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Juan Bautista Yofre

Los secretos diplomáticos sobre el


gobierno de Salvador Allende
Cronología documentada de una tragedia
Yofre, Juan Bautista
Los secretos diplomáticos sobre el gobierno de Salvador
Allende : cronología documentada de una tragedia / Juan
Bautista Yofre. - 1ª ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires
: Vi-Da Tec, 2023
Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online


ISBN 978-987-799-376-9

1. Golpes de Estado. I. Título.


CDD 321.09

© Juan Bautista Yofre, 2023


© Leamos, 2023
Conversión a formato digital: Numerikes
Acerca de Los secretos diplomáticos sobre el
gobierno de Salvador Allende

Cuando se cumplen 50 años del histórico golpe militar en Chile, aquel 11 de


septiembre de 1973, este libro revela documentos y conversaciones claves
para entender un período fundamental de la historia del país vecino, desde
el proceso que llevó a Salvador Allende a la presidencia, al frente de la
Unidad Popular, en aquel intento por socializar a un país dividido, hasta el
sangriento derrocamiento de su gobierno por parte de Augusto Pinochet.
En Los secretos diplomáticos de Salvador Allende. Cronología
documentada de una tragedia, su autor, Juan Bautista “Tata” Yofre, reúne
evidencias escritas y opiniones de diplomáticos extranjeros que fueron
testigos directos de esta experiencia política. Eran relatores que debían
transmitir todo aquello que “vivían, observaban y escuchaban de los actores
chilenos de la época”. En el mundo de la diplomacia argentina, que Yofre
conoce en primera persona, la obligación de estos testigos privilegiados era
transmitir a su gobierno qué sucedía y qué podía pasar con ese país, unido a
la Argentina por 5.300 kilómetros de frontera común. Buena parte de esos
documentos están reflejados en este libro.
En plena “Guerra Fría” y cuando la experiencia de la Revolución Cubana
tenía influencia en muchos movimientos políticos de América Latina, nada
de lo que ocurrió fue espontáneo ni aislado. Yofre da cuenta de cómo, según
un memorándum, el entonces jefe de la CIA sostuvo en 1970 que “el
Presidente Nixon decidió que el régimen de Allende en Chile no es
aceptable para Estados Unidos”. O cómo los informes que recibía el
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile eran copiados por un espía o
“topo” para ser enviados al adversario o enemigo.
Todo esto en un período clave de la Argentina, con una dictadura y el
posterior retorno definitivo de Juan Domingo Perón al país apenas tres
meses antes del golpe de Estado en Chile y de la muerte de Allende. El
libro termina con la posición del presidente Perón frente al golpe en el país
vecino y el envío de un delegado ante la Junta Militar que presidía
Pinochet.
Quién es Juan Bautista Yofre

Juan Bautista “Tata” Yofre es un periodista y escritor argentino. En la


función pública se desempeñó como Secretario de Inteligencia del Estado,
durante 1989 y 1990, embajador en Panamá y Portugal, y asesor
presidencial durante el gobierno de Carlos Menem.
Comenzó en el periodismo en 1972, en Radio Municipal. También
trabajó en Los Principios (Córdoba), La Opinión, Clarín, Ámbito
Financiero y -desde 2019 hasta la fecha- en Infobae. También escribió para
las revistas Carta Política y Somos.
Es autor de 14 libros publicados entre 2006 y 2022, entre los que se
encuentran Misión Argentina en Chile, Fuimos todos, Nadie fue, Volver a
matar, El escarmiento, 1982, La trama de Madrid, Fue Cuba, Puerta de
Hierro, 1976, la conspiración, Entre Hitler y Perón, Dios y la Patria se lo
demanden y La trampa.
Índice

Cubierta
Portada
Créditos
Acerca de Los secretos diplomáticos sobre el gobierno de Salvador
Allende
Quién es Juan Bautista Yofre
Prólogo
Capítulo 1. El embajador argentino Javier Gallac, un personaje clave
El primer síntoma
Esperando el “golpe”
Capítulo 2. La contienda electoral chilena en 1970
Los candidatos
La campaña llega a su fin
Dolores de cabeza y aspirinas
Allende habla como Presidente electo
El rechazo de Lanusse
Capítulo 3. Asegurar la victoria
Los consejos de Fidel
El encuentro con Eduardo Frei
El asesinato del general René Schneider
Capítulo 4. Allende en La Moneda
La fiesta
Una radiografía del momento
La victoria de Carlos Altamirano
El Presidente en Vicuña Mackenna
“Mascando el freno”
Resignación y pesimismo
Capítulo 5. Lanusse asume la presidencia en la Argentina
Una suerte de Vietnam silencioso
“Sílbenlo a Lenin, no a mí”
Crímenes y persecuciones
Coincidencias por el Beagle
Malos augurios
La carpeta “Base” de Lanusse
Capítulo 6. La Embajada Argentina, observadora imparcial
Fisuras en la Democracia Cristiana
Una pregunta recurrente: ¿quién manda en Chile?
La molestia alemana y otro Informe preocupante
Las tertulias chilenas
La mirada negativa del Embajador argentino
Cita en Antofagasta
Los temas escondidos
La (inusitada) mediación argentina entre Washington y Santiago de
Chile
Labbé y el misterioso general Carlos Prats
La mirada del Águila
La sabia administración del silencio
La prolongada visita de Fidel Castro
Capítulo 7. El Chile de los opuestos
Una “derrota transitoria” del gobierno
“Chile está sin un dólar”
La vejación militar a Allende durante la despedida al coronel Labbé
La “pruebita”
El malestar creciente
El Ministro Vuskovic
Contactos en Mendoza
Allende denuncia otra conspiración
El Partido Izquierda Radical se retira del gobierno y de la Unidad
Popular
La lucha por la Universidad de Chile
Una mediación imposible. Expresión de deseos
Capítulo 8. Los desafíos de Allende
Los beneficios de la política de Lanusse y las críticas demócratas a
Nixon
Un “presente griego” para Salvador Allende
La fuga del penal de Rawson
La tensión con Chile y la “picardía” de Gallac
Las vacilaciones de Allende y los hechos de Trelew
El frente interno chileno y Gallac en la mira
La hora de la terapia
Capítulo 9. Un golpe en marcha y los militares en el Gabinete
Radiografía diplomática
Las preocupaciones de Silva Henríquez y la visita de Allende a
Moscú
Relaciones con la Argentina y negociaciones en Washington
Más vehículos argentinos para Chile, un buen negocio para muchos
“Ya tenemos un plan”
Capítulo 10. Hacia las elecciones de marzo
Las presiones militares en el gabinete
La última contienda electoral de la década
Los resultados del 4 de marzo y la equivocación de la Cancillería
argentina
Los porcentajes electorales del Memo “Secreto” Nº 53
El diálogo final en Washington
Críticas del MIR a Allende y la ruptura del diálogo con los Estados
Unidos
La resurrección de Thieme en Mendoza y los viajes de Prats
“La última semana de felicidad de Allende en la tierra”
“Se acabó la joda”
La primavera de Cámpora
El “tancazo” fracasado
Los informes de Kissinger
Las repercusiones en Brasil de la asonada fracasada
Derrumbando muros
Las premoniciones del “delirante” y el papel de las mujeres de los
militares
Agosto, el mes clave
Chile, otra vez sin ruedas
Los interrogantes de la Embajada
Los infaltables cubanos
La violencia en Chile es un lugar común
La Embajada sin brújula
La Armada
Reacciones de rechazo ante el nuevo gabinete
El universo de un Almirante
Capítulo 11. El martes 11 de septiembre
Gabastou informa: un plan largamente elaborado
El golpe en la soledad
La CIA relata el golpe, el Ejército Argentino lo analiza. ¿Qué hizo
Moscú?
Las relaciones de Moscú con Allende
Perón mira a su país y a Chile
La decisión de Perón
El asesinato de José Ignacio Rucci
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PRÓLOGO

Hoy, como hace cincuenta años, volvemos a fijar nuestra atención en el


Chile del martes 11 de septiembre de 1973. Lo hacemos con el mismo afán
de otros años y con igual interés: esclarecer sobre lo que ocurrió en Chile y
el intento de la Unidad Popular por socializar “con vino y empanadas” a
una sociedad que, en su mayoría, no se inclinaba por la propuesta.
Como verán los lectores, en el recorrido de este libro digital no hay
“pareceres”, sólo entran evidencias escritas y opiniones que reflejan el
tiempo que se vivió. Fue la época.
A diferencia de otros textos, el contenido de este libro refleja a
diplomáticos extranjeros que vivieron la experiencia socialista. No estaban
comprometidos con el gobierno de la Unidad Popular. Eran simples
relatores de lo que vivían, observaban y escuchaban de los actores chilenos
de la época. Digamos que su única obligación era transmitir a su gobierno
qué sucedía y qué podía pasar con el país con el que se mantienen 5.300
kilómetros de frontera común.
Salvador Allende

Los que se pronuncian son los actores de esa circunstancia histórica y así
están reflejados en cada uno de los informes. No hay ninguna posibilidad de
alterar los textos escritos hace medio siglo; sí se pueden interpretar las
circunstancias vividas con la perspectiva del paso de los años. El libro no
constituye un ensayo. Es una cronología documental de un proceso que sólo
podía terminar como terminó. Mal. En plena Guerra Fría, rodeada por
gobiernos castrenses de origen anticonstitucional, la “Suiza de Sudamérica”
fue conmovida por la tempestad de las consecuencias que generó.
El 16 de septiembre de 1970, según un Memorándum sobre el “Proyecto
Fulbelt”, durante una cumbre de Helms con los principales funcionarios de
la CIA, el jefe de la inteligencia sostuvo que “el Presidente Nixon decidió
que el régimen de Allende en Chile no es aceptable para Estados Unidos”.
Había que evitar a toda costa el efecto contagio, lo mismo que pensaron e
hicieron los soviéticos en tantas oportunidades: Polonia, Hungría, Berlín,
Checoslovaquia, etc.
“La verdad es hija del tiempo” dirán algunos y luego de medio siglo
puede afirmarse que hay ciertos contenidos de esta obra que ya nadie puede
negar, más aún cuando los observadores relataban sus experiencias para un
gobierno que había tirado abajo sus “fronteras ideológicas” para acercarse a
La Moneda. Estoy hablando del gobierno argentino de facto del teniente
general Alejandro Agustín Lanusse. Luego vinieron Héctor J. Cámpora, y
Raúl Lastiri y Juan Domingo Perón.
Hay varios personajes centrales en este relato. Eduardo Frei Montalva fue
uno de ellos. El mismo que dijo luego del derrocamiento de Salvador
Allende: “Cuando un gobierno actúa como lo hizo Allende, el derecho al
levantamiento se convierte en un deber”1. En otra ocasión se preguntaría:
“¿Por qué lo ocurrido en Chile ha producido un impacto tan
desproporcionado a la importancia del país, su población, ubicación y
fuerza? ¿Por qué la reacción de la Unión Soviética ha sido de tal manera
violenta y extremada? ¿Por qué el comunismo mundial ha lanzado esta
campaña para juzgar lo ocurrido en Chile y para atacar a la Democracia
Cristiana? La razón es muy clara. Su caída ha significado un golpe para el
comunismo en el mundo. La combinación de Cuba con Chile, con sus 4.500
kilómetros de costa en el Pacífico y con su influencia intelectual y política
en América Latina era un paso decisivo en el control de este hemisferio. Por
eso su reacción ha sido tan violenta y desproporcionada”.2
Como ocurrió - y había sucedido en varios países latinoamericanos- una
parte importante de la sociedad abrió las puertas de la cristalería a los
elefantes. Los que abrieron las puertas, los dirigentes civiles, imaginaban
que los militares, en un corto lapso, pondrían orden con estudiado rigor y
luego les devolverían el poder constitucional para encarrilar la vida política,
económica y social. Pero los paquidermos no pueden entrar en la cristalería
sin romper sus escaparates. Lo hicieron con inusitada violencia y a los que
imaginaron que era por un corto lapso de tiempo les respondieron que “no
había plazos sino objetivos”. Y en Chile se quedaron diecisiete años. No
olvidemos que en Cuba el castrismo gobierna desde 1959.
El primer desencuentro entre la Junta Militar y la Democracia Cristiana
llegaría a los pocos días del golpe cuando el nuevo gobierno, a través del
Comandante de la Fuerza Aérea, afirmó su voluntad de crear una nueva
Constitución “ágil y moderna”. “No le reconozco a la Junta la autoridad
suficiente para imponer a Chile una constitución política”, respondió
Patricio Aylwin.3
En ese clima de “Guerra Fría” nada de lo que ocurrió fue espontáneo,
todo lo contrario, constituyó el resultado final de un largo proceso de
penetración del Pacto de Varsovia y sus organismos en Chile. Lo observé
reiteradas veces durante mis investigaciones para el libro Fue Cuba4. Aquí
un simple ejemplo: durante mucho tiempo la inteligencia checoslovaca
cumplió las tareas de la inteligencia castrista tras la ruptura de relaciones
diplomáticas con los países de América Latina e informaba al “Centro” de
Praga y desde allí a Moscú (el KGB), La Habana y varios países del bloque
soviético. Los informes que recibía el Ministerio de Relaciones Exteriores
de Chile eran copiados por un espía chileno y tranquilamente saboreados
por sus demandantes. Por ejemplo, todo lo importante que informaba el
embajador Máximo Pacheco desde Moscú era enviado al “adversario” o el
“enemigo” que pretendía posesionarse de Chile. Esto es tan solo una
muestra de lo que copiaba el “topo” en el MRE chileno. Hay mucho más.
Este libro digital no intenta ser una reedición de Misión Argentina en
Chile, que escribí en 1999. He tomado algunos pasajes y ampliado con
informaciones que surgieron con el estudio de otros temas, otras
situaciones. Como verán, termina con la posición del presidente Perón y el
envío solidario de un delegado ante la Junta Militar que presidía el general
Augusto Pinochet.

1 Ex presidente constitucional Eduardo Frei Montalva al diario madrileño ABC, el 10 de octubre


de 1973.
2 Frei al italiano Mariano Rumor, presidente de la Internacional Demócrata Cristiana.
3 La Opinión, Buenos Aires, del 23 de setiembre de 1973, página 2.
4 “Fue Cuba”, Juan B. Yofre, Editorial Sudamericana, Buenos Aires 2014.
CAPÍTULO 1
El embajador argentino Javier Gallac, un
personaje clave

Javier Teodoro Gallac Saravia llegó a Santiago de Chile desde Buenos


Aires el 30 de diciembre de 1969. La solicitud para su placet como
embajador ante el gobierno de Eduardo Frei Montalva había partido del
Palacio San Martín5 el 10 de noviembre de aquel año. Veinticuatro horas
más tarde, el pedido era aprobado. Un cable del encargado de negocios,
Calixto De la Torre, al Palacio San Martín informaba que el Subsecretario
de Relaciones Exteriores de Chile, Patricio Silva, le había manifestado que
“el gobierno de Chile ve con mucho agrado la designación del embajador
Gallac por tratarse de un funcionario de carrera y relevantes antecedentes”.6
El 25 de julio de 1958, el Senado le dio acuerdo como embajador. En
posesión de su nuevo rango y ya como Director del Departamento América
del Norte, acompañó e, 18 de enero de 1959 al presidente constitucional
Arturo Frondizi en su viaje a Estados Unidos. En marzo, partía como
embajador a Japón, pero en 1960 fue destinado a Dinamarca, y cuatro años
más tarde a Bulgaria. A fines de los sesenta, mientras los cambios políticos
se sucedían en la Argentina, Gallac estaba como embajador en la
Confederación Helvética a la espera de tiempos mejores. Éstos llegaron en
1969, cuando el presidente Onganía, que transcurría los últimos siete meses
de su mandato, lo hizo llamar para designarlo en Chile.
Javier Teodoro Gallac

En su Diario íntimo -en parte manuscrito y en parte a máquina- Gallac


anotará: “Luego de más de tres años en Suiza, llegó mi traslado a la
Embajada en Santiago de Chile. La noticia no me sorprendió, pero el
destino si. En realidad, mi nombre había salido publicado hasta en algunos
diarios de Río de Janeiro, como candidato a ocupar la Embajada que dejaba
vacante el gran internacionalista y ex canciller doctor Mario Amadeo. Más
hechos que estaban, y siguen estando, fuera de mi alcance, hicieron que mi
destino fuese Chile. El actual Embajador en Santiago (Manuel Malbrán)
recordará, seguramente, cuando me habló por teléfono a Berna y me la
ofreció en nombre del Presidente (Juan Carlos) Onganía. El propósito del
Canciller Juan B. Martín, ex Embajador en Japón, anteriormente Ministro
de Comercio, Embajador en el GATT, etc., era que deseaba tener en algunos
puntos neurálgicos, un Embajador de carrera, un profesional”.
Javier Teodoro Gallac no era amigo de improvisaciones. Se instaló en
Buenos Aires durante casi un mes, tal como lo había solicitado desde
Berna, para “empaparse” de la información necesaria sobre Chile.7 Era su
gran desafío. La Argentina tiene alrededor de catorce vitales
representaciones en el exterior y Chile era y es una de ellas, como solía
repetir hasta el cansancio el ex canciller Carlos Manuel Muñiz8, guía de
muchos diplomáticos argentinos.
Aquellos eran años en los que había con Chile serios y numerosos
problemas limítrofes pendientes. Baste recordar el del Canal de Beagle en
1969, cuya resolución debería esperar tres lustros, con un amago de guerra
entremedio, en 1978, planificada por los jefes militares argentinos (que
tuvieron como mudo testigo del dislate a la gran mayoría de la sociedad) y
que sólo pudo evitarse gracias a la Mediación del Papa Juan Pablo II.
“La cuestión del Beagle” no sería para Gallac el único problema urgente.
Uno de los temas que más desvelaba al régimen militar de Juan Carlos
Onganía era la seria posibilidad de un triunfo de la izquierda en las
elecciones presidenciales del 4 de setiembre de 1970. Desvelo más que
comprensible si se tiene en cuenta la visión política de los gobernantes de la
época y el hecho de que la Argentina comparte con Chile una frontera de
tan difícil control por sus 5.300 kilómetros de largo. El mismo Onganía, por
ese entonces Presidente de facto de la Argentina, había sido el inspirador de
la política de “fronteras ideológicas” según lo expuesto unos años antes, en
la Academia Militar de West Point, en Estados Unidos.
Hacia finales de 1969, Chile era un verdadero islote democrático,
rodeado de regímenes inconstitucionales en Argentina, Bolivia y Perú. Más
allá de sus fronteras, Brasil, Paraguay, Panamá, Guatemala, Honduras y El
Salvador se encontraban en idéntica situación. Ni hablar de la “perla del
Caribe”, Cuba, en donde, desde 1959, regía un gobierno marxista - leninista
encabezado por Fidel Castro, isla convertida en un “santuario” para todos
los movimientos guerrilleros que asolaban el continente latinoamericano.9

Presidente norteamericano, Richard Nixon

El 20 de enero de 1969, el presidente Richard Nixon iniciaba su mandato.


El enfrentamiento Este - Oeste se profundizaba en Vietnam donde los
norteamericanos llegarían a arrojar más bombas que durante toda la
Segunda Guerra Mundial, con la pérdida adicional de alrededor de sesenta
mil soldados propios durante tamaña escalada militar. Un año antes, el 20
de agosto de 1968, casi 200.000 soldados del Pacto de Varsovia (URSS,
Polonia, Bulgaria, Alemania Oriental y Hungría), con la ayuda de más de
4.500 tanques, invadieron Checoslovaquia y ahogaron en sangre “la
Primavera de Praga”.
El 22 de enero de 1969, la Casa Blanca dejó trascender que Nixon había
mantenido una reunión “sin precedentes” con el Secretario General de la
Organización de Estados Americanos (OEA), el ecuatoriano Galo Plaza. El
encuentro se realizó en el Salón Oval durante 45 minutos y del mismo
participaron el Secretario de Estado, William Rogers; el asistente
presidencial, Henry Kissinger y su asesor para asuntos regionales, Viron
Vacky. En la ocasión, Nixon expuso las principales inquietudes que le
provocaban las repúblicas que se extendían al Sur del Río Grande. En Perú,
el régimen militar, al tiempo que expropiaba la empresa petrolera
norteamericana “International Petroleum Company”, se deslizaba hacia
“una nueva relación con la Unión Soviética”. En Panamá, “el puente de las
Américas”, un país estratégico para los Estados Unidos por la ubicación del
canal interoceánico, los partidarios del derrocado Arnulfo Arias luchaban
como guerrilleros en las montañas. Por último, lo intranquilizaba “la
creciente represión política en Brasil” que creaba “una situación
potencialmente explosiva”10. Y ni hablar de las guerrillas que operaban en
el continente con la coordinación y abastecimiento del Partido Comunista
de Cuba.
Para analizar estas y otras situaciones de carácter económico, el nuevo
presidente tomó la decisión de que el gobernador del Estado de Nueva
York, Nelson Rockefeller, viajara en las siguientes semanas a América
Latina. Eran tiempos de agitación juvenil. El año anterior, “el Mayo
francés” había acabado con el fundador de la V República y héroe de la
Segunda Guerra Mundial, general Charles De Gaulle, quien poco tiempo
más tarde abandonaría el Palacio del Elíseo para recluirse en Colombey les
Deux Eglises.
El general Onganía no era De Gaulle ni mucho menos, pero su pétrea
figura quedo resquebrajada por otra rebelión juvenil que comenzó el 6
mayo de 1969 en un comedor estudiantil de Corrientes y se extendió, como
una mancha de petróleo, a Córdoba dando origen al “cordobazo”. Luego le
llegaría el turno a las provincias de Santa Fe y Mendoza. La protesta,
calificada por el gobierno como “plan subversivo organizado”, le costó el
cargo a los dos miembros más relevantes del gabinete: al ministro de
Economía, Adalbert Krieger Vasena, padre de la estabilidad de los sesenta,
y al canciller y ex embajador en Chile, Nicanor Costa Méndez, nuevamente
canciller del general Leopoldo Fortunato Galtieri durante la guerra de las
Malvinas, en 1982. Meses más tarde, en junio de 1970, sería el mismo Juan
Carlos Onganía el que se vería obligado a dejar la Casa Rosada en medio de
la soledad más absoluta.
El incierto panorama que enfrentaba Gallac lo obligó a revisar y estudiar
todas las carpetas que se refirieran a Chile. Una de ellas trataba justamente
sobre el “Esquema para la definición de una estrategia en América Latina”.
Había sido redactada por el periodista y escritor Mariano Grondona quien,
designado por Costa Méndez, se desempeñó hasta mayo de 1969 como
titular de la Dirección General de Planeamiento de la Cancillería argentina.
En su trabajo, Grondona afirmaba respecto a Chile que “el objetivo a largo
plazo es lograr que la clase dirigente chilena adopte una actitud racional
respecto de sus relaciones con la Argentina que haga posible una alianza
estable. Para ello -continuaba- no bastarán gastos o concesiones
espectaculares. El cambio de mentalidad deberá ser una consecuencia del
cambio de la realidad” y agregaba que este último incluía “dos procesos
centrales, la integración física, demográfica y económica; y el desarme
político”.11
Gallac no entendió bien de qué “realidad” hablaba Grondona. “La clase
dirigente chilena anima una pretensión desproporcionada respecto de las
posibilidades de Chile. Esta excesiva ambición la lleva a chocar con la
Argentina”. El punto 7 del trabajo afirmaba que “la orientación futura de
Chile en materia ideológica no debe alterar necesariamente nuestros
objetivos políticos”. Sin embargo, a Gallac lo que le resultó más interesante
fue un párrafo que Grondona había tachado a lápiz, pero que alcanzaba a
leerse con facilidad: “Un Chile hacia la izquierda, con la consiguiente
pérdida de eficacia económica, de identidad nacional y de amigos en
América, ofrecería ventajas apreciables a la estrategia argentina de
aproximación al lado de desventajas obvias que no deben llevarnos a
‘ideologizar’ nuestra relación y a perder, así, la perspectiva de nuestra
propia política exterior”.
El texto eliminado se daba de bruces con la política inaugurada por
Onganía en 1966 y Mariano Grondona no lo ignoraba. Pero en esa idea
brevemente expresada está el origen del anuncio, tiempo más tarde, del fin
de las barreras ideológicas que expresaron el ex presidente Alejandro
Agustín Lanusse y su canciller Luis María de Pablo Pardo.
Otras de las informaciones que atrajeron la atención de Gallac fueron las
enviadas por Manuel E. Malbrán, su antecesor en el cargo. Dirigente
conservador de vieja cepa, fogueado en las luchas contra el régimen de
Perón, lúcido y culto, tenía, además, la virtud de redactar personalmente sus
propios informes, una cualidad poco frecuente entre los embajadores de la
época. La lectura de una Nota “Secreta” escrita unos meses antes,
convenció a Gallac de recorrer los despachos de la cancillería exigiendo a
sus colegas ser el único y necesario canal de diálogo, por la parte argentina,
con el gobierno chileno.

Eduardo Frei con Radomiro Tomic


El primer síntoma

Habían transcurrido ya cinco años de la “revolución en libertad” que


prometió Eduardo Frei Montalva al iniciar su período presidencial. “¿Quién
será Presidente en Chile?” Se preguntaba The Economist para América
Latina12. “Alessandri está en plena campaña electoral; su estrategia es la del
silencio y la renuencia fingida. No sólo para sostener la imagen de
personaje austero, muy por encima de la demagogia, sino porque también le
conviene a un hombre de 73 años ahorrar esfuerzos”. Si triunfara, advertía
la revista británica, “se prevé un gobierno degaullista, por ‘referéndum’
dominado por la personalidad del presidente”. El corresponsal consideraba
también la candidatura de Radomiro Tomic, quien finalmente habría
decidido aceptar el nombramiento del Partido Demócrata Cristiano. “Ante
la imposibilidad de crear un frente popular de todos los partidos de
izquierda, Tomic ha tenido que conformarse con el apoyo firme de sólo el
PDC y la esperanza de cosechar otros votos de la izquierda en el transcurso
de la campaña”. La vista de Gallac se concentró en un párrafo singular del
mismo artículo: “De la derecha es prácticamente imposible que obtenga uno
solo, como lo hiciera Frei en su tiempo, pues Tomic, si bien no es de los
más izquierdistas del PDC, aboga por una política económica más
nacionalista y más supeditada a la intervención estatal que la de Frei, y al
hablar de la participación obrera en la propiedad industrial y de la sociedad
‘comunitaria’ habrá asustado a muchos hombres de negocios.”
El artículo en cuestión aludía luego a la “fragmentación” de la izquierda
chilena, en la que figuraban Salvador Allende, por los socialistas; Jacques
Chonchol por el MAPU; Alberto Baltra, por el Partido Radical -ahora
mucho más a la izquierda que antes-; y finalmente un candidato a
nombrarse por los comunistas.
Por esos mismos días, en una conferencia en la Cámara de Comercio
chileno - estadounidense de Santiago, el ministro Valdés advirtió que “la
inversión en Chile de capitales extranjeros se aceptará bajo ciertas
condiciones; deberá complementar los esfuerzos nacionales, subordinarse a
las decisiones chilenas en cuanto a las actividades a desarrollar, y los
inversionistas extranjeros deben en general asociarse con capital chileno,
público o privado, que preferentemente será mayoritario”.13 Según el
mismo artículo, el canciller había afirmado que “la inversión extranjera no
es buena de por sí, sino que debe cumplir ciertas condiciones para
beneficiar al país receptor”.
Luego de tres años de gestión, la misión de Manuel E. Malbrán llegaba a
su fin. Un informe de algunas de sus conversaciones finales en Santiago
reposan en el Palacio San Martín.14 En ellas trata la posibilidad “de un
eventual golpe de fuerza en Chile, susceptible de alterar el orden
institucional”.
Realiza una visita protocolar al decano del cuerpo diplomático acreditado
ante La Moneda, el Nuncio Apostólico Monseñor Carlo Martini, “un
hombre de aproximadamente 55 años de edad, de clara y vivaz inteligencia,
con experiencia en el campo diplomático” (había sido Nuncio en Asunción
del Paraguay). Para Malbrán la posición de Martini era “decididamente
adversa a los movimientos llamados ‘progresistas’ de cierto sector del clero,
a los que considera contaminados por el comunismo. Ello le ha valido
enfrentamientos públicos”.
“La circunstancia expuesta, unida a la inclinación del Cardenal
Arzobispo de Santiago, Monseñor Silva Henríquez, hacia tales tendencias,
ha impreso cierta frialdad en las relaciones del Nuncio con la Iglesia local,
dando lugar al rumor de un probable alejamiento de Chile del actual
embajador vaticano. En ocasión de un documento dado, no hace mucho
tiempo atrás, por unos trescientos sacerdotes chilenos objetando el presunto
lujo de la nueva mansión adquirida para la sede de la nunciatura, lo cual
molestó en alto grado a Monseñor Martini, el Cardenal Silva Henríquez
mantuvo una actitud insólitamente neutral, absteniéndose de toda expresión
de desagravio y simpatía para con la Nunciatura. Esto último me fue
personalmente confiado por Monseñor Martini.”
El prelado confió también al representante argentino “espontáneamente”,
subraya Malbrán, “la eventualidad de una acción, por parte de las Fuerzas
Armadas chilenas, para alterar el orden institucional”. Martini no descartaba
que esto ocurriera en un relativo breve plazo. “Me dijo haber conversado
con altos Jefes de la Marina y del Ejército, en quienes había percibido una
gran preocupación por la creciente corriente izquierdizante subversiva que
avanza en este país, y la posibilidad de que esa tendencia llegara al Poder en
la próxima renovación presidencial”.
Reproduciendo Malbrán las palabras del Nuncio, “también existiría en el
ámbito castrense una precisa y acelerada formación y preparación de la
oficialidad chilena sobre materias de naturaleza política, económica, social,
etc., bastante ajenas a la tradición formativa de las Fuerzas Armadas
locales, caracterizadas por un estricto espíritu profesional”. Para el
representante del Papa Pablo VI, “las Fuerzas Armadas no permitirán que la
Izquierda extrema asuma el Poder, aún por la vía electoral”. Quizá
previendo el futuro, Martini opinaba “que la unión de las fuerzas de
izquierda se produciría en el momento oportuno, y restó fuerza de
convicción a otro razonamiento común en Chile, a saber, el del sentido
moderado medio de la opinión pública de este país y el de los sectores
independientes.
Con buenas razones y demostraciones de experiencia político-social
contemporánea, Monseñor Martini afirmó que la izquierda raramente perdía
votos, por el contrario, los acrecentaba cada vez más. Para él, pues, esto
constituye un dato que no hay por qué apartar de la próxima perspectiva
electoral chilena”.

Esperando el “golpe”

Una versión que corría en los ambientes políticos de Santiago durante el


comienzo de la primavera del 69, fue otro de los temas del encuentro en la
sede de la nunciatura: “el interlocutor fue escéptico respecto a que el
candidato presidencial del partido oficial -Radomiro Tomic- llegue en tal
carácter al final del periodo electoral. Aceptó (el tiempo verbal podría
implicar que Martini asintió lo que Malbrán expuso) que Gabriel Valdés
puede ser un probable reemplazante con mayores posibilidades que las de
Juan de Dios Carmona (ex Ministro de Defensa y actual Senador por
Tarapacá y Antofagasta) y algo menores que las de Bernardo Leighton
(hombre de larga carrera política y ex Ministro del Interior del actual
Gobierno)”.
Al día siguiente el embajador argentino dialogó a solas, durante una
recepción oficial, con su colega brasileño Antonio de Cámara Canto15.
Malbrán aprovechó para preguntarle qué grado de veracidad asignaba al
rumor del posible golpe militar y el brasileño le contestó que “dentro de
ciertas reservas mentales lo creía factible”. Cámara Canto había deducido
esto no tanto de sus conversaciones con jefes militares chilenos, sino de una
particularmente, la mantenida con el Director General de Carabineros,
general Huerta. “Ambos coincidimos en que éste era una personalidad
fuerte, que no silenciaba su indignación por los movimientos de tendencia
subversiva y su voluntad de aniquilarlos”.
En la misma recepción, Malbrán se encontró con los hermanos Agustín y
Germán Picó, el primero Director del diario La Tercera y el segundo ex
Ministro de Hacienda del Presidente Alessandri y Presidente de la
Federación Nacional de Prensa. “Ambos periodistas también asintieron
sobre el fundamento de los rumores en circulación y estuvieron acordes en
que el giro que iba tomando el estado político en Chile era sumamente
peligroso, lo cual las Fuerzas Armadas no podían dejar de percibir”. Pese a
los antecedentes expuestos (que incluyeron, además, una conversación
telefónica mantenida con el general Alfredo Mahn Mackenthum, jefe de la
Guarnición Santiago), Malbrán admitía lúcidamente no estar “muy
convencido” de un golpe militar que pudiera interrumpir el proceso
electoral: “Pienso que Chile en definitiva zafará de su atolladero por la vía
institucional, aun cuando no descarto se produzcan choques de alguna
violencia”.

Con fecha 1 de octubre, Malbrán emitió una de sus últimas notas


secretas, 16 en la que detallaba su conversación con un conocido de los
argentinos, el ex canciller y dos veces embajador en Buenos Aires17,
Conrado Ríos Gallardo. El lugar del encuentro fue la residencia del
embajador del Perú, Arturo García, en ocasión de una comida de despedida
que se le ofrecía al matrimonio Malbrán. A pesar de las desmentidas
oficiales, Ríos Gallardo admitió como “muy probable” la posibilidad de un
golpe de Estado para impedir el proceso eleccionario, “tanto más después
de consagrada la candidatura del señor Jacques Chonchol, presunto
unificador de las fracciones de izquierda avanzada, quien ha dado a conocer
un programa de Gobierno de neto corte marxista y llamando al proletariado
a ocupar el poder”. Aquí Malbrán volvía a afirmar que continuaba “siendo
escéptico” respecto de un golpe militar que impidiera el proceso electoral
“sin dejar de registrar con atención los estados de opinión”.
Los hechos le dieron la razón. El “tacnazo”, protagonizado por el general
Roberto Viaux Marambio, no condujo a un golpe de Estado pero sí fue un
indicador del profundo malestar que reinaba en las Fuerzas Armadas por su
deteriorada situación económica en materia salarial y la escasa reposición
de equipos. Manuel Malbrán ya no estaba en Chile para informar sobre el
conato “gorila”, según funcionarios del gobierno de Frei y “fascista” de
acuerdo a la izquierda.18 Semanas más tarde, el encargado de negocios
argentino, Calixto de la Torre, formuló una larga y minuciosa descripción
de los acontecimientos cuyos párrafos más trascendentes están contenidos
bajo el capítulo “Significado”19, en el que detalla que ya en abril de 1968
“hizo crisis el malestar de las Fuerzas Armadas” por las razones arriba
mencionadas. “Ello produjo la renuncia del Ministro de Defensa señor Juan
de Dios Carmona y el pase a retiro del Comandante en Jefe del Ejército,
general Luis Miqueles Caridi”.
“El general Viaux con sus actitudes ha dado un paso que otros oficiales
de su jerarquía pudieron dar. Quizá el ascendiente del general Viaux haya
contribuido a colocarlo en la ineludible posición de hacerlo y es por eso que
cursa una nota al Presidente de la República, cuya evidente respuesta fue su
pase a retiro e inmediato relevo de su comando en Antofagasta seguidos de
los episodios de Tacna”.
De la Torre opinaba que “la mayoría de los cuadros adhirió pasivamente
con el general Viaux, pero no podría decirse lo mismo si su objetivo hubiera
sido el remplazo del gobierno (...) El general Viaux no pretendió destituir al
Presidente pero quebró el principio de autoridad al exigirle separar de sus
funciones al Ministro de Defensa y al Comandante en Jefe del Ejército.
Puede decirse que concluyó la tradición de Fuerzas Armadas de total
subordinación que enorgullecía por igual a todos los chilenos”.
La asonada, como en el año anterior, arrastró al Ministro de Defensa (en
su lugar fue designado Sergio Ossa Pretot) y al Comandante en Jefe del
Ejército, general Sergio Castillo Aranguiz, que fue reemplazado por el
general de brigada René Schneider Chereau. Como jefes del Estado Mayor
de la Defensa Nacional y Jefe del Estado Mayor del Ejército, asumieron los
generales de brigada Carlos Prats González y Pablo Schaffhausen Acuña y
fueron pasados a retiro todos los generales de división y algunos de brigada.
El general rebelde, en tanto, se mantenía detenido en el Hospital Militar y
era visitado diariamente por periodistas, oficiales y suboficiales “que en su
mayoría concurren vistiendo uniforme”.
Del mismo Parte Informativo se pueden extraer dos consecuencias. La
primera se concretó a las horas de sofocado el incidente militar después que
el Poder Ejecutivo enviara al Congreso un proyecto de ley que otorgaba
facultades especiales al presidente Frei “para disponer los ajustes de sueldos
del personal militar y civil” de las Fuerzas Armadas. La segunda, tenía un
claro significado político e institucional para Calixto de la Torre, porque
“los oficiales y jefes de menor rango toman conciencia de haberse
convertido en un factor de poder y de que las circunstancias y los hechos
contingentes pueden conducirlos a actitudes extrañas a su función
específica”.
El embajador Javier Teodoro Gallac y su esposa Karen llegaron a
Santiago el 30 de diciembre de 1969. En Pudahuel, el aeropuerto de la
capital chilena, los esperaban funcionarios del ceremonial chileno (el
subdirector de Protocolo, Hernán Sánchez) y todo el personal jerárquico de
la Embajada y los representantes de las tres Fuerzas Armadas. Los treinta
minutos que median entre el aeropuerto y la embajada le parecieron a
Gallac una eternidad. Desde hacía años que aspiraba a vivir en la amplia
casa donada a la República Argentina durante la presidencia del general
Carlos Ibañez del Campo. La residencia de Vicuña Mackenna 45 es una de
las mejores que la Argentina posee en el exterior. Una suerte de “villa
italiana”, con planta baja y dos pisos, a la que el arquitecto Lavalle Cobo
(encargado del mantenimiento de los inmuebles en el exterior) le había
dedicado sus mejores esfuerzos.
El nuevo huésped de Vicuña Mackenna conocía Chile. En setiembre de
1936 había integrado una delegación de estudiantes argentinos que visitó el
país. Luego, auspiciado por el Instituto Argentino-Chileno, había fundado y
presidido cinco años la Sección de la Juventud. Dos años más tarde había
vuelto a Santiago becado por la Universidad de Buenos Aires “para seguir
cursos de carácter jurídico social y económico en la escuela de verano de la
Universidad de Chile”.
El Chile que había conocido en épocas de Arturo Alessandri resultó ser
muy diferente a éste de finales de 1969, gobernado por Eduardo Frei. Al día
siguiente de su llegada, los referentes más destacados de los partidos que
conformarían la Unidad Popular se reunieron para determinar quién sería el
candidato presidencial para las elecciones de setiembre de 1970. Se
barajaban cinco nombres: Rafael Tarud, fundador de la Alianza Popular
Independiente (API); el poeta Pablo Neruda, impulsado por el Partido
Comunista (PC); Alberto Baltra Cortés, por el Partido Radical; los
socialistas insistían con Salvador Allende Gossens, y el Movimiento de
Acción Popular Unitaria (MAPU) levantaba la candidatura de Jacques
Chonchol.
Después de horas de interminables negociaciones, tres postulantes
retiraron sus candidaturas. Tarud lo hizo una vez que logró concesiones
económicas y cuotas de participación para sus escasos seguidores en el
futuro gobierno. “Su partido es él y cuatro o cinco personas más”, le
comentaría Allende a su secretario Osvaldo Puccio (Un cuarto de siglo con
Allende, Osvaldo Puccio, Editorial Emisión, Chile). Respecto de Salvador
Allende, Pablo Neruda diría: “Conocía al candidato. Lo había acompañado
tres veces anteriores, echando versos y discursos por todo el brusco e
interminable territorio de Chile. Tres veces consecutivas, cada seis años,
había sido aspirante presidencial mi porfiadísimo compañero. Esta sería la
cuarta y la vencida”.
El 6 de enero de 1970, el nuevo embajador argentino presentó sus cartas
credenciales a Eduardo Frei Montalva en el “Salón Rojo” de La Moneda, el
palacio presidencial. El canciller Gabriel Valdés, vestido con un traje
oscuro, fue testigo del encuentro. Fecha poco usual para ceremonias
oficiales por ser el día de Reyes Magos. Luego, el nuevo embajador
argentino desplegaba una agitada agenda: visitas de cortesía, a veces
somnolientas, a sus colegas del cuerpo diplomático y a los medios de
comunicación. A mediados de mes era recibido por los directores de La
Segunda y Las Últimas Noticias (Nicolás Velasco y Mario Carneyro). En El
Mercurio se encontró con René Silva Espejo y el mismo martes 20 de enero
visitó el diario comunista El Siglo; al Ministro del Interior, Patricio Rojas y
al Director de Carabineros, Vicente Huerta Celis. Al día siguiente estuvo
con Jorge Casi, director de La Prensa; Agustín Picó Cañas de La Tercera, y
también apareció en Crónica y Clarín.

Gabriel Valdés escucha al presidente Frei

En uno de sus primeros informes, el embajador cuenta que el canciller


Valdés los invitó a almorzar a su casa junto con dos parejas chilenas.
Siguiendo su costumbre, el ministro chileno se las ingenió para conversar
“a solas” con el representante argentino y durante “casi dos horas”
repasaron las últimas novedades de la relación bilateral. En esta ocasión
Valdés le expresó que la reciente visita del Presidente Onganía había
reafirmado entre los chilenos “la impresión favorable, luego del discurso
del año pasado en el Sur, en el sentido de que ven en él a un Presidente
amigo de Chile.”.
También “dejó entrever que había ahora más facilidad para entenderse
que en la época inmediatamente anterior” (¿acaso una velada crítica al
canciller Costa Méndez y al embajador Manuel Malbrán?). Según consta en
otra de sus notas, Valdés no paraba de hablar y “manifestó el deseo de que
no se dejara enfriar el clima de comprensión y cordialidad actual,
admitiendo, de paso, que cada vez que se vislumbraba un posible arreglo
(sobre la cuestión del Beagle) y nada se concretaba, las relaciones
empeoraban”.
La carrera presidencial ya estaba largada y la Democracia Cristina no
llevaba las de ganar. Su gobierno necesitaba producir un hecho que
conmoviera a la opinión pública y oxigenara a su candidato Radomiro
Tomic, frente a la izquierda de Allende (a cuyo electorado apuntaba) y la
derecha de Jorge Alessandri.
El 23 de febrero por la noche, Gallac recibió un llamado del canciller
chileno preguntándole si tenía algún compromiso porque estaba interesado
en ir a visitarlo para conversar. El diálogo se prolongó por hora y media
según relató el dueño de casa. Bastaba conocer al interlocutor y al frente
interno que predominaba en la Argentina para imaginar que el tema central
del encuentro lo dejaría más que sorprendido, pasmado: “La cuestión
cubana”.
“El señor Valdés historió lo tratado y resuelto en las reuniones de la OEA
sobre Cuba, subrayando que el señor Alessandri, presidente en 1964, se
había opuesto públicamente a la ruptura, a la que llegó sólo aceptando la
mayoría de votos de las demás repúblicas americanas”. El visitante le dijo,
además, que “nadie podía pretender que las actitudes políticas fueran
eternas, su país pensaba si no había llegado el momento de considerar una
rectificación de la medida adoptada”. A continuación formuló un ligero
análisis de las actitudes que podrían adoptar las naciones latinoamericanas
“frente a una eventual reanudación de relaciones comerciales”. “Está
excluido, puntualizó, todo retorno de Cuba a la OEA, ya que no era el caso
de propiciar el reingreso cubano a tal organismo.”
Al hacer un somero inventario de posiciones, Valdés sostuvo que “a los
Estados Unidos les era indiferente”. Una vez más asomaba la escasa
perspicacia del jefe de la diplomacia chilena, porque finalmente se estaba
refiriendo a los Estados Unidos de Richard Nixon. El chileno también
sostuvo respecto de Argentina que el “Presidente (Onganía) bien asentado,
con prestigio, y con los problemas económicos internos virtualmente
resueltos, podía hacer el gesto que permitiese una válvula de escape a las
presiones que en orden social se vislumbraban para un cercano futuro”.
El análisis de Valdés fue errado: Este encuentro se realizó en febrero de
1970, el 29 de mayo, tres meses más tarde, la incipiente guerrilla
Montoneros secuestraba al ex presidente, general Pedro Eugenio Aramburu,
y el 27 del mismo mes Onganía había disertado ante los altos mandos del
Ejército sobre el presente y futuro de la “Revolución Argentina”. Una
exposición que, en palabras del entonces jefe del Ejército, Alejandro
Agustín Lanusse, “fue lisa y llanamente una catástrofe nacional”.
A partir de entonces, los días de Onganía estuvieron contados. Respecto
del ánimo con que acogería Chile una eventual reanudación de relaciones
comerciales con el régimen de Fidel Castro, el canciller Valdés sostuvo que
El Mercurio se opondría “pues responde a los intereses de la familia
Edwards, que tienen su negocio con el azúcar de remolacha que importan
de Francia y que se verían afectados por la concurrencia del azúcar cubano
a menor precio. Pero que habría que leer los apellidos de los que ahora se
iban a beneficiar con la exportación de los productos agrícolas que acaba de
anunciarse -y mencionó a varios conocidos nombres de las viejas familias
chilenas- para comprender cuántos eran los intereses que se beneficiarían”.
“Me limité a escuchar al Canciller formulando algunos comentarios
aislados”, fue todo lo que agregó Gallac.
Refiriéndose a la campaña electoral, Valdés expresó que “si bien
Alessandri había comenzado con gran empuje, el hecho de la prematura
iniciación de la campaña se estaba ya haciendo sentir...; del candidato de su
partido, Tomic, manifestó que estaba en lento pero sostenido progreso”. A
Salvador Allende, le adjudicó un 35 ó 36 % del electorado. En síntesis,
opinó en el sentido de un virtual empate, con porcentajes entre 30% y el
40% para cada uno de los candidatos.
El diplomático argentino escuchaba a todos y luego informaba. Era su
obligación. Durante una cena ofrecida al Comandante en jefe del Ejército,
general René Schneider Chereau, se aludió a la reciente aparición de
Alessandri en un programa político emitido por Canal 7. Schneider fue
categórico en algunas de sus opiniones. Afirmó que “todos habían podido
ver lo viejo que está el señor Alessandri, y si no había observado el temblor
de sus manos”. A renglón seguido señaló “que había producido mala
impresión el hecho de que sólo aceptase un reportaje ya preparado, es decir,
con previo conocimiento de las preguntas que se le iban a formular. Para
Schneider, el candidato del Partido Nacional ya “estaba gagá y sin la
capacidad necesaria” como para polemizar con Tomic y Allende, “ambos
brillantes polemistas”.
En otro almuerzo que Valdés les ofreciera a Gallac y al contralmirante
Carlos Álvarez20 y que contó con la presencia del almirante Fernando Porta
Angulo, jefe de la Armada, el canciller “demostró su optimismo que antes
no tenía, en el sentido de que el candidato de su partido -Tomic- terminaría
por ganar la elección”. (Nota Secreta N° 109, del 15 de abril de 1970).
Con el senador Julio Durán, radical y ex candidato a la Presidencia de la
República en 1964, Gallac mantenía una antigua relación desde su época
universitaria. Respecto a la coyuntura política chilena y, sobre todo,
referente a las próximas elecciones presidenciales, el parlamentario le
comentó en forma risueña: “No soy alessandrista, pues este caballero no se
portó bien conmigo, pero como hombre de orden sostengo su candidatura
por considerar que es el único que puede evitar peligrosos desbordes”.
(Nota “Secreta” No 165, del 4 de junio de 1970).
Este político radical expresó además que había mantenido un encuentro
con Frei de más de una hora “lo que es cierto pues la prensa de hoy informa
de ello”, confirmaba el embajador argentino, para reclamar iguales derechos
de acceso a los medios de comunicación para su candidato. Esta
conversación versó posteriormente sobre la imagen negativa ofrecida por
Alessandri en su última aparición por el Canal 7, y que se debía -según
Gallac- a los malos enfoques que lo hicieron aparecer más avejentado (con
temblor en las manos). También hace mención de “la poco feliz”
intervención “al no aceptar los textos de las respuestas que le habían sido
preparadas”. Durán estuvo de acuerdo asimismo con las interpretaciones
que circulaban “pues no podía negarse que Alessandri es un hombre muy
poco dúctil, caprichoso, acostumbrado a mandar sin consultar, y por lo tanto
nada permeable a sugerencias y consejos de sus allegados”.

Según el relato de Durán, durante “el cambio de opiniones que mantuvo


con el presidente Frei sobre la campaña política” le habría manifestado “que
el señor Alessandri será el ganador; que el señor Tomic, candidato de su
propio partido -la Democracia Cristiana- “era un perturbado, un hombre
vehemente, ilusionado en sus propias fantasías”. En el mismo encuentro
Frei se habría mostrado interesado “ante el repunte” de Allende y frente al
hecho de que el fenómeno obedecía “a nuevos recursos que se le aportaban
a su campaña”. “Para Durán - proseguía Gallac - y así me dijo que se lo
había expresado el Presidente, hay que agregar las remesas de los jesuitas
norteamericanos, interesados en dicha candidatura”.
Cuando se barajaron las posibilidades de los tres candidatos, Durán opinó
que “el único que tendría asegurada la elección dentro del Parlamento,
aunque fuera por un solo voto sobre el segundo, sería Allende, no así
Alessandri ni Tomic que requerirían una diferencia sustancial, al menos 200
mil votos para que el Congreso votase al primero”. En su opinión, “Frei, no
obstante su prestigio indiscutido, no tenía absoluto dominio sobre todos los
parlamentarios de su partido, y muchos de éstos, en la disyuntiva
Alessandri-Allende, votarían por éste último”.
El 18 de junio de 1970, Juan Carlos Onganía renunció como resultado de
las enormes discrepancias que tenía con la Junta Militar (integrada por el
general Lanusse, el almirante Pedro Gnavi y el brigadier Rey) respecto de
los tiempos para producir una salida democrática. Entre otras diferencias,
Onganía propiciaba no menos de diez años más de régimen castrense. En su
reemplazo fue designado como nuevo presidente de la República Argentina
el general Roberto Marcelo Levingston, quien hasta entonces se había
desempeñado como agregado militar en Washington y delegado ante la
Junta Interamericana de Defensa. El nuevo mandatario era tan desconocido
para la sociedad que la prensa se vio obligada a publicar una fotografía suya
junto a su curriculum.
Levingston designó Ministro de Relaciones Exteriores a Luis María de
Pablo Pardo, catedrático de Derecho Internacional Público. Hombre de
reconocida trayectoria en el nacionalismo, había sido nombrado consejero
Legal de la Cancillería, durante la presidencia de Frondizi (1958-1962).
Designado embajador en Santiago en 1960, su gestión finalizó
abruptamente después de ser lo acusado de participar en una conspiración
de la marina para derrocar al presidente Frondizi. Para De Pablo Pardo - y
no debe sorprender- Chile era uno de sus puntos de interés, tanto es así que
reforzó el área latinoamericana del Palacio San Martín.
Seis días, nada más, habían transcurrido desde que el nuevo canciller se
había sentado en el gran despacho con chimenea francesa que le
correspondía cuando recibió una nota de Gallac, quien en nueve carillas le
trazaba un completo análisis de la situación chilena. Allí, el embajador
informaba acerca de la paridad existente entre los tres candidatos
presidenciales, y de la actitud que podrían adoptar los partidos en el
Parlamento: “Dicen, por ejemplo, que ante la posible derrota de la
Democracia Cristiana, votarían por Allende antes que por Alessandri.
Creen, por cierto muy ingenuamente, que luego de la toma del Poder por la
Unidad Popular seguirá funcionando la democracia chilena, con pluralidad
de partidos, elecciones libres cada seis años, etc”.
“El embajador norteamericano, Edward J. Korry -informaba su colega
argentino- cree que la distribución actual de votantes no alcanza al 29%
para Tomic; acuerda un 33% a Allende y un 38-38 % al señor Alessandri.
Me decía ayer en el curso de nuestro almuerzo semanal, que las cifras son
apretadas, pero que Tomic será tercero (hay quienes asignan a los Estados
Unidos de América actitudes positivas de financiación a esta candidatura).
En consecuencia, agregó, luego del 4 de setiembre la gran figura del
escenario político chileno será el Presidente Frei”. (Nota “Secreta” No 194,
del 24 de junio de 1970. La teoría del “autogolpe” la toma Gallac de sus
fuentes y de dos confusas conversaciones con los ministros de Educación y
Hacienda, Máximo Pacheco y Andrés Zaldívar).
Edward Korry (derecha) cuando era embajador de John Kennedy

Siguiendo los lineamentos del pensamiento del embajador americano,


Gallac consignaba que Frei estaba convencido de “que la asunción al poder
por parte de Allende significará el fin de la democracia chilena” por lo que
no le quedaban dudas de que su elección será Alessandri. Por otra parte, con
posterioridad a éste, la consecuencia lógica será su reelección, imposible si
ganara Allende y muy poco probable si lo fuere Tomic (tercer período
demócrata- cristiano)”. “Me dice el embajador Korry – agregaba - que se ha
logrado, por la hábil línea del Kremlin, la reconciliación del castrismo con
los comunistas chilenos. Algunos de éstos se entrevistaron en Moscú con
Raúl Castro en ocasión de su último viaje, y se obtuvo que Cuba depusiera
su oposición a Allende, hasta tanto se vea el resultado de la próxima
elección”.
“Compelidos por la ley a elegir entre los dos más votados, los
legisladores de la agrupación que ocupe el último lugar en los cómputos -se
refería a la elección chilena- tienen un volumen decisivo si se vuelcan en
masa en favor del primero o del segundo. Ha sido hasta ahora parte de las
reglas del juego que el candidato que ocupe el primer puesto ‘aunque sea
por un voto’ sea ungido Presidente.” En otro párrafo sostiene que si el
ganador “fuese Allende, aún con muy pocos votos, no habrá otra alternativa
que reconocer su triunfo ante la amenaza de un desborde popular”.
En otra parte especulaba sobre la posición que tomarían las Fuerzas
Armadas en el caso de un triunfo de la Unidad Popular: “No he escuchado
hasta ahora una sola respuesta que permita asegurar una reacción tal que
impida el acceso al poder del ‘allendismo’ por la vía de las urnas o por la
decisión parlamentaria”. Gallac no vislumbraba una intervención castrense,
sí en cambio especulaba con una revolución, “por así decir, ‘ilustrada’; esto
es que llevase al poder -con sustento militar- un cuerpo de personalidades
civiles altamente capacitadas... Este juicio empieza ya a hacerse claro en la
mente de muchos chilenos, pues aun los mismos militares vacilan ante la
perspectiva de un procedimiento, pues saben, honestamente, que no tienen -
como en otros países- una preparación que les permita hacerse cargo del
gobierno”.
“Otra perspectiva –aclaró - es la que ofrece ‘el autogolpe’ bajo el
patrocinio del señor Frei. Según los que razonan en este sentido, el
Presidente no sólo permite sino que ocultamente alienta el desorden
imperante, que crece en todos los sectores... En fin, el señor Frei provocaría
su derrocamiento del poder, al que volvería por la vía electoral luego de un
interinato militar”. Finalizaba su comunicación citando dos versiones que
por esas horas recorrían las calles de Santiago. “La reaparición del rumor
sobre la presentación de la candidatura Viaux-Marambio que significaría
una apreciable disminución del caudal -ya menguado- del señor Alessandri;
y el retiro de las candidaturas de Tomic y Allende, con una síntesis que
lleve el nombre de Gabriel Valdés. La cantidad de versiones, la fantasía
lindante con el disparate, no conoce límites.”
5 “Palacio San Martín”, nombre con el que era conocida la sede de la Cancillería de la República
Argentina, en la calle Arenales 721, cercana a la Plaza del Libertador Don José de San Martín. Allí
trabajaron los cancilleres hasta entrados los años 80.
6 Cable “Secreto” Nº 805, del 11 de noviembre de 1969.
7 Ese es el término que utiliza en su cable de respuesta a la cancillería en el que se notifica de su
nuevo destino.
8 Ex canciller a principios de los sesenta y titular de embajadas estratégicas como Bolivia, Brasil,
Estados Unidos de Norteamérica y Naciones Unidas. Fundador del Consejo Argentino para las
Relaciones Internacionales (CARI).
9 Como simple ejemplo basta leer mi libro “Fue Cuba” (Editorial Sudamericana, Buenos Aires
2015). La intervención castrista en América Latina, está tratada con los archivos del Pacto de
Varsovia.
10 Clarín, Argentina, del 23 de enero de 1970, página 7.
11 Copia de la carpeta en el archivo del autor. Mariano Grondona, conocido periodista y ensayista
ha desarrollado su profesión en los principales medios escritos, radiales y televisivos de la Argentina
y América Latina. Abogado, es además profesor de Ciencia Política.
12 The Economist para América Latina, 3/16 setiembre de 1969, página 8.
13 Ibidem punto 5, página 40.
14 Nota “Secreta” Nº 440, del 24 de setiembre de 1969.
15 Antonio Cándido da Cámara Canto fue uno de los embajadores con mejores contactos civiles y
militares en el Chile de la época, incluido el período de Salvador Allende. Tanto es así que es
señalado como uno de los coordinadores del golpe de 1973. Tras su partida, durante el gobierno de
Augusto Pinochet, una calle de Santiago llevó su nombre.
16 Nota “Secreta” Nº 452, del 1 de octubre de 1969.
17 Conrado Ríos Gallardo, años más tarde, integró la delegación chilena a las exequias de Juan
Domingo Perón (1974).
18 Un cuarto de siglo con Allende, Osvaldo Puccio, página 185.
19 Parte Informativo “Secreto” Nº 210/69, del 23 de octubre de 1969.
20 El almirante Álvarez fue comandante en jefe de la Armada con el presidente Héctor Cámpora
(1973).
CAPÍTULO 2
La contienda electoral chilena en 1970

Los candidatos

El 29 de junio de 1970, el embajador Gallac visitó a Jorge Alessandri en su


despacho de la empresa “Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones”
(Nota Secreta” No 213, del 29 de junio de 1970). A diferencia de la vez
anterior en la que lo había notado muy deteriorado, Gallac quedó
sorprendido por la vitalidad que trasuntaba la figura del candidato
presidencial de centro derecha. Durante el encuentro, que se prolongó por
espacio de una hora, Alessandri le aclaró que su ingreso a la política como
candidato a diputado había sido “producto de una broma de varios amigos”.
El postulante analizó el momento con toda crudeza mientras bebía su
acostumbrada “Panimavida” (agua mineral). “El Paleta”, como lo llamaban
sus íntimos, criticó a la Democracia Cristiana “que en seis años de poder
‘ha destrozado al país’”, se refirió “al desgobierno en que vive el país por la
falta de autoridad”, y calificó a “la situación imperante en Chile” como algo
que no tenía paralelo en su historia, “por los desórdenes y la profunda crisis
espiritual y material: ‘Durante mi gobierno -dijo- jamás tuve necesidad de
aplicar el estado de sitio, ni siquiera la ley de emergencia, y mucho menos
tuve enfrentamientos de carácter militar’”.
Jorge Alessandri en plena campaña electoral

El ex presidente comparó los recursos de que había dispuesto el partido


gobernante en los últimos seis años, con los que tuvo él durante su mandato.
Explicó que mientras bajo su gobierno los impuestos sólo aumentaron en un
34%, Frei los había incrementado en un 134%. Alegó también que durante
su gestión el precio internacional del cobre había sido de 29 centavos de
dólar libre y actualmente se cotizaba en 70 centavos. “En consecuencia -
anotó Gallac -, el actual Gobierno ha gozado de la suma de 1.500 millones
de dólares más que la que tuvo él a su disposición”. Alessandri “calificó al
presidente Frei como un hombre inteligente y de buenas maneras, pero
superficial y ligero”. Como era de esperar, criticó “el desborde de la
Reforma Agraria y la consiguiente disminución de la producción del
campo”, y añadió que “la Reforma se aplicó con propósitos políticos,
persiguiendo a los opositores”.
Gallac dejó constancia además que “lo ocurrido el 21 de octubre pasado
–según opinión de Alessandri- al verse el presidente Frei obligado por la
concesión de una serie de aumentos a distintas ramas de la administración, a
proceder en forma similar con los militares, creó la conciencia de poder en
el seno de las Fuerzas Armadas, y por lo tanto pensaba que la democracia
chilena -y puso especial énfasis sobre el carácter reservado que daba a sus
palabras- podía desaparecer y ser suplantada por un gobierno militar”.
El candidato no ocultó la visión negativa que tenía de gran parte de la
clase política cuando “expresó la necesidad de proceder a una reforma
constitucional”. Un eufemismo que podía traducirse en “la supresión de la
facultad de iniciativa (en el Parlamento) de modo que los legisladores
votaran por la afirmativa o negativa, y nada más. Por otro lado, propiciaba
que todo legislador que tomase parte o se hiciese abanderado de intereses o
actividades sindicales y/o estudiantiles, fuese destituido del cargo mediante
una simple y directa acusación ante la Corte Suprema. Y refiriéndose a la
facultad de disolución del Congreso afirmó que ‘había que admitir que los
legisladores andaban derechitos ante una eventual disolución del Congreso’.
Finalmente remató su pensamiento explicando que “los países son como los
niños, cuando éstos saben que con el padre no se juega hay respeto y
orden”.

Salvador Allende, el candidato que triunfó en 1970

Salvador Allende, candidato de la Unidad Popular, concurrió a la


residencia de Vicuña Mackenna el 23 de julio al mediodía, acompañado por
dos personas de su íntima confianza. El embajador Ramón Huidobro (que
acabaría como embajador suyo en Buenos Aires), en ese momento jefe de
gabinete del canciller Valdés, amigo de la infancia del candidato y gestor
del almuerzo, y Pedro Vuskovic, decano de la facultad de Economía de la
Universidad Nacional de Chile y Director Económico de la CEPAL, a
quien, en determinado momento del encuentro, Allende señaló como su
futuro Ministro de Economía en caso de resultar electo. Junto al dueño de
casa se encontraban los representantes del área política, económica y
comercial de la embajada, Andrés Ceustermans y Gabriel Martínez, y el
agregado militar, coronel Rómulo Colombo.
“Desde ya puedo expresar -escribió Gallac- el doctor Allende produce
una grata impresión por su trato afable, sus buenas maneras, la sencillez con
que da a conocer sus opiniones, su prudencia no sólo para la emisión de
algunos juicios sino también para no monopolizar la conversación y
también, cabe agregar, por la rapidez de su pensamiento e inclusive su
sentido del humor. (“Nota Secreta” No 258, del 24 de julio de 1970).
Antes de sentarse a la mesa, “casi en frío” como aclaró Gallac, en un
aparte y delante del representante militar argentino, el invitado principal
refirió una charla que había mantenido en Concepción con estudiantes de
izquierda y militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR),
a los que aludió “en forma más bien displicente”. Los estudiantes le habían
preguntado sobre qué pensaba hacer con las Fuerzas Armadas. Allende
respondió que sus relaciones con el sector militar “eran excelentes”, y
agregó que “seguramente no era ésa la respuesta que los estudiantes
esperaban, pues sin duda habían imaginado que abogaría por una total
ruptura o supresión de esas fuerzas, lo que era un supuesto totalmente
falso”. Los concurrentes no dudaron: ese había sido un mensaje para el
coronel Colombo.
“En materia económica, el ministro Martínez le preguntó sobre el
propósito que se le atribuía de nacionalizar todas las empresas, y en lo
relativo al comercio exterior, en qué situación se encontrarían los
importadores y exportadores que comercian con la Argentina, agregando
que nuestro país había tenido una mala experiencia a través de un ente
oficial llamado IAPI (durante el peronismo). El doctor Allende, sonriendo,
cedió la palabra al técnico Vuskovic, quien dijo que en realidad se trataba
de estatización, la que llevaba como finalidad medir los abusos de las
grandes empresas y lograr así un mayor y más barato abastecimiento para
las necesidades del pueblo.”
Como conclusión del encuentro, Gallac le apuntó al jefe del Palacio San
Martín su impresión personal: “Es evidente, señor Ministro, que el doctor
Allende presentó una imagen agradable, inteligente, modesta y en ciertos
momentos risueña. Si esta es la verdadera expresión de su carácter, no
advierto en él la personalidad necesaria para dirigir con eficacia un
movimiento que aglutina distintos grupos que por el hecho de parecerse no
significa tengan iguales puntos de vista ni propósitos. Debo pensar, más
bien, que bajo esta bonhomía se oculta un personaje de otras condiciones
temperamentales y con intenciones que es lógico presumir en quien ha
tenido una larga militancia partidaria”.
El ciclo de encuentros con los candidatos presidenciales se cerró el 6 de
agosto con la presencia de Radomiro Tomic en la residencia argentina. El
postulante demócrata cristiano estuvo acompañado por su amigo Gustavo
Lagos Matus, Ministro de Justicia, ex presidente del INTAL, quien había
residido en la Argentina entre 1964 y 1968. A Gallac lo acompañaban en
esta oportunidad los ministros Ceustermans y Martínez y el agregado
Aeronáutico, comodoro Raúl Fraga.
A diferencia del encuentro con Allende, el invitado - observó Gallac - “se
retiró luego de dos horas y media de animada conversación, durante las que
tuvo casi permanentemente el uso de la palabra”. “La elección está ganada,
ya no me preocupa el resultado”, afirmó con notable convicción. “No
obstante - escribió Gallac - quedó en el ánimo y sentir general de los
miembros de esta Embajada la sensación de haber escuchado la expresión
confusa y sin solución de una serie de ideas y conceptos que lo convertirían,
en nuestra opinión, en una figura peligrosa para el futuro de las relaciones
con la Argentina”. “Se trata - insistió el embajador argentino -
evidentemente, de un hombre apasionado, vehemente, cuyos impulsos
pueden llevarlo a acciones imprevisibles. Nos dio la impresión que dice lo
que piensa pero que tiene mucho más que decir y quizá lo contrario, y en
cierto momento sus palabras trasuntaron un sordo y oculto resentimiento
hacia nuestro país”.

Allende y Tomic en un encuentro durante la campaña

En un momento del ágape, se entró de lleno en los problemas de límites


aún pendientes. “Comenzó diciendo Tomic: en esta cuestión de límites
existe siempre una gran sensibilidad y así, como consecuencia de la Guerra
del Pacífico -y de esto hace ya cien años-, se mantiene en Perú y Bolivia
una sensibilidad muy especial que nosotros los chilenos no podemos
comprender, porque consideramos esa historia ya terminada”. Luego
agregó: “Usted, señor Embajador, habla con mentalidad de país vencedor;
hemos tenido conflictos, aunque felizmente nunca hemos llegado a la
violencia, y al vencedor siempre le es más fácil olvidar lo ocurrido que al
vencido. En Chile usted va a encontrar mucha gente que piensa que hubo
cancilleres y embajadores que no hicieron valer los derechos del país, que
por eso perdimos la Patagonia”.
Gallac acusó la estocada y respondió que “la coincidencia en ésta y otras
materias era muy difícil de lograr, pues también del otro lado de los Andes
había argentinos que pensaban que habían tenido embajadores flojos y
cancilleres poco hábiles frente a una política activa, inteligente y coherente
por parte de Chile con relación a los problemas limítrofes”.
Respecto de los problemas internos de Chile, Tomic dijo que “ni el
capitalismo ni el neocapitalismo pueden solucionarlos; que propiciaba una
fórmula tendiente a lograr de parte de los trabajadores -en base a la creación
de un espíritu de solidaridad nacional- mayor trabajo y disciplina, lo que no
podía obtenerse cuando por la conjunción de esos dos factores lo único que
se lograba era el beneficio del empresario. Nadie podía hablar de
democracia representativa cuando el 30% de los niños, al llegar a la edad de
tres años, quedan en la condición de tarados por deficiencia de alimentación
y de medios, lo que no podía imputarse a esa edad y otros factores que se
achacan al pueblo chileno, como la holgazanería, la ebriedad, etc.” (“Nota
Secreta” No 266, del 6 de agosto de 1970).
Aquellos eran días de intensa actividad para la embajada argentina. Una
nota escrita días antes del encuentro con Radomiro Tomic resumía un
diálogo interesante para las autoridades del Palacio San Martín. El 28 de
julio el embajador argentino había mantenido una prolongada conversación
con el titular de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de
Diputados, el parlamentario de la Democracia Cristiana, Carlos Sivori
Alzerreca (diputado por cinco períodos consecutivos). Este comenzó por
señalarle, escribió Gallac, “su gran preocupación por el curso de los
acontecimientos políticos y la campaña electoral, dado que advertía ´una
gran confusión´. La opinión pública, agregó, está muy desorientada, y esto
es lo grave, pues puede irse a última hora para cualquier parte, tanto para
una amplia mayoría (300 mil votos) a favor de Alessandri, como para la
Unidad Popular y el doctor Allende. Sivori veía ganador a Alessandri por
cien mil votos, “pero no descarta a las fuerzas allendistas”.

Párrafo de la “Nota Secreta” No 256, del 29 de julio de 1970

De Tomic ni hablar: el diputado “sostuvo su desacuerdo con la forma en


que se ha dirigido y dirige la campaña demócrata cristiana, manifestando
que es equivocada por cuanto en este coqueteo con las izquierdas pierde
vigencia de su verdadero sentir, desorientando a quienes tienen verdaderas
creencias y apego a la vida tradicional chilena -libertad y democracia-. Me
dijo que un grupo grande de legisladores de su partido enviaría una nota a la
dirección, expresando su opinión para que los últimos treinta días la
propaganda partidaria sea dirigida contra Allende y se suspenda la
animosidad para con Alessandri”.21
Sivori refirió que el mismo 28 de julio (día anterior a la fecha del
informe) había estado conversando con Tomic y que “lo encontró eufórico,
seguro de la victoria. Con su tremenda energía y despliegue de inigualada
actividad (...) Tomic se siente ya en La Moneda”. El legislador profundizó
ante el embajador argentino sus críticas al candidato de su partido y aseguró
que “su error ha estado y sigue estando en la ingenuidad de creer que al no
criticar a la izquierda ésta será luego tolerante con él”. Ante una pregunta,
Sívori aclaró que “Tomic no era marxista ni simpatizaba con el comunismo,
pero que siempre ha sentido debilidad por la izquierda”. Tampoco quedaron
al margen las diferencias del candidato democristiano con su propio
presidente y puso como ejemplo el hecho de “propiciar la nacionalización
de las industrias del cobre, en oposición a la hasta ahora simple y respetada
“chilenización” del señor Frei”.
En cuanto a una posible reacción de las Fuerzas Armadas ante un triunfo
de Allende, Sivori no vaciló en responderme que habría intervención “pues
no podrían dejar el poder en manos de quienes luego les cortarían la
cabeza”. A esa altura de la conversación el legislador chileno aludió a la
“inquietud que debe tener Allende que debe saber que ustedes le harían la
vida imposible”, pues no cabe pensar que la Argentina vería con agrado esta
vecindad, que les obligaría a tener cien mil hombres, o más, en actividad
permanente para prevenir infiltraciones, etc.”
“Le respondí -relató el embajador- con la confianza que tenemos entre
nosotros, que indudablemente sería un motivo de gran preocupación frente
a la ineludible realidad que significa nuestra frontera común de más de
cinco mil kilómetros.” Sivori procedió luego a relatar un consejo que le
había transmitido personalmente al Presidente Frei: “nombrar de inmediato
un militar como Ministro del Interior, pues seguramente se producirían
desbordes populares. Para contenerlos (y para establecer un puente pienso
yo) había que reunir sin dilación a las Fuerzas Armadas e inclusive
renunciar. A esto se había negado el señor Frei, convencido en que tal
evento - el de la elección de Allende - no se produciría”. Razonó luego “que
a la Democracia Cristiana lo que le conviene es el triunfo del señor
Alessandri” y opinó finalmente refiriéndose a la nonata candidatura de
Gabriel Valdés: “lástima que no se jugara cuando se lo dijimos; él debió ser
nuestro candidato y no Tomic”.
En esas condiciones fue redactado, el 30 de julio de 1970, en una vieja
máquina de escribir, un ayuda memoria con información que venía de
Washington. El mismo contenía una larga conversación entre el embajador
argentino Pedro Real y un funcionario del Departamento de Estado, Irving
Tragen, donde además de cuestiones bilaterales, la situación en Chile
mereció un aparte. El punto 1 informaba que “el Señor Tragen, quien acaba
de regresar de Santiago, expresa que se tiene la impresión de que Tomic y
Allende unirían sus fuerzas contra Alessandri, en el caso de que éste
obtuviera una simple mayoría de votos. La actitud de aquellos dos
candidatos hace pensar que en las estimaciones actuales Alessandri contaría
con perspectivas más favorables”.
“Además, estima Tragen, para que Alessandri fuera elegido necesitaría
obtener una ventaja o diferencia de votos muy neta y definitiva. Cree que si
Frei fuera el candidato no habría dudas que sería el ganador pues goza de
una gran popularidad. En términos generales, dice, que los tres candidatos
mantienen una posición bastante pareja y que por ello es muy difícil hacer
un pronóstico.”
Al día siguiente - 31 de julio - Pedro “Peter” Real mantuvo otro
encuentro. Esta vez con John Hugh Crimmings, secretario asistente adjunto
para Asuntos Latinoamericanos (Su jefe era Charles Meyer, un ex ejecutivo
de las tiendas “Sears Roebuck” en América Latina, con 14 años de
residencia en Colombia). La conversación se centró en Chile y Crimmings
advirtió que “en las últimas cuatro semanas Alessandri ha recuperado
terreno, habiendo contribuido a ello la violencia que fuerzas extremistas han
desatado últimamente con propósitos electorales…”.
Agregó que en “una estimación aproximada podría considerarse que
Allende estaba en segundo lugar y Tomic tercero, pero que en todo caso la
distancia entre los tres era muy pequeña. Por ello estimaba como muy
probable que la elección del futuro Presidente sea decidida en el Congreso”.
El funcionario norteamericano aseguró que las Fuerzas Armadas chilenas
respetarían el resultado electoral. “Dijo que se tenía la impresión de que el
presidente Frei desea que su partido tome una actitud más firme contra
Allende, pero que Tomic por razones personales o ideológicas no quiere
atacar a Allende”. “Al surgir en el transcurso de la conversación la situación
que se crearía ante la existencia de un nuevo gobierno de ideología marxista
en América, manifestó que estimaba que toda reacción en el seno del
sistema interamericano había de verse condicionado por la política y los
actos concretos que dicho gobierno ejecutase.”
Los días finales de las campañas se acercaban. Estaba por comenzar en
Chile una época inédita en la que no serían ajenos ni los países limítrofes, ni
tampoco los de más allá.

La campaña llega a su fin

Bajo la atenta mirada de la prensa nacional e internacional, los partidos y


sus candidatos empeñaban sus últimos esfuerzos en la recta final de la
campaña electoral. Radomiro Tomic, el candidato oficial, formulaba sus
postreros enunciados en el Teatro Caupolicán y denominaba a su programa
“la revolución chilena, democrática y popular”, y después de semanas de
haber intentado poner distancia con Eduardo Frei, ahora remarcaba
enfáticamente su amistad personal con el Presidente a través de más de
cuarenta años (Parte Informativo N°304 del 17 de agosto de 1970). Tomic
fustigó vehementemente a aquellos que pretendían separar a Frei de su
partido y hacían aparecer a Alessandri como el continuador de su obra,
preparando así el terreno para una posible vuelta al poder de Eduardo Frei.
Una semana más tarde, la embajada evaluaba de lleno a “los tres
candidatos, sus personalidades y enfoques de sus respectivas campañas”.
Del pretendiente demócrata cristiano observaba que “sus desviaciones han
traído confusión en los seguidores de su partido y en ese amplio sector
independiente con que cuenta Chile. En los últimos tiempos, ha advertido el
peligro de su linde con la izquierda y ha querido mostrar una línea más
acorde con aquélla por la que tradicionalmente ha transitado la Democracia
Cristiana. De haber sido consecuente con la tesitura señalada en último
término, sus posibilidades de resultar electo habrían sido mayores…”. De
Jorge Alessandri (a quien se califica de Independiente) apuntaba que
“aparece como la figura señera a la que acompaña un sólido prestigio de
seriedad. De personalidad contrapuesta a la de Tomic, parece querer
transmitir el peso que le significa la carga de haber presentado su
candidatura y, su eventual derivado, la de Presidente de la Nación. Sus
intervenciones están centradas en destacar los improperios y denuestos de
que sus opositores lo han hecho víctima y su intención de terminar con la
politiquería y la demagogia”.
“Salvador Allende (Unidad Popular). Es natural que propugnando la
línea que propugna, deba forzosamente caer en una serie de promesas de
indudable impacto en el sector al cual van dirigidas, o sea, el más
necesitado, pero también -y esto lo favorece- menos preparado para el
juicio (...) lo más probable es que esa población necesitada no se detenga a
analizar las posibilidades que asisten a Allende, de dar cumplimiento a esa
parte de su programa.”
No faltaban tampoco, en los días finales de la contienda, campañas de
presión sobre el electorado. El folleto “La secuencia fatal”, enviado por
correo, hacía referencia a “una eventual intervención de países extranjeros
en territorio chileno -entre ellos la Argentina- en el caso de que el senador
Salvador Allende, candidato de la izquierda, acceda al poder”. Tuvo que
encargarse el propio candidato de la Unidad Popular de desmentir tal
documento, afirmando que “la Argentina era respetuosa de la integridad de
Chile”. (Parte Informativo Reservado N°318, del 25 de agosto de 1970).
El anónimo no tenía firma responsable. De todas maneras, las
conclusiones de la representación diplomática no dejaban de ser llamativas:
“La izquierda chilena, como sus similares de América Latina, es
sumamente sensible a cualquier presión o supuesta presión del sector
castrense. En este caso, no sólo demuestra la incomodidad ante la mención
de la palabra militar, sino que parecería que pretendiera desde ya transferir
la culpa de un supuesto golpe militar a ‘potencias extranjeras’ y
específicamente a la Argentina. Esto buscaría como efecto el despertar la
‘fibra nacional’ alegando una intromisión extranjera en la política interna, y
así obtener un apoyo general de la población del que en un período normal
carecería”.
“Por otra parte - observaba - estos hechos señalan la tónica que han de
tener las relaciones argentino-chilenas si el Senador Allende es elegido
Presidente. Es práctica común de los regímenes comunistas culpar a sus
adversarios o vecinos que no comparten su ideología de los males o
fracasos en el orden interno. Esta ‘técnica de transferencia’ es una de las
pautas que deben tenerse en cuenta en la diagramación de nuestra política
con Chile en el caso de que un régimen comunista se instale en este país”.
Si “la secuencia fatal” podía ser atribuida a la izquierda -según el análisis
del Ministro Andrés Ceustermans- “El archivo Kunakov”, publicado
durante tres días seguidos en El Mercurio, era obra de la derecha. A Oleg
Kunakov, un funcionario del Instituto Chileno–Soviético fallecido a
principios del 70, era a quien, según su ‘diario secreto’, se le adjudicaban
conexiones con oficiales de las Fuerzas Armadas. La Segunda, también
perteneciente a la empresa El Mercurio, se adelantaba con una “primicia”
informativa que consistía en la nómina completa de “las 167 firmas que
expropiará Allende”. A pesar de las diferencias, Frei no pudo mantenerse al
margen y en una entrevista que concedió al semanario Ercilla, respaldó en
esos últimos días a Tomic. De acuerdo al informe diplomático “reitera su
apoyo a Tomic con oportunismo, queriendo con ello dar por tierra con todas
las versiones derechistas -basadas indudablemente en la postura de
avanzada de Tomic- que subrayan las líneas disidentes de ambos políticos”.
(Parte Informativo No 328, del 28 de Agosto de 1970.
Los cierres de campañas fueron multitudinarios (Alessandri el 30 de
agosto, Allende el 1 de setiembre y Tomic el 2) y lanzaron a las calles
multitudes como pocas veces había ocurrido en Chile, lo que probaba lo
encarnizada que había sido la lucha electoral. Los medios de comunicación
no se quedaron atrás. El Diario Ilustrado, de tendencia conservadora, tituló:
“Alessandri, mayoría absoluta; es la más gigantesca concentración que el
país haya conocido, más de medio millón de santiaguinos confirmaron ayer
a mediodía la mayoría absoluta a don Jorge Alessandri para la elección
presidencial del próximo viernes”. La respuesta del oficialista La Nación no
se hizo esperar: “Estruendoso fracaso de la derecha en Santiago. Alessandri
quedó fuera de la lucha”. Y calculaba en sesenta mil los asistentes al acto.
El Siglo (de tendencia comunista) tituló irónicamente: “Mitín de Impalas”.
“Si los autos votaran, suspiraba el candidato de los ricos”.
Los comicios tuvieron lugar el viernes 4 de setiembre de 1970. La
normalidad fue casi absoluta en todos los distritos electorales. A la noche
los resultados consagraban a la Unidad Popular en el primer puesto con el
36,3 % del electorado. A escasa distancia lo seguía Alessandri (34,9 %) y
con varios puntos de distancia se ubicó Tomic (27,8 %).
Era lo previsto. Desde ese mismo momento la izquierda se propuso
defender su victoria electoral, aunque todavía faltaba que el Congreso Pleno
la consagrase. Para ser investido Presidente, Salvador Allende iba a
necesitar el respaldo de la Democracia Cristiana.
En las horas posteriores al resultado, las comunicaciones entre la
Embajada y el Palacio San Martín asumieron un ritmo febril. “Como
resultado de las elecciones corren una serie de rumores en los que se
reflejan preocupación y desasosiego en un gran sector de la opinión
pública.” (Cable Secreto N° 494/95, del 7 de septiembre de 1970).
“También se comenta que el partido de Alessandri impugnará las
elecciones por haberse descubierto gran número de votantes femeninos sin
edad legal para hacerlo”, decía la misma comunicación. En el párrafo
siguiente se señalaba que “se hace mención de la posibilidad de una fuerte
presión sobre el Presidente Frei para que su partido vote por Alessandri en
el Congreso, y que luego de ser electo el doctor Alessandri renunciaría y se
produciría por consiguiente legalmente una nueva elección.”
El cable, firmado por Gallac, concluía afirmando que “los funcionarios
de esta Embajada y el suscrito son objeto de pedidos de información para
radicarse en el país, luego de la liquidación de sus propiedades y empresas
aquí”.
Horas más tarde, el canciller Luis María De Pablo Pardo leyó que
“personalidades, miembros del parlamento, empresarios agricultores,
profesionales, etc.” establecieron consultas con la delegación diplomática
para radicarse en la Argentina. (Cable “Secreto” para conocimiento de S.E.
el señor Ministro y Subsecretario de Relaciones Exteriores No 498-499, del
7 de Setiembre de 1970).
Según el mismo texto “la nueva administración” prohibiría a partir del 4
de noviembre, fecha de la asunción del mando, “la salida de científicos y
técnicos, para impedir la repetición del caso Cuba”. Estaba claro que Gallac
y sus fuentes daban por descontada la llegada de Salvador Allende al poder.
De no ser así no se explica que en la última parte del cable se solicitaran
instrucciones “urgentes respecto consultas (de) personalidades y ciudadanos
chilenos sobre (las) facilidades (que) acordaría (la) Argentina ante la
supuesta emigración de familias y efectos, pues se comparan ya a los
emigrados cubanos acogidos por EE.UU., o checoslovacos por Suiza,
Austria, etc.”.

El mismo lunes 7, el embajador argentino expresaba a su canciller que


“el panorama de desasosiego se concreta no solamente en el deseo de
emigrar sino también en presiones sobre el ofrecimiento de escriturar a
nombre de la Embajada a título de donación valiosos bienes inmuebles”.
Las presiones que sufría la embajada argentina no eran menores. El segundo
párrafo lo dice todo: “Por otra parte el suscrito y la Asociación
Interamericana de Prensa han recibido numerosos pedidos de
colaboraciones de ciudadanos chilenos para retirar del país vía diplomática,
oficial o personal, otros bienes tales como valiosos cuadros, joyas, etc.
Asimismo las personas dispuestas a exiliarse invitan (a) habitar
gratuitamente en sus casas que abandonan a diplomáticos extranjeros”. El
panorama que reflejaba Gallac era caótico. En la misma comunicación
informaba que “los bancos sintieron hoy fuertes presiones en retiros de
depósitos. El ´Edwards´ 50 millones de escudos. Banco Central por
disposición del Ministro de Hacienda suple la demanda de dinero. Está
imprimiendo en horario continuado”.
El último párrafo del cable da a entender que el gobierno de Frei, al tanto
de las versiones que circulaban por Santiago, intentaba tranquilizar el
ambiente. Sólo así debe entenderse que, contradiciendo a lo expresado
anteriormente, se diga que “me confirmaron el propósito del actual
gobierno (de) mantener hasta el término de su administración la libertad de
movimiento a personas no obstante las insinuaciones allendistas”. Otro
cable expedido el martes 8 desde la capital chilena, continuaba trasuntando
el clima de “desazón y pánico en importantes sectores de las fuerzas vivas
que toman contacto con esta Representación, solicitando posición de
grandeza del gobierno argentino para facilitar al máximo su entrada al
territorio nacional y consiguiente radicación”. (Cable “Secreto” No 506, del
8 de Setiembre de 1970).
Con el tiempo Gallac haría, en su diario íntimo, un ligero repaso de esos
días al frente de la Embajada que, según él, “permaneció siempre abierta
para todos. Desde aquellos días, llenos de preocupaciones, cuando venían
los chilenos con deseos de exiliarse, buscando orientación y consejo. Y los
llamados telefónicos! Los automóviles que cruzaban la Cordillera eran
muchos, muchísimos. Las casas y departamentos se vendían a vil precio.
Era el pánico. Con el triunfo de la Unidad Popular se llegó ‘próximo’
(después tachó esta palabra con tinta azul) al caos”.
Dolores de cabeza y aspirinas

El embajador argentino en Brasil era el general Osiris Guillermo Villegas,


jefe militar de fuerte influencia en el Ejército Argentino. Durante aquellos
días de definiciones e incertidumbre en Chile, Villegas envió al Palacio San
Martín un largo parte informativo que reflejaba las reacciones de los
círculos brasileños a los resultados electorales de Chile (Parte Informativo
“Secreto” No 1117, de la Embajada en Brasil, del 11 de Setiembre de 1970).
En el mismo daba cuenta de sus reuniones con el Jefe del Estado Mayor del
Ejército brasileño, general Muricy, y el Jefe de la Casa Militar de la
Presidencia, general Figueiredo.
“Ambos -informaba Villegas- me manifestaron que no podía sino
otorgarse especial gravedad a los acontecimientos en Chile, los que
deberían repercutir negativamente no sólo en nuestro país -’principal
afectado’- sino también en Brasil. Textualmente se me dijo que ‘ustedes
sentirán los primeros dolores de cabeza, pero también nosotros
precisaremos aspirinas’”.
“Asimismo, expusieron su punto de vista sobre el posible desenlace del
proceso electoral chileno, el que estiman no habrá de sufrir mayores
presiones orientadoras por parte de las Fuerzas Armadas chilenas. La
tendencia marxista que, a su juicio, caracteriza a las fuerzas de Carabineros,
no será un elemento de peso para evitar toda posible reacción del Ejército.”
En Itamaraty (la cancillería de Brasil), los funcionarios consultados
coincidieron en que “el triunfo de Allende se entiende como una segura
fuente de perturbaciones para todos los países del Cono Sur... y no ocultan
su esperanza en que se encuentre alguna solución antes del 24 de octubre”
(fecha en que debía pronunciarse el Pleno del Parlamento chileno). El
embajador Borges de Fonseca, Secretario General Adjunto para Asuntos
Latinoamericanos manifestó que “el triunfo de la izquierda en Chile
inauguraba una época ‘sumamente difícil’ para América” y propuso que “si
se desea en alguna manera prever los futuros acontecimientos y coordinar
efectivamente sus respectivas posiciones e intereses, el Brasil y la
Argentina deberían incrementar sensiblemente los contactos mutuos”.

