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Cartas sobre

liberación animal
Lazo Ediciones
Rosario, Argentina
lazo.ediciones@riseup.net – lazoediciones.blogspot.com

Cartas sobre liberación animal


Autores: Gilles Dauvé, Antagonism & Practical History,
Cuadernos de Negación
Traducción de la carta: Carlos Lagos
Traducción de la respuesta: ochodoscuatro ediciones
Revisión de las traducciones: Lazo Ediciones

Primera edición: agosto de 2023


82 p. – 206 × 146 mm
ISBN 978-987-48023-6-1
Cartas sobre
liberación animal

Gilles Dauvé
Antagonism & Practical History
Cuadernos de Negación
Presentación

Carta sobre la liberación animal es un artículo elaborado por Gilles


Dauvé en respuesta a Beasts of burden. An attempt to rethink the sepa-
ration between animal liberationist and communist politics («Bestias de
carga. Un intento de replantearse la separación entre la liberación
animal y las políticas comunistas») de los colectivos anticapitalistas
británicos Antagonism y Practical History.
Según sus propios autores, Bestias de carga está dirigido a perso-
nas interesadas en la liberación animal que se preguntan cómo y por
qué existe la explotación animal, así como a quienes se autodeno-
minan anarquistas o comunistas y desestiman la liberación animal
o no ven de qué manera se relaciona con sus posiciones revolucio-
narias. Se trata, sin duda, de un importante análisis crítico sobre el
especismo, la liberación animal, el capitalismo y la lucha de clases.
Escrito en 1999, su argumento principal es que la explotación
animal ha sido esencial en el desarrollo del capitalismo. Así, según
los autores, la explotación humana y animal están intrínsecamente
relacionadas. Por lo tanto, esta última está directamente vinculada
con las necesidades del Capital y su búsqueda continua de ganan-
cias, en lugar de caracterizarla como una crueldad abstracta de los
humanos en general contra los animales. De este modo, conside-
ran que el movimiento por la liberación animal y el movimiento
comunista tienen más en común de lo que sus participantes creen.
8 LAZO EDICIONES

En junio de 2022, once años después de su primera edición en cas-


tellano, ochodoscuatro ediciones volvió a publicar Bestias de carga,
pero con el subtítulo de Capitalismo – Animales – Comunismo. Allí
agregaron el artículo de Dauvé, una reseña publicada en la revista
Undercurrent nro. 8, la respuesta de los autores de Bestias de carga a
ambos textos, y otra reseña aparecida en Do or die nro. 9.1
Respecto a la noción de “comunismo”, la reciente edición aclara que:

(...) los grupos o individuos que escriben en este libro y se defi-


nen como comunistas tienen una concepción del comunismo
completamente alejada de (y abiertamente enfrentada con) las
tesis marxistas-leninistas, el bolchevismo, la socialdemocracia y
el socialismo de Estado. Cuando hablan de comunismo hablan
de una sociedad sin clases, sin propiedad privada y sin Estado.
Podrá sonar más lejano o más cercano, pero ese es el horizon-
te hacia el que quieren caminar y es importante no confundirlo.

Para ampliar al respecto recomendamos principalmente Capitalis-


mo y comunismo de Gilles Dauvé (Lazo Ediciones, 2020) así como los
otros títulos que venimos publicando del mismo autor.
En la presente edición hemos incluido Carta sobre la liberación
animal de Gilles Dauvé y la respuesta de los colectivos Antagonism
y Practical History, donde se condensa lo fundamental del deba-
te. Concluimos con algunas consideraciones regionales y actuales
sobre el abordaje de estas temáticas, con Posdata sobre veganismo y
explotación animal elaborado para el presente libro desde la revista
Cuadernos de Negación, aportando también reflexiones sobre cier-
tos aspectos como los estilos de vida alternativos, la búsqueda de
coherencia, la identidad, el activismo, la salud, el derecho, el antro-
pocentrismo, el especismo y la explotación.

1 Remitimos por cualquier duda al libro completo, disponible en el sitio web


de la editorial.
PRESENTACIÓN 9

Curiosamente, Carta sobre la liberación animal tuvo en castellano


una difusión mucho más amplia que el propio Bestias de carga. Esto
puede deberse a la creciente receptividad de Dauvé en español en las
últimas décadas, aunque también puede que su atractivo resida en
la forma en que es abordada la temática en cuestión: sus reflexiones
exceden la liberación animal y aborda las posibilidades humanas, a
la vez que analiza en qué mundo nos encontramos hoy.
Para ser directos, no estamos llamando a adoptar ni a abandonar
ningún estilo de vida, así como tampoco alguna forma de alimenta-
ción. Decidimos compartir este texto, junto a otros que consideramos
lo complementan, porque nos parecen necesarios para comprender
la sociedad capitalista que habitamos. Para tomar partido por la
transformación revolucionaria de la vida cotidiana en su totalidad.

Lazo Ediciones
Rosario, julio 2023
Carta sobre la liberación animal
Gilles Dauvé, 2000

Esta carta fue enviada a los autores del libro Beasts of Burden
(«Bestias de carga»), publicado por Antagonism Press, en 1999.
Este escrito aborda un problema crucial: dado que el comunismo
apunta a la transformación de la vida cotidiana en su totalidad,
no puede ignorar nuestra relación con los animales y la forma
en que nos alimentamos. En este sentido, Beasts of Burden nos
empuja a reconsiderar todo el debate “primitivista”, tarea que
esperamos poder abordar algún día.
Puesto que ninguno de nosotros es políticamente correcto, cuan-
do decimos «el hombre» nos referimos al hombre y la mujer.

1. No hubo ningún “giro equivocado” en la historia humana


Es imposible determinar en qué momento y cómo la historia empezó
a andar mal. Sin embargo, el primitivismo selecciona aquellos datos
que supuestamente demuestran sus argumentos mientras rechaza
un aspecto de la ciencia (la historia tradicional) y se queda con otros
aspectos que también pertenecen al conocimiento capitalista (como
la antropología). En lugar de romper con el determinismo marxista,
el primitivismo desplaza el énfasis desde las contradicciones econó-
micas a la contradicción hombre/animal. Pero todo “discours des
origines”, ya sea escrito por Rousseau, por ustedes o por mí, normal-
mente dice más sobre su autor que sobre el pasado de la humanidad.
La historia nos ofrece datos y acontecimientos que contribuye-
ron a convertir al hombre en lo que es ahora. No son demasiados
12 GILLES DAUVÉ

ejemplos, pero sí los suficientes para que cualquiera pueda elegir al-
gunos y profundizar en ellos.
¿Por qué suponer que el cazador fue el primer criminal? Ustedes
afirman que la agricultura llevó a la acumulación, y de ahí a las cla-
ses, etc.; pero ¿qué pasa con la recolección? ¿Por qué alguien no iba
a poder acumular lo que otros recolectaban?
Sería igualmente lógico partir de cualquier hecho parecido (la rue-
da, por ejemplo) y a partir de él reconstruir diez mil años de historia.
Pero ningún acontecimiento en particular puede explicarlo todo.
El valor no explica todo el capital. Es absurdo elegir una forma de
vida (inevitablemente alienada) y tratar de demostrar que es la cau-
sa de todas las demás. La recolección frente a la domesticación de
animales, agricultura versus caza, aldea versus ciudad, sedentarismo
versus nomadismo, individuo versus sociedad, comunidad versus in-
dividualidad, élite versus pueblo, poder local versus poder central,
la condición de la mujer, el sometimiento de los niños, la técnica y
las máquinas... ¡Y la guerra, por supuesto! Muchas cosas cambiaron
cuando se extendió la guerra “ritualizada” y se sometió a los prisione-
ros a lo que más tarde se convertiría en “trabajo”. Lo más probable
que todos esos fenómenos hayan ocurrido simultáneamente en el
transcurso de unos miles de años. No es que la agricultura haya dado
nacimiento a las clases y al poder político. Más bien: antes había “co-
munismo primitivo”, y luego hubo agricultura + clases + política.
El determinismo marxista (presente a veces en nuestros escri-
tos) explicó la historia por la aparición de un “excedente” que sería
apropiado por una minoría. Fredy Perlman sustituye esto con una
determinación hidráulica, pero no explica por qué las comunidades
locales se dividieron dando origen a las “clases” y al “Estado”. ¿Aca-
so no podrían haber construido y administrado colectivamente los
diques y canales, en vez de delegar esa tarea en los “organizadores”?
Esta evolución técnica no encerraba necesariamente un curso ineluc-
table. De ser así, tendríamos que admitir que la humanidad siempre
se esclavizará a sí misma allí donde aplique sistemas de regadío en
CARTA SOBRE LA LIBERACIÓN ANIMAL 13

gran escala. Existen evidencias de que hubo sociedades cazadoras,


recolectoras o agrícolas que no se volvieron opresivas para los seres
humanos. ¿Por qué? Nadie lo sabe. No hay más explicación de por
qué las cosas salieron mal en el pasado, de lo que hay garantías de
que se volverán (y mantendrán) buenas en el futuro.
No podemos tomar algo que nos disgusta (casi siempre con ra-
zón), y transformarlo en una causa universal. ¿Por qué no culpar a
la pintura rupestre? Está relacionada con el lenguaje, por lo tanto
con un poder simbólico que los humanos emplean para violentar-
se a sí mismos, como afirma Zerzan. Esta explicación es tan válida
como cualquier otra, e igualmente irrelevante: toma un solo aspec-
to de la sociedad como causa de toda ella.
Si tomamos la parte por el todo, la (pre)historia se puede usar para
probar cualquier cosa. El vegetarianismo militante puede atribuir fá-
cilmente los males sociales al consumo de carne y contrastarlos con
la vida aparentemente más sana de los simios vegetarianos. Aunque
también se podría argumentar sólidamente lo contrario, pues pare-
ce bastante demostrado que el carnivorismo jugó un papel decisivo
en una característica esencial de la especie humana: su sociabilidad.
Como muchos depredadores, los delfines tienen alguna forma de
cooperación, jerarquía, códigos, etc. Así como ustedes consideran
la caza como una fuente importante de opresión, otros la tratan
como el origen de la sociedad. Inteligencia significa ser capaz de
enfrentarse a situaciones nuevas y adaptarse a factores que surgen
constantemente. Por lo general, los animales que matan suelen te-
ner muchas más relaciones sociales que sus presas. Ahora bien, ¿a
dónde nos lleva esto? En un plano más fisiológico, se ha argumen-
tado que el auge de las pequeñas naciones que se alimentaban de
proteínas animales (la antigua Grecia, Inglaterra, Japón) demostró
la superioridad de la dieta carnívora. Pero una vez más: ¿qué signi-
fica todo esto? La “naturaleza” nos proporciona tantas evidencias de
lo que sea, que podemos usarla para probar cualquier cosa. Es decir,
no sirve para probar nada.
14 GILLES DAUVÉ

¿Acaso no se debe a que los humanos empezaron a ser tratados


como cosas que los animales y plantas fueron reificados también?
La industria del automóvil no es objetable porque se haya desarro-
llado sobre el modelo del matadero. Nuestra crítica al capitalismo es
precisamente que la producción de valor lo transforma todo, ya sea
carne o poesía, en mercancía, y que no sirve de nada pedir que haya
más poemas de amor y menos hamburguesas. Mientras ambos pro-
ductos sean rentables, las fábricas seguirán produciéndolos. Puede
haber fábricas de cualquier cosa. Es la sociedad de la cinta transporta-
dora la que hay que comprender y revolucionar, independientemente
de que esté fabricando carne envasada, pan integral o refrigeradores.

2. Al discutir cualquier asunto (en este caso:


carnivorismo versus vegetarianismo, o la
condición de los animales), primero tenemos que
preguntarnos de dónde han surgido las preguntas
¿Por qué al promedio de los jóvenes urbanos de Occidente, a prin-
cipios del siglo xxi, le repugna la imagen de un hombre vestido de
cazador disparando sobre patos o conejos?
La preocupación por la naturaleza, las inquietudes ecológicas y
las reacciones al abuso de animales no son síntomas de que la hu-
manidad al fin se está haciendo consciente de su impacto sobre el
resto del planeta, sino de que el capital necesita pensar globalmente,
tomando en cuenta todo el pasado y el presente, desde los templos
maya hasta las ballenas y los genes. Todo lo que el capital domina
debe ser controlado y clasificado para poder ser administrado. Todo
lo que se pueda comprar y vender debe ser protegido. El capital po-
see el mundo y ningún propietario puede permitirse ser demasiado
descuidado con sus posesiones.
A principios del siglo xix la burguesía dilapidó la vida y la fuerza
de trabajo de millones de proletarios. En parte gracias a la acción de
los mismos obreros, esta explotación se fue haciendo cada vez me-
CARTA SOBRE LA LIBERACIÓN ANIMAL 15

nos destructiva y más rentable. Asimismo, hoy en día el capital ya


no puede seguir despilfarrando millones de monos o árboles.
No es ninguna casualidad que esta aguda sensibilidad acerca de la
condición de los animales aparezca al mismo tiempo que la comida
industrializada y la ganadería al estilo campo de concentración. El
humanismo y el Estado moderno surgieron juntos. La industrializa-
ción de todo (hombres, animales, así como el alimento de ambos) es
inseparable de las protestas por los daños causados sobre todo. En los
últimos treinta años el vegetarianismo se ha desarrollado al mismo
ritmo que la agro-industria, y en la misma senda han evolucionado
nuestros sentimientos: comemos sándwiches de jamón envasados en
plástico pero rechazamos los tapados de piel. El hombre moderno
quiere carne sin sangre, tabaco sin nicotina, mercancías sin man-
chas de sudor, guerras sin cadáveres, policías sin bastones, bastones
que no dejen hematomas, dinero sin especulación.
En este sentido, las formas más modernas de explotación ayudan
a entender las formas más atrasadas.
Lo que está pasando con los animales es un producto degradado
de la lucha de clases, del desarrollo de las relaciones entre el capital
y el trabajo después de las rebeliones de los 60 y 70 en los talleres de
las fábricas. Los directivos intentan que los lugares de trabajo sean
más seguros y menos destructivos (es decir, más productivos) para
el capital más valioso de todos: el trabajo. La explotación animal
está evolucionando en el mismo sentido. Se está tratando de experi-
mentar menos con animales a fin de obtener más de ellos, con dolor
cuando es necesario, sin dolor cuando es posible: «reducción del
número de animales sacrificados, refinamiento de las técnicas que
causan sufrimiento y reemplazo de animales vivos por simulaciones
o cultivos celulares.» (Newsweek, 16 de enero de 1989).
Las protestas contra el abuso de los animales van de la mano con
la reivindicación general de una sociedad multicultural, más abier-
ta y no agresiva.
16 GILLES DAUVÉ

Es el problema mismo, tal como ha sido planteado, lo que hay que


cuestionar. El énfasis en la “crueldad” implica que un trato “justo”
sería aceptable. La insistencia en las condiciones laborales deplo-
rables significa reclamar un trabajo tolerable. La lucha contra los
excesos apoya lógicamente la moderación. Supongamos que estos
experimentos atroces (y a menudo simplemente absurdos) pudie-
ran ser realmente indoloros, e incluso agradables para los animales
implicados. Ustedes y yo seguiríamos oponiéndonos a los estudios
de “estrés” y a las pruebas de maquillaje, del mismo modo que si un
obrero de Ford dice ser “feliz” lo consideramos aún más alienado.

