto
sigue en pie! Sin embargo, ¡Te daré la oportunidad de recuperar tu
posición! Si te comportas bien en la próxima batalla en el puesto de un
caballero regular, ¡Tendré en cuenta tu historial cuando decida cómo
tratarte!”.
“Mi señor es misericordioso. Tu siervo está agradecido”, dijo Daryun,
claramente luchando por una respuesta apropiada.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 15


La heroica leyenda de Arslan

El rey ni siquiera se molestó en dedicarle una mirada. En su lugar,


dirigió su fría mirada hacia Arslan, que permanecía torpemente a un
lado.
“¿Qué haces todavía aquí?”.
“Esté tranquilo, padre. Partiremos de inmediato”.
Habiendo hablado así, Arslan salió inmediatamente de la tienda.
Ciertamente, su padre el rey estaba de mal humor, pero el propio Arslan
también albergaba descontento. Era más que evidente que el rey
Andrágoras había tenido en cuenta los sentimientos de Vahriz. Pero con
su propio hijo y heredero, ¿No podía mostrar la más mínima cortesía?
Un Daryun de aspecto bastante dolido les alcanzó por detrás.
“Por favor, perdóneme por causarle a Su Alteza tales problemas”.
“Está bien. Después de todo, lo que dijiste no estaba mal, ¿Verdad?”.
“Sí, y Lord Kharlan también está de acuerdo conmigo. No es mi
intención echarle la culpa a otro, pero de hecho fue él quien propuso
primero que habláramos con el rey”.
Arslan asintió, pero su interés ya se había trasladado a otra figura, una
que no estaba presente en ese momento.
“Daryun, ¿Qué clase de persona era Narsus?”.
“Lo consideré como un amigo. Que yo sepa, no existe otro hombre tan
sabio como él”.
“¡Qué tontería! Era un tipo perverso y peculiar”, replicó entonces el Eran
con una sola mofa.
Con una chispa de desafío en los ojos, Daryun replicó: “Tío, ¿No
afirmaste tú mismo una vez que Narsus era el mejor estratega de todo el
reino? ¿O eso también era una tontería?”.
“Hablo de defectos de la personalidad, no de defectos de la mente”.
Observando a la pareja que discutía, Arslan no pudo evitar sentir una
pizca de envidia. Se le ocurrió de repente lo feliz que sería, si él y su
padre pudieran conversar así. Con tanta pasión y franqueza. Sintiendo

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 16


La heroica leyenda de Arslan

que no podía interponerse más entre tío y sobrino, Arslan apartó su


caballo.
El Eran se inclinó hacia la espalda del príncipe que se marchaba antes de
seguir reprendiendo a su sobrino. “Daryun, aunque desees hacer una
petición al rey, debes elegir bien el momento, ¿Sabes? Su Majestad
finalmente reconoció tu talento y tus logros y te ascendió a Marzban. Sin
embargo, ahora, con un solo acto, lo has destruido todo. ¿Realmente
valía la pena?”.
“Sí, lo sé. Hay un momento adecuado para hacer peticiones. Pero si
hubiera esperado hasta después de perder la batalla, habría sido
demasiado tarde”.
Con su rey y su príncipe, Daryun se había contenido naturalmente. Pero
con su propio tío, no tenía esos reparos.
“¡Señor, no tengo fe en que pueda sobrevivir a esta batalla! No soy tan
increíble como para poder volver como un fantasma sólo para presentar
mis súplicas-”.
El viejo pero todavía bastante robusto Eran no pudo evitar resoplar. “No
sueltes esas irritantes tonterías. Ese Narsus era igual. En el momento en
que se convencía de que tenía la razón, desaparecía toda contención.
Sólo salían tonterías de su boca”.
Daryun estuvo a punto de decir algo más, pero al darse cuenta de que
cualquier cosa que dijera sólo sería respondida con más mofas de su tío,
guardó silencio.
El anciano cambió rápidamente de tema.
“Daryun, hace ya dieciséis años que asumí el manto de Eran”.
“Tú ya eras Marzban cuando yo nací”.
“¡Claro que sí! Ciertamente ha pasado mucho tiempo. Mira, mi barba ya
se ha vuelto blanca”.
“¡Pero todavía tienes un buen par de pulmones!”.
“¡Qué mocoso descarado eres! Oh, olvídalo. Ya es hora de que le deje
paso a la generación más joven de todos modos”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 17


La heroica leyenda de Arslan

Daryun parpadeó.
Al ver la confusión de su sobrino, el anciano dijo, en un tono enérgico
pero mesurado: “Serás el próximo Eran del Reino de Pars. Informé a la
reina de mis deseos antes de partir de la capital”.
Daryun miró a su tío sorprendido. “Aprecio sus esfuerzos, señor, pero
cualquier decisión relativa a estos asuntos depende enteramente de Su
Majestad el rey. Sin mencionar el incidente de hace un momento... Tío,
no importa lo que digas, simplemente no hay manera de que el rey te
haga caso ahora”.
“¿De qué estás hablando? Por supuesto que hará caso. Es muy
consciente de tu habilidad”.
El anciano dio un ligero bostezo.
“Ah, así es, Daryun”.
“¿Hm?”. Daryun se inclinó hacia adelante inconscientemente en
previsión de lo que su tío diría a continuación.
“He estado observando al Príncipe Arslan durante bastante tiempo.
¿Qué te parece su aspecto?”.
“Bueno, creo que ha crecido mucho, y es muy atractivo. Dentro de dos o
tres años, todas las jóvenes nobles de la capital se pelearán con uñas y
dientes por él. Pero, señor, por qué...”.
“¿A quién crees que se parece Su Alteza? ¿Al rey o a la reina?”.
Daryun se encontró perplejo ante la pregunta de su tío. Sin duda, ni la
belleza ni la falta de ella era una cualidad absolutamente vital e
indispensable en un gobernante. Entonces, ¿Por qué su tío se
preocupaba tanto por un detalle así?
“Si lo preguntas en serio, ¡Supongo que se parece más a la reina!”.
Para ser más precisos, no era tanto que el muchacho se pareciera a la
reina como que él no se pareciera a su padre, el rey Andrágoras III. Pero
como mero vasallo, eso no era algo que Daryun pudiera expresar en voz
alta.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 18


La heroica leyenda de Arslan

“Como pensaba, no se parece a Su Majestad”, respondió el Eran,


asintiendo como si hubiera leído la mente de su sobrino. En efecto, si el
muchacho se pareciera a su padre el rey, las líneas de su rostro tendrían
que ser más ásperas, más robustas, llenas de más ferocidad y vigor. El
Eran continuó: “Daryun, ¿Puedo pedirte que jures tu lealtad a Su Alteza
Arslan?”.
El joven guerrero, que hasta hacía poco era un oficial de alto rango al
mando de diez mil hombres, miró incrédulo a su tío. Con una batalla tan
importante por delante, la actitud de su tío era simplemente
inexplicable.
“Ya he prometido mi lealtad a la familia real de Pars. Y ahora quieres
que haga un juramento...”.
“Me refiero a Su Alteza en persona, Daryun”.
“Lo entiendo. Si eso es lo que deseas, tío...”.
“¿Juras sobre tu espada?”.
“¡Lo juro por mi espada!”.
Tras jurar así, la expresión estoica de Daryun se convirtió en una fina e
irónica sonrisa. Sentía que su tío había sido demasiado insistente en este
asunto. “¿Quizás quiera que le firme un compromiso por escrito ahora,
señor?”.
“No, el juramento fue suficiente”.
En el rostro de Vahriz no había el menor indicio de alegría. Por el
contrario, llevaba una expresión de agudo designio y hablaba con la
mayor solemnidad. Al ver esto, Daryun se vio obligado a abandonar su
humor mordaz.
“Todo lo que quiero es que sirvas como compañero del Príncipe Arslan.
Después de todo, ni siquiera mil soldados de caballería pueden igualar a
alguien como tú”.
“Señor...”. Daryun no pudo evitar levantar la voz. Si tal era el deseo de
su querido tío, entonces, naturalmente, lo aceptaría. Sin embargo, eso no
le impidió expresar sus recelos.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 19


La heroica leyenda de Arslan

Justo en ese momento, sonó un cuerno que atravesó la espesa niebla


hasta sus propios oídos. La batalla había comenzado. Con una gracia
natural que contradecía su edad, Vahriz espoleó su caballo hacia la
columna principal, y Daryun perdió su oportunidad de descubrir los
verdaderos motivos de su tío.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 20


La heroica leyenda de Arslan

La batalla de Atropátene (iii)

El rey Andrágoras salió de su tienda, montó en su caballo y se dirigió


directamente a la cabeza de la columna principal. ¿En qué otra tierra
podría encontrarse un rey tan digno y carismático? Los vasallos que
estaban a su lado no pudieron resistirse a esa soberbia. Era el rey de la
gran nación de Pars, un general feroz e invicto, un gobernante que
causaba temor incluso en los señores y reyes de los países vecinos.
Vahriz se inclinó profundamente y procedió a transmitir su informe.
“¡85.000 soldados de caballería y 138.000 de infantería, listos para
desplegarse!”.
“¿Qué hay de los números del enemigo?”.
El anciano Eran convocó a Kharlan, el marzban encargado de todas las
investigaciones.
Kharlan respondió respetuosamente a la pregunta del rey. “Según mi
análisis, estimo que hay entre 25.000 y 30.000 soldados de caballería
enemigos y entre 80.000 y 90.000 soldados de a pie. Desplegaron
aproximadamente el mismo número en Maryam”.
“Después de una larga serie de batallas, su número debería haber
disminuido, ¿No?”.
“O puede que hayan sido reforzados desde casa”.
Ante estas palabras, el rey asintió, pero no sin cierta reticencia. Había
esperado datos más precisos y sólidos. Había sido el propio Kharlan
quien se había ofrecido para encabezar las investigaciones, y era cierto
que tenía la capacidad necesaria para ello. Por eso el rey le había
permitido asumir toda la responsabilidad de sus esfuerzos de
investigación. Y, sin embargo, ahora Kharlan, que normalmente era aún
más fastidioso y prudente que Daryun o Vahriz, se comportaba con tan
poca asertividad ante su rey.
“Dicho esto, en estas condiciones no podemos determinar las
formaciones exactas del enemigo”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 22


La heroica leyenda de Arslan

“Por favor, no se preocupe, señor. El enemigo tampoco puede distinguir


nuestras formaciones. Mientras los superemos en número dos a uno, la
victoria será definitivamente nuestra”.
Kharlan habló con tal fuerza y convicción que el rey Andrágoras asintió
con la cabeza. Vahriz, que había detenido su montura a veinte pasos de
distancia, lanzó una mirada preocupada en su dirección, pero ninguna
palabra de su intercambio furtivo llegó a los oídos del anciano.
“¡Enemigos avistados!”.
El grito recorrió las filas hasta llegar a la columna principal. El jinete que
había dado la alerta hizo avanzar a su caballo para dar su informe.
Había movimiento en la primera línea de los enemigos, ocho amaj 14 más
adelante.
“Ante nosotros se encuentran las laderas del Monte Bashur, donde el
espíritu del Rey Héroe Kai Khosrow 15 monta guardia. No hay fallas ni
depresiones en la zona. No importa lo espesa que sea la niebla, no
debería haber ningún problema mientras nuestros caballos carguen en
línea recta”.
Ante la declaración de Kharlan, el rostro del rey Andrágoras se
transformó inmediatamente en una expresión de satisfacción. Siempre
había sido un general audaz y militante, más propenso a rechazar las
consideraciones cautelosas de alguien como Daryun y a favorecer una
estrategia más agresiva. Este tipo de ataque directo y feroz había sido su
deseo para empezar. Por otra parte, si Daryun estuviera presente,
probablemente habría dado lugar a la incómoda sospecha de que
Kharlan estaba incitando deliberadamente al rey a la acción.
El viento revoloteaba. La niebla se extendió. Un presagio afortunado
pensó Arslan. Si la niebla era dispersada por el viento, las vastas
llanuras de Atropátene volverían a ser visibles. Los jinetes, la fuerza
principal de su gran ejército, volverían a estar en ventaja.
Pero la niebla seguía siendo tan espesa como siempre. Se movía
ligeramente con la brisa, pero no se alejaba de las llanuras. En la
14
2000 m.
15
Kay Khosrow es un rey legendario de Irán de la dinastía Kayanian y un personaje del libro épico persa ,
Shahnameh . Era hijo del príncipe iraní Siavash que se casó con la princesa Farangis de Turan mientras estaba
en el exilio.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 23


La heroica leyenda de Arslan

retaguardia de la columna principal, solo y desprovisto de todo mando,


cabalgaba Daryun. La imagen de la armadura negra ensombrecida
contra un mar de blanco permaneció en la mente de Arslan.
La voz resonante del rey Andrágoras atravesó el velo de niebla.
“¡Oh, grandes reyes de Pars! ¡El rey sabio Jamshid 16, el rey héroe Kai
Khosrow y los espíritus de todos mis antepasados! ¡Que nos guíen y
protejan!”.
“¡Que nos guíen y protejan!”.
Los jinetes de la columna principal unieron sus voces a la del rey. Sus
gritos se extendieron hasta la más lejana de las tropas parsianas. El rey
levantó su musculoso brazo derecho y empujó hacia abajo con un gesto
de fuerza. Con un gran grito, los ejércitos de Pars comenzaron su ataque.
80.000 soldados de caballería cargaron hacia adelante. Sus estruendosos
cascos hicieron temblar la tierra.

La niebla fluyó junto a los jinetes al galope. Sus armaduras resonaban


con el sonido de los impactos; las espadas y las lanzas ceñidas a sus
costados brillaban con la humedad.
La visión de esta carga de caballería era una que siempre había
infundido temor en los corazones de los enemigos de Pars. Ante la
embestida de las espadas y lanzas parsianas, las tropas enemigas fueron
segadas como la hierba. Ni siquiera la niebla pudo suprimir el estruendo
de los cascos; más bien, la ocultación de sus figuras que se acercaban
sólo sirvió para aumentar la sensación de perdición inminente.
Sabiendo que esto era así, las tropas parsianas sólo veían la victoria más
allá de la niebla. Cada vez cargaban más rápido, espoleados por esta

16
Jamshid fue el cuarto Shah de la dinastía mitológica de Irán, según el Shahnamé.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 24


La heroica leyenda de Arslan

ilusión. De repente, los jinetes de la primera línea se dieron cuenta de


que el suelo bajo sus pies había desaparecido. Con un grito de
impotencia, tiraron de las riendas, pero ya era demasiado tarde. Se
precipitaron por un precipicio hacia el espacio vacío y cayeron.
La primera línea de jinetes fue presionada por la segunda. La segunda
fue presionada por la tercera. Los gritos de los caballos se enfrentaban a
los gritos aterrorizados de los hombres.
Una enorme fisura se abría ante ellos. Era la mayor falla que atravesaba
Atropátene, y medía un farsang 17 de largo, treinta gaz 18 de ancho y
hasta cinco gaz de profundidad. Sin más, esta zanja de formación natural
derribó a los resistentes jinetes de Pars, enviándolos a un montón de
barro. Los que habían caído gimieron de dolor por sus huesos rotos,
para que nuevas víctimas cayeran desde arriba, aplastándolos aún más.
El pánico envolvió a las tropas parsianas. Entonces, los pocos que habían
conseguido ponerse en pie se dieron cuenta de que podían percibir un
extraño olor. Al identificar la sustancia viscosa que empapaba sus
cuerpos, el miedo se apoderó de sus corazones.
“¡Cuidado! ¡Es aceite! ¡Piensan usar fuego contra nosotros!”.
Ni siquiera habían terminado de gritar su advertencia cuando un muro
de llamas abrasó el aire. Flechas de fuego. El aceite que había sido
esparcido por las llanuras de antemano cobró vida de golpe, tragándose
a las tropas parsianas.
Cientos de anillos de fuego barrieron la niebla, cada uno de ellos
rodeando a cientos de jinetes parsianos. Los movimientos de más de
80.000 soldados de caballería habían sido controlados; su unidad,
dividida. Los anillos de fuego atravesaron la penumbra, iluminando
claramente las posiciones de los parsianos a los lusitanos que los
observaban. Todo esto, en un abrir y cerrar de ojos.
“¡Whoa! ¡Whoa!”.
Los parsianos trataron frenéticamente de calmar a sus asustados
caballos. Entonces, entre los relinchos estridentes de los caballos, el eco

17
5 km.
18
30 m.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 25


La heroica leyenda de Arslan

de los cascos confusos y los gritos airados de los jinetes, un nuevo ruido
se unió a la refriega.
El silbido de las flechas lloviendo desde el cielo.
Los oficiales parsianos pidieron a gritos la retirada. Desgraciadamente,
fue imposible cumplir su orden. Ante ellos, un muro de llamas de más
de un farsang bloqueaba su avance. En las tres direcciones restantes,
interminables anillos de fuego impedían su huida. Y desde el muro de
fuego resonaban los gritos de hombres y caballos que se quemaban
vivos.
Los lusitanos habían preparado incluso cientos de torres de asedio, cada
una de ellas de la altura aproximada de cinco hombres. Desde lo alto de
las torres apuntaban un constante fuego de flechas contra los anillos de
fuego. Para los lusitanos, derribar a sus oponentes, atrapados y en
apuros, era poco más que un juego. A medida que esta matanza
unilateral continuaba desarrollándose, los cuerpos de los parsianos,
bañados en sangre, pronto cubrieron el suelo como la maleza.
Sin embargo, no mucho después, una fracción de jinetes parsianos
atravesó la cortina de fuego y humo, emergiendo ante las tropas
lusitanas. En cualquier caso, sólo les esperaba la muerte... Al darse
cuenta de esto, los hombres transformaron el pensamiento en acción,
convocaron todo su orgullo y habilidad como jinetes y saltaron el muro
en llamas. Los que fallaron cayeron directamente en el fuego que los
esperaba y desaparecieron en una masa de llamas. De los que
sobrevivieron al salto, la mayoría sufrió graves quemaduras. Y aunque
muchos caballos y jinetes fueron tragados por las llamas, otros tantos
cayeron por puro agotamiento.
Los jinetes parsianos, que antes no tenían rival en toda la tierra, cayeron
al suelo en una oleada tras otra, como un ejército de muñecos de arcilla
derribados por una tormenta. Las vidas de miles de personas, el orgullo
de miles de personas, el legado de toda una nación: Bajo la lluvia de
flechas, en medio de la interminable niebla blanca, todo se convertiría
pronto en polvo.
Arslan apartó las pequeñas llamas que le lamían las mangas y el manto,
ahogándose con el humo mientras gritaba: “¡Padre! ¡Daryun! ¡Vahriz!”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 26


La heroica leyenda de Arslan

No hubo respuesta.
Los parsianos que habían escapado de su red de fuego desenfundaron
sus espadas una vez más, apagando las llamas de sus mantos mientras
avanzaban al encuentro de la caballería lusitana.
Esta violenta carga engendró una reacción inevitable en el enemigo. Los
parsianos superaban con creces a los lusitanos tanto en habilidad
ecuestre como en el manejo de la espada a caballo. Uno a uno, los
lusitanos fueron abatidos, su sangre empapó las espadas de los jinetes
parsianos, y sus cadáveres se amontonaron en las mortajas de los
parsianos caídos.
“¡Qué fuerza tan aterradora! Si nos hubiéramos enfrentado a ellos cara a
cara, no habríamos tenido ninguna oportunidad”, murmuró el general
lusitano Montferrat, mientras esperaba con sus tropas detrás de tres
capas de zanjas y fortificaciones. A su lado, el general Baudouin asentía
con la cabeza. Con las expresiones vagas y frías que cruzaban sus
rostros, no parecían en absoluto hombres que esperaran una victoria
inevitable.
Los cadáveres de los jinetes parsianos siguieron amontonándose ante
sus ojos, uno tras otro. Los lusitanos se dispersaron ante los parsianos,
que mataron y mataron hasta llegar a las tropas enemigas que los
esperaban. Pero fueron incapaces de pasar las tres capas de
fortificaciones. Mientras tanto, los lusitanos seguían lanzando flechas
desde lo alto de sus torres de asedio. Tanto los hombres como los
caballos cayeron al suelo y perecieron.
Justo cuando la acumulación de cadáveres amenazaba con desbordar las
fortificaciones, resonaron en el aire las agudas notas de una trompeta
lusitana. Era la señal para un contraataque. Las puertas de las
fortificaciones se abrieron. De su interior salió el grueso de las tropas
lusitanas, aún sanas e indemnes, corriendo hacia la llanura en una
avalancha de armaduras.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 27


La heroica leyenda de Arslan

“¿Dónde está ese maldito Kharlan?”, rugió el rey Andrágoras, con el


rostro contorsionado por la furia. En el campo de batalla, Andrágoras
siempre había rebosado de una confianza intrépida. Era una cualidad
que no había cambiado desde sus días como Eran bajo el rey anterior,
durante la campaña contra Badakhshan 19. Sin embargo, hoy, por
primera vez, su valor había recibido un gran golpe. Precisamente porque
nunca antes había conocido la pérdida, ahora tenía tanto miedo.
Al oír el grito del rey, uno de los mil capitanes que servían bajo el
estandarte de Kharlan levantó la cabeza. Había sido destacado con la
columna principal para mantener la confidencialidad de las
comunicaciones entre el rey y Kharlan.
“E-El Marzban no ha sido visto desde hace tiempo. Lo hemos estado
buscando, pero...”.
“¡Cuando lo hayas encontrado, tráemelo de inmediato! Hasta que lo
hagas, ¡No dejes que vuelva a ver tu cara!”.
“... ¡A su voluntad!”.
Encogiéndose ante la furia del rey, el capitán espoleó inmediatamente a
su querido caballo. Cuando Andrágoras vio partir al capitán, soltó un
gemido bajo y frustrado. Había sido Kharlan quien había informado de
que el terreno era manso y había impulsado un ataque total. Fue por su
consejo por lo que se había producido este desastre.
“Ese bastardo de Kharlan. ¿Nos ha traicionado?”.
Vahriz escuchó el murmullo dubitativo del rey, pero no respondió. En
su lugar, giró su montura y cabalgó hacia el otro extremo de la columna.
Allí, Daryun miró por encima del hombro. Su lanza estaba sobre el

19
Provincia de Badajshán es una de las treinta y cuatro provincias de Afganistán. Está ubicada al noreste del
país, entre el Hindu Kush y el Amu Daria.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 28


La heroica leyenda de Arslan

pomo de su montura. Sobre ella, su mano descansaba con un ligero


temblor.
“Ahora es tu momento, Daryun”.
El Eran apretó suavemente el brazo de su sobrino.
“Protegeré a Su Majestad el Rey. Debes buscar al Príncipe Arslan”.
“¿El príncipe...?”.
“Estaba en el frente. Temo por él. Tal vez ya sea demasiado tarde. Aun
así, debes encontrarlo y protegerlo. Yo me quedaré aquí y soportaré las
consecuencias”.
“Entendido, señor. ¡Volvamos a encontrarnos en Ecbatana!”.
Daryun se inclinó y dirigió a su caballo negro con una ligera palmada en
el cuello. El anciano Eran contempló, inmóvil, cómo su sobrino
desaparecía en la espesa cortina de niebla que había más allá.

La batalla de Atropátene (iv)

A través de la niebla corrían los destellos de las espadas y las lanzas,


como unos rayos que atraviesan las nubes de una tormenta de verano.
Por todas partes giraba el rojo brillante de las llamas desenfrenadas. El
calor pasaba a toda velocidad, apestando a carbón.
El joven caballero de negro no pudo evitar preguntarse si era valiente o
simplemente imprudente – buscando a un solo chico en medio de este
vasto y caótico campo de batalla.
“¡Arslan, Su Alteza! ¿¡Dónde está!?”.
Tras gritar una y otra vez, la armadura negra de Daryun estaba ahora
salpicada de la sangre de innumerables lusitanos. No podía recordar
cuántos soldados enemigos habían encontrado su fin en su lanza desde
que abandonó la columna del rey. Sólo sabía que en las tres direcciones
no había ninguno ante él.
Siguió barriendo su mirada de izquierda a derecha, y luego se centró en
un solo punto. A un centenar de pasos, había visto una cara conocida.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 29


La heroica leyenda de Arslan

Marzban Kharlan. Sin embargo, en este rostro había una expresión que
nunca había visto antes.
Al ver que Daryun se acercaba, Kharlan levantó la mano en silencio. Los
jinetes que lo rodeaban apuntaron sus lanzas hacia Daryun. Daryun se
dio cuenta de que no eran hombres de Pars, sino de Lusitania.
“¿Qué significa esto, Señor Kharlan?”.
A pesar de formular la pregunta, Daryun ya había leído la respuesta en
el rostro de Kharlan. Kharlan no había confundido las tropas enemigas
con las suyas.
Tampoco se había vuelto loco. Daryun sabía muy bien que Kharlan
acababa de incitar a los lusitanos a la acción a sabiendas y
deliberadamente.
Respiró profundamente y luego escupió: “¿Te has vuelto un traidor,
Kharlan?”.
“No es traición. Si realmente te importa Pars, deberías unirte a nosotros
para remover a Andrágoras del trono”.
Kharlan no había mostrado el debido respeto al rey, sino que se había
referido a él sólo por su nombre. Los ojos de Daryun brillaron con
comprensión mientras gruñía: “¿Es así? Ahora lo veo. Por eso querías
que me dirigiera a Su Majestad antes de la batalla. Para que provocara el
descontento de Su Majestad y perdiera mi posición como marzban – eso
era lo que esperabas, ¿No es cierto?”.
Kharlan respondió con una carcajada. “Así es, Daryun. No eres un bruto
descerebrado. ¿Cómo podría dejar que siguieras al mando de diez mil
soldados de caballería? Después de todo, no importa lo feroz que seas
como guerrero, no hay forma de que un solo hombre afecte el flujo de la
batalla por sí mismo”.
Tras regodearse así de su éxito, Kharlan cambió de táctica y se calló la
lengua. Daryun levantó su lanza y espoleó a su montura negra.
Uno de los lusitanos al lado de Kharlan saltó sobre un caballo gris pardo
para hacer frente a la carga. Levantó su propia lanza -que, a diferencia

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 30


La heroica leyenda de Arslan

de la equivalente parsiana, tenía un vamplate elevado en el centro para


proteger su mano- y se lanzó hacia Daryun.
Como dos rayos que se cruzan, la lanza del lusitano rebotó en la
armadura de Daryun hacia el espacio vacío, mientras que la de Daryun
atravesaba la garganta de su oponente. La punta salió volando por la
parte trasera de la cabeza del hombre. Cayó al suelo, con la lanza aún
clavada en su cuerpo.
En ese momento, Daryun ya había desenvainado su espada. La hoja
brillaba blanca, como la primera luz de un amanecer de invierno,
sacando cintas de sangre de la cabeza con casco del siguiente jinete.
“¡Alto ahí, Kharlan!”.
Daryun abatió a un tercer jinete enemigo. Con su siguiente golpe,
mandó a un cuarto a volar de su montura en un chorro de sangre. Ante
la maestría de Daryun, los poderosos lusitanos que habían hecho arder
el reino de Maryam eran poco más que infantes indefensos. Uno tras
otro, los caballos sin jinete huyeron salvajemente entre la niebla.
“Traicionar a Su Majestad, engañarme. ¡Un doble crimen, por el que
ahora pagarás!”.
El caballo negro, respondiendo a la furia de su jinete, bramó y cargó
directamente hacia Kharlan.
Incluso ahora los lusitanos restantes pretendían detener la carga de
Daryun. Un sentimiento admirable; sin embargo, su valor les costó la
vida. La carga de Daryun fue rápida e implacable. Ante Kharlan
parpadeó la luz de las espadas cruzadas. El intenso choque de metales
resonó en el aire. Una sangre brillante se derramó por la tierra. Y ahora
el propio Kharlan apareció ante los ojos de Daryun. Entre él y Daryun ya
no había ni siquiera la sombra de una persona. Nada más que una
espada manchada de sangre cortando desde arriba.
Kharlan también era un guerrero experimentado, pero el valor de
Daryun había superado con creces sus expectativas, y tal vez su propia
conciencia culpable le había sacudido también. Porque, de repente, giró
su caballo y huyó. La espada de Daryun se encontró con el espacio
vacío.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 31


La heroica leyenda de Arslan

A través de la niebla arremolinada, los dos jinetes corrían. El que había


traicionado a su rey y, sin embargo, seguía a salvo como Marzban; y
aquel cuya lealtad le había costado su puesto. Atravesaron la llanura
como un par de hilos enredados. Mientras huía, Kharlan se defendió,
intercambiando unos diez asaltos de golpes con su perseguidor. Pero ya
no había nadie que pudiera contrarrestar los golpes de Daryun.
Entonces el caballo de Kharlan resbaló, tirando a su jinete al suelo. La
espada de Kharlan voló de su mano. Mientras se ponía en pie, con las
manos levantadas para proteger su cabeza, dijo en un tono ronco y
tenso: “Espera, Daryun. Escúchame”.
“¿Qué pasa ahora?”.
“Sólo espera. Si supieras la verdad, no me culparías por lo que he hecho.
Por favor, escúchame...”.
La espada de Daryun brilló. No para derribar a Kharlan, sino para
apartar una repentina lluvia de flechas. Cuando la breve embestida se
detuvo, Daryun vislumbró la espalda de Kharlan huyendo entre las filas
de los arqueros lusitanos. Eran unos cincuenta jinetes. Encajaban nuevas
flechas en sus arcos, atentos a la aproximación de su enemigo. Daryun
abandonó toda idea de persecución y giró su caballo.
“Quedan muchas oportunidades para matarlo”, se dijo Daryun. Sobre él
seguía pesando la gran responsabilidad que le había confiado su tío.
Tenía que rescatar al príncipe Arslan de esta contienda y llevarlo sano y
salvo a la capital. No podía desperdiciar su vida en un arrebato de
pasión.
Mientras Daryun se alejaba al galope, decenas de flechas salieron
disparadas hacia su espalda, pero ninguna de ellas dio en el blanco. Al
salvar a Kharlan de su vengativa figura, los arqueros lusitanos ya habían
cumplido con su deber.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 32


La heroica leyenda de Arslan

La batalla de Atropátene (v)

A diferencia de su Sha, el Eran Vahriz ya había experimentado la


pérdida en la batalla. El anciano guerrero murmuró a Andrágoras con
una mueca: “Su Majestad, esta batalla ya no puede ganarse. Por favor,
haz sonar la retirada”.
Con una mirada fulminante, el rey comenzó a bramar al Eran. ¿Cómo
podría el Sha de Pars, legítimo defensor de la Gran Vía Continental, huir
sin miramientos? ¡Un acto así lo avergonzaría como guerrero!”.
“¿Ha olvidado, señor? Cuando Misr invadió el año pasado, también fue
desde detrás de los muros de Ecbatana que forzamos su retirada. Por el
bien de la victoria futura, le ruego que soporte esta vergüenza presente”.
En la capital de Ecbatana esperaban 20.000 soldados de caballería y
45.000 de infantería, y estacionados en el resto del reino había 20.000
jinetes más y 12.000 soldados de infantería más. Si se reunieran todas
estas fuerzas además de los soldados y generales supervivientes de la
batalla actual, eso debería proporcionar suficiente poder militar para
contrarrestar a las tropas lusitanas.
De tales consideraciones tácticas era consciente el estratega Andrágoras.
Sin embargo, no sólo era el soberano de una sola nación, sino también el
Señor Protector de la Gran Ruta Continental.
La Gran Ruta Continental, centrada en Pars, era una ruta comercial que
se extendía 800 farsangs 20 de este a oeste, conectando los dos extremos
del vasto continente. La totalidad de esta ruta y las caravanas que la
recorrían estaban bajo la protección del rey de Pars y le pagaban tributo.
Así se aseguraba la prosperidad del reino. ¿Acaso no era éste también el
privilegio que suponía una destreza militar invicta?
No obstante, el viejo general siguió intentando persuadir a su rey.
También el rey siguió resistiendo, hasta que por fin llegó a sus oídos el
nombre de su reina Tahamenay. ¿Qué hay del bienestar de la reina, que
aún defendía la capital? Seguramente no tenía intención de dejarla en
manos del enemigo. Tan pronto como se pronunciaron esas palabras, el

20
4000 km.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 34


La heroica leyenda de Arslan

rey tomó una decisión y emprendió la retirada. Sin embargo, no todos


sus hombres estaban de acuerdo.
“¡El rey ha huido! ¡Andrágoras III ha huido!”.
En medio del sangriento caos, estos gritos corrieron hasta los confines
del campo de batalla como un viento feroz. Los que estaban bajo el
estandarte de Kharlan habían vigilado de cerca los movimientos del rey
Andrágoras. La voluntad de las tropas parsianas, aún enzarzadas en una
encarnizada lucha, flaqueaba visiblemente.
“¡Aunque hemos apostado nuestras vidas en esta batalla, el rey que nos
dirige ha huido! ¡Los estandartes de Pars se han ensuciado en la
desgracia! ¡No hay más esperanza de recuperación!”.
El marzban Shapur se quitó el yelmo ensangrentado y manchado de
barro y lo arrojó al suelo. Sin embargo, seguía teniendo a su rey en cierta
consideración; otros mostraban expresiones de traición mucho mayores.
“¡Olvídalo, olvídalo! ¿Por quién estamos luchando de todos modos? No
hay necesidad de que desperdiciemos la vida de nuestros subordinados
por un señor que huye!”.
El tuerto Qobad volvió a blandir su espada larga, sacudiendo la sangre
de su hoja mientras gritaba a sus hombres. Se miraron uno al otro con
una confusión incómoda.
“¿Qué demonios dices, Qobad?”, gritó Shapur, espoleando a su
montura. “¿Cómo puedes tú, que eres Marzban, ordenar a sus guerreros
que dejen de luchar? El rey tiene sus deberes. Nosotros también tenemos
los nuestros”.
“El principal deber de un rey es proteger a su país. Sólo por esta razón
un rey tiene derecho a gobernar. Si el rey ya no es digno de gobernar,
nos pasará lo mismo. ¿No le estabas maldiciendo también hace un
momento?”.
“No, ha sido un gesto descuidado por mi parte. Ahora que lo pienso, no
es que el rey haya huido. Más bien, debe estar regresando a Ecbatana
para preparar el próximo asalto. Como vasallo, no deberías lanzar tales
calumnias sobre tu señor, ¡O incluso tus aliados no tendrán piedad de
ti!”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 35


La heroica leyenda de Arslan

“¿Oh? Interesante. ¿Y qué quieres decir con eso?”. El único ojo de Qobad
se estrechó.
Entre los marzbanos, Qobad era el más joven después de Daryun y
Kishward. Actualmente tenía treinta y un años. La única cicatriz tallada
profundamente en su rostro, a través del ojo izquierdo, dejaba una
impresión indeleble en cualquiera que lo viera. No cabía duda de que
era un guerrero feroz y un táctico experimentado, pero a pesar de su
impresionante historial, su reputación se resentía entre ciertas facciones
de la corte. En parte, esto se debía a su tendencia a la exageración.
Afirmaba, por ejemplo, que había perdido su ojo izquierdo en un épico
enfrentamiento con un azhdahak 21, un dragón de tres cabezas, en el
lejano monte Qaf 22. Además, él mismo había sacado a su vez un solo ojo
de cada una de las tres cabezas del dragón. En otras palabras, “El dragón
de tres cabezas es ahora un dragón de tres ojos”. La mayoría de la gente
lo tomó naturalmente como una broma, y algunos incluso fruncieron el
ceño ante su indiscreción.
Shapur, que tenía treinta y seis años, era el polo opuesto de Qobad: Un
hombre extremadamente rígido. Tal vez ellos mismos eran conscientes
de este hecho, pues se rumoreaba que cada vez que se convocaba a los
doce marzbanos, los dos hombres no dejaban de disponerse en ambos
extremos de la fila.
En cualquier caso, este par de raros valores puso cada uno una mano en
la empuñadura de su espada mientras miraba a su camarada marzban.
Los soldados de Pars entraron en pánico. Pero antes de que el aura
sanguinaria llegara a su punto álgido, sonó un grito de “¡Ataque
enemigo!”. Al ver la tropa lusitana que se acercaba, Qobad desvió su
montura.
“¿Huyendo, Qobad?”.
El tuerto Marzban chasqueó la lengua en respuesta a esta reprimenda.
“Por mucho que me guste, sin expulsar a esas fuerzas enemigas no
habrá ningún lugar al que huir. ¿Por qué no tenemos nuestra pequeña

21
Se le describe como un monstruo con tres bocas, seis ojos y tres cabezas, astuto, fuerte y demoníaco.
22
Kafkuh o Cafcuh es una montaña mitológica en la tradición iraní.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 36


La heroica leyenda de Arslan

charla sobre las responsabilidades de un vasallo una vez que me haya


encargado de estos bastardos?”.
“¡Muy bien! No te atrevas a decir que te has olvidado de todo esto
cuando llegue mañana”. Con una mirada mordaz, Shapur salió al galope
para dar órdenes a sus hombres.
“No lo haré. No si todavía hay un mañana”. Tanto si hablaba en serio
como en broma, Qobad se dirigió también hacia sus hombres.
“Ahora bien. Todavía quedan unos mil jinetes, eh. Me pregunto cómo
debo manejarlo con estos números. Mejor llevarme a los locos”.

Los que habían huido con el rey Andrágoras se encontraron con un


obstáculo en el estrecho sendero que se arqueaba sobre las aguas del río
Mirbalan. Justo cuando pensaban que habían dejado atrás los ecos de las
espadas y las lanzas y que habían logrado escapar del campo de batalla,
una flecha atravesó la cara de un jinete. El grito de muerte del jinete al
caer de su caballo preludió una serie de flechas que cayeron al mismo
tiempo con el terrible ruido de una nube de langostas alzando el vuelo.
Era una emboscada.
A ambos lados del Sha y del Eran, hombres y caballos se desplomaron
como frágiles pilares de piedra. Tanto el rey como el general fueron
alcanzados también, las flechas atravesaron sus armaduras y se clavaron
en su carne.
Cuando la lluvia de flechas cesó, no quedaba ni un solo superviviente en
las inmediaciones. Un jinete solitario espoleó su caballo para enfrentarse
a ellos. No llevaba las armas de Lusitania, sino las de Pars. Sin embargo,
fue algo totalmente distinto lo que captó la atención del rey y de su
general.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 37


La heroica leyenda de Arslan

Una máscara de plata. Cubría toda la cara, salvo por unas estrechas
rendijas en los ojos y la boca. Y por las rendijas de los ojos se filtraba un
brillo frío y salvaje.
A la luz del día, tanto el rey como el general habrían soltado una
carcajada al verlo. La máscara de plata parecía demasiado como algo
sacado de una obra de teatro, algo imposible de imaginar que existiera
en la realidad.
Pero aquí, bajo el tenue velo gris de la niebla, donde el propio paisaje
parecía sumergido en la oscuridad de una pintura de tinta sericana 23, la
máscara parecía congelar en su interior la desgracia y la calamidad
acumuladas del mundo entero.
“¿Abandonar a tus hombres, Andrágoras? Qué desvergüenza. Y muy
propio de ti”.
El parsiano fluido sonó a través de la rendija de la boca. La voz poseía
una cualidad que hacía que el corazón de un hombre se enfriara.
“¡Huye, mi señor! Que estos viejos huesos aguanten aquí...”.
Vahriz, con el cuerpo atravesado por cinco flechas, sacó su espada de la
vaina y plantó su caballo entre el rey y el hombre de la máscara de plata.
De los ojos de la máscara plateada emanaba una luz intensa, que ardía
con el resplandor de la furia y el odio combinados.
“¡Viejo fracasado! ¡Ya basta de tus estupideces!”.
El enmascarado lanzó un grito atronador. Su espada larga, de un blanco
resplandeciente, se arqueó hacia la cabeza del general de un solo golpe.
Incluso contra un oponente herido de muerte y de edad avanzada, su
espada no se detuvo, sin dejar la más mínima abertura para que Vahriz,
el gran Eran de Pars, pudiera contraatacar. Fue una exhibición
impresionante de habilidad con la espada.
Andrágoras observó con ojos apagados cómo el cuerpo de su fiel y viejo
vasallo se desplomaba pesadamente en el suelo. Su brazo con la espada
no se movió. No podía, pues la flecha que le atravesaba la muñeca había

23
Sérica fue uno de los países más orientales de Asia conocidos por los geógrafos griegos y romanos antiguos .
Los seres fueron un pueblo antiguo del Asia Central y de China occidental, famoso en el mundo clásico por ser
el origen de la seda.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 38


La heroica leyenda de Arslan

herido el músculo. Sin más medios de resistencia, el rey sólo pudo


sentarse impotente en su silla de montar como un muñeco de arcilla.
“No lo mates”.
La voz de detrás de la máscara de plata tembló. Naturalmente, no por el
terror, sino por una ola de pasión apenas reprimida. Comparado con
cuando se enfrentaba a Vahriz, era un hombre totalmente diferente.
“No lo mates. Durante dieciséis años he esperado este día. ¿Cómo
podría concederle una liberación tan fácil?”.
Cinco o seis jinetes de la tropa del hombre tiraron al rey Andrágoras de
su montura. El dolor de su herida de flecha se agudizó, pero el rey lo
soportó.
“¿Quién demonios eres tú?”. Andrágoras, envuelto y atado con gruesas
correas, susurró roncamente.
“Pronto. Pronto lo sabrás. ¿O acaso, Andrágoras, no entiendes qué
pecados debes haber cometido para justificar tal enemistad?”.
Detrás de cada palabra chirriaba un ruido como de raspado de metal.
Era el sonido del crujir de dientes, como si en esa misma acción, el
hombre de la máscara de plata pudiera rechinar los largos e
interminables días de amarga oscuridad.
Al notar las expresiones de inquietud de sus hombres al verlo en tal
estado, el de la máscara de plata apartó sin palabras su caballo. Los que
rodeaban al cautivo rey Andrágoras no se alegraron de su victoria, y
continuaron por el estrecho sendero hasta la orilla opuesta en un
lúgubre silencio.

