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ahora que me miraste y que me viste,

me encontré pobre y me palpé desnuda.


Entre los subgéneros de la lírica destacan :

 La oda o canción: de temática amorosa o religiosa.


 El himno: canto que ensalza las virtudes de héroes o dioses, o el valor
de un pueblo.
REFLEXIONES SOBRE EL LENGUAJE  La elegía: composición en la que se manifiesta el dolor por un hecho
desgraciado, como la muerte de un ser querido.

LA ÉPICA
LOS GÉNEROS LITERARIOS Su nombre procede del griego epos, 'narración'. En la actualidad, se suele
hablar de género narrativo, ya que la mayoría de este tipo de obras son
Al igual que, para comprender mejor la realidad, organizamos los animales narraciones en prosa (novelas o cuentos). La denominación de épica se emplea
en familias, las artes en disciplinas o el conocimiento en asignaturas, las obras para nombrar los textos narrativos en verso creados en la antigüedad y en la
literarias, que son muy variadas, se agrupan en distintas clases, los edad media, que, normalmente, inmortalizaban hazañas heroicas, como la Iliada
denominados géneros literarios. o el Cantar de mio Cid.
Siguiendo a Aristóteles, famoso filósofo de la antigua Grecia, sabios Por tanto, actualmente se considera que pertenecen a la narrativa aquellas
renacentistas agruparon y analizaron las obras literarias más famosas de su obras en prosa en las que un narrador relata unos hechos, reales o ficticios, que
tiempo (siglos XIV, XV y XVI) en busca de los elementos por los que destacaban viven unos personajes.
y que, a la vez, las relacionaban entre sí. Se crearon así los géneros literarios: Seguro que conoces numerosos ejemplos de épica o narrativa. ¿Te atreves a
se hizo una clasificación y se establecieron las reglas que un autor habría de continuar tú esta lista? Don Quijote de la Mancha, La Araucana, La regenta,
seguir para crear una obra determinada —cuento, romance, tragedia... —, así Como agua para chocolate, La casa de los espíritus, La Colmena, Cien años de
como las características peculiares que esta debería cumplir. soledad...
Los géneros literarios son, por tanto, categorías en las que se agrupan las En la épica se pueden distinguir varios subgéneros, de los que sobresalen:
obras literarias que comparten ciertos rasgos comunes. Los principales son tres: Épica en verso:
la lírica, la épica o narrativa y el género dramático o teatro. A su vez, dentro de
las obras de un mismo género se pueden distinguir similitudes más concretas  La epopeya: poema épico muy extenso que narra hechos legendarios o
que originan otras clasificaciones. En estos casos, un género puede dividirse en históricos, de gran importancia para un pueblo o nación. Se suele
subgéneros. Los más destacados los conocerás a continuación. centrar en la historia de un individuo concreto, y con frecuencia
aparecen en ella elementos sobrenaturales.
LA LÍRICA  El cantar de gesta: poema medieval dedicado a la exaltación de un
héroe. Los cantares de gesta eran difundidos por los juglares, artistas
En la lírica, el autor expresa sus sentimientos o emociones, generalmente, en que durante la edad media se dedicaban a recorrer los pueblos
verso. En sus orígenes estas composiciones se cantaban al compás de una lira, recitando, cantando o realizando acrobacias.
de ahí su nombre, pero hoy solo se recitan. La lírica se caracteriza por la  El romance: composición breve surgida de los cantares de gesta
musicalidad de la rima, el ritmo del verso, su brevedad y su expresividad. (posiblemente se trate de un fragmento de estos), aunque
El poema “Vergüenza”, de Gabriela Mistral, es un ejemplo de lírica. Aquí posteriormente adquirió personalidad propia y su temática se hizo muy
tienes un fragmento, rebosante de sentimiento: variada.

Tengo vergüenza de mi boca triste, Épica en prosa:


de mi voz rota y mis rodillas rudas;

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 El cuento: breve relato de origen oriental, que en la edad media tenía Aunque tendemos a creer que los cuentos se escriben para los niños, no es
una función didáctica, aunque en la actualidad no siempre se conserva. así; muchos de los que hoy consideramos infantiles fueron creados para los
En él suele tener presencia lo fantástico y maravilloso. adultos y luego adaptados para los pequeños.
 La novela: narración extensa y de gran complejidad, en la que se recrea Existen dos tipos de cuentos, los llamados tradicionales o populares, que son
con mucho detalle una ficción basada en la realidad o inventada. historias creadas por el pueblo y que se transmiten de generación en generación
Intervienen en ella muchos personajes. Se trata del subgénero literario oralmente, y los cuentos de tradición literaria, que son creaciones de un autor
actual más difundido. concreto que han llegado a nosotros a través de los libros.

EL GÉNERO DRAMÁTICO O TEATRO LOS CUENTOS TRADICIONALES O POPULARES

En verso o prosa, las obras dramáticas presentan una acción, escrita para ser Antiguamente mucha gente no sabía leer ni escribir, por eso los cuentos se
representada sobre un escenario, a través de unos personajes que dialogan, por transmitían de forma oral. Los padres o los abuelos los contaban alrededor de la
lo que no es necesaria la presencia de un narrador. lumbre para divertir a los más jóvenes y mostrarles con ellos unos valores o
Al escribir una obra de teatro, el autor, además de dar forma a un texto en unas enseñanzas provechosas. De ahí que la historia sea sencilla y se narre de
forma de diálogo, debe preocuparse también de los aspectos formales de su forma lineal desde el comienzo hasta el final.
representación, como son el escenario, la iluminación o la interpretación de los En la estructura de los cuentos hay un planteamiento, un nudo y un
personajes (gestos, entradas y salidas, etc.). Las instrucciones que el autor desenlace:
escribe sobre estos aspectos se llaman acotaciones. En el planteamiento se presentan:
Desde el teatro de la antigua Grecia hasta la actualidad son innumerables las
obras dramáticas que se pueden nombrar como ejemplo. Merece destacar de  El tiempo en el que se desarrolla el relato (muy impreciso): érase una
todas ellas las pertenecientes al siglo de oro español (siglos XVI-XVII), con vez, hace muchísimos años, en tiempos de Mari Castaña...
autores como Calderón de la Barca o Lope de Vega; pero también a otros como  El lugar (indefinido) donde transcurre la acción: en un lejano país, en un
sor Juana Inés de la Cruz o Juan Ruiz de Alarcón, en México, o el inglés William bosque, a dos leguas de...
Shakespeare.  Los personajes, a los que se caracteriza como buenos o malos desde el
Entre los subgéneros del teatro destacan: principio, sin que varíen a lo largo del relato. Los protagonistas son
niños pobres, a veces huérfanos, o bien hijos de reyes, princesas, etc.;
 La tragedia: obra dramática cuyos protagonistas suelen ser personajes y los antagonistas o personajes que se oponen a sus proyectos son
heroicos que son sometidos a grandes tensiones. Normalmente, los dragones, ogros, brujas, duendes, diablos, etc.
hechos desembocan en un fracaso y, muy habitualmente, en la muerte.  El inicio del asunto del relato.
La finalidad de estas obras es hacer que el espectador reflexione.
 El drama o tragicomedia: obra en la que se presentan conflictos En el nudo se desarrolla el conflicto, la acción principal. Los antagonistas
humanos representados por personajes de diferentes clases sociales. intentan dificultar la labor que han de realizar los protagonistas o hacerles algún
Aunque alterna lo trágico con lo cómico, su final a veces es trágico. mal, pero estos, ayudados por un hada, una viejecita, un gnomo bueno, etc., o
 La comedia: pieza teatral que presenta satírica o humorísticamente los con la ayuda de un talismán o su propio ingenio, logran superar todas las
conflictos cotidianos de la gente sencilla. Su final es feliz o desenfadado. dificultades que se les presentan.
El desenlace o final suele ser feliz; se premia el valor, la bondad o la
inteligencia del protagonista, casi siempre con el amor y el matrimonio. Finaliza
EL CUENTO con frases como: Colorín colorado, este cuento se ha terminado; fueron felices,
comieron perdices...
El cuento es un relato breve escrito en prosa, en el que se narran hechos Si analizamos los relatos populares de distintas culturas, descubriremos que
fantásticos o novelescos, de forma sencilla y concentrada, como si hubiesen muchos de ellos tienen contenidos muy parecidos, que se producen anécdotas o
sucedido en la realidad. Se trata, por tanto, de un tipo de obra que pertenece al episodios que son prácticamente iguales. Esto se debe a que cuentos de pueblos
género narrativo. diferentes, en ocasiones, suelen recrear los mismos motivos. Un ejemplo es el

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del personaje que duerme, que en la tradición centroeuropea dio origen a La comenzó a pensar que vendería aquella olla, y con lo que le dieran compraría
bella durmiente, pero que en España también aparece, en el cuento titulado El huevos, y que de aquellos huevos nacerían gallinas y las vendería, y de aquellos
príncipe durmiente. ¿Lo conocías?: dineros compraría ovejas, y así se imaginó más rica que ninguna de sus vecinas,
Cuenta la historia que en un castillo lejano hay un príncipe encantado. Es y que, así podría casar a todos sus hijos, por lo que iría de ellos acompañada por
muy guapo y se pasa todo el año durmiendo, y solo despierta en la madrugada la calle, con lo que la gente hablaría sobre cómo de tan pobre había llegada a
del día de San Juan. Si al despertar no encuentra a nadie, vuelve a dormirse tener tan gran riqueza. Y pensando en esto, comenzó a reír con gran placer, y
hasta el año siguiente. Así estará hasta que una princesa vaya al castillo, se riendo se dio en la frente con la mano, por lo que la olla cayó al suelo y
siente a su lado y allí se quede hasta que despierte el día de San Juan y la quebrose. Comenzó a lamentarse porque había perdido todo lo que había soñado
encuentre. Cuando esto suceda, el príncipe se casará con la princesa y se que iba a conseguir con la olla, pues había puesto esperanza en cosas vanas. Y
deshará el hechizo. vos, señor conde Lucanor, si quisierais que lo que os dijeron y lo que queréis
sean cosas ciertas, procurad que tales cosas sean siempre seguras y no dudosas
ni vanas.”
LOS CUENTOS LITERARIOS O ARTÍSTICOS

Son creaciones individuales, difundidas a través de los libros. Sus orígenes se LA NOVELA
sitúan en Oriente, desde donde llegaron a Europa a través de los árabes. En la
edad media destacaron los cuentos de El conde Lucanor, escritos por Don Juan La novela es un relato extenso, normalmente en prosa, que narra unos
Manuel; en el siglo XIX sobresalieron las recreaciones que de los cuentos hechos que le suceden a unos personajes. Normalmente, se conoce a su autor,
tradicionales hicieron Charles Perrault, los hermanos Grimm y Hans Christian que suele escribir con la finalidad de entretener a sus lectores.
Andersen, como Cenicienta, Blancanieves, El patito feo, etc. ¿Cuál es tu Los elementos básicos de una novela son los mismos que los que se
preferido? encuentran en un cuento: personajes, marco narrativo, acción y narrador; pero
Con frecuencia, los cuentos aparecen agrupados en colecciones. Es el caso de entre ambos géneros se pueden distinguir algunas diferencias:
los Las mil y una noches, donde se recogen narraciones procedentes de la
literatura árabe. La historia que sirve de marco a estos cuentos es la de un rey  Los personajes que intervienen en la novela no son tan sencillos o
persa que solía matar a sus esposas en la noche de bodas, hasta que una de esquemáticos como los del cuento, sino que muestran una mayor
ellas, llamada Sherezade, decide acabar con esta cruel costumbre. ¿Cómo? Para complejidad; no solo actúan, además, muestran sentimientos, dudas,
salvar su vida, la noche de bodas empieza a contarle al monarca un cuento que miedos, contradicciones... El personaje principal se conoce como
deja sin acabar hasta la noche siguiente. El rey, intrigado por conocer el protagonista.
desenlace, decide no matarla. Pero a la noche siguiente, la joven enlaza el final  El contexto o marco narrativo, que es el que define el lugar y el tiempo
de ese cuento con el principio de otro, manteniendo la intriga otro día más. Así en el que se desarrolla la acción, en una novela tiene una gran
ocurre una noche tras otras, hasta que el rey, distraído por los cuento, olvida su importancia, pues se recrea el mundo en el que los hechos se
obsesión. desarrollan de una forma detallada. En ocasiones, un autor puede
Otra colección de cuentos muy famosa es la que Don Juan Manuel recogió en dedicar varias páginas a describir un lugar o una época concreta.
su obra El conde Lucanor, compuesta por cincuenta y una historias. En esta  La acción, que son los hechos o acontecimientos que viven y rodean a
ocasión, el conde pide a su ayo Patronio que le aconseje sobre diferentes los personajes, son más complejos en la novela que en el cuento. En
problemas. Patronio responde a su señor con cuentos que ejemplifiquen sus ocasiones, se intercalan otras historias dentro de la principal o hay
consejos y de los que se pueda extraer una enseñanza. Aquí tienes un ejemplo, varias acciones paralelas. También puede ocurrir que los hechos no se
que quizá te resulte familiar: narren en orden cronológico (tal y como se desarrollaron en el tiempo),
De lo que aconteció a una mujer que se llamaba doña Truhana sino que, a veces, el narrador anticipa sucesos que están por venir o
El conde Lucanor pedía consejo a Patronio sobre un negocio que le habían cuenta episodios que ocurrieron anteriormente.
propuesto, en el que le aseguraban que de muy poco acabaría obteniendo gran  El narrador que cuenta la historia, en la novela, puede hacerlo desde
ganancia. Patronio contestaba así a su señor:“Señor conde, dijo Patronio, una distintos puntos de vista. El más habitual es el narrador en tercera
mujer de nombre doña Truhana, que más era pobre que rica, un día iba al persona, que relata los hechos como si los viera todos en cualquier
mercado y llevaba una olla de miel en la cabeza, y yendo por el camino, momento y conociera todo de sus personajes, incluso sus sentimientos y

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pensamientos más profundos. También se puede hacer en primera En la época de mayor esplendor de la novela, el siglo XIX, a las novelas
persona, en forma autobiográfica, en la que el narrador es el propio costumbristas, realistas y naturalistas hay que añadir los subgéneros que en la
protagonista de la historia. Otro modo es relatar los hechos a través de actualidad tienen mayor desarrollo. Los principales son los siguientes:
la correspondencia que se establece entre los personajes, es la conocida
como forma epistolar.  La novela policiaca, que narra la resolución de algún caso policial:
crimen, robo, secuestro, desaparición... Es bastante habitual que se
dosifique la información o que se presenten pistas o sospechosos falsos
LA NOVELA A TRAVÉS DE LOS SIGLOS
para mantener el interés del lector hasta el final. Los relatos policiacos
se hicieron realmente populares en 1887, fecha en que se publicó Un
Las primeras novelas surgieron en Grecia y Roma entre los siglos II y III. Sus
estudio en escarlata, la novela de Arthur Conan Doyle en la que se
protagonistas solían ser héroes.
presenta por primera vez el detective más famoso de todos los tiempos,
Con la edad media llegan las novelas de caballerías (seguro que te son
Sherlock Holmes. Ya en el siglo XX, Agatha Christie alcanzó un éxito
familiares), en las que el protagonista es un valeroso caballero, que,
similar con la serie protagonizada por Hercules Poirot.
normalmente por el amor de una bella dama, se enfrenta a grandes peligros,
como gigantes, dragones o caballeros malignos.  La novela histórica se basa en hechos ocurridos en el pasado.
Se considera que el origen de la novela moderna está en el Lazarillo de Generalmente, se trata de sucesos y personajes reales a los que se
Tormes (siglo XVI), principal representante de la novela picaresca. Lázaro es el añaden otros inventados. Este tipo de obras tienen la capacidad de
pícaro que narra en primera persona su desgraciada vida, marcada por el trasladar al lector a épocas, lugares y formas de vida muy diferentes de
hambre y la falta de amor. El protagonista, como ves, ya no es un héroe, sino los actuales. Los Episodios nacionales (publicados a partir de 1873), de
más bien todo lo contrario. Benito Pérez Galdós, son un ejemplo de este tipo de narración.
Pero, sin duda, el que consolidó lo que se conoce como novela moderna fue  La novela de ciencia ficción relata sucesos que transcurren en mundos
Miguel de Cervantes, primero con sus Novelas ejemplares, y posteriormente, imaginarios dominados por grandes avances técnicos. El gran maestro
¿sabes con qué obra? Efectivamente, con Don Quijote de la Mancha (1605). del género fue sin lugar a dudas el escritor francés Jules Verne, que
La influencia de esta gran obra ha sido decisiva en los novelistas posteriores, aborda cuestiones como la geología y la espeleología en Viaje al centro
haciendo de la novela el principal género literario desde el siglo XVII hasta de la tierra (1864), el viaje espacial en De la Tierra a la Luna (1865), y
nuestros días. describe las maravillas de las profundidades oceánicas en Veinte mil
El siglo XIX se considera la época de mayor auge e importancia del género leguas de viaje submarino (1870).
novelesco, con escritores tan relevantes como Stendhal, Balzac y Flaubert, en  La novela de aventuras narra las peripecias de sus personajes para
Francia; Scott y Dickens, en Inglaterra; Dostoievski y Tolstoi, en Rusia; Pérez lograr un objetivo concreto. La acción es uno de sus ingredientes
Galdós, Clarín, Pardo Bazán..., en España, y el argentino José Mármol, el principales, y su objetivo principal es entretener a los lectores. Existen
colombiano Jorge Isaacs, el mexicano Altamirano..., en Hispanoamérica. muchos ejemplos de este tipo de narraciones, y seguro que tú habrás
leído algunas, como La isla del tesoro (1883), del escritor escocés
Robert Louis Stevenson. POESÍA
SUBGÉNEROS DE LA NOVELA

Desde el origen de la novela hasta la actualidad se pueden distinguir POESÍA


múltiples subgéneros o tipos, según el tema que tratan.
Durante la edad media y el renacimiento, las que más auge tenían eran las INTRODUCCIÓN
novelas sentimentales, los libros de caballerías, las pastoriles (cuyos Poesía, forma del discurso literario o artístico que se rige por una singular
protagonistas son pastores en ambientes bucólicos) y moriscas (historias de disposición rítmica y por la relación de equivalencia entre sonidos e imágenes. La
amor entre moros y cristianos). poesía o discurso poético (que a menudo se usa como sinónimo de verso para
En el siglo XVII se desarrolla, sobre todo, la novela picaresca, y en el XVIII, oponerla a la prosa) une a veces la organización métrica a la disposición rítmica
las de temática pedagógica o política. y, en esos casos, puede tener una estructura estrófica. Según el filólogo español
Tomás Navarro Tomás, “la línea que separa el campo del verso del de la prosa
se funda en la mayor o menor regularidad de los apoyos acentuales”.

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LA NATURALEZA DE LA POESÍA Around” de Pablo Neruda: “Sucede que me canso de mis pies y mis uñas / y mi
pelo y mi sombra. / Sucede que me canso de ser hombre. / Sin embargo sería
La poesía puede considerarse como una de las artes más antiguas y delicioso / asustar a un notario con un lirio cortado / o dar muerte a una monja
difundidas. Originalmente unida a la música en la canción, se fue independizando
con un golpe de oreja. / Sería bello / ir por las calles con un cuchillo verde / y
y el ritmo propiamente musical fue sustituido por el ritmo lingüístico. Este
dando gritos hasta morir de frío”.
fenómeno ha motivado ciertas definiciones de poesía en las que se otorga papel
Desde el punto de vista métrico, se combinan versos alejandrinos (1º, 5º y
relevante a la métrica y deja de lado prácticas poéticas, como la basada en
6º), endecasílabos (3º y 4º), dodecasílabos (8º y 9º), un heptasílabo (2º) y un
versículos (de la Biblia a Walt Whitman, Allen Ginsberg y Pablo Neruda, entre
pentasílabo (7º). Estos dos últimos pueden entenderse como descomposición de
otros) o el verso libre, en las que importa más lo rítmico que lo estrictamente un dodecasílabo. Los seis primeros versos tienen acentos regulares en la sexta y
métrico.
la décima sílabas y su primer acento oscila entre la segunda y la tercera. El
Desde un punto de vista métrico, la poesía traslada al lenguaje una
séptimo introduce una variante con respecto a los anteriores: acento en cuarta,
experiencia humana emocional y sensualmente significativa. El metro puede
énfasis repetido en los dos últimos y éstos, a su vez, acentúan la novena y, por
basarse en la intensidad de las sílabas (fuertes o débiles) o en su acentuación. Si
fuerza, la decimoprimera. En el último verso, los tres últimos acentos caen sobre
una sílaba es fuerte o débil, acentuada o inacentuada, depende de una cuestión
la i: gritos, morir, frío, efecto anticipado en sería, ir y cuchillo.
de longitud —más larga o más corta—, como en el verso árabe o en el verso Salvo en el séptimo verso, donde se da un ritmo trocaico (oóoóo), y en la
clásico griego y latino. En el verso griego, por otra parte, tanto el tono como la
alternancia troqueo (óo)- dáctilo (óoo) - anapesto (ooó) de los dos últimos, en
longitud silábica cumplen un papel en la determinación del acento. También
general se impone la frecuencia acentual del dáctilo (óoo) y del yambo (oó).
depende de la intensidad más fuerte o más suave, como en el verso latino
Además de los acentos, hay otros recursos fónicos (véase Figuras retóricas)
medieval y, en general, en el verso germánico. No todas las lenguas, sin
que enriquecen el poema: paronomasias entre sucede, canso, sombra, ser, sin,
embargo, tienen diferencias tan señaladas en el énfasis silábico; tampoco todos
sería, delicioso, asustar; entre pies y pelo; entre sombra y hombre; entre
los poetas eligen explorar estas diferencias para crear modelos rítmicos. En muerte y monja; entre calles y cuchillo; entre bello, calles y cuchillo; entre
muchas lenguas, el ritmo poético depende menos de las diferencias entre las
gritos, morir y frío; terminaciones semejantes (notario y lirio, monja y oreja)
sílabas que de la longitud del verso. Ésta se deriva del número total de sílabas
que, a su vez, introducen, desde el punto de vista semántico, antítesis con
en un verso (verso silábico), como en la poesía francesa, italiana, china,
intención irónica; rimas internas asonantes (notario y cortado); polisíndeton, es
japonesa y galesa; o del número de sílabas acentuadas en un verso (verso
decir, uso repetido de las conjunciones entre dos o más términos o frases (...de
acentual), como en la antigua poesía inglesa aliterativa; o por la combinación de
mis pies y mis uñas / y mi pelo y mi sombra). Al no haber rimas finales, resulta
número y acento. En español, los versos pueden ser métricos, cuando poseen el interesante observar —para entender los acordes, la música del poema— cuáles
mismo número de sílabas; amétricos, si no mantienen esa igualdad silábica.
son las vocales finales acentuadas más frecuentes. En este caso, a pesar de la
Éstos también se llaman asilábicos o irregulares y pueden ser acentuales,
libertad compositiva, llama la atención la simetría: -U (uña) -O O O (sombra,
cuando repiten en número variable el mismo tipo de cláusulas rítmicas (véase
hombre, delicioso) -A (cortado) -E E E (oreja, verde, bello) -I (día); y,
Versificación); libres, cuando no se rigen por medida silábica ni por igualdad de
analizando las más frecuentes (O y E), se comprueba que las átonas finales son
cláusulas rítmicas. También los hay fluctuantes, cuando se someten a ciertos
las mismas (A-E-O: sombra-oreja; hombre-verde; delicioso-bello).
límites silábicos o rítmicos. En un poema en prosa de Juan Ramón Jiménez, “Orillas nocturnas” (Diario de
FORMAS POÉTICAS un poeta recién casado), puede descubrirse también una regularidad rítmica que
La incorporación de nuevas formas de construir poesía, como el poema en lo define como poesía y que, por tanto, revela una vez más que el verso no es su
prosa o la prosa poética, del mismo modo que la fusión entre lo narrativo, lo único instrumento: “Un campo muy bajo, casi sin campo, terroso, gris, seco. Un
lírico y hasta ciertos rasgos de teatralidad en la poesía tradicional (la poesía cielo muy alto, cielo sólo, blanco. Un gran olor a heno, áspero abajo, purísimo
pastoril, por ejemplo), hace cada vez menos convincente la teoría que reduce lo arriba. ¿Se van a separar la tierra y el cielo?... Grillos y estrellas, enredados,
poético a la disposición en versos que, a veces, se combinan en estrofas. El atan el paisaje”.
ritmo acentual acaba siendo el rasgo determinante y, por tanto, ni siquiera el Desde el punto de vista de la frecuencia acentual, hay un predominio
aspecto estrictamente métrico (la cantidad de sílabas) resulta distintivo. A través dactílico, con algunas formas trocaicas, como en “cielo sólo, blanco” (óoóoóo).
de las sucesivas etapas de la poesía española, han coexistido la versificación Aunque no haya intención de adaptarse a una norma métrica, merece la pena
amétrica y la regular. Comprueba Tomás Navarro Tomás que la estructura medir la duración de los distintos periodos entre puntos para descubrir que el
rítmica del Cantar de mío Cid, con su fluctuación en hemistiquios de seis, siete y primero tiene 17 sílabas (6: un campo muy bajo; 5: casi sin campo; 6: terroso,
ocho sílabas, es la que perdura en la prosa castellana. Si, por otra parte, en un gris, seco, grupo este último con compensación entre la s de gris y la de seco y
poema importan, junto con la regularidad acentual, las distintas pausas que que demuestra que no siempre coincide el acento gramatical con el rítmico pues
hacen a la respiración del texto, debe tenerse en cuenta que la conversación los fundamentales acentos van en la segunda sílaba y en la penúltima, según el
también se sostiene en una base rítmica y que ésta, elaborada artísticamente, esquema (oóo), en el que gris resulta átona), el segundo 12 (6: un cielo muy
conduce al poema. El ritmo del habla, en otras palabras, sustenta el ritmo de la alto; 4: cielo sólo; 2: blanco), el tercero 18 (7: un gran olor a heno; 5: áspero
construcción poética. Tomemos, por ejemplo, una estrofa del poema “Walking abajo; 6: purísimo arriba), el cuarto 12, el quinto 15 (5: grillos y estrellas; 4:

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enredados; 6: atan el paisaje). Destacan además las asonancias internas en a-o Entre los poetas líricos, los japoneses han aportado un ejemplo insuperado de
(campo-bajo-campo, alto-blanco, áspero abajo, enredados), en e-o (seco, cielo, concisión y brevedad. Las dos formas favoritas son el tanka, con una tradición
heno), y una sola vez en i-o (purísimo, grillo). ininterrumpida de unos 13 siglos, y el haiku, cuyo origen se remonta al siglo XVI
La organización musical del texto abarca las semejanzas fónicas, a manera y ha tenido una notable influencia en los poetas occidentales a principios del
de acordes, y también las variaciones que incluyen el contraste entre un tipo de siglo XX. Ambas formas renuncian a la rima y se basan en el cómputo silábico: el
sucesión rítmica y otro, las correspondencias entre ciertos sonidos y la tanka abarca 5 versos, dos pentasílabos (primero y tercero) y tres heptasílabos
atmósfera que se pretende comunicar, el uso de los signos de puntuación como (segundo, cuarto y quinto). El haiku tiene sólo tres versos de 5, 7 y 5 sílabas,
reveladores de pausas expresivas. respectivamente (17 sílabas en total).
Aunque puedan captarse diferencias rítmicas entre un poema (en verso o en El haiku, que se ha definido como una especie de satori o iluminación, podría
prosa) y un fragmento de prosa narrativa, es verdad que las dos formas considerarse el emblema de la poesía por su capacidad de condensar
artísticas ofrecen la posibilidad de descubrir rasgos métricos y musicales —del sensaciones, imágenes y, más aún, esbozos de una imagen. Vinculado con la
sonido a los silencios— coincidentes. Un excelente ejemplo se encuentra en los filosofía zen, importa captar un momento mínimo que suele pasar inadvertido a
periodos rítmicos del Ulises del novelista irlandés James Joyce, cuya riqueza ha la mirada habitual. No es la subjetividad poética lo que importa sino ese hallazgo
sido trasladada satisfactoriamente al castellano por José María Valverde. El que habla de una comunicación con el universo. El haiku se difunde en la
escritor cubano Guillermo Cabrera Infante también ha puesto su talento de literatura occidental desde principios del siglo XX: primero en Francia, donde
escritor en acción para traducir otras obras de Joyce. Paul Louis Chochoud publica en 1905 un libro de poemas y en 1906 un ensayo
En lengua española existen varios casos de prosa cuidada y atenta al ritmo. titulado Los epigramas líricos de Japón; en Inglaterra, entre 1908 y 1912, se
Si éste no existe, no sirve de pretexto el lugar común según el cual el ritmo es reunieron varios poetas interesados en el haiku, entre ellos Hilda Doolittle y Ezra
patrimonio de la poesía. Ejemplos como Gabriel Miró (“Comienza el color en la Pound, quien llegó a decir que “es mejor presentar una sola imagen en toda la
raya del mar. Amanece en las aguas un huerto de granados, de naranjos, de vida que producir obras voluminosas”.
cidros”, Años y leguas), Luis Martín Santos en Tiempo de silencio, Julio Cortázar En España y América, el haiku no resultó una forma extraña, sobre todo por
en Rayuela, José Lezama Lima o el propio Cabrera Infante, bastarían para su proximidad con el epigrama, la adivinanza y la seguidilla, que alterna versos
demostrar que cuando la prosa es buena no se aparta del quehacer poético en de siete y cinco sílabas. El primer poeta que escribe haikus es el mexicano José
sentido amplio. Juan Tablada, quien visitó Japón en 1900. Lo más común entre los poetas de
TIPOS DE POESÍA lengua española es recuperar la brevedad del haiku (“poesía miniatura”, dice
Tablada) sin que se cumpla necesariamente el canon de las 17 sílabas. Sin
La condensación, una marcada tendencia al uso de imágenes y un fuerte embargo, a través de la sucesión 5-8-4, la fórmula ideal se realiza en este
componente emotivo y sensual son características de la amplia variedad de
poema de Tablada:
poemas llamados líricos. Resultan más fácilmente definibles las otras grandes
“Tierno saúz / Casi oro, casi ámbar, / Casi luz...”, donde la densidad reside
divisiones de la poesía: narrativa (poemas épicos, baladas, romances, cuentos y
en la gradación lumínica (oro-ámbar-luz), captada como impresión gracias al
fábulas en verso) y dramática (la poesía como discurso directo en circunstancias
adverbio casi, y en la unión de esos matices de color (sensación visual) con el
específicas). La poesía lírica, sin embargo, abarca desde himnos, nanas, cantos
atributo tierno (¿sensación táctil, gustativa, alusión a su delicadeza y
de taberna y canciones populares hasta la enorme variedad de poemas y fragilidad?). La imagen del saúz (sauz o sauce) se esboza mediante una
canciones de amor; desde las punzantes sátiras políticas hasta la más o menos
sinestesia, es decir, la aproximación de dos dominios sensoriales.
oscura poesía filosófica; desde las epístolas en verso a las odas; desde los
Además de Tablada, otros poetas modernistas se acercaron al haiku y a la
epigramas y sonetos a las elegías.
poesía japonesa: por ejemplo, el español Manuel Machado. Entre los poetas
Existe una clara distinción entre la poesía como arte puro y la llamada poesía
posteriores, destacan el ecuatoriano Carrera Andrade, los mexicanos Carlos
didáctica, cuyo extremo lo constituyen ciertos recursos mnemotécnicos (“treinta
Pellicer, Xavier Villaurrutia, José Gorostiza, Octavio Paz y Alfredo Boni de la Vega
días trae noviembre, con abril, junio y septiembre”) o los intentos de hacer el
(1914-1965), compilador de la primera antología del ‘haikai hispano’, en 1951.
aprendizaje más entretenido. En la tradición clásica se hablaba del prodesse et Este último es autor, además, de un haiku fiel al modelo que tiene mucho de
delectare (‘instruir deleitando’) y ese fue el ideal dominante durante varios adivinanza: “Flor de tristeza que se abre cuando el llanto del cielo empieza”.
siglos. El siglo XIX y sobre todo el XX inauguran la búsqueda de una literatura
Solución: el paraguas.
que, sin abandonar las preocupaciones morales, se base más en la respuesta
individual y, con ella, en el papel cada vez más relevante del lector, que habrá TRADICIÓN POÉTICA
de tener una actitud participativa, capaz de leer entrelíneas y de extraer sus El caso de la influencia de la poesía japonesa en la literatura occidental
propias conclusiones. Cuando el interés de la comunicación se centra en el permite plantearse el vínculo de la poesía con la tradición. Todas las vanguardias
conocimiento por sí mismo o en la instrucción práctica, el término poesía resulta del siglo XX, aunque buscan en la experimentación nuevas formas de concebir y
inapropiado. En sus Geórgicas, Virgilio intenta en realidad instruir a sus lectores practicar la poesía, no pueden desligarse de lo que han sido los grandes
en el arte de la agricultura. En obras de este tipo, se impone la necesidad de una testimonios poéticos de distintos periodos históricos. La ruptura con lo anterior
expresión clara de un ordenamiento lógico y de una presentación completa por supone también continuidad porque, en definitiva, en la base de la nueva
encima de la proyección poética de la experiencia humana. creación está la relectura de los viejos poetas. Como dice Michel Foucault, “lo

11 12
nuevo no está en lo que se dice, sino en el acontecimiento de su retorno”. necesidades melódicas, se impone el aspecto visual de la poesía. Así surgen
Lamentablemente, muchos poemas se han perdido en el transcurso de los siglos, experiencias como los caligramas (véase Apollinaire) que, de todos modos, ya
porque existían sólo como parte de la tradición oral o bien porque muchos aparecían en algunos poetas griegos antiguos y en la poesía de los siglos XVII y
manuscritos desaparecieron por su deterioro paulatino o fueron destruidos. Parte XVIII español; la poesía concreta; la poesía fonética que, a pesar de su
de la destrucción se produjo por causas naturales; en ocasiones, por el saqueo fundamento en las onomatopeyas y en la armonía imitativa, sigue siendo un
de bibliotecas y centros de enseñanza; algunos, como en el caso de la magnífica fenómeno de escritura. Destacan en estas experiencias el brasileño Haroldo de
poeta griega Safo, por culpa de la intolerancia. Durante la era cristiana, los Campos, el mexicano Octavio Paz, los españoles Juan Hidalgo y Joan Brossa, por
escritos de Safo acabaron en la hoguera y sólo se salvaron 700 versos: unos citar sólo algunos ejemplos.
porque estaban incluidos en antologías libres de condena; otros en citas hechas EL FUTURO DE LA POESÍA
por escritores cuyas obras sobrevivieron; otros, por fin, porque ciertos
Ciertos avances tecnológicos como el ordenador pueden modificar
embalsamadores egipcios llegaron a envolver a las momias con tiras de papiros
formalmente la poesía, pero no su importancia, porque, como cualquier otro
donde había escritos versos suyos. De algunos escritores griegos sólo sobreviven
arte, sobresale por su capacidad de adaptación a los nuevos recursos y a las
sus nombres. La invención de la imprenta en el siglo XV favoreció en gran
nuevas necesidades. La poesía, por otra parte, no es exclusivamente un
medida las oportunidades de supervivencia del libro. Los avances tecnológicos
del siglo XX en tareas de almacenamiento y recuperación hacen teóricamente fenómeno libresco. Acciones poéticas o performances, recitales públicos,
combinación de poesía e imagen en muchas experiencias de vídeo, hablan a las
posible preservar cualquier poema. Frente a lo que se ha conservado de los
claras de su vitalidad y tal vez de un impulso ligado también a sus orígenes: el
últimos cinco mil años, las futuras generaciones de lectores tendrán acceso a
de convertir la palabra en un rito compartido.
una enorme cantidad de versos del pasado.
EL ORIGEN DE LA POESÍA
Sin embargo, está a nuestro alcance la cantidad suficiente de poesías de
otros tiempos como para deducir de ellas algunos aspectos perdurables de la
expresión poética, más allá de las épocas o las culturas. RECURSOS LITERARIOS
En inscripciones jeroglíficas egipcias del 2600 a.C. se han encontrado tipos de
poesía que hoy siguen resultando familiares: se trata, evidentemente, de Es lógico que los autores literarios utilicen el lenguaje de una manera
canciones, aunque sólo se ha conservado la letra y no la música, que abarcan especial, tanto en verso como en prosa, porque la literatura es una forma de
géneros diversos como lamentos, odas, elegías, himnos. Muchas de ellas tienen expresión artística, y los escritores se valen de la palabra para crear belleza, de
significación religiosa, rasgo que, además de acercarlas a la poesía de otros igual modo que, por ejemplo, un pintor utiliza el color y la imagen.
pueblos antiguos como sumerios, hititas, asirio-babilónicos, judíos, permite
Al crear una obra, el autor intenta transmitir un mensaje determinado; pero,
enunciar la hipótesis de que los orígenes de la poesía se encuentran en la
expresión comunitaria, probablemente asociada con la danza, del espíritu sobre todo, cuida muy especialmente la forma en que lo hace, procurando que
religioso. En consecuencia, el ritmo de la danza puede marcarse no sólo con su lenguaje sea expresivo, sugerente, emotivo... Para ello, emplea una serie de
pasos, palmas o gritos rítmicos, sino también con palabras cantadas. La canción, recursos, como repetir palabras o sonidos, eliminar otros, jugar con los
pues, funda la poesía y la música instrumental. Cantos de labor (también significados, modificándolos, exagerándolos, etc., que consiguen diferenciar
encontrados en inscripciones funerarias egipcias del tercer milenio a.C.), nanas, claramente el lenguaje literario del que usamos normalmente. Estos métodos
canciones de juegos y otras formas acompañantes de actividades rítmicas
son los que conocemos como recursos literarios o estilísticos, o también, como
debieron desarrollarse al mismo tiempo que las canciones religiosas. El aspecto
ritual de la poesía es aún evidente en las canciones de muchas culturas, entre figuras retóricas.
los chamanes y en fórmulas de encantamiento, ensalmos y conjuros, como el Existen tres tipos principales de recursos literarios: los semánticos, los
que se dice en Galicia mientras se quema el orujo para hacer la queimada. sonoros y los gramaticales. A continuación, conocerás algunas de las formas más
También la poesía narrativa remonta sus orígenes a la práctica religiosa. En características de cada grupo.
diferentes momentos de su evolución, las canciones épicas cuentan los mitos de
la creación y de los dioses; la vida de los semidioses; y, finalmente, la vida de
los héroes históricos. Así ocurre con la epopeya babilónica del Gilgamesh, con la RECURSOS SEMÁNTICOS
Iliada y la Odisea de Homero, con el Ramayana y el Mahabharata indios, la
epopeya medieval francesa Canción de Roldán (Chanson de Roland), la Los recursos semánticos son los que afectan al significado que las palabras
anglosajona Beowulf, la castellana del Cantar de mío Cid. La poesía de índole adquieren en el texto. Los más habituales son los siguientes:
dramática también está vinculada a lo religioso, como ocurre en los antiguos Comparación o símil: establece una relación de semejanza, es decir, una
festivales griegos y en la liturgia cristiana.
comparación, entre dos palabras o ideas, utilizando distintos elementos
Cuando la tradición del poema cantado cede el paso a la tradición escrita, es
decir, cuando las palabras se seleccionan y combinan independientemente de las comparativos: como, tal, igual que, parece, etc.

13 14
El dormir es como un puente Érase un hombre a una nariz pegado,
que va del hoy al mañana. érase una nariz superlativa,
Por debajo, como un sueño, érase una nariz sayón y escriba,
pasa el agua. érase un peje espada muy barbado.
(Juan R. Jiménez) (Francisco de Quevedo)
Metáfora: quizá sea la figura de mayor valor artístico y de mayor fuerza Antítesis: contraposición de dos palabras o frases de significado opuesto, con
expresiva. Consiste en trasladar el nombre de un elemento a otro con el que el fin de enfatizar el contraste de ideas o sensaciones.
tiene una relación de analogía; es decir, en identificar a una persona, animal o
cosa con otro ser porque tienen algo en común. Algunas son sencillas de Fuego es el agua, el céfiro pesado,
identificar: sierpes las flores, arenal el prado.
(Lope de Vega)
La Luna es entre las nubes Ironía: expresión de lo contrario de lo que realmente se quiere decir o se
una pastora de plata. siente. En el lenguaje coloquial se utiliza constantemente; por ejemplo, cuando
(Juan R. Jiménez) decimos: ¡qué bonito!, para enfatizar una mala acción o un error. El siguiente
Pero, en otras ocasiones, se necesita ayuda para descifrarlas, como en este ejemplo es de Góngora, que, contrariado porque el conde de Lemos no le había
inicio de un poema de Góngora dedicado al nacimiento de Cristo: invitado a ir en su séquito a Nápoles y había preferido a otros escritores, dice:

Caído se le ha un clavel (Niño Jesús) Como sobran tan doctos españoles


hoy a la Aurora del seno...(Virgen María) a ninguno ofrecí la musa mía.

Metonimia: como la metáfora, consiste en nombrar una realidad con el


RECURSOS FÓNICOS O SONOROS
nombre de otra; pero, en este caso, la relación que se establece entre ambas
puede ser muy variada: entra la causa y el efecto (la “dolorosa”, por la cuenta
Los recursos fónicos se valen de los sonidos de las palabras para producir
que hay que pagar), entre el instrumento y el que lo maneja (“una de las
determinados efectos o sensaciones: ritmo, sosiego, ruidos concretos, etc. Los
mejores plumas del país” por un escritor determinado), entre el lugar y el
más utilizados suelen ser la aliteración y la onomatopeya.
producto que de él procede (“bebían en fino bohemia”, por copas de cristal de
Aliteración: repetición de uno o varios fonemas con intención expresiva, para
Bohemia), entre el autor y su obra ('Se ha subastado un Picasso”, por un cuadro
reforzar ciertas emociones y sensaciones. Por ejemplo, la repetición de la r suele
de Picasso), entre el continente y el contenido (“se ha tomado dos vasos”), etc.
dar sensación de movimiento; el de la u, de oscuridad o angustia. ¿Qué te
transmite a ti la aliteración de la l en los siguientes ejemplos?

Oh, siempre gloriosa, patria mía,


A las aladas almas de las rosas
tanto por plumas cuanto por espadas...
del almendro de nata te requiero...
[plumas por escritores; espadas por soldados]
(Miguel Hernández)
(Luis de Góngora)
Con el ala aleve del leve abanico.
(Rubén Darío)
Personificación: consiste en atribuir cualidades o acciones humanas a seres
Onomatopeya: palabra o frase cuyos sonidos sugieren el de la realidad a la
que no lo son, como los animales, las plantas o los objetos.
que se refieren: tictac, tintineo, guirigay, murmullo, traqueteo, zumbido, zigzag,
gorgoteo, cuco, croar...
Tú, viejo Duero, sonríes
entre tus barbas de plata.
Un no sé qué que quedan balbuciendo.
(Gerardo Diego)
(San Juan de la Cruz)
Hipérbole: consiste en exagerar los rasgos de una persona o cosa, ya por
exceso (“veloz como el rayo”), o por defecto (“más lento que una tortuga”):

15 16
RECURSOS GRAMATICALES veíase el arpa.
(Gustavo A. Bécquer)
Los recursos gramaticales juegan con las palabras: añadiendo o suprimiendo Paralelismo: consiste en repetir estructuras similares:
algunas, repitiéndolas, cambiando su orden natural, etc. También afectan a
ciertas estructuras. Los recursos gramaticales más conocidos son estos: Los suspiros son aire y van al aire.
Epíteto: adjetivo calificativo que insiste sobre una cualidad ya conocida e Las lágrimas son agua y van al mar.
intrínseca al significado del sustantivo, por lo que no añade ninguna información (Gustavo A. Bécquer)
(“Dejó su huella en la blanca nieve”). Suele aparecer antepuesto al sustantivo, y
su principal valor es transmitir la realidad desde el punto de vista personal del OTROS RECURSOS
autor.
Existen otras formas de plasmar o manejar el lenguaje literario que no se
El río va corriendo, incluyen en ninguno de los grupos anteriores, pero que merece la pena que
entre sombrías huertas conozcas porque aportan originalidad y diversidad a la literatura, y a ti seguro
y grises olivarles que te resultan muy divertidas. Entre ellas, destacan las greguerías, los
por los alegres campos de Baeza. caligramas y los acrósticos.
(Antonio Machado) Greguerías: afirmaciones ingeniosas y divertidas, escritas en prosa, que se
Asíndeton: consiste en la supresión intencionada de nexos, sobre todo, de la basan en la trasgresión de la lógica establecida. Su creador y principal
conjunción y: representante fue el escritor español Ramón Gómez de la Serna, autor de los
siguientes ejemplos de greguerías:
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero... El péndulo del reloj acuna las horas.
(Fray Luis de León) El león tiene en la punta de la cola la brocha de afeitar.
Polisíndeton: es el recurso contrario al asíndeton, pues se basa en la Aparecen días tan húmedos que hasta los tenedores sienten reuma.
multiplicación de nexos innecesarios, siendo lo más habitual la repetición de la Las románticas se tocaban un bucle como si hablasen por teléfono con ellas
conjunción y: mismas.
Caligrama: poema cuyas palabras se colocan formando un dibujo que explica
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, el contenido que se transmite en la poesía. Uno de los ejemplos más famosos es
y el temor de haber sido y un futuro terror... el poema titulado “La paloma apuñalada y el surtidor”, del poeta francés
(Rubén Darío) Apollinaire.
Anáfora: repetición de una o varias palabras al comienzo de las frases o Acróstico: grupo de frases, palabras o versos, cuyas letras iniciales o finales,
versos, para conseguir efectos sonoros o para remarcar una idea: leídas verticalmente, forman una palabra, un nombre o una frase.

Menos tu vientre Leer es... soñar, recitar, actuar, buscar y encontrar;


todo es confuso. Imaginar lugares lejanos y hasta allí viajar.
Menos tu vientre Borramos malos recuerdos cuando leemos;
todo es futuro Recordamos lo maravilloso, y soñamos con lo que vendrá.
fugaz, pasado Otros, los que no leen, se pierden todo lo que nosotros vemos.
baldío, turbio.
(Miguel Hernández)
Hipérbaton: alteración del orden normal de las palabras de una frase:
CIENCIA FICCIÓN
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
1 INTRODUCCIÓN
silenciosa y cubierta de polvo

17 18
Ciencia ficción, género literario que parte de las ideas científicas para narrar físicas, y más preocupado por las consecuencias sociales de la tecnología, Wells
una historia sobre sociedades futuras o mundos paralelos. El género se ha escribió numerosas novelas de carácter científico, aderezadas de ironía y
cultivado tanto en la literatura como en el cine. Más exactamente, la ciencia realismo. Su fama creció rápidamente tras la publicación de La máquina del
ficción se ocupa de sucesos que aún no han tenido lugar, ofreciendo un análisis tiempo (1895), y de las novelas La isla del doctor Moreau, El hombre invisible,
racional de sus causas y consecuencias. La ciencia ficción aborda los efectos que La guerra de los mundos y El primer hombre en la luna.
los cambios producen sobre las personas en particular y sobre la especie Ya en el siglo XX destacan especialmente las obras de Aldous Huxley, Un
humana en general. Sus temas predilectos son el mundo del futuro, los viajes a mundo feliz, y George Orwell, 1984, famosísimas utopías negativas que
través del espacio o el tiempo, la vida en otros planetas y las crisis generadas describen una sociedad terrorífica, asfixiante y deshumanizada, sometida a la
por la tecnología o la presencia de criaturas y entornos extraños. tiranía de la ciencia y la política. Ambas obras se han convertido en clásicos del
2 ANTECEDENTES DEL GÉNERO género. La explosión de la bomba atómica sobre Hiroshima en 1945 y el periodo
El tema de la ciencia ficción en un sentido amplio ha sido abordado por la posterior a la Guerra fría introdujeron en la ciencia ficción preocupaciones de
literatura fantástica desde tiempos remotos. Así por ejemplo, la epopeya tipo político. Entre los autores más relevantes de la posguerra destacan Isaac
babilónica de Gilgamesh habla de la búsqueda del conocimiento verdadero y la Asimov, sabio y prolífico divulgador científico, y Ray Bradbury, más conocido
inmortalidad; mientras que el mito griego de Dédalo abre las puertas a la como escritor de literatura fantástica.
posibilidad de volar; y la Verdadera Historia (c. 160 d. C.) de Luciano de 4 EL CINE
Samosata relata un viaje a la Luna. Los viajes imaginarios y los cuentos de seres El género de la ciencia ficción fascinó a los cineastas desde los primeros días
extraños que habitan en tierras lejanas fueron comunes en las literaturas griega del cine. La mayoría de las películas de ciencia ficción son adaptaciones de
y romana y hallaron una nueva forma de expresión en los libros de viajes del novelas o cómics. A diferencia de la literatura, la ciencia ficción cinematográfica
siglo XIV escritos en francés bajo el seudónimo de John Mandeville. El tema del se preocupó principalmente por crear monstruos alienígenas, lo que propició el
viaje a la Luna fue tratado por personajes tan dispares como el escritor francés nacimiento de un género conocido como cine de terror. Las películas basadas en
Cyrano de Bergerac y el astrónomo alemán Johannes Kepler en el siglo XVII; o seres de otros planetas, criaturas mutantes o humanos carentes de alma eran
el filósofo novelista británico William Godwin en el siglo XIX. Otro de los temas por lo general melodramas estereotipados. Entre los temas más frecuentes en la
generalmente tratados en los relatos de ciencia ficción es la estructura de ciencia ficción cinematográfica figuran la falibilidad de los científicos, la urgente
sociedades o mundos mejores. En este sentido cabe considerar La República de necesidad de cooperar en el ámbito internacional contra posibles invasiones
Platón (siglo IV a. C.) como una primera muestra del género, que revivió extraterrestres, la hostilidad de la gente hacia cualquier criatura extraña y los
posteriormente con la publicación de la Utopía (1516) de Tomás Moro. Las aspectos perversos de la tecnología.
historias basadas en viajes imaginarios tenían por lo general una finalidad La primera muestra de cine fantástico, si bien no puede considerarse ciencia
satírica; tal es el caso de los Viajes de Gulliver (1726), obra del escritor satírico ficción propiamente dicha, fue El viaje a la luna (1902), del cineasta francés
inglés Jonathan Swift y acaso uno de los ejemplos más logrados y exquisitos del Georges Méliès. El fecundo movimiento expresionista alemán produjo en el cine
género. Pero la ciencia ficción no habría podido existir en su vertiente moderna dos obras maestras: El gabinete del Doctor Caligari (1919), de Robert Wiene, y
sin el reconocimiento de los profundos cambios sociales derivados de la Metrópolis (1926) de Fritz Lang. Entre las principales muestras del género en
Revolución Industrial (c. 1750). La novela gótica del siglo XVIII tiene uno de sus Estados Unidos cabe mencionar Frankenstein (1931), Drácula (1931), King Kong
más brillantes ejemplos en Frankenstein (1818) de la novelista británica Mary (1933) y El hombre invisible (1933). A partir de 1960 las películas de ciencia
Shelley, una obra impregnada por la creencia en las infinitas posibilidades de la ficción se centraron ante todo en las aventuras espaciales, cosechando un éxito
ciencia. Numerosos autores del siglo XIX escribieron relatos o novelas de ciencia sin precedentes hasta la fecha.
ficción en uno u otro momento. Sin embargo, el gran maestro del género fue sin 5 RADIO Y TELEVISIÓN
lugar a dudas el escritor francés Jules Verne, que aborda cuestiones como la En 1938 el actor y director estadounidense Orson Welles hizo cundir el pánico
geología y la espeleología en Viaje al centro de la tierra (1864), el viaje espacial entre los oyentes radiofónicos con su célebre retransmisión de La guerra de los
en De la tierra a la luna (1865), y describe las maravillas de las profundidades mundos, que anunciaba con absoluto realismo la noticia de una invasión
oceánicas en Veinte mil leguas de viaje submarino (1870). marciana de la Tierra. A partir de 1950 se realizaron series de televisión
3 LA MODERNA CIENCIA FICCIÓN enormemente populares, entre las que destaca Star Trek. El éxito de ésta se ha
El principal autor de ciencia ficción en lengua inglesa, que comparte con Jules convertido en un fenómeno social capaz de atraer a miles de seguidores a
Verne la distinción de máximo creador del género fue H. G. Wells. Más congresos, convenciones y eventos similares de carácter internacional.
interesado por la biología y la evolución de las especies que por las ciencias 6 CIENCIA FICCIÓN Y CIENCIA

19 20
Entre los principales factores que contribuyeron al reconocimiento La literatura de ciencia-ficción, de cuyos orígenes nos ocuparemos más
generalizado de la ciencia ficción en el ámbito literario cabe destacar dos adelante, ha alcanzado en pocos años un desarrollo notable, aunque secreto,
acontecimientos claves en la historia del siglo XX: el lanzamiento de la primera que ha dado lugar a una industria cuyas cifras no dejan de ser sorprendentes.
bomba atómica en 1945 y la llegada del hombre a la Luna, el 20 de julio de Hay revistas americanas dedicadas al género, que conocen tiradas superiores
1969. La energía nuclear y los vuelos espaciales figuran entre los principales a los cien mil ejemplares. Esto supone una cantidad asombrosa de lectores, que
temas del género desde sus comienzos, si bien han sido objeto de las críticas y obliga necesariamente a replantearse el significado que puede tener la etiqueta
la ironía de numerosos científicos. El reconocimiento de los cambios introducidos de marginal aplicada a esta literatura. Y el significado que por lo general circula
en la vida de las personas por la ciencia y la tecnología ha contribuido a crear lo no es otro que aquel que identifica marginal con subgénero, dando a este último
que Asimov llamó un mundo de ciencia ficción. Esta conciencia creció en julio de término un sentido peyorativo. De este modo, la literatura de ciencia-ficción,
1976 cuando un vehículo espacial culminó con éxito su travesía hasta Marte y considerada como un subgénero de la «literatura culta», no podrá ser otra cosa
transmitió hasta la Tierra las primeras fotografías de otro planeta tomadas sobre que una literatura degradada; una mala literatura en definitiva.
el terreno. El proceso se vio asimismo estimulado en noviembre de 1980, El fin que se propone esta introducción consiste en utilizar de otro modo esa
cuando la aeronave estadounidense Voyager I partió con destino a Saturno y etiqueta, explicando el fenómeno e intentando rescatar de entre toda esa bazofia
envió desde allí una serie de fotografías de notable calidad tomadas a más de mal escrita y peor construida las numerosas excepciones que han dignificado el
mil millones de kilómetros de nuestro planeta. Científicos y exploradores han género a través del único camino posible: el de la calidad literaria.
reconocido y avalado la obra de Verne y otros autores por la demostración El problema de los géneros marginales
posterior de los hechos relatados, así como por el estímulo que ha supuesto para El desprecio que tradicionalmente han mostrado los estudiosos por todo
muchos científicos. La exploración del espacio por parte de los científicos cuanto se refiere a los géneros marginales ha dado lugar a un desconocimiento
soviéticos está directamente influida por las novelas de Konstantin Tsiolkovsky, crítico de los mismos, cuyas consecuencias, entre otras, han sido las siguientes:
mientras que la carrera espacial alemana extrae en parte su inspiración de las La confusión
obras de Kurd Lasswitz. 1ª La confusión, una confusión que por otra parte con frecuencia ha
El escritor polaco Stanislaw Lem, nacido en 1921, supo enriquecer la beneficiado a editores poco escrupulosos, que han podido vender bajo el rótulo
literatura de ciencia ficción con obras, como Un valor imaginario, donde el humor de ciencia-ficción historias que nada tenían que ver con lo que los puristas del
y la parodia conducen a una visión menos solemne (y no por ello menos género llevan décadas defendiendo. Así, por ejemplo, las novelas de aventuras
rigurosa) de las relaciones entre lo científico y lo fantástico. En uno de los relatos espaciales —o Space opera, de acuerdo con el término de Kingsley Amis—, que
incluidos en este libro, donde los géneros se entrecruzan, se habla de un método no son sino una trasposición de las novelas del Oeste, en las que el héroe ha
para enseñar a escribir a las bacterias. La novela Solaris, de 1961, fue llevada al cambiado el revólver por los láser y el caballo por la nave espacial.
cine por Andréi Tarkovski. Entre sus obras más conocidas figuran los Diarios de El desorden
las estrellas (1957), las Memorias encontradas en una bañera (1961) y Ciberiada 2ª Como reflejo de esa confusión temática, funciona un desorden de peores
(1965), esta última una nueva versión, entre erudita y burlona, del viaje a consecuencias, que se refiere a la calidad literaria. En efecto, la falta de un
través del tiempo. estudio crítico mínimamente sistematizado coloca al hipotético lector de ciencia-
ficción en una situación indefensa y complicada a la hora de escoger, entre los
miles de autores y de títulos, aquellos cuyas calidades formales estén más
INTRODUCCIÓN A LA LITERATURA DE CIENCIA- cuidadas. En otras palabras, el desconocimiento del género ha hecho posible la
convivencia, dentro de las mismas colecciones, de autores rescatables junto a
FICCION - JUAN JOSÉ MILLÁS-
otros que no han escrito más que bazofia, amparados bajo el socorrido marbete
de un género que ha sido rechazado globalmente por la literatura culta. Ésta
labor, que consistiría en rescatar las excepciones, no ha sido hecha o se ha
hecho demasiado tarde, en perjuicio de algunos magníficos escritores dedicados
al cultivo de la ciencia-ficción.
CONSIDERACIONES GENERALES Reacción crítica
3ª Finalmente, y como consecuencia de ese olvido culpable de la crítica, han
aparecido numerosos estudios teóricos hechos desde dentro, por los mismos
autores de ciencia-ficción, que tenían más de reacción agresiva ante el silencio

21 22
de la crítica oficial que de sereno estudio sobre una clase de literatura que puede Según la mitología, Ariadna, hija del rey Minos, dio a Teseo un hilo que le
gustar o no, pero que en todo caso no debería ignorarse. La reducción a un permitió salir del Laberinto de Creta después de dar muerte al Minotauro. El hilo
gueto de cualquier manifestación cultural obliga a reaccionar violentamente a los de Ariadna ha quedado desde entonces como un conjunto de palabras que
integrantes de ese grupo. Y lo peor es que esa situación de grupo aislado suele expresa el medio para salir de una dificultad.
estimular un tipo de defensas que conducen indefectiblemente a una exaltación La literatura de ciencia-ficción de que hoy disponemos, y considerando sólo la
casi religiosa de sus propios productos. Así, no es difícil encontrar afirmaciones escrita en inglés, constituye por su cantidad, por su diversidad temática y por su
tales como que la ciencia-ficción es la literatura propia de nuestra época, desigual calidad literaria un laberinto de proporciones y dificultades semejantes
descalificando de un plumazo aquello que no encaje en sus límites, tan confusos al del rey Minos. Para salir de él, lo que significaría tanto como alcanzar su
por otra parte. origen, no disponemos de un solo hilo, sino de multitud de señales y de pistas
Todo esto no es nuevo. Le ha sucedido también a. la novela policíaca, cuyos constituidas por diversos materiales (de orden sociológico, literario, religioso y
autores rara vez se han visto incluidos en las historias de la literatura. Nadie científico) entre las que tendremos que elegir en función de los fines que se
duda, sin embargo, a estas alturas que entre los cultivadores de la novela propone esta introducción.
policíaca ha habido y hay magníficos escritores. El reconocimiento, pues, ha
llegado tarde, pero su venida ha significado una jerarquización en lo que atañe a
la calidad literaria, que en la ciencia ficción está costando más trabajo, aunque
LOS NIVELES ESPECULATIVOS
se trata sin duda de un género más joven.

LOS ORÍGENES DE LA CIENCIA-FICCIÓN La aclaración anterior tiene sentido, porque el terreno en el que nos vamos a
mover es especialmente apto para toda clase de especulaciones, incluidas
aquellas que colocan el origen de la literatura de ciencia-ficción en épocas
remotas, confundiendo este fenómeno literario y social relativamente moderno
Remontarse a los orígenes de cualquier manifestación cultural es siempre con hechos sin explicar que pueden constituir en la actualidad una fuente
complicado, puesto que la actividad de los hombres es compleja. El deseo temática del género, pero que no son el género en sí.
inmediato de colocar fechas, nombres, y otros datos que limiten el campo de
estudio obedece con frecuencia al temor de hallarse en un laberinto sin salida y
a la necesidad de sistematizar, o de incluir en un proceso lógico, algo que a EL INTERÉS POR CULTURAS Y TEXTOS ANTIGUOS
primera vista no comprendemos. En la literatura, como en otras artes e incluso
en las ciencias, las clasificaciones guardan a veces más relación con la necesidad
de instituir un método que con la disposición real del objeto en estudio. Toda
nomenclatura (entendiendo el término como conjunto de palabras usadas en un Nos referimos, claro está, al interés que han despertado los descubrimientos
campo determinado) es susceptible de ser mal utilizada, como todo bisturí en iconográficos de algunas culturas antiguas, como la Maya, y que hacen suponer
manos de un mal cirujano puede seccionar un miembro sano. De manera que la existencia de culturas tecnológicamente avanzadas que pudieron haber
procuraremos en este breve estudio utilizar los datos de que disponemos como desaparecido bajo los efectos de un desastre que algunos quieren comparar con
herramientas más que como soportes de una apariencia histórica siempre lo que hoy sería una explosión nuclear. La tesis moral de esta interpretación es,
cuestionable. por otra parte, uno de los temas recurrentes de la ciencia-ficción: la evolución
tecnológica conduce inevitablemente a la auto-destrucción. Ya veremos más
adelante cómo este género utópico (utópico en el sentido de que nos coloca en
EL HILO DE ARIADNA una situación inexistente por futura) suele ser más bien pesimista en relación
con ese futuro al que parecen arrastrarnos las diferentes opciones científicas en
curso.
También dentro de esta tendencia ligada a remontarse a épocas lejanas para
seguir el hilo de lo que, insistimos, es un fenómeno moderno, hay quienes, no

23 24
conformándose con la interpretación de los signos iconográficos en apoyo de sus como nuestra enorme consideración por medios de expresión tales como el
tesis, utilizan textos antiguos, como la Biblia, alguna de cuyas partes hábilmente comic o la televisión, siempre y cuando aquellos temas y estos contenidos
manipuladas podrían guardar relación con la temática del género. formales no traten de confundirse con la literatura de ciencia-ficción.
Todo eso no es literatura de ciencia-ficción Lo que no quiere decir que desde el comic, por ejemplo, como desde
Pero todo eso, como las aventuras espaciales, ya aludidas, o la mayoría de cualquier otro medio de expresión, no puedan abordarse temáticas relacionadas
los relatos en torno a los ovnis, ni son ciencia-ficción ni se refieren al género al con la ciencia-ficción. Pero como su «vestidura formal» es distinta, su estudio no
que hoy trataremos de acercarnos en sucesivas aproximaciones, evitando desde puede ser considerado en este trabajo sino como fenómeno sociológico, o
luego cualquier definición que, por amplia que fuese, no dejaría de ser epifenómeno, en torno al tema central que es la literatura.
reduccionista. En cuanto al cine de ciencia-ficción, por la importancia que ha adquirido en
Nos enfrentamos aquí con un problema común a los géneros marginales. Y los últimos tiempos y también porque muchos de sus títulos más notables son
así como la novela policíaca[1] ha sido obligada a convivir frecuentemente con la adaptaciones de textos publicados anteriormente como cuentos o novelas,
literatura de aventuras, fantástica o de terror, así también la novela de ciencia- merecería un estudio aparte que escapa a las intenciones de este trabajo.
ficción se confunde, entre el público no especializado, con temas tan de moda
como la parapsicología, los ovnis, o la reciente tendencia a buscar en culturas
casi extinguidas las respuestas a la angustia que proporcionan los fenómenos
tecnológicos actuales.
LAS COORDENADAS ESPACIO-TEMPORALES
Bien es cierto que parte de esa confusión es achacable en alguna medida a
revistas especializadas que hacia 1956, en plena crisis del género, decidieron
vender a cualquier precio. El precio fue excesivo, porque si la ciencia-ficción
estaba sufriendo entonces ataques desde afuera (cine, comics, televisión), que
Esa fina línea, que definíamos por negación, nos conducirá, si la seguimos, al
hacían pasar por el género en cuestión «pastiches» que confundían al público,
tipo de salida que conviene a los fines orientativos de nuestro trabajo. Tiene
hurtándoles la posibilidad de acercarse a los verdaderos creadores de esta
entre otras la virtud de situar el fenómeno de la literatura de ciencia-ficción
narrativa, las agresiones desde dentro podrían haber significado la muerte, por
dentro de unos límites comprensibles y abarcables en el espacio y en el tiempo,
confusión total, de la ciencia-ficción. Y estos ataques se produjeron en
dos términos tan manipulados, generalmente con acierto, por esta clase de
publicaciones que, decididas a superar la crisis por el camino más corto,
literatura.
comenzaron a publicar asuntos ajenos al género, en ocasiones sutilmente
• En el tiempo, porque nos va a conducir a los finales del siglo XIX en la
pornográficos, que atrajeron a algunos lectores, pero que acentuaron también la
búsqueda de sus orígenes más próximos, dejando para otros niveles de
idea general de que la literatura de ciencia-ficción era un subgénero, en el peor
especulación distintos a nuestra propuesta la consideración de otros orígenes,
de los sentidos que se le pueda dar a este término.
que siempre serán cuestionables, puesto que siempre se puede ir más allá.
• En el espacio, porque esta línea va a pasar por aquellos países donde nace
la ciencia-ficción para recorrer después sus principales áreas de cultivo.
El resultado será un esquema que sin duda tendrá todos los defectos
NUESTRO HILO DE ARIADNA comunes a una idea general, no detallada; pero esta carencia podrá actuar
también como virtud, puesto que habremos levantado al menos el esqueleto o
armadura interna, sobre la que será más fácil ensamblar las distintas formas de
este auténtico y desconocido gigante que es la literatura de ciencia-ficción. No es
Una vez rechazados algunos de los hilos de que disponíamos para salir del otro el objeto de esta colección básica de literatura, que se propone la creación
laberinto, nos queda una fina línea (nuestro hilo de Ariadna) como resultado de de un conjunto orgánico a partir del cual se puede dar el salto para disfrutar de
este aproximarse al objeto a través de la negación; es decir, diciendo lo que el otros productos literarios de dificultades crecientes, pero de sorpresas cada vez
objeto de nuestro estudio no es y separando de su contorno las adherencias que más intensas.
podían confundirlo con temáticas que no le son propias y con medios de
expresión que no pertenecen a la literatura. Conste aquí nuestro respeto por el
estudio de esos asuntos (ovnis, parapsicología, aventuras espaciales, etc.), así
DOS CLASES DE ESTÍMULOS

25 26
La literatura de ciencia-ficción, como fenómeno moderno y hasta donde nos
LA PRIMERA EXCEPCIÓN
podemos remontar de forma razonable, ha crecido bajo dos clases de estímulos:
• Uno de orden extraliterario, ligado en su origen a transformaciones sociales
tan importantes como la revolución industrial.
• Otro de orden literario, que podemos asociar a las novelas científicas del
Dentro de toda esta literatura que constituiría algo así como la edad de
autor francés Jules Verne (1828-1905) y, sobre todo, a alguno de los títulos del
piedra de lo que consideramos que es la ciencia-ficción, aparece en Francia una
novelista inglés Herbert George Wells (1886-1946), profesor de ciencias en sus
primera excepción digna de ser reseñada con todas las matizaciones que sean
primeros tiempos, que supo combinar sus conocimientos científicos con una
precisas. Esta excepción se llama Jules Verne.
imaginación que cautivó a los lectores de su época.
Nacido en Nantes en 1828 y muerto en los primeros años de nuestro siglo
(1905), Verne obtuvo a los 36 años de edad y con la publicación de Cinco
semanas en globo un éxito que compensó ampliamente sus anteriores fracasos
como autor teatral. A partir de entonces se consagra a la novela de aventuras
LOS FACTORES EXTRALITERARIOS convirtiéndose en uno de los escritores más populares de su época. Novelas
como Viaje al centro de la Tierra, Veinte mil leguas de viaje submarino, o La isla
misteriosa, se reeditan hoy en todo el Mundo, habiendo alcanzado también un
gran éxito sus versiones cinematográficas. Además Jules Verne, que durante
El maquinismo, como técnica de producción tendente a sustituir el trabajo tiempo fue considerado un escritor para niños, ha calado en los últimos años en
muscular del hombre, alcanzó durante el siglo XIX un gran desarrollo y fue el un tipo de lector maduro que ha sabido encontrar en el alto valor simbólico de
origen de la revolución industrial que conoció ese siglo, aunque muchos de los sus personajes un reflejo de sus propias fantasías.
inventos aplicados entonces procedían del siglo XVIII. Verne y la novela científica
La revolución industrial, como es sabido, transformó la vida social y urdió El término ciencia-ficción, traducción del Science-fiction bajo el que circula
sobre esa trama un conjunto de cambios que dio lugar a un tejido social cuya este género en el mundo anglosajón, no comenzó a usarse hasta el año 1927. Y
necesidad de adaptarse a los nuevos modelos repercutió en todas las áreas de la no conviene aplicarlo todavía a la narrativa de Verne por cuanto Verne no
actividad humana. escribió ciencia-ficción, sino novela científica.
Estos cambios se notaron principalmente en las zonas industrializadas y Con este término designaremos a aquella clase de narrativa en cuya trama
desde estos focos, a la manera de círculos concéntricos, fueron actuando en argumenta!, y como elemento esencial de la misma, aparezcan descubrimientos
mayor o menor medida, según la distancia que se guardara del centro, en los científicos, imaginarios o reales, en torno a los cuales gire la acción de la novela.
habitantes de todos los países industrializados. No es difícil imaginar, desde la En Verne se dan estas condiciones y, si bien los adelantos científicos que
perspectiva que nos proporciona esta segunda mitad del siglo XX, lo que hubo muestra aparecen en su época como posibles, la crítica que de él se hace desde
de suponer para la vida cotidiana de miles de hombres el nuevo desarrollo de la el mundo de la ciencia-ficción es que no profundiza bastante en la problemática
producción, la disminución de los precios de coste, y el ordenamiento urbano social que generarían tales adelantos.
que exigía la nueva infraestructura económica en marcha. Que Verne sea o no un precursor de la ciencia-ficción es algo que se ha
La espectacularidad de este proceso dio lugar a finales del siglo XIX a un discutido con frecuencia. Desde nuestro punto de vista, no hay ninguna duda de
conjunto de novelas de escasa calidad literaria, cuyo soporte argumental solía que es así, y no sólo por el hecho de que en sus novelas combina sabiamente las
estar constituido por aventuras más o menos descabelladas en las que jugaban aventuras con elementos científicos imaginarios, sino también porque en su obra
un papel de primer orden supuestos descubrimientos científicos que el se dan de forma más o menos explícita reflexiones que atañen al porvenir de la
«maquinismo» de la época parecía posibilitar. Uno de los temas favoritos de esta ciencia y del hombre en un Mundo dominado por ella.
clase de novelas eran los viajes al año 2000, vistos por estos autores de escasa
formación científica repletos de artilugios que, en el mejor de los casos, hoy nos
pueden parecer ingenuos.
EL SEGUNDO FOCO

27 28
utópica), combinada con las fantasías de lo que podría llegar a constituir el
desarrollo tecnológico, van creando una serie de señales cuya síntesis darán
Tras esta primera excepción de novela científica de calidad, aparece de nuevo lugar a la ciencia-ficción en el sentido más moderno del término.
en Europa (en Inglaterra esta vez) un segundo foco de irradiación en la figura
del escritor Herbert George Wells (1866-1946), cronológicamente posterior a
Jules Verne.
LA SÍNTESIS
La formación de este escritor, de cuya biografía nos ocuparemos más
extensamente en el epílogo de esta obra, era eminentemente científica. Había
estudiado ciencias naturales (con Huxley) en la universidad de Londres y llegó a
publicar un manual de biología.
Y esta síntesis se produce en América. La fecha que se suele citar es 1911; el
No hay duda de que esta base científica influyó notablemente en su actividad
autor, Hugo Gernsback, y la obra un cuento titulado Ralf 194 C 41 +. A este
como escritor de anticipación. Sus novelas La máquina del tiempo, El hombre
mismo autor se atribuye la paternidad del término Science-fiction y fue asimismo
invisible, y La guerra de los mundos obtuvieron pronto un éxito notable, siendo
el fundador de la gran primera revista dedicada exclusivamente al cultivo de la
inevitablemente comparadas con las de Verne no ya por la fácil asociación
ciencia-ficción. Esta revista apareció en 1926 bajo el nombre de Amazing
temática, sino sobre todo por la minuciosa elaboración y el cuidado formal
Stories. Con ella se inaugura, ahora sí, la ciencia-ficción, que habrá de conocer
común en la obra de ambos escritores.
un desarrollo espectacular en EE. UU. y no en forma de novela, sino de relato
Pero es preciso hacer notar que Wells, aparte de poseer un bagaje científico
corto o cuento.
considerable, es un autor muy politizado, que observa con cierta distancia crítica
los adelantos de la sociedad industrial. La combinación de ambas tendencias
darán lugar a un tipo de escritura más «realista» que la de Verne y en la que
subyace siempre un cierto pesimismo sobre el futuro de la humanidad. Este
pesimismo habría de aumentar con el inicio de la segunda guerra mundial, ¿POR QUÉ EN NORTEAMÉRICA?
marcado por los primeros descubrimientos de la era atómica.
La discusión sobre si Wells es un precursor o no de la novela de ciencia-
ficción se ha desarrollado en semejantes términos a la sostenida a propósito de
Verne. Desde nuestro punto de vista no hay ninguna duda de que se trata de un Antes de continuar con la breve historia de este género, es preciso hacer un
escritor de novela científica de anticipación, y en ese sentido, aunque también paréntesis reflexivo que nos explique por qué algo cuyos antecedentes están
por las connotaciones ideológicas presentes en su obra, nos parece el inmediato localizados en Europa, y además sobre la base de dos autores de prestigio
precursor del género que en esta introducción analizamos. localizables en cualquier manual de literatura, aparece con toda su fuerza en
Norteamérica y bajo una forma distinta (el cuento) de la original.
El itinerario es parecido al de la novela policíaca. Es sabido que durante el
siglo XIX los editores norteamericanos habían preferido publicar novelas
inglesas, cuyas posibilidades de éxito ya eran conocidas de antemano por su
PERSISTENCIA DE ALGUNOS RASGOS Y APARICIÓN funcionamiento comercial en el país de origen. Esta resistencia de los editores
DEL GÉNERO norteamericanos a publicar novelas de compatriotas suyos había obligado a los
autores a refugiarse en el cuento o la narración breve, que era un género más
fácil de vender a las numerosas revistas literarias y suplementos de periódicos
que circulaban en Norteamérica. Este hecho, bajo el que laten motivaciones de
Si bien H. G. Wells fue quien alcanzó más fama, hubo en el mundo inglés orden económico, dio lugar en aquel país a una tradición cuentista de gran
otros autores, contemporáneos suyos, que cultivaron la novela de anticipación, calidad, que se prolonga hasta nuestros días.
siendo común a casi todos ellos una cierta preocupación sociológica ligada a la Así pues, no es raro que sea en Norteamérica, un país joven de gran empuje,
crítica de algunos aspectos de la época victoriana y del progreso industrial. Claro en constante desarrollo acelerado y con cantidad de autores que dominan las
está que no todas las novelas de anticipación son necesariamente científicas, técnicas narrativas del cuento, donde se produce la síntesis que dará su forma
pero la incidencia en la utopía (y la ciencia-ficción es una clase de literatura definitiva a la ciencia-ficción.

29 30
Por otra parte, la oposición cuento-novela, tratada también a propósito del
género policíaco, parece decantarse hacia el cuento. Si bien es cierto que se han
escrito novelas magníficas de ciencia-ficción, la mayoría de los estudiosos están
LA PUREZA DEL GÉNERO
de acuerdo en que es la narración breve el contenido formal que mejor va a este
género, porque es bajo esa forma donde la paradoja y el elemento sorpresa
(factores ambos importantes en la ciencia-ficción) alcanzan su mayor virtualidad.
Desde esta época y hasta los primeros años de la década de los 50, conocida
como la era del cambio, se producen centenares de títulos. La mayoría de
quienes detentan puestos de responsabilidad en publicaciones especializadas se
LA CIENCIA-FICCIÓN EN AMÉRICA HASTA 1956 esfuerzan por mantener la pureza del género. Para ellos la ciencia-ficción es casi
un sistema filosófico, una visión del Mundo, y no se les puede confundir con
quienes sólo escriben de platillos volantes o de aventuras espaciales.
Veamos cómo recuerda el final de esa época Michael Ashley en la
La aparición del cuento ya citado de Hugo Gernsback, pero, sobre todo, la introducción a un cuento del escritor británico Kenneth Bulmer, publicado por
fundación años más tarde de la primera revista periódica especializada (Amazing Authentic Science Fiction en 1956:
Stories) actuaron como una contraseña que movilizó hacia el género a un «Los años cincuenta conocieron una clase de relato de ciencia-ficción que en
numeroso grupo de escritores agrupados bajo publicaciones diferentes. la actualidad no goza de tanta popularidad. Se trataba de la narración limpia y
precisa, basada en una simple premisa tratada con precisión por el autor para
conducirla a un resultado explosivo.»
Quizá lo más importante de esta breve frase no esté constituido tanto por su
LA DÉCADA DE LOS 30
tono nostálgico como por la afirmación de principios que la misma contiene. Se
podría decir que la visión formal del cuento expresada por Ashley tiene mucho
que ver con las teorías de Poe sobre el mismo asunto. En todo caso, delata una
preocupación teórica por la forma, que las más de las veces no ha tenido el
Fue durante la década de los años 30 (Amazing Stories había aparecido en
tratamiento adecuado por parte de los cultivadores de la ciencia-ficción.
1926) cuando este género conoció un desarrollo más espectacular. Los editores,
sorprendidos por el éxito de ventas de la pionera de estas publicaciones, deciden
prestar más atención a esa nueva narrativa. De este modo aparecen Astounding
Science-fiction y Galaxy, revistas ambas que llegan a alcanzar tiradas superiores
a los cien mil ejemplares, sin considerar las traducciones que de ellas se hacen UN LARGO CATÁLOGO DE TÍTULOS
en diferentes países.

Sería una tarea agotadora hacer un catálogo de los títulos publicados en


Norteamérica hasta la crisis, localizada en 1956. Baste como dato señalar que en
LOS PREMIOS «HUGO»
esta fecha todavía circulan en EE. UU. catorce revistas, de publicación periódica,
dedicadas al tema. Citaremos alguna de las más importantes: Astounding SF,
Galaxy, Magazine of Fantasy and Sciencefiction, Science Fiction Storíes, Infinity,
Fantastic, etc...
Pronto aparecen también los premios «Hugo», que premian anualmente la
Y en esta relación no están incluidas las revistas nacidas y muertas durante
mejor narración de ciencia-ficción y cuya ceremonia, que tiene también las
el período considerado, ni las novelas o selecciones de cuentos publicados en
características de un congreso, se realiza cada año en un lugar diferente. La
volumen, ni los acercamientos teóricos al tema efectuados desde medios de
euforia del triunfo es contagiosa y el triunfo es tal, que atrae a escritores
expresión tales como periódicos y libros.
consagrados en otros campos de la literatura y que llegan al género investidos
La sensación, dado el panorama descripto, es que Norteamérica entera
por el reconocimiento crítico conseguido en otras áreas.
estaba volcada sobre el género; sin embargo, seguía siendo un género marginal

31 32
que se desarrollaba y crecía paralelamente a otros géneros cuyos títulos • Robert Anson Heinlein, nacido en 1912. Se trata de uno de los autores de
alcanzaban tiradas inferiores, pero que contaban con el apoyo crítico del que ciencia-ficción que con más acierto ha tratado el tema de los viajes a través del
carecía la ciencia-ficción. tiempo. Este ir desde el presente hacia el pasado o el futuro implica siempre la
Sin duda también el tipo de lector que se acercaba a este género estaba existencia de atractivas paradojas que bien manipuladas constituyen aciertos
constituido por un público que no leía otra clase de literatura o que combinaba la narrativos tan sugerentes como los que Heinlein logra en La puerta del tiempo.
ciencia-ficción con otros géneros marginales. El acercamiento de intelectuales • Henry Kuttner, nacido en 1914. Su novela Mutante constituye un modelo en
prestigiados a este nuevo fenómeno narrativo fue sin duda tardío y su atención el tratamiento literario de las posibles mutaciones humanas en un futuro posible.
se focalizó en unos pocos autores que, en el desarrollo de aquella temática que • Clifford D. Simak, nacido en 1904. Al igual que Kuttner, tiene entre su
le es propia a la ciencia-ficción, consiguieron una calidad literaria o perfección extensa obra una novela, Anillo en torno al sol, donde se trata de forma maestra
formal que hacían atractiva su lectura. el problema de las alteraciones genéticas del organismo humano en un medio
diferente al actual.
En fin, la lista podría multiplicarse ocupando más páginas de las que
Autores principales disponemos si no nos conformamos con citar de pasada algunos otros nombres
importantes: James Blish, Jack Vance, Hal Clement, Theodore Sturgeon, Fritz
Leiber, Frederick Pohl, Poul Anderson, etc...
La nómina de autores norteamericanos de ciencia-ficción que se revelaron
durante esta época ocuparía más páginas de las que le han sido concedidas a
esta introducción. De manera que citaremos a continuación los más importantes;
CONTENIDOS TEMÁTICOS
los que han constituido la columna vertebral del género hasta la crisis. Como
toda selección, además de parcial, será inevitablemente algo arbitraria, pero
este es un riesgo inevitable cuando hay que elegir y ahora nos encontramos en
la situación de elegir.
En el breve repaso del apartado anterior ya hemos seleccionado
• Isaac Asimov, nacido en 1920. Ha publicado numerosas obras de
desordenadamente alguno de los temas principales de la ciencia-ficción, tales
divulgación científica traducidas a varias lenguas. En ellas, con un lenguaje
como la paradoja espacio-temporal (Heinlein), las mutaciones orgánicas del ser
sugestivo y accesible a gran cantidad de lectores, ha planteado algunos
humano (Simak y Kuttner), el enfrentamiento con sistemas filosóficos y formas
interrogantes científicos de indudable valor especulativo. En el terreno de la
de razonar desconocidos (van Vogt), la utopía política de carácter pesimista
ciencia-ficción sus obras más conocidas son: Yo, robot; Fundación; Fundación e
(Bradbury), o el mundo de los robots (Asimov).
Imperio; Segunda Fundación. En esta trilogía plantea uno de los temas más
Intentaremos proceder ahora con más orden para facilitar un esquema de
apasionantes de ciencia-ficción, referido a un futuro lejano con un
aquellos contenidos temáticos que con más asiduidad trataron los escritores de
encadenamiento lógico que atrapa al lector.
ciencia-ficción de la primera época.
• Ray Bradbury, nacido en 1920. Se trata de uno de los autores que han
Según acudamos a uno u otro crítico o estudioso del género, el número de
alcanzado mayor fama universal. Sus Crónicas marcianas han conocido
temas se reduce o se amplía de forma sorprendente. Esto no es más que el
numerosas ediciones en diversos países. Quizá su novela más conocida sea
resultado de la utilización de términos más o menos generales. Así, por ejemplo,
Fahrenheit-451, llevada al cine con acierto por Francois Truffaut, y que narra con
el término «técnica» puede abarcar dentro de sí una temática que incluya desde
pesimismo las incidencias de una sociedad futura donde el control individual de
los robots hasta las naves espaciales.
las personas alcanza límites de terror. En esa sociedad están prohibidos los
Nosotros optaremos por una clasificación de ese tipo dejando a la inteligencia
libros; el título alude a los grados de la escala Fahrenheit a que arde el papel y
del lector la creación de subdivisiones que completen el cuadro. Y nos parece
con él la letra impresa.
que de entre aquellas que cumplen la labor de síntesis a que aludíamos de forma
• Alfred Elton van Vogt, nacido en 1912. Ha recorrido a través de su extensa
más precisa está la de J. Ignacio Ferreras, contenida en su obra La novela de
obra casi todos los temas relacionados con la ciencia-ficción. Citaremos El
ciencia-ficción.
mundo de los No-A, que tiene el mérito casi imposible de imaginar un futuro
Según Ferreras, que antes de dar su opinión hace algunas consideraciones
utópico en el que las leyes de la percepción y las formas de pensamiento
sobre la selección del crítico francés Jean Cattegno, así como las del inglés Ray
tradicionales han sufrido cambios tan importantes y espectaculares como los
objetos externos o la ambientación general del nuevo Mundo.

33 34
Amis, los tres apartados que incluirían dentro de sí todas las posibilidades fácil solución de ofrecer al lector relatos con «garra», aun cuando su temática se
temáticas de este género son las siguientes: relacionara con el género de forma marginal.
—Ciencias y técnica. Es de destacar el papel casi heroico que en esta época de cambio jugaron
—Extraterrestres y mundos paralelos. revistas tales como If, Analog, The Magazine of Fantasy and Science-fiction, y
—La conquista del tiempo. Galaxy, en las que algunos autores nuevos o menos nuevos se enfrentaron con
Para la ampliación de cada uno de estos apartados remitimos al lector a la el reto que todo cambio impone en la búsqueda de nuevos temas y nuevas
obra ya citada de Ferreras. Su trabajo tiene además el mérito de haber abordado fórmulas narrativas que devolvieran a la ciencia-ficción su anterior esplendor.
(por primera vez seguramente en castellano) un catálogo de obras y autores
muy completo.
Razones de orden científico

El Sputnik I fue el primero de una serie de satélites lanzados por la URSS al


LA CIENCIA-FICCIÓN EN EE. UU. A PARTIR DE 1956
espacio. El hecho sucedía en 1957, cuando todavía no se habían elaborado las
consecuencias de la era atómica iniciada con la segunda guerra mundial (1939-
1945). Comenzaban a cumplirse algunas de las predicciones lanzadas al público
desde la narrativa de ciencia-ficción.
Las razones de una crisis
A partir de este suceso (el lanzamiento del primer Sputnik) comenzó entre
americanos y rusos una carrera espacial que todavía no ha terminado. El avance
de los inventos tecnológicos (soporte importante del género) transcurre a una
La crisis de la ciencia ficción en la década de los 50 no significa
velocidad tal, que la puesta al día es complicada para los propios científicos,
necesariamente un hundimiento del género, sino más bien la existencia de un
cuya especialización creciente limita cada día más su campo de estudio. Llegará
cambio muy marcado debido a factores de naturaleza distinta. Se trata, pues, de
un día, como dice John Ziman en La credibilidad de la ciencia, en que el modelo
un momento de reflexión o de ajuste de las nuevas necesidades sociales, que
ideal de científico sea aquel que sepa todo sobre nada. (Un buen tema para un
dará lugar finalmente a un renacer del género si bien con algunas características
cuento de ciencia-ficción.)
algo diferentes a las de la etapa anterior.
—Razones de orden económico y social.
—Razones de orden científico.
Los avances de la informática

Razones de orden económico y social


En otros terrenos es preciso hacer notar los avances espectaculares de la
informática, cuya aplicación práctica en todos los campos va a producir en el
entramado social transformaciones mucho más profundas que las que
El soporte del género en EE. UU. durante la primera época había estado
supusieron la aparición de la máquina en la Revolución Industrial.
constituido sin duda alguna por las numerosas revistas especializadas, algunas
Si aquella época se caracterizaba por el automatismo, ésta se caracterizará
de gran calidad, que se editaban en aquel país. El auge de las colecciones de
por la automación. La máquina substituyó el trabajo muscular del hombre; el
bolsillo, por una parte, y el hecho de que los escritores más famosos de ciencia-
ordenador tiende a sustituir su actividad mental.
ficción fueran reclamados por otros medios (cine, televisión, revistas generales
Y cómo no hablar también de la ingeniería genética, rama de la medicina con
como Playboy) con contratos que las primeras no podían ofrecer fue definitivo y
alguno de cuyos descubrimientos se ha llegado a sustituir la función primera del
colocó en una situación difícil a estas revistas.
útero materno (los bebés-probetas) y se han reproducido un número de
Para enfrentarse a la competencia de las ediciones de bolsillo algunas
individuos (ratones) de características exactamente iguales, como si
revistas cambiaron de formato, lo que significaba modificaciones importantes
dispusiéramos ya de una fotocopiadora capaz de reproducir seres vivos. (Véase
tanto en la infraestructura editorial como en los medios de distribución utilizados
a propósito de esto último el cuento de Sturgeon titulado Cuando hay interés,
hasta el momento. Otras revistas, como ya ha quedado dicho, optaron por la
cuando hay amor.)

35 36
Todos estos descubrimientos, y las consecuencias de todo orden que su siglo pasado y principios del XX se interesaron por la novela científica y la
aparición implica en las sociedades modernas, han sido presentidos con narrativa de anticipación. No olvidemos que hemos citado a H. G. Wells entre los
frecuencia por la literatura de ciencia-ficción. Pero su aparición real no deja de principales precursores del género y que hasta el propio Conan Doyle,
suponer un reto para estos novelistas cuya función ha sido ir siempre más allá famosísimo autor de relatos policíacos, se sintió fuertemente atraído por él. Hay,
de los límites reales para darnos una visión de la sociedad futura, que pues, en Inglaterra una tradición que sólo necesita el empuje que le lleve a dar
desaparecerá, si no es capaz de adaptarse a las profundas transformaciones de con las fórmulas narrativas adecuadas para producir la importante obra que nos
los rápidos avances tecnológicos. ha dado en este terreno.
Se da además la circunstancia de que en esta área alguno de los autores que
fueron ganados para el género provenían del campo de la literatura no marginal
El renacimiento de la ciencia-ficción en EE. UU. o habían conseguido gran reputación como filósofos o científicos. La aportación
de ellos, pues, magnificó esta literatura muchas veces despreciada con títulos
que hoy funcionan como clásicos en el mercado mundial. Citemos a alguno de
Tras los años de crisis, cuyas causas hemos esbozado en el apartado ellos.
anterior, se produce hacia 1966 un renacimiento del género, que se caracteriza • Aldous Huxley, nacido en Godalmieng en 1894 y muerto en Hollywood en
por una mayor audacia en los planteamientos narrativos, así como por una 1963. Se graduó en medicina, aunque no llegó a ejercer esta profesión. Publicó
imaginación desbordante en el tratamiento de los nuevos temas abordados por su primera novela en 1921 alcanzando la fama rápidamente. Su obra es extensa
la ciencia-ficción. y ha gozado de una consideración crítica notable. Un mundo feliz, aparecida en
También en esta época se produce el acercamiento al género de un tipo de 1932, se considera ya como un clásico de la ciencia-ficción y se cita a propósito
lector culto que hasta entonces había permanecido alejado de él por considerarlo de la progresiva pérdida de la individualidad del ser humano.
como una degradación de la Literatura con mayúscula. Este acercamiento • George Orwell, seudónimo de Eric Arthur Blair, nacido en 1903 y fallecido
permitió rescatar y valorar las obras importantes de la primera época, cuyas en Londres en 1950. Se trata de un autor altamente politizado. Participó en la
sucesivas reediciones en numerosas lenguas no han cesado de producirse. guerra civil española en las filas del POUM y en su obra demuestra una creciente
Entre los autores que contribuyen a este renacimiento, citaremos a Samuel preocupación por el futuro de la izquierda socialista, motivada en parte por la
Delany, Philip J. Farmer, Harlan Ellison, Roger Zelany, y Philip K. Dick. experiencia soviética. 1984 es el título de una de las novelas más importantes y
Y como dato que muestra el creciente interés del público por el tema no más tristes de ciencia-ficción escritas a lo largo de todos los tiempos. En ella se
podemos dejar de anotar el éxito que tuvo la exposición internacional de ciencia- produce una amarga reflexión sobre el futuro de los hombres de un Estado
ficción realizada en Berna en 1967 y en París al año siguiente. totalitario.
• Fred Hoyle, nacido en Yorkshire en 1915. Fue profesor de Astronomía en la
Universidad de Cambridge y de Astrofísica en el Instituto de Tecnología de
Otras áreas de cultivo California. En la actualidad goza de gran reputación como hombre de ciencia y,
aparte de su descubrimiento sobre el origen de los elementos químicos y de su
Teoría del estado estacionario del Universo, ha elaborado una sugerente tesis
Si bien Norteamérica es el país donde mayor desarrollo alcanza la ciencia- según la cual la vida llegó a la Tierra desde el Cosmos en estado de congelación.
ficción, creando en cierto modo las pautas por las que habrán de regirse aquellas En su novela de ciencia-ficción La nube negra narra la destrucción del sistema
áreas que cuentan ya con una tradición en este género, no podemos olvidar que solar por un gigantesco organismo cósmico dotado de inteligencia.
algunos de sus grandes autores contemporáneos proceden de Inglaterra y, en Resumidas las aportaciones que a la ciencia-ficción han hecho estos tres
menor medida, de Rusia, siendo escasas las aportaciones de Francia, Italia, escritores británicos, citemos ahora otros nombres importantes de autores
Alemania, etc... especializados: John Brunner, Arthur C. Clarke, J. G. Ballard, Brian W. Aldiss, y
Inglaterra Michael Moorcock, este último director de la revista especializada New Worlds.
Con todo, podemos afirmar que es dentro del mundo anglosajón donde el Y a propósito de revistas no dejaremos de citar Authentic, Nebula, y Science
cultivo de este género alcanza mayores proporciones tanto en cantidad como en Fantasy que con New Worlds forman el grupo más importante de las
calidad. publicaciones británicas especializadas en el género.
No es raro que hayamos citado a Inglaterra en segundo lugar. Se trata de un
país pionero en la Revolución Industrial y muchos de sus autores de finales del

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El pesimismo como denominador común La forma clásica del cuento está condensada en el núcleo de ese relato futuro y
no escrito.
Contra lo previsible y convencional (jugar-perder-suicidarse), la intriga se
Antes de poner punto final a esta introducción queremos señalar un rasgo plantea como una paradoja. La anécdota tiende a desvincular la historia del
que caracteriza a casi todas las obras: su pesimismo sobre el futuro de la juego y la historia del suicidio. Esa escisión es clave para definir el carácter doble
humanidad. de la forma del cuento.
Este pesimismo, que se atenúa o desaparece en los autores de los países del
este de Europa, suele estar justificado por una desconfianza de orden político Primera tesis: un cuento siempre cuenta dos historias.
más que por un rechazo hacia los avances de la ciencia. En efecto, el escritor de
ciencia-ficción disfruta con el conocimiento de los descubrimientos científicos y,
sobre todo, con el material especulativo que éstos ofrecen a quienes viven de las II
ideas, pero desconfía de la aplicación práctica de tales avances, aplicación que El cuento clásico (Poe, Quiroga) narra en primer plano la historia 1 (el relato
en última instancia escapa del control del investigador para pasar a manos del del juego) y construye en secreto la historia 2 (el relato del suicidio). El arte del
político. cuentista consiste en saber cifrar la historia 2 en los intersticios de la historia 1.
Estos autores han comprendido más que nadie hasta qué punto estamos Un relato visible esconde un relato secreto, narrado de un modo elíptico y
inmersos en un cambio cuyas ultimas consecuencias, de no corregirse el actual fragmentario.
estado de las cosas, no dejan de describir en sus relatos. La tendencia hacia la El efecto de sorpresa se produce cuando el final de la historia secreta aparece
autodestrucción parece formar parte constitutiva del ser humano y de sus en la superficie.
representantes políticos. Ahí están para demostrarlo los numerosos misiles que
desde un lado u otro del planeta nos apuntan a la espera de que algún loco
apriete por fin el botón que los haga funcionar. III
El regreso a una especie de Edad Media como consecuencia de una explosión Cada una de las dos historias se cuenta de un modo distinto. Trabajar con
nuclear ha sido descrito ya por numerosos novelistas. Y según el pensador dos historias quiere decir trabajar con dos sistemas diferentes de causalidad. Los
italiano Umberto Eco, ese regreso se puede dar de todos modos sin que medie mismos acontecimientos entran simultáneamente en dos lógicas narrativas
tal clase de catástrofe. Bastaría tal vez con que ciudades-monstruos como New antagónicas. Los elementos esenciales del cuento tienen doble función y son
York, sometidas a un crecimiento tumoral, permaneciesen sin energía eléctrica usados de manera distinta en cada una de las dos historias. Los puntos de cruce
durante un par de semanas. El encadenamiento de sucesos terribles a partir de son el fundamento de la construcción.
un hecho como ese, que a simple vista puede parecer trivial, conduciría
finalmente a los ciudadanos a matarse entre sí por un pedazo de carne.
Y, sin llegar a sucesos tan espectaculares, la simple visión de un mundo IV
donde el control de los individuos alcance el grado de 1984, la novela de Orwell, En "La muerte y la brújula", al comienzo del relato, un tendero se decide a
o de Fahrenheit 451, de Bradbury, ya es lo suficientemente aterradora como publicar un libro. Ese libro está ahí porque es imprescindible en el armado de la
para prestar más atención a este género, alguna de cuyas predicciones se han historia secreta. ¿Cómo hacer para que un gángster como Red Scharlach esté al
cumplido con creces. tanto de las complejas tradiciones judías y sea capaz de tenderle a Lönnrott una
trampa mística y filosófica? El autor, Borges, le consigue ese libro para que se
instruya. Al mismo tiempo utiliza la historia 1 para disimular esa función: el libro
TESIS SOBRE EL CUENTO - RICARDO PIGLIA parece estar ahí por contigüidad con el asesinato de Yarmolinsky y responde a
una casualidad irónica. "Uno de esos tenderos que han descubierto que cualquier
LOS DOS HILOS: ANÁLISIS DE LAS DOS HISTORIAS
hombre se resigna a comprar cualquier libro publicó una edición popular de la
Historia de la secta de Hasidim." Lo que es superfluo en una historia, es básico
I
en la otra. El libro del tendero es un ejemplo (como el volumen de Las mil y una
En uno de sus cuadernos de notas, Chejov registró esta anécdota: "Un
noches en "El Sur", como la cicatriz en "La forma de la espada") de la materia
hombre, en Montecarlo, va al casino, gana un millón, vuelve a casa, se suicida".
ambigua que hace funcionar la microscópica máquina narrativa de un cuento.

