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Historia de un Rover:

Después de años de crecer, comenzamos un nuevo proyecto de nuestras vidas: ser adulto, esa
sensación extraña cuando los objetivos cambian, ya no más juegos de niños, ya no más ser
patrullas, de ahora en más somos un clan. Siempre somos un equipo, pero ahora las
responsabilidades son más pesadas en mi espalda y mi canoa, que aunque la esté remando solo sé
que en el mismo río están mis hermanas y hermanos de aventuras, esos con los que los
campamentos son más que noches compartidas.

Años pasaron, sin darnos cuentas y crecimos para darle una mano a ese grupo, y los aprendizajes
se llevan a la práctica. La mística y la fé son ese nuevo dirigente, porque si bien está siempre,
depende de nosotros salir adelante y cruzar los obstáculos de la vida en este principio de abismo
mientras pensamos: ¿Quiénes somos? ¿Esta es mi carrera? ¿Qué quiero para mi vida?

Bienvenidos a los primeros años de crecer en la práctica de servir, la línea de partida para la
partida. A veces las emociones se cruzan entre sí, podemos ser un remolino de cosas por hacer,
facultad, trabajo y pausas consigo mismE. Crecemos y nos conocemos ¡PARA SERVIR!

No todos pasamos por todas las ramas, depende de la historia de cada uno, otras más ricas que
otras, pero los lazos que se forman en nuestra página en el escultismo son inolvidables. Los
recuerdos de la infancia a veces se van rápido, pero las memorias de un Rover son para toda la
vida, cada travesía es un escrito en el libro que compartimos, y se vuelve más interesante cada vez
que el equipo se presenta ¡siempre listos para servir!

Ya sea una mano, un servicio, una charla, un acompañamiento, un Rover siempre está, en busca
de más para poder hacer y saber más; la curiosidad nos motiva a crecer y ya cuando uno está en
un clan, hacer crecer la sabiduría es algo esencial, seremos los futuros maestros de los futuros
scouts que se adentran en nuestra gran familia que se saluda con los dedos entrelazados.

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