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BOURDIEU, P. y WACQUANT, L. (1995) Cap 2. La Lógica de Los Campos
BOURDIEU, P. y WACQUANT, L. (1995) Cap 2. La Lógica de Los Campos
ISBN 970-05-0480-8
I MPRESO EN MÉXICO
2. La lógica de los campos
La noción de campo forma parte, como las de habitus y capital, de los conceptos
centrales de su obra, la cual incluye estudios acerca de los campos artístico y litera-
vio, el campo de las grandes escuelas, los campos científico y religioso, el campo del
poder; el campo jurídico, el campo burocrático, etc. Usted emplea la noción de campo
en un sentido muy técnico y preciso que, posiblemente, esté en parte oculto por su
significado común. ¿Podría usted decirnos de dónde proviene esta noción (para
algunos estadounidenses, parece evocar la field theory de Kurt Lewin), qué signifi-
cado le asigna y cuáles son sus funciones teóricas?
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64 RESPUESTAS
Usted emplea a menudo la imagen de "juego", para ofrecer una idea preliminar de
lo que entiende por campo.
LA LÓGICA DE LOS CAMPOS 65
Esta analogía ilustra muy bien el nexo existente entre los conceptos que usted utiliza
en su teo? ía. Pero ahora, hay que volve?, con mayor precisión, a algunas preguntas.
Primera, ¿cómo se determina la existencia de un campo y sus fronteras?
La cuestión de los límites del campo siempre se plantea dentro del campo mismo
y, por consiguiente, no admite ninguna respuesta a priori. Los participantes
en un campo —por ejemplo, las empresas económicas, los grandes modistas
o los novelistas— procuran en todo momento diferenciarse de sus rivales más
cercanos, a fin de reducir la competencia y establecer un monopolio sobre un
determinado subsector del campo. (Habría que corregir esta frase, la cual incu-
rre en la "parcialidad" teleológica que, con frecuencia, se ale atribuye al corn-
prender que para mí, la búsqueda de la distinción es el principio de las prácti-
cas culturales: otro efecto cuyo nombre tiene funestas implicaciones. Existe
una producción de diferencia que en nada obedece a la búsqueda de la diferen-
cia. Hay muchos individuos —pienso, v. gr., en Flaubert— para quienes existir
en un campo es, co ipso, diferir, ser diferente, recalcar la diferencia. Estas perso-
nas están a menudo dotadas de características que hacen que no deberían
estar ahí, que debieron haber sido eliminadas de entrada. Pero ya es tiempo
de cerrar el paréntesis.) Asimismo, los participantes se esfuerzan por excluir
del campo a una parte de los colegas actuales o potenciales, aumentando, por
ejemplo, el valor del derecho de ingreso o imponiendo cierta definición de
pertenencia al mismo. Esto es lo que hacernos cuando decimos, por ejemplo,
que Fulano o Mengano no es un sociólogo, o un verdadero sociólogo, conforme
LA LÓGICA DE LOS CAMPOS 67
Existe una diferencia esencial: en un campo, hay luchas; por tanto, hay
historia. Me opongo abiertamente a la noción de aparato que es, para mí, el
caballo de Troya del peor funcionalismo: un aparato es una máquina infernal,
programada para alcanzar ciertas metas. 3 (Esta visión del complot, la idea de
que una voluntad demoniaca es responsable de todo lo que acontece en el
mundo social, medra en el pensamiento "crítico".) El sistema escolar, el
Estado, la Iglesia, los partidos políticos y los sindicatos no son aparatos, sino
campos. En un campo, los agentes y las instituciones luchan, con apego a las
regularidades y reglas constitutivas de este espacio de juego (y, en ciertas
coyunturas, a propósito de estas mismas reglas), con grados diversos de
fuerza y, de ahí, con diversas posibilidades de éxito, para apropiarse de las
ganancias específicas que están en juego en el juego. Quienes dominan en
un determinado campo están en posición de hacerlo funcionar en su bene-
ficio, pero siempre deben tener en cuenta la resistencia, las protestas, las
reivindicaciones y las pretensiones, "políticas" o no, de los dominados.
Es verdad que dentro de ciertas condiciones históricas, las cuales deben es-
tudiarse empíricamente, un campo puede comenzar a funcionar como apara-
to. 4 Cuando el dominante logra aplastar o anular la resistencia y las reacciones
del dominado, cuando todos los movimientos ocurren exclusivamente de
arriba hacia abajo, la lucha y la dialéctica constitutivas del campo tienden a
desaparecer. Sólo puede haber - historia mientras los individuos se rebelen,
resistan y reaccionen. Las instituciones totalitarias —asilos, prisiones, campos
de concentración— y las dictaduras son intentos de acabar con la historia. Así,
los aparatos representan un caso extremo, algo que se puede considerar un
estado patológico de los campos. Pero, se trata de un extremo que nunca se
alcanza del todo, aun en los regímenes "totalitarios" más represivos.`'
LA LÓGICA DE LOS CAMPOS 69
En pocas palabras, ¿cóm o debe llevarse a cabo el estudio de un campo, y cud les son
las etapas necesarias en este tipo de análisis?