La batalla de Atropátene (vi)

Incluso después de que Andrágoras abandonara el campo de batalla, la


sangre siguió fluyendo. Por toda la llanura, los incendios no mostraban
signos de extinción. El viento surgía del humo ondulante, uniéndose al
caótico remolino de niebla. Pars era originalmente una tierra bendecida

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 39


La heroica leyenda de Arslan

por el sol y los cielos despejados, pero ahora parecía que incluso el
propio clima había abandonado al reino.
Con el impulso de su lado, las tropas lusitanas reanudaron su ciclo de
ataques y matanzas. Los parsianos ya no luchaban por su rey, sino que
seguían resistiendo por sus propias vidas y su honor. Por muy inútiles
que fueran sus esfuerzos, los caballeros parsianos eran
incuestionablemente fuertes. A pesar de que los lusitanos se adjudicaron
una victoria tras otra, sus filas también sufrieron muchas pérdidas. Al
abandonar sus robustos baluartes para unirse a la ofensiva, los muertos
de los lusitanos pronto superaron a los de los parsianos.
Sólo Daryun estaba quizá dispuesto a responsabilizarse él mismo de al
menos la mitad del odio de los lusitanos. Al poco tiempo, se encontró
con las tropas del Marzban Qobad en medio de la sangre y las llamas.
Mientras celebraban su mutua supervivencia, intercambiaron algunas
averiguaciones apresuradas.
“¿No se ha encontrado con el Príncipe Arslan por casualidad, Lord
Qobad?”.
“¿El príncipe? No”. Con esa contundente respuesta, Qobad volvió a
mirar al joven caballero, ladeando la cabeza con desconfianza.
“¿Qué les pasó a tus hombres? ¿Han sido aniquilados los diez mil?”.
“Ya no soy Marzban”.
Daryun estaba lleno de una sensación de amargura. Qobad parecía
querer decir algo, pero cambió de opinión y en su lugar pidió a Daryun
que se uniera a él para luchar por salir del campo de batalla.
“Mis disculpas, pero le hice una promesa a mi tío. Debo localizar a Su
Alteza Real Arslan”.
“¡Entonces toma cien de los míos!”.
Rechazando respetuosamente el bienintencionado ofrecimiento de
Qobad, Daryun volvió a galopar solo. Tanto si se trataba de diez mil
hombres como de cien, cualquier séquito sólo serviría para llamar la
atención del enemigo, lo que, por el contrario, supondría un mayor
peligro y los convertiría a todos en blancos fáciles.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 40


La heroica leyenda de Arslan

Cuando los feroces vientos comenzaron a dispersar la niebla, el aspecto


físico del campo de batalla quedó por fin al descubierto. La hierba
brotaba entre los cadáveres, empapados de sangre. Pero ni siquiera la
constatación de que se había acostumbrado al hedor de la sangre, el
humo y el sudor hizo mella en los esfuerzos de Daryun.
Cinco caballeros lusitanos se materializaron en su camino, un hecho
muy poco anhelado. Si fuera posible, le hubiera gustado que su paso
fuera ignorado, pero parecía que la otra parte ya se había dado cuenta
de él. En cualquier caso, eran cinco contra uno. Para ellos, debía de
parecerles un enfrentamiento fácil.
“¡Pero si es un perro parsiano derrotado que merodea por ahí en busca
de sobras! Parece que no tienes a dónde ir, ¿Qué tal si te ayudamos a
seguir tu camino?”.
Daryun no debería haber sido capaz de entenderlos, pero después de
intercambiar estos susurros burlones en lusitano, los cinco jinetes
levantaron sus lanzas como uno solo y se lanzaron a la carga.
Para los lusitanos, este fue quizás el día más desafortunado de sus vidas.
La espada de Daryun los atravesó, enviándolos a su cielo.
Cuando el cuarto hombre salió volando bajo un chorro de sangre,
Daryun observó en el borde de su visión la silueta solitaria del último
hombre, que había soltado su espada y huido. Pero no hizo ningún
movimiento para perseguirlo. Entre los caballos sin jinete que
deambulaban sin rumbo, había uno sobre cuya silla estaba atado un
hombre ensangrentado y herido. Se trataba de un caballero parsiano que
había sido capturado.
Al acercarse a él, Daryun saltó de su caballo y utilizó su espada para
cortar las correas que ataban al caballero.
No conocía el nombre del caballero, pero reconocía su rostro. El hombre
era uno de los capitanes de mil jinetes que servían a las órdenes del
marzban Shapur. Daryun desató una petaca de cuero de su montura y
vertió agua sobre la sangre y la mugre que ensuciaban el rostro del
hombre. El hombre dejó escapar un gemido bajo y abrió los ojos.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 41


La heroica leyenda de Arslan

De los labios de este hombre profundamente herido, Daryun recibió


información sobre el paradero del príncipe Arslan. Tras atravesar la
envolvente red de fuego y humo, parecía que el príncipe había huido
hacia el este bajo la protección de un mísero puñado de caballeros.
Respirando dolorosamente, el hombre continuó: “De los marzbanos, los
señores Manuchehr y Hayir han caído. Nuestro general, Lord Shapur,
también ha sufrido graves heridas de fuego y de flecha. Si aún vive o
no...”.
Al enterarse de la muerte de sus amigos y camaradas, Daryun sintió una
punzada en el corazón. Sin embargo, aún tenía que cumplir su misión.
Daryun ayudó al hombre a subir al caballo y le entregó las riendas.
“Te acompañaría a un lugar seguro, pero tengo órdenes del Eran de
buscar al príncipe heredero Arslan. ¡Por favor, escapa sin mí!”.
El herido necesitó todas sus fuerzas para mantenerse sentado. Dicho
esto, era impensable abandonarlo aquí en el campo de batalla. Los
lusitanos mataban hasta al último de sus enemigos derrotados. Daryun
había oído que eso servía como una especie de muestra de fe en su dios.
Tras separarse del hombre, Daryun había cabalgado un centenar de
pasos cuando sucumbió a un impulso repentino y miró hacia atrás. El
caballo ya no llevaba jinete. En su lugar, con el largo cuello estirado, se
inclinaba lúgubremente hacia una figura arrugada en el suelo. Daryun
suspiró y siguió hacia el este, sin mirar atrás.

Alrededor de Arslan no se podía encontrar ni un solo aliado. Para


empezar, su padre el rey no le había otorgado muchos hombres. Si bien
era cierto que su padre le había permitido actuar de forma
independiente, el propio rey había sido capitán de cinco mil jinetes en su
primera incursión, mientras que a Arslan se le había dado el mando de
no más de cien. Por esa razón, Arslan había pensado construir un

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 42


La heroica leyenda de Arslan

historial a través de su propia habilidad, demostrando así que era digno


de ser general. Sin embargo, la realidad era que había perdido a cada
uno de sus hombres en el caos de la batalla y las llamas. La mitad de
ellos había caído en la batalla; la otra mitad se había dispersado. Su capa
estaba chamuscada, su lanza rota, y su caballo agotado. Le dolía todo.
Que siguiera vivo era un milagro. Arslan suspiró y tiró su lanza.
Fue en ese mismo momento cuando un solo jinete lusitano se acercó a la
carga, con la lanza en alto. Ataviado con una armadura dorada, Arslan
era inconfundible como príncipe de su país. Debía parecer un premio
excelente. Con todo el cuerpo presa del miedo, Arslan se lanzó al galope,
desenvainando su espada para enfrentarse a su oponente.
Tras el intercambio inicial, no fue el propio Arslan sino su montura la
que llegó al límite y se estrelló contra el suelo. Arslan se puso en pie
rodando. Con un destello de su espada, la punta de lanza que sobresalía
del caballo que se acercaba fue cortada, para su propia sorpresa. No se
había creído capaz de semejante hazaña, pero en realidad acababa de
salvar su propia vida.
El caballero dejó caer el mero palo que quedaba de su lanza y
desenfundó su espada.
De la boca del caballero brotó un incómodo parsiano. La lengua de Pars
servía como lengua franca 24 de la Gran Ruta Continental; cualquier
individuo educado entre las diversas naciones era capaz de ese nivel de
comunicación.
“Bien hecho, muchacho. Tal vez en cinco años más te hubieras
convertido en un espadachín cuyo nombre fuera alabado por todo Pars.
Sin embargo, lamento decirte que tanto tú como Pars llegarán a su fin
hoy. Puedes completar el resto de tu entrenamiento con tus compañeros
paganos en el infierno”.
A esta burla le siguió un feroz ataque. Arslan apenas pudo bloquear el
tajo entrante, pero el impacto resultante de su embiste en sus hombros
no fue poca cosa. La sensación aún no se había disipado cuando el
segundo golpe cayó sobre él. Derecha, izquierda, derecha, izquierda.

24
Una lengua franca o lengua vehicular es un idioma adoptado de forma tácita para un entendimiento común
entre personas que no tienen la misma lengua materna.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 43


La heroica leyenda de Arslan

Mientras sus espadas seguían chocando, Arslan mantuvo su defensa con


nada más que puro instinto y reflejos.
Si se consideraba una desventaja luchar contra un enemigo montado a
pie, era poco menos que milagroso que Arslan estuviera dando tan
buena pelea. Quizás la fe del caballero lusitano en su dios flaqueaba.
Levantando la voz con evidente frustración, tiró repentinamente de su
caballo hacia la retaguardia. Parecía que pretendía pisotear a Arslan bajo
sus cascos. En ese mismo momento, Arslan tropezó con el suelo, y el
caballero confió en su éxito. En el instante siguiente, cuando el caballo
cayó a tierra firme, la espada que Arslan había lanzado atravesó la
garganta del caballero.
Durante algún tiempo, Arslan permaneció sentado, sin oír nada más que
el sonido de su propia respiración. Fue el estruendo de unos cascos que
se acercaban rápidamente lo que lo despertó. Al lanzar su mirada en la
dirección del sonido, se levantó de un salto en un estado de ensueño y
agitó los brazos.
“¡Daryun! ¡Daryun! ¡Aquí!”.
“Oh, Su Alteza. ¿Está usted ileso?”.
Arslan no podía pensar en una visión más fiable que la de la figura del
joven caballero, de color negro intenso, bajando de su caballo
igualmente negro para arrodillarse en el suelo ante él. El yelmo y la
armadura de Daryun estaban pintados con salpicaduras de sangre
humana seca. ¿Qué tipo de dificultades le había costado al hombre
encontrarlo?
“Fui enviado a buscar a Su Alteza bajo las órdenes del Eran”.
“Estoy muy agradecido. ¿Pero qué hay de mi señor padre?”.
“Mientras mi tío y los Athanatoi estén con él, creo que lo más probable
es que hayan conseguido escapar”, respondió Daryun. Reprimiendo su
propia sensación de malestar, y añadió: “He venido en nombre de la
preocupación de Su Majestad por su bienestar”.
Era una mentira, urdida por la necesidad de convencer al príncipe de
que se fuera de este lugar. Por un momento, bajo una mirada clara y
oscura como la noche despejada, el corazón de Daryun vaciló.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 44


La heroica leyenda de Arslan

“Permanecer en el campo de batalla por más tiempo no tiene sentido.


Considere esto también la voluntad de Su Majestad cuando le ruego que
priorice su propia seguridad”.
“Entendido. Sin embargo, si queremos volver a la capital, debemos
atravesar el campo de batalla una vez más. Por muy incuestionable que
sea tu poder y tu valor, ¿No es una hazaña inútil?”.
Con respecto a esto, Daryun ya había trazado planes.
“Contactemos a mi amigo Narsus. Se ha recluido en la ermita del monte
Bashur. Por el momento, sugiero que nos refugiemos con él y esperemos
una oportunidad adecuada antes de pensar en la forma de regresar a la
capital”.
El príncipe ladeó la cabeza, dudoso. “Pero según lo que he oído, ¿No se
dice que ha habido una ruptura entre Narsus y mi señor padre?”.
“Ciertamente. Si nuestras tropas hubieran reclamado la victoria hoy, y
Su Alteza se hubiera acercado a él como héroe vencedor, Narsus
probablemente habría rechazado el encuentro. Sin embargo, por lo que
podría llamarse una feliz casualidad o un milagro, ahora somos nosotros
los lamentables vencidos”.
“Los vencidos... Hm, cierto”.
La tristeza en la voz de Arslan era bastante comprensible.
“Es por esa misma razón que no nos rechazará. Él es, como mi tío dijo,
un tipo de hombre peculiar. Confiemos en eso”.
“Pero Daryun...”. La voz y la mirada del joven eran, por primera vez,
apasionadas. “En el campo de batalla quedan muchos de nuestros
propios hombres. ¿Debemos ir y abandonarlos?”.
La expresión de Daryun se volvió difícil.
“Ahora que las cosas han llegado a esto, me temo que no nos queda otra
opción. ¡Busquemos la revancha en una fecha posterior! ¡Sólo
permaneciendo vivos ahora podremos vengar sus agravios!”.
Tras un largo silencio, Arslan asintió.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 45


La heroica leyenda de Arslan

La niebla que aún no se disipada y el crepúsculo que descendía


rápidamente competían por el dominio de la tierra. Con su ayuda,
Arslan y Daryun pudieron eludir la captura de las tropas lusitanas y
escapar, desapareciendo en los densos bosques y los profundos valles de
las montañas de Bashur. Incluso el más persistente de los perseguidores,
si recordara el número de cadáveres que se acumulaban tras el paso de
los cascos de Daryun, no podría evitar acobardarse. En este día, la
existencia de un jinete negro de Pars que había abatido a innumerables
caballeros lusitanos de renombre se había convertido, para los lusitanos,
en un fragmento de una pesadilla.
Cuando la medialuna salió, iluminando la niebla que aún se aferraba
con tanta obstinación a las llanuras, todos los combates cesaron por fin.
Mientras los lusitanos hacían su ronda por el iluminado campo de
batalla, a los parsianos heridos que encontraban no les daban la
oportunidad de resistirse o huir, sino que los mataban en el acto por ser
“paganos”. Su dios y sus clérigos les habían ordenado así. Por los
pecados del culto pagano y la negación del “Único Dios Verdadero”, la
redención sólo podía encontrarse en la más cruel de las muertes. Incluso
aquellos que se apiadaban de los paganos eran considerados como
personas desafiantes de la voluntad de Dios y serían condenados al
infierno en la otra vida. Quizá en parte ebrios de sangre, los soldados
lusitanos cantaban alabanzas a la gloria de su dios Yaldabaoth incluso
mientras degollaban a los heridos y les arrancaban el corazón.
El decimosexto día del décimo mes del año 320 de la Era Pars, en las
llanuras de Atropátene, 53.000 soldados de caballería parsianos y 74.000
soldados de infantería parsianos perdieron la vida en la batalla,
reduciendo a la mitad el poder militar de todo el reino. En el bando
lusitano, que salió victorioso, las bajas también superaron las 50.000 en
caballería e infantería juntas. Haber recibido un golpe tan duro en
circunstancias tan ventajosas y con una trama tan perfectamente trazada
fue, desde cierta perspectiva, bastante horroroso. Por otra parte, todos
estos hombres que habían muerto con honor serían sin duda ensalzados
como mártires que gozarían de la gloria divina.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 46


La heroica leyenda de Arslan

“¡Ay, tantos de los nuestros yacen ahora insepultos en tierras


extranjeras, no gracias a ese rey poseso nuestro y a ese maldito asesino
remedo de un hombre santo!”.
“Está bien, ¿No crees? Todas esas pobres almas pueden ir ahora al cielo,
mientras que para los vivos, toda esta generosa tierra de Pars es ahora
nuestra para hacer lo que queramos. ¡La Gran Ruta Continental, las
minas de plata, los vastos campos de grano!”.
Baudouin rió a través de la sangre que manchaba su rostro, pero la
expresión de Montferrat siguió siendo hosca mientras cabalgaban hacia
la tienda de su rey, Inocencio VII. El aullido agonizante de un parsiano
al serle arrancado el corazón reverberó en la quietud de la noche,
sobresaltando a Montferrat. Anteriormente, durante el saqueo de
Maryam, incluso los niños y los bebés habían sido arrojados al fuego
para que ardieran vivos. El Reino de Maryam no era una nación pagana,
y de hecho compartía la fe de los lusitanos en Yaldabaoth. Pero
simplemente porque se habían negado a reconocer la autoridad religiosa
del rey lusitano, habían sido considerados “enemigos de Dios”.
“Incluso ahora los gritos de aquella época no han abandonado mis
oídos. ¿Bendecirá Dios de verdad incluso a los que matan a un niño sólo
porque ha nacido pagano?”.
Sin embargo, Baudouin no le oyó. Las meditaciones de Montferrat se
vieron desbordadas por un gran grito que resonó más adelante.
““¡Hemos capturado al rey parsiano!””.
Cientos de soldados lusitanos gritaron en un estribillo, sus voces se
unieron como en una canción.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 47


La heroica leyenda de Arslan

Capítulo 2: Monte Bashur

Monte Bashur (i)

Retrocedamos ahora cinco años antes de la batalla de Atropátene, hasta


el año 315 del calendario parsiano. Ese año, los tres reinos de Turan,
Sindhura 25 y Turk 26 formaron una alianza, reunieron una fuerza de
conquista de cincuenta mil personas a lo largo de las fronteras orientales
de Pars y comenzaron una invasión. Turan, que en el pasado había
combatido con Pars en muchas ocasiones en términos relativamente
parejos, era un rival histórico. Con Sindhura, que ahora compartía una
frontera directa con Pars, había habido incesantes escaramuzas desde la
caída del Principado de Badakhshan. Y los turcos codiciaban el control
de Pars sobre el comercio y los tributos a lo largo de la Gran Ruta
Continental.
Cada uno tenía sus propios motivos, pero al crear problemas a Pars sus
intereses estaban alineados. Y así conspiraron para atacar a Pars todos al
mismo tiempo: Turan desde el noreste, Turk desde el este, y Sindhura
desde el sureste. Ni siquiera el famoso y valiente rey Andrágoras pudo
permanecer impasible. No sólo movilizó todos sus ejércitos, sino que
también envió convocatorias a todos los gobernadores del reino, los
aristocráticos shahrdaran, ordenándoles que reunieran sus propias tropas
personales en la capital de Ecbatana.
Entre los shahrdaran había un señor llamado Teos que reinaba en la
región de Dailam 27, con vistas al mar interior de Darband 28, al norte.
Era un viejo amigo del rey y prometió salir con cinco mil jinetes y treinta
mil soldados de a pie, para alegría del rey.
Justo cuando estaban a punto de partir, Teos resbaló en unos escalones
de su mansión y murió por el golpe en la cabeza contra un saliente de
piedra. Al recibir la notificación de este incidente, el rey se conmocionó,

25
Sindhanur es una ciudad y taluk del distrito de Raichur en Karnataka.
26
Los pueblos túrquicos o túrcicos del norte y el centro de Eurasia son pueblos que hablan lenguas de la familia
túrquica, y que comparten varios rasgos históricos y culturales en diferentes grados.
27
La gobernación de Diyala o la provincia de Diyala es una gobernación en el centro-este de Irak.
28
Lago Darbandikhan.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 48


La heroica leyenda de Arslan

pero por el momento, instituyó al hijo de Teos, Narsus, como sucesor del
señor. Aunque Teos hubiera fallecido, su fuerza militar seguía siendo de
suma importancia para el rey.
Poco después, Narsus apareció en Ecbatana con sus tropas. El rey se
alegró al principio, luego se aturdió y finalmente se disgustó – pues las
tropas que Narsus había traído eran dos mil hombres de caballería y tres
mil de infantería. Esto no era en absoluto lo que se esperaba.
“¿Por qué no trajiste más tropas? Tenía un acuerdo con tu padre”.
“Mis más humildes disculpas”.
De esta manera tan suave, el entonces señor de veintiún años ofreció una
reverencia. El rey apenas logró abstenerse de gritar.
“Las disculpas son de esperar. ¡Quiero razones!”.
“La verdad es que he emancipado a todos los esclavos de nuestra Casa
29”.

“¿Qué...?”.
“Como Su Majestad también debe saber, los soldados de a pie eran
todos esclavos, por lo que la infantería, por supuesto, no era más.
Anunciando que repartiría salarios si venían, conseguí de alguna
manera reunir a estos cinco mil hombres y traerlos conmigo aquí”.
“¿Y la disminución del número de la caballería?”.
“Al estar sorprendidos por estos acontecimientos, ellos dejaron mi
humilde empleo. Me temo que no hay nada que hacer”. A pesar de la
impecable cortesía de su discurso, su falta de vergüenza parecía
despreocupada. “Ah, realmente no se puede evitar. Comprendo muy
bien cómo se debe sentir”.
El rey Andrágoras siempre había sido un hombre de mal genio y
obstinado. Toda la decepción y el descontento que había estado
exudando de su corpulenta masa se concentró ahora en una mirada
dirigida a Narsus. Y sin embargo, ante esta mirada del rey que podía

29
Casa noble, casa nobiliaria o casa de nobleza es el nombre con el que se designa corporativamente a los
nobles de la misma familia, y el que reciben los linajes o dinastías nobiliarias, de modo semejante a como se
designa a las casas reales.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 49


La heroica leyenda de Arslan

aterrorizar incluso al más avezado de los guerreros, el joven mantuvo la


compostura. De hecho, procedió a expresar en voz alta lo que ningún
hombre cuerdo consideraría siquiera.
“¿Qué tal esto? Si Su Majestad lo desea, tengo una estrategia que hará
que los tres ejércitos de la alianza enemiga se retiren...”.
“¡Qué jactancia! Supongo que no esperas que te entregue un ejército de
diez mil personas”.
“No hay necesidad de un solo soldado. Todo lo que necesito es un poco
de tiempo”.
“¿Tiempo, dices?”.
“A su voluntad. En unos cinco días, podré expulsarlos a todos de las
fronteras del reino. Sin embargo, es cierto que al final la fuerza militar de
Su Majestad seguirá siendo necesaria...”.
Andrágoras dio su consentimiento al joven. No era tanto que creyera en
él como que quería ver la expresión de su cara cuando fallara.
El joven, junto con una decena de sus subordinados, desapareció del
campamento. La mayoría supuso que había huido. Andrágoras también
lo creyó, y además resolvió apoderarse de los territorios de Dailam y
ponerlos de nuevo bajo control real. Habían pasado unos tres días
cuando Narsus regresó de repente y le hizo otra petición al rey. De los
prisioneros de guerra que habían sido capturados de la alianza de los
tres reinos, pidió que se le diera el mando de los sindhurianos. Una vez
más, Andrágoras dio su consentimiento, aunque sólo fuera porque el
Eran Vahriz comentó: “Si uno ha tragado veneno, más vale que se
termine el cáliz entero”.
En cuanto Narsus aceptó a esos dos mil prisioneros sindhurianos,
permitió que todos huyeran. Los guerreros que habían librado una dura
batalla para capturar a esos prisioneros estaban molestos y exigían saber
qué era lo que pretendía. Ni siquiera Daryun pudo contenerlos.
Ante la expresión de ignorancia fingida de Narsus, un enfurecido
capitán de mil jinetes desenfundó su espada y le retó a un duelo. El
vencedor no tardó en aparecer. Narsus, al que antes se consideraba un
joven maestro de biblioteca, desarmó a su oponente en menos de cinco

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 50


La heroica leyenda de Arslan

intercambios. Narsus gritó a la alborotada reunión de guerreros:


“¿Alguien más? Esta noche, los turcos atacarán a los sindhurianos, al
igual que los turanios tenderán una emboscada a los turcos. Si no se
preparan ahora para la ofensiva, perderán la oportunidad de la
heroicidad”.
Sólo Vahriz y Daryun, que en ese entonces era sólo un capitán de mil
jinetes, le creyeron.
Su predicción dio en el blanco. Esa misma noche, surgieron violentas
diferencias internas entre las tres naciones aliadas. El ejército parsiano
aprovechó la oportunidad para derrotar a sus enemigos. Daryun superó
a todos los demás en términos de heroísmo, ya que derribó de un solo
golpe al hermano menor del rey turco.
Ante el elogio de Daryun, Narsus se limitó a sonreír y responder: “Oh,
por favor, no fue nada. A veces, un solo rumor puede vencer a un
ejército de diez mil”.
Narsus y sus hombres, en esos tres días, habían difundido varios
rumores inventados.
Para los turcos, era: “Los sindhurianos los han traicionado y están en
contacto con los parsianos. Como prueba de ello, en uno o dos días
todos los prisioneros de guerra sindhurianos serán liberados”.
Para los turanios, fue: “Los turcos están conspirando con los parsianos.
Están planeando tender una emboscada a los sindhurianos pronto,
probablemente usando la excusa de que los sindhurianos están
enlazados con los parsianos. No debes creerles”.
Y a los prisioneros sindhurianos liberados se les dijo lo siguiente: “La
verdad es que nuestro señor el rey de Pars y su rey de Sindhura han
estado en conversaciones para la reconciliación desde hace un tiempo.
Sin embargo, parece que los turcos y los turanios se han enterado.
Tengan cuidado con el ataque de los que creían que eran sus aliados”.
... Así, la alianza empezó a saltar sobre las sombras y a sospechar de
todo, mientras se desintegraba constantemente desde dentro.
En cualquier caso, la peculiar estratagema de Narsus había tenido éxito;
no se podía negar que la autodestrucción de la alianza enemiga había

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 51


La heroica leyenda de Arslan

salvado el reino de Pars. Andrágoras no tuvo más remedio que


elogiarlo, reconfirmando la sucesión de sus tierras, recompensándolo
con diez mil dinares y nombrándolo dibir, un escriba de la corte de alto
rango. Se rumoreaba que algún día incluso ascendería al cargo de
framadar 30, o administrador del reino.
Para Narsus, la rígida formalidad de la corte era infinitamente menos
preferible que vivir su vida a su antojo en casa, en sus propios dominios,
pero el rey no le permitía esto último. A estas alturas, Andrágoras
consideraba al menos el ingenio y la perspicacia de Narsus como un
activo valioso. Así que Narsus no tuvo más remedio que quedarse en la
capital.
Siguieron dos años de relativa paz y estabilidad. Daryun y Narsus
ganaron reputación en sus respectivos puestos de oficial militar y
ministro civil. Sin embargo, en el año 317 de Pars, se envió una misión
diplomática al este para establecer relaciones con Serica, el reino de la
seda, y Daryun fue asignado como capitán de la guardia de la
expedición. Narsus, buen conocedor de la historia y la cultura sericanas,
sintió una gran envidia por su amigo, pero no obstante organizó una
fiesta para despedirlo.
Fue en esta época cuando la autoridad del rey Andrágoras comenzó a
debilitarse, y las iniquidades de sus ministros, de los sacerdotes y de la
nobleza se hicieron más conspicuas que nunca.
Para entonces, Narsus estaba más que harto de la vida como funcionario
de la corte. Al abrir una investigación sobre los asuntos administrativos,
presentó a Andrágoras varias reformas, pero pocas o ninguna se
aplicaron a su satisfacción. Andrágoras estaba más interesado en la
guerra que en la administración; y, sobre todo, con las arcas del reino
llenas y sin ninguna amenaza existente de enemigos externos, instigar
reformas ahora crearía inevitablemente enemigos entre los sacerdotes y
la nobleza. El rey ignoró las reformas propuestas por Narsus, pero el
asunto no terminó ahí. En ese momento llegó una petición de los
sacerdotes, exigiendo que el rey exiliara a Narsus de la corte.

30
El framadār ocupaba una posición importante dentro del clero zoroastriano. Parece aplicarse a un funcionario
de alto rango dentro del clero zoroastriano y probablemente se aplicaba a ciertos funcionarios civiles.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 52


La heroica leyenda de Arslan

Narsus, como era obvio, también había estado investigando el abuso de


los sacerdotes de sus posiciones privilegiadas para perpetrar diversas
transgresiones. Los sacerdotes no sólo estaban exentos de impuestos,
sino que incluso si cometían un delito, no serían arrestados ni
ejecutados.
Prestaron dinero al campesinado a tipos de interés exorbitantes y se
apoderaron de sus tierras cuando el dinero no pudo ser devuelto.
También monopolizaron los acueductos y embalses subterráneos de
Kariz 31, imponiendo un impuesto sobre el agua al pueblo. Si alguien se
resistía, enviaban a sus tropas personales para quemar y saquear, y
después se repartían el botín. La sal que vendían al público se mezclaba
con arena. Si el campesinado cavaba sus propios pozos, los
envenenaban. Después de investigar y reunir pruebas de todas estas
fechorías, Narsus le pidió al rey que impusiera un severo castigo a los
sacerdotes.
Los sacerdotes, enfurecidos, tramaron una emboscada a Narsus cuando
volvía de la corte, pero su intento acabó en fracaso. De los ocho asesinos
enviados, cuatro fueron abatidos por el propio Narsus, dos fueron
heridos y capturados, y los dos restantes apenas escaparon con vida. Los
sacerdotes cambiaron inmediatamente de táctica y presentaron ante el
rey acusaciones de que Narsus había intentado hacerles daño
ilegalmente. Narsus, quizá pensando que ya era el colmo, se fugó de la
corte y regresó a sus propios dominios.
Daryun, al regresar de Serica y enterarse de que su amigo había sido
desterrado de la corte durante su ausencia, se mostró sorprendido pero
también arrepentido. A pesar de que tenía la intención de hacerle una
visita en algún momento, aún no había tenido la oportunidad de
hacerlo, fue entonces cuando comenzó la batalla de Atropátene.

31
Un qanat o kariz o foggaras , es un sistema de transporte de agua desde un acuífero o pozo de agua hasta la
superficie, a través de un acueducto subterráneo. Construido en Irán, Irak y muchas otras sociedades, este es un
antiguo sistema de suministro de agua que permite que el agua sea transportada a largas distancias en climas
cálidos y secos sin pérdida de gran parte del agua por evaporación.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 53


La heroica leyenda de Arslan

Monte Bashur (ii)

El ulular de un búho rompió la quietud, perturbando el flujo del frío aire


nocturno.
“¿No te has reunido con Narsus desde entonces?”.
En respuesta a la pregunta de Arslan, Daryun asintió. Atravesaban un
sendero de montaña en la profundidad de la noche. La luz de la
medialuna, a través de las ramas agujereadas de las coníferas,
proyectaba a los dos jinetes y a sus caballos con un color plateado
pálido.
“Sin embargo, si eso es todo lo que hubo en el asunto, no creo que mi
señor padre lo haya exiliado permanentemente de la corte. ¿No había
nada más?”.
“La verdad es que...”.
Cuando se fugó de la corte, Narsus dejó una carta para el rey
Andrágoras. Como dijo el tío de Daryun, Vahriz, se trataba de un gesto
poco oportuno. Sin embargo, en ella Narsus había escrito una crítica a la
corrupción rampante en la administración: Poner fin a los préstamos de
dinero de los sacerdotes, confiar la gestión del kariz a representantes de
los campesinos, instituir un sistema de justicia que no se viera afectado
por el rango o la posición, y otras sugerencias similares.

Oh, mi señor, te lo ruego: ¡Abre los ojos y da testimonio de la verdadera


condición de tu gobierno! Si tan sólo mirases más allá de lo que es bello en la
superficie y enfrentases la fea realidad que hay debajo, ¡Qué bendición sería!

“¡Hmph, ese bastardo de Narsus! Así que se olvida del nombramiento


que le otorgue y me regaña en su engreimiento!”.
El enfurecido Andrágoras rompió la carta y ordenó el arresto de Narsus,
pero entre el apaciguamiento de Vahriz y el hecho de que Narsus había
regresado para entonces a sus dominios en Dailam, su furia se calmó.
Todas las órdenes judiciales fueron desestimadas, salvo el destierro de la

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 54


La heroica leyenda de Arslan

corte, lo que le vino muy bien a Narsus. Aislado en una cabaña en las
montañas, vivió solo en paz, inmerso en su pintura y su literatura
extranjeras...
“¿A Narsus le gusta pintar?”.
La pregunta de Arslan había pretendido ser sólo un comentario
superficial, pero la respuesta de Daryun no parecía tan insignificante.
“Bueno, cada hombre debe tener su vicio”. Al recibir una mirada
confusa del príncipe, continuó en un tono algo exasperado: “Si
realmente hay que hablar de él, sólo puede describirse como un caso
extremo de pasión en la ineptitud. Ese hombre – cuando se trata de los
movimientos de los cielos, la geografía de tierras lejanas y las
cambiantes mareas de la historia, no hay nada que no sepa. Sin embargo,
en este único tema, el de su propia capacidad artística...”.
Un ruido súbito atravesó la noche. Un pálido rayo de luz atravesó sus
visiones y se clavó en el tronco de una conífera. Los caballos relincharon
de angustia. Mientras los dos calmaban a sus monturas, sus ojos se
posaron en la única flecha enterrada en el tronco del árbol, que brillaba a
la luz de la luna.
“¡Da un paso más, y el siguiente encontrará tu cara!”.
Desde las oscuras profundidades del bosque resonó la voz de un niño
que sólo podía tener la edad de Arslan.
“Más allá de aquí se encuentra la residencia de mi señor Narsus, el
antiguo señor de Dailam. No se permite a nadie pasar este límite sin ser
invitado. ¡Atrás si no quieres ser herido!”.
Daryun gritó: “Elam, ¿Eres tú? ¡Soy Daryun! He venido a reunirme con
tu maestro, a quien no he visto en tres años. ¿No nos dejarás pasar?”.
Tras unos instantes de silencio, las sombras crujieron y una figura
humana se acercó.
“Vaya, Lord Daryun, cuánto tiempo sin vernos. ¡Perdóname por no
reconocerte!”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 55


La heroica leyenda de Arslan

Un joven con el carcaj colgado a la espalda y un arco corto en la mano se


inclinó ante Daryun. Su cabello descubierto brillaba en negro a la luz de
la luna.
“Veo que has crecido. ¿Tu maestro goza de buena salud?”.
“Sí, mucha”.
“Lo mismo de siempre, supongo, ¿Pasando los días con su
impresentable pintura?”.
El joven puso una expresión de consideración.
“Lo que hace al arte bueno o malo, no lo entiendo realmente. La última
petición de mis padres fue que me ocupara de Lord Narsus, eso es todo.
Después de todo, Lord Narsus fue quien los elevó de ghulam a azat”.
El joven los guió por el oscuro sendero de la montaña. Su visión
nocturna debía de ser excelente, pues sus pasos no sólo eran ligeros, sino
seguros.
Una cabaña con techo triangular de piedra y madera se había erigido
justo en el límite del bosque, ante el claro de hierba que había más allá.
Bajo el claro pululaba un arroyo, y en lo alto, el cielo bailaba con las
estrellas. Cuando los tres se acercaron, la puerta se abrió de golpe y la
luz se derramó sobre el suelo. El joven, echando a correr, bajó la cabeza
ante su maestro.
También Daryun desmontó de su caballo negro y gritó.
“¡Narsus, soy yo, Daryun!”.
“No hace falta que te anuncies, compañero ruidoso. Podría oírte desde
un farsang de distancia”.
El dueño de la casa no era Daryun, pero era alto y tenía un cuerpo bien
proporcionado. Tenía un rostro agradable e intelectual y, a pesar de su
lengua viciosa, sus ojos estaban llenos de calidez y alegría. Parecía tener
un año menos que Daryun. Su túnica azul y sus pantalones a juego
daban la impresión de una juventud sin complejos.
“Narsus, este es...”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 56


La heroica leyenda de Arslan

“Soy Arslan, el hijo del rey Andrágoras. He oído hablar bastante de ti


por Daryun”.
“Vaya, ¿Es así? Me temo que he ensuciado tus nobles oídos”. Narsus se
rió y se inclinó, luego se volvió para mirar al joven. “Elam, si no es
mucha molestia, ¿Te importaría traer a nuestros invitados algún
tentempié?”.
El diligente joven condujo sus dos caballos a la parte trasera de la casa
antes de dirigirse a la cocina. Mientras tanto, tanto Arslan como Daryun
se despojaron de sus armaduras. Aunque todavía no debían haber
llegado al punto de la fatiga, sus cuerpos se sentían notablemente más
ligeros.
El joven paje, o retak, llegó con grandes bandejas. Vino de uva, ave
guisada, pan plano untado en miel, brochetas de cordero y cebolla a la
parrilla, queso, manzanas secas, higos secos, albaricoques secos y todo
tipo de olores sabrosos flotaban en el aire, abriendo el apetito de Arslan
y Daryun. Pensándolo bien, no sólo no había habido un día hasta ahora
en el que hubieran agotado tanto sus reservas corporales, sino que no
habían comido nada desde que rompieron el ayuno esa mañana.
Tras sentarse en una mesa de madera baja, se concentraron de lleno en la
comida durante algún tiempo. Mientras Elam los atendía, Narsus sorbía
tranquilamente una copa de vino y los observaba, como si se maravillara
de su apetito.
Cuando toda la comida que se había puesto en la mesa estaba ya
asentada en los estómagos de los invitados, Elam recogió la vajilla, sacó
el té verde de después de la comida, se inclinó ante Narsus y se retiró a
su propia habitación.
“Gracias por tú hospitalidad, me siento devuelto a mis sentidos. Te debo
mi gratitud”.
“No hay necesidad de agradecimiento, Su Alteza Arslan. Una vez recibí
diez mil dinares de su señor padre. La comida de hoy apenas llega a un
dracma 32, sabe”.

32
El dírham o dírhem era una antigua moneda de plata utilizada en varios puntos del mundo islámico que valía
la décima parte del dinar de oro. Dracma era el nombre de una antigua moneda (hecha de plata) de las ciudades-
estado griegas y los reinos helenísticos de Asia.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 57


La heroica leyenda de Arslan

Narsus se rió al ver la mirada de su viejo amigo Daryun. “Bien,


entonces. Ya estoy al tanto de tus circunstancias generales, pero
escuchemos ahora los detalles. Nuestros ejércitos sufrieron una gran
pérdida en Atropátene, ¿No es así?”.
Mientras Daryun relataba las circunstancias de la batalla de Atropátene,
Narsus sorbía su té y escuchaba. Al llegar a la parte de la traición de
Kharlan, sus cejas se entrecerraron, pero no expresó ninguna sorpresa
por las tácticas de los lusitanos.
“La principal fortaleza de una caballería es su movilidad. Si se quiere
superar eso, la única estrategia posible es sellar sus movimientos.
Rodear con zanjas y vallas, provocar incendios, aprovechar la niebla.
Incluso utilizando un traidor. Debe haber algún sabio entre esos
bárbaros lusitanos, ¿Eh?”.
“Sí, debe haberlo. Por lo tanto, deseo tomar prestada tu sabiduría a su
vez, por el bien del Príncipe Arslan”.
“Ahora, Daryun, has recorrido un largo camino en verdad. Sin embargo,
ya no albergo ningún deseo ni apego por los asuntos mundanos”.
“¡Pero seguro que es mucho mejor que refugiarse en la montaña
haciendo esos garabatos horrorosos tuyos!”.
Ante la mención de “garabatos horrorosos”, la expresión de Narsus se
volvió hosca.
“Ya me imagino lo que este Daryun quiere decir. No debe darle crédito,
Su Alteza. Este tipo puede ser un guerrero sin comparación de nuestra
nación, y de hecho puede tener bastantes principios y criterio, pero no
posee ni la más mínima sensibilidad artística. Verdaderamente, es muy
deplorable”.
Daryun iba a protestar, pero Narsus levantó una mano para silenciarlo.
“El arte es eterno. El ascenso y la caída de las naciones, un instante
fugaz”.
La solemnidad del pronunciamiento de Narsus conmovió a su
compañía. Arslan, desconcertado, permaneció en silencio; Daryun dejó

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 58


La heroica leyenda de Arslan

de lado su habitual gravedad y sonrió. O quizás, más exactamente, no


pudo evitar sonreír.
Recuperándose, el príncipe dijo: “Aunque este sea uno de esos instantes
de los que hablas, no podemos cruzarnos de brazos y no hacer nada. Por
favor, Narsus. Me gustaría escuchar tu opinión sobre este asunto”.
“Bueno, si lo que quieres son mis pensamientos... Los lusitanos creen en
Yaldabaoth, su único dios verdadero. Por un lado, todos los creyentes
son iguales a los ojos de este dios. Por otro lado, todos los creyentes
tienen la obligación de borrar de la faz de la tierra a los seguidores de
otras religiones. Esto lo escuché de los viajeros maryamianos, pero con
toda probabilidad ellos también no son más que cadáveres de supuestos
herejes enterrados en los bosques y montañas de Ecbatana”.
“No permitiré que los seguidores de ese dios tengan éxito en su objetivo.
¿Cómo crees que se debe manejar esto?”.
“A estas alturas, Su Alteza Arslan, es demasiado tarde para hacer algo.
Su Majestad, su padre, debería haber abolido la institución de los ghulam
por completo. ¿Qué apego tienen los que son oprimidos por una nación,
para luchar por el bien de dicha nación?”.
La voz de Narsus estaba teñida de fervor. En algún momento se había
producido un cambio. Su corazón ya no era el de un ermitaño que había
abandonado el mundo.
“Ya se puede prever lo que ocurrirá después. El ejército lusitano animará
a los esclavos a convertirse a la fe de Yaldabaoth, y concederá la libertad
a los que lo hagan. Si entonces se les da armas y se les incita a la acción,
actuando de acuerdo con los deseos de los lusitanos, Pars será
aniquilado. Después de todo, los ghulam superan en número tanto a los
nobles como a los sacerdotes”.
Mientras Narsus concluía con bastante cinismo esta ominosa predicción,
Arslan, colmado de inquietud, formuló una objeción.
“Sin embargo, Ecbatana no caerá. El año pasado, cuando los grandes
ejércitos de Misr asediaron la capital, ésta no vaciló lo más mínimo”.
Narsus miró al príncipe con lástima.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 59


La heroica leyenda de Arslan

“Su Alteza, incluso Ecbatana no podrá resistir para siempre. En efecto,


las puertas de la capital no se derribarán tan fácilmente con una flecha
de fuego o un ariete. Sin embargo, los ataques externos no son la única
táctica viable en la guerra”.
“¿Quieres decir que los ghulam de la capital cooperarán con los
lusitanos?”.
“Exactamente, Daryun. Los lusitanos, sin duda, les llamarán desde
afuera: ‘¡Oh, esclavos de la ciudad! ¡Levántense y derriben a sus
opresores! ¡Nuestro dios Yaldabaoth les promete libertad e igualdad!
Las tierras y las riquezas serán suyas”. Algo así sería bastante efectivo,
¿No crees?”.
Tras una breve mirada a Arslan, que parecía estar meditando
profundamente algo en silencio, como si se hubiera tragado la voz,
Daryun preguntó en las posibles contramedidas a ese escenario.
“Ah, es cierto, supongo que podríamos prometer a los soldados ghulam
que, por supuesto, también serían elevados a azat como recompensa por
hacerlo bien en la batalla. Eso debería funcionar durante un tiempo. Pero
no duraría mucho, ¿Eh?”.
“Tengo la intención de volver a Ecbatana antes de eso”, dijo el príncipe.
“Narsus, por favor. ¿No nos prestarás tu sabiduría después de todo?”.
Narsus apartó la mirada de los ojos serios del príncipe.
“Lo siento mucho, Alteza, pero mi intención es recluirme en estas
montañas y dedicar el resto de mis días a la creación del Arte. Ya no me
preocupa el mundo de afuera de esta montaña. Por favor, no piense mal
de mí – no, aunque lo haga, no se puede evitar...”.
Daryun apartó su taza de té de la mesa.
“¡Narsus! ¿No hay una frase excelente que dice: ‘La apatía no es más que
un caldo de cultivo para el mal; no es aliada del bien’?”.
“¿Excelente? Pretenciosa, más bien. ¿Quién la ha dicho?”.
“Sí, tú lo hiciste, Narsus. Cuando estábamos bebiendo juntos, la noche
antes de que me fuera a Serica”.
“... Ciertamente es una tontería inútil la que has recordado”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 60


La heroica leyenda de Arslan

Narsus dio un grito de desaprobación, pero Daryun insistió.


