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Trabajo práctico nº.

2: “El «caso premonitorio» La hostería del sur” [respuestas a),


b) y variante].

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<<La hostería del sur: la ley 50.000>>. El general Malaparte resulta


imputado en 1984, por haber cometido graves violaciones a los
derechos humanos durante los años de la dictadura militar. Entre otros
hechos, sería responsable, concretamente, de diversos homicidios
calificados, torturas, violaciones, secuestros y robos, ocurridos entre
abril de 1976 y mayo de 1977. El mismo día en que había prestado
<<declaración indagatoria>>, el 15/8/1984, logra huir del instituto
donde se hallaba detenido durante el trámite de la causa penal y se
refugia en una localidad montañosa del sur argentino. Allí vive
pacíficamente con su familia en una modesta cabaña, ocupándose del
cuidado y atención de una hostería. Al día siguiente de su fuga, se
había librado <<orden de captura>> contra él, mas no había sido
hallado.
“Ha cambiado su aspecto exterior y no es fácilmente reconocible. Su
mujer y su único hijo ayudan en la atención de la hostería, por la que
el grupo familiar recibe una retribución suficiente para el sustento.
Malaparte destina buena parte de sus ingresos a emitir giros anónimos
en favor de instituciones defensoras de derechos humanos, como
modo de reparar la carga que siente por aquellos hechos horrorosos.
Al poco tiempo, su hijo se suicida. Ninguno de sus colegas militares,
ni sus amigos civiles, saben acerca de su paradero actual; sólo su
esposa. Su búsqueda resulta infructuosa. En la causa penal que se
seguía contra él no se ha realizado ningún trámite desde la orden de
captura.
“Tras las elecciones de 1999, ganadas por la coalición denominada
<<Frente Grande>>, el poder ejecutivo manda un proyecto al
Congreso Nacional, aprobado como ley nº 50.000, con apretada
mayoría, que establece la imprescriptibilidad de las acciones
emergentes de los crímenes de guerra y de lesa humanidad, califica
especialmente de crímenes de lesa humanidad a los cometidos durante
la dictadura militar con la finalidad alegada de combatir facciones
subversivas, y declara insanablemente nulas las leyes de punto final y
obediencia debida sancionadas durante el gobierno del ex – presidente
Alfonsín y los decretos de indulto dictados por el ex – presidente
Menem; también anula los autos de sobreseimiento o sentencias
absolutorias que se hubieran fundado en aquellas leyes. Ambos ex –
presidentes, en una declaración conjunta suscripta en Olivos, apoyada
en su reconocida solvencia jurídica, manifiestan que la ley 50.000
afecta derechos adquiridos a la impunidad, ora por vía de aquellas
leyes, ora por vía de los decretos de indulto para quienes no habían
sido beneficiados por aquéllas. La opinión pública está muy dividida.
“Entretanto, el 1 de enero del año 2000, Malaparte, profundamente
apesadumbrado por su pasado, se presenta ante el juez de instrucción a
cargo del juzgado en que había tramitado antiguamente su causa —la
cual, en razón de su rebeldía, había quedado traspapelada en algún
archivo— y solicita que continúe su procedimiento. Malaparte tiene
ya 82 años. El defensor oficial, Juan de Estacalle, plantea la
inconstitucionalidad de la ley 50.000 y solicita el sobreseimiento en
virtud de la ley de punto final y, subsidiariamente, por la de
obediencia debida; en un plano aún más subsidiario, por prescripción
de la acción penal.
“Como ejercitación, se pregunta:
“a) ¿tiene razón el defensor oficial?
“b) ¿cómo resolvería Ud. la petición?
“Variante: A las circunstancias del caso-base, agregue ahora la
existencia de un sobreseimiento anterior en virtud de la llamada ley de
“Obediencia debida”

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