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1 - DDHH. Concepto en Disputa.
1 - DDHH. Concepto en Disputa.
época (con frecuentes golpes militares en América La na), que han exis do y
aún subsisten.
El primer ar culo dispone que “todos los seres humanos nacen libres e
iguales en dignidad y derechos …”. Y en el segundo ar culo, determina que
no hay discriminaciones. Pero prima en la realidad la desigualdad que a su
vez condicionan y limitan la libertad. Por eso, muchos lo leen como una
simple cción. “A pesar de que nos dicen que tenemos derechos, la inmensa
mayoría de la población mundial no puede ejercerlos por falta de condiciones
materiales para ello” (Flores Herrera, Joaquín, 2008, p.22)
Con ene ar culos que prohíben la esclavitud, la servidumbre, la trata de
personas, la tortura y tratos crueles, inhumanos o degradantes, la detención
arbitraria, las injerencias arbitrarias en la vida privada y familiar.
Otros ar culos establecen derechos a la vida, a la libertad, a la seguridad
personal, a la personalidad jurídica, a la igualdad ante la ley, el derecho a un
recurso efec vo ante los tribunales nacionales y el debido proceso, el
derecho a la presunción de inocencia, a circular libremente, al asilo, a la
nacionalidad, a par r de cierta edad a fundar una familia.
Entre las libertades detalla la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión, de opinión y de expresión, de reunión y de par cipar en una
asociación, al desarrollo libre de su personalidad.
También contempla el derecho a la propiedad.
Es pula además derechos polí cos, de seguridad social y la sa sfacción de
derechos económicos, sociales y culturales, el derecho al trabajo, a una
remuneración sa sfactoria, al descanso, a fundar sindicatos y a par cipar en
ellos,
Alude al derecho a un nivel de vida adecuado en especial que asegure
alimentación, ves do, vivienda adecuada, asistencia médica y servicios
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La “idea clara y dis nta” ya no era Dios en primer lugar. Este acababa de ser
desplazado por la Razón. “Esa cosa que piensa” no trataba de un ser humano
en toda su integridad. No incluyó su cuerpo, ni su historia, ni su espacio. Era
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Ese sujeto tenía además una idea de la in nitud, que solo podía provenir de
un ser In nito. De este modo res tuía a Dios, que era otra idea clara y
dis nta.
Restaba por res tuir todo lo que gira alrededor de una persona: el resto del
mundo, que no era el mundo tal como lo apreciaban los aristotélicos. Era una
cosa extensa, pensada como simple extensión en el espacio que podía ser
descripta merced a las matemá cas.
mediados del siglo XVI, el holocausto de los an llanos: muchos de ellos, por su
pasa empo, se mataron con ponzoña por no trabajar, otros se ahorcaron por
sus manos propias” (Galeano, E., 2004)
El escrito uruguayo en su obra “La venas abiertas de América La na” calculó
que durante este periodo fueron muertas millones y millones de personas.
Todo el con nente corrió suerte similar: “Aquella violenta marca de codicia,
horror y bravura, no se aba ó sobre estas comarcas sino al precio del
genocidio na vo; las inves gaciones recientes mejor fundadas atribuyen al
México precolombino una población que oscila entre los vein cinco y treinta
millones, y se es ma que había una can dad semejante en la región andina;
América Central y Las An llas contaban entre diez y trece millones de
habitantes. Los indios de América sumaban no menos de setenta millones, y
quizás más, cuando los conquistadores extranjeros aparecieron en el
horizonte; un siglo y medio después se habían reducido, en total, a solo tres
millones y medio” (p. 31).
El año 1492, el año de la conquista, dio inicio a la modernidad europea y al
nacimiento del sistema capitalista. No es una simple coincidencia.
La corona española declaró la soberanía real en los nuevos territorios y exigió
la adecuada percepción de tributos y obediencia a las normas que dictaba.