Dicho en otras palabras, gel, campo constituTe una 'mediación capital ent re las
condiciones socioeconómicas y las prácticas de quienes, forman parte de él,?
social: cada uno de ellos tiene sus dominantes y dominados, sus luchas por
la conservación o la subversión, sus mecanismos de reproducción, etc. Pero
cada una de estas características reviste, en cada campo, una forma específica,
irreductible (una homología podría definirse como una semejanza dentro de
la diferencia). Así, las luchas al interior del campo filosófico, por ejemplo,
siempre están sobredeterminadas y tienden a funcionar de acuerdo con una
lógica doble. Tienen implicaciones políticas, en virtud de la homología de
posiciones que se establece entre tal o cual escuela filosófica y tal o cual grupo
político o social dentro del espacio social tomado en su conjunto. 9
Una tercera propiedad general de los campos es el hecho de que son siste-
mas de relaciones independientes de las poblaciones que definen dichas rela-
ciones. Cuando hablo del campo intelectual, sé muy bien que, en este campo,
encontraré "partículas" (supongamos, por un momento, que se tratara de un
campo físico) que obedecen a fuerzas de atracción, de repulsión, etc., como
sucede en un campo magnético. Hablar - de campo es otorgar primacía a este
sistema de relaciones objetivas sobre las partículas propiamente dichas. Po-
dríamos afirmar, retomando la fórmula de un físico alemán, que el individuo,
como el electrón, es una Ausgeburt des Felds, es decir, una emanación del cam-
po. Tal o cual intelectual en particular, tal o cual artista sólo existe como tal
porque hay un campo intelectual o artístico. (Así, podemos resolver la eterna
pregunta, tan socorrida entre los historiadores del arte, consistente en saber
en qué momento se deja de ser artesano para convertirse en artista; interro-
gante que, planteado en estos términos, no tiene mucho sentido, puesto que
esta transición se verifica de manera progresiva, durante la constitución de un
campo artístico, donde puede aparecer algo como un artista. )'°
La noción de campo está ahí para recordar que el verdadero objeto de una
ciencia social no es el individuo, es decir, el "autor", aunque sólo pueda
construirse un campo a partir de individuos, puesto que la información
necesaria para el análisis estadístico suele estar ligada a individuos o institu-
ciones singulares. El centro de las operaciones de investigación debe ser el
campo. Esto no implica de ninguna manera que los individuos sean puras
"ilusiones", que no existan, sino que la ciencia los construye como agentes, y
no como individuos biológicos, actores o sujetos: estos agentes son socialmen-
te constituidos como activos y actuantes en el campo, debido a que poseen las
características necesarias para ser eficientes en dicho campo, para producir
efectos en él. Más aún, es a través del conocimiento del campo donde ellos
están inmersos que podernos captar mejor lo que define su singularidad, su
originalidad, su punto de vista como posición (en un campo), a partir de la cual
se conforma su visión particular - del mundo y del mismo campo.
Lo cual se explica por el hecho de que existe, en todo momento, algo así como un
derecho de entrada que todo campo impone y que define el derecho de participa?;
seleccionando así ciertos agentes con respecto a otros.
72 RESPUESTAS
¿Pod? ía usted precisar en qué se distingue su concepción del Estado corno conjunto
de campos burocráticos parcialmente desglosados de la noción de Estado organizacio-
nal, desarrollada por Edward Laumann y David Knoke (1988), y del network
analysis?
76 RESPUESTAS
Podría retomar aquí la distinción que planteé, contra Max Weber sobre todo,
entre estructura e interacción, entre relación estructural, permanente y
visible, y relación efectiva, actualizada en un intercambio particular (1971c,
1971f, 1980f, 1987f). De hecho, la estructura de un campo, como espacio de
relaciones objetivas entre posiciones definidas por su rango en la distribución
de los poderes o de las especies de capital, difiere de las redes más o menos
duraderas donde puede manifestarse por un tiempo más o menos prolonga-
do. Ella es la que determina la posibilidad o imposibilidad (o, más precisa-
mente, la probabilidad más o menos grande) de que se instauren los
intercambios que expresan y mantienen la existencia de redes. La tarea de
la ciencia es sacar a relucir la estructura de la distribución de los recursos (o
de las especies de capital) que, a través de los intereses y disposiciones que
condiciona, tiende a determinar la estructura de las tornas de posición
individuales o colectivas. En el network analysis, el análisis de estas estructuras
(que requiere un modo de pensamiento estructural, más difícil de expresar
mediante datos cuantificados y formalizados, salvo que se recurra al análisis
de las correspondencias), ha sido sacrificado en favor del análisis de los nexos
particulares (entre agentes o instituciones) y de los flujos (de información,
recursos, servicios, etc.) en los cuales aquéllos se manifiestan.
De hecho, cabría extenderme en este punto sobre las investigaciones que
estoy llevando a cabo, desde hace varios años, acerca de la génesis del Estado
moderno. Podría afirmar, simplificando mucho las cosas, que la construcción
del Estado dinástico y, luego, del Estado burocrático, adoptó la forma de un
proceso de concentración de diferentes especies de poder, o de capital, y que
desembocó, en un primer momento, en la monopolización privada —por el
rey— de un poder público, a la vez externo y superior a todos los poderes
privados (los señores, los burgueses urbanos, etc.). La concentración de estas
diferentes especies de capital —económico (gracias a la tributación), militar,
cultural, jurídico y, más generalmente, simbólico—, que corrió pareja con la
construcción de los diferentes campos correspondientes, originó el surgi-
miento de un capital específico, propiamente estatal y nacido de la acumu-
lación, que permite al Estado ejercer un poder sobre los diferentes campos
y sobre las diferentes especies particulares de capital. Esta especie de meta-
capital capaz de ejercer un poder sobre las otras especies de capital y, en
particular, sobre las tasas de intercambio entre ellas (y, de paso, sobre las
relaciones de fuerza entre sus detentadores), define el poder propiamente
estatal. De ahí se desprende que la construcción del Estado sea simultánea a
la construcción del campo del poder, entendido como el espacio de juego
dentro del cual los poseedores de capital (de diferentes especies) luchan, sobre
todo, por el poder sobre el Estado, es decir, sobre el capital estatal que otorga
poder sobre las diferentes especies de capital y sobre su reproducción (en
particular, a través de la institución escolar).