“Se dice que los lusitanos masacran a todos los que no son adoradores
de su dios Yaldabaoth. ¿No crees que es dudoso que un pueblo que
discrimina así en nombre de su dios tenga realmente la intención de
emancipar a los ghulam?”.
“Aunque así sea, un esclavo elegiría sin duda ser liberado de las
innegables insatisfacciones del presente, antes que de los inciertos
horrores del futuro”.
Una vez declarado esto, Narsus se volvió para mirar al príncipe. “Su
Alteza Arslan, no cuento con el favor de su señor padre. Si insiste en
emplearme como consejero, eso sólo aumentará su disgusto. Me atrevo a
decir que eso no le hará mucho bien”.
Con un aspecto terriblemente joven y muy distinto al de su padre el rey,
el príncipe dejó que una sonrisa amarga se dibujara en su delicado
rostro.
“Eso no es un problema. Yo mismo nunca he tenido el favor de mi señor
padre. Y Daryun aquí también se ha apartado de la estima de mi señor
padre. En cualquier caso, todos somos compañeros en su antipatía. ¿No
es así?”.
¿Era este príncipe realmente tan poco honesto? ¿O sólo estaba en una
etapa de rebeldía? Narsus le dirigió una breve mirada de consideración.
Arslan le devolvió la mirada con una expresión aligerada y totalmente
inocente, ante lo cual Narsus dejó escapar un pequeño suspiro.
“Ya sea en la guerra o en la política, todo se desvanece al final. Sólo lo
que sobrevive a la posteridad es la obra de un Gran Maestro. Soy
consciente de lo grosero que debe parecer esto, pero no puedo prometer
nada sobre la salida de esta montaña. Pero si hay alguna manera de que
pueda servirle durante su estancia aquí...”.
“Lo entiendo. Me disculpo por presionar innecesariamente el asunto”.
Arslan sonrió suavemente. Luego, el cansancio se instaló de repente en
su rostro y bostezó.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 61


La heroica leyenda de Arslan

Monte Bashur (iii)

Durante algún tiempo, después de que el príncipe se metiera en la cama


de la habitación contigua, Daryun y Narsus continuaron su conversación
en voz baja. Fue entonces cuando Daryun le confió a su amigo las
peculiares órdenes de su tío Vahriz.
“Que Su Majestad pueda adorar a la Reina Tahamenay hasta tal punto, y
sin embargo mantenerse tan extrañamente distanciado de Su Alteza
Arslan... realmente no le encuentro sentido”.
“La reina consorte, eh...”, murmuró Narsus, cruzándose de brazos. “Yo
mismo vi varias veces a la reina Tahamenay cuando era un niño. Su
belleza no era realmente de este mundo. Pero en cualquier caso, antes de
convertirse en la consorte del príncipe Keyumars, parece que era la
pretendida de su framadar”.
“¿Un Señor roba a la que pretende su vasallo? Tal es la semilla de la
agitación nacional.
¿Y qué pasó con este miserable framadar?”.
“Se suicidó, aparentemente. Es lamentable, pero supongo que no hay
garantía de que las cosas hubieran salido mejor si hubiera seguido
viviendo”.
Los dos se volvieron hacia su vino y guardaron silencio, recordando
cada uno la historia de los acontecimientos que habían precedido al
nacimiento de Arslan.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 62


La heroica leyenda de Arslan

En el año 301 de Pars y en el trigésimo de su reinado, falleció el Sha


Gotarzes II 33, Gran Protector de la Gran Vía Continental. Al rey de
sesenta y un años le sobreviven dos hijos, Osroes 34, de veintisiete años,
y Andrágoras, de veinticinco. Antes de su fallecimiento, el rey ya había
instituido formalmente a Osroes como príncipe heredero, y como el
hermano menor, Andrágoras, apoyaba plenamente la entronización de
su hermano mayor, Osroes sucedió al trono sin incidentes.
El nuevo rey nombró a su hermano menor como Eran, entregándole el
mando de todo el ejército. Durante dos años, los hermanos cooperaron
con éxito para mantener el legado de su ilustre padre, pero no tardó en
llegar el desastre.
En el año 303 de Pars, surgió una discordia civil en el principado
sudoriental de Badakhshan, que hasta entonces había sido aliado de
Pars. Esta nación siempre había estado situada entre Pars y Sindhura, y
como tal, a veces estaba en mejores términos con la primera, y a veces en
mejores términos con la segunda, pero desde la llegada de Gotarzes II
habían mantenido una alianza con Pars. A pesar de ello, a la muerte de
Gotarzes II, la menguante facción de Sindhura en la corte de
Badakhshan comenzó a retornar a la vida.

“El Reino de Pars debe su estabilidad por completo al Rey Gotarzes. Sin ese
gran rey, ya no se puede confiar en Pars. Debemos hacer un tratado con el Reino
de Sindhura para asegurar la paz de nuestra nación”.

A medida que esas voces ganaban influencia, el Principado de


Badakhshan expulsó al embajador parsiano y estableció relaciones
amistosas con el Reino de Sindhura.
Andrágoras nombró a Vahriz su subcomandante y dirigió a diez mil
jinetes que se adentraron en los territorios de Badakhshan. El príncipe

33
Gotarces II de Partia fue un rey que gobernó sobre el Imperio parto desde aproximadamente 40 hasta 51. Era
hijo de Artabano II. Cuando éste murió y legó el Imperio a su primogénito, Vardanes I, Gotarces se rebeló
contra su hermano.
34
Osroes I fue un rey que gobernó sobre el Imperio parto de 109 hasta 129. Sucedió a su hermano Pacoro II.
Durante su reinado contendió con su rival Vologases III, establecido en el levante de Partia. Orsoes invadió
Armenia y entronizó allí primero a su sobrino Exedares, y después a su hermano Partamasiris.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 63


La heroica leyenda de Arslan

Keyumars, señor de Badakhshan, envió una llamada de socorro a


Sindhura solicitando ayuda. Aunque Sindhura envió inmediatamente
fuerzas de socorro, Andrágoras ya había atravesado, con una velocidad
despiadada, todo Badakhshan y destruido todos los puentes del río que
el ejército sindhuriano necesitaba para cruzar al país. Con el avance del
ejército sindhuriano así obstruido, Andrágoras dio la vuelta a sus
propias fuerzas y tomó la capital de Badakhshan, Helmandus 35. El
príncipe Keyumars de Badakhshan se arrojó desde una de las torres de
la ciudad, y hasta el último de los dos mil ministros y generales de la
facción sindhuriana que le habían tentado por este camino fueron
asesinados por los parsianos conquistadores. Cuando Andrágoras
anunció la anexión de Badakhshan a Pars, el ejército sindhuriano se
rindió y regresó a su país.
Hasta ese momento, el Reino de Pars no había intuido ni presagiado la
desgracia que estaba por llegar.
Sin embargo, Andrágoras había descubierto dentro de la capital a una
sola mujer cuya existencia pronto alteraría irremediablemente los
destinos de los dos hermanos de la realeza. Esa mujer era la joven
consorte del difunto príncipe Keyumars, Tahamenay.
Osroes recibió con gusto a su victorioso hermano menor en la capital
Ecbatana. Para recompensar a su hermano, tenía la intención de
conferirle todo el territorio del antiguo Badakhshan junto con el título de
virrey.
Pero Andrágoras sacudió la cabeza y respondió: “Hermano, no necesito
ni tierras ni trono. Todo lo que pido es a la consorte de Keyumars...”.
El hecho de que hiciera esta petición estaba de acuerdo con las leyes de
Pars. Todo el botín de guerra iba en primer lugar al rey, que lo distribuía
entre sus soldados según su criterio.
“¿Qué, más que tierra o títulos, dices que quieres en cambio a una mujer
soltera? ¡Qué tipo tan indeseable! Muy bien entonces, te daré a esa mujer
- ¡Junto con una nueva propiedad, y joyas para adornarla!”.

35
Helmand es una de las 34 provincias de Afganistán, ubicada al suroeste del país.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 64


La heroica leyenda de Arslan

Después de que Andrágoras le diera las gracias y se despidiera, la


curiosidad de Osroes se vio inesperadamente despertada por esta mujer
que había conmovido el corazón de su hermano. Cuando se trataba de
guerrear, cazar y festejar, Andrágoras mostraba mucho entusiasmo, pero
nunca antes las habladurías lo habían relacionado amorosamente con
ninguna mujer.
Osroes acudió en secreto a la mansión donde Tahamenay estaba bajo
arresto domiciliario, y allí la vio paseando por el patio a la luz de la luna.
Cuando salió de la mansión, había decidido casarse él mismo con
Tahamenay. Ni su condición de rey ni su posición de hermano mayor
tenían ya peso para él.
Durante su época de príncipe heredero, Osroes había tomado una
esposa a los dieciocho años y al año siguiente había engendrado un hijo.
Después, su esposa falleció por enfermedad, y él nunca había nombrado
oficialmente a una reina, prefiriendo mantener un estilo de vida de
soltero. Pero ahora pretendía ponerle fin a esos días. Al día siguiente,
cuando Andrágoras fue a visitar a Tahamenay, ésta ya había sido
trasladada a la corte por orden de su hermano.
Andrágoras estaba furioso. Presionó a su hermano el rey, declarando:
“¡Esto no es lo que me prometiste!” – pero Osroes recurrió a la excusa de
que no había habido testigos ni acuerdo escrito y desestimó las protestas
de su hermano. Al mismo tiempo, concedió a su hermano menor no sólo
los territorios del antiguo Badakhshan y el cargo de virrey, sino que
también le otorgó 100.000 dinares y varias bellezas, pensando en
aplacarlo de esta manera. Sin embargo, Andrágoras se retiró a sus
propias fincas y desde entonces se negó a mostrarse en la corte.
Osroes tenía la intención de casarse con Tahamenay por la fuerza, pero
debido a las protestas de Vahriz y otros vasallos importantes, no tuvo
más remedio que renunciar a esa idea. Por mucho que intentara
excusarse, el hecho era que había roto su promesa a su hermano menor.
Así, la relación entre los hermanos se agrió drásticamente y la discordia
se extendió por toda la corte. Si había que comparar, las simpatías de los
cortesanos estaban en gran parte con el valiente guerrero Andrágoras,
más que con el débil y enfermizo Osroes. Naturalmente, los que se
pusieron del lado del hermano menor provocaron el desagrado de

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 65


La heroica leyenda de Arslan

Osroes, y fueron expulsados de la corte, exiliados a ciudades de


provincia y regiones fronterizas. También Vahriz fue relegado a una
fortaleza en la frontera occidental con Misr.
Andrágoras estaba cada vez más descontento. Abandonando sus
obligaciones como Eran, se refugió en su propia residencia y ahogó sus
penas en la bebida. Para el rey Osroes, esto sirvió de excusa perfecta.
Despidió a su hermano menor del cargo de Eran, lo degradó a Marzban
y lo destinó a la frontera oriental.
“Si mantengo a Andrágoras y a Vahriz demasiado cerca, sin duda
tramarán una rebelión. Dividirlos al este y al oeste por trescientos
farsangs evitará que puedan discutir la traición entre ellos”.
Tales habían sido sus consideraciones, pero justo cuando las nuevas
asignaciones iban a ser anunciadas públicamente, Osroes tuvo que
reposar en cama por enfermedad. Había llevado a Tahamenay a cazar
cuando su montura se desplomó y le tiró, hiriéndole en el hombro. A
causa de esta herida, le sobrevino una fiebre muy alta.
Tras varios días de fiebre incesante, el estado físico del rey se deterioró
rápidamente. Los arduos tratamientos de sus médicos no surtieron
efecto; las oraciones de los sacerdotes fueron en vano. El rey entró en un
estado crítico.
Si un rey muere, debe tener un sucesor que ocupe su lugar. Por lo
general, era el hijo varón mayor del rey quien continuaba la línea real,
pero como el hijo de Osroes sólo tenía once años en ese momento, aún
no se habían celebrado las ceremonias que lo nombraban formalmente
príncipe heredero. Osroes había evitado hacerlo por culpa de su
hermano menor Andrágoras y sus partidarios. Después de todo, había
poderosos enemigos a ambos lados de Pars, y si un mero niño de once
años llegaba al trono, sin duda despertaría las ambiciones de esas
diversas naciones.
El decimonoveno día del quinto mes, en una noche de verano sin nubes
y rebosante de luz de luna y fragancias floridas, Andrágoras, hermano
menor del rey, fue convocado al palacio real. Una hora más tarde, se
anunció oficialmente la noticia del fallecimiento de Osroes y la ascensión
de Andrágoras.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 66


La heroica leyenda de Arslan

“El rey Osroes redactó un testamento en el que se establecía que el


príncipe le sucedería tras su muerte, y que Andrágoras actuaría como
regente. Pero Andrágoras asfixió al rey en su lecho de enfermo con una
almohada y así se convirtió en rey él mismo”.
“No, el rey Osroes empezó a sospechar de la relación entre su hermano
menor y la consorte Tahamenay. Enloquecido por los celos, llamó a su
hermano al palacio con intenciones asesinas, sólo para que las cosas se
volvieran en su contra”.
Se propagaron todo tipo de rumores, pero después de que Andrágoras
se convirtiera en el Sha con el apoyo abrumador del ejército, el pueblo
cerró la boca. Poco después, un rincón del palacio se incendió
accidentalmente y el hijo del anterior rey Osroes murió calcinado. El
cocinero del palacio que asumió la responsabilidad de provocar el
incendio fue ejecutado. Posteriormente, el nuevo rey Andrágoras
nombró a Vahriz como Eran. La misteriosa invitada del palacio
Tahamenay se casó con Andrágoras al año siguiente, y aceptó el manto
de reina. Al cabo de otro año, nació el príncipe Arslan...
Y hasta este año, ni el más mínimo atisbo de conflicto había agitado el
reinado de Andrágoras.

Monte Bashur (iv)

Cuando Arslan se despertó a la mañana siguiente de un descanso


profundo y sin sueños, el sol otoñal ya estaba en lo alto. Parecía bastante
incómodo estar holgazaneando indulgentemente en la cama a pesar de
todas las penurias y dificultades a las que sin duda se enfrentaría a
partir de ahora. La ropa de cama también se había colocado en el suelo,
donde Daryun parecía haber pasado la noche. Sintiendo que había
estado acaparando cruelmente muchos privilegios por el simple hecho
de ser el hijo de un rey, Arslan se fue sofocando. Se vistió
apresuradamente y se dirigió a la habitación contigua, donde parecía
que Daryun y Narsus también acababan de despertarse.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 67


La heroica leyenda de Arslan

Justo cuando los tres intercambiaban sus saludos, desde el exterior se


oyó el estruendo de los cascos. Todos los que estaban en el interior se
tensaron a la vez.
La ventana estaba abierta por una rendija. Daryun se asomó por ella,
recorriendo con la mirada la escena del exterior. Aunque no había tenido
tiempo de ponerse la armadura, con una mano ya había sacado su
espada de la vaina.
“He visto esas caras antes. Son hombres de Kharlan”.
“Oho...”, Narsus se golpeó la barbilla con un dedo. “Bueno, no son
exigentes – viniendo hasta aquí para buscarlos a ustedes dos. Supongo
que eso es muy típico de Kharlan, haber entrenado a tan excelentes
subordinados...”.
De repente, Narsus cerró la boca y envió una mirada sospechosa hacia
Daryun. Daryun intentó una expresión inocente, pero Narsus insistió
con astucia.
“Me había olvidado de preguntar hasta ahora, Daryun, pero ¿Por qué
camino has llegado hasta aquí?”.
Consciente de la mirada sorprendida de Arslan clavada en su perfil,
Daryun se encogió de hombros y ofreció algunos nombres de lugares.
“... Bueno, más o menos”.
“¡Justo por al lado de la fortaleza de Kharlan!”, gimió Narsus, lanzando
una mirada salvaje a la cara de Daryun. “¡Sinvergüenza! Sabías
perfectamente que había otros caminos, pero elegiste a propósito la
única ruta que sabías que los hombres de Kharlan estarían vigilando.
Querías arrastrarme a esto desde el principio, para obligarme a
convertirme en tu aliado, ¿No es así?”.
Al ser descubierto, Daryun se sinceró de inmediato.
“Perdóname, pero no tuve elección. Todo fue por el bien de tu sabiduría.
Ahora que hemos llegado a esto, Narsus, bien podrías dejar ese estilo de
vida ermitaño tuyo o lo que sea y venir a servir a Su Alteza Real”.
Narsus volvió a gruñir y pateó el suelo. No tenía tiempo para arreglar
las cosas con Daryun. Ordenó a Arslan y a Daryun que subieran al techo

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 68


La heroica leyenda de Arslan

desde la habitación contigua, y luego retiró la escalera. La voz de Elam


resonó en la entrada.
“El Señor Narsus aún está dormido. Les pido humildemente que se
vayan... ¡Ah, qué groseros!”.
La puerta se abrió a la fuerza y Elam fue empujado a un lado mientras
varios soldados entraban a tropezones. Cuando Narsus terminó de
ayudarle a levantarse, habían entrado un total de seis caballeros con
armadura. Cada uno apoyaba una mano en su espada. Sin duda,
conocían la reputación de Narsus con la espada.
El hombre de mediana edad que parecía ser el mayor de los seis habló.
“No eres otro que el antiguo señor de Dailam, Sir Narsus, si no me
equivoco”.
“No soy más que un ermitaño ordinario”.
“Usted es Sir Narsus, ¿¡No es así!?”.
“En efecto, soy Narsus. Sin embargo, habiendo ofrecido mi nombre, me
pregunto si la otra parte no podría identificarse también”.
Narsus habló en voz tan baja que apenas se le oía. Por un momento, los
caballeros se acobardaron, pero al ver que Narsus no llevaba espada, se
relajaron y se mostraron muy corteses.
“Nuestras más profundas disculpas. Estamos aquí por orden de nuestro
señor, el Eran Kharlan de Pars”.
En la oscuridad del techo, Daryun, de largas extremidades, se
estremeció. Arslan también dejó de respirar. Desde la ascensión del rey
Andrágoras, cualquier mención al Eran de Pars debía referirse
únicamente a Vahriz.
“Eran Kharlan, ciertamente suena bien. Sea como fuere, las vicisitudes
del mundo son realmente inconmensurables. Cuando me retiré de la
corte, el comandante en jefe de este país seguía siendo el respetable
Vahriz, pero quizás el buen anciano también se haya retirado”.
Narsus alzó la voz para que los escondidos Daryun y compañía
pudieran escuchar con claridad estos acontecimientos.
“O tal vez, no puede querer decir que ha fallecido...”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 69


La heroica leyenda de Arslan

“El viejo Vahriz ha estirado la pata. Y no se ha debido a una


enfermedad. En estos mismos instantes, su arrugada cabeza yace
pudriéndose ante las puertas de Ecbatana, con la boca abierta,
¡Exigiendo la rendición de todos en la ciudad!”.
Un violento temblor recorrió el cuerpo de Daryun. El sonido se filtró a
través de los gruesos paneles del techo, despertando las sospechas de los
caballeros.
“¿Qué fue ese ruido?”.
“Ratas salvajes, sin duda. Siempre vienen a por mis almacenes de grano,
las molestas. Por cierto, ¿Puedo preguntar con qué propósito han venido
a llamar, tan temprano en la mañana?”.
En realidad, no había necesidad de que preguntara, pero Narsus hizo la
pregunta de todos modos, haciéndose el tonto deliberadamente y sin
vergüenza. Los caballeros fruncieron los labios con disgusto.
“Varios testigos han declarado que vieron a los comandantes derrotados
Arslan, así como a Daryun, huir hacia estas montañas. ¿No estaba el
Señor Narsus al tanto de esto?”.
“Bueno, no, en lo más mínimo”.
“¿De verdad?”.
“Hablas de comandantes derrotados, pero para empezar, Daryun nunca
perdería ante nadie. Siempre que no se encontrara con alguna traición
increíblemente innoble, claro”.
La expresión de los caballeros se llenó visiblemente de rabia, pero su
representante contuvo a sus compañeros.
“En ese caso, tengo una única petición que hacerle. En nombre de
nuestro señor, el Eran Kharlan, pido que Sir Narsus considere entrar en
el empleo de nuestro señor. El ingenio del honorable maestro, además
de su habilidad como espadachín de primera clase, lo sitúan en un lugar
destacado en la consideración de nuestro señor...”.
Narsus se acarició la barbilla, con cara de aburrimiento.
“Hm. En el caso de que me convierta en el subordinado de Kharlan,
¿Qué tipo de compensación debo esperar, me pregunto?”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 70


La heroica leyenda de Arslan

“Todos los privilegios de un seguidor de Yaldabaoth”.


El silencio se prolongó.
“Y como expresión de gratitud, también puedes retomar el señorío sobre
los territorios de Dailam. ¿Cuál es tu respuesta?”.
“¿Debo responder ahora?”.
“Por supuesto”.
En el rostro de Narsus afloró una sonrisa agresiva.
“Bien, entonces. Vuelve y dile a ese perro de Kharlan esto: ‘Termina tú
mismo esa carne podrida. Narsus la encuentra muy poco apetecible’”.
Tan pronto como habló, Narsus retrocedió de un salto. Demasiado tarde,
seis furiosas espadas se abalanzaron sobre él. Como eran seis contra uno,
los caballeros estaban seguramente confiados en su victoria. Pero eso
también duró sólo un momento.
Las tablas del suelo se abrieron, revelando un área cuadrada que
abarcaba unos tres metros. Gruñidos de furia y consternación quedaron
atrás mientras los caballeros se hundían en el suelo. Se oyó el sonido de
un violento chapoteo y el repiqueteo de las armaduras. Al parecer, allí se
había cavado un pozo y se había llenado de agua.
“Tontos. ¿Creían que no habría tomado medidas para entretener a
invitados descorteses o no invitados?”.
Narsus les dio la espalda. Una tormenta de maldiciones surgió de las
profundidades sombrías, pero Narsus ni siquiera les dedicó una mirada
mientras pedía a Arslan y Daryun que volvieran a bajar del techo.
Cuando Daryun entró, se asomó a la oscuridad del pozo y dijo: “Esos
bastardos no pueden volver a arrastrarse, ¿Verdad?”.
“No hay que preocuparse. Hay unos siete metros desde la superficie del
agua hasta el piso. Mientras no provengan de algún clan de tritones, no
saldrán pronto. Dicho esto, ¿Qué hacemos con estos tipos?”.
“Si es verdad que mi tío ha sido asesinado, los bastardos son del mismo
bando que mis enemigos jurados. Por eso... pagarán”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 71


La heroica leyenda de Arslan

La voz de Daryun temblaba peligrosamente. Narsus hizo un gesto


contemplativo.
“Ahora, espera ahí. El asesinato no va a poner comida en la mesa.
Pensemos en algo un poco más útil”.
“¿No se ahogarán?”.
“Su Alteza, no hay necesidad de preocuparse. El agua no es ni siquiera
de un gaz de profundidad. Mientras no lo deseen, seguramente no se
ahogarán”.
En ese momento, el joven Elam interrumpió.
“Señor Narsus, el desayuno está listo desde hace tiempo. ¿Qué debemos
hacer?”
“Ah, lo había olvidado por completo”.
La boca de Narsus se estiró en una amplia sonrisa, como si todo esto le
pareciera muy divertido.
“Primero, vamos a llenar nuestros estómagos, ¿De acuerdo? Podemos
enfrentarnos a esos maleducados en cualquier momento, pero hay, como
se dice, un momento adecuado para el banquete”.
Tanto si se trataba de una muestra de audacia o de una notable
compostura, como si no era más que una simple cuestión de frivolidad,
su razonamiento era difícil de rebatir.
En cualquier caso, ellos procedieron a desayunar. Arslan pensó en
ayudar a Elam a preparar la comida. No le parecía bien sentarse sin
hacer nada mientras un chico de su edad se ajetreaba. Pero Elam rechazó
la propuesta de Arslan en términos educados, y luego se excusó
bruscamente. La implicación, más o menos, era que el príncipe
probablemente acabaría siendo más un estorbo que una ayuda.
Al final, Arslan dirigió toda su atención a comer, pero no pudo evitar
obsesionarse con sus propias carencias a pesar de todo. Desde el día
anterior, no había hecho otra cosa que aceptar la ayuda y el apoyo de
otras personas, o dicho de otro modo, parecía que no había hecho nada
por nadie más...

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 72


La heroica leyenda de Arslan

Narsus levantó de repente su plato vacío. Con un movimiento de


muñeca, envió el plato volando justo a la cara del caballero que estaba a
punto de arrastrarse fuera del pozo hasta el piso. Se oyó un gemido
furioso y agónico, seguido del sonido de una armadura que se estrellaba
contra el agua. Justo cuando por fin habían conseguido salir del pozo a
la superficie alzándose el uno al otro sobre los hombros, se vieron
obligados a caer de nuevo al punto de partida.
“Se agradecen tus esfuerzos, pero me temo que tendrás que volver a
intentarlo”, dijo Narsus con su siniestra lengua.
“Señor Narsus, por favor no abuse de los platos”.
“Oh, lo siento, Elam, lo siento.”
Regañado así por su joven retak, Narsus se frotó la nuca en señal de
vergüenza. Parecía que incluso para un hombre que hacía lo que le daba
la gana, había ocasiones en las que él también sólo podía bajar la cabeza
mansamente ante otro.
“Señor Daryun, parece que no ha tocado mucho la comida. ¿Debería
preparar algo más para usted?”.
“No, Elam, está bien. Esto es suficiente”.
De repente, Narsus se puso de perfil.
“No hay necesidad de hacer nada por los que son como él. No, gracias a
este sinvergüenza, debemos ir a buscar un nuevo refugio ahora”.
“Entonces, ¿Por qué no dejas de hablar de abandonar el mundo y.…”.
“Silencio, traidor. No tienes derecho a meterte con mi pacífico estilo de
vida”.
Al ver que Narsus había hecho oídos sordos a cualquier cosa que
pudiera decir, y que de hecho parecía querer darle un pedazo de su
propia mente, Daryun simplemente levantó sus anchos hombros
encogiéndose de hombros. El hecho de que se callara con tanta facilidad
se debía probablemente a que estaba ocupado pensando en cómo
interrogar a los soldados de la fosa respecto a la muerte de su tío.
Arslan dejó su cuchara de sopa.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 73


La heroica leyenda de Arslan

“Narsus, ¿Esto servirá? Yo también te lo ruego: por favor, únete a


Daryun para ayudarme”.
“Eres demasiado amable. Sin embargo...”.
“Entonces, ¿Qué te parece esto? A cambio de tu lealtad, te compensaré
como corresponde”.
“Por compensación supongo que te refieres a algo como los dinares que
tu señor padre me otorgó”.
“No. No creo que el dinero pueda comprar tu lealtad”.
“¿Rango, entonces? ¿Framadar, quizás?”.
La única reacción de Narsus pareció ser de aburrimiento. En su rostro se
reflejaba el siguiente sentimiento: ¿Parezco realmente el tipo de hombre al
que se le puede sobornar con riqueza o posición?
“No es eso. Cuando haya expulsado a los bárbaros lusitanos y me
convierta en el rey de Pars, te daré la bienvenida, Sir Narsus, como mi
artista oficial de la corte. ¿Qué te parece?”.
Narsus se quedó boquiabierto ante el príncipe. Sin duda, esto había
quedado fuera de sus expectativas. Pasaron unos instantes de silencio
antes de que estallara en una risa baja y alegre. Era como si algo en su
interior hubiera sido removido o ahuyentado.
“Me gusta. ¡Y mucho!”.
Después de murmurar para sí mismo durante un rato, Narsus lanzó una
mirada triunfante a su amigo.
“¿Qué te parece? ¿Has oído eso, Daryun? El pronunciamiento de Su
Alteza es el ejemplo perfecto de lo que llaman la magnamidad de un
gobernante. Qué mundo de diferencia es su amplitud de miras,
comparada con la de uno que vive su vida miserablemente desprovisto
de arte!”.
“Sólo déjalo. Aunque sea una vida miserable, al menos es una que no
tiene nada que ver con los gustos de tu llamado arte”.
Cuando la lengua de púas se encontró con la lengua de púas, Daryun se
volvió para mirar a su príncipe.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 74


La heroica leyenda de Arslan

“Alteza, si alguien como Narsus se convierte en el artista oficial de la


corte, la cultura parsiana está condenada a degenerarse. Hacer a este
hombre escriba o ministro muestra el discernimiento de un gobernante,
pero hacerlo artista de la corte de todas las cosas...”.
“¿No es cierto, Daryun? En lugar de permitir que algún afamado artista
lusitano represente la forma de mi muerte, prefiero que Narsus ilustre
las circunstancias de mi vida. ¿No estás de acuerdo?”.
Una vez más, Daryun guardó silencio. Narsus dio una palmada de
alegría.
“Su Alteza, parece que Daryun dice que, por mucho que le disguste la
idea de morir, ¡Le disgusta aún más la idea de que yo dibuje su retrato!
Sólo por eso me encantaría aceptar este encargo, pero...”.
Su actitud bromista desapareció y fue sustituida por una seria
consideración.
“Supongo que es cierto que no puedo quedarme de brazos cruzados
mientras los ejércitos lusitanos pisotean mi país. Tal vez no tenga más
remedio que esforzarme, pero aun así, es como mencioné anoche: Para el
rey Andrágoras, mi nombre es tabú. Aunque es más que posible que Su
Alteza incurra en disgustos por mi causa, ¿Es esto todavía aceptable?”.
“Por supuesto”.
“Entendido. Entonces ayudaré a Su Alteza, reacio como estoy a jugar
directamente en las manos de este canalla de Daryun...”.
Narsus rió como si todo estuviera resuelto. El joven Elam se postró ante
su amo.
“Me llevará a mí también, ¿Verdad, Lord Narsus?”.
“... Mm”, respondió Narsus, un poco demasiado rápido, evidentemente
reacio a tomar una decisión inmediata. “Tengo un conocido en la ciudad
portuaria de Guilán 36. Tenía la intención de confiarte a él”.
Este conocido era el armador mercantil de una decena de barcos de vela;
aunque la invasión del ejército lusitano llegara tan lejos, esos barcos
podrían zarpar y escapar por el mar hacia otras tierras. Se le
36
Guilán es una de las 31 provincias de Irán, con capital en Rasht.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 75


La heroica leyenda de Arslan

proporcionaría una carta cuando fuera, junto con el dinero suficiente


para cubrir los gastos de viaje y manutención – todo esto lo explicó
Narsus, pero Elam lo rechazó todo, rogando quedarse al lado de su
señor Narsus.
Al final, Narsus cedió y aceptó llevarse a Elam, en parte porque tanto
Arslan como Daryun se alegraban de contar con el joven retak entre sus
aliados. Elam era un joven serio al que seguramente se le podría dar
algún uso, y su habilidad tanto con el arco como con los acinaces 37 no era
nada despreciable. Además, para Arslan era una oportunidad de hacer
un amigo de su misma edad que nunca habría conocido en la corte.
Ante estas diversas consideraciones, no tardaron en ponerse de acuerdo.

37
Acinaces, o también akinakes o akinaka es el término usado para referirse a un tipo de espada o daga utilizada
principalmente en el primer milenio a. C. en la región mediterránea oriental, especialmente por los medos,
escitas y persas, y luego por los griegos.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 76


La heroica leyenda de Arslan

Monte Bashur (v)

Cuando los caballeros que servían a Kharlan consiguieron finalmente


salir del pozo, todos sucios y empapados de agua, sangre, barro y
humillación, el sol estaba a punto de llegar al mediodía. Por supuesto,
Arslan y su grupo de cuatro ya se habían ido, al igual que los siete
caballos en los que habían venido los caballeros. Ellos se desplomaron
en el suelo.
Al poco tiempo, una furiosa maldición brotó de los labios manchados de
sangre del caballero cuyo rostro había sido golpeado por el plato de
Narsus.
“¡Maldición! Se han escapado, ¿No es así?”.
“Lord Kharlan tiene hombres apostados ineludiblemente a lo largo de
todas las rutas que van de las montañas a las llanuras. Si no hubiera
hecho tales consideraciones, ¿Qué clase de estratega o marzban sería?
¡Sólo miren! ¡Escupiremos sobre sus cadáveres antes de que acabe el
día!”.
“Deben tener confianza en romper el cerco, ¿No? Digan lo que digan,
¡Son Daryun y Narsus!”, contestó uno de la compañía con pesimismo.
Habiendo sido ya tan espléndidamente engañado, sus pensamientos se
inclinaban hacia el pesimismo.
Después de arrasar la sala en represalia, aquellos caballeros
inmerecidamente titulados volvieron a bajar por el sendero de la
montaña. Arslan y los demás, escondidos en una cueva de la montaña,
recibieron el informe de Elam.
“Duro para ellos. Descendiendo el sendero con armadura completa y a
pie, probablemente les llevará el resto del día sólo para llegar a la base.
Bueno, recemos por su bien para que no se topen con ningún oso o lobo,
¿Eh?”.
Narsus explicó la situación a Arslan y Daryun. Si ellos también
descendieran la montaña de inmediato, sin duda se verían atrapados en
un bloqueo. Era mejor refugiarse en esta cueva por el momento y

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 78


La heroica leyenda de Arslan

sembrar la duda en el enemigo. Sólo entonces Narsus pondría en juego


su estrategia.
“En este punto lo que quiero decir es que todo es gracias a la intromisión
de Daryun que la gente de Kharlan ha rodeado las montañas. Pero el
hecho es que, pase lo que pase, el bloqueo era inevitable. Pensemos en
una forma de aprovecharlo, ¿De acuerdo?”, dijo Narsus, que en realidad
parecía estar disfrutando. Arslan le preguntó qué pensaba hacer, pero no
recibió ninguna respuesta concreta.
“Hacer que las fuerzas enemigas se reúnan justo donde las queremos.
Ese es el primer paso de lo que llamamos estrategia militar”.
Por mucho poder militar que se posea, decía Narsus, lograr la victoria
sin gastar dicho poder o hacer lo imposible era todo el sentido de la
estrategia.
Arslan intentó una réplica suave.
“Pero para salvarme, Daryun atravesó todo un ejército por su cuenta”.
“Eso es una cuestión de valor individual”.
Al tiempo que ofrecía este fundamental comentario, Narsus le guiñó un
ojo a Daryun. Daryun permaneció en silencio, y su única respuesta fue
una leve e irónica sonrisa.
“Un guerrero del calibre de Daryun no es ni siquiera uno entre mil. Ahí,
por supuesto, radica su valor. Pero cualquiera que comande un ejército
debe basar su estándar en el más débil de sus soldados y construir una
estrategia que conduzca a la victoria incluso en tales condiciones. Lo
mismo ocurre con quien se autodenomina gobernante de una nación.
Suponiendo que el suyo sea el más incompetente de los comandantes,
para evitar la derrota a manos del enemigo debe incluso elaborar
estratagemas que no impliquen lucha alguna”.
La voz de Narsus rebosaba pasión. Tarde o temprano, pensó Arslan, habría
renunciado a la vida del ermitaño independientemente de mi interferencia.
“Por muy lamentable que resulte decirlo en estos términos, el hecho de
embelesarse con el propio poder militar mientras se subestima a los
enemigos y, por tanto, se descuidan las consideraciones estratégicas,
¿Qué recurso queda cuando en un solo momento toda la situación se va

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 79


La heroica leyenda de Arslan

al diablo? La tragedia de Atropátene podría decirse que es un ejemplo


perfecto de esto”.
Arslan sólo pudo asentir. En las llanuras de Atropátene lo había visto
todo con sus propios ojos: La valentía con la que luchaban los caballeros
de Pars – así como lo inútiles que fueron sus esfuerzos al final.
“Desde antes de su ascensión, el rey Andrágoras no había sufrido ni una
sola vez una derrota militar. Y así, en su presunción, no importaba qué
tipo de problema encuentre, su solución era usar la fuerza militar. Lo
que no puede ser resuelto a través de la batalla, entonces, él lo evitaría.
Por mucho que disfrutara tomando las cabezas de los generales
enemigos en el campo de batalla, no le importaban ni un ápice las
hipocresías e injusticias internas del reino...”.
Los ojos de Narsus estaban totalmente desprovistos de humor.
“Alteza, si en algún momento siento que usted, como sucesor del rey
Andrágoras, no muestra ninguna inclinación a hacerlo mejor en este
sentido, renunciaré al cargo de artista de la corte”.
Lo que Narsus decía era que un vasallo tenía derecho a abandonar a su
señor; sin embargo, hacía apenas tres años que había hecho
precisamente eso. No se trataba de una simple habladuría. Arslan asintió
con sentimiento. En cuanto al gobierno de su padre el rey, el príncipe no
dejaba de tener sus propias opiniones. Con una ligera sonrisa, Narsus
llamó a su amigo, que había estado mirando su espada en un silencio
sepulcral.
“Daryun, aunque Kharlan muestre su cara, ¡Más vale que no lo mates!
No hay duda: Por la razón que sea, él está al tanto de algunos detalles
escandalosamente sucios, ¿Eh? Tenemos que oírlos del propio hombre”.
“¿Detalles sucios?”, exigió Arslan con el oído agudizado. Narsus no tuvo
más remedio que reírse.
“En efecto. Asuntos verdaderamente escandalosos. Sin embargo, sean
cuales sean esos asuntos, no puedo ni empezar a adivinarlos ahora
mismo”.
Asintiendo con la cabeza, Arslan examinó el interior de la cueva. Era lo
suficientemente espaciosa como para acomodar a cuatro personas y once

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 80


La heroica leyenda de Arslan

caballos con facilidad; la sinuosa entrada impedía a los transeúntes ver


el interior. Aunque a primera vista uno suponía que se trataba de una
formación natural convenientemente situada, resultó que Narsus y Elam
habían hecho un túnel ellos mismos.
“Uno nunca sabe lo que puede pasar, después de todo. Por regla
general, mantengo varios escondites de este tipo para usarlos en
cualquier momento”, explicó Narsus. Al preguntársele si acaso había
otras entradas o salidas, la respuesta fue un frío asentimiento. Junto con
el pozo de la cabaña, todo demostraba lo meticuloso que era este
hombre.
Arslan no pudo evitar sentir que había adquirido un excelente aliado,
enormemente incomparable con él tanto en edad como en habilidad.
Nada podía ser más tranquilizador que esto, y sin embargo sus
pensamientos se desviaron hacia alturas aún más aterradoras. Por muy
inadecuado que fuera, Arslan no tenía más remedio que convertirse en
alguien digno de la lealtad de personas como Daryun y Narsus.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 81


La heroica leyenda de Arslan

Capítulo 3: La capital en llamas

La capital en llamas (i)

El sol se hunde, tiñendo de oro el horizonte occidental.


En un instante, el cielo azul claro se convierte en un crepúsculo; las
bandadas de pájaros se alejan de sus formaciones, regresando a sus
nidos. Las naranjas y las espigas de trigo se tiñen de ámbar en las
llanuras. Los picos eternamente nevados que se extienden hacia el este y
el norte reflejan la luz del sol poniente, deslumbrando los ojos de todos
en el camino. Los viajeros, tanto a caballo como a pie, recorren los
senderos sombreados por olmos, cipreses y álamos, apresurándose a
llegar a las puertas de Ecbatana antes de que se cierren por la noche.
... Tal era la escena típica de un atardecer de otoño en Pars. Pero ahora,
el humo se elevaba oscuro desde los campos quemados, los caminos
estaban llenos de cadáveres de campesinos masacrados, y el aire estaba
lleno de olor a sangre.
Tras la devastadora derrota en Atropátene, la capital parsiana de
Ecbatana había sido rodeada por las fuerzas lusitanas.
Ecbatana no sólo era la capital real de Pars, sino también la parada más
importante de toda la Gran Ruta Continental. Aquí se reunían las
caravanas de países lejanos – sedas, cerámicas, papel y té de Serica; jades
y rubíes del Principado de Farhaal 38; caballos del Reino de Turan;
marfil, artesanías de cuero y bronce de Sindhura; aceite de oliva, lana y
vino del Reino de Maryam; alfombras del Reino de Misr – todas estas
mercancías diversas daban lugar a un punto neurálgico de comercio.
Además del parsiano, la lengua franca de la Gran Ruta Continental,
decenas de otras lenguas formaban un revoltijo entre la gente, los
caballos, los camellos y los burros que circulaban por las calles
empedradas. En las tabernas, las mujeres maryanas de cabellos dorados,
las mujeres sindhurianas de cabellos oscuros y las bellezas de todas las

38
Farah es la capital y ciudad más grande de la provincia de Farah en el oeste de Afganistán . Se encuentra en el
río Farah , cerca de la frontera con Irán .