Muchos territorios fueron incorporados por el despojo y mediante
capitulaciones, contratos celebrados entre el reino de Cas lla y el jefe de la
expedición.
En noviembre de 1501, el monarca hispano se declaraba por cédula “como
sucesor en el señorío de los an guos príncipes indígenas y, por lo mismo,
subrogado en el dominio de los baldíos, suelo y erras a excepción de los
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nuevo orden mundial formado por estas nuevas colonias y hegemonizado por
el Norte de Europa que iniciaba su desarrollo industrial.
modales, una historia centrada en Europa y una lógica que reconoce sus
orígenes en el siglo V a.C. en Grecia y que pretendió a lo largo del devenir
histórico erigirse como el saber universal y como el único saber. Desdeñaron
los conocimientos de nuestros pueblos. Los europeos despreciaban las
lenguas locales. En vez de admi r la religiosidad de estas comunidades
entendían que eran solo prejuicios. Desvalorizaban como primi vas, bárbaras
e irracionales las costumbres del lugar. Estaban dispuestos a borrar todo, al
decir de Sousa Santos come eron un verdadero epistemicidio.
Los indios, debían pagar el tributo personal, vivir en sus reducciones y se les
prohibía llevar armas, andar a caballo o trasladarse de un pueblo a otro.
Un lugar inferior y sin derecho (incluso sin libertad), se des naba a los
africanos que habían sido secuestrados y traídos por la fuerza como esclavos
a estas erras.
El discurso racista del colonizador surge según Foucault (2006) en el siglo XVI.
Fue fundamental para el enriquecimiento de la burguesía naciente y echó
mano de diversos mecanismos explica vos: El Otro (los Pueblos originarios y
los afrodescendientes, secuestrados y trasladados en bodegas de barcos) era
visto como una cosa y un objeto de estudio. Se le otorgaba un lugar inferior
en la clasi cación; en esa jerarquización se reservaban el lugar superior. Era
una simpli cación y reduccionismo en estereo pos que difundían con nes
de ejercer el dominio.
En 1528, los dominicos llevaron unos memoriales de Las Casas para crear una
ciudad de indios libres como alterna va al trabajo forzado y la esclavitud. La
segunda instrucción promulgada en 1530 consis ó en la ley an -esclavitud
que se le atribuyó a Las Casas.
“En 1531 reinicia su labor de defensa de los indios, ya como dominico, y ahora
le da una mayor profundización intelectual al problema”, resalta Rosillo
Mar nez (2012) . El profesor mexicano Rosillo Mar nez lo rescata por la
praxis y por el discurso que sostuvo. Es ma que fue el principio generador de
una tradición hispanoamericana de derechos humanos porque asumió la
perspec va de las víc mas. Aunque admite que Bartolomé de Las Casas
recurre a categorías propias de la loso a europea, pero movido por su
sensibilidad, se puso en el lugar de las víc mas, optó por defender a los
oprimidos y cri có la crueldad de sus contemporáneos.
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No fue una posición individual. Fue compar da por los dominicos: Así, cuenta
Bartolomé de Las Casas sobre un sermón en una misa a la que concurrieron
las principales autoridades, Montesinos expresó:
‘Decid, ¿con qué derecho y con qué jus cia tenéis en tan cruel y horrible
servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan
detestables guerras a estas gentes que estaban en sus erras mansas y
pací cas, donde tan in nitas dellas, con muertes y estragos nunca oídos,
habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fa gados, sin dalles de
comer ni curallos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les
dais incurren y se os mueren, y por mejor decir, los matáis, por sacar y
adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine, y conozcan
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a su Dios y criador, sean bap zados, oigan misa, guarden las estas y
domingos? ¿Estos, no son hombres?”. (P. 441-442)
Su defensa de los pueblos indígenas lo llevó a cues onar a los reyes católicos
por entrometerse o tratar de disponer sobre los tesoros que están en
aquellos reinos o arrebatarlos sin la autorización de sus súbditos. Con
claridad dijo que nadie ene libertad, por más alta que sea su autoridad, de
mandar con arbitrariedad porque la obligación es aspirar al bien común y de
todos. El rey no es un señor que ordena caprichosamente. Más bien,
administra los intereses comunes. Tiene que respetar la libertad de sus
pueblos y defender sus derechos. El dominio jurisdiccional no implica un
accionar posesivo.
