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Zikek

El autor analiza en este libro los diferentes tipos de violencias. Dentro de


la violencia subjetiva distingue dos tipos de violencia: la simbólica y la
sistémica.

La violencia simbólica se presenta en el lenguaje y sus formas, la violencia


del lenguaje, es más superficial, la violencia verbal no es considerada por
el como una distorsion secundaria, sino que es un final de toda violencia
humana especifica. La sistémica es aquella provocada el funcionamiento
de los sistemas y modelos económico y político, mediante una
construcción de cosas que esta asimilada como normal.

El autor señala que hay que dejar de procesar todas las reacciones contra
la violencia por el sentido común. Describe situaciones cargadas de
hipocresía general que se dan en el conflicto de Israel y Palestina, señala el
rol de los “comunistas liberales” como Bill Gates, a George Soros, que se
muestran como benefactores de la sociedad y de causas ecológicas
cuando a su vez son parte del capitalismo salvaje y de los resultados
catastróficos que el mismo provoca, a quienes señala como actores
necesarios de la violencia estructural que crea desigualdades y causa
condiciones para la violencia subjetiva. Las torturas en Abu Ghraib de las
que dice que sólo son la parte más baja y obscena de la cultura
norteamericana.

Zizek parte de una distinción entre "violencia subjetiva" (una agresión, una
violación, un atentado, una guerra siendo el sistema capitalista causante
con su violencia e imponiéndose en diferentes civilizaciones, responsable
de una nueva segregación, es la mas usual, la única que se toma en cuenta
dice el autor), y la "violencia sistémica", que es más difícil de percibir, se
manifiesta en la forma en la que millones de personas sufren la miseria y
mueren a causa de ella, sin rebelarnos como nos rebelamos ante un
atentado terrorista que produce muchas menos víctimas. Señala una
ceguera selectiva que nos impide ver esta violencia sistémica, y que hace
que no comprendamos determinados casos de "violencia subjetiva".

La tolerancia, en si misma termina neutralizando y naturalizando a la


violencia, como las diferencias culturales, como modos de vida diferentes.

Siguiendo a Lacan y a Heidegger, que el lenguaje mismo incluye siempre


una violencia contra la realidad, y si se aplica a los seres humanos, una
violencia contra el prójimo. En el acto de nombrar, reducimos,
simplificamos, cosificamos al otro.

Zizek llega a la conclusión que lo que tenemos que hacer ante la violencia
es no actuar. En el mundo global todos tienen la ansiedad de actuar
constantemente, aunque sea en un post en facebook o una firma en
change.org. Según Zizek, frente a esta ansiedad de la sobreactuación, lo
que hay que hacer es, como Lenin decía, "aprender, aprender y aprender".
Un exceso de acción que evita cualquier reflexión previa, pero hay
violencias ante las cuales es imposible permanecer impasible.

Distingue una violencia buena, reactiva y emancipadora que acontece, una


expresión de pulsión, de no muerte, de exceso, pero de vida

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