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 82


La heroica leyenda de Arslan

naciones rivalizaban en atractivo, y los invitados eran servidos con


afamados vinos de todo el mundo. Los prestidigitadores sericanos, los
jinetes turanios y los magos misríes entretenían a las masas con sus
ingeniosos trucos, acompañados por músicos farhaalíes que tocaban la
flauta. Así había florecido Ecbatana durante los últimos trescientos años.
Pero ahora, las multitudes de viajeros disminuían, la figura del Sha
Andrágoras estaba ausente de su trono y unas nubes ominosas
ensombrecían la capital.
Las murallas de Ecbatana medían 1,6 farsangs 39 de este a oeste, 1,2
farsangs 40 de norte a sur, 12 gaz de altura y 7 gaz de grosor 41. Cada una
de sus nueve puertas estaba defendida por puertas dobles de hierro.
Incluso bajo el asedio de los grandes ejércitos de Misr el año anterior, no
habían ni siquiera temblado.
“Pero en ese entonces, dentro de estos muros estaba el Rey Andrágoras.
Ahora...”.
A pesar de que los dos marzban Saam y Garshasph estaban presentes,
con el paradero del rey desconocido y sólo Tahamenay al mando, la
gente de la ciudad estaba cada vez más intranquila.
De repente, se produjo un extraño suceso. Dirigiéndose hacia las
primeras filas de los lusitanos asediantes, apareció un carro de caballos
descubierto custodiado por unos diez soldados. Otro par de figuras iban
encima, además del conductor. Cuando la figura más alta de la parte
trasera se identificó gradualmente bajo el cielo que se oscurecía, las
tropas parsianas se estremecieron.
Era Shapur, uno de los marzbanos de Pars. Dos gruesas correas
rodeaban su cuello, y sus manos estaban igualmente atadas a su espalda.
La sangre y la suciedad manchaban todo su cuerpo, pero eran
especialmente horribles las heridas de la frente y de la parte inferior
derecha, que se abrían cada vez más mientras la sangre rezumaba
incesantemente por debajo del vendaje. Los soldados parsianos gritaron
al ver al afamado marzban en tan terrible estado.

39
8 km.
40
6km.
41
12 y 7 metros.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 83


La heroica leyenda de Arslan

“¡Escúchenme, infieles de la ciudad, que no conocen el temor a Dios!”,


rugió alguien en parsiano fuertemente acentuado. Todos los soldados de
las murallas dirigieron su atención al pequeño hombre de túnica negra
que estaba junto a Shapur.
“Soy un sacerdote que sirve al único y verdadero dios Yaldabaoth, el
arzobispo y gran inquisidor Bodin. Para transmitir la voluntad de Dios a
ustedes, infieles, he venido. ¡A través de la carne de este infiel lo
transmitiré todo!”.
Bodin miró al guerrero parsiano mortalmente herido sin piedad.
“Primero cortaré el dedo pequeño del pie izquierdo de este bribón”. Se
oyó el sonido de unos labios chasqueantes.
“Lo siguiente será su dedo anular, luego su dedo medio... cuando haya
terminado con su pie izquierdo, continuaré con el derecho, y luego con
sus manos. ¡Haré que todos los infieles de la ciudad se den cuenta del
destino que les espera a los que desafían a Dios!”.
Todos los soldados parsianos que estaban en las murallas de la ciudad
maldijeron la brutalidad del sacerdote, pero lo que enfureció a Bodin
fueron los gritos de censura de las filas de sus propios aliados.
Pronunció, con voz suave pero perfectamente clara, “¡Idiotas
abandonados por Dios!”.
El arzobispo miró a sus aliados, como si quisiera evitar cualquier crítica
con su pecho negro, y gritó en lusitano.
“Este bribón es un infiel. ¡Un adorador del demonio que no tiene fe en el
único y verdadero dios Yaldabaoth, uno que se ha alejado de la luz, una
bestia que está condenada a morar en la oscuridad! Apiadarse de un
infiel es lo mismo que darle la espalda a Dios”.
En ese momento, los ojos ensangrentados y manchados de barro del
Marzban se encendieron, y abrió la boca.
“¡Un bastardo como tú no tiene derecho a denunciar mi fe!”, espetó
Shapur. No entendía el lusitano, pero sólo con ver el estado de ira del
sacerdote podía adivinar la esencia de lo que éste decía.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 84


La heroica leyenda de Arslan

“¡Mátame de una vez! Si tu dios es realmente un salvador, entonces que


me envíe al infierno o a donde le plazca. Y desde allí veré como tu dios y
tu país son consumidos por su propia crueldad!”.
El arzobispo se levantó de un salto y golpeó a Shapur en la boca con el
bastón que tenía en la mano. Se oyeron ruidos inquietantes cuando los
labios de este último se desgarraron, sus dientes se hicieron añicos y su
sangre salpicó el aire.
“¡Maldito pagano! Infiel abandonado por Dios”.
En medio de esta maldición, la cara de Shapur fue golpeada por segunda
vez, y el bastón se rompió. Con toda probabilidad, también le habían
destrozado los pómulos. Aun así, Shapur abrió su boca roja y manchada
y gritó.
“¡Oh, gente de Ecbatana! Si tienen piedad, ¡Mátenme! Ya no hay forma
de salvarme. Prefiero morir por las flechas de mi propia gente que ser
torturado hasta la muerte por los bárbaros lusitanos!”.
No pudo terminar su discurso. El arzobispo se levantó de un salto y
lanzó un gran grito, y dos soldados lusitanos se abalanzaron sobre él,
uno atravesando con su espada la pierna de Shapur y el otro desollando
su pecho. Gritos de rabia y compasión resonaron en las murallas de
Ecbatana, pero nadie parecía poseer la suficiente habilidad para acudir
en ayuda del desafortunado guerrero.
En ese momento, un rápido y suave silbido pasó por los oídos de todos.
Lusitanos y parsianos por igual levantaron la vista. Desde lo alto de las
murallas de Ecbatana una flecha salió volando y encontró su destino
entre los ojos de Shapur, liberándolo para siempre de su sufrimiento.
Los vítores resonaron. Teniendo en cuenta la distancia entre Shapur y las
murallas de la ciudad, debía ser necesario un arquero de gran fuerza
para matarlo de un solo disparo. De las filas lusitanas salieron varias
docenas de flechas, cada una dirigida a una figura sombría que
merodeaba por una esquina de las murallas. Pero ni una sola alcanzó las
murallas, y mucho menos dio en el blanco.
Todas las miradas se centraron en ese único punto, levantando un gran
revuelo tanto de alabanzas como de curiosidad. El que había disparado

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 85


La heroica leyenda de Arslan

la flecha original era un solo joven. No era un soldado con armadura. A


pesar del arco en la mano y la espada en la cadera, llevaba un sombrero
bordado y una túnica igualmente bordada, vestido como un joven
vagabundo. Tenía un laúd a sus pies. Dos soldados se apresuraron a
acercarse al joven y lo llamaron al acercársele.
“La reina consorte solicita tu presencia. Ella desea recompensar a quien
alivió al valiente Shapur de su sufrimiento”.
“Oh... ¿Supongo que no voy a ser interrogado por asesinato?”.
En la voz del joven resonó el más leve indicio de burla.

La capital en llamas (ii)

La reina consorte Tahamenay esperaba en la sala de audiencias al


heroico arquero sin nombre. A la izquierda y a la derecha del trono la
apoyaban los principales vasallos que aún permanecían en la capital: El
primer ministro Husrav y los marzbanos Garshasph y Saam.
La reina parecía más joven que sus treinta y seis años, o para ser más
precisos, la suya era una belleza sin edad. Su cabello negro, sus ojos
azabache y su piel de marfil brillaban aún más por las joyas y sedas que
la adornaban.
En una alfombra situada a diez pasos del trono, un joven se arrodilló en
señal de reverencia. La reina lo estudió con gran interés.
“¿Por qué nombre se te conoce?”.
El joven levantó el rostro y respondió a la pregunta de la reina con voz
cantarina: “Gieve me llaman, Majestad. Un juglar errante de profesión”.
Este joven llamado Gieve parecía tener unos veintidós o veintitrés años.
Su cabello era rico y oscuro como el vino, y sus ojos eran del más
profundo de los azules. Las damas de honor susurraban y suspiraban,
admirando su larga y ágil complexión y su fina y delicada belleza. Pero
su expresión al mirar a la reina era increíblemente descarada. Junto con
su anterior exhibición de tiro con arco, resultaba difícil imaginar que

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 86


La heroica leyenda de Arslan

sólo era un hombre que vagaba por el mundo ejerciendo su oficio de


músico.
La reina inclinó la cabeza. La luz de los faroles parecía oscilar con su
movimiento.
“Un juglar, dices. Entonces, dime, ¿Qué tipo de instrumento tocas?”.
“Toco el ud 42, Su Majestad. Aparte de eso, sé tocar la flauta y cantar;
también soy poeta y bailarín. Tampoco se me da mal el barbat 43”. Y
continuó sin pudor: “Si se me permite añadir, mi técnica con el arco, la
espada y la lanza también está por encima del resto”.
El marzban Saam frunció el ceño y Garshasph se burló. Para dos
valerosos guerreros de nivel Marzban, esto sólo podía parecer un
montón de palabrería.
“Yo también fui testigo de tu habilidad en el tiro con arco desde la torre
oeste. Rescataste al fiel Shapur de su sufrimiento. Por eso debo
agradecerte”.
“Es un verdadero honor”.
A pesar de sus palabras, estaba claro por la forma en la que el joven
miraba a la reina que él esperaba alguna otra recompensa además de su
gratitud.
Podría haber sido una mirada de adoración, o quizás incluso de anhelo.
Ante la belleza indescriptiblemente seductora de la reina consorte
Tahamenay, cualquier joven albergaría un sentimiento tan barato, e
igualmente Tahamenay estaba acostumbrada a ser objeto de ello. Sin
embargo, ese no era el caso aquí. Su expresión no sólo era de descarada
insolencia, sino que parecía considerar a la reina de toda una nación
como se podría juzgar a cualquier mujer corriente, y además mostraba
su insatisfacción por haber sido colmado de meros elogios, así como la
exigencia de alguna otra forma de recompensa.

42
El laúd árabe o ud es un instrumento de cuerda pulsada con 11 o 12 cuerdas agrupadas 5 o 6 órdenes,
fabricado en madera de caja de resonancia redondeada con forma de pera, un mástil más corto y que carece de
trastes. Ejemplo.
43
El barbat o barbud era un laúd de origen de Asia Central o Gran Irán o Persa. El Barbat se caracteriza por
estar tallado en una sola pieza de madera, incluido el mástil y una placa de sonido de madera. Ejemplo.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 87


La heroica leyenda de Arslan

Fue en este momento cuando una de las damas de compañía que


asistían a ambos lados de la reina se adelantó y levantó la voz en una
estridente protesta.
“Por favor, perdone mi interrupción. Su Majestad, su humilde servidora
reconoce a este individuo. Es un hombre muy escandaloso”.
La dama clavó un dedo acusador a este “juglar vagabundo”.
“No se puede confiar en este hombre. Es un charlatán que me engañó”.
“¿Te ha engañado? ¿Cómo?”.
“Permite que tu sierva se enfrente a este hombre, y se sabrá”.
Al obtener el permiso de la reina, la dama miró a Gieve y le reprendió.
“Eres un príncipe del Estado de Sistán 44, que se disfraza de juglar
mientras viaja por varias naciones para emprender su entrenamiento
como guerrero... ¿No me lo dijiste la noche anterior?”.
“Lo hice”.
“Pero ahora afirmas ante Su Majestad la reina que sólo eres un juglar.
¿¡No es eso una mentira!?”, gritó la dama. Gieve, sin inmutarse, se frotó
la mandíbula mientras la miraba.
“¡No he hablado así con la intención de engañarte! Ese fue mi sueño, un
sueño que compartiste conmigo durante una sola noche. Y cuando la
oscuridad de la noche se rindió a la luz del amanecer, ese sueño se
desvaneció como el rocío sobre la hierba y las hojas. Ahora sólo queda
un bonito recuerdo”.
Podrían describirse como líneas que nadie podría digerir, pero recitadas
en los tonos musicales de Gieve sonaban como la cosa más natural del
mundo. Era realmente increíble.
“Vamos, ¿No es una tontería destrozar un sueño tan bonito con la
miserable cuchilla de la realidad? Si lo hubieras entendido, el sueño se
habría transformado en recuerdo, tanto más dulce y hermoso por ello,

44
Sistán es una región fronteriza en el sureste de Irán y el suroeste de Afganistán. En la antigüedad la región era
conocida como Aracosia; empezó a conocerse como Sakastán en el siglo I a. C. después de ser conquistada por
las tribus saka. Más tarde Sakastán cambió a Seistán y, en época moderna, a Sistán.
En el Shahnameh, aparece Sistán como Zabulistán, por Zabul, originalmente una provincia tayika (persa). En el
poema épico de Ferdousí, Zabulistán es a su vez descrita como la tierra natal del héroe mitológico Rostam.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 88


La heroica leyenda de Arslan

coloreando y enriqueciendo el resto de tu vida. Obligar a que todo se


adhiera a una filosofía pragmática de pérdidas y ganancias es una
grosería. No hay necesidad de seguir un camino tan estéril”.
Gieve había exprimido hasta la última gota de esta dama de compañía.
Habiéndola dejado sin contrapartida posible, se dirigió a la reina.
“Sistán es el nombre de una antigua nación que ya no existe en este
mundo, y por tanto no es algo que deba preocupar a una sola alma. Más
bien, uno no puede dejar de maravillarse: ¿Son las mujeres de todo el
mundo realmente tan débiles a la palabra ‘príncipe’? Por muy sincero
que sea su amante, una mujer lo dejará de lado sólo por un extraño
vagabundo que dice ser el hijo de un rey. Verdaderamente, esas mujeres
tan superficiales sólo son aptas para sueños igualmente superficiales”.
Estaba esquivando con bastante descaro la cuestión, pero cuando se
trataba de este joven llamado Gieve, lo verdaderamente engañoso era la
refinada y principesca apariencia con la que había sido agraciado. Eso,
mucho más que la realidad, coincidía perfectamente con las fantasías de
la mayoría de las jóvenes.
“De tu elocuencia estoy ahora bien enterada. También he sido testigo de
tu tiro con arco. Ahora debería ser el momento de mostrar las
habilidades de tu vocación original”.
La reina Tahamenay agitó ligeramente la mano y sus damas trajeron un
barbat de oro. Gieve lo aceptó y empezó a rasguear con confianza.
Aunque su técnica no era perfecta, de los presentes, ni uno solo podía
decirlo. Para los hipnotizados cortesanos, el sonido de su interpretación
poseía un elegante lirismo, y para las mujeres en particular cada nota
parecía estar impregnada de sensualidad.
Después de una sola canción, las mujeres saludaron al bello juglar con
un ferviente aplauso. Los hombres les siguieron, algo más reacios.
La reina Tahamenay ordenó a un sirviente que le concediera a Gieve
doscientos dinares. Cien por su tiro con arco y cien por su música,
declaró. Gieve inclinó la cabeza con respeto, pero en su corazón tachó a
la reina de inesperadamente tacaña. Esperaba una recompensa más

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 89


La heroica leyenda de Arslan

cercana a los quinientos dinares, por lo menos. En ese momento, la reina


habló.
“Por el delito de engañar a mi sierva, se dedujo la cantidad que creí
conveniente”.
Con eso, Gieve sólo pudo bajar la cabeza.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 90


La heroica leyenda de Arslan

La capital en llamas (iii)

En las murallas situadas en los límites de la capital, donde no llegaba el


sonido del barbat de Gieve, el fuego y la espada siguieron dirigiendo una
sinfonía de matanzas. Los lusitanos, que se habían amedrentado
momentáneamente por la muerte de su rehén, reanudaron el asalto a las
murallas, y los parsianos también se enfrentaron a ellos desde las
murallas. Al ver la aproximación de las torres de asedio de los lusitanos,
un solo soldado corrió a informar al Marzban Saam.
“¡Son ellos! ¡Esas son las torres desde las que dispararon flechas de
fuego y avergonzaron a nuestras tropas!”.
“¿Ese tipo de juego de niños?”.
Con un chasquido de lengua, Saam ordenó a los soldados que llenaran
bolsas de piel de oveja con aceite. Alineando los escudos para bloquear
el ataque de las flechas de las torres, aprovecharon una pausa en la
acción para lanzar las bolsas desde catapultas. Las bolsas impactaron
contra las torres y el aceite se derramó por las costuras rotas,
empapando a los soldados que estaban encima.
“¡Suelten las flechas de fuego!”.
Al instante, cientos de flechas de fuego colorearon el cielo con trazos
rojos. Ni una sola cosa obstruía la vista desde las murallas hasta las
torres.
Las torres de asedio lusitanas se transformaron en torres de fuego. Los
soldados lusitanos, con sus cuerpos envueltos en fuego, gritaron al caer
al suelo; poco después, las propias torres se derrumbaron también.
Una vez perdidas sus torres, los lusitanos apoyaron escaleras de mano
una tras otra contra las murallas y comenzaron a escalar. A su vez, los
parsianos de las murallas lanzaron una andanada de flechas sobre las
cabezas de sus enemigos, rociaron aceite hirviendo sobre ellos antes de
soltar las flechas de fuego y, de vez en cuando, lanzaron pesadas rocas
mediante una catapulta para aplastar a los soldados lusitanos. Algún
que otro lusitano consiguió llegar a la cima, pero fue rodeado por los
soldados parsianos defensores y asesinado.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 92


La heroica leyenda de Arslan

A estas alturas, el asedio a Ecbatana ya había durado diez días, pero los
lusitanos habían sido incapaces de avanzar un solo paso en la ciudad.
Los lusitanos, que ya habían perdido a cincuenta mil de sus efectivos en
la batalla de Atropátene, tal vez se dieron cuenta de la insensatez de un
asalto directo sólo con la fuerza y optaron por recurrir finalmente a la
táctica psicológica.
El quinto día del undécimo mes, más de un centenar de cabezas se
alinearon en una plataforma al frente de las filas lusitanas. “¡Ríndanse o
compartan su destino!” – una simple amenaza, pero al ver rostros que
les habían sido familiares en vida, el público recibió un golpe no menor.
La reina consorte Tahamenay dirigió un rostro pálido al Marzban Saam,
que había acudido al palacio para hacer su informe. “Seguramente no,
seguramente no Su Majestad...”.
“No, mi reina. Su Majestad no se encontraba entre ellos. Sólo el Eran,
Lord Vahriz, y los marzbanos Manuchehr y Hayir...”.
Saam habló con los dientes apretados. Al contemplar, de esa manera, las
cabezas de los hombres con los que una vez había cabalgado a la batalla
y compartido bebidas, uno no podía permanecer imperturbable.
“¡Saam! ¡Mejor abrir las puertas y hacer sonar una carga! ¿Para qué más
sirve la caballería? No debemos dejar que estos bárbaros lusitanos sigan
a su antojo”, propuso el marzban Garshasph.
“No hay necesidad de pánico. Somos diez mil dentro de estas murallas,
y nuestras provisiones y armamento son más que suficientes. Si
esperamos a que lleguen los refuerzos de la frontera oriental, con su
apoyo podemos enfrentarnos a los lusitanos de allí en un ataque en
pinza y demolerlos en una sola mañana. ¿Hay, entonces, alguna
necesidad de que lancemos un ataque prematuro?”.
Como responsables de los asuntos militares de la ciudad, Garshasph y
Saam se enfrentaban a menudo. Garshasph era partidario de la acción y
la resolución rápidas, mientras que Saam prefería las batallas de
resistencia. Además, cuando los lusitanos de fuera de la ciudad incitaron
a los ghulam de la ciudad a la acción con promesas de emancipación,
Garshasph apoyó los métodos de fuerza para reprimir a los esclavos,

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 93


La heroica leyenda de Arslan

mientras que Saam se opuso, insistiendo en que tales acciones sólo


aumentarían su ira y sentarían las bases para un mayor malestar.
“¿Cuántas veces tengo que decírtelo? No hay razón para el pánico.
Todavía está Kishward. Bahman también. Seguramente conducirán
tropas en nuestra ayuda”.
“¿Cuándo?”.
Por muy concisa que fuera, la respuesta de Garshasph estaba llena de
animosidad. Tampoco Saam sintió la necesidad de responderle. Aunque
Kishward y los demás destacados en las fronteras orientales volvieran
hacia la capital inmediatamente después de recibir la noticia de la
derrota en Atropátene, tardarían no menos de un mes en llegar.
Además, él y Saam debían dejar de lado estos asuntos militares para
ocuparse de un dilema mucho más urgente.
“No se conoce la situación de Su Majestad el rey ni la de Su Alteza Real
el príncipe heredero. ¿A quién debemos buscar para el liderazgo en la
batalla que tenemos por delante?”.
Garshasph habló así: “Si por alguna loca casualidad les ha ocurrido algo
a ambos, ¿Qué será del Reino de Pars?”.
“Cuando llegue el momento, no tendremos más remedio que coronar a
la reina consorte Tahamenay y hacer que gobierne el país como reina
regente”.
“Tsk...”, Garshasph chasqueó la lengua. “Si tal cosa llega a suceder, sin
duda el pueblo de Badakhshan se alegrará. ¡La consorte del Príncipe de
Badakhshan se convierte en Reina Regente de Pars! Al final, ¿No es
Badakhshan quien ríe el último?”.
“No te preocupes por la historia antigua. Sea lo que sea que haya sido en
el pasado, en la actualidad no es otra que la reina consorte de nuestro
reino. Aparte de ella, ¿Quién más puede ser adecuado para el cargo?”.
Mientras ellos hablaban, el ataque de los lusitanos continuaba. En
particular, los gritos dirigidos a los ghulam de la ciudad aumentaron
implacablemente.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 94


La heroica leyenda de Arslan

“¡Oh, oprimidos de la ciudad! La humanidad no estaba destinada a ser


esclavizada. Todos son iguales a los ojos de Yaldabaoth. Ya sea rey,
caballero o campesino, todos por igual son discípulos de Dios. ¿Por
cuánto tiempo piensan gemir bajo el peso de la tiranía? Rediman su
dignidad y rompan sus cadenas”.
“Qué tontería. ¿No son ustedes, bastardos, los que nos oprimen?”.
Mientras Garshasph murmuraba infelizmente para sí mismo, llegó un
informe urgente.
“¡Los esclavos han incendiado el Gran Templo! ¡Golpean a los
sacerdotes con sus cadenas y pretenden recibir a los lusitanos por la
puerta oeste!”.
Garshasph dirigía en ese momento la defensa de la puerta norte, pero
inmediatamente confió el mando a su subordinado y cabalgó solo hacia
la puerta oeste. En medio de un remolino de llamas y humo se enfrentó
una turba escaramuza de esclavos y soldados.
“¡Defiendan las puertas! No dejen que las abran”.
Cuando Garshasph se dirigió a las puertas a caballo, los esclavos,
portando antorchas y palos, hicieron al principio ademán de huir. Pero
al notar que Garshasph estaba solo, volvieron a arremeter contra él.
Parecía que querían derribarlo de su montura.
La espada de Garshasph lanzó tajos a diestro y siniestro desde lo alto de
su caballo en forma de ráfagas de luz pálida. La sangre brillante saltó del
suelo como respuesta, mientras los cadáveres de los esclavos empezaban
a ensuciar el pavimento de piedra. Gritando de desesperación, los
esclavos intentaron huir, esta vez de verdad, sólo para encontrarse
rodeados por Saam y sus hombres que llegaban. De este modo, las
puertas estaban apenas aseguradas.
“¡Garshasph! ¿Matar esclavos es algo de lo que estar orgulloso?”,
escupió un Saam disgustado.
Garshasph perdió los nervios. “¡No son esclavos, sino insurgentes!”.
“¿Sólo empuñando palos?”.
“¡En sus corazones, llevaban espadas!”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 95


La heroica leyenda de Arslan

Ante esta aguda refutación, Saam cerró la boca. Pero al ver cómo los
esclavos eran azotados y arrastrados, volvió a hablar.
“Mira sus ojos, Garshasph. Puede que hayas matado a una docena de
insurgentes, pero a cambio has dado a luz a mil más”.

El pronóstico de Saam dio en el blanco.


Al día siguiente, no lejos de la puerta norte, los esclavos que habían sido
encarcelados allí en una pequeña celda se rebelaron.
Incapaz de soportar por más tiempo estas sucesivas revueltas de
esclavos, el marzban Saam buscó una audiencia con la reina Tahamenay
y le ofreció exhaustivos consejos para mejorar la situación.
“Ya no hay otra opción. Majestad, se lo ruego: Emancipe a todos los
esclavos de la ciudad, elévelos a azat y ofrézcales compensaciones y
armas. Si no se hace esto, la inexpugnabilidad de la capital real se
convertirá en poco más que una fantasiosa ilusión”.
Las delgadas cejas de la reina se juntaron con consternación.
“No es que no entienda tu sugerencia, Lord Saam. Sin embargo, los
wispuhran, los wuzurgan, los azadan, los azat y los ghulam forman las
piedras angulares de la sociedad parsiana. Si perturbaras los cimientos
de la nación sólo por una seguridad momentánea, a la vuelta de Su
Majestad el rey no bastaría ninguna excusa o disculpa”.
Saam suspiró ante la obstinación de la reina.
“Eso es cierto. Pero con el debido respeto, Su Majestad, esas llamadas
piedras angulares están, incluso en este mismo momento, poniendo en
peligro la capital. ¿Quién, después de todo, lucharía por un país que lo
mantiene bajo esclavitud? Los enemigos que nos asedian han prometido
a estos esclavos exactamente lo que nosotros no podemos concederles.
Aunque ese tipo de promesa difícilmente puede ser algo digno de
confianza, desde la perspectiva de los esclavos que han perdido la
esperanza en sus circunstancias actuales, creer en una promesa así no es
descabellado”.
“Lo entiendo. Lo consideraré”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 96


La heroica leyenda de Arslan

Como la reina no ofreció ningún otro compromiso, Saam se vio obligado


a retirarse.
Y así la situación siguió empeorando.

Para el juglar Gieve, al que se le había concedido una habitación en el


palacio, era como si el ardiente caos de la batalla en el exterior no fuera
de su incumbencia. Se entregaba a una vida de lujo, buenas cenas e
indolencia en general, hasta que una noche fue convocado a las oficinas
del primer ministro Husrav.
El primer ministro, que, debido a su malestar estomacal, tenía un
aspecto tan escuálido como el de un plebeyo empobrecido, saludó al
joven juglar con una sonrisa obsequiosa.
“Más bien me pregunto si, como me parece, tu ingenio es tan
impresionante como tu arquería”.
“Eso me han dicho desde que era un niño”.
La alegre aceptación de Gieve de este halago dejó al primer ministro
Husrav sin palabras. Su mirada recorrió los detalles del mural de las
paredes. Luego, con la actitud de haber hecho algún tipo de
descubrimiento, invitó a Gieve a sentarse. Consciente de que tenía la
sartén por el mango, el joven juglar se acomodó sin la menor reserva.
“Ahora, entonces. Hay algo que me gustaría discutir con usted. Dada tu
indudable inteligencia, supongo que puedo confiar en ti”.
Gieve no respondió inmediatamente. Fijó su mirada en el rostro del
ministro, con todos sus sentidos sondeando el aire a su alrededor. Podía
sentir el aura metálica de la espada y la armadura. Si rechazaba la
propuesta del ministro, su oponente no sería un solo caballero con
armadura completa. Además, actualmente estaba desarmado. Si llegaba

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 97


La heroica leyenda de Arslan

el caso, siempre estaba la opción de utilizar al ministro como escudo


humano, pero este pequeño y marchito funcionario parecía ser más
agudo de lo que parecía.
“¿Entonces? ¿Qué te parece? ¿Aceptarás?”.
“Vamos a ver... si me dan una razón y una recompensa adecuadas, y sin
mencionar la posibilidad de éxito, entonces por supuesto que aceptaré,
pero...”.
“Para asegurar la continuación del Reino de Pars: Esa es la única razón.
La recompensa, creo, será satisfactoria”.
“Si ese es el caso, Su Excelencia, entonces haré mi humilde esfuerzo”.
Evidentemente satisfecho, Husrav asintió.
“¿Es así? Cuando escuche tu respuesta, estoy seguro de que Su Majestad
la reina también estará complacida”.
“¿¡Su Majestad!?”.
“Convocarte aquí no fue idea mía. Fue la voluntad de Su Majestad. Una
señal de la gran fe que tiene en ti”.
“Vaya, vaya. Poner su fe en un trovador vagabundo como yo...
simplemente me supera”.
Ninguna de las partes estaba siendo del todo sincera. Sólo alguien tan
estúpido como un cerdo creería en las cortesías de los poderosos y los
privilegiados.
“En resumen, Gieve, me gustaría que escoltaras a Su Majestad la reina a
través de un pasaje secreto y la llevaras a un lugar seguro afuera de la
ciudad”.
“¿Su Majestad va a escapar de la capital?”.
“Así es”.
“La capital real se titula así por la presencia del rey y su consorte. En el
momento en que uno de los dos esté ausente, Ecbatana dejará de ser
digna de su buen nombre”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 98


La heroica leyenda de Arslan

Sea cual sea el sarcasmo presente en sus palabras, el ministro no pareció


darse cuenta, envuelto como estaba en tonos agradables y adornados.
“Si la reina escapa con éxito y se reúne en otro lugar con Su Majestad, el
rey, en condiciones de seguridad, estableciendo así una vez más la
autoridad real de Pars, aquellos generales y soldados y súbditos que aún
permanecen leales seguramente se reunirán allí. Ecbatana o no, no hay
necesidad de desesperarse y aferrarse a tal cosa”.
En definitiva, bien dicho.
“Hay un millón de ciudadanos en Ecbatana. ¿Qué pasa con sus vidas?”.
En el momento en que Gieve señaló esto, el ministro reveló
instantáneamente su disgusto. Como ese discurso ya no era un mero
sarcasmo, sino una amonestación directa, el ministro difícilmente podía
pasarlo por desapercibido.
“Eso no tiene nada que ver contigo. Lo más importante es que la familia
real debe ser protegida. Es simplemente imposible tener en cuenta hasta
al último plebeyo”.

... Eso es. Es exactamente por eso que los ciudadanos inocentes no tienen otra
opción que valerse por sí mismos. Como yo.

Como el ministro no era lector de mentes, no pudo escuchar los


murmullos del corazón de Gieve. El hecho de que hubiera servido como
primer ministro de Pars durante dieciséis años sin incidentes se debía
simplemente a que se anticipaba hábilmente a la voluntad de
Andrágoras, cuya autoridad era absoluta, sin caer nunca en su mala
voluntad, y a que poseía un juicio excepcionalmente agudo respecto a
las intrigas internas y externas de la corte.
Todas las decisiones se dejaron a Andrágoras. Todo lo que Husrav tenía
que hacer era realizar esas decisiones en consecuencia. Aunque también
enriquecía sus arcas personales de vez en cuando, en comparación con la
mayoría de los demás nobles y sacerdotes, sus ofensas no eran
escandalosas; y además, probablemente se daba por sentado que un
funcionario de alto rango se aprovecharía de su posición, y que alguien

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 99


La heroica leyenda de Arslan

en una posición de poder recibiría ciertas concesiones del pueblo


sencillo. No tenía por qué darle explicaciones a personas de la talla de
un trovador vagabundo como Gieve.
A Gieve se le entregaron cien dinares. Gieve los aceptó con una gran
muestra de reverencia. Al fin y al cabo, no había necesidad de rechazar
lo que se le daba gratuitamente.

La capital en llamas (iv)

Gieve caminaba por un largo y espacioso acueducto subterráneo que


conducía al exterior de la ciudad. Las antorchas brillaban a lo largo del
canal reforzado por ladrillos y piedras, y el agua que fluía le llegaba a
Gieve hasta la mitad de las rodillas. Gieve y la mujer con velo negro a la
que guiaba llevaban ya una hora recorriendo el oscuro pasaje.
Este acueducto subterráneo existía para que la familia real escapara en
tiempos de emergencia, o así se lo había informado a Gieve el Primer
Ministro. Era así en todas la épocas y lugares. La realeza y los
funcionarios poderosos siempre tenían una vía de escape reservada para
su uso exclusivo, prohibida al pueblo común. Incluso el conocimiento de
su existencia no estaba permitido. Mientras los soldados enemigos
masacraban a los plebeyos y sus cadáveres se amontonaban en el suelo,
el rey y su séquito huían solos a un lugar seguro. ¿No era esto bastante
contradictorio? Sin ninguna nación de la que hablar, era el rey quien
estaba en problemas, no el pueblo.
“Se mire como se mire, nos están tomando por tontos”.
Gieve se burló de sí mismo y del ministro. Como si la reina consorte, sin
compañía de un solo vasallo o dama de compañía, fuera a confiar
realmente su destino a un juglar errante. Ese tipo de cosas sólo ocurrían
en las fantasías de un trovador.
“Debes estar agotada. ¿Descansamos un poco?”.
La mujer vestida de negro sacudió la cabeza sin decir nada.
Seguramente no tenía ninguna confianza en que su voz fuera a sonar
igual, por así decirlo.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 100


La heroica leyenda de Arslan

“No te presiones, ahora. Tiene que ser difícil fingir ser Su Majestad”.
Tras una larga pausa, una voz resignada rompió el silencio. Resultó ser
la de otra persona.
“¿Cómo te diste cuenta?”.
“El olor”.
Gieve se señaló con un dedo su perfilada nariz y mostró una sonrisa
cómplice.
“Tu olor corporal no es como el de Su Majestad. Aunque uses el mismo
perfume”.
A eso, la mujer no tuvo respuesta.
“Usándote como doble mientras esa reina consorte mentirosa hace su
escape. Es ese tipo de acuerdo, ¿No?”.
Los labios de la mujer permanecieron sellados.
“Así es la gente de alta cuna. Asumiendo que es perfectamente natural
que otros les sirvan. Dando por sentado que los demás se sacrificarán
por su bien. Sin saber nada sobre la gratitud. Son criaturas engreídas,
sabes”.
“No permitiré que calumnies a Su Majestad”.
“Por Dios...”.
“No importa lo que Su Majestad y el Señor Ministro piensen, yo escucho
y obedezco lealmente. Todo lo que tengo que hacer es cumplir con mi
propio deber”.
“Eso es a lo que se le llama mentalidad de esclavo”.
Gieve habló con valentía y sin piedad.
“Es por culpa de personas serviles como ustedes que los de alta cuna
pueden seguir actuando a su antojo. Mientras ellos se revuelcan en su
propia complacencia, ustedes los que acaban sufriendo. Ese tipo de
deberes seguro que no son lo mío”.
“En ese caso, ¿Quieres decir que no puedes llevarme más lejos?”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 101


La heroica leyenda de Arslan

“Bueno, el acuerdo era que yo sirviera de escolta de la Reina Consorte,


no de escolta de una dama de la corte que juega a fingir. Viendo que te
he traído hasta aquí de todos modos, no tienes motivo de queja, ¿Eh-?”.
El ágil cuerpo de Gieve se inclinó repentinamente hacia atrás cuando la
dama desenfundó sus acinaces con un solo movimiento. Cuando
esquivó ligeramente su segundo golpe, se le dibujó una sonrisa irónica.
“Ah, ya basta. Puedo ser un tipo infiel, pero nunca le daría la espalda a
una mujer bonita”.
En un instante, esa sonrisa se convirtió en niebla dispersa. Mientras
atacaba con su espada corta por segunda vez, la dama también le había
dado un rodillazo a Gieve en la ingle, dejándolo sin palabras.
Cuando Gieve no pudo ni siquiera lanzar una última réplica, la dama
salió corriendo, salpicando agua a su paso. Probablemente tenía la
intención de volver a la corte para informarles de la situación. Dirección
equivocada, quiso decir Gieve, pero no pudo emitir ningún sonido.
Después de correr un rato, la dama se perdió y se detuvo bajo la frágil
luz de una antorcha. Pronto se le escapó un grito, pues había divisado la
silueta de una extraña figura demasiado cerca.
“Bueno, bueno. ¿Qué es esto? ¿Su Gloriosa Majestad de Pars pretende
olvidar los sufrimientos de su pueblo y escapar sola?”.
Las llamas de la antorcha se reflejaban en una máscara de plata,
disipándose en pequeñas ráfagas de luz.
“¡Qué pareja tan adecuada hace con el villano Andrágoras! Uno
abandona a sus hombres y huye del campo de batalla; la otra abandona
la capital y a su pueblo para esconderse bajo tierra. ¿En dónde han
extraviado las responsabilidades de los que se sientan en el trono?”.
En las sombras, detrás del ominoso enmascarado, se escondían varias
docenas de figuras más. En medio de su miedo, la dama recordó su
deber.
“¿Q-Quién eres t-tú?”.
Esta simple pero sombría pregunta fue repelida por la escalofriante risa
del hombre de la máscara de plata.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 102


La heroica leyenda de Arslan

“Uno que exigirá verdadera justicia sobre Pars”.