3. Las condiciones de vida humana y animal están


empeorando, pero sólo en el sentido de que todo está
siendo capitalizado. Así, los horrores más visibles
perpetrados contra humanos y animales se están
volviendo menos horrorosos en apariencia
Su texto parte de la suposición de que no solo las masas humanas
están sufriendo una mayor explotación y un empobrecimiento cre-
ciente, sino que los animales están siendo masacrados y torturados
más que antes.
La vida ha empeorado, es cierto, pero no de la forma que ustedes
creen. No hay más hambrunas ni masacres hoy que en 1900 o en
1945. El trabajador occidental promedio de hoy dispone de una die-
ta más rica y balanceada que en la época de Marx; tiene tanto acceso
a comida industrializada como a entretenimientos o viajes industria-
lizados. La expectativa de vida sigue aumentando, y si disminuye en
Rusia es por el tipo de capitalismo atrasado que adolece el país. Los
talleres clandestinos no son el futuro del capital; así como la seguri-
dad social y el subsidio por desempleo no son la principal fuente de
ingresos entre los proletarios. Es un error describir un lugar como
un infierno simplemente porque nadie lo considera un paraíso.
Lo que hoy es peor que en 1848, 1917 o 1945, es que nunca an-
tes tantos seres vivos e inertes habían sido convertidos en dinero o
CARTA SOBRE LA LIBERACIÓN ANIMAL 17

en procesos que engendran dinero. Nunca antes los seres humanos


habían sido tan dependientes de algo por encima de ellos y... hasta
ahora, tan incapaces o reacios a cambiar la situación.
Como afirmaba la Internacional Situacionista, lo que importa es
criticar el bienestar ofrecido por esta sociedad, no la pobreza que
nos inflige. Porque ambas son inseparables. Hay tanto horror en la
imagen políticamente correcta y romantizada del amor a los anima-
les, como en las masacres que realmente tienen lugar detrás de altos
muros. Lo que hacía abominable al mundo de 1984 no era tanto la
“Policía del Pensamiento” o la “habitación 101”, sino más bien el
acompasado conformismo de las masas. El amor de Winston hacia
el Gran Hermano al final del libro es al menos tan terrible como
las torturas que sufrió.
El capital mutila y humilla a los seres humanos, y mata a millones
de animales, es cierto. Pero allí donde el capital se desarrolla y llega a
ser “puramente” capitalista, recurre cada vez menos a la tortura y a la
violencia abierta. La esencia (y por lo tanto la contradicción) del ca-
pitalismo no se encuentra en sus extremos. El genocidio y la masacre
ganadera son efectos inevitables del capital: no lo definen como tal.
Al igual que la explotación animal, el sexismo y el racismo for-
man parte del capitalismo, pero sólo cuando éste los necesita. Con
frecuencia los supera y los reemplaza con formas mejor adaptadas.
Síntomas de racismo informal o institucional reaparecerán siempre
en uno u otro país capitalista, pero en ninguna parte el racismo es
imprescindible para el capital. Por ejemplo, el apartheid no era “la”
forma del trabajo asalariado en Sudáfrica. Hace quince años, algu-
nos amigos nos decían que las luchas contra el apartheid atentaban
contra el capitalismo, puesto que la economía sudafricana estaba
basada en la discriminación racial y jamás podría funcionar sin esa
base. Pues bien, ahora funciona. Y, de hecho, los negocios fueron
una de las fuerzas motrices que acabaron con el apartheid.
Están en lo cierto cuando afirman que en McDonald’s se concen-
tran muchos aspectos de la sociedad actual. Pero precisamente por
18 GILLES DAUVÉ

eso, no se puede describir a McDonald’s únicamente como una con-


centración de males: comida de mala calidad y vínculos degradados
para los clientes, salarios bajos y pésimas condiciones laborales para
los empleados, más animales asesinados, sumado al mayor dominio
de las inversiones y del estilo de vida estadounidenses... Todo esto
es verdad, pero, ya que argumentan desde un punto de vista cuali-
tativo, están pasando por alto el atractivo y el impacto de la comida
chatarra y del trabajo basura. El concepto de comida rápida está
ligado históricamente a la idea de comida segura (esos locales cum-
plen al menos los mismos estándares de higiene que cualquier otro
café o bar); así como al concepto de come-solo-si-quieres, no-te-me-
tas-con-los-demás, mínimo-contacto-físico-y-verbal, velocidad... Sin
olvidar que se trata de una importante fuente de trabajos esporádi-
cos, principalmente para gente joven. Estas nociones son más que
una ideología: expresan la realidad del trabajo y del disfrute en la
era de la televisión y el computador. Es explotación, por supuesto,
pero la violencia que ejerce sobre personas y animales es sólo un as-
pecto secundario de la industria de la comida rápida: McDonald’s
es tan explotadora y represiva como cualquier otra empresa, pero se
reclama (y en cierta medida lo es) amigable con los consumidores,
con los empleados y con los animales. Comerse una hamburguesa
en un local de comida rápida puede conllevar una implicación so-
cial menor que sentarse a comer en un pequeño pub o café.
El capital toma la vida (en todas sus formas, desde trabajo humano,
árboles y vacas, hasta cuentos infantiles y emociones), la reprodu-
ce y nos la devuelve. En eso se diferencia de todos los sistemas de
explotación anteriores. En eso radica su fuerza. A diferencia de un
vampiro, el capital nos succiona la energía pero nos mantiene vivos
y nos hace crecer, producir, comprar y actuar. La producción de va-
lor y el consumismo funcionan porque somos sus agentes activos
tanto como pasivos. ¿Por qué son tan populares las computadoras?
¿Por qué lo es el deporte?
CARTA SOBRE LA LIBERACIÓN ANIMAL 19

Antes la ingestión de carne era un símbolo de estatus. Pero, ¿no


están interpretando las cosas al revés? Es igual de probable que quie-
nes mandaban se quedaran con lo que tenía mayor valor nutricional.
De cualquier modo, el trabajador occidental (sobre todo el varón)
todavía tiene una creencia positiva sobre la alimentación en exceso
y se deleita comiendo carne roja, mientras la élite prefiere cada vez
más una dieta moderada. Hoy en día ser rico significa frecuentar
comercios de productos naturales extremadamente caros, a menu-
do orientados hacia el vegetarianismo. En California, entrar a un
local de comida chatarra para las clases bajas y después a un alma-
cén de “comida orgánica” para las clases medias es como visitar dos
planetas diferentes.
Sin embargo, como sabemos, el consumismo extiende gradual-
mente a la mayoría lo que antes era un privilegio de unos pocos
y, al mismo tiempo, esa masificación degrada la calidad de lo que
hace llegar a cada hogar. La tecnología puede crear productos ali-
menticios de todas las formas, texturas y sabores. Llegará el día en
que habrá pollos elaborados a partir de organismos vivos sintéticos,
perfectos con huesos, carne, piel y color idénticos a uno verdadero,
tan sabrosos como uno original, saludables, baratos y en abundan-
cia. Así, los mataderos de aves de corral podrían quedar reducidos
al mínimo, reservados únicamente para las clases altas, en condicio-
nes supuestamente libres de dolor y de stress, en granjas a la antigua
usanza donde las aves pasean por el corral, quizás bajo la supervisión
de las protectoras de animales. Mientras tanto, las masas margina-
das del mundo semi-industrializado seguirán consumiendo aves
faenadas brutalmente, horrorizando a los periodistas occidentales.
¿Ciencia ficción? No más que una fábrica no violenta y amigable
con sus trabajadores.
La relación de la humanidad con el resto de la naturaleza refleja
la relación entre los propios seres humanos. El capital necesita del
abuso, la coacción y la represión, pero su esencia no es más violen-
ta que no-violenta. Trata con dureza cuando tiene que hacerlo y con
20 GILLES DAUVÉ

suavidad cuando le resulta más rentable. Obligar a niños de cinco


años a trabajar doce horas diarias era necesario en 1830, pero como
muestra la historia, tales prácticas no definen los intereses empresa-
riales. Luchar por formas de opresión no-violentas sólo desplaza la
opresión de un nivel al otro. La perspectiva de los alimentos sintéti-
cos permite ahora al capital hacer realidad de un modo monstruoso
el sueño de la alimentación vegana.

4. La cuestión animal sólo se puede abordar


como una cuestión humana
Sería absurdo anteponer la lucha de clases a la naturaleza. El movi-
miento comunista no reivindica la superioridad del obrero calificado
frente a la vaca. No estamos tratando de recomponer a la clase pro-
letaria, sino de descomponer a todas las clases.
No obstante, la explotación de los empleados de McDonald’s tie-
ne mayor relevancia histórica que la explotación de las vacas. No
porque los humanos sufran más, o porque el sufrimiento de las va-
cas importe menos. Sino porque únicamente los humanos tienen
la capacidad de ponerle fin a McDonald’s.
Los animales no trabajan. Es un error llamar “trabajo” a lo que hace
un caballo o un gusano de seda tras haber sido entrenados y obliga-
dos a ello. Aplicada a los animales, la palabra “trabajo” adquiere un
sentido completamente distinto de las diversas variantes de trabajo
que conocemos: trabajo esclavo o servil, trabajo asalariado, trabajo
doméstico, trabajo domiciliario. El trabajo es organizado por amos,
jefes, gerentes… pero el trabajador siempre tiene que cumplir su pa-
pel en dicha organización. Incluso puede convertirse él mismo en
organizador, y por lo tanto tiene la posibilidad de cuestionar la or-
ganización misma de su actividad. La “actividad” animal no es lo
opuesto ni lo mismo que el trabajo alienado: es otra cosa.
El movimiento comunista no es una reacción contra el destino
de las víctimas, sean humanas o animales.
Cómo se puede cambiar el mundo depende de en qué está basado.
CARTA SOBRE LA LIBERACIÓN ANIMAL 21

Camatte, Perlman, los primitivistas y, en gran medida, los “au-


tonomistas” parten del hecho de que existe una dominación sobre
todo: consideran que esta sociedad está basada en el control sobre to-
das las formas de vida, y que la producción sería solo un aspecto de
ese control total. Desde ese punto de vista, lo que tienen en común
humanos y animales importa más que aquello que los diferencia.
Nosotros, en cambio, sostenemos que el capitalismo manda, y
que el capital se basa en el trabajo que produce valor. Poner al ser
humano a trabajar es la primera condición para dominarlo todo.
Todos los ejemplos dados en el texto (esclavitud, cercamiento de
tierras, deforestación, cadenas de montaje) apuntan a una relación
social (entre personas), en la que los animales efectivamente sufren,
pero este sufrimiento proviene del hecho de poner a trabajar a los
seres humanos (las ovejas no esquilan a otras ovejas). Una forma de
organización del trabajo vino a reemplazar a otra que era menos
productiva. La industria de explotación de animales no creó al pro-
letariado: la creación del proletariado fue una de las condiciones que
hicieron posible el desarrollo de la industria animal.

5. Ningún estilo de vida es subversivo


Arthur Cravan afirmaba haber desertado de diecisiete países. Noso-
tros también somos desertores. Pero no creemos que al desertar del
mundo vayamos a cambiarlo; simplemente, no pertenecemos. Si me
abstengo de votar no es porque en el fondo de mi corazón prefiera
un gobierno laborista que uno conservador, sino porque de acuerdo
con mis principios revolucionarios, he decidido no votar. No nece-
sito obligarme a nada. Sinceramente creo que los laboristas no son
mejores que los conservadores y (a diferencia de esos izquierdistas
que votan por el mal menor) soy muy consciente de que mi actitud
no tiene un impacto relevante sobre nada. (En el mejor de los casos,
sirve para ayudar a mantener viva alguna comunidad entre los po-
cos que no votan por razones similares a las mías.)
22 GILLES DAUVÉ

Abstenerse del mundo no evita que éste siga funcionando. Si no


quiero participar en la explotación de nadie, lo mejor es que no com-
pre acciones, me las arregle sin cuenta bancaria y trate de gastar mi
dinero lo más rápido que pueda, o lo guarde en casa. ¿Por qué no?
Al final de su vida, Jean Genet casi no tenía pertenencias, vivía en
hoteles e insistía en que le pagaran en efectivo, a fin de hacer cir-
cular su dinero y usarlo como quisiera. No era lo ideal, pero estaba
tratando de hacer lo mejor que podía con el dinero en un mundo
de dinero. ¿Deberíamos tratar de hacer lo mismo? ¿Deberíamos de-
cirles a nuestros amigos que lo hagan?
Al igual que la actitud de Genet, el veganismo es un asunto perso-
nal. Algunas actitudes puede que sean definitivamente “malas”, pero
no hay ninguna que sea superior a las demás. No tiene sentido bus-
car las actitudes que más se acercan al comunismo. Genet obtenía
sus ingresos del mundo literario en el que estaba inmerso. ¿Dónde
se cultiva la soja? ¿Quién la cultiva y a cambio de qué?
Puede que la actitud menos no-comunista consista en no elegir nin-
gún estilo de vida. Vivir con un mínimo de pretensiones, permanecer
tan abierto como sea posible: dormir en un iglú en Groenlandia, en
un wigwam de los nativos norteamericanos, en una vivienda social en
Roma, manejar un camión en Kenya y enseñar inglés en Corea del
Sur, salir a tomar algo en el barrio londinense de Battersea y pescar
con los habitantes de una isla en el Pacífico Sur. Adaptarse a muchos
hábitos alimenticios y sexuales sin encadenarse a ninguno. Esta acti-
tud distaría tanto del que “resiste” aislándose del mundo, como del
que se refugia en el micro-mundo de un medio social alternativo.
Este imaginario “ciudadano del mundo” o “viajero de la humani-
dad” no se pondría a sí mismo como un modelo a imitar. Sin duda
él también chocaría con aspectos desagradables de este mundo: su
camión podría afectar la vida local en Kenya, quizás algún compa-
ñero de pub en Battersea tenga prejuicios racistas, etc. No estamos
proponiendo un nuevo ideal tipo On the road. Este personaje impro-
CARTA SOBRE LA LIBERACIÓN ANIMAL 23

bable simplemente nos ayuda a entender que el comunismo significa


abrir cada categoría a todas las demás.
Quizás el mayor defecto del veganismo (como cualquier otra vi-
sión del mundo basada en una dieta específica) sea la noción de que
el hombre es lo que come. El hombre es lo que hace, lo cual incluye
lo que come, y todo lo que hace siempre lo hace con otros.
Uno puede ser vegano y comunista; pero también puede ser ve-
gano y no-comunista, o anti-comunista.
Si en los levantamientos sociales los punks tienen un papel más
importante que jugar que los aficionados a la ópera, esto no tiene
nada que ver con una supuesta superioridad de los Sex Pistols so-
bre Monteverdi. Más bien se debe al hecho de que los seguidores
del punk-rock pertenecen a una clase más baja que quienes asisten
a conciertos en Covent Garden. Los punks nunca serán revolucio-
narios en tanto punks.
El veganismo se enfrenta al poder simbólico y social de la carne.
Ningún vegano piensa que le va a hacer un daño real a la industria
de la carne: los veganos actúan contra una imagen. Entonces, ¿por
qué no negarnos a usar vehículos motorizados? (Lo cual, por supues-
to, es más fácil si puedes permitirte vivir en el centro de la ciudad
que en un barrio periférico con un transporte público inadecuado.)
¿Por qué no abstenerse de tener hijos? Pero si el criterio es ser anta-
gonista a la sociedad (como en la antigua Grecia, cuando rehusarse
a comer carne era considerado una ofensa contra las relaciones entre
dioses, hombres y animales, y por tanto una crítica del orden social),
entonces en cualquier país católico en 1700 o incluso en 1900, era
subversivo comer carne un viernes (como de hecho hacían algunos
ateos militantes). No se puede tratar de convertir un gesto o com-
portamiento particular en una norma o anti-norma.
Por el contrario, los que piensan que la humanidad en algún
momento de su historia tomó un rumbo equivocado, lógicamente,
están condenados a luchar por un mundo que se organice especí-
24 GILLES DAUVÉ

ficamente contra ese error original, y esto los lleva, por ejemplo, a
reivindicar una dieta especial.
En consecuencia, esta discusión tiene un mérito más: nos recuerda
que el mundo no gira en torno a una gran causa o pecado original.
El carnivorismo no es el origen de todos los males. Pero tampoco
lo es el dinero, por ejemplo. No es que la humanidad sufra de una
enfermedad que el comunismo vendrá a curar. No existe un reme-
dio. Somos escépticos, no médicos. No defendemos la salud contra
la enfermedad. El comunismo no es la producción o la vida organi-
zada de otra forma, sin dirigentes, por ejemplo, o sin intercambio
de valor. Sólo puede ser definido como actividad, como comunidad.
Las personas no van a buscar formas de hacer circular los bienes sin
usar dinero, sino que van a vivir y a hacer las cosas de una forma
diferente, y esa diferencia incluirá la ausencia de dinero: no habrá
necesidad de calcular el tiempo de trabajo promedio requerido para
producir algo. Mientras la gente siga pensando que en primer lu-
gar y sobre todo hay que “suprimir” el dinero, o combatir al poder
político o cualquier otro mal del presente, ello será una prueba de
que no logran imaginar ni hacer las cosas que podrían hacer para
vivir sin esos males.

6. El vegetarianismo niega y a la vez reafirma


la diferencia radical del hombre
Nadie le pediría a un león que no mate antílopes. La gente da por
sentado que la naturaleza debe seguir su propio camino, el llamado
de lo salvaje... Sólo al hombre se le pide actuar de un modo dife-
rente. El vegetarianismo concibe al hombre como el animal que es
capaz de elegir, que puede decidir no dañar a otras criaturas; y que
por lo tanto debe elegir no dañarlas. Es decir: se le exige al ser hu-
mano actuar en nombre del mismo estatus superior que se le niega.
Se dice que el hombre pertenece a la naturaleza, que la conoce y
que en consecuencia no debiera sacar ventaja de ella. No estamos
exponiendo una inconsistencia del vegetarianismo para poder re-
CARTA SOBRE LA LIBERACIÓN ANIMAL 25

futarlo mejor. Lo que rebatimos es la posibilidad de probarlo o no.