Párrafo del informe del embajador argentino Osiris Villegas en Brasil

“No obstante ser éste el pensamiento de Itamaraty ante el problema, en


todos los niveles se expresó una unánime condena a las declaraciones
atribuidas al Departamento de Estado, cuando afirmara que ‘hasta el 24 de
octubre, muchas cosas pueden ocurrir’. Se las califica no sólo como
imprudentes y hasta negativas para sus propios intereses, sino también
como lesivas para Chile en la medida en que ‘insinúan’ presiones ajenas a
la soberana decisión de aquél país”, aclaraba Villegas. De todas formas, y a
pesar de las conversaciones reservadas, Brasil guardaba ‘un prudente
silencio oficial’.

Allende habla como Presidente electo

El miércoles 16 de setiembre, el futuro mandatario chileno tuvo una


atención especial con el embajador argentino y la hizo notar. Allende
conversó en la residencia del futuro embajador en Buenos Aires, Ramón
Huidobro, con el representante argentino durante una hora y quince
minutos. Para la reunión del Congreso Pleno faltaba mucho, pero Salvador
Allende habló como Presidente Electo, con la finalidad de transmitir a
Buenos Aires dos asuntos especiales. (Cable “Secreto” No 553/564, del 17
de Setiembre de 1970). Durante el transcurso del encuentro, Allende dijo:
“Que quería que yo supiera que cualquier cosa que yo diga o haga respecto
con (la) Argentina sea Usted el primero que lo sepa y que sus deseos más
fervientes era que nuestras relaciones sean absolutamente sinceras y
transparentes con la incesante y creciente vinculación humana y económica,
con la mayor amistad entre ambos países y el mayor y recíproco respeto
entre ambos gobiernos.”
Luego conversaron sobre los diez mil chilenos que viajarían a la
Argentina, aprovechando las fiestas patrias de Chile. “Ustedes tienen solo
una obligación, traernos 30.000 argentinos en enero, dijo Allende -y agregó,
riéndose- para que nos dejen también un poco de plata”.

Allende con el poeta, y futuro embajador en Francia, Pablo Neruda

El futuro Presidente le expresó que deseaba ratificarle de la manera más


tajante su adhesión al principio de no intervención, no sólo por su validez
como tal, sino porque sería absurdo -teniendo tantos problemas por delante-
pretender crearse otros, como por ejemplo, querer exportar a la Argentina
productos típicamente chilenos. Con respecto al mantenimiento de la buena
relación en todos los sectores y al extraordinario nivel del intercambio que,
le dije, estaría este año próximo a los 200 millones de dólares, me respondió
que eso era lo que deseaba con la Argentina, agregando “espero que
almorcemos juntos en uno o dos años y me diga que estamos sobre los 300
millones”. Descartó luego por disparatadas las informaciones de los
periódicos sobre el viaje de Perón o un representante para la transmisión del
mando. Ante una insinuación mía respecto a Fidel Castro contestó
“tampoco vendrá”.

Teniente general Alejandro Agustín Lanusse

“Consideró falsa igualmente las informaciones sobre supuestas


conversaciones con el general Lanusse (en ese momento todavía
comandante en jefe del Ejército argentino) en Washington respecto a
Chile.”
Vale la pena reiterar que Allende se consideraba Presidente electo, a
pesar de las innumerables versiones o hipótesis. Gallac, anotaría en el cable:
“Antes de retirarse y lamentando tener otro compromiso, me expresó que
deseaba tener el más estrecho contacto conmigo y que lo llamara
directamente o por intermedio de Huidobro, como yo quisiera, y que
después de instalado en La Moneda me daba carta blanca para llamarlo y
decirle ‘tengo algo que conversar con Usted’”. De todas formas, el
embajador -así se lo había enseñado su experiencia- dejó constancia en el
texto que “quedamos en vernos en octubre otra vez (habrá que esperar para
esa época cuál es la situación) o antes, si yo lo requiriese”.
Una vez a solas, el dueño de casa le dijo a Gallac “que era al único
embajador a quien había visto personalmente... pues a los representantes de
otros países importantes americanos y europeos y del Japón les había
enviado un senador”.
El embajador retendría atentamente una confidencia de Huidobro.
“También me contó que Allende esta con el grupo ‘moderado’ de la Unidad
Popular, ya que habían comenzado advertirse dos sectores: el mencionado,
con radicales, comunistas e independientes, y los ‘duros’ con Altamirano a
la cabeza”. Gallac también expuso su impresión personal y dejó traslucir su
halago: ‘Allende ratificó su imagen de hombre inteligente, de trato afable,
educado en su manera, cordial y ameno, y en los momentos necesarios se
expresó con mucha energía... fue también modesto en el tono y una sola vez
se refirió al tema electoral al decir ‘me considero legítimamente el futuro
presidente de Chile’”.

El rechazo de Lanusse

La referencia a Lanusse no fue gratuita y con el paso de los años pudo


conocerse el hecho que éste nunca reveló: el 15 de septiembre de 1970, en
la sede central de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos
(CIA), en Langley, Virginia, su director, Richard Helms, recibió al teniente
general Alejandro Agustín Lanusse. Apenas habían transcurrido once días
de la victoria electoral de Salvador Allende (parcial porque debía ungirlo el
Congreso Pleno) y EE.UU. comenzó a conspirar para que el candidato de la
Unidad Popular no asumiera el poder constitucional.
La trama de la entrevista figura en el libro Legado de cenizas - La
historia de la CIA, de Tim Weiner. El autor cuenta que Helms le pidió al
agente Tom Polgar (jefe de la base en Buenos Aires) que urgentemente
invitara a Washington al comandante en jefe del Ejército Argentino. Dice
Weiner en su libro: “La tarde del 15 de setiembre, Polgar y Lanusse estaban
sentados en la suite del director del cuartel general de la CIA, aguardando
que Helms regresara de una reunión con Richard Nixon y Henry Kissinger.
Helms estaba muy nervioso cuando volvió [...] Nixon le había ordenado que
organizara un golpe de Estado en Chile [...] Helms tenía cuarenta y ocho
horas para presentar un plan a Henry Kissinger y cuarenta y nueve días para
detener a Allende. ´No deje piedra sin mover para impedir la elección de
Allende y hay que reventar la economía´ fueron los consejos presidenciales.
Con este panorama Helms se dirigió al general Lanusse y le preguntó qué
querría su junta militar por ayudar a derrocar a Allende. El general
argentino miró fijamente al jefe de la inteligencia estadounidense y le dijo:
´Señor Helms, usted ya tiene su Vietnam; no me haga a mí tener el mío´. La
Argentina nunca tuvo su Vietnam, pero estaba entrando en la antesala de
una guerra de ´baja intensidad`. O como sostenía Neruda, al hablar de
Chile, se estaba en los prolegómenos de ‘una suerte de Vietnam
silencioso`”.22
El 16 de septiembre de 1970, según un Memorándum de archivo sobre el
“Proyecto Fulbelt”, durante una cumbre de Helms con los principales
funcionarios de la CIA, el jefe de la inteligencia sostuvo que “el Presidente
Nixon decidió que el régimen de Allende en Chile no es aceptable para
Estados Unidos. El Presidente le pidió a la Agencia que impida que Allende
asuma el poder o que lo desaloje de él. El Presidente destinó diez millones
de dólares con este propósito”. En esta cumbre Thomas “Tom”
Karamessines, asistido por un equipo de Operaciones, asumió la
responsabilidad absoluta de proyecto.

Richard Helms con el presidente Nixon

Unos días más tarde, durante la función de gala con motivo de la fiesta
patria chilena, el Comandante en Jefe de la Armada le había confiado a
Gallac que tenía la impresión de “que Allende (se) aplacará o terminará por
romper con los comunistas” (Cable “Secreto” No 571/73, del 20 de
Setiembre de 1970). También le dijo que Allende había conversado con
muchos almirantes y generales “para hacerles saber que no va a hacer
política dentro de las Fuerzas Armadas, y que cuando asuma reunirá (a) los
altos mandos para transmitirles esta teoría”.
Cuando Gallac le preguntó si había hablado con él, éste le contestó que
no, pero que había recibido un mensaje por intermedio de un almirante.
Según el almirante Porta Angulo, “Allende se había comprometido con Frei
a que ‘seguirán habiendo elecciones libres y que si perdiéramos es porque
lo hemos hecho mal y nos vamos’. Frei cree en Allende, a quien conoce de
toda una vida y sabe que no es capaz de engañarle, añadió el jefe naval,
repitiendo palabras del Presidente”. “Si bien parece un tanto optimista
(Porta Angulo) esta futura misión de la Unidad Popular en el poder, creo
también que no debe descartarse placet (sic) del cuadro un tono de vieja
vocación liberal, dada la filiación Masónica del doctor Allende, a la que
perteneció su padre, y su abuelo como Gran Maestre. La Masonería chilena,
sin la misma fuerza y gravitación de hace décadas conserva su vigencia.”
“Cabe agregar - finaliza el texto - que los diarios consignaron la noticia
de la visita del Serenísimo Gran Maestro (René García Valenzuela) a
Salvador Allende, quien retribuyó la misma en el Club de la República
donde fue recibido por la Hermandad Masónica presidida por aquel.
Separadamente también realizaron (una) visita mutua entre Allende y
miembros de la Logia 65 a la cual pertenece.”

21 Nota Secreta” No 256, del 29 de julio de 1970


22 “Neruda”, Volodia Teitelboim, Editorial Sudamericana, Chile 1996, página 464.
CAPÍTULO 3
Asegurar la victoria

Terminada la campaña electoral “signada por la violencia”, la Unidad


Popular se lanzó a asegurar “el exiguo margen” que la señalaba como “la
primera mayoría relativa”, sobre Jorge Alessandri, teniendo a la
Democracia Cristiana “en posición de árbitro en el Congreso Pleno que el
24 de octubre, debía pronunciarse por una nominación, de acuerdo a lo
establecido por la Carta Fundamental chilena”. Desde el 4 de setiembre,
Allende “y toda persona o agrupación que adhiere a él habla del ´Presidente
Electo´. En sus intervenciones, el candidato exhorta al pueblo a defender su
victoria indicándole cursos de acción ejecutivos en caso de que la misma
sea desconocida”.
“La rapidez de la maniobra, informaba Gallac en su Nota Reservada” Nº
309, del 17 de setiembre de 1970, “ha creado un clima psicológico del cual,
aquellos que se sienten legítimos poseedores, difícilmente se desprenderían
con mansedumbre. Al mismo tiempo ha conseguido recluir a la derecha en
el rincón de la oposición a pesar que, técnicamente, resta la palabra final del
Congreso Pleno”. “Parece ocioso, seguía diciendo, señalar la encrucijada en
que se encuentra la democracia cristiana. De las manos de sus partidarios
pende una decisión de extrema gravedad: se trata de entregar la Nación a un
programa marxista…”.
Al canciller De Pablo Pardo le preocupó la evaluación de la embajada en
Santiago sobre la probable política exterior de Allende. Particularmente el
punto que rezaba así: “Se establecerán vínculos de amistad y solidaridad
con los pueblos dependientes o colonizados, en especial aquellos que están
desarrollando sus luchas de liberación o independencia”. Para los analistas
diplomáticos argentinos “este punto daría lugar a pensar que la calificación
de ‘lucha de liberación nacional e independencia’ correría por exclusiva
cuenta del gobierno de la Unidad Popular. De esta manera el terror desatado
por los insurgentes llamados Tupamaros en el Uruguay, a los ojos del nuevo
régimen no sería sino la expresión más elocuente de un pueblo que quiere
‘liberarse’ y en consecuencia la citada organización gozaría de ‘la amistad y
solidaridad’ del régimen chileno. Cabría entonces preguntarse si los
movimientos insurgentes autodenominados Montoneros, PRT-ERP, u otros
gozarían del mismo tratamiento y consideración”.
El punto 2 no era menos inquietante: “Se promoverá un fuerte sentido
latinoamericano y antiimperialista por medio de una política internacional
de pueblos antes que de cancillerías”. Esto supondría que la relación entre
gobiernos para la Unidad Popular estaría perimida. De tal manera que los
gobiernos de otras naciones tendrían que soportar los permanentes llamados
a la subversión de sectores chilenos que actuarían con la anuencia del
gobierno. Por lo demás es notable la utilización de “lo latinoamericano”
como si fuera un coto reservado a los movimientos autodenominados “de
liberación”.
El miércoles 24 partía hacia Buenos Aires una información urgente,
como resultado de un encuentro que acababa de mantener el Embajador con
el Senador Julio Durán, que había conversado el día anterior con el
presidente Frei: “Manifestó que ambos (Frei y Durán) tienen la misma
opinión sobre la imposibilidad de impedir por la vía legal el acceso al poder
del doctor Allende, pues ya hay 25 legisladores de los demócratas cristianos
que votarán seguro por la Unidad Popular”. (Cable Secreto N° 585/6, del 24
de septiembre de 1970).
A continuación agregaba que “Frei llamó al Comandante en Jefe del
Ejército, general Schneider, para informar esa situación y consecuencias
respecto (a los) Estados Unidos, puntos de vista ayuda militar, relaciones
países limítrofes, etc. Le pidió poner en conocimiento de los generales, los
que ayer celebraban reunión”.
“Según el senador Durán -continuaba la información- Frei ha querido
vencer los escrúpulos legalistas del general Schneider alentando una
solución de fuerza. Se trataría ahora de lograr que los Comandantes en Jefe
de la Marina y la Aviación y el Director de Carabineros soliciten
entrevistarse con el Presidente para ser oficialmente informados. Durán
especula sobre la necesidad de que las Fuerzas Armadas adviertan que su
destino está definitivamente marcado con el acceso al poder de la Unidad
Popular. También dijo que se han establecido contactos entre los generales
(Roberto) Viaux y (Camilo) Valenzuela Godoy, lo que beneficia a todos”.
(Valenzuela Godoy era general de la Primera División de Santiago y Jefe de
la zona de Emergencia y como tal impuso el toque de queda tras el
asesinato del general Schneider; sin embargo, él mismo fue detenido como
implicado en este crimen el día 8 de enero de 1971).
Senador Julio Durán

Impresionado por la visión de su interlocutor, Gallac concluía su


comunicación opinando que creía “oportuno señalar que este proceso
marcará un nuevo curso de acciones cuyo desenlace sería todavía prematuro
vaticinar”.
El 24 la Secretaría Nacional de la Democracia Cristiana emitió un largo
documento en el que acordaba “expresar sus puntos de vista al senador
Salvador Allende” y le solicitaba “algunos pronunciamientos que
consideramos indispensables para configurar la decisión política final”,
sobre cómo deberá actuar en el Congreso Pleno. Los demócratas cristianos
le recordaron a Allende que sus fuerzas constituían “una mayoría relativa,
representa numéricamente a un 36 % del electorado nacional y a un millón
setenta y seis mil votos... pero con igual claridad hay que decir que el resto
del electorado nacional no ha dado su apoyo a su candidatura. Más de dos
millones de ciudadanos no votaron o votaron por otras candidaturas,
apoyaron otros programas y expresaron una voluntad favorable a
planteamientos que difiriendo entre sí, eran también distintos al señor
Allende”.
Fue el comienzo de lo que más tarde se denominarían garantías, o
exigencias, para que los legisladores del oficialismo apoyaran a Allende en
el Congreso Pleno. Entre otros puntos, la declaración reclama mantener “el
pluralismo político y de las garantías constitucionales”; “la plena vigencia
del Estado de Derecho”; “que las Fuerzas Armadas y el Cuerpo de
Carabineros sigan siendo una garantía de nuestra convivencia democrática”;
“que la educación permanezca independiente de toda orientación ideológica
oficial y que se respete la autonomía en las universidades”; la libertad de
prensa y que subsista la libertad “de las organizaciones sindicales y
sociales”.
Santiago de Chile era un hervidero de conciliábulos, reuniones privadas,
rumores, intrigas y manifestaciones públicas. El 25 de septiembre, Gallac
visitaba en su casa al ex Ministro del Interior de Eduardo Frei, Edmundo
Pérez Zujovic un “hombre de empresa de vigorosa personalidad” (Nota
Secreta N° 333, del 24 de septiembre de 1970). Durante el diálogo, Pérez
Zujovic confió al embajador “estar trabajando en un esquema de
cogobierno de la Democracia Cristiana con la Unidad Popular. Su plan
propone la salida del MAPU y de los comunistas de la Unidad Popular para
formar un conjunto de preponderancia socialista - radical - democristiana.
Ello supondría una mayoría parlamentaria y un gobierno de centro -
izquierda bastante aceptable exteriormente... el doctor Allende no sería
contrario a la idea, ‘pero habrá que ver si lo dejan’”.
De acuerdo a Pérez Zujovic, el voto favorable democristiano en el
Congreso Pleno del 24 de octubre “se condicionaría a este supuesto y la
adición de cuatro o cinco carteras, Interior, Defensa y Vivienda
principalmente”. Contradiciendo otras informaciones que estaban en poder
de la Embajada, el ex funcionario afirmó que “si la respuesta (de Allende)
fuera negativa, su partido votaría a Alessandri, pues sólo hay, según él, siete
parlamentarios definitivamente conocidos y comprometidos con Allende.
Elegido Alessandri, éste pediría una licencia, previo nombramiento del
gabinete, con un general como Ministro del Interior. Constitucionalmente,
en tal caso dicho Ministro pasa a actuar como vicepresidente en ejercicio de
la Presidencia”.
El 26 de septiembre otro cable urgente partía hacia el palacio San Martín.
El mensaje Secreto N° 597 contenía una conversación de Gallac con el
embajador de Francia, René de Saint-Legiere, que se había entrevistado con
el presidente Frei, en ocasión de acompañar al titular de la Comisión de
Asuntos Exteriores de Francia, senador Monteil. Según relató su colega
galo “Frei expresó que el doctor Allende será finalmente sometido por los
comunistas, terminando: ‘la única manera de impedirles el acceso al poder
sería por medios fuera de la Constitución’”. El Presidente “reconoció (un
poco tarde) en la campaña electoral de su partido el enfoque equivocado. Le
comentó que, una vez finalizado el desfile militar del día 19 le preguntó su
opinión a los comandantes en Jefe de las tres armas, que le respondieron
que estaban prontos a obedecerle dentro de la Constitución. Dedujeron los
franceses que sólo actuarían por algún factor detonante como resultado de
desorden o caos”.

Los consejos de Fidel

En esos días de definiciones, la embajada de Estados Unidos estaba, como


siempre, muy activa. Gallac resumió en una carilla y media (Cable Secreto
N°609 del 28 de septiembre de 1970), la conversación mantenida con su
titular (William Korry): “Me dijo que Allende recibió siguiente consejo de
Fidel Castro: 1) Impedir directa o indirectamente, después del 4 de
noviembre, el éxodo universitario y técnicos. 2) Mantener el cobre dentro
del área del dólar. 3) No presentar imagen revolucionaria. 4) Obtener Valdés
continúe como canciller. El primer punto se refería a la experiencia vivida
en Cuba; el segundo por lo que les ocurrió con el azúcar y países del Este;
el tercero aludía a que no conviene, pues, alarmar a los que dudan o son
indiferentes; el cuarto, por su reconocida actitud frente a Cuba”.

Comandante Fidel Castro

Por esas horas, Volodia Teitelboim, miembro de la Comisión Política del


Comité Central del Partido Comunista de Chile, visitó al embajador
soviético N.B. Alekeseev23 y durante la conversación informó sobre el
reciente viaje de la hija de Salvador Allende, Beatriz Allende, a Cuba, en
las que el líder cubano reiteró los mismos consejos que había escuchado
Gallac de su colega estadounidense. Pero, además, “Castro recomendó a S.
Allende no complicar las relaciones con las Fuerzas Armadas y abstenerse
de cualquier cambio en el interior de éstas. Asimismo, aconsejó no
emprender pasos demasiados revolucionarios en América Latina, establecer
relaciones de buena vecindad con Argentina, Bolivia y otros países
latinoamericanos; apoyar al régimen actual en el Perú en pro de la
revolución peruana; no salir de la OEA”.
En respuesta a un requerimiento del Departamento América Latina del
Palacio San Martín, el Consejero César Márquez establece varios
escenarios posibles de la realidad política (Nota Secreta N° 321, del 28 de
septiembre de 1970).
La “alternativa golpe de Estado” era la primera, que “no debe descartarse
con carácter absoluto. Se tiene conocimiento de las fuertes presiones a que
se ven sometidas las FF.AA. para salir a copar una situación en la que,
combinados un decaimiento importante de la economía y un serio temor al
programa marxista de la U.P., se dan los elementos que hacen presentir un
oscuro porvenir para la República de Chile”. En cuanto a ese eventual
“golpe”, el analista político de la representación observaba que “sería
aventurado hablar de toma de posición centro-derecha por parte de un
régimen militar, por cuanto no hay pautas que permiten pensar que tal es el
sentir de las FF.AA. y porque no parece posible que ellas pretendan ir
contra la corriente de un pueblo que en la última consulta electoral, si bien
se ha manifestado en sus terceras partes como de sensibilidad anti marxista
(votos Alessandri y Tomic reunidos) ha expresado, no obstante, su
tendencia izquierdista también en sus dos terceras partes (votos Allende y
Tomic juntos)”.
La “alternativa elección parlamentaria Alessandri”, “parece una
posibilidad remota. Todo lleva a pensar que de producirse esta salida, el
país se vería envuelto en una crisis con enfrentamientos armados de
importancia”.
La “alternativa elección Allende por Congreso Pleno”, “parece, hasta el
momento, la más posible”, aunque plantea dentro de la Unidad Popular “un
choque entre partidos en cuanto a la conducción del gobierno. Mientras
Allende aparece como partidario de reformas estructurales que no lleguen a
repugnar principios vigentes. En el consenso, la línea ortodoxa que
configuran la fracción comunista y el ala más avanzada de su Partido
Socialista – senador Altamirano a la cabeza - son partidarios de medidas
extremas”.
“En lo concerniente al Estatuto de Garantías Democráticas presentado
por los democristianos para un eventual apoyo a Allende en el Congreso,
parece tender a un deslinde de responsabilidades más que a resultados
efectivos”.
En esas mismas horas, Salvador Allende hablando ante los mineros de
Lota, exclamaba: “Hemos triunfado, pero toda una conjura nacional e
internacional se ha desatado para impedir que el pueblo consolide su
victoria... nada más lejos de mí la intención de sacar el pueblo a la calle,
pero si tengo que hacerlo, yo mismo encabezaré la defensa de la victoria,
Chile será paralizado desde Arica a Magallanes”, amenazó.
Mientras la Conferencia Episcopal de Chile, cuyo Secretario General era
el Obispo Auxiliar de Concepción, Carlos Oviedo Cavada, sostenía en una
cautelosa declaración que “los obispos declaramos que visitaríamos
únicamente al candidato que hubiera alcanzado la mayoría absoluta; en caso
contrario esperaríamos el término del proceso constitucional”. Esta premisa
chocaba con la que afirmaba que Allende era el Presidente electo. Había
que esperar: “No nos corresponde a nosotros ni queremos asumir
atribuciones que son propias de los políticos y no nuestras. Nadie en Chile
quiere ver al Episcopado o al clero actuando en política. Nosotros
tampoco”.

El encuentro con Eduardo Frei


Eduardo Frei

El último día de setiembre, Javier Teodoro Gallac se trasladó de sus


oficinas en Miraflores y Huérfanos a La Moneda para mantener una
entrevista con el presidente de Chile. La excusa del encuentro era invitarlo a
almorzar, el 21 de octubre, a bordo de la Fragata ARA “Libertad” cuyo
comandante era el Capitán de Navío Emilio Eduardo Massera. Como era de
esperar, gran parte de la conversación giró en torno a la actualidad política e
institucional de Chile (Cable Secreto N° 612/616, del 30 de septiembre de
1970). Frei “me dijo que conoce al doctor Allende de toda una vida, que
creía en su preparación democrática, pero que su futura gestión iba a estar
condicionada por otro elemento. Que el doctor Allende, de quien ha está
alejado estos últimos seis años se ha volcado las pasadas épocas en la
búsqueda de renovar su vieja amistad. Y que cuando le solicitó, desde el
mismo sillón donde yo estaba sentado, que hiciera una declaración para
tranquilizar a la opinión del país, le contesté: ‘No puedo hacerlo porque tú
sabes que no soy marxista y, además, porque creo que pese a tus buenas
intenciones las acciones de (tus) partidarios llevará a Chile antes de dos
años a una dictadura totalitaria’ ”.
“Como dándose cuenta de la importancia de esta manifestación -recordó
Gallac- el Presidente me hizo un llamado a la confianza y a los sentimientos
amistosos que dijo tener por mí. Continuó después diciéndome que había
pensado alejarse de Chile por un lapso de dos años para descansar,
virtualmente y reflexionar sobre muchos problemas. Visto el curso de los
acontecimientos se quedaría en Chile ‘donde los tiempos que vendrán serán
muy duros, mucho más de lo que usted se imagina’ ”. Gallac agradeció la
confianza y sinceridad de sus palabras, a la vez que le confió su esperanza
de que las relaciones personales habrían de continuar. Frei respondió “con
una sonrisa forzada en su rostro ‘quizás no voy a ser un amigo muy cómodo
para muchos embajadores’ ”.
Luego “me expresó que como Presidente no había querido influir sobre
su partido pero si su opinión le fuera requerida como miembro, diría que la
Democracia Cristiana no podía votar por el marxismo”.

El canciller De Pablo leyó el texto de la conversación en Nueva York,


mientras participaba de la apertura de las Sesiones Ordinarias de las
Naciones Unidas. El final del cable “exclusivo” sostenía que “el Presidente
me deja la impresión de un hombre agobiado por una preocupación y creo
que está implícita su opinión de que la elección del doctor Allende será un
hecho cierto”.
Durante una cena en la residencia de Vicuña Mackenna, el dueño de casa
mantuvo un importante aparte con el Comandante en Jefe de la Fuerza
Aérea, general Carlos Guerraty. (Nota Secreta N° 366, del 5 de octubre de
1970): “Me expresó su preocupación (por el problema político) por lo que
parece llevarlo a un destino contrario a la tradicional democracia chilena.
Más concretamente, afirmó que si el pacto secreto entre los señores Allende
y Tomic, que sólo se conoció hace unos días, hubiera tenido estado público
dos o tres días antes de la elección, el candidato demócrata cristiano habría
recibido la mitad de los votos que obtuvo y que la victoria del señor
Alessandri habría sido un hecho. No escatimó algunos severos calificativos
con respecto al señor Tomic y a su incalificable conducta”. Confirmó la
unidad de las Fuerzas Armadas y de Carabineros “en torno a la crítica
situación del país ya que por lo menos un 90% de estos efectivos estaban en
contra de la toma de posesión por el doctor Allende, sobre todo por la
presencia de algunos sectores que lo apoyan en la Unidad Popular”. Sin
embargo aclaró que “el sentimiento legalista y constitucionalista” impedía
una intervención militar “que no estuviera plenamente justificada”.
Comenzaban nuevos tiempos en Chile y así lo reflejaba el delegado
argentino, luego de asistir a un almuerzo presidido por René Silva Espejo,
seis directores de El Mercurio y dos ex embajadores en la Argentina
(Conrado Ríos Gallardo y Germán Vergara Donoso) (Nota Reservada N°
351, del 8 de octubre de 1970). Durante la reunión se habló de la
desaparición del El Diario Ilustrado, adquirido por la Democracia
Cristiana. “Me sorprendió escuchar conceptos tendientes a atenuar la hasta
ahora casi insoportable imagen de un Allende triunfador, ya que
refiriéndose a él y en medio de alusiones que reflejaban conocimiento de
algunos aspectos de su vida íntima, se deslizó cierto matiz de benevolencia
hacia su persona cuando se dijo que se estaba en presencia de un hombre de
bien, cuya larga formación política era dable esperar una respuesta
democrática y correspondía, además, confiar de su ‘reconocido mal
carácter’ que no era un hombre que se dejara dominar”.
La Conferencia Episcopal y los comandantes en jefe de las Fuerzas
Armadas de Chile no visitaron a Salvador Allende. La tradición -sólo rota
por Tomic- señalaba que no se hacían visitas protocolares o de
“reconocimiento” al que no hubiera triunfado por mayoría absoluta en los
comicios. Según habían acordado, esperarían a la proclamación en el
Congreso Pleno.
Por esos días se desató una crisis interna en la Armada, que condujo al
“alejamiento temporario” de su comandante, vicealmirante Fernando Porta
Angulo. Si bien el jefe naval no entrevistó a Allende, “dio la aquiescencia
para que cuatro altos jefes de su arma lo hicieran, a fin de tratar el tema
referente a equipamiento”. (Nota Secreta N° 370, del 14 de octubre de
1970). Una circular interna del almirante Montero, dio cuenta de la visita
que había sido realizada con conocimiento del Presidente Frei y del
Ministro de Defensa, “fue conocida por las otras dos armas cuyos
comandantes estimaron que el vicealmirante Porta Angulo había quebrado
el compromiso contraído, lo cual produjo una situación de descontento en el
Ejército y Fuerza Aérea que forzó un pedido de alejamiento temporario de
Porta Angulo, pretextando la socorrida fórmula de ‘razones de salud’. Fue
sustituido en el cargo por el vicealmirante Hugo Tirado Barrios,
comandante en Jefe de la Primera Zona Naval, con asiento en Valparaíso”.
El asesinato del general René Schneider

Durante una dramática reunión, la Junta Nacional de la Democracia


Cristiana convino en que sus legisladores darían el voto a Salvador Allende
en el Congreso Pleno del 24 de octubre, bajo la condición de que aceptase
siete Estatutos de Garantías Democráticas. Dichas Garantías, que deberían
incorporarse a la Constitución, trataban sobre el papel de los medios de
comunicación; los partidos políticos; las Fuerzas Armadas; el derecho de
reunión y de libertad personal; el derecho a asociarse y agremiarse, y el
derecho de peticionar y huelga. En la redacción de los estatutos trabajaron:
Benjamín Prado, Patricio Aylwin, Renán Fuentealba, Luis Prado y Jaime
Castillo Velasco. En la sesión en las que se aprobaron, obtuvieron incluso el
voto del senador Salvador Allende. Durante esas jornadas, el presidente de
la Democracia Cristiana expresó que “negarle la posibilidad a Allende sería
como decirle al 36 % del electorado, ustedes tienen derecho a participar en
las elecciones, pero no pueden ganar’.
El 22 de octubre, a poco más de cuarenta días del ajustado triunfo de
Allende, y a dos de su proclamación en el Congreso Pleno, un grupo
armado intentó secuestrar, a la salida de su casa en el Barrio Golf, al
comandante en jefe del Ejército, general René Schneider, quien hasta ese
momento había rechazado todas las insinuaciones de desviar el orden
institucional.
General René Schneider

El militar intentó resistirse, fue baleado y murió el 25 de octubre. Como


responsable e inspirador de la muerte fue señalado el general Viaux
Marambio. Henry Kissinger relató en sus Memorias que Tom
Karamessines, jefe de Operaciones Secretas de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA), informó en esas semanas que “no existe actualmente un
clima de golpe”. El 15 de octubre, el citado jefe de la CIA informó que la
“única posibilidad que quedaba era un plan de aficionados, organizado por
un tal general Roberto Viaux para secuestrar al general Schneider y llevarlo
a la Argentina. El plan es desesperado. Lo descarté. Nada sería peor que un
golpe abortivo. Nixon estuvo de acuerdo”. Según la versión del ex
Secretario de Estado, Viaux no quería o no podía ya frenar el plan en
marcha. Kissinger volvió a anotar: “Entonces, el 22 de octubre, el grupo
Viaux, al cual explícitamente se le había dicho que desistiera, por medio de
la CIA, el 17 de octubre, prosiguió por su cuenta, desafiando a la CIA y sin
nuestro conocimiento. Trataron de secuestrar al general Schneider y
estropearon todo”.
La sucesión de Schneider, según el orden jerárquico, recayó en el general
Carlos Prats. En un largo informe especial, el quincenario Punto Final (del
10 de noviembre de 1970), vocero del Movimiento Izquierda
Revolucionaria (MIR), próximo a los servicios de Inteligencia cubanos,
implicó en el asesinato de Schneider a funcionarios y legisladores de la
Democracia Cristiana, el Partido Nacional, la Democracia Radical, grupos
extremistas de derecha próximos a Viaux, empresarios y organismos de la
inteligencia de los Estados Unidos. El informe fue enviado a Buenos Aires
por valija diplomática, en especial porque sostenía que los conspiradores
habían comprado “quinientas metralletas en Buenos Aires”, y que algunos
de los cómplices habían huido a la Argentina en un vuelo comercial de
Aerolíneas Argentinas: (Raúl) “Morales Adriazola el encargado de realizar
varios llamados telefónicos, afirmando que uno de ellos había ido a la
embajada argentina en Santiago, donde le resolvieron el problema
entregándole dos pasajes, uno a nombre del propio Morales y el otro a
nombre de Olalquiaga”. Gallac ordenó una investigación que arrojó
resultado negativo “por lo que lo expresado en Punto Final es obra de la
imaginación de sus comentaristas. Con referencia al tema que nos ocupa, el
Ministro del Interior, José Tohá, citó al director Manuel Cabieses Donoso a
fin de solicitarle se abstuviera de hacer publicaciones que pudieran producir
resquemores de otros países”. (Nota Secreta N° 404, del 11 de noviembre
de 1970).
Semanas más tarde, el embajador volvía a ofrecer al Palacio San Martín
otros indicios de una “alternativa de golpe de Estado para impedir la
asunción de Allende”, producto de una investigación cuyas fuentes no
reveló. El plan de secuestro de Schneider “se sabe ahora, era conocido por
el MIR. La extrema izquierda había infiltrado sus hombres en el
movimiento que se preparaba (N.A. el de Viaux) y, aunque pueda ser
anecdótico, nadie se sorprende ahora por qué el chofer del General no
realizó acción alguna para defender a su Jefe” (Nota Secreta N° 430 del 25
de noviembre de 1970). Entre “los documentos secretos de la ITT” (Chile
1972) se sostiene: “Contra lo que todos esperaban, los militares no se
movieron contra Allende durante el fin de semana. Se creía que el asesinato
de Schneider era el preludio al golpe”.

23 Embajador de la URSS en Chile durante 1968-1971. Se trata del texto de su “Diario” oficial y
secreto al que accedieron los investigadores del Centro de Estudios Públicos (CEP) con sede en
Santiago de Chile. El texto del informe tiene fecha 14 de octubre de 1970.
CAPÍTULO 4
Allende en La Moneda

La fiesta

El 3 de noviembre de 1970, temprano a la mañana, el viejo Cadillac azul


que habían usado varios presidentes de Chile, conocido como el DB 1, llegó
a la residencia de Guardia Vieja, en la comuna de Providencia (después el
Presidente se mudaría a la residencia de la calle Tomás Moro). Allí
esperaba Salvador Allende Gossens, de traje azul, junto con sus familiares
más cercanos, unos pocos colaboradores íntimos y los edecanes militares.
El coche debía trasladarlo al Congreso donde iba prestar juramento. A
diferencia de sus antecesores, Allende había descartado el tradicional frac,
como años antes lo había hecho en la Argentina, en octubre de 1963, el
radical Arturo Illia. Quería marcar diferencias. También la carroza con
dorados fue a parar al Museo, porque el nuevo Presidente de Chile salió
caminando del Congreso Pleno hacia la Catedral donde debía realizarse el
acostumbrado Tédeum. La multitud estaba eufórica y Santiago vivía una
fiesta. Durante toda la tarde y por la noche el Patio de los Naranjos de La
Moneda se vio colmado de gente que por primera vez entraba al símbolo
del poder en Chile.
Salvador Allende tras asumir como Presidente de Chile

Delegados de países extranjeros24 y de los “otros” (“movimientos de


liberación”) fueron testigos del cambio de manos del gobierno de Chile.
Como bien apuntaría Osvaldo Puccio, el secretario privado de Allende:
“teníamos contactos especiales con los movimientos de izquierda de
algunos países, a pesar de que había relaciones diplomáticas a nivel de
gobierno con esos países. También teníamos que invitar a los movimientos
de liberación con los cuales la Unidad Popular mantenía relaciones políticas
y fraternales. Por último, algunas personalidades”.
“Invitadas por la Central Única de Trabajadores de Chile (CUT) y por la
Sociedad de Escritores de Chile (SECH), concurrieron a los actos de
transmisión del mando presidencial, gran cantidad de representaciones
gremiales, especialmente de los países de la `Cortina de Hierro` y de Cuba”,
informó Gallac (Nota Reservada N°389 del 5 de noviembre de 1970). De la
Argentina, “la figura más importante fue Raúl Ongaro”, el líder sindical de
izquierda. También se destacaron Julio Cortázar, Inda Ledesma y el chileno
(residente en Buenos Aires) Lautaro Murúa. ‘Yo fui a Cuba y luego de
apoyar la revolución cubana no podía estar lejos de los chilenos’, declaró
seriamente a El Siglo el creador de Rayuela.
El nuevo gabinete mereció la atención de la Embajada: “Puede
advertirse, y esto era previsible, que en aquellas áreas que podrían
denominarse conflictivas - Interior, Educación y Defensa - se ha evitado la
nominación de comunistas. En cuanto a las subsecretarías respectivas de
cada Departamento, se han cubierto con funcionarios que conocen una
ideología diversa de la del titular”. (Nota Reservada N° 392 del 5 de
noviembre de 1970). La información enumeraba los numerosos “cabildeos”
que habían tenido lugar hasta formar el equipo ministerial “por haberse
retirado a último momento nombres como los de Raúl Rettig, Enrique Silva
Cimma y Aniceto Rodríguez, que se daban como candidatos seguros,
presenta los inevitables inconvenientes de la falta de una necesaria
armonía... resulta claro, además, que en este primer gabinete no existen
figuras de relieve y personalidad conocidas como para hacer contrapeso a la
personalidad del nuevo Presidente”.
Según la prensa democristiana “lo llamativo de la lista de los
colaboradores más inmediatos con que Salvador Allende inicia su gobierno
es la ausencia de figuras políticas de fuerte de gravitación, la escasez de
técnicos, la falta de homogeneidad y, en fin, la ausencia casi absoluta de
elementos independientes”. Según hacía notar la Nota Reservada N° 390
del 5 de noviembre de 1970, las “decisiones” del nuevo gobierno “serán
consideradas por la opinión común de los distintos partidos que la
integran”, formando una suerte de “sistema colegiado de gobierno, poco
adecuado a las exigencias y al dinamismo en las acciones que se hacen
perentorias....vaticinándose dificultades a corto plazo”.
Párrafo de la Nota 390 del 5 de noviembre de 1970

Económicamente, para los norteamericanos, Chile pasaba por “su mejor


momento, posee 500 millones en moneda fuerte, más per cápita que los
Estados Unidos. A partir del año próximo será el segundo productor más
grande de cobre en el mundo, superando a la Unión Soviética, gracias a las
enormes inversiones de las compañías norteamericanas”, afirma el Informe
Confidencial N° 747 del embajador Korry al secretario de Estado William
Rogers.
Gabriel Martínez, ministro consejero Económico y Comercial de la
embajada argentina en Santiago (considerado uno de los más eficientes de
la representación), escribía, a pedido del Palacio San Martín, que “al
amparo de las leyes que regulan el tratamiento para las empresas de la gran
minería del cobre, en el quinquenio 1959 - 64 se autorizaron aportes de
capitales extranjeros que ascendieron a 93 millones de dólares y alrededor
de 555 millones en el período 1965-1970 (presidencia de Frei) (...) los
programas de inversión de la minería del cobre comprenden básicamente
ampliaciones en las instalaciones de los Andes Cooper Mining, Cía. Minera
Andina, Sociedad Minera El Teniente, Chile Exploration, Cía. Minera La
Exótica y “Disputada de las Condes, todas ellas de origen norteamericano,
salvo la última que responde a inversiones francesas”.
Pero ahí no terminaba la evaluación: “Además de las inversiones directas
mencionadas, se cree que a través del mecanismo de liberación de
importaciones de bienes de capital se produjeron inversiones por alrededor
de 250 a 350 millones de dólares, de los cuales más de un 80 % de origen
norteamericano”. Los informes económicos de los Estados Unidos y
Argentina arrojaban una valoración más que aceptable para la gestión de
Eduardo Frei Montalva. Por no decir envidiable para la época.
El día en que Allende juraba como Presidente, martes 3 de noviembre de
1970, Theodore L. Eliot Jr.25 elaboraba el “Documento de opciones para
Chile” para el Consejo de Seguridad que debía reunirse cuarenta y ocho
horas más tarde. El “memorándum para el señor Henry Kissinger - Casa
Blanca” de quince páginas vaticinaba que Allende “buscará establecer en
Chile un sistema autoritario guiado por los principios marxistas. A tal fin
dará los pasos para a) Colocar toda actividad económica significativa bajo
el control del Estado, incluida la nacionalización de las industrias básicas,
b) Ganar el control de las fuerzas de seguridad y de las Fuerzas Armadas y
c) Dominar los medios de comunicación masivos”.
“El gobierno de Allende tendrá un profundo sesgo anti norteamericano”,
sostenía Eliot. También agregaba que “es probable que Chile se convierta
en refugio de subversivos latinoamericanos y en escenario para
movimientos subversivos en otros países”. ¿Acaso eran esos “otros” de los
que hablaba Puccio? Frente a semejante escenario, la Casa Blanca
determinó que la economía de Chile ‘debía ser exprimida hasta que gritase’,
esto es que se le iban a condicionar las vías de acceso al crédito externo. La
visión de los analistas de la “International Telephone and Telegraph” (ITT),
era aún más negativa: “El comunismo chileno se verá muy parecido al
chino y cubano” se dice en los “Documentos Secretos de la ITT”.
El primer contacto oficial entre el novel canciller de Chile, Clodomiro
Almeyda y Gallac, tuvo lugar durante un almuerzo para Jaime Perriaux,
Ministro de Justicia del gobierno de facto de Roberto Marcelo Levingston.
(Informe N° 419 del 12 de noviembre de 1970). Más que analizar temas
bilaterales, el Embajador realizó una radiografía del sucesor de Gabriel
Valdés: ‘Soy chileno y soy marxista, pero siempre he tenido una inclinación
especial por la Argentina’ le dijo Almeyda (...) y recordó que cuando se
produjo la caída de Perón escribió en una revista llamada Panorama
Político un editorial que se titulaba: Nada de lo que ocurre en la Argentina
es ajeno a los chilenos. Negó la inclinación maoísta que le adjudicaban y
opinó: “pienso, sin embargo, que el comunismo soviético se ha desviado de
su línea y que en ese sentido la controversia ideológica da la razón a Pekín,
pero eso no significa que yo sea maoísta”.

Clodomiro Almeyda con Salvador Allende

En esas mismas horas Carlos Rafael Rodríguez, Ministro de Economía e


Industria de Fidel Castro, y jefe de la delegación cubana a las ceremonias
de transmisión del mando declaró sin ninguna reserva: “Categóricamente
no consideramos cancelada la vía armada” (Parte Informativo N° 419 del
12 de noviembre de 1970).
También señaló que el MIR había colaborado con el triunfo de la Unidad
Popular, tanto antes de la elección como después. Una provocación que no
sería la última. Al propio tiempo, Allende en una entrevista que mantuvo
con Regis Debray, para la revista pro castrista Punto Final, dijo que había
aceptado las Garantías Constitucionales “como una necesidad táctica para
asumir el Poder. Lo importante en ese momento era tomar el Gobierno”.
Apenas tres meses más tarde, en Valparaíso, señalaba: “Yo no soy el
Presidente del Partido Socialista; yo soy el Presidente de la Unidad Popular.
Tampoco soy el Presidente de todos los chilenos. No soy el hipócrita que lo
dice, no. Yo no soy el Presidente de todos los chilenos”. El país
profundizaba su fractura.
Por esos días, la encargada de los asuntos chilenos del Palacio San
Martín era llamada al despacho de De Pablo Pardo. Luego de una corta
conversación, el canciller le aconsejó a Nora Lucía Jaureguiberry la lectura
del libro Castrismo, teoría y práctica de Theodore Draper. En la página
247, este autor sostenía que “en 1944 el partido (comunista) le ordenó (a
Carlos Rafael Rodríguez) que aceptara el cargo de ministro en el gabinete
de (Fulgencio) Batista”. En la página 254 informaba que “Vittorio
Codovilla (el mitológico jefe del comunismo argentino), había dado una
razón un tanto distinta para elegir entre las tácticas pacíficas y las no
pacíficas. Sostenía que la elección dependía del “grado de resistencia que
ofrezcan los reaccionarios a los cambios revolucionarios”.
“Los comunistas trabajan como hormigas” era la expresión que solía
escucharse en medios diplomáticos y políticos de relevancia “y siendo los
que reconocen una formación ideológica insobornable, no son pocos los que
temen, que con el andar del tiempo vayan socavando las estructuras para
aparecer, en un momento dado, con el control total de la situación”,
informaba Gallac al evaluar los primeros pasos de la nueva Administración
(Nota Reservada N° 408 del 12 de noviembre de 1970).

Se acepta la residencia en Chile de terroristas extranjeros

Con respecto al periódico El Siglo, de orientación comunista, observaba


que “en su momento emprendió virulentos ataques contra la figura del
senador del Partido Nacional, Francisco Bulnes Sanfuentes, se ha dedicado
ahora, por medio de consistentes embates, a romper la imagen del ex
Presidente Frei”. Su columnista Eduardo Labarca “no desperdicia ocasión
para denigrar o acusar a Frei en su acción de gobierno”. La insistencia de
los ataques “motivaron una publicación del diario El Mercurio, en su
primera página con el retrato de Frei y un panegírico sobre su personalidad
y su gobierno”. “Existe en sectores parlamentarios de la Democracia
Cristiana, el temor del posible avance de ciertas áreas de la Unidad Popular
que no han mostrado aún su verdadera vocación extremista. Tampoco
parece haberse extinguido totalmente, en ciertos niveles, la esperanza de la
intervención castrense - filas en que el respeto a la constitucionalidad no se
presiente tan firme como lo ha sido tradicionalmente - en caso de que el
extremismo de izquierda amenazara con minar las reservas democráticas de
esta Nación”. (Nota Secreta N° 430 del 25 de noviembre de 1970).

Una radiografía del momento

El informe de doce páginas abarcaba diferentes cuestiones y hasta


aventuraba una radiografía sociológica del clima que se vivía en algunas
capas de la sociedad chilena. Por ejemplo, cuando afirma que “la población
chilena en su más amplia acepción, busca y encuentra acomodamiento a las
más opuestas circunstancias. Los sectores tradicionales de derecha ya
descubren cualidades al doctor Allende; él o su esposa vienen a ser una
antigua relación, de familia, del colegio, de la política, de la actividad
profesional... o son amigos de amigos o parientes de parientes”. El
Mercurio, observaba, “no lo ataca, bajo pretexto de no acorralarlo y
obligarlo a lanzarse de lleno en brazos de la extrema izquierda. Reconocen
el riesgo de que así ayudan a consolidarlo, pero lo toman. Resultaría
sorprendente para quien no conozca Chile comprobar el maravilloso sentido
de ubicuidad. Es como si el país, geográficamente tan estrecho, impidiera
realizar movimientos bruscos a sus habitantes, pues de hacerlos se
golpearían contra la montaña o se caerían al mar. Así van encajándose las
piezas del rompecabezas y formando otra vez el mapa de Chile”.
Esta descripción casi poética con el correr de los meses se vería
rechazada por la realidad y ésta indicaba que, como informaba Gallac, “en
el terreno económico son los comunistas los que tienen el poder y así se van
asentando en el Banco Central, en el del Estado, en la ECA (Empresa de
Comercio Agrícola), etc. Sea sólo suficiente señalar que del Ministerio de
Obras Públicas y Transporte dependen los ferrocarriles, la Línea Aérea
Nacional (LAN), la Empresa de Transportes Marítimos, la Empresa
Portuaria y las empresas de transporte automotor. En suma, toda la
movilidad del país en manos de los comunistas”.
Oficialmente, el gobierno militar argentino guardaba un respetuoso
silencio. Su presidente, Roberto Marcelo Levingston, un ex oficial de
Inteligencia, solo había manifestado que “el triunfo de Allende es un asunto
exclusivo de Chile y de los chilenos y sobre ello sólo tiene incumbencia el
pueblo chileno”.
En la última semana del año llegaban a Chile, luego de haber sido
indultados y expulsados de Bolivia, Regis Debray y Ciro Bustos, dos
compañeros de la aventura guerrillera, “foquista”, del cubano–argentino
Ernesto “Che” Guevara. Debray recibió un trato de “figura legendaria” y
fue invitado por el poeta Pablo Neruda a su casa en Isla Negra. En sus
primeros días, Debray “se mostró poco propicio a presentarse en público
(...) manteniéndose retraído como si estuviera previamente tratando de
palpar la realidad chilena” (Nota Reservada N° 479 del 30 de noviembre de
1970). Otro informe sostenía que “ha seguido un prudente silencio atribuido
a que el intelectual francés mantendría su pensamiento en cuanto a la forma
de acceder al poder por la violencia, el cual no es compartido por el actual
gobierno chileno”. Luego en un acto que sólo podía entenderse como de
provocación, le hizo un flaco favor al nuevo gobierno, cuando declaró que
“la única vía de llegar al Poder revolucionario, era la acción armada”, por
cuanto la revolución que los pueblos reclaman sólo puede hacerse mediante
la violencia”.
El pintor figurativo argentino Ciro Bustos no le fue a la zaga: “Sólo la
lucha armada salvará a (la) Argentina”. Estas declaraciones y otras
monsergas por el estilo originaron que las autoridades del Palacio San
Martín instruyeran por cable cifrado Nº 507 a la Embajada en Santiago
presentar una queja que se formalizó el 28 de diciembre de 1970. Durante
una reunión entre el subsecretario de Relaciones Exteriores, Alcides Leal,
con el ministro Andrés Ceustermans (Gallac no estaba en Chile), el
funcionario chileno “llamó en mi presencia al director de Investigaciones a
quien requirió... entrevistara a Ciro Bustos a fin de expresarle (el)
desagrado del gobierno de Chile por (sus) manifestaciones efectuadas y
ordenándoles... abstenerse de hacer esta clase de declaraciones”. Debray,
que se decía amigo de Ernesto Guevara - algo que no demostró durante su
prisión boliviana - no debía ignorar una dedicatoria que el Che le había
firmado a Allende, tiempo antes, en su libro sobre la guerra de guerrillas:
“A Salvador Allende que por otros medios trata de obtener lo mismo. Che”.
A los pocos días de asumir la Unidad Popular, comenzaban a producirse
la toma de fundos “y hechos violentos ocurridos entre campesinos y
agricultores” en la provincia de Cautín. “A la ciudadana argentina, señora
Beatriz Keating viuda de Hiriart, con la intervención de esta Embajada, se
ha logrado se le entregaran sus efectos personales y bienes muebles que
tenía en el fundo, primeramente expropiado por Ley y, posteriormente
ocupado ilegalmente por campesinos”, informaba Gallac. Muchos de los
dueños de los predios se defendieron a los tiros.
Jacques Chonchol, Ministro de Agricultura, y Secretario General del
MAPU (Movimiento Acción Popular Unida), una de las agrupaciones que
integraban la Unidad Popular, tenía un abultado curriculum: Agrónomo de
la Universidad de Chile; doctorado en La Sorbona, Francia; estudios en
Londres; funcionario de la Corporación de Fomento, CORFO; había vivido
tres años en Cuba colaborando con el régimen contratado por Naciones
Unidas; había pasado además por la FAO y la CEPAL. En 1969, su
agrupación había intentado candidatearlo a la presidencia, pero hubo de
ceder ante Allende. Como afirmó Gerardo Larraín en su libro Frente a
Frente, Chonchol “fue quien menos pudo disimular su condición de
comunista infiltrado en la Democracia Cristiana”.
Desde otro punto de vista ya habían comenzado las presiones sobre la
Corte Suprema de Justicia después que denegara (por 11 votos contra 2) el
desafuero del diputado Raúl Morales Adriazola, acusado de haber
participado en el intento de secuestro, seguido de muerte, del general René
Schneider. Allende consideró “insólito” el fallo del Alto Tribunal y la
Democracia Cristiana lo defendió. “No es la primera vez que ocurren estos
hechos. Hace poco, destacaba el comunicado democristiano, la Corte de
Apelaciones negó el desafuero del Senador Altamirano (Partido
Socialista)... lo importante es que las presiones no desborden”. (Nota
Secreta N° 6 del 7 de enero de 1971).
La opinión del embajador argentino era otra: “No es el esclarecimiento
del asesinato del general Schneider lo que mueve al Gobierno y a sus
seguidores a criticar la rectitud judicial, sino el desprestigio del Poder
mencionado, para eliminarlo y reemplazarlo por otro, de acuerdo al espíritu
marxista del Gobierno […] Dije que al Gobierno no le interesa vivamente el
esclarecimiento del atentado al general Schneider, porque sabe el gran
número de personas prestigiosas comprometidas en el mismo, tanto de la
política como de las Fuerzas Armadas. La clarificación del hecho pondría
en movimiento ‘una rueda’ que difícilmente podría parar o contener el
señor Allende en sus proyecciones o consecuencias, no descartándose que
hasta él mismo podría ser una de las víctimas enredadas en los engranajes
de esa ‘rueda’”.
Gallac informó, durante la segunda semana de enero, que “el
cumplimiento del programa revolucionario... ha tomado un impulso muy
acelerado por decisión del Partido Comunista, aunque – agregaba - no
podría decirse en estos momentos que se ha sobrepasado la autoridad del
Presidente en cuanto a la conducción del Estado y la oportunidad de los
cambios, señalados en los cuarenta puntos de la plataforma marxista, estos
se efectúan ‘sin el deseo del doctor Allende’.
La estatización bancaria, que marcha a todo vapor, Allende manifestó
confidencialmente tenerla programada para mediados de su Gobierno y
quizá, según los hechos, para el final de su mandato. “No deja de reconocer
Allende -y esto siempre con carácter confidencial a un periodista vinculado
a esta Embajada- que la expropiación del cobre, de la manera que se va a
cumplir si se aprueba la ley propuesta por el Gobierno, será en cierto modo
un despojo, porque el propósito es pagar la primera cuota por la
expropiación y olvidar el resto”.
En este primer balance de la nueva gestión se afirmaba también que “el
movimiento acelerado de la revolución marxista en Chile, se debe a que no
están muy seguros, en el sentir de los comunistas, de la permanencia y
duración del gobierno del señor Allende”. La Nota “Secreta” Nº 9 del 13 de
enero de 1971 era llamativamente pesimista para describir a un gobierno
que, como el de la Unidad Popular, apenas estaba ensayando sus primeros
pasos. Allí se aseguraba también que “la libertad de prensa tiene los días
contados (al referirse a los problemas económicos de la Agencia ‘Orbe’, de
la democracia cristiana)... y “lo mismo sucederá -daban un plazo de treinta
días- con El Mercurio”. “Los comunistas, a poco del triunfo electoral del
señor Allende, se dedicaron a adquirir emisoras radiales y por intimidación,
impusieron veedores del partido que controlan la información (...) sólo
Radio Minería, Radio Cooperativa y Radio Portales resistieron tales
presiones, las demás cayeron en la órbita marxista”. (31)
En una ocasión el senador Alberto Jerez (Izquierda Cristiana) de la
Unidad Popular, relató en la intimidad, con la amargura propia, cómo
socialistas y comunistas presionaban a Salvador Allende para imponer sus
puntos de vista. En una ocasión, durante un cónclave de la Unidad Popular
en La Moneda, el Presidente de Chile, lo interrumpió gritando: “¿Quieren
decirme quién diablos es el Presidente de la República y manda aquí?”26
Días más tarde, Gallac tornaba a ocuparse de la conducta de los partidos
políticos. (Nota Reservada N° 31 del 26 de enero de 1971): “El Partido
Comunista ... ha desplazado al partido del señor Allende (los socialistas) y
muestra como suya la figura del Presidente ... disciplinado, dinámico y
certero, ha desbordado sobre todos los componentes de la Unidad Popular y
maneja los hilos políticos del Gobierno, imponiendo su tónica
revolucionaria”.
“El Partido Socialista, base política del señor Allende, no tiene cohesión
interna, ni sabe aún qué conducta asumirá en el futuro”. Sobre la
Democracia Cristiana opinaba que era “el único partido con volumen para
oponer una seria oposición al Gobierno”. Mientras que “los dirigentes del
Partido Nacional con una miopía que asombra, aún en políticos mediocres,
entorpecen las posiciones de la Democracia Cristiana, para disputar el
triunfo electoral de abril de los marxistas. Fuera de la realidad exigen un
pacto público con el partido de Frei, que lo único que llevaría sería a
trasladar el desprestigio de la derecha a los demócrata cristianos”.

La victoria de Carlos Altamirano

Entre el 28 de enero y el 2 de febrero, el Socialismo realizó su vigésimo


tercer Congreso General en el balneario La Serena. “La Asamblea finalizó
con la elección del Comité del partido, correspondiendo los 45 cargos del
mismo al sector ´altamiranista´, y la designación de Carlos Altamirano
como Secretario General del Partido” (Nota “Reservada” Nº 42, del 4 de
febrero de 1971). Un resultado clave que habría de marcar el futuro del
gobierno de Allende.

En el centro, Carlos Altamirano


“El triunfo de Carlos Altamirano, sobre Aniceto Rodríguez, que aspiraba
a la reelección, señala el fin del socialismo tradicional chileno y es juzgado
por muchos antiguos dirigentes, como el ‘nacimiento de un monstruo que
provocará con su acción - la línea dura del gobierno – la ruina y el
aniquilamiento del Presidente Allende’ “.

En la misma Nota se evalúa que “se duda mucho que el socialismo con la
línea impuesta por Altamirano, obtenga, a esta altura de los acontecimientos
políticos nacionales, el liderazgo de la U.P. desplazando la preeminencia
que mantiene al comunismo, en la combinación de partidos de Gobierno
[…] La derrota de Aniceto Rodríguez y junto con él del socialismo
moderado, augura, según observadores muy experimentados, “una era de
violencia que puede conducir al país, hacia un trágico camino”.

El Presidente en Vicuña Mackenna

El 9 de febrero de 1971, desde muy temprano, todo el personal de Vicuña


Mackenna 45, tuvo mucho trabajo. Esa noche la residencia tendría que estar
impecable, se esperaban visitas de primer nivel. Los Gallac ofrecían una
cena de despedida al nuevo embajador de Chile en Buenos Aires, Ramón
Huidobro Domínguez, y su esposa Francisca “Panchita” Llona.

Gallac saluda al Presidente Allende en La Moneda

Asistieron el Presidente Salvador Allende y su esposa, Hortensia


“Tencha” Bussi; el canciller Clodomiro Almeyda; el Director de Protocolo,
Lucio Parada; los senadores Raúl Juliet Gómez y Humberto Aguirre
Doolan; el ex candidato presidencial de la Democracia Cristiana, Radomiro
Tomic; el edecán militar del Presidente, teniente coronel Juan José Mela
Toro; el Ministro Consejero de la Embajada Argentina, Andrés
Ceustermans; el Consejero Gustavo Figueroa; el Agregado Naval, Horacio
González Llanos, todos con esposas (salvo el Edecán); y, las señoras Sarita
Bomchil y Silvia Soublette de Valdés. El primer mandatario chileno,
destacó Gallac, tuvo un gesto inusual ya que “hacía veinte años que un
Primer Magistrado de éste país no asistía a este tipo de comidas”, y según
Lucio Parada “se había hecho una gran excepción ya que el Presidente
Allende había manifestado que no aceptaría durante su mandato concurrir a
comidas ofrecidas en embajadas extranjeras”.27
Fueron varios los temas que se conversaron durante la recepción. La
cuestión del Beagle seguía sin definirse. “‘Bueno, Embajador, y ahora qué
me dice usted de nuestro arbitraje? Estamos sin avanzar y hay que resolver
este asunto’, preguntó Allende “echándose para atrás en su sillón y en un
gesto que podía interpretarse como de desazón y angustiosa espera”, escribe
el embajador argentino.28 Después, el Presidente de Chile habló de la
llamada telefónica que le había hecho al Presidente Levingston, ‘ya ve
usted mí buena voluntad’ ”.
Las negociaciones por el espinoso problema limítrofe se encontraban
detenidas a la espera de una respuesta argentina. Hasta entonces se había
producido un cambio fundamental en el Acuerdo de Límites de 1902, luego
de arduas negociaciones entre funcionarios del gobierno argentino, del
chileno de la administración Frei y del gobierno de Londres. Para
simplificar, en lugar de ser la Corona británica el “árbitro” (el que debería
fijar sentencia), se convino en designar a una “Corte Arbitral” integrada por
miembros de la Corte Internacional de Justicia. Eso era lo que expresaba el
“compromiso arbitral” de octubre de 1970, aprobado por las Fuerzas
Armadas de la Argentina, en especial por la Armada.
A este “compromiso arbitral” es al que Allende le había dado su
conformidad cuando asumió. “Este asunto hay que arreglarlo, y ahora, en
este mes de febrero”, volvió a reiterar el Presidente. “Lo voy a invitar,
Embajador, una de estas noches a comer en la residencia de Viña del Mar y
allá con el Canciller volveremos a hablar de esto. No es posible que no
podamos arreglarlo. Somos hombres grandes y en los dos países hay
sentido político para encontrar la solución. Vea -añadió- si dentro de diez o
veinte años se supiera en el punto que estábamos y no hubiéramos
encontrado el camino para acabar con esto, sería un episodio de antología”.
Gallac observó en la misma Nota Nº 49 que “el actual gobierno no quiere
tener problemas con la Argentina. Lo demostró con la aceptación, con sabor
de mal gusto, del documento de Londres del 3 de noviembre y posiblemente
tendrá que ceder... si desea alcanzar el éxito que persigue, es decir, clarificar
el horizonte en uno de sus aspectos conflictivos con nuestro país”.
“Resolvamos lo del Beagle y las islas, y luego podremos dedicarnos a la
gran tarea de desarrollar tantos aspectos comunes para beneficio de los dos
países” finalizó Allende.29 Luego se habló de la posibilidad de Chile de
adquirir maquinaria ferroviaria en Argentina.30

En un momento de la cena, el Embajador argentino tuvo un aparte con el


ex candidato de la DC31 Radomiro Tomic quien le comento que la principal
discusión que existía dentro de su partido era “la conveniencia o no de
adoptar actitudes que permitan captar nuevamente a la derecha como
ocurrió en 1964”. “El señor Tomic se encuentra en una actitud crítica
respecto a la decisión de la Unidad Popular de gobernar sin la colaboración
de la Democracia Cristiana”, reseñó Gallac. A la luz de lo que venía
informando la Embajada a su Cancillería en Buenos Aires (respecto de las
conductas de los partidos Comunista y Socialista), la frase parecía de una
desmesurada ingenuidad“. El acceso al poder de la UP ha producido un
desborde en cierto sector del campesinado que procede a incautarse de
fundos y predios lo cual, ciertamente, no favorece los planes del Gobierno
que debe obrar cautelosamente”, para dar “una imagen de legalidad
en el aspecto jurídico – constitucional”, observaba la Embajada respecto
a la marcha de la Reforma Agraria. 32
La Nota, explicaba como “casi diariamente el oficialismo” se preocupaba
por dar comunicados públicos para destacar que la “profundización de la
Reforma Agraria se llevará a efecto dentro de la norma jurídica... y atacar
las actitudes de instigadores y ejecutores materiales de las tomas de
fundos”.
Al día siguiente -18 de febrero- se informó sobre la libertad de prensa y
la venta de la Editorial Zig-Zag33. Gallac, privilegiando su información,
recordó que durante el mes pasado había sostenido que “los días de la
editorial “Zig – Zag” estaban contados”, lo que se había confirmado cuando
la empresa editorial ofreció voluntariamente “la venta de sus locales,
instalaciones, rotativas e incluso, la propiedad intelectual de los nombres de
sus publicaciones más importantes”. “Los conflictos laborales
maliciosamente creados, una huelga prolongada y una excesiva exigencia
en materia de salarios y bonificaciones, produjeron la quiebra de “Zig –
Zag” y su pase al dominio estatal”(34). El embajador insistía en que “la
táctica adoptada para controlar la prensa continúa dando sus frutos y
permite al gobierno, sostener su ficción de respeto a la libertad de
información”. Allende, contrariamente, desde Valparaíso y con motivo del
“Día Nacional de la Prensa”, alegaba que “los periodistas chilenos dicen lo
que quieren, sin censura previa ni limitaciones”, a la vez que los convocaba
“para poner término a la cortina de mentiras que artificiosamente se levanta
contra Chile”, contribuyendo a “la Operación Verdad”.

“Mascando el freno”
La situación interna de las Fuerzas Armadas mereció siempre atención
especial por parte de todo el personal de la Embajada. En una conversación
de Gallac con el ex Canciller y ex Embajador de Chile en Buenos Aires,
Conrado Ríos Gallardo, éste sostuvo que “en su condición de Mayor de la
Reserva del Ejército concurre asiduamente a los almuerzos de los días
miércoles en el Círculo Militar”. Que luego de varias semanas de ausencia
por encontrarse fuera de Santiago, había regresado a dichos encuentros y
“para su sorpresa” había encontrado “un ambiente de ‘opinión’ y no de
‘deliberación o conversación’, como es de costumbre”.(35)
El almuerzo se había llevado a cabo el miércoles 23 de febrero, y se
“hallaban presentes en su mesa alrededor de dieciocho militares, algunos en
actividad, como el general Raúl Poblete Vergara, el coronel Sergio
Cadenasso F., y el teniente coronel Goñi”. Varias fueron las expresiones de
preocupación “sobre los hechos que están ocurriendo” que vertieron los
comensales: Poblete Vergara dijo que ‘todos sabemos el sentido de
disciplina y respeto que existe por la autoridad constituida, pero debo decir
que lo que está pasando me produce un efecto deplorable’”. Ríos Gallardo
le adjudicó al coronel Cadenasso la frase ‘estoy cansado de seguir
mascando el freno’. No menos duros fueron los juicios del general de
División (R) Benavente cuando expresó que “deseaba saber hasta cuándo
tendría límite lo que ocurría y, ante el silencio por respuesta, dijo ‘es
necesario ponérselo’”.
La misma cuestión fue analizada en otra oportunidad, dentro de un
contexto más amplio36, aunque no menos contradictorio con la visión
anterior: “La actitud del Presidente Allende con las Fuerzas Armadas
excede cualquier comparación con la observada con sus antecesores...
podría decirse que no sólo las halaga - y encuentra receptividad en sus
gestos - sino que trata de ganarse su confianza y, disipando temores,
acentuar su influencia en un proceso de captación tan rápido como eficaz”.
Luego agrega: “los generales y almirantes están encantados con el
Presidente”.
Gallac explicaba esta contradicción (sobre todo si se compara esta
información con lo tratado durante el diálogo con Ríos Gallardo) de esta
manera: “Allí (con Ríos Gallardo) podría encontrarse un atisbo de
descontento, un comienzo de rebeldía, pero, hasta ahora, son hechos de
proporciones mínimas; más bien podría decirse que se trata de comentarios
forzosos, frente a circunstancias dadas. “Hasta ahora, igualmente, sólo se
advierte entre la oficialidad joven algún tipo de preocupación por la
influencia comunista, por lo que cabe manifestar - a esta fecha - que nada
hace presumir una actitud de oposición militar al Presidente”.
En el plano político, analizaba el papel de la oposición “tan
individualista, tan pequeña y falta de sentido de grandeza, tan sectaria y
agraviante como durante la campaña presidencial, continúa siendo la
relación Partido Nacional – Partido Demócrata Cristiano...(que) separadas
pretenden seguir siendo la alternativa al Comunismo y a la Unidad Popular.
“Es verdad -continuaba- que en las elecciones municipales del primer
domingo de abril los distintos partidos concurrirán separadamente al acto,
pero no es menos cierto que el doctor Allende polariza en este momento la
simpatía general”, y exponía uno de los temores que le expresaba su amigo,
el senador Julio Durán, que si los distintos grupos de la Unidad Popular
“pudiesen alcanzar más del 50 % de la votación (...) estará sellada la suerte
de la democracia en Chile”.
Gallac trataba la “ausencia de figuras de relevantes condiciones político –
populares” en la oposición. “No hay caudillos”, afirmaba. “Nadie atrae a las
masas, hay falta de magnetismo en los dirigentes, todos actúan como
figuras cansadas de un elenco que ha tenido largas y repetidas actuaciones”.
Con aire crítico, una cierta amargura si se quiere, le exponía al Canciller De
Pablo Pardo que “el éxodo de setiembre – octubre37 comprendió a los
ciudadanos de este sector los que tenían algo - o mucho - que defender. No
ha sido ejemplar, por decir lo menos, el comportamiento de quienes
abandonaron su Patria ante el temor. No ha sido una actitud digna, altiva ni
dispuesta, por cierto, al sacrificio (...) No señor Ministro, la llamada derecha
chilena no ha estado a la altura de una clase dirigente, con todo lo que esa
calificación representa como responsabilidad y valentía ante la adversidad”.
Luego establecía una diferencia con la Democracia Cristiana, porque
“existe todavía el nombre de Frei. Su nombre produce la campaña de
desprestigio que algunos grupos de la Unidad Popular se ensañan en
conseguir, sin reparar en escrúpulo alguno, y así vemos en los muros de la
Alameda los “affiches” con el retrato de su hija, Carmen Frei, candidata a
Regidor municipal y, entre uno y otro, pintado a brochazos, “hija de
ladrón”.

Resignación y pesimismo

Estamos en 1971, pero el Embajador argentino imagina otro escenario


futuro: “La impresión que se recoge, y que transmito, es la de un hondo
pesimismo, una especie de resignación, de dejarse estar, como si estuvieran
vencidos de antemano, como quien cumplió su ciclo, el de una generación o
una clase social que no encuentra más fuerzas, ni ideas, ni mucho menos
imaginación renovadora y espíritu de victoria. Presenciamos algo como la
última escena de una obra, ya ante escaso público, y con la certeza de que
irremediablemente se montará otro espectáculo, de otro género y con otros
actores”.38
“El país tiende a dividirse en dos, y por primera vez el chileno tendrá que
definirse. Claro está que los marxistas superaron ya esa posición, pero
quienes no lo son - la llamada derecha tradicional y la Democracia Cristiana
- tendrán que producir un cambio de las tan socorridas estructuras, no ya las
económicas sino las mentales. El proceso, pues, comienza o comenzará
después de abril”.
Cuarenta y ocho horas más tarde de firmar su Nota “Secreta” Nº 72, del 3
de marzo, el Jefe de la Misión en Chile visitó a Eduardo Frei Montalva.
Como testimonio del encuentro resultó un cable que llegó al Palacio San
Martín a las 16.40 horas.39 “Con toda naturalidad (Frei) se refirió a la
situación de Chile, la calificó de ‘horrorosa’ y que aún la gente no se da
cuenta cabal de que se aproxima una ‘catástrofe’ ”.

Se refirió -siguió informando Gallac- a los sectores de la construcción,


virtualmente paralizada, y a la miseria, donde se están quedando sin
técnicos. Por el éxodo masivo estimó que dentro de pocos meses se
producirá un colapso en la producción del cobre, pues los reemplazantes
son gente sin experiencia. ‘Naturalmente, agregó, dirán que todo será culpa
de los americanos, de la derecha, del sabotaje, etcétera’. Expresaba que no
alcanzaba a comprender cómo el gobierno no percibía “esta situación que
daña al país sin remedio, salvo que su intención sea la de producir el caos
económico con la destrucción de la empresa privada, para después asumir el
control político total”.
La visión del ex mandatario era, a esa altura del gobierno de Allende
(recién llevaba cuatro meses) altamente negativa. Frei preveía para ese año
graves perturbaciones económicas y financieras. ‘Por lo pronto hambre y
racionamiento’. Y como consecuencia del aumento del 40% de los salarios,
del crecimiento de la presión tributaria, de la fijación de precios topes a la
producción, del crecimiento del presupuesto en un 60 %, del mantenimiento
de la cotización del dólar al nivel de octubre último, y la estimada emisión
monetaria de un 80 % más de la existente en circulación llevará a Chile a un
desastre irreparable”. A pesar de todo Frei estimó que la Unidad Popular
lograría un amplio triunfo en las elecciones de Abril, “hasta el 50 % o más
del electorado”.

Luis Corvalán con Fidel Castro

Por esos días, el gobierno de la Unidad Popular retiró, inesperadamente,


del Congreso, “el mensaje que patrocinaba la creación de “Tribunales
Populares”.40 La iniciativa “había motivado una áspera polémica en la
opinión, que los calificó al estilo de los tribunales populares de Cuba y
otros países comunistas”. Lo retiró luego de su derrota en la Comisión de
Constitución, Legislación y Justicia. “Lo hace a la espera de los resultados
de las próximas elecciones de abril – que se presume le serán favorables –
siendo la voz de orden en los partidos marxistas de la UP que ‘después de
abril, se actuará con energía en la práctica revolucionaria, caiga quien
caiga’ ”.
“Nunca se hizo tanto en tan poco tiempo” fue la conclusión final del
Pleno del Partido Comunista.41 Se estableció que “las metas fundamentales
del comunismo como partido del Gobierno eran, la nacionalización del
cobre; la estatización de la Banca y el aceleramiento de la Reforma
Agraria”. En su discurso de clausura, el Secretario General del comunismo
chileno, Luis Corvalán, había advertido que la elección de abril “influirá
decisivamente en la marcha del Gobierno” y calificó a la contienda electoral
“como una gran batalla política entre el gobierno y sus enemigos, entre sus
partidarios y adversarios de la revolución”. ‘Si pudiéramos lograr más del
50 % de la votación o algo cercano a ésta, entonces- dijo -otro gallo
cantaría; cantaríamos nosotros y estaríamos en condiciones de golpear más
fuerte al enemigo’.

24 Charles Meyer, secretario de Asuntos Latinoamericanos, presidio la delegación de los EE.UU.


25 Como dato adicional, Eliot Jr. se desempeñaría años más tarde como Secretario General para
los Estados Unidos de las Reuniones Bilderberg de 1981 a octubre de 1993.
26 “Chile 70-73” de Emilio Filippi y Hernán Millas. Editora Zig-Zag, Chile 1974.
27 Nota “Secreta” No 46, del 10 de febrero de 1971.
28 Nota “Secreta” No 49, del 11 de febrero de 1971.
29 La Argentina y Chile deberían esperar más de dos décadas para despejar para siempre los
problemas de límites que impedían una sincera y leal amistad. En la Argentina iban a ser necesarios
los presidentes Raúl Alfonsín y Carlos Saúl Menem. En Chile, Patricio Aylwin y Eduardo Frei (h).
Sin dejar de tener en cuenta la especial intervención de SS. Juan Pablo II.
30 Nota “Secreta” Nº 48, del 11 de febrero de 1971.
31 Nota “Secreta” Nº 47, del 11 de febrero de 1971.
32 Nota “Reservada” Nº 58, del 17 de febrero de 1971.
33 Nota “Reservada” Nº 60, del 18 de febrero de 1971.
34 La Editorial Zig-Zag fue expropiada el 12 de febrero de 1970. Luego de ser traspasada al
Gobierno se cambió su nombre por el de Editorial Quimantú.
35 Nota “Secreta” Nº 63, del 25 de febrero de 1971.
36 Nota “Secreta” Nº 72, del 3 de marzo de 1971.
37 Aquellos que se fueron de Chile tras la victoria de la Unidad Popular.
38 Nota “Secreta” Nº 72, página 4, del 3 de marzo de 1971.
39 Cable “Secreto” 219/222, del 5 de marzo de 1971.
40 Nota Nº 81, del 9 de marzo de 1971.
41 Nota “Reservada” Nº 86, del 10 de marzo de 1971.
CAPÍTULO 5
Lanusse asume la presidencia en la Argentina

En marzo de 1971, Salvador Allende cumplía sus primeros cuatro meses de


gestión. En la Argentina, el presidente Roberto Marcelo Levingston estaba
próximo a ser defenestrado del poder. Después del fracaso de la primera
etapa de la denominada “Revolución Argentina” que encabezó el Teniente
General Juan Carlos Onganía (junio de 1966 – junio de 1970), las Fuerzas
Armadas – su único sostén – decidieron removerlo y poner en su lugar al
ignoto general Levingston. Tanto la caída de Onganía, como la de su
sucesor, se produjo en medio de la soledad y la indiferencia. También
ocurrieron actos de inusitada violencia social y la situación económica
aparecía cada vez más deteriorada. Los argentinos que vivieron con
intensidad esos años, recordarán muy bien los graves signos de descontento
que comenzaron a manifestarse en los grandes centros urbanos a partir de
mayo de 1969. Primero en Córdoba (mayo de 1969 y enero de 1971).
Después en Mendoza y Santa Fe.
Junto con la impaciencia social surgieron grupos guerrilleros urbanos y
rurales. Unos, los Montoneros y las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP)
próximos al peronismo, Otros, más radicalizados, con una clara tendencia
de ultraizquierda y trotskista como las Fuerzas Armadas Revolucionarias
(FAR) y el Ejército Revolucionario del Pueblo”(ERP). El secuestro y
asesinato, en mayo de 1970, del ex Presidente de facto Teniente General
Pedro Eugenio Aramburu, en manos de Montoneros (en ese momento no
tenían relación con el peronismo), conmovió al país, derrumbó a Onganía y
abrió paso a la asunción de Levingston, quien permaneció en el poder entre
junio de 1970 y marzo del año siguiente.

Alejandro Lanusse y Salvador Allende, el 23 de mayo de 1973

Mientras tanto, entre el 12 y el 13 de noviembre de 1970, las


agrupaciones políticas mayoritarias constituyeron “La Hora del Pueblo”.
Como apuntaría el Teniente General Lanusse, años más tarde, en su libro
Mi testimonio, “Juan Domingo Perón y Ricardo Balbín decidían presionar
juntos a favor de una salida electoral”. Al reclamo de Perón y Balbín se
adhirieron varias agrupaciones políticas. Desde su exilio en Madrid,
España, el líder justicialista comentaría con ironía que en el nuevo frente
político sólo existían dos partidos, porque “los demás son de adorno” (lo
mismo sucedía en Chile, donde en la Unidad Popular sólo gravitaban los
socialistas y los comunistas).
Tras una serie de comunicados, emanados del poder militar, a las 02,10
de la madrugada del 23 de marzo, fue destituido el presidente Levingston y
la Junta de Comandantes designó nuevo –y último– mandatario al
comandante en Jefe del Ejército, Teniente General Alejandro Agustín
Lanusse. “Las Fuerzas Armadas proponen, como obra de artesanía política
y de imaginación creadora, un Acuerdo Nacional como alternativa a la
situación que estamos viviendo los argentinos. En apariencia, la opción que
se presenta es, así, Acuerdo Nacional o dictadura”, explicó el nuevo
Ministro del Interior, Arturo Mor Roig42, un hombre que provenía del
radicalismo, con cuyo aval asumió sus funciones. A continuación dijo que
“debo confesar que no comparto totalmente esa apreciación en lo
inmediato. Pienso que, en estos momentos, las posibilidades de implantar
una dictadura son exiguas, dado el desgaste externo e interno que han
experimentado las Fuerzas durante los últimos cuatro años (...) pero sin
Acuerdo no habrá solución en el país, y sin Acuerdo no se clausurará el
ciclo de golpes de Estado en la Argentina”.43
El tiempo, desgraciadamente, le daría la razón. Tras veintiséis meses de
gobierno de Lanusse, el “Gran Acuerdo Nacional” no se logró. A partir del
25 de mayo de 1973 (en el que Lanusse entregó el gobierno al Presidente
electo), se sucedieron cuatro mandatarios, y el 24 de marzo de 1976 la
Argentina se vio sometida a un nuevo golpe de Estado.
Lanusse merece una mención especial porque fue el presidente argentino
que más tiempo convivió con su par chileno Salvador Allende Gossens.
Provenía de una familia que llevaba varias generaciones en la Argentina y
estaba muy ligada a la industria agrícola y ganadera. Siendo un joven oficial
participó en la asonada militar contra el gobierno de Juan Domingo Perón
en setiembre de 1951. Ello le valió permanecer preso en una cárcel en el
helado sur argentino, hasta setiembre de 1955, cuando la “Revolución
Libertadora” derrocó a Perón.
Fue jefe del Regimiento de Granaderos a Caballo en 1955, durante la
corta presidencia de Eduardo Lonardi. Luego fue designado Agregado
Militar en México. A su vuelta fue ascendiendo en la jerarquía militar -
sumergido en los enfrentamientos castrenses de la época- y vio cómo
gobiernos civiles (Frondizi, Guido e Illia) se derrumbaban en medio de
planteos y exigencias de las Fuerzas Armadas. No evitó ninguna de las
crisis que asolaron la Argentina de esos años. No era hombre para pasar
desapercibido, ni de esconder sus opiniones, sea a quien sea. Equivocadas o
ciertas. Solía decir que “en los momentos clave hay que tener actitudes”
(44).Tuvo un papel preponderante dentro del generalato que llevó a Onganía
a la presidencia. También lo tuvo en su derrocamiento y en la designación
de Levingston. Era por cuna un conservador, con afinados contactos – hasta
familiares – con el Partido Radical. Con el tiempo, ya como Presidente de la
Nación, se dio el lujo – si así se lo puede calificar – de decir, durante una
visita a Lima, que era de “centro izquierda”. Cuando asumió, confirmó en
su cargo al Canciller Luis María de Pablo Pardo. Al poco tiempo la política
exterior comenzó a dar muestras de dejar atrás las “fronteras ideológicas”.
Testigos y usufructuarios de la nueva política fueron Allende y su
embajador en Buenos Aires, Ramón Huidobro Domínguez.
Atildado hasta el extremo, era sabido que a Huidobro le gustaban los
trajes bien hechos, los que, siempre, debían tener dos botones negros. Puede
decirse que muy rápidamente, el Embajador chileno -como dicen sus
coterráneos- estuvo en “la chuchoca”( 45) de lo que sucedía en la Argentina.
Desde el otro lado de la cordillera de los Andes, quien también daba
muestras de estar en “la chuchoca” de lo que pasaba en Chile era el
Consejero César “Pipe” Márquez. Así lo demuestra en un largo análisis de
once páginas que eleva Gallac al Palacio San Martín el 17 de marzo46, en el
que detalla las discrepancias entre “el cauteloso” José Tohá (Ministro del
Interior) y Jacques Chonchol (de Agricultura) “a quien ha llegado a
sindicarse como agente exacerbador de las tomas de fundos”. “Dentro del
juego de los partidos y movimientos que componen la Unidad Popular, se
ha dejado sentir el influjo de los sectores socialista y comunista, cuyos
personeros muestran una franca disposición a tomar un papel hegemónico...
mostrando, eso sí, estilos diferentes.” Carlos Altamirano, Secretario
General del Partido Socialista, sostuvo con vehemencia “la necesidad de
robustecer la ‘hermandad’ con los comunistas”.
A su vez -agrega en la Nota- los comunistas “con su firme ortodoxia, que
encierra, entre otros aspectos, la buena cualidad de no tener apuro y de
saber esperar, permiten que sea el tiempo el elemento que vaya jugando a su
favor. Saben que no conviene a sus intereses aparecer repentinamente en el
primer plano de la escena nacional (...) y prefieren tomar posiciones de
retaguardia apoyando la figura del Presidente y de la UP, a cuya sombra se
mueven con más comodidad. Impulsan sus tres postulados básicos -
estatización de la banca, nacionalización del cobre y Reforma Agraria
profunda- a través de las voces socialistas, que se ven obligados a cubrir
estas posturas para no perder terreno”.
También el debate interno dentro de la Democracia Cristiana fue puesto
bajo la lupa del analista diplomático, cuando se refiere a “la puja que se
gesta en su seno” entre el sector que es definido como el “derechista” o
“freísta” por oposición al “tomicista”. Fue al sector cercano a Frei a quien
le adjudicó los principales gestos opositores hasta ese momento: “Rechazo
del proyecto de creación de los Tribunales Vecinales; concurrencia con
votos de sus parlamentarios al desafuero del gobernador de Lautaro;
anunciada acusación constitucional al Ministro de Trabajo, José Oyarce, de
filiación comunista y voz cantante de una denuncia por supuesto
´negociado¨ con el cobre, llevada adelante por el Presidente del partido,
senador Narciso Irureta”. 47
Las elecciones de abril para elegir regidores, según el analista, tendría
carácter de plebiscito: “Si los candidatos de la UP consiguen más del 50 %
de los votos, el Gobierno sabrá que cuenta con fuerza suficiente como para
proceder a radicalizar el régimen, con lo cual podría llegarse a extremos
tales como la reforma estructural de los poderes legislativos y judicial”. Un
párrafo aparte mereció el MIR y la oficialidad joven de las Fuerzas
Armadas. El Movimiento de Izquierda Revolucionaria “se encuentra en
estos momentos al margen de los sucesos nacionales que se devengan en el
plano oficial. Ciertas actitudes los muestran movilizándose dentro de los
cauces que siempre los ha caracterizado, esto es, utilizando vías reñidas con
la política del Presidente a quien mismo sus auténticos opositores estiman
un demócrata. Sabido es que su “guardia” personal48, está compuesta por
“miristas” a quienes el doctor Allende espera convertir en buenos
socialistas”.
En cuanto a las capas jóvenes de las Fuerzas Armadas, Márquez se
interrogaba: “¿Encontrará el doctor Allende con su continua labor de
captación del sector militar el seguro que le dará el apoyo que necesitará,
sobre todo en la oficialidad hasta el grado de Teniente Coronel, en la cual
ha trascendido la existencia de cierta disconformidad por el giro que han
tomado los acontecimientos? Abril no sería solamente el mes de las
elecciones, de plebiscito. El Informe preveía que podía traer también los
primeros cambios en el gabinete presidencial de Allende. Uno de los más
señalados para salir de la esfera ejecutiva fue Jacques Chonchol. Su
carencia de “mesura” fue la causa esgrimida por el informe.
Como dijo confidencialmente el senador Alberto Baltra49, radical de la
UP, “está traicionando a Allende como lo hizo antes con Frei, haciendo de
la propiedad privada algo que ya no existe más” 50, e incluso llegó a
predecir que a mediados de año, también las casas y departamentos de las
ciudades correrían la misma suerte que los campos ilegalmente ocupados
por el pueblo, por lo cual mostró (Baltra) un amargo pesimismo por el
panorama nacional.

