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Argumentación

El parlamento, el tribunal, la prensa, los medios audiovisuales de comunicación, las


instituciones académicas, la escuela, entre otros muchos, son espacios en los que
se desarrollan un conjunto de géneros discursivos que tienen en la argumentación
un denominador común. En efecto, aun cuando los objetos propios de estas áreas
(los asuntos públicos, la justicia, la actualidad, la ciencia, la educación) difieren
notablemente, en todas ellas encontramos ciertas formas discursivas cuya estructura
y planteo enunciativo muestran características similares. Hablamos, entonces, de
géneros argumentativos para referirnos a aquellas familias de textos que comparten
una forma de organización (una estructura) y un conjunto de rasgos de estilo. Son
géneros típicamente argumentativos: la arenga política, el debate parlamentario, el
alegato, el editorial, el artículo periodístico de opinión, el mensaje publicitario, el
ensayo, el artículo científico, entre otros.

1. Lean atentamente los dos fragmentos que siguen y señalen si se tratan o


no de textos argumentativos. ¿Qué indicios tuvieron en cuenta para
identificarlos?

a.

¿Por qué se rechaza y hasta se persigue al “diferente”, al de “aspecto


extranjero”, al “raro”? ¿Por qué se lo considera un “enemigo”? Creo que esa
hostilidad surge, en primer lugar, del cuestionamiento de las propias
peculiaridades, planteado por esas “divergencias”. Esa fue también si se
dejan de lado los motivos de las instancias políticas la causa de la intolerancia
religiosa. Porque la fe religiosa no se basa en razones evidentes, aceptables
para cualquiera, como las de la geometría euclidiana. Se trata más bien de una
profunda creencia en principios revelados, sin más reafirmación concreta que
la comunión de los creyentes. Por esa razón, la existencia de personas y
comunidades que no comparten esas creencias crea una notoria inseguridad.
Cuanto más incierta e insegura es la propia fe, tanto mayor es la necesidad de
hacer a un lado a aquellos incómodos testigos de que se puede vivir también
de otra manera, que se puede encontrar apoyo en otras creencias. Y entonces
se ahuyenta a los heterodoxos, por lo menos, se los obliga a practicar su credo
en privado y a desaparecer de la vida pública.

FETSCHER, Iring; La tolerancia,


Barcelona, Gedisa, 1999.

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b.

Dentro de la familia, teóricamente, la esposa obedece y sirve al marido, aunque


por supuesto el marido dominado por la mujer es un fenómeno frecuente. En
familias de alta jerarquía, el servicio personal al esposo pasa a ser efectuado
por la taupo y el jefe hablante, pero la esposa retiene siempre el derecho a
brindar servicios personales a un alto jefe, tales como, por ejemplo, cortarle el
pelo. La jerarquía de una esposa nunca puede exceder a la de su marido
porque siempre depende de dicho rango. Su familia puede ser más rica y más
ilustre que la del esposo, y ella puede en realidad ejercer más influencia que él
sobre los asuntos de la aldea a través de sus parientes consanguíneos, pero
en la vida de la familia y de la aldea es una tausi, esposa de un jefe hablante, o
una faletua, esposa de un jefe.

MEAD , Margaret, Adolescencia, sexo y cultura en Samoa,


Barcelona, Planeta-Agostini, 1985. (p.113)

Características del discurso argumentativo


Lo que define al discurso argumentativo y permite distinguirlo de otras formas
discursivas es, en primer lugar, su finalidad. Argumentamos para defender nuestras
convicciones, nuestras ideas, nuestras opiniones o para refutar las de otro. La
argumentación se presenta, entonces, como una operación tendiente a justificar
elecciones éticas, estéticas, sociales o políticas.
El objetivo de una argumentación es, según la definición tradicional "provocar o
acrecentar la adhesión de un auditorio a las tesis que se le presentan para su
asentimiento"9. Esto significa, en otras palabras, que su función principal es
persuadir o convencer a los destinatarios del discurso de que las posiciones
sostenidas por el enunciador son creíbles y, por lo tanto, dignas de ser apoyadas.
Para alcanzar sus objetivos, quien argumenta tiene frente a sí dos caminos
posibles: uno psicológico (movilizar las emociones) y otro lógico (apelar a la razón)
de su destinatario. Para ello dispone de un repertorio de técnicas tendientes o bien a
conmover (movilizar los sentimientos de piedad, ira, temor, etc.) o bien a construir un
acuerdo fundado en datos o argumentos que sirvan de apoyo racional a sus tesis.
Dado que el propósito de la argumentación es influir sobre las creencias o las
actitudes de sus destinatarios, la naturaleza del discurso argumentativo es
eminentemente dialógica, es decir, su dinámica reproduce al menos virtualmente la
escena de un diálogo. En efecto, toda argumentación, para ser eficaz, necesita
adecuarse al auditorio que busca persuadir, al que concibe como otro locutor, virtual,
pero siempre susceptible de sostener un contradiscurso. Consecuentemente, el
enunciado argumentativo exhibe las huellas de ese diálogo –real o posible– entre
enunciador y destinatario a través de distintas formas de interpelación al auditorio
como referencias a la segunda persona (empleo de vocativos –¡Camaradas!
¡Compañeros! ¡Hombres y mujeres de mi Patria!– o pronombres personales de
segunda persona singular o plural que remiten al destinatario); uso del modo

