Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Redención - Mike Wilkerson
Redención - Mike Wilkerson
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Esto
es
un
maravilloso
trabajo
del
evangelio.
Es
un
estudio
de
casos
reales,
que
muestra
muchísima
sabiduría
acerca
del
sufrimiento
de
las
personas.
Es
rica
en
teología,
al
interpretar
de
una
manera
muy
práctica
el
poder
transformador
del
evangelio,
exhibiendo
todas
las
formas
en
que
somos
tentados
a
distorsionarlo
o
minimizarlo.
Este
libro
tiene
que
ser
publicado
y
distribuido
ampliamente.
No
conozco
ningún
otro
texto
como
el
que
ha
hecho
escrito
Wilkerson.
Es
sin
duda
alguna,
un
avance
a
la
causa
de
aplicar
el
evangelio
a
esta
generación
quebrantada.
¡Buen
trabajo!
-‐Paul
Tripp,
Presidente,
Paul
Tripp
Ministries,
autor,
What
Did
you
Expect?
Semanalmente
debo
enfrentar
las
dificultades
de
la
vida
como
resultado
del
pecado:
el
abuso,
el
abandono,
y
las
consecuencias
del
pecado.
La
lista
es
interminable.
Como
pastor
de
una
iglesia
joven,
he
buscado
un
recurso
que
pueda
recomendar
con
confianza
a
los
que
están
atrapados
en
su
pecado.
Este
libro
es
ese
recurso.
Ayudará
a
las
personas
que
están
sufriendo
(¡lo
que
nos
incluye
a
todos!)
a
enfrentar
la
realidad
de
nuestro
pecado
y
la
realidad
de
la
consecuencia
del
pecado
de
otros
en
nuestras
vidas.
Además,
dirigirá
a
las
personas
hacía
Jesús,
que
es
más
grande
que
nuestro
pecado.
-‐Darrin
Patrick,
Pastor
Principal,
The
Journey,
St.
Louis,
Missouri,
autor,
Platantador
de
Iglesias
Respaldado
por
un
gran
estudio,
además
de
ser
accesible
a
todos
los
cristianos,
este
libro
está
lleno
de
grandes
historias
de
la
redención
y
de
las
percepciones
profundas
en
las
almas
de
los
pecadores
quebrantados,
desafiando
a
los
lectores
a
seguir
al
Cristo
que
puede
libertarlos.
-‐Eric
Johnson,
Lawrence
and
Charolette
Hoover
Professor
of
Pastoral
Care,
Southern
Baptist
Theologial
Seminary.
Director,
Society
for
Christian
Psychology
El
Pastor
Mike
Wilkerson
ha
escrito
una
contribución
única
a
los
grupos
pequeños
de
literatura
y
al
movimiento
de
recuperación
cristiana.
Su
enfoque
centrado
en
el
evangelio
usando
el
tema
de
la
redención
del
Éxodo
ha
provisto
un
enfoque
bíblico
inigualable
para
enfrentar
nuestro
pasado
cara
a
cara
con
Cristo.
La
combinación
de
las
anécdotas
de
la
vida
real,
los
narrativos
bíblicos
que
se
aplican
al
pecado
y
el
sufrimiento,
la
guía
para
la
discusión
confrontacional
aplicativa,
hace
de
“Redención”
el
libro
principal
y
multifuncional
para
el
ministerio
de
grupos
pequeños
de
recuperación.
-‐Bob
Kellemen,
autor,
God’s
Healing
for
Life’s
Losses.
Cada
pastor
y
consejero
genuino
ora
para
caminar
con
el
Salvador
libre
“De
los
deseos
pecaminosos
que
batallan
contra
el
alma.”
(1
Pedro
2:11),
disfrutando
cada
día
y
plenamente
de
la
vida
abundante
en
Cristo.
Cada
pastor
y
consejero
genuino
ora
para
que
su
precioso
rebaño
siga
el
mismo
camino.
“Redención”
provee
una
guía
para
el
camino,
trayendo
las
riquezas
de
la
historia
del
Éxodo
para
ayudarnos
a
donde
todos
vivimos,
alimentando
nuestras
almas
con
el
evangelio
poco
a
poco
y
ayudándonos
a
contemplar
mas
de
Cristo
en
el
camino.
Recomiendo
este
libro
a
cada
pastor
y
consejero
que
ora
por
la
transformación
del
corazón
de
las
personas
mediante
el
Espíritu
Santo.
-‐John
Henderson,
Pastor
Consejero,
Denton
Bible
Church,
Denton,
Texas.
Miembro
de
la
junta,
Association
of
Biblical
Counselors,
autor,
Equipped
to
Counsel.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Este
importante
libro
pone
la
dinamita
de
la
verdad
del
evangelio
donde
más
se
necesita,
al
frente
del
ministerio
pastoral.
Una
mezcla
de
escritura
clara,
historias
de
la
vida
real
y
la
exposición
fiel
de
la
Biblia
hace
que
este
sea
un
recurso
poderoso
en
la
batalla
por
la
redención
en
las
vidas
de
los
que
somos
llamados
a
servir.
-‐Joel
Virgo,
Church
of
Christ
the
Kin,
Brighton,
UK
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Para
Trisha,
quien,
aparte
de
Jesús,
es
la
demostración
diaria
más
evidente
del
abundante
e
incesante
amor
de
Dios
por
mí.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
ÍNDICE
PRÓLOGO
POR
MARK
DRISCOLL
PREFACIO
RECONOCIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
1. CUANDO
SUFRIMOS,
DIOS
ESTÁ
CERCA
2. LADRILLOS
SIN
PAJA:
¿CUÁNTO
MÁS,
SEÑOR?
3. LA
PASCUA:
EN
NUESTRO
PEOR
MOMENTO,
DIOS
NOS
DA
LO
MEJOR.
4.
CRUZAR
EL
MAR
ROJO:
RUMBO
A
UNA
NUEVA
VIDA,
LIBRE
DE
VERGÜENZA
5. LA
DEMANDA
DEL
MANÁ:
EL
SUTIL
SIGNIFICADO
DE
LOS
DESEOS
DIARIOS
6. EL
BECERRO
DE
ORO:OFRECÉRSE
PARA
LA
ESCLAVITUD
7. EL
DIOS
QUE
GUARDA
EL
PACTO:
NUESTRA
ÚNICA
ESPERANZA
PARA
UN
CAMBIO
PERMANENTE
8. ¿ES
DIOS
SU
TIERRA
PROMETIDA?
EPÍLOGO:
LA
MISIÓN
DEL
REDENTOR
APÉNDICE:
LA
ADICCIÓN
RELIGIOSA
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
PRÓLOGO
Sufro,
luego
existo
René
Descartes
probablemente
debió
haber
escrito
estas
palabras
en
vez
de
Pienso,
luego
existo
como
la
esencia
de
lo
que
significa
ser
un
ser
humano.
Debido
a
los
pecados
que
se
cometen
a
diario
contra
nosotros
en
pensamiento,
palabra,
hecho,
motivo,
petición
u
omisión;
por
todo
sufrimos.
Y
aumentamos
nuestro
sufrimiento
con
nuestras
reacciones
pecaminosas
al
pecado.
El
resultado,
para
usar
un
lenguaje
más
bíblico,
es
la
esclavitud.
Nos
volvemos
esclavos
del
pecado
y
este
nos
domina,
maltratándonos
brutalmente
como
hizo
Faraón
al
pueblo
de
Dios,
en
Egipto.
Nosotros
que
tenemos
el
honor
de
servir
a
los
abusados
y
agredidos
terminamos
siempre
destrozados
por
las
historias
de
vida
que
nos
cuentan
las
personas.
Lo
vemos
en
sus
ojos,
lo
escuchamos
en
sus
voces,
se
ve
en
sus
cuerpos.
En
Mars
Hill
Church,
tanto
los
nuevos
creyentes
que
se
han
integrado
en
los
últimos
años,
como
cristianos
que
nunca
han
contado
sus
secretos
a
nadie,
han
venido
a
confesar
sus
relatos
trágicos
mientras
se
abren
paso
con
dificultades
hacia
el
Reino.
Solamente
entre
las
mujeres,
tenemos
tantas
que
fueron
violadas
y
abusadas
antes
de
venir
a
nuestra
iglesia
que
perfectamente
podrían
formar
su
propia
mega
iglesia,
si
así
lo
quisiesen.
También
estamos
llenos
de
personas
que
luchan
contra
la
idolatría,
en
este
tiempo
conocida
como
la
adicción,
que
resulta
una
esclavitud
voluntaria
a
cosas
como
el
sexo,
las
drogas,
el
alcohol,
la
comida,
los
juegos
de
azar,
y
la
pornografía.
Aparte
de
eso
están
las
personas
que
sufren
de
variados
pecados
y
heridas.
Es
devastador
ver
la
urgente
y
desesperada
necesidad
que
tienen
las
personas
por
la
redención
de
sus
pecados
y
sus
efectos,
incluso
en
cristianos
que
parecen
ser
normales.
Nuestra
experiencia
no
es
nada
nuevo,
ya
que
pastores
y
líderes
de
ministerios
alrededor
de
todo
el
mundo,
son
testigos
día
a
día
de
la
depravación
humana.
En
una
oportunidad
asistí
como
coanfitrión
del
programa
nacional
de
radio
del
Dr.
Drew,
me
sorprendí
que
el
Dr.
Drew
se
preguntó
si
las
personas
abusadas
o
con
problemas
de
adicción,
sería
más
de
lo
que
un
pastor
podría
soportar.
La
verdad
es
que
los
pastores,
consejeros
y
otros
cristianos
activos
en
el
ministerio
tratan
siempre
con
personas
muy
quebrantadas
y
no
hay
nada
en
la
radio
o
en
la
televisión
que
no
hayamos
escuchado
antes
en
conversaciones
cara
a
cara.
Nuestra
experiencia
en
Mars
Hill
no
es
única.
El
pecado
y
el
sufrimiento
cruzan
todas
las
diferencias
nacionales,
raciales,
sociales,
económicas,
de
género,
estilísticas
y
generacionales.
Estoy
escribiendo
este
prólogo
en
un
avión.
Estoy
volviendo
de
predicar
en
África.
Me
desperté
hoy
y
me
senté
para
leer
el
diario
en
Johannesburgo.
Los
encabezados
en
el
pequeño
periódico
de
veintiocho
páginas
son
horribles
y
se
relacionan
a
la
cultura
chovinista
de
violencia
y
abuso
contra
las
mujeres:
• Tres
bebes
cada
semana
son
abandonados
para
que
mueran
en
un
basurero.
• Se
necesita
de
abortos
legales.
• Los
adolescentes
pueden
conseguir
ayuda
con
los
bebes
no
deseados.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
• Un
recién
nacido
fue
encontrado
entre
las
llamas
de
un
basural.
• Un
hombre
fue
arrestado
por
violar
a
su
hija.
• Juez
condena
líder
de
jóvenes
por
ataques
sexuales
Ayer
cuando
estuve
en
un
municipio
de
alrededor
de
200.000
personas,
establecidos
durante
días
por
la
segregación
racial,
me
contaron
que
en
muchas
de
las
barracas
hay
mujeres
pobres
y
desesperadas.
Me
explicaron
que
por
tres
o
cuatro
dólares
podría
comprar
alguna
de
estas
mujeres
por
un
día
y
hacer
lo
que
quisiera
con
ella.
Mientras
escribo
esto,
estoy
temblando
e
intentando
contener
las
lágrimas,
imaginando
a
mi
hija
de
doce
años
siendo
violada
por
un
día
entero,
sólo
por
unos
pocos
dólares.
La
pregunta
es:
¿Qué
podemos
hacer
nosotros
como
padres,
amigos,
cónyugues,
abuelos,
consejeros,
lideres
de
ministerios,
y
pastores
para
ayudar
a
las
personas
que
están
sufriendo
de
adicción,
abuso
y
otros
tipos
de
sufrimiento?
Una
cosa
que
no
podemos
hacer
es
salvarlos.
Solo
Jesús
puede
salvar
del
pecado
y
de
la
muerte
así
que
debemos
recordarnos
que
servimos
al
Salvador,
pero
no
somos
el
Salvador.
Otra
cosa
que
no
podemos
hacer
es
resolverlo.
El
pecado
es
demasiado
dañino
y
esta
muy
integrado
a
la
vida
humana
y
las
culturas
humanas
para
ser
resuelto
en
esta
vida.
Solo
el
Espíritu
Santo
conoce
verdaderamente
el
corazón
humano
y
puede
cambiar
la
condición
del
ser
humano.
El
pecado
es
necio,
como
enseña
la
Biblia
y
contradice
toda
lógica;
no
es
méramente
un
problema
matemático
a
resolver.
Lo
que
podemos
hacer
es
servir.
Podemos
ser,
por
la
gracia
de
Dios,
los
ojos
amorosos,
las
manos
serviciales
y
la
boca
que
proclama
la
libertad
de
Jesucristo.
Podemos
contar
la
historia
de
la
redención
que
es
la
historia
de
la
Biblia.
Estas
buenas
nuevas
son
infinitamente
superiores
a
menospreciar
a
los
demás
por
sus
pecados,
a
excusar
el
pecado,
a
esconder
el
pecado,
a
confesar
a
medias
el
pecado,
a
negar
el
pecado,
a
ser
definido
por
el
pecado,
a
minimizar
el
pecado,
a
ceder
al
pecado,
a
entregarse
al
pecado,
a
aceptar
el
pecado
o
a
ignorarlo,
antes
más
bien
estas
buenas
nuevas
nos
redimen
verdaderamente
del
pecado
cuanto
están
acompañados
por
un
estilo
de
vida
humilde
en
la
fe
bíblica
y
en
arrepentimiento.
Por
la
gracia
de
Dios
a
través
del
poder
del
Espíritu
Santo
podemos
ser
testigos
de
la
poderosa
historia
de
redención
bíblica,
que
transforma
la
historia
de
vida
de
las
personas
en
la
historia
de
la
redención
de
Jesús.
Redención
no
es
solo
un
libro
sobre
la
redención
en
la
Biblia.
También
es
un
libro
sobre
la
redención
bíblica
en
nuestras
vidas.
Todos
deberían
leer
este
libro
por
lo
menos
dos
veces.
Todos
tienen
que
leerlo
una
vez
para
su
vida
personal.
Después
tendrán
que
leerlo
de
nuevo
para
ayudar
a
otros.
Redención
fue
escrito
por
mi
amigo
y
copastor
de
Mars
Hill,
Mike
Wilkerson.
Este
hombre
ha
entregado
su
vida
para
guiar
a
las
personas
a
la
redención,
y
ha
entrenado
tanto
a
líderes
remunerados
como
voluntarios
en
la
redención
bíblica,
dentro
y
fuera
de
nuestra
iglesia.
Ha
leído
lo
suficiente
acerca
de
consejería
para
detectar
y
rechazar
lo
que
es
fundamental
o
liberal,
y
recibir
todo
aquello
que
es
bíblico.
Se
ha
dedicado
estudiar
y
consultar
con
algunos
de
los
más
excelentes
predicadores,
profesores
y
escritores
en
el
mundo,
los
cuales
están
dedicados
a
la
Palabra,
al
pueblo,
al
Espíritu,
a
la
gracia
y
al
Hijo
de
Dios
para
transformar
a
las
personas
para
la
gloria
de
Dios.
Entre
estas
personas
que
han
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
sido
un
gran
apoyo,
están
nuestros
amigos
de
la
Fundación
de
Educación
y
Consejería
Cristiana.
El
Pastor
Mike
Wilkerson
ha
escrito
este
libro
porque
yo
se
lo
pedí.
No
lo
escribe
por
orgullo
propio
o
para
hacerse
famoso.
Él
es
un
pastor
que
sirve
fielmente
una
necesidad
urgente.
Le
he
visto
trabajar
en
el
proceso
de
escritura
sin
cesar,
ya
que
el
contendio
de
este
libro
es
muy
importante
para
nuestra
iglesia.
Por
la
gracia
de
Dios,
espero
que
sea
una
herramienta
útil
para
otros
cristianos,
iglesias
y
ministerios.
El
contenido
que
encontrará
en
“Redención”
se
ha
obtenido
de
los
cientos
de
grupos
de
redención,
dirigidos
por
líderes
voluntarios,
que
basándose
en
el
Evangelio,
han
hecho
uso
de
este
libro
en
Mars
Hill
y
en
otras
iglesias.
Sencillamente,
contiene
información
probada
en
terreno,
que
ayuda
a
la
transformación
de
las
personas.
Esperamos
que
le
ayude
a
usted
y,
al
mismo
tiempo,
le
sirva
para
ayudar
a
otros
para
la
gloria
de
Dios.
Por
el
bien
de
usted
y
de
otros.
Mark
Driscoll,
Pastor
Iglesia
Mars
Hill,
Seattle.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
PREFACIO
La
idea
para
este
libro
empezó
en
el
ministerio
en
la
Iglesia
Mars
Hill
en
Seattle,
Washington,
Estados
Unidos.
Junto
a
un
equipo
de
pastores
trabajando
en
los
ministerios
de
consejería
y
discipulado.
Hace
algunos
años
atrás,
el
Pastor
Mark
Driscoll
inició
un
cambio
significativo
en
la
manera
en
que
enfrentábamos,
lo
que
el
llamó
“la
guerra
terrestre”,
o
los
ministerios
de
grupos
pequeños
y
discipulados
que
son
esenciales
para
la
transformación
del
evangelio
y
que
complementan
la
guerra
aérea,
que
es
el
ministerio
de
predicaciones
públicas.
Él
afirmó
que
la
guerra
aérea
y
la
guerra
terrestre
deberían
unirse
y
que
la
guerra
terrestre
tenía
que
ser
sistemática.
Necesitábamos
pensar
en
la
manera
que
preparábamos
a
nuestros
consejeros
y
líderes
de
grupos
comunitarios.
El
Pastor
Mark
nos
conectó
con
la
Fundación
de
Educación
y
Consejería
Cristiana
(CCEF)
y
mientras
leíamos
sus
materiales
y
les
consultábamos
sobre
nuestros
ministerios,
algunas
cosas
se
aclararon.
Nuestros
ministerios
de
consejería
se
habían
vuelto
eclécticos,
inconsistentes
y
en
algunos
casos,
inefectivos.
Teníamos
muchos
grupos
de
apoyo
para
la
recuperación
de
personas:
hombres
y
mujeres
luchando
contra
la
pornografía
y
enfrentando
las
heridas
de
abusos
del
pasado,
mujeres
con
desórdenes
alimenticios,
mujeres
que
habían
tenido
abortos,
entre
otros.
La
variedad
de
grupos
comenzó
a
aumentar,
ya
que
deseábamos
ayudar
a
más
personas.
Varios
miembros
de
la
iglesia
habían
ofrecido
su
tiempo
y
talento
para
comenzar
a
liderar
a
nuevos
grupos,
echando
mano
de
sus
propias
experiencias
personales
de
crecimiento
y
cambio.
Nos
dimos
cuenta
que
mientras
más
queríamos
ayudar
a
otros,
(y
había
muchos
por
ayudar)
intentábamos
hacer
demasiadas
cosas
a
la
vez
y
con
muchos
grupos.
No
estábamos
ayudando
bien.
También,
nos
costaba
establecer
líderes,
porque
los
líderes
que
salían
de
un
tipo
de
grupo,
a
veces,
empezaban
otro
tipo
de
grupo
(con
buenas
intenciones
y
con
el
apoyo
de
los
ancianos
de
la
iglesia).
Estos
eran
algunos
de
nuestros
problemas
estructurales,
pero
nuestro
problema
más
grande
fue
que
estos
grupos
no
estaban
unidos
por
la
misma
visión
de
consejería
bíblica.
Cuando
se
formaba
un
grupo
nuevo,
se
necesitaba
un
nuevo
plan
de
estudios,
cada
uno
con
una
perspectiva
un
poco
diferente
(y
algunos
con
una
perspectiva
muy
diferente).
Algunos
eran
completamente
bíblicos,
mientras
que
otros
eran
una
mezcla
de
principios
cristianos
con
una
cosmovisión
y
metodología
de
psicología
secular.
Los
grupos
eran
incompatibles
entre
sí
y
en
algunos
casos,
en
conflicto
con
la
predicación
de
la
iglesia.
Así
que
un
esposo,
en
un
tipo
de
grupo,
podía
recibir
un
consejo
que
contradecía
lo
que
su
esposa
recibía
en
otro
tipo
de
grupo
y
los
dos
consejos
podían
contradecir
lo
que
se
predicó
en
la
iglesia
el
domingo
y
quizás
ellos
ni
siquiera
se
darían
cuenta.
También
observamos
que,
a
veces,
estos
grupos
específicos
tenían
un
efecto
adicional
de
reafirmar
la
identidad
original
del
participante,
en
vez
de
ayudarlo
a
dejar
una
identidad
falsa
y
adoptar
su
nueva
identidad
en
Cristo.
Así
que
los
cristianos
buscando
vivir
libres
de
la
pornografía
aprenderían
que
eran
adictos
a
la
pornografía
y
que
tendrían
que
aprender
a
vivir
con
eso
y
manejarlo
y
que
era
algo
que
sus
cónyuges
tendrían
que
soportar
y
acomodar.
Del
mismo
modo
habíamos
observado
que
mucha
de
la
audiencia
de
los
grupos
era
la
misma.
Alguien
en
un
grupo
enfocado
en
abusos
pasados
podría
confesar
que
tenía
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
adicciones
en
su
vida,
mientras
que
alguien
en
un
grupo
orientado
a
la
adicción
podría
confesar
un
abuso
pasado.
Las
personas
se
cambiaban
de
un
grupo
de
apoyo
a
otro.
Así
que
nuestra
estructura
de
grupos
de
apoyo,
se
enfatizaba
en
el
problema
de
la
persona,
en
vez
de
la
nueva
identidad
en
Cristo.
Esto
es
lo
que
concluimos:
todos
pecan
y
todos
sufren.
Pasa
de
diferentes
maneras,
en
niveles
de
severidad
diferente
y
con
una
variedad
de
consecuencias.
Por
ende,
todos
necesitan
ser
redimidos
por
Jesús
y
crecer
en
la
identidad
que
Él
nos
da.
Estas
categorías
nos
incluyen
a
todos.
Pero
también
sabíamos
que
las
categorías,
no
ayudarían
a
las
heridas
y
luchas
específicas
de
cada
persona.
Ahí
fue
cuando
observamos
los
grupos
liderados
por
James
Noriega.
Tenía
un
gran
desafío
con
muchos
participantes
con
distintas
preocupaciones:
adicciones
a
la
droga
y
al
alcohol,
violencia
intrafamiliar,
automutilación,
ludopatía,
adicción
a
la
pornografía,
entre
otros.
No
habían
suficientes
horas
al
día
para
aconsejar
a
todas
las
personas
individualmente,
pero
el
Pastor
James
estaba
comprometido
a
ayudarlos
de
alguna
manera.
Decidió
empezar
grupos.
Pero
era
imposible
hacer
grupos
específicos
por
las
cantidades
de
problemas
que
había.
Así
que
optó
por
hacer
grupos
combinando
diversos
temas
e
invitando
a
involucrarse
a
los
cónyuges
que
también
necesitaban
ayuda.
Les
enseñó
el
evangelio
y
les
ayudó
a
aplicarlo
de
manera
práctica.
Así
que,
el
Pastor
James,
empezó
los
grupos
mixtos
basados
en
el
evangelio
que
fueron
los
prototipos
de
lo
que
después
se
conocería
como
los
grupos
de
la
redención.
Como
estaban
basados
en
la
biblia,
complementaban
la
predicación
de
pastor
Mark
e
implementaban
la
visión
de
consejería
bíblica
que
CCEF
nos
había
enseñado.
Porque
trataban
grupos
mixtos
podían
ayudar
a
una
variedad
de
personas.
En
el
otoño
de
2007
reuní
un
equipo
de
pastores
para
ver
como
podríamos
enfrentar
estos
desafíos.
En
ese
equipo
inicial
estaban
los
pastores
James
Noriega,
Brad
House
y
Phil
Smidt.
Decidimos
reemplazar
ocho
a
diez
de
los
grupos
específicos
con
grupos
bíblicos
mixtos
de
redención,
imitando
el
prototipo
de
Pastor
James,
rediseñándolos
en
una
base
de
materiales
originales.
La
idea
de
basar
el
currículum
en
Éxodo
como
el
patrón
de
la
redención
en
la
Biblia,
fue
influenciado
por
Gerry
Breshears
en
el
Seminario
Poniente
en
Portland,
Oregon,
Estados
Unidos
quien
había
compartido
en
unas
conferencias
realizados
por
la
iglesia
Mars
Hill.
La
idea
avanzó
mientas
que
Mark
Driscoll
predicó
la
serie
llamada
“Cristo
en
la
Cruz”
donde
enseñó
sobre
el
tema
de
la
redención
por
medio
de
la
expiación
de
Cristo
y
el
trasfondo
en
el
Antiguo
Testamento;
Éxodo
específicamente.
(Esta
serie
de
predicaciones
después
se
convirtió
en
el
libro
Death
by
Love
escrito
por
Driscoll
y
Breshears.)
Además,
la
idea
de
un
currículo
basado
en
una
narrativa
extendida
de
la
Biblia
también
nos
gustó,
una
historia
con
la
cual
nos
sentiríamos
identificados
y
¿qué
mejor
historia
que
la
del
Éxodo?
Finalmente,
la
relevancia
de
este
tema
central
a
nuestros
desafíos
de
consejería,
fue
confirmada
en
una
conversación
con
David
Powlison
de
CCEF.
Él
recalcó
que
el
tema
de
la
redención
en
la
Biblia,
apunta
hacia
la
liberación
tanto
del
pecado,
como
del
sufrimiento.
Así
que
ahí
estaba:
nuestro
currículo
estaría
basado
en
la
Biblia,
diseñado
para
apoyar
a
grupos
mixtos,
con
el
tema
central
de
la
redención
a
través
de
la
historia
del
Éxodo.
Yo
empecé
escribiendo
el
currículo
y
revisando
los
borradores
con
el
equipo.
Alrededor
de
este
tiempo,
el
Pastor
Bill
Clem
se
integró
al
equipo.
Trayendo
sus
años
de
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
experiencia
en
enseñanza
bíblica
y
su
trayectoría
escribiendo,
su
dirección
en
la
formación
de
nuestro
principio
curricular
fue
esencial.
De
hecho,
el
escribió
y
enseñó
la
mitad
de
los
tópicos
en
los
módulos
originales.
En
algún
momento,
en
conversaciones
con
Mark
Driscoll,
decidimos
que
este
material
de
estudios,
debería
convertirse
en
un
libro
y
que
yo
seria
el
autor.
El
punto
de
comienzo
para
el
libro
sería
el
trabajo
que
habíamos
hecho
juntos
como
pastores,
en
especial
en
los
borradores
del
principio,
junto
a
las
clases
grabadas
de
Bill
Clem.
La
influencia
del
pastor
Bill
se
muestra
mucho
en
el
formato
final
del
libro,
su
trabajo
es
más
notable
en
God’s
Story
(usado
dentro
de
la
Introducción)
y
The
Passover
(capitulo
3)
pero
también
en
muchas
otras
partes
del
libro.
También
escribió
borradores
de
lo
que
llegarían
a
ser
los
capítulos
3,
7
y
8.
He
incluido
notas
al
pie
de
página
en
varios
puntos
donde
su
trabajo
fue
principal.
Pastor
James
Noriega
también
ha
sido
muy
influyente
en
su
enseñanza
y
consejería
de
este
contenido.
Hemos
pasado
muchas
horas
discutiéndolo
y
aplicándolo
en
la
consejería
grupal
e
individual
de
Mars
Hill.
He
puesto
notas
a
pie
de
la
página
en
varios
consejos
de
Pastor
James
a
lo
largo
del
libro.
Así
que
empecé
el
trabajo
de
escribirlo.
Desde
el
principio,
este
texto
fue
diseñado
para
ser
usado
como
un
estudio
semanal
de
los
participantes
en
los
grupos
de
redención.
Los
participantes
leerían
un
capitulo
adelantado,
incluyendo
los
textos
dentro
del
sector
de
lectura
bíblica
y
contestando
las
preguntas
de
reflexión
y
discusión
al
final
del
capitulo
preparadas
para
el
grupo.
Muchas
de
las
notas
al
pie
de
página
y
los
recursos
recomendados
están
incluidos
para
ayudar
a
pastores
y
líderes
de
grupo;
son
sugerencias
para
profundizar
en
cada
tema.
Para
más
información
sobre
los
grupos
de
redención
y
los
recursos
para
empezar
tu
propio
grupo
visita:
http://www.marshillchurch.org/redemption.
Las
historias
que
empiezan
en
cada
capitulo
están
mayoritariamente
sacadas
de
los
integrantes
de
los
grupos
de
redención
que
tuvieron
la
cortesía
de
permitirme
compartir
sus
historias
y
entrevistarlos
detalladamente.
Sus
nombres
han
sido
cambiados.
La
historia
de
Felipe
en
capitulo
6
es
un
compuesto
de
detalles
de
las
vidas
de
varias
personas.
Algunos
de
las
historias
mas
cortas
(generalmente
los
anónimos)
también
son
compuestos.
Aunque
que
las
estadísticas
que
aparecen
en
la
introducción
son
solamente
de
los
Estados
Unidos,
representan
el
mundo
quebrado
en
el
cual
vivimos.
Estamos
conscientes
de
tendencias
similares
alrededor
del
mundo,
junto
a
muchas
formas
de
tráfico
humano,
discriminación
racial,
persecución
religiosa,
opresión
económica
y
pobreza
en
otros
lugares
que
quizás
no
sean
comunes
dentro
de
las
personas
que
asistan
a
nuestra
iglesia.
Pero
la
historia
de
la
redención
de
Dios
es
eterna
y
global
y
un
día,
todos
los
redimidos
de
la
tierra
se
unirán
a
cantar,
todos
juntos.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
RECONOCIMIENTOS
He
tenido
dos
compañeros
fundamentales
acompañándome
en
el
camino,
editando
los
borradores
y
ayudándome
a
aprender
a
escribir,
estos
son
Marsha
Michaelis
y
mi
colega
en
el
pastorado,
Matt
Johnson.
¡En
la
etapa
inicial
fue
Marsha
quien
me
convenció
que
necesitaba
reevaluar
como
escribir
un
libro!
Esto
inspiró
las
primeras
revisiones
y
correcciones
del
borrador.
Matt
me
ha
enseñado
a
pulir
mi
estilo,
al
escribir
muchas,
muchas
revisiones
significativas.
El
impacto
se
ve
en
cada
capítulo.
De
toda
la
paciencia
que
todos
me
han
demostrado,
nadie
ha
sido
más
paciente
y
comprensivo
que
mi
esposa,
Trisha
y
nuestros
cuatro
hijos.
Durante
muchos
meses,
me
aislé
para
escribir,
y
muchos
brotes
de
inspiración
surgieron
en
momentos
inconvenientes,
sin
embargo,
ellos
me
han
apoyado
amorosamente.
Es
más,
mientras
escribía
de
la
redención,
Dios
usó
lo
que
yo
mismo
estaba
escribiendo,
para
traer
aun
más
redención
a
mi
vida
y
a
mi
matrimonio.
Muchos
otros
han
contribuido
muchas
horas
leyendo
y
criticando
los
borradores,
incluyendo
Katie
Krombein,
Adam
Johnson,
Steve
Loosley,
Justin
Holcomb,
Gerry
Breshears,
Lindsey
Holcomb,
Meredith
Stinson,
Greg
Joines,
Kerry
Michaelis,
Rick
White,
Lynne
Wilson,
Robert
Cheong,
Ryan
Lister,
Shannon
Mead,
Tami
Hagglund,
John
O’Brien,
mi
esposa,
Trisha,
mis
padres
y
muchos
otros
lideres
de
grupos
de
redención.
Las
conversaciones
con
Mark
Driscoll,
Steve
Loosley,
Gerry
Breshears,
Justin
Holcomb,
Adam
Johnson,
Ryan
Lister
and
Robert
Cheong
me
ayudaron
a
refinar
la
teología
del
libro.
Estoy
agradecido
a
Adam,
Steve,
Robert
y
Ryan
por
permitirme
leer
sus
tesis
y
aprender
de
sus
investigaciones.
Todo
ha
sido
de
gran
ayuda.
Fue
una
conversación
con
Adam
Johnson
que
inspiró
la
idea
del
el
capitulo
4,
el
Mar
Rojo.
Las
tesis
de
Ryan
Lister
y
Adam
Johnson
fueron
de
gran
ayuda
para
el
capitulo
8.
El
trabajo
de
Robert
Cheong
ayudó
la
teología
del
perdón
en
el
capitulo
3.
Sin
duda,
las
enseñanzas
de
David
Powlison
de
CCEF
influenciaron
la
visión
mundial
bíblica
y
la
filosofía
de
la
consejería
de
este
libro.
Estoy
agradecido
del
Dr.
Powlison
no
solo
por
lo
que
he
aprendido
a
través
de
sus
libros
y
clases,
si
no
por
el
tiempo
que
invirtió
conmigo
en
reuniones
personales
y
a
través
de
correos
electrónicos.
También,
la
sicología
cristiana
de
Eric
Johnson
en
su
libro
“Fundamentos
para
el
Cuidado
del
Alma”
ha
fortalecido
mi
convicción
que
la
Palabra
de
Dios
y
en
especial
el
evangelio
de
Jesucristo
es
lo
más
importante
para
entender
todo
de
la
vida
y
cada
aspecto
de
una
persona.
Los
libros,
clases
y
reuniones
personales
con
los
encargados
de
CCEF-‐
Ed
Welch,
Mike
Emlet,
Winston
Smith,
Tim
Lane,
David
Powlison
y
Paul
Tripp
me
han
desafiado
y
enseñado
a
pensar
bíblicamente
sobre
las
personas
y
como
ayudarles
práctica
y
pastoralmente.
Más
que
todos,
ellos
han
entregado
la
visión
y
el
apoyo
de
poner
la
consejería
bíblica
en
la
práctica
dentro
la
iglesia
local.
Gracias
a
James
y
Heather
Armstrong,
Warren
y
Melissa
Myers,
Michael
y
Mary
Van
Skaik,
Hank
y
Sharon
Matthews,
Cedar
Springs,
y
Warm
Beach
por
facilitarme
lugares
cómodos
para
escribir.
Muchas
veces
he
escuchado
la
frase,
Sin
tal
persona,
esto
nunca
habría
sido
posible
y
me
he
preguntado
si
estos
comentarios
son
solo
por
cortesía.
Pero
ahora,
después
de
necesitar
tanta
ayuda
de
tantas
personas
para
escribir
este
libro,
lo
entiendo.
Sin
el
Espíritu
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Santo
dirigiendo
este
trabajo
a
través
de
muchos
ayudantes,
este
libro
no
habría
sido
posible.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
INTRODUCCIÓN
Redención.
La
palabra
es
tan
familiar,
y
a
menudo
su
significado
se
da
por
aludido.
En
su
uso
en
el
diario
vivir
alude
a
recuperación,
rescate
o
reivindicación.
Pero
¿qué
significa
en
la
vida
real
de
personas
que
están
dañadas,
heridas
o
sufren
de
adicciones?
Aquí
hay
una
historia
real
de
un
hombre
con
profunda
necesidad
de
redención.
En
una
prisión
llena
de
ladrones
y
asesinos
condenados
a
cadena
perpetua,
que
esperan
a
ser
ejecutados
por
sus
crímenes,
un
hombre
inocente
aguarda.
Era
un
esclavo
que
había
sido
encarcelado
por
falsos
cargos
de
abuso
sexual,
levantados
en
su
contra
por
la
esposa
de
su
amo.
Cuando
intentó
seducirle,
él
huyó,
así
que
ella
lo
sentenció
a
través
de
una
mentira.
Esta
no
era
la
primera
vez
que
una
traición
le
costaba
su
libertad.
Había
crecido
en
un
hogar
como
el
favorito
de
su
padre
y
habia
sido
odiado
por
sus
celosos
hermanos
mayores.
Ocasionalmente,
soñaba,
con
algún
día,
regir
como
patriarca
sobre
sus
hermanos.
Cegado
por
sus
ilusiones
de
grandeza
y
el
favoritismo
de
su
padre,
sus
hermanos
lo
traicionaron.
Le
golpearon,
lo
arrojaron
dentro
de
un
hoyo,
y
le
vendieron
como
un
esclavo
al
hombre,
cuya
esposa,
resultó
ser
la
mujer
adúltera
que
le
traicionaría
por
segunda
vez.
Su
nombre
fue
José
y
su
historia
se
cuenta
en
el
libro
de
Génesis.
Puede
que
su
propia
historia
personal
tenga
detalles
diferentes
en
comparación
a
la
historia
de
José,
pero,
al
igual
que
él,
es
posible
que
usted
no
necesite
mucha
explicación
de
lo
que
significa
el
sufrimiento
injusto,
la
traición,
el
abuso,
el
abandono
o
la
desesperación.
Quizás
conoce
la
experiencia
de
estar
en
una
situación
abusiva,
como
en
una
prisión,
en
contra
de
su
voluntad.
O
quizás
ya
haya
experimentado
la
esclavitud
de
una
prisión,
como
lo
es
tener
una
adicción.
Sea
cual
sea
el
caso,
todos
sabemos
que
algo
en
el
mundo
está
muy
mal.
Diariamente
pueden
verse
las
evidencias
de
que
esto
es
verdad.
Intentamos
entender
el
por
qué
y
buscamos
respuestas.
LAS
HISTORIAS
VIVIENTES
La
vida
demanda
una
explicación;
mientras
más
intensa
la
experiencia,
más
fuerte
la
demanda.
¿Por
qué
a
mí?
Es
la
pregunta
de
toda
víctima
y
¿Qué
me
pasa?
La
pregunta
de
todo
adicto.
Nosotros
interpretamos
la
vida,
no
vivimos
por
instinto
básico.
Como
dice
Paul
Tripp:
“No
vivimos
nuestras
vidas
basadas
en
los
hechos
básicos
de
nuestra
existencia,
sino
según
el
significado
que
les
damos
y
las
historias
que
contamos
y
creemos.
En
base
a
estas
historias,
vivimos
la
vida.”
El
abuso
y
la
adicción
son
dos
tipos
de
experiencias
muy
intensas
que
nos
definen.
Hay
una
tercera
categoría
de
experiencias
a
la
que
llamaré
“problemas
mixtos”,
que
es
cualquier
combinación
de
experiencias
intensas
del
pecado
o
del
sufrimiento
que
no
se
considerarían
un
abuso
o
adicción,
pero,
de
igual
manera,
ejercen
una
influencia
poderosa
en
nuestras
vidas.
Echemos
un
vistazo
detallado
de
esto.
LAS
HISTORIAS
DE
ABUSO
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
En
nuestros
días,
existen
aproximadamente
treinta
y
nueve
millones
de
sobrevivientes
al
abuso
sexual
infantil
en
los
Estados
Unidos.
16%
de
niños
y
25%
de
niñas
son
abusados
antes
de
los
dieciocho
años.
Alrededor
de
28%
de
niños
han
sido
abusados
sexualmente,
de
esta
cifra,
el
30%
son
en
general,
niños
varones.
De
ellos,
sólo
10%
son
abusados
por
extraños.
Los
demás
son
abusados
por
familiares
o
amigos
cercanos
de
la
familia.
Es
este
abuso
de
confianza
del
niño
lo
que
más
lo
daña,
como,
por
ejemplo,
cuando
uno
de
los
padres,
que
debiera
ser
el
protector,
es
el
abusador.
El
dolor
del
niño
abusado
se
extiende
mucho
mas
allá
del
daño
físico
o
sexual,
el
abuso
de
la
confianza
genera
momentos
de
angustia,
miedo,
enojo,
rabia,
tentaciones
o
a
tener
reacciones
durante
toda
la
vida
de
la
víctima.
Algunos
son
abusados
ya
siendo
adultos,
de
un
día
para
otro
son
arrancados
de
sus
vidas
normales,
y
arrastrados
hacia
el
mal.
En
los
campus
universitarios
una
de
cada
cinco
mujeres
son
violadas.
La
violación
de
la
dignidad
y
la
desaparición
de
un
sentido
de
seguridad,
pueden
mantenerse
por
toda
la
vida.
Una
mujer
que
aconsejé
hace
poco,
fue
abusada
siendo
adulta,
por
un
hombre
que
conoció
en
la
iglesia.
Él
se
hizo
amigo
de
ella,
logró
tener
su
confianza,
la
secuestró,
la
violó
y
la
abandonó
en
un
lugar
eriazo,
para
que
muriera.
Después
de
ser
encontrada
por
detectives,
volvió
a
su
tierra
natal.
El
secuestrador
robó
su
identidad
y
la
utilizó
para
un
fraude.
Hoy,
ella
vive
día
tras
día,
lejos
de
su
hogar
con
un
persistente
presentimiento
de
peligro.
Se
me
parte
el
corazón
cuando,
en
consejerías
o
en
grupos,
escucho
historia
tras
historia
de
abusos
de
hombres
y
mujeres
cuyas
vidas
han
sido
destruidas
en
las
manos
de
malhechores.
Y
lo
que
es
aún
mas
devastador,
el
abuso
mismo,
es
la
forma
como
algunos
han
definido
sus
vidas:
auto-‐fomentando
la
amargura,
anhelando
la
venganza,
buscando
desesperadamente
o
demandando
la
afirmación
de
inseguridades
profundas
y
tercas
creyendo
cosas
como
Debo
mercer
esto
y
cargando
con
la
culpa
que
solamente
pertenece
al
abusador,
diciéndose
a
sí
mismos:
Una
victima
es
lo
que
soy
por
dentro.
A
la
palabra
abuso
se
le
otorga
un
poder
explicativo
mágico,
como
si
el
hablar
de
abuso
explicara
de
manera
profunda
lo
que
esta
mal
en
nuestras
vidas.
Algunas
personas
ocupan
esta
palabra
para
denominar
todo
tipo
de
sufrimientos
a
manos
de
otra
persona.
Pero,
como
dice
un
consejero
bíblico,
si
todo
es
abuso,
entonces,
nada
es
abuso.
El
uso
del
término
de
manera
indiscriminada,
puede
trivializar
la
trágica
realidad
del
verdadero
abuso.
Pero
esto
no
quiere
decir
que
evitemos
usar
las
palabras
aptas
para
describir
el
sufrimiento
que
sí
hemos
experimentado.
Necesitamos
contarlo,
llorar
y
encontrar
gracia
y
misericordia
en
nuestro
momento
de
necesidad.
David
Powlison
sugiere
que
identifiquemos
el
abuso
como
un
mal
entre
muchos.
Él
pregunta,
¿Fue
usado(a),
abusado(a),
maltratado(a),
traicionado(a),
pecaron
contra
ti
o
alguien
fue
malo
contigo?
El
abuso,
cuando
es
visto
en
este
contexto,
no
es
una
fuerza
que
define,
que
maldice,
que
condena,
o
que
controla
todo.
Es
un
mal
terrible
dentro
de
muchos
otros
males
que
nos
afectan
en
un
mundo
caído.
HISTORIAS
DE
LA
ADICCIÓN
La
adicción
esta
fuera
de
control
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
• Mas
de
70%
de
los
hombres
de
dieciocho
a
treinta
y
cuatro
años
visitan
un
sitio
web
de
pornografía
en
un
mes
normal
• 47%
de
las
familias
han
dicho
que
la
pornografía
es
un
problema
en
su
casa.
• 28%
de
las
personas
que
admiten
tener
una
adicción
sexual,
son
mujeres.
• Casi
18
millones
de
estadounidenses
(8,5%
de
adultos)
cumplen
con
todos
los
criterios
médicos
para
diagnosticarles
alcoholismo.
• Casi
uno
de
cada
cinco
trabajadores
(19%)
de
los
dieciocho
a
veinticinco
años
usaron
drogas
ilegales
dentro
del
último
mes.
El
sexo,
el
alcohol
y
las
drogas
son
las
adicciones
mas
conocidas,
pero
podemos
ser
adictos
a
cualquier
cosa.
Un
sitio
web
que
promueve
la
conciencia
de
la
adicción
enumera
veintiocho
variedades,
aparte
de
los
más
comunes
como,
las
drogas,
el
alcohol
y
la
pornografía,
están
también
las
compras,
el
azúcar
y
los
videojuegos.
Por
una
parte,
las
adicciones
contradicen
toda
lógica:
¿Quién
podría
explicar
una
autodestrucción
tan
insensata?
Pero
al
mismo
tiempo
demandan
una
explicación:
creemos
que
al
saber
el
porqué,
nos
ayudará
a
liberarnos
o
ayudar
a
otros
a
liberarse.
Así
que
hay
muchas
historias
de
la
adicción.
Algunos
ven
a
la
adicción
como
una
enfermedad,
una
función
de
la
biología,
química
o
genética.
Esta
es
la
historia
contada
por
algunos
programas
médicos
de
tratamiento.
El
hospital
Shick
Shadel
por
ejemplo,
hace
una
declaración
atrevida:
Denos
10
días
y
te
devolveremos
tu
vida.
Motivando
su
programa
para
el
tratamiento,
está
su
definición
de
la
adicción:
Una
necesidad
sicológica
compulsiva
para
una
sustancia
que
causa
la
dependencia...una
enfermedad
neurológica,
no
un
problema
mental
o
moral.
Algunas
personas
ven
la
adicción
como
una
consecuencia
de
la
autoestima
baja
o
necesidades
sin
suplir.
Patrick
Carnes
propone
que
todos
los
adictos
al
sexo
tienen
las
siguientes
creencias:
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Las
dificultades
son
una
categoría
para
cualquier
tipo
de
pecado
o
sufrimiento
que
pueda
experimentarse.
Aunque
el
abuso
es
una
forma
intensa
de
sufrimiento,
el
sufrimiento
puede
mostrarse
a
través
de
muchas
formas
severas.
Aún
si
“abuso”
no
es
la
mejor
palabra
para
describir
lo
que
nos
ha
pasado,
quizás
las
personas
que
han
pecado
contra
nosotros,
de
diferentes
formas,
han
dejado
heridas
duraderas.
Aparte
de
el
sufrimiento
personal,
como
el
abuso,
hay
maneras
que
nos
pueden
hacer
sufrir,
sin
involucran
directamente
el
pecado
de
otras
personas
en
contra
de
nosotros:
una
enfermedad
física,
un
desastre
natural
o
la
pérdida
de
un
trabajo
durante
una
recesión
económica.
Puede
que
haya
un
ciclo
habitual
de
pecado
en
nuestras
vidas
que
no
consideremos
como
una
adicción.
Pero
tal
como
una
adicción,
nos
encontramos
en
el
mismo
ciclo
de
pecado
una
y
otra
vez.
Así
que,
quizás
nuestro
problema
puede
ser,
en
cierto
grado,
diferente
al
abuso
o
a
la
adicción
en
sí,
puede
que
en
esencia,
no
es
tan
diferente.
Todo
es
un
problema,
y
todo
problema
tiene
algo
en
común.
(véase
1
de
Corintios
10.13)
Consideremos
las
siguientes
estadísticas.
Aun
si
no
estamos
dentro
de
estas
categorías,
cuando
consideremos
a
nuestra
familia
cercana
(padres,
cónyuges,
hijos)
puede
que
estemos
afectados,
o
lo
estaremos,
por
el
problema
de
alguien
cercano.
• El
Alcohol:
Más
de
la
mitad
de
los
estadounidenses
tienen
un
miembro
de
la
familia
que
tiene
o
que
ha
tenido
alcoholismo.
Aproximadamente
uno
en
cada
cuatro
niños
en
los
Estados
Unidos
menor
de
los
dieciocho
años
esta
expuesto
al
abuso
del
alcohol
o
la
dependencia
del
alcohol
dentro
de
la
familia.
Los
niños
de
un
alcohólico
tienen
muchas
más
probabilidades
de
iniciar
un
hábito
de
beber
alcohol
durante
la
adolescencia
y
desarrollar
una
adicción.
• Trastorno
Alimenticio:
De
0.5
a
3.7
porciento
de
mujeres
se
involucran
en
un
desorden
alimeticio
que
podría
considerarse
como
anorexia
nerviosa
en
sus
vidas.
La
bulimia
nerviosa
marca
un
1.1
a
4.2
porciento.
El
diagnostico
afirma
que
hasta
diez
millones
de
mujeres
y
un
millón
de
hombres
se
consideran
una
amenazada
para
la
vida.
• La
Ansiedad:
Mas
de
cuarenta
millones
de
personas
muestran
síntomas
de
trastornos
de
ansiedad
cada
año.
• La
automutilación:
Entre
15
y
20%
de
los
adolecentes
se
han
automutilado.
• Depresión
y
Suicidio:
En
una
universidad
promedio
con
18.000
alumnos
de
pregrado,
hay
1.080
estudiantes
que
considerarán
el
suicidio,
por
lo
menos
una
vez,
seriamente
dentro
de
un
año.
Casi
uno
en
cada
diez
adultos
podría
ser
diagnosticado
con
depresión
clínica
cada
año.
• La
Enfermedad
Mental:
Casi
20%
de
los
niños
crecen
expuestos
a
alguien
con
una
enfermedad
mental
en
su
hogar.
• El
Adulterio
y
el
Divorcio:
Se
espera
que
la
mitad
de
los
niños
nacidos
de
padres
casados
en
el
año
2000
verán
a
sus
padres
divorciarse
antes
de
cumplir
los
dieciocho.
Los
niños
de
padres
divorciados
muestran
índices
más
altos
de
crimen,
drogadicción,
suicidio,
deserción
escolar
y
de
ser
victimas
de
abuso.
25%
de
todos
lo
matrimonios
son
afectados
por
el
adulterio.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Complete
la
oración
con
propio
su
problema.
Estamos
rodeados
de
problemas.
Es
imposible
vivir
acá
en
la
tierra
y
no
estar
afectado(a)
por
el
pecado
y
el
sufrimiento.
Aún
más
preocupante
es
el
hecho
de
que
ciertamente
hemos
sido
la
causa
de
algún
problema
para
otras
personas.
Buscamos
respuestas,
explicaciones
e
historias
para
explicar
el
abuso,
la
adicción
y
distintos
problemas.
Necesitamos
saber
de
la
historia
que
le
da
sentido
a
la
vida,
una
historia
sobre
un
Redentor
personal
que
ofrece
esperanza
para
una
redención
real.
