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EL PICAFLOR 7 COLORES

¿Pájaro o Ángel?

Hay momentos en la vida en que no solo hay que detenerse, hay que volver a

repensar todo el camino transitado. Mirar nuestro vacío lleno

de cosas, que ya no sirven para la felicidad anhelada, y tirar todo lo inútil.

Así entonces, lograr volver a llenarlo del verdadero sentido,

a nuestro corazón.

Marta Cecilia Menéndez Pereira

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Agradecimientos

A mis Ángeles que me acompañan en mis relatos

con su inspiración

A mis amigas/os que me sostienen y animan en

mis publicaciones

A aquellos que leen mis escritos

y los disfrutan

Gracias, Gracias, Gracias!!!

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INDICE

Prologo

Introducción

Capítulo I VACIO

Capitulo II EL VIAJE

Capitulo III TEMPLO ZEN 1er. Día

Capítulo IV AUSTERIDAD- 2do. Día

Capítulo V PELIGRO- 3er. Día

Capítulo VI MI AMIGO PICAFLOR- 4to. Día

Capítulo VII VISION- 5to Día

Capítulo VIII HOGAR- 6to. Día

Capitulo IX CAJITA DORADA- 7mo. Día

Capitulo X - COMENZAR

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INTRODUCCION

Se dice, según los significados del encuentro con un Picaflor, (también llamado

Colibrí o 7 Colores, dado que su plumaje vibra con los colores de arcoíris), que se

tendrá un mensaje amoroso de alegría, energía y felicidad. Por lo tanto, si estás pasando

por una mala época y aparece en tu vida un Picaflor, ten por seguro que la alegría

volverá a ti. El Picaflor es mencionado en la Biblia como un mensajero del cielo, por lo

que se cree que cuando llega a un hogar, se tratará de una bendición y de una señal de

un ser querido, que ya no está entre nosotros por muerte o por un alejamiento

importante en tiempo. Esta ave nos transmitirá la energía de seguir adelante y liberar el

pasado, que nos podría estar afectando (por no soltar el dolor que dejó ese ser querido).

En el lugar más insólito y de la manera menos prevista, muchas veces nos encontramos

de la forma más simple, con una verdad que nos cambia la cabeza, nos abre nuestros

sentidos, nos amplia nuestra visión. Esta narración te invita precisamente a dejarte llevar

por las emociones, a permitirte sentir sin analizar, a ser tú mismo/a sin censuras, sin

preconceptos, a intentar volver a vivir sin prejuicios en la mente, y solo con el corazón.

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CAPITULO I

VACIO

Carmen y Franco están casados hace varios años, sin hijos, con problemas de pareja,

tedio, aburrimiento y sin expectativas.

Franco estudió la carrera de Contador Público y Carmen se recibió de Arquitecta, han

tenido una vida cómoda y económicamente solvente.

Claro que sostener una imagen de bienestar social de clase media alta, también tiene su

costo. Ella trabajó muchas horas de su vida profesional en proyectos importantes para el

país, y además a nivel internacional. Ha recibido dos importantes premios de

reconocimiento por sus diseños de alta calidad, es convocada por empresas de primera

línea por su capacidad e innovación.

Sin embargo, Carmen se siente agobiada por una vida sin más expectativas que

realizaciones profesionales o compromisos sociales, cada vez su vida se torna más

aburrida o carente de sentido.

camino abajo

logros económicos o profesionales, pero vacíos de contenidos.

Cuando se casaron estaban muy enamorados, ambos tenía un montón de proyectos a

realizar, soñaban con progresar económicamente, tal cual lo han logrado. Pero fue

evidente que en la medida que se llenaron de bienes materiales, se fueron vaciando de

contenidos afectivos.

Cada uno de ellos dedicó tanto tiempo a su realización personal y profesional, que se

olvidaron de acrecentar la relación en común. Ella piensa que necesita hacer un

cambio cómo ni de que manera, pero debe encontrarle un nuevo

sentido a su existencia.

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Carmen nunca ha sido demasiado espiritual, quizás sí en su infancia, pero eso a

quedado bastante lejos de su actual presente. Aún recuerda cuando su niñez transcurrió

en el colegio religioso, su familia no la

costumbre

De esos tiempos colegiales aún conservaba una amiga de la infancia, con la que suele

encontrarse todas las semanas, aunque ambas transitan por caminos diferentes sus vidas

diarias y profesionales.

Martina, así se llama su amiga, es una mujer cálida por naturaleza, psicóloga de

profesión, es por sobre todo alguien que vive una vida muy espiritual. Todos sus actos

están avalados por acciones de trasmisión de sus creencias, no tiene ninguna atracción

hacia el dinero, pero igual lleva una vida relativamente cómoda.

Su esposo Marcelo también comparte su pensamiento y se aman profundamente, pese

a los muchísimos años que están juntos.

Carmen cuando los ve juntos los envidia sanamente, sus conversaciones tienen un

elevado nivel de espiritualidad. Nunca están teñidas de acciones profesionales a

realizar, o problemas cotidianos como la falta de dinero para lograr un objetivo material.

Ellos siempre están preocupados por ayudar a otros a ser felices como ellos, son

realmente un ejemplo a seguir, sólo con verlos se les nota su alegría de vivir juntos.

Nada se parece menos a la vida que decidieron emprender juntos Carmen y su esposo

Franco. En ellos, siempre ha primado el hecho de tener un

propia casa, sus coches, sus viajes de vacaciones a diferentes lugares, dentro y fuera

Carmen cuando observa para sí misma, sus diferentes puntos de vista al enfocar la

vida, se dice: tienen otra mentalidad No sabe si ella podría ser feliz como Martina si

estuviera en su lugar, muchas veces había pensado esto al respecto.

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A Marcelo el esposo de su amiga, no le afecta demasiado no poseer dos coches, los

dos están de acuerdo de tener sólo uno. Entonces, lo utilizan indistintamente de acuerdo

a las necesidades que tengan ambos, cuando deben trasladarse a sus actividades.

No es algo primordial para ellos planear dónde van de vacaciones, ni se lo plantean,

pero siempre les surge alguna invitación y se van contentos, tanto a acampar, a pescar o

a meditar.

Ellos son felices así, se dice Carmen, siento que no soy totalmente feliz con todo

lo que logramos conseguir junto a mi marido, y creo que él tampoco se siente pleno en

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CAPITULO II

EL VIAJE

En el momento que Carmen se decide a plantearle a Martina todas sus dudas y

angustias, por esa rara sensación de disconformidad que ha aparecido en su vida, es su

amiga la que le propone que debe hacer un viaje, para volver a reencontrarse con su

intimidad. Debe volver a encontrarse a sí misma niña Carmen que fue en

su infancia, y plantearse qué es lo que le está pasando con su vida presente.

Martina hace tiempo que observa a su amiga realizada profesionalmente, pero

frustrada en lo emocional y anímico. Su condición de psicóloga se lo ha trasmitido a su

corazón de amiga, pero evitó en todo momento preguntar más de lo conveniente. Dejó

que Carmen, se sintiera preparada para contárselo ella misma. Recién en ese momento

era prudente darle un consejo, no antes, porque no hubiera servido de nada si ella no

estaba preparada para escuchar.

Martina le sugiere que se tome unos días para ella sola, sin propuestas de cruceros o

viajes al exterior.

En realidad Carmen debería al interior de sí misma que es la travesía

más difícil. Encontrarse con sus pensamientos más profundos, con sus deseos no

expresados, donde ella misma se perdió.

Entonces la propuesta para Carmen de parte de Martina, fue que pasara unos días de

retiro y meditación espiritual, en un templo oriental en medio de una montaña. Donde

no había necesidad de profesar ningún tipo de religión, ni siquiera había necesidad de

creer en nada.

Sólo se necesita la voluntad de ir hasta cierto lugar, y aceptar las reglas con las que se

manejan allí, por una cantidad de días que ella misma determinará a priori. Pero una vez

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en el lugar , no valen arrepentimientos ni el querer retirarse. Se debe pautar respetar la

disciplina y las normas hasta el final de los días previstos.

Carmen confía mucho en Martina como profesional, más allá que sabe del cariño que

le profesa después de tantos años de amistad. Conoce su prudencia y el respeto por toda

persona humana, con mucho más razón hacia ella, con la que hace varias décadas

sostiene esta relación.

templo Zen

de qué

después de evaluarlo por unos días, ya que debe dejar todas sus actividades

programadas, aceptó.

Martina le dijo que ella hará todos los arreglos, para que pueda llegar al lugar sin

problemas. Le pide que no vaya con su coche, que lleve sólo lo imprescindible para la

estadía, como ropa muy cómoda, simple, y calzado bajo.

Le advierte, que en el lugar no encontrará hotelería, como la que acostumbra Carmen

en sus viajes. Pero que la gente del lugar es agradable, muy solidaría, se habla poco, se

come en horarios muy establecidos, y la comida es muy sencilla.

Debe estar atenta a los horarios de las ceremonias que se anuncian por gong, aunque

no es obligatorio asistir a las mismas si no se quiere participar de ellas, debe ser

respetuosa del lugar y sus costumbres, por más que no entienda lo que hacen. Sin

embargo, Martina le dice que ella confía plenamente en que todo ese silencio, la

ayudará a encontrarse dentro de sí misma. Le recomienda no llevar libros, ni nada

tecnológico. El pueblo está cerca, pero debe caminar cierto tramo importante desde la

montaña para llegar a él.

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CAPITULO III

TEMPLO ZEN

1er. Día

Su marido Franco, no entiende demasiado el viaje de Carmen cuando se lo comenta,

Igualmente él también siente que la relación lo ahoga, que han perdido todos los

estímulos para estar juntos. Incluso ha pensado, que sería mejor hacerle una propuesta a

su mujer para vivir separados, aunque sea de hecho, más allá si se divorcian con el

tiempo.

Su mujer ya no le genera ningún atractivo, se ha perdido el deseo, el placer de

disfrutar estar juntos, y se da cuenta que él tampoco a ella le moviliza ni el cuerpo ni el

corazón.

La triste realidad actual, es que no tratan de estar juntos el mayor tiempo posible como

cuando eran recién casados, y muchas veces prefieren las salidas con compañeros o

amigos, más que estar ellos solos reunidos.

El lograr materiales ya no es el objetivo común, tienen mucho más de lo que

alguna vez soñaron, pero con todas las posesiones no llenan tampoco su vacío interior.

No cree que un viaje pueda cambiar la óptica de Carmen, y menos la de él.

De todas maneras, reflexiona que está bien tomar distancia por algunos días, al

regreso de su esposa, hablará sobre el tema de la separación.