Una suerte de Vietnam silencioso

El 4 de abril51 a la noche todos festejaron. Motivos no les faltaban, la


Unidad Popular había triunfado con el 50,86 %52 de los votos emitidos (seis
meses antes, en la elección presidencial del 4 de setiembre había alcanzado
sólo un 35 %). La oposición en cambio sostenía – y así lo reflejó El
Mercurio – que “al no haber alcanzado el gobierno el 55 % o más del
electorado, se le ha puesto un freno a sus propósitos de creciente
socialización y que por lo tanto deberá moderar el ritmo de su acción
política”. 53 El recuento globular dejó varias enseñanzas.
La Embajada las observó así: “El considerable aumento de la votación
del Partido Socialista, lo que debe interpretarse por el hecho de ser el
partido del Presidente, porque éste se encuentra en la cima de su prestigio.
Los socialistas pasaron del 12 % al 22.38 %. Es decir, casi duplicaron su
electorado”. La Democracia Cristiana mantuvo su porcentaje de partidarios,
ya que la baja del 2% era casi ínfima, “por lo que sigue siendo el partido
más numeroso de Chile”. “Con general satisfacción se constata el hecho de
que el Partido Comunista no haya aumentado su caudal electoral dentro del
panorama político chileno sino del 15,9 % al 16,9 %. Un primer perdedor”.
Refiriéndose al gran derrotado, el Partido Radical, el analista opinaba que
“el descalabro que ha sufrido (el Partido Radical), el gran perdedor en la
elección, con sólo 8%, con todas las implicancias que supone quedar en
manifiesta inferioridad de condiciones como partido no marxista frente a
los marxistas - socialistas y comunistas - que reúnen el 40 % de la Unidad
Popular. Conserva, hasta 1973, 27 legisladores”. Los partidos de “adorno”,
como decía Perón, lograron, como estaba previsto, un “ínfimo porcentaje”
(Social Democracia, 1,35 %; Unión Socialista Popular 1,05 %; MAPU,
API, PADENA, menos del 1 %).
El Partido Nacional54 “obtuvo el 14,3 % en los comicios de regidores de
1967 y el 20 % en la de parlamentarios de 1969. En las elecciones del 4 de
abril descendió al 18,53 %. Si en 1970, con su caudillo Alessandri, había
logrado obtener los votos de un tercio del electorado, ese aumento se debió
a la personalidad del ex mandatario. En realidad los “nacionales”
conformaban el más exiguo de los tres bloques políticos. “Pasada la euforia
generada por el triunfo, es dable suponer que los partidos mayoritarios
exigirán mayor número de carteras ministeriales y de cargos políticos y
públicos, dado que las fuerzas verdaderamente representativas en la Unidad
Popular exceden a las suposiciones del 4 de noviembre, cuando se realizó
una división proporcional entre los miembros de la misma”.
“En las provincias del Sur: Cautín, Bío Bío, Malleco - añadía el
diplomático - donde ha estado durante meses el Ministro de Agricultura,
Jacques Chonchol, representante de la nueva y más profunda política
agraria, se verificó la falta de respaldo a la misma, por cuanto la
Democracia Cristiana y en segundo término el Partido Nacional, tuvieron
mayor cantidad de votantes que los socialistas y comunistas, serio contraste
para el agresivo Ministro de Agricultura y para la política de la Unidad
Popular”. “En Santiago, llama la atención que las dos primeras mayorías en
la elección municipal hayan sido logradas por la Democracia Cristiana, a
través de Carmen Frei, y el Partido Nacional, por intermedio de Sergio
Onofre Jarpa.” 55
Para la Embajada, de estos resultados se podían extraer dos conclusiones
que el Palacio San Martín debía tener en cuenta:
1- “Los recientes resultados electorales constituyen una definición del
pensamiento ideológico de Chile, pues es evidente la renovada inclinación
hacia la izquierda. En efecto, al 40 % de los socialistas y comunistas hay
que agregar la izquierda radical y finalmente la Democracia Cristiana, que
se sitúa también dentro del pensamiento de izquierda, aunque con otra
acepción del concepto de libertad y democracia con respecto a los
marxistas. Sumados todos los porcentajes se llega al 76 % de dicha
corriente”.
2- Pensando en la cifra obtenida por la Unidad Popular “me inclino a
considerar como factible que el proceso político habrá de radicalizarse. En
efecto, el propio Presidente acaba de expresar, en conferencia de prensa,
que volverá a presentar el proyecto de tribunales populares, y es previsible
que los sectores extremistas lo impulsarán al cumplimiento de los principios
contenidos en la plataforma de la UP”.
En términos concretos, Chile había quedado políticamente partido en
dos: gobierno y oposición. Días más, días menos, desde París, Francia, el
embajador de Allende, Pablo Neruda, realizaba una reunión nocturna en su
residencia: “Por la noche llegan a la Embajada Louis Aragon, Jean
Marcenac, altos dirigentes del Partido Comunista Francés, incluyendo a
Jacques Duclos: allí Neruda explica que en Chile hay una suerte de Vietnam
silencioso y pide respaldo”.56
Años más tarde Enrique Quintana, embajador argentino en Moscú desde
1972, explicaría que “la Unión Soviética que se encontraba en plena
infiltración en América Latina, no lo ayudó a Salvador Allende, tenían que
dejarlo caer’. Cuando Allende fue a Moscú, en visita oficial, buscaba una
‘bocanada de oxígeno’ para que lo ayudaran a sobrevivir en plena Guerra
Fría. ‘Esta experiencia democrática era una mala experiencia. Necesitaban
un mártir, buscaban un mártir, pensaban más en la vía armada para la toma
del poder, para desestabilizar los gobiernos democráticos y militares de
América Latina”.57
En ese período la Embajada envía al Palacio San Martín, por pedido del
ministro Rafael Enrique Gimenez, la “Respuesta al Parte Informativo No
373 de la Dirección General de Informaciones. Sobre las relaciones con los
Estados Unidos de América”. 58
a) “El estado actual de las relaciones chileno-estadounidenses ante el
establecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba, China comunista
y las diversas nacionalizaciones que se están concretando, en especial el
gran proyecto de nacionalización de la minería del cobre.” El estado actual
de las relaciones chileno - estadounidenses está esbozado en el discurso que
el presidente Nixon pronunciara tres semanas atrás cuando planteó la
política de su país respecto de Latinoamérica. Este discurso tuvo su
respuesta por parte de Chile a través de su Embajador en Washington,
Orlando Letellier, quien reafirmó “la irrenunciable voluntad de ejercer los
derechos de un país soberano en todos los órdenes”.
b) Situación en que se encuentran determinados programas que Estados
Unidos de América proporciona a Chile, destinados a los campos
educacionales y de agricultura, “no han sufrido hasta el momento ninguna
revisión”.
c) “Sí ha sido total o parcial el desmantelamiento de las bases que
Estados Unidos poseía en la región Sur de Chile, principalmente la Isla de
Pascua”. El desmantelamiento fue parcial en lo que hace a infraestructura y
total en lo que se refiere a los instrumentos de altísima precisión,
especialmente los utilizados para rastreos de satélites.”
d) Con referencia a la Misión militar de EE.UU. que el 11 de enero de
1971 visitó Chile para informar a su gobierno sobre la situación de este
país, a fin de prestarle ayuda militar, interesa conocer el resultado de la
gestión. “Los resultados no son conocidos, pero obviamente las
consecuencias podrán detectarse más fácilmente en Estados Unidos. Cuanto
más existe allí una ley que prohibe la venta, cesión o arrendamiento de todo
equipo militar a cualquier país que tenga relaciones diplomáticas con
Vietnam del Norte. Desde esta perspectiva, Chile tiene en la materia la
última palabra”.
En otro orden de cosas y con ocasión de la visita del Comandante en Jefe
de la Fuerza Aérea Argentina, brigadier Carlos Alberto Rey59, Gallac
organizó una recepción a la que asistieron seiscientos invitados y en la que
se condecoró al Jefe de la aviación chilena. Uno de los concurrentes – que
entraba por primera vez a la residencia de Vicuña Mackenna – fue el
director del diario comunista El Siglo, Rodrigo Rojas, también miembro del
Comité Central del Partido Comunista. En medio de la recepción, un joven
diplomático, el `enfant terrible` de la representación argentina, el secretario
Jorge Vázquez60, inició una relación amistosa con Rojas cuyos frutos el
mismo Vázquez concretó en un Memorándum61 que elevó al jefe de Misión
en Chile.
Sobre el próximo viaje de Fidel Castro a Chile, el periodista comentó que
éste se realizaría durante el año, “cerca” del 4 de setiembre. Luego, el
integrante del Comité Central del PC chileno fue más preciso y agregó que
“el viaje se realizará en agosto y se anunciará la llegada de Castro cuando el
avión que lo conduzca se encuentre a pocos minutos de Santiago”. Antes,
explicó, el canciller chileno asistiría a los festejos del 26 de Julio a La
Habana y su par cubano “vendría a Santiago antes de agosto”.
Después Rodrigo Rojas relató que Castro “prometió portarse bien y esto
significa taxativamente no realizar manifestaciones desde Chile. La tónica
de los discursos versará sobre la problemática latinoamericana (...)
permanecerá en Chile alrededor de una semana y viajará de Norte a Sur”.62
Vázquez informó que “se está estudiando la posibilidad de que Allende y
Castro partan juntos de Chile a Lima para visitar a Juan Velasco
Alvarado”.63
“En el curso de esta semana, relató Rojas, será anunciada la expropiación
de ‘todos los complejos textiles que existen en Chile’. Y aclaró: “Yarur,
Sumar e Hirmas”. Cuando estaba por retirarme – señala además el parte de
Vázquez - me invitó a pasar nuevamente para decirme ‘algo que me
interesaría’. Comenzó diciendo que hace algunos años los chilenos viajaban
a la Argentina, compraban ‘artículos’ allí para venderlos en Chile, y con el
producto se financiaban el viaje”. “Continuó expresando que esa situación
se había invertido y que eran los argentinos quienes realizaban tal maniobra.
Precisó que en Semana Santa, cien vehículos chilenos habían transpuesto la
frontera en contraste con los quinientos veintidós argentinos que lo habían
hecho hacia Chile.”
Con su acostumbrada ingenuidad, Vázquez respondió que le “parecía
excelente” que los argentinos se acercaran cada vez más a este país. El
director de El Siglo estuvo de acuerdo, pero “llevarse ciertos objetos resulta
negativo y en consecuencia se está estudiando la posibilidad de aplicar
impuestos en la misma Aduana a productos como los neumáticos, bujías y
leche en polvo, entre otros, ya que apenas alcanzaban para ellos con un
dólar de importación de alrededor de trece escudos”. Seguidamente le
aclaró que su preocupación no era personal o de su Partido sino que “era
una inquietud del gobierno, ya que esta semana trataría el asunto el Comité
Económico”.
“Invitado por Anaconda -la compañía más importante que explota el
mineral de cobre- me alojé durante los días 16 y 17 en el “Departamento de
visitas”, informó el Agregado Cultural, Alfredo “gallito” Cambacéres.
“Pude observar allí algunos aspectos de interés: Éxodo de técnicos y
profesionales, médicos en su mayoría nacionales y extranjeros”. Las
razones de tal “éxodo”, según Cambacéres, eran entre otras, “la falta de
garantías con que amenaza el gobierno actual y la muy sensible
disminución de los sueldos, traducidos además, de dólares a escudos con la
permanente devaluación... “se van todos”- expresaron dos altos
funcionarios de Anaconda - “personal calificado, compuesto por médicos,
ingenieros, etc. particularmente médicos del Hospital de Chuquicamata,
organismo verdaderamente modelo y el más importante de esta naturaleza
que existe en todo Chile”.64
El Presidente Allende en su discurso de festejo de 1 de Mayo habló de
remplazar a ‘240 técnicos norteamericanos’ que se van de Chuquicamata,
por técnicos y obreros chilenos que tendrán que hacer producir más a
Chuquicamata. ‘Tendrán que sudar cobre los chilenos que allí trabajan para
defender a Chile’.65
En otro orden de cosas, cabe citar al socialista argentino Alfredo Palacios
66, quien decía ‘el fútbol separa todo lo que la diplomacia une’.
Precisamente, como resultado de los desbordes producidos al final de un
partido en el Estadio Nacional, entre Estudiantes de la Plata y Unión
Española, Gallac enviara a Buenos Aires un detallado informe sobre “La
institucionalización de la violencia” en Chile.67
“No se trata de comentar las incidencias puramente deportivas sino de
describir un nuevo clima político–social que desde la asunción del
Presidente Allende experimenta éste país”. El embajador encabezaba su
detallado inventario de la violencia con “los dos años de gobierno del
Presidente Frei (...) pródigos en manifestaciones violentas sobre todo en el
sector agrario. La puesta en marcha de la Reforma fue el factor
determinante”.
“La estrategia de la campaña de la Unidad Popular se dirigió, en
resumen, a lograr que las tensiones existentes llegaran al más alto grado
posible, anterior a la violencia, y ‘explotaron’ en un sufragio favorable a la
coalición de izquierda”. “El objetivo fue logrado y desde el 4 se setiembre
algunos hechos han convergido para causar estremecimiento y
desorientación en una parte de la sociedad chilena y desbordes violentos en
otra”. Luego enumeraba y detallaba los “hechos”: 1) Disolución del Grupo
Móvil 68; 2) Asesinato del general Schneider; 3) La presencia del MIR; 4)
Tomas de fundos, terrenos y viviendas; 5) Ataques al Poder Judicial; 6)
Presión al Parlamento; 7) Huelga de propietarios de transporte colectivo; 8)
Los sucesos del Estadio Nacional.”
“En efecto, señor Ministro, los hechos señalados demuestran
fehacientemente que los grupos militantes del oficialismo y los sectores
marginales se creen dueños absolutos del Gobierno y ACTÚAN CON LA
CERTEZA DE LA IMPUNIDAD” (Mayúsculas del Embajador).
“Cualquier acto delictivo revestido de contenido político se transforma en
legal y es tratado por personeros del gobierno y no por las autoridades
policiales”.
“El ‘conflicto’, entonces, ha salido de sus mecanismos acordados de
solución para entrar en una etapa anárquica donde prevalece quien más
fuerza física posee. Al Presidente Allende parece haberle ocurrido lo del
aprendiz de brujo: despertó fuerzas que ahora no puede dominar”.
El informe terminaba advirtiendo que “ahora, la situación de este país
está llegando a un capítulo que puede titularse CRISIS GENERAL DE
AUTORIDAD69, y todo indica que el Primer Mandatario, al menos, ha
tomado conciencia de las consecuencias que pueden derivarse”.
La cuestión militar estaba siempre presente. A pesar de una
“comunicación remitida oportunamente por vía especial al Canciller
argentino”, el Embajador relataba en una Nota una reunión70 que el
Presidente Allende había mantenido con mil cuatrocientos Jefes y Oficiales
de la poderosa Guarnición Santiago del Ejército, aclarando que el riguroso
hermetismo de lo tratado en el cónclave, y que son “muy contadas las
personas” que tienen información exacta sobre las manifestaciones del
Primer Mandatario.

“Cinco serían los aspectos tratados: 71


“.... habría señalado que las Fuerzas Armadas deben mantenerse alejadas
de la política”.
“.... habría hecho un llamado a los asistentes para que colaboren en la
lucha contra la inflación, a fin de que las alzas de sueldos que los han
beneficiado no se hagan inocuas al cabo de cierto tiempo”.
“.... habría destacado las condiciones de los altos Jefes del Ejército,
haciéndoles ver que piensa en ellos para su futura incorporación a la
dirección de empresas, naturalmente estatales”.72
“.... en forma no muy clara, habría dejado traslucir que la Democracia
Cristiana participará más delante de su gobierno”.
“.... habría estimulado, cuanto menos, a que existiera una mayor
elasticidad en la relación entre Oficiales y Suboficiales. Esta manifestación,
de ser cierta, no habría sido del agrado de los Jefes y Oficiales”.
En aquellos días, el senador del partido Nacional, Fernando Ochagavía le
comentó al Consejero Gustavo Figueroa73 que “en un momento no muy
lejano (Allende) tendrá que optar por el mantenimiento de las libertades
individuales y una mayor lentitud y tibieza en la realización del programa
de la UP, o su supresión a fin de radicalizar el proceso y cumplir de manera
más rápida con el mismo”.
Coincidiendo con lo expresado por Allende, en el cónclave con los
miembros de la Guarnición Santiago, el legislador por la Décima
Circunscripción se refirió al “significativo proyecto” que presentó el
senador Aniceto Rodríguez (Socialista), en la Comisión de Defensa del
Senado, que Ochagavía también integraba. “El proyecto tiene por fin
autorizar a los miembros en actividad 74 de las Fuerzas Armadas para
desempeñar cargos en la administración pública, sin necesidad de pedir el
retiro.” La iniciativa sería rechazada por la oposición y el representante de
la Marina en la Comisión.

“Sílbenlo a Lenin, no a mí”

¿Fue una relación de amor y odio? ¿Existía de parte del Movimiento de


Izquierda Revolucionaria (MIR) una sensación de menosprecio al
pensamiento y la figura del Presidente Allende? ¿Era la “soberbia armada?”
o fueron socios en la debacle?
El MIR había nacido bajo la influencia de la Revolución cubana, en los
claustros de la Universidad de Concepción. A diferencia del Presidente, el
MIR adhería a la toma del poder a través de la “vía armada”. Tanto durante
su campaña electoral, como en el transcurso de su mandato, ellos ofrecieron
a Allende un “apoyo crítico”. En aquellos años sus referentes más
destacados eran Luciano Cruz, Miguel Enríquez. Luego del 11 de setiembre
de 1973 el grupo quedó a cargo del sobrino del Presidente, Andrés Pascal
Allende que, como era de esperar, habría de conducir la resistencia desde el
exterior (desde La Habana o la Managua sandinista) mientras los militantes
eran muertos en Chile. Lo mismo sucedió con la guerrilla argentina de
origen peronista o el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), cuyas
conducciones realizaron un “repliegue táctico” hacia La Habana, México o
Nicaragua. Desde esos lugares mandaban “ofensivas” que eran
sistemáticamente neutralizadas por el gobierno militar.
Con el tiempo, la gran mayoría de los militantes pasaron a ser empleados
o “carne de cañón”75 del Departamento Américas del comunismo cubano,
cuyo jefe fue el “célebre” Comandante Manuel Piñeiro Losada 76 (conocido
como “el Gallego” o “Barba Roja”). Entre el MIR y el ERP (y
posteriormente Montoneros) se establecieron contactos para realizar
operaciones conjuntas. Uno de los primeros encuentros se realizó cuando
Mario Roberto Santucho - en aquel entonces Secretario General del PRT-
ERP - viajó clandestinamente a Santiago de Chile en julio de 1971.77 Más
tarde el MIR, ERP, Tupamaros de Uruguay y ELN de Bolivia formaron la
Junta Coordinadora Revolucionaria que produciría asesinatos, secuestros y
asaltos en diferentes países del continente latinoamericano. Incluso
operaron con criminal fiereza durante las presidencias constitucionales de
Juan Domingo Perón y María Estela de Perón en la Argentina (1973-1976).
Para Allende los “miristas” eran “jóvenes idealistas, con los cuales
teníamos una apreciación táctica distinta y diferente, que actuaron
erróneamente, pero impulsados por un anhelo superior de transformación
social”.78 Y como el Presidente de Chile no confiaba en las Fuerzas de
Seguridad institucionales, permitió que su custodia estuviera integrada en
su mayoría por militantes del MIR: ‘Un grupo de amigos personales míos,
de cuya lealtad y valentía estoy plenamente confiado’, afirmó.79 El MIR se
expresaba públicamente a través del quincenario Punto Final, en cuyo
Consejo Editorial figuraban los periodistas Augusto “Perro” Olivares,
Carlos Jorquera Tolosa (ambos trabajaban con el Presidente en La Moneda),
Manuel Cabieses y Mario Díaz.
“‘Pido la palabra’, gritó Salvador Allende en medio de los silbidos y
gritos adversos que partían de los jóvenes estudiantes ‘miristas’. Un
profundo silencio cayó sobre la sala principal de la Casa del Deporte80 de la
Universidad de Concepción, adonde había concurrido para celebrar el 52
Aniversario de su fundación”. “La Casa del Deporte es un cajón de mármol
emplazado junto a la calle, frente a los coloridos jardines del ‘campus’
universitario. Por fuera, su estilo lóbrego y gris contrasta fuertemente con
los espectáculos llenos de vida que se presentan en su interior. Se parece
más a la morgue contigua a ella que a un recinto deportivo. De antigua
construcción, dos descuidadas estatuas sobre pedestales - reproducciones de
atletas griegos - dan la bienvenida a quienes la visitan. Hace 20 años debe
haber sido 20 años menos fría”.81
Minutos antes había pronunciado un discurso Nelson Gutiérrez,
presidente de la Federación de Estudiantes de Chile, quien “en varias
oportunidades postuló la vía armada para detener lo que denominó “la
reacción de las derechas y el imperialismo, ante las pérdidas de los
privilegios alcanzados durante los gobiernos anteriores y especialmente del
señor Frei”. Posteriormente “atacó a la Democracia Cristiana, el Partido
Nacional, al Poder Judicial... y a cierto sector de las Fuerzas Armadas
“quienes mantienen contactos de carácter subversivos con sectores de la
derecha”.
Salvador Allende en la Universidad de Concepción

Cuando el Presidente se acercó al estrado82 debió permanecer en silencio.


Llamó al orden diciendo que “de repetirse cualquier manifestación se
retiraría sin más trámite”. Habló visiblemente molesto, pero también
concitó la atención y el silencio de la totalidad del auditorio... desmintió y
contradijo los conceptos de Gutiérrez. Afirmó que su gobierno constituía un
tránsito al socialismo y se vio obligado a “criticar el afiebramiento de
algunos que creen que de la noche a la mañana se puede transformar una
sociedad”. Citó a Lenin, con frases que leyó puntualmente de un libro que
tenía en sus manos, en abierta respuesta al auditorio: “El extremismo
revolucionario es traición al socialismo... sílbenlo a Lenin no a mí”. El
Cónsul en Concepción relató que Allende al referirse a la posibilidad de
extender el socialismo revolucionario hacia otros países de América Latina
-concretamente a Uruguay y Argentina - , que no creía y menos permitiría
que ello se hiciera desde las esferas de la Unidad Popular.
Ramírez Boettner, en esos momentos Representante de Naciones Unidas
en Chile, relató a Gallac que el Primer Mandatario se retiró del recinto
‘visiblemente angustiado y contrariado, lo que hizo que virtualmente no
reconociera a muchas personas que se acercaban en ese momento a
saludarlo’. “El señor Ramírez Boettner, que es un hombre inteligente,
equilibrado y agudo observador político, estima también que esta crisis de
autoridad deberá hacer eclosión en un futuro próximo”.
Para un observador extranjero de finales de este siglo, resulta
contradictorio, patético, y confuso ver como el Presidente de Chile fue
insultado por los jóvenes del MIR en Concepción, mientras su integridad
física era salvaguardada por los militantes más “pesados” de dicha
agrupación, comandados por Max Joel Marambio, alias ‘Ariel
Fontanarrosa’, entrenado en Cuba.

Crímenes y persecuciones

El 8 de junio de 1971 volvía a cometerse un asesinato estremecedor en las


calles de la capital de Chile. Un comando de la ultraizquierdista
“Vanguardia Organizada del Pueblo”, VOP 83, había asesinado en Santiago
al ex ministro del Interior y vicepresidente de Frei, Edmundo Pérez Zujovic.
La Unidad Popular había reaccionado tratando de despegarse del hecho y
el senador Adonis Sepúlveda, presidente del comando de la Unidad
Popular, había calificado al crimen como parte de un plan “contra la
seguridad de Chile y la convivencia de los chilenos”. De frágil memoria, el
legislador parecía haberse olvidado de sus declaraciones cuando en Puerto
Montt se desataron incidentes que involucraron a Pérez Zujovic: “La única
responsabilidad que reconocemos los socialistas es la de no haber sido
capaces aún de crear los organismos necesarios para responder bala por
bala, muerto por muerto”.84 En un principio, desde el propio gobierno se
intentó señalar a la derecha como responsable o a la Agencia Central de
Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA).85 El Presidente
Allende comparó el asesinato de Pérez Zujovic con el del dirigente
colombiano Jorge Eliecer Gaitán en 1948, que dio origen al denominado
“bogotazo”.
Con el paso de las horas fueron identificados como responsables del
crimen los hermanos Ronald y Arturo Rivera Calderón y el VOP dio a
conocer un comunicado calificando al asesinato de “fusilamiento
revolucionario”. Desde Bruselas, Bélgica, el presidente Eduardo Frei
condenó el hecho atribuyendo la autoría del “atroz crimen a los que siempre
alimentan mentiras, calumnias, incitan al odio y destrozan a Chile en medio
de la impunidad”.86 El hecho repercutió en el mundo y el diario francés Le
Monde opinó que lo que estaba en juego ahora “es toda la autoridad del
gobierno de Salvador Allende, presionado por la izquierda y por la
derecha”. Según el corresponsal de La Opinión, “la derecha tradicional ha
obtenido ventajas políticas del asesinato Pérez Zujovic, y aspira ahora a
controlar a sectores de la democracia cristiana antes paralizados por el ala
izquierda del partido, encabezada por Radomiro Tomic y prácticamente
aliada al gobierno del señor Allende”.

Eduardo “Coco” Paredes


El VOP era un desprendimiento del MIR87, y su cabecilla, “el joven
idealista” Ronald Rivera (alias Manuel Campillay, de 26 años) había sido
indultado por Allende seis meses antes. La cacería de los asesinos fue
dirigida personalmente por Eduardo “Coco” Peredes, Director de
Investigaciones. Cuando los encontraron, en un conventillo de las afueras
de Santiago, los hermanos Rivera levantaron bandera blanca - la misma que
no le dieron oportunidad de levantar a Pérez Zujovic - pero igualmente
fueron ultimados. Posteriormente se conocería que entre Paredes88 y los
Rivera había existido una relación que obligaría al primero a callarlos para
siempre.
No faltaron los provocadores como el diputado socialista Mario Palestro:
“Nosotros respetamos el heroísmo de esa gente de la VOP. Que ande
despistada es otra cosa... frente a la muerte de Pérez Zujovic esta gente vale
mucho más que él, que tuvo a su haber la muerte de ocho pobladores a los
que nadie le rinde honores”.89
El crimen contra el ex Ministro de Frei sirvió para distraer un hecho por
demás importante. El 10 de junio se habían realizado elecciones en la
Universidad de Chile. El triunfo se lo adjudicó el candidato de la oposición
Edgardo Boeninger Kausel, un ingeniero de 46 años, ex director de
Presupuesto durante la gestión Frei y de reconocida “independencia
política”. Los derrotados fueron Eduardo Novoa Monreal, un abogado de
54 años “recientemente incorporado al Partido Socialista” y Ricardo Lagos
Escobar que se había postulado a la Secretaría General (cargo que ya había
ocupado en el primer período de Boeninger). “… la mala noticia, sobre
todos para nosotros, fue el resultado de las elecciones recientemente
celebradas en la Universidad de Chile para nombrar al nuevo rector y otras
autoridades. El resultado fue un desplazamiento hacia la derecha, no sólo
contra la Unidad Popular sino contra la reforma misma. El nuevo rector era
el democristiano Edgardo Boeninger’, escribió Joan Jara.

Coincidencias por el Beagle

En junio de 1971 la Argentina enfrentaba dos obstáculos cuyas


consecuencias se padecerían un lustro más tarde. Por un lado y dentro del
marco de la Cuenca del Plata, discutía con Brasil la utilización de los
recursos naturales compartidos. En palabras más comprensibles, Brasil y
Paraguay estaban construyendo una monumental central hidroeléctrica,
Corpus, que podía afectar el caudal del río Paraná, aguas abajo, en territorio
argentino (navegación, altura de las aguas, pesca, etc.). Por otro, la
Argentina planificaba con el gobierno de Asunción -también sobre el
Paraná - la construcción de su central (Yaciretá-Apipé) que podía verse
afectada por la altura de la “cota”90 de la obra brasileña. Al mismo tiempo
se dialogaba en Buenos Aires y Montevideo respecto de la represa de Salto
Grande. Ese año, en la reunión de cancilleres de la Cuenca en Asunción, se
había acordado que en materia de aprovechamiento de los ríos de curso
sucesivo, las obras satisficieran “una auténtica necesidad de la población y
que su realización u operación “no deberían causar perjuicios a otro Estado
de la Cuenca”.
También con Chile, desde hacía varias décadas, el gobierno de Buenos
Aires arrastraba varias cuestiones limítrofes, en especial el litigio sobre el
Beagle, un brazo del mar que une al Pacífico con el Atlántico en el extremo
sur del continente. Ambos países tenían criterios diferentes sobre el curso
de estas aguas, y de la definición de éste, a su vez, dependía la posesión de
tres islas (Picton, Lennox y Nueva).
Después de más de sesenta años de debates, en 1969, Chile recurrió
unilateralmente al gobierno de Londres para que definiera la cuestión
(según el Tratado General de Arbitraje de 1902, firmado entre ambos
países, que designaba a la Corona Británica como árbitro). Argentina
sostenía en cambio que la letra del Protocolo de 1893 prestigiaba el
principio de “Chile en el Pacífico, la Argentina en el Atlántico”, y que las
islas en disputa se encontraban en la desembocadura del Canal de Beagle
hacia el norte, es decir sobre el Atlántico. Lo cierto es que Argentina no
podía encontraba ninguna imparcialidad del árbitro inglés, debido a la
disputa por la soberanía de las islas Malvinas y el Atlántico Sur.
Ningún gobierno chileno hubiera osado salirse de lo acordado en 1902.
Impedido por el parlamento para aceptar una negociación directa, de
hacerlo se hubiera convertido en un fácil blanco de la oposición y podría
además ser humillado por las Fuerzas Armadas, de ahí que el nudo creado
por intereses disímiles y enfrentados resultara difícil de desatar.
Los gobiernos de ambos países - utilizando un dicho popular - debían
“salvar la ropa”, es decir no aparecer como cediendo. En 1971, luego de
arduas negociaciones, se acordó una solución intermedia que obtuvo el
visto bueno de ambos países. Designar una “Corte Arbitral”, integrada por
juristas de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, Corte que
estudiaría el caso, dictaminaría y lo elevaría al “árbitro” inglés para que
resolviera.
En las negociaciones intervinieron por la Argentina diferentes personajes,
desde presidentes de facto, ex cancilleres, asesores militares y, como era de
prever, numerosos funcionarios del Palacio San Martín. Sin embargo, en
1977, cuando los dados echados por los jueces de la Corte Arbitral, no
favorecieron a la Argentina, todos los que de una manera u otra habían
intervenido fueron señalados como culpables y esgrimieron las
correspondientes disculpas o traslado de culpas. Levingston, por ejemplo,
afirmó que nunca había hablado por teléfono con Allende y responsabilizó a
Lanusse por haber elegido la opción de la derrota en la Corte Arbitral. En
1977, durante un debate periodístico, Lanusse mostró uno de los
documentos del Palacio San Martín donde afirmó que el ex presidente
mentía.91
Otros militares, los del Proceso de 1976-1983, en su afán de buscar
culpables, casi llegaron a la irresponsabilidad de un enfrentamiento armado
con Chile.92 La guerra se pudo impedir gracias a la intervención del Papa
Juan Pablo II pero, años más tarde, en 1982, los mismos que se
proclamaban “occidentales y cristianos” terminaron marchando
alegremente a una guerra contra Gran Bretaña - que los enfrentó con la
OTAN y los Estados Unidos - por las islas Malvinas. La derrota los dejó sin
oxígeno político y mucho menos económico y al año debieron volver a sus
cuarteles.
Volviendo al tiempo que nos ocupa, el viernes 18 de junio de 1971, Julio
Barboza, Consejero Legal de la Cancillería, elevó al subsecretario de
Relaciones Exteriores, José María Alvarez de Toledo un aide memoire en el
que resumía un encuentro con el embajador Ramón Huidobro y su segundo
Javier Illanes, “respecto a la diferencia argentino-chilena en la zona del
Canal de Beagle”.
Del mismo surgía la posición de Huidobro, quien sostenía que Chile
estaba conforme con la última propuesta argentina. “Para dejar establecido
con toda claridad dicho acuerdo, el embajador Huidobro leyó el cable que
había enviado a su gobierno, conteniendo la mencionada propuesta
argentina, tal cual él había entendido”.
El punto 1.3 del ‘aide-memoire’, informaba que la “Argentina y Chile
solicitarían verbal y conjuntamente al Árbitro que envíe a los Jueces una
carta explicando que el gobierno de Chile había pedido que se retire el
anexo cartográfico y el gobierno argentino ha accedido a esta petición”. Los
demás puntos eran especificaciones técnicas alrededor de éste. De común
acuerdo ambos países habían optado por abandonar a la Corona Británica y
someterse a una Corte Arbitral para que dictara un fallo sobre la disputa. La
resolución de los jueces (que recién se conocería en 1977) se elevaría a la
Corona para que ésta la diera a conocer a las partes, con lo cual Chile se
mantenía dentro del espíritu del Tratado de 1902, y la Argentina quedaba
satisfecha porque habría de ser la Corte ad-hoc la que resolviera.
El punto 2 se refería a la visita del canciller argentino a Chile y sugería,
“dado el interés que el Presidente Lanusse ha manifestado por la visita del
Presidente Allende” que podría ir acompañada de una invitación para que
Allende viajara a Buenos Aires “en caso de que este acuerdo sobre el litigio
en el Canal de Beagle, llegara a una total concreción”. También se acordó
una visita previa del canciller De Pablo Pardo a Santiago, donde se
ultimarían detalles del documento a elevar a la Corona Británica y se
aprovecharía, además, para firmar una declaración sobre aprovechamiento
conjunto de aguas internacionales y la construcción de una planta
hidroeléctrica en la región de Futaleufú, provincia de Aysén.
Bajo una llovizna implacable y con tres horas de demora que lo
retuvieron en Mendoza, el 25 de junio llegaba a Santiago el canciller de
Pablo Pardo, en un avión T-41 de la Fuerza Aérea y aterrizaba en “ “Los
Cerrillos” ante la imposibilidad de hacerlo en “Pudahuel”. Allí una
compañía de la Escuela de Aviación de Chile le rindiera honores. Lo
esperaban su colega chileno Clodomiro Almeyda, el director general de la
Cancillería chilena, Enrique Bernstein , el Edecán Naval del Presidente
Allende, Arturo Araya y los embajadores Gallac y Huidobro, entre otros. 93
Ese mismo día a las 17.55 horas, el ministro argentino ingresaba en La
Moneda para entrevistarse con Salvador Allende. La conversación giró en
torno al Beagle y el representante argentino lo invitó, en nombre del
presidente Lanusse, a visitar la Argentina: “Esta reunión vendría a
solemnizar el acuerdo (sobre el Beagle) y resultaría muy significativa como
corrección tácita a la política de ‘fronteras ideológicas’ del depuesto
presidente Onganía. Por su parte, el Gobierno chileno también podría
mostrar la reunión como prueba de que realmente no persigue una política
de alineación ideológica”, escribió La Prensa de Chile al día siguiente.
Al día siguiente -26 de junio- De Pablo y Almeyda firmaron en el Salón
Rojo de La Moneda, el Acta de Santiago en la que ambos países acordaban
la necesidad de “preservar los recursos vivos de sus cuencas internacionales
y de impedir su contaminación, a fin de lograr mejores condiciones
ecológicas” y se reconocían mutuamente “el derecho de utilizar dentro de
sus respectivos territorios, las aguas de sus lagos y ríos internacionales de
curso sucesivo, en razón de sus necesidades y siempre que no cause
perjuicio sensible a la otra”. La declaración reforzaba los argumentos
argentinos en su importante disputa con Brasil en la Cuenca del Plata.
De Pablo aprovechó un almuerzo que se realizó en la residencia argentina
en honor al canciller chileno, para afirmar que la Argentina estaba dispuesta
“a contribuir con su esfuerzo al desarrollo y bienestar de los pueblos de
América Latina, muy especialmente con aquellos a los que está vinculada
por su inmediatez geográfica”.94
El sábado 26, no fue un día cualquiera en Chile. Los funcionarios del
gobierno se felicitaban porque habían logrado el ansiado acuerdo con
Argentina, pero además Allende cumplía 63 años y era el primero que
festejaría como Presidente. Aquel día se lo veía relajado y sonriente y
cuando le mostraron una foto en la que aparecía en un acto público con un
chaquetón oscuro, de piel blanca, recordó que el chaquetón le “gustaba
mucho y me lo robaron cuando me lo saqué en medio del discurso, tengo
mucho interés en saber dónde está. Es posible que algunos de los que
estaban detrás de mí sepan algo de ello”. Por la noche, durante una
recepción realizada en la residencia presidencial de la calle Tomás Moro, el
canciller argentino felicitaba al presidente de Chile.

Malos augurios

Escasas horas faltaban para el encuentro presidencial en Salta y Gallac


debía viajar hasta allí acompañando a Salvador Allende y su delegación.
Detallista como pocos decidió, antes de encontrarse cara a cara con sus
superiores, hacer un último relevamiento de la situación interna de Chile
para poder entregarles un prolijo informe de lo que acontecía a espaldas del
chileno. Primero entrevistó a la figura más destacada de la oposición, el ex
presidente Frei. Luego hizo lo mismo con su colega de los Estados Unidos,
Edward Korry, y por fin con su amigo el senador Durán.
Gallac resumió su encuentro con Frei - del 21 de julio - en un informe de
tres páginas.95 En el mismo se puede observar la visión cada vez más
negativa que el ex presidente tenía de la situación de su país. Según Frei,
entre los nuevos factores que agravaban el panorama, uno de los más
importantes era “el éxodo de técnicos” de la industria del cobre. Otro, “la
gravísima situación de la industria textil, a raíz del mal empleo de los
equipos de producción y la segura quiebra a que arribarán, a plazo más o
menos breve, las minas de hierro de Santa Bárbara y Santa Fé”.
Frei también hizo hincapié en que “la falta de artículos alimenticios y de
consumo familiar está haciéndose notar, a lo que se une la escasez de
repuestos para automotores y equipos diversos”. En el terreno político fue
categórico y manifestó que se avanzaba “a pasos seguros hacia el
marxismo–leninismo, señalando que a través de la estatización de los
Bancos se suprime toda posibilidad de supervivencia a los opositores al
Gobierno”. El ex presidente también estaba preocupado por la existencia de
los grupos armados, ‘entrenados, según expresó, por cubanos y
checoslovacos’96, lo que entraña graves peligros. Me dijo a continuación
que los 42 agentes de investigaciones que intervinieron en la captura de los
asesinos del señor Pérez Zujovic habían sido dispersados y destinados a
ciudades de provincia”. En otras palabras, Eduardo Paredes no quería
testigos que recordaran los procedimientos que culminaron con las muertes
de los hermanos Rivera Calderón.
“Destacó también que en éste último tiempo Allende da la sensación de
que ha perdido el mando y que se encuentra sobrepasado por los
acontecimientos. Que él expresa a sus interlocutores, cuando se trata de
asuntos importantes de Gobierno, determinadas decisiones, pero en otras
instancias los resultados son totalmente opuestos. Esto entrañaría un gran
cinismo por parte del Mandatario, obligado hasta con sus amigos más
íntimos a la demostración de una autoridad que no ejerce. Como dicen los
chilenos de actuación destacada y entre ellos Frei, ‘el Presidente no
gobierna’. Frei creía que sólo un milagro podría salvar a Chile ‘de la más
horrorosa catástrofe económica de su historia y de su conversión al
marxismo-leninismo’”.
Texto del cable “S” con el encuentro con Eduardo Frei

Esa noche Gallac cenó a solas con Edward Korry (Nota “Reservada” No
296, del 22 de julio de 1971). “El gobierno norteamericano, me dijo, ha
adoptado una actitud de espera y expectativa, no toma la iniciativa en
nada.... ello ha provocado un evidente desconcierto en las esferas oficiales,
pues no estaba dentro de sus planes tal actitud, por así decir contemplativa,
del gobierno norteamericano”. Korry le explicó que asistía poco y nada a
los actos oficiales y que había ‘suspendido’ totalmente la actividad
diplomática normal, “esto es que no invita ni a moros ni a cristianos a su
Embajada”.
“En opinión del señor Korry, -informaba Gallac - existen algunas
tensiones en el seno de la Unidad Popular, y cree que el Partido Comunista
es el único que saca provecho de la situación, actuando en forma
disciplinada y congruente, estimando que si el doctor Allende llamara a un
plebiscito en el día de mañana, obtendría la mayoría. No obstante, y
enfáticamente, asegura tener la certeza de que el pueblo chileno no sería
jamás sometido a un régimen totalitario, como lo es el cubano, dada su
evolución política y sus sentimientos a favor de la libertad”.
En el plano económico, el embajador de los Estados Unidos “se refirió a
la actitud que adoptaría su país en relación al monto de la indemnización
que el gobierno chileno deberá acordar a los intereses norteamericanos
afectados por su política en el cobre. Saqué la conclusión - opinaba Gallac -
que los setecientos millones de dólares, cifra que representa la inversión
norteamericana, está fuera de cuestión en la mentalidad de Washington,
pero que estimarían razonable una cifra de alrededor de la mitad. Y que la
falta de un tratamiento equitativo haría que se terminara para Chile en su
país y en otros centros financieros del mundo occidental, el aporte de
capitales o de cualquier ayuda financiera al actual gobierno”.
Su último interlocutor fue el senador Julio Durán. El 22 de julio se reunió
con él y tomó nota mentalmente que Durán, como Frei, sostenían que “el
Presidente no gobierna”, el legislador “confía en los principios
democráticos del doctor Allende y cree que la única esperanza que le queda
a Chile para evitar caer en una dictadura extremista. “Por ello, me dijo, no
he cortado los puentes con él”, concluía Gallac.
Durán le confió que “las Fuerzas Armadas, siempre legalistas, deberían
intervenir si se produce lo que él imagina: el enfrentamiento que tendría
lugar alrededor de fin de año por la escasez de productos alimenticios, que
llevará a las poblaciones humildes que rodean a Santiago, a invadir
virtualmente los sectores residenciales para tratar de apoderarse de lo que
no tienen, impulsadas por el hambre y las necesidades más angustiosas”.
Allende y Lanusse en Salta. El autor detrás de Lanusse

Alejandro Agustín Lanusse se aprestaba a subir al avión presidencial


“Patagonia” que lo trasladaría a Salta para encontrarse con Salvador
Allende. Antes había tomado café con algunos de sus colaboradores
inmediatos (el general Rafael Panullo, secretario general de la Presidencia y
el ministro de Trabajo, Rubens San Sebastián), en los salones del sector
militar del aeroparque metropolitano. Hacía días que no se sentía bien, un
cálculo renal lo tenía a mal traer, pese a los esfuerzos de su médico
personal, el “petiso” Firmat.

La carpeta “Base” de Lanusse

Durante el vuelo, le alcanzaron la carpeta “Base” sobre Chile preparada por


la Cancillería que contenía, en más de cincuenta páginas, una completa
radiografía del país. Incluidas las biografías de los principales miembros de
la delegación chilena. A Salvador Allende lo calificaba como “un hombre
serio y respetable”. A Clodomiro Almeyda lo describía como alguien
“pragmático en política exterior y posee en mucho menor grado el prejuicio
antiargentino que es casi innato en los hombres de derecha y proverbial en
todo el staff de la cancillería chilena”.
“Almeyda - advertía- no es un ‘parvenu’ revolucionario, ha leído,
anotado, comentado y enseñado a Marx, Engels y Lenin”. En pleno vuelo
hacia Salta, leyendo el diario Clarín de Buenos Aires, a Lanusse lo
sorprendió un comentario de la sección “Qué dice la calle”: “Pocos años
atrás, hubiera parecido políticamente escandaloso que un gobernante
marxista confraternizase con el jefe de un gobierno militar... hay que
felicitarse, el mundo marcha” (...) “evidencia de la marcha del fin de las
fronteras ideológicas”. (Clarín, Buenos Aires, página 23, del 23 de julio de
1971).
Entre Allende y Lanusse hubo dos encuentros. El primero en Salta,
Argentina, entre los días 23 y 24 de julio, y luego en Antofagasta, Chile, el
16 y 17 de octubre del mismo año. El primer capítulo de la carpeta Base
contenía una “visión general de la política interna chilena” con la
información enviada por Gallac desde Santiago, redactada unos días antes
del primer encuentro. Para la segunda Cumbre se incluyó, y con otra
tipografía, un informe sobre “un escándalo de proporciones y cuyas últimas
consecuencias todavía no se produjeron”. Trataba sobre la muerte por
asfixia de Luciano Cruz (28), “máximo líder del Movimiento de Izquierda
Revolucionario (MIR)” y el suicidio de su compañera, una profesora
francesa. “El episodio de la rara muerte de Cruz - indicaba la información -
y su amante fue tomado con alegre indiferencia por la derecha, al principio.
Pero no por los comunistas, pues el MIR pretendió velar el cadáver en la
Central Única de Trabajadores (CUT), que es casi un feudo comunista.
Como éstos se negaron, los miristas tomaron el local junto con jóvenes
socialistas... los comunistas, enfurecidos, exigieron que ningún funcionario
oficial de jerarquía asistiera al entierro. No obstante, se tiene la fotografía
periodística de Miguel Enríquez (Secretario General del MIR) hablando en
el sepelio y a su lado están Laura Allende y el Secretario General de
Gobierno, Jaime Suárez, entre otros”.
Lanusse avanzó en la lectura del informe: “Esto no pasaría de una
anécdota si no fuera por la verdadera bomba verbal (¿ingenua?) lanzada en
el discurso fúnebre por Enríquez. Este dijo que al producirse la muerte de
su amigo y camarada Cruz, el extinto se hallaba dedicado a crear conciencia
marxista en las Fuerzas Armadas. Ahí fue la explosión y por ello se dedicó
tanto espacio a este suceso. Lo que era un acontecer ‘usual entre gansters’,
como dijo un diputado del Partido Nacional antes del entierro, se convirtió
en la mecha de un polvorín político”.
El Boeing 737 de LAN aterrizó en el aeropuerto El Aybal, de Salta, a las
14.56 en un día de sol radiante. A la 15.1 la puerta del avión se abrió y la
primera en aparecer fue Hortensia Bussi de Allende, seguida por el
mandatario chileno. Abajo los esperaban Lanusse y su esposa Ileana Bell
acompañados por el comandante del Tercer Cuerpo del Ejército Argentino,
general Alcides López Aufranc.
El presidente argentino lucía su uniforme de Teniente General y Allende
un sobrio traje oscuro cruzado y en su solapa colgaba “piocha de
O’Higgins”, la estrella que identifica al comandante en Jefe de las Fuerzas
Armadas de Chile. Entonces tuvieron lugar las ceremonias de rigor, revista
de tropas; la fanfarria militar interpretó las introducciones de los himnos, y
la presentación de las delegaciones.
A las 15,25 el edecán le extendió a Lanusse un texto, con las palabras de
bienvenida que pronunció a su colega chileno: ‘La ciudad de Salta os acoge
con la más cordial hospitalidad. Ella asume hoy la representación del resto
de la Nación y confío en que os sintáis aquí como en vuestro propio país.
Os deseo a vos, y a vuestra señora esposa, la más agradable estancia en esta
provincia norteña, que tan ligada está a las luchas de la independencia y al
nacimiento de nuestras nacionalidades’. ‘Desde aquí, desde Salta —
respondió Allende — ligada al corazón heroico de los gauchos, saludo al
pueblo argentino, a sus trabajadores, sus mujeres, a su juventud, a sus
profesionales, y expreso en este saludo el reconocimiento y la gratitud de
Chile para el pueblo, el gobierno y muy especialmente para el Presidente
argentino, ya que en horas de prueba hemos recibido la expresión superior
solidaria y fraterna de la Argentina toda’.

Allende, Lanusse y el embajador Gallac en Salta

Finalizadas las ceremonias, los mandatarios se trasladaron al Hotel Salta


a bordo de un “Rambler Ambassador” de techo vinílico blindado. Desde el
balcón del hotel saludaron a la gente, mezclada entre ella una delegación
del “Santiago College” de Chile que no dejaba de vivar al presidente
chileno. Finalmente Allende decidió bajar a la calle para confraternizar.
‘Llámenlos’ pidió al ver que la custodia no dejaba que se acercaran, quería
estrechar las manos de los dirigentes gremiales argentinos, de las Villas
Vecinales, centros estudiantiles y de la Juventud Peronista que vivaban a
Allende y Perón.
Cerca de las 19, después del primer diálogo personal, los presidentes
salieron a caminar por la Plaza 9 de Julio. Lanusse vestía ya un traje gris y
corbata oscura y Allende llevaba también un atuendo más informal, corbata
a lunares y sus acostumbradas camisas de la señora Greats o de la
Camisería Briduc, de Santiago de Chile. Pícaro como pocos, Alejandro
Agustín Lanusse, y en especial Edgardo Sajón, su Secretario de Prensa y
Difusión, aprovecharon la presencia de los más de doscientos periodistas y
las cámaras noticiosas para hacerse gritar ‘dictador’ por un “espontáneo”,
en presencia de su par chileno y sus acompañantes en medio de la Plaza 9
de Julio. Fue entonces cuando Lanusse lo miró fijo, se le acercó y le dijo:
‘Usted tiene derecho a gritar lo que piense y nada le va a pasar’. Con ello
daba a entender que pretendía ser el día de la noche respecto de sus
antecesores. 97
Después, pasearon por la recova que rodea a la Plaza, entraron en un bar
y tomaron un café. ‘Hacé calientes los cafés, negro’ le pidió un custodio a
Mario Brizuela, el mozo del local. Todo era buen trato, calidez, ‘ hasta en la
cárcel se puede llevar uno bien con los chilenos, dijo el Presidente
argentino. ‘¿Por qué en Chile gustan tanto los tangos?’ preguntó a manera
de chiste uno de los miembros de la delegación chilena: ‘Porque los que
mueren en ellos son argentinos’, las carcajadas brotaron del lado argentino.
Concluida la cena oficial que Lanusse le ofreciera, Allende acompañado
por unos pocos volvió a salir a caminar por la Plaza y entró en “La Peña”, a
metros del hotel, a escuchar folklore. Cuando a las cuatro de la madrugada
tocaron las campanadas de la Catedral pidió la cuenta. El dueño del local no
aceptó cobrarle: ‘Ha sido un alto honor tenerlo en mi casa’.
El 24 los presidentes cumplieron con los diferentes actos previstos, una
ofrenda floral al general Martín Miguel de Güemes y un corto paseo por los
alrededores de la capital salteña. Luego, en un momento del encuentro se
escucho “otra vez la maldita piedra, le comentó “Cano” Lanusse a Allende
con gesto de dolor en medio de las actividades, mientras el doctor Firmat le
ponía una inyección para calmar el cólico renal. Más tarde tendría lugar la
ceremonia más importante, la firma de las ocho páginas de la Declaración
de Salta. Entre otros puntos sostuvieron el respeto al principio de la no
intervención en los asuntos internos y externos de cada Estado “y en la
voluntad siempre sostenida de resolver sus problemas por la vía pacífica y
jurídica”.
Ambos jefes de Estado reiteraron su convencimiento de que ambas eran
esenciales en lo que hacía al “respeto al pluralismo político en la
comunidad internacional”. Se refirieron al incremento del comercio entre
ambos países - que en 1970 había alcanzado el más alto nivel de su historia
- y lo consideraron un elemento fundamental en las relaciones bilaterales,
destacando “el valor de las tareas que en este orden cumple la Comisión
Especial de Coordinación Argentino–Chilena”. Ambos mandatarios
comprobaron con satisfacción “los esfuerzos realizados para solucionar con
espíritu de justicia social las situaciones provocadas por el desplazamiento
de trabajadores temporales de un país a otro”.

Sergio Onofre Jarpa Reyes


La generalidad de los medios políticos chilenos opinó que la reunión
entre ambos mandatarios había resultado “satisfactoria y positiva”. Sólo el
Partido Nacional, derechista, de oposición, expresó reservas por la firma del
acuerdo de arbitraje sobre el Beagle. Su presidente, Sergio Onofre Jarpa
calificó de ‘lamentable’ el acuerdo sobre el Beagle alegando que no se
entendía el objeto de la entrevista presidencial, ‘creo - declaró - que se
apresuraron mucho en formar el compromiso arbitral para hacerlo antes del
viaje de Allende a la Argentina y sólo por motivos publicitarios y políticos
inmediatos. Lo que se ha firmado revela una posición entreguista frente a la
Argentina’. (La Opinión, Buenos Aires, página 10, del 25 de julio de 1971).
Ironía o maltrato de la historia, a Onofre Jarpa Reyes le correspondió
desempeñarse como embajador del gobierno de Augusto Pinochet Ugarte
en Buenos Aires y a defender, con justificada furia, el espíritu y la letra de
la Declaración de Salta en 1971, en el momento más tenso de las relaciones
entre los dos países. Jaime Valdés, quien años más tarde se convertiría en el
jefe de prensa del embajador Jarpa en la Argentina, escribió entonces que
“con este acercamiento al régimen marxista de La Moneda, Lanusse - según
ciertos analistas - pretende estar apto para servir de ‘puente’ o ‘enlace’ entre
Santiago y Washington, en caso de que se endurezcan las relaciones entre
Chile y Estados Unidos a raíz de las medidas de nacionalización que lleva a
la Unidad Popular”. No estaba tan equivocado (Semanario Sepa No 29,
página 11, del 27 de julio al 2 de agosto de 1971. “En los hechos, los
‘gorilas’ argentinos se encuentran frente a un cuadro fronterizo (Chile, Perú
y Bolivia) en que, bajo diversas formas, han comenzado a caminar procesos
liberadores.
Por eso, el interés argentino por contrarrestar el avance impetuoso del
‘subimperialismo’ brasileño en el Atlántico, ha coincidido con el interés de
Chile en mantener las mejores relaciones con sus vecinos transandinos, lo
cual protege el libre desarrollo de su proceso revolucionario. Así se explica
que el Canciller argentino, Luis María de Pablo Pardo (asesor jurídico de la
Armada argentina, hombre vinculado al Pentágono), haya encontrado gran
receptividad en Santiago”, analizaba Manuel Cabieses Donoso, director del
quincenario Punto Final, vocero del MIR.
El entonces columnista Rodolfo Terragno - quien fuera uno de los
miembros más lúcidos del gabinete del radical Raúl Alfonsín - escribió en
La Opinión: “Era evidente que, para uso interno, a Lanusse le convino el
encuentro con Allende. El presidente demostró así el desprejuicio, la
liberalidad, el espíritu amplio que alega tener. Y es precisamente ese
espíritu el que -dice el gobierno- preside el Gran Acuerdo Nacional que
propicia. La política exterior, basada en el desconocimiento de las fronteras
ideológicas, sería una proyección de ese Gran Acuerdo” (La Opinión,
Buenos Aires, “El abrazo táctico”, página 10, del 25 de julio de 1971).
Salvador Allende partió de Salta cerca de las 16.30 del 24 de julio y
cuentan que se iba satisfecho. También lo estaba Lanusse y mucho más José
Teodoro Gallac. Hacía menos de dieciocho meses que se desempeñaba
como Embajador en Santiago de Chile, había participado en dos encuentros
presidenciales (éste y el de Onganía con Frei en Viña del Mar) y había
ayudado a encarrilar la problemática del Beagle. Todavía le esperaban la
cita presidencial en Antofagasta y la despedida de Allende con Lanusse en
la embajada de Chile en Buenos Aires, en mayo de 1973.

42 Dirigente radical, ex Presidente de la Cámara de Diputados (1963 – 1966). Asesinado por


“Montoneros” en 1974.
43 “Mí testimonio”, Lanusse, página 219.
44 Conversaciones con el autor.
45 Término popular que significa “estar en la cosa”.
46 Nota “Reservada” Nº 110, del 17 de marzo de 1971.
47 Irureta fue ungido presidente de la DC como parte de una transacción entre los dos sectores.
Tomic, en una confidencia, sostuvo que era una suerte de Papa Juan XXIII.
48 La “guardia” era conocida por las siglas “GAP”, “grupo de amigos personales”. El jefe, Max
Marambio, alias Ariel Fontana, era hijo del ex diputado socialista Joel Marambio. Lo irónico de la
situación era que los “miristas” sostenían la “vía armada” y no “electoral” para acceder al gobierno, y
custodiaban a un mandatario elegido democráticamente.
49 Cuarto de Siglo con Allende, página 300, Baltra Cortés “mantuvo una posición de izquierda
hasta que vio que el gobierno... iba realmente al socialismo. Ahí tomo una posición reaccionaria”.
50 Nota “Reservada” 110, del 17 de marzo de 1971, página 10.
51 El domingo 4 de abril de 1971 se eligieron 1653 regidores para cubrir plazas en 280
municipalidades. También se eligió un Senador Nacional por la Décima Circunscripción que
comprendía Chiloé, Aysen y Magallanes.
52 Más tarde, en el mismo mes, un memorándum interno del Palacio San Martín fijaría el
porcentaje en 49,50 %.
53 Nota “Reservada” Nº 139, del 6 de abril de 1971.
54 Memorándum Interno Nº 72, del 14 de abril de 1971, del Departamento América Latina para la
Dirección General de Política del Palacio San Martín, firmado por su jefe, Embajador Hugo Boatti
Ossorio.
55 Después del 11 de setiembre de 1973, fue Embajador de Chile en la época más dura de la
relación con la Argentina por la cuestión del Beagle y luego Ministro del Interior.
56 Neruda, Volodia Teitelboim, página 464, Editorial Sudamericana, Chile, 1996.
57 Entrevista con Enrique Quintana, en su residencia, 18 horas, del 23 de setiembre de 1999.
58 Respuesta en el Parte Informativo “Secreto” No 264, del 19 de Abril de 1971.
59 Rey llegaba a Chile luego de una seria disputa con el brigadier Ezequiel Martínez, jefe del
Estado Mayor Conjunto, más próximo a Lanusse que al Presidente Levingston “de un tiempo a esta
parte se atribuyen hondas discrepancias a Levingston y Lanusse”. (Tribuna, Chile, del 22 de marzo
de 1971).
60 Jorge Vázquez después subsecretario de Relaciones Exteriores del presidente Cámpora (1973).
De formación social cristiana se convierte al peronismo más radicalizado contra el régimen militar.
En 1976 cayó preso junto con Carlos Menem y otros dirigentes. A partir de 1983, con la democracia,
fue embajador en Dominicana. En el gobierno de Menem fue embajador en Naciones Unidas, Chile
(escasos meses) y Suiza.
61 Nota “Secreta” Nº 166 que eleva el Memorándum, del 28 de abril de 1971.
62 Como veremos, Rojas no estaba al tanto de los planes de Castro, pues se quedó casi un mes,
provocándole un enorme daño al gobierno chileno.
63 El “chino” Velazco era el Presidente del Perú. Fue el que depuso al presidente democrático
Fernando Belaunde Terry en 1968.
64 Nota “Secreta” Nº 168, que acompaña Memorándum “S”, del 29 de abril de 1971.
65 Parte Informativo Nº 285/71, del 4 de mayo de 1971.
66 Primer socialista que llegó a la Cámara de Diputados. Ex Embajador en Uruguay con la
“Revolución Libertadora”. En los 60 también fue Senador por Buenos Aires.
67 Nota “Reservada” Nº 185, del 17 de mayo de 1971.
68 La disolución del Grupo Móvil fue anunciada por el Ministro del Interior José Tohá el 10 de
noviembre de 1970 quién comunicó que esta unidad de Carabineros sería reemplazada por la
Prefectura de Servicios Especiales ya que la Política del nuevo Gobierno haría innecesaria la
existencia de grupos policiales que tuviesen que enfrentar a la población.
69 Las mayúsculas pertenecen al texto del informe.
70 La reunión aludida se efectuó en el estadio FAMAE el 29 de abril de 1971 a ella concurrieron
los oficiales y clases de guarnición militar de Santiago. Aparte del propio Allende el único civil que
participó en ella fue el Ministro de Defensa Alejandro Ríos.
71 Nota “Secreta” No 190, del 18 de mayo de 1971.
72 Según lo expresado en un Memorándum posterior, hasta ese momento, había un solo militar en
actividad “en un campo de poca importancia como es la Dirección de Abastecimientos”.
73 Memorándum de la conversación, el 20 de mayo de 1971, elevado al Palacio San Martín.
74 Mayúsculas formuladas en el Memorándum.
75 Ver obra de Jorge Massetti, El furor y el delirio.
76 A quien conocí superficialmente en mí viaje como periodista del diario “Ámbito Financiero”,
de Argentina, en 1985, para un congreso en el que Fidel Castro “enseñaba” que no se debía pagar la
deuda externa; mientras él la abonaba puntualmente a Moscú., en efectivo, productos u “operaciones”
en América Latina, África o Asia. Estaba casado con la chilena Marta Harnecker.
77 Hombres y mujeres del PRT-ERP, de Luis Mattini, Ediciones de la Campana, Buenos Aires
1996.
78 Palabras pronunciadas al firmar, a escasos días de asumir la Presidencia, el Decreto de indulto
de los militantes presos.
79 Chile 70 – 73, Hernán Millas y Emilio Filippi, Editorial Zig-Zag, Chile 1974.
80 Detalles tomados del Parte Informativo 323, del 2 de junio; Nota “Secreta” 220, del 3 de junio,
“Conversación con el ex Secretario de Relaciones Exteriores de Paraguay, Luis Ramirez Boettner y
Memorándum “Reservado” del Cónsul en Concepción del 31 de mayo de 1971.
81 Testimonio ofrecido por Christian Leal Reyes, estudiante de periodismo de la Universidad de
Concepción, vía e- mail, el 13 de octubre de 1999, a quien se agradece su colaboración.
82 El discurso al que se hace referencia fue pronunciado por Allende el 29 de mayo de 1971
83 La VOP fue creada en agosto de 1968, por nueve personas que encontraron que el MIR era más
incendiario en las palabras que en los hechos. Entre sus fundadores estaban los hermanos Rivera
Calderón e Ismael Albino Villegas – el compañero “Francisco” – que había caído en un
enfrentamiento el 31 de enero de 1971.
84 Pérez Zujovic era Ministro del Interior del presidente Frei cuando un enfrentamiento entre
carabineros y pobladores provocó el triste saldo de nueve muertos en una toma de terrenos en el
sector conocido como Pampa Irigoín el 9 de marzo de 1969.
85 Declaración de Hernán del Canto, socialista, Secretario General de la CUT. Candidato a
diputado (derrotado) en Valparaíso. Información contenida en el Parte Informativo No 378/71 del 30
de junio de 1971.
86 La Opinión, Buenos Aires, página 2, del 10 de junio de 1971.
87 Miguel Enríquez, Secretario General del MIR, se presentó en La Moneda para condenar el
asesinato.
88 Paredes era miembro del Comité Central del Partido Socialista. Había sido un férreo opositor a
la candidatura de Allende a la Presidencia en 1970. Después recompuso su relación con Allende y,
como médico, lo acompañó a su viaje a Viet Nam. Murió el mismo “Martes 11” de setiembre de
1973. Su gestión fue acusada de ser apoyada y asesorada por la Inteligencia cubana.
89 Revista Impacto, semana del 22 al 28 de junio de 1971. Esta revista estaba claramente
identificada con la derecha más dura. Su director era Rafael Otero E.
90 “Cota”, altura del paredón de la represa. De su altura dependía el nivel de la corriente aguas
abajo.
91 Esos documentos están en este libro: las reuniones de Frei y Allende con los argentinos.
92 Esta cuestión la he tratado en otros libros.
93 La Tercera de la Hora, 26 de Junio de 1971.
94 La Nación, Buenos Aires, 27 de Junio de 1971.
95 Nota “Reservada” No 295, del 22 de julio de 1971
96 Tuve acceso completo a los archivos de la Inteligencia checoslovaca y me consta que Frei no
mintió.
97 Fui testigo del hecho y posteriormente Mario Gavilán, en aquel entonces Jefe de Redacción de
Canal 13, me relató los detalles de la preparación de la “nota periodística” que contó con el visto
bueno de Luis Clur, director periodístico del noticiero más visto de la TV argentina en esos años.
CAPÍTULO 6
La Embajada Argentina, observadora
imparcial

Fisuras en la Democracia Cristiana

El miércoles 28 de julio de 1971, la residencia de argentina en Vicuña


Mackenna abríó sus puertas al mediodía. Al almuerzo, invitados por Gallac,
concurrieron Andrés Zaldívar, Felipe Herrera, el escritor Enrique Campos
Menéndez, Pedro Menéndez de la Sociedad de Fomento Fabril, SOFOFA,
el senador Julio Durán y los directivos del diario El Mercurio, Hernán
Cubillos Sallato y Fernando Léniz.

Residencia argentina en Santiago de Chile


Los temas del encuentro98 giraron alrededor del proyecto de Cámara
Única. La impresión general ante las recientes declaraciones de Carlos
Altamirano, quien se había pronunciado favorablemente “fue sin duda en
cuanto a la factibilidad de que el gobierno lo propicie o al éxito eventual
que podría derivarse en caso afirmativo por distintas razones”, entre las que
se contaban el “poco interés de los partidos Radical y Comunista, aquél por
no ver con agrado la marcha definitiva hacia el socialismo de tipo marxista
y el Partido Comunista por la cautela que debe emplear ante el temor de un
fracaso en esta experiencia chilena. Además el propio Presidente, según la
impresión general, no estaría muy decidido a ello”.
En caso “de impulsárselo” se estimaba que el trámite de este proyecto en
el Parlamento podría demorarse alrededor de 8 meses, plazo dentro del cual
ya podría haberse producido el descrédito del gobierno por la crisis
económico – financiera. “De concretarse la salida plebiscitaria, el
Parlamento haría funcionar la consulta a la manera de ‘voto de confianza’,
agregando una cláusula cuyo fin es producir la caída del Presidente, si es
que la consulta le resulta adversa”.
En cuanto al posible surgimiento de una Izquierda Cristiana, Andrés
Zaldívar, ex ministro de Hacienda de Frei, “atribuyó poca importancia a la
envergadura de esta posibilidad, que contempla la alineación conjunta de
disidentes demócrata cristianos y del MAPU en una nueva denominación:
la Izquierda Cristiana. ‘Son grupúsculos’ dijo, que a su entender no tendrán
incidencia mayor en el destino solidario que él predice para su partido. En
cuanto al dirigente de la Juventud, Luis Badilla, dejó entrever que su
posición no encuadra en las líneas dentro de las cuales quiera orientar su
política el ex partido oficialista”.
“Respecto al renglón económico–financiero, se pensaba que la reciente
alza del dólar para el mercado de corredores no tendría importancia mayor
dentro del espectro general de este sector, manejado con exclusividad por el
Ministro de Economía Vuskovic, sin filiación política, pero de
concepciones comunistas.”
“En las últimas horas del 28 (julio), hicieron eclosión los enfrentamientos
que se venían perfilando dentro de la Democracia Cristiana. Todo giró en
torno a la posición planteada por el ex diputado y hasta la fecha Director del
Departamento Técnico de dicha colectividad, Bosco Parra”99.”El citado
dirigente presentó en el Consejo Extraordinario que venía celebrando la DC
un voto proponiendo el cierre de toda posibilidad de contacto con la
‘derecha’, el cual sometido a votación, fue derrotado por 10 a 4 por la
ponencia de los senadores Renán Fuentealba y Benjamín Prado. “Como
consecuencia del enfrentamiento renunciaron a su militancia Bosco Parra;
el consejero nacional Juan Enrique Miquel y la directiva de la Juventud
Demócrata Cristiana” (encabezada por Luis Badilla).
En el ámbito socio-laboral el panorama era el siguiente: “El alza del
costo de la vida registrado en el primer semestre del año alcanzó al 11,1%
frente a una suba del 23,9 % para igual período de 1970”.100 “De acuerdo a
un informe producido por el Instituto de Economía de la Universidad de
Chile, el porcentaje de desocupación del Gran Santiago que en marzo
alcanzó un 8,2%, descendió a un 5,2 % en el mes de junio (...) entre ambos
meses la fuerza de trabajo se incrementó en 42.000 personas”.
Por otra parte, entre el 29 de julio y el 1 de agosto deliberó la XXV
Convención del Partido Radical, agrupación integrante de la Unidad
Popular. La jornada inicial contó con la presencia de Salvador Allende.
“Sesionó en medio de un clima de tensión y expectativa y fue también otra
expresión de la confusión política que se manifiesta en el ámbito nacional
dentro de los partidos, tanto de los que componen la combinación partidista
del gobierno como de la Democracia Cristiana”.101 Las resoluciones más
destacadas fueron la reelección de Carlos Morales como presidente del
partido y la aprobación del “Voto Político” que sitúa al radicalismo dentro
de la doctrina “marxista”, “divorciándolo de la democracia burguesa”.
Una fuente consultada por la Embajada le confió a Gallac que los
resultados de la Convención fueron ‘el producto de una confabulación de
intereses personales’ en contra del señor Baltra, quien finalmente fue
derrotado y aniquilada su postura doctrinaria abandonándose los postulados
del “socialismo en democracia y libertad”.
En cuanto a la situación económica financiera: “La impresión y más que
impresión, certeza, en todos los medios, es que se agrava por horas, en
proporción geométrica a su gravedad, por decirlo así. El caso es determinar
el momento en que el estado de descalabro en este sector haga eclosión.
Una posibilidad se daría a fin del corriente año, época en que corresponde
efectuar el reajuste de los salarios que el Gobierno no estará en condiciones
de acordar”.102
En lo relativo a “la sociedad comunista–socialista: se repiten los
conceptos tantas veces expresados por esta Embajada, en cuanto a que los
socialistas están por los grandes cambios, efectuados inorgánicamente, es
decir, sin llevar el proceso hasta un extremo máximo, ya que no se
desprecian la posibilidad de una intervención militar” y “ merece destacarse
que el (partido) comunista discrepa abiertamente con el MIR, mientras que
algunos adherentes del socialismo reconocen, a la vez, militancia “mirista”.
En lo que atañe a “las Fuerzas Armadas: Si bien por el momento no se
estima factible su interferencia en este proceso, no debe descartarse una
eventual intervención, si el tipo de deterioro toma cursos que no admiten
otra salida”. “La Posición de Allende en su partido permanece incierta. No
se decide por una toma de posición alrededor de los postulados tajantes de
Altamirano en Cámara Única, reforma agraria en sus extremos máximos, no
indemnización por la expropiación de las empresas cupríferas, etc.”.
En el ámbito internacional, el 21 de agosto de 1971, tras violentos
combates que duraron varios días era derrocado el presidente de Bolivia,
general Juan José Torres103. El 23, asumía la presidencia el coronel Hugo
Banzer Suárez. Mientras Torres se refugiaba en la embajada de Perú en La
Paz, su esposa lo hacía en la de Argentina. Se había puesto fin a un
gobierno izquierdista con fuerte apoyo sindical, tras lo cual retornaban al
país, Víctor Paz Estenssoro, veterano líder del Movimiento Nacional
Revolucionario, MNR, y daba su apoyo al nuevo gobierno.

El general Juan José Torres acompañado por el sindicalista Juan Lechín

En la misma semana es enviado a Buenos Aires la síntesis de una


conversación entre el jefe del Departamento de Fronteras y Límites, señor
Fernando Silva y el Consejero Gustavo Figueroa104:
“a) Chile sigue cumpliendo su plan de reforzar los puestos en la frontera
de acuerdo a lo que se anunció el año pasado y siguiendo un plan
perfectamente estudiado y que según él (Fernando Silva) ‘nada tiene que
ver con conjeturas de cualquier tipo que los mal intencionados puedan
pensar’”.
“b) Según él (Fernando Silva) es muy numerosa la cantidad de argentinos
que vienen a Chile para tomar contacto con los elementos de ultraizquierda
(MIR, VOP, etc.) e intercambiar ideas, métodos, etc.”.
“Continuó expresando que hay una mujer argentina, cuyo nombre omitió,
pero como dato dijo que venía de cumplir una condena de 5 años en nuestro
país, que mantiene estrechos contactos con los guerrilleros de ambos países
y que hace varios meses que está trabajando intensamente en Chile”.

Una pregunta recurrente: ¿quién manda en Chile?

“La crisis política que afecta a los partidos políticos chilenos, tanto de la
oposición como oficialistas, es la primera manifestación del deterioro del
régimen actual, que conduce aceleradamente a sellar el fracaso del gobierno
del señor Allende.”105 Los analistas de la embajada centraban su atención
en la declaración pro marxista de la XXV Convención Radical, uno de los
partidos que conformaban la Unidad Popular: “La implantación de un
socialismo democrático en Chile, está seriamente comprometida por los
propios partidos de la UP que la proclaman. Dijimos ya que los socialistas
se situaron en la línea extrema y como lo manifestamos en informes
anteriores, su propósito es desplazar a su socio el PC en la preeminencia de
la dirección de la UP”.
“Como la confusión política lleva a la anarquía y ésta crece con la crisis
económica, el señor Allende se verá muy pronto enfrentado ante la
dramática situación de tener que romper con la línea marxista – hecho que
dudamos esté ahora en libertad de hacer – y buscar apoyo político en la
Democracia Cristiana, para sostén de su gobierno y de las instituciones
básicas del país. Esta posibilidad, la única que podría salvar al orden
nacional chileno, es también dudosa por la actitud de la DC poco propicia
después del éxito de Valparaíso a facilitarla.”
“El detonante de toda esta incertidumbre, lo constituyen los socialistas,
los miristas y demás grupos de la ultraizquierda que exigen más y más
medidas extremas para que la revolución se consume mediante la violencia,
si es necesario, y fuera del marco de la legalidad […] Es evidente, y el
gobierno no puede ocultarlo ni desmentirlo, que el desabastecimiento crece
diariamente, que la desocupación aumenta, que la inflación es incontenible
y que el descontento se va haciendo presente aún en sectores como el de los
mineros del cobre, cuya huelga inquietó e irritó al gobierno.”
“Socialistas, miristas, vopistas, ultraizquierdistas y comunistas, no
permitirán que el gobierno y el Poder se les vaya de las manos y se lanzarán
a la acción violenta para conservarlo.”
La Nota “S” 357, redactada por el agregado de prensa de la embajada,
Ignacio Gómez Garay, y firmada por el encargado de Negocios, Andrés
Ceustermans (ante la ausencia de Gallac) destacaba también y como un
“hecho grave y muy importante... la completa desinteligencia entre el
Presidente Allende y dirigentes de la Unidad Popular, como Altamirano y
Raúl Ampuero, en la realización del programa revolucionario de la UP.”
Ejemplificaba puntualizando que “Allende se pronuncia por la vía “legal”
y halaga al Ejército en sus discursos, proclamando su integración en actos
de gobierno. Acto seguido los señores Altamirano y Ampuero, en foros
partidistas critican al Ejército y dicen que ‘las Fuerzas Armadas nada tienen
que hacer fuera de sus cuarteles’”. “Allende habla de reconocer una justa
indemnización a las compañías extranjeras que fueron objeto de
expropiaciones (el cobre); en cambio, aquellos sostienen en sus discursos
públicos y declaraciones, que no debe pagarse indemnización alguna,
creándole un clima de perturbación en su política con los Estados Unidos
[…] “El Presidente habla de pluralismo y revolución dentro de la Ley y el
señor Altamirano, en el Foro del Partido Socialista se pronuncia por la ‘vía
rápida’ y por la Cámara Única”.
Para crear más confusión, a estas críticas Allende respondería en marzo
de 1972: “Ustedes saben que el comunismo no existe. No existe en ningún
país del mundo. Ni en la URSS ni en Cuba se ha llegado a la etapa del
comunismo. Jamás hemos dicho que haremos un gobierno marxista o
comunista. El Programa de la Unidad Popular no establece un gobierno
socialista. Mi gobierno es un gobierno popular que abre el camino al
socialismo” (La Prensa, 20 de marzo de 1972).106
En el Informe Económico Mensual “Reservado” de agosto de 1971 se
consigna: “Pese a que la actividad industrial chilena habría experimentado
un crecimiento de casi el 4% durante el primer semestre del año, frente al
período comparativo de 1970, algunas ramas de la producción,
particularmente en la industria de los transportes y de la construcción
muestran una fuerte contracción en sus actividades. Por su parte, la
producción minera y agrícola atraviesa por una coyuntura sumamente débil,
a raíz en el primer caso de problemas tecnológicos, paros y daños
ocasionados por el terremoto de julio y en el sector agrario por la
inestabilidad derivada de la marcha de la reforma agraria. La baja de
producción se traduce en el desabastecimiento creciente de alimentos, pese
a las importantes compras efectuadas en el exterior por el gobierno chileno,
que se estima excederán los 200 millones de dólares en 1971”.107
Mientras, en Chile, en la mañana del lunes 6 de septiembre, el embajador
Gallac visitaba en su oficina al ex presidente Jorge Alessandri y
conversaban durante 45 minutos sobre la situación en Chile.108 El ex
Presidente, transcribiría luego el diplomático, “demostró gran preocupación
por la situación económica de Chile, consecuencia, observó, del desacierto
de la política del Ministro de Economía dado que el doctor Allende no tiene
ni tuvo inclinaciones por estos temas a lo largo de su carrera política. Las
empresas estatales - electricidad, petróleo, ferrocarriles y aceros - están
trabajando con grandes pérdidas, señalando específicamente a la Compañía
de Acero del Pacífico, con 80 millones de dólares en menos de un año”.

Ex presidente Jorge Alessandri

“Expresó que el Presidente se encuentra arrastrado por la corriente de la


extrema izquierda y que sus órdenes no se cumplen”. Ante el resultado
adverso para el gobierno en distintas elecciones gremiales, continuó, el
porvenir político de la actual Administración es muy sombrío para la
elección de parlamentarios de marzo de 1973. Por lo tanto teme que la
extrema izquierda pueda dar un golpe, agregando que ignoraba cuál sería en
ese caso la actitud de las Fuerzas Armadas”.
Según Gallac, Alessandri “no ocultó su temor por la intervención estatal
en la empresa que dirige, la Compañía Manufacturera de Papeles y
Cartones, pues en las conversaciones que me dijo haber tenido con el
Ministro de Economía no podía esperar nada favorable”.

La molestia alemana y otro Informe preocupante

Ese mismo día, durante una visita protocolar que Gallac realizara al nuevo
embajador en Santiago de la República Federal de Alemania, Lothar Lahn,
este le comentó que “la actitud alemana no había cambiado”, pero que por
parte de su gobierno había comenzado, necesariamente, un período de
expectativa “ante la falta de satisfacción a los numerosos reclamos que
habían efectuado a raíz de ciertas expropiaciones ejercidas sobre bienes de
ciudadanos alemanes, tomas ilegales e indemnizaciones ciertamente
irrisorias, y la imposibilidad de girar al exterior […] Se suma a esto –
continuó - la profunda molestia del gobierno alemán por la mora en que la
Industria Textil Tomé, actualmente en poder del gobierno, había incurrido
respecto de la transacción de las maquinarias de procedencia alemana con
las que el complejo opera”.
En su informe Gallac consignó que Alemania “asigna gran importancia a
la solución de estos problemas y, del tratamiento de los mismos, dependerá
el curso futuro de las relaciones entre los dos países”. La colectividad
alemana - y de descendientes de alemanes- es en Chile relevante. Además la
tradición prusiana tiene dentro de las filas del Ejército de Chile una notoria
presencia.”
A todo esto, el 4 de setiembre, al cabo de una gira por Perú, Ecuador y
Colombia a Allende se le tributó un gran recibimiento. Algunas de las
declaraciones vertidas por el mandatario durante su gira, fueron objeto de
atención por parte de la diplomacia argentina. Por ejemplo, las realizadas en
Ecuador, donde reiteró la política chilena de no intervención en los asuntos
internos y externos de otros estados. El Secretario de la representación,
Jorge Vázquez, observó entonces que “ésta sana doctrina tiene una
contrapartida para el gobierno de la Unidad Popular, cual es la de renunciar
a aquel otro principio que tiene su Programa, por el que se manifiesta la
intención de apoyar todos los movimientos de liberación en el Continente.
Este carácter ‘mesiánico’ deberá desaparecer como intención en algunos
grupos y partidos que conforman la coalición gubernamental”.109
El escritor norteamericano Mark Twain dijo una vez que “sólo hay dos
fuerzas que pueden llevar luz a todos los rincones del mundo: el Sol desde
los cielos y la Associated Press aquí abajo”. La agencia AP llevaba casi
medio siglo de existencia cuando se fundó su competidora United Press,
nacida en 1907 y fortalecida cincuenta años más tarde con la fusión con
International News Service (INS) que le permitió emerger entonces como la
United Press International (UPI). En Chile, UPI, se estableció en 1924. El
gobierno de la Unidad Popular, descontento por lo que entendía como una
tergiversación de la información que la agencia enviaba acerca del proceso
chileno, resolvió clausurarla. Lo mismo que Juan Domingo Perón en la
Argentina de los años 50. La clausura fue anunciada por el mismo Salvador
Allende el 15 de setiembre y la medida fue revocada el 25, tras ser
destituido su jefe en Santiago, Martín Houseman.