Esta
es
la
historia
de
Dios,
tal
y
como
es
narrada
en
la
Biblia.
LA
HISTORIA
DE
DIOS
SE
TRATA
DE
DIOS
Aquí
está
lo
sorprendente,
de
cómo
la
historia
de
nuestra
vida,
en
la
historia
de
Dios,
cobra
sentido:
La
historia
no
se
trata
de
nosotros,
se
trata
de
Él.
Él
es
el
autor
y
el
personaje
principal
y
Él
nos
ha
integrado
a
usted
y
a
mí,
para
decir
algo
acerca
de
sí
mismo.
Pero,
si
somos
honestos,
tendemos
a
redactar
nuestras
vidas
con
nosotros
como
los
protagonistas
y
Dios
como
el
papel
secundario
o
el
papel
antagonista
en
algunos
casos.
La
mayoría
de
las
veces,
dejamos
a
Dios
como
un
extra
en
la
historia
de
nuestra
vida.
En
el
mejor
de
los
casos,
creemos
que
Él
aporta
algo
al
ambiente,
y
en
el
peor,
lo
ignoramos
por
completo.
Algunos
han
descrito
la
historia
con
Dios
como
un
padre
ausente
que
no
pone
atención
al
daño
que
les
pasa
a
sus
hijos.
Algunos
lo
describen
como
un
terapeuta
cuya
función
es
restaurar
nuestra
autoestima.
Algunos
tratan
a
Dios
como
un
deudor,
y
lo
hacen
responsable
de
su
dolor,
creyendo
que
que
merecen
un
pase
libre
a
los
placeres
del
pecado
como
una
forma
de
escapar,
para
compensar,
su
sufrimiento
indebido.
Otros
viven
una
vida
de
desesperanza
en
un
mundo
que
creen
que
esta
controlado
por
una
mente
maestra
cruel,
la
cual
controla
el
universo
sin
compasión
por
las
personas
afectadas
por
el
mal.
Algunos
tratan
a
Dios
como
si
Él
fuese
el
origen
de
un
mejor
escape
que
su
droga
preferida.
Para
otros,
Dios
es
conocido
como
El
Dios
de
nuestro
entendimiento
y
sólo
lo
buscan
para
que
les
ayude
a
dejar
una
adicción.
Por
supuesto,
llegar
a
Dios
con
nuestras
vidas
quebradas
es
bueno,
no
hay
mejor
lugar
para
ir,
pero
debemos
tener
cuidado
de
no
ir
al
lugar
correcto
con
las
motivaciones
equivocadas.
Aún
más
urgente,
debemos
cuidarnos
de
no
ir
al
“Dios
equivocado”,
direccionados
por
nuestra
visión
distorsionada
de
quien
es
Él
en
verdad.
En
vez
de
intentar
agregar
a
Dios
en
nuestras
historias,
sería
más
sabio
detenernos
un
momento,
y
sentarnos
pacientemente
a
dejar
que
Dios
nos
cuente
SU
historia.
De
seguro,
nos
daríamos
cuenta
que
estamos
dentro
de
su
relato
y
aprenderíamos
que
no
estamos
definidos
por
nuestras
heridas
o
pecados,
como
pensábamos.
Mientras
oímos
Su
historia,
debemos
estar
dispuestos
a
soltar
las
historias
que
nos
hemos
contado
antes,
para
encontrar
el
sentido
de
nuestras
vidas.
Debemos
dejar
que
Su
historia
reescriba
la
nuestra,
y
que
nos
injerte
a
algo
mucho
más
grande
que
nosotros
mismos.
La
vida
de
José
fue
destruida
y
hecha
pedazos,
traicionado
por
sus
hermanos
y
acusado
falsamente
por
la
esposa
de
Potifar.
Podemos
asumir
que
José
cargaba
con
muchísimo
dolor
y
se
hacía
centenares
de
preguntas.
Pero
después,
cuando
se
enfrentó
a
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
sus
hermanos,
José
les
dijo,
Es
verdad
que
ustedes
pensaron
hacerme
mal,
pero
Dios
transformó
ese
mal
en
bien
(Génesis
50:20)
[NVI]
A
pesar
del
terrible
sufrimiento
que
padecía,
José
llegó
a
conocer
a
Dios
como
el
protagonista
de
la
historia
de
su
propia
vida
y
que
los
propósitos
a
los
que
Dios
lo
había
guiado,
eran
buenos.
Al
reflexionar,
José
vio
el
plan
redentor
de
Dios
y
esto
le
ayudó
a
entender
el
sentido
de
su
relación
con
sus
hermanos.
Pero
Dios
no
le
mostró
esto
a
José
hasta
mucho
después.
Estando
en
la
cárcel,
José
no
entendía,
solo
podía
confiar
en
Dios.
Quizá
nos
sentimos
dentro
de
una
cárcel,
intentando
escapar.
Que
nuestro
corazón
tome
aliento
sabiendo
que,
al
igual
que
José,
somos
un
personaje
en
una
historia
similar,
con
el
mismo
autor,
y
el
mismo
Redentor.
Nuestra
esperanza
no
debe
residir
en
torturárnos
intentando
comprender
los
por
qué,
antes
bien,
la
invitación
es
descansar
en
la
esperanza
de
la
redención
por
medio
del
Redentor.
LA
HISTORIA
DE
DIOS
EXPLICA
LAS
PREGUNTAS
DE
LA
VIDA.
Aunque
que
la
historia
de
Dios
finalmente
es
acerca
de
Él,
también
es
acerca
de
usted
y
yo,
y
del
mundo
en
el
que
habitamos.
Su
historia
nos
brinda
una
cosmovisión
mundial,
una
manera
de
entender
la
vida
y
la
realidad,
incluyendo
la
naturaleza
humana
y
los
asuntos
importantes,
tales
como
causas,
problemas,
soluciones
y
la
meta
primordial
a
la
que
debemos
aspirar.
La
historia
de
Dios
se
mueve
de
la
creación
hacia
la
nueva
creación
por
medio
de
la
redención,
que
es,
finalmente,
la
renovación
de
la
creación.
Este
ciclo,
creación,
caída
y
redención,
nos
guiará
hacia
la
siguiente
contemplación
de
la
historia
de
Dios,
mientras
buscamos
las
respuestas
a
nuestras
preguntas.
En
última
instancia,
veremos
como
la
historia
de
Dios
culmina
en
la
nueva
creación.
La
Redención
como
una
Renovación.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
(nuestra
relación
personal
con
Dios)
sino
en
como
se
relaciona
un
ser
creado
con
el
Creador.
Dios
nos
creó
como
un
ser
que
necesita
relacionarse
con
Él,
lo
notemos
o
no.
La
vida
humana
juega
un
rol
ante
el
escenario
de
Dios,
ante
sus
ojos.
Aun
nuestros
pensamientos,
motivos,
deseos
y
emociones
están
ante
Él,
Porque
el
Señor
escudriña
todo
corazón
y
discierne
todo
pensamiento.
(1
de
Crónicas
28.9)
[NVI]
Cada
flujo
de
su
vida,
interior
y
exterior,
cada
movimiento
de
su
cuerpo
físico,
se
mueve
en
relación
a
Él.
Estoy
en
un
avión
mientras
escribo
esto.
Supongamos
que
haya
turbulencia
y
me
llevara
un
buen
susto.
Si
usted
me
hablara
después
de
la
experiencia,
y
quisiera
conversar
de
la
realidad
completa
y
humana
de
mi
experiencia,
no
podríamos
simplemente
conversar
sobre
mi
instinto
de
sobrevivencia,
de
mis
experiencias
pasadas
o
las
estadísticas
sobre
el
vuelo
del
avión.
El
aspecto
más
significativo
de
esa
experiencia
sería
lo
que
mi
temor
demuestra
sobre
Dios.
No
conversar
de
eso
sería
infrahumano.
¿Creí
que
Dios
estaba
cerca
o
lejos
de
mí
en
ese
momento?
¿Creo
que
a
Él
le
importan
mis
problemas?
¿O
creo
que
Él
no
les
da
importancia?
¿Creo
que
Él
controla
lo
que
va
a
pasar
o
que
Él
esta
tan
incierto
e
impotente
como
yo?
Uno
nunca
tiene
temores
solos,
siempre
tiene
temores
en
relación
a
Dios.
Los
teólogos
llaman
esto
coram
Deo,
viviendo
la
vida
ante
el
rostro
de
Dios.
Tercero,
ser
un
ser
humano
es
tener
la
imagen
de
Dios.
Entonces
dijo
Dios:
«¡Hagamos
al
hombre
a
nuestra
imagen
y
semejanza!
(Génesis
1.26)
Estar
creado
a
imagen
y
semejanza
de
Dios
significa
que
estamos
diseñados
para
representar
a
Dios,
darle
a
conocer,
reflejar
Su
gloria
como
un
espejo,
parecernos
a
Él.
Dios
ha
creado
a
todos
los
seres
humanos
de
tal
manera,
que
simplemente
ser
un
ser
humano,
puede
mostrar
Su
presencia.
Por
esta
razón,
tenemos
gran
dignidad
como
seres
humanos,
no
principalmente
por
nuestra
propia
bondad,
sino
porque
fuimos
creados
con
una
gran
capacidad
para
hacer
de
la
bondad
de
Dios
mucho
más
visible
a
otros.
Esto
es
el
fundamento
de
la
dignidad
imperecedera
de
cada
persona,
no
importa
cuan
pecadora,
abusada,
discapacitada
u
oprimida
esté.
Desde
el
vientre,
toda
nuestra
raza,
tanto
hombres
como
mujeres,
fueron
creados
a
la
imagen
y
semejanza
de
Dios.
Cuarto,
ser
un
ser
humano
es
adorador.
Reflejamos
la
gloria
de
Dios
por
medio
de
nuestra
adoración
hacia
Él,
lo
que
significa
que
le
apreciamos
como
el
objeto
de
nuestros
deseos
más
profundos
y
como
digno
de
imitar.
La
adoración
no
es
solo
cantar
canciones
en
la
iglesia,
es
la
manera
en
que
vivimos
nuestras
vidas
cada
momento
de
cada
día,
cada
pensamiento,
palabra,
hecho,
sentimiento
y
deseo.
Para
lo
que
usted
viva,
lo
que
sea
más
digno
de
su
atención
y
devoción,
eso
adorará.
Esto
es
lo
que
dirige
nuestras
vidas,
la
esencia
misma
de
quienes
somos
en
verdad.
Uno
no
puede
dejar
de
adorar.
Es
el
diseño
de
cada
ser
humano.
No
adorar,
es
no
vivir.
Es
como
tapar
una
manguera
de
agua,
con
el
grifo
dado
al
máximo.
Uno
puede
apuntar
el
chorro
al
pasto,
al
auto,
a
los
arbustos,
pero
el
agua
saldrá
sí
o
sí.
En
otras
palabras,
imagínese
a
usted
mismo
como
un
cartel
humano
viviente,
siempre
estará
promocionando
algo
que
encuentra
importante,
valorable
o
digno.
Lo
que
nos
llama
la
atención,
como
usamos
nuestro
tiempo,
como
trabajamos
y
como
nos
relacionamos
con
otros
en
la
vida,
todo
esto
muestra
la
adoración
de
nuestro
corazón,
haciendo
visible
y
mostrando
lo
que
en
verdad
nos
importa.
Dios
nos
creó
para
proyectarse
en
nosotros.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Quinto,
ser
un
ser
humano
es
desear
el
shalom.
La
paz
universal,
la
armonía
y
la
integridad
del
diseño
original
de
Dios
para
la
humanidad
y
para
toda
la
tierra,
se
expresan
en
la
palabra
hebrea
shalom
que
aparece
en
la
Biblia.
(Por
ejemplo.
Isaías
32.14-‐20).
Cornelius
Plantinga
describe
el
shalom
como,
La
fusión
de
Dios,
los
seres
humanos,
y
toda
la
creación
en
la
justicia,
la
satisfacción
y
el
deleite...un
estado
valioso
donde
las
necesidades
naturales
están
satisfechas
y
los
dones
naturales
aprovechados
exitosamente,
un
estado
que
inspira
el
asombro
gozoso
de
como
el
Creador
y
Salvador
abre
las
puertas
y
acoge
a
las
criaturas
en
quienes
se
deleita.
Nosotros
tenemos
un
deseo
interno
de
shalom.
Es
el
hogar
donde
deseamos
volver.
LA
CAÍDA:
DONDE
TODO
SALIÓ
MAL
Quizá
es
por
este
sentido
innato
del
shalom
que
sentimos
agravio
por
el
mundo
en
el
que
vivimos.
Es
una
sensación
que
nos
constriñe
por
todas
partes:
El
mundo
no
es
como
debiera
ser.
Comenzó
con
la
aparición
de
la
Serpiente
en
el
jardín,
contando
una
historia
diferente.
La
Serpiente,
Satanás,
el
rebelde
engañador,
empezó
a
propagar
sus
mentiras
y
rebelión
a
la
bisoña
raza
humana.
Invitó
a
Adán
y
Eva
a
su
propia
manera
de
pensar.
Sugirió
que
Dios
no
es
tan
bueno
como
decía.
Negó
las
consecuencias
de
la
desobediencia
(Génesis
3.1-‐4).
También
sugirió
que
había
una
ventaja
al
desobedecer
a
Dios:
Serán
como
Dios
(v.5),
En
la
primera
y
más
grande
tragedia
de
la
historia
del
ser
humano,
Adán
y
Eva
creyeron
la
historia
del
Serpiente,
y
en
su
pecado,
se
opusieron
contra
Dios
en
un
intento
de
convertirse
en
dioses,
tal
como
lo
hizo
la
Serpiente
anteriormente.
(v.6)
Pero
fue
una
mentira.
Las
palabras
de
Dios
eran
verdades.
Así
que
las
consecuencias
del
pecado
fueron
el
siguiente
capítulo
en
la
historia
de
Dios,
no
en
la
historia
de
la
serpiente.
Inmediatamente
sus
ojos
fueron
abiertos
y
se
dieron
cuenta
que
estaban
desnudos.
(v.7)
Se
escondieron
de
la
presencia
de
Dios
y
tenían
temor
por
su
desnudez.
(vv.8-‐10)
Dios
maldijo
la
Serpiente
(vv.
14-‐15).
La
mujer
tendría
mayor
dolor
en
el
parto
y
frustración
en
la
relación
con
su
esposo.
(v.16)
El
trabajo
del
hombre
sería
frustrado
por
la
maldición
de
Dios
a
la
tierra
y
el
pueblo
de
Dios
fue
sacado
del
jardín.
(vv.
17,
23)
¿Qué
pasó
aquí?
¿Cómo
podrían
Adán
y
Eva
pasar
de
vivir
en
plena
alegría
en
un
buen
jardín
bajo
la
bendición
de
Dios
a
vivir
en
rebelión
contra
Él?
Seguramente
antes
que
las
mentiras
de
la
Serpiente
entraran
al
jardín,
Adán
y
Eva
estaban
contentos
al
disfrutar
de
Dios
y
administrar
su
shalom
como
seres
creados
a
su
imagen
y
semejanza.
Pero
la
historia
de
la
Serpiente
creó
una
sombra
de
duda
sobre
la
experiencia
de
Adán
y
Eva
y
quiso
interpretar
sus
vidas
perfectas,
por
una
mentira:
Algo
falta.
Dios
retiene
lo
mejor.
¿Por
qué
deberían
estar
satisfechos
viviendo
bajo
autoridad
de
Dios
cuando
podrían
vivir
como
Dios?
He
aquí
el
poder
de
la
historia
para
definir
y
distorsionar
la
vida.
EL
PECADO
DESHACE
LA
CREACIÓN
DE
DIOS
El
pecado
no
es
solo
romper
una
lista
de
escuela
dominical,
de
cosas
que
deben
y
no
deben
hacerse.
No
es
una
infracción
contra
algún
código
moral
impersonal
del
cosmos.
El
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
pecado
es
una
ofensa
personal
contra
el
Creador.
Deshace
y
corrompe
la
creación
de
Dios.
Consideremos
como
el
pecado
distorsionó
cada
aspecto
de
la
creación,
mencionados
anteriormente.
Primero,
el
pecado
distorsiona
la
diferencia
entre
el
Creador
y
la
creación.
Nosotros
nos
ponemos
al
centro
del
universo
y
en
el
centro
de
la
historia
de
la
vida.
Intentamos
ser
dios,
definiendo
el
bien
y
el
mal
a
nuestra
manera.
Endiosamos
la
creación
e
intentamos
convertir
cosas
creadas
en
dioses.
(véase
Romanos
1.25)
Segundo,
el
pecado
destruye
nuestra
conciencia
de
vivir
la
vida
frente
al
rostro
de
Dios
(coram
Deo).
Cuando
esto,
que
es
la
fundación
de
la
vida,
se
pierde,
los
resultados
son
perversos,
tanto
a
nivel
individual
como
a
nivel
cultural.
Al
nivel
individual,
podemos
convertirnos
en
autosuficientes
y
autónomos,
como
si
no
hubiese
nadie
en
qué
depender
o
nadie
a
quien
rendirle
cuentas
por
nuestras
vidas.
Culturalmente,
las
cosmovisiones
intentan
explicar
la
realidad
en
maneras
que
están
separadas
de
un
creador
y
un
sostenedor
personal.
Las
cosmovisiones
explican
la
composición
humana,
la
motivación,
y
las
metas
en
términos
de
biología,
dinámica
social
o
necesidades
psicológicas.
En
cambio,
los
individuos
que
necesitan
ayuda
con
sus
vidas
destrozadas
terminan
adoptando
una
manera
de
ver
sus
problemas
y
soluciones
que
no
está
influenciada
por
el
conocimiento
de
Dios.
Esto
pasa
también
en
la
iglesia,
donde
las
teorías
agnósticas
se
hacen
pasar
por
cristianas
cambiando
la
jerga.
Tercero,
el
pecado
corrompe
la
imagen
de
Dios
en
la
humanidad
y
la
desprecia.
La
imagen
de
Dios
en
el
hombre
no
fue
perdida
por
la
caída,
sino
dañada
y
distorsionada.
(Génesis
9:6
y
Santiago
3:9)
En
un
sentido,
sería
menos
trágico
si
se
hubiese
perdido.
En
lugar
de
eso,
con
las
mismas
capacidades
que
Dios
nos
dio
para
mostrarle
y
administrar
su
creación,
difamamos
su
nombre,
destruimos
su
mundo,
profanamos
su
imagen
en
otros,
que
es
igual
a
traicionarle.
Al
hacer
esto,
reflejamos
el
enemigo
de
Dios,
Satanás.
El
abuso,
el
aborto,
el
racismo
y
el
genocidio
son
tan
horribles
precisamente
porque
violan
la
misma
imagen
de
Dios.
Cuarto,
el
pecado
corrompe
la
adoración.
El
resultado
no
es
la
detención
de
la
adoración,
sino
la
distorsión
de
ella.
Nunca
dejamos
de
adorar.
Más
bien,
a
través
del
pecado,
adoramos
cualquier
cosa,
todo
menos
Dios.
Tendemos
a
exaltar
una
sustancia,
una
experiencia,
una
persona
o
un
sueño
al
nivel
de
un
dios.
Nosotros
definimos
la
vida
por
sus
logros
y
sentimos
que
moriremos
hasta
que
no
lleguemos
a
la
meta.
La
Biblia
llama
esto,
idolatría.
Así
que
las
adicciones
por
ejemplo,
no
son
solo
problemas
de
drogas,
alcohol,
comida
o
pornografía.
Son
desordenes
de
la
adoración.
Fluyen
de
los
corazones
que
buscan
adorar
a
las
cosas
creadas
en
vez
del
Creador.
En
quinto
lugar,
el
pecado
destruye
el
shalom.
El
Edén
fue
el
epicentro
de
la
epidemia
del
pecado
que
afectó
al
mundo
entero.
Lo
que
empezó
con
Adán
se
ha
expandido
a
todas
las
personas.
(Romanos
5.12).
No
hay
nadie,
ni
nada
que
se
salve.
El
shalom
esta
destruido
no
solo
por
el
pecado
que
yo
cometo,
sino
por
los
pecado
que
cometen
otros
contra
mi:
el
abuso,
el
maltrato,
la
traición,
las
mentiras,
y
el
abandono.
Es
importante
mirar
los
dos
lados
del
asunto,
porque,
como
advierte
David
Powlison,
reducir
el
problema
del
pecado
a
solo
uno
de
estos
aspectos
ciega:
o
nos
cegamos
a
la
compasión
y
la
misericordia
de
Dios
para
nuestro
sufrimiento
o
nos
cegamos
completamente
a
nuestra
responsabilidad
por
los
pecados
que
cometimos.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Algunas
de
las
victimas
de
abuso
que
he
aconsejado
tienen
una
visión
muy
clara
de
esto.
Han
sido
heridos
profundamente
por
los
pecados
de
otro.
Pero
también
han
pecado
en
su
propia
reacción,
en
amargura,
en
la
venganza
o
en
la
promiscuidad,
hasta
abusando
de
otras
personas
como
ellos
mismos
fueron
abusados.
Jesús
es
la
Redención
¿Cómo
puede
el
pecado
ser
vencido
y
el
shalom
restaurado?
Responder
esta
pregunta
es
definir
el
shalom.
Y
ningún
cristiano
debiera
estar
sorprendido
por
la
respuesta
bíblica:
Jesús
mismo
es
nuestra
redención
(1
de
Corintios
1.30,
véase
Romanos
3.23-‐24,
Gálatas
4.4-‐5,
Efesios
1.7,
Hebreos
9.12).
La
redención
no
es
solo
una
serie
de
pasos
para
practicar
o
reglas
qué
seguir.
No
son
los
movimientos
forzados
de
una
práctica
religiosa.
Ni
un
esfuerzo
humano
puede
lograr
la
redención
personal
ni
la
de
otra
persona.
Nosotros
necesitamos
un
Redentor.
De
la
misma
manera
que
la
historia
de
Dios
no
se
trata
de
nosotros
sino
de
Él
mismo,
la
redención
no
viene
de
nosotros
sino
de
Dios.
La
historia
de
Dios
se
trata
de
la
redención.
Pero
más
específicamente,
se
trata
de
un
Redentor.
Jesús
es
el
personaje
principal
de
la
historia
y
su
vida
y
trabajo
son
el
centro
de
la
historia.
Para
algunas
personas
la
frase,
Jesús
es
su
redención
suena
conocida
y
fomenta
la
curiosidad
(¡Dime
más!).
Para
otros
las
mismas
palabras
parecen
vacías.
Quizás
ellos
los
han
escuchado
mil
veces
en
sermones
y
la
escuela
dominical.
Pero
cuando
la
maldad
les
aplasta,
no
parece
funcionar.
En
ese
momento
las
personas
tienden
a
tomar
una
de
dos
opciones:
o
hablan
de
la
boca
para
afuera
y
fingen
que
funciona
para
aparentar
ante
las
personas
de
la
iglesia
o
se
ponen
cínicos
y
se
van.
De
las
dos
maneras,
sus
corazones
van
en
busca
de
otras
soluciones.
Esto
es
trágico
porque
significa
que
desisten
de
la
esperanza
verdadera
en
el
momento
que
más
lo
necesitan.
¿Cómo
puede
ser
que
podamos
escuchar
las
palabras
que
definen
la
esperanza
y
no
asimilar
la
esperanza
que
ofrecen?
Yo
creo
que
es
parcialmente
por
una
falta
de
contexto.
Uno
puede
escuchar
el
clímax
de
la
historia
de
Dios
Jesús
es
su
redención,
pero
el
clímax
sin
el
contexto
no
tiene
sentido.
Considera
la
película
El
Retorno
del
Rey,
basado
en
el
libro
de
J.R.R.
Tolkien
con
el
mismo
nombre.
Imaginemos
que
no
sabemos
nada
sobre
la
historia
y
que
todo
lo
que
vio
fue
la
parte
donde
algunos
hobbits
suben
un
volcán
para
destruir
un
anillo
de
oro
en
el
fuego.
Un
amigo
le
dice
que
esta
es
la
parte
donde
ellos
salvan
el
mundo
entero
y
luego
pensamos,
¿Qué
tiene
que
ver
un
anillo
de
oro
con
el
destino
del
mundo?
Bueno,
todo
se
trata
del
contexto.
Si
supiera
la
historia
entera,
al
ver
esa
parte
de
la
película
estaría
muy
emocionado.
Cuando
se
trata
de
entender
la
redención,
la
clave
del
contexto
de
la
historia
de
la
Biblia,
está
en
el
Éxodo.
EL
ÉXODO
COMO
EL
MODELO
DE
DIOS
DE
LA
REDENCIÓN
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Cuando
los
autores
del
Nuevo
Testamento
escribieron
sobre
Jesús
como
nuestra
redención,
la
historia
del
Antiguo
Testamento
que
tenían
en
mente
era
el
Éxodo,
el
prototipo
de
la
redención.
Christopher
J.
H.
Wright
dice:
Si
le
preguntáramos
a
un
israelita
devoto
del
Antiguo
Testamento,
¿Ha
sido
usted
redimido?
la
respuesta
hubiese
sido
¡Sí!
Y
si
hubiésemos
preguntado
¿Cómo
sabe
que
ha
sido
redimido?
Su
amigo
le
hubiese
contado
una
larga
y
emocionante
historia,
la
historia
del
Éxodo.
Porque
de
hecho,
es
el
Éxodo
lo
que
provee
el
modelo
principal
de
la
idea
de
Dios
acerca
de
la
redención,
no
solo
en
el
Antiguo
Testamento
sino
que
también
en
el
Nuevo
Testamento,
cuando
se
trata
de
comprender
el
significado
de
la
cruz
de
Cristo.
El
Éxodo
es
más
que
ser
una
historia
de
la
redención,
antes
bien
señala
a
una
historia
mucho
más
grande
de
la
redención.
Wright
también
dice:
“El
Éxodo
se
extiende
a
una
necesidad
mucho
más
grande
por
la
liberación
total
del
mal
y
la
restauración
de
una
relación
con
Dios.
Tal
rescate
fue
logrado
por
Jesucristo
en
su
muerte
y
resurrección.”
Así
que
leámos
el
Éxodo
con
una
perspectiva
nueva
de
la
verdad
de
que
Jesús
es
nuestra
redención.
Involucrémonos
en
el
drama
como
lo
haríamos
con
cualquier
otra
buena
historia.
Identifiquémonos
con
los
personajes
y
las
situaciones
que
enfrentan.
Encontremos
a
nuestro
redentor,
no
solo
como
un
concepto
religioso
abstracto,
sino
como
un
Dios
compasivo,
poderoso,
constante,
amable
y
personal
que
busca
y
redime
a
su
pueblo.
Miremos
los
tres
temas
relacionados
con
la
redención
que
exhibe
por
la
historia
del
Éxodo:
La
liberación,
el
rescate
y
la
renovación.
Si
consideramos
a
cada
uno,
aprenderemos
un
poco
más
sobre
la
redención
y
como
se
aplica
a
nuestras
vidas.
También
tendremos
un
resumen
sobre
la
historia
del
éxodo
y
veremos
como
apunta
hacia
Cristo.
La
Redención
como
la
Liberación.
La
liberación
se
trata
del
movimiento
de
la
esclavitud
hacia
la
libertad,
del
cautiverio
del
pecado,
a
la
vida
en
Dios.
Según
Mark
Driscoll
y
Gerry
Breshears,
La
redención
es
sinónimo
con
ser
liberado,
desatado
o
rescatado
del
cautiverio
o
la
esclavitud
de
una
persona
o
cosa.
El
diccionario
Merriam-‐Webster
define
esclavo
como
Alguien
que
esta
completamente
sometido
a
una
influencia
dominante.
Todo
aquel
que
es
vencido,
se
vuelve
esclavo
de
lo
que
lo
venció,
escribió
el
apóstol
Pedro
(2
de
Pedro
2.19).
Y
Juan
escribió,
El
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
mundo
entero
está
bajo
el
maligno
(1
de
Juan
5.19)
Nuestro
enemigo
busca
agobiarnos
con
maldad
y
tomarnos
cautivos.
Si
usted
ha
sido
abusado,
puede
relacionarse
con
la
metáfora
de
la
esclavitud:
está
agobiado
por
el
mal,
ha
sido
tomado
cautivo
contra
su
voluntad
y
le
han
sumergido
en
un
mundo
de
dolor,
confusión
y
temor.
Las
heridas
del
abuso
pueden
ser
influencias
dominantes,
complicando
las
relaciones
con
las
personas,
a
veces
resultando
en
dificultades
para
confiar
en
otros,
la
preocupación
por
la
aprobación
de
otros
o
el
buscar
venganza
o
refugiarse
en
la
amargura.
Si
ha
sido
adicto
a
algo,
quizá
también
pueda
indetificarse
con
la
metáfora
de
la
esclavitud:
Su
vida
ha
estado
fuera
de
control,
dominado
por
la
influencia
de
la
adicción.
Quizá,
a
pesar
de
su
deseo
de
ser
libre,
ha
vuelto
una
y
otra
vez
a
la
adicción.
Le
ha
costado
mucho-‐
dinero,
dolor
y
relaciones-‐
y
le
ha
dejado
una
miseria
cargada
por
la
culpa
y
la
vergüenza.
Así
es
la
esclavitud,
pero
es
una
esclavitud
que
ha
elegido.
Es
una
esclavitud
voluntaria.
En
los
primeros
capítulos
del
Éxodo,
vemos
al
pueblo
de
Dios
bajo
esclavitud.
No
se
menciona
que
ellos
tuvieron
la
culpa
por
su
condición.
Ellos
habían
sido
vencidos
por
la
maldad
y
su
nombre
era
Faraón.
Dios
escucha
el
clamor
de
su
pueblo
y
se
acuerda
de
ellos.
Extiende
Su
mano
poderosa
para
derrotar
a
Faraón
y
libertar
a
su
pueblo.
En
el
Nuevo
Testamento,
vemos
que
Jesús
derrota
a
nuestro
enemigo
(Colosenses
2.15),
nos
libera
de
la
esclavitud
del
pecado
(Romanos
6.6)
y
finalmente
vence
el
poder
del
maligno
(Apocalipsis
12.9).
La
Redención
como
el
Rescate.
El
rescate,
es
el
alto
precio
que
Dios
pagó
para
comprar
nuestra
libertad:
Su
propio
Hijo
en
la
cruz.
Según
el
teólogo
John
Murray,
El
lenguaje
de
la
redención
es
el
lenguaje
de
la
compra
y
más
específicamente
del
rescate...que
presupone
algún
tipo
de
esclavitud
o
cautiverio.
Los
esclavos
en
Egipto
fueron
atados
por
un
enemigo
cruel
no
por
culpa
propia.
Pero
cuando
Dios
vino
a
derrotar
a
Faraón,
los
esclavos
también
merecían
el
juicio
de
Dios
por
sus
propios
pecados
(Josué
24.14).
En
un
acto
de
pura
gracia,
Dios
les
provee
un
cordero
de
Pascua
para
que
la
sangre
del
cordero,
tomara
su
lugar
en
el
rescate.
Por
esta
sangre
y
sólo
esta
sangre,
Dios
perdonó
las
vidas
de
los
primogénitos
de
Israel
mientras
que
mató
a
los
primogénitos
de
cada
hogar
egipcio.
Sin
embargo,
fijémonos
en
lo
que
no
pasa
aquí.
Dios
no
paga
el
precio
del
rescate
a
Faraón,
como
si
Dios
debiera
algo
a
Faraón.
El
precio
del
rescate
no
se
paga
al
enemigo,
más
bien,
muestra
el
gran
costo
de
la
redención,
un
precio
pagado
por
Dios
como
un
regalo
de
su
gracia.
Hay
algunas
personas
que
escuchan
que
Dios
perdona
a
los
pecadores,
pero
aún
así
piensan
que
su
pecado
está
por
encima
del
perdón.
La
deuda,
ellos
piensan,
es
demasiado
grande.
Muchos
se
cansan
intentando
pagar
su
deuda
con
buenas
obras,
actividades
religiosas,
o
victimizándose
en
su
vergüenza
como
un
autocastigo.
Pero
esto
solo
termina
en
miseria
y
en
una
deuda
mayor.
Simplemente
no
podemos
pagar
lo
que
debemos.
Pero
Jesús,
el
cordero
de
Pascua
sin
mancha,
lo
ha
pagado
todo.
(1
de
corintios
5.7,
1
de
pedro
1.18-‐19)
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
La
Redención
como
la
Renovación
La
redención
es,
en
efecto,
la
renovación
de
la
creación.
En
otras
palabras,
es
la
recreación.
Terrence
Fretheim,
en
acorde
con
muchos
comentaristas
del
Éxodo,
expresa
la
relación
de
la
teología
de
la
creación
adentro
de
la
historia
del
Éxodo.
Él
dice
que,
aunque
la
liberación
de
Israel
es
el
enfoque
de
la
actividad
de
Dios,
no
es
el
propósito
final...la
redención
es
para
el
propósito
de
la
creación,
una
nueva
vida
dentro
de
una
creación
más
amplia,
volver
al
mundo
que
Dios
quiso
que
fuera.
Por
lo
tanto
la
redención
restaura
el
diseño
original
de
la
creación
de
Dios.
Meredith
Kline
explica
el
significado
de
la
redención
recreativa
en
el
cristiano
individual:
La
redención
es
la
recuperación
y
restauración
del
original.
La
persona
que
experimenta
la
redención
en
Cristo
sigue
siendo
la
misma
persona,
aunque
la
transformación
de
pasar
de
ser
un
pecador
muerto
en
sus
delitos,
a
ser
un
santo
que
vive
para
siempre
en
Cristo
es
tan
radical,
que
debe
llamarse
una
nueva
creación.
La
redención
nos
restaura
a
su
propósito
original,
reflejar
a
Dios
por
medio
de
la
adoración.
Dios
hace
esto
rehaciendo
nuestra
imagen,
en
el
imagen
de
Jesús,
la
perfecta
imagen
de
Dios
(Colosenses
1.15,
Hebreos
1.3)
Esto
significa
que
cuando
vemos
a
Jesús
vemos
la
imagen
perfecta
de
lo
que
Dios
quiso
para
la
humanidad.
Y
un
día,
cuando
el
proceso
de
la
redención
esté
completo,
el
propósito
original
de
la
creación
de
Dios
será
completamente
restaurado.
Como
en
Edén,
cuando
Dios
estaba
presente
con
su
pueblo,
así
también
en
la
creación,
Aquí,
entre
los
seres
humanos,
está
la
morada
de
Dios!
donde
no
hay
muerte,
Ya
no
habrá
muerte
(Apocalipsis
21.3-‐4);
donde
la
humanidad
reinará
la
tierra
para
Dios,
el
Pueblo
de
Dios
reinará
por
los
siglos
de
los
siglos
(Apocalipsis
22:5).
Habrá
completa
paz
y
gozo.
El
dolor,
la
vergüenza,
la
violencia,
la
opresión,
el
temor,
la
tentación,
las
enfermedades,
la
hambruna
y
los
desastres
naturales,
todo
acabará.
Es
difícil
imaginar
tal
perfección,
¿verdad?
Y
cuando
la
Biblia
dice
que
somos
una
nueva
creación,
significa
que
ya
somos
parte
del
nuevo
orden
de
cosas.
Jesús
es
el
primero
de
la
nueva
creación
(véase
2
de
corintios
5.17
y
1
de
corintios
15.23).
En
Cristo,
somos
transformados.
Idolatras,
ladrones,
mentirosos,
perversos
sexuales,
adictos,
abusadores
y
victimas,
todos
hemos
recibido
nuevos
nombres,
nuevas
identidades,
y
nuevos
corazones
con
nuevos
deseos
(véase
1
de
corintios
6.9-‐11)
Él
ya
está
sanando
nuestras
heridas,
cubriendo
nuestra
vergüenza
y
librándonos
del
cautiverio
del
pecado
y
la
tentación.
Entre
el
ya
y
aún
no.
Sabemos,
sin
embargo,
que
no
estamos
completamente
renovados;
aún
nos
enfrentamos
a
la
tentación
y
hay
momentos
donde
cedemos;
aún
nos
duelen
las
heridas
pasadas.
Y
no
hay
duda
que
todo
el
mundo
está
dominado
por
el
poder
del
maligno.
La
miseria
y
el
caos,
dominan
la
mayor
parte
de
la
vida
en
la
tierra.
¿Así
que
como
podemos
decir
que
lo
nuevo
ya
ha
comenzado,
cuando
mucha
de
la
corrupción
permanece?
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Los
teólogos
han
gastado
mucho
tiempo
intentando
responder
las
preguntas
que
surgen
de
la
evidencia
bíblica,
que
mucha
de
esta
recreación
ya
ha
comenzado,
especialmente
en
el
pueblo
de
Dios
y
otra
evidencia
bíblica
que
muestra
que
mucho
está
porvenir,
la
perfección
del
pueblo
de
Dios
y
la
renovación
de
toda
la
creación.
La
visión
que
parece
ordenar
todo
este
desorden
se
llama
escatología
inaugurada.
Jesús
inauguró
su
reino
y
en
Él,
una
nueva
creación
ha
comenzado,
pero
la
consumación
del
reino,
y
la
perfección
de
toda
la
creación,
incluyéndonos,
está
en
el
futuro.
Mientras
tanto,
vivimos
en
un
estado
de
ya
y
aún
no.
Nosotros
ya
disfrutamos
de
algunos
beneficios
de
la
nueva
creación,
pero
no
conocemos
la
libertad
plena
de
la
perfección.
Para
eso
debemos
esperar
ansiosamente.
Entre
ese
momento
y
ahora,
un
proceso
de
renovación.
Colosenses
3.9-‐10
muestra
esta
experiencia
entre
ya
y
aún
no
en
la
vida
de
un
cristiano:
Ahora
que
se
han
quitado
el
ropaje
de
la
vieja
naturaleza
con
sus
vicios
y
se
han
puesto
el
de
la
nueva
naturaleza
que
se
va
renovando
en
el
conocimiento
a
imagen
de
su
Creador.
Aquí,
la
vieja
naturaleza
se
ha
quitado
y
la
nueva
naturaleza
se
ha
puesto.
Pero
miremos
lo
que
esta
pasando
con
esta
nueva
naturaleza:
se
va
renovando.
La
renovación
es
un
proceso.
La
Adoración
En
El
Desierto
El
desierto
es
un
lugar
de
ya
y
aún
no:
los
Israelitas
ya
estaban
libres
de
la
esclavitud,
pero
aún
no
estaban
en
casa.
Como
dice
Graeme
Goldsworthy,
El
éxodo
es
el
final
de
la
cautividad,
pero
es
solo
el
comienzo
de
la
libertad.
Su
rescate
los
libró
para
adorar
a
Dios,
pero
no
les
convirtió
en
adoradores
perfectos.
Y
aunque
no
estaban
más
amenazados
por
un
opresor
malvado,
no
estaban
libres
de
todo
dolor.
Aún
tenían
las
heridas
antiguas
en
sus
espaldas
y
en
el
desierto
habían
nuevos
problemas.
Lo
que
aprendemos
de
los
Israelitas
en
el
desierto
es
que
estar
libres
para
adorar
a
Dios
no
necesariamente
significa
que
lo
haremos.
Después
de
todo
el
trabajo
milagroso
para
rescatarlos
de
Egipto,
los
Israelitas
dudaron
de
la
provisión
de
Dios
para
con
ellos
en
el
desierto
y
se
quejaron
por
la
comida
y
el
agua.
Después
de
que
Dios
les
buscó
vez
tras
vez
reiterando
Yo
soy
el
Dios
quien
los
rescató
de
Egipto,
ellos
se
volvieron
impacientes
y
construyeron
un
becerro
de
oro
para
adorar
diciendo,
Israel,
¡aquí
tienes
a
tu
dios
que
te
sacó
de
Egipto!
(Éxodo
32.4).
Se
podría
decir
que
ellos
se
parecían
a
un
becerro,
extraviados
en
el
desierto,
rebelándose
contra
su
amo.
Aunque
su
adoración
a
los
ídolos
fue
escandalosa,
era
el
resultado
natural
de
los
deseos
de
sus
corazones.
Habían
puesto
sus
corazones
en
Egipto
(Hechos
7:39).
A
pesar
de
que
tenían
la
libertad
de
adorar
a
Dios,
cuando
llegó
el
momento
decisivo,
todavía
vivían
para
Egipto.
Y
esto
nos
trae
al
centro
de
nuestros
problemas
y
al
mismo
tiempo,
nos
deja
al
borde
de
la
solución.
Amamos
las
cosas
equivocadas,
por
lo
que
nuestra
adoración
está
distorsionada.
Hemos
cambiado
la
adoración
de
Dios
por
becerros
de
oro.
La
solución:
Renovar
la
adoración.
El
predicador
Puritano,
Thomas
Chalmers,
en
su
sermón,
El
Poder
Expulsivo
de
un
Nuevo
Afecto,
dice
que
el
deseo
por
Dios
y
los
deseos
por
el
pecado
no
pueden
coexistir
en
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
el
corazón
humano.
Hay
dos
afectos
contrarios,
uno
siempre
dominará
el
otro.
Así
que
él
dice,
la
única
manera
de
sacar
el
afecto
viejo
es
por
el
poder
expulsivo
del
afecto
nuevo.(véase
Gálatas
5.16-‐17)
No
podemos
parar
estos
afectos,
porque
simplemente
siempre
son
más
que
un
comportamiento.
Estamos
arraigados
en
su
afecto,
en
lo
que
se
ama,
y
en
lo
que
se
adora.
Chalmers
muestra
la
manera
de
seguir
adelante:
Adorando
llegamos
a
este
desastre,
entonces
por
la
gracia
de
Dios,
adoraremos
para
salir
de
ello.
Así
debe
ser
nuestra
redención:
cuando
la
amargura
brota,
la
ansiedad
llega,
el
miedo
nos
agarra,
o
la
tentación
nos
atrae,
como
hemos
sido
libertados
de
la
cautividad
del
pecado
y
tenemos
libertad
en
el
Espíritu,
podemos
mirar
a
Jesús,
adorarle
en
ese
momento
y
ser
transformados
con
más
y
más
gloria
(2
de
corintios
3.18)
RECURSOS
RECOMENDADOS
• Emlet,
Michael
R.
CrossTalk:
Where
Life
and
Scripture
Meet.
Greensboro,
NC:
New
Growth
Press,
2009.
Emlet
provee
herramientas
prácticas
para
conectar
el
significado
de
la
Biblia
a
la
vida
cotidiana.
• Keller,
Timothy:
Counterfeit
Gods:
The
Empty
Promises
of
Money,
Sex,
and
Power
and
the
Only
Hope
that
matters.
New
York:
Dutton,
2009.
En
su
estilo
accesible
y
profundo,
Keller
entrelaza
la
exposición
bíblica,
la
narración,
las
observaciones
de
la
cultura
popular
y
el
discernimiento
penetrativo
de
la
naturaleza
humana,
para
ayudarnos
a
ver
los
ídolos
adentro
y
alrededor
de
nosotros
y
muestra
como
escapar
de
ellos.
• Lane,
Timothy
S.,
y
Paul
David
Tripp.
How
People
Change
Greensboro,
NC:
New
Growth
Press,
2008.
Este
libro
pone
la
fundación
básica
para
un
cambio
de
vida
basado
en
el
evangelio
(santificación
progresiva).
• Roberts,
Vaughan.
God’s
Big
Picture:
Tracing
the
Story-‐Line
of
the
Bible.
Downers
Grove,
IL:
InterVarsity,
2003.
Roberts
explica
con
concisión
la
historia
de
Dios
de
Génesis
a
Apocalipsis.
• Tripp,
Paul
David,
Instruments
in
the
Redeemer’s
Hands:
People
in
Need
of
Change
Helping
People
in
Need
of
Change.
Phillipsburg,
NJ:
P&R,
2002.
Especialmente
para
líderes
y
consejeros.
Los
primeros
cinco
capítulos
ponen
una
base
para
entender
quienes
somos
como
personas
y
lo
que
significa
vivir
en
la
historia
de
Dios
y
enfrentar
las
pruebas
de
la
vida.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
LECTURA
BÍBLICA
Lucas
24.13-‐35
PARA
REFLEXIONAR
Y
DISCUTIR.
1) Escribe
algunos
de
los
grandes
detalles
que
resaltan
de
tu
vida.
Piensa
en
los
detalles
que
parecen
importantes
para
ti,
aunque
aún
no
sepas
que
significan.
Considera
relaciones
importantes,
acontecimientos
destacados
(buenos
o
malos),
enfermedades
o
lesiones,
momentos
donde
te
han
hecho
daño,
pecados
grandes
o
hábitos
de
pecados,
sueños
y
aspiraciones.
2) ¿Hay
algunas
historias
relacionadas
a
estos
detalles
o
a
tu
vida
en
general
que
deben
ser
vistos
a
través
del
lente
de
la
historia
de
Dios?
3) ¿En
que
partes
de
tu
vida
te
sientes
esclavizado?
4) ¿Qué
esperas
de
este
libro?
O
si
vas
desarrollar
este
libro
en
grupo,
¿qué
esperas
de
esta
experiencia
en
grupo?
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
1
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
aproximadamente
un
tercio
de
la
población
afectada
y
se
estima
que
el
número
final
llegó
a
los
cientos
de
miles.
Ayer
en
la
iglesia
oré
con
una
mujer
que
lloraba
mientras,
me
explicada
que
su
sueño
siempre
fue
ser
madre,
pero
no
ha
podido
concebir.
Hace
poco
en
la
iglesia
hablé
con
un
hombre
que
vive
con
una
enfermedad
mental
genética
y
le
afecta
cada
día
más,
mientras
lucha
contra
la
depresión.
Otro
amiga
estaba
destrozada
cuando
se
enteró
que
su
esposo
tiene
una
adicción
a
la
pornografía.
Él
no
era
el
hombre
que
ella
pensaba
conocer,
le
había
mentido
durante
años.
No
todos
hemos
experimentado
abuso
físico
extremo
a
manos
de
nuestros
padres,
como
Sarah.
Pero
he
aconsejado
a
suficientes
personas
como
para
saber
que
un
padre
ausente,
negligente
o
imposible
de
complacer
deja
una
cicatriz
emocional
duradera
en
muchos
de
nosotros.
Jeff
fue
el
niño
más
simpático
que
podría
conocer.
Amistoso
y
extrovertido,
nació
con
un
don
natural
para
conectarse
con
la
gente.
Era
muy
hablador
en
la
escuela
y
hasta
los
profesores
más
estrictos
terminaban
conversando
con
él.
El
padre
de
Jeff
hacia
muchas
cosas
de
hombre
con
el
hermano
mayor
de
Jeff,
como
salir
a
cazar
o
jugar
a
la
pelota.
Jeff
pensó
que
estaría
incluido
cuando
fuera
más
grande.
Pero
cuando
los
años
pasaron
y
el
rechazo
continuó,
Jeff
enfrentó
una
decepción
día
a
día,
cuando
su
padre
le
rechazaba.
Más
de
una
vez
escuchó
a
su
padre
decir
Aléjate
de
mi,
no
me
agradas.
Me
recuerdas
a
mi
mismo.
Jeff
tenía
seis
años
de
edad.
¿Cómo
un
niño
pequeño
puede
enfrentarse
a
esto?
El
sufrimiento
viene
en
muchas
formas:
la
Traición,
la
tragedia,
la
enfermedad,
el
abuso,
y
la
negligencia.
Y
algo
que
usted,
yo,
Jeff
y
Sara
tenemos
en
común;
el
dolor.
La
esposa
de
un
amigo
mío
recientemente
murió
de
cáncer.
Yo
estaba
conversando
con
él
sobre
una
dificultad
mía,
de
pronto
me
detuve
y
pensé,
Mis
preocupaciones
deben
sonar
tan
simples
en
comparación
a
las
suyas
después
de
la
muerte
de
su
esposa.
Sabiendo
porque
había
dudado,
él
siguió
conversando
conmigo
y
dijo,
Esto
es
el
club
del
dolor.
Aún
si
tu
dolor
es
diferente
que
el
mío,
todo
es
dolor.
No
quiero
decir
que
todo
el
dolor
es
igual,
pero
el
dolor
nos
hace
más
conscientes
que
necesitamos
misericordia
y
buscamos
compasión.
Por
favor
no
pierda
el
enfoque:
Esto
no
es
una
competencia
para
ver
quien
tiene
la
historia
más
triste,
con
la
compasión
como
premio.
El
punto
es
este:
si
nuestra
miseria
es
grande
o
pequeña,
todos
nos
encontramos
bajo
la
fuente
de
la
misericordia
de
Dios.
Pero
para
estar
ahí
tenemos
que
ser
sinceros
sobre
nuestro
sufrimiento.
Así
que,
mientras
estudiamos
la
historia
de
los
Israelitas
sufriendo
en
Egipto,
le
invito
a
enfrentar
el
sufrimiento
en
su
vida
sinceramente,
sin
importar
como
sea,
y
a
relacionarse
con
la
historia
de
ellos.
EL
PUEBLO
DE
DIOS
SUMERGIDO
EN
LA
OSCURIDAD
En
la
introducción
del
Éxodo,
vemos
a
los
Israelitas
en
Egipto.
Cuatrocientos
años
antes,
Jacob,
el
padre
de
José,
llevó
a
su
familia
a
Egipto
con
la
esperanza
de
sobrevivir
la
hambruna.
Se
quedaron
en
Egipto
por
muchas
generaciones,
se
multiplicaron
y
en
cumplimiento
de
la
promesa
de
Dios
al
abuelo
de
Jacob,
Abraham,
se
convirtieron
en
una
gran
nación.
(Génesis
15.1-‐5;
Éxodo
1.7)
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Su
abundancia
en
la
tierra
fue
una
señal
de
la
bendición
de
Dios
y
José
fue
responsable
en
parte
de
salvar
a
la
tierra
de
la
hambruna
(Génesis
4.1)
Si
no
hubiese
sido
por
su
sabiduría
y
administración
divina
de
las
reservas
de
la
comida
de
Egipto,
Egipto
mismo
se
habría
derrumbado.
Dios
no
solo
salvó
a
su
pueblo
llevándolos
a
Egipto;
salvó
a
Egipto
mandando
a
su
pueblo.
El
pueblo
de
Egipto
sabía
esto,
y
recordaron
a
José
y
honraron
a
su
familia.
Pero
llegó
al
poder
en
Egipto
otro
rey
que
no
había
conocido
a
José
(Éxodo
1.8).