Carmen decidió llegar en colectivo hasta la terminal de Capilla del Monte, en

Córdoba. Allí en un cerro, se encontraba el Templo Zen. Aunque generalmente ella

prefiere los viajes en avión o en coche, como Martina le aconsejó que lo hiciera de esta

viaje de

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encuentro a su interior ó su amiga. Cuando llegó al lugar, tomó un

taxi y pidió a su chofer que la acerque hasta el lugar indicado.

La subida se hizo difícil porque el camino es de tierra, con muchos accidentes por el

mal estado de su senda. Pero el chofer parece estar acostumbrado a esos traslados, no le

presta demasiada atención a los movimientos para equilibrarse, que su pasajera realiza

en su asiento.

pozos del camino , Carmen se desestabiliza en su asiento, y se

golpea con uno de los costados de la puerta. El chofer sin mirarla siquiera, le dice que

trate de sentarse en forma firme para evitar esos golpes, pero ni siquiera le pide disculpa

por la brusquedad con la que maneja su coche.

Se nota en él, que está acostumbrado a los bruscos movimientos del automóvil en esos

caminos, y no presta demasiada importancia a los mismos.

Carmen está más que molesta con el chofer, pero prefiere no entrar en controversias ni

discusiones. Observa que el camino cada vez se va mostrando más agreste, en la medida

que van subiendo sobre la ladera del cerro.

Llegan finalmente después de un rato de travesía, hasta un gran portón de madera que

se cruza en el camino, en medio de un lugar descampado, desde donde se ven algunas

construcciones bastante precarias. El chofer le dice que llegaron, que en ese lugar la

deja, y que le pague el viaje. Todo esto fue expresado con la misma aparente

indiferencia, con la que en medio de los accidentes del camino, habían llegado hasta ese

lugar.

Después de abonarle, desciende un poco desilusionada consigo misma, por haber

emprendido este viaje sin conocer realmente a donde la llevaría.

El lugar donde en este momento se encontraba sola, estaba en medio de la montaña, se

veían muy cercanos los cerros que lo rodean. Abrió el portón, que más bien era una

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tranquera, y se dirige al grupo de viviendas que se observan en medio del descampado.

Un poco más allá se encuentra una construcción, que por su forma parecería un pequeño

templo en forma abovedada y circular.

Cuando está casi por llegar a la puerta aparece una chica, que no sabe de donde salió

desde su espalda. Viste ropa negra al estilo oriental, es una túnica larga, con un lazo

sobre su cintura, sandalias rústicas de cuero con apenas 4 cintas anudadas.

Su cabellera no existe porque la cabeza está rapada, su constitución física apenas se

adivina bajo su indumentaria, pero parece ser delgada, tiene una cálida sonrisa en su

cara.

Le da la bienvenida con una leve inclinación de su cuerpo, y le pregunta si su nombre

es Carmen, ella contesta que efectivamente es así.

Antes que pueda agregar nada más, la joven le dice que ella se llama Annette y le

sugiere que la acompañe. Colocándose delante de Carmen, camina sin darse vuelta para

observar si va atrás de ella.

Entran en un lugar amplio y limpio, algo así como una gran habitación, hay varios

colchones sobre camas muy bajas, apenas a 20 cm del suelo. Están perfectamente

tendidas con sábanas blancas, sobre cada cama dos toallas, una grande y una chica,

también blancas, además un jabón de lavar común blanco.

Es todo lo que posee el lugar, sobre uno de los costados una especie de placar sin

puertas con 6 estantes, tantos como camas hay en ese lugar.

Annette le indica que a ella le corresponde dormir en la cama a la derecha de la

puerta, que parece ser la numero 3, por lo tanto, debe tomar el tercer estante para dejar

sus cosas, si trajo dinero ellos se lo guardan hasta que se retire, allí no va a necesitar

nada. elemental , o sea que no hay más que lo

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básico para vivir, pero todo está sumamente limpio y ordenado. Acomoda sus cosas,

ante la mirada atenta de Annette.

Le entrega a ella su reloj, cadena de oro, anillos, la billetera con dinero y tarjetas. Le

extiende el celular, se había olvidado dejarlo en su casa, como se lo había recomendado

Martina, después de apagarlo para que no suene.

Annette toma un gran sobre, que precisamente estaba apoyado en el estante donde

Carmen colocó sus pertenencias, colocó todo lo que ella le dio dentro de él, luego tomó

una cinta plástica que tenía en su bolsillo y lo cerró.

Con el mismo sobre apoyado sobre su pecho, sostenido con las dos manos, le pidió a

Carmen que la siguiera para mostrarle las otras instalaciones del lugar.

Le indicó el lugar donde se encontraba la cocina, en donde tres monjes estaban

preparando la comida y limpiando verduras. Era todo muy precario, además de

modesto, pero sumamente limpio y ordenado.

Los tres le dirigieron una leve sonrisa después que Annette los presentó, pero no

hablaron con ella. Luego le mostró donde se comía, eran un grupo de mesas sumamente

rústicas de madera, con asientos largos a sus costados, al aire libre debajo de los árboles.

Luego la guió hasta el templo donde no había asientos, aunque existían mantas sobre

el suelo para arrodillarse o sentarse, el lugar estaba impregnado de olor a incienso

prendido sobre carbones.

Después la llevó a cincuenta metros más abajo por un sendero, donde un arroyo

cristalino se colaba por sobre las piedras, bajando de la montaña.

Le explicó que en el campamento Zen no hay agua corriente, se bañan en ese arroyito

que baja de la cumbre. Suele ser muy fría, pero ahora estaban en tiempo casi de verano,

y la temperatura del cuerpo se va adaptando con el correr de los días, a la frescura del

agua. Además le aseguró el agua vivifica el cuerpo, y logra que el alma se sienta en

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paz. Esta fue la explicación que le dio Annette a Carmen, cuando ésta le dijo que jamás

se bañó con agua fría, y menos en un arroyo.

Le comunicó también que la alimentación es a base de verduras, simple y sin gran

elaboración en los preparados. El silencio es casi absoluto, ya que se permite conversar

sólo en los momentos de la comida, por horas no podrá hablar más que con su propio

interior.

Los horarios son estrictos, debe escuchar con atención los sonidos: cuando suene un

gong hay reunión en el templo, ella puede concurrir o no, pero no puede entrar si ya

todos lo hicieron. Cuando suenen dos gongs es hora de comer, debe sentarse en

cualquier lugar, no hay lugares reservados para nadie. Si suenan tres gongs es hora de

recogimiento en la habitación, nadie debe andar a la noche fuera de ellas.

No hay luz eléctrica, por lo tanto como hay animales de la zona sueltos, hay que tener

cuidado con ellos si no se está acostumbrado.

No se deben dejar nunca las puertas abiertas de las habitaciones, para evitar la entrada

de bichos rastreros o de víboras. Ellos, los habitantes del lugar, están acostumbrados y

no les prestan mucha atención, pero las personas que los visitan se asustan mucho y hay

que evitar este tipo de accidentes. Tiene antídotos en el lugar, pero lo mejor es no

se deban usar

Carmen escucha entre espantada y angustiada, pensando como aceptó venir a ese

lugar. No hay agua corriente, por lo tanto tampoco hay agua caliente, no hay luz y

encima de todos esos inconvenientes, hay que cuidarse de los animales del monte y de

las víboras. De sólo pensarlo, ya siente que se puede desmayar en cualquier momento.

De todas maneras el día transcurre sin mayores inconvenientes, aunque Carmen siente

ese no es lugar para ella tina pudo pensar siquiera, que

encontrarse a sí misma

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está loca

por lo menos de una a dos veces al año, llenarse de felicidad

piensa Carmen.

CAPITULO IV

2do. Día

AUSTERIDAD

La noche fue angustiante para Carmen, no podía dormir, sentía ruidos extraños por

pánico dado que por suerte Annette decidió no dejarla sola a

la noche.

La otra persona que la acompañaría en la habitación, no llegó por problemas

por

suerte

El gong sonó tempranísimo para ingresar a la oración en el templo, Annette le dijo

que si no deseaba levantarse tan temprano no lo hiciera, el tema es que ellos debían

rezar antes de desayunar.

Carmen miró hacia la ventana y vio que aún no amanecía, estaba oscuro y prefirió

acompañar a Annette, no quería quedarse sola en la habitación.

Ambas se levantaron, con gran ligereza Annette, des-tendió y tendió su cama, se lavó

la cara en un recipiente en el que colocó agua de una jarra.

Le comento casi en un susurro a Carmen, que ella suele bañarse después de

desayunar, nadie va a esa hora al arroyo, si lo deseaba podía ir con ella.

Carmen imitó todos los movimientos de su compañera de habitación, y aceptó la

propuesta, no quería salir de lo que estaba establecido. Si tenía que estar allí durante

esos siete días, quería que pasaran lo más rápido y fácil posible.

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Su deseo íntimo era volverse ya, en ese mismo momento, pero había aceptado este

desafío y debía cumplirlo.

Al segundo día ya deseaba volverse, pero algo tenía que aprender de esta experiencia.

No soportaba el olor de su cuerpo, sin el baño adecuado de la mañana, su pelo lucía

desarreglado, por primera vez se enfrenta a un montón de carencias.

Annette rápidamente se dirigió al templo seguida por Carmen, entraron ya con los

últimos integrantes del lugar.

Carmen había tenido dificultades para hacer todos los movimientos para levantarse,

sin la agilidad demostrada por su compañera ocasional.

Se había entretenido más tiempo del necesario estirando sus sábanas, mañana debería

tener más rapidez que hoy, eso le había establecido Annette en un comentario muy

breve.

Se colocaron casi últimas en la fila de monjes y ayudantes, sobre una de las mantas.

Por una leve seña, entendió que Annette le decía que si le cansaba sentarse sobre sus

pies, podía directamente sentarse sobre sus nalgas.

Sin embargo Carmen intentó hacer lo mismo que Annette, hasta que llegó un

momento en que se cansó, y directamente se sentó con sus piernas cruzadas.

Hablaban en un idioma que no entendía, pero los cantos aunque extraños sonaban

armoniosos, de a poco se serenaron, y casi al final de toda la ceremonia le pareció que

su corazón latía más lento.

Era la primera vez en muchísimos años, que le prestaba atención al latido de su

corazón, sería porque había mucha energía puesta en ese lugar, pero en

realidad no sabía a que atribuirlo.

Terminada la ceremonia, sintieron los dos gongs y se dirigieron a las mesas y bancos

debajo de los árboles.

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Ya había amanecido, el cielo estaba teñido de colores entre grises, anaranjados y

celestes. Se veía muy distinto el cielo, parecía mucho más cercano desde la ladera de la

montaña. Bueno también hacía mucho que no tenía tiempo de fijarse en el cielo

tampoco, pensó Carmen mientras caminaba.