9
PERELMAN, Ch. y L. OLBRECHTS-TYTECA ; Tratado de la argumentación. La nueva retórica;
Madrid, Gredos, 1989.

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imperativo (¡Síganme, que no los voy a defraudar!) o el recurso a interrogaciones
retóricas (¿Acaso no resulta evidente que es hora de cambiar de rumbo?).
Este diálogo también se manifiesta a través de la introducción de enunciados
venidos de otros discursos, que pueden adoptar formas diversas tales como:

a) la evocación ("El fantasma comenzó recorriendo, como corresponde,


Europa..." este pasaje, tomado de un artículo periodístico de Martín
Caparrós, recuerda el célebre fragmento con el que se inicia el Manifiesto
comunista de Marx y Engels: "Un fantasma recorre Europa...");
b) cita textual ("Por eso me comprometo, como dice nuestra Constitución, a
«asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad
y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo
argentino...»");

c) discurso indirecto ("Me extraña que el presidente Aznar, que hace apenas
unos meses dijo que era amigo de los pueblos árabes, acompañe ahora la
invasión estadounidense de Irak.")

d) y otros procedimientos claramente desvalorizadores como la ironía y la


parodia, muy empleados como figuras de la agresión en el contexto de
discursos polémicos.
Por otra parte, puesto que la argumentación es una práctica destinada a
justificar decisiones éticas o fundamentar opiniones, el enunciado argumentativo
está fuertemente marcado por la presencia explícita del enunciador. Esta presencia
se manifiesta en el empleo de pronombres personales como el "yo" o el "nosotros";
de términos que expresan juicios de valor (adjetivos o adverbios, uso de sufijos que
traducen una evaluación como en “intelectualoide”, “muchachote”) o modalizadores
lógicos (seguramente, indudablemente, probablemente, es cierto/verdadero/falso)
que caracterizan el objeto del enunciado como posible, imposible, necesario,
verdadero, etc.

1. Completar el cuadro siguiente con las características del discurso


argumentativo reseñadas en el apartado anterior.

Finalidad Orientación Características del enunciado

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2. El texto que se reproduce aquí es un ejemplo de discurso argumentativo.
Identificar y señalar en él las características señaladas más arriba.

Siempre habrá libros

Escribe: Manfred Grebe1

No creo que el futuro de la galaxia Gutenberg, es decir, del libro


como soporte de la palabra escrita en el que hemos sido educados,
esté amenazado. Es indudable que las nuevas tecnologías abren
posibilidades insospechadas por permitir la transmisión y acumulación
de cantidadades ingentes de información y porque, además de ocupar
muy poco espacio físico, hacen posible una actualización permanente
de los contenidos. Pero la lectura satisface otras necesidades más
relacionadas con la vida del espíritu, desde la imaginación hasta la
reflexión; creo seguir encontrando en el papel impreso un soporte
especialmente preciado por sus posibilidades de belleza formal y
tipográfica y su propia sensualidad como objeto, con independencia de
que coexista con otros nuevos soportes de formación, información o
entretenimiento.
Caeríamos en una simplificación al pensar que el avance que se está
dando en el terreno de los nuevos artefactos pueda llegar a suponer la
desaparición de la letra impresa, puesto que la palabra es el vínculo
más sólido de la relación entre los hombres, distintivo de nuestra
propia naturaleza frente al resto de las especies animales y expresión
de lo sagrado (incluso en el sentido más laico que quiera dársele a este
término).
Los avances en el libro electrónico son constantes. El grupo
Bertelsmann tiene la obligación de investigar en todo aquello que
pueda contribuir a extender y democratizar el acceso al conocimiento.
Tenemos una división dedicada al desarrollo en el campo del libro
electrónico. Es el caso del Rocket e-Book, con capacidad para cien mil
páginas y una pantalla con mayor resolución que la de las
computadoras normales. Algo que me parece igualmente importante
son las librerías virtuales, que permitirán al lector informarse de libros
de su interés cuya existencia ignora. Centrándonos en el ámbito
idiomático del español, la próxima puesta en marcha de una librería
virtual, en la que el grupo Bertelsmann tiene un papel importante, creo
que será decisiva para la creación de un espacio único entre las dos
orillas del idioma.