Las tertulias chilenas

Durante los momentos en que los diplomáticos se reunían para conversar de


política y cuestiones de Estado, alrededor de una mesa generalmente bien
servida y mejor regada - a pesar del creciente desabastecimiento -, fueron
los mejores, quizás los más plácidos. A solas, los hombres (las mujeres
escaseaban) en nombre de la “amistad” o la “intimidad” intercambiaban sin
compromisos sus opiniones sobre la cotidianeidad chilena y las opiniones
que allí se vertían no dejaban de ser interesantes. Como suele suceder en los
medios de la diplomacia, las pruebas de confianza que se recibían eran
meticulosamente anotadas por los representantes extranjeros y enviadas
como informes a sus respectivas cancillerías. Gracias a estos se ha podido
reconstruir lo que les confesaban, aunque no siempre lo que ellos
respondían.
Los diplomáticos de carrera en la Argentina suelen ser por naturaleza
“prudentes” hasta el aburrimiento. Deben cuidarse y no herir
susceptibilidades con algún juicio fuera de tono. En las décadas de los
sesenta y setenta, los que llegaban a los primeros niveles del Palacio San
Martín, eran aquellos que más escuchaban y menos hablaban. Era una
escuela. En un clima político tan cambiante, no se sabía si el amigo de hoy
era el adversario - por no decir el enemigo - de mañana. Las tertulias
santiaguinas eran divertidas para los diplomáticos argentinos. El chileno es
ameno, simpático y mordaz a veces. Más placenteras resultaban aún, si
previo al almuerzo se servía un ‘pisco sour’. Ni qué decir como brotaban
los chistes si lo que se bebía era vino blanco, considerado el mejor del
continente (no así el tinto, aseguran los mendocinos).
El 13 de setiembre de 1971, Gallac asistió a una de estas reuniones que se
caracterizó por “un clima cordial, con la relación de episodios y
experiencias pintorescos, tan propios del carácter chileno”.110 El dueño de
casa era el presidente del Senado, Patricio Aylwin. También asistieron los
senadores Tomás Pablo, Ignacio Palma, Juan Hamilton Víctor García,
Hernán Videla Lira (ex embajador en la Argentina), Eugenio Velasco
Letellier (decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile)
Máximo Pacheco (ex Ministro de Educación del gobierno de Frei) y el
embajador Enrique Bernstein, director de Planeamiento.
El senador Tomás Pablo, democristiano, titular de la Comisión de
Relaciones Exteriores, “hablaba de Cuba - comunicó Gallac - y relató algo
que dijo haberle sido referido por marinos del Buque Escuela chileno ‘La
Esmeralda’, en ocasión de su reciente visita a La Habana. Contó que un día
antes de llegar a puerto, el Comandante recibió dos telegramas de
bienvenida, firmados por las Juventudes Comunistas y por el Partido
Comunista Cubano respectivamente, con un mensaje de saludo para los
marinos comunistas chilenos triunfantes en la Revolución Popular. El
Comandante de la nave agradeció el saludo de este texto, pero aclarando
que se trataba de un buque de guerra tripulado por marinos profesionales
que representaban a la República de Chile.”
También contó que un día antes de la visita de Fidel Castro al buque, el
Comandante recibió la visita de miembros de la custodia personal del jefe
cubano, a quienes les aclaró que una vez que pisara la cubierta del buque,
Fidel Castro se encontraría en territorio chileno y por lo tanto Chile era
responsable de su seguridad.
“El día de la visita, Castro recorrió el barco, terminando la misma en la
Cámara del Comandante a donde de improviso llegaron miembros de la
Guardia Personal. Ante la intromisión, el Comandante de la fragata, con
toda altura pero con firmeza, expresó a Fidel Castro que, así como era un
placer tener en su cámara a sus invitados, no podía admitir que estuvieran
en la misma quienes no lo eran. Que luego se produjo un momento
expectante, de tensión, al que Fidel Castro puso término disponiendo que
sus guardianes abandonaran el buque”. “Eso está confirmado”, dijo
Bernstein.
“Al salir del almuerzo el ex Embajador Videla Lira, le pregunté sobre
Radio Minería, estación de su propiedad, una de las hasta ahora
sobrevivientes a la captación oficial. Me respondió, con cierta amargura:
‘Mal, estoy tratando de venderla; si no te entregas no te dan avisos’”.
Otra tertulia transcurrió en la residencia del Consejero César “Pipe”
Márquez. Allí se reunieron Gallac, el consejero Gustavo Figueroa, el
agregado de Prensa Gómez Garay, el senador de la Izquierda Cristiana,
Alberto Jerez; el señor Eduardo Grove Allende, director del ramo de la
industria textil y la periodista de derecha María Eugenia Oyarzún”.111 Hasta
1969, Jerez había militado en las filas de la Democracia Cristiana, luego se
constituyó en uno de los fundadores del Movimiento de Acción Popular
Unitaria (MAPU), “del cual se retiró por entender que el mismo es en la
actualidad de orientación marxista... por ese motivo es uno de los
iniciadores de la organización de Izquierda Cristiana, de reciente
formación”.
Durante la cena Jerez desgranó su pensamiento sobre diferentes
cuestiones, algunas de ellas retuvieron la atención de dos consejeros de la
Embajada Argentina. Sobre todo aquellas que hacían a las relaciones con la
República Argentina112, el senador se mostró sorprendido “por la revisión
que la Argentina había hecho de su política exterior... y se felicitó por Chile
de que así hubiera ocurrido, porque quedó despejado un temor a la soledad,
máximo después de los sucesos de Bolivia”. Se mostró interesado, además,
por el lugar de Chile en que se llevaría a cabo la próxima cumbre
presidencial entre Allende y Lanusse aunque, por razones de seguridad,
“sugirió entre líneas que no le parecía la capital (Santiago) el lugar más
conveniente”.
Respecto de las indemnizaciones a las empresas del cobre “no fue
categórico en sus apreciaciones. Se limitó a decir que entendía que
moralmente no cabe el pago de indemnización alguna. Sin embargo,
razones políticas aconsejaban efectuar compensaciones a fin de permitir la
obtención posterior de créditos. Estima como más posible que prevalezca la
segunda de estas opciones”.
En cuanto a las personalidades más destacadas del gobierno, Jerez
ponderó en primer lugar al canciller Almeyda y seguidamente al Ministro
del Interior José Tohá y llegó a opinar que aun cuando resultara prematuro
pensar en el sucesor Allende, los mencionados “podrían llegar a
constituirse, en el orden expresado, en buenos herederos de la Primera
Magistratura. Aún cuando convino con el señor Grove que el Ministro
Vuskovic es hombre capaz le objetó que se lo tuviera identificado con el
comunismo.
En cuanto al Movimiento de Izquierda Revolucionario, MIR, “consideró
que está desmembrado y citó el caso de algunas acciones aisladas que dicho
Movimiento se atribuyó y a las que posteriormente el Comando Central no
prestó su respaldo al declararse desligado. Por otra parte, expresó, si
intentaran acciones que se aparten de las pautas oficiales, tendría que pelear
con la derecha, la Democracia Cristiana, los socialistas, los comunistas y las
Fuerzas Armadas. “Sería el fin del MIR”, dijo.
La mirada negativa del Embajador argentino

Después de permanecer dos semanas fuera de Santiago de Chile, Javier


Gallac reasumió la misión y se puso a recorrer con la vista los diferentes
informes que habían sido enviados a Buenos Aires por cable o valija
diplomática. Acto seguido pulsó la opinión de sus funcionarios, de los
agregados militares y de los representantes de la inteligencia. Retomó las
tertulias con sus amigos, colegas extranjeros y con algunos de sus
“confidentes”, y escribió a mano un largo informe que más tarde pasaría a
máquina su secretaria privada.
El primer párrafo es toda una sentencia: “Se va produciendo una
aceleración en el proceso socializante de Chile. La sola diferencia radica
sobre si la marcha es más o menos rápida.” 113
I- En el terreno político, la fuerza más poderosa - la Democracia
Cristiana - ha sufrido una escisión al constituirse la Izquierda Cristiana. Con
la anterior escisión, al formarse el MAPU, vienen a ser ya dos los grupos
disidentes; y es de presumir que con el ex candidato Radomiro Tomic, aún
teóricamente dentro de la Democracia Cristiana ‘freísta’ puede producirse
otra, en cualquier momento o bajo no importa qué pretexto.”
“Y por último el Partido Nacional, constituido casi íntegramente por
personas mayores y ausentes de la realidad viva de Chile; crítico pero sin
acción. Y sobre todos sin líderes.”
II- En el terreno económico, la nacionalización del cobre, carbón y
salitre; la estatización de los bancos, empresas textiles, acero; las
expropiaciones o tomas de propiedad campesina, etc., van aumentando el
poder del Estado. Una a una van cayendo las empresas, y si bien es cierto –
como dice el Gobierno - que son 50 mil y que nada tienen que temer, no es
menos cierto que las que cuentan son 200 o 250 que se cotizan en la Bolsa.
Y con aplicación de disposiciones legales o problemas laborales provocados
que justifican intervenciones, etc., retorciendo a veces la norma legal, se
llega al fin propuesto. Así seguirán en el camino la ITT (Teléfonos),
Madeco y tantas más, sin olvidar la Compañía Manufacturera de Papeles y
Cartones, cuyo Presidente es el señor Alessandri. El poder de fiscalizar la
producción y sobre todo la distribución de papel, ofrece oscura
perspectiva.”
III- Los medios de comunicación de masas, TV y radios, han caído y
siguen cayendo gradualmente en la órbita estatal. Los canales de televisión
y todas las radios, salvo dos o tres existentes en Santiago, transmiten
propaganda o dan versiones totalmente favorables al gobierno, cuando no,
además, denigrantes e injuriosas para la oposición. Como me dijo el ex
Embajador Hernán Videla Lira, propietario de Radio Minería: ‘Si no te
entregas, no te dan avisos’. Por último, sin empresa privada y Bancos, no
hay financiación de propaganda o campaña política opositora.
IV- ‘Al socialismo se llega a base de sangre o de plata’, parece haber
dicho el titular de Economía, ‘y, en Chile nos costará plata’. El
razonamiento, pues, que hace una mente empresaria, capitalista, no
corresponde al que formula la Unidad Popular. Si las reservas disminuyen,
si la producción no es suficiente, si no se siembra, etc. El Estado lo
resolverá. ¿Cómo? Ya lo dijo el Ministro de Hacienda al presentar el mes
pasado el Presupuesto con un déficit de 6.900 millones de escudos: con
préstamos del Banco Central”.
“La cifra dada por el Fondo Monetario Internacional de 30 a 35 millones
de dólares como pérdida mensual de las reservas chilenas, parece
confirmarse por otras estimaciones recogidas en autorizados medios locales.
Llegaríamos, pues, a una existencia actual de poco más de 100 millones de
dólares, al agotamiento total de las reservas a fin de año aproximadamente.
También se ha estimado que la Unión Soviética, con una cifra de 150 y 200
millones de dólares anuales, especialmente dedicados para la compra de
alimentos, podría financiar el transito chileno al socialismo. No sería, en
verdad, un precio demasiado alto, si se considera la repercusión que tendría
en América Latina la instalación de un régimen de la naturaleza indicada,
llegado al poder por la vía electoral y democrática.”
V- Otros comentarios. El partido Comunista, luego del discurso
pronunciado por el senador Corvalán el 5 del corriente, ha dejado el ritmo
tranquilo y sin estridencias para pasar a una actitud combativa, arrojando la
máscara de su encuadre legal. Hay quienes piensan que lo ha hecho para no
perder vigencia y quizá también presencia ante la juventud que busca
soluciones más rápidas y que se siente entonces atraída por el MIR.”
“Así como hay quienes piensan que el doctor Allende ha sido ya
sobrepasado por los acontecimientos, hay quienes todavía tienen la
esperanza de que su larga militancia política en un régimen democrático, su
concepción del hombre y sus ideales, marcados por la tendencia liberal y
masónica, que fue también de su padre y su abuelo, podrán llevarlo en
última instancia a adoptar una actitud que lo libere de la tremenda presión
que sobre él se ejerce. Me dicen, por ejemplo, que en ocasión de su reciente
visita a Bogotá, ha pronunciado en la reunión de la Logia colombiana el
más brillante discurso de su estada en aquel país, asumió un serio
compromiso al expresar su pensamiento político en el orden de las garantías
y de las libertades individuales. Esto me lo refirió el embajador de
Colombia en Chile, señor Álvaro García Herrera, quien participó en la
reunión pues, según él mismo ha expresado, es un masón de alta jerarquía
en su país.”
VI.- Claro que hay oposición, pero de palabra, quejosa y amarga, sin
organización y cada vez con menos medios. “¿Qué podrían hacer - me
decía el ex Canciller Vergara Donoso - todos nuestros amigos de
Providencia y Las Condes contra los cientos de “rotos” armados de garrotes
y cadenas de hierro, que habitan los alrededores de la Capital, que nada
tienen, ni nada que perder, y a quienes se ha inculcado tanto odio?”. Ello sin
mencionar al MIR, que cuenta con miles de agentes organizados y armados,
y cuyos adherentes deben ser ahora mucho más numerosos que cuando el
General Vicente Huerta, Director General de Carabineros a la sazón hace un
año, estimó en quince mil sus miembros.”
En declaración dada a la prensa por el ex Presidente Frei, publicada el 23
de setiembre de 1971, éste afirma: “En esta etapa de la historia del país, en
el que el Partido Comunista impone su ley y aplica una táctica que ha
seguido en todos los países que ha sometido a su esclavitud, le interesa
desprestigiar el nombre de cualquier persona que sea un obstáculo a la
implantación de su dictadura funesta.”
Esta Carta abierta publicada por El Mercurio, en su edición del 14 de
octubre de 1971, del periodista Héctor Precht Bañados al Director General
del Canal Nacional de Televisión—TV 7—Augusto Olivares, da una idea
del clima que se vivía en esos tiempos: “En este decisivo momento
nacional, en que cada periodista democrático toma su trinchera para impedir
la implantación solapada de una dictadura comunista en Chile, quiero
expresarle el alto honor que significa para mí haber sido expulsado de mi
cargo de comentarista internacional de esa red de televisión “nacional” que
usted aparentemente dirige”.
“No hay que olvidar - puntualizaba Gallac - , que la Democracia
Cristiana es un partido de izquierda y que aun con Frei, que está más a la
derecha en su partido, no quiere decir que sea tal su color; es una izquierda
en libertad, pero también nacionalizante, reformista en el campo y contraria
a lo que significó en Chile, durante décadas, el “establishment”.114 Además,
el Decano de Derecho de la Universidad de Chile, ex Embajador Eugenio
Velasco Letellier “me manifestó que la actividad del Jefe del Estado se
encuentra, según su opinión, rebasada.” 115

El ex presidente Frei

“La causa de la separación de Precht Bañados fue un comentario sobre


China comunista, en el que manifestó, entre otras críticas al régimen de
Pekin, que el pueblo chino es tenido en la más absoluta ignorancia por la
prensa dirigida del país, hasta el punto de no conocer los vuelos espaciales
de los astronautas de los Estados Unidos y naturalmente su llegada a la
Luna”.116

Cita en Antofagasta

El teniente general Lanusse llevaba casi siete meses en el poder cuando el


13 de octubre de 1971, inició su primer viaje al exterior como Presidente de
la Nación en una gira que lo conduciría a Perú y a Chile. Atrás dejaba siete
días de tensión y crisis al interior de las Fuerzas Armadas en los que
abundaron los rumores sobre un eventual golpe de Estado. El comandante
de la Armada, Pedro J. Gnavi, - un firme aliado del Presidente - había
resistido, entre el 2 y el 8 de octubre, una embestida de varios oficiales
superiores que objetaban la política del Gran Acuerdo Nacional (en pocas
palabras la participación del peronismo en el futuro electoral); el respaldo
naval al calendario de elecciones y la incorporación al gabinete de
“hombres competentes” de extracción política.
Los disidentes, secundados por varios capitanes de navío de Puerto
Belgrano, la más importante base naval, habían exigido el retiro de Gnavi.
Lanusse no cedió a las presiones y respaldó a su colega en la Junta Militar
(no podía avalar las demandas de los críticos del Comandante, en medio de
un estado deliberativo que podía volverse en su contra). La crisis fue
superada con el pase a retiro de media docena de almirantes y varios
capitanes de navío. De todas maneras, Gnavi tenía los días contados. Lo
sucedería, el hasta ese entonces Agregado Naval en Londres, vicealmirante
Carlos G. Coda.
Nada más finalizar la crisis en la Armada, se sublevaron varias unidades
mecanizadas del Ejército en la provincia de Buenos Aires que buscaban la
cabeza del propio Lanusse. La noche del 8 de octubre el Presidente se
dirigió enérgicamente al país: “Un grupo minúsculo de oficiales del
Ejército, imbuido de una ideología crudamente reaccionaria, ha pretendido
erigirse en árbitro del futuro argentino en un intento absurdo, oscurantista y
retrógrado, destinado a torcer el rumbo de la historia y contrario a la
tradición de nuestras armas”.
Los jefes de Cuerpo respaldaron la autoridad de su Comandante y el
golpe fue sofocado. En esas horas de confusión la colectividad política en
su totalidad apoyó a Lanusse. Aunque la actitud de los partidos políticos
argentinos no sorprendió, los medios de comunicación destacaron en
cambio el apoyo que le brindó el presidente de Chile, Salvador Allende.
Cuando aún no se había definido la situación, Allende llamó a Lanusse
ofreciéndole su respaldo. “La posibilidad de un triunfo golpista contra
Lanusse, en momentos en que se han superado algunas antiguas - y muchas
veces absurdas - disputas fronterizas entre ambos países, y la ocupación del
gobierno por militares claramente hostiles a la experiencia chilena, no podía
obviamente dejar de preocupar al gobierno chileno y de allí que haya sido el
primero en publicitar su solidaridad.” 117
En Chile también ocurrían hechos importantes. El 7 de octubre en
Washington, el canciller Clodomiro Almeyda cenaba con el asesor
presidencial Henry Kissinger. El Ministro le expresó a Kissinger que Chile
no propugnaba el retorno de Cuba a la Organización de los Estados
Americanos (OEA) y ‘explicó’ que al haber establecido relaciones con
Cuba, Chile continuó con la política iniciada por el gobierno de Frei que
había normalizado las relaciones comerciales con ese país. Almeyda,
además, sostuvo que las diferencias sobre el problema cuprífero no podían
entorpecer las ‘tradicionales relaciones de amistad’ con los Estados Unidos,
y que la cuestión de la indemnización a las compañías norteamericanas
sería resuelta el 15 de octubre por la Contraloría General. Quizás a modo de
premio consuelo, Almeyda le aseguró también que Chile seguía interesado
en comprar aviones norteamericanos para la empresa LAN.118
Sin embargo, el 12 de octubre, el gobierno chileno informaba que las tres
empresas norteamericanas que explotaban tres yacimientos de cobre no
serían indemnizadas y que eran deudoras de Chile por 388 millones de
dólares. La respuesta de la Administración Nixon no se hizo esperar y al día
siguiente Estados Unidos suspendió todo tipo de ayuda económica.
Alejandro Agustín Lanusse y su comitiva llegaron a Lima a las 17.20 del
miércoles 13 de octubre. Todavía en el aeropuerto Jorge Chávez, el
argentino le endulzó la oreja a su colega peruano, general Juan “Chino“
Velasco Alvarado, cuando le dijo que “nuestros países desean contar con las
posibilidades de un desarrollo autónomo y sostenido, sin controles externos,
ni paternalismos o liderazgos’ y que ‘cada país ha de procurar buscar
soluciones basadas en sus propios criterios ideológicos’, por lo cual ‘no
deben existir barreras ideológicas”. Sin decirlo, Lanusse estaba en campaña
para ser candidato presidencial en as elecciones nacionales de 1973.
Antes de abandonar Lima, Lanusse firmó varios documentos que
intentaban reforzar la relación argentino-peruana, pero los mismos carecían
de la entidad política que había alcanzado la Declaración de Salta. Le regaló
al peruano un potro alazán, denominado “Huraño” y ante la prensa definió a
su gobierno como de ‘centroizquierda’. Admitió la existencia de guerrillas
en la Argentina y explicó que respondían a intereses extranjeros
incompatibles con el sentir argentino. Los caracterizó como grupos
minúsculos y calificó a sus integrantes de ‘delincuentes’.
En el trayecto de Lima a Antofagasta volvió a estudiar la Carpeta Base
sobre Chile que le había preparado el Palacio San Martín. No encontró
grandes cambios respecto a lo que había leído para la entrevista de Salta. En
el capítulo Situación Interna, se ponía de relieve la misteriosa muerte de
Luciano Cruz, el líder del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR).
Pero, a diferencia de la anterior, esta Carpeta contenía dos carillas con
“probables temas de conversación” con Allende.
Entre otros:
- Firma de los convenios Laboral y de Seguridad Social Argentino -
Chileno.
- Apoyo a las inversiones argentinas en Chile en créditos y otras medidas
para no sufrir los resultados de las restricciones del Pacto Andino, o de las
medidas unilaterales chilenas que puedan crear problemas a firmas
industriales argentinas radicadas en Chile. - Convenio Marítimo.
- Participación de Cuba en la UNCTAD y en el Grupo Latinoamericano
de otros organismos.
- Solicitud de apoyo a la candidatura de Felipe Herrera para la Secretaría
General de las Naciones Unidas.
- Solicitud de apoyo argentino para el III Período de Sesiones de la
UNCTAD que se celebrará en Santiago de Chile en el año 1972, en
términos análogos al requerido en la reunión de CECLA llevada a cabo en
Lima y en el Grupo de los 77..
El avión presidencial Patagonia aterrizó en las primeras horas de la tarde
en el aeropuerto Cerro Moreno de la localidad de Antofagasta. Allí los
esperaban el matrimonio Allende, ministros del gabinete de la Unidad
Popular, los embajadores Gallac y Huidobro y demás funcionarios. Ese
mismo día, por la mañana, el mandatario chileno había visitado tres
universidades y explicado a los estudiantes que si bien no había sido
elegido por el pueblo argentino “el presidente Lanusse supo interpretar las
necesidades de ese pueblo”.

Los temas escondidos

La cumbre presidencial de Antofagasta, a diferencia de la llevada a cabo en


Salta, no alcanzó mayor envergadura política. La declaración de Salta aún
estaba muy fresca y sólo podía comprenderse la presencia de Lanusse allí
por la insistencia de La Moneda. Para Allende anudar una buena relación
con la Argentina, y a través de un presidente militar, significaba un
reaseguro de su situación interna. Lanusse, por su parte, continuaba
despegándose ideológicamente de sus antecesores (Onganía y Levingston),
y mostraba un matiz absolutamente diferente a su eventual proyección
política, en el plano nacional.
Más allá de los temas sugeridos por los diplomáticos, es casi seguro que
en las conversaciones entre los dos presidentes saltaron, aunque fuera
tangencialmente, tres cuestiones. La próxima visita de Fidel Castro a Chile,
que Allende había anunciado a los estudiantes durante un acto realizado en
la Universidad de Antofagasta y a no más de cuatro horas del arribo de
Lanusse a territorio chileno. “Fidel vendrá antes de lo que ustedes se
imaginan, en las próximas semanas” les había prometido a los jóvenes el
presidente de Chile. Aunque no hay evidencias escritas, cabe suponer que
Allende ofreció toda clase de seguridades a su par argentino, respecto de
que el cubano no habría de interferir en los asuntos internos argentinos
durante su estadía en Chile.
“Con todo, y más allá de las motivaciones de sus protagonistas, las
entrevistas de Salta y Antofagasta dejan saldos muy positivos. Aunque su
efectividad futura dependerá del curso de los hechos en ambos países. Ante
todo, desde el punto de vista argentino, fue una saludable abjuración de la
nefasta doctrina de las fronteras ideológicas, si bien es obvio que esa misma
doctrina sigue inspirando los actos del gobierno del general Lanusse en el
plano interno”, escribía Enrique Vera Villalobos, director asociado de la
publicación bimestral Estrategia, de especial influencia en los sectores
militares y académicos de la Argentina.119

El desabastecimiento de productos alimenticios, según surge de la Nota


No 441, del 21 de Octubre de 1971, en cuya primera página el embajador
Gallac informa al canciller De Pablo Pardo que la falta de los productos
cárneos “como es de Vuestro conocimiento (del canciller) se ha ido
agravando permanentemente (constituyendo) uno de los temas de
conversación entre S.E. el Presidente Lanusse y el Presidente Allende, en la
reciente entrevista de Antofagasta”.

La (inusitada) mediación argentina entre Washington y


Santiago de Chile

Por alguna razón de prestigio o de urgencias políticas internas, varios


mandatarios argentinos se vieron tentados a ofrecer sus buenos oficios para
solucionar cuestiones que sólo le correspondían hacerlo a los países
involucrados. Arturo Frondizi, a comienzos de los 60 intentó mediar entre
Washington y La Habana. Todas resultaron veleidades de una Argentina
estancada. Después del encuentro de Salta, Sepa 120, semanario de la
derecha chilena, entrevió el tema y en un lúcido artículo afirmó que el
mandatario argentino “pretende estar apto para servir de ‘puente’ o ‘enlace’
entre Santiago y Washington a raíz de las medidas de nacionalización que
lleva a cabo la Unidad Popular”.
En una Nota “Secreta” (No 1172) de la embajada argentina en
Washington, fechada el 11 de noviembre de 1971 y firmada por su
embajador, Carlos Manuel Muñiz, (y que será analizada in extenso más
adelante) se mencionaba “la disposición argentina para mediar en el
diferendo que mantienen el gobierno de Allende y la Administración
Nixon” y que “los Estados Unidos tienen muy en cuenta la oferta de
mediación argentina, según lo expresado por el Secretario Asistente del
Tesoro, John Petty.
El funcionario americano no integraba la primera línea de decisión en
Washington, por lo tanto no era de descartar que hablara sin mayores
elementos. Lo sorprendente era que funcionarios argentinos, con larga
experiencia internacional, trataran el tema seriamente, sin darse cuenta de la
modesta capacidad que tenía el gobierno de Buenos Aires para llevar a buen
puerto tan delicada y difícil gestión. Lanusse era titular de un gobierno
ilegítimo; acosado por la pesada herencia económica y social de las dos
gestiones anteriores; desgastado ante una sociedad que lo obligaba a llamar
a elecciones y jaqueado por una guerrilla que todavía no había desarrollado
su máximo potencial. En escasas palabras, se trataba de un dislate.

Labbé y el misterioso general Carlos Prats

Por esos días trascendió la posibilidad del pase a retiro del Director de la
Escuela Militar Bernardo O’Higgins, coronel Alberto Labbé.121 Según
informó Gallac “la versión del diario Tribuna atribuye el hecho a una
desinteligencia surgida con el Presidente de la República, a raíz de los
próximos Juegos Olímpicos de las Fuerzas Armadas Latinoamericanas que
deben tener lugar en Brasil (...) en el sentido de poder disponer de los
medios de transporte necesarios para movilizar al equipo chileno”.
El jefe de la misión argentina aclara sin embargo, que durante una
recepción en la Embajada de España le expresaron que Labbé pasaba a
retiro porque “había dispuesto la baja de veinticinco cadetes por profesar
ideología comunista. A ello debe agregarse una situación similar que podría
presentarse, ante la existencia de otro grupo de cadetes de ideología idéntica
a la descripta. Ante lo que dejó expresado, Labbé fue llamado por la
superioridad a fin de explicar las razones de su decisión, ya que el Partido
Comunista es no sólo un partido reconocido legalmente, sino que configura
el nervio motor de la política oficialista. La respuesta de Labbé habría sido
terminante y dirigida a destacar que lo que se ponía en juego era un
problema de confianza en su idoneidad para conducir los destinos de la
Escuela Militar.”
El relato de Gallac agregaba que durante un almuerzo en Vicuña
Mackenna en honor del Ministro de Defensa, Alejandro Ríos Valdivia, a la
que asistieron varios generales, ex cancilleres y ex embajadores de Chile en
la Argentina, el homenajeado “me contestó que lo que había de efectivo era
el pase a retiro de dos generales - por cumplirse el plazo de permanencia en
el Ejército - más el de otros tres, con lo cual se producían cinco vacantes, de
las cuales una sería llenada con el ascenso de Labbé, tercero o cuarto en el
escalafón”.
Sin embargo, durante el trayecto Santiago-Antofagasta con motivo de la
visita del Presidente Lanusse, a Gallac le tocó viajar al lado del comandante
en jefe del Ejército, Carlos Prats González... “y me dio una versión que
discrepa con la del Ministro de Defensa”. Prats “me expresó que la
Comisión de Ascensos (hasta el grado de Coronel) había dictaminado que el
Director de la Escuela no estaba en condiciones de ser promovido,
agregando - con tono que denotaba preocupación - que restaba aún el
recurso ante la Junta de Generales, con cuya intervención “quizá pueda
reverse lo resuelto”.
Finalmente, advertía Gallac, “de producirse el pase a retiro de un oficial
de las calidades de Labbé, se va a derivar un inevitable malestar en los
círculos del Ejército que reconocen en él un profesional de sólido prestigio,
que lo ha hecho acreedor a la popularidad de que goza”.
El general Carlos Prats con Pablo Neruda. Atrás (izq.) Augusto Pinochet

Al cumplirse el primer año de su designación como Comandante en Jefe


del Ejército, Gallac le ofreció al general Carlos Prats una cena en su
residencia. De la misma participaron, entre otros, el nuevo embajador de los
Estados Unidos, Nathanael Davis (amigo de Gallac porque ambos ya habían
compartido otro destino, en Sofía, Bulgaria, a comienzos de los 60); el
senador Víctor García; el democristiano Juan de Dios Carmona; el
Presidente de la Cámara de Diputados, Fernando Sanhueza; cuatro
generales - entre ellos el Jefe del Estado Mayor - y otros amigos.122
Al retirarse los invitados, uno de los amigos, un empresario sueco
representante de empresas en los países sudamericanos, le dijo al dueño de
casa: “Me voy muy preocupado por la falta de carácter, por las opiniones
faltas de contenido y de energía que he tenido ocasión de escuchar esta
noche por parte de los generales chilenos. Pienso que si en estos hombres
está radicada la esperanza de que puedan oponerse al avance del
comunismo en Chile, tal sentimiento no merece ni siquiera tenerse en
cuenta”.
El otro comentario, Gallac lo recibió de un pariente suyo que pasaba unos
días en Santiago. “En cierto momento que hablábamos en un grupo los
senadores García y Carmona, el general Prats me manifestó su vivo interés
por conversar con el Embajador norteamericano. Accedí inmediatamente a
su requerimiento y lo acompañé a otro lugar del salón de recepción donde
se encontraba Davis con otros generales y mí pariente”. Éste le contaría
después que el general Prats se dirigió al Embajador Davis, indicándole
‘que sería conveniente que rebasara los trámites protocolares y buscara un
diálogo directo con el Presidente Allende, pues éste era un hombre
inteligente, sincero, de gran visión, de espíritu amplio, etc.’, con lo que
realizaba un cálido y entusiasta elogio de las virtudes y calidades del Primer
Mandatario”.
“Valga el comentario del senador Morales Adriazola, a quien encontré en
otra comida al día siguiente y que al referirse al general Prats dijo: “Prats es
un misterio tanto para nosotros como para la Unidad Popular”.

Preocupación que generaban los militares tras la comida ofrecida a Prats

“El nuevo embajador norteamericano en Chile, Nathanael Davis, ha


estado íntimamente ligado al Consejo Nacional de Seguridad, organismo
que centraliza las tareas de las agencias de inteligencia de Washington.
Estuvo en Chile en 1961, como jefe del Cuerpo de Paz, uno de los
organismos auxiliares de la CIA que permanece casi intacto en nuestro país.
Fue embajador en Guatemala (...) es considerado un especialista en
‘comunismo’. Perteneció al personal de la Embajada norteamericana en
Checoslovaquia y en Bulgaria y estuvo a cargo del Departamento de
Asuntos Soviéticos del Departamento de Estado. En 1966 fue adscripto al
Consejo Nacional de Seguridad.” Este curriculum del embajador
norteamericano fue publicado por Punto Final, órgano del MIR, en la
página 19, el martes 26 de octubre de 1971,

La mirada del Águila

Era imposible la coexistencia entre un gobierno republicano como el de


Richard Nixon y uno socialista – comunista (y los partidos de ‘adorno,
Perón, dixit) como el de Salvador Isabelino del Sagrado Corazón de Jesús
Allende Gossens. En parte por los compromisos asumidos por la mitad del
planeta luego de la caída de Berlín en 1945. En parte también por las
promesas de la Unidad Popular en la campaña electoral de 1970 y la propia
conformación interna del grupo de partidos que llegaron al poder en Chile.
A la errónea lectura que hacía Allende de su propia realidad interna (más de
la mitad del país no lo votó), y que proyectaba al exterior, se sumaba la
ansiedad revolucionaria de los “termocéfalos” (los cabezas calientes, como
se les decía en aquellos años a los que presionaban para acelerar la
revolución) que cada día que pasaba lo acercaban más al abismo.

Cuba 1966, Año de la “Tricontinental”: Allende con Dorticós y Cienfuegos


A grandes rasgos habría dos versiones sobre el ex Presidente de Chile. La
benévola, lo muestra como un socialista soñador, reformista, liberal en las
formas políticas por su propia formación masónica, demócrata por
naturaleza, deseoso de cambiar la realidad social. Una suerte de
socialdemócrata moderno, poco proclive a golpear la mesa para ejercer su
autoridad continuamente sobrepasada. ‘A mí Allende me dijo que no era
marxista’, me confió un alto funcionario del gobierno de Lanusse (de
formación ultra católica y nacionalista).
La otra versión presenta a Allende como una suerte de caballo de Troya
que si lo hubieran dejado hacer habría convertido a Chile en un nuevo
‘paraíso’ comunista. En ese camino, le cargan a la cuenta el haber sido uno
de los fundadores y presidido la Organización Latinoamericana de
Solidaridad (OLAS), creada en La Habana a comienzo de la década del 60,
con el objetivo de instalar ‘uno, dos, muchos Vietnam’ en América Latina
(como afirmaba el “iluminado” Ernesto “Che” Guevara). El mismo hecho
de haber viajado a Vietnam y no pocas veces a Cuba y Moscú conspiraba en
su contra. El ‘dime con quién andas y te diré quién eres´ le era aplicado
religiosamente y en esa vitrina aparecía Allende junto a Carlos Altamirano,
Luis Corvalán, “Coco” Paredes, el MIR (que lo contradecía, pero al mismo
tiempo resguardaba su integridad física), el ex Ministro de Justicia, Jorge
Tapia, Jacques Chonchol, Raimundo Beca y José Liendo, el “comandante
Pepe” instructor de guerrillas en el Sur. Es justo reconocer que no pudo o no
quiso sacudirse de ellos y dejarlos caer.
Una vez derrumbado el Muro de Berlín (1989), la creciente libertad de
información permitió la aparición de documentos que probaron la verdad de
la inquina americana a Allende. Ya antes de asumir, el 15 de setiembre de
1970, Nixon había exigido al jefe de la Agencia Central de Inteligencia
(CIA), Richard Helms ‘para ver qué podría hacerse para evitar que Allende
llegara al poder. Si hubiera una oportunidad en diez de librarnos de Allende,
deberíamos probarla (...) el programa de ayuda a Chile sería interrumpido;
su economía debía ser exprimida hasta que gritase’.123 En concreto
significaba bloquear las negociaciones o iniciativas de Chile ante el Banco
Mundial, el BID y el Eximbank.
En ocasión de las ceremonias de asunción del gobierno, en noviembre de
1970, Allende se entrevistó con Charles Meyer, Secretario de Estado
Adjunto para Asuntos Interamericanos, quien le entregó una carta de
salutación del presidente Nixon, misiva que nunca respondió.
Desde ese momento hasta noviembre del año siguiente, las relaciones
entre ambos países estuvieron jalonadas por hechos negativos. Entre los que
hay que destacar la cuestión de las indemnizaciones a las empresas
norteamericanas estatizadas por el gobierno de la Unidad Popular. Basta
volver a releer los Documentos Secretos de la ITT, publicados en Chile en
1972, para imaginar el nivel de presión que los empresarios privados
ejercieron sobre Nixon. Años más tarde, uno de los miembros más
influyentes del Consejo Nacional de Seguridad de los Estados Unidos,
Henry Kissinger, escribiría que “Chile no constituyó una preocupación
importante para el gobierno de los Estados Unidos” 124
Afirmación que se contradice dos páginas más adelante, cuando señala
que el gobierno de Allende constituía “un desafío geopolítico, Chile limita
con Perú, Argentina y Bolivia, todos ellos azotados por movimientos
radicales (terroristas entrenados en Cuba.) un Chile militante tenía la
capacidad de minar otras naciones y apoyar una insurgencia radical mucho
mayor que la de Cuba, y Cuba ya había conseguido hacer bastante daño”.
Casi dos décadas más tarde, el gobierno de Estados Unidos levantó el
secreto sobre otros testimonios. Esta vez fueron las grabaciones que el
propio Nixon se hacía tomar en sus oficinas con ánimo de historiador. En
una de ellas (del 11 de junio de 1971) Kissinger le dice: ‘Señor Presidente:
él (Allende) está yendo hacia un sistema de un solo partido (...) Cuando
tuvimos esa reunión en el Eximbank, pregunté si se está moviendo de
manera más lenta a lo esperado, y todo el mundo estuvo de acuerdo en que
se está moviendo rápido(...) Está ganado el control de la prensa, aisló a los
militares, los neutralizó (...) Nunca más habrá una elección libre en
Chile”.125

Nixon, Haig y Kissinger en el Salón Oval

Lo que sí parece ser cierto es que la Administración Nixon le prestó poca


atención a su política con América Latina. Ese desinterés estaba motivado
por los problemas prioritarios que tenía en otros lugares del planeta. “Mis
preocupaciones son tantas que, al término de cada día, hallo que no he
tenido tiempo para pensar en América Latina. Ocupado por el sudeste
asiático, Europa o Medio Oriente, jamás tengo oportunidad de pensar en
otra cosa”, refiere esta confesión de Henry Kissinger el entonces periodista
argentino Rodolfo Terragno, quien la escuchó de un diplomático
sudamericano.126 Al desinterés de la Casa Blanca se sumaba una visión de
menoscabo y desconocimiento - para no utilizar la palabra desprecio - hacia
la región en general.
Así lo indica Nixon durante una charla con Haig 127 grabada el 11 de
mayo de 1971: “Por Dios miremos a América Latina, todos tienen
constituciones como la americana (...) pero nombren a un país que no esté
muerto (...) en este momento, el único país más o menos es Brasil, y Brasil
está bajo una dictadura, mi Dios, los chilenos se están yendo por el tubo, los
peruanos están cayendo, los bolivianos ya se fueron, Paraguay, por
supuesto, es una dictadura(...) la Argentina es una mierda, Colombia, buu,
buu(...) Venezuela lo va a lograr, por el petróleo..”. 128
A todo esto, el 11 de octubre de 1971, el Contralor General de la
República, Héctor Humeres, dictaminó que no debía pagarse indemnización
por las minas de cobre de Chuquicamata y El Salvador, de la Anaconda, ni
por El Teniente de la Kennecott. En respuesta, el 13 de octubre de 1971, el
Secretario de Estado de Estados Unidos, Wlliam Rogers, descontó que su
país cortará ‘todos’ sus préstamos, garantías de crédito y ayuda exterior a
Chile, por considerar ‘ilegal’ la medida de rebajar las indemnizaciones a las
empresas Anaconda y Kennecott, a tiempo de considerar que esa medida
tiene ‘carácter retroactivo’.
“Si bien el Departamento de Estado se ha mantenido muy moderado y
prudente en sus juicios acerca de las expropiaciones en Chile, el Secretario
del Tesoro, (John) Connally, ha en cierta medida abogado por una “línea
dura”. El 16 de octubre pasado, en una reunión celebrada en Hot Springs,
Virginia, dicho funcionario declaró en una reunión del “Business Council”:
“Francamente, esta nación debe reconsiderar sus políticas con respecto a
naciones alrededor del mundo que primero atraen y luego expropian los
intereses comerciales americanos sin su adecuada compensación’”, informó
la Embajada Argentina en Washington129.
“El presidente del Banco Mundial, Robert Mc Namara dijo en una
reunión del 26 de setiembre que ‘la inquietante tendencia de gobiernos de
algunos países en desarrollo de anular acuerdos hechos con inversores
extranjeros podría poner en serio peligro su crédito o inhibir las inversiones
en toda la región’”.
Los funcionarios del edificio del 1815 de la calle Q Norwest - ubicación
de las oficinas de la cancillería argentina en Washington DC -, hicieron
notar al Palacio San Martín que el New York Times, en su edición del 1 de
octubre, había publicado una nota del ex asesor presidencial de John
Kennedy, Theodore Sorensen, defendiendo la causa chilena. “Comienza
diciendo que las relaciones de Estados Unidos con América Latina están a
punto de ser drásticamente perjudicadas como resultado de presiones
comerciales estrechas e inflexibles. Si bien reconoce el derecho de las
compañías privadas de buscar la protección del gobierno, opina que los
intereses generales de los Estados Unidos no serán bien servidos si el
gobierno mira estas disputas solamente en un contexto comercial hostil,
criticando la expresión atribuida al Secretario Conally de que ‘no tenemos
ningún amigo allí’”.
Unos días más tarde, la embajada en Washington informaba que “el
mismo diario publica un artículo de William Shannon que critica la decisión
del Presidente Allende de no pagar compensaciones, diciendo que viola el
derecho internacional y la conducta que deben observar los gobiernos. Sin
embargo, el gobierno americano no debe amenazar a Chile con represalias,
pues debe tenerse en cuenta que los gobiernos débiles, inexpertos o
demagógicos, pueden tomar medidas abruptas que van en contra de sus
propios intereses, diciendo que nadie puede suponer que Nasser o Nkrumah
o Sukarno tomaron sus decisiones con el mismo análisis económico de un
banquero de Wall Street o de un abogado de Texas”.
“Los funcionarios del Departamento de Estado consultados por esta
Embajada - se agrega en la Nota ‘R’ 1091 - se han mostrado reticentes o tal
vez no tengan realmente información sobre cuál será en definitiva la actitud
norteamericana hacia Chile. Han repetido los consabidos argumentos: que si
bien los Estados Unidos, a pesar de sus discrepancias ideológicas, desean
mantener las mejores relaciones con Chile, están forzados a proteger los
intereses de sus nacionales; que la presión de las empresas privadas sobre el
Gobierno es muy fuerte, especialmente en una administración republicana
como la del Presidente Nixon; que se corre el peligro de que cunda el
ejemplo de que se confisquen los bienes norteamericanos si no se adopta
una posición firme, pero que por otro lado no quieren aparecer como
imperialistas, etc.”.
Por otra parte, destacaba el informe, “un funcionario de la Embajada de
Chile” hizo notar que “si bien los Estados Unidos no han tomado ninguna
medida frontal contra los intereses chilenos, desde comienzo de este año, se
ha notado un paulatino estrangulamiento en el otorgamiento de créditos”.
Veinte días más tarde, la Misión Argentina en los Estados Unidos remitía
nuevamente al Palacio San Martín otro informe, esta vez “Secreto”, sobre el
diferendo.130 La Nota trataba sobre un diálogo del consejero argentino
Diego Felipe Medús con el Secretario Asistente del Tesoro, John Petty - el
segundo de Conally - en la que el funcionario norteamericano aludía a las
declaraciones del Presidente Lanusse “en las que expresaba la disposición
argentina para mediar en el diferendo que mantienen el Gobierno de
Allende y la Administración Nixon.
Copia del párrafo de la conversación con John Petty

Dentro de ese orden de cosas, afirmó la voluntad de los Estados Unidos


de negociar con las autoridades chilenas en procura de un acuerdo que diera
satisfacciones a ambas partes”.
“En síntesis, (...) de las expresiones del Sr. John Petty puede inferirse que
los Estados Unidos tienen muy en cuenta la oferta de mediación argentina y,
en tal sentido, me permito sugerir a Vuestra Excelencia (el Canciller De
Pablo Pardo) se vayan dando los pasos preparatorios que puedan permitir
una rápida acción ante el eventual pedido de partes.”
“Creo oportuno hacer saber a Vuestra Excelencia (De Pablo Pardo) que
según información suministrada por personas directamente vinculadas al
asesor del Presidente Nixon, Henry Kissinger, este último consideraría la
posibilidad de una invitación eventual al Presidente Allende para visitar los
Estados Unidos.”
La sabia administración del silencio.

El texto del cable cifrado fue firmado por el embajador Carlos Muñiz y
estando el canciller en Washington se entiende que el destinatario final era
el propio presidente Alejandro Lanusse. Durante el encuentro De Pablo
Pardo hizo valer a su colega estadounidense “la influencia positiva del
gobierno argentino para que el Gobierno de Chile adoptara una posición
moderada en sus relaciones con Estados Unidos. Recordó en ese sentido su
reciente gestión ante Canciller Almeyda para que no introdujera como
elemento principal de debate durante la actual Asamblea (de la) OEA (el)
asunto ITT habiéndose logrado sólo se encararía de modo accidental en
discurso del Jefe de la Delegación Chilena. Recordó asimismo la influencia
ejercida con anterioridad por el Presidente Lanusse ante Presidente Allende
en el mismo propósito moderador y ofreció colaboración eventualidad
futura. Secretario Rogers agradeció expresivamente posición Argentina e
inquirió información sobre distintos aspectos de la posición chilena.”

Parte del cable de la conversación con el Secretario de Estado William


Rogers
Como se observa la palabra “mediación” había desaparecido y ya no
volvería a
repetirse. A continuación, el canciller argentino se interesó por las
exportaciones argentinas a los Estados Unidos y el “Secretario Rogers
prometió prestar atención a sugestión formulada.”
Luego, el canciller argentino le señalo a Rogers que “ante la desaparición
de (la) bipolaridad en decisiones de trascendencia mundial y posición
argentina en continente americano requería nuevamente del gobierno de los
Estados Unidos la consulta en las decisiones internacionales de interés
mundial. (El) Secretario Rogers destacó su conformidad con este
requerimiento y señaló que su gobierno considera a Argentina dentro del
continente por su cultura, sus posibilidades económicas y su tradición
jurídica, (un) país clave.”
El embajador Carlos Manuel Muñiz solía enseñarles a sus alumnos que
“la diplomacia consiste en la sabia administración de los silencios”. Queda
claro que no se lo dijo a De Pablo Pardo ni la máxima la aplicó para él. El
canciller argentino nunca sería consultado por Rogers, simplemente, porque
el 22 de junio de 1972 abandonó el Palacio San Martín por no estar de
acuerdo con que su gobierno mantenga un diálogo con el ex presidente Juan
Domingo Perón.
¿En qué mundo vivían los funcionarios argentinos? Hablan de una
posible invitación a Washington del presidente Allende cuando el día
anterior –10 de octubre de 1971—el gobierno americano había vetado la
candidatura del chileno Felipe Herrera para presidir las Naciones Unidas,
mientras el 13 de octubre llegaba a Santiago, con instrucciones poco
amigables y muy precisas, Nathaniel Davis, el nuevo embajador de los
Estados Unidos en Chile. El “finale” a toda orquesta de la opera argentina
llegaría el 13 abril de 1972. Mientras el gobierno argentino que intentaba
mediar los cortocircuitos entre Nixon y Allende se encontraba conmovido
por los asesinatos de Juan Carlos Sánchez, jefe del Segundo Cuerpo de
Ejército, y el director de la empresa FIAT, en manos de la guerrilla, Luis
María de Pablo Pardo se entrevistaba con William Rogers en “Foggy
Bottom”. 131
En otro ámbito, el 21 de octubre, la Academia Sueca otorgaba el Premio
Nobel de Literatura al poeta Ricardo Neftalí Eliezer Reyes Basoalto, más
conocido como Pablo Neruda. Era el segundo chileno, después de Grabriela
Mistral, que lo obtenía. Mientras tanto, el gobierno argentino se
pronunciaba a favor del ingreso de China Popular a las Naciones Unidas,
durante una votación realizada la noche del 26 de octubre.
Asimismo, el 10 de noviembre de 1972 se conocía que el gobierno de los
Estados Unidos había vetado al chileno Felipe Herrera, candidato del
bloque latinoamericano a Secretario General de las Naciones Unidas.

La prolongada visita de Fidel Castro

El mismo día que trascendía el veto de Washington a la candidatura de


Felipe Herrera, llegaba a Santiago de Chile el Primer Ministro de Cuba. La
recepción que los partidarios de la Unidad Popular y la ultraizquierda le
brindaron es recordada como una de las más importantes que se le haya
ofrecido a un dirigente extranjero. Si bien al comienzo se afirmó que se
quedaría diez días, Castro permaneció en territorio chileno tres semanas en
calidad de ‘visitante ilustre’. Tanto que su cotidiana presencia en todos los
medios de comunicación - con su clásica locuacidad para tratar las
cuestiones más disímiles - pasó a molestar, cuando comenzó a entrometerse
en las cuestiones internas de Chile. Según uno de sus historiadores, durante
sus conversaciones privadas con el Presidente chileno “le advirtió que no se
enemistara con los Estados Unidos”.132
En las imágenes de su desfile triunfal desde el aeropuerto de Pudahuel a
la residencia del Embajador de Cuba, llama la atención el enorme
despliegue de seguridad. El automóvil Ford convertible en el que viajaban
los dos mandatarios acompañados por el conductor, el edecán militar
chileno y siete custodios, seguido de los clásicos Fiat con las puertas
semiabiertas de los GAP era un espectáculo inusual.
Los informes de la Embajada Argentina sobre el acontecimiento fueron
escasos:
“Su visita involucra un importante paso dado a favor de la ruptura del
aislamiento en que quedara Cuba respecto a la totalidad de los países
americanos, luego de las resoluciones adoptadas en la OEA.”133
La llegada de Castro fue dada a conocer dos días antes, a pesar de la que
fecha de su visita se conocía desde bastante tiempo antes. El titular de la
Democracia Cristiana, en una declaración pública, advirtió que si bien las
manifestaciones de repudio estarían fuera de lugar, la utilización de la
presencia de Castro con fines de política interna debía ser igualmente
condenada. Según hizo notar la Embajada, “los parlamentarios
democristianos se abstuvieron de recibir en el aeropuerto a Castro,
indicando aquellos cuya presencia era esperada en razón de los cargos que
ocupan en el Congreso, que en tanto no hay Parlamento en Cuba no les
correspondía recibirlo”.
“Para el gobierno, la elección de la fecha en que habría de realizarse la
visita no ha sido casual. Nada más oportuno que la presencia del ‘Maestro
de la Revolución’, como lo nombran muchos, en momentos en que las
tensiones con la ultraizquierda habían llegado a su máxima expresión,
pudiendo provocar, de continuar este camino, una ruptura de
consecuencias.”

Fidel Castro y Salvador Allende, en un descapotable

“En la mayor parte de sus intervenciones públicas, en forma sutil unas


veces y casi directamente en otras, siempre con gran elocuencia, alude a
temas de política interna apoyando inclusive políticas concretas del
gobierno de Allende.”
Fidel Castro se paseó por todo Chile y, según los aparatos de inteligencia,
en algunos casos su exposición bordeó la imprudencia. Durante una cena en
la residencia del embajador Gallac, el periodista Luis Hernández Parker, del
estatal Canal 7, relató que el 15 de noviembre lo habían visitado dos
generales del Ejército “para comentarle sus temores respecto del viaje que
proyectan realizar el Presidente Allende y Fidel Castro por los canales entre
Puerto Montt y Punta Arenas, a bordo del destructor Riveros, viaje que
consideraban imprudente para ambos, pues estarían a merced de cualquier
avión brasileño, argentino o chileno, inclusive de turismo, que quisiera
eliminar a los dos presidentes marxista – leninistas de América, o bien
expuestos a la acción de la misma Marina chilena, desafecta en muchos de
sus niveles a la Unidad Popular”. En estos tiempos, dos funcionarios de la
embajada que fueron testigos de aquel diálogo, recuerdan con ironía esa
información que transcribieron al Palacio San Martín: “Gallac a veces se
tragaba cada cosa”.
Como era de esperar, el semanario SEPA, en su edición Nº 47, del 3 al 6
de noviembre de 1971, tituló “Fidel Castro: El hombre que vino a
embromar”. Y en la edición siguiente destacaba una frase pronunciada por
Castro en su estadía: ‘Elecciones ¿para qué? No hemos venido a aprender
cosas caducas y anacrónicas en la historia de la humanidad’.

Mario Santucho, jefe del PRT-ERP, sigue a Castro en las calles de Santiago

Con el pasar de los días el cubano comenzó a inmiscuirse en las


cuestiones internas, como un chileno más y no perdió oportunidad para
referirse a los “momios”134. ¿Por qué no habría de hacerlo, si Allende le
dijo que “estaba en su casa”? En la Municipalidad de Santiago relató lo que
había observado en todo el país, un “pueblo lleno de esperanzas en el
futuro, desde luego irrita; irrita terriblemente a los reaccionarios, a los
oligarcas”.
El acto de masas organizado por el gobierno para despedirlo en el Estadio
Nacional resultó un fiasco: calculaban una asistencia de 80 mil personas y
sólo concurrieron 30 mil. Castro señaló que la modesta presencia de
asistentes no lo tomaba como un desaire, sino como un problema que debía
formularse la Unidad Popular.135
Antes de partir, Fidel se refirió a las divisiones internas que corroían a la
Unidad Popular. “Es como una cierta fragmentación de las fuerzas. En
nuestro país no verán, es imposible ver, este tipo de cosas. No digo que eso
haya que culpar a nadie. señalo el fenómeno”.
El 30 de noviembre, en una reunión con sacerdotes latinoamericanos,
Castro, refiriéndose a Uruguay, afirmó que “el poder en ese país tiene que
ser conquistado por la violencia, y lo van a conseguir, porque hace rato que
el gobierno no gobierna en Uruguay”.
El 4 de diciembre de 1971, ya en la escalerilla de su avión soviético
Ilushyn, antes de partir para Perú y Ecuador, le comentó al Presidente de
Chile: “Ahora regresaré a Cuba más revolucionario, radical y extremista de
lo que vine”. Carlos Altamirano y el MIR, entre otros, quedaron satisfechos.
Cabe destacar algunos otros acontecimientos que tenían lugar por
aquellos mismos días. El lunes 29 de noviembre, el Secretario de Estado de
los Estados Unidos, William Rogers, renunciaba en desacuerdo con la
injerencia del asesor Henry Kissinger, en el manejo de la política exterior
norteamericana. El miércoles 2 de diciembre, Chile protestaba ante Estados
Unidos luego de que trascendiera que funcionarios que acompañaron a
Robert Finch, nuevo “especialista” latinoamericano del presidente Richard
Nixon, en una gira por cinco países de América Latina, habían opinado que
“los días del Presidente Allende están contados”.
El comentario fue atribuido a Herbert Klein, jefe de Comunicaciones de
la Casa Blanca, a quien también se le adjudicó la opinión de que el canciller
argentino Luis María de Pablo Pardo “saldría del gobierno antes de fin de
año” porque “no cree en la salida electoral del problema político argentino”.
136 “En la prensa local no se dio ninguna noticia relativa a esta actitud del
gobierno de Chile de haber contratado los servicios del ex embajador
norteamericano en la OEA, Sol Linowitz, para manejar las relaciones
públicas y mejorar la imagen del gobierno de la Unidad Popular en los
Estados Unidos”.137
El 1º de diciembre, mientras Fidel Castro daba una recepción, se
realizaba la primera “Marcha de las cacerolas” en la que la sociedad
santiaguina salió a protestar, entre otras razones, por la carencia de de
alimentos básicos de la canasta familiar y la inflación desatada. Al día
siguiente, a raíz de la “Marcha de las cacerolas vacías”, de los brotes de
violencia y actos de protesta que se produjeron en diversos barrios de la
capital y que continuaron toda la noche, la provincia de Santiago fue
declarada zona de emergencia. A raíz de esta situación el general Augusto
Pinochet Ugarte, entonces Comandante en Jefe de la Guarnición Santiago,
asumía como Jefe de la Zona de Emergencia y declaraba: “A la prensa y a
la radio les queda prohibido difundir noticias de carácter alarmista.
Asimismo al público y a los ciudadanos en general les está prohibido portar
armas en la vía pública. Toda persona que ande armada será detenida”.
“El gobierno dispuso la declaración (de Emergencia) de la referida zona
para hacer aparecer a las Fuerzas Armadas como represoras, con lo cual se
coloca al margen de una actitud antipopular, cual es la de reprimir, a la vez
que consigue comprometer a aquéllas en una posición de legalidad y
mantenimiento del orden institucional, haciendo recaer en los sectores
opositores más recalcitrantes la responsabilidad del desorden y violencia”,
señala la Nota “Secreta” No 539, del 9 de diciembre de 1971. En su informe
Gallac daba cuenta del comentario de un joven escritor español, marxista,
de brillantez y agudeza tales que lo habían convertido en hombre de
confianza del Presidente de la República. “Este acercamiento al Jefe del
Estado se produce en las últimas horas de la noche, en que la intimidad de
una relación se manifiesta, quizá, en su grado más elocuente”. El embajador
no da el nombre del escritor, pero no podía ser otro que Joan Garcés, el
asesor de Allende.
Tras 23 días de gira por todo el país, Fidel Castro abandono Chile.
“Nunca se vio una intervención más abierta y descarada en los asuntos
internos de un país como la que hizo el ‘aventurero del Caribe’ en Chile.
Recorrió campos, ciudades, industrias, cuarteles y cada rincón del país
donde hubiera un grupo de personas dispuestas a soportar su inagotable
verborrea”, anoto en su agenda privada el coronel Sergio Arellano Stark, un
militar hasta ese momento públicamente desconocido.

Las mujeres chilenas salen a la calle a protestar contra el gobierno de


Allende

El martes 7 diciembre de 1971 el presidente brasileño Emilio Garrastazu


Médici (1969-1974) llegó a Washington en visita oficial. En esos
momentos, el mandatario sudamericano estimaba que gobernaba una
potencia emergente e independiente. Su gabinete ministerial estaba
integrado por funcionarios considerados del primer nivel intelectual. Entre
otros, se destacaban Antônio Delfim Netto (Hacienda), João Baptista
Figueiredo (Jefe del Gabinete Militar y más tarde Presidente), Mário
Gibson Barbosa (Relaciones Exteriores) y el general Ernesto Geisel (jefe de
Inteligencia y más tarde Presidente).

El presidente brasileño, Garrastazu Médici, junto a Richard Nixon

A pesar de las constantes y graves imputaciones sobre la violación a los


Derechos Humanos era un mandatario popular y su gestión era considerada
un éxito. Brasil, entre 1968 y 1971, había logrado crecer económicamente
al 11 % anual. Además el presidente brasileño llegaba con el aura de
campeón mundial de futbol, obtenido (por tercera vez) el año anterior en
México bajo la batuta de Edson Arantes do Nascimento, más conocido
como “Pelé”.
En la noche del 7 de diciembre, durante una cena de gala ofrecida en su
honor en la Casa Blanca, Nixon miró al presidente, quien escuchaba
atentamente al traductor (era el general Vernon Walters), y propuso un
brindis destacando la importancia de la reunión porque “como va Brasil, va
el resto de ese continente latinoamericano”. El 9 los presidentes
mantuvieron un encuentro privado. Médici entró en la oficina de Richard
Nixon y, con la ayuda del intérprete, dijo que su “visita y su bienvenida
habían estado muy por encima de cualquier cosa que él había esperado”.
Médici expresó que “había congeniado bien con el presidente, que se
habían convertido en amigos”, a lo que Nixon respondió que él sentía que
habían “establecido una amistad estrecha y de confianza”. Entonces Nixon
sugirió que abrieran una línea secreta para comunicarse, a la que los
diplomáticos y sus respectivos ministerios de Relaciones Exteriores no
tendrían acceso. Nixon nombraría a Henry Kissinger, Secretario de
Seguridad Nacional, como responsable del canal. Médici, por su parte,
señalaría al canciller Mario Gibson Barbosa. Después de hablar sobre la
situación en Bolivia y subrayando la dificultad que tenían “en el trato con
los latinoamericanistas”, Richard Nixon preguntó qué pensaba Médici de la
situación en Chile. Médici, entonces, dejó en claro que “Allende sería
derrocado por muchas de las mismas razones que Goulart había sido
derrocado en Brasil.” 138

Párrafo del Informe N° 7 del 5 de enero de 1972 con un balance del año
1971.
98 Nota “Reservada” Nº 299, del 28 de julio de 1971.
99 Nota Nº 300, del 29 de julio de 1971.
100 Parte Informativo Económico Nº 453/71, del 23 de julio de 1971.
101 Nota “Reservada” Nº 311, del 4 de agosto de 1971.
102 Nota “Secreta” Nº 350, del 20 de agosto de 1971.
103 Torres fue asesinado el 2 de junio de 1976 en Buenos Aires.
104 Nota “Secreta” No 354, del 23 de agosto de 1971.
105 Nota “Secreta” No 357, del 26 de agosto de 1971.
106 Nota Reservada 142 del 27 de marzo de 1972.
107 Informe Económico Mensual “Reservado” No 85, del 23 de Agosto de 1971.
108 Nota “Reservada” No 379, del 7 de setiembre de 1971.
109 Nota “Reservada” No 375, del 9 de setiembre de 1971.
110 Nota “Reservada” No 389, del 13 de setiembre de 1971.
111 Nota “Secreta” No 390, del 16 de setiembre de 1971.
112 Las negrillas corresponden al redactor de la Nota “S”.
113 Nota “Reservada” No 400, del 15 de setiembre de 1971.
114 Nota “Reservada” No 406, del 25 de setiembre de 1971. Comentario sobre la DC que
acompaña la declaración de Frei.
115 Nota “Reservada” No 421, del 6 de octubre de 1971.
116 Nota “reservada” No 427, del 14 de octubre de 1971. Comentario que acompaña la carta
pública de Precht Bañados.
117 La Opinión, Buenos Aires, 10 de octubre de 1971, página 10.
118 La Opinión, Buenos Aires, 8 de octubre de 1971, página 3.
119 Estrategia, Buenos Aires, Nº 12, julio - agosto 1971.
120 SEPA, Chile, Nº 29 del 27 de julio de 1971, página 11.
121 Nota “Reservada” Nº 429, del 14 de octubre de 1971.
122 Nota “Secreta” Nº 454, del 28 de octubre de 1971.
123 Documento liberado por la “Freedom Act”, publicado en Clarín, Buenos Aires, el 21 de
febrero de 1971.
124 Mis memorias, Volumen II, Henry Kissinger, Editorial Atlántida, Buenos Aires 1982, página
313 y subsiguientes.
125 La Nación, Buenos Aires, del 17 de octubre de 1999, “Enfoques”, página 1.
126 La Opinión, Buenos Aires, 11 de setiembre de 1971, página 24.
127 En ese momento miembro del Consejo de Nacional de Seguridad, más tarde primer Secretario
de Estado del presidente Ronald Reagan
128 La Nación, Buenos Aires, Suplemento Enfoques del 17 de octubre de 1999.
129 Nota “Reservada” Nº 1091, Washington, 21 de octubre de 1971.
130 Nota “Secreta” Nº 1172, Washington, 11 de noviembre de 1971.
131 “Foggy Bottom” barrio en el que se encuentra el Departamento de Estado.
132 Fidel, un retrato crítico, Tad Szulc, Ediciones Grijalbo, España 1987.
133 Nota “Reservada” Nº 484, del 16 de noviembre de 1971.
134 Término popular (algo despectivo) con el que se calificaba a los partidarios de la derecha
política.
135 Detalles tomados de Chile 70-73 de Hernán Millas y Emilio Filippi, Zigzag, Chile, 1974.
136 La Opinión, Buenos Aires, 4 de diciembre de 1971, página 24.
137 Linowitz, ex Embajador de los EEUU ante la OEA, fue contratado por el gobierno de Allende,
y la primicia la dio el columnista Jack Anderson en el Washington Post. Años más tarde Linowitz
integraría la “Comisión Trilateral”.
138 “Brasil hablará en Washington como potencia mundial,” Qué pasa, Numero 8. Chile,
diciembre 1971.
CAPÍTULO 7
El Chile de los opuestos

Una “derrota transitoria” del gobierno

A fines de 1971, durante un encuentro personal, el embajador Gallac le dijo


a su canciller que 1972 iba a ser muy difícil en Chile, debido a la
“agudización del deterioro producido por el desabastecimiento” y se lo
recordaría en la Nota “Secreta” Nº 80, del 17 de febrero de 1972. Se
quedaba corto Javier Teodoro Gallac el deterioro y la violencia iban a ser
más agudas. Poco después el embajador dirá que también le preocupaban
“los efectos negativos de la acción del equipo económico;
desabastecimiento, disminución alarmante de divisas, emisión de ciento
veinticinco por ciento por año, etc., por lo que cabe pensar que la labor de
los ministros comunistas de dicho equipo no les perturba, ya que en la
reciente crisis ni un solo cambio surgió entre los integrantes de esa
tendencia”.
Frente a tamaño desquicio, según observaba Gallac, el gobierno o
deseaba o buscaba la explosión social para reprimirla con las Fuerzas
Armadas y “profundizar así su accionar comunizante, entre una oposición
reducida a polvo”. También especuló con la muerte violenta del doctor
Allende por obra de la extrema izquierda, que lo acusa de blando y
aburguesado, adjudicando la paternidad del crimen a la derecha y
desencadenando la tan temida invasión de los barrios altos que habitan las
clases adineradas, por los sin recursos de las poblaciones pobres que forman
el cinturón del ‘Gran Santiago’, doscientos mil hombres en la estimación
del Comandante en jefe del Ejército.”
1972 comenzó con los incidentes que protagonizaron los empleados del
edificio del Congreso, descontentos con los recortes al Presupuesto
realizados por la oposición (306 millones de dólares) y luego un escándalo
de proporciones estallaba al conocerse una grabación en la que el candidato
a senador del Partido Nacional, Sergio Díez, relataba haber recibido el
respaldo de la Democracia Cristiana a través de su ex presidente, Narciso
Irureta. Las elecciones complementarias se realizarían el 16 de enero en las
provincias de O’Higgins y Colchagua y también se disputaría una banca de
diputado por Linares. “La lucha partidista se realiza bajo el signo de
marxismo o democracia, enfrentándose en la contienda electoral la
izquierda unida contra la oposición, representada por la Democracia
Cristiana y el Partido Nacional, que en esta ocasión forman un frente único
contra el totalitarismo marxista”, informaba Gallac.139
Quien había redactado la nota afirmaba que “las características sociales y
económicas de las provincias” en disputa, “son propias a la de la mayor
parte de la ciudadanía chilena, factor éste que, en cierta manera, hará de las
elecciones un pronunciamiento revelador con amplias proyecciones en el
futuro político [...] El senador Alberto Jerez que militó en la DC, para
abandonarla luego y formar parte del MAPU y pasar de éste a la
recientemente fundada Izquierda Cristina, es el que dirige la campaña
proselitista de la candidata Eliana Mery”, hermana de Hernán Mery
Fuenzalida ex director zonal de la Corporación de la Reforma Agraria
(CORA) en Linares, muerto trágicamente el 30 de abril de 1970 cuando
tomaba posesión del fundo “La Piedad” de Longaví durante la gestión de
Eduardo Frei.
Durante la campaña se discutió la “Declaración de Linares” del año
anterior firmada por los integrantes de la Unidad Popular, excepto los
partidos Radical y API que no aceptaron los términos de la misma a la que
adjudicaron ser el “resultado de una inteligencia entre el MIR y la UP”.
Entre otras medidas se estableció “como bandera de lucha”, la expropiación
de fundos “a puertas cerradas”, es decir con todo lo encontrado dentro de
ellos: ganado, animales de trabajo, maquinarias, instalaciones, etc.; el “no
pago” de las expropiaciones agrícolas y la expropiación, como política
futura, de todos los sueldos agrarios sin excepción y la eliminación de las
hectáreas de reserva que para los dueños expropiados acuerda la Ley.

Monseñor Raúl Silva Henríquez, José Tohá y Salvador Allende

La compulsa electoral fue ampliamente ganada por la oposición en todos


los distritos en disputa. “El contraste sufrido por la combinación de partidos
de la Unidad Popular, contra las fuerzas democráticas, es a juicio de los
observadores políticos un “campanazo de alerta” para que el Presidente
Allende enmiende el rumbo de su política que está llevando al país hacia un
grave deterioro, cuyas consecuencias pueden ser irremediables”, sostenía el
informe redactado por el Agregado de Prensa de la Embajada, Ignacio
Gómez Garay.140 “Fue un temblor de grado 4 muy violento”, fue como
calificó la derrota el Ministro del Interior, Ríos Valdivia mientras Carlos
Altamirano, secretario del Partido Socialista, se limitó a describirla como
“una derrota transitoria”.
“El Presidente Allende reconoció la seriedad del contraste que trastorna
evidentemente la aplicación de su programa de cambios y da por tierra,
hasta una época que hoy aparece como muy incierta, con el proyecto más
trascendental para la reforma institucional de Chile y que era la llave para el
establecimiento del Estado Socialista en el país; la instauración de un
parlamento unicameral mediante un plebiscito nacional (...) al mismo
tiempo se desvanece también la reforma judicial, proyecto que buscaba la
creación de tribunales populares en remplazo del actual sistema de justicia
contra el que se realizó una violenta campaña de desprestigio, que alcanzó
especialmente a la Corte Suprema y sus magistrados.”
“Otro hecho que se encuentra influenciado por las últimas elecciones, es
la reestructuración ministerial. Dispuesta por el Presidente Allende, para
ampliar las bases políticas de su gobierno, con el ingreso del PIR (Partido
Izquierda Radical) se encuentra ahora bajo los vaivenes y presiones de los
jefes de los partidos de la Unidad Popular quienes, con su actitud han
mostrado que el Presidente Allende no domina ni controla la Unidad
Popular.”141 Aprovechando la derrota oficialista, el titular del derechista
Frente Nacionalista ‘Patria y Libertad’ reclamaba “una salida democrática a
través de un plebiscito que determine con relación a la permanencia del
marxismo en el poder. La inmensa mayoría del pueblo chileno no comparte
la ideología marxista y rechaza como sistema político la dictadura del
Comité Central del Partido Comunista.” 142

“Chile está sin un dólar”

Aprovechando el retorno del ex presidente Frei al país luego de una gira por
los Estados Unidos, el 6 de enero Gallac visitó al ex mandatario.143 Al
preguntarle cómo había encontrado Chile después de su ausencia, Frei le
contestó que ‘por un lado, una industria deshecha, una agricultura en
grandes dificultades y una situación caótica en el cobre’. ‘Caótica’, volvió a
repetir. Frei se refirió a la disminución de la producción en la mina “El
Teniente”, por ejemplo, que de los 113 millones de dólares de beneficio que
había arrojado en el año 70, había pasado a tener un déficit de 10 millones
en el 71. Aludió a la salida en masa de grupos técnicos que no se podían
sustituir de la noche a la mañana. A la persecución y al sectarismo
imperantes en las minas de Chuquicamata, donde los puestos de
supervisores habían sido ocupados por gente totalmente ajena a la mina y
carente de los conocimientos técnicos necesarios, por lo cual los obreros,
ante dificultades que se presentan en la explotación, en las máquinas, etc.,
al pedir instrucciones reciben como única respuesta: “haga como lo hacía
antes”.
“Iguales deficiencias se notaban también en la Corporación Acero del
Pacífico, donde de un beneficio de 8 ó 9 millones que había dejado en 1970
la compañía explotadora, ahora pasaban en el 71 a pérdidas de 3 ó 4
millones de dólares. Citó también el caso de un ingeniero que estaba al
frente de la explotación y que ahora ha sido reemplazado por 14 ciudadanos
de la Unidad Popular, para significar la falta de capacitación técnica y el
encarecimiento de los costos de producción.”
“No sé”, agregó con pesadumbre, “cómo vamos a salir de esta situación
económica y el tiempo que tardaremos en recuperar el país, que es débil, y
donde los errores se pagan caros”, le dijo Eduardo Frei a Gallac. “No somos
como Ustedes que tienen una gran riqueza y que pueden soportar más
fácilmente los momentos desfavorables de su actividad económica”.

“Chile está sin un dólar, y hemos pasado la vergüenza de que al Banco


del Estado le rechazaran un cheque de 150 mil dólares de un banco
norteamericano, suma por la que el país compraba el edificio de su nueva
Embajada en Colombia”.
En lo político pronosticó que de continuar Bernardo Leighton (su ex
Ministro del Interior) y Radomiro Tomic (ex candidato presidencial) con su
actitud proclive a un entendimiento con la Unidad Popular, esto
“significaría el alejamiento de hombres, pero no tendría el sentido de una
división en su partido, donde la inmensa mayoría sigue fiel a la actual
política opositora y sobre todo la masa de los afiliados”. Añadió que
Leighton ha tenido siempre esa actitud de buscar compromisos y de
celebrar con el gobierno que exista; que lo mismo había hecho en los
tiempos del señor Alessandri, respondiendo así a una inclinación mental
propia de su ser; y que con toda buena fe creía que actuando de esta manera
se evitan los riesgos que podría significar una guerra civil.”

La vejación militar a Allende durante la despedida al coronel


Labbé

Otro aspecto de la conversación con Frei giró alrededor de las Fuerzas


Armadas “... me expresó que así como en los altos grados se podía percibir
una actitud más bien contemplativa y respetuosa con relación al poder
constituido” no ocurría lo mismo entre los coroneles y especialmente de
teniente coronel para abajo, donde la situación era “verdaderamente
crítica”. Este malestar había sido exteriorizado “en las ceremonias de
graduación de oficiales de las tres armas (donde el presidente Allende casi
fue ignorado por los parientes de los cadetes, no así el titular del Senado
Patricio Aylwin)”.

Alberto Labbé Troncoso

“El ex Presidente no cree en la posibilidad de un golpe militar, salvo que


el Presidente incurra en un error político o una violación muy grande de la
Constitución, como sería pretender suprimir las elecciones parlamentarias
de 1973.”
Sobre este punto, Frei le relató a Gallac que el Comandante en Jefe del
Ejército había conversado en esos días con don Sergio Ossa Pretot, quien
fuera su Ministro de Defensa hasta 1970, quien le había referido su
preocupación “ante lo ocurrido en la Escuela Militar, pues el Presidente
Allende le había hecho conocer su desagrado por lo sucedido y que
esperaba de su parte alguna medida de carácter disciplinario con respecto al
coronel Alberto Labbé Troncoso; esto lo ponía en situación muy delicada
por cuanto dicho Jefe cuenta con un gran respaldo en las filas y tiene mucho
prestigio. El señor Frei expresó que el desfile realizado al término de la
ceremonia en la Escuela Militar en honor del Director saliente (pasado a
retiro por negarse a rendir honores a Fidel Castro durante su visita a Chile),
significaba en su opinión que el Presidente había sido vejado, pues dicho
desfile debía ser en honor del Presidente de la República, por lo que si a él
le hubiese ocurrido durante sus seis años de gobierno un hecho semejante,
habría procedido en el acto a destituir al Director de la Escuela”.
El 25 de enero, El Mercurio dejó trascender que el gobierno había
resuelto llamar a retiro al Coronel Labbé. “El Presidente molesto (...) pues
entendía que no se le habían rendido los honores correspondientes a su
investidura, había solicitado al Comandante en Jefe del Ejército se hiciera
un llamado de atención al Director. El Comandante resolvió entonces
encomendar esa misión al Director de Institutos Militares, general Enrique
Garrón Cea, quien no habría encontrado motivo para aplicar una medida
disciplinaria, por lo que habría respondido “cumpliré la orden pero pediré
de inmediato mi pase a retiro”, lo que efectivamente hizo”.144 En el marco
de nuevos destinos, retiros y ascensos el general Prats designó al general
Augusto Pinochet jefe del Estado Mayor del Ejército.
El semanario Sepa, dio cuenta, en enero de 1972, del discurso de
despedida del Instituto que pronunció Labbé frente a los 133 subtenientes
graduados. En dicha oportunidad dijo que el Arma “es una institución a la
cual el país le ha entregado su fe y su confianza; una institución a quien no
comprometen los halagos ni llegan las incomprensiones; una institución que
se comprometió a respetar la Constitución y las leyes, como expresión de su
personalidad soberana”.145
El 5 de abril se celebró el Día de la Caballería con un almuerzo, al que
asistieron el Presidente Allende, el titular de Defensa y el Comandante en
Jefe del Ejército, general Carlos Prats. Según el relato de Gallac, “el
Coronel Labbé iba a hacer uso de la palabra, pero recibió instrucciones del
Comando en Jefe en el sentido de abstenerse de hacerlo”.146 “Interesa
destacar que al mencionarse durante el acto de referencia la presencia del
Coronel Labbé, los 400 oficiales que se encontraban presentes le brindaron
un aplauso cerrado. Más tarde y en circunstancias en que el Presidente se
iba retirando, la oficialidad presente rodeó al Coronel y le cantó el Himno
de la Escuela Militar. Lo que dejo expresado, tuvo confirmación de boca del
propio Coronel Labbé, quien narró este episodio a funcionarios de esta
Embajada.”
A todo esto el Parlamento suspende en sus funciones al Ministro del
Interior, José Tohá, con cargos de atropello a la ley y la Constitución,
formulados por la Democracia Cristiana. “El Ministro Tohá no ha
atropellado la Constitución ni ha dejado leyes por cumplir.... son otros los
que se han salido de la Constitución”, sostuvo el Presidente Allende, y
reacciono de inmediato, nombrando al día siguiente a Tohá Ministro titular
de Defensa. Acto sin precedentes en la historia política de Chile.”147 Tohá
juro en la cartera de Defensa, previa renuncia de Alejandro Ríos Valdivia,
quien pasó a ocupar la cartera de Interior. “Ríos Valdivia es una figura
anodina, incapaz de efectuar transformaciones profundas. Poco
comprometido con los cambios que efectúa el gobierno de la Unidad
Popular, no rebasará nunca los cortos límites y alcances políticos del
radicalismo que representa, colectividad política dividida en varios grupos,
a la que ahora, desde su nuevo cargo, tratará de lograr su reagrupamiento
con los radicales de Morales Abarzúa y el grupo Bossay, que se constituyó
como Partido Radical de Izquierda.”148

La “pruebita”

“¿Qué te parece la pruebita del Presidente?”, le preguntó el general Carlos


Prats al embajador Gallac durante un almuerzo a solas, en una salita anexa a
su despacho en el Ministerio de Defensa.149 Al responderle que la medida
presidencial, respecto al enroque de Tohá por Ríos Valdivia, “había
producido una enorme sorpresa en todos los sectores y preguntarle a su vez
si ellos fueron consultados (...) me respondió afirmativamente, y que
contestaron (los militares) que mientras se estuviera dentro de las facultades
acordadas por la Constitución y las leyes, en un régimen presidencialista
como el de Chile, nada tenían que objetar. Añadió (Prats) que sin duda era
una bofetada a la oposición y una risotada frente a la decisión del
Parlamento, pero la verdad era que la acusación había sido ‘muy política y
de poco fundamento legal.”
“Prats dijo que Ríos Valdivia en su nuevo puesto en el Ministerio del
Interior “no podría seguir el ritmo que imponía el cargo, (...) y coincidió en
que sería manejado por el Secretario General de gobierno, Jaime Suárez, y
el subsecretario Daniel Vergara, ambos comunistas. Me dijo que el paso de
Ríos Valdivia por el Ministerio del Interior sería muy breve y que la
próxima reorganización de gabinete habría de incluir su salida.”
Prats también le confesó a Gallac “que era cierta la versión de que el
doctor Allende habría pensado en un militar para el cargo, inclusive en él,
pero que no lo habría aceptado - salvo el caso de retener la Comandancia en
Jefe - pues sólo se habría justificado en una grave emergencia. Lo contrario,
aceptar pasando a retiro, hubiera sido dar una imagen descolorida de un
militar sin poder, concluyendo que el Presidente no podía haber cometido
semejante error, con tanta experiencia política como tenía”. Me dijo, señaló
el jefe de la Misión Argentina, que “ahora veía al doctor Allende en un
equilibrio inestable, como consecuencia de la desaparición del
pluripartidismo y la creciente presión del socialismo y comunismo. En
efecto, el Partido Radical, burgués y burócrata, había desaparecido
virtualmente por sus divisiones internas, así como API, con el Senador
Tarud a la cabeza, quien después de haber sido generalísimo de la campaña
presidencial del doctor Allende, ahora ya no se tenía más noticia de sus
actividades ni era nombrado en los diarios”.

El presidente Pastrana con Lanusse

El malestar creciente

A principios de 1972 Lanusse visitaba a sus pares de Latinoamérica. El 26


de febrero firmaba una declaración con el presidente de Colombia, Misael
Pastrana Borrero, en la que ambos sostenían “la obligación de los estados
de cooperar entre sí, el principio de la igualdad de derechos y de la libre
determinación de los pueblos, el principio de igualdad soberana de los
estados y el principio de que los estados cumplirán de buena fe las
obligaciones contraídas por ellos de conformidad con la carta” (de las
Naciones Unidas). Desde Bogotá, el presidente argentino se dirigió en visita
oficial a Caracas para entrevistarse con su colega Rafael Caldera.
En Chile entretanto, las fricciones entre el Partido Comunista y el MIR
llegaban a un punto crítico. El comunismo acusaba a la “ultraizquierda” de
ser causa del deterioro de la Unidad Popular y el MIR respondía acusando
al PC de buscar un “arreglo con los fascistas”, mientras en una Nota
“Secreta” dirigida al Palacio San Martín se daba cuenta de las solicitudes de
crédito chilenas -sin resolución- radicadas en el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) “del orden de los 60 millones de dólares”. Al mismo
tiempo la prensa local señalaba que “en ningún caso pueden primar en esta
entidad financiera multilateral, por sobre criterios técnicos, motivaciones
políticas de orden bilateral. Las diferencias que existen en el ámbito interno
de este país entre los diferentes sectores de opinión, no se manifiestan en
esta materia en donde se rechaza unánimemente la presión que pueda
ejercer los Estados Unidos en instituciones multilaterales como respuesta a
la nacionalización sin compensación de las propiedades norteamericanas en
la gran minería del Cobre”.
La situación pareció agravarse cuando Orlando Letellier, embajador de
Chile en Washington, dio a entender a la prensa que existía la posibilidad de
que Chile se retirara del BID. La Nota concluía: “Si bien es difícil suponer
aún, la adopción de una medida de este alcance, sin duda una política de
drástica oposición de los Estados Unidos a las solicitudes de crédito de
Chile tendría serias consecuencias políticas. Cabe recordar que en las
declaraciones conjuntas suscritas por el Presidente Allende y los presidentes
de Ecuador, Colombia y Perú, durante las visitas que realizó el Presidente
de Chile a esos países el año pasado quedó en claro con mayor o menor
fuerza el rechazo (...) a medidas coercitivas de carácter económico que
busquen forzar la voluntad de otro Estado”. 150
En marzo de 1972, la embajada informa que “el Consejo Nacional del
Partido Demócrata Cristiano autorizó al partido a llevar adelante
negociaciones con otros partidos políticos con el objeto de establecer pactos
electorales. A su vez, el Partido Nacional, en reunión de su Consejo
Nacional, se abocó al estudio de posibles negociaciones para el
establecimiento, con modificaciones, de los pactos electorales. El Partido
Nacional formula ‘un llamado público a la unidad nacional de todas las
fuerzas políticas e independientes, a fin de preservar el sistema
democrático’”.151 En la Argentina, el 5 del mismo mes de marzo, el
Presidente Lanusse producía un cambio de gabinete, pero el canciller Luis
María de Pablo Pardo permanecía en el cargo. El 14 de marzo, durante una
visita oficial a Brasil, Lanusse y el presidente Garrastazu Médici diferían
sobre temas urticantes: el aprovechamiento de los ríos de la Cuenca del
Plata y cuestiones internacionales. Lanusse afirmaba que “hoy, ningún
Estado es tan poderoso como para prescindir de los demás porque todos
conocen los límites de su poder, y ninguno es tan débil como para que se
prescinda de él”.

El Ministro Vuskovic

Durante una reunión social,152 el senador demócrata cristiano Renán


Fuentealba le dijo a Javier T. Gallac que “Vuskovic (Pedro, Ministro de
Economía) actúa con pleno respaldo comunista. Es el más marxista de
todos los Ministros; el Presidente Allende deberá abandonar su línea
zigzagueante y definirse por la destitución del Ministro, con lo que se
echaría encima a los grupos extremistas dentro del socialismo y
comunismo, o respaldarlo, provocando la salida del PIR ( Partido de
Izquierda Radical) y otras agrupaciones no marxistas en la Unidad
Popular”.

De esta conversación participó también el Director de la Escuela de


Caballería, coronel Eduardo Paredes. Mirando al jefe militar, el senador
prosiguió: “sin querer desfigurar la imagen que Usted debe tener del
Presidente de la República, es necesario ver que del Presidente para abajo
en la Unidad Popular sólo se desean dos cosas: la destrucción de la
Democracia Cristiana, única fuerza política que tiene además contenido y
base popular, y la división en las Fuerzas Armadas, a fin de que parte de
éstas puedan unirse a los grupos armados de extrema izquierda y formar un
ejército popular”. El coronel respondió que eso sería la guerra civil y
aseguró que las Fuerzas Armadas, vertical y lateralmente se encuentran
unidas y que su línea es la del respeto a la Constitución y las leyes,
añadiendo que era el poder político - el Congreso - a quien correspondía
determinar cuando esa situación quedase vulnerada, para poder actuar con
poder de determinación.
Arreciaban las críticas en contra de la política de requisiciones de
industrias llevada a cabo por el Ministro de Economía Pedro Vuskovic. “Se
habla, asimismo, de abuso de poder, so pretexto de atacar la especulación y
el acaparamiento (...) la Sociedad de Fomento Fabril, SOFOFA, acusa al
gobierno de usar ‘las requisiciones con ánimo de expropiación’ ”.153 “(...)
Las noticias que llegan a esta Capital indican que el proceso de
renegociación de la deuda externa no marcha favorablemente, y que sólo
Alemania está dispuesta a una actitud positiva para ayudar a Chile entre
todos los países europeos. Sin embargo, ha reiterado su pedido de que se dé
una satisfacción a sus reclamos de protección a los intereses alemanes, por
ejemplo, la devolución de la empresa Herling, que se dedicaba a la industria
pesquera, la indemnización a las propiedades campesinas de ciudadanos
alemanes, objetos de la Reforma Agraria, el pago de las maquinarias para la
industria textil en Concepción, etc. El gobierno no ha dado respuesta a estas
solicitudes y más aún, infiere nuevo daño a Alemania al proceder como lo
hizo contra “Ceresita”, empresa que se me informa tiene el 98 % de capital
alemán. La empresa fue devuelta y la decisión de Allende fue vista como
“una pública desautorización” a Vuskovic, según la Nota Reservada
N°136/72 del 23 de marzo de 1972.

Al centro, Salvador Allende. A la derecha, Pedro Vuskovic, ministro de


Economía.
Los comentarios hacen recaer en el Ministro Vuskovic el propósito
deliberado de empeorar las relaciones de Chile con el único país que
aparece como dispuesto a ayudarlos en Europa (...) es decir, continuar
ejecutando acciones que tienden a alejar a Chile del mundo occidental ;
hacer desaparecer sus empresas, bancos y capitales importantes invertidos
en el país”. 154 También informa que “el gobierno de Chile no habrá de
aceptar firmar un ‘Acuerdo Stand-by, la propuesta de algunos países
formulada en el curso de la renegociación de la deuda externa con el Club
de París.”. Con esta actitud “Chile descarta la intervención del Fondo
Monetario en su economía como consecuencia de la firma del Acuerdo”, de
todas maneras el gobierno chileno afirmó que hará una contrapropuesta en
la tercera ronda de negociaciones.155
El 16 de marzo, el gobierno querellaba al presidente del Partido
Nacional, Sergio Onofre Jarpa, y lo acusaba de atentar contra la seguridad
interior. Fue detenido pero finalmente fue dejado en libertad bajo fianza.
‘Responderemos ojo por ojo’, amenazó Jarpa Reyes y el 19, los partidos
Comunista y Socialista acusaban a la oposición de preparar la guerra civil.
El PDC aclaraba que quería derrotar a Allende pero de ningún modo llegar
a la guerra civil.
También en marzo una Nota “Reservada”, la nº119, analizaba un
documento producido por el Partido Socialista que sostenía que “el Estado
burgués en Chile no sirve para construir el socialismo y es necesario su
destrucción; los trabajadores deben conquistar todo el poder (...) es lo que
se llama la dictadura del proletariado”.
“Es necesario utilizar al máximo, sacarle el jugo a la actual
institucionalidad, exprimir sus posibilidades arrinconando a la burguesía
dentro de su propia telaraña legal (...)”, y advertía que “las fuerzas
populares están perdiendo la batalla ideológica”, pues a pesar de contar con
medios de comunicación en el país”, dice, “no se logran orquestar
campañas para crear estado de ánimo”.

“No lo hemos establecido así en el programa de la Unidad Popular (la


dictadura del proletariado), pero el Partido Socialista no ha desestimado
este aserto histórico - leninista”. Más tarde la embajada informó que
“Altamirano parece firmemente enrolado en el arco ideológico Pekín - La
Habana. La línea Moscú es la que aparentemente inspira el Jefe del
Estado”. El 20 de marzo, la izquierda revolucionaria proclamaba a Andrés
Pascal Allende, miembro del Secretariado Ejecutivo del MIR. El militante
era hijo de la diputada Laura Allende, sobrino del Presidente de la
República y candidato a Rector de la Universidad de Chile, donde habría de
competir con el democristiano Edgardo Boeninger y Felipe Herrera,
candidato de la Unidad Popular.

Contactos en Mendoza

De los 5.300 kilómetros limítrofes que la Argentina y Chile comparten, la


provincia de Mendoza, cuya capital está ubicada casi a la misma latitud y a
no muchos kilómetros de Santiago, es la que mantiene una vinculación
cotidiana con Chile. También Mendoza y Chile comparten una historia
común, de ahí que muchas familias mendocinas reconozcan vínculos de
sangre con las chilenas y otro tanto ocurra con las del otro lado de la
cordillera. En 1972 Mendoza estaba gobernada por un civil, unos de los
pocos que Lanusse había nombrado al frente de los estados provinciales. El
“industrialista” Francisco “Pancho” Gabrieli, un “ganso” (mote con el que
se conoce a los conservadores), reconocido como un “gobernador natural”.
Después de la victoria de Allende, muchas familias transandinas eligieron
instalarse en Mendoza y desde allí seguían, con especial interés, los
avatares políticos de su patria.
Dentro de estos grupos chilenos había dos bien diferenciados. El
representado por los bodegueros, productores frutihortícolas y madereros
que, en un comienzo, no eran partidarios de alterar el orden constitucional
sino de que se hablara con el Presidente Salvador Allende para que
cambiara el rumbo político económico de su gobierno.
De esta visión participaba Francisco “Cato” Orrego Vicuña156, un
conservador de visión alessandrista, que también pasaba por Mendoza,
amigo de “Ogo” Vicchi, hijo de Adolfo Vicchi, un ex diputado nacional
“curtido” en las luchas contra el peronismo de los años 50. Este grupo
mantenía fluidos contactos con los argentinos Rodolfo Reyna, presidente
del Centro Bodeguero, los Arizu, los Bombal (de la rama argentina) y
Tosso.
El otro sector, muy activo y con un fuerte contenido ideológico,
conspiraba. Mantenían profundas relaciones con la organización “Patria y
Libertad” con la que se sentían plenamente identificados y que sostenía que
Allende era el Kerensky157 chileno (otros dirían lo mismo de Eduardo Frei
Montalva). Sus líderes, Pablo Rodríguez Grez, Sergio Miranda Carrington,
Juan Antonio Widow y Manuel Fuentes Wendling, viajaban con frecuencia
a Mendoza y enseñaban en la Universidad de Cuyo el pensamiento de
ideólogos con los que -afirmaban- “mantenían una comunión ideológica”;
por ejemplo, Abelardo Pithod y Rubén Calderón Buochet (este último, uno
de los intelectuales “tomistas” más reconocidos, muy amigo de Juan
Antonio Widow, uno de los “pensantes” en la organización chilena).
En Mendoza funcionaba además un pequeño partido - Unión
Republicana - inspirado por los hermanos Irazusta, de fuerte inclinación
católica - nacionalista, que también estaba al tanto de las actividades de los
chilenos. También existía la base de Plumerillo, importante guarnición de la
Fuerza Aérea Argentina, (la Cuarta Brigada) comandada por el brigadier
Sixto “el Indio” Fernández158 cuyos oficiales - la mayoría - comulgaban
con la ideología preconciliar de ideólogos como el presbítero Julio
Menvielle159, Carlos “Buby” Sacheri y Jordán Bruno Genta160. También
ellos influenciaron fuertemente a aquellos que sostenían la necesidad de un
golpe militar que terminara con el gobierno de la Unidad Popular.
El Destacamento de Inteligencia 144 del Ejército Argentino de Mendoza
se limitaba a observar, “no operaba simplemente porque el Presidente
Lanusse no creía que el golpe fuera una solución”, opinaría alguien que en
esos años estuvo muy vinculado al clima pre-revolucionario chileno que se
había creado en Mendoza. No sólo los chilenos se trasladaban a Mendoza -
utilizando las pistas privadas de algunas fincas de bodegueros argentinos,
¿Bombal?, ¿Arizu?-, los argentinos también viajaban a Valparaíso para
reunirse en el “Club del Mar” 161 donde lograron hacerse oír, entre otros,
por oficiales navales.