Concluyó que las erras, ríos, mares, montañas, oro y plata, “todo fue
robado, injustamente usurpado y perversamente arrebatado” (Rosillo
Mar nez, 2012, 166). Todo lo que ha sido edi cado y plantado es propiedad
de los sueños del suelo y debe ser res tuido a sus verdaderos dueños. Pero si
no lo hicieran, siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás en las Sumas
Teológicas, les será “lícito acudir a las armas”, es decir, ejercer el derecho de
resistencia (Rosillo Mar nez, 2012, 204).
Por eso, no hay consideraciones análogas de los dis ntos estudiosos. Algunos
resaltan que no tuvo la misma sensibilidad, ni capacidad de denuncia, ni
acción de solidaridad, con miles de personas, con muchos jóvenes que eran
violentados, secuestrados y trasladados de un con nente a otro. Sin embargo
sobre el nal de sus días, manifestó su pesar por su ac tud. (Pacho
O’Donnell, 1999)
A lo largo del siglo XIII y comienzos del siglo XIX, se produjeron incursiones y
levantamientos indígenas y de origen afro por las penurias a las que fueron
some dos, rebeliones de caudillos locales y campesinos y comerciantes
disconformes con el monopolio del comercio impuesto por el trono español.
Las colonias tenían prohibido la creación de industrias. "Sólo los jesuitas, con
su orgánico posi vismo, mostraron acaso en el Perú como en otras erras de
América, ap tud de creación económica. Los la fundios que les fueron
asignados prosperaron... (Crearon) los centros de trabajo y producción que los
nobles, doctores y clérigos, entregados en Lima a una vida muelle y sensual,
no se ocuparon nunca de formar" (Mariátegui, José Carlos, 1959, 11)
Estos Estados recién nacidos, que permanecían en contacto con las potencias
extranjeras, contaban con grandes extensiones territoriales aún no
integradas. Los escasos caminos siempre se dirigían al puerto.
Los grupos asentados en las zonas rurales seguían a caudillos que se unían
entre sí o se uni caban tras uno de ellos. Esta lógica favorecía la división y el
aislamiento dentro del con nente y di cultaba la integración regional.
Tendencias secesionistas, alentadas por Inglaterra, terminaron por
desmembrar el mapa polí co.
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Los indígenas y la población afro, sobre todo en nuestra región, guiados por
las promesas de libertad, se alistaron en buena parte al Ejército de Los Andes
y al ejército del Norte. También, se sumaron a los gauchos, o “las
montoneras” como solían llamarles, lideradas por Mar n Miguel de Güemes.
Del mismo modo, indios y mes zos siguieron a Ar gas; campesinos aztecas o
mayas, a Hidalgo y Morelos o cholos y mes zos a Muñecas en el Alto Perú.
Por ambos préstamos el país tuvo que dejar en garan a casi todos sus
ingresos por aduanas marí mas.
El Estado de Buenos Aires había iniciado ges ones ante la Casa Baring de
Londres. Se celebró un Tratado de amistad, comercio y navegación en
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Sobre los años 80 y 90, estuvo en auge la loso a posi vista y más adelante,
otras que provenían del Norte. No pensábamos desde nuestra realidad sino
desde la realidad europea.
Con esas categorías y con esos análisis epistemológicos, nos formamos. Estas
cadenas con núan hasta el presente.
Así como cada persona de ne su propio proyecto de vida, cada Pueblo ene
derecho a de nir libremente su condición polí ca y su forma de desarrollo
económico (sistema de producción, comercialización, asociación, ahorro y
nanciación), social (sistemas de salud, de educación y convivencia) y
cultural (la propia decisión sobre todo rela vo a la producción y creación).