LA NACION LINE | 28.03.99 | Revista

1
El autor es el presidente de Bertelsmann, editorial alemana que se ha convertido
en el tercer grupo multimedia más importante del mundo.

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La estructura del texto argumentativo

La estructura del texto argumentativo da cuenta del hecho de que toda


argumentación se propone hacer creíble o aceptable un enunciado, al que
llamaremos conclusión, que es sostenido de diversas formas por otro enunciado,
que puede denominarse argumento, dato o razón.

En el origen de toda situación potencial de argumentación se encuentra una


Proposición (P)10 que un enunciador le plantea a su interlocutor, por ejemplo:

(P) : “El libro del futuro será exclusivamente electrónico”

El interlocutor puede estar de acuerdo y aceptar la proposición. En ese caso, no


hay necesidad de argumentar y, por lo tanto, la serie se cierra:

(P) : “El libro del futuro será exclusivamente electrónico.”


“Sí, seguramente.” NO HAY ARGUMENTACIÓN

Si, en cambio, el interlocutor cuestiona la afirmación, el enunciador se verá en la


necesidad de continuar el diálogo para alcanzar su objetivo persuasivo:

(P): “El libro del futuro será exclusivamente electrónico


(P1): “No, no lo creo. El libro tradicional seguirá existiendo.”

En efecto, la argumentación supone que se cuestione si la proposición (P)


planteada por el enunciador está debidamente fundada. Para que tenga lugar una
argumentación siempre debe haber una puesta en duda de una proposición, una
divergencia de opiniones y, finalmente, una oposición de discursos (un
contradiscurso). No puede haber argumentación si no hay un desacuerdo en torno
de un tema, es decir, una confrontación de un discurso y un contradiscurso.
Al enfrentarse a una oposición, la proposición inicial es problematizada, puesta
en duda. De este cuestionamiento se desprende el problema argumentativo que, en
este caso, es posible sintetizar en la pregunta:

¿El libro del futuro será exclusivamente electrónico?

El enunciador de (P) sostiene que sí, el enunciador de (P1) sostiene que no.
Para defender su punto de vista, el primero deberá apoyarse en pruebas que
puedan darle la razón. Encadenará entonces un cierto número de datos que
justifican la proposición inicial, por ejemplo:

10
En este contexto, el término “proposición” se emplea con el sentido que la retórica clasica
asignaba a la “propositio”, es decir, al juicio o enunciado que constituía el objetivo persuasivo
del discurso y que, en términos de Roland Barthes representaba “una definición concentrada
de la causa, del problema a discutir” (ver más adelante, el apartado 3.2.).

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a) Los libros electrónicos son más económicos.
b) La tecnología informática avanza a pasos agigantados.
c) Me parece que va a ser así.
d) Me lo dijo mi tío, que sabe mucho de informática.
e) Lo leí en el diario.
f) Los libros electrónicos son más atractivos.
g) Los libros electrónicos ofrecen posibilidades de interacción que el libro
tradicional no permite.

Estos datos sirven de apoyo a la proposición solo si son pertinentes, es decir,


solo si es posible captar la relación entre ellos y (P). Si el interlocutor no comprende
por qué la cuestión del valor económico (ejemplo a) permite afirmar (P) en el
encadenamiento: “El libro del futuro será exclusivamente electrónico porque los
libros electrónicos son más económicos”; o si no ve cómo el dato acerca del
progreso de la tecnología informática (b) puede servir para sostener (P) en la serie:
“La tecnología informática avanza a pasos agigantados, por eso el libro del futuro
será exclusivamente electrónico”, podrá reaccionar con una nueva pregunta (¿Y
entonces?) o con un rechazo explícito (No veo la relación entre el avance de la
informática y la desaparición del libro tradicional).
Para que pueda establecerse la conexión entre los enunciados (a) o (b) y la
proposición (P) o, dicho de otro modo, para que sea comprensible por qué es
legítimo afirmar (P) a partir de (a) o (b), es necesario invocar una ley o principio
general que autorice el pasaje del dato a la conclusión. Esta ley de pasaje o “licencia
para inferir” funciona a la manera de un puente que vincula el dato con la conclusión.
En los casos que analizamos, las correspondientes leyes de pasaje podrían
formularse así:

(L): Un objeto es preferible a otro a causa de su valor económico.


(L): El avance de la tecnología informática produce cambios en las prácticas de
lectura.
En la medida en que son sostenidos por una ley de pasaje adecuada, los datos
alcanzan el estatuto de argumento, y la proposición inicial, el de conclusión.