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V
El cuento es un relato que encierra un relato secreto. IX
No se trata de un sentido oculto que dependa de la interpretación: el enigma Para Borges, la historia 1 es un género y la historia 2 es siempre la misma.
no es otra cosa que una historia que se cuenta de un modo enigmático. La Para atenuar o disimular la monotonía de esta historia secreta, Borges recurre a
estrategia del relato está puesta al servicio de esa narración cifrada. ¿Cómo las variantes narrativas que le ofrecen los géneros. Todos los cuentos de Borges
contar una historia mientras se está contando otra? Esa pregunta sintetiza los están construidos con ese procedimiento.
problemas técnicos del cuento. La historia visible, el cuento, en la anécdota de Chejov, sería contada por
Segunda tesis: la historia secreta es la clave de la forma del cuento. Borges según los estereotipos (levemente parodiados) de una tradición o de un
género. Una partida de taba entre gauchos perseguidos (digamos) en los fondos
de un almacén, en la llanura entrerriana, contada por un viejo soldado de la
VI caballería de Urquiza, amigo de Hilario Ascasubi. El relato del suicidio sería una
La versión moderna del cuento que viene de Chéjov, Katherine Mansfield, historia construida con la duplicidad y la condensación de la vida de un hombre
Sherwood Anderson, el Joyce de Dublineses, abandona el final sorpresivo y la en una escena o acto único que define su destino.
estructura cerrada; trabaja la tensión entre las dos historias sin resolverla
nunca. La historia secreta se cuenta de un modo cada vez más elusivo. El cuento
clásico a lo Poe contaba una historia anunciando que había otra; el cuento X
moderno cuenta dos historias como si fueran una sola. La variante fundamental que introdujo Borges en la historia del cuento
La teoría del iceberg de Hemingway es la primera síntesis de ese proceso de consistió en hacer de la construcción cifrada de la historia 2 el tema del relato.
transformación: lo más importante nunca se cuenta. La historia secreta se Borges narra las maniobras de alguien que construye perversamente una trama
construye con lo no dicho, con el sobreentendido y la alusión. secreta con los materiales de una historia visible. En "La muerte y la brújula", la
historia 2 es una construcción deliberada de Scharlach. Lo mismo ocurre con
Azevedo Bandeira en "El muerto", con Nolam en "Tema del traidor y del héroe".
VII Borges (como Poe, como Kafka) sabía transformar en anécdota los problemas
"El gran río de los dos corazones", uno de los relatos fundamentales de de la forma de narrar.
Hemingway, cifra hasta tal punto la historia 2 (los efectos de la guerra en Nick
Adams), que el cuento parece la descripción trivial de una excursión de pesca.
Hemingway pone toda su pericia en la narración hermética de la historia secreta. XI
Usa con tal maestría el arte de la elipsis que logra que se note la ausencia de
otro relato. El cuento se construye para hacer aparecer artificialmente algo que estaba
¿Qué hubiera hecho Hemingway con la anécdota de Chejov? Narrar con oculto. Reproduce la búsqueda siempre renovada de una experiencia única que
detalles precisos la partida y el ambiente donde se desarrolla el juego, y la nos permita ver, bajo la superficie opaca de la vida, una verdad secreta. "La
técnica que usa el jugador para apostar, y el tipo de bebida que toma. No decir visión instantánea que nos hace descubrir lo desconocido, no en una lejana
nunca que ese hombre se va a suicidar, pero escribir el cuento como si el lector tierra incógnita, sino en el corazón mismo de lo inmediato", decía Rimbaud.
ya lo supiera. Esa iluminación profana se ha convertido en la forma del cuento.

LITERATURA FANTÁSTICA (DISTINTAS POSTURAS)


VIII
Kafka cuenta con claridad y sencillez la historia secreta y narra sigilosamente Tzvetan Todorov, Los géneros del discurso, Venezuela, Monte Ávila Editores,
la historia visible hasta convertirla en algo enigmático y oscuro. Esa inversión 1991 (adaptación)
funda lo "kafkiano".
La historia del suicidio en la anécdota de Chejov sería narrada por Kafka en
primer plano y con toda naturalidad. Lo terrible estaría centrado en la partida, Si mi descripción es correcta, este género se caracteriza por la vacilación a la
narrada de un modo elíptico y amenazador. cual es sometido el lector en cuanto a la explicación sobrenatural o natural de

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los hechos evocados. Más exactamente, el mundo que se describe es
ciertamente el nuestro, con sus leyes naturales (pues no estamos en lo [En los cuentos fantásticos] los hechos insólitos o extraordinarios son
maravilloso), pero en el seno de ese universo se produce un evento del cual es manejados literariamente con la suficiente vaguedad como para resultar
difícil encontrar una explicación natural. compatibles con nuestra imagen de la vida cotidiana. (…) se presentan como
En estos relatos, el narrador aparece como un testigo que vacila acerca de pertenecientes a una zona indeterminada en la que no es posible establecer si
los hechos narrados o que los cuenta con una certeza y una naturalidad tales tienen origen en la objetividad sobrenatural o en una subjetividad morbosa. (…)
que el lector sospecha de él. Uno podría escribir la fórmula de la siguiente La variedad de especies que admite esta producción es múltiple: el horror, lo
manera: yo + verbo correspondiente a una actitud (como creer, pensar, etc.) + sobrenatural, lo monstruoso, lo indeterminado, la especulación metafísica, la
tiempo verbal pasado o adverbios “casi, tal vez, sin duda” que dan sensación de conciencia de la culpa o del pecado e innumerables experiencias humanas de
incertidumbre + proposición que describe el hecho sobrenatural. índole fronteriza y penumbrosa han logrado canalizarse en el área fantástica (…)
El cuento fantástico propone una salida ambigua que consiste en dejar que el
misterio quede circundado de vaguedad, como para que nunca pueda decidirse
Ana María Barrenechea, “Ensayo de una tipología de la literatura fantástica”, si el hecho insólito es un efectivo síntoma del orden sobrenatural o meramente
en Textos hispanoamericanos, Venezuela-Argentina, Monte Ávila, 1978. un indicio de locura.

Llamo obras fantásticas a aquellas que ofrecen simultáneamente LA LITERATURA FANTÁSTICA – JORGE LUIS BORGES
acontecimientos que se adjudican: unos al campo de lo normal y otros al de lo
anormal (…)
Pero no basta con tener en cuenta lo narrado, hay que contar con el modo de Señoras y señores:
presentarlo. El relato puede presentar esa convivencia de hechos normales y
anormales como problemática o como no problemática: en el primer caso Yo compilé hace tiempo un libro titulado Manual de zoología fantástica,
tendremos la literatura fantástica, en el segundo algunas formas de lo es decir un libro dedicado, no a los animales comunes, sino a los animales
maravilloso; por ejemplo, los cuentos de hadas (…) Por problemática entiendo fantásticos. Ya que estos animales se crean por arte combinatorio, ya que en el
suscitadora de problemas, conflictiva para el lector (y a veces también para los centauro, por ejemplo, se conjugan el caballo y el hombre; en el minotauro, el
personajes); de ninguna manera quiero decir dudosa o insegura en cuanto al hombre y el toro; en el dragón, la serpiente y el pájaro, pensé que el número de
juicio sobre la naturaleza de los hechos. animales fantásticos sería virtualmente infinito. Lo busqué en la Historia natural
de Plinio, en la Tentación de Flaubert, en diversas mitologías orientales y
occidentales. Y comprobé con algún asombro que el jardín zoológico fantástico,
Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares, “Prólogo”, digámoslo así, no era más rico que el jardín zoológico real.
Antología de la literatura fantástica, Barcelona, Edhasa, 1983. Ahora bien; podríamos pasar de esto al tema de la literatura
fantástica. De un lado, tenemos la literatura realista, la literatura que trata de
situaciones más o menos comunes en la humanidad, y del otro la literatura
Los cuentos fantásticos pueden clasificarse, también, por la explicación:
fantástica, que no tiene otro límite que las posibilidades de la imaginación. Uno
a. Los que se explican por la agencia de un ser o de un hecho sobrenatural.
diría también que la literatura fantástica tiene que ser mucho más rica que la
b. Los que tienen una explicación fantástica, pero no sobrenatural
realista ya que no está ceñida a lo cotidiano, sino que debe y puede aventurarse
(“científica” no me parece el epíteto conveniente para estas invenciones
a toda suerte de aventuras. Sin embargo, al cabo de muchos años de ser lector
rigurosas, verosímiles, a fuerza de sintaxis).
y a veces autor de libros fantásticos he comprobado que los temas de la
c. Los que se explican por la intervención de un ser o de un hecho
literatura fantástica no son ilimitados; son unos pocos y como lo abstracto tiende
sobrenatural, pero insinúan, también, la posibilidad de una explicación natural;
a ser tedioso, voy a tomar unos temas que ciertamente no agotaré, aunque su
(…) los que admiten una explicativa alucinación.
número es limitado, y voy a ilustrarlos con ejemplos, con resúmenes de obras de
diversas latitudes y de diversas épocas hechas con ese tema.
Vamos a empezar por uno de los temas más antiguos: el tema de la
Jaime Rest, Conceptos de literatura moderna, Buenos Aires, Centro Editor de
América Latina, 1979. transformación, el tema que da su nombre griego a la metamorfosis del poeta

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latino Ovidio. Este tema se encuentra en la superstición popular, en el lobisón, Y ahora vamos a recordar un relato de Wells, anterior, en el cual el
en el tapiango, en el werewolf, en el loup-garov, etcétera. Pero vamos a ver algo tema también es la transformación. Era un estudiante de medicina, un
un poco más complejo, ya que el relato Die Verwandlung, de transformación, de muchacho sano —eso es importante para el cuento—, un muchacho honesto,
Kafka es harto conocido; voy a tomar otro ejemplo, el cuento de Lady in the Fox estudioso. Conoce a un señor que se llama Mr. Elveshan que dice que ha seguido
(Dama en zorra), según veremos del narrador inglés David Gardner. Autor que sus estudios y que piensa nombrarlo su heredero universal, pero quiere
escribió creo que la segunda década de nuestro siglo, sitúa la acción de su relato cerciorarse de la salud del muchacho, de la rectitud de su vida. Lo hace
en el siglo XIX, en la época victoriana, en un pueblo de Inglaterra. Y hace que examinar por médicos; luego él escribe el testamento ante escribano y luego el
los personajes sean triviales, porque Wells había dicho que conviene para muchacho y el protector van a celebrar el acontecimiento. Van a un restaurante,
convencer al lector que haya un solo hecho fantástico en un cuento y que el beben, el muchacho nunca ha bebido, pero le parece notar, aunque no está
resto sea cotidiano, porque si todo es fantástico como sucede en tantos relatos seguro, porque ya la realidad y la alucinación se confunden, le parece notar que
de ficción científica, el lector no se resigna a imaginar tantas cosas fantásticas a el protector ha derramado en la copa el contenido de un frasquito que llevaba.
un tiempo. En esta novela corta o cuento largo, Laidy in the fox, el autor nos Los dos brindan, se separan. El estudiante vuelve a su casa y en una esquina
presenta a un caballero y a una dama inglesa del año, digamos mil ochocientos piensa “cómo ha cambiado todo esto”. “Antes había una casa de dos pisos aquí,
cincuenta y tantos o sesenta y tantos, y son personas perfectamente iguales a ahora hay cinco; aquí me despedí por última vez de mi hermano”. Y luego se da
miles o centenares de otras damas y caballeros de esa época: viven en el cuenta que eso es ridículo, que no había tenido nunca un hermano, que no había
campo, el señor vuelve una tarde y comprueba que su mujer se ha convertido recorrido nunca esa calle. Y luego llega a un lugar que él cree que es su casa; se
en una zorra y lo comprueba —aquí tenemos un detalle convincente—, lo duerme y se despierta en mitad de la noche. La cama le parece más vasta.
comprueba por la mirada todavía humana y reconocible de la zorra y ella le Luego se pasa la lengua por las encías, comprueba que su boca está
contesta con un movimiento de cabeza, no puede hablar naturalmente. El desdentada; se pasa la mano por la frente, ve que su cara está arrugada. Al final
caballero le dice que tales accidentes no han ocurrido nunca en su familia y la prende la luz y casi con temor se mira en el espejo. En el espejo ve la cara del
mujer le hace recordar que el apellido de ellos es Fox, zorro, y eso puede señor Elveshan; comprende que el otro está habitando su cuerpo, que su alma
suministrar un principio de explicación y luego se ponen de acuerdo para que los ha sido trasladada al cuerpo decrépito de su seudoprotector. Luego descubre que
vecinos no sepan nada, porque la gente es muy mal hablada. El hecho puede está en un asilo; que los médicos ya saben que padece alucinaciones de ser otro
comentarse; se trata de algo incorrecto o al menos anómalo. Van despidiendo a y encuentra en unos de los cajones de la habitación un frasquito, y ese frasquito
los sirvientes o les prohíben que entren en el dormitorio de la señora; tratan de tiene una etiqueta que dice “veneno”, entonces él lo toma pero antes deja
organizar su nueva vida sin asombrarse demasiado y sin analizar las causas, escrita su historia y luego hay una posdata en la que dice que el señor Elveshan
porque no son personas intelectuales. El marido trata de distraer a la zorra, le ha sido internado allí y que, en cuanto al estudiante, éste fue atropellado por un
compra un calidoscopio, le lee novelas de Sir Walter Scott, poemas de Byron y coche esa misma noche y el cuento queda en suspenso.
por un tiempo piensan que esa nueva vida es posible; pero luego el señor nota Como ven, el tema de la transformación es común a ambos cuentos;
que la zorra se distrae de las lecturas, que las formas del calidoscopio le causan sin embargo, los cuentos son totalmente distintos. Es decir, la idea de la
tedio, es decir que el cuerpo bestial está venciendo al alma humana que la transformación es una idea verdadera, tan verdadera que los años nos van
habita; ya él habla poco con ella, se da cuenta que a ella le cuesta seguir sus transformando a todos, las enfermedades y el tiempo nos transforma. Yo no soy
palabras y una mañana no la encuentra. Recorre la casa, llega al gallinero y, el que era cuando leía en Ginebra en 1915 el cuento de Wells, es decir, el tema
ante el espectáculo sangriento que lo espera ahí, comprende lo que ha ocurrido. de la transformación, aunque sea tratado de un modo fantástico como los dos
Además ahí está la zorra con los colmillos y las patitas ensangrentadas, él la ejemplos de Gardner y Wells, que, resumido se basa en algo real ya que la vida
toma y ella parece pedirle perdón, pero sigue recayendo en su animalidad y un está cambiándonos.
día, casi con alivio, nota que ella se ha escapado de la casa. Se queda solo, pero Ahora vamos a tomar otro tema fantástico; es el de la confusión de lo
al mismo tiempo piensa que la situación era insoluble. Se da a largas caminatas onírico con lo real, de los sueños con la vigilia. Voy a tomar un cuento que está
por el campo y un día, en la entrada de una madriguera, ve a su mujer rodeada en el libro de Las mil y una noches: la historia del hombre que soñó; es una
de zorritos y comprende que está haciendo vida marital con un zorro. Vuelve historia muy breve. Empieza en Alejandría: un hombre sueña. Sueña que una
horrorizado a su casa y en las últimas páginas asistimos a una cacería: ahí los voz le dice que vaya a la ciudad de Ispahán en Persia y que si hace ese viaje le
perros dan caza a la zorra y la despedazan. El cuento concluye sin ninguna será deparado un tesoro. El hombre, es un hombre muy sencillo; al día siguiente
explicación; queda como un cuento triste no más. emprende el largo viaje. Estamos en la edad media; tiene que atravesar selvas,
montañas, desiertos, corre peligro; al cabo quizá de años, llega rendido a

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Ispahán se tiende a dormir en el patio de una mezquita. Entran bandoleros; Inglaterra, soy el señor del mundo”. Pero luego ve sus limitaciones. Por lo pronto
luego los bandoleros son sorprendidos por la policía; arrestan a toda la gente él vive en un barrio pobre; la estación es invierno, el duro invierno de Inglaterra
que está ahí, los llevan ante el cadi, ante el juez, y este los interroga. Cuando le pero él no puede vestirse, porque él es invisible pero la ropa no lo sería. Sin
toca el turno al egipcio, el egipcio dice que ha nacido en Alejandría, que siempre embargo, él sale a la calle desnudo; está temblando, la calle lo aterra porque los
ha vivido ahí, que no ha pensado nunca en viajar, pero que una voz le ha dicho conductores de los vehículos no lo ven y al rato comprueba que está dejando
que si él emprende el azaroso viaje a Persia, logrará un tesoro. Y el juez se ríe huellas en la nieve, huellas inexplicables. Además, una o dos veces tropieza con
de él. Le dice: yo también he soñado un sueño análogo. He soñado con un alguien. Comprende que su poder es limitado y finalmente, y aquí llegamos al
jardín; en el fondo de ese jardín hay un aljibe, detrás del aljibe hay una higuera primer capítulo del libro, porque todo esto es la explicación del libro, se disfraza;
y al pie de la higuera está enterrado un tesoro. Luego ordena que le den se pone anteojos negros; se venda la cara, usa bufanda, sobretodo, guantes.
cincuenta azotes al egipcio y el egipcio vuelve otra vez a Alejandría. Las palabras Todo esto para ocultar que es invisible. Luego él llega a un pueblo, ahí
del juez le han revelado todo; ese jardín, el jardín del aljibe de la higuera y naturalmente llama la atención, para servirle la comida en su cuarto, para que
finalmente del tesoro enterrado, ese jardín es el de su propia casa. Pero ha sido no se vean, digámoslo así, sus manos invisibles. Más tarde se encuentra con un
necesario que él emprenda el viaje. Los dos sueños eran proféticos; el juez amigo suyo, le refiere la historia y le propone fundar una suerte de reino de
habría podido lograr el tesoro pero no ha hecho el esfuerzo. El hombre sí lo ha terror en la pequeña aldea. Se ha apoderado de un revólver. Tiene el revólver y
logrado. Aquí tenemos el sueño mezclado con la realidad. seis balas; pero de día no puede andar por el pueblo, porque la gente vería un
Todo esto lo había dicho ya, de una manera más lacónica y más revólver suelto que anda y cuando ha comido no puede salir hasta haber
maravillosa, un místico chino del siglo V antes de nuestra era, Chuang Tzu. Aquí asimilado la comida. El amigo lo traiciona; el comisario piensa pedir ayuda de la
no voy a resumir, voy a repetir sus palabras tal como las he leído en diversas Capital. Pero luego dice haber encontrado un medio bastante sencillo. Y es hacer
traducciones occidentales. Dicen así, simplemente: “Chuang Tzu soñó que era que el hombre invisible sea perseguido por perros; por perros para los cuales el
una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mundo olfativo es más importante que el mundo visual. Finalmente los perros le
mariposa o una mariposa que ahora soñaba que era un hombre”. Yo querría que dan caza, lo alcanzan y lo matan. Y a medida que el cadáver va corrompiéndose
nos detuviéramos en el arte de esta parábola que hizo famoso a su autor. Creo se hace visible. Así termina el primer hombre invisible.
que el arte está en el empleo de la palabra mariposa, si Chuang Tzu hubiera Y dice Wells que, cuando él escribió ese cuento se sentía muy solo. Tenía a
escrito: Chuang Tzu soñó que era un tigre y no sabía si al despertar era un veces la convicción de que todos los hombres lo perseguían. Es decir, este
hombre que había soñado ser un tigre o un tigre que había soñado ser un cuento El hombre invisible, no es, como podría parecer, una mera arbitrariedad
hombre, la historia perdería toda su fuerza, porque el tigre sugiere velocidad. En fantástica; corresponde a la angustia de la soledad y por eso tiene una fuerza
cambio, la mariposa concuerda de algún modo con el carácter onírico de nuestra especial. Ya los griegos habían tomado el tema de la invisibilidad en “la historia
vida. La mariposa es frágil como un sueño; es decir, Chuang Tzu ha elegido bien del anillo”, de Gyges. Pero allí falta ese sentimiento de angustia. También en la
a la mariposa, así como Heráclito eligió bien cuando escribió: “Nadie baja dos india se habla de un sabio Nagarjuna, rey de las serpientes, que logra ser
veces al mismo río”. Si hubiera dicho “Nadie abre dos veces la misma puerta”, invisible, penetra en un harem y comete toda clase de fechorías, pero, su futuro
su frase no sería eficaz porque la puerta es sólida, en cambio el río fluye. El río es continuador*, el héroe de Wells es descubierto por las huellas que sus pies
está hecho de tiempo. Además, al leer la sentencia de Heráclito, pensamos dejan en la arena o en la nieve.
primeramente que nadie baja dos veces al mismo río, porque el río es otro, Hemos visto dos temas fantásticos; ahora tendríamos otro: el de los juegos
porque las gotas de agua ya no son las mismas, luego, con un principio de con el tiempo. Un escritor contemporáneo, Priestley, tiene una serie “Times
horror, sentimos que nosotros somos el río; que nosotros hechos de tiempo, comedies”, comedias del tiempo, en las cuales se juega con la idea de que no
somos tan fluidos y tan inconstantes como el río. tengamos un “antes”, un “mientras” y un “después” sino que los tiempos pueden
ueno ahora hay otro tema que también encontramos en mucha modificarse. Aquí vuelvo otra vez a Wells. Wells escribió la máquina del tiempo.
literatura. El tema del hombre invisible. A primera vista, se diría que un hombre Empieza por un capítulo de razonamiento científico. El protagonista dice que en
que lograra la invisibilidad sería omnipotente: pero a fines del siglo pasado el realidad hay cuatro dimensiones y que la cuarta dimensión es el tiempo; si no
joven Wells escribió El hombre invisible. Allí el protagonista es un estudiante de nos damos cuenta de ello es porque todos estamos viajando por el tiempo a una
medicina; es albino, además, para que nosotros podamos creer con más velocidad uniforme. Pero que esa velocidad mediante medios mecánicos —ahora
facilidad en su invisibilidad interior. Ese hombre piensa que puede lograrse un preferimos creer en los medios mecánicos y no en los talismanes— podría
líquido que dé invisibilidad a los hombres. Al fin por medios científicos lo logra; modificarse. Sus amigos no lo creen. Él entonces va a su laboratorio y vuelve
llega a ser invisible y piensa: “soy el señor de Londres. Soy el señor de con un aparatito, que vendría a ser algo así como la maquette de una bicicleta;

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hay un asiento y él dice: “Esta es una maquette de la máquina del tiempo. desagradaba por igual la idea de los talismanes o del talismán que lo hiciera
Mírenla bien, voy a hacerla viajar al pasado”. Todo se quedan mirando la viajar por el tiempo y la idea de una máquina. A él le había preocupado siempre
máquina, él hace girar un eje, la máquina se vuelve nebulosa y desaparece. Él la situación del americano en Europa. Lo veía como a un hombre más ingenuo,
dice: “está viajando hacia el pasado; está viajando infinitamente hasta que el quizá, pero moralmente superior. Pero rodeado de una civilización más compleja
infinito pasado la desgaste”, y uno de sus amigos le dice: “si está viajando hacia quizá más implacable que la suya. Entonces empezó un cuento que se llama El
el pasado, nosotros estuvimos comiendo aquí hace diez días; cómo no vimos a la sentido del pasado. Es la historia de un joven norteamericano de antepasados
máquina”. El inventor dice: “no la vimos porque su velocidad era mayor que la ingleses que va a vivir en la casa de sus antepasados en Londres y ahí en la
nuestra. Es decir, la máquina es tan rápida que es invisible; pero yo me cuidé pared ve un retrato; un retrato que lo sorprende singularmente, porque es su
muy bien de poner las manos encima de la mesa, porque la máquina hubiera propio retrato, salvo que está vestido según la usanza del siglo XVIII, además el
podido destruirlas”. Los otros se van; algunos están convencidos, otros no. Y retrato está incompleto. Entonces piensa que le gustaría volver, digamos así, al
luego el hombre, cuyo nombre no se nos dice —Wells lo llama “the time siglo XVIII, y que la única manera de lograrlo es mediante un esfuerzo mental.
traveller” (el viajero del tiempo)— los cita para una fecha futura y vuelven, Ahí están los libros de la biblioteca; ahí están las obras de Voltaire, ahí están las
entonces él les cuenta una historia. Dice que él ha viajado al porvenir, a un obras de Gibbon, las obras de Jonson, las obras de Boswell, de Pope; ahí está el
porvenir muy lejano, a un porvenir apenas calculable a cifras humanas. Y que él siglo XVIII esperándolo, en su mejor expresión, en sus libros. Y él se sumerge
ha detenido su máquina, ha comprobado que estaba lloviendo; ha pensado que en su lectura; además, un poco en broma, un poco creyéndolo, les dice a sus
era un imbécil en mojarse, ya que podría adelantar la máquina unos días. Pero amigos que él va a volver al siglo XVIII. Está leyendo en su casa y comprueba
ha dejado la máquina; ya no está, naturalmente, en su laboratorio, sino en un sin demasiada sorpresa que la habitación contigua está llena de gente, se toca la
jardín, en un vasto y ocioso jardín. Luego descubre que en ese jardín hay seres ropa, ve que está trajeado a la manera del siglo XVIII y entra en la habitación.
humanos más pequeños y más delicados que los actuales. Descubre que se Descubre poco a poco que él es un joven americano que vuelve de las colonias,
llama Eloi. Y esas personas no trabajan, viven de las frutas de los jardines. Y en de las entonces colonias de Norteamérica, y se siente feliz porque él se sentía
los jardines de vez en cuando hay aljibes que tienen escaleras en espirales; él perdido en el siglo XX y piensa que podrá encontrar su felicidad en el siglo XVIII.
conversa con una muchacha, le muestra uno de sus pozos y luego Luego, conoce a un pintor, a un pintor famoso. Y el pintor dice: “Hay algo que
inmediatamente siente que ha cometido algo equivalente a una obscenidad; que me atrae en su cara me gustaría pintarla”. El muchacho, que ya se ha
no hubiera debido mostrarle ese pozo. Que no se debe hablar de esas cosas. enamorado de una joven contemporánea, le dice: “sí”, pero le advierte que no
Luego habla con esas personas, se enamora un poco de esa muchacha; empieza logrará concluir el cuadro. Esto lo sabe porque ha visto el cuadro inconcluso. El
a enseñarle inglés, ella le enseña su lengua futura. Pero una noche, devorado pintor le dice que no tendrá ninguna dificultad en concluir el cuadro, pues según
por la curiosidad, baja por uno de los posos y llega a un mundo subterráneo; el su fama, él es un retratista excelente, y emprende la pintura del cuadro. Pero al
mundo de los morlocks. Los morlocks son los descendientes de los cabo de unas cuantas sesiones el pintor le dice que no puede seguir; porque hay
descendientes de los descendientes de los proletarios actuales, y al cabo de algo en su cara que se le escapa, algo que su pincel no puede captar. El
siglos de trabajar en la oscuridad se han vuelto ciegos. Su mundo está lleno de muchacho se ríe, había previsto que esto ocurriría. El cuadro había llegado
máquinas, de máquinas complejas e inútiles, que ellos siguen moviendo por una exactamente a la etapa en que él lo vería más de un siglo después. Luego
fuerza hereditaria. Las máquinas no producen nada; las ruedas giran en el vacío; comprende el sentido íntimo de ese episodio y se llena de tristeza; porque en el
pero los morlocks siguen manejándolas instintivamente y a veces, de noche, siglo XX era un forastero, de igual modo que en el siglo XVIII, sigue siendo un
suben por las escaleras, entran en los palacios abandonados y en los jardines y hombre del siglo XX, del futuro siglo XX. Es decir, que él no pertenece realmente
devoran a los aristócratas degenerados de la superficie del planeta. Los morlocks a ninguna época. Llama a su novia, le dice que muy pronto él tendrá que irse;
persiguen al héroe. La muchacha, a quien él ya quiere, le entrega una flor y él que va a volver a América y que es muy posible que nunca regrese a Inglaterra.
vuelve con esa flor en la mano y se la muestra a sus amigos y esa flor se Ella lo abraza, llora, le pide que no haga ese viaje o que la lleve con él. Él se
corrompe. Es una flor que no ha florecido aún, y está marchitándose en sus separa bruscamente de ella y entra en el escritorio contiguo y en cuanto ha
manos. Luego los amigos se quedan pensando y en el último capítulo leemos entrado, se apagan las luces, se apagan los candelabros, y él está vestido otra
que el viajero del tiempo ha desaparecido y el autor se pregunta si ha viajado a vez a la manera del siglo XX ante el cuadro inconcluso. Hay un rasgo curioso en
un remoto pasado o hacia el remoto porvenir. El viajero no vuelve nunca. este cuento que quizá no fue advertido por el autor pero que fue señalado por el
Este libro La máquina del tiempo, ha sido leído y admirado por el psicólogo o poeta Spender, en un libro titulado El elemento destructivo. Versa sobre la idea
por el novelista psicológico Henry James, autor de Otra vuelta de tuerca; de causa y la idea de efecto. En el tiempo la causa es anterior al efecto; pero en
entonces a él se le ocurrió escribir algo parecido. Pero a Henry James le un libro en el cual se juega con el tiempo asistimos a este hecho que nos parece

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imposible: el muchacho del siglo XX vuelve al siglo XVIII porque su retrato ha ustedes conocen sin duda: El retrato de Dorian Gray. La historia de un joven que
sido pintado en el siglo XVIII, pero ha sido pintado en el siglo XVIII porque él ha envejece y peca, pero cuyos años y cuyos pecados se reflejan no en él sino en
regresado en el siglo XX. un cuadro pintado por un amigo, y que él tiene escondido en el altillo. En el
Ahora podríamos tomar otro tema; el de la presencia de seres último capítulo de la novela sube al altillo, ve su retrato; ese retrato está
sobrenaturales entre los hombres. Aquí vamos a pasar a otras regiones; voy a gastado por la corrupción y la maldad. Ese retrato le da asco. Entonces él toma
referir una leyenda noruega que se halla, creo, en una historia de los reyes de un arma que yace sobre la mesa y da muerte al cuadro y en ese momento
Noruega, en la edad media, cuando Noruega, como antes Inglaterra y Alemania, muere él y luego los sirvientes entran y ven el cuadro tal como fue pintado por
pasó del culto de los dioses germánicos a la fe del Cristo blanco como lo primera vez; ven Dorian Gray de hace treinta años. Luego ven a un hombre que
llamaban en Noruega. Se habla de un rey; un rey cristiano, creo que era Olaf no conocen, viejo y maligno a su lado y sólo lo reconocen por los anillos que
Tryggvason y su corte. A su palacio, que podemos imaginar como un modesto lleva.
palacio de madera, llega una noche un hombre viejo. Estamos en invierno; el Yo no sé si podríamos ir mucho más lejos; no sé si hay muchos otros temas
fuego encendido en la chimenea; el viejo tiene el sombrero inclinado sobre los fantásticos. Sospecho que no, sospecho que podemos reducir las maravillas de
ojos, está envuelto en un manto azul. Debemos pensar en una suerte de gaucho los cuentos fantásticos a esta que es bosquejado. En Las mil y una noches, por
viejo nórdico. El arpa, según la usanza germánica pasa de mano en mano. Todos ejemplo, abundan los seres sobrenaturales; el del príncipe convertido por un
cantan y al fin el arpa llega a manos del anciano y entonces el anciano canta en mago en un mono. Ese mono demuestra su condición humana, ya que no puede
un lenguaje ya arcaico, la historia del nacimiento del dios Odín, aquel que da hablar, jugando tres partidas de ajedrez y ganándolas.
nombre al Wednesday, al miércoles inglés, al día de Woden en el norte; Wotan Y ahora voy a llegar al último ejemplo. La idea de acciones paralelas; el
en Alemania. Dice que cuando nació Odín, se presentaron dos hadas, o dos hecho de que algo ocurre aquí, está ocurriendo de otro modo en otro lugar, por
parcas, que lo colmaron de dulzuras y le presagiaron un porvenir venturoso, que obra mágica. Aquí referiré una leyenda irlandesa medieval. En esa leyenda hay
luego llegó otra que no había sido invitada; entonces sacó de entre sus dos reyes; dos pequeños reyes de Irlanda cuyos ejércitos combaten al pie de la
vestiduras una vela y la encendió y dijo: “la vida de este niño durará lo que dure montaña. Los hombres se entrecruzan y se matan en el valle. Arriba, los dos
esta vela”. Luego esa parca, el hada maligna de los cuentos de hadas futuros, reyes no se fijan en sus ejércitos, en sus hombres que se están desangrando por
desaparece y los padres apagan la vela para que no se muera el niño. La gente ellos abajo. Juegan al ajedrez y hay un momento hacia el atardecer en el cual
se ríe, le dice que ésas son consejas, cuentos de viejas, que ya nadie cree en uno de los reyes mueve una pieza y le dice al otro “jaque mate”; poco después
esas cosas de los dioses de las fábulas; que ahora veneran a Cristo y a la Virgen llega un mensajero corriendo por la ladera de la montaña y que le advierte que
y al Dios que está en los cielos. El viejo dice: “No; lo que acabo de decir es su ejército ha sido derrotado. Entonces comprendemos que los hombres eran
verdad y aquí tengo la prueba”. De entre sus vestiduras saca una vela y la meros reflejos de las piezas de ajedrez; que la verdadera batalla ha sido librada
enciende, todos, incluso el rey, se quedan mirando la vela fascinados y la vela se en el tablero y no en el valle.
consume y muere. Luego advierten que el viejo que la ha traído ya no está ahí. Aquí concluyen estos resúmenes y llego a una pregunta capital, a una
Salen a buscarlo y lo encuentran junto a su caballo muerto en la nieve. Entonces pregunta que quizá he contestado parcialmente. ¿En qué reside el encanto de los
comprenden que el que ha referido la historia es Odín; que ha muerto cuentos fantásticos? Reside, creo, en el hecho de que no son invenciones
precisamente, como dijo la parca hace tantos siglos, en el momento en que se arbitrarias, porque si fueran invenciones arbitrarias su número sería infinito;
apague la vela. reside en el hecho de que siendo fantásticos, son símbolos de nuestra vida, del
Tendríamos otros temas. Un tema que se encuentra en todas las literaturas; universo, de lo inestable y misterioso de nuestra vida y todo esto nos lleva de la
el tema del doble. Un tema sugerido acaso por los espejos, por nuestro reflejo literatura a la filosofía. Pensemos en las hipótesis de la filosofía, harto más
en los espejos. En Alemania lo llaman el doppelgaenger, el doble que camina a extrañas que la literatura fantástica; en la idea platónica, por ejemplo, de que
nuestro lado. En Escocia lo llaman el fetch, de la palabra fetch —buscar—, cada uno de nosotros existe porque es un hombre, porque es un reflejo del
porque si un hombre ve a su doble, ese doble viene a buscarlo para llevarlo a la hombre arquetípico que está en los cielos. Pensemos en la doctrina de Berkeley,
muerte y aquí podemos citar muchos ejemplos: tenemos William Wilson, de Poe, según la cual toda nuestra vida es un sueño y lo único que existe son
en el cual hay un hombre que comete malas acciones, pero que continuamente apariencias. Pensemos en el panteísmo, en Spinoza y en tantos otros casos y
es denunciado por alguien que se parece extrañamente a él, y que es su doble. llegaríamos así a la terrible pregunta, a la pregunta que no es meramente
Finalmente él lo reta a duelo al otro y lo mata y, en el momento en que su literaria, pero que todos algunas vez hemos sentido o sentiremos. ¿El universo,
espada atraviesa el cuerpo del otro, él cae muerto porque al morir su conciencia nuestra vida, pertenece al género real o al género fantástico?
ha muerto él. Y ese cuento sugirió sin duda a Oscar Wide esa novela que todos

51 52
Criterio Morfológico: El verbo mantiene relaciones de correspondencia en
CLASES DE PALABRAS
persona y número con el sustantivo.
Además el verbo posee los siguientes accidentes accidente:
Atendiendo ahora a los varios oficios de las palabras en el razonamiento,
podemos reducirlas a: Sustantivo, pronombre, adjetivo, verbo, verboide,
Tiempo: presente, pasado o futuro.
adverbio, preposición, conjunción e interjección. Según sus características
Modo. Modo Indicativo (modo de lo objetivo: llegó). Modo Imperativo (modo
morfológicas, las cuatro primeras son variables: esto quiere decir que son
de las ordenes (compra tú). Modo subjuntivo (modo de lo subjetivo: Amé)
clases de palabras que cambian según el contexto en que se manifiesten (la
Aspecto. Aspecto perfectivo (la acción acabó en el pasado: amó) o aspecto
mano / las manos – Yo amo / Tu amas). Las palabras invariables no cambian
imperfectivo (la acción empezó en el pasado, pero no hay marcas de
según el contexto (yo, fuertemente, corrí / vos, fuertemente, corriste).
finalización: amaba)

SUSTANTIVO: Clase de palabra que designa objetos o agentes de una acción,


Criterio Sintáctico: El verbo cumple la función obligatoria de núcleo del
proceso o estado (especificada en el verbo).
predicado, esto quiere decir, que detectar un verbo implica detectar un núcleo
verbal.
Criterio semántico: a partir del sentido, podemos clasificar los sustantivos en:

VERBOIDE: Clase de palabras que se constituye en un forma invariable del


a) Propios: designan nombres propios (Ej: Juan, Madrid). Estos designan
verbo, es decir, sin conjugar. De este modo, Indican acciones, procesos o
directamente al referente y no aportan información sobre éste; esto quiere decir,
estados sin especificar los accidentes de verbo (persona, numero, tiempo,
que si leemos la palabra “Juan” no sabemos nada de él si no conocemos a la
aspecto y modo).
persona a la que se refiere.

Criterio Semántico: Se clasifican en infinitivo (amar), gerundio (amando) y


b) Comunes: Este tipo de sustantivos –a diferencia de los propio- aportan
participio (amado)
información del referente; así, cuando decimos árbol, más allá que conozcamos
Criterio Morfológico: son palabras invariables. Se conforman
el árbol en particular al que se refiere, sabemos su forma habitual (tronco,
morfológicamente a partir de la raíz + ar, er, ir (infinitivo) o ando, endo
hojas). Estos a su vez, se subdividen en: concretos-abstractos (árbol - razón) e
(gerundio) o ado, ada (participo)
individuales-colectivos (árbol – bosque).

Criterio sintáctico:
Criterio Morfológico: El sustantivo posee accidentes de género (masculino-
Infinitivo: suele cumplir funciones del sustantivo (sujeto, predicativo,
femenino) y de número (singular-plural). Estas categorías (no siempre
predicado nominal). El infinitivo es la forma en que buscamos el significado de
marcadas) están en concordancia con el artículo que nos permite, en el caso de
los verbos en el diccionario.
que el sustantivo no las marque, determinar el género (en: árbol / el árbol – sol
Gerundio: Suele cumplir funciones propias de los adverbio (modificación de
/ el sol – pianista / el o la pianista – tesis / la o las tesis – anteojos / el o los
adjetivo o adverbio; también cumple la función de predicado verboidal)
anteojos)
Participio: suele cumplir funciones propias del adjetivos (modificador de
sustantivos, predicativos; también cumple la función de predicado verboidal).
Criterio sintáctico: El sustantivo puede cumplir en la oración las siguientes
Los participios forman frase verbal con el verbo ser + participio (he amado)
funciones: sujeto, objeto directo, objeto indirecto, aposición, predicativo,
predicado no verbal-nominal.
ADJETIVO: Clase de palabra que indica cualidades de objetos o cosas.

VERBO: Clase de palabra que remite a acciones, procesos o estados. El verbo


Criterio semántico: Según desarrollen o no características de los sustantivos
es la palabra principal del predicado y se constituye en el núcleo de éste.
serán descriptivos (lo que así lo hagan) y no-descriptivos o determinativos (lo
Criterio semántico: Los verbos indican acciones, procesos o estados del
que se limiten a señalarlo).
sujeto de la oración. De este modo podemos clasificarlos en verbos de acción, de
estado y de proceso.

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Descriptivos: Estos aportan información del sujeto y se dividen en: PRONOMBRE: Clase de palabra que puede cumplir la función de sustantivo,
Calificativos (pequeño, grande, celeste, etc); Gentilicios (argentino, italiano, adjetivo o adverbio que potencialmente remplace. Por este motivo, para la
germano, etc) y Numerales (primero, segundo, tercero, etc) crítica Ana María Barrenechea el pronombre es un tipo especial de palabra de
No-Descriptivos o determinativos: éstos se limitan a señalarlo en el hilo del significación ocasional y no una verdadera clase de palabras como el resto de las
coloquio y se dividen en: pronominales (ésta, aquella, otra, etc) y el artículo (el, categorías, pues, el pronombre actuará siempre como otro tipo de palabra y
la, los, etc). nunca con una función específica.
Criterio Semántico: se clasifican en personales (yo, tú, él), posesivos (mío,
Criterio Morfológico: adquieren en la modificación el género y número del tuyo, suyo), demostrativos (éste, ése, aquel), relativos (que, cual, cuyo),
sustantivo que modifican (la blanca mano / el blanco muro) variables (lo, los; la, las) e invariables (le, les).
Criterio Sintáctico: Son esencialmente, modificadores del sustantivo, Criterio Morfológico: adquieren los accidentes de las palabras que remplazan.
brindando información sobre los agentes o objetos que el sustantivo hace Criterio sintáctico: Cumple la función de la palabra que remplazan.
referencia.
También pueden funcionar como predicativo y como predicados no verbales. COHESIÓN Y COHERENCIA.

ADVERBIO: Clase de palabra que indica las circunstancias o modos en que se Un texto es una unidad cohesiva y coherente. Es cohesiva porque es una
realiza la acción, proceso o estado; indicando tiempo, lugar, modo y cantidad unidad semántica en la que se pueden establecer relaciones internas entre las
(entre otras). partes que la componen. Es coherente porque es una unidad que establece
Criterio semántico: acorde con la circunstancia que indiquen se dividirán en relaciones con el contexto en el cual se realiza.
adverbios de tiempo, modo, cantidad, lugar, afirmación, negación, etc.
Criterio Morfológico: Son palabras invariables. Algunas son formas
morfofonematicas, otras se pueden constituir de diversas maneras. La más COHESIÓN
común es la agregación a la raíz de la terminación –mente, o la inmovilización
en masculino-singular de un adjetivo que modifique directamente a un verbo,
por ejemplo, rápido en Corrió rápido a la meta donde la palabra en cuestión A) Gramatical
modifica a la acción y no al sujeto.
Criterio Sintáctico: modifican al verbo, a los adjetivos (muy bueno) o a otros -referencia
adverbios (muy lejos). -elipsis
-conjunción
PREPOSICIONES: Clase de palabra que sirve como elemento de enlace entre
elementos subordinados con respeto a un núcleo. B) Léxica
Criterio semántico: si bien están vacíos de sentido referencial, indican enlace
entre partes. -Reiteración.
Criterio Morfológico: son palabras invariables. -Colocación.
Criterio Sintáctico: Funcionan como nexos subordinantes.
REFERENCIA
CONJUNCIONES: Clase de palabra que sirve para coordinar partes de la
oración entre sí, o dos o más oraciones.
Criterio semántico: Según el tipo de coordinación se pueden clasificar en: Esta es un tipo de relación en la que uno de los ítems necesita explícitamente
Copulativas (y – e); Diyuntivas (o –u); o adversativas (pero – sin embargo) de otro para ser interpretado. A este tipo pertenecen fundamentalmente los
Criterio Morfológico: son palabras invariables. pronombres personales (yo, mi, me), y los demostrativos (esto, ese, aquello);
Criterio Sintáctico: funcionan como nexos coordinantes. pues los pronombres al ser palabras de significación ocasional requieren de una
referencia para adquirir sentido.

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Este tipo de relación funciona como un pequeño dispositivo de instrucciones Es una forma de COHESIÓN LEXICAL que implica la repetición del mismo
que permite recuperar información en algún lugar del texto para que este pueda ítem dentro de un extremo y otro en la escala de usos, de sinónimos en el medio
ser entenderse correctamente. de esta escala el de palabras generales en el extremo opuesto al de palabras
específicas.

ELIPSIS
REPETICIÓN: es la utilización de la misma palabra.

SINONIMIA: Este tipo permite evitar la reiteración de la misma palabra (en


La elipsis es una sustitución por cero. Pero debe aclararse que
sentido estético o de estilo) pero permite la repetición del mismo referente.
solo llamamos elipsis a aquella información no sustituida que tiene un ítems
precedente que la explica. Pues, cuando hay ELIPSIS siempre hay un vacío que
Ej:
debe llenarse, una información que debe ser recuperada dentro del texto.
El calendario era del año pasado. Ella había comprado el almanaque al
comenzar la temporada escolar.
Ej:

PALABRA GENERAL: este tipo de relación se realiza por una serie de


reemplazos que siguen la lógica de usar ítems hiperónimo de una familia léxica.
Juan es bueno, también es estudioso y capaz.
Texto por cuento, novela, poema, ensayo, etc.
La ELIPSIS puede ser NOMINAL como en el caso anterior (donde lo que debe
Ej:
ser recuperado es un nombre o frase nominal. O VERBAL cuando el elemento a
El poema es genial. Es un texto donde concurre ternura y odio, optimismo y
recuperar es un Verbo.
desamor.
Juan corre y Andrea también.

COLOCACIÓN
CONJUNCIÓN
Esta resulta de la co-ocurrencia de ítem léxicos de una misma familia léxica,
o que, en el texto se encuentran ligados y pueden usarse como palabras
equivalentes.
Este tipo de relación es semántica (sentido) e indica que relación especifica
se mantiene entre una oración y otra de las que componen un texto. Los tipos
EJ:
de conjunción son el aditivo, el adversativo, el casual y el temporal.
Juan corre todos los días y dos veces por semana va a natación. El deportista
es lleva dos años con esta rutina.
Ej:
Jorge es el mejor jugador del equipo. Sin embargo él no jugó bien.
EL PERIÓDICO
Cuando es de noche, la gente duerme. Por lo tanto debes dormir a esta hora.
Es una publicación diaria que ofrece información precisa y puntual de sucesos
o acontecimientos políticos, sociales, económicos, culturales, deportivos, etc.
Recibe también el nombre de diario.
REITERACIÓN Los periódicos se imprimen en papel, diferenciándose externamente por su
formato, diseño y número de páginas. Podemos consultarlos también en
Internet, cuyo contenido se actualiza varias veces al día.

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EL PERIÓDICO LOCAL Y EL NACIONAL LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS

Los periódicos pueden tener una difusión local o nacional, aunque tienden a De información:
lo segundo porque el lector exige cada vez más información. De ahí que los de
tirada nacional tengan una sección particular diferente para cada provincia o  La noticia: es una información breve y objetiva sobre un hecho.
autonomía, y un contenido general común para todo el país. Responde generalmente a los interrogantes: qué (suceso), quién
(protagonista), cuándo (tiempo), dónde (lugar), cómo (modo) y por qué
(causa). Se estructura en torno a un titular, que recoge lo más
FINALIDAD DEL PERIÓDICO
importante; una entradilla, con los principales interrogantes, y un
cuerpo de la noticia donde estos se amplían, siguiendo un orden de
La prensa tiene una doble finalidad:
mayor a menor importancia.
1. Informar:
Las agencias de prensa internacionales (EFE, Associated Press, Europa Press,  El reportaje: es un informe realizado tras una exhaustiva investigación y
Reuters...) facilitan información a los diarios, ya que disponen de colaboradores documentación, que presenta los acontecimientos, analizados bajo
permanentes en las ciudades más importantes del mundo. Sin embargo, cada distintos puntos de vista, y complementados con fotografías.
periódico suele tener sus propios corresponsales que, acompañados de  La entrevista: recoge las preguntas hechas por un periodista a un
fotógrafos, se desplazan a los lugares de grandes conflictos o catástrofes para personaje y las respuestas dadas por éste. El interés se centra en la
contar lo que allí ocurre; periodistas expertos en investigación, y redactores que vida, el trabajo o la opinión del entrevistado sobre algún tema.
analizan y enjuician la actualidad.  La encuesta: es una entrevista múltiple, en la que varias personas
2. Crear opinión: exponen su opinión sobre determinados asuntos, a veces, con la
Los periódicos, aparte de informar, transmiten una determinada ideología, intención de influir en el lector.
con la que influyen en la opinión de los lectores; de ahí que, para estar bien
informados, sea recomendable acudir a diversas fuentes. De opinión:
La prensa ayuda a esclarecer la verdad y a mantener las libertades
democráticas, por eso los gobiernos totalitarios intentan manipularla.  El editorial: es un análisis o comentario de un tema de actualidad que
pone de manifiesto la ideología del periódico. Aparece en las primeras
páginas, sin firma, porque el director se responsabiliza de su contenido.
LAS SECCIONES DEL PERIÓDICO  El artículo de opinión: expresa el parecer de una persona de reconocido
prestigio sobre un tema, expuesto con intención crítica.
Los periódicos agrupan su contenido en secciones. La portada recoge las
informaciones más destacadas; tras ella existen secciones de opinión e Géneros mixtos:
información: editorial, nacional, internacional, sucesos, cultura, deportes, etc.; y
otras de espectáculos, anuncios por palabras, pasatiempos, sociedad...  La crónica: es una noticia comentada con mucho detalle por un
corresponsal o enviado especial, que la analiza e interpreta.
LA COMPOSICIÓN DE LA PÁGINA DE UN PERIÓDICO  La crítica: muestra el juicio de un experto sobre un tema, como el
estreno de una obra teatral, una exposición de pintura, la actuación de
Para atraer la atención del lector, la composición de las páginas es muy un deportista, etc., con el ánimo de orientar o influir en la opinión de los
variada. En ellas hay texto e imagen. El texto se presenta en columnas, lectores.
utilizando, en los titulares, diferentes formatos, colores y tipos de letras. Las
imágenes ilustran y complementan al texto. PERIODISMO (EN VIÑETAS)
En casi todas las páginas encontramos publicidad; es la fuente de
financiación que permite a la empresa que publica el periódico mantener su
independencia.  El periodismo es una actividad que consiste en recolectar, sintetizar y
jerarquizar y publicar información relacionada con la actualidad.

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 La objetividad es una ilusión, un efecto de verdad que se logra por
 El periodista es un agente que informa a una sociedad. medio de recursos lingüísticos. Aique.

 La tarea del reportero es recoger la información y redactarla, por un


 El periodista debe recurrir a las fuentes o a su propio testimonio para lado con el estilo del diario, por el otro generando el efecto de
elaborar la noticia. objetividad.

 El periodismo aparece y se desarrolla de acuerdo a las tecnologías que  La información se organiza de acuerdo con la importancia de los hechos
se van creando. Es decir, que van apareciendo nuevos medios, a la ya narrados, sin descripciones detalladas, ni opiniones del redactor.
tradiocionales (diarios, radio, televisión) se agregan emergentes
(internet, servicios celular).  Organización de la información: la información no se presenta en orden
cronológico, su esquema fijo responde al orden la importancia de los
 Existe una ética periodística que regula la actividad periodística. hechos. A esta técnica se la conoce como pirámide invertida.

 Medios de comunicación: establecen la comunicación entre las personas  Valoración: para valorar la información se tiene en cuenta los siguientes
de una sociedad. Los medios pueden ser escritos, orales o criterios: actualidad, novedad, veracidad, verosimilitud y interés masivo.
audiovisuales. Algunos de ellos son la Televisión, el Diario, las revistas,
la radio, o internet. VALORACIÓN DE LA INFORMACIÓN
 El periodismo surge como profesión en el siglo XIX cuando se
popularizan los diarios. De aquellas épocas se elabora una máxima que
intentaba explicar de qué se trataba el periodismo: “Si un perro muerde Un viejo dicho didáctico de la jerga periodística dice: “si un perro muerda a
a un hombre no es noticia pero si un hombre muerde a un perro es un hombre, no es noticia; pero si el hombre es el que muerde al perro, si lo es
noticia.” noticia”.
Tampoco sería lo mismo si el hombre o el perro son famosos; podría ser
víctima el presidente de la mordedura de un perro, o podría ser su perro el que
mordiera a un perfecto desconocido, en ambos casos tendríamos una hermosa
 Los periodistas tiene como obligación ética trasmitir la información
nota de color.
intentando hacerlo de manera objetiva, es decir, no transformarla o
A partir de aquella máxima del viejo periodismo -más las modificaciones que
mentir sobre un hecho determinado.
vengan al caso- se podría construir un manual sobre la valoración de la
información. De esta manera: que alguien salga de vacaciones no es noticias;
ahora, si ese alguien es maradona, la noticia será tapa de gente.
 Para redactar una notica existe la técnica de las 6 W (preguntas
Toda noticia debe responder a seis preguntas (lo que en Estados Unidos se
básicas). Estas son las preguntas que hace todo lector sobre un tema
denomina “La 6 W”): qué, cómo, cuándo, dónde, a quién o quién y por qué.
del que se quiere informar: A quien, por qué, qué, cuándo, dónde y
Estas son las preguntas que habitualmente una persona se hace de un hecho.
cómo.
Una vez respondidas estas preguntas, el cronistas debe ordenarlas en orden
de importancia y para esto es fundamental la valoración correcta de estas
 Cada diario cuanta la realidad de una manera particular. De la
preguntas. Para esto, es clave el ejemplo del principio.
multiplicidad de noticias cada diario selecciona aquellas que son de su
Si hay un accidente por ejemplo, lo importante es sus consecuencias (el
interés.
qué), es decir, si no hay víctimas fatales o heridos, el hecho –en primera
instancia- carecerá de importancia. Si las hay, importará discriminar si son
 Los diarios tienen diversas secciones (política, deportes, espectáculos,
niños o adultos, en el caso de ser niños, este hecho será el más importante.
etc).

61 62
Ej: Dos niños y una mujer y un hombre son el saldo fatal de un accidente En los sermones religiosos, se argumenta a fin de persuadir a los fieles sobre
producido en... la necesidad de seguir una determinada doctrina.
Ahora, si no hay víctimas, pero el accidente fue múltiple y es increíble que no En los medios de comunicación, cuya finalidad es la de informar y crear una
haya habido víctimas, es noticia y lo importante es el “cómo” del hecho. determinada opinión, se realizan argumentaciones de acuerdo con la ideología
Ej: Diez autos colisionaron en un embotellamiento producido en la Avenida que estos tengan.
Luro.... La argumentación se utiliza mucho en las disciplinas humanísticas
Siguiendo esta línea de razonamiento, si el accidente se produce en un (lingüística, literatura, filosofía...), cuyas teorías se apoyan en razonamientos
desfile de 25 de mayo, la noticia deberá resaltar el “cuándo” lógicos o valoraciones que no todos aceptan.
Ej: Durante lo actos del 25 de mayo se produjo un insólito choque entre dos
autos militares...
LA ESTRUCTURA DE LA ARGUMENTACIÓN
Como vemos, una información es noticia cuando el hecho es relevante o
cuando los participantes son relevantes, o cuando el lugar, el cómo, el por qué o
En muchos textos argumentativos se distinguen tres partes:
el tiempo de un hecho lo son.
El segundo paso, una vez determinado que la información que tenemos es  La tesis o idea básica que se va a defender. Esta se presenta de forma
una noticia, es ordenar estas preguntas, para luego redactarla. concisa y clara.
 El cuerpo de la argumentación, donde se apoya, justifica o fundamenta
LA ARGUMENTACIÓN la tesis con una serie de razones.
 La conclusión, extraída a partir de los argumentos expuestos, con la que
Es una de las manifestaciones del discurso oral o escrito, cuya principal se refuerza la tesis inicial.
finalidad es la de convencer de algo a quienes escuchan o leen. A través de
razonamientos, se intenta probar o justificar aquello que se defiende y, al mismo
LOS ARGUMENTOS
tiempo, rebatir las opiniones contrarias.

Para ser más convincente, el autor puede reforzar su propia opinión:


¿PARA QUÉ SIRVE?
 apelando a la experiencia de quienes le escuchan o leen;
Con la argumentación, intentamos:  apoyándose en estadísticas, cifras, imágenes o datos que confirmen su
parecer;
 defender una opinión o un punto de vista sobre algún tema,  aportando citas de personas de reconocido prestigio en ese mismo
demostrando que son más acertados que los de los demás; campo del saber, que hayan expresado la misma o similar opinión;
 poner de manifiesto los fallos o errores de quienes se oponen a nuestra  recordando ejemplos, anécdotas o citas literarias, de los que se extraiga
argumentación para hacerles cambiar de parecer; idéntica conclusión a la defendida.
 convencer a los que nos escuchan o leen para que admitan como cierto
lo que decimos. Si el emisor quiere convencer a quien le escucha, es aconsejable que exista
desde el principio un acuerdo mínimo con este, pues de lo contrario será muy
difícil convencerle completamente de los razonamientos que se exponen.
¿DÓNDE Y CUÁNDO ARGUMENTAMOS? Los argumentos que utilicemos en una argumentación han de ser creíbles y
estar documentados y ordenados; no deben contradecirse entre sí ni ser falsos.
Todos argumentamos en nuestra vida diaria, cuando queremos convencer a
También han de estar expresados de forma clara, organizada y sencilla. ¡Solo así
nuestros amigos o familiares de algo o intentamos inducirlos a que actúen de
seremos convincentes!
una determinada forma.
En las campañas electorales, se argumenta para convencer a los electores de
que les conviene votar a un determinado partido y no a otro. TEXTO ARGUMENTATIVO
En el campo judicial, cuando el fiscal o el abogado intentan convencer de la
culpabilidad o inocencia del acusado.

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Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en una publicación
acreditada, como revistas especializadas, monografías, prensa diaria o páginas
de Internet fidedignas.  Razonamiento por generalización. A partir de varios casos similares, se
Puedes añadirlas así o avisar al autor principal del artículo en su página de genera una tesis común, que es aplicada a un nuevo caso del mismo
discusión pegando: El texto argumentativo, también llamado "discurso tipo. Ejemplo: Pablo Neruda, Vicente Huidobro y Gabriela Mistral son
argumentativo", hace referencia tanto a la expresión corporal o escrita como a la excelentes poetas. Todos ellos son chilenos. Tesis: Los poetas chilenos
teatral. En ambos casos, el texto argumentativo tiene como objetivo "atacar" o son excelentes.
defender una opinión mediante justificaciones o razones con el fin de persuadir o
convencer al receptor. La finalidad del emisor puede ser probar o demostrar una
idea o tesis, refutar la contraria, o bien persuadir o disuadir al receptor sobre
determinados comportamientos, hechos o ideas no razónales.
 Razonamiento por signos o sintomáticos. Se utilizan indicios o señales
para establecer la existencia de un fenómeno. Ejemplo: A Vanessa ya no
La argumentación, por importante que sea, no suele darse en estado puro y
le interesan las fiestas, pasa mucho tiempo en su casa, lee muchas
suele combinarse con la exposición. Mientras la exposición se limita a mostrar, la
novelas de amor. Tesis: Vanessa está enamorada.
argumentación intenta demostrar, convencer o cambiar ideas. Por ello, en un
texto argumentativo además de la función apelativa presente en el desarrollo de
 Razonamiento por causa. Se establece una conexión causal entre dos
hechos que fundamentan la tesis. Ejemplo: La carne de ballena es muy
los argumentos, aparece la función referencial, en la parte en la que se expone
codiciada. Las ballenas fueron cazadas indiscriminadamente y, a pesar
la tesis.
de la existencia de leyes de protección, aún se les cazan. Tesis: Las
La argumentación se utiliza en una amplia variedad de textos, especialmente
en los científicos, filosóficos, en el ensayo, en la oratoria política y judicial, en los ballenas están en peligro de extinción.
textos periodísticos de opinión y en algunos mensajes publicitarios. En la lengua
oral, además de aparecer con frecuencia en la conversación cotidiana (aunque
con poco rigor), es la forma dominante en los debates, coloquios o mesas
redondas. ARGUMENTO EMOTIVO-AFECTIVO
Los textos argumentativos son aquellos en los que el emisor tiene como
intención comunicativa prioritaria la de ofrecer su visión subjetiva sobre un  Se dirige a los sentimientos del auditorio, especialmente a sus dudas,
determinado tema. En tanto que argumentar es, por definición, un deseos y temores con el fin de conmover y provocar una reacción de
procedimiento persuasivo, aparte de toda la información que a través de estos simpatía o rechazo.
textos se pueda proporcionar (lo que implica que casi siempre haya también  Uso del criterio de autoridad. Se alude a la opinión de expertos en el
exposición), existe implícitamente en ellos también la intención de convencer al tema o personajes consagrados para sustentar la tesis.
receptor acerca de lo que se está diciendo.  Argumentos por lo concreto. Se emplean ejemplos familiares a los
oyentes porque les afecta directamente.

 Confianza del emisor. Se apela a la confianza que inspira el mismo


ARGUMENTO LÓGICO-RACIONAL
emisor y a la credibilidad que se le debe.
 Argumento-eslogan. Es una frase hecha que se repite constantemente y
resume un tema o invita a creer en lo que se dice.
 Recursos de la fama. Corresponde a la utilización de la imagen pública o
 Razonamiento por la analogía. Se establece una semejanza entre dos palabra de un personaje bien valorado socialmente.
conceptos, seres o cosas diferentes. Se deduce que lo que es válido para  Fetichismo de masas. Se sustenta en la idea de que la mayoría elige lo
uno es válido para otros. Ejemplo: María y José son alegres, correcto o tiene la opinión acertada.
respetuosos, responsables y estudian dos horas todos los días. María  Uso de prejuicio. Utiliza una creencia generalizada y no demostrada
obtiene altas calificaciones. Tesis: José también obtiene altas como argumento de una tesis.
calificaciones.

65 66
Recurso a la tradición. La idea expuesta se apoya en una tradición cuyo valor  Argumentativo/retórico. Es parecida a la oposición, es el recurso por el
no se cuestiona ni se discute. cual se diferencian dos sinónimos

 Reformulación. Es el recurso por el cual se vuelve a explicar la idea


utilizando otras palabras.
TIPOS DE RECURSOS ARGUMENTATIVOS
 Pregunta retórica. No espera respuesta, sólo promueve y dirige una
reflexión.
 Cita de autoridad. Es la inclusión de una voz (de personas o de
instituciones) especializada o respetable (esto es, prestigiosa o A HISTORIETA
autorizada), que se suma a la del emisor y que funciona como garante
de su postura.
PROCEDENCIA DE LA HISTORIETA: HUMOR GRÁFICO
 Cita de momo. Es el recurso a partir del cual se introducen en el texto Hay básicamente dos formas de producir humor: por medio de la palabra, y
las palabras de otro que generalmente es entendido o competente en el por medio de imágenes. Si se emplea sólo la imagen, o la imagen y la palabra
tema del cual trata el texto. Generalmente van entre " " (comillas). combinadas, se trata de humor gráfico (chistes gráficos e historietas).
Los textos humorísticos están orientados a provocar risa mediante recursos
 Cita textual. Es un recurso en el cual se introducen palabras de otras lingüísticos y/o iconográficos (imágenes) que alteran el orden natural de los
personas en el texto pero no con el fin de avalar lo que se dice, sino con hechos, o deforman los rasgos de los personajes por medio de la burla, la ironía,
el objetivo de ilustrar o mostrar determinada característica en el texto. la sátira, la caricatura y el sarcasmo.
Generalmente se utiliza en textos que se relacionan con lo literario. Ahora, analizaremos los recursos usados para hacer humor y luego, el
formato del humor gráfico.
 Cita refutatoria. Es el recurso a partir del cual se introducen palabras de RECURSOS LINGUÍSTICOS MÁS UTILIZADOS:
otras personas que opinan lo contrario a la hipótesis. Dichas palabras 1. Polisemia: se produce cuando de un texto se pueden desprender varios
serían refutadas o contra argumentadas posteriormente. significados diferentes, básicamente uno "serio" y uno "cómico". También
cuando un texto permite la interpretación literal.
 Ejemplificación. Es el recurso a partir del cual se da un caso concreto y 2. La ironía: consiste en expresar algo dejando entrever que se piensa
específico sobre el tema tratado en el texto con el objetivo de explicar o exactamente lo contrario.
ilustrar lo que se quiere decir. 3. La exageración: consiste en producir una realidad hiperbólica
(exagerada) que contrasta con las dimensiones normales de lo real.
 Generalización. Es el recurso a partir del cual se habla de manera global FORMATO DEL HUMOR GRÁFICO:
con respecto a determinada característica compartida por un grupo de 1. El chiste gráfico: presenta una situación resuelta en un solo cuadro.
personas o por una entidad abstracta. Puede estar compuesto solamente por una imagen o combinar imágenes y
palabras.
 Estadísticas. Es el recurso por el cual se da un caso donde aparecen 2. La historieta: cuenta una historia breve en una o varias páginas, en las
números, promedios, porcentajes, etc. que se suceden distintos hechos protagonizados por personajes principales y
secundarios.
 Enumeración. Es el recurso por el cual se dan varios hechos, adjetivos, DESCRIPCIÓN DE LA HISTORIETA:
sustantivos, etc a enumerar 1. Definición de la historieta y forma de lectura:
Las historietas son un medio de expresión de difusión masiva característica
 Oposición. Es el recurso por el cual se oponen dos o más antónimos. de nuestra época. Leer con acierto una historieta bien construida implica un
esfuerzo inteligente, porque hay que comprender todos los signos
convencionalizados que componen cada viñeta, relacionarlos entre sí y luego

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establecer la conexión entre todas para integrar la secuencia narrativa que b) Primer plano: se enfoca al personaje de cerca concentrándose en
contiene la historieta. alguna parte de su cuerpo, por ejemplo, su cara, sus piernas, sus
La sucesión de viñetas se lee de izquierda a derecha y lo mismo el contenido brazos, etc.
de éstas. c) Plano general y plano medio: en ambos se enfoca la escena en su
2. Lenguajes y composición de la historieta: totalidad. A diferencia del plano general, en el plano medio los
La historieta combina lenguaje verbal y lenguaje icónico y se puede definir personajes se enfocan de la rodilla para arriba.
como un mensaje habitualmente mixto, compuesto por dibujo y palabra. Estos d) Plano panorámico: se enfoca un gran espacio donde se pierden los
dos lenguajes se relacionan perfectamente, dado que las imágenes son personajes, por ejemplo, una ciudad, el mundo, el universo, etc.
altamente polisémicas, el uso de las palabras es una manera de fijar los
significados que presenta la iconografía.  Existen distintos recursos expresivos para elaborar el discurso de la
Es así como, en las historietas, los textos verbales adquieren la función de historieta:
completar el significado de la imagen: las imágenes no se entiende íntegramente
sin las palabras. a) Línea cinética: líneas que indican el movimiento.
Otra función que desempeña el lenguaje es la de indicar el nivel de ruptura b) Onomatopeyas: palabras que su sonido imita a sonidos real, por
del que se desprenderá el efecto humorístico. Es decir, que el efecto humorístico ejemplo, tic tac, bang, etc.
depende de la actividad correlativa del dibujo y la leyenda que lo acompaña. c) Globo: sirve para escribir los diálogos de los personajes. Los globos
3. Estilos cuentan con un rabo que indica quien está hablando.
Hay dibujantes que mantienen constante a lo largo de su obra una manera d) Cartucho: sirve para las indicaciones del narrador.
de representar. La ausencia del detalle, los tipos de trazo, el uso específico del e) Nube: sirve para expresar los pensamientos.
color definen, por ejemplo, un estilo. Este puede inclinarse más hacia lo realista, f)
lo caricaturesco, lo fantástico, y aun dentro de ellos a modificaciones distintas.
Pero también hay autores que se adaptan a diferentes estilos grotescos en HISTORIETA ARGENTINA
función de las diversas temáticas que abordan.
Vale decir que no hay estilos correctos o incorrectos, sino que todos son
aceptables. La historieta argentina comienza su historia a finales del siglo XIX, en la
revista Caras y Caretas, donde aparecen los primeros relatos ilustrados y la
HISTORIETA (EN VIÑETAS) inclusión de globos de diálogo en el dibujo. La historieta seguirá desarrollándose
en el país hasta lograr el nivel más alto entre las décadas de 1940 y 1960, la
llamada "Época Dorada". Luego de esta etapa la historieta nacional irá
decayendo hasta llegar al punto de no existir ninguna publicación del género en
 La historieta es un género en el cual se cuenta una historia a partir de la década de 1990 (exceptuando los autores que se autopublicaban). A partir de
imágenes. los años 2000 se ha intentado revalorizar el género, por medio de recopilaciones
 Puede tener diálogos e indicaciones verbales que aparecen en lo que se de viejas historietas. Un hecho significativo ha sido la vuelta a los kioscos de la
llama cartucho y globos de diálogo. mítica revista Fierro, que cuenta con los autores más reconocidos del país.
 Las historietas se cuentan a partir de cuadros o viñetas HISTORIA (Antecedentes de la historieta en el país)
 Las historietas suelen aparecer en los diarios en forma de tira (uno A finales del siglo XIX, llegaron a la Argentina, más precisamente a Buenos
número pequeño de viñetas, 5 o 6); revistas en forma de episodios Aires, un grupo de importantes ilustradores europeos (franceses y españoles
(varias páginas); o libros (varias tiras o episodio) principalmente). Éstos se habían formado en el arte de la caricatura y la sátira, y
 Existen en el lenguaje de imágenes distintos tipos de planos según en eso fue lo que desarrollaron en publicaciones como El Mosquito y Don Quijote de
modo en que se enfoque a los personajes: Eduardo Sojo.
En 1898 aparece la revista Caras y Caretas, donde además de la sátira
a) Plano detalle: se enfoca un elemento mínimo para señalar política se empiezan a ver relatos costumbristas con ilustraciones y la
puntualmente un sentido, por ejemplo, un gusano en una manzana
que tiene un personaje en la mano.

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alternancia de globos con los habituales textos al pie, pero sin que tengan que la historia tenía continuidad en el número siguiente y no se trataba de
incidencia en la acción. historias aisladas. De esta publicación en 1928 se desprende la primera revista
PRIMERAS PUBLICACIONES, DÉCADA DE 1910 que contenía únicamente
En 1912 se publica la primera historieta, con personajes fijos y continuidad. HISTORIETAS: EL TONY
Se trató de la tira Viruta y Chicharrón, que apareció en la revista Caras y Al notar que la publicación de Bringing Up Father tuvo éxito, los responsables
Caretas. El autor de esta historieta es incierto. Hay personas que sostienen que del diario La Nación deciden incluir una segunda obra del género en 1926: Betty
al principio era realizada por un autor estadounidense, del cual no se conoce el de Charles Voight.
nombre y luego continuada por Manuel Redondo o Juan Sanuy, o ambos;2 y El 26 de septiembre de 1928 aparece el primer número de El Tony y el 19 de
otras que le dan la autoría de la misma a Manuel Redondo.3 octubre hace su aparición uno de los personajes de mayor importancia en la
Un año más tarde —y durante diez años más— se publicaría por primera vez, historieta argentina: el indio Patoruzú. Lo hace como personaje secundario de la
también en Caras y Caretas, la historieta de Redondo llamada Sarrasqueta. Ya tira Las Aventuras de Don Gil Contento publicada en Crítica que es levantada al
en 1916 y en la revista El Hogar, aparece Las Aventuras del Negro Raúl del poco tiempo y su autor, Dante Quinterno muda al diario La Razón.
argentino Arturo Lanteri, que representaba al típico personaje porteño de la AÑOS 1930
época. Estas dos últimas historietas tenían la particularidad de no contar con El diario La Opinión pública Ramona, una tira firmada por Lino Palacio.
globos sino con textos al pie del dibujo. El Diario Crítica se convierte en el primero en publicar un suplemento de
También en este año, en la revista PBT, se publica Aventuras de un historietas a color en el año 1931 y es para esa época el periódico de mayor
matrimonio aún sin bautizar, más tarde llamada Las Aventuras de Don Tallarín y tirada en habla hispana. Durante ese año el diario sufrió una clausura que sería
Doña Tortuga, obra de Oscar Soldati, con un planteo técnico y temático sin levantada más tarde.
precedentes en el país. En 1917 Revista Popular publicó Las aventuras de El mismo año la tira Don Julián de Montepío, de Quinterno, es renombrada
Tijereta de Lanteri. debido a la popularidad que obtiene un personaje secundario: Patoruzú, quién
DÉCADA DEL '20, LA HISTORIETA SE AFIANZA pasa a convertirse en la estrella de la publicación que toma su nombre en
En esta década, precisamente en 1920, La Nación se convierte en el primer agosto.
diario argentino en publicar historietas. La obra elegida fue Bringing Up Father En 1935, Quinterno muda nuevamente sus personajes, esta vez al diario El
de George McManus, traducida como Pequeñas delicias de la vida conyugal y sus Mundo y funda asimismo el primer sindicato de historietistas del país: el
protagonistas como Trifón y Sibebuta. Sindicato Dante Quinterno.
En la revista El Hogar y salida de la pluma de Lanteri, aparece en 1922 la Un año más tarde, Quinterno saca a la venta una revista a la que nombra
exitosa Aventuras de Don Pancho Talero de la cual más tarde surgieron dos como su personaje más famoso. Al comienzo incluye recopilaciones de las tiras
exitosos films basados en el personaje. aparecidas en El Mundo y luego comienzan a producirse nuevas, a su vez que la
Fundada en 1919 por Constancio Vigil, Billiken fue la primera revista infantil revista es completada por otras tiras y notas.
en incluir historietas. En sus páginas se pudieron (y pueden, porque aún se LA ÉPOCA DORADA 1940 - 1960
publica la revista) ver obras de Gastón Leroux, Fola, Vidal Dávila e historietas Años 1940
estadounidenses, incluso esta revista fue la primera en publicar Superman. En el mes de noviembre de 1943 comienza a publicarse una de las revistas
Es evidente el auge del género teniendo en cuenta que casi toda revista de que más repercursiones tuvieron en el medio gráfico: Rico Tipo. Su creador fue
actualidad de la década contenía historietas. Se pueden mencionar en este lugar Guillermo Divito reconocido dibujante cuyos personajes más recordados son Las
a las revistas La Novela Semanal: Andanzas y desventuras de Don Manolo chicas de Divito.
Quaranta, primer personaje creado por Dante Quinterno, La Familia de Don El 13 de abril de 1945 aparece el primer número de una nueva revista de la
Sofanor de Arístides Rechain); El Suplemento: Panitruco (dibujos de Quinterno, Editorial Columba: Intervalo, dedicada a las adaptaciones de tipo folletinesca
guión de Leroy), Mundo Argentino: Anacleto de Lanteri , Firulete y Retacón de En agosto del mismo año Patoruzú se convierte en la primera historieta
González Fossat y el primer éxito de Quinterno, Don Fermín (más tarde Don argentina en ser publicada en el diario neoyorkino PM. En octubre, Dante
Fierro). Quinterno saca a la luz un nuevo semanario de historietas, todas hechas por
En 1923 nace Páginas de Columba, del dibujante argentino Ramón Columba, historietistas del país y con dos temáticas principales: acción y aventuras. En las
quién le dio lugar al desarrollo de artistas locales. Es en esta revista donde se páginas centrales de la publicación se encontraba Patoruzito, la versión infantil
publica Jimmy y su pupilo de Gónzalez Fossat, considerada la primera historieta de Patoruzú creada por Tulio Lovatto y Mirco Repetto.
deportiva y que además fue la precursora del clásico continuará, marcando así

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El personaje Misterix, que aparecía en la revista Salgari adquiere mucha Aquí la retirada. Un año después, la misma dupla publica el primer episodio de
popularidad, razón por la cual, en 1948 la Editorial Abril decide editar su propia su exitosa obra, Nippur de Lagash.
revista, al principio conteniendo material de origen italiano para ir En 1968, Héctor Oesterheld junto a Alberto Breccia y a su hijo Enrique
paulatinamente añadiendo obras de autores nacionales. publican el libro Che, la vida del Che Guevara. Sin embargo, el gobierno censura
Años 1950 la obra y suspende la circulación de la obra y secuestra los originales.
En julio de 1950 Editorial Columba publica el primer número de Fantasía, la En 1969, en la revista Gente Oesterheld y Alberto Breccia realizan una
pequeña revista de las grandes historietas cuyo subtítulo hace referencia al segunda versión de El Eternauta. Sin embargo, los editores del semanario no
tamaño que tenía la revista, conocido como de bolsillo. están muy conformes con la historieta y deciden dejar de publicarla, obligando
En 1951 publica su primer trabajo el que se convertiría en uno de los así a que Oesterheld resumiera el argumento para darle un fin.
guionistas más importantes del país: Héctor Germán Oesterheld. Lo hizo en la Años 1970
revista Cinemisterio de la editorial Abril. Un año después se publica el que sería En el año 1972 aparece en la ciudad de Córdoba una publicación dedicada al
el primer éxito de Oesterheld: Bull Rocket, con dibujos de Paul Campani en la humor: Hortensia. Con un inicio localista, la revista tendría repercusión a nivel
revista Misterix. Ya en 1953 comienza a publicarse en la misma revista otra de nacional. El mismo año, el 1 de noviembre, se comienza a publicar Satiricón
las obras más conocidas del guionista: Sargento Kirk, junto al dibujante italiano (revista, también dedicada al humor.
Hugo Pratt. En 1973, el Diario Clarín decide hacer una renovación en su contratapa
En 1955, Oesterheld crea Editorial Frontera junto a su hermano Jorge. contratando jóvenes autores como Caloi, Crist, Sendra.
Publican versiones noveladas de Bull Rocket y Sargento Kirk. Dos años después
salen las primeras revistas de la editorial: Frontera y Hora Cero que se publican HISTORIA DE EL ETERNAUTA EL ORIGEN SEGÚN
mensualmente y tenían la característica de contener historias autoconclusivas.
OESTERHELD
La mayoría de los guiones corren por cuenta de Oesterheld y cuenta con
numerosos dibujantes. El 4 de septiembre aparece Hora Cero, Suplemento
Semanal dedicada a las historias continuadas (Desde 2006 se festeja el Día de la
El Eternauta comenzó siendo un cuento corto, de apenas 70 cuadros. Luego
Historieta los 4 de septiembre en honor a la publicación). Es en esta revista que
se transformó en una larga historia, una suerte de adaptación del tema Robinson
comienza a publicarse El Eternauta, clásico de la historieta argentina, con guión
Crusoe. Me fascinaba la idea de una familia que quedaba sola en el mundo,
de Oesterheld y dibujos de Francisco Solano López.
rodeada de muerte y de un enemigo ignorado e inalcanzable. Pensé en mí
Ese mismo año Columba saca una nueva revista: D'Artagnan y Landrú lanza
mismo, en mi familia, aislados en nuestro chalet y comencé a plantearme
su propia revista que llevara el nombre de uno de sus personajes: Tía Vicenta.
preguntas.
Ésta estaba dedicada al humor, siendo precursora del humor político.
Tras el éxito de ventas de las revistas mensuales Frontera y Hora Cero de
Años 1960, la historieta comienza a declinar
Editorial Frontera, de Héctor Germán Oesterheld, deciden publicar una nueva
A partir de la década de 1960, la historieta argentina sufre una caída en su
revista semanal: Hora Cero Suplemento Semanal. El 4 de septiembre de 1957
producción, en parte, motivada por la llegada de la televisión.
aparece el primer número, que presentaba en sus páginas a El Eternauta, una
En 1961 Oesterheld debe vender Editorial Frontera porque ya no puede
historieta de ciencia ficción escrita por Héctor Oesterheld y dibujada por
afrontar deudas y los derechos de sus personajes pasan a Editorial Ramírez.
Francisco Solano López. Oesterheld mantenía un buen diálogo con sus
A pesar de su fracaso editorial, Oesterheld siguió trabajando de guionista y
dibujantes, dando a cada uno temas en los que se sintieran cómodos. El
en 1962 junto a Alberto Breccia le dan vida a uno de los personajes más
Eternauta surge del interés de Solano López por hacer ciencia ficción (ya habían
reconocidos de la historieta argentina: Mort Cinder, publicado en Misterix.
hecho juntos Rolo, el marciano adoptivo), y de trabajarla en una historia con un
En 1964 aparece por primera vez en la revista Primera Plana la tira más
tono más realista.
famosa de Quino: Mafalda. Su publicación se extendería por 10 años más.
El Eternauta se publicó hasta el número 106, de 1959. Se presentaba en tres
En 1966, el general Juan Carlos Onganía asume la presidencia de facto del
páginas semanales, a tres tiras por página, por lo que su lectura era muy
país luego de derrocar a Arturo Umberto Illia. Luego de que Tía Vicenta
diferente a la experimentada por generaciones posteriores, que accedieron a la
presentara una caricatura del general en la que se lo veía como una morsa, éste
historia en las compilaciones en libro. En cada entrega la historia era dosificada
decidió clausurar la publicación. Este mismo año hace su debut un historietista,
para arribar al último cuadro creando suspenso, dejando al lector a la espera del
aunque paraguayo de gran trayectoria en la Argentina: Robin Wood. Lo hace en
próximo número. Rápidamente se convierte en un éxito de público
la revista D'Artagnan junto al dibujante Lucho Olivera con una historieta llamada

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Un capítulo unitario apareció en el primer número de la revista Hora Cero Fue publicada en libro, junto a otros relatos del autor, por Ediciones Colihue en
Extra. Presentaba una historia paralela a la principal, con Elena y Martita 1995.
enfrentando a un demente. El 29 de mayo de 1969 comenzó a publicarse una segunda versión, esta vez
A la calidad e innovación de la historia hay que sumarle, como uno de los con arte de Alberto Breccia, en la revista de actualidad Gente. A tres páginas por
factores del éxito de El Eternauta, la decisión de Oesterheld de situar la acción semana, la idea era que se extendiera por aproximadamente un año. Oesterheld
en Argentina. Distintos lugares reconocibles por el lector se van sucediendo: las revisó la historia, manteniendo la estructura argumental pero introduciendo
calles de Vicente López donde la historia de Juan se inicia, el combate de la cambios que tenían que ver con la evolución de su pensamiento. La historieta se
General Paz, el estadio de River Plate, Plaza Italia, la estación de subterráneo, hace más violenta, y se acerca a la ideología de izquierda, explicitando el
Congreso. Oesterheld hace accesible el imaginario de la ciencia ficción, un conflicto de América Latina con las potencias económicas. En esta versión la
género que el público acostumbraba a ver en producciones extranjeras; hace invasión ya no es global, sino que las grandes potencias negocian con los
posible su ubicación en el ámbito local, factible que sucedan esas historias que invasores la entrega de Sudamérica para salvarse. En aquel año Argentina
siempre se daban en otros lugares. Y lo hace en un tono realista, no en las estaba gobernada por una dictadura militar, y el guión entraba en conflicto con
formas paródicas o aventureras habituales. Pero parece haber también un clima la tendencia conservadora del semanario. Pero la excusa fue Breccia, la
local en la historia, que excede a su ubicación geográfica, algo que la aleja de la experimentación formal de los dibujos no conformaba a la editorial, que
épica heroica de las expresiones populares del género. La delineación de los esperaba algo más comercial, según una particular interpretación del gusto de
personajes, la idea de Oesterheld del héroe grupal, la forma de enfrentar la los lectores; algunas cartas de lectores (supuestamente) apoyaban el
adversidad, su derrotero frente a una realidad avasallante, entre otros argumento.
ingredientes, que hicieron que los lectores se identificaran y apropiaran de la Ante la negativa de Breccia a modificar su gráfica, Gente decide levantar la
historia. historieta, pero Oesterheld ofrece abreviar el guión para no dejar la historia
El Eternauta ha perdurado, vigente, generación tras generación, para abortada. En pocos números más concluye El Eternauta, quedando esta segunda
convertirse en el clásico de la historieta argentina. En el año 2000 el diario Clarín versión en un resumen de lo que fuera la primera.
incluyó El Eternauta en su colección La Biblioteca Argentina / Serie Clásicos. Con Esta versión fue un éxito en España e Italia a comienzos de los '70,
el Nº 24 figuraba junto a obras como Martín Fierro y autores como Borges, abriéndole la puerta a la de Solano López. Cuenta Alberto Breccia: "En Italia
Sábato o Cortázar. De esta manera, la obra de Oesterheld y Solano López en tuvo un enorme éxito y me abrió las puertas de Europa. Fue la primera historieta
particular, y la historieta en general, reciben un importante reconocimiento al latinoamericana que se publicó en Linus. La consideraron una obra maestra".
ser ubicadas junto a lo más importante de la literatura argentina.
La gran repercusión en el público motivó a Oesterheld para idear una LA EXPRESIÓN ESCRITA
segunda parte. El proyecto no pudo concretarse por la emigración de Solano
López a Inglaterra y la quiebra de Editorial Frontera. Por las deudas de la USO DE LA EXPRESIÓN ESCRITA
editorial, Oesterheld se vio obligado a vender sus publicaciones y títulos de sus Básicamente, utilizamos la expresión escrita para facilitar la comunicación
historietas a la Editorial Emilio Ramírez. entre personas que se hallen en diferentes lugares y, a veces, en diferente
Editorial Ramírez decide reeditar la historieta y en 1961 lanza una revista con tiempo. Con ella:
el nombre de El Eternauta que recopila toda la obra en tres números. El éxito de
venta hace que la revista siga publicándose, dedicada a la ciencia ficción, con  Plasmamos conocimientos, pensamientos o sentimientos con intención
historietas, cuentos y artículos. En el número 4 aparece lo nuevo del eternauta, de que perduren en el tiempo (textos científicos y humanísticos; diarios,
relatos escritos por Oesterheld de sus viajes por el tiempo, en los que se etc.).
convierte en testigo de hechos históricos. Hiroshima y Pompeya fueron las
 Creamos obras artísticas con un lenguaje estético: textos literarios
primeras dos narraciones.
(poesía, novela, teatro).
En el número 6 cambia el concepto, y Oesterheld retoma el hilo de la
 Damos noticia de lo que ocurre en otros lugares (textos periodísticos).
historieta. Comienza a contar lo que sucedió luego del final, después que Salvo
es transportado al continum, y consigue volver al tiempo de la invasión.  Ordenamos o determinamos las normas de convivencia nacionales o
Oesterheld desarrolla la narración en forma novelada, y en ella se nota su origen internacionales: textos jurídicos y administrativos.
guionístico, con secuencias plagadas de acción y un ritmo sostenido. La historia
se continúa hasta el número 15, en que cierra la revista, quedando inconclusa.

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 Nos relacionamos a través de cartas con familiares y amigos  Reduciendo la información a lo básico y relevante, evitando
(intercambios epistolares), o establecemos relaciones comerciales redundancias o repeticiones de información innecesarias.
mediante cartas o correos electrónicos.  Creando una sintaxis compleja: por su extensión, por el tipo de
 Ofrecemos o solicitamos algo: productos, trabajo, ayuda, etc. oraciones que se emplean y por las relaciones que establecen entre sí.

CARACTERÍSTICAS DE LA EXPRESIÓN ESCRITA Léxico-semánticos:


El texto se escribe con la intención de que permanezca en el tiempo e incluso
pueda ser leído por generaciones posteriores.  Eligiendo un vocabulario variado y preciso, muy seleccionado.
Como el emisor (el que escribe) y receptor (el que lee) no se comunican en el  Evitando repeticiones innecesarias con la utilización frecuente de
mismo momento ni en el mismo espacio, el escritor considera el texto, en su sinónimos.
totalidad, como una unidad superior a la oración, con una intencionalidad  Introduciendo, en los textos literarios, distintas figuras retóricas, como
comunicativa: la de enseñar, informar, divertir, legislar, etc., y realiza todo su hipérboles, antítesis, anáforas, personificaciones, perífrasis, hipérbatos,
trabajo pensando en este fin. elipsis, ironías, símiles o comparación, metáforas, metonimias, etc.,
Quien escribe lo hace en soledad, por lo que la expresión escrita es reflexiva: para embellecer y diferenciar la expresión escrita de la que se utiliza en
el autor tiene la posibilidad de elaborar un esquema o borrador previo a la un uso normal.
redacción que le ayude a organizar y estructurar sus ideas; puede, tras redactar
el texto, releerlo, corregirlo y modificarlo tantas veces como quiera, hasta darle Finalmente, merece destacar una ventaja del lenguaje escrito, la de que el
su forma definitiva. receptor puede elegir el tiempo y el orden de lectura del mensaje, puesto que
La coherencia y la cohesión son propiedades básicas del texto escrito. éste ya se le presenta completo y cerrado en su totalidad.
Un texto es coherente si: FORMAS DE LA EXPRESIÓN ESCRITA
La expresión escrita puede adoptar numerosas formas; entre ellas, hay que
 Todo lo que se dice en él tiene relación con el tema principal. destacar las siguientes:
 Cada una de sus partes está al servicio de la totalidad teniendo en La descripción, la narración, el diálogo, la argumentación y la exposición.
cuenta el tipo de texto que es (periodístico, jurídico, literario) y su
situación comunicativa. LA EXPRESIÓN ORAL
 Gramatical y semánticamente, es aceptable.
Al hablar, utilizamos la expresión oral. Es la forma más empleada por el
Un texto está cohesionado si sus partes están unidas y relacionadas entre sí hombre para representar, mediante las palabras, acompañadas de gestos y
mediante deixis o señalamientos espaciales, personales o temporales; alusiones; entonación, sus conocimientos, ideas o sentimientos; también la usamos para
conectores, repeticiones, etc. relacionarnos con los demás y hacernos comprender.
Al estar la expresión escrita muy pulida, muy trabajada, es difícil encontrar FORMAS DE LA EXPRESIÓN ORAL
en ella variedades regionales o sociales que no hayan sido escritas a propósito y La expresión oral se presenta en dos formas diferentes: la espontánea y la
con una determinada finalidad, ya que lo habitual es utilizar una lengua neutra, reflexiva.
común a todos los hablantes que se expresan en ese idioma. Nos expresamos oralmente, de forma espontánea, para llamar la atención de
Para facilitar la comprensión del contenido y su correcta entonación, el autor quienes nos rodean; narrar lo que nos ha ocurrido; expresar nuestros
puede emplear distintos recursos: sentimientos, deseos, estados de ánimo o problemas; argumentar nuestra
Gráficos: distintos tipos, tamaños e incluso colores de letras; signos de opinión o manifestar nuestros puntos de vista sobre los más diversos temas. La
puntuación, como comas, puntos y comas, puntos, paréntesis, comillas, guiones, expresión oral espontánea por excelencia es la conversación, que utilizamos en
etc.; fotografías, dibujos, croquis, símbolos, fórmulas técnicas o científicas, etc., las situaciones cotidianas de la vida.
que complementen el texto. Cuando exponemos de forma reflexiva algún tema, lo hacemos,
Tonales: admiraciones o interrogaciones. generalmente, aunque no siempre, de forma objetiva, tras haberlo pensado y
Fónicos: onomatopeyas y aliteraciones (repeticiones de fonemas). analizado detenidamente. Utilizamos esta modalidad expresiva en los discursos
Morfosintácticos:

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académicos, conferencias, charlas, mítines, etc., y en algunos programas de los  Las metáforas coloquiales: alucinar, echar chispas.
medios de comunicación.  Los sufijos diminutivos o aumentativos, y las intensificaciones: poquito,
EXPRESIÓN ORAL ESPONTÁNEA cachito; mogollón; ser algo la repera o una auténtica maravilla.
La principal finalidad de la expresión oral espontánea es la de favorecer el
 Las fórmulas de apertura o cierre de la conversación: ¿qué tal?, hasta
rápido intercambio de ideas entre las personas, pero puede tener otras.
pronto; y las de transición: y tal, y ya está, y punto.
La persona que habla es el centro del discurso coloquial, dirigido a un 'tú' que
 Las fórmulas expresivas para mostrar conformidad, desacuerdo, enfado,
escucha. A su vez, el 'tú' se convierte en 'yo' cuando le contesta.
etc.: por supuesto, desde luego; ¡qué va!, de ningún modo; ¿qué se ha
La estructura del discurso es generalmente abierta, ya que el texto se
creído?
elabora en el momento mismo en el que se habla. El emisor puede variar su
discurso, alargarlo o acortarlo, en función de la reacción que cause en quien le EXPRESIÓN ORAL REFLEXIVA
escucha. La principal función de la expresión oral reflexiva es la de atraer y convencer
La expresión oral, por lo general, es dinámica, expresiva e innovadora. Cobra o persuadir al oyente. La estructura del texto y la propia construcción sintáctica
en ella gran importancia el acento, el tono y la intensidad dados a cada palabra están más elaboradas que en la expresión oral espontánea. El vocabulario es
o frase, porque atraen o refuerzan la atención del oyente. La modulación de la más amplio, escogido y variado. El registro lingüístico (las palabras y giros que
voz, los gestos, los movimientos de nuestro rostro y cuerpo, etc., ayudan a se utilizan) tiende a ser culto o, al menos, cuidado. Se procura evitar las
comprender el verdadero significado del discurso; también influyen la intención y
incorrecciones lingüísticas.
el estado de ánimo de quien habla.
En la expresión oral se reflejan las variedades lingüísticas geográficas,
sociales y de estilo, que ponen de manifiesto la procedencia y la cultura de quien SUBRAYAR Y RESUMIR
se está expresando.
Las oraciones suelen ser breves y sencillas. El contexto, la situación y los Cuando subrayamos lo más importante de un texto y lo resumimos, estamos
gestos favorecen la elipsis (omisión o supresión) de palabras: aplicando dos técnicas de estudio fundamentales: el subrayado y el resumen.
Con el subrayado reducimos el texto a la mínima esencia significativa, a su
—¿Vienes conmigo? contenido principal, para lo que muchas veces no es necesario subrayar frases
—Sí (voy contigo). enteras, sino solo palabras 'clave', las justas: sustantivos, adjetivos, verbos,
Al estar el discurso poco elaborado, en la expresión oral son frecuentes: adverbios de negación, etc.
¿PARA QUÉ SIRVE?
 Las interrupciones momentáneas, repeticiones, incoherencias y Subrayar sirve para:
divagaciones: esto...; claro que...; ¡porque sí, porque lo digo yo!
 Obligarnos a hacer una lectura atenta del texto.
 Las palabras comodín (que sirven para referirse a conceptos muy
distintos), como cosa, cacharro, y el uso genérico de verbos como  Forzarnos a la reflexión a fin de distinguir entre lo importante y lo
haber, hacer o tener. secundario.