Annette parecía haber desaparecido del lugar, la buscó con la mirada pero no la vio

por ninguna parte de las que conocía. Entonces, siguiendo las reglas establecidas, se

sentó donde había un lugar.

El espacio en el banco, estaba al lado un señor que parecía un ayudante del lugar,

aunque no estaba vestido de monje oriental, él le ofreció una canastita de pan casero

cortado en rodajas, para que se sirviera.

uso por su vestimenta, la miraba fijamente sin

hablar, contemplándola desde sus ojos rasgados, mientras le acercó la jarra que contenía

leche caliente.

Carmen puso leche en su taza, tomo un sobre de té de un plato donde había varios,

luego miró para buscar edulcorante. El budista sin mediar palabra adivinando su

intención, le acerca un recipiente con miel, ella pensó en rechazarlo otra

cosa no hay

Entonces Carmen lo tomó en sus manos, le agradeció por lo bajo y colocó una

cucharada generosa en su taza. El ayudante que estaba a su lado, repartió una manzana y

una naranja para cada uno, de un recipiente donde abundaba la fruta.

Ella intentó decir que no comía mucha fruta, sin embargo él le dijo que las guardara

para más tarde, cuando sintiera hambre la comería.

Ella abrió una bolsita que Annette le había facilitado, igual a la que ella tenía, le había

dicho que se la colocara atravesada sobre su pecho-espalda, y que ya le habría de

encontrar la utilidad.

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Carmen había aceptado su consejo junto con la bolsita, pero no entendía para qué la

quería, ahora comenzaba efectivamente a encontrarle un uso.

Terminado el desayuno, después que algunos repitieron el mismo, se levantaron en

silencio, después de la algarabía matinal.

Juntaron cada uno los elementos que estaban a su alcance sobre la mesa, los colocaron

en un gran recipiente, que estaba a la entrada de la cocina con agua y aparentemente

detergente.

Cada uno de los presentes lavaba lo que llevaba, lo enjuagaba en otro recipiente con

agua limpia, y lo depositaba en un largo listón de madera para que se secara.

Carmen optó por hacer lo que todos hacían, nadie le indicó nada, pero sintió que era lo

que debía hacer.

No tenía reloj porque se lo había entregado a Annette cuando llegó, pero suponía que

serían aproximadamente las ocho de la mañana. Pensaba que era demasiado temprano

para bañarse en el arroyo, ya que seguramente estaría muy frío todavía. Cuando estaba

cavilando sobre el tema, aparece Annette nuevamente a sus espaldas, sin que ella la

escuchara llegar, no la había visto en el desayuno, pero ahí estaba nuevamente.

Solamente le toco la espalda, cuando Carmen se dio vuelta ella hizo lo mismo, sin

mediar palabra comenzó a caminar hacia el arroyo, bajando una lomita en medio de

árboles silvestres y piedras.

Annette cuando llegó allí comenzó a desvestirse naturalmente, se sacó la túnica negra,

luego una blanca que llevaba debajo, sólo se quedó con ropa interior de algodón, que

igualmente le cubrían casi todo el menudo cuerpo.

Se metió en el arroyo, en principio hasta la rodilla, luego se sentó en el lecho sobre

una piedra y alargó su mano para sacar un jabón del bolso, que quedo sobre una saliente

en la orilla del arroyo.

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Lentamente comenzó a higienizarse, y le hizo señas a Carmen que se desvistiera e

hiciera lo mismo. Ésta pensó que no podría resistir el frío del agua, y se le cruzó el

pensamiento de desistir del baño. Pero observaba como Annette disfrutaba de ese

momento, y sintió que no podía comportarse como una niña caprichosa.

Carmen lentamente se sacó sus pantalones de algodón, su blusa de igual material, y

empezó a sentir frío. Pero tomó coraje y decidió hacer lo mismo que la chica había

hecho, entró al agua.

El frío fue un rayo sobre su cuerpo, sintió tiritar sus dientes, entonces Annette le dio

un tirón y la introdujo de golpe en el agua. Pasados unos minutos, el cuerpo comenzó a

sentirse mejor.

La cabeza de Carmen que antes giraba y giraba, con montones de pensamientos sin

solución, pareció quedar vacía de golpe. Ahora solo observaba el agua que pasaba sobre

su cuerpo, era cristalina, fría pero a la vez cálida, las piedras del fondo del lecho se

podían ver en su totalidad. Sus manos jugaban con ellas instintivamente.

Annette le pasó el jabón, ella trató de salir un poco de estar sumergida, y comenzó a

lavarse como veía que lo hacía su compañera. Luego enjuagó su cabello, pensó que con

jabón no le quedaría brilloso ni sedoso, como acostumbraba a estar siempre, pero

decidió no preocuparse por el momento por algo que parecía no importarle más que a

ella. Decidió que se lo ataría, se sentiría más cómoda si dejaba las cosas sin

trascendencia por el momento, de lado.

Annette no tenía ese problema porque estaba totalmente pelada, ahora un poco de

razones moda en una mujer.

Annette saltó del agua, sacó una toalla de la bolsa y se secó, luego se puso su túnica

blanca y por debajo se retiró su ropa interior mojada, luego se puso una bombacha seca,

por último se puso la túnica negra.

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Annette era una jovencita que no debería llegar a los veinte años, su rostro era muy

armonioso, con una belleza serena. Todos sus movimientos eran ágiles pero muy

suaves, como que cada parte de su cuerpo se movía en perfecta armonía interior y

exterior.

Carmen se dio cuenta en ese momento, que ella no había previsto nada de las cosas

que la joven había traído y compartido con ella.

Sin embargo, Annette le dijo que saliera del agua y que se secara con su toalla, que se

pusiera la ropa que había traído y se fuera a cambiar a la habitación, pero que no

olvidara de cerrar muy bien las puertas como le había recomendado.

También le sugirió que dejara la toalla sobre su cama, después ella la lavaría, mientras

Carmen comenzó a salir del arroyo, Annette volvió a desaparecer sin que se diera

cuenta por donde se había marchado.

Carmen hizo lo que Annette le había dicho, se cambió de ropa, luego salió para ver

donde podía lavar la que había usado y mojado. Por sugerencia de Martina, no había

traído mucha ropa para vestirse, por lo que debía rápidamente ponerla en condiciones

de volver a ser usada.

Comenzó a caminar por el lugar viendo donde podía lavar, no encontraba nada que

identificase algún lugar, tampoco veía ropa tendida.

Hasta que después de dar muchas vueltas, comenzó a caminar para otro lado del

arroyo, más distante del grupo de casas que formaban el campamento.

De repente mira y ve ropa tendida sobre piedras al sol, secándose. Uno de los mojes

está a sus orillas sobre una piedra lavando ropa.

No sabe si puede hablarle o no, por tanto Carmen se coloca a cierta distancia en

silencio y observa como el monje realiza la tarea de lavado.

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Comienza a hacer lo mismo que él y luego de enjuagar varias veces sus prendas, elije

una piedra grande para colocar las prendas sobre ella, también busca otras piedras más

pequeñas para sostenerlas, igual que las que allí se están secando.

Se encontraba Carmen tan abstraída de su tarea, que se había olvidado un poco de

todas las preocupaciones que la trajeron al lugar.

Hacía mucho tiempo que no le prestaba atención a sus actos diarios. Se bañaba en

forma mecánica, dejaba su ropa para que la empleada la lavara.

Hoy por primera vez en muchos años, tomó conciencia del acto de bañarse, de lavar

su cuerpo parte por parte, de lavar su cabello, de sentir el agua atravesando su cuerpo,

el sol sobre su piel.

Observar como el agua atraviesa las fibras de sus prendas, mirar donde el sol calienta

mejor, para poder colocar la ropa donde se seque más rápido.

Actos rutinarios que habían perdido todo valor en su vida. Ahora se encontraba a sí

misma Carmen, haciendo valoración de esas cosas absolutamente simples e invisibles a

en sus actos diarios.

Terminado el proceso de de su lavado, observó que ya el monje se había retirado,

Carmen pensó que aún era temprano para el almuerzo, no sabe que hacer con su tiempo

y decide quedarse por un rato en ese lugar.

Su cabeza había dejado de lado todos los pensamientos que se agolpaban en ella, los

a realizar no tenían ningún contenido en ese lugar. Ahora sentía que no tenía

obligación de hacer nada , tan solo podría aburrirse pero nada más.

Comenzó a mirar a un pajarito muy pequeño, apenas si tenía algunos centímetros de

tamaño, que trataba de libar una flor. El ave con un cuerpo muy diminuto, batía sus alas

con muchísima fuerza, casi no se veían las mismas por la ligereza del movimiento.

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Tal era el efecto óptico de su aletear, que parecía al mismo tiempo como detenido en el

aire. Su habilidad era tan rara, que pese a la intensidad del movimiento de sus alas, su

cuerpito no parecía registrar ninguna zozobra por el movimiento.

Mientras esto sucedía con su etérea imagen, su largo y fino piquito, como si fuera un

estilete o el bisturí de un cirujano, se introducía en el centro de la flor para libarla.

Carmen se sintió atrapada por esa actividad-tranquilidad de la diminuta ave, lo miraba

absorta sin poder apartar sus ojos de él.

colores pensó para sí. Esta contemplación duró por largo rato, no supo por cuanto

despertó sonó dos veces, anunciando la

comida.

Carmen no podía creer que hubiesen pasado horas tan rápidamente desde el desayuno,

la mañana se le había transcurrido sin siquiera darse cuenta.

Dentro suyo sentía que se había comenzado a vaciar de sus preocupaciones, las

mismas en ese lugar tan simple no tenían sentido.

Todo en este descampado en medio del cerro era tan cercano a los comienzos de la

vida, a la relación básica con la tierra y la naturaleza agreste, que las preocupaciones

diarias, comenzaban a pasar para ella por temas sencillos de adaptación solamente.

Se dirigió al lugar donde habían desayunado, se sentó en el mismo espacio que había

estado desayunando, pero no reconoció a nadie alrededor suyo.

Apenas cruzo unas palabras de cortesía, comió muy frugalmente unas verduras

cocidas, luego lavo su plato y se fue a descansar en su cama hasta la tarde, sin ninguna

otra novedad especial, pero logró dormir por un rato sin sobresaltos.

No volvió a ver a Annette en todo ese día, sólo al atardecer, cuando fue a buscar la

ropa que había dejado secándose sobre la piedra, la encontró a la orilla. Ella había

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lavado seguramente las toallas más tarde, y también había venido a recogerla, pensó

Carmen cuando la encontró junto al río.

Se saludaron con un movimiento de cabeza e inclinación, como Annette desde el

primer momento realizó ese gesto, Carmen decidió que imitaría su forma de saludo,

para respetar las normas del lugar, como se lo había recomendado su amiga.