El esquema de la secuencia argumentativa

El hipotético intercambio que acabamos de presentar permite reconstruir la


dinámica dialógica de la argumentación. En efecto, a partir de cualquiera de las
series que analizamos es posible establecer el esquema mínimo de la secuencia
argumentativa. Por ejemplo, en:

“Los libros electrónicos son más económicos, por eso el libro del futuro será
exclusivamente electrónico.”

la relación entre las dos afirmaciones que integran esta serie puede esquematizarse
conectando con una flecha el dato y la conclusión autorizada por él:

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D ATO: CONCLUSIÓN:
Los libros electrónicos El libro del futuro será
son más económicos. exclusivamente electrónico

Si integramos a este esquema la ley de pasaje explicitada más arriba,


obtendremos el siguiente esquema argumentativo mínimo:

D ATO: CONCLUSIÓN:
Los libros electrónicos El libro del futuro será
son más económicos. exclusivamente electrónico

LEY DE PASAJE:
Un objeto es
preferible a otro
a causa de su valor
económico.

Ahora bien, en todo proceso argumentativo existe siempre la posibilidad de que


se presente una nueva oposición al argumento propuesto que puede dar lugar a otra
secuencia argumentativa. Si integramos al esquema esta oposición o restricción
como un nuevo elemento, obtenemos:

D ATO: entonces CONCLUSIÓN / TESIS:


Los libros electrónicos El libro del futuro será
son más económicos. exclusivamente electrónico

LEY DE PASAJE: RESTRICCIÓN


Un objeto es preferible a otro a menos que otras cualidades
a causa de su valor económico. resulten ser más importantes

Si la restricción no opera, es decir, si no se reconocen otras razones por encima


de la económica, el interlocutor estará en condiciones de aceptar la proposición
como tesis. Si la restricción es considerada válida, quien argumenta deberá recurrir
a otros datos-argumentos para fundamentar su proposición y lograr la adhesión de
sus interlocutores o lectores.

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Un último elemento completa el esquema de la secuencia argumentativa
mínima: se trata de un refuerzo de la ley de pasaje, un dato que funciona a la
manera de una garantía o apoyo adicional para sostener el principio de inferencia:

D ATO: entonces CONCLUSIÓN / TESIS:


Los libros electrónicos El libro del futuro será
son más económicos. exclusivamente electrónico

LEY DE PASAJE: RESTRICCIÓN


Un objeto es preferible a otro a menos que otras cualidades
a causa de su valor económico. resulten ser más importantes

GARANTÍA
Dado que la gente tiende a economizar
dinero siempre que esto es posible

Argumento, tesis, ley de pasaje

Una vez definido el esquema de la secuencia argumentativa es necesario hacer


algunas observaciones acerca de este modelo. En primer lugar, recordemos que el
predominio de este tipo de organización en un texto determinará su pertenencia al
tipo textual argumentativo. También es importante tener en cuenta que este
esquema es solo una forma vacía, abstracta. En los textos concretos que leemos y
producimos, este modelo puede actualizarse de maneras diversas: una o varias
secuencias pueden estar incompletas o bien el orden de presentación de los
elementos puede variar. Por ejemplo, en el caso que venimos analizando, podemos
decir tanto

“Los libros electrónicos son más económicos, por eso el libro del futuro será
exclusivamente electrónico.” (ARGUMENTO CONCLUSION/ TESIS)

como

“El libro del futuro será exclusivamente electrónico porque los libros electrónicos
son más económicos.” (CONCLUSION /TESIS ARGUMENTO)

Nótese que la inversión del orden exige el reemplazo del conector consecutivo (por
eso, por lo tanto, consecuentemente, en consecuencia) por un conector causal
(porque, puesto que, ya que)

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Finalmente, es interesante hacer algunas observaciones acerca de la naturaleza
de los componentes de este esquema: un dato sólo se convierte en argumento si es
posible percibir su relación con la tesis que se propone fundar. Esa relación, por su
parte, debe estar garantizada por una ley de pasaje cuya función es transferir a la
conclusión el acuerdo atribuido al argumento. Esta ley suele expresar una verdad
general, a veces de tipo proverbial, atribuida a un enunciador colectivo: “Es sabido
que los objetos más económicos son preferibles a los más caros”. Esta ley de
pasaje, que a menudo se mantiene implícita, permite a quien argumenta asociar sus
dichos a un principio, una convención generalmente admitida en la comunidad a la
que pertenece. Y es precisamente de este acuerdo general de donde el argumento
extrae su fuerza.

1. La lista que se presenta a continuación reúne una serie de proposiciones


que pueden ser enunciadas como tesis o bien como argumentos. Armar
tres secuencias argumentativas conectadas por el nexo que corresponda
(causal o consecutivo, según el orden elegido). En cada caso, identificar el
problema argumentativo que da origen a la secuencia.

a. La televisión es nociva para el desarrollo intelectual de los jóvenes.


b. Los jóvenes universitarios desconfían de la política.
c. Los modelos que ofrece la televisión representan valores cuestionables.
d. La corrupción política está generalizada en los tres poderes del Estado.
e. Los políticos no son creíbles.
f. Es necesario que la clase política se renueve totalmente.