 Las muletillas, palabras que se repiten por hábito, costumbre, etc.:  Fijar las ideas o los temas del escrito.
bueno, eh, ¿no?  Memorizar con mayor facilidad lo que se ha de estudiar.
 Las locuciones (grupos de palabras), los refranes o las frases hechas:  Evitar el cansancio visual, al no ser preciso releer el texto completo para
tela marinera; de tal palo, tal astilla; echar la primera papilla. recordarlo.
 Las expresiones exclamativas e interrogativas: ¡qué me cuentas!, ¡qué  Ahorrar tiempo y esfuerzo cuando hemos de preparar o repasar un
morro!, ¿vienes o no? examen.
 Las incorrecciones lingüísticas, como la pérdida de la -d- intervocálica
TÉCNICAS DE SUBRAYADO
del participio: *comío; el uso del infinitivo por el imperativo: *seguir,
Para que el subrayado resulte útil, se deben seguir las siguientes
*seguir así...; o el apócope (eliminación de sonidos) de ciertas palabras:
recomendaciones:
*na por nada, *pa por para.
1. Leer el texto detenidamente para saber qué dice y obtener una visión de
 Los errores de concordancia, las frases sin terminar: si yo te contara...
conjunto. En esta primera lectura solo se debe atender al contenido y observar si

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se conoce el significado de las palabras; en caso contrario, se ha de acudir al  Leer atentamente el texto.
diccionario para resolver las dudas.  Distinguir entre las ideas básicas y las secundarias, a partir de un
2. En una segunda lectura se puede comenzar a subrayar con un lapicero esquema o subrayado previos.
fino, que permita posteriormente rectificar o borrar si es preciso. Solo se
 Observar la conexión existente entre las diversas ideas expuestas y los
subrayan las ideas importantes, que, generalmente, no ocupan todo el párrafo.
diferentes párrafos.
Si se deben subrayar dos o más renglones, es preferible poner una raya vertical
 Redactar con precisión y brevedad solo las ideas básicas del autor, sin
en el margen porque, de lo contrario, se sobrecarga el texto y se dificulta su
enjuiciarlas, utilizando para ello nuestras propias palabras.
posterior lectura y memorización.
3. Se debe leer de nuevo lo subrayado e intentar borrar aquello que
juzguemos aún 'prescindible', sin lo cual no varia fundamentalmente el texto y lo LOS APUNTES
recordamos igualmente.
Siguiendo lo anterior, se ha fijado lo esencial. Pero conviene hacerlo atractivo Prestar atención a las explicaciones de los profesores, y anotar los datos más
a la vista. Dado que la mayor parte de los textos utilizan la tinta negra, es importantes de estas, nos ayuda a comprender y a asimilar los contenidos de los
aconsejable cambiar el subrayado hecho con el lapicero por otro de color para temas que hemos de aprender y a hacer bien los exámenes.
que nos resulte más sugestivo:
LOS APUNTES DE CLASE
 El color rojo destaca sobre los demás y hace que la vista se dirija hacia
él. Se debe utilizar para subrayar las ideas importantes. Son las anotaciones que tomamos de la explicación que hace el profesor. Al
 El color verde es relajante, puede emplearse para las ideas secundarias. no ser una copia hecha al dictado, recogen la síntesis de las ideas más
significativas o los datos en los que el profesor ha hecho mayor hincapié.
Deben utilizarse bolígrafos o pinturas de punta fina para no saturar la página. Además, en nuestros apuntes también anotamos los procedimientos que hemos
Es bueno evitar o reducir al máximo la utilización de rotuladores fosforescentes de seguir para resolver los problemas o las dificultades con las que nos podamos
porque causan cansancio visual cuando la atención sobre el texto debe ser encontrar.
prolongada. De utilizarlos, los reservaremos para poner puntos, círculos, guiones ¿PARA QUÉ SIRVEN LOS APUNTES?
o pequeñas flechas. Tomar apuntes en clase nos resulta muy útil porque...
¿QUÉ ES RESUMIR?
Resumir es reducir a lo esencial un texto; hacer un extracto en el que se  Obliga a prestar atención a la explicación del profesor para seguir el hilo
recoja lo más importante de éste, con precisión y utilizando nuestras propias conductor de esta y aumenta nuestra capacidad de concentración.
palabras.  Ayuda a reflexionar sobre la materia, a partir de los comentarios hechos
Se pueden resumir tanto textos orales como escritos, libros, películas, etc. por el profesor, y a recordar posteriormente su explicación.
¿PARA QUÉ SIRVE?
 Facilita la distinción entre ideas principales y secundarias.
Hacer resúmenes es muy útil porque:
 Nos ayudan en nuestro aprendizaje y en la asimilación de los
contenidos.
 Ayuda a comprender mejor los textos, ya que, para resumirlos,
necesitamos haberlos leído detenidamente.  Potencia nuestra rapidez para escribir.
 Exige un esfuerzo de síntesis que nos obliga a reflexionar sobre lo que
¿CÓMO SE TOMAN LOS APUNTES?
dicen.
Para tomar buenos apuntes, es importante que tengamos en cuenta las
 Facilita el estudio al redactar lo expresado por el autor con nuestras siguientes recomendaciones:
propias palabras y giros.
 Favorece el repaso del contenido antes de un examen.  Preparar todo el material preciso antes de que el profesor comience su
explicación.
¿CÓMO SE HACE?
 Utilizar un cuaderno grande, que permita tomar datos sin cambiar de
Para conseguir que un resumen sea verdaderamente útil, debemos seguir
página a menudo.
estos consejos:

81 82
 Dedicar un cuaderno o un apartado independiente a cada materia, para  Incorporar, si es posible, algún dibujo hecho por nosotros mismos o
no mezclar los apuntes de varias asignaturas. imágenes sacadas de Internet, que recuerden las fotografías o
 Anotar la fecha al comienzo de cada clase; así se podrá comprobar si ilustraciones que haya puesto el profesor y nos ayuden a recordar el
faltan los apuntes de algún día. contenido.
 Escuchar con atención la explicación del profesor para captar y anotar
Poner al final un esquema o resumen que facilite su posterior estudio y
las ideas principales y las secundarias; no hay que intentar copiar todo
memorización.
lo que diga pues será imposible hacerlo.
 Dejar espacios en blanco cuando no se haya podido captar bien alguna
de las ideas y rellenarlos posteriormente. ORTOGRAFÍA I
 Copiar los esquemas, las fórmulas, las definiciones o las anotaciones
que se pongan en la pizarra durante la explicación: servirá para recordar ¿Te cuesta evitar las faltas de ortografía? Si quieres que dejen de ser un
después la exposición del tema. problema, te invitamos a que pongas atención al leer este artículo.
La ortografía es la ciencia que enseña a escribir correctamente las letras de
 Utilizar abreviaturas y signos matemáticos de uso general o de carácter
las palabras y los signos de la escritura. Debemos conocer sus normas y
particular, que permitan tomar los datos de forma rápida y eficaz.
aplicarlas correctamente.
LA REELABORACIÓN DE LOS APUNTES USO DE LAS MAYÚSCULAS
Cuando se toman apuntes, se escribe muy rápido y no se redacta bien: se Se escriben con mayúscula:
repiten palabras, se dejan otras incompletas, se ponen abreviaturas, se cuida
poco la ortografía... Por ello es bueno reelaborarlos.  La primera letra de un escrito y la que va después de un punto: Me lo
había regalado mi abuelo. Era un reloj de pulsera. Yo tenía diez años.
Para hacerlo bien, es recomendable seguir estas recomendaciones:
 Los nombres propios: África, Manila, Pérez, Everest.
 Comparar los apuntes con los de otros compañeros a fin de poder  Los seudónimos, sobrenombres o apodos: Alfonso X el Sabio, Francisco
completar los datos que no se hayan podido copiar o que se hayan Rivera Paquirri.
pasado por alto, al no haberles dado la importancia necesaria en ese  Los nombres sagrados: Jesucristo, la Inmaculada Concepción, la
momento. Santísima Trinidad.
 Comprobar la veracidad de lo que se ha puesto (datos, fechas,  Los nombres de instituciones: el Ejército, la Corona, el Senado.
esquemas), consultando el manual u otros libros de la biblioteca.  Los títulos de obras, cuadros, canciones, etc.: Fuenteovejuna, Las
 Agrupar y ordenar las ideas para hacer después un guión que nos ayude lanzas, El amor brujo.
a recordar lo escrito.  Los números romanos: DCCVII, LX.

También conviene tener en cuenta los siguientes aspectos: USO DE B/V


Se escriben siempre con b:
 Dejar márgenes amplios para realizar anotaciones o recordar los puntos
tratados.  Las palabras que comienzan por las sílabas bu-, bus- y but-: bufanda,
 Hacer la letra clara, pulcra y legible, que permita su lectura con burbuja, búsqueda.
facilidad.  Antes de l o r: mueble, libro.
 Separar convenientemente las ideas principales de las secundarias; y  El pretérito imperfecto de indicativo de los verbos de la primera
marcarlas con puntos o signos de colores que las hagan destacar. conjugación y del verbo ir: sonaba, criticabais, íbamos.
 Redactar con nuestras propias palabras lo que haya dicho el profesor,  Las palabras terminadas en -bundo(a) y -bilidad (excepto movilidad y
empleando un vocabulario adecuado y preciso. civilidad): vagabundo, responsabilidad.
 Cuidar la ortografía y la puntuación, pues de lo contrario repetiremos en  Los verbos terminados en -bir (excepto hervir, servir y vivir): prohibir,
el examen los errores ortográficos que no hayamos corregido. recibir, escribir.

83 84
Se escriben con v: Homófonos de la h:
Homófonos de la h
 Las palabras que comienzan por: di- (menos dibujar y sus derivados):
dividir, divertir. hablando: del verbo hablar ablando: del verbo
 Las palabras que empiezan por villa-: villancico, villano. ablandar
 Las palabras que terminan en -avo(a), -evo(a), -ivo(a), excepto el habría: del verbo haber abría: del verbo abrir
pretérito imperfecto de indicativo de los verbos de la primera
hasta: preposición asta: cuerno
conjugación y del verbo ir: cóncavo, longevo, nocivo.
 Las formas verbales de los verbos irregulares en cuyo infinitivo el sonido hato: envoltorio de ropa u objetos. Grupo de ato: del verbo atar
/b/ no preceda a la terminación -ar, -er o -ir: contuvo, vaya. ganado
haya: árbol; forma del verbo haber aya: niñera
Homófonos con b y v:
hecho: del verbo hacer echo: del verbo echar
Homófonos con b y v
herrar: poner una herradura errar: equivocarse;
baca: portaequipajes vaca: hembra del toro vagabundear
balido: voz de la oveja valido: del verbo valer; hola: saludo ola: onda del agua
favorito de un rey
hora: cada una de las veinticuatro partes del ora: del verbo orar
barón: título nobiliario varón: hombre día
basto: grosero, áspero vasto: espacioso, inmenso huso: instrumento para hilar; división horaria uso: acción de usar
bello: hermoso vello: pelo corto y fino del deshojar: quitar las hojas a una planta o los desojar: esforzar la vista
cuerpo pétalos a una flor
bienes: riquezas vienes: del verbo venir hojear: pasar las hojas de un libro ojear: poner los ojos
botar: arrojar votar: emitir un voto sobre algo

grabar: marcar una imagen o un sonido gravar: imponer un gasto rehusar: rechazar, negarse a hacer algo reusar: volver a usar
en una superficie sobre algo USO DE G/J
hierba: planta hierva: del verbo hervir Se escribe siempre g:

rebelarse: sublevarse revelarse: descubrirse un


 En las palabras que comienzan por geo-: geografía, geometría.
secreto
 Después de in- (exceptuando injerto, injuria, injusto y otras de su
sabia: que tiene sabiduría savia: fluido de las plantas misma familia): ingeniera, ingenuo.
tubo: cilindro hueco tuvo: del verbo tener  En las palabras que terminan en -gente: inteligente, urgente.
 En las palabras que terminan en -ger y -gir, excepto mujer, tejer y
USO DE H
crujir: escoger, exigir.
Se escriben con h:
 En las que terminan en -gogía, -logía, -gésimo(a), genario(a):
 Las formas verbales de haber, hacer, hablar, hallar y habitar: habré, pedagogía, ideología, trigésimo, nonagenario.
hizo.  En las palabras que comienzan o terminan por gen (excepto jenabe,
 Las palabras que comienzan por los sonidos /ia/, /ie/, /ue/: hiato, jengibre y jenízaro): generación, genial, imagen.
hierro, huella.
Se escriben con j:
 Las palabras que comienzan por hidro-, hiper- e hipo-: hidroavión,
hipérbole, hipócrita.

85 86
 Las palabras que comienzan y terminan en -aje y -eje (excepto agenda, USO DE LL/Y
agente y agencia): ajedrez, vendaje, esqueje. Se escribe siempre ll:
 Las palabras que terminan en: -jero(a) y -jería: viajero, relojería.
 Las palabras que terminan en -jear: ojear, cojear.
 Después de fa-, fo-, fu-: fallo, folleto.

 Las formas de los verbos en cuyo infinitivo el sonido /j/ no preceda a la


 En las palabras que terminan en -illo(a): anillo, hebilla.
terminación -ar, -er o -ir: traje, dije.
Se escriben con y:
USO DE M/N
 Los diptongos /ai/, /ei/ y /oi/ a final de palabra: samuray, virrey, hoy.
Se escribe siempre m:
 Los tiempos de los verbos que tienen este sonido sin que ll ni y
 Delante de p y b: campo, bomba. precedan a la terminación -ar, -er, -ir del infinitivo: leyendo, creyendo.
 Delante de na, ne, ni, no (excepto perenne): alumna, indemne,
Homófonos con ll e y:
solemnidad, himno.
Homófonos con ll e y
Se escribe n tras los prefijos con-, en-, in- y sin-, excepto si les sigue el
fonema /p/ o /b/: convenir, enlatar, inactivo, sinrazón. arrollo: del verbo arrollar arroyo: caudal de agua
USO DE X halla: del verbo hallar haya: del verbo haber. Cierto
Se escribe siempre x: árbol
callado: del verbo callar cayado: vara de los pastores.
 En las palabras que comienzan por los prefijos ex-, extra-: excarcelar,
Báculo
extramuros.
 En las palabras que empiezan por hexa-: hexágono, hexasílabo. calló: del verbo callar cayó: del verbo caer
 Delante de las sílabas pla, ple, pli, plo, plu; pre, pri, pro: explanada, hulla: carbón de piedra huya: del verbo huir
explicar, explorar, expresar, exprimir, expropiar. pollo: cría de ave poyo: banco de piedra
 Se exceptúan esplendor, espléndido, espliego y sus derivados.
rallar: desmenuzar con el rallador rayar: hacer rayas
Homófonos con x y s: algo

Homófonos con x y s USO DE R/RR


Se usa siempre r:
espiar: acechar expiar: purificar las
culpas  Para expresar el sonido suave /r/ entre dos vocales: cara, pera.
espirar: expulsar el aire de los expirar: morir  Para expresar el sonido fuerte /rr/ a principio de palabra, después de
pulmones cualquier consonante y al final de una sílaba o una palabra: retribuir.

laso: lacio, liso laxo: no tenso Se utiliza rr para expresar el sonido fuerte /rr/ entre dos vocales: carroza,
tarro.
USO DE D/Z A FINAL DE PALABRA
Se escribe d al final de la palabra, si el plural lo hace en -des: red, vid.
ORTOGRAFÍA II
Se escribe z al final de la palabra si el plural lo hace en -ces: antifaz, perdiz.
PALABRAS DERIVADAS
La primera ortografía de la Real Academia Española fue publicada en 1742.
Las palabras derivadas se escriben igual que las primitivas de las que
Desde entonces se van actualizando las normas ortográficas en sucesivas
proceden, excepto:
ediciones, para que el español escrito sea igual en todos los países que
hueco: oquedad
hablamos esta lengua.

87 88
huérfano: orfandad, orfanato Palabras que no debemos confundir II
hueso: óseo, osario, osamenta
huevo: oval, ovoide, ovíparo a: preposición ha: del verbo haber ¡ah!: interjección
Huelva: onubense
ahí: adverbio (lugar) hay: del verbo haber ¡ay!: interjección
Huesca: oscense
PALABRAS QUE NO DEBEMOS CONFUNDIR aya: cuidadora y haya: tipo de árbol halla: del verbo hallar
educadora de un niño
Palabras que no debemos confundir I adonde: adverbio adónde: adverbio a donde: a
relativo, con verbo que interrogativo o (preposición) y donde
absolver: perdonar una culpa absorber: chupar, asimilar indique desplazamiento exclamativo (adverbio relativo) sin
algo antecedente explícito.
acerca: en relación con a cerca (de): asimismo: 'también' o así mismo: adverbio a sí mismo: a
aproximadamente a 'además' (la Academia ('de esa manera'; (preposición) + sí
adición: suma adicción: hábito prefiere la forma así 'también' o 'además') + (pronombre personal) +
irrefrenable mismo) adjetivo mismo (adjetivo)

aparte: adverbio de lugar ('en otro lugar'). a parte: preposición + conque: conjunción con qué: con con que: con
Sustantivo ('lo que en el teatro dice un sustantivo ('sitio', 'una parte consecutiva: 'así que', (preposición) + qué (preposición) + que
personaje creyendo que no le oyen los demás'). de un todo') 'por tanto' (interrogativo o (relativo o conjunción)
Locución ('además de') exclamativo)

contesto: del verbo contestar contexto: entorno; lo que quehacer: sustantivo que hacer: relativo o qué hacer:
rodea a algo (tarea, ocupación) conjunción + el verbo interrogativo + verbo
hacer hacer
entorno: lo que rodea a algo en torno (a): alrededor
de, acerca de vaya: del verbo ir valla: cerca de baya: fruto carnoso
estacas, tablas o malla con semillas
haber: verbo haber a ver: a (preposición) +
metálica
verbo ver
sino: conjunción adversativa ('pero'); si no: si: conjunción
sustantivo ('destino') condicional y no: adverbio
negativo SIGNOS DE PUNTUACIÓN I
también: adverbio (igualdad, semejanza o tan bien: cuantificador +
¿Te imaginas que no existieran ni puntos ni comas? ¡Nos resultaría muy difícil
relación) adverbio
enterarnos de lo que leemos! Los signos de puntuación nos ayudan a
tampoco: adverbio de negación tan poco: cuantificador + comprender el valor y el sentido de las palabras y las oraciones. No es lo mismo
adverbio decir: María, corre, ¡rápido! que María corre rápido. Generalmente, los signos de
porque: conjunción causal; sirve para dar por que: preposición por + puntuación se escriben pegados a la última letra de la palabra que los precede; y
una explicación pronombre relativo o tras ellos debe dejarse un espacio, salvo que vayamos a continuar el escrito en
conjunción el renglón siguiente.
EL PUNTO
porqué: sustantivo ('motivo') al que debe por qué: preposición + El punto [.] representa en la escritura la pausa final de:
preceder un determinante determinante o interrogativo
o exclamativo  una oración (punto y seguido);
 un párrafo (punto y aparte);

89 90
 un texto (punto final).  Para indicar la supresión de algunas palabras de un texto o fragmento
(en este caso, aparecen entre corchetes): El río [...] es afluente del
Ebro.

Amanecía. La Luna se había ocultado para dejar paso al Sol. Las estrellas se Detrás de los puntos suspensivos podremos poner una coma, un punto y
habían perdido por el horizonte. coma o dos puntos, pero nunca un punto.
El gallo se disponía a despertar a todos los demás animales. El granjero había LA COMA
abandonado su cama y se dirigía al establo. La coma [,] señala una pausa breve. Se emplea:
Se utiliza también para indicar abreviatura: Sr. (señor); D.ª (doña); Ilmo.
(ilustrísimo).  Para separar los elementos de una enumeración si no van unidos con y,
No debemos ponerlo: o, ni: He estudiado matemáticas, lengua, sociales y dibujo.
 En incisos, explicaciones o aposiciones: Mi perro, que solo es un
 entre las letras de las siglas y los acrónimos (RENFE); cachorro, juega conmigo.
 detrás del título de los libros (o de nuestros trabajos escolares), de los  Para llamar la atención de alguien: Dani, préstame tus patines.
capítulos o del nombre del autor, si son el único texto en un renglón.  Cuando se suprime el verbo de una frase, por sobrentenderse, es decir,
porque ya sabemos cuál es: Mi hermano tiene siete años; mi hermana,
LOS DOS PUNTOS
tres.
Los dos puntos [:] señalan una pausa con la que llamamos la atención sobre
 Detrás de interjecciones o exclamaciones, cuando continúa la frase:
lo que viene después. Los utilizamos:
¡Bravo!, lo has hecho bien.
 Antes de una enumeración: Los días de la semana son: lunes, martes,  Para separar palabras, sintagmas u oraciones de la misma categoría:
miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo. Apaga la tele, lávate los dientes, vete a la cama.
 Precediendo a una cita textual: El famoso novelista declaró: 'Me gusta  En expresiones como es decir, esto es, por tanto, o sea, etc.: Ha venido
escribir para niños'. mi primo, por tanto, iremos al cine.
 Tras el saludo inicial en una carta o el encabezamiento de un documento
EL PUNTO Y COMA
jurídico o administrativo: Queridos tíos: Iré a visitaros el próximo
El punto y coma [;] indica una pausa mayor que la coma, pero menor que el
domingo...
punto. Se usa:
LOS PUNTOS SUSPENSIVOS
 En enumeraciones u oraciones en las que ya se ha utilizado la coma: Mi
Los puntos suspensivos […] indican que se deja la frase sin terminar. Son
primo puso los platos, los cubiertos y los vasos; yo, las servilletas.
tres puntos que se usan:
 Delante de los nexos adversativos, concesivos o consecutivos si las
 Para expresar duda, temor o incertidumbre: Se apagó la luz. Se oían oraciones que introducen son largas; o si cambiamos de verbo:
gritos y unos pasos que se acercaban... No había forma de salir de allí... Encendió el televisor para ver la actuación de sus amigos en ese
concurso donde ganaron un viaje a Roma; pero ya era tarde: el
 Cuando no se termina el enunciado, como cuando se hace referencia a
concurso había terminado hacía tiempo.
un refrán, porque el final es conocido por el interlocutor: A quien
madruga...  Para separar los elementos de una clasificación o relación escrita en
minúsculas y en líneas independientes:
 Para dar a entender una palabra o expresión malsonante, sin
nombrarla: Vete a la...
Los elementos que componen una palabra son:
 En lugar de etcétera (etc.): Estaba rodeado de juguetes: coches,
– el lexema;
muñecos, peluches...
– los morfemas.

91 92
LAS COMILLAS
SIGNOS DE PUNTUACIÓN II
Las comillas [“” «»] se emplean para:

¿Quieres conocer otros signos de puntuación? Pues... ¡sigue leyendo! En las


 Delimitar citas: Como dijo Machado, “se hace camino al andar”.
dos frases anteriores se han utilizado interrogaciones y exclamaciones. En
español, a veces enmarcamos una palabra o un texto, con significado y
 Citar títulos de poemas o artículos que forman parte de una obra más
extensa: “Nanas de la cebolla” es uno de los poemas más bellos del
entonación propios, utilizando signos de puntuación dobles: uno de apertura y
Cancionero y romancero de ausencias, de Miguel Hernández.
otro de cierre. Estos signos nos ayudan a interpretar correctamente lo que
leemos.  Señalar que una palabra es vulgar o que se utiliza en un sentido
LA INTERROGACIÓN Y LA EXCLAMACIÓN diferente del habitual: Ése es un 'listo'.
Los signos de interrogación [¿?] y de exclamación [¡!] se utilizan en las
LA RAYA
oraciones interrogativas o exclamativas, que pueden ser:
La raya [—], cuya longitud es mayor que la del guión, puede aparecer como
signo simple o como signo doble.
 Totales, cuando la pregunta o exclamación ocupa todo el enunciado:
Como signo simple:
¿Vienes al cine esta tarde? ¡Aúpa la Real Sociedad!
 Parciales, si lo que se pregunta o exclama es solo parte del enunciado:
 Marca la diferencia entre narración y diálogo cuando precede a las
Si no viene pronto, ¿a qué hora llegaremos? Aunque cansada, ¡qué feliz
intervenciones de los personajes:
me siento!

Observa: el signo de apertura se pone donde empieza la pregunta o la


El mago le entregó un anillo y le dijo:
—Llévalo contigo y, cuando te encuentres en un apuro, gíralo.
exclamación, aunque no sea el inicio del enunciado. Además, tras el signo de
cierre no se pone punto, pero sí puede ir coma o punto y coma: Y ahora ¿qué  Señala apartados en un escrito:
hacemos? Nada, ¿verdad?, Carlos. Ramírez, ¡cállese!
Algunos enunciados son muy breves: ¿Quiénes? ¿Qué? ¿Cuánto? !Ay! ¡Plaf! En las palabras distinguimos su:
¡Uf! ¡Hola! — forma;
EL PARÉNTESIS — función;
Los paréntesis [( )] se emplean para introducir en el texto una aclaración, — significación.
una fecha, un lugar, etc.: En esa calle (en el número 12) vivía su primo (el de
Como signo doble, se emplea en aclaraciones o incisos:
Arica, no el de Punta Arenas).
El signo de cierre [)] se utiliza también para encabezar clasificaciones u
La sinceridad —una de las muchas cualidades de su amigo— era lo que más
opciones: Tienes tres posibilidades: a) acompañar a tu hermana; b) quedarte en
admiraba.
casa; c) venir con nosotros.
Además, en las obras de teatro, precedido de un punto, señala los
EL CORCHETE
parlamentos (las distintas intervenciones) de los personajes:
Los corchetes ([ ]) se utilizan para:

LUIS.— ¿Me has llamado?


 Enmarcar alguna precisión, explicación o aclaración de un texto que, a
ANA.— Sí. Quería invitarte a mi fiesta.
su vez, va entre paréntesis: James Matthew Barrie, autor de Peter Pan
EL GUIÓN
(una obra de teatro convertida posteriormente en novela, en la que se
El guión [-], de menor longitud que la raya, se utiliza para:
basó Walt Disney [1901-1966] para su película de dibujos animados),
fue un importante dramaturgo y novelista escocés.
 Marcar la división de las palabras al final del renglón: ca-mión.
 Indicar la supresión de algunas palabras en las citas textuales; en este
caso, dentro de los corchetes aparecen puntos suspensivos: El joven
 Expresar alguna relación entre palabras simples: calidad-cantidad.
[...] ya había visto antes a aquel individuo.  Unir los elementos de una palabra compuesta: ítalo-francés.
 Separar el día, el mes y el año, en las fechas: 12-2-95.

93 94
 Marcar el intervalo entre dos números: 1-7, curso 2004-2005.

LA DIERESIS
La diéresis o 'crema' [¨] son los dos puntos horizontales que se colocan sobre
la u, en las sílabas gue, gui, para indicar que la u no es muda, sino que debe
pronunciarse: desagüe, piragüista.

LA LITERATURA Y LOS TEXTOS

MICROCUENTOS

EL Dinosaurio
Cuando se despertó, el dinosaurio aún estaba ahí.
Augusto Monterroso.

EL ÚLTIMO HOMBRE

El último hombre sobre la tierra sintió que llamaban a la puerta.


(Cuento Tradicional)

TIRO EN LA NUCA

La silenciosa práctica del tiro la nuca tiene, por supuesto, ley rigurosa. Su
territorio son los autobuses ciudadanos. El matador debe escoger un hombre
para nunca moverse del asiento a sus espaldas. Sólo una cadena de
casualidades hace posible la así llamada "situación del disparo", que ocurre
cuando el matador queda sentado tras el último viajante. Los chóferes son
cómplices, fingen que nada ven, pero en el fondo admiran el olfato de los
matadores para adivina quién será el último que querrá descender. Raramente
se oye fatídico disparo: son demasiad las casualidades requeridas. Por eso es
que bajamos tantos vivo del transporte público.

Eduardo Berti
Argentino (1964)

95 96
CONVIVENCIA -Ridícula pretensión la suya-dijo el banquero-. Trae usted las manos vacías y
no se te notan bultos sospechosos en los bolsillos.
-Aún así, voy a matarlo-dijo el empleado.
-¿Pero cómo? -dijo el banquero, al fin intrigado-, ¿Cómo lo hará usted?
Los frascos de salsa ketchup vienen con un tapón especial; luego de
-Así -dijo el empleado y comenzó a desanudarse la vieja y sucia corbata
enroscarlo como cualquier tapón normal, es preciso hacer un pequeño endurecida como una soga.
esfuerzo para conseguir un giro más profundo que lo afirme. Esto es
importante, porque el frasco debe sacudiese enérgicamente antes de Eugenio Mandrini
utilizar la salsa o de lo contrario sólo saldría un líquido chirle en lugar Argentina, 1936
de la salsa consistente. Pues bien, después de usar la salsa ketchup, ella
se limita a colocar el tapón sobre el frasco, sin darle ni siquiera el primer
giro normal como a cualquier tapón de rosca. Me pregunto si entre NEGACIÓN
nosotros sería posible la convivencia.
Cuando ella se le negaba, él se mostraba comprensivo; cuando ella
Mario Levrero provocaba a otros hombres, él fingía divertirse; cuando lo engañaba Con
descaro, miraba hacia otro lado. Finalmente ella se cansó y le pidió el divorcio
Uruguayo (1940-2004)

Raúl Brasca
Argentino, 1948
EL ILUSO Y LOS INCRÉDULOS

Hace calor. En el bar un grupo de hombres miran sin mirar los polvorientos
LA NOVELA MÁS CORTA DE TODAS
rayos de luz que se filtran a través de la persiana.
-Puedo caminar por esos rayos -dice el iluso.
Los hombres se ríen y hace apuestas. El iluso se trepa a un de los rayos de Al principio ella creyó que podría matarlo en tres días. Y casi lo
luz, intenta dar u paso, tambalea y se cae. Los in crédulos cobran sus apuestas. logró. El corazón de él casi no pudo soportar los elogios de ella. Luego
pensó que le llevaría tres semanas. Pero él sobrevivió. Entonces ella
Ana María Shua revisó sus cálculos, y fijó un plazo de tres meses. Al cabo de tres años,
Argentina (1951)
él seguía con vida. Por lo tanto, se casaron. Hace ya treinta años que
están casados. La gente habla de ellos calurosamente. Se los conoce
como el mejor matrimonio de la ciudad. Lo único malo es que los hijos
EL CUENTO DEL LUNES ENLOQUECIDO
se les mueren.

Norman Mailer
-He venido a matarlo-dijo el empleado de más antigüedad. -Sea realista -dijo
el banquero, imperturbable-. Piense que veinte años atrás, podría haber com-
prado un fusil. Quince años atrás, una pistola 32. Diez años atrás, cuchillo de
mesa. Pero hoy apenas le alcanza para un alicate, un desafilado y endeble alica- LOS BRAZOS DE KALYM
te nacional. En suma, usted no está en condiciones de matar a nadie.
-Sin embargo, he venido a matarlo- dijo el empleado.

97 98
Kalym se arrancó los brazos y los lanzó a un abismo. Al llegar a su casa, s costumbre. Desde el piso de arriba, como de costumbre, llega ruido de fiesta.
mujer le preguntó sorprendida: “Qué has hecho con tus brazos?" Maldice, como de costumbre. Pone su despertador a la hora de costumbre, y
-Me cansé de ellos y me los arranqué -respondió Kalym. con la plástica indiferencia que da la costumbre, luego de apagar las luces, se
-Tendrás que ir a buscarlos; vas a necesitarles para el almuerzo. ¿Dónde pega el tiro de costumbre.
están?
-En un abismo, muy lejos de aquí.
-¿Y cómo has hecho para arrancártelos?
LA CADENA DE FLECHAS
-Me despegué el derecho con el izquierdo, y el izquierdo con el derecho.
-No puede ser -respondió su mujer, pues necesitabas el izquierdo para
arrancarte el derecho, pero ya te lo habías arrancado.
Abaanguí, el abuelo de los guarayús, tenía dos hijos. Un día, cada uno de
-Ya lo sé mujer, mis brazos son algo muy extraño. Olvidemos eso por ahora y
ellos tiró una flecha hasta la bóveda del cielo, donde quedó fija. Después, cada
vayamos a dormir –dijo Kalym abrazando a su mujer
uno tiro otra flecha que entró en la primera, y así siguieron hasta que se
formaron dos cadenas de flechas desde el cielo hasta la tierra. Por esas cadenas
Gabriel Jiménez Emán. En Cuentos breves latinoamericanos. Buenos treparon los dos hijos de Abaamguí hasta el cielo y allí quedaron, transformados
Aires, Coedición latinoamericana,1998. en Sol y Luna.

(Cuento de los guarayús del este boliviano)


Xul Solar
NO TUVO TIEMPO

LA MÁQUINA DEL TIEMPO


La cocinera dijo que no se casó porque no tuvo tiempo. Cuando
era Joven trabajaba con una familia que le permitía salir dos horas cada 1 — INTRODUCCIÓN
quince días. Esas dos horas las empleaba en ir en el tranvía treinta y
ocho hasta la casa de unos parientes a ver si habían llegados cartas a
España, y volver en el tranvía treinta y ocho. El Viajero a través del Tiempo (pues convendrá llamarle así al hablar de él)
nos exponía una misteriosa cuestión. Sus ojos grises brillaban lanzando
centellas, y su rostro, habitualmente pálido, mostrábase encendido y animado.
Adolfo Bioy Casares El fuego ardía fulgurante y el suave resplandor de las lámparas incandescentes,
en forma de lirios de plata, se prendía en las burbujas que destellaban y subían
dentro de nuestras copas. Nuestros sillones, construidos según sus diseños, nos
COMO DE COSTUMBRE abrazaban y acariciaban en lugar de someterse a que nos sentásemos sobre
ellos; y había allí esa sibarítica atmósfera de sobremesa, cuando los
pensamientos vuelan gráciles, libres de las trabas de la exactitud. Y él nos la
Después de pasar la tarde en la plaza de costumbre -sentado en el escaño de expuso de este modo, señalando los puntos con su afilado índice, mientras que
costumbre-, el viejo se ha recogido temprano como es su costumbre. Sentado nosotros, arrellanados perezosamente, admirábamos su seriedad al tratar de
al borde de su cama, fría como de costumbre, comienza a desvestirse aquella nueva paradoja (eso la creíamos) y su fecundidad.
pausadamente como tiene por costumbre. Entre prenda y prenda, y casi por —Deben ustedes seguirme con atención. Tendré que discutir una o dos
costumbre, se queda un rato contemplando su sombra, negra como de ideas que están casi universalmente admitidas. Por ejemplo, la geometría que
costumbre. Dobla meticulosamente su ropa en la forma de costumbre y la deja les han enseñado en el colegio está basada sobre un concepto erróneo.
sobre la silla, coja por costumbre. En su listado pijamas de costumbre, tras —¿No es más bien excesivo con respecto a nosotros ese comienzo? —dijo
entrar al baño demorando lo de costumbre, revisa llaves y cerrojos como es su Filby, un personaje polemista de pelo rojo.

99 100
—No pienso pedirles que acepten nada sin motivo razonable para ello. Newcomb[2] expuso esto en la Sociedad Matemática de Nueva York hace un mes
Pronto admitirán lo que necesito de ustedes. Saben, naturalmente, que una linea aproximadamente. Saben ustedes que, sobre una superficie plana que no tenga
matemática de espesor nulo no tiene existencia real. ¿Les han enseñado esto? más que dos dimensiones, podemos representar la figura de un sólido de tres
Tampoco la posee un plano matemático. Estas cosas son simples abstracciones. dimensiones, e igualmente creen que por medio de modelos de tres dimensiones
—Esto está muy bien —dijo el Psicólogo. representarían uno de cuatro, si pudiesen conocer la perspectiva de la cosa.
—Ni poseyendo tan sólo longitud, anchura y espesor, un cubo tener ¿Comprenden?
existencia real. —Así lo creo —murmuró el Corregidor; y frunciendo las cejas se sumió en
—Eso lo impugno —dijo Filby—. Un cuerpo sólido puede, por supuesto, un estado de introversión, moviendo sus labios como quien repite unas palabras
existir. Todas las cosas reales... místicas—. Sí, creo que ahora le comprendo —dijo después de un rato,
—Eso cree la mayoría de la gente. Pero espere un momento, ¿puede un animándose de un modo completamente pasajero.
cubo instantáneo existir? —Bueno, no tengo por qué ocultarles que vengo trabajando hace tiempo
—No le sigo a usted —dijo Filby. sobre esa geometría de las Cuatro Dimensiones. Algunos de mis resultados son
—¿Un cubo que no lo sea en absoluto durante, algún tiempo puede tener curiosos. Por ejemplo, he aquí el retrato de un hombre a los ocho años, otro a
una existencia real? los quince, otro a los diecisiete, otro a los veintitrés, y así sucesivamente. Todas
Filby quedóse pensativo. éstas son sin duda secciones, por decirlo así, representaciones Tri-Dimensionales
—Evidentemente —prosiguió el Viajero a través del Tiempo— todo cuerpo de su ser de Cuatro Dimensiones, que es una cosa fija e inalterable.
real debe extenderse en cuatro direcciones: debe tener Longitud, Anchura, »Los hombres de ciencia —prosiguió el Viajero a través del Tiempo,
Espesor y... Duración. Pero debido a una flaqueza natural de la carne, que les después de una pausa necesaria para la adecuada asimilación de lo anterior—
explicaré dentro de un momento, tendemos a olvidar este hecho. Existen en saben muy bien que el Tiempo es únicamente una especie de Espacio. Aquí
realidad cuatro dimensiones, tres a las que llamamos los tres planos del Espacio, tienen un diagrama científico conocido, un indicador del tiempo. Esta línea que
y una cuarta, el Tiempo. Hay, sin embargo, una tendencia a establecer una sigo con el dedo muestra el movimiento del barómetro. Ayer estaba así de alto,
distinción imaginaria entre las tres primeras dimensiones y la última, porque anoche descendió, esta mañana ha vuelto a subir y llegado suavemente hasta
sucede que nuestra conciencia se mueve por intermitencias en una dirección a lo aquí. Con seguridad el mercurio no ha trazado esta linea en las dimensiones del
largo de la última desde el comienzo hasta el fin de nuestras vidas. Espacio generalmente admitidas. Indudablemente esa línea ha sido trazada, y
—Eso —dijo un muchacho muy joven, haciendo esfuerzos espasmódicos por ello debemos inferir que lo ha sido a lo largo de la dimensión del Tiempo.
para encender de nuevo su cigarro encima de la lámpara eso... es, realmente, —Pero —dijo el Doctor, mirando fijamente arder el carbón en la
muy claro. chimenea—, si el Tiempo es tan sólo una cuarta dimensión del Espacio, ¿por qué
—Ahora bien, resulta notabilisimo que se olvide esto con tanta frecuencia se le ha considerado siempre como algo diferente? ¿Y por qué no podemos
—continuó el Viajero a través del Tiempo en un ligero acceso de jovialidad—. movernos aquí y allá en el Tiempo como nos movemos y allá en las otras
Esto es lo que significa, en realidad, la Cuarta Dimensión, aunque ciertas gentes dimensiones del Espacio?
que hablan de la Cuarta Dimensión no sepan lo que es. Es solamente otra El viajero a través del Tiempo sonrió.
manera de considerar el Tiempo. No hay diferencia entre el Tiempo y —¿Esta usted seguro de que podemos movernos libremente en el Espacio?
cualesquiera de las tres dimensiones salvo que nuestra conciencia se mueve a lo Podemos ir a la derecha y a la izquierda, hacia adelante y hacia atrás con
largo de ellas. Pero algunos necios han captado el lado malo de esa idea. ¿No bastante libertad, y los hombres siempre lo han hecho. Admito que nos
han oído todos ustedes lo que han dicho esas gentes acerca de la Cuarta movernos libremente en dos dimensiones. Pero ¿cómo hacia arriba y hacia
Dimensión? abajo? La gravitación nos limita ahí.
—Yo no-dijo el Corregidor. —Eso no es del todo exacto —dijo el Doctor—. Ahí tiene usted los globos.
—Pues, sencillamente, esto. De ese Espacio, tal como nuestros —Pero antes de los globos, excepto en los saltos espasmódicos y en las
matemáticos lo entienden, se dice que tiene tres dimensiones, que pueden desigualdades de la superficie, el hombre no tenía libertad para el movimiento
llamarse Longitud, Anchura y Espesor, y que es siempre definible por referencia vertical.
a tres planos, cada uno de ellos en ángulo recto con los otros. algunas mentes —Aunque puede moverse un poco hacia arriba y hacia abajo-dijo el Doctor.
filosóficas se han preguntado: ¿por qué tres dimensiones, precisamente?, ¿por —Con facilidad, con mayor facilidad hacia abajo que hacia arriba.
qué no otra dirección en ángulos rectos con las otras tres? E incluso han —Y usted no puede moverse de ninguna manera en el Tiempo, no puede
intentado construir una geometría de Cuatro Dimensiones. El profesor Simon huir del momento presente.

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—Mi querido amigo, en eso es en lo que está usted pensado. Eso es —En cuyo caso le suspenderían a usted con seguridad en el primer curso.
justamente en lo que el mundo entero se equivoca. Estamos escapando siempre Los sabios alemanes ¡han mejorado tanto el griego!
del momento presente. Nuestras existencias mentales, que son inmateriales y —Entonces, ahí está el porvenir —dijo el Muchacho Muy Joven—.
que carecen de dimensiones, pasan a lo largo de la dimensión del Tiempo con ¡Figúrense! ¡Podría uno invertir todo su dinero, dejar que se acumulase con los
una velocidad uniforme, desde la cuna hasta la tumba. Lo mismo que intereses, y lanzarse hacia adelante!
viajaríamos hacia abajo si empezásemos nuestra existencia cincuenta millas por —A descubrir una sociedad —dije yo— asentada sobre una base
encima de la superficie terrestre. estrictamente comunista.
—Pero la gran dificultad es ésta —interrumpió el Psicólogo—: puede usted —De todas las teorías disparatadas y extravagantes —comenzó el
moverse de aquí para allá en todas las direcciones del Espacio; pero no puede Psicólogo.
usted moverse de aquí para allá en el Tiempo. —Sí, eso me parecía a mí, por lo cual no he hablado nunca de esto hasta...
—Ese es el origen de mi gran descubrimiento. Pero se equivoca usted al —¿Verificación experimental? —exclamé—. ¿Va usted a experimentar eso?
decir que no podemos movernos de aquí para allá en el Tiempo. Por ejemplo, si —¡El experimento! —exclamó Filby, que tenía el cerebro fatigado.
recuerdo muy vivamente un incidente, retrocedo al momento en que ocurrió: me —Déjenos presenciar su experimento de todos modos —dijo el Psicólogo—,
convierto en un distraído, como usted dice. Salto hacia atrás durante un aunque bien sabe usted que es todo patraña.
momento. Naturalmente, no tenemos medios de permanecer atrás durante un El Viajero a través del Tiempo nos sonrió a todos. o, sonriendo aún
período cualquiera de Tiempo, como tampoco un salvaje o un animal pueden levemente y con las manos hundidas en los bolsillos de sus pantalones, salió
sostenerse en el aire seis pies por encima de la tierra. Pero el hombre civilizado despacio de la habitación y oímos sus zapatillas arrastrarse por el largo corredor
está en mejores condiciones que el salvaje a ese respecto. Puede elevarse en un hacia su laboratorio.
globo pese a la gravitación; y ¿por qué no ha de poder esperarse que al final sea El Psicólogo nos miro.
capaz de detener o de acelerar su impulso a lo largo de la dimensión del Tiempo, —Y yo pregunto: ¿a qué ha ido?
o incluso de dar la vuelta y de viajar en el otro sentido? —Algún juego de manos, o cosa parecida —dijo el Doctor; y Filby intentó
—¡Oh!, eso... —comentó Filby— es... hablarnos de un prestidigitador que había visto en Burlesm[5]; pero antes de
—¿Por qué no ... ? —dijo el Viajero a través del Tiempo. que hubiese terminado su exordio, el Viajero a través del Tiempo volvió y la
—Eso va contra la razón —terminó Filby. anécdota de Filby fracasó.
—¿Qué razón? —dijo el Viajero a través del Tiempo.
—Puede usted por medio de la argumentación demostrar que lo negro es
blanco —dijo Filby—, pero no me convencerá usted nunca.
—Es posible —replicó el Viajero a través del Tiempo—. Pero ahora empieza
2 — LA MÁQUINA
usted a percibir el objeto de mis investigaciones en la geometría de Cuatro
Dimensiones. Hace mucho que tenía yo un vago vislumbre de una máquina...
—¡Para viajar a través del Tiempo! —exclamó el Muchacho Muy joven.
—Que viaje indistintamente en todas las direcciones del Espacio y del La cosa que el Viajero a través del Tiempo tenía en su mano era una
Tiempo, como decida el conductor de ella. brillante armazón metálica, apenas mayor que un relojito y muy delicadamente
Filby se contentó con reír. confeccionada. Había en aquello marfil y una sustancia cristalina y transparente.
—Pero he realizado la comprobación experimental —dijo el Viajero a través Y ahora debo ser explícito, pues lo que sigue —a menos que su explicación sea
del Tiempo. aceptada— es algo absolutamente inadmisible. Cogió él una de las mesitas
—Eso sería muy conveniente para el historiador —sugirió el Psicólogo—. octogonales que había esparcidas alrededor de la habitación y la colocó enfrente
¡Se podría viajar hacia atrás y confirmar el admitido relato de la batalla de de la chimenea, con dos patas sobre la alfombra. Puso la máquina encima de
Hastings[3], por ejemplo! ella. Luego acercó una silla y se sentó. El otro objeto que había sobre la mesa
—¿No cree usted que eso atraería la atención? —dijo el Doctor—. Nuestros era una lamparita con pantalla, cuya brillante luz daba de lleno sobre aquella
antepasados no tenían una gran tolerancia por los anacronismos. cosa. Había allí también una docena de bujías aproximadamente, dos en
—Podría uno aprender el griego de los propios labios de Homero y de candelabros de bronce sobre la repisa de la chimenea y otras varias en brazos
Platón[4] —sugirió el Muchacho Muy joven. de metal, así es que la habitación estaba profusamente iluminada. Me senté en
un sillón muy cerca del fuego y lo arrastré hacia adelante a fin estar casi entre el

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Viajero a través del Tiempo y el hogar. Filby se sentó detrás de él, mirando por El Psicólogo salió de su estupor y miró repentinamente de la mesa. Ante lo
encima de su hombro. El Doctor y el Corregidor le observaban de perfil desde la cual el Viajero a través del Tiempo rió jovialmente.
derecha, y el Psicólogo desde la izquierda. El Muchacho Muy joven se erguía —Bueno, ¿y qué? —dijo, rememorando al Psicólogo. Después se levantó,
detrás del Psicólogo. Estábamos todos sobre aviso. Me parece increíble que fue hacia el bote de tabaco que estaba sobre la repisa de la chimenea y, de
cualquier clase de treta, aunque sutilmente ideada y realizada con destreza, nos espaldas a nosotros, empezó a llenar su pipa.
hubiese engañado en esas condiciones. Nos mirábamos unos a otros con asombro.
El Viajero a través del Tiempo nos contempló, y luego a su máquina. —Dígame —preguntó el Doctor—: ¿ha hecho usted esto en serio? ¿Cree
—Bien, ¿y qué? —dijo el Psicólogo. usted seriamente que esa máquina viajará a través del tiempo?
—Este pequeño objeto —dijo el Viajero a través del Tiempo acodándose —Con toda certeza —contestó el Viajero a través del Tiempo, deteniéndose
sobre la mesa y juntando sus manos por encima del aparato— es sólo un para prender una cerilla en el fuego. Luego se volvió, encendiendo su pipa, para
modelo. Es mi modelo de una máquina para viajar a través del tiempo. mirar al Psicólogo de frente. (Este, para demostrar que no estaba trastornado,
Advertirán ustedes que parece singularmente ambigua y que esta varilla cogió un cigarro e intentó encenderlo sin cortarle la punta)—. Es más, tengo ahí
rutilante presenta un extraño aspecto, como si fuese en cierto modo irreal. una gran máquina casi terminada —y señaló hacia el laboratorio,—, y cuando
Y la señaló con el dedo. esté montada por completo, pienso hacer un viaje por mi propia cuenta.
—He aquí, también, una pequeña palanca blanca, y ahí otra. —¿Quiere usted decir que esa máquina viaja por el futuro? —dijo Filby.
El Doctor se levantó de su asiento y escudriñó el interior de la cosa. —Por el futuro y por el pasado..., no sé, con seguridad, por cuál.
—Está esmeradamente hecho —dijo. Después de una pausa el Psicólogo tuvo una inspiración.
—He tardado dos años en construirlo —replicó el Viajero a través del —De haber ido a alguna parte, habrá sido al pasado —dijo.
Tiempo. —¿Por qué? —preguntó el Viajero a través del Tiempo.
Luego, cuando todos hubimos imitado el acto del Doctor, aquél dijo: —Porque supongo que no se ha movido en el espacio; si viajase por el
—Ahora quiero que comprendan ustedes claramente que, al apretar esta futuro aún estaría aquí en este momento, puesto que debería viajar por el
palanca, envía la máquina a planear en el futuro y esta momento presente.
otra invierte el movimiento. Este soporte representa el asiento del Viajero —Pero —dije yo—, si viajase por el pasado, hubiera sido visible cuando
a través del Tiempo. Dentro de poco voy a mover la palanca, y la máquina entramos antes en esta habitación; y el jueves último cuando estuvimos aquí; y
partirá. Se desvanecerá, Se adentrará en el tiempo futuro, y desaparecerá. el jueves anterior a ése, ¡y así sucesivamente!
Mírenla a gusto. Examinen también la mesa, y convénzanse ustedes de que no —Serias objeciones —observó el Corregidor con aire de imparcialidad,
hay trampa. No quiero desperdiciar este modelo y que luego me digan que soy volviéndose hacia el Viajero a través del Tiempo.
un charlatán. —Nada de eso —dijo éste, y luego, dirigiéndose al Psicólogo—: piénselo.
Hubo, una pausa aproximada de un minuto. El Psicólogo pareció que iba a Usted puede explicar esto. Ya sabe usted que hay una representación bajo el
hablarme, pero cambió de idea. el Viajero a través del Tiempo adelantó su dedo umbral, una representación diluida.
hacia la palanca. —En efecto —dijo el Psicólogo, y nos tranquilizó—. es un simple punto de
—No —dijo de repente—. Déme su mano. psicología. Debería haber pensado en ello. Es bastante claro y sostiene la
Y volviéndose hacía el Psicólogo, le cogió la mano y le dijo que extendiese paradoja deliciosamente. No podemos ver, ni podemos apreciar esta como
el índice. De modo que fue el propio Psicólogo quien envió el modelo de la tampoco podemos ver el rayo de una rueda en plena rotación, o una bala
Máquina del Tiempo hacia su interminable viaje. Vimos todos bajarse la palanca. volando por el aire. Si viaja a través del tiempo cincuenta o cien veces más de
Estoy completamente seguro de que no hubo engaño. Sopló una ráfaga de aire, prisa que nosotros, si recorre un minuto mientras nosotros un segundo, la
y la llama de la lámpara se inclinó. Una de las bujías de la repisa de la chimenea impresión producida será, naturalmente, tan sólo una cincuentésima o una
se apagó y la maquinita giró en redondo de pronto, se hizo indistinta, la vimos centésima de lo que sería si no viajase a través del tiempo. Está bastante claro.
como un fantasma durante un segundo quizá, como un remolino de cobre y Paso su mano por el sitio donde había estado la máquina
marfil brillando débilmente; y partió... ¡se desvaneció! Sobre la mesa vacía no —¿Comprenden ustedes? —dijo riendo.
quedaba más que la lámpara. Seguimos sentados mirando fijamente la mesa vacía te casi un minuto.
Todos permanecimos silenciosos durante un minuto. Luego el Viajero a través del po nos preguntó qué pensábamos de todo aquello.
—¡Vaya con el chisme! —dijo Filby a continuación. —Me parece bastante plausible esta noche —dijo el r—; pero hay que
esperar hasta mañana. De día se ven las cosas de distinto modo.

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—¿Quieren ustedes ver la auténtica Máquina del Tiempo? —preguntó el nuestras mentes: su plausibilidad, es decir, su incredibilidad práctica, las
Viajero a través del Tiempo. curiosas posibilidades de anacronismo y de completa confusión que sugería. Por
Y, dicho esto, cogió una lámpara y mostró el camino el largo y oscuro mi parte, me preocupaba especialmente la treta del modelo. Recuerdo que lo
corredor hacia su laboratorio. Recuerdo vivamente la luz vacilante, la silueta de discutí con el Doctor, a quien encontré el viernes en el Linnaean. Dijo que había
su extraña y a cabeza, la danza de las sombras, cómo le seguíamos perplejos visto una cosa parecida en Tübingen[6], e insistía mucho en el apagón de la
pero incrédulos, y cómo allí, en el laboratorio, contemplamos una reproducción bujía. Pero no podía explicar cómo se efectuaba el engaño.
en gran tamaño de la maquinita que habíamos visto desvanecerse ante nuestros El jueves siguiente fui a Richmond —supongo que era yo uno de los más
ojos. Tenía partes de níquel, de marfil, otras que habían sido indudablemente asiduos invitados del Viajero a través del Tiempo,—, y como llegué tarde,
limadas o aserradas de un cristal de roca. La máquina estaba casi completa, encontré a cuatro o cinco hombres reunidos ya en su sala. El Doctor estaba
pero unas barras de cristal retorcido sin terminar estaban colocadas sobre un colocado delante del fuego con una hoja de papel en una mano y su reloj en la
banco de carpintero, junto a algunos planos; cogí una de aquéllas para otra. Busqué con la mirada al Viajero a través del Tiempo, y...
examinarla mejor. Parecía ser de cuarzo. —Son ahora las siete y media —dijo el Doctor—. Creo que haríamos mejor
—¡Vamos! —dijo el Doctor— . ¿Habla usted completamente en serio? ¿0 es en cenar.
esto una burla... como ese fantasma que nos enseñó usted la pasada Navidad? —¿Dónde está ... ? —dije yo, nombrando a nuestro anfitrión.
—Montado en esta máquina —dijo el Viajero a través del Tiempo, —¿Acaba usted de llegar? Es más bien extraño. Ha sufrido un retraso
levantando la lámpara— me propongo explorar el tiempo. ¿Está claro? No he inevitable. Me pide en esta nota que empecemos a cenar a las siete si él no ha
estado nunca en mi vida más serio. vuelto. Dice que lo explicará cuando llegue.
Ninguno sabíamos en absoluto cómo tomar aquello. —Es realmente una lástima dejar que se estropee la comida —dijo el
Capté la mirada de Filby por encima del hombro del Doctor, y me guiñó Director de un diario muy conocido; y, al punto, el Doctor tocó el timbre.
solemnemente un ojo. El Psicólogo, el Doctor y yo éramos los únicos que habíamos asistido a la
comida anterior. Los otros concurrentes eran Blank, el mencionado Director,
cierto periodista y otro —un hombre tranquilo, tímido, con barba— a quien yo no
conocía y que, por lo que pude observar, no despegó los labios en toda la noche.
3 — EL VIAJERO A TRAVÉS DEL TIEMPO VUELVE
Se hicieron algunas conjeturas en la mesa sobre la ausencia del Viajero a través
del Tiempo, y yo sugerí con humor semijocoso que estaría viajando a través del
tiempo. El Director del diario quiso que le explicasen aquello, y el Psicólogo le
Creo que ninguno de nosotros creyó en absoluto ni por un momento en la
hizo gustoso un relato de «la ingeniosa paradoja y del engaño» de que habíamos
Máquina del Tiempo. El hecho es que el Viajero a través del Tiempo era uno de
sido testigos días antes. Estaba en la mitad de su exposición cuando la puerta
esos hombres demasiado inteligentes para ser creídos; con él teníase la
del corredor se abrió lentamente y sin ruido. Estaba yo sentado frente a dicha
sensación de que nunca se le percibía por entero; sospechaba uno siempre en él
puerta y fui el primero en verlo.
alguna sutil reserva, alguna genialidad emboscada, detrás de su lúcida
—¡Hola! —dije—. ¡Por fin!
franqueza. De haber sido Filby quien nos hubiese enseñado el modelo y
La puerta se abrió del todo y el Viajero a través del Tiempo se presentó
explicado la cuestión con las palabras del Viajero a través del Tiempo, ante nosotros. Lancé un grito de sorpresa.
habríamosle mostrado mucho menos escepticismo. Porque hubiésemos —¡Cielo santo! ¿Qué pasa amigo? —exclamó el Doctor, que lo vio después.
comprendido sus motivos: un carnicero entendería a Filby. Pero el Viajero a
Y todos los presentes se volvieron hacia la puerta.
través del Tiempo tenía más de un rasgo de fantasía entre sus elementos, y
Aparecía nuestro anfitrión en un estado asombroso. Su chaqueta estaba
desconfiábamos de él. Cosas que hubieran hecho la fama de un hombre menos
polvorienta y sucia, manchada de verde en las mangas, y su pelo enmarañado
inteligente parecían supercherías en sus manos. Es un error hacer las cosas con
me pareció más gris, ya fuera por el polvo y la suciedad o porque estuviese
demasiada facilidad. Las gentes serias que le tomaban en serio no se sentían
ahora descolorido. Tenía la cara atrozmente pálida y en su mentón un corte
nunca seguras de su proceder; sabían en cierto modo que confiar sus
oscuro, a medio cicatrizar; su expresión era ansiosa y descompuesta como por
reputaciones al juicio de él era como amueblar un cuarto para niños con loza
un intenso sufrimiento. Durante un instante vaciló en el umbral, como si le
muy fina. Por eso no creo que ninguno de nosotros haya hablado mucho del
cegase la luz. Luego entró en la habitación. Vi que andaba exactamente como un
viaje a través del tiempo en el intervalo entre aquel jueves y el siguiente,
cojo que tiene los pies doloridos de vagabundear. Le mirábamos en silencio,
aunque sus extrañas capacidades cruzasen indudablemente por muchas de
esperando a que hablase.

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No dijo una palabra, pero se acercó penosamente a la mesa e hizo un —Estoy seguro de que se trata de la Máquina del Tiempo —dije; y reanudé
ademán hacia el vino. El Director del diario llenó una copa de champaña y la el relato del Psicólogo de nuestra reunión anterior. Los nuevos invitados se
empujó hacia él. La vació, pareciendo sentirse mejor. Miró a su alrededor, y la mostraron francamente incrédulos. El Director del diario planteaba objeciones.
sombra de su antigua sonrisa fluctuó sobre su rostro. —¿Qué era aquello del viaje por el tiempo? ¿No puede un hombre cubrirse
—¿Qué ha estado usted haciendo bajo tierra, amigo mío? —dijo el Doctor. él mismo de polvo revolcándose en una paradoja?
El Viajero a través del Tiempo no pareció oír. Y luego, como la idea tocaba su cuerda sensible, recurrió a la caricatura.
—Permítame que le interrumpa —dijo, con vacilante pronunciación—. Estoy ¿No había ningún cepillo de ropa en el Futuro? El Periodista tampoco quería
muy bien. creer a ningún precio, y se unió al Director en la fácil tarea de colmar de ridículo
Se detuvo, tendió su copa para que la llenasen de nuevo, y cogiéndola la la cuestión entera. Ambos eran de esa nueva clase de periodistas jóvenes muy
volvió a vaciar. alegres e irrespetuosos.
—Esto sienta bien —dijo. Sus ojos grises brillaron, y un ligero color afloró a —Nuestro corresponsal especial para los artículos de pasado mañana... —
sus mejillas. Su mirada revoloteó sobre nuestros rostros con cierta apagada estaba diciendo el Periodista (o más bien gritando) cuando el Viajero a través del
aprobación y luego recorrió el cuarto caliente y confortable. Después habló de Tiempo volvió. Se había vestido de etiqueta y nada, salvo su mirada ansiosa,
nuevo, como buscando su camino entre sus palabras—. Voy a lavarme y a quedaba del cambio que me había sobrecogido.
vestirme, y luego bajaré y explicaré las cosas. Guárdenme un poco de ese —Dígame —preguntó riendo el Director—, estos muchachos cuentan que
carnero. Me muero de hambre y quisiera comer algo. ha estado usted viajando ¡por la mitad de la semana próxima! Díganos todo lo
Vio al Director del diario, que rara vez iba a visitarlo, y le preguntó cómo referente al pequeño Rosebery[8], ¿quiere? ¿Cuánto pide usted por la serie de
estaba. El Director inició una pregunta. artículos?
—Le contestaré en seguida —dijo el Viajero a través del Tiempo,—. El Viajero a través del Tiempo fue a sentarse al sitio reservado para él sin
¡Estoy... raro! Todo marchará bien dentro de un minuto. pronunciar una palabra. Sonrió tranquilamente a su antigua manera.
Dejó su copa, y fue hacia la puerta de la escalera. Noté de nuevo su cojera —¿Dónde está mi carnero? —dijo—. ¡Qué placer este de clavar de nuevo
y el pesado ruido de sus pisadas y, levantándome en mi sitio, vi sus pies al salir. un tenedor en la carne!
No llevaba en ellos más que unos calcetines harapientos y manchados de —Eso es un cuento! —exclamó el Director.
sangre. Luego la puerta se cerró tras él. Tuve intención de seguirle, pero recordé —¡Maldito cuento! —dijo el Viajero a través del Tiempo—. Necesito comer
cuánto le disgustaba que se preocupasen de él. Durante un minuto, quizá, algo. No quiero decir una palabra hasta que haya introducido un poco de
estuve ensimismado. Luego oí decir al Director del diario: «Notable conducta de peptona en mis arterias. Gracias. Y la sal.
un eminente sabio», pensando (según solía) en epígrafes de periódicos Y esto —Una palabra —dije yo—. ¿Ha estado usted viajando a través del tiempo?
volvió mi atención hacia la brillante mesa. —Sí —dijo el Viajero a través del Tiempo, con la boca asintiendo con la
—¿Qué broma es ésta? —dijo el Periodista—. ¿Es que estado haciendo de cabeza.
pordiosero aficionado? No lo entiendo. —Pago la línea a un chelín por una reseña al pie de la letra —dijo el
Tropecé con los ojos del Psicólogo, y leí mi propia interpretación en su Director del diario.
cara. Pensé en el Viajero a través del Tiempo cojeando penosamente al subir la El Viajero a través del Tiempo empujó su copa hacia el Hombre Silencioso
escalera. No creo ningún otro hubiera notado su cojera. y la golpeó con la uña, a lo cual el Hombre Silencioso, que lo estaba mirando
El primero en recobrarse por completo de su asombro fue el Doctor, que fijamente a la cara, se estremeció convulsivamente, y le sirvió vino. El resto de
tocó el timbre —el Viajero a través del Tiempo detestaba tener a los criados la cena transcurrió embarazosamente. Por mi parte, repentinas preguntas
esperando durante la comida— para que sirviesen un plato caliente. En ese seguían subiendo a mis labios, y me atrevo a decir que a los demás les sucedía
momento el Director cogió su cuchillo y su tenedor con un gruñido, y el hombre lo mismo. El Periodista intentó disminuir la tensión contando anécdotas de Hettie
silencioso siguió su ejemplo. La cena se reanudó. Durante un breve rato la Potter. El Viajero dedicaba su atención a la comida, mostrando el apetito de un
conversación fue una serie de exclamaciones, con pausas de asombro; y luego el vagabundo. El Doctor fumaba un cigarrillo y contemplaba al Viajero a través del
Director mostró una vehemente curiosidad. Tiempo con los ojos entornados. El Hombre Silencioso parecía más desmañado
—¿Aumenta nuestro amigo su modesta renta pasando a gente por un que de costumbre, y bebía champan con una regularidad y una decisión
vado? ¿0 tiene fases de Nabucodonosor[7]? —pregunto. evidentemente nerviosas. Al fin el Viajero a través del Tiempo apartó su plato, y
nos miró a todos.

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—Creo que debo disculparme —dijo—. Estaba simplemente muerto de bronce, torcido; pero el resto sigue bastante firme. Esperaba haberlo terminado
hambre. He pasado una temporada asombrosa. el viernes; pero ese día, cuando el montaje completo estaba casi hecho, me
Alargó la mano para coger un cigarro, y le cortó la punta. encontré con que una de las barras de níquel era exactamente una pulgada más
—Peroro vengan al salón de fumar. Es un relato demasiado largo para corta y esto me obligó a rehacerla; por eso el aparato no estuvo acabado hasta
contarlo entre platos grasientos. esta mañana. Fue, pues, a las diez de hoy cuando la primera de todas las
Y tocando el timbre al pasar, nos condujo a la habitación contigua. Máquinas del Tiempo comenzó su carrera. Le di un último toque, probé todos los
—¿Ha hablado usted a Blank, a Dash y a Chose de la máquina? —me tornillos de nuevo, eché una gota de aceite más en la varilla de cuarzo y me
preguntó, echándose hacia atrás en su sillón y nombrando a los tres nuevos senté en el soporte. Supongo que el suicida que mantiene una pistola contra su
invitados. cráneo debe de sentir la misma admiración por lo que va a suceder, que
—Pero la máquina es una simple paradoja —dijo el Director del diario. experimenté yo entonces. Cogí la palanca de arranque con una mano y la de
—No puedo discutir esta noche. No tengo inconveniente en contarles la freno con la otra, apreté con fuerza la primera, y casi inmediatamente la
aventura, pero no puedo discutirla. segunda. Me pareció tambalearme; tuve una sensación pesadillesca de caída; y
Quiero —continuó— relatarles lo que me ha sucedido, si les parece, pero mirando alrededor, vi el laboratorio exactamente como antes— ¿Había ocurrido
deberán abstenerse de hacer interrupciones. Necesito contar esto. De mala algo? Por un momento sospeché que mi intelecto me había engañado. Observé
manera. Gran parte de mi relato les sonará a falso. ¡Sea! Es cierto (palabra por el reloj. Un momento antes, eso me pareció, marcaba un minuto o así después
palabra) a pesar de todo. Estaba yo en mi laboratorio a las cuatro, y desde de las diez, ¡y ahora eran casi las tres y media!
entonces... He vivido ocho días..., ¡unos días tales como ningún ser humano los Respiré, apretando los dientes, así con las dos manos la palanca de
ha vivido nunca antes! Estoy casi agotado, pero no dormiré hasta que les haya arranque, y partí con un crujido. El laboratorio se volvió brumoso y luego oscuro.
contado esto a ustedes. Entonces me iré a acostar. Pero ¡nada de La señora Watchets, mi ama de llaves, apareció y fue, al parecer sin verme,
interrupciones! ¿De acuerdo? hacia la puerta del jardín. Supongo que necesitó un minuto o así para cruzar ese
—De acuerdo —dijo el Director, y los demás hicimos eco: «De acuerdo.» Y espacio, pero me pareció que iba disparada a través de la habitación como un
con esto el Viajero a través del Tiempo comenzó su relato tal como lo transcribo cohete. Empujé la palanca hasta su posición extrema. La noche llegó como se
a continuación. Se echó hacia atrás en su sillón al principio, y habló como un apaga una lámpara, y en otro momento vino la mañana. El laboratorio se tomó
hombre rendido. Después se mostró más animado. Al poner esto por escrito desvaído y brumoso, y luego cada vez más desvaído. Llegó la noche de mañana,
siento tan sólo con mucha agudeza la insuficiencia de la pluma y la tinta y, sobre después el día de nuevo, otra vez la noche; luego, volvió el día, y así
todo, mi propia insuficiencia para expresarlo en su valor. Supongo que lo leerán sucesivamente más y más de prisa. Un murmullo vertiginoso llenaba mis oídos,
ustedes con la suficiente atención; pero no pueden ver al pálido narrador ni su y una extraña, silenciosa confusión descendía sobre mi mente.
franco rostro en el brillante círculo de la lamparita, ni oír el tono de su voz. ¡No Temo no poder transmitir las peculiares sensaciones del viaje a través del
pueden ustedes conocer cómo su expresión seguía las fases de su relato! tiempo. Son extremadamente desagradables. Se experimenta un sentimiento
Muchos de sus oyentes estábamos en la sombra, pues las bujías del salón de sumamente parecido al que se tiene en las montañas rusas zigzagueantes (¡un
fumar no habían sido encendidas, y únicamente estaban iluminadas la cara del irresistible movimiento como si se precipitase uno de cabeza!). Sentí también la
Periodista y las piernas del Hombre Silencioso de las rodillas para abajo. Al misma horrible anticipación de inminente aplastamiento. Cuando emprendí la
principio nos mirábamos de vez en cuando unos a otros. Pasado un rato dejamos marcha, la noche seguía al día como el aleteo de un ala negra. La oscura
de hacerlo, y contemplamos tan sólo el rostro del Viajero a través del Tiempo. percepción del laboratorio pareció ahora debilitarse en mí, y vi el sol saltar
rápidamente por el cielo, brincando a cada minuto, y cada minuto marcando un
día. Supuse que el laboratorio había quedado destruido y que estaba yo al aire
libre. Tuve la oscura impresión de hallarme sobre un andamiaje, pero iba ya
4 — EL VIAJE A TRAVÉS DEL TIEMPO
demasiado de prisa para tener conciencia de cualquier cosa movible. El caracol
más lento que se haya nunca arrastrado se precipitaba con demasiada velocidad
para mí. La centelleante sucesión de oscuridad y de luz era sumamente dolorosa
—Ya he hablado a algunos de ustedes el jueves último de los principios de para los ojos. Luego, en las tinieblas intermitentes vi la luna girando
la Máquina del Tiempo, y mostrado el propio aparato tal como estaba entonces, rápidamente a través de sus fases desde la nueva hasta la llena, y tuve un débil
sin terminar, en el taller. Allí está ahora, un poco fatigado por el viaje, atisbo de las órbitas de las estrellas. Pronto, mientras avanzaba con velocidad
realmente; una de las barras de marfil está agrietada y uno de los carriles de creciente aún, la palpitación de la noche y del día se fundió en una continua

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grisura; el cielo tomó una maravillosa intensidad azul, un espléndido y luminoso veces mientras estaba construyendo la máquina; pero entonces la había yo
color como el de un temprano amanecer; el sol saltarín se convirtió en una raya aceptado alegremente, como un riesgo inevitable, ¡uno de esos riesgos que un
de fuego, en un arco brillante en el espacio, la luna en una débil faja oscilante; y hombre tiene que admitir! Ahora que el riesgo era inevitable, ya no lo
no pude ver nada de estrellas, sino de vez en cuando un círculo brillante consideraba bajo la misma alegre luz. El hecho es que, insensiblemente, la
fluctuando en el azul. absoluta rareza de todo aquello, la débil sacudida y el bamboleo de la máquina,
La vista era brumosa e incierta. Seguía yo situado en la de la colina sobre y sobre todo la sensación de caída prolongada, habían alterado por completo mis
la cual está ahora construida esta casa y el saliente se elevaba por encima de nervios. Me dije a mí mismo que no podría detenerme nunca, y en un acceso de
mí, gris y confuso. Vi unos árboles crecer y cambiar como bocanadas de vapor, enojo decidí pararme inmediatamente. Como un loco impaciente, tiré de la
tan pronto pardos como verdes: crecían, se desarrollaban, se quebraban y palanca y acto seguido el aparato se tambaleó y salí despedido de cabeza por el
desaparecían. Vi alzarse edificios vagos y bellos y pasar como sueños. La aire.
superficie de la tierra parecía cambiada, disipándose y fluyendo bajo mis ojos. Hubo un ruido retumbante de trueno en mis oídos. Debí quedarme aturdido
Las manecillas sobre los cuadrantes que registraban mi velocidad giraban cada un momento. Un despiadado granizo silbaba a mi alrededor, y me encontré
vez más de prisa. Pronto observé que el círculo solar oscilaba de arriba abajo, sentado sobre una blanda hierba, frente a la máquina volcada. Todo. me pareció
solsticio a solsticio, en un minuto o menos, y que, por consiguiente, mi marcha gris todavía, pero pronto observé que el confuso ruido en mis oídos había
era de más de un año por minuto; y minuto por minuto la blanca nieve desaparecido. Miré en derredor. Estaba lo que parecía ser un pequeño prado de
destellaba sobre el mundo, y se disipaba, siendo seguida por el verdor brillante y un jardín, rodeado de macizos de rododendros; y observé que sus flores malva y
corto de la primavera. púrpura caían como una lluvia bajo el golpeteo de las piedras de granizo. La
Las sensaciones desagradables de la salida eran menos punzantes ahora. rebotante y danzarina granizada caía en una nubecilla sobre la máquina, y se
Se fundieron al fin en una especie de hilaridad histérica. Noté, sin embargo, un moría a lo largo de la tierra como una humareda. En un momento me encontré
pesado bamboleo de la máquina, que era yo incapaz de explicarme. Pero mi calado hasta los huesos.
mente se hallaba demasiado confusa para fijarse en eso, de modo que, con una Bonita hospitalidad —dije— con un hombre que ha viajado innumerables
especie de locura que aumentaba en mí, me precipité en el futuro. Al principio años para veros.
no pensé apenas en detenerme, no pensé apenas sino en aquellas nuevas Pronto pensé que era estúpido dejarse empapar. Me levanté y miré a mi
sensaciones. Pero pronto una nueva serie de impresiones me vino a la mente — alrededor. Una figura colosal, esculpida al parecer en una piedra blanca,
cierta curiosidad y luego cierto temor—, hasta que por último se apoderaron de aparecía confusamente más allá de los rododendros, a través del aguacero
mi por completo. ¡Qué extraños desenvolvimientos de la Humanidad, qué brumoso. Pero todo el resto del mundo era invisible.
maravillosos avances sobre nuestra rudimentaria civilización, *Pensé, iban a Sería difícil describir mis sensaciones. Como las columnas de granizo
aparecérseme cuando llegase a contemplar de cerca el vago y fugaz mundo que disminuían, vi la figura blanca más claramente. Parecía muy voluminosa, pues
desfilaba rápido y que fluctuaba ante mis ojos! Vi una grande y espléndida un abedul plateado tocaba sus hombros. Era de mármol blanco, algo parecida en
arquitectura elevarse a mi alrededor, más sólida que cualquiera de los edificios su forma a una esfinge alada; pero las alas, en lugar de llevarlas verticalmente a
de nuestro tiempo; y, sin embargo, parecía construida de trémula luz y de los lados, estaban desplegadas de modo que parecían planear. El pedestal me
niebla. Vi un verdor más rico extenderse sobre la colina, y permanecer allí sin pareció que era de bronce y estaba cubierto de un espeso verdín. Sucedió que la
interrupción invernal. Aun a través del velo de mi confusión la tierra parecía muy cara estaba de frente a mí; los ojos sin vista parecían mirarme; había la débil
bella. Y así vino a mi mente la cuestión de detener la máquina. sombra de una sonrisa sobre sus labios. Estaba muy deteriorada por el tiempo, y
El riesgo especial estaba en la posibilidad de encontrarme alguna sustancia ello le comunicaba una desagradable impresión de enfermedad. Permanecí
en el espacio que yo o la máquina ocupábamos. Mientras viajaba a una gran contemplándola un breve momento, medio minuto quizá, o media hora. Parecía
velocidad a través del tiempo, esto importaba poco: el peligro estaba, por decirlo avanzar y retroceder según cayese delante de ella el granizo más denso o más
así, atenuado, ¡deslizándome como un vapor a través de los intersticios de las espaciado. Por último aparté mis ojos de ella por un momento, y vi que la
sustancias intermedias! Pero llegar a detenerme entrañaba el aplastamiento de cortina de granizo aparecía más transparente, y que el cielo se iluminaba con la
mí mismo, molécula por molécula, contra lo que se hallase en mi ruta; promesa del sol.
significaba poner a mis átomos en tan íntimo contacto con los del obstáculo, que Volví a mirar a la figura blanca, agachado, y la plena temeridad de mi viaje
una profunda reacción química —tal vez una explosión de gran alcance— se se me apareció de repente. ¿Qué iba a suceder cuando aquella cortina brumosa
produciría, lanzándonos a mí y a mi aparato fuera de todas las dimensiones se hubiera retirado por entero? ¿Qué podría haberles sucedido a los hombres?
posibles... en lo Desconocido. Esta posibilidad se me había ocurrido muchas ¿Qué hacer si la crueldad se había convertido en una pasión común? ¿Qué, si en

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ese intervalo la raza había perdido su virilidad, desarrollándose como algo
inhumano, indiferente y abrumadoramente potente? Yo podría parecer algún
salvaje del viejo mundo, pero el más espantoso por nuestra común semejanza,
un ser inmundo que habría que matar inmediatamente. 5 — EN LA EDAD DE ORO
Ya veía yo otras amplias formas: enormes edificios con intricados
parapetos y altas columnas, entre una colina oscuramente arbolada que llegaba
hasta mí a través de la tormenta encalmada. Me sentí presa de un terror pánico. En un momento estuvimos cara a cara, yo y aquel ser frágil, mas allá del
Volví frenéticamente hacia la Máquina del Tiempo, y me esforcé penosamente en futuro. Vino directamente a mí y se echó a reír en mis narices. La ausencia en su
reajustarla. Mientras lo intentaba los rayos del sol traspasaron la tronada. El gris expresión de todo signo de miedo me impresionó en seguida. Luego se volvió
aguacero había pasado y se desvaneció como las vestiduras arrastradas por un hacia los otros dos que le seguían y les habló en una lengua extraña muy dulce y
fantasma. Encima de mí, en el azul intenso del cielo estival, jirones oscuros y armoniosa.
ligeros de nubes remolineaban en la nada. Los grandes edificios a mi alrededor Acudieron otros más, y pronto tuve a mi alrededor un pequeño grupo de
se elevaban claros y nítidos, brillantes con la lluvia de la tormenta, y resultando unos ocho o diez de aquellos exquisitos seres. Uno de ellos se dirigió a mí. Se
blancos por las piedras de granizo sin derretir, amontonadas a lo largo de sus me ocurrió, de un modo bastante singular, que mi voz era demasiado áspera y
hiladas. Me sentía desnudo en un extraño mundo. Experimenté lo que quizá profunda para ellos. Por eso moví la cabeza y, señalando mis oídos, la volví a
experimenta un pájaro en el aire claro, cuando sabe que el gavilán vuela y mover. Dio él un paso hacia delante, vaciló tocó mi mano. Entonces sentí otros
quiere precipitarse sobre él. Mi pavor se tornaba frenético. Hice una larga suaves tentáculos sobre mi espalda y mis hombros. Querían comprobar si era yo
aspiración, apreté los dientes, y luché de nuevo furiosamente, empleando las un ser real. No había en esto absolutamente nada de alarmante. En verdad
muñecas y las rodillas, con la máquina. Cedió bajo mi desesperado esfuerzo y tenían algo aquellas lindas gentes que inspiraba confianza: una graciosa dulzura,
retrocedió. Golpeó violentamente mi barbilla. Con una mano sobre el asiento y la cierta desenvoltura infantil. Y, además, parecían tan frágiles que me imaginé a
otra sobre la palanca permanecí jadeando penosamente en actitud de montarme mí mismo derribando una docena entera de ellos como si fuesen bolos. Pero hice
de nuevo. un movimiento repentino para cuando vi sus manitas rosadas palpando la
Pero con la esperanza de una pronta retirada recobré mi valor. Miré con Máquina del Tiempo. Afortunadamente, entonces, cuando no era todavía
más curiosidad y menos temor aquel mundo del remoto futuro. Por una abertura demasiado tarde, pensé en un peligro del que me había olvidado hasta aquel
circular, muy alta en el muro del edificio más cercano, divisé un grupo de figuras momento, y, tomando las barras de la máquina, desprendí las pequeñas
vestidas con ricos y suaves ropajes. Me habían visto, y sus caras estaban vueltas palancas que la hubieran puesto en movimiento y las metí en mi bolsillo. Luego
hacia mí. intenté hallar el medio de comunicarme con ellos.
Oí entonces voces que se acercaban. Viniendo a través de los macizos que Entonces, viendo más de cerca sus rasgos, percibí nuevas particularidades
crecían junto a la Esfinge Blanca, veía las cabezas y los hombros de unos seres en su tipo de belleza, muy de porcelana de Desde[9]. Su pelo, que estaba rizado
corriendo. Uno de ellos surgió de una senda que conducía directamente al por igual, terminaba en punta sobre el cuello y las mejillas; no se veía el más
pequeño prado en el cual permanecía con mi máquina. Era una ligera criatura — leve indicio de vello en su cara, y sus orejas eran singularmente menudas. Las
de una estatura quizá de cuatro pies— vestida con una túnica púrpura, ceñida al bocas, pequeñas, de un rojo brillante, de labios más bien delgados, y las
talle por un cinturón de cuero. Unas sandalias o coturnos —no pude distinguir barbillas reducidas, acababan en punta. Los ojos grandes y apacibles, y —esto
claramente lo que eran— calzaban sus pies; sus piernas estaban desnudas hasta puede parecer egoísmo por mi parte— me imaginé entonces que les faltaba
las rodillas, y su cabeza al aire. Al observar esto, me di cuenta por primera vez cierta parte del interés que había yo esperado encontrar en ellos.
de lo cálido que era el aire. Como no hacían esfuerzo alguno para comunicarse conmigo, sino que me
Me impresionaron la belleza y la gracia de aquel ser, aunque me chocó rodeaban simplemente, sonriendo y hablando entre ellos en suave tono
también su fragilidad indescriptible. Su cara sonrosada me recordó mucho la arrullado, inicié la conversación. Señalé hacia la máquina del Tiempo y hacia mí
clase de belleza de los tísicos, esa belleza hética de la que tanto hemos oído mismo. Luego, vacilando un momento sobre cómo expresar la idea de tiempo,
hablar. Al verle recobré de pronto la confianza. Aparté mis manos de la máquina. indiqué el sol con el dedo. Inmediatamente una figura pequeña, lindamente
arcaica, vestida con una estofa blanca y púrpura, siguió mi gesto y, después, me
dejó atónito imitando el ruido del trueno.
Durante un instante me quedé tambaleante, aunque la importancia de su
gesto era suficientemente clara.

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Una pregunta se me ocurrió bruscamente: ¿estaban locos aquellos seres? La enorme puerta daba a un vestíbulo relativamente grande, tapizado de
Les sería difícil a ustedes comprender cómo se me ocurrió aquello. Ya saben que oscuro. El techo estaba en la sombra, y las ventanas, guarnecidas en parte de
he previsto siempre que las gentes del año 802.000 y tantos nos adelantarán cristales de colores y desprovistas de ellos, dejaban pasar una luz suave. El
increíblemente en conocimientos, arte, en todo. Y, en seguida, uno de ellos me suelo estaba hecho de inmensos bloques de un metal muy duro, no de planchas
hacía de repente una pregunta que probaba que su nivel intelectual era el de un ni de losas; pensé que debía estar tan desgastado por el ir y venir de pasadas
niño de cinco años, que me preguntaba en realidad ¡si había yo llegado del sol generaciones, debido a los hondos surcos que había a lo largo de los caminos
con la tronada! Lo cual alteró la opinión que me había formado de ellos por sus más frecuentados. Transversalmente a su longitud había innumerables mesas
vestiduras, sus miembros frágiles y ligeros y sus delicadas facciones. Una oleada hechas de losas de pulimentada, elevadas, quizá, un pie del suelo, y sobre ellas
de desengaño cayó sobre mi mente. Durante un momento sentí que había montones de frutas. Reconocí algunas como una especie de frambuesas y
construido la Máquina del Tiempo en vano. naranjas hipertrofiadas, pero la mayoría eran muy raras.
Incliné la cabeza, señalando hacia el sol, e interpreté tal, gráficamente un Entre las mesas había esparcidos numerosos cojines. Mis guías se sentaron
trueno, que los hice estremecer. Se apartaron todos un paso o más y se sobre ellos, indicándome que hiciese otro tanto. Con una grata ausencia de
inclinaron. Entonces uno de ellos avanzó riendo hacia mí, llevando una guirnalda ceremonia comenzaron a comer las frutas con sus manos, arrojando las pieles,
de bellas flores, que me eran desconocidas por completo, y me la puso al cuello. las pepitas y lo demás, dentro de unas aberturas redondas que había a los lados
La idea fue acogida con un melodioso aplauso; y pronto todos empezaron a de las mesas. Estaba yo dispuesto a seguir su ejemplo, pues me sentía sediento
correr de una parte a otra cogiendo flores; y, riendo, me las arrojaban hasta que y hambriento. Mientras lo hacía, observé el vestíbulo con todo sosiego.
estuve casi asfixiado bajo el amontonamiento. Ustedes que no han visto nunca Y quizá la cosa que me chocó más fue su aspecto ruinoso. Los cristales de
nada parecido, apenas podrán figurarse qué flores delicadas y maravillosas han color, que mostraban un solo modelo geométrico, estaban rotos en muchos
creado innumerables anos de cultura. Después, uno de ellos sugirió que su sitios y las cortinas que colgaban sobre el extremo inferior aparecían cubiertas
juguete debía ser exhibido en el edificio más próximo y así me llevaron más allá de polvo. Y mi mirada descubrió que la esquina de la mesa de mármol, cercana
de la esfinge de mármol blanco, que parecía haber estado mirándome entretanto a mí, estaba rota. No obstante lo cual, el efecto general era de suma
con una sonrisa ante mi asombro, hacia un amplio edificio gris de piedra suntuosidad y muy pintoresco. Había allí, quizá, un par de centenares de gente
desgastada. Mientras iba con ellos, volvió a mi mente con irresistible júbilo el comiendo en el vestíbulo; y muchas de ellas, sentadas tan cerca de mí como
recuerdo de mis confiadas anticipaciones de una posteridad hondamente seria e podían, me contemplaban con interés, brillándoles los ojillos sobre el fruto que
intelectual. comían. Todas estaban vestidas con la misma tela suave, sedeña y, sin
El edificio tenía una enorme entrada y era todo él de colosales embargo, fuerte.
dimensiones. Estaba yo naturalmente muy ocupado por la creciente multitud de La fruta, dicho sea de paso, constituía todo su régimen alimenticio. Aquella
gentes menudas y por las grandes puertas que se abrían ante mí sombrías y gente del remoto futuro era estrictamente vegetariana, y mientras estuve con
misteriosas. Mi impresión general del mundo que veía sobre sus cabezas era la ella, pese a algunos deseos carnívoros, tuve que ser frugívoro. Realmente, vi
de un confuso derroche de hermosos arbustos y de flores, de un jardín largo después que los caballos, el ganado, las ovejas, los perros, habían seguido al
tiempo descuidado y, sin embargo, sin malas hierbas. Divisé un gran número de ictiosaurio en su extinción. Pero las frutas eran en verdad deliciosas; una en
extrañas flores blancas, de altos tallos, que medían quizá un pie en sus pétalos particular, que pareció estar en sazón durante todo el tiempo que permanecí allí
de cera extendidos. Crecían desperdigadas, silvestres, entre los diversos —una fruta harinosa de envoltura triangular—, era especialmente sabrosa, e hice
arbustos, pero, como ya he dicho, no pude examinarlas de cerca en aquel de ella mi alimento habitual. Al principio me desconcertaban todas aquellas
momento. La Máquina del Tiempo quedó abandonada sobre la hierba, entre los extrañas frutas, y las flores raras que veía, pero después empecé a comprender
rododendros. su importancia.
El arco de la entrada estaba ricamente esculpido, pero, naturalmente, no Y ahora ya les he hablado a ustedes bastante de mi alimentación frugívora
pude observar desde muy cerca las esculturas, aunque me pareció vislumbrar en el lejano futuro. Tan pronto como calmé un poco mi apetito, decidí hacer una
indicios de antiguos adornos fenicios al pasar y me sorprendió que estuvieran enérgica tentativa para aprender el lenguaje de aquellos nuevos compañeros
muy rotos y deteriorados por el tiempo. Vinieron a mi encuentro en la puerta míos. Era, evidentemente, lo primero que debía hacer. Las frutas parecían una
varios seres brillantemente ataviados, entramos, yo vestido con deslucidas ropas cosa adecuada para iniciar aquel aprendizaje, y cogiendo una la levanté
del siglo XIX, de aspecto bastante grotesco, enguirnaldado de flores, y rodeado esbozando una serie de sonidos y de gestos interrogativos. Tuve una gran
de una remolineante masa de vestidos alegres y suavemente coloridos y de dificultad en dar a entender mi propósito. Al principio mis intentos tropezaron
miembros tersos y blancos en un melodoso corro de risas y de alegres palabras. con unas miradas fijas de sorpresa o con risas inextinguibles, pero pronto una

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criatura de cabellos rubios pareció captar mi intención y repitió un nombre. Ellos mundo, pues aparecía ruinoso. En un pequeño sendero que ascendía a la colina,
charlaron y se explicaron largamente la cuestión unos a otros, y mis primeras por ejemplo, había un amontonamiento de granito, ligado por masas de
tentativas de imitar los exquisitos y sonidos de su lenguaje produjeron una aluminio, un amplio laberinto de murallas escarpadas y de piedras
enorme e ingenua, ya que no cortés, diversión. Sin embargo, me sentí un desmoronadas, entre las cuales crecían espesos macizos de bellas plantas en
maestro de escuela rodeado de niños, insistí, y conté con una veintena de forma de pagoda —ortigas probablemente—, pero de hojas maravillosamente
nombres sustantivos, por lo menos, a mi disposición; luego llegué a los coloridas de marrón y que no podían pinchar. Eran evidentemente los restos
pronombres demostrativos e incluso al verbo «comer». Pero era una tarea lenta, abandonados de alguna gran construcción, erigida con un fin que no podía yo
y aquellos pequeños seres se cansaron pronto y quisieron huir de mis determinar. Era allí donde estaba yo destinado, en una fecha posterior, a llevar a
interrogaciones, por lo cual decidí, más bien por necesidad, dejar que cabo una experiencia muy extraña —primer indicio de un descubrimiento más
impartiesen sus lecciones en pequeñas dosis cuando se sintieran inclinados a extraño aún—, pero de la cual hablaré en su adecuado lugar.
ello. Y en me di cuenta de que tenía que ser en dosis muy pequeñas, pues jamás Miré alrededor con un repentino pensamiento, desde una terraza en la cual
he visto gente más indolente ni que se cansase con mayor facilidad. descansé un rato, y me di cuenta de que no había allí ninguna casa pequeña. Al
parecer, la mansión corriente, y probablemente la casa de familia, habían
desaparecido. Aquí y allá entre la verdura había edificios semejantes a palacios,
pero la casa normal y la de campo, que prestan unos rasgos tan característicos a
nuestro paisaje inglés, habían desaparecido.
6 — EL OCASO DE LA HUMANIDAD
«Es el comunismo», dije para mí.
Y pisándole los talones a éste vino otro pensamiento. Miré la media docena
de figuritas que me seguían. Entonces, en un relámpago, percibí que todas
Pronto descubrí una cosa extraña en relación con mis pequeños tenían la misma forma de vestido, la misma cara imberbe y suave, y la misma
huéspedes: su falta de interés. Venían a mí con gritos anhelantes de asombro, morbidez femenil de miembros. Podrá parecer extraño, quizá, que no hubiese yo
como niños; pero cesaban en seguida de examinarme, y se apartaban para ir en notado aquello antes. Pero ¡era todo tan extraño! Ahora veo el hecho con plena
pos de algún otro juguete. Terminadas la comida y mis tentativas de claridad. En el vestido y en todas las diferencias de contextura y de porte que
conversación, observé por primera vez que casi todos los que me rodeaban al marcan hoy la distinción entre uno y otro sexo, aquella gente del futuro era
principio se habían ido. Y resulta también extraño cuán rápidamente llegué a no idéntica. Y los hijos no parecían ser a mis ojos sino las miniaturas de sus padres.
hacer caso de aquella gente menuda. Franqueé la puerta y me encontré de Pensé entonces que los niños de aquel tiempo eran sumamente precoces, al
nuevo a la luz del sol del mundo, una vez satisfecha mi hambre. Encontré menos físicamente, y pude después comprobar ampliamente mi opinión.
continuamente más grupos de aquellos hombres del futuro, que me seguían a Viendo la desenvoltura y la seguridad en que vivían aquellas gentes,
corta distancia, parloteando y riendo a mi costa, y habiéndome sonreído y hecho comprendí que aquel estrecho parecido de los sexos era, después de todo, lo
gestos de una manera amistosa, me dejaban entregado a mis propios que podía esperarse; pues la fuerza de un hombre y la delicadeza de una mujer,
pensamientos. la institución de la familia y la diferenciación de ocupaciones son simples
La calma de la noche se extendía sobre el mundo cuando salí del gran necesidades militantes de una edad de fuerza física. Allí donde la población es
vestíbulo y la escena estaba iluminada por el cálido resplandor del sol poniente. equilibrada y abundante, muchos nacimientos llegan a ser un mal más que un
Al principio las cosas aparecían muy confusas. Todo era completamente distinto beneficio para el Estado; allí donde la violencia es rara y la prole es segura, hay
del mundo que yo conocía; hasta las flores. El enorme edificio que acababa de menos necesidad —realmente no existe la, necesidad— de una familia eficaz, y
abandonar estaba situado sobre la ladera de un valle por el que corría un ancho la especialización de los sexos con referencia a las necesidades de sus hijos
río; pero el Támesis[10] había sido desviado, a una milla aproximadamente de u desaparece Vemos algunos indicios de esto hasta en nuestro propio tiempo, y en
actual posición. Decidí subir a la cumbre de una colina, a una milla y medida esa edad futura era un hecho consumado. Esto, debo recordárselo a ustedes, era
poco más o menos de allí, desde donde podría tener una amplia vista de este una conjetura que hacia yo en aquel momento. Después, iba a poder apreciar
nuestro planeta en el año de gracia 802.701. Pues ésta era, como debería — cuán lejos estaba de la realidad.
haberlo explicado, la fecha que los pequeños cuadrantes de mi máquina Mientras meditaba sobre estas cosas, atrajo mi atención una linda y
señalaban. pequeña construcción, parecida a un pozo bajo una cúpula. Pensé de modo
Mientras caminaba, estaba alerta a toda impresión que pudiera pasajero en la singularidad de que existiese aún un pozo, y luego reanudé el hilo
probablemente explicarme el estado de ruinoso esplendor en que encontré al de mis teorías. No había grandes edificios hasta la cumbre de la colina, Y corno

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mis facultades motrices eran evidentemente milagrosas, pronto me encontré esto estará mejor organizado y será incluso mejor. Esta es la dirección de la
solo por primera vez. Con una extraña sensación de libertad y de aventura corriente a pesar de los remansos. El mundo entero será inteligente, culto y
avancé h la cumbre. servicial; las cosas se moverán más y más de prisa hacia la sumisión de la
Allí encontré un asiento hecho de un metal amarillo, no reconocí, corroído a Naturaleza. Al final, sabia y cuidadosamente, reajustaremos el equilibrio de la
trechos por una especie de o rosado y semicubierto de blando musgo; tenía los vida animal y vegetal para adaptarlas a nuestras necesidades humanas.
brazos vaciados y bruñidos en forma de cabezas de grifo. Me senté y contemplé Este reajuste, digo yo, debe haber sido hecho y bien hecho, realmente
la amplia visión de nuestro viejo mundo bajo el sol poniente de aquel largo día. para siempre, en el espacio de tiempo a través del cual mi máquina había
Era uno de los más bellos y agradables espectáculos que he visto nunca. El sol saltado. El aire estaba libre de mosquitos, la tierra de malas hierbas y de
se había puesto ya por debajo del horizonte y el oeste era de oro llameante, hongos; por todas partes había frutas y flores deliciosas; brillantes mariposas
tocado por algunas barras horizontales de púrpura y carmesí. Por debajo estaba revoloteaban aquí y allá. El ideal de la medicina preventiva estaba alcanzado.
el valle del Támesis en donde el río se extendía como una banda de acero pulido. Las enfermedades, suprimidas. No vi ningún indicio de enfermedad contagiosa
He hablado ya de los grandes palacios que despuntaban entre el abigarrado durante toda mi estancia allí. Y ya les contaré más adelante que hasta el proceso
verdor, algunos en ruinas y otros ocupados aún. Aquí y allá surgía una figura de la putrefacción y de la vejez había sido profundamente afectado por aquellos
blanca o plateada en el devastado jardín de la tierra, aquí y allá aparecía la cambios.
afilada línea vertical de alguna cúpula u obelisco. No había setos, ni señales de Se habían conseguido también triunfos sociales. Veía yo la Humanidad
derechos de propiedad, ni muestras de agricultura; la tierra entera se había alojada en espléndidas moradas, suntuosamente vestida; y, sin embargo, no
convertido en un jardín. había encontrado aquella gente ocupada en ninguna faena.
Contemplando esto, comencé a urdir mi interpretación acerca de las cosas Allí no había signo alguno de lucha, ni social ni económica. La tienda, el
que había visto, y dada la forma que tomó para mí aquella noche, mi anuncio, el tráfico, todo ese comercio que constituye la realidad de nuestro
interpretación fue algo por el siguiente estilo (después vi que había encontrado mundo había desaparecido. Era natural que en aquella noche preciosa me
solamente una semiverdad, o vislumbrado únicamente una faceta de la verdad): apresurase a aprovechar la idea de un paraíso social. La dificultad del aumento
Me pareció encontrarme en la decadencia de la Humanidad. El ocaso rojizo de población había sido resuelta, supongo, y la población cesó de aumentar.
me hizo pensar en el ocaso de la Humanidad. Por primera vez empecé a Pero con semejante cambio de condición vienen las inevitables
comprender una singular consecuencia del esfuerzo social en que estamos ahora adaptaciones a dicho cambio. A menos que la ciencia biológica sea un montón de
comprometidos. Y sin embargo, créanlo, ésta es una consecuencia bastante errores, ¿cuál es la causa de la inteligencia y del vigor humanos? Las
lógica. La fuerza es el resultado de la necesidad; la seguridad establece un penalidades y la libertad: condiciones bajo las cuales el ser activo, fuerte y apto,
premio a la debilidad. La obra de mejoramiento de las condiciones de vida —el sobrevive, y el débil sucumbe; condiciones que recompensan la alianza leal de
verdadero proceso civilizador que hace la vida cada vez más segura— había los hombres capaces basadas en la autocontención, la paciencia y la decisión. Y
avanzado constantemente hacia su culminación. Un triunfo de una Humanidad la institución de la familia y las emociones que entraña, los celos feroces, la
unida sobre la Naturaleza había seguido a otro. Cosas que ahora son tan sólo ternura por los hijos, la abnegación de los padres, todo ello encuentra su
sueños habían llegado a ser proyectos deliberadamente emprendidos y llevados justificación y su apoyo en los peligros inminentes que amenazan a los jóvenes.
adelante. ¡Y lo que yo veía era el fruto de aquello! Ahora, ¿dónde están esos peligros inminentes? Se origina aquí un sentimiento
Después de todo, la salubridad y la agricultura de hoy día se hallan aún en que crecerá contra los celos conyugales, contra la maternidad feroz, contra toda
una etapa rudimentaria. La ciencia de nuestro tiempo no ha atacado más que clase de pasiones; cosas inútiles ahora, cosas que nos hacen sentirnos molestos,
una pequeña división del canipo de las enfermedades humanas, pero, aun así, supervivientes salvajes y discordantes en una vida refinada y grata.
extiende sus operaciones de modo constante y persistente. Nuestra agricultura y Pensé en la pequeñez física de la gente, en su falta de inteligencia, en
nuestra horticultura destruyen una mala hierba sólo aquí y allá y cultivan quizá aquellas enormes y profundas ruinas; y esto fortaleció mi creencia en una
una veintena aproximadamente de plantas saludables, dejando que la mayoría conquista perfecta de la Naturaleza. Porque después de la batalla viene la calma.
luche por equilibrarse como pueda. Mejoran-los nuestras plantas y nuestros La Humanidad había sido fuerte, enérgica e inteligente, y había utilizado su
animales favoritos —¡y qué pocos son!— gradualmente, por vía selectiva; ora un abundante vitalidad para modificar las condiciones bajo las cuales vivía. Y ahora
melocotón mejor, ora. y más grande y perfumada, ora una raza de ganado llegaba la reacción de aquellas condiciones cambiadas.
vacuno más conveniente. Los mejoramos gradualmente, porque nuestros ideales Bajo las nuevas condiciones de bienestar y de seguridad perfectos, esa
son vagos y tanteadores, y nuestro conocimiento muy limitado, pues la bulliciosa energía, que es nuestra fuerza, llegaría a ser debilidad. Hasta en
Naturaleza es también tímida y lenta en nuestras manos torpes. Algún día todo nuestro tiempo ciertas inclinaciones y deseos, en otro tiempo necesarios para