Esto
no
significa
que
el
rey
nunca
había
escuchado
de
José,
el
héroe
nacional,
significaba
que
se
rehusó
a
reconocer
la
deuda
de
gratitud
egipcia
a
José
y
por
lo
tanto
negó
ver
a
los
Israelitas
(el
pueblo
de
José)
como
una
bendición
para
su
tierra.
Todas
las
lealtades
fueron
olvidadas
y
los
Israelitas
de
repente
se
encontraron
en
peligro
en
la
única
tierra
que
habían
conocido.
Como
rey
de
Egipto,
Faraón
debió
proveerles
la
paz,
la
protección
y
la
provisión
para
las
personas
en
su
tierra.
Pero
este
Faraón
les
tuvo
miedo
y
se
airó
contra
ellos.
Faraón
se
puso
en
contra
de
los
Israelitas
e
incitó
a
los
egipcios
a
hacer
lo
mismo.
(versículos
9-‐10).
Faraón
sumergió
a
los
Israelitas
en
una
oscuridad
y
los
sometió
a
una
esclavitud
despiadada
(versículos
11,
13-‐14)
Fueron
oprimidos,
abusados,
y
esclavizados.
No
habían
hecho
nada
para
merecer
ese
trato,
eran
inocentes.
Y
no
fue
solo
un
acto
de
maldad
si
no
una
opresión
sistemática
de
un
pueblo
a
través
de
la
esclavitud,
el
racismo
y
el
genocidio
(versículo
22).
Según
el
experto
Nahum
Sarna,
los
israelitas
fueron
organizados
para
trabajar
en
grupos
grandes
de
trabajo
y
se
convirtieron
en
una
multitud
anónima,
despersonalizada,
perdiendo
toda
individualidad
a
los
ojos
de
sus
opresores.
Algunos
fueron
obligados
a
trabajar
en
los
campos
donde
el
trabajo
era
devastador
y
los
resultados
mínimos,
esto
sin
contar
las
altas
demandas
que
les
exigían
y
los
duros
catigos
si
cosechaban
poco.
Imaginemos
esta
escena:
la
mitad
de
la
cosecha
de
un
trabajor
se
llena
de
gusanos,
y
la
otra
mitad
se
la
comen
los
hipopótamos;
ladrones
roban
lo
que
quede.
Los
amos
vienen
a
cobrar
con
varas
de
palmeras
en
la
mano.
Una
escritura
egípcia
refleja
la
situación:
Nos
dicen
“Queremos
el
maiz”
y
no
hay
nada.
Entonces
lo
golpean
mientras
yace
en
el
piso
amarrado
y
estirado,
lo
tiran
al
canal;
su
cabeza
se
hunde
lentamente
debajo
del
agua.
Su
esposa
es
atada
frente
a
él
y
sus
hijos
encadenados.
La
tierra
de
la
salvación
se
había
convertido
en
la
sentencia
de
la
muerte.
Imaginemos
como
habrá
sido
la
situación
para
los
israelitas
que
estaban
viviendo
en
Egipto,
cuando
empezó
la
esclavitud.
Estaban
acostumbrados
a
vivir
ahí
en
paz,
de
un
momento
a
otro
un
ataque
racista
lleno
de
odio
de
parte
del
Faraón
se
desata;
toda
la
seguridad,
comodidad
y
libertad
que
habían
conocido
les
fue
arrebatada,
reemplazándola
con
cadenas
y
trabajo
abusivo.
Ahora
pensemos
en
la
historia
de
Sarah.
Ella
conocía
el
desplazamiento
y
la
traición
cuando
regresó
a
la
casa
de
su
madre,
se
enfrentó
al
odio
y
a
la
violencia
de
su
padrastro.
Quizá
podamos
relacionarnos
con
esto,
si
hemos
sido
heridos
por
la
traición
o
el
abuso.
Ahora
imaginemos
como
sería
nacer
en
la
esclavitud
y
nunca
conocer
la
libertad.
Para
los
israelitas,
Egipto
fue
un
lugar
de
dolor
desde
la
cuna
a
la
tumba.
Tenían
una
vida
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
agotadora
que
terminaba
en
una
muerte
inadvertida,
un
cuerpo
más
sin
nombre
gastado
y
descartado.
Sarah
lo
entiende.
Ella
nunca
conoció
el
amor
de
un
padre
terrenal,
solo
la
violencia
de
un
padrastro
odioso.
Puede
que
también
usted
haya
nacido
en
un
hogar
poco
seguro
o
disfuncional
o
quizá
le
enseñaron
mentiras
desde
una
temprana
edad.
Los
israelitas
estaban
bajo
una
niebla
de
opresión:
un
sufrimiento
diario
e
interminable,
desde
que
tenían
consciencia
y
para
el
resto
de
su
futuro.
Se
quejaron
amargamente
y
rogaron
a
Dios
por
un
rescate.
Qué
difícil
debió
haber
sido
ver
su
historia
dentro
de
la
historia
maestra
de
Dios.
¿Acaso
había
una
historia
maestra?
Podemos
imaginar
que
desde
su
perspectiva
acá
en
la
tierra,
se
sintieron
abandonados
por
Dios
en
Egipto.
Las
escenas
iniciales
en
Egipto
no
muestran
al
lector
un
Dios
presente
o
activo.
Probablemente,
esto
es
una
reflexión
de
la
experiencia
de
los
israelitas,
Dios
parecía
ausente.
El
personaje
principal
más
actico
parece
ser
el
tirano
Faraón.
¿Dónde
estaba
Dios?
¿Cuánto
tiempo
tendrían
que
sufrir
los
israelitas
hasta
que
Dios
decidiera
hacer
algo?
Puede
ser
muy
fácil
para
nosotros
ponermos
en
el
lugar
de
ellos,
y
consolarnos
sabiendo
que
estamos
en
la
historia
de
Dios.
Conocemos
todo
lo
que
pasará,
tenemos
la
ventaja
de
ver
el
panorama
completo.
Pero
los
israelitas
no
contaban
con
ese
privilegio.
Los
israelitas
se
estaban
multiplicando
en
Egipto,
como
evidencia
de
la
promesa
de
Dios
(Génesis
46.3,
47.27,
y
Éxodo
1.7)
Dios,
en
su
soberanía
frustró
los
planes
de
Faraón
y
mientras
más
israelitas
eran
amenazados
con
el
exterminio,
más
aumentaban
(Éxodo
1.12).
Y
no
sólo
eso,
sino
que
Dios
le
había
dicho
a
Abraham
que
su
descendencia
viviría
un
tiempo
en
tierra
extraña,
que
serían
esclavos
en
Egipto,
pero
que
finalmente
Él
les
libertaría.
(Génesis
15.13)
Sabemos
que
aunque
Dios
parecía
ausente,
no
lo
estaba.
Sabemos
que
Faraón
parecía
tener
el
control
del
destino
de
Israel,
pero
la
verdad
es
que
nunca
lo
tuvo.
Pero
cuando
se
está
en
medio
de
la
tormenta,
como
estaban
los
israelitas,
las
verdades
que
fácilmente
se
ven
desde
lejos,
ya
no
podemos
verlas.
Las
preguntas
que
hacemos
en
el
medio
del
sufrimiento
no
son
simplemente
preguntas
intelectuales
sobre
como
Dios
se
relaciona
con
el
mal
o
con
los
hacedores
de
la
maldad,
son
preguntas
emocionales
como,
¿Cómo
puedo
confiar
en
un
Dios
que
tiene
poder
para
detenerlo,
pero
no
lo
hace?
¿Quién
es
este
Dios
indiferente
que
hace
promesas
tan
grandes
y
después
se
queda
mirando
mientras
que
a
su
pueblo
le
tratan
injustamente?
¿Él
siente
algo
cuando
escucha
sus
llantos?
¿O
simplemente
observa
a
la
distancia,
dejando
que
las
situaciones
pasen
al
azar,
que
los
planes
de
hombres
impíos
o
las
fuerzas
de
la
naturaleza
sigan
su
rumbo?
LA
LUCHA
DE
SARAH
CON
DIOS
A
los
quince
años,
Sarah
había
soportado
más
violencia
a
manos
de
más
hombres
de
los
que
siquiera
podía
contar
o
recordar.
Intencionalmente
endureciéndose
en
su
enojo,
usaba
maquillaje
negro,
se
tiñó
el
pelo
azul
y
odiaba
a
todo
el
mundo.
Uno
de
sus
pasatiempos
favoritos
era
argumentar
en
contra
de
la
existencia
de
Dios.
Como
era
una
niña
inteligente,
generalmente
ganaba.
Después,
en
la
enseñanza
media,
dos
jóvenes
que
eran
amigos,
y
las
únicas
personas
simpáticas
y
normales
que
ella
conocía,
le
empezaron
a
hablar
acerca
de
Dios.
No
tenían
la
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
habilidad
que
ella
tenía
de
debatir,
pero
no
se
sentían
intimidados
por
sus
discursos
anti-‐
Dios
tampoco,
y
seguían
siendo
amables
con
ella
y
le
invitaban
a
que
les
acompañara
a
su
grupo
de
jóvenes
en
la
iglesia.
(Pensaban
que
uno
de
sus
compañeros
allí
sería
mucho
más
capaz
de
debatir,
que
ellos)
La
primera
noche
en
el
grupo
de
jóvenes,
Sarah
llegó
y
como
siempre,
empezó
a
discutir.
Pero
después
algo
inesperado
ocurrió.
Durante
el
tiempo
de
cantar
alabanzas,
Sarah
sintió
la
presencia
de
Dios
palpable
e
innegable.
Lo
siguiente
que
sintió
fue
un
terror
santo,
ella
había
sido
la
enemiga
de
este
Dios
presente
y
poderoso
y
había
convencido
a
muchas
personas
que
Él
ni
siquiera
existía.
Pero
ahora
sabía
indudablemente
que
sí.
Esa
noche,
se
fue
a
casa
y
leyó
su
Biblia.
Impactada
por
la
verdad
de
la
existencia
de
Dios,
su
deseo
para
conocerle
fue
insaciable.
Pero
mientras
que
esta
verdad
respondía
algunas
de
sus
preguntas,
también
generaba
preguntas
nuevas:
Él
estaba
ahí,
pero
no
parecía
ser
bueno,
por
lo
menos,
no
para
ella.
Se
preguntaba
¿Por
qué
le
había
arruinado
la
vida?
Fue
como
si
Dios
supiera
lo
que
ella
iba
a
pasar
y
a
pesar
de
tener
el
poder
para
pararlo,
no
pareció
importarle.
Parecía
tener
oídos
sordos
a
sus
constantes
súplicas.
EL
DIOS
QUE
SABE
Y
VE.
¿Por
qué
Dios
esperó
cuatrocientos
y
treinta
años
para
rescatar
a
Israel?
No
lo
sabemos,
pero
el
hecho
que
Él
sí
esperó,
no
contradice
su
sabiduría,
bondad
y
misericordia.
Porque
cuando
Él
llega
a
escena,
no
nos
cabe
duda
cómo
es
Él,
que
escucha
el
clamor
de
su
pueblo
y
se
llena
de
compasión.
Mucho
tiempo
después
murió
el
rey
de
Egipto.
Los
israelitas,
sin
embargo,
seguían
lamentando
su
condición
de
esclavos
y
clamaban
pidiendo
ayuda.
Sus
gritos
desesperados
llegaron
a
oídos
de
Dios,
quien
al
oír
sus
quejas
se
acordó
del
pacto
que
había
hecho
con
Abraham,
Isaac
y
Jacob.
Fue
así
como
Dios
se
fijó
en
los
israelitas
y
les
tomó
en
cuenta
(Éxodo
2.23-‐25)
Es
necesario
explicar
el
concepto
de
como
Dios
los
tomó
en
cuenta,
porque
el
significado
de
esto
hubiese
sido
muy
importante
para
los
lectores
originales.
Es
mucho
más
que
tener
una
conciencia
de
la
situación:
implica
un
conocimiento
íntimo,
personal
y
de
profunda
compasión
por
Su
pueblo.
Dios
prestaba
atención
a
Su
pueblo.
Él
se
apenaba
que
se
les
hubiesen
negado
la
dignidad
básica,
como
personas
creadas
a
Su
imagen.
Comentando
en
este
pasaje,
William
Edgar
dice:
Ser
conocido
por
Dios
es
ser
amado,
y
es
el
mejor
lugar
para
estar.
Esto
es
porque
Dios
toma
la
carga
y
no
su
pueblo.
El
conocimiento
aquí
significa
un
reconocimiento
completo
y
un
compromiso
para
intervenir.
Este
pasaje
revela
el
carácter
de
Dios
en
su
compromiso
a
intervenir.
De
igual
manera,
como
tomar
en
cuenta
no
es
simplemente
tener
conciencia
de
algo,
se
acordó
no
es
simplemente
hacer
memoria,
es
un
movimiento
a
la
acción.
Esto
era
Su
pueblo
del
pacto
y
Faraón
no
se
saldría
con
la
suya.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Dios
no
es
una
deidad
silenciosa,
indiferente,
distante,
o
desapasionado.
Él
escucha
el
clamor
de
Su
pueblo.
Él
conoce
sus
sufrimientos.
Él
mantiene
sus
promesas.
Él
los
rescatará.
Dios
hablo
a
Moisés
a
través
de
la
zarza
ardiente
y
dijo:
Ciertamente
he
visto
la
opresión...conozco
bien
sus
penurias.
Así
que
he
descendido
para
librarlos
del
poder
de
los
egipcios
y
sacarlos
de
ese
país,
para
llevarlos
a
una
tierra
buena
y
espaciosa.
(Éxodo
3.7-‐8)
[NVI]
En
la
historia
del
Éxodo
Dios
rescata
a
su
pueblo
y
manda
un
redentor,
Moisés,
era
uno
de
ellos.
Moisés
es
una
figura
del
Redentor
principal,
Dios
mismo,
convirtiéndose
en
uno
de
nosotros,
en
hombre;
Jesucristo.
Él
bajo
para
levantarnos.
Jesús
es
la
expresión
máxima
de
la
compasión
de
Dios
por
su
pueblo
y
la
garantía
final
de
que
Dios
realmente
entiende
nuestro
dolor.
Jesús
vivió
el
mismo
tipo
de
dolor
que
sufrimos
hoy
en
día.
Jesús
se
hizo
como
nosotros
con
toda
la
fragilidad
de
la
humanidad.
(Hebreos
2.10,
17-‐18).
Él
perseveró
ante
la
oposición
de
los
pecadores
(Hebreos
12.3).
Fue
despreciado
y
rechazado,
varón
de
dolores,
y
cargó
con
nuestras
heridas.
Fue
herido,
molido,
escupido
y
oprimido
(Isaías
53.3-‐6)
Él
conoce
la
agonía
de
la
traición
de
sus
más
cercanos,
sus
propios
discípulos.
Él
conoce
el
abandono
(Salmos
22.1,
Mateo
27.46)
Jesús
también
conoce
la
soledad
del
sufrimiento.
En
el
jardín
de
Getsemaní,
sabiendo
que
pronto
estaría
en
manos
de
quienes
lo
crucificarían,
Jesús
le
dijo
a
sus
discípulos,
Es
tal
la
angustia
que
me
invade,
que
me
siento
morir
—les
dijo—.
Quédense
aquí
y
manténganse
despiertos
conmigo.
(Mateo
26.38)
Les
dijo
esto
a
sus
discípulos
más
cercanos,
las
dos
personas
en
la
tierra
que
seguramente
le
apoyarían
entre
todos.
Y
se
postró
y
clamó
al
Padre.
Cuando
se
levantó,
encontró
que
los
dos
discípulos,
sus
amigos
más
cercanos,
estaban
durmiendo.
Jesús
sabía
que
la
agonía
que
le
sobrevendría
en
la
crucifixión
y
en
la
separación
del
Padre
serían
horrendas,
se
sintió
tan
angustiado,
que
llegó
a
sudar
sangre,
y
¿dónde
estaban
sus
amigos
en
ese
momento?
Durmiendo
una
siesta.
(Lucas
22.44)
Ni
siquiera
los
amigos
más
cercanos
a
Jesús
fueron
compasivos
esa
noche.
Jesús
también
entiende
la
lucha
para
aceptar
la
sabiduría
del
Padre
al
permitir
tal
dolor.
Sabe
lo
que
significa
confiar
en
un
Dios
que
podría
detener
todo
el
dolor,
pero
no
lo
hace.
¿Por
qué
que
estaba
orando
en
agonía
mientras
que
sus
mejores
amigos
dormían?
Padre,
si
quieres,
no
me
hagas
beber
este
trago
amargo;
pero
no
se
cumpla
mi
voluntad,
sino
la
tuya.
(Lucas
22:42)
Puede
estar
seguro
de
que
esto
no
era
una
resignación
estoica;
Jesús
luchaba
desesperadamente
con
el
plan
del
Padre,
no
solo
una
vez,
sino
tres
veces.
(Mateo
26.39,
42,
44)
¿Cómo
nos
sentimos
cuando
las
oraciones
fervientes
parecen
no
tener
respuesta
o
se
responden
de
maneras
que
aún
nos
dejan
en
la
circunstancia
difícil?
¿Cómo
afectará
nuestra
fe
la
próxima
vez
que
oremos
con
desesperación?
Joan,
que
no
es
cristiana,
me
contó
la
historia
de
una
situación
amenazante
con
un
novio
que
le
presionó
para
que
ella
le
entregara
su
virginidad.
Siempre
quiso
que
la
primera
vez
que
tuviera
sexo
fuese
algo
especial,
pero
en
la
situación
en
la
cual
se
encontraba
fue
exactamente
lo
opuesto.
Se
apartó
y
se
fue
a
otro
lugar
de
la
casa
para
suplicarle
a
Dios,
Dios,
por
favor
no
permitas
que
esto
me
pase.
Pero
igual
pasó.
Y
probablemente
esa
fue
la
última
vez
que
oró.
Esa
noche
en
el
jardín
no
fue
la
primera
vez
que
Jesús
oraba
intensamente
entregándose
al
Padre.
También
había
orado
toda
la
noche
antes
de
elegir
sus
doce
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
discípulos.
(Lucas
6.12-‐16)
Seguramente
oró
por
discernimiento
para
escoger
a
hombres
fieles,
hombres
que
vivirían
y
morirían
por
la
causa,
hombres
que
se
quedarían
con
Él
a
toda
costa.
El
día
siguiente,
eligió.
Y
entre
ellos
estaba
Judas,
el
traidor,
y
Jesús
sabía
en
la
noche
en
el
jardín,
que
Judas
le
traicionaría.
Si
usted
hubiese
sido
la
persona
orando
en
el
jardín,
¿no
encontraría
casi
imposible
confiar
en
el
Padre
después
de
una
noche
completa
de
oración,
y
a
la
segunda
noche
terminar
con
Judas
en
su
equipo?
Joan
se
rehusó
a
confiar
en
Dios
otra
vez,
después
de
concluir
que
Dios
le
había
fallado.
Creo
que
todos
podemos
identificarnos
con
la
dificultad
de
confiar
nuevamente
después
de
una
decepción.
Pero
Jesús
entendía
mejor
esa
noche.
A
pesar
de
las
circunstancias
malas,
aún
si
no
logramos
entenderlo
completamente,
el
Padre
siempre
es
confiable.
La
fe
de
Jesús,
su
confianza,
su
dependencia
en
los
momentos
más
vulnerables
es
casi
inentendible.
Observe
también
lo
que
Jesús
no
hizo
en
el
jardín:
no
ignoró
el
dolor
de
su
situación.
No
se
ahogó
en
alguna
adicción.
No
lo
negó.
Y
no
lo
ocultó
con
trivialidades
acerca
de
la
soberanía
de
Dios
tampoco.
Lo
enfrentó
y
acudió
al
Padre
en
su
agonía.
Solo
el
jardín
hubiese
sido
más
sufrimiento
que
la
mayoría
de
lo
que
nosotros
podríamos
soportar.
Pero
para
Jesús,
había
mucho
más
por
venir:
la
traición
de
Pedro,
los
juicios
falsos,
las
burlas,
los
azotes
y
finalmente,
la
crucifixión.
Jesús
se
puede
identificar
con
el
peor
tipo
de
sufrimiento,
porque
sufrió
no
solo
una
muerte
insoportable,
sino
que
además
la
separación
del
Padre.
(Mateo
27.46)
El
hecho
es
que
nadie
sabe
la
magnitud
de
lo
que
Jesús
sufrió
y
los
que
confían
en
Él
nunca
lo
sabrán.
En
el
Éxodo,
Dios
no
se
apartó
del
dolor
de
los
israelitas,
lo
enfrentó.
Él
escuchó,
vio,
y
conoció
su
sufrimiento.
Él
nos
invita
a
hacer
lo
mismo.
El
problema
no
es
que
Dios
nos
ha
abandonado
en
nuestro
dolor,
sino
que
a
veces
nos
negamos
enfrentarlo
con
Él.
SARAH
ENFRENTA
EL
DOLOR
DE
SU
PASADO
Siendo
una
adulta,
Sarah
se
había
convertido
en
una
mujer
de
acero,
una
sobreviviente,
pero
se
sentía
sola
escondiendo
tantos
secretos.
Ya
no
quería
enfrentar
el
pasado,
ni
siquiera
con
su
esposo.
(Se
casó
con
uno
de
las
personas
que
le
había
invitado
la
primera
vez
al
grupo
de
jóvenes)
En
los
primero
meses
de
su
matrimonio,
tuvieron
conflictos
en
el
dormitorio.
Sarah
estaba
emocionalmente
ausente.
El
sexo,
aún
con
su
esposo,
lo
sentía
como
una
violación.
Pero
no
quiso
contarle
lo
que
le
pasaba.
Su
esposo
sólo
sabía
que
ella
no
se
estaba
involucrando
en
el
asunto
y
su
confusión,
decepción
y
dolor
se
convirtieron
en
arrebatos
de
enojo.
Algunos
amigos
cristianos
sabían
de
esto
y
confrontaron
el
esposo
de
Sarah.
Esto
le
vino
bien
a
Sarah,
ya
que
mientras
más
enojado
estaba
su
esposo,
la
atención
más
centraba
en
él
y
no
en
ella.
Pretendía
esconderse
lo
que
más
puediese,
así
que
siguió
incitándole
a
la
ira.
Pero
por
la
gracia
de
Dios,
su
esposo
cambió.
Comenzó
a
tratarla
con
más
paciencia
y
sensibilidad.
Sarah
se
dio
cuenta
que
no
podría
esconderse
mucho
más.
Necesitaban
hablar.
Sarah
y
su
esposo
se
juntaron
con
un
pastor
de
su
iglesia
y
empezaron
a
conversar
de
todo.
Después
de
meses
de
consejería,
Sarah
seguía
siendo
terca.
En
su
mente,
Dios
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
estaba
descalificado
para
ser
Dios,
porque
le
había
fallado
demasiadas
veces.
¿Cómo
decía
ser
tan
bueno
y
permitía
tanto
abuso?
Así
que
a
ella
le
pareció
que
podía
jugar
a
ser
Dios:
controlaría
su
vida,
sus
emociones
y
a
su
esposo.
Después
de
muchas
conversaciones
compasivas,
el
pastor
confrontó
la
arrogancia
de
Sarah.
Al
principio,
estaba
furiosa.
Pero
el
pastor
con
sabiduría,
no
solo
enfrentó
el
orgullo
de
Sarah,
si
no
que
además
le
enseñó
cuan
bueno
y
confiable
era
Dios.
Mientras
que
el
enojo
de
Sarah
disminuía,
comenzó
un
estudio
bíblico
personal
sobre
la
bondad
de
Dios,
en
este
estudio,
sintió
cómo
la
gracia
y
la
misericordia
de
Dios
emergían
en
su
corazón.
Al
mirar
Su
bondad,
fue
convencida
de
su
arrogancia,
de
su
intento
de
ser
Dios,
de
controlar
su
vida
y
de
despreciarle
por
haberle
fallado.
Y
Dios
le
perdonó.
De
alguna
manera,
cuando
ella
creyó
que
Dios
era
suficientemente
bueno
para
perdonar
su
pecado,
la
barrera
se
rompió
y
también
se
asombró
al
comprender
su
amor
y
compasión
en
su
sufrimiento.
Finalmente,
entendió
que
Dios
se
preocupaba
por
su
vida,
le
amaba
y
su
bondad
para
con
ella,
era
real.
EL
AMOR
PACTAL
DEL
PADRE
Sarah
conoció
el
amor
más
grande
de
todos,
no
solo
como
la
ayuda
moral
de
una
deidad
amable,
pero
distante.
No
era
un
amor
frágil,
caprichoso
o
egoista,
antes
bien,
había
encontrado
el
abrazo
seguro
de
un
padre
amoroso.
En
el
Éxodo,
podemos
ver
una
muestra
de
este
amor
tan
especial
del
pacto
que
Dios
tiene
con
su
pueblo
escogido.
Ciertamente,
como
Creador,
Dios
se
lamentó
por
la
violación
de
su
creación
más
preciada;
las
personas
creadas
a
su
propia
imagen
y
semejanza.
Pero,
así
como
Sarah
entendió,
nosotros
también
hemos
pecado
y
nos
hemos
rebelado
contra
Él,
haciéndonos
sus
enemigos
(que
fue
lo
que
pasó
anteriormente
con
los
israelitas,
como
veremos
más
adelante).
Por
esta
razón,
hemos
puesto
una
barrera
entre
nosotros
y
el
único
que
puede
amarnos,
para
sacarnos
de
la
miseria.
Pero
Dios,
en
su
amor
pactal,
vence
todo
obstáculo
que
pueda
separarnos
de
Él,
sea
un
opresor
maligno,
o
nuestros
propios
miedos,
dudas,
pecados
o
necesidades.
Dios,
al
oír
sus
quejas
se
acordó
del
pacto
que
había
hecho
con
Abraham,
Isaac
y
Jacob.
(Éxodo
2.24)
Para
Dios,
recordar
su
pacto
es
como
decir,
Este
es
mi
pueblo
y
yo
soy
su
Dios,
y
los
amo
lo
suficiente
como
para
vencer
cualquier
obstáculo
que
se
interponga
entre
nosotros.
(véase
Éxodo
6:7)
Él
amó
a
Israel
como
un
padre
ama
sus
hijos,
como
a
su
primogénito
y
como
un
posesión
atesorada
entre
todos
los
pueblos
(Éxodo
4.22,
19.5;
Salmos
103.13).
En
Jesús
vemos
la
imagen
completa
del
amor
pactal
de
Dios
hacia
sus
hijos;
el
Padre
se
complace
en
Él.
(Mateo
3.17).
Él
es
el
primogénito
verdadero
de
Dios
sacado
de
Egipto
(Mateo
2.15;
véase
también
Oseas
11.1)
Y
en
Él,
el
Padre
nos
ha
adoptado
y
nos
ama
como
a
sus
propios
hijos.
(Efesios
1.5),
1
de
Juan
3.1)
Trágicamente,
para
muchos
de
nosotros,
la
relación
entre
padre
e
hijo
está
llena
de
miedos,
vergüenza,
temor,
decepción
o
ausencia.
Para
muchos
de
nosotros,
como
Sarah,
la
palabra
padre
ha
sido
manchada
por
los
peores
males.
¿Hay
esperanza
para
conocer
a
Dios
como
un
Padre
si
nuestra
comprensión
de
la
palabra
padre
está
tan
dañada?
Si
sólo
pudiésemos
conocer
a
Dios
como
un
Padre,
pensando
que
es
igual
a
nuestros
padres,
que
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
nos
han
hecho
daño,
nos
desesperaríamos.
De
hecho,
aún
los
mejores
padres
terrenales
no
son
un
reflejo
fiel
de
nuestro
padre
celestial.
Sin
embargo,
tenemos
esperanza
porque
Jesús
se
ha
acercado
a
revelarnos
al
Padre,
quien
ha
derramado
su
amor
en
nuestros
corazones
por
el
Espíritu
Santo
y
nos
ha
traído
hacia
Él
como
hijos.
Ahora,
con
una
plena
certeza
del
amor,
la
aceptación,
y
la
compasión
del
Padre,
podemos
recibir
misericordia
y
hallar
gracia
que
nos
ayude
en
los
momentos
que
más
lo
necesitemos.
(Hebreos
4.16)
Pero
¿nos
acercamos
a
Dios
con
tanta
vulnerabilidad?
La
razón
principal
de
que
muchos
hayan
perdido
la
esperanza
de
buscar
gracia
y
misericordia
en
el
Padre
es
que,
a
un
nivel
emocional,
creemos
que
Dios
es
la
causa
de
nuestro
dolor
y
es
demasiado
doloroso
acercarnos
a
alguien
que
tiene
la
habilidad
de
parar
el
mal,
pero
no
lo
hace.
Así
que
nos
mantenemos
distantes.
Podemos
mantener
nuestras
ideas
religiosas,
pero
el
corazón
se
desconecta,
nuestras
afecciones
disminuyen
y
perdemos
la
confianza.
Aún
en
este
estado,
Jesús
sabe
como
nos
sentimos.
En
el
jardín
de
Getsemaní
él
estaba
angustiado
hasta
la
muerte
(Mateo
26.38).
Pero
fue
en
este
momento
en
que
Jesús
oró
al
Padre,
no
de
una
manera
formal
o
desapasionada,
sino
refiriéndose
a
él
con
cariño,
utilizando
la
frase,
Abba,
Padre
(Marcos
14.36).
Abba
era
una
palabra
hogareña
que
se
oía
en
los
labios
de
un
niño
refiriéndose
con
profundo
amor
a
su
padre,
pero
pocas
veces
se
escuchaba
a
un
adorador
dedicar
esta
frase
a
Dios.
Cuando
Jesús
llamó
al
Padre
“Abba”,
reveló
las
profundidades
de
la
intimidad
con
Dios,
a
las
que
un
hijo
podía
acceder.
¿Cuándo
se
mostró
esta
intimidad?
En
medio
de
la
angustia
de
Jesús,
él
buscó
aún
más
al
Padre.
Las
mismas
experiencias
que
amenazan
con
separarnos
de
Dios
son
las
mismas
situaciones
que
nos
llevarán
a
una
comunión
mayor
con
el
Salvador.
Como
hijos
adoptivos,
tenemos
este
privilegio,al
igual
que
Jesús,
podemos
decirle
Abba
a
Dios,
y
es
en
medio
del
sufrimiento,
cuando
más
lo
necesitamos.
(Romanos
8.15,
Gálatas
4.6)
SARAH
LLORA
CON
SU
PADRE
CELESTIAL
Sarah
finalmente
creyó
en
la
bondad
de
Dios
y
que
Jesús
podía
identificarse
con
sus
sufrimientos.
Sólo
esto
fue
suficiente
para
alumbrar
la
oscuridad
donde
ella
había
estado
por
tanto
tiempo.
Pero
esto
fue
solo
el
principio
de
su
proceso
de
sanidad.
Le
habían
lastimado
tanto
con
el
pasar
de
los
años,
que
sanarse
le
llevaría
tiempo,
tiempo
con
su
Padre
celestial.
Sin
embargo
la
única
impresión
que
Sarah
conocía
de
“padre”
era
la
de
un
hombre
que
la
había
tratado
como
a
un
animal.
Incluso
cuando
el
pastor
de
Sarah
le
animó
a
llorar
con
Dios
por
el
daño
y
las
heridas
de
su
infancia,
pensaba
que
no
merecía
llorar.
Ya
no
se
sentía
humana.
Su
dignidad
humana
se
restauró
cuando
se
dio
cuenta
que,
como
hija
de
Dios,
era
valiosa.
Los
males
cometidos
contra
ella.
Eran
males
en
contra
de
la
preciada
hija
de
Dios.
Saber
que
Dios
se
entristecía
con
ella
le
dio
la
libertad
de
entristecerse
también
(Salmos
103.13)
Pasaron
muchas
noches
sin
dormir;
su
corazón
tan
dolido
no
le
dejaba
conciliar
el
sueño.
Al
principio
se
sentía
sola
y
clamó
a
Jesús,
Dios
mío,
Dios
mío,
¿por
qué
me
has
desamparado?
(Mateo
27.46;
Salmos
22.1)
A
la
hora
siguiente
se
sentía
tan
cerca
de
Él
que
fue
como
si
le
estuvieran
abrazando,
mientras
que
apoyaba
su
cabeza
en
el
hombro
de
SU
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
padre
celestial,
llorando.
Más
tarde,
se
sentía
sola
de
nuevo
y
seguía
llorando.
Nunca
sintió
tanto
dolor
o
tanta
cercanía
con
el
Padre.
Mientras
que
pasó
por
la
tristeza,
se
aferró
de
la
promesa
y
puso
su
esperanza
en
la
renovación
al
final
del
lamento:
Dios
es
bueno.
Yo
soy
su
hija
preciada
y
eso
es
suficiente.
RECURSOS
RECOMENDADOS
• Holcomb,
Justin
y
Lindsey
Holcomb.
Rid
of
My
Disgrace:
Hope
and
Healing
for
Victims
of
Sexual
Abuse.
Los
Holcombs
ofrecen
ayuda
bíblica
compasiva
para
las
víctimas
de
abusos
sexuales.
• Keller,
Timothy:
How
Could
a
Good
God
Allow
Suffering?
En
The
Reason
for
God
(La
Razón
de
Dios)
New
York:
Dutton,
2008,
22-‐34.
Especialmente
de
ayuda
para
los
no
cristianos.
Keller
es
muy
lúcido
en
su
razonamiento
y
compasivo
en
la
aplicación
pastoral.
• Morgan,
Christopher
W.
Y
Robert
A.
Peterson,
eds.
Suffering
and
the
Goodness
of
God.
Wheaton,
IL.
Crossway,
2008.
Wheaton,
IL.
Crossway,
2008.
Un
tratamiento
teológico
bíblico
de
mucha
ayuda
para
el
sufrimiento
hecho
por
un
equipo
de
teólogos
que
exploran
el
sufrimiento
en
el
Antiguo
y
el
Nuevo
Testamento
a
través
del
panorama
de
Dios.
Las
personas
que
sufren
encontrarán
consuelo
y
ayuda
práctica
en
el
capítulo
de
John
Feinberg,
El
Camino
tras
el
Sufrimiento,
donde
él
comparte
su
historia
personal
sobre
que
después
de
publicar
un
ensayo
teológico
sobre
el
problema
del
mal,
ninguna
de
sus
respuestas
intelectuales
le
ayudaron
cuando
llegó
una
crisis
personal.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
LECTURA
BÍBLICA
Éxodo
1-‐3
Mateo
26:36-‐46;
Lucas
22:39-‐46
Romanos
8:15-‐17
Hebreos
2:10-‐17;
4:14-‐16
PARA
REFLEXIONAR
Y
DISCUTIR
1) Si
pudiera
conversar
con
algunos
de
los
israelitas
y
preguntarles
donde
piensan
que
Dios
estaba
en
medio
del
sufrimiento,
¿cuáles
serían
sus
respuestas?
2) Si
usted
estuviera
en
la
situación
de
los
israelitas,
¿cuál
sería
su
respuesta
a
la
pregunta?
3) Cuando
sufrimos,
nos
tentamos.
Nos
tentamos
a
responder
de
manera
pecaminosa
y
a
creer
mentiras.
Repasa
las
siguientes
frases
y
note
cuáles
ha
escuchado
o
cuales
le
han
tentado.
Dios
no
esta.
Él
me
abandonó
en
mi
sufrimiento.
Dios
no
entiende.
Si
Dios
estuviera
presente
y
mirando,
me
salvaría
ahora,
pero
no
lo
ha
hecho.
Así
que
yo
tomaré
el
control
y
haré
justicia.
Mi
dolor
y
sufrimiento
no
tienen
sentido.
No
hay
una
razón
para
conversar
de
ellos.
La
palabra
víctima
me
define.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
2.
LADRILLOS
SIN
PAJA:
¿CUÁNTO
MÁS,
SEÑOR?
Peter
pensó
conocer
la
redención
ideal
para
su
vida
personal,
pero
estaba
equivocado.
Se
casó
con
su
novia
de
la
secundaria
y
poco
después
la
dejó
embarazada
de
su
su
primer
hijo,
un
niño.
Lo
que
Peter
más
anhelaba
era
ser
padre.
Sostuvo
a
su
hijo
por
primera
vez
y
se
llenó
de
alegría.
Pero
un
día
antes
de
llevar
a
su
hijo
a
la
casa,
los
labios
del
niño
se
pusieron
azules,
el
síntoma
de
una
enfermedad
fatal.
Con
solo
tres
días
de
vida,
el
pequeño
hijo
de
Peter
falleció
en
sus
brazos.
El
matrimonio
fue
difícil
después
de
eso.
Ni
Peter
ni
su
esposa
enfrentaron
de
buena
manera
su
pérdida.
Peter
se
guardó
el
dolor
e
intentó
ser
fuerte
por
su
esposa.
Años
después,
tuvieron
otro
hijo
y
después
una
hija.
Peter
nunca
trató
con
su
pérdida,
pero
la
vida
continuó;
encontró
un
buen
trabajo,
compró
una
casa
propia,
la
familia
crecía.
De
afuera,
las
cosas
se
veían
bien.
Ahí
Peter
se
enteró
que
su
esposa
le
había
sido
infiel.
Le
dijo
que
ya
no
lo
amaba
y
le
pidió
el
divorcio.
Perder
a
su
esposa
fue
muy
difícil,
además
le
recordó
la
pérdida
de
su
hijo
una
vez
más.
Todo
fue
demasiado
rápido.
Peter
no
aguantó
más.
Buscó
escaparse
de
la
depresión
a
través
de
la
metanfetaminas,
una
droga
que
le
permitía
vivir
la
ilusión
de
que
su
vida
seguía
completa.
Antes
de
su
divorcio,
Peter
nunca
había
ingerido
drogas,
ni
había
cometido
un
crimen;
solo
tenía
una
infracción
por
estar
sin
el
cinturón
de
seguridad
en
el
auto.
Después
del
divorcio,
todo
se
derrumbó
rápidamente,
y
lo
perdió
todo:
su
casa,
su
trabajo
y
la
custodia
de
sus
hijos.
Terminó
en
la
calle
sin
dinero,
esclavizado
a
su
adicción.
EL
AUMENTO
DEL
DOLOR
¿Qué
es
más
doloroso:
vivir
sin
esperanza
o
tenerla
sólo
un
momento
y
que
desaparezca?
Muchas
veces,
esta
es
nuestra
experiencia
en
las
vísperas
de
la
redención.
Ciertamente,
Dios
no
es
un
redentor
variable.
Él
es
fiel.
Pero
si
esperamos
que
la
redención
sea
cómoda,
puede
que
nos
decepcionemos,
cuando,
por
lo
menos
por
un
tiempo,
traiga
aún
más
dolor.
O
puede
que
lleguemos
a
Dios
con
una
vida
dañada
por
el
pecado
y
sentimos
alivio
al
saber
que
Dios
nos
acepta
en
Cristo
tal
como
somos.
Pero
con
el
pasar
del
tiempo,
probablemente
somos
confrontados
con
la
realidad
de
que
algunos
de
los
pecados
de
nuestra
vida
pasada
siguen
siendo
un
problema.
Muchos
cristianos
nuevos
están
tan
desanimados
con
este
tema,
que
se
preguntan
si
realmente
fueron
salvos
o
no.
O
puede
que
después
de
años
de
guardar
un
secreto
doloroso
de
abuso,
el
momento
de
revelarlo
haya
llegado.
Es
el
tiempo
de
decirle
la
verdad
a
Dios
y
a
otros.
Puede
que
haya
tenido
que
recordar
algunas
cosas
dolorosas
o
confrontar
a
alguien
que
le
haya
hecho
daño.
La
batalla
para
decidir
hablar,
es
un
dolor
por
si
solo
e
intensifica
el
dolor
del
abuso
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
original.
Quizá
al
compartir
el
secreto,
las
personas
en
vez
de
consolarle
y
protegerle,
le
han
herido
y
sugerido
que
guarde
silencio
o
quizá
le
culpan
por
traer
problemas
del
pasado.
Puede
que
haya
desarrollado
varias
técnicas
para
enfrentar
lo
que
le
ha
pasado:
autoprotección,
hipersensibilidad,
dramatizando
en
busca
de
la
atención
de
otros,
no
confiar
en
otros
o
depender
demasiado
de
su
afirmación,
buscar
la
venganza,
cerrarse
a
los
demás,
convirtiéndose
en
el
agresor,
o
automedicándose
con
cualquiera,
una
variedad
de
sustancias
o
placeres.
En
resumen,
puede
que
haya
intentando
construir
una
forma
de
vida
para
sobrevivir,
aparte
de
Dios
(Efesios
4.22).
Cuando
Dios
nos
redime,
él
quiere
mostrarnos
que
esta
manera
de
vivir,
que
puede
que
sea
lo
único
que
conocemos,
es
en
verdad
la
muerte.
Él
quiere
que
dejemos
ese
estilo
de
vida.
Pero
dejar
la
forma
de
vida
que
siempre
hemos
tenido,
puede
sentirse
como
la
muerte.
Es
muy
arriesgado.
Puede
que
nos
sienta
peor,
antes
de
que
mejore.
Quizá
para
romper
la
adicción
pase
por
una
confrontación
difícil
de
parte
de
sus
amigos
o
que
su
cónyuge
se
entere
de
su
aventura
o
de
su
adicción
a
la
pornografía.
Quizá
se
delató
solo,
pero
no
se
dio
cuenta
de
cuan
difícil
sería
decir
la
verdad
y
cambiar.
Este
dolor
reciente
aumenta
el
dolor
que
ya
tenía
y
trae
más
tentación.
Las
cadenas
del
pecado
no
se
sueltan
rápidamente.
Es
probable
que
su
pecado
se
haya
convertido
en
una
especie
de
refugio,
algún
tipo
de
consolación.
Pero
este
consuelo
fue
simplemente
una
ilusión
y
ahora
está
esclavizado.
Cuando
Dios
nos
rescata
del
pecado,
él
rompe
las
cadenas
de
la
esclavitud
y
nos
guía
hacia
la
libertad.
Pero
la
obediencia
fiel
es
muy
sacrificada;
Dios
nos
llama
a
abandonar
todo
a
lo
que
nos
hemos
aferrado
en
nuestro
pecado
y
sacar
la
ilusión
de
la
consolación
falsa,
lo
puede
ser
muy
doloroso.
Fuimos
atados
en
la
oscuridad
y
Dios
nos
llama
hacia
su
luz.
Esto
se
siente
como
salir
de
una
cueva
oscura
al
sol
del
mediodía:
nuestros
ojos
pueden
doler
al
principio
mientras
que
se
ajustan
a
la
luz.
¿Cómo
podemos
estar
seguros
que
sabemos
como
es
la
redención
si
somos
ciegos?
¡LIBERA
A
MI
PUEBLO
AHORA!
La
gloria
de
los
reyes
de
Egipto,
los
faraones,
se
mostraba
a
través
de
la
arquitectura
colosal
de
las
ciudades
de
Egipto.
Los
muros
de
dieciocho
metros
que
rodeaban
estas
ciudades,
como
las
casas
y
los
edificios
públicos
que
los
habitaban,
estaban
hechos
de
ladrillos.
La
pirámide
de
un
faraón
requería,
aproximadamente
de
24,5
millones
de
ladrillos.
El
hábil
fabricante
de
ladrillos
trabajaba
lo
más
rápido
posible;
podía
hacer
hasta
tres
mil
ladrillos
en
un
día,
pero
casi
nunca
llegaba
a
su
meta.
A
su
lado,
un
supervisor
le
amenazaba
con
una
vara
para
que
no
fuese
inactivo.
Un
escrito
egipcia
describe
al
fabricante
de
ladrillos.
“Él
esta
más
sucio
que
las
vides
y
que
los
cerdos
por
estar
en
el
barro.
Sus
vestiduras
están
rígidas
por
la
greda,
su
cinturón
de
cuero
se
desgasta.
Está
miserable,
al
viento.
Su
cuerpo
le
duele
por
estar
afuera
en
el
viento.
Sus
brazos
se
destruyen
con
el
trabajo
manual.
Come
el
pan
que
él
mismo
cocina
y
se
lava
una
vez
cada
temporada.
Esta
completamente
desgastado.
“
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Las
ciudades
de
Egipto
se
levantaban
para
mostrar
la
fama
de
los
faraones
mientras
que
sus
esclavos
se
hundían
en
la
desesperación
día
tras
día
en
el
barro,
haciendo
ladrillos.
En
la
zarza
ardiente,
Dios
declara
que
él
rescatará
a
su
pueblo,
mandando
a
Moisés
con
su
mensaje
y
señales.
Después
de
luchar
con
Dios
sobre
la
misión,
Moisés
fue
de
mala
gana,
con
su
hermano
Aarón,
para
proclamar
el
mensaje
en
Egipto
y
demostrar
las
señales
milagrosas
de
Dios.
Seguramente
Moisés
se
sorprendió
cuando
el
pueblo
creyó
y
se
postró
para
adorar
(Éxodo
4.29-‐31)
Imagínese
en
el
lugar
de
los
israelitas;
después
de
todos
esos
años
de
esclavitud,
esperando,
contra
todas
las
dificultades
que
Dios
les
liberara
y
por
fin
anunciara
que
el
rescate
era
inminente,
luego
de
todos
esos
años
de
clamar
a
Dios,
él
ha
había
escuchado
y
ha
respondido.
Realmente
Él
el
Dios
de
Abraham
que
había
prometido
rescatar
a
su
pueblo,
y
finalmente
había
llegado.
Fue
la
víspera
de
la
redención
que
anhelaron
todas
sus
vidas.
PETER
CREE
Después
de
entrar
y
salir
de
la
cárcel
por
seis
delitos
durante
dos
años,
la
mayoría
de
la
familia
de
Peter
lo
había
repudiado.
Al
final
solamente
su
hermana
le
mostró
misericordia;
le
dio
comida
y
dinero
para
llegar
a
una
ciudad
donde
podría
conseguir
ayuda.
Llegó
solo
y
y
se
sentó
en
una
banca
del
parque
sin
saber
qué
hacer.
Hubo
un
tiempo
en
su
ciudad
natal
donde
Peter
había
escuchado
que
Dios
salva
hasta
el
peor
de
los
pecadores
y
rescata
a
las
personas
de
los
peores
problemas.
No
tenía
donde
ir.
Así
que
ahí
en
la
banca
del
parque,
clamó
a
Jesús
para
que
lo
rescatara.
Peter
se
movió
de
ahí
para
buscar
refugio
por
el
viento
invernal,
hasta
llegar
a
un
portón,
donde
pasó
la
noche.
Se
despertó
y
se
encontró
con
una
fila
de
personas
paradas
en
la
puerta.
Casualmente
había
dormido
al
frente
de
un
centro
cristiano
y
las
personas
estaban
en
fila
esperando
el
desayuno.
Supo
que
el
centro
ofrecía
un
programa
para
ayudar
a
las
personas
a
dejar
las
adicciones
así
que
él
se
puso
a
la
fila.
Pedro
entró
al
programa
y
su
vida
comenzó
a
cambiar.
EL
FARAÓN
CONTRAATACA
Luego
de
proclamar
las
buenas
nuevas
del
rescate
al
pueblo
de
Dios,
Moisés
y
Aarón
llevaron
un
mensaje
a
Faraón
diciendo,
Así
dice
el
Señor,
Dios
de
Israel:
Deja
ir
a
mi
pueblo
para
que
celebre
en
el
desierto
una
fiesta
en
mi
honor.
(Éxodo
5:1)
No
menospreciemos
la
gravedad
de
esta
confrontación.
Faraón
cree
que
él
es
el
dios
de
Egipto,
amo
de
los
hebreos.
Él
decide
cuando
trabajan
y
cuando
descansan.
Él
decide
cuando
comen,
qué
comen
y
si
es
que
comen.
Y
aquí
vienen
Moisés
y
Aarón
haciendo
una
demanda
en
el
nombre
del
Dios
de
los
esclavos.
Faraón
contesta,
—
¿Y
quién
es
el
Señor
—
respondió
el
faraón—
para
que
yo
le
obedezca
y
deje
ir
a
Israel?
¡Ni
conozco
al
Señor,
ni
voy
a
dejar
que
Israel
se
vaya!
(Éxodo
5:2)
Pero
no
solo
se
rehúso
a
dejarlos
ir,
les
hizo
la
vida
más
difícil.
Ofendido
por
la
demanda
de
Moisés,
usó
su
poder
para
afligirlos
con
trabajo
más
desgastador.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Ese
mismo
día
el
faraón
les
ordenó
a
los
capataces
y
a
los
jefes
de
cuadrilla:
Ya
no
le
den
paja
a
los
esclavos
para
hacer
ladrillos.
¡Que
vayan
ellos
mismos
a
recogerla!
Pero
sigan
exigiéndoles
la
misma
cantidad
de
ladrillos
que
han
estado
haciendo.
¡No
les
reduzcan
la
cuota!
Son
unos
holgazanes,
y
por
eso
me
ruegan:
Déjanos
ir
a
ofrecerle
sacrificios
a
nuestro
Dios.
Impónganles
tareas
más
pesadas.
Manténganlos
ocupados.
Así
no
harán
caso
de
mentiras.
(Éxodo
5:6-‐9)
Faraón
luchó
en
contra
de
ellos
y
los
oprimió
mucho
más.
Escuchen
su
motivo.
No
fue
solamente
sacar
más
productividad
de
los
israelitas,
porque
no
esperó
que
hicieran
más
ladrillos
que
antes,
su
motivo
fue
darles
temor
para
que
no
pudieran
tener
el
tiempo
ni
la
energía
para
pensar
en
la
redención.
Así
que
Faraón
aumentó
sus
labores,
obligándoles
a
recoger
la
paja
(que
es
necesario
para
unir
los
ladrillos
de
barro),
en
vez
de
proveerlo
para
ellos,
persuadiéndoles
que
las
verdades
que
Moisés
les
había
dicho
sobre
su
Dios
eran
mentiras.
Su
propósito
fue
adueñarse
de
ellos
y
mostrarles
su
poder
como
dios
de
Egipto.
EL
BAUTISMO
DE
PETER
Esa
Navidad,
un
grupo
de
una
iglesia
de
la
ciudad
natal
de
Peter
visitó
al
centro
para
cantar
villancicos.