2. Oponer una nueva tesis a cada una de las tesis identificadas en la consigna
anterior y elaborar un argumento que la sostenga.

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La producción del discurso argumentativo
En las páginas anteriores analizamos las características discursivas de la
argumentación y vimos de qué manera se organiza la estructura del texto
argumentativo. En esta sección nos ocuparemos del proceso de elaboración del
discurso argumentativo y para ello recurriremos a las enseñanzas de la retórica
clásica.
La retórica, concebida como arte o técnica de la palabra, comprende cinco
operaciones principales involucradas en la producción de un discurso argumentativo: la
Invención (fase de descubrimiento, guía la búsqueda de los argumentos), la
Disposición (corresponde a la tarea de composición u organización de las partes del
discurso), la Elocución (o expresión, enseña cómo "poner en palabras" la materia
argumentativa), la Acción (instruye sobre las maneras de representar oralmente el
discurso) y la Memoria (facilita la memorización del discurso). Dado que nos
ocuparemos exclusivamente de la argumentación escrita, en las páginas que siguen
nos detendremos sobre las tres primeras fases del proceso de elaboración de un
texto argumentativo, que comprende las operaciones de generación, organización y
puesta en palabras.

La invención
El momento de la invención (en latín: inventio) corresponde a la operación de
búsqueda y recolección de argumentos. Estamos acostumbrados a identificar
“invención” con “creación de la nada”, sin embargo, etimológicamente “inventar”
significa “ir al encuentro de algo” es decir, buscar. La tarea que se desarrolla en esta
etapa está orientada por dos objetivos: uno psicológico (emocionar al auditorio) y
otro lógico (convencer por medio de pruebas). Para emocionar, el escritor debe tener
en cuenta las características de su auditorio, sus sentimientos, su estado de ánimo.
Quien argumenta debe hacer un diagnóstico lo más ajustado posible de sus
destinatarios para decidir qué modalidad adoptará y qué sentimientos intentará
movilizar: la ira, el temor, la piedad, la admiración. Para convencer, el orador deberá
recurrir a las pruebas o argumentos.
Tradicionalmente se distinguen dos tipos de pruebas: las extratécnicas, que
dependen de la naturaleza del objeto (es decir, del caso tratado o del tema del
discurso), y las intratécnicas, que dependen del poder de razonamiento del orador. Las
primeras se componen de testimonios, fragmentos de lenguaje no elaborados por la
técnica del orador. Esta clase de pruebas “extrínsecas” son específicas del discurso
judicial: la versión de un testigo del hecho que da origen a la causa, un objeto
hallado en la escena del crimen son pruebas extratécnicas. En cambio, las
intratécnicas son el resultado de la práctica retórica que transforma los materiales
lingüísticos en fuerza persuasiva.
Los argumentos intratécnicos resultan de dos tipos básicos de operaciones
lógicas: inducción (generalización a partir de ejemplos) y deducción (entimema).
Estas dos vías son ineludibles: según Aristóteles todos los oradores, para lograr
persuadir, demuestran mediante ejemplos o entimemas; no hay otros medios fuera de
éstos. Sin embargo, entre el ejemplo y el entimema existe una diferencia de estilo: el
ejemplo produce una persuasión más suave, más débil; el entimema, en cambio,
produce una persuasión más vigorosa, apoyada en la fuerza demostrativa del
silogismo.

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Los argumentos inductivos: ejemplo, ilustración, modelo y analogía

En el ejemplo se pasa de un particular a otro particular por el eslabón implícito de la


generalización. El esquema al que responde esta clase de argumentos es el
siguiente:

“Afirmo P, como lo muestra el ejemplo E.”

Este es el mecanismo que sostiene el argumento en este caso:

“La prohibición de fumar en espacios públicos permitirá reducir el


presupuesto estatal destinado a la salud, tal como sucede en los países
que ya han adoptado esta medida.”

La ilustración, por su parte, no apunta a establecer una regla por generalización


sino a reforzarla señalando su interés a través de sus múltiples aplicaciones:

"Hemos entrado en el Primer Mundo: tenemos shoppings, podemos


comprar todo tipo de artículos importados, el peso tiene el mismo valor
que el dólar, etc."

El modelo es una clase particular de ejemplo. El auditorio reconoce en él un


paradigma que incita a la imitación: así, San Martín es entre nosotros el modelo de las
virtudes morales y patrióticas. Su contrapartida, el antimodelo, representa el conjunto
de las cualidades negativas con las que una cultura identifica lo que es digno de
reprobación. La asociación de un modelo o un antimodelo con una persona en un
discurso tiende a proyectar los valores positivos o negativos de aquellos sobre esta
última.

La analogía establece una relación de similitud entre dos estructuras. Su


fórmula más general es:
A es a B como C es a D.