Annette le preguntó con una cálida sonrisa en su rostro, como había pasado el día. La

respuesta de Carmen fue escueta, pero se la notaba bien de semblante, había comenzado

a distender su rostro, ya no tenía la crispación del día anterior.

La joven la invitó a acompañarla en la oración de la tarde, le comentó en pocas frases,

que para ella era la mejor hora para la meditación de los sucesos del día.

Carmen aceptó la propuesta, esta vez sintió que realmente la joven deseaba que la

acompañara. Ambas doblaron sus prendas ya secas, las guardaron en la habitación y se

dirigieron al templo temprano.

En ese momento, ya los primeros concurrentes comenzaron a entrar también en

silencio. Se arrodillaron sobre sus pies en el mismo lugar que estaba libre a la mañana,

aunque ahora permanecía todavía casi vacío el templo.

El aroma a incienso invadía todo el lugar, al respirarlo Carmen comenzó a sentir

deseos de cerrar los ojos y dejarse llevar por el aroma, éste penetraba por su nariz e

invadía todos sus sentidos.

Entonces, cerró los ojos, sintió que caminaba hacia una luz muy intensa que no

entendía de donde provenía, pero se dejó llevar.

No sabe cuanto tiempo estuvo así, porque sólo los abrió cuando sintió que Annette

tocaba su espalda.

Todos los presentes a la ceremonia ya se habían retirado, sólo quedaba ella con

Annette parada a su espalda tocándole el hombro.

23
Se levantó rápidamente, Annette le dijo que se apresurara porque ya estaban sirviendo

la comida.

Carmen ni siquiera se había percatado del sonido del gong, para el llamado a la cena.

Como había pasado durante todo el día, Annette desapareció a su espalda sin que

supiera donde se dirigía.

budista que ahora sí se encontraba

nuevamente como a la mañana frente a ella.

A su lado ahora había una señora vestida con túnica negra y con la cabeza rapada como

Annette, pero mucho mayor que ella.

señora-monje

las jerarquías del lugar, tampoco era algo que la preocupara. Ésta le ofreció verdura de

una fuente, agua de una jarra, Carmen comió con gusto, le pareció que tenía hambre,

porque todo lo que se sirvió desapareció de su plato.

Cruzaron pocas palabras durante la comida, luego se levantaron y volvieron a hacer la

misma rutina de lavar lo usado.

Sonó el gong tres veces, era ya la hora para que se retiraran a sus habitaciones.

Carmen se dirigió a la suya y cuando se dio vuelta para cerrar bien la puerta, entró

Annette.

Saludó con afabilidad y una graciosa sonrisa en su rostro, le deseó un feliz sueño

nocturno y se acostó muy plácidamente en su cama.

Annette parecía que más que caminar flotara, observó para sí misma Carmen, todo

lo hacía en forma muy ágil y suave, como si nada le costara esfuerzo. Tenía una gran

destreza en todos sus actos y movimientos.

24
Carmen se quedó en silencio, con los ojos abiertos mirando por la ventana, el cielo

esta noche se observaba nítidamente a través de los vidrios.

La luna iluminaba el lugar como si fuera una gran e inmensa lámpara blanca. Nunca

se había dado cuenta, cuanta luz puede haber en una habitación iluminada tan sólo por

la luna.

Ya no se siente tan nerviosa como la noche anterior, pero aún no puede conciliar el

sueño en forma inmediata como observa que Annette lo ha hecho.

Todas las horas transcurridas en este lugar, le han hecho sentir que la vida puede ser

de otra manera. Aún se angustia por sus pensamientos de vacío, pero puede hacer que

en su mente estos no la perturben tanto.

¿Qué fue lo que le pasó en el templo? Ella sintió una luz que la atraía, luego no sintió

nada más que la sensación de ser muy liviana, y flotar en un espacio totalmente

despertó

porqué. Luego se sintió cansada y con hambre, como que había hecho un gran desgaste

físico.

Analíticamente piensa en este momento que reflexiona, puede ser que ese olor tan

fuerte a incienso le produjese sueño, debe haberse dormido seguramente, no puede

elevaciones espirituales

Pero lo que haya sido le dejó una sensación de placer, de alegría, sin

saber porqué estaba feliz. Son raras todas esas nuevas experiencias sensoriales en

pero debe ser el lugar, y todas estas reglas que hay que cumplir, que hacen que

extraña , reflexionó Carmen.

Sus ojos se cierran, y comienza a dormir.

25
CAPITULO V

PELIGRO

Noche del 3er. día

Dos horas después se despertó, era la madrugada recién comenzada, todo parece estar

igual que cuando se durmió, pero siente algo extraño en el aire que no sabe qué es.

De repente Annette de un salto sale de su cama, y se abalanza sobre algo en el suelo,

levanta en una mano algo que se debate por soltarse.

Carmen se sienta de golpe en la suya y ahoga un grito con su mano, Annette le chista

para que no pronuncie ninguna palabra, abre la puerta y tira hacia fuera el elemento que

había atrapado tan certeramente con su mano.

Prende rápidamente una vela, y le dice a Carmen que salga rápidamente de su cama.

Carmen muy asustada sale de la suya y se sienta sobre la otra cama.

Entonces Annette en un movimiento rápido, desliza hacia el centro de la habitación la

cama de Carmen.

Debajo de la misma encuentra otra víbora igual a la anterior, que trata de escabullirse

rápidamente hacia la puerta. Annette en un certero movimiento, la toma firmemente con

una mano de la cabeza y la tira hacia fuera.

Carmen se encuentra paralizada por el miedo, comienza a llorar sin poder evitarlo, las

lágrimas caen sobre sus mejillas sin poder contenerlas aunque lo hace en silencio.

Annette la mira con pena, por primera vez se acerca a ella y cálidamente la abraza.

Carmen siente que toda su fortaleza se desmorona, por largo rato sigue llorando hasta

que se calma.

Annette tan solo puso cabeza de ella sobre su pecho, y no pronunció ninguna palabra,

pero Carmen se sintió consolada por su tierno gesto.

26
Después de un rato, cuando logra Carmen calmarse, le pide disculpas por la situación

de llanto que desencadeno su angustia. Le comenta que se asustó mucho por lo

sucedido, además no le puede explicar como fue que

despertó un momento antes que Annette saltara sobre el animal.

Le preguntó Carmen a Annette en tono muy bajo, como siendo tan joven puede

manejarse con tanta seguridad con animales tan peligrosos.

Annette le dedicó una cálida sonrisa de comprensión, luego le dijo no hay que tener

miedo a todo lo externo, sólo hay que tener precaución y aceptar los desafíos de la

se sabe tomarla en el lugar adecuado que es en su cuello, nada pueden hacer. Es muy

irónico que todos les tem pero es muy fácil anularlas. A ella le enseñaron que no

hay que matarlas , sólo hay que imponerles el respeto. Ellas

saben qu

Carmen escuchaba incrédula a esa joven que hablaba con tanta seguridad, su voz

sonaba suave y dulce, no parecía la misma persona que había dominado a los ofidios

minutos antes.

Ahora entendió el porqué Annette adivinó que la pareja del animal que tenía en su

mano, llevaba todo el miedo de su vida

sabían.

Annette continuó diciendo en un tono apenas audible: El peor enemigo nunca está

fuera, porque esos enemigos externos son mucho más fáciles de combatir. Los peores

camuflan para que no las veamos, pero tienen el poder de envenenar el alma Y

cuando el alma está envenenada, todo lo que sale de adentro es lo peor que uno posee,

27
las actitudes más hostiles, los odios, el desamor, la desidia, el rencor, el deseo de la

mu

Annette observó en la mirada de Carmen, que comenzó un camino que la llevará a su

detectó

en medio de la noche y la oscuridad.

Esto es algo que pocos logran con tan poco tiempo en el lugar, ya comenzará con el

correr de los días y por obra del Universo, enemigos internos sólo debe

dejarse guiar por la Luz señales

Carmen le agradece sus palabras de aliento, dichas apenas en susurros, la angustia por

el miedo de lo sucedido empieza a ceder, pero aún está conmocionada.

Annette le ofrece cambiar ellas

otro suceso similar. Pero la tranquiliza diciendo que no va a volver a suceder, esto ha

una prueba Camino superado, por tanto

no debe temer.

Carmen igualmente acepta la propuesta de Annette, y se acurruca en su cama, no sabe

si va a poder dormir pero quiere serenar su angustia en ese lugar.

Annette se tiende en la otra cama, e inmediatamente se duerme. A Carmen la vence el

sueño más que el miedo, en cuanto decide no volver a pensar más en el hecho ocurrido.

A la madrugada las despierta el gong, rápidamente las dos se alistan y salen. Carmen

instintivamente mira el suelo por donde van caminando, ellas

debe de haber sido una

Pero luego, un poco más lúcida comienza a reflexionar: ¿Qué alguien las puso

habrá querido decir Annette? ¿O es una prueba del Universo, la Mente Universal o

Dios? Es difícil entender entre-líneas toda esta situación , a Martina le debe parecer

28
todo esto mucho más fácil, porque ella es psicóloga, yo soy arquitecta , mi mente es

mucho más estructurada.

CAPITULO VI

MI AMIGO PICAFLOR

4to. Día

Carmen junto a Annette camina dirigiéndose al templo, hoy llegan con mucho más

tiempo, se sientan sobre sus pies, aspiran profundamente el aroma a incienso y pasto

húmedo de la madrugada.

Los tonos de las voces que se unen en los cánticos matinales, son para Carmen como

repetición de sonidos, que no permiten ningún pensamiento en su cabeza. Sólo se llena

de la armonía de los mismos, no entienden que dicen ni tampoco trata de analizarlo.

Simplemente se deja llevar por su cadencia, de vez en cuando el hombre que ella

el budista

tampoco comprende.

Ahora que observa un poco más atentamente, percibe que es él quien dirige la

ceremonia. Luego de un rato, las voces se acallan, y el budista

breve discurso, en un tono monocorde, sin mirar hacia ningún lado en particular. No

llega a comprender el significado de lo que está diciendo, porque habla en un tono

sumamente bajo, aunque a las demás personas parece no molestarle que así lo haga,

pero Carmen no logra entender qué está expresando.

Sin embargo, ella siente que sus ojos semicerrados y alargados la miran a ella,

aunque en el lugar hay más de veinte personas.

Sólo en un momento determinado, prueba

oídos pero vuelve el coro a comenzar su canto de finalización de la oración matutina.

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Se queda por unos minutos después que todos se han levantado, pero Annette le

aconseja que se apure a desayunar, ya .

Antes que Carmen pueda preguntar nada al respecto, Annette salió del templo y

volvió a desaparecer de su vista.