La voz resonó contra las paredes y el agua antes de disolverse en la
oscuridad.
Su risa había sido fría, pero sin ningún tipo de humor. El hombre de la
máscara de plata, al menos, no tenía ninguna duda sobre su búsqueda
de justicia.
Aunque su cuerpo estaba agarrotado por el terror, la dama, que seguía
intentando huir, levantó los pies en el agua. Pero cuando su mirada se
cruzó con un rostro conocido, su boca se abrió en un grito.
“¡Marzban Kharlan, milord! ¿Qué hace en este tipo de lugar...?”.
“¿Milord?”.
Al captar sus palabras, las sospechas del enmascarado se transformaron
de inmediato en certeza.
“¡Ramera! ¡Tú no eres la reina!”.
La mano del hombre arrancó el velo, revelando el rostro de una joven
que, aunque atractiva, no era ni mucho menos rival para Tahamenay.
Mirando fijamente ese rostro pálido por el terror, el de la máscara de
plata pronto comprendió todo lo que necesitaba saber.
“El tonto de Vahriz era una molestia... ¡A donde quiera que vaya, todos
estos tontos leales se interponen en mi camino!”.
Cuando el sonido del rechinar de dientes se filtró a través de la
hendidura de la boca de la máscara de plata, los caballeros circundantes
agacharon la cabeza como si estuvieran disgustados.
El rostro de la dama se estremeció por el miedo, y luego por la agonía
abrumadora. El hombre de la máscara de plata cerró sus manos
alrededor del cuello de la dama con una fuerza brutal. De las rendijas de
sus ojos surgió una luz rojiza difícil de contemplar.
Incluso cuando los brazos agitados de la dama cayeron en el aire, las
manos del enmascarado siguieron presionando. Sólo cuando se oyó el
sordo chasquido de los huesos, el hombre soltó por fin a la
desafortunada dama.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 103


La heroica leyenda de Arslan

El cuerpo de la dama cayó en las aguas poco profundas como un tronco,


salpicando gotas sobre la máscara de plata como si fueran innumerables
gemas.
Sin decir nada, el hombre de la máscara de plata se movió como si fuera
a salir del agua. Parecía, además, que había depositado toda su rabia, su
odio y su decepción en las aguas junto a la dama.
“¡Detente!”.
Una voz aguda detuvo los pasos del hombre de la máscara de plata.
Todos se giraron para ver a un joven cuyo aspecto, bañado por la luz
vacilante de las antorchas mientras avanzaba paso a paso hacia ellos,
sólo podía describirse como elegante.
“¿Qué sentido tiene liquidar a una belleza, aunque no sea especialmente
bella? Si la hubieras dejado vivir, tal vez habría cambiado de opinión y
me habría dejado ser su amante”.
Nadie más que el “juglar vagabundo” Gieve podría decir tal cosa. En el
silencio poco amistoso que se produjo, se adelantó con frialdad y arrojó
su propia capa sobre el cuerpo medio sumergido de la dama.
“¿Qué tal si me das un vistazo a tu cara, asesino de mujeres?”.
No recibió ninguna respuesta.
“¿O tal vez esa es tu verdadera cara, porque no es sangre lo que corre
por tus venas sino metal?”.
“Todos ustedes: Aplasten a este mosquito parlanchín. Voy a ir tras la
verdadera reina”.
Tras pronunciar esas palabras, la imponente figura de la máscara de
plata se dio la vuelta. Kharlan le siguió, mientras que cinco de los
caballeros se adelantaron para bloquear el camino de Gieve.
Se oyeron los sonidos de las espadas desenvainándose sucesivamente.
Cinco espadas brillaron ante Gieve en forma de anillo. Sin duda, al
sentir su determinación, Gieve retrocedió contra la pared del canal para
evitar ser rodeado. En el momento en el que blandió su propia espada, el
primer ataque se abatió sobre él a través del aire.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 104


La heroica leyenda de Arslan

Las paredes y el techo del acueducto subterráneo resonaban una y otra


vez con el choque de las espadas. El agua sobre sus piernas salpicaba y
chorreaba, y la luz de las antorchas chisporroteaba hasta adquirir un
color enfermizo.
“¡Uno menos!”.
La voz de conteo fue acompañada por un impresionante chorro de agua
mezclada con rojo.
Cada vez que la luz de la antorcha destellaba en la espada de Gieve, la
sangre y el agua formaban una cascada invertida. Si el hombre de la
máscara de plata estuviera presente en esta escena, seguramente no
podría pasar por alto este despliegue de habilidad con la espada. Aun
así, para cuando el quinto caballero había caído ante el destello de su
espada, Gieve también había desperdiciado una cantidad considerable
de tiempo y energía.
No habían sido malos rivales.
“Muy bien, ¿Voy a rescatar a esa reina mentirosa, o me detengo ahora
que ya he cumplido y he ganado mis dinares?”.
Gieve se acarició la barbilla mientras deliberaba, y al final eligió un
tercer camino.
Seguiría el acueducto hasta el palacio y aprovecharía el caos para
servirse del tesoro. Mientras sólo se tratara de él, confiaba en poder
protegerse sin importar lo que ocurriera.
Justo cuando se alejaba, Gieve se detuvo de nuevo. Registró los cuerpos
de los lusitanos que acababa de abatir y salió con varias bolsitas de lana
en la mano. Tras abrirlos para confirmar la presencia de moneda
lusitana, realizó un descarado gesto de homenaje.
“Los muertos no necesitan estas cosas. Les daré un buen uso, ¡Así que
gracias!”.
Los muertos, por supuesto, no tuvieron respuesta para él, pero a Gieve
tampoco pareció importarle. Pasó por encima de los cadáveres y
comenzó a precipitarse por la oscuridad del acueducto para regresar a
Ecbatana.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 105


La heroica leyenda de Arslan

La capital en llamas (v)

Mientras se desarrollaba el incidente en el palacio, el marzban Saam


dirigía las defensas en las puertas. Esa noche, el ataque del ejército
lusitano fue especialmente agresivo. Escalaron las murallas bajo una
lluvia de flechas, arrastrados por una oleada tras otra de ataques, sólo
para reagruparse y reanudar su asalto cada vez.
Por supuesto, todo esto ocurría de acuerdo con las acciones del hombre
de la máscara de plata en los acueductos subterráneos. No tenían
intención de permitirle al ejército parsiano ni siquiera la más mínima
pista de lo que estaba ocurriendo.
Cuando los cuerpos de sus muertos se amontonaron al pie de las
murallas, los lusitanos se limitaron a levantar escaleras sobre los
cadáveres y continuaron su asalto.
Cuando el palacio ardió, ya había pasado la mitad de la noche. Al
presenciar este espectáculo desde lo alto de las murallas, Saam entregó
el mando de las defensas a un subordinado y descendió solo para saltar
sobre un caballo y galopar hacia el palacio.
El humo envolvió al palacio. El sonido de las espadas chocando resonó
por todas partes. Saam saltó de su caballo y despachó a un par de
asaltantes que reaccionaron con lentitud, pero se quedó paralizado, sin
poder reaccionar, ante la aparición de un tercero.
“Tú... Tú... ¡Kharlan!”.
Con su espada manchada de sangre aún en la mano, Saam miró atónito
a su antiguo camarada. Pero sólo por un momento. ¿Acaso no habían
dicho lo mismo las tropas medio muertas que habían regresado
rezagadas de Atropátene? Habían afirmado que su bando había sufrido
una gran derrota por culpa de Kharlan, que se había convertido en un
traidor. Aunque no lo creyó en su momento, la respuesta de quién era él,
entre inocente y culpable, había tenido razón, estaba ahora ante sus
propios ojos.
Saam levantó el brazo con una ráfaga de viento.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 106


La heroica leyenda de Arslan

Las espadas chocaron. Las chispas bailaron en la penumbra. Al


momento siguiente, las posiciones de los dos hombres se habían
intercambiado.
Kharlan demostró ser más rápido en su segundo intercambio. La espada
de Saam atravesó el viento nocturno, demasiado tarde para atacar, pero
consiguiendo al menos una defensa exitosa, salvando así su propio
cuello.
A través del humo y los gritos de los cortesanos, su feroz encuentro
continuó. El yelmo de Kharlan salió volando; la armadura de Saam se
resquebrajó. Sus espadas se cruzaron en un ángulo incómodo; bajo esas
estrechas limitaciones, sus miradas se cruzaron de repente. ¿Cuántos
golpes habían intercambiado ya? Ninguno de los dos llevaba la cuenta.
“Kharlan – tú – ¿Por qué has vendido tu propio país?”.
“Tengo mis razones, pero gente como tú nunca lo entendería”.
“Oh, pero por supuesto. ¿¡Cómo podría alguien entender eso!?”.
Sus espadas se apartaron. Los hombres se separaron agitándose. Saam
entró en pánico, dándose cuenta de que había sido completamente
rodeado por la gente de Kharlan – aunque todavía no se había dado
cuenta de que detrás de él se encontraba ahora el hombre de la máscara
de plata, con una lanza en la mano. Por el contrario, Kharlan ganó
confianza.
“¡Ríndete, Saam! Si te conviertes a la fe de Yaldabaoth, te dejarán
conservar esa miserable vida tuya, ¡Junto con tu posición!”.
“¡Qué absurdo – que un perro esté murmurando sin parar sobre las
creencias de la condición humana!”.
Mientras le maldecía, Saam lanzó su espada hacia la cara de Kharlan.
Kharlan se arqueó para evitar el ataque. En ese momento, Saam, que no
era de los que perdían la oportunidad, aprovechó el espacio que se había
abierto y se abalanzó. De un solo golpe cortó a los caballeros alineados
ante él como una hilera de velas, sin dejar ni un solo rastro de estorbo
humano. Parecía que Saam había logrado romper el cerco.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 107


La heroica leyenda de Arslan

Fue entonces cuando el hombre de la máscara de plata empujó la lanza


que empuñaba. Esa larga y pesada arma atravesó la armadura de Saam,
atravesó su espalda y salió por su pecho. Mientras él vacilaba, aturdido
y sin palabras, otro par de caballeros lo alcanzaron y le clavaron sus
espadas.
Durante un tiempo, Saam permaneció allí, con el torso atravesado por
una lanza y dos espadas. Luego, con un fuerte estruendo, se estrelló
contra el pavimento de piedra.
“... Qué lamentable”.
El murmullo del hombre de la máscara de plata, arrastrado por el viento
nocturno, no pudo ser escuchado por ninguno de los presentes; tal vez,
entonces, fue porque compartía el mismo sentimiento que Kharlan
respondió con una inclinación de cabeza propia. Contemplando el
cuerpo caído de su antiguo camarada, su expresión vaciló ligeramente, y
se arrodilló, buscando el pulso de Saam.
“Mi palabra. ¡Incluso así, todavía se aferra a la vida!”.

Los soldados lusitanos atravesaron las puertas que Kharlan había


abierto. Los habitantes de Ecbatana gritaban y lloraban en sus intentos
de escapar, sólo para ser derribados por los caballos, con los cráneos
destrozados cuando los jinetes enemigos les clavaban sus lanzas en la
espalda. No importaba si eran mujeres o niños. Cada pagano muerto les
acercaba un paso más al Cielo.
Garshasph se esforzaba desesperadamente por detener el torrente de
personas y caballos. Mientras les gritaba reproches a los subordinados
que se agolpaban a sus pies, blandía su espada y ponía a su caballo
delante de los invasores para intentar bloquear su paso.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 108


La heroica leyenda de Arslan

Sin embargo, en ese mismo momento, una lanza lusitana salió disparada
y atravesó el pecho de su montura. Con un grito agudo, el caballo se
desprendió de su jinete y cayó al suelo.
El arrojado Garshasph acababa de conseguir levantarse a medias del
suelo cuando las cuchillas lusitanas cayeron sobre él desde arriba, por
detrás, por delante y por los lados. El orgulloso Marzban no era ahora
más que un trozo de carne ensangrentada.

La fresca brisa nocturna llevó el hedor de la sangre hasta los distritos


comerciales de Ecbatana.
Borrachos de sangre y alcohol, los soldados lusitanos arrastraron los
cuerpos de las mujeres mientras pisoteaban los cadáveres de los
ciudadanos.
Desde un rincón del palacio, el hombre de la máscara de plata observó
las ensangrentadas calles.
“Disfruten de la victoria de hoy mientras puedan, bárbaros lusitanos”.
Aunque supuestamente eran sus aliados, los lusitanos no se libraron del
desprecio en el murmullo del hombre de la máscara de plata.
“Cuanto más se entreguen ustedes, bárbaros, a ese jolgorio sangriento y
vulgar, más buscará el pueblo de Pars un salvador. Un héroe, que los
eche de esta tierra y restaure la gloria del reino. Cuando llegue ese
momento, ustedes, bastardos, pagarán por los crímenes de este día”.
Debajo de él, otro grupo de soldados lusitanos pasó corriendo. Sin duda,
planeaban saquear el Gran Templo. Los que no temían la autoridad del
rey parsiano, naturalmente, tampoco temían el poder de sus dioses.
Además, creían que era una causa justa destruir semejante baluarte de la

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 109


La heroica leyenda de Arslan

idolatría en nombre de su propio Dios. Por fin, las puertas del Gran
Templo fueron destruidas y todos irrumpieron a la vez.
A su izquierda y a su derecha estaban dispuestas las estatuas de varias
divinidades del panteón parsiano.
Coronada de oro y ataviada con una túnica de piel de castor estaba la
diosa de todas las aguas, Anahita 45, a la que también se la conocía como
la diosa del nacimiento.
El caballo blanco con crines doradas era un avatar del dios de la lluvia
Tishtrya 46. El que tenía las alas de un cuervo gigante en lugar de las
manos era el dios de la victoria Verethragna 47.
La diosa de la belleza y la suerte era la deidad guardiana virginal, la
brillante Ashi 48. Y por último, el de las mil orejas y de los diez mil ojos,
que conoce todo lo que hay en los cielos y todo lo que hay entre los
hombres. Mithra 49, dios de la alianza y de la lealtad, adorado también
como dios de la guerra.
Alrededor de estas estatuas los soldados lusitanos gritaron y se
reunieron, bajándolas de sus plataformas una tras otra. Las estatuas
estaban hechas de distintos materiales. Algunas estaban talladas en
mármol; otras habían sido fundidas en bronce y recubiertas en oro.
Las figuras de mármol se hicieron añicos al caer al suelo. Los bronces
fueron despojados de su oro a golpe de espada y a mano. “¡Dioses
paganos!”, “¡Demonios malignos!”, proclamaron los soldados, junto con
otras expresiones de su fe, incluso mientras acumulaban láminas de oro
en sus pechos y escupían en las caras de las estatuas.
“Los cerdos serán cerdos, supongo”.

45
Aredvi Sura Anahita, es el nombre de una figura cosmológica indo-iraní, venerada como la divinidad de las
aguas, asociada con la fertilidad, la virginidad, la sanación y la sabiduría.
46
Tishtrya o Roozahang es el nombre en avéstico de una divinidad benevolente de Zoroastro asociada con la
lluvia y la fertilidad que traen vida.
47
Era el dios de la victoria en la mitología persa. Era la personificación del triunfo agresivo. Tenía diez
encarnaciones o aspectos, un viento, un toro con los cuernos de oro, un camello, un jabalí, un carnero, un pájaro,
un joven de quince años, un hombre con una espada de oro, un caballo blanco y un macho cabrío.
48
Ashi es una divinidad en la jerarquía zoroastriana de yazata
49
Mithra era un dios solar de Persia, cuya adoración se difundió más tarde en la India y el Imperio romano.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 110


La heroica leyenda de Arslan

El sonido de una fría risa burlona hizo que sus movimientos se


detuvieran de repente. La figura de un solo joven parsiano se alzaba
entre las estatuas caídas.
“Convertir cruelmente las estatuas de tan bellas diosas en un estado tan
lamentable, ¿No indica eso su bien sabida deficiencia estética? ¿No es
una prueba de lo bárbaros que son?”.
Los soldados lusitanos se miraron entre sí. Entre ellos, uno que entendía
el parsiano como lengua franca de la Gran Ruta Continental, gritó
airadamente a su vez.
“¿De qué estás hablando? ¡Herético adorador de ídolos! Con el
advenimiento del único y verdadero dios Yaldabaoth al final de los días,
todos ustedes, malditos paganos, caerán en las profundidades del
infierno por el resto de la eternidad. Ni siquiera tendrán la oportunidad
de lamentarse entonces”.
“¿Quién querría vivir en un cielo plagado de cerdos lusitanos como tú?”.
Incluso cuando el joven –Gieve– escupió esa réplica venenosa, se movió
para poder desenfundar su espada en cualquier momento. Los soldados
lusitanos comenzaron a rodearlo, con las espadas erguidas en sus
manos.
“La encantadora Ashi, Señora de la Suerte, que guarda los manantiales y
humedece la tierra; ¡Escúchame, oh diosa!”.
Como si dedicara un verso a una belleza, Gieve levantó el rostro hacia el
cielo.
“Aquí está uno de tus adherentes, de rostro fino y forma bendita, a
punto de ser asesinado por unos humildes cerdos lusitanos. Si tienes
corazón, te lo ruego, concédeme tu protección”.
Los que entendían el parsiano se enfurecieron; incluso los que no
entendían se alteraron. Uno de ellos, que parecía el capitán de los
soldados, blandió una espada en señal de ataque.
La hoja de Gieve pintó una medialuna plateada cuando el capitán
lusitano se movió cerca, como un destello de luz de luna, lanzando su
espada en lo alto del cielo nocturno. El capitán, tan rápidamente

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 111


La heroica leyenda de Arslan

derrotado, seguía de pie, indefenso y estupefacto, cuando Gieve se lanzó


directamente a su lado.
Retorciendo el brazo derecho del capitán con la mano izquierda, Gieve
dirigió su propia espada hacia los aturdidos lusitanos con la mano libre
y comenzó a descender un conjunto de escaleras de piedra, paso a paso.
Los soldados lusitanos, intercambiando miradas de pánico e inquietud,
retrocedieron, encogiéndose. Ya se habían dado cuenta de que aquel
muchacho de cara bonita, tan caradura en su forma de hablar y de
comportarse, era en realidad un espadachín de una destreza asombrosa.
Mejor que su capitán muriera, quizás, que sufrir una derrota igual de
abrumadora a sus manos.
“No se atrevan a moverse, malditos bárbaros”.
Gieve continuó amenazando a los lusitanos en un tono medio cantoso.
“Den un paso más y su capitán se encontrará con una cabeza menos. Por
cierto, los que entiendan de humanos deberían traducir para sus
compañeros cerdos”, continuó, diciendo prácticamente lo que quería.
“Ahora bien, oh adorable diosa Ashi. He conseguido barrer un poco sus
molestias. Y ahora pienso hacer que estos cerdos se arrepientan de sus
pecados. Por favor, acepta con gusto estos bienes que han saqueado de
la población parsiana y del palacio como sus ofrendas a ti”.
Gieve levantó la voz.
“Ese cerdo de allí. Manto. Fuera. Ahora recoge todo el botín que tus
compañeros han reunido. Si tienes alguna queja, recuerda lo que dije
sobre la altura de tu capitán...”.
Viendo que daba igual que les gustara o no, los lusitanos, totalmente
derrotados, ni siquiera pensaron en desobedecer.
Cinco minutos más tarde, Gieve había obligado al capitán, cargando con
todo el botín que llevaba en el manto, a bajar a los canales subterráneos.
Fuera de la gruesa puerta, los lusitanos estallaron tardíamente en un
alboroto, pero para entonces ya no eran ni siquiera una molestia menor.
Al llegar a un lugar adecuado, Gieve noqueó al capitán con la
empuñadura de su espada, lo tumbó contra una pared y se cargó él

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 112


La heroica leyenda de Arslan

mismo el fardo del botín, antes de reaparecer en medio de un bosque a


las afueras de la ciudad. El humo seguía saliendo de la capital, así como
en la dirección opuesta.
Probablemente los lusitanos estaban arrasando otra aldea mientras
seguían saqueando y masacrando. Por la mañana, cientos de cabezas de
“paganos” estarían sin duda alineadas en picas ante las murallas de la
ciudad.
“Qué final tan lamentable”.
Cargado con sus bienes mal habidos, Gieve siguió caminando,
considerando dónde podría conseguir un caballo.
“... Así, el rey-héroe Kai Khosrow se sentó en un trono de oro; y todos
los reyes de la vasta tierra se arrodillaron ante él en señal de obediencia;
y el Reino de Pars quedó unido...”.
Gieve tarareó para sí mismo un verso de la epopeya fundacional del
reino. Por el fuerte brillo de sus ojos, tan afilados como la luz de las
estrellas reflejada en una espada, se podía ver que su expresión había
perdido su alegre frivolidad anterior.
La caída de Pars era inevitable. Era una nación construida sobre las
cenizas de otras naciones; lo que nació de la ceniza sólo puede volver a
la ceniza. Sin embargo, aun así – ver a los bárbaros lusitanos pisoteando
las vastas tierras de Pars, matando y saqueando a su antojo, no era algo
que le sentara bien. (Su propia y modesta ganancia de la situación era
otro asunto completamente distinto). De una forma u otra, había que
darle una lección a esos bastardos.
Antes de que amaneciera del todo, Gieve dejó atrás el asunto de la
capital y desapareció en los últimos vestigios de la noche.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 113


La heroica leyenda de Arslan

La capital en llamas (vi)

En la actualidad, el palacio se había convertido en un coto de caza para


depredadores con armadura.
“¡Encuentren a la reina! ¡Captúrenla!”.
Los gritos y las pesadas pisadas de los lusitanos intrusos repiquetearon
sobre el embaldosado de mosaicos.
Puede que capturar a la reina consorte Tahamenay fuera el objetivo
oficial de los soldados lusitanos, pero mientras tanto, también estaban
ocupados en satisfacer sus propios deseos personales. Asaltaron a las
damas de la corte que huían y, tras matarlas, se apoderaron de sus
collares y anillos, saciando así sus tres deseos a la vez.
Por muy bárbaros que fueran con los paganos, su dios Yaldabaoth los
perdonaría. Esto lo habían garantizado sus clérigos. Su persecución de
los paganos era todo según la voluntad de Dios, y era su deber como sus
fieles. No tenían ninguna razón para dudar. Además, al hacerlo podrían
dar rienda suelta a sus propios impulsos bestiales...
Y así, el palacio se llenó de las estridentes risas de los vencedores y de
los desesperados lamentos de los vencidos. Los magníficos salones de
mármol que, antes de la partida del rey Andrágoras al frente, habían
estado llenos de tanto esplendor y lujo, se transformaron en pantanos de
sangre y desgracia.
El hombre de la máscara de plata se paseaba por el palacio, solo. Su
objetivo, sin embargo, no era en absoluto el mismo que el de los
soldados lusitanos. Aunque sus botas de cuero estaban empapadas de
sangre al pisar cuerpos desmembrados, no se inmutaba en lo más
mínimo. Nadie podía oír los murmullos que se escondían tras su
máscara.
“Esa mujer no puede haber esperado que Ecbatana cayera tan
rápidamente. Debe haber pretendido que esa doble atrajera la atención
lusitana lejos de ella, mientras que ella misma escaparía sólo después de
que bajaran la guardia. Si ese es el caso, debe haber alguna cámara
oculta u otro pasaje secreto en alguna parte...”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 115


La heroica leyenda de Arslan

El hombre de la máscara de plata dejó de pasearse. Una de las pesadas


cortinas que había sido cortada por la mitad se retorcía como una oruga.
Después de comprobar que no había otros lusitanos en las
inmediaciones, el hombre de la máscara de plata se acercó y arrancó la
cortina, dejando al descubierto una única figura encogida.
Era un hombre de mediana edad vestido con la vestimenta de un
magpat, un sumo sacerdote. Aquellos ropajes sacerdotales de oro y
púrpura llamativos no destacaban en absoluto la santidad del hombre
grasiento, sino más bien su mundanidad.
“¡Convertiré! ¡Me convertiré!”.
Antes de que el hombre de la máscara de plata pudiera abrir la boca
para hablar, el sacerdote ya se había tirado al suelo, arrastrándose.
“Haré que mis discípulos se conviertan también. Es más, haré que todos
los sacerdotes de la nación juren lealtad a Yaldabaoth. Así que te lo
ruego, ¡Por favor, perdóname!”.
Con el comportamiento de quien ignora los chillidos de un cerdo, el
hombre de la máscara de plata estaba a punto de alejarse cuando el
sacerdote volvió a hablar, con una voz a la vez aduladora y astuta.
“A decir verdad, en lo que respecta a la cuestión de dónde se ha
escondido la reina Tahamenay, tal vez pueda ser de alguna ayuda”.
A pesar de hacer una mueca de dolor ante la mirada despiadada que le
dirigió el hombre de la máscara de plata, el desvergonzado sacerdote
procedió a contarlo todo.
“Ahora que te he informado de esto, por favor, trata el asunto de mi
conversión y salvación como creas conveniente, por favor, oh, por
favor”.
“... Muy bien. Como quieras”.
Y así la reina consorte Tahamenay fue vendida a su enemigo por este
sumo sacerdote, a cambio de toda clase de privilegios y favores.
Cuando la sacaron, junto con varias de sus damas, de una sala secreta
bajo la bodega, la reina consorte miró fijamente al hombre de la máscara
de plata con frío desagrado. También el hombre le devolvió la mirada.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 116


La heroica leyenda de Arslan

“Así es, esta es la mujer. Aquella con la que Andrágoras estaba tan
obsesionado, la consorte de Badakhshan...”.
Su voz era como agua estancada extraída de los pozos más profundos de
la memoria. Aunque la expresión de Tahamenay no decayó, sus mejillas
palidecieron notablemente.
“No has cambiado en absoluto desde ese entonces. Sólo nutriéndote de
las vidas y destinos de innumerables hombres puedes haber conservado
tal belleza, ¡Oh, monstruo!”.
Las profundidades inimaginables del odio que se escondía en su insulto
provocaron escalofríos a todos los presentes.

Dos banderas ondeaban al frente de Ecbatana. Una era la bandera


nacional de Lusitania y la otra el estandarte de Yaldabaoth. Las dos se
diferenciaban únicamente en el color de sus fondos; por lo demás, sus
diseños eran idénticos. En el centro había un emblema plateado formado
por dos franjas horizontales cortas cruzadas por una franja vertical más
larga. El borde también estaba forrado de plata. El estandarte nacional
era de color rojo, mientras que el religioso era negro. El rojo para
significar la autoridad terrenal; el negro para representar la gloria del
cielo.
Los generales lusitanos conversaron mientras miraban las banderas.
“Parece que ese tipo con la máscara de plata ha capturado a la Reina
Tahamenay”.
“¿Oh? Capturar a la pareja real él solo, ¿Eh? Qué logro tan
impresionante”.
“Ese hombre, ¿Acaso se ha dedicado realmente desde el fondo de su
corazón a nuestro Reino de Lusitania después de todo?”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 117


La heroica leyenda de Arslan

“Hmph, si ese fuera el caso, entonces ¿Por qué no le ha revelado aún a


los parsianos que su rey es ahora su cautivo?”.
Surgieron voces que expresaban incredulidad, sospecha y desagrado.
“Si los malditos tontos supieran que su propio rey ha sido capturado,
sería un gran golpe para su moral. Esos paganos parsianos perderían
por completo su voluntad de resistir. Así de fácil, toda la ciudad
capitularía. Entonces, ¿Por qué no ha actuado? Es lo mismo que con esa
vía de agua subterránea secreta. Entrando a hurtadillas sólo él y sus
propios hombres, ¡Mientras nos hace participar en un ataque de fuerza
bruta!”.
“Apuesto a que sólo quiere todo el crédito para sí mismo. No es nada
entrañable, pero es comprensible, al menos”.
“Supongo que es algo así. Sin embargo, uno no puede evitar preguntarse
si está ocultando algún tipo de complot”.
... Aunque el hombre de la máscara de plata no pudo oír nada de esto,
probablemente no les habría prestado atención aunque lo hubiera oído.
El hombre de la máscara de plata estaba en ese momento llevando a la
reina consorte capturada Tahamenay ante el rey lusitano, Inocencio VII.
Se encontraban en la sala de audiencias, una espaciosa habitación de la
que acababan de retirar apresuradamente la sangre y los muertos.
El rey Inocencio VII de Lusitania no tenía el aspecto de un poderoso
conquistador o de un diabólico invasor. Era ciertamente alto y bien
construido, pero tenía una mala complexión, y su piel carecía del brillo
de la vitalidad. La pasión emanaba de sus ojos, pero esa pasión no
estaba dirigida a nada de la tierra.
Podría describirse como el modelo mismo de la devoción como seguidor
de Yaldabaoth. No bebía ni consumía carne. Practicaba el culto tres
veces al día, y lo había hecho durante treinta años sin falta. Cuando tenía
diez años, había caído gravemente enfermo, y en ese momento juró lo
siguiente: Hasta que no hubiera destruido hasta la última nación pagana
del país y hubiera erigido templos a Yaldabaoth en todas sus capitales,
nunca se casaría. Incluso ahora, a los cuarenta años, seguía sin casarse.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 118


La heroica leyenda de Arslan

“Todos los textos obscenos que contradigan las sagradas escrituras serán
quemados; hasta el último pagano será borrado de la faz de la tierra”.
Tal había sido su credo de toda la vida. Llevaba quince años gobernando
y en ese tiempo había matado a unos tres millones de paganos -incluidos
niños- y quemado alrededor de un millón de volúmenes de textos sobre
brujería, ateísmo y cultura extranjera. A los eruditos que insistían en que
“Dios no existe” se les extrajo la lengua. Los amantes sorprendidos en
reuniones clandestinas en los templos de culto fueron quemados al rojo
vivo, empalados en gigantescos pinchos de hierro para que “los dos se
convirtieran en una sola carne”.
Si un rey tan fanático se cruzaba con una reina pagana, el único
resultado posible era seguramente la más cruel de las ejecuciones. Sin
embargo, las expectativas de sus vasallos se quedaron cortas.
Al contemplar el rostro de Tahamenay, el rey lusitano guardó silencio
durante algún tiempo. Poco a poco, la evidencia de un profundo
impacto comenzó a impregnar su rostro y, en poco tiempo, todo su
cuerpo se estremeció.
Varios de sus vasallos intercambiaron miradas. Mientras la sombra de la
desgracia se cernía sobre sus corazones, contemplaban en un silencio
constreñido a su propio rey y a la reina de su destruido enemigo.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 119


La heroica leyenda de Arslan

Capítulo 4: Bellas y bestias

Bellas y bestias (i)

Cuando el rey Inocencio VII partió por primera vez de su verdadera


patria, se decía que la fuerza militar completa del ejército lusitano
consistía en una caballería de 58.000, una infantería de 307.000, y una
marina de 35.000, para un total de 400.000. De ellos, 32.000 se habían
perdido durante la subyugación de Maryam, y sin tener en cuenta los
más de 50.000 perdidos en Atropátene, 25.000 habían muerto en el
asedio de Ecbatana, reduciendo su número a menos de 300.000.
Cuando la tormenta de matanzas y saqueos se asentó, los principales
generales del ejército lusitano no tuvieron más remedio que empezar a
elaborar estrategias a largo plazo para subyugar al resto del reino
parsiano. Fue en ese momento cuando llegó un único mensaje, y los
sumió a todos en un frenesí como no se había visto desde que partieron
de Lusitania.
En este mensaje, su rey Inocencio VII proclamaba su deseo de casarse
con la reina Tahamenay de Pars.
“De todas formas, ¿Cuántos años tiene la reina parsiana?”.
“Bueno, debe tener unos treinta años más o menos. De una edad no
impropia de Su Majestad, al menos”.
“Esa no es la cuestión aquí. Esa mujer es la reina consorte de otro reino,
por no hablar de una pagana. Para empezar, ¿No debería ser impensable
un matrimonio así?”.
Intrigados por este inesperado acontecimiento, los generales se
reunieron de inmediato ante el rey para persuadirle de la temeridad de
su deseo.
“Tahamenay, reina de Pars, es una mujer muy poco propicia. Todos los
hombres que se relacionan con ella acaban por caer en la desgracia”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 120


La heroica leyenda de Arslan

“Mientras no sea pagana, mientras no sea la esposa de otro hombre, Su


Majestad tiene la autoridad de hacer a cualquier mujer su reina. Elija
entre las mejores bellezas de Lusitania”.
El rey se enfurruñó. Había sabido desde el principio que era un deseo
imposible. Al ver el comportamiento del rey, un general presionó
enérgicamente sin pensarlo.
“El príncipe Keyumars de Badakhshan, el ministro del príncipe, el rey
Osroes V de Pars y Andrágoras III. Estos desafortunados hombres,
hechizados por la belleza de Tahamenay, terminaron todos en la muerte.
Aun sabiendo esto, ¿Desea Su Majestad convertirse en el quinto?”.
El rey Inocencio, como si estuviera sorprendido, permaneció en silencio.
El rey siempre había sido obtuso, y en su interior ahora el miedo
supersticioso parecía luchar con una fijación extrema. Por fin, el rey dijo:
“Sin embargo, esos desgraciados eran todos y cada uno de ellos paganos
desfavorecidos por Yaldabaoth, ¿No es así? Puede ser que Dios mismo le
haya puesto estas pruebas. Tal vez esté destinada a convertirse en una
devota esposa de Yaldabaoth”.
Y eso fue todo. Los generales no pudieron protestar. Chasqueando la
lengua en señal de consternación ante el obsesivo sofisma del rey, se
retiraron por el momento a esperar la siguiente oportunidad adecuada
para protestar.

Oro, diamantes, esmeraldas, rubíes, zafiros, perlas, amatistas, topacios,


jade, marfil... la montaña de objetos de valor del tesoro parsiano
deslumbró a los ojos de los lusitanos. Se preguntaban cómo podían
haber triunfado sobre una nación tan poderosa y rica. Incluso si toda
Lusitania fuera exprimida, no se podría amasar semejante fortuna. Esta
fue la razón de su agresiva expansión territorial.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 121


La heroica leyenda de Arslan

Los caballos de uso exclusivo del rey y su consorte estaban perfumados


con azafrán en sus crines y cabezas. Las antorchas perfumadas
iluminaban también los caminos de los patios; todas las antorchas
habían sido empapadas en almizcle.
El tesoro del palacio no había sido objeto de los saqueos de los soldados
lusitanos. Esto se debía a que, a diferencia de las demás estancias del
palacio o de las casas de los ciudadanos, el tesoro estaba prohibido, y
cualquiera que lo intentara sería condenado a morir en la hoguera.
Durante la inspección inicial del tesoro por parte del rey, los generales
que le acompañaban gritaron de asombro.
“¡La riqueza de los parsianos supera incluso los rumores!”.
“¡Todo pertenece a Dios! De ninguna manera caerá en manos de gente
como tú”.
La genuina piedad del rey causó mucho disgusto a sus generales.
Por supuesto, su razón oficial para abandonar su patria indigente, seca y
rocosa para invadir estas naciones paganas, por lo demás sin problemas,
era barrer hasta el último pagano existente para la gloria de Yaldabaoth.
Sin embargo, ya se había ganado Atropátene, y se había destruido la
capital Ecbatana, y se había alcanzado la gloria de Dios. ¿No era ahora el
turno de los mortales de beneficiarse?
Todo va a Dios, declaraba el rey en su fe ciega, pero al final los que
gestionaban estas mercancías para Dios eran los “hombres santos”
representados por Bodin. ¿Y qué podían alegar ellos para contribuir a
estas victorias y conquistas?
Esto, junto con el asunto de la reina Tahamenay, hizo que el
resentimiento contra el rey se agudizara entre los generales, que
depositaron sus esperanzas cada vez más en otro miembro de la realeza,
el duque Guiscard.
Como hermano menor del rey, Guiscard poseía más títulos de los que
podía contar: Duque, Caballero Comandante, General, Señor
Gobernador, etc. Era tan alto como su hermano el rey, pero su figura era
mucho más juvenil y definida, y tanto su mirada como sus movimientos
rebosaban vigor. A diferencia de su hermano, que sólo miraba a Dios y

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 122


La heroica leyenda de Arslan

al clero, él se preocupaba mucho más por los asuntos terrenales y


humanos. Si planificaba cuidadosamente esos asuntos y acumulaba
riquezas materiales, sólo así podría haber una vida que se considerara
digna de ser vivida por él.
El rey Inocencio, o “El Poseído”, como le llamaba su hermano pequeño,
nunca había tenido la capacidad de llevar a cabo una campaña ni
siquiera a través del tercio occidental del continente, para empezar. Ante
la pregunta: “¿Qué haremos para abastecernos, oh, hermano mío?”, era
el tipo de hombre que respondería: “Dios hará llover maná de los cielos
sobre sus seguidores”.
Al final, quien organizó aquel ejército de 400.000 personas, dispuso los
suministros, preparó la flota naval, trazó su rumbo y dirigió el combate,
llevando a sus generales a la victoria, fue el propio duque Guiscard. Lo
único que hizo su hermano real fue rezar a Dios por la victoria, sin
comandar a ni un solo soldado. Lo más increíble era que ni siquiera
montaba su propio caballo, sino que había llegado hasta aquí llevado en
carruajes y literas 50.
Soy yo el verdadero rey de Lusitania; también fui yo quien logró la conquista de
Pars, pensó Guiscard, mientras expresaba su simpatía por los generales
descontentos que habían acudido a él.
“Comprendo bien sus sentimientos. Yo también me he sentido así
durante algún tiempo – que mi hermano el rey es demasiado generoso
con aquellos clérigos que no le ofrecen más que un servicio de
adulación, mientras que pasa por alto a veteranos tan meritorios como
ustedes...”.
La voz del príncipe real Guiscard era baja, pero apasionada. Avivaba el
descontento de los generales en gran parte por sus propias ambiciones,
pero lo que decía no era mentira. El arzobispo Bodin, ese agitador que
siempre estaba al lado del rey, era una fuente particular de indignación.
“Su Alteza Real, tome por ejemplo a ese cura Bodin. Subyugar a los
paganos, erradicar a los herejes, cazar brujas... todo es una excusa para
torturar y masacrar a los que no pueden resistirse. Ni siquiera una vez
50
Litera es una especie de silla de manos prolongada y cerrada con ventanas y portezuela en la que se
transportaba a una o dos personas. Constaba de dos varas que se colocaban sobre dos caballerías situadas una
delante y otra detrás o bien eran agarradas por porteadores que la sostenían a pulso.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 123


La heroica leyenda de Arslan

ha estado en el campo de batalla y ha cruzado las espadas con el propio


enemigo. ¿Por qué se le permite a un hombre como él toda la riqueza y
el poder que desea, incluso mientras el resto de nosotros nos esforzamos
y arriesgamos nuestras propias vidas?”.
“También está el incidente de antes. Por muy pagano que fuera, ese
Shapur era, sin embargo, un héroe digno de respeto. Si hubiera tenido
las manos libres, un hombre del calibre de Bodin habría sido aplastado
como un pollito. Hacer una escena con todo ese griterío y agitando su
vara lo hacía tan antiestético como un mono enloquecido”.
La ira de los generales sobre estos diversos asuntos, junto con su
agitación general, sirvió como una fuente de información muy valiosa
para Guiscard. Se hizo bastante tedioso, pero no se podía descartar sus
preocupaciones sin más.
Al enterarse de que su hermano se había enamorado de la reina
parsiana, la reacción inicial de Guiscard fue reírse fríamente para sí
mismo.
“¿Ese hermano mío, cautivado por una mujer? Al parecer, es imposible
que un hombre lleve una vida dedicada únicamente a Dios, después de
todo. Aun así, no importa, mejor una joven doncella que una ya
madura...”.
Así, despertada la curiosidad, Guiscard echó un vistazo a la reina
cautiva Tahamenay, y descubrió que ya no podía reírse de su hermano.
No era sólo una cuestión de belleza física; era como si la propia
Tahamenay emanara algún gran poder, un carisma seductor que
afectaba a todos los que se acercaban a su presencia.
Esta vez, mientras Guiscard meditaba en privado, vino alguien a
aconsejarle. Se trataba del hombre encargado extraoficialmente de las
operaciones bajo el mando de Guiscard, el responsable de guiar a sus
fuerzas expedicionarias, un hombre cuya verdadera apariencia ni
siquiera el propio Guiscard conocía. Este hombre, que nunca se quitaba
la máscara de plata en presencia de los demás, advirtió al duque de
manera insistente: “Si Su Alteza Real logra todo lo que se propone, no
sólo una, sino varias mujeres hermosas se convertirán en suyas. ¿Qué

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 124


La heroica leyenda de Arslan

razón hay para que se fije en esta mujer de una nación caída, que
pertenece a otro?”.
“... Mm, supongo que es cierto”.
Como si se deshiciera de cualquier remordimiento persistente, Guiscard
asintió con la cabeza y engulló una copa de vino antes de ir a ver a su
hermano el rey. A la hora de la verdad, la mayor diferencia entre él y su
hermano era probablemente su capacidad para rendirse.

