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Bautismo

A todas las personas que llegan a la edad de responsabilidad es exigido el bautismo. No se


exime a nadie. Jesucristo, que vivió como varón sin pecado en medio de un mundo
pecaminoso, se bautizó “para cumplir con toda justicia”. Seis siglos antes que esto
aconteciera, mientras profetizaba al pueblo del continente occidental, Nefi predijo el
bautismo del Salvador, y con ello mostró la necesidad del bautismo como requisito
universal: “Y si el Cordero de Dios, que es santo, tiene necesidad de ser bautizado en el
agua para cumplir con toda justicia, ¿cuánto mayor, entonces, la necesidad que tenemos
nosotros, siendo pecadores, de ser bautizados en el agua? … ¿Acaso no sabéis que era
santo? Mas no obstante su santidad, él muestra a los hijos de los hombres que, según la
carne, se humilla ante el Padre, testificándole que le sería obediente en la observancia de
sus mandamientos.”

Adán fue bautizado en el agua, del mismo modo que hoy día se nos ha instruido
bautizarnos:

Moisés 6:59-60; 64

59 Que por causag de la transgresión viene la caída, la cual trae la muerte; y


como habéis nacido en el mundo mediante el agua, y la sangre, y el espíritu que yo
he hecho, y así del polvo habéis lo legado a ser alma viviente, así igual tú mente
tendréis que nacer otra vez en el reino de los cielos, del agua y del Espíritu, y ser
purificados por sangre, a saber, la sangre de mi Unigénito, para que seáis
santificados de todo pecado y gocéis de las palabras de vida eterna en este mundo,
y la vida eterna en el mundo venidero, sí, gloria inmortal;
60 porque por el agua guardáis el mandamiento; por el Espíritu sois
justificados; y por la sangre sois santificados;
64 Y cuando el Señor hubo hablado con Adán, nuestro padre, sucedió que
Adán clamó al Señor, y lo arrebató el Espíritu del Señor, y fue llevado al agua, y
sumergido en el agua, y sacado del agua.

Los elementos presentes en el nacimiento en el mundo y en el nacimiento espiritual son los


mismos.
Ellos son: el agua, la sangre y el espíritu. Por consiguiente, todo nacimiento en el mundo es una
advertencia, desde los cielos, de que debemos prepararnos para el segundo
nacimiento...
“En todo nacimiento mortal, el bebé está sumergido en agua en el vientre de su madre. En el
momento preciso, el espíritu entra en el cuerpo y la sangre fluye siempre por las
venas del nuevo ser; de otra forma, sin cada una de esas cosas, no habría vida, ni nacimiento, ni
vida mortal.
“En cada nacimiento en el reino de los cielos, el recién nacido en Cristo es sumergido en el
agua, recibe al Espíritu Santo por medio de la imposición de manos, y la sangre de Cristo lo
limpia del pecado. Sin cada una de esas cosas, no habría nacimiento por medio del Espíritu, ni
una nueva vida, ni esperanza de vida eterna...
En lo que respecta a las ordenanzas esenciales para la salvación, el Señor Todopoderoso, en su
misericordiosa providencia, ha dispuesto que los vivos obren en forma vicaria a favor de los
muertos; y así, todos aquellos que en el mundo de los espíritus acepten la palabra de Dios al
serles predicada, y desarrollen una fe verdadera en Jesucristo como el único Salvador, y
contritamente se arrepientan de sus transgresiones, recibirán la eficacia salvadora del bautismo en
el agua para la remisión de pecados, así como el bautismo del Espíritu o sea la otorgación del
Espíritu Santo.

El apóstol Pablo citó el principio y la práctica del bautismo de los vivos a favor de los muertos
como evidencia de la realidad de la resurrección:

“De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna
manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?”

La muerte no puede abrogar el libre albedrío que es la divina primogenitura de toda alma
humana. Sólo al grado que los espíritus de los muertos se arrepientan y sean fieles, podrán
beneficiarse del servicio vicario hecho a favor de ellos en la tierra. Cristo inauguró la obra
misional entre los muertos [y sus discípulos] han continuado su obra ministerial entre los espíritus
desincorporados después de sus labores entre los seres mortales, se halla tan plenamente indicado
en las Escrituras, que se puede aceptar como realidad. Se les ha llamado a que sigan los pasos del
Maestro, ministrando aquí entre los vivos y más allá entre los muertos.

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