Carmen un poco con pesar, se levanta del lugar que ha quedado desierto, y se dirige al

lugar donde toman el desayuno, esa mañana no tiene hambre y su paso es tranquilo.

budista

atribuirlo a una casualidad o es que destinaron ese lugar para ella, pero en los otros

horarios no pasa lo mismo, piensa, como todo en ese lugar.

Carmen se sienta en la punta del largo banco de madera rústica, hoy nuevamente tiene

como compañero a su costado el mismo ayudante del primer día.

budista

caliente, luego la miel.

Carmen se siente un poco incómoda, la mirada parece traspasarla, es profunda pero

sin dureza.

Por primera vez en tres días entabla un diálogo con él, quiere saber más de la breve

charla que este realizó en medio de la oración matinal, y le hace mención de que

escucho algo prueba , en su breve discurso.

Él la miró extrañado, y dijo no recordar haber pronunciado esa palabra, que

seguramente era la que ella necesitaba oír, por tanto él piensa que ella realmente la

escuchó .

Carmen se siente confusa ante su respuesta, pero no sabe como explicar que no

entiende qué quiere decirle. No piensa que se le ocurra escuchar prueba ,

porque ella necesita la misma.

30
Él parece adivinar su pensamiento y continúa diciendo: las pruebas están dentro de

uno, cuando uno comienza a experimentar la primera, abre la puerta para todas las

demás . Quizás ella esté allí para eso,

Él dio por finalizado el brevísimo diálogo, hizo una leve inclinación con su cabeza, se

levantó y como todos se dirigió a lavar todos los elementos que encontró cerca de su

mano sobre la mesa.

Carmen se sentía cada vez mas desorientada, era un día que nada tenía que ver con el

anterior, muchas cosas no estaban claras ni afuera ni dentro de ella.

Después que lavó los elementos del desayuno, se dirigió a la habitación y tomó lo

necesario para bañarse. Hoy realmente necesitaba despejarse, el agua fría le haría muy

bien a su cabeza tan confundida.

Salió al descampado, notó que estaba totalmente en silencio, cada uno de sus

habitantes estaba realizando una tarea específica, pero al mismo tiempo todo parecía

como detenido en el tiempo.

No veía por ningún lado a Annette, no sabría si vendría a buscarla para bañarse con

ella, así que después de dar algunas vueltas para ver si la encontraba sin éxito, se

decidió a llegar sola hasta el arroyo.

Cuando comenzaba a bajar hacia el mismo, sigilosamente sintió el roce de alguien que

desde su espalda, y se deslizó hacia el costado pasando por delante de ella. Era Annette,

la nada sin que se diera cuenta

Carmen ya había comenzado a acostumbrarse a su forma de actuar, hasta le resultaba

graciosa en medio de su misterio.

Ambas realizaron el ritual del baño, Carmen sintió que el agua fría pasaba por su

sangre, y que su cabeza se limpiaba de todo pensamiento oscuro. Disfrutó sentir como

31
el líquido se deslizaba rápidamente por su espalda, por momentos parecía que golpeaba

con más fuerza sobre sus muslos y sus mejillas.

Trato de zambullirse, hasta incluso deseo que su cara quedara debajo de la corriente

de agua, que realmente no llegaba a más de cuarenta centímetros del lecho del arroyo,

en los lugares más profundos.

En un momento determinado, sintió como una corriente que le recorrió de pies a

cabeza su cuerpo, en ese momento abrió los ojos, se dio cuenta que Annette ya había

salido del agua y se estaba vistiendo.

Ella se paró dentro del arroyo y luego salió. Annette le dijo que tenía prisa, había

muchas cosas que debía hacer ella en ese día. Carmen no entendía que cosas hacía, pero

tampoco le preguntó.

Sólo escuchó cuando Annette le aconsejó que si subía más arriba por el monte, no se

alejara demasiado del lugar, era peligroso andar sola sin conocer, se podía perder y

tardar horas en regresar.

Carmen pensó que ella no tenía intención de hacer nada en particular, pero igualmente

le agradeció el consejo. Annette como siempre, desaparecido

Carmen terminó de vestirse, ella se encamino entonces a su habitación.

Tomó la ropa para lavar y se dirigió hacia el mismo lugar del día anterior, por

ahora pensó Carmen lavaré, después veré que hago, hoy siento que me voy a

aburrir, todo parece muy monótono en ese lugar. Sólo hablo con Annette, y ella durante

el día parece no estar en el campamento o si está, no se hace ver.

Cuando llega al borde del arroyo no ve a nadie lavando, pensó que a lo mejor es

temprano todavía.

Realizó las mismas operaciones que el día anterior, pero hoy no siente el mismo

placer que los días anteriores. Se siente fastidiada, no sabe que hacer de su tiempo, ya su

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cabeza que durante el baño pareció vaciarse de todo, volvió a tener un sin-número de

pensamientos. Aparecieron a su mente en torbellino, la cantidad de compromisos que

canceló para estar allí esos siete días.

cuenta novedades

raras, excluyeron

En realidad, igualmente hace tiempo que ella misma se excluyó de esa vida. Las tareas

tintorerías

rápidas preparan comida y la dejan en el freezer,

para no perder tiempo de sus actividades.

Casi todas las noches tienen reuniones por separado, y los fines de semana suelen

reunirse en el las casas de campo de amigos.

Es muy rara la vez que planean algo para pasar juntos una velada, que ella recuerde

ahora no podría precisar cuando fue la última vez.

Cavilaba en este mar de pensamientos, cuando frente a sus ojos observa de nuevo al

pajarito que el día anterior libaba la flor.

Esta vez está delante de ella, sosteniendo su pequeño cuerpito de colores, mientras

mueve sus alitas en forma imposible de observar por lo rápido. Está sostenido en el aire,

y parece como que la mira a ella.

No entiende Carmen porqué ella interpreta esa sensación de que él la observa, mira

hacia sus costados para ver si hay flores, como la que ayer ocupaban todo su afán. Pero

no , ella está rodeada de piedras, y a sus pies corre el arroyo cristalino sobre el lecho

del mismo. El pájaro parece decidido a no moverse de ese lugar.

33
Carmen retrocede y se sienta en una piedra mientras extiende su ropa, en ese mismo

lugar, sin perder de vista al pajarito. Ahora él comienza a dar un giro, vuelve a pararse

ante sus ojos por unos instantes, vuelve a realizar el mismo movimiento una y otra vez.

Ella empieza a inquietarse, no entiende lo que está pasando, pero el movimiento que

siente

cómo trasmite el Picaflor, que le dice que lo siga. Es

ridículo, se dijo Carmen que ella piense eso, si los pájaros no hablan, y que los giros y

contra- entender , es de locos.

No sabe porqué pero se levanta, él pajarito un saltito

está contento

Comienza a dirigirse hacia el otro lado del arroyo, Carmen se da cuenta que debe

seguirlo

Instintivamente se saca sus zapatillas, la toma en su mano y cruza. Luego vuelve a

calzárselas ya del otro lado, mientras el pajarito suspendido en el aire parece esperarla.

Cuando concluye, comienza nuevamente a girar y girar , ella está como hipnotizada

por sus movimientos, de vez en cuando, su piquito larga un suave trino como alentando

la actitud de seguirlo.

Comienza a subir por un camino, que apenas es más ancho que sus dos pies juntos que

parece subir la montaña.

Igualmente no piensa ir muy lejos, pero no tiene nada en particular para hacer, así que

si va con cuidado puede ser entretenido hacer un poco de caminata.

El pajarito va delante de ella por momentos, en otros se detiene delante de su rostro,

larga un suave sonido, apenas audible, y luego continúa subiendo.

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Cuando pasó bastante tiempo, casi una hora de subida, Carmen se siente cansada, ya

se perdió la senda del comienzo, pero como siempre que se dirigió en la misma

dirección, piensa ella, no va de ser difícil volver.

Por un momento busca una piedra grande para sentarse, de todas maneras antes de

ellas , las víboras, no andan por allí

cerca. No quiere volver a repetir una experiencia como la de la noche, ahora no está

Annette para defenderla.

En ese momento ella se da cuenta, Annette le había hecho una advertencia en la

mañana cuando terminaron de bañarse: que si subía a la montaña tuviera cuidado.

¿Cómo sabía Annette que habría de ponerse a caminar de esta manera?

Sin embargo tranquilizándose a sí misma, reflexionó que a lo mejor es algo común en

ese lugar, que después de varios días la gente comience a aburrirse, y se largue a

caminar por los alrededores o subir la montaña.

Seguramente sea esta última la causa de tal advertencia, siguió reflexionando, a

Carmen le molestaba adivina . Era demasiado analítica

como para suponer que alguien pueda saber qué va hacer ella en un futuro, son cosas

que su mente no comprende.

El pajarito parece ahora nervioso, con su insistencia incluso se atrevió ya a

acercarse apenas a poco menos de cincuenta centímetros de su cara.

Carmen desea en ese momento caminata

cuenta, que el pajarito parece estar alterado ahora. Entonces instintivamente y en voz

alta, le dice que ya está cansada, que quiere volver al campamento, que se hartó de

seguirlo.

El pajarito entonces, comenzó a verse más nervioso, a girar y girar alrededor suyo,

como si quisiera empujarla a que continuara su marcha.

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Carmen le advierte nuevamente, pero ya en voz alta que le da sólo algunos minutos

más jo eso, siente que está haciendo el ridículo, hablando con un

pajarito y poniendo plazo de tiempo a su seguimiento.

Pese a todo, decide continuar caminando por algún tramo más, pocos metros más

adelante, apenas al bordear un caminito medio escondido y borrado por el desuso

sucede un acontecimiento inesperado.

El pajarito baja su vuelo de golpe y se sitúa al borde del mismo camino, sobre un

arbusto que parece recientemente roto y picotea las ramitas.

Carmen se acerca a él y observa apretado por el arbusto caído, un nido con dos

pichoncitos muy pequeñitos dentro.

Empieza a apartar las ramas que se resisten a salir de sobre el nido, no sin esfuerzo

ella logra romper los elementos que lo aprisionan, trata de acomodar el nido con los

pichoncitos, que abren sus boquitas.

Carmen se llena de ternura, es la primera vez que ve pajaritos tan chiquitos vivos.

Cuando comienza muy suavemente a levantar el nido, observa que debajo de él hay un

pajarito igual al que ella siguió pero muerto, seguramente es la mamá de los

pichoncitos.

No entiende como llegó hasta ese lugar, no comprende como decidió seguir al

pajarito, pero si se da cuenta que debe hacer algo con el hallazgo.

Levanta el nido, observa a su alrededor y ve un árbol no muy alto, que parece lo

suficientemente fuerte para poder depositar allí el nido.

Con mucha delicadeza lo traslada hasta el tronco en el comienzo de sus ramas y trata

de que quede seguro en el lugar. No sabe que hacer, entonces busca un poco de pastito y

lo pone en el medio del nido.