Aquí la libertad es la Libertad para América La na, para los más débiles cuyos
derechos han sido históricamente postergados.
De allí que frente al conocimiento imperial del mundo occidental que produjo
un epistemicidio, reivindica el derecho al conocimiento y a conocimientos
alterna vos. Frente a la recíproca producción de víc mas y vic marios, es
necesario hacer posible un pasaje desde el colonialismo a la solidaridad. Es
necesario hacer una dis nción que no hace el liberalismo entre víc ma y
vic mario.
Frente a la sistemá ca violación de derechos humanos, a través de la
imposición masiva de miseria, empobrecimiento cultural y destrucción
ecológica, corresponde el derecho de llevar al capitalismo histórico a
enjuiciamiento de un tribunal mundial.
Frente al derecho de propiedad concebido como un derecho individual,
occidental y centro de la línea divisoria entre Norte/ Sur, propone el derecho
a una transformación del derecho de propiedad orientada a la solidaridad.
Incluye nuevas categorías jurídicas: Naturaleza y Generaciones futuras. Busca
el derecho al reconocimiento de derechos a en dades incapaces de ser
tulares de deberes concretamente la naturaleza y las generaciones futuras.
Siguiendo la explicación de Sousa Santos, Shivji propuso el derecho de los
Pueblos a la autodeterminación como central en el contexto africano, un
derecho que encarna la principal contradicción entre el imperio y sus aliados
frente a los Pueblos. Rescata el derecho a la autodeterminación democrá ca
tal como podemos leer en la Declaración de Argel de 1976.
Pero para alcanzar esos derechos, es fundamental el derecho a organizar y
par cipar en la creación de derechos
La propuesta de la Filoso a la noamericana y también de la Epistemología de
sur, es que el punto de par da de nuestro pensamiento no sean ideas (como
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X. Tensiones
Los crí cos del capitalismo aclaran que ese equilibrio supone un desequilibrio
previo que persis rá y que jamás puede eliminarlo. El crecimiento de
produc vidad y el rendimiento superior del trabajo, bene cia al empresario
pero se adquiere al precio de la aniquilación de la fuerza del trabajo y muchas
veces de dañar el ambiente. “El mercado no puede dejar de producir este
mar rio, porque sin él no podría producir el equilibrio de la armonía de Adam
Smith”. (Hinckelammert, 2006, p. 244) Para Marx, esta destruc vidad es auto
destructora. No es una simple destrucción de otros sino que llega un
momento que es destructora para el mercado mismo.
Nada dice Smith de la explotación de trabajadores ni tampoco de la
depredación de la naturaleza.
Las crisis cíclicas del capitalismo, cada vez más frecuentes y más profundas,
nuevamente nos ubican ante una situación muy crí ca, de desempleo,
pauperización y a la vez de concentración de riqueza cada vez mayor. La crisis
económica y nanciera está intrínsecamente ligada a la crisis ambiental y
genera problemas preocupantes sobre la sobrevivencia humana.
Los capitalistas jus can este proceso en razón del desarrollo tecnológico y
de los avances cien cos. Ese logro lo adjudican a la inversión económica que
hacen.
El comportamiento de las grandes empresas se caracteriza por discriminar,
empobrecer, producir daños ambientales y en la salud, que
excepcionalmente reparan. Su accionar es absolutamente abusivo y dañoso
para la comunidad. Los defensores de derechos humanos reclaman que las
empresas deben respetar los derechos humanos.
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Este con icto ene rasgos regionales (Chile, Perú, Argen na). Es comprensivo
de una realidad de empobrecimiento y de represión hacia amplios sectores
populares en el mundo. Aunque valga decir que en muchas regiones
la noamericanas cada vez gana más adhesión y apoyo la cosmovisión de los
Pueblos Originarios.
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