En su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, Fray Bartolomé de Las


Casas, recurre de esta manera a la analogía para afirmar la crueldad de los españoles
hacia los aborígenes en América:

"A este infinito número de gentes (se refiere a los aborígenes de la La Española)
Dios los creó simples, sin maldades ni dobleces, muy obedientes y fieles a sus
señores naturales y a los cristianos a los que sirven. Son humildes, pacientes,
pacíficas y quietas. [...]
Entre estas ovejas mansas y dotadas de las cualidades antes dichas por su
Hacedor y Creador, llegaron los españoles como lobos y tigres y leones muy
crueles, hambrientos de muchos días. Y desde hace cuarenta años no han
hecho otra cosa hasta hoy más que despedazarlos, matarlos, angustiarlos,
afligirlos, atormentarlos y destruirlos con extrañas, nuevas, variadas y nunca
vistas ni leídas ni oídas formas de crueldad."

87
La argumentación deductiva: el entimema

El entimema procura persuadir mediante un razonamiento deductivo que parte de


premisas verosímiles o probables para alcanzar conclusiones probables. También se
suele definir al entimema como "silogismo incompleto" (silogismo al que le falta uno de
sus términos). Así, por ejemplo, el siguiente encadenamiento de enunciados: "El cólera
se propaga con facilidad en ambientes donde no se cuida la higiene. En Salta y Jujuy
se registra diariamente un gran número de casos de cólera." llevará al auditorio a
extraer la conclusión "La gente contrae el cólera en Salta y Jujuy porque no presta
atención a la higiene." que está implícita en este razonamiento. Los entimemas pueden
servir, también, a la refutación de una tesis adversa. Así, podemos imaginar que
alguien responderá al razonamiento anterior diciendo: "El cólera se propaga con
facilidad en ambientes de extrema pobreza." que evocará la afirmación "En Salta y
Jujuy hay mucha pobreza".
Las premisas de los entimemas se buscan en ideas generales adecuadas para
formar la base del razonamiento. Estas ideas, en cierto modo, están depositadas en
la memoria colectiva a la manera de “lugares comunes” a los que recurrimos para
justificar nuestras elecciones. Entre los lugares a los que se recurre con más
frecuencia para fundar los razonamientos se encuentran el de la cantidad, la
cualidad, el existente y el orden.
El lugar de la cantidad afirma que “una cosa vale más que otra por razones
cuantitativas”. Esta es la premisa presupuesta en distintas argumentaciones en los
campos más diversos. Por ejemplo, la idea de que debe seguirse la opinión de la
mayoría vale tanto en la toma de decisiones en el marco de la democracia como en
la apelación al “sentido común”, o en la razón para establecer lo que se considera
“normal”. Con frecuencia, constituyen las premisas de buena parte de los
argumentos empleados en la publicidad, como sucede en este clásico slogan:
“Nueve de cada diez estrellas de cine usan jabón Lux”.
El lugar de la cualidad se opone típicamente al anterior. Es el que se encuentra
en la base de las ideas de quien combate la opinión de la mayoría, de quien afirma
que la cantidad va en desmedro de la cualidad, de quien exalta lo único como
incomparable. Este lugar también es recurrente en la argumentación publicitaria, en
razonamientos que activan el valor de lo exclusivo: “Decídase ya a formar parte del
selecto grupo ...”
El lugar del existente propone la preeminencia de lo real por sobre lo
posible, de lo actual sobre lo virtual. Su aplicación se verifica tanto en el proverbio
“mejor pájaro en mano que cien volando” como en la razonable preferencia por un
resultado observable antes que por un proyecto no realizado. En este sentido, un
ejemplo característico de la aplicación del lugar del existente es el lema: “Mejor que
decir es hacer, mejor que prometer es realizar”.
El lugar del orden concierne la superioridad del primero respecto del
siguiente, de los principios respecto de las aplicaciones concretas, de las leyes
respecto de los hechos, de las causas sobre los efectos. Un ejemplo típico es el que
encarna la idea de la prioridad: llegar antes que otros a comprender algo, a hacer un
descubrimiento, a traspasar un límite. Un claro caso de aplicación de este lugar lo
encontramos en afirmaciones como éstas: “Antes que preguntarse cómo estamos es
preferible preguntar por qué estamos como estamos.” “Nuestro movimiento fue el
primero en plantear en el Congreso la necesidad de incorporar las leyes sociales a la
Constitución.”
Finalmente, es importante notar que los entimemas pueden fundarse sobre
distintos tipos de relaciones tales como: la causalidad (“Hay que limitar el tiempo que
los chicos pasan frente al televisor si queremos que se eduquen en un clima menos
violento”) y la identidad (“Si por democracia se entiende un sistema en el que todos
tengan igualdad de oportunidades, esta no es una democracia”).

