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NARRADOR: Eran tiempos muy difíciles, el pueblo estaba muy agitado por los acontecimientos que
recién habían pasado, Jesús el Nazareno había sido apresado, y siguiendo la
tradición fue llevado ante el consejo de los ancianos, el cual lo acusó de muchas
cosas que fueron falsas; pero al no poderlo condenar a muerte, lo ataron y se lo
llevaron a Poncio Pilato, gobernador de Judea.
Luego de comparecer y no encontrar ninguna culpa, Pilato se lavó las manos y
entregó a Jesús para que lo crucificaran, los guardias luego de burlarse de Él le
colocaron una cruz sobre sus hombros y lo llevaron al sitio de la crucifixión.
Narrador: María su madre estaba con el discípulo amado de Jesús y María Magdalena, desde lo
lejos veía con dolor todos los sufrimientos por los que estaba pasando su hijo, pero a la
vez estaba resignada porque confiaba en que era la voluntad del Padre.
Todos los soldados se burlaban de Jesús al ver que ya no podía caminar, después de
quitarle sus vestiduras lo colocaron en la cruz para crucificarlo y encima de su cabeza
colocaron un letrero que decía “ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS”
Cuando los soldados pusieron en la cruz a Jesús, se repartieron su ropa en cuatro partes
iguales, una para cada soldado, en cuanto a la túnica de Jesús, que era sin costura, de
una sola pieza decidieron:
Mientras el narrador dice esta parte del guion los soldados actúan para repartirse
las vestiduras de Jesús.
Ladrón 1: ¿No temes a Dios, tú que estas en el mismo suplicio? Nosotros lo tenemos
merecido, y pagamos nuestros crímenes. Pero él no ha hecho nada malo.
Narrador: Y añadió:
Narrador: Junto a la cruz de Jesús estaba su Madre y María Magdalena. Jesús al ver a la madre, y
junto a ella, a su discípulo al que más quería, dijo a la Madre:
Narrador: Y con eso también se cumplió una profecía. Había allí un jarro lleno de vino agridulce.
Pusieron en una caña una esponja llena de esa bebida y se la acercaron a sus labios.
Ellos prepararon el cuerpo con mirra perfumada y aloe. Envolvieron el cuerpo de Jesús
con lienzos perfumados como era costumbre de enterrar a los judíos. Cerca del lugar
donde crucificaron a Jesús, había un huerto, un sepulcro nuevo, donde nadie había sido
enterrado. Aprovecharon entonces este sepulcro cercano para poner ahí el cuerpo de
Jesús, porque estaban en la preparación de la fiesta de los judíos.
El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al
sepulcro; y vio quitada la piedra de donde habían enterrado a Jesús. María estaba fuera
llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro; y vio a unos
ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados donde el cuerpo de Jesús había
sido puesto. Y le dijeron:
Narrador: Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; más no sabía que era
él. Jesús le dijo:
María Magdalena: Señor, si tú lo has sacado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.
Jesús: ¡María!
Jesús: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; más ve a mis hermanos, y diles: Subo
a mi Padre y a su Padre, a mi Dios y a su Dios.
Narrador: Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto
al Señor, y que él le había dicho estas cosas.