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Es evidente que las estructuras poliédricas están presentes en la naturaleza. Todos estamos familiarizados con la
forma poligonal de las telarañas, con la estructura hexagonal de los paneles de abejas o la estructura poligonal
que conforma la superficie de las alas y ojos de algunos insectos.
Quizás no tan explícitamente, pero sí de un modo muy fuerte, donde aparece una conexión con los poliedros es
en el campo de la virología, objeto de estudio de numerosos grupos de investigación en la actualidad.
Por ejemplo: tetraedros (4 caras), pentaedros (5 caras), hexaedros (6 caras) y así sucesivamente. Además,
muchos poliedros tienen sus nombres propios, como cubo, prisma, pirámide, etc.
De acuerdo con la geometría clásica, se denomina poliedro a ciertos cuerpos geométricos tridimensionales, de
caras planas y que encierran un volumen finito. Es decir que un poliedro es una porción acotada de espacio
geométrico, limitada por distintos polígonos.
Platón, en su obra Timaeus, asoció cada uno de los cuatro elementos que según los griegos formaban el
Universo, fuego, aire, agua y tierra a un poliedro: fuego al tetraedro, aire al octaedro, agua al icosaedro y tierra al
hexaedro o cubo. Finalmente asoció el último poliedro regular, el dodecaedro, al Universo.
TIPOS DE POLIEDROS