Esta contradicción lógica no es más que otra manera de definir la
“naturaleza humana”, o más bien de mostrar cómo la “humanidad”
escapa a cualquier definición.
«Lo único que realmente sabemos sobre la naturaleza humana
es que cambia. El cambio es la única cualidad que podemos prede-
cir de ella. Los sistemas que fracasan son aquellos que cuentan con
la inmutabilidad de la naturaleza humana, en vez de contar con su
crecimiento y desarrollo.» (Oscar Wilde, El alma del hombre bajo el
socialismo)
A menudo se acusa al hombre de ser “el único ser que mata por
placer”. Esta afirmación asume que el asesinato no es o no debería
ser placentero. De acuerdo, pero al decir esto apenas rozamos su-
perficialmente los dominios extraños e ilimitados del placer. ¿Qué
o quién podría ponerle límites? ¿La razón? ¿La búsqueda del bien
común? ¿La comprensión de que mi propio placer depende de la am-
pliación del placer de los demás, y no de su aniquilamiento? ¡Qué
simple... y qué ingenuo! Sade lo entendía mejor. También Fourier.
Nada, jamás, va a neutralizar del todo la parte negativa y antisocial
de la humanidad.
En términos fisiológicos, las personas no son aptas o no aptas para
ingerir carne. De hecho, el hombre no fue “hecho para” nada en
particular. Es absurdo defender la homosexualidad argumentando
que eso también ocurre en algunas especies animales: eso es verdad,
pero no nos dice casi nada, aparte del hecho bastante conocido de
que la homosexualidad existe. El hombre es parte de la naturale-
za y a la vez es distinto al resto de la naturaleza. ¿Cuánto de esto se
debe a su postura erguida y a su visión panorámica? ¿Cuánto a fac-
tores sociales? Cada época reinterpreta los datos disponibles según la
perspectiva histórica imperante. El hombre es naturaleza y artificio.
Tanto el antropocentrismo (la idea de que el hombre es superior a
las otras especies) como el “naturalismo” (la de que el hombre debe
reintegrarse al resto de la naturaleza) olvidan que la naturaleza hu-
26 GILLES DAUVÉ

mana sólo busca realizarse como naturaleza humana. El hombre es


un ser que nunca sabe del todo lo que es. Los sistemas buscan apla-
car sus dudas. Cuando se siente más seguro, como en la sociedad
totalitaria (la megamáquina capitalista es una totalidad completa-
mente abarcadora), es cuando se vuelve más destructivo.
Sea lo que sea que hizo humana a la especie, también puede ha-
cerla caer y andar sin rumbo. Hay algo imposible en la humanidad
y nada va a eliminar esa imposibilidad. Si fuéramos chimpancés,
gatos o los llamados insectos sociales jamás habríamos conocido el
pastel de manzana, ni el portaaviones, ni esta discusión.

7. Tan absurdo como anhelar una coexistencia


pacífica entre nuestra especie y las demás, lo es
anhelar una comunidad humana no-violenta
Aunque a muy pocos de nosotros se nos ha enseñado una granja de
cerdos por dentro, hasta un niño tiene alguna idea de cómo un cer-
do se convirtió en el jamón que se está comiendo. La conexión es
innegable, y cada civilización la maneja a su manera. Las socieda-
des cazadoras representaban a los animales salvajes en tótems. En la
sociedad tradicional se permitía a los niños jugar con los animales
que iban a ser faenados para los festejos. (Una película que mostrara
al desnudo esas matanzas/fiestas horrorizaría a los televidentes más
que la visión de miles de africanos hambrientos. Ninguna sociedad
hasta ahora había llegado a combinar a tal extremo el asesinato en
masa y la hipocresía. Los animales son tratados como hombres –y
no al revés–, sólo que mucho peor.)
El pesimista dirá que no se puede hacer nada al respecto. El ve-
getariano tratará de fomentar un mundo donde los humanos no
domestiquen, usen ni maten animales. Ambos ignoran una contra-
dicción que los animales también ignoran (el gato no se pregunta si
está bien o mal matar al ratón). Contrariamente a las recomendacio-
nes pesimistas o cínicas, no podemos simplemente ignorar la suerte
que corren los animales. Pese a lo que pretendan los vegetarianos,
CARTA SOBRE LA LIBERACIÓN ANIMAL 27

no podemos tratar a los animales como tratamos a un semejante:


sólo podemos fingir que lo hacemos. Y no podemos olvidar que el
hombre es un animal distinto al resto, que está condenado a saberlo
y a hacerse cargo de ello. La existencia humana está basada en esas
contradicciones. Imaginarnos a nosotros mismos convertidos en ca-
dáveres, puede limitar nuestras ganas de vivir. Reflexionar sobre el
auge y caída de civilizaciones puede perturbar nuestras grandes ex-
pectativas históricas.
El comunismo alterará las relaciones de los hombres entre sí, y
entre ellos y todo lo demás, incluidos los animales. Por lo tanto, se
verán alterados los términos de la contradicción, pero no la exis-
tencia de la misma. Puede que en el año tres mil la humanidad no
tenga más de cinco millones de habitantes. Y puede que todos sean
veganos. Quizás... Aunque limitar de esa forma la dieta sería como
limitar el sexo a una sola posición, y la vivienda a un solo tipo de
hábitat. Pero aun así, después de todo... ¡por qué no! La cuestión es
que nadie lo sabe. Los datos antropológicos sugieren más bien una
variedad de formas y medios infinita e impredecible.
La empatía con las criaturas vivas se extiende “naturalmente” a
todas las formas de existencia, incluso más allá de lo “vivo”. Todos
hemos sentido rabia o vergüenza cuando vemos que un cerro ha sido
cortado en dos, o eliminado, para abrir paso a una autopista. (Pero
es bastante revelador que no nos sintamos igualmente perturbados
cuando vemos el mismo tipo de cerro acondicionado como un bo-
nito parque para el encuentro y la diversión.)
Desde un punto de vista holístico o cósmico, podemos compar-
tir emociones con la rosa que se estremece cuando siente que está
a punto de ser cortada. Alguna gente siente una atracción poco co-
mún por las plantas. En una ocasión, un amigo trato de “rescatar”
un pequeño árbol al que alguien acababa de arrojarle encima una
motocicleta. Los amantes de las flores silvestres puede que se sien-
tan más perturbados al ver flores cortadas que al ver un matadero.
Ante su espanto, uno podría argumentar que “las plantas no tienen
28 GILLES DAUVÉ

sistema nervioso”. Y ahí es precisamente donde radica el problema.


¿Dónde debemos poner el límite? ¿Con qué criterio? Para un amante
de lo vegetal, es la planta la que es inocente y silenciosa, no el cor-
dero que se la come. ¿Deberíamos considerarlo demente? Si uno se
horroriza ante la visión de un matadero es porque antes ha clasifi-
cado a los seres entre animales y vegetales. Entonces, ¿qué pasa con
los africanos que hacen banquetes de termitas y hormigas? Muy pro-
bablemente mil nuevas clasificaciones brotarán en el comunismo.
Como ya tratamos de explicar en Por un mundo sin orden moral
[Lazo Ediciones, 2018] no estamos afirmando que cruzar la línea sea
algo fácil y sin complicaciones. Si todo fuera posible e indoloro en
todo momento, eso sólo probaría que todo ha llegado a ser lo mis-
mo, igual, indiferenciado, neutral, sin importancia. No se arriesga
nada cuando no hay nada en juego. ¿Quién desea un mundo de en-
sueño donde la recompensa por no apreciar ni hacer nada, sea nunca
resultar herido? ¿Quién querría vivir en un comercial de televisión
hecho realidad? Los gustos suponen disgustos, y nuestras preferen-
cias son inseparables de nuestras aversiones. Sin embargo, una de
las principales diferencias entre el comunismo y el presente es que
la gente no pretenderá que sus gustos, hábitos y dietas sean univer-
sales en el tiempo o el espacio.
El viejo debate entre carnivorismo y vegetarianismo ayuda más a
comprender la “naturaleza humana”, que a saber lo que debemos
comer. No hay nada parecido a una dieta “buena” o “natural” (aun-
que es innegable que demasiado vodka y papas fritas hacen mal).
El comunismo reconcilia al hombre con el hombre, al hombre
con la mujer, al adulto con el niño, al hombre consigo mismo, a los
animales humanos con los animales no-humanos, a los humanos
con el resto de la naturaleza... pero no en el sentido de que ponga
fin a la confrontación. Es imposible prever en qué forma persistiría
la violencia en un mundo comunista. Lo que sí sabemos es que los
humanos ya no se considerarían ni se tratarían a sí mismos como
CARTA SOBRE LA LIBERACIÓN ANIMAL 29

bestias domesticadas, ni como ángeles. No habrá pecados origina-


les, tampoco inocentes.
Algún día los humanos dejarán de tratar a los animales como los
han tratado durante miles de años. Pero al hacer esto, los huma-
nos no estarán actuando en contra de sí mismos y por el bien de los
animales, por compasión. Los humanos no sacrificarán sus gustos
alimenticios, ni dejarán de comer carne aun sintiendo deleite por
ella, con tal de ponerle fin al sufrimiento de los animales. Transfor-
marán su actitud hacia el mundo animal tanto por sí mismos como
por los animales, porque su actitud general hacia el cosmos cambiará.
Asimismo, las personas no van a dejar de trabajar en las líneas de
ensamblaje de Volkswagen porque, aun gustándoles los autos, deci-
dan ir contra su preferencia personal con tal de proteger la ecología.
Dejarán de hacerlo cuando produzcan una nueva forma de vida y,
por tanto, nuevos medios de transporte. Para dar un ejemplo más: si
deja de haber violaciones, no será porque los hombres se abstengan
de hacerlo en nombre del bien común o porque no quieran dañar a
las mujeres, sino porque no sentirán ninguna necesidad de hacerlo.
Vivimos entre dos sueños o pesadillas. Entre la ficción tecnológi-
ca del “todo es posible” que las “catástrofes naturales”, por terribles
que puedan ser, afortunadamente derriban de vez en cuando. Y el
mito de la Madre Tierra, normalmente más digerible, pero a menudo
igual de absurdo: no hay vuelta atrás (¿hacia dónde, en todo caso?).
La naturaleza no es no-violenta. Tampoco lo es la especie huma-
na. Afortunadamente, no hay ninguna posibilidad de una vida tan
edulcorada que haya eliminado toda posibilidad de agresión.
No podemos decir casi nada sobre la violencia sobre los animales
en el futuro, al igual que respecto a la violencia entre los huma-
nos. Sin duda la evolución de esta última afectará a la primera: una
sociedad que ya no enjaule a hombres y mujeres, no enjaulará tam-
poco a las demás especies tal como lo ha hecho hasta ahora. ¿Qué
más podemos asegurar? Que todo será subvertido, desde vivir en
una casa hasta leer un libro. Puede que haya algo profundamente
humano en las casas y en los libros, algo que será mantenido y reali-
zado, posiblemente sin las formas “casa” y “libro” a las que estamos
acostumbrados. Todo lo que sabemos es que una forma de vida di-
ferente, que ahora llamamos comunismo, se las arreglará sin unos
cuantos horrores del pasado y del presente, porque la gente ya no
necesitará ni querrá perpetrarlos. No pidamos más garantías: no las
habrá ni podría haberlas.

PD:
Hay algunos puntos más que nos hubiera gustado tratar. Uno es
cierto anglocentrismo presente en Bestias de carga. Por ejemplo, en
Inglaterra, la caza es un privilegio de la clase alta. En Francia, es una
conquista revolucionaria (burguesa): después de 1789, los campesi-
nos se hicieron con el derecho a cazar que hasta entonces pertenecía
a los aristócratas. La función elitista de la caza es histórica, es decir,
relativa. Recién en el siglo ii a.C., los gobernantes romanos adqui-
rieron el hábito de cazar por diversión y prestigio, en parte para
imitar a los reyes de Oriente Medio. Hoy en día, una Inglaterra ru-
ral jerárquica en decadencia apoya la caza en una batalla perdida
contra las clases asalariadas modernas que sueñan con una sociedad
igualitaria pacificada.
Otro punto que dejamos fuera es su creencia de que la liberación
animal es positiva siempre y cuando vaya contra la Ley y se enfrenta
a la policía. Pero montones de huelgas, manifestaciones y disturbios
liderados por izquierdistas, partidos comunistas o sindicatos reac-
cionarios han luchado contra la policía, incluso a veces han llegado
al punto de la lucha armada, y no dieron lugar más que a un con-
servadurismo violento.
Respuesta a Carta sobre
la liberación animal
Antagonism y Practical History, s.f.

Redactamos Bestias de Carga como un texto controvertido con el


objetivo de abrir debate, por ello, nos complace leer tu sopesada
respuesta. Sin embargo, nos ha resultado difícil responder a tu ré-
plica sobre nuestro panfleto. Aceptamos por completo algunas de
tus críticas, somos conscientes de que nuestra labor es el reflejo de
nuestras experiencias en el Reino Unido, lo que evidentemente le
da una perspectiva anglocéntrica. Este aspecto también lo planteó
un corresponsal estadounidense, en cuyo país la caza es más co-
mún entre la clase trabajadora. Aunque a veces nos resulta difícil
diferenciar qué comentarios tuyos son críticas generales sobre la
cuestión animal y cuáles de ellos pretenden ser críticas específicas
sobre lo que hemos escrito. Por ejemplo, afirmas que es improbable
que en una sociedad comunista todo el mundo sea vegano. Nues-
tro panfleto dice exactamente lo mismo: «El comunismo no es la
aplicación de un código moral universal, ni la creación de una so-
ciedad uniforme, y no habría ningún Estado o mecanismo similar
para imponer, por ejemplo, el veganismo, aunque mucha gente lo
considerara conveniente. La cuestión de cómo vivir con los anima-
les podría resolverse de diferentes maneras en diferentes momentos
y lugares». Por ello, discúlpanos si, en nuestro intento por asegu-
32 ANTAGONISM Y PRACTICAL HISTORY

rarnos que nos hacemos entender, a veces repetimos algo de lo que


mencionamos en el panfleto.
Algunos de los puntos que planteas enriquecen y profundizan nues-
tro análisis. Por ejemplo, estamos de acuerdo con tu opinión sobre
la imposibilidad para entender McDonald’s sin tener en cuenta el
contexto más general que engloba a la comida rápida, la reducción
de contratos de personal y la velocidad en general. Tu debate sobre
la naturaleza de las especies («la humanidad escapa a cualquier de-
finición») es realmente muy interesante.
Estamos de acuerdo con que a lo largo de la historia no hubo un
momento en que se tomase algún camino equivocado o algo así.
Además, también creemos que la historia no tiene un objetivo. La
historia es la actividad de la humanidad civilizada en el transcurso
del tiempo. Hacemos nuestra propia historia, pero no en las circuns-
tancias que elegimos (una afirmación poco original, pero de la que
volveremos a hablar). No sabemos si algún día tendrá lugar una re-
volución comunista, sin embargo, sí creemos que puede ser posible
una revolución y que esta, en parte, será la acción consciente de los
comunistas, la clase, la humanidad, y no simplemente la expresión
ciega de las necesidades.
No somos primitivistas, pero tu crítica a ellos por rechazar la
ciencia de la historia en favor de la antropología es imprecisa y a la
vez carente de sentido. Los primitivistas no rechazan el estudio de
la historia (los escritos de Perlman y Zerzan están llenos de sabe-
res históricos) sino que tienen el mérito de investigar y tomar los
conocimientos de la antropología que les resultan útiles. Lamenta-
blemente, la mayoría de los comunistas marxianos no citan mucho
más que a Engels. Si Marx y Engels hubieran vivido otros cien años,
probablemente habrían dedicado tiempo a valorar la nueva informa-
ción y los análisis que han aparecido en este campo desde la década
de 1880. Precisamente, Marx dedicó sus últimos años a estudiar es-
critos etnográficos.
RESPUESTA A CARTA SOBRE LA LIBERACIÓN ANIMAL 33

Si existe un punto débil en común, y crucial, en Camatte, Perl-


man y Zerzan es el rechazo de la especificidad revolucionaria del
proletariado.2 Camatte rechaza sin rodeos al proletariado. Perlman y
Zerzan solo consideran que el proletariado está oprimido, como to-
das las demás clases sometidas en la historia, esclavos, siervos… Para
Perlman todos somos zeks.3 De acuerdo, podemos inspirarnos en Es-
partaco, pero no somos esclavos. Es el fracaso del primitivismo para
identificar lo que es revolucionario en el proletariado y el capitalis-
mo, lo que permite a los primitivistas plantear la revolución como
posible en cualquier momento, si tan sólo pudiéramos escapar de
las garras del Leviatán. Este es el error que lo conduce a su ahistori-
cismo (en el sentido marxiano, no en el académico). El comunismo
implica la abolición de todas las clases, pero esta abolición no es su
punto de partida. El comunismo se desarrolla, no exclusivamente,
pero sí sin ninguna duda, a través de la lucha de clases.
No podemos afirmar con seguridad que el comunismo fuese in-
alcanzable en el pasado, pero las condiciones por las que hoy en día
es posible son muy diferentes a las de los períodos anteriores, con
un proletariado que se constituye como una clase a escala global di-

