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Charlando con el abuelo Orlando me di cuenta de que tenemos más cosas en común de lo que

imaginaba.

Él se considera una persona extrovertida, siempre dice lo que piensa, sin importarle el qué
dirán, a veces no se da cuenta que puede afectar a la otra persona, pero sé que no lo hace con
mala intención.

Le gusta relacionarse con el exterior, ir al campo, le gusta todo tipo de animales, pero lo que
mas le gusta son los domingos con su hija Natalia, donde siente que se escapa de la melancolía,
pero cuando llega la hora de irse se pone triste y pide que se quede un rato más, porque sabe
que lo espera la soledad.

Encerrado en 4 paredes, se convirtió en su amigo, porque no tuvo otra opción. Esto lo hace
compañero del silencio, aunque ese rol no le gusta, porque trae pensamientos. A veces
pensamientos malos, o recuerdos nostálgicos, cuando sus hijos eran chicos, tenía a su esposa
al lado o en su juventud cuando podía hacer cosas que ahora no puede debido a su edad.

Trata de no estar todo el tiempo en casa, se considera productivo. Prefiere tomar mates afuera,
conversar con sus amigos, cuando de vez en cuando lo visitan. Dice que le transmiten alegría,
es como revivir una planta seca.

Y aunque le pregunte como sería su lugar ideal, sin preocuparse por el dinero. Él ya se
encuentra realizado y a gusto donde esta físicamente. Pero no puede evadir el querer estar con
su mujer. La cual fue su lugar ideal, y su casa, porque cuando volvía de trabajar, más que volver
a casa, volvía con su compañera.

Conversando sobre el querer, le gustaría viajar por todo el mundo, con compañía, al igual que
convivir con alguna.

Imaginamos una casa juntos, con una constante relación con el exterior para evitar la sensación
de encierro y disfrutar la naturaleza, si no podemos disfrutarla en la ciudad, nos gustaría
tenerla en casa, con grandes patios internos y recorridos de agua.

Amos vivimos solos y estamos cansados de la soledad.

Agustina

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