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sobrevivir, son un constante origen de fracaso. La valentía física y el amor al Busqué con los ojos el edificio que conocía. Luego mi mirada corrió a lo
combate, por ejemplo, no representan una gran ayuda —pueden incluso ser largo de la figura de la Esfinge Blanca sobre su pedestal de bronce, cada vez
obstáculos— para el hombre civilizado. Y en un estado de equilibrio físico y de más visible a medida que la luz de la luna ascendente se hacía más brillante.
seguridad, la potencia, tanto intelectual como física, estaría fuera de lugar. Podía yo ver el argentado abedul enfrente. Había allí, por un lado, el macizo de
Pensé que durante incontables años no había habido peligro alguno de guerra o rododendros, negro en la pálida claridad, v por el otro la pequeña pradera, que
de violencia aislada, ningún peligro de fieras, ninguna enfermedad agotadora volví a contemplar. Una extraña duda heló mi satisfacción. «No», me dije con
que haya requerido una constitución vigorosa, ni necesitado un trabajo asiduo. resolución, «ésa no es la pradera».
Para una vida tal, los que llamaríamos débiles se hallan tan bien pertrechados Pero era la pradera. Pues la lívida faz leprosa de la esfinge estaba vuelta
como los fuertes, no son realmente débiles. Mejor pertrechados en realidad, hacia allí. ¿Pueden ustedes imaginar lo que sentí cuando tuve la plena convicción
pues los fuertes estarían gastados por una energía para la cual no hay salida. de ello? No Podrían. ¡La Máquina del Tiempo había desaparecido!
Era indudable que la exquisita belleza de los edificios que yo veía era el En seguida, como un latigazo en la cara, se me ocurrió la posibilidad de
resultado de las últimas agitaciones de la energía ahora sin fin determinado de la perder mi propia época, de quedar abandonado e impotente en aquel extraño
Humanidad, antes de haberse asentado en la perfecta armonía con las mundo nuevo. El simple pensamiento de esto representaba una verdadera
condiciones bajo las cuales vivía: el florecimiento de ese triunfo que fue el sensación física. Sentía que me agarraba por la garganta, cortándome la.
comienzo de la última gran paz. Esta ha sido siempre la suerte de la energía en respiración. Un momento después sufrí un ataque de miedo y corrí con largas
seguridad; se consagra al arte y al erotismo, y luego vienen-la languidez y la zancadas ladera abajo. En seguida tropecé, caí de cabeza y me hice un corte en
decadencia. la cara; no perdí el tiempo en restañar la sangre, sino que salté de nuevo en pie
Hasta ese impulso artístico deberá desaparecer al final —había y seguí corriendo, mientras me escurría la sangre caliente por la mejilla y el
desaparecido casi en el Tiempo que yo veía —. Adornarse ellos mismos con mentón. Y mientras corría me iba diciendo a mí mismo: «La han movido un
flores, danzar, cantar al sol; esto era lo que quedaba del espíritu artístico y nada poco, la han empujado debajo del macizo, fuera del camino.» Sin embargo,
más. Aun eso desaparecería al final, dando lugar a una satisfecha inactividad. corría todo cuanto me era posible. Todo el tiempo, con la certeza que algunas
Somos afilados sin cesar sobre la muela del dolor y de la necesidad, y, según me veces acompaña a un miedo excesivo, yo sabía que tal, seguridad era una
parecía, ¡he aquí que aquella odiosa muela se rompía al fin! locura, sabía instintivamente que la máquina había sido transportada fuera de mi
Permanecí allí en las condensadas tinieblas pensando que con aquella alcance. Respiraba penosamente. Supongo que recorrí la distancia entera desde
simple explicación había yo dominado el problema del mundo, dominando el la cumbre de la colina hasta la pradera, dos millas aproximadamente, en diez
secreto entero de aquel delicioso pueblo. Tal vez los obstáculos por ellos ideados minutos. Y no soy ya un joven. Mientras iba corriendo maldecía en voz alta mi
para detener el aumento de población habían tenido demasiado buen éxito, y su necia confianza, derrochando así mi aliento. Gritaba muy fuerte y nadie
número, en lugar de permanecer estacionario, había más bien disminuido. Esto contestaba. Ningún ser parecía agitarse en aquel mundo iluminado por la luna.
hubiese explicado aquellas ruinas abandonadas. Era muy sencilla mi explicación Cuando llegué a la pradera mis peores temores se realizaron. No se veía el
y bastante plausible, ¡como lo son la mayoría de las teorías equivocadas! menor rastro de la máquina. Me sentí desfallecido y helado cuando estuve frente
al espacio vacío, entre la negra maraña de los arbustos. Corrí furiosamente
alrededor, como si la máquina pudiera estar oculta en algún rincón, y luego me
detuve en seco, agarrándome el pelo con las manos. Por encima de mí
descollaba la esfinge, sobre su pedestal de bronce, blanca, brillante, leprosa,
bajo la luz de la luna que ascendía. Parecía reírse burlonamente de mi congoja.
Pude haberme consolado a mí mismo imaginando que los pequeños seres
7 — UNA CONMOCIÓN REPENTINA habían llevado por mí el aparato a algún refugio, de no haber tenido la seguridad
de su incapacidad física e intelectual. Esto era lo que me acongojaba: la
sensación de algún poder insospechado hasta entonces, por cuya intervención
Mientras permanecía meditando sobre este triunfo demasiado perfecto del mi invento había desaparecido. Sin embargo, estaba seguro de una cosa: salvo
hombre, la luna llena, amarilla y jibosa, salió entre un desbordamiento de luz que alguna otra.
plateada, al nordeste. Las brillantes figuritas cesaron de moverse debajo de mí, Época hubiera construido un duplicado exacto, la máquina no podía
un búho silencioso revoloteó, y me estremecí con el frío de la noche. Decidí haberse movido a través del tiempo. Las conexiones de las palancas —les
descender y elegir un sitio donde poder dormir. mostraré después el sistema— impiden que, una vez quitadas, nadie pueda

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ponerla en movimiento de ninguna manera. Había sido transportada y escondida abandono y desesperación. Entonces las cosas se aclararon en mi mente. Con la
solamente en el espacio. Pero, entonces, ¿dónde podía estar? clara razonable luz del día, podía considerar de frente mis circunstancias. Me di
Creo que debí ser presa de una especie de frenesí. Recuerdo haber cuenta de la grandísima locura cometida en mi frenesí de la noche anterior, pude
recorrido violentamente por dentro y por fuera, a la luz de la luna, todos los razonar conmigo mismo. «¿Suponer lo peor? —me dije—. ¿Suponer que la
arbustos que rodeaban a la esfinge, y asustado en la incierta claridad a algún máquina está enteramente perdida, destruida, quizá? Me importa estar
animal blanco al que tomé por un cervatillo. Recuerdo también, ya muy tranquilo, ser paciente, aprender el modo de ser de esta gente, adquirir una idea
avanzada la noche, haber aporreado las matas con mis puños cerrados hasta clara de cómo se ha Perdido mi aparato, y los medios de conseguir materiales y
que mis articulaciones quedaron heridas y sangrantes por las ramas partidas. herramientas; a fin de poder, al final, construir tal vez otro.» Tenía que ser
Luego, sollozando y delirando en mi angustia de espíritu, descendí hasta el gran aquélla mi única esperanza, una mísera esperanza tal vez, pero mejor que la
edificio de piedra. El enorme vestíbulo estaba oscuro, silencioso y desierto. desesperación. Y, después de todo, era aquél un mundo bello y curioso.
Resbalé sobre un suelo desigual y caí encima de una de las mesas de malaquita, Pero probablemente la máquina había sido tan sólo sustraída. Aun así,
casi rompiéndome la espinilla. Encendí una cerilla y penetré al otro lado de las debía yo mantenerme sereno, tener Paciencia, buscar el sitio del escondite, y
cortinas polvorientas de las que les he hablado recuperarla por la fuerza o con astucia. Y con esto me puse en pie rápidamente y
Allí encontré un segundo gran vestíbulo cubierto de cojines, sobre los miré a mi alrededor, preguntándome dónde Podría lavarme. Sentíame fatigado,
cuales dormían, quizá, una veintena de aquellos pequeños seres. Estoy seguro entumecido y sucio a causa del viaje. El frescor de la mañana me hizo desear
de que encontraron mi segunda aparición bastante extraña, surgiendo una frescura igual. Había agotado mi emoción. Realmente, buscando lo que
repentinamente de la tranquila oscuridad con ruidos inarticulados y el chasquido necesitaba, me sentí asombrado de mi intensa excitación de la noche anterior.
y la llama de una cerilla. Porque ellos habían olvidado lo que eran las cerillas. Examiné cuidadosamente el suelo de la praderita. Perdí un rato en fútiles
«¿Dónde está mi Máquina del Tiempo?», comencé, chillando como un niño preguntas dirigidas lo mejor que pude a aquellas gentecillas que se acercaban.
furioso, asiéndolos y sacudiéndolos a un tiempo. Debió parecerles muy raro Todos fueron incapaces de comprender mis gestos; algunos se mostraron
aquello. Algunos rieron, la mayoría parecieron dolorosamente amedrentados. simplemente estúpidos; otros creyeron que era una chanza, y se rieron en mis
Cuando vi que formaban corro a mi alrededor, se me ocurrió que estaba narices. Fue para mí la tarea más difícil del mundo impedir que mis manos
haciendo una cosa tan necia como era posible hacerla en aquellas circunstancias, cayesen sobre sus lindas caras rientes. Era un loco impulso, pero el demonio
intentando revivir la sensación de miedo. Porque razonando conforme a su engendrado por el miedo y la cólera ciega estaba mal refrenado y aun ansioso
comportamiento a la luz del día: pensé que el miedo debía estar olvidado. de aprovecharse de mi perplejidad. La hierba me trajo un mejor consejo.
Bruscamente tiré la cerilla, y, chocando con algunos de aquellos seres en Encontré unos surcos marcados en ella, aproximadamente a mitad de camino
mi carrera, crucé otra vez, desatinado, el enorme comedor hasta Regar afuera entre el pedestal de la esfinge y las huellas de pasos de mis pies, a —mi llegada.
bajo la luz de la luna. Oí gritos de terror y sus piececitos corriendo y tropezando Había alrededor otras señales de traslación, con extrañas y estrechas huellas de
aquí y allá. No recuerdo todo lo que hice mientras la luna ascendía por el cielo. pasos tales que las pude creer hechas por un perezoso[11]. Esto dirigió mi
Supongo que era la circunstancia inesperada de mi pérdida lo que me atención más cerca del pedestal.
enloquecía. Sentíame desesperanzado, separado de mi propia especie, —como Era éste, como creo haber dicho, de bronce. No se trataba de un simple
un extraño animal en un mundo desconocido. Debí desvariar de un lado para bloque, sino que estaba ambiciosamente adornado con unos paneles hondos a
otro, chillando y vociferando contra Dios y el Destino. Recuerdo que sentí una cada lado.
horrible fatiga, mientras la larga noche de desesperación transcurría; que remiré Me acerqué a golpearlos. El pedestal era hueco. Examinando los paneles
en tal o cual sitio imposible; que anduve a tientas entre las ruinas iluminadas minuciosamente, observé que quedaba una abertura entre ellos y el marco. No
por la luna y que toqué extrañas criaturas en las negras sombras, y, por último, había allí asas ni cerraduras, pero era posible que aquellos paneles, si eran
que me tendí sobre la tierra junto a la esfinge, llorando por mi absoluta puertas como yo suponía, se abriesen hacia dentro. Una cosa aparecía clara a mi
desdicha, pues hasta la cólera por haber cometido la locura de abandonar la inteligencia. No necesité un gran esfuerzo mental para inferir que mi Máquina
máquina había desaparecido con mi fuerza. No me quedaba más que mi del Tiempo estaba dentro de aquel pedestal. Pero cómo había llegado hasta allí
desgracia. Luego me dormí, N, cuando desperté otra vez era ya muy de día, y era un problema diferente.
una pareja dé gorriones brincaba a mi alrededor sobre la hierba, al alcance de Vi las cabezas de dos seres vestidos color naranja, entre las matas y bajo
mi mano. unos manzanos cubiertos de flores, venir hacia mí. Me volví a ellos sonriendo y
Me senté en el frescor de la mañana, —intentando recordar cómo había llamándoles por señas. Llegaron a mi lado, y entonces, señalando el pedestal de
llegado hasta allí, y por qué experimentaba una tan profunda sensación de bronce, intenté darles a entender mi deseo de abrirlo. Pero a mi primer gesto

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hacia allí se comportaron de un modo muy extraño. No sé cómo describirles a Hice todos los progresos que pude en su lengua, y, además, proseguí mis
ustedes su expresión. Supongan que hacen a una dama de fino temperamento exploraciones aquí y allá. A menos que no haya tenido en cuenta algún punto —
unos gestos groseros e impropios; la actitud que esa dama adoptaría fue la de sutil, su lengua parecía excesivamente simple, compuesta casi exclusivamente
ellos. Se alejaron como si hubiesen recibido el último insulto. Intenté una de sustantivos concretos y verbos. En lo relativo a los sustantivos abstractos,
amable mímica parecida ante un mocito vestido de blanco, con el mismo parecía haber pocos (si los había). Empleaban escasamente el lenguaje figurado.
resultado exactamente. De un modo u otro su actitud me dejó avergonzado de Como sus frases eran por lo general simples y de dos palabras, no pude darles a
mí mismo. Pero, como ustedes comprenderán, yo deseaba recuperar la Máquina entender ni comprender yo sino las cosas más sencillas. Decidí apartar la idea de
del Tiempo, e hice una nueva tentativa. Cuando le vi a éste dar la vuelta, como mi Máquina del Tiempo y el misterio de las puertas de bronce de la esfinge hasta
los otros, mi mal humor predominó. En tres zancadas le alcancé, le cogí por la donde fuera posible, en un rincón de mi memoria, esperando que mi creciente
parte suelta de su vestido alrededor del cuello, y le empecé a arrastrar hacia la conocimiento me llevase a ella por un camino natural. Sin embargo, cierto
esfinge. Entonces vi tal horror y tal repugnancia en su rostro' que le solté de sentimiento, como podrán ustedes comprender, me retenía en un círculo de
repente. unas cuantas millas alrededor del sitio de mi llegada.
Pero no quería declararme vencido aún. Golpeé con los puños los paneles
de bronce. Creí oír algún movimiento dentro —para ser más claro, creí percibir
un ruido como de risas sofocadas—, pero debí equivocarme. Entonces fui a
8 — EXPLICACIÓN
buscar una gruesa piedra al río, y volví a martillar con ella los paneles hasta que
hube aplastado una espiral de los adornos, y cayó el verdín en laminillas
polvorientas. La delicada gentecilla debió de oírme golpear en violentas
arremetidas hasta una milla, pero no se acercó. Vi una multitud de ellos por las Hasta donde podía ver, el mundo entero desplegaba la misma exuberante
laderas, mirándome furtivamente. Al final, sofocado y rendido, me senté para riqueza que el valle del Támesis. Desde cada colina a la que yo subía, vi la
vigilar aquel sitio. Pero estaba demasiado inquieto para vigilar largo rato. soy misma profusión de edificios espléndidos, infinitamente variados de materiales y
demasiado occidental para una larga vigilancia. Puedo trabajar durante años de estilos; los mismos amontonamientos de árboles de hoja perenne, los mismos
enteros en un problema, pero aguardar inactivo durante veinticuatro horas es árboles cargados de flores y los mismos altos helechos. Aquí y allá el agua
otra cuestión. brillaba como plata, y más lejos la tierra se elevaba en azules ondulaciones de
Después de un rato me levanté, y empecé a caminar a la ventura entre la colinas, y desaparecía así en la serenidad del cielo. Un rasgo peculiar que pronto
maleza, hacia la colina otra vez. «Paciencia —me dije—; si quieres recuperar tu atrajo mi atención fue la presencia de ciertos pozos circulares, varios de ellos,
máquina debes dejar sola a la esfinge. Si piensan quitártela, de poco sirve según me pareció, de una profundidad muy grande. Uno se hallaba situado cerca
destrozar sus paneles de bronce, y si no piensan hacerlo, te la devolverán tan del sendero que subía a la colina, y que yo había seguido durante mi primera
pronto como se la pidas. Velar entre todas esas cosas desconocidas ante un caminata. Como los otros, estaba bordeado de bronce, curiosamente forjado, y
rompecabezas como éste es desesperante. Representa una línea de conducta protegido de la lluvia por una pequeña cúpula. Sentado sobre el borde de
que lleva a la demencia. Enfréntate con este mundo. Aprende sus usos, aquellos pozos, y escrutando su oscuro fondo, no pude divisar ningún centelleo
obsérvale, abstente de hacer conjeturas demasiado precipitadas en cuanto a sus de agua, ni conseguir ningún reflejo con la llama de una cerilla. Pero en todos
intenciones; al final encontrarás la pista de todo esto.» Entonces, me di cuenta ellos oí cierto ruido: un toc-toc-toc, parecido a la pulsación de alguna enorme
de repente de lo cómico de la situación: el recuerdo de los años que había máquina; y descubrí, por la llama de mis cerillas, que una corriente continua de
gastado en estudios y trabajos para adentrarme en el tiempo futuro y, ahora, aire soplaba abajo, dentro del hueco de los pozos. Además, arrojé un pedazo de
una ardiente ansiedad por salir de él. Me había creado la más complicada y papel en el orificio de uno de ellos; y en vez de descender revoloteando
desesperante trampa que haya podido inventar nunca un hombre. Aunque era a lentamente, fue velozmente aspirado y se perdió de vista.
mi propia costa, no pude remediarlo. Me reí a carcajadas. También, después de un rato, llegué a relacionar aquellos pozos con altas
Cuando cruzaba el enorme palacio, parecióme que aquellas gentecillas me torres que se elevaban aquí y allá sobre las laderas; pues había con frecuencia
esquivaban. Podían ser figuraciones mías, o algo relacionado con mis golpes en por encima de ellas es, misma fluctuación que se percibe en un día caluroso
las puertas de bronce. Estaba, sin embargo, casi seguro de que me rehuían. sobre una playa abrasada por el sol. Enlazando estas cosas, llegué a la firme
Pese a lo cual tuve buen cuidado de mostrar que no me importaba, y de, presunción de un amplio sistema de ventilación subterránea, cuya verdadera
abstenerme de perseguirles, y en el transcurso de uno o dos días las cosas significación érame dificil imaginar. Me incliné al principio a asociarlo con la
volvieron a su antiguo estado.

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instalación sanitaria de aquellas gentes. Era una conclusión evidente, pero Volvamos, entonces, a la Máquina del Tiempo: alguien, no sabía yo quién,
absolutamente equivocada. la había encerrado en el pedestal hueco de la Esfinge Blanca. ¿Por qué? A fe mía
Y aquí debo admitir que he aprendido muy poco de desagües, de campanas no pude imaginarlo. Había también aquellos pozos sin agua, aquellas columnas
y de modos de transporte, y de comodidades parecidas, durante el tiempo de mi de aireación. Comprendí que me faltaba una pista. Comprendí..., ¿cómo les
estancia en aquel futuro real. En algunas de aquellas visiones de Utopía[12] y de explicaría aquello? Supónganse que encuentran ustedes una inscripción, con
los tiempos por venir que he leído, hay una gran cantidad de detalles sobre la frases aquí y allá en un excelente y claro inglés, e, interpoladas con esto, otras
construcción, las ordenaciones sociales y demás cosas de ese género. Pero compuestas de palabras, incluso de letras, absolutamente desconocidas para
aunque tales detalles son bastante fáciles de obtener cuando el mundo entero se ustedes. ¡Pues bien, al tercer día de mi visita, así era como se me presentaba el
halla contenido en la sola imaginación, son por completo inaccesibles para un mundo del año 802.701!
auténtico viajero mezclado con la realidad, como me encontré allí. Ese día, también, me eché una amiga... en cierto modo. Sucedió que,
¡Imagínense ustedes lo que contaría de Londres un negro recién llegado cuando estaba yo contemplando a algunos de aquellos seres bañándose en un
del África central al regresar a su tribu! ¿Qué podría él saber de las compañías bajío, uno de ellos sufrió un calambre, y empezó a ser arrastrado por el agua. La
de ferrocarriles, de los movimientos sociales, del teléfono y el telégrafo, de la corriente principal era más bien rápida, aunque no demasiado fuerte para un
compañía de envío de paquetes a domicilio, de los giros postales y de otras nadador regular. Les daré a ustedes una idea, por tanto, de la extraña
cosas parecidas? ¡Sin embargo, nosotros accederíamos, cuando menos, a imperfección de aquellas criaturas, cuando les diga que ninguna hizo el más leve
explicarle esas cosas! E incluso de lo que él supiese, ¿qué le haría comprender o gesto para interitar salvar al pequeño ser que gritando débilmente se estaba
creer a su amigo que no hubiese viajado? ¡Piensen, además, qué escasa ahogando ante sus ojos. Cuando me di cuenta de ello, me despojé rápidamente
distancia hay entre un negro y un blanco de nuestro propio tiempo, y qué de la ropa, y vadeando el agua por un sitio más abajo, agarré aquella cosa
extenso espacio existía entre aquellos seres de la Edad de oro y yo! Me daba menuda y la puse a salvo en la orilla. Unas ligeras fricciones sus miembros la
cuenta de muchas cosas invisibles que contribuían a mi bienestar; pero salvo por reanimaron pronto, y tuve la satisfacción de verla completamente bien antes de
una impresión general de organización automática, temo no poder hacerles separarme de ella. Tenía tan poca estimación por los de su raza que no esperé
comprender a ustedes sino muy poco de esa diferencia. ninguna gratitud de la muchachita. Sin embargo, en esto me equivocaba.
En lo referente a la sepultura, por ejemplo, no podía yo ver signos de Lo relatado ocurrió por la mañana. Por la tarde encontré a mi mujercilla —
cremación, ni nada que sugiriese tumbas. Pero se me ocurrió que, posiblemente, eso supuse que era— cuando regresaba yo hacia mi centro de una exploración.
habría cementerios (u hornos crematorios) en alguna parte, más allá de mi línea Me recibió con gritos de deleite, y me ofreció una gran guirnalda de flores, hecha
de exploración. Fue ésta, de nuevo, una pregunta que me planteé evidentemente para mí. Aquello impresionó mi imagina
deliberadamente y mi curiosidad sufrió un completo fracaso al principio con Es muy posible que me sintiese solo-Sea como fuere, hice cuanto pude
respecto a ese punto. La cosa me desconcertaba, y acabé por hacer una para mostrar mi reconocimiento por si, regalo. Pronto estuvimos sentados juntos
observación ulterior que me desconcertó más aún: que no había entre aquella bajo un árbol sosteniendo una conversación compuesta principalmente de
gente ningún ser anciano o achacoso. sonrisas. La amistad de aquella criatura me afectaba exactamente como puede
Debo confesar que la satisfacción que sentí por mi primera teoría de una afectar la de una niña. Nos dábamos flores uno a otro, y ella me besaba las
civilización automática y de una Humanidad en decadencia, no duró mucho manos. Le besé yo también las suyas. Luego intenté hablar y supe que se
tiempo. Sin embargo, no podía yo imaginar otra. Los diversos enormes palacios llamaba Weena, nombre que a pesar de no saber yo lo que significaba me
que había yo explorado eran simples viviendas, grandes salones comedores y pareció en cierto modo muy apropiado. Este fue el comienzo de una extraña
amplios dormitorios. No pude encontrar ni máquinas ni herramientas de ninguna amistad que duró una semana, ¡y que terminó como les diré!
clase. Sin embargo, aquella gente iba vestida con bellos tejidos, que deberían Era ella exactamente parecida a una niña. Quería estar siempre conmigo.
necesariamente renovar de vez en cuando, y sus sandalias, aunque sin adornos, Intentaba seguirme por todas partes, y en mi viaje siguiente sentí el corazón
eran muestras bastante complejas de labor metálica. De un modo o de otro tales oprimido, teniendo que dejarla, al final, exhausta y llamándome
cosas debían ser fabricadas. Y aquella gentecilla no revelaba indicio alguno de quejumbrosamente, Pues érame preciso conocer a fondo los problemas de aquel
tendencia creadora. No había tiendas, ni talleres, ni señal ninguna de mundo. No había llegado, me dije a mí mismo, al futuro para mantener un flirteo
importaciones entre ellos. Gastaban todo su tiempo en retozar lindamente, en en miniatura. Sin embargo, su angustia cuando la dejé era muy grande, sus
bañarse In el río, en hacerse el amor de una manera semijuguetona, en comer reproches al separarnos eran a veces frenéticos, y creo plenamente que sentí
frutas y en dormir. No pude ver cómo se conseguía que las cosas siguieran tanta inquietud como consuelo con su afecto. Sin embargo, significaba ella, de
marchando. todos modos, un gran alivio para mí. Creí que era un simple cariño infantil el que

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la hacía apegarse a mí. Hasta que fue demasiado tarde, no supe claramente qué Cuando el cielo se tornó brillante al este, y la luz del sol subió y esparció
pena le había infligido al abandonarla. Hasta entonces no supe tampoco una vez más sus vivos colores sobre el mundo, escruté profundamente el
claramente lo que era ella para mí. Pues, por estar simplemente en apariencia paisaje, pero no percibí ningún vestigio de mis figuras blancas. Eran
enamorada de mí, por su manera fútil de mostrar que yo le preocupaba, aquella simplemente seres de la media luz. «Deben de haber sido fantasmas —me dije.
humana muñequita pronto dio a mi regreso a las proximidades de la Esfinge Me pregunto qué edad tendrán.»
Blanca casi el sentimiento de la vuelta al hogar; y acechaba la aparición de su Pues una singular teoría de Grant Allen[13] vino a mi mente, y me divirtió.
delicada figurita, blanca y oro, no bien llegaba yo a la colina. Si cada generación fenece y deja fantasmas, argumenta él, el mundo al final
Por ella supe también que el temor no había desaparecido aún de la tierra. estará atestado de ellos. Según esa teoría habrían crecido de modo innumerable
Mostrábase ella bastante intrépida durante el día y tenía una extraña confianza dentro de unos ochocientos mil años a contar de esta fecha, y no sería muy
en mi; pues una vez, en un momento estúpido, le hice muecas amenazadoras y, sorprendente ver cuatro a la vez. Pero la broma no era convincente y me pasé
ella se echó a reír simplemente. Pero le amedrentaban la oscuridad, las toda la mañana pensando en aquellas figuras, hasta que gracias a Weena logré
sombras, las cosas negras. Las tinieblas eran para ella la única cosa aterradora. desechar ese pensamiento. Las asocié de una manera vaga con el animal blanco
Era una emoción singularmente viva, y esto me hizo meditar y observarla. que había yo asustado en mi primera y ardorosa busca de la Máquina del
Descubrí, entonces, entre otras cosas, que aquellos seres se congregaban dentro Tiempo.
de las grandes casas, al anochecer, y dormían en grupos. Entrar donde ellos Pero Weena era una grata sustituta. Sin embargo, todas ellas estaban
estaban sin una luz les llenaba de una inquietud tumultuosa. Nunca encontré a destinadas pronto a tomar una mayor y más implacable posesión de mi espíritu.
nadie de puertas afuera, o durmiendo solo de puertas adentro, después de Creo haberles dicho cuánto más calurosa que la nuestra era la temperatura
ponerse el sol. Sin embargo, fui tan estúpido que no comprendí la lección de ese de esa Edad de Oro. No puedo explicarme por qué. Quizá el sol era más fuerte, o
temor, y, pese a la angustia de Weena, me obstiné en acostarme apartado de la tierra estaba más cerca del sol. Se admite, por lo general, que el sol se irá
aquellas multitudes adormecidas. enfriando constantemente en el futuro. Pero la gente, poco familiarizada con
Esto le inquietó a ella mucho, pero al final su extraño afecto por mí triunfó, teorías tales como las de Darwin[14], olvida que los planetas¡ deben finalmente
y durante las cinco noches de nuestro conocimiento, incluyendo la última de volver a caer uno por uno dentro de la masa que los engendró. Cuando esas
todas, durmió ella con la cabeza recostada sobre mi brazo. Pero mi relato se me catástrofes ocurran, el sol llameará con renovada energía; y puede que algún
escapa mientras les hablo a ustedes de ella. La noche anterior a su salvación planeta interior haya sufrido esa suerte. Sea cual fuere la razón, persiste el
debía despertarme al amanecer. Había estado inquieto, soñando muy hecho de que el sol era mucho más fuerte que el que nosotros conocemos.
desagradablemente que me ahogaba, y que unas anémonas de mar me Bien, pues una mañana muy calurosa —la cuarta, creo, de mi estancia—,
palpaban la cara con Sus blandos apéndices. Me desperté sobresaltado, con la cuando intentaba resguardarme del calor y de la reverberación entre algunas
extraña sensación de que un animal gris acababa de huir de la habitación. ruinas colosales cerca del gran edificio donde dormía y comía, ocurrió una cosa
Intenté dormirme de nuevo, pero me sentía desasosegado y a disgusto. Era esa extraña. Encaramándome sobre aquel montón de mampostería, encontré una
hora incierta y gris en que las cosas acaban de surgir de las tinieblas, cuando estrecha galería, cuyo final y respiradero laterales estaban obstruidos por masas
todo el incoloro y se recorta con fuerza, aun pareciendo irreal. Me levanté, fui al de piedras caídas. En contraste con la luz deslumbrante del exterior, me pareció
gran vestíbulo y llegué así hasta las losas de Piedra delante del palacio. Tenía al principio de una oscuridad impenetrable. Entré a tientas, pues el cambio de la
intención, haciendo virtud de la necesidad, de contemplar la salida del sol. luz a las tinieblas hacía surgir manchas flotantes de color ante mí. De repente
La luna se ponía, y su luz moribunda y las primeras Palideces del alba se me detuve como hechizado. Un par de ojos, luminosos por el reflejo de la luz de
mezclaban en una semiclaridad fantasmal. Los arbustos eran de un negro tinta, afuera, me miraba fijamente en las tinieblas.
la tierra de un gris oscuro, el cielo descolorido y triste. Y sobre la colina creía ver El viejo e instintivo terror a las fieras se apoderó nuevamente de mí.
unos espectros. En tres ocasiones distintas, mientras escudriñaba la ladera, vi Apreté los puños y miré con decisión aquellos brillantes ojos. Luego, el
unas figuras blancas. Por dos veces me pareció divisar una criatura solitaria, pensamiento de la absolu_ ta seguridad en que la Humanidad parecía vivir se
blanca, con el aspecto de un mono, subiendo más bien rápidamente Por la apareció a mi mente. Y después recordé aquel extraño terror a las tinieblas.
colina, y una vez cerca de las ruinas vi tres de aquellas figuras arrastrando un Dominando mi pavor hasta cierto punto, avancé un paso y hablé. Confesaré que
cuerpo oscuro. Se movían velozmente. Y no pude ver qué fue de ellas. mi voz era bronca e insegura. Extendí la mano y toqué algo suave.
Parecieron desvanecerse entre los arbustos. El alba era todavía incierta, como Inmediatamente los ojos se apartaron y algo blanco huyó rozándome. Me volví
ustedes comprenderán. Y tenía yo esa sensación helada, confusa, del despuntar con el corazón en la garganta, y vi una extraña figurilla de aspecto simiesco,
del alba que ustedes conocen tal vez. Dudaba de mis ojos. sujetándose la cabeza de una manera especial, cruzar corriendo el espacio

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iluminado por el sol, a mi espalda. Chocó contra un bloque de granito, se angustiados aún y se dieron la vuelta. Pero les interesaban mis cerillas, y
tambaleó, y en un instante se ocultó en la negra sombra bajo otro montón de encendí unas cuantas para divertirlos. Intenté de nuevo preguntarles sobre el
escombros de las —ruinas. pozo, Y fracasé otra vez. Por eso los dejé en seguida, a fin de ir en busca de
La impresión que recogí de aquel ser. fue, naturalmente, imperfecta; pero Weena, y ver qué podía sonsacarle. Pero Mi mente estaba ya trastornada; mis
sé que era de un blanco desvaído, y, que tenía unos ojos grandes y extraños de conjeturas e impresiones se deslizaban y enfocaban hacia una nueva
un rojo grisáceo, y también unos cabellos muy rubios que le caían por la interpretación. Tenía ahora una pista para averiguar la importancia de aquellos
espalda. Pero, como digo, se movió con demasiada rapidez para que pudiese pozos, de aquellas torres de ventilación, de aquel misterio de los fantasmas; ¡y
verle con claridad. No puedo siquiera decir si corría a cuatro pies, o tan sólo esto sin mencionar la indicación relativa al significado de las puertas de bronce y
manteniendo sus antebrazos muy bajos. Después de unos instantes de de la suerte de la Máquina del Tiempo! Y muy vagamente hallé una sugerencia
detención le seguí hasta el segundo montón de ruinas. No pude encontrarle al acerca de la solución del problema económico que me había desconcertado.
principio; pero después de un rato entre la profunda oscuridad, llegué a una de He aquí mi nuevo punto de vista. Evidentemente, aquella segunda especie
aquellas aberturas redondas y parecidas a un pozo de que ya les he hablado a humana era subterránea. Había en especial tres detalles que me hacían creer
ustedes, semiobstruida por una columna derribada. Un pensamiento repentino que sus raras apariciones sobre el suelo eran la consecuencia de una larga y
vino a mi mente. ¿Podría aquella Cosa haber desaparecido por dicha abertura continuada costumbre de vivir bajo tierra. En primer lugar, estaba el aspecto
abajo? Encendí una cerilla y, mirando hasta el fondo, vi agitarse una pequeña y lívido común a la mayoría de los animales que viven prolongadamente en la
blanca criatura con unos ojos brillantes que me miraban fijamente. Esto me hizo oscuridad; el pez blanco de las grutas del Kentucky, por ejemplo. Luego,
estremecer. ¡Aquel ser se asemejaba a una araña humana! Descendía por la aquellos grandes ojos con su facultad de reflejar la luz son rasgos comunes en
pared y divisé ahora por primera vez una serie de soportes y de asas de metal los seres nocturnos, según lo demuestran el búho y el gato. Y por último, aquel
formando una especie de escala, que se hundía en la abertura. Entonces la llama patente desconcierto a la luz del sol, y aquella apresurada y, sin embargo, torpe
me quemó los dedos y la solté, apagándose al caer; y cuando encendí otra, el huida hacia la oscura sombra, y aquella postura tan particular de la cabeza
pequeño monstruo había desaparecido. mientras estaba a la luz, todo esto reforzaba la teoría de una extremada
No sé cuánto tiempo permanecí mirando el interior de aquel pozo. Necesité sensibilidad de la retina.
un rato para conseguir convencerme a mí mismo de que aquella cosa entrevista Bajo mis pies, por tanto, la tierra debía estar inmensamente socavada y
era un ser humano. Pero, poco a poco, la verdad se abrió paso en mí: el Hombre aquellos socavones eran la vivienda de a Nueva Raza. La presencia de tubos de
no había seguido siendo una especie única, sino que se había diferenciado en ventilación y de los pozos a lo largo de las laderas de las colinas, por todas
dos animales distintos; las graciosas criaturas del Mundo Superior no eran los partes en realidad, excepto a lo largo del valle por donde corría el río, revelaba
solos descendientes de nuestra generación, sino que aquel ser, pálido, cuán universales eran sus ramificaciones. ¿No era muy natural, entonces,
repugnante, nocturno, que había pasado fugazmente ante mí, era también el suponer que era en aquel Mundo Subterráneo donde se hacía el trabajo
heredero de todas las edades. necesario para la comodidad de la raza que vivía a la luz del sol? La explicación
Pensé en las columnas de aireación y en mi teoría de una ventilación era tan plausible que la acepté inmediatamente y llegué hasta imaginar el
subterránea. Empecé a sospechar su verdadera importancia. ¿Y qué viene a porqué de aquella diferenciación de la especie humana. Me atrevo a creer que
hacer, me pregunté, este Lémur en mi esquema de una organización prevén ustedes la hechura de mi teoría, aunque pronto comprendí por mí mismo
perfectamente equilibrada? ¿Qué relación podía tener con la indolente serenidad cuán alejada estaba de la verdad.
de los habitantes del Mundo Superior? ¿Y qué se ocultaba debajo de aquello en Al principio, procediendo conforme a los problemas de nuestra propia
el fondo de aquel pozo? Me senté sobre el borde diciéndome que, en cualquier época, parecíame claro como la luz del día que la extensión gradual de las
caso, no había nada que temer, y que debía yo bajar allí para solucionar mis actuales diferencias meramente temporales y sociales entre el Capitalista y el
apuros. ¡Y al mismo tiempo me aterraba en absoluto bajar! Mientras vacilaba, Trabajador era la clave de la situación entera. Sin duda les parecerá a ustedes
dos de los bellos seres del Mundo Superior llegaron corriendo en su amoroso un tanto grotesco —¡y disparatadamente increíble!—, y, sin embargo, aun ahora
juego desde la luz del sol hasta la sombra. El varón perseguía a la hembra, existen circunstancias que señalan ese camino. Hay una tendencia a utilizar el
arrojándole flores en su huida. espacio subterráneo para los fines menos decorativos de la civilización; hay, por
Parecieron angustiados de encontrarme, con mi brazo apoyado contra la ejemplo, en Londres el Metro, hay los nuevos tranvías eléctricos, hay pasos
columna caída, y escrutando el pozo. Al parecer, estaba mal considerado el subterráneos, talleres y restaurantes subterráneos, que aumentan y se
fijarse en aquellas aberturas; pues cuando señalé ésta junto a la cual estaba yo multiplican. «Evidentemente —pensé— esta tendencia ha crecido hasta el Punto
e intenté dirigirles una pregunta sobre ello en su lengua, se mostraron más que la industria ha perdido gradualmente su derecho de existencia al aire libre.»

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Quiero decir que se había extendido cada vez más profundamente y cada vez en modificación del tipo humano era aún más profunda que entre los Eloi, la raza
más y más amplias fábricas subterráneas ¡consumiendo una cantidad de tiempo que ya conocía.
sin cesar creciente, hasta que al final ...! Aun hoy día, ¿es que un obrero del Entonces surgieron los Morlocks, unas dudas fastidiosas. ¿Por qué habían
East End[15] no vive en condiciones de tal modo artificiales que, prácticamente, cogido mi Máquina del Tiempo? Pues estaba seguro de que eran ellos quienes la
está separado de la superficie natural de la tierra? habían cogido. ¿Y por qué, también, si los Eloi eran los amos, no podían
Además, la tendencia exclusiva de la gente rica —debida, sin duda, al devolvérmela? ¿Y por qué sentían un miedo tan terrible de la oscuridad?
creciente refinamiento de su educación y al amplio abismo en aumento entre ella Empecé, como ya he dicho, por interrogar a Weena acerca de aquel Mundo
y la ruda violencia de la gente pobre— la lleva ya a acotar, en su interés, Subterráneo, pero de nuevo quedé defraudado. Al principio no comprendió mis
considerables partes de la superficie del país. En lo, alrededores de Londres, por pregunta, y luego se negó a contestarlas. Se estremecía como si el tema le fuese
ejemplo, tal vez la mitad de los lugares más hermosos están cerrados a la insoportable. Y cuando la presioné, quizá un poco bruscamente, se deshizo en
intrusión. Y ese mismo abismo creciente que se debe a los procedimientos más llanto. Fueron las únicas lágrimas, exceptuando las mías, que vi jamás en la
largos s, costosos de la educación superior y a las crecientes facilidades y Edad de Oro. Viéndolas cesé de molestarla sobre los Morlocks, y me dediqué a
tentaciones por parte de los ricos, hará que cada vez sea menos frecuente el borrar de los ojos de Weena aquellas muestras de su herencia humana. Pronto
intercambio entre las clases y el ascenso en la posición social por matrimonios sonrió, aplaudiendo con sus manitas, mientras yo encendía solemnemente una
entre ellas, que retrasa actualmente la división de nuestra especie a lo largo de cerilla.
líneas de estratificación social. De modo que, al final, sobre el suelo habremos
de tener a los Poseedores, buscando el placer, el bienestar y la belleza, y debajo
9 — LOS MORLOCKS
del suelo a los No Poseedores; los obreros se adaptan continuamente a las
condiciones de su trabajo. Una vez allí, tuvieron, sin duda, que pagar un canon
nada reducido por la ventilación de sus cavernas; y si se negaban, los mataban
Podrá parecerles raro, pero dejé pasar dos días antes de seguir la reciente
de hambre o los asfixiaban para hacerles pagar los atrasos. Los que habían
pista que llevaba evidentemente al camino apropiado. Sentía una aversión
nacido para ser desdichados o rebeldes, murieron; y finalmente, al ser
especial por aquellos cuerpos pálidos. Tenían exactamente ese tono
permanente el equilibrio, los supervivientes acabaron por estar adaptados a las
semiblancuzco de los gusanos y de los animales conservados en alcohol en un
condiciones de la vida subterránea y tan satisfechos en su medio como la gente
museo zoológico. Y al tacto eran de una frialdad repugnante. Mi aversión se
del Mundo Superior en el suyo. Por lo que, me parecía, la refinada belleza y la
debía en gran parte a la influencia simpática de los Eloi, cuyo asco por los
palidez marchita seguíanse con bastante naturalidad.
Morlocks empezaba yo a comprender.
El gran triunfo de la Humanidad que había yo soñado tomaba una forma
La noche siguiente no dormí nada bien. Sin duda mi salud estaba alterada.
distinta en mi mente. No había existido tal triunfo de la educación moral y de la
Sentíame abrumado de perplejidad y de dudas. Tuve una o dos veces la
cooperación general, como imaginé. En lugar de esto, veía yo una verdadera
sensación de un pavor intenso al cual no podía yo encontrar ninguna razón
aristocracia, armada de una ciencia perfecta y preparando una lógica conclusión
concreta. Recuerdo haberme deslizado sin ruido en el gran vestíbulo donde los
al sistema industrial de hoy día. Su triunfo no había sido simplemente un triunfo
seres aquellos dormían a la luz de la luna —aquella noche Weena se hallaba
sobre la Naturaleza, sino un triunfo sobre la Naturaleza y sobre el prójimo. Esto,
debo advertirlo a ustedes, era mi teoría de aquel momento. No tenla ningún guía entre ellas— y sentíame tranquilizado con su presencia. Se me ocurrió, en aquel
adecuado como ocurre en los libros utópicos. Mi explicación puede ser errónea momento, que en el curso de pocos días la luna debería entrar en su último
cuarto, y las noches serían oscuras; entonces, las apariciones de aquellos
por completo. Aunque creo que es la más plausible. Pero, aun suponiendo esto,
desagradables seres subterráneos, de aquellos blancuzcos lémures, de aquella
la civilización equilibrada que había sido finalmente alcanzada debía haber
nueva gusanera que había sustituido a la antigua, serían más numerosas. Y
sobrepasado hacía largo tiempo su cenit, y haber caído en una profunda
durante esos dos días tuve la inquieta sensación de quien elude una obligación
decadencia. La seguridad demasiado perfecta de los habitantes del Mundo
inevitable. Estaba seguro de que solamente recuperaría la Máquina del Tiempo
Superior los había llevado, en un pausado movimiento de degeneración, a un
penetrando audazmente en aquellos misterios del subsuelo. Sin embargo, no
aminoramiento general de estatura, de fuerza e inteligencia. Eso podía yo verlo
podía enfrentarme con aquel enigma. De haber tenido un compañero la cosa
ya con bastante claridad. Sin embargo, no sospechaba aún lo que había ocurrido
sería muy diferente. Pero estaba horriblemente solo, y el simple hecho de
a los habitantes del Mundo Subterráneo, pero por lo que había visto de los
descender por las tinieblas del pozo me hacía palidecer. No sé si ustedes
Morlocks —que era el nombre que daban a aquellos seres podía imaginar que la

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comprenderán mi estado de ánimo, pero sentía sin cesar un peligro a mi soledad al Mundo Subterráneo. Pero hasta cuando estaba dándole vueltas a esa
espalda. idea, seguía descendiendo. Por último, con un profundo alivio, vi confusamente
Esta inquietud, esta inseguridad, era quizá la que me arrastraba más y aparecer, a un pie a mi derecha, una estrecha abertura en la pared. Me introduje
más lejos en mis excursiones exploradoras. Yendo al sudoeste, hacia la comarca allí y descubrí que era el orificio de un reducido túnel horizontal en el cual pude
escarpada que se llama ahora Combe Wood, observé a lo lejos, en la dirección tenderme y descansar. Y ya era hora. Mis brazos estaban doloridos, mi espalda
del Bansteadf[16] del siglo XIX, una amplia construcción verde, de estilo entumecida, y temblaba con el prolongado terror de una caída. Además, la
diferente a las que había visto hasta entonces. Era más grande que el mayor de oscuridad ininterrumpida tuvo un efecto doloroso sobre mis ojos. El aire estaba
los palacios o ruinas que conocía, y la fachada tenía un aspecto oriental: lleno del palpitante zumbido de la maquinaria que ventilaba el pozo.
mostraba ésta el brillo de un tono gris pálido, de cierta clase de porcelana china, No sé cuánto tiempo permanecí tendido allí. Me despertó una mano suave
Esta diferencia de aspecto sugería una diferencia de uso, y se me ocurrió llevar que tocaba mi cara. Me levanté de un salto en la oscuridad y, sacando mis
hasta allí mi exploración. Pero el día declinaba ya, y llegué a la vista de aquel cerillas, encendí una rápidamente: vi tres seres encorvados y blancos
lugar después de un largo y extenuante rodeo; por lo cual decidí aplazar la semejantes a aquel que había visto sobre la tierra, en las ruinas, y que huyó
aventura para el día siguiente, y volví hacia la bienvenida y las caricias de la velozmente de la luz. Viviendo, como vivían, en las que me parecían tinieblas
pequeña Weena. Pero a la mañana siguiente me di cuenta con suficiente claridad impenetrables, sus ojos eran de un tamaño anormal y muy sensibles, como lo
que mi curiosidad referente al Palacio de Porcelana Verde era un acto de son las pupilas de los peces de los fondos abisales, y reflejaban la luz de idéntica
autodecepción, capaz de evitarme, por un día más, la experiencia que yo temía. manera. No me cabía duda de que podían verme en aquella absoluta oscuridad,
Decidí emprender el descenso sin más pérdida de tiempo, y salí al amanecer y no parecieron tener miedo de mí, aparte de su temor a la luz. Pero, en cuanto
hacia un pozo cercano a las ruinas de granito y aluminio. encendí una cerilla con objeto de verlos, huyeron veloces, desapareciendo
La pequeña Weena vino corriendo conmigo, Bailaba junto al pozo, pero, dentro de unos sombríos canales y túneles, desde los cuales me miraban sus
cuando vio que me inclinaba yo sobre el brocal mirando hacia abajo, pareció ojos del modo más extraño.
singularmente desconcertada. «Adiós, pequeña Weena», dije, besándola; y Intenté llamarles, pero su lenguaje era al parecer diferente del de los
luego, dejándola sobre el suelo, comencé a buscar sobre el brocal los escalones habitantes del Mundo Superior; por lo cual me quedé entregado a mis propios
y los ganchos. Más bien de prisa —debo confesarlo—, ¡pues temía que flaquease esfuerzos, y la idea de huir antes de iniciar la exploración pasó por mi mente.
mi valor! Al principio ella me miró con asombro. Luego lanzó un grito Pero me dije a mí mismo: «Estás aquí ahora para eso», y avancé a lo largo del
quejumbroso y, corriendo hacia mí, quiso retenerme con sus manitas. Creo que túnel, sintiendo que el ruido de la maquinaria se hacía más fuerte.
su oposición me incitó más bien a continuar. La rechacé, acaso un poco Pronto dejé de notar las paredes a mis lados, llegué a un espacio amplio y
bruscamente, y un momento después estaba adentrándome en el pozo. Vi su abierto, y encendiendo otra cerilla, vi que había entrado en una vasta caverna
cara agonizante sobre el brocal y le sonreí para tranquilizarla. Luego me fue arqueada que se extendía el, las profundas tinieblas más allá de la claridad de
preciso mirar hacia abajo a los ganchos inestables a que me agarraba. mi cerilla. Vi lo que se puede ver mientras arde una cerilla.
Tuve que bajar un trecho de doscientas yardas, quizá. El descenso lo Mi recuerdo es forzosamente vago. Grandes formas parecidas a enormes
efectuaba por medio de los barrotes metálicos que salían de las paredes del máquinas surgían de la oscuridad y proyectaban negras sombras entre las cuales
pozo, y como estaban adaptados a las necesidades de unos mucho más los inciertos y espectrales Morlocks se guarecían de la luz. El sitio, dicho sea de
pequeños que yo, pronto me sentí entumecido y fatigado por la bajada. ¡Y no paso, era muy sofocante y opresivo, y débiles emanaciones de sangre fresca
sólo fatigado! Uno de los barrotes cedió de repente bajo mi peso, y casi me flotaban en el aire. Un poco más abajo del centro había una mesita de un metal
balanceé en las tinieblas de debajo. Durante un momento quedé suspendido por blanco, en la que parecía haberse servido una comida. ¡Los Morlocks eran, de
una mano, y después de esa prueba no me atreví a descansar de nuevo. Aunque todos modos, carnívoros! Aun en aquel momento, recuerdo haberme preguntado
mis brazos y mi espalda me doliesen ahora agudamente, seguía descendiendo qué voluminoso animal podía haber sobrevivido para suministrar el rojo cuarto
de un tirón, tan de prisa como era posible. Al mirar hacia arriba, vi la abertura, que yo veía. Estaba todo muy confuso: el denso olor, las enormes formas
un pequeño disco azul, en el cual era visible una estrella, mientras que la cabeza carentes de significado, la figura repulsiva espiando en las sombras, ¡y
de la pequeña Weena aparecía como una proyección negra y redonda. El ruido esperando tan sólo a que volviesen a reinar las tinieblas para acercarse a mí de
acompasado de una máquina, desde el fondo, se hacía cada vez más fuerte y nuevo! Entonces la cerilla se apagó, quemándome los dedos, y cayó, con una
opresivo. Todo, salvo el pequeño disco de arriba, era profundamente oscuro, y roja ondulación, en las tinieblas.
cuando volví a mirar hacia allí, Weena había desaparecido. Sentíame en una He pensado después lo mal equipado que estaba yo para semejante
agonía de inquietud. Pensé vagamente Intentar remontar del pozo y dejar en su experiencia. Cuando la inicié con la Máquina del Tiempo, lo hice en la absurda

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suposición de que todos los hombres del futuro debían ser infinitamente mi última cerilla... y se apagó en el acto. Pero había yo empuñado ahora uno de
superiores a nosotros mismos en todos los artefactos. Había llegado sin armas, los barrotes, y dando fuertes puntapiés, me desprendí de las manos de los
sin medicinas, sin nada que fumar —¡a veces notaba atrozmente la falta del Morlocks, y ascendí rápidamente por el pozo, mientras ellos se quedaban abajo
tabaco!—; hasta sin suficientes cerillas. ¡Si tan sólo hubiera pensado en una atisbando y guiñando los ojos hacia mí: todos menos un pequeño miserable que
Kodak! Podría haber tomado aquella visión del Mundo Subterráneo en un me siguió un momento, y casi se apoderó de una de mis botas como si hubiera
segundo, y haberlo examinado a gusto. Pero, sea lo que fuere, estaba allí con las sido un trofeo.
únicas armas y los únicos poderes con que la Naturaleza me ha dotado: manos, Aquella escalada me pareció interminable. En los últimos veinte o treinta
pies y dientes; esto y cuatro cerillas suecas que aún me quedaban. pies sentí una náusea mortal. Me costó un gran trabajo mantenerme asido. En
Temía yo abrirme camino entre toda aquella maquinaria en la oscuridad, y las últimas yardas sostuve una lucha espantosa contra aquel desfallecimiento.
solamente con la última llama descubrí que mi provisión de cerillas habíase Me dieron varios vahídos y experimenté todas las sensaciones de la caída. Al
agotado. No se me había ocurrido nunca hasta entonces que hubiera necesidad final, sin embargo, pude, no sé cómo, llegar al brocal y escapar tambaleándome
de economizarlas, y gasté casi la mitad de la caja en asombrar a los habitantes fuera de las ruinas bajo la cegadora luz del sol. Caí de bruces. Hasta el suelo olía
del Mundo Superior, para quienes el fuego era una novedad. Ahora, como digo, dulce y puramente. Luego recuerdo a Weena besando mis manos y mis orejas, y
me quedaban cuatro, y mientras permanecía en la oscuridad, una mano tocó la las voces de otros Eloi. Después estuve sin sentido durante un rato.
mía, sentí unos dedos descarnados sobre mi cara, y percibí un olor especial muy
desagradable. Me pareció oír a mi alrededor la respiración de una multitud de
10 — AL LLEGAR LA NOCHE
aquellos horrorosos pequeños seres. Sentí que intentaban quitarme suavemente
la caja de cerillas que tenía en la mano, y que otras manos detrás de mí me
tiraban de la ropa. La sensación de que aquellas criaturas invisibles me
examinaban érame desagradable de un modo indescriptible. La repentina Ahora, realmente, parecía encontrarme en una situación peor que la de
comprensión de mi desconocimiento de sus maneras de pensar y de obrar se me antes. Hasta aquí, excepto durante mi noche angustiosa después de la pérdida
presentó de nuevo vivamente en las tinieblas. Grité lo más fuerte que pude. Se de la Máquina del Tiempo, había yo tenido la confortadora esperanza de una
apartaron y luego los sentí acercarse otra vez. Sus tocamientos se hicieron más última escapatoria, pero esa esperanza se desvanecía con los nuevos
osados mientras se musitaban extraños sonidos unos a otros. Me estremecí con descubrimientos. Hasta ahora me había creído simplemente obstaculizado por la
violencia, y volví a gritar, de un modo más bien discordante. Esta vez se pueril simplicidad de aquella pequeña raza, y por algunas fuerzas desconocidas
Mostraron menos seriamente alarmados, y se acercaron de nuevo a mí con una que erame preciso comprender para superarlas; pero había un elemento nuevo
extraña y ruidosa risa. Debo confesar que estaba horriblemente asustado. Decidí por completo en la repugnante especie de los Morlocks, algo inhumano y
encender otra ¿erilla y escapar amparado por la claridad. Así lo hice, y maligno. Instintivamente los aborrecía. Antes había yo sentido lo que sentiría un
acreciendo un poco la llama con un pedazo de papel que saqué de mi bolsillo, hombre que cayese en un precipicio: mi preocupación era el precipicio y cómo
llevé a cabo mi retirada hacia el estrecho túnel. Pero apenas hube entrado mi luz salir de él. Ahora sentíame como una fiera en una trampa, cuyo enemigo va a
se apagó, y en tinieblas pude oír a los Morlocks susurrando como el viento entre caer pronto sobre ella.
las hojas, haciendo un ruido acompasado como la lluvia, mientras se El enemigo al que yo temía tal vez les sorprenda a ustedes. Era la
Precipitaban detrás de mí. oscuridad de la luna nueva. Weena me había inculcado eso en la cabeza
En un momento me sentí agarrado por varias manos, y no Pude haciendo algunas observaciones, al principio 'incomprensibles, acerca de las
equivocarme sobre su propósito, que era arrastrarMe hacia atrás. Encendí otra Noches Oscuras. No era un problema muy difícil de adivinar lo que iba a
cerilla y la agité ante sus deslumbrantes caras. Difícilmente podrán ustedes significar la llegada de las Noches Oscuras. La luna estaba en menguante cada
imaginar lo nauseabundos e inhumanos que parecían —¡rostros lívidos y sin noche era— más largo el período de oscuridad. Y ahora comprendí hasta cierto
mentón, ojos grandes, sin párpados, de un gris rosado!— mientras que se grado, cuando menos, la razón del miedo de los pequeños habitantes del Mundo
paraban en su— ceguera y aturdimiento. Pero no me detuve a mirarlos, se lo Superior a las tinieblas. Me pregunté vagamente qué perversas infamias podían
aseguro a ustedes: volví a retirarme, y cuando terminó mi segunda cerilla, ser las que los Morlocks realizaban durante la luna nueva. Estaba casi seguro de
encendí la tercera. Estaba casi consumida cuando alcancé la abertura que había que mi segunda hipótesis era totalmente falsa. La gente del Mundo Superior
en el pozo. Me tendí sobre el borde, pues la palpitación de la gran bomba del podía haber sido antaño la favorecida aristocracia y los Morlocks sus servidores
fondo me aturdía. Luego palpé los lados para buscar los asideros salientes, y al mecánicos; pero aquello había' acabado hacía largo tiempo. Las dos especies
hacerlo, me agarraron de los pies Y fui tirado violentamente hacia atrás. Encendí que habían resultado de la evolución humana declinaban o habían llegado ya a

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unas relaciones completamente nuevas. Los Eloi, como los reyes Weena se mostró contentísima cuando empecé a llevarla, pero pasado un
carlovingios[17], habían llegado a ser simplemente unas lindas inutilidades— rato quiso que la dejase en el suelo, para correr a mi lado, precipitándose a
Poseían todavía la tierra por consentimiento tácito, desde que los Morlocks, veces a coger flores que introducía en mis bolsillos. Estas habían extrañado
subterráneos hacía innumerables generaciones, habían llegado a encontrar siempre a Weena, pero al final pensó que debían ser una rara clase de búcaros
intolerable la superficie iluminada por el sol. Y los Morlocks confeccionaban sus para adornos florales. ¡Y esto me recuerda ...! Al cambiar de chaqueta he
vestidos, infería yo, y subvenían a sus necesidades habituales, quizá a causa de encontrado...
la supervivencia de un viejo hábito de servidumbre. Lo hacían como un caballo El Viajero a través del Tiempo se interrumpió, metió la mano en el bolsillo
encabritado agita sus patas, o como un hombre se divierte en matar animales y colocó silenciosamente sobre la mesita dos flores marchitas, que no dejaban
por deporte: porque unas antiguas y fenecidas necesidades lo habían inculcado de parecerse a grandes malvas blancas. Luego prosiguió su relato.
en su organismo. Pero, evidentemente, el antiguo orden estaba ya en parte Cuando la quietud del anochecer se difundía sobre— el mundo y
invertido. La Némesis[18] de los delicados hombrecillos se acercaba de prisa. avanzábamos más allá de la cima de la colina hacia Wimbledon, Weena se sintió
Hacía edades, hacía miles de generaciones, el hombre había privado a su cansada y quiso volver a la casa de piedra gris. Pero le señalé los distantes
hermano el hombre de la comodidad y de la luz del sol. ¡Y ahora aquel hermano pináculos del Palacio de Porcelana Verde, y me las ingenié para hacerle
volvía cambiado! Ya los Eloi habían empezado a aprender una vieja lección otra comprender que íbamos a buscar allí un refugio contra su miedo ¿Conocen
vez. Trababan de nuevo conocimiento con el Miedo. Y de pronto me vino a la ustedes esa gran inmovilidad que cae sobre las cosas antes de anochecer? La
mente el recuerdo de la carne que había visto en el mundo subterráneo. Parece brisa misma se detiene en los árboles. Para mí hay siempre un aire de
extraño cómo aquel recuerdo me obsesionó; no lo despertó, por decirlo así, el expectación en esa quietud del anochecer. El cielo era claro remoto y despejado,
curso de mis meditaciones, sino que surgió casi como una interrogación desde salvo algunas fajas horizontales al fondo, hacia poniente. Bueno, aquella noche
fuera. Intenté recordar la forma de aquello. Tenía yo una vaga sensación de algo la expectación tomó el color de mis temores. En aquella oscura calma mis
familiar, pero no pude decir lo que era en aquel momento. sentidos parecían agudizados de un modo sobrenatural. Imaginé que sentía
Sin embargo, por impotentes que fuesen los pequeños seres en presencia incluso la tierra hueca bajo mis pies: y que podía, realmente, casi ver a través
de su misterioso Miedo, yo estaba constituido de un modo diferente. Venía de de ella a los Morlocks en su hormiguero, yendo de aquí para allá en espera de la
esta edad nuestra, de esta prístina y madura raza humana, en la que el Miedo oscuridad. En mi excitación me figuré que recibieron mi invasión de sus
no paraliza y el misterio ha perdido sus terrores. Yo, al menos, me defendería madrigueras como una declaración de guerra. ¿Y por qué habían cogido mi
por mí mismo. Sin dilación, decidí fabricarme unas armas y un albergue Máquina del Tiempo?
fortificado donde poder dormir. Con aquel refugio como base, podría hacer Así pues, seguimos en aquella ciudad, y el crepúsculo se adensó en la
frente a aquel extraño mundo con algo de la confianza que había perdido al noche. El azul claro de la distancia palideció, y una tras otra aparecieron las
darme cuenta de la clase de seres a que iba a estar expuesto noche tras noche. estrellas. La tierra se tornó gris oscura y los árboles negros. Los temores de
Sentí que no podría dormir de nuevo hasta que mi lecho estuviese a salvo de Weena y su fatiga aumentaron. La cogí en mis brazos, le hablé y la acaricié.
ellos. Me estremecí de horror al pensar cómo me habían examinado ya. Luego, como la oscuridad aumentaba, me rodeó ella el cuello con sus brazos, y
Vagué durante la tarde a lo largo del valle del Támesis, pero no pude cerrando los ojos, apoyó apretadamente su cara contra mi hombro. Así
encontrar nada que se ofreciese a mi mente como inaccesible. Todos los edificios descendimos una larga pendiente hasta el valle y allí, en la oscuridad, me metí
y todos los árboles parecían fácilmente practicables para unos trepadores tan casi en un pequeño río. Lo vadeé y ascendí al lado opuesto del valle, más allá de
hábiles como debían ser los Morlocks, a juzgar por sus pozos. Entonces los altos muchos edificios-dormitorios y de una estatua —un Fauno o una figura por el
pináculos del Palacio de Porcelana Verde y el bruñido fulgor de sus muros estilo— sin cabeza. Allí también había acacias. Hasta entonces no había visto
resurgieron en mi memoria; y al anochecer, llevando a Weena como una niña nada de los Morlocks, pero la noche se hallaba en su comienzo y las horas de
sobre mi hombro, subí a la colina, hacia el sudoeste. Había calculado la distancia oscuridad anteriores a la salida de la luna nueva no habían llegado aún.
en unas siete u ocho millas, pero debía estar cerca de las dieciocho. Había yo Desde la cumbre de la cercana colina vi un bosque espeso que se extendía,
visto el palacio por primera vez en una tarde húmeda, en que las distancias amplio y negro, ante mí. Esto me hizo vacilar. No podía ver el final, ni hacia la
disminuyen engañosamente. Además, perdí el tacón de una de mis botas, y un derecha ni hacia la izquierda. Sintiéndome cansado —el pie en especial me dolía
clavo penetraba a través de la suela —eran unas botas viejas, cómodas, que mucho— bajé cuidadosamente a Weena de mi hombro al detenerme, y me senté
usaba en casa—, por lo que cojeaba. Y fue ya largo rato después de ponerse el sobre la hierba. No podía ya ver el Palacio de Porcelana Verde, y dudaba sobre la
sol cuando llegué a la vista del palacio, que se recortaba en negro sobre el dirección a seguir. Escudriñé la espesura del bosque y pensé en lo que podía
amarillo pálido del cielo. ocultar. Bajo aquella densa maraña de ramas no debían verse las estrellas.

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Aunque no existiese allí ningún peligro emboscado —un peligro sobre el cual no aquella noche. Y con la confianza que aportaba el día renovado, me pareció casi
quería yo dar rienda suelta a la imaginación—, habría, sin embargo, raíces en que mi miedo había sido irrazonable. Me levanté, y vi que mi pie calzado con la
que tropezar y troncos contra los cuales chocar. Estaba rendido, además, bota sin tacón estaba hifichado por el tobillo y muy dolorido bajo el talón; de
después de las excitaciones del día; por eso decidí no afrontar aquello, y pasar modo que me senté, me quité las botas, y las arrojé lejos.
en cambio la noche al aire libre en la colina. Desperté a Weena y nos adentramos en el bosque, ahora verde y
Me alegró ver que Weena estaba profundamente dormida. La envolví con agradable, en lugar de negro y aborrecible. Encontramos algunas frutas con las
cuidado en mi chaqueta, y me senté junto a ella para esperar la salida de la cuales rompimos nuestro ayuno. Pronto encontramos a otros delicados Eloi,
luna. La ladera estaba tranquila y desierta, pero de la negrura del bosque venía riendo y danzando al sol como si no existiera en la Naturaleza esa cosa que es la
de vez en cuando una agitación de seres vivos. Sobre mí brillaban las estrellas, noche. Y entonces pensé otra vez en la carne que había visto. Estaba ahora
pues la noche era muy clara. Experimentaba cierta sensación de amistoso seguro de lo que era aquello, y desde el fondo de mi corazón me apiadé de aquel
bienestar con su centelleo. Sin embargo, todas las vetustas constelaciones último y débil arroyuelo del gran río de la Humanidad. Evidentemente, en cierto
habían desaparecido del cielo; su lento movimiento, que es imperceptible momento del Largo Pasado de la decadencia humana, el alimento de los
durante centenares de vidas humanas, las había, desde hacía largo tiempo, Morlocks había escaseado. Quizá habían subsistido con ratas y con inmundicias
reordenado en grupos desconocidos. Pero la Vía Láctea, parecíame, era aún la parecidas. Aun ahora el hombre es mucho menos delicado y exclusivo para su
misma banderola harapienta de polvo de estrellas de antaño. Por la parte sur alimentación que lo era antes; mucho menos que cualquier mono. Su prejuicio
(según pude apreciar) había una estrella roja muy brillante, nueva para mí; contra la carne humana no es un instinto hondamente arraigado. ¡Así pues,
parecía aún más espléndida que nuestra propia y verde Sirio[19]. Y entre todos aquellos inhumanos hijos de los hombres ...! Intenté considerar la cosa con un
aquellos puntos de luz centelleante, brillaba un planeta benévola y espíritu científico. Después de todo, eran menos humanos y estaban más
constantemente como la cara de un antiguo amigo. alejados que nuestros caníbales antepasados de hace tres o cuatro mil años. Y la
Contemplando aquellas estrellas disminuyeron mis propias inquietudes y inteligencia que hubiera hecho de ese estado de cosas un tormento había
todas las seriedades de la vida terrenal. Pensé en su insondable distancia, y en desaparecido. ¿Por qué inquietarme? Aquellos Eloi eran simplemente ganado
el curso lento e inevitable de sus movimientos desde el desconocido pasado para cebar, que, como las hormigas, los Morlocks preservaban y consumían, y a
hacia el desconocido futuro. Pensé en el gran ciclo precesional[20] que describe cuya cría tal vez atendían. ¡Y allí estaba Weena bailando a mi lado!
el eje de la Tierra. Sólo cuarenta veces se había realizado aquella silenciosa Intenté entonces protegerme a mí mismo del horror que Me invadía,
revolución durante todos los años que había yo atravesado. Y durante aquellas considerando aquello como un castigo riguroso del egoísmo humano. El hombre
escasas revoluciones todas las actividades, todas las tradiciones las complejas se había —contentado con vivir fácil y placenteramente a expensas del trabajo
organizaciones, las naciones, lenguas, literaturas, aspiraciones, hasta el simple de sus hermanos, había tomado la Necesidad como consigna y disculpa, y en la
recuerdo del Hombre tal corno yo lo conocía, habían sido barridas de la plenitud del tiempo la Necesidad se había vuelto contra él. Intenté incluso una
existencia. En lugar de ello quedaban aquellas amp;ágiles criaturas que habían especie de desprecio a l o Carlyle[21] de esta mísera aristocracia en decadencia.
olvidado a sus llevados antepasados, y los seres blancuzcos que me aterraban.. Pero esta actitud mental resultaba imposible. Por grande que hubiera sido su
Pensé entonces en el Gran Miedo que separaba a las dos especies, y por primera degeneración intelectual, los Eloi habían conservado en demasía la forma
vez, con un estremecimiento repentino, comprendí claramente de dónde humana para no tener derecho a mi simpatía y hacerme compartir a la fuerza su
procedía la carne que había yo visto. ¡Sin embargo, era demasiado horrible! degradación y su miedo.
Comtemplé a la pequeña Weena durmiendo junto a mí, su, cara blanca y Tenía yo en aquel momento ideas muy vagas sobre el camino que seguir.
radiante bajo las estrellas, e inmediatamente deseché aquel pensamiento. La primera de ellas era asegurarme algún sitio para refugio, y fabricarme yo
Durante aquella larga noche aparté de mi mente lo mejor que pude a los mismo las armas de metal o de piedra que pudiera idear. Esta necesidad era
Morlocks, y entretuve el tiempo intentando imaginar que, podía encontrar las inmediata. En segundo lugar, esperaba proporcionarme algún medio de hacer
huellas de las viejas constelaciones en lla nueva confusión. El cielo seguía muy fuego, teniendo así el arma de una antorcha en la mano, porque yo sabía que
claro, aparte de algunas nubes como brumosas. Sin duda me adormecí a nada sería más eficaz que eso contra aquellos Morlocks. Luego, tenía que idear
ratosLuego, al transcurrir mi velada, se difundió una débil claridad por el cielo, al algún artefacto para romper las puertas de bronce que había bajo la Esfinge
este, como reflejo de un fuego incoloro, Y salió la luna nueva, delgada, Blanca. Se me ocurrió hacer una especie de ariete. Estaba persuadido de que si
puntiaguda y blanca. E inmediatamente detrás, alcanzándola e inundándola, podía abrir aquellas puertas y tener delante una llama descubriría la Máquina del
llegó el alba, pálida al principio, y luego rosada y ardiente. Ningún Morlock se Tiempo y me escaparía. No podía imaginar que los Morlocks fuesen lo
había acercado a nosotros. Realmente, no había yo visto ninguno en la colina suficientemente fuertes para transportarla lejos. Estaba resuelto a llevar a

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Weena conmigo a nuestra propia época. Y dando vueltas a estos planes en mi tiempo, perdiendo gracias a la extinción de las bacterias y del moho las noventa
cabeza proseguí mi camino hacia el edificio que mi fantasía había escogido para y nueve centésimas de su fuerza, se había, sin embargo, puesto de nuevo a la
morada nuestra. obra con extrema seguridad, aunque con suma lentitud, para la destrucción de
todos sus tesoros. Aquí y allá encontré vestigios de los pequeños seres en forma
de raros fósiles rotos en pedazos o ensartados con fibra de cañas. Y las cajas, en
algunos casos, habían sido removidas por los Morlocks, a mi juicio. Reinaba un
11 — EL PALACIO DE PORCELANA VERDE
gran silencio en aquel sitio. La capa de polvo amortiguaba nuestras pisadas.
Weena, que hacía rodar un erizo de mar sobre el cristal inclinado de una caja, se
acercó pronto a mí —mientras miraba yo fijamente alrededor—, me cogió muy
Encontré el Palacio de Porcelana Verde„ al filo de mediodía, desierto y tranquilamente la mano y permaneció a mi lado.
desmoronándose en ruinas. Sólo quedaban trozos de vidrio en sus ventanas, y Al principio me dejó tan sorprendido aquel antiguo monumento de una
extensas capas del verde revestimiento se habían desprendido de las armaduras época intelectual, que no me paré a pensar en las posibilidades que presentaba.
metálicas corroídas. El palacio estaba situado en lo más alto de una pendiente Hasta la preocupación por la Máquina del Tiempo se alejó un tanto de mi mente.
herbosa; mirando, antes de entrar allí, hacia el nordeste, me sorprendió ver un A juzgar por el tamaño del lugar, aquel Palacio de Porcelana Verde
ancho estuario, o incluso una ensenada, donde supuse que Wandsworth[22] y contenía muchas más cosas que una Galería de Paleontología; posiblemente
Batterseaf[23] debían haber estado en otro tiempo. Pensé entonces —aunque no tenía galerías históricas; ¡e incluso podía haber allí una biblioteca! Para mí, al.
seguí nunca más lejos este pensamiento, qué debía haber sucedido, o qué menos en aquellas circunstancias, hubiera sido mucho más interesante que
sucedía, a los seres que vivían en el mar. aquel espectáculo de una vieja geología en decadencia. En mi exploración
Los materiales del palacio resultaron ser, después de bien examinados, encontré otra corta galería, que se extendía transversalmente a la primera.
auténtica porcelana, y a lo largo de la fachada vi una inscripción en unos Parecía estar dedicada a los minerales, y la vista de un bloque de azufre
caracteres desconocidos. Pensé, más bien neciamente, que Weena podía despertó en mi mente la idea de la potencia de la pólvora. Pero no pude
ayudarme a interpretarla, pero me di cuenta luego de que la simple idea de la encontrar salitre; ni, en realidad, nitrato de ninguna clase. Sin duda se habían
escritura no había nunca penetrado en su cabeza. Ella me pareció siempre, creo disuelto desde hacía muchas edades. Sin embargo, el azufre persistió en mi
yo, más humana de lo que era, quizá por ser su afecto tan humano. pensamiento e hizo surgir una serie de asociaciones de cosas. En cuanto al resto
Pasadas las enormes hojas de la puerta —que estaban abiertas y rotas—, del contenido de aquella galería, aunque era, en conjunto, lo mejor conservado
encontramos, en lugar del acostumbrado vestíbulo, una larga galería iluminada de todo cuanto vi, me interesaba poco. No soy especialista en mineralogía. Me
por numerosas ventanas laterales. A primera vista me recordó un museo. El dirigí hacia un ala muy ruinosa paralela al primer vestíbulo en que habíamos
enlosado estaba cubierto de polvo, y una notable exhibición de objetos diversos entrado. Evidentemente, aquella sección estaba dedicada a la Historia Natural,
se ocultaba bajo aquella misma capa gris Vi entonces, levantándose extraño y pero todo resultaba allí imposible de reconocer. Unos cuantos vestigios
ahilado en el centro del vestíbulo, lo que era sin duda la parte inferior de un encogidos y ennegrecidos de lo que habían sido en otro tiempo animales
inmenso esqueleto. Reconocí por los pies oblicuos que se trataba de algún ser disecados, momias disecadas en frascos que habían contenido antaño alcohol,
extinguido, de la especie del megaterio El cráneo y los huesos superiores yacían un polvo marrón de plantas desaparecidas: ¡esto era todo! Lo deploré, porque
al lado sobre la capa de polvo; y en un sitio en que el agua de la lluvia había me hubiese alegrado trazar los pacientes reajustes por medio de los cuales
caído por una gotera del techo, aquella osamenta estaba deteriorada. Más habían conseguido hacer la conquista de la naturaleza animada. Luego, Regamos
adelante, en la galería, se hallaba el enorme esqueleto encajonado de un a una galería de dimensiones sencillamente colosales, pero muy mal iluminada,
brontosaurio[24]. Mi hipótesis de un museo se confirmaba. En los lados encontré y cuyo suelo en suave pendiente hacía un ligero ángulo con la última galería el'
los que me parecieron ser estantes inclinados, y quitando la capa de polvo, que había entrado. Globos blancos pendían, a intervalos, del techo —muchos de
descubrí las antiguas y familiares cajas encristaladas de nuestro propio tiempo. ellos rajados y rotos— indicando que aquel sitio había estado al principio
Pero debían ser herméticas al aire a juzgar por la perfecta conservación de sus iluminado artíficialmente. Allí me encontraba más en mi elemento, pues de cada
contenidos. lado se levantaban las enormes masas de unas gigantescas máquinas, todas
¡Evidentemente, estábamos en medio de las ruinas de algún South muy corroídas y muchas rotas, pero algunas aún bastante completas. Como
Kensington[25] de nuestros días! Allí estaba, evidentemente, la Sección de ustedes saben, siento cierta debilidad por la mecánica, y estaba dispuesto a
Paleontología, que debía haber encerrado una espléndida serie de fósiles, detenerme entre ellas; tanto más cuanto que la mayoría ofrecían el interés de
aunque el inevitable proceso de descomposición, que había sido detenido por un un rompecabezas, y yo no podía hacer más que vagas conjeturas respecto a su

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utilidad. Me imaginé que si podía resolver aquellos rompecabezas me encontraría tal como era, la cosa que me impresionó con más honda fuerza fue el enorme
en posesión de fuerzas que podían servirme contra los Morlocks. derroche de trabajo que aquella sombría mezcolanza de papel podrido
De pronto, Weena se acercó mucho a mí. Tan repentinamente, que me atestiguaba. Debo confesar que en aquel momento pense principalmente en las
estremecí. Si no hubiera sido por ella no creo que hubiese yo notado que el Philosophical Transactions[27] y en mis propios diecisiete trabajos sobre física
suelo de la galería era inclinado, en absoluto[26]. El extremo a que había llegado óptica.
se hallaba por completo encima del suelo, y estaba iluminado por escasas Luego, subiendo una ancha escalera llegamos a lo que debía haber sido en
ventanas parecidas a troneras. Al descender en su longitud, el suelo se elevaba otro tiempo una galería de química técnica. Y allí tuve una gran esperanza de
contra aquellas ventanas, con sólo una estrecha faja de luz en lo alto delante de hacer descubrimientos útiles. Excepto en un extremo, donde el techo se había
cada una de ellas, hasta ser al final un foso, como el sótano de una casa de desplomado, aquella galería estaba bien conservada. Fui presuroso hacia las
Londres. Avancé despacio, intentando averiguar el uso de las máquinas, y cajas que no estaban deshechas y que eran realmente herméticas. Y al fin, en
prestándoles demasiada atención Para advertir la disminución gradual de la luz una de ellas, encontré una caja de cerillas. Probé una a toda prisa. Estaban en
del día, hasta que las crecientes inquietudes de Weena atrajeron mi atención perfecto estado. Ni siquiera parecían húmedas. Me volví hacia Weena. «¡Baila!»,
hacia ello. Vi entonces que la galería quedaba sumida al final en densas le grité en su propia lengua. Pues ahora poseía yo una verdadera arma contra
tinieblas. Vacilé, y luego, al mirar a mi alrededor, vi que la capa de polvo era los horribles seres a quienes temíamos. Y así, en aquel museo abandonado,
menos abundante y su superficie menos lisa. Más lejos, hacia la oscuridad, sobre el espeso y suave tapiz de polvo, ante el inmenso deleite de Weena,
Parecía marcada por varias pisadas, menudas y estrechas. Mi sensación de la ejecuté solemnemente una especie de danza compuesta, silbando unos
inmediata presencia de los Morlocks se reanimó ante aquello. Comprendí que compases de El País del Hombre Leal, tan alegremente como pude. Era en Parte
estaba perdiendo el tiempo en aquel examen académico de la maquinaria. un modesto cancán, en parte un paso de baile, en parte una danza de faldón
Recordé que la tarde se hallaba ya muy avanzada y que yo no tenía aún ni (hasta donde mi levita lo permitía), y en Parte original. Porque, como ustedes
arma, ni refugio, ni medios de hacer fuego. Y luego, viniendo del fondo, en la saben, soy inventivo Por naturaleza.
remota oscuridad de la galería, oí el peculiar pateo, y los mismos raros ruidos Aun ahora, pienso que el hecho de haber escapado aquella caja de cerillas
que había percibido abajo en el pozo. al desgaste del tiempo durante años memoriales resultaba muy extraño, y para
Cogí la mano de Weena. Luego, con una idea repentina, la solté y volví mí la cosa más afortunada. Además, de un modo bastante singular, encontré
hacia una máquina de la cual sobresalía una palanca bastante parecida a las de una sustancia más inverosímil, que fue alcanfor. Lo hallé en un frasco sellado
las garitas de señales en las estaciones. Subiendo a la plataforma, así aquella que, por casualidad, supongo, había sido en verdad herméticamente cerrado.
palanca y la torcí hacia un lado con toda mi fuerza. De repente, Weena, Creí al principio que sería cera de parafina, y, en consecuencia, rompí el cristal.
abandonada en la nave central, empezó a gemir. Había yo calculado la Pero el olor del alcanfor era evidente. En la descomposición universal aquella
resistencia de la palanca con bastante corrección, pues al minuto de esfuerzos se sustancia volátil había sobrevivido casualmente, quizá a través de muchos miles
partió, y me un¡ a Weena con una maza en la mano, más que suficiente, creía de centurias. Esto me recordó una pintura en sepia que había visto ejecutar una
yo, para romper el cráneo de cualquier Morlock que pudiese encontrar. Estaba vez con la tinta de una belemnita[28] fósil hacía millones de años. Estaba a punto
impaciente por matar a un Morlock o a varios. ¡Les parecerá a ustedes muy de tirarlo, pero recordé que el alcanfor era inflamable y que ardía con una buena
inhumano aquel deseo de matar a mis propios descendientes! Pero era y brillante llama —fue, en efecto, una excelente bujía— y me lo metí en el
imposible, de un modo u otro, sentir ninguna piedad por aquellos seres. Tan sólo bolsillo. No encontré, sin embargo, explosivos, ni medio alguno de derribar las
mi aversión a abandonar a Weena, y el convencimiento de que si comenzaba a puertas de bronce. Todavía mi palanca de hierro era la cosa más útil que poseía
apagar mi sed de matanza mi Máquina del Tiempo sufriría por ello, me yo por casualidad. A pesar de lo cual salí de aquella galería altamente exaltado.
contuvieron de bajar derechamente a la galería y de ir a matar a los Morlocks. No puedo contarles a ustedes toda la historia de aquella larga tarde.
Así pues, con la maza en una mano y llevando de la otra a Weena, salí de Exigiría un gran esfuerzo de memoria recordar mis exploraciones en todo su
aquella galería y entré en otra más amplia aún, que a primera vista me recordó adecuado orden. Recuerdo una larga galería con panoplias de —armas
una capilla militar con banderas desgarradas colgadas. Pronto reconocí en los enmohecidas, y cómo vacilé entre mi palanca y un hacha o una espada. No
harapos oscuros y carbonizados que pendían a los lados restos averiados de podía, sin embargo, llevarme las dos, y mi barra de hierro prometía un mejor
libros. Desde hacía largo tiempo Se habían caído a pedazos, desapareciendo en resultado contra las puertas de bronce. Había allí innumerables fusiles, pistolas y
ellos toda apariencia de impresión. Pero aquí y allá, cubiertas acartonadas y rifles. La mayoría eran masas de herrumbre, pero muchas estaban hechas de
cierres metálicos decían bastante sobre aquella historia. De haber sido yo un algún nuevo metal y se hallaban aún en bastante buen estado. Pero todo lo que
literato, hubiese podido quizá moralizar sobre la futileza de toda ambición. Pero pudo haber sido en otro tiempo cartuchos estaba convertido en polvo. Vi que

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una de las esquinas de aquella galería estaba carbonizada y derruida; quizá — temprano y tenía el propósito de atravesar antes de anochecer el bosque que me
me figuro yo— por la explosión de alguna de las muestras. En otro sitio había había detenido en mi anterior trayecto. Mi plan era ir lo más lejos posible aquella
una amplia exposición de ídolos —polinésicos, mexicanos, griegos, fenicios—, noche, y, luego, hacer un fuego y dormir bajo la protección de su resplandor. De
creo que de todos los países de la tierra. Y allí, cediendo a un impulso acuerdo con esto, mientras caminábamos recogí cuantas ramas y hierbas secas
irresistible, escribí mi nombre sobre la nariz de un monstruo de esteatita vi, y pronto tuve los brazos repletos de tales elementos. Así cargado,
procedente de Sudamérica, que impresionó en especial mi imaginación. avanzábamos más lentamente de lo que había previsto —y además Weena
A medida que caía la tarde, mi interés disminuía. Recorrí galería tras estaba rendida y yo empezaba también a tener sueño— de modo que era noche
galería, polvorientas, silenciosas, con frecuencia ruinosas; los objetos allí cerrada cuando llegamos al bosque. Weena hubiera querido detenerse en un
expuestos eran a veces meros montones de herrumbre y de lignito, en algunos altozano con arbustos que había en su lindero, temiendo que la oscuridad se nos
casos recientes. En un lugar me' encontré de repente cerca del modelo de una anticipase; pero una singular sensación de calamidad inminente, que hubiera
mina de estaño, y entonces por el más simple azar descubrí dentro de una caja debido realmente servirme de advertencia, me impulsó hacia adelante. Había
hermética dos cartuchos de dinamita. Lancé un «¡Eureka!» y rompí aquella caja estado sin dormir durante dos días y una noche y me sentía febril e irritable.
con alegría. Entonces surgió en mi una duda. Vacilé. Luego, escogiendo una Sentía que el sueño me invadía, y que con él vendrían los Morlocks.
pequeña galería lateral, hice la prueba. No he experimentado nunca desengaño Mientras vacilábamos, vi entre la negra maleza, a nuestra espalda,
igual al que sentí esperando cinco, diez, quince minutos a que se produjese una confusas en la oscuridad, tres figuras agachadas. Había matas y altas hierbas a
explosión. Naturalmente, aquello era simulado, como debía haberlo supuesto por nuestro alrededor, y yo no me sentía a salvo de su ataque insidioso. El bosque,
su sola presencia allí. Creo, en realidad, que, de no haber sido así, me hubiese según mi cálculo, debía tener menos de una milla de largo. Si podíamos
precipitado inmediatamente y hecho saltar la Esfinge, las puertas de bronce y atravesarla y llegar a la ladera pelada, parecíame que encontraríamos un sitio
(como quedó probado) mis probabilidades de encontrar la Máquina del Tiempo, donde descansar con plena seguridad; pensé que con mis cerillas y mi alcanfor
acabando con todo. lograría iluminar mi camino por el bosque. Sin embargo, era evidente que si
Creo que fue después de aquello cuando llegué a un pequeño patio abierto tenía que agitar las cerillas con mis manos debería abandonar mi leña; así pues,
del palacio. Estaba tapizado de césped Y habían crecido tres árboles frutales en la dejé en el suelo, más bien de mala gana. Y entonces se me ocurrió la idea de
su centro. De modo que descansamos y nos refrescamos allí. Hacia el ocaso prenderle fuego para asombrar a los seres ocultos a nuestra espalda. Pronto iba
empecé a pensar en nuestra situación. La noche se arrastraba a nuestro a descubrir la atroz locura de aquel acto; pero entonces se presentó a mi mente
alrededor y aún tenía que encontrar nuestro inaccesible escondite. Pero aquello como un recurso ingenioso para cubrir nuestra retirada.
me inquietaba ahora muy poco. Tenía en mi poder una cosa que era, quizá, la No sé si han pensado ustedes alguna vez qué extraña cosa es la llama en
mejor de todas las defensas contra los Morlocks: ¡tenía cerillas! ausencia del hombre y en un clima templado. El calor del sol es rara vez lo
Llevaba también el alcanfor en el bolsillo, por si era necesario una bastante fuerte para producir llama, aunque esté concentrado por gotas de
llamarada. Parecíame que lo mejor que podíamos hacer era pasar la noche al rocío, como ocurre a veces en las comarcas más tropicales. El rayo puede
aire libre, protegido, por el fuego. Por la mañana recuperaría la Máquina del destrozar y carbonizar, mas con poca frecuencia es causa de incendios extensos.
Tiempo. Para ello, hasta entonces, tenía yo solamente mi maza de hierro. Pero La vegetación que se descompone puede casualmente arder con el calor de su
ahora, con mi creciente conocimiento, mis sentimientos respecto a aquellas fermentación, pero es raro que produzca llama. En aquella época de decadencia,
puertas de bronce eran muy diferentes. Hasta aquel momento, me había además, el arte de hacer fuego había sido olvidado en la tierra. Las rojas
abstenido de forzarlas, en gran parte a causa del misterio del otro lado. No me lenguas que subían lamiendo mi montón de leña eran para Weena algo nuevo y
habían hecho nunca la impresión de ser muy resistentes, y esperaba que mi extraño por completo.
barra de hierro no sería del todo inadecuada para aquella obra. Quería cogerlas y jugar con ellas. Creo que se hubiese arrojado dentro de
no haberla yo contenido. Pero la levanté y, pese a sus esfuerzos, me adentré
osadamente en el bosque. Durante un breve rato, el resplandor de aquel fuego
iluminó mi camino. Al mirar luego hacia atrás, pude ver, entre los apiñados
12 — EN LAS TINIEBLAS
troncos, que de mi montón de ramaje la llama se había extendido a algunas
matas contiguas y que una línea curva de fuego se arrastraba por la hierba de la
colina. Aquello me hizo reír y volví de nuevo a caminar avanzando entre los
Salimos del palacio cuando el sol estaba aún en parte sobre el horizonte. árboles oscuros. La oscuridad era completa, Y Weena se aferraba a mí
Había yo decidido llegar a la Esfinge Blanca a la mañana siguiente muy convulsivamente; pero como mis ojos se iban acostumbrando a las tinieblas,

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había aún la suficiente luz para permitirme evitar los troncos. Sobre mi cabeza acumulando la leña de mi hoguera. Pronto noté lo seco que estaba el follaje
todo estaba negro, excepto algún resquicio de cielo azul que brillaba aquí y allá encima de mí, pues desde mi llegada en la Máquina del Tiempo, una semana
sobre nosotros. No encendí ninguna de mis cerillas, porque no tenía las manos antes, no había llovido. Por eso, en lugar de buscar entre los árboles caídos,
libres. Con mi brazo izquierdo sostenía a mi amiguita, y en la mano derecha empecé a alcanzar y a partir ramas. Conseguí en seguida un fuego sofocante de
llevaba mi barra de hierro. leña verde y de ramas secas, y pude economizar mi alcanfor. Entonces volví
Durante un rato no oí más que los —crujidos de las ramitas bajo mis pies, donde Weena yacía junto a mi maza de hierro. Intenté todo cuanto pude para
el débil susurro de la brisa sobre mí, mi propia respiración y los latidos de los reanimarla, pero estaba como muerta. No logré siquiera comprobar si respiraba
vasos sanguíneos en mis oídos. Luego me pareció percibir unos leves ruidos a mi o no.
alrededor. Apresuré el paso, ceñudo. Los ruidos se hicieron más claros, y capté Ahora el humo del fuego me envolvía y debió dejarme como embotado de
los mismos extraños sonidos y las voces que había oído en el Mundo pronto. Además, los vapores del alcanfor flotaban en el aire. Mi fuego podía
Subterráneo. Debían estar allí evidentemente varios Morlocks, y me iban durar aún una hora, aproximadamente. Me sentía muy débil después de aquellos
rodeando. En efecto, un minuto después sentí un tirón de mi chaqueta, y luego esfuerzos, y me senté. El bosque también estaba lleno de un soñoliento
de mi brazo. Y Weena se estremeció violentamente, quedando inmóvil en murmullo que no podía yo comprender. Parecióme realmente que dormitaba y
absoluto. abrí los ojos. Pero todo estaba oscuro, y los Morlocks tenían sus manos sobre
Era el momento de encender una cerilla. Pero para ello tuve que dejar a mí. Rechazando sus dedos que me asían, busqué apresuradamente la caja de
Weena en el suelo. Así lo hice, y mientras registraba mi bolsillo, se inició una cerillas de mi bolsillo, y... ¡había desaparecido! Entonces me agarraron y
lucha en la oscuridad cerca de mis rodillas, completamente silenciosa por parte cayeron sobre mí de nuevo. En un instante supe lo sucedido Habíame dormido, y
de ella y con los mismos peculiares sonidos arrulladores por parte de los mi fuego se extinguió; la amargura de la muerte invadió mi alma. La selva
Morlocks. Unas suaves manitas se deslizaban taMbién sobre mi chaqueta y mi parecía llena del olor a madera quemada. Fui cogido del cuello, del pelo, de los
espalda, incluso mi cuello. Entonces rasqué y encendí la cerilla. La levanté brazos y derribado. Era de un horror indecible sentir en las tinieblas todos
flameante, y vi las blancas espaldas de los Morlocks que huían entre los árboles. aquellos seres amontonados sobre mí. Tuve la sensación de hallarme apresado
Cogí presuroso un trozo de alcanfor de mi bolsillo, Y me preparé a encenderlo en una monstruosa telaraña. Estaba vencido y me abandoné. Sentí que unos
tan pronto como la cerilla se apagase. Luego examiné a Weena. Yacía en tierra, dientecillos me mordían en el cuello. Rodé hacia un lado y mi mano cayó por
agarrada a mis pies, completamente inanimada, de bruces sobre el suelo. Con casualidad sobre mi palanca de hierro. Esto me dio nuevas fuerzas. Luché,
un terror repentino me incliné hacia ella. Parecía respirar apenas. Encendí el apartando de mí aquellas ratas humanas, y sujetando la barra con fuerza, la
trozo de alcanfor y, lo puse sobre el suelo; y mientras estallaba y llameaba, hundí donde juzgué que debían estar sus caras. Sentía bajo mis golpes el
alejando los Morlocks y las sombras, me arrodillé y la incorporé. ¡El bosque, a mi magnífico aplastamiento de la carne y de los huesos y por un instante estuve
espalda, parecía lleno de la agitación Y del murmullo de una gran multitud! libre.
Weena parecía estar desmayada. La coloqué con. sumo cuidado sobre mi La extraña exultación que con tanta frecuencia parece acompañar una
hombro y me levanté para caminar,— Y entonces se me apareció la horrible lucha encarnizada me invadió. Sabía que Weena y yo estábamos perdidos, pero
realidad. Al maniobrar con mis cerillas y con Weena, había yo dado varias decidí hacerles pagar caro su alimento a los Morlocks. Me levanté, y
vueltas sobre mí mismo, y ahora no tenía ni la más ligera idea de la dirección en apoyándome contra un árbol, blandí la barra de hierro ante mi. El bosque entero
que estaba mi camino. Todo lo que pude saber es que debía hallarme de cara al estaba lleno de la agitación y del griterío de aquellos eres. Pasó un minuto. Sus
Palacio de Porcelana Verde. Sentí un sudor frío por mi cuerpo. Era preciso pensar voces parecieron elevarse hasta un alto grado de excitación y sus movimientos
rápidamente qué debía hacer. Decidí encender un fuego y acampar donde se hicieron más rápidos. Sin embargo, ninguno se puso a mi alcance.
estábamos. Apoyé a Weena, todavía inanimada, sobre un tronco cubierto de Permanecí mirando fijamente en las tinieblas. Luego tuve de repente una
musgo, y a toda prisa, cuando mi primer trozo de alcanfor iba a apagarse, esperanza. ¿Qué era lo que podía espantar a los Morlocks? Y pisándole los
empecé a amontonar ramas y hojas. Aquí y allá en las tinieblas, a mi alrededor, talones a esta pregunta sucedió una extraña cosa. Las tinieblas parecieron
los ojos de los Morlocks brillaban como carbunclos. tomarse luminosas. Muy confusamente comencé a ver a los Morlocks a mi
El alcanfor vaciló y se extinguió. Encendí una cerilla, y mientras lo hacía, alrededor —tres de ellos derribados a mis pies— y entonces reconocí con una
dos formas blancas que se habían acercado a Weena, huyeron apresuradamente. sorpresa incrédula que los otros huían, en una oleada incesante, al parecer, por
Una de ellas quedó tan cegada por la luz que vino en derechura hacia mí, y sentí detrás de mí y que desaparecían en el bosque. Sus espaldas no eran ya blancas
sus huesos partirse bajo mi violento puñetazo. Lanzó un grito de espanto, se sino rojizas. Mientras permanecía con la boca abierta, vi una chispita roja
tambaleó un momento y se desplomó. Encendí otro trozo de alcanfor y seguí revolotear y disiparse, en un retazo de cielo estrellado, a través de las ramas. Y

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por ello comprendí el olor a madera quemada, el murmullo monótono que se Durante la mayor parte de aquella noche tuve el convencimiento de que
había convertido ahora en un borrascoso estruendo, el resplandor rojizo y la sufría una pesadilla. Me mordí a mí mismo y grité con el ardiente deseo de
huida de los Morlocks. despertarme. Golpeé la tierra con mis manos, me levanté y volví a sentarme,
Separándome del tronco de mi árbol y mirando hacia atrás, vi entre las vagué de un lado a otro y me senté de nuevo. Luego llegué a frotarme los ojos y
negras columnas de los árboles más cercanos las llamas del bosque incendiado. a pedir a Dios que me despertase. Por tres veces vi a unos Morlocks lanzarse
Era mi primer fuego que me seguía. Por eso busqué a Weena, pero había dentro de las llamas en una especie de agonía. Pero al final, por encima de las
desaparecido. Detrás de mí los silbidos y las crepitaciones, el ruido estallante de encalmadas llamas del incendio, por encima de las flotantes masas de humo
cada árbol que se prendía me dejaban poco tiempo para reflexionar. Con mi negro, el blancor y la negrura de los troncos, y el número decreciente de
barra de hierro asida aún seguí la trayectoria de los Morlocks. Fue una carrera aquellos seres indistintos, se difundió la blanca luz del día.
precipitada. En una ocasión las llamas avanzaron tan rápidamente a mi derecha, Busqué de nuevo las huellas de Weena, peto allí no encontré ninguna. Era
mientras corría, que fui adelantado y tuve que desviarme hacia la izquierda. Pero evidente que ellos habían abandonado su pobre cuerpecillo en el bosque. No
al fin salí a un pequeño claro, y en el mismo momento un Morlock vino puedo describir hasta qué punto alivió mi dolor el pensar que ella se había
equivocado hacia mi, me pasó, ¡y se precipitó derechamente en el fuego! librado del horrible destino que parecía estarle reservado. Pensando en esto,
Ahora iba yo a contemplar la cosa más fantasmagórica y horripilante, creo, sentí casi impulsos de comenzar la matanza de las impotentes abominaciones
de todas las que había visto en aquella edad futura. Todo el espacio descubierto que estaban a mi alrededor, pero me contuve. Aquel montículo, como ya he
estaba tan iluminado como si fuese de día por el reflejo del incendio. En el dicho, era una especie de isla en el bosque. Desde su cumbre, podía ahora
centro había un montículo o túmulo, coronado por un espino abrasado. Detrás, descubrir a través de una niebla de humo el Palacio de Porcelana Verde, y desde
otra parte del bosque incendiado, con lenguas amarillas que se retorcían, allí orientarme hacía la Esfinge Blanca. Y así, abandonando el resto de aquellas
cercando por completo el espacio con una barrera de fuego. Sobre la ladera de almas malditas, que se movían aún de aquí para allá gimiendo, mientras el día
la colina estaban treinta o cuarenta Morlocks, cegados por la luz y el calor, iba clareando, até algunas hierbas alrededor de mis pies y avancé cojeando —
corriendo desatinadamente de un lado para otro, chocando entre ellos en su entre las cenizas humeantes y los troncos negruzcos, agitados aún por el fuego
trastorno. en una conmoción interna—, hacia el escondite de la Máquina del Tiempo.
Al principio no pensé que estuvieran cegados, y cuando se acercaron los Caminaba despacio, pues estaba casi agotado, y asimismo cojo, y me sentía
golpeé furiosamente con mi barra, en un frenesí de pavor, matando a uno y hondamente desdichado con la horrible muerte de la pequeña Weena. Parecíame
lisiando a varios más. Pero cuando hube observado los gestos de uno de ellos, una calamidad abrumadora. Ahora, en esta vieja habitación familiar, aquello se
yendo a tientas entre el espino bajo el rojo cielo, y oí sus quejidos, me convencí me antoja más la pena de un sueno que una pérdida real. Pero aquella mañana
de su absoluta y desdichada impotencia bajo aquel resplandor, y no los golpeé su pérdida me dejó otra vez solo por completo, terriblemente solo. Empecé a
más. pensar en esta casa mia, en este rincón junto al fuego, en algunos de ustedes, y
Sin embargo, de vez en cuando uno de ellos venía directamente hacia mí, con tales pensamientos se apoderó de mí un anhelo que era un sufrimiento.
causándome un estremecimiento de horror que hacía que le rehuyese con toda Pero al caminar sobre las cenizas humeantes bajo el brillante cielo matinal,
premura. En un momento dado las llamas bajaron algo, y temí que aquellos hice un descubrimiento. En el bolsillo del pantalón quedaban algunas cerillas.
inmundos seres consiguieran pronto verme. Pensé incluso entablar la lucha Debían haberse caído de la caja antes de perderse ésta.
matando a algunos de ellos antes de que sucediese aquello; pero el fuego volvió
a brillar voraz, y contuve mi mano. Me paseé alrededor de la colina entre ellos,
rehuyéndolos, buscando alguna huella de Weena. Pero Weena había
13 — LA TRAMPA DE LA ESFINGE BLANCA
desaparecido.
Al final me senté en la cima del montículo y contemplé aquel increíble
tropel de seres ciegos arrastrándose de aquí para allá, y lanzando pavorosos
gritos mientras el resplandor del incendio los envolvía. Las densas volutas de Alrededor de las ocho o las nueve de la mañana llegué al mismo asiento de
humo ascendían hacia el cielo, y a través de los raros resquicios de aquel rojo metal amarillo desde el cual había contemplado el mundo la noche de mi
dosel, lejanas como si perteneciesen a otro universo, brillaban menudas las llegada. Pensé en las conclusiones precipitadas que hice aquella noche, y no
estrellas. Dos o tres Morlocks vinieron a tropezar conmigo; los rechacé a pude dejar de reírme amargamente de mi presunción. Allí había aún el mismo
puñetazos, temblando al hacerlo. bello paisaje, el mismo abundante follaje; los mismos espléndidos palacios y
magníficas ruinas, el mismo río plateado corriendo entre sus fértiles orillas. Los

