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Fútbol femenino

Las Pibas darán batalla para organizar el fútbol femenino "de manera horizontal,
democrática y sorora (hermanada, solidaria)", según el comunicado. Argentina es uno de los
países pioneros en el movimiento internacional contra la violencia y los crímenes machistas,
campaña que localmente se llama “Ni una menos”.
"Pero profesionalización no es solo firmar un contrato. Se busca también la creación de un
protocolo de prevención contra el abuso y el acoso sexual, la inclusión del fútbol femenino
en la currícula escolar, subvenciones para las deportistas embarazadas y ayuda para los
gastos de guardería", señalaron las organizadoras.
Lo que ocurrió en septiembre de este año en el fútbol femenino dejará una huella en la
historia de nuestro país. La inauguración del primer torneo de la era profesional marcará un
antes y un después en el mundo de la pelota y, también, en los 126 años de vida que tiene
la Asociación del Fútbol Argentino.
Con el fenómeno que se ha generado alrededor del fútbol femenino y el crecimiento que ha
registrado la disciplina – no solo en la Argentina, sino en todo el mundo-, son cada vez más
los espacios que se abren con el objetivo de ofrecer un lugar para desplegar esas ganas de
jugar y de formarse en un deporte que siempre pareció estar reservado solo para los
varones. Fueron ellos los que lo practicaron, los que lo disfrutaron, los que lo vivieron. Hoy
esa exclusividad se está quebrando.
En la escuelita “Las Fulbitas” son testigos de cómo las barreras comienzan a caerse y que,
producto de eso, son cada vez más las nenas que deciden jugar al fútbol (y que son
apoyadas y acompañadas en sus deseos por sus familias). Este espacio, que da clases
gratuitas a nenas de entre cuatro y 15 años los sábados por la mañana en la plaza
Giordano Bruno de Caballito, comenzó con 15 alumnas y hoy tiene alrededor de 100.
Hoy en día, gracias al movimiento feminista y de las futbolistas, está mucho más aceptado
que las nenas y las mujeres jueguen a la pelota. Igual sigue habiendo mucha desigualdad:
“nosotras empezamos a jugar ya de grandes y
tenemos una desventaja histórica. También en la ocupación de espacios: en algunas
canchas nos ha pasado que prioricen que jueguen los varones. Todavía hay muchos
hombres que piensan que el fútbol no es para sus hijas. No es una
batalla completamente ganada, pero hemos ganado mucho terreno a través de la lucha”
declaró Carolina Lebermann, una de las entrenadoras.
“Creo que el cambio se viene dando hace
dos o tres años, aunque ahora mucho más.
Lo bueno de todo esto es que ahora las
mamás se animan a traer a las nenas de 4
años en adelante. Yo tengo 43 años, y en
mi época el prejuicio estaba, te daba
vergüenza decir que jugabas o veías
partidos. A mí me dejaban jugar en la
plaza, pero no tenía oportunidad de hacerlo
en otro lado, en el colegio nosotras
jugábamos al handball y los varones al
fútbol, ni siquiera era una opción. Hoy
tenemos casi cien alumnas en la academia
y alcancé mi sueño, lo que yo no pude ellas
lo hacen”.
Ahora ellas ya no se conforman con ser
sólo profesionales sino que avanzaron en
otros terrenos: se convirtieron en
entrenadoras, relatoras, jefas de hinchadas,
testeadoras de camisetas y hasta lograron
incluir el lenguaje inclusivo en los
comunicados oficiales. Los clubes de
primera división, en un mundo machista
como pocos, están revolucionados con los
cambios.
Contó que existe un cancionero feminista,
que se hizo escuchar en la última marcha

Dejaron de lado los cantos que insultaban y


eran discriminatorios y pudieron movilizar

del 8M, donde futbolistas de todos los


equipos, grandes y chicos, unieron sus
camisetas e incluso jugaron un partido en la
9 de julio. Durante la movilización,
cantaron: “Y dale alegría, alegría a mi
corazón, una cancha disidente es mi
obsesión, que entren todos los cuerpos,
gritemos gol, un caño al patriarcado y la
opresión. Ya vas a ver, el fútbol va a ser de
todes o no va ser, y sí chabón, llevamos en
los botines... revolución”.

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