2 Nota de la presente edición: Cabe señalar que estos tres autores, cada uno por
su propio camino, han desarrollado diferentes posiciones a lo largo de su vida
antes de ser una referencia para el denominado primitivismo así como para el
anarquismo anticivilización.
Jacques Camatte, animador de Invariance, proveniente de la Izquierda Comu-
nista ha abandonado hace décadas la “teoría del proletariado”. Recomendamos
dos textos de Federico Corriente: Jacques Camatte y el eslabón perdido de la crítica
social contemporánea y ¿Quién teme a Jacques Camatte?
Fredy Perlman, de quien publicamos una selección titulada La reproducción de
la vida cotidiana y otros textos (2019), provenía de la teoría marxista para acabar
fijando su atención en el redescubrimiento de la comunidad humana primitiva.
John Zerzan es una referencia para el anarquismo y el anarco-primitivismo,
aunque décadas atrás también se dedicó a analizar las luchas de los trabajadores
en EEUU, su país de origen.
3 Nota de la traducción: Término coloquial, abreviación del término ruso que
significa preso o encarcelado, que designaba a los prisioneros de los gulags.
34 ANTAGONISM Y PRACTICAL HISTORY

ferente de las clases anteriormente subordinadas. Por otro lado, el


primitivismo postula que el comunismo solo es verdaderamente po-
sible sobre la base de un retorno (imposible) a alguna etapa previa
de la historia, y a su tecnología.
Lo que sí sostenemos es que el autodenominado movimiento
comunista ha rechazado abiertamente la cuestión animal, o como
mínimo la ha desatendido. (Aunque puede que esta opinión sea
anglocéntrica. Puesto que aquí en el Reino Unido, antes de que
nos embarcáramos en Bestias de carga, las afirmaciones que reali-
zas, en las que reconoces la existencia de una cuestión animal y de
personas que son tanto comunistas como veganas, por lo general,
no eran aceptadas entre los militantes comunistas.) En consecuen-
cia, las ramificaciones prácticas y teóricas derivadas de esta cuestión
han evolucionado independientemente, a través del movimiento de
liberación animal, por ejemplo. Deseamos ver esta cuestión reinte-
grada en el autodenominado movimiento comunista, es decir, nos
gustaría que esta última versión de comunismo sea una versión me-
jor, el verdadero movimiento social. Y consideramos que Bestias de
carga, así como tu respuesta y las de otros a este trabajo, son parte
de esa reintegración.
No estamos diciendo que la opresión que sufren los animales sea
el origen de todo mal, la causa o el catalizador de todos los demás
problemas sociales, ni que todo el mundo deba hacerse vegano, ni
que el comunismo trate principalmente de minimizar el sufrimiento,
ni que una línea de producción sea algo malo porque se desarrolló
en la industria cárnica… Lo que argumentamos es que la cuestión
animal forma parte de la totalidad que aborda el comunismo. Nos
referimos a que una y otra vez los métodos de opresión a los ani-
males se aplicaron más tarde a los humanos. Nos referimos a que
incluso sin abordar de manera consciente la cuestión animal, un mo-
vimiento que suprime el sistema de fábricas, el progreso científico,
la valorización, el espectáculo, también libera en parte a los anima-
les. Sostenemos que no es una coincidencia y buscamos llevar a cabo
RESPUESTA A CARTA SOBRE LA LIBERACIÓN ANIMAL 35

esta liberación de manera consciente. Creemos que alterar radical-


mente la relación con los animales redunda en el interés material de
la especie humana. Lo afirmamos porque rara vez lo han dicho los
comunistas y no porque no pensemos que no necesiten también ser
radicalmente alteradas las relaciones entre los seres humanos, entre
hombres y mujeres, entre la especie humana y el mundo vegetal, etc.
No damos por sentado que las cosas estén poniéndose notable-
mente peor para “las masas”. Por otro lado, tampoco creemos que
las cosas estén poniéndose significativamente mejor. El capital es
un sistema dinámico, el auge y la caída, el progreso y la decadencia
coexisten o se suceden uno tras otro. Al hacer únicamente hincapié
en la riqueza de esta sociedad, en una supuesta forma única de capi-
talismo normativo (es decir, el capitalismo de la Europa Occidental
desde 1945), efectivamente, se confunde la parte con el todo. Los
situacionistas pueden haber dicho que lo que hay que criticar es la
riqueza de esta sociedad, pero su hincapié en la totalidad es lo que
resulta ser más útil. Nuestro panfleto no trata en sí mismo de la to-
talidad, sino de lo que no ha sido tratado antes por los comunistas,
como nos han indicado tanto los “comunistas” como los “liberado-
res de animales”.

Plantas y animales
Mencionas a un amigo que trató de “rescatar” un árbol y hablas de
amantes de las flores silvestres o de los vegetales. (No somos “aman-
tes de los animales”, sino que simpatizamos con la liberación animal,
del mismo modo que no somos “amantes de los negros”, sino que
simpatizamos con las luchas de los proletarios que no son blancos.)
Estas situaciones aisladas, reales o imaginarias tienen que ver con la
reacción de un individuo determinado ante una situación específica.
De hecho, sí que conocemos muchas situaciones en las que se han
defendido árboles como parte de la lucha colectiva, especialmen-
te en el movimiento contra las carreteras de Gran Bretaña, y en los
movimientos contra la tala de Estados Unidos y Australia. El movi-
36 ANTAGONISM Y PRACTICAL HISTORY

miento contra las carreteras ha unido fuerzas con trabajadores en


huelga, se ha enfrentado con la policía, ha organizado okupaciones
colectivas y conferencias políticas y ahora se autodenomina “anti-
capitalista” (en lugar de estar específicamente contra las carreteras
o ser ambientalista). Consideramos que la extensión de esta lucha
ecologista monotemática hacia un movimiento anticapitalista revo-
lucionario y consciente (¡no exento de limitaciones!) es un avance
positivo. No nos olvidamos de su faceta protectora de árboles, pero
la consideramos parte de los fundamentos de la oposición radical
de este movimiento a esta sociedad y de su exigencia de un acerca-
miento a la naturaleza. Aunque es diferente un individuo que actúa
según su sentir y las acciones con las que un colectivo confronta al
Capital y al Estado.

Anglocentrismo
La cuestión que planteas sobre la caza, que es de clase alta en Ingla-
terra pero no en Francia, es válida y es un evidente punto débil de
nuestro texto. Contamos con abordar esta carencia en la introduc-
ción de la edición norteamericana. Sin embargo, tu descripción de
una «Inglaterra rural jerárquica en decadencia [que] apoya la caza
en una batalla perdida contra las clases asalariadas modernas» no
tiene en cuenta el hecho de que hoy en día muchos cazadores son
individuos de las clases altas y medias urbanas. Como hemos men-
cionado, la caza en Gran Bretaña todavía desempeña la función de
ser el medio a través del cual socializan las nuevas capas de la ac-
tual clase dirigente.
Una crítica que en Gran Bretaña se hace a menudo a los vega-
nos y los liberadores de animales, es que estas perspectivas son una
reacción a la vida moderna o urbana, un intento de volver a la na-
turaleza que parte de un desconocimiento sobre la vida rural y que
resulta totalmente irrelevante para la vida agraria, especialmente en
el “Tercer Mundo”. En Inglaterra en concreto, a diferencia de Fran-
cia, España, Estados Unidos… es notable la fuerza del sentimiento
RESPUESTA A CARTA SOBRE LA LIBERACIÓN ANIMAL 37

hacia los animales. ¿Y esto a qué se debe? ¿No es más que una pecu-
liaridad de este país? ¿Hablamos de una “nación de amantes de los
animales”, como dice el cliché? ¿Qué es característico de la sociedad
inglesa en cuanto a los animales y sobre la naturaleza en general?
En Inglaterra, “el primer país capitalista”, la revolución agrícola
se completó en esencia a mediados del siglo xvii y nadie habla de
“campesinos ingleses” si nos referimos al siglo xx, o al xix, o al xviii.
Esto no sucede en España, Italia, Francia, y menos aún en China,
India o Rusia. Por lo tanto, la relación histórica entre los humanos
y los animales en Inglaterra es diferente a la de cualquier otro lugar.
La situación de Gran Bretaña como una isla pequeña que hoy en
día está densamente poblada implica que cualquier porción consi-
derable de naturaleza virgen desapareció hace siglos. En la historia
reciente de los Estados Unidos, Canadá, Australia, no hay campe-
sinos, pero todavía se conservan extensas zonas vírgenes, algo que
fue socialmente importante, al menos durante el último siglo, y que
todavía es simbólicamente relevante. Inglaterra destaca por ser un
país donde la naturaleza está más capitalizada, donde, por lo gene-
ral, la gente tiene menos contacto directo con animales que no sean
mascotas. ¿Queda algo más por decir sobre esta confluencia de las
relaciones con la naturaleza desarrolladas de forma marcadamente
capitalista, y una gran y creciente tendencia hacia el vegetarianis-
mo, el apoyo a la liberación animal y un deseo generalizado de no
ver ni oler la sangre de la carne de animales muertos? El desarrollo
de la sociedad capitalista implica la creación de nuevas necesidades.
Aunque a lo largo de la historia han existido las corrientes vegeta-
rianas y de liberación animal, observamos que, en la actualidad, en
los países más desarrollados se han generalizado comportamientos
(¡contradictorios!) que no podrían darse en una etapa más tempra-
na de la sociedad, y que sin ninguna duda no son resultado de la
publicidad. El nuevo deseo de acercarse a la naturaleza no se refiere
a un regreso al pasado, sino que es la consecuencia de un desarro-
llo concreto de la sociedad.
38 ANTAGONISM Y PRACTICAL HISTORY

Una vez dicho esto, nos vemos obligados a añadir que no cree-
mos que otros países/territorios estén destinados a sufrir las mismas
transformaciones, ni exigimos que otras regiones deban desarrollar
su agricultura, etc., de la misma manera. Lo que sí planteamos es
que ha habido un desarrollo significativo en la forma en que conce-
bimos la relación con los animales y que el comunismo debe abordar
esta concepción, igual que aborda otras, como por ejemplo la actual
Indonesia, o el pasado de Inglaterra.

Domesticación
Nuestro panfleto no pretendía tener la última palabra sobre la cues-
tión de los animales. «Este texto no pretende albergar todas las
respuestas o ser “el manifiesto comunista” animalista…». No es falsa
humildad, sino que es evidente por la forma en que el panfleto que-
da «abierto a ambos extremos» y en su propia estructura. Tratamos
de dejar las cosas abiertas tanto al hablar del pasado como, especial-
mente, del futuro. En concreto, sobre la cuestión de la agricultura,
lejos de convertirla en el origen de todos los problemas, plantea-
mos dos teorías incompatibles sobre la relación entre la agricultura
y la civilización. La primera teoría sostiene que la agricultura ori-
ginó la civilización y la segunda teoría sostiene que la civilización
precedió a la agricultura. Lo que precisamente afirmamos para no-
sotros mismos es: «Deberíamos evitar atribuir a la agricultura el rol
de “pecado original” y de ser la única causa de la desgracia de la hu-
manidad y la razón de nuestra expulsión de algún Edén primitivo.
El desarrollo de los estados y las clases fue el resultado de procesos
contradictorios, complejos y competitivos que tuvieron lugar du-
rante milenios. Aunque la domesticación de plantas y animales fue
una parte importante de la historia, no queremos sugerir que fue
la única». No obstante, diferentes personas nos enviaron varias res-
puestas a nuestro texto en las que entendieron nuestros comentarios
como una declaración contundente de lo que exactamente ocurrió
hace 40 o 250 milenios. ¡Al parecer aún deberíamos haber sido ex-
RESPUESTA A CARTA SOBRE LA LIBERACIÓN ANIMAL 39

presamente más imprecisos, ambiguos e incompletos de lo que ya


fuimos! En el caso de que hiciéramos una edición revisada, hoy en
día improbable, entonces sí que replantearíamos esta sección.
Nos parece obvio el hecho de que hubo un aumento de la domesti-
cación y explotación de los animales que se desarrolló paralelamente
al desarrollo de la sociedad (ambos se influyeron mutuamente de
manera dinámica, en lugar de que uno preceda al otro), desde el
comunismo primitivo hasta la civilización. Dices que podríamos ha-
ber escogido cualquier hecho y desarrollar por completo la historia
a partir de este, como por ejemplo la guerra (en realidad, Perlman
hace justamente eso en cierta forma). También señalas que algu-
nas personas sugieren que el consumo de carne fue el origen de la
cultura humana. Eso es cierto, pero también es cierto que algunas
personas sugieren que la guerra ha tenido un efecto positivo para el
desarrollo de la sociedad (nada menos que Hegel fue quien lo dijo).
Asimismo, podría señalarse que la guerra también ha originado las
condiciones para la revolución. Nuestro contrapunto a estas afirma-
ciones se basa en que no nos identificamos con el progreso y que,
además, consideramos los movimientos contra la guerra como una
expresión (a veces al menos) de las necesidades humanas y… del co-
munismo. Incluso cuando en alguna ocasión la guerra ha dado lugar
a un progreso social, aun así podemos atender su impacto negativo
en la sociedad humana y al potencial comunista de los movimientos
contra la guerra. Con la cuestión animal sucede de manera similar:
incluso si el consumo de carne ayudó positivamente al desarrollo de
la sociedad (hecho que por supuesto es discutible), podemos anali-
zar las tendencias anticomunistas de la industria de la explotación
animal, así como los fundamentos de tipo comunista de los movi-
mientos y teorías que se oponen a esta explotación.
40 ANTAGONISM Y PRACTICAL HISTORY

¿Comunismo laissez-faire?
Algunos comentarios de tu carta, y hasta cierto punto los de Por un
mundo sin orden moral, tienden a señalar una actitud fatalista y liber-
taria respecto a la naturaleza de la sociedad comunista. «…si deja de
haber violaciones, no será porque los hombres se abstengan de hacerlo
(…) sino porque no sentirán ninguna necesidad de hacerlo.» Pero
se trata más de la dirección que la sociedad podría tomar que de lo
que los hombres podrían sentir. Sin ninguna duda, las revoluciones
son la expresión colectiva de las necesidades, pero también implican
acciones conscientes, acciones de personas que tratan de empujar
a la sociedad en una dirección que consideren deseable además
de meramente posible. No es probable que dejemos a su suerte
la cuestión de la violación, seguramente la gente (en particular
las mujeres, sin duda) se organizará para abordarla. Parte de esta
organización colectiva consciente sería derrocar las ideas/ideologías
específicamente capitalistas sobre el lugar y los deseos de las mujeres.
Y parte de esta organización podría consistir en alguna forma de
defensa práctica, física. En cualquier caso, sea cual sea la forma
que adopte esta organización, sería una intervención consciente y
colectiva en la vida social con el objetivo de influir en el desarrollo
de la sociedad.
Uno de los aspectos más positivos de tu trabajo anterior (por ejem-
plo, Declive…4) es reconocer al comunismo como un movimiento
que existe en el presente. En Bestias de carga hemos tratado de explo-
rar hasta qué punto podemos considerar las cuestiones abordadas
por la liberación animal como expresiones de dicho movimiento.
Tus comentarios sobre el ambientalismo (como una expresión de la
propiedad capitalista) y sobre las luchas contra el “maltrato” (como
inevitablemente reformistas) denotan que no percibes tendencias

4 NdE: Se refiere a Eclipse and re-emergence of the communist movement, Gilles


Dauvé y François Martin. Black and Red, 1974. Versión en castellano: Declive y
resurgimiento de la perspectiva comunista. Ediciones Espartaco Internacional, 2003.
RESPUESTA A CARTA SOBRE LA LIBERACIÓN ANIMAL 41

comunistas en los movimientos sociales de la actualidad, y que no


te parecen más que pasos hacia un capitalismo más afianzado. Po-
dríamos argumentar que existen tendencias contradictorias y que,
por ejemplo, sectores del movimiento ambientalista radical adoptan
una perspectiva explícitamente comunista (no solo “anticapitalista”)
opuesta a cualquier forma de capitalismo verde. Además, sostenemos
la opinión de que el movimiento comunista se desarrolla mediante
luchas proletarias de mayor envergadura, y no mediante una revuel-
ta trascendental que surge de la nada para derribarlo todo.
No hay un único futuro posible, o dos únicos futuros posibles
(“comunismo o barbarie”), el desarrollo de cualquier posible socie-
dad comunista podría darse de muchas formas diferentes, incluso
podrían darse diferentes formas de comunismo como alternativas
entre sí, y más o menos pluralistas. La forma exacta que adopte la so-
ciedad depende, en parte (y solo en parte), de las ideas y acciones de
sus iniciadores y miembros. Bestias de carga es una obra antiutópica
en el sentido de que no intentamos prescribir cómo se comportaría
la gente en una sociedad futura. Pero en la medida en que el comu-
nismo sea creado conscientemente, las perspectivas de las personas
afectarán al modo en que se desarrolle la sociedad.
El comunismo no solucionará todos los conflictos y desacuerdos
de la sociedad. Es posible que continuásemos discutiendo sobre la
condición de los animales, pero en un contexto completamente di-
ferente. La comunidad (o las comunidades) seguirá teniendo que
elegir entre diferentes alternativas.
Posdata sobre veganismo
y explotación animal
Cuadernos de Negación, 2023