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alegres vestidos de aquellos delicados seres se movían de aquí para allí entre los antes de ponerse el sol. Me sentía ahora a salvo de ser sorprendido por los
árboles. Algunos se bañaban en el sitio preciso en que había yo salvado a Morlocks y, desperezándome, bajé por la colina hacia la Esfinge Blanca. Llevaba
Weena, y esto me asestó de repente una aguda puñalada de dolor. Como mi palanca en una mano, y la otra jugaba con las cerillas en mi bolsillo.
manchas sobre el paisaje se elevaban las cúpulas por encima de los caminos Y ahora viene lo más inesperado. Al acercarme al pedestal de la esfinge,
hacia el Mundo Subterráneo. Sabía ahora lo que ocultaba toda la belleza del encontré las hojas de bronce abiertas. Habían resbalado hacia abajo sobre unas
Mundo Superior. Sus días eran muy agradables, como lo son los días que pasa el ranuras.
ganado en el campo. Como el ganado, ellos ignoraban que tuviesen enemigos, y Ante esto me detuve en seco vacilando en entrar.
no prevenían sus necesidades. Y su fin era el mismo. Dentro había un pequeño aposento, y en un rincón elevado estaba la
Me afligió pensar cuán breve había sido el sueño de la Inteligencia Máquina del Tiempo. Tenía las pequeñas palancas en mi bolsillo. Así pues,
humana. Habíase suicidado. Se había puesto con firmeza en busca de la después de todos mis estudiados preparativos para el asedio de la Esfinge
comodidad y el bienestar de una Sociedad equilibrada con seguridad y Blanca, me encontraba con una humilde rendición. Tiré mi barra de hierro,
estabilidad, como lema; había realizado sus esperanzas, para llegar a esto al sintiendo casi no haberla usado.
Final. Alguna vez, la vida y la propiedad debieron alcanzar Una casi absoluta Me vino a la mente un repentino pensamiento cuando me agachaba hacia
seguridad. Al rico le habían garantizado su riqueza y su bienestar, al trabajador la entrada. Por una vez al menos capté las operaciones mentales de los
su vida y su trabajo. Sin duda en aquel mundo perfecto no había existido ningún Morlocks. Conteniendo un enorme deseo de reír, pasé bajo el marco de bronce y
problema de desempleo, ninguna cuestión social dejada sin resolver. Y esto avancé hacia la Máquina del Tiempo. Me sorprendió observar que había sido
había sido seguido de una gran calma. cuidadosamente engrasada y limpiada. Después he sospechado que los Morlocks
Una ley natural que olvidamos es que la versatilidad intelectual es la la habían desmontado en parte, intentando a su insegura manera averiguar para
compensación por el cambio, el peligro y la inquietud. Un animal en perfecta qué servía.
armonía con su medio ambiente es un perfecto mecanismo. La naturaleza no Ahora, mientras la examinaba, encontrando un placer en el simple contacto
hace nunca un llamamiento a la inteligencia, como el hábito y el instinto no sean con el aparato, sucedió lo que yo esperaba. Los paneles de bronce resbalaron de
inútiles. No hay inteligencia allí donde no hay cambio ni necesidad de cambio. repente y cerraron el marco con un ruido metálico. Me hallé en la oscuridad,
Sólo los animales que cuentan con inteligencia tienen que hacer frente a una cogido en la trampa. Eso pensaban los Morlocks. Me reí entre dientes
enorme variedad de necesidades y de peligros. gozosamente.
Así pues, como podía ver, el hombre del Mundo Superior había derivado Oía ya su risueño murmullo mientras avanzaban hacia mí. Con toda
hacia su blanda belleza, y el del Mundo Subterráneo hacia la simple industria tranquilidad intenté encender una cerilla. No tenía más que tirar de las palancas
mecánica. Pero aquel perfecto estado carecía aún de una cosa para alcanzar la y partiría como un fantasma. Pero había olvidado una cosa insignificante. Las
perfección mecánica: la estabilidad absoluta. Evidentemente, a medida que cerillas eran de esa clase abominable que sólo se encienden rascándolas sobre la
transcurría el lempo, la subsistencia del Mundo Subterráneo, como quiera que se caja.
efectuase, se había alterado. La Madre Necesidad, que había sido rechazada Pueden ustedes imaginar cómo desapareció toda mi calma. Los pequeños
durante algunos milenios, volvió otra vez y comenzó de nuevo su obra, abajo. El brutos estaban muy cerca de mí. Uno de ellos me tocó. Con la ayuda de las
Mundo Subterráneo, al estar en contacto con una maquinaria que, aun siendo palancas barrí de un golpe la oscuridad y empecé a subir al sillín de la máquina.
perfecta, necesitaba sin embargo un poco de pensamiento además del hábito, Entonces una mano se posó sobre mí y luego otra. Tenía, por tanto,
había probablemente conservado, por fuerza, bastante más iniciativa, pero simplemente que luchar contra sus dedos persistentes para defender mis
menos carácter humano que el Superior. Y cuando les faltó un tipo de carne, palancas y al mismo tiempo encontrar a tientas los pernos sobre los cuales
acudieron a lo que una antigua costumbre les había prohibido hasta entonces. encajaban. Casi consiguieron apartar una de mí. Pero cuando sentí que me
De esta manera vi en mi última mirada el mundo del año 802.701. Esta es tal escurría de la mano, no tuve más remedio que topar mi cabeza en la oscuridad
vez la explicación más errónea que puede inventar un mortal. Esta es, sin —pude oír retumbar el cráneo del Morlock— para recuperarla. Creo que aquel
embargo, la forma que tomó para mí la cosa y así se la ofrezco a ustedes. último esfuerzo representaba algo más inmediato que la lucha en la selva.
Después de las fatigas, las excitaciones y los terrores de los pasados días, Pero al fin la palanca quedó encajada en el movimiento de la puesta en
y pese a mi dolor, aquel asiento, la tranquila vista y el calor del sol eran muy marcha. Las manos que me asían se desprendieron de mí. Las tinieblas se
agradables. Estaba muy cansado y soñoliento y pronto mis especulaciones se disiparon luego ante mis ojos. Y me encontré en la misma luz grisácea y entre el
convirtieron en sopor. Comprendiéndolo así, acepté mi propia sugerencia y mismo tumulto que ya he descrito.
tendiéndome sobre el césped gocé de un sueño vivificador. Me desperté un poco

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14 — LA VISIÓN MÁS DISTANTE almagre intenso y sin estrellas, y al sudeste hacíase brillante, llegando a un
escarlata resplandeciente hasta donde, cortado por el horizonte, estaba el
inmenso disco del sol, rojo e inmóvil. Las rocas a mi alrededor eran de un áspero
color rojizo, y el único vestigio de vida que pude ver al principio fue la
Ya les he narrado las náuseas y la confusión que produce el viajar a través
vegetación intensamente verde que cubría cada punto saliente sobre su cara del
del tiempo. Y ahora no estaba yo bien sentado en el sillín, sino puesto de lado y
sudeste. Era ese mismo verde opulento que se ve en el musgo de la selva o en
de un modo inestable. Durante un tiempo indefinido me agarre a la máquina que
el liquen de las cuevas: plantas que, como éstas, crecen en un perpetuo
oscilaba y vibraba sin preocuparme en absoluto cómo iba, y cuando quise mirar
crepúsculo.
los cuadrantes de nuevo, me dejó asombrado ver adónde había llegado. Uno de
La máquina se había parado sobre una playa en pendiente. El mar se
los cuadrantes señala los días; otro, los millares de días; otro, los millones de
extendía hacia el sudeste, levantándose claro y brillante sobre el cielo pálido. No
días, y otro, los miles de millones. Ahora, en lugar de poner las palancas en
había allí ni rompientes ni olas, pues no soplaba ni una ráfaga de viento. Sólo
marcha atrás las había puesto en posición de marcha hacia delante, y cuando
una ligera y oleosa ondulación mostraba que el mar eterno aún se agitaba y
consulté aquellos indicadores vi que la aguja de los millares tan de prisa como la
vivía. Y a lo largo de la orilla, donde el agua rompía a veces, había una gruesa
del segundero de un reloj giraba hacia el futuro.
capa de sal rosada bajo el cielo espeluznante. Sentía una opresión en mi cabeza,
Entretanto, un cambio peculiar se efectuaba en el aspecto de las cosas. La
y observé que tenía la respiración muy agitada. Aquella sensación me recordó mi
palpitación grisácea se tornó oscura; entonces —aunque estaba yo viajando
único ensayo de montañismo, y por ello juzgué que el aire debía estar más
todavía a una velocidad prodigiosa— la sucesión parpadeante del día y de la
enrarecido que ahora.
noche, que indicaba por lo general una marcha aminorada, volvió cada vez más
Muy lejos, en lo alto de la desolada pendiente, oí un áspero grito y vi una
acusada. Esto me desconcertó mucho al principio. Las alternativas de día y de
cosa parecida a una inmensa mariposa blanca inclinarse revoloteando por el
noche se hicieron más y más lentas, así como también el paso del sol por el
cielo y, dando vueltas, desaparecer sobre unas lomas bajas. Su chillido era tan
cielo, aunque parecían extenderse a través de las centurias. Al final, un
lúgubre, que me estremecí, asentándome con más firmeza en la máquina.
constante crepúsculo envolvió la tierra, un crepusculo interrumpido tan sólo de
Mirando nuevamente a mi alrededor vi que, muy cerca, lo que había tomado por
vez en cuando por el resplandor de un cometa en el cielo entenebrecido. La faja
una rojiza masa de rocas se movía lentamente hacia mí. Percibí entonces que la
de luz que señalaba el sol había desaparecido hacía largo rato, pues el sol no se
cosa era en realidad un ser monstruoso parecido a un cangrejo. ¿Pueden ustedes
ponía; simplemente se levantaba y descendía por el oeste, mostrándose más
imaginar un cangrejo tan grande como aquella masa, moviendo lentamente sus
grande y más rojo. Todo rastro de la luna habíase desvanecido. Las revoluciones
numerosas patas, bamboleándose, cimbreando sus enormes pinzas, sus largas
de las estrellas, cada vez más lentas, fueron sustituidas por puntos de luz que
antenas, como látigos de carretero, ondulantes tentáculos, con sus ojos
ascendían despacio. Al final, poco antes de hacer yo alto, el sol rojo e inmenso
acechándoles centelleantes a cada lado de su frente metálica? Su lomo era
quedóse inmóvil sobre el horizonte: una amplia cúpula que brillaba con un
rugoso y adornado de protuberancias desiguales, y unas verdosas incrustaciones
resplandor empañado, y que sufría de vez en cuando una extinción
lo recubrían aquí y allá. Veía yo, mientras se movía, los numerosos palpos de su
momentánea. Una vez se reanimó un poco mientras brillaba con más fulgor
complicada boca agitarse y tantear.
nuevamente, pero recobró en seguida su rojo y sombrío resplandor. Comprendí
Mientras miraba con asombro aquella siniestra aparición que se arrastraba
que por aquel aminoramiento de su salida y de su puesta se realizaba la obra de
hacia mí, sentí sobre mi mejilla un cosquilleo como si una mosca se posase en
las mareas. La tierra reposaba con una de sus caras vuelta hacia el sol, del
ella. Intenté apartarla con la mano, pero al momento volvió, y casi
mismo modo que en nuestra propia época la luna presenta su cara a la tierra.
inmediatamente sentí otra sobre mi oreja. La apresé y cogí algo parecido a un
Muy cautelosamente, pues recordé mi anterior caída de bruces, empecé a
hilo. Se me escapó rápidamente de la mano. Con una náusea atroz me volví y
invertir el movimiento. Giraron cada vez más despacio las agujas hasta que la de
pude ver que había atrapado la antena de otro monstruoso cangrejo que estaba
los millares pareció inmovilizarse y la de los días dejó de ser una simple nube
detrás de mí. Sus ojos malignos ondulaban sus pedúnculos, su boca estaba
sobre su cuadrante. Más despacio aún, hasta que los vagos contornos de una
animada de voracidad, y sus recias pinzas torpes, untadas de un limo algáceo,
playa desolada se hicieron visibles.
iban a caer sobre mí. En un instante mi mano asió la palanca y puse un mes de
Me detuve muy delicadamente y, sentado en la Máquina del Tiempo, miré
intervalo entre aquellos monstruos y yo. Pero me encontré aún en la misma
alrededor. El cielo ya no era azul.
playa y los vi claramente en cuanto paré. Docenas de ellos parecían arrastrarse
Hacia el nordeste era negro como tinta, y en aquellas tinieblas brillaban
aquí y allá, en la sombría luz, entre las capas superpuestas de un verde intenso.
con gran fulgor, incesantemente, las pálidas estrellas. Sobre mí era de un

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No puedo describir la sensación de abominable desolación que pesaba La oscuridad aumentaba rápidamente; un viento frío comenzó a soplar en
sobre el mundo. El cielo rojo al oriente, el norte entenebrecido, el salobre mar ráfagas refrescantes del este, y la caída de los copos blancos en el aire creció en
Muerto[29], la playa cubierta de guijarros donde se arrastraban aquellos número. De la orilla del mar vinieron una agitación y un murmullo. Fuera de
inmundos, lentos y excitados monstruos; el verde uniforme de aspecto venenoso estos ruidos inanimados el mundo estaba silencioso. ¿Silencioso? Sería difícil
de las plantas de liquen, aquel aire enrarecido que desgarraba los pulmones: describir aquella calma. Todos los ruidos humanos, el balido del rebaño, los
todo contribuía a crear aquel aspecto aterrador. Hice que la máquina me llevase gritos de los pájaros, el zumbido de los insectos, el bullicio que forma el fondo
cien años hacia delante; y había allí el mismo sol rojo —un poco más grande, un de nuestras vidas, todo eso había desaparecido. Cuando las tinieblas se
poco más empañado—, el mismo mar moribundo, el mismo aire helado y el adensaron, los copos remolineantes cayeron más abundantes, danzando ante
mismo amontonamiento de los bastos crustáceos entre la verde hierba y las mis ojos. Al final, rápidamente, uno tras otro, los blancos picachos de las lejanas
rojas rocas. Y en el cielo occidental vi una pálida línea curva como una enorme colinas se desvanecieron en la oscuridad. La brisa se convirtió en un viento
Luna nueva. quejumbroso. Vi la negra sombra central del eclipse difundirse hacia mí. En otro
Viajé así, deteniéndome de vez en cuando, a grandes zancadas de mil años momento sólo las pálidas estrellas fueron visibles. Todo lo demás estaba sumido
o más, arrastrado por el misterio del destino de la tierra, viendo con una extraña en las tinieblas. El cielo era completamente negro.
fascinación cómo el sol se tornaba más grande y más empañado en el cielo de Me invadió el horror de aquellas grandes tinieblas. El frío que me
occidente, y la vida de la vieja tierra iba decayendo. Al final, a más de treinta penetraba hasta los tuétanos y el dolor que sentía al respirar me vencieron. Me
millones de años de aquí, la inmensa e intensamente roja cúpula del sol acabó estremecí, y una náusea mortal se apoderó de mí. Entonces, como un arco
por oscurecer cerca de una décima parte de los cielos sombríos. Entonces me candente en el cielo, apareció el borde del sol. Bajé de la máquina para
detuve una vez más, pues la multitud de cangrejos había desaparecido, y la reanimarme. Me sentía aturdido e incapaz de afrontar el viaje de vuelta.
rojiza playa, salvo por sus plantas hepáticas y sus líquenes de un verde lívido, Mientras permanecía así, angustiado y confuso, vi de nuevo aquella cosa movible
parecía sin vida. Y ahora estaba cubierta de una capa blanca. Un frío penetrante sobre el banco —no había ahora equivocación posible de que la cosa se movía—
me asaltó. Escasos copos blancos caían de vez en cuando, remolineando. Hacia resaltar contra el agua roja del mar. Era una cosa redonda, del tamaño de un
el nordeste, el relumbrar de la nieve se extendía bajo la luz de las estrellas de balón de fútbol, quizá, o acaso mayor, con unos tentáculos que le arrastraban
un cielo negro, y pude ver las cumbres ondulantes de unas lomas de un blanco por detrás; parecía negra contra las agitadas aguas rojo sangre, y brincaba
rosado. Había allí flecos de hielo a lo largo de la orilla del mar, con masas torpemente de aquí para allá. Entonces sentí que me iba a desmayar. Pero un
flotantes más lejos; pero la mayor extensión de aquel océano salado, todo terror espantoso a quedar tendido e impotente en aquel crepúsculo remoto y
sangriento bajo el eterno sol poniente, no estaba helada aún. tremendo Me sostuvo mientras trepaba sobre el sillín.
Miré a mi alrededor para ver si quedaban rastros de alguna vida animal.
Cierta indefinible aprensión me mantenía en el sillín de la máquina. Pero no vi
moverse nada, ni en la tierra, ni en el cielo, ni en el mar. Sólo el légamo verde
sobre las rocas atestiguaba que la vida no se había extinguido. Un banco de
arena apareció en el mar y el agua habíase retirado de la costa. Creí ver algún
objeto negro aleteando sobre aquel banco, pero cuando lo observé permaneció
inmóvil. juzgué que mis ojos se habían engañado y que el negro objeto era 15 — EL REGRESO DEL VIAJERO A TRAVÉS DEL
simplemente una roca. Las estrellas en el cielo brillaban con intensidad, y me TIEMPO
pareció que centelleaban muy levemente.
De repente noté que el contorno occidental del sol había cambiado; que
una concavidad, una bahía, aparecía en la curva. Vi que se ensanchaba. Durante Y así he vuelto. Debí permanecer largo tiempo insensible sobre la máquina.
un minuto, quizá, contemplé horrorizado aquellas tinieblas que invadían La sucesión intermitente de los días y las noches se reanudó, el sol salió dorado
lentamente el día, y entonces comprendí que comenzaba un eclipse. La luna o el de nuevo, el cielo volvió a ser azul. Respiré con mayor facilidad. Los contornos
planeta Mercurio pasaban ante el disco solar. Naturalmente, al principio me fluctuantes de la tierra fluyeron y refluyeron. Las agujas giraron hacia atrás
pareció que era la luna, pero me inclino grandemente a creer que lo que vi en sobre los cuadrantes. Al final vi otra vez vagas sombras de casas, los
realidad era el tránsito de un planeta —interior que pasaba muy próximo a la testimonios de la Humanidad decadente. Estas también cambiaron y pasaron;
tierra. aparecieron otras. Luego, cuando el cuadrante del millón estuvo a cero, aminoré

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la velocidad. Empecé a reconocer nuestra mezquina y familiar arquitectura, la es estar aquí esta noche, en esta vieja y familiar habitación, viendo sus caras
aguja de los millares volvió rápidamente a su punto de partida, la noche y el día amigas y contándoles estas extrañas aventuras.
alternaban cada vez más despacio. Luego los viejos muros del laboratorio me Miró al Doctor.
rodearon. Muy suavemente, ahora, fui parando el mecanismo. —No. No puedo esperar que usted crea esto. Tome mi relato como una
Observé una cosa insignificante que me pareció rara. Creo haberles dicho a patraña o como una profecía. Diga usted que he soñado en mi taller. Piense que
ustedes que, cuando partí, antes de que mi velocidad llegase a ser muy grande, he meditado sobre los destinos de nuestra raza hasta haber tramado esta
la señora Watchets, mi ama de llaves, había cruzado la habitación, moviéndose, ficción. Considere mi afirmación de su autenticidad como una simple pincelada
eso me pareció a mí, como un cohete. A mi regreso pasé de nuevo en el minuto artística para aumentar su interés. Y tomando así el relato, ¿qué piensa usted de
en que ella cruzaba el laboratorio. Pero ahora cada movimiento suyo pareció ser él?
exactamente la inversa de los que había ella hecho antes. La puerta del extremo Cogió su pipa y comenzó, de acuerdo con su antigua manera, a dar con
inferior se abrió, y ella se deslizó tranquilamente en el laboratorio, de espaldas, ella nerviosamente sobre las barras de la parrilla. Hubo un silencio momentáneo.
y desapareció detrás de la puerta por donde había entrado antes. Exactamente Luego las sillas empezaron a crujir y los pies a restregarse sobre la alfombra.
en el minuto precedente me pareció ver un momento a Hilleter; pero él pasó Aparté los ojos de la cara del Viajero a través del Tiempo y miré a los oyentes a
como un relámpago. Entonces detuve la máquina, y vi otra vez a mi alrededor el mi alrededor. Estaban en la oscuridad, y pequeñas manchas de color flotaban
viejo laboratorio familiar, mis instrumentos mis aparatos exactamente tales ante ellos. El Doctor Parecía absorto en la contemplación de nuestro anfitrión. El
como los dejé. Bajé de la' máquina todo trémulo, y me senté en mi banco. Director del periódico miraba con obstinación la punta de su cigarro, el sexto.—
Durante varios minutos estuve temblando violentamente. Luego me calmé. A mi El Periodista sacó su reloj. Los otros, si mal no recuerdo, estaban inmóviles.
alrededor estaba de nuevo mi antiguo taller exactamente como se hallaba antes. El Director se puso en pie con un suspiro y dijo:
Debí haberme dormido allí, y todo esto había sido un sueño. —¡Lástima que no sea usted escritor de cuentos! —y puso su mano en el
¡Y, sin embargo, no era así exactamente! La máquina había partido del hombro del Viajero a través del Tiempo.
rincón sudeste del laboratorio. Estaba arrimada de nuevo al noroeste, contra la —¿No cree usted esto?
pared donde la han visto ustedes. Esto les indicará la distancia exacta que había —Pues yo...
desde la praderita hasta el pedestal de la Esfinge Blanca, a cuyo interior habían —Me lo figuraba.
trasladado mi máquina los Morlocks. El Viajero a través del Tiempo se volvió hacia nosotros
Durante un rato mi cerebro quedó paralizado. Luego me levanté y vine —¿Dónde están las cerillas? —dijo. Encendió una entre bocanadas de humo
aquí por el pasadizo, cojeando, pues me sigue doliendo el talón, y sintiéndome de su pipa habló—: Si he decirles la verdad..., apenas creo yo mismo en ello... Y
desagradablemente desaseado. Vi la Pall Mall Gazette sobre la mesa junto a la sin embargo...
puerta. Descubrí que la fecha era, en efecto, la de hoy, y mirando el reloj vi que Sus ojos cayeron con una muda interrogación sobre las flores blancas
marcaba casi las ocho. Oí las voces de ustedes y el ruido de los platos. Vacilé. marchitas que había sobre la mesita. Luego volvió la mano con que asía la pipa,
¡Me sentía tan extenuado y débil! Entonces olí una buena y sana comida, abrí la y vi que examinaba unas cicatrices, a medio curar, sobre sus nudillos.
puerta y aparecí ante ustedes. Ya conocen el resto. Me lavé, comí, y ahora les he El Doctor se levantó, fue hacia la lámpara, y examinó las flores.
contado la aventura. —El gineceo es raro —dijo.
El Psicólogo se inclinó para ver y tendió la mano para coger una de ellas.
—¡Que me cuelguen! ¡Es la una menos cuarto! —exclamó el Periodista—.
¿Cómo voy a volver a mi casa?
—Hay muchos taxis en la estación —dijo el Psicólogo.
—Es una cosa curiosísima —dijo el Doctor—, pero no sé realmente a qué
género pertenecen estas flores. ¿Puedo llevármelas?
16 — DESPUÉS DEL RELATO El Viajero a través del Tiempo titubeó. Y luego de pronto:
—¡De ningún modo! —contestó.
—¿Dónde las ha encontrado usted en realidad? —preguntó el Doctor.
—Sé —dijo el Viajero a través del Tiempo después de una pausa— que El Viajero a través del Tiempo se llevó la mano a la cabeza. Habló como
todo esto les parecerá completamente increíble. Para mí la única cosa increíble quien intenta mantener asida una idea que se le escapa.
—Me las metió en el bolsillo Weena, cuando viajé a través del tiempo.

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Miró desconcertado a su alrededor. —Necesito sólo media hora —continuó—. Sé por qué ha venido usted y es
—¡Desdichado de mí si todo esto no se borra! Esta habitación, ustedes y sumamente amable por su parte. Aquí hay unas revistas. Si quiere usted
esta atmósfera de la vida diaria son demasiado para mi memoria. ¿He construido quedarse a comer, le probaré que viajé a través del tiempo a mi antojo, con
yo alguna vez una Máquina del Tiempo, o un modelo de ella? ¿0 es esto muestras y todo. ¿Me perdona usted que le deje ahora?
solamente un sueño? Dicen que la vida es un sueño, un pobre sueño a veces Accedí, comprendiendo apenas entonces toda la importancia de sus
precioso.... pero no puedo hallar otro que encaje. Es una locura. ¿Y de dónde me palabras; y haciéndome unas señas con la cabeza se marchó por el corredor. Oí
ha venido este sueño ... ? Tengo que ir a ver esa máquina ¡Si es que la hay! la puerta cerrarse de golpe, me senté en un sillón y cogí un diario. ¿Qué iba a
Cogió presuroso la lámpara, franqueó la puerta y la llevó, con su luz roja, a lo hacer hasta la hora de comer? Luego, de pronto, recordé por un anuncio que
largo del corredor. Le seguimos. Allí, bajo la vacilante luz dela lámpara, estaba estaba citado con Richardson, el editor, a las dos. Consulté mi reloj y vi que no
en toda su realidad la máquina, rechoncha, fea y sesgada; un artefacto de podía eludir aquel compromiso. Me levanté y fui por el pasadizo a decírselo al
bronce, ébano, marfil y cuarzo translúcido y reluciente. Sólida al tacto —pues Viajero a través del Tiempo.
alargué la mano y palpé sus barras con manchas y tiznes color marrón sobre el Cuando así el picaporte oí una exclamación, extrañamente interrumpida al
marfil, y briznas' de hierba y mechones de musgo adheridos a su parte inferior, final, y un golpe seco, seguido de un choque. Una ráfaga de aire arremolinóse a
y una de las barras torcida oblicuamente. mi alrededor cuando abría la puerta, y sonó dentro un ruido de cristales rotos
El Viajero a través del Tiempo dejó la lámpara sobre el banco y recorrió cayendo sobre el suelo. El Viajero a través del Tiempo no estaba allí. Me pareció
con su mano la barra averiada. ver durante un momento una forma fantasmal, confusa, sentada en una masa
—Ahora está muy bien —dijo—. El relato que les he hecho era cierto. remolineante —negra y cobriza—, una forma tan transparente que el banco de
Siento haberles traído aquí, al frío. detrás con sus hojas de dibujos era absolutamente claro; pero aquel fantasma
Cogió la lámpara y, en medio de un silencio absoluto, volvimos a la sala de se desvaneció mientras me frotaba los ojos. La Máquina del Tiempo había
fumar. partido. Salvo un rastro de polvo en movimiento, el extremo más alejado del
Nos acompañó al vestíbulo y ayudó al Director a ponerse el gabán. El laboratorio estaba vacío. Una de las hojas de la ventana acababa, al parecer, de
Doctor le miraba a la cara, y, con cierta vacilación, le dijo que debía alterarle el ser arrancada.
trabajo excesivo, lo cual le hizo reír a carcajadas. Lo recuerdo de pie en el Sentí un asombro irrazonable. Comprendí que algo extraño había ocurrido,
umbral, gritándonos buenas noches. y durante un momento no pude percibir de qué cosa rara se trataba. Mientras
Tomé un taxi con el Director del periódico. Creía éste que el relato era una permanecía allí, mirando aturdido, se abrió la puerta del jardín, y apareció el
«brillante mentira». Por mi parte, sentíame incapaz de llegar a una conclusión. criado.
¡Aquel relato era tan fantástico e increíble, y la manera de narrarlo tan creíble y Nos miramos. Después volvieron las ideas a mi mente.
serena! Permanecí desvelado la mayor parte de la noche pensando en aquello. —¿Ha salido su amo... por ahí? —dije.
Decidí volver al día siguiente y ver de nuevo al Viajero a través del Tiempo. Me —No, señor. Nadie ha salido por ahí. Esperaba encontrarle aquí.
dijeron que se encontraba en el laboratorio, y como me consideraban de toda Ante esto, comprendí. A riesgo de disgustar a Richardson, me quedé allí,
confianza en la casa, fui a buscarle. El laboratorio, sin embargo, estaba vacío. esperando la vuelta del Viajero a través del Tiempo; esperando el segundo
Fijé la mirada un momento en la Máquina del Tiempo, alargué la mano y moví la relato, quizá más extraño aún, y las muestras y las fotografías que traería él
palanca. A lo cual la masa rechoncha y sólida de aspecto osciló como una rama consigo. Pero empiezo ahora a temer que habré de esperar toda la vida. El
sacudida por el viento. Su inestabilidad me sobrecogió grandemente, y tuve el Viajero a través del Tiempo desapareció hace tres años. Y, como todo el mundo
extraño recuerdo de los días de mi infancia cuando me prohibían tocar las cosas. sabe, no ha regresado nunca.
Volví por el corredor. Me encontré al Viajero a través del Tiempo en la sala de
fumar. Venía de la casa. Llevaba un pequeño aparato fotográfico debajo de un
brazo y un saco de viaje debajo del otro. Se echó a reír al verme y me ofreció su
codo para que lo estrechase, ya que no podía tenderme su mano.
—Estoy atrozmente ocupado —dijo— con esa cosa de allí.
Pero ¿no es broma? —dije ¿Viajaba usted realmente a través del tiempo?
—Así es real y verdaderamente. 17 — EPÍLOGO
Clavó francamente sus ojos en los míos. Vaciló. Su mirada vagó por la
habitación.

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No puede uno escoger, sino hacerse preguntas. ¿Regresará alguna vez? -Oigan el viento -dijo el señor White; había cometido un error fatal y trataba
Puede que se haya deslizado en el pasado y caído entre los salvajes y cabelludos de que su hijo no lo advirtiera.
bebedores de sangre de la Edad de Piedra sin pulimentar; en los abismos del -Lo oigo -dijo éste moviendo implacablemente la reina-. Jaque.
mar cretáceo; o entre los grotescos saurios, los inmensos animales reptadores -No creo que venga esta noche -dijo el padre con la mano sobre el tablero.
de la época jurásica. Puede estar ahora —si me permite emplear la frase -Mate -contestó el hijo.
vagando sobre algún arrecife de coral Oolitico[30], frecuentado por los -Esto es lo malo de vivir tan lejos -vociferó el señor White con imprevista y
pleslosaurios, o cerca de los solitarios lagos salinos de la Edad Triásica. ¿O repentina violencia-. De todos los suburbios, este es el peor. El camino es un
marchó hacia el futuro, hacia las edades próximas, en las cuales los hombres pantano. No se qué piensa la gente. Como hay sólo dos casas alquiladas, no les
son hombres todavía, pero en las que los enigmas de nuestro tiempo están importa.
aclarados y sus problemas fastidiosos resueltos? Hacia la virilidad de la raza: -No te aflijas, querido -dijo suavemente su mujer-, ganarás la próxima vez.
pues yo, por mi parte, no puedo creer que esos días recientes de tímida El señor White alzó la vista y sorprendió una mirada de complicidad entre
experimentación de teorías incompletas y de discordias mutuas sean realmente madre e hijo. Las palabras murieron en sus labios y disimuló un gesto de
la época culminante del hombre. Digo, por mi propia parte. El, lo sé —porque la fastidio.
cuestión había sido discutida entre nosotros mucho antes de ser construida la -Ahí viene -dijo Herbert White al oír el golpe del portón y unos pasos que se
Máquina del Tiempo—, pensaba, no pensaba alegremente acerca del Progreso de acercaban. Su padre se levantó con apresurada hospitalidad y abrió la puerta; le
la Humanidad, y veía tan sólo en el creciente acopio de civilización una necia oyeron condolerse con el recién venido.
acumulación que debía inevitablemente venirse abajo al final y destrozar a sus Luego, entraron. El forastero era un hombre fornido, con los ojos salientes y
artífices. Si esto es así, no nos queda sino vivir como si no lo fuera. Pero, para la cara rojiza.
mí, el porvenir aparece aún oscuro y vacío; es una gran ignorancia, iluminada en -El sargento mayor Morris -dijo el señor White, presentándolo. El sargento les
algunos sitios casuales por el recuerdo de su relato. Y tengo, para consuelo mío, dio la mano, aceptó la silla que le ofrecieron y observó con satisfacción que el
dos extrañas flores blancas —encogidas ahora, ennegrecidas, aplastadas y dueño de casa traía whisky y unos vasos y ponía una pequeña pava de cobre
frágiles— para atestiguar que aun cuando la inteligencia y la fuerza habían sobre el fuego.
desaparecido, la gratitud y una mutua ternura aún se alojaban en el corazón del Al tercer vaso, le brillaron los ojos y empezó a hablar. La familia miraba con
hombre. interés a ese forastero que hablaba de guerras, de epidemias y de pueblos
extraños.
-Hace veintiún años -dijo el señor White sonriendo a su mujer y a su hijo-.
Cuando se fue era apenas un muchacho. Mírenlo ahora.
FIN
-No parece haberle sentado tan mal -dijo la señora White amablemente.
-Me gustaría ir a la India -dijo el señor White-. Sólo para dar un vistazo.
-Mejor quedarse aquí -replicó el sargento moviendo la cabeza. Dejó el vaso y,
suspirando levemente, volvió a sacudir la cabeza.
-Me gustaría ver los viejos templos y faquires y malabaristas -dijo el señor
White-. ¿Qué fue, Morris, lo que usted empezó a contarme los otros días, de una
LA PATA DE MONO -W.W. JACOBS pata de mono o algo por el estilo?
-Nada -contestó el soldado apresuradamente-. Nada que valga la pena oír.
-¿Una pata de mono? -preguntó la señora White.
I -Bueno, es lo que se llama magia, tal vez -dijo con desgana el militar.
Sus tres interlocutores lo miraron con avidez. Distraídamente, el forastero
La noche era fría y húmeda, pero en la pequeña sala de Laburnum Villa los llevó la copa vacía a los labios: volvió a dejarla. El dueño de casa la llenó.
postigos estaban cerrados y el fuego ardía vivamente. Padre e hijo jugaban al -A primera vista, es una patita momificada que no tiene nada de particular -
ajedrez. El primero tenía ideas personales sobre el juego y ponía al rey en tan dijo el sargento mostrando algo que sacó del bolsillo.
desesperados e inútiles peligros que provocaba el comentario de la vieja señora La señora retrocedió, con una mueca. El hijo tomó la pata de mono y la
que tejía plácidamente junto a la chimenea. examinó atentamente.

165 166
-¿Y qué tiene de extraordinario? -preguntó el señor White quitándosela a su El señor White guardó en el bolsillo la pata de mono. Invitó a Morris a
hijo, para mirarla. sentarse a la mesa. Durante la comida el talismán fue, en cierto modo, olvidado.
-Un viejo faquir le dio poderes mágicos -dijo el sargento mayor-. Un hombre Atraídos, escucharon nuevos relatos de la vida del sargento en la India.
muy santo... Quería demostrar que el destino gobierna la vida de los hombres y -Si en el cuento de la pata de mono hay tanta verdad como en los otros -dijo
que nadie puede oponérsele impunemente. Le dio este poder: Tres hombres Herbert cuando el forastero cerró la puerta y se alejó con prisa, para alcanzar el
pueden pedirle tres deseos. último tren-, no conseguiremos gran cosa.
Habló tan seriamente que los otros sintieron que sus risas desentonaban. -¿Le diste algo? -preguntó la señora mirando atentamente a su marido.
-Y usted, ¿por qué no pide las tres cosas? -preguntó Herbert White. -Una bagatela -contestó el señor White, ruborizándose levemente-. No quería
El sargento lo miró con tolerancia. aceptarlo, pero lo obligué. Insistió en que tirara el talismán.
-Las he pedido -dijo, y su rostro curtido palideció. -Sin duda -dijo Herbert, con fingido horror-, seremos felices, ricos y famosos.
-¿Realmente se cumplieron los tres deseos? -preguntó la señora White. Para empezar tienes que pedir un imperio, así no estarás dominado por tu
-Se cumplieron -dijo el sargento. mujer.
-¿Y nadie más pidió? -insistió la señora. El señor White sacó del bolsillo el talismán y lo examinó con perplejidad.
-Sí, un hombre. No sé cuáles fueron las dos primeras cosas que pidió; la -No se me ocurre nada para pedirle -dijo con lentitud-. Me parece que tengo
tercera fue la muerte. Por eso entré en posesión de la pata de mono. todo lo que deseo.
Habló con tanta gravedad que produjo silencio. -Si pagaras la hipoteca de la casa serías feliz, ¿no es cierto? -dijo Herbert
-Morris, si obtuvo sus tres deseos, ya no le sirve el talismán -dijo, finalmente, poniéndole la mano sobre el hombro-. Bastará con que pidas doscientas libras.
el señor White-. ¿Para qué lo guarda? El padre sonrió avergonzado de su propia credulidad y levantó el talismán;
El sargento sacudió la cabeza: Herbert puso una cara solemne, hizo un guiño a su madre y tocó en el piano
-Probablemente he tenido, alguna vez, la idea de venderlo; pero creo que no unos acordes graves.
lo haré. Ya ha causado bastantes desgracias. Además, la gente no quiere -Quiero doscientas libras -pronunció el señor White.
comprarlo. Algunos sospechan que es un cuento de hadas; otros quieren Un gran estrépito del piano contestó a sus palabras. El señor White dio un
probarlo primero y pagarme después. grito. Su mujer y su hijo corrieron hacia él.
-Y si a usted le concedieran tres deseos más -dijo el señor White-, ¿los -Se movió -dijo, mirando con desagrado el objeto, y lo dejó caer-. Se retorció
pediría? en mi mano como una víbora.
-No sé -contestó el otro-. No sé. -Pero yo no veo el dinero -observó el hijo, recogiendo el talismán y
Tomó la pata de mono, la agitó entre el pulgar y el índice y la tiró al fuego. poniéndolo sobre la mesa-. Apostaría que nunca lo veré.
White la recogió. -Habrá sido tu imaginación, querido -dijo la mujer, mirándolo ansiosamente.
-Mejor que se queme -dijo con solemnidad el sargento. Sacudió la cabeza.
-Si usted no la quiere, Morris, démela. -No importa. No ha sido nada. Pero me dio un susto.
-No quiero -respondió terminantemente-. La tiré al fuego; si la guarda, no Se sentaron junto al fuego y los dos hombres acabaron de fumar sus pipas.
me eche la culpa de lo que pueda suceder. Sea razonable, tírela. El viento era más fuerte que nunca. El señor White se sobresaltó cuando golpeó
El otro sacudió la cabeza y examinó su nueva adquisición. Preguntó: una puerta en los pisos altos. Un silencio inusitado y deprimente los envolvió
-¿Cómo se hace? hasta que se levantaron para ir a acostarse.
-Hay que tenerla en la mano derecha y pedir los deseos en voz alta. Pero le -Se me ocurre que encontrarás el dinero en una gran bolsa, en medio de la
prevengo que debe temer las consecuencias. cama -dijo Herbert al darles las buenas noches-. Una aparición horrible,
-Parece de Las mil y una noches -dijo la señora White. Se levantó a preparar agazapada encima del ropero, te acechará cuando estés guardando tus bienes
la mesa-. ¿No le parece que podrían pedir para mí otro par de manos? ilegítimos.
El señor White sacó del bolsillo el talismán; los tres se rieron al ver la Ya solo, el señor White se sentó en la oscuridad y miró las brasas, y vio caras
expresión de alarma del sargento. en ellas. La última era tan simiesca, tan horrible, que la miró con asombro; se
-Si está resuelto a pedir algo -dijo agarrando el brazo de White- pida algo rió, molesto, y buscó en la mesa su vaso de agua para echárselo encima y
razonable. apagar la brasa; sin querer, tocó la pata de mono; se estremeció, limpió la mano
en el abrigo y subió a su cuarto.

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El hombre asintió.
II -Mal herido -dijo pausadamente-. Pero no sufre.
A la mañana siguiente, mientras tomaba el desayuno en la claridad del sol -Gracias a Dios -dijo la señora White, juntando las manos-. Gracias a Dios.
invernal, se rió de sus temores. En el cuarto había un ambiente de prosaica Bruscamente comprendió el sentido siniestro que había en la seguridad que
salud que faltaba la noche anterior; y esa pata de mono; arrugada y sucia, le daban y vio la confirmación de sus temores en la cara significativa del
tirada sobre el aparador, no parecía terrible. hombre. Retuvo la respiración, miró a su marido que parecía tardar en
-Todos los viejos militares son iguales -dijo la señora White-. ¡Qué idea, la comprender, y le tomó la mano temblorosamente. Hubo un largo silencio.
nuestra, escuchar esas tonterías! ¿Cómo puede creerse en talismanes en esta -Lo agarraron las máquinas -dijo en voz baja el visitante.
época? Y si consiguieras las doscientas libras, ¿qué mal podrían hacerte? -Lo agarraron las máquinas -repitió el señor White, aturdido.
-Pueden caer de arriba y lastimarte la cabeza -dijo Herbert. Se sentó, mirando fijamente por la ventana; tomó la mano de su mujer, la
-Según Morris, las cosas ocurrían con tanta naturalidad que parecían apretó en la suya, como en sus tiempos de enamorados.
coincidencias -dijo el padre. -Era el único que nos quedaba -le dijo al visitante-. Es duro.
-Bueno, no vayas a encontrarte con el dinero antes de mi vuelta -dijo El otro se levantó y se acercó a la ventana.
Herbert, levantándose de la mesa-. No sea que te conviertas en un avaro y -La compañía me ha encargado que le exprese sus condolencias por esta
tengamos que repudiarte. gran pérdida -dijo sin darse la vuelta-. Le ruego que comprenda que soy tan sólo
La madre se rió, lo acompañó hasta afuera y lo vio alejarse por el camino; de un empleado y que obedezco las órdenes que me dieron.
vuelta a la mesa del comedor, se burló de la credulidad del marido. No hubo respuesta. La cara de la señora White estaba lívida.
Sin embargo, cuando el cartero llamó a la puerta corrió a abrirla, y cuando -Se me ha comisionado para declararles que Maw & Meggins niegan toda
vio que sólo traía la cuenta del sastre se refirió con cierto malhumor a los responsabilidad en el accidente -prosiguió el otro-. Pero en consideración a los
militares de costumbres intemperantes. servicios prestados por su hijo, le remiten una suma determinada.
-Me parece que Herbert tendrá tema para sus bromas -dijo al sentarse. El señor White soltó la mano de su mujer y, levantándose, miró con terror al
-Sin duda -dijo el señor White-. Pero, a pesar de todo, la pata se movió en mi visitante. Sus labios secos pronunciaron la palabra: ¿cuánto?
mano. Puedo jurarlo. -Doscientas libras -fue la respuesta.
-Habrá sido en tu imaginación -dijo la señora suavemente. Sin oír el grito de su mujer, el señor White sonrió levemente, extendió los
-Afirmo que se movió. Yo no estaba sugestionado. Era... ¿Qué sucede? brazos, como un ciego, y se desplomó, desmayado.
Su mujer no le contestó. Observaba los misteriosos movimientos de un
hombre que rondaba la casa y no se decidía a entrar. Notó que el hombre estaba
bien vestido y que tenía una galera nueva y reluciente; pensó en las doscientas III
libras. El hombre se detuvo tres veces en el portón; por fin se decidió a llamar.
Apresuradamente, la señora White se quitó el delantal y lo escondió debajo En el cementerio nuevo, a unas dos millas de distancia, marido y mujer
del almohadón de la silla. dieron sepultura a su muerto y volvieron a la casa transidos de sombra y de
Hizo pasar al desconocido. Éste parecía incómodo. La miraba furtivamente, silencio.
mientras ella le pedía disculpas por el desorden que había en el cuarto y por el Todo pasó tan pronto que al principio casi no lo entendieron y quedaron
guardapolvo del marido. La señora esperó cortésmente que les dijera el motivo esperando alguna otra cosa que les aliviara el dolor. Pero los días pasaron y la
de la visita; el desconocido estuvo un rato en silencio. expectativa se transformó en resignación, esa desesperada resignación de los
-Vengo de parte de Maw & Meggins -dijo por fin. viejos, que algunos llaman apatía. Pocas veces hablaban, porque no tenían nada
La señora White tuvo un sobresalto. que decirse; sus días eran interminables hasta el cansancio.
-¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¿Le ha sucedido algo a Herbert? Una semana después, el señor White, despertándose bruscamente en la
Su marido se interpuso. noche, estiró la mano y se encontró solo.
-Espera, querida. No te adelantes a los acontecimientos. Supongo que usted El cuarto estaba a oscuras; oyó cerca de la ventana, un llanto contenido. Se
no trae malas noticias, señor. incorporó en la cama para escuchar.
Y lo miró patéticamente. -Vuelve a acostarte -dijo tiernamente-. Vas a coger frío.
-Lo siento... -empezó el otro. -Mi hijo tiene más frío -dijo la señora White y volvió a llorar.
-¿Está herido? -preguntó, enloquecida, la madre.

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Los sollozos se desvanecieron en los oídos del señor White. La cama estaba El talismán cayó al suelo. El señor White siguió mirándolo con terror. Luego,
tibia, y sus ojos pesados de sueño. Un despavorido grito de su mujer lo temblando, se dejó caer en una silla mientras la mujer se acercó a la ventana y
despertó. levantó la cortina. El hombre no se movió de allí, hasta que el frío del alba lo
-La pata de mono -gritaba desatinadamente-, la pata de mono. traspasó. A veces miraba a su mujer que estaba en la ventana. La vela se había
El señor White se incorporó alarmado. consumido; hasta casi apagarse. Proyectaba en las paredes y el techo sombras
-¿Dónde? ¿Dónde está? ¿Qué sucede? vacilantes.
Ella se acercó: Con un inexplicable alivio ante el fracaso del talismán, el hombre volvió a la
-La quiero. ¿No la has destruido? cama; un minuto después, la mujer, apática y silenciosa, se acostó a su lado.
-Está en la sala, sobre la repisa -contestó asombrado-. ¿Por qué la quieres?
Llorando y riendo se inclinó para besarlo, y le dijo histéricamente: No hablaron; escuchaban el latido del reloj. Crujió un escalón. La oscuridad
-Sólo ahora he pensado... ¿Por qué no he pensado antes? ¿Por qué tú no era opresiva; el señor White juntó coraje, encendió un fósforo y bajó a buscar
pensaste? una vela.
-¿Pensaste en qué? -preguntó. Al pie de la escalera el fósforo se apagó. El señor White se detuvo para
-En los otros dos deseos -respondió en seguida-. Sólo hemos pedido uno. encender otro; simultáneamente resonó un golpe furtivo, casi imperceptible, en
-¿No fue bastante? la puerta de entrada.
-No -gritó ella triunfalmente-. Le pediremos otro más. Búscala pronto y pide Los fósforos cayeron. Permaneció inmóvil, sin respirar, hasta que se repitió el
que nuestro hijo vuelva a la vida. golpe. Huyó a su cuarto y cerró la puerta. Se oyó un tercer golpe.
El hombre se sentó en la cama, temblando. -¿Qué es eso? -gritó la mujer.
-Dios mío, estás loca. -Un ratón -dijo el hombre-. Un ratón. Se me cruzó en la escalera.
-Búscala pronto y pide -le balbuceó-; ¡mi hijo, mi hijo! La mujer se incorporó. Un fuerte golpe retumbó en toda la casa.
El hombre encendió la vela. -¡Es Herbert! ¡Es Herbert! -La señora White corrió hacia la puerta, pero su
-Vuelve a acostarte. No sabes lo que estás diciendo. marido la alcanzó.
-Nuestro primer deseo se cumplió. ¿Por qué no hemos de pedir el segundo? -¿Qué vas a hacer? -le dijo ahogadamente.
-Fue una coincidencia. -¡Es mi hijo; es Herbert! -gritó la mujer, luchando para que la soltara-. Me
-Búscala y desea -gritó con exaltación la mujer. había olvidado de que el cementerio está a dos millas. Suéltame; tengo que
El marido se volvió y la miró: abrir la puerta.
-Hace diez días que está muerto y además, no quiero decirte otra cosa, lo -Por amor de Dios, no lo dejes entrar -dijo el hombre, temblando.
reconocí por el traje. Si ya entonces era demasiado horrible para que lo vieras... -¿Tienes miedo de tu propio hijo? -gritó-. Suéltame. Ya voy, Herbert; ya voy.
-¡Tráemelo! -gritó la mujer arrastrándolo hacia la puerta-. ¿Crees que temo Hubo dos golpes más. La mujer se libró y huyó del cuarto. El hombre la
al niño que he criado? siguió y la llamó, mientras bajaba la escalera. Oyó el ruido de la tranca de
El señor White bajó en la oscuridad, entró en la sala y se acercó a la repisa. abajo; oyó el cerrojo; y luego, la voz de la mujer, anhelante:
El talismán estaba en su lugar. Tuvo miedo de que el deseo todavía no -La tranca -dijo-. No puedo alcanzarla.
formulado trajera a su hijo hecho pedazos, antes de que él pudiera escaparse Pero el marido, arrodillado, tanteaba el piso, en busca de la pata de mono.
del cuarto. -Si pudiera encontrarla antes de que eso entrara...
Perdió la orientación. No encontraba la puerta. Tanteó alrededor de la mesa y Los golpes volvieron a resonar en toda la casa. El señor White oyó que su
a lo largo de la pared y de pronto se encontró en el zaguán, con el maligno mujer acercaba una silla; oyó el ruido de la tranca al abrirse; en el mismo
objeto en la mano. instante encontró la pata de mono y, frenéticamente, balbuceó el tercer y último
Cuando entró en el dormitorio, hasta la cara de su mujer le pareció deseo.
cambiada. Estaba ansiosa y blanca y tenía algo sobrenatural. Le tuvo miedo. Los golpes cesaron de pronto; aunque los ecos resonaban aún en la casa.
-¡Pídelo! -gritó con violencia. Oyó retirar la silla y abrir la puerta. Un viento helado entró por la escalera, y un
-Es absurdo y perverso -balbuceó. largo y desconsolado alarido de su mujer le dio valor para correr hacia ella y
-Pídelo -repitió la mujer. luego hasta el portón. El camino estaba desierto y tranquilo.
El hombre levantó la mano:
-Deseo que mi hijo viva de nuevo.

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hacer la prueba? ¿Por qué no pedirle que Herbert recupere la vida? El señor
NO METER LA PATA CON LA PATA DE MONO - MARCO
White se niega.
DENEVI - Hace diez días que está muerto - solloza -. El día en que murió lo reconocí
por la ropa. Si ya entonces era demasiado horrible para que lo vieras, imagínate
ahora.
-¡Tráemelo! - insiste la señora White completamente histérica -. ¿Crees que
temo al niño que he traído al mundo?
Los otros días fui a ver La pata de mono, un cuento de cierto señor W. W.
Luego de una prolongada discusión el señor White accede de mala gana,
Jacobs, a quien no conozco, adaptada para el teatro por otro señor Marco
busca la pata de mono y temblando de pies a cabeza pronuncia el segundo
Denevi, a quien conozco menos.
deseo: que Herbert resucite. Y otra vez arroja la pata de mono al suelo, señal de
La acción transcurre en una casa de clase media, en Inglaterra. Allí vive el
que nuevamente se había retorcido como una víbora. Luego va a sentarse en su
matrimonio White con su hijo Herbert, un muchacho simpático. Es de noche y
sillón, oculta el rostro entre las manos, está hecho una piltrafa. En cambio la
afuera sopla el viento. Llega un tal Morris, sargento mayor o cosa así. Acaba de
señora White, impaciente ansiosa, se asoma a la ventana. El tictac del reloj
regresar de la India y trae consigo una pata de mono disecada. Dice que es un
crece, decrece, vuelve a crecer y a decrecer, para que el público se dé cuenta de
amuleto al que un faquir dotó de poderes mágicos: tres hombres pueden pedirle,
que pasan las horas. Chasqueada, la pobre señora White se derrumba sobre una
cada uno, tres deseos, y la pata de mono se los concederá. Después de varios
escuálida sillita junto al fuego.
dimes y diretes que no interesan, la pata de mono queda en poder de los White
Y de pronto golpes en la puerta.
y su hijo Herbert induce al señor White a pedirle algo a la pata, así, como una
-¡Es Herbert! !Es Herbert! - grita la mujer -. ¡Había olvidado que el
broma. El señor White le pide doscientas libras, suma modesta que alcanzaría
cementerio está a dos millas y que mi pobre niño tuvo que venir caminando!
para pagar la hipoteca de la casa. Apenas ha formulado su deseo, el señor White
Quiere abrir la puerta, pero el marido trata de impedírselo.
lanza un grito y arroja la pata de mono al suelo: asegura que la pata se retorció
-¡Por el amor de Dios -gime el cobarde- no lo dejes entrar!
en su mano como una víbora. La mujer y el hijo fingen creer que todo es pura
-¿Tienes miedo de tu propio hijo? ¡Suéltame! ¡Ya voy, Herbert, ya voy!
imaginación, pero se veía que estaban impresionados. También yo. Se van a
Luchan como demonios. Entre tanto siguen resonando los golpes en la
dormir y termina el primer acto.
puerta. Una escena escalofriante. Yo no podía mantenerme quieto en la butaca.
El segundo transcurre a la mañana siguiente. Herbert se dirige a su empleo
Hasta que la señora White consigue zafarse y corre hacia la puerta. Pero la
en una fábrica. El matrimonio White sigue comentando (la escena es aburrida y
puerta tiene colocada la tranca. La señora White, no pudiendo alcanzarla, busca
demasiado larga) lo que sucedió la noche anterior con la pata de mono. Llaman
una silla, arrastra la silla hasta la puerta, se sube a la silla, levanta la tranca,
a la puerta. La señora White abre. Es un hombre vestido de negro y muy
desciende de la silla, aparta la silla. Esa demora es aprovechada por el señor
nervioso. Lo hacen entrar. El desconocido no se decide a hablar claro. Al fin,
White para buscar la pata de mono, encontrarla en un rincón y balbucear en voz
después de muchas vueltas, revela el objeto de su visita: es un enviado de la
baja el tercero y último pedido. Respiré.
fábrica donde trabaja Herbert, viene a anunciarles que al muchacho lo agarró
Pero cuando la señora White abre, por fin, la puerta, comprueba con horror,
una máquina y, bueno, murió. El señor y la señora White, espantados, aturdidos
también yo compruebo con horror que no hay nadie, que Herbert no está, que el
por la terrible noticia, no se mueven. Entonces el hombre les ofrece, como
bobalicón del señor White le ha pedido a la pata de mono que el muchacho
indemnización por la muerte de Herbert, doscientas libras. La señora White lanza
vuelva a la tumba. Aquello era inaudito, era sencillamente inconcebible. No sé
un alarido y el señor White cae desmayado. Fin del segundo acto.
como pude reprimir el deseo de trepar al escenario y propinarle a ese imbécil
Tercero y último acto. Otra vez de noche. El señor White mira el vuelo de una
una paliza. Opté por salir rápidamente del teatro. Hablaría a solas con el señor
mosca imaginaria. La señora White va y viene como una sonámbula. Pronuncia
White. El infeliz amaba a su hijo, nadie lo duda. El error lo había cometido de
frases distraídas, las interrumpe por la mitad, se queda con la vista perdida en el
buena fe, obnubilado por el miedo. Yo lo instruiría para que en las próximas
vacío. Los dos pobres viejos están como idiotizados por el dolor. Y de golpe la
funciones no reincidiese en la misma torpeza.
señora White empieza a gritar:
Lo visité en su casa, cuyas señas obtuve en el mismo teatro haciéndome
-¡La pata de mono! ¡La pata de mono! ¿Dónde está?
pasar por periodista. Vivía solo y me recibió con una obsequiosidad repugnante.
El señor White se pone de pie, mira para todas partes, no comprende. A la
Mi primera impresión fue que era un viejo sin mayores luces, así se explicaba la
señora White se le ha ocurrido una idea, obvia, por lo demás. El señor White
inexplicable sandez que había cometido. Lo malo es que dos personas tan
formuló uno solo de los tres deseos. Dispone de otros dos. ¿Por qué no volver a

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simpáticas como la señora White y Herbert debían pagar las consecuencias. Por coleando y sin las consecuencias del accidente. Imagínese la alegría de la pobre
fortuna ahí estaba yo para poner las cosas en su lugar. señora White.
-¿Qué le pareció La pata de mono? - me preguntó el macaco. De golpe el señor White, a quien yo había tomado por un viejo sin carácter,
- Magnífica. Pero en la última escena usted se comporta como un chambón. me reveló quién era.
-¿Yo? - se azoró, al punto de que las cejas se le unieron en una sola como un -¡Salga de mi casa! - Tronó, rojo como un apoplético al borde del colapso-
bigote postizo que se hubiese pegoteado en mitad de la frente. ¡Salga o llamo a la policía!
- Usted. ¿Qué le pidió, la tercera vez, a la pata de mono? Era un sádico, un padre descastado. Se burlaba de su mujer, de su hijo, de
- Que Herbert desaparezca. los espectadores, de mí. ¡Y yo, candorosamente, había ido a apelar a sus buenos
- Mal hecho. Debió pedirle que Herbert volviera a ser lo que era antes del sentimientos! Quizá, la primera vez, se había prestado con inocencia y temor a
accidente. las maquinaciones de los dos granujas de Jacobs y Denevi. Ahora, después de
- Pero... varias funciones, se cebaba en ese juego abyecto. Me costó, porque se defendió
- No me interrumpa. Una de dos: o la pata de mono no tiene poderes con inesperada energía, pero conseguí librar al mundo de semejante monstruo.
mágicos, y entonces las doscientas libras fueron pura casualidad y los golpes en
la puerta era el viento, o sí los tiene y la señora White, al abrir, se encontraba EL ESCUERZO - LEOPOLDO LUGONES.
con su hijo sano y salvo.
De pronto tomó un aire engreído.
- Disculpe, pero el autor quiere que las dos versiones, la fantástica y la Un día de tantos, jugando en la quinta de la casa donde habitaba la familia,
realista, sean igualmente válidas y que el espectador elija la que más le guste. di con un pequeño sapo que, en vez de huir como sus congéneres más
En la versión que usted propone eso es imposible. corpulentos, se hinchó extraordinariamente bajo mis pedradas. Horrorizábanme
Sofrené mi cólera. los sapos y era mi diversión aplastar cuantos podía. Así que el pequeño y
-¿Que el espectador elija? ¿Qué espectador? Yo no quiero elegir. Quiero que obstinado reptil no tardó en sucumbir a los golpes de mis piedras. Como todos
sea el autor quien tome la decisión. Muy bonito. Para lavarse las manos y los muchachos criados en la vida semicampestre de nuestras ciudades de
echarnos a nosotros todo el fardo, lo obliga a usted a desperdiciar provincia, yo era un sabio en lagartos y sapos. Además, la casa estaba situada
estúpidamente el tercer deseo, obliga a esa pobre madre a vivir el resto de sus cerca de un arroyo que cruza la ciudad, lo cual contribuía a aumentar la
días en la más negra aflicción. frecuencia de mis relaciones con tales bichos. Entro en estos detalles para que
- Yo no soy quién para introducir modificaciones en la obra. se comprenda bien cómo me sorprendí al notar que el atrabiliario sapo me era
- Usted es el padre de Herbert, qué cuernos. ¿Qué habría hecho cualquier enteramente desconocido. Circunstancia de consulta, pues. Y tomando mi
otro padre en su lugar? Pedirle a la pata de mono que reconstruyese el cuerpo víctima con toda la precaución del caso, fui a preguntar por ella a la vieja criada,
de su hijo. ¿La pata de mono no cumplía? Paciencia, todo había sido un cuento confidente de mis primeras empresas de cazador. Tenía yo ocho años y ella
del tío de ese Morris. ¿Cumplía? Albricias: ahí estaba Herbert sin un rasguño. sesenta. El asunto había, pues, de interesarnos a ambos. La buena mujer
Pero para que nosotros nos devanemos los sesos entre la versión fantástica y la estaba, como de costumbre, sentada a la puerta de la cocina, y yo esperaba ver
versión realista, el señor W. W. Jacobs y el otro cómplice, Denevi, lo arrastran a acogido mi relato con la acostumbrada benevolencia, cuando apenas hube
usted a perpetrar ese final absurdo, ese desenlace ridículo. Pero usted no sea comenzado la vi levantarse apresuradamente y arrebatarme de las manos el
papanatas. Rebélese, y en la próxima función haga lo que yo le digo. despanzurrado animalejo.
Bruscamente se puso amable. -¡Gracias a Dios que no lo hayas dejado! -exclamó con muestras de la mayor
- Está bien, señor, no se exalte. alegría-, en este mismo instante vamos a quemarlo.
-¿Qué quiere insinuar con eso de que no me exalte? No me exalto, pero -¿Quemarlo? -dije yo-; pero qué va a hacer, si ya está muerto…
ciertas cosas me sacan de quicio. Usted no me parece mala persona. Sin -¿No sabés lo que es un escuerzo -replicó en tono misterioso mi
embargo, todavía no ha comprendido que Jacobs y Denevi lo han engañado. No interlocutora- y que este animalito resucita si no lo queman? ¡Quién mandó
se deje manejar por esos dos canallas. Usted, esta noche, respetará el texto matarlo! ¡Eso habías de sacar al fin con tus pedradas! Ahora voy a contarte lo
hasta el momento de pedir el tercer deseo. Ya sabe, entonces pida que Herbert que le pasó al hijo de mi amiga la finada Antonia, que en paz descanse.
vuelva a ser el que era antes de que lo agarrase la máquina. Veremos que Mientras hablaba, había recogido y encendido algunas astillas sobre las
sucede. O al abrir la puerta no hay nadie, en cuyo caso usted se librará de todo cuales puso el cadáver del escuerzo.
remordimiento por haber pedido las doscientas libras, o ahí está Herbert vivito y

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¡Un escuerzo!, decía yo, aterrado bajo mi piel de muchacho travieso: ¡un volver de nuevo a las bromas y risas en presencia de su obstinada tristeza. Era
escuerzo! Y sacudía los dedos como si el frío del sapo se me hubiera pegado a casi de noche cuando llegaron. Después de un registro minuicioso por todos los
ellos. ¡Un sapo resucitado! Era para enfriarle la médula a un hombre de barba rincones, que excitó de nuevo la risa del muchacho, comieron en el patio,
entera. silenciosamente, a la luz de la luna, y ya se disponía él a tenderse sobre su
-¿Pero usted piensa contarnos una nueva batracomiomaquía? -interrumpió montura para dormir, cuando Antonia le suplicó que por aquella noche, siquiera,
aquí Julia con el amable desenfado de su coquetería de treinta años. consintiese en encerrarse dentro de una caja de madera que poseía y dormir allí.
-De ningún modo, señorita. Es una historia que ha pasado. La protesta contra semejante petición fue viva. Estaba chocha, la pobre, no
Julia sonrió. había duda. ¡A quién se le ocurría pensar en hacerlo dormir con aquel calor
-No puede usted figurarse cuánto deseo conocerla… dentro de una caja que seguramente estaría llena de sabandijas!
-Será usted complacida, tanto más cuando que tengo la pretensión de Pero tales fueron las súplicas de la anciana, que como el muchacho la quería
vengarme con ella de su sonrisa. tanto decidió acceder a semejante capricho. La caja era grande, y aunque un
Así, pues, proseguí, mientras se asaba mi fatídica pieza de caza, la vieja poco encogido, no estaría del todo mal. Con gran solicitud fue arreglada en el
criada hilvanó su narración, que es como sigue: fondo la cama, metióse él adentro, y la triste viuda tomó asiento al lado del
Antonia, su amiga, viuda de un soldado, vivía con el hijo único que había mueble, decidida a pasar la noche en vela para cerrarlo apenas hubiera la menor
tenido de él, en una casita muy pobre, distante de toda población. El muchacho señal de peligro.
trabajaba para ambos, cortando maderas en el vecino bosque, y así pasaban año Calculaba ella que sería la medianoche, pues la luna muy baja empezaba a
tras año, haciendo a pie la jornada de la vida. Un día volvió, como de costumbre, bañar con su luz el aposento, cuando de repente un bultito negro, casi
por la tarde, para tomar su mate, alegre, sano, vigoroso, con su hacha al imperceptible, saltó sobre el dintel* de la puerta que no se había cerrado por
hombro. Y mientras lo hacía, refirió a su madre que en la raíz de cierto árbol efecto del gran calor. Antonia se estremeció de angustia,
muy viejo había encontrado un escuerzo, al cual no le valieron hinchazones para Allí estaba, pues, el vengativo animal, sentado sobre las patas traseras, como
quedar hecho una tortilla bajo el ojo de su hacha. meditando un plan. ¡Qué mal había hecho el joven en reírse! Aquella figurita
La pobre vieja se llenó de aflicción al escucharla, pidiéndole que por favor la lúgubre, inmóvil en la puerta llena de luna, se agrandaba extraordinariamente,
acompañara al sitio, para quemar el cadáver del animal. tomaba proporciones de monstruo. ¿Pero si no era más que uno de los tantos
-Has de saber -le dijo- que el escuerzo no perdona jamás al que lo ofende. Si sapos familiares que entraban cada noche a la casa en busca de insectos? Un
no lo queman, resucita, sigue el rastro de su matador y no descansa hasta que momento respiró, sostenida por esta idea. Más el escuerzo dio de pronto un
pueda hacer con él otro tanto. saltito, después otro, en dirección a la caja. Su intención era manifiesta. No se
El buen muchacho rió grandemente del cuento, intentando convencer a la apresuraba, como si estuviera seguro de su presa. Antonia miró con indecible
pobre vieja que aquello era una paparrucha buena para asustar chicos molestos, expresión de terror a su hijo; dormía, vencido por el sueño, respirando
pero indigna de preocupar a una persona de cierta reflexión. Ella insistió, sin acompasadamente.
embargo, en que la acompañara a quemar los restos del animal. Entonces, con mano inquieta, dejó caer sin hacer ruido la tapa del pesado
Inútil fue toda broma, toda indicación sobre lo distante del sitio, sobre el mueble. El animal no se detenía. Seguía saltando. Estaba ya al pie de la caja.
daño que podía causarle, siendo ya tan vieja, el sereno de aquella tarde de Rodeóla pausamente, se detuvo en uno de los ángulos, y de súbito, con un salto
noviembre. A toda costa quiso ir, y él tuvo que decidirse a acompañarla. increíble en su pequeña talla, se plantó sobre la tapa.
No era tan distante, unas seis cuadras a lo más. Fácilmente dieron con el Antonia no se atrevió a hacer el menor movimiento. Toda su vida se había
árbol recién cortado, pero por más que hurgaron entre las astillas y las ramas concentrado en sus ojos. La luna bañaba ahora enteramente la pieza. Y he aquí
desprendidas, el cadáver del escuerzo no apareció. lo que sucedió: el sapo comenzó a hincharse por grados, aumentó, aumentó de
-¿No te dije? -exclamó ella echándose a llorar-. Ya se ha ido; ahora ya no una manera prodigiosa, hasta triplicar su volumen. Permaneció así durante un
tiene remedio esto. ¡Mi padre San Antonio te ampare! minuto, en que la pobre mujer sintió pasar por su corazón todos los ahogos de la
-Pero qué tontera, afligirse así. Se lo habrán llevado las hormigas o lo muerte. Después fue reduciéndose, reduciéndose hasta recobrar su primitiva
comería algún zorro hambriento. ¡Habráse visto extravagancia, llorar por un forma, saltó a tierra, se dirigió a la puerta y atravesando el patio acabó por
sapo!. Lo mejor es volver, que ya viene anocheciendo y la humedad de los perderse entre las hierbas.
pastos es dañosa. Entonces se atrevió Antonia a levantarse, toda temblorosa. Con un violento
Regresaron, pues, a la casita, ella siempre llora, él procurando distraerla con ademán abrió de par en par la caja. Lo que sintió fue de tal modo horrible, que a
detalles sobre el maizal que prometía buena cosecha si seguía lloviendo; hasta los pocos meses murió víctima del espanto que le produjo.

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Un frío mortal salía del mueble abierto, y el muchacho estaba helado y rígido caldear más, aumentaba a la par. Cuando pretendió incorporarse, un fulminante
bajo la triste luz en que la luna amortajaba aquel despojo sepulcral, hecho vómito lo mantuvo medio minuto con la frente apoyada en la rueda de palo.
piedra ya bajo un inexplicable baño de escarcha. Pero el hombre no quería morir, y descendiendo hasta la costa subió a
su canoa. Sentóse en la popa y comenzó a palear hasta el centro del Paraná. Allí
A LA DERIVA - HORACIO QUIROGA la corriente del río, que en las inmediaciones del Iguazú corre seis millas, lo
llevaría antes de cinco horas a Tacurú-Pucú.
El hombre, con sombría energía, pudo efectivamente llegar hasta el
medio del río; pero allí sus manos dormidas dejaron caer la pala en la canoa, y
El hombre pisó blanduzco, y en seguida sintió la mordedura en el pie. tras un nuevo vómito —de sangre esta vez—dirigió una mirada al sol que ya
Saltó adelante, y al volverse con un juramento vio una yararacusú que arrollada trasponía el monte.
sobre sí misma esperaba otro ataque. La pierna entera, hasta medio muslo, era ya un bloque deforme y
El hombre echó una veloz ojeada a su pie, donde dos gotitas de sangre durísimo que reventaba la ropa. El hombre cortó la ligadura y abrió el pantalón
engrosaban dificultosamente, y sacó el machete de la cintura. La víbora vio la con su cuchillo: el bajo vientre desbordó hinchado, con grandes manchas lívidas
amenaza, y hundió más la cabeza en el centro mismo de su espiral; pero el y terriblemente doloroso. El hombre pensó que no podría jamás llegar él solo a
machete cayó de lomo, dislocándole las vértebras. Tacurú-Pucú, y se decidió a pedir ayuda a su compadre Alves, aunque hacía
El hombre se bajó hasta la mordedura, quitó las gotitas de sangre, y mucho tiempo que estaban disgustados.
durante un instante contempló. Un dolor agudo nacía de los dos puntitos La corriente del río se precipitaba ahora hacia la costa brasileña, y el
violetas, y comenzaba a invadir todo el pie. Apresuradamente se ligó el tobillo hombre pudo fácilmente atracar. Se arrastró por la picada en cuesta arriba, pero
con su pañuelo y siguió por la picada hacia su rancho. a los veinte metros, exhausto, quedó tendido de pecho.
El dolor en el pie aumentaba, con sensación de tirante abultamiento, y —¡Alves! —gritó con cuanta fuerza pudo; y prestó oído en vano.
de pronto el hombre sintió dos o tres fulgurantes puntadas que como —¡Compadre Alves! ¡No me niegue este favor! —clamó de nuevo,
relámpagos habían irradiado desde la herida hasta la mitad de la pantorrilla. alzando la cabeza del suelo. En el silencio de la selva no se oyó un solo rumor. El
Movía la pierna con dificultad; una metálica sequedad de garganta, seguida de hombre tuvo aún valor para llegar hasta su canoa, y la corriente, cogiéndola de
sed quemante, le arrancó un nuevo juramento. nuevo, la llevó velozmente a la deriva.
Llegó por fin al rancho, y se echó de brazos sobre la rueda de un El Paraná corre allí en el fondo de una inmensa hoya, cuyas paredes,
trapiche. Los dos puntitos violeta desaparecían ahora en la monstruosa altas de cien metros, encajonan fúnebremente el río. Desde las orillas bordeadas
hinchazón del pie entero. La piel parecía adelgazada y a punto de ceder, de de negros bloques de basalto, asciende el bosque, negro también. Adelante, a
tensa. Quiso llamar a su mujer, y la voz se quebró en un ronco arrastre de los costados, detrás, la eterna muralla lúgubre, en cuyo fondo el río
garganta reseca. La sed lo devoraba. arremolinado se precipita en incesantes borbollones de agua fangosa. El paisaje
—¡Dorotea! —alcanzó a lanzar en un estertor—. ¡Dame caña! es agresivo, y reina en él un silencio de muerte. Al atardecer, sin embargo, su
Su mujer corrió con un vaso lleno, que el hombre sorbió en tres tragos. belleza sombría y calma cobra una majestad única.
Pero no había sentido gusto alguno. El sol había caído ya cuando el hombre, semitendido en el fondo de la
—¡Te pedí caña, no agua! —rugió de nuevo. ¡Dame caña! canoa, tuvo un violento escalofrío. Y de pronto, con asombro, enderezó
—¡Pero es caña, Paulino! —protestó la mujer espantada. pesadamente la cabeza: se sentía mejor. La pierna le dolía apenas, la sed
—¡No, me diste agua! ¡Quiero caña, te digo! disminuía, y su pecho, libre ya, se abría en lenta inspiración.
La mujer corrió otra vez, volviendo con la damajuana. El hombre tragó El veneno comenzaba a irse, no había duda. Se hallaba casi bien, y
uno tras otro dos vasos, pero no sintió nada en la garganta. aunque no tenía fuerzas para mover la mano, contaba con la caída del rocío para
—Bueno; esto se pone feo —murmuró entonces, mirando su pie lívido reponerse del todo. Calculó que antes de tres horas estaría en Tacurú-Pucú.
y ya con lustre gangrenoso. Sobre la honda ligadura del pañuelo, la carne El bienestar avanzaba, y con él una somnolencia llena de recuerdos. No
desbordaba como una monstruosa morcilla. sentía ya nada ni en la pierna ni en el vientre. ¿Viviría aún su compadre Gaona
Los dolores fulgurantes se sucedían en continuos relampagueos, y en Tacurú-Pucú? Acaso viera también a su ex patrón mister Dougald, y al
llegaban ahora a la ingle. La atroz sequedad de garganta que el aliento parecía recibidor del obraje.
¿Llegaría pronto? El cielo, al poniente, se abría ahora en pantalla de
oro, y el río se había coloreado también. Desde la costa paraguaya, ya

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entenebrecida, el monte dejaba caer sobre el río su frescura crepuscular, en de su cariño, libertado ya del vil egoísmo de un mutuo amor sin fin ninguno y, lo
penetrantes efluvios de azahar y miel silvestre. Una pareja de guacamayos cruzó que es peor para el amor mismo, sin esperanzas posibles de renovación?
muy alto y en silencio hacia el Paraguay. Así lo sintieron Mazzini y Berta, y cuando el hijo llegó, a los catorce
Allá abajo, sobre el río de oro, la canoa derivaba velozmente, girando a meses de matrimonio, creyeron cumplida su felicidad. La criatura creció, bella y
ratos sobre sí misma ante el borbollón de un remolino. El hombre que iba en ella radiante, hasta que tuvo año y medio. Pero en el vigésimo mes sacudiéronlo una
se sentía cada vez mejor, y pensaba entretanto en el tiempo justo que había noche convulsiones terribles, y a la mañana siguiente no conocía más a sus
pasado sin ver a su ex patrón Dougald. ¿Tres años? Tal vez no, no tanto. ¿Dos padres. El médico lo examinó con esa atención profesional que está visiblemente
años y nueve meses? Acaso. ¿Ocho meses y medio? Eso sí, seguramente. buscando las causas del mal en las enfermedades de los padres.
De pronto sintió que estaba helado hasta el pecho. ¿Qué sería? Y la Después de algunos días los miembros paralizados recobraron el
respiración también... movimiento; pero la inteligencia, el alma, aun el instinto, se habían ido del todo;
Al recibidor de maderas de mister Dougald, Lorenzo Cubilla, lo había había quedado profundamente idiota, baboso, colgante, muerto para siempre
conocido en Puerto Esperanza un viernes santo... ¿Viernes? Sí, o jueves... sobre las rodillas de su madre.
El hombre estiró lentamente los dedos de la mano. —¡Hijo, mi hijo querido! —sollozaba ésta, sobre aquella espantosa ruina de
—Un jueves... su primogénito.
Y cesó de respirar. El padre, desolado, acompañó al médico afuera.
—A usted se le puede decir; creo que es un caso perdido.
Podrá mejorar, educarse en todo lo que le permita su idiotismo, pero
LA GALLINA DEGOLLADA - HORACIO QUIROGA no más allá.
—¡Sí...! ¡sí...! —asentía Mazzini—. Pero dígame; ¿Usted cree que es
herencia, que...?
—En cuanto a la herencia paterna, ya le dije lo que creía cuando vi a su
Todo el día, sentados en el patio en un banco, estaban los cuatro hijos hijo. Respecto a la madre, hay allí un pulmón que no sopla bien. No veo nada
idiotas del matrimonio Mazzini-Ferraz. Tenían la lengua entre los labios, los ojos más, pero hay un soplo un poco rudo. Hágala examinar bien.
estúpidos y volvían la cabeza con la boca abierta. El patio era de tierra, cerrado Con el alma destrozada de remordimiento, Mazzini redobló el amor a
al oeste por un cerco de ladrillos. El banco quedaba paralelo a él, a cinco metros, su hijo, el pequeño idiota que pagaba los excesos del abuelo. Tuvo asimismo que
y allí se mantenían inmóviles, fijos los ojos en los ladrillos. Como el sol se consolar, sostener sin tregua a Berta, herida en lo más profundo por aquel
ocultaba tras el cerco, al declinar los idiotas tenían fiesta. La luz enceguecedora fracaso de su joven maternidad.
llamaba su atención al principio, poco a poco sus ojos se animaban; se reían al Como es natural, el matrimonio puso todo su amor en la esperanza de
fin estrepitosamente, congestionados por la misma hilaridad ansiosa, mirando el otro hijo. Nació éste, y su salud y limpidez de risa reencendieron el porvenir
sol con alegría bestial, como si fuera comida. extinguido. Pero a los dieciocho meses las convulsiones del primogénito se
Otras veces, alineados en el banco, zumbaban horas enteras, imitando repetían, y al día siguiente amanecía idiota.
al tranvía eléctrico. Los ruidos fuertes sacudían asimismo su inercia, y corrían Esta vez los padres cayeron en honda desesperación. ¡Luego su
entonces, mordiéndose la lengua y mugiendo, alrededor del patio. Pero casi sangre, su amor estaban malditos! ¡Su amor, sobre todo! Veintiocho años él,
siempre estaban apagados en un sombrío letargo de idiotismo, y pasaban todo veintidós ella, y toda su apasionada ternura no alcanzaba a crear un átomo de
el día sentados en su banco, con las piernas colgantes y quietas, empapando de vida normal. Ya no pedían más belleza e inteligencia como en el primogénito;
glutinosa saliva el pantalón. ¡pero un hijo, un hijo como todos!
El mayor tenía doce años, y el menor ocho. En todo su aspecto sucio y Del nuevo desastre brotaron nuevas llamaradas del dolorido amor, un
desvalido se notaba la falta absoluta de un poco de cuidado maternal. loco anhelo de redimir de una vez para siempre la santidad de su ternura.
Esos cuatro idiotas, sin embargo, habían sido un día el encanto de sus Sobrevinieron mellizos, y punto por punto repitióse el proceso de los dos
padres. A los tres meses de casados, Mazzini y Berta orientaron su estrecho mayores.
amor de marido y mujer, y mujer y marido, hacia un porvenir mucho más vital: Mas, por encima de su inmensa amargura, quedaba a Mazzini y Berta
un hijo: ¿Qué mayor dicha para dos enamorados que esa honrada consagración gran compasión por sus cuatro hijos. Hubo que arrancar del limbo de la más
honda animalidad, no ya sus almas, sino el instinto mismo abolido. No sabían
deglutir, cambiar de sitio, ni aun sentarse. Aprendieron al fin a caminar, pero

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chocaban contra todo, por no darse cuenta de los obstáculos. Cuando los como algo atroz que la hubieran obligado a cometer. A Mazzini, bien que en
lavaban mugían hasta inyectarse de sangre el rostro. Animábanse sólo al comer, menor grado, pasábale lo mismo.
o cuando veían colores brillantes u oían truenos. Se reían entonces, echando No por eso la paz había llegado a sus almas. La menor indisposición de
afuera lengua y ríos de baba, radiantes de frenesí bestial. Tenían, en cambio, su hija echaba ahora afuera, con el terror de perderla, los rencores de su
cierta facultad imitativa; pero no se pudo obtener nada más. Con los mellizos descendencia podrida. Habían acumulado hiel sobrado tiempo para que el vaso
pareció haber concluido la aterradora descendencia. Pero pasados tres años no quedara distendido, y al menor contacto el veneno se vertía afuera. Desde el
desearon de nuevo ardientemente otro hijo, confiando en que el largo tiempo primer disgusto emponzoñado habíanse perdido el respeto; y si hay algo a que
transcurrido hubiera aplacado a la fatalidad. el hombre se siente arrastrado con cruel fruición, es, cuando ya se comenzó, a
No satisfacían sus esperanzas. Y en ese ardiente anhelo que se humillar del todo a una persona. Antes se contenían por la mutua falta de éxito;
exasperaba, en razón de su infructuosidad, se agriaron. Hasta ese momento ahora que éste había llegado, cada cual, atribuyéndolo a sí mismo, sentía mayor
cada cual había tomado sobre sí la parte que le correspondía en la miseria de la infamia de los cuatro engendros que el otro habíale forzado a crear.
sus hijos; pero la desesperanza de redención ante las cuatro bestias que habían Con estos sentimientos, no hubo ya para los cuatro hijos mayores
nacido de ellos, echó afuera esa imperiosa necesidad de culpar a los otros, que afecto posible. La sirvienta los vestía, les daba de comer, los acostaba, con
es patrimonio específico de los corazones inferiores. visible brutalidad. No los lavaban casi nunca. Pasaban casi todo el día sentados
Iniciáronse con el cambio de pronombre: tus hijos. Y como a más del frente al cerco, abandonados de toda remota caricia.
insulto había la insidia, la atmósfera se cargaba. De este modo Bertita cumplió cuatro años, y esa noche, resultado de
—Me parece —díjole una noche Mazzini, que acababa de entrar y se las golosinas que era a los padres absolutamente imposible negarle, la criatura
lavaba las manos— que podrías tener más limpios a los muchachos. tuvo algún escalofrío y fiebre. Y el temor a verla morir o quedar idiota, tornó a
Berta continuó leyendo como si no hubiera oído. reabrir la eterna llaga.
—Es la primera vez —repuso al rato— que te veo inquietarte por el Hacía tres horas que no hablaban, y el motivo fue, como casi siempre,
estado de tus hijos. los fuertes pasos de Mazzini.
Mazzini volvió un poco la cara a ella con una sonrisa forzada: —¡Mi Dios! ¿No puedes caminar más despacio? ¿Cuántas veces...?
—De nuestros hijos, ¿me parece? —Bueno, es que me olvido; ¡se acabó! No lo hago a propósito.
—Bueno; de nuestros hijos. ¿Te gusta así? —alzó ella los ojos. Ella se sonrió, desdeñosa:
Esta vez Mazzini se expresó claramente: —¡No, no te creo tanto!
—¿Creo que no vas a decir que yo tenga la culpa, no? —Ni yo, jamás, te hubiera creído tanto a ti... ¡tisiquilla!
—¡Ah, no! —se sonrió Berta, muy pálida— ¡pero yo tampoco, —¡Qué! ¿Qué dijiste...?
supongo...! ¡No faltaba más...! —murmuró. —¡Nada!
—¿Qué, no faltaba más? —Sí, te oí algo! Mira: ¡no sé lo que dijiste; pero te juro que prefiero
—¡Que si alguien tiene la culpa, no soy yo, entiéndelo bien! Eso es lo cualquier cosa a tener un padre como el que has tenido tú!
que te quería decir. Mazzini se puso pálido.
Su marido la miró un momento, con brutal deseo de insultarla. —¡Al fin!— murmuró con los dientes apretados—. ¡Al fin, víbora, has
—¡Dejemos! —articuló, secándose por fin las manos. dicho lo que querías!
—Como quieras; pero si quieres decir... —¡Sí, víbora, sí! Pero yo he tenido padres sanos ¿oyes?, ¡sanos! ¡Mi
—¡Berta! padre no ha muerto de delirio! ¡Yo hubiera tenido hijos como los de todo el
—¡Como quieras! mundo! ¡Esos son hijos tuyos, los cuatro tuyos!
Este fue el primer choque y le sucedieron otros. Pero en las inevitables Mazzini explotó a su vez.
reconciliaciones, sus almas se unían con doble arrebato y locura por otro hijo. —¡Víbora tísica! ¡eso es lo que te dije, lo que te quiero decir!
Nació así una niña. Vivieron dos años con la angustia a flor de alma, ¡Pregúntale, pregúntale al médico quién tiene la mayor culpa de la meningitis de
esperando siempre otro desastre. Nada acaeció, sin embargo, y los padres tus hijos: mi padre o tu pulmón picado, víbora!
pusieron en ella toda su complacencia, que la pequeña llevaba a los más Continuaron cada vez con mayor violencia, hasta que un gemido de
extremos límites del mimo y la mala crianza. Bertita selló instantáneamente sus bocas. A la una de la mañana la ligera
Si aún en los últimos tiempos Berta cuidaba siempre de sus hijos, al indigestión había desaparecido, y como pasa fatalmente con todos los
nacer Bertita olvidóse casi del todo de los otros. Su solo recuerdo la horrorizaba,

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matrimonios jóvenes que se han amado intensamente una vez siquiera, la seguramente, sintióse cogida de la pierna. Debajo de ella, los ocho ojos clavados
reconciliación llegó, tanto más efusiva cuanto hirientes fueran los agravios. en los suyos le dieron miedo.
Amaneció un espléndido día, y mientras Berta se levantaba escupió —¡Suéltame! ¡Déjame! —gritó sacudiendo la pierna. Pero fue atraída.
sangre. Las emociones y mala noche pasada tenían, sin duda, gran culpa. —¡Mamá! ¡Ay, mamá! ¡Mamá, papá! —lloró imperiosamente. Trató aún
Mazzini la retuvo abrazada largo rato, y ella lloró desesperadamente, pero sin de sujetarse del borde, pero sintióse arrancada y cayó.
que ninguno se atreviera a decir una palabra. —Mamá, ¡ay! Ma...
A las diez decidieron salir, después de almorzar. Como apenas tenían No pudo gritar más. Uno de ellos le apretó el cuello, apartando los
tiempo, ordenaron a la sirvienta que matara una gallina. bucles como si fueran plumas, y los otros la arrastraron de una sola pierna hasta
El día radiante había arrancado a los idiotas de su banco. De modo que la cocina, donde esa mañana se había desangrado a la gallina, bien sujeta,
mientras la sirvienta degollaba en la cocina al animal, desangrándolo con arrancándole la vida segundo por segundo.
parsimonia (Berta había aprendido de su madre este buen modo de conservar Mazzini, en la casa de enfrente, creyó oír la voz de su hija.
frescura a la carne), creyó sentir algo como respiración tras ella. Volvióse, y vio —Me parece que te llama —le dijo a Berta.
a los cuatro idiotas, con los hombros pegados uno a otro, mirando estupefactos Prestaron oído inquietos pero no oyeron más. Con todo, un momento
la operación... Rojo... rojo... después se despidieron, y mientras Berta iba a dejar su sombrero, Mazzini
—¡Señora! Los niños están aquí, en la cocina. avanzó en el patio.
Berta llegó; no quería que jamás pisaran allí. ¡Y ni aun en esas horas —¡Bertita!
de pleno perdón, olvido y felicidad reconquistada, podía evitarse esa horrible Nadie respondió.
visión! Porque, naturalmente, cuando más intensos eran los raptos de amor a su —¡Bertita! —alzó mas la voz ya alterada.
marido e hija, más irritado era su humor con los monstruos. Y el silencio fue tan fúnebre para su corazón siempre aterrado, que la
—¡Que salgan, María! ¡Échelos! ¡Échelos, le digo! espalda se le heló de horrible presentimiento.
Las cuatro pobres bestias, sacudidas, brutalmente empujadas, fueron a —¡Mi hija, mi hija! —corrió ya desesperado hacia el fondo. Pero al
dar a su banco. pasar frente a la cocina vio en el piso un mar de sangre. Empujó violentamente
Después de almorzar, salieron todos. La sirvienta fue a Buenos Aires, y la puerta entornada, y lanzó un grito de horror.
el matrimonio a pasear por las quintas. Al bajar el sol volvieron, pero Berta quiso Berta, que ya se había lanzado corriendo a su vez al oír el angustioso
saludar un momento a sus vecinas de enfrente. Su hija escapóse en seguida a llamado del padre, oyó el grito y respondió con otro. Pero al precipitarse en la
casa. cocina, Mazzini, lívido como la muerte, se interpuso conteniéndola:
Entretanto los idiotas no se habían movido en todo el día de su banco. —¡No entres! ¡No entres!
El sol había traspuesto ya el cerco, comenzaba a hundirse, y ellos continuaban Berta alcanzó a ver el piso inundado de sangre. Sólo pudo echar sus
mirando los ladrillos, más inertes que nunca. brazos sobre la cabeza y hundirse a lo largo de él con un ronco suspiro.
De pronto, algo se interpuso entre su mirada y el cerco. Su hermana,
cansada de cinco horas paternales, quería observar por su cuenta. Detenida al EL ALMOHADÓN DE PLUMAS - HORACIO QUIROGA
pie del cerco, miraba pensativa la cresta. Quería trepar, eso no ofrecía duda. Al
fin decidióse por una silla desfondada, pero faltaba aún. Recurrió entonces a un
cajón de kerosene, y su instinto topográfico hízole colocar vertical el mueble, con Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el
lo cual triunfó. carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Lo quería mucho,
Los cuatro idiotas, la mirada indiferente, vieron cómo su hermana sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche
lograba pacientemente dominar el equilibrio, y cómo en puntas de pie apoyaba juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo
la garganta sobre la cresta del cerco, entre sus manos tirantes. Viéronla mirar a desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a
todos lados, y buscar apoyo con el pie para alzarse más. conocer.
Pero la mirada de los idiotas se había animado; una misma luz Durante tres meses —se habían casado en abril— vivieron una dicha
insistente estaba fija en sus pupilas. No apartaban los ojos de su hermana, especial. Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de
mientras una creciente sensación de gula bestial iba cambiando cada línea de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su
sus rostros. Lentamente avanzaron hacia el cerco. La pequeña, que habiendo marido la contenía siempre.
logrado calzar el pie, iba ya a montar a horcajadas y a caerse del otro lado,

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La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La Alicia lo miró con extravió, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y
blancura del patio silencioso —frisos, columnas y estatuas de mármol— producía después de largo rato de estupefacta confrontación, se serenó. Sonrió y tomó
una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, entre las suyas la mano de su marido, acariciándola temblando.
sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado
desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.
casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia. Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida
En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, que se acababa, desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente
había concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía cómo. En la última consulta Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban,
dormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegaba su pasándose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio y
marido. siguieron al comedor.
No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se —Pst... —se encogió de hombros desalentado su médico—. Es un caso
arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde serio... poco hay que hacer...
pudo salir al jardín apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro —¡Sólo eso me faltaba! —resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente
lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó la mano por la cabeza, y sobre la mesa.
Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia, agravado de tarde,
largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de pero que remitía siempre en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su
caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que
escondida en su cuello, sin moverse ni decir una palabra. únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas alas de sangre. Tenía siempre
Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente al despertar la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos
amaneció desvanecida. El médico de Jordán la examinó con suma atención, encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó más. Apenas podía
ordenándole calma y descanso absolutos. mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el
—No sé —le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaron en forma de monstruos que
baja—. Tiene una gran debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada.. . Si se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por la colcha.
mañana se despierta como hoy, llámeme enseguida. Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a
Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia media voz. Las luces continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la
de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia no tuvo más sala. En el silencio agónico de la casa, no se oía más que el delirio monótono que
desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba salía de la cama, y el rumor ahogado de los eternos pasos de Jordán.
con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas sin oír el menor Murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola
ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz ya, miró un rato extrañada el almohadón.
encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable —¡Señor! —llamó a Jordán en voz baja—. En el almohadón hay
obstinación. La alfombra ahogaba sus pesos. A ratos entraba en el dormitorio y manchas que parecen de sangre.
proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, mirando a su mujer cada vez Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente,
que caminaba en su dirección. sobre la funda, a ambos lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se
Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al veían manchitas oscuras.
principio, y que descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos —Parecen picaduras —murmuró la sirvienta después de un rato de
desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado inmóvil observación.
del respaldo de la cama. Una noche se quedó de repente mirando fijamente. Al —Levántelo a la luz —le dijo Jordán.
rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor. La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó
—¡Jordán! ¡Jordán! —clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los
alfombra. cabellos se le erizaban.
Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio un alarido de —¿Qué hay? —murmuró con la voz ronca.
horror. —Pesa mucho —articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.
—¡Soy yo, Alicia, soy yo! Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre
la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas

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superiores volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, Me casé joven y tuve la alegría de que mi esposa compartiera mis
llevándose las manos crispadas a los bandos: —sobre el fondo, entre las plumas, preferencias. Al observar mi gusto por los animales domésticos, no perdía
moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola oportunidad de procurarme los más agradables de entre ellos. Teníamos pájaros,
viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca. peces de colores, un hermoso perro, conejos, un monito y un gato.
Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado Este último era un animal de notable tamaño y hermosura, completamente
sigilosamente su boca —su trompa, mejor dicho— a las sienes de aquélla, negro y de una sagacidad asombrosa. Al referirse a su inteligencia, mi mujer,
chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del que en el fondo era no poco supersticiosa, aludía con frecuencia a la antigua
almohadón había impedido sin dada su desarrollo, pero desde que la joven no creencia popular de que todos los gatos negros son brujas metamorfoseadas. No
pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había quiero decir que lo creyera seriamente, y sólo menciono la cosa porque acabo de
vaciado a Alicia. recordarla.
Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a Plutón -tal era el nombre del gato- se había convertido en mi favorito y mi
adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece camarada. Sólo yo le daba de comer y él me seguía por todas partes en casa.
serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de Me costaba mucho impedir que anduviera tras de mí en la calle.
pluma. Nuestra amistad duró así varios años, en el curso de los cuales (enrojezco al
confesarlo) mi temperamento y mi carácter se alteraron radicalmente por culpa
EL GATO NEGRO - EDGAR ALLAN POE del demonio. Intemperancia. Día a día me fui volviendo más melancólico,
irritable e indiferente hacia los sentimientos ajenos. Llegué, incluso, a hablar
descomedidamente a mi mujer y terminé por infligirle violencias personales. Mis
No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que favoritos, claro está, sintieron igualmente el cambio de mi carácter. No sólo los
me dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos descuidaba, sino que llegué a hacerles daño. Hacia Plutón, sin embargo,
rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es conservé suficiente consideración como para abstenerme de maltratarlo, cosa
un sueño. Mañana voy a morir y quisiera aliviar hoy mi alma. Mi propósito que hacía con los conejos, el mono y hasta el perro cuando, por casualidad o
inmediato consiste en poner de manifiesto, simple, sucintamente y sin movidos por el afecto, se cruzaban en mi camino. Mi enfermedad, empero, se
comentarios, una serie de episodios domésticos. Las consecuencias de esos agravaba -pues, ¿qué enfermedad es comparable al alcohol?-, y finalmente el
episodios me han aterrorizado, me han torturado y, por fin, me han destruido. mismo Plutón, que ya estaba viejo y, por tanto, algo enojadizo, empezó a sufrir
Pero no intentaré explicarlos. Si para mí han sido horribles, para otros resultarán las consecuencias de mi mal humor.
menos espantosos que barrocos. Más adelante, tal vez, aparecerá alguien cuya Una noche en que volvía a casa completamente embriagado, después de una
inteligencia reduzca mis fantasmas a lugares comunes; una inteligencia más de mis correrías por la ciudad, me pareció que el gato evitaba mi presencia. Lo
serena, más lógica y mucho menos excitable que la mía, capaz de ver en las alcé en brazos, pero, asustado por mi violencia, me mordió ligeramente en la
circunstancias que temerosamente describiré, una vulgar sucesión de causas y mano. Al punto se apoderó de mí una furia demoníaca y ya no supe lo que hacía.
efectos naturales. Fue como si la raíz de mi alma se separara de golpe de mi cuerpo; una maldad
Desde la infancia me destaqué por la docilidad y bondad de mi carácter. La más que diabólica, alimentada por la ginebra, estremeció cada fibra de mi ser.
ternura que abrigaba mi corazón era tan grande que llegaba a convertirme en Sacando del bolsillo del chaleco un cortaplumas, lo abrí mientras sujetaba al
objeto de burla para mis compañeros. Me gustaban especialmente los animales, pobre animal por el pescuezo y, deliberadamente, le hice saltar un ojo.
y mis padres me permitían tener una gran variedad. Pasaba a su lado la mayor Enrojezco, me abraso, tiemblo mientras escribo tan condenable atrocidad.
parte del tiempo, y jamás me sentía más feliz que cuando les daba de comer y
los acariciaba. Este rasgo de mi carácter creció conmigo y, cuando llegué a la Cuando la razón retornó con la mañana, cuando hube disipado en el sueño
virilidad, se convirtió en una de mis principales fuentes de placer. Aquellos que los vapores de la orgía nocturna, sentí que el horror se mezclaba con el
alguna vez han experimentado cariño hacia un perro fiel y sagaz no necesitan remordimiento ante el crimen cometido; pero mi sentimiento era débil y
que me moleste en explicarles la naturaleza o la intensidad de la retribución que ambiguo, no alcanzaba a interesar al alma. Una vez más me hundí en los
recibía. Hay algo en el generoso y abnegado amor de un animal que llega excesos y muy pronto ahogué en vino los recuerdos de lo sucedido.
directamente al corazón de aquel que con frecuencia ha probado la falsa amistad El gato, entretanto, mejoraba poco a poco. Cierto que la órbita donde faltaba
y la frágil fidelidad del hombre. el ojo presentaba un horrible aspecto, pero el animal no parecía sufrir ya. Se
paseaba, como de costumbre, por la casa, aunque, como es de imaginar, huía

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aterrorizado al verme. Me quedaba aún bastante de mi antigua manera de ser Recordé que había ahorcado al gato en un jardín contiguo a la casa. Al
para sentirme agraviado por la evidente antipatía de un animal que alguna vez producirse la alarma del incendio, la multitud había invadido inmediatamente el
me había querido tanto. Pero ese sentimiento no tardó en ceder paso a la jardín: alguien debió de cortar la soga y tirar al gato en mi habitación por la
irritación. Y entonces, para mi caída final e irrevocable, se presentó el espíritu de ventana abierta. Sin duda, habían tratado de despertarme en esa forma.
la perversidad. La filosofía no tiene en cuenta a este espíritu; y, sin embargo, Probablemente la caída de las paredes comprimió a la víctima de mi crueldad
tan seguro estoy de que mi alma existe como de que la perversidad es uno de contra el enlucido recién aplicado, cuya cal, junto con la acción de las llamas y el
los impulsos primordiales del corazón humano, una de las facultades primarias amoniaco del cadáver, produjo la imagen que acababa de ver.
indivisibles, uno de esos sentimientos que dirigen el carácter del hombre. ¿Quién Si bien en esta forma quedó satisfecha mi razón, ya que no mi conciencia,
no se ha sorprendido a sí mismo cien veces en momentos en que cometía una sobre el extraño episodio, lo ocurrido impresionó profundamente mi imaginación.
acción tonta o malvada por la simple razón de que no debía cometerla? ¿No hay Durante muchos meses no pude librarme del fantasma del gato, y en todo ese
en nosotros una tendencia permanente, que enfrenta descaradamente al buen tiempo dominó mi espíritu un sentimiento informe que se parecía, sin serlo, al
sentido, una tendencia a transgredir lo que constituye la Ley por el solo hecho remordimiento. Llegué al punto de lamentar la pérdida del animal y buscar, en
de serlo? Este espíritu de perversidad se presentó, como he dicho, en mi caída los viles antros que habitualmente frecuentaba, algún otro de la misma especie y
final. Y el insondable anhelo que tenía mi alma de vejarse a sí misma, de apariencia que pudiera ocupar su lugar.
violentar su propia naturaleza, de hacer mal por el mal mismo, me incitó a Una noche en que, borracho a medias, me hallaba en una taberna más que
continuar y, finalmente, a consumar el suplicio que había infligido a la inocente infame, reclamó mi atención algo negro posado sobre uno de los enormes
bestia. Una mañana, obrando a sangre fría, le pasé un lazo por el pescuezo y lo toneles de ginebra que constituían el principal moblaje del lugar. Durante
ahorqué en la rama de un árbol; lo ahorqué mientras las lágrimas manaban de algunos minutos había estado mirando dicho tonel y me sorprendió no haber
mis ojos y el más amargo remordimiento me apretaba el corazón; lo ahorqué advertido antes la presencia de la mancha negra en lo alto. Me aproximé y la
porque recordaba que me había querido y porque estaba seguro de que no me toqué con la mano. Era un gato negro muy grande, tan grande como Plutón y
había dado motivo para matarlo; lo ahorqué porque sabía que, al hacerlo, absolutamente igual a éste, salvo un detalle. Plutón no tenía el menor pelo
cometía un pecado, un pecado mortal que comprometería mi alma hasta llevarla blanco en el cuerpo, mientras este gato mostraba una vasta aunque indefinida
-si ello fuera posible- más allá del alcance de la infinita misericordia del Dios más mancha blanca que le cubría casi todo el pecho.
misericordioso y más terrible. La noche de aquel mismo día en que cometí tan Al sentirse acariciado se enderezó prontamente, ronroneando con fuerza, se
cruel acción me despertaron gritos de: "¡Incendio!" Las cortinas de mi cama eran frotó contra mi mano y pareció encantado de mis atenciones. Acababa, pues, de
una llama viva y toda la casa estaba ardiendo. Con gran dificultad pudimos encontrar el animal que precisamente andaba buscando. De inmediato, propuse
escapar de la conflagración mi mujer, un sirviente y yo. Todo quedó destruido. su compra al tabernero, pero me contestó que el animal no era suyo y que
Mis bienes terrenales se perdieron y desde ese momento tuve que resignarme a jamás lo había visto antes ni sabía nada de él.
la desesperanza. Continué acariciando al gato y, cuando me disponía a volver a casa, el animal
No incurriré en la debilidad de establecer una relación de causa y efecto entre pareció dispuesto a acompañarme. Le permití que lo hiciera, deteniéndome una
el desastre y mi criminal acción. Pero estoy detallando una cadena de hechos y y otra vez para inclinarme y acariciarlo. Cuando estuvo en casa, se acostumbró a
no quiero dejar ningún eslabón incompleto. Al día siguiente del incendio acudí a ella de inmediato y se convirtió en el gran favorito de mi mujer.
visitar las ruinas. Salvo una, las paredes se habían desplomado. La que quedaba Por mi parte, pronto sentí nacer en mí una antipatía hacia aquel animal. Era
en pie era un tabique divisorio de poco espesor, situado en el centro de la casa, exactamente lo contrario de lo que había anticipado, pero -sin que pueda decir
y contra el cual se apoyaba antes la cabecera de mi lecho. El enlucido había cómo ni por qué- su marcado cariño por mí me disgustaba y me fatigaba.
quedado a salvo de la acción del fuego, cosa que atribuí a su reciente aplicación. Gradualmente, el sentimiento de disgusto y fatiga creció hasta alcanzar la
Una densa muchedumbre habíase reunido frente a la pared y varias personas amargura del odio. Evitaba encontrarme con el animal; un resto de vergüenza y
parecían examinar parte de la misma con gran atención y detalle. Las palabras el recuerdo de mi crueldad de antaño me vedaban maltratarlo. Durante algunas
"¡extraño!, ¡curioso!" y otras similares excitaron mi curiosidad. Al aproximarme semanas me abstuve de pegarle o de hacerlo víctima de cualquier violencia;
vi que en la blanca superficie, grabada como un bajorrelieve, aparecía la imagen pero gradualmente -muy gradualmente- llegué a mirarlo con inexpresable odio y
de un gigantesco gato. El contorno tenía una nitidez verdaderamente a huir en silencio de su detestable presencia, como si fuera una emanación de la
maravillosa. Había una soga alrededor del pescuezo del animal. peste.
Al descubrir esta aparición -ya que no podía considerarla otra cosa- me sentí Lo que, sin duda, contribuyó a aumentar mi odio fue descubrir, a la mañana
dominado por el asombro y el terror. Pero la reflexión vino luego en mi ayuda. siguiente de haberlo traído a casa, que aquel gato, igual que Plutón, era tuerto.