Bellas y bestias (ii)

Incluso alguien como Inocencio VII, que había utilizado a Dios y al


destino para justificarse ante sus generales, probablemente no se atrevió
a apelar directamente a Dios en este asunto. Había estado preocupado
por sí mismo en la alcoba de Andrágoras, de la que se había borrado
todo rastro de sangre.
Como se abstenía por completo del alcohol, la copa de plata colocada
sobre la mesa de sándalo rojo importada de Serica no contenía más que
agua azucarada. Esta era una de las cosas que Guiscard encontraba
fastidiosas de su hermano mayor. Sin embargo, conteniendo sus
sentimientos, Guiscard expresó su aprobación respecto al matrimonio
entre su hermano y Tahamenay.
“¿Ah, sí? ¿Lo apruebas?”.
El rostro taciturno de Inocencio VII estaba impregnado de alegría.
“Por supuesto que lo apruebo. Aunque no sólo por tu bien, hermano
mío. Si la reina de Pars se casara con el rey de Lusitania, reforzaría las
relaciones entre estas dos naciones nuestras”.
“En efecto, es como tú dices”.
El rey Inocencio tomó las poderosas manos de su hermano, sólo cinco
años menor que él, en su propia mano regordeta y débil.
“Aunque es lamentable que se haya derramado mucha sangre, lo que ya
ha pasado debe ser olvidado. El pueblo de Lusitania y el pueblo de Pars
deben unir sus manos en el nombre del único dios verdadero, y juntos

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 125


La heroica leyenda de Arslan

construir un reino de los cielos sobre la tierra. Para ello, mi matrimonio


con Tahamenay es ciertamente de máxima necesidad”.
Guiscard se quedó boquiabierto al ver la rapidez con la que su hermano
había conseguido tergiversar todo para justificarse a sí mismo. Unir las
manos estaba muy bien. Pero para los parsianos que habían sufrido un
dolor tan amargo, ¿Acaso “olvidar el pasado” era algo tan fácil de
conseguir? Tales eran los pensamientos que albergaba, pero lo que dijo
en voz alta era algo totalmente distinto.
“Ay, hermano mío, todavía hay dos o tres impedimentos menores para
tu matrimonio bendito”.
Al oírle decir eso, los ojos ansiosos del rey lusitano giraron de inmediato.
“¿Y cuáles podrían ser, mi querido hermanito?”.
“El primero y más importante es el arzobispo Jean Bodin. Como la reina
Tahamenay es una pagana, ese quisquilloso arzobispo ciertamente no la
aceptará. ¿Cómo vamos a tratar con él?”.
“Ya veo; sin embargo, esto se resuelve fácilmente ordenándole al
arzobispo que convierta a Tahamenay a la fe de Yaldabaoth. Si el
arzobispo lo desea, donaré la cantidad que desee del tesoro de Pars o de
algún otro, y si aún no es suficiente, de nuestro propio tesoro...”.
Deja ya esta mierda, juró Guiscard en su interior. Ese hermano suyo
simplemente no comprendía cuántos sacrificios habían hecho para
hacerse con “el tesoro parsiano o algo así”.
Después de terminar la conversación en un punto adecuado y
despedirse, Guiscard regresó a su propia habitación y bebió varias copas
de vino seguidas. Parecía que había bebido demasiada agua con azúcar,
pues se sintió mal del estómago.
Fue entonces cuando apareció el hombre de la máscara de plata, y
Guiscard balbuceó lo esencial de la discusión.
“Bien hecho”.
El hombre de la máscara de plata, elogiando al príncipe real, le susurró
veneno al oído.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 126


La heroica leyenda de Arslan

“Si Su Majestad el rey dona demasiado a ese Bodin, el descontento y el


malestar de los generales no hará más que aumentar. Y si Bodin sigue
aferrándose obstinadamente a su doctrina y obstruye el matrimonio del
rey, es casi seguro que incurrirá en el desagrado de Su Majestad. No
importa cómo evolucionen las cosas, Su Alteza no estará en desventaja”.
“Bien, eso es bueno. Pero aun así, mi hermano no entiende nada.
Innumerables enemigos permanecen dentro de Pars. No se sabe cómo se
moverán Misr, Sindhura y Turan a continuación. ¡Por no hablar del
matrimonio! Si esos bastardos se unen y atacan...”.
Guiscard cerró la boca. Su expresión cambió ligeramente al mirar al
hombre de la máscara de plata. Parecía que se le había ocurrido algo.
“Hablando de eso, seguro que fuiste de gran ayuda en la batalla de
Atropátene, ¿Eh?”.
“Me halaga”.
“Algunos dicen que la aparición antinatural de la niebla en Atropátene
fue causada por la brujería”.
No hubo respuesta.
“Esa niebla fue ciertamente conveniente. No importa qué estrategias se
nos ocurran, si no hubiera sido por esa niebla, probablemente no
habríamos derrotado al ejército parsiano”.
“¿No se dice en las enseñanzas de Yaldabaoth que la hechicería no
puede superar el poder de Dios? Debe haber sido la providencia
divina”.
“Hm...”.
Aunque no parecía del todo satisfecho con esto, quizás el vino embotó
su persistencia, pues Guiscard no siguió con el asunto, y el hombre de la
máscara de plata se despidió.
El hombre de la máscara de plata caminó rápidamente y sin vacilar por
los largos y confusos pasillos del palacio. Sin prestar atención a las
miradas de disgusto que le lanzaban los soldados lusitanos con los que
se cruzaba en su camino, y comenzó a murmurar para sí mismo como si
fuera una costumbre.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 127


La heroica leyenda de Arslan

“Cuando cayó Badakhshan, todavía esa mujer sobrevivió. Y ahora que


Pars ha caído, de nuevo sigue viva. Sin embargo, con la caída de
Lusitania, eso ya no será así. Cuando se haya ido al otro mundo, me
pregunto cómo piensa esa mujer enfrentarse a todos esos hombres que
murieron por ella”.
En una arcada a lo largo de un amplio claustro que mostraba signos de
devastación reciente, el hombre de la máscara de plata se detuvo.
Kharlan, tras dar una vuelta para confirmar que no había nadie más, se
inclinó.
“Kharlan, ¿Aún no has capturado al mocoso de Andrágoras?”.
“Mis más profundas disculpas. He ordenado a mis hombres que
empleen todos sus esfuerzos en la búsqueda, pero todavía no hemos
podido descubrir su paradero”.
“¿No te has vuelto flojo?”.
Aunque no fue en absoluto una reprimenda fuerte, el hecho de que
Kharlan se pusiera sombrío se debió a la voz de la persona de la máscara
de plata. Aquella voz volvía a estar en su estado más natural, un
sorprendente contraste con los tonos educados que había producido al
enfrentarse al príncipe real, el Duque Guiscard. Kharlan, con algo
parecido al miedo para cualquier posible espectador, volvió a doblar la
cintura profundamente.
“Al escuchar tales palabras, mi vergüenza no conoce profundidad. No
quise decepcionar...”.
Que un hombre de su tamaño se acobarde de esa manera no era propio
de un marzban.
“No, lo has hecho bien. No eres de los que se descuidan, ¿Verdad?
Ahora que lo pienso, Pars es enorme. Incluso la sombra de un naranjo es
suficiente para ocultar a un solo mocoso. Un solo mocoso solitario...”.
El hombre de la máscara de plata se quedó sin palabras. A un breve
silencio le siguió una breve risa. Los rayos del sol poniente se colaban
entre las hojas de los naranjos del patio, acariciando el lateral de su
máscara.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 128


La heroica leyenda de Arslan

... Al día siguiente, un solo caballero de rostro pálido, cuyo orgullo había
sufrido heridas más profundas que su cuerpo, cabalgó desde los
territorios de Kharlan, dirigiéndose a su señor en Ecbatana.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 129


La heroica leyenda de Arslan

Bellas y bestias (iii)

“Estoy verdaderamente avergonzado por lo que ha ocurrido. El príncipe


heredero Arslan y sus compañeros fugitivos escaparon de nuestro cerco
y han ocultado su actual paradero”.
Al mirar al subordinado que había acudido a él arrastrándose, los ojos
de Kharlan brillaron con una furia casi asesina. Siempre había tratado a
sus hombres con generosidad y equidad, por lo que le habían seguido
hasta ahora. Sin embargo, esta vez, Kharlan se vio obligado a reprimir el
impulso de patear en la cabeza a su subordinado que se arrastraba.
“¿Cómo se ha llegado a esta situación? Explícame claramente”.
Cuando Kharlan consiguió por fin recuperar la calma, ya había pasado
bastante tiempo.
Consciente de que si él seguía balbuceando excusas, la cólera apenas
contenida de su maestro estallaría sin duda, el subordinado sólo esbozó
lo esencial.
Como Arslan, escondido en el monte Bashur, no había bajado
inmediatamente de la montaña, los hombres de Kharlan habían
realizado una búsqueda en la propia montaña.
En ese momento, un solo leñador se presentó para informarles de que,
justo el otro día, había oído el sonido de una conversación humana
procedente de una cueva que debía estar deshabitada. Los hombres que
se escondían dentro estaban atando mensajes a las patas de palomas
para comunicarse con sus aliados afuera de la montaña. Según él,
parecía que planeaban actuar de forma concertada desde dentro y desde
fuera, y romper el bloqueo en la noche del día 14 de ese mismo mes.
Los hombres de Kharlan, exultantes por su buena suerte, se prepararon
para la noche del día catorce. Y así, mientras dormían profundamente la
noche del trece, el bloqueo se rompió. Aunque se levantaron de
inmediato para llevar a cabo su defensa, ni uno solo pudo hacer frente a
la valentía de Daryun, y su mando estaba todo desordenado, por lo que
al final la fuga tuvo éxito. Y para colmo, un hombre que se creía que era
Narsus dijo a los hombres de Kharlan lo siguiente: Estamos terriblemente

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 131


La heroica leyenda de Arslan

apenados, pero como estábamos encerrados en la montaña sin un calendario,


confundimos la fecha...
“En otras palabras, todos ustedes fueron completamente engañados. Ese
leñador probablemente fue pagado por ellos”.
“Sí...”.
“Ya sea Daryun o Narsus, ninguno de los dos puede ser considerado un
hombre ordinario. ¿No lo mencioné y les dije que lo tuvieran en cuenta?
¡Tontos inútiles!”.
Kharlan, revelando su descontento, reprendió airadamente a aquellos
hombres tan poco fiables. Esto era una prueba de su ansiedad y
malestar. Si Arslan, acompañado de Daryun y Narsus, se unía a las
tropas de Kishward desplegadas en el este y dirigía una carga hacia
Ecbatana, ¿Qué harían entonces? En cualquier caso, el ejército lusitano
sería derrotado, y ¿No quedaría entonces sin cumplir la gran ambición
de aquel digno personaje?
Aunque no es que Kharlan no temiera el nombre de Daryun, ahora que
las cosas habían llegado a esto no tenía más remedio que hacer su propio
movimiento.
Para solicitar la sanción oficial del duque Guiscard para desplegar
tropas, Kharlan se apresuró a recorrer los pasillos, pero no pudo evitar
escuchar las voces de los lusitanos que pasaban.
“Hmph, un traidor dándose esos aires...”.
“Uno de los conquistados, y ni siquiera un converso; pero antes de que
te des cuenta, se ha convertido en una especie de participante vital en
nuestros planes”.
“Parece que vender a tu propia casta como pagano es más un atajo para
el éxito que dar tu vida en la batalla contra esos mismos paganos. Aww,
seguro que nacimos en el lugar equivocado”.
Hablaron en voz alta, evidentemente para que Kharlan los oyera. El
marzban de Pars no los refutó. La humillación endureció su rostro.
El príncipe real, el Duque Guiscard estaba elaborando planes para
futuras divisiones territoriales y medidas de seguridad, tanto por el bien

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 132


La heroica leyenda de Arslan

de Lusitania como por el suyo propio. Cuando Kharlan acudió a las


oficinas del antiguo ministro que ahora estaban asignadas al príncipe, no
se le hizo esperar mucho, quizá porque el príncipe estaba justo en ese
momento de humor para divertirse.
Kharlan hizo una profunda reverencia al entrar en la sala y rogó al
príncipe real que le permitiera aplastar al príncipe Arslan y a su grupo.
“Arslan no es más que un niño inexperto, pero Daryun y Narsus son
una pareja que no puede ser subestimada”.
“¿Qué clase de hombres son?”.
“Narsus fue antiguamente un dibir real. El rey Andrágoras apreciaba su
astucia, pero ahora se ha retirado a la selva”.
“Hm...”.
“En cuanto a Daryun, Su Alteza Real probablemente ya lo conoce. Es el
hombre que rompió sin ayuda las filas lusitanas, aquel día en
Atropátene...”.
Por primera vez, Guiscard reaccionó. Arrojó su pluma de pavo real
sobre el escritorio.
“¡Así que era el caballero de negro!”.
“En efecto...”.
“Gracias a ese bastardo, varios de mis amigos y conocidos perecieron en
estas tierras paganas. ¡Me gustaría desollarlo vivo!”.
Kharlan guardó silencio.
“Dicho esto, es indudablemente un hombre de gran valor. Al
solicitarme, supongo que confía en sus perspectivas de victoria”.
“Un poco, sí”.
“¿Es así? Entonces adelante e inténtalo. Pero sólo si ustedes, los
parsianos, no pueden acabar con esto con sus propias manos, enviaré a
las tropas regulares lusitanas a limpiar después de ustedes”.
Guiscard había hecho sus propios cálculos. Si las facciones parsianas se
enfrentaban entre sí, Lusitania no estaría en desventaja. Y si el príncipe

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 133


La heroica leyenda de Arslan

parsiano era exterminado por manos parsianas, entonces los lusitanos


no tendrían que ensuciar a los suyos. Además, al levantar la mano
contra el príncipe, ya no habría vuelta atrás para Kharlan.
No podía decir lo que su hermano real o el arzobispo Bodin pensarían al
respecto, pero desde el principio no había habido ninguna razón para
borrar hasta al último parsiano de la tierra. Atraer a una décima parte de
los parsianos a su lado, y dejarles gobernar al noventa por ciento
restante. Repartir el gobierno de esta manera era mostrar la verdadera
sabiduría de un conquistador.
Un hombre como Kharlan debería ser desangrado y trabajado hasta los
huesos. Como mínimo, debería ser mucho más útil que Bodin y los de su
calaña. Si quería establecer su propio mérito, estaba perfectamente bien
darle la oportunidad de hacerlo.
Apoderarse de las tierras y de los ghulam de los parsianos, y luego
repartirlos entre los lusitanos. Esta era la base del plan de Guiscard, pero
un colaborador proactivo como Kharlan no podía ser agrupado con los
demás parsianos. Guiscard pretendía reconocer el derecho de Kharlan a
sus propios territorios, pero lo más probable es que se encontrara con la
oposición de los lusitanos.
“Esto no es una broma. ¿Por qué el conquistador debe favorecer a los
conquistados? ¿No debería el botín de los vencidos ir completamente a
los vencedores? Por esto hemos pagado con nuestra propia sangre. ¿De
quién más hay que preocuparse?”.
Los codiciosos y los miopes dirían esas cosas. Además, ese tipo de
personas solían ser mayoría y tenían una influencia considerable en todo
el mundo. Si no actuaba en consecuencia con estas circunstancias,
Guiscard no podría alcanzar sus verdaderas ambiciones.
“En cualquier caso, el asunto del príncipe Arslan es tuyo por el
momento. Haz un buen trabajo”.
“Le agradezco su amabilidad”.
“Por cierto, Kharlan”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 134


La heroica leyenda de Arslan

Guiscard parecía tener una pregunta inesperada. “¿Cómo se sentirían la


aristocracia y el mando militar parsianos si la reina Tahamenay de Pars
se convirtiera en la esposa del rey lusitano?”.
La expresión de Kharlan se quedó en blanco al responder.
“Esa dama nunca fue parsiana para empezar, sino la consorte de
Badakhshan. Todo el mundo debería recordar eso”.
“... Hm, supongo que es otra forma de verlo”.
Guiscard ladeó la cabeza, dudoso, pero no recordaba ninguna razón
para retener a Kharlan, por lo que lo despidió con un gesto de la mano.

Bellas y bestias (iv)

Cuando el bazar se restableció tras la caída de la ciudad, hubo un nivel


razonable de bullicio y una buena cantidad de bienes que cambiaban de
manos. Si no fuera por esto, la vida parsiana ya no sería sostenible.
Entre la multitud había una chica soltera.
Con una piel del color del trigo, un cabello como la seda negra y unos
ojos igualmente oscuros, esta alta doncella era toda una belleza. Y así,
sin poder apartar los ojos de su chispeante vitalidad e inteligencia, uno
de los hombres de Kharlan, un soldado parsiano que montaba guardia
en el bazar, la llamó. Aunque la muchacha parecía ligeramente molesta,
miró a las filas montadas que pasaban por el bazar junto a ellos y
preguntó de quiénes eran esas tropas.
“Son tropas bajo la supervisión directa del Marzban - no, el actual Eran,
Lord Kharlan”.
“Me pregunto, ¿A dónde irán?”.
La voz de la niña era tan inocente que el soldado le dijo todo lo que
sabía, incluso prometiendo mostrarle algo bueno – aunque por supuesto
su información no era de mucha importancia.
Con eso, el soldado tomó a la chica por la muñeca con despreocupación
pero con fuerza, alejándola del bazar y llevándola a un callejón poco

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 135


La heroica leyenda de Arslan

transitado. Antes, él no había podido hacer otra cosa que morderse los
dedos y quedarse mirando el violento salvajismo de los lusitanos. Las
mujeres parsianas deberían pertenecer a los hombres parsianos... La
chica luchó contra él, pero el soldado, demasiado excitado, le agarró la
cabeza para intentar inmovilizarla.
El soldado gritó. La tela que envolvía su cabeza, junto con el cabello de
la chica, se había caído limpiamente. ¡Era una peluca! Cuando el
asombro del soldado se convirtió en ira, la punta de una acinaces salió
disparada y le atravesó el pecho. Una vez que el soldado cayó en el
polvo, su agresor, como un ágil pajarito, saltó a otro callejón.
“Ugh, qué asco”.
La bonita doncella –o más bien, el joven vestido como tal– escupió al
suelo con desazón. Este era Elam.
A petición de Narsus, se había infiltrado en la capital Ecbatana para
espiar los movimientos del ejército lusitano en su interior. Te lo ruego, no
intentes nada peligroso, había insistido Narsus, cuya hipocresía a Elam le
parecía risible.
En cualquier caso, tenía que informarle a Narsus.
Elam dobló dos o tres esquinas antes de entrar en el patio trasero de la
casa de alguien. Se quitó la ropa de chica y se puso un conjunto de ropa
masculina que había sido lavada y secada. Luego dejó cinco cobres
mithqal 51 para cubrir el uso de la ropa de la chica y se untó de barro
toda la cara y la ropa.
Mientras atravesaba el bazar una vez más, Elam pudo oír los débiles
gritos de los soldados que levantaban un clamor por el descubrimiento
del cadáver de su camarada.

51
Mithqāl es una unidad de masa equivalente a 4,25 gramos que se utiliza principalmente para medir metales
preciosos, como el oro, y otros productos básicos, como el azafrán. El nombre también se aplicó como un
término alternativo para el dinar de oro , una moneda que se usó en gran parte del mundo islámico desde el siglo
VIII en adelante y sobrevivió en partes de África hasta el siglo XIX.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 136


La heroica leyenda de Arslan

“¿Kharlan ha dirigido a más de mil jinetes afuera de la ciudad?”.


Narsus inclinó la cabeza ante el informe del joven Elam, que acababa de
regresar de la capital. Arslan y compañía habían estado yendo y
viniendo entre las ruinas de varios pueblos saqueados por los lusitanos.
Arslan se cruzó de brazos.
“Enviar a tantos para capturarme es un poco excesivo, ¿No es así?”.
“Es sólo una cuestión de rutina. Su Alteza, no conocen nuestros
números. Además, su causa es justa. Con usted al frente, es posible
reunir suficiente fuerza para resistir a los lusitanos. El ejército lusitano
está muy incómodo; ni siquiera Kharlan puede estar tranquilo”.
Eso tenía sentido, pensó Arslan, pero aún tenía sus dudas. No debían
tener ni idea de dónde se escondía, así que ¿Cómo pretendía Kharlan
encontrarlo?
“Si yo fuera Kharlan, y necesitase capturar a Su Alteza lo más rápido
posible, primero sitiaría una aldea adecuada y la quemaría”.
“¿Quemar una aldea?”.
Los ojos de Arslan se abrieron de par en par, y Narsus, pasándole a Elam
una toalla como si le dijera que fuera a lavarse la cara, le explicó.
“Después de eso, hay innumerables métodos que puede emplear. Una
forma es quemar la aldea, matar a los aldeanos y luego publicar un
edicto de advertencia dirigido a Su Alteza. En él anunciará que si Su
Alteza no se entrega, seguirá atacando aldeas y matando inocentes.
Aunque hay otros varios métodos también, en términos de orden este es
probablemente el que intentará primero”.
Arslan aspiró su aliento.
“¿Kharlan iría tan lejos? No importa qué, es un guerrero”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 137


La heroica leyenda de Arslan

“Sí, un guerrero ejemplar que vendió a su rey y a su patria”. El punto


sarcástico de Narsus silenció a Arslan. Kharlan ya había cruzado el río
hasta la orilla opuesta. Probablemente ya no sentía ninguna necesidad
de adherirse a principios como el de evitar una matanza sin sentido.
Habiendo concluido así, Arslan rompió su silencio.
“Narsus, ¿Sabes qué pueblo será el objetivo de Kharlan?”.
“Desde luego que sí”.
“¿Cómo es eso?”.
“Por su guía. Todo lo que tenemos que hacer es seguirlos. ¿Lo
hacemos?”.
Arslan asintió con fuerza.
Cuando el príncipe se marchó a ensillar su corcel personal, Daryun, que
parecía haberse quedado ensimismado mientras escuchaba el diálogo
anterior, tomó la palabra.
“Kharlan no es un hombre tan simple. Reuniendo tropas para salir de la
capital a plena luz del día y todo eso, ¿No es acaso su intención atraer a
Su Alteza a una trampa desde el principio?”.
“Posiblemente”.
“Si piensas así, ¿Por qué no lo detuviste?”.
“Oh, Daryun, esta es la oportunidad perfecta para que veamos
exactamente de qué es capaz este príncipe nuestro. Y qué fielmente lo
espero”.
Daryun parpadeó y Narsus se echó a reír.
“De todos modos, debemos escuchar directamente a Kharlan tarde o
temprano, o no podremos averiguar qué está pasando realmente. Para
capturar al cachorro del sher 52 hay que entrar en la guarida del sher; a
veces no se puede evitar”.
Daryun levantó ligeramente una ceja.

52
El león asiático (Panthera leo persica) es una subespecie de león, es un poco más pequeño y menos corpulento
que los leones africanos, rondando los 150-180 kg en el caso de los machos y los 110-120 kg en el de las
hembras. Los leones asiáticos también tienen el pelaje ligeramente más claro, y la melena rojiza y más corta en
los ejemplares salvajes.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 138


La heroica leyenda de Arslan

“Tú... si el príncipe no hubiera ido a salvar las aldeas, lo habrías


considerado indigno como Señor y lo habrías abandonado, ¿No es
cierto?”.
De los labios de Narsus no salió ninguna respuesta. Se limitó a reír con
malicia. Pero su expresión era una clara afirmación de la presunción de
su amigo.

Bellas y bestias (v)

El “juglar vagabundo” Gieve consiguió adquirir un caballo tras escapar


de la capital Ecbatana. Aunque en un principio tenía la intención de
comprar uno a un granjero de una de las aldeas cercanas, había
cambiado sus planes al enterarse de que los soldados lusitanos se habían
llevado todas las ovejas y el ganado junto con la comida, y tras cruzar
aspas con un único soldado lusitano que parecía ser un mensajero de
algún tipo, acabó consiguiendo un caballo gratis. A continuación, había
recibido amablemente una bolsa, junto con un cinturón adornado con
oro: Una recompensa adecuada por sus considerables esfuerzos – o eso
pensaba Gieve.
El hecho de que esa figura en particular y Gieve se cruzaran después no
podía atribuirse a una mera coincidencia. Si uno quería evitar
encontrarse con los soldados lusitanos mientras viajaba, estaba
naturalmente limitado tanto en el tiempo como en las rutas posibles.
Cuando sus caballos pasaron, ambas partes mantuvieron la distancia,
listas para desenfundar las espadas en cualquier momento – una
precaución natural. Era una noche de medialuna, y estaban a unos siete
u ocho pasos de distancia el uno del otro, así que Gieve no notó nada al
principio. Sólo cuando la dirección del viento cambió y un aroma
femenino llegó hasta él en la brisa nocturna, se dio cuenta de que la otra
parte era una mujer disfrazada de hombre. Desde lo alto de su caballo,
Gieve se volvió para mirarla.
Aunque su cabeza estaba envuelta en seda, de las sombras se desprendía
un largo cabello negro azabache brillante que le llegaba hasta la cintura.
Sus ojos eran de un verde oscuro y vivo, que recordaba a los días verdes

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 139


La heroica leyenda de Arslan

de principios de verano. Gieve pudo ver esto porque la mujer también


había mirado por encima de su hombro, aunque por una razón
totalmente diferente a la suya. En el momento en el que su mirada se
cruzó con la de Gieve, impulsó a su caballo y lo dejó atrás.
Durante un buen rato, Gieve, medio aturdido, observó la silueta de la
mujer que se retiraba bajo la luz de la luna, pero al final dio una
palmada en sus rodillas.
“Sí, es raro, una buena mujer como esa. Mucho más joven que esa reina
mentirosa también”.
Gieve se apresuró a realizar varios cálculos. Ahora tenía un objetivo por
el que actuar.
“Esa belleza definitivamente va a ser emboscada por sinvergüenzas. Si
llego a rescatarla, será natural que se vuelva agradecida y me admire. Y
entonces querrá agradecerme como sea, creo. Así es como debería
resultar. Eso sería bueno. Más vale que sea así”.
Habiendo decidido así las cosas a su favor, Gieve puso a su caballo a
seguir a la mujer a una distancia conveniente.
Al poco tiempo, llegó su oportunidad. Desde la caída de la capital, los
soldados lusitanos se habían desbocado y, naturalmente, se habían
vuelto cada vez más agresivos, reuniéndose en pequeñas bandas para
matar y saquear. El duque Guiscard había publicado ordenanzas que
advertían contra el daño a ciudadanos inocentes, pero la política no se
aplicaba con demasiada frecuencia.
Las sombras de siete u ocho jinetes aparecieron desde la línea de
cipreses, bloqueando el camino de la mujer. Le gritaron en lusitano,
frases totalmente burdas, al parecer.
La mujer, con aspecto irritado, pateó ligeramente los flancos de su
caballo. El caballo parecía estar muy bien entrenado. Entendiendo la
intención de su jinete, comenzó a correr hacia adelante antes de que los
soldados lusitanos pudieran reaccionar. En un abrir y cerrar de ojos, los
lusitanos quedaron rezagados por una treintena de gaz; para cuando les
dieron caza, la mujer sobre su caballo ya había tensado su arco, en forma
de luna llena.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 140


La heroica leyenda de Arslan

En el momento siguiente, la propia luz de la luna pareció formar una


flecha y atravesar al caballero.
De su garganta perforada brotó sangre y un grito ahogado mientras el
caballero caía al camino.
Tras recuperarse de su momentánea conmoción, los demás caballeros,
gritando con rabia y agitando sus espadas, se acercaron a la mujer. No,
más bien lo intentaron, pero el tañido del arco atravesó la noche y otro
jinete cayó de su montura por el aire en una nube de polvo. Ya había
volado otra flecha y se había clavado en un tercer jinete.
“No puedo dejar que ella siga así”.
Gieve espoleó a su caballo hacia el camino antes de lo previsto. Si se
demoraba más, perdería la oportunidad de ganarse la gratitud de
aquella mujer.
El primero de los soldados lusitanos que se giró al oír la aproximación
de los cascos se convirtió en su primera víctima.
El lusitano fue tajado desde el hombro izquierdo hasta el pecho con un
solo corte de la espada de Gieve. Los gritos y la sangre salieron
disparados hacia la medialuna, y el lusitano cayó de su caballo.
La aparición de un nuevo enemigo, y además uno que no podía ser
subestimado, hizo que los soldados lusitanos se asustaran.
Intercambiaron una ráfaga de palabras en una lengua que Gieve no
podía entender, y luego se dispersaron a derecha e izquierda sobre sus
caballos con las espadas en la mano.
Aunque pretendían acercarse a Gieve desde tres direcciones, su
intención fue frustrada por la rápida acción de Gieve. El cuello de uno
de ellos segregó sangre fresca en forma de medialuna; la cabeza de otro
se rompió de un golpe en la nariz.
Los dos restantes ya no se preocupan por cosas como el honor.
Sin siquiera girarse, espolearon a sus caballos por el camino, escapando
a la oscuridad más allá. Al verlos partir con una fría sonrisa, Gieve miró
por encima de su hombro para recibir un pequeño sobresalto. Porque

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 141


La heroica leyenda de Arslan

también la mujer ya estaba abandonando la escena para seguir su


camino. Esto era completamente diferente a lo que él había predicho.
“¡Por favor, espere, mi señora!”, llamó tras ella. Pero tal vez no lo oyó, o
tal vez pensaba ignorarlo, porque la mujer no detuvo el avance de su
caballo.
“¡Oh, hermosa...!”.
Aunque esta vez gritó en voz más alta, la mujer siguió sin reaccionar.
“¡Oh, belleza incomparable!”.
Por primera vez la mujer se detuvo. Se volvió para mirar a Gieve sin
prisa. Su elegante perfil, iluminado por la luna, mostraba una expresión
de máxima serenidad.
“¿Me estabas llamando?”.
Incluso Gieve estaba perdido, y en ese breve momento en el que
intentaba decidir una respuesta, la mujer continuó.
“Llamarme hermosa es una cosa, pero no hay razón para llamarme una
belleza incomparable...”.
Curiosamente, su reconocimiento de su propio atractivo no fue en
absoluto desagradable. Gieve, de alguna manera, se animó, ya que por
fin podía decir algo adecuado a su personalidad.
“No, no es sólo tu pulcritud, tu destreza marcial también es
verdaderamente admirable. Me nombran a mí, un juglar errante sin
lugar al que llamar hogar; y me enorgullezco de mi aprecio por la
belleza, que supera incluso al de reyes y nobles. Ahora, convocando a mi
agotada musa, compondré un verso en alabanza de tu gracia”.
La mujer no respondió.
“Tu figura crece tan esbelta como el ciprés, con el cabello negro
recortado del cielo nocturno, ojos que brillan como las facetas de una
esmeralda, y labios hechizantes como pétalos de rosa tocados con el
rocío de la mañana...”.
“Te falta originalidad como bardo, ¿No crees?”.
La mujer habló con fría indiferencia, y Gieve se rascó la cabeza.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 142


La heroica leyenda de Arslan

“Bueno, tal vez sea cierto que todavía tengo que madurar como poeta,
pero bueno, nuevamente, mi pasión por la belleza y la justicia no
perdería ni a los grandes poetas de antaño. Por esa misma razón he
venido a rescatarte ahora mismo”.
“Aunque me pareció bastante conveniente, ¿No te limitaste a esperar el
momento adecuado?”.
“Qué injusto es que sospeches así de mí. Mi deidad tutelar, la diosa
Ashi, nos confirió su protección a ti y a mí, e impuso un merecido
castigo a esos bárbaros lusitanos por su falta de fe. ¿No deberíamos
alabar tal justicia divina?”.
La sonrisa de la mujer parecía amarga. Gieve preguntó su nombre, y ella
respondió con bastante facilidad.
“Me llamo Farangis 53. Estuve al servicio de un templo de Mitra en la
región de Khuzestan 54. La Suma Sacerdotisa me envió como enviada a
la capital Ecbatana”.
“¿Oh? ¡Mithra! Después de Ashi, la buena de Mithra es la que más
respeto me inspira. Mi señora Farangis y yo definitivamente
compartimos un vínculo de destino único, no hay que confundirlo”.
Las frívolas palabras de Gieve fueron completamente ignoradas por la
bella sacerdotisa.
“Sin embargo, he oído decir que la capital ya ha caído. No deseando
volver en el fracaso, pensaba que al menos debía encontrar algún lugar
para descansar la noche cuando aparecieran esos desvergonzados
lusitanos”.
“¿Puedo preguntar qué asuntos tiene en la capital?”.
“Para localizar al príncipe heredero, Su Alteza Arslan. Tengo una única
pregunta que hacerle: ¿Podría tal vez el respetable Sir Juglar conocer el
paradero de Su Alteza Real?”.

53
Farangis o Frigis es un personaje femenino en la épica persa Shahnameh. Ella es la hija mayor de Afrasiab,
rey de Turan. También es la segunda y favorita esposa de Siyâvash, el príncipe santo de Irán y madre de un
héroe legendario y más tarde Shah de Irán, Kai Khosrow.
54
Juzestán o Juzistán es una de las 31 provincias de Irán. Situada en el sudoeste del país, comparte frontera con
Irak. Su capital es Ahvaz.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 143


La heroica leyenda de Arslan

“No, no lo sé - Sin embargo, si mi señora Farangis quiere buscarlo,


puedo prestarle mi fuerza si lo desea. Dicho esto, ¿Por qué estás
buscando a su alteza Arslan de todos modos?”.
“Con motivo del nacimiento de Su Alteza Arslan, se hizo una donación a
nuestro templo bajo su honorable nombre. Por esta razón, si Su Alteza se
encontrara alguna vez en necesidad, de entre los que están al servicio del
templo, se debe enviar a uno que se haya dedicado a las artes marciales
para ayudarle. O así estaba escrito en el testamento de la anterior Suma
Sacerdotisa, que falleció esta primavera”.
El cabello negro de Farangis se agitó mientras sacudía la cabeza.
“Aquellos que dejan tales voluntades nunca consideran los problemas
que pueden causar a la gente que dejan atrás. Y así, de entre los que
cumplían los requisitos, fui yo la elegida; sin embargo, esto no fue sólo
porque mi habilidad marcial fuera la más excelente entre las existentes”.
“¿Qué quieres decir?”.
“Una mujer con talento, que como yo está agraciada con la belleza y es
competente en las artes tanto académicas como marciales, será
despreciada por sus compañeros”.
“... Ya veo”.
“Usando el cumplimiento de la voluntad de la difunta como excusa, me
echaron del templo. Me pregunto si lo entiende, Sir Juglar”.
Aunque él no dudaba de lo que Farangis había dicho, a Gieve le
quedaba mucho espacio para usar su imaginación. Tal vez algún
sacerdote lujurioso se había acercado a ella y había recibido un duro,
ejem, rechazo, lo que la hacía incómoda para permanecer en el templo.
Por muy marcial que fuera, enviar a una mujer sola a una misión de este
tipo era simplemente demasiado peligroso.
“Razón de más, Lady Farangis, para dejar a un lado un deber que se
resiste a cumplir, ¿No cree?”.
“No, no importa, no apruebo las costumbres de los lusitanos. Puedo ser
un creyente de Mithra, pero no siento la necesidad de forzar mi fe sobre

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 144


La heroica leyenda de Arslan

aquellos que la odian. Si van a ser expulsados de Pars, me gustaría


unirme”.
Gieve asintió con fuerza.
“Es exactamente como dice Lady Farangis. Estoy completamente de
acuerdo”.
“Mera palabrería, ¿No es así?”.
El tono de la belleza de cabello negro y ojos verdes estaba lleno de
acritud, pero la respuesta de Gieve no contenía ningún indicio de ello.
“No, no es sólo de boca. La forma en la que esos lusitanos imponen su
dios a otras creencias tampoco me gusta. Por ejemplo, eso sería como
afirmar que sólo las mujeres con el cabello dorado y los ojos azules y la
piel pálida como la nieve pueden ser bellas, mientras se niegan a
reconocer a otras mujeres como bellas. Lo que alguien piensa que es
bello o lo que siente que es precioso depende de cada individuo, y no
debería ser algo que se pueda forzar...”.
Gieve interrumpió su ferviente monólogo. Se dio cuenta de que Farangis
había cerrado los ojos y se había colocado una fina flauta de cristal en los
labios. Aunque no podía oír nada, Gieve contempló encantado su rostro,
bañado por la luz de la medialuna, tan blanco como la porcelana
sericana. Entonces, Farangis abrió los ojos y se quitó la flauta de los
labios, y miró a Gieve como si lo considerara de nuevo.
“... ¿Es así? Entonces muy bien”.
Habló como si respondiera a una voz no escuchada.
“Según los jinn 55, parece que tu aversión a los lusitanos, al menos, no es
mentira”.
“No tengo ni idea de lo que estás hablando”.
“Tal vez sea así”.
No había interés en la voz de Farangis.

55
Genio, a veces transliterado como djinn o jinn es un espíritu de la mitología árabe preislámica. Se trata de un
pueblo de criaturas sobrenaturales que aparecieron en la mitología de los árabes antes del Islam pero fueron
adaptados dentro de la teología musulmana, a veces como interpretación de los dioses menores o espíritus de
otras religiones.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 145


La heroica leyenda de Arslan

“Un niño oye las voces de la gente, pero no entiende el significado de


sus palabras. Tú eres igual. Oyes el sonido del viento, pero no puedes ni
siquiera esperar comprender los susurros que trae de los jinn”.
“Lo entiendo, ¿Así que sólo soy un bebé?”.
“Tu comprensión es escasa; parece que mi ejemplo fue incorrecto. Eres
demasiado malicioso para ser un infante”.
La pequeña flauta de cristal quedó atrapada entre los blancos dedos de
Farangis. Una herramienta para invocar a los jinn, quizás.
“En cualquier caso, parece que has reconocido mi sinceridad. ¿Qué le
parece, Lady Farangis? Por lo general, todo encuentro entre uno y otro
es provocado por un hilo del destino. Personalmente, me gustaría viajar
con usted, pero...”.
“Has lo que quieras. Siempre y cuando, como yo, prometas tu lealtad a
Su Alteza Arslan...”.
“Mi lealtad es un poco escasa, aunque por ahora tengo más que
suficiente para usted, Lady Farangis”.
“No necesito tu lealtad”.
“Decir eso es un poco frío, ¿No crees? ¿No estamos mi señora Farangis y
yo en una relación ahora?”.
“¿Qué relación?”.
La voz alzada de Farangis se acalló rápidamente. Gieve también cerró la
boca y agudizó el oído. Era el sonido de los caballos de algún lugar
desconocido, más allá del bosque de álamos junto al camino. Surgiendo
a la vista sobre el camino nocturno llegaron las siluetas de una gran
tropa de caballería que cabalgaba con fuerza desde la dirección de la
capital, en un número que se extendía completamente por su campo de
visión.
“Esas son las tropas del marzban Kharlan”.
Además de la suya, ninguna otra tropa parsiana enarbolaría la bandera
lusitana en su frente.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 146


La heroica leyenda de Arslan

La bella sacerdotisa murmuró con audacia mientras su mirada seguía los


estruendosos cascos y las nubes de polvo que se desvanecían en la
distancia bajo la luz de la luna.
“Tal vez alguien entre ellos conozca el paradero de Su Alteza Arslan.
Sólo por eso, debería ir a intentar verlos...”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 147


La heroica leyenda de Arslan

Bellas y bestias (vi)

Ese día, a plena luz del día, una de las tropas de Kharlan quemó una
aldea y arrojó al fuego a cincuenta aldeanos – aunque sólo hombres. Sólo
dejaron una frase —“Si a partir de ahora alguien alberga al príncipe
Arslan y a sus secuaces, ¡Ni siquiera las mujeres y los niños se
salvarán!”— junto con las cenizas, el odio y el dolor.
Para Kharlan, ya no había nada que pudiera hacer más que beberse el
veneno. Repetir una y otra vez esta especie de masacre para acorralar a
Arslan y compañía era la única manera de ganarse la más profunda
confianza del ejército lusitano.
Cuando el sol se puso y llegó la hora de establecer el campamento, se
recibió un único informe. Un hombre, aferrado al lomo de un caballo, al
borde de la muerte, había sido descubierto vagando por el desierto.
Aquel hombre confesó que había sido contratado como porteador de
Arslan y compañía, pero que le habían pillado robando sus pertenencias;
azotado casi hasta la muerte y diciéndole que le matarían al día
siguiente, había escapado desesperado.
Kharlan examinó las heridas del hombre. Consideró la posibilidad de
que el hombre hubiera fingido sus heridas para hacerle caer en una
trampa. Pero las innumerables rayas en el cuerpo del hombre eran
auténticas. Kharlan decidió interrogar al hombre personalmente.
“¿Cuántos viajan con el Príncipe Arslan?”.
“Sólo cuatro de ellos”.
“No mientas, debería haber cien veces más”.
“Es cierto, y dos de ellos son niños además... es por eso por lo que me
contrataron para transportar su equipo”.
“Entonces, ¿A dónde se dirigen el príncipe y los demás?”.
“En el sur, es así”.
Cuando este breve interrogatorio llegó a su fin, el hombre pidió una
recompensa por su información. Con una inclinación de cabeza y un
“¡Muy bien!”, Kharlan sacó repentinamente su espada de la vaina y le

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 149


La heroica leyenda de Arslan

cortó la cabeza al hombre. Kharlan escupió sobre la cabeza mientras ésta


rodaba por el suelo.
“¡Idiota, como si fuera a caer en semejante plan!”.
Así que ordenó a sus tropas que se dirigieran al norte, en la dirección
opuesta a la que el hombre había indicado. Kharlan juzgó que Narsus le
había ordenado al hombre que acudiera a él como informante. Incluso
sus heridas eran un truco hecho para ganar la confianza de Kharlan.
Qué poco comprendía Kharlan. Al pasar por una aldea, el grupo de
Arslan había elegido deliberadamente a un hombre sospechoso y lo
había contratado para que llevara su equipaje. Luego, después de que la
figura del hombre golpeado desapareciera en dirección a las tropas de
Kharlan, cambiaron su ruta para dirigirse del sur al norte. Entonces
expusieron a propósito su camino hacia el norte para que todos lo
vieran...
Todo esto era según el plan de Narsus. El ejército de Kharlan se dirigió
al norte, enredándose en una región boscosa y montañosa. Además, ya
había caído la noche. Para una tropa de caballería tan numerosa, las
condiciones verdaderamente adversas se acumulaban una tras otra.

Pasada la medianoche. Narsus, una vez completados sus preparativos,


sonrió mientras miraba desde el bosque a las tropas de Kharlan que
avanzaban en fila india por el sendero de la montaña. Cuanto más astuta
era una mente, más fácilmente bailaba en la palma de sus manos.
En cuanto las tropas enemigas pasaron, se volvió hacia donde había
atado a su caballo. De repente, sus pasos se detuvieron y se agachó, al
sentir que algo –o alguien– se acercaba.
Narsus retrocedió. El plano de una espada pasó como un rayo, rozando
su túnica y esparciendo varias hebras en el aire.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 150


La heroica leyenda de Arslan

Mientras saltaba hacia atrás una vez más, Narsus desenfundó su espada
para rechazar el siguiente ataque plateado. Las chispas volaron con el
chirrido de metal contra metal. El segundo asalto había terminado antes
de empezar. Ambas partes se habían dado cuenta de que el otro no era el
enemigo que esperaban, y apartaron sus espadas.
“¿No es usted uno de los lusitanos?”.
Era la voz de una mujer joven, acompañada por el sutil aroma del
perfume; incluso Narsus fue tomado por sorpresa.
“¿Quién es usted?”.
Al ser preguntado, Narsus ofreció inmediatamente su propio nombre:
“Narsus, partidario de su alteza Arslan”. Su rápida respuesta fue
totalmente intuitiva.
“Mis disculpas. Soy Farangis, una adherente de Mithra, vengo a ofrecer
mi fuerza a Su Alteza Arslan. He estado siguiendo a las tropas de Lord
Kharlan todo este tiempo”.
“¿Oh?”.
Narsus no tenía ningún jinn que le ayudara. Que confiara en Farangis
era sólo por lógica. Si formaba parte de la facción de Kharlan, sólo tenía
que gritar para revelar la ubicación de Narsus a todos los demás.
“¿Dices que deseas aliarte con su alteza Arslan?”.
“En efecto”.
Sus palabras carecían de emoción, pero su voz era musical para el oído.
“Cooperemos, entonces. Desde aquí, debemos capturar al traidor
Kharlan y llevarlo ante Su Alteza Arslan”.
“Entendido. Sólo tengo una pregunta: ¿Cuántos están actualmente al
servicio de Su Alteza Arslan?”.
Narsus respondió con indiferencia a la pregunta de la bella mujer.
“Junto contigo, serán un total de cinco”.
Narsus, al parecer, se había dado cuenta de que Gieve estaba detrás de
ella.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 151


La heroica leyenda de Arslan

Alguien lanzó un grito, y ahora todas las tropas de Kharlan se agitaron.


Al principio sólo uno, luego docenas de dedos apuntaban hacia el
acantilado. Bajo la pálida luz de la medialuna, el propio Arslan estaba
sentado en un caballo, observando a las tropas que se encontraban
debajo.
“¡Es el Príncipe Arslan! ¡Mátenlo! ¡Su cabeza vale 100.000 dinares!”.
Si tal monto era demasiado alto o no, Arslan no podía juzgarlo, pero
para los caballeros bajo el mando de Kharlan, era una cantidad que valía
más que sus propias vidas.
Con gritos de codicia y excitación, los jinetes espolearon a sus caballos y
comenzaron a galopar ladera arriba. Incluso para los vigorosos caballos
parsianos, sostener semejante carga no era tarea fácil, y la formación de
la tropa se derrumbó inmediatamente. En el momento en el que el
primer caballo se lanzó con dificultad hacia el acantilado, la espada de
Arslan se clavó en el pecho de su jinete. La punta de la espada le
atravesó la espalda; hubo un sonido de impacto cuando la guarda
cruzada golpeó contra un botón de su chaleco acolchado.
Arslan sacó su espada – o mejor dicho, el cuerpo del muerto cayó hacia
atrás por la fuerza de su propio peso. Cuando el cadáver cayó por la
ladera, los caballos que se movían apresuradamente para intentar
evitarlo perdieron el equilibrio y se desplomaron.
La oscuridad de la noche junto con la falta de un punto de apoyo sólido
hizo que todos cayeran en el caos. Arslan ya había desempeñado su
papel de mero señuelo. Empuñando su arco, disparó una flecha tras
otra. Agrupadas como estaban, las tropas de Kharlan eran incapaces de
evadirlas. De las seis flechas que lanzó Arslan, cuatro dieron en el
blanco, y de ellas, dos consiguieron abatir al enemigo. Las dos restantes
iban dirigidas a los caballeros que trepaban por la ladera con feroz

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 152


La heroica leyenda de Arslan

ímpetu, pero una lanza giratoria las apartó. “¡Príncipe!”, gritó una voz:
Este era Kharlan. El príncipe aspiró, tiró su arco y se enfrentó al marzban
traicionero.
“¡Kharlan, hay algo que quiero preguntarte!”.
Arslan era demasiado consciente de que su voz delataba sus propios
nervios.
“Como marzban, no, como guerrero hasta ahora irreprochable de Pars,
¿Por qué doblarías tus rodillas ante los invasores lusitanos?”.
No hubo respuesta.
“No creo que hayas sido tentado por un deseo personal. Si hay una
razón para todo esto, dímela, por favor”.
“Mejor que sigas siendo ignorante, ¡Oh, hijo maldito de Andrágoras!”.
La burla desnuda en la voz de Kharlan resonaba aún con una oscuridad
más profunda. También el par de ojos que miraban a Arslan parecían
brillar con una luz sobrenatural.
“Mejor ir a tu muerte creyendo que yo, Kharlan, no soy más que un
miserable traidor. Ya sea asesinado por un leal vasallo o a manos de un
traidor, la muerte es la muerte: De cualquier manera, no hay diferencia”.
Una ventisca terrible arrancó las enredaderas de la duda que se
enroscaban en el corazón de Arslan. Al mirar a Kharlan, parecía que
todo su cuerpo se había hinchado. El poder de un verdadero guerrero,
su abrumadora diferencia de fuerza... Arslan podía sentirlo todo.
La montura de Arslan resopló nerviosa, como si reflejara el cambio en el
corazón de su jinete.
Lanzando un grito de guerra, Kharlan espoleó a su caballo para que
cargara. Una enorme y desgastada lanza que había visto tantas batallas
como su amo se lanzó directamente al corazón del príncipe.
Arslan la detuvo, medio por instinto. La punta de la lanza se desvió
hacia el espacio vacío, pero el brazo que sostenía la espada del príncipe
estaba entumecido hasta el codo.
“¡Pequeña molestia-!”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 153


La heroica leyenda de Arslan

Junto con ese rugido se produjo un segundo golpe.