Allende denuncia otra conspiración

La Nota “Reservada” Nº 157, del 3 de abril de 1972, ilustraba en seis


carillas un supuesto complot contra el gobierno de Allende. El informe
relataba detalladamente el día a día de la denuncia del oficialismo:
- 24 de marzo, personal de Investigaciones detenía a 12 miembros del
Movimiento Patria y Libertad, entre ellos a su dirigente máximo, Pablo
Rodríguez Grez. Al mismo tiempo que se allanaban sedes del Movimiento
donde fueron encontrados “diversos elementos destinados a provocar una
alteración del orden público” durante una marcha que se iba a realizar por
las calles de Santiago.
- El gobierno no autoriza la Marcha de la Libertad, organizada por el
Comité Femenino de la Papelera de Puente Alto, alegando que el grupo
convocante no era un organismo o entidad responsable.
- 27 de marzo, “el gobierno declaró haber desbaratado un plan
conspirativo proyectado para la noche del 24 al 25.” La Secretaría General
de Gobierno daba una declaración que “versaba sobre lo tratado en una
reunión del Consejo Superior de la Seguridad Nacional, CONSUSENA,
presidido por el Presidente Allende, los ministros más importantes de su
gabinete, los comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, los organismos
de Seguridad e Inteligencia”.
La declaración oficial mezclaba dos cuestiones: Las denuncias del
periodista norteamericano Jack Anderson sobre la injerencia de su país en
las cuestiones internas de Chile, revelando los Documentos Secretos de la
ITT, en los que aparecían seriamente implicados varios dirigentes políticos
y empresarios. También el oficialismo hacía referencia a “actividades
conspirativas” de dos militares retirados y tres civiles”, y denunciaba que
los conspiradores que habían intentado sublevar a personal militar en
actividad fueron rechazados.
- 27 de marzo, el Intendente (Gobernador) de Santiago, Alfredo Joignant,
negaba por segunda vez el permiso de la marcha proyectada por el Frente
Nacional de la Actividad Privada, FRENAP. Joignant fundaba su rechazo
en que la ‘organización no tiene existencia legal’ y en que no se habían
especificado los objetivos del acto.
- La Democracia Cristiana acordaba pedir una sesión especial de la
Cámara de Diputados para el día siguiente, con asistencia del Ministro del
Interior, a fin de que explicara las razones por las que no se autorizó la
Marcha de la Libertad.
- 28 de marzo, “el Ministro del Interior declara que los conspiradores
pretendían: asesinar al Presidente Allende; 2) rescatar a Roberto Viaux de la
penitenciaría y 3) asaltar La Moneda.”
- 29 de marzo, el Ministro del Interior, Hernán del Canto (sucesor de Ríos
Valdivia, y miembro del Comité Central del Partido Socialista)
proporcionaba, durante una sesión especial del Congreso, los datos que
obraban en poder del gobierno, para estimar que se estaba en presencia de
un complot, pero la oposición los consideró insuficientes.
- Ese mismo día el líder de Patria y Libertad, Pablo Rodríguez Grez, y su
correligionario Roberto Thieme, recobraban la libertad bajo fianza.
- 30 de marzo, en una reunión realizada en el Senado, los presidentes de
los partidos políticos que conformaban la oposición acordaban, en
principio, llevar a cabo la Marcha de Protesta que sería decidida la primera
semana de abril. La DC estaba representada por su presidente y
vicepresidente, Ranén Fuentealba y Osvaldo Olguín; el PN por su titular,
Regidor Sergio Onofre Jarpa y el Senador Víctor García y el PADENA por
su presidente Apolonides Parra. La Democracia Radical no participó por
cuanto su titular, el senador Julio Durán, se encontraba en el exterior.
- 1 de abril, la prensa oficialista anunciaba que en los próximos días “en
un acto público”, Allende informaría sobre la conjura ITT contra Chile y
que la opinión pública se vería impactada por el contenido de los
“documentos reunidos por el gobierno a través de nuestra Embajada en los
Estados Unidos y otros en forma directa.”
- El 3 de abril de 1972, la editorial Quimantú publicaba los Documentos
Secretos de la ITT, con una tirada de 80.000 ejemplares. Según fuentes de
la Inteligencia argentina, los documentos habían sido traducidos del inglés
por especialistas de las Fuerzas Armadas chilenas.
En otro artículo en el Washington Post, el periodista Jack Anderson
revelaba que Fidel Castro había convertido su embajada en Santiago en “el
principal centro cubano para apoyar los movimientos latinoamericanos de
liberación”. Dicho centro cubano proveía apoyo financiero y logístico y
guía a los grupos subversivos que operaban en otros países
latinoamericanos. “El presidente Allende, por intermedio de funcionarios de
menor categoría, aparentemente aceptó que Cuba mantuviera contacto con
esos elementos subversivos”.
- 12 de abril: los grandes partidos de la oposición reunían a 300.000
personas162 (180 mil reconoció el gobierno a través del subsecretario de
Interior, Daniel Vergara) en la mayor movilización opositora desde que
Allende asumiera el gobierno en noviembre de 1970, exigiendo un
plebiscito para determinar el futuro de Chile. Patricio Aylwin, presidente
del Senado y miembro del PDC advertía que “miles de personas que jamás
emplearon armas, ni pensaron usarlas, ahora lo consideran necesario como
elemental medida de seguridad, porque la autoridad no cumple sus
deberes”.
Gallac realizó una primera evaluación del acto y sostuvo que “la
concentración efectuada (...) superó todos los cálculos previstos estimando
la concurrencia por los organizadores en ochocientas mil personas y por el
gobierno en ciento ochenta mil”. Según el embajador era la primera
concentración de protesta de carácter multitudinario que superaba
“ampliamente todo lo visto desde que asumió Allende, inclusive
concentraciones pre-electorales de 1970. Es una seria reafirmación de la
gravedad que adquiere la presente impopularidad del gobierno. Eduardo
Frei resulta luego de los expresivos mensajes de simpatía popular la única
personalidad política que en estos momentos aglutina partidos de oposición.
Finalmente, no debe descartarse que el movimiento de ultraizquierda
presione a Allende para consumar por la fuerza (la) revolución socialista
ante el fracaso de la actual vía.” 163
- Allende inaugura en Santiago la Tercera Conferencia para el Comercio
y el Desarrollo, UNCTAD, con un encendido discurso a favor del cambio
revolucionario en las relaciones políticas y económicas internacionales.
- 18 de abril: buscando responder a la marcha opositora, los partidos de la
Unidad Popular, organizaban la Marcha de la Patria, calificada de
“gigantesca” (estimaron cerca de 400.000 asistentes). Allende habló y
adelantó que pedirá al Congreso la expropiación de la ITT y que en 1973,
propondría una nueva Constitución “que abrirá el camino para la
construcción del socialismo” en Chile.164

El Partido Izquierda Radical se retira del gobierno y de la


Unidad Popular

El 6 de abril, el jefe del Partido Izquierda Radical, senador Luis Bossay


Leiva, dirigió una carta al Presidente Allende manifestándole la decisión de
su partido de retirarse del gobierno y de la Unidad Popular. Al mismo
tiempo elevaban sus renuncias los ministros que pertenecían a dicha
agrupación política, Manuel Sanhueza Cruz, titular de la cartera de Justicia,
y Mauricio Jungk Stahl, de la de Minería. En su misiva Bossay, entre otros
conceptos, aclaraba que deseaba que “se efectúen los cambios prometidos
de acuerdo a nuestra idiosincrasia nacional, sin violencias, sin despojos, sin
odios, sin guerra entre los distintos grupos de trabajadores chilenos y dentro
de la legalidad democrática”, y que su agrupación “rechazará con igual
energía todo desborde, todo sectarismo o dogmatismo y seguirá luchando
por evitar al país conflictos estériles y peligrosos”.165
Allende, que calificó la actitud del PIR de “puñalada trapera”, devolvió la
carta al senador Bossay Leiva por cuanto sus apreciaciones “no se
correspondían con la realidad”, y en cuanto a los ministros Manuel
Sanhueza Cruz y Mauricio Jungk Stahl se limitó a expresarles “que tenía el
agrado de aceptar”.
En el momento de retirarse del gobierno, la Izquierda radical tenía cinco
senadores y ocho diputados, y estuvo a punto de fusionarse con el API del
senador Tarud. Frente a las renuncias, el gobierno aportó una novedad, en
reemplazo de Jungk, designó a un militar en actividad, el general de brigada
Pedro Palacios Camerón perteneciente al arma de Infantería y que se venía
desempeñando, en representación de las Fuerzas Armadas, como director de
Cobrechuqui desde que se habían formado los nuevos directorios de las
empresas del cobre nacionalizadas.

La lucha por la Universidad de Chile

“Más de 400 académicos de la Facultad de Medicina fueron destituidos en


un acto sin precedentes por una decisión del decano comunista de la
Facultad, Alfredo Jadresic. Ello para el Frente Universitario, constituye la
culminación de la escalada comunista para ganar las elecciones y obtener el
poder a toda costa. La medida de Jadresic, que ha despertado inmediata
reacción de dicho Frente constituye para este movimiento un intento
desesperado por quitar votos a la candidatura de Boeninger - Bitran que se
alza como triunfante en estos momentos.”

Luego, Gallac informará “que es indicio cabal de las intenciones del


gobierno de radicalizar el proceso en todos los sectores ya que de perder las
elecciones universitarias la Unidad Popular sufriría un serio revés que se
reflejaría indudablemente en la política interna del país”.166
“Estas elecciones le permiten al gobierno y a la oposición pulsar el
sentimiento general del pueblo, y para el gobierno, indudablemente, el
panorama no es halagador, ya que de continuar con estas derrotas, sumadas
al actual deterioro, el fantasma de las elecciones parlamentarias (totalidad
de los senadores y la mitad de los diputados) de marzo del 73, se cierne
sobre el mismo con no muy buenas perspectivas, ya que de ellas saldrá
como seguro perdedor y posiblemente por un amplio margen” y explicaba
(en una Nota redactada por el Consejero Gustavo Figueroa) que “es
indudable que los dirigentes de la Unidad Popular no son ajenos a estos
pronósticos, como tampoco dudan que, de seguir así, perderán la elección.
Por ello no sería difícil que el gobierno, luego de finalizada la UNCTAD
III, decida radicalizar el proceso de manera tal que, amedrentando a la
oposición; es decir, con el cierre de diarios opositores, la clausura de radios,
la persecución política, etc., los deje sin recursos y muy debilitados”. 167
Dentro del alarmante panorama futuro que esbozaba el consejero político
Figueroa, la figura del “autogolpe” del gobierno no debía descartarse:
“Aparentemente tendría dos variantes: 1) Allende como promotor y 2) Sin
Allende, o sea, eliminación del Presidente e instalación de un socialismo
totalitario”.168
El jueves 27 de abril 1972 tuvieron lugar en la Universidad de Chile las
elecciones para elegir Rector y Secretario General. Votaron 82.510
ciudadanos, entre académicos, egresados y estudiantes. “La clara victoria de
Edgardo Boeninger por el Frente Universitario (...) indica que el trabajo de
la Izquierda se verá muy complicado. Felipe Herrera, derrotado, representó
a las fuerzas del gobierno, con excepción de aquellos que son calificados
por el Partido Comunista como “grupúsculos” (MIR y Partido Comunista
Revolucionario) y que sacaron 3,66 % y 0,85 % respectivamente.”169 El
análisis indicaba que Herrera había triunfado solamente en el estamento “no
académico” y Boeninger en el académico y estudiantil.
“Si bien esta elección para la izquierda representa un serio revés, ha
emergido como una fuerza considerable y sólida (un poco más del 48 %) y
como única alternativa posible a la posición derechista”. “La Democracia
Cristiana se alió fuertemente con el Partido Nacional (...) lo que ha hecho
en todas las elecciones que se han hecho en Chile. Lo que queda por
dilucidar es quien, a la larga, sacará más provecho de esta unión de la DC
con el PN”. Según el pensamiento de Radomiro Tomic “cuando se gana con
la Derecha, la Derecha es la que gana”.
Joan Jara, en su libro Víctor Jara, un canto truncado, expresó: “La mala
noticia para nosotros fue el resultado de las elecciones recientemente
celebradas en la Universidad de Chile para nombrar al nuevo rector y a
otras autoridades. El resultado fue un desplazamiento a la derecha, no sólo
contra la Unidad Popular sino contra la reforma misma. El nuevo rector era
el demócrata – cristiano Edgardo Boeninger. La Universidad de Chile era
tan importante como institución nacional, que aquellas elecciones tuvieron
un enorme significado político.”170
Durante una visita al diario La Tercera de la Hora el senador comunista
Volodia Teitelboim afirmaba que “está por verse si hay elecciones’. Al
pedírsele que se explayara explicó lo siguiente: ‘No es porque Allende no
las quiera. Allende es loco por las elecciones. Es hombre de elecciones.
Pero puede ser que esta siembra de odios haga que no termine el proceso
democrático y que el país siga un curso distinto, o por una guerra civil, o
porque sean otros los que tiren el mantel de la mesa”. 171

Una mediación imposible. Expresión de deseos.

La diplomacia argentina no había abandonado la idea de mediar en el


conflicto entre Estados Unidos y Chile y retomó el tema durante una visita a
Washington del canciller de Pablo Pardo. Por el tenor de un cable redactado
por el entonces embajador en los Estados Unidos, Carlos Manuel Muñiz,
que fuera testigo del encuentro entre el Secretario de Estado y el jefe del
Palacio San Martín, daba la sensación de que los interlocutores argentinos
ignoraban la profundidad del enfrentamiento entre los dos países. Tampoco
parecían haber valorado la negativa chilena a indemnizar a las compañías
norteamericanas del cobre. Y, haciendo caso omiso a los informes que les
enviaba su embajada en Santiago, no valoraban la real dimensión del boicot
que la administración Nixon había emprendido contra Chile en los
organismos internacionales de crédito.
No hacía mucho que Jack Anderson había publicado en varios diarios
norteamericanos, los “Documentos Secretos de la ITT” que en Santiago
provocaron un verdadero vendaval. Por otra parte parecían no creer en lo
que los funcionarios del Departamento de Estado decían en privado del
gobierno de Allende. Valía la pena preguntarse: ¿qué grado de legitimidad
tenía el gobierno al que representaban como para llevar adelante tamaña
gestión?
Desde Madrid, el veterano líder del peronismo, Juan Domingo Perón,
jaqueaba al Presidente Lanusse con sus silencios e ironías sobre el Gran
Acuerdo Nacional. La guerrilla izquierdista, en sus diferentes vertientes,
había generado una ola de violencia inusitada. Con escasas horas de
diferencia habían sido asesinados el empresario más importante de la
empresa automotriz FIAT, Oberdam Sallustro, y emboscado y muerto al jefe
de una gran unidad de batalla del Ejército argentino, Comandante del
Cuerpo II, general de división Juan Carlos Sánchez. Además, ni la
economía era floreciente, ni la situación social estable. El día en que se
realizó el encuentro en Washington, en Santiago de Chile se efectuaba una
importante manifestación opositora, y Allende inauguraba la reunión de la
UNCTAD III, con un fuerte discurso contra los Estados Unidos.
Pese a todos los desatinos, Gallac tuvo acceso en Santiago a un cable
“Secreto” Nº 231/36 del 13 de abril de 1972 retransmitido desde
Washington, que informaba que la cuestión chilena había sido analizada
entre William Rogers y Luis María de Pablo Pardo. El subtítulo 1º del cable
decía: “Relaciones de Estados Unidos con Chile y posición (de la )
Argentina.”
En el lenguaje propio, cortante, de los cablegramas cifrados (carecen de
los artículos correspondientes), se informaba que el “Canciller De Pablo
Pardo señaló la influencia positiva del gobierno argentino para que el
gobierno de Chile adoptara (una) posición moderada en sus relaciones con
(los) Estados Unidos. Recordó en ese sentido su reciente gestión ante (el)
Canciller Almeyda para que no se introdujera como elemento principal de
debate durante la actual Asamblea (de la) OEA (Organización de los
Estados Americanos) (el) asunto ITT habiéndose logrado (que) sólo se
encararía de modo accidental en (el) discurso del Jefe de la Delegación
chilena. Recordó (De Pablo Pardo) asimismo la influencia ejercida con
anterioridad por el Presidente Lanusse ante (el) Presidente Allende en el
mismo propósito moderador y ofreció colaboración (ante) cualquier
eventualidad futura”.
Finalmente, agregaba, “(el) Secretario Rogers agradeció expresamente
(la) posición argentina e inquirió información sobre distintos aspectos de la
posición chilena”. Luego la comunicación discurrió sobre diferentes
aspectos de la relación bilateral argentino – norteamericana. Además de las
cuestiones comerciales a las que el jefe del Departamento de Estado
“prometió prestar atención” (una diplomática respuesta que terminaría
perdida en los pasillos de “Foggy Bottom” 172), los argentinos plantearon
otra cuestión, no menos ambiciosa: “(la) Consideración y consulta a (la)
Argentina en las decisiones políticas internacionales que pudieran
afectarla.”
Una solicitud ambiciosa, ya que por esa época, el más influyente asesor
en cuestiones internacionales, Henry Kissinger, sólo consideraba a Brasil
“potencia emergente” (...) y ni que hablar de la opinión que a Nixon le
merecía la Argentina en la intimidad de su despacho Oval de la Casa
Blanca. Al desinterés de la Casa Blanca se sumaba una visión de
menoscabo y desconocimiento - para no utilizar la palabra desprecio - hacia
la región en general. Así lo indica Nixon durante una charla con Haig 173

grabada el 11 de mayo de 1971: “Por Dios miremos a América Latina,


todos tienen constituciones como la americana (...) pero nombren a un país
que no esté muerto (...) en este momento, el único país más o menos es
Brasil, y Brasil está bajo una dictadura, mi Dios, los chilenos se están yendo
por el tubo, los peruanos están cayendo, los bolivianos ya se fueron,
Paraguay, por supuesto, es una dictadura (...) la Argentina es una mierda,
Colombia, buu, buu(...) Venezuela lo va a lograr, por el petróleo..”. 174
“El Canciller De Pablo Pardo señaló que ante (la) desaparición de (la)
bipolaridad en decisiones de trascendencia mundial y (considerando la)
posición (de la ) Argentina en (el) continente americano, requería
nuevamente del gobierno de los Estados Unidos la consulta en las
decisiones de interés mundial. En tal sentido recordó las comunicaciones
verbales y (la) correspondencia intercambiada entre los Presidentes de
ambos países. (El) Secretario Rogers destacó su conformidad con este
requerimiento y señaló que su gobierno considera a (la) Argentina dentro
del Continente por su cultura, sus posibilidades económicas y su tradición
jurídica, país clave. Anunció que (el) tema será tratado en su discurso de
hoy como lo hizo. En términos generales la entrevista fue de amplia
cordialidad destacándose por ambas partes el estado excepcional de las
relaciones de ambos países y ofreciendo el Secretario Rogers textualmente
‘todo el apoyo del gobierno de los Estados Unidos’ en lo que pudiera ser
requerido por el gobierno argentino. La duración de la entrevista fue de
aproximadamente 40 minutos.”
Parece apropiado preguntarse ¿por qué el severo profesor de Derecho
Internacional Público, el canciller de Pablo Pardo, consideraba que había
llegado al final los tiempos de la bipolaridad, nada menos que en esos años?
Otro interrogante que surge es que al no existir una solicitud privada que
avalara una eventual mediación entre los Estados Unidos y Chile, ni mucho
menos una declaración pública. ¿Entonces, sobre qué bases la Argentina
gestionaba una misión tan trascendental - como imposible - si no fuera por
intereses menores, como el supuesto prestigio personal de algún alto
funcionario? O lo que es aun más grave, por razones de política interna de
la Argentina.
Justamente, un año antes, el matutino Clarín de Buenos Aires había
publicado el denominado “Memorándum Plank”, producido por John Plank
considerado uno de los arquitectos de la Alianza Para el Progreso a pedido
del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos. En el trabajo se
destacan las siguientes afirmaciones:
“Al doctor Kissinger se le asigna, públicamente, la convicción de que el
mundo es hoy militarmente bipolar (...) pienso que en su pensamiento, esos
serios desafíos estratégicos hacia Estados Unidos tienen que emanar directa
o indirectamente de la Unión Soviética, no de algún país latinoamericano”.
“Latinoamérica, en último análisis, no es de importancia estratégica,
política, económica, ideológica, o vital para Estados Unidos. Latinoamérica
puede valer una misa, pero no vale un masivo cometido de recursos
económicos, de energía política o de atención militar. Por sus propios
medios, Latinoamérica no puede ir a ninguna parte - es un lugar
estratégicamente solitario - y si comienza a ir hacia algún lugar con la
cuerda conductora de algún otro poder (URSS), entonces Estados Unidos
tratará con ese otro gran poder no con América Latina”.
Además nadie ignoraba que los días de William Rogers estaban contados.
Tan era así que cinco meses más tarde Henry Kissinger, hasta entonces
asesor de Nixon en el Consejo Nacional de Seguridad, reemplazaba a
Rogers como Secretario de Estado.
Tampoco existían motivos para que pudieran estar al tanto. Pueden
contarse con los dedos de una mano los diplomáticos argentinos que han
logrado llegar a las entrañas de la información en Washington175. De haber
tenido conocimiento de algo, no hubieran ignorado que justamente el 11 de
abril de 1972 (dos días antes de la reunión que originó el cable), el “Senior
Review Group” del Consejo Nacional de Seguridad, bajo la presidencia de
Kissinger, se reunió para considerar los acontecimientos chilenos.
Kissinger recuerda que una declaración preparada por el nuevo jefe de
personal del Consejo para asuntos latinoamericanos, William J. Jorden,
sintetizaba que: “Hemos hecho todo lo posible por aislar a Chile tanto
política como económicamente, evitando a la vez toda medida que pueda
dar pié a la acusación de que actuamos solamente por rencor a Allende.
Hemos trabajado con ahínco a fin de lograr una rápida y justa
compensación para las compañías norteamericanas y para obtener el pago
de sus deudas, así como para proteger el principio de inviolabilidad del
pago de las deudas justas y las compensaciones por los bienes
nacionalizados.”176

139 Nota “Reservada” Nº 9, del 6 de enero de 1972. La nota fue redactada por el Agregado de
Prensa, Ignacio Gómez Garay.
140 Nota “Reservada” Nº 33, del 20 de enero de 1972.
141 Nota Nº 48, del 27 de enero de 1972.
142 Nota Nº 50, del 27 de enero de 1972.
143 Nota “Secreta” Nº 12, del 6 de enero de 1971.
144 Nota “Secreta” Nº 42, del 25 de enero de 1972.
145 Semanario “SEPA” Nº 52, Chile, semana del 4 al 10 de enero de 1972.
146 Nota “Reservada” Nº 176, del 12 de abril de 1972.
147 El estado y los problemas tácticos en el gobierno de Allende, Joan Garcés, Siglo XXI, Buenos
Aires 1974, página 79.
148 Nota “Reservada” Nº 23, del 12 de enero de 1972.
149 Nota “Reservada” Nº 27, del 13 de enero de 1972.
150 Nota “Reservada” Nº 52, del 27 de enero de 1972
151 Parte Informativo Nº 103/72, del 6 de marzo de 1972.
152 Nota “Reservada” Nº 108, del 9 de marzo de 1972.
153 Nota “Reservada” Nº 116, del 14 de marzo de 1972.
154 Nota “Reservada” Nº 116, del 14 de marzo de 1972.
155 Parte Informativo 124/72, del 16 de marzo de 1972.
156 De destacada actividad en las negociaciones del Beagle de los años 1977/8, y hermano del
pensador demócrata cristiano Claudio Orrego Vicuña, columnista de la ya desaparecida revista Hoy.
157 Kerensky, dirigente ruso acusado de haberle abierto las puertas a los bolcheviques que
instauran la tiranía soviética.
158 En 1976 gobernador de Mendoza con el gobierno de facto de Jorge Videla.
159 Detenido por un corto lapso, acusado de ser uno de los inspiradores del golpe contra Lanusse
en octubre de 1971. Ya fallecido, fue “maestro” de muchos dirigentes políticos argentinos.
160 Los dos últimos asesinados escasos años más tarde por la guerrilla de izquierda argentina.
161 Confesiones de un testigo privilegiado de aquellas épocas que prefirió conservar el anonimato.
162 Recibió el nombre de “Marcha de la Democracia”.
163 Cable “Secreto” Nº 339/340, del 13 de abril de 1972.
164 La Opinión, Buenos Aires, 20 de abril de 1972, página 3.
165 Folleto Editado en Chile, Monjitas 580, página 9/12.
166 Cable “Secreto” Nº 338, del 12 de abril de 1972.
167 Nota “Secreta” Nº 181, del 13 de abril de 1972.
168 Misma Nota Nº 181.
169 Nota “Reservada” Nº 210, del 3 de mayo de 1972.
170 Víctor Jara, un canto truncado, Joan Jara, Ediciones B, S.A., Barcelona, España 1999, página
263.
171 Nota “Reservada” Nº 221, del 3 de mayo de 1972.
172 Foggy Bottom es la estación del Metro que está en las cercanías del edificio del Departamento
de Estado.
173 En ese momento miembro del Consejo de Nacional de Seguridad, más tarde primer Secretario
de Estado del presidente Ronald Reagan
174 La Nación, Buenos Aires, Suplemento Enfoques del 17 de octubre de 1999.
175 Puede destacarse que Alejandro Orfila fue uno de los pocos.
176 Mis memorias, Henry Kissinger, Buenos Aires, Editorial Atlántida, 1982, página 326/7.
CAPÍTULO 8
Los desafíos de Allende

A esta altura del año 1972, el gobierno de Allende enfrentaba tres desafíos
que pondrían a prueba su popularidad y fuerza en los próximos sesenta días:
la elección de nuevas autoridades en la Federación de Estudiantes de Chile,
FECH. La compulsa en la Universidad Técnica del Estado, y los comicios
legislativos complementarios convocados a raíz del fallecimiento, el 6 de
mayo, del diputado comunista Cipriano Pontigo, un campesino de la
provincia norteña de Coquimbo.
Unos 45.000 jóvenes estaban en condiciones de votar en la FECH y más
de 46.000, entre docentes, estudiantes y funcionarios en la Universidad
Técnica del Estado.
La FECH había sido tradicionalmente un bastión de la izquierda, pero
después del triunfo de Edgardo Boeninger sobre Felipe Herrera nadie estaba
en condiciones de asegurarlo. En esos momentos la presidencia de la
Federación de Estudiantes estaba ocupada por el comunista Ricardo Rojas
que debería competir con el demócrata cristiano Carlos Latorre. En caso de
que Rojas no se presentara, el candidato alternativo de la izquierda no sería
otro que Radomiro Tomic (h), que había abandonado el partido de su padre
para integrarse al Movimiento de Izquierda Cristiana, un aliado de la
Unidad Popular.
En la Universidad Técnica la rectoría estaba ocupada por el militante
comunista Enrique Kirschberg. En los comicios participarían 36.000
estudiantes, 2.200 funcionarios y 8.500 académicos. Por su parte, los
comicios complementarios en Coquimbo - con fecha a designar entre julio y
agosto - se anticiparían en apenas ocho meses a las elecciones
parlamentarias generales de marzo de 1973, en las que se renovarían 150
escaños de la Cámara de Diputados y 50 en la de Senadores.
Desde que Allende había llegado al poder se habían realizado cuatro
elecciones complementarias y de ellas, tres habían sido ganadas por la
oposición. Los tres desafíos constituían un buen “test” y podían incidir en
gran medida en el futuro del proceso chileno.

Los beneficios de la política de Lanusse y las críticas


demócratas a Nixon

Mientras varios países observaban con extrema desconfianza el proceso


económico chileno, la Argentina, en particular desde la asunción de
Lanusse, había inclinado la balanza comercial entre los dos países a su
favor. Una de las industrias más beneficiadas fue la automotriz. La
Mercedes Benz entre 1971 y 1972 había tomado compromisos en América
Latina por 30 millones de dólares. De ese monto Chile que había adquirido
1.000 unidades, absorbería 8 millones.
Haciéndose eco de la Subsecretaría de Comercio Exterior de la
Argentina, Safrar-Peugeot canceló sus acuerdos con la casa matriz de
Francia, por los cuales debía requerir autorización previa para exportar a
terceros países (con lo cual evitó algún tipo de condicionamiento, teniendo
en cuenta la parálisis de las negociaciones de Chile con el Club de París).
Sólo en 1971 vendió por 2 millones de dólares, principalmente de su
modelo Peugeot 404. Ika-Renault, hasta fines de 1971, había logrado
colocar en Chile 500 jeep y confiaba en penetrar el mercado con sus
modelos utilitarios Renault 4. General Motors, en una sola operación colocó
en el mercado chileno 1.000 Chevys.177
Mientras, la campaña presidencial en los Estados Unidos entraba en sus
últimos seis meses. Richard Nixon aspiraba a un nuevo mandato, pero entre
las críticas que le hacían los demócratas estaba la ausencia—o inexistencia
—de una política hacia América Latina.

Presidente norteamericano Richard Nixon

“El presidente Nixon ha ignorado a América Latina... comenzó su


administración con un solo objetivo: el matar a la Alianza para el Progreso
y cortar los lazos de desarrollo económico y social cooperativo,
aparentemente porque la alianza tenía el sello de John F. Kennedy. En lugar
de la alianza, la administración actual adoptó una política de abandono,
interrumpida por un ocasional desastre diplomático”, sostenía el Comité de
Asuntos Internacionales del Consejo Político del Partido Demócrata,
presidido por el veterano diplomático Averell Harriman, consejero de
confianza en asuntos exteriores desde Franklin Roosevelt hasta Lyndon
Johnson. El documento del Comité también hacía hincapié en:
1- La gira del gobernador Nelson Rockefeller (en 1969), “durante la cual
el representante del presidente de los Estados Unidos fue excluido por los
principales países, pero abrazado en Haití por el dictador Duvalier.”
2- La “preferencia de trato” acordada a gobiernos militares.
3- La “ausencia notoria” de iniciativas económicas, acompañada del alza
de ventas militares.
4- La gira del representante presidencial Robert Finch por América
Latina que “proclamó la política de abandono como triunfo diplomático,
mientras ridiculizó la política de los presidentes Roosevelt y Kennedy,
nuestros presidentes más respetados y venerados en toda América Latina.”
“No puede sorprender a nadie que hoy día el antiamericanismo es más
generalizado en América Latina que en cualquier otra época de los últimos
cuarenta años. Nuestro liderazgo se ha convertido en un programa de
indiferencia, mezclado con disparates”178 concluía el capítulo
latinoamericano del documento.
En mayo, el costo de vida en Chile había aumentado un 19,8 % contra el
6% en un período igual de 1971. “La inflación no tiene significado en sí
misma”, explicaba el ministro de Economía, Vuskovic.179
En la Argentina, “en abril los precios mayoristas habían aumentado
5,1%, lo que lleva el nivel de inflación anual a la alarmante tasa de 76%. En
los primeros cuatro meses de 1972, el aumento de los precios mayoristas
fue del 30,7%”, informaba el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.
El 20 de mayo, el Movimiento de Izquierda Revolucionario, MIR,
rompía con el gobierno de Allende. En su declaración lo acusaba de estar
enredado “en escrúpulos constitucionales y ser más reformista que
revolucionario”. Allende había quedado en el medio de dos fuegos, la
derecha radicalizada y la ultraizquierda.
El MIR, algunos días después de que un serio enfrentamiento entre
policías y sus manifestantes dejara como saldo un estudiante muerto en la
ciudad de Concepción, insistía en su “plan de agitación general para evitar
que el imperialismo y la reacción impidieran los avances revolucionarios
del pueblo”.
Los rumores que corrían por Santiago de Chile anticipaban una crisis de
gabinete. El 26 de mayo, el Partido Comunista, a través de su Secretario
General, Luis Corvalán, denunciaba que el gobierno -que integraba- estaba
sufriendo “una seria crisis de orientación” que afectaba su marcha.

Un “presente griego” para Salvador Allende

Los problemas para Salvador Allende se acumulaban día a día. A la manera


de capas geológicas, uno tras otro iban conformando una corteza insegura y
escurridiza sobre la que se deslizaban los actores de la vida pública chilena.
El Presidente y la oposición no se daban tregua. La cada vez más difícil
situación económica - a lo que se le agregaba las feroces diferencias
internas en la Unidad Popular - desembocó en una crisis general de
gabinete. Uno de los ministros más atacados, Pedro Vuskovic, dejó su cargo
al socialista Carlos Matus y se convirtió en el coordinador del Comité
Económico (del que dependían el Presupuesto Nacional, el Banco Central,
la Oficina de Planificación, ODEPLAN, el comercio exterior y otros
servicios especializados.
Una vendedora de diarios, la diputada comunista Mireya Baltra, fue
designada en la cartera de Trabajo, convirtiéndose en la tercera mujer que
llegaba a un cargo ministerial en la historia de Chile. El 17 de junio de 1972
juraban seis nuevos ministros, de los quince iniciales que habían
comenzado con Allende el 4 de noviembre de 1970. En el aspecto político,
el propio jefe de los comunistas, Luis Corvalán, sostenía que en el interior
de la coalición gobernante existía una ‘grave grieta’.
“Difícilmente un Ministro haya conseguido mayor número de fracasos en
sólo un año y medio, pero Vuskovic fue capaz de ello y ha tenido la triste
gloria de ser el sepulturero de la economía nacional. Por esto, muchos
dieron un suspiro de alivio cuando el Presidente de la República anunció
públicamente que Pedro Vuskovic dejaba el gabinete de Economía para
pasar a convertirse en superministro*(...) se suponía que su ‘ascenso’ era
sólo una manera de dorar la amarga píldora de la petición de su renuncia”,
analizaba la revista SEPA180.
Sin embargo, fue el propio sucesor y amigo de Vuskovic, Carlos Matus
Romo quien se encargó de aclarar en “Chile Hoy” que al país le esperaban
“días muy duros, en términos de batalla política y económica. Si ganamos,
habremos colocado firmemente el pie izquierdo en otro peldaño de la escala
que conduce al socialismo”’.
El caos económico, el desbarajuste financiero y sus secuelas en política
de precios y desabastecimiento, que tantas veces le habían anunciado a
Gallac, habían llegado y se mostraban en toda su crudeza “No habrá carne
de vacuno, pero sobrará de otras carnes” informaba Puro Chile 181.
“¡Se acabarán las apuestas! Carne de caballo para los santiaguinos”,
tituló con ironía Las Últimas Noticias 182. Días más tarde “el Ministerio de
Economía anunció que este fin de semana tampoco habrá carne de vacuno.
El producto (...) será reemplazado por carne de caballo y cuyo valor será de
80 escudos el kilo de filete”.183
El 2 de julio, la Unidad Popular logró un leve respiro al salir victoriosa
en las elecciones de la Universidad Técnica, pero días más tarde la
oposición obtenía la suspensión del Ministro del Interior, Hernán del Canto,
y en su lugar asumía Clodomiro Almeyda.184
En la Argentina los problemas no eran tan palpablemente graves como en
Chile, pero Lanusse enfrentaba serias dificultades, económicas y políticas.
Sus intentos para lograr que Perón dialogara con el gobierno, lo obligaron a
modificar su gabinete. El 19 de junio de 1972, Luis María de Pablo Pardo
abandonaba el Palacio San Martín, lugar en el que estaba desde junio de
1970.
“El doctor De Pablo Pardo fue ubicado siempre por los observadores
políticos, como un exponente de los sectores más adversos a la salida
electoral, y entre los partidarios decididos de una línea económica liberal” y
poco afecto “a cualquier alternativa que pudiera implicar una apertura
populista”, comentó el diario La Opinión de Buenos Aires.185 Lo
reemplazaba el brigadier retirado Eduardo Mc Loughlin, un militar de
imagen moderada que había sido edecán aeronáutico de Juan Domingo
Perón en su primer período, ex embajador en Londres del gobierno de
Onganía y ex Ministro del Interior en la primera etapa del presidente
Roberto Marcelo Levingston.

Allende en una visita oficial al buque “La Argentina”, en Valparaíso

Unos pocos días antes, el sábado 5 de agosto, Allende había realizado


una visita oficial al buque Escuela “La Argentina” de la Armada Argentina,
anclado en Valparaíso. Las crónicas de la época señalan que durante la
visita estuvo acompañado por dos de sus ministros, Clodomiro Almeyda y
José Tohá. Tampoco faltaron el embajador Javier Gallac, el Comandante de
la Armada de Chile, almirante Raúl Montero y el Comandante de la Primera
Zona Naval, vicealmirante José Toribio Merino.186
El comandante del buque argentino, Capitán de Navío Jorge Raúl
Chihigaren, y el presidente Allende intercambiaron regalos, una réplica del
sable del almirante Guillermo Brown por otra del de Bernardo O’Higgins.
La revista Novedades de Chile reprodujo en sus páginas centrales las fotos
de las ceremonias. Allende, luciendo en la solapa de su sobretodo oscuro la
estrella símbolo de Generalísimo de las Fuerzas Armadas de Chile, escucha
la introducción de los himnos nacionales, escoltado por Almeyda y Tohá.
Otra de las instantáneas lo inmortalizó mientras le mostraba el regalo de la
Armada Argentina al embajador Gallac y a José Toribio Merino.
El domingo 6 de agosto de 1972, el buque zarpó de Valparaíso con sus
120 cadetes a bordo, hacia el puerto del Callao en Lima, Perú. Antes de
partir, el Capitán de Navío Chihigaren, en un gesto de cortés
agradecimiento por el trato que le había dispensado Gallac, lo invitó a
sumarse a la tripulación y realizar parte de la travesía del buque escuela. El
embajador argentino aceptó y quedó en embarcarse en Lima. Hizo una
pequeña “picardía” (muy común en los ambientes diplomáticos): viajó a
Lima un lunes (14), pero al Palacio San Martín le comunicó que se tomaba
unos “días de licencia” a partir del miércoles 16 de agosto187. Entre la
partida real y la ficticia existían 48 horas en las que el embajador argentino
en Santiago estaba “en el aire”, sin poder justificar su ausencia (...) en caso
de que se lo necesitara con urgencia. Gallac no podía imaginar que en ese
mismo momento, en una prisión del sur de su país, un grupo de jóvenes
terroristas gestaba un operativo de fuga que casi le arruina la carrera; ni que
estaba por comenzar uno de los episodios más delicados de la relación entre
los presidentes Allende y Lanusse.
La fuga del penal de Rawson

Rawson era -y lo sigue siendo- la capital de la provincia de Chubut. Una


tranquila ciudad administrativa, en plena Patagonia, levantada sobre la
margen septentrional del río Chubut, a orillas del cual hay un pequeño
puerto pesquero. En la ciudad existía un antiguo penal al cual fueron a parar
los detenidos por causas políticas calificados como de “extrema
peligrosidad”. El centro de detención era considerado de máxima seguridad,
no tanto porque sus instalaciones fueran inexpugnables, sino por la
distancias que lo separaban de otros centros urbanos. Tenía ocho
pabellones. Cuatro para los presos comunes y los restantes destinados a
alojar a los condenados por razones políticas, principalmente miembros de
las organizaciones guerrilleras -tanto hombres como mujeres- y varios
dirigentes sindicales como Agustín Tosco y Raimundo Ongaro.
A la generalidad de los argentinos de la época -1972 - los nombres de la
mayoría de los detenidos no le llamaban la atención (cosa que no ocurría en
los ambientes universitarios y sindicales). Pero para los servicios de
Inteligencia militares, los que allí se amontonaban significaban mucho. Tras
las rejas se encontraban los cuadros más importantes de la guerrilla
ultraizquierdista y de aquellos que proclamaban reconocer la conducción
del líder exiliado Juan Domingo Perón.
A las 18 horas del martes 15 de agosto de 1972, comenzó el operativo de
fuga de cerca de un centenar de guerrilleros. Para Gallac el episodio no
pudo ser más terrible. Como se mencionó, hasta el día siguiente él estaba y
no estaba al frente de la Embajada Argentina en Chile.
A grandes rasgos, el plan de escape contemplaba tres pasos bien
definidos: 1) Copamiento del penal desde adentro; 2), desplazamiento de
los fugados al aeropuerto de Trelew, con apoyo externo; y, 3) “requisa” de
un avión de una aerolínea comercial (por horario sólo podían ser factibles
los de Austral o Aerolíneas Argentinas) y huir a Chile.
El primer paso del operativo se cumplió a la perfección. Los pabellones
fueron tomados uno a uno, hasta ocupar la totalidad del edificio, con las
pocas armas que se habían logrado introducir desde el exterior. Los
primeros en alcanzar la puerta de entrada del penal fueron los jefes: Mario
Roberto Santucho, Máximo Menna y Enrique Gorriarán Merlo, del Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP); Marcos Osatinsky y Roberto Quieto, de
las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR); y Fernando Vaca Narvaja, de
la organización Montoneros. Los demás presos venían atrás y debían salir
de acuerdo a una numeración estipulada por el “comando operativo”.
El segundo eslabón del plan era su “talón de Aquiles”. Cuando el equipo
de rescate exterior escuchó que se intercambiaban disparos en el interior del
penal, pensó que había fallado el primer paso. La comunicación entre los
grupos era escasa y mala. Sólo el primer grupo llegó al aeropuerto, en el
único automóvil que no se había replegado, conducido por Carlos
Goldenberg, miembro de las FAR. El resto, diecinueve guerrilleros,
buscaron desordenadamente medios de transporte y finalmente llegarían
tarde al aeropuerto. En el aeropuerto de Trelew, los seis jefes guerrilleros, a
los que se suma Goldenberg, lograron subirse al BAC 111 de la empresa
Austral tomado previamente en vuelo desde Buenos Aires por un comando
guerrillero. Los restantes guerrilleros habían conseguido ocupar el
aeropuerto tardíamente y luego de una negociación con las tropas de la
Infantería de Marina que rodeaban las instalaciones, entregaron las armas y
fueron conducidos a la base aeronaval Almirante Zar. “No hay combustible
para llegar a Puerto Montt”, le dijo el piloto de Austral a Mario Santucho.
“Pues habrá que llegar igual”, le contestó el jefe del ERP. Sabía que no
podía dar marcha atrás, si lo hacía era hombre muerto.
La tensión con Chile y la “picardía” de Gallac

El avión de Austral llegó a Puerto Montt, cuando las primeras noticias de la


fuga habían conmovido a la Argentina. Luego continuó viaje al aeropuerto
de Pudahuel, en Santiago. Frente al desafío que se le había impuesto -y que
intentará remediar, porque más allá de la peligrosidad de los jefes que
habían escapado, el hecho constituía un serio papelón para el gobierno y las
Fuerzas Armadas- el propio presidente Lanusse tomó varias decisiones.
Mientras desde el Palacio San Martín se buscaba -inútilmente- al embajador
Gallac, para entonces a bordo de “La Argentina” (era martes y su licencia
empezaba al día siguiente), Lanusse se comunicaba con Salvador Allende.
El presidente chileno habría dado garantías al presidente Lanusse de que
su país “actuaría en el caso con la claridad de siempre”. También le informó
que los mencionados ministros (de Relaciones Exteriores e Interior, cuyas
presencias en Pudahuel demandaban los guerrilleros) no se trasladarían al
aeropuerto.
La llegada a Chile de los guerrilleros, según Luis Mattini (comandante
del ERP, cuando muere Santucho en 1976) fue un “presente griego” para
Allende, dada la buena relación que mantenían los mandatarios de Chile y
Argentina a partir de la entrevista de Salta. Un golpe a la política
inaugurada por Lanusse de no mantener “las barreras ideológicas” que
habían seguido los gobiernos militares que lo precedieron; y para el oxígeno
que el gobierno de Buenos Aires le prestaba a Santiago en créditos, venta a
largo plazo de transportes y comestibles.
Lanusse creyó entender de su colega chileno que los jefes guerrilleros y
el comando que había ocupado el avión de Austral serían devueltos a la
Argentina. La Embajada, que había quedado al mando del consejero
Gustavo Figueroa, aventuró, vía cable cifrado, que de ninguna manera iban
a ser entregados a la Justicia argentina. Y que entre “las barreras
ideológicas” (es decir la presión del gobierno argentino) o el “frente
interno” (chileno), Allende iba a optar por lo segundo188. En esas horas de
incertidumbre y de noticias contradictorias, el agregado Aeronáutico,
comodoro Fabergiotti junto con los consejeros Figueroa y Cesar Márquez
llegaron a Pudahuel, lugar que se encontraba semivacío, ya que todos los
vuelos comerciales habían salido a horario.

Los diplomáticos comenzaron a recorrer el aeropuerto y pudieron ver


cuando la máquina de Austral aterrizaba. Fabergiotti se fue a la torre de
control y los dos diplomáticos de carrera consiguieron un teléfono desde el
cual se comunicaron con el Palacio San Martín. Allí lograron hablar con el
jefe de la Secretaría Privada del Canciller, el consejero Carlos “Charlie”
Castilla, a quien le informaron que el avión de Austral había llegado a
Santiago. En escasos minutos Figueroa estaba hablando con el Ministro
MacLoughlin quien insistía en repetir que no podía ser cierto lo que le
estaban informando, porque Allende le había dicho a Lanusse que la
máquina estaba en el Sur. Figueroa mirando por el amplio ventanal que
daba a la pista de aterrizaje, sólo se atrevió a exclamar: ‘Señor lo tengo al
avión enfrente mío, en estos momentos una comitiva se acerca a recibirlos’
(a los guerrilleros). Más tarde, a través de los vidrios que separan los
salones, vieron pasar a los prófugos. La certeza ya era absoluta. Chile
devolvió inmediatamente la máquina de Austral y los secuestradores fueron
conducidos a la sede de la Dirección de Investigaciones en pleno centro de
Santiago.
El gobierno argentino usó toda su capacidad de presión para lograr la
entrega del comando, pero les faltaba la persona indicada para dialogar
personalmente con el Presidente Allende. Y esa persona era Gallac que
estaba en medio del océano Pacífico gozando de una “licencia” que debía
comenzar al día siguiente.
Desde un primer momento, los funcionarios más importantes de la
Embajada tendieron una línea de comunicación con la cancillería chilena y
lograron conversar con Clodomiro Almeyda, quien fue el más claro y
sincero: les respondió que Allende no estaba en condiciones de devolverlos
a la Argentina. “Olvídense” se le buscará “a esta gente una solución”.

Las vacilaciones de Allende y los hechos de Trelew

Desde que los diez prófugos argentinos (los 6 que escaparon más el
comando que tomó el avión) fueron alojados en la Dirección de
Investigaciones el martes 15 de agosto, hasta que abandonaron Chile rumbo
a La Habana el día 26, los acontecimientos principales se desarrollaron de
la siguiente manera:
- “En medios diplomáticos, políticos y jurídicos se considera improbable
que el gobierno chileno devuelva a la Argentina a los 10 captores del avión
de Austral que aterrizó en Santiago de Chile.”189 La nota de La Opinión
(que por aquel entonces mantenía excelentes contactos con la Presidencia
de la Nación), confirmaba que los seis que escaparon del penal de Rawson
habían sido condenados por delitos contemplados en el Código Penal,
“aparte de otras figuras incorporadas más recientemente a la jurisprudencia
argentina, vinculadas con la subversión”, y recordaba que cuando asumió
Allende, uno de sus primeros actos fue indultar a los “jóvenes idealistas”
del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) que habían cometido
delitos comunes con propósitos políticos”. También establecía que el
excelente nivel de las relaciones entre los dos países “es uno de los puntos
clave de la política exterior de Salvador Allende”. “Un fluido trato con la
Argentina - su interlocutor natural - garantiza a Chile que no quedará
aislado del contexto latinoamericano”, opinaba el autor de la nota.
- Si se seguían los pasos naturales del Tratado de Extradición de 1933, la
Justicia argentina debía enviar a Chile, junto con el pedido de extradición,
las sentencias o acusaciones pronunciadas contra cada uno de los prófugos,
lo mismo que sus antecedentes para ser considerados.190
- El 18 de agosto, el canciller Clodomiro Almeyda informaba al
periodismo que el oficio presentado por la Argentina sería enviado a la
Corte Suprema para que resolviera. Mientras tanto, manifestantes del MIR
rodeaban el lugar de detención del comando guerrillero y legisladores de la
Unidad Popular, un sector del periodismo y otras figuras reclamaban la
liberación del grupo. El “frente interno” comenzaba a presionar.
- El 19 de agosto, Carlos Altamirano, Secretario General del Partido
Socialista visitó a los detenidos y les expresó su ‘solidaridad
revolucionaria’.
- Miguel Enríquez, jefe del MIR, declaraba que “en el seno del gobierno
chileno no está categóricamente tomada la decisión de entregar a los
revolucionarios argentinos a la Corte Suprema de Justicia”. En lo que atañe
al MIR, años más tarde, uno de sus dirigentes más importantes, Andrés
Pascal Allende, sobrino del Presidente, relataría a la periodista argentina
María Seoane (una ex subversiva)191 que “teníamos una relación estrecha
con Allende que venía de antes (...) nuestro vínculo con el gobierno chileno
era exclusivamente con él”. Luego agregó: “Enríquez, Bautista Van
Schowen, Luciano Cruz y yo nos reuníamos periódicamente con Allende en
El Cañaveral, su otra casa que compartía con su secretaria Miriam Ortega
(la residencia oficial era la de Tomás Moro) y en uno de esos encuentros le
pedimos que les diera asilo. Pero para él era francamente difícil porque
buscaba una relación estable con la Argentina”.
“No quería abrir otro frente de conflicto: ya tenía bastante con los
norteamericanos y la derecha. Él no los iba a devolver, pero no podía
dejarlos en Chile (...) Salvador tenía aprecio por Santucho. Si bien él tenía
su visión socialista, e impulsaba el cambio revolucionario, concebía un
camino para Chile propio: una revolución con empanadas y vino tinto. No
estaba de acuerdo con la lucha armada, pero aceptaba que en otros países
ése pudiera ser el camino. El final de su testimonio lo dice todo: ‘Hay que
recordar que él fue el presidente de la OLAS 192 en La Habana cuando era
presidente del senado chileno. El otro elemento fue el apoyo que le dio al
Che (Ernesto Guevara); incluso su hija Beatriz, que se suicidó en Cuba en
1977, formaba parte de los grupos de apoyo al ELN (Ejército de Liberación
Nacional) en Chile”.
Los fugados instalados en un PTI (Preparación Tropas Insurgentes) de
Cuba

El frente interno chileno y Gallac en la mira

“Chile se encontró abocado a resolver un caso inesperado y para ello debió


arbitrar una solución de emergencia; por lo tanto no midió el alcance real de
las responsabilidades que asumía al aceptar en su territorio la presencia -sin
duda poco grata, al menos desde el punto de vista de las relaciones
bilaterales- de diez sujetos penados por la Justicia argentina por la comisión
de diversos delitos.” 193
“Es decir, entonces, que si el factor sorpresa no hubiese existido habría
tenido tiempo para sopesar los pro y los contras y, por ende, tal vez habría
optado por una decisión tendiente a evitar la permanencia de los terroristas
en su territorio nacional. Desde el momento que dicha permanencia quedó
formalizada, la suerte de las autoridades chilenas estaba echada y se vieron
obligadas a seleccionar entre ‘frente interno’ o respeto a la línea de amistad
que nuestro país comenzó por trazarle al pronunciarse, el Jefe del Estado
argentino, por derribar las evidentes ‘barreras ideológicas’ que separan a las
dos naciones. Con el correr de los días, la falta de acción del gobierno en
cuanto a dar traslado del caso al Poder Judicial, de acuerdo con el pedido
argentino formalizado inmediatamente (...) fue pauta inequívoca de que
nuestra solicitud se hacía de difícil, por no decir imposible, cumplimiento.”
“La ausencia del Embajador (Gallac) que tenía acceso al despacho de
Allende impidió a la Argentina presionar para contrarrestar las presiones de
la izquierda chilena.” 194 “En medio de la tormenta, el canciller
MacLoughlin había debido soportar simultáneamente las tensiones de una
crisis y las iras vehementes contra Gallac.”
El 23 de agosto, La Opinión titulaba: “Quince extremistas muertos y
otros cuatro heridos durante un frustrado intento de evasión de la base
aeronaval de Trelew”. Lo cierto es que habían sido acribillados. De los
diecinueve que habían logrado ocupar días antes el aeropuerto de Trelew
con la intención de fugarse a Chile, sólo quedaron tres con vida porque en
un comienzo se los dio por muertos. Fue uno de los hechos más
conmocionantes de la década.
En la Nota Secreta N°424 se consignaba: “... las declaraciones del
Partido Socialista (‘solicitaremos que se otorgue a los argentinos el derecho
de asilo’), del Partido Comunista (‘daremos una solución que esperamos
que el pueblo y el Gobierno argentinos comprenderán’) y lo expresado por
voces oficialistas - que dieron en llamar a las consecuencias del nuevo
intento de fuga en Trelew ‘una masacre fría y premeditada’ e hicieron
hincapié en ese suceso para señalar que con ello había quedado evidenciada
la suerte que correrían los ‘revolucionarios’ argentinos en caso de ser
devueltos - poco margen de duda quedaba en cuanto a cuál sería la actitud
chilena”.
“... Chile no es un portaaviones para que se lo use como base de
operaciones. Chile es un país capitalista con un gobierno socialista y
nuestra situación es realmente difícil (...) la disyuntiva es entre devolverlos
o dejarlos presos (...) pero este es un gobierno socialista, mierda, así que
esta noche se van para La Habana”, comentó en privado el Presidente de
Chile.
El 25 de agosto, en un vuelo de Cubana de aviación, los diez detenidos
partían para La Habana. Previamente, Beatriz Allende, la hija mayor del
Presidente de la República y dirigente del Partido Socialista, había visitado
a los presos. En la madrugada del 26 desembarcaron en el aeropuerto José
Martí, de La Habana. Al pie de la escalerilla del avión los esperaba
sonriente el comandante Manuel “Barba Roja” Piñeiro Losada, viceministro
del Interior y coordinador de todas las guerrillas comunistas del continente
desde el Departamento Américas.
Horas antes de dejar suelo chileno, Santucho, Osatinsky y Vaca Narvaja
formularon declaraciones a la revista Punto Final. El jefe del Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP) sostuvo que entre las organizaciones que
intervinieron en la fuga “tenemos una convergencia en los aspectos
fundamentales. Todas las organizaciones armadas tenemos el mismo
objetivo: la instauración del socialismo en nuestra patria”. Nada más
equivocado. El propio Perón y los sectores más significativos del
Movimiento Peronista, se encargarían más tarde de demostrar - a propios y
ajenos - el desacierto de tales afirmaciones.
“En conclusión: No le fue posible al Jefe del Estado (chileno) trasladar el
tratamiento del caso a la Justicia. La presión interna lo superó (...) esto
sucede pese a que Allende no ignora que la actitud de nuestro país, en
adelante, ha de sufrir variaciones - formales o de fondo, pero variaciones al
fin - con lo cual las relaciones entre Argentina y Chile se verán enervadas,
lo que hace muy poco favor a la Unidad Popular, que hasta ese momento ha
podido presentarse internacionalmente como manteniendo entendimientos
cordiales con un Gobierno limítrofe de ideología muy diferente de la suya,
ergo, primer aval de la “vía chilena”.

La hora de la terapia

“De lo que se trata es de implantar en Chile un régimen comunista clásico,


con todas las connotaciones del marxismo - leninismo, y las concesiones
que se hacen y se hagan son temporales y circunstanciales. No otorgar asilo
a los terroristas hubiese constituido una concesión de otro orden, una ‘falta
de solidaridad revolucionaria’, con la que no se transigió”, sostenía la Nota
“Secreta” 424, en otro de sus párrafos.
La actitud del gobierno de la Unidad Popular había impactado
negativamente en los funcionarios de la Embajada en Chile y esto se notaba
en el lenguaje, duro y sin concesiones. No carecía de lógica especular que
su visión se volvería aun más rígida en virtud del creciente enojo contra
Allende que se había enseñoreado de los principales despachos de la Casa
Rosada y la Cancillería y así lo presumía el informante.
La catarsis continuaba en el siguiente párrafo de la página 4:
“Generalmente un gobierno de corte comunista se adueña del poder
mediante el copamiento o el golpe de Estado y controla y remodela la
totalidad del aparato oficial. En Chile se da una de las excepciones: el
comicio lleva a los partidarios de izquierda revolucionaria al poder y se
encuentran con un sistema que pone en sus manos poderosos medios de
publicidad, de represión, de acción en general, que le son muy útiles, pero
que, sin embargo, son por estructura orgánica y por esencia elementos del
Estado de Derecho. Su utilización en beneficio del Gobierno es oportuna y
necesaria. Pero para completar el proceso revolucionario es preciso su
desaparición y reemplazo por nuevos instrumentos de acción.
Así surgen la Junta de Abastecimientos y Precios (JAP), el Grupo de
Amigos Personales (Guardia Presidencial), etc., y es en esa delicada etapa
donde chocan con más frecuencia movimiento y Gobierno. Los evadidos de
Rawson al llegar a Cuba hablaron de las ‘vacilaciones de Allende’ y de la
firmeza del movimiento revolucionario chileno. Nada más claro. El
Gobierno se mueve dentro de ciertas reglas normativas a las cuales trata de
encontrar ‘resquicios legales’. El movimiento avanza sin dilaciones, trata de
radicalizar y acelerar el proceso, no vacila en criticar y aun en comprometer
al propio gobierno ni en enardecer al pueblo con agresiva oratoria y
propaganda. Habla, a veces inclusive a través de Ministros, de hacer
marchar 50 mil obreros sobre los barrios residenciales de Santiago. En
suma, intenta quemar etapas, despojar al gobierno de su investidura y
atadura legal y dotarlo de un definitivo carácter marxista – leninista para
que, como suele suceder, su destino sea definitivo y no se halle sujeto al
alea de la elección.”
El 27 de agosto el gobierno argentino presentaba una protesta formal por
la actitud asumida por el Presidente Allende. La respuesta chilena llegó casi
diez días más tarde y le fue entregada al Encargado de Negocios, Gustavo
Figueroa, ya que Gallac había sido convocado sine die (sin fecha de
retorno) a Buenos Aires. Uno de los párrafos finales señalaba que “está
cierto mi Gobierno que un episodio aislado, tan ingrato como imprevisible e
involuntario, puede a lo sumo, producir una circunstancial divergencia de
opiniones jurídicas entre ambos gobiernos; pero que en ningún caso,
alcanza a afectar la amistad que felizmente existe entre nuestras naciones, y
que es voluntad decidida del señor Presidente de la República, del pueblo
chileno y de su Gobierno, hacer cada día más estrechas y cordiales”. La
nota estaba firmada por el canciller Clodomiro Almeyda.
“Los expertos piensan que, salvo que se introduzca un hecho nuevo -
alternativa poco probable - no habrá embajador argentino en Santiago por
un lapso de alrededor de dos meses. Cuando suene la hora del retorno, nadie
podría asegurar que será Gallac quien regrese a nuestra embajada en Chile;
más bien debiera pensarse ahora en quién podría reemplazarlo (...) algunos
sectores pensaron que parte el desagrado argentino hacia la conducta del
gobierno de Chile podría expresarse a través de una restricción de créditos.”
Los créditos no se cortaron. El embajador de Chile, Ramón Huidobro,
siguiendo instrucciones de su cancillería, permaneció en Buenos Aires, y el
24 de setiembre volvía a ponerse al frente de la Misión en Chile el
embajador Javier Teodoro Gallac. Había primado la cordura.
Agosto de 1972 terminó con la provincia de Concepción declarada Zona
de Emergencia como resultado de los graves incidentes que protagonizaron
en su capital grupos afines al gobierno y sectores de derecha. Era la cuarta
vez, en las últimas dos semanas, que el Presidente Allende se veía obligado
a tomar una resolución semejante.
El 20 de agosto la emergencia había sido decretada en la provincia de
Magallanes, 2.100 kilómetros al Sur de Santiago. Al día siguiente fue la
provincia de Santiago, donde se habían registrado desórdenes durante un
paro nacional del comercio detallista. Una semana más tarde, cuando ambas
provincias habían vuelto a la normalidad, el gobierno volvió a decretar la
emergencia en Bío Bío a causa de un paro generalizado del comercio. Los
miembros de la Embajada Argentina, como los de las demás
representaciones diplomáticas en Chile, trasuntaban en sus informes el
clima de violencia generalizada en que parecía haberse sumergido la
sociedad en su conjunto. Ya no eran solamente los diplomáticos los que
preveían una escalada guerrera, el periodismo extranjero acreditado en
Chile también lo expresaba en las informaciones que enviaba al exterior.
El 1 de setiembre, Philippe Gustin de France Press, escribía que todo
hace “temer incluso la guerra civil y que según observadores parece
desbordar” al gobierno de Allende.195 Al mismo tiempo el senador
democristiano Juan Hamilton aseguraba interpretar ‘los sentimientos de la
mayoría del país’ y solicitaba al Presidente imitar ‘el noble y generoso
gesto que tuvo el prócer Bernardo O’Higgins quien abdicó y se exilio en
Perú’. El 4, con motivo de cumplirse el segundo aniversario de la victoria
electoral que llevó a la Unidad Popular al gobierno, miles de obreros
desfilaron por la Alameda frente al palco donde estaban Allende y sus
ministros. No se registraron incidentes porque la oposición exhortó a sus
simpatizantes a no salir a la calle ni prestarse a las provocaciones.
Como consecuencia de que el embajador Gallac se encontraba retenido
en Buenos Aires, a causa del malestar surgido entre los dos gobiernos
después de que Chile negara la extradición de los guerrilleros fugados del
penal de Rawson, los informes que normalmente enviaba la embajada eran
menos detallados que de costumbre. Sus funcionarios parecían haber
recibido alguna instrucción para que tomaran el contacto indispensable con
el acontecer del país y nada más. A partir de ese momento las
comunicaciones se limitaron a una simple exposición de los hechos.
Carecían de fuentes de información locales, confidencias y expresiones
propias.
La Nota “Reservada” Nº 440 exponía la Supresión del programa “A Tres
Bandas196 ” que emitía el Canal 7. Lo novedoso del hecho era que quien
había solicitado su supresión fue el mismo “moderador”, Mario Céspedes,
afiliado comunista e integrante del directorio del canal. En opinión de la
embajada había prevalecido “finalmente la posición del Partido Comunista
que, desde tiempo atrás, procuraba silenciar este medio a través del cual los
partidos opositores encontraban expresión con repercusión nacional”.
El informante diplomático concluía que “con esto el marxismo ha
logrado apagar el importante mensaje que la oposición filtraba a través de
su propalación, sin duda, teniendo en cuenta la batalla electoral que se dará
de aquí a marzo de 1973”.
La Nota analizaba también “la movilización de masas en alrededores de
la residencia del Primer Mandatario” realizada por obreros de la
construcción. “El sentido de esta demostración, fue el presentar un respaldo
al Jefe de Estado y a manera de contramanifestación al incesante golpeteo
nocturno de cacerolas (que se hace como alusión a las alzas y al
desabastecimiento) y que se escucha no sólo en los barrios residenciales de
Santiago, sino que también en sectores más modestos”.
“Se afirma - continuaba - que esta manifestación de los obreros, llevaba
consigo la velada amenaza de constituir un ‘primer intento de llegar al
Barrio Alto’197. Durante su desarrollo, algunas personas fueron sometidas a
vejámenes, específicamente, por ejemplo, la propia cuñada del Ministro de
Minería, desconocida por la multitud.”

El presidente Allende con el cardenal Raúl Silva Henríquez


La Nota 441198 se refería al mensaje para todos los chilenos, dado por el
arzobispo de Santiago, Cardenal Raúl Silva Henríquez, titulado “Congoja y
Esperanza.” El prelado rompiendo un “prudente silencio”, recordaba “la
denuncia” que a comienzos de 1972 habían efectuado los obispos del país
sobre la violencia y “su carácter perturbador del proceso de cambios”, y
reiteraba el carácter irracional y destructivo de todo proceso violento,
reafirmando su devoción y su respeto por “el derecho, sus normas, sus
instituciones y autoridades”. La reseña del mensaje de Silva Henríquez
finalizaba afirmando que “la evidente tensión interior y del agitado
panorama, una ligereza semántica, es de esperar, lleva a los bandos en
pugna a referirse a la guerra civil o a la lucha fratricida en forma continua
como una alternativa probable del proceso político chileno”.
La Nota “Reservada” 444 trataba sobre la inestabilidad del alcalde de
Santiago, el radical Ignacio Lagno, vapuleado por el Partido Socialista que
lo consideraba “reaccionario e inepto”. El informe concluía señalando que
“el radicalismo oficialista
- que en su vigesimoquinta Convención, en 1971, se declaró marxista, lo
cual además de disgustar a Allende (a quien convenía presentar partidos con
“faz” democrática), produjo la escisión de su más connotado sector de
parlamentarios - va desapareciendo gradualmente del panorama político
nacional, producto de no haberse mantenido acorde con su expresión
tradicional”.
“Una revolución no se mide por un kilo de papas o un pedazo de carne
(...) sino que se mide para recuperar para Chile el derecho a ser un país
libre” fue la frase aislada pronunciada por Allende en su discurso en la
Universidad Técnica del Estado, según la Nota 446, del 6 de setiembre de
1972. En otro de los párrafos más significativos de su alocución, Allende
dijo: “Yo soy de aquellos que me horrorizo cuando oigo afirmar a alguna
gente irresponsablemente que aquí estamos próximos a una guerra civil, una
guerra civil aunque la ganaríamos -y tendríamos que ganarla- significaría
que quedarían marcadas generaciones y se destruirían la economía chilena,
la convivencia humana y el respeto humano (...) pero luchar contra esa
hipotética guerra civil no significa claudicar ni retroceder”.
La Nota siguiente 199 reseñaba otro discurso presidencial200, esta vez ante
dirigentes de la Unidad Popular en la que según la visión diplomática,
Allende había inaugurado “tácitamente la campaña electoral, ya que insistió
sobre la necesidad imperiosa de lograr la mayoría en la Cámara de
Diputados, para posibilitar una nueva Constitución, un nuevo Código
Tributario, un nuevo Código de Trabajo, para que los trabajadores
gobiernen este país”. El Presidente había admitido que “escasean y
escasearán muchos artículos, como así también divisas para importarlos” en
franca respuesta a los cacerolazos y marchas opositoras. También se refirió
al levantamiento del programa A tres bandas y asumió personalmente la
responsabilidad de la medida “la que ordené porque en ella se acusó a
ministros de Estado de robar al pueblo”.
En esas semanas, la Armada chilena había invitado al Comandante en
Jefe de la Armada Argentina, almirante Guido Natal Coda, a visitar el país
entre los días 16 y 21 de setiembre. Cuando se consultó al Departamento
América Latina de la cancillería, su director opinó que la visita parecía poco
aconsejable “teniendo en cuenta la situación resultante de la decisión del
Gobierno chileno que motivara la nota de protesta del Gobierno argentino,
del día 27 del corriente mes” (nota referida a la no extradición del comando
guerrillero que secuestro el avión de Austral). “Si bien es destacable
mantener en el más alto nivel las relaciones entre las Fuerzas Armadas de
ambos países, el hecho de que el Comandante en Jefe de la Armada integre
la Junta de Comandantes en Jefe, con facultades especiales de Gobierno,
haría cobrar a la visita un contenido político más allá de la sola
manifestación de cortesía entre las dos Armadas.” 201 Tal como ha sido
mencionado, el incidente que protagonizaron los guerrilleros argentinos
moldeó en gran medida la visión de los integrantes de la misión en Chile.

177 Datos tomados de la nota del periodista Aníbal Walfisch, La Opinión, 11 de mayo de 1972,
página 13.
178 La Opinión, Buenos Aires, 14 de mayo, página 4.
179 Allende, cronología, Eduardo Valle, Fondo de Cultura Económica, México, 1974.
* Pedro Vuskovic fue nombrado vicepresidente de CORFO y vicepresidente del recién creado
Consejo Económico con rango de Secretario de Estado.
180 SEPA, Chile, semana del 15 al 21 de agosto de 1972, página 10.
181 Puro Chile, del 4 de agosto de 1972, página 9.
182 Las Últimas Noticias, 4 de agosto de 1972, página 21.
183 Las Últimas Noticias, 9 de agosto de 1972, página 24.
184 Más tarde Del Canto pasó a desempeñarse como Secretario General de Gobierno y Jaime
Suárez Bastidas pasó a Interior, quedando Almeyda solamente como Canciller. La Nación, Chile, del
4 de agosto de 1972, página 2.
185 La Opinión, 21 de junio de 1972, página 1.
186 El Mercurio, Chile, del 6 de agosto de 1972, página 31.
187 Testimonios de antiguos colaboradores en Santiago de Chile al autor.
188 Testimonio del Embajador Gustavo Figueroa al autor.
189 La Opinión, Buenos Aires, 18 de agosto de 1972, página 1.
190 En la misma edición, página 11, se informa que el día anterior había sido abatido Carlos Raúl
Capuano Martínez, de 23 años, implicado en el secuestro y muerte del ex presidente Pedro E.
Aramburu. Pertenecía a Montoneros.
191 Todo o nada, María Seoane, Editorial Planeta, Buenos Aires 1991, páginas 193, 194 y
siguientes.
192 OLAS: Organización Latinoamericana de Solidaridad, creada a principio de los 60 en La
Habana, Cuba, uno de cuyos objetivos era coordinar a los diferentes grupos guerrilleros de América
Latina.
193 Nota “Secreta” Nº 424, del 28 de agosto de 1972. En ella se analiza todo el proceso que
conduce a los guerrilleros a La Habana. El subrayado pertenece al autor del informe diplomático.
194 Semanario Confirmado, del 5 de setiembre de 1972, página 13. El semanario era otro de los
medios que mantenían una aceitada comunicación con la Presidencia de la Nación.
195 La Opinión, Buenos Aires, 2 de setiembre de 1972, página 2. Para evitar susceptibilidades no
hago mención de las notas emitidas por las agencias norteamericanas.
196 El Consejo de Televisión Nacional acordó suspender las emisiones del programa “A Tres
Bandas” el 30 de agosto de 1972.
197 Barrio Alto: se denomina así al sector de Santiago habitado por los sectores de mayores
recursos.
198 Nota 441 del 5 de setiembre de 1972.
199 Nota “Reservada” Nº 447, del 9 de setiembre de 1972
200 Discurso pronunciado ante sus partidarios en el Estadio Chile el 5 de septiembre de 1972
201 Opinión de Enrique Jorge Ros, Jefe del Departamento América Latina, en respuesta a la Nota
99/72 del Cdo. en Jefe de la Armada, con fecha 29 de agosto de 1972.
CAPÍTULO 9
Un golpe en marcha y los militares en el
Gabinete

A pesar de los rumores acerca de un posible viaje a Chile de Henry


Kissinger, consejero para asuntos de Seguridad del presidente Richard
Nixon, la presión norteamericana sobre los organismos internacionales de
crédito no cedía. A pedido de la empresa estadounidense Kennecott
Corporation, un embarque de cobre estaba amenazado de embargo en
Francia. La prensa argentina informaba de una nueva derrota de la Unidad
Popular en la Universidad de Chile y de la suspensión, decretada por el
gobierno, de la radio opositora Agricultura.
“... yo tengo que declarar aquí que este gobierno se ha convertido en
ilegítimo porque viola la Constitución sistemática y planificadamente”,
afirmaba en un debate en la Cámara Alta el senador del Partido Nacional
Francisco Bulnes y, otro senador, Patricio Aylwin, de la Democracia
Cristiana, no le iba en zaga al sostener que Allende estaba convirtiendo a
Chile en “una farsa democrática”. El costo de vida entre tanto, había
trepado al 99,8% en los nueve primeros meses.
El 10 de octubre, el sindicato de transportistas iniciaba una huelga en
defensa de la actividad privada. Como consecuencia del acto de fuerza, diez
provincias fueron puestas en estado de Emergencia y el Ministerio del
Interior volvió a clausurar tres emisoras opositoras. El 12 se sumaban a la
huelga los pequeños comerciantes, y el Partido Demócrata Cristiano
apoyaba sin reservas el paro del transporte.

El colapso tantas veces anunciado era casi una realidad. La Unidad


Popular denunciaba el 16 que un golpe de Estado estaba en marcha, pero
que fracasaría porque las Fuerzas Armadas iban a defender la ley. Ese
mismo día, el Colegio Médico iniciaba un paro de apoyo a la huelga de los
transportistas y al día se imponía en Santiago el toque de queda como
respuesta a los choques callejeros entre adherentes a la Unidad Popular y la
oposición. Posteriormente se sumarían a la huelga - “patronal” según la
izquierda - el transporte de pasajeros, LAN, los ingenieros, dentistas,
educadores, medianos y pequeños industriales y artesanos, mientras más
provincias eran puestas en estado de emergencia.
El 17 de octubre, como era habitual, el ex presidente de la República,
Jorge Alessandri, salió a caminando desde su casa hasta sus oficinas en el
centro de Santiago. Era una manera de mantenerse en buen estado físico a
sus 76 años. En un momento, grupos opositores al gobierno lo reconocieron
e improvisaron una manifestación a su alrededor. La policía quiso disolverla
con gases y chorros de agua y el ex mandatario fue a parar al suelo con sus
ropas empapadas.
El mismo 17, a cientos de kilómetros, William Jorden, el responsable del
Consejo de Seguridad Nacional (NSC) de los Estados Unidos de
Norteamérica, informaba a Henry Kissinger que la Agencia Central de
Inteligencia “consideraba que a pesar del caos cada vez mayor, las
posibilidades eran de 60 a 40 contra un derrocamiento militar del gobierno
de Allende”, y agregaba: “Mi experiencia me indica que ese 60-40 significa
que uno está seguro de que no sucederá nada, a pesar de lo cual se desea
evitar toda posibilidad de error por si acaso algo sucediera.” 202 ‘Hay un
golpe de Estado en marcha’, declaraba el Secretario General del Partido
Comunista, Luis Corvalán.
El mes finalizaba con cuatro ministros acusados constitucionalmente por
la oposición. El diario opositor La Prensa, en su edición del 25 se
formulaba un interrogante: “¿Gabinete cívico – militar?”. El 2 de
Noviembre, en un discurso transmitido por radio y televisión, el Presidente
anunciaba la incorporación de militares al gabinete ministerial.
El Comandante en Jefe del Ejército, Carlos Prats González, se hacía
cargo de la cartera de Interior; en Obras Públicas era designado el
contralmirante Ismael Huerta, y en Minería asumía el general de la Fuerza
Aérea, Claudio Sepúlveda Donoso. Mientras el MIR condenaba la decisión
presidencial.

El general Carlos Prats al momento de ingresar al gabinete presidencial


En la misma jornada, se anunciaba la candidatura del ex presidente
Eduardo Frei a senador nacional en las próximas elecciones de renovación
parlamentaria. Sería el candidato no solamente de la DC, sino de una
conformación política más amplia, la “Confederación Democrática”. Junto
a él se postulaban Sergio Onofre Jarpa Reyes, del Partido Nacional; el
coronel retirado Alberto Labbé, también del Partido Nacional; y el senador
Alberto Baltra de la Izquierda Radical. “Desastre” y “ruina” son apenas
algunos de los calificativos que utilizaban los dirigentes opositores para
calificar la acción del gobierno al cumplirse el segundo año de asunción de
Salvador Allende.
A nivel internacional, el 7 de noviembre, Richard Nixon triunfaba
ampliamente en las elecciones presidenciales y era reelecto Presidente de
los Estados Unidos. Mientras seguía – sigilosamente - el desarrollo de los
acontecimientos chilenos desde Buenos Aires, el embajador Javier Teodoro
Gallac retornaba a su destino trasandino. A los pocos días de llegar,
encontró tiempo para asistir a una reunión en la casa del empresario textil
Amador Yarur y allí conoció al dirigente obrero boliviano Juan Lechín que
residía en Venezuela y estaba pasando una corta temporada en Chile.203
Lechín le expresó a Gallac “una clara preocupación por los avances que
en distintos sectores -militares, económicos, financieros, etc.- realiza Brasil,
en un designio ostensible de penetración y de subyugación de su país al
gobierno de Brasilia. Añadió que se había llegado al colmo en una reciente
Conferencia de Ministros de Justicia en Río de Janeiro, al expresar el
Ministro boliviano que Bolivia aceptaba el liderazgo brasileño, y declaró
ser nacionalista y no comunista”. Cuando el embajador se despedía, el
dueño de casa le comentó que “Lechín tiene esperanzas de ser Presidente el
año próximo y quiere hacer conocer de alguna manera al Gobierno
argentino su posición nacionalista y que no es comunista”.
Radiografía diplomática

Con fecha 23 de octubre de 1972, a solicitud de la Dirección General de


Política que en ese momento comandaba el embajador Guillermo de la
Plaza, el Departamento América Latina evaluaba la situación interna de
Chile.204 Estos fueron los puntos principales de su evaluación:

1) Para la oposición “el objetivo esencial parece ser obligar al Ejército a


hacerse cargo del poder para evitar el caos. No obstante la deficiente
organización, el desencadenamiento de los hechos que configuran la actual
situación estaban previstos. Por Nota del 3 de octubre, nuestra Embajada
informó sobre la existencia del llamado “Plan Octubre”, aparentemente
estructurado en reemplazo del “Plan Setiembre”, fracasado por las
infidencias del general Canales. En este “Plan Octubre”, destinado a estallar
alrededor del 20, se preveía el paro de comercio, del transporte y de los
profesionales (...) hasta ahora, la falta de un número suficiente de activistas
opositores dispuestos a la lucha armada y la serena pero decidida actuación
militar, han conseguido que tal estallido de violencia no sobrepase ciertos
límites controlables”.
“En cuanto a los grupos armados de izquierda, se han enfrentado a los de
derecha sólo en el nivel del incidente callejero, sin hacer ostentación mayor
de poder y dejando que los militares aseguren el orden (...) ya se ha dicho
otras veces que el Partido Comunista está por la legalidad - aunque esto
sólo sea para ganar tiempo - y que es el más responsable y coherente de la
coalición oficial, en la que el papel de ‘enfants térribles’ lo juegan los
sectores socialistas, mapucistas y de la Izquierda Cristiana que tienen
concomitancia (a veces doble afiliación) con el MIR”.
2) “La oposición - especialmente la derecha, cuya acción es la más activa
- parece seguir sin lograr un entendimiento con las Fuerzas Armadas, sobre
todo el Ejército. La oficialidad chilena nunca obtuvo un trato deferente de
los gobiernos de la derecha tradicional. Esta siempre mostró una actitud
displicente hacia los militares, los consideró poco y les hizo sentir una
suerte de aristocrática superioridad. Nuestro Embajador comenta una
conversación con el senador del Partido Nacional Francisco Bulnes -
hombre poco querido por las clases populares chilenas, excepto en su
agrícola y conservadora provincia de Linares, al que se apoda burlonamente
‘El Marqués Bulnes’ - y menciona que éste tiene ‘ciega confianza en el
general Prats’ (Comandante en Jefe del Ejército), sobreentendiéndose que
confía en él como golpista. Pues bien, en otra interesante Nota que nuestro
Embajador remitió hace ya varios meses, relataba una conversación suya
con el propio general Prats en un almuerzo a solas. Fueron tales las
expresiones del general Prats sobre la derecha, que el Embajador concluía
de ellas que el citado general estaba fagocitado por Allende y que era ‘un
resentido social’. Dejando a un lado que tales conclusiones puedan pecar
por exageradas, no hay duda de que este militar no parece justificar esa
‘ciega confianza’ del senador Francisco Bulnes”.
“... si a esto le agregamos que el gobierno del Dr. Allende se ha
preocupado de dar a los oficiales el status que corresponde a sus funciones,
actualizando constantemente sus emolumentos y facilitándoles amplios
créditos para adquisición de viviendas propias y automóviles, y aún
añadimos que esta no es una actitud del Allende Presidente sino que fue
permanente en el Allende senador, no es raro que se necesite algo más que
las incitaciones de la oposición para que el Ejército resuelva desplazarlo del
poder.” “También se ha querido señalar que los opositores pertenecientes a
la derecha tradicional - que parecen los más decididos partidarios del
derrocamiento - no entienden la psicología (...) propia de los militares y han
presionado excesivamente sobre ellos. A la vista están los resultados. El
Presidente, sin temor aparente alguno, les entrega prácticamente el control
del país en emergencia y los militares responden con disciplina y
objetividad.”
“En momentos de redactarse este trabajo, el Ejército controla la situación
en Chile y su gravedad parece estar declinando. Las manifestaciones,
choques aislados y frecuentes alborotos (de los que no hay que olvidar que
suelen ser a veces magnificados por las agencias de noticias extranjeras) no
pasan en el contexto del dispositivo militar del terreno de la anécdota, por
lamentables que éstas fueran.”
3) “El hecho cierto es que - sea cual fuere el final de la crisis de estos
días - el gobierno ha descansado en forma total en el Ejército para mantener
el orden e inevitablemente le ha cedido poder. Esto implica que la situación
pos crisis entre gobierno y militares ya no puede volver a ser la de antes. El
Ejército no pidió hacerse cargo de la emergencia, pero ha obedecido cuando
se lo ordenaron (...) salvó al gobierno, o bien de ser derrocado, o bien de
una lucha civil cuyo final también hubiera sido el derrocamiento, por
inexcusable intervención militar autodeterminada. Esto tiene un precio
político y las Fuerzas Armadas están conscientes de ello.”

El informe solicitado, respondía a la grave preocupación que reinaba en


los altos niveles del Palacio San Martín influido por la prensa internacional
y las informaciones que enviaba la Embajada en Santiago. Pese a sus
profundas diferencias de opinión con el jefe de la Misión en Chile, el
consejero Augusto Guibourg, que conocía profundamente Chile y a sus
principales dirigentes, había sido el encargado de redactarlo pues solo él
estaba en condiciones de hacerlo.
El informe tenía, sin embargo, un gran vacío informativo aunque no era
responsabilidad de Guibourg ni de la Embajada: El golpe había comenzado
a dar sus primeros pasos y la embajada, por más informada que estuviera,
no podía saberlo. Primero, por una deformación propia argentina que piensa
que los golpes de Estado sólo provienen de las filas del Ejército, tal como
ha ocurrido siempre en la Argentina, donde las demás fuerzas
acompañaban. Y segundo, porque la planificación de lo que sucedería sólo
era conocida por un muy reducido grupo de marinos y civiles.
Por ejemplo, un grupo integrado por Emilio Sanfuentes, Sergio de
Castro, Sergio de la Cuadra, Pablo Baraona, Manuel Cruzat, Sergio
Undurraga, Juan Braun, Álvaro Bardón, Juan Villarzú, José Luis Zavala y
Andrés Sanfuentes participaron en la redacción el documento base de la
política económica que adoptaría el próximo gobierno militar y que
popularmente se conocería como “El Ladrillo”.205 “...Un documento al que
hoy se le reconoce como “bases de la política económica del gobierno
militar”, surgido “de un esfuerzo privado para elaborar una suerte de
programa económico cuyo destinatario no era claro, según señala Genaro
Arriagada en su libro Por la razón o la fuerza (Sudamericana, 1998)

Las preocupaciones de Silva Henríquez y la visita de Allende


a Moscú

Tras la muerte del Arzobispo de Santiago, cardenal José María Caro, dos
figuras se perfilaban para sucederlo. Uno, monseñor Alfredo Silva
Santiago, Arzobispo de Concepción y rector de la Universidad Católica. El
otro, monseñor Manuel Larraín Errázuriz, obispo de Talca, entre cuyos
pergaminos se contaba - además de pertenecer a una de las familias más
tradicionales de Chile -, ser fundador del CELAM y asesor de la Acción
Católica.
Sorpresivamente, el Papa Juan XXIII designó al salesiano Raúl Silva
Henríquez206, obispo de Valparaíso desde 1959. Polémico para algunos,
otros consideran que fue un Buen Pastor para los históricos momentos que
le tocaría vivir a la iglesia chilena, Silva Henríquez jamás se calló, habló
durante la presidencia de Eduardo Frei, también lo hizo con Salvador
Allende y habló más aún cuando a éste lo derrocó un golpe militar.