88
Otra técnica argumentativa frecuente es la que recurre al prestigio de una
autoridad para hacer valer las propias opiniones, como sucede en este enunciado:
“Debemos respetar a nuestro planeta si queremos que nuestros hijos tengan un
futuro, porque como dijo Francis Bacon: “A la Naturaleza se la domina
obedeciéndola” .

1. Completar el siguiente esquema con la clasificación de los argumentos.


Incluir en el cuadro las definiciones correspondientes a cada tipo

Argumentos

2. Leer atentamente los fragmentos que se reproducen a continuación e


indicar, en cada caso, cuál es el problema argumentativo, cuál es la
conclusión que se busca establecer y qué clase de argumento (inductivo
o deductivo) se emplea para fundarla.

a. "Es cierto que la revolución femenina ha moldeado una nueva sociedad


en la que el divorcio, los hijos que rebotan de un lado a otro entre sus
padres separados, las mujeres solas por un lado, los hombres solos por el
otro, las miserias morales, los proyectos inconclusos, las relaciones
superficiales, el miedo al compromiso, se han convertido en moneda
corriente. Y, sin embargo, ¡que maravillosa es la vida cuando se la encara
de a dos!"

b. «La restricción del acceso a la universidad evitará la emigración de


profesionales». Esta tesis peca de miopía: del hecho de que egresen
pocos médicos no se deduce que los pocos que egresen no elegirán la
emigración. Mientras las condiciones de trabajo sean más favorables en
los países centrales posiblemente seguirán partiendo. Es decir,
formaríamos pocos para quedarnos sin ninguno.

Torrado, Susana;
"Mitos y verdades sobre la universidad argentina",
Clarín, 12 de abril de 1999

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c. La clonación es antinatural, por lo tanto es indebida. Jugar en contra de la
naturaleza es letal. La naturaleza es quien nos creó, por lo tanto es quien
nos puede destruir, y nada podemos hacer para evitarlo. ¿Acaso hay algo,
algún invento de científicos que pueden evitar un tornado, un huracán o un
terremoto?

d. Es necesario luchar contra la contaminación sonora. Si no lo hacemos,


ciertas zonas de la ciudad van a volverse inhabitables.

e. Jugar al fútbol es un ejercicio grotesco y plebeyo (se suele elogiar a los


que lo practican con un repugnante: "ha sudado bien la camiseta"), pero al
menos resulta en bastantes casos disparatadamente rentable. Y, como
decía el doctor Johnson, "pocas actividades hay más plácidas y
recomendables para un hombre que dedicarse a ganar dinero".

Savater, Fernando;
“Cada cuatro años llega mi calvario: el Mundial de fútbol”
en Clarín, 28 de mayo de 2006

90
La organización del discurso

La dispositio era, en la retórica, el capítulo destinado a enseñar como disponer u


organizar las distintas partes del discurso. De acuerdo con el modelo de la dispositio
clásica, la estructura del discurso argumentativo consta de cuatro partes principales,
gobernadas, a su vez, por dos objetivos básicos: emocionar y convencer. El siguiente
esquema grafica la organización general de estos componentes de acuerdo con el
modelo del discurso que se profería frente al tribunal:

DISPOSICIÓN

convencer

emocionar

EXORDIO NARRACIÓN CONFIRMACION EPILOGO


1 2 3 4

descripción proposición discusión

presentación hechos argumentación

seducción
del auditorio

El exordio, la apertura del discurso, comprende dos momentos: la llamada


"captatio benevolentiae" (captación de la benevolencia o intento de seducción del
auditorio, cuya finalidad era predisponer favorablemente a los destinatarios del
discurso) y la presentación del plan de la argumentación (es decir, el anuncio de las
partes del discurso).
La narración, el segundo momento de la argumentación, consistía en el relato de
los hechos involucrados en la causa. No se trata estrictamente de una narración en el
sentido "novelesco" sino de la presentación de pruebas. Su función es preparar el
terreno de la argumentación.
A la narración de los hechos, sigue la confirmación o exposición de los
argumentos: es aquí donde se presentan las pruebas elaboradas en el curso de la
inventio. La confirmatio comprende tres elementos: la proposición, una definición
concentrada de la causa, del problema a discutir; la argumentación, la exposición de
los argumentos, que carecía de una estructura fija aunque en general respondía al
principio que recomendaba comenzar por la presentación de pruebas fuertes, continuar
por las más débiles y finalmente concluir con las más contundentes; la discusión,
especie de diálogo en el que el orador se enfrentaba con el adversario.
El epílogo, la clausura del discurso, presentaba por lo general un resumen de la
causa expuesta y apelaba a los sentimientos del auditorio.
Es esencial insistir en el hecho de que este orden codificado por la retórica no es ni
universal ni necesario. Ya Aristóteles había observado que no hay más que dos partes
indispensables en el discurso argumentativo: la enunciación de la tesis que se ha de
defender y los medios para probarla. Sin embargo, el orden de presentación de los
argumentos es fundamental para construir las condiciones de recepción más

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favorables para la aceptación de la tesis. En todos los casos, la organización de un
discurso argumentativo debe tener en cuenta la situación en que se desarrolla: el
destinatario al que se dirige, el objeto del discurso, la posición del enunciador, deben
ser considerados en el momento de la elección y presentación de los argumentos.