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Esta circunstancia fue precisamente la que lo hizo más grato a mi mujer, quien, Cierto día, para cumplir una tarea doméstica, me acompañó al sótano de la
como ya dije, poseía en alto grado esos sentimientos humanitarios que alguna vieja casa donde nuestra pobreza nos obligaba a vivir. El gato me siguió
vez habían sido mi rasgo distintivo y la fuente de mis placeres más simples y mientras bajaba la empinada escalera y estuvo a punto de tirarme cabeza abajo,
más puros. lo cual me exasperó hasta la locura. Alzando un hacha y olvidando en mi rabia
El cariño del gato por mí parecía aumentar en el mismo grado que mi los pueriles temores que hasta entonces habían detenido mi mano, descargué un
aversión. Seguía mis pasos con una pertinencia que me costaría hacer entender golpe que hubiera matado instantáneamente al animal de haberlo alcanzado.
al lector. Dondequiera que me sentara venía a ovillarse bajo mi silla o saltaba a Pero la mano de mi mujer detuvo su trayectoria. Entonces, llevado por su
mis rodillas, prodigándome sus odiosas caricias. Si echaba a caminar, se metía intervención a una rabia más que demoníaca, me zafé de su abrazo y le hundí el
entre mis pies, amenazando con hacerme caer, o bien clavaba sus largas y hacha en la cabeza. Sin un solo quejido, cayó muerta a mis pies.
afiladas uñas en mis ropas, para poder trepar hasta mi pecho. En esos Cumplido este espantoso asesinato, me entregué al punto y con toda sangre
momentos, aunque ansiaba aniquilarlo de un solo golpe, me sentía paralizado fría a la tarea de ocultar el cadáver. Sabía que era imposible sacarlo de casa,
por el recuerdo de mi primer crimen, pero sobre todo -quiero confesarlo ahora tanto de día como de noche, sin correr el riesgo de que algún vecino me
mismo- por un espantoso temor al animal. observara. Diversos proyectos cruzaron mi mente. Por un momento pensé en
Aquel temor no era precisamente miedo de un mal físico y, sin embargo, me descuartizar el cuerpo y quemar los pedazos. Luego se me ocurrió cavar una
sería imposible definirlo de otra manera. Me siento casi avergonzado de tumba en el piso del sótano. Pensé también si no convenía arrojar el cuerpo al
reconocer, sí, aún en esta celda de criminales me siento casi avergonzado de pozo del patio o meterlo en un cajón, como si se tratara de una mercadería
reconocer que el terror, el espanto que aquel animal me inspiraba, era común, y llamar a un mozo de cordel para que lo retirara de casa. Pero, al fin, di
intensificado por una de las más insensatas quimeras que sería dado concebir. con lo que me pareció el mejor expediente y decidí emparedar el cadáver en el
Más de una vez mi mujer me había llamado la atención sobre la forma de la sótano, tal como se dice que los monjes de la Edad Media emparedaban a sus
mancha blanca de la cual ya he hablado, y que constituía la única diferencia víctimas.
entre el extraño animal y el que yo había matado. El lector recordará que esta El sótano se adaptaba bien a este propósito. Sus muros eran de material
mancha, aunque grande, me había parecido al principio de forma indefinida; poco resistente y estaban recién revocados con un mortero ordinario, que la
pero gradualmente, de manera tan imperceptible que mi razón luchó durante humedad de la atmósfera no había dejado endurecer. Además, en una de las
largo tiempo por rechazarla como fantástica, la mancha fue asumiendo un paredes se veía la saliencia de una falsa chimenea, la cual había sido rellenada y
contorno de rigurosa precisión. Representaba ahora algo que me estremezco al tratada de manera semejante al resto del sótano. Sin lugar a dudas, sería muy
nombrar, y por ello odiaba, temía y hubiera querido librarme del monstruo si fácil sacar los ladrillos en esa parte, introducir el cadáver y tapar el agujero
hubiese sido capaz de atreverme; representaba, digo, la imagen de una cosa como antes, de manera que ninguna mirada pudiese descubrir algo sospechoso.
atroz, siniestra..., ¡la imagen del patíbulo! ¡Oh lúgubre y terrible máquina del No me equivocaba en mis cálculos. Fácilmente saqué los ladrillos con ayuda
horror y del crimen, de la agonía y de la muerte! de una palanca y, luego de colocar cuidadosamente el cuerpo contra la pared
Me sentí entonces más miserable que todas las miserias humanas. ¡Pensar interna, lo mantuve en esa posición mientras aplicaba de nuevo la mampostería
que una bestia, cuyo semejante había yo destruido desdeñosamente, una bestia en su forma original. Después de procurarme argamasa, arena y cerda, preparé
era capaz de producir tan insoportable angustia en un hombre creado a imagen un enlucido que no se distinguía del anterior y revoqué cuidadosamente el nuevo
y semejanza de Dios! ¡Ay, ni de día ni de noche pude ya gozar de la bendición enladrillado. Concluida la tarea, me sentí seguro de que todo estaba bien. La
del reposo! De día, aquella criatura no me dejaba un instante solo; de noche, pared no mostraba la menor señal de haber sido tocada. Había barrido hasta el
despertaba hora a hora de los más horrorosos sueños, para sentir el ardiente menor fragmento de material suelto. Miré en torno, triunfante, y me dije: "Aquí,
aliento de la cosa en mi rostro y su terrible peso -pesadilla encarnada de la que por lo menos, no he trabajado en vano".
no me era posible desprenderme- apoyado eternamente sobre mi corazón. Mi paso siguiente consistió en buscar a la bestia causante de tanta
Bajo el agobio de tormentos semejantes, sucumbió en mí lo poco que me desgracia, pues al final me había decidido a matarla. Si en aquel momento el
quedaba de bueno. Sólo los malos pensamientos disfrutaban ya de mi intimidad; gato hubiera surgido ante mí, su destino habría quedado sellado, pero, por lo
los más tenebrosos, los más perversos pensamientos. La melancolía habitual de visto, el astuto animal, alarmado por la violencia de mi primer acceso de cólera,
mi humor creció hasta convertirse en aborrecimiento de todo lo que me rodeaba se cuidaba de aparecer mientras no cambiara mi humor. Imposible describir o
y de la entera humanidad; y mi pobre mujer, que de nada se quejaba, llegó a imaginar el profundo, el maravilloso alivio que la ausencia de la detestada
ser la habitual y paciente víctima de los repentinos y frecuentes arrebatos de criatura trajo a mi pecho. No se presentó aquella noche, y así, por primera vez
ciega cólera a que me abandonaba.

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desde su llegada a la casa, pude dormir profunda y tranquilamente; sí, pude fuego, estaba agazapada la horrible bestia cuya astucia me había inducido al
dormir, aun con el peso del crimen sobre mi alma. asesinato y cuya voz delatadora me entregaba al verdugo. ¡Había emparedado al
Pasaron el segundo y el tercer día y mi atormentador no volvía. Una vez más monstruo en la tumba!
respiré como un hombre libre. ¡Aterrado, el monstruo había huido de casa para
siempre! ¡Ya no volvería a contemplarlo! Gozaba de una suprema felicidad, y la EL BARRIL DE AMONTILLADO - EDGAR ALLAN POE
culpa de mi negra acción me preocupaba muy poco. Se practicaron algunas
averiguaciones, a las que no me costó mucho responder. Incluso hubo una
perquisición en la casa; pero, naturalmente, no se descubrió nada. Mi
tranquilidad futura me parecía asegurada. Lo mejor que pude había soportado las mil injurias de Fortunato. Pero
Al cuarto día del asesinato, un grupo de policías se presentó cuando llegó el insulto, juré vengarme. Vosotros, que conocéis tan bien la
inesperadamente y procedió a una nueva y rigurosa inspección. Convencido de naturaleza de mi carácter, no llegaréis a suponer, no obstante, que pronunciara
que mi escondrijo era impenetrable, no sentí la más leve inquietud. Los oficiales la menor palabra con respecto a mi propósito. A la larga, yo sería vengado. Este
me pidieron que los acompañara en su examen. No dejaron hueco ni rincón sin era ya un punto establecido definitivamente. Pero la misma decisión con que lo
revisar. Al final, por tercera o cuarta vez, bajaron al sótano. Los seguí sin que había resuelto excluía toda idea de peligro por mi parte. No solamente tenía que
me temblara un solo músculo. Mi corazón latía tranquilamente, como el de aquel castigar, sino castigar impunemente. Una injuria queda sin reparar cuando su
que duerme en la inocencia. Me paseé de un lado al otro del sótano. Había justo castigo perjudica al vengador. Igualmente queda sin reparación cuando
cruzado los brazos sobre el pecho y andaba tranquilamente de aquí para allá. ésta deja de dar a entender a quien le ha agraviado que es él quien se venga.
Los policías estaban completamente satisfechos y se disponían a marcharse. La Es preciso entender bien que ni de palabra, ni de obra, di a Fortunato
alegría de mi corazón era demasiado grande para reprimirla. Ardía en deseos de motivo para que sospechara de mi buena voluntad hacia él. Continué, como de
decirles, por lo menos, una palabra como prueba de triunfo y confirmar costumbre, sonriendo en su presencia, y él no podía advertir que mi sonrisa,
doblemente mi inocencia. entonces, tenía como origen en mí la de arrebatarle la vida.
-Caballeros -dije, por fin, cuando el grupo subía la escalera-, me alegro Aquel Fortunato tenía un punto débil, aunque, en otros aspectos, era un
mucho de haber disipado sus sospechas. Les deseo felicidad y un poco más de hombre digno de toda consideración, y aun de ser temido. Se enorgullecía
cortesía. Dicho sea de paso, caballeros, esta casa está muy bien construida... siempre de ser un entendido en vinos. Pocos italianos tienen el verdadero
(En mi frenético deseo de decir alguna cosa con naturalidad, casi no me daba talento de los catadores. En la mayoría, su entusiasmo se adapta con frecuencia
cuenta de mis palabras). Repito que es una casa de excelente construcción. a lo que el tiempo y la ocasión requieren, con objeto de dedicarse a engañar a
Estas paredes... ¿ya se marchan ustedes, caballeros?... tienen una gran solidez. los millionaires ingleses y austríacos. En pintura y piedras preciosas, Fortunato,
Y entonces, arrastrado por mis propias bravatas, golpeé fuertemente con el como todos sus compatriotas, era un verdadero charlatán; pero en cuanto a
bastón que llevaba en la mano sobre la pared del enladrillado tras de la cual se vinos añejos, era sincero. Con respecto a esto, yo no difería extraordinariamente
hallaba el cadáver de la esposa de mi corazón. de él. También yo era muy experto en lo que se refiere a vinos italianos, y
¡Que Dios me proteja y me libre de las garras del archidemonio! Apenas siempre que se me presentaba ocasión compraba gran cantidad de estos.
había cesado el eco de mis golpes cuando una voz respondió desde dentro de la Una tarde, casi al anochecer, en plena locura del Carnaval, encontré a mi
tumba. Un quejido, sordo y entrecortado al comienzo, semejante al sollozar de amigo. Me acogió con excesiva cordialidad, porque había bebido mucho. El buen
un niño, que luego creció rápidamente hasta convertirse en un largo, agudo y hombre estaba disfrazado de payaso. Llevaba un traje muy ceñido, un vestido
continuo alarido, anormal, como inhumano, un aullido, un clamor de con listas de colores, y coronaba su cabeza con un sombrerillo cónico adornado
lamentación, mitad de horror, mitad de triunfo, como sólo puede haber brotado con cascabeles. Me alegré tanto de verle, que creí no haber estrechado jamás su
en el infierno de la garganta de los condenados en su agonía y de los demonios mano como en aquel momento.
exultantes en la condenación. —Querido Fortunato —le dije en tono jovial—, éste es un encuentro
Hablar de lo que pensé en ese momento sería locura. Presa de vértigo, fui afortunado. Pero ¡qué buen aspecto tiene usted hoy! El caso es que he recibido
tambaleándome hasta la pared opuesta. Por un instante el grupo de hombres en un barril de algo que llaman amontillado, y tengo mis dudas.
la escalera quedó paralizado por el terror. Luego, una docena de robustos brazos —¿Cómo? —dijo él—. ¿Amontillado? ¿Un barril? ¡Imposible! ¡Y en pleno
atacaron la pared, que cayó de una pieza. El cadáver, ya muy corrompido y Carnaval!
manchado de sangre coagulada, apareció de pie ante los ojos de los
espectadores. Sobre su cabeza, con la roja boca abierta y el único ojo como de

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—Por eso mismo le digo que tengo mis dudas —contesté—, e iba a Se volvió hacia mí y me miró con sus nubladas pupilas, que destilaban
cometer la tontería de pagarlo como si se tratara de un exquisito amontillado, las lágrimas de la embriaguez.
sin consultarle. No había modo de encontrarle a usted, y temía perder la —¿Salitre? —me preguntó, por fin.
ocasión. —Salitre —le contesté—. ¿Hace mucho tiempo que tiene usted esa tos?
—¡Amontillado! —¡Ejem! ¡Ejem! ¡Ejem! ¡Ejem! ¡Ejem! ¡Ejem! ¡Ejem! ¡Ejem!...!
—Tengo mis dudas. A mi pobre amigo le fue imposible contestar hasta pasados unos
—¡Amontillado! minutos.
—Y he de pagarlo. —No es nada —dijo por último.
—¡Amontillado! —Venga —le dije enérgicamente—. Volvámonos. Su salud es preciosa,
—Pero como supuse que estaba usted muy ocupado, iba ahora a buscar amigo mío. Es usted rico, respetado, admirado, querido. Es usted feliz, como yo
a Luchesi. El es un buen entendido. El me dirá... lo he sido en otro tiempo. No debe usted malograrse. Por lo que mí respecta, es
—Luchesi es incapaz de distinguir el amontillado del jerez. distinto. Volvámonos. Podría usted enfermarse y no quiero cargar con esa
—Y, no obstante, hay imbéciles que creen que su paladar puede competir responsabilidad. Además, cerca de aquí vive Luchesi...
con el de usted. —Basta —me dijo—. Esta tos carece de importancia. No me matará. No
—Vamos, vamos allá. me moriré de tos.
—¿Adónde? —Verdad, verdad —le contesté—. Realmente, no era mi intención
—A sus bodegas. alarmarle sin motivo, pero debe tomar precauciones. Un trago de este medoc le
—No mi querido amigo. No quiero abusar de su amabilidad. Preveo que defenderá de la humedad.
tiene usted algún compromiso. Luchesi... Y diciendo esto, rompí el cuello de una botella que se hallaba en una
—No tengo ningún compromiso. Vamos. larga fila de otras análogas, tumbadas en el húmedo suelo.
—No, amigo mío. Aunque usted no tenga compromiso alguno, veo que —Beba —le dije, ofreciéndole el vino.
tiene usted mucho frío. Las bodegas son terriblemente húmedas; están Llevóse la botella a los labios, mirándome de soslayo. Hizo una pausa y
materialmente cubiertas de salitre. me saludó con familiaridad. Los cascabeles sonaron.
—A pesar de todo, vamos. No importa el frío. ¡Amontillado! Le han —Bebo —dijo— a la salud de los enterrados que descansan en torno
engañado a usted, y Luchesi no sabe distinguir el jerez del amontillado. nuestro.
Diciendo esto, Fortunato me cogió del brazo. Me puse un antifaz de seda —Y yo, por la larga vida de usted.
negra y, ciñéndome bien al cuerpo mi roquelaire, me dejé conducir por él hasta De nuevo me cogió de mi brazo y continuamos nuestro camino.
mi palazzo. Los criados no estaban en la casa. Habían escapado para celebrar la —Esas cuevas —me dijo— son muy vastas.
festividad del Carnaval. Ya antes les había dicho que yo no volvería hasta la —Los Montresors —le contesté— era una grande y numerosa familia.
mañana siguiente, dándoles órdenes concretas para que no estorbaran por la —He olvidado cuáles eran sus armas.
casa. Estas órdenes eran suficientes, de sobra lo sabía yo, para asegurarme la —Un gran pie de oro en campo de azur. El pie aplasta a una serpiente
inmediata desaparición de ellos en cuanto volviera las espaldas. rampante, cuyos dientes se clavan en el talón.
Cogí dos antorchas de sus hacheros, entregué a Fortunato una de ellas y —¡Muy bien! —dijo.
le guié, haciéndole encorvarse a través de distintos aposentos por el abovedado Brillaba el vino en sus ojos y retiñían los cascabeles. También se caldeó
pasaje que conducía a la bodega. Bajé delante de él una larga y tortuosa mi fantasía a causa del medoc. Por entre las murallas formadas por montones de
escalera, recomendándole que adoptara precauciones al seguirme. Llegamos, esqueletos, mezclados con barriles y toneles, llegamos a los más profundos
por fin, a los últimos peldaños, y nos encontramos, uno frente a otro, sobre el recintos de las catacumbas. Me detuve de nuevo, esta vez me atreví a coger a
suelo húmedo de las catacumbas de los Montresors. Fortunato de un brazo, más arriba del codo.
El andar de mi amigo era vacilante, y los cascabeles de su gorro cónico —El salitre —le dije—. Vea usted cómo va aumentando. Como si fuera
resonaban a cada una de sus zancadas. musgo, cuelga de las bóvedas. Ahora estamos bajo el lecho del río. Las gotas de
—¿Y el barril? —preguntó. humedad se filtran por entre los huesos. Venga usted. Volvamos antes de que
—Está más allá —le contesté—. Pero observe usted esos blancos festones sea muy tarde. Esa tos...
que brillan en las paredes de la cueva. —No es nada —dijo—. Continuemos. Pero primero echemos otro traguito
de medoc.

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Rompí un frasco de vino de De Grave y se lo ofrecí. Lo vació de un trago. conseguido encadenarlo al granito. Había en su superficie dos argollas de hierro,
Sus ojos llamearon con ardiente fuego. Se echó a reír y tiró la botella al aire con separadas horizontalmente una de otra por unos dos pies. Rodear su cintura con
un ademán que no pude comprender. los eslabones, para sujetarlo, fue cuestión de pocos segundos. Estaba demasiado
Le miré sorprendido. El repitió el movimiento, un movimiento grotesco. aturdido para ofrecerme resistencia. Saqué la llave y retrocedí, saliendo del
—¿No comprende usted? —preguntó. recinto.
—No —le contesté. —Pase usted la mano por la pared —le dije—, y no podrá menos que
—Entonces, ¿no es usted de la hermandad? sentir el salitre. Está, en efecto, muy húmeda. Permítame que le ruegue que
—¿Cómo? regrese. ¿No? Entonces, no me queda más remedio que abandonarlo; pero debo
—¿No pertenece usted a la masonería? antes prestarle algunos cuidados que están en mi mano.
—Sí, sí —dije—; sí, sí. —¡El amontillado! —exclamó mi amigo, que no había salido aún de su
—¿Usted? ¡Imposible! ¿Un masón? asombro.
—Un masón —repliqué. —Cierto —repliqué—, el amontillado.
—A ver, un signo —dijo. Y diciendo estas palabras, me atareé en aquel montón de huesos a que
—Éste —le contesté, sacando de debajo de mi roquelaire una paleta de antes he aludido. Apartándolos a un lado no tarde en dejar al descubierto cierta
albañil. cantidad de piedra de construcción y mortero. Con estos materiales y la ayuda
—Usted bromea —dijo, retrocediéndo unos pasos—. Pero, en fin, vamos de mi paleta, empecé activamente a tapar la entrada del nicho. Apenas había
por el amontillado. colocado al primer trozo de mi obra de albañilería, cuando me di cuenta de que
—Bien —dije, guardando la herramienta bajo la capa y ofreciéndole de la embriaguez de Fortunato se había disipado en gran parte. El primer indicio
nuevo mi brazo. que tuve de ello fue un gemido apagado que salió de la profundidad del recinto.
Apoyóse pesadamente en él y seguimos nuestro camino en busca del No era ya el grito de un hombre embriagado. Se produjo luego un largo y
amontillado. Pasamos por debajo de una serie de bajísimas bóvedas, bajamos, obstinado silencio. Encima de la primera hilada coloqué la segunda, la tercera y
avanzamos luego, descendimos después y llegamos a una profunda cripta, la cuarta. Y oí entonces las furiosas sacudidas de la cadena. El ruido se prolongó
donde la impureza del aire hacía enrojecer más que brillar nuestras antorchas. unos minutos, durante los cuales, para deleitarme con él, interrumpí mi tarea y
En lo más apartado de la cripta descubríase otra menos espaciosa. En sus me senté en cuclillas sobre los huesos. Cuando se apaciguó, por fin, aquel
paredes habían sido alineados restos humanos de los que se amontonaban en la rechinamiento, cogí de nuevo la paleta y acabé sin interrupción las quinta, sexta
cueva de encima de nosotros, tal como en las grandes catacumbas de París. y séptima hiladas. La pared se hallaba entonces a la altura de mi pecho. De
Tres lados de aquella cripta interior estaban también adornados del nuevo me detuve, y, levantando la antorcha por encima de la obra que había
mismo modo. Del cuarto habían sido retirados los huesos y yacían esparcidos ejecutado, dirigí la luz sobre la figura que se hallaba en el interior.
por el suelo, formando en un rincón un montón de cierta altura. Dentro de la Una serie de fuertes y agudos gritos salió de repente de la garganta del
pared, que había quedado así descubierta por el desprendimiento de los huesos, hombre encadenado, como si quisiera rechazarme con violencia hacia atrás.
veíase todavía otro recinto interior, de unos cuatro pies de profundidad y tres de Durante un momento vacilé y me estremecí. Saqué mi espada y empecé
anchura, y con una altura de seis o siete. No parecía haber sido construido para a tirar estocadas por el interior del nicho. Pero un momento de reflexión bastó
un uso determinado, sino que formaba sencillamente un hueco entre dos de los para tranquilizarme. Puse la mano sobre la maciza pared de piedra y respiré
enormes pilares que servían de apoyo a la bóveda de las catacumbas, y se satisfecho. Volví a acercarme a la pared, y contesté entonces a los gritos de
apoyaba en una de las paredes de granito macizo que las circundaban. quien clamaba. Los repetí, los acompañé y los vencí en extensión y fuerza. Así lo
En vano, Fortunato, levantando su antorcha casi consumida, trataba de hice, y el que gritaba acabó por callarse.
penetrar la profundidad de aquel recinto. La débil luz nos impedía distinguir el Ya era medianoche, y llegaba a su término mi trabajo. Había dado fin a
fondo. las octava, novena y décima hiladas. Había terminado casi la totalidad de la
—Adelántese —le dije—. Ahí está el amontillado. Si aquí estuviera oncena, y quedaba tan sólo una piedra que colocar y revocar. Tenía que luchar
Luchesi... con su peso. Sólo parcialmente se colocaba en la posición necesaria. Pero
—Es un ignorante —interrumpió mi amigo, avanzando con inseguro paso entonces salió del nicho una risa ahogada, que me puso los pelos de punta. Se
y seguido inmediatamente por mí. emitía con una voz tan triste, que con dificultad la identifiqué con la del noble
En un momento llegó al fondo del nicho, y, al hallar interrumpido su paso Fortunato. La voz decía:
por la roca, se detuvo atónito y perplejo. Un momento después había yo

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—¡Ja, ja, ja! ¡Je, je, je! ¡Buena broma, amigo, buena broma! ¡Lo que nos El brazo de Marisa descansaba en la cintura de Carlos, las dos cabezas
reiremos luego en el palazzo, ¡je, je, je!, a propósito de nuestro vino! ¡Je, je, je! estaban muy juntas: seguro que hacían planes para la nueva casa que Carlos
—El amontillado —dije. quería construir.
—¡Je, je, je! Sí, el amontillado. Pero, ¿no se nos hace tarde? ¿No estarán María Santos sonrió; Carlos era un buen hombre, un marido inmejorable para
esperándonos en el palazzo Lady Fortunato y los demás? Vámonos. Marisa. Suerte que Marisa no se casó con Larco, el ingeniero aquel: Carlos no
—Sí —dije—; vámonos ya. era más que un agricultor, pero era bueno y sabía trabajar, y no les hacía faltar
—¡Por el amor de Dios, Montresor! nada.
—Sí —dije—; por el amor de Dios. ¿No les hacía faltar nada?
En vano me esforcé en obtener respuesta a aquellas palabras. Me Una punzada dolida borró la sonrisa de María Santos.
impacienté y llamé en alta voz: El rostro, viejo de incontables arrugas, viejo de muchos soles y de mucho
—¡Fortunato! trabajo, se nubló.
No hubo respuesta, y volví a llamar. No, Carlos podría hacer feliz a Marisa y a Roberto, el hijo, que ya tenía 18
—¡Fortunato! años y estudiaba medicina por televisión.
Tampoco me contestaron. Introduje una antorcha por el orificio que No, nunca podría hacerla feliz a ella, a María Santos, la abuela...
quedaba y la dejé caer en el interior. Me contestó sólo un cascabeleo. Sentía una Porque María Santos no se adaptaría nunca –hacía mucho que había
presión en el corazón, sin duda causada por la humedad de las catacumbas. Me renunciado a hacerlo– a la vida en aquella colonia de Marte.
apresuré a terminar mi trabajo. Con muchos esfuerzos coloqué en su sitio la De acuerdo con que allí se ganaba bien, que no les faltaba nada, que se vivía
última piedra y la cubrí con argamasa. Volví a levantar la antigua muralla de mucho mejor que en la Tierra, de acuerdo con que allí, en Marte, toda la familia
huesos contra la nueva pared. Durante medio siglo, nadie los ha tocado. tenía un porvenir mucho mejor; de acuerdo con que la vida en la Tierra era
In pace requiescat! ahora muy dura... De acuerdo con todo eso; pero, ¡Marte era tan diferente!...
¡Qué no daría María Santos por un poco de viento como el de la Tierra, con
EL ÁRBOL DE LA BUENA MUERTE - HECTOR G. algún "panadero" volando alto!
–¿Duermes, abuela? –Roberto, el nieto, viene sonriente, con su libro bajo el
OESTERHELD
brazo.
–No, Roberto. Un poco cansada, nada más.
–¿No necesitas nada?
–No, nada.
María Santos cerró los ojos, aflojó el cuerpo, acomodó la espalda contra el
–¿Seguro?
blando tronco del árbol.
–Seguro.
Se estaba bien allí, a la sombra de aquellas hojas transparentes que filtraban
Curiosa, la insistencia de Roberto; no acostumbraba a ser tan solícito; a
la luz rojiza del Sol.
veces se pasaba días enteros sin acordarse de que ella existía.
Carlos, el yerno, no podía haberle hecho un regalo mejor para su
Pero, claro, eso era de esperar; la juventud, la juventud de siempre, tiene
cumpleaños.
demasiado quehacer con eso, con ser joven.
Todo el día anterior había trabajado Carlos, limpiando de malezas el lugar
Aunque en verdad María Santos no tiene por qué quejarse: últimamente
donde crecía el árbol. Y había hecho el sacrificio de madrugar todavía más
Roberto había estado muy bueno con ella, pasaba horas enteras a su lado,
temprano que de costumbre para que, cuando ella se levantara, encontrara
haciéndola hablar de la Tierra.
instalado el banco al pie del árbol.
Claro, Roberto no conocía la Tierra; él había nacido en Marte, y las cosas de
María Santos sonrió agradecida; el tronco parecía rugoso y áspero, pero era
la Tierra eran para él algo tan raro, como cincuenta o sesenta años atrás lo
muelle, cedía a la menor presión como si estuviera relleno de plumas. Carlos
habían sido las cosas de Buenos Aires –la capital–, tan raras y fantásticas para
había tenido una gran idea cuando se le ocurrió plantarlo allí, al borde del
María Santos, la muchachita que cazaba lagartijas entre las tunas, allá en el
sembrado.
pueblito de Catamarca.
Tuf-tuf-tuf. Hasta María Santos llegó el ruido del tractor. Por entre los
Roberto, el nieto, la había hecho hablar de los viejos tiempos, de los tantos
párpados entrecerrados, la anciana miró a Marisa, su hija, sentada en el asiento
años que María Santos vivió en la ciudad, en una casita de Saavedra, a siete
de la máquina, al lado de Carlos.
cuadras de la estación.

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Roberto le hizo describir ladrillo por ladrillo la casa, quiso saber el nombre de "Panaderos" en el viento, viento alegre que parece bajar del cielo mismo,
cada flor en el cantero que estaba delante, quiso saber cómo era la calle antes desde aquellas nubes tan blancas y tan redondas...
de que la pavimentaran, no se cansaba de oírla contar cómo jugaban los chicos "Panaderos" como los que perseguía en el patio de tierra del rancho allá en la
a la pelota, cómo remontaban barriletes, cómo iban en bandadas de provincia.
guardapolvos al colegio, tres cuadras más allá. ¡"Panaderos"!
Todo le interesaba a Roberto, el almacén del barrio, la librería, la lechería... El pecho de María Santos es un gran tumulto gozoso.
¿No tuvo acaso que explicarle cómo eran las moscas? Hasta quiso saber cuántas " Panaderos" jugando en el aire, yendo a lo alto.
patas tenían... ¡Cómo si alguna vez María Santos se hubiera acordado de Carlos y Marisa han detenido el tractor.
contarlas! Pero, hoy, Roberto no quiere oírla recordar: claro, debe ser ya la hora Roberto, el hijo, se les junta, y los tres se acercan a María Santos.
de la lección, por eso el muchacho se aparta casi de pronto, apurado. Se quedan mirándola.
Carlos y Marisa terminaron el surco que araban con el tractor. Ahora vienen –Ha muerto feliz... Mira, parece reírse.
de vuelta. –Sí... ¡Pobre doña María!...
Da gusto verlos; ya no son jóvenes, pero están contentos. –Fue una suerte que pudiéramos proporcionarle una muerte así.
Más contentos que de costumbre, con un contento profundo, un contento sin –Sí... Tenía razón el que me vendió el árbol, no exageró en nada: la sombra
sonrisas, pero con una gran placidez, como si ya hubieran construido la nueva mata en poco tiempo y sin dolor alguno, al contrario.
casa. O como si ya hubieran podido comprarse el helicóptero que Carlos dice que –¡Abuela!... ¡Abuelita!
necesitan tanto.
Tuf-tuf-tuf... El tractor llega hasta unos cuantos metros de ella; Marisa, la
hija, saluda con la mano, María Santos sólo sonríe; quisiera contestarle, pero LAS RUINAS CIRCULARES JORGE LUIS BORGES
hoy está muy cansada.
Rocas ondulantes erizan el horizonte, rocas como no viera nunca en su
Catamarca de hace tanto. El pasto amarillo, ese pasto raro que cruje al pisarlo,
María Santos no se acostumbró nunca a él. Es como una alfombra rota que se
estira por todas partes, por los lugares rotos afloran las rocas, siempre And if he left off dreaming about you...
angulosas, siempre obscuras. Through the Looking-Glass , VI
Algo pasa delante de los ojos de María Santos.
Un golpe de viento quiere despeinarla.
María Santos parpadea, trata de ver lo que le pasa delante.
Allí viene otro.
Delicadas, ligeras estrellitas de largos rayos blancos... Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú
¡"Panaderos"! sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el
¡Sí, "panaderos", semillas de cardo, iguales que en la Tierra! hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas
El gastado corazón de María Santos se encabrita en el viejo pecho: que están aguas arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma
¡"Panaderos"! zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra. Lo cierto es
No más pastos amarillos: ahora hay una calle de tierra, con huellones que el hombre gris besó el fango, repechó la ribera sin apartar (probablemente,
profundos, con algo de pasto verde en los bordes, con una zanja, con veredas de sin sentir) las cortaderas que le dilaceraban las carnes y se arrastró, mareado y
ladrillos torcidos... ensangrentado, hasta el recinto circular que corona un tigre o caballo de piedra,
Callecita de barrio, callecita de recuerdo, con chicos de guardapolvo corriendo que tuvo alguna vez el color del fuego y ahora el de la ceniza.
para la librería de la esquina, con el esqueleto de un barrilete no terminando de Ese redondel es un templo que devoraron los incendios antiguos, que la selva
morirse nunca, enredado en un hilo del teléfono. palúdica ha profanado y cuyo dios no recibe honor de los hombres. El forastero
María Santos está sentada en la puerta de su casa, en su silla de paja, ve la se tendió bajo el pedestal. Lo despertó el sol alto. Comprobó sin asombro que
hilera de casitas bajas, las más viejas tienen jardín al frente, las más modernas las heridas habían cicatrizado; cerró los ojos pálidos y durmió, no por flaqueza
son muy blancas, con algún balcón cromado, el colmo de la elegancia. de la carne sino por determinación de la voluntad. Sabía que ese templo era el
lugar que requería su invencible propósito; sabía que los árboles incesantes no

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habían logrado estrangular, río abajo, las ruinas de otro templo propicio, veteadas fugazmente de visiones de tipo rudimental: inservibles. Quiso
también de dioses incendiados y muertos; sabía que su inmediata obligación era congregar el colegio y apenas hubo articulado unas breves palabras de
el sueño. Hacia la medianoche lo despertó el grito inconsolable de un pájaro. exhortación, éste se deformó, se borró.
Rastros de pies descalzos, unos higos y un cántaro le advirtieron que los En la casi perpetua vigilia, lágrimas de ira le quemaban los viejos ojos.
hombres de la región habían espiado con respeto su sueño y solicitaban su Comprendió que el empeño de modelar la materia incoherente y vertiginosa
amparo o temían su magia. Sintió el frío del miedo y buscó en la muralla de que se componen los sueños es el más arduo que puede acometer un varón,
dilapidada un nicho sepulcral y se tapó con hojas desconocidas. aunque penetre todos los enigmas del orden superior y del inferior: mucho más
El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería arduo que tejer una cuerda de arena o que amonedar el viento sin cara.
soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la Comprendió que un fracaso inicial era inevitable. Juró olvidar la enorme
realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma; si alucinación que lo había desviado al principio y buscó otro método de trabajo.
alguien le hubiera preguntado su propio nombre o cualquier rasgo de su vida Antes de ejercitarlo, dedicó un mes a la reposición de las fuerzas que había
anterior, no habría acertado a responder. Le convenía el templo inhabitado y malgastado el delirio. Abandonó toda premeditación de soñar y casi acto
despedazado, porque era un mínimo de mundo visible; la cercanía de los continuo logró dormir un trecho razonable del día. Las raras veces que soñó
labradores también, porque éstos se encargaban de subvenir a sus necesidades durante ese período, no reparó en los sueños. Para reanudar la tarea, esperó
frugales. El arroz y las frutas de su tributo eran pábulo suficiente para su cuerpo, que el disco de la luna fuera perfecto. Luego, en la tarde, se purificó en las
consagrado a la única tarea de dormir y soñar. aguas del río, adoró los dioses planetarios, pronunció las sílabas licitas de un
Al principio, los sueños eran caóticos; poco después, fueron de naturaleza nombre poderoso y durmió. Casi inmediatamente, soñó con un corazón que
dialéctica. El forastero se soñaba— en el centro de un anfiteatro circular que era latía.
de algún modo el templo incendiado: nubes de alumnos taciturnos fatigaban las Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado, color
gradas; las caras de los últimos pendían a muchos siglos de distancia y a una granate en la penumbra de un cuerpo humano aún sin cara ni sexo; con
altura estelar, pero eran del todo precisas. El hombre les dictaba lecciones de minucioso amor lo soñó, durante catorce lúcidas noches. Cada noche, lo percibía
anatomía, de cosmografía, de magia: los rostros escuchaban con ansiedad y con mayor evidencia. No lo tocaba; se limitaba a atestiguarlo, a observarlo, tal
procuraban responder con entendimiento, como si adivinaran la importancia de vez a corregirlo con la mirada. Lo percibía, lo vivía, desde muchas distancias y
aquel examen, que redimiría a uno de ellos de su condición de vana apariencia y muchos ángulos. La noche catorcena rozó la arteria pulmonar con el índice y
lo interpolaría en el mundo real. El hombre, en el sueño y en la vigilia, luego todo el corazón, desde afuera y adentro. El examen lo satisfizo.
consideraba las respuestas de sus fantasmas, no se dejaba embaucar por los Deliberadamente no soñó durante una noche: luego retomó el corazón, invocó el
impostores, adivinaba en ciertas perplejidades una inteligencia creciente. nombre de un planeta y emprendió la visión de otro de los órganos principales.
Buscaba un alma que mereciera participar en el universo. Antes de un año llegó al esqueleto, a los párpados. El pelo innumerable fue tal
A las nueve o diez noches comprendió con alguna amargura que nada podía vez la tarea más difícil. Soñó un hombre íntegro, un mancebo, pero éste no se
esperar de aquellos alumnos que aceptaban con pasividad su doctrina y sí de incorporaba ni hablaba ni podía abrir los ojos. Noche tras noche, el hombre lo
aquellos que arriesgaban, a veces, una contradicción razonable. Los primeros, soñaba dormido.
aunque dignos de amor y de buen afecto, no podían ascender a individuos; los En las cosmogonías gnósticas, los demiurgos amasan un rojo Adán que no
últimos preexistían un poco más. logra ponerse de pie; tan inhábil y rudo y elemental como ese Adán de polvo era
Una tarde (ahora también las tardes eran tributarias del sueño, ahora no el Adán de sueño que las noches del mago habían fabricado. Una tarde, el
velaba sino un par de horas en el amanecer) licenció para siempre el vasto hombre casi destruyó toda su obra, pero se arrepintió. (Más le hubiera valido
colegio ilusorio y se quedó con un solo alumno. Era un muchacho taciturno, destruirla.) Agotados los votos a los númenes de la tierra y del río, se arrojó a
cetrino, díscolo a veces, de rasgos afilados que repetían los de su soñador. No lo los pies de la efigie que tal vez era un tigre y tal vez un potro, e imploró su
desconcertó por mucho tiempo la brusca eliminación de los condiscípulos; su desconocido socorro. Ese crepúsculo, soñó con la estatua. soñó viva, trémula: no
progreso, al cabo de unas pocas lecciones particulares, pudo maravillar al era un atroz bastardo de tigre y potro, sino a la vez esas dos criaturas
maestro. Sin embargo, la catástrofe sobrevino. El hombre, un día, emergió del vehementes y también un toro, una rosa, una tempestad. Ese múltiple dios le
sueñó como de un desierto viscoso, miró la vana luz de la tarde que al pronto reveló que su nombre terrenal era Fuego, que en ese templo circular (y en otros
confundió con la aurora y comprendió que no había soñado. Toda esa noche y iguales) le habían rendido sacrificios y culto y que mágicamente animaría al
todo el día, la intolerable lucidez del insomnio se abatió contra él. Quiso explorar fantasma soñado, de suerte que todas las criaturas, excepto el Fuego mismo y el
la selva, extenuarse; apenas alcanzó entre la cicuta unas rachas de sueño débil, soñador, lo pensaran un hombre de carne y hueso. Le ordenó que una vez

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instruido en los ritos, lo enviara al otro templo despedazado cuyas pirámides después la fuga pánica de las bestias. Porque se repitió lo acontecido hace
persisten aguas abajo, para que alguna voz lo glorificara en aquel edificio muchos siglos. Las ruinas del santuario del dios del fuego fueron destruidas por
desierto. En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó. el fuego. En un alba sin pájaros el mago vio cernirse contra los muros el incendio
El mago ejecutó esas órdenes. Consagró un plazo (que finalmente abarcó dos concéntrico. Por un instante, pensó refugiarse en las aguas, pero luego
años) a descubrirle los arcanos del universo y del culto del fuego. Íntimamente, comprendió que la muerte venía a coronar su vejez,y a absolverlo de sus
le dolía apartarse de él. Con el pretexto de la necesidad pedagógica, dilataba trabajos. Caminó contra los jirones de fuego. Estos no mordieron su carne, éstos
cada día las horas dedicadas al sueño. También rehízo el hombro derecho, acaso lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con
deficiente. A veces, lo inquietaba una impresión de que ya todo eso había humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro
acontecido... En general, sus días eran felices; al cerrar los ojos pensaba: estaba soñándolo.
«Ahora estaré con mi hijo». O, más raramente: «El hijo que he engendrado me
espera y no existirá si no voy».
Gradualmente, lo fue acostumbrando a la realidad. Una vez le ordenó que
embanderara una cumbre lejana. Al otro día, flameaba la bandera en la cumbre. EL MILAGRO SECRETO - JORGE LUIS BORGES
Ensayó otros experimentos análogos, cada vez más audaces. Comprendió con
cierta amargura que su hijo estaba listo para nacer —y tal vez impaciente—. Esa
noche lo besó por primera vez y lo envió al otro templo cuyos despojos Y Dios lo hizo morir durante cien años
blanqueaban río abajo, a muchas leguas de inextricable selva y de ciénaga. y luego lo animó y le dijo:
Antes (para que no supiera nunca que era un fantasma, para que se creyera un -¿Cuánto tiempo has estado aquí?
hombre como los otros) le infundió el olvido total de sus años de aprendizaje. -Un día o parte de un día, respondió.
Su victoria y su paz quedaron empañadas de hastío. En los crepúsculos de la Alcorán, II, 261.
tarde y del alba, se prosternaba ante la figura de piedra, tal vez imaginando que
su hijo irreal ejecutaba idénticos ritos, en otras ruinas circulares, aguas abajo; La noche del catorce de marzo de 1939, en un departamento de la
de noche no soñaba, o soñaba como lo hacen todos los hombres. Percibía con Zeltnergasse de Praga, Jaromir Hladík, autor de la inconclusa tragedia Los
cierta palidez los 'sonidos y formas del universo: el hijo ausente se nutría de enemigos, de una Vindicación de la eternidad y de un examen de las indirectas
esas disminuciones de su alma. El propósito de su vida estaba colmado; el fuentes judías de Jakob Boehme, soñó con un largo ajedrez. No lo disputaban
hombre persistió en una suerte de éxtasis. Al cabo de un tiempo que ciertos dos individuos sino dos familias ilustres; la partida había sido entablada hace
narradores de su historia prefieren computar en años y otros en lustros, lo muchos siglos; nadie era capaz de nombrar el olvidado premio, pero se
despertaron dos remeros a medianoche: no pudo ver sus caras, pero le hablaron murmuraba que era enorme y quizá infinito; las piezas y el tablero estaban en
de un hombre mágico en un templo del Norte, capaz de hollar el fuego y de no una torre secreta; Jaromir (en el sueño) era el primogénito de una de las
quemarse. El mago recordó bruscamente las palabras del dios. Recordó que de familias hostiles; en los relojes resonaba la hora de la impostergable jugada; el
todas las criaturas que componen el orbe, el fuego era la única que sabía que su soñador corría por las arenas de un desierto lluvioso y no lograba recordar las
hijo era un fantasma. Ese recuerdo, apaciguador al principio, acabó por figuras ni las leyes del ajedrez. En ese punto, se despertó. Cesaron los
atormentarlo. Temió que su hijo meditara en ese privilegio anormal y estruendos de la lluvia y de los terribles relojes. Un ruido acompasado y
descubriera de algún modo su condición de mero simulacro. No ser un hombre, unánime, cortado por algunas voces de mando, subía de la Zeltnergasse. Era el
ser la proyección del sueño de otro hombre, ¡qué humillación incomparable, qué amanecer, las blindadas vanguardias del Tercer Reich entraban en Praga.
vértigo! A todo padre le interesan los hijos que ha procreado (que ha permitido) El diecinueve, las autoridades recibieron una denuncia; el mismo diecinueve,
en una mera confusión o felicidad; es natural que el mago temiera por el al atardecer, Jaromir Hladík fue arrestado. Lo condujeron a un cuartel aséptico y
porvenir de aquel hijo, pensado entraña por entraña y rasgo por rasgo, en mil y blanco, en la ribera opuesta del Moldau. No pudo levantar uno solo de los cargos
una noches secretas. de la Gestapo: su apellido materno era Jaroslavski, su sangre era judía, su
El término de sus cavilaciones fue brusco, pero lo prometieron algunos estudio sobre Boehme era judaizante, su firma delataba el censo final de una
signos. protesta contra el Anschluss. En 1928, había traducido el Sepher Yezirah para la
Primero (al cabo de una larga sequía) una remota nube en un cerro, liviana editorial Hermann Barsdorf; el efusivo catálogo de esa casa había exagerado
como un pájaro; luego, hacia el Sur, el cielo que tenía el color rosado de la encía comercialmente el renombre del traductor; ese catálogo fue hojeado por Julius
de los leopardos; luego las humaredas que herrumbraron el metal de las noches;

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Rothe, uno de los jefes en cuyas manos estaba la suerte de Hladík. No hay cifra de las posibles experiencias del hombre y que basta una sola "repetición"
hombre que, fuera de su especialidad, no sea crédulo; dos o tres adjetivos en para demostrar que el tiempo es una falacia... Desdichadamente, no son menos
letra gótica bastaron para que Julius Rothe admitiera la preeminencia de Hladík falaces los argumentos que demuestran esa falacia; Hladík solía recorrerlos con
y dispusiera que lo condenaran a muerte, pour encourager les autres. Se fijó el cierta desdeñosa perplejidad. También había redactado una serie de poemas
día veintinueve de marzo, a las nueve a.m. Esa demora (cuya importancia expresionistas; éstos, para confusión del poeta, figuraron en una antología de
apreciará después el lector) se debía al deseo administrativo de obrar 1924 y no hubo antología posterior que no los heredara. De todo ese pasado
impersonal y pausadamente, como los vegetales y los planetas. equívoco y lánguido quería redimirse Hladík con el drama en verso Los
El primer sentimiento de Hladík fue de mero terror. Pensó que no lo hubieran enemigos. (Hladík preconizaba el verso, porque impide que los espectadores
arredrado la horca, la decapitación o el degüello, pero que morir fusilado era olviden la irrealidad, que es condición del arte.)
intolerable. En vano se redijo que el acto puro y general de morir era lo temible, Este drama observaba las unidades de tiempo, de lugar y de acción;
no las circunstancias concretas. No se cansaba de imaginar esas circunstancias: transcurría en Hradcany, en la biblioteca del barón de Roemerstadt, en una de
absurdamente procuraba agotar todas las variaciones. Anticipaba infinitamente las últimas tardes del siglo diecinueve. En la primera escena del primer acto, un
el proceso, desde el insomne amanecer hasta la misteriosa descarga. Antes del desconocido visita a Roemerstadt. (Un reloj da las siete, una vehemencia de
día prefijado por Julius Rothe, murió centenares de muertes, en patios cuyas último sol exalta los cristales, el aire trae una arrebatada y reconocible música
formas y cuyos ángulos fatigaban la geometría, ametrallado por soldados húngara.) A esta visita siguen otras; Roemerstadt no conoce las personas que lo
variables, en número cambiante, que a veces lo ultimaban desde lejos; otras, importunan, pero tiene la incómoda impresión de haberlos visto ya, tal vez en un
desde muy cerca. Afrontaba con verdadero temor (quizá con verdadero coraje) sueño. Todos exageradamente lo halagan, pero es notorio -primero para los
esas ejecuciones imaginarias; cada simulacro duraba unos pocos segundos; espectadores del drama, luego para el mismo barón- que son enemigos
cerrado el círculo, Jaromir interminablemente volvía a las trémulas vísperas de secretos, conjurados para perderlo. Roemerstadt logra detener o burlar sus
su muerte. Luego reflexionó que la realidad no suele coincidir con las complejas intrigas; en el diálogo, aluden a su novia, Julia de Weidenau, y a un
previsiones; con lógica perversa infirió que prever un detalle circunstancial es tal Jaroslav Kubin, que alguna vez la importunó con su amor. Éste, ahora, se ha
impedir que éste suceda. Fiel a esa débil magia, inventaba, para que no enloquecido y cree ser Roemerstadt... Los peligros arrecian; Roemerstadt, al
sucedieran, rasgos atroces; naturalmente, acabó por temer que esos rasgos cabo del segundo acto, se ve en la obligación de matar a un conspirador.
fueran proféticos. Miserable en la noche, procuraba afirmarse de algún modo en Empieza el tercer acto, el último. Crecen gradualmente las incoherencias:
la sustancia fugitiva del tiempo. Sabía que éste se precipitaba hacia el alba del vuelven actores que parecían descartados ya de la trama; vuelve, por un
día veintinueve; razonaba en voz alta: Ahora estoy en la noche del veintidós; instante, el hombre matado por Roemerstadt. Alguien hace notar que no ha
mientras dure esta noche (y seis noches más) soy invulnerable, inmortal. atardecido: el reloj da las siete, en los altos cristales reverbera el sol occidental,
Pensaba que las noches de sueño eran piletas hondas y oscuras en las que podía el aire trae la arrebatada música húngara. Aparece el primer interlocutor y repite
sumergirse. A veces anhelaba con impaciencia la definitiva descarga, que lo las palabras que pronunció en la primera escena del primer acto. Roemerstadt le
redimiría, mal o bien, de su vana tarea de imaginar. El veintiocho, cuando el habla sin asombro; el espectador entiende que Roemerstadt es el miserable
último ocaso reverberaba en los altos barrotes, lo desvió de esas Jaroslav Kubin. El drama no ha ocurrido: es el delirio circular que
consideraciones abyectas la imagen de su drama Los enemigos. interminablemente vive y revive Kubin.
Hladík había rebasado los cuarenta años. Fuera de algunas amistades y de Nunca se había preguntado Hladík si esa tragicomedia de errores era baladí o
muchas costumbres, el problemático ejercicio de la literatura constituía su vida; admirable, rigurosa o casual. En el argumento que he bosquejado intuía la
como todo escritor, medía las virtudes de los otros por lo ejecutado por ellos y invención más apta para disimular sus defectos y para ejercitar sus felicidades,
pedía que los otros lo midieran por lo que vislumbraba o planeaba. Todos los la posibilidad de rescatar (de manera simbólica) lo fundamental de su vida.
libros que había dado a la estampa le infundían un complejo arrepentimiento. En Había terminado ya el primer acto y alguna escena del tercero; el carácter
sus exámenes de la obra de Boehme, de Abnesra y de Flood, había intervenido métrico de la obra le permitía examinarla continuamente, rectificando los
esencialmente la mera aplicación; en su traducción del Sepher Yezirah, la hexámetros, sin el manuscrito a la vista. Pensó que aun le faltaban dos actos y
negligencia, la fatiga y la conjetura. Juzgaba menos deficiente, tal vez, la que muy pronto iba a morir. Habló con Dios en la oscuridad. Si de algún modo
Vindicación de la eternidad: el primer volumen historia las diversas eternidades existo, si no soy una de tus repeticiones y erratas, existo como autor de Los
que han ideado los hombres, desde el inmóvil Ser de Parménides hasta el enemigos. Para llevar a término ese drama, que puede justificarme y justificarte,
pasado modificable de Hinton; el segundo niega (con Francis Bradley) que todos requiero un año más. Otórgame esos días, Tú de Quien son los siglos y el
los hechos del universo integran una serie temporal. Arguye que no es infinita la

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tiempo. Era la última noche, la más atroz, pero diez minutos después el sueño lo sentir ninguna fatiga, ni siquiera el vértigo de su larga inmovilidad. Durmió, al
anegó como un agua oscura. cabo de un plazo indeterminado. Al despertar, el mundo seguía inmóvil y sordo.
Hacia el alba, soñó que se había ocultado en una de las naves de la biblioteca En su mejilla perduraba la gota de agua; en el patio, la sombra de la abeja; el
del Clementinum. Un bibliotecario de gafas negras le preguntó: ¿Qué busca? humo del cigarrillo que había tirado no acababa nunca de dispersarse. Otro "día"
Hladík le replicó: Busco a Dios. El bibliotecario le dijo: Dios está en una de las pasó, antes que Hladík entendiera.
letras de una de las páginas de uno de los cuatrocientos mil tomos del Un año entero había solicitado de Dios para terminar su labor: un año le
Clementinum. Mis padres y los padres de mis padres han buscado esa letra; yo otorgaba su omnipotencia. Dios operaba para él un milagro secreto: lo mataría
me he quedado ciego, buscándola. Se quitó las gafas y Hladík vio los ojos, que el plomo alemán, en la hora determinada, pero en su mente un año transcurría
estaban muertos. Un lector entró a devolver un atlas. Este atlas es inútil, dijo, y entre la orden y la ejecución de la orden. De la perplejidad pasó al estupor, del
se lo dio a Hladík. Éste lo abrió al azar. Vio un mapa de la India, vertiginoso. estupor a la resignación, de la resignación a la súbita gratitud.
Bruscamente seguro, tocó una de las mínimas letras. Una voz ubicua le dijo: El No disponía de otro documento que la memoria; el aprendizaje de cada
tiempo de tu labor ha sido otorgado. Aquí Hladík se despertó. hexámetro que agregaba le impuso un afortunado rigor que no sospechan
Recordó que los sueños de los hombres pertenecen a Dios y que Maimónides quienes aventuran y olvidan párrafos interinos y vagos. No trabajó para la
ha escrito que son divinas las palabras de un sueño, cuando son distintas y posteridad ni aun para Dios, de cuyas preferencias literarias poco sabía.
claras y no se puede ver quien las dijo. Se vistió; dos soldados entraron en la Minucioso, inmóvil, secreto, urdió en el tiempo su alto laberinto invisible. Rehizo
celda y le ordenaron que los siguiera. el tercer acto dos veces. Borró algún símbolo demasiado evidente: las repetidas
Del otro lado de la puerta, Hladík había previsto un laberinto de galerías, campanadas, la música. Ninguna circunstancia lo importunaba. Omitió, abrevió,
escaleras y pabellones. La realidad fue menos rica: bajaron a un traspatio por amplificó; en algún caso, optó por la versión primitiva. Llegó a querer el patio, el
una sola escalera de fierro. Varios soldados -alguno de uniforme desabrochado- cuartel; uno de los rostros que lo enfrentaban modificó su concepción del
revisaban una motocicleta y la discutían. El sargento miró el reloj: eran las ocho carácter de Roemerstadt. Descubrió que las arduas cacofonías que alarmaron
y cuarenta y cuatro minutos. Había que esperar que dieran las nueve. Hladík, tanto a Flaubert son meras supersticiones visuales: debilidades y molestias de la
más insignificante que desdichado, se sentó en un montón de leña. Advirtió que palabra escrita, no de la palabra sonora... Dio término a su drama: no le faltaba
los ojos de los soldados rehuían los suyos. Para aliviar la espera, el sargento le ya resolver sino un solo epíteto. Lo encontró; la gota de agua resbaló en su
entregó un cigarrillo. Hladík no fumaba; lo aceptó por cortesía o por humildad. Al mejilla. Inició un grito enloquecido, movió la cara, la cuádruple descarga lo
encenderlo, vio que le temblaban las manos. El día se nubló; los soldados derribó.
hablaban en voz baja como si él ya estuviera muerto. Vanamente, procuró Jaromir Hladík murió el veintinueve de marzo, a las nueve y dos minutos de
recordar a la mujer cuyo símbolo era Julia de Weidenau... la mañana.
El piquete se formó, se cuadró. Hladík, de pie contra la pared del cuartel,
esperó la descarga. Alguien temió que la pared quedara maculada de sangre;
entonces le ordenaron al reo que avanzara unos pasos. Hladík, absurdamente, PIERRE MENARD, AUTOR DEL QUIJOTE - JORGE LUIS
recordó las vacilaciones preliminares de los fotógrafos. Una pesada gota de lluvia
BORGES
rozó una de las sienes de Hladík y rodó lentamente por su mejilla; el sargento
vociferó la orden final.
El universo físico se detuvo.
Las armas convergían sobre Hladík, pero los hombres que iban a matarlo
estaban inmóviles. El brazo del sargento eternizaba un ademán inconcluso. En A Silvina Ocampo
una baldosa del patio una abeja proyectaba una sombra fija. El viento había
cesado, como en un cuadro. Hladík ensayó un grito, una sílaba, la torsión de una La obra visible que ha dejado este novelista es de fácil y breve enumeración.
mano. Comprendió que estaba paralizado. No le llegaba ni el más tenue rumor Son, por lo tanto, imperdonables las omisiones y adiciones perpetradas por
del impedido mundo. Pensó estoy en el infierno, estoy muerto. Pensó estoy loco. madame Henri Bachelier en un catálogo falaz que cierto diario cuya tendencia
Pensó el tiempo se ha detenido. Luego reflexionó que en tal caso, también se «protestante» no es un secreto ha tenido la desconsideración de inferir a sus
hubiera detenido su pensamiento. Quiso ponerlo a prueba: repitió (sin mover los deplorables lectores —si bien estos son pocos y calvinistas, cuando no masones
labios) la misteriosa cuarta égloga de Virgilio. Imaginó que los ya remotos y circuncisos—. Los amigos auténticos de Menard han visto con alarma ese
soldados compartían su angustia: anheló comunicarse con ellos. Le asombró no catálogo y aun con cierta tristeza. Diríase que ayer nos reunimos ante el mármol

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final y entre los cipreses infaustos y ya el Error trata de empañar su Memoria... l) Un prefacio al catálogo de la exposición de litografías de Carolus Hourcade
Decididamente, una breve rectificación es inevitable. (Nîmes, 1914).
Me consta que es muy fácil recusar mi pobre autoridad. Espero, sin embargo, m) La obra Les Problèmes d un problème (París, 1917) que discute en orden
que no me prohibirán mencionar dos altos testimonios. La baronesa de Bacourt cronológico las soluciones del ilustre problema de Aquiles y la tortuga. Dos
(en cuyos vendredis inolvidables tuve el honor de conocer al llorado poeta) ha ediciones de este libro han aparecido hasta ahora; la segunda trae como
tenido a bien aprobar las líneas que siguen. La condesa de Bagnoregio, uno de epígrafe el consejo de Leibniz «Ne craignez point, monsieur, la tortue », y
los espíritus más finos del principado de Mónaco (y ahora de Pittsburgh, renueva los capítulos dedicados a Russell y a Descartes.
Pennsylvania, después de su reciente boda con el filántropo internacional Simón n) Un obstinado análisis de las «costumbres sintácticas» de Toulet (N.R.F.,
Kautzsch, tan calumniado, ¡ay!, por las víctimas de sus desinteresadas marzo de 1921). Menard —recuerdo— declaraba que censurar y alabar son
maniobras) ha sacrificado «a la veracidad y a la muerte» (tales son sus operaciones sentimentales que nada tienen que ver con la crítica.
palabras) la señoril reserva que la distingue y en una carta abierta publicada en o) Una transposición en alejandrinos del Cimetière marin, de Paul Valéry
la revista Luxe me concede asimismo su beneplácito. Esas ejecutorias, creo, no (N.R.F., enero de 1928).
son insuficientes. p) Una invectiva contra Paul Valéry, en las Hojas para la supresión de la
He dicho que la obra visible de Menard es fácilmente enumerable. Examinado realidad de Jacques Reboul. (Esa invectiva, dicho sea entre paréntesis, es el
con esmero su archivo particular, he verificado que consta de las piezas que reverso exacto de su verdadera opinión sobre Valéry. Éste así lo entendió y la
siguen: amistad antigua de los dos no corrió peligro.)
a) Un soneto simbolista que apareció dos veces (con variaciones) en la q) Una «definición» de la condesa de Bagnoregio, en el «victorioso volumen»
revista La conque (números de marzo y octubre de 1899). —la locución es de otro colaborador, Gabriele d'Annunzio— que anualmente
b) Una monografía sobre la posibilidad de construir un vocabulario poético de publica esta dama para rectificar los inevitables falseos del periodismo y
conceptos que no fueran sinónimos o perífrasis de los que informan el lenguaje presentar «al mundo y a Italia» una auténtica efigie de su persona, tan expuesta
común, «sino objetos ideales creados por una convención y esencialmente (en razón misma de su belleza y de su actuación) a interpretaciones erróneas o
destinados a las necesidades poéticas» (Nîmes, 1901). apresuradas.
c) Una monografía sobre «ciertas conexiones o afinidades» del pensamiento r) Un ciclo de admirables sonetos para la baronesa de Bacourt (1934).
de Descartes, de Leibniz y de John Wilkins (Nîmes, 1903). s) Una lista manuscrita de versos que deben su eficacia a la puntuación. (8)
d) Una monografía sobre la Characteristica universalis de Leibniz (Nîmes,
1904).
e) Un artículo técnico sobre la posibilidad de enriquecer el ajedrez eliminando
uno de los peones de torre. Menard propone, recomienda, discute y acaba por Hasta aquí (sin otra omisión que unos vagos sonetos circunstanciales para el
rechazar esa innovación. hospitalario, o ávido, álbum de madame Henri Ba— a chelier) la obra visible de
f) Una monografía sobre el Ars magna generalis de Ramón Llull (Nîmes, Menard, en su orden cronológico. Paso ahora a la otra: la subterránea, la
1906). interminablemente heroica, la impar. También, ¡ay de las posibilidades del
g) Una traducción con prólogo y notas del Libro de la invención liberal y arte hombre!, la inconclusa. Esa obra, tal vez la más significativa de nuestro tiempo,
del juego del axedrez de Ruy López de Segura (París, 1907). consta de los capítulos noveno y trigésimo octavo de la primera parte del Don
h) Los borradores de una monografía sobre la lógica simbólica de George Quijote y de un fragmento del capítulo veintidós. Yo sé que tal afirmación parece
Boole.. un dislate; justificar ese «dislate» es el objeto primordial de esta nota.(9)
i) Un examen de las leyes métricas esenciales de la prosa francesa, ilustrado Dos textos de valor desigual inspiraron la empresa. Uno es aquel fragmento
con ejemplos de Saint-Simon ( Revue des Langues Romanes, Montpellier, filológico de Novalis —el que lleva el número 2.005 en la edición de Dresden—
octubre de 1909). que esboza el tema de la total identificación con un autor determinado. Otro es
j) Una réplica a Luc Durtain (que había negado la existencia de tales leyes) uno de esos libros parasitarios que sitúan a Cristo en un bulevar, a Hamlet en la
ilustrada con ejemplos de Luc Durtain (Revue des Langues Romanes, Cannebiére o a don Quijote en Wall Street. Como todo hombre de buen gusto,
Montpellier, diciembre de 1909). Menard abominaba de esos carnavales inútiles, sólo aptos —decía— para
k) Una traducción manuscrita de la Aguja de navegar cultos de Quevedo, ocasionar el plebeyo placer del anacronismo o (lo que es peor) para
intitulada La Boussole des précieux. embelesarnos con la idea primaria de que todas las épocas son iguales o de que
son distintas. Más interesante, aunque de ejecución contradictoria y superficial,

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le parecía el famoso propósito de Daudet: conjugar en una figura, que es que engendró a Baudelaire, que engendró a Mallarmé, que engendró a Valéry,
Tartarín, al Ingenioso Hidalgo y a su escudero... Quienes han insinuado que que engendró a Edmond Teste. La carta precitada ilumina el punto.
Menard dedicó su vida a escribir un Quijote contemporáneo, calumnian su clara «El Quijote —aclara Menard— me interesa profundamente, pero no me
memoria. parece ¿cómo lo diré? inevitable. No puedo imaginar el universo sin la
No quería componer otro Quijote —lo cual es fácil— sino «el» interjección de Edgar Allan Poe:
Quijote. Ah, bear in mind this Barden was enchanted! o sin el Bateau ivre o el Ancient
Inútil agregar que no encaró nunca una transcripción mecánica del original; Mariner, pero me sé capaz de imaginarlo sin el Quijote. (Hablo, naturalmente, de
no se proponía copiarlo. Su admirable ambición era producir unas páginas que mi capacidad personal, no de la resonancia histórica de las obras.) El Quijote es
coincidieran —palabra por palabra y línea por línea— con las de Miguel de un libro contingente, el Quijote es innecesario. Puedo premeditar su escritura,
Cervantes. puedo escribirlo, sin incurrir en una tautología. A los doce o trece años lo leí, tal
«Mi propósito es meramente asombroso», me escribió el 30 de septiembre de vez íntegramente. Después, he releído con atención algunos capítulos, aquellos
1934 desde Bayonne. «El término final de una demostración teológica o que no intentaré por ahora. He cursado asimismo los entremeses, las comedias,
metafísica —el mundo externo, Dios, la causalidad, las formas universales— no La Galatea, las Novelas ejemplares, los trabajos sin duda laboriosos de Persiles y
es menos anterior y común que mi divulgada novela. La sola diferencia es que Segismunda y el Viaje del Parnaso...
los filósofos publican en agradables volúmenes las etapas intermediarias de su Mi recuerdo general del Quijote, simplificado por el olvido y la indiferencia,
labor y que yo he resuelto perderlas.» En efecto, no queda un solo borrador que puede muy bien equivaler a la imprecisa imagen anterior de un libro no escrito.
atestigüe ese trabajo de años. Postulada esa imagen (que nadie en buena ley me puede negar) es indiscutible
El método inicial que imaginó era relativamente sencillo. Conocer bien el que mi problema es harto más difícil que el de Cervantes. Mi complaciente
español, recuperar la fe católica, guerrear contra los moros o contra el turco, precursor no rehusó la colaboración del azar: iba componiendo la obra inmortal
olvidar la historia de Europa entre los años de 1602 y de 1918, ser Miguel de un poco à la diable, llevado por inercias del lenguaje y de la invención. Yo he
Cervantes. Pierre Menard estudió ese procedimiento (sé que logró un manejo contraído el misterioso deber de reconstruir literalmente su obra espontánea. Mi
bastante fiel del español del siglo XVII) pero lo descartó por fácil. ¡Más bien por solitario juego está gobernado por dos leyes polares. La primera me permite
imposible!, dirá el lector. De acuerdo, pero la empresa era de antemano ensayar variantes de tipo formal o psicológico; la segunda me obliga a
imposible y de todos los medios imposibles para llevarla a término, éste era el sacrificarlas al texto «original» y a razonar de un modo irrefutable esa
menos interesante. Ser en el siglo XX un novelista popular del siglo xvii le aniquilación... A esas trabas artificiales hay que sumar otra, congénita.
pareció una disminución. Ser, de alguna manera, Cervantes y llegar al Quijote le Componer el Quijote a principios del siglo Xvii era una empresa razonable,
pareció menos arduo —por consiguiente, menos interesante— que seguir siendo necesaria, acaso fatal; a principios del XX, es casi imposible. No en vano han
Pierre Menard y llegar al Quijote, a través de las experiencias de Pierre Menard. transcurrido trescientos años, cargados de complejísimos hechos. Entre ellos,
(Esa convicción, dicho sea de paso, le hizo excluir el prólogo autobiográfico de la para mencionar uno solo: el mismo Quijote.»
segunda parte del Don Quijote. A pesar de esos tres obstáculos, el fragmentario Quijote de Menard es más
Incluir ese prólogo hubiera sido crear otro personaje —Cervantes— pero sutil que el de Cervantes. Éste, de un modo burdo, opone a las ficciones
también hubiera significado presentar el Quijote en función de ese personaje y caballerescas la pobre realidad provinciana de su país; Menard elige como
no de Menard. Éste, naturalmente, se negó a esa facilidad.) «Mi empresa no es «realidad» la tierra de Carmen durante el siglo de Lepanto y de Lope. ¡Qué
difícil, esencialmente —leo en otro lugar de la carta—. Me bastaría ser inmortal españoladas no habría aconsejado esa elección a Maurice Barrès o al doctor
para llevarla a cabo.» ¿Confesaré que suelo imaginar que la terminó y que leo el Rodríguez Larreta! Menard, con toda naturalidad, las elude. En su obra no hay
Quijote —todo el Quijotecomo si lo hubiera pensado Menard? gitanerías ni conquistadores ni místicos ni Felipe II ni autos de fe. Desatiende o
Noches pasadas, al hojear el capítulo XXVI —no ensayado nunca por él— proscribe el color local. Ese desdén indica un sentido nuevo de la novela
reconocí el estilo de nuestro amigo y como su voz en esta frase excepcional: histórica. Ese desdén condena a Salammbô, inapelablemente.
«las ninfas de los ríos, la dolorosa y húmida Eco». Esa conjunción eficaz de un No menos asombroso es considerar capítulos aislados. Por ejemplo,
adjetivo moral y otro físico me trajo a la memoria un verso de Shakespeare, que examinemos el XXXVIII de la primera parte, «que trata del curioso discurso que
discutimos una tarde: hizo don Quixote de las armas y las letras». Es sabido que don Quijote (como
Where a malignant and a turbaned Turk... ¿Por qué precisamente el Quijote? Quevedo en el pasaje análogo, y posterior, de La hora de todos) falla el pleito
dirá nuestro lector. Esa preferencia, en un español, no hubiera sido inexplicable; contra las letras y en favor de las armas.
pero sin duda lo es en un simbolista de Nîmes, devoto esencialmente de Poe,

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Cervantes era un viejo militar: su fallo se explica. ¡Pero que el don Quijote de miles de páginas manuscritas. (10) No permitió que fueran examinadas por nadie
Pierre Menard —hombre contemporáneo de La Trahison des clercs y de Bertrand y cuidó que no le sobrevivieran. En vano he procurado reconstruirlas.
Russellreincida en esas nebulosas sofisterías! Madame Bachelier ha visto en ellas He reflexionado que es lícito ver en el Quijote «final» una especie de
una admirable y típica subordinación del autor a la psicología del héroe; otros palimpsesto, en el que deben traslucirse los rastros —tenues pero no
(nada perspicazmente) una transcripción del Quijote; la baronesa de Bacourt, la indescifrables— de la «previa» escritura de nuestro amigo. Desgraciadamente,
influencia de Nietzsche. A esa tercera interpretación (que juzgo irrefutable) no sé sólo un segundo Pierre Menard, invirtiendo el trabajo del anterior, podría
si me atreveré a añadir una cuarta, que condice muy bien con la casi divina exhumar y resucitar esas Troyas...
modestia de Pierre Menard: su hábito resignado o irónico de propagar ideas que «Pensar, analizar, inventar —me escribió también— no son actos anómalos,
eran el estricto reverso de las preferidas por él. (Rememoremos otra vez su son la normal respiración de la inteligencia. Glorificar el ocasional cumplimiento
diatriba contra Paul Valéry en la efímera hoja superrealista de Jacques Reboul.) de esa función, atesorar antiguos y ajenos pensamientos, recordar con incrédulo
El texto de Cervantes y el de Menard son verbalmente idénticos, pero el segundo estupor que el doctor universalis pensó, es confesar nuestra languidez o nuestra
es casi infinitamente más rico. (Más ambiguo, dirán sus detractores; pero la barbarie. Todo hombre debe ser capaz de todas las ideas y entiendo que en el
ambigüedad es una riqueza.) Es una revelación cotejar el Don Quijote de Menard porvenir lo será.»
con el de Cervantes. Éste, por ejemplo, escribió (Don Quijote, primera parte, Menard (acaso sin quererlo) ha enriquecido mediante una técnica nueva el
noveno capítulo,): ... la verdad cuya madre es la historia, émula del tiempo, arte detenido y rudimentario de la lectura: la técnica del anacronismo deliberado
depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, y de las atribuciones erróneas. Esa técnica de aplicación infinita nos insta a
advertencia de lo por venir. recorrer la Odisea como si fuera posterior a la Eneida y el libro Le jardin du
Redactada en el siglo XVII, redactada por el «ingenio lego» Cervantes, esa Centaure a madame Henri Bachelier como si fuera de madame Henri Bachelier.
enumeración es un mero elogio retórico de la historia. Menard, en cambio, Esa técnica puebla de aventura los libros más calmosos. Atribuir a Louis
escribe: ... la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de Ferdinand Céline o a James Joyce la Imitación de Cristo ¿no es una suficiente
las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia renovación de esos tenues avisos espirituales?
de lo por venir.
La historia, «madre» de la verdad; la idea es asombrosa. Menard,
contemporáneo de William James, no define la historia como una indagación de
la realidad sino como su origen. La verdad histórica, para él, no es lo que
sucedió; es lo que juzgamos que sucedió. Las cláusulas finales —«ejemplo y Nîmes, 1939
aviso de lo presente, advertencia de lo por venir»— son descaradamente
pragmáticas.
También es vívido el contraste de los estilos. El estilo arcaizante de Menard —
extranjero al fin— adolece de alguna afectación. No así el del precursor, que
maneja con desenfado el español corriente de su época.
No hay ejercicio intelectual que no sea finalmente inútil. Una doctrina es al FUNES EL MEMORIOSO
principio una descripción verosímil del universo; giran los años y es un mero
capítulo —cuando no un párrafo o un nombre— de la historia de la filosofía. En la
literatura, esa caducidad es aún más notoria. El Quijote —me dijo Menard— fue
ante todo un libro agradable; ahora es una ocasión de brindis patriótico, de
soberbia gramatical, de obscenas ediciones de lujo.
La gloria es una incomprensión y quizá la peor. Lo recuerdo (yo no tengo derecho a pronunciar ese verbo sagrado, sólo un
Nada tienen de nuevo esas comprobaciones nihilistas; lo singular es la hombre en la tierra tuvo derecho y ese hombre ha muerto) con una oscura
decisión que de ellas derivó Pierre Menard. Resolvió adelantarse a la vanidad que pasionaria en la mano, viéndola como nadie la ha visto, aunque la mirara desde
aguarda todas las fatigas del hombre; acometió una empresa complejísima y de el crepúsculo del día hasta el de la noche, toda una vida entera. Lo recuerdo, la
antemano fútil. Dedicó sus escrúpulos y vigilias a repetir en un idioma ajeno un cara taciturna y aindiada y singularmente remota , detrás del cigarrillo.
libro preexistente. Multiplicó los borradores; corrigió tenazmente y desgarró Recuerdo (creo) sus manos afiladas de trenzador. Recuerdo cerca de esas manos
un mate, con las armas de la Banda Oriental; recuerdo en la ventana de la casa

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una estera amarilla, con un vago paisaje lacustre. Recuerdo claramente su voz; Los años ochenta y cinco y ochenta y seis veraneamos en la ciudad de
la voz pausada, resentida y nasal del orillero antiguo, sin los silbidos italianos de Montevideo. El ochenta y siete volví a Fray Bentos. Pregunté, como es natural,
ahora. por todos los conocidos y, finalmente, por el «cronométrico Funes». Me
Más de tres veces no lo vi; la última, en 1887... Me parece muy feliz el contestaron que lo había volteado un redomón en la estancia de San Francisco, y
proyecto de que todos aquellos que lo trataron escriban sobre él; mi testimonio que había quedado Tullido, sin esperanza.
será acaso el más breve y sin duda el más pobre, pero no el menos imparcial del Recuerdo la impresión de incómoda magia que la noticia me produjo: la
volumen que editarán ustedes. Mi deplorable condición de argentino me única vez que yo lo vi, veníamos a caballo de San Francisco y él andaba en un
impedirá incurrir en el ditirambo —género obligatorio en el Uruguay—,cuando el lugar alto; el hecho, en boca de mi primo Bernardo, tenía mucho de sueño
tema es un uruguayo. elaborado con elementos anteriores. Me dijeron que no se movía del catre,
Literato , cajetilla, porteño; puestos los ojos en la higuera del fondo o en una telaraña. En los atardeceres,
Funes no dijo esas injuriosas palabras, pero de un modo suficiente me permitía que lo sacaran a la ventana. Llevaba la soberbia hasta el punto de
consta que yo representaba para él esas desventuras. Pedro Leandro Ipuche ha simular que era benéfico el golpe que lo había fulminado... Dos veces lo vi atrás
escrito que Funes era un precursor de los superhombres, «un Zarathustra de la reja, que burdamente recalcaba su condición de eterno prisionero: una,
cimarrón y vernáculo»; no lo discuto, pero no hay que olvidar que era también inmóvil, con los ojos cerrados; otra, inmóvil también, absorto en la
un compadrito de Fray Bentos, con ciertas incurables limitaciones. contemplación de un oloroso gajo de santonina.
Mi primer recuerdo de Funes es muy perspicuo. Lo veo en un atardecer de No sin alguna vanagloria yo había iniciado en aquel tiempo el estudio
marzo o febrero del año ochenta y cuatro. Mi padre, ese año, me había llevado a metódico del latín. Mi valija incluía el De vires illustribus de Lhomond, el
veranear a Fray Bentos. Yo volvía con mi primo Bernardo Haedo de la estancia Thesaurus de Quicherat, los comentarios de Julio César y un volumen impar de
de San Francisco. la Naturalis historia de Plinio, que excedía (y sigue excediendo) mis módicas
Volvíamos cantando, a caballo, y ésa no era la única circunstancia de mi virtudes de latinista. Todo se propala en un pueblo chico; Ireneo, en su rancho
felicidad. de las orillas, no tardó en enterarse del arribo de esos libros anómalos. Me
Después de un día bochornoso, una enorme tormenta color pizarra había dirigió una carta florida y ceremoniosa, en la que recordaba nuestro encuentro,
escondido el cielo. La alentaba el viento del Sur, ya se enloquecían los árboles; desdichadamente fugaz, «del día siete de febrero del año ochenta y cuatro»,
yo tenía el temor (la esperanza) de que nos sorprendiera en un descampado el ponderaba los gloriosos servicios que don Gregorio Haedo, mi tío, finado ese
agua elemental. Corrimos una especie de carrera con la tormenta. Entramos en mismo año,
un callejón que se ahondaba entre dos veredas altísimas de ladrillo. Había «había prestado a las dos patrias en la valerosa jornada de Ituzaingó», y
oscurecido de golpe; oí rápidos y casi secretos pasos en lo alto; alcé los ojos y vi me solicitaba el préstamo de cualquiera de los volúmenes, acompañado de un
un muchacho que corría por la estrecha y rota vereda como por una estrecha y diccionario «para la buena inteligencia del texto original, porque todavía ignoro
rota pared. Recuerdo la bombacha, las alpargatas, recuerdo el cigarrillo en el el latín». Prometía devolverlos en buen estado, casi inmediatamente. La letra era
duro rostro, contra el nubarrón ya sin límites. Bernardo le gritó perfecta, muy perfilada; la ortografía, del tipo que Andrés Bello preconizó: i por
imprevisiblemente: «¿Qué horas son, Ireneo?» Sin consultar el cielo, sin y, j por g. Al principio, temí naturalmente una broma. Mis primos me aseguraron
detenerse, el otro respondió: «Faltan cuatro minutos para las ocho, joven que no, que eran cosas de Ireneo. No supe si atribuir a descaro, a ignorancia o a
Bernardo Juan Francisco». La voz era aguda, burlona. estupidez la idea de que el arduo latín no requería más instrumento que un
Yo soy tan distraído que el diálogo que acabo de referir no me hubiera diccionario; para desengañarlo con plenitud le mandé el Gradus ad Parnassum,
llamado la atención si no lo hubiera recalcado mi primo, a quien estimulaban de Quicherat, y la obra de Plinio.
(creo) cierto orgullo local, y el deseo de mostrarse indiferente a la réplica El catorce de febrero me telegrafiaron de Buenos Aires que volviera
tripartita del otro. inmediatamente, porque mi padre no estaba «nada bien». Dios me perdone; el
Me dijo que el muchacho del callejón era un tal Ireneo Funes, mentado por prestigio de ser el destinatario de un telegrama urgente, el deseo de comunicar
algunas rarezas como la de no darse con nadie y la de saber siempre la hora, a todo Fray Bentos la contradicción entre la forma negativa de la noticia y el
como un reloj. perentorio adverbio, la tentación de dramatizar mi dolor, fingiendo un viril
Agregó que era hijo de una planchadora del pueblo, María Clementina estoicismo, tal vez me distrajeron de toda posibilidad de dolor. Al hacer la valija,
Funes, y que algunos decían que su padre era un médico del saladero, un inglés noté que me faltaba el Gradus y el primer tomo de la Naturales historia.
O'Connor, y otros un domador o rastreador del departamento del Salto. Vivía
con su madre, a la vuelta de la quinta de los Laureles.

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El Saturno zarpaba al día siguiente, por la mañana; esa noche, después de Nosotros, de un vistazo, percibimos tres copas en una mesa; Funes, todos
cenar, me encaminé a casa de Funes. Me asombró que la noche fuera no menos los vástagos y racimos y frutos que comprende una parra. Sabía las formas de
pesada que el día. las nubes australes del amanecer del 30 de abril de 1882 y podía compararlas en
En el decente rancho, la madre de Funes me recibió. el recuerdo con las vetas de un libro en pasta española que sólo había mirado
Me dijo que Ireneo estaba en la pieza del fondo y que no me extrañara una vez y con las líneas de la espuma que un remo levantó en el Río Negro la
encontrarla a oscuras, porque Ireneo sabía pasarse las horas muertas sin víspera de la acción del Quebracho. Esos recuerdos no eran simples; cada
encender la vela. Atravesé el patio de baldosa, el corredorcito; llegué al segundo imagen visual estaba ligada a sensaciones musculares, térmicas, etc.
patio. Había una parra; la oscuridad pudo parecerme total. Oí de pronto la alta y Podía reconstruir todos los sueños, todos los entresueños. Dos o tres veces
burlona voz de Ireneo. Esa voz hablaba en latín; esa voz (que venía de la había reconstruido un día entero; no había dudado nunca, pero cada
tiniebla) articulaba con moroso deleite un discurso o plegaria o incantación. reconstrucción había requerido un día entero. Me dijo: «Más recuerdos tengo yo
Resonaron las sílabas romanas en el patio de tierra; mi temor las creía solo que los que habrán tenido todos los hombres desde que el mundo es
indescifrables, interminables; después, en el enorme diálogo de ese noche, supe mundo». Y también: «Mis sueños son como la vigilia de ustedes». Y también,
que formaban el primer párrafo del vigesimocuarto capítulo del libro séptimo de hacia el alba: «Mi memoria, señor, es como vaciadero de basuras». Una
la Naturalis historia. circunferencia en un pizarrón, un triángulo rectángulo, un rombo, son formas
La materia de ese capítulo es la memoria; las palabras últimas fueron « ut que podemos intuir plenamente; lo mismo le pasaba a Ireneo con las
nihil non iisdem verbis redderetur auditum». aborrascadas crines de un potro, con una punta de ganado en una cuchilla, con
Sin el menor cambio de voz, Ireneo me dijo que pasara. Estaba en el catre, el fuego cambiante y con la innumerable ceniza, con las muchas caras de un
fumando. muerto en un largo velorio. No sé cuántas estrellas veía en el cielo.
Me parece que no le vi la cara hasta el alba creo rememorar el ascua Esas cosas me dijo; ni entonces ni después las he puesto en duda. En
momentánea del cigarrillo. La pieza olía vagamente a humedad. Me senté; repetí aquel tiempo no había cinematógrafos ni fonógrafos; es, sin embargo,
la historia del telegrama y de la enfermedad de mi padre. inverosímil y hasta increíble que nadie hiciera un experimento con Funes. Lo
Arribo, ahora, al más difícil punto de mi relato. Éste (bueno e que ya lo cierto es que vivimos postergando todo lo postergable; tal vez todos sabemos
sepa el lector) no tiene otro argumento que ese diálogo d hace ya medio siglo. profundamente que somos inmortales y que tarde o temprano, todo hombre
No trataré de reproducir sus palabras, irrecuperables ahora. Prefiero resumir con hará todas las cosas y sabrá todo.
veracidad las muchas cosas que me dijo Ireneo. El estilo indirecto es remoto y La voz de Funes, desde la oscuridad, seguía hablando.
débil; yo sé que sacrifico la eficacia de mi relato; que mis lectores se imaginen Me dijo que hacia 1886 había discurrido un sistema original de numeración
los entrecortados períodos que me abrumaron esa noche. y que en muy pocos días había rebasado el veinticuatro mil. No lo había escrito,
Ireneo empezó por enumerar, en latín y español, los casos d memoria porque lo pensado una sola vez ya no podía borrársele. Su primer estímulo,
prodigiosa registrados por la Naturalis historia: creo, fue el desagrado de que los treinta y tres orientales requirieran dos signos
Ciro, re de los persas, que sabía llamar por su nombre a todos los soldado y tres palabras, en lugar de una sola palabra y un solo signo. Aplicó luego ese
de sus ejércitos; Mitrídates Eupator, que administraba la justicia en los 22 disparatado principio a los otros números. En lugar de siete mil trece, decía (por
idiomas de su imperio; Simónides, inventor de la mnemotecnia; ejemplo) «Máximo Pérez»; en lugar de siete mil catorce, «El Ferrocarril»; otros
Metrodoro, que profesaba el arte de repetir con fidelidad lo escuchado una números eran «Luis Melián Lafinur», «Olimar», «azufre»,
sola vez. Con evidente buena fe se maravilló de que tales casos maravillaran. Me «los bastos», «la ballena», «el gas», «la caldera», «Napoleón», «Agustín
dijo que antes de esa tarde lluviosa e: que lo volteó el azulejo, él había sido lo de Vedia». En lugar de quinientos, decía «nueve». Cada palabra tenía un signo
que son todos los cristiano: un ciego, un sordo, un abombado, un particular, una especie de marca; las últimas eran muy complicadas... Yo traté
desmemoriado. (Traté de recordarle su percepción exacta del tiempo, su de explicarle que esa rapsodia de voces inconexas era precisamente lo contrario
memoria de nombre propios; no me hizo caso.) Diecinueve años había vivido de un sistema de numeración. Le dije que decir 365 era decir tres centenas, seis
con quien sueña: miraba sin ver, oía sin oír, se olvidaba de todo, de casi todo. Al decenas, cinco unidades; análisis que no existe en los «números»
caer, perdió el conocimiento; cuando lo recobró, el presente era casi intolerable El Negro Timoteo o manta de carne.
de tan rico y tan nítido, y también las memorias más antiguas y más triviales. Funes no me entendió o no quiso entenderme.
Poco después averiguó que estaba tullido. El hecho apenas le interesó. Razonó Locke, en el siglo XVII, postuló (y reprobó) un idioma imposible en el que
(sintió) que la inmovilidad era un precio mínimo. Ahora su percepción y su cada cosa individual, cada piedra, cada pájaro y cada rama tuviera un nombre
memoria eran infalibles. propio; Funes proyectó alguna vez un idioma análogo, pero lo desechó por

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parecerle demasiado general, demasiado ambiguo. En efecto, Funes no sólo Ireneo Funes murió en 1889, de una congestión pulmonar.
recordaba cada hoja de cada árbol, de cada monte, sino cada una de las veces
que la había percibido o imaginado. Resolvió reducir cada una de sus jornadas 1942
pretéritas a unos setenta mil recuerdos, que definiría luego por cifras. Lo
disuadieron dos consideraciones: la conciencia de que la tarea era interminable,
la conciencia de que era inútil. Pensó que en la hora de la muerte no habría
acabado aún de clasificar todos los recuerdos de la niñez. LA NOCHE BOCA ARRIBA - JULIO CORTÁZAR
Los dos proyectos que he indicado (un vocabulario infinito para la serie
natural de los números, un inútil catálogo mental de todas las imágenes del
recuerdo) son insensatos, pero revelan cierta balbuciente grandeza. Nos dejan Y salían en ciertas épocas a cazar enemigos;
vislumbrar o inferir el vertiginoso mundo de Funes. Éste, no lo olvidemos, era le llamaban la guerra florida.
casi incapaz de ideas generales, platónicas.
No sólo le costaba comprender que el símbolo genérico perro abarcara
tantos individuos dispares de diversos tamaños y diversa forma; le molestaba A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y se apuró a
que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le
el perro de las tres y cuarto (visto de frente). Su propia cara en el espejo, sus permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos
propias manos, lo sorprendían cada vez. diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba. El sol se filtraba entre los altos
Refiere Swift que el emperador de Lilliput discernía el movimiento del edificios del centro, y él -porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía
minutero; Funes discernía continuamente los tranquilos avances de la nombre- montó en la máquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba entre
corrupción, de las caries, de la fatiga. Notaba los progresos de la muerte, de la sus piernas, y un viento fresco le chicoteaba los pantalones.
humedad. Era el solitario y lúcido espectador de un mundo multiforme, Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y la serie de comercios con
instantáneo y casi intolerablemente preciso. brillantes vitrinas de la calle Central. Ahora entraba en la parte más agradable
Babilonia, Londres y Nueva York han abrumado con feroz esplendor la del trayecto, el verdadero paseo: una calle larga, bordeada de árboles, con poco
imaginación de los hombres; nadie, en sus torres populosas o en sus avenidas tráfico y amplias villas que dejaban venir los jardines hasta las aceras, apenas
urgentes, ha sentido el calor y la presión de una realidad tan infatigable como la demarcadas por setos bajos. Quizá algo distraído, pero corriendo por la derecha
que día y noche convergía sobre el infeliz Ireneo, en su pobre arrabal como correspondía, se dejó llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día
sudamericano. Le era muy difícil dormir. Dormir es distraerse del mundo; Funes, apenas empezado. Tal vez su involuntario relajamiento le impidió prevenir el
de espaldas en el catre, en la sombra, se figuraba cada grieta y cada moldura de accidente. Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada
las casas precisas que lo rodeaban. (Repito que el menos importante de sus a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones fáciles. Frenó con el
recuerdos era más minucioso y más vivo que nuestra percepción de un goce pie y con la mano, desviándose a la izquierda; oyó el grito de la mujer, y junto
físico o de un tormento físico.) Hacia el Este, en un trecho no amanzanado, con el choque perdió la visión. Fue como dormirse de golpe.
había casas nuevas, desconocidas. Funes las imaginaba negras, compactas, Volvió bruscamente del desmayo. Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban
hechas de tiniebla homogénea; en esa dirección volvía la cara para dormir. sacando de debajo de la moto. Sentía gusto a sal y sangre, le dolía una rodilla y
También solía imaginarse en el tundo del río, mecido y anulado por la corriente. cuando lo alzaron gritó, porque no podía soportar la presión en el brazo derecho.
Había aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, el portugués, el latín. Voces que no parecían pertenecer a las caras suspendidas sobre él, lo alentaban
Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar con bromas y seguridades. Su único alivio fue oír la confirmación de que había
diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había estado en su derecho al cruzar la esquina. Preguntó por la mujer, tratando de
sino detalles, casi inmediatos. dominar la náusea que le ganaba la garganta. Mientras lo llevaban boca arriba
La recelosa claridad de la madrugada entró por el patio de tierra. hasta una farmacia próxima, supo que la causante del accidente no tenía más
Entonces vi la cara de la voz que toda la noche había hablado. Ireneo tenía que rasguños en la piernas. "Usté la agarró apenas, pero el golpe le hizo saltar
diecinueve años; había nacido en 1868; me pareció monumental como el la máquina de costado..."; Opiniones, recuerdos, despacio, éntrenlo de espaldas,
bronce, más antiguo que Egipto, anterior a las profecías y a las pirámides. Pensé así va bien, y alguien con guardapolvo dándole de beber un trago que lo alivió
que cada una de mis palabras (que cada uno de mis gestos) perduraría en su en la penumbra de una pequeña farmacia de barrio.
implacable memoria; me entorpeció el temor de multiplicar ademanes inútiles.