36
El pajarito que la guió hasta ese lugar, había estado dando vueltas alrededor del

pajarito muerto, tirándole remitas sueltas que encontró alrededor. Parecía querer tapar el

dolor de la partida.

Carmen lo miraba emocionada, con un nudo en la garganta, no sabía porqué se

angustiaba, en definitiva eran sólo pájaros, no personas, pero no podía evitar el dolor

que le oprimía en el pecho.

la ceremonia

algo que dejo caer en su cabello. Carmen pasó su mano por el mismo y encontró una

ramita minúscula, que en su punta lucía una pequeñísima flor, de las que nacen en el

pasto. Ella sintió amigo Picaflor , le estaba agradeciendo haberlo ayudado.

Luego él se dirigió al nido, se paró entre los polluelos que saltaban, y comenzó a

repartir algo que llevaba en su boca, en cada uno de los piquitos de los pichones.

Carmen reconoció para sí misma que ya era hora de bajar al campamento, no sabía

cuanto tiempo había pasado, pero calculaba que había sido bastante.

No reconocía el camino de regreso, ni por donde bajar, pero esta vez se dio cuenta

que mejor se dejaba Guiar. No quería hacer cálculos ni del sol, ni de las sombras, dejó

que sus piernas la llevaran camino abajo, sin pensar demasiado por donde lo hacían.

Recorrió un larguísimo camino, supuso que más largo y por mucho más tiempo que el

de la subida. No pensó en preocuparse por esto, dejó todo en manos de quién

, y liberó su mente de todo pensamiento.

Sólo comenzó a tararear internamente el sonido del canto de los encuentros de

meditación, hasta que toda su mente se lleno de la música del coro.

Pensó que estuvo en otro espacio mientras descendía, y que despertó, cuando llego al

borde del arroyo, amigo el Picaflor

37
Esta vez no se sacó sus zapatillas, entró al arroyo sintió la frescura del agua

corriendo entre sus piernas, sobre sus pies, y se sintió bien, muy bien.

su espalda, de angustias, de penas sin sentido, la vida y la muerte eran cosas mucho más

sencillas de lo que suponía.

Un pajarito de apenas diez centímetros se lo había enseñado, en forma muy simple.

señal

podía aquilatarlo, lo haría en la meditación en el correr de los días.

Llegó al campamento cuando sonaba el gong para la meditación de la noche, no había

comido pero no tenía hambre igualmente.

Carmen percibió en todo su cuerpo, la sensación de estar plena, tenía una alegría

interior... que no se podía expresar en palabras.

Pensó por primera vez en mucho tiempo con amor en Franco su marido, era una

sensación que había perdido en el tiempo.

Algo que apareció de golpe en su vida como angustia, c amigo el

Picaflor allá arriba en la ladera de la montaña, cuando trataba de tapar con ramitas el

cuerpecito de la que seguramente fue su pareja. En ese momento que había tenido la

sensación que algo le apretaba el corazón, pensando en el dolor de la separación.

En ese instante no pensó en su vida afectiva, es ahora que lo asocia con ella, que

siente ese Amor verdadero, el que ella ya creía inexistente

en su matrimonio.

Percibe que muchos movimientos han comenzado a producirse en su mundo interior

que creía vacío, ahora se da cuenta que ese espacio que ella sentía como vacío estaba

lleno de cosas, pero que ella ya no usaba ni tenía en cuenta.

38
de la nada

y un leve movimiento de cabeza, ella respondió de la misma manera.

Ambas se dirigieron al templo a realizar la meditación diaria, Carmen observó que ya

estaban casi todos ubicados en sus lugares, evidentemente había tardado mucho en

regresar.

La meditación le trajo más paz sobre la alegría que ya poseía, sin saber el porqué de

tal estado.

Había dejado de pensar en sus angustias, en sus desvelos, en sus vacíos, ahora sentía,

solo dejaba que el corazón se explayara en tener sentimientos y percepciones.

La noche transcurrió tranquila, pese a que en los primeros momentos le costó volver a

dormir en su cama. Pero interpretó por todos los hechos del día que tenía que liberar su

dejarlo ir porque si no lo hacía eso atraía como dice Annette a

ellas

Debe perder su miedo a enfrentarse, a lo que su mente imagina como peligroso, si ya

lo descubrió no tiene sentido seguir teniendo como escudo el miedo.

Annette no se había dormido como siempre al instante de acostarse, tenía sus ojos

abiertos mirando fijo el techo.

En un momento determinado, le preguntó que signo había descubierto en ese día.

Carmen se quedó pensando si debía comentarle en donde había estado todo ese día, pero

luego reflexionó que era lo más conveniente, y le relató todos los sucesos con su

Picaflor como ya lo llamaba.

Annette escuchó su relato en silencio pero con mucha atención, luego le dijo que

había recibido un gran signo, que lo meditara, el Universo estaba dándole una nueva

oportunidad.

39
Después sin mediar ninguna otra palabra, se dio vuelta en su cama e inmediatamente

pareció dormirse.

A Carmen le hubiera encantado preguntar, que quería decir con lo expresado, pero

sabía que no tendría ninguna respuesta.

Ya había entendido que en este lugar, las palabras tenían un valor muy distinto que las

del mundo en que ella se movía. Cada frase era para meditar, elaborarla y darle un

sentido.

prueba

budista aunque él no la había

pronunciado, era probable que ella sí la hubiera escuchado.

¿Cuál sería la prueba? ¿Algo más fuerte que el tema de las víboras la noche

anterior? ¿Más extraño que perderse durante varias horas en la subida a la montaña, y

que no haber sentido miedo? ¿Qué otra prueba habría en esos días?

Pero ahora Carmen tenía sueño, cerró los ojos y aflojó todo su cuerpo, comenzó por

tomar conciencia de sus músculos, y uno a uno los fue soltando, cuando llegó a su cara

ya estaba dormida.

CAPITULO VII

VISION

5to. Día

Se despertaron nuevamente con el sonido del gong a la madrugada, para la oración

matinal. Carmen sintió como que recién se había dormido, pero su cuerpo estaba

descansado. Ya cada vez ejecutaba más rápido el acto rutinario de vestirse, lavarse y

extender las sábanas de la cama.

40
Salieron ambas rumbo al templo, recién estaban entrando todos los habitantes del

lugar, el incienso se elevaba desde los recipientes que lo contenían con brazas

prendidas, su humo dificultaba aún más observar las caras de los allí presentes.

Aunque igualmente a nadie parecía interesar saber demasiado de los concurrentes, ni

cuantos eran, ni reconocer específicamente sus rostros. Aunque nunca dejaban de lado

la amabilidad, saludaban con una leve inclinación de cabeza a quién entraba o se

sentaba a su lado, pero casi sin cruzar sus miradas.

Carmen sintió que hoy sería un día especial, Martina le había hecho un comentario,

que en su momento no registró adecuadamente ni le dio importancia, le dijo y hoy al

levantarse lo recordó: que el quinto día en el campamento sería fundamental en su

vida.

Hoy precisamente, era ese quinto día señalado por su amiga.

Los cantos comenzaron, por primera vez ella también logró incorporarse en el coro,

no sabía que era lo que decían, pero podía seguir por fonética, el ritmo casi monocorde

de la canción. Se sintió mucho mejor haciéndolo, como formando parte del Templo,

aunque fuera en mínima parte de ese universo.

Terminada la oración fue a sentarse para desayunar, había dos espacios vacíos, el que

budista

mujer- mayor, con la cabeza rapada, ésta le

dirigió una sonrisa y le pasó la canasta con el pan casero.

Cuando comenzó Carmen a mirar donde estaba la jarra con la leche, notó que alguien

budista

No había notado cuando llegó, pensó Carmen que esta gente parece deslizarse por la

tierra, no caminan como todo el mundo. Es él quien esta vez le dirige la palabra,

haciendo referencia a que notó que hoy se incorporó al coro con todo el grupo, y que lo

41
hizo en armonía interior, aunque no conociera que significaban las palabras que

pronunciaba.

Carmen se interrogó interiormente como se dio cuenta él que ella cantó, no lo vio en

la reunión matinal, o a lo mejor llegó después de ella y se sentó más atrás.

Pero por lo que todos esos días ella había observado, él solía sentarse siempre al frente

del grupo. Igualmente no preguntó nada, solo agradeció el elogio y sonrió.

Antes de levantarse, budista jo que hoy quizás encuentre sentido a la palabra

de prueba, que ayer había escuchado.

No dijo nada más y fue a lavar los elementos del desayuno, ella tardó unos instantes

en levantarse. Sabía que las palabras que allí se pronunciaban, para ella cada vez

adquirían más importancia. Era muy extraño como las valoraba en estos momentos,

tanto los largos silencios, como las pocas frases que cruzaba en este lugar, todo adquiría

un sentido totalmente distinto.

Como todos los días se dirigió a su habitación y luego hacia el arroyo, no encontró a

Annette en el camino como siempre, le pareció raro, pero bajo hasta el lecho del agua

que corría muy rápidamente.

Notó que había mucha más agua de la acostumbrada, quizás había llovido en la noche

y ella no se había dado cuenta, ya que sabía que este arroyo era de vertiente.

Miró para todos lados antes de entrar al agua, tratando de descubrir si Annette

aparecía por algún lado, pero estaba sola en el lugar esa mañana.

Después de desvestirse comenzó a introducirse en el agua, notó que no hacía pie

fácilmente en el fondo como todos los días, y que el agua empujaba con muchísima

fuerza. No supo cómo pero el frágil equilibro que tenía se rompió, y cayó de espaldas,

mientras el agua comenzó a arrastrarla rápidamente del lugar.

42
En un momento determinado, sintió que se golpeaba contra algo mientras trataba

vanamente de salir de ese lugar.

Luego creyó percibir que algo la elevaba, estaba en un lugar muy raro, no podía ver

claramente, ya que había una nebulosa en sus ojos.

budista

vestido con una túnica blanca en vez de su habitual túnica negra, en sus manos sostenía

una caja dorada.

Ella se levantó del lugar donde había quedado acostada no sabe cómo, y se acercó a él

sin ningún temor pese a que se veía totalmente desnuda.

Emanaba de toda la presencia de él una gran luz radiante, le decía algo que ella no

llegaba a entender, por eso decidió acercarse más para escucharlo.

Cuando llego frente al budista , éste le extendió la caja dorada. Le dijo que allí tenía

un regalo para ella porque: había superado la prueba del miedo, había aprendido a

seguir los signos, y había descubierto dejarse guiar por el Universo.

Ella extendió sus manos, tomo la caja y la abrió, miró dentro de ella y observó a un

pajarito igual a su amigo el Picaflor , como el que encontró muerto

debajo del nido con los pichones. Pero apenas sintió la luz que entró cuando abrió la

caja, comenzó a moverse suavemente, y después casi sin parar comenzó a aletear y

salió de la caja dorada.