Salvador Allende, tras asumir como Presidente, saluda a Silva Enríquez

En noviembre de 1972 Silva Henríquez, que había ido al Vaticano y se


encontraba pasando unos días en Roma, tuvo que viajar con urgencia a
Santiago “por la notoria gravedad de la situación en esos días. Ahora,
serenadas las cosas con la presencia de los jefes militares en el Gobierno,
pudo volver para resolver algunas cuestiones de trámite en la Curia
Pontificia que él integra, y ha seguido viaje a Australia”, testimonió en una
Nota el embajador argentino en la Santa Sede, Santiago de Estrada.207
“Sabía, yo, por referencias, que el purpurado está un poco ‘de vuelta’ de
ciertos devaneos que lo habían hecho aparecer como simpatizante del
régimen del presidente Allende. La realidad chilena le habría hecho ver con
más claridad los peligros de cualquier acercamiento al marxismo”, escribió
Estrada.
Durante una conversación mantenida en la residencia del Embajador de
Chile ante el Vaticano208 “pude advertir no sólo la honda preocupación por
la situación política, económica y social de su país, sino también las líneas
principales de su pensamiento. La tremenda carestía que padece el pueblo
chileno, agravada por los excesos marxistas del régimen con toda su secuela
de odios desatados ha de obrar sin duda, allá en su subconsciente de hombre
de la Iglesia, para hacerle ansiar por una salida, que él cree ha de ser
democrática y ajustada a los hábitos parlamentarios de su país, como
expresamente me lo dijo.” El cardenal se había explayado ante los
concurrentes sobre la necesidad que tenía su país de capitales para el
desarrollo de la industria y la riqueza. “El Embajador (de Chile) nos había
convidado con un buenísimo vino de su tierra (...) y el Cardenal explicó el
esfuerzo que significaba su elaboración y, sobre todo, las grandes
inversiones que requería, y, a modo de comentario, narró una anécdota muy
significativa en su boca”. Según de Estrada, el Arzobispo había contado que
“el principal accionista de esas bodegas es muy amigo personal del
presidente Allende, gran gustador del vino en cuestión”.
--“’¿Pero qué le pone Usted para que salga tan bueno?’, preguntó el
doctor Allende.”
--Y el bodeguero le respondió: ‘Algo que a Usted no le gusta, Capital ‘.”
A los 26 días de haber asumido como Ministro del Interior, el general
Carlos Prats González se convertía, interinamente, en Presidente de la
República, mientras Allende iniciaba una gira que lo llevaría a México, las
Naciones Unidas, la Unión Soviética y Cuba. En su periplo de sólo dos
semanas (constitucionalmente, si eran más de 14 días debía pedir
autorización al Parlamento, dominado por la oposición) aprovechó para
dialogar con los mandatarios de Perú (general Juan Velasco Alvarado),
Panamá (general Omar Torrijos) y Argelia (Houari Boumedienne) 209. “Las
relaciones futuras entre Argel y Chile serán de amistad revolucionaria
porque tenemos enemigos comunes”, dijo Allende a Boumedienne (Ver
Memorias II, Henry Kissinger, página 331). Era una frase ambigua que
podía analizarse de diferentes formas, pero Kissinger la interpretó como
antinorteamericana.
El punto central del viaje lo constituiría la estadía de cuatro días en
Moscú de la que, se comentaba, esperaba obtener un crédito blando de 500
millones. De cualquier modo antes de iniciar la gira, el canciller Almeyda
hubo de aclarar que no tratarían en Moscú una posible venta de cobre
chileno.
En el foro de las Naciones Unidas, el presidente de Chile acusó a las
multinacionales norteamericanas - en particular a la ITT y a la cuprífera
Kennecott - de tratar de bloquear a su país. Acusó también al gobierno de
Richard Nixon de paralizarle créditos de los organismos internacionales.
Para el consejero especial del mandatario estadounidense, Henry Kissinger,
el discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas “constituyó un
flagrante ataque a los Estados Unidos”. 210
Allende y Breznev en Moscú

Allende llegó a Moscú el 5 de diciembre. Unos días antes Enrique


Quintana, entonces embajador argentino en la URSS, había informado
acerca de “la parquedad con que hasta el momento la prensa local
(moscovita) da cuenta de la visita (...) del Presidente Allende.”211 El diario
Pravda, del Partido Comunista, “reduce sus informaciones a dos líneas (...)
y las autoridades de la Cancillería soviética no son más explícitas y sólo se
han limitado a comentar en el círculo diplomático las fechas de arribo y
partida. El Director del Área correspondiente, nos expresó desconocer aún
el programa de actividades. Como se ha informado por otra vía, todo
confirma que el interés chileno se concentrará en buscar sostén económico
en esta coyuntura tan difícil que debe enfrentar. Cabe presumir que la URSS
realizará los esfuerzos que le sean posibles en este campo, pero ella misma
no atraviesa por una situación brillante en materia financiera luego de los
desastres sufridos en las últimas cosechas que la han obligado a efectuar
compras cuantiosas de cereales y otros alimentos a países occidentales”.
Según Quintana no debía descartarse que durante la visita se analizara la
posibilidad de “asistencia militar al país andino y aunque no hay ninguna
indicación concreta en estos momentos (...) no deja de llamar la atención
que sea el órgano de las Fuerzas Armadas de la URSS (el diario Krasnaia
Zvieda) el primero que anuncie la visita del Presidente de Chile, entre un
vacío casi general de comentarios oficiales sobre el asunto”.
Mientras que para Kissinger la visita a Moscú había culminado con una
“promesa soviética de continuar apoyando y ayudando política y
económicamente a Chile”212, según Hernán Santa Cruz, embajador de Chile
ante los organismos internacionales, su país le había solicitado a la Unión
Soviética que apoyara “el desarrollo económico de Chile y no a pedirle que
nos ayude contra los Estados Unidos”. Otras informaciones periodísticas
aseguraban que la URSS haría otro aporte al crédito de 260 millones de
dólares, pagaderos a 12 años, otorgado en junio de 1972.213
Años más tarde, el Embajador argentino en la URSS relataría que
Allende fue “a buscar una bocanada de oxígeno (económico) para que lo
ayudaran a sobrevivir en plena Guerra Fría”. Según su punto de vista el
gobierno de Moscú se encontraba “en plena campaña de infiltración en
América Latina” y que la experiencia democrática chilena no era la mejor
para aquellos que en la URSS sostenían “la toma del poder a través de la vía
armada”.214
Semanas después, Quintana informaría que durante los cuatro días de
visita en Moscú, Allende “habría considerado una ayuda militar a Chile”
que, según fuentes castrenses de Washington, podría “alcanzar la suma de
50.000.000 de dólares.” El embajador respaldaba su afirmación dando
cuenta que en esos días “se encuentra en Moscú una delegación militar
chilena encabezada por el general de brigada Herman Brady Roche215.” 216
En el Cono Sur del mundo, las autoridades uruguayas daban a conocer un
comunicado que informaba que la organización guerrillera Tupamaros (de
ultraizquierda) se encontraba en pleno proceso de reorganización “para el
cual cuentan con abundante armamento que mantenían oculto en el interior
del país, dinero procedente del exterior y la posible afluencia de unos dos
mil extremistas que viajaron a Chile”.217
En Argentina, el jueves 14 de diciembre, luego de veintisiete días en el
país, el ex presidente Juan Domingo Perón volvía a España. En una escala
de su viaje a Madrid visitaba en Paraguay a su amigo el general Alfredo
Stroessner. Antes de abandonar el territorio argentino, el líder de los
peronistas había dado a conocer un documento en el que renunciaba a su
candidatura para Presidente de la Nación en las elecciones de marzo de
1973. En su reemplazo, y en medio de un convulsionado congreso
partidario, era designado el odontólogo y veterano dirigente Justicialista
Héctor J. Cámpora. Como candidato a vicepresidente, lo acompañaba el
dirigente conservador popular Vicente Solano Lima. Para el diario La
Nación, la “fórmula trasunta las frustraciones de la empresa acometida por
Perón mediante la realización de aquél viaje”.218 Para Clarín, la fórmula era
“una nueva ofensiva del jefe Justicialista contra la tentativa de implantar un
“peronismo sin Perón”.219
En tanto en Chile, el viernes 15 la Democracia Cristiana, por intermedio
de su presidente Renán Fuentealba, emitía una declaración preguntándole a
Allende, entre otros interrogantes, si le parecía efectivo que “la Unión
Soviética en su calidad de ‘hermano mayor’ (vínculo que era la primera vez
que un Presidente de Chile le asignaba a un país extranjero) nos otorgaría
créditos, condicionados, amarrados, que usted y los partidos de la Unidad
Popular han criticado tan duramente en el pasado? Sí o no”? “¿Cree Usted
señor presidente que es patriótico el haber facilitado el acceso a los secretos
industriales y a las experiencias de nuestras grandes empresas mineras a un
competidor potencial de las características y el poder de la Unión Soviética?
Señor presidente ¿es esta la independencia que Usted busca para Chile y
para su pueblo? Sí o no?”
A todo esto, el 21, funcionarios de la Administración Nixon y el gobierno
de Allende iniciaban conversaciones en Washington para una revisión
global de sus relaciones. El temario incluyó, entre otros puntos, las
estatizaciones de las empresas norteamericanas en Chile y el bloqueo de
créditos en los organismos internacionales. Mientras en Vietnam del Norte
los bombardeos norteamericanos eran cada vez más fuertes, el 23 un
terremoto arrasaba Managua, capital de Nicaragua y el 22 llegaban a
Santiago de Chile los sobrevivientes del avión Fairschild uruguayo, caído
unos meses atrás en plena cordillera de los Andes. Los dieciséis
sobrevivientes, integrantes de un equipo de rugby, habían luchado durante
setenta días contra el hambre y el frío. Años más tarde, la odisea sería
llevada al cine.

Relaciones con la Argentina y negociaciones en Washington

El 27 de diciembre, llegaba a Santiago de Chile el vicecanciller de la


Argentina, embajador José María Ruda. Venía a ratificar el Tratado de
Soluciones Pacíficas firmado en Buenos Aires el 5 de abril último. De
elevada estatura, enfundado en un clásico traje azul, prudente hasta el
aburrimiento y de poco hablar - una característica de todos los que llegaban
a los altos puestos en el Palacio San Martín -, Ruda se limitó a declarar que
las relaciones entre los dos países eran ‘excelentes’. Al día siguiente, a las
17 horas, en el Salón Toesca de La Moneda, con la presencia de Allende y
altas autoridades, Clodomiro Almeyda y Ruda intercambiaron documentos.
Entraba en vigencia el Tratado que reemplazaba al Tratado General de
Arbitraje de 1902 que si bien reconocía a la Corona Británica como árbitro,
le negaba facultades para dictar sentencia en el caso del Beagle. La Corona
sería reemplazada por una corte ‘ad hoc’, designada a tal fin e integrada por
cinco jurisconsultos de la Corte Internacional de La Haya, que se
pronunciaría en su nombre. Quienes conocen los secretos del Palacio San
Martín no ignoran que esta solución sería la que, años más tarde,
posibilitaría que el mismo Ruda se sentara en una de las poltronas de La
Haya.
El Memorándum Nº 26 titulado “Negociaciones en curso entre Chile y
los EE.UU.”220, había sido confeccionado por el Departamento de América
Latina a pedido de la Dirección General de Política. Redactado por el
consejero Augusto Guibourg, informaba que “cuando se iniciaron las
reuniones se dijo en Chile que habían sido concertadas ‘a través de un
intercambio de notas entre los dos gobiernos, iniciado el mes de setiembre’,
pero no cabe duda que el viaje a Nueva York del Presidente Allende resultó
decisivo para impulsarlas”.
El Memorándum señalaba que la delegación chilena estaba encabezada
por el embajador chileno en Washington, Orlando Letellier, e integrada por
funcionarios del Poder Ejecutivo, parlamentarios y altos jefes de la Banca
estatal. La estadounidense tenía una composición más o menos análoga,
“pero es en ella donde han surgido ciertos problemas que en buena parte
originan la postergación o interrupción momentánea de las reuniones. En
efecto, esta delegación está presidida por el Secretario Asistente para
Asuntos Interamericanos, Charles Meyer, quien ha renunciado a su cargo y
seguramente dejará la comisión o, por lo menos, ya no la encabezará. Por el
Departamento del Tesoro la integra un funcionario de igual rango, John M.
Hennessy”.
El informe estimaba también que “la deuda de Chile con los EE.UU.
excede algo los 1.300 millones de dólares. A la importancia de esta
obligación - agravada por las que tiene con el Club de París que ascienden a
1.800 millones de igual divisa - debe agregarse el problema pendiente con
las empresas cupríferas expropiadas”.
“Según informaciones de nuestra Embajada (en Chile), los funcionarios
chilenos son muy optimistas y muestran alegría ante el curso de las
conversaciones. No obstante, la Embajada exhibe mucha cautela ante el
optimismo, probablemente porque tiene en cuenta la no desdeñable
posibilidad de que, ante la postergación de las negociaciones, los
gobernantes chilenos aprovechen la oportunidad para hacer un poco de
‘bluff’ preelectoral, ya que en marzo habrá renovación parlamentaria en
Chile”.

Más vehículos argentinos para Chile, un buen negocio para


muchos

El mismo día en que había sido redactado el informe que describía la


marcha de las negociaciones de Chile con los Estados Unidos de
Norteamérica, la Argentina suscribía con el primero un convenio por el que
el Banco Central argentino le otorgaba a su par chileno una línea de crédito
por 100 millones de dólares “para financiar importaciones chilenas de
bienes de transporte, maquinarias, bienes de capital y sus repuestos de
origen argentino”.221 El plazo de utilización del crédito era de dieciocho
meses, pagadero en dólares estadounidenses, a un interés anual del 6%. Las
notas intercambiadas entre los dos bancos fueron de carácter
“Confidencial”.
Entre otros productos, el listado de adquisiciones comprendía 3.550
camionetas Pick-Up; 1.000 camiones de 2.500 kg.; 120 automóviles
patrulleros; 450 furgones patrulleros; 200 patrulleros tipo Jeep; 145 buses
interprovinciales; 2.000 taxis; 170 camiones recolectores de basura y 270 de
semi remolque; 500 camionetas con equipos refrigerados; un tren eléctrico
(Mineral El Teniente); 3.500 tractores de hasta 45 HP; 100 ambulancias;
motores diesel, equipos refrigerados, etc.
La transacción fue festejada tanto en Argentina como en Chile. En el
primero por la importancia de la operación concretada y en Chile porque
ésta demostraba que, pese a las presiones estadounidenses, todavía tenía
acceso al crédito. También se alegraron en la provincia argentina de
Córdoba (donde estaban instaladas las principales fábricas automotrices) y
en Estados Unidos y Europa los mismos que desconfiaban del gobierno de
Santiago. Muchos de los vehículos que irían a parar al Chile “socialista”
provenían de sus filiales argentinas.
En el mundo de los negocios, por sobre todos los inconvenientes, había -
y hay - que ser prácticos. Años más tarde, algo similar ocurrió cuando las
filiales argentinas de empresas norteamericanas exportaron automóviles a
Cuba durante el gobierno peronista con el beneplácito del Secretario de
Estado, Henry Kissinger, y gracias a la presión de las fábricas automotrices,
en lo que significaba - aunque fuera de manera indirecta - un rompimiento
del bloqueo al régimen castrista.

“Ya tenemos un plan”

Mientras avanzaba el descalabro generado por Salvador Allende no faltaron


aquellos que generaron planes para salir de la crisis. Unos intentaban
emparchar la situación, otros trabajaron para suceder al gobierno de la
Unidad Popular, darlo por terminado. Si se tiene en cuenta lo que
posteriormente relató Arturo Fontaine Aldunate, la conspiración comenzó a
gestarse seriamente en agosto de 1972.222
El que recibió el pedido fue Roberto Kelly, un ex oficial naval,
compañero de camada de futuros almirantes. Amigo de quien más tarde
sería canciller en una de las etapas del gobierno de Pinochet, el empresario
Hernán Cubillos Sallato, hijo a su vez del vicealmirante Cubillos Leiva y
hermano de Patricia, la simpática y sensual secretaria privada y social del
Embajador de la Argentina en Chile, Javier Teodoro Gallac. Además de
Cubillos, Kelly y Agustín Edwards frecuentaban a altos oficiales de la
Armada, como José Toribio Merino, Patricio Carvajal y Arturo Troncoso
Daroch. ‘Botar a Allende no cuesta nada. Lo importante es qué hacer con el
Gobierno; cómo solucionar los problemas económicos’, le transmitieron a
Kelly y éste se comprometió a presentarles un plan. Enseguida se comunicó
con Emilio Sanfuentes Vergara, también relacionado con Cubillos y amplios
sectores empresarios y en un principio estimaron presentar uno en treinta
días, pero finalmente “Kelly les ofrece a los marinos el estudio en un plazo
de noventa días”. Es decir para noviembre.
Apareció luego Alvaro Bardón, con conexiones con economistas de la
Democracia Cristiana y el ex presidente, Eduardo Frei, que lo había
nombrado asesor del Consejo del partido. Después fueron convocados
Pablo Baraona, Manuel Cruzat, Sergio de Castro, Andrés Sanfuentes,
Sergio Undurraga Saavedra, Juan Villarzú, José Luis Zabala y Raúl Sáez.
No eran más de diez. Todos con experiencia empresaria; muchos con
estudios de postgrado en el exterior y todos, absolutamente todos,
convencidos que el gobierno de Allende llevaba a Chile al precipicio y que
la salida a esa situación debía ser no convencional. Así fue como todos,
después del martes 11 de Setiembre de 1973, tuvieron cargos en los
distintos niveles de la conducción económica del gobierno militar.
En agosto de 1972, los comprometidos mantuvieron un largo almuerzo
en el Círculo Español: “El plan que quieren los marinos empieza a
trabajarse a partir de esa reunión. Los economistas democratacristianos
tienen al corriente al ex Presidente Frei de su participación en ese trabajo
con sus colegas independientes y del Partido Nacional”, cuenta Aldunate
Fontaine. Es decir, a través de los economistas de su partido Bardón,
Villarzú y Zabala el ex Presidente sabía que se estaba conspirando
seriamente para derrocar a Allende. La elaboración del proyecto les llevaría
más tiempo del previsto y finalmente cuando lo terminaron, denominaron
“El Ladrillo” al extenso documento. A partir de ese momento los marinos
podían decir, no sin preocupación, ‘tenemos un plan’223. Ahora, todo era
cuestión de esperar el momento más propicio.
Después del 11 de Setiembre, el área económica y financiera cayó bajo la
jurisdicción del almirante José Toribio Merino. El Ministro de Hacienda,
vicealmirante Lorenzo Gotuzzo y el de Economía, Fernando Léniz Cerda
(que asumiría unas semanas después del golpe en reemplazo del general
González) eran sus conocidos. ‘Tráeme nombres’ le pidió Merino a Kelly al
día siguiente del golpe y luego lo designó director del estratégico
ODEPLAN, con rango de Ministro de Estado desde donde se reestructuraría
el área económica y se elaborarían los proyectos. Detrás de Kelly
aparecieron “nombres”: Bardón, Sergio de la Cuadra, Ernesto Fontaine,
María Teresa Infante Barros, Álvaro Donoso, Joaquín Cortez, Pedro
Arriagada, Julio Dittborn, Cristián Larroudet y Joaquín Lavín entre varios
más. Todos, de una manera u otra, comprometidos con “El Ladrillo”.

202 Mis Memorias, Volumen II, Editorial Atlántida, Buenos Aires 1982, página 331.
203 Nota “Reservada” 532, del 21 de octubre de 1972.
204 A requerimiento del Memorándum Nº 179 de la DGP.
205 En el prólogo del libro El Ladrillo, Bases de la política económica del gobierno militar, CEP,
1992. Prólogo de Sergio De Castro quien explica así lo ocurrido: “Emilio Sanfuentes Vergara nos
hizo ver la necesidad de reeditar los análisis del año 1969 a la luz de tantos acontecimientos
ocurridos y vividos en los años inmediatamente posteriores”.
206 El Cardenal Silva Henríquez falleció en abril de 1999.
207 Nota “Reservada” Nº 407, del 28 de noviembre de 1972.
208 El Embajador de Chile ante la Santa Sede durante el gobierno de Allende fue René Rojas
Galdamés. En 1973 asumió como Embajador ante Argentina, luego ocupó igual cargo en España y en
noviembre de 1980 fue designado Ministro de Relaciones Exteriores por el entonces Presidente
Augusto Pinochet.
209 “Las relaciones futuras entre Argel y Chile serán de amistad revolucionaria porque tenemos
enemigos comunes”, dijo Allende a Boumedienne (Ver Memorias II, Henry Kissinger, página 331).
Era una frase ambigua que podía analizarse de diferentes formas, pero Kissinger la interpretó como
antinorteamericana.
210 Mis memorias, Volumen II, Henry Kissinger, Editorial Atlántida, Buenos Aires 1982, página
331.
211 Nota Nº 390 de la Embajada Argentina en Moscú, del 1 de diciembre de 1972.
212 Mis memorias, Kissinger, página 331.
213 La Opinión, Buenos Aires, del 9 de diciembre de 1972, página 3.
214 Conversación con el autor el 24 de setiembre de 1999.
215 Herman Brady: en esa época era el Director de la Academia de Guerra
216 Nota “Reservada” 20 de la Embajada Argentina en Moscú, del 15 de enero de 1973.
217 La Opinión, Buenos Aires, del 14 de diciembre de 1972, página 2.
218 La Nación, Buenos Aires, “La semana política” del domingo 17 de diciembre de 1972.
219 Clarín, Buenos Aires, del martes 19 de diciembre de 1972, página 17.
220 Departamento de América Latina Nº 26, del 17 de enero de 1973.
221 Carta del Presidente del Banco Central de Chile, Alfonso Inostroza C., del 17 de enero de
1973, al Presidente del Banco Central de la República Argentina, Jorge Bermúdez.
222 Los economistas y el Presidente Pinochet, Arturo Fontaine Aldunate, Editorial Zig-Zag, Chile
1988.
CAPÍTULO 10
Hacia las elecciones de marzo

1973 fue un año electoral. De hartazgo generalizado y violencia, por lo


tanto definitivo. El 4 de marzo, debía renovarse el Parlamento y la Unidad
Popular estaba obligada a ganar para poder llevar adelante sus planes de
“profundización de la revolución socialista”. Una semana más tarde - el día
11 - en la Argentina se realizarían elecciones generales después de siete
años de gobiernos militares.
En aquellos días Santiago no era una fiesta, más bien parecía Casablanca.
En medio de la campaña electoral que se reflejaba de diferentes maneras en
sus paredes, manifestaciones y enfrentamientos callejeros, también había
desabastecimiento, subversivos de todas las nacionalidades, “delegados de
Inteligencia” de varias latitudes y conspiraciones en marcha. La “debacle”
se vivía cotidianamente. Para peor de males, Chile, según la Corporación
del Cobre, CODELCO, había dejado de percibir en los dos últimos años
500 millones de dólares como consecuencia de la caída internacional del
precio del cobre. El desabastecimiento era una realidad que golpeaba a
todos los estratos sociales, no faltaba solamente comida, tampoco se
encontraban repuestos de maquinarias, automóviles, combustibles, etc.
Entre otros casos paradigmáticos, los diplomáticos argentinos en
Santiago recuerdan a los “coleros”, aquellos que se instalaban de
madrugada frente a los negocios a la espera de vender sus puestos en la
cola. Una vez negociado, volvían al final de la misma hasta llegar a un
lugar de privilegio y rematarlo otra vez al mejor postor. Era un pingüe
negocio, y se podía ganar más que trabajando de oficinista, tal como lo
comprendió un empleado local de la Embajada Argentina.
El mercado negro también se había convertido en un negocio muy
redituable. El acceso a mercaderías de primera necesidad llegó en algunos
casos a situaciones lindantes con la “picaresca”. Un integrante de las
agregadurías militares recordó que el principal proveedor que tenían era un
argentino, que se decía Montonero y que había intervenido en el
“cordobazo”. Otras situaciones bordeaban la humillación, como me lo
recordó Luís Sánchez Moreno, el Agregado Naval, argentino quien no
olvidó que hacia el final de la Presidencia de Allende, cada vez que eran
invitados a la casa de un amigo chileno llegaban premunidos de un paquete
que contenía papel higiénico, pasta dentífrica, jabón y otros enseres.
No sólo los militares argentinos pasaban momentos incómodos sino
también los agregados castrenses de otros países preveían un desenlace
traumático para Chile. Entre otros, el coronel Franz Karl Klaus Loyo,
agregado del Ejército de Alemania Federal, un ex combatiente de la II
Guerra Mundial en el frente Oriental, quien había logrado sobrevivir a un
campo de prisioneros ruso. El hombre de la Wehrmacht había sido enviado
por Bonn para observar la experiencia de ‘la revolución socialista con vino
y empanadas’ y a quien sus colegas lo escuchaban con respeto, porque
según ellos ‘lo sabía todo’. También Yuri Kozyrin, Agregado Naval adjunto
de la embajada soviética, cuya esposa “oficial” en Santiago era una
empleada rusa de la misión, mientras su esposa real y su hijo habían
quedado en Moscú. Y ni que hablar del delegado naval francés, Maurice
Vasseur, definido como un “hombre de Inteligencia vestido de marino” que
venía de pasar cuatro años en Abisinia. Patrick Ryan, el Agregado Naval de
los EE.UU. dijo, en esos días: “Chile es una revolución en busca de un
lugar para que ocurre…¡el elástico de la paciencia de la gente se cortará con
una explosión!”

Las presiones militares en el gabinete

El 29 de enero de 1973 el embajador Guillermo de la Plaza, jefe de la


Dirección General de Política del Palacio San Martín, recibía del
Departamento América Latina un Memorándum “Secreto” (el Nº 32)
titulado “El racionamiento en Chile en relación con actitudes de ministros
militares”, enviado por la Embajada en Santiago. “El anuncio formulado
por el Ministro de Hacienda, Fernando Flores, sobre racionamiento de
algunos productos esenciales de primera necesidad, que escasean y por lo
tanto son objeto de especulación y agio, pareciera haber provocado un
entredicho de los Ministros Militares con el Presidente, hasta el punto de
haber sido llamados para opinar, los Comandantes en Jefe de la Marina y la
Aeronáutica. Sugiere la fuerza de la posición del general Prats el hecho de
no haber sido llamado también el general Augusto Pinochet
-en quien Prats delegó la conducción del Ejército- o por lo menos, lo que
es muy importante, que el general Prats sigue gozando de la confianza de
los mandos militares”, decía en su primer párrafo, el documento escrito por
el experto en Chile, Augusto Guibourg.
Los generales Carlos Prats y Augusto Pinochet

“La circunstancia es destacada porque el general Prats es actualmente


objeto de una fuerte campaña de desprestigio por parte de la oposición en
virtud de acusárselo de ser demasiado proclive al Gobierno. El hecho,
también avala opiniones vertidas por memoranda de este Departamento
acerca de la posición más bien opuesta a una contrarrevolución (sic) 224 que
sustentaría el Ejército como arma.”
En realidad, según el documento, “el malestar de los ministros militares
nace más del hecho de no haber sido consultados previamente, que de la
implantación misma del racionamiento, ya que éste era claramente
previsible desde hace tiempo, como única opción, dentro de un sistema
como el del Dr. Allende, ante la escasez y la especulación desenfrenada.
Debe observarse que a cuarenta días de vitales elecciones parlamentarias
(...) la adopción de una medida tan impopular como el racionamiento no
puede ser acusada de maniobra deshonesta, puesto que no favorece
electoralmente al Gobierno”.
Para el analista “no parece congruente que los ministros militares
abandonen ahora el gabinete. En efecto, cuando ingresaron en él como
solución a la grave crisis de octubre pasado, no fue sólo para evitar una
guerra civil - que ya parecía esfumarse como amenaza inmediata - sino más
precisamente para asegurar la llegada a los comicios de marzo con garantías
electorales y preelectorales. Su salida ahora carecería de sentido”.
En las mismas horas en que se redactaba el Memorándum, Allende
disponía la incorporación de militares como colaboradores del Ministro de
Economía, Orlando Millas, para que instrumentaran la “distribución”,
vocablo que utilizaba el Presidente para designar el racionamiento. Millas,
al igual que Fernando Flores, era comunista.
“Precisamente Flores reemplazó a Millas en Hacienda a raíz de que éste
estaba entonces (hace apenas semanas) impugnado y a punto de ser
destituido por el Parlamento. El Presidente seguía así una veterana táctica
suya consistente en sustituir en forma casi permanente -a veces sólo hace
rotación- a sus ministros cuando el Parlamento los acusa.” 225
“Para observadores objetivos, también cabe la pregunta de si los militares
no se están complicando excesivamente con funcionarios de clara filiación
comunista. En el primer borrador del presente trabajo, rehecho ante la
noticia de la colaboración militar con el Ministro Orlando Millas, se
estimaba plausible la información de la Embajada acerca de que las Fuerzas
Armadas pudieran haber solicitado el relevo del Ministro de Hacienda,
Flores, por haber formulado anuncios sobre el racionamiento que, según la
Embajada, no habrían sido consultadas con ellas. Lo propio se hacía con la
información de la Embajada acerca de que, en plena crisis, los Ministros
militares también habían solicitado la salida del Subsecretario del Interior,
del Intendente de la provincia de Santiago y del Director General de
Investigaciones. En cuanto a estos últimos, el informe parecía digno de
consideración, puesto que tales funcionarios son inevitablemente
responsables de las medidas de represión, por lo cual, si los ministros
militares no estaban dispuestos a adoptar una medida radical, como parece
que esperaban los opositores, pueden aquéllos haber tenido en cuenta cierto
equilibrio en la salida de la crisis, sacrificando a estos impopulares
personajes.”
Según el documento interno del Palacio San Martín, la embajada había
comunicado por esas horas que “el representante de la Marina en el
gabinete, Almirante Huerta, no estaría satisfecho e insistiría con su
renuncia. Al mismo tiempo informaba que sería su reemplazante el
almirante Arellano. Las renuncias anunciadas estaban en el terreno de lo
factible, por las razones apuntadas, aunque el anuncio del reemplazo de un
almirante por otro mostraría que la actitud era del Almirante Huerta y no de
la Marina como institución. En síntesis, se opinaba que las Fuerzas
Armadas, en especial el Ejército, no abandonarían el gabinete pues allí
estaban para garantizar las elecciones de marzo”.
Finalmente, entre otros conceptos, Guibourg evaluaba que “la situación
chilena es fluida y delicada. Aseverar lo que fuere, respecto del porvenir,
sería bastante temerario. Pero todo parece indicar que se va a llegar a las
elecciones de marzo y que no sólo los ministros militares las garantizarán
con su presencia en el Gabinete, sino que si es necesario aumentarán la
gravitación castrense en el Gobierno, como ya lo muestra la presencia de
sus efectivos en el control de los padrones de electores”.
Como si no abundaran problemas, el 20 de enero se daba a conocer que
un grupo de ex integrantes del MIR, liderados por Carlos Martínez Briceño,
Andrés Golanakis, Silvia Lucceve y Rafael Ruiz, habían ingresado al
Partido Socialista y, de esa manera, a la Unidad Popular. Varios de los
nombrados, habían constituido a fines de 1968 el Movimiento
Revolucionario Manuel Rodríguez (MR-2) que se movía bajo la influencia
política o al menos el prestigio de los Tupamaros, el grupo guerrillero
uruguayo. Días más tarde, el 24, pese a reiterar sus críticas a “los sectores
reformistas del gobierno”, Miguel Enríquez, Secretario General del MIR,
hacía un llamado a toda la izquierda para que estreche filas ante ‘los
intentos de golpe de estado por parte de la oposición política’. El MIR, que
no integraba la alianza de gobierno, llamaba a votar en marzo a los
candidatos oficialistas y, de paso, criticaba al partido Comunista por su
“reformismo”.

Miguel Enríquez, Secretario General del MIR

El 30 de enero de 1973, dos asesores del comité para la reelección del


presidente Richard Nixon fueron hallados culpables de haberse introducido
en la sede del Partido Demócrata e instalado micrófonos para escuchar las
conversaciones en las oficinas del edificio Watergate. Se llamaban Gordon
Liddy y James McCord. Comenzaba a desarrollarse el “Caso Watergate”
que conduciría a Nixon fuera (deshonrosamente) de la Casa Blanca en
1974.

La última contienda electoral de la década


El poeta Pablo Neruda estaba enfermo y tenía la íntima sensación de que la
vida se le iba dentro de “el viejo mausoleo”, nombre con que solía
denominar al edificio de la embajada de Chile en París, ubicado en la Rue
de la Motte – Picquet. Meses antes, le había escrito a su amigo Volodia
Teitelboim, “ Quisiera pasar el mes de enero en Chile con Patoja y un
mínimo de actuaciones. ¿Cómo lograrlo? Tal vez una sola reunión de
masas. En fin, ustedes decidirán. Entre nosotros, he quedado débil y
necesito algunas transfusiones. Glóbulos rojos: sólo tres millones. Y por
primera vez el corazón muestra fatiga y he necesitado cardiólogo y
remedios. Descanse, me dicen, pero ¿cómo? ¿cuándo?”. 226
Neruda retornó a Chile en octubre del 72 y se refugió en su casa a dictar
sus memorias. El 2 de febrero de 1973, ante las versiones del agravamiento
de su enfermedad, Salvador Allende lo visitaba en Isla Negra, pueblito
costero ubicado entre el puerto San Antonio y la ciudad de Algarrobo. Isla
Negra fue el refugio del poeta. Allí quería estar. Allí quiso morir, aunque no
pudo227. La casa tenía grandes ventanales, donde la vista se fundía con las
olas del mar. En ella guardó los recuerdos de sus andanzas por el mundo:
relojes, réplicas de barcos, figuras negras, tapices, conchas marinas y sus
mascarones de proa. Tenía además su tesoro más querido, su biblioteca con
cientos de volúmenes y la “covacha”, una pequeña pieza con su mesa
rústica donde trabajaba. En Isla Negra se sentía feliz, siempre acompañado
por Matilde Urrutia, su mujer, compañera y confidente, con quien se había
casado el 3 de mayo de 1952. Tampoco lo abandonaba “la Panda”, su fiel
perro chow chow. Isla Negra fue un lugar de encuentro, todos iban a visitar
a Neruda, amigos, periodistas, poetas, pintores y políticos.
Salvador Allende y el poeta Pablo Neruda

Allende llegó en helicóptero alrededor de las 11 de la mañana


acompañado por Matilde Urrutia y el Secretario General del Partido
Comunista, Luis Corvalán. Luego de los saludos y de unas fotografías
informales el poeta comenzó a leer su poema Incitación al Nixonicidio y
alabanza a la revolución chilena.
El Presidente de la República, su amigo, escuchaba. Al finalizar rompió
el silencio: ‘Pablo, el poema es sobrecogedor. Dice lo que sentimos, habla o
canta por millones de chilenos. Pero quiero hacerte una pregunta: ¿Crees tú,
Pablo, que después de publicar este libro puedes seguir siendo
Embajador?’Neruda respondió sin dilación: ‘Precisamente, Salvador, quería
hablarte de ese asunto. Te pido que me releves del cargo. Quiero y necesito
estar en Chile’. El 5 de febrero de 1973 renunciaba como embajador en
Francia y ante la UNESCO.
Los tiempos del poeta y de su Patria eran difíciles. El primer día de
febrero el gobierno había lanzado la reestructuración educativa: la
Enseñanza Nacional Unificada (ENU). La oposición política y otros
sectores de la sociedad la habían rechazado especialmente después de leer
sus fundamentos que argumentaban la necesidad de cambiar el sistema
educativo “bajo la urgencia de crear un hombre nuevo”. Muchos la
percibieron como un intento de introducir la ideología marxista–leninista en
el sistema educativo. Así lo entendieron profesores, alumnos, la Iglesia (que
propuso postergar su aplicación hasta 1974, para dar pie a un amplio
debate) y las Fuerzas Armadas.
Las batallas callejeras estudiantiles no se hicieron esperar. Según la
Democracia Cristiana, de ese modo se violaba una de las Garantías
Constitucionales -la libertad de enseñanza- que había firmado Allende en el
Congreso Pleno de 1970 y aprovechó la situación para llamar a la unidad a
la oposición. El 4, el gobierno prohibía las manifestaciones callejeras.

Durante un acto público realizado en el Estadio Nacional, la Unidad


Popular presentaba el lunes 5 de febrero su plataforma electoral para las
elecciones del mes siguiente. En ella llamaba a sus seguidores a “conquistar
todo el poder para la clase obrera, los trabajadores y el pueblo”. También
volvía a insistir en su proyecto de Cámara Única. El mismo día, el ex
presidente Gabriel González Videla (1946 – 1952), a través de una carta
dirigida a los senadores Julio Durán y Luis Bossay, invitaba al Partido
Radical a unificarse y a enfrentar al “régimen dictatorial marxista” de la
Unidad Popular.
El 6 de febrero, durante el acto de proclamación de los candidatos de la
izquierda, realizando en el Estadio Nacional, Allende sostuvo que su
antecesor y candidato a senador Eduardo Frei Montalva “representa a una
clase minoritaria que tiene sobre su conciencia un gran fracaso histórico”.

Los resultados del 4 de marzo y la equivocación de la


Cancillería argentina

La violencia verbal de los políticos fue en el Chile de esas semanas un lugar


común; las golpizas callejeras una forma de debate; las Juntas de
Abastecimiento y Precios ( JAP), el MIR, Patria y Libertad y las brigadas
eran apenas las puntas de un iceberg de algo que no se veía pero se
presentía. Algo singular, terrible, podía suceder. “Con ese gobierno no se
llega al 76 (Allende terminaba su período presidencial en noviembre de
1976) porque, o se cae solo, o lo bate la izquierda extrema, o la derecha o
los milicos”, afirmaba inmutable, el director de la revista SEPA/IMPACTO,
Rafael Otero Echeverría.228
Otero era candidato a diputado por la Confederación Democrática y su
eslogan de campaña era “Dele fuero a Otero”. La verdad es que lo
necesitaba porque tenía varios juicios por calumnias, injurias y atentados
contra la seguridad del estado. Considerado por los periodistas extranjeros
el enemigo público número “uno” de Salvador Allende, Otero era un
personaje ingenioso y no menos original. Según le gustaba relatar, en enero
de 1971 le había dirigido una carta pública a Allende que el Presidente
consideró injuriosa, por lo que lo querelló. Una vez ante el juez fue absuelto
luego de que demostrara que el texto - considerado injurioso - era él mismo,
aunque con los nombres cambiados, de una carta que Salvador Allende le
había dedicado al ex presidente Jorge Alessandri, en 1964.
Las acusaciones y reproches iban de un lado a otro. Mientras Allende
denunciaba un plan para derrocarlo después del 4 de marzo, la oposición
respondía que el triunfo de la Unidad Popular era sinónimo de caos. Dentro
de la coalición opositora también existían problemas, sobre todo cuando
algunos candidatos del Partido Nacional denunciaron contactos de la
Democracia Cristiana con la Unidad Popular para un eventual gobierno de
coalición en el caso de una derrota de Allende. La idea no era alocada y se
decía - tanto en Ercilla como en Punto Final - que contaba con el
beneplácito de las Fuerzas Armadas y el Partido Comunista, no así del
socialismo.
Como resultado de la violencia extrema, el Ministro del Interior, Carlos
Prats, informaba el 20 de febrero que habían habido cuatro muertos, 120
heridos y sesenta y siete atentados en actos políticos 229 y convocaba a los
jefes de los partidos políticos a concertar “... un pacto de caballeros entre
sus dirigentes y el gobierno” para que cesaran las hostilidades.

Los porcentajes electorales del Memo “Secreto” Nº 53

El domingo 4 de marzo las fuerzas de izquierda de Chile y Francia se


sometieron a las urnas. En Chile eran gobierno y debían renovar el total de
la Cámara de Diputados (150 escaños) y la mitad del Senado (25 sobre 50).
En Francia se elegían las 490 bancas de la Asamblea Legislativa. Desde la
Argentina, los resultados fueron seguidos con atención, particularmente por
los chilenos, teniendo en cuenta que una semana más tarde, el 11, tendrían
lugar las elecciones presidenciales.
Según el Memorándum “Secreto” Nº 53, del Departamento América
Latina del Palacio San Martín 230, durante la campaña no se habló de
programas políticos, de proyectos de reconstrucción “ni de postulados que
signifiquen un orden de ideas positivo en el cual la opinión pueda inclinarse
por una u otra tendencia. Existe una verdadera lucha entre oficialismo y
oposición”.
En su página 2, punto 10, el memo sostenía que “el interés fundamental
de esta elección radica en dos aspectos: a) Eventual acusación
constitucional en contra del Presidente de la República, para lo cual,
constitucionalmente, se requiere el voto de la mayoría de los diputados en
ejercicio” y las “dos terceras partes de los senadores en ejercicio” y b)
Posibilidad o no de vencer cierto tipo de vetos presidenciales en la
promulgación de las leyes, en los que requieren los dos tercios de los
miembros presentes de ambas cámaras”.
Según las informaciones elaboradas por el Departamento de América
Latina, la cancillería argentina había estimado “a la luz de experiencias
anteriores”, que la Unidad Popular obtendría un 35 % de los sufragios y la
oposición un 62 % “aproximadamente”. La cancillería no acertó. El
gobierno de Allende alcanzó a superar el cálculo de los expertos: en lugar
del 35 %, la Unidad Popular obtuvo 43,39 %.

La oposición en vez del aproximado 62 % sólo alcanzó el 54 %. El


denominado “golpe blanco”, que supuestamente consistía en destituir a
Allende a través del Parlamento, había sido abortado. La Unidad Popular
había obtenido más votos de lo que se esperaba. Según el dirigente
comunista Volodia Teitelboim la oposición, en vista de los resultados,
“declara cancelado el camino legal” y optaría “por la sedición armada”.231
La Unidad Popular había alcanzado 63 diputados (antes 57) y la
oposición 87 (antes 93). En la Cámara Alta de los 25 senadores que se
renovaron, el comunismo aumentó 3 (subió de 2 a 5); los socialistas de 3 a
5 y el radicalismo de 2 senadores bajó a 1. Por su parte la DC obtuvo 10
(antes 11), Nacional 4 (antes 1), la Izquierda Radical perdió 3 y respecto a
la Democracia Radical no se puede decir que perdió senadores, lo que
sucedió es que tuvo una disminución ostensible de electores como producto
de la dispersión de votos que generaron las divisiones y los
fraccionamientos al interior del radicalismo.
Tal como lo había advertido el general Prats, después de las elecciones,
todos se sintieron vencedores y esa noche todos festejaron. La Democracia
Cristiana en la Alameda, la Unidad Popular en la Plaza Bulnes y los
nacionales en el Barrio Alto. Políticamente, Chile estaba
irreconciliablemente dividido.
El canciller argentino, Eduardo McLoughlin y sus colaboradores le
dieron gran importancia a los resultados electorales. Sólo así se entiende la
Circular “Secreta” Nº 16/73 a todas las embajadas de la Argentina para que
informen y evalúen la repercusión de lo acontecido en Chile en los ámbitos
oficiales, políticos y periodísticos.
Desde Bogotá, Colombia, el embajador Jorge Aja Espil informaba que
antes de la compulsa electoral, la opinión pública colombiana guiada por la
prensa local, había presagiado “un desastre electoral para el oficialismo
chileno basándose en la escasez, la falta de productividad, la existencia de
mercado negro, etc. En este sentido, tanto los periódicos liberales como los
conservadores estimaban que el resultado de las elecciones sería
desfavorable al gobierno de Allende”.232
“Posteriormente a la elección, los medios de tendencia liberal (como El
Tiempo y El Espectador) coincidieron en afirmar que aquellos habían
traducido una victoria del gobierno chileno”. “Todo puede decirse de las
elecciones chilenas, excepto que el señor Allende ha sido derrotado, como
lo coreaban los periódicos de la derecha”, afirmó El Espectador el 6 de
marzo. Contrariamente, para los periódicos conservadores El Siglo y El
Colombiano, los números demostraban el éxito electoral de la oposición”.
Según Aja Espil “los círculos políticos conservadores critican a los
sectores de izquierda colombianos que anunciaban el triunfo de Allende en
Chile. Sostienen que una mayoría de medio millón de votos (ventaja de la
Confederación Democrática) en una votación total de tres millones y medio,
es un éxito en cualquier lugar del mundo”.
Analizando el futuro de las relaciones colombiano–chilenas, el
embajador argentino razonaba que el canciller Vázquez Carrizosa provenía
del partido conservador, y que se debía tener en cuenta la influencia “de los
sectores de extrema derecha” acaudillados por el ex presidente Mariano
Ospina Pérez: “su partido es extremadamente anticomunista y en este
sentido ha impedido toda acción tendiente a establecer relaciones con China
continental y romper con China nacionalista. Igual actitud ha asumido
respecto de la República Democrática de Alemania”.
“Sin embargo – reconocía el embajador– a partir de la visita del
presidente argentino la cancillería acepta la existencia del pluralismo
ideológico en las relaciones internacionales, posición que se ve concretada
en la Declaración Conjunta de los presidentes firmada en Bogotá el 26 de
febrero de 1972, y que ha sido reiterada por el canciller en sucesivas
declaraciones ministeriales (...) de este modo, Chile se ha convertido para la
cancillería local en el pivote sobre el cual la política de pluralismo
ideológico es permanentemente esgrimida por el jefe de la diplomacia
colombiana”.
Para Pablo González Bergez, embajador en Ottawa, Canadá, la
repercusión fue escasa. Ni siquiera las cifras del escrutinio, publicadas el
lunes 5, ocuparon en los periódicos un lugar demasiado destacado. Mucho
menos aparecieron detalles de la votación de las distintas provincias o
nombres de los legisladores electos: apenas porcentajes en comparación con
las elecciones de setiembre de 1970 […] Algún corresponsal, empero, se
detuvo en consideraciones sobre la penosa condición de la economía
chilena, asolada por la inflación y la escasez, que en definitiva no pareció
gravitar negativamente en la votación de los candidatos oficialistas” y que
“el comercio entre Canadá y Chile permanecería en un nivel bajo (...) no
porque Canadá objete al gobierno marxista, ya que tienen perfectas
relaciones con este país latinoamericano, sino porque insiste en los pagos en
dólares y los dólares escasean hoy día en Chile”.
En la Nota también constaba “la reticencia de los capitales canadienses
para hacer inversiones en Chile por el temor a las expropiaciones, al punto
que ninguna empresa ha radicado allí capitales desde la asunción de su
cargo por el doctor Allende”, y se ponía como ejemplo a la empresa de
calzados Bata, adquirida por una familia canadiense “con filiales en
distintas partes del mundo” y que “en Chile se considera próxima a ser
expropiada. A pesar de ser tenida como un modelo de organización, por su
obediencia a las leyes y por el buen trato que da a sus obreros”.
El embajador en Ottawa informaba que Canadá había suspendido todos
los créditos a Chile - de acuerdo a lo expresado por el Ministro de
Comercio e Industria, Alistair Gillespie -, en razón de que Chile “ha
renegociado con sus acreedores - y especialmente Canadá - las modalidades
de reembolso de sus créditos”. 233

El diálogo final en Washington


Una semana después de la elección chilena, Argentina celebraba sus
primeras elecciones generales después de siete años de gobiernos de facto.
A diferencia de otros comicios, la reforma que los militares habían
introducido en la Constitución Nacional preveía el ballotage (segunda
vuelta) para el caso de que el partido triunfante no lograra el 51 % de los
votos. Una manera de polarizar a la sociedad y evitar que el peronismo y
sus aliados llegaran al poder. El Frente Justicialista de Liberación
(FREJULI) no llegó al porcentaje exigido (obtuvo el 49 %), pero la
distancia con el segundo fue tan contundente que el 11 de marzo, a las
pocas horas de conocidos los resultados, Ricardo Balbín (radical, con 21 %)
felicitó a la fórmula ganadora, integrada por Héctor Cámpora y Vicente
Solano Lima. Todavía tuvieron que pasar varias semanas, plagadas de
tensiones, hasta llegar al 25 de mayo, día en que las nuevas autoridades
asumieron.
Cuando Salvador Allende salió de La Moneda caminando hacia la Plaza
de la Constitución, lo acompañaban el embajador argentino Javier Teodoro
Gallac y el contralmirante Daniel Arellano, Ministro de Obras Públicas y
Transportes. En la calle y alineados se encontraban 15 de los 200 autobuses
de larga distancia “Magirus - Deutz”, que Chile había adquirido a la
Argentina. El Presidente lucía una chaqueta clara con cuatro botones y
grandes bolsillos a sus costados. Gallac, igual que los militantes del GAP,
vestía traje, pero el del embajador era cruzado. Los ejecutivos de la empresa
lo esperaban junto a los vehículos, periodistas y público en general. En un
momento dado Allende se subió a uno de ellos, se sentó en el lugar del
conductor y tomando el volante tocó la bocina. Los simpatizantes le
gritaron “Tire para arriba Presidente. Atropelle a los momios”.
Salvador Allende junto al embajador Gallac

Críticas del MIR a Allende y la ruptura del diálogo con los


Estados Unidos

El 14 de marzo, el Movimiento de Izquierda Revolucionario disparaba su


primer ataque contra el Presidente Allende a pesar de que durante la
campaña habían convocado a sus seguidores a votar por los candidatos de la
Unidad Popular. Miguel Enríquez, Secretario General del movimiento
denunciaba que “desde hace algunos meses se ha estado impulsando en
conjunto una política que en su contenido general tiende a consolidar la paz
social y el orden burgués”. De ahí en más atacó a Allende, al Partido
Comunista y a las Fuerzas Armadas. Según Enríquez los “reformistas”
contaban con el respaldo del Presidente de Chile y de los militares. Su
análisis apuntaba a demostrar que la designación de altos oficiales de las
Fuerzas Armadas en el gabinete presidencial era parte de un “arreglo
militares - Unidad Popular”. El Secretario General del MIR también
interpretaba que “en vista de las dificultades económicas, (...) han
empezado a crear (se) las condiciones para negociar con los Estados
Unidos, dar garantías al opositor Partido Demócrata Cristiano y a ciertos
sectores empresariales”.
Al igual que las organizaciones de ultraizquierda en la Argentina, el MIR
vivía en su propio mundo corroborando una vez más los planteos de Lenin
en El izquierdismo enfermedad infantil del socialismo. Porque más allá de
los graves errores que cometió el gobierno chileno, no cabe dudas respecto
de la enorme responsabilidad del MIR en empujarlo a la tragedia. Otro tanto
ocurriría en la Argentina donde algunas de esas organizaciones llegarían a
desafiar al propio Juan Domingo Perón (que volvió al poder en 1973 luego
de unas elecciones en las que obtuvo el 62 % de los votos), obligando al
viejo líder a expulsarlos de la Plaza de Mayo el 1 de mayo de 1974.
Después de la denuncia de Enríquez, la Democracia Cristiana a través de
Renán Fuentealba, rechazó el “acercamiento” a Allende, y el ex presidente
Eduardo Frei, en declaraciones al periódico italiano Corriere della Sera,
opinó que “estamos en el camino al totalitarismo de tipo marxista”. 234
También Orlando Sáenz, con fluidos contactos con el grupo “El ladrillo”
y Presidente de la Sociedad de Fomento Fabril, SOFOFA, se reconocía en
“su trinchera de lucha contra el marxismo” junto a más de 4500
industriales, y afirmaba que Chile estaba viviendo “el hondo proceso
político, económico y social propio del montaje de un Estado totalitario
marxista llegado al poder electoralmente y que no cuenta con fuerzas
militares regulares dispuestas a someter violentamente al país”.235
Para Sáenz las Fuerzas Armadas - que estaban a punto de retirarse del
gabinete luego de casi cinco meses de integrarlo - “se llevan dos cosas
importantes: la gratitud de Chile y el conocimiento de por qué y por quiénes
el país vive su hora más sombría”. El 24 de marzo los ministros
renunciaban para facilitar una reorganización del gabinete presidencial y el
27 Allende anunciaba un gabinete integrado por civiles.

Orlando Sáenz

El viernes 23 de marzo se interrumpieron una vez más las conversaciones


que, en Washington y desde diciembre, mantenían delegados de Chile y los
Estados Unidos. En el intervalo, el caso Watergate había avanzado
deteriorando a la administración Nixon y ahora apuntaba hacia el propio
Salón Oval. Además la Comisión presidida por el Senador Church había
convertido en un escándalo de repercusión mundial los “hearings”
(audiencias) sobre la injerencia norteamericana en los asuntos internos de
Chile (caso ITT). Por último Nixon había sufrido una derrota diplomática
ante Panamá con su planteo sobre el canal transoceánico y la paz en
Vietnam hacía agua por los cuatro costados. En cambio en Chile, la
elección del 4 de marzo -y el notable crecimiento de su electorado - le había
otorgado el gobierno de Allende una buena cuota de oxígeno y legitimidad,
a pesar de no poder frenar la inflación y el desabastecimiento, ni lograr la
obtención de créditos blandos y aún menos poner coto a la polarización de
la sociedad.
La delegación chilena estaba presidida por el embajador en Washington,
Orlando Letellier, y el diputado de la Izquierda Cristiana, Luis Maira. Al
frente de la norteamericana se encontraba John Crimmings, Secretario de
Estado Adjunto para Asuntos Latinoamericanos. La crisis se originó cuando
se analizó la “doctrina Allende” sobre las nacionalización de las empresas
cupríferas norteamericanas. Esta “doctrina” consideraba que las
indemnizaciones debían considerarse un descuento sustancial por
“rentabilidad excesiva”. La posición chilena ponía al descubierto la
identificación de intereses entre el gobierno y las empresas privadas de los
Estados Unidos, algo que hoy - en pleno siglo XXI- parece normal en esos
años se fingía, o pretendía, no conocerse (o no aceptarse) y la defensa de
esos intereses era una de las piedras angulares de la política de Washington.
Según los observadores de la época una solución equivocada al problema
podía llegar a extender la “doctrina” a decenas de naciones donde los
Estados Unidos tenía inversiones importantes. Washington propuso un
arbitraje y la delegación de Chile la rechazó de plano. Como sostenía el
quincenario Punto Final, “de hecho Chile queda en posición agresiva con el
sistema capitalista internacional”.236 Y el “sistema” se lo iba a hacer notar
con dureza. Por lo pronto para el gobierno chileno era casi imposible
obtener créditos de los organismos internacionales, lo mismo ocurría con el
financiamiento a las importaciones.
Para la ultraizquierda y Punto Final el problema entre Chile y los
Estados Unidos por las indemnizaciones dejaba de ser bilateral para
“interesar también al conjunto de los países subdesarrollados, que en una u
otra medida viven instancias similares en relación al imperialismo”. Sin
saberlo el presidente Allende, ya que en esos años aún era secreto, el
gobierno americano en un largo documento del Consejo de Seguridad
Nacional del 3 de noviembre de 1970 recomendaba evitar que el gobierno
socialista fuera tomado como un “modelo” en otros países de América
Latina y que se mantuviera una “postura fría” en las relaciones
bilaterales.237
“Durante una de las muchas conversaciones que mantuve con el
Presidente Allende, recuerdo una que tuvo un carácter especialmente
simpático. El Presidente me expresó su deseo, no satisfecho aún, de comer
un asado con cuero238. Le respondí que tenía la persona indicada para
satisfacerlo, pensando en el Dr. Alejandro (“Alex”) Shaw, Presidente del
Plaza Hotel y Presidente del Banco que lleva su nombre y el de su señor
padre”.239 Gallac se comunicó con Shaw, arregló los detalles y el asado con
cuero para treinta personas llegó en avión a Santiago. El embajador se
dirigió luego a uno de los edecanes presidenciales y “le solicité que le
transmitiese al Presidente si ‘tal’ día estaba libre” porque llegaría el vacuno
cocinado al calor (no sobre las brasas). “No pasó media hora sin que tuviese
la respuesta afirmativa”.
“Chile es un cargo difícil y de gran sensibilidad. El Embajador de la
Argentina no puede, no debe, por lo demás mezclarse en política interna.
Sonrisas por un lado, sonrisas por el otro. Pero jamás tomar partido. De esta
manera se puede tener un margen de maniobra que le permita a uno ‘zafar’
cuando, involuntariamente, se es llevado a aguas poco profundas. Por eso
puede parecer exagerado pedir un asado con cuero para 30 personas”.
El jefe de la Misión en Chile también invitó “aparte del Presidente de la
República, al Ministro del Interior (Gerardo Espinoza, socialista, profesor
de ciencias sociales), al subsecretario de Relaciones Exteriores, Luis
Orlandini (en ausencia del Canciller) y al edecán de turno” (asistió el
Edecán Naval y Jefe de la Casa Militar, Arturo Araya Peeters, asesinado el
27 de julio de 1973)240. “Además, a algunos amigos personales como el
arquitecto Juan Carlos Gayol, el más antiguo de mis amigos; el señor Julio
Mosso Arizu, destacado mendocino y excelente amigo, residente en
Santiago desde hacía más de veinte años, más algunos miembros de la
Embajada” (entre otros los consejeros Gustavo Figueroa y Cesar Márquez).

Foto de El Mercuriode Gallac y Figueroa

Transcurrían los últimos días de abril y Allende trasuntaba una


tranquilidad que sorprendió a los comensales. La cronología de la tragedia
indicaba que sólo en ese mes la Unidad Popular había denunciado una
campaña para quebrantar la disciplina militar; habían dinamitado el
monumento al “Che” Guevara; superado una huelga de empleados del
Ministerio Público; intento de incendiar el diario Última Hora de la UP. En
Santiago y otras ciudades se producían diariamente choques callejeros, a
causa del proyecto gubernamental de la Escuela Unificada. El general Prats
se había visto obligado a desmentir versiones sobre diferencias en los altos
mandos, y un obrero había muerto frente a la sede del Partido
Democratacristiano.
Antes del almuerzo Allende bebió whisky, luego el vino tinto corrió con
generosidad. En un principio la conversación versó sobre todo aquello que
es normal tratar en un almuerzo diplomático. Fue Allende quien rompió el
fuego cuando mirando a los ojos del segundo de la Embajada, le preguntó:
‘A ver qué opina nuestro amigo Figueroa: ¿Qué se dice en la calle?’.

Consejero Gustavo Figueroa

El silencio cundió entre los asistentes. Apreciado por muchos, no querido


por pocos, Figueroa era, y es, uno de esos profesionales que nunca pasan
desapercibidos y que no se callan ante una pregunta directa. “Presidente, la
calle dice que va a haber un golpe militar”, contestó. Al Presidente no le
gustó la respuesta. “Estaba convencido de que no iba a haber golpe y
pareció enojarse”, me recordaría años más tarde el propio Figueroa.
Después de un corto pero interminable silencio, mirando al joven y
movedizo diplomático, Allende replicó: “Ustedes, los argentinos ven todo
con la óptica argentina, las soluciones en Chile son diferentes a las de la
Argentina”.
Era una verdad a medias. En aquella época a un presidente como Allende
los militares argentinos lo hubieran derrocado por mucho menos. Los
chilenos esperaron mucho más. La prescindencia política había sido la
norma y romperla significaría un acto de coraje y el fin de una época. Sin
embargo, algunos ya habían tomado la decisión.
Aunque nadie ha logrado desentrañar que pudo haber pasado por la
cabeza de Gallac en ese momento, vale la pena recordar que el embajador
estaba formado a la vieja usanza de la diplomacia: hablar y decir poco... Por
lo tanto no es atrevido suponer que debió haberse sentido incómodo.
Allende se quedó hasta cerca de las 17 horas y los allí presentes recuerdan
que también habló “con admiración” del Presidente Balmaceda241 que se
suicidó.

En la página 148 de su diario, Gallac anotó: “Pero como todo se sabe en


Chile - más ante una invitación al Presidente - y ya enfrentado a un país
irremediablemente dividido en dos bandos claramente marcados ( era a
fines de abril y la tradicional convivencia política en Chile se había
acabado), no podía sin correr graves riesgos dejar de invitar, para el día
siguiente, al ex presidente Eduardo Frei, a dos senadores de la Democracia
Radical, los señores Julio Durán (“Duransito” lo apodaban algunos
funcionarios de la Embajada) y Víctor García; los demócratas cristianos
Andrés Zaldívar y Rafael Moreno, más otros miembros de la Embajada”.
Ese día, según los cables cifrados que llegaron a la cancillería después de
los dos encuentros, la conversación giró alrededor de la debacle que se
aproximaba.
“De esta forma salí del paso -relata Gallac- y los comensales quedaron
encantados con el asado. El Presidente volvió a sus ocupaciones y el ex
presidente Frei se quedó hasta las seis de la tarde. Mi fiel Gaitán, suboficial
retirado de la Armada y a quien contraté en mi primer viaje a Buenos Aires,
me dijo con una buena dosis de picardía: ‘Señor, usted se las sabe todas’.
’No crea - le respondí - hay veces que los acontecimientos lo sobrepasan a
uno y le pasan por encima’. Tenía razón. Gallac solía tener buen olfato.
Presumía que algo iba a pasar en Chile y con él. No podía adivinarlo, pero
Allende estaba en los últimos meses de su presidencia y Gallac en sus
últimas semanas como Embajador en Chile.
En esos días, la delegación CIA en Chile envió a Washington un cable
“secreto”242 informando que el presidente Allende, durante una reunión con
dirigentes de la Unidad Popular había manifestado estar ‘preocupado’ por el
clima de tensión que se estaba “creando en el país”. También afirmaba que
el gobierno “está recolectando información para determinar si el grupo que
planeó la huelga general de octubre de 1972 está también envuelto en
preparar acciones similares”.
En el cable se comentaba que Allende se había referido previamente al
grupo de pensamiento que conspiraba contra su gobierno: “El presidente
cree que este “brain trust” es el que planeó la huelga de octubre”. La
embajada citaba unas declaraciones del Secretario General de Gobierno,
Aníbal Palma, a La Tercera en las que denunciaba un “vasto plan de la
extrema derecha para crear una atmósfera de tensión e inquietud en Chile
[…] “Palma que dice estar hablando en nombre del presidente Allende
añade que los derechistas pretenden tomar fábricas y bloquear rutas para
lograr sus objetivos. También afirma que la derecha está haciendo esfuerzos
para manipular ciertos sectores o dirigentes barriales para que apoyen estos
planes”.
Para el diplomático informante, Allende piensa que el grupo que planeó
la huelga de octubre “esta ahora intentando crear un clima de tensión en el
país y de promover fricciones entre la Unidad Popular con la Iglesia, los
educadores y las Fuerzas Armadas (...) usando (el proyecto de) la Escuela
Nacional Unificada (ENU) para lograr sus objetivos”.243
En la Argentina, el último día de abril, en pleno centro de Buenos Aires,
era asesinado el contralmirante Hermes Quijada por un comando del
Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP - 22 de Agosto). Este marino
había pasado a retiro en noviembre de 1972. Hasta ese momento se había
desempeñado como Jefe del Estado Mayor Conjunto y era a quien
correspondió explicarle al país, en nombre de la Junta Militar, lo sucedido
en la base naval Almirante Zar, la noche del 22 de agosto de ese año,
cuando fueron fusilados varios cuadros de las organizaciones guerrilleras.
Se supo que en este atentado que le costó la vida a Quijada también había
muerto, Víctor Fernández Palmeiro, uno de los victimarios, el mismo que
había secuestrado el avión de Austral en el que jefes guerrilleros habían
escapado a Chile. Luego acompañó a estos a Cuba, de donde había salido
clandestinamente y, vía Chile, había reingresado a la Argentina. Desde
Chile se difundía un comunicado del ERP que advertía que “mientras el
gobierno de Cámpora no ataque al pueblo y a la guerrilla, el Ejército
Revolucionario del Pueblo no atacará a dicho gobierno”. La declaración
añadía que aunque el “gobierno del Dr. Cámpora representa la voluntad del
pueblo”, la organización no estaba realmente convencida de que su
gobierno fuera a llevar adelante una política de liberación.
Mientras, en Madrid, un iracundo Perón se reunía con Rodolfo
Galimberti, representante de la Juventud Peronista, que días antes había
propuesto la creación de “milicias populares”. Testigos del encuentro
relataron cómo el líder lo había echado del cargo con cajas destempladas.
Mientras tanto en Estados Unidos, el 1 de Mayo, el presidente de este
país, en un discurso a la Nación intentaba minimizar el escándalo del caso
Watergate. Las implicancias de las investigaciones rozaban ya a la Casa
Blanca. Al mismo tiempo, Nixon realizaba una purga dentro de su equipo
de colaboradores. Renunciaron Richard Kleindienst, Secretario de Justicia;
Robert Haldeman, jefe de personal de la Casa Blanca; John Ehrlichman,
consejero del presidente en política interna y considerado el “Kissinger”
doméstico y John Dean, consejero y abogado de Nixon y responsable de
haber redactado el primer informe sobre el “Watergate” en el que se
aseguraba que “nadie dentro de la Casa Blanca” estaba complicado. Los
observadores internacionales advertían que esta era la peor crisis que había
debido atravesar Nixon a lo largo de su carrera política (...) aunque todavía
el escándalo no lo tocaba de lleno.

La resurrección de Thieme en Mendoza y los viajes de Prats


Ted Córdova-Claure, periodista boliviano, testigo hasta ese momento de los
grandes acontecimientos que habían conmovido al continente
latinoamericano en las dos últimas décadas, trabajaba entonces en La
Opinión de Buenos Aires y su director Jacobo Timerman lo mandó a Chile
como enviado especial.
La Opinión había seguido la situación chilena día a día y su visión de lo
que allí ocurría se basaba en el trípode conceptual que su director había
impuesto para el tratamiento de las noticias. Liberales en economía,
democráticos en política interna, de “izquierda” en cultura y política
internacional. Córdova-Claure era de los “progresistas”.
En la edición del 6 de mayo, el Enviado narraba un hecho que acababa de
conmocionar y sorprender a Chile: “La noticia de que uno de los jefes del
movimiento neofascista Patria y Libertad, Roberto Thieme Sheiresano y a
quien se creía muerto, habría aparecido en la Argentina, después de ingresar
clandestinamente al país. De él se dice que fue detenido en la provincia de
Mendoza”.244 El enviado especial explicaba que mientras Thieme era
partidario “de una especie de guerrilla urbana contra el gobierno de la
Unidad Popular”, Rodríguez Grez se inclinaba por “iniciar una acción entre
los militares”. El 5 de mayo, el gobierno chileno había decretado una vez
más el Estado de Emergencia en la provincia de Santiago luego de violentos
enfrentamientos entre partidarios del Partido Nacional, especialmente los
integrantes de la “brigada Rolando Matus”245 y partidarios de la Unidad
Popular, choques que arrojaron un muerto y varios heridos.
Inmediatamente el gobierno de Allende solicitó la extradición de Thieme
y Juan Sessa Birgnardiello. El pedido fue realizado el 8 de mayo, cerca de
las 20 horas, durante una reunión entre Clodomiro Almeyda y Gallac246 y el
anuncio oficial lo formuló el subsecretario de Relaciones Exteriores, Luis
Orlandini. Ese día, Gallac tuvo que concurrir dos veces a La Moneda para
considerar la delicada situación. De todas formas, la solución del problema
no estaba en Santiago, sino en Buenos Aires. Según relataron
posteriormente funcionarios de la embajada, el presidente Lanusse, a poco
más de dos semanas de entregar el poder, les concedió el asilo diplomático
casi en forma inmediata. Para ellos, fue la “represalia diplomática” a la
negativa chilena de entregar a los guerrilleros de izquierda que se
refugiaron en Santiago el agosto de 1972.
Desde Mendoza, el cónsul de Chile, Alberto Kenny Velázquez llegó a
declarar que en ese lugar “hay una cierta infraestructura conspirativa contra
el gobierno de Chile”, a través de familias que se evadieron del país y otras
que “abusando de la hospitalidad dirigen acciones hostiles contra el
gobierno chileno”. Thieme y Sessa habían robado un avión Piper Cherokee,
en un aeropuerto privado en febrero, y meses más tarde desde Concepción
habían escapado y aterrizado en una pista particular en las cercanías de la
capital cuyana.
Según información de la prensa nacional e internacional, las actividades
de Thieme estaban siendo observadas con atención por el Servicio de
Inteligencia militar, y se lo consideraba íntimamente relacionado con el
“Plan Otoño”, que debía desatarse a mediados de mayo para derrocar a
Allende. Para “los círculos locales” la conspiración tenía alcances
internacionales dado que se mantenían contactos con militares chilenos
exiliados en Bolivia (más precisamente el ex mayor Arturo Marshall, al que
se lo imputaba de haber planeado el asesinato de Allende) y grupos
activistas de derecha residentes en Mendoza, Argentina. Más allá de lo que
sostenían los medios informativos respecto del “Plan Otoño” y la
inminencia de una ofensiva violenta para terminar con el gobierno de
Allende, la Inteligencia Militar parecía manejar otro tipo de información.
De lo contrario el Comandante en Jefe del Ejército no se hubiera ausentado
del país. En la primera semana de mayo, el general Carlos Prats había
iniciado un largo periplo por el exterior que habría de terminar el 3 de junio.
En Washington, donde se reunió con altos mandos, Prats declaró que
Chile no tenía relaciones militares con el régimen de Moscú pero podría
llegar a establecerlas, que tales relaciones se añadirían a las ya existentes y
“no serían excluyentes”. El militar viajó luego a Nueva York y Londres y
después a Belgrado, Moscú, Roma y París.
Durante su estadía en los Estados Unidos, Prats analizó eventuales
compras de material bélico y descartó ante la prensa que fuera a ser
nombrado embajador en Washington, en vista de que Orlando Letellier
acababa de ser designado canciller, en reemplazo de Clodomiro Almeyda.

Richard Nixon Y Henry Kissinger

Kissinger en sus memorias no dejó de mostrarse sorprendido por el


sistema político que imperaba en Chile: “Este extraordinario invento de
introducir los métodos de una democracia parlamentaria dentro de un
sistema presidencial, provocó interminables crisis de gabinete.”247 El
Parlamento entablaba demandas contra ministros del gabinete, suspendía a
gobernadores regionales, etc. […] Mientras Allende intentaba soliviantar a
la sociedad chilena, el Congreso se esforzaba en desmantelar su gobierno”.
Y ahora el ex Presidente Frei era el titular de la Cámara Alta y “todo esto
ocurría con un creciente caos económico”.
En un Memorándum dirigido al presidente Nixon, fechado el 15 de mayo
y que Kissinger revelaría años más tarde, el Departamento de Estado
aconsejaba la venta de aviones F-5E a los países más importantes de
América Latina, incluido Chile. En sus Memorias, Kissinger al referirse a
los militares chilenos expresa que “hasta ahora ellos han resistido todas las
presiones de Allende a fin de que acepten los ofrecimientos soviéticos de
créditos para compra de armamentos. Si nosotros impedimos que Chile
obtenga aviones estadounidenses, nos podríamos granjear no sólo la
enemistad de los militares chilenos, sino que, además, es posible que no les
quede más alternativa que aceptar las presiones de Allende para que
compren equipos rusos, con el consiguiente incremento de la influencia
soviética”.248
Coincidentemente con el consejo a Nixon, el Palacio San Martín recibía
la Nota Nº 186 de la Embajada en la Unión Soviética, del 11 de mayo de
1973 del embajador argentino en la Unión Soviética, Enrique Quintana. En
35 párrafos, el documento reseñaba el paso del general Carlos Prats por
Moscú y su reunión con el viceministro de Defensa ruso. En opinión de
Quintana “la visita tiene un carácter puramente militar y la delegación
recorrerá durante diez días aproximadamente, diferentes ciudades de la
URSS e instalaciones militares […] Todo hace presumir que durante la
visita del general Prats a la URSS se estudiarán las posibilidades de la
renovación de parte del material militar chileno y, asimismo, se abordarán
los temas de la asistencia técnica y económica a ese país, que desde la visita
del Presidente Allende a Moscú se procura acrecentar”.
Lo más destacado de la información seguía a continuación: “Dada la
importante personalidad del general Prats y aún más las versiones existentes
de que podría ser en el futuro Jefe del Estado chileno, presumo que dicho
militar será un buen negociador y que su visita a la Unión Soviética ha de
redundar en beneficio de los intereses de Chile, que actualmente atraviesa
una situación que los mismos soviéticos han calificado de ‘extremadamente
difícil’”. Finalmente, Quintana destacaba que también en esos días había
llegado a Moscú el Secretario General del Partido Socialista, Carlos
Altamirano.

Breznev, Castro, Leonov y Jrushchov en las afueras de Moscú.

Muchos años más tarde, el general (R) Nikolai Leonov, que fue
Vicedirector del Comité de Seguridad del Estado (KGB) de la Unión
Soviética entre 1983 y enero de 1991, el segundo cargo más importante
dentro de la estructura del KGB y anteriormente Vicedirector del
Departamento de Análisis e Información del KGB (1973-1982) y
Vicedirector del Departamento de América Latina del KGB (1968-1972,
siendo intérprete de Mikoyan, Nikita Jrushchov y Breznev con Fidel y Raúl
Castro, Ernesto Guevara y otros), dijo el 22 de septiembre de 1998, durante
una charla en el Centro de Estudios Públicos de Chile, que “Allende solicitó
al gobierno soviético un crédito para comprarle armamento pesado. Moscú
aceptó, el crédito duró algún tiempo, pero en el invierno de 1973, cuando
los barcos estaban en camino, asesinaron al edecán naval del Presidente,
Arturo Araya Peeters, causando una reacción negativa. Se dio la orden a los
barcos de cambiar el rumbo y desembarcar el armamento en otras partes”
(¿en Perú?), el cual consistía en “envíos del Ejército ruso, no de la
inteligencia, en forma de tanques, artillería por un valor de cien millones de
dólares de la época.”
Los graves acontecimientos que se vivían en Chile, las tensiones internas
en la Unidad Popular y la negativa presidencial a tomar ciertas severas
medidas que los rusos aconsejaron al mandatario chileno “persuadieron al
gobierno soviético de que cualquier ayuda suya sería un parche, porque la
llanta ya estaba reventada.”
A las 12.30 del 9 de mayo de 1973, el embajador Gallac entraba al
despacho presidencial en La Moneda. El diplomático traía un mensaje del
presidente electo de la Argentina, Héctor Cámpora, invitando a Allende a
participar de las ceremonias de asunción del mando que se iban a realizar el
25 de mayo. Según La Prensa de Santiago, el Presidente no aceptó
inmediatamente aunque Gallac declaró que “el Presidente se mostró muy
complacido y agradecido, comprometiéndose a intercambiar ideas con el
canciller Almeyda para adoptar una decisión al respecto (...) ya que deben
estudiarse algunos asuntos protocolares”.
El 10, La Opinión de Buenos Aires, informaba que la delegación de los
Estados Unidos a las ceremonias del traspaso del poder estaría presidida por
el Secretario de Estado, William P. Rogers y, entre otros, el secretario de
Asuntos Económicos del Departamento de Estado, William Casey, quien
años más tarde sería el jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA),
durante la gestión de Ronald Reagan. Hasta ese momento habían
confirmado su presencia los mandatarios de Cuba, Bolivia y Uruguay. La
presencia de Allende en los actos de Buenos Aires estaba condicionada por
los obstáculos que debía sortear en su país. El 21, inauguró el nuevo
Congreso (del que Frei era titular del Senado) y en esas horas, su embajador
y amigo en Buenos Aires, Ramón Huidobro, comunico que llegaría el 23 de
mayo.
Allende fue la primera figura relevante. Llegó a Buenos Aires para las
fiestas del 25. Al pie de la escalerilla lo esperaba Alejandro Agustín
Lanusse quien primero lo saludó militarmente y luego se abrazaron. Ese
miércoles 23 en Ezeiza grupos de estudiantes y simpatizantes gritaban:
“Vamos a hacer América Latina, sin momios ni gorilas”. Cuando los
periodistas lo abordaron, Allende parecía incómodo y sólo atinó a
responder: “Después que salude al presidente Lanusse. No puedo romper el
protocolo”. Allende sorprendió a los “revolucionarios” cuando invitó a
Lanusse a la residencia de la calle Tagle donde se alojaba para conversar
amigablemente durante media hora. Antes de entrar a la residencia, el
canciller argentino MacLoughlin le dijo a Eduardo Airaldi, su secretario
privado, que lo acompañara porque “seguramente va a escuchar algo
interesante”. En medio de una charla amena dentro del gran salón de la
embajada, desde afuera se escuchaban los cánticos y gritos de los
muchachos de la Juventud Peronista. También se oían los insultos a
Lanusse.
En un momento, mostrando su molestia, Allende le dijo a Lanusse:
“Estos que están afuera finalmente le van a provocar la caída a
Cámpora”.249 No sería la primera vez que Allende se dirigiría críticamente
hacia la Juventud Peronista. El 25 de mayo, luego del juramento de
Cámpora, y estando ya en el balcón de la Casa de Gobierno, el diplomático
argentino Ernesto Garzón Valdés le señaló a los jóvenes revolucionarios que
lo ovacionaban. “Mire Presidente, son como un tigre”. La respuesta del
mandatario chileno no pudo ser más clara: “Sí, tiene razón. Ahora, hay que
tener cuidado porque cuando uno se monta en un tigre no sabe a dónde lo
conduce”.250

“La última semana de felicidad de Allende en la tierra”

Los días que Salvador Isabelino del Sagrado Corazón de Jesús Allende
Gossens pasó en Buenos Aires constituyeron ‘la última semana de felicidad
en la tierra’, según relataría años más tarde Ramón Huidobro
Domínguez.251 En Buenos Aires se vivían horas de revancha y el odio
vagaba por las calles de la ciudad. Los “iluminados”, aquellos que habían
descubierto la “revolución” de un día para otro; los que proclamaban “la
patria socialista”, los que intentaban mirarse en los espejos de Cuba y Chile,
no entendían - o despreciaban - los moderados mensajes de reparación que
el “viejo” (Perón) enviaba desde Madrid.

Lanusse, Allende y el canciller de Chile, Orlando Letellier

De las 82 delegaciones extranjeras que asistieron a la asunción de


Cámpora, se destacaron tres presidentes. El cubano Osvaldo Dorticós, que
se alojó en el Plaza Hotel y fue ovacionado por 10.000 militantes de la
Tendencia y otras organizaciones de izquierda; el chileno Salvador Allende,
que se hospedó en la residencia de la calle Tagle, y el uruguayo Juan María
Bordaberry, al que “los militantes” impidieron presenciar la ceremonia del
traspaso de mando que se realizó en el Salón Blanco de la Casa Rosada,
España fue representada por su canciller Gregorio López Bravo y Perú por
el primer ministro Edgardo Mercado Jarrin. Al día siguiente, 24 de mayo,
acompañado por el canciller Orlando Letellier y el embajador Huidobro, el
Presidente de Chile concurrió al Salón Blanco de la Casa Rosada, donde se
realizaría la presentación de credenciales de los jefes de delegaciones al
Presidente Lanusse.
Allende fue el primero en pasar y Lanusse le pidió que se quedara a su
lado “para que lo acompañase a recibir las credenciales de las ciento y
tantas delegaciones restantes. Así ocurrió”, contó Huidobro. Esa noche,
Allende pidió ver “Buenos Aires de noche” y Huidobro lo llevó al “Viejo
Almacén”, en el barrio de San Telmo, donde actuaban Aníbal “Pichuco”
Troilo, el bandoneón mayor del tango, y Edmundo Rivero. El entonces
embajador chileno guarda de ese momento en su archivo, una foto notable
de los tres personajes. “Luego fuimos al ‘Caño 14’; otro estilo, otro
público”, opinó sin explicar los por qué “don Ramón” (como lo llamaban
con aprecio los argentinos).
El 25 de mayo, terminada la ceremonia de juramente, Héctor Cámpora se
asomó a los balcones de la Casa Rosada, pronuncio unas palabras a la
multitud aconsejando calma. En los alrededores todo era violencia y
descontrol. Una de las tantas pintadas que se realizaron sobre las paredes
del palacio presidencial decía “Casa Montonera”.
Más tarde “una inmensa multitud rodeó la cárcel de Villa Devoto
exigiendo el indulto”de los detenidos por actos terroristas.
La Opinión del sábado 26 de mayo de 1973 relató a sus lectores:
“El indulto fue exigido por una impresionante manifestación, calculada
en cincuenta mil personas que rodeó el penal de Villa Devoto y amenazó
derribar las puertas del Instituto de Detención que había sido tomado por
los presos (…) A las 22, sobre el muro que da a la calle Bermúdez trepó
Pedro Cazes Camarero, integrante del ERP, y anunció a la multitud que
había hablado por teléfono con el ministro del interior Esteban Righi” y
“anunció que Cámpora estaba dispuesto a indultar a los detenidos, aunque
necesitada ‘algunas horas’…a las 23, el primer grupo de 15 detenidos
conoció la libertad. Doce ómnibus expropiados por la multitud aguardaban
para llevar a un total de 188 liberados al local justicialista de Avenida La
Plata 256 donde, se anticipó, los aguardaba el Presidente Cámpora.”
En la contratapa, el poeta montonero Juan Gelman exclamó: “No está
todo hecho. Es el comienzo de una etapa. Pero ayer, qué hermoso día.” En
los tumultos de Villa Devoto murieron dos muchachos. El 26 de mayo,
“llegan a Ezeiza los aviones con los liberados procedentes de Trelew. Son
esperados por más de cinco mil personas entonando consignas y con
banderas de las distintas organizaciones armadas. Se bautiza al aeropuerto
con el nombre ‘Héroes de Trelew’. Se libera a los presos políticos en otros
penales del país”, relató Estrella Roja, la revista del PRT-ERP, del mes de
junio de 1973.
Imagen de la Plaza de Mayo en medio de los actos

Desde el 25 de mayo de 1973, como si todo respondiera a las órdenes de


una central coordinadora, fueron ocupados edificios del estado nacional y
provinciales; organismos descentralizados del Estado; universidades;
empresas mixtas; astilleros, radios y fábricas de capital privado. De ese
torbellino, no se salvó ni el Automóvil Club Argentino.
En Madrid, Juan Domingo Perón estaba permanentemente informado,
por télex y teléfono, sobre lo que estaba ocurriendo en Buenos Aires.
Mientras, en los alrededores de su residencia “17 de Octubre”, los
periodistas intentaban en vano obtener una declaración. Sus esperanzas
chocaron una y otra vez contra las paredes que rodeaban la quinta: Perón, se
decía, no estaba y nadie respondía a los llamados del teléfono. Toda una
señal.

“Se acabó la joda”


El sábado 26, en medio de los actos, Allende recibió en la residencia de
Chile sita en la calle Tagle entre las avenidas Libertador y Figueroa Alcorta,
al Secretario de Estado William Rogers. Debía ser un encuentro importante,
el estadounidense lo había solicitado 48 horas antes. Huidobro testimonió
más tarde que “luego de unos quince minutos de frases obvias y comunes,
el funcionario americano se retiró sin haber tocado ningún tema de
mención. Se barajaron varias conjeturas, como era natural. Lo único que se
me ocurrió que Mr. Rogers (...) posiblemente luego telefoneó a Washington
y desde allí pudieron decirle que, como no había más remedio, asistiera,
pero sin entrar en temas puntuales de las relaciones entre los dos países. El
golpe de estado ya estaba en marcha”.
Que “los” militares preparaban el derrocamiento de Allende era también
una verdad a medias. Desde el año pasado, en que el almirante José Toribio
Merino le había solicitado a economistas de la oposición e independientes
que redactaran un plan económico 252, altos jefes navales conspiraban.
Nada se sabía en cambio de la actitud de las otras dos armas y de
Carabineros. No se conocía el pensamiento de los Altos Mandos del
Ejército (aunque estaba en marcha una revuelta, no institucional de la
Fuerza, como se probaría semanas más tarde con el “tancazo” o
“tanquetazo”). Entre mayo y junio de 1973 la Fuerza Aérea había elaborado
el “Plan Trueno” que “era un plan líquido, para actuar en cualquier
situación de emergencia política que se produjera durante esos día”,,
explicaría más adelante el general Gustavo Leigh Guzmán.253
En cuanto a las obviedades expresadas por el Secretario de Estado de los
Estados Unidos en la residencia de calle Tagle, Huidobro estaba en lo
cierto, aunque en esos momentos no tenía la certeza. Sus sospechas se
confirmarían dos años más tarde, según lo cuenta Kissinger en el Volumen
II de sus Memorias (1982), cuando dice que el 24 de mayo (es decir, el día
en que Rogers solicitó conversar con Allende), “mi asistente Bill Jorden me
hizo llegar la advertencia del Servicio de Inteligencia de que los militares
chilenos confabulaban”.
Sin embargo, Jorden pensaba que esos informes deberían ser tratados con
cierto escepticismo: esto significa que “debemos observar cuidadosamente
la situación, cosa que haremos. Pero mientras tanto, no creo que nos
convenga excitarnos demasiado. Sobre todo, no debería hacerse ningún
esfuerzo para involucrar de ninguna manera en estos acontecimientos a los
Estados Unidos”. Según Kissinger, “nadie propuso tomar ninguna medida,
tampoco se tomó; no teníamos el menor trato con los militares que
complotaban; no se realizó ninguna reunión del Consejo de Seguridad
Nacional, NSC, para considerar el tema”. Al mismo tiempo, entre mayo y
junio, esas mismas sensaciones las comunicaban reservadamente a Buenos
Aires, los agregados militares argentinos destinados en Chile.254
El domingo 27, el Presidente de Chile debía retornar temprano a su país
pero Cámpora le solicitó que retrasara su partida para mantener una sesión
de trabajo y acompañarlo a “la bombonera” - la cancha del Club Boca
Juniors - donde los locales jugaban esa tarde contra Racing Club. A última
hora de la tarde, Allende y su delegación retornaron a Santiago despedidos
por Héctor Cámpora y sus ministros. Ninguno imaginó que nunca más
volverían a verse y que ambos dejarían sus cargos en un futuro cercano. El
mandatario argentino sólo gobernaría cuarenta y nueve caóticos y
sangrientos días y se vería obligado a renunciar, en medio de un golpe
palaciego que terminaría con Perón asumiendo por tercera vez la
Presidencia de la Nación el 12 de octubre. También para el Presidente de
Chile había comenzado la cuenta regresiva. Le quedaban menos de cuatro
meses para seguir administrando el desorden. Vivir, como decía su amigo
Regis Debray, “la normalidad dentro de la anormalidad”.
Con la asunción de Cámpora y su gabinete, el embajador Javier Gallac
debió abandonar la residencia de Vicuña Mackenna inmediatamente. Luego
vendría el vaciamiento de la embajada en Santiago, con la salida
intempestiva a destinos de “castigo” de varios de sus funcionarios (entre
otros Gustavo Figueroa y César Márquez) y el envío de una suerte de
“interventor” a la misión en Chile. Igual que en épocas anteriores, en
Buenos Aires había comenzado una nueva caza de brujas y no sería la
última. El Palacio San Martín sufriría procesos similares.

La primavera de Cámpora

Según el calendario, la mayor parte de los 49 días del gobierno de Cámpora


transcurrieron en otoño. Para muchos su período representó una
“primavera” en el marco de las libertades públicas, aunque con sobresaltos.
A mitad de junio, el desorden provocado por las ocupaciones de edificios
públicos y privados (incluidos medios radiales) eran parte del paisaje
cotidiano. La situación llegó a tal punto que obligó al ministro del Interior,
Esteban Righi, a exhortar el cese de las mismas: “Formulamos un
llamamiento a completar el proceso de desocupaciones, allanando el campo
de pretextos que puedan servir a los artífices de la provocación”.
Instalado un gobierno peronista en la Casa Rosada, la permanencia del
anciano líder en Madrid se hacía innecesaria. El 15 de junio Héctor
Cámpora y su comitiva partieron hacia Madrid para acompañar a Perón en
su viaje de retorno definitivo al país. Había llegado el momento de su
reivindicación y Cámpora lo entendió así. Sin embargo, en la capital
española debió sufrir una serie de desplantes de parte de Perón y sus
adláteres que presagiaban los momentos de convulsión del “golpe
doméstico” que se avecinaba.
Como bien apuntó el corresponsal de La Opinión, en su edición del 17 de
junio, Perón “no concurrió a saludar al doctor Cámpora al palacio de La
Moncloa” y el mandatario tuvo que trasladarse hasta su residencia. Allí no
recibió de parte del jefe partidario otra cosa que reproches delante de
testigos. Después de los desplantes y las frases a medias que preanunciaban
el fin de Cámpora, el 20 de junio cientos de miles (algunos hablan de por lo
menos 2 millones) de argentinos colmaron las cercanías del aeropuerto de
Ezeiza, para dar la bienvenida al ex presidente Perón. Ese día las
diferencias existentes dentro del peronismo salieron a la luz con una
crudeza y crueldad pocas veces vista. Lo que debía ser una fiesta terminó en
una batalla campal con decenas de muertos y heridos. Perón, Cámpora y la
comitiva que los acompañaba debieron aterrizar en un aeropuerto militar
por razones de seguridad. La noche del jueves 21 pronunció un discurso por
la cadena oficial advirtiéndoles a “los que piensan que pueden copar
nuestro Movimiento o tomar el poder que el pueblo ha reconquistado se
equivocan (...) por eso deseo advertir a los que tratan de infiltrarse en los
estamentos populares o estatales que por ese camino van mal”.
El mismo día, a unos miles de kilómetros de Buenos Aires, el
subsecretario de Relaciones Exteriores, Jorge Vázquez Agodino,
encabezaba la delegación argentina en la reunión de la Organización de
Estados Americanos (OEA) que se realizaba en Lima, Perú, en la que
debían tratarse las modificaciones a introducir en el sistema
latinoamericano. En su discurso Vázquez propició el ingreso de Cuba al
Sistema Interamericano (olvidando que a Castro no le interesaba retornar al
“Ministerio de colonias” del cual había sido expulsado en 1962); fustigó en
todo momento a los Estados Unidos, explicitó lo que para él eran las causas
del fracaso de la OEA, a la vez que señaló que “hoy, a lo largo y a lo ancho
de nuestros países, se escucha el grito incontenible de los pueblos que
exclaman ‘basta’. Basta de dominación y de injusticia; basta de
dependencia; basta de colonialismo manifiesto o encubierto; basta de
satelismo que anula la capacidad soberana de decisión”. Se había colocado
a la izquierda de la delegación chilena. También sus días estaban contados
(...) era otro que había olvidado el sabio consejo que Perón habría de
reiterar hasta sus últimos días: “Todo en su medida y armoniosamente”.

