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Las células vivas como transductores de energía

Los organismos vivientes y sus células constitutivas no son máquinas térmicas, sino
transductores que convierten la energía química de los alimentos -energía capturada
finalmente de la luz solar por las plantas verdes- energía eléctrica, mecánica, osmótica u otras
formas de trabajo útil.

Cada célula viviente posee una serie eficiente y compleja de recursos para transformar
energía. La energía radiante de la luz solar es la principal fuente de energía para todas las
formas de vida de nuestro planeta. La principal transformación de energía que se produce en
la Tierra la realizan las plantas verdes. Estas transforman la energía radiante de la luz solar en
energía química, que se almacena como la energía de los enlaces de los átomos de las
moléculas como la glucosa. Esta primera etapa de la transformación de la energía, fotosíntesis,
es realizada por el pigmento clorofila, que permite a las células de las plantas verdes
transformar energía radiante en energía química. Esta última energía se usa para sintetizar
carbohidratos y otras moléculas partiendo de dióxido de carbono y agua.

La segunda etapa
importante en la
corriente de energía
en este planeta
ocurre en cada
célula, vegetal y
animal, en que se
produce respiración.
En este proceso, la
energía química de
carbohidratos y
otras moléculas es
transformada en una
clase biológicamente
útil de energía
cuando estas
moléculas de
alimentos sufren
oxidación. Las
células metabolizan
alimentos como
glucosa por una serie de reacciones enzimáticas, y la energía presente en los enlaces químicos
de los alimentos se transforma y conserva como energía de trifosfato de adenosina, ATP.

En la tercera etapa de transformación de la energía, la energía química recuperada de los


alimentos en forma de ATP es usada por las células para producir una variedad de clases de
trabajo. La ATP es la fuente de energía usada por las células para transmitir impulsos
nerviosos, causar contracción, efectuar la síntesis de complejas macromoléculas desde las más
sencillas y pequeñas, y realizar toda la multitud de funciones vitales. Al efectuarse estas
funciones biológicas, la energía fluye finalmente al medio ambiente y se disipa como calor.

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