Se detuvo por un momento delante de ella como mirándola, en ese momento apareció

de golpe su amigo el ambos se pararon uno frente al otro y al mismo tiempo

dieron un saltito, que Carmen interpretó de alegría.

En ese momento se oscurecieron sus ojos, budista

decía algo así como que: es tu segunda oportunidad, no la pierdas porque puede ser

la última .

43
Despertó de golpe sintiendo que tenía muchísimo frío, estaba tirada sobre el pasto al

lado del arroyo, a su lado toda mojada estaba Annette, tratando de reanimarla.

La ayudó a sentarse en ese momento, Carmen sintió ganas de vomitar, salió de su

boca agua de golpe. Le dolía la parte de atrás de su cabeza, se lleva la mano al lugar,

sintió un dolor más fuerte cuando se apretó, y comprendió que estaba lastimada.

Annette le puso la toalla sobre los hombros, le dijo que tratara de levantarse y se que

se apoyara en ella. Ambas se dirigen hasta la habitación, Carmen se sentía todavía muy

mareada, ahora comienza a recordar que en un momento perdió el equilibrio, y se

golpeó con algo muy duro.

Annette la ayudó a cambiar de ropa, y le dijo que se recueste en la cama, tomó una

frazada y la tapó. Ella rápidamente se cambió también su ropa mojada, y cerrando la

puerta salió, a los pocos minutos volvió con una taza de caldo de verdura en sus manos.

Cuando Carmen ya se sintió más repuesta de su golpe, le pregunta a Annette si sabe

que le pasó. Ella le comenta que en el momento en que se dirigía a bañarse, vio como

Carmen se resbalaba, caía dentro del cause del arroyo, y este la arrastraba aguas abajo.

Annette la auxilió sacándola del lugar, cuando parecía que ya se ahogaba, le realizó

respiración para reanimarla por varios minutos, hasta que de golpe sintió que su alma

retornaba al cuerpo.

Carmen no sabía como agradecerle a Annette que la hubiera salvado, pero por primera

gracias

que se quedara en la cama hasta la oración de la tarde, era mejor que descansara por el

resto del día.

Le dejó frutas por si tenía hambre más tarde, que sacó de su bolso, le pidió que tratara

de no dormir en lo posible, pero que meditara sobre lo ocurrido, todas las cosas aún las

que no son gratas tienen un sentido.

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Se había salvado de morir ahogada por la ayuda del Universo, eso tenía que tener un

porqué y un para qué

Carmen igualmente no le había contado la visión o el sueño, no sabía como

budista l Picaflor sabían

todo, sin que mediaran muchas palabras.

del encuentro

aparentemente se estaba ahogando.

A que acontecimiento de su vida, hac tienes una segunda

oportunidad ¿Es porque Annette me salvo de una muerte segura?, ¿tendrá que ver

el Picaflor

Carmen reconoce que le duele mucho la cabeza, es mejor que en vez de pensar, dejar

que la mente fluya para donde quiera ir. Siente que su cuerpo ha comenzado a tomar

calor natural, el sol entra por la ventana a raudales, y a lo lejos se ven los cerros

poblados de vegetación verde a través de la ventana.

¿Qué estará haciendo Franco en este momento? ¿Qué hubiera dicho si le avisaban

que esta mañana por un accidente ella perdía la vida? ¿Se angustiaría? ¿La

extrañaría?

No sabe porqué, nuevamente se puso a pensar que sentiría Franco con su ausencia. Si

realmente estaban al borde de la separación, ¿qué importaba si era de esta manera

definitiva? En ese momento su corazón llamó su atención, este comenzó a latir muy

rápidamente, ante el pensamiento de la separación. Por primera vez no le gustó esa

sensación de dolor, que no era físico sino afectivo.

¿Dónde había quedado aquél Franco que ahora su corazón recordaba? No era éste

de los últimos años. Sino aquél que llegaba con una flor, que robaba en el jardín de

algún vecino, para que ella se sintiera halagada cuando le decía:

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flor abochornada ante su belleza Era algo cursi

su princesa. Cuanto hacía que tampoco recordaba esas palabras, que le llenaba el

cuerpo de orgullo, cuantas cosas que había olvidado de su relación con Franco, de ese

tiempo de urgencias para amarse todos los días.

¿Cuándo fue que se desenamoraron?, ¿qué les pasó para que el amor se diluyera?

Serán los años que fueron desgastando la relación, o simplemente dejaron de

cultivarla , por eso comenzó a marchitarse.

Dejó que su mente recorriera todas las sensaciones antiguas, de quién fue su novio

primero y después su esposo. Así llegó la tarde, y sonó el gong que llamaba a la oración

vespertina.

Carmen, no sin dificultad, se levantó de la cama, aún le dolía la cabeza del golpe. Pero

trató de restarle importancia, necesitaba encontrarse en el templo con el olor a incienso,

y el canto que no entendía, pero había aprendido a integrarlo a su oración.

Salió y comenzó a caminar , al instante sintió a su lado la presencia de Annette.

Nunca había creído en Ángeles, pero si existía alguna posibilidad que fueran reales,

seguramente Annette era uno.

Como siempre se sentaron en el mismo lugar, y en pocos segundos estaban todos

reunidos.

Comenzaron con la ceremonia, y ella sintió que el corazón se le aliviaba de los

pensamientos que no le hacían bien. Su mente flotaba sin ninguna idea en particular,

cerró los ojos y se sintió liviana. Una luz iluminaba un camino, y ella se dejó llevar,

cada vez más alto, más alto...

En un momento determinado un haz de luz la cegó totalmente, como un flash y

volvió a ver la cajita dorada que se abría sola y de adentro saliendo el Picaflor con

sus bellísimos 7 colores resucitado, y su amigo el Picaflor Ellos se colocaban uno

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enfrente del otro, mientras sus cuerpos suspendidos no se movían, sus alitas giraban sin

cesar, hasta que ambos piquitos se tocaron y desaparecieron de la visión

Luego sintió como que descendía rápidamente, y abrió sus ojos. En ese momento se

terminó el canto final, y comenzaron a levantarse todos los presentes para concurrir al

lugar donde cenaban.

Aún se sentía un poco mareada, no sabía si por el golpe, por la

pese al aturdimiento, algo había empezado a aclararse en su corazón.

Esa noche se durmió mirando la luna que se recorta en el rectángulo de la ventana, ya

no rondan en su mente pensamientos atormentadores, siente como palpita su corazón

latido a latido.

Con el correr de los días ha comenzado a valorar el silencio. Reconoce que saborea el

placer de poder entrar dentro de su corazón y quedarse allí quieta, sin que nada la

perturbe, sin otra cosa que el sonido del canto de los pájaros.

CAPITULO VIII

HOGAR

6to. Día

El sexto día comienza con la rutina del amanecer, van al templo a meditar y en ese

un mensaje , pero ella no cree todavía en esas

cosas se dice a sí misma, mucho menos segura de que eso sea verdad ahora en su

pensamiento actual.

Luego fue a budista

otro monje. Éste le dirigió una cálida sonrisa, y le preguntó si conocía los alrededores

del campamento. Ella le respondió que muy poco, él le sugirió que antes de marcharse

los recorriera, había lugares muy bonitos en la zona, muy buenos para meditar.

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Carmen realizó el baño diario en el arroyo, pero esta vez acompañada de Annette,

para evitar otro accidente como en el día anterior.

Luego del mismo y como todos los días desde que está allí, Annette esfumó

entonces Carmen decidió salir a caminar.

Los alrededores del campamento eran agrestes, pero el paisaje que se podía observar

desde ese lugar en la ladera del gran cerro era maravilloso. Las montañas se presentaban

a la vista en toda su magnificencia, el cielo azul era tan inmenso en ese espacio, que era

imposible abarcarlo con la vista. Acostumbrada como estaba Carmen, recortes

de azul entre los grandes edificios de la ciudad, los ojos parecían no poder abarcar todo

ese firmamento.

Caminando cuesta abajo, por un sendero bastante cuidado pero angosto, encuentra una

casita sobre la ladera del cerro. Está al costado del camino, tiene un letrero rústico y

simple, en el que se anuncia la venta de la misma.

Carmen, sin entender porque le llama la atención el letrero, se pregunta:

¿Cuánta gente puede pasar por este lugar, para que este anuncio pueda rendir su

efecto de venta? Evidentemente quién quiere venderla,

Sin embargo, sintió el impulso de acercarse, quizás fue la curiosidad

lo mejor es el destino, pero decide hablar con quién sea el propietario del lugar.

Como demoraban en responder a su llamado, comenzó a observar las condiciones en

la que estaba la casa.

No es mala la construcción, piensa desde su oficio de arquitecta. Esta bien orientada,

los ventanales dejan entrar la luz del sol para el invierno, y los árboles la protegen en

el verano. No parece desde fuera muy amplia, pero quizás sea cómoda a pesar de sus

líneas arquitectónicas muy simple.

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Al final de un rato de espera, se abre la puerta y aparece una señora sencilla en su

vestimenta, pero en su cara luce una tímida sonrisa de bienvenida.

La dueña de casa la invita a pasar y sentarse, después que Carmen le comunica su

inquietud de conocer un poco más respecto a los valores de la venta, y las comodidades

de la vivienda.

La señora no parece demasiado sorprendida, ni por la presencia de ella ni por sus

preguntas. Con toda naturalidad la hizo entrar a la vivienda, sin mayor recaudo por el

peligro que significaría una persona extraña en la casa.

Con total tranquilidad la invita a tomar algo, s

sierras, que según le comenta tiene grandes propiedades energizantes.

Carmen frente a la mujer tan amable, no sabe porqué le preguntó el precio de la

vivienda, ya que nada más lejano a sus pensamientos estaba la compra de ninguna

propiedad en estos momentos de su vida, y menos en un lugar tan alejado de sus

actividades diarias.

Sin embargo, cuando la dueña de casa le dijo el precio, comenzó a pensar en ello

como una real compradora.

El valor al que aspiraba por la vivienda, era mucho menos de lo que generalmente

gasta yo se

la compro no sabe cómo, pero cerró trato de palabra con su dueña para la adquisición

de la casa. Se asombró de sí misma, no entendía su propio impulso, ella que no

realizaba ninguna acción sin evaluar los pro y contra de cada decisión que tomaba.

La señora le dio un fuerte abrazo de agradecimiento y le dijo: a partir de

ahora ya es su nuevo Hogar, su casa, espero que ella le proporcione toda la protección

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La mujer muy emocionada, le comentó recién en ese momento, que justamente a la

mañana rezó mucho para que apareciera alguien que necesitara esa casa, ella sabía que

solamente podía esperar un milagro.