Si no se podía considerar un milagro el haber desviado el primer golpe,
esquivar el segundo fue poco menos que milagroso. Pero cualquier
favoritismo mostrado por los cielos o por el destino sólo podía llegar
hasta cierto punto. El tercer ataque fue rechazado débilmente, y debería
haber atravesado el cuerpo de Arslan. Lo que puso fin a las cosas de una
vez por todas fue la voz de Daryun.
“¡Kharlan, tu oponente soy yo y sólo yo!”.
Él llegó más tarde de lo previsto, ya que su camino a través del bosque
había sido obstruido por el barro que había dejado una lluvia caída unos
dos días antes.
El rostro de Kharlan se contorsionó con desesperación. Era evidente que
aún estaba afectado por el recuerdo de haber sido puesto de rodillas
ante el ataque de Daryun en los campos de Atropátene. Kharlan se
rindió ante la preciosa presa que tenía ante sus ojos. Dio la vuelta a su
caballo, y la inminente muerte que había estado mirando a Arslan a la
cara se retiró apresuradamente.
“¡Manténgase a salvo, Su Alteza!”.
Con esa única línea, el hombre y el caballo se desdibujaron en una única
sombra negra, y alrededor de Arslan se amontonaron los cadáveres de
los soldados enemigos.
Un caballero, que estaba a punto de atravesar con su lanza a Daryun por
la espalda, cayó del lomo de su caballo con un grito. Una de las flechas
de Farangis le había atravesado la cara por un costado.
En medio de las confusas filas de los caballeros, dos oscuras sombras
danzaban.
Narsus y Gieve confirmaron cada uno con sus propios ojos la calidad de
la esgrima de su recién proclamado camarada.
Los sonidos de las espadas chocando se encadenaron con los chorros de
sangre.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 154


La heroica leyenda de Arslan

Varios caballos, al encontrar sus monturas repentinamente vacías,


escaparon en la oscuridad. La mitad de ellos perdieron el equilibrio en
los acantilados y cayeron al vacío relinchando.
Para los hombres de Kharlan, fue probablemente la peor noche de sus
vidas. Sus enemigos no sólo eran valientes, sino terriblemente astutos.
Con el caos, la oscuridad y el terreno de su lado causaron estragos entre
las tropas de Kharlan, sembrando la muerte por donde pasaban, para
luego huir de nuevo del remolino de hombres y caballos y desaparecer
bajo el manto de la noche. Esto se repitió dos o tres veces. El orden de las
tropas de Kharlan recibió un golpe fatal. Ya no podían rehacer sus filas.
“¡Daryun, ve tras Kharlan!”, gritó Narsus mientras se giraba hacia atrás
para evitar el chorro de sangre de su última víctima. Asintiendo con la
cabeza, Daryun pateó los flancos de su caballo negro; guijarros y tierra
se esparcieron bajo sus cascos mientras perseguían a Kharlan que estaba
huyendo.
Algunos de los hombres de Kharlan dieron la vuelta a sus caballos para
atacarle, pero él atravesó a uno con una lanza y apartó a otro sin
molestarse siquiera en esquivar la sangre que salpicaba el viento
nocturno. Cuando se acercó a Kharlan, se abalanzó sobre él.
“¡Vaya héroe eres, enfrentándote un chico que ni siquiera tiene edad!
¿Dónde está el valor por el que eras tan famoso antes de escabullirte
para servir a los lusitanos? ¿Es esta vergonzosa huida realmente el
camino del antiguamente célebre Kharlan?”.
La provocación produjo resultados. Herida su dignidad, Kharlan hervía
de rabia.
“¡No te pongas arrogante, pequeño advenedizo!”.
Con ese grito furioso, él balanceó su propia lanza para apartar la de
Daryun. Fue un golpe violento. Tanto el cuerpo de Daryun como su
lanza se balancearon en una ráfaga de viento; incluso los pasos del
caballo negro vacilaron ligeramente. A duras penas, lograron evitar caer
por la empinada ladera.
Sin demora, la lanza de Kharlan se dirigió directamente a la cara de
Daryun.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 155


La heroica leyenda de Arslan

Daryun volvió a montar correctamente y bloqueó el cruel ataque justo a


tiempo.
Los hombres de Kharlan tenían la intención de interrumpir y separar a
esta asombrosa pareja, pero cualquier espacio para la interferencia
dentro de este choque de hombre contra hombre, caballo contra caballo
y lanza contra lanza ya se había desvanecido. Empuje. Barrida. Golpe.
Ataque. Defensa. Las chispas se dispersan en azul pálido bajo la luz de
la luna.
Kharlan era un guerrero del más alto calibre, uno nacido para ser
Marzban. Mientras su corazón no se acobardara y su mente
permaneciera clara, no perdería ante Daryun en términos de valor.
Los hombres de Kharlan, sin embargo, no pudieron mantener el mismo
espíritu de lucha que su Señor. Fueron abatidos indiscriminadamente
con espada o abatidos con flechas, o huyeron al abrazo de la noche,
siempre protectora de los vencidos. Por un lado, ni siquiera se les había
ocurrido que sus enemigos fueran en realidad de un solo dígito.
Arslan apresuró a su caballo hacia el lugar del duelo y lo observó, con el
corazón lleno de preocupación. Narsus, con la espada ensangrentada
aún en la mano, cabalgó a su lado.
“Estará bien. Su Alteza, la victoria de Daryun es absolutamente segura.
Aunque en estas circunstancias, no puede darse el lujo de capturarlo
vivo, eso es todo”.
La observación de Narsus era correcta. En el mismo momento en el que
la lanza y el cuerpo de Kharlan parecían moverse un poco más despacio
que Daryun, el primer vestigio de sangre se deslizó por la mejilla
izquierda de Kharlan.
La punta de la lanza de Daryun había arrancado un pequeño trozo de la
mejilla de su oponente. Aunque no era una herida profunda, la sangre
entró a borbotones en el ojo de Kharlan, cegándolo.
La lanza de Daryun se lanzó hacia adelante, con la rapidez de un rayo.
Arslan jadeó, pero Daryun no había olvidado su propio deber. Clavó
con fuerza el costado de Kharlan, no con la punta de su lanza, sino con

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 156


La heroica leyenda de Arslan

el extremo de su asta; Kharlan, al perder el equilibrio, se desmontó y


cayó al suelo.
Hasta ahora, todo se había desarrollado según los cálculos de Daryun y
las expectativas de Narsus. Lo que traicionó sus esperanzas fue la
pronunciada inclinación del terreno, y la lanza de Kharlan. La lanza, que
seguía agarrada en las manos de Kharlan, se rompió contra la ladera
rocosa con un fuerte chasquido, y no se partió en dos, sino que lo hizo en
un ángulo peculiar – atravesando el cuello de su portador.
Cuando Daryun saltó de su caballo y lo levantó en sus brazos, Kharlan
ya estaba medio muerto. La lanza parecía haberle atravesado por
completo desde ambos lados, y sin embargo sus dos ojos permanecían
abiertos y sin sombra.
“¿Dónde está el rey?”.
Daryun lanzó esta pregunta mortalmente urgente al oído del
moribundo. “Andrágoras aún vive...”.
Su voz era poco más que un resoplido.
“Pero el trono ya no es suyo. El rey legítimo...”.
En lugar de su voz, copos de sangre de color rojo oscuro brotaron de su
garganta y, tras un breve y violento espasmo, el marzban Kharlan exhaló
su último aliento.
“¿El rey legítimo...?”.
Daryun intercambió una mirada con Narsus, que se había apresurado a
llegar justo a tiempo para escuchar.
Lo que no pudieron evitar fue recordar los acontecimientos que
rodearon la llegada del rey Andrágoras. Matando a su propio rey y
hermano, reclamando el trono para sí mismo – un usurpador, en otras
palabras. ¿No es así? Tales críticas se murmuraban en voz baja desde
entonces. Sin embargo, Andrágoras, con el apoyo de su poderoso
ejército, había prevalecido una y otra vez en los conflictos con las
naciones vecinas, y gracias a ello el propio país se había beneficiado; el
pragmatismo de su gobierno, por así decirlo, había establecido la
legitimidad de su autoridad.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 157


La heroica leyenda de Arslan

Arslan, cuya destreza ecuestre palidecía ante la de ellos, llegó sobre su


caballo justo en ese momento, interrogando a los dos con la mirada.
“Aparentemente el Rey Andrágoras aún vive. En cuanto a todo lo
demás, me temo que no pudimos preguntarle”.
Mientras Narsus respondía, Arslan miraba a Daryun bajando el cuerpo
de Kharlan al suelo. El joven caballero de negro permaneció en silencio.
Aunque Narsus no había transmitido al príncipe la última parte de las
palabras de Kharlan al morir, él también aprobaba esa decisión. Para un
niño de catorce años, tales palabras serían seguramente demasiado
difíciles de digerir.
Daryun levantó por fin su voz.
“Alteza, si aún vive, seguramente se encontrarán algún día. Además, si
el ejército lusitano ha permitido que el rey viva hasta ahora, deben tener
sus razones; hasta que se cumpla ese propósito, no es probable que le
hagan daño innecesariamente”.
Arslan asintió, no tanto porque su corazón lo entendiera de verdad, sino
porque no quería que Daryun se preocupara.
En ese momento, Narsus presentó al príncipe a la pareja de jóvenes
recién llegados. La primera fue la hermosa mujer de cabello largo hasta
la cintura, que se inclinó con sumo respeto.
“Su Alteza Arslan, supongo. Farangis es mi nombre; aunque estaba
comprometida con el servicio en el templo de Mithra en Khuzestan, por
voluntad de la difunta Suma Sacerdotisa he venido a unirme a ustedes
como aliada”.
El joven ofreció a su vez su propio nombre.
“Gieve es mi nombre; en apoyo de Su Alteza, me trasladé hasta aquí de
la capital Ecbatana”.
Era una mentira total y absoluta, pero antes de que pudieran sospechar
de él, Gieve mencionó una verdad calculada para ganarse la confianza
del príncipe.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 158


La heroica leyenda de Arslan

“Su Alteza, su señora madre, la reina consorte Tahamenay, aún gozaba


de buena salud cuando escapé. Se me concedió el gran honor de
escuchar a la propia reina en persona”.
Los asuntos futuros podrían tratarse en el futuro. De todos modos,
siempre le había gustado provocar problemas. Por el momento, podía
permanecer al lado de Farangis y presentar a los soldados lusitanos el
extremo puntiagudo de su espada para llevar a cabo gran justicia. Si
alguna vez empezaba a sentirse demasiado constreñido, entonces podía
huir. Esa era la visión de Gieve de las cosas.
Daryun, que había estado vigilando a una ligera distancia, murmuró a
su amigo con una sonrisa irónica.
“Así que cuatro se convierten en seis. Bueno, eso hace que el poderío
aumente un cincuenta por ciento, pero me pregunto si realmente está
bien confiar en ellos”.
“Como el ejército lusitano cuenta con 300.000 soldados, cada uno de
nosotros tendrá 50.000 para enfrentar. Qué divertido será, ¿No crees?”.
Narsus no estaba haciendo la comparación alegremente. Estaba
señalando, con su típica ironía, lo difícil que serían sus circunstancias a
partir de ahora, sin esperanza de que mejoren mucho.
En cualquier caso, para determinar el paradero del rey y la reina, parecía
que tendrían que llevar a cabo de algún modo una infiltración total en
Ecbatana.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 159


La heroica leyenda de Arslan

Capítulo 5: El sucesor al trono

Sucesor al trono (i)

En las paredes de piedra había una humedad tan fría que no se podían
formar gotas.
Era una cámara subterránea no bendecida por la luz del sol. Una
lámpara más gruesa que la empuñadura completa de dos manos adultas
iluminaba un radio de unos diez gaz en el centro de la sala.
En una serie de estantes se disponían textos y drogas y otros bienes
diversos para el uso de la magia. Cosas como fetos de ratón, hierbas
venenosas molidas en polvo, velas hechas de azufre endurecido y manos
cortadas empapadas en alcohol.
En el suelo de piedra estaba parado el hombre de la máscara de plata.
Aunque era un invitado, no parecía especialmente bienvenido. El
anciano de túnica gris, que era el dueño de la sala, permaneció sentado
en una silla de roble y comenzó a hablar como si esta descortesía
estuviera justificada. Su voz recordaba el chirrido de una rueda de
hierro oxidada.
“Perdóname por permanecer sentado. Tú, en tu ignorancia, no tienes
idea de cuánta energía me vi obligado a gastar en ese truco. Invocar la
niebla en llanuras que no conocen ni el valle ni la montaña, sólo para
confundir a la caballería parsiana y hacerles creer que no había enemigos
en las cercanías...”.
“Pero le queda suficiente energía para balbucear, parece”, comentó
fríamente el hombre de la máscara de plata. “Ya está bien. ¿Con qué
propósito me has convocado expresamente aquí?”.
“Oh, en ese caso”. La voz rancia poseía una ligera cualidad rítmica.
“Aunque no lo consideres una noticia agradable, Kharlan ha muerto”.
Por un momento, el hombre de la máscara de plata se tensó. La luz que
se filtraba por sus ojos se intensificó. No cuestionó esta noticia; tal vez
consideró innecesario el hacerlo.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 161


La heroica leyenda de Arslan

“Si tan sólo se hubiera callado y permanecido leal al rey Andrágoras,


podría haber vivido perfectamente como un general parsiano de
altísimo honor, pero por haber elegido apoyarte, tuvo un final
lamentable”.
Sin prestar atención a esta simpatía fingida, el hombre de la máscara de
plata reprimió la emoción en su propia voz.
“Kharlan me sirvió bien. Tengo una obligación con su familia
superviviente”.
Una vez dicho esto, aspiró su aliento.
“¿Quién es el que mató a Kharlan? Debo vengarlo”.
“Eso no lo sé. Te lo dije, ¿No? Para recuperar completamente mis
fuerzas, necesitaré un año entero”.
“Bien, sin duda fue obra del mocoso de Andrágoras y su séquito de
todos modos. Con esto, ese maldito mocoso de Andrágoras sólo atrae la
muerte cada vez más fuerte”.
El hombre de la máscara de plata dirigió esta advertencia a alguna
figura invisible, y el escuálido anciano soltó una risa peculiar.
“Vaya, vaya, qué desafortunado. Aunque no sé quién es el más
desafortunado”.
Si la máscara de plata pudiera mostrar una expresión, el disgusto actual
de su dueño sería más que evidente. Sin embargo, al parecer se había
acostumbrado hace tiempo a lo desagradable de tratar con el anciano, y
mantuvo la calma.
“Más allá de eso, eres tú quien debe tener cuidado. Se acerca un rival”.
“¿Un rival?”.
Una luz peligrosa brotó de los ojos del hombre de la máscara de plata y
se disparó hacia el rostro arrugado del anciano.
“¿El mocoso de Andrágoras?”.
“No, en absoluto. Sin embargo, es alguien cercano a él, quizás incluso el
mismo que se ocupó de Kharlan”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 162


La heroica leyenda de Arslan

El anciano contempló con ojos oscurecidos por el humo al hombre de la


máscara de plata que se encontraba sin palabras ante él.
“Está bien planear la venganza, pero tu oponente no debe estar solo”.
“Es todo lo mismo, no importa el número de ellos”.
“Un duelo uno a uno está bien, pero evita uno contra dos. Incluso con tu
habilidad con la espada, no eres rival para dos oponentes a la vez”.
A esto, el hombre de la máscara de plata no dijo nada.
“No eres el único fuerte en este mundo. El sol de Pars no brilla sólo para
ti. Como ves, la autoconfianza y el exceso de confianza son tan
inseparables como la noche y la oscuridad”.
El hombre de la máscara de plata asintió con la cabeza, pero parecía ser
en parte una formalidad y en parte un reflejo. Muy pronto, el hombre de
la máscara de plata se marchó, y el anciano abrió el pequeño monedero
de cuero que el hombre había dejado sobre la mesa y contó los dinares
que contenía. Tal vez no fueran de especial interés, pues arrojó los
dinares sin miramientos a un cajón de su escritorio, refunfuñando y
murmurando para sí mismo.
“Lo mejor es pensar que ese tipo es una moneda. Para revivir al Rey
Serpiente Zahhak 56, todas las vastas tierras de Pars deben estar cubiertas
de sangre fresca. Todos serán presa de Lord Zahhak; no me importa ni
un ápice quién será el rey de Pars...”.
El anciano levantó una mano y tiró de una cuerda que colgaba del techo.
Un cuadro dibujado sobre una piel de oveja envejecida se desplegó
contra la pared.
Ante el anciano se mostraba el retrato de un hombre coronado, de rostro
oscuro y ojos rojos. Asumiendo una personalidad totalmente diferente a
la que tenía cuando se enfrentó al hombre de la máscara de plata, el
anciano se inclinó con el máximo respeto.

56
Zahhāk o Zohhāk es un malvado personaje de la mitología persa, que en el folclore del antiguo Irán y en los
textos del Avesta era conocido como Azi Dahaka. En persa medio se llama Bēvar-Asp o Dahāg. En el
zoroastrismo , Zahhak (bajo el nombre de Aži Dahāka) es considerado el hijo de Ahriman, el enemigo de Ahura
Mazda. En el Shāhnāmah de Ferdowsi, Zahhāk es el hijo de un gobernante llamado Merdās.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 163


La heroica leyenda de Arslan

“Mi Señor y maestro Zahhak, por favor espere un poco más. Noche y día
su sirviente aquí se esfuerza por el segundo advenimiento de su
maestro...”.
Seguramente no había nadie en esta tierra que no conociera el nombre
del Rey Serpiente Zahhak. Salvo los recién nacidos, claro. Ese era el
nombre de un antiguo gobernante del mundo, un rey muy cruel y
demoníaco. Por él, el sabio rey Jamshid había sido aserrado vivo, los
pedazos de su cuerpo arrojados al mar, y toda su riqueza y poder
robados.
De los dos hombros de Zahhak brotaron un par de serpientes negras.
Este fue el origen de su calificativo de “Rey Serpiente”. Estas dos
serpientes se daban un festín con los cerebros humanos; durante el
reinado de Zahhak, cada día se mataba a dos súbditos, ya fueran nobles
wuzurgan 57 o humildes ghulam, y sus cerebros se daban de comer a las
serpientes. Este reinado de terror duró mil años sin interrupción; el
mundo cayó en la ruina; la gente nació en el mundo encadenada por el
miedo, y fue a la muerte rodeada de collares de desesperación. Cuarenta
generaciones pasaron antes de que el gobierno del Rey Serpiente llegara
a su fin. Así comenzó la dinastía real de Pars—
Con una mirada de adoración, el anciano observó durante algún tiempo
las dos serpientes negras que asomaban sus cabezas desde los hombros
de Zahhak. Luego, con gran esfuerzo, su cuerpo demacrado se agitó,
flotando en el aire frío como un extraño pez de aguas profundas. Al
poco tiempo, sus labios se abrieron como un peñasco agrietado.
“Gurgin”.
El anciano llamó urgentemente a alguien.
“¡Gurgin!”
“Sí, Maestro, aquí estoy yo en espera”.
La voz de respuesta brotó de un rincón oscuro de la habitación, pero no
se pudo ver la figura del requerido. Sin embargo, al anciano tampoco
pareció importarle y ordenó con bastante impaciencia: “¡Convoca a tus

57
Wuzurgan, también conocido por su forma persa moderna de Bozorgan, era el nombre de la alta nobleza y el
tercer rango de clase de los cuatro de la aristocracia sasánida. Después de la caída del Imperio Sasánida,
reaparecen bajo la dinastía Dabuyid.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 164


La heroica leyenda de Arslan

otros seis hombres de inmediato! Desde Atropátene, las muertes de


soldados y civiles han sumado un millón, pero no es suficiente. La
población parsiana asciende a veinte millones; si la sangre de al menos
la mitad de ella no se la bebe la tierra, el segundo advenimiento de
nuestro señor y maestro Zahhak quedará fuera de nuestro alcance”.
“¿Inmediatamente?”.
“Lo más rápido posible”.
“... Ciertamente. El deseo del Maestro es mi orden”.
La voz se desvaneció rápidamente, evaporándose como partículas en el
aire. Durante un rato, el anciano permaneció sin decir nada, pero sus
ojos y su boca delataban un siniestro deleite.
“Una maldición sobre todos los que obstruyen la gloria del Rey
Serpiente Zahhak...”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 165


La heroica leyenda de Arslan

Sucesor al trono (ii)

La capital de Ecbatana, al igual que su reanudado bazar, comenzó a


recuperar cierta apariencia de orden bajo la ocupación lusitana, y sin
embargo, la sangre siguió fluyendo sin freno.
La ciudad era un caos por los ghulam amotinados; los esclavos que
habían cooperado con los invasores lusitanos esperaban, naturalmente,
su justa recompensa, pero todo seguía en manos de los lusitanos.
“Este botín debe ser presentado en su totalidad a Su Majestad, el
honorable Rey Inocencio VII de Lusitania. ¿Cómo podríamos dejárselos
a una inmundicia como ustedes?”.
Durante algún tiempo, los esclavos, en alegre venganza, habían estado
viviendo en las mansiones de los wuzurgan y de los ricos; los lusitanos
pusieron ahora fin a esto, persiguiendo a esas desdichadas almas de
vuelta a los corrales donde habían sido confinados previamente y
encadenándolos de nuevo. Las protestas fueron respondidas con
latigazos y maldiciones.
“Tontos. ¿Qué razón tienen los discípulos del glorioso Yaldabaoth como
nosotros para compartir los frutos del éxito con humildes paganos, y
mucho menos con esclavos como ustedes? ¡Qué engreimiento!”.
Ese no era el trato – ¿No se había dicho que cuando la ciudad cayera bajo
la ocupación lusitana, los esclavos se emanciparían?
“No hay necesidad de mantener las promesas hechas con los paganos.
¿Harían ustedes tratos con cerdos y vacas?”.
Así, el futuro de los ghulam fue arrebatado como lo había sido su pasado.
Para los bendecidos con la prosperidad era quizás inevitable: Esta
tormenta que había llegado barriendo por sobre Pars desde el noroeste
de Lusitania, totalmente justa e imparcial. Los que tenían mucho que
perder, perdieron mucho. La aristocracia, los sacerdotes, los señores, los
ricos mercaderes, todo el lujo que habían acumulado para sí a través de
una despiadada autoridad legal les fue arrebatado ahora con una
violencia igualmente despiadada. Para ellos, la noche no había hecho
más que empezar.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 167


La heroica leyenda de Arslan

“¡Maten! ¡Maten! ¡Maten a los malvados infieles!”.


Pidiendo sangre como si fuera arena reseca estaba el arzobispo Jean
Bodin. Su envenenamiento se hacía más profunda cada día.
“La gloria de Dios se hace más brillante con cada gota de sangre pagana.
No tengan piedad. Porque cada infiel que vive para comer su parte
representa una parte perdida para un verdadero creyente de
Yaldabaoth”.
Pero, por supuesto, no todos los 300.000 soldados lusitanos compartían
la misma pasión por el “exterminio pagano” que el arzobispo Bodin. El
mando militar y otros burócratas que participaban en el gobierno sabían
que su propio objetivo era pasar de la conquista y la destrucción a la
administración y la reconstrucción. El príncipe real Guiscard había
exhortado así. También el soldado promedio estaba a estas alturas harto
de la sangre y del hedor de la muerte, y algunos habían empezado
incluso a aceptar sobornos para perdonar las vidas de los parsianos.
“Esta persona, junto con su familia, desea convertirse. Me pregunto si no
sería bueno disponer de ellos, para que entren al servicio de Dios”.
“¡Una falsa conversión!”, Bodin saltaba y gritaba. “¡Los que piden la
conversión sin someterse a un interrogatorio no son de fiar!”.
Así era Bodin, y por eso su visión de la reina parsiana Tahamenay era
igual de intolerante.
“Esa es la consorte del rey parsiano Andrágoras; por supuesto que no
puede recibir la gracia de Yaldabaoth, como maldita infiel que es. ¿Por
qué no la arroja ya a la hoguera?”.
Por presionar así al rey, Inocencio VII agotó todos sus esfuerzos
esquivando la polémica y no pudo sacar a relucir el asunto de su
matrimonio con Tahamenay.
“Tal vez hasta Dios mismo pueda encontrar una ofensa en esto, pero
antes de eso, más vale que el arzobispo Bodin se persuada, hermano
mío”.
Lo que dijo el príncipe real Guiscard era razonable, pero ante la mirada
suplicante de su hermano, fingió ignorancia, sin tener ninguna intención

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 168


La heroica leyenda de Arslan

de persuadir al propio Bodin. Guiscard hacía tiempo que se sentía


amargado por la debilidad de su hermano y por la forma en la que
dependía inmediatamente de él para resolver cualquier dificultad que se
le presentara. Este matrimonio era suyo y sólo suyo. ¿No era, pues, un
obstáculo que debía superar él solo?
Por supuesto, que Guiscard pensara así no era por el bien de su
hermano. Era en previsión de la llegada, dentro de poco, del día en el
que el odio de su hermano por Bodin superara su devoción.

Uno de los vastos patios del palacio estaba cubierto de azulejos


decorativos, con fuentes de leones y naranjos y gazebos de granito
blanco dispuestos alrededor. Este lugar había sido manchado
recientemente con la sangre de los nobles parsianos y esclavos de la
corte por igual, pero en este momento se había borrado todo rastro de
sangre, y aunque no se podía recuperar el esplendor de antaño, ya no
era antiestético.
Esto fue el resultado de órdenes estrictas del rey Inocencio VII de
Lusitania, aparentemente sin que el arzobispo Bodin lo supiera. Esto se
debió a que, en uno de los bloques que daban a este patio, una sola
dama había sido puesta bajo arresto domiciliario. Aunque oficialmente
estaba confinada, ni siquiera las más notables mujeres de la nobleza de
Lusitania podían esperar el lujo que se le concedía a esta dama pagana;
era, después de todo, la reina Tahamenay de Pars.
Inocencio VII acudía a este bloque que daba al patio todos los días sin
falta, todo para buscar a Tahamenay. De Tahamenay, que mantenía el
rostro cubierto con un velo negro, no se podía obtener ni una sola
palabra; mientras tanto, este supuesto conquistador, un rey lusitano se
limitaba a preguntarle si sufría alguna molestia y otras tonterías por el
estilo antes de escabullirse apresuradamente como si temiera el

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 169


La heroica leyenda de Arslan

escrutinio de Bodin. Sin embargo, cuando llegó el duodécimo mes,


Inocencio VII llegó un día con el pecho hinchado con el aire de un
hombre que espera ser alabado.
“En el nuevo año ya no seré un Rey, sino Emperador”.
Ya no sería el soberano de los antiguos reinos de Lusitania, Maryam y
Pars, sino el emperador Inocencio del recién formado Imperio Lusitano.
Ya no sería simplemente “el Séptimo” de una sola nación.
“Y en consecuencia, Lady Tahamenay, ¿No estás de acuerdo en que,
como cree el público, un emperador requiere de una emperatriz? Yo
también lo creo así”.
Ella no respondió.
Sea cual sea el significado del silencio de Tahamenay, el rey de Lusitania
fue incapaz de descifrarlo. ¿Rechazo? ¿Aceptación? ¿O estaba esperando
algo? Inocencio VII no lo entendía. Hasta ahora había sido un hombre
sencillo que vivía en un mundo sencillo. El bien y el mal habían sido tan
claros para él como el día de verano y la noche de invierno. Que había
algunas cosas que estaban más allá de su comprensión, por así decirlo,
ahora se le presentó vagamente al ya no tan joven rey.

Sucesor al trono (iii)

Ese día, en el espacio abierto ante la puerta sur de la capital, se celebró


una gran ceremonia de quema de libros. Un total de doce millones de
volúmenes habían sido designados para ser quemados como “malvados
libros paganos”; las bibliotecas reales habían sido vaciadas por
completo. Ante los textos apilados en lo alto de la montaña y la multitud
de espectadores se encontraba el arzobispo Bodin gritando. Un caballero
particular con intereses eruditos planteó valientemente —o quizás
precipitadamente— una protesta contra la quema de libros.
“Aunque diga que son libros paganos, ¿Es realmente una buena idea
arrojar al fuego textos tan valiosos sin ni siquiera examinarlos? Incluso si
hay que prenderles fuego, ¿No debería ser después de haber pasado
suficiente tiempo para determinar su valor?”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 170


La heroica leyenda de Arslan

“¡Blasfemo!”.
Bodin pisó el suelo con fuerza.
“Si lo que se registra en estos textos está de acuerdo con las sagradas
escrituras de Yaldabaoth, entonces las escrituras por sí solas son
suficientes para los mortales terrestres. Si contradicen las escrituras,
entonces se basan en las artimañas de los demonios malignos y deben
ser destruidos. No importa, ¡Todos deben ser arrojados al fuego!”.
“Pero arrojar incluso los textos de medicina al fuego…”.
Al recibir un fuerte golpe en la boca, el caballero se tambaleó hacia atrás.
“Aquel que reverencia a Yaldabaoth desde el fondo de su corazón no
será poseído por los demonios de la enfermedad. Quien esté enfermo,
llevando las semillas del mal en su corazón, recibirá el castigo divino.
Incluso si es rey de una nación...”.
Dirigiendo una mirada llena de veneno al rey sentado en su lejano trono,
Bodin volvió a levantar la voz.
“Aunque sea rey de una nación, cuando da lugar a designios tan
perversos como tomar por esposa a una mujer pagana, uno tan altivo
será ciertamente abatido por un báculo divino formado por su propia
enfermedad. Arrepiéntanse y refórmense, oh pecadores”.
Inocencio VII palideció y su cuerpo flácido se estremeció. No por miedo,
sino por extremo desagrado. El príncipe real, el Duque Guiscard,
apostado a su lado, estaba secretamente satisfecho. Para él, esto era una
excelente señal.
Bodin levantó la mano y la montaña de textos fue rociada con aceite
antes de que se lanzase una antorcha.
Las llamas ardieron de inmediato, tragándose doce millones de
volúmenes de textos en la quema. Los pensamientos y sentimientos
grabados de la humanidad, acumulados durante más de un milenio
desde antes de la fundación de la nación, fueron ahora borrados en
nombre del dios de los invasores.
La historia, la poesía, la geografía, la medicina, la farmacología, la
filosofía, la agricultura, la artesanía... el esfuerzo y la pasión de

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 171


La heroica leyenda de Arslan

innumerables personas que debían verterse en la realización de un solo


volumen fueron incinerados en las llamas y transformados en cenizas.
Bloqueados por filas de soldados lusitanos acorazados, los parsianos que
presenciaban esta ardiente escena ahogaron sus gritos de indignación y
dolor.
De pie, uno al lado del otro, entre la multitud, había un par de hombres
altos con las capuchas bajadas sobre sus ojos. El hombre más bajo
murmuraba con amarga furia.
“Así que no basta con robar toda nuestra propiedad; ahora pretenden
incinerar nuestra propia cultura. Esto ya no puede calificarse de mera
barbarie. Esto es obra de simios”.
“Mira al que manda, ese supuesto arzobispo bailando alegremente”.
“Voy a matar a ese hombre, Bodin o como se llame. Te dejaré al rey y a
su hermano. ¿Entendido, Daryun? Ese bastardo es mío”.
“¡Muy bien!”.
Fueron Daryun y Narsus.

Sin molestarse en ver la quema de libros hasta el final, los dos


abandonaron el espacio ante las puertas y se encaminaron hacia el centro
de la ciudad, algo laberíntico. Haciendo caso omiso de su enfado por la
quema de libros, tenían la necesidad de recabar noticias sobre el rey
Andrágoras y la reina Tahamenay.
“Originalmente, parece que la palabra Yaldabaoth significaba
‘ignorancia sagrada’ en lusitano antiguo”.
Narsus lo explicaba sin evidente diversión mientras caminaban. Según
su mitología, la humanidad perteneció una vez a un paraíso de eterna

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 172


La heroica leyenda de Arslan

primavera, donde habitaba en la dicha, libre de sufrimientos y dudas,


pero fue expulsada del paraíso por dar un mordisco al fruto prohibido
de la sabiduría. En opinión de Narsus, éste era un mito bastante
desagradable. Le parecía una forma de pensar que reducía a los
humanos a cerdos. Las personas que no cuestionaban las incoherencias,
que no se enfurecían ante la injusticia, no eran ni siquiera iguales a los
cerdos. Y, sin embargo, ¿Por qué, no sólo la fe de Yaldabaoth, sino las
religiones en general parecían predicar siempre contra la duda y la ira?
“¿Sabías, Daryun? Se podría decir que la destrucción de Maryam por
parte de esta gente, e incluso su invasión a Pars, fue en realidad alentada
por lo que está escrito en sus escrituras”.
“¿Quieres decir que su dios les concedió Pars?”
“Pars no fue especificado, exactamente. Sin embargo, según sus
escrituras, su dios prometió conceder a sus seguidores las tierras más
bellas y abundantes del mundo. Desde su perspectiva, pues, una tierra
de tanta belleza y riqueza como Pars es naturalmente suya, mientras que
nosotros somos poco más que ocupantes ilegales, por así decirlo”.
“Pero qué conveniente”.
Daryun, ajustándose la capucha, se apartó el cabello que le había caído
en los ojos.
“Entonces, ¿Los lusitanos creen de todo corazón en este supuesto
mandato de su dios?”.
“Bueno, ¿Es la fe? ¿O es sólo usar la fe para justificar su propia
invasión?”.
Si fuera lo segundo, tal vez se podría negociar con los lusitanos
diplomáticamente desde el mismo punto de vista. Si fuera lo primero,
los parsianos no sobrevivirían sin usar la fuerza bruta. Sea como fuere,
tenían que considerar diferentes métodos para derrotar a los lusitanos.
“Hay varias maneras de tomar a los parsianos en las manos”.
Por el bien del príncipe que le había prometido el puesto de artista de la
corte, Narsus ideaba decididamente varias posibilidades con todas sus
fuerzas.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 173


La heroica leyenda de Arslan

“Por ejemplo, si emancipamos a todos los ghulam de la tierra bajo el


nombre del príncipe y prometemos abolir por completo el instituto de la
esclavitud, y sólo una décima parte de ellos toma las armas, eso formaría
un ejército de 500.000. Eso sí, bajo la premisa de que serán
autosuficientes”.
Eso tenía sentido. Daryun lo dijo y asintió.
“Pero en ese caso, no podremos esperar el apoyo de los señores
territoriales y aristócratas que actualmente poseen esclavos. No hay
nadie tan crédulo como para aceptar una alianza a pesar de saber que
saldrá perdiendo en el intercambio”.
“Cuando eras señor de Dailam, ¿No liberaste a tus esclavos e incluso
cediste tus territorios?”.
“Soy un excéntrico, después de todo”.
El comentario de Narsus sonó sospechosamente como una jactancia,
pero de repente, puso una expresión amarga.
“... Además, aunque los esclavos se emanciparan, no es que entonces
todo estuviera resuelto. Lo difícil es lo que viene después; no podemos
esperar que todo vaya como lo hemos soñado ante nuestros escritorios”.
Narsus parecía hablar por experiencia propia. Daryun no le preguntó
más. Narsus sacudió la cabeza una sola vez, como para recuperar la
compostura, y empezó a contar con sus dedos una serie de estrategias
para derrotar a las fuerzas lusitanas.
“Un método es utilizar los territorios de la antigua Badakhshan como
cebo para enganchar a Sindhura. Otro método es infiltrarse en Maryam e
incitar a la facción monárquica a rebelarse con la intención de restaurar
el trono, cortando así las comunicaciones de su nación con el ejército
lusitano. O tal vez podríamos trabajar en la propia Lusitania y avivar las
ambiciones por el trono entre los miembros de la realeza y los nobles
restantes. O podemos agitar por la conquista de Lusitania entre las
naciones vecinas...”.
Daryun miró a su amigo con admiración.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 174


La heroica leyenda de Arslan

“¿Cómo te las arreglas para lanzar movimientos y esquemas inteligentes


uno tras otro de esa manera? Comparado con un militar poco sofisticado
como yo, eres realmente algo más”.
“Por muy halagado que me sienta de ganarme los elogios del mejor
guerrero de Pars, de los cien planes que uno puede tramar, sólo diez
pueden llevarse a cabo, y sólo uno tendrá éxito, y eso es todo. Si todas
las cosas que uno considera pudieran hacerse realidad, no existirían las
naciones arruinadas ni los gobernantes perecidos”.
Los dos estaban a punto de entrar en una taberna. Incluso en tiempos de
caos había algunos negocios que no interrumpían su actividad – los
burdeles, por ejemplo, o las salas de juego, o los cercados que
comerciaban con el botín de la victoria y el saqueo. Y junto a ellos,
establecimientos que ofrecían bebida con conversación.
Naturalmente, esos lugares estaban llenos de rumores irresponsables, y
de hecho el número de informes que volaban por ahí probablemente
superaba el número de personas reunidas.
De la taberna salió tambaleándose un solo soldado parsiano. Sin duda
estaba afiliado a la facción de Kharlan, uno de los que habían jurado
lealtad a Lusitania. El soldado, casi completamente embriagado de
alcohol, chocó con el hombro de Daryun en un intento de esquivarlo, y
miró el rostro bajo la capucha mientras maldecía en voz baja. Su
expresión se transformó de inmediato.
“... ¡Ah! ¡Daryun!”.
Con un magnífico chillido, el soldado huyó, empujando a las personas
que se encontraban en su camino y apartándolas mientras escapaba. El
contenido de alcohol que tenía en su cuerpo probablemente se había
precipitado al otro extremo de los cielos; ni siquiera hubo tiempo de
alcanzarlo y agarrarlo por el cuello.
Narsus, acariciando su barbilla, dijo con admiración: “Huyendo sin
luchar, ¿Eh? Ciertamente, entiendes bien tus propios límites”.
Después, los dos siguieron al soldado que huía. Pero no se echaron a
correr. En lugar de perseguirlo, ya habían deliberado de antemano.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 175


La heroica leyenda de Arslan

Los dos, manteniendo deliberadamente la distancia entre ellos, se


adentraron cada vez más en las laberínticas calles. El tenue murmullo de
las conversaciones se filtraba desde las paredes de los edificios, y hasta
el último ojo se fijaba en sus figuras en una vigilancia encubierta.
Narsus no había llegado a contar hasta mil cuando su camino fue
bloqueado por cuatro soldados que habían marcado expectantes su
cabeza con una recompensa invisible.
Daryun ya había alcanzado los títulos de Mardan y Shergir en su
adolescencia, y también había sido el más joven de los marzbanos. Por
eso se le llamaba “marde-e mardan”, un hombre entre los hombres. En
comparación, Narsus sería visto, comprensiblemente, como el objetivo
más fácil. Sin embargo, al final esta elección no les trajo ninguna fortuna.
Cuatro espadas blancas fueron desenvainadas, pero esto fue el alcance
de su iniciativa.
De un solo golpe, Narsus se abalanzó sobre el enemigo de más a la
derecha y le asestó un golpe lateral con su espada. El enemigo no tuvo
tiempo ni siquiera de bloquear, y su propia espada salió despedida por
el golpe de Narsus. Un instante después de que sus espadas chocaran, la
espada de Narsus trazó unas cortas líneas blancas a través del cielo,
cortando cruelmente el cuello de su oponente.
Evitando hábilmente el chorro de sangre que ensombrecía su campo de
visión, Narsus se inclinó ligeramente sobre una rodilla y levantó
rápidamente la punta de su espada. El brazo derecho del enemigo que
había aparecido ante sus ojos voló hacia el cielo, arrastrando sangre, con
su espada aún en la mano. Medio grito después, un tercer soldado cayó
al suelo, con el pecho atravesado por el destello de una espada, mientras
Daryun volvía a aparecer.
Un cuarto soldado permaneció de pie, incapaz de hacer un gesto; al
mirar por encima de un hombro, fue testigo de la figura de Daryun que
se acercaba, y al girarse, vio la sonrisa burlona de Narsus, por lo que
dejó caer su espada y se desplomó en el suelo. Mientras su boca se abría
y cerraba en vano, arrojó una bolsa de cuero de vaca.
La bolsa se abrió, derramando diez dinares y varias veces más dracmas
en el suelo, pero ni Daryun ni Narsus les prestaron atención alguna.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 176


La heroica leyenda de Arslan

“Sólo queremos una cosa: El paradero del rey Andrágoras”.


