Ella estaba sentaba sobre el frío y sucio suelo, con sus
ojos color verde jade sobre el fuego, viendo como este consumía los troncos que anteriormente le había colocado a la chimenea, se hallaba acurrucada entre sus piernas junto a un pino casi sin hojas que días antes habría traído para darle más espíritu navideño a su hogar, dicho árbol estaba decorado con algunas plumas de aves y flores que la niña encontró paseando por las calles.
Su madre se encontraba trabajando, echando horas extras ya
que la noche había caído y no había vuelto a casa.
Ophelia se levantó y caminó arrastrando los pies por el
pavimento haciendo que la vieja madera de la que estaba echo chirriase, logró llegar a la ventana donde allí contemplaría el oscuro cielo, no había ni una estrella ese día, lo único que brillaba era la luna llena y la estrella polar.
Su mirada se movía a gran velocidad analizando cada detalle
del firmamento con la esperanza de poder ver una estrella fugaz y poder pedir un deseo,
Cualquier niño hubiera deseado recibir muchos regalos en
aquellas Navidades, pero ella solo quería un cambio en el rumbo de su vida, ser otra persona o incluso no continuar viviendo.
Había rezado tanto todas las noches, incluyendo dioses de
otras religiones distintas a la católica , oraba por que su padre volviese, por poder volver a ver a su peludo mejor amigo de nuevo, por que su madre dejase el mal vicio, por poder comer aun que solo fueran dos veces al día… Tenía tantos motivos por lo que pedir.
A los 5 años su padre se fue de la casa abandonándola,
George se dio cuenta de que ella no era su hija mediante una discusión con la madre de Ophelia, Amellie, esta le gritó ebria en la cara que la pequeña no era suya, si no que era de otro hombre.
George venía de una familia adinerada lo que llevó a
Amellie a mentir para que el hombre se quedase con ella y no tuviese que trabajar logrando así una vida llena de lujos, pero el paraíso no les duró mucho ya que al enterarse del engaño por mucho que quisiese a la niña sus principos no le permitían quedarse allí, obligándolo a marcharse.
Su madre nunca le contó la verdad a la protagonista de
nuestra historia por lo que se torturaba dia a dia pensando que era su culpa este suceso.