Esta casa en la subida al cerro no era para todo el mundo, pensaba su dueña hasta

ese momento, tenía por eso nunca desde que tomó la

decisión de venderla, la quiso anunciar en avisos de inmobiliarias en el pueblo. Su

Hogar, no era algo que pudiera comprarse como un bien inmobiliario, era algo muy

bien espiritual.

La señora, que se llamaba Elena como le comento a Carmen, había decidido viajar,

dejando esa casa para vivir con su hijo en Francia. Ella se sentía muy grande de edad

para seguir sola, aunque amaba ese lugar. Esa casita la construyó con su marido,

vivieron allí juntos más de 15 años, después que decidieron retirarse de sus respectivos

trabajos en la ciudad.

Ahora hacía unos años que estaba viuda, insistentemente su hijo reclamaba que fuera

cualquiera

El tema no era el valor material de la propiedad, es que éste lugar para ella estaba

lleno de valores espirituales, que no podían comercializarse. Tampoco quería venderla

quería pensar que la abandonaba, y quien la adquiriera no sintiera algo parecido, a lo

que en ella había despertado en tantos años de amor mutuo. Por eso cuando vio a

Carmen en la puerta de su casa, pensó inmediatamente que ella sería sin lugar a dudas la

Carmen en medio de su propia confusión, y la determinación que había tomado de la

compra de la propiedad, sin siquiera ponerse a pensar en la consecuencia de ese acto,

también le comentó su experiencia matinal.

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Carmen le relata que ella estaba meditando, cuando en hoy

es el día del cambio Luego un monje del lugar, le sugirió que caminara por los

alrededores.

Le explica a Elena, que ella en ese momento reflexionó si lo hacía o no, ya que como

Le comenta que desde que llegó a esa montaña, todo a su alrededor es extraño a su

vida diaria, y se preguntó algo que antes de llegar allí jamás se lo

hubiera cuestionado: ¿no será esto una señal?

Ambas sintieron que ese día, por diferentes razones era mágico para las dos.

Quedaron de acuerdo en firmar los papeles de la venta de la casa al otro día, cuando

ella pudiera disponer de sus tarjetas y documentos que se encontraban en el

campamento.

Carmen haría una transferencia bancaria a la cuenta de su hijo, como la señora lo

deseaba, además acordaron que por el momento en la casa se quedaría todo el

mobiliario tal cual estaba.

La señora le comenta, que le es muy difícil sacarlos del lugar por cuestiones afectivas,

pero que a partir de que ella fuera la dueña, podía hacer con ellos lo que creyera

conveniente, pero no se sentía emocionalmente capacitada para venderlos o regalarlos.

Carmen le garantizó que ella los iba a conservar, ya que como en ningún momento

pensó en comprar una casa tan lejos de sus actividades. Por el momento le habrían de

venir muy bien los mismos, y los cuidaría sabiendo el valor que Elena les daba.

Carmen vuelve al campamento asombrada de sí misma, nunca había tomado una

decisión en tan pocos minutos, sólo dejándose llevar por la intuición o el corazón.

El día terminó sin otras novedades, al llegar la hora del recogimiento en la habitación,

Annette le recordó que es la última noche, y a continuación le manifiesta una frase casi

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apenas audible: si ha recibido lo que vino a buscar, debe aceptar vivirlo, pero no agregó

nada más y continuó silenciosa a su lado.

Carmen no se atrevió a preguntar, además como todas las noches Annette apenas se

estiró en la cama, cerró sus ojos y aparentemente enseguida se durmió. Es ella la que no

puede dormir, estas palabras de Annette dan vueltas y vueltas en su mente.

¿Qué es lo que ella ha venido a buscar? ¿Qué es lo que ha encontrado aquí?

Esas preguntas rondan su mente, aunque no se anima a contestarse a sí misma, cree

saber la respuesta de ambas. Debe tomar una decisión fundamental para su vida, eso le

demandará una gran renuncia, pero a su vez una nueva forma de vivirla.

¿Estará preparada para el cambio? Mejor lo decide mañana, reflexionó, ahora es

momento que cierre los ojos,

casita la está esperando para una nueva vida si es que se atreve al cambio, ya es

bastante lo que ha decidido por el momento.

CAPITULO IX

CAJITA DORADA

7mo. Día

Amanece el séptimo día, después de la oración, desayuna como todos esos días, casi

sin mediar palabra con sus compañeros ocasionales. No volvió a ver a Annette, después

del horario de la oración en el templo.

En la puerta de la que fuera su habitación hasta esa mañana, l señora monje

acerca el sobre con todas sus pertenencias, y le agradece su presencia en el lugar.

Le pregunta si la estadía le ha sido beneficiosa, a lo que Carmen respondió con una

sonrisa que realmente se sintió muy a gusto. Que han sido muy amables con ella,

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cuando recién llego pensó que no resistiría quedarse allí, pero que ahora le da mucha

pena irse.

Le preguntó nuevamente en forma muy amable, si necesita que un coche la viniese a

buscar para alcanzarla al pueblo. Ella se lo agradece, pero dice que prefiere caminar.

Prefiere no comentar que , para ajustar el tema del dinero y

los papeles de la compra.

Pregunta por Annette para poder despedirse de ella, y agradecerle todas las atenciones

recibidas de su parte. La señora monje la mira y le dice: no hay en el

momento, ninguna persona llamada Annette en el campamento.

Carmen, confundida por la respuesta, le explica que es la joven que todo el tiempo la

ha acompañado durante su estadía.

señora monje , desde hace muchísimo

tiempo, Carmen comenzó a ponerse pálida, sintió que algo no estaba normal en ella. Su

interlocutora se dio cuenta enseguida, y le ofreció un lugar para sentarse.

Con una gran suavidad, después que Carmen pareció reaccionar de su mareo, le dijo

probablemente Ésta fue una jovencita que vivió allí

durante un tiempo hace también bastantes años, pero que en un accidente en el arroyo se

ahogó.

Carmen cada vez estaba más pálida, sentía que no entendía nada de lo que le estaban

diciendo, no podía creer lo que oía, no podía pasarle eso a ella, se estaba volviendo loca.

señora monje , que comience a

serenarse y la escuche. Luego tratando de animarla continuó diciendo: en el Universo

existen muchos misterios

algunos, un pajarito Picaflor de bellísimos colores para otros, pero que sólo se

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presenta para las personas que el Universo señala deben ser ayudadas a entrar a la

Luz.

Ella, le continúa diciendo su

interlocutora, se presenta en las formas más diversas, porque la mente humana no está

preparada para lo extraordinario, entonces debe llegar al corazón de cada uno como

este puede recibirla

Alguien le acerca un vaso de agua fresca, Carmen lo toma y se da cuenta que este

lugar tiene algo de mágico o de extraordinario. Ella misma ya no es la que llegó, ahora

cree en los

contentos

Sin embargo, aún le queda por desentrañar el misterio del episodio de las víboras, o

del arroyo donde casi se ahoga, no los entiende, pero lo extraordinario no tiene ninguna

explicación desde lo humano, comienza también ella a pensar.

Cuando se repone un poco de la impresión que le causó la revelación sobre la

existencia de Annette, agradece todos esos días que han sido para ella reveladores.

Antes budista

en su mano una pequeña cajita dorada.

Carmen sorprendida le agradece, y le pregunta si puede mirar adentro. El sonriendo le

dice que está vacía, porque es ella la que debe llenarla nuevamente de lo importante, si

es que ya aprendió a dejar de lado lo urgente.

Ambos hacen la misma inclinación de cabeza de Annette, y Carmen se va camino

abajo por la ladera de la montaña, con su cajita dorada en la mano.

CAPITULO X

COMENZAR

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Carmen llama por teléfono desde el pueblo a Franco, en pocas palabras le cuenta a su

marido su decisión la quedarse allí, sin proyectos a cumplir por el momento,

aprendiendo a disfrutar de la vida, el día a día. Tiene sus ahorros personales, la

posibilidad de bajar al pueblo, para realizar vía Internet algún proyecto si fuese

necesario de su profesión, aunque por ahora no lo esta considerando.

Él angustiado no entiende que le está pasando a Carmen, le dice que está loca, que

regrese para hacer alguna consulta médica, su estado quizás depresivo, la está llevando

a tomar decisiones equivocadas. Ella le contesta que está de acuerdo con él, pero que

ahora cree que va a empezar a sanarse, porque empezó a entender que es la vida.

Carmen continúo diciéndole que: c su

nuevo hogar en medio de la montaña, rodeados solo de la inmensidad del cielo, los

árboles frondosos, y un arroyo que corre cercano con su agua cristalina y fresca, allí

estará ella esperándolo. Lo invita a comer el pan casero que aprendió hacer, a

disfrutar de una rica cena juntos, mirando la luna en su ventana .

Antes de terminar la conversación, le dijo que si llega a venir, la busque en el camino

al Templo Zen, en la ladera del cerro, en una casita que tiene una inscripción sobre una

madera que dice: El Picaflor 7 colores y cortó la comunicación.

Mira desde la calle que comienza a subir al cerro, las montañas rosas y anaranjadas de

ese maravilloso atardecer, cuando el sol se va escondiendo a sus espaldas detrás de otras

pequeñas montañas. Ahora comienza a sentir lo que desea su corazón, lo demás lo dirá

el tiempo. Decide que no va a tomar taxi, subirá a pie la ladera del monte a su nuevo

hogar, no hay urgencia camino

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Esto es lo verdaderamente importante, en su mano lleva apretada suavemente entre

sus dedos, la cajita dorada para llenarla de sueños a realizar...donde pondrá las cosas

que ahora comienza a valorar.

Gracias por esta nueva oportunidad le dice su corazón, gracias por dejar de pensar con

la cabeza para que sea yo quien te guie, gracias querida Carmen por comenzar el

trayecto hacia la verdadera felicidad, paso a paso, sin prisas, un día a la vez.

fin

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La autora Marta Cecilia Menéndez Pereira, Licenciada en Psicología y
Especializada en Clínica de Psicoanálisis para niños y adolescentes, es autora de

IDEAL, esta es su 5ta. Publicación EL PICAFLOR 7


COLORES Esta historia novelada, revela que existen misterios en nuestro
corazón que solo se manifiestan en las crisis, y no siempre es por problemas del
diario vivir, ya sea económicos, laborales o de salud. Es importante empezar a
verdaderamente conocernos, bucear en el silencio interior, para darle sentido a
nuestras acciones. Lanzarse hacia lo desconocido, lo que ni siquiera en nuestros
más quiméricos sueños imaginamos, tomando en cuenta los signos del camino,
esos que pasaban inadvertidos, porque jamás creímos que existieran, y dejarnos
guiar por alguien tan pequeñito como un pajarito Picaflor de 7 colores.
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