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La ambulancia policial llegó a los cinco minutos, y lo subieron a una camilla dio algunos pasos. Hubiera querido echar a correr, pero los tembladerales
blanda donde pudo tenderse a gusto. Con toda lucidez, pero sabiendo que palpitaban a su lado. En el sendero en tinieblas, buscó el rumbo. Entonces sintió
estaba bajo los efectos de un shock terrible, dio sus señas al policía que lo una bocanada del olor que más temía, y saltó desesperado hacia adelante.
acompañaba. El brazo casi no le dolía; de una cortadura en la ceja goteaba -Se va a caer de la cama -dijo el enfermo de la cama de al lado-. No brinque
sangre por toda la cara. Una o dos veces se lamió los labios para beberla. Se tanto, amigazo.
sentía bien, era un accidente, mala suerte; unas semanas quieto y nada más. El Abrió los ojos y era de tarde, con el sol ya bajo en los ventanales de la larga
vigilante le dijo que la motocicleta no parecía muy estropeada. "Natural", dijo él. sala. Mientras trataba de sonreír a su vecino, se despegó casi físicamente de la
"Como que me la ligué encima..." Los dos rieron y el vigilante le dio la mano al última visión de la pesadilla. El brazo, enyesado, colgaba de un aparato con
llegar al hospital y le deseó buena suerte. Ya la náusea volvía poco a poco; pesas y poleas. Sintió sed, como si hubiera estado corriendo kilómetros, pero no
mientras lo llevaban en una camilla de ruedas hasta un pabellón del fondo, querían darle mucha agua, apenas para mojarse los labios y hacer un buche. La
pasando bajo árboles llenos de pájaros, cerró los ojos y deseó estar dormido o fiebre lo iba ganando despacio y hubiera podido dormirse otra vez, pero
cloroformado. Pero lo tuvieron largo rato en una pieza con olor a hospital, saboreaba el placer de quedarse despierto, entornados los ojos, escuchando el
llenando una ficha, quitándole la ropa y vistiéndolo con una camisa grisácea y diálogo de los otros enfermos, respondiendo de cuando en cuando a alguna
dura. Le movían cuidadosamente el brazo, sin que le doliera. Las enfermeras pregunta. Vio llegar un carrito blanco que pusieron al lado de su cama, una
bromeaban todo el tiempo, y si no hubiera sido por las contracciones del enfermera rubia le frotó con alcohol la cara anterior del muslo, y le clavó una
estómago se habría sentido muy bien, casi contento. gruesa aguja conectada con un tubo que subía hasta un frasco lleno de líquido
Lo llevaron a la sala de radio, y veinte minutos después, con la placa todavía opalino. Un médico joven vino con un aparato de metal y cuero que le ajustó al
húmeda puesta sobre el pecho como una lápida negra, pasó a la sala de brazo sano para verificar alguna cosa. Caía la noche, y la fiebre lo iba
operaciones. Alguien de blanco, alto y delgado, se le acercó y se puso a mirar la arrastrando blandamente a un estado donde las cosas tenían un relieve como de
radiografía. Manos de mujer le acomodaban la cabeza, sintió que lo pasaban de gemelos de teatro, eran reales y dulces y a la vez ligeramente repugnantes;
una camilla a otra. El hombre de blanco se le acercó otra vez, sonriendo, con como estar viendo una película aburrida y pensar que sin embargo en la calle es
algo que le brillaba en la mano derecha. Le palmeó la mejilla e hizo una seña a peor; y quedarse.
alguien parado atrás. Vino una taza de maravilloso caldo de oro oliendo a puerro, a apio, a perejil.
Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba Un trozito de pan, más precioso que todo un banquete, se fue desmigajando
olores. Primero un olor a pantano, ya que a la izquierda de la calzada poco a poco. El brazo no le dolía nada y solamente en la ceja, donde lo habían
empezaban las marismas, los tembladerales de donde no volvía nadie. Pero el suturado, chirriaba a veces una punzada caliente y rápida. Cuando los
olor cesó, y en cambio vino una fragancia compuesta y oscura como la noche en ventanales de enfrente viraron a manchas de un azul oscuro, pensó que no iba a
que se movía huyendo de los aztecas. Y todo era tan natural, tenía que huir de ser difícil dormirse. Un poco incómodo, de espaldas, pero al pasarse la lengua
los aztecas que andaban a caza de hombre, y su única probabilidad era la de por los labios resecos y calientes sintió el sabor del caldo, y suspiró de felicidad,
esconderse en lo más denso de la selva, cuidando de no apartarse de la estrecha abandonándose.
calzada que sólo ellos, los motecas, conocían. Primero fue una confusión, un atraer hacia sí todas las sensaciones por un
Lo que más lo torturaba era el olor, como si aun en la absoluta aceptación del instante embotadas o confundidas. Comprendía que estaba corriendo en plena
sueño algo se revelara contra eso que no era habitual, que hasta entonces no oscuridad, aunque arriba el cielo cruzado de copas de árboles era menos negro
había participado del juego. "Huele a guerra", pensó, tocando instintivamente el que el resto. "La calzada", pensó. "Me salí de la calzada." Sus pies se hundían en
puñal de piedra atravesado en su ceñidor de lana tejida. Un sonido inesperado lo un colchón de hojas y barro, y ya no podía dar un paso sin que las ramas de los
hizo agacharse y quedar inmóvil, temblando. Tener miedo no era extraño, en arbustos le azotaran el torso y las piernas. Jadeante, sabiéndose acorralado a
sus sueños abundaba el miedo. Esperó, tapado por las ramas de un arbusto y la pesar de la oscuridad y el silencio, se agachó para escuchar. Tal vez la calzada
noche sin estrellas. Muy lejos, probablemente del otro lado del gran lago, debían estaba cerca, con la primera luz del día iba a verla otra vez. Nada podía ayudarlo
estar ardiendo fuegos de vivac; un resplandor rojizo teñía esa parte del cielo. El ahora a encontrarla. La mano que sin saberlo él aferraba el mango del puñal,
sonido no se repitió. Había sido como una rama quebrada. Tal vez un animal que subió como un escorpión de los pantanos hasta su cuello, donde colgaba el
escapaba como él del olor a guerra. Se enderezó despacio, venteando. No se oía amuleto protector. Moviendo apenas los labios musitó la plegaria del maíz que
nada, pero el miedo seguía allí como el olor, ese incienso dulzón de la guerra trae las lunas felices, y la súplica a la Muy Alta, a la dispensadora de los bienes
florida. Había que seguir, llegar al corazón de la selva evitando las ciénagas. A motecas. Pero sentía al mismo tiempo que los tobillos se le estaban hundiendo
tientas, agachándose a cada instante para tocar el suelo más duro de la calzada, despacio en el barro, y la espera en la oscuridad del chaparral desconocido se le

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hacía insoportable. La guerra florida había empezado con la luna y llevaba ya filtraciones, le cerró la garganta y lo obligó a comprender. Inútil abrir los ojos y
tres días y tres noches. Si conseguía refugiarse en lo profundo de la selva, mirar en todas direcciones; lo envolvía una oscuridad absoluta. Quiso
abandonando la calzada más allá de la región de las ciénagas, quizá los enderezarse y sintió las sogas en las muñecas y los tobillos. Estaba estaqueado
guerreros no le siguieran el rastro. Pensó en la cantidad de prisioneros que ya en el piso, en un suelo de lajas helado y húmedo. El frío le ganaba la espalda
habrían hecho. Pero la cantidad no contaba, sino el tiempo sagrado. La caza desnuda, las piernas. Con el mentón buscó torpemente el contacto con su
continuaría hasta que los sacerdotes dieran la señal del regreso. Todo tenía su amuleto, y supo que se lo habían arrancado. Ahora estaba perdido, ninguna
número y su fin, y él estaba dentro del tiempo sagrado, del otro lado de los plegaria podía salvarlo del final. Lejanamente, como filtrándose entre las piedras
cazadores. del calabozo, oyó los atabales de la fiesta. Lo habían traído al teocalli, estaba en
Oyó los gritos y se enderezó de un salto, puñal en mano. Como si el cielo se las mazmorras del templo a la espera de su turno.
incendiara en el horizonte, vio antorchas moviéndose entre las ramas, muy Oyó gritar, un grito ronco que rebotaba en las paredes. Otro grito, acabando
cerca. El olor a guerra era insoportable, y cuando el primer enemigo le saltó al en un quejido. Era él que gritaba en las tinieblas, gritaba porque estaba vivo,
cuello casi sintió placer en hundirle la hoja de piedra en pleno pecho. Ya lo todo su cuerpo se defendía con el grito de lo que iba a venir, del final inevitable.
rodeaban las luces y los gritos alegres. Alcanzó a cortar el aire una o dos veces, Pensó en sus compañeros que llenarían otras mazmorras, y en los que ascendían
y entonces una soga lo atrapó desde atrás. ya los peldaños del sacrificio. Gritó de nuevo sofocadamente, casi no podía abrir
-Es la fiebre -dijo el de la cama de al lado-. A mí me pasaba igual cuando me la boca, tenía las mandíbulas agarrotadas y a la vez como si fueran de goma y
operé del duodeno. Tome agua y va a ver que duerme bien. se abrieran lentamente, con un esfuerzo interminable. El chirriar de los cerrojos
Al lado de la noche de donde volvía, la penumbra tibia de la sala le pareció lo sacudió como un látigo. Convulso, retorciéndose, luchó por zafarse de las
deliciosa. Una lámpara violeta velaba en lo alto de la pared del fondo como un cuerdas que se le hundían en la carne. Su brazo derecho, el más fuerte, tiraba
ojo protector. Se oía toser, respirar fuerte, a veces un diálogo en voz baja. Todo hasta que el dolor se hizo intolerable y hubo que ceder. Vio abrirse la doble
era grato y seguro, sin acoso, sin... Pero no quería seguir pensando en la puerta, y el olor de las antorchas le llegó antes que la luz. Apenas ceñidos con el
pesadilla. Había tantas cosas en qué entretenerse. Se puso a mirar el yeso del taparrabos de la ceremonia, los acólitos de los sacerdotes se le acercaron
brazo, las poleas que tan cómodamente se lo sostenían en el aire. Le habían mirándolo con desprecio. Las luces se reflejaban en los torsos sudados, en el
puesto una botella de agua mineral en la mesa de noche. Bebió del gollete, pelo negro lleno de plumas. Cedieron las sogas, y en su lugar lo aferraron manos
golosamente. Distinguía ahora las formas de la sala, las treinta camas, los calientes, duras como el bronce; se sintió alzado, siempre boca arriba, tironeado
armarios con vitrinas. Ya no debía tener tanta fiebre, sentía fresca la cara. La por los cuatro acólitos que lo llevaban por el pasadizo. Los portadores de
ceja le dolía apenas, como un recuerdo. Se vio otra vez saliendo del hotel, antorchas iban adelante, alumbrando vagamente el corredor de paredes
sacando la moto. ¿Quién hubiera pensado que la cosa iba a acabar así? Trataba mojadas y techo tan bajo que los acólitos debían agachar la cabeza. Ahora lo
de fijar el momento del accidente, y le dio rabia advertir que había ahí como un llevaban, lo llevaban, era el final. Boca arriba, a un metro del techo de roca viva
hueco, un vacío que no alcanzaba a rellenar. Entre el choque y el momento en que por momentos se iluminaba con un reflejo de antorcha. Cuando en vez del
que lo habían levantado del suelo, un desmayo o lo que fuera no le dejaba ver techo nacieran las estrellas y se alzara ante él la escalinata incendiada de gritos
nada. Y al mismo tiempo tenía la sensación de que ese hueco, esa nada, había y danzas, sería el fin. El pasadizo no acababa nunca, pero ya iba a acabar, de
durado una eternidad. No, ni siquiera tiempo, más bien como si en ese hueco él repente olería el aire libre lleno de estrellas, pero todavía no, andaban llevándolo
hubiera pasado a través de algo o recorrido distancias inmensas. El choque, el sin fin en la penumbra roja, tironeándolo brutalmente, y él no quería, pero cómo
golpe brutal contra el pavimento. De todas maneras al salir del pozo negro había impedirlo si le habían arrancado el amuleto que era su verdadero corazón, el
sentido casi un alivio mientras los hombres lo alzaban del suelo. Con el dolor del centro de la vida.
brazo roto, la sangre de la ceja partida, la contusión en la rodilla; con todo eso, Salió de un brinco a la noche del hospital, al alto cielo raso dulce, a la sombra
un alivio al volver al día y sentirse sostenido y auxiliado. Y era raro. Le blanda que lo rodeaba. Pensó que debía haber gritado, pero sus vecinos dormían
preguntaría alguna vez al médico de la oficina. Ahora volvía a ganarlo el sueño, callados. En la mesa de noche, la botella de agua tenía algo de burbuja, de
a tirarlo despacio hacia abajo. La almohada era tan blanda, y en su garganta imagen traslúcida contra la sombra azulada de los ventanales. Jadeó buscando el
afiebrada la frescura del agua mineral. Quizá pudiera descansar de veras, sin las alivio de los pulmones, el olvido de esas imágenes que seguían pegadas a sus
malditas pesadillas. La luz violeta de la lámpara en lo alto se iba apagando poco párpados. Cada vez que cerraba los ojos las veía formarse instantáneamente, y
a poco. se enderezaba aterrado pero gozando a la vez del saber que ahora estaba
Como dormía de espaldas, no lo sorprendió la posición en que volvía a despierto, que la vigilia lo protegía, que pronto iba a amanecer, con el buen
reconocerse, pero en cambio el olor a humedad, a piedra rezumante de sueño profundo que se tiene a esa hora, sin imágenes, sin nada... Le costaba

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mantener los ojos abiertos, la modorra era más fuerte que él. Hizo un último enfurecido y perplejo, sin acabar de convencerse—, las cartas de mamá; eran
esfuerzo, con la mano sana esbozó un gesto hacia la botella de agua; no llegó a siempre una alteración del tiempo, un pequeño escándalo inofensivo dentro del
tomarla, sus dedos se cerraron en un vacío otra vez negro, y el pasadizo seguía orden de cosas que Luis había querido y trazado y conseguido, calzándolo en su
interminable, roca tras roca, con súbitas fulguraciones rojizas, y él boca arriba vida como había calzado a Laura en su vida y a París en su vida. Cada nueva
gimió apagadamente porque el techo iba a acabarse, subía, abriéndose como carta insinuaba por un rato (porque después el las borraba en el acto mismo de
una boca de sombra, y los acólitos se enderezaban y de la altura una luna contestarlas cariñosamente) que su libertad duramente conquistada, esa nueva
menguante le cayó en la cara donde los ojos no querían verla, vida recortada con feroces golpes de tijera en la madeja de lana que los demás
desesperadamente se cerraban y abrían buscando pasar al otro lado, descubrir habían llamado su vida, cesaba de justificarse, perdía pie, se borraba como el
de nuevo el cielo raso protector de la sala. Y cada vez que se abrían era la noche fondo de las calles mientras el autobús corría por la rue de Richelieu. No
y la luna mientras lo subían por la escalinata, ahora con la cabeza colgando quedaba más que una parva libertad condicional, la irrisión de vivir a la manera
hacia abajo, y en lo alto estaban las hogueras, las rojas columnas de rojo de una palabra entre paréntesis, divorciada de la frase principal de la que sin
perfumado, y de golpe vio la piedra roja, brillante de sangre que chorreaba, y el embargo es casi siempre sostén y explicación. Y desazón, y una necesidad de
vaivén de los pies del sacrificado, que arrastraban para tirarlo rodando por las contestar en seguida, como quien vuelve a cerrar una puerta.
escalinatas del norte. Con una última esperanza apretó los párpados, gimiendo Esa mañana había sido una de las tantas mañanas en que llegaba carta
por despertar. Durante un segundo creyó que lo lograría, porque estaba otra vez de mamá. Con Laura hablaban poco del pasado, casi nunca del caserón de
inmóvil en la cama, a salvo del balanceo cabeza abajo. Pero olía a muerte y Flores. No es que a Luis no le gustara acordarse de Buenos Aires. Más bien se
cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía hacia trataba de evadir nombres (las personas, evadidas hacía ya tanto tiempo, los
él con el cuchillo de piedra en la mano. Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, verdaderos fantasmas que son los nombres, esa duración pertinaz). Un día se
aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el había animado a decirle a Laura: «Si se pudiera romper y tirar el pasado como el
sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño borrador de una carta o de un libro. Pero ahí queda siempre, manchando la
en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con copia en limpio, y yo creo que eso es el verdadero futuro.» En realidad, por qué
luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de no habían de hablar de Buenos Aires donde vivía la familia, donde los amigos de
metal que zumbaba bajo sus piernas. En la mentira infinita de ese sueño cuando en cuando adornaban una postal con frases cariñosas. Y el roto-grabado
también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había acercado con un de La Nación con los sonetos de tantas señoras entusiastas, esa sensación de ya
cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos leído, de para qué. Y de cuando en cuando alguna crisis de gabinete, algún
cerrados entre las hogueras. coronel enojado, algún boxeador magnífico. ¿Por qué no habían de hablar de
Buenos Aires con Laura? Pero tampoco ella volvía al tiempo de antes, sólo al
azar de algún diálogo, y sobre todo cuando llegaban cartas de mamá, dejaba
CARTAS DE MAMÁ - JULIO CORTAZAR caer un nombre o una imagen como monedas fuera de circulación, objetos de un
mundo caduco en la lejana orilla del río.
—Eh oui, fait lourd —dijo el obrero sentado frente a él.
Muy bien hubiera podido llamarse libertad condicional. Cada vez que la «Si supiera lo que es el calor —pensó Luis—. Si pudiera andar una tarde de
portera le entregaba un sobre, a Luis le bastaba reconocer la minúscula cara febrero por la Avenida de Mayo, por alguna callecita de Liniers.»
familiar de José de San Martín para comprender que otra vez más habría de Sacó otra vez la carta del sobre, sin ilusiones: el párrafo estaba ahí, bien
franquear el puente. San Martín, Rivadavia, pero esos nombres eran también claro. Era perfectamente absurdo pero estaba ahí. Su primera reacción, después
imágenes de calles y de cosas, Rivadavia al seis mil quinientos, el caserón de de la sorpresa, el golpe en plena nuca, era como siempre de defensa. Laura no
Flores, mamá, el café de San Martín y Corrientes donde lo esperaban a veces los debía leer la carta de mamá. Por más ridículo que fuese el error, la confusión de
amigos, donde el mazagrán tenía un leve gusto a aceite de ricino. Con el sobre nombres (mamá había querido escribir «Víctor» y había puesto «Nico»), de
en la mano, después del Merci bien, madame Durand, salir a la calle no era ya lo todos modos Laura se afligiría, sería estúpido. De cuando en cuando se pierden
mismo que el día anterior, que todos los días anteriores. Cada carta de mamá cartas; ojalá ésta se hubiera ido al fondo del mar. Ahora tendría que tirarla al
(aun antes de eso que acababa de ocurrir, este absurdo error ridículo) cambiaba water de la oficina, y por supuesto unos días después Laura se extrañaría: «Qué
de golpe la vida de Luis, lo devolvía al pasado como un duro rebote de pelota. raro, no ha llegado carta de tu madre.» Nunca decía tu mamá, tal vez porque
Aun antes de eso que acababa de leer —y que ahora releía en el autobús entre había perdido a la suya siendo niña. Entonces él contestaría: «De veras, es raro.
Le voy a mandar unas líneas hoy mismo», y las mandaría, asombrándose del

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silencio de mamá. La vida seguiría igual, la oficina, el cine por las noches, Laura no podía ser otra cosa que un anuncio de senilidad. De golpe mamá perdía la
siempre tranquila, bondadosa, atenta a sus deseos. Al bajar del autobús en la noción del tiempo, se imaginaba que... El párrafo venía después de un breve
rue de Rennes se preguntó bruscamente (no era una pregunta, pero cómo acuse de recibo de una carta de Laura. Un punto apenas marcado con la débil
decirlo de otro modo) por qué no quería mostrarle a Laura la carta de mamá. No tinta azul comprada en el almacén del barrio, y a quemarropa: «Esta mañana
por ella, por lo que ella pudiera sentir. No le importaba gran cosa lo que ella Nico preguntó por ustedes.» El resto seguía como siempre: la salud, la prima
pudiera sentir, mientras lo disimulara. (¿No le importaba gran cosa lo que ella Matilde se había caído y tenía una clavícula sacada, los perros estaban bien. Pero
pudiera sentir, mientras lo disimulara?) No, no le importaba gran cosa. (¿No le Nico había preguntado por ellos.
importaba?) Pero la primera verdad, suponiendo que hubiera otra detrás, la En realidad hubiera sido fácil cambiar Nico por Víctor, que era el que sin
verdad inmediata por decirlo así, era que le importaba la cara que pondría Laura, duda había preguntado por ellos. El primo Víctor, tan atento siempre. Víctor
la actitud de Laura. Y le importaba por él, naturalmente, por el efecto que le tenía dos letras más que Nico, pero con una goma y habilidad se podían cambiar
haría la forma en que a Laura iba a importarle la carta de mamá. Sus ojos los nombres. Esta mañana Víctor preguntó por ustedes. Tan natural que Víctor
caerían en un momento dado sobre el nombre de Nico, y él sabéa que el mentón pasara a visitar a mamá y le preguntara por los ausentes.
de Laura empezaría a temblar ligeramente, y después Laura diría: «Pero qué Cuando volvió a almorzar, traía intacta la carta en el bolsillo. Seguía
raro... ¿qué le habrá pasado a tu madre?» Y él habría sabido todo el tiempo que dispuesto a no decirle nada a Laura, que lo esperaba con su sonrisa amistosa, el
Laura se contenía para no gritar, para no esconder entre las manos un rostro rostro que parecía haberse dibujado un poco desde los tiempos de Buenos Aires,
desfigurado ya por el llanto, por el dibujo del nombre de Nico temblándole en la como si el aire gris de París le quitara el color y el relieve. Llevaban más de dos
boca. años en París, habían salido de Buenos Aires apenas dos meses después de la
En la agencia de publicidad donde trabajaba como diseñador, releyó la muerte de Nico, pero en realidad Luis se había considerado como ausente desde
carta, una de las tantas cartas de mamá, sin nada de extraordinario fuera del el día mismo de su casamiento con Laura. Una tarde, después de hablar con Nico
párrafo donde se habáa equivocado de nombre. Pensó si no podría borrar la que estaba ya enfermo, se había jurado escapar de la Argentina, del caserón de
palabra, reemplazar Nico por Víctor, sencillamente reemplazar el error por la Flores, de mamá y los perros y su hermano (que ya estaba enfermo). En
verdad, y volver con la carta a casa para que Laura la leyera. Las cartas de aquellos meses todo había girado en torno a él como las figuras de una danza.
mamá interesaban siempre a Laura, aunque de una manera indefinible no le Nico, Laura, mamá, los perros, el jardín. Su juramento había sido el gesto brutal
estuvieran destinadas. Mamá le escribía a él; agregaba al final, a veces a mitad del que hace trizas una botella en la pista, interrumpe el baile con un chicotear
de la carta, saludos muy cariñosos para Laura. No importaba, las leía con el de vidrios rotos. Todo había sido brutal en eso días: su casamiento, la partida sin
mismo interés, vacilando ante alguna palabra ya retorcida por el reuma y la remilgos ni consideraciones para con mamá, el olvido de todos los deberes
miopía. «Tomo Saridón, y el doctor me ha dado un poco de salicilato...» Las sociales, de los amigos entre sorprendidos y desencantados. No le había
cartas se posaban dos o tres días sobre la mesa de dibujo; Luis hubiera querido importado nada, ni siquiera el asomo de protesta de Laura. Mamá se quedaba
tirarlas apenas las contestaba, pero Laura las releía, a las mujeres les gusta sola en el caserón, con los perros y los frascos de remedios, con la ropa de Nico
releer las cartas, mirarlas de un lado y de otro, parecen extraer un segundo colgada todavía en un ropero. Que se quedara, que todos se fueran al demonio.
sentido cada vez que vuelven a sacarlas y a mirarlas. Las cartas de mamá eran Mamá había parecido comprender, ya no lloraba a Nico y andaba como antes por
breves, con noticias domésticas, una que otra referencia al orden nacional (pero la casa, con la fría y resuelta recuperación de los viejos frente a la muerte. Pero
esas cosas que ya se sabían por los telegramas de Le Monde, llegaban siempre Luis no quería acordarse de lo que había sido la tarde de la despedida, las
tarde por su mano). Hasta podía pensarse que las cartas eran siempre la misma, valijas, el taxi en la puerta, la casa ahí con toda la infancia, el jardín donde Nico
escueta y mediocre, sin nada interesante. Lo mejor de mamá era que nunca se y él habían jugado a la guerra, los dos perros indiferentes y estúpidos. Ahora era
había abandonado a la tristeza que debía causarle la ausencia de su hijo y de su casi capaz de olvidarse de todo eso. Iba a la agencia, dibujaba afiches, volvía a
nuera, ni siquiera al dolor —tan a gritos, tan a lágrimas al principio— por la comer, bebía la taza de café que Laura le alcanzaba sonriendo. Iban mucho al
muerte de Nico. Nunca, en los dos años que llevaban ya en París, mamá había cine, mucho a los bosques, conocían cada vez mejor París. Habían tenido suerte,
mencionado a Nico en sus cartas. Era como Laura, que tampoco lo nombraba. la vida era sorprendentemente fácil, el trabajo pasable, el departamento bonito,
Ninguna de las dos lo nombraba, y hacía más de dos años que Nico había las películas excelentes. Entonces llegaba carta de mamá.
muerto. La repentina mención de su nombre a mitad de la carta era casi un No las detestaba; si le hubieran faltado habría sentido caer sobre él la
escándalo. Ya el solo hecho de que el nombre de Nico apareciera de golpe en libertad como un peso insoportable. Las cartas de mamá le traían un tácito
una frase, con la N larga y temblorosa, la o con una torcida; pero era peor, perdón (pero de nada había que perdonarlo), tendían el puente por donde era
porque el nombre se situaba en una frase incomprensible y absurda, en algo que posible seguir pasando. Cada una lo tranquilizaba o lo inquietaba sobre la salud

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de mamá, le recordaba la economía familiar, la permanencia de un orden. Y a la las solapas. Refugiados en un hotel de Adrogué, lejos de mamá y de toda la
vez odiaba ese orden. Y a la vez odiaba ese orden y lo odiaba por Laura, porque parentela desencadenada, Luis había agradecido a Laura que jamás hiciera
Laura estaba en París pero cada carta de mamá la definía como ajena, como referencia al pobre fantoche que tan vagamente había pasado de novio a
cómplice de ese orden que el había repudiado una noche en el jardín, después cuñado. Pero ahora, con un mar de por medio, con la muerte y dos años de por
de oír una vez más la tos apagada, casi humilde de Nico. medio, Laura seguía sin nombrarlo, y él se plegaba a su silencio por cobardía,
No, no le mostraría la carta. Era innoble sustituir un nombre por otro, era sabiendo que en el fondo ese silencio lo agraviaba por lo que tenía de reproche,
intolerable que Laura leyera la frase de mamá. Su grotesco error, su tonta de arrepentimiento, de algo que empezaba a parecerse a la traición. Más de una
torpeza de un instante —la veía luchando con una pluma vieja, con el papel que vez había mencionado expresamente a Nico, pero comprendía que eso no
se ladeaba, con su vista insuficiente—, crecería con Laura como una semilla fácil. contaba, que la respuesta de Laura tendía a desviar la conversación. Un lento
Mejor tirar la carta (la tiró esa tarde misma) y por la noche ir al cine con Laura, territorio prohibido se había ido formando poco a poco en su lenguaje,
olvidarse lo antes posible de que Víctor había preguntado por ellos. Aunque fuera aislándolos de Nico, envolviendo su nombre y su recuerdo en un algodón
Víctor, el primo tan bien educado, olvidarse de que Víctor había preguntado por manchado y pegajoso. Y del otro lado mamá hacía lo mismo, confabulaba
ellos. inexplicablemente en el silencio. Cada carta hablaba de los perros, de Matilde,
Diabólico, agazapado, relamiéndose, Tom esperaba que Jerry cayera en de Víctor, del salicilato, del pago de la pensión. Luis había esperado que alguna
la trampa. Jerry no cayó, y llovieron sobre Tom catástrofes incontables. Después vez mamá aludiera a su hijo para aliarse con ella frente a Laura, obligar
Luis compró helados, los comieron mientras miraban distraídamente los cariñosamente a Laura a que aceptara la existencia póstuma de Nico. No porque
anuncios en colores. Cuando empezó la película, Laura se hundió un poco más fuera necesario, a quién le importaba nada de Nico vivo o muerto, pero la
en su butaca y retiró la mano del brazo de Luis. Él la sentía otra vez lejos, quién tolerancia de su recuerdo en el panteón del pasado hubiera sido la oscura,
sabe si lo que miraban juntos era ya la misma cosa para los dos, aunque más irrefutable prueba de que Laura lo había olvidado verdaderamente y para
tarde comentaran la película en la calle o en la cama. Se preguntó (no era una siempre. Llamado a la plena luz de su nombre el íncubo se hubiera desvanecido,
pregunta, pero cómo decirlo de otro modo) si Nico y Laura habían estado así de tan débil e inane como cuando pisaba la tierra. Pero Laura seguía callando el
distantes en los cines, cuando Nico la festejaba y salían juntos. Probablemente nombre de Nico, y cada vez que lo callaba, en el momento preciso en que
habían conocido todos los cines de Flores, toda la rambla estúpida de la calle hubiera sido natural que lo dijera y exactamente lo callaba, Luis sentía otra vez
Lavalle, el león, el atleta que golpea el gongo, los subtítulos en castellano por la presencia de Nico en el jardín de Flores, escuchaba su tos discreta preparando
Carmen de Pinillos, los personajes de esta película son ficticios, y toda relación... el más perfecto regalo de bodas imaginable, su muerte en plena luna de miel de
Entonces, cuando Jerry había escapado de Tom y empezaba la hora de Bárbara la que había sido su novia, del que había sido su hermano.
Stanwyck o de Tyron Power, la mano de Nico se acostaría despacio sobre el Una semana más tarde Laura se sorprendió de que no hubiera llegado
muslo de Laura (el pobre Nico, tan tímido, tan novio), y los dos se sentirían carta de mamá. Barajaron las hipótesis usuales, y Luis escribió esa misma tarde.
culpables de quién sabe qué. Bien le constaba a Luis que no habían sido La respuesta no lo inquietaba demasiado, pero hubiera querido (lo sentía al
culpables de nada definitivo; aunque no hubiera tenido la más deliciosa de las bajar las escaleras por la mañana) que la portera le diera a él la carta en vez de
pruebas, el veloz desapego de Laura por Nico hubiera bastado para ver en ese subir al tercer piso. Una quincena más tarde reconoció el sobre familiar, el rostro
noviazgo un mero simulacro urdido por el barrio, la vecindad, los círculos del almirante Brown y una vista de las cataratas del Iguazú. Guardó el sobre
culturales y recreativos que son la sal de Flores. Había bastado el capricho de ir antes de salir a la calle y contestar el saludo de Laura asomada a la ventana. Le
una noche a la misma sala de baile que frecuentaba Nico, el azar de una pareció ridículo tener que doblar la esquina antes de abrir la carta. El Boby se
presentación fraternal. Tal vez por eso, por la facilidad del comienzo, todo el había escapado a la calle y unos días después había empezado a rascarse,
resto había sido inesperadamente duro y amargo. Pero no quería acordarse contagio de algún perro sarnoso. Mamá iba a consultar a un veterinario amigo
ahora, la comedia había terminado con la blanda derrota de Nico, su melancólico del tío Emilio, porque no era cosa de que el Boby le pegara la peste al Negro. El
refugio en una muerte de tísico. Lo raro era que Laura no lo nombrara nunca, y tío Emilio era de parecer que los bañara con acaroína, pero ella ya no estaba
que por eso tampoco él lo nombrara, que Nico no fuera ni siquiera el difunto, ni para esos trotes y sería mejor que el veterinario recetara algún polvo insecticida
siquiera el cuñado muerto, el hijo de mamá. Al principio le había traído un alivio o algo para mezclar con la comida. La señora de la lado tenía un gato sarnoso,
después del turbio intercambio de reproches, del llanto y los gritos de mamá, de vaya a saber si los gatos no eran capaces de contagiar a los perros, aunque
la estúpida intervención del tío Emilio y del primo Víctor (Víctor preguntó esta fuera a través del alambrado. Pero qué les iba a interesar a ellos esas charlas de
mañana por ustedes), el casamiento apresurado y sin más ceremonia que un vieja, aunque Luis siempre había sido muy cariñoso con los perros y de chico
taxi llamado por teléfono y tres minutos delante de un funcionario con caspa en hasta dormía con uno a los pies de la cama, al revés de Nico que no le gustaban

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mucho. La señora de al lado aconsejaba espolvorearlos con dedeté por si no era mamá, con esa tos seca en que nadie creía todavía, con ese traje cruzado a
sarna, los perros pescan toda clase de pestes cuando andan por la calle; en la rayas, esa peinada a la brillantina, esas corbatas de rayón tan cajetillas. Uno
esquina de Bacacay paraba un circo con animales raros, a lo mejor había charla un rato, simpatiza, cómo no vas a bailar esa pieza con la novia del
microbios en el aire, esas cosas. Mamá no ganaba para sustos, entre el chico de hermano, oh, novia es mucho decir, Luis, supongo que puedo llamarlo Luis,
la modista que se había quemado el brazo con leche hirviendo y el Boby verdad. Pero sí, me extraña que Nico no la haya llevado a casa todavía, usted le
sarnoso. va a caer tan bien a mamá. Este Nico es más torpe, a que ni siquiera habló con
Después había como una estrellita azul (la pluma cucharita que se su papá. Tímido, sí, siempre fue igual. Como yo. ¿De qué se ríe, no me cree?
enganchaba en el papel, la exclamación de fastidio de mamá) y entonces unas Pero si yo no soy lo que parezco... ¿Verdad que hace calor? De veras, usted
reflexiones melancólicas sobre lo sola que se quedaría si también Nico se iba a tiene que venir a casa, mamá va a estar encantada. Vivimos los tres solos, con
Europa como parecía, pero ese era el destino de los viejos, los hijos son los perros. Che Nico, pero es una vergüenza, te tenías esto escondido, malandra.
golondrinas que se van un día, hay que tener resignación mientras el cuerpo Entre nosotros somos así, Laura, nos decimos cada cosa. Con tu permiso, yo
vaya tirando. La señora de al lado... bailaría este tango con la señorita.
Alguien empujó a Luis, le soltó una rápida declaración de derechos y Tan poca cosa, tan fácil, tan verdaderamente brillantina y corbata rayón.
obligaciones con acento marsellés. Vagamente comprendió que estaba Ella había roto con Nico por error, por ceguera, porque el hermano rana había
estorbando el paso de la gente que entraba por el angosto corredor al métro. El sido capaz de ganar de arrebato y darle vuelta la cabeza. Nico no juega al tenis,
resto del día fue igualmente vago, telefoneó a Laura para decirle que no iría a qué va a jugar, usted no lo saca del ajedrez y la filatelia, hágame el favor.
almorzar, pasó dos horas en un banco de plaza releyendo la carta de mamá, Callado, tan poca cosa el pobrecito, Nico se había ido quedando atrás, perdido
preguntándose qué debería hacer frente a la insania. Hablar con Laura, antes de en un rincón del patio, consolándose con el jarabe pectoral y el mate amargo.
nada. Por qué (no era una pregunta, pero cómo decirlo de otro modo) seguir Cuando cayó en cama y le ordenaron reposo coincidió justamente con un baile
ocultándole a Laura lo que pasaba. Ya no podía fingir que esta carta se había en Gimnasia y Esgrima de Villa del Parque. Uno no se va a perder esas cosas,
perdido como la otra, ya no podía creer a medias que mamá se había máxime cuando va a tocar Edgardo Donato y la cosa promete. A mamá le
equivocado y escrito Nico por Víctor, y que era tan penoso que se estuviera parecía tan bien que él sacara a pasear a Laura, le había caído como una hija
poniendo chocha. Resueltamente esas cartas eran Laura, eran lo que iba a apenas la llevaron una tarde a la casa. Vos fijate, mamá, el pibe está débil y
ocurrir con Laura. Ni siquiera eso: lo que ya había ocurrido desde el día de su capaz que le hace impresión si uno le cuenta. Los enfermos como él se imaginan
casamiento, la luna de miel en Adrogué, las noches en que se habían querido cada cosa, de fija que va a creer que estoy afilando con Laura. Mejor que no
desesperadamente en el barco que los traía a Francia. Todo era Laura, todo iba a sepa que vamos a Gimnasia. Pero yo no le dije eso a mamá, nadie de casa se
ser Laura ahora que Nico quería venir a Europa en el delirio de mamá. Cómplices enteró nunca que andábamos juntos. Hasta que se mejorara el enfermito, claro.
como nunca, mamá le estaba hablando a Laura de Nico, le estaba anunciando Y así el tiempo, los bailes, dos o tres bailes, las radiografías de Nico, después el
que Nico iba a venir a Europa, y lo decía así, Europa a secas, sabiendo tan bien auto del petiso Ramos, la noche de la farra en casa de la Beba, las copas, el
que Laura comprendería que Nico iba a desembarcar en Francia, en París, en paseo en auto hasta el puente del arroyo, una luna, esa luna como una ventana
una casa donde se fingía exquisitamente haberlo olvidado, pobrecito. de hotel allá arriba, y Laura en el auto negándose, un poco bebida, las manos
Hizo dos cosas: escribió al tío Emilio señalándole los síntomas que lo hábiles, los besos, los gritos ahogados, la manta de vicuña, la vuelta en silencio,
inquietaban y pidiéndole que visitara inmediatamentte a mamá para cerciorarse la sonrisa de perdón.
y tomar las medidas del caso. Bebió un coñac tras otro y anduvo a pie hacia su La sonrisa era casi la misma cuando Laura le abrió la puerta. Había carne al
casa para pensar en el camino lo que debía decirle a Laura, porque al fin y al horno, ensalada, un flan. A las diez vinieron unos vecinos que eran sus
cabo tenía que hablar con Laura y ponerla al corriente. De calle en calle fue compañeros de canasta. Muy tarde, mientras se preparaban para acostarse, Luis
sintiendo cómo le costaba situarse en el presente, en lo que tendría que suceder sacó la carta y la puso sobre la mesa de luz.
media hora más tarde. La carta de mamá lo metía, lo ahogaba en la realidad de —No te hablé antes porque no quería afligirte. Me parece que mamá...
esos dos años de vida en París, la mentira de una paz traficada, de una felicidad Acostado, dándole la espalda, esperó. Laura guardó la carta en el sobre,
de puertas para afuera, sostenida por diversiones y espectáculos, de un pacto apagó el velador. La sintió contra él, no exactamente contra pero la oía respirar
involuntario de silencio en que los dos se desunían poco a poco como en todos cerca de su oreja.
los pactos negativos. Sí, mamá, sí, pobre Boby sarnoso, mamá. Pobre Boby, —¿Vos te das cuenta? —dijo Luis, cuidando su voz.
pobre Luis, cuánta sarna, mamá. Un baile del club de Flores, mamá, fui porque —Sí. ¿No creés que se habrá equivocado de nombre?
él insistía, me imagino que quería darse corte con su conquista. Pobre Nico, Tenía que ser. Peón cuatro rey, peón cuatro rey. Perfecto.

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—A lo mejor quizo poner Víctor —dijo, clavándose lentamente las uñas en la A todo el mundo le da por viajar, debe ser la propaganda de las agencias de
palma de la mano. turismo. Decíle que escriba, le podemos mandar todos los datos que necesite.
—Ah, claro. Podría ser —dijo Laura. Caballo rey tres alfil. Decíle también que desde ahora cuenta con nuestra casa.»
Empezaron a fingir que dormían. El tío Emilio contestó casi a vuelta de correo, secamente como
A Laura le había parecido bien que el tío Emilio fuera el único en correspondía a un pariente tan cercano y tan resentido por lo que en el velorio
enterarse, y los días pasaron sin que volvieran a hablar de eso. Cada vez que de Nico había calificado de incalificable. Sin haberse disgustado de frente con
volvía a casa, Luis esperaba una frase o un gesto insólitos en Laura, un claro en Luis, había demostrado sus sentimientos con la sutileza habitual en casos
esa guardia perfecta de calma y de silencio. Iban al cine como siempre, hacían el parecidos, absteniéndose de ir a despedirlo al barco, olvidando dos años
amor como siempre. Para Luis ya no había en Laura otro misterio que el de su seguidos la fecha de su cumpleaños. Ahora se limitaba a cumplir con su deber de
resignada adhesión a esa vida en la que nada había llegado a ser lo que hermano político de mamá, y enviaba escuetamente los resultados. Mamá
pudieron esperar dos años atrás. Ahora la conocía bien, a la hora de las estaba muy bien pero casi no hablaba, cosa comprensible teniendo en cuenta los
confrontaciones definitivas tenía que admitir que Laura era como había sido muchos disgustos de los últimos tiempos. Se notaba que estaba muy sola en la
Nico, de las que se quedan atrás y sólo obran por inercia, aunque empleara a casa de Flores, lo cual era lógico puesto que ninguna madre que ha vivido toda
veces una voluntad casi terrible en no hacer nada, en no vivir de veras para la vida con sus dos hijos puede sentirse a gusto en una enorme casa llena de
nada. Se hubiera entendido mejor con Nico que con él, y los dos lo venían recuerdos. En cuanto a las frases en cuestión, el tío Emilio había procedido con
sabiendo desde el día de su casamiento, desde las primerras tomas de posición el tacto que se requería en vista de lo delicado del asunto, pero lamentaba
que siguen a la blanda aquiescencia de la luna de miel y el deseo. Ahora Laura decirles que no había sacado gran cosa en limpio, porque mamá no estaba en
volvía a tener la pesadilla. Soñaba mucho, pero la pesadilla era distinta, Luis la vena de conversación y hasta lo había recibido en la sala, cosa que nunca hacía
reconocía entre muchos otros movimientos de su cuerpo, palabras confusas o con su hermano político. A una insinuación de orden terapéutico, había
breves gritos de animal que se ahoga. Había empezado a bordo, cuando todavía contestado que aparte del reumatismo se sentía perfectamente bien, aunque en
hablaban de Nico porque Nico acababa de morir y ellos se habían embarcado esos días la fatigaba tener que planchar tantas camisas. El tío Emilio se había
unas pocas semanas después. Una noche, después de acordarse de Nico y interesado por saber de qué camisas se trataba, pero ella se había limitado a
cuando ya se insinuaba el tácito silencio que se instalaría luego entre ellos, Laura una inclinación de cabeza y un ofrecimiento de jerez y galletitas Bagley.
lo despertaba con un gemido ronco, una sacudida convulsiva de las piernas, y de Mamá no les dio demasiado tiempo para discutir la carta del tío Emilio y
golpe un grito que era una negativa total, un rechazo con las dos manos y todo su ineficacia manifiesta. Cuatro días después llegó un sobre certificado, aunque
el cuerpo y toda la voz de algo horrible que le caía desde el sueño como un mamá sabía de sobra que no hay necesidad de certificar las cartas aéreas a
enorme pedazo de materia pegajosa. Él la sacudía, la calmaba, le traía agua que París. Laura telefoneó a Luis y le pidió que volviera lo antes posible. Media hora
bebía sollozando, acosada aún a medias por el otro lado de su vida. Decía no más tarde la encontró respirando pesadamente, perdida en la contemplación de
recordar nada, era algo horrible pero no se podía explicar, y acababa por unas flores amarillas sobre la mesa. La carta estaba en la repisa de la chimenea,
dormirse llevándose su secreto, porque Luis sabía que ella sabía, que acababa y Luis volvió a dejarla ahí después de la lectura. Fue a sentarse junto a Laura,
de enfrentarse con aquel que entraba en su sueño, vaya a saber bajo qué esperó. Ella se encogió de hombros.
horrenda máscara, y cuyas rodillas abrazaría Laura en un vértigo de espanto, —Se ha vuelto loca —dijo.
quizá de amor inútil. Era siempre lo mismo, le alcanzaba un vaso de agua, Luis encendió un cigarrillo. El humo le hizo llorar los ojos. Comprendió
esperando en silencio a que ella volviera a apoyar la cabeza en la almohada. que la partida continuaba, que a él le tocaba mover. Pero a esa partida la
Quizá un día el espanto fuera más fuerte que el orgullo, si eso era orgullo. Quizá estaban jugando tres jugadores, quizá cuatro. Ahora tenía la seguridad de que
entonces él podría luchar desde su lado. Quizá no todo estaba perdido, quizá la también mamá estaba al borde del tablero. Poco a poco resbaló en el sillón, y
nueva vida llegara a ser realmente otra cosa que ese simulacro de sonrisas y de dejó que su cara se pusiera la inútil máscara de las manos juntas. Oía llorar a
cine francés. Laura, abajo corrían a gritos los chicos de la portera.
Frente a la mesa de dibujo, rodeado de gentes ajenas, Luis recobraba el La noche trae consejo, etcétera. Les trajo un sueño pesado y sordo,
sentido de la simetría y el método que le gustaba aplicar a la vida. Puesto que después que los cuerpos se encontraron en una monótona batalla que en el
Laura no tocaba el tema, esperando con aparente indiferencia la contestación del fondo no habían deseado. Una vez más se cerraba el tácito acuerdo: por la
tío Emilio, a él le correspondía entenderse con mamá. Contestó su carta mañana hablarían del tiempo, del crimen de Saint-Cloud, de James Dean. La
limitándose a las menudas noticias de las últimas semanas, y dejó para la carta seguía sobre la repisa y mientras bebían té no pudieron dejar de verla,
postdata una frase rectificatoria: «De modo que Víctor habla de venir a Europa. pero Luis sabía que al volver del trabajo ya no la encontraría. Laura borraba las

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huellas con su fría, eficaz diligencia. Un día, otro día, otro día más. Una noche se era escribir a Matilde. ¿Para qué fingir (no era una pregunta, pero cómo decirlo
rieron mucho con los cuentos de los vecinos, con una audición de Fernandel. Se de otro modo) que mamá estaba loca? Lo único que se podía hacer era no hacer
habló de ir a ver una pieza de teatro, de pasar un fin de semana en nada, dejar que pasaran los días, salvo el viernes. Cuando se despidió como
Fontainebleau. siempre de Laura diciéndole que no vendría a almorzar porque tenía que
Sobre la mesa de dibujo se acumulaban los datos innecesarios, todo ocuparse de unos afiches urgentes, estaba tan seguro del resto que hubiera
coincidía con la carta de mamá. El barco llegaba efectivamente al Havre el podido agregar: «Si querés vamos juntos.» Se refugió en el café de la estación,
vierrnes 17 por la mañana, y el tren especial entraba en Saint-Lazare a las menos por disimulo que para tener la pobre ventaja de ver sin ser visto. A las
11:45. El jueves vieron la pieza de teatro y se divirtieron mucho. Dos noches once y treinta y cinco descubrió a Laura por su falda azul, la siguió a distancia, la
antes Laura había tenido otra pesadilla, pero él no se molestó en traerle agua y vio mirar el tablero, consultar a un empleado, comprar un boleto de plataforma,
la dejó que se tranquilizara sola, dándole la espalda. Después Laura durmió en entrar en el andén donde ya se juntaba la gente con el aire de los que esperan.
paz, de día andaba ocupada cortando y cosiendo un vestido de verano. Hablaron Detrás de una zorra cargada de cajones de fruta miraba a Laura que parecía
de comprar una máquina de coser eléctrica cuando terminaran de pagar la dudar entre quedarse cerca de la salida del andén o internarse por él. La miraba
heladera. Luis encontró la carta de mamá en el cajón de la mesa de luz y la llevó sin sorpresa, como a un insecto cuyo comportamiento podía ser interesante. El
a la oficina. Telefoneó a la compañía naviera, aunque estaba seguro de que tren llegó casi en seguida y Laura se mezcló con la gente que se acercaba a las
mamá daba las fechas exactas. Era su única seguridad, porque todo el resto no ventanillas de los coches buscando cada uno lo suyo, entre gritos y manos que
se podía siquiera pensar. Y ese imbécil del tío Emilio. Lo mejor sería escribir a sobresalían como si dentro del tren se estuvieran ahogando. Bordeó la zorra y
Matilde, por más que estuviesen distanciados Matilde comprendería la urgencia entró al andén entre más cajones de fruta y manchas de grasa. Desde donde
de intervenir, de proteger a mamá. ¿Pero realmente (no era una pregunta, pero estaba vería salir a los pasajeros, vería pasar otra vez a Laura, su rostro lleno de
cómo decirlo de otro modo) había que proteger a mamá, precisamente a mamá? alivio porque el rostro de Laura, ¿no estaría lleno de alivio? (No era una
Por un momento pensó en pedir larga distancia y hablar con ella. Se acordó del pregunta, pero cómo decirlo de otro modo.) Y después, dándose el lujo de ser el
jerez y las galletitas Bagley, se encogió de hombros. Tampoco había tiempo de último una vez que pasaran los últimos viajeros y los últimos changadores,
escribir a Matilde, aunque en realidad había tiempo pero quizá fuese preferible entonces saldría a su vez, bajaría a la plaza llena de sol para ir a beber coñac al
esperar al viernes diecisiete antes de... El coñac ya no lo ayudaba ni siquiera a café de la esquina. Y esa misma tarde escribiría a mamá sin la menor referencia
no pensar, o por lo menos a pensar sin tener miedo. Cada vez recordaba con al ridículo episodio (pero no era ridículo) y después tendría valor y hablaría con
más claridad la cara de mamá en las últimas semanas de Buenos Aires, después Laura (pero no tendría valor y no hablaría con Laura). De todas maneras coñac,
del entierro de Nico. Lo que él había entendido como dolor, se lo mostraba ahora eso sin la menor duda, y que todo se fuera al demonio. Verlos pasar así en
como otra cosa, algo en donde había una rencorosa desconfianza, una expresión racimos, abrazándose con gritos y lágrimas, las parentelas desatadas, un
de animal que siente que van a abandonarlo en un terreno baldío lejos de la erotismo barato como un carroussel de feria barriendo el andén, entre valijas y
casa, para deshacerse de él. Ahora empezaba a ver de veras la cara de mamá. paquetes y por fin, por fin, cuánto tiempo sin vernos, qué quemada estás,
Recién ahora la veía de veras en aquellos días en que toda la familia se había Ivette, pero sí, hubo un sol estupendo, hija. Puesto a buscar semejanzas, por
turnado para visitarla, darle el pésame por Nico, acompañarla de tarde, y gusto de aliarse a la imbecilidad, dos de los hombres que pasaban cerca debían
también Laura y él venían de Adrogué para acompañarla, para estar con mamá. ser argentinos por el corte de pelo, los sacos, el aire de suficiencia disimulando
Se quedaban apenas un rato porque después aparecía el tío Emilio, o Víctor, o el azoramiento de entrar en París. Uno sobre todo se parecía a Nico, puesto a
Matilde, y todos eran una misma fría repulsa, la familia indignada por lo buscar semejanzas. El otro no, y en realidad éste tampoco apenas se le miraba
sucedido, por Adrogué, porque eran felices mientras Nico, pobrecito, mientras el cuello mucho más grueso y la cintura más ancha. Pero puesto a buscar
Nico. Jamás sospecharían hasta qué punto habían colaborado para embarcarlos semejanzas por puro gusto, ese otro que ya había pasado y avanzaba hacia el
en el primer buque a mano; como si se hubieran asociado para pagarles los portillo de salida, con una sola valija en la mano izquierda, Nico era zurdo como
pasajes, llevarlos cariñosamente a bordo con regalos y pañuelos. él, tenía esa espalda un poco cargada, ese corte de hombros. Y Laura debía
Claro que su deber de hijo lo obligaba a escribir en seguida a Matilde. haber pensado lo mismo porque venía detrás mirándolo, y en la cara una
Todavía era capaz de pensar cosas así antes del cuarto coñac. Al quinto las expresión que él conocía bien, la cara de Laura cuando despertaba de la
pensaba de nuevo y se reía (cruzaba París a pie para estar más solo y pesadilla y se incorporaba en la cama mirando fijamente el aire, mirando, ahora
despejarse la cabeza), se reía de su deber de hijo, como si los hijos tuvieran lo sabía, a aquél que se alejaba dándole la espalda, consumaba la innominable
deberes, como si los deberes fueran los de cuarto grado, los sagrados deberes venganza que la hacía gritar y debatirse en sueños.
para la sagrada señorita del inmundo cuarto grado. Porque su deber de hijo no

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Puestos a buscar semejanzas, naturalmente el hombre era un —¿A vos no te parece que está mucho más flaco? —dijo.
desconocido, lo vieron de frente cuando puso la valija en el suelo para buscar el Laura hizo un gesto. Un brillo paralelo le bajaba por las mejillas.
billete y entregarlo al del portillo. Laura salió la primera de la estación, la dejó —Un poco —dijo—. Uno va cambiando...
que tomara distancia y se perdiera en la plataforma del autobús. Entró en el café
de la esquina y se tiró en una banqueta. Más tarde no se acordó si había pedido EL HAMBRE - MANUEL MUJICA LAINEZ
algo de beber, si eso que le quemaba la boca era el regusto del coñac barato.
Trabajó toda la tarde en los afiches, sin tomarse descanso. A ratos pensaba que
tendría que escribirle a mamá, pero lo fue dejando pasar hasta la hora de la Alrededor de la empalizada desigual que corona la meseta frente al río, las
salida. Cruzó París a pie, al llegar a casa encontró a la portera en el zaguán y hogueras de los indios chisporrotean día y noche. En la negrura sin estrellas
charlo un rato con ella. Hubiera querido quedarse hablando con la portera o los meten más miedo todavía. Los españoles, apostados cautelosamente entre los
vecinos, pero todos iban entrando en los departamentos y se acercaba la hora troncos, ven al fulgor de las hogueras destrenzadas por la locura del viento, las
de cenar. Subió despacio (en realidad siempre subía despacio para no fatigarse sombras bailoteantes de los salvajes. De tanto en tanto, un soplo de aire helado,
los pulmones y no toser) y al llegar al tercero se apoyó en la puerta antes de al colarse en las casucas de barro y paja, trae con él los alaridos y los cantos de
tocar el timbre, para descansar un momento en la actitud del que escucha lo que guerra. Y en seguida recomienza la lluvia de flechas incendiarias cuyos cometas
pasa en el interior de una casa. Después llamó con los dos toques cortos de iluminan el paisaje desnudo. En las treguas, los gemidos del Adelantado, que no
siempre.Ah, sos vos —dijo Laura, ofreciéndole una mejilla fría—. Ya empezaba a abandona el lecho, añaden pavor a los conquistadores. Hubieran querido sacarle
preguntarme si habrías tenido que quedarte más tarde. La carne debe estar de allí; hubieran querido arrastrarle en su silla de manos, blandiendo la espada
recocida. como un demente, hasta los navíos que cabecean más allá de la playa de toscas,
No estaba recocida, pero en cambio no tenía gusto a nada. Si en ese desplegar las velas y escapar de esta tierra maldita; pero no lo permite el cerco
momento hubiera sido capaz de preguntarle a Laura por qué había ido a la de los indios. Y cuando no son los gritos de los sitiadores ni los lamentos de
estación, tal vez el café hubiese recobrado el sabor, o el cigarrillo. Pero Laura no Mendoza, ahí está el angustiado implorar de los que roe el hambre, y cuya queja
se había movido de casa en todo el día, lo dijo como si necesitara mentir o crece a modo de una marea, debajo de las otras voces, del golpear de las
esperara que él hiciera un comentario burlón sobre la fecha, las manías ráfagas, del tiroteo espaciado de los arcabuces, del crujir y derrumbarse de las
lamentables de mamá. Revolviendo el café, de codos sobre el mantel, dejó pasar construcciones ardientes.
una vez más el momento. La mentira de Laura ya no importaba, una más entre Así han transcurrido varios días; muchos días. No los cuentan ya. Hoy no
tantos besos ajenos, tantos silencios donde todo era Nico, donde no había nada queda mendrugo que llevarse a la boca. Todo ha sido arrebatado, arrancado,
en ella o en él que no fuera Nico. ¿Por qué (no era una pregunta, pero cómo triturado: las flacas raciones primero, luego la harina podrida, las ratas, las
decirlo de otro modo) no poner un tercer cubierto en la mesa? ¿Por qué no irse, sabandijas inmundas, las botas hervidas cuyo cuero chuparon
por qué no cerrar el puño y estrellarlo en esa cara triste y sufrida que el humo desesperadamente. Ahora jefes y soldados yacen doquier, junto a los fuegos
del cigarrillo deformaba, hacía ir y venir como entre dos aguas, parecía llenar débiles o arrimados a las estacas defensoras. Es difícil distinguir a los vivos de
poco a poco de odio como si fuera la cara misma de mamá? Quizá estaba en la los muertos.
otra habitación, o quizá esperaba apoyado en la puerta como había esperado él, Don Pedro se niega a ver sus ojos hinchados y sus labios como higos secos,
o se había instalado ya donde siempre había sido el amo, en el territorio blanco pero en el interior de su choza miserable y rica le acosa el fantasma de esas
y tibio de las sábanas al que tantas veces había acudido en sueños de Laura. Allí caras sin torsos, que reptan sobre el lujo burlón de los muebles traídos de
esperaría, tendido de espaldas, fumando también él su cigarrillo, tosiendo un Guadix, se adhieren al gran tapiz con los emblemas de la Orden de Santiago,
poco, riéndose con una cara de payaso como la cara de los últimos días, cuando aparecen en las mesas, cerca del Erasmo y el Virgilio inútiles, entre la revuelta
no le quedaba ni una gota de sangre sana en las venas. vajilla que, limpia de viandas, muestra en su tersura el “Ave María” heráldico del
Pasó al otro cuarto, fue a la mesa de trabajo, encendió la lámpara. No fundador.
necesitaba releer la carta de mamá para contestarla como debía. Empezó a El enfermo se retuerce como endemoniado. Su diestra, en la que se enrosca
escribir, querida mamá. Escribió: querida mamá. Tiró el papel, escribió: mamá. el rosario de madera, se aferra a las borlas del lecho. Tira de ellas enfurecido,
Sentía la casa como un puño que se fuera apretando. Todo era más estrecho, como si quisiera arrastrar el pabellón de damasco y sepultarse bajo sus
más sofocante. El departamento había sido suficiente para dos, estaba pensado bordadas alegorías. Pero hasta allí le hubieran alcanzado los quejidos de la
exactamente para dos. Cuando levantó los ojos (acababa de escribir: mamá), tropa. Hasta allí se hubiera deslizado la voz espectral de Osorio, el que hizo
Laura estaba en la puerta, mirándolo. Luis dejó la pluma.

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asesinar en la playa del Janeiro, y la de su hermano don Diego, ultimado por los una cruz. Pero así hubiera ofrecido una montaña de oro, no lo hubiera logrado,
querandíes el día de Corpus Christi, y las otras voces, más distantes, de los que porque no lo hay, porque no lo hay. No hay más que ceñirse el vientre que
condujo al saqueo de Roma, cuando el Papa tuvo que refugiarse con sus punzan los dolores y doblarse en dos y tiritar en un rincón de la tienda.
cardenales en el castillo de Sant Angelo. Y si no hubiera llegado aquel plañir El viento esparce el hedor de los ahorcados. Baitos abre los ojos y se pasa la
atroz de bocas sin lenguas, nunca hubiera logrado eludir la persecución de la lengua sobre los labios deformes. ¡Los ahorcados! Esta noche le toca a su
carne corrupta, cuyo olor invade el aposento y es más fuerte que el de las hermano montar guardia junto al patíbulo. Allí estará ahora, con la ballesta. ¿Por
medicinas. ¡Ay!, no necesita asomarse a la ventana para recordar que allá qué no arrastrarse hasta él? Entre los dos podrán descender uno de los cuerpos
afuera, en el centro mismo del real, oscilan los cadáveres de los tres españoles y entonces…
que mandó a la horca por haber hurtado un caballo y habérselo comido. Les Toma su ancho cuchillo de caza y sale tambaleándose.
imagina, despedazados, pues sabe que otros compañeros les devoraron los Es una noche muy fría del mes de junio. La luna macilenta hace palidecer las
muslos. chozas, las tiendas y los fuegos escasos. Dijérase que por unas horas habrá paz
¿Cuándo regresará Ayolas, Virgen del Buen Aire? ¿Cuándo regresarán los que con los indios, famélicos también, pues ha amenguado el ataque. Baitos busca
fueron al Brasil en pos de víveres? ¿Cuándo terminará este martirio y partirán su camino a ciegas entre las matas, hacia las horcas. Por aquí debe de ser. Sí,
hacia la comarca del metal y de las perlas? Se muerde los labios, pero de ellos allí están, allí están, como tres péndulos grotescos, los tres cuerpos mutilados.
brota el rugido que aterroriza. Y su mirada turbia vuelve hacia los platos donde Cuelgan, sin brazos, sin piernas… Unos pasos más y los alcanzará. Su hermano
el pintado escudo del Marqués de Santillana finge a su extravío una fruta roja y andará cerca. Unos pasos más…
verde. Pero de repente surgen de la noche cuatro sombras. Se aproximan a una de
Baitos, el ballestero, también imagina. Acurrucado en un rincón de su tienda, las hogueras y el ballestero siente que se aviva su cólera, atizada por las
sobre el suelo duro, piensa que el Adelantado y sus capitanes se regalan con presencias inoportunas. Ahora les ve. Son cuatro hidalgos, cuatro jefes: don
maravillosos festines, mientras él perece con las entrañas arañadas por el Francisco de Mendoza, el adolescente que fuera mayordomo de don Fernando,
hambre. Su odio contra los jefes se torna entonces más frenético. Esa rabia le Rey de los Romanos; don Diego Barba, muy joven, caballero de la Orden de San
mantiene, le alimenta, le impide echarse a morir. Es un odio que nada justifica, Juan de Jerusalén; Carlos Dubrin, hermano de leche de nuestro señor Carlos V;
pero que en su vida sin fervores obra como un estímulo violento. En Morón de la y Bernardo Centurión, el genovés, antiguo cuatralbo de las galeras del Príncipe
Frontera detestaba al señorío. Si vino a América fue porque creyó que aquí se Andrea Doria.
harían ricos los caballeros y los villanos, y no existirían diferencias. ¡Cómo se Baitos se disimula detrás de una barrica. Le irrita observar que ni aun en
equivocó! España no envió a las Indias armada con tanta hidalguía como la que estos momentos en que la muerte asedia a todos han perdido nada de su
fondeó en el Río de la Plata. Todos se las daban de duques. En los puentes y en empaque y de su orgullo. Por lo menos lo cree él así. Y tomándose de la cuba
las cámaras departían como si estuvieran en palacios. Baitos les ha espiado con para no caer, pues ya no le restan casi fuerzas, comprueba que el caballero de
los ojos pequeños, entrecerrándolos bajo las cejas pobladas. El único que para él San Juan luce todavía su roja cota de armas, con la cruz blanca de ocho puntas
algo valía, pues se acercaba a veces a la soldadesca, era Juan Osorio, y ya se abierta como una flor en el lado izquierdo, y que el italiano lleva sobre la
sabe lo que pasó: le asesinaron en el Janeiro. Le asesinaron los señores por armadura la enorme capa de pieles de nutria que le envanece tanto.A este
temor y por envidia. ¡Ah, cuánto, cuánto les odia, con sus ceremonias y sus Bernardo Centurión le execra más que a ningún otro. Ya en San Lúcar de
aires! ¡Como si no nacieran todos de idéntica manera! Y más ira le causan Barrameda, cuando embarcaron, le cobró una aversión que ha crecido durante el
cuando pretenden endulzar el tono y hablar a los marineros como si fueran sus viaje. Los cuentos de los soldados que a él se refieren fomentaron su
iguales. ¡Mentira, mentiras! Tentado está de alegrarse por el desastre de la animosidad. Sabe que ha sido capitán de cuatro galeras del Príncipe Doria y que
fundación que tan recio golpe ha asestado a las ambiciones de esos falsos ha luchado a sus órdenes en Nápoles y en Grecia. Los esclavos turcos bramaban
príncipes. ¡Sí! ¿Y por qué no alegrarse? bajo su látigo, encadenados a los remos. Sabe también que el gran almirante le
El hambre le nubla el cerebro y le hace desvariar. Ahora culpa a los jefes de dio ese manto de pieles el mismo día en que el Emperador le hizo a él la gracia
la situación. ¡El hambre!, ¡el hambre!, ¡ay!; ¡clavar los dientes en un trozo de del Toisón. ¿Y qué? ¿Acaso se explica tanto engreimiento? De verle, cuando
carne! Pero no lo hay… no lo hay… Hoy mismo, con su hermano Francisco, venía a bordo de la nao, hubieran podido pensar que era el propio Andrea Doria
sosteniéndose el uno al otro, registraron el campamento. No queda nada que quien venía a América. Tiene un modo de volver la cabeza morena, casi africana,
robar. Su hermano ha ofrecido vanamente, a cambio de un armadillo, de una y de hacer relampaguear los aros de oro sobre el cuello de pieles, que a Baitos le
culebra, de un cuero, de un bocado, la única alhaja que posee: ese anillo de obliga a apretar los dientes y los puños. ¡Cuatralbo, cuatralbo de la armada del
plata que le entregó su madre al zarpar de San Lúcar y en el que hay labrada

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Príncipe Andrea Doria! ¿Y qué? ¿Será él menos hombre, por ventura? También de lo que está haciendo, sino en morder, en saciarse. Sólo entonces la pincelada
dispone de dos brazos y de dos piernas y de cuanto es menester… bermeja de las brasas le muestra más allá, mucho más allá, tumbado junto a la
Conversan los señores en la claridad de la fogata. Brillan sus palmas y sus empalizada, al corsario italiano. Tiene una flecha plantada entre los ojos de
sortijas cuando las mueven con la sobriedad del ademán cortesano; brilla la cruz vidrio. Los dientes de Baitos tropiezan con el anillo de plata de su madre, el
de Malta; brilla el encaje del mayordomo del Rey de los Romanos, sobre el anillo con una labrada cruz, y ve el rostro torcido de su hermano, entre esas
desgarrado jubón; y el manto de nutrias se abre, suntuoso, cuando su dueño pieles que Francisco le quitó al cuatralbo después de su muerte, para abrigarse.
afirma las manos en las caderas. El genovés dobla la cabeza crespa con altanería El ballestero lanza un grito inhumano. Como un borracho se encarama en la
y le tiemblan los aros redondos. Detrás, los tres cadáveres giran en los dedos del estacada de troncos de sauce y ceibo, y se echa a correr barranca abajo, hacia
viento. las hogueras de los indios. Los ojos se le salen de las órbitas, como si la mano
El hambre y el odio ahogan al ballestero. Quiere gritar mas no lo consigue y trunca de su hermano le fuera apretando la garganta más y más.
cae silenciosamente desvanecido sobre la hierba rala.
Cuando recobró el sentido, se había ocultado la luna y el fuego parpadeaba EL HOMBRECITO DEL AZULEJO 1875 - MANUEL
apenas, pronto a apagarse. Había callado el viento y se oían, remotos, los
MUJICA LAINEZ
aullidos de la indiada. Se incorporó pesadamente y miró hacia las horcas. Casi
no divisaba a los ajusticiados. Lo veía todo como arropado por una bruma leve.
Alguien se movió, muy cerca. Retuvo la respiración, y el manto de nutrias del
capitán de Doria se recortó, magnífico, a la luz roja de las brasas. Los otros ya
Los dos médicos cruzan el zaguán hablando en voz baja. Su juventud puede
no estaban allí. Nadie: ni el mayordomo del Rey, ni Carlos Dubrin, ni el caballero
más que sus barbas y que sus levitas severas, y brilla en sus ojos claros. Uno de
de San Juan. Nadie. Escudriñó en la oscuridad. Nadie: ni su hermano, ni tan
ellos, el doctor Ignacio Pirovano, es alto, de facciones resueltamente esculpidas.
siquiera el señor don Rodrigo de Cepeda, que a esa hora solía andar de ronda,
Apoya una de las manos grandes, robustas, en el hombro del otro, y comenta:
con su libro de oraciones.
-Esta noche será la crisis.
Bernardo Centurión se interpone entre él y los cadáveres: sólo Bernardo
-Sí -responde el doctor Eduardo Wilde- ; hemos hecho cuanto pudimos.
Centurión, pues los centinelas están lejos. Y a pocos metros se balancean los
-Veremos mañana. Tiene que pasar esta noche. . . Hay que esperar...
cuerpos desflecados. El hambre le tortura en forma tal que comprende que si no
Y salen en silencio. A sus amigos del club, a sus compañeros de la
la apacigua en seguida enloquecerá. Se muerde un brazo hasta que siente,
Facultad, del Lazareto y del Hospital del Alto de San Telmo, les hubiera costado
sobre la lengua, la tibieza de la sangre. Se devoraría a sí mismo, si pudiera. Se
reconocerles, tan serios van, tan ensimismados, porque son dos hombres
troncharía ese brazo. Y los tres cuerpos lívidos penden, con su espantosa
famosos por su buen humor, que en el primero se expresa con farsas
tentación… Si el genovés se fuera de una vez por todas… de una vez por todas…
estudiantiles y en ef segundo con chisporroteos de ironía mordaz.
¿Y por qué no, en verdad, en su más terrible verdad, de una vez por todas? ¿Por
Cierran la puerta de calle sin ruido y sus pasos se apagan en la noche.
qué no aprovechar la ocasión que se le brinda y suprimirle para siempre?
Detrás, en el gran patio que la luna enjalbega, la Muerte aguarda, sentada en el
Ninguno lo sabrá. Un salto y el cuchillo de caza se hundirá en la espalda del
brocal del pozo. Ha oído el comentario y en su calavera flota una mueca que
italiano. Pero ¿podrá él, exhausto, saltar así? En Morón de la Frontera hubiera
hace las veces de sonrisa. También lo oyó el hombrecito del azulejo.
estado seguro de su destreza, de su agilidad…
El hombrecito del azulejo es un ser singular. Nació en Francia, en Desvres,
No, no fue un salto; fue un abalanzarse de acorralado cazador. Tuvo que
departamento del Paso de Calais, y vino a Buenos Aires por equivocación. Sus
levantar la empuñadura afirmándose con las dos manos para clavar la hoja. ¡Y
manufactureros, los Fourmaintraux, no lo destinaban aquí, pero lo incluyeron por
cómo desapareció en la suavidad de las nutrias! ¡Cómo se le fue hacia adentro,
error dentro de uno de los cajones rotulados para la capital argentina, e hizo el
camino del corazón, en la carne de ese animal que está cazando y que ha
viaje, embalado prolijamente el único distinto de los azulejos del lote. Los
logrado por fin! La bestia cae con un sordo gruñido, estremecida de
demás, los que ahora lo acompañan en el zócalo, son azules corno él, con
convulsiones, y él cae encima y siente, sobre la cara, en la frente, en la nariz, en
dibujos geométricos estampados cuya tonalidad se deslíe hacia el blanco def
los pómulos, la caricia de la piel. Dos, tres veces arranca el cuchillo. En su delirio
centro lechoso, pero ninguno se honra con su diseño: el de un hombrecito azul,
no sabe ya si ha muerto al cuatralbo del Príncipe Doria o a uno de los tigres que
barbudo, con calzas antiguas, gorro de duende y un bastón en la mano derecha.
merodean en torno del campamento. Hasta que cesa todo estertor. Busca bajo
Cuando el obrero que ornamentaba el zaguán porteño topó con él, lo dejó
el manto y al topar con un brazo del hombre que acaba de apuñalar, lo cercena
aparte, porque su presencia intrusa interrumpía el friso; mas luego le hizo falta
con la faca e hinca en él los dientes que aguza el hambre. No piensa en el horror

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un azulejo para completar y lo colocó en un extremo, junto a la historiada Ni un rumor se oye en la casa. E1 ama recomendó a todos que caminaran
cancela que separa zaguán y patio, pensando que nadie lo descubriría. Y el rozando apenas el suelo, como si fueran ángeles, para no despertar a Daniel, y
tiempo transcurrió sin que ninguno notara que entre los baldosines había uno, las pardas se han reunido a rezar quedamente en el otro patio, en tanto que la
disimulado por la penumbra de la galería, tan diverso. Entraban los lecheros, los señora v sus hermanas lloran con los pañuelos apretados sobre los labios, en el
pescadores, los vendedores de escobas y plumeros hechos por los indios cuarto def enfermo, donde algún bicho zumba como si pidiera silencio, alrededor
pampas; depositaban en el suelo sus hondos canastos, y no se percataban del de la única lámpara encendida.
menudo extranjero del zócalo. Otras veces eran las señoronas de visita las que Martinito piensa que el niño, su amigo, va a morir, y le late el frágil corazón
atravesaban el zaguán y tampoco lo veían, ni lo veían las chinas crinudas que de cerámica. Ya nadie acudirá cantando a su escondite del zaguán; nadie le
pelaban la pava a la puerta aprovechando la hora en que el ama rezaba el traerá los juguetes nuevos, para mostrárselos y que conversen con él. Quedará
rosario en la Iglesia de San Miguel. Hasta que un día la casa se vendió y entre solo una vez más, mucho más solo ahora que sabe lo que es la ternura.
sus nuevos habitantes hubo un niño, quien lo halló de inmediato. La Muerte, entretanto, balancea las piernas magras en el brocal poliédrico
Ese niño, ese Daniel a quien la Muerte atisba ahora desde el brocal, fue en de mármol que ornan anclas y delfines. El hombrecito da un paso y abandona su
seguida su amigo. Le apasionó el misterio del hombrecito del azulejo, de ese cuadrado refugio. Va hacia el patio, pequeño peregrino azul que atraviesa los
diminuto ser que tiene por dominio un cuadrado con diez centímetros por lado, y hierros de la cancela asombrada, apoyándose en el bastón. Los gatos a quienes
que sin duda vive ahí por razones muy extraordinarias y muy secretas. Le dio un trastorna la proximidad de la Muerte, cesan de maullar: es insólita la presencia
nombre. Lo llamó Martinito, en recuerdo del gaucho don Martín que le regaló un del personaje que podría dormir en la palma de la mano de un chico; tan insólita
petiso cuando estuvieron en la estancia de su tío materno, en Arrecifes, y que se como la de la enlutada mujer sin ojos. Allá abajo, en el pozo profundo, la gran
le parece vagamente, pues lleva como él unos largos bigotes caídos y una barba tortuga que lo habita adivina que algo extraño sucede en la superficie,y saca la
en punta y hasta posee un bastón hecho con una rama de manzano. cabeza del caparazón.
-¡Martinito! ¡Martinito! La Muerte se hastía entre las enredaderas tenebrosas, mientras aguarda la
El niño lo llama al despertarse, y arrastra a la gata gruñona para que lo hora fija en que se descalzará los mitones fúnebres para cumplir su función.
salude. Martinito es el compañero de su soledad. Daniel se acurruca en el suelo Desprende el relojito que cuelga sobre su pecho fláccido y al que una guadaña
junto a él y le habla durante horas, mientras la sombra teje en el suelo la sirve de minutero, mira la hora y vuelve a bostezar. Entonces advierte a sus pies
minuciosa telaraña de la cancela, recortando sus orlas y paneles y sus finos al enano del azulejo, que se ha quitado el bonete y hace una reverencia de
elementos vegetales, con la medialuna del montante donde hay una pequeña Francia.
lira. -Madame la Mort...
Martinito, agradecido a quien comparte su aislamiento, le escucha desde su A la Muerte le gusta, súbitamente, que le hablen en francés. Eso la aleja
silencio azul, mientras las pardas van y vienen, descalzas, por el zaguán y por el del modesto patio de una casa criolla perfumada con alhucema y benjuí; la aleja
patio que en verano huele a jazmines del país y en invierno, sutilmente, al de una ciudad donde, a poco que se ande por la calle, es imposible no cruzarse
sahumerio encendido en el brasero de la sala. con cuarteadores y con vendedores de empanadas. Porque esta Muerte, la
Pero ahora el niño está enfermo, muy enfermo. Ya lo declararon al salir los Muerte de Daniel, no es la gran Muerte, como se pensará, la Muerte que las
doctores de barba rubia. Y la Muerte espera en el brocal. gobierna a todas, sino una de tantas Muertes, una Muerte de barrio,
El hombrecito se asoma desde su escondite y la espía. En el patio lunado, exactamente la Muerte del barrio de San Miguel en Buenos Aires, y al oírse
donde las macetas tienen la lividez de los espectros, y los hierros del aljibe se dirigir la palabra en francés, cuando no lo esperaba, y por un caballero tan
levantan como una extraña fuente imnóvil, la Muerte evoca las litografías del atildado, ha sentido crecer su jerarquía en el lúgubre escalafón. Es hermoso que
mexicano José Guadalupe Posada, ese que tantas "calaveras, ejemplos y la llamen a una así: "Madame la Mort." Eso la aproxima en el parentesco a otras
corridos" ilustró durante la dictadura de Porfirio Díaz, pues como en ciertos Muertes mucho más ilustres, que sólo conoce de fama, y que aparecen junto al
dibujos macabros del mestizo está vestida como si fuera una gran señora, que baldaquino de los reyes agonizantes, reinas ellas mismas de corona y cetro, en
por otra parte lo es. el momento en que los embajadores y los príncipes calculan las amarguras y las
Martinito estudia su traje negro de revuelta cola, con muchos botones y alegrías de las sucesiones históricas.
cintas, y a gorra emplumada que un moño de crespón sostiene bajo el maxilar y -Madame la Mort...
estudia su cráneo terrible, más pavoroso que ei de los mortales porque es la La Muerte se inclina, estira sus falanges y alza a Martinito. Lo deposita,
calavera de la propia Muerte y fosforece con verde resplandor. Y ve que la sacudiéndose como un pájaro, en el brocal.
Muerte bosteza. -Al fin- reflexiona la huesuda señora - pasa algo distinto.

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Está acostumbrada a que la reciban con espanto. A cada visita suya, los Todo el patio se ha colmado de sangre y de cadáveres revestidos de cotas
que pueden verla -los gatos, Ios perros, los ratones- huyen vertiginosamente de malla. Hay desgarradas banderas con leopardos y flores de lis, que cuelgan
o enloquecen la cuadra con sus ladridos, sus chillidos y su agorero maullar. Los de la cancela criolla; hay escudos partidos junto al brocal y yelmos rotos junto a
otros, los moradores del mundo secreto -los personajes pintados en los cuadros, las rejas, en el aldeano sopor de Buenos Aires, porque Martinito narra tan bien
las estatuas de los jardines, las cabezas talladas en los muebles, los que no olvida pormenores. Además no está quieto ni un segundo, y al pintar el
espantapájaros, las miniaturas de las porcelanas- fingen no enterarse de su episodio más truculento introduce una nota imprevista, bufona, que hace reir a
cercanía, pero enmudecen como si imaginaran que así va a desentenderse de la Muerte del barrio de San Miguel, como cuando inventa la anécdota de ese
ellos y de su permanente conspiración temerosa. Y todo, ¿por qué?, ¿porque general gordísimo, tan temido por sus soldados, que osó retar a duelo a Madame
alguien va a morir?, ¿y eso? Todos moriremos; también morirá la Muerte. la Mort de Normandie, y la Muerte aceptó el duelo, y mientras éste se
Pero esta vez no. Esta vez las cosas acontecen en forma desconcertante. El desarrollaba lla produjo un calor tan intenso que obligó a su adversario a
hombrecito está sonriendo en el borde del brocal, y la Muerte no ha observado despojarse de sus ropas una a una, hasta que los soldados vieron que su jefe
hasta ahora que nadie le sonriera. Y hay más. El hombrecito sonriente se ha era en verdad un individuo flacucho, que se rellellaba de lanas y plumas, como
puesto a hablar, a hablar simplemente, naturalmente, sin énfasis, sin citas un almohadón enorme, para fingir su corpulencia.
latinas, sin enrostrarle esto o aquello y, sobre todo, sin lágrimas. Y ¿qué le dice? La Muerte ríe como una histérica, aferrada al forjado coronamiento del
La Muerte consulta el reloj. Faltan cuarenta y cinco minutos. aljibe.
Martinito le dice que comprende que su misión debe ser muy aburrida v -Y además... -prosigue el hombrecito del azulejo.
que si se lo permite la divertirá, y antes que ellá le responda, descontando su Pero la Muerte lanza un grito tan siniestro que muchos se persignan en la
respuesta afirmativa, el hombrecito se ha lanzado a referir un complicado cuento ciudad, figurándose que un ave feroz revolotea entre los campanarios. Ha
que transcurre a mil leguas de allí, allende el mar, en Desvres de Francia. Le mirado su reloj de nuevo y ha comprobado que el plazo que el destino estableció
explica que ha nacido en Desvres, en casa de los Fourmaintraux, los para Daniel pasó hace cuatro minutos. De un brinco se para en la mitad del
manufactureros de cerámica. "rue de Poitiers", y que pudo haber sido de color patio, y se desespera. ¡Nunca, nunca había sucedido esto, desde que presta
cobalto, o negro, o carmín oscuro, o amarillo cromo, o verde, u ocre rojo, pero servicios en el barrio de San Miguel! ¿Qué sucederá ahora y cómo rendirá
que prefiere este azu] de ultramar. ¿No es cierto? N'est-ce pas? Y le confía cómo cuentas de su imperdonable distracción? Se revuelve, iracunda, trastornando el
vino por error a Buenos Aires y, adelantándose a las réplicas, dando unos emplumado sombrero y el moño, y corre hacia Martinito. Martinito es ágil y ha
saltitos graciosos, le describe las gentes que transitan por el zaguán: la parda conseguido, a pesar del riesgo y merced a la ayuda de los delfines de mármol
enamorada del carnicero; el mendigo que guarda una moneda de oro en la adheridos al brocal, descender al patio, y escapa como un escarabajo veloz hacia
media; el boticario que ha inventado un remedio para la calvicie y que, de tanto su azulejo del zaguán. La Muerte lo persigue v lo alcanza en momentos en que
repetir demostraciones y ensayarlo en sí mismo, perdió el escaso pelo que le pretende disimularse en la monotonía del zócalo. Y lo descubre, muy orondo,
quedaba; el mayoral del tranvía de los hermanos Lacroze, que escolta a la apoyado en el bastón, espejeantes las calzas de caballero antiguo.
señora hasta la puerta, galantemente, "comme un gentilhomme", y luego -El se ha salvado-castañetean los dientes amarillos de la Muerte-, pero tú
desaparece corneteando... morirás por él.
La Muerte ríe con sus huesos bailoteantes y mira el reloj. Faltan treinta y Se arranca el mitón derecho y desliza la falange sobre el pequeño
tres minutos. cuadrado, en el que se diseña una fisura que se va agrandando; la cerámica se
Martinito se alisa la barba en punta y, como Buenos Aires ya no le brinda quiebra en dos trozos que caen al suelo. La Muerte los recoge, se acerca al aljibe
tema y no quiere nombrar a Daniel y a la amistad que los une, por razones y los arroja en su interior, donde provocan una tos breve al agua quieta y
diplomáticas, vuelve a hablar de Desvres, del bosque trémulo de hadas, de despabilan a la vieja tortuga errnitaña. Luego se va, rabiosa, arrastrando los
gnomos y de vampiros, que lo circunda, y de la montaña vecina, donde hay encajes lúgubres. Aun tiene rnucho que hacer y esta noche nadie volverá a
bastiones ruinosos y merodean las hechiceras la noche del sábado. Y habla y burlarse de ella.
habla. Sospecha que a esta Muerte parroquial le agradará la alusión a otras Los dos médicos jóvenes regresan por la mañana. En cuanto entran en la
Muertes más aparatosas, sus parientas ricas, y le relata lo que sabe de las habitación de Daniel se percatan del cambio ocurrido. La enfermedad hizo crisis
grandes Muertes que entraron en Desvres a caballo, hace siglos, armadas de como presumían. El niño abre los ojos, y su madre y sus tías lloran, pero esta
pies a cabeza, al son de los curvos cuernos marciales, "bastante diferentes, vez es de júbilo. El doctor Pirovano y el doctor Wilde se sientan a la cabecera del
n'est-ce pas, de la corneta del mayoral del tránguay", sitiando castillos e enfermo. Al rato, las señoras se han contagiado del optimismo que emana de su
incendiando iglesias, con los normandos, con los ingleses, con los borgoñones. buen humor. Ambos son ingeniosos, ambos están desprovistos de solemnidad, a

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pesar de que el primero dicta la cátedra de histología y anatomía patológica y de
que el segundo es profesor de medicina legal y toxicología, también en Ia Me hice con un buen coche, un Mercedes color arándano que encontré en el
Facultad de Buenos Aires. aparcamiento de un oftalmólogo, en Whitefish, Montana. Me pareció muy
cómodo para un viaje tan largo, porque pensé que tendría un buen kilometraje
ROCK SPRINGS - RICHARD FORD —lo cual resultó falso— y porque nunca había tenido un buen coche —sólo viejos
cacharros Chevrolet y camionetas usadas— desde que era un niño y recogía
limones entre cubanos.
Edna y yo salimos de Kalispell camino de Tampa-St. Pete, donde todavía me El coche nos levantó el ánimo aquel día. No paré de subir y bajar las
quedaban algunos amigos de los buenos tiempos, gente que jamás me ventanillas, y Edna contó chistes y nos hizo muecas. A veces era muy divertida.
entregaría a la policía. Me las había arreglado para tener algunos roces con la ley Se le encendían las facciones como si fuera un faro, y era entonces cuando se
en Kalispell, todo por culpa de unos cheques sin fondos, que en Montana son veía su belleza, en absoluto corriente. Todo esto me dejó como mareado. Bajé
delito penado con la cárcel. Yo sabía que a Edna le rondaba la cabeza la idea de directamente hasta Bozeman, y luego crucé el parque hasta Jackson Hole.
dejarme, porque no era la primera vez en mi vida que tenía líos con la justicia. Alquilé la suite nupcial del Quality Court de Jackson, dejamos a Cheryl y a su
Edna también había tenido sus problemas, la pérdida de sus hijos y evitar día perrito Duke durmiendo y Edna y yo nos fuimos en coche a un merendero y
tras día que Danny, su ex marido, se colara en su casa y se lo llevara todo estuvimos bebiendo cerveza y riendo hasta después de media-noche.
mientras ella trabajaba, que era el verdadero motivo por el cual me fui a vivir Para nosotros era como comenzar de nuevo; dejar atrás los malos recuerdos
con ella al principio; eso y la necesidad de darle a mi hija Cheryl una vida algo y abrirnos a un nuevo horizonte. Llegué a estar tan eufórico que hice que me
mejor. tatuaran en el brazo TIEMPOS GLORIOSOS, y Edna se compró un sombrero indio
No sé muy bien qué había entre Edna y yo; tal vez eran unas corrientes con plumas, y un brazalete de plata y turquesas para Cheryl, e hicimos el amor
confluyentes las que nos habían hecho acabar varados en la misma playa. en el asiento del coche, en el aparcamiento del Quality Court, justo cuando el sol
Aunque —como sé muy bien— a veces el amor se construye sobre cimientos aún encendía el Snake River y todo parecía ser el final del arco iris.
más frágiles. Y cuando aquella tarde entré en casa, me limité a preguntarle si Fue precisamente ese entusiasmo, de hecho, lo que me llevó a conservar el
quería venirse a Florida conmigo y dejarlo todo tal como estaba, y ella me dijo: coche un día más en lugar de empujarlo al fondo del río y robar otro, que es lo
«¿Por qué no? Tampoco tengo la agenda tan llena». que tendría que haber hecho, y lo que siempre hacía.
Edna y yo llevábamos juntos ocho meses, viviendo más o menos como En el lugar donde el coche empezó a fallar no había ni pueblo ni casa alguna
marido y mujer, y aunque parte de ese tiempo yo estuve en paro, durante unos a la vista, sólo unas montañas bajas a unos setenta kilómetros —o quizá el
meses trabajé de subalterno en el canódromo y pude ayudar a pagar el alquiler doble— de distancia, una valla de alambre de espinos en ambas direcciones, una
y tranquilizar a Danny cuando se presentaba. Danny me tenía miedo porque extensión de pradera yerma y unos cuantos halcones cazando insectos en el
Edna le había dicho que estuve en la cárcel en Florida por haber matado a un cielo de la tarde.
hombre. Aunque no era cierto. Una vez me metieron en chirona en Tallahassee Bajé para echarle una ojeada al motor, y Edna se apeó con Cheryl y el perro
por robar neumáticos, y otra vez me metí en una pelea de granjeros en la que para que hicieran pipí junto al coche. Miré el agua, comprobé la varilla del
un tipo perdió un ojo. Pero no fui yo quien hizo el daño, y Edna sólo pretendía aceite, y todo estaba en orden.
hacer más graves mis culpas para que Danny no hiciese locuras y la obligase a —¿Qué significa esa luz, Earl? —preguntó Edna.
quedarse de nuevo con los niños, porque Edna finalmente se había Se había acercado al coche y llevaba el sombrero puesto. Trataba de calibrar
acostumbrado a no tenerlos, y yo ya tenía conmigo a Cheryl. No soy una cómo estaban las cosas.
persona violenta; jamás le arrancaría un ojo a nadie, ni mucho menos le —Sería mejor que no siguiéramos con él —dije—. Al aceite le pasa algo.
mataría. Helen, mi ex esposa, estaría dispuesta a venir desde Waikiki Beach Edna se volvió a mirar a Cheryl y a Duke que hacían pipí uno junto al otro
para atestiguarlo. Nunca hubo violencia entre nosotros, y soy partidario de sobre el asfalto, como un par de muñecos, y después miró hacia las montañas,
cruzar la calle para alejarme de los líos. Pero Danny no lo sabía. que iban ennegreciéndose y perdiéndose a lo lejos.
—¿Qué podemos hacer? —dijo Edna.
Estábamos ya a mitad de Wyoming, camino de la I-80. Nos sentíamos muy Aún no estaba preocupada, pero quería saber mi opinión —Voy a probarlo
bien, pero de pronto la luz del aceite del coche que había robado empezó a otra vez.
parpadear, y supe que era una pésima señal. —Buena idea —dijo ella, y nos montamos todos en el coche.

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Cuando le di a la llave de contacto, el motor se puso en marcha en el acto, la Edna sacó una botella de whisky y unos vasos de plástico, y se puso a igualar
luz roja se apagó y no se oyó ningún ruido sospechoso. Lo dejé un momento en niveles sobre la tapa de la guantera. A Edna le gustaba beber, y le gustaba
punto muerto; luego pisé un poco el acelerador sin perder de vista el testigo del beber cuando iba en coche, algo bastante corriente en Montana, donde no
aceite. Pero no se encendió ninguna luz roja, y empecé a preguntarme si no estaba penado por la ley, pero donde, en cambio, un cheque sin fondos bastaba
habría soñado que la había visto, o si no habría sido el sol reflejado en los para que te pasaras un año entere tras las rejas de la cárcel de Deer Lodge.
cromados de la ventanilla, o si no estaría yo asustado por algo sin saberlo.
—¿Qué le pasa, papá? —preguntó Cheryl desde el asiento trasero. —¿Te he contado que una vez tuve un mono? —preguntó Edna mientras
Me volví y la miré. Llevaba puesto su brazalete de turquesas y el sombrero dejaba mi vaso sobre el salpicadero para que pudiera cogerlo cuando me
de Edna encajado en la coronilla, y tenía sobre el regazo su perrito Heinz blanco apeteciera. Estaba otra vez animada. Edna era así, pasaba de la alegría a la
y negro. Parecía una pequeña vaquera de película. depresión en un instante.
—Nada, cariño, ya está todo arreglado —respondí —Me parece que no me lo has contado —respondí—. ¿Dónde vivías entonces?
—Duke ha hecho pis en el mismo sitio que yo —dijo Cheryl, y se echó a reír. —En Missoula —dijo Edna. Puso un pie descalzo sobre el salpicadero y apoyó
—Menudo par —comentó Edna sin volverse. Edna solía tratar bien a Cheryl, el vaso sobre sus pechos—. Estaba de camarera en el club de veteranos de
pero yo sabía que ahora estaba cansada. Habíamos dormido poco y Edna se guerra. Fue antes de conocerte. Un día llegó un tipo con un mono. Un mono
ponía irritable cuando no dormía—. Tendríamos que deshacernos de este maldito araña. Y yo, bromeando, le dije: «Te lo juego a los dados.» Y el tipo propuso:
coche a la primera oportunidad. «¿A una tirada?» Y yo le respondí: «Vale.» El tipo dejó el mono en la barra,
—¿Dónde será esa primera oportunidad? —pregunté, porque Edna había cogió el cubilete, tiró y le salieron doce puntos. Luego tiré yo, y saqué tres
estado estudiando el mapa. cincos. Y me quedé mirando al tipo. No era más que alguien que iba de paso, un
—Rock Springs, Wyoming —dijo Edna con decisión—. A cincuenta kilómetros veterano, supongo. Vi que se le había puesto una expresión rara en la cara,
de aquí, por esta misma carretera. —Señaló hacia el frente. aunque seguro que menos rara que la mía, pero parecía triste y sorprendido y
satisfecho, todo al mismo tiempo. «Podemos tirar otra vez», le dije. «No. Nunca
Se me había metido en la cabeza la idea de llegar con aquel coche hasta tiro dos veces los dados. Por nada.» Se sentó y se bebió una cerveza y estuvo
Florida; lo habría considerado una gran hazaña. Pero sabía que Edna tenía hablando de esto y de aquello durante un buen rato, de la guerra nuclear y de
razón, que no debíamos correr riesgos estúpidos. Había llegado a pensar que era construir una fortaleza en lo alto de las Bitterroot, dondequiera que eso esté,
mi coche, y no el del oftalmólogo, y así es como uno acaba atrapado en estas mientras yo miraba el mono y me preguntaba qué iba a hacer con él cuando
cosas. aquel tipo se fuera. Y al fin se puso en pie y dijo: «Bueno, adiós, Chipper»,
—Entonces creo que deberíamos ir a Rock Springs y hacernos con otro coche porque era así como se llamaba el mono. Y se fue sin darme tiempo a decirle
—dije. Pretendía mostrarme animoso, como si todo nos estuviera saliendo a nada. Y el mono se quedó sentado en la barra toda la noche. No sé por qué me
pedir de boca. he acordado de esto, Earl. Qué extraño. Mis pensamientos vagan sin rumbo fijo.
—Me parece una gran idea —dijo Edna y se inclinó hacia mí y me besó con —Me parece perfecto —le dije.
fuerza en los labios. Tomé un sorbo de mi vaso.
—Me parece una gran idea —repitió Cheryl—. Vayámonos de aquí ahora —Yo nunca tendría un mono —añadí poco después—. Son unos bichos
mismo. asquerosos. Pero estoy seguro de que a Cheryl le encantaría tener uno, ¿verdad
Recuerdo aquel crepúsculo como el más hermoso que haya visto en toda mi que sí, bonita? —Cheryl estaba hundida en el asiento, jugando con Duke. En
vida. En el momento mismo de tocar el sol el borde del horizonte, el aire se aquella época se pasaba el día hablando de monos—.
incendió súbitamente en joyas y lentejuelas, en un estallido que jamás había ¿Qué diablos hiciste con ese mono? —pregunté mientras echaba una ojeada
visto y que jamás he vuelto a ver desde entonces. Nada como el Oeste para los al velocímetro.
crepúsculos; son superiores incluso a los de Florida, pues aunque tiene fama de Convenía ir más despacio, porque la luz roja parpadeaba a veces. Lo único
ser un estado llano la mitad de las veces los árboles te impiden ver el horizonte. que conseguía apagarla era reducir la velocidad. Íbamos a menos de sesenta;
—Es la hora del cóctel —dijo Edna al rato de rodar por la carretera—. faltaba una hora para que anocheciera, y confiaba en que Rock Springs no
Tenemos que tomar un trago festejar algo, cualquier cosa. estuviese demasiado lejos.
Se sentía mejor pensando que nos íbamos a desprender del coche. Aquel —¿De verdad quieres saberlo? —preguntó Edna.
Mercedes ocultaba sin duda un fallo mecánico, y más valía abandonarlo cuanto Me lanzó una mirada rápida y luego volvió la vista al desolado paisaje, como
antes. si el desierto le diera que pensar.