Hace ya unos quince años desde que nos propusimos publicar Car-
ta sobre la liberación animal, de Gilles Dauvé, aunque por diferentes
motivos esto se fue postergando. En aquel entonces hubiese esta-
do dirigido a conversar con un entorno limitado, muy cercano a la
contracultura y al movimiento anarquista, donde el veganismo te-
nía una presencia notoria. Hoy, en cambio, consideramos que esta
edición tiene la capacidad de aportar a varios debates en un entor-
no mucho más amplio, dada la popularidad de la “cuestión animal”.
Por otra parte, muchos aspectos de esta temática que en aquellos
años hubiera sido necesario introducir o explicar, hoy son de sobra
conocidos. Incluso por quienes no forman parte del ámbito del ve-
ganismo y la liberación animal.
En Argentina, un importante episodio mediático tuvo lugar en
2019, con el debate (si se nos permite la expresión) denominado
“gauchos versus veganos”. A raíz de una protesta contra la explota-
ción animal en una doma de caballos realizada en el predio de la
Sociedad Rural Argentina, los medios masivos de comunicación
comenzaron a hablar de veganismo. Fue quizás la primera vez que
se introdujo en el debate público la cuestión abiertamente. La con-
frontación escaló a límites ridículos, con los estereotipados gauchos
44 CUADERNOS DE NEGACIÓN

indagando irónicamente a los militantes veganos acerca de si ma-


tarían piojos en caso de tenerlos. El suceso luego se viralizó en las
redes, teniendo sus réplicas en otros programas, llegando incluso a
aparecer un videojuego llamado Gauchos vs. Veganos cuyo objetivo
era pegarle fustazos a la mayor cantidad de manifestantes posibles.
Pero no es todo mero show. A fines de 2020 el presidente de Ar-
gentina recibió al presidente de la Unión Vegana Argentina, con
quien compartió un almuerzo vegano en la Casa de Gobierno y posó
para las fotos con un afiche con el lema «No al acuerdo porcino con
China». El mensaje generó malestar en la burguesía agropecuaria.
Es solo un ejemplo de las posibilidades del animalismo en la agen-
da política oficial, que en épocas de crisis o debido a la necesidad de
exportación de carne puede dar más propaganda a una dieta que a
otra. Tal como en 2010 cuando la entonces presidenta tuvo que pro-
mocionar el consumo de cerdo: «Me acabo de enterar de un dato
que yo desconocía y que es que la ingesta de cerdo mejora la activi-
dad sexual. No es un dato menor, además yo estimo que es mucho
más gratificante comerse un cerdito a la parrilla que tomar Viagra.»
El mismo año se nos dijo acerca de las virtudes de los biocombus-
tibles justamente cuando China dejó de comprar aceite de soja. De
igual modo, luego del estallido social del 2001 el gobierno llenaba
de soja las cajas de comida que repartía y tenía que explicar cómo
se cocinaba y cuáles eran sus beneficios para la salud.
Para este año se supone que ya un 9% de la población argentina
es vegana, vegetariana o vegetariana “flexible”. Si bien Argentina
continúa siendo uno de los países con mayor consumo de carne por
habitante en el mundo, este ha bajado notoriamente si se lo compara
con 50 años atrás. Y esto último no puede explicarse por la propa-
ganda animalista sino por los cambios en el modo de producción y
en la reproducción de la fuerza de trabajo.
Un cambio fundamental en el consumo de carne en Argentina es
el de su composición, invirtiéndose la relación de la aviar respecto
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 45

de la vacuna, acompañado de un crecimiento de la porcina. Veamos


brevemente qué ocurre con la producción de carne vacuna.
Nos encontramos en un país agropecuario, donde históricamente
la producción de carne vacuna ha tenido mucha relevancia econó-
mica, así como en la cultura local. En las últimas décadas, debido
al precio de los granos y la alta productividad mediante la incorpo-
ración de nuevas tecnologías, la frontera agrícola se ha expandido
sobre bosques, montes, selvas, humedales y otras regiones donde
no había sido hasta entonces posible o rentable intervenir y cultivar.
Se trata de una realidad compartida por varios países de la región.
Dicha expansión también ha reducido y desplazado la producción
vacuna hacia porciones de suelo menos productivas para el cultivo,5
incentivando a su vez la adopción de técnicas intensivas de pro-
ducción de ganado en corrales de engorde, mayormente conocidos
como feedlots. Esto implica mayores problemas ambientales y sani-
tarios, y una calidad más baja de la carne producida de esta forma.
La menor producción de carne, la exportación de aquella de mejor
calidad y la disminución de la calidad de una buena parte, sumado
al creciente descenso de los salarios y la transformación de ciertos
hábitos de consumo, han llevado el nivel de consumo de carne va-
cuna en Argentina a sus mínimos históricos.
Al trasladarse a través de la Pampa húmeda, es común ver inte-
rrumpido el paisaje de sucesivos campos destinados al cultivo con
concentraciones de ganado en las zonas bajas e inundables, por lo
general aledañas a los cursos de agua. Ya no es necesario remitirse
a los mataderos para señalar lo desagradable de esta industria, que
ahora está a la vista y olfato de muchos. Pero los cambios en los há-
bitos de consumo y de vida, y de la dinámica de reproducción de
la fuerza de trabajo en general, no están hechos de reacciones fren-
te a lo desagradable, ni de tomas de conciencia sobre la salud, sea

5 Sobre algunos de los efectos de esta extensión en la región donde vivimos ver
Plomo y humo. El negocio del Capital. Lazo Ediciones, 2022.
46 CUADERNOS DE NEGACIÓN

la propia o de otros seres vivos. De modo similar, los discursos neo-


malthusianos acerca de la superpoblación no explican el marcado
descenso de las tasas de natalidad a nivel mundial. Se trata, en reali-
dad, de procesos inversos donde los discursos vienen a justificar las
transformaciones en curso. No se trata simplemente de que el Ca-
pital nos obligue a modificar hábitos en pos de su sustentabilidad y
rentabilidad, ni que el proletariado haya tomado conciencia de la
situación y busque ponerle un freno. Vista la realidad en uno y otro
sentido, tanto comer carne como no hacerlo pueden ser considera-
dos actos de “resistencia”.
Cuando se repite tontamente que Hitler era vegetariano como su-
puesta crítica al vegetarianismo se elude que no fue un vegetariano
estricto y que tal cosa era principalmente una propaganda política.
El ascetismo jugó un papel importante en la imagen que preten-
día proyectar Alemania. En aquella época también se decía que el
“führer” no fumaba ni bebía, así como tampoco tenía sexo ocasio-
nal. No es de extrañar, además, que en plena guerra y ante la falta
de carne se desaliente su consumo.
Por todo esto, queremos ir más allá de los estereotipos de los
“amantes de los animales” y de sus supuestos críticos; que por el
simple hecho de defender cualquier tradición están dispuestos a ex-
poner pobres argumentos del tipo: “las plantas también sufren” o
“el veganismo es de burgueses”. Estas pseudocríticas suelen exponer
argumentos menos fundamentados que los del propio veganismo.
Un claro ejemplo de esto es cuando en Argentina se crítica despiada-
damente a los alimentos compuestos en base a soja por la destrucción
que este cultivo viene originando en los últimos años. El defensor de
una dieta que incluya carne, en este caso, no se da cuenta que una par-
te considerable de ese cultivo va a alimentar ganado y no a humanos
directamente, por lo tanto, quien come carne puede estar consumien-
do más soja que quien con ella se hace una hamburguesa.
Aún es preciso, como hace años, problematizar la diferencia entre
una dieta que se proclama “libre de crueldad” con el antiespecismo,
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 47

la liberación animal y la “liberación total”. Para eso remitimos a Bes-


tias de carga, así como a otros sectores de la liberación animal que
plantean la cuestión más allá de una dieta.
Con la actual incorporación del veganismo a la cultura gene-
ral hay una tendencia a denunciar que el capitalismo lo “cooptó”.
Un viejo argumento de los defensores más extremistas de alguna
propuesta cuando su elección o gusto ha sido masivizado. Así, el
veganismo sería en su propia naturaleza subversivo, pero luego fue
cooptado. Lo mismo podría haber pasado con el punk, la autoges-
tión6 o el antifascismo.7 Asimismo, podría decirse del deporte que
es sano, naturalmente popular y anticomercial, y que lamentable-
mente ha sido fagocitado por la sociedad capitalista.8 El veganismo,
al igual que los otros ejemplos, solo fue posible en la sociedad capi-
talista, a menos que se quiera imaginar que lo capitalista no es una
sociedad sino un grupo de personas malignas y que existen zonas
no-capitalistas donde emerge neutralmente lo que luego será fago-
citado por “el sistema”.
El modo de producción capitalista tampoco coopta el veganismo
o el ecologismo por la necesidad de “mostrarse verde”. Los facto-
res que pueden llevar a una empresa a producir “verde” puede ser
cambios en la producción, necesidades de la acumulación o des-
plazamientos a un mercado más rentable. No se trata simplemente
de una cuestión de apariencias y de búsqueda de neutralizar una u
otra ideología.
En 2020 a partir de la declaración de la pandemia de coronavirus
aprendimos qué es la transferencia zoonótica.9 Los activistas vega-

6 Ver: Cuadernos de Negación nro.12: Crítica de la autogestión (2018).


7 Ver: Gilles Dauvé, Fascismo / Antifascismo; de próxima aparición con Lazo
Ediciones.
8 Ver: Federico Corriente y Jorge Montero, Citius, altius, fortius. El libro negro
del deporte. Lazo Ediciones, 2014.
9 Ver: Chuang, Contagio social. Guerra de clases microbiológica en China. Lazo
Ediciones, 2020.
48 CUADERNOS DE NEGACIÓN

nos dijeron entonces que “comer carne genera pandemias” pero


eso no es cierto. El consignismo tiene esos problemas, aprovechar
una coyuntura para introducir los puntos de la agenda activista ha-
ciendo abstracción de la globalidad del problema. Comer carne no
genera pandemias, en todo caso podría ser la manera en que se pro-
duce carne, cómo viajamos, el estado de nuestra salud en general;
en definitiva la forma de vida contemporánea es la que podría cau-
sar pandemias, pero nuestra especie no comenzó a comer carne hace
apenas algunos siglos.

Consumo y crueldad
El veganismo es una filosofía de vida que, según sus practicantes, ex-
cluye todas las formas de explotación y crueldad hacia los animales
no-humanos. Por ello, según la percepción vegana, los denominados
vegetarianos (u ovo-lacto-vegetarianos), si bien no comen animales,
aún estarían apoyando, con el consumo de leche, huevos, miel y de-
más productos, la explotación de los animales no-humanos. Ya que
en la práctica el veganismo se aplica siguiendo una dieta vegetaria-
na pura y utilizando alternativas para todas las materias derivadas
parcial o totalmente de animales. Absteniéndose de utilizar anima-
les en su vestimenta, rechazar medicamentos o demás productos
testeados científicamente en animales, o asistir a espectáculos don-
de sean utilizados animales como en los circos, etc.
Si bien el veganismo expresa cierta inconformidad, capacidad
reflexiva y puede experimentar algún tipo de desprecio para con
la organización social reinante de este mundo, su mirada es corta.
Intenta ver más allá de su plato, pero no llega a ver el modo de pro-
ducción de su plato y de lo que se encuentra servido en él. Dentro
de la lógica vegana, de modo casi mecánico, la manera de rechazar
la explotación animal es: no comprar, utilizar ni consumir artículos
que contengan animales ni sus derivados. Y por defecto: comprar,
utilizar y consumir artículos que se supone no contienen animales
ni sus derivados.
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 49

Como primer problema el veganismo acepta, explícita o im-


plícitamente, que esta es una sociedad de consumo, por lo tanto,
absteniéndose de consumir no estaría siendo cómplice del proble-
ma en cuestión. Esta es, entre otras cosas, una sociedad de consumo,
pero solo porque es una sociedad determinada por la explotación
y la extracción de plusvalor, donde toda la producción es produc-
ción de mercancías.
Otra cuestión es la decisión personal de no ingerir animales o
sus derivados, en sí inobjetable. La cual no tiene por qué establecer
una relación directa con “salvar animales”, ni con un “ismo” o con
la cuestión del consumo y la identidad derivada a partir de ello. Es
irrefutable que alguien quiera o no consumir tal o cual cosa, quizás
ese puede ser el único argumento indiscutible.
Más allá de la cuestión del consumo hay grupos por la liberación
animal que desde hace décadas atacan a la propiedad privada y a la
producción que implica directamente a animales (mataderos, labo-
ratorios de testeo). Destruir un laboratorio y causar grandes gastos
económicos a una empresa es una acción que puede afectar los in-
tereses de unos capitalistas particulares, así como lograr repercusión
directa o indirecta en lo social, trascendiendo la cuestión del consu-
mo. A menudo esto puede verse mezclado con la “propaganda por
el hecho”, que puede abarcar hasta el acto de reventar una puerta o
un vidrio y hacer un largo comunicado, lo que parece ser más bien
una satisfacción personal que eleva la moral de un grupo identifica-
do en la misma parcialidad. Tampoco es algo objetable en sí mismo,
solo estamos intentando comprender la cuestión en detalle.
No consumir una serie de mercancías, en el mejor de los casos,
solo puede tender a su disminución. Y se supone que el veganismo
militante no quiere disminuir la explotación animal sino suprimirla.
Si la cuestión principal fuese la disminución bastaría con reducir el
consumo sin llegar a ninguna dieta estricta. Entonces ¿con qué mo-
tivo sigue operando de la misma manera? ¿Acaso ser vegano es solo
la adopción de una identidad entre tantas?
50 CUADERNOS DE NEGACIÓN

Coherencia
Intentar abstenerse de este mundo no evita que siga funcionando.
El veganismo, al igual que otras opciones individuales, está nota-
blemente influido por una búsqueda de la coherencia. Quienes se
encuentran a favor de la liberación animal adoptan una dieta ve-
gana para intentar ser coherentes con sus ideas, sentires y prácticas.
Una obsesión moral que no es patrimonio del veganismo.
Si alguien está en contra de la explotación animal, se supone que
no debería consumir productos animales. Parece lógico, pero la ló-
gica en cuestión es plenamente capitalista. Y cuando alguien desea
abstenerse de alguna porción de este mundo y descubre que eso
no es una solución suele producirle culpa. También puede provo-
car un discurso justificador que reza que no puede ser coherente en
todo pero que es un gran paso. Así es que hay escalas jerárquicas de
coherencia según diferentes militantes y activistas, y no solo del ve-
ganismo. Esto genera culpa, vergüenza y señalamientos, además de
estratos de coherencia. Por estos motivos es que el vegetarianismo
puede pensarse como un paso inferior del veganismo.
Ya lo hemos escuchado todo: “son las contradicciones”, “no se
puede ser 100% coherente en este sistema”… hasta “tengo tantas
contradicciones que no me preocupa una más”… Con esta última
se puede justificar cualquier cosa.
El veganismo pretende evadir las consecuencias de la explotación
animal, “no participar”. Pero la “no participación” es ilusa, irreal,
imposible. Si fuese posible no participar de la sociedad capitalista,
simplemente lo haríamos, pero no hay afuera. Todos podríamos
simplemente optar por la no participación y el capitalismo no po-
dría extenderse e imponerse a nuestras vidas. Pero es una fantasía.
La coherencia vegana es una coherencia de ciudadano, de consu-
midor, que abona la idea que el individuo puede vivir de acuerdo a
sus principios según su consumo. Al pretender no participar del con-
sumo de animales, y hacer de ello su medio y su fin, ignora y hace
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 51

ignorar a los demás la naturaleza y el funcionamiento del modo de


producción capitalista.
Dicho todo esto, y por conocer el paño, podemos sospechar que
quien se sienta afectado por estas críticas puede llegar a conclusio-
nes de ataque como: “imagino por tu crítica que habitarás okupando,
reciclando y robando, sin trabajar y siendo en la cotidianidad lo más
consecuente posible”. No habrá entendido nada. No hace falta es-
tar en ningún pedestal de moralismo político, que no existe, para
abordar la realidad a través de la crítica. Una crítica que no puede
detenerse ante la posibilidad de afectar emocionalmente a las per-
sonas que implica.
Una persona vegana puede argumentarnos que está demostran-
do que se puede vivir sin consumir productos de origen animal, y es
cierto, lo que no puede demostrar es que se puede vivir en un mun-
do sin esos productos, porque ella misma contribuye a su existencia
con cada opción vegana que consume, ya que el dinero entregado
a cualquier comerciante es utilizado tanto para comprar lechuga
como para comprar pollo, y así sea que compre a un comerciante
vegano, economía hay una sola.
El veganismo, entonces, habrá podido demostrar poco y nada. En
cambio, el capitalismo ha demostrado que no puede uno aislarse
como le dé la gana, porque no es un lugar ni un grupo humano, es
una sociedad y para desgracia de quienes desean aislarse es la úni-
ca existente en este momento. Cualquier producto de este mundo
está impregnado de sufrimiento animal y destrucción de la natura-
leza, y ni hablar de sufrimiento humano.
Se asesinan vacas en un matadero en las peores condiciones, y se
asesinan millones de animales al aire libre, directamente o destru-
yendo su hábitat, deforestando por ejemplo para la producción de
soja, frutas y verduras que conforman una dieta vegana.
En general, lo que suscita una dieta vegana es la búsqueda de una
pretendida coherencia que evita complejizar la cuestión. Si se reem-
plaza el uso de lana por el algodón efectivamente no se tendrá la
52 CUADERNOS DE NEGACIÓN

lana de una oveja esquilada sobre el cuerpo. Sin embargo, se peca de


ingenuidad y simplismo si no percibimos que las plantaciones de al-
godón necesitan territorios deforestados de selvas o bosques, por lo
general mediante grandes incendios intencionales. En estos incen-
dios mueren otras especies: animales, flora y hasta seres humanos.
El veganismo protesta desde su lugar de consumidor en una so-
ciedad capitalista, tiene todo su derecho. No importa qué diga de sí
mismo, lo importante es qué hace: decirnos que consumamos unas
mercancías y rechacemos otras. Es decir, para ellos no importa que
cada persona, objeto o parte de la naturaleza sea mercancía, lo úni-
co importante sería tender a que los animales dejen de serlo.
El mundo no es un gran supermercado en el cual el libre albedrío
nos permite escoger entre tal o cual estilo de vida… Y las relaciones
sociales no son simplemente unas relaciones entre un individuo y
otro, sino relaciones sociales en un modo de producción determinado.