Conmovido
por
como
Dios
ya
había
empezado
a
cambiar
su
vida,
Peter
pidió
al
grupo
regresar
con
ellos
a
su
ciudad
natal
para
bautizarse
en
su
iglesia.
En
esa
iglesia,
con
algunos
hermanos
del
centro
cristiano,
Peter
se
levantó
para
dar
su
testimonio.
Contó
como
Dios
le
había
rescatado
de
una
vida
de
drogadicción
y
dolor.
Fue
un
momento
de
gran
celebración.
Sentado
en
la
congregación
había
un
policía
visitando
la
iglesia
que
sabía
de
una
orden
judicial
de
arresto
contra
Peter.
Peter
estaba
en
la
lista
de
los
más
buscados
del
país
por
el
tráfico
de
drogas
y
sin
saberlo
había
distribuido
drogas
a
un
policía
encubierto
algunos
meses
antes
de
conocer
a
Jesús.
Mientras
Peter
contaba
su
testimonio,
notó
un
oficial
de
la
policía
atrás
de
la
sala.
Después
dos.
Después
diez.
Peter
terminó
su
testimonio
y
fue
bautizado.
Salió
del
agua
confiado
en
su
nueva
vida
en
Cristo
y
fue
en
ese
momento
que
sus
manos
fueron
esposadas,
salió
de
la
iglesia
mojado,
camino
a
la
cárcel.
Al
mirar
para
atrás
por
la
ventana
trasera
del
vehiculo
policial
que
le
llevaba,
Peter
vio
a
sus
hermanos
del
centro
cristiano
llorando
afuera
de
la
iglesia.
UNA
PRUEBA
DE
FE
La
fe
se
trata
de
la
evidencia.
Si
la
evidencia
primordial
de
que
Dios
está
trabajando
se
basa
en
nuestras
circunstancias,
entonces
nuestra
fe
se
verá
afectada
cuando
llegan
las
circunstancias
difíciles
que
no
esperábamos.
La
visión
de
Dios
de
la
redención
no
es
siempre
la
que
imaginábamos.
¿Qué
hacemos
cuando
nuestra
esperanza
se
acaba
y
cuando
nuestra
fe
es
desafiada
por
las
circunstancias?
¿Cómo
nos
sentimos?
¿Clamamos
a
Dios
por
el
rescate?
¿Seguimos
confiando
en
su
promesa
de
redención?
¿O
tranzamos
con
Dios,
avisándole
lo
que
podemos
tolerar
diciendo,
Mientras
sea
así,
yo
te
sigo?
¿Comenzamos
a
buscar
consuelo
y
refugio
en
otro
lugar,
quizá
en
las
mismas
cosas
que
nos
han
esclavizado?
Hebreos
11.1
dice,
Ahora
bien,
la
fe
es
la
convicción
de
lo
que
se
espera,
la
certeza
de
lo
que
no
se
ve.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Se
trata
de
mirar
la
evidencia.
Sopesamos
la
evidencia
del
carácter
de
Dios,
sus
promesas
y
lo
que
ya
ha
hecho,
versus
las
circunstancias
actuales
que
enfrentamos
y
los
temores
de
lo
que
podría
pasar.
Mostrar
nuestra
versión
de
la
redención
a
Dios
y
decirle,
Sálvame
así,
no
necesita
tanta
fe
como
para
decir,
Sé
que
es
bueno.
Sálvame
como
quieras.
Así
que
nos
quedamos
en
una
encrucijada
y
esto
es
nuestra
dificultad:
Dios
es
invisible
mientras
que
las
circunstancias
actuales
nos
enfrentan
y
nuestros
temores
son
evidentes.
UN
JURAMENTO
DE
LEALTAD
Cuando
Moisés
y
Aarón
enfrentaron
a
Faraón,
lo
que
realmente
estaba
pasando
era
un
conflicto
entre
los
dioses.
Faraón
se
enfrentó
con
el
Dios
de
Israel,
competiendo
por
la
lealtad
del
pueblo.
Él
tenía
el
poder
para
hacer
que
su
experiencia
como
esclavos
fuese
insoportable,
imponiendo
condiciones
amenazantes
para
sus
vidas.
O
podría
desistir
y
dejar
que
las
condiciones
de
su
esclavitud
fueran
soportables
de
nuevo.
En
un
sentido,
él
tenía
al
pueblo
de
Dios
como
rehenes
para
intentar
ganar
el
duelo.
No
vemos
la
guerra
cósmica
que
se
pelea
en
los
reinos
invisibles
y
muchas
veces
no
ponemos
atención
a
la
guerra
que
se
pelea
en
nuestros
corazones.
Pero
cuando
damos
un
paso
adelante
en
la
encrucijada
del
asunto,
actuamos
por
fe
de
que
uno
de
estos
dioses
nos
salvará.
Ese
acto
de
fe
es
nuestro
juramento
de
lealtad.
O
ponemos
nuestra
fe
en
el
dios
que
amenaza
con
hacernos
miserables,
pero
temporalmente
nos
ofrece
las
condiciones
de
esclavitud
soportables
o
ponemos
nuestra
fe
en
el
Dios
verdadero
que
nos
promete
libertad
de
por
vida.
¿Creería
Peter
que
Dios
le
daría
redención
aún
estando
camino
a
la
cárcel?
Quizá
podemos
indetificarnos
con
la
historia
de
Peter,
ya
que
nuestro
pecado
ha
traído
consecuencias
difíciles
aún
estando
en
el
camino
de
la
redención.
O
quizá
como
Margie,
se
está
redimiendo
a
pesar
de
lo
atractivo
de
su
adicción.
Uno
se
pregunta,
como
cristiano,
porque
los
hábitos
destructivos
son
tan
difíciles
de
romper.
Margie
creció
en
un
hogar
alcohólico
lleno
de
tensión
y
miedo.
A
la
edad
de
ocho,
mientras
que
su
madre
estaba
distraída
tratando
de
ayudar
a
su
esposo
alcohólico,
Margie
se
quedó
con
una
niñera
que
abusó
de
ella
sexualmente.
Margie
no
dijo
nada,
y
aprendió
a
guardar
secretos
en
un
hogar
donde
su
padre
se
iba
mucho
de
vacaciones
(la
rehabilitación
después
de
varios
arrestos
por
conducir
ebrio).
Cuando
Margie
tenía
solo
doce
años,
encontró
un
video
de
pornografía
explícita,
en
la
cocina.
Sola
en
la
casa,
lo
vio
durante
horas.
Estaba
curiosa,
confundida,
excitada
y
adicta.
Después
de
ser
mayor
de
edad,
tuvo
acceso
a
miles
de
videos
y
entró
en
un
mundo
de
fantasía.
Marta
estaba
deprimida,
sola
y
constantemente
preocupada,
las
imágenes
estaban
grabadas
en
su
mente,
algunos
recordándole
lo
que
había
hecho
la
niñera.
Pero
no
pudo
resistir
el
consuelo
que
sentía,
cuando
se
escapada
a
la
fantasía,
de
la
batalla
en
que
se
estaba
transformando
su
vida.
En
la
secundaria,
Marta
conoció
a
un
muchacho
cristiano
que
la
llevó
al
grupo
de
jóvenes
de
la
iglesia.
Eventualmente,
llegó
a
tener
fe
en
Jesús.
¡Jesús
la
salvó!
Pero
algo
que
no
cambió
fue
la
obsesión
destructiva
por
la
pornografía.
Como
cristiana,
pensó
que
el
caos
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
en
la
casa
terminaría
y
que
las
muchas
imágenes
explicitas
que
tenía
en
su
cabeza
se
irían.
Pero
de
alguna
manera
su
dolor
aumentó
mientras
que
luchaba
para
resistir
sus
impulsos.
Sabía
lo
que
la
Biblia
decía
sobre
resistir
la
tentación
(1
de
Corintios
10:13,
pero
la
única
manera
que
ella
conocía
para
escaparse
del
dolor
de
la
tentación
era
sucumbir
a
la
pornografía.)
LOS
ISRAELITAS
RECLAMAN
Cuando
Faraón
les
quito
la
paja
para
sus
ladrillos,
lo
que
ya
era
trabajo
difícil
se
convirtió
en
un
trabajo
insoportable.
Esto
llevó
la
poca
fe
que
les
quedaba
al
límite
y
comenzaron
a
desesperarse.
Al
principio,
creyeron.
Cuando
vieron
las
señales
de
Moisés
y
Aarón,
su
esperanza
revivió.
Pero
Faraón
la
aplastó.
Lo
único
que
veían
ahora
eran
los
azotes
inevitables
que
llegaban
a
sus
familiares
por
no
poder
cumplir
sus
metas
del
trabajo.
El
plan
de
Faraón
estaba
funcionado.
Los
israelitas
ya
no
estaban
pensando
en
el
rescate.
Estaban
preocupados
por
solo
sobrevivir.
Los
supervisores
clamaron
a
Faraón
por
misericordia,
pero
Faraón
les
negó
su
petición.
(Éxodo
5.15).
Así
que
reclamaron
a
Moisés
y
Aarón,
culpándoles
por
sus
condiciones
laborales.
Al
momento
de
encontrarse
con
Moisés
y
Aarón,
que
los
estaban
esperando
a
la
salida,
les
dijeron:
¡Que
el
Señor
los
examine
y
los
juzgue!
¡Por
culpa
de
ustedes
somos
unos
apestados
ante
el
faraón
y
sus
siervos!
¡Ustedes
mismos
les
han
puesto
la
espada
en
la
mano,
para
que
nos
maten!
(Éxodo
5.20-‐21)
Detrás
de
su
rencor
hacía
Moisés
y
Aarón
estaba
su
resentimiento
hacía
Dios
por
llevarles
a
condiciones
peores.
Cuando
se
enfrentaba
con
el
dilema
entre
confiar
en
Dios
por
su
libertad
o
buscar
alivio
en
Faraón,
eligieron
a
Faraón.
Simplemente
esperaban
no
estorbar
a
los
egipcios
para
que
algo
de
su
sufrimiento
fuese
aliviado.
¿Se
habían
olvidado
de
la
esclavitud
despiadada
que
les
había
llevado
a
clamar
por
la
salvación?
¿Qué
era
la
esclavitud
normal
que
esperaban
tener
de
vuelta?
La
verdad
es
que
no
había
una
coexistencia
pacífica
disponible
para
ellos
en
Egipto.
No
fue
porque
Moisés
había
empeorado
las
cosas
hablando
con
Faraón,
sino
porque
el
corazón
de
Faraón
era
malo
y
terco.
Él
quería
el
mal
para
ellos
y
gloria
para
sí
mismo.
Pero
en
las
mentes
de
los
israelitas
fue
como
si
Dios
les
hubiese
traído
el
mal
y
Faraón
era
el
que
podía
aliviarlos
si
ellos
intentaban
agradarle.
Dios
se
había
convertido
en
el
enemigo
y
Faraón
en
el
aliado.
Aún
Moisés
tenía
problemas.
Esto
fue
su
peor
pesadilla.
En
la
zarza
ardiente
tuvo
el
temor
de
que
Faraón
no
respondiese
y
que
el
pueblo
no
le
creería.
(Éxodo
4.1-‐17)
Así
que
Moisés
clamó
a
Dios
en
su
angustia.
Moisés
se
volvió
al
Señor
y
le
dijo:
—¡Ay,
Señor!
¿Por
qué
tratas
tan
mal
a
este
pueblo?
¿Para
esto
me
enviaste?
Desde
que
me
presenté
ante
el
faraón
y
le
hablé
en
tu
nombre,
no
ha
hecho
más
que
maltratar
a
este
pueblo,
que
es
tu
pueblo.
¡Y
tú
no
has
hecho
nada
para
librarlo!
(Éxodo
5.22-‐23)
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Los
comentadores
discuten
si
Moisés
clamaba
a
Dios
con
fe
o
si
empezó
a
dudar
con
el
resto
del
pueblo
en
este
pasaje.
Parece
confundido
y
conmovido.
Pero
mientras
que
dirigía
su
clamor
a
Dios,
llamándole
ADONAI
o
SEÑOR,
reconociendo
que
Dios
es
él
que
finalmente
controla
todo
lo
que
pasa.
Aún
estando
alterado,
Moisés
dirigió
su
clamor
al
Señor
indicado,
al
único
Dios
quien
salva
a
su
pueblo.
Por
supuesto,
Dios
no
se
sorprendió
por
esto.
Él
sabía
lo
que
iba
a
pasar
y
le
había
dicho
a
Moisés
en
la
zarza
ardiente
que
Faraón
no
dejaría
que
el
pueblo
saliera
de
Egipto
a
menos
que
él
cambiara
su
corazón.
(Éxodo
3.19)
El
corazón
endurecido
de
Faraón
no
podía
cambiar
los
planes
de
Dios.
Tampoco
lo
haría
la
falta
de
fe
del
pueblo.
A
pesar
de
su
incredulidad,
Dios
no
les
abandonaría.
Dios
respondió
el
clamor
de
Moisés
ordenándole
que
le
recordara
al
pueblo
quien
era
Él
y
lo
que
él
había
prometido
hacer.
Moisés
no
propuso
un
nuevo
plan
o
menos
doloroso
y
no
pidió
disculpas
por
como
las
cosas
habían
empeorado.
En
cambio,
les
reafirmó
con
las
mismas
palabras
que
les
había
dicho
al
principio.
Su
mensaje
no
había
cambiado.
Él
es
fiel
a
su
palabra
hasta
cuando
su
pueblo
es
infiel
(2ª
de
Timoteo
2.
13)
Dios
les
libertaría.
Yo
soy
el
Señor...
Voy
a
librarlos
de
su
esclavitud;
voy
a
liberarlos...
Haré
de
ustedes
mi
pueblo;
y
yo
seré
su
Dios.
Así
sabrán
que
yo
soy
el
Señor
su
Dios...
(Éxodo
6.2-‐8)
Moisés
llevó
estas
palabras
al
pueblo
pero
el
pueblo
por
su
espíritu
quebrantado
y
la
dura
esclavitud
que
sobrellevaban,
no
escuchó
a
Moisés
(Éxodo
6.9)
Sus
corazones
dañados
resistían
la
esperanza.
CLAMAR
A
DIOS
CON
FE
Clamar
con
fe
significa
una
honestidad
brutal
con
Dios
sobre
el
sufrimiento
que
padecemos,
aún
confiando
en
él.
Moisés
nos
muestra
un
poco
de
esto
en
su
oración,
pero
el
clamor
de
Jesús
en
la
cruz
estaba
lleno
de
aún
más
dolor
y
más
fe.
Dios
mío,
Dios
mío,
¿por
qué
me
has
desamparado?
(Mateo
27.46)
La
expresión
de
angustia
de
Jesús
fue
franca,
sincera
y
acorde
a
sus
circunstancias
fatales.
Mirando
la
frase
por
primera
vez,
no
pareciera
un
clamor
lleno
de
fe.
Observemos
más
allá.
En
su
clamor,
Jesús
citó
el
Salmo
22.
Pero
no
simplemente
citaba
el
salmo,
él
lo
estaba
viviendo.
Dios
mío,
Dios
mío,
¿por
qué
me
has
abandonado?
Lejos
estás
para
salvarme,
lejos
de
mis
palabras
de
lamento.
Dios
mío,
clamo
de
día
y
no
me
respondes;
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Hay
sentimientos
de
abandono,
gemidos
y
lamentaciones
día
tras
días.
Pero
no
termina
sólo
con
esta
brutal
honestidad,
continúa
a
proclamando
quien
es
Dios
y
quien
necesita
el
salmista,
que
Dios
sea
en
ese
momento.
Él
es
santo
y
está
en
su
trono.
¡Él
es
confiable
y
los
que
confían
en
él,
a
pesar
de
las
circunstancias
difíciles
son
rescatados!
Vivir
este
salmo
como
lo
hizo
Jesús
es
clamar
con
la
angustia
del
corazón
a
Dios
y
aferrarse
a
su
promesa
de
rescate.
Jesús
clamó
desoladamente
mientras
bebió
la
misma
copa
de
la
ira
de
Dios
que
pidió
que
se
le
quitara
en
el
jardín
de
Getsemaní.
(Lucas
22.42)
El
hecho
es
que
se
encontraba
en
la
peor
situación
posible,
¡la
situación
que
él
había
pedido
evitar!
y
aún
así
no
se
desanimó.
Es
escandaloso
pensar
que
Jesús
siguió
confiando
en
el
Dios
que
le
había
permitido
tanto
sufrimiento.
De
hecho,
los
líderes
religiosos
que
observaban
a
Jesús
en
la
cruz
estaban
tan
escandalizados
por
esto
que
se
burlaron
de
la
fe
de
Jesús.
“Él
confía
en
Dios;
pues
que
lo
libre
Dios
ahora,
si
de
veras
le
quiere.
¿Acaso
no
dijo:
Yo
soy
el
Hijo
de
Dios?
(Mateo
27.43)
Se
burlaban,
porque
como
usted
y
como
yo,
medían
la
confiabilidad
de
Dios
por
las
circunstancias
actuales.
El
razonamiento
es
así:
si
Dios
es
confiable,
y
Jesús
confía
en
él
entonces
Jesús
no
estaría
colgado
en
la
cruz
vergonzosamente,
debe
ser
entonces
que
Dios
no
es
confiable
o
que
a
Jesús
le
falta
fe.
Nosotros
también
llegamos
a
estas
conclusiones.
Nosotros,
como
los
israelitas
quebrados
en
espíritu,
encontramos
casi
imposible
seguir
confiando
en
Dios
mientras
que
las
circunstancias
empeoran.
Esto
no
sigue
mi
imagen
de
la
redención.
Somos
tentados
a
creer
que
Dios
nos
ha
abandonado
y
que
toda
la
esperanza
está
perdida.
O
algún
cristiano
ignorante
nos
dice
que
si
tuviésemos
más
fe,
si
aprendiésemos
la
lección,
el
dolor
terminaría.
Pero
Jesús
experimentó
aun
más
dolor
de
lo
que
usted
y
yo
conocemos.
Nosotros
podemos
temer
a
lo
peor,
ser
abandonados
por
Dios,
pero
Jesús
lo
experimentó
y
aun
así,
no
dejó
de
creer.
¿La
oración
de
fe
de
Jesús
arregló
sus
circunstancias?
No.
Él
dijo
estas
palabras
en
desesperación
al
enfrentar
la
muerte
y
después
murió.
¿Cómo
podía
mantener
la
esperanza
de
un
rescate
cuando
su
muerte
era
inminente?
Jesús
conocía
el
resto
de
los
Salmos,
incluyendo
Salmos
16:10,
que
dice
No
dejarás
que
mi
vida
termine
en
el
sepulcro;
no
permitirás
que
sufra
corrupción
tu
siervo
fiel,
que
es
la
promesa
de
la
resurrección.
Sí,
Jesús
iba
a
morir,
pero
también
volvería
a
vivir.
Porque
Jesús
enfrentó
lo
peor
con
fe,
usted
y
yo
nunca
lo
tendremos
que
hacer.
Nosotros
podemos
aferrarnos
a
estas
mismas
promesas.
Podemos
enfrentar
la
muerte
certera
emocionalmente,
espiritualmente,
y
hasta
fisicamente,
sabiendo
que
no
seremos
avergonzados.
De
alguna
manera
u
otra
Dios
nos
rescatará.
Como
Jesús,
nuestra
esperanza
en
Dios
debe
extenderse
más
allá
de
desear
un
alivio
al
sufrimiento
presente
a
un
alivio
completo
y
final.
Mientras
que
no
es
malo
pedirle
a
Dios
que
cambie
nuestras
circunstancias,
nuestra
esperanza
debe
permanecer
en
Él,
aun
si
las
circunstancias
no
cambian.
Aun
mientras
clamamos
a
Él,
Él
se
convierte
en
nuestro
refugio,
un
lugar
de
descanso
seguro
y
cómodo.
A
este
lado
del
cielo,
no
experimentaremos
la
comodidad
y
el
refugio
completo,
aún
habrá
dolor
y
peligro.
Pero
mientras
que
nosotros
seguimos
esperando
en
las
promesas
de
Dios
para
nuestro
refugio
final,
podemos
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
conocerle
a
Él
como
nuestro
refugio
ahora.
Aun
si
morimos,
mantenemos
esta
esperanza
como
lo
hizo
Jesús,
que
podemos
estar
seguros
de
la
resurrección.
II
Timoteo
2:11-‐13.
¿Y
qué
pasa
si
su
angustia
proviene
de
la
esclavitud
de
la
adicción?
Aquí
también
la
situación
puede
empeorar
antes
de
mejorar,
pero
esto
no
significa
que
Dios
esté
ausente.
Significa
que
Él
está
batallando
contra
los
dioses
que
le
han
esclavizado.
Significa
que
las
cadenas
de
la
esclavitud
que
le
han
amarrado
por
tanto
tiempo
no
pueden
salir
sin
hacer
un
poco
de
daño.
Sus
amos
no
son
sólo
externos
en
las
tentaciones
del
mundo.
También
están
adentro
de
usted,
las
tentaciones
que
hemos
permitido,
se
unen
con
nuestros
deseos
pecaminosos.
Debemos
clamar
a
Dios
con
fe
para
un
rescate.
Pero
de
igual
manera
como
hemos
sido
sinceros
sobre
la
angustia,
debemos
ser
sinceros
también
con
el
pecado.
Debemos
reconocer
que
estamos
en
medio
de
una
guerra.
Debemos
esperar
la
muerte
y
el
dolor
en
el
proceso,
ya
que
debemos
darle
muerte
al
pecado
por
medio
del
Espíritu
(Rom.
8:13).
Y
al
mismo
tiempo
debemos
esperar
una
nueva
vida,
porque
los
que
mueran
con
Cristo,
también
resucitarán
con
Él.
(Rom.
6:8).
Esto
significa
que
nuestra
redención
es
tan
certera
como
nuestra
resurrección.
LECTURA
BIBLICA
• Éxodo
4:29-‐6:9
• Salmo
22
PARA
REFLEXIONAR
Y
DISCUTIR
1)
Póngase
en
el
lugar
de
los
israelitas
cuando
supieron
que
Dios
los
iba
a
rescatar
(Éxodo
4:30).
¿Cómo
se
hubiese
sentido
usted
en
ese
momento?
¿Qué
pensamientos
o
preguntas
hubiese
tenido?
2)
¿Cuál
es
la
idea
de
Redendión
de
parte
de
Dios
que
usted
espera?
3)
¿Sobre
qué
se
ha
puesto
cínico
en
la
vida
(pesimista
o
desconfiado)?
4)
¿Dónde
en
su
vida
experimenta
el
desánimo
(una
pérdida
completa
de
la
esperanza)?
5)
Cuando
siente
que
quiere
rendirse,
¿cuáles
son
sus
actitudes?
6)
Dios
escuchó
el
clamor
de
su
pueblo
para
ayudarles.
(Éxodo
2:23).
Cuando
Faraón
se
vengó,
ellos
clamaron
a
Faraón
(5:15).
Con
enojo
y
desesperación,
reclamaron
en
contra
de
Moisés
y
Aarón
(5:21).
Entonces
Moisés
clamó
a
Dios
(5:22-‐23).
¿Cómo
clama
usted
y
a
quién
clama?
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
3.
LA
PASCUA:
EN
NUESTRO
PEOR
MOMENTO,
DIOS
NOS
DA
LO
MEJOR.
Christine
crecío
sola.
Sus
hermanos
eran
mucho
mayores
que
ella
y
se
habían
ido
de
la
casa
antes
de
que
ella
tuviera
seis
años
de
edad.
Sus
padres
trabajaban
tiempo
completo
y
muchas
veces
no
estaban
en
casa.
Cuando
Christine
apenas
llegaba
a
conocer
a
sus
compañeros
de
clase,
su
familia
se
mudaba
a
un
lugar
distinto.
Vivió
en
siete
estados
diferentes
mientras
cursaba
la
escuela
secundaria.
Christine
extrañaba
a
sus
padres
y
quería
que
su
madre
estuviera
en
casa
con
ella.
Pero
su
madre
era
impredecible.
Luchaba
contra
la
depresión
y
cuando
estaba
muy
desanimada,
le
decía
cosas
terribles
a
Christine
y
a
sus
hermanos.
Una
vez
el
hermano
de
Christine,
Jack,
cerró
una
cajonera
de
mala
forma.
Su
madre
se
enojó
con
Christine.
Christine
dijo,
fue
culpa
de
Jack.
Su
madre
respondió,
No
me
importa.
Si
haces
esto
de
nuevo,
los
mandaré
a
los
dos
a
un
orfanato.
Christine
se
confundía
aún
más
cuando
su
madre,
después
de
amenazarla,
le
decía,
Cariño,
te
amo.
Eres
mi
razón
para
vivir.
A
través
de
los
años,
la
confusión
de
Christine
se
convirtió
en
odio,
sospecha
y
repulsión
hacía
a
su
madre.
¿Cómo
podía
creer
que
su
madre
le
amaba?
Cuando
Christine
tenía
siete
años,
su
padre
y
sus
hermanos
le
empezaron
a
mostrar
pornografía
moderadamente
violenta.
Empezó
a
tener
pesadillas
que
se
convirtieron
en
fantasías
de
violación.
A
la
edad
de
seis
años,
Christine
encontró
un
escondite
de
su
hermano,
con
alcohol
y
marihuana.
Descubrió
que
con
estas
drogas,
podía
sentir
algo
de
alivio
a
su
dolor,
soledad,
rechazo
y
confusión
emocional
y
sexual.
Para
los
doce
años
de
edad,
era
totalmente
drogadicta.
También
a
los
doce
años,
Christine
encontró
una
nueva
forma
de
enfrentar
su
dolor;
cortarse.
Pasaba
noches
enteras,
desvelándose
en
su
pieza
llorando
y
cortando
sus
brazos
y
pecho.
Una
vez
se
escribió
con
un
cuchillo
en
el
brazo
la
frase
“sin
amor”.
A
veces
lloraba
afuera
de
la
pieza
de
sus
padres,
esperando
que
ellos
la
escucharan
y
vinieran
a
consolarla,
pero
nadie
venía
a
verla.
A
los
quince
años
de
edad,
Christine
había
perdida
toda
esperanza
y
cayó
en
una
depresión
clínica
severa;
estuvo
en
cama
por
casi
seis
meses
con
licencia
medica,
sin
poder
asistir
a
clases,
recibiendo
tratamiento
medico
y
psiquiátrico.
Podía
pasar
una
semana
sin
comer,
sin
lavarse
los
dientes,
sin
bañarse,
y
sin
vestirse.
En
medio
de
tal
depresión,
Christine
abandonó
su
casa
para
vivir
en
la
calle,
siguiendo
adicta
a
las
drodas.
A
los
diez
y
seis
años,
Christine
ya
era
una
vagabunda.
LA
TENSIÓN
AUMENTA
MIENTRAS
FARAÓN
SE
NIEGA
A
LIBERTAR
A
LOS
ISRAELITAS.
La
desesperación
de
Christine
se
parece
a
la
de
los
israelitas:
quebrantados
en
espíritu
y
sin
esperanza.
(Véase
Éxodo
6:9).
La
esperanza
que
vino
a
los
israelitas
cuando
Moisés
llegó
a
Egipto
con
el
mensaje
de
salvación
de
Dios
fue
apagado
por
la
venganza
de
Faraón
y
como
resultado,
los
israelitas
querían
someterse
ante
la
opresión.
(5:21).
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Menos
mal
que
la
promesa
de
Dios
para
salvar
a
Su
pueblo
nunca
dependía
de
la
fuerza
de
ellos,
sino
de
Él.
Dios
empezó
a
trabajar
en
Egipto.
Le
confirmó
a
Moisés
sus
planes
y
le
mandó
de
vuelta
a
Faraón
para
mostrar
las
señales
de
su
soberanía
(Éxodo
7:1-‐
5).
Por
su
mano
majestuosa,
Dios
aplastó
el
reino
de
Faraón
y
con
el
mismo
poder,
sacó
a
su
pueblo
en
libertad
(vv.
4-‐5;
cf
3:19-‐20;
32:11).
Faraón
se
mostró
como
un
dios
sobre
el
pueblo,
pero
a
través
de
las
plagas,
el
Dios
verdadero
y
vivo
demostró
que
solamente
Él
es
Dios,
y
dueño
de
la
creación
para
deshacer
la
imagen
de
Faraón.
Cada
plaga
representó
el
juicio
de
Dios
en
contra
de
uno
de
los
dioses
falsos
de
Egipto
(Éxodo
12:12;
Números
33:4).
Por
ejemplo,
los
egipcios
adoraban
al
Río
Nilo
como
un
dios
llamado
Hapi
y
creían
que
era
la
fuente
de
toda
la
vida
en
Egipto.
Cuando
Dios
convirtió
el
rio
en
sangre
con
el
golpe
del
bastón
de
Moisés,
fue
una
declaración
que
la
vida
de
Egipto
no
era
el
río
(véase
Éxodo
7:14-‐25).
Las
plagas
aumentaron
en
intensidad.
El
primer
signo
de
la
soberanía
de
Dios
se
mostró
en
el
Río
Nilo,
pero
en
el
segundo,
las
ranas
salieron
del
rio
e
invadieron
cada
dormitorio,
cocina,
patio
y
campo
en
todo
la
tierra
(Éxodo
8:3,
6,
13).
¿Porque
las
ranas?
Los
egipcios
adoraban
a
la
rana
como
el
dador
de
la
vida.
Dios
se
burló
de
los
ídolos
de
Egipto,
los
mismos
dioses
que
ellos
adoraban,
y
los
convirtió
en
las
plagas
en
contra
de
ellos.
Después
de
la
segunda
plaga,
el
mensaje
era
claro:
Dios,
no
Faraón,
era
soberano
sobre
su
pueblo
y
sobre
Egipto,
pero
el
corazón
de
Faraón
se
endureció
más
y
más
con
cada
plaga
y
no
dejó
que
el
pueblo
se
fuera.
Así
que
las
plagas
fueron
aumentando:
mosquitos,
tábanos,
la
muerte
del
ganado,
úlceras,
granizo,
langostas,
y
tinieblas.
Cada
vez
Faraón
tuvo
la
oportunidad
de
soltar
el
pueblo
de
Dios
y
ver
el
final
de
las
plagas,
pero
a
pesar
de
sufrimiento
inmenso
en
Egipto,
él
se
negó
como
necio.
Cada
plaga
fue
poniéndose
peor,
hasta
llegar
a
la
última
y
devastadora
plaga
contra
los
primogénitos.
Moisés
anunció,
Así
dice
el
SEÑOR,
hacía
la
medianoche
pasaré
por
todo
Egipto
y
todo
primogénito
egipcio
morirá:
desde
el
primogénito
de
Faraón
que
ahora
ocupa
el
trono
hasta
el
primogénito
de
la
esclava
que
trabaja
en
el
molino,
lo
mismo
que
todo
primogénito
del
ganado.
En
todo
Egipto
habrá
grandes
lamentos,
como
no
los
ha
habido
ni
volverá
a
haberlos
(Éxodo
11:4-‐6).
La
plaga
final,
más
que
cualquier
otra,
llegó
al
fondo
de
la
adoración
idólatra
de
Faraón.
Él
se
veía
como
un
dios,
amo
sobre
todos
los
otros
dioses
en
Egipto
y
él
veía
a
su
primogénito
como
el
próximo
dios
encarnado.
Fue
como
si
a
través
de
las
primeras
plagas,
Faraón
estaba
dispuesto
a
sufrir
las
pérdidas
que
venían
con
la
destrucción
de
todos
los
otros
dioses,
con
tal
de
que
su
dios
más
preciado
se
mantuviera
intacto.
Pero
Dios
había
prometido
vencer
la
resistencia
de
Faraón
con
su
mano
poderosa
y
la
última
plaga
sería
lo
más
devastadora
(Éxodo
3:19).
CHRISTINE,
LA
HIJA
PRÓDIGA
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Era
muy
difícil
en
la
calle
para
Christine,
pero
esto
fue
la
manera
que
había
elegido
vivir,
buscando
las
drogas
y
el
afecto
de
los
hombres.
Al
principio,
robaba
para
obtener
el
dinero
para
drogarse.
Poco
después,
cayó
víctima
de
un
depredador
sexual
que
andaba
en
las
calles,
buscando
aprovecharse
de
adolescentes
vulnerables,
sin
hogar.
Después
de
la
primera
violación,
Christine
se
sentía
usada,
entonces
pensó
¿Cuál
es
la
diferencia?
Ya
estoy
dañada.
Así
que
empezó
a
vender
su
cuerpo.
Algunas
veces
no
se
trataba
de
dinero,
era
por
los
hombres.
Si
ella
pensaba
que
había
una
posibilidad,
aun
pequeña,
de
amor,
no
cobraba
nada.
Eventualmente,
Christine
encontró
su
primer
novio
verdadero.
Por
fin
había
un
hombre
que
la
rescataría
de
su
soledad.
Juntos,
vivieron
en
las
calles
por
un
año
y
medio,
viviendo
vidas
de
crimen,
drogas,
y
prostitución.
Después
de
un
tiempo,
el
novio
de
Christine
la
empezó
a
abusar
física,
verbal
y
emocionalmente,
y
no,
a
él
no
le
importaba
que
ella
estuviera
en
peligro.
Pero
Christine
le
toleraba
todo,
porque
él
era
su
salvador.
Después,
Christine
quedó
embarazada.
Las
calles
no
eran
el
lugar
indicado
para
un
bebé
y
ella
tenía
tan
solo
diez
y
siete
años
de
edad,
así
que,
decidió
abortar.
Necesitaba
un
lugar
seguro
para
recuperarse
y
sus
padres
felizmente
la
acogieron
en
su
hogar.
Ellos
esperaban
que
se
quedara,
se
recuperara
del
aborto,
y
que
saliera
de
las
drogas.
Y
ahora,
Christine
quería
recuperarse,
cambiar
de
vida.
Había
estado
en
muchos
grupos
de
recuperación
para
adictos
antes,
pero
su
participación
siempre
había
sido
mediocre
y
sin
ánimo,
como
si
ella
esperara
llegar
a
lo
más
bajo
antes
de
tomarlo
en
serio.
Pero
ahora,
el
aborto.
He
tocado
fondo.
Seguramente
me
mejoraré
ahora.
Pensó.
Christine
se
había
puesto
de
acuerdo
en
volver
a
casa
bajo
una
condición:
que
ella
volvería
con
su
novio,
su
salvador.
Así
que,
lo
que
empezó
como
un
lugar
de
refugio
se
convirtió
en
un
lugar
de
violencia
intrafamiliar,
siguió
usando
drogas,
porque
su
novio
las
traía
a
casa.
Como
el
rehúso
de
Faraón
a
someterse,
el
pecado
de
Christine
le
costó
muy
caro
y
la
dejó
devastada.
Por
sus
propias
decisiones,
ella
también
perdió
su
primogénito.
DIOS
HACE
UNA
DISTINCIÓN
En
algunas
de
las
plagas,
Dios
castigó
sólo
a
los
egipcios,
no
a
los
israelitas.
Por
ejemplo,
en
la
quinta
plaga,
solamente
el
ganado
de
los
egipcios
murió,
pero
el
ganado
de
los
israelitas
vivió
(Éxodo
9:3-‐4).
Esto
fue
parte
de
la
demostración
de
Dios
de
Su
soberanía
a
Faraón
y
a
todo
Egipto.
Las
plagas
no
fueron
solo
accidentes
o
desastres
naturales
al
azar,
fueron
juicios
selectivos
e
intencionales
en
contra
de
Egipto
por
el
Dios
Creador
del
universo.
En
la
última
plaga,
la
muerte
del
primogénito
de
Egipto,
era
diferente.
La
sentencia
de
muerte
estaba
puesta
sobre
cada
hogar
en
Egipto,
cada
hogar
que
adoraban
los
dioses
de
Egipto,
incluyendo
los
hogares
de
los
israelitas.
Pero
de
alguna
manera,
Dios
aun
haría
una
distinción
entre
Egipto
e
Israel
(Éxodo
11:7).
Nuestra
reacción
natural
es
decir,
Por
su
puesto
que
Dios
haría
una
distinción.
Los
israelitas
eran
los
buenos
y
los
egipcios
eran
los
malos.
Dios
ama
a
su
pueblo
y
odia
a
quienes
lo
oprimen.
Tendemos
a
identificarnos
con
los
israelitas
mientras
que
apuntamos
nuestros
dedos
a
otras
personas
que
consideramos
faraónes
y
amos
de
esclavos,
las
personas
verdaderamente
malas.
Pero
esto
es
donde
vemos
que
el
sufrimiento
(el
enfoque
de
los
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
últimos
capítulos
del
libro)
está
contaminado
por
el
pecado.
La
persona
que
sufre
también
es
pecador.
Los
israelitas
sufrían
una
esclavitud
terrible
en
Egipto,
pero
ellos
también
servían
a
sus
dioses.
Sabemos
esto
por
la
manera
en
que
la
biblia
muestra
su
tiempo
en
Egipto.
Cuarenta
años
después,
mientras
que
José
preparaba
la
próxima
generación
de
israelitas
para
entrar
en
la
Tierra
Prometida,
él
los
instó
diciéndoles:
desháganse
de
los
dioses
que
sus
antepasados
adoraron
al
otro
lado
del
Rio
Eúfrates
y
en
Egipto,
y
sirvan
solo
al
Señor.
Mucho
después
en
la
historia
de
Israel,
el
profeta
Ezequiel
miraba
a
los
días
de
Israel
en
Egipto
y
los
regañó
por
su
adoración
idólatra.
Ezequiel
utiliza
las
imágenes
sexuales
más
gráficas
en
toda
la
escritura,
para
ejemplificar
que
Israel
era
una
prostituta,
obsesionada
apasionadamente
por
sus
dioses
falsos
(Ezequiel
20:4-‐10;
23:19-‐21.)
Nadie
en
Egipto
era
inocente
ante
Dios,
ni
siquiera
los
israelitas.
Cada
hogar
podía
perder
su
primogénito,
al
menos
que
Dios
hiciera
una
distinción
entre
ellos.
¿Pero
cómo
Dios
podía
distinguir
entre
los
egipcios
y
los
israelitas
cuando
cada
uno
de
ellos
era
un
idólatra?
Aunque
nos
sorprende,
los
israelitas
merecían
lo
mismo
que
su
opresor,
Faraón.
La
sangre
de
los
primogénitos
se
derramaría.
LA
MISERIA
DE
CHRISTINE
Christine
se
consumía
por
sentimientos
de
baja
autoestima
después
de
tanto
abandono
y
abuso.
Fue
perseguida
por
la
depresión
desde
su
infancia,
y
su
novio
“salvador”
la
había
traicionado;
empezó
a
abusar
de
ella
bajo
el
mismo
techo
de
su
padre.
Todo
este
dolor
fue
aumentado
por
el
sentimiento
de
culpa
de
su
pecado,
las
drogas,
la
prostitución,
el
robo,
la
manipulación,
y
su
amargura
la
hacía
autocompadecerse.
Ella
era
una
confundida
mezcla
de
oprimida
y
pecadora,
el
dolor
de
todo
esto
junto
fue
más
de
lo
que
podría
soportar.
Intentó
a
aumentar
su
autoestima,
amarse
más,
perdonarse
a
sí
misma.
A
veces,
culpaba
a
los
demás
por
su
miseria,
pero
la
presión
aumentaba.
De
hecho,
el
egoísmo
inherente
en
estos
intentos
de
auto-‐rescate
sólo
empeoraba
las
cosas.
Una
palabra
más
de
rechazo
de
su
madre
o
su
novio
abusivo
y
la
colapsaría.
Cortarse
era
el
único
alivio
que
ella
conocía;
así
que
empezó
a
cortarse
más
y
más
profundo
(intentando
sacar
todo
el
dolor).
Pero
su
sangre
pecaminosa
nunca
podría
redimirla,
nunca
podría
aliviar
su
conciencia
culpable,
nunca
podría
satisfacer
la
ira
de
un
Dios
santo
y
nunca
podría
hacer
una
suplica
pura
para
el
rescate
de
Dios.
SANGRE
PURA
Como
Christine,
los
israelitas
en
Egipto
estaban
manchados
con
la
culpa
de
la
adoración
idólatra,
los
mismos
ídolos
que
sus
opresores
adoraban.
Pero
Dios,
abundante
en
amor
por
su
pueblo
y
dispuesto
a
cumplir
su
promesa
para
rescatarlos,
sabía
lo
que
era
necesario
para
libertarlos
de
su
esclavitud,
a
pesar
de
su
pecado.
Él
proveyó
un
sustituto
para
ellos,
un
cordero
de
Pascua
sin
mancha,
cuya
sangre
se
derramaría
en
su
lugar.
Dios
prometió
que
si
los
israelitas
pintaban,
con
la
sangre
de
un
cordero,
el
dintel
de
las
puertas
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
de
sus
casas,
cuando
aquella
noche
arrebatara
las
vidas
de
los
primogénitos
de
todo
Egipto,
les
“pasaría
por
alto”,
seguiría
su
camino,
y
todos
adentro
de
esa
casa
se
salvarían
de
la
ira
merecida.
Esa
misma
noche
pasaré
por
todo
Egipto
y
heriré
de
muerte
a
todos
los
primogénitos,
tanto
de
personas
como
de
animales,
y
ejecutaré
mi
sentencia
contra
todos
los
dioses
de
Egipto.
Yo
soy
el
SEÑOR.
La
sangre
servirá
para
señalar
las
casas
donde
ustedes
se
encuentran,
pues
al
verla
pasaré
de
largo.
Así,
cuando
hiera
yo
de
muerte
a
los
egipcios,
no
los
tocará
a
ustedes
ninguna
plaga
destructora.
(Éxodo
12:12-‐13).
La
sangre
del
cordero
señalaba
la
muerte
que
merecían
los
israelitas,
pero
Dios,
en
su
misericordia,
proveyó
la
sangre
sin
mancha
de
un
cordero
para
estar
en
el
lugar
de
los
primogénitos.
Imagina
esa
medianoche
cuando
el
mensajero
de
muerte
del
Señor
pasara
a
través
de
Egipto
por
la
puerta
de
cada
casa.
Imagina
cuando
llegaba
a
la
primera
casa,
miraba
por
las
ventanas
y
veía
los
dioses
de
Egipto
adentro.
Claramente
era
un
hogar
egipcio
lleno
de
ídolos
e
idólatras,
entraba
y
reclama
la
vida
de
todos
los
primogénitos
en
la
familia.
Sigue
a
la
segunda
casa
y
ve
más
ídolos,
más
primogénitos
mueren.
Después
sigue
a
la
tercera
y
mirando
por
las
ventanas,
logra
ver
los
mismos
ídolos
egipcios…
Pero
cuando
levanta
su
miraba,
logra
ver
la
sangre
del
cordero
en
la
puerta
y
pasa
de
largo.
En
el
hogar
de
Faraón
se
escucha
un
llanto
fuerte,
un
llanto
que
afecta
a
cada
familia
egipcia.
Los
hijos
de
Egipto
habían
muertos.
El
poder
de
Egipto
estaba
vencido.
Faraón
no
solo
cambió
de
parecer,
sino
que
instó
a
los
israelitas
a
salir
de
Egipto
rápidamente
para
que
no
hubiese
más
daño
a
su
familia
(Éxodo
12:31-‐33).
Esta
fue
una
noche
que
el
pueblo
de
Dios
nunca
olvidaría.
La
conmemorarían
cada
año
en
la
Pascua
y
la
fiesta
de
los
panes
sin
levadura,
contando
a
sus
hijos
y
nietos
como
el
Señor
“pasó
por
alto”
sus
pecados
y
los
redimió
de
Egipto
(vv.
43-‐49;
13:3-‐16).
RESCATE:
EL
PRECIO
DE
LA
REDENCION
Dios
no
solo
sacó
a
los
israelitas
de
Egipto.
Se
necesitaba
un
precio
para
pagar
su
libertad,
porque
ellos
merecían
la
ira
de
Dios
de
igual
manera
que
los
egipcios.
Fue
una
redención
costosa.
Peter
Enns
explica
que
el
costo
terrible
de
la
redención
de
Israel
se
muestra
tanto
en
la
muerte
del
primogénito
egipcio,
como
en
la
sangre
del
perfecto
cordero
de
Pascua.
Primero,
el
primogénito
tenía
un
precio.
Los
israelitas
comprendían
que
lo
primero
del
ganado,
el
primogénito
de
la
familia
y
la
primera
cosecha
de
la
tierra
eran
especiales;
pertenecían
a
Dios
como
una
muestra
de
agradecimiento
por
su
generosidad
(véase
Éxodo
13:2.)
El
primogénito
disfrutaba
de
un
estatus
especial
de
santidad
y
valor.
En
nuestra
cultura
hoy
día,
tendemos
a
tener
esperanzas
y
sueños
muy
individualistas:
mis
logros,
mis
metas.
Pero
como
dice
Tim
Keller,
En
los
tiempos
antiguos,
todas
las
esperanzas
y
sueños
de
un
hombre
y
su
familia
quedaban
en
el
primogénito.
Esta
perspectiva
nos
ayuda
a
apreciar
la
magnitud
del
amor
de
Dios
por
Israel
cuando
les
llama
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
su
primogénito.
Israel
era
precioso
para
Él,
especial,
elegido
y
llamado.
También,
aumenta
el
sentido
de
la
tragedia
sobre
la
pérdida
del
primogénito
de
Israel
cuando
anteriormente
Faraón
intentó
matarlos,
tirándolos
en
el
Río
Nilo.
El
costo
de
perder
el
primogénito
era
enorme.
Segundo,
era
costoso
el
cordero
Pascual.
Como
se
demuestra
anteriormente,
los
israelitas
estaban
bajo
la
misma
condenación
que
los
egipcios.
Pero
por
la
provisión
misericordiosa
de
Dios,
la
sangre
de
un
cordero
perfecto
y
precioso
(lo
mejor
que
podían
entregar)
los
salvaría
y
salvaría
las
vidas
de
sus
hijos.
La
vida
de
otro
sería
el
pago,
en
rescate
por
ellos.
Cuando
Jesús
sirvió
a
sus
discípulos
en
la
ultima
cena,
que
era
la
celebración
de
la
Pascua,
él
dijo
coman
y
beban;
porque
esto
es
mi
cuerpo...
beban...
porque
esta
es
mi
sangre
del
pacto,
que
será
derramada
por
muchos
para
el
perdón
de
pecados
(Mateo
26:26-‐28,
cf.
I
Cor.
11:23-‐26).
En
efecto,
él
estaba
diciendo
que
Él
mismo
era
el
cordero
Pascual.
Esto
se
cumplió
en
la
cruz
cuando
su
sangre
manchó
la
madera
y
entregó
su
vida
para
pagar
nuestro
rescate.
Juan
en
su
evangelio
muestra
que
ninguno
de
los
huesos
de
Jesús
fueron
quebrados
(igual
como
los
huesos
del
cordero
Pascual,
no
se
quebraban.)
Estas
cosas
sucedieron
para
que
se
cumpliera
la
escritura
(Juan
19:36;
cf.
Éxodo
12:46;
I
Cor.
5:7).
Pedro
hace
referencia
a
esto,
cuando
declara
que
sólo
la
sangre
de
Jesús
sirve
como
nuestro
rescate.
Como
bien
saben,
ustedes
fueron
rescatados
de
la
vida
absurda
que
heredaron
de
sus
antepasados.
El
precio
de
su
rescate
no
se
pagó
con
cosas
perecederas
como
el
oro
o
la
plata,
sino
con
la
preciosa
sangre
de
Cristo,
como
de
un
cordero
sin
mancha
y
sin
defecto.
(I
Pedro
1:18-‐19).
Hagamos
de
esto,
algo
personal:
El
costo
de
nuestra
redención
fue
terrible.
Nuestro
perdón
costó
la
vida
del
unigénito
de
Dios
Padre,
quien
tiene
más
valor
que
todo
el
dinero
y
oro
del
mundo.
Muchas
veces
despreciamos
este
perdón
tan
costoso.
No
vemos
nuestros
pecados
como
algo
costoso.
No
sentimos
el
peso
que
debiésemos
sentir.
EL
PERDÓN
EN
EN
EL
PEOR,
Y
EN
EL
MEJOR
MOMENTO.
¿Cómo
podemos
recibir
el
regalo
de
Jesús
como
nuestro
Cordero
Pascual?
De
la
misma
manera
que
lo
hicieron
los
israelitas;
Dios
prometió
que
si
ellos
confiaban
en
Él
y
si
pintaban
la
sangre
del
Cordero
Pascual
en
sus
puertas,
les
pasaría
por
alto
sus
pecados.
Esta
fe
no
fue
simplemente
un
sentimiento
ni
una
formalidad;
Dios
les
llamo
a
poner
su
fe
en
acción,
pintar
la
sangre
en
la
puerta,
obedecer.
Por
la
gracia
a
través
de
la
fe
obediente,
ellos
recibieron
la
provisión
de
Dios
para
su
protección:
Les
responderán:
Este
sacrificio
es
la
pascua
del
SEÑOR,
que
en
Egipto
pasó
de
largo
por
las
casas
israelitas.
Hirió
la
muerte
a
los
egipcios,
pero
a
nuestras
familias,
les
salvó
la
vida.
Al
oír
esto,
los
israelitas
se
inclinaron
y
adoraron
al
SEÑOR,
y
fueron
y
cumplieron
al
pie
de
la
letra
lo
que
el
SEÑOR
les
había
ordenado
a
Moisés
y
a
Aarón
(Éxodo
12:27-‐28,
cf.
Efesios
2:8-‐10).
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Como
fue
para
los
israelitas,
es
igual
para
nosotros:
Dios
pasa
por
encima
de
nuestros
pecados
cuando,
sólo
por
la
fe,
recibimos
a
Jesucristo
como
nuestra
redención.
Pues
todos
han
pecado
y
están
privados
de
la
gloria
de
Dios,
pero
por
su
gracia
son
justificados
gratuitamente
mediante
la
redención
que
Cristo
Jesús
efectuó.
Dios
lo
ofreció
como
un
sacrificio
de
expiación,
que
se
recibe
por
la
fe
en
su
sangre,
para
así
demostrar
su
justicia
(Rom.
3:23-‐25).
El
pecado
nos
hace
enemigos
de
Dios
(Rom.
5:10).
¡Enemigos!
No
sólo
tenemos
una
gran
deuda,
seguimos
ofendiendo
a
Dios
con
nuestro
pecado
y
esto
es
verdad
en
nuestro
mejor
y
también
en
nuestro
peor
momento.