El “tancazo” fracasado

En un cable fechado el 8 de junio de 1973, la Embajada de Estados Unidos


informaba al Departamento de Estado de una cumbre a la que asistieron el
presidente Allende, su gabinete completo y los jefes de la Unidad Popular,
“en donde los líderes de la UP sin excepción expresaron su visión de que
era imposible avanzar con el programa revolucionario de la UP si el
gobierno se mantenía dentro del marco constitucional”.255 Según el mismo,
“el presidente Allende no estuvo de acuerdo con esta opinión y declaró con
firmeza que era fundamental para él respetar la Constitución, como se había
comprometido al aceptar el Acta de Garantías en el Congreso Pleno de
1970 a pesar de los problemas que estaba enfrentando el país”.
El informante diplomático comentaba que “a pesar de la postura del
presidente Allende, los líderes de la Unidad Popular sienten que él va a
respetar el pensamiento mayoritario de la UP sobre este tema”. También los
líderes de la UP “aceptaron a pesar de las objeciones del presidente tomar
las siguientes medidas inmediatas en contra de la oposición: 1) El gobierno
no debe permitir ningún intercambio o consulta entre los titulares de las
cámaras del congreso y el Contralor General; 2) El presidente debe retirar
parte del proyecto de reforma de la Constitución sobre las tres áreas de la
economía que él envió al Contralor el pasado 5 de junio, el objetivo es
ignorar completamente la actual discrepancia sobre las tres áreas; 3) La UP
debería continuar con su táctica de respaldar a Aníbal Palma, Secretario
General de Gobierno, (...) en su diferendo con la Corte de Justicia en
relación con la suspensión a Radio Agricultura (la Corte presentó cargos en
contra de Palma por no cumplir con la orden de la Corte de habilitar Radio
Agricultura; 4) Este punto es con el que Allende está más en desacuerdo y
trata sobre las sanciones contra aquellas estaciones de radio que durante un
tiempo se unieron a Radio Agricultura para formar una cadena de radios”
(opositoras).
Mientras tanto, la violencia no cesaba en las calles de Santiago; si no
eran estudiantes, las reyertas las provocaban los trabajadores de las minas
de cobre. El 16 de junio Allende denunciaba, en otro de sus discursos al
país, la puesta en marcha de otro plan sedicioso y responsabilizaba por ello
a la Democracia Cristiana y al Partido Nacional. A los primeros por
paralizar la industria del cobre promoviendo la huelga en la mina El
Teniente. Los nacionales, mientras, planteaban que el Presidente debía ser
sometido a juicio político y éste les respondía que, de ser derrotado, vendría
una dictadura feroz de los fascistas y proimperialistas chilenos.

El 20, al mismo tiempo que se registraban choques en las calles de la


capital, el senado destituía a dos ministros y suspendía a un tercero. El
gobierno respondía al día siguiente y suspendía por seis días al diario El
Mercurio por publicar un documento del Partido Nacional, en el que se
afirmaba que “Allende ha dejado de ser Presidente Constitucional”; 48
horas más tarde la Corte Suprema levantaba la medida. Además, por esas
mismas horas se producían atentados contra las embajadas de Cuba y la
Unión Soviética. El jueves 21, la Central Única de Trabajadores de Chile,
afín al gobierno, y los partidos de la Unidad Popular decretaban una huelga
general: “Al Presidente Allende le cabe el privilegio de ser el primer Jefe
de Estado en el mundo que preside un paro general de actividades de su
país, es decir, una huelga contra el propio Estado que dirige”, comentaba no
sin sarcasmo Arturo Fontaine Aldunate.256
El desgaste era demasiado pronunciado para un gobierno que, apenas
noventa días antes, había obtenido un poco más del 40% de los votos en las
elecciones parlamentarias; es decir, más votos de los que había recibido
cuando fue elegido el 4 de setiembre de 1970. Como señaló Andrea Lagos
en La Tercera, “la hiperinflación, el desabastecimiento, los paros de los
camioneros y sindicatos y la dureza de la oposición frontal de la
Democracia Cristiana y de la derecha llevaron a estallidos de locura”.257
El desabastecimiento era gravísimo. No se trataba de la falta de
productos sofisticados, no se encontraban ni siquiera los elementos más
simples y comunes de una sociedad moderna. Una carta de lectores
aparecida en el semanario Ercilla, del 4 de julio de 1973, escrita por Liliana
Baltra M., pintaba fielmente la situación. Relataba que había viajado a
Mendoza acompañando a una amiga diplomática. “Aprovechamos de traer
repuestos para su coche y para el mío, cuadernos para los sobrinos,
cigarrillos para amigos de ella y pasta de dientes y desodorante para amigos
míos”.258
Chile estaba viviendo sobre un barril de pólvora y el menor problema
podría dar lugar a una tragedia. En la mañana del miércoles 27 de junio,
mientras la famosa peluquería “Richmond”, la más antigua de Santiago, se
preparaba para atender a sus primeros clientes y los kioscos mostraban la
portada de la revista Qué Pasa con la foto del general Carlos Prats y el
título: “Poder Militar 2º Round”, un incidente a todas luces espontáneo
agregó un capítulo más al drama que se avecinaba.
Alejandrina Cox de Valdivieso conducía su renoleta junto a su sobrino
por la avenida Costanera y por azares del tránsito su automóvil quedó al
lado del Ford azul del Comandante en Jefe del Ejército. Según Prats relató a
la revista Ercilla, “la persona que conducía empezó a sacarme
reiteradamente la lengua y la otra a hacerme gestos con sus manos”. Como
continuaban con las burlas, el Comandante en Jefe del Ejército no encontró
nada mejor que disparar un tiro “con la intención de que se detuviesen”. 259
Siempre según el relato del militar, recién en ese momento se dio cuenta de
que era una mujer la que manejaba y no un varón. Acto seguido le presentó
sus excusas explicándole que jamás hubiera disparado de haber sabido que
al volante se encontraba una dama. En segundos, su Ford fue rodeado por
automovilistas y un centenar de personas lo increpó groseramente, mientras
le desinflaban los neumáticos. Desde allí, Prats se dirigió a La Moneda y
puso su cargo a disposición del Presidente, quien no sólo no se lo aceptó,
sino que inmediatamente decretó el Estado de Emergencia. El insólito relato
del jefe del Ejército -que no figura en sus apuntes- es apenas una muestra
del clima de nervios que vivían los hombres con responsabilidades
institucionales. ¿Estaba en condiciones de desempeñarse responsablemente
un alto jefe militar que perdía la calma ante las simples burlas de un
transeúnte?
Carlos Prats, José Tohá y Augusto Pinochet

Dos días más tarde (viernes 29 de junio) menos de una docena de tanques
del Regimiento Blindado 2 y cerca de 40 efectivos, al mando del teniente
coronel Roberto Souper Onfray, salían a la calle. Los ciudadanos pensaron
que se trataba de un desfile o de un acto de desagravio a su Comandante en
Jefe. Los efectivos pasaron por la Alameda, enfilaron después por Mac Iver
y llegaron a la casa de gobierno por Moneda. A las 9.01 empezaron a
dispararle a La Moneda y al Ministerio de Defensa. Allende se encontraba
en esos momentos en su residencia de Tomás Moro, y allí se concentraron
los dirigentes de la Unidad Popular. Contaban con pocas y confusas noticias
por lo que, pensando que el ataque formaba parte de un plan más amplio, el
Presidente se dirigió al pueblo por radio solicitándoles que salieran de sus
casas “con armas o lo que tengan”. Poco a poco y merced a las
informaciones que fueron llegando, provenientes de los comandos de las
Fuerzas Armadas, quedó claro que la intentona era limitada y fácilmente
reducible. Los partidos de la oposición también se alarmaron y los
demócrata cristianos se reunieron en la casa de Bernardo Leighton en la
calle Martín de Zamora, mientras los del Partido Nacional hacían lo propio
en lo de Jorge Alessandri.
El presidente de la DC, senador Patricio Aylwin, se comunicó
telefónicamente con Allende, quien le informó que pensaba decretar el
Estado de Sitio, pero el jefe opositor rechazó la propuesta. El Estado de
Sitio sería aplicado por un gabinete que no ofrecía ninguna garantía: su
titular estaba acusado constitucionalmente, dos de los ministros destituidos
y otro suspendido. Los nacionales, que compartían el mismo criterio,
decidieron no darle ninguna facultad al Ejecutivo. Mientras los
conciliábulos se sucedían, Prats, junto con el general Pinochet, depusieron a
los amotinados. El saldo fue de siete muertos, todos pertenecientes a las
filas del Ejército, además de varios civiles y una treintena de heridos y
contusos.
La Moneda mostraba en su exterior e interior las huellas del bombardeo.
La Cancillería, por ejemplo, perdió parcialmente su sistema de claves y en
un momento llegó a tener interrumpida su comunicación con los Estados
Unidos. De esa jornada el periodismo dejó un testimonio tan dramático
como profesional. Un camarógrafo que trabajaba para la televisión sueca,
Leonardo “Lenny” Henriksen 260 estaba filmando los incidentes y cuando
enfocó a uno de los sublevados éste le disparó. El periodista cayó herido de
muerte, pero su máquina continuó registrando las imágenes de sus
victimarios.
Para el gobierno existía “un estado de conmoción y subversión” al que
había que poner fin con medidas drásticas. Responsabilizaba a la
organización Patria y Libertad (algunos de sus dirigentes se asilaron en la
embajada ecuatoriana y otros pasaron a la clandestinidad) y al Partido
Nacional sin distinciones. Al mismo tiempo el rechazo al Estado de Sitio
por la Democracia Cristiana dejó momentáneamente suspendida cualquier
posibilidad de diálogo.
Los informes de Kissinger

Esa misma noche, Henry Kissinger informaba a Nixon que “Todo indica
que el intento de golpe fue un hecho aislado y un esfuerzo pobremente
coordinado”.261 Mientras tanto, volvía a reflotarse la idea de que Allende
estuviera apoyado por un gabinete militar, una suerte de “bordaberrización a
la chilena”. Prats, en sus apuntes sostiene que en el gobierno no había
“unidad” y que “el Partido Socialista, el MIR y otros grupos no dejan de
insistir en que ha llegado el momento de lanzarse a la lucha, al
enfrentamiento para liquidar al régimen capitalista, destruir los órganos
‘burgueses’ de poder e implantar el poder popular, la dictadura de los
trabajadores”.
También en Washington se analizaba la alternativa de un gabinete militar
para Chile. Una Nota “Secreta” de la Embajada de la Argentina en los
Estados Unidos262, firmada por el encargado de Negocios, Diego Felipe
Medús (con la colaboración del Secretario Víctor E. Beaugé) afirmaba que
en la capital norteamericana se estimaba que “la participación de las FF.AA.
en el gabinete chileno estaría sujeta a condiciones más rígidas que en la
oportunidad anterior. Esta vez, los militares exigirían que el Presidente
Allende altere drásticamente algunas de las medidas del gobierno a fin de
detener el proceso de ‘socialización’”. ‘Con respecto a la situación
económica, considérase que el éxito de la política de redistribución de la
renta en que se halla empeñado el gobierno afectará cada vez más al sector
de la clase media, con el resultado probable de que se intensifique la
polarización que está caracterizando al electorado chileno’.
Desde Washington se tenía la “impresión de que seguirá acentuándose el
conflicto entre los poderes ejecutivo y legislativo. También se menciona
que algunos sectores de la Unidad Popular postulan el reemplazo de todo el
gabinete por un equipo enteramente militar y al mismo tiempo la disolución
del parlamento. El Partido Comunista, que hasta el presente ha jugado un
rol de elemento moderador dentro de la coalición oficial, habría decidido en
principio modificar su actitud e intensificar sus ataques a lo que considera
dos instituciones burguesas por excelencia: la Suprema Corte y el
Congreso”.

Las repercusiones en Brasil de la asonada fracasada

Desde Brasilia, el embajador argentino José María Álvarez de Toledo


analizaba en un largo Parte Informativo “Reservado” N°1108 del 3 de julio
de 1973, la visión de los medios y la Cancillería brasileña sobre los
acontecimientos en Santiago. Una apretada síntesis del extenso informe
expresa:
- Según “algunos observadores el levantamiento fue sofocado en las
calles pero ahora la lucha se desarrolla en el Congreso, dominado por la
oposición y contrario a la ley de Estado de Sitio”.
- El influyente O Estado de Sao Paulo afirmaba que “pese a que era una
evidencia cristalina que el proceso político chileno se aproximaba
rápidamente a una solución de fuerza, sólo por casualidad el levantamiento
ocurrido en Santiago coincidió con el análisis sociológico que acabamos de
esbozar sobre la intervención de los militares uruguayos en la vida
institucional del país (...) lo que está sucediendo en Chile es lo que ya
sucedió en el Brasil y acaba de repetirse en el Uruguay”.
- El mismo matutino planteaba una opción de hierro: “O Allende obtiene
éxito en sus esfuerzos para enganchar a las FF.AA. en el proceso
revolucionario o éstas se verán obligadas, finalmente, a intervenir para
impedir que el Gobierno subvierta el orden constitucional, implantando en
Chile, como lo desea, un régimen comunista”.
- “No obstante, sucede en el caso chileno, como lo demostró la intentona
de ayer (29 de junio), que las FF.AA. están divididas lo que hace muy
viable la peor de las hipótesis, es decir, que el país se convierta, más tarde o
más temprano, en él escenario de un conflicto fratricida de las proporciones
de la guerra civil española. Se trata, en efecto, de una posición muy
importante para el comunismo internacional para que abandone a Allende a
su propia suerte. Y esta nueva incertidumbre no configura solamente una
tragedia para el pueblo chileno, sino para toda la comunidad internacional”.
- El Jornal de Brasilia también tenía una visión drástica: “Si, para evitar
un desastre mayor, Allende incluye militares de alta graduación en su
gabinete, como lo hizo luego de las graves huelgas registradas en
noviembre pasado, tal actitud equivaldrá a una confesión del fracaso de su
liderazgo”. Al tratar la posibilidad de un amplio diálogo entre el gobierno y
la oposición en el Congreso, especialmente con la Democracia Cristiana,
sostenía que “la adopción de una actitud semejante implicaría la renuncia a
la prosecución de gran parte del programa socialista - que de cualquier
manera no tiene poderes para realizar - pero salvaría a Chile del peligro de
la toma del poder por los militares o de la guerra civil, que el Presidente
recela con razón”.

- “Itamaraty (la cancillería brasileña), por lo que ha trascendido, no


cambiará su actitud ni en el sentido de la política adoptada por Brasil con
relación al gobierno de Allende, que se puede resumir en ignorar las
divergencias políticas e intensificar las relaciones económicas -
comerciales. Hasta ahora Brasil ha otorgado a Chile dos créditos de 20
millones de dólares cada uno para la financiación de las exportaciones
brasileñas a aquél país cuyo monto es significativo.”
Coincidentemente, el Parte Informativo 1214 del 18 de julio de 1973 de
la Embajada en Brasilia, informaba de una conversación mantenida en Lima
entre el canciller brasileño, Mario Gibson Barboza y el embajador Juan
Somavía, jefe de la representación chilena en el Pacto Andino, en la que el
titular de Itamaraty demostró “un especial interés por intensificar las
relaciones bilaterales entre los dos países, no obstante las notables barreras
ideológicas que separan a sus gobiernos”.
A requerimiento del Cable “S” Nº 260 del Palacio San Martín, la
embajada argentina en Chile enviaba una Nota Secreta N° 408 del 20 de
julio de 1973 que recogía la inquietud de la Asociación de Transportistas
Privados por el rumor de que el gobierno chileno “compraría camiones en
el exterior para entregarlos a sectores políticamente afines y no afiliados a
la asociación antes mencionada con vistas a crear una entidad paralela”.
Una de las fórmulas sería un “posible intercambio de camiones brasileños
por cobre chileno”. Desde la capital brasileña, el embajador José María
Álvarez de Toledo formulaba la siguiente apreciación: “Consultadas fuentes
de la Embajada de Chile en esta capital, se ha podido apreciar que las
relaciones chileno - brasileñas no han sufrido mayores alternativas desde
que el Gobierno Médici decidió congelar sus contactos con Chile después
del triunfo de Allende. Las exportaciones de ómnibus y camiones
brasileños, largamente financiados, no significan, por el momento, el
principio de una verdadera corriente exportadora con destino al país
andino”.263
Otro Parte Informativo de la Embajada en Brasil analizaba la abortada
asonada castrense en Chile.264 En seis páginas transcribía el interrogante
planteado por el influyente Newton Carlos (al que se describía como
“periodista opositor al régimen del general Médici y de la revolución de
1964 en general”) en Zero Hora de Porto Alegre: “¿Hasta cuándo los
militares sostendrán, a partir de un formalismo que naufraga en la crisis, el
régimen constitucional chileno?” Para Carlos “la base del ‘imbroglio’
chileno es la inflación, que habiendo ultrapasado los límites de lo razonable,
impide cualquier planificación o previsión a plazo cierto, provocando,
además, una erosión continua y progresiva de los poderes del gobierno de
Allende”.
Vale la pena reseñar las consideraciones del Embajador Álvarez de
Toledo: “El alejamiento de José Tohá de la cartera de Defensa y su probable
designación como Embajador en Washington se interpreta como una
confirmación de que el señor Allende ha salido debilitado del último
episodio militar” y “lo que resulta evidente es que con diferentes enfoques y
propósitos diversos, todos los comentarios reseñados apuntan a una
profundización de la crisis chilena”.

Derrumbando muros

Con el paso de los años, los estudiosos del pasado lograron acceder a
ciertos archivos documentales y a determinados testimonios, que si bien
confirmaron lo que se presumía también arrojaron luz sobre determinadas
visiones o posturas erróneas que han circundado las miradas sobre
determinados personajes y su papel en los años de la Guerra Fría en el
continente latinoamericano. Más específicamente sobre el “Caso Chile”.
Un primer aporte es la denominada “Acta Rivera” que relata un
encuentro entre varios directivos de la SOFOFA con el presidente del
Senado, Eduardo Frei Montalva, el viernes 6 de julio de 1973, a las 18.30
horas. Luego de una espera, se le expresó al ex presidente de Chile “la
inquietud por el giro que habían tomado los acontecimientos a raíz del
‘tanquetazo’ del viernes 29 de junio, que había originado una toma masiva
de industrias”.. “Se le dijo a Frei que el país estaba desintegrándose y que si
no se adoptaban urgentes medidas rectificatorias fatalmente se caería en una
cruenta dictadura marxista, a la cubana”.
Seguidamente, el Acta expresa: “Frei oyó en silencio, cabizbajo. Se le
veía abrumado. Se paró de su sillón, abrió una caja de plata y ofreció
cigarros ‘Partagas’ a los asistentes. Luego se sentó arrellanándose, y en
forma pausada y solemne dijo que agradecía la visita, pero que estaba
convencido de que nada se sacaba con acudir a los parlamentarios y a las
directivas políticas contrarias a la Unidad Popular, ya que la situación era
tan crítica que los había sobrepasado.

Patricio Aylwin junto a Eduardo Frei


Claramente agregó, casi textualmente: “Nada puedo hacer yo, ni el
Congreso ni ningún civil. Desgraciadamente, este problema sólo se arregla
con fusiles”, de manera que en vez de ir al Congreso debíamos ir a los
regimientos. “Les aconsejo plantear crudamente sus aprensiones, las que
comparto plenamente, a los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas,
ojalá hoy mismo”.265
Un segundo aporte es una carta que el senador Patricio Aylwin le escribe
al ex candidato presidencial Radomiro Tomic, el 9 de julio de 1973, en el
que le expresa que “la institucionalidad ya está rota y solo depende el
Gobierno, a esta altura, restablecerla. Mientras el Gobierno permira y
ampare la constitución del llamado “poder popular armado”, es decir, de un
“poder de hecho” al margen de la institucionalidad y de una “milicia
marxista” al margen de las Fuerzas Armadas, no puede hablarnos de Estado
de Derecho, de convivencia democrática ni de diálogo […] ¿Puedes tu
dialogar con alguien que pone una metralleta sobre la mesa, mientras tú no
dispones sino de tu razón? Eso no es diálogo: es chantage, extorsión,
imposición brutal de la fuerza”.

“Hace más de un mes llegamos todos nosotros a la conclusión de que la


única alternativa que veíamos de salvación democrática era la incorporación
institucional de las Fuerzas Armadas al Gobierno. Allende dejó pasar la
oportunidad de hacerlo y prefirió atrincherarse tras el llamado a sus
partidarios a la movilización armada, traducida en tomas de industrias,
reparto de armas, etc.”
Las premoniciones del “delirante” y el papel de las mujeres
de los militares

A los agregados militares de la Embajada de la Argentina la “chirinada”


también los tomó por sorpresa, aunque para entonces ya tenían claro que
estaban dadas las condiciones para un golpe militar. El Agregado Naval fue
tratado de “delirante” desde Buenos Aires, por su propio jefe de
Inteligencia, quien recibía sus informes semanales.
Poco después, este mismo agregado relataría que ‘cuando comenzaron
los cañonazos llamé por teléfono a mi jefe de Inteligencia. Saqué el teléfono
por la ventana y le dije: Escuche los bombazos, le habla el “delirante”’.
El relato continuaba con el papel que cumplieron las mujeres chilenas
después de la asonada: “Las mujeres de los militares fueron muy severas
con el gobierno de Allende y aún más después de ese día. Algunas
recriminaron a sus maridos el no haber respaldado a los miembros del
Regimiento sublevado. Días más tarde, en mi presencia, junto con mi
esposa, durante una cena con oficiales navales y sus mujeres, una de ellas
trató a su marido de ‘maricón´ y le impidió volver a su casa. El oficial tuvo
que ir a dormir al Club Naval. Otra, más enardecida, le decretó la ‘huelga
sexual’ bajo el argumento de que si quería ser hombre en la cama primero
tenía que ser hombre en la calle”.266
México, Cuba y Vietnam del Norte se solidarizaron con Allende. Desde
Argentina, el presidente Héctor Cámpora se comunicó para decirle que “su
pueblo, él y el general Perón estaban junto a Chile”.267 Paradojas de esta
vida, mientras Cámpora respaldaba a Allende, su gobierno transitaba sus
últimas dos semanas. La consigna de la campaña de marzo “Cámpora al
gobierno, Perón al poder” había caído en desuso. La gran mayoría del
peronismo y sus aliados - y gran parte de la oposición - se preparaba para
“Perón al gobierno y al poder”. El 13 de julio de 1973, Cámpora presentaba
su renuncia y el diputado Raúl Lastiri asumía como presidente interino
hasta las elecciones del 23 de septiembre de 1973.
Junto con la caída de Cámpora cambiaron las autoridades del Palacio San
Martín. El Canciller sería Alberto J. Vignes, un diplomático de carrera
jubilado - con escaso afecto al gobierno de Salvador Allende - que puso de
patas en la calle, o en destinos de castigo, a todos aquellos que habían sido
afines a la conducción anterior. Otros nombres, otra purga. Era el cuarto
Ministro de Relaciones Exteriores con el que debería tratar el embajador
chileno Ramón Huidobro en apenas dos años y medio.
Diez días más tarde, Vignes recibía una nota de la embajada en Santiago
en la que se le informaba del diálogo entre la Unidad Popular y un sector de
la oposición.268 Albino Gómez, encargado de negocios se limitaba a
transcribir una crónica publicada en el diario La Tercera de la Hora que
relataba que un puñado de chilenos - no más de cien - había sido testigos el
jueves 19 en la noche de la apertura del diálogo sobre la oportunidad de un
entendimiento en Chile. Por la Unidad Popular habían participado, el
Ministro de Defensa, Clodomiro Almeyda, el ex candidato a la presidencia
Radomiro Tomic, el diputado comunista Alejandro Rojas y su colega
Ricardo Hormazábal de la Democracia Cristiana.
“Muchos de los participantes al panel programado por la Parroquia
Universitaria llamado ‘Diálogo hoy’ sintieron frustración porque las
coincidencias fueron muy limitadas”, durante la hora y media que duró el
encuentro que se concretó atendiendo al llamado que hizo el cardenal Raúl
Silva Henríquez desde el Templo Votivo de Maipú en la primera semana de
julio.
La sensación de frustración de la que informaba Gómez era razonable por
dos razones: primero, las relaciones entre el gobierno y la Democracia
Cristiana atravesaban por uno de sus innumerables períodos de crisis y,
además, ninguna posibilidad de entendimiento podía darse delante de
cronistas y cien testigos. Tanto es así que el diálogo serio, profundo, se
intentaría un mes después, reservadamente, en la residencia del cardenal
primado de Chile.
Por otra parte, ni Tomic ni su correligionario carecían de la entidad
suficiente para establecer vías de entendimiento con el gobierno por cuanto
- especialmente el primero - no representaban el pensamiento mayoritario
de la Democracia Cristiana. Quizá estaban en los primeros escarceos, o
formaban parte de una simple gimnasia (por no decir flirteo intelectual).
Simples observaciones que la Nota N°414 no contiene. Almeyda “comenzó
su exposición diciendo que cuando ‘se escucha a la oposición sólo se tienen
conceptos para mostrar un panorama sombrío, bastante negro, como si
nuestro país estuviera a punto de desaparecer con una crisis moral y
económica muy grande. Este panorama que estamos acostumbrados a
escuchar da a conocer la falta de sensibilidad estrecha y miope para
entender lo que está pasando en Chile. No se dan cuenta de que la crisis del
sistema es la que impera en todo el mundo. No pueden percibir que debajo
de los problemas se están gestando hechos y cambios trascendentales’”.
También sostuvo que “fuera de la Unidad Popular hay fuerzas que
interpretan optimistamente este proceso y con esas fuerzas son las que hay
que llegar al diálogo, al entendimiento”, aunque no aclaró cuáles eran esas
fuerzas.
Tomic, después de una introducción cargada de palabras y ausente de
ideas, dijo que “estamos reunidos por el cardenal, y este es un llamado
extremo, del cual todos los sectores - Presidente Allende, senador
Altamirano, presidente del PDC y el presidente del Senado - están
conscientes”.
Faltaba más. Según Gómez - y el cronista en el cual se había basado para
redactar la Nota - “Tomic puntualizó que estaba de acuerdo con Almeyda en
que el mundo está en plan revolucionario, buscando una sociedad común
(...) la crisis actual para él, tiene sus causas: ‘Existe parálisis institucional,
porque los poderes están en abierto antagonismo; el estremecedor avance de
la inflación; la desobediencia (se impugna la creación del Poder Popular
que tiende a constituirse como otro poder del estado), y el terrorismo
extremo, que se escapa de la oposición organizada y al Gobierno. Las
tensiones están llegando a un punto crítico que amagan el desplome
institucional’. ‘El origen de la crisis - generalizó Tomic - es la falta de
visión por la unidad de las grandes fuerzas que quieren los cambios
profundos. Logrando esa ansiada unidad Chile no tendría problemas’”.
El diputado comunista pareció entusiasmado por las palabras del ex
candidato presidencial: “El diálogo es más urgente hoy para detener la
guerra civil, de ahí que estoy de acuerdo con Tomic para aislar a sectores
minoritarios que no están con los cambios. En consecuencia el diálogo debe
hacerse entre quienes están por los cambios. Hay que continuar avanzando
para sustituir el sistema capitalista. Se trata de dialogar para avanzar
buscando reemplazar una sociedad caduca y hay que hacerlo”.
En la segunda parte del foro “Tomic respondió que hay un largo camino
pero la DC no postula el socialismo clásico porque en nuestro país no están
dados los esquemas del socialismo marxista - leninista. Es una aventura
demasiado mala para los chilenos que tienen otros valores que defender”. Y
terminó propugnando que el Presidente Allende cumpliera con las Garantías
Constitucionales que ‘tan solemnemente firmó en el Parlamento”.
El 24 de julio, el Departamento América Latina, elevó para conocimiento
de la Secretaría Privada del Ministro Vignes un Memorándum - firmado por
el Director interino, ministro Fidel González Paz - que contenía los temas
más relevantes - y pendientes - de las relaciones con Chile. El trabajo
respondía a un pedido de audiencia formulado por el embajador Ramón
Huidobro al Jefe del Palacio San Martín.269Entre las cuestiones que más
interesaban a Chile figuraba “el déficit de la balanza comercial chilena” por
lo que se consideraba “necesaria una acción dirigida a amenguar el déficit a
través de un efectivo incremento de las importaciones argentinas de origen
chileno, desgravación de aquellos productos que Chile tiene interés en
exportar y el otorgamiento de nuevas líneas de crédito que permitan a ese
país financiar sus compras en la República”.
El punto 1.3 era uno de los que más podían interesar a Huidobro y su
Presidente: “Visita a Chile por parte de Su Excelencia el señor Canciller”
(Vignes): “La Embajada de Chile ha manifestado insistentemente su interés
en este tema y vería con agrado que SE el señor Canciller visitara Chile en
ocasión de la XIII Reunión de la Comisión Especial de Coordinación
Argentino - Chilena, que se llevará a cabo en Santiago durante la primera
quincena de setiembre del corriente año”. Vignes no llegaría a visitar Chile
y las razones eran muy simples: el nuevo gobierno que él integraba, por su
conformación y estilo, estaba más distante del régimen de Allende que los
anteriores de Lanusse y Cámpora. Vignes, con el tiempo, haría alarde de su
relación con “el amigo Henry” (Kissinger) y Perón, a pesar de algunas
declaraciones públicas “for export”, tampoco podía compartir lo que estaba
sucediendo en Chile: “El comunismo es como un chicle, uno lo mastica
pero no se lo traga”, había dicho Perón en una salida irónica, en esos días de
su campaña electoral.
El anciano líder pondría al descubierto su visión sobre Allende y la
“revolución” socialista durante una reunión mantenida con jóvenes
dirigentes Peronistas (de todas las tendencias) en la residencia presidencial
de Olivos días antes del martes 11 de setiembre: “Los otros días - dijo en
aquella oportunidad Perón - me encontré con unos muchachos que me
dijeron ‘hay que hacer esto, hay que hacer lo otro’. Y entonces yo les dije
‘si ustedes quieren hacer igual que hace Allende en Chile, miren cómo le va
a Allende en Chile’. Hay que andar con calma. No se puede jugar con eso,
porque la reacción interna, apoyada desde afuera, es sumamente poderosa.
Los ingredientes de una revolución siempre son dos: sangre y tiempo. Si se
emplea mucha sangre, se ahorra tiempo; si se emplea mucho tiempo, se
ahorra sangre. Eso es lo único que podemos decir. Pero siempre es una
lucha. Que yo sepa, hemos quedado en gastar tiempo, y no sangre
inútilmente.”
“Por otra parte, el error muy grande de mucha gente, entre ellos mi amigo
Salvador Allende, es pretender cambiar los sistemas. El sistema es un
conjunto de arbitrios que forman un cuerpo: eso es el sistema, y a nadie se
le ocurra cambiarlo. Lo que hay que cambiar, paulatinamente, son las
estructuras que conforman el sistema. Algunos quieren pasar de uno a otro
sistema. El sistema no se cambia. El sistema va a resultar cambiado cuando
las estructuras que lo conforman y desenvuelven lo hayan modificado.
¿Cómo se modifica eso? Dentro de esta actitud nuestra hay un solo camino,
que es la legislación. No es de ninguna manera constructivo romper un
sistema. La Unión Soviética rompió un sistema y creó otro hace 56 años. Y
ahora, a pesar de que los han ayudado todos y en la tecnología han ido
adelante, tiene que ir Breznev a pedirle ayuda a los Estados Unidos”.
Junto con el memorándum 146 que el Departamento de América Latina
elaboró para la entrevista con Huidobro, en otro enviado a la secretaría
privada de Vignes se analizaban las relaciones con Cuba. En lo referente a
la “situación de Cuba en la política internacional” informaba que “el
canciller (Raúl) Roa en su visita a Buenos Aires, no tuvo inconveniente en
manifestar, en varias oportunidades, que el gobierno cubano estaba
completamente convencido que de la entrevista Nixon-Brezhnev surgiría la
entrega de Cuba a los Estados Unidos por parte de los soviéticos. Ante esta
eventualidad, siguen las palabras del Canciller cubano, su país se vería ante
la necesidad de buscar apoyo en los países de América Latina que
mantienen una posición antiimperialista”.
“El señor Roa y la delegación cubana - completaba el párrafo segundo
del Memorándum 145 del 24 de julio - afirmaron que la posición soviética
se iría concretando en el futuro en un retirar poco a poco su apoyo a Cuba y
en esta forma obligar a su gobierno a tratar con sus enemigos del Norte y
hoy aliados de su protector. En una palabra, y de acuerdo siempre a lo
manifestado por el Canciller Roa, los soviéticos no tendrían inconvenientes
en sacrificar a Cuba a cambio de un arreglo sustancial con los Estados
Unidos”. Si esta era la visión que tenía el canciller de Fidel Castro en
aquellos tiempos, ¿qué apoyo podía esperar el gobierno de Salvador
Allende de Moscú y del bloque comunista? Ninguno. Y Allende y sus
hombres de confianza parecían no darse cuenta.

Agosto, el mes clave

El viernes 20 de julio de 1973, el canciller Alberto Vignes se levantó


temprano. Le costaba asumir el ritmo de trabajo propio de su cargo. Había
pasado de ser un ignoto diplomático jubilado, que recorría los despachos
del Palacio San Martín haciendo antesalas a la espera de ser recibido por los
funcionarios, a Ministro de Relaciones Exteriores. Nunca había imaginado
esta posibilidad. Junto con la primera taza de café, sobrevoló con la mirada
los títulos de los matutinos. La Opinión informaba que el radicalismo
consideraba la posibilidad de que no se realizaran elecciones presidenciales
y que el congreso nacional eligiera presidente de la Nación a Perón. Un
sector de la Unión Cívica Radical soñaba con una fórmula conjunta que
llevara en el segundo término a su líder Ricardo Balbín, pero se oponían el
ex presidente Arturo Illia y Raúl Alfonsín. El peronismo ya tenía bastantes
problemas internos como para concurrir a una compulsa electoral con un
extrapartidario como candidato a vicepresidente.

Héctor Cámpora entrega a Raúl Lastiri el bastón presidencial

El gobierno interino de Raúl Lastiri, Presidente de la Cámara de


Diputados, había cumplido su primera semana y Vignes debía exponer los
nuevos lineamientos de la política exterior argentina en la reunión de
gabinete. No pensaba profundizar demasiado, creía que las cosas serias no
se debían hablar delante de muchos testigos porque se corría el riesgo de
que se filtraran. Además, si tenía que hablar seriamente debía hacerlo en la
casa de la calle Gaspar Campos donde residía el teniente general Juan
Domingo Perón. Por otra parte, el tema central de la reunión de ministros
sería anunciar las fechas de elecciones y la entrega del poder (que se fijaron
para el 23 de setiembre y 12 de octubre).
El documento que leyó Vignes tenía 25 carillas. Era “secreto” y
consideraba “las medidas y actos de gobierno a desarrollar en los próximos
noventa días”. “En el orden de las relaciones continentales americanas -
expresó - nos cabe una tremenda responsabilidad cual es la de recobrar la
influencia que teníamos en América Latina toda, la que ha disminuido aún
en los países vecinos, como consecuencia de la política llevada a cabo en
los últimos años y, recientemente, por la irrupción de las masas populares,
lo que fue instrumentado en el extranjero para crear una imagen equivocada
de izquierdismo”. “Esta situación fue hábilmente explotada por Itamaraty
quien realizó un sorpresivo acercamiento con casi todos los países
latinoamericanos, iniciativa en general exitosa que descolocó
momentáneamente a nuestro país, especialmente en Uruguay, Paraguay y
Bolivia”.
“Respecto a Chile existen diversos asuntos que requieren decisión dentro
de los noventa días próximos, particularmente en lo que hace a las
relaciones financieras y comerciales como ser: a) Acelerar el otorgamiento
de la nueva línea de crédito por U$S 80 millones solicitada por Chile; b)
Enfatizar la decisión política de realizar un esfuerzo nacional para
equilibrar la balanza comercial argentino - chilena, fuertemente deficitaria
para Chile, situación utilizada por la oposición de ese país para desmejorar
la imagen de la relación bilateral”.
Los jefes de las FF.AA. esperan al presidente en La Moneda

En Chile la situación económica era dramática, ya en junio Salvador


Allende había admitido que “no queda un dólar ni para raspar la olla” 270.

La inflación era indomable y el desabastecimiento absoluto. Desde Francia,


la embajada argentina, informaba sobre la nueva ronda de negociaciones
entre Chile y los representantes de los 14 principales países acreedores en el
marco de lo que se denominaba el Club de París. El informe271, redactado
por el secretario Juan Archibaldo Lanús y firmado por el Ministro Julio de
Allende, decía que “el objeto de las discusiones son los 250 millones de
dólares que Chile debe reembolsar para cada uno de los años 1973 y 1974.
Ya en enero del corriente año se había considerado el problema de estos
reembolsos en ocasión de discutirse la renegociación de dos meses del año
1971 y todo el año 1972. En esa oportunidad, los países acreedores habían
acordado con el gobierno de Chile el pago del 30 % al contado y el resto, es
decir el 70 % restante, se pagara en 8 años”.
Según el mismo informe “en esta oportunidad, los representantes del
gobierno chileno solicitaron el mismo tratamiento logrado para los años
1971 y 1972, o sea 30% a pagar al contado, el resto en 8 años. Según las
informaciones disponibles, el total de la deuda chilena a reembolsar de aquí
al año 1976 se elevaría a 4,2 mil millones de dólares, de los cuales la mitad
se deben a los Estados Unidos. Luego de varios días de discusiones, el Club
de París, con el acuerdo de los representantes del gobierno de Chile, cuya
delegación está presidida por el señor Alfonso Inostroza, el Presidente del
Banco Central de ese país, ha decidido posponer al mes de octubre la
continuación del debate sobre la cuestión y las decisiones a adoptarse”. En
opinión del diplomático argentino, “el gobierno de Chile sigue
imposibilitado de lograr una renegociación de su deuda externa que resulte
en una ‘consolidación’, lo que lo obliga a un sistema de ‘cuenta gotas’, es
decir a ‘renegociar sus vencimientos sin poder lograr una renegociación
global de su deuda’”.

Chile, otra vez sin ruedas

El 26 de julio, el sindicato de camioneros de todo el país iniciaba un nuevo


paro por tiempo indefinido, exigiendo el cumplimiento de los acuerdos
suscritos con el gobierno al término del paro de octubre último (entre otras
cosas reclamaban la entrega de repuestos, devolución de los vehículos
requisados por el gobierno y camiones nuevos). Los dirigentes de los
huelguistas aseguraban que el paro involucraba a 45.000 vehículos,
mientras el gobierno decretaba el racionamiento de combustible y alimentos
en las principales ciudades del país. “Chile sin ruedas” llegó a titular uno de
los diarios de mayor circulación en Santiago.
En una carta a Patricio Aylwin, con fecha 26 de julio de 1973, el
presidente Salvador Allende le expresa que “en el día de ayer, al analizar el
momento que vive el país, formulé un planteamiento público que Ud.
conoce. Señale que es necesario un diálogo que evite la guerra civil. Este
diálogo debe ser abierto y claro, de frente al pueblo y desde una posición de
principios”.

En este contexto, la Democracia Cristiana aceptaba iniciar una nueva


etapa con el gobierno, según lo había solicitado el Cardenal Raúl Silva
Henríquez, en nombre de la Iglesia Católica, ‘para buscar el mínimo
consenso que dé una salida democrática a nuestra patria’.
El 26 por la tarde el presidente Allende concurrió a la recepción que
ofrecía el embajador de Cuba, Mario García Incháustegui, para celebrar un
nuevo aniversario del asalto al cuartel de Moncada, fecha que recuerda el
levantamiento insurreccional contra el presidente Fulgencio Batista en 1953
y que el castrismo celebra, casi religiosamente, hasta hoy. El mandatario
chileno se presentó acompañado por el jefe de la Casa Militar y el edecán
naval, comandante de submarinos Arturo Araya Peters. En la madrugada
del día siguiente, al asomarse a la terraza de su casa tras escuchar un
alboroto, el oficial naval recibió un tiro que le afectó la arteria pulmonar
provocándole un paro cardíaco. Tanto el oficialismo como la oposición más
radicalizada se culparon mutuamente del asesinato. Unos apuntaban a un
comando derechista ligado con la organización Patria y Libertad, la
oposición intentó involucrar a la custodia presidencial272 y señaló -
inicialmente - a Domingo Blanco, alias Bruno, uno de los jefes del GAP.
El episodio no benefició al gobierno, por el contrario profundizó más el
clima de caos que esgrimían sus adversarios y malquistaba aún más su
relación con la Armada que ya conspiraba, aunque pocos uniformados -
especialmente de las otras fuerzas - lo sabían.
Años más tarde, uno de los jefes del golpe, el General Gustavo Leigh
Guzmán, diría que hasta agosto de 1973 no conocía ningún plan golpista de
la Armada: “La primera vez que tomé contacto, durante el gobierno de
Allende, con jefes navales, fue con motivo de los funerales del Edecán
Araya en Valparaíso, al cual concurrí en representación de la Fuerza Aérea,
a fines del mes de julio de ese año. Almorcé en casa del capitán de Navío
Arturo Troncoso, donde me encontré con los capitanes Hugo Castro y
Walbaum. De este contacto saqué como conclusión que los rumores sobre
malestar e inquietud en la Armada, que circulaban desde hacía un tiempo,
eran una realidad. Si bien es cierto que había consenso en el sentido de que
Allende llevaría el país a un desastre, sino cambiaba radicalmente su
política, nunca se mencionó operativo o plan para derrocarlo. Al menos en
mi presencia”.
El asesinato de Arturo Araya Peters conmocionó al país y el líder del
Senado, Eduardo Frei Montalva, concurrió a La Moneda a expresar su
pésame a Allende. “Hoy se sabe que aquella visita tuvo como principal
objetivo comunicarle personalmente a Allende que Frei estaba apoyando las
conversaciones que Patricio Aylwin iniciaría con el presidente socialista dos
días más tarde en la casa del Cardenal”.273
En el archivo de Patricio Aylwin existe un borrador de conversación,
titulado “La reunión con S.E. Salvador Allende”, con fecha 30 de julio de
1973 (12.30 horas). El documento contiene varios momentos de la
conversación realizada en La Moneda, en presencia de los ministros del
Interior (Briones) y Defensa (Almeyda). Tuvo momentos álgidos, en
especial cuando Aylwin expreso que “la impresión nuestra es que la tensión
y la polarización social y la exacerbación de la tensión es alarmante. Hemos
hecho declaraciones, escrito documentos, hemos aprobado un Estatuto de
Garantía y el país no cree en las declaraciones y en nuestros acuerdos. Ud.
es Presidente de Chile, no deseamos inmiscuirnos en sus atribuciones; pero
la verdad es que la voluntad suya y del Gobierno no se cumple, porque
como Ud. mismo ha dicho hay funcionarios que obedecen más las órdenes
del Partido que del Gobierno y el Presidente, y es muy frecuente encontrar
que el Funcionario o el Gobernador hicieron otra cosa distinta a la que dijo
el Presidente. Las órdenes suyas no se cumplen y eso lo sufre el pueblo y lo
sufren nuestras bases, creemos que el Presidente debe imponer su doctrina”.

Texto del borrador del encuentro Allende-Aylwin

Durante el diálogo el Presidente dio una serie de argumentos sobre la


situación que se vivía y explicó por qué no veía el momento de incorporar a
las FF.AA. en su gabinete. También hablaron del asesinato del Comandante
Araya, el día del tancazo, su trato con los militares, la ley de Control de
Armas y un posible acuerdo político. Luego de explicarle al titular de la
Democracia Cristiana por qué no podía invitarlo a almorzar se dio por
terminada la reunión sugiriendo “juntarse hoy o mañana para continuar con
calma la reunión.” La cumbre continuó más tarde y no hubo acuerdo,
entonces el 2 de agosto Allende y Aylwin intercambiaron cartas y el diálogo
se suspendió.
La Nota N° 440 informaba sobre distintas “situaciones contingentes” al
clima imperante, en momentos en que Allende y Patricio Aylwin se
sentaban a la mesa del diálogo para hallar un “mínimo de consenso
nacional”. La Nota podría calificarse de “panorama político base”, porque
el ministro Del Carril se referiría a ella en posteriores informes, con la
intención de ponerla al día, dada la velocidad de los acontecimientos. Como
en la opera “Aída”, sus personajes entraban y salían del escenario con
diferentes posturas, cargos y ropajes y salvo excepciones, eran siempre los
mismos.
“La huelga de la Confederación Nacional de Dueños de Camiones era
una de esas ‘situaciones’, en las que su titular, León Vilarín, se ha erigido en
el hombre clave, capaz de generar un movimiento que hace sentir sus
efectos a lo largo de Chile, dado el inconveniente que presupone la casi
carencia total de todo tipo de combustible - que al momento es un
verdadero drama - con su secuela de paralización de camiones, lo cual frena
el abastecimiento a las plantas expendedoras. Este movimiento podría
contar - atento a trascendidos - con un eventual apoyo de las organizaciones
de microbuses, taxibuses y taxis agrupados junto con los camioneros en la
Confederación Nacional de Transportes.” De producirse esta situación, el
país quedaría casi paralizado - según Del Carril- teniendo en cuenta las
escasas unidades con que cuenta la Empresa de Transportes de Colectivos
del Estado: “Debe agregarse a ello, la posibilidad de que la Confederación
Única de Profesionales de Chile (CUPROCH) y la pequeña y mediana
industria se plieguen al paro”.
Como elemento “urticante”, la Embajada agregaba la decisión del
gobierno manifestada a través del subsecretario de Transporte, el socialista
Jaime Faivovich, de “intensificar al máximo las requisiciones de todo
vehículo de carga, camión o camioneta que se encuentre sin cumplir las
funciones a que está destinado”.

“En el día de ayer, el citado funcionario (Faivovich) comandó


personalmente una violenta acción de requisiciones - con el apoyo de
Carabineros - desconociendo, incluso, el fuero de parlamentarios del
Partido Nacional, quienes se hicieron presentes en el punto de
concentración de los camiones, exigiendo la exhibición de la
correspondiente orden judicial autorizando el procedimiento. El funcionario
no sólo se negó a dialogar con los parlamentarios, sino que fue impávido
testigo de la acción de Carabineros que lanzaron contra ellos bombas
lacrimógenas”.
A renglón seguido, del Carril se hacía eco de la formación de “cordones
industriales”, destinados a defender al gobierno que “podrían reconocer su
origen en la cada vez más insistente fórmula propiciada por no pocas ramas
del oficialismo, el “Poder Popular”, que ostentan una posición estratégica
para el control físico de ciudades, especialmente Santiago y Concepción
[…] Son frecuentes las “tomas” de caminos y zonas industriales por parte
de estos grupos, con los consiguientes inconvenientes y desórdenes que
contribuyen al clima de violencia y zozobra”.
Mientras, el ex presidente Frei declaraba que “el llamado poder popular
no es el pueblo de Chile. Son grupos políticos que se autocalifican como el
pueblo y que pretenden someter por la fuerza a otros trabajadores sin
titubear ante ningún medio para conseguirlo”. Por ejemplo, agregaba el ex
Presidente “crear un Ejército paralelo, en el cual están interviniendo
numerosos extranjeros, lo que es, a todas luces intolerable”.
La Nota N° 440 concluye con el siguiente párrafo: “Un par de entrevistas
ya realizadas parecen no haber dado los frutos deseados para hallar la ‘paz
civil’ a la que fervientemente aspira toda la ciudadanía. Y ello es lógico: la
Unidad Popular va al diálogo partiendo del presupuesto de que ‘su
programa no será transado’ y la Democracia Cristiana le plantea exigencias
que irremisiblemente rompen con el presupuesto apuntado. Entre otras
exigencias, la Democracia Cristiana planteó en la mesa del diálogo el
rechazo al poder popular armado, la vigencia de la Constitución y la
promulgación de su reforma, aprobada por el Congreso, que establecía las
áreas de propiedad económica. También reclamó la formación de un
gabinete que ‘por la calidad de sus miembros y de la autoridad que
estuviesen investidos - sobre todos sus subordinados - dieran amplia
garantía al país de que los propósitos anteriores serían efectivamente
cumplidos’.
Salvador Allende y Patricio Aylwin

En otras palabras, demandaba un gabinete integrado por militares. Como


respuesta al diálogo, el Partido Socialista señaló que ‘dialogar es
conciliación, y conciliación es traición’. De acuerdo a la reconstrucción que
realizó el periodista Ignacio González Camus en El día que murió Allende,
el encuentro entre Allende y Aylwin, en la residencia del cardenal Silva
Henríquez, no condujo a nada. El titular de la Democracia Cristiana
pensaba que Allende sólo quería ganar tiempo. “He venido contra la
opinión del partido” comentó antes de entrar al lugar de la cita.
Un circunspecto Aylwin acompañado por el mandatario eclesiástico,
recibió al Presidente: “Yo he venido solamente porque soy creyente y el
cardenal me lo pidió. No hay otra razón, Presidente”. Allende - según el
relato González Camus - miró a Silva Henríquez que los observaba y dijo:
“Cardenal, en alguna parte del Evangelio aparecen las ovejas negras y la
oveja perdida. Yo no soy tan creyente como el señor Aylwin, pero Cristo
también se preocupó por las ovejas perdidas, y es en ese sentido que yo le
pedí que nos reuniéramos en su casa. Por eso le he pedido a la persona de
más alta autoridad moral en Chile que nos reúna”.
Patricio Aylwin llegaba a la cita luego de atravesar un duro
enfrentamiento interno en su propio partido. Él, junto con Eduardo Frei
Montalva, encabezaba la línea de mayor oposición al gobierno de la Unidad
Popular. La disputa se había dirimido en mayo de 1973 y habían sido
derrotados, entre otros, los dirigentes Bernardo Leighton274, Renán
Fuentealba y Fernando Castillo Velasco. “Usted tiene que elegir - le dijo al
Presidente - No se puede ser al mismo tiempo amigo de Carlos Altamirano
y de la Marina. Usted no puede estar por la vía armada y por la democracia.
Usted tiene que escoger”. El encuentro se prolongó hasta la una y media de
la madrugada. Una vez que se retiraron los invitados, Silva Henríquez miró
a su secretario y murmuró: ‘No se va a lograr nada’.
En agosto de 1973275, la embajada estadounidense informaba que “las
conversaciones políticas entre Allende y Aylwin están suspendidas y puede
ser para siempre [...] Aylwin declaró que envió una carta privada el 31 de
julio a la tarde al presidente Allende, reafirmando la postura básica del PDC
y que Allende posteriormente le contestó por teléfono que le iba a
responder el 2 de agosto”. “A pesar del término de Aylwin de que las
conversaciones están ‘interrumpidas’ la impresión general de la prensa
opositora y otros es que el diálogo puede haber terminado”.
Aylwin reportó a la conducción del PDC que las conversaciones fueron
un “fracaso completo”. “El senador Andrés Zaldívar le dijo al embajador
Davis hoy en el almuerzo que el PDC esperaba una respuesta negativa en la
carta (presidencial) y le dieron a Aylwin ‘completa autoridad’ para cuando
reciban la respuesta presidencial de declarar públicamente que las
conversaciones fracasaron. Zaldívar afirmó que el mayor obstáculo para el
diálogo verdadero era la preocupación del Presidente de que el Partido
Socialista se retire de la Unidad Popular si él le daba algo al PDC. El 1 de
agosto El Siglo critica los comunicados sobre ruptura del diálogo como un
‘sabotaje’. Entre otras consecuencias de la ruptura del diálogo, Zaldívar le
adelantó a Davis que al esperar una respuesta negativa a la carta de Aylwin,
el PDC está preparando una extensa declaración sobre presuntas violaciones
a la constitución por parte del presidente Allende”.
Poco días más tarde, la embajada remitía vía valija diplomática la Nota
“Reservada” N° 450 276 que actualizaba y completaba el cuadro de
situación planteado en la 440. “El momento político - decía - es de una
fluidez tal que cualquier gabinete político, es un gabinete expuesto a caer en
cualquier momento en que la contingencia lo demande”. Informaba también
que la huelga de transportistas se mantenía “muy firme” y que los dirigentes
exigían la renuncia sin condiciones del Subsecretario de Transportes, Jaime
Faivovich. “Naturalmente el gobierno no puede aceptar una imposición de
tal tipo, so pena de desnudar una total debilidad.” Pasaba luego a referirse a
las “posibles irregularidades en las elecciones de parlamentarios del mes de
marzo último: fue el Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad
de Chile, a quien cupo formular una denuncia pública de la cual se
desprende que el oficialismo, recurriendo al expediente de las dobles
inscripciones y otras irregularidades, había visto aumentado su caudal
electoral en una forma oscilante entre los 200 y 300 mil votos”. Respecto de
la muerte del Edecán Naval del Presidente, puntualizaba que hay “una
comisión investigadora del caso, compuesta por los servicios de las tres
armas de las Fuerzas Armadas, Carabineros e Investigaciones, y presidida
por el general de la Fuerza Aérea, Nicanor Díaz Estrada.” La noche del día
4, Alfredo Joignant, Director General de Investigaciones, declara en
conferencia de prensa que ya hay varias personas detenidas y otras
sindicadas – “nos falta el ejecutor”, dijo - que pertenecen a Patria y
Libertad e implica también, indirectamente, al Partido Nacional.
Al día siguiente, el general Díaz, hace una declaración de cuyo contexto
pueden extraerse estos puntos: le recuerda veladamente a Joignant que es
exclusivamente a la comisión que él preside, a la que compete entender
sobre el caso y hacer declaraciones, al tiempo que aclara que el episodio no
se encuentra cerrado y que Joignant, con su conferencia del día anterior, “ha
violado el secreto del sumario y el compromiso contraído por todos los
componentes de la comisión, en cuanto a la formulación de declaraciones
sobre el caso”.
“Si revisamos lo expresado hasta acá, nos encontramos con situaciones
que cualquier país, en condiciones medianamente normales, no puede
arrojar; incógnita sobre la situación de un gabinete, huelga de transportes
que afecta al país con toda su secuela, - y posible plegamiento de otros
sectores como por ejemplo el de El Mineral `El Teniente´ -, denuncia de un
serio fraude, declaraciones lanzadas por una autoridad sobre un asesinato
que se ven controvertidas inmediatamente por una instancia superior y ello,
por mencionar solamente lo más candente, lo más actual. En Chile la
vigencia de cualquier situación crítica es precaria, porque rápidamente
aparece alguna novedad que da razón al adagio que dice ‘que el dolor
mayor supera al menor’ […] A todo esto, el diálogo UP-DC aparece
estancado. La Democracia Cristiana había partido, para iniciarlo,
planteando una serie de ponencias para cuyo cumplimiento estimó necesaria
la presencia de las Fuerzas Armadas en el Gabinete. Y si bien Allende se
muestra llano a aceptar discutir los planteamientos de la primera fuerza
política del país - disolución efectiva de los grupos armados, devolución de
industrias y empresas ‘tomadas’, promulgación de la ley de áreas
económicas y otras - estima que no aportaría ninguna solución llevar a cabo
un nuevo cambio de gabinete, apenas un mes después que asumiera el
actual”..

Los interrogantes de la Embajada


En la misma Nota N° 450 277, el Ministro Del Carril planteaba una serie de
interrogantes y sus respuestas a fin de hacer más comprensible el escenario
de la crisis.
- “¿Por qué solicita la Democracia Cristiana esta presencia militar?
Sin duda, por falta de confianza en la palabra del Presidente que quedaría
obligado, con esta presencia militar, a cumplir con los entendimientos que
se pudiesen concretar a través del diálogo;
- ¿Por qué pide Allende este diálogo?
Porque comprende que le es imprescindible dialogar para ganar tiempo,
para solidificar el proceso y afirmarlo. La ‘vía chilena’ se hace más
irreversible a medida que avanza el tiempo;
- ¿Qué podría poner fin a este momento crítico?
Algo que rompe con la tradicional institucionalidad chilena, algo que
hasta ahora incluso la oposición ha resistido por no ser grato a sus ojos,
pero que hoy es lo único que parece despertar confianza, agotadas ya todas
las instancias políticas, todos los extremos de entendimiento: presencia de
las Fuerzas Armadas;
- ¿En este último caso - llamadas las Fuerzas Armadas a colaborar - cuál
sería su posición?
Seguramente el deseo - no por afición al ‘golpismo’ (flaco favor se hacen
tomando en sus manos un país en estado precario) sino por no compartir
responsabilidades en este desgastado proceso - de una conducción in totum,
para restablecer orden, tranquilidad e imagen;
- ¿Parece esto último fácilmente asequible?
Aparentemente no. Allende tratará, hasta donde sea posible, de quemar
sus naves, por posición personal y por su exigente frente interno;
- ¿Podrá Allende, en definitiva, prescindir de aquellas?
Parecería que no.
- ¿Cuál sería el desenlace?
Volvemos aquí a quedar en manos de lo contingente. Siempre ha habido,
hasta acá, una última instancia en la que ha jugado la famosa ‘muñeca’ de
Allende. En este sentido, la de orden político, parece agotada. Podría ocurrir
entonces que las Fuerzas Armadas vayan teniendo cada vez más que decir
en el contexto general, ello, quizá, a pesar de sus propios deseos. Lo
contrario a todos estos presupuestos ut supra - finaliza Del Carril-
implicaría aceptar que estaríamos presenciando un triunfo de la paciente
táctica del Partido Comunista, que implica, en definitiva, la implantación
del ‘Poder Popular’ o cualquier denominación que se quiera dar a esta vieja
aspiración del grupo político que ha dado el contenido ideológico al
programa de gobierno de la Unidad Popular.”
Finalmente la DC rompía el diálogo porque, según Patricio Aylwin, el
Presidente “no aceptó las condiciones mínimas para iniciar los puntos de
convergencia. Por lo tanto el diálogo no continua”. “En suma, la
democracia cristiana rompe el diálogo virtualmente porque Allende no
capitula y abre nuevamente la compuerta de la guerra civil, o del golpe”
analizaba el columnista Pío Sanhueza en La Opinión.278

Los infaltables cubanos


Miembros de la custodia presidencial (GAP) con oficiales cubanos

Como si al presidente Allende no le faltaran problemas, a comienzos de


agosto llegaban a Santiago dos importantes funcionarios de la
“nomenklatura” castrista. El viceprimer ministro Carlos Rafael Rodríguez y
el jefe de los servicios de inteligencia Manuel Piñeiro, más conocido como
“Barbarroja”. El incidente comenzó cuando varios parlamentarios de la
oposición manifestaron que la presencia en el aeropuerto de Pudahuel del
Director de Investigaciones, Alfredo Joignant, se habría debido a su
intención de ayudar a abandonar el país a tres ciudadanos cubanos
implicados en el asesinato del edecán presidencial, el comandante Arturo
Araya. El embajador García Incháustegui respondió a tal afirmación “con
violencia, calificándola como infame, calumniosa y sustentada en el afán de
vulnerar las relaciones entre Chile y Cuba, y detener el proceso
revolucionario”.279
“Como los cuerpos parlamentarios se declararon afectados por las
palabras del Embajador y su actuación comenzó a ser censurada por
diversos foros de opinión, el Viceprimer Ministro de su país, quien se
encontraba en Chile para conversar sobre ‘posiciones comunes’ a mantener
en la Reunión de Argel280, intentando respaldar al Embajador, agravó el
incidente con declaraciones en las que calificó a los ataques contra el
diplomático como ‘insultos e infamias’, añadiendo que a los que
seguramente habrían de calificar sus palabras como intervención en los
asuntos internos de Chile, les respondía por anticipado que a él le cabía el
‘mismo derecho de refutar calumnias que a ellos el de atacar al
representante de Cuba’”.

Allende, “Barbarroja” Piñeiro y Fidel Castro en Cuba (1971)

Según se conoció después del golpe de septiembre, Fidel Castro le había


enviado una carta a Salvador Allende en la que le explicaba que los dos
altos funcionarios cubanos habían viajado a Santiago con ‘el objetivo real’
de “informarse contigo sobre la situación y ofrecerte como siempre nuestra
disposición a cooperar frente a las dificultades y peligros que obstaculizan y
amenazan el proceso”. Hay otra mirada sobre el mismo asunto: según
Ileana De la Guardia, hija del oficial cubano Antonio “Tony” De la Guardia
(organizador en Chile de grupos paramilitares), Rodríguez y Piñeiro fueron
de parte de Castro para “convencer a Allende a que diera un golpe antes que
lo hicieran los militares”.281
“El incidente siguió adelante. En un gesto de dudosa prudencia el
canciller Orlando Letellier, en vísperas de viajar a Lima, entregó una
declaración de prensa solidarizándose con el diplomático y con su Ministro
Consejero, Sr. Luis Fernández Oña282, yerno del Dr. Allende. Si bien el
Canciller en su defensa de los funcionarios, se refiere ‘a diversos medios de
comunicación’, se descuenta que su actuación no habrá de contribuir a
mejorar las ya deterioradas relaciones entre la Cancillería y el Congreso.”
Más adelante, la Embajada Argentina informaba que “como
consecuencia de la intensa y extraña actividad que se observa ‘a todas
horas’, del excesivo tránsito de camiones, y de obras en construcción no
autorizadas por la autoridad municipal, la Comuna de Providencia (ente
autárquico) ha solicitado a la Embajada de Cuba que abandone su
jurisdicción. Tal pedido, en su fundamentación, alude a hechos ocurridos
inmediatamente después del atentado contra el comandante Araya. En
conclusión, el incidente habrá de contribuir, sin duda, a avivar la
animadversión de la oposición chilena hacia la intromisión de Cuba en
asuntos chilenos. Para el gobierno es, también, otro ‘dolor de cabeza’ que
proviene de Cuba. Primero fue la larga visita de Castro en 1971, luego las
declaraciones del mismo, lesivas para Allende, hoy el presente caso”.283
Según datos aportados después del golpe militar por periodistas que no
pueden ser señalados como afines al gobierno de Augusto Pinochet, la
intervención cubana se vio reflejada en el envío de asesores y armas a
Chile. “En siete meses de 1973 llegaron a Chile en misión diplomática
oficial 633 personas provenientes de La Habana. El 11 de setiembre había
937 cubanos castristas en Chile, todos en situación irregular (sin pasaporte
ni visa). En la Embajada de Cuba en Santiago de Chile había acreditados 42
funcionarios diplomáticos contra seis chilenos en La Habana”. 284

La violencia en Chile es un lugar común


“Chile parece un país azotado por la guerra” expresaron los obispos
chilenos en uno de los últimos mensajes al pueblo antes del derrocamiento
de Allende285 y señalaron su pesar por los “cambios que toman la dirección
equivocada cuando están inspirados por concepciones materialista (...) Nos
duele ver las largas colas de chilenos delante de los negocios, y millones de
horas que se pierden cada semana, sufriendo la humillación de vivir tales
situaciones [..] Nos preocupa el mercado negro, desencadenado por la
inmoralidad. Como un llamado, nuevamente, de atención expresaron que
‘sólo nos mueve el bien de Chile, tratando de impedir que se pisotee la
sangre de Cristo en una guerra fratricida”.
Los acontecimientos se sucedían cada vez con mayor celeridad y la
embajada se veía nuevamente en la necesidad de reactualizar los panoramas
trazados en la notas “R” N° 440 y 450: “Hablar de violencia en Chile es un
lugar común; con altibajos propios de cada momento político, este país se
ha visto, en los últimos tiempos, frecuentemente remecido por este mal”.286
El informe hace un ligero repaso a la situación dentro de los Institutos
Militares. “En la Fuerza Aérea de Chile, sorpresivamente, se produjo el
llamado a retiro de los generales Germán Stuardo de la Torre (comandante
del Comando Logístico, tercera antigüedad en el escalafón) y Agustín
Rodríguez Pulgar (comandante de la Dirección de Personal y quinta
antigüedad). No se ha podido detectar, hasta el momento, reacción alguna
en la FACH, ya que ambos oficiales quedan en la situación descripta por
‘facultad presidencial’”.
A decir verdad, la Embajada no podía ignorar que los dos altos oficiales
aeronáuticos no inspiraban confianza en la izquierda. Por lo menos así lo
señaló la simple lectura de La Segunda que informó sobre el
“descabezamiento” de la Fuerza y El Mercurio del domingo anterior (5 de
agosto de 1973), cuando ante la posibilidad del retiro de los oficiales el
secretario general del MAPU, Oscar Garretón exclamó “celebraré que fuese
cierta”.
“En lo que hace a la Armada, la Comandancia en Jefe, a través de su
Departamento de Relaciones Públicas, dio un comunicado expresando que
los Servicios de Inteligencia habían detectado la “gestación de un
movimiento subversivo en dos unidades de la Escuadra287, apoyado por
elementos extremistas ajenos a la Institución”. La declaración naval añadía
que “estos hechos son consecuencia evidente de la intensa campaña de
propaganda perniciosa que han estado desarrollando grupos extremistas
mediante continuos llamados a la desobediencia’ y que será inflexible en la
aplicación de medidas punitivas”.
“Ejército: la institución, a través de su Comandante en Jefe, general
Carlos Prats, hizo una declaración pública anunciando que se ejercitarán
contra el diputado Mario Palestro - jefe de la brigada parlamentaria
socialista - y contra el MIR, las acciones legales pertinentes por ‘ofensas
públicas a miembros de las Fuerzas Armadas’. En esta declaración, se
aclara, que la Fuerza Aérea y la Armada se ‘solidarizan’ con el Ejército”.

La Embajada sin brújula

Mientras tanto en Buenos Aires se vivía un moderado clima de campaña


presidencial (faltaban 15 días para las elecciones que llevarían a Juan
Domingo Perón por tercera vez a la Presidencia de la Nación), en Chile, el
jueves 9 de agosto, Salvador Allende volvía a renovar su elenco ministerial.
Esta vez, incorporó a cuatro altos jefes militares: los comandantes del
Ejército, Carlos Prats; de la Armada, almirante Raúl Montero; Fuerza
Aérea, general César Ruiz Danyau y el director general de Carabineros,
José María Sepúlveda. Allende caracterizó a su nuevo elenco ministerial
como “un gabinete de seguridad nacional” que “tendrá la tarea de defender
a Chile e impedir que se separe al pueblo del gobierno, y el pueblo y
gobierno de las Fuerzas Armadas (...) es Chile el que está en peligro, existe
un plan subversivo que cínica y soterradamente se ha venido preparando”.

El ultimo gabinete de Allende

El líder de la Democracia Cristiana, Eduardo Frei, analizaba la situación


desde un punto de vista diferente: “Chile atraviesa por una de las más
graves crisis en el orden político, económico, social y moral que ha
conocido su Historia. Se ha querido imponer por una minoría un esquema
ideológico y programático que la mayoría del país rechaza”.
Nuevamente, en menos de una semana, la Embajada se vio obligada a
poner al día otra vez el panorama político, planteado en la Nota “R” 440.
En esta ocasión, con fecha (lunes) 13 de agosto se enviaba a la Cancillería
argentina la Nota “R” N° 478: “Las situaciones institucionales pierden
vigencia en horas y como ‘prueba de lo que dejo expresado [...] es la actitud
del Jefe del Estado, que el 2 del corriente manifiesta al Partido Demócrata
Cristiano su decisión de no ingresar militares al gabinete por estimar que no
es competencia de las Fuerzas Armadas el resolver problemas de índole
político; no transcurre una semana de dicho pronunciamiento y nos
encontramos nada menos que con los tres Comandantes en Jefe
compartiendo responsabilidades con la coalición oficialista, sobre todo, si
se toma en consideración la delicadeza de la situación de las carteras en las
cuales les tocará desempeñarse: Defensa, Hacienda y Obras Públicas y
Transportes y, hasta el momento, por añadidura, sin mandos medios que
respondan verticalmente a la conducción que pretendan impartir los
uniformados, ya que aquéllos permanecen en manos de representantes de
uno u otro partido político de la UP, de acuerdo con el ‘cuoteo’
correspondiente”.
Exponía luego los obstáculos que deberán sortear los jefes militares en
sus áreas:
“Almirante Montero 288 (Hacienda): Se enfrenta a la remisión al
Congreso del proyecto de reajuste de sueldos y salarios del próximo mes de
octubre, con una situación financiera crítica, con una producción
disminuida y con lo que ha dado en calificarse de ‘hiperinflación;
General de la Fuerza Aérea Ruiz Danyau (OO.PP. y Transportes): El
problema más candente de la actualidad, el paro de transportistas,
especialmente en el sector de los camioneros que mantienen su exigencia
para comenzar a dialogar, junto con la Confederación del Transporte
Terrestre, de que Faivovich sea removido del cargo de Subsecretario de
Transportes;
General Carlos Prats (Defensa) Llevará sobre sus espaldas el peso de
procurar mantener cohesionadas a las Fuerzas Armadas, ardua tarea del
momento teniendo en cuenta las denuncias sobre infiltración izquierdista en
la Armada y la convocatoria del MIR a la ‘democratización inmediata de
las Fuerzas Armadas y Carabineros’, ‘a desobedecer a los oficiales que
incitan al golpe’ y ‘a unirse a las trincheras del pueblo en la lucha contra la
clase de los patrones’”.
La Armada

La situación planteada en la Marina concita la mayor atención de la Nota


“R” N° 478, no solamente porque así lo determinaría la simple lectura de
los periódicos, sino también porque Del Carril consultaba al Agregado
Naval, uno de los representantes castrenses más movedizos que tenía la
Embajada por esos días. El Capitán de Navío Luis Sánchez Moreno conocía
a muchos oficiales de la Armada chilena como era su obligación. Logró
socializar con ellos y le facilitaba la tarea un pequeño departamento de fin
de semana en Viña del Mar, cuya cercanía con la Base Naval de Valparaíso
le daba oportunidad de frecuentarlos y pulsar sus estados de ánimo. Como
un símbolo del desbarajuste de los precios, el departamento lo había
alquilado al precio de diez dólares mensuales. Su dueño, “Queco” Correa de
Tocornar, ante el temor de que se lo expropiaran, prefirió dárselo a un
diplomático extranjero, mientras él pasaba gran parte de su tiempo en el
Hotel Alvear de Buenos Aires.
“En lo que hace al MIR y su actitud hacia las Fuerzas Armadas, cabe
dejar constancia de que sus últimos ataques los ha centrado sobre la
Armada, en cuyo seno, expresa en una reciente declaración anida ‘una
oficialidad reaccionaria (...) que ha propiciado realmente los intentos
subversivos y golpistas (...) y que ha hecho asesorar en estos planes nada
menos que por la Inteligencia Naval norteamericana (…)’.
La Armada respondió al MIR, calificándolo como un grupo compuesto
de “aventureros irresponsables”, que sustenta actitudes propias de
“desquiciadores profesionales” que representan “el pensamiento de mentes
demoledoras capaces de cualquier tropelía”, y anuncia que recurrirá a “las
acciones judiciales pertinentes”.
Del Carril centraba luego su atención en el Subsecretario General del
Partido Socialista, senador Adonis Sepúlveda, quien “expresó su
preocupación por la situación en que se encuentran los marineros arrestados
en la Armada - como consecuencia de la acción subversiva detectada -
dando a entender que en dicha institución castrense existen opiniones a
veces hasta despiadadas contra la gestión del gobierno de la Unidad
Popular, a lo que ahora hay que agregar el hecho de que marineros leales a
las autoridades oficiales, están siendo objeto de persecuciones”. El
diplomático plantea “la paradojal situación que se presenta cuando se repara
en que (los militares) se encuentran compartiendo responsabilidades con
partidos políticos que cuentan en sus filas con parlamentarios que han
injuriado a oficiales de las Fuerzas Armadas”.

Reacciones de rechazo ante el nuevo gabinete

El MAPU y el MIR, aduciendo que la presencia de las Fuerzas Armadas


conlleva el freno al proceso, en tanto el PN y la Social Democracia (ex
Partido Izquierda Radical), ven el inconveniente que representa el
compromiso que toman las Fuerzas Armadas al participar en las tareas de
gobierno.
Democracia Cristiana: reacción de cautelosa expectativa, aunque es de
recordar que el partido había reclamado por el ingreso de los militares al
gobierno, pero de características más drásticas a las verificadas hasta el
momento.
PC - PS: En declaración “de apoyo al nuevo gabinete”, dicen que “el
deber supremo es defender la continuidad del proceso revolucionario”, al
tiempo que manifiestan la necesidad de terminar con la subversión, con “el
paro fascista de los transportistas” haciendo, de paso, un llamado a fin de
que se modifique la Ley de Control de Armas”.
Para la Embajada, con el cambio ministerial, había vuelto a prevalecer
“la táctica del PC” en “esta tempestuosa coyuntura política y sirviéndose de
la habilidad de Allende para negociar ha permitido al Gobierno, al menos,
conformar un gabinete con participación militar, primer peldaño de un
afianzamiento - cuya duración sería aventurado anticipar - en este momento
crítico”.
Como ejemplos de “la precariedad” de la situación informa sobre “la ola
de violencia que se mantiene en el país, cuya última expresión más
importante ha sido el inmenso apagón que afectó la noche del lunes 13 de
La Serena a Rancagua, como consecuencia de atentados dinamiteros en
torres de alta tensión transportadoras de energía eléctrica”.
En cuanto a las Fuerzas Armadas, el Encargado de Negocios argentino,
sostenía que la opinión pública “en abrumadora mayoría, ha quedado
perpleja ante la decisión de los Comandantes en Jefe”, de participar en el
gobierno: “No se conoce de condición alguna interpuesta a cambio de lo
que se echan encima al prestarse a compartir las responsabilidades de
gobierno”. El clima de “desconcierto reinante” lo ejemplificaba a través del
incidente protagonizado en torno a la figura de Jaime Faivovich.
El domingo 12 – narraba - el gobierno había tomado la decisión de
separar de su cargo al interventor del transporte de camiones. El mismo día,
luego de una reunión del gabinete presidencial en la que se analizó la
huelga de transportistas, la Secretaría General del gobierno dio una
declaración en la que expresaba que se había resuelto “el nombramiento de
interventores militares en todas las provincias del país” conforme a la Ley
de Seguridad Interior del Estado. El lunes 13, “la Subsecretaría de
Transportes - a cuyo frente se desempeña Faivovich, y que cae bajo la
férula del general Ruiz Danyau - emite una declaración que dice que tras la
citada reunión de Gabinete, “(...) se confirmó en su cargo de interventor
general al Subsecretario de Transportes, Jaime Faivovich”. ¿Puede pedirse
confusión mayor?”.
“Si se quieren agregar nuevos elementos al intrincado panorama del que
vengo dejando constancia - dice el abrumado diplomático - me permito
señalar:
- Declaración aparecida el día 14 del Movimiento Nacionalista ‘Patria y
Libertad’, en la que expresa, aludiendo a ‘la represión de que han sido
víctimas los transportistas’, que ‘la tregua ha concluído (...) Quedan
notificados los marxistas que no descansaremos hasta verlos fuera del
gobierno que nunca debieron asumir’;
- Carta de Allende al Ministro de Defensa, general Prats, solicitándole
impartir instrucciones a la Junta de Comandantes en Jefe, a fin de que se
aboque al estudio sobre el paro ilegal de los camioneros, ya que en los
cuerpos legales y en las doctrinas operativas vigentes no se consultan
situaciones como las que el país enfrenta hoy”.
Del Carril vuelve al “episodio” Faivovich en la página 7 de su informe:
“Sólo la situación de descontrol de los acontecimientos que ya el Presidente
no estaba en condiciones de encarrilar y una muy refinada campaña de
prensa opositora pudieron haber convertido a un dirigente casi menor de la
Unidad Popular en un personaje de la política chilena de esos días. A
grandes rasgos, se podría decir que se estaba a favor o en contra de Jaime
Faivovich. Así se entiende que en las horas clave del golpe del martes 11 de
setiembre, uno de los jefes de las Fuerzas Armadas, el general Leigh,
pudiera elevar al mismo nivel de importancia dentro del gobierno de
Allende a Faivovich con Pedro Vuskovic, Carlos Altamirano o Fernando
Flores.”289
El gobierno aparecía cada día más debilitado. “Su signo de fuerza -
informaba el diplomático argentino - se lo proporciona el Ministro de
Defensa, Carlos Prats”. La embajada plantea el interrogante sobre el tiempo
de permanencia de las Fuerzas Armadas en el gabinete: “En la primera
(ocasión) se fijó un plazo para su permanencia en el gabinete, que fueron
las elecciones de parlamentarios de marzo de 1973. Pero hoy, a diferencia
de entonces, los tres comandantes en jefe son llamados a colaborar en las
tareas de gobierno ‘sine die’.”
También con fecha 13 de agosto, Del Carril recibía del Cónsul argentino
en Concepción, Francisco Luis Muro, un detallado informe de cinco carillas
sobre el “movimiento subversivo que detectó la Armada en la Base Naval
de Talcahuano, directamente vinculado al que fuera descubierto en
Valparaíso” 290: “Entre los detenidos, más de treinta, en su mayoría
uniformados, hay varios tripulantes de los cruceros Prat y O’ Higgins. Entre
los detenidos civiles, todos adscriptos a reparticiones de la Armada, se
encuentran cuatro mujeres” que fueron interrogados por el fiscal naval,
capitán de navío Fernando Jiménez Larraín (quien horas después fue
víctima de un atentado contra su residencia). Según Muro “de acuerdo con
la investigación practicada, además de apoderarse de unidades de guerra y
detener y asesinar a oficiales, los extremistas pretendían inutilizar la planta
generadora de energía que mueve las compuertas de los diques de ASMAR,
a fin de neutralizar a las unidades de guerra que se encuentran allí en
reparaciones”.
Entre la Nota “R” N° 478 y la N° 505 291 mediaron apenas un poco más
de ocho días. Pero en ese tiempo - que va del 13 al 22 de agosto - los
militares no lograban solucionar el paro de los transportistas, a pesar de que
el “episodio Faivovich” había concluido y en su lugar fue designado al
general de Ejército Herman Brady, Jefe de la Guarnición de Santiago.
El 17, ante la imposibilidad de terminar con la huelga, el Ministro de
Transportes y Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, Cesar Ruiz Danyau
renunció a su cargo en el gabinete, pero pretendía permanecer al frente de la
Fuerza. El Presidente Allende, después de varias presiones y cabildeos (y
un atisbo de sublevación), lo instaba a renunciar y en su lugar designó al
general Gustavo Leigh Guzmán. El primer integrante de la Junta de
Comandantes en Jefe que habría de realizar el golpe asumió 18 de agosto de
1973.292
Frente a los hechos, Frei declaró que el gobierno de la Unidad Popular
“con habilidad y audacia utiliza a las Fuerzas Armadas para que se hagan
cargo del desastre económico, político y social que enfrenta Chile”. El 21,
por la tarde, se realizó una manifestación de mujeres de oficiales del
Ejército frente a la residencia del general Carlos Prats en la avenida
Presidente Errázuriz. La mayoría para reprocharle no haber defendido a
Ruiz Danyau (con quien no mantenía, además, una buena relación293) y
otras pretendían que el gobierno de la Unidad Popular “no continuara
‘utilizando’ a sus maridos en tareas gubernamentales”.294 Varias de ellas
lograron entrevistarse con la esposa de Prats y le entregaron una carta
quejándose de que sus “maridos ya no pueden usar el uniforme que con
tanto orgullo siempre lo hicieron para evitar ser insultados” y que “(...) el
desconcierto del futuro de un país que progresaba y hoy sufre el descalabro
económico más desastroso del mundo no nos permite ofrecer seguridad a
nuestros hijos”.
A Sofía Cuthbert de Prats también le solicitaron que transmitiera que el
Ejército debía permanecer al margen de la política y que esta situación “los
ha llevado al límite de su desesperación”295. Entre las manifestantes fueron
reconocidas las señoras de los generales Arellano Stark, Nuño, Bonilla,
Palacios, Viveros y Contreras Fisher.296
Augusto Pinochet junto a Carlos Prats

El 22 por la mañana, Prats reunió en su despacho del Ministerio de


Defensa al cuerpo de generales y le solicitó una actitud de respaldo. De los
dieciocho que lo integraban sólo seis acompañaron su pedido (Pinochet,
Brady, Pickering, Sepúlveda Squella, Urbina y González). Ante la obvia
fractura evidenciada entre sus subordinados a Prats no le quedó más
remedio que presentar la renuncia. Como todo comentario en la intimidad
Prats dijo: “Lo que viene es espantoso”.297
El 23 de agosto, el general Augusto Pinochet Ugarte fue designado
Comandante en Jefe del Ejército. El segundo integrante de la Junta que
daría el golpe de septiembre se hacía cargo de la conducción de su Fuerza
(hasta ese momento ya lo era, pero en calidad de interino). En los Estados
Unidos de Norteamérica el 22 también renunciaba el Secretario de Estado,
William Rogers. En su lugar era propuesto Henry Kissinger, el más
influyente asesor en cuestiones internacionales del presidente Richard
Nixon.
El 22 de agosto de 1973, el Ministro Del Carril volvía a actualizar su
panorama trazado en la Nota “R” 450 (del 6 de agosto). Lo hacía con los
mismos escenarios que había plantado en las notas “R” 461 (del 8 de
agosto) y 478 (de fecha 13 de agosto). En la Nota “R” 505 de seis páginas,
la Embajada informaba que los “paros de adhesión - de uno a tres días,
todos prorrogables - a los que llamaron la CUT, 298 delegación Santiago
(opositores a Allende), el Comercio y la Pequeña Industria, la
Confederación de Colegios Profesionales de Chile (que agrupa a 22),
Federación de Trabajadores de la Salud, Empresa Nacional De Minería
(ENAMI), Empresa Nacional de Petróleo (ENAP), ENDESA, educadores
particulares, Universidad de Chile y la Católica, entre otros, han venido a
sumarse al conflicto que todavía embarga al transporte. Por disposición de
Allende, el general Herman Brady, es ahora coordinador e interventor de los
gremios del rodado “nacionalmente”.
El listado de problemas que enfrentaba el gobierno de la Unidad Popular
era preocupante: la “violencia continúa manteniéndose con distintos
atentados. La sede de la CUT provincial Santiago, fue el último de
importancia, destruida por los efectos de una bomba incendiaria;
descubrimiento casi diarios de movimientos extremistas de todo orden,
amén de su reaparición en las calles de Santiago en enfrentamientos”. En
cuanto a los partidos políticos opositores, “ya se conoce la decidida
posición combativa del Partido Nacional. Ella parecería, incluso,
sobrepasada ahora por la Social Democracia, atento a las palabras de su
presidente, el senador Luis Bossay, quien acaba de declarar que su partido
está dispuesto a acusar constitucionalmente a todo el gabinete, habida
cuenta de que “el Gobierno, al quebrantar las bases del estado de derecho,
se ha colocado al margen de la Constitución del Estado y se ha
transformado en un gobierno dictatorial que opera de facto (...)”.
Para Del Carril “desde el punto de vista de los partidos y otros medios de
oposición la instancia de los partidos políticos aparece sobrepasada, por
cuanto las circunstancias se han colocado, en los momentos actuales, más
allá de sus posibilidades”. Fundamentaba Del Carril, erradamente, que los
partidos “podrán oponerse efectivamente a proyectos del Ejecutivo dentro
del Parlamento, podrán hacer todo tipo de declaraciones, pero las mismas
en la práctica, no pasarán de meras ponencias. Por ejemplo - y a manera de
“mensaje” a las Fuerzas Armadas - sectores de diputados opositores se
proponen declarar la ilegalidad con que está actuando el Gobierno” (el
oficio del “Acuerdo de la Cámara de Diputados sobre el grave
quebrantamiento del orden constitucional y legal de la República” firmado
por su titular, Luis Pareto González, le fue remitido a Allende el 23 de
agosto).
La situación de vacío de poder la creó la sociedad política en su conjunto,
oficialismo y oposición. Luego concurrieron otros sectores de la sociedad y
finalmente el poder fue ocupado por las Fuerzas Armadas. El “Acuerdo de
la Cámara de Diputados” no fue una “mera ponencia” como señaló el
Encargado de Negocios. Con la firma de más de ochenta diputados
nacionales y democratacristianos, la oposición allanó con sus argumentos el
camino para el derrocamiento de Allende, al sostener que “el Presidente ha
quebrantado gravemente la Constitución”.
Del Carril sólo resalta que: “acusan a las actuales autoridades de
fomentar el ‘paralelismo sindical’, creando organizaciones al margen de las
nacionalmente reconocidas y que, obedeciendo a los dictados del
oficialismo, se ven beneficiadas con la concesión de facilidades de un orden
u otro no otorgadas a los gremios tradicionales, la mayoría de los cuales se
encuentra enfrentando al gobierno”.
“Igualmente acusan (al gobierno) de haber hecho “uso político” de las
Fuerzas Armadas, manoseándolas al extremo de haberles hecho aparecer
como obediencia militar, lo que en realidad constituye una obediencia
política a determinados fines partidistas (caso de la exigencia a Ruiz de que
presentara su renuncia al cargo como Comandante en Jefe)”.
“Un nuevo punto que, de seguir adelante, podría llegar a promover
situaciones conflictivas, es el de un posible pedido de desafuero de los
secretarios generales del Partido Socialista y del MAPU, senador Carlos
Altamirano y diputado Oscar Garretón, respectivamente, quienes junto con
el Secretario General del MIR, Miguel Enríquez, serían tenidos como
‘cerebros’ o ‘colaboradores intelectuales’ de los movimientos subversivos
atentatorios de la estabilidad de la Armada (“R” N° 461). Tal pedido podría
ser efectuado por el Fiscal ad hoc, Capitán de Corbeta Víctor Villegas.”

Párrafo de la Nota “R” N° 505 del 22 de agosto de 1973.