La “puesta en palabras”

Una vez encontrados los argumentos y organizados en las distintas partes del discurso,
queda la tarea de "ponerles palabras", función que correspondía, en la retórica clásica,
a la elocutio. Este es, quizás, el terreno de mayor controversia en los estudios del
discurso argumentativo. Su evolución a lo largo de los siglos ha sido bastante azarosa
y su expansión alcanzó un grado tal que condujo finalmente a su identificación lisa y
llana con el conjunto de los estudios retóricos, reducidos a la mera catalogación de
"figuras". Aquí nos limitaremos a presentar una serie -incompleta y arbitraria- de
procedimientos de gran productividad en el discurso argumentativo:

Figuras de la aserción

Preterición
Es la figura por la cual se atrae la atención sobre un objeto, simulando que no se le
otorga mayor importancia:

"Vamos a pasar por alto dos o tres contradicciones en las que incurre M.
cuando afirma que..."

Amplificación, acumulación
Se puede reforzar la aserción de una tesis por el simple hecho de repetir los datos por
amplificación o acumulación:

"La falta de solidaridad, el individualismo, el culto del yo, el ombliguismo, son el


signo de la época."

Pregunta retórica
El carácter dialógico de la interrogación retórica, que obliga al destinatario a asumir la
respuesta implícita en la pregunta formulada por el orador, opera como un notable
enfatizador de la aserción:

"¿Existe acaso algo más irritante que esta manía de los nacionalistas de
atribuirse el monopolio del patriotismo?

Hipérbole
La hipérbole funciona sobre la exageración, ya sea por exceso "más astuto que Ulises"
o por defecto "más lento que una tortuga".

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Contraste y paradoja

Oxymoron
El oxymoron es un procedimiento que se funda en la conjunción de opuestos:
"proletario mundano", "audaz conformismo", "pasión deliberada" .

Paradoja
La paradoja no es, en rigor, una figura: es una proposición que contradice una opinión
general. A nivel superficial, el pensamiento paradójico se manifiesta a través de un
contraste cuya finalidad es producir un escándalo lógico:

"Algunos creen gozar mejor de la libertad solamente cuando atacan la


libertad de los demás."

Empleo argumentativo de la metáfora

La metáfora funciona argumentativamente como una analogía condensada. A partir de


la forma A es a B como C es a D, la metáfora tomará una de las formas «A de D», «C
de B», «A es C». A partir de la analogía "la vejez es a la vida lo que la noche es al día",
se derivarán las metáforas "la vejez del día", "la noche de la vida" o "la vejez es una
noche".

La metáfora puede contribuir, por ejemplo, a justificar una opinión:

"George W. Bush es un bloque de granito. Es imposible razonar con un bloque


de granito."

La remotivación metafórica a menudo amplía una imagen banal con connotaciones


desvalorizantes: si en el discurso cristiano el pueblo de fieles es designado como el
"rebaño", un polemista podrá hablar de sus "balidos". Se produce así un efecto de
subversión dialógica: la imagen prestigiosa tomada del adversario es degradada por el
polemista que la reemplaza por un elemento análogo de carácter irrisorio.
Al margen del análisis de la metáfora en su papel argumentativo, hay que señalar
que la elección de un campo metáforico a menudo puede funcionar como un indicio
ideológico. Por ejemplo, las metáforas de origen biológico-médico son características
del discurso de derecha, en el que son habituales imágenes como éstas: "la corrupción
del idioma", "las mentalidades intoxicadas por el psicoanálisis", "la democracia
podrida", "la amputación del miembro enfermo (=el opositor)", etc.

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1. Leer el texto que sigue para resolver las consignas que se proponen a
continuación:

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a. Describir la situación argumentativa que diseña este texto. Indicar cuál es
el problema argumentativo, cuál es la finalidad que persigue y qué
posiciones sostienen el enunciador y su adversario.

b. Analizar la dispositio, es decir, la organización de las partes del discurso.

c. Subrayar los fragmentos que se atribuyen a la palabra de H.G. Wells.


¿Qué función cumple su introducción en el texto de Gelman?

d. ¿Qué tipo de argumento predomina en este texto?

Escritura
Escribir un texto que sostenga la tesis: “Wells no era fascista”. Emplear
como argumentos las mismas citas de Wells que aparecen en el artículo
de Gelman.

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