Imagine
su
peor
momento
de
culpa
y
vergüenza,
el
recuerdo
que
le
persigue
y
amenaza
con
destruirle.
Mirando
a
ese
pecado,
a
veces
no
podemos
imaginar
como
Dios
podría
perdonarnos.
Pero
fue
por
ese
momento
que
Cristo
murió
por
usted.
En
su
peor
momento
Dios
le
entregó
lo
mejor
de
Él.
Mientras
que
era
aún
pecador,
Cristo
murió
por
usted
(Rom.
5:8).
La
Pascua
nos
enseña
que
ninguna
deuda
de
pecado
es
muy
grande
para
no
poder
perdonarse,
porque
el
sacrificio
precioso
de
Jesús
puede
pagarlo
todo.
Ahora,
imagine
su
mejor
día.
Se
ha
comportado
bien,
ha
cumplido
sus
disciplinas
espirituales,
ha
perdonado
a
las
personas
que
le
han
ofendido,
ha
ayudado
a
los
necesitados
y
ha
llevado
a
los
incrédulos
a
Jesús.
Mirando
a
este
tipo
de
comportamiento,
a
veces
asumimos
que
Dios
nos
perdona,
pensando
Por
su
puesto
que
Dios
me
perdona.
Yo
estoy
en
su
equipo.
Pero
la
Pascua
nos
enseña
que
nosotros
nunca
merecemos
y
nunca
podemos
merecer
el
perdón
de
Dios.
Nuestra
deuda
de
pecado
es
tan
grande
que
nunca
podríamos
pagarle
de
vuelta,
ni
con
mil
años
de
comportamiento
perfecto
(como
si
eso
fuera
posible).
En
su
mejor
día,
cuando
pueda
imaginarse
como
un
amigo
de
Dios,
su
pecado
aún
le
hace
su
enemigo
y
requiere
la
muerte
de
Cristo
para
que
usted
puede
verdaderamente
ser
Su
amigo,
a
pesar
de
su
comportamiento.
Dios
le
muestra
su
amor
con
nosotros
en
que
cuando
éramos
aun
pecadores,
Cristo
murió
por
nosotros.
EL
PEOR
MOMENTO
DE
CHRISTINE
Un
Año
Nuevo
una
tía
de
Christine
le
invitó
a
un
culto
especial
en
la
iglesia
y
Christine
se
comprometió
a
ir.
Ella
hizo
todo
posible
para
parecer
lúcida,
pero
en
verdad
hizo
lo
opuesto
y
llegó
drogada.
En
la
pequeña
iglesia,
el
pastor
preguntó
a
la
congregación
si
alguien
nuevo
estaba
en
esa
tarde.
La
tía
de
Christine
se
paró
a
anunciar
que
estaba
agradecida
que
Christine
estaba
presente.
Sorprendentemente,
el
pastor
le
pidió
a
Christine
que
se
parara
también.
Después
le
preguntó
delante
de
todos,
¿Usted
cree
que
Jesús
es
su
salvador?
Christine
respondió,
Sería
bonito,
pero
no.
Ni
puedo
imaginar
algo
así.
El
pastor
la
desafió
una
vez
más.
Usted
sabe
que
el
misterio
de
lo
que
Dios
ha
hecho
para
usted
en
Cristo
es
inconcebible.
¿Puede
aceptar
que
nunca
logrará
comprenderlo
totalmente?
Con
estas
palabras
en
ese
mismo
momento,
en
medio
de
su
estado
de
inanición,
algo
cambió
para
Christine.
Por
la
primera
vez,
ella
vio
a
Jesús
de
una
forma
nueva.
Se
fue
esa
noche
aún
afectada
por
las
drogas,
pero
con
una
Biblia
en
la
mano.
En
casa,
se
tiró
en
la
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
cama
y
lloró,
abrazando
la
Biblia.
Se
recuperó
de
su
adicción
a
las
drogas,
solo
afirmándose
a
la
Palabra
de
Dios.
Christine
fue
perdonada
por
Dios,
en
su
peor
momento.
LA
LIBERTAD
DE
CHRISTINE
Esto
fue
sólo
era
el
comienzo
para
Christine.
Aún
sufría
mucho
como
antes.
Había
noches
oscuras
donde
deseaba
ser
amada
y
se
sentía
sola.
Aún
habían
palabras
dolorosas
que
le
dolían,
donde
tenía
muchas
heridas
por
el
abuso
y
el
abandono.
En
el
pasado,
se
cortaba
para
aliviarse
durante
esos
momentos.
Pero
¿qué
pasaría
ahora
que
conocía
el
amor
salvador
y
perdonador
de
Dios?
Sabiendo
que
Jesús
había
llevado
un
inmenso
dolor,
incluyendo
el
dolor
de
su
propio
pecado,
podía
confiar
en
Él
para
que
llevara
su
dolor.
No
pasó
a
través
de
las
afirmaciones
vacías
del
egoísmo;
ahora
conocía
el
inmenso
amor
de
Dios.
Ya
no
necesitaba
cortarse
como
manera
de
aliviar
su
culpa
y
vergüenza,
porque
ahora
había
entregado
su
corazón
al
Sanador.
Imaginaba
la
cirugía
de
Dios
en
su
corazón,
una
herida
llena
de
la
infección
del
pecado:
Dios
había
hecho
una
incición
en
su
corazón,
y
limpiaba
la
corrupción,
que
imaginaba
de
un
color
rojo
y
vibrante,
haciéndola
de
nuevo,
sanándola
de
adentro
hacia
afuera.
La
sanidad
de
Christine
comenzó
con
el
perdón
verdadero,
no
sólo
con
las
palabras
vacías
de
una
oración
memorizada.
Quizás
usted
se
pregunte
¿Cómo
el
perdón
podría
traer
tanto
gozo
y
alivio
a
Christine?
Al
principio,
Christine
también
se
sorprendió
de
esto;
siempre
esperaba
que
el
alivio
llegase
encontrando
al
hombre
indicado.
¿Así
que,
qué
es
el
perdón
y
cómo
puede
traer
tanto
gozo?
PERDONADO
POR
DIOS
El
gozo
del
perdón
viene
al
recibir
el
regalo
sin
precio
de
un
Dios
que
inunda
en
amor
a
sus
hijos.
Como
dice
el
teólogo
Miroslav
Volf,
El
corazón
del
perdón
es
la
cancelación
generosa
de
una
deuda
verdadera.
Este
regalo
presupone
una
necesidad
desesperada
en
sí
misma.
Dios
habría
sido
injusto
y
su
gracia
desvalorada
si
hubiese
disminuido
el
pecado
de
Christine
si
le
hubiese
dicho,
Ah,
está
bien.
Intentaste
hacer
lo
mejor
que
pudiste.
Además,
tenías
tanto
dolor
con
la
depresión,
el
abandono,
el
rechazo
y
la
violencia.
Dejemos
esto
en
el
pasado.
No.
Él
nombró
el
pecado
de
Christine;
Él
calculó
su
deuda;
Él
condenó
su
maldad.
Pero
entonces,
su
juez
se
convirtió
en
su
Salvador,
y
Dios
le
entregó
un
regalo
tan
generoso
que
solo
Él
lo
podría
entregar;
Él
permitió
que
Su
único
hijo
sufriera
la
muerte
que
ella
merecía.
Christine
no
podría
hacer
nada
para
merecer
el
perdón
de
Dios,
es
un
regalo
gratuito
de
la
gracia
de
Dios.
Lo
único
que
ella
pudo
hacer
fue
recibir
este
regalo.
Recibir
el
perdón
de
Dios
significa
recibir
cada
parte;
tanto
la
condenación
del
pecado
y
la
cancelación
de
la
deuda.
Al
recibir
la
justa
condenación,
uno
debe
confesar
el
pecado
que
nos
condena,
estar
de
acuerdo
con
Dios
sobre
lo
que
hemos
hecho
mal,
y
entonces
arrepentirnos,
dejando
lo
malo,
para
volvernos
a
Él
por
fe.
Para
Christine,
esto
significaba
varias
cosas:
dejar
las
drogas,
terminar
con
su
novio
incrédulo
y
abusivo,
y
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
pedirle
perdón
a
su
padre
por
manipularlo
para
conseguir
dinero,
diciendo
que
era
para
salir
de
vagar
en
las
calles.
Entonces,
y
esto
es
esencial,
creemos
en
Dios
y
nos
alegramos.
Nos
alegramos
que
nuestra
deuda
ha
sido
cancelada
(Salmo
32;
Colosenses
2:14),
y
que
nada
nos
puede
separar
del
amor
de
Dios,
ni
siquiera
nuestro
propio
pecado
(Rom.
8:38).
Creemos
que
nuestro
pecado
no
sólo
ha
sido
perdonado,
sino
que
borrado
y
echado
lejos
tan
lejos
como
el
oriente
está
del
occidente,
(Salmo
103:12),
Dios
ya
no
lo
recuerda.
Nos
regocijamos
que
nadie
nos
puede
condenar
más,
porque
Dios
nos
ha
libertado
(Rom.
8:1,
32).
Para
Christine,
el
alivio
y
el
gozo
llegaron
por
etapas.
Inicialmente
fue
como
si
le
hubiesen
quitado
un
peso
enorme,
la
carga
de
la
culpabilidad
de
su
pecado
se
había
ido.
No
podía
hacer
más
que
alegrarse.
Después
de
que
la
primera
ola
de
alivio
había
pasado,
comprendió
que
el
ser
restaurada
por
Dios
significaba
adorarle,
en
vez
de
buscar
el
amor
que
ella
deseaba
en
sus
padres
o
novios.
Los
sentimientos
no
siempre
fueron
automáticos.
En
sus
momentos
más
solitarios,
fue
difícil
mantenerse
satisfecha
en
Dios
cuando
ella
acostumbraba
buscar
el
afecto
en
otros.
Pero,
mientras
que
su
fe
era
probaba
en
esto;
su
deleite
en
Dios
crecía,
finalmente
entendió
que
Jesús
era
su
mayor
recompensa.
LA
DIFICULTAD
EN
RECIBIR
EL
PERDON
DE
DIOS
A
veces
andando
por
el
camino
de
recibir
el
perdón
de
Dios,
nos
estancamos.
Cargados
por
la
culpabilidad
del
pecado,
no
podemos
aceptar
el
perdón
de
Dios
y
podemos
caer
en
depresión.
¿Cree
que
su
pecado
es
tan
grande
que
Dios
no
lo
puede
perdonar?
¿Cree
que
Dios
le
ha
perdonado,
pero
que
aún
le
debe
algo?
¿O
piensa
que
debe
hacer
muchas
obras
para
mantener
su
perdón?
¿Piensa
que
debe
recordar
el
pecado
que
le
han
perdonado
diariamente,
para
guardarse
de
cometerlo
de
nuevo?
Puede
ser
que
el
Enemigo
le
acuse
del
pecado
perdonado
(véase
Apoc.
12:10).
Pero
manténgase
firme
en
la
promesa
de
Dios
del
perdón,
en
vez
de
escuchar
al
enemigo.
Manténgase
firme
aún
si
tiene
que
orar
así,
¡Sí,
creo!
¡Ayúdame
en
mi
poca
fe!
(Marcos
9:24).
Siga
viviendo
y
actuando
en
base
a
que
la
promesa
de
Dios
es
verdadera:
Actúa
en
la
verdad.
Acuérdese
de
ella
(meditando
en
la
cruz,
la
Pascua,
o
leyendo
los
Salmos
como
Salmo
32
o
130),
rehúse
la
auto-‐compasión
y
continuamente
acérquese
al
trono
de
la
gracia
con
confianza
en
los
momentos
de
necesidad
(Heb.
4:16).
¿Finalmente,
alguna
vez
ha
dicho,
Yo
sé
que
Dios
me
perdona,
pero
no
puedo
perdonarme
a
mí
mismo?
Si
es
así,
el
problema
no
es
solo
el
perdón.
Se
trata
del
orgullo.
Aquí
hay
cinco
maneras
en
que
la
preocupación
con
el
auto-‐perdón
pueden
mostrar
el
orgullo.
Primero,
la
preocupación
con
perdonarse
a
uno
mismo,
es
considerarse
un
juez
mayor
que
Dios,
como
si
usted,
actuando
como
juez
de
una
corte
suprema,
pudiese
cambiar
la
decisión
que
Dios
ha
tomado
sobre
su
pecado.
Cuando
Dios,
su
Creador,
condena
su
pecado
y
entonces
le
perdona,
salvándole
de
esa
condenación,
¿Quién
es
usted
para
juzgar
de
otra
manera?
¿Es
usted
mejor
juez
que
Dios?
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Segundo,
la
preocupación
con
perdonarse
a
uno
mismo,
muestra
un
corazón
que
aún
busca
un
ídolo
para
la
auto-‐justificación
en
vez
de
confiar
en
Dios.
Según
Tim
Keller,
Cuando
las
personas
dicen,
yo
sé
que
Dios
me
perdona,
pero
no
puedo
perdonarme
a
mí
mismo,
significa
que
ellos
han
fallado
a
un
ídolo,
cuya
aprobación
es
más
importante
para
ellos
que
la
de
Dios.
Una
mujer
valoraba
la
aprobación
de
sus
padres
por
sobre
todo.
Ellos
siempre
querían
que
ella
fuese
una
violinista
famosa
y
ella
construyó
su
vida
alrededor
de
esa
meta.
Ella
era
excelente,
pero
nunca
llegó
a
ser
la
primera
en
su
profesión
y
nunca
pudo
perdonarse
por
fallar.
Como
dice
David
Powlison,
Muchas
veces
cuando
las
personas
sienten
remordimiento
por
lo
que
han
hecho
mal,
es
un
remordimiento
en
contra
de
su
auto-‐
imagen
idealizado,
un
remordimiento
en
sus
propios
ojos,
y
un
remordimiento
en
contra
de
lo
que
otras
personas
piensan
de
ellos,
no
un
remordimiento
por
lo
que
ellos
han
hecho
ante
los
ojos
de
Dios.
Tercero,
la
preocupación
con
perdonarse
a
uno
mismo,
es
creer
que
su
pecado
es
más
grande
de
lo
que
es
para
Dios.
Suele
pensar,
por
supuesto
que
Dios
me
ha
perdonado,
como
si
fuese
algo
mínimo
para
Él.
El
hecho
es
que
Dios
siempre
es
el
más
ofendido
por
su
pecado,
aún
cuando
usted
peca
en
contra
de
otras
personas.
Verdaderamente
nadie
sabe
mejor
que
Dios
cuan
grande
es
su
pecado.
Le
costó
la
vida
de
su
Hijo
perfecto.
David
confiesa:
Contra
ti
he
pecado,
solo
contra
ti.
(Salmo
51:4).
¿Cuál
fue
el
pecado
del
rey
David?
Él
abandonó
a
su
ejército
durante
la
guerra,
dejó
embarazada
la
esposa
de
uno
de
sus
soldados
y
después
mandó
a
matar
al
soldado
para
encubrir
su
pecado
(II
Samuel
11:1-‐12:14).
Él
pecó
en
contra
de
todos,
pero
aún
en
esta
confesión,
él
vio
su
deuda
a
Dios
como
más
grande
que
su
deuda
con
todos
los
demás.
Es
la
demostración
más
grande
del
egoísmo
pensar
que
su
pecado
de
alguna
manera
le
ofende
a
usted
(o
a
cualquier
otra
persona)
más
de
lo
que
ofende
a
Dios.
Cuarto,
puede
sentirse
no
perdonado
porque
no
ha
confesado
sinceramente
su
pecado
a
Dios.
En
este
caso,
nos
sentimos
sin
perdón
porque
en
cierto
sentido,
estamos
sin
perdón.
Como
dice
Volf,
Sin
la
confesión,
yo
no
tendré
perdón
–
no
porque
Dios
no
perdone,
sino
porque
me
rehúso
a
confesar,
esto
es
rechazar
el
perdón.
Al
rehusar
la
confesión,
rehúso
aceptar
el
perdón
a
través
de
la
confesión
de
mi
pecado
y
la
gratitud
gozosa,
porque
no
tengo
más
deuda.
En
vez
de
reconocer
el
pecado
y
confesarlo
ante
de
Dios,
usted
se
ha
preocupado
con
intentar
perdonarse
a
sí
mismo.
Quinto,
podemos
disfrutar
del
sentimiento
que
todas
las
deudas
en
nuestra
contra
han
sido
canceladas,
excepto
por
la
deuda
que
mantenemos
contra
nosotros
mismos.
Nos
da
un
sentido
de
control
pensar
que
tenemos
la
última
palabra
sobre
nuestro
propio
perdón.
Hasta
podemos
sentirnos
nobles,
por
llevar
esta
culpa;
es
muestra
de
nuestra
respetable
penitencia.
Es
mejor
estar
quebrado
y
desesperado
por
la
gracia
y
misericordia
de
Dios,
es
mejor
aceptar
humildemente
su
regalo
por
fe
y
pintar
la
sangre
del
cordero
en
nuestra
puerta,
es
mejor
encontrar
su
gozo
en
el
reconocimiento
de
que
cada
deuda
ha
sido
cancelada,
en
vez
de
intentar
vivir
por
nuestra
propia
justicia.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
EL
COMPARTIR
EL
GENEROSO
REGALO
DEL
PERDÓN.
El
perdón
es
un
regalo
que
Dios
quiere
que
recibamos
y
compartamos
a
otros.
Puede
ser
el
regalo
más
caro
que
alguna
vez
le
demos
a
alguien;
pero
precisamente
es
tan
caro,
porque
también
es
una
de
las
maneras
en
que
podemos
demostrar
el
amor
de
Dios
a
otros.
Robert
Cheong,
en
su
obra
doctoral
de
teología
bíblica
del
perdón,
nos
muestra
que
perdonar
es
amar
a
pesar
de
ser
víctima
del
pecado.
Según
Cheong,
el
perdón
es
una
demostración
del
mandato
de
Dios
que
le
amamos
a
Él
con
todo
corazón,
alma,
mente
y
fuerza,
luego
amamos
a
nuestros
prójimos
como
nosotros
mismos
(Lev.
19:18;
Deut.
6:5;
Mateo
22:37-‐40;
Marcos
12:30-‐31;
Lucas
10:27).
En
resume:
El
amor
es
una
obra
de
Dios
en
el
alma
humana
que
compele
a
darse
sí
mismo
por
otro,
a
pesar
del
costo,
para
que
el
otro
pueda
amar
a
Dios
más
profundamente.
El
lenguaje
de
costo
nos
recuerda
la
teología
de
la
salvación,
el
costo
de
nuestra
libertad
del
pecado
y
sufrimiento,
el
costo
que
Dios
pagó
generosamente
cuando,
aun
cuando
éramos
pecadores,
es
decir
sus
enemigos.
Dios
mandó
a
Su
Hijo
a
la
cruz
como
nuestro
rescate
(Rom.
5:8;
I
Pedro
1:18).
Él
ha
revelado
su
amor
por
nosotros
a
un
costo
muy
caro
para
Sí
Mismo,
por
esta
razón,
nuestro
amor
por
Él
y
por
otros
a
veces
puede
ser
muy
caro.
Amar
a
nuestro
prójimo
vuelve
a
ser
particularmente
caro
cuando
el
prójimo
es
también
nuestro
enemigo,
porque
cuando
alguien
hace
algo
en
contra
nuestra,
se
siente
como
el
enemigo,
aun
si
afirmamos
que
es
amigo.
Jesús
subió
las
apuestas
en
amar
a
nuestros
prójimos
cuando
nos
enseñaba
a
amar
a
nuestros
enemigos
(orar
por
quienes
que
nos
maltratan,
hacer
lo
bueno
a
quienes
que
nos
odian,
y
bendecir
a
quienes
nos
maldicen
Lucas
6:27).
La
manera
en
que
tratamos
a
nuestros
enemigos
es
la
última
prueba
de
nuestro
amor
por
Dios
y
por
nuestro
prójimo.
¿Es
posible
amar
a
su
enemigo
y
no
perdonarlo?
No
según
la
cruz.
El
amor
de
Dios
es
expresado
no
sólo
por
la
muerte
y
sacrificio
de
Cristo,
sino
que
también
por
Su
perdón
de
pecados
por
medio
la
sangre
de
Cristo.
El
amor
y
el
perdón
del
Evangelio
no
pueden
ser
separados.
Así
que,
el
perdón
se
debe
comprender
como
expresión
de
amor,
especialmente
amor
por
el
enemigo.
Cheong
define
el
perdón
como
una
obra
de
Dios
en
el
alma
humana
que
compele
a
darse
a
sí
mismo
por
otro,
a
pesar
de
ser
víctima
de
su
pecado
(el
costo),
para
que
el
otro
pueda
amar
a
Dios
más
profundamente.
Con
estas
dos
definiciones
del
amor
y
perdón
del
Evangelio
en
mente,
surgen
dos
puntos
significantes:
1)
el
perdón
puede
ser
amar
otro
a
pesar
de
ser
víctima
de
su
pecado.
2)
El
amor
y
el
perdón
tienen
la
intención
y
el
propósito
de
redimir.
Una
manera
que
ayuda
a
pensar
respecto
al
perdón
es
la
absorción.
Imagine
que
está
en
un
taco
de
tráfico,
y
otra
persona
entra
rápidamente
a
su
pista,
estrepitosamente
nos
esforzamos
por
frenar
para
no
chocar
con
él.
¿Qué
hace
usted?
Si
hace
un
gesto
y
toca
la
bocina
a
golpes
(no
para
seguridad,
sino
por
venganza),
ya
está
ofendiendo
a
todos
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
alrededor.
Ellos
tienen
que
tolerar
su
ira
aparte
del
estrés
diario
de
manejar
en
el
tráfico.
También,
es
posible
que
el
que
entró
en
la
vía
no
lo
hiciera
personalmente,
sino
necesitaba
entrar
para
hacer
una
salida.
Pero
usted,
con
sus
acciones,
le
ofendió
personalmente
y
se
ha
rehúsado
a
absorber
la
ofensa
en
el
proceso,
ha
aumentado
el
pecado.
La
absorción,
dice
Cheong,
está
en
el
corazón
del
perdón,
porque
involucra
la
capacidad
de
aguantar
el
dolor
de
una
manera
que
no
pase
a
otra
persona.
O,
como
dijo
Tolstoy,
perdonar
es
tragarse
el
mal
y
prevenir
que
se
vaya
más
allá.
En
la
cruz,
Jesús
venció
el
mal
con
el
bien:
no
reaccionó
con
el
mal;
y
no
dejaba
que
el
mal
pasara
a
otra
persona;
pero
él
lo
absorbió
(Rom.
12:21;
I
Pedro
2:23).
La
única
manera
que
podemos
absorber
el
mal,
la
única
manera
que
podemos
perdonar,
es
voltearlo
a
Jesús,
él
lo
trata
con
amor
perfecto
y
justicia.
Hacer
esto
es
mostrar
un
amor
por
nuestro
enemigo,
porque
nuestro
deseo
de
conocer
el
amor
y
perdón
de
Jesús
es
más
grande
que
nuestro
deseo
de
castigarlo.
Para
Christine,
recibir
el
regalo
divino
del
perdón
fue
tan
gozoso
y
liberador
que
no
esperaba
pasar
el
regalo
a
las
muchas
personas
que
la
habían
lastimado,
incluyendo
a
su
ex
novio
y
a
muchos
abusadores
anónimos
de
las
calles
a
quienes
nunca
volvería
a
ver
otra
vez.
Pero
perdonar
a
sus
padres
fue
un
proceso
lento.
Seguía
siendo
su
hija
y,
naturalmente,
deseaba
ser
tratada
por
ellos
con
respeto,
amor
y
afección.
¿Podría
perdonarlos,
aun
si
no
la
amaban
de
vuelta?
¿Podría
absorber
el
dolor
del
rechazo
y
continuar
acercándose
a
ellos
en
amor?
A
pesar
de
saber
que
tal
vez
nunca
la
iban
a
amar
bien,
Christine
empezaba
a
cultivar
un
deseo
por
el
bien
estar
de
ellos,
una
esperanza
que
recibiría
el
regalo
de
Dios
de
gracia
y
unirse
a
ella
como
una
familia.
Pero
todavía
quedaba
una
deuda
por
nombrar.
El
perdón
preparó
a
Christine
para
confrontar
a
sus
padres
en
amor.
A
pesar
de
la
tensión
en
estas
relaciones
familiares,
al
nombrar
el
pecado,
Christine
refleja
la
justicia
de
Dios
más
claramente
que
si
hubiese
pretendido
que
sus
padres
nunca
la
habían
lastimado,
y
refleja
la
gracia
más
claramente
a
que
guardara
rencor
por
ello.
Ella
está
contando
la
historia
de
Dios
con
su
vida,
y
al
hacerlo,
disfruta
de
su
paz.
¿Recuerda
a
Sarah
del
capítulo
1?
Su
padrastro
la
trataba
peor
que
un
animal
durante
la
mayoría
de
su
niñez.
Después
de
encontrar
su
refugio
en
Dios,
con
un
buen
esposo,
en
otra
parte
del
país,
ella
todavía
siente
los
efectos
del
abuso
de
su
padrastro,
a
veces
diariamente.
Su
padrastro
nunca
ha
admitido
ni
siquiera
un
poco
del
daño
que
le
ha
causado
a
ella.
¿Por
qué
Sarah
debe
perdonarlo?
¿Y
cómo?
¿Cómo
podría
perdonarlo?
Aun
si
fuese
posible,
¿realmente
es
justo
que
Dios
espere
un
regalo
tan
costoso
de
ella?
Incluso
hacer
tales
preguntas
suena
escandaloso.
Pero,
cuando
lo
comparamos
al
escándalo
de
la
cruz
de
Cristo,
la
demostración
más
grande
del
amor
(por
Sus
enemigos
quienes
lo
habían
puesto
allí)
no
tan
es
atroz.
¿POR
QUÉ
DEBEMOS
PERDONAR?
Son
muchos
los
beneficios
del
perdón,
como
un
alivio
al
enojo,
a
la
amargura,
y
al
resentimiento.
Para
algunos,
el
perdón
es
motivado
por
nada
más
que
estos
beneficios
personales.
El
Dr.
Phil,
por
ejemplo,
dice:
el
Perdón
es
una
opción
que
tomamos
para
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
aliviarnos
del
enojo,
del
odio
y
del
resentimiento.
No
tiene
que
ver
con
los
malhechores.
Tiene
que
ver
con
usted.
Este
perdón
terapéutico
enfatiza
los
beneficios
para
el
que
perdona
cuando
transforma
las
emociones
y
motivaciones
negativas
en
emociones
y
motivaciones
positivas.
No
es
un
perdón
bíblico
ni
siquiera
un
poquito;
el
perdón
bíblico
es
un
regalo
para
la
otra
persona,
no
un
favor
hacia
sí
mismo.
Así
que,
¿por
qué
debemos
perdonar?
Primeramente,
debemos
perdonar
porque
Dios
perdona,
porque
somos
motivados
por
una
gratitud
e
impulsados
por
el
amor
de
Cristo
para
amar
a
otros
de
la
manera
que
Dios
nos
ha
amado
(véase
2
Cor.
5:14).
Segundo,
debemos
perdonar
porque
fuimos
creados
para
reflejar
la
gloria
de
Dios,
para
declarar
Su
grandeza,
para
mostrar
Su
bondad.
Estos
regalos,
fluyendo
por
nosotros,
finalmente
apuntan
al
Dador
de
tales
regalos.
Decir
a
alguien,
Te
perdono
porque
Dios
me
ha
perdonado
es
contar
la
historia
de
Dios
con
nuestras
vidas.
Finalmente,
debemos
perdonar
porque
Dios
nos
manda
hacerlo
(Co.
3:13;
cf.
Mateo
6:14-‐15;
18:21-‐35;
Marcos
11:25;
Lucas
6:37;
11:4;
17:3-‐4;
Efesios
4:32).
¿CÓMO
DEBEMOS
PERDONAR?
Debemos
perdonar
como
Dios
en
Cristo
nos
perdonó
(a
nosotros)
(Efesios
4:32).
Vamos
a
ver
cinco
implicaciones
de
este
mandato.
Primero,
debemos
perdonar
una
deuda
genuina.
Dios
sabe
exactamente
cuáles
son
los
pecados
que
él
perdona.
Él
no
los
ignora.
Él
sabía
que
éramos
pecadores
cuando
mandó
a
Su
Hijo
a
la
cruz
por
nosotros.
Él
sabía
exactamente
los
pecados
que
puso
sobre
Jesús
para
pagar
nuestra
deuda
(véase
2
Cor.
5:21).
Cuando
perdonamos,
debemos
nombrar
el
pecado
y
el
pecador,
y
condenar
el
pecado
como
mal.
Segundo,
debemos
esperar
que
el
perdón
sea
costoso.
El
hecho
que
Dios
da
el
perdón
libremente
no
significa
que
sea
barato.
Le
costó
Su
Hijo,
más
valioso
que
todo
el
mundo.
Y
antes
de
costarle
a
Jesús
el
dolor
y
agonía
de
la
crucifixión,
lo
costó
una
vida
de
humildad;
descendió
de
una
relación
perfecta
con
el
Padre
y
el
Espíritu
a
la
tierra,
donde
tendría
que
aguantar
cada
humillación
y
dolor
que
pudiese
imaginar,
incluyendo
las
burlas,
la
tentación,
la
traición,
la
difamación,
el
rechazo
social,
el
daño
físico,
la
separación
de
su
Padre,
y
finalmente
la
muerte
(Fil.
2:6-‐8;
Heb.
2:10,
14,
17-‐18;
4:15;
Mateo
27:46).
A
veces,
como
en
los
casos
de
Sarah,
el
perdón
es
especialmente
costoso
y
doloroso.
Los
hermanos
o
hermanas
cristianas
que
hablan
con
Sarah
sobre
el
perdón
deben
ser
cuidadosos
de
conjeturas
personales.
El
precio
de
perdonar
para
Sarah
era
muy
grande;
tendría
que
absorber
mucho
mal,
mucho
más
de
lo
que
la
mayoría
de
nosotros
absorberemos
durante
una
vida
entera.
Pero
no
es
imposible,
porque
Dios
ha
llenado
su
corazón
con
amor
por
medio
del
Espíritu
Santo,
uniéndola
con
Cristo
y
a
su
amor
(véase
Rom.
5:5).
Cuando
ella
perdona,
ella
perdona
en
Cristo,
quien
tiene
la
capacidad
de
absorber
el
mal
más
grande
que
todos
los
pecados
del
mundo
(véase
I
Juan
2:2).
Tercero,
debemos
perdonar
con
generosidad.
Este
debe
ser
obvio
porque
la
naturaleza
del
perdón
es
un
regalo;
Dios
da
los
regalos
generosamente.
Hemos
visto
en
la
Pascua,
un
símbolo
de
la
obra
de
Dios
en
la
cruz,
que
Dios
da
el
perdón
muy
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
generosamente.
Él
ha
pagado
un
precio
grande
para
reconciliar
al
mundo
consigo
mismo
(2
Cor.
5:19).
Tal
vez
usted
piensa,
Perdonaré
a
la
persona
que
me
lastimó,
pero
él
no
merece
mi
amistad,
así
que
allí
pondré
la
línea.
O
posiblemente
diga
las
palabras,
Te
perdono
pero
antes
bien,
se
resista
a
concederlo
de
corazón.
Perdonar,
entonces,
es
dar
a
las
personas
más
de
lo
que
merecen;
es
un
regalo
del
corazón
(véase
Mateo
18:35).
Cuarto,
debemos
perdonar
incluso
antes
que
la
otra
persona
se
arrepienta,
e
incluso
cuando
nunca
llegue
a
hacerlo.
“En
que
siendo
aun
pecadores
Cristo
murió
por
nosotros”
(Rom.
5:8).
Dios
no
esperó
hasta
que
nosotros
nos
arrepintiermos
para
expresar
su
amor
hacia
a
nosotros.
De
la
misma
manera,
podemos
y
debemos
dar
perdón
a
los
demás,
sin
importar
su
nivel
de
arrepentimiento.
Algunos
preguntarán,
¿Pero
si
nunca
se
arrepienten,
estamos
dejando
que
ellos
salgan
con
la
suya?
Recuerde:
cuando
alguien
peque
contra
usted,
también
peca
contra
Dios.
En
su
perdón,
usted
lo
deja
a
Dios,
no
esperando
que
será
castigado
por
Dios,
pero
con
la
esperanza
que
se
arrepentara
y
reciba
el
perdón
de
Dios.
Cada
mal
será
justificado
al
final,
de
una
manera
u
otra
(Rom.
12:19).
Finalmente,
nadie
sale
con
la
suya.
Quinto,
después
de
perdonar,
debemos
esperar
las
consecuencias
correspondientes.
El
pecado
causa
un
daño
que
no
siempre
se
puede
borrar
y
pone
en
marcha
algunas
cosas
que
no
se
pueden
parar.
En
el
mundo
de
Dios,
las
decisiones
humanas
tienen
consecuencias
naturales.
Cada
uno
cosecha
lo
que
siembra
(Gal.
6:7-‐8).
Cuando
perdonamos
a
otra
persona,
no
siempre
es
sabio,
incluso
si
es
posible,
guardarlos
de
las
consecuencias
de
su
pecado.
Hace
un
año
mi
casa
fue
robada.
Los
ladrones
fueron
arrestados,
fue
un
hombre
y
una
mujer,
y
yo
asistí
en
la
audiencia
jurídica
que
se
dictó
contra
la
mujer.
Ella
había
robado
varias
casas
en
el
barrio
para
conseguir
dinero
para
comprar
drogas.
En
el
juicio,
yo
vi
su
cara
y
sus
manos
esposadas
detrás
de
su
espalda.
En
mi
corazón,
la
perdoné.
Pero
todavía
había
consecuencias:
tiempo
en
la
cárcel
y
la
obligación
para
hacer
restitución.
En
casos
de
abuso
sexual,
las
consecuencias
del
pecado
pueden
incluir
acceso
limitado
o
prohibido
a
la
víctima.
Hay
malhechores
que
son
siempre
una
amenaza.
En
casos
así,
no
debemos
ser
ingenuos;
debemos
buscar
la
seguridad.
El
amor
nos
llama
a
perdonar,
pero
la
sabiduría
nos
advierte
de
guardar
distancias.
SARAH
PERDONA
Sarah
conocía
el
gozo
del
perdón
de
Dios.
Él
la
había
salvado,
no
solo
de
una
vida
de
sufrimiento,
sino
que
también
de
su
pecado.
Su
corazón
estaba
lleno
de
gratitud
por
su
misericordia
y
bondad.
También,
ella
recibía
consuelo
y
esperanza
en
saber
que
Dios
juzgaría
a
su
padrastro
por
sus
horribles
pecados
en
contra
de
ella,
y
que
si
el
no
se
arrepiente
y
recibe
el
perdón
de
Dios,
Dios
lo
juzgaría
en
su
ira
al
final.
A
Sarah
le
tomo
años
poder
perdonar
a
su
padrastro.
Ella
sabe
que
nunca
lo
verá
más
en
esta
vida,
por
su
seguridad,
debe
guardar
distancia.
Pero
existe
la
posibilidad
de
verlo
en
la
glorificación,
como
un
hombre
un
perdonado
y
cambiado.
¿Dónde
se
quedó
atascado
usted?
¿Tiene
problemas
en
confesar
su
pecado
con
honestidad?
¿En
aceptar
el
perdón
de
Dios?
¿Pasará
el
regalo
del
perdón
a
otra
persona?
Estos
son
pasos
costosos,
pero
podemos
tomarlos
con
fe
obediente,
porque
Dios
ya
ha
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
absorbido
el
precio
más
grande
para
nosotros
en
su
Hijo
Jesús,
nuestro
rescate,
nuestro
Cordero
Pascual.
LECTURA
BIBLICA
• Éxodo
11-‐13
• Mateo
18:21-‐35
• Romanos
5:6-‐11
• 2
Corintios
5:17-‐21
PARA
REFLEXIONAR
Y
DISCUTIR
1)
¿Qué
le
hace
difícil
recibir
el
perdón
de
Dios?
2) ¿Siente
amargura
y
falta
de
perdón
contra
a
alguien?
a. ¿Qué
fue
lo
que
le
hizo
esa
persona?
b. ¿Cómo
sería
si
perdona
a
aquella
persona?
3) ¿Qué
pecado
no
ha
confesado
porque
piensa
que
es
demasiado
tarde?
¿Se
creyó
la
mentira
de
que
Dios
no
le
perdonaría?
4) ¿Qué
pecado
en
su
vida
tolera,
escusa
o
minimiza?
Una
manera
para
saber
es
considerar
cuando
utilizamos
las
frases
siguientes:
a. Sí,
tengo
pecado,
pero
nadie
es
perfecto
(despedir
el
pecado)
b. Sí,
es
pecado,
pero
por
lo
menos
no…
(minimizar
el
pecado)
5) ¿En
qué
áreas
de
su
vida
se
encuentra
trabajando
para
pagarle
un
pecado
a
Dios?
a. Asistir
en
la
iglesia.
b. Estudiar
la
biblia.
c. Confesar
el
pecado,
pero
sin
arrepentimiento.
d. Castigarse
con
palabras
o
acciones
fuertes.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
4.-‐
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Vimos
en
el
último
capítulo
como
Jesús
trata
con
la
culpa
de
nuestro
pecado,
ilustrándolo
con
la
Pascua.
Pero
muchas
veces
el
mensaje
del
evangelio
termina
aquí.
No
comprendemos
la
inmensa
capacidad
del
poder
del
evangelio
para
sanar
cada
aspecto
de
nuestras
vidas.
Una
razón
es
que
nuestra
idea
del
pecado
y
sus
efectos
es
demasiado
pequeña.
Es
muy
común
escuchar,
Yo
sé
que
Dios
me
ha
perdonado,
pero
todavía
me
siento
avergonzado.
O,
Cuando
recuerdo
las
cosas
malas
que
me
pasaron,
no
puedo
superarlas.
Quiero
esconderme.
¿Cómo
puede
una
persona
como
Ben
manejar
las
heridas
infligidas
por
otros
y
también
experimentar
el
ser
libre
de
la
vergüenza
cuando
el
daño
ya
está
hecho?
O
sea,
¿Cómo
puede
el
evangelio,
presagiado
en
Éxodo,
tratar
con
el
daño
del
pecado?
(Nuestro
pecado
y
los
pecados
que
cargamos
de
otros)
¿Y
qué
pasa
con
la
vergüenza
que
sentimos
como
resultado?
Dan
Allender
y
Tremper
Longman
definen
la
vergüenza
como
el
expuesto
traumático
de
la
desnudez.
Una
manera
común
para
distinguir
la
vergüenza
de
la
culpa,
es
básicamente,
que
la
vergüenza
tiene
que
ver
con
lo
que
ya
se
ha
hecho
y
la
culpa
tiene
que
ver
con
lo
que
eres.
Si
tenemos
una
idea
no
bíblica
o
errónea
del
pecado
y
sus
efectos,
sería
una
tentación
concluir
que
la
vergüenza
puede
ser
curada
con
sólo
aceptarse
a
uno
mismo.
Siempre
es
algo
así:
Lamento
lo
que
he
hecho,
pero
no
me
siento
mal
de
mí
mismo.
Pero
según
la
Biblia,
la
culpa
verdadera
da
como
resultado
vergüenza
verdadera.
Y
sí,
no
solo
tiene
que
ver
con
lo
que
se
hace,
sino
también
con
lo
que
eres,
lo
que
eres
en
relación
a
Dios.
Esto
lo
podemos
ver
desde
el
primer
momento
en
que
el
pecado
entró
al
mundo
con
Adán
y
Eva.
El
momento
en
que
ellos
se
sintieron
culpables
de
pecado,
también
se
sintieron
avergonzados.
Sintieron
su
desnudez
y
se
escondieron.
El
resultado
de
la
distancia
con
Dios,
era
una
imagen
vergonzosa,
estar
separado
de
la
presencia
de
un
Dios
santo
era
vergonzoso.
Pero
esta
experiencia
de
separación
también
puede
llegar
cuando
somos
dañados
por
el
pecado
de
otra
persona.
II
Samuel
13:1-‐22
cuenta
la
historia
de
la
hija
de
David,
Tamar,
quien
fue
violada
por
su
hermanastro
Amnón.
Ella
le
rogó,
¡No,
hermano
mío!
No
me
humilles…
¿A
dónde
iría
yo
con
mi
vergüenza?
(vv
12-‐13)
Aquí,
era
el
pecado
de
Amnón,
no
de
Tamar,
que
resultó
en
vergüenza
para
los
dos:
Amnón
sació
su
deseo
y
Tamar
tenía
que
llevar
la
desgracia,
vivir
como
soltera,
y
como
una
mujer
desolada
el
resto
de
su
vida
(v.20).
La
vergüenza
puede
resultar
de
los
efectos
del
pecado
aun
cuando
no
son
personales.
Las
leyes
de
purificación
de
Levítico,
por
ejemplo,
representan
como
el
pecado
contamina
cada
cosa
que
toca.
Por
ejemplo,
los
leprosos
fueron
mandados
afuera
el
campamento
de
los
israelitas.
Adentro
del
campamiento,
uno
podía
disfrutar
la
comunidad,
la
cultura,
y
lo
más
importante,
la
presencia
de
Dios
en
el
tabernáculo.
Afuera
del
campamento
había
muerte:
los
residuos
de
los
sacrificios
de
animales,
los
animales
carroñeros
que
los
comían,
y
los
leprosos.
Los
leprosos
tenían
que
aparecerse
desaliñados
y
gritar,
¡Impuro,
impuro!
Si
alguien
caminaba
cerca
de
ellos.
No
podrían
esconderse,
aun
en
exilio
(Lev.
13:45).
La
lepra
y
el
exilio
eran
de
vez
en
cuando
un
juicio
por
el
pecado,
como
Miriam
(Números
12:10-‐15),
pero
normalmente,
era
algo
espontáneo.
Uno
se
despertaba
como
un
leproso
contagiado.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Aunque
mi
problema
con
el
pecado
y
la
vergüenza
incluyen
comportamientos
pecaminosos,
también
incluyen
los
efectos
del
pecado:
el
daño
hecho
por
otros
(como
Tamar),
y
la
suciedad
del
mundo
contaminado
por
el
pecado
(como
el
leproso).
El
mundo
no
es
como
debe
ser.
Los
escritores
del
Antiguo
Testamento
usaban
la
palabra
Shalom
para
describir
el
mundo
con
paz
universal,
seguridad,
justicia,
orden
e
integridad
como
Dios
quería
que
fuese
(Isaías
32:14-‐20).
Pero
el
pecado
destruye
el
orden
y
bondad
del
mundo
de
Dios.
El
pecado
destruye
el
shalom.
Los
efectos
del
pecado
son
total
y
verdaderamente
devastadores.
Pero
tenemos
que
saber
esto:
El
plan
de
redención
de
Dios
es
mucho
más
grande.
El
fin
de
la
historia
ya
está
escrito,
y
son
en
verdad
muy
buenas
noticias:
Dios
borrará
cada
rastro
de
la
devastación
del
pecado
y
creará
de
nuevo
el
Shalom.
Apocalipsis
21
nos
da
un
vistazo
a
la
creación
nueva,
donde
no
hay
más
dolor,
lágrimas,
ni
muerte.
Nadie
en
ese
cielo
nuevo
y
tierra
nueva
será
quebrantado
o
avergonzado;
nadie
querrá
esconderse;
nadie
se
sentirá
condenado.
Después
vi
un
cielo
nuevo
y
una
tierra
nueva,
porque
el
primer
cielo
y
la
primera
tierra
habían
dejado
de
existir,
lo
mismo
que
el
mar.
Vi
además
la
ciudad
santa,
la
nueva
Jerusalén,
que
bajaba
del
cielo,
procedente
de
Dios,
preparada
como
una
novia
hermosamente
vestida
para
su
prometido.
Oí
una
potente
voz
que
provenía
del
trono
y
decía
-‐¡Aquí
entre
los
seres
humanos,
está
la
morada
de
Dios!
Él
acampará
en
medio
de
ellos,
y
ellos
serán
su
pueblo;
Dios
mismo
estará
con
ellos
y
será
su
Dios.
Él
les
enjugará
toda
lágrima
de
los
ojos.
Ya
no
habrá
muerte,
ni
llanto,
ni
lamento
ni
dolor,
porque
las
primeras
cosas
han
dejado
de
existir.
Él
que
estaba
sentado
en
el
trono
dijo:
-‐¡Yo
hago
nuevas
todas
las
cosas!-‐
Y
añadió:
-‐Escribe,
porque
estas
palabras
son
verdaderas
y
dignas
de
confianza.-‐
(Apoc.
21:1-‐5).
Cuando
vemos
más
profundamente
al
pasaje,
encontramos
algunas
frases
paralelas
que
iluminan
la
visión
del
autor
acerca
del
cielo
nuevo
y
la
tierra
nueva.
Empezando
con
las
frases
paralelas
al
principio
y
al
fin
del
pasaje
(y
en
el
centro),
encontramos,
-‐¡Yo
hago
nuevas
todas
las
cosas!-‐
(v.
5)
y
un
cielo
nuevo
y
una
tierra
nueva
(v.
1ª).
¿La
conexión
entre
estos
dos
conceptos
está
claro,
verdad?
Las
cosas
son
hechas
nuevas.
Más
al
centro,
la
próxima
pareja
de
conceptos
es
-‐
las
primeras
cosas
han
dejado
de
existir-‐
(v.4)
y
-‐
el
primer
cielo
y
la
primera
tierra
habían
dejado
de
existir-‐
(v.
1).
Otra
vez,
la
conexión
entre
estas
frases
es
sencilla.
Pero
los
próximos
dos
conceptos
son
sorprendentes:
el
enjugar
las
lágrimas
y
el
fin
del
dolor
y
la
muerte
(v.
4)
son
emparejados
con
–lo
mismo
que
el
mar-‐
(v.
1)
¿Qué
tiene
que
ver
el
mar
con
enjugar
las
lágrimas?
Algunas
imágenes
en
la
Biblia
toman
un
papel
especial
en
contar
la
historia
de
Dios:
el
mar
es
una
de
estas
imágenes.
Los
comentadores
dicen
que
el
mar
es
un
símbolo
muy
antiguo
para
referirse
al
caos,
que
está
en
contra
del
orden
correcto
de
la
creación
de
Dios.
Antes
de
la
creación,
había
un
caos
(o
desorden)
en
las
aguas
profundas
(Génesis
1:2).
Dios
ordenó
el
caos
para
dar
lugar
a
la
creación
por
medio
de
su
poderosa
palabra
(Génesis
1;
Juan
1:1-‐3).
Allí
aprendimos
que
la
vida
bajo
de
la
Palabra
de
Dios
vuelve
a
ser
buena
y
ordenada;
pero
el
pecado
siempre
invierte
el
orden
hacía
el
caos.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
En
el
día
de
Noé,
las
caóticas
aguas
del
diluvio
consumían
la
tierra,
un
juicio
contra
un
mundo
ya
consumido
por
su
pecado
caótico
(Génesis
6:5-‐7).
Pero
Dios
calmó
las
aguas
del
caos
una
vez
más,
y
como
al
principio
de
la
creación,
hizo
que
la
tierra
seca
apareciera
nuevamente
(Génesis
1:9;
8:5-‐7).
¿Logra
ver
la
pauta?
El
caos
del
mar
es
como
el
vandalismo
del
shalom:
los
dos
amenazan
con
destruir
la
creación
de
Dios.
Pero
Dios
es
más
grande,
porque
donde
encontramos
al
caos
y
al
pecado
destruyendo
la
creación
de
Dios,
encontramos
a
Dios
triunfando
sobre
ambos,
haciendo
una
creación
nueva.
Saber
cuál
papel
toma
el
caos
en
la
historia
de
Dios
nos
da
una
pista
del
significado
del
Mar
Rojo.
Cuando
conocemos
esas
aguas
de
caos,
encontramos
la
misma
pauta:
Dios
reina
sobre
el
caos
y
re-‐crea.
Es
enjugar
algo
viejo
y
el
amanecer
de
algo
nuevo.
EL
CRUCE
DEL
MAR
ROJO
Desde
sus
primeros
pasos
lejos
de
Egipto,
a
cada
vuelta
en
el
camino,
Dios
íntimamente
guió
a
los
israelitas
cual
un
pastor
a
su
rebaño
(Salmo
78:52),
no
sólo
hablaba
directamente
con
su
líder,
Moisés
(Éxodo
3:17),
sino
que
también
guiaba
y
cuidaba
milagrosamente
al
pueblo
con
una
gigantesca
nube
que
les
cubría
durante
el
día,
y
una
columna
de
fuego
en
la
noche,
nunca
salían
de
estas
protecciones
(Éxodo
13:21-‐22).
Si
hubiera
existido
alguna
duda
de
la
presencia
de
Dios
mientras
clamaban
en
Egipto,
ya
no
la
había
más;
tenían
un
recordatorio
visible
todos
los
días.
Aunque
Dios
estaba
presente
con
ellos,
el
camino
por
donde
había
escogido
llevarlos
estaba
lleno
de
peligros.
Dios
los
guiaba
directo
al
infranqueable
Mar
Rojo,
y
les
mandó
que
acamparan
allí,
enfrentándolo.
Mientras
tanto
en
Egipto,
Faraón
cambiaba
de
parecer,
arrepentido
de
haber
dejado
ir
libres
a
los
israelitas.
Entonces
se
montó
en
su
carro
y
los
perseguió
con
el
resto
de
su
ejército
por
el
desierto.
Cuando
les
alcanzó,
el
pueblo
lo
presenció
con
terror
una
vez
más.
Como
lo
hacían
cuando
Faraón
les
había
arrebatado
la
paja
para
construir
sus
ladrillos
(Éxodo
5:7),
los
israelitas
se
aterrorizaron.
Ya
en
Egipto
te
decíamos:
-‐¡Déjanos
en
paz!
¡Preferimos
servir
a
los
egipcios!-‐
¡Mejor
nos
hubiera
sido
servir
a
los
egipcios
que
morir
en
el
desierto!
(Éxodo
14:12).
El
mal
les
acechaba
por
todas
partes.
Detrás
de
ellos,
un
enemigo
conocido,
con
más
ira
que
nunca,
estaba
avanzando.
En
frente
de
ellos,
un
mar
implacable
les
obstruía
el
paso.
Se
sentían
atrapados.