“No lo sé”, gritó el soldado al principio, con una voz cercana a la
desesperación. “Si lo supiera, se los diría. Valoro mi vida, pero
realmente no lo sé”.
“Incluso los meros rumores servirán. Piénsalo bien por tu propio bien”,
insistió Narsus con frialdad.
Sabiendo que su vida dependía de ello, el soldado soltó todo lo que
sabía. Parecía que el rey Andrágoras estaba realmente vivo.
Probablemente había sido encarcelado en algún lugar, pero Lord
Kharlan sólo se lo había confiado a un puñado de sus hombres más
cercanos. Ni siquiera los generales lusitanos habían sido informados, y
parecían estar descontentos por ello. Así es, había una cosa más, un
rumor que no podía ser ignorado...
“Supuestamente, la reina Tahamenay se casará con el rey lusitano, o eso
es lo que he oído decir a los soldados lusitanos. Dicen que su rey perdió
su alma en el momento en el que puso sus ojos en Su Majestad”.
“¿¡Qué has dicho—!?”.
Tanto el audaz Narsus como el intrépido Daryun se quedaron
boquiabiertos, incapaces de sacar a relucir ningún otro comentario.
Tras atar al soldado y arrojarlo a un contenedor de basura, los dos
comenzaron a caminar de vuelta hacia las calles. La situación de la reina
Tahamenay les dejó consternados. Cuando una persona moría, eso era
todo, pero viviendo, ¿Cuántos problemas y sufrimientos había que
afrontar?
“Badakhshan, Pars, y ahora Lusitania. Para seducir a los gobernantes de
tres naciones seguidas, una belleza como la de Su Majestad debería ser
considerada un crimen”.
“Sea cual sea el caso, si la reina va a ser casada, debemos preocuparnos
por el rey Andrágoras. No importa qué nación, ninguna reconoce la
bigamia. Incluso si aún vive, podría ser dañado simplemente por ser un
impedimento para este matrimonio”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 177


La heroica leyenda de Arslan

“O tal vez el rey lusitano está forzando a la reina Tahamenay a este


matrimonio perdonando la vida del rey Andrágoras a cambio de su
mano”.
Ambos discutieron durante algún tiempo, pero no lograron llegar a una
conclusión clara. Sea cual sea el resultado, decidieron una vez más
seguir con la misma estrategia que antes. Se preocuparían de los
resultados cuando se produjeran. Querían más pruebas para corroborar
la anterior confesión del soldado; y en cuanto a Narsus, consideraba que
sería una molestia idear un nuevo plan en ese momento.
Acordando reunirse en la taberna previamente designada si llegaban
con las manos vacías, los dos se separaron.
¿Fue una coincidencia? ¿O fue una llamada imparcial del destino? Nadie
podía decirlo. Después de que Daryun hubiera doblado varias esquinas,
el peligro llegó aullando a su puerta.
Ante los ojos de Daryun apareció una siniestra máscara plateada.

Sucesor al trono (iv)

Si Daryun poseyera el mismo poder que Farangis para entender el habla


no humana, tal vez habría percibido la voz de su tío Vahriz
advirtiéndole desde el otro reino.
Sin embargo, incluso careciendo de tal poder, podía olfatear fácilmente
el peligro que emanaba de este oponente al que se enfrentaba por
primera vez. La hostilidad y la malicia se dirigieron a Daryun con el
calor del viento del desierto.
El hecho de que Daryun desenfundara su espada en respuesta a esta
aura asesina era, quizás, lo que llamaban instinto guerrero.
“¡Seguro que te has tomado muchas molestias con esos pequeños trucos
tuyos, zopenco!”.
Tanto la risa baja que salía de detrás del hombre de la máscara como su
aspecto físico tenían una vibración igualmente ominosa. Ya no era

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 178


La heroica leyenda de Arslan

necesario intercambiar diálogos inútiles. Había un entendimiento


mutuo: Eran enemigos.
El choque de espadas fue in crescendo. Daryun, que se movía a toda
velocidad, continuó su ofensiva tras el primer golpe, pero no pudo ni
siquiera rozar a su oponente.
Daryun estaba desconcertado. Ni siquiera él, cuyo valor era reconocido
por todos, podía permanecer inconsciente o descuidado ante la inmensa
fuerza de su oponente. Cambió de táctica. Deteniendo su ofensiva,
retrocedió medio paso y se puso a la defensiva.
El hombre de la máscara de plata se adelantó ágilmente, lanzándole
inflexibles ataques, pero al igual que Daryun hace un momento, se
encontró con una guardia impenetrable.
Mientras cortaban a derecha e izquierda, los rastros de las espadas
relucientes atravesaban el aire; cada parte había llegado a darse cuenta
de la existencia de un enemigo de una gallardía nunca vista.
La hoja pálida se enfrentó a la hoja pálida y se trabó con fuerza en el
aire. Los rostros de los dos hombres se acercaban; cada uno podía oír la
respiración del otro superponiéndose a la suya.
“¡Oigamos tu nombre!”, dijo el hombre de la máscara de plata. Debajo
de su fría voz se filtraba un mínimo indicio de asombro.
Mirando hacia la luz que brillaba en las rendijas de los ojos de la
máscara, Daryun informó bruscamente de su nombre.
“¡Daryun!”.
“¿Daryun, dices...?”.
El tono interrogativo con el que escudriñaba sus recuerdos se transformó
un instante después en una voz llena de maliciosa reticencia. Daryun no
pudo evitar sobresaltarse ante esta inesperada reacción.
“Esto es bueno. ¿El sobrino de Vahriz? No me extraña...”.
... eres muy fuerte, o algo así, pero el hombre de la máscara de plata se
tragó sus palabras y lanzó una mirada amenazadora, su máscara tembló
por los chillidos de risa que seguramente habrían erizado los cabellos de

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 179


La heroica leyenda de Arslan

cualquiera que no fuera Daryun. Cuando su risa se calmó, una arrogante


confesión salió de sus labios.
“Te lo digo: ¡He sido yo quien ha cortado la cabeza blanca y rugosa de tu
tío Vahriz!”.
“¿¡Qué!?”.
“Para un perro faldero de Andrágoras, tal retribución es apropiada. ¿Te
gustaría morir como lo hizo tu tío?”.
En el momento en el que sus espadas cruzadas se separaron, la espada
de Daryun barrió cantando por el aire. Fue una velocidad tan feroz que
superó las expectativas del hombre de la máscara de plata. La espada del
hombre, que se movía a la defensiva, se balanceó inútilmente en el aire
cuando el golpe de Daryun impactó en su cara.
La máscara de plata se partió por la mitad. El rostro que se había
protegido de forma tan inflexible quedó expuesto al aire. De la boca del
hombre salieron violentos jadeos.
Y así lo vio Daryun: Dos caras. Debajo de la máscara hendida estaba el
semblante de un joven de aproximadamente la misma edad que Daryun.
La de rostro pálido y elegante de la izquierda, y la oscura y grotesca
mancha de quemaduras inflamadas de la derecha: Ambas coexistían en
un mismo contorno.
Aunque sólo fue un vistazo fugaz, ese rostro se grabó profundamente en
la visión de Daryun. El hombre levantó el brazo izquierdo para ocultar
su rostro, pero sus ojos, llenos de una luz sangrienta, miraron a Daryun.
Su espada brilló en contraataque.
Daryun retrocedió de un salto, pero la agudeza de la espada, alimentada
por la rabia y el odio, no podía compararse con la de antes. Danzó como
una serpiente que golpea, con su hoja blanca extendiéndose en dirección
a Daryun. Y, efectivamente, Daryun se tambaleó, desequilibrado.
Cuando estaba a punto de asestar el golpe crítico, el hombre que había
perdido su máscara de plata cambió bruscamente de dirección,
desviando por poco la espada que se dirigía hacia él desde un lado. Ante
la temible vista del hombre se encontraba Narsus.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 180


La heroica leyenda de Arslan

“Oye, ¿No vas a preguntar mi nombre? Si no, ¿No será embarazoso


presentarme?”.
El brillo de la intención asesina salió disparado como flechas del rostro
ensombrecido por el brazo y la capa, pero Narsus no se dio cuenta – al
menos no en la superficie.
“¿Quién eres tú, bufón?”.
“No me gustan mucho tus modales, pero como me lo has pedido,
supongo que debo empezar a presentarme. Me llamo Narsus; voy a ser
empleado como artista oficial de la corte bajo el reinado del próximo rey
de Pars”.
“¿Artista de la corte, dices?”.
“No lo sabrías, al carecer de cualquier conexión con el arte, pero los que
tienen sentido para ello me llaman el segundo advenimiento del gran
maestro Mani 58”.
“¡Quién lo dice!”, murmuró enfáticamente un recuperado Daryun
mientras se enderezaba. Al ver que su respiración y su pulso volvían a
estar completamente controlados, el hombre de la máscara de plata supo
que debía dejar pasar esta oportunidad de victoria ya perdida. Uno
contra dos, y con el brazo ocupado en ocultar su rostro además, incluso
mientras se defendía de tan gallardos enemigos. Además, tal vez había
recordado la previsión del anciano de túnica gris en aquella cámara
subterránea.
“Resolvamos esto en otro momento. Considera el día de hoy como un
empate”.
“Así que eres un tipo que suelta las frases convenientes para cada
ocasión. No es necesario retrasar para mañana algo que se puede hacer
hoy”.
Habiendo perdido su máscara de plata, el hombre no aceptó el desafío
de Narsus.

58
Mani o Manes fue un líder religioso parto, fundador del maniqueísmo, una antigua religión nacida del
cristianismo gnóstico, el budismo y el zoroastrismo que llegó a alcanzar una gran difusión antes de su
exterminio.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 181


La heroica leyenda de Arslan

Aun cubriendo su cara con un brazo, se retiró hábilmente de la peligrosa


pinza.
“Esto es una despedida, parodia de artista. ¡Mejora tus habilidades para
la próxima vez que nos encontremos!”.
Era una burla sin fundamento, pero fue más que suficiente para herir el
ego de Narsus. Sin mediar palabra, el futuro artista de la corte avanzó,
lanzando un golpe que cortó el viento.
El hombre que había perdido su máscara de plata se retorció
suavemente mientras rechazaba el golpe. Fue un movimiento aún más
elegante que hábil; tanto Narsus como Daryun, ninguno de los dos pudo
encontrar un hueco que aprovechar.
El hombre de la máscara de plata se adentró en un estrecho callejón,
derribando de una patada las tinas y los barriles que había a lo largo de
las paredes para sellar su rastro. Cuando el dobladillo de su capa se
desvaneció al doblar la primera esquina, la pareja de caballeros al
servicio de Arslan abandonó toda idea de persecución. Daryun dio una
palmada en el hombro de su amigo.
“No tengo ni idea de quién es ese desgraciado, pero tiene una habilidad
tremenda. Si no fuera por tu ayuda, probablemente ya me habría
destrozado la cabeza”.
“Claro, lo que tú digas, pero ese tipo es realmente difícil de digerir. Qué
descaro, llamarme una parodia de artista. El mundo está plagado de
tontos pomposos que no entienden nada de arte y la cultura.
Seguramente este debe ser el fin de los días”. Como Daryun no contestó,
continuó: “Por cierto, ese hombre parecía conocer bien a tu señor tío.
¿Un viejo amigo, quizás?”.
“Yo también lo he considerado, pero no recuerdo nada. Aunque me
pregunté si esa máscara era sólo para aparentar, no parece ser el caso.
Con esas terribles quemaduras, probablemente no tenga más remedio
que cubrirse”.
A pesar de asentir a la voz de Daryun, Narsus tenía una expresión que
indicaba que no estaba del todo satisfecho.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 182


La heroica leyenda de Arslan

Sea como fuere, él pensó que tenía que haber algo más. Una de las
razones para llevar una máscara era que los demás no pudieran
reconocer su aspecto original, pero cuando se encontraba entre
completos desconocidos en una tierra completamente desconocida, esa
excusa ya no debía valer. Si no fuera por esas cicatrices de quemaduras,
tal vez incluso el propio Narsus hubiera recordado algo inesperado con
facilidad...

Sucesor al trono (v)

Reunidos en la residencia de un granjero en cierta aldea arrasada por los


soldados lusitanos, estaban las modestas pero incondicionales fuerzas
antilusitanas. Arslan, Daryun, Narsus, Farangis, Gieve y Elam. Todos y
cada uno eran muy jóvenes – como Elam, que no tenía más de trece
años. Sin embargo, a los que habían elegido resistir al poderoso ejército
lusitano como la humilde mantis ante el carro, seguramente no les
esperaba un futuro prometedor ni fructífero.
Arslan recibió un gran golpe al ser informado de que su madre la reina
estaba siendo presionada para casarse con el rey lusitano.
Tanto Narsus como Daryun habían tenido la intención de ocultar esta
noticia, pero de cualquier manera, una vez que se celebrara la ceremonia
de la boda, los informes llegarían a los oídos de Arslan, le gustara o no.
No era algo que pudiera mantenerse en secreto.
Durante algún tiempo, los caballeros observaron sin palabras al
príncipe, igualmente taciturno, que se paseaba de un lado a otro de la
habitación.
Al poco tiempo, Arslan se detuvo y murmuró entre dientes apretados:
“Mi señora madre debe ser rescatada sin demora”.
Aquella madre tan bella y a la vez tan distante – tanto la primera vez
que montó a caballo, como la primera vez que salió de caza, había
recibido elogios de ella, pero había algo en sus palabras que carecían de
calidez.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 183


La heroica leyenda de Arslan

Según las damas de la corte a las que había escuchado murmurar a sus
espaldas, “es porque Su Majestad sólo se valora a sí misma...”. Era
posible, tal vez, que sus críticas estuvieran justificadas. No obstante,
Tahamenay era la mujer que le había dado a luz; como niño no podía
dejar de rescatar a su propia madre.
“Mi señora madre debe ser rescatada. Antes de que sea obligada a
casarse con el rey lusitano...”, Arslan repitió.
Daryun y Narsus intercambiaron una mirada furtiva. Los sentimientos
del príncipe eran naturales, pero con su poderío actualmente inferior,
darle prioridad al rescate de la reina restringiría significativamente sus
opciones tácticas.

“Apuesto a que Su Mentirosa Majestad sedujo al rey lusitano para preservar su


propio bienestar. Es el tipo de mujer que haría algo así...”.

A Gieve se le habían ocurrido tales fantasías insolentes, pero, como era


de esperar, no salieron de su boca. Aunque ahora se contaba entre el
grupo de Arslan, era el menos necesario de los cuatro, así que por el
momento se limitaba a disfrutar a su aire. Había oído que Narsus se
convertiría en artista de la corte; bueno, en ese caso tal vez le dejarían
convertirse en músico de la corte a él mismo. Esas cosas pasaban por su
mente.
Farangis, de ojos verdes, miró con simpatía al príncipe.
“Su Alteza, no se precipite. El rey lusitano puede desear casarse con su
señora madre, pero a los ojos del pueblo lusitano, su señora madre es
una pagana. Aquellos que lo rodean no son propensos a conceder su
aprobación tan fácilmente. Creo que el estado de las cosas no mejorará
pronto”.
Narsus asintió.
“Es como dice Farangis. Si él fuerza el matrimonio, invitará a la revuelta
de los clérigos, en particular, y si algún miembro de la realeza o de la
nobleza ambicioso insiste en el asunto, probablemente provocará luchas
internas. No puede permitirse forzar el asunto”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 184


La heroica leyenda de Arslan

A continuación, Daryun también habló.


“Por muy desagradable que sea para Su Alteza, si la situación es así,
debería haber pocas posibilidades de que Su Majestad sufra algún daño.
En cuanto a Su Majestad, el rey, parece que al menos sigue vivo, así que
seguramente surgirá la oportunidad de ir en su ayuda”.
Cada uno de ellos sabía que sus argumentos presentados eran sólidos,
pero que fueran comprensibles o no para un joven de catorce años era
una cuestión totalmente diferente. Más que reconocer la dificultad de la
situación, ellos esperaban que Arslan mostrara la tolerancia de un
gobernante y pusiera sus responsabilidades como tal por encima de las
obligaciones personales.
Al final, los hombros de Arslan se desplomaron.
“En cualquier caso, nuestros números son demasiado pocos. ¿Por qué
medios podemos ganar aliados, Narsus?”.
Después de un rato, Narsus respondió: “Imponer la justicia absoluta en
la tierra es probablemente imposible. Sin embargo, debería existir alguna
forma de gobierno preferible a la del gobierno parsiano hasta ahora, así
como a la tiranía lusitana. Aunque no podamos librarnos por completo
de lo que no es razonable, al menos deberíamos ser capaces de disminuir
esas cosas. Para ganar aliados, Su Alteza debería dar a conocer sus
futuras intenciones a la población parsiana. Porque la legitimidad real
no tiene nada que ver con la sangre que uno posee, sino que se garantiza
únicamente a través de un gobierno recto”.
Esta era la esencia de sus opiniones, pero lo que Arslan esperaba era una
estrategia más explícita. Narsus, sabiendo esto, continuó.
“Perdona mi descortesía al decirlo, pero como gobernante, uno no
necesita presumir ni de mente estratégica ni de destreza militar. Esas son
las funciones que desempeñan sus vasallos”.
Mirando fijamente al enrojecido Arslan, Narsus tragó un trago de vino
de su copa.
“En primer lugar, Su Alteza, por favor revele sus objetivos. Así
podremos concentrar todos nuestros esfuerzos en ayudarle a
cumplirlos”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 185


La heroica leyenda de Arslan

Arslan se quedó callado.


“Cuando la conquista llegue a su fin, los lusitanos se embarcarán sin
duda en la erradicación total de la cultura parsiana. Prohibirán el uso del
habla parsiana, caracterizarán los nombres parsianos a la manera de
Lusitania, destruirán los templos de todos los dioses de Pars, y erigirán
templos a Yaldabaoth allá donde vayan”.
“¿No habrá alternativa?”.
“Por eso se les llama bárbaros. Son incapaces de comprender que otras
personas también tienen cosas que valoran, por así decirlo. Cuando se
trata de la destrucción de templos, al menos...”, Narsus volvió a dejar su
copa de vino sobre la mesa. “Según las enseñanzas de Yaldabaoth,
existen tres formas de tratar a los no creyentes. A los que se convierten
voluntariamente se les permite conservar más o menos toda su riqueza y
se convierten en ciudadanos libres. A los que se les obliga a convertirse
se les confisca su riqueza y se les esclaviza. Los que se niegan
obstinadamente a convertirse...”.
Gieve se pasó un dedo por la garganta con énfasis. Narsus, asintiendo en
respuesta al movimiento, miró al contemplativo Arslan. Las mejillas del
príncipe estaban enrojecidas.
“No puedo permitir que el pueblo de Pars se encuentre con un final así.
A tal efecto, ¿Cómo debo actuar? Por muy inexperto que sea, por favor,
préstenme su fuerza”.
Los cinco, incluido Elam, fijaron sus ojos en el príncipe. Por fin, Daryun
los representó a todos en respuesta.
“Por modestas que sean nuestras fuerzas, con gusto ayudaremos a Su
Alteza a oponerse a los lusitanos y a restaurar la paz en Pars”.
“Tienen mi agradecimiento. Me dejo en sus manos”.
Arslan no poseía aún mucho más que esta vaga convicción. Del largo
viaje de autodescubrimiento, por así decirlo, que debía emprender
ahora, aún no había recibido ninguna percepción. A los catorce años era
todavía inmaduro: Tanto para los grandes guerreros mardan que le
rodeaban como para sus innumerables enemigos, era una existencia

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 186


La heroica leyenda de Arslan

impotente. Entre las muchas responsabilidades que tenía ahora, la más


importante era sin duda su propio crecimiento.

Sucesor al trono (vi)

Bajo la cárcel había otra prisión, ésta contaba con gruesos muros y
pesadas puertas, y estaba aislada de las celdas de la planta baja por
largos tramos de escaleras. Además, soldados blindados montaban
guardia por todas partes, sin duda para interceptar a los intrusos mucho
antes de que pudieran alcanzar sus objetivos.
El único prisionero en esta mazmorra era un hombre de mediana edad,
de complexión poderosa, cuyo cabello y barba habían crecido totalmente
desordenados, y que, sin embargo, tenía una figura mucho más
majestuosa que los hombres que lo interrogaban.
Era el rey Andrágoras de Pars, que había desaparecido sin dejar rastro
en el mundo de arriba.
A pesar de las innumerables heridas que rezumaban sangre, Andrágoras
seguía vivo. O quizá fuera más exacto decir que le habían dejado vivir.
Cada vez que el examen de sus interrogadores llegaba a un punto
muerto, un pequeño y escuálido médico que no parecía tener más de la
mitad de su tamaño se materializaba y dirigía el tratamiento del
prisionero. Tanto las marcas de los latigazos como las quemaduras de
los atizadores se lavaban con alcohol y se untaban con bálsamo; luego se
le aplicaban compresas de hierbas, se le obligaba a abrir la boca y se le
vertía brandy medicinal en la garganta, y luego se le hacía dormir.
Cuando el robusto cuerpo del hombre parecía haber recuperado la
fuerza suficiente para resistir, los interrogadores comenzaban de nuevo
su trabajo.
Esto continuó durante varios días y varias noches. En una ocasión, el
hombre se arrancó las cadenas con una ráfaga de pura fuerza física; para
ello, cambiaron a partir de ese entonces las cadenas por unas destinadas
originalmente a atar a un sher.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 187


La heroica leyenda de Arslan

En algún momento de estos crueles y monótonos días, surgió por fin un


cambio. A las profundidades de la prisión subterránea llegó un invitado.
Moldeada con diligencia a partir del odio y la malicia, ardiendo con
llamas de venganza – tal era el ambiente de la flamante máscara de plata
que llevaba este visitante.
Los interrogadores saludaron al hombre de la máscara de plata con el
máximo respeto. La vida cotidiana en la prisión, incluso para los que
realizaban los interrogatorios, requería mucha fortaleza. El cambio, sin
importar la forma que tomara, debía ser bienvenido.
“... ¿Y? ¿Cómo es su estado?”.
“Debilitado, pero sin peligro inmediato para su vida”, indicó el
representante.
“Bien. No lo maten”.
Había una inflexión melódica en la voz del hombre de la máscara de
plata.
“Repito mi orden. No deben matarlo. Este bastardo no debe ser
asesinado hasta que se le muestre la cabeza cortada de su propio hijo
ante sus propios ojos”.
Al recibir una mirada aburrida del rey Andrágoras, el hombre de la
máscara de plata soltó una risa baja.
“¡Oh, Andrágoras! Es tal y como has oído. Tu hijo y heredero aún vive.
Sin embargo, no será por mucho tiempo. Vive sólo para que yo lo
encuentre y lo mate con mis propias manos”.
El hombre de la máscara de plata se acercó al rostro del prisionero.
“¿Sabes quién soy?”
No hubo respuesta.
“¿Todavía no lo sabes? Pues déjame decírtelo. Es un nombre que no
debe ser desconocido para tus oídos. Mi nombre es Hilmes. Mi padre era
Osroes”.
“¿Hilmes...?”.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 188


La heroica leyenda de Arslan

“Eso es. Hilmes. El hijo legítimo de Osroes, el anterior rey. Tu sobrino.


¡Y el verdadero rey de Pars!”.
Aunque Andrágoras no dijo nada, las esposas de hierro de sus muñecas
parecieron emitir un ligero crujido. El hombre de la máscara de plata
lanzó un fuerte suspiro.
“¿Sorprendido? ¿O quizás no tienes energía para sorprenderte? Qué
mala suerte que no hayas logrado matarme cuando no pudiste acceder
al trono. En el mismo instante en el que el dios maligno que te protegía
apartó la mirada, yo logré escapar de esa hoguera”.
Mientras hablaba, el hombre se desprendió de su máscara de plata. Al
quitarse la máscara, el rostro del hombre quedó expuesto ante los ojos
de Andrágoras.
“Esta es la cara que se quemó. Mírala bien. No apartes tus ojos. Mira esta
prueba del gran pecado que cometiste hace dieciséis años”.
El semblante que apareció de debajo de la máscara de plata era el mismo
que Daryun había presenciado. La mitad que conservaba su elegancia
original y la mitad que había sido sacrificada al dios del fuego juntas en
un solo rostro. La mirada apagada de Andrágoras bajo su revuelto
cabello parecía dirigirse hacia él, pero pronto su barbilla volvió a caer
como si fuera por la fatiga.
“... Este es quien soy yo, el legítimo rey de Pars”.
Volviendo a ponerse su máscara de plata, Hilmes reafirmó con calma su
propia reivindicación.
“Cómo he sufrido y luchado estos dieciséis años para reclamar el lugar
que me corresponde. No tienes ni idea, ¿Verdad? No hace falta que
recuperes tus recuerdos del pasado; antes de eso, mejor que consideres
sólo el futuro que les espera a tu mujer y a tu hijo, así como a ti mismo”.
Su voz se interrumpió, sustituida por el sonido de pasos. Dentro del
campo de visión del prisionero, Hilmes, con una máscara de plata, se
dirigió hacia los respetuosos interrogadores que se inclinaban
profundamente en fila. El primer enfrentamiento entre tío y sobrino
después de dieciséis largos años había terminado.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 189


La heroica leyenda de Arslan

Al ver partir a Hilmes, los ojos del rey Andrágoras brillaron. La más fina
pizca de luz se expandió hasta llenar sus pupilas, y cuando se disipó,
una sonrisa tan fría como el vino envenenado se pintó en el rostro de
Andrágoras.
El rey estalló en carcajadas. Expulsado de su trono, con su reino
saqueado, y ahora incluso negado de su derecho a gobernar, el hombre
hizo sonar las cadenas que lo ataban mientras reía y reía.
Por razones que nadie conocía, salvo él mismo, la risa de Andrágoras
siguió resonando en las paredes de su celda subterránea.
—Año 320 del calendario parsiano. Con el rey Andrágoras en un
paradero desconocido, la capital real Ecbatana cayó. El Reino de Pars se
arruinó.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 190


La heroica leyenda de Arslan

Epílogo

Hay un libro que se escribió en la Inglaterra del siglo XII, llamado


Historia Regum Britanniae (Historia de los Reyes de Bretaña) 59. El escritor
era supuestamente un profesor de Oxford 60, pero antes de Le Morte
d’Arthur 61 de Sir Thomas Malory 62, ya había registrado las famosas
hazañas del Rey Arturo 63 y los Caballeros de la Mesa Redonda 64.
Según el primer libro, después de que el rey Arturo hubiera unido toda
la isla de Gran Bretaña, se enfrentó al tiránico emperador romano por el
dominio de toda Europa; se produjeron varias batallas, todas ellas
ganadas por él, lo que provocó la caída de Roma y la derrota del
emperador, tras lo cual se hizo con el trono y se coronó emperador de
Europa. Sin embargo, ante la traición de su hijo ilegítimo Mordred 65,
regresó a su Inglaterra natal y fue apuñalado en combate mortal – o al
menos eso cuenta la historia.
Por supuesto, no se trata tanto de una historia real como de un relato
romántico 66, pero el autor, un hombre llamado Monmouth, profesó a
bombo y platillo que se trataba de un relato histórico real. En la creación
de esta “historia” ficticia, no cabe duda de que invirtió una gran
cantidad de esfuerzo y trabajo.

59
Historia Regum Britanniae (Historia de los reyes de Bretaña, en latín) es una crónica pseudohistórica de Gran
Bretaña, escrita por el galés Godofredo de Monmouth entre los años 1130 y 1136. El libro reseña
cronológicamente las vidas de los reyes de los britanos, comenzando con los troyanos que escaparon de la
guerra de Troya y fundaron la nación británica; y termina cuando los anglosajones ocuparon el país en el siglo
VII. Se trata de una de las piezas centrales de la materia de Bretaña.
60
Godofredo de Monmouth fue un clérigo escritor y uno de los principales personajes en el desarrollo de la
materia de Bretaña y responsable en la expansión y notoriedad de los relatos sobre el rey Arturo.
61
El libro La muerte de Arturo es la versión de sir Thomas Malory sobre la historia del Rey Arturo y los
Caballeros de la Mesa Redonda, basada en varias leyendas inglesas y francesas.
62
Thomas Malory fue el autor o el compilador de La muerte de Arturo.
63
El rey Arturo, es un destacado personaje de la literatura europea, especialmente inglesa y galesa, en la cual se
lo representa como el monarca ideal tanto en la guerra como en la paz.
64
Los caballeros de la Mesa Redonda forman un grupo de personas además de una orden de caballería mítica y
legendaria que aparece en las leyendas artúricas de la llamada materia de Bretaña. Según éstas, la orden fue
fundada cuando Arturo fue proclamado rey de Bretania y fundó su corte en Camelot.
65
Sir Mordred es un personaje de la mitología celta, hijo incestuoso del rey Arturo y de Morgause o de
Morgana, conocido por haber sido asesinado por el Rey Arturo y, al mismo tiempo, acabar con su vida en la
Batalla de Camlann. Aunque su relación con Arturo depende de la leyenda, la más conocida es la de ser su hijo
ilegítimo nunca aceptado.
66
Como género literario de alta cultura, el romance heroico o el romance caballeresco es un tipo de narrativa en
prosa y verso que fue popular en las cortes nobles de la Alta Edad Media y la Europa Moderna Temprana. Eran
historias fantásticas sobre aventuras llenas de maravillas , a menudo de un caballero andante caballeresco
retratado con cualidades heroicas, que emprende una búsqueda.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 192


La heroica leyenda de Arslan

Me gusta mucho el cuento escrito arriba. Me encantan las historias


inventadas, y también me encanta la gente que pone toda su pasión en
crear esos cuentos de hadas sin sentido. Aunque no cuando la política
está involucrada y se fabrican sólo para obtener el favor de los que están
en el poder.
Como me gustan las historias inventadas, pensé que me gustaría
convertirme en escritor de ficción. Si después de mezclar no sólo la
Historia antes mencionada, sino también Los tres mosqueteros 67, El hombre
de la máscara de hierro 68, Nansou Satomi Hakkenden (Cuento de los ocho
perros) 69, Margen de agua 70 y otros ingredientes clave de este tipo, aún no
he sido capaz de preparar una sopa de sabor interesante, probablemente
sea porque aún no me he dado cuenta de los límites de mi propia
habilidad. Como ya he escrito una novela histórica en un entorno
futurista 71, esta vez he querido ambientar una historia en un universo
paralelo del pasado de nuestro planeta – pensando, tal vez, que esto
podría facilitarme un poco la vida.
En cualquier caso, aunque no podía igualar la increíble pasión del gran
Monmouth que tenía ante mí, estaba decidido a preparar una sopa

67
Los tres mosqueteros es una novela del escritor Alejandro Dumas. La novela narra las aventuras de un joven
gascón de 18 años, conocido como d'Artagnan, que se va a París para hacerse mosquetero. Los verdaderos
mosqueteros son Athos, Porthos y Aramis, amigos inseparables que viven bajo el lema “Uno para todos, todos
para uno”. D'Artagnan primero se enfrenta separadamente a cada uno de ellos, pero terminan siendo sus amigos.
Juntos sirven al rey Luis XIII y se enfrentan a su primer ministro, el cardenal Richelieu, y a sus agentes Milady
de Winter y el conde de Rochefort, para así resguardar el honor de la reina Ana de Austria.
68
El hombre de la máscara de hierro es un misterioso personaje francés de los siglos XVII-XVIII, que fue
encarcelado por razones desconocidas en la prisión de la Bastilla. Mientras estuvo en prisión su rostro fue
cubierto con una máscara probablemente hecha de terciopelo, aunque la leyenda dice que era de hierro. El
filósofo de la Ilustración Voltaire hizo la primera referencia a su existencia con su obra El siglo de Luis XIV.
69
Nansō Satomi Hakkenden es una novela épica japonesa de 106 volúmenes escrita por Kyokutei Bakin.
Situada en el tumulto del período Sengoku, Hakkenden es la historia de ocho samuráis medio-hermanos y sus
aventuras, que abarca los temas de lealtad y honor familiar, así como confucianismo, bushidô y filosofía budista.
70
A la orilla del agua, es una de las cuatro novelas clásicas más importantes de la literatura china. Atribuida a
Shi Nai'an y escrita en chino, la historia, ambientada durante la dinastía Song, relata cómo un grupo de 108
forajidos fuera de la ley se encontraron en el Monte Liang para formar una fuerza armada considerable antes de
que el gobierno les concediera la amnistía y los enviara en campañas para hacer frente a invasores extranjeros y
luchar contra fuerzas rebeldes.
71
Legend of the Galactic Heroes o Heldensagen vom Kosmosinsel por sus títulos oficiales en pantalla, es una
serie de novelas de ciencia ficción escritas por Yoshiki Tanaka e ilustradas por Naoyuki Kato (del primer al
quinto volumen) y Yukihisa Kamoshita (del sexto al último volumen). Localizada en algún lugar lejano del
espacio, sobre el siglo XXXV, Legend of the Galactic Heroes es la historia de una lucha épica entre el totalitario
Imperio Galáctico y la democrática Alianza de Planetas Libres.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 193


La heroica leyenda de Arslan

propia, me puse a hacer los deberes. Chang An 72 en la dinastía Tang 73,


el Imperio Turco Otomano 74, el Ilkhanato 75 y el Imperio Bizantino 76– di
dos o tres vueltas antes de decidirme por la Persia medieval como
escenario. Por supuesto, no la Persia medieval real, sino una nación
igual en un universo paralelo. “Pars” es una pronunciación corrupta de
Fars 77, las principales tierras de las dinastías persas medievales.
Tanto los nombres de los personajes como los de los lugares se han
tomado de la historia y la mitología de la Persia preislámica.
Estrictamente hablando, existe una sensación diferente entre los
nombres de la antigua Persia y los nombres de la Persia medieval, pero
por favor, ¡No hay que enojarse por ello conmigo!
Lo que quiero decir con lo de ir no enojarse es que, como ven, he
salpicado este libro con bastantes términos persas, y además los he
utilizado siempre que ha sido oportuno, por lo que los estudiosos serios
de la historia y la literatura persas quizá se sientan algo molestos. Para
evitarlo, lo he ambientado en un universo paralelo, pero le ruego que lo
tenga en cuenta de antemano. Al fin y al cabo, se trata de una historia
inventada, así que por favor, no sean tan duros conmigo.
Por su parte, los ejércitos enemigos que invaden Pars se basan tanto en
los cruzados 78, como en los conquistadores españoles en América 79;
aunque los he pintado con una luz escandalosa y cruel, sólo se debe a las
72
Chang'an, capital antigua de China, que en su momento de esplendor llegó a alcanzar los dos millones de
habitantes, en el emplazamiento de la actual Xi'an. Llegó a ser la capital de más de diez dinastías en la historia
de China. Chang'an significa 'Paz Perpetua' en chino clásico, ya que fue la capital utilizada repetidamente por
los nuevos gobernantes chinos.
73
La dinastía Tang fue una dinastía imperial de China que gobernó desde 618 hasta 907, con un interregno entre
690 y 705.
74
El Imperio otomano, oficialmente Sublime Estado Otomano, fue un Estado multiétnico gobernado por la
dinastía osmanlí. Era conocido como el Imperio turco o Turquía por sus contemporáneos, aunque los
gobernantes osmanlíes jamás utilizaron ese nombre para referirse a su Estado.
75
El Ilkanato persa fue una de las cuatro divisiones del Imperio mongol que fue gobernada por la casa mongola
de Hulagu. Fue fundado en el siglo XIII y estaba centrado principalmente en Persia y los territorios vecinos,
como la actual Azerbaiyán, y las partes central y oriental de la actual Turquía.
76
Se denomina como Imperio bizantino a la mitad oriental del Imperio romano, que pervivió durante toda la
Edad Media y el comienzo del Renacimiento. Su capital se encontraba en Constantinopla, construida sobre la
antigua Bizancio, importante ciudad colonial de la Tracia griega fundada hacia eI 667 a. C.
77
Fars es una de las 31 provincias de Irán. Situada en el sur del país, su capital es Shiraz. Se corresponde a la
región tradicionalmente llamada en español Farsistán o Persia. Se cree que Fars es la zona originaria del pueblo
persa y da nombre a la lengua persa o farsi. Persia se deriva del griego.
78
Los cruzados eran Guerreros cristianos, principalmente de Europa Occidental, ellos fueron quienes
participaron en alguna de las cruzadas en la Edad Media.
79
El término conquistadores españoles se refiere de forma genérica a los soldados y exploradores españoles que,
desde finales del siglo xv y durante el siglo xvi, conquistaron y poblaron grandes extensiones de territorio en
América y Filipinas, incorporándolas a los dominios de la monarquía española.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 194


La heroica leyenda de Arslan

exigencias de la historia. Dicho esto, si se han leído libros como Las


cruzadas a través de los ojos árabes 80, de Amin Maalouf 81, se comprenderá
el alcance de las atrocidades que los cruzados cometieron en nombre de
Dios. Ricardo I, “Corazón de León” 82, se hizo popular en Japón a través
de la leyenda de Robin Hood 83 y de Ivanhoe 84, pero cuando tomó 2.700
rehenes en la ciudad de Akka 85, exigió 20.000 oros de rescate a los
árabes y, al negársele, los masacró a todos. Por otro lado, el general
árabe Saladino 86, cuando ocupó Jerusalén 87, permitió a sus cautivos
salir sanos y salvos con todas sus riquezas y posesiones. El afirmar que
ambos eran rivales igualmente dignos es quizás un poco insultante para
Saladino.
Dejando de lado nuestro propio mundo, en el mundo de Pars existen,
por supuesto, innumerables naciones; Arslan, que en el primer volumen
ya ha visto cómo le robaban su propio reino, cómo ocupaban su capital y

80
Las cruzadas vistas por los árabes, en francés en el original Les croisades vues par les Arabes, es el título de
una obra del escritor libanés Amin Maalouf publicada en 1983. El libro es un ensayo histórico sobre las
Cruzadas, y cuyo punto de vista es el de las fuentes árabes.
81
Amin Maalouf es un escritor y periodista franco-libanés. Estudió Economía Política y Sociología en la
Universidad de San José de Beirut. Periodista en el diario An-Nahar, como enviado especial en zonas como
Vietnam y Etiopía. En 1976 se exilió en Francia a causa de la guerra civil libanesa. Ha sido galardonado con el
Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2010. Es miembro de la Academia Francesa, ocupando la silla
número 29, en la que sucedió a Claude Lévi-Strauss.
82
Ricardo I de Inglaterra, conocido como Ricardo Corazón de León, fue rey de Inglaterra entre 1189 y 1199, fue
el tercer hijo del rey Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania. Durante su reinado, solo visitó Inglaterra
en dos ocasiones: las correspondientes a sus dos coronaciones. En total, no llegaron a seis los meses que pisó su
suelo como rey. Tomó parte en la Tercera Cruzada, con campañas en Sicilia y Chipre en el camino. A la vuelta
de Tierra Santa cayó prisionero de Leopoldo V, duque de Austria.
83
Robin Hood es un arquetipo de héroe y forajido del folclore inglés medieval. Inspirado por Ghino di Tacco, su
personaje es un hombre llamado Robin Longstride o Robin de Locksley, quien sería de gran corazón y viviría
fuera de la ley, escondido en los bosques de Sherwood y Barnsdale, cerca de la ciudad de Nottingham.
84
Ivanhoe es una novela histórica del escritor romántico escocés Walter Scott. Trata de una de las primeras y
más aclamadas obras del género. Escrita en 1820 y ambientada en la Inglaterra medieval, más precisamente
durante el siglo XII, el protagonista de la acción es Wilfredo de Ivanhoe, un joven y valeroso caballero.
85
Acre es una ciudad costera de Israel situada a orillas del mar Mediterráneo, cercana a la bahía de Haifa.
Pertenece administrativamente al Distrito Norte. Durante la Tercera Cruzada se llamó San Juan de Acre.
86
Al-Nāsir Ṣalāḥ ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb, más conocido en Occidente como Saladino, fue uno de los grandes
gobernantes del mundo islámico, siendo sultán de Egipto y Siria e incluyendo en sus dominios Palestina,
Mesopotamia, Yemen, Hiyaz y Libia. Con él comenzó la dinastía ayubí, que gobernaría Egipto y Siria tras su
muerte. Defensor del islam y particularmente de la ortodoxia religiosa representada por el sunismo, unificó
política y religiosamente el Oriente Próximo al combatir y liderar la lucha contra los cristianos cruzados y
acabar con doctrinas alejadas del culto oficial musulmán que representaba el Califato abasí. Es particularmente
conocido por haber vencido en la batalla de Hattin a los cruzados, tras lo cual volvió a ocupar Jerusalén para los
musulmanes y se tomó Tierra Santa. El impacto de este acontecimiento en Occidente provocó la Tercera
Cruzada liderada por Ricardo I de Inglaterra que se convirtió en mítica tanto para cristianos como para
musulmanes. Su fama trascendió lo temporal y se convirtió en un símbolo de caballerosidad medieval, incluso
para sus enemigos. Sigue siendo una figura muy admirada en la cultura árabe, kurda y religión musulmana.
87
El sitio de Jerusalén se llevó a cabo del 20 de septiembre al 2 de octubre de 1187. Su resultado fue la
conquista de Jerusalén por Saladino y el colapso casi total del Reino de Jerusalén. La toma de Jerusalén por los
musulmanes sirvió de motivo para el inicio de la Tercera Cruzada.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 195


La heroica leyenda de Arslan

cómo capturaban a sus dos padres, podrá librarse sin duda de unas
cuantas de ellas en el futuro. Sin embargo, antes de eso, él, que aún no
ha madurado ni como gobernante ni como guerrero, tiene que crecer
bastante. Como mínimo, tendrá que aprender a dirigir a las cuatro
personas y media que actualmente se consideran sus subordinados. De
lo contrario, el título de “Arslan Senki” no tendrá sentido.
De momento, Arslan no es más que un equipaje para sus subordinados.
Tiene que crecer a toda prisa y despejar todas las conspiraciones que le
ha puesto su malvado creador – peligro, guerra, tramas secretas,
catástrofes naturales, muerte, etc., o eso espero. Y así, si mis lectores
siguen animando a este protagonista poco fiable y a las diversas figuras
que le rodean, eso será lo más tranquilizador para mí, que soy quien
cocina esta sopa.

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 196


La heroica leyenda de Arslan

Créditos

La heroica leyenda de Arslan

Volumen 1

Autor: Yoshiki Tanaka.

Ilustrador: Yoshitaka Amano.

Traducción al inglés: Heroic Legend of Arslan Translations.

Traducción al español: MiraiK - Svartalheimer .

Traducción al español de MiraiK – Svartalheimer. pp. 197

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