Allende, desde una óptica oficialista, había logrado sortear la crisis “más
grave de todas aquellas cuantas ha debido enfrentar. Las conversaciones con
los transportistas parecen a punto de llegar a feliz término y, por otra parte,
las Fuerzas Armadas le han respondido; en la actual coyuntura los dos
extremos señalados son vitales. Sin embargo, tiene aún por delante, en esta
etapa, los muy serios escollos de índole material (falta de vehículos, de
repuestos o de medios económicos como para obtenerlos, elementos
indispensables para un arreglo satisfactorio con los transportistas, sin contar
todo aquello de que semana a semana se viene dejando constancia, y que
tiene origen en una fuerte oposición política y en el contrapeso que
representa el descontento del sector mayoritario de la opinión pública”.
A pesar del “feliz término” de las negociaciones entre el gobierno de la
Unidad Popular y los huelguistas que vaticinaba Del Carril, los daños
provocados a la Economía de Chile a través de más de treinta días de paro
habían sido muy severos. Basta observar el informe elaborado por la
Oficina de Planificación Nacional, ODEPLAN, dependiente del gobierno,
para establecer la magnitud del perjuicio. “La producción industrial habrá
de caer sustancialmente como consecuencia del desabastecimiento de
insumos; paralelamente habrá una menor producción agropecuaria y
avícola. En materia de salud han quedado sin distribuir 2 millones de kilos
de leche; disminuyó en un 40 % la distribución de medicamentos que
depende del Servicio Nacional de Salud, habiendo disminuido también en
forma importante, la producción de algodón y gasa, generando serias
dificultades en centros hospitalarios y asistenciales.” “La producción y
distribución de combustibles también se ha visto seriamente afectada como
consecuencia del paro, a lo que se agrega un mayor consumo por el
invierno y porque la paralización de algunas plantas hidroeloéctricas como
consecuencia de atentados ha obligado a poner en funcionamiento plantas
térmicas.”
Finalmente brindaba las siguientes cifras: Pérdida de 3.000 hectáreas de
remolachas (aproximadamente 350.000 toneladas de azúcar). Pérdida de
350.000 pollos, 10.000 ovejas y 500 vacunos como consecuencia de la falta
de alimentos. Pérdida de 50.000 hectáreas de siembra por falta de
combustible. En un 40 % disminuyó el abastecimiento de productos del mar
en Santiago. 299

El universo de un Almirante

El 26 de agosto, la Embajada enviaba un nuevo panorama de la situación


“con referencia a mi “R” 505 y otras”300. Del Carril comienza tratando el
“Acuerdo de la Cámara de Diputados” pero ya no lo consideraba como una
“mera ponencia” como lo hiciera socarronamente en un informe anterior.
Especialmente cuando los parlamentarios señalan que el actual gobierno se
ha ido empeñando en la conquista del poder total, “sometiendo a todas las
personas al más estricto control económico y político”; que “ha usurpado al
Congreso Nacional su principal función que es la de legislar”, apelando al
recurso de decretos de insistencia “o por simples resoluciones
administrativas fundadas en resquicios legales”, haciendo de la violación de
la Constitución y de la ley un “sistema permanente de conducta”; que ha
desatado una “infamante campaña de injurias y calumnias” contra la Corte
Suprema de Justicia; que ha clausurado “ilegalmente diarios y radios” y
“violado el principio de autonomía universitaria, amparando la usurpación
del canal 9 de TV, perteneciente a la Universidad de Chile”; que ha
contribuido “poderosamente a la quiebra del Estado de derecho” con la
formación de “organismos que son sediciosos”, como los “comandos
comunales, los consejos campesinos, los comités de vigilancia, las JAP,
etc...” y con el amparo prestado a la formación de “grupos armados” (...) y
que la presencia de las Fuerzas Armadas y Carabineros en el gabinete “no
puede prestarse para que cubran con su aval determinada política
partidista”.
Allende respondió a la declaración alegando que estaba destinada “a
desprestigiar al país en el extranjero y crear confusión interna” y que
exhortar a las fuerzas militares para que “adopten una posición deliberante
frente al Poder Ejecutivo (...), es promover el golpe de estado”. De acuerdo
a la Embajada “la oposición, en términos generales”, coincide “en señalar
que la respuesta presidencial no contiene comentario alguno que permita
suponer la disposición del gobierno de volver a la Constitución y a las
leyes” y la Central Única de Trabajadores expresó que el clima impuesto
por la oposición señala la “preparación de una aventura golpista”.
Mientras los medios de comunicación afines o financiados por el
gobierno de la Unidad Popular criticaban intensamente a la administración
Nixon, y destacaban el escándalo del “caso Watergate”, a miles de
kilómetros de Santiago de Chile, en Moscú, el embajador argentino en la
Unión Soviética, Enrique Quintana, informaba al canciller Alberto
Vignes301 que “el Kremlin acaba de romper muchos meses de silencio en
relación al caso Watergate, lo que sería según la interpretación de algunos
observadores, un cierto apoyo para el señor Nixon”. Detalla que Radio
Moscú explicó que “los enemigos del Sr. Nixon están tratando de debilitar y
manchar su administración”. Según Quintana “para los analistas del
Kremlin, Nixon es víctima de los ataques de “una coalición de liberales,
republicanos conservadores y políticos de extrema derecha (...) que se
oponen, principalmente a la finalización de la guerra en Vietnam y al haber
tomado medidas con el fin de relajar las tensiones mundiales”.
“Se interpreta - dice Quintana - que en el contexto de la misma es posible
vislumbrar que el Kremlin o una mayoría del Politburo evidentemente cree
que el Sr. Nixon está en peligro de ser desplazado o debilitado, poniendo en
riesgo toda la serie de acuerdos a largo plazo sobre los que han trabajado
tanto Washington como Moscú.”
Embajador Enrique Quintana

A esa altura de los acontecimientos, Quintana no hubiera tenido que estar


informando al Palacio San Martín desde Moscú, sino desde Santiago de
Chile. Si el gobierno argentino - o mejor dicho, el partido dominante, el
peronismo - no hubiera estado sumergido en sus propios problemas
internos; si su Cancillería no se hubiera transformado en el campo de luchas
intestinas; si tan solo se hubiera analizado el panorama interno chileno con
horizontes de mediano plazo (...) o revisado los legajos de los embajadores,
Quintana habría sido un buen sucesor, en mayo de 1973, de Javier Teodoro
Gallac.
Hijo de Federico Quintana, el respetado embajador argentino en Chile
entre 1928 y 1940, “Henry” tuvo la particularidad de que, siendo hijo de un
diplomático argentino, estudió en la Escuela Naval de Chile entre 1936 y
1938, hecho que sólo pudo concretarse merced a una Resolución Especial
del Ministro de Guerra del presidente argentino Agustín P. Justo, teniente
general Basilio Pertiné. Durante su paso por la Escuela, Quintana fue
compañero de José Toribio Merino y Patricio Carvajal, entre otros.
Almirante José Toribio Merino

José “Pepe” Toribio Merino llegó a pináculo de su carrera cuando el 30


de agosto los altos mandos de la Armada, en forma conjunta, exigieron la
renuncia de Montero por considerar que no representaba el pensamiento de
la Fuerza. El Comandante en Jefe de la Armada se mantenía en su cargo
desde noviembre de 1970. Ese mismo día el diario Tribuna, del Partido
Nacional, publicaba un editorial en términos lesivos para el alto jefe naval.
Sostenía Tribuna que Montero mantenía vinculaciones con la Izquierda
Cristiana.
Coincidentemente, el mismo 30, Merino en su calidad de juez naval
presentó ante la Corte de Apelaciones de Valparaíso la petición de
desafuero del senador Carlos Altamirano y del diputado Oscar Garretón. La
Cámara resolvió citar a los legisladores el miércoles 12 de septiembre. No
hizo falta, para aquél entonces ambos estaban prófugos.
Allende a las pocas horas de conocer la decisión de los mandos navales,
rechazó la renuncia de su Comandante en Jefe, dejando a Montero inmerso
en una situación indefinida. Era el Comandante sin el apoyo del
almirantazgo. No se aceptaba su renuncia, pero Merino reclamaba su
liderazgo. Así se llegó al 10 de septiembre.
La Embajada consideraba que Allende “tampoco ve en el Almirante
Montero al oficial a quien le agradaría tener como Comandante en Jefe...
(pero) ... ante la posibilidad de contar - de acuerdo al escalafón - con un
sucesor menos afín aún con la sensibilidad oficialista, opta por mantener al
citado Almirante. Entre tanto la alta oficialidad de la Armada, mantiene
constantes reuniones en Valparaíso”.302 Se encontraba en estado
deliberativo.
El almirante José Toribio Merino cruzó los alfombrados ambientes de la
residencia presidencial de Tomás Moro, pasó los diferentes filtros que
imponían los miembros del GAP y entró en el despacho donde lo esperaba
de pie el Primer Mandatario. No estaba solo, lo acompañaban los almirantes
Montero, Cabezas y Huidobro.
“Merino adoptó una actitud marcial y esperó que Salvador Allende
rompiera el silencio”.303
Allende: “Usted se propone ser Comandante en Jefe de la Armada”.
Merino: “Sí, Excelencia. Aspiro al cargo porque me corresponde según el
escalafón, ya que Montero ha presentado su renuncia indeclinable. Por otro
lado, es ésa la voluntad de mis oficiales, explícitamente manifestada”
Allende: “Si usted ha declarado públicamente que es antimarxista, ¿cómo
quiere que lo nombre?
Merino: “Me corresponde por derecho el cargo de Almirante en Jefe y lo
seré”. Así lo relató Boizard. A Merino le correspondía asumir la jefatura, si
se seguía la línea de mandos, ante la renuncia del almirante Raúl Montero
Cornejo (que se presentó no de manera indeclinable).
Según Merino el diálogo fue más violento. Allende, en un momento le
dijo: “¿Entonces quiere decir que estoy en guerra contra la Marina?”.
Merino: “Sí señor estamos en guerra con usted. La Marina estará en
guerra, porque no es comunista y no será nunca comunista, ni los
almirantes, no el Consejo Naval, ni ningún marinero…”. La reunión
termino sin ninguna decisión y Merino con Huidobro se retiraron.
Al día siguiente, 7 de septiembre de 1973, contó Merino, fue invitado por
Allende a almorzar a La Moneda y con la sola presencia del Ministro de
Defensa. La escena que describe el propio jefe naval parece sacada de la
película “El Padrino”. Se sentaron a la mesa del comedor privado del
Presidente y desde cada uno de los 4 rincones del lugar los observaban los
miembros del GAP con una metralleta. “Me saqué mi pistola que traía en el
bolsillo interno del dormán y le dije al Presidente: ‘A usted no le molestará,
supongo, que la deje encima de la mesa’. Allende lo miró y comentó: ‘Este
juguete no tiene ninguna importancia’. Seguidamente pasaron a conversar y
el Presidente le explicó que no podía promoverlo inmediatamente, como
afirmaba La Tribuna, porque quedaría subordinado a la Armada. No hubo
resolución.
Luego de pedirle a Orlando Letellier que los dejara solos, Merino
aconsejó que había que dar seguridad al país y solo se podía lograr
cambiando los mandos medios. Luego de un rato, el Presidente lo toma de
un brazo y le dice: “Mira, si quieres cambiar a alguien, mandos medios, lo
que tu dices, u otros, anda a hablar con Teitelboim, con el Patas Cortas
(Corvalán) o Altamirano. Ellos son los que manejan, yo no mando nada.”
Estaba todo dicho, el país estaba a la deriva. A la salida le dijo al
periodismo: “Yo no he sido nombrado, regreso a Valparaíso como
comandante en Jefe de la Primera Zona Naval y se acabó.”
En la Nota N° 542 del 4 de septiembre se decía que “el Partido Socialista
ha dado públicamente sus espaldas al Ministro del Interior, con una
declaración en la que, al par de declarar que el mismo no es militante de su
partido, precisa que no se hace responsable de las desviaciones del
programa de la Unidad Popular que pudieran derivarse de la gestión del
citado Secretario de Estado. En tanto el grupo político en el cual milita el
Presidente de la República se muestra crítico ante la menor amenaza a su
preconizado ‘avanzar sin transar’. A su vez “la oposición continúa con sus
cada vez más renovados ataques a la política del gobierno en general”.
A ello cabe agregar una denuncia del senador Andrés Zaldívar (DC),
acerca de presuntas irregularidades en el Banco Central, que lo han llevado
a pedir que la citada entidad presente su balance de modo de poder probar
la veracidad de su denuncia. La base de esta acusación está sustentada en
préstamos efectuados por el Banco a empresas del área social, sin reajustes
de ninguna especie, lo cual le habría ocasionado pérdidas por un valor de
Escudos 4.789 millones, que la entidad bancaria habría ocultado de su
balance, afirma Zaldivar.” No fue esta la única de las denuncias de Andrés
Zaldívar. Por ejemplo, cabría recordar la que formuló contra funcionarios
del Banco Central que sacaban dólares en maletas al exterior.
“Cabe también consignar que se van sumando las voces de distintos
sectores que solicitan la renuncia del Presidente. Y es así como es curioso
observar en las calles céntricas, una suerte de ‘puestos’ en los que los
ciudadanos estampan sus firmas patentizando así su voluntad de que el Jefe
del Estado proceda en el sentido apuntado. Por su parte la Democracia
Cristiana, acaba de declarar su intención de acusar constitucionalmente a
todos aquellos ministros responsables y que no hubiesen puesto término a
inconstitucionalidades o ilegalidades, de acuerdo con la declaración de
Diputados (“R” 521).” “La manida expresión de ‘esto no puede seguir así’
cobra, día a día, más vigencia. Una solución para Chile, reviste el carácter
de imperioso”.
Los que debían saberlo estaban al tanto o lo intuían, por ejemplo los
diplomáticos más avezados como el consejero Gustavo Figueroa. Bastaba
haber asistido, el viernes 7 de septiembre, a la muy frecuentada recepción
en la Embajada de Brasil en Santiago, para saber que el tema más
importante del que se habló aludía al golpe militar que se avecinaba.304 De
todas maneras algunos políticos en forma privada preveían el fin del
gobierno de Allende: “Sería injusto negar que la responsabilidad de algunos
es mayor que la de otros, pero, unos más y otros menos, entre todos estamos
empujando a la democracia chilena al matadero. Como en las tragedias del
teatro griego, todos saben lo que va a ocurrir, todos dicen no querer que
ocurra, pero cada cual hace precisamente lo necesario para que suceda la
desgracia que pretende evitar”.305
Por si con esto no alcanzaba, sólo había que escuchar el clamor de las
mujeres reunidas al pie del Cerro Santa Lucía el 5 de septiembre - en
repuesta a la importante manifestación organizada para apoyar a Allende el
día anterior - que en multitudinaria concentración gritaban “¡Que se vaya,
que se vaya!”. O las palabras pronunciadas el 4 de septiembre por el
director de Canal 13, padre Raúl Hasbún: “Cuando un pueblo se hunde,
arrastra en su frustración y fracaso al gobernante. No en vano la palabra
gobernante tiene - en griego - la misma raíz que piloto. Ahora Chile se
asemeja a un barco que se hunde. Es inútil cegarse. Lo saben todos. La
queja recae en una persona: el piloto. Él es responsable del rumbo de la
nave... Probablemente la historia recordará con gratitud, con cariño, la
imagen de un hombre que un día honestamente convencido de que el
camino terminaba en el abismo, sintió que su pueblo valía el sacrificio de su
postergación y retiro personal”.
Tampoco faltaron las proféticas palabras del constitucionalista Jaime
Guzmán: “La hora de la rectificación ya pasó. El gobierno debe irse, porque
ha perdido la confianza del pueblo. Y la confianza del pueblo es lo mismo
que la honra, cuando se la ha perdido no se recupera jamás”.

223 Fontaine Aldunate, obra citada, página 62.


224 ¿No debería haber escrito Guibourg la palabra “revolución”?
225 Chile 70-73, Hernán Millas y Emilio Filippi, página 128: “ El enroque’ constituía una mofa al
Parlamento, porque el ministro que había sido destituido por acciones dolosas, resultaba premiado
con un ministerio más importante o, por lo menos, quedaba en el Gabinete”.
226 Neruda, Volodia Teitelboim, Editorial Sudamericana Chilena, 1996, página 463.
227 Neruda falleció en la clínica Santa María de Santiago el 23 de setiembre de 1973.
228 La Opinión, Buenos Aires, del 27 de febrero de 1973, página 2.
229 Allende, cronología, Eduardo Valle, Testimonios del Fondo de Cultura Económica, México
1974.
230 Memorándum “Secreto” Nº 53, del 27 de febrero de 1973, para la Dirección General de
Política.
231 Neruda, Volodia Teitelboim, página 481.
232 Nota “Secreta” Nº 136, del 21 de marzo de 1973.
233 Nota “Reservada” 127, del 30 de marzo de 1973.
234 El Mercurio, Chile, del 31 de marzo de 1973.
235 Discurso de Sáenz publicado en El Mercurio, Chile, del 29 de Marzo de 1973.
236 Punto Final, Chile, 10 de bril de 1973, página 10.
237 Clarín, Buenos Aires, del 15 de noviembre de 1998, Suplemento “Zona”.
238 El “asado con cuero” es un plato típico del campo argentino. El animal no es expuesto al
fuego sino al calor. Una vez cocinado, luego de varias horas, se lo retira y se lo sirve frío o templado.
239 Memorias de Gallac (inéditas), páginas 147 y 148. El Plaza Hotel de aquellos años
acostumbraba una vez a la semana incluir asado con cuero en su menú.
240 Testimonios al autor de los embajadores Gustavio Figueroa y Cesar Márquez el 3 de
noviembre de 1999.
241 José Manuel Balmaceda fue presidente de Chile entre 1886 y 1891. Realizó un vasto plan de
obras públicas, pero su política liberal le granjeó la oposición del Parlamento, lo que culminó en la
guerra civil de 1891. Derrotado su ejército por los revolucionarios, se suicidó al terminar su período
presidencial.
242 Cable del 11 de abril de 1973, desclasificado el 11 de junio de 1999. Copia en poder del autor.
243 Según la Embajada de Estados Unidos, la ENU fue propuesta por el gobierno y “rechazada
por los tres sectores”: Iglesia, FFAA y educadores”.
244 Ver en Capítulo anterior la conspiración en Mendoza, Argentina.
245 La “brígada Rolando Matus” había recibido este nombre en homenaje al agricultor Rolando
Matus Castillo que murió el 19 de abril de 1971 a causa de las heridas recibidas mientras defendía la
hijuela “Carén” (Pucón) de la toma del Movimiento de Campesinos revolucionarios
246 La Prensa, Chile, del 9 de mayo de 1973, página 12.
247 Memorias, Volumen II, Henry Kissinger, Editorial Atlántida, Buenos Aires 1982, página 333.
248 Memorias II, Kissinger, página 334.
249 Testimonio al autor del embajador Eduardo Airaldi.
250 Testimonio de Ernesto Garzón Valdés al autor.
251 Argentina -Chile: 100 años de encuentros presidenciales, Editorial Centro de Estudios Para la
Nueva Mayoría, 1999, página 129 y siguientes.
252 El “El Ladrillo”.
253 El general disidente, Florencia Varas, Editorial Aconcagua, Chile 1979, página 127.
254 Testimonios del personal militar en Chile al autor.
255 Cable del 8 de junio de 1973, desclasificado el 11 de junio de 1999.
256 Semanario Qué pasa, del 28 de junio de 1973, página 11.
257 Andrea Lagos, La Tercera, 16 de agosto de 1998. Reportajes.
258 Ercilla, del 4 de julio de 1973, Chile, Sección “Cartas”.
259 Ercilla, del 4 de julio de 1973, Chile, página 7 y siguientes.
260 Henriksen era un sueco- argentino: hijo de Kjell Henriksen y Elcira Ferrari Olazabal.
261 Mis Memorias II, op.cit., página 335.
262 Nota “Secreta” Nº 596, del 19 de junio de 1973, de la Embajada en los EEUU.
263 Parte Informativo Nº 1214, del 18 de julio de 1973.
264 Parte Informativo “Reservado” 1136, del 6 de julio de 1973.
265 Economía y Sociedad № 92, Agosto - Octubre 2017, Chile.
266 Testimonio personal, del almirante Luis Sánchez Moreno.
267 La Opinión, Buenos Aires, del 1 de julio de 1973, página 20.
268 Nota Nº 414, del 23 de julio de 1973.
269 Memorándum Nº 146 del 24 de julio de 1973.
270 Chile 70-73. Crónica de una experiencia , Hernán Millas y Emilio Filippi. Editorial Zig-Zag
SA, Chile 1974, página 131.
271 Parte Informativo 417, del 18 de julio de 1973, Embajada de la Argentina en Francia.
272 El último día de Salvador Allende, Oscar Soto, Editorial Aguilar, Chile 1999, página 36 y 37.
273 “Agosto de 1973: el mes que selló el golpe”, Andrea Lagos, La Tercera, Chile, 16 de agosto
de 1998.
274 Uno de los políticos chilenos con mayor cursus honorum : cuatro veces vicepresidente,
Ministro en tres gobiernos y parlamentario en tres oportunidades.
275 Referencia: Santiago N° 3398, desclasificado el 16 de enero de 1999.
276 Nota “Reservada” Nº 450, del 6 de agosto de 1973.
277 Nota “Reservada” Nº 450, del 6 de agosto de 1973, páginas 4 y 5.
278 La Opinión, Buenos Aires, 7 de agosto de 1973, página 2.
279 Nota Nº 460, del 8 de agosto de 1973.
280 Reunión de Países No Alineados a realizarse en la primera quincena de setiembre.
281 Historia del 11 de septiembre de 1973, Editorial Catalonia y El Observador, Chile 2013.
282 Henry Kissinger en sus Memorias, volumen I, hace expresa referencia al despacho que tenía
en La Moneda el diplomático cubano González Oña, padre de la Actual Ministra de Defensa del
presidente Boric.
283 El diplomático argentino que redactó la Nota se olvidó de recordar el escándalo de “los bultos
cubanos” de marzo de 1972, retirados del aeropuerto por el GAP y que según la oposición eran armas
y de acuerdo a los dichos del oficialismo eran ron y habanos enviados por Fidel Castro.
284 Chile 70-73: Crónica de una experiencia, Hernán Millas y Emilio Filippi, Chile 1974,
Editorial Zig-Zag, página 93.
285 Mensaje de la Asamblea Episcopal del 16 de julio de 1973.
286 Nota “Reservada” 461, del 8 de agosto de 1973: “Informar en relación a mi nota “R” 450.
287 Se trataba del crucero “Almirante Latorre” y el destructor “Blanco Encalada”. El 8 de Agosto
la Armada informó que había 23 detenidos. Entre los dirigentes comprometidos figuraban, nada
menos, Carlos Altamirano (PS), el líder del MAPU Oscar Guillermo Garretón y el jefe del MIR,
Miguel Enríquez.
288 El subrayado pertenece al informe.
289 Interferencia Secreta, Patricia Verdugo, Editorial Sudamericana, Chile 1998, página 140.
290 Remitido al Palacio San Martín por Nota “Reservada” Nº 489, del 15 de agosto de 1973.
291 Nota “Reservada” Nº 505, del 22 de agosto de 1973.
292 Los prolegómenos de la renuncia de Ruiz Danyau se pueden leer en El día que murió Allende,
de Ignacio Gonzalez Camus, páginas 82/86.
293 Según el Doctor Oscar Soto, obra citada, página 40.
294 Según la periodista Patricia Verdugo, obra citada, página 14.
295 Carta publicada en Augusto Pinochet: Diálogos con su historia, María Eugenia Oyarzún,
Editorial Sudamericana, Chile 1999, página 129.
296 El día en que murió Allende, Ignacio Gonzalez Camus, CESOC, Chile 1988, página 53.
297 Yo, Augusto, Ernesto Ekaizer, Editorial Aguilar, Argentina 2003.
298 CUT, Central Única de Trabajadores.
299 Nota Nº 511 del 22 de agosto de 1973, remitiendo al Palacio San Martín el Informe de
ODEPLAN.
300 Nota “Reservada” Nº 521, del 26 de agosto de 1973.
301 Nota N° 335, Moscú, 27 de agosto de 1973. “Asunto: El caso Watergate y la URSS”.
302 Nota “Reservada” Nº 542, del 5 de septiembre de 1973.
303 “Bitácora de un Almirante. Memorias”, José Toribio Merino, Editorial Andrés Bello, Chile
1998 y “El último día de Allende”, Ricardo Boizard, Editorial del Pacífico, Chile 1973, página 24.
304 Testimonio de un alto funcionario argentino destinado en Santiago en esa época.
305 Carta de Radomiro Tomic al general Carlos Prats, publicada en El día que murió Allende,
Ignacio Gonzalez Camus, página 59.
CAPÍTULO ONCE
El martes 11 de septiembre

La edición número 1990 de Ercilla estaba en los quioscos la noche del 5 de


septiembre de 1973. El semanario que dirigía el recordado Emilio Filippi
traía en tapa un ancla de color blanca sobre fondo verde. ¿El ancla? Un
signo de la Armada. Los títulos más destacados de la portada eran “La
infiltración extremista” (se refería a la que había intentado la extrema
izquierda en la Armada) y “Nuevo gabinete. ¿El retorno del diálogo?”.
Adentro, un rico material informaba el acontecer de esta última semana de
la democracia en Chile. Por ejemplo, el “niño terrible” de la política
chilena, Alberto Jerez, senador por la Izquierda Cristiana e integrante de la
Unidad Popular, casado con la menos terrible Mireya Kulcewsky, una ex
Miss Chile, afirmaba en un largo reportaje que el gobierno de la UP
avanzaría mejor si Allende “ejerciera el mando con mayor vigor e
independencia, procurando el diálogo directo con las organizaciones de
masa. Y esto caramba que es importante, porque él es el responsable a la
larga del éxito o del fracaso”. En definitiva todos hablaban de lo mismo: la
ausencia del poder de Allende.
¿Tiene confianza en el porvenir del Gobierno?, le preguntó Hernán
Millas.
‘Sí. Vamos a salir adelante si corregimos los errores, damos participación
real a la masa y somos capaces de movilizar al país en grandes tareas
creadoras, abriéndonos a la gran mayoría de los chilenos, porque, como dijo
Fidel Castro, ‘la revolución es el arte de sumar fuerzas”’.
Si era como lo repetía Jerez, la vía chilena al socialismo o la revolución -
para ser más certero - había terminado. Se vivía un ambiente impregnado de
odio. Aunque nadie lo decía abiertamente, más de la mitad de Chile no
deseaba la continuación del gobierno de la Unidad Popular. Preferían
cualquier solución a vivir con este estado de cosas que los llevaba al
abismo. Tampoco estaban al tanto, y de saberlo nunca lo hubieran avalado,
de la represión que poco tiempo después se desencadenaría y que duraría
más de tres lustros. Muchos años más tarde, Orlando Sáenz diría: “Si yo
hubiera previsto las consecuencias, en lo que respecta a violación masiva de
derechos humanos, me habría jugado a fondo por una salida política y no
por un golpe militar”.
Eran palabras tardías. La vieja definición de la política “como el arte de
lo posible”, de lograr consensos, había sido reemplazada por Jerez y
muchos de sus aliados, como el “arte de sumar fuerzas (...) policiales”,
según la realidad que se imponía en Cuba, el espejo del “niño terrible”. El
gobierno de la Unidad Popular danzaba sobre la cubierta del Titanic.
Enfrente, la palabra “Jakarta”306 escrita en las paredes, simbolizaba el fin
sangriento de la experiencia socialista “con vino y empanadas” y en el
medio los reducidos sectores moderados que habían sucumbido en el
proceso de radicalización.
El 8 de setiembre, Allende y la Comisión Política de la Unidad Popular
volvieron a reunirse por segundo día consecutivo a fin de analizar la
posibilidad de consultar a los chilenos mediante un plebiscito, si apoyaban
o no mayoritariamente la política de transición al socialismo que aplicaba el
régimen. El Presidente pensaba convocarlo el martes 11, durante un
discurso en la Universidad Técnica del Estado. Creía que el solo anuncio
descomprimiría la situación y además confiaba en triunfar en la consulta.
“El gobierno se iba a jugar el todo por el todo. Se había desencadenado un
conflicto que alguien tenía que solucionar: el pueblo”, confió Carlos
Briones.307
Vista a la distancia, la sociedad chilena estaba desarticulada. Incapacitada
para resolver sus conflictos por vía de su Carta Magna, a quien gran parte
del gobierno parecía no tomarla en cuenta. Allende y sus aliados pensaban
en echar mano a uno de los resortes constitucionales, pero al mismo tiempo
advertían que no quedaba harina para más de tres o cuatro días, y las
reservas que poseían en el Banco Central apenas alcanzaban para financiar,
durante veinticuatro horas, las exigencias del exterior.

Salvador Allende el martes 11 de septiembre de 1973

El mismo sábado 8 de septiembre, desde Santiago, un oficial de la CIA


informa a Washington que “la Armada tiene previsto iniciar un movimiento
para derrocar al Gobierno de Salvador Allende en Valparaíso a las 8.30 del
10 de septiembre” y que la Fuerza Aérea “apoyará la iniciativa después que
la Armada dé un paso positivo, como el de ocupar la provincia de
Valparaíso”.308 También se informa que el general Gustavo Leigh había
tomado contacto con el general Augusto Pinochet y que éste dijo que el
Ejército “no se opondrá a la acción de la Armada” y que la fuente
informativa “estima que unidades del Ejército se unirán al golpe de Estado
después que la FACH preste su respaldo a la Armada.”
La Embajada de los EE.UU. estaba sin su titular (Nathaniel Davis) que
había viajado a Washington el día 6 para encontrarse con Kissinger el 8 a la
mañana, por lo tanto se encontraba a cargo de Herbert Thompson. En otro
cable (esta vez de Thompson) se relata que Allende, el día 7 de septiembre,
se reunió con el almirante Merino “e intentó posponer su nombramiento
como comandante en jefe de la Armada hasta el miércoles (sic) 11 de
septiembre”. El 11 caía en el martes. También dice que “el general Sergio
Arellano, golpista clave del Ejército, ha dicho según informes, que está listo
para actuar, sugiriendo que ha asegurado el apoyo de los comandantes de
tropas de los regimientos más importantes.”

General Sergio Arellano Stark


Según cuenta en sus memorias Henry Kissinger (que se preparaba para
asumir como Secretario de Estado), el sábado 8 de septiembre mantuvo una
conversación telefónica cifrada con su embajador en Santiago de Chile,
Nathaniel Davis309. Error, la conversación fue directa porque Davis estaba
en Washington para conferenciar y fue introducido por Lawrence
Eagleburger el segundo de Kissinger.
- Kissinger: Dígame cómo van las cosas en Chile.
- Davis: Bien, yo ciertamente no he mejorado la situación. La economía
sigue yéndose cuesta abajo; la polarización de las fuerzas políticas continúa,
y cada una de las tres Fuerzas Armadas en un punto o en otro encara una
crisis interna. Como resultado, las fuerzas anti-Allende son más fuertes en
cada una de las tres armas.
- Kissinger: ¿Habrá golpe?
- Davis: En Chile nunca se puede prever nada, pero la gente está a favor
de un golpe, así que yo no puedo darle a usted ningún informe seguro.
- Kissinger: Nosotros vamos a mantenernos fuera de eso, supongo.310
- Davis: Sí. Mis firmes instrucciones a todo el mundo en el staff son que
nosotros no nos vamos a envolver en esa situación de ninguna manera.
- Kissinger: ¿Puede Allende llegar a terminar su mandato?
- Davis: Sus chances de lograrlo decrecen semana a semana.
Sobre la conspiración final mucho se ha escrito. Con el pasar de los años
las pasiones menguan y van dando paso a las confidencias susurradas, a las
confesiones a cara descubierta, a recuerdos que se adaptan a la Historia. Un
análisis de los principales testimonios y libros sobre el martes 11, permiten
concluir que, a diferencia de otras experiencias latinoamericanas, salvo en
la Armada, la preparación contó con escasa o ninguna colaboración
intelectual de la sociedad civil.
- Fue un golpe puramente castrense, planificado sobre juegos de guerra
previamente elaborados que hubieran podido ser utilizados a favor o en
contra del gobierno de Allende.
- Pinochet sólo adhirió al golpe cuarenta y ocho horas antes. La
conspiración dentro del Ejército no la encabezó él. El verdadero mentor de
la intervención fue el general Sergio Arellano Stark. Ex edecán militar del
presidente Eduardo Frei Montalva. En 1971 regresó a Chile y asumió como
comandante del Regimiento de Infantería n.º 2 “Maipo”, en el puerto de
Valparaíso. En esa calidad, mantuvo reuniones conspirativas con efectivos
de la Armada que originaron el golpe de Estado al gobierno del presidente
Salvador Allende, entre ellos José Toribio Merino y Patricio Carvajal. En
diciembre de 1972 regresó a Santiago como general, asumiendo el mando
del nuevo comando de tropas del ejército en Peñalolén. A mediados de
1973 mantuvo nuevas reuniones que planificarían el golpe de Estado.
(“Actores y Autores”).
- El Comandante en Jefe del Ejército sólo se plegó, con su plan “líquido”,
al sentir que podía quedar desbordado, frente a las presiones y decisiones ya
en marcha de la Armada y la Fuerza Aérea.
- La decisión se acordó 48 horas antes en la residencia del general
Pinochet. El discurso del senador Carlos Altamirano en el Estadio Nacional,
en el que reconoció sus contactos con suboficiales de la Armada, llamó a
“crear el poder popular” y rompe definitivamente los puentes de diálogo
con la Democracia Cristiana, no constituyeron el disparador del martes 11.
El golpe ya estaba decidido (a pesar de que Altamirano habló a la mañana y
la cumbre en la casa de Pinochet se realizó bien entrada la tarde). Como
simple detalle Pinochet en su casa festejaba el cumpleaños de Jacqueline, su
hija menor. A la reunión del domingo 9 por la tarde (16 horas) asistieron: el
general Leigh, el contralmirante Sergio Huidobro Justiniano (comandante
de la Infantería de Marina) y el almirante Ariel González (jefe del Estado
Mayor de la IM). Huidobro portaba un mensaje escrito de José Merino (en
realidad Huidobro lo escondió en sus medias).
En síntesis, Merino le decía a Pinochet y Leigh que “bajo mi palabra de
honor el día D será el 11 a la hora H 06.00. […] el Almte. Huidobro está
autorizado para traer y discutir cualquier tema con Uds. Los saluda con
esperanzas de comprensión. L.T. Merino”. Al reverso Merino agregó:
“Gustavo: Es la última oportunidad. J.T. Augusto: Si no pones toda la
fuerza en Santiago desde el primer momento, no viviremos para ver el
futuro. Pepe”.
- Merino se hizo cargo de facto de la Armada y Montero fue encerrado en
su domicilio. ¿Qué hubiera pasado con Pinochet si no adhería a los planes
de la Armada y la Fuerza Aérea? El día anterior Arellano le advirtió que
podía ser sobrepasado.
- La gran preocupación de los conspiradores en las horas previas al
martes 11 fue la generada por la propia propaganda y la acción psicológica
de gobierno y la oposición, a saber: a) la reacción de los denominados
“cordones industriales”; b) el temor a una pueblada que pudiera hacer más
cara la victoria y despertara la adhesión a Allende de algunos sectores de las
Fuerzas Armadas; c) la reacción de una supuesta “brigada
internacionalista”, conformada mayoritariamente por brasileños, argentinos,
mexicanos y cubanos (sólo así puede entenderse el grado de xenofobia que
se desató después del martes 11).
- Para aventar estos peligros era necesario adelantar el golpe evitando
filtraciones y “trabajar intensamente en una operación que era indispensable
y sobre la cual nada había organizado. Esto era la “operación silencio”
(general Leigh dixit) que consistía en neutralizar a los medios radiales
afines a la Unidad Popular. Con esta operación se desarticulaban los 3
aparentes peligros de una resistencia de la “izquierda organizada”.
- Finalmente, al gobierno argentino no le convenía que la crisis chilena se
prolongara. La posibilidad en el tiempo de que el territorio chileno pudiera
convertirse en un santuario para los elementos, propios y ajenos, ligados a
la ultraizquierda, era analizada con preocupación. El gobierno argentino no
participó activamente en el derrocamiento de Allende y fue pasivo después
del martes 11.
El lunes 10 de septiembre por la noche, el agregado naval argentino Luis
Sánchez Moreno y su esposa asistieron a una cena cerca de Valparaíso, en
la que participaron ocho altos jefes navales y sus esposas. Notó que reinaba
un clima especial. Mientras cenaban, los oficiales se levantaban
alternadamente y se dirigían a una habitación cercana. Lo hacían de a uno,
otras veces de a dos y luego convocaban a un tercero. En un momento la
mayoría de los hombres se levantaron de la mesa. Pensó que algo raro
sucedía. Guardó discreción y no preguntó nada. Al día siguiente se levantó
temprano para retornar a Santiago y se dio cuenta que Viña del Mar y
Valparaíso estaban bloqueados. La ciudad había sido tomada por la
Infantería de Marina en la madrugada. Llamó al cónsul Marcelo Gabastou y
lo alertó: “Marcelo, hay un golpe”. Pudo pasar los distintos retenes porque
lucía su uniforme de diario. Cuando llegó a la capital el golpe estaba en vías
de concretarse.311

Primera junta militar: Leigh, Pinochet, Toribio Merino y Mendoza (de izq.
a der.)

En el Palacio San Martín, el Jefe del Departamento América Latina,


Ministro Francisco “Tito” Pullit no llegó a su despacho hasta bien entrada la
mañana. A las 10.30 un joven funcionario dictaba a una Secretaria
Administrativa el Memorándum No 207, del 11 de setiembre de 1973, “para
información de la secretaría privada de S.E. el Señor Canciller”. Con los
despachos de las agencias noticiosas en la mano dictó: “Siendo las 10.30
informaciones proporcionadas por agencias noticiosas internacionales dan
cuenta de que en Chile se habría producido un movimiento militar.
Conforme a estas versiones, tropas del Ejército habrían rodeado el Palacio
de la Moneda y emitido una Proclama Revolucionaria exigiendo la renuncia
del Presidente de la República, Dr. Salvador Allende. Asimismo, las fuentes
citadas expresan que tropas de Infantería de Marina habrían tomado el
puerto de Valparaíso. La agencia Reuter, por su parte, informa que los
Comandantes en Jefe de las tres Fuerzas Armadas habrían exigido la
renuncia del Dr. Allende”.
Como Pullit seguía sin aparecer, tomó la lapicera y arriba del sello del
Jefe del Área estampó “pa” (por ausencia) y lo firmó. Bajó raudamente las
escaleras hacia el primer nivel del Palacio. Atravesó la enorme antesala del
sector de la privada del Ministro, dejando el Salón Verde y la escalera que
daba al Departamento de Europa Occidental a la derecha. Golpeó la puerta
de vidrio y solicitó hablar con la jefa de la privada, consejera Marta Natale.
Así, el canciller Vignes se enteró oficialmente de que estaba a punto de
concretarse el derrocamiento del presidente Allende. La embajada argentina
se movía con la velocidad de un mastodonte: Ningún cable cifrado
“urgente”, menos aún una llamada telefónica abierta desde la Embajada en
Chile. Por esas mismas horas, el Agregado Militar de la Embajada de Brasil
- un oficial de Inteligencia - en Santiago ya había informado del
acontecimiento con varias horas de anticipación. En Interferencia Secreta la
periodista Patricia Verdugo relata que “desde Buenos Aires, la voz de
Ramón Huidobro - embajador en la Argentina - delataba su inquietud ante
las noticias que ya comenzaban a difundir las agencias. Inquirió por los
periodistas asesores del Presidente, Augusto Olivares o Carlos Jorquera.
‘No, embajador, no están por acá, le contestaron’. Y de repente, el propio
Presidente se puso al teléfono.
- Se ha sublevado la Marina, Ramón, y unos cuantos oficiales traidores.
Pero yo voy a pelear hasta la muerte. Déle un beso a Panchita y a usted, mi
abrazo como siempre”. Cuando el Presidente cortó la comunicación, miró a
su ministro de Educación - Edgardo Enríquez - y le comentó: “Si yo tengo
cinco amigos de verdad, éste es uno de ellos”.
Como ha sido comprobado, el presidente Allende, antes de caer detenido
por los golpistas, se suicidó en el Salón Independencia de La Moneda con la
metralleta AK que le había regalado Fidel Castro. Cuando las agencias
noticiosas informaron de la muerte del presidente Allende, el embajador
Huidobro convocó al personal de la Embajada, ordenó poner la bandera a
media asta y entonaron el himno nacional. Estaban todos. El hecho le costó
su carrera al agregado militar, coronel Carlos Osandón, por haberlo
permitido.

Días más tarde, la Embajada en Santiago hizo un ‘racconto’ de los


episodios acaecidos en la capital chilena que culminaron con la muerte del
Presidente Allende en su Nota “Reservada” Nº 588, del 20 de setiembre de
1973. Nada de lo que allí se afirma difiere de las versiones oficiales. Los
relatos de los matutinos bonaerenses fueron informativamente más ricos
que los de elaborados por los diplomáticos. De lo enviado en la Nota “R”
N° 588 importa destacar las observaciones y conclusiones a las que llegaron
los observadores diplomáticos argentinos:
“De este pronunciamiento militar -que por razones tácticas fue iniciado
en Valparaíso a las 5 de la mañana, hora en que la Armada tomó control de
los puntos estratégicos de la ciudad- cabe destacar:
a) la severidad con que actuaron las Fuerzas Armadas y Carabineros en
su ataque a La Moneda y a la residencia presidencial - desmedidos, en
realidad, con relación a la resistencia que podían ofrecer los grupos
oficialistas - debe interpretarse como una demostración de fuerza que se
quiso dar desde un comienzo, a la vez que como alerta a todo aquél que
intentara oponer resistencia al pronunciamiento;
b) no obstante lo anterior, varios grupos quisieron mantener la resistencia
en una actitud se diría suicida, reveladora de un singular fanatismo;
c) las fuerzas paramilitares del entonces oficialismo contaban con
verdaderos arsenales, tal cual quedó evidenciado por los registros
posteriores realizados en La Moneda, la residencia presidencial y “El
Cañaveral”, lugar de descanso del ex presidente en El Arrayán (a 20
kilómetros de Santiago), amén de otros depósitos hallados en
establecimientos y fábricas estatizadas o intervenidas;
d) la Junta Militar ha insistido en difundir repetidamente, que se estaba
en presencia de un plan contra sus altas jerarquías y personalidades de la
oposición, consistente en su eliminación física (cable No 845).
e) Conocedores Fuerzas Armadas y Carabineros (sic) de lo señalado en
los puntos b), c) y d), actuaron con tres elementos con los que revelaron
espíritu de combate, decisión y cohesión. La decisión y espíritu de combate
quedaron de manifiesto por el modo implacable con que actuaron - y aún
continúan actuando al combatir a los grupos que todavía resisten a las
nuevas autoridades - en todo momento. Otro tanto debe afirmarse de la
cohesión. De no haber estado presente este elemento otra podría haber sido
la duración - ‘los cálculos eran más o menos unos cinco días de lucha, y se
redujo a 24 horas’, afirmó el general Pinochet años más tarde - e incluso, el
resultado del pronunciamiento militar que puso fin al régimen de casi tres
años de la Unidad Popular.”

Gabastou informa: un plan largamente elaborado

Las conclusiones más originales sobre el papel de la Armada en los


acontecimientos las envió por Nota el cónsul en Valparaíso, Juan Marcelo
Gabastou: 312
En el punto 5º correspondiente a la “apreciación de la situación militar”
Gabastou expresaba: “1) Que el operativo castrense resultó como producto
de una excelente planificación. 2) Que dicha planificación fue realizada a
diferentes niveles y que forzosamente ha demandado un trabajo
considerablemente extendido en el tiempo. 3) Que se procedió con una
inusitada discreción. 4) Que la ejecución puede ser calificada de impecable
y que desde el punto de vista crítico sólo puede objetarse las siguientes
omisiones y acciones: a) los errores de la ‘omisión táctica’ del ‘operativo
silencio’ en Valparaíso, ya que hubo plantas transmisoras que ‘fueron
descuidadas por los revolucionarios y transmitieron hasta las 10.50 horas,
incluyendo el discurso póstumo del Dr. Allende’; b) también atinente a las
comunicaciones y consistente en que las transmisiones radiales cesaron a
las 22.15 horas local, dejando el dial abierto a los comentarios sobre los
sucesos, procedentes del exterior; c) la autorización para que el 12 de
setiembre se editara el diario El Mercurio, que celebraba esa fecha su 146
aniversario y cuya tendencia es conocida, en el mismo momento en que se
daba a conocer el sistema de censura de prensa aprobado por el gobierno
militar”.
“Por lo demás- finaliza el Cónsul - cabe consignar que prácticamente no
hubo resistencia civil a las operaciones militares y que quedó demostrada
una absoluta unanimidad en las acciones de los mandos”.
La visión del observador diplomático aparece en toda su dimensión y
crudeza con su Nota siguiente, cuando informa sobre la “repercusión
política de sucesos actuales”.313
Puntualiza que “en el ámbito militar (...) el accionar de los interventores
revela la aplicación de un plan de gobierno a corto plazo, elaborado para ser
ejecutado inmediatamente después de producido el derrocamiento del
gobierno. La acción psicológica puesta en práctica rinde sus frutos a ojos
vista. La población no comprometida formalmente con la Unidad Popular,
aún cuando anímica o ideológicamente hubiera estado de su lado, recibe de
buen grado todo ‘eslogan’ que se propala; y ya en el día de hoy, ve con
beneplácito la campaña de limpieza lanzada en la ciudad de Valparaíso y
aprueba en Viña del Mar la agilización del servicio de recolección de
residuos, a través de las directivas que imparte personal de la Armada que
acompaña a cada vehículo. La normalización de las actividades del
comercio y de los transportes públicos tanto estatales como particulares
repercuten en la población en forma de alivio”.
Para Gabastou, “lo que no es menos importante, han sido detenidos la
mayor parte de los dirigentes del antiguo régimen a todos los niveles, de
manera tal que los simpatizantes del gobierno depuesto se encuentran
momentáneamente sin sus conductores naturales. Es así como toda reacción
puesta de manifiesto en este primer momento, resulta positiva para el
gobierno militar recién instaurado, excepto el intento de rescate del cadáver
de Allende del cementerio de Santa Inés, efectuado y fallido en la noche del
12 de septiembre”.
“Hemos mencionado ya nuestra convicción en el sentido de que todo
cuanto ocurriera en las últimas 48 horas es producto de una estrategia
exhaustivamente desarrollada. E igualmente resulta que este acontecimiento
resulta inspirado en una ideología profundamente antimarxista que parece
instrumentada para desarrollarla hasta sus últimas consecuencias y en el
plazo de tiempo más reducido posible. Nuestras vinculaciones en medios
castrenses, nos han permitido saber con certeza la existencia de algo más de
trescientos detenidos, alojados (valga el eufemismo) en las bodegas del
vapor Maipo perteneciente a la Cía. Sudamericana de Vapores y atracado
desde la noche del 10 al 11 de este mes, al molo (sic) de abrigo de este
puerto, normalmente reservado a los navíos de guerra. A su lado se
encuentra el crucero Latorre y cerrando la bahía, un submarino, el crucero
Prats y el escampavías Yelcho”.
“Entre los detenidos figuran el diputado Guastavino y el hasta hace poco
alcalde de Valparaíso, Sergio Vuskovic, ambos de filiación comunista. La
existencia de esta prisión flotante viene a explicar las omisiones notorias en
las listas de personeros que eran conminados a presentarse a las autoridades
a través de los comunicados emitidos por la red radial de las FFAA y
Carabineros.”
Anticipa que “la única pauta por la imagen del movimiento en el exterior
ha sido dada por la red oficial de emisoras al reproducir los conceptos
elogiosos vertidos y silenciar los adversos. En lo que se refiere a (las)
relaciones bilaterales con la República (Argentina), algunos oficiales
superiores han confidenciado al suscripto su segura esperanza en un
próximo reconocimiento y en la no innovación en lo que a relaciones
comerciales se refiere, acotando su preocupación por haberse captado
programas radiales desde nuestro país, en los que se emplea un lenguaje de
corte netamente marxista y similar al utilizado en Chile durante los últimos
tres años. A pesar de haberse difundido la noticia, ninguno de los
personeros hizo mención a las declaraciones de la Unión Cívica Radical ni
a la atribuida a un diputado del bloque Justicialista, ambas condenatorias
respecto al movimiento”.
“Cábenos tan sólo agregar que ha caído con estrépito y de una manera no
por intuida menos inesperada, un régimen que también impensadamente
llegara al triunfo electoral. Y que este hecho que comentamos, constituye el
más serio revés de los últimos años para el comunismo internacional,
contraste cuyos efectos repercutirán especialmente en América toda.”
En su Nota “Reservada” Nº 18, del 15 de setiembre, plantea que aún
existen algunos focos rebeldes que si las FF.AA. no logran “un casi
inmediato aniquilamiento (...) no solamente se crearán graves problemas de
conducción política sino que se mantendrá latente - y lo que es peor, con
una imagen heroica - el espíritu del gobierno popular, regenteado por el
comunismo subcontinental. Respecto de la capacidad gubernamental de
aniquilar estas formas de reacción, la atención de la observación política se
centra en los mandos medios […] De la Junta de Gobierno ya se dice que
tiene las características de un dragón: tres cabezas y una cola, alusión esta
última al presuntamente restringido poder de decisión del Director General
de Carabineros. De los tres restantes, es atribuible, en virtud de
antecedentes, una mayor capacidad al Comandante en Jefe de la Fuerza
Aérea […] Es forzoso comentar que prisioneros habrían sido remitidos al
AA Maiipo, los políticamente más importantes fueron transferidos al
mediodía de hoy al buque escuela Esmeralda, anclado en este puerto. Que
como resultado de los interrogatorios practicados algunos de los detenidos a
bordo del Maipo serían puestos en libertad antes de su zarpe, previsto para
la fecha, con rumbo a un punto del litoral donde existe una vieja prisión
militar - Pisagua - que proporcionaría mayores condiciones de seguridad
que, inclusive, las islas de Juan Fernández. Y que la predisposición anímica
de los marinos respecto de los detenidos por terroristas no contribuye
precisamente a infundir a estos últimos esperanzas respecto su futuro,
aunque nadie ha llegado a tomar decisión alguna que pueda considerarse
definitiva, contundente o conducente a algún fin”.

El golpe en la soledad

El martes 11, Buenos Aires se conmovió desde temprano pero no por las
informaciones del golpe en Santiago, que recién se conocerían horas antes
del mediodía. Aquella mañana, la noticia era la solicitada que el ERP 22 de
Agosto314 había obligado a publicar en primera plana al matutino Clarín.
La organización pretendía de ese modo dirigirse al “pueblo” y dar a conocer
su posición frente a las elecciones presidenciales del 23 de setiembre.
Utilizando un doble y tramposo lenguaje, criticaba a grandes y pequeños
sectores del gobierno peronista, pero a la vez convocaba “al pueblo a votar
la fórmula Perón-Perón y a defender el contenido popular de este voto,
organizándose en cada fábrica, en cada taller, en cada barrio, en cada
Universidad”. Rápidos con las armas pero con poco olfato político, los
integrantes del ERP 22 al referirse a la compañera de fórmula de Juan
Domingo Perón, su esposa Isabel, opinaban que su designación revestía un
carácter “secundario frente a la necesidad de que todo el pueblo agote una
experiencia y dé una lucha que lo acerque a una conciencia socialista”.
Para garantizar la publicación de las solicitadas, los guerrilleros habían
secuestrado - y posteriormente liberado - al apoderado general del diario,
Bernardo Sofovich. La segunda solicitada, aparecía en la página 17 y estaba
dedicada a “los patriotas caídos en Trelew”, el 22 de agosto del año
anterior. Allí se preguntaban si “¿Los legisladores votados por el pueblo
vacilan ante la posibilidad de sentar a los marinos y generales en el
banquillo de los acusados?”. La página 2 de esa misma edición informaba
que el Presidente Salvador Allende no había respondido al pedido de
renuncia formulado el día anterior por la Democracia Cristiana, luego de
una reunión de su mesa directiva con los dirigentes provinciales de todo el
país.
En Buenos Aires, la noche del Martes 11, los vecinos de la avenida
Callao vieron como miles de jóvenes, convocados por las Juventudes
Políticas Argentinas (una organización en la que convivía un amplio arco
ideológico), marchaban hacia la avenida del Libertador, en dirección a la
calle Tagle, residencia del embajador de Chile. Varios de los manifestantes
marchaban encapuchados. Las Juventudes habían previamente comunicado
que el golpe chileno era “parte del ‘Operativo Cono Sur’, trazado por los
monopolios para detener el avance incontenible de la lucha antimperialista
en esta parte del continente y está enfilado, en definitiva, también contra
nuestro país”. El mismo Ricardo Balbín, candidato presidencial y líder del
radicalismo, llegó a afirmar ante la Cámara Argentina de Anunciantes que
había que mantenerse alerta porque “no somos una isla.”
El miércoles 12, La Opinión (que no se publicaba los lunes) resumía en
un título que la Junta Militar chilena informaba que Chile tenía un nuevo
gobierno. El reconocimiento argentino demoró una semana en concretarse y
cuando finalmente ocurrió, fue hecho “formalmente” a través de una
comunicación.

El 19 de septiembre de 1973, el gobierno argentino reconoció a la Junta


Militar
Las miradas de algunos diplomáticos argentinos se dirigieron entonces a
Brasil. Así lo indicaba el Memorándum Nº 220 del Departamento América
Latina (División Brasil) que informaba que “Flavio de Almeida Salles,
conocido columnista de Folha de San Pablo y hombre generalmente
vinculado al pensamiento de Itamaraty, había publicado en los últimos días
dos sugestivos artículos en los que analizaba los sucesos de Chile y sus
implicancias inmediatas “proyectadas sobre el juego político de fuerzas
argentino - brasileñas en el área”.
Para el diplomático del Palacio San Martín “una rápida evaluación del
nuevo cuadro, según Almeida, demuestra que Brasil será el gran
beneficiario del cambio político operado en Chile y que la Argentina ha
quedado en posición ‘insular’ rodeada por países ‘políticamente
identificados con el Brasil’.”
“Una de las primeras consecuencias del cambio de rumbo chileno,
especula el periodista, no sin cierta cautela, representará para la Argentina
la pérdida de uno de sus mayores aliados políticos en la Asamblea General
de las Naciones Unidas cuando trate de impulsar sus pretensiones en el
tema de la Cuenca del Plata”. Más adelante añadía que nadie dudaba que
los esfuerzos del Brasil se concentrarían en el futuro en tratar de
proyectarse económicamente en Chile, “siguiendo pautas similares a las
observadas en sus relaciones con Paraguay y Bolivia”.
Desde el Vaticano, el Encargado de Negocios, consejero Osvaldo Brana,
analizaba las dificultades que el golpe le traería a la jerarquía eclesiástica
chilena “por el hecho de que los fieles se encuentran divididos entre quienes
apoyan y quienes se oponen a la Junta Militar”.315 Observaba también “el
manejo que ha hecho la prensa europea, y particularmente la italiana de
izquierda, de la cuestión. La instrumentación comunista internacional de los
sucesos de Chile, para producir conflictos dentro de las tendencias más
radicalizadas de la Democracia Cristiana Italiana, ha provocado una
distorsión en la apreciación de los acontecimientos producidos en Chile. Por
todo ello, se insiste en que la Santa Sede, y probablemente el Papa no se
pronuncie expresamente en cuanto al golpe, sino con relación a los
ajusticiamientos producidos con posterioridad al mismo. Este eventual
pronunciamiento - solicitado por numerosos grupos radicalizados dentro de
la Iglesia universal - se produciría solamente en caso de que se agravara la
situación en razón de nuevos fusilamientos y se comprobaran evidentes
violaciones a los derechos humanos”.
Las preocupaciones de Brana fueron corroboradas por varias
declaraciones del ex presidente de la República y titular del Senado,
Eduardo Frei. Días después de la clausura del Congreso Nacional
dictaminada por la Junta Militar, emitió una declaración, junto a su
correligionario y ex presidente de la Cámara de Diputados Luis Pareto, en
uno de cuyos párrafos declaraba que “el caos a que Chile fue conducido por
una gestión insensata llevó inevitablemente al quiebre de sus instituciones.
Ninguna palabra ni actitud puede en esta hora cambiar los hechos. Lo único
importante es pensar en Chile. Estamos ciertos de que en el futuro volverá
la plena normalidad institucional. Así, por lo demás, se ha afirmado por
quienes han asumido el gobierno. Entonces, de nuevo, y como siempre en
nuestra historia, habrá un Parlamento que, elegido por el pueblo, dicte
leyes, controle el poder y sea expresión de las diversas corrientes de
opinión”.
“Los antecedentes demuestran que las Fuerzas Armadas y Carabineros no
buscaron el Poder; sus tradiciones institucionales y la historia republicana
de nuestra Patria inspiran la confianza de que tan poco sean cumplidas las
tareas que ellas han asumido para evitar los grandes peligros de destrucción
y totalitarismo que amenazaban a la nación chilena, devolverán el poder al
pueblo soberano para que libre y soberanamente decidan en destino patrio”,
fueron algunas de las palabras pronunciadas por el presidente de la
Democracia Cristiana, Patricio Aylwin.
“Los militares han salvado a Chile, a todos nosotros (...) Cuando un
gobierno actúa como lo hizo Allende, el derecho al levantamiento se
convierte en un deber”, dijo Frei al madrileño ABC, el 10 de octubre de
1973.
“¿Por qué lo ocurrido en Chile ha producido un impacto tan
desproporcionado a la importancia del país, su población, ubicación y
fuerza? ¿Por qué la reacción de la Unión Soviética ha sido de tal manera
violenta y extremada? ¿Por qué el comunismo mundial ha lanzado esta
campaña para juzgar lo ocurrido en Chile y para atacar a la Democracia
Cristiana? La razón es muy clara. Su caída ha significado un golpe para el
comunismo en el mundo. La combinación de Cuba con Chile, con sus 4.500
kilómetros de costa en el Pacífico y con su influencia intelectual y política
en América Latina era un paso decisivo en el control de este hemisferio. Por
eso su reacción ha sido tan violenta y desproporcionada”, le escribió Frei al
italiano Mariano Rumor, presidente de la Internacional Demócrata
Cristiana.
“Deberíamos poner las barbas en remojo”, dijo Perón el 21 de setiembre
refiriéndose a los acontecimientos que se vivían en Chile. El mismo día, el
congreso norteamericano aprobaba la designación como Secretario de
Estado de Henry Kissinger y la Unión Soviética rompía relaciones con
Chile. El 23 de setiembre el justicialismo triunfaba por holgada mayoría en
la elección presidencial. Horas más tarde, un comando de la organización
Montoneros asesinaba al dirigente sindical José Ignacio Rucci, en una clara
advertencia a Juan Domingo Perón quien debía a sumir el 12 de octubre.
“El asesinato de Rucci liquidó las últimas esperanzas de Perón de dominar
al terrorismo por la persuasión”, analizaría el matutino brasileño O Globo.
“Esto ha culminado en los últimos días con el reparto de armas y la
presencia en el país, desde hace algún tiempo, de grupos extranjeros
especializados que dirigen estas operaciones o que, por lo menos la
integran” (declaraciones de Frei a El Excelsior de México, el 23 de agosto
de 1973).
Años más tarde, Pinochet afirmaría que a Chile “llegaban extranjeros
subversivos, miles de cubanos, también montoneros, tupamaros. Aquí se
daban cita todos los guerrilleros de América Latina como también activistas
soviéticos y de otros países europeos” (Augusto Pinochet: Diálogos con su
historia, María Eugenia Oyarzún, página 125).
Para el Comandante en Jefe de la Armada, almirante José Toribio
Merino, “lo realmente criminal es que los militares carabineros, y algunos
marinos que fueron asesinados fueron victimados por guerrillas y
francotiradores extranjeros, la mayoría de los cuales como hemos
comprobado, son argentinos, uruguayos o cubanos”.316

La CIA relata el golpe, el Ejército Argentino lo analiza. ¿Qué


hizo Moscú?

Una semana después de la muerte de Salvador Allende y la caída del


gobierno de la Unidad Popular, un integrante de la delegación de la Agencia
Central de Inteligencia, CIA, enviaba a Fort Langley un informe “secreto”
relacionado con la gestación del golpe. El cable, del 21 de setiembre (al que
es posible acceder aunque con varios párrafos censurados317 para no revelar
las fuentes) reseñaba que: 1) “el contacto de la Embajada habló con el
general Gustavo Leigh, Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, y varios
oficiales involucrados en el golpe y que actualmente están en el gobierno
(...) y que siempre habían estado en contra del gobierno de Salvador
Allende y pertenecen a la línea dura. 2) Los organizadores aceleraron los
planes del golpe tras la partida del general Carlos Prats del gobierno y una
vez lograda la unidad de todas las fuerzas contra el Presidente”.
En el punto 3 recordaba que el general Leigh se había encontrado a
principios de setiembre con un frente (interno) normal y disciplinado y que
Allende había relevado al general César Ruiz Danyau como comandante en
jefe de la Fuerza Aérea y Ministro de Obras Públicas y Transporte. “Él
(Allende) le ofreció entonces los dos cargos a Leigh”. El militar “respondió
que no era marxista, y que no deseaba perjudicar el apellido de su familia
participando en un gobierno marxista, y rechazó los dos cargos”. Allende,
según el informante, habló con el oficial que lo seguía en el escalafón “al
cual, virtualmente, le hizo el mismo ofrecimiento”.
Según el texto, Allende le habría comentado a sus íntimos que los
generales “se habían combinado aparentemente como grupo”. Decidió
entonces preguntarle a Leigh si aceptaría solamente el cargo de
Comandante en Jefe: “Antes de que pudiera responder otro general le hizo
un gesto a Leigh (NA: nudget) quien solicitó tiempo para pensar la
propuesta. Habría sido en ese momento cuando Allende se dio cuenta de
que la situación había cambiado entre los generales”.
El interlocutor de la CIA revelaba en el punto 4 que “los jefes militares
no deseaban la muerte de Allende” y que “habían arreglado tener listo un
avión para sacarlo del país (...) se envió al Palacio de La Moneda con
intermediarios que escucharan los deseos de Allende”. Pero el helicóptero
se vio obligado a retornar, porque francotiradores apostados en las terrazas
cercanas imposibilitaron su acercamiento al Palacio. “Allende entonces se
suicidó”. El item 5 informaba sobre la muerte durante el golpe del ex jefe
de Investigaciones, Eduardo “Coco” Paredes, revelando que entre sus
papeles “descubrieron un inventario de armas soviéticas introducidas en
Chile seis meses antes, utilizando canales diplomáticos cubanos. Paredes
había cooperado para introducir las armas a través de la aduana chilena y
estas fueron las que se encontraron en el Palacio”.
El punto 6 rozaba lo ideológico: “el pensamiento general de los militares
chilenos es erradicar todos los vestigios de comunismo en Chile para el bien
del país.”
El 7 puntualizaba que “en la Universidad Técnica fueron muertos
alrededor de 300 estudiantes que rechazaron entregarse (NA: o rendirse,
refused to surrender). Además de otros detalles no menos preocupantes
sobre la represión en Santiago y sus alrededores, el punto 9 aseguraba que
“No hay indicios que permitan suponer que entre los planes de los militares
figure un esquema de poder político para Chile”.318
El ejército argentino había seguido atentamente los acontecimientos del
martes 11. Unos días después del golpe, la Jefatura de Inteligencia elevaba
al Comandante en Jefe, general de división Jorge Raúl Carcagno, una
primera evaluación de la situación chilena, especialmente en lo referente a
su “marco externo”.
Redactado con un estilo formal y una sintaxis dura, el documento319
explicaba que “el golpe de estado de las FF.AA. mantiene la expectativa
general acerca de la evolución del gobierno chileno. Las reacciones
producidas en diversas naciones son muy variadas y en general responden a
la orientación ideológica del movimiento o a sus posibilidades de
vinculación económica (...)”.
“a. Brasil. La tendencia general es de apoyo al golpe y de condenación al
gobierno depuesto. Las FFAA brasileñas justifican el movimiento. El
gobierno de Brasil ofrece la posibilidad de apoyo económico y técnico para
la reconstrucción chilena.
b. Paraguay. En general, es unánime la opinión pública y del gobierno, en
apoyo a la revolución militar que habría puesto fin a un proceso político
considerado negativo. Las publicaciones de Asunción adjudican a la
Argentina una actitud poco efectiva contra la extrema izquierda.
c. Bolivia. Se ha recibido con general expectativa el anuncio del Jefe de
la junta de Gobierno chilena, según el cual sería de su interés restablecer las
relaciones diplomáticas con Chile. En La Paz se publican artículos del
general Pinochet, según los cuales se niega a Bolivia el derecho a tener
salida al mar.
d. Perú. Hubo una gran difusión de los acontecimientos. Se considera que
el derrocamiento del gobierno de Allende puede motivar complicaciones a
Perú en el orden interno y externo. En cuanto al ámbito exterior se espera
conocer el apoyo que Chile pueda recibir de EEUU, lo que podría colocar a
este país en una situación opuesta a Perú. Ante versiones según las cuales
Perú podría aprovechar la situación chilena para pretender restituir los
territorios perdidos en la Guerra del Pacífico, el (canciller) general Mercado
Jarrin se apresuró a declarar que su país no adoptaría ninguna medida que
permitiera suponer la posibilidad expresada, considerando además que los
chilenos deben resolver por sí mismos sus problemas”.
Respecto de los Estados Unidos informaba que los funcionarios del
Departamento de Estado encontraban “absurdas” las denuncias de una
intervención norteamericana en el movimiento militar. “En general –
señalaba - toda la prensa concede grandes titulares al episodio y las
opiniones son dispares. Algunos diarios se mantienen a favor del
movimiento; en tanto que otros lo califican de “tragedia” (como el Times) o
de “tinieblas sobre Chile (como el Post)”. De Cuba indicaba que “las
relaciones están rotas” y que la Junta Militar había denunciado “la
injerencia cubana en Chile” y llevado el problema ante las Naciones
Unidas”.
Bajo el subtítulo “probable evolución”, la Inteligencia militar argentina
estimaba que: “Chile dejaría de constituir un foco de irradiación del
comunismo en América. Sin embargo, la persecución desatada contra los
comunistas chilenos y de otras nacionalidades permite prever la afluencia
de dirigentes marxistas hacia otros países, especialmente a los vecinos. Si
bien el gobierno de Allende concitaba expectativa internacional por
constituir una experiencia muy particular sobre la instauración del
socialismo por vía democrática, interrumpido el proceso, la observación se
centraría sobre el gobierno militar y los logros que pueda obtener un
procedimiento marcadamente distinto al anterior”.
Los militares argentinos advertían que podía desatarse “una verdadera
puja por atraer a Chile hacia las áreas de influencia de los distintos estados
hegemónicos”, tanto en los planos económico como ideológico: “En tal
sentido, incidirá la decisión de Brasil al reconocer en forma inmediata al
gobierno surgido del golpe de estado”.
“EE.UU. ha de presionar a la Junta Militar con el objetivo de retomar la
explotación cuprífera, o bien condicionar la citada explotación y la posible
comercialización de este material de gran valor estratégico. Es probable que
se incremente la acción interna de la oposición a Nixon a fin de que limite o
restrinja la ayuda a Chile mientras persista la represión. Se estima que
EE.UU., por otra parte no va a suministrar ayuda en forma incondicional,
previamente exigirá seguridad para sus inversiones. En estas tratativas, la
renegociación de la deuda externa chilena ha de jugar un papel
preponderante”.
El tercer punto trataba las “incidencias” del golpe en el país “por su
proximidad geográfica, Argentina puede recibir el mayor contingente de
comunistas desplazados de Chile. Además, por la misma razón pueden
constituirse en nuestro territorio bases operativas para actuar contra el
gobierno militar chileno. A pesar del control de fronteras que se efectúa, la
gran extensión limítrofe facilitará dichas acciones. El gobierno chileno ha
de buscar en la Argentina el apoyo económico que necesita para la
reconstrucción nacional, especialmente en la solución del déficit
alimentario. No debe olvidarse que Chile es un importante comprador de
productos industriales argentinos. Por todo ello, es de esperar el
acercamiento de la Junta Militar hacia nuestro país, siempre que una
política más agresiva de Brasil logre volcar enteramente hacia su órbita al
país transandino”.
Un informe de Inteligencia del Departamento de Estado320 se preguntaba
si “la Junta tiene problemas de gobernabilidad”. Además de resaltar la
“poca experiencia” de la Junta en esa materia, explicaba que “heredó una
economía destruida” por lo que una de sus prioridades era mantener a la
población laboral empleada y “sus necesidades básicas satisfechas”.
Indicaba también que para lograr una rápida recuperación económica “el
régimen debería obtener aceptación nacional e internacional”.
Desde Moscú, Enrique Quintana enviaba una Nota de ocho carillas,
analizando, según su visión, los motivos de la decisión soviética de romper
relaciones con Chile y de la campaña “debidamente orquestada (...) y con
una virulencia poco común” contra el gobierno de la Junta Militar.321 El
informe estaba fechado el mismo día que la Unión Soviética decidió la
“ruptura o suspensión” de relaciones con el gobierno de Santiago, “una
actitud que no concuerda a mi criterio con su línea diplomática habitual”.
Quintana aclaraba que “el Kremlin ha perseguido mantener sin
interrupciones relaciones diplomáticas con todos los países, aun con
aquellos que continuamente o en algunas circunstancias, le han demostrado
animosidad o discrepancia de ideologías políticas, sistemas, etc. Ha
primado el criterio que con sus embajadas (verdaderas avanzadas de su
sistema, de infiltración y espionaje) instaladas en esas naciones siempre es
factible lograr ventajas que no son posible con su alejamiento físico del
lugar”.

Las relaciones de Moscú con Allende

Desde su puesto de observación a metros de la Plaza Roja, Quintana


opinaba que la Unión Soviética “viene acordando preferente atención a
Latinoamérica desde hace aproximadamente dos años” […] El diplomático
analizaba que la relación con Chile había sido evaluada de manera
diferente: “Si bien la instauración del gobierno de la Unidad Popular
revestía extrema importancia para el Kremlin, desde un principio dudó de
su estabilidad y temió las cargas económicas que un apoyo en gran escala
pudiera significar para sus difíciles finanzas”.322
En el párrafo siguiente Quintana afirmaba que no cabían dudas de “que la
URSS le prestó asistencia financiera pero no con la amplitud que Chile
requería. Si bien al principio del gobierno del Señor Salvador Allende ella
se mostró más dispuesta, a medida que sus dificultades crecían y que los
observadores contemplaban la posibilidad de un derrocamiento, su
generosidad fue disminuyendo, su entusiasmo decayendo, su conocido
pragmatismo se evidenció. Misiones oficiales se multiplicaron por parte de
las autoridades chilenas hacia Moscú. Todas ellas perseguían el mismo fin -
asistencia -. Estas delegaciones culminaron con el viaje del Presidente
Allende y el General Prats”.
Según el embajador argentino, todas las visitas de las delegaciones
chilenas “señalaban coincidencias de ideas, de ideales y enunciaban un total
apoyo moral. Asimismo promesas de cooperación económica, entre líneas
su posible intervención en el problema del cobre que en esos momentos
tanto afligía el presupuesto económico de Chile. Asunto crucial para La
Moneda y al que Moscú, tal vez por sus acuerdos con Washington, prestó
oídos sordos. El Presidente Allende y el General Prats recibieron - me
atrevo a colegir - promesas que no se cumplieron lo que pudo posiblemente
haber influido en su derrocamiento. Pienso, que una ayuda económica de
envergadura, habría, por lo menos prolongado un proceso en que las
dificultades de todo orden que pesaban sobre la población parecen haber
sido factores preponderantes”.
Tras las largas disquisiciones, Quintana extraía dos conclusiones:
“a) Si el gobierno chileno tiene la intención de romper relaciones con la
URSS es mejor tomar la iniciativa. Los considerandos de la Junta entre los
cuales manifestaba en su punto tercero que “el país se encontraba
comprometido en un proceso de destrucción sistemática de sus valores
como consecuencia de la introducción de una idea ideológica dogmática,
inspirada por principios extranjeros del marxismo-leninismo”, era motivo
suficiente para evaluar la posibilidad de tal determinación.
b) Si los elementos de la Unidad Popular y los movimientos izquierdistas
en América Latina se encuentran decepcionados por la falta de apoyo
económico prestado por la Unión Soviética, lo que eventualmente hubiera
podido precipitar el derrocamiento del Presidente Allende, la actitud
asumida con el rompimiento o suspensión y con la inusitada campaña anti
gobierno chileno que ha desencadenado, podría en algo mitigar una crítica
que mucho perjudica sus intereses y su posible gravitación en el eventual
proceso socialista en América Latina, además del rudo golpe que significa
la pérdida de su eje Cuba-Chile”.
A pesar de las críticas de los legisladores estadounidenses, el nuevo
embajador argentino en Washington, Alejandro Orfila, informaba a la
cancillería (cable cifrado Nro 708/709 del 16 de noviembre) que de acuerdo
a datos proporcionados por la embajada chilena en los EE.UU. “existe
realmente gran interés por parte (de) numerosas empresas locales en volver
a operar en Chile, o iniciar actividades en ese país.”
A poco de producirse el derrocamiento de Allende, la Embajada comenzó
a recibir solicitudes en tal sentido, que continúan siendo presentadas
actualmente, y que incluyen empresas de importancia. En cuanto a
ofrecimientos de créditos, la misma fuente manifestó que son numerosos, y
que se habrían concretado a la fecha por un monto de unos 150 millones de
dólares. Tanto en cuanto a inversiones como a créditos, la fuente atribuyó
gran parte de la confianza del ambiente financiero estadounidense a
campaña favorable al actual régimen militar que lleva a cabo el diario The
Wall Street Journal.
Después del martes 11 de 1973, Javier Teodoro Gallac volvió a Chile a
visitar a sus amigos. Desde allí se sintió en la obligación de enviar una carta
abierta al Senador Edward Kennedy cuyos términos, quizá, no hubieran
compartido algunos de los comensales del Club de la Unión: “Fui testigo de
los años en que el comunismo internacional estuvo aquí muy activo. Su
abierta intervención apretaba paulatinamente la soga al cuello de los
chilenos. Es una lástima, señor senador, que usted no estuviera entonces en
Chile para ver lo que yo vi y lo que presenciaron muchos otros: como se
arrastraba a las profundidades del comunismo a uno de los países más
notables del Hemisferio Occidental. No se consideraba posible en ese
momento ninguna alternativa política que evitara la entronización definitiva
del comunismo en esta parte del mundo. Sólo quedaba la acción militar.
Después de cuarenta años de estricto servicio profesional, las Fuerzas
Armadas fueron rogadas, imploradas y públicamente provocadas para que
actuaran respondiendo a los deseos de la mayoría de los chilenos”.323

Perón mira a su país y a Chile

En 1972, estando en Madrid con su familia, el coronel (R) Juan Francisco


Guevara lo llamó por teléfono a Perón, como habían convenido por
correspondencia, y el ex presidente lo invitó a la Quinta 17 de Octubre y
conversaron en dos ocasiones sobre la situación del país: “Perón no era un
hombre frontal con nadie, no importaba quién lo visitaba, era amable,
simpático, no iba a confrontar nunca. Luego del primer encuentro y en la
segunda conversación, cuando trataron el problema subversivo, me dijo:
‘Usted tiene razón con lo que está pasando. Yo, claro, voy a volver al Poder
y tengo dos caminos: las urnas o las armas. Pero para llegar a las urnas yo
necesito que me voten todos, desde la extrema derecha hasta la extrema
izquierda y (por el momento) yo no puedo dar un documento político u
opinión de doctrina porque voy a perder votos. Ahora, eso sí, cuando llegue
al gobierno ahí llegará el enfrentamiento, pero yo desde el gobierno’. Esto
fue muy lúcido, muy cierto y que además lo ejecutó como ya sabemos.”324
Como hemos visto, Perón comenzó a dar muestras de gran
disconformidad por lo que sucedía en la Argentina y su partido antes y
después del 25 de mayo de 1973. En la primera semana de junio, Perón fue
a la clínica del doctor Antonio Puigvert en Barcelona, “para que lo revisase
y para despedirse”. Perón volvía definitivamente a su país el 20 de junio.
Puigvert anotó en su diario: “Aunque su aspecto no lo denotara tenía ya
ochenta años. Y no volvía a la Argentina para pasar bajo arcos triunfales
entre aclamaciones y en olor a multitud. Volvía para luchar” (…) A mí me
lo explicó muy claro y en muy pocas palabras: “No me queda otra solución
que volver allá y poner las cosas en orden. Cámpora ha abierto las cárceles
y ha infiltrado a los comunistas por todas partes.” En otras palabras, como
dijo su amigo el periodista Emilio Romero, “de Puerta de Hierro había
salido Perón no ya para hacer una revolución, sino para contenerla. Perón
estaba ya más cerca de la filosofía que de la política”.

20 de junio de 1973 en Madrid: Perón, Franco y Cámpora

En pleno vuelo hacia Buenos Aires, Nélida Iris “Cuca” Feola de


Demarco se animó a preguntarle a Perón cómo se sentía volviendo al país
con el apoyo del pueblo. Con la confianza que le tenía Perón le hizo una
confesión, no muy distinta a la que le había hecho al doctor Antonio
Puigvert en Barcelona, y no lejana a otras opiniones convalidantes: “No se
crea todo lo que se dice, de que el pueblo me trae. El que quiere que yo
vuelva es Estados Unidos para terminar con el comunismo en América
Latina. No vuelvo a encabezar un golpe militar, voy a ser Presidente de la
Nación electo por el pueblo”.
El martes 11 de septiembre de 1973 Allende y su gobierno se
desplomaron. Como escribió el último secretario del PRT y comandante del
ERP tras la muerte de Santucho, Arnold Juan Kremer (a) “Luis Mattini”, en
Hombres y mujeres del ERP, el gobierno de Salvador Allende fue “la
segunda revolución más importante en América latina después de la
cubana”.
En coincidencia con Mattini, desde Valparaíso, el 14 SET 1973, en su
Nota “R” Nº 16 el cónsul Juan Marcelo Gabastou, termina sosteniendo: “Ha
caído con estrépito de una manera no por intuida menos inesperada un
régimen que también impensadamente llegara al triunfo electoral y que este
hecho que comentamos constituye el más serio revés de los últimos años
para el comunismo internacional. Contraste cuyos efectos repercutirán en
América toda”.
En la intimidad, Perón le dijo a Pedro Cossio, uno de sus médicos, que
“con lo que ha pasado en Chile desde ese lado estamos protegidos”325. El
testimonio es coincidente con las declaraciones de Perón a “Il Giornalle
D’Italia” (septiembre de 1973). En las mismas Perón destacó que la caída
de Salvador Allende había cerrado “la única válvula de escape para la
guerrilla argentina” y aseguró estar menos preocupado por el problema “de
lo que la mayoría de los argentinos cree”. También afirmó al mismo medio
italiano: “los responsables de los acontecimientos en Chile fueron los
guerrilleros y no los militares”. En el mismo sentido, casi con las mismas
palabras, es lo que opinó Allende sobre la Juventud Peronista, durante su
última entrevista con Lanusse en mayo de 1973.

La decisión de Perón
El domingo 23 de septiembre se realizaron las elecciones nacionales que
arrojaron el contundente resultado de siete millones y medios de votos para
la fórmula oficialista, consagrando a Perón como presidente por tercera vez
en la historia. El 62,7 por ciento de los electores optaron por la formula
Perón-Perón, un trece por ciento más que en la elección de Cámpora, en
tanto el radicalismo obtenía 2.905.719 votos.

Perón, Pinochet y sus esposas en la Base de Morón

El lunes 24 de septiembre de 1973, mientras la población aún festejaba la


victoria electoral de Juan Domingo Perón, “el presidente electo” movió una
ficha de su tablero internacional. Fue secreto pero quienes debían conocer
el gesto lo apuntaron con satisfacción. Los destinatarios (chilenos) fueron
los primeros, EE.UU. fue el siguiente. Nada se hizo de una manera
intempestiva ni sonora. Como suelen tomarse las grandes decisiones de
Estado, el movimiento diplomático argentino se realizó tras un viaje secreto
de un “Enviado Especial” a Santiago de Chile para dar su apoyo “material y
el respaldo argentino a la Junta Militar”. Así consta en el Acta Secreta N° 8
del 24 se Septiembre de 1973, a las 10,45 horas, durante una reunión
secreta de la junta de comandantes que gobernaba Chile tras el
derrocamiento del presidente de la Unidad Popular, Salvador Allende
Gossens. La junta chilena estaba integrada por el general Augusto Pinochet
Ugarte; el almirante José Toribio Merino; el brigadier Gustavo Leigh y el
comandante César Mendoza. Al finalizar, el documento lleva la firma del
presidente de La Junta, general Augusto Pinochet Ugarte.

El Acta N° 8, contiene en cuatro páginas todos los temas tratados ese día
entre la mañana y las 19,15 horas. En su amplio contenido hay algunos
ítems que llaman la atención y que fueron considerados entre los miembros
de la junta con la participación individual de cada uno de los miembros del
gabinete presidencial. El punto 6° se refiere a la presentación de
credenciales del embajador de Uruguay, el jueves 27 a las 11,30 horas “en
la Escuela Militar, recibiéndolo sólo el Presidente de la Junta”. En el 9° se
afirma que “el Ministro de Minería informa que ha recibido muchos
ofrecimientos de inversión de capitales, incluida la Anaconda”, la poderosa
mina de cobre que había sido nacionalizada por Allende.
El punto 12° informa sobre materias que el Ministro Secretario General
de Gobierno, general Pedro Ewing Hodar, debió considerar. Entre otras los
funerales del poeta Pablo Neruda y dice textualmente: “Se acuerda hacerse
representar por un Edecán y respetar integralmente lo que señala el
Reglamento de Servicio de Guarnición”. A renglón seguido se habla de la
disolución de los partidos políticos y a continuación se dice: “Presencia de
un representante oficial de Perón en Chile que trae ayuda material y el
respaldo argentino a la Junta.”

El Acta no agrega el nombre del enviado argentino. Sería errado imaginar


que Perón delegó la misión en un civil, más bien habría que pensar en un
militar de su extrema confianza.

Como sostenían los periódicos de la época, el presidente electo argentino


consideraba al Chile de la Unidad Popular como una suerte de “santuario”
del terrorismo argentino. La prensa extranjera se mostraba muy activa
respecto del “cambio de rumbo” de la política local liderada ya por Perón
desde el día que retorno a la Argentina y el desplazamiento de Héctor J.
Cámpora. El diario ABC de Madrid señalaba que “mientras Allende
pretende implantar en Chile un régimen marxista, Perón ha dicho una vez
mas que no quiere nada con el marxismo”, mientras Il Messaggero de
Roma entendía que el jefe del justicialismo “tiene la intención de terminar
con el ERP y con los grupos guerrilleros afiliados al justicialismo”. El
testimonio es coincidente con las declaraciones que formuló a Il Giornalle
D’Italia (septiembre de 1973). En las mismas Perón destacó que la caída de
Salvador Allende había cerrado “la única válvula de escape para la guerrilla
argentina” y aseguró estar menos preocupado por el problema “de lo que la
mayoría de los argentinos creen.”

El asesinato de José Ignacio Rucci

El miércoles 25 de septiembre, al día siguiente del viaje de un enviado


oficial a Chile, un comando de FAR y Montoneros asesinó a balazos al jefe
de la CGT, José Ignacio Rucci. Fue, en primera instancia la respuesta brutal
por el papel preponderante que había tenido Rucci en la caída de Cámpora
el 13 de julio. También fue la réplica de la guerrilla a la decisión de la
población de plebiscitar a Perón, que desarmaba la más mínima posibilidad
de Montoneros y su colateral pública la JP de las Regionales de influir en el
futuro gobierno.
El asesinato de Rucci fue una clara advertencia de la guerrilla a Perón y
de paso también a toda la sociedad. El resultado electoral no modificaba el
interés expreso de Montoneros y sus socios de continuar por el camino de la
violencia para instalar la patria socialista. El camino de los montoneros no
tenia vinculación con la democracia representativa ni tampoco con las
decisiones populares volcadas en las urnas. En la primera semana de
octubre de 1973 aprobó el “Documento Reservado” estableciendo
“Drásticas instrucciones a los dirigentes del Movimiento para que excluyan
todo atisbo de heterodoxia marxista” informó La Opinión del 2 de octubre
en su portada.

Apenas cuatro meses más tarde el PRT-ERP (con la complicidad de


Montoneros) atacó una gran unidad del Ejército en Azul, provincia de
Buenos Aires. Tras los hechos, Perón envió una carta a los oficiales,
suboficiales y soldados, haciéndoles saber que “como Comandante en Jefe
de las Fuerzas Armadas y soldado experimentado esta lucha en la que
estamos empeñados, es larga y requiere en consecuencia una estrategia sin
tiempo. El objetivo perseguido por estos grupos minoritarios, es el pueblo
argentino, y para ello llevan una agresión integral”. “Por ello, sepan ustedes
que en esta lucha no están solos, sino que es de todo el pueblo que está
empeñado en exterminar este mal y será el accionar de todos el que
impedirá que ocurran más agresiones y secuestros.” Tanto en la Argentina
como en Chile comenzaba a trazarse una política común, un nuevo tiempo
que Perón no logró concretar porque falleció el 1° de julio de 1974.
306 “Jakarta”: Capital de Indonesia, era una alusión a la persecución y matanza de comunistas de
1967 bajo el gobierno de Sukarno.
307 El día que murió Allende, Ignacio Gonzalez Camus, página 104.
308 “Yo, Augusto”, Ernesto Ekaizer, Aguilar, Buenos Aires 2003.
309 Memorias, Tomo II, Henry Kissinger, momentos del diálogo, páginas 1051 y 1052.
310 ¿Cómo formula esa pregunta? Se supone que él debía estar al tanto de todo lo que hacía el
gobierno de Nixon en materia de política exterior.
311 Testimonio al autor. Sánchez Moreno con el Proceso sería embajador en Perú y fue el que le
advirtió al almirante Jorge Anaya (19 de diciembre de 1981) que el Reino Unido respondería a la
Argentina si se ocupaban militarmente las Malvinas. Ver “1982” y “La trampa” del autor. Editorial
Sudamericana.
312 Nota “Reservada” 15, del Consulado argentino en Valparaíso, del 13 de setiembre de 1973.
313 Nota “Reservada” 16, del Consulado argentino en Valparaíso, del 14 de setiembre de 1973.
314 El ERP 22 de agosto era una escisión del ERP que comandaba Mario Santucho. Fueron ellos
los que asesinaron al almirante Quijada. El ERP de Santucho por aquel entonces había tomado
distancia de la internacional trotskista y dependía del gobierno cubano.
315 Nota “Secreta” 424, de la Embajada Argentina ante la Santa Sede, del 4 de octubre de 1973.
316 Nota “Reservada” Nº 592, del 20 de setiembre de 1973.
317 Desclasificado el 11 de junio de 1999.
318 En el original :There is no indication whatever that the military plans any early
relinquishment of full political power in Chile.
319 Documento “Marco Externo - Ambito Regional”.
320 RAAN-29 del 15 de octubre de 1973, elaborado por David E. Mark.
321 Nota “Secreta” Nº 378, del 21 de setiembre de 1973, de la Embajada ante la URSS.
322 Ya en ese entonces, la URSS pagaba un alto costo para mantener el régimen comunista de
Fidel Castro. De otra manera no hubiera subsistido, al punto tal que Cuba se transformó en un satélite
de Moscú.
323 El Mercurio de Valparaíso, 12 de marzo de 1976. Faltaban doce días para que se concretara el
golpe militar en la Argentina.
324 El coronel Juan F. Guevara había sido la mano derecha del General Eduardo Lonardi en
septiembre de 1955. Guardo en mi archivo la grabación del relato de Guevara.
325 Testimonio al autor del doctor Pedro Cossio
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