Pero
Moisés
paciente
y
muy
confiado
habló
con
ellos:
No
tengan
miedo;
el
SEÑOR
los
salvará¸
Él
peleará
por
ustedes;
y
después
de
la
batalla,
nunca
verán
a
sus
enemigos
de
nuevo;
están
seguros
aquí
y
solo
necesitan
estar
en
silencio
y
esperar
a
Dios
(Véase
Salmo
78:53).
Ben
necesitaba
escuchar
las
mismas
palabras
consoladores
que
Moisés
le
había
dicho
a
los
israelitas.
Dos
meses
después
de
entrar
en
el
grupo
de
hombres,
que
lo
aceptaba
afectuosamente,
le
tocó
a
él
contestar
la
pregunta,
¿Qué
quiere
que
Dios
haga
con
su
vida
este
año?
Mientras
que
cada
hombre
en
el
grupo
contestaba,
Ben
luchaba
en
su
interior:
¿Contestaría
honestamente
o
diría
otra
cosa?
Sabía
que
no
podría
contestar
honestamente,
sin
contar
algunos
de
sus
secretos
más
vergonzosos.
Sería
una
prueba
para
el
grupo
de
su
aceptación,
y
una
prueba
de
su
confianza
en
Dios.
Ben
esperaba
y
luchaba
hasta
que
cada
uno
hubiese
terminado
de
hablar.
Él
fue
el
último.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Ben
leía
dos
salmos.
El
primero
expresaba
su
lamento
por
perdón
(Salmo
39:7-‐13);
él
sabía
que
había
sido
perdonado.
Por
fin,
se
sentía
libre
de
la
culpa
de
su
pecado.
Luego,
llorando,
Ben
compartió
su
segundo
Salmo.
Era
un
grito
de
esperanza
–
junto
con
desesperación
–
que
fuese
salvado
del
pozo
de
la
desesperación,
que
fuese
restaurado,
y
hecho
completo
de
nuevo
(Salmo
40:1-‐9),
no
solo
para
ser
perdonado
de
culpa,
sino
que
para
ser
hecho
un
hombre
nuevo.
Todavía
luchaba
para
sentirse
hombre.
Estaba
tentado
con
atracciones
homosexuales
y
lleno
de
vergüenza,
a
causa
del
abuso
en
su
niñez
y
su
vida
de
homosexualidad.
Ben
enfrentaba
su
propio
Mar
Rojo
con
Egipto
a
sus
espaldas.
Sentía
el
enemigo
pellizcando
sus
talones,
amenazando
llevarlo
otra
vez
al
viejo
estilo
de
vida,
de
nuevo
a
la
cautividad.
Pero
él
sabía
que
Dios
lo
había
rescatado,
y
no
iba
a
volver
atrás.
Atesoraba
en
su
corazón,
la
esperanza
de
ser
hecho
nuevo,
parecía
tan
imposible
como
cruzar
aquel
mar.
Por
la
primera
vez
en
su
vida,
y
con
desesperación,
Ben
estaba
depositando
toda
su
esperanza
en
Dios.
Con
muchas
lágrimas,
Ben
lloraba
desde
su
corazón,
el
llanto
que
fue
mencionado
en
los
Salmos:
Dios
mío,
por
favor,
no
permitas
que
yo
sea
humillado
por
confiar
en
Ti.
(Salmos
22:5,
25:2-‐3,
20:
31:17;
34:5;
37:19;
69:6;
71:1;
74:21;
119:6,
31,
46,
80,
116).
Los
israelitas
no
confiaban
en
vano.
Dios,
por
medio
de
su
ángel,
movió
la
nube
que
cubría
al
campamento,
hasta
pocesionarse
detrás
de
ellos,
escondiéndoles
de
sus
enemigos.
Dios
mismo
se
transformó
en
su
refugio
(Salmo
78:53).
Luego,
Dios
le
ordenó
a
Moisés
que
levantara
su
bastón,
al
momento,
Dios
abrió
y
separó
las
aguas
del
imponente
Mar
Rojo,
creando
un
camino
seguro
para
que
el
pueblo
caminara
por
tierra
seca.
Cuando
rayaba
el
alba
del
nuevo
día
nuevo
y
los
israelitas
salieron
del
otro
lado
del
mar,
la
mirada
del
Señor
penetró
los
pilares
de
nube
y
fuego,
los
cuales
cayeron
espantosamente
encima
de
los
egipcios,
aterrorizándolos.
Dios
ató
las
ruedas
de
sus
carros,
y
les
asoló
con
caos
y
pánico.
Y
justo
al
momento
de
intentar
regresar
a
Egipto,
(ya
que
habían
intentado
seguir
a
los
israelitas
por
medio
del
mar
rojo)
dandose
cuenta
que
no
había
esperanza,
Dios
les
dejó
caer
las
aguas
encima,
haciendo
que
todo
un
ejército
se
ahogara
en
medio
del
mar.
Los
israelitas
miraban
a
sus
enemigos,
muertos
en
la
arena
de
la
playa,
atónitos.
Seguramente
se
acordarían
de
las
palabras
de
Moisés:
Él
SEÑOR
presentará
batalla
por
ustedes.
Sólo
guarden
silencio
(Éxodo
14:14),
por
el
resto
de
sus
vidas.
La
vida
vieja
de
esclavitud
se
acababa
y
una
vida
nueva
con
Dios
había
empezado.
El
pueblo
de
Dios
había
pasado
por
una
muerte
y
una
resurrección.
Así
que
el
apóstol
Pablo
miró
lo
ocurrido
en
el
Mar
Rojo
y
vio
un
modelo
para
el
bautismo
cristiano:
muerte
a
la
vida
vieja
y
resurrección
a
la
nueva
en
Cristo
(I
Cor.
10:2;
cf.
Rom.
6:3-‐4).
De
hecho,
un
comentador
nota
que
muchos
cristianos
celebran
la
resurrección
de
Cristo
en
la
Pascua
con
la
Canción
del
Mar
de
Éxodo
15:1-‐18.
Dios
utilizó
las
fuerzas
de
la
creación
–
el
viento,
las
olas,
el
agua,
la
tierra
–
para
deshacer
el
enemigo
y
rehacer
a
su
pueblo.
UNA
CREACIÓN
NUEVA
COMIENZA
En
su
sermón
Before
the
Beginning,
[Antes
del
Principio]
Tim
Keller
nos
muestra
como
las
plagas
en
Egipto
representan
a
la
creación
en
reversa
según
Génesis
1
y
2.
La
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
penúltima
plaga
era
la
oscuridad
sobre
la
tierra,
evocando
a
la
oscuridad
que
había
sobre
el
abismo
antes
de
que
Dios
dijera
Que
exista
la
luz
(Éxodo
10:21-‐23;
Génesis
1:2).
Lo
que
es
sorprendente
de
las
plagas,
dice
Keller,
es
que
son
tan
naturales
como:
ranas,
mosquitos,
úlceras.
Dios
quiere
que
veamos
que
el
resultado
natural
del
pecado,
es
una
distorsión
invertida
del
tejido
original
de
la
creación
de
Dios,
un
volver
al
caos.
Keller
nos
muestra
como
Jesús
cargó
en
la
cruz
toda
la
violencia
de
las
10
plagas
sobre
sí
mismo:
en
Egipto,
el
Nilo
hecho
un
río
de
sangre;
la
cruz
empapada
en
sangre,
en
Egipto
los
primogénitos
muertos,
en
la
cruz,
el
primogénito
de
la
creación
muere,
en
Egipto,
hubo
oscuridad;
en
la
cruz,
la
oscuridad
cayó
en
Jesús
(Mateo
27:45).
Keller
concluye:
Jesucristo
es
el
Creador
que
vino
aquí
no
para
aplastarnos,
sino
para
ser
deshecho
él
mismo,
para
que
nosotros
pudiésemos
ser
Re-‐creados…
el
Creador
vino
a
ser
molido,
para
que
nosotros
podamos
ser
reconstruidos…
el
juez
que
no
vino
a
traer
juicio,
sino
que
a
cargar
el
juicio,
tomando
lo
que
nosotros
merecíamos
para
que
el
Espíritu
Santo
pudiera
venir
a
nuestras
vidas,
una
vez
que
nuestros
pecados
son
perdonados,
comenzamos
a
ser
una
nueva
creación.
En
la
cruz,
Jesús
acabó
con
todo
lo
viejo
y
empezó
algo
nuevo.
Por
lo
tanto,
si
alguno
está
en
Cristo,
es
una
nueva
creación.
¡Lo
viejo
ha
pasado,
ha
llegado
ya
lo
nuevo!
(II
Cor.
5:17).
Cuando
somos
resucitados
en
Cristo,
el
cambio
es
radical.
Nos
quedamos
al
otro
lado
del
Mar
Rojo,
con
una
vida
pasada
acabada
y
completamente
borrada,
para
comenzar
una
nueva
vida.
Esta
vida
nueva
es
la
nueva
creación,
la
restauración
del
shalom
que
vimos
en
Apocalipsis
21.
En
el
cielo
nuevo
y
la
tierra
nueva,
Ben
no
tendrá
más
tentaciones
con
la
homosexualidad.
La
herida
que
lleva
de
su
padre
ausente
será
sanada
en
la
presencia
eterna
de
su
Padre
Celestial.
No
tendrá
miedo
al
rechazo;
sabrá
quién
es
y
de
Quién
es.
No
escuchará
Eres
gay,
porque
el
Acusador
será
silenciado
para
siempre
(Apoca.
12:10).
Él
será
totalmente
sanado,
un
hombre
nuevo.
Los
Israelitas
al
otro
lado
del
Mar
Rojo
tenían
todos
los
motivos
para
celebrar:
Eran
libres,
nunca
más
para
volverían
a
Egipto.
Vieron
a
sus
enemigos
muertos
en
la
playa.
Y
este
Dios
había
cumplido
con
su
promesa
de
rescatarlos,
también
había
prometido
guiarlos
a
la
tierra
nueva
(Éxodo
6:8).
Pero,
a
pesar
del
final
y
la
esperanza
en
aquella
victoria,
todavía
llevaban
las
cicatrices
en
sus
espaldas
y
temores
en
sus
corazones.
Como
Ben,
ellos
desesperadamente
necesitaban
ser
sanados.
Eran
criaturas
que
necesitaban
la
re-‐
creación.
Y
casi
inmediatamente,
en
el
primer
desierto
después
del
Mar
Rojo,
Dios
prometía
a
su
pueblo
que
si
lo
seguían
a
Él
en
esta
nueva
vida
que
Él
había
próvisto,
Él
los
sanaría
de
sus
dolencias
y
enfermedades
con
las
que
les
habían
afligido
en
Egipto,
diciendo,
Yo
soy
el
JEHOVÁ
TU
DIOS
sanador.
Mientras
que
el
Éxodo
era
un
anuncio
de
lo
que
vendría
(los
israelitas
no
siempre
caminaban
con
Dios
y
recibían
las
plagas
cuando
desobedecían,
eventualmente
volviendo
a
la
cautividad)
(2
Reyes
17:6-‐19;
25:11,
21)
en
Cristo,
todo
lo
que
había
sido
anunciado
se
ha
presentado
como
una
realidad
gloriosa.
Cuando
Jesús
llegó
sanando
a
los
enfermos
y
proclamando
que
el
reino
de
Dios
se
había
acercado,
él
estaba
acompañado
de
la
nueva
creación
que
describe
Apocalipsis
21.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Como
una
grieta
en
la
muralla,
la
luz
del
cielo
nuevo
y
la
tierra
nueva
entraron
por
medio
de
Jesús
a
nuestra
mazmorra
de
sombras.
Los
evangelios
están
llenos
de
historias
de
sanidades
de
enfermos,
demostrando
la
autoridad
de
Jesús
como
Creador
y
Dios
para
vencer
el
pecado
y
sus
efectos,
para
así
restaurar
el
shalom
–
espiritualmente
y
físicamente
(Marcos
1:40-‐45;
5:1-‐43;
Juan
11:1-‐44).
El
final
de
lo
viejo
y
el
principio
de
lo
nuevo
ya
había
comenzado.
El
Antiguo
Testamento
estaba
lleno
de
las
promesas
que
el
Mesías
vendría
con
autoridad
divina
para
sanar
y
restaurar
el
Shalom.
En
una
ocasión
de
sanidad,
Jesús
demostró
no
solo
su
autoridad
para
sanar,
sino
que
también
para
perdonar
los
pecados.
Esto
nos
instruye
a
conectar
lo
que
hemos
aprendido
en
el
último
capítulo
sobre
el
perdón
de
Dios
en
la
Pascua
con
lo
que
vemos
en
este
capítulo
acerca
de
la
sanidad.
Una
multitud
ha
llegado
y
se
aprietan
alrededor
de
Jesús,
para
escucharle
predicar.
Un
par
de
hombres
intentaban
acercarse,
hasta
el
Maestro
en
medio
de
la
multitud,
cargando
con
un
paralítico
en
una
camilla,
para
que
Jesús
le
sane,
pero
la
enorme
multitud
no
les
deja
pasar.
Desesperados,
ingresan
por
arriba
del
techo
en
donde
Jesús
está
y
bajan
la
camilla
con
el
paralítico,
dejándolo
frente
a
él.
Esperábamos
que
Jesús
lo
tocara
y
lo
sanara,
¿no
es
cierto?
Pero
lo
que
Jesús
hizo
sorprende
a
todos
allí.
Dijo,
Hijo
tus
pecados
son
perdonados
(Marcos
2:1-‐3).
Si
usted
es
como
yo
soy,
tal
vez
está
siendo
tentado
a
pensar
que
Jesús
retenía
su
poder
de
sanidad,
con
solo
perdonarlo
a
él.
Pero
pensamos
esto
probablemente
porque
menospreciamos
el
poder
del
perdón.
Los
que
estaban
presentes
vieron
la
situación
más
claramente.
Ellos
sabían
que
una
reclamación
de
perdonar
el
pecado
era
una
reclamación
de
ser
Dios.
(De
hecho,
era
por
eso
que
acusaron
a
Jesús
de
blasfemia;
Marcos
2:7).
En
vez
de
retener
su
poder
de
sanidad
para
con
el
paralitico,
Jesús
demostró
su
más
grande
poder
primero.
El
punto
es
que
si
Jesús
tenía
el
poder
de
perdonar,
Él
es
Dios;
y
si
Él
es
Dios,
también
sana.
Jesús
explicó
todo
cuando
dijo
al
paralitico,
Levántate,
toma
tu
camilla
y
vete
a
tu
casa.
Y
el
hombre
fue
sanado
(Marcos
2:11-‐12).
Imagínese
como
cambió
la
vida
de
aquel
hombre.
Ese
día,
el
caminaba
desde
su
vida
vieja
de
culpa
y
parálisis
a
una
vida
nueva
hecha
posible
por
Jesús.
En
otra
historia,
una
mujer
que
había
escuchado
de
las
sanidades
de
Jesús
había
estado
sangrando
por
doce
años.
Ella
iba
a
cada
médico
que
podía
encontrar
y
gastaba
todo
el
dinero
que
tenía
buscando
una
solución
al
problema.
No
pudiendo
encontrar
ninguna,
no
hacía
más
que
empeorar
su
estado.
Estaba
desesperada,
sin
dinero,
y
débil.
(lo
sabía
muy
bien)
Finalmente,
ella
concluyó,
Si
solo
pudiese
acercarme
y
tocar
su
ropa
[La
de
Jesús]…
Así
que
eso
es
lo
que
hizo,
y
fue
sanada
(Marcos
5:25-‐34).
Un
leproso
cayó
de
rodillas
frente
a
Jesús
y
le
rogó
diciendo,
Si
quieres,
puedes
limpiarme
(Marcos
1:40-‐42).
Recordemos
que
en
Levitico
se
describe
el
grave
significado
de
la
situación
de
un
leproso.
Un
hombre
así
era
afligido
con
una
enfermedad
que
lo
hacía
impuro
y
tenía
que
vivir
al
borde
de
una
sociedad,
en
una
mezcla
de
paradójica
de
soledad
escondida
y
una
dolorosa
exposición
vulnerable.
El
hecho
de
que
había
sido
contagiado
era
bien
conocido,
así
que
sería
evitado
y
tendría
que
evitar
a
los
demás,
porque
cualquiera
que
le
tocáse,
también
sería
impuro.
El
leproso
vivía
una
vida
de
vergüenza.
Pero
Jesús
amaba
ese
leproso.
Él
lo
tocó,
lo
sanó,
y
lo
hizo
limpio.
Un
toque
de
Jesús
terminó
la
vieja
vida
de
soledad
y
vergüenzas
del
leproso,
para
comenzar
una
nueva
vida.
El
leproso
no
viviría
más
fuera
del
campamento,
ni
fuera
de
la
ciudad,
o
fuera
de
la
sociedad,
o
a
la
distancia
de
la
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
presencia
de
Dios
representado
por
su
templo.
La
vida
vergonzosa
del
leproso
había
acabado;
Jesús
lo
había
sanado,
haciéndolo
parte
una
vez
más.
Hay
dos
cosas
qué
aprender
de
los
que
eran
sanados
por
Jesús:
1)
sabían
de
su
desesperante
necesidad,
y
2)
colocaron
toda
su
esperanza
en
Jesús.
Ellos
sabían
su
desesperante
necesidad.
Muchas
veces
pareciera
como
si
tenemos
todo
bajo
control.
Queremos
pensar
que
no
estamos
quebrados
y
que
no
necesitamos
ser
sanados.
Admitir
que
tenemos
dolores
de
las
heridas
del
pasado
tal
vez
nos
hace
parecer
débiles.
Admitir
que
nos
sentimos
vulnerables
después
de
una
estación
larga
del
pecado
habitual
tal
vez
parezca
vergonzoso.
A
veces,
no
queremos
ensuciar
la
reputación
que
hemos
construido
con
admitir
que
estamos
destrozados.
Así
que
pretendemos
ser
fuertes.
Tratamos
de
cubrir
nuestras
heridas
y
talones
de
Aquiles.
Los
israelitas,
enfrentando
el
impasible
Mar
Rojo,
en
vez
de
admitir
su
necesidad
desesperada
por
Dios,
gritaban
en
contra
de
Moisés
por
guiarlos
a
tal
necesidad,
abandonando
momentáneamente
toda
esperanza
de
sanidad
e
imaginando
que
sería
mejor
estar
en
Egipto
qué
morir
allí
(Éxodo
14:10-‐12).
Pero
Jesús
dijo
que
son
los
pobres
en
espíritu
los
que
reciben
el
Reino
del
Cielo,
los
que
comprenden
su
necesidad
desesperada
y
no
tratan
de
esconderla
(Mateo
5:3).
El
paralitico
y
sus
amigos,
la
mujer
con
la
hemorragia,
y
el
leproso,
cada
uno
representa
un
cuadro
físico
de
lo
que
es
ser
pobre
en
espíritu.
Todas
estas
cosas
nos
recuerdan
que
no
es
necesario
fingir
compustura,
cuando
estamos
en
presencia
de
Jesús,
porque
Él
sana
a
los
quebrantados.
Como
la
petición
de
Ben,
sus
gritos
eran
simples:
Estoy
destrozado.
¡Por
favor,
sáname!
Estas
personas
pusieron
toda
su
esperanza
en
Jesús.
Ellos
sabían
que
tenían
una
oportunidad
para
ser
sanados
y
que
solo
vendría
de
Jesús.
El
leproso
estaba
destinado
a
una
vida
de
lástima,
si
no
hubiese
sido
por
la
sanidad
milagrosa
que
solo
Jesús
podía
proveer.
La
mujer
con
la
hemorragia
había
gastado
todo
lo
que
tenía
buscando
una
cura.
Había
confirmado
que
no
existía
otra
esperanza
para
ella
y
seguramente
estaba
desesperada.
Como
el
paralítico,
ellos
creyeron,
colocaron
toda
su
fe
en
Jesús,
hicieron
a
un
lado
sus
complejos
y
temores,
e
intentaron
acercarse
lo
más
posible
hasta
Él.
La
misma
urgencia
era
en
la
voz
de
Ben
cuando
gritó,
No
permitas
que
sea
yo
humillado
por
confiar
en
ti.
Era
la
primera
vez
en
su
vida
que
había
confiado
en
Dios
sin
reservas.
Él
no
se
aferraba
a
ninguna
otra
esperanza.
Y
sabía
que
el
riesgo
era
grande.
Siempre
es
así
con
la
esperanza:
Si
el
objeto
de
nuestra
esperanza
falla,
nos
avergonzamos.
Ese
tema
sale
vez
tras
vez
en
los
Salmos:
Mi
Dios,
en
ti
confío;
no
permitas
que
sea
yo
humillado.
Así
que
Allender
y
Longman
concluyen:
La
vergüenza
tiene
raíces
en
nuestra
preferencia
inherente
de
confiar
en
dioses
falsos
en
vez
de
depender
en
Dios
a
cada
momento
de
nuestra
existencia…
La
vergüenza
no
es
primariamente
una
experiencia
de
sentirse
mal
sino
que
es
el
exponer
una
esperanza
tonta
que
no
es
Dios…
La
vergüenza
expone
lo
que
adoramos.
Si
coloca
su
esperanza
en
su
poder
de
voluntad
para
terminar
su
pecado
habitual,
o
en
su
historial
(los
como
“días
de
la
sobriedad”)
para
mantener
distancia
entre
usted
y
su
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
pasado
vergonzoso,
será
avergonzado
el
momento
en
que
falle;
sus
falsas
esperanzas
fallan.
Si
su
esperanza
mora
en
su
capacidad
de
esconder
sus
heridas
por
parecer
fuerte,
en
la
afirmación
constante
de
otra
persona
para
darle
valor,
o
en
su
vigilancia
para
evitar
ser
lastimado
de
nuevo,
inevitablemente
será
lastimado,
porque
no
somos
suficientemente
fuertes
para
salvarnos
a
nosotros
mismos;
nadie
puede
asegurar
su
identidad
contra
sus
propias
dudas
profundas,
y
nunca
tendrá
una
vida
sin
riesgo
mientras
que
viva
en
un
mundo
caído.
Nuestra
única
y
verdadera
esperanza
de
una
sanidad
duradera,
que
nos
proteja
de
ser
avergonzados
es
Jesús.
Pero,
tal
vez
se
pregunte,
¿Cómo
puedo
ser
sanado
por
Jesús
cuando
Él
ya
no
está
aquí
y
no
puedo
tocar
su
ropa?
La
respuesta
es
que
ya
ha
empezado
la
sanidad.
Cuando
usted
está
en
Cristo,
lo
viejo
ya
ha
pasado
y
lo
nuevo
comienza
(2
Cor.
5:17).
Somos
una
nueva
criatura
en
Cristo.
Él
le
nos
tocado
con
su
perdón
y
su
poder
sanador.
Tal
como
al
leproso,
nos
fue
quitada
nuestra
vergüenza,
y
hemos
sido
injertados
en
la
familia
de
Dios,
a
donde
usted
y
yo
pertenemoces,
adoptados
sin
ser
avergonzados.
Dios
también
ha
mandado
su
Espíritu
para
morar
en
nosotros
para
completar
la
restauración.
El
mismo
Espíritu
que
levantó
a
Jesús
de
los
muertos
fue
mandado
para
darnos
una
vida
nueva
e
invertir
los
efectos
del
pecado,
re-‐haciéndole
desde
adentro
hacia
afuera
(Rom.
8:11;
I
Cor.
15:45;
2
Cor.
3:18;
5:17;
Col.
3:9-‐10).
El
Espíritu
Santo
no
terminará
hasta
que
seamos
perfeccionados.
Al
final,
seremos
totalmente
redimidos,
totalmente
sanados,
en
cuerpo
y
alma
–
no
solamente
regresar
a
lo
“normal”,
sino
que
seremos
glorificados,
aptos
para
un
cielo
nuevo
y
una
tierra
nueva
en
el
reino
de
Dios
(Rom.
8:23;
Fil.
1:6;
I
Juan
3:2-‐3).
Ahora,
mientras
la
sanidad
está
empezando,
no
se
completa
instantáneamente.
Hay
días
cuando
parece
que
va
muy
lento,
y
no
se
siente
como
nueva
criatura;
se
da
cuenta
dolorosamente
de
la
corrupción
que
queda
en
su
alma,
o
está
perseguido
por
la
memorias
de
un
pecado
pasado,
o
siente
el
dolor
de
una
herida
vieja.
La
vergüenza
llega
y
suspira,
Este
es
quien
eres
en
verdad;
culpable,
corrupto,
violado,
lastimado.
El
enemigo
toma
el
momento
de
debilidad
para
condenarle
y
acusarle,
mostrándole
que
si
no
está
completa
su
sanidad,
es
evidente
que
no
es
la
persona
que
pensaba
ser.
Él
quiere
que
crea
que
los
pecados
del
pasado
y
heridas
son
lo
que
determinan
su
identidad,
en
vez
de
una
creación
nueva.
Tal
vez
el
diablo
plantará
una
semilla
de
duda
en
su
mente
sobre
Dios
mismo:
¿Cómo
puedes
creer
que
Dios
te
sana?
NO
te
ha
sanado.
¡Mírate!
La
experiencia
puede
ser
similar
a
los
israelitas
cuando
se
acercaban
al
Mar
Rojo,
aterrorizados
de
la
amenaza
en
frente
y
acechados
por
el
enemigo
desde
atrás.
Por
un
momento,
parecía
que
se
habían
olvidado
de
quién
era
Dios,
el
Redentor
que
los
había
liberado
de
la
esclavitud.
A
la
vez,
se
olvidaron
quienes
eran
para
Él.
Cuando
los
llamó
de
Egipto,
los
llamaba
mi
primogénito
(Éxodo
4:22),
demostrando
que
eran
amados.
Como
Padre,
él
había
prometido
defender
y
proteger
a
sus
hijos
cuando
los
trajo
a
casa.
¿Ahora
los
abandonaría?
Lo
que
encontramos
en
el
Mar
Rojo
es
que
Dios
no
solo
redime
a
su
pueblo
de
la
esclavitud,
y
les
da
el
privilegio
de
ser
sus
hijos,
sino
que
también
destruye
cualquier
evidencia
de
que
no
sean
verdaderamente
sus
hijos
o
que
Él
no
sea
su
Dios.
LA
JUSTIFICACIÓN:
EL
PADRE
DEFIENDE
A
SUS
HIJOS
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
La
justificación
es
ser
aprobado
a
pesar
de
la
evidencia
en
contra.
En
nuestros
días
modernos
en
los
Estados
Unidos,
esto
sucede
en
un
juicio,
cuando
a
uno
le
acusan
de
cargos
injustamente,
pero
en
el
juicio
se
prueba
que
es
inocente.
En
el
antiguo
oriente,
las
decisiones
más
difíciles
se
le
encomendaban
a
los
dioses
(dioses
falsos,
por
supuesto
–
¡no
quiero
ni
pensar
en
esas
decisiones!)
Le
llamaban
juicio
por
sufrimiento,
y
normalmente
involucraba
el
fuego
o
el
agua,
y
la
vida
y
la
muerte.
En
un
caso,
el
acusado
fue
tirado
al
río,
ya
que
en
la
religión
dominante
de
aquellos
días
existía
un
dios
del
río,
el
cual
juzgaría
la
culpa
o
la
inocencia
del
hombre.
Si
el
hombre
sobrevivía
al
río,
mostraba
su
inocencia,
y
su
acusador
era
ejecutado.
Pero
si
el
río
lo
ahogaba,
su
acusador
recibía
todo
lo
que
le
pertenecía.
Era
todo
para
el
ganador;
el
último
hombre
en
pie
era
justificado.
Al
cruzar
el
Mar
Rojo,
el
pueblo
de
Dios
se
había
salido
triunfante,
y
los
egipcios
se
ahogaban,
era
un
juicio
similar.
En
las
palabras
de
Meredith
G.
Kline,
Dios
justificaba
la
causa
de
los
que
clamaron
al
nombre
de
Dios
y
condenaba
a
sus
adversarios.
A
pesar
de
los
mitos
de
las
religiones
de
oriente,
en
el
Mar
Rojo
Dios
mostró
que
el
destino
de
su
pueblo
se
quedó
solo
en
sus
manos
soberanas,
y
ni
el
mar
ni
Faraón,
ni
ningún
otro
enemigo,
podría
cambiarlo.
Así
que
Dios
utilizó
los
mismos
elementos
del
juicio,
las
aguas
del
caos,
para
salvar
a
su
pueblo
y
destruir
al
enemigo.
En
la
cruz,
Jesús
pasó
por
el
juicio
del
sufrimiento,
del
cual
el
Mar
Rojo
era
solo
una
sombra.
Allí
en
la
cruz,
el
Enemigo
hizo
todo
posible
para
lastimar
a
Jesús.
Los
romanos
diseñaron
la
crucifixión
como
la
muerte
más
vergonzosa
posible,
no
solo
tomando
la
vida
de
la
víctima,
sino
que
también
exhibiéndola
al
desprecio
de
todos.
Pero
Jesús
venció
al
Enemigo
por
medio
de
la
cruz
y
le
arrojó
su
vergüenza
en
su
cara,
exhibiéndole
públicamente,
de
la
misma
forma
cuando
Dios
mandó
las
aguas
del
Mar
Rojo
contra
el
ejército
de
Faraón
y
los
contempló
mientras
se
ahogaban
(Col.
2:13-‐15).
En
su
resurrección,
como
estaba
saliendo
victoriosamente
del
Mar,
Jesús
fue
justificado
como
el
santo
Hijo
de
Dios,
a
quien
la
muerte
no
pudo
contener.
Cuando
Jesús
resucitó
de
la
muerte,
era
el
primero
para
ser
totalmente
justificado
como
Hijo
de
Dios,
pero
no
el
último.
Romanos
8:29
dice
que
Él
es
el
primogénito
entre
muchos
hermanos.
Quiere
decir
que
en
Cristo,
usted
y
yo
somos
adoptados
como
hijos
de
Dios.
Esa
es
nuestra
identidad
nueva,
hijos
de
Dios,
amados
por
el
Padre,
sanados
por
el
Sanador.
En
la
cruz,
Jesús
aseguró
nuestra
identidad
nueva,
y
en
su
resurrección,
Él
la
defendió
contra
todas
la
acusaciones
vergonzosas
en
nuestra
contra,
una
vez
y
para
siempre.
Así
que
la
cruz
volvía
a
ser
un
símbolo
para
los
hijos
de
Dios,
no
el
símbolo
de
vergüenza,
esto
era
lo
que
quería
el
Enemigo,
sino
que
un
símbolo
de
esperanza
y
sanidad
porque,
como
dice
en
Hebreos
12:2,
Jesús
menospreció
la
vergüenza
de
la
cruz.
Para
menospreciar
quiere
decir
más
de
lo
que
se
ve
en
el
lenguaje
ordinario.
Normalmente
queremos
decir
algo
como
una
aseveración
fuerte,
que
es
la
definición
legítima;
pero
el
contexto
de
este
versículo
sugiere
que
algo
más
está
pasando
aquí.
Menospreciar
también
puede
significar;
considerar
como
no
digno
del
interés
ni
importancia
de
uno.
Un
diccionario
Griego
captura
la
idea
del
lenguaje
original;
considerar
algo
no
suficientemente
importante
para
ser
objeto
de
preocupación
cuando
sea
evaluado
contra
otra
cosa.
David
deSilva
explica
que
Jesús
menospreciaba
la
vergüenza
de
la
cruz
por
medio
de
pasar
por
alto
los
reclamos
vergonzosos
del
mundo
en
contra
de
Él
y
mirar
solo
al
Padre
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
por
Su
identidad.
Su
identidad
en
los
ojos
del
Padre
era
todo
lo
que
tenía
importancia,
no
lo
que
decía
el
mundo
y
no
lo
que
sus
circunstancias
vergonzosas
implicaban.
Imagine
que
debe
ajustar
una
luz
para
el
teatro,
que
enfoque
a
un
actor
y
de
pronto,
alguien
dirije
una
linterna
juguete,
que
se
ve
como
una
mancha
en
la
cara
del
actor.
¿Qué
pasa?
Nada.
¿Por
qué?
Porque
la
luz
es
tan
brillante
que
la
linterna
juguete
no
hace
mucha
distinción.
No
es
que
la
linterna
no
funcione
lo
que
no
hace
ninguna
diferencia.
La
gloria
de
Dios
en
la
cara
de
Jesús,
su
gracia,
misericordia,
perdón,
limpieza
y
sanación,
simplemente
eclipsan
cualquier
mancha
que
queda;
pero
estas
manchas
siguen
opacándose
poco
a
poco
y
al
final,
desaparecerán
(2
Cor.
4:6).
La
pregunta
sobre
la
vergüenza
realmente
tiene
que
ver
con
esto:
¿Quién
somos
ante
los
ojos
del
Padre?
Llegamos
a
la
pregunta
desde
dos
interrogantes:
1)
¿Quiénes
somos
a
la
luz
de
nuestro
pecado
pasado?
2)
¿Quiénes
somos
a
la
luz
del
daño
cometido
contra
nosotros?
A
la
luz
del
pecado
pasado.
Cuando
Jesús
toma
nuestro
lugar
frente
al
Padre,
nuestra
culpa
es
perdonada
y
nuestra
vergüenza
queda
cubierta.
Si
confesamos
nuestros
pecados,
Él
es
fiel
y
justo
para
perdonar
nuestros
pecados
y
limpiarnos
de
toda
maldad
(I
Juan
1:9).
Romanos
8:1
declara,
Ya
no
hay
ninguna
condenación
para
los
que
están
unidos
a
Cristo
Jesús.
Así
que
la
vergüenza
de
nuestro
propio
pecado
no
debe
definirnos.
Hemos
sido
limpiados
y
no
condenados.
Ben
se
sentía
abrumado
por
la
culpa
de
sus
pecados
pasados.
Lo
alejaban
más
de
Dios;
volvía
a
ser
más
introspectivo,
atrapado
en
su
vergüenza
como
si
pagara
una
penitencia,
como
si
el
perdón
de
Dios
no
fuese
suficiente.
Pero
se
daba
cuenta
que
el
pecado
en
medio
de
su
vergüenza
auto-‐inducida,
no
era
otra
cosa
que
creer
la
mentira
de
que
el
perdón
de
Dios
no
era
suficiente.
No
lograba
verse
a
sí
mismo
a
través
de
los
ojos
de
su
Padre
celestial,
sino
por
los
ojos
de
otro.
Cuando
entregó
toda
su
confianza
en
el
absoluto
perdón,
y
en
el
poder
sanador
de
Jesús,
la
vergüenza
perdió
su
sujeción
con
él.
¿Todavía
se
sentía
mal
cuando
pensaba
en
sus
pecados
del
pasado?
Por
supuesto,
pero
donde
antes
estaba
atrapado
en
vergüenza,
ahora
sentía
dolor
y
se
lamentaba
por
su
pecado,
corriendo
de
nuevo
en
dirección
a
Dios
por
su
misericordia
y
gracia
(He.
4:16).
A
la
luz
del
daño
hecho.
Jesús
tiene
abundante
compasión
por
nosotros
cuando
estamos
dañados.
Y
aún
más
que
eso,
nos
rescata
de
nuestras
heridas,
para
que
no
puedan
definirnos.
Su
gloria
consiste
en
hacernos
nuevas
criaturas,
adoptarnos
como
hijo
de
Dios,
y
sanarnos.
Esta
gloria
supera
a
cualquier
vergüenza
que
pueda
surgir
por
lo
que
hayamos
hecho
en
el
pasado.
Mientras
aconsejaba
a
una
mujer
cristiana,
ella
recordó,
estando
muy
avergonzada,
que
alguien
había
abusado
de
ella
en
su
niñez.
Apenas
pudo
contarle
a
su
esposo,
era
tan
terrible.
Yo
le
recordaba
que
no
debía
sentir
más
vergüenza
por
aquel
recuerdo.
En
los
ojos
de
tu
Padre
Celestial,
eres
elegida,
preciosa,
y
protegida.
Aunque
ese
recuerdo
era
nuevo
para
ella,
no
era
nuevo
para
Dios;
Él
ya
la
amaba
y
la
había
redimido
totalmente,
aun
en
áreas
que
ni
siquiera
ella
misma
conocía.
El
amor
de
Dios
que
redime,
puede
vencer,
con
un
solo
toque
sanador,
el
dolor
de
un
recuerdo,
como
ocurrió
con
la
cruz
y
el
encuentro
en
el
Mar
Rojo,
estos
hechos
fueron
planificados
por
el
enemigo
para
hacer
el
mal,
pero
aún
así,
por
medio
de
estos,
fuimos
redimidos
por
Dios
para
el
bien,
porque
nos
ama
(Génesis
50:20;
Rom.
8:28).
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Cuando
nos
sentimos
quebrantados
y
vulnerables,
¿mantenemos
la
confianza
de
que
somos
una
nueva
creación
en
Cristo?
¿Vemos
nuestra
identidad
en
Cristo
por
los
ojos
del
Padre?
¿O
permitimos
que
los
recuerdos,
la
carne,
el
mundo
agresivo,
y
las
mentiras
del
Enemigo
nos
definan?
¿Admitimos
nuestra
necesidad
de
ser
sanados
y
ponemos
nuestra
esperanza
sólo
en
Cristo?
Nuestras
respuestas
a
estas
preguntas,
determinan
nuestra
vulnerabilidad
a
la
vergüenza,
aún
más
que
el
pecado
del
pasado
o
heridas
que
quedan.
Lo
viejo
acabó,
y
lo
nuevo
ha
llegado.
En
Cristo,
somos
hechos
nuevos
y
renovados.
Estamos
ya
del
otro
lado
del
Mar
Rojo.
Nuestro
enemigo
ha
sido
vencido
y
ahogado,
junto
con
el
poder
de
sus
mentiras
que
condenan
y
las
heridas
que
averguenzan.
Ya
no
debemos
cargar
con
el
peso
de
la
vergüenza.
Pertenece
al
resto
de
Egipto,
ha
sido
sepultado
en
el
mar.
Así
que,
tiremos
nuestro
peso
al
mar
y
caminemos
libres,
en
nuestra
nueva
vida
en
Cristo.
LECTURA
BÍBLICA
• Éxodo
14-‐15
• 2
Corintios
5:16-‐21
• Hebreos
12:1-‐2
PARA
REFLEXIONAR
Y
DISCUTIR
1) ¿Cuándo
se
siente
avergonzado?
2) ¿Qué
pecado
esconde
con
verguenza?
3) ¿Qué
abusos,
daños
o
convicciones
guarda
usted
como
secretos
vergonzosos?
4) ¿Cómo
acta
usted
cuando
está
avergonzado?
5) ¿Cómo
le
afecta
la
vergüenza
en
su
relación
con
Dios?
6) ¿Cuándo
es
más
probable
que
usted
dude
ser
un
hijo
adoptado
de
Dios?
7) Cuando
imagina
ser
completamente
renovado
en
los
cielos
nuevos
y
en
la
tierra
nueva,
¿qué
parte
específica
de
su
vida
es
la
que
anhela
ser
más
restaurada?
8) ¿Qué
evidencias
puede
ver
en
su
vida
de
que
la
sanidad
ya
ha
comenzado?
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
5
LA
DEMANDA
DEL
MANÁ:
EL
SUTIL
SIGNIFICADO
DE
LOS
DESEOS
DIARIOS
Lisa
acostumbraba
a
planear
su
dia
en
torno
a
lo
que
comería,
pero
nunca
nadie
lo
notó.
A
simple
vista,
ella
sólo
parecía
ser
una
chica
cristiana
y
muy
talentosa,
pero
detrás
de
esa
máscara,
estaba
tejiendo
una
red
de
mentiras,
y
alejando
a
las
personas
de
su
vida.
Todo
empezó
durante
la
secundaria,
cuando
a
pesar
de
tener
un
cuerpo
saludable
y
estar
en
buena
forma,
Lisa
decidió
que
debía
perder
un
poco
de
peso,
esperando
ganar
la
atención
de
sus
compañeros.
Empezó
a
hacer
ejercicios
en
lugar
de
comer.
Con
las
tantas
actividades
de
la
escuela
y
la
iglesia,
siempre
estaba
corriendo,
así
que
su
hábito
de
saltarse
comidas
no
lo
notaban
otras
personas,
incluso
perdió
18
Kg.
en
sólo
dos
meses.
Sus
padres
y
profesores
comenzaron
a
mostrar
preocupación,
pero
ella
actuó
como
si
nada.
Es
más,
estaba
contenta
con
el
resultado,
porque
por
primera
vez
en
su
vida,
los
muchachos
empezaron
a
fijarse
en
ella.
Había
atraído
la
atención
que
deseada.
Pero
esta
no
era
la
primera
vez
que
Lisa
buscaba
llamar
la
atención.
Como
niña,
había
ansiado
el
amor
de
su
madre,
quien
enfocada
en
el
trabajo,
solo
podría
obtenerlo
mediante
cumplir
largas
listas
de
tareas,
tanto
en
la
escuela
como
en
casa.
Aunque
sería
muy
fácil
condenar
el
deseo
de
Lisa
por
llamar
la
atención
de
los
muchachos,
la
raíz
de
su
deseo,
es
exactamente
la
misma
cuando
de
niña,
mostraba
orgullosamente
un
dibujo
que
había
hecho,
esperando
tener
algo
de
atención
de
su
trabajólica
madre.
¿Quién
no
podría
compadecerse
con
la
desilusión
de
tan
inocente
deseo?
Sin
duda
Dios
creó
a
las
chicas
con
el
deseo
de
ser
amadas
por
sus
madres.
La
historia
de
Lisa
es
un
ejemplo
claro
de
la
sutileza
de
nuestros
problemas:
muchas
veces
los
deseos
mismos
que
nos
llevan
a
nuestra
ruina
empiezan
como
deseos
saludables.
Deseos
puros
pueden
ser
contaminados:
la
justicia
puede
transformarse
en
venganza:
nobles
aspiraciones
pueden
ser
pervertidas:
metas
magnánimas
pueden
ser
despreciables
y
deseos
moderados
pueden
ser
desmesurados
por
las
indulgencias.
A
causa
del
efecto
violento
del
pecado,
podemos
mirar
nuestros
propios
motivos
y
ver
solamente
lo
que
es
puro,
justo,
bello,
magnánimo,
y
moderado,
cuando
en
realidad
sólo
es
perversidad,
venganza,
perversión,
insignificancia
e
indulgencia
lo
que
pueden
estar
escondido
detrás
de
nuestras
verdaderas
intenciones.
Al
final,
el
cuerpo
de
Lisa
empezó
a
deteriorarse
a
causa
de
la
inanición.
Sus
padres
le
enviaron
a
una
Instalación
de
Tratamiento
Especializado,
esperando
a
salvarle
la
vida.
Los
nutricionistas
la
enseñaron
a
comer
de
una
manera
saludable.
Las
consejeras
le
enseñaron
como
controlar
su
comportamiento
por
medio
de
enfrentar
sus
temores
irracionales
y
sus
pensamientos
depresivos.
Todo
el
consejo
era
bueno,
pero
a
ella
no
le
importaba
nada.
Estaba
guiada
sólo
por
un
deseo,
y
era
todo
lo
que
podía
ver;
“Todo
lo
que
quiero
es
ser
amada.”
Así
que,
continuó,
desde
saltarse
comidas
hasta
violentos
ciclos
de
glotonería,
luego,
para
purgar
su
obsesión
por
la
comida,
comenzó
a
robar
en
tiendas.
Antes
de
comprenderlo,
se
sentía
atrapada
en
un
ciclo
interminable
ya
estaba
cerca
de
la
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
muerte.
Lo
que
empezó
como
un
deseo
por
atención
se
había
convertido
en
una
esclavitud
mortal.
AL
DESIERTO
Continuemos
con
la
jornada
de
los
israelitas
en
Éxodo
capítulo
6,
dos
meses
después
de
su
escape
de
Egipto.
Al
otro
lado
del
Mar
Rojo,
los
esclavos
libertados
celebraron
la
victoria
épica
de
Dios
en
el
mar
y
su
libertad
(Ex.
15:1-‐18).
Verdaderamente
estaban
agradecidos
por
el
rescate
,
¿no
es
cierto?
Pero
cuando
terminaron
de
cantar
el
último
canto
de
victoria,
dejaron
el
mar
atrás,
para
enfrentar
su
próximo
obstáculo,
el
desierto.
Imagínese
con
los
ojos
cansados,
para
ver
lo
que
ellos
vieron
enfrente:
un
desierto
árido
e
infructuoso
en
cuanto
de
la
vista.
El
resto
de
la
jornada
y
el
resto
de
sus
vidas
estarían
en
ese
desierto,
bajo
el
sol.
La
comida
y
el
agua
eran
difíciles
encontrar
en
ese
lugar
y
los
temores
empezaron
a
aflorar
fervientemente.
Dios
les
había
rescatado
de
la
tierra
de
Faraón,
¿pero
era
posible
que
pudiera
rescatarlos
del
desierto?
Había
prometido
una
tierra
de
leche
y
miel,
pero
los
había
traído
al
desierto
seco
(Ex.
3:8).
¿Cuántas
veces
había
probado
su
fe?
Primero,
les
prometió
libertad,
y
vieron
que
su
esclavitud
empeoraba
cuando
Faraón
dejó
de
entregarles
la
paja
para
sus
ladrillos.
Cuando
la
libertad
llegó
a
la
vista,
fue
bloqueado
por
un
mar
impasible.
Luego,
Dios
dividió
las
aguas,
y
pudieron
llegar
al
desierto
¿Cuánto
podría
aguantar
el
corazón
humano?
Pues,
no
podrían
aguantar
mucho
más,
y
empezaron
las
quejas.
Allí, en el desierto, toda la comunidad murmuró contra Moisés y Aarón:
—¡Cómo quisiéramos que el SEÑOR nos hubiera quitado la vida en Egipto! —les decían los
israelitas—. Allá nos sentábamos en torno a las ollas de carne y comíamos pan hasta
saciarnos. ¡Ustedes han traído nuestra comunidad a este desierto para matarnos de hambre
a todos! (Ex.
16:2-‐3)
A
pesar
de
su
falta
de
fe
y
gratitud,
Dios
les
inundó
con
bendiciones,
prometiendo
abundancia
diaria
de
pan
al
que
llamaron
“Maná”
(vv.
4-‐18).
No
era
porque
lo
merecían,
particularmente
después
de
su
murmuración,
sino
porque
Dios
es
un
Padre
generoso
y
le
importan
las
necesidades
de
sus
hijos,
incluso
cuando
murmuran.
Mientras
sus
deseos
estaban
obsesionadas
con
la
comida,
Dios
tenía
algo
mucho
más
grande
en
mente,
cambiar
sus
corazones.
Aun
cuando
proveía
con
gracia,
Él
lo
hizo
de
una
manera
que
probaría
sus
corazones,
-‐
“para
que
yo
lo
pruebe
si
anda
en
mi
ley,
o
no”
–
(v.
4)
Ahora,
la
palabra
ley
aquí
requiere
una
explanación
porque
puede
ser
engañosa
al
lector
moderno.
El
uso
moderno
trae
a
la
mente
una
lista
de
cosas
por
hacer
y
no
hacer.
Pero
aquí,
es
mejor
ver
que
Dios
estaba
utilizando
su
murmuración
como
ocasión
para
revelar
algo
de
la
relación
que
Él
quiere
tener
con
su
pueblo:
Él
quiere
bendecirlos
y
Él
quiere
que
ellos
respondan
con
confianza
en
su
provisión,
recibiendo
la
bendición
de
Sus
términos
en
vez
de
los
suyos.
Douglas
Stuart
observa
lo
siguiente,
“No
era
solamente
una
prueba
para
ver
si
ellos
podrían
seguir
las
instrucciones,
sino
que
más
bien
una
prueba
para
ver
si
sus
corazones
estaban
inclinados
a
ser
su
pueblo
del
pacto.”
En
este
caso,
caminar
en
su
ley
quería
decir
volver
a
confiar
en
Él
cada
día,
para
proveer
la
comida.
Así,
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Él
estaba
en
la
vanguardia
de
su
deseo
diario
para
la
alimentación.
Él
proveería
su
pan
diario.
Ahora
la
prueba:
¿Lo
seguirían,
o
solo
querían
el
pan?
La
primera
prueba
de
maná
llegó
con
la
promesa
de
Dios
para
proveer
suficiente
pan
cada
día
por
cada
hombre,
mujer
y
niño
hasta
dejarlos
satisfechos.
Ellos
deberían
de
recoger
maná
suficiente
sólo
para
un
día
y
no
guardar
nada
el
siguiente
(vv.
16,
19),
y
justo
cuando
ellos
recogían
y
medían,
había
suficiente
para
el
día,
lo
que
no
tenía
nada
que
ver
con
sus
habilidades
como
recolectores.
Según
John
Sailhamer,
“Fue
otra
señal
que
Dios
estaba
involucrado
íntimamente
en
proveer
para
cada
uno
de
ellos.”
Después
de
la
cena
cada
noche,
cuando
el
maná
del
día
se
acababa,
ellos
debían
ir
a
la
cama
y
dormir,
confiando
que
cuando
despertaran,
habría
más
maná
esperándolos.
¿Podrían
confiar
que
el
mismo
Dios
que
había
guardado
su
promesa
para
librarlos
de
la
esclavitud,
también
proveería
de
comida
para
cada
día?
¿O
lo
acumularían
todo
para
asegurarse
contra
el
hambre?
Lo
acumularon.
Toda
la
comida
guardada
hasta
el
día
siguiente,
dio
gusanos
y
se
pudrió.
(v.
20)
Tal
vez
algunos,
como
sus
padres
Adán
y
Eva,
pensaron,
pensaron
¿Dios
verdaderamente
dijo
que
no
podríamos
guardar
un
poquito
hasta
mañana?
¿Qué
cosa
resultaría
mal
de
eso?
Solo
un
poquito
extra
por
si
acaso…
(Veáse
Gen.
3:1,
6)
La
segunda
prueba
de
maná
llegó
con
las
instrucciones
para
la
manera
de
observar
el
Sabbat,
el
día
de
la
semana
de
descanso
dedicado
al
Señor.
Las
reglas
para
recoger
maná
para
el
fin
de
semana
eran
un
poco
diferentes:
el
sexto
día,
tenían
que
recoger
la
cantidad
para
dos
días,
porque
no
habrían
nadie
para
recoger
el
séptimo
día.
(Ex.
16:23,
26,
29).