Identidad
Como muchos “estilos de vida” el veganismo brinda una identidad
a sus adherentes, que les une a un grupo de personas y les diferencia
del resto o hasta les opone. Lo que sucede a menudo con la mayoría
de militantes o activistas es que su teoría y práctica son reconocidas
principalmente como una identidad y no como una actividad. Asu-
mirse de determinada manera, significa deber actuar de tal o cual
forma. De este modo, se trata de una actividad con un marcado
peso identitario, lo cual conlleva una dinámica donde la pertenen-
cia pasa a regir lo que se hace. Por tanto, cualquier crítica, como
esta, no se comprende como la crítica a una actividad sino a la per-
tenencia identitaria. No se critica un aspecto de lo que se hace y se
piensa, sino “lo que se es”.
A menudo las reflexiones militantes parten de la propia auto-justifi-
cación. Difícilmente las críticas dirigidas, por ejemplo, al veganismo
pongan en duda los argumentos de sus partidarios, porque no solo
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 53

podrían hacerlos dudar de un modo de alimentarse y consumir, sino


de pensar y relacionarse con el mundo.
Ante una opinión pública tan carente de sentido y que señala como
dogma cualquier posicionamiento fuerte, el veganismo en tanto bús-
queda de la coherencia se presenta no solo como una opción viable
sino como la única opción posible para acabar con la explotación
animal. La cuestión es que, tal como sucede con la mayoría de los
“ismos” estos tienden a perpetuarse a sí mismos. Así se pasa a ser ve-
gano por el veganismo y no tanto por los animales.

Activismo
Aprovecharemos la ocasión para pensar la cuestión del activismo,
que evidentemente incluye el movimiento por la liberación animal
pero obviamente lo excede. Para ello nos serviremos de un artícu-
lo titulado Renunciar al activismo, firmado por Andrew X en 1999:

El activista es un especialista o un experto en el cambio social.


(…) El activismo, como todos los roles expertos, tiene su base en
la división del trabajo, es una tarea especializada separada de las
demás. La división del trabajo es el cimiento de la sociedad de
clase, donde la división fundamental es la del trabajo intelectual
y el trabajo manual. (…) Los expertos guardan celosamente las
destrezas que tienen y las mistifican. Esto mantiene a las personas
separadas e impotentes y refuerza la sociedad de clase jerárquica.
(…) El activista, como experto en el cambio social, asume que
las otras personas no están haciendo nada para cambiar sus vi-
das y por esto siente un deber o una responsabilidad de hacerlo
en su nombre. Los activistas piensan que están compensando la
falta de la actividad de otros. Definirnos a nosotros como acti-
vistas significa definir nuestras acciones como las que provocarán
el cambio social, despreciando de este modo la actividad de mi-
les y miles de otros no-activistas. El activismo está basado en la
falsa idea de que son solamente los activistas los que hacen el
54 CUADERNOS DE NEGACIÓN

cambio social, cuando, por supuesto, la lucha de clases transcu-


rre constantemente.
(…) El progreso político que se ha producido en la escena ac-
tivista durante los últimos años ha resultado en una situación
donde muchas personas han pasado de hacer campañas sobre
un asunto particular contra proyectos y compañías específicas a
una ambiguamente definida y sin embargo prometedora pers-
pectiva anti-capitalista. Sin embargo, aunque el contenido de la
actividad de las campañas ha cambiado, la forma del activismo
sigue igual. Así que en lugar de enfrentarnos a Monsanto e ir a
sus oficinas centrales y ocuparlas, hemos visto más allá de la fa-
ceta particular del capital representada por Monsanto y de esta
manera desarrollamos una “campaña” contra el capitalismo.
(…) Nuestros métodos todavía son los mismos que si estuvié-
ramos enfrentando a una corporación o proyecto particular, a
pesar del hecho de que el capitalismo es mucho más que eso y
los medios para derribar a una compañía particular no son para
nada los mismos que para derribar al capitalismo. Por ejemplo,
la vigorosa campaña de activistas por los derechos de los ani-
males han conseguido destrozar tanto a los criadores de perro
Consort como los criadores de gatos de Hillgrove Farm. Las em-
presas quebraron y entraron en bancarrota. De forma semejante
la campaña emprendida contra los archi-vivisectores Hunting-
don Life Sciences tuvo éxito en reducir el precio de sus acciones
cerca de un 33%, pero la compañía se las arregló para sobrevivir
a duras penas a través de una desesperada campaña de relaciones
públicas para recuperar los precios. El activismo puede ser muy
exitoso para hacer caer un negocio, sin embargo, para hacer caer
al capitalismo se requerirá mucho más que simplemente extender
esta actividad a cada negocio en cada sector. Del mismo modo,
cuando los activistas por los derechos de los animales atacan a
las carnicerías, el resultado final sea probablemente ayudar a los
supermercados con el cierre de las pequeñas carnicerías, contri-
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 55

buyendo al proceso de competencia y a la “selección natural” del


mercado. Por lo tanto, los activistas a menudo consiguen destruir
una pequeña empresa mientras refuerzan al capital en general.
(…) No es suficiente simplemente el buscar conectar a todos
los activistas del mundo, ni tampoco tratar de transformar a más
personas en activistas. Contrariamente a lo que algunas perso-
nas pueden pensar, no estaremos más cerca de una revolución si
muchas personas se hacen activistas. Algunas personas parecen
tener la extraña idea de que lo que hace falta es que todos sean
persuadidos de algún modo en hacerse activistas como nosotros
y entonces tendremos una revolución.
(…) Nuestra actividad debería ser la expresión inmediata de
una lucha real, no la afirmación de la separación y la distinción
de un grupo especial.
(…) Históricamente, los movimientos que más cerca han es-
tado de desestabilizar, remover o ir más allá del capitalismo no
han tomado en absoluto la forma del activismo. El activismo es
esencialmente una forma política y un método de operar ade-
cuado para el reformismo liberal que está siendo empujado más
allá de sus propios límites y usado para propósitos revoluciona-
rios. El rol del activista en sí mismo ha de ser problemático para
aquellos que desean la revolución social.

Esta es una tentativa de abrir el debate y no una conclusión. Por


eso debemos agregar que si los problemas sociales no serán má-
gicamente solucionados por un simple “cambio de opinión”, los
problemas del activismo tampoco.
Dejamos a continuación algunos extractos de una respuesta al tex-
to anterior titulada La necesidad y la imposibilidad del anti-activismo,
escrito en 2007 por J. Kellstadt:

El autor parece estar más interesado en cómo los activistas indivi-


duales ven y experimentan que en la posición que ellos realmente
56 CUADERNOS DE NEGACIÓN

ocupan en la sociedad. (…) Ciertamente Andrew X considera


las consecuencias de estas actitudes, como la tendencia al reclu-
tamiento destinado a elevar el propio nivel dentro del grupo, la
reproducción dentro del grupo de las estructuras opresivas de
la sociedad, el aislamiento de los activistas de las comunidades
más amplias de oprimidos, y por último la recuperación de las
luchas en las relaciones sociales capitalistas. Pero dado el énfasis
del autor en el lado subjetivo de la ecuación, estas consecuen-
cias devienen como efectos secundarios de una causa primaria:
la asunción de los individuos de las actitudes estereotipadas y eli-
tistas del papel de “activista”.
La mayor debilidad de la crítica es este énfasis unilateral en
el lado “subjetivo” del fenómeno social del activismo. El énfasis
lleva a una obvia conclusión implícita en todo el argumento de
Andrew X: si el activismo es una actitud mental o “rol”, puede
ser cambiado, como una opinión, o abandonado, como si fuera
una máscara o un traje. (…)
El “rol” del activista no es simplemente “autoimpuesto”; tam-
bién es socialmente impuesto. La sociedad capitalista produce a
activistas de la misma manera en que produce a otros especialis-
tas, del modo que produce, por ejemplo, a aquel primo cercano
del activista, el intelectual. Los esfuerzos de algunos activistas
individuales para cometer “suicidio de rol” no harán la más mí-
nima diferencia significativa en la existencia total de los activistas
como grupo social. Andrew X, a cada paso de su argumento, vuel-
ve una y otra vez a la intuición central de que el capital es una
relación social. Bien, como alguien dijo una vez, no es posible
hacer estallar una relación social. Y si no se la puede hacer es-
tallar, ciertamente tampoco se la puede hacer dejar de existir a
voluntad. Los activistas, como los intelectuales y otros especia-
listas, no desaparecerán de la sociedad hasta que desaparezca la
división de trabajo.
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 57

No estoy diciendo que deberíamos sentarnos a esperar hasta


“después de la revolución”. Tal “objetivismo” no sería nada más
que la otra cara del subjetivismo de Andrew X. Sólo promovería
el fatalismo y la pasividad, que espera al amanecer revoluciona-
rio para cualquier posibilidad de dignidad humana y aguanta
cualquier clase de mierda enajenante hasta ese momento (que
entonces, seguramente, no llegaría nunca).

Antropocentrismo
Puesto que todo lo que nos es conocido, lo conocemos desde nues-
tro punto de vista humano, es imposible evitar un cierto nivel de
personificación en la interpretación del resto de lo existente. Quizás
no tengamos más opción, al menos de momento. Pero advertirlo
es de importancia.
El antropocentrismo es la creencia de que el ser humano es el
centro del universo, que todo existe en función de su necesidad y
de su apetencia. De ello se deriva la personificación que consiste en
la atribución de características humanas a seres no-humanos e in-
clusive a cosas.
En este sentido, compararnos con el resto de los animales para
cuestionar nuestras acciones se presenta como una argumentación
bastante absurda. Tal como señala un afiche realizado por activistas
veganos: «El ser humano es el único animal que bebe leche de otros
animales», es cierto. Pero también es cierto que es el único animal
que forma grupos para pegar afiches e intentar salvar a otras especies.
El bienestarismo animal quiere otorgarles derechos a los animales
como si fueran humanos. Y los veganos y veganas otorgan constan-
temente cualidades humanas a los animales no-humanos que suelen
ser culturales: como la angustia o el desapego familiar. Evidente-
mente los animales, por el hecho de estar vivos y poseer un sistema
nervioso, ofrecen respuestas a la tortura y al encarcelamiento. Decir
que estas no son humanas no significa que no existan, son respues-
tas animales que el humano suele codificar y comprender como
58 CUADERNOS DE NEGACIÓN

humanas. Es más, siquiera como humanas sino como un humano


semejante a sí mismo según su época, posición social y ubicación
geográfica, ya que es claro que el concepto de dolor o desapego fa-
miliar no es el mismo en Argentina en 2023 que en la Inglaterra de
la revolución industrial, Sudáfrica del 1800 o en las comunidades
primitivas, por poner tontos ejemplos y haciendo abstracción de los
sentires particulares.

¿Derechos para los animales?


En Bestias de carga sus autores buscan ir más allá de los derechos de los
animales y se preguntan qué hay de malo en los derechos. Dejamos
a continuación sus reflexiones para el debate, aunque evidentemen-
te no coincidimos con la totalidad de sus argumentos:

Somos críticos con la noción de “derechos animales” por la


misma razón por la que criticamos los derechos humanos. La
ideología de los derechos surgió con las revoluciones capitalistas
de los siglos xvii y xviii, en particular, en la Revolución France-
sa. La ideología supuso un elogio político y moral a la economía
capitalista. En el mercado capitalista, las mercancías se inter-
cambian según sean equivalentes a una suma de dinero, ya sea
el producto azúcar o una semana de trabajo. En la esfera políti-
ca, las personas se consideran iguales mediante la concesión de
derechos a todas. Detrás de la fachada de los derechos, la dicta-
dura del capital persiste, al igual que persiste la dominación que
ejerce el capital en los trabajadores tras el intercambio equitati-
vo del mercado laboral.
La idea de que todos tenemos derechos disfraza las desigual-
dades reales. Como Anatole France dijo una vez, los ricos y los
pobres tienen el mismo derecho a dormir en las calles. Todos te-
nemos el derecho a comprar un palacio, pero no todos tenemos
los medios para hacerlo. Como concepto legalista, los derechos
implican un Estado que los defienda y haga que se cumplan, lo
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 59

que significa la preservación de la alienación de los individuos


entre sí, y por lo tanto, la alienación entre el hombre y la natu-
raleza, incluyendo otros animales.
El carácter burgués de los derechos se ha hecho cada vez más
evidente con el énfasis de los derechos y responsabilidades. En
otras palabras, los derechos se conceden condicionalmente solo a
aquellos que entran en el juego, y pueden ser negados fácilmente
de la misma manera. Los derechos son un reconocimiento limita-
do concedido por los poderosos a los menos poderosos, tal como
los “derechos de los animales” implican al menos una división
entre las personas y animales y la superioridad definitiva de las
personas. El fin de la explotación animal requiere la destrucción
del sistema capitalista y, de hecho, una relación civilizada entre
los seres humanos y el mundo animal, y no sustituirla por una
igualdad abstracta (una noción capitalista, como la igualdad en
el intercambio de mercado de productos distintos), sino aprecian-
do la diferencia del otro como un elemento de la realidad social.
Es necesario ir más allá de los “derechos de los animales” como
tal, con el fin de luchar más eficazmente. La gente tiene que en-
tender por qué se produce la explotación animal, así como la
forma en la que ocurre. Esto no es porque creamos que todo
tiene que ser pospuesto hasta después de la revolución, sino por-
que la emancipación real de los animales y los seres humanos
requiere una transformación social fundamental en la dirección
del comunismo.

Especismo
Peter Singer, en 1975 publicó Animal Liberation y señalaba que:

Los racistas violan el principio de igualdad dándole más peso a


los intereses de miembros de su propia raza cuando hay una lu-
cha entre sus intereses y los intereses de otra raza. Los sexistas
violan el principio de igualdad favoreciendo los intereses de su
60 CUADERNOS DE NEGACIÓN

propio sexo. Similarmente, los especistas permiten que los in-


tereses de su propia especie invaliden los intereses mayores de
miembros de otras especies. El patrón es idéntico en cada caso.

Esta es la visión más o menos generalizada que se tiene del especismo.


Más allá de términos caducos como “raza” o los llamados a una
igualdad abstracta propia de esta sociedad capitalista de los derechos,
Singer da ejemplos entre la misma especie para luego compararlo
con una situación entre especies. Por tanto, el patrón no es el mismo.
Y tampoco es lo mismo una idea que puede derivarse de ello: utili-
zar la noción de “liberación” para referirse a la liberación concedida
a seres de otra especie, así como a grupos humanos de nuestra espe-
cie (racializados, generizados).
Tal como señala el artículo Liberación animal sin veganismo (auto-
ría desconocida, Chile, 2013):

El concepto de especismo se debe a la idea liberal de igualdad.


No somos iguales con otros animales. Como seres sociales (tipo
lobos o monos) tenemos relaciones con otros miembros de nues-
tra especie que no se pueden elaborar con otros animales. No se
trata de superior o inferior, sino diferente. Una de las caracterís-
ticas únicas que se puede dar sólo en relaciones humanas es la
solidaridad. La solidaridad se sostiene a base de la mutualidad, la
comunicación crítica, la capacidad de luchar y la autonomía de
las luchas. No puede haber solidaridad con víctimas. Y dado que
los otros animales no pueden luchar para derrotar el capitalismo,
no puede haber solidaridad con ellos. Amor, compasión, cariño,
aprendizaje, cuidado y muchas otras cosas, pero solidaridad no.
La izquierda ya ha tergiversado bastante el concepto de la so-
lidaridad, aprovechándose de dificultades o desigualdades en la
comunicación para subordinar otras luchas a la suya en nombre
de una caridad disfrazada de solidaridad. Ya ha pasado muchas
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 61

veces, a menudo entre partidos de izquierda y luchas indígenas,


por ejemplo. (…)
También critico el concepto de liberación animal por su cer-
canía a los de derechos animales. Hay un gran peligro teórico,
encaminado hacía el liberalismo, en separar a los animales de
los otros seres vivos, de la red viva que es la Tierra, y señalarles
como sujetos políticos que necesitan de una protección.