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—Claro —dije. Tenía los labios apretados, y sus ojos miraban con fiereza hacia Cheryl y
Seguía animado. Pensé que más valía que sólo yo me preocupara por el Duke, como si se hubieran pasado toda la tarde fastidiándola.
posible fallo mecánico, y que los demás siguieran disfrutando. —Claro que me importa —dije—. Pienso que fue espantoso.
—Lo tuve una semana —De pronto Edna pareció ponerse triste, como si No quería que Edna estuviese triste. Estábamos a punto de llegar, y muy
empezara a ver cierto aspecto de la anécdota que hasta entonces se le había pronto podríamos sentarnos ante una buena comida de verdad sin preocuparnos
escapado—. Me lo llevé a casa, e iba con él de casa al bar y del bar a casa todos por que nadie pudiera hacernos daño.
los días. Y no me creó ningún problema. Le puse una silla al fondo del bar para —¿Quieres saber qué hice con el mono? —dijo Edna.
que se sentara, y a la gente le gustaba. Hacía un clic-clic muy gracioso. Le —Claro que sí —dije.
pusimos de nombre Mary, porque el encargado del bar dijo que era una hembra. —Metí a Mary en una bolsa verde de basura, la puse en el maletero del
Pero nunca me sentí realmente a gusto teniéndolo en casa. Hasta que un día coche, me fui hasta el vertedero y la tiré a la basura.
vino un tipo que había estado en Vietnam y aún llevaba la guerrera de faena, y Me miraba con expresión sombría, como si la historia tuviera para ella un
me dijo: «¿No sabes que un mono puede matarte? Tiene más fuerza en los significado realmente importante; algún sentido que sólo ella podía ver y que
dedos que tú en todo el cuerpo». Contó que hubo soldados en Vietnam que nos convertía en estúpidos al resto de los mortales.
murieron a manos de los monos. Que los bichos salían a merodear en grandes —Me parece horrible —dije—. Pero no veo qué otra cosa habrías podido
grupos mientras la gente dormía, y te mataban y te tapaban con hojas. No me hacer. No quisiste matarla. Si hubieses querido matarla, lo habrías hecho de otro
creí ni media palabra pero cuando llegué a casa me desnudé y me puse a mirar modo. Luego tuviste que librarte del cuerpo, no te quedaba otra alternativa. Lo
a Mary. Estaba en su silla, al otro extremo del cuarto, mirándome. Y me entró de tirarla puede que a alguien le parezco poco piadoso, no lo niego, pero no a
pánico. Y al cabo de un rato me levanté y me fui al coche, cogí un rollo de mí. A veces no te queda otro remedio, y no debes preocuparte por lo que
alambre de tender la ropa, volví a casa y até a Mary al tirador de la puerta piensen los demás. —Traté de sonreírle, pero la luz roja se encendía por poco
después de pasarle el alambre por el collar plateado, y luego intenté conciliar el que pisara el acelerador, y traté de calibrar las posibilidades que teníamos de
sueño otra vez. Y supongo que me dormí como un leño, aunque yo no lo descender en punto muerto hasta Rock Springs antes de que el coche se nos
recuerde, porque al despertar me encontré con que Mary había tirado la silla al quedara parado por completo. Miré otra vez a Edna—. ¿Qué más puedo decirte?
suelo y se había ahorcado con el alambre de tender. Le había dejado un cabo —le dije.
demasiado corto. —Nada —dijo ella, y volvió a mirar hacia el oscuro asfalto—. Debería
Edna parecía muy afectada por lo que había contado, y se hundió en el haberme imaginado que pensarías de ese modo. Tienes un carácter que olvida
asiento hasta que no pudo ver por encima del salpicadero. ciertas cosas, Earl. Hace mucho que lo sé.
—¿No te parece horrible, Earl? ¿No es horrible lo que le pasó a aquel pobre —Pero aquí estás —le dije—. Y no te va mal. Las cosas podrían ir mucho
mono? peor. Al menos, estamos los tres juntos.
—¡Veo un pueblo! ¡Veo un pueblo! —empezó a gritar Cheryl desde el asiento —Las cosas siempre pueden ir mucho peor —dijo Edna—. Podrían llevarnos
trasero, y al instante Duke se puso a ladrar y todo el coche se llenó de estrépito. mañana mismo a la silla eléctrica.
Y, en efecto, Cheryl acababa de ver algo que yo no había visto, y era Rock —Exacto —le dije—. Y puede que a alguien, en algún lugar, le suceda eso.
Springs, Wyoming, al fondo de una larga ladera; una diminuta joya rutilante en Pero no a ti.
medio del desierto, con la I-80 en su lado norte y el vasto y negro desierto a su —Tengo hambre —dijo Cheryl—. ¿Cuándo vamos a comer? Busquemos un
espalda. motel. Ya estoy cansada. Y Duke también lo está.
—Ahí está, cariño —le dije—. Es ahí adonde vamos. Has sido la primera en El coche dejó de deslizarse cuesta abajo a cierta distancia de la ciudad; desde
verlo. donde estábamos divisábamos el claro perfil de la autopista interestatal en la
—Tenemos hambre —dijo Cheryl—. Duke quiere algo de pescado, y yo oscuridad, y Rock Springs iluminando el cielo mas atrás. Nos llegaba el ruido de
espaguetis. los grandes traileres al pisar las juntas de dilatación del paso elevado, y al
Me rodeó el cuello con los brazos y me apretó contra su pecho. reducir la marcha para iniciar el ascenso hacia las montañas.
—Pues eso es lo que vais a comer —dije—. Podrás tomarte lo que quieras. Y Apagué los faros.
lo mismo Edna y el pequeño Duke. —Volví la mirada, sonriendo, hacia Edna, —¿Qué vamos a hacer ahora? —dijo Edna en tono irritado, dirigiéndome una
pero ella me miraba con ojos llenos de ira—. ¿Qué pasa? —pregunté. mirada rencorosa.
—¿No te importa un rábano esa cosa horrible que me pasó? —Es lo que trato de pensar —dije—. Sea lo que sea, no va a ser tan terrible.
Tú no tendrás que hacer nada.

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—Eso espero —dijo Edna, y miró hacia otro lado. —Ya me encargaré yo de hablar con él —dije—. Tú escucha la radio unos diez
Al otro lado de la carretera y de un arroyo seco, a unos cien metros de minutos y luego vete andando hasta la carretera como si no ocurriese nada raro.
distancia, había una especie de camping, y contigua a él una fábrica o refinería A ver si Cheryl y tú lo sabéis hacer. Ella no debe saber nada de este coche.
muy iluminada y en plena actividad. Había luces encendidas en muchas de las —Como si no fuéramos ya bastante sospechosos. —Edna alzó la vista hacia
caravanas, y coches que circulaban por una carretera de acceso que terminaba mí en la cabina iluminad a del coche—. No piensas correctamente, ¿lo sabes,
cerca del paso elevado de la autopista, un kilómetro más allá. Las luces de las Earl? Cree que el mundo es estúpido y tú eres muy inteligente. Pero no es así.
caravanas se me antojaron amistosas, y supe al instante lo que tenía que hacer. Me das pena. Podrías haber llegado a ser alguien, pero las cosas se te torcieron
—Baja —dije, abriendo mi puerta. en alguna parte.
—¿Vamos a andar? —dijo Edna. Pensé un instante en el pobre Danny. Era veterano de guerra y estaba loco
—Vamos a empujar el coche. como un cencerro, y me alegré de que se hubiese librado de todo aquello.
—Yo no voy a empujar nada. —Mete a la niña en el coche —dije, tratando de ser paciente—. Estoy tan
Edna alzó la mano y cerró su puerta con el seguro. hambriento como tú.
—De acuerdo —dije—. Basta con que lleves el volante. —Estoy cansada de todo esto —dijo Edna—. Ojalá me hubiese quedado en
—¿Piensas empujarnos hasta Rock Springs, Earl? No parece que esté a más Montana.
de cinco kilómetros. —Pues vuelve a Montana mañana por la mañana —le dije—. Te compraré el
—Yo empujaré —dijo Cheryl desde atrás. billete y te acompañaré al autobús. Pero mañana, no antes.
—No, cariño. Ya empuja papá. Tú baja del coche con Duke y hazte a un lado. —Sigue así, Earl.
Edna me miró con aire amenazador, como si hubiera pretendido pegarle. Se hundió en el asiento, apagó las luces con un pie y conectó la radio con el
Pero cuando me bajé del coche, se deslizó hasta mi asiento, cogió el volante y se otro.
quedó mirando fija y airadamente hacia una fronda de álamos que se alzaba a Aquella comunidad de caravanas era la mayor que había visto en mi vida.
escasos metros. Debía de hallarse vinculada de algún modo a la planta industrial que seguía
—Edna no sabe conducir este coche —dijo Cheryl desde la oscuridad del iluminada más abajo, pues de cuando en cuando algún coche salía de una de las
asiento trasero—. Se le irá a la cuneta. calles formadas por las caravanas, torcía en dirección a la fábrica y finalmente,
—Claro qué sabe, cariño. Tan bien como yo. Y hasta mejor. muy despacio, accedía a su interior. Todo en aquella fábrica era blanco, y las
—No, no sabe —dijo Cheryl—. No sabe. caravanas —idénticas todas ellas— también eran blancas. Un zumbido grave
Me pareció que estaba a punto de echarse a llorar. salía de la fábrica, y al ir acercándome pensé que no me habría gustado trabajar
Le dije a Edna que dejase el contacto puesto para que no se trabara la en ella.
dirección, y que condujera hacia los álamos con las luces de posición encendidas,
para poder ver un poco. Y cuando empecé a empujar, Edna dirigió el coche hacia Me encaminé directamente a la primera caravana iluminada, y llamé a la
los álamos, y yo seguí empujando hasta que nos adentramos en el bosquecillo puerta metálica. En la gravilla, al pie de los peldaños de madera, había unos
unos veinte metros y los neumáticos se hundieron en la arena blanda y ya nadie cuantos juguetes desperdigados. La televisión, que instantes antes había oído en
podía vernos desde la carretera. el interior, cesó de pronto. Luego una mujer dijo algo, y después se abrió la
—¿Dónde estamos ahora? —dijo Edna, se atada al volante. Hablaba con voz puerta.
dura y cansada, y comprendí que estaba muerta de hambre. Edna era dulce de En el umbral, ante mí, había un rostro ancho y amistoso. Me sonrió y se
carácter, y hube de admitir que lo que nos estaba sucediendo no era culpa suya adelantó, como si fuera a salir, pero se detuvo en el escalón de arriba. Un niño
sino mía. Pero me habría gustado que pudiera ser más optimista. negro asomaba tras sus piernas y me miraba con ojos entrecerrados. En la
—Quédate aquí. Voy a ir hasta esas caravanas y pediré un taxi por teléfono caravana flotaba como un aura de que no hubiera nadie más en su interior, un
—le dije. algo casi imperceptible que a lo largo de la vida yo había llegado a conocer bien.
—¿Un taxi? —dijo Edna, con la boca fruncida, como si fuera la primera vez en —Siento molestar —dije—. Pero parece que esta noche tengo una racha de
la vida que oía tal cosa. mala suerte. Me llamo Earl Middleton.
—Habrá taxis —dije, e intenté sonreírle—. En todas partes hay taxis. La mujer me miró; luego miró hacia la noche, en dirección a la autopista,
—¿Y qué piensas decirle al taxista cuando llegue? ¿Que el coche que robamos como si lo que acababa de decirle fuera algo que ella pudiera ver con los ojos.
se ha averiado y necesitamos que nos lleve a algún sitio para agenciarnos otro? —¿Qué clase de mala suerte? —dijo, mirándome de nuevo.
Será fantástico, Earl.

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—Se me ha averiado el coche en plena carretera —dije—. No puedo Había un gran televisor Sony y un montón de juguetes esparcidos por el
arreglarlo solo, y quería saber si sería tan amable de dejarme utilizar un suelo. Vi un autocar Greyhound como el que le había comprado a Cheryl. El
segundo su teléfono. teléfono estaba junto a un sillón nuevo de cuero, y la mujer me indicó con un
La mujer me dirigió una sonrisa perspicaz. gesto que me sentara para llamar, y me dio el listín de teléfonos. Terrel se puso
—Ya no sabemos vivir sin coche, ¿no es eso? a jugar con sus cosas y la mujer se sentó en el sofá, mirándome y sonriendo.
—Tiene usted toda la razón —dije yo.
—Son casi como nuestro corazón —dijo ella. La cara le brillaba a la débil luz Había tres empresas de taxis: tres series de números con una sola cifra
de la bombilla que había al lado de la puerta—. ¿Dónde se le ha quedado el diferente. Marqué los números por orden y no obtuve respuesta hasta el último,
coche? que contestó con el nombre de la segunda empresa. Expliqué que estaba en la
Me volví y miré hacia la oscuridad, pero no pude ver nada: el coche estaba carretera, más allá del paso elevado de la interestatal, y que necesitaba antes de
oculto entre los álamos. nada llevar a mi esposa e hija a la ciudad, y que de contratar una grúa me
—Por allí —dije—. Desde aquí no puede verse; está muy oscuro. ocuparía más tarde. Mientras explicaba el lugar donde me encontraba, busqué el
—¿Cuántos son? —dijo la mujer—. ¿Está con usted su esposa? nombre de un servicio de grúa para decírselo al taxista en caso de que me lo
—Se ha quedado en el coche con la niña y el perrito —dije—. Mi hija se ha preguntara.
dormido. Si no, me habrían acompañado.
—No debería dejarlas solas con esta oscuridad —dijo la mujer, y frunció el Cuando colgué, la negra me miraba con los mismos ojos con que había
ceño—. Hay mucho indeseable suelto. mirado antes a la noche; una mirada que parecía exigir la verdad de lo mirado.
—Lo mejor será que vuelva cuanto antes. —Traté de parecer sincero, pues Sin embargo, sonreía. Debía de recordarle algo que le era grato recordar.
todo lo que había dicho, salvo que Cheryl dormía y que Edna era mi esposa, era
verdad. La verdad puede resultarte útil si permites que lo sea, y yo quería —Tiene una casa preciosa —dije, y me eché hacia atrás en el sillón, que era
servirme de ella—. Le pagaré la llamada —le dije a la mujer—. Si me trae el tan confortable como el asiento del conductor del Mercedes y en el que no me
teléfono a la puerta, puedo llamar desde aquí mismo. habría importado arrellanarme un rato.
—Esta no es nuestra casa, señor Middleton —dijo la negra—. Todas estas
La mujer volvió a mirarme como si buscara su propia verdad sobre el asunto, caravanas son de la empresa. Nos las dejan gratis. Tenemos nuestra propia casa
y luego miró otra vez hacia la noche. Parecía tener unos sesenta y tantos años, en Rockford, Illinois.
aunque no podría asegurarlo. —Maravilloso —dije.
—¿Verdad que no va a robarme, señor Middleton? —Sonrió, como si se —Estar lejos de la propia casa no es nunca maravilloso, señor Middleton;
tratara de una broma entre nosotros. aunque sólo llevamos aquí tres meses y todo será más fácil cuando Terrel Junior
—Esta noche no —dije, y le dediqué una sonrisa genuina—. Esta noche no empiece a ir a esa escuela especial. Mire, nuestro hijo murió en la guerra, y su
estoy en ello. Quizá en otra ocasión. mujer se largó sin llevarse a Terrel Junior. Pero no se preocupe usted. El no nos
—En tal caso, supongo que Terrel y yo podemos dejarle usar el teléfono entiende. Su almita no sufre. —La mujer entrelazó las manos sobre el regazo y
aunque no esté papá en casa, ¿no crees, Terrel? Señor Middleton, le presento a sonrió con expresión satisfecha. Era atractiva, y llevaba un vestido floreado azul
mi nieto, Terrel Junior. —Puso la mano sobre la cabeza del niño y le miró—. y rosa que la hacía parecer más grande de lo que en realidad era: la mujer
Terrel no habla. Pero si supiese hablar le diría que puede usted usar nuestro adecuada para el sofá donde se había sentado. Era la estampa de la bondad, y
teléfono. Es un encanto de niño. me alegré de que fuera capaz de vivir con aquel nieto aquejado de alguna
La mujer abrió la puerta de tela metálica y me invitó a pasar. dolencia cerebral en un lugar donde nadie en su sano juicio soportaría vivir un
Era una caravana grande, con una alfombra y un sofá nuevo y una sala de solo minuto—. ¿Dónde vive usted, señor Middelton? —dijo en tono cortés,
estar tan amplia como la de una casa común y corriente. De la cocina llegaba un sonriendo con la misma afabilidad de siempre.
aroma apetitoso y dulce; el ambiente general no era el de un acomodo temporal —Mi familia y yo estamos de paso —dije—. Soy oftalmólogo, y ahora
sino el de un hogar nuevo y confortable. Yo he vivido en caravanas, pero eran volvemos a Florida, donde nací. Voy a abrir un consultorio en algún pueblo
remolques de mala muerte con una sola habitación y sin retrete, y siempre me donde haga buen tiempo todo el año. Todavía no he decidido dónde.
parecieron exiguos y tristes, aunque a veces he pensado que quizá era yo quien —Florida es precioso —dijo la mujer—. Creo que a Terrel le gustaría.
se sentía desdichado en ellas. —¿Me permite que le pregunte una cosa? —dije.

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—Claro que sí —dijo la mujer. Terrel se había puesto a empujar su —No ha sido difícil —dijo la mujer—. A todos nos pusieron en la tierra para
Greyhound por la pantalla del televisor, arañó el cristal e hizo unaraya que no que salváramos a nuestros semejantes. No he hecho más que ayudarle a seguir
podía dejar de verse—. Deja de hacer eso, Terrel Junior —dijo sin alterarse la hacia lo que le está esperando.
mujer. Pero Terrel siguió empujando su autobús por el cristal, y ella volvió a —Esperemos que algo bueno —dije, adentrándome de espaldas en la noche.
sonreírme como si ambos entendiéramos algo triste. Pero yo sabía que Cheryl —Confío en ello, señor Middleton. Terrel y yo confiamos en ello.
nunca estropearía un televisor. Respetaba las cosas bonitas, y me dio lástima Le hice adiós con la mano mientras caminaba hacia el Mercedes oculto en la
aquella mujer que había de soportar que Terrel no supiera respetarlas—. ¿Qué tiniebla de la noche.
quería preguntarme? —dijo la mujer. Cuando llegué, el taxi estaba ya esperando. Había visto sus pequeños pilotos
—¿Qué es lo que hacen en esa especie de fábrica? ¿En ese sitio iluminado rojos y verdes desde el otro lado del arroyo seco, y ello me hizo temer que Edna
que hay detrás de las caravanas? estuviera ya diciendo algo que pudiera meternos en un lío, algo acerca del coche
—Oro —dijo la mujer, y sonrió. o del lugar de donde veníamos, algo que pudiera hacer que el taxista sospechara
—¿Cómo dice? de nosotros. Entonces pensé que nunca llegaba a planear bien las cosas.
—Oro —dijo la negra, sonriendo tal como venía haciendo casi todo el rato Siempre se abría un abismo entre mis planes y los hechos; yo me limitaba a
desde mi llegada—. Es una mina de oro. reaccionar ante las cosas a medida que se iban produciendo, o a confiar en que
—¿Quiere decir que sacan oro de ese sitio? —dije, señalando con el dedo. me ahorraría los problemas. A los ojos de la ley, yo era un delincuente. Pero yo
—Día y noche —dijo con sonrisa satisfecha. siempre había visto las cosas de otro modo: a mis ojos no era un delincuente. Ni
—¿Trabaja ahí su marido? —dije. tenía intención de serlo, lo cual era verdad. Pero tal como leí una vez en una
—Es el ensayador —dijo ella—. Controla la calidad. Trabaja tres meses al servilleta, entre la idea y el acto hay todo un mundo. Y yo había tenido siempre
año, y el resto del tiempo lo pasamos en nuestra casa de Rockford. Hemos dificultades con mis actos, que con frecuencia eran actos delictivos, y mis ideas,
esperado mucho tiempo para conseguir esto. Nos alegra tener aquí a nuestro tan buenas como el oro que sacaban en aquella mina iluminada en medio de la
nieto, pero no puedo decir que vaya a lamentar que tenga que dejarnos. noche.
Queremos empezar una nueva vida. —Me dirigió una abierta sonrisa, y después —Estábamos esperándote, papá —dijo Cheryl cuando crucé la carretera—. El
sonrió a Terrel, que la miraba maliciosamente desde el suelo—. Ha dicho que taxi ya ha llegado.
tenía una hija —dijo la negra—. ¿Cómo se llama? —Ya lo veo, cariño —dije, y la abracé con fuerza. El taxista, sentado al
—Irma Cheryl —dije—. Como mi madre. volante, fumaba con las luces interiores encendidas. Edna estaba apoyada en el
—Muy bonito. Y es una niña sana. Lo noto en su cara —dijo mirándome. Miró maletero, entre las dos luces de posición, y llevaba puesto su sombrero—. ¿Qué
a Terrel Junior de forma compasiva. le has dicho? —dije cuando estuve cerca de ella.
—Puedo considerarme afortunado —le dije. —Nada —dijo ella—. ¿Qué iba a decirle?
—Hasta ahora lo es. Pero los niños traen pesares del mismo modo que traen —¿Ha visto el coche?
alegrías. Nosotros fuimos infelices durante mucho tiempo, antes de que mi
marido consiguiera este empleo en la mina de oro. Ahora, cuando Terrel Edna echó una ojeada en dirección a los álamos donde habíamos escondido el
empiece a ir a esa escuela, volveremos a ser niños. —Se puso en pie—. No vaya Mercedes. En la negrura reinante no podía verse nada, pero oí a Duke
a perder el taxi, señor Middleton —dijo dirigiéndose hacia la puerta, aunque sin husmeando en el sotobosque; seguía alguna pista, y su pequeño collar
forzarme a marcharme. Era demasiado cortés para hacer algo semejante—. Si tintineaba en la oscuridad.
nosotros no podemos ver el coche, lo más probable es que el taxista tampoco
pueda verlo. —¿Adónde vamos? —dijo Edna—. Estoy tan hambrienta que podría
—Cierto. —Me levanté del sillón sobre el que había pasado un rato tan desmayarme.
cómodo—. Nosotros no hemos cenado aún, y su comida me recuerda lo —Edna está enfadadísima —dijo Cheryl—. Hasta me ha dado un cachete.
hambrientos que debemos de estar todos. —Todos estamos muy cansados, cariño —dije—. Así que trata de ser más
—En la ciudad hay buenos restaurantes, ya los encontrará —dijo la negra—. amable.
Siento que no haya conocido a mi esposo. Es un hombre maravilloso. Lo es todo —Ella no es nunca amable —dijo Cheryl.
para mí. —Corre a buscar a Duke —dije—. Y vuelve en seguida.
—Dígale que agradezco lo del teléfono —dije—. Me han salvado ustedes. —Parece que las preguntas que yo hago son las menos urgentes —dijo Edna.
Le pasé el brazo por los hombros.

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—Eso no es cierto. —¿Una buena señal? Imposible. No es nuestra. No tiene autoservicio para
—¿Has encontrado en las caravanas a alguien con quien te hubiese gustado llevarnos lo que nos apetezca. —Seguía riendo.
quedarte? Has tardado mucho. —Al menos la hemos visto —dije, señalándola—. Está ahí mismo. Puede
—¿Por qué dices eso, Edna? —dije—. Sólo pretendía hacer que todo pareciese significar que estamos acercándonos. Hay gente que ni siquiera ve una en toda
normal; no quiero que nos metan en la cárcel. su vida.
—Que te metan, querrás decir. —¿Y nosotros la hemos visto, Earl? Y un cuerno —dijo ella—. Y un cuerno.
Edna rió con una risita que no me gustó. Y dio media vuelta y subió al taxi.
-Exacto. Para que no me metan. Soy yo el que acabaría en chirona. —Me El taxista no preguntó nada sobre el coche, ni se interesó por dónde estaba;
quedé mirando hacia aquel enorme complejo de edificios blancos y luces blancas no parecía haber notado nada extraño. Ello me hizo pensar que habíamos
del que ascendían penachos de humo blanco hacia el despiadado cielo de logrado zafarnos del Mercedes, y que no podrían relacionarnos con él hasta
Wyoming, y todo aquel montaje de edificios parecía un castillo inverosímil que mucho más tarde, si es que llegaban a hacerlo. Mientras conducía, el taxista nos
emitiera un zumbido en un sueño deformado—. ¿Sabes lo que son esos edificios? habló largo y tendido de Rock Springs; dijo que la mina de oro había atraído a
—le dije a Edna, que no se había movido y que parecía no sentir el más mínimo mucha gente en los últimos seis meses, gente de todas partes, hasta de Nueva
deseo de moverse nunca más. York, y que la mayoría de ella vivía en las caravanas. La marea de prosperidad,
—No. Pero la verdad es que me da igual, porque no es un motel ni un dijo, había hecho que llegaran prostitutas de Nueva York —«chicas de vida
restaurante. alegre», dijo—, y por las calles de la ciudad pululaban todas las noches Cadillacs
—Es una mina de oro —dije, mirando hacia la mina, la cual, según sabía con matrícula de Nueva York llenos de negros con grandes sombreros, los chulos
ahora, estaba mucho más lejos de nosotros de lo que parecía; pero la veíamos de las chicas. Explicó que, en los últimos tiempos, todo el que subía a su taxi
gigantesca y próxima, recortada contra el cielo helado. Pensé que, en lugar de quería saber dónde estaban esas chicas, y que cuando recibió nuestra llamada
aquellas luces y espacios sin vallar, lo lógico habría sido que hubiera un muro y estuvo a punto de no venir a recogernos, porque algunas de las caravanas eran
guardias de seguridad. Daba la sensación de que cualquiera podía entrar y burdeles que la propia mina proporcionaba a ingenieros y técnicos de ordenador
llevarse lo que le viniera en gana, del mismo modo que yo me había acercado a los que el trabajo había alejado de sus casas. Dijo que estaba harto de ir y
hasta el remolque de la mujer negra y usado su teléfono. Pero se trataba, corlo venir del campamento para aquel indigno asunto. Dijo que 60 minutos hizo
es lógico, de una impresión desatinada. incluso un programa sobre Rock Springs que dio lugar a un gran escándalo en
Edna, en aquel momento, se echó a reír. No con la risa malévola que no me Cheyenne, pero que nada podía hacerse mientras durase el boom.
gustaba, sino con una risa en la que había algo de afectuoso, la risa abierta que —Es el fruto de la prosperidad —dijo el taxista—. Yo prefiero ser pobre, y ser
celebra una broma, la risa con la que reía cuando la vi por vez primera, en el como soy me parece una suerte.
East Gate Bar de Missoula, en 1979, una risa que reíamos los dos juntos cuando Dijo después que los precios de los moteles estaban por las nubes, pero
Cheryl aún vivía con su madre y yo tenía un empleo fijo en el canódromo y no tratándose de una familia iba a llevarnos a uno aceptable y de precio módico.
me dedicaba a robar coches y a pasar cheques sin fondos en las tiendas. Un Pero yo le dije que queríamos un hotel de primera en donde aceptaran anímales,
tiempo mejor en todos los sentidos. Y por alguna razón me hizo reír el simple y que el dinero no importaba porque habíamos tenido un día muy duro y
hecho de oír la risa de Edna, y reímos juntos, y nos quedamos allí en la queríamos terminarlo a lo grande. Yo sabía que la policía busca ante todo en
oscuridad, detrás del taxi, riéndonos de aquella mina de oro en pleno desierto, hoteles mínimos y anónimos y que es en ellos donde acaban encontrándote. A la
yo con el brazo sobre sus hombros y Cheryl correteando con Duke y el taxista gente con problemas que he conocido siempre la detenían en hoteles baratos y
fumando en el taxi y nuestro Mercedes Benz robado —que tan bien nos habría albergues turísticos de los que nadie ha oído hablar en su vida. Nunca, en
venido a todos en Florida— hundido hasta los ejes en la arena, en un rincón cambio, en un Holiday Inn o un TraveLodge.
donde ya jamás volvería a verlo. Le pedí que primero nos llevara hasta el centro para que Cheryl pudiera ver
la estación de ferrocarril, y mientras estábamos allí vi un Cadillac rosa con
—Siempre me he preguntado cómo sería una mina de oro —dijo Edna, aún matrícula de Nueva York y antena de televisión, conducido por un negro con un
riendo, secándose una lágrima de un ojo. gran sombrero, deslizándose despacio por una calle estrecha en la que
—Yo también —dije—. Siempre me picó la curiosidad. únicamente había bares y un restaurante chino. Una imagen singular, algo
—Menudo par de tontos estamos hechos, ¿eh, Earl? —dijo ella, incapaz de absolutamente inesperado.
dejar de reír totalmente—. Somos tal para cual. —Ahí tienen, el elemento criminal en estado puro —dijo el taxista con aire
—Podría ser una buena señal, esa mina ¿No crees? —dije. triste—. Siento que personas como ustedes tengan que ver algo así. Tenemos

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una ciudad bonita, pero hay quienes la quieren arruinar. Antes había formas de —Claro, por qué no —dijo ella—. Es tu plato favorito. —Y me sonrió desde la
eliminar a la gentuza y a los criminales, pero esos tiempos se fueron para cama.
siempre. Me senté en la otra cama y marqué el número del servicio de habitaciones.
—Usted lo ha dicho —dijo Edna. Pedí pollo, ensalada verde, patata asada y un panecillo, y una ración de tarta de
—No deje que eso le deprima —dije yo—. Hay más gente como usted que manzana caliente y té con hielo. Caí en la cuenta de que no había comido en
como ellos. Y la habrá siempre. Usted es la mejor publicidad de esta ciudad. Sé todo el día. Cuando colgué el teléfono vi que Edna estaba mirándome, no con
que Cheryl lo recordará a usted y no a ese tipo, ¿verdad, Cheryl? —Pero Cheryl odio o con amor, sino como si hubiera algo que no entendiera y fuera a pedirme
se había ya dormido para entonces, con Duke en los brazos. que se lo explicara.
—¿Desde cuando es tan ameno mirarme? —dije, y le sonreí. Intentaba
El taxista nos llevó al Ramada Inn de la autopista interestatal, no lejos de mostrarme amistoso. Sabía lo cansada que debía estar. Eran más de las nueve.
donde habíamos tenido que abandonar el coche. Al pasar bajo la marquesina del —Estaba pensando en lo odioso que se me hace estar en un motel sin coche
Ramada sentí cierta punzada de pesar: me habría gustado hacerlo en un propio. ¿No es gracioso? Me empecé a sentir así anoche, al pensar que el
Mercedes color arándano y no en un castigado y viejo Chrysler conducido por un Mercedes no era mío. Creo que ese coche color púrpura me pus o los pelos de
taxista quejumbroso. Aunque sabía que era preferible de aquel modo. punta, Earl.
Estábamos mejor sin aquel coche; es más, cualquier coche era mejor que aquel —Uno de esos coches que hay ahí fuera es tuyo —dije—. Míralos bien desde
Mercedes, pues fue en él donde la suerte nos dio la espalda. la ventana y elige.
Me registré con nombre supuesto y pagué la habitación en metálico para que —Ya lo sé —dijo Edna—. Pero no es lo mismo, ¿no crees? —Alargó el brazo y
no me hicieran preguntas. En el recuadro donde ponía «Empresa» escribí cogió su sombrero Bailey azul, se lo puso y se lo echó hacia atrás, a lo Dale
«Oftalmólogo», y añadí «doctor» delante de mi nombre. Me gustó cómo Evans. Estaba adorable—. Antes me gustaba ir a los moteles —dijo—. Son
quedaba, aunque no fuera mi nombre. lugares secretos, y libres. Yo nunca pagaba, claro. Pero me sentía a salvo de
Al llegar a la habitación, que como había pedido daba a la parte de atrás del todo y libre de hacer lo que quisiera, porque había tomado la decisión de estar
edificio, dejé a Cheryl en una de las camas y a Duke a su lado, para que allí y pagar ese precio, y lo demás era lo bueno. Joder y todo eso, ya me
durmieran juntos. Cheryl no había cenado, pero no importaba demasiado; por la entiendes.
mañana despertaría hambrienta, y podría comer cuanto le viniera en gana. A Me dirigió una sonrisa bondadosa.
ningún niño le sucede nada por quedarse sin comer de cuando en cuando. Yo —¿Y no son así las cosas ahora?
perdí muchas comidas en mi infancia, y no he salido tan mal parado. Estaba sentado en la cama, mirándola, sin saber qué era lo que iba a
—Vamos a comer pollo frito —le dije a Edna cuando salió del baño—. Los contestarme.
Ramada tienen un pollo frito estupendo, y he visto que aún tienen abierto el —Yo diría que no, Earl —dijo, y se quedó mirando a través de la ventana—.
restaurante. Podemos dejar aquí a Cheryl, durmiendo tranquilamente, hasta que Tengo treinta y dos años y voy a tener que dejar de ir a moteles. Ya no puedo
volvamos. seguir alimentando fantasías.
—Creo que ya no tengo apetito —dijo Edna. Estaba junto a la ventana, —¿No te gusta esto? —dije, y miré a mi alrededor. Me agradaban los cuadros
mirando hacia la noche. Más allá de su cuerpo alcancé a ver en el cielo un modernos y la cómoda y el televisor de pantalla grande. Me parecía un lugar
resplandor como de niebla amarillenta. Por espacio de un instante pensé que era francamente bueno, teniendo en cuenta los otros donde habíamos estado.
la mina de oro que iluminaba el cielo nocturno a lo lejos, pero no era más que la —No, no me gusta —dijo Edna con convicción—. Pero de nada sirve que me
autopista. enfade contigo por eso. La culpa no es tuya. Haces todo lo que puedes por todo
—Podemos pedir que nos lo suban —dije—. Lo que te apetezca. Hay una el mundo. Pero en todos los viajes aprendes algo. Y yo he aprendido que tengo
carta encima de la guía de teléfonos. Podrías tomar sólo una ensalada. que dejar de ir a moteles antes de que me ocurra alguna desgracia. Lo siento.
—Come tú —dijo ella—. Yo ya no tengo hambre. —Se sentó en la cama junto —¿A qué te refieres? —dije, porque en realidad no sabia lo que pretendía
a Cheryl y Duke y les miro con dulzura y puso la mano en la mejilla de Cheryl hacer, aunque debería haberlo adivinado.
como para comprobar si tenía fiebre—. Bonita —dijo Edna—. Todo el mundo te —Me parece que sacaré ese billete de que hablabas antes —dijo Edna, y se
quiere, pequeña. puso en pie y se quedó de cara a la ventana—. Puedo salir mañana. De todos
—¿Qué quieres hacer? —dije—. Yo quiero comer. A lo mejor pido que me modos, no tenemos coche.
suban algo de pollo.

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—Vaya, estupendo —dije, sentado en la cama. Me sentía como sí acabara de consigo a algún lugar, a un hogar nuevo o a un centro de recreo en las
sufrir una conmoción. Quería decirle algo, discutir con ella, pero no se me montañas. Me había quedado largo rato tendido en la cama después de que
ocurría nada apropiado. No quería enfurecerme, pero estaba furioso. Edna se durmiera, viendo a los Atlanta Braves en la televisión, tratando de no
—Tienes derecho a enfadarte conmigo, Earl —dijo ella—, pero en realidad no pensar en lo que sentiría al día siguiente cuando viese partir el autocar, en cómo
creo que puedas reprochármelo. me sentiría al volverme y ver allí a Cheryl y a Duke, sin nadie salvo yo para
Se volvió hacia mí y se sentó en el alféizar, con las manos en las rodillas. cuidar de ellos a partir de entonces; pensando en que lo primero que tendría que
Alguien llamó a la puerta, y yo grité que dejaran la bandeja en el suelo y me lo hacer sería conseguir un coche y cambiarle las placas de la matrícula, y luego
cargaran en la cuenta. desayunar y emprender viaje hacia Florida; y todo ello en un máximo de un par
—Me temo que sí te lo reprocho de horas, porque era obvio que el Mercedes estaría menos oculto de día que de
—dije, y estaba furioso. Pensé que habría podido desaparecer en aquel noche, y las noticias corren a velocidad vertiginosa. Siempre, desde que la tengo
campamento de caravanas y no lo había hecho; que había regresado para salvar conmigo, he cuidado a Cheryl personalmente. Jamás tuvo que hacerlo ninguna
aquel contratiempo y había tratado de tomar las riendas de la situación cuando de mis compañeras. A la mayoría de ellas ni siquiera parecía gustarles, aunque a
las cosas se ponían feas para todos. mí siempre me cuidaron y así yo pude cuidar de Cheryl. Y sabía que en cuanto
—Pues no lo hagas. Preferiría que no lo hicieras —dijo Edna, y me sonrió Edna se fuera todo sería más duro. Aunque mi mayor deseo era no pensar en
como si quisiera que la abrazase—. Todo el mundo tendría que poder elegir, ¿no ello de momento, tratar de que mi mente dejara de estar en vilo a fin de hacer
crees, Earl? Aquí estoy, en mitad de un desierto que no conozco en absoluto con acopio de fuerzas para enfrentarme a lo que me esperaba. Pensé que la
un coche robado, en una habitación de hotel bajo nombre supuesto, sin un diferencia entre una vida con éxito y una vida fracasada, entre yo en aquel
céntimo, con una criatura que no es mía, con la policía sobre mis pasos. Y tengo instante y los propietarios de aquellos coches perfectamente aparcados en el
la posibilidad de librarme de todo eso con sólo tomar un autobús. ¿Qué harías en aparcamiento, y quizá entre yo y aquella mujer de la caravana del campamento
mi lugar? Sé exactamente lo que harías. junto a la mina de oro, estaba en el grado de aptitud para alejar de la mente
—Crees que lo sabes —dije. Pero no quise empezar una discusión sobre el cosas como éstas, para lograr que no te abrumaran, y tal vez también en el
asunto y decirle lo que yo podía haber hecho y no había hecho. Porque no habría número de problemas con que tenías que enfrentarte a lo largo de tu vida. Por
servido para nada. Cuando se llega al terreno de las discusiones, ha quedado ya azar o por voluntad, ellos se habían enfrentado a un menor número de
atrás la posibilidad de lograr que alguien cambie de opinión, aunque suela problemas, y por su propio carácter los habían olvidado antes. Y era eso lo que
pensarse que es justo lo contrario, y tal vez lo sea para cierto tipo de gente, yo quería. Menos problemas, menos recuerdos de problemas.
pero nunca con la gente que yo trato.
Edna me sonrió, cruzó el cuarto y me rodeó con sus brazos sin que yo me Me acerqué a un coche, un Pontiac con matrícula de Ohio, uno de los que
hubiera levantado de la cama. Cheryl se dio la vuelta hacia un costado, nos miró llevaban bultos y maletas atados en la baca y otra tanta carga en el maletero, a
y sonrió; luego cerró los ojos y la habitación quedó en silencio. Y yo empezaba a juzgar por las traseras hundidas. Miré al interior por la ventanilla de volante.
pensar en Rock Springs del modo en que —sabía— habría de pensar ya siempre: Había mapas y libros de bolsillo y gafas de sol y soportes de plástico para las
una ciudad envilecida, plagada de delincuencia y de prostitución y de latas de bebida en las ventanillas. En el asiento trasero vi juguetes y cojines y
desencantos, el lugar en donde una mujer me había dejado, y no el lugar en un cesto con un gato que me miraba fijamente como si yo fuera la luna. Todo
donde logré encarrilar mi vida de una vez por todas, el lugar en donde vi una aquello me resultaba familiar; eran exactamente las cosas que habría habido en
mina de oro. mi coche si hubiera tenido coche. Nada me pareció asombroso, nada difería de
—Cómete el pollo que has pedido, Earl —dijo Edna—. Luego nos meteremos mi idea. Pero en aquel preciso instante me asaltó una sensación extraña y me
en la cama. Estoy cansada, pero quiero hacer el amor contigo. No se trata de volví y alcé los ojos hacia las ventanas de la fachada trasera del motel. Todas
que no te quiera, y lo sabes. estaban oscuras salvo dos: la mía y otra. Y me pregunté —porque la situación se
Avanzada ya la noche, mucho después de que se durmiera, me levanté y salí me antojó extraña— qué pensaría cualquier mortal de un hombre a quien viera
al aparcamiento. Podía ser una hora cualquiera, porque la luz de la autopista en mitad de la noche mirando el interior de los coches aparcados en un Ramada
seguía helando el cielo bajo y el gran rótulo rojo del Ramada aún zumbaba Inn. ¿Pensaría que pretendía sólo aclarar un poco sus ideas? ¿Pensaría que
inmóvil en la noche y no había ni la menor luminosidad en el este que indicase trataba de prepararse para un día en el cual se abatiría sobre él un gran
una posible proximidad del alba. El aparcamiento estaba atestado de coches problema? ¿Pensaría que le estaba a punto de dejar su amiga? ¿Pensaría que
aparcados en batería; había unos cuantos con maletas atadas a las bacas y los tenía una hija? ¿Pensaría que era un hombre como cualquier otro mortal, como
maleteros vencidos por el peso de las pertenencias que sus dueños llevaban él mismo?

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—Mamá, querida, no me grites. Te oigo perfectamente —dijo la chica—.
Anoche te llamé dos veces. Una vez justo después...
UN DÍA PERFECTO PARA EL PEZ PLÁTANO - J. D. —Le dije a tu padre que seguramente llamarías anoche. Pero no, él tenía
que... ¿estás bien, Muriel? Dime la verdad.
SALINGER
—Estoy perfectamente. Por favor, no me preguntes siempre lo mismo.
—¿Cuándo llegasteis?
—No sé... el miércoles, de madrugada.
—¿Quién condujo?
En el hotel había noventa y siete agentes de publicidad neoyorquinos.
—Él—dijo la chica—. Y no te asustes. Condujo bien. Yo misma estaba
Como monopolizaban las líneas telefónicas de larga distancia, la chica del 507
asombrada.
tuvo que esperar su llamada desde el mediodía hasta las dos y media de la
—¿Condujo él? Muriel, me diste tu palabra de que...
tarde. Pero no perdió el tiempo. En una revista femenina leyó un artículo titulado
—Mamá—interrumpió la chica—, acabo de decírtelo. Condujo
«El sexo es divertido o infernal». Lavó su peine y su cepillo. Quitó una mancha
perfectamente. No pasamos de ochenta en todo el trayecto, ésa es la verdad.
de la falda de su traje beige. Corrió un poco el botón de la blusa de Saks. Se
—¿No trató de hacer el tonto otra vez con los árboles?
arrancó los dos pelos que acababan de salirle en el lunar. Cuando, por fin, la
—Vuelvo a repetirte que condujo muy bien, mamá. Vamos, por favor. Le
operadora la llamó, estaba sentada en el alféizar de la ventana y casi había
pedí que se mantuviera cerca de la línea blanca del centro, y todo lo demás, y
terminado de pintarse las uñas de la mano izquierda.
entendió perfectamente, y lo hizo. Hasta se esforzaba por no mirar los árboles...
No era una chica a la que una llamada telefónica le produjera gran
se notaba. Por cierto, ¿papá ha
efecto. Se comportaba como si el teléfono hubiera estado sonando
hecho arreglar el coche?
constantemente desde que alcanzó la pubertad.
—Todavía no. Es que piden cuatrocientos dólares, sólo para...
Mientras sonaba el teléfono, con el pincelito del esmalte se repasó una
—Mamá, Seymour le dijo a papá que pagaría él. Así que no hay motivo
uña del dedo meñique, acentuando el borde de la lúnula. Tapó el frasco y,
para...
poniéndose de pie, abanicó en el aire su mano pintada, la izquierda. Con la
—Bueno, ya veremos. ¿Cómo se portó? Digo, en el coche y demás...
mano seca, tomó del alféizar un cenicero repleto y lo llevó hasta la mesita de
—Muy bien—dijo la chica.
noche, donde estaba el teléfono. Se sentó en una de las dos camas gemelas ya
—¿Sigue llamándote con ese horroroso...?
hecha y—ya era la cuarta o quinta llamada—levantó el auricular del teléfono.
—No. Ahora tiene uno nuevo
—Diga—dijo, manteniendo extendidos los dedos de la mano izquierda
—¿Cuál?
lejos de la bata de seda blanca, que era lo único que llevaba puesto, junto con
—Mamá... ¿qué importancia tiene?
las chinelas: los anillos estaban en el cuarto de baño.
—Muriel, insisto en saberlo. Tu padre...
—Su llamada a Nueva York, señora Glass—dijo la operadora.
—Está bien, está bien. Me llama Miss Buscona Espiritual 1948—dijo la
—Gracias—contestó la chica, e hizo sitio en la mesita de noche para el
chica, con una risita.
cenicero.
—No tiene nada de gracioso, Muriel. Nada de gracioso. Es horrible.
A través del auricular llegó una voz de mujer:
Realmente, es triste. Cuando pienso cómo...
—¿Muriel? ¿Eres tú?
—Mamá—interrumpió la chica—, escúchame. ¿Te acuerdas de aquel libro
La chica alejó un poco el auricular del oído.
que me mandó de Alemania? Unos poemas en alemán. ¿Qué hice con él? Me he
—Sí, mamá. ¿Cómo estás?—dijo.
estado rompiendo la cabeza...
—He estado preocupadísima por ti. ¿Por qué no has llamado? ¿Estás
—Lo tienes tú.
bien?
—¿Estás segura?—dijo la chica.
—Traté de telefonear anoche y anteanoche. Los teléfonos aquí han...
—Por supuesto. Es decir, lo tengo yo. Está en el cuarto de Freddy. Lo
—¿Estás bien, Muriel?
dejaste aquí y no había sitio en la... ¿Por qué? ¿Te lo ha pedido él?
La chica separó un poco más el auricular de su oreja.
—No. Simplemente me preguntó por él, cuando veníamos en el coche.
—Estoy perfectamente. Hace mucho calor. Este es el día más caluroso
Me preguntó si lo había leído.
que ha habido en Florida desde...
—¡Pero está en alemán!
—¿Por qué no has llamado antes? He estado tan preocupada...

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—Sí, mamita. Ese detalle no tiene importancia—dijo la chica, cruzando —Dime, ¿has hablado con ese psiquiatra?
las piernas—. Dijo que casualmente los poemas habían sido escritos por el único —Bueno... sí... más o menos...—dijo la chica.
gran poeta de este siglo. Me dijo que debería haber comprado una traducción o —¿Qué dijo? ¿Dónde estaba Seymour cuando le hablaste?
algo así. O aprendido el idioma... nada menos.. . —En la Sala Océano, tocando el piano. Ha tocado el piano las dos noches
—Espantoso. Espantoso. Es realmente triste... Ya decía tu padre que hemos pasado aquí.
anoche... —Bueno, ¿qué dijo?
—Un segundo, mamá—dijo la chica. Se acercó hasta el alféizar en busca —¡Oh, no mucho! ¡Él fue el primero en hablar. Yo estaba sentada
de cigarrillos, encendió uno y volvió a sentarse en la cama—. ¿Mamá?—dijo, anoche a su lado, jugando albingo, y me preguntó si el que tocaba el piano en la
echando una bocanada de humo. otra sala era mi marido. Le dije que sí, y me preguntó si Seymour había estado
—Muriel, mira, escúchame. enfermo o algo por el estilo. Entonces yo le dije...
—Te estoy escuchando. —¿Por que te hizo esa pregunta?
—Tu padre habló con el doctor Sivetski. —No sé, mamá. Tal vez porque lo vio tan pálido, y yo qué sé—dijo la
—¿Sí?—dijo la chica. chica—. La cuestión es que, después de jugar al bingo, él y su mujer me
—Le contó todo. Por lo menos, eso me dijo, ya sabes cómo es tu padre. invitaron a tomar una copa. Y yo acepté. La mujer es espantosa. ¿Te acuerdas
Los árboles. Ese asunto de la ventana. Las cosas horribles que le dijo a la abuela de aquel vestido de noche tan horrible que vimos en el escaparate de Bonwit?
acerca de sus proyectos sobre la muerte. Lo que hizo con esas fotos tan bonitas Aquel vestido que tú dijiste que para llevarlo había que tener un pequeño,
de las Bermudas... ¡Todo! pequeñísimo...
—¿Y...?—dijo la chica. —¿El verde?
—En primer lugar, dijo que era un verdadero crimen que el ejército lo —Lo llevaba puesto. ¡Con unas cadenas...! Se pasó el rato
hubiera dado de alta del hospital. Palabra. En definitiva, dijo a tu padre que hay preguntándome si Seymour era pariente de esa Suzanne Glass que tiene una
una posibilidad, una posibilidad muy grande, dijo, de que Seymour pierda por tienda en la avenida Madison... la mercería...
completo la razón. Te lo juro. —Pero ¿qué dijo él? El médico.
—Aquí, en el hotel, hay un psiquiatra —dijo la chica. —Ah, sí... Bueno... en realidad, no dijo mucho. Sabes, estábamos en el
—¿Quién? ¿Cómo se llama? bar. Había mucho barullo.
—No sé. Rieser o algo así. Dicen que es un psiquiatra muy bueno. —Sí, pero... ¿le... le dijiste lo que trató de hacer con el sillón de la
—Nunca lo he oído nombrar. abuela?
—De todos modos, dicen que es muy bueno. —No, mamá. No entré en detalles—dijo la chica—. Seguramente podré
—Muriel, por favor, no seas inconsciente. Estamos muy preocupados por hablar con él de nuevo. Se pasa todo el día en el bar.
ti. Lo cierto es que... anoche tu padre estuvo a punto de enviarte un telegrama —¿No dijo si había alguna posibilidad de que pudiera ponerse... ya
para que volvieras inmediatamente a casa... sabes, raro, o algo así...? ¿De que pudiera hacerte algo...?
—Por ahora no pienso volver, mamá. Así que tómalo con calma —En realidad, no—dijo la chica—. Necesita conocer más detalles, mamá.
—Muriel, te doy mi palabra. El doctor Sivetski ha dicho que Seymour Tienen que saber todo sobre la infancia de uno... todas esas cosas. Ya te digo,
podía perder por completo la... había tanto ruido que apenas podíamos hablar.
—Mamá, acabo de llegar. Hace años que no me tomo vacaciones, y no —En fin. ¿Y tu abrigo azul?
pienso meter todo en la maleta y volver a casa porque sí—dijo la chica—. Por —Bien. Le subí un poco las hombreras.
otra parte, ahora no podría viajar. Estoy tan quemada por el sol que ni me —¿Cómo es la ropa este año?
puedo mover. —Terrible. Pero preciosa. Con lentejuelas por todos lados.
—¿Te has quemado mucho? ¿No has usado ese bronceador que te puse —¿Y tu habitación?
en la maleta? Está... —Está bien. Pero nada más que eso. No pudimos conseguir la habitación
—Lo usé. Pero me quemé lo mismo. que nos daban antes de la guerra—dijo la chica—. Este año la gente es
—¡Qué horror! ¿Dónde te has quemado? espantosa. Tendrías que ver a los que se sientan al lado nuestro en el comedor.
—Me he quemado toda, mamá, toda. Parece que hubieran venido en un
—¡Qué horror! camión.
—No me voy a morir. —Bueno, en todas partes es igual. ¿Y tu vestido de baile?

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—Demasiado largo. Te dije que era demasiado largo. La señora Carpenter untaba la espalda de Sybil con bronceador,
—Muriel, te lo voy a preguntar una vez más... ¿En serio, va todo bien? repartiéndolo sobre sus omóplatos, delicados como alas. Sybil estaba
—Sí, mamá—dijo la chica—. Por enésima vez. precariamente sentada sobre una enorme y tensa pelota de playa, mirando el
—¿Y no quieres volver a casa? océano. Llevaba un traje de baño de color amarillo canario, de dos piezas, una
—No, mamá. de las cuales en realidad no necesitaría hasta dentro de nueve o diez años.
—Tu padre dijo anoche que estaría encantado de pagarte el viaje si —No era más que un simple pañuelo de seda... una podía darse cuenta
quisieras irte sola a algún lado y pensarlo bien. Podrías hacer un hermoso cuando se acercaba a mirarlo—dijo la mujer sentada en la hamaca contigua a la
crucero. Los dos pensamos... de la señora Carpenter—. Ojalá supiera cómo lo anudó. Era una preciosidad.
—No, gracias—dijo la chica, y descruzó las piernas—. —Por lo que dice, debía de ser precioso—asintió la señora Carpenter.
—Mamá, esta llamada va a costar una for... —Estáte quieta, Sybil, cariño...
—Cuando pienso cómo estuviste esperando a ese muchacho durante —¿Viste más vidrio?—dijo Sybil.
toda la guerra... quiero decir, cuando unapiensa en esas esposas alocadas que... La señora Carpenter suspiró.
—Mamá—dijo la chica—. Colguemos. Seymour puede llegar en cualquier —Muy bien—dijo. Tapó el frasco de bronceador—. Ahora vete a jugar,
momento. cariño. Mamaíta va a ir al hotel a tomar un martini con la señora Hubbel. Te
—¿Dónde está? traeré la aceituna.
—En la playa. Cuando estuvo libre, Sybil echó a correr inmediatamente por el borde
—¿En la playa? ¿Solo? ¿Se porta bien en la playa? firme de la playa hacia el Pabellón de los Pescadores. Se detuvo únicamente
—Mamá—dijo la chica—. Hablas de él como si fuera un loco furioso. para hundir un pie en un castillo de arena inundado y derruido, y en seguida
—No he dicho nada de eso, Muriel. dejó atrás la zona reservada a los clientes del hotel.
—Bueno, ésa es la impresión que das. Mira, todo lo que hace es estar Caminó cerca de medio kilómetro y de pronto echó a correr
tendido en la arena. Ni siquiera se quita el albornoz. oblicuamente, alejándose del agua hacia la arena blanda. Se detuvo al llegar
—¿Que no se quita el albornoz? ¿Por qué no? junto a un hombre joven que estaba echado de espaldas.
—No lo sé. Tal vez porque tiene la piel tan blanca. —¿Vas a ir al agua, ver más vidrio?—dijo.
—Dios mío, necesita tomar sol. ¿Por qué no lo obligas? El joven se sobresaltó, llevándose instintivamente la mano derecha a las
—Lo conoces muy bien—dijo la chica, y volvió a cruzar las piernas—. solapas del albornoz. Se volvió boca abajo, dejando caer una toalla enrollada
Dice que no quiere tener un montón de imbéciles alrededor mirándole el tatuaje. como una salchicha que tenía sobre los ojos, y miró de reojo a Sybil.
—¡Si no tiene ningún tatuaje! ¿O acaso se hizo tatuar cuando estaba en —¡Ah!, hola, Sybil.
la guerra? —¿Vas a ir al agua?
—No, mamá. No, querida—dijo la chica, y se puso de pie—. Escúchame, —Te esperaba—dijo el joven—. ¿Qué hay de nuevo?
a lo mejor te llamo otra vez mañana. —¿Qué?—dijo Sybil.
—Muriel, hazme caso. —¿Qué hay de nuevo? ¿Qué programa tenemos?
—Sí, mamá—dijo la chica, cargando su peso sobre la pierna derecha. —Mi papá llega mañana en un avión—dijo Sybil, tirándole arena con el
—Llámame en cuanto haga, o diga, algo raro..., ya me entiendes. ¿Me pie.
oyes? —No me tires arena a la cara, niña—dijo el joven, cogiendo con una
—Mamá, no le tengo miedo a Seymour. mano el tobillo de Sybil—. Bueno, ya era hora de que tu papi llegara. Lo he
—Muriel, quiero que me lo prometas. estado esperando horas. Horas.
—Bueno, te lo prometo. Adiós, mamá—dijo la chica—. Besos a papá—y —¿Dónde está la señora?—dijo Sybil.
colgó. —¿La señora?—el joven hizo un movimiento, sacudiéndose la arena del
pelo ralo—. Es difícil saberlo, Sybil. Puede estar en miles de lugares. En la
—Ver más vidrio—dijo Sybil Carpenter, que estaba alojada en el hotel peluquería. Tiñiéndose el pelo de color visón. O en su habitación, haciendo
con su madre—. ¿Has visto más vidrio? muñecos para los niños pobres.
—Cariño, por favor, no sigas repitiendo eso. Vas a volver loca a Se puso boca abajo, cerró los dos puños, apoyó uno encima del otro y
mamaíta. Estáte quieta, por favor. acomodó el mentón sobre el de arriba.

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—Pregúntame algo más, Sybil—dijo—. Llevas un bañador muy bonito. Si puso encima el albornoz plegado. Se agachó, recogió el flotador y se lo puso
hay algo que me gusta, es un bañador azul. bajo el brazo derecho. Luego, con la mano izquierda, tomó la de Sybil.
Sybil lo miró asombrada y después contempló su prominente barriga. Los dos echaron a andar hacia el mar.
—Es amarillo—dijo—. Es amarillo. —Me imagino que ya habrás visto unos cuantos peces plátano—dijo el
—¿En serio? Acércate un poco más. joven.
Sybil dio un paso adelante. Sybil negó con la cabeza.
—Tienes toda la razón del mundo. Qué tonto soy. —¿En serio que no? Pero, ¿dónde vives, entonces?
—¿Vas a ir al agua?—dijo Sybil. —No sé—dijo Sybil.
—Lo estoy considerando seriamente, Sybil. Lo estoy pensando muy en —Claro que lo sabes. Tienes que saberlo. Sharon Lipschutz sabe dónde
serio. vive, y sólo tiene tres años y medio.
Sybil hundió los dedos en el flotador de goma que el joven usaba a Sybil se detuvo y de un tirón soltó su mano de la de él. Recogió una
veces como almohadón. concha y la observó con estudiado interés. Luego la tiró.
—Necesita aire—dijo. —Whirly Wood, Connecticut—dijo, y echó nuevamente a andar, sacando
—Es verdad. Necesita más aire del que estoy dispuesto a admitir—retiró la barriga.
los puños y dejó que el mentón descansara en la arena—. Sybil—dijo—, estás —Whirly Wood, Connecticut—dijo el joven—. ¿Eso, por casualidad, no
muy guapa. Da gusto verte. Cuéntame algo de ti—estiró los brazos hacia delante está cerca de Whirly Wood, Connecticut?
y tomó en sus manos los dos tobillos de Sybil—. Yo soy capricornio. ¿Cuál es tu Sybil lo miró:
signo? —Ahí es donde vivo—dijo con impaciencia—. Vivo en Whirly Wood,
—Sharon Lipschutz dijo que la dejaste sentarse a tu lado en el taburete Connecticut.
del piano—dijo Sybil. Se adelantó unos pasos, se cogió el pie izquierdo con la mano izquierda
—¿Sharon Lipschutz dijo eso? y dio dos o tres saltos.
Sybil asintió enérgicamente. Le soltó los tobillos, encogió los brazos y —No puedes imaginarte cómo lo aclara todo eso —dijo él.
apoyó la mejilla en el antebrazo derecho. Sybil soltó el pie:
—Bueno —dijo—. Tú sabes cómo son estas cosas, Sybil. Yo estaba —¿Has leído El negrito Sambo?—dijo.
sentado ahí, tocando. Y tú te habías perdido de vista totalmente y vino Sharon —Es gracioso que me preguntes eso—dijo él—. Da la casualidad que
Lipschutz y se sentó a mi lado. No podía echarla de un empujón, ¿no es cierto? acabé de leerlo anoche.—Se inclinó y volvió a tomar la mano de Sybil—. ¿Qué te
—Sí que podías. pareció?
—Ah, no. No era posible. Pero ¿sabes lo que hice? —¿Te acuerdas de los tigres que corrían todos alrededor de ese árbol?
—¿Qué? —Creí que nunca iban a parar. Jamás vi tantos tigres.
—Me imaginé que eras tú. —No eran más que seis—dijo Sybil.
Sybil se agachó y empezó a cavar en la arena. —¡Nada más que seis! —dijo el joven—. ¿Y dices «nada más»?
—Vayamos al agua—dijo. —¿Te gusta la cera?—preguntó Sybil.
—Bueno—replicó el joven—. Creo que puedo hacerlo. —¿Si me gusta qué?
—La próxima vez, échala de un empujón —dijo Sybil. —La cera.
—¿Que eche a quién? —Mucho. ¿A ti no?
—A Sharon Lipschutz. Sybil asintió con la cabeza:
—Ah, Sharon Lipschutz —dijo él—. ¡Siempre ese nombre! Mezcla de —¿Te gustan las aceitunas?—preguntó.
recuerdos y deseos.—De repente se puso de pie y miró el mar—. Sybil—dijo—, —¿Las aceitunas?... Sí. Las aceitunas y la cera. Nunca voy a ningún lado
ya sé lo que podemos hacer. Intentaremos pescar un pez plátano. sin ellas.
—¿Un qué? —¿Te gusta Sharon Lipschutz?—preguntó Sybil.
—Un pez plátano—dijo, y desanudó el cinturón de su albornoz. —Sí. Sí me gusta. Lo que más me gusta de ella es que nunca hace cosas
Se lo quitó. Tenía los hombros blancos y estrechos. El traje de baño era feas a los perritos en la sala del hotel. Por ejemplo, a ese bulldog enano de la
azul eléctrico. Plegó el albornoz, primero a lo largo y después en tres dobleces. señora canadiense. Te resultará difícil creerlo, pero hay algunas niñas que se
Desenrolló la toalla que se había puesto sobre los ojos, la tendió sobre la arena y

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divierten mucho pinchándolo con los palitos de los globos. Pero Sharon, jamás. —¿Un qué, amor mío?
Nunca es mala ni grosera. Por eso la quiero tanto. —Un pez plátano.
Sybil no dijo nada. —¡No, por Dios!—dijo el joven—. ¿Tenía algún plátano en la boca?
—Me gusta masticar velas—dijo ella por último. —Sí—dijo Sybil—. Seis.
—Ah, ¿y a quién no?—dijo el joven mojándose los pies—. ¡Diablos, qué De pronto, el joven tomó uno de los mojados pies de Sybil que colgaban
fría está!—Dejó caer el flotador en el agua—. No, espera un segundo, Sybil. por el borde del flotador y le besó la planta.
Espera a que estemos un poquito más adentro. —¡Eh!—dijo la propietaria del pie, volviéndose.
Avanzaron hasta que el agua llegó a la cintura de Sybil. Entonces el —¿Cómo, eh? Ahora volvamos. ¿Ya te has divertido bastante?
joven la levantó y la puso boca abajo en el flotador. —¡No!
—¿Nunca usas gorro de baño ni nada de eso?—preguntó él. —Lo siento—dijo, y empujó el flotador hacia la playa hasta que Sybil
—No me sueltes—dijo Sybil—. Sujétame, ¿quieres? descendió. El resto del carnino lo llevó bajo el brazo.
—Señorita Carpenter, por favor. Yo sé lo que estoy haciendo—dijo el —Adiós —dijo Sybil, y salió corriendo hacia el hotel.
joven—. Ocúpate sólo de ver si aparece un pez plátano. Hoy es un día perfecto El joven se puso el albornoz, cruzó bien las solapas y metió la toalla en
para los peces plátano. el bolsillo. Recogió el flotador mojado y resbaladizo y se lo acomodó bajo el
—No veo ninguno—dijo Sybil. brazo. Caminó solo, trabajosamente, por la arena caliente, blanda, hasta el
—Es muy posible. Sus costumbres son muy curiosas. Muy curiosas. hotel.
Siguió empuiando el flotador. El agua le llegaba al pecho. En el primer nivel de la planta baja del hotel—que los bañistas debían
—Llevan una vida triste—dijo—. ¿Sabes lo que hacen, Sybil? usar según instrucciones de la gerencia— entró con él en el ascensor una mujer
Ella negó con la cabeza. con la nariz cubierta de pomada.
—Bueno, te lo explicaré. Entran en un pozo que está lleno de plátanos. —Veo que me está mirando los pies—dijo él, cuando el ascensor se puso
Cuando entran, parecen peces como todos los demás. Pero, una vez dentro, se en marcha.
portan como cerdos, ¿sabes? He oído hablar de peces plátano que han entrado —¿Cómo dice?—dijo la mujer.
nadando en pozos de plátanos y llegaron a comer setenta y ocho plátanos— —Dije que veo que me está mirando los pies.
empujó al flotador y a su pasajera treinta centímetros más hacia el horizonte—. —Perdone, pero casualmente estaba mirando el suelo —dijo la muier, y
Claro, después de eso engordan tanto que ya no pueden salir. No pasan por la se volvió hacia las puertas del ascensor.
puerta. —Si quiere mirarme los pies, dígalo—dijo el joven—. Pero, maldita sea,
—No vayamos tan lejos—dijo Sybil—. ¿Y qué pasa despues con ellos? no trate de hacerlo con tanto disimulo.
—¿Qué pasa con quiénes? —Déjeme salir, por favor—dijo rápidamente la mujer a la ascensorista.
—Con los peces plátano. Cuando se abrieron las puertas, la mujer salió sin mirar hacia atrás.
—Bueno, ¿te refieres a después de comer tantos plátanos que no —Tengo los pies completamente normales y no veo por qué demonios
pueden salir del pozo? tienen que mirármelos—dijo el joven—. Quinto piso, por favor.
—Sí—dijo Sybil. Sacó la llave de la habitación del bolsillo de su albornoz.
—Mira, lamento decírtelo, Sybil. Se mueren. Bajó en el quinto piso, caminó por el pasillo y abrió la puerta del 507. La
—¿Por qué?—preguntó Sybil. habitación olía a maletas nuevas de piel de ternera y a quitaesmalte de uñas.
—Contraen fiebre platanífera. Una enfermedad terrible. Echó una ojeada a la chica que dormía en una de las camas gemelas.
—Ahí viene una ola—dijo Sybil nerviosa. Después fue hasta una de las maletas, la abrió y extrajo una automática de
—No le haremos caso. La mataremos con la indiferencia—dijo el joven—, debajo de un montón de calzoncillos y camisetas, una Ortgies calibre 7,65. Sacó
como dos engreídos. el cargador, lo examinó y volvió a colocarlo. Quitó el seguro. Después se sentó
Tomó los tobillos de Sybil con ambas manos y empujó hacia delante. El en la cama desocupada, miró a la chica, apuntó con la pistola y se disparó un
flotador levantó la proa por encima de la ola. El agua empapó los cabellos rubios tiro en la sien derecha.
de Sybil, pero sus gritos eran de puro placer.
Cuando el flotador estuvo nuevamente inmóvil, se apartó de los ojos un EL KARMA DE CIERTAS CHICAS - JUAN FORN
mechón de pelo pegado, húmedo, y comentó:
—Acabo de ver uno.

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furtivas, torpes, intensas. Todas las escenas venían con ruido de fondo:
Estaban discutiendo a gritos cuando se apagó la luz. Ellos creían que estaban carcajadas, música, vasos y botellas tintineando, voces que tapaban otras voces.
discutiendo a gritos, o eso es lo que hubieran creído de tener que medir el grado Iba a pasar a las amigas de ella pero se quedó sin fuerzas. Volvió a odiarla
de violencia de la discusión. En realidad, no gritaban para nada, ni los oía ningún por haberle quitado la ferocidad, por haber acelerado el paso del tiempo. Pensó
vecino, aunque esa preocupación no se les cruzara por la cabeza. Antes quizá sí, en cómo creía él que iba a ser a los veintiséis cuando tenía veinte años. No; ése
cuando empezó todo, como siempre, pero habían llegado a ese momento en que no era el problema. La casa. Eso sí. Se alivió de que hubiera espacio suficiente
se dicen cosas que uno ni siquiera sabía que tenía adentro, cosas que solamente para que pudieran en ese momento no verse o ignorarse, y se volvió a amargar
parecen ciertas en lo peor de una discusión y después no alcanza la vida para cuando pensó que uno de los dos iba a quedarse con la casa, que uno de los dos
arrepentirse de haber dicho, porque quedan grabadas para siempre en el rincón tendría que irse (él, le daba odio que fuese él), o que tendrían que venderla. En
más vulnerable del otro. Era de día, eran las siete de la tarde y por eso no se la oscuridad total sintió que conocía esa casa de memoria, que podía ir y venir a
dieron cuenta cuando se cortó la luz. Ella ya dejaba que el pelo le tapase la cara, oscuras sin chocarse con los muebles, acertando a tientas el lugar justo del
fumaba como un vampiro y decía con voz increíblemente áspera cosas como: picaporte, de la manija del cajón, de la perilla de la luz. Qué importaba que ella
"Por supuesto que estoy harta, y por supuesto que tengo razón. Vos no entendés hubiese elegido los muebles y el color de las paredes. Él trataba a la casa como
nada. Vivís en tu burbuja, y todo lo que no te interesa lo ignorás olímpicamente. a un ser vivo, él caminaba de noche por los cuartos y conocía los más mínimos
Si ves un ciego por la calle te fijás en el bastón, o en los anteojos, o en el perro, murmullos y crujidos de cada ambiente. Él hablaba con la casa cuando tenía
pero ni se te ocurre pensar que el pobre no ve. Si alguien cuenta que está insomnio.
angustiado, lo que te asombra es que no haya ido al cine a ver la última película Entonces pensó en todas las cosas que no había podido hacer desde que
que te gustó a vos. ¿Y querés saber lo que más me revienta? Que siempre trates estaba con ella. No hubo enumeración; las pensó en abstracto, como un todo
de pasarla lo mejor posible. Incluso cuando se supone que estás sufriendo. Eso que le faltaba entero y absolutamente, como una sola cosa indefinible. Ella
es lo que más me revienta de vos." Él no podía parar de ir y venir por el living, seguramente no se daba cuenta de eso, tampoco. Ella ni siquiera se atrevía a
de morderse el labio de abajo y el de arriba y repetir: "¿Qué yo qué? ¿Ah, sí? No pensar cosas y no hacerlas. Ella tenía más miedo, aunque el domesticado fuese
me digas". él. Se sintió más generoso, más vulnerable, más herido y heroico que ella En
Después la discusión terminó. O los agotó. Ella movió un par de veces la realidad, se empezaba a sentir como un estúpido.
cabeza mientras daba la última pitada, apagó el cigarrillo y se fue por el No. Estúpido no; solo. Solo como una pizza bajo la lluvia. Eso era robado:
corredor. El no fue a ningún lado. Se sentó, por fin, y estuvo mirando por la Lou Reed, o Zappa, o algún otro. A oscuras uno está más solo, pensó, y eso sí
ventana hasta que le dolió el cuello de tenerlo tanto tiempo torcido. Cuando que era de él. Siguió pensando: a oscuras de verdad, cuando hay apagón,
volvió a mirar el living se dio cuenta de que ya era de noche. No sólo de eso, cuando no existe la posibilidad de zafar, de prender una luz o la televisión, de
aunque fue lo que descubrió primero. También supo, de pronto, que ya no la poner un cassette, de hojear una revista, de abrir la heladera, ni nada. A
quería. Y peor: que ella lo dominaba. Así pensó: antes yo era salvaje, tenía oscuras, en una casa a oscuras, en un barrio a oscuras. Como ahora. Afuera no
polenta, no pensaba estas cosas; ella me volvió blando, ahora cuando estoy se oía ni siquiera el caos del tránsito sin semáforos. Nada. Se asomó por la
enfurecido pienso cómo tendría que mostrar que estoy enfurecido, ella es una ventana. Cerró los ojos, volvió a abrirlos. Era igual. Entonces empezó a oír algo:
mierda , ella tiene la culpa y es mucho más idiota de lo que cree si no piensa un rumor. El rumor del pensamiento de todos los que estaban pensando lo
que yo estoy mucho más harto que ella. mismo que él. Como si, en la oscuridad, los edificios se convirtieran en una
Pensó en otras chicas. Primero empezó a retroceder en el tiempo hasta colmena cerebral hiperactiva. De cada ventana abierta salía el mismo rumor,
verse menos poca cosa, hasta verse con otras chicas casi como un héroe, con que espesaba más la noche húmeda y silenciosa. Eso era la soledad, eso era lo
otras con las cuales no había durado ni un suspiro y por eso parecía tan que estaban pensando todos los que estaban pensando lo mismo que él en ese
invulnerablemente joven. Pensó en cada una de sus novias: las que no llegó a momento. Que sus novias o mujeres no entendían un carajo de nada, que las
besar, las que besó pero no llegó a enamorar del todo, las que le permitieron chicas ajenas o solas quizá sí entendieran y quizá estarían encantadas de tener a
todo pero no le gustaban tanto. Le parecieron pocas. Entonces pensó en aquellas su lado tipos así, de poder elegir.
con las que pudo serle infiel a ella y no le fue. Pero no tenía la absoluta Pensó también que cuando volviese la luz todos iban a olvidarse ipso facto
seguridad de que hubieran estado realmente dispuestas. Así que pasó a las de lo que habían pensado. Prenderían la televisión, pondrían la música a todo
amigas de sus amigos. Empezaron a desfilar por su cabeza escenas fugaces en volumen, se reconciliarían con sus chicas casi sin darse cuenta, en cuanto las
cocinas y pasillos, silencios levemente incómodos y cargados de sentido, miradas viesen preparar una picadita o llegar de la rotisería con un paquete humeante de
canelones. Como si lo que pasaba en esa oscuridad fuese algo provisorio, para

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matar la espera únicamente, como si no fuesen ellos los que pensaban sino el frotarse la mandíbula con las dos manos, con una suave y con la otra fuerte, y a
fastidio del apagón y de la inactividad obligada. ponerse nervioso. Pensó que se le estaba hinchando la cara, y de pronto tuvo la
Pero a él no. Él no iba a olvidarse de todas esas cosas. Y no sólo de eso. Él imperiosa necesidad de comprobar frente al espejo si su mandíbula estaba igual
empezaba a ver ahora lo que haría de su vida, a partir de ese momento. Algo que siempre. Fue hasta el baño, sin hacer ruido, descalzo como estaba. Se
sencillamente espectacular, tan simple y perfecto que le pareció increíble no acercó al espejo y apoyó las manos en el vidrio. Apenas alcanzaba a distinguir
haberlo pensado antes. Algo épico, solitario, altruista e insanamente divertido a un charco de negrura frente a su cara. Apoyó la frente, cerró y abrió los ojos. La
la vez. Algo que consistiría en repetir y perfeccionar lo que se le ocurrió en un picazón iba cediendo. Pensó por qué las disyuntivas tenían que ser así de
bar esa misma tarde, cuando la chica de la mesa de al lado pidió un agua terribles. O era él que se planteaba las cosas a la tremenda. Había algo que
mineral bien helada y él la vio tan enloquecedoramente perfecta que pensó: "Ni justificaba empezar de nuevo con todo el razonamiento, pero de sólo pensarlo
un submarino con tortas negras sería capaz de arruinarte, creéme". O lo que volvía a sentir esa piedra de odio en el plexo, ya fría, cada vez más fría. Hasta
pudo decirle a la pelirroja de pecas y cara de sueño que vio subir a su colectivo de eso tenía la culpa ella, hasta el odio le había domesticado.
esa mañana: "Hasta que te vi mi día era en blanco y negro". Eso era lo que iba a Entonces volvió la luz. No en el baño, pero sí en otras partes de la casa y
hacer. Porque esas dos chicas no sólo eran descomunales, también parecían en las ventanas del edificio de enfrente. Oyó un murmullo que podía ser de
tener una conciencia casi dolorosa de su belleza. Y parecían necesitar sutiles alegría o de revancha y empezaron a sonar de golpe televisores y radios. Él
corroboraciones para seguir conviviendo con lo que eran. No piropos, sino dosis pensó: fin del interludio reflexivo, la vida continúa. Pero no se movió. Alcanzaba
verbales de fe. Había millones de chicas por la calle que creían realmente que a distinguir las cosas que había sobre la mesada del baño, por la daridad que
ser lindas era un problema, un verdadero karma que nadie parecía tomar en entraba por la ventana y llegaba del living: el vaso con los cepillos de dientes, la
serio. Y él iba a convertirse en el auténtico paladín de todas esas chicas cuya Prestobarba azul, los frascos de perfume de ella. Retrocedió dos pasos y miró
belleza les exacerbaba la sensibilidad acerca de sí mismas y las inquietaba cada hacia la ventana. Pero ahí se quedó, clavado al piso. La bañadera estaba llena de
vez más. Una especie de peregrino sensual, inoculador de secreta fe en el agua, y en el agua estaba ella. Desnuda, con los ojos cerrados, la frente llena de
corazón de las chicas más dolorosamente hermosas que se le cruzaran por el gotitas de agua y el pelo empapado echado hacia atrás, sobresaliendo del borde,
camino, y todo por el imperativo estético de defender el áspero fulgor de esa suspendido en el aire y goteando.
belleza. Calculó que, si se dedicaba a fondo a eso durante digamos veinte años, Pensó: está mojando el piso. Pensó: está muerta. Pero el agua se movía
a la larga tendría la casi seguridad de ser, en gran medida, el artífice de la casi imperceptiblemente, al ritmo de la respiración de ella. Miró un rato largo las
hermosura de todas las mujeres que pisaran las calles de Buenos Aires, el tetas que subían y bajaban apenas en el agua. Pensó: está dormida, no le
visionario descubridor de aquello que sería el elemento esencial de todas ellas, importa que vuelva la luz, ni siquiera se dio cuenta de que estuvimos a oscuras,
su más profunda identidad. porque ella no piensa, no se plantea nada, nunca va más allá de ella misma.
Y la culminación de ese apostolado sería que una de esas chicas, la más Pensó: ya no la quiero. Pensó: y ella, ¿me querrá?
increíblemente hermosa y lúcida, la más eternamente joven de todas, se daría Retrocedió dos pasos más, agarró uno de los cepillos de dientes, siguió
cuenta y se enamoraría de él, sentiría que había una complicidad esencial entre retrocediendo hasta salir del baño y se lo tiró desde ahí. Ella se despertó en el
los dos y conseguiría que él abandonara su solitario peregrinaje y se fuese con acto. Chapoteó ridículamente, estiró las piernas bajo el agua y, echando la
ella a ser felices para siempre. ¿Infantil? Era una idea totalmente extraordinaria. cabeza más para atrás y un poco al costado, dijo, demasiado fuerte, como si
O acaso no existían hombres capaces de apreciar eléctricamente la belleza fuese necesario que la oyeran en toda la casa:
femenina y el karma que significa la belleza para esas chicas. El asunto del -Miguel, ¿volvió la luz?
romance coronando su tarea era, quizás, un poquito excesivo, ¿pero quién era él Él se quedó en donde estaba, aguantando la respiración. Ella volvió a
para negar los milagros? llamarlo, pero esta vez dijo Miguelito. Él pensó: puta de mierda. Pensó: debería
Miró el reloj: las diez y dos minutos. Se levantó del sillón y volvió a matarla en este momento. Después prendió la luz del pasillo y quedó con las
asomarse por la ventana. Iba a gritar, o algo así. Qué esperaban los de Segba manos apoyadas en el marco de la puerta del baño.
para devolver la luz. Empezó a decir en voz baja: "Ahora, ahora, ya viene, falta -¿Estabas ahí todo el tiempo? -dijo ella-. Me quedé totalmente dormida,
poco, cada vez falta menos, que vuelva de una puta vez". Tanteó hasta qué increíble. ¿Es muy tarde?
encontrar la perilla de la lámpara. Apretó, pero nada. Respiró hondo, contó de -Tarde para qué -dijo él.
sesenta hasta cero y volvió a probar. Nada. Ella se incorporó un poco, movió la cabeza para un lado y para el otro y se
Entonces empezó la picazón. De golpe, porque sí. Se pasó la mano por la pasó la mano por la nuca.
cara, después se rascó con las uñas, pero le picaba en el hueso. Empezó a

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-No sé -dijo con esa voz que a él le ponía los pelos de punta-. Para que me Durante la noche
dés un masaje, por ejemplo. -Y miró de reojo hacia la puerta. suena la alarma de una fábrica
El seguía como hipnotizado el movimiento de la mano que iba y volvía por cercana a mi casa.
el cuello, debajo del pelo mojado. Sintió que algo cedía y algo se endurecía en su Mientras fumo,
cuerpo, y pensó que, si realmente iba a convertirse en el paladín sensual de las me pregunto si será un error,
mujeres, tenía enfrente una que parecía necesitar una ayudita para seguir un robo
soportando su belleza. En el momento en que se frenó delante de la bañadera o algo exclusivo para mí.
ella miró hacia arriba y le dijo, formando las palabras sin sonido: ¿Hacemos las
paces? Después, la sonrisa fue atenuándosele en la boca y le empezó a brillar en
el fondo de los ojos, temible y desvalida al mismo tiempo. A MITAD DE LA NOCHE
Mientras se metía en la bañadera, él pensó si eso que estaba pasando era
el principio de una maratón altruista o apenas una claudicación más. Pero no le
importó demasiado; siempre le había resultado difícil pensar adentro del agua.

POESÍA Me levanto a mitad de la noche con mucha sed.


Mi viejo duerme, mis hermanos duermen.
Estoy desnudo en el medio del patio
FABIÁN CASAS y tengo la sensación de que las cosas no me reconocen.
Parece que detrás de mí nada hubiese concluido.
ME DETENGO FRENTE A LA BARRERA Pero estoy otra vez en el lugar donde nací.
El viaje del Salmón
en una época dura.
Pienso esto y abro la heladera:
un poco de luz desde las cosas
Me detengo frente a la barrera. que se mantienen frías.
Es una noche clara y la luna se refleja
en los rieles. Apago las luces del auto.
Está bien, pienso, es bueno que nos demos un tiempo. MÚSICA
Pero no comprendo nuestra relación;
no sirvo para eso. ¿Acaso serviría de algo?
Tu padre está enfermo y mi madre está muerta;
pero igual podría ir y tirarme encima tuyo
como todas estas noches. Eso es lo que sé.
Ahora la tierra vibra y un tren oscuro Mi tía concilia el sueño a los ochenta años
lleva gente desconocida como nosotros. escuchando viejas canciones en su radio portátil.
En su pieza, en lo oscuro,
el éter se ha transformado en algo vital.
ALARMA Supongo que estas cosas pasan
y me pasarán también a mí.
Sobre el final de la vida
la única música que existe
está fuera de nosotros.

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vivían cómodamente en casas recién pintadas
con inodoros a botón en todos los baños.
SIN LLAVES Y A OSCURAS Manejaban coches de modelo y marca
reconocibles.
Los que no tenían trabajo, estaban apenados,
no les iba bien.
Sus automóviles extraños estaban estacionados
sobre cajones, ‘al fondo’ de casas polvorientas,
Era uno de esos días en que todo sale bien. donde se amontonaban infinidad de objetos inútiles.
Había limpiado la casa y escrito Los años pasan y todo y todos son reemplazados.
dos o tres poemas que me gustaban. Existen siempre, es lo que dicen, nuevas oportunidades.
No pedía más. Pero, para decir la verdad,
Entonces salí al pasillo a tirar la basura a mí nunca me gustó el trabajo.
y detrás de mí, por una correntada, Mi objetivo era permanecer desocupado.
la puerta se cerró. Ese era mi mérito.
Quedé sin llaves y a oscuras Me gustaba la idea de sentarme en una silla,
sintiendo las voces de mis vecinos hora tras hora, frente a la casa, sin hacer nada
a través de sus puertas. con un sombrero sobre mi cabeza y tomando una gaseosa.
Es transitorio, me dije; ¿Qué hay de malo en eso?
pero así también podría ser la muerte: Fumar, escupir de vez en cuando.
un pasillo oscuro, Tallar madera con mi cuchillo.
una puerta cerrada con la llave adentro, ¿Hay daño en esto?
la basura en la mano. En ocasiones salgo con mi perro a perseguir conejos.
Tienes que hacerlo alguna vez.
Fabián Casas (Buenos Aires, 1965), poeta, narrador, ensayista y periodista, es una de las A veces levanto a un chico gordo y rubio como yo,
figuras destacadas de la llamada «generación del '90»1 en la Argentina. Estudió Filosofía y Diciéndole: “¿De dónde te conozco?”.
comenzó a trabajar como periodista en el diario Clarín, a comienzos de los '90.2 Fue también
Nunca digas: “¿Qué quieres ser cuando seas grande?”
editor del diario deportivo Olé. Se desempeñó en la revista deportiva El Gráfico y luego pasó a ser
subeditor general y editor general del semanario El Federal.3 Su carrera literaria se inició también
a comienzos de la última década del siglo XX, con la fundación de la revista de poesía 18 Whiskys, BUSCANDO TRABAJO
junto con otros poetas de su generación, como José Villa, Daniel Durand, Darío Rojo, Ezequiel
Alemián, Mario Varela y Eduardo Ainbinder.3 La publicación editó sólo dos números, pero tuvo
amplia repercusión en el ambiente literario de la capital de la Argentina. Para la misma época,
publicó "Tuca", su primer poemario, que fue señalado como emblema de una corriente objetivista.
Algunos de sus escritos en blogs forman parte de su libro "Ensayos bonsái", junto con textos de
mayor aliento. Siempre he deseado
truchas frescas
RAYMOND CARVER para el desayuno.

Repentinamente
DESOCUPADO
descubro
un nuevo sendero
que me conduce
a la pequeña cascada,

Los que eran mejores que nosotros

285 286
apuro EPIGRAMAS
el paso.
Mi mujer
me despierta.

“Estás soñando.”
Cuídate, Claudia, cuando estés conmigo,
Murmura.
porque el gesto más leve, cualquier palabra, un suspiro
de Claudia, el menor descuido,
Intento levantarme,
tal vez un día lo examinen eruditos
la casa se inclina.
y este baile de Claudia se recuerde por siglos.

¿Quién,
Claudia, ya te lo aviso.
está soñando?
***
“Es mediodía.”
Yo he repartido papeletas clandestinas,
Dice ella.
gritando: ¡VIVA LA LIBERTAD! en plena calle
desafiando a los guardias armados.
Mis zapatos nuevos
Yo participé en la rebelión de abril:
me esperan
pero palidezco cuando paso por tu casa
cerca de la puerta,
y tu sola mirada me hace temblar.

brillan
intensamente. Cardenal, Ernesto (1925- ), poeta nicaragüense. Estudió filosofía y literatura en las
universidades de México y Columbia (Nueva York). Entre sus obras destacan Epigramas (1961),
Mario García. Oración por Marilyn Monroe y otros poemas (1965), que contiene algunos de los poemas más
intensos de Cardenal, El estrecho dudoso (1966) y Homenaje a los indios americanos (1969),
donde se observa una influencia clara de la poesía de la Beat generation. Cardenal une el lenguaje
El suicidio
místico con el épico, los problemas del proletariado de su pueblo con la magia de lo cotidiano; la
es lo que se encuentra ironía con la intensidad de la vida moderna.
más a mano
cuando se apaga
la luz de la pieza CÉSAR VALLEJO

TRILCE (I)
Carver, Raymond (1939-1988) Poeta y cuentista norteamericano. Antes de su primer libro de
relatos, Ponte en mi lugar (1974), Carver ya había publicado cuentos y poemas en revistas como
New Yorker o Poetry. Después vendrían los volúmenes de prosa breve ¿Quieres hacer el favor de
callarte, por favor?, De qué hablamos cuando hablamos de amor y Catedral, publicados entre
1976 y 1983, y varios libros de poemas recogidos en antologías como Bajo una luz marina.
Resulta difícil establecer una diferencia sustancial entre la obra poética y narrativa de Carver. Quién hace tanta bulla y ni deja
Ambas se ocupan de las pequeñas tragedias de la América anónima, de vidas corrientes que
testar las islas que van quedando.
zozobran por motivos aparentemente banales, de sueños perdidos y relaciones fracasadas.

Un poco más de consideración


ERNESTO CARDENAL en cuanto será tarde, temprano,
y se aquilatará mejor
el guano, la simple calabrina tesórea

287 288
que brinda sin querer,
en el insular corazón, ¿Qué me da, que me azoto con la línea
salobre alcatraz, a cada hialóidea y creo que me sigue, al trote, el punto?
grupada.
¿Qué me da, que me he puesto
Un poco más de consideración, en los hombros un huevo en vez de un manto?
y el mantillo líquido, seis de la tarde
de los más soberbios bemoles. ¿Qué me ha dado, que vivo?
¿Qué me ha dado, que muero?
Y la península párase
por la espalda, abozaleada, impertérrita ¿Qué me da, que tengo ojos?
en la línea mortal del equilibrio. ¿Qué me da, que tengo alma?

¿Qué me da, que se acaba en mí mi prójimo


y empieza en mi carrillo el rol del viento?
LOS HERALDOS NEGROS
¿Qué me ha dado, que cuento mis dos lágrimas,
sollozo tierra y cuelgo el horizonte?

¿Qué me ha dado, que lloro de no poder llorar


Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
y río de lo poco que he reído?
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
¿Qué me da, que ni vivo ni muero?
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras


Vallejo, César (1892-1938). Poeta peruano y una de las principales figuras de la poesía
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. latinoamericana. Su obra poética se inaugura con Los heraldos negros (1918) y prosiguen con
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas; Trilce (1922). Luego de se muerte se publican bajo el nombre Poemas humanos (1939) el resto
o los heraldos negros que nos manda la Muerte. de su producción poética. En diversas etapas de su obra se notan los influjos del modernismo, la
vanguardia, el indigenismo, la poesía social y el impacto de acontecimientos históricos, como la
Guerra Civil española.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones LI PO
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Una jarra de vino entre las flores...
Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos,
como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; Una jarra de vino entre las flores.
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, No hay ningún camarada para beber conmigo,
como charco de culpa, en la mirada. pero invito a la luna,
y, contando a mi sombra, somos tres...
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! Mas la luna no bebe,
mi sombra se contenta con seguirme.
¿QUÉ ME DA QUE ME AZOTO CON LA LÍNEA.... Tardaré poco en separarme de ella:
¡La primavera es tiempo de alegría!

289 290
crece hay
Li Po (701-762) Es una de las grandes figuras de la literatura china. La mayor parte de la cenizas
producción lírica de Li Po se ha perdido, pero cabe destacar unos dos mil poemas recopilados en
1080, que son de gran calidad musical, ricos en imágenes y escritos en un lenguaje de
extraordinaria belleza. Sus temas tratan de la tristeza de los seres separados por motivos
en las que brillan
superiores, de la alegría que produce el vino, y de la visión taoísta de la impresionante los pedazos
tranquilidad que produce la naturaleza, y también reflexiona sobre el sentido de los misterios de
la vida. rotos de una botella
verde.
WILLIAM CARLOS WILLIAMS

MATRIMONIO

ESTO ES SÓLO PARA DECIR

Tan diferentes,
que me comí este hombre
las ciruelas Y esta mujer:
que había en Un arroyo fluye
la nevera En la llanura.

y que
probablemente LA CARRETILLA ROJA
guardabas
para el desayuno.

Perdóname
estaban deliciosas
tan dulces cuánto depende
y tan frías
de una
ENTRE PAREDES carretilla
roja

mojada por el agua


de la lluvia
las alas traseras
del junto a las gallinas
blancas
hospital en donde
nada

291 292
Williams, William Carlos (1883-1963), poeta, novelista y médico
estadounidense, célebre por escribir utilizando un lenguaje popular, sobre temas afuera
y hechos cotidianos. Su primeros poemas se publicaron en dos libros, Poemas el agua cae
(1909) y Temperamentos (1913). Sus obras de madurez, se caracterizada de arriba para abajo
principalmente por un rechazo hacia el sentimentalismo, la artificialidad y la adentro
vaguedad, y su consecuente empeño en utilizar un lenguaje común, contener al el agua sube
máximo la expresión de las emociones y concentrarse en experiencias concretas de abajo para arriba
de la realidad cotidiana. Ejemplos de esta búsqueda lo constituyen Poemas
completos (1938), Poemas completos (1950) y Paterson, Libros I-V (1946-
1958). CORRESPONDENCIA

ERTO SANTORO

POEMA PROBLEMA
a una calle de barro
corresponde una casa de lata?

si un torturador
torturó a 15 personas Santoro, Roberto nació en 1939 y despareció el 1 de junio de 1977 en el contexto de la última
y se le murieron 6 dictadura militar. Santoro es una figura activa del 60' y 70', editaba sus propios libros en forma
¿cuántas quedan? artesanal como Las cosas claras tipiado a máquina y cosido con una trenza o bien en formato
tradicional, también con editoriales propias como “Barrilete”. Algunos de estos libros son
“Nacimiento de la Tierra” (1963), “El último tranvía”(1963), “Desafío” (1972) y el ya mencionado
“Las cosas Claras” (1973). En 1979 los exiliado en Madrid editaron una antología con poemas
inéditos recogidos de bocetos y revistas literarias de la época, estos abarcan la producción del

VERBO IRREGULAR autor del 73' hasta su desaparición, incluyendo libros como “Poesía enGeneral”“Cuatro canciones
y un Vuelo”, “Uno mas uno humanidad” y “No Negociable”.

yo amo
tu escribes
él sueña
nosotros vivimos
vosotros cantáis
ellos matan

LLUVIA EN LA VILLA

293 294
ÌNDICE
REFLEXIONES
SOBRE EL LENGUAJE ...................................................... 1
LOS GÉNEROS
LITERARIOS ......................................................................................... 1

LA LÍRICA ............................................................................... 1
LA ÉPICA ................................................................................ 2
EL GÉNERO
DRAMÁTICO O TEATRO .................................................................. 3
EL CUENTO ............................................................................. 3
LOS CUENTOS
TRADICIONALES O
POPULARES ................................................................................. 4
LOS CUENTOS
LITERARIOS O
ARTÍSTICOS ................................................................................ 5
LA NOVELA.............................................................................. 6
LA NOVELA A
TRAVÉS DE LOS
SIGLOS ....................................................................................... 7
SUBGÉNEROS DE
LA NOVELA .................................................................................. 7

POESÍA ........................................................................................... 8
RECURSOS
LITERARIOS ....................................................................................... 14

RECURSOS
SEMÁNTICOS ............................................................................. 14
RECURSOS
FÓNICOS O SONOROS ................................................................. 16
RECURSOS
GRAMATICALES .......................................................................... 17
OTROS RECURSOS ................................................................. 18

CIENCIA FICCIÓN ........................................................................... 18


INTRODUCCIÓN A LA
LITERATURA DE CIENCIA-
FICCION - JUAN JOSÉ
MILLÁS- ............................................................................................ 21

295
LA CIENCIA-
FICCIÓN EN EE. UU. A
PARTIR DE 1956 ......................................................................... 35

TESIS SOBRE EL
CUENTO - RICARDO
PIGLIA .............................................................................................. 39
LOS DOS HILOS:
ANÁLISIS DE LAS DOS
HISTORIAS ........................................................................................ 39
LITERATURA
FANTÁSTICA (DISTINTAS
POSTURAS) ........................................................................................ 42
LA LITERATURA
FANTÁSTICA – JORGE
LUIS BORGES ..................................................................................... 44
CLASES DE PALABRAS .................................................................... 53
COHESIÓN Y
COHERENCIA...................................................................................... 56

COHESIÓN ............................................................................ 56
REFERENCIA .......................................................................... 56
ELIPSIS ................................................................................ 57
CONJUNCIÓN......................................................................... 57
REITERACIÓN ........................................................................ 57
COLOCACIÓN ........................................................................ 58

EL PERIÓDICO ............................................................................... 58

EL PERIÓDICO
LOCAL Y EL NACIONAL ................................................................ 59
FINALIDAD DEL
PERIÓDICO ................................................................................ 59
LAS SECCIONES
DEL PERIÓDICO ......................................................................... 59
LA COMPOSICIÓN
DE LA PÁGINA DE UN
PERIÓDICO ................................................................................ 59
LOS GÉNEROS
PERIODÍSTICOS ......................................................................... 60

PERIODISMO (EN
VIÑETAS) .......................................................................................... 60
VALORACIÓN DE LA
INFORMACIÓN .................................................................................... 62
LA ARGUMENTACIÓN ...................................................................... 63

¿PARA QUÉ SIRVE?................................................................. 63

297
EL CUENTO DEL
LUNES ENLOQUECIDO ................................................................. 97
NEGACIÓN ............................................................................ 98
LA NOVELA MÁS
CORTA DE TODAS ....................................................................... 98
LOS BRAZOS DE
KALYM ...................................................................................... 98
NO TUVO TIEMPO ................................................................... 99
COMO DE
COSTUMBRE .............................................................................. 99
LA CADENA DE
FLECHAS ................................................................................. 100

LA MÁQUINA DEL
TIEMPO ........................................................................................... 100

1 —
INTRODUCCIÓN........................................................................ 100
2 — LA MÁQUINA ................................................................. 104
3 — EL VIAJERO A
TRAVÉS DEL TIEMPO
VUELVE ................................................................................... 107
4 — EL VIAJE A
TRAVÉS DEL TIEMPO ................................................................. 111
5 — EN LA EDAD DE
ORO ....................................................................................... 116
6 — EL OCASO DE
LA HUMANIDAD ........................................................................ 119
7 — UNA
CONMOCIÓN
REPENTINA .............................................................................. 123
8 — EXPLICACIÓN ................................................................ 128
9 — LOS
MORLOCKS .............................................................................. 136
10 — AL LLEGAR LA
NOCHE .................................................................................... 140
11 — EL PALACIO
DE PORCELANA VERDE .............................................................. 145
12 — EN LAS
TINIEBLAS ............................................................................... 149
13 — LA TRAMPA
DE LA ESFINGE
BLANCA................................................................................... 154
14 — LA VISIÓN
MÁS DISTANTE......................................................................... 157

299
ROCK SPRINGS -
RICHARD FORD ................................................................................ 251
UN DÍA PERFECTO
PARA EL PEZ PLÁTANO -
J. D. SALINGER................................................................................. 269
EL KARMA DE
CIERTAS CHICAS - JUAN
FORN .............................................................................................. 278
POESÍA ....................................................................................... 283

301

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