¿Podrían
dedicar
un
día
al
Señor
y
confiarle
por
un
día
de
descanso?
¿Recogerían
con
diligencia
por
dos
días,
confiando
que
el
extra
se
guardaría
para
el
Sabbat?
De
ninguna
manera.
En
vez
de
descansar,
recogían
más
maná
el
día
séptimo
(vv.
27-‐
28).
Lisa
cayendo
en
su
espiral
descendente
llegó
hasta
el
punto
de
estar
desesperada
por
liberarse.
Clamó
a
Dios
para
ser
liberada,
pero
su
grito
no
salió
de
una
convicción
sobre
su
pecado,
sino
del
temor
de
su
propia
muerte.
Por
la
gracia
de
Dios
(aunque
ella
no
lo
hubiera
pensado
en
ese
momento),
recordó
las
tácticas
que
había
aprendido
en
el
centro
de
tratamiento
y
finalmente
empezó
a
utilizarlos
para
controlar
sus
acciones
destructivas.
Fue
suficiente
para
restaurar
su
salud.
Cuando
pudo
decir
que
no
más
tenía
un
trastorno
alimentario,
pensó
que
estaba
sana.
Pero
todavía,
tenía
el
deseo
de
que
otros
la
admiraran,
la
vieran
y
la
amaran.
Mientras
que
sus
hábitos
mejoraban,
se
quedó
muy
sola
y
deprimida.
Su
problema
de
buscar
el
amor
no
era
el
único,
ya
que
el
asunto
era
bien
sutil,
y
podía
mostrarse
de
maneras
muy
distintas.
Conozca
a
Bill.
Su
vida
tiene
la
misma
pauta,
con
la
excepción
de
ser
de
distinto
sexo,
y
ser
conducido
por
otros
deseos.
Como
niño,
Bill
creció
con
dos
hombres
avasalladores
en
su
casa:
su
padre
era
muy
confrontacional
e
intelectual,
ganando
en
cada
discusión
que
sostenía
con
Bill,
en
cada
argumento,
dejando
al
muchacho
vencido
todo
el
tiempo.
También
estaba
su
hermano,
doce
años
mayor
que
él,
quien
era
más
grande,
más
rápido,
más
fuerte
y
más
gracioso
que
él.
Bill
vivía
en
una
casa
con
dos
gigantes,
y
se
desesperaba
por
dentro
con
el
deseo
de
ser
un
hombre
más
poderoso
por
sí
mismo.
Buscando
algunas
maneras
para
comportarse
como
un
hombre
antes
de
su
tiempo,
Bill
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
empezó
a
coleccionar
pequeñas
botellas
vacías
de
alcohol
y
llenarlas
con
agua
colorada.
Empezó
a
construir
un
bar
en
su
dormitorio.
Se
imaginaba
que
sus
juguetes
eran
mujeres
y
les
hacía
interpretar
fuertes
fantasías
sexuales,
como
un
“juego”.
Esto,
según
él,
le
enseñaba
al
mundo
entero
que
él
era
un
verdadero
hombre.
Estos
eran
los
pequeños
principios
de
una
vida
en
la
que
Bill
viviría
asistiendo
a
bares
reales
cada
noche,
tocando
en
una
banda,
seduciendo
a
mujeres
reales
y
todavía
desesperándose
con
el
deseo
juvenil
de
ser
un
hombre
poderoso
y
carismático.
¿QUE
TIENE
DE
MALO?
Lisa
quería
amor.
Bill
quería
ser
un
hombre.
Los
israelitas
querían
comida.
¿Qué
sería
más
inocente,
verdad?
Si
pudiésemos
entrevistar
a
uno
de
los
israelitas
tratando
de
coleccionar
más
maná,
¿qué
piensa
que
diría?
Yo
pienso
que
diría
algo
así:
¿Qué
tiene
de
malo
proveer
para
mi
familia
y
protegerlos
del
hambre?
Tal
vez
hubiera
sido
difícil
convencerlos
de
que
había
un
problema.
Y
¿sabe
qué?,
de
cierta
manera,
hubiera
sido
correcto:
Dios
nunca
condenó
a
los
israelitas
por
querer
el
pan.
Después
de
todo,
Él
creó
a
la
gente
para
querer
comida
cuando
tienen
hambre,
un
deseo
perfectamente
natural,
luego
Dios
mismo
guió
a
un
montón
de
israelitas
hacía
el
desierto.
No
hay
nada
mala
con
desear
la
comida,
ni
tampoco
con
pedir
a
Dios
por
ella.
Pero
aquí
está
el
problema.
Los
israelitas
no
tenían
solamente
un
deseo
natural
por
la
comida.
Ellos
querían
la
comida
y
la
querían
bajo
sus
propios
términos,
y
no
creían
que
Dios
proveyera
de
esa
forma.
Así
que
trataron
de
tomar
la
situación
en
sus
propias
manos.
Estando
en
el
desierto,
sin
ayuda,
su
único
recurso
era
murmurar.
Algo
estaba
muy
mal
en
sus
corazones
y
tenía
que
ver
con
mucho
más
que
el
pan.
Aunque
parecía
sutil
murmurar
y
hacer
acopio
de
la
comida,
las
pruebas
de
Dios
revelaron
un
pecado
más
preocupante.
Dios
no
estaba
interesado
en
simplemente
llenar
sus
barrigas,
sino
que
en
exponer
sus
corazones.
Haré
dos
observaciones
sobre
lo
que
ha
sido
revelado.
Primero,
su
deseo
no
era
solo
por
el
pan
diario.
Esto
sólo
era
la
punta
de
un
interminable
iceberg
de
deseos,
sólo
querían
determinar
sus
vidas
bajo
sus
propios
términos.
Deseaban
el
pan,
y
lo
deseaban
ahora.
Acumular
para
un
día
a
la
vez
no
era
suficiente.
Ellos
querían
reservas
adicionales.
Tomar
tiempo
para
dar
gracias
y
descansar
en
el
séptimo
día
no
funcionaba
tampoco,
porque
querían
más
y
más
en
cada
oportunidad.
La
Biblia
tiene
una
palabra
para
deseos
tan
insaciables:
la
lascivia.
(e.g.
Rom.
13:14;
Stgo.
1:14.
I
Juan
2:16.)
Aunque
la
lascivia
normalmente
significa
un
deseo
sexual,
una
lujuria
puede
ser
cualquier
deseo
excesivo.
Como
el
picor
de
la
hiedra
venenosa,
cuando
uno
se
rasca,
pica
aún
más.
Nunca
se
satisface,
nunca
se
está
en
paz,
solo
crece
y
crece.
Efesios
4:19
describe
a
la
perfección
esta
reacción
en
la
frase
–
con
avidez.
Esta
perspectiva
de
los
deseos
pecaminosos
como
insaciables
y
como
un
pozo
sin
fondo
corrige
la
común
idea
errónea
que
tales
deseos
son
básicamente
buenos,
pero
no
lo
son,
son
deseos
erróneos,
y
deben
ser
satisfechos
mediante
otras
maneras
más
saludables.
Esto
es
cierto,
pero
sin
comprensión
bíblica
sobre
la
manera
en
que
el
pecado
corrompe
los
buenos
deseos,
esta
perspectiva
nos
guía
a
dos
trampas:
fijarse
en
los
deseos
que
deben
ser
satisfechos,
guiándonos
a
actitudes
que
más
son
exigentes,
aún
peor,
trasladar
la
culpa,
o
alimentar
los
deseos
que
deben
haber
sido
exterminados
desde
el
principio.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
La
psicologa
de
Lisa
le
dijo
que
sus
problemas
con
la
alimentación
emergieron
de
una
carencia
afectiva
que
había
iniciado
años
atrás
en
sus
intentos
de
ganar
el
amor
de
su
madre.
La
solución,
entonces,
sería
ir
a
buscar
el
amor
que
había
deseado,
pero
nunca
recibiría
lo
suficiente.
El
problema
con
aquella
solución
es
que,
ya
estaba
viviendo
la
vida
bajo
de
la
ley
del
deseo,
y
ya
no
importaba
cuanta
atención
obtuviera
con
su
cuerpo,
no
importaba
el
peso
que
perdiera;
nada
sería
suficiente.
Tal
vez
pensemos
que
el
problema
de
Lisa
era
el
buscar
un
tipo
de
atención
equivocada
y
si
tuviera
la
atención
correcta,
sería
bueno.
Pero
veamos
lo
que
pasó
a
Steve
cuando
siguió
el
mismo
consejo.
Steve
creció
con
mucho
descontento
hacia
su
padre,
alejado
de
él
emocionalmente.
Deseaba
que
cualquier
otro
hombre
adulto
que
veía,
fuese
su
padre
para
que
le
aconsejara
y
le
enseñara
lo
que
significa
ser
un
hombre.
Steve
estaba
convencido
que
sin
una
relación
ideal
con
un
padre
sustituto,
nunca
volvería
ser
hombre.
Este
deseo
controlaba
su
vida.
Durante
la
pubertad,
Steve
comenzó
a
notar
sus
sentimientos
a
no
sentirse
atraído
a
las
chicas
de
su
edad,
pero
sí
a
los
hombres
de
la
edad
de
su
padre.
Esto
era
muy
confuso
para
Steve.
Un
secreto
vergonzoso
que
guardó
por
muchos
años,
todo
el
tiempo
alimentó
esos
deseos
con
fantasías
homosexuales.
Cuando
Steve
aceptó
a
Cristo
y
admitió
su
deseo
de
cambiar,
se
le
animó
a
buscar
relaciones
saludables
con
hombres
mayores
como
manera
de
saciar
su
necesidad
afectiva,
de
la
cual
careció
en
su
niñez.
Este
consejo
encendió
de
nuevo
su
obsesión
de
encontrarse
con
un
padre
sustituto.
Siguió
buscando
desesperadamente
las
relaciones
con
hombres
mayores,
hasta
que
eventualmente
una
de
las
relaciones
volvió
a
ser
sólo
homosexual,
y
sus
fantasías
pecaminosas
se
hicieron
realidad.
El
deseo
de
Steve
para
un
padre
sustituto
nunca
le
fue
dado.
Su
creencia
que
tenía
que
tener
una
relación
íntima
con
un
hombre
para
afirmar
su
masculinidad
nunca
fue
cuestionada.
Sin
darse
cuenta,
este
deseo
controlaba
su
vida,
haciendo
fallar
cada
intento
para
posteriormente,
cambiar
su
comportamiento
y
terminar
con
sus
fantasías.
Si
la
raíz
de
nuestro
problema
es
un
deseo
pecaminoso,
disfrazándose
como
una
aparente
(e
incluso
noble)
necesidad,
alimentar
este
deseo,
sólo
hará
que
el
problema
empeore.
Incluso
si
lo
alimenta
como
algo
aparentemente
bueno,
como
una
“relación
saludable”,
puede
que
todo
lo
que
consiga
sea
acaparar
maná,
engulléndolo
vorazmente,
para
de
nuevo
darle
un
mal
uso
a
un
buen
don
de
Dios,
sin
pensar
en
Dios
en
lo
absoluto.
En
su
avaricia,
los
israelitas
en
el
desierto
pusieron
sus
deseos
como
centro
del
universo,
y
exigieron
que
Dios,
Moisés
e
incluso
al
desierto
mismo
resolvieran
sus
necesidades.
Pero
un
deseo
tan
descontrolado
nunca
podrá
ser
saciado
en
términos
humanos,
ni
podrá
pretenderlo
siquiera.
Sólo
Dios
otorga
vida
en
sus
propios
términos.
Una
segunda
observación
es
esto:
Los
términos
de
Dios.
¿Son
sólo
detalles
vanos,
la
política
sobre
juntar
comida
sólo
una
vez
al
día
y
descansar
al
séptimo?
No,
era
Dios
haciendo
que
el
acto
de
juntar
comida
cada
día
fuese
parte
de
su
relación
personal
con
su
pueblo.
Un
Dios
personal
hace
un
compromiso
con
su
pueblo
diciendo:
-‐
Quiero
que
me
recuerden
cada
vez
que
tengan
hambre.
Quiero
que
entiendan
que
yo
mismo
soy
su
provisión.
En
vez
de
dejar
una
notita
en
la
cocina
que
diga:
“Hijitos,
hay
reservas
para
la
vida
en
el
refrigerador.
Nos
vemos.”
Él
los
invitó
a
comer
con
Él
cada
vez
que
tenían
hambre.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Pero
los
israelitas
preferían
una
máquina
de
maná
para
garantizar
su
satisfacción
perpetua,
una
que
no
requería
que
buscaran
o
confiaran
en
Dios.
Actuaban
como
si
Dios
no
existiera
en
el
desierto,
y
era
culpa
de
Moisés
y
Aarón
que
estuvieran
sufriendo
allí
(Ex.
16:2,3).
Si
Dios
existía,
existía
(en
sus
mentes)
sólo
para
el
propósito
de
saciar
sus
necesidades,
era
todo
lo
que
pensaban.
Ya
no
era
el
Dios
que
los
había
salvado
de
la
esclavitud,
ni
el
que
los
había
perdonado
a
costa
de
un
pago
hecho
por
Él
mismo,
ni
el
que
los
había
hecho
su
amado
pueblo,
olvidaron
que
los
había
llamado
para
adorarle,
y
que
los
había
puesto
en
el
desierto
para
ser
parte
de
una
historia
mucho
más
grande.
Moisés
lo
dijo
bien:
-‐Así
es,
las
quejas
de
ustedes
son
contra
el
SEÑOR,
no
contra
nosotros-‐
(v.
8)
Sus
murmuraciones
acusaron
que
Dios
no
era
un
Dios
bueno.
Vivimos
por
momento,
pensamiento,
palabra
y
acto,
eso
es
coram
Deo,
delante
del
rostro
de
Dios.
No
existen
pensamientos
ni
actos
pequeños.
Él
examina
todo
(I
Cron.
28:9,
Salmo
139,
Ecc.
12:14,
Heb.
4:12-‐13)
Por
su
puesto
existen
deseos
naturales,
pero
no
existen
deseos
neutrales.
Cada
deseo
es
igual
a
buscar
algo
que
queremos
que
es
parte
del
mundo
de
Dios.
O
buscaremos
los
dones
para
la
gloria
de
Dios,
y
para
nuestro
gozo,
o
como
los
israelitas
en
el
desierto,
llenos
de
codicia
buscaremos
rebelarnos
contra
Dios.
¿CUÁNDO
MURMURAMOS?
Las
murmuraciones
de
los
israelitas,
venían
con
una
serie
de
demandas
adjuntadas,
tener
reservas
de
comida,
amenazar
con
volver
a
Egipto,
acusar
a
Dios
de
sus
intentos
malos
hacía
a
ellos,
falta
de
gratitud
por
sus
provisiones,
y
negar
los
términos
de
la
bendición
de
Dios.
Lo
que
al
final,
en
realidad,
resultó
ser
sólo
rabietas
sin
causa.
Sería
muy
fácil
desde
nuestra
cómoda
y
segura
manera
de
pensar,
desde
nuestro
diario
vivir
algo
como:
“Bueno,
nunca
tendría
semejantes
rabietas,
ni
acusaría
a
Dios
como
ellos
lo
hicieron,”
pero
recordemos
que
sus
demandas
probablemente
son
tan
reales
como
las
que
hacemos
nosotros
en
estos
días.
Solo
cuando
escuchamos
sus
quejas
desde
la
perspectiva
de
Dios,
notamos
el
verdadero
pecado
en
sus
murmuraciones.
Así
que,
para
poder
identificarnos,
tenemos
que
examinar
nuestra
vida
bien
de
cerca
donde
nunca
hemos
revisado
anteriormente,
tal
vez
nos
demos
cuenta
que
tenemos
deseos
malos,
que
parecen
tan
inofensivos
que
nunca
antes
los
habíamos
cuestionado.
David
Powlison
define
el
murmurar
simplemente
como
“insatisfacción
con
lo
que
se
es”
Paul
Tripp
dice,
“Murmurar
es
el
zumbido
del
fondo
de
un
corazón
descontento.”
En
otras
palabras,
cualquier
situación
presente
que
exista,
no
es
lo
que
quiero,
entonces
murmuro
y
codicio.
Aquí
hay
tres
preguntas
que
puede
utilizase
para
probar
nuestros
deseos
naturales
que
posiblemente
se
hayan
transformado
en
deseos
quejumbrosos
de
su
vida:
¿Qué
nos
hace
enojar?
¿Qué
nos
pone
ansiosos?
¿Qué
nos
hace
desear
escapar?
Cada
uno
de
nosotros
tiene
un
registro
de
expresiones,
desde
lo
más
sutil
hasta
lo
más
obvio.
Vamos
a
enfocarnos
en
lo
sutil.
¿Qué
nos
hace
enojar?
En
sus
formas
obvias
de
manifestarse,
el
enojo
es
fuerte,
odioso
y
violento.
Pero
también
puede
ser
irritable,
frustrado,
crítico,
agresivo,
emocional,
gruñón,
malhumorado,
defensivo,
demasiado
franco,
duro
e
impaciente.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
El
enojo
hace
un
juicio:
Este
no
es
correcto,
es
injusto.
A
veces
nuestras
opiniones
son
correctas
y
tenemos
motivos
para
airarnos
correctamente.
Pero
aun
en
estas
ocasiones,
saber
que
algo
está
mal
sólo
es
la
mitad
del
asunto;
la
otra
mitad
es
saber
corregirlo
sin
aumentar
lo
que
ya
está
mal,
debido
al
enojo
pecaminoso.
Pero,
aun
la
primera
mitad
no
debe
darse
por
sentado.
Algunas
personas
enojadas
piensan
que
observan
claramente
lo
que
no
es
correcto.
Pero
el
pecado
hace
nebulosos
los
lentes
por
lo
cuales
vemos
el
mundo,
llevándonos
a
las
opiniones
erróneas
sobre
lo
que
realmente
es
malo.
Privilegios
percibidos
pueden
llevarnos
al
enojo
incorrecto.
Un
privilegio
percibido
es
algo
que
se
cree
es
suyo
por
derecho.
Así
que
un
esposo
puede
creer
que
tiene
el
derecho
a
que
su
esposa
le
de
sexo,
mientras
que
ella
cree
que
es
su
derecho
recibir
afecto.
Si
uno
no
da
lo
que
es
debido,
el
otro
se
siente
justo
en
condenar
la
falla.
O
un
soltero
o
una
soltera
se
sienten
con
el
derecho
a
tener
una
esposa
o
un
esposo
y
están
enojados
con
Dios
por
no
dárselos.
Los
israelitas
se
sentían
con
el
derecho
a
tener
comida
en
el
desierto,
y
sentían
que
Dios
tenía
la
obligación
de
responderles
por
ello.
La
murmuración
exige:
“Yo
tengo
el
derecho
a
lo
que
quiero,
así
que
tengo
derecho
de
murmurar
cuando
no
lo
consigo.-‐
¡Los
israelitas
tenían
la
osadía
de
juzgar
a
Dios
e
incluso
de
tentarlo!
(Veáse
Ex.
17:2,
7).
¿Qué
nos
pone
ansiosos?
Al
extremo,
la
ansiedad
puede
causar
parálisis.
Pero
durante
cualquier
día
normal,
también
puede
ser
siniestra,
sobre
protectora,
hipersensible,
perfeccionista
y
preocupante,
mostrándose
al
sudar
demasiado,
caminar
de
un
lado
a
otro
o
morderse
las
uñas.
La
ansiedad
empieza
muchas
veces
cuando
la
vida
se
siente
fuera
de
control
o
un
poco
arriesgada.
Cierto,
un
poco
de
ansiedad
es
bueno
para
proteger
a
sus
hijos
en
un
lugar
público.
También
tiene
suficiente
ansiedad
para
que
su
cirujano
se
lave
las
manos
dos
veces,
antes
de
tome
el
bisturí.
La
ansiedad
nos
repite
la
conversación
que
acabamos
de
tener,
verificando
si
hemos
dejado
una
buena
impresión.
Es
preocupante
lo
que
piensan
los
demás.
E
imagine
lo
que
será
la
siguiente
conversación,
nos
preparamos
para
todos
los
escenarios
posibles,
no
queremos
cometer
ningún
error.
La
ansiedad
se
preocupa
si
no
hay
suficiente
dinero,
atención,
tiempo,
afección,
descanso
o
éxito.
Asume
que
el
caso
extremo
sea
lo
más
probable.
Tiene
cierta
habilidad
para
instalarse
en
lo
profundo
de
nuestra
mente,
filtrando
cada
pensamiento.
La
ansiedad
es
una
sombra
del
temor,
lo
cual
es
lo
opuesto
al
deseo.
Deseamos
algo
y
tememos
a
que
no
lo
vayamos
a
conseguir.
O
tenemos
algo
que
no
queremos
perder.
En
los
dos
casos,
estás
al
borde
del
precipicio,
agitado
y
descontento,
una
escenario
perfecto
para
empezar
a
murmurar.
¿Qué
nos
hace
desear
escapar?
El
escape
se
vuelve
más
tentador
cuando
la
vida
se
vuelve
más
difícil.
En
un
extremo
de
este
aspecto
están
las
adicciones
de
todo
tipo:
drogas,
alcohol,
comida,
sexo.
En
el
otro
extremo
está
lo
sutil
de
revisar
continuamente
los
correos
electrónicos,
los
resultados
de
deportes,
o
actualizar
constantemente
las
redes
sociales,
ver
televisión
sin
objetivo,
tener
muchos
hobbies
o
adicción
al
trabajo.
Aun
la
religión
puede
ser
pervertida
y
utilizada
como
un
escape
de
la
realidad:
“Dios
es
soberano.
No
hay
caso
en
tratar
con
______.”
Complete
la
oración
con:
dolor,
desilusión,
el
pasado,
alguna
pérdida.
Aburrirse
es
una
forma
de
murmurar.
El
estar
descontento
con
lo
que
está
pasando
ahora
y
querer
escapar
a
algo
más
interesante.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Por
supuesto,
no
hay
nada
mal
con
querer
anestesia
para
evitar
el
dolor
de
una
cirugía
o
escapar
rápidamente
de
un
callejón
peligroso
por
miedo
a
un
asalto.
Algunos
escapes
son
necesarios
para
una
vida
balanceada:
una
siesta
refrescante,
vacaciones
familiares,
cenar
afuera
de
casa
alguna
noche,
ver
una
película,
o
pedir
un
día
libre
para
orar.
De
hecho,
fue
por
la
necesidad
del
descanso
que
Dios
otorgó
el
Sabbat
para
los
israelitas.
Sin
embargo,
estos
“escapes
saludables”
no
están
designados
para
llevarnos
fuera
de
la
realidad,
sino
que
para
reconectarnos
a
ella.
Si
usted
se
encuentra
escapando
regularmente,
¿De
qué
está
huyendo?
¿Qué
es
lo
difícil,
incómodo,
o
doloroso
que
quiere
evitar?
Los
sistemas
de
escape
pecaminosos
son
pistas
de
nuestros
quejumbrosos
deseos,
porque
revelan
donde
o
en
qué
estamos
tan
insatisfechos,
lo
que
provoca
que
huyamos,
una
y
otra
vez,
de
la
realidad.
Una
dueña
de
casa
encontró
su
forma
de
huir
en
la
comida
chatarra.
Esto
era
una
de
las
cosas
que
pudo
controlar
cuando
se
sentía
atrapada
en
el
caos
de
una
casa
desordenada,
abrumada
por
niños
energéticos
y
necesitados.
Un
conflicto,
que
se
prolongó
demasiado
en
su
familia,
estalló
con
una
serie
de
llamadas
telefónicas
y
cartas,
poniéndola
en
un
estado
de
constante
ansiedad.
Corrió
a
refugiarse
en
la
comida.
Sabía
que
era
pecaminoso,
pero
se
sentía
digna
de
recibir
un
alivio
por
todo
lo
que
había
sufrido.
Las
quejas
de
los
israelitas
también
tenían
rastros
de
estos
tres:
ansiedad,
escape
y
finalmente,
enojo.
Se
ponían
ansiosos
cuando
se
daban
cuenta
de
que
no
había
mucha
comida
y
no
tenían
control
sobre
sus
provisiones.
Cuando
el
maná
finalmente
llegó
más
tarde,
trataban
de
agarrar
el
control
por
medio
de
acumularlo.
Luego,
el
escape:
fantaseaban
con
la
comida
en
Egipto,
obviamente
olvidándose
de
la
esclavitud
que
la
acompañaba,
y
deseando
que
Dios
los
hubiera
matado
allí,
donde
había
comida
abundante.
Finalmente,
todo
salió
con
enojo
y
acusación:
-‐pues
nos
habéis
traído
a
este
desierto
para
matar
de
hambre
a
toda
esta
multitud.-‐
(Ex.
16:3)
¿Podemos
identificarnos
con
el
israelita
en
el
desierto?
Despierto
toda
la
noche,
ansioso
por
que
amanezca,
esperando
el
momento
de
mirar
hacia
afuera
para
ver
si
el
maná
del
cielo
estará
allí
o
no.
¿Por
cuánto
tiempo
sentimos
alivio
en
la
mañana
cuando
nos
encontramos
con
el
maná
antes
de
volverse
a
nuestra
ansiedad,
obsesionándonos
en
recoletarlo
rápidamente?
¿Hubiesemos
sido
uno
de
los
que
tenía
un
plan
para
protegerse
de
no
encontrar
maná,
por
si
acaso?
¿Nos
enojaríamos
por
tener
que
comer
sólo
maná
todos
los
días?
¿O
justificaríamos
nuestro
enojo,
diciendo:
Si
no
me
hubiera
quejado,
no
habría
maná!-‐?
Usualmente
estamos
ciegos
a
nuestras
propias
quejas
porque
parecen
tan
razonables
y
familiares.
Necesitamos
orar
al
Espíritu
Santo
para
que
examine
nuestro
corazón,
y
nos
ayude
a
ver
lo
que
hemos
pasado
por
alto.
Tal
vez
preguntarle
a
alguien
cercano
para
que
pueda
darnos
una
segunda
opinión
de
nuestros
puntos
ciegos:
lo
que
nosotros
no
logramos
ver,
podría
ser
obvio
para
los
demás.
Cuando
logremos
ver
algo
nuevo,
no
evitemos
tratarlo
con
rapidez.
No
digamos:
-‐
Si,
es
cierto,
yo
murmuro
de
eso,
pero
es
porque…-‐
Pensemos
en
el
trasfondo
de
nuestras
quejas
delante
de
Dios.
Pensemos
en
la
manera
que
afectamos
a
los
que
nos
rodean.
Luego,
preguntemonos,
¿existe
una
relación
entre
esta
área
sutil
de
murmurar
y
este
problema
obvio
en
mi
vida?
Es
posible
que
la
distancia
entre
estos
dos
puntos
sea
más
cercana
de
lo
que
imagina.
Para
Lisa,
el
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
comer
desordenadamente
expresaba
la
demanda
de
su
corazón
insatisfecho,
sediento
de
atención.
LA
TENTACIÓN:
¿LA
MANERA
DE
DIOS
O
LA
MÍA?
La
tentación
prueba
nuestros
deseos
y
revela
cuando
son
naturales
y
cuando
son
anormales.
Como
dice
Stgo.
1:14,
-‐
cada
uno
es
tentado,
cuando
de
su
propia
concupiscencia
es
atraído
y
seducido.
–
El
deseo
ya
está
en
el
corazón
antes
de
que
aparezca
la
tentación
y
presenta
la
oportunidad
de
ser
expresado
en
pensamiento,
palabra
o
acto.
A
veces
somos
tentados
a
quejarsnos
bajo
condiciones
de
necesidad,
cuando
parece
que
no
hay
suficiente
de
lo
que
anhelamos.
En
otras
ocasiones,
somos
tentados
por
la
avaricia
bajo
las
condiciones
de
la
abundancia,
cuando
tenemos
mucho
para
satisfacer
cualquier
deseo
natural,
de
lo
contrario,
nunca
se
satisface.
Un
corazón
que
murmura
bajo
de
la
necesidad
vuelve
a
ser
un
corazón
de
avaricia
por
la
abundancia.
Al
final
el
deseo
pecaminoso
jamás
podrá
ser
saciado.
Los
israelitas
murmuraban
en
la
necesidad
del
desierto,
exponiendo
su
falta
de
creencia
en
Dios
para
proveer
y
revelando
un
deseo
para
tener
la
vida
bajo
sus
propios
términos.
Sus
quejas
también
exponían
sus
creencias
falsas
que
Dios
no
era
bueno
y
que
tal
vez,
incluso
quería
matarlos
de
hambre.
Luego,
la
abundancia
de
maná
expuso
su
avaricia
cuando
comenzaron
a
acumular.
Jesús
también
experimentó
la
tentación
bajo
condiciones
precarias
en
el
desierto
(Mateo
4:1-‐11).
Él
tenía
hambre
y
sed
después
de
ayunar
por
cuarenta
días.
Mientras
que
estuvo
en
su
estado
más
débil,
Satanás
lo
tentó.
-‐
"Si
eres
Hijo
de
Dios,
ordena
que
estas
piedras
se
conviertan
en
pan."
(v.
3.)
Él
podría
haber
saciado
su
hambre
y
haber
probado
con
un
milagro
que
era
el
Hijo
de
Dios.
Pero
Jesús
sabía
que
hacerlo
sería
lo
opuesto
de
la
voluntad
del
Padre
para
con
Él.
Al
contrario,
Jesús
dependía
del
Padre
y
resistió
la
tentación,
diciendo:
“No
sólo
de
pan
vive
el
hombre,
sino
de
toda
palabra
que
sale
de
la
boca
de
Dios.”
(v.
4,
Deut.
8:3).
Jesús
fue
tentado
a
la
avaricia
cuando
Satanás
le
ofreció
la
gloria
de
todos
los
reinos
del
mundo
a
cambio
de
su
adoración
(Mateo
4:8-‐9).
Pero
Jesús
se
humilló
y
estuvo
gozoso
de
soportar
la
cruz,
el
plan
del
Padre
para
exaltarlo
como
su
Hijo
y
como
rey.
Jesús
no
quiso
asir
lo
que
ya
sabía
que
era
suyo
(Fil.
2:5-‐11).
En
el
desierto,
la
guerra
de
Jesús
con
Satanás
muestra
la
realidad
de
la
lucha
espiritual
que
está
involucrada
cada
vez
que
enfrentemos
la
tentación.
Pero
son
tan
sutiles
los
pecados,
como
hemos
visto
en
este
capítulo,
que
muchas
veces
somos
tentados
a
dejar
que
ocurra
la
tentación,
como
si
no
fuera
nada
grave.
El
pecado
de
un
deseo
que
parece
tan
sutil;
que
estamos
contentos
en
dejar
que
persista
y
le
permitimos
entrar
y
salir
como
quiere,
tentándonos
una
y
otra
vez.
El
teólogo
puritano
John
Owen
dice
que
no
es
solo
ser
tentado,
sino
que
entrar
en
la
tentación.
Cuando
sufrimos
(permitimos)
que
una
tentación
entre
en
nosotros,
-‐entramos
en
tentación.-‐
Mientras
que
esté
golpeando
a
la
puerta,
tenemos
libertad,
pero
cuando
alguna
tentación
entra
y
se
queda
para
discutir,
(especialmente
con
el
enemigo)
con
el
corazón,
razona
con
la
mente,
tienta
y
seduce
las
afecciones,
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
sea
a
largo
o
corto
plazo,
aunque
sea
imperceptible,
o
que
el
alma
no
lo
note,
-‐
entramos
en
tentación.-‐
Owen
muestra
una
perspectiva
vívida:
Cuando
guardamos
los
deseos
pecaminosos
y
abrimos
la
puerta
a
la
tentación,
estamos
invitando
al
enemigo
a
dialogar.
Lo
escuchamos,
consideramos
la
oferta,
y
permitimos
ser
engañados.
Posiblemente
le
damos
una
llave
de
visita
para
que
entre
y
salga
cuando
quiera;
no
nos
damos
cuenta
y
nos
relajamos.
¡Qué
insensatos
somos!
Si
queremos
ser
libres,
no
podemos
dejar
que
el
pecado
y
la
tentación
tengan
estas
libertades
en
nuestros
corazones,
no
importa
cuan
sutil
sea
su
presencia.
En
vez
de
dar
la
bienvenida
al
enemigo
para
dialogar,
debemos
pelear
contra
él,
y
resistirle
en
la
puerta.
Owen
también
nos
advierte
que
si
adoptamos
una
actitud
perezosa
sobre
las
maneras
más
sutiles
del
pecado,
entonces
no
debemos
esperar
grandes
victorias
sobre
las
maneras
más
difíciles.
Para
Lisa,
crecer
en
un
desierto
emocional,
sedienta
de
afecto,
con
un
deseo
natural
por
ser
amada,
se
había
convertido
en
un
deseo
anormal
por
llamar
la
atención
de
todas
maneras.
Cuando
la
tentación
susurró
que
ella
podría
atraer
la
atención
con
un
cuerpo
más
delgado,
su
deseo
concebido
dio
a
luz
al
pecado,
y
así
empezó
el
trayecto
de
Lisa
hacía
la
muerte.
Dio
absoluta
libertad
al
pecado
en
su
vida,
en
vez
de
resistir
la
tentación
en
la
puerta.
El
deseo
parece
tan
sutil,
que
los
cristianos
son
llamados
a
pelear
contra
el
pecado.
Un
deseo
pecaminoso
nunca
se
satisface.
Hay
que
darle
muerte
por
el
mismo
Espíritu
que
dio
la
fuerza
a
Cristo
en
el
desierto.
(Rom.
8:13).
Pero
la
guerra
contra
el
pecado
consiste
no
solo
en
matar
el
pecado;
Debemos
también
encontrar
la
satisfacción
en
Cristo,
porque
Él
es
nuestra
vida.
Como
los
israelitas,
con
hambre
en
el
desierto,
nuestras
almas
nacen
con
hambre.
Debemos
cultivar
un
apetito
por
Cristo,
quien
es
el
único
apto
para
satisfacer
plenamente
nuestras
almas
(véase
Salmo
107:9).
El
evangelio
de
Juan
presenta
a
Jesús
como
el
pan
de
vida,
el
único
que
puede
darnos
vida
eterna.
JESÚS
ES
EL
PAN
DE
VIDA
Miles
habían
visto
y
escuchado
que
Jesús
sanaba
a
los
enfermos,
así
que
mucha
gente
le
seguía
la
mayoría
del
tiempo
para
ver
más
milagros.
Mientras
pasaba
el
día,
la
multitud
se
puso
hambrienta,
pero
no
había
comida
suficiente
para
alimentarlos
y
no
había
dinero
suficiente
para
comprarla.
Jesús
multiplicó
los
cinco
panes
y
dos
peces
del
almuerzo
de
un
niño
y
alimentó
a
la
multitud
con
muchas
canastas
llenas.
El
plan
de
Jesús
en
este
milagro
fue
mostrar
que
Él
es
la
fuente
de
la
vida
eterna:
pero
cuando
la
gente
lo
seguió
al
próximo
lugar,
su
intención
era
simplemente
recibir
comida
gratis.
Ellos
sabían
que
el
profeta
Moisés
había
provisto
pan
en
el
desierto,
así
que
si
Jesús
era
profeta,
ellos
pensaron
que
él
debía
proveer
también,
por
lo
menos
una
cantidad
igual
como
Moisés.
Jesús,
sabiendo
que
no
estaban
entendiendo
el
mensaje
principal
de
su
milagro
dijo;
-‐
Trabajen, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida
eterna… Ciertamente les aseguro que no fue Moisés el que les dio a ustedes el pan del cielo —
afirmó Jesús—. El que da el verdadero pan del cielo es mi Padre...Yo soy el pan de vida…El que
a mí viene nunca pasará hambre. (Juan 6:27, 32, 35). Él sabía que ellos no lo deseaban a él
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
tanto como deseaban el pan. O sea, por lo menos tal vez querían ser maravillados con ver más
milagros. Pero no querían la vida eterna de Dios.
Muchos llegan a Jesús con motivos incorrectos. Algunos se acercaban sólo por el pan,
esperando que cada día sus necesidades sean suplidas. Vinieron para que sus viejos apetitos
fuesen satisfechos, pero no para conseguir nuvos apetitos. Realmente no creen que Jesús ofrezca
lo que más satisface. Para ellos, el pan, el agua, la comodidad, el control, el éxito, la afirmación,
los placeres (inmediatos y palpables), aunque desaparezcan rápidamente, parecen satisfacer más.
Estos son los mismos que, al final, le dan la espalda a Jesús, cínica y arrogantemente, diciendo: -
Yo lo probé; Él me falló. Pero nunca tenían un apetito por Él, sino un enfoque solo en sí mismos.
Otros afirman estar satisfechos con Jesús, pero para ellos, Él es simplemente otro escape
de la realidad, porque no quieren enfrentarse con el dolor de su verdadera necesidad, su
verdadero quebrantamiento. Al contrario, sólo le añaden a sus vidas una capa de barniz religioso,
escondiendo su verdadera condición. Lo que tienen no es fe, sino formalidad.
Los que seguían a Jesús por el pan, fallaban la prueba del maná, justo como sus
antepasados en el desierto miles de años atrás. Todavía fallaban en ver a Jesús como mismo es el
pan de la vida eterna; muchos de ellos le dieron la espalda, confundidos e incrédulos (Juan 6:60,
66). Muchas veces somos exactamente como ellos, deseando a Jesús sólo porque creemos que
satisfacerá otro deseo que le traemos o que Él nos hará aparecer que como tenemos vidas
satisfechas, en vez de quererlo a Él para ser nuestra satisfacción.
Pero no podemos simplemente esforzarnos a nosotros mismos a estar satisfechos en
Jesús. Tal como es imposible matar el pecado sino por el Espíritu, también es imposible ver a
Jesús como el pan de vida sin el Espíritu (Rom. 8:13; 2 Cor. 3:18).
¿Cómo hubiera sido si los israelitas en el desierto hubiesen estado satisfechos en Dios?
Sin duda, hubieran pedido el pan (no hay nada malo en admitir el hambre), pero lo hubieran
hecho en fe. No estoicamente, ni escondiendo sus temores con discursos vanos sobre la soberanía
de Dios, sino que en dependencia pura y desesperada en el Único que podría proveer, sabiendo
que Él es bueno y por eso, podrían confiar en Él, recordando como Dios ya había demostrado su
propio poder para redimir.
Cuando el Espíritu abrió los ojos de Lisa, finalmente pudo ver que sus deseos por amor,
afección y atención la habían gobernado e incluso más, le habían guiado a destructivos hábitos
alimenticios. Ella notó que aun sus gritos por liberación hacia Dios sólo habían sido orgullosas
demandas por la satisfacción temporal, por la vida en sus propios términos. Ella encontró su
satisfacción más profunda en Jesús y su eterno y libre amor por ella. Después de años de
desesperación buscando un esposo que la amara, estaba finalmente satisfecha en Cristo.
Luego Dios, en su misericordia, trajo un esposo para Lisa. Ahora su matrimonio es una
gran fuente de gozo y una nueva tierra de crecimiento para su corazón. ¿Continuará ella
encontrando su satisfacción en Jesús ahora que su esposo puede darle la atención que había
deseado? ¿Será Cristo todavía un premio más grande que el esposo de sus sueños? Hay días
cuando las demandas de su viejo corazón amenazan para arruinar su matrimonio e interrumpen
su devoción a Cristo. Ella no está fuera del desierto todavía, pero cuando encuentre su
satisfacción en Jesús, el gozo del matrimonio volverá a ser aún más dulce, agradecida por recibir
un regalo tan generoso.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
LECTURA BÍBLICA
• Éxodo 16-17:7
• Mateo 4:1-11
• Juan 6:1-15, 22-71
• Santiago 1:12-18
RECURSOS RECOMENDADOS
Owen, John. Overcoming Sin and Temptation. Ed. Por Kelly M. Kapie y Justin Taylor.
Wheaton, IL. Crossway, 2006. Este es un libro provocador. De forma muy puritana, Owen toma
la sutileza del pecado y la tentación seriamente.
Piper, John. Be Killing Sin or Sin Will Be Killing You. Sermon, 7 de marzo, 2010.
http://www.marshillchurch.org/media/special/be-killing-sin-or-sin-will-be-killing-you. Piper
expone Romanos 8:13 y el mandato de dar muerte el pecado por medio del Espíritu.
Powlison, David. I am Motivated When I Feel Desire. En Seeing with New Eyes: Counseling
and the Human Condition Through the Lens of Scripture, 145-62. Phillipsburg, NJ: PandR,
2003.
X-ray Questions. En Seeing with New Eyes, 2129-43. Estas preguntas de Rayos -X son muy
útiles para identificar los deseos sutiles que exigen tanta influencia en nuestras vidas.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
6
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
LA
VERDAD
NO
PODRÍA
HABER
SIDO
MÁS
CLARO
Después
de
casi
cincuenta
días
de
viajar
por
el
desierto,
los
israelitas
llegaron
al
Monte
Sinaí
(Ex.
19:1-‐2).
A
la
mañana
siguiente,
Moisés
iría
a
la
montaña
donde
Dios
establecería
un
pacto
con
su
pueblo.
Para
ese
entonces,
los
israelitas
ya
habían
visto
la
columna
de
nube
y
fuego,
la
separación
de
las
aguas,
el
agua
amarga
hecha
dulce,
el
maná
y
abundantes
codornices
cada
día,
el
agua
de
la
roca,
una
batalla
ganada
contra
un
ejército
invasor,
y
aun
la
preocupación
de
Dios
por
la
armonía
del
orden
social
cuando
Jetro
le
ayudó
a
Moisés
a
conducir
una
reorganización
(13:21-‐22;
14;
15:22-‐25;
16:13-‐18;
17:1-‐7,
8-‐16;
18).
Eso
sin
mencionar
la
libertad
de
una
esclavitud
brutal.
Durante
la
jornada,
Dios
continua
e
intencionalmente
bendecía
o
intervenía
en
nombre
de
su
pueblo.
Y
en
medio
de
las
divagaciones,
ellos
escuchaban
el
refrán
constante:
“Yo
soy
el
Dios
que
los
traje
de
la
tierra
de
Egipto.”
Dios
quería
estampar
esta
verdad
en
sus
mentes
durante
los
eventos
más
importantes.
En
la
zarza
ardiente:
“Por
eso
me
propongo
sacarlos
de
su
opresión
en
Egipto”-‐
(Éxodo
3:17).
Cuando
Faraón
les
negó
a
los
israelitas
la
paja
para
hacer
ladrillos,
Yo
soy
el
SEÑOR
su
Dios,
que
los
libró
de
la
opresión
de
los
egipcios.
(Éxodo
6:6).
El
día
del
éxodo
de
Egipto,
-‐
Acuérdense
de
este
día
en
que
salen
de
Egipto,
y
donde
el
SEÑOR
los
saca
desplegando
su
poder.
–
(Éxodo
3:3).
Ahora,
en
el
Monte
Sinaí,
entre
una
demostración
majestuosa
de
truenos,
relámpagos,
humo
y
fuego,
Dios
habló
las
primeras
palabras
del
famoso
Decálogo:
“Yo
soy
el
SEÑOR
tu
Dios.
Yo
te
saqué
de
Egipto,
del
país
donde
eras
esclavo…
No
tendrás
otros
dioses
además
de
mí.”
(Éxodo
20:3,4).
La
verdad
de
la
presencia
de
Dios
no
podría
haber
sido
más
clara.
En
Egipto,
los
israelitas
habían
respondido
inmediatamente
en
fe
al
mensaje
de
Moisés
que
su
salvación
estuvo
cerca.
(Éxodo
4:31.)
Así
que
ahora,
también,
ellos
respondieron
con
audacia
al
pacto
de
Dios
con
ellos.
“Haremos
todo
los
que
el
SEÑOR
ha
dicho,
y
le
obedeceremos.”
(Éxodo
24:3,
7).
Entonces,
Moisés
preparó
a
los
ancianos
para
su
salida,
él
(Moisés)
volvería
a
subir
al
monte
para
recibir
el
siguiente
estatuto
de
la
Palabra
de
Dios.
Moisés
dejó
instrucciones
durante
su
ausencia
y
les
dijo
que
esperaran
su
regreso.
Luego,
subió,
perdiéndose
en
la
nube
que
cubría
la
montaña,
para
encontrarse
con
Dios
por
cuarenta
días.
(Éxodo
24:1-‐18).
LA
VIDA
SECRETA
DE
PHILIP
Cuando
Philip
llegó
a
la
universidad,
las
limitaciones
de
la
moralidad
tradicional
se
habían
acabado.
Aquí,
las
fiestas
eran
la
norma.
Exteriormente,
su
comportamiento
cambió
al
peor,
pero
interiormente,
sólo
llevaba
la
misma
ética:
conformarse
y
ser
aceptado.
El
sexo,
las
drogas,
el
alcohol,
y
las
fantasías
cautivadoras
de
la
pornografía
le
permitían
encajar
bien
en
aquel
ambiente.
Luego,
encontró
un
nuevo
uso
para
la
pornografía.
Había
llegado
a
la
universidad
con
una
gran
ambición
profesional
y
lo
encontró
mucho
más
difícil
de
lo
que
esperaba.
Había
sido
fácil
sobresalir
en
la
secundaria,
pero
ahora
estaba
en
un
lago
mucho
más
grande,
y
se
sentía
pequeño
de
nuevo.
Su
determinación
a
lograr
e
impresionar
a
los
profesores
y
compañeros,
muchas
veces
lo
llevó
a
la
soledad,
y
a
muchas
noches
de
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
estudios
tensos
y
frustrados.
Solo
y
con
el
internet,
la
pornografía,
se
volvió
su
droga,
un
esteroide
que
aclaró
su
cabeza
y
lo
ayudaba
a
aguantar
los
estudios.
En
algún
momento,
otros
estudiantes
cristianos
de
la
universidad
de
hicieron
amigos
de
él.
Le
aceptaron
de
verdad
y
le
invitaron
a
ser
parte
del
grupo.
Y
lo
más
importante,
le
hablaron
acerca
de
Jesús,
y
con
el
tiempo,
Philip
se
convirtió
al
Cristianismo.
Ahora
había
nuevas
normas
para
ser
aceptado,
o
eso
pensaba
Philip.
Cambió
su
comportamiento,
volviendo
a
las
restricciones
morales
del
pasado.
Sus
amigos
cristianos
estaban
sorprendidos
con
tan
tremendo
testimonio
de
vida
cambiada.
Impresionados
con
su
rápido
progreso
en
la
fe,
nombraron
a
Philip
líder
de
un
grupo
pequeño.
A
la
misma
vez,
su
ídolo
secreto,
la
pornografía
volvió
a
ser
más
y
más
oscuro
y
profundo.
Antes
de
ser
cristiano,
había
devorado
los
contenidos
de
tiendas
de
videos
pornográficos,
que
estaban
cerca
de
la
universidad;
ahora,
para
que
no
lo
descubrieran,
se
escabullía
por
las
noches,
a
las
tiendas
de
otras
ciudades
cercanas
a
su
campus.
Y
luego,
un
nuevo
rayo
de
luz
entraría
en
su
oscuridad,
cuando
conoció
a
una
chica
cristiana,
que
más
tarde
llegaría
a
ser
su
esposa.
Ella
quería
llegar
virgen
al
matrimonio
y
guardarse
de
tener
relaciones
sexuales
durante
el
noviazgo,
hasta
que
estuvieran
casados.
Philip
le
prometió
que
así
sería.
Para
después,
volver
a
su
casa
y
disfrutar
de
una
fiesta
privada,
con
pornografía
y
masturbación.
Philip
razonaba
consigo
mismo
diciéndose:
“No
estoy
quebrando
mi
compromiso,
¿verdad?
Solo
estoy
descargando
la
tensión
sexual
que
crece
cuando
estoy
con
ella;
es
ella
la
que
realmente
me
excita.
De
hecho,
probablemente
nos
estoy
haciendo
un
favor.
Esto
ayuda
a
que
guardemos
nuestro
compromiso.
No
la
toco
tanto
cuando
mi
mente
está
despejada.”
Philip
no
pensó
que
era
importante
compartir
estas
cosas
con
su
novia.
EL
BECERRO
DE
ORO
Después
de
comprometerse
y
obedecer,
los
israelitas
esperaron
día
tras
día
al
pie
de
la
montaña
hasta
que
Moisés
regresara.
Los
días
se
volvieron
en
semanas.
Comenzaban
a
ponerse
impacientes.
La
duda
de
si
su
líder
volvería
o
no,
empezó
a
crecer
en
sus
corazones.
Su
esperanza
se
enfriaba
en
una
decepción
que
después
se
convirtió
en
cinismo.
Convencidos
que
Moisés,
y
Dios
mismo,
les
habían
abandonado,
decidieron
tomar
todo
en
sus
propias
manos.
Al
ver
los
israelitas
que
Moisés
tardaba
en
bajar
del
monte,
fueron
a
reunirse
con
Aarón
y
le
dijeron:
-‐
Tienes
que
hacernos
dioses
que
marchen
al
frente
de
nosotros,
porque
a
ese
Moisés
que
nos
sacó
de
Egipto,
¡No
sabemos
qué
pudo
haberle
pasado!
–
(Éxodo
32:1)
¿Ese
Moisés?
Su
desprecio
fue
evidente
mientras
le
insistían
a
Aarón
a
que
les
hiciese
un
ídolo,
algo
que
ellos
pudiesen
ver
y
tocar,
algo
para
encarnar
su
esperanza
de
redención
mientras
Dios
y
Moisés
estaban
ausentes.
¡Algo,
cualquier
cosa,
ahora!
Aarón
lo
hizo.
Aquí
estaba
el
propio
hermano
de
Moisés
y
co-‐portador
del
mensaje
de
redención
de
Dios,
cediendo
a
las
demandas
del
pueblo.
Aarón
coleccionó
sus
joyas
de
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
oro,
las
fundió
en
fuego,
les
hizo
un
becerro
de
oro
y
lo
presentó
ante
el
pueblo.
Ellos
lo
adoraban,
proclamando:
¡Oh
Israel,
aquí
tienes
a
tu
dios
que
te
sacó
de
Egipto!
(Éxodo
32:4)
¿En
serio?
Después
de
tantos
recuerdos
milagrosos
y
claros
“Yo
soy
tu
DIOS
que
te
sacó
de
la
tierra
de
Egipto”
¿lo
habían
olvidado?
¿Podrían
haber
confundido
esta
vaca
con
su
Redentor?