Pensemos en una posibilidad diferente a la nuestra, pensemos en


otra época, al menos como ejercicio para cuestionar la “naturalidad”
de la época propia. Como señala Morris Berman en su libro Cuerpo
y espíritu, más precisamente en el segundo capítulo titulado Lo sal-
vaje y lo domado: humanos y animales desde Lascaux hasta Walt Disney:

Cazar y comer animales no contradecía el hecho de que se les


mirara como seres sagrados. En realidad, lo contrario era lo cier-
to. Es muy probable que los cazadores-recolectores paleolíticos
habrían sentido poquísima simpatía por los modernos grupos ve-
getarianos y de defensa de los animales, ya que la caza era vista
como una actividad sagrada, un acto de comunión y reciproci-
dad con el reino animal.
Ellos entendían que la muerte era parte de la vida; en ocasio-
nes los animales mataban a los hombres, y en otras, los hombres
mataban a los animales. No había necesidad de tomarlo como
algo personal. El seguimiento y muerte de un animal salvaje re-
quiere de una gran identificación. Para cazarlo, se deben aprender
sus hábitos en el propio cuerpo; en cierto sentido, uno tiene que
convertirse en él; y todas las culturas tribales tienen o han teni-
do ritos en que usan pieles o máscaras animales.
En forma similar, comer un animal era señal de profundo res-
peto. Al comerlo se absorbía su poder, sus características. (Igual
ocurre con el canibalismo). Comer es la forma más fundamen-
62 CUADERNOS DE NEGACIÓN

tal de relación Sí Mismo/Otro, la incorporación del cuerpo de


otro al propio cuerpo. (…)
Entonces, nos formamos una idea de cuan profundamente in-
mersas en la vida animal estaban las culturas cazadoras-recolectoras,
a la que consideraban como agente para ordenar las relaciones. (…)
El proceso de domesticación tuvo entonces consecuencias
psicológicas importantes. Gran parte del reino animal aparen-
temente desapareció; en su mayor parte fue convertido en un
Otro que debía ser resistido, domado, o (inevitablemente) con-
quistado, dominado.

A esto último podríamos agregar “liberado” según el veganismo y


la teoría de la liberación animal, pero definitivamente hablamos de
un Otro. Eso podría ser considerado como especista.
Apenas retrocediendo unas décadas recordamos la presencia de
más animales en las calles de las ciudades… caballos, jabalíes, ga-
llinas y perros o gatos que no eran mascotas de nadie. Berman nos
recuerda que era habitual que los cerdos vagaran por las calles de
New York, alrededor de diez mil de ellos, tan recientemente como
en 1842. El reformador y comisionado sanitario Edwin Chadwick
encontró, en el curso de su investigación en ese mismo año, que las
aves eran criadas corrientemente en los dormitorios de la ciudad y
que los caballos también eran mantenidos en las casas.
Los animales considerados de carga fueron retirados progresiva-
mente de calles y fábricas y reemplazados por máquinas verdaderas,
cuando no por seres humanos. En Argentina desde principios de los
2000 muchos grupos proteccionistas lograron prohibir que los ca-
ballos tiren de los carros en las principales ciudades. Una necesidad
de modernización tomó el reclamo de estas agrupaciones, general-
mente anti-pobres, y lo hizo rápidamente efectivo. Hoy prohibida
la “tracción a sangre” (como se dio en llamar el fenómeno) los ca-
rros que quedan son traccionados con sangre humana.
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 63

Podemos situar a estas protectoras donde las ubicaron Marx y En-


gels hace casi doscientos años en el Manifiesto Comunista:

Una parte de la burguesía desea remediar los males sociales con


el fin de consolidar la sociedad burguesa. A esta categoría per-
tenecen los economistas, los filántropos, los humanitarios, los
que pretenden mejorar la suerte de las clases trabajadoras, los or-
ganizadores de la beneficencia, los protectores de animales, los
fundadores de las sociedades de sobriedad, los reformadores do-
mésticos de toda laya.

Mención aparte merecería la misantropía de muchas de estas socie-


dades protectoras de animales, su lema podría reducirse a su frase
informal de cabecera: “cuanto más conozco a los humanos, más
quiero a los animales” que no está muy lejos del “humano plaga”
del ecoextremismo o de los nihilistas desesperanzados.
Será que los animales no contestan, no cuestionan… tan solo se los
considera desamparados u oprimidos, y a diferencia de las personas
desamparadas o consideradas oprimidas no pueden ser desagradeci-
dos, o racistas, sexistas, siquiera especistas. Los animales, desde una
concepción humana, sólo sufren pasivamente y dado que no pue-
den liberarse a sí mismos, el ser humano puede ponerse en el centro,
en un papel necesario para su cuidado o su liberación. Reportando
una gratificación sin cuestionamientos por parte de los “salvados”,
sean perros de la calle o animales de laboratorio.
Quizás por vivir en el país de la región con más mascotas por ha-
bitante no podemos eludir el tema. Según una encuesta reciente, el
78% de los argentinos tiene una mascota en su hogar. Perros y gatos
son considerados “miembros” e “hijos” de la familia. Hasta las em-
presas de medicina prepaga lo contemplan. No es exagerado pensar
que las personas somos cada vez más incapaces de vincularnos afecti-
vamente y que la “humanización” de ciertos animales devenidos en
mascotas sirve para reemplazar las relaciones con otros seres humanos.
64 CUADERNOS DE NEGACIÓN

Berman agrega que en los tiempos modernos además del masco-


tismo hay otras instituciones para compensar la ausencia de vida
animal. Ademas de estos “ositos de peluche vivientes” que son las
mascotas, tenemos animales en exhibición considerados como un
miembro más de su especie. La falacia de los zoológicos, acuarios,
o incluso reservas y parques naturales, es que un animal puede ser
sacado de un ecosistema y continuar siendo semejante al resto de
su misma especie.

Salud
La alimentación es determinante en la salud de las personas, por
lo que una propuesta donde la alimentación está en el centro debe
atender este aspecto. Como es costumbre con las “alternativas” en
materia de estilos de vida, para ganar difusión deben limitarse en la
complejidad de los asuntos, remarcar únicamente sus virtudes e ig-
norar los contextos específicos. Para esto, se suele recurrir a la visión
dominante sobre la salud y la medicina, abordando la alimentación
de manera aislada.
De modo similar al que referíamos anteriormente cuando se bus-
ca estudiar una especie animal a través del estudio de algunos de sus
miembros aislados, podemos tomar por separado los miembros y
órganos de un cuerpo y hacer abstracción de su relación. Pero allí
estaríamos analizando un cadáver, antes del deceso aquello sería una
apreciación falsa. Porque se puede desarmar y luego volver a armar
una máquina pero no un ser humano, allí radica la gran diferencia.
Si nosotros mismos y lo que nos rodea es considerado una cosa
mecánica no hay impedimentos éticos para usarlos con los fines que
justificarán todos los medios. Pero en lo referente a la salud, con
todo el debate que dicho término implica, podemos afirmar que el
cuerpo humano no es una máquina que cargamos de un combusti-
ble que está incluido en el alimento.
El hierro y la vitamina B12 son motivo de discusión entre defen-
sores y críticos de una dieta vegana o vegetariana. Y al analizar dicha
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 65

cuestión se la suele pensar mecánicamente, sin contemplar qué pue-


de inhibir o beneficiar su absorción, si se va a llevar una rutina activa
o más bien sedentaria. Nuevamente se piensa la integralidad huma-
na como una suma matemática de componentes.

Explotación animal
Puede argumentarse que los animales no han elegido ser explotados,
como si los humanos explotados de esta Tierra sí lo hubiesen ele-
gido. En nuestra democrática sociedad, la ideología de la elección
pretende explicar que todo se resume a un problema de escoger libre
e individualmente entre una y otra opción: así puede suponerse que
se vive libre de crueldad, que se es pobre porque no se tiene men-
talidad ganadora, que la libertad es un estado mental o que se está
deprimido a causa de no ser lo suficientemente positivo etc., etc., etc.
Los seres humanos históricamente despojados de sus tierras y me-
dios de producción han sido proletarizados, obligados a vender su
fuerza de trabajo, esa es nuestra libertad. Esto no se elige como en
un menú una hamburguesa de legumbres o de carne vacuna, es una
imposición social. Como es una imposición hacia la vaca el acto de
extraerle leche para consumo humano, es una imposición más com-
pleja cargada de sutilezas obligar a un ser humano, para sobrevivir, a
trabajar asalariadamente, robar, mendigar o comer de la basura. Lo
que venimos resaltando es que ambas imposiciones son construidas
por seres humanos y buscamos comprenderlas en su especificidad.
En cuanto a la noción de explotación no vamos a emprender una
discusión de orden moral. La reproducción de la sociedad capitalis-
ta está orientada hacia la máxima obtención de ganancia posible: los
llamados recursos naturales, incluidos los animales, son utilizados
en este sentido y las relaciones entre seres humanos son organizadas
principalmente a través de la propiedad privada y el trabajo asalaria-
do. La principal fuente de ganancia es el plusvalor, que se produce
a través de la explotación del trabajo asalariado.
66 CUADERNOS DE NEGACIÓN

Cuando en la búsqueda de ganancia se utiliza la tierra, los cursos


de agua, los animales, etc., estos son convertidos en recursos, medios
de producción o mercancías, y nos referimos a su utilización como
explotación. Pero es la explotación como relación social la que ha
determinado que la especie humana explote al resto de la naturaleza.
Una vez suprimido el valor, el intercambio, el dinero, el Estado y
la propiedad privada, nadie puede asegurar que alguien no busque
obligar a otro a hacer algo en beneficio propio, pero sin duda ten-
drá muchos menos motivos y posibilidades para hacerlo. La persona
obligada, por su parte, será más capaz de enfrentar la situación, ya
que esta relación interpersonal no se dará en el marco de un modo
de producción determinado. Nuestra vinculación con el resto de la
naturaleza también habrá cambiado drásticamente, sin embargo, de-
bido a las características que nos hacen humanos deberemos decidir
conscientemente sobre nosotros y nuestro entorno. Seguramente
una buena parte de la especie humana continúe consumiendo ani-
males, pero en una escala menor y bajo otros métodos productivos.
En su Carta sobre la liberación animal, Dauvé expresa:

Algún día los humanos dejarán de tratar a los animales como los
han tratado durante miles de años. Pero al hacer esto, los huma-
nos no estarán actuando en contra de sí mismos y por el bien de
los animales, por compasión. (…) Transformarán su actitud ha-
cia el mundo animal tanto por sí mismos como por los animales,
porque su actitud general hacia el cosmos cambiará.

De la misma manera que preferimos no llamar trabajo aquello que


nos imaginamos como la actividad de los seres humanos en el co-
munismo, no nos parece apropiado denominar explotación animal
a cualquier utilización de los animales. Para nosotros esta noción
debe ser comprendida como la utilización de los animales bajo las
sociedades de clase. De otro modo, pareciera que no hay forma de
acabar con la explotación animal más que dejando de usar animales
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 67

en todas sus formas, lo cual además de su dificultad e incluso impo-


sibilidad, abre la puerta al olvido de la cuestión de clase poniendo
por delante la cuestión animal.
Pero la explotación animal, en su acepción más difundida, refiere
de manera general a la utilización de animales (salvajes o domestica-
dos) por parte de los seres humanos. Esta utilización abarca tanto el
consumo de los productos animales, para lo cual los seres humanos
mayoritariamente organizan el proceso de producción animal, así
como también su utilización en otros procesos productivos, ya sea
para experimentación o desempeñar funciones como carga, trans-
porte, entretenimiento, represiva, etc. Con las mascotas se vuelve
algo más complicado, ya que su posesión suele ser considerada como
una convivencia por muchos de sus dueños (hoy curiosamente lla-
mados “sus humanos”) y no como “uso”, aunque efectivamente la
producción de muchas de esas mascotas que se comercializan como
mercancías se realice explotando a machos y principalmente hembras
con fines reproductivos. En otros casos, aún hoy, se trata de animales
salvajes que son extraídos de su hábitat y encerrados o domesticados.
Como decíamos, nos interesa reflexionar acerca de la explotación
animal en relación a la explotación capitalista. Efectivamente, po-
demos hablar de explotación de la naturaleza, de los animales no
humanos, de los seres humanos, y respecto de estos últimos pode-
mos diferenciar entre el trabajo asalariado y otras modalidades que
siguen existiendo en la actualidad de manera marginal como el tra-
bajo esclavo.10 El trabajo asalariado requiere a su vez de una esfera
específica dedicada a ciertas tareas necesarias para la reproducción
de la fuerza de trabajo: el trabajo doméstico, cuya asignación repro-
duce la división de género construida históricamente entre hombres

10 El trabajo esclavo suele aparecer en los debates en torno a la explotación animal


por ciertas similitudes que abordaremos a continuación. También aparece el
trabajo infantil por las capacidades de los niños para trabajar principalmente
en tareas simples y su dependencia respecto de los adultos. No profundizare-
mos en este aspecto.
68 CUADERNOS DE NEGACIÓN

y mujeres. La explotación del trabajo doméstico es fundamental para


la reproducción capitalista, pero esto no significa que este sea pro-
ductor de valor, ni por tanto, de plusvalor.11 No es necesario que
una explotación o forma de opresión particular pueda equiparar-
se a la extracción de plusvalor a través de la explotación del trabajo
asalariado para poder combatirla, aunque sin duda la relación en-
tre ambas es de suma importancia para su crítica y comprensión.
Respecto a la explotación animal, el historiador Jason Hribal escri-
bió en 2003 el artículo Los animales son parte de la clase trabajadora,12
donde se propone argumentar dicha pertenencia, fundamentalmente
a partir de la importancia de los animales en el desarrollo capitalista,
tanto en la revolución agrícola como industrial, brindando numero-
sos ejemplos. A su vez, la resistencia de los animales a su explotación
sería otra evidencia central a partir de la cual colocarlos en lugares
de “sujetos” que pueden actuar junto a los humanos, por lo que de-
beríamos reconocerlos como parte de la clase trabajadora. Según el
autor, esta sería la forma correcta de luchar por los derechos de los
animales al interior del capitalismo, darles el reconocimiento que
merecen. En sus diferentes artículos, Hribal realiza propuestas tales
como un fondo de pensiones para jubilación de perros que sirven
de guía a personas no videntes, retiro honorífico de los caballos de
tiro de los carros de paseo de Manhattan o sugiere que comprenda-
mos el ataque mortal de una orca de un parque acuático hacia su
entrenadora como una exigencia por mejores condiciones laborales.
Cabe señalar que no estamos haciendo ningún tipo de reivindi-
cación del orgullo de ser trabajadores. Desde el punto de vista de la
crítica de la economía política, ser trabajadores significa simplemen-
te ser explotados. Como Marx reconocía «ser un obrero productivo
no es precisamente una dicha, sino una desgracia». Aunque común-

11 Ver: Cuadernos de Negación nro. 14: Notas sobre trabajo doméstico (2020).
12 Incluido en Los animales son parte de la clase trabajadora y otros ensayos, ocho-
doscuatro, 2014.
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 69

mente se pueda considerar trabajo a aquello realizado por ciertos


animales, o nos comparemos con algunos de ellos al hablar de nues-
tros trabajos, nos parece importante ahondar en la diferenciación.
En su Carta, Dauvé reflexiona al respecto:

Los animales no trabajan. Es un error llamar “trabajo” a lo que


hace un caballo o un gusano de seda tras haber sido entrenados
y obligados a ello. Aplicada a los animales, la palabra “trabajo”
adquiere un sentido completamente distinto de las diversas va-
riantes de trabajo que conocemos: trabajo esclavo o servil, trabajo
asalariado, trabajo doméstico, trabajo domiciliario. El trabajo es
organizado por amos, jefes, gerentes… pero el trabajador siem-
pre tiene que cumplir su papel en dicha organización. Incluso
puede convertirse él mismo en organizador, y por lo tanto tiene
la posibilidad de cuestionar la organización misma de su activi-
dad. La “actividad” animal no es lo opuesto ni lo mismo que el
trabajo alienado: es otra cosa.

El planteo de Hribal es tan provocativo como absurdo. En 2012


publicó un artículo con el mismo nombre del anterior agregan-
do «revisitado». Allí parece haber advertido un rasgo fundamental
de la explotación del trabajo bajo el capitalismo: la producción
de plusvalor. Pero, como veremos, mientras para la crítica de la
economía política solo el trabajo asalariado produce plusvalor, el
autor evadirá la cuestión sirviéndose nada más y nada menos que
de Adam Smith:

«Ningún capital», reconocía Adam Smith en La riqueza de las na-


ciones, «pone en marcha más cantidad de trabajo productivo que
el de un granjero. No sólo sus siervos trabajadores sino también
su ganado trabajador son trabajadores productivos» (…)
«Los trabajadores y el ganado trabajador empleados en la agri-
cultura, por lo tanto, no sólo ocasionan, como los trabajadores
70 CUADERNOS DE NEGACIÓN

en las fábricas, la reproducción de un valor igual al de su con-


sumo o al capital que los emplea junto con los beneficios de su
dueño, sino un valor mucho mayor.» (Smith).
Eso era plusvalía, y el ganado, como sus homólogos huma-
nos, trabajaba para crearla. Los animales, reconocía Smith, eran
trabajadores.

A continuación, el autor critica a Marx, sobre lo que volveremos


luego de unas citas sobre la “plusvalía” y la “fuerza de trabajo” que
ilustran su notable falta de rigurosidad:

Si hay un origen del concepto de plusvalía, sin duda se encuen-


tra en el acto de coger la leche de las hembras de mamífero: vacas,
cabras, camellos, renos y yeguas. Esta incautación siempre ha
tratado sobre convertir la reproducción (la función natural del
embarazo y la lactancia) en una forma de trabajo de la que se
puede extraer un excedente de leche para otros propósitos, ya sea
para uso o para intercambio. (…)
Tened en cuenta la “carne”. Carne, músculos, huesos, grasa,
ésta es la forma física. La carne no es esto. Más bien, la carne es
la mercancía compuesta de la forma física y creada a través de la
fuerza del trabajo. Las principales proveedoras de la fuerza del
trabajo son gallinas, vacas y cerdas. Los segundos proveedores
son los humanos que dirigen las operaciones y recaudan el bene-
ficio. Si compras un lechón estás comprando su futura fuerza de
trabajo, ya sea para producir mercancías o para reproducir más
fuerza de trabajo. Producir carne cuesta tanto trabajo como guiar
a un invidente o tirar de un carruaje. Smith no eligió a un caba-
llo para su ejemplo de trabajador. Eligió una vaca.

Se ha vuelto un hábito demasiado frecuente separar conceptos tan-


to de sus fuentes y marcos teóricos como de la realidad histórica y
específica que buscan reproducir y explicar, para aplicarlos según
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 71

conveniencia a cualquier cosa que se esté “estudiando”. En el primer


caso, dejando de lado que se está hablando del mamífero productor
de leche y no del ser humano que se la extrae, se iguala excedente de
producción a plusvalía sin especificar las relaciones sociales específi-
cas en que la producción de dicho excedente tiene lugar, y luego se
iguala al uso particular de dicho producto con su intercambio. Cuan-
do un capitalista que tiene una fábrica de sillas se lleva un juego a
su casa, se apropia del excedente de trabajo por encima del trabajo
necesario para reproducir la fuerza de trabajo del obrero que produ-
jo esas sillas, pero no en la forma de plusvalor, ya que para eso debe
llevarlas al mercado y venderlas como mercancías. Cuando un cam-
pesino ordeña sus vacas, la leche que consume su familia no toma
la forma de mercancía, a diferencia de la parte que sí lleva al mer-
cado. Es decir que, según Hribal, leche que no es mercancía ni es
producida de manera asalariada, sin embargo, sí produce plusvalor.
¿Qué puede esperarse de un análisis que luego confunde el concep-
to de fuerza de trabajo con la capacidad de crecer y reproducirse de
cualquier animal?
Volviendo a la cita anterior de Smith sobre el ganado productor
de plusvalía, Hribal trae a colación la crítica hecha a este por Marx,
poniéndola a su vez en cuestión:

Karl Marx no estaba de acuerdo. En el segundo volumen de El


Capital llamó la atención al economista escocés por semejante
valoración. «Se puede apreciar cuán limitado está Adam Smith
en su comprensión del papel de la fuerza de trabajo en el proceso
de valorización en la siguiente frase, que pone el trabajo de los
trabajadores al mismo nivel que el del ganado de tiro». (...) Marx
realmente no lo entendía. (…) En algunas ediciones, Marx, o
Engels como editor, añaden una exclamación o un «(¡sic!)» a las
correspondientes citas de La riqueza de las naciones, por ejemplo,
«ganado trabajador (¡sic!)». El objetivo, aparte de pinchar a Smith
por añadidura, era hacer más hincapié en el asunto.
72 CUADERNOS DE NEGACIÓN

¿Por qué no podrían los animales ser trabajadores? Para Marx


eso se presuponía desde el principio. «Aquí no estamos hablando
de esas primeras formas de trabajo instintivas que permanecían
en el nivel animal.» El hombre cambia la forma material de la
naturaleza y se da cuenta de un propósito en ese proceso de ma-
terialización. Él modifica y manufactura con una visión y una
creatividad que los otros animales no tienen. Así, cuando un
pájaro construye su nido o un castor construye una presa, única-
mente el instinto guía el proceso. Esas acciones no son en ningún
modo comparables a las de los humanos. El trabajo es «una ca-
racterística exclusivamente humana» (Marx).

Acordamos con Marx en esta distinción de la actividad humana,


más allá de que el trabajo sea una forma específica que esta adopta.
Hribal no responde a esta diferenciación entre humanos y animales.
Los animales no trabajaron ni trabajan en las granjas, las fábricas
y las ciudades, a menos que se comprenda como trabajo cualquier
esfuerzo físico, ya no solo transhistóricamente, sino transhumana-
mente.13 Prosigue:

Eventualmente, continuaba Marx, el hombre podía domesticar


animales con el propósito de hacerles trabajar, pero eso no con-
vertía a los animales en trabajadores. Los convertía en «sustrato
material», los cimientos sobre los que la superestructura humana
fue construida. Los animales fueron usados como fuerza motriz o
como instrumentos de trabajo en un proceso de producción guiado
por humanos. Los animales se convirtieron en mercancías y en

13 En relación a esto último no es casual que el autor se apoye en autoras como


Donna Haraway: «Haraway sugiere la utilización del marco teórico de la
ciencia y los estudios de la tecnología (…). Se piensa mejor en los animales
como formas vivas de tecnología: biotecnología.» (¡sic!). Para una crítica de
estos posicionamientos ver Género y tecnociencia en Cuadernos de Negación nro.
15: Notas sobre sexo y género.
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 73

formas de capital. «Un buey, como animal de tiro, es capital fijo. Si


es comido, sin embargo, no volverá a servir ni como herramienta
de trabajo ni como capital fijo» (...) «Durante el proceso de engorde
antes de la matanza son materia prima que eventualmente pasa a
la circulación como materia prima, y así deja de ser fijo y pasa a ser
capital circulante» (Marx). Pero, de cualquier modo, su función
respondía a los planes y propósitos humanos.

Mientras que Marx está tomando el ejemplo de los animales para di-
ferenciar entre formas que puede adoptar el capital de acuerdo con
su rotación en el proceso de valorización, el autor se limita a señalar
una obviedad: que los animales son usados con fines determinados
por los seres humanos. Por otro lado, no son «propósitos humanos»
en general lo que se está describiendo, sino formas sociales específicas
que los animales pueden revestir bajo la sociedad capitalista.
Hribal, quien en algún momento habla de «proletarización tanto
de humanos como de no humanos», más adelante se conforma con
que el esfuerzo animal sea considerado un tipo de trabajo:

Es verdad que los otros animales no son esclavos o trabajadores


asalariados. Es verdad que son obligados a esta situación. Pero
esto no hace que su trabajo tenga menos valor de producción,
que sea menos significativo o que no sea un tipo de trabajo.

El autor afirma que su trabajo produce valor, pero no explica qué


es el valor, ni cómo se produce. Solo contamos con la cita de Smith,
cuya teoría del valor fuera superada hace más de 150 años. Enton-
ces, en un mar de imprecisiones e incoherencias, solo nos queda el
deseo voluntarista del autor de que los humanos consideremos a los
animales «como compañeros trabajadores que producen, resisten y
activamente dan forma al mundo».
Nos parece necesario adentrarnos brevemente en la explotación
del trabajo asalariado productor de valor, la extracción de plusvalor
74 CUADERNOS DE NEGACIÓN

y la valorización del capital. En este sentido, observemos a partir de


un ejemplo en qué destina el capitalista cada porción de su capital
al inicio del proceso y para garantizar que se siga reproduciendo.
Para ello adquiere diferentes mercancías. Pensemos en una fábrica
de sillas de hierro. Compra maquinaria, herramientas, caños de
hierro destinados a la producción de las sillas, insumos para corte
y soldadura, y fuerza de trabajo para poner en funcionamiento
la fábrica. Los medios de producción son capital constante, en el
sentido de que no modifican su valor en el proceso de producción,
simplemente lo transfieren. Los insumos de trabajo y los caños de
hierro usados transfieren completamente su valor, mientras que las
maquinarias y demás equipos transfieren una parte de su valor a cada
mercancía producida. La fuerza de trabajo es capital variable, ya que
tiene la capacidad particular de agregar más valor al producto del
que cuesta su reproducción, que es lo que constituye el valor de la
fuerza de trabajo. Esa diferencia es el plusvalor: la principal fuente
de ganancia del capitalista.
Esta diferenciación entre capital constante y variable, donde se
busca comprender cuál es la fuente de plusvalor, puede ser confun-
dida con otra bien diferente entre capital fijo y circulante. La primera
diferenciación es bien conocida y Marx la propone en el tomo I de
El Capital donde analiza el proceso de producción del capital. La se-
gunda diferenciación aparece en el tomo II, donde analiza el proceso
de circulación del capital. Allí distingue, siguiendo el ejemplo de la
fábrica de sillas, entre el capital fijo que se destina a la compra de mer-
cancías que perduran a través de diferentes ciclos de la producción (la
maquinaria, por ejemplo) y el capital circulante que se consume ínte-
gramente en un ciclo productivo que supongamos es la producción
completa de un lote de 100 sillas en una semana. El capital circulante es
entonces el destinado a la compra de la fuerza de trabajo, los insumos
y caños necesarios para esa semana de producción.
La distinción que se establece es necesaria para abordar la rotación
de las distintas porciones de capital. El capital fijo se distingue por no
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 75

rotar completamente sino a través de reiterados ciclos de la produc-


ción. Marx señala que esta diferenciación no reside en la propiedad
de la cosa, sino en la forma en que es usada, la función que cumple
en un proceso de producción. Los mismos insumos de la fábrica que
se usan para producir sillas funcionando como capital circulante, pue-
den eventualmente ser usados para una reparación de una máquina,
gasto de capital que pasará a formar parte del capital fijo.
En este sentido, Marx da el ejemplo de los animales citado por Hribal:

El ganado, como animales de labor, es capital fijo; como ganado


de engorde es materia prima que finalmente entra como produc-
to en la circulación y por tanto no es capital fijo, sino circulante.
(Karl Marx, El Capital, tomo II, cap. VIII)

Nos hemos topado con otros artículos que se proponen criticar el


especismo en Marx, debate o mejor dicho exigencia que no nos in-
teresa en lo más mínimo. Lo interesante, en todo caso, es analizar
las particularidades de la explotación de seres humanos y animales.
E insistimos, no desde un punto de vista moral de denuncia, sino
con el fin de comprender y transformar la realidad. Distinguir, por
ejemplo, entre una vaca destinada a la producción de leche y de su
cría, de la parte de su cría destinada al engorde y venta como carne,
nos permite comprender mejor la industria ganadera y ciertos as-
pectos de la producción capitalista.
Más allá de las diferencias entre ambas formas de explotación ani-
mal, en ningún caso son los animales quienes producen el valor, y
por tanto el plusvalor. En el primer caso, desde el punto de vista de
la reproducción del capital, el ganado opera de manera similar a una
máquina de la fábrica, donde el ser humano interviene en el proceso
de gestación, nacimiento y cuidados de la cría hasta que puede ser
separado de la hembra (la cual puede ser ordeñada durante la última
etapa de ese proceso y luego estar lista para otro ciclo reproductivo).
En el caso de la producción de carne, la cría funciona como mate-
76 CUADERNOS DE NEGACIÓN

ria prima a ser trasformada mediante su alimentación y la atención


necesaria para hacer lo más eficiente posible la producción. Salvan-
do las distancias obvias, para el capitalista la cría funciona como los
caños de hierro. En tanto mercancías, a quien busca ganancia le sue-
le dar lo mismo, y por eso un grupo empresarial puede pasar de un
sector a otro si la rentabilidad así lo exige.
En la producción de las mercancías silla, leche y carne, el que in-
terviene es el trabajo humano aportando, como decíamos, más valor
de lo que cuesta su reproducción. Es la explotación del trabajo asa-
lariado la que permite la extracción de plusvalor.
Por otro lado, es un lugar recurrente la comparación entre la ex-
plotación animal y el trabajo esclavo. Esta forma de explotación
característica del modo de producción esclavista se diferencia de la
explotación del trabajo asalariado en el capitalismo donde el pro-
letario es dueño de su fuerza de trabajo y la vende al capitalista a
cambio de un salario. El propietario de esclavos es dueño de las per-
sonas que trabajan para él, debe hacerse cargo de su reproducción
íntegramente y se apropia de la totalidad del producto de su trabajo.
En este sentido, es bastante parecido a lo que ocurre con los animales
de labor. De hecho, el comercio masivo de esclavos era muy simi-
lar al de los animales. Podemos pensar que se extrae un excedente
de ambas labores, del esfuerzo físico de animales humanos y no hu-
manos, pero este no asume la forma de plusvalor.
En el modo de producción capitalista, el trabajo humano produ-
ce plusvalor, se comporta como capital variable, y el esfuerzo físico
de los animales no lo hace, funcionan como capital constante. Es-
tos últimos, de manera algo similar a los esclavos, son propiedad de
sus dueños, que se hacen cargo íntegramente de su reproducción y
se apropian del producto de su esfuerzo físico. Aunque sea chocan-
te, allí donde aún existe de manera ilegal trabajo esclavo al interior
de la producción capitalista, los seres humanos que lo realizan son
tratados como capital constante. Es decir, como una inversión que
hay que mantener y utilizar para extraer un excedente.
POSDATA SOBRE VEGANISMO Y EXPLOTACIÓN ANIMAL 77

Desde este punto de vista podemos llegar a entender una cierta


similitud entre la explotación humana y animal, bajo unas caracte-
rísticas bien particulares.
Quizás comparar la explotación animal con las formas de esclavi-
tud humana en la sociedad capitalista no hace más que sensibilizar
sobre la cuestión animal, ya que plantea la cuestión principalmente
en términos de empatía o moral. A la inversa, quienes luchaban con-
tra la esclavitud rechazaban justamente ser tratados como animales.
Si bien los seres humanos, al interior de la sociedad capitalista,
pueden ser tratados como meros instrumentos de producción (tra-
bajo esclavo), o incluso materias primas si se piensa en el tráfico de
órganos (incluso robar o criar niños para ser vendidos), existe la posi-
bilidad de cambiar o incluso terminar con esa situación. Y, en general,
la forma de explotación preponderante es la del trabajo asalariado.
Los animales, en cambio, jamás podrán ser poseedores de fuerza de
trabajo en tanto trabajadores libres asalariados, como lamentable-
mente somos hoy los seres humanos en la sociedad capitalista.
El trabajo en la actualidad implica trabajo asalariado, trabajo
concreto y abstracto, fuerza de trabajo, división del trabajo, trabajo
manual e intelectual, etc., lo cual difiere ampliamente del esfuerzo
de animales no humanos. Dejar de ser trabajadores significa vincu-
larnos de otro modo entre nosotros y con el resto de animales, pero
no la vuelta a un estadio animal. No hay igualdad posible ni en el
presente ni en el futuro.
Resumiendo, a los animales se los explota en tanto son utiliza-
dos como medio de producción (medio de trabajo o materia prima),
pero no producen plusvalor. No es trabajo en sentido estricto, aun-
que puede llamárselo de esa manera, del mismo modo que se habla
de minería de bitcoin, de hacer trabajar una inversión de dinero, o
una máquina cualquiera, más si es automatizada. Que una máquina
o animal aumente la productividad del trabajo humano o reemplace
parte de este, no significa que realicen trabajo como hemos explica-
do. Evidentemente, estamos hablando de los animales por nuestro
vínculo con ellos y la empatía que pueden generarnos.
Desde la crítica de la economía política, como vimos anteriormen-
te, la noción de explotación del trabajo asalariado no hace referencia
a un trabajo pesado, mal pago o en peores condiciones que otros. La
noción de explotación está relacionada con la extracción de plusvalor,
nos habla de la implicación recíproca entre proletariado y Capital,
y no simplemente de un malestar físico y psicológico.
Para ir finalizando, en cuanto a la cuestión animal, si reempla-
zamos “explotación” o “trabajo” por “maltrato” o incluso “tortura”
en tanto maltrato sistematizado y sostenido, puede que la cuestión
se comprenda mejor. Para quienes la principal preocupación resi-
de en impugnar la relación para con los animales no humanos en
esta sociedad, de poco sirve la distinción entre explotación y tortu-
ra. Sin embargo, el desarrollo del debate puede aportar algo incluso
para los más despreocupados al respecto.
Dicho todo esto podemos volver al comienzo de este libro y a la
Carta de Dauvé. Aquí no se trata de abrazar o rechazar en lo perso-
nal una forma de alimentación, o siquiera un estilo de vida, sino de
compartir un debate para contribuir a la lucha revolucionaria para
superar el modo de producción capitalista.
Índice

Presentación 07
Lazo Ediciones

Carta sobre la liberación animal 11


Gilles Dauvé
Respuesta a Carta sobre la liberación animal 31
Antagonism & Practical History
Posdata sobre veganismo y explotación animal 43
Cuadernos de Negación

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