Tal
vez
querían
que
la
vaca
representa
a
Yahweh,
su
verdadero
Redentor,
pero
se
habían
comprometido
a
no
hacer
ningún
semejanza
de
Él.
Sin
importa
el
motivo,
esta
no
era
una
equivocación.
Ellos
eligieron
creer
una
mentira.
“Cambiaron
al
que
era
su
motivo
de
orgullo
por
la
imagen
de
un
toro
que
come
hierba.”
–
(Salmo
106:20).
¿QUÉ
ES
UN
ÍDOLO?
El
cambio
de
la
verdad
por
una
mentira
es
la
esencia
de
la
idolatría,
y
la
idolatría
es
la
fundación
de
todo
pecado.
Pablo
pensó
en
el
becerro
de
oro
cuando
escribió
el
pasaje
definitivo
del
Nuevo
Testamento
sobre
la
idolatría.
–
Cambiaron
la
verdad
de
Dios
por
la
mentira,
adorando
y
sirviendo
a
los
seres
creados
antes
que
al
Creador.
–
(Romanos
1:25).
A
los
lectores
modernos,
el
lenguaje
de
la
idolatría
les
puede
parecer
primitivo
y
lejos
cosas
preocupantes
en
nuestros
días,
como
lo
es
una
adicción.
Pero,
es
totalmente
relevante.
Según
Tim
Keller
en
su
libro
Counterfeit
Gods,
[Dioses
Falsos]
-‐
El
concepto
bíblico
de
la
idolatría
es
una
idea
sumamente
sofisticada,
integrando
las
categorías
intelectuales,
psicológicas,
sociales,
culturales,
y
espirituales
de
nuestros
días.
En
otras
palabras,
el
comprender
la
idolatría
nos
ayuda
comprender
mucho
de
lo
que
nos
destruye.
Keller
ofrece
varias
maneras
de
definir
la
idolatría.
Un
ídolo
es:
• Cualquier
cosa
que
sea
más
importante
para
usted,
que
Dios.
• Cualquier
cosa
que
le
absorba
su
corazón
u
imaginación
más
que
Dios.
• Cualquier
cosa
que
usted
busque
para
darle
lo
que
sólo
Dios
le
puede
dar.
• Cualquier
cosa
que
mire
y
diga
en
su
corazón,
“Si
tengo
tal
cosa,
mi
vida
será
importante,
y
sabré
que
tengo
valor,
sólo
entonces
tendré
importancia
y
seguridad.”
• Cualquier
cosa
que
llegue
a
ser
más
fundamental
que
Dios
en
su
felicidad,
en
el
sentido
de
vivir,
y
en
la
identidad
personal.”
Keller
elabora
una
lista
de
ídolos
potenciales
que
afectan
e
infectan
tanto
individuos,
como
a
culturas
enteras:
amor,
sexo,
dinero,
poder,
éxito,
y
religión.
En
su
novela
Till
We
Have
Faces,
[Mientras
tengamos
rostro]
C.S.
Lewis
cuenta
la
historia
de
dos
hermanas
princesas:
Orual,
la
mayor
y
menos
atractiva,
y
Psyche,
la
hermana
menor,
que
tenía
gracia,
belleza
e
inocencia
que
capturaba
a
cada
corazón,
incluyendo
el
de
Orual.
La
vida
de
Orual
parecía
casi
sin
importancia,
excepto
que
había
sido
la
guardiana
de
Psyche.
(La
madre
de
Psyche
había
muerto
cuando
dio
a
luz
y
su
padre,
el
rey,
estaba
demente.)
Orual
cumplió
un
rol
tanto
paternal
como
maternal
para
Psyche.
Cuando
Psyche
se
casa
eventualmente
con
su
esposo
en
una
tierra
lejana,
Orual
se
siente
amenazada.
Todavía
cree
que
solo
ella
puede
cuidar
a
Psyche.
Orual
emprende
un
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
viaje
muy
riesgoso
para
encontrar
a
Psyche
y
la
amenaza
con
matarla,
y
luego
suicidarse,
si
Psyche
no
la
escoge
a
ella,
en
vez
de
su
esposo.
Para
probar
que
está
hablando
en
serio,
Orual
le
da
una
puñalada
a
su
hermana.
Su
amor
por
Psyche
se
había
vuelto
en
algo
grotesco:
El
amor
y
lealtad
de
Psyche
se
habían
convertido
en
sus
ídolos.
Tal
vez
usted
puede
identificarse
con
los
celos
de
Orual,
tal
vez
a
causa
de
un
esposo,
un
hijo,
o
un
amigo,
deseando
su
lealtad,
afecto,
o
respeto
más
que
cualquiera
otra
cosa.
Para
Philip,
ser
aceptado
por
la
gente
era
más
importante
que
todo
lo
demás:
era
un
ídolo.
Su
moral
comenzó
a
girar
como
una
veleta.
Cualquier
estilo
de
vida
que
le
ofreciese
la
mejor
oportunidad
de
ser
aceptado
por
sus
amigos
de
fiesta,
sus
amigos
cristianos,
o
su
novia,
sería
el
estilo
de
vida
que
viviría,
por
lo
menos
exteriormente.
Incluso
la
pornografía
que
veía
en
soledad,
le
hacía
sentir
que
era
más
aceptado
viendo
porno,
que
estando
con
sus
pares,
quienes
le
rechazaban.
La
necesidad
controladora
de
Philip
para
ser
aceptado
es
lo
que
se
llama
un
ídolo
profundo.
Según
Keller,
este
es
un
ídolo
que
vive
al
fondo
del
corazón
humano
y
busca
su
expresión
por
medio
de
los
ídolos
de
la
superficie,
los
que
son
más
concretos
y
visibles.
La
pornografía
era
uno
de
los
ídolos
que
le
dio
expresión
por
la
idolatría
más
profunda
de
su
corazón.
Las
adicciones
más
conocidas
son
ídolos
superficiales:
drogas,
alcohol,
sexo,
comida,
compras,
videojuegos,
jugar
demasiado.
¿Recuerda
a
Lisa
del
capítulo
5,
quien
quería
la
atención
de
otros
hombres,
tanto
como
dejar
de
comer
sólo
para
recibirla?
¿Y
Christine
del
capítulo
3,
quien
salió
a
las
calles
para
utilizar
las
drogas
y
buscar
afecto
en
los
hombres?
Ellas
compartían
un
ídolo
profundo
en
común
junto
con
Philip:
deseaban
amor,
ser
aceptados,
y
la
atención
de
las
personas
en
sus
vidas.
La
variedad
de
ídolos
superficiales
que
expresan
este
ídolo
profundo
es
sorprendentemente
impresionante:
pornografía,
comida,
cortaduras,
drogas,
prostitución,
robo,
esfuerzo
social,
pérdida
de
peso,
y
religión.
Un
ídolo
siempre
vive
en
el
corazón
antes
de
ser
visible
al
resto.
Lo
que
el
corazón
ama,
la
voluntad
elige,
y
la
mente
justifica.
Aunque
no
esculpimos
estatuas
ni
hacemos
becerros
de
oro,
nuestros
corazones
son
fábricas
de
ídolos.
Como
dice
Ed
Welch,
“Drogas
y
sexo
son
los
becerros
de
oro
modernos,
erigidos
por
los
adictos
para
encontrar
significado
a
sus
vidas,
poder,
o
placeres
aparte
de
Dios.”
RELIGION
Y
EL
BECERRO
ORO
Para
los
israelitas,
el
becerro
de
oro
era
un
ídolo
superficial:
inmediato,
concreto
y
visible.
Pero
se
hizo
notar
cuando
el
ídolo
profundo
de
sus
corazones
demandó
ser
satisfecho.
El
único
acceso
a
la
presencia
de
Dios
de
los
israelitas,
siempre,
había
sido
por
medio
de
Moisés.
Hasta
este
punto
de
la
historia,
él
probablemente
nunca
había
estado
ausente
más
de
un
día.
Así
que,
al
parecer
los
israelitas
estaban
aterrorizados,
con
la
ausencia
de
su
líder,
habían
perdido
todo
contacto
con
Dios.
Los
cristianos
muchas
veces
dan
por
supuesto
su
acceso
a
la
presencia
a
Dios
por
medio
del
Espíritu
Santo,
hecho
posible
por
Jesucristo.
Aun
como
cristianos,
a
veces
dudamos
la
presencia
de
Dios
cuando
no
lo
sentimos.
Imaginemos
un
momento
que
somos
estos
israelitas,
enfrentando
el
temor
de
que
después
de
muchas
generaciones
de
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
esclavitud,
el
Dios
que
había
llegado
y
nos
había
rescatado
se
ha
descomunicado
de
nosotros,
porque
Moisés
ha
desparecido.
¿Puede
identificarse
con
su
deseo
de
hacer
algo?
Hay
algunas
opiniones
sobre
lo
que
el
becerro
de
oro
representaba.
¿Representaba
un
dios
pagano
de
Egipto,
o
el
Dios
de
Israel
mismo,
representado
de
una
manera
comprensible
culturalmente?
En
parte,
era
una
plataforma
que
construyeron
para
elevar
a
Yahweh,
para
asegurar
su
presencia
continua
y
visible
durante
la
ausencia
de
Moisés.
No
importa,
realmente,
si
el
becerro
de
oro
era
una
imagen
de
un
dios
pagano
o
una
plataforma
para
el
Dios
verdadero.
De
cualquier
manera,
su
rebelión
era
grosera.
Ellos
habían
escuchado
las
palabras
de
Dios
(los
Diez
Mandamientos)
sobre
la
manera
de
adorarlo
y
ellos
se
habían
comprometido
hacerlo
así.
(Éxodo
24:3).
Si
el
becerro
representaba
un
dios
pagano,
ellos
quebraron
el
primer
mandamiento.
Si
representaba
el
Dios
verdadero,
quebraron
el
segundo.
En
los
dos
casos,
habían
suplantado
a
Dios
con
un
ídolo.
De
cierta
manera,
es
aún
más
escandaloso
pensar
que
habían
tratado
de
adorar
al
Dios
verdadero
de
Israel
con
una
imagen
pagana,
“imitando
ortodoxia
por
idolatría”
hacer
sacrificios
antes
este
ídolo
de
otro
modo,
habría
sido
apropiado
para
Yahweh.
Una
vez
conocí
a
un
hombre
que
le
encantaba
leer
grandes
libros
de
teología,
y
cuanto
más
grande
el
libro,
mejor
escondía
un
pecado
secreto.
Se
justificaba
por
tener
mejor
teología
que
los
demás
y
no
permitió
que
otra
persona
le
bendijera
con
su
sabiduría
si
no
tenía
el
mismo
nivel
de
sofisticación
teológica.
En
el
proceso,
él
cambió
una
sabiduría
ortodoxa
de
Dios
por
una
relación
con
Dios.
Parecía
espiritual
a
los
demás
según
su
ortodoxia
cristiana,
sin
embargo
vivía
en
una
mentira
con
un
pecado
no
confesado.
MÁS
EGIPCIO
QUE
ISRAELITA
En
el
discurso
que
terminó
con
su
ejecución,
el
discípulo
Esteban,
famoso
por
ser
el
primer
mártir
cristiano,
dijo
de
los
israelitas,
“Nuestros
antepasados
no
quisieron
obedecerle,
sino
que
le
rechazaron
y
lo
que
realmente
deseaban
era
volver
a
Egipto…
Entonces
hicieron
un
ídolo.”
(Hechos
7:39-‐41).
A
pesar
de
todo
lo
que
hizo
Dios
por
rescatarlos,
proveer
y
cuidarlos,
sus
corazones
todavía
deseaban
lo
que
habían
dejado
en
Egipto.
Así
que,
una
vez
más,
aun
si
el
becerro
era
un
intento
de
asegurar
la
presencia
de
Dios,
la
lealtad
profunda
de
sus
corazones
era
para
con
Egipto
y
sus
costumbres.
Ya
hemos
visto
indicios
de
las
miradas
hacia
atrás
que
daban
los
israelitas
por
encima
de
sus
hombros,
anhelando
volver
a
la
seguridad,
a
la
comida,
y
agua
de
Egipto,
casi
el
mismo
día
que
salieron
de
allí.
Sin
embargo,
lo
que
querían
realmente
era
mucho
más
que
comida:
Querían
volver
a
Egipto.
Los
sociólogos
que
estudian
lo
que
se
llama
“le
mentalidad
de
esclavos”
han
notado
algunas
paradojas
en
las
mentes
de
los
esclavos
que
han
sido
liberados.
Al
revés
del
sentido
común,
los
esclavos
con
esta
mentalidad
llegan
a
amar
sus
amos.
No
solo
los
aman,
sino
que
llegan
a
amar
lo
que
sus
amos
aman.
La
historia
no
dice
que
los
egipcios
eran
muy
orgullosos
de
su
tierra.
Era
parte
de
su
identidad.
Incluso
se
llamaban
“la
gente
de
las
tierras
negras”
que
refiere
la
fertilidad
de
la
tierra
cerca
del
Nilo:
Los
extranjeros
eran
“gente
de
la
tierra
roja”
en
el
desierto.
Parece
que
después
de
pasar
400
años
en
Egipto,
los
israelitas
tenían
muchas
maneras
para
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
volverse
más
egipcios
que
israelitas.
En
vez
de
ser
peregrinos
en
Egipto,
lo
habían
hecho
su
hogar.
Y
ahora,
deseaban
volver
a
su
patria.
Dios
dijo
que
rescataría
a
su
pueblo
de
la
tierra
de
esclavitud
y
los
guiaría
a
la
tierra
que
había
prometido
a
Abraham.
Pero
en
sus
mentes
egipcias,
Dios
los
había
sacado
de
su
patria
“el
fondo
de
su
identidad”
y
los
había
expulsado
a
“las
tierras
rojas
del
desierto.”
Los
israelitas
amaban
Egipto
y
sus
costumbres.
Querían
volver
a
casa.
Eran
necios
en
su
idolatría,
es
verdad;
pero
no
más
que
usted
o
yo.
La
idolatría
no
sólo
tiene
que
ver
con
mal
comportamiento:
tiene
que
ver
con
lo
que
se
ama.
LA
RELACIÓN
“AMOR
&
ODIO”
DE
PHILIP
CON
LA
PORNOGRAFÍA.
Por
muchos
años,
Philip
no
odió
su
dependencia
a
la
pornografía.
Todo
lo
contrario,
la
amaba.
Siempre
estaba
allí,
satisfacía
sus
necesidades,
y
lo
aceptaba.
Incluso
cuando
finalmente
se
casó,
tenía
la
intención
de
traer
su
obsesión
al
matrimonio.
Aun
la
semana
antes
de
casarse
(y
el
día
mismo)
vio
pornografía.
De
vez
en
cuando,
le
contó
verdades
a
medias
respecto
a
sus
luchas
a
su
esposa.
Pero
su
lucha
principal
fue
de
qué
forma
decirle
a
su
esposa
para
que
ella
no
sospechara
más.
Eventualmente,
por
las
enseñanzas
de
su
iglesia,
él
veía
que
la
pornografía
era
pecado
y
decidió
parar.
Por
supuesto,
no
era
tan
simple.
Se
dio
cuenta
que
no
podría
parar
y
le
dio
pánico.
Se
acusó
así
mismo:
“¿Por
qué
no
puedes
hacerlo?
Tienes
autodisciplina.
¡Párate!”
Pero
el
ídolo
que
le
había
ofrecido
aceptación,
placer,
y
alivio
por
tantos
años
demandaba
su
lealtad,
devoción,
servicio
y
confianza.
No
lo
dejaba.
Philip
era
un
esclavo.
ENGAÑO
Y
ESCLAVITUD
VOLUNTARIA
El
pecado
miente
(véase
Heb.
3:13).
Suspira
mentiras:
“El
ídolo
te
cuidará;
Dios
no
lo
hará.
El
ídolo
te
da
lo
que
quieres,
lo
que
deseas;
alivia
tu
dolor;
te
libera.
Pelea
por
tu
ídolo.
Sírvelo.
Defiéndelo.”
Creer
estas
mentiras
es
declarar
tu
lealtad
al
enemigo.
Aquí
está
la
paradoja
de
nuestra
esclavitud
al
pecado.
En
un
sentido,
hemos
sido
cautivados.
En
otro
sentido,
queremos
entregarnos
al
cautiverio.
Es
esclavitud
voluntaria.
Claro
que
no
empieza
como
esclavitud.
En
el
principio,
hacemos
una
decisión
plena
de
involucrarnos
con
un
deseo
pecaminoso
que
paralize
algún
dolor,
como
Philip
cuando
se
encontró
con
las
revistas
de
su
padre.
Sentimos
que
controlamos
el
poder
del
ídolo
precisamente
porque
lo
escogemos.
La
mentira
empieza
a
echar
raíces.
Luego,
algún
dolor
o
tentación
nos
encuentra
de
nuevo,
y
corremos
al
ídolo
otra
vez.
La
mentira
se
fortalece
una
vez
más,
y
un
proceso
de
ceguera
espiritual
lo
cementa.
Paul
Tripp
advierte
de
la
naturaleza
mentirosa
de
esta
ceguera
espiritual,
que
nos
afecta
a
cada
uno
de
nosotros:
La
diferencia
entre
la
ceguera
física
y
espiritual
es
que
la
física
es
obvia,
mientras
que
la
espiritual
muchas
veces
no
lo
es.
Una
parte
fundamental
de
ser
ciego
espiritualmente
es
que
eres
ciego
a
tu
propia
ceguera.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Una
vez
que
somos
ciegos,
somos
esclavos,
porque
no
podemos
ver
el
camino
hacia
la
libertad.
Y
siendo
ciegos
a
nuestra
ceguera,
es
posible
que
pensemos
que
nuestra
devoción
a
la
mentira
es
nuestro
ejercicio
a
la
libertad.
Los
adoradores
de
ídolos
no
son
solamente
víctimas
de
la
mentira,
sino
también
sus
autores.
Otra
vez,
el
esclavo
que
ama
su
amo,
ama
los
caminos
de
su
amo
y
los
caminos
de
los
ídolos
son
mentira.
Mentir
es
engañar,
buscar
la
forma
de
hablar
evitando
decir
la
verdad.
Esto
ocurre
por
decir
una
mentira,
algo
que
no
es
verdadero
en
el
hecho
en
sí,
o
por
decir
una
verdad
con
la
intención
de
engañar.
Esto
es
lo
que
hizo
Philip
con
su
esposa
cuando
le
dijo
que
tenía
“luchas.”
Era
verdad,
pero
también
era
un
engaño,
ya
que
por
medio
de
esto,
quería
evitar
que
ella
supiera
la
verdad
en
su
totalidad.
Autoengañarse
es
cuando
eres
el
engañado
y
el
engañador.
Esto
ocurre
cuando
hemos
sido
engañados
y
también
no
nos
damos
cuenta
del
engaño.
Philip
se
autoengañaba
cuando
se
dijo
a
sí
mismo
que
su
hábito
con
la
pornografía
en
realidad,
ayudaba
a
la
relación
con
su
novia,
evitando
que
hubiera
avances
sexuales
con
ella.
El
premio
por
su
auto-‐engaño
fue
que
Philip
podría
continuar
viendo
pornografía
con
menos
culpa
y
posiblemente
con
un
poco
más
de
nobleza.
El
psicólogo
Diane
Langberg,
en
su
discurso
titulado
Self-‐Deception:
A
Supporting
Column
of
Addiction,
(El
Auto-‐Engaño:
Una
Columna
de
Apoyo
para
la
Adicción)
dice
que
los
adictos
son
“apasionados
a
la
droga
del
engaño.”
DIOS
EXPONE
LOS
ÍDOLOS
Cuando
Dios
habló
con
Moisés
en
el
monte,
mientras
la
gente
construía
un
becerro
de
oro
abajo,
Él
vio
todo,
y
le
dijo
a
Moisés:
Baja,
porque
ya
se
ha
corrompido
el
pueblo
que
sacaste
de
Egipto…Ya
me
he
dado
cuenta
de
que
éste
es
un
pueblo
terco.
Tú
no
te
metas.
Yo
voy
a
descargar
mi
ira
contra
ellos,
y
los
voy
a
destruir.
Pero
de
ti
haré
una
gran
nación.-‐
(Éxodo
32:7,
9-‐10).
Exponiendo
la
estupidez
de
su
idolatría
con
imágenes
socarronas,
Dios
dice
que
ellos
son
tercos
y
que
pronto
se
han
apartado
del
camino
que
les
ordenó
seguir
(vv.
8-‐9).
Las
dos
frases
son
alusiones
al
becerro
que
adoraban.
“Nos
volvemos
a
ser
lo
que
adoramos”
dice
G.
K.
Beale,
y
los
israelitas
que
adoraban
una
vaca
habían
vuelto
de
ser
“vacas
rebeldes
corriendo
como
salvajes
y
necesitando
ser
recogidos.”
Dios
también
expuso
aquí
el
auto-‐engaño
de
Aarón.
Cuando
Moisés
descendió
para
reprender
al
pueblo,
le
habló
primeramente
a
su
hermano
Aarón
y
dijo:
¿Qué
te
hizo
este
pueblo?
¿Por
qué
te
has
hecho
hacer
semejante
pecado?
(v.
21).
Sabemos
la
verdad:
Aarón
había
aconsejado
al
pueblo
de
juntar
su
oro
y
con
eso,
él
construyó
el
becerro
(vv.
2-‐4).
Pero
Aarón
contestó
a
Moisés,
Ellos
me
dieron
el
oro,
yo
lo
eché
al
fuego,
¡y
lo
que
salió
fue
este
becerro!
(v.24).
¡Desplazando
la
culpa,
Aarón
hizo
que
el
pueblo
fuese
responsable
por
la
recolección
del
oro
y
que
el
becerro
era
el
responsable
por
salir
del
fuego!
Pero
Aarón
es
el
único
engañado
aquí,
ya
que
termina
la
historia
con
palabras
decisivas,
Fue
así
como,
por
causa
del
becerro
que
había
hecho
Aarón,
El
SEÑOR
lanzó
una
plaga
sobre
el
pueblo.
(v.
35).
La
ira
de
Dios
se
elevó
a
tal
punto
que
estuvo
listo
para
eliminar
a
los
israelitas
y
empezar
de
nuevo
con
Moisés;
Él
podría
haber
cumplido
su
promesa
a
Abraham
para
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
bendecir
la
tierra
por
su
descendencia,
por
el
linaje
de
Moisés.
Cuando
Él
dijo
a
Moisés
que
el
pueblo
se
había
corrompido,
la
palabra
Hebrea
para
corromper
es
igual
que
en
Génesis
6:12,
dónde
la
rebelión
del
mundo
había
llegado
a
un
nivel
tan
alto
que
Dios
mandó
el
diluvio
para
matar
a
cada
persona,
excepto
a
Noé
y
su
familia.
Moisés
comprendía
la
conexión.
Él
comprendía
que
la
rebelión
había
llegado
al
nivel
de
un
nuevo
diluvio
y
que
el
Dios
que
había
matado
a
todo
el
mundo
tenía
razón
para
hacerlo
de
nuevo.
INTERCESIÓN
Y
PROPICIACIÓN.
Moisés
se
encontró
con
un
dilema.
Él
sabía
que
el
pueblo
merecía
la
ira
de
Dios
por
su
idolatría.
Y
sabía
que
Dios
hubiera
sido
no
solamente
perfectamente
justo
en
exterminarlos,
sino
también
fiel
a
su
promesa
a
Abraham
si
empezaba
de
nuevo
con
Moisés.
También,
Moisés
estaba
cansado
de
las
murmuraciones
constantes
de
los
israelitas.
¡Qué
fácil
sería
dejar
que
el
pueblo
pereciera!
Pero,
Moisés
era
paciente
con
el
pueblo.
Dios
trabajaba
en
el
corazón
de
Moisés
en
el
desierto,
y
aquí
Moisés
representa
no
solo
la
ira
de
Dios
contra
el
pecado,
sino
también
Su
misericordia.
Moisés
intercedió
por
el
pueblo,
pidiendo
a
Dios
que
los
salvara
por
amor
de
su
nombre.
Moisés
no
minimizó
el
pecado
del
pueblo,
ni
acusó
que
Dios
no
fuese
justo
en
su
ira
celosa.
Dios
honró
la
petición
de
Moisés
y
se
lo
concedió
(Éxodo
32:11-‐14).
La
intercesión
prefigura
la
intercesión
de
Cristo
por
nosotros:
Mis
queridos
hijos,
les
escribo
estas
cosas
para
que
no
pequen.
Pero
si
alguno
peca,
tenemos
ante
el
Padre
a
un
intercesor,
a
Jesucristo,
el
Justo.
Él
es
el
sacrificio
por
el
perdón
de
nuestros
pecados,
y
no
sólo
por
los
nuestros
sino
por
los
de
todo
el
mundo.
(1
Juan
2:1-‐2).
Un
parecido
entre
las
intercesión
de
Moisés
y
Jesús
es
que,
en
los
dos
casos,
la
gloria
de
Dios
y
Su
santo
carácter
son
sostenidos,
mientras
el
pecado
del
pueblo
está
expuesto
y
condenado
por
la
corrupción
y
rebelión
que
es.
Sin
embargo,
una
diferencia
clave
entre
las
intercesiones
de
Moisés
y
Jesús
es
que
mientras
que
Moisés
hubiera
sido
salvado
si
los
israelitas
hubiesen
sido
destruidos,
Jesús
tomó
la
ira
de
Dios
en
sí
mismo,
para
que
su
pueblo
fuese
preservado.
Esto
es
lo
que
significa
la
propiciación.
ARREPENTIMIENTO
Si
no
hubiese
sido
por
aquella
intercesión
por
nosotros,
no
tendríamos
la
oportunidad
de
arrepentirnos.
Piensa:
la
conversación
suplicante
entre
Moisés
y
Dios
estuvo
en
el
monte,
muy
lejos
del
pueblo
que
estaba
pecando.
El
propósito
de
estar
allí
no
era
tener
esa
conversación.
Ocurrió
por
ellos,
para
ellos,
aun
antes
de
saber
que
lo
necesitaban.
Y
cuando
todavía
éramos
pecadores,
Cristo
murió
por
nosotros
(Rom.
5:8).
El
generoso
regalo
del
perdón
de
Dios
se
hace
posible
al
arrepentirnos
y
en
la
culminación
de
aquel
arrepentimiento,
experimentar
el
gozo
más
grande.
Vimos
en
el
capítulo
3
que
recibir
el
perdón
de
Dios
requiere
aceptar
la
condenación
de
nuestro
pecado
y
arrepentirnos.
Ahora,
seguimos
con
el
resto
del
proceso:
los
detalles
del
arrepentimiento.
Aquí
están
seis
etapas
que
nuestro
arrepentimiento
debería
incluir,
incluí
algunas
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
falsificaciones
de
arrepentimiento
que
se
deben
discutir.
Veremos
que
nuestro
arrepentimiento
casi
siempre
incluye
la
dimensión
vertical
(nuestra
relación
a
Dios)
y
horizontal
(nuestra
relación
con
la
gente
que
ha
recibido
nuestro
pecado).
1) Convicción.
Usted
debe
ser
convencido
por
el
Espíritu
Santo,
trabajando
por
La
Palabra
de
Dios
que
es
culpable
del
pecado.
Si
pasa
demasiado
rápido
tras
este
punto,
quedará
atrapado
en
su
auto-‐engaño,
porque
se
estará
diciendo
a
usted
mismo
y
a
otros
que
está
arrepentido
de
algo
que
ni
siquiera
está
convencido
de
que
sea
malo.
¿Por
qué
lo
hacemos?
Muchas
veces
lo
hacemos
porque
nos
gusta
más
aparentar
que
estamos
arrepentidos,
que
amar
a
Dios
o
a
otros.
Sabemos
que
el
arrepentimiento
es
lo
que
está
en
la
expectativa
y
queremos
demostrar
que
podemos
cumplir
con
esa
expectativa.
Tal
vez
la
falsificación
más
común
por
convicción
es
una
pena
mundana,
una
preocupación
con
remordimiento
por
todos
los
errores
cometidos,
esto
genera
temor
de
las
consecuencias
o
no
cumplir
con
la
auto-‐imagen
que
tenemos
de
nosotros
mismos,
o
simplemente
por
vernos
mal
ante
los
ojos
de
los
demás.
Como
dice
David
Powlison,
“El
remordimiento
ante
los
ojos
equivocados
(nuestros
mismos
ojos
o
los
de
otros)
nunca
nos
guía
al
cambio…
nos
guía
a
las
falsificaciones.”
Nuestro
pecado
está
finalmente
ante
los
ojos
de
Dios,
y
allí
debe
empezar
la
convicción.
Dios
debe
estar
en
el
medio
de
nuestra
atención
Debemos
estar
preocupados
primeramente
sobre
como
se
ve
el
pecado
ante
los
ojos
de
Dios.
Así
dice
la
biblia,
La
tristeza
que
proviene
de
Dios
produce
el
arrepentimiento
que
lleva
a
la
salvación,
de
la
cual
no
hay
que
arrepentirse,
mientras
que
la
tristeza
del
mundo
produce
la
muerte.
(II
Cor.
7:10)
Si
no
permitimos
que
la
convicción
nos
lleve
a
la
tristeza
sobre
nuestro
pecado,
nuestros
gritos
de
dolor
hacía
a
Dios
se
desintegrarán
en
simplemente
implorar
que
nos
saque
los
sentimientos
malos
en
vez
de
orar
para
que
nos
muestre
su
gracia
y
misericordia
y
que
cambie
nuestros
corazones.
Para
Philip,
la
convicción
llegó
solo
después
de
estar
tan
desesperado
como
para
buscar
la
ayuda
de
un
pastor
sabio.
Ya
había
estado
en
un
grupo
de
“Cómo
dejar
la
pornografía
en
doce
pasos”
por
mucho
tiempo,
y
progresó
un
poco
en
cambiar
su
comportamiento,
pero
su
matrimonio
seguía
siendo
un
desastre.
Cuando
Philip
se
reunió
con
el
pastor,
aún
tenía
su
identidad
en
su
adicción
(una
perspectiva
apoyada
por
su
grupo
de
12
Pasos).
Era
un
peso
que
él
y
su
esposa
tendrían
que
soportar;
y
estaba
tensionando
su
matrimonio.
Philip
esperaba
que
el
pastor
le
comprendiera
y
le
consolara
bajo
de
este
peso.
Pero
mientras
hablaban,
el
pastor
vio
la
ceguera
de
Philip
y
su
pena
mundana
y
lo
confrontó
con
la
realidad
que
su
pecado
habitual
era
una
esclavitud
voluntaria,
una
distorsión
de
adoración,
un
amor
por
el
mal,
y
un
complot
con
el
enemigo
para
atacar
a
su
esposa
y
destruir
su
matrimonio.
Este
fue
más
grande
que
el
deseo
sexual,
más
grande
que
su
autocompadecimiento
por
sus
muchas
fallas,
y
aún
más
grande
que
su
matrimonio;
tenía
que
ver
con
la
gloria
de
Dios
y
con
la
adoración
desfigurada
de
Philip.
Bajo
esta
luz,
la
convicción
verdadera
y
el
dolor
piadoso
finalmente
habían
llegado
hasta
Philip;
él
había
cambiado
la
gloria
de
Dios
por
una
mentira.
2) Confesión.
Debe
estar
de
acuerdo
con
Dios
sobre
su
pecado
y
llamarlo
como
Él
lo
se
lo
llama,
específicamente.
No
pecamos
en
general.
Pecamos
específicamente.
Así
que,
debemos
confesar
tan
específicamente
como
pecamos.
Yo
hice
mal,
y
Dios,
tu
eres
justo.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Las
falsificaciones
de
confesión
inevitablemente
consisten
en
orgullo
y
una
resistencia
al
hablar
la
verdad
(véase
Sto.
3:14).
Tal
vez,
usted
confiesa,
como
Philip
con
su
esposa,
una
parte
de
su
pecado,
lo
suficiente
como
para
que
parezca
una
confesión
genuina,
pero
dejamos
atrás
algunos
detalles
importantes,
guiando
a
que
otra
persona
crea
una
verdad
a
medias.
Decir
una
parte
de
la
verdad
es
una
forma
de
engaño.
O
sea,
si
alguien
le
enfrente
su
pecado.
Usted,
al
responder,
no
niega
el
pecado
exactamente,
sino
que
lo
explica,
haciendo
una
defensa
por
el
pecado
o
minimizándolo.
Aarón
lo
hizo
cuando
Moisés
lo
enfrentó
sobre
la
construcción
del
becerro
de
oro;
Ellos
me
dieron
el
oro,
yo
lo
eché
al
fuego,
¡y
lo
que
salió
fue
este
becerro!
(v.24)
Ellos
me
dieron
el
oro,
yo
lo
eché
al
fuego,
¡y
lo
que
salió
fue
este
becerro!
Debemos
admitir
que
nuestras
manos
han
construido
los
ídolos
de
nuestros
corazones.
Los
hemos
designado
con
cada
indulgencia
de
pecado,
con
cada
mentira
creída
y
dicha,
y
con
cada
mirada
que
damos
hacia
atrás,
anhelando
Egipto.
Otras
falsificaciones
de
confesión
salen
de
las
maneras
en
que
buscamos
el
perdón
de
parte
de
otros.
David
Powlison
describe
muchas
maneras
en
que
decimos
palabras
comunes,
deshonestas,
que
echan
la
culpa
en
el
nombre
de
la
confesión
y
de
la
búsqueda
del
perdón
de
otros.
Decimos
cosas
como:
“Siento
que
te
haya
molestado
tanto”
o
“Lo
siento
si
te
lastimó.
No
fue
mi
intención.”
Estas
son
engaños,
maneras
engañosas
para
esconder
lo
que
realmente
cree
el
corazón,
que
si
fuesen
habladas
serían
algo
como:
“¿Qué
te
parece
que
yo
siga
creyendo
exactamente
los
mismo
de
siempre
y
tú
lo
aguantes?”
“Oh,
y
yo
intentaré
comportarme
mejor
también,
así
ya
no
me
molestarás
tanto
con
este
asunto.”
Las
confesiones
falsas
pretenden
reconciliar,
pero
en
verdad,
esconden
un
corazón
terco,
no
dispuesto
a
huir
de
sus
ídolos.
Aun
después
de
leer
mi
conclusión
sobre
las
mentiras
de
la
confesión
falsa,
tal
vez
usted
esté
tentado
a
minimizarlo
todo
o
decirse
a
sí
mismo,
“OK,
acuérdate
de
no
decir
siento
haberte
molestado.
Dilo
correctamente,
no
lo
digas
de
esa
manera.”
Tengamos
cuidado
con
el
deseo
de
nuestros
corazones
a
esconderse
detrás
de
las
palabras
correctas.
Dios
ve
tras
la
fachada
de
los
que
me
honran
con
los
labios,
pero
su
corazón
está
lejos
de
mí
(Isaías
29:13).
La
confesión
no
tiene
que
ver
con
decir
mecánicamente
las
palabras,
sino
de
contar
la
verdad
desde
un
corazón
cambiado.
Cuando
Philip
finalmente
confesó
toda
la
mentira
a
su
esposa
(nada
más
de
las
verdades
parciales)
ella
quedó
devastada.
No
sabía
si
podría
confiar
más
en
él
y
no
sabía
si
podría
seguir
casada
con
él.
Su
peor
pesadilla
se
estaba
volviendo
realidad.
3)
Arrepentimiento.
Arrepentirse
es
dar
la
vuelta.
El
pecado
u
idolatría
de
los
israelitas
consistía
en
volver
sus
corazones
hacía
Egipto.
El
arrepentimiento
consiste
volverse
hacia
Dios
y
dar
la
espalda
a
Egipto
(véase
I
Tes.
1:9;
I
Juan
5:21).
Es
un
cambio
total
de
mente,
reemplazar
al
dios
falso
que
gobierna
nuestra
vida.
Porque
la
idolatría
tiene
que
ver
básicamente
con
lo
que
se
ama,
el
arrepentimiento
requiere
cambiar
a
quien
se
ama.
El
arrepentimiento
vuelve
todo
su
corazón
y
su
persona
hacia
Dios
en
amor,
confianza,
y
obediencia
en
vez
de
los
ídolos.
Cambia
los
odios
y
los
amores,
odiando
el
pecado
que
antes
amaba
y
amando
a
Dios
a
quien
había
odiado
por
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
medio
de
su
pecado.
Cambia
la
mentira
de
la
idolatría
por
la
adoración
en
espíritu
y
verdad.
Tal
vez
hacemos
promesas
de
cambiar;
tal
vez
imploramos
por
otra
oportunidad;
tal
vez
mantenemos
un
historial
de
comportamiento
bueno
por
un
tiempo,
pero
nunca
sabremos
el
cambio
permanente
hasta
que
saquemos
el
pecado
que
está
arraigado
en
los
ídolos
profundos
de
nuestros
corazones.
No
es
suficiente
sacar
las
raíces:
algo
nuevo
debe
ser
plantado.
Recordando
una
axioma
del
Puritano
Thomas
Chalmers:
La
única
manera
de
desposeer
(el
corazón)
de
una
afección
vieja
es
por
el
poder
expulsivo
de
una
nueva.-‐
(Véase
Ga.
5:16-‐
17).
Los
ídolos
profundos
deben
ser
repuestos
por
una
adoración
más
profunda.
Esto
no
es
nada
menos
que
un
milagro
y
sólo
es
posible
por
medio
del
Espíritu
Santo
en
el
corazón
de
un
cristiano
(Rom.
8:13).
Philip
no
podría
haber
sobrevivido
a
la
devastación
de
su
esposa
a
causa
de
su
confesión
de
pecado
si
no
hubiera
empezado
a
dar
la
espalda
a
los
ídolos
profundos
de
su
corazón.
El
pastor
no
solo
había
enfrentado
a
Philip,
sino
que
también
pacientemente
hablaba
sobre
la
vida
de
Philip
y
lo
ayudaba
descubrir
la
manera
en
que
él
se
había
entregado
al
ídolo
profundo
de
ser
aceptado
y
había
servido
aquel
ídolo
cada
vez
que
mentía
a
su
esposa
sobre
su
adicción
a
la
pornografía.
Cuando
Philip
estaba
finalmente
dispuesto
a
volverse
del
ídolo,
podría
soportar
el
dolor
de
las
palabras
fuertes
de
su
esposa
y
sus
amenazas
de
divorcio,
mientras
continuó
contando
la
verdad,
y
sólo
aferrándose
a
la
esperanza
de
que
Dios
salvara
su
matrimonio.
4) Restitución.
La
gracia
de
Dios
es
gratis,
pero
nuestro
pecado
cobre
un
peaje
con
los
demás.
La
restitución
tiene
que
ver
con
devolver
lo
que
se
le
ha
robado
a
los
demás
a
causa
de
nuestro
pecado.
Zaqueo,
el
siniestro
cobrador
de
impuestos,
se
arrepentió
e
hizo
restitución
con
dar
una
mitad
de
lo
que
tenía
a
los
pobres,
y
por
comprometerse
a
pagar
cuatro
veces
más
de
lo
de
lo
que
había
robado
(Lucas
19:1-‐19).
No
estaba
comprando
la
gracia
de
Dios
aquí;
él
estaba
respondiéndola.
El
arrepentimiento
genuino
es
impaciente
para
reparar
las
relaciones
con
las
personas
contra
las
que
hemos
pecado.
5) Reconciliación.
El
pecado
separa.
Pone
hostilidad
entre
Dios
y
las
personas,
y
destruye
las
relaciones
humanas.
El
perdón
de
Dios
del
pecado
hace
que
la
paz
y
reconciliación
sean
posibles:
primero
con
Él
y
luego
con
los
demás
(Rom.
5:11;
2
Cor.
5:18-‐19;
Efesios
2:13-‐18;
4:3;
Stgo.
3:18).
El
arrepentimiento
genuino
se
compromete
al
trabajo
duro
de
re-‐construir
las
relaciones
que
han
sido
quebrantadas
por
el
pecado.
Toma
tiempo,
especialmente
cuando
la
confianza
ha
sido
destruida
y
las
heridas
son
profundas.
Para
Philip
y
su
esposa,
fue
un
proceso
que
les
llevó
años.
Empezó
cuando
la
esposa
de
Philip,
por
la
ayuda
de
algunos
amigos
cristianos,
veía
que
porque
Dios
en
Cristo
la
había
perdonado
en
su
pecado,
ella
tenía
la
fuerza
por
el
Espíritu
Santo
para
perdonar
a
Philip
de
su
pecado.
Y
por
la
gracia
de
Dios,
Philip
continúa
caminando
en
arrepentimiento.
Ya
que
tiene
la
seguridad
del
amor
y
la
aceptación
de
Dios,
él
podría
vivir
sin
la
de
su
esposa.
Este
lo
libraba
a
buscar
reconciliación
genuina
con
ella
en
vez
de
manipularla
para
aceptarlo
con
pretenciones
falsas.
A
la
misma
vez,
si
él
tropezaba
o
se
permitía
entrar
de
nuevo
en
tentación,
ahora
sufriría
un
dolor
verdadero
y
bíblico:
así
que
cuando
buscó
el
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
perdón
de
su
esposa
con
una
confesión
honesta,
era
con
un
reconocimiento
humilde
del
costo
terrible
de
su
pecado
para
ella
y
para
con
Dios.
Cuando
su
corazón
cambiaba
hacía
a
Dios
y
su
esposa,
él
caminaba
con
más
pureza;
su
confianza
en
él
crecía,
y
Dios
reestablecía
su
matrimonio.
6) Regocijo.
Como
un
hilo
corriendo
por
cada
etapa
del
proceso
o
una
luz
que
empieza
a
amanecer
temprano
y
crece
a
su
luminosidad
máxima
al
final,
regocijarse
es
esencial
en
el
arrepentimiento.
Como
dice
Tim
Keller,
“El
arrepentimiento
sin
regocijo
nos
guía
a
la
desesperación.
El
arrepentimiento
es
el
caminar
diario
de
nuestra
redención,
el
lento,
pero
constante
cambio
de
nuestros
corazones
de
la
corrupción
de
idolatría
al
dulce
descanso
que
viene
por
valorar
a
Dios
sobre
todo.”
De
vez
en
cuando,
mientras
maneja
el
auto,
al
hacer
las
compras,
o
reparar
cosas
en
casa,
el
pensamiento
cruza
la
mente
de
Philip,
“¡Soy
libre!
Ahora
no
soy
un
esclavo.
No
hay
secreto
escondido
de
mi
esposa.
¡Qué
alivio!
Gracias,
Padre,
por
liberarme.”
Su
esposa,
también,
tendría
estos
pensamientos
de
gratitud,
y
a
veces
durante
sus
citas
de
pareja,
compartirían
durante
la
cena
el
uno
con
el
otro.
Ambos
se
deleitaban
en
el
regalo
de
la
intimidad
y
la
sinceridad
en
su
matrimonio.
Unos
de
los
ejemplos
más
claros
del
arrepentimiento
se
encuentra
en
Salmo
51,
el
grito
de
arrepentimiento
del
Rey
David
después
de
ser
enfrentado
por
el
profeta
Natán
sobre
su
adulterio
con
Betsabé
(2
Samuel
12:1-‐15).
David
es
brutalmente
honesto
sobre
su
propio
pecado:
Yo
reconozco
mis
transgresiones:
siempre
tengo
presente
mi
pecado.
(Salmo
51:3).
Él
sabe
que
aunque
su
pecado
trajo
mucha
destrucción
a
muchas
personas
a
su
alrededor,
a
quienes
tendría
que
hacer
restitución,
Dios
es
la
persona
más
ofendida:
Contra
ti
he
pecado,
sólo
contra
ti.
(v.
4).
Tiene
que
tratarse
con
Dios
primeramente.
Así
que
su
enfoque
está
en
Dios,
no
en
las
consecuencias
de
su
pecado,
no
en
encontrarse
con
alguien
para
echarle
la
culpa,
no
en
las
circunstancias
que
estén
a
la
mano
y
no
por
la
preocupación
de
las
opiniones
de
la
gente.
Mientras
David
da
cuenta
de
la
sanidad
de
Dios
y
Su
ira
justa,
él
también
apela
a
la
misericordia
abundante
y
al
amor
eterno
de
Dios
(Salmo
51:1,
4).
El
conoce
que
el
perdón
y
limpieza
viene
solo
por
la
gracia
de
Dios:
Dios
no
quiere
sacrificios;
Él
quiere
un
espíritu
quebrantado
y
un
corazón
arrepentido.
(vv.
2,
16-‐17).
Finalmente,
David
encuentra
el
gozo
al
fin
de
su
arrepentimiento:
Infunde
gozo
en
estos
huesos
que
has
quebrantado.
(v.8).
La
historia
de
Philip
y
su
esposa
tal
vez
le
hace
pensar
que
el
problema
de
la
pornografía
era
solo
entre
ellos,
eso
no
es
el
caso.
Cuando
los
ojos
de
Philip
se
abrieron
a
la
realidad
del
pecado
y
al
gozo
del
arrepentimiento,
también
vio
que
había
otras
áreas
de
su
vida
y
en
su
matrimonio
donde
el
arrepentimiento
era
requerido.
Su
esposa,
también,
aprendió
que
ella
no
era
sólo
una
víctima
del
pecado
de
Philip;
aunque
fue
difícil
de
enfrentar
y
había
sido
lastimada
por
él,
ella
también
había
pecado
contra
él.
El
arrepentimiento,
entonces,
no
era
limitado
a
un
sólo
problema
en
su
matrimonio;
había
cambiado
a
un
estilo
de
vida.
Como
dijo
Martin
Lutero,
“Toda
la
vida
es
arrepentimiento.”
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
LECTURA
BÍBLICA
• Éxodo
32
• Salmo
51
• Romanos
1:18-‐32
PARA
REFLEXIONAR
Y
DISCUTIR
1)
¿De
qué
pecados
le
ha
librado
Dios
con
lo
cuales
usted
sigue
coqueteando?
2) Cuando
lucha
con
un
pecado
habitual
que
odia,
puede
ser
confuso
el
comprender
porque
lo
odia,
y
sin
embargo,
continúa
haciéndolo.
Puede
ser
una
ayuda
observar
que
el
pecado
probablemente
tiene
una
recompensa
para
usted,
un
consuelo,
un
alivio,
poder,
reconfirmación,
control,
o
algo
más.
Aunque
se
encuentre
odiando
el
pecado
y
sea
quebrantado
sobre
sus
efectos,
su
corazón
puede
estar
enganchado
a
la
recompensa.
Así
que,
en
su
situación,
¿cuál
es
la
recompensa?
3) ¿Qué
falsificaciones
de
arrepentimiento
se
encuentran
en
su
vida?
4) A
veces,
estamos
atascados
y
no
cambiamos
porque
protegemos
una
creencia
falsa,
que
es
la
raíz
de
nuestros
deseos
pecaminosos.
¿Qué
creencia
falsa
está
guardando
en
su
corazón?
5) Utilizando
sus
respuestas
a
las
dos
preguntas
anteriores
como
pistas
a
los
ídolos
profundos
en
su
corazón,
¿Qué
ídolos
superficiales
se
encuentran
en
su
vida?
6) Considerando
su
respuesta
a
la
pregunta
previa,
¿Cómo
ha
afectado
su
idolatría
a
las
personas
que
están
cerca
de
usted?
7) ¿Quién
debe
recibir
su
arrepentimiento
continuo
en
restitución
y
reconciliación?
¿Cómo
lo
va
a
hacer?
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
7
EL
DIOS
QUE
GUARDA
EL
PACTO:
NUESTRA
ÚNICA
ESPERANZA
PARA
UN
CAMBIO
PERMANENTE
Brooke
era
una
niña
normal,
aunque
a
veces
terminó
en
a
la
oficina
del
director
de
colegio
a
causa
de
su
hiperactividad.
A
la
edad
de
11,
su
vida
empezó
un
espiral
inclinado
hacia
abajo.
Empezó
a
tener
problemas
en
el
colegio
debido
a
serias
acusaciones,
y
fuera
del
colegio,
empezó
a
robar.
Sus
padres
y
profesores
le
insistieron
en
que
abandonara
estos
actos,
pero
esto
sólo
aceleró
su
rebelión.
Aquél
verano,
empezó
a
abusar
sexualmente
a
miembros
de
su
propia
familia.
Con
lo
que
ella
sabía
sobre
de
sexo
a
esa
edad,
sabía
que
tal
actividad
no
era
correcta,
pero
pensaba
que
no
era
tan
grave.
No
lo
hizo
por
mucho
tiempo
más,
pero
continuó
cayendo
en
picada,
mediante
otras
cosas,
fuera
de
control.
Brooke
comenzó
a
escaparse
de
su
casa
para
ver
a
sus
amigos.
Asaltaba
autos
en
la
carretera.
Empezó
una
relación
muy
sexual
con
un
hombre
adulto.
Eventualmente,
salió
de
su
casa,
al
volver,
la
policía
la
atrapó
después
de
robar
un
auto.
La
internaron
en
una
escuela
de
cuidados
terapeuticos.
Allí,
Brooke
se
encontró
con
varios
hombres
y
mujeres
quienes
habían
sufrido
de
abuso
sexual,
como
niños.
Quedó
muy
sorprendida
en
ver
como
sus
vidas
quedaban
destruidas,
tuvo
terror
de
las
consecuencias
de
sus
propias
acciones,
mientras
que
enfrentaba
el
peso
de
lo
que
había
hecho.
Otras
personas
allí,
le
contaron
los
eventos
previos
que
habían
provocado
sus
crímenes:
un
chico
violento
con
un
padre
abusivo,
una
chica
promiscua
que
había
sido
violada,
y
muchos
aborrecedores
de
otras
personas,
y
de
sí
mismos,
que
fueron
aborrecidos
por
sus
padres
inicialmente.
Pero
Brooke
no
tenía
una
vida
problemática.
Ella
no
lograba
pensar
en
nada
que
influenciara
su
mal
comportamiento.
Así
que
concluyó,
“Yo
no
soy
como
estas
personas.
Ellos
tienen
razones
que
los
llevaron
a
sus
crímenes,
pero
yo
sólo
soy
malvada.
El
mal
que
está
en
mí
solo
espera
la
oportunidad
de
abusar,
corromper,
y
destruir
a
otra
persona.
No
hay
motivos,
ni
ninguna
terapia
en
esta
escuela
internada
que
pueda
detener
mi
mal,
ni
ayudarme”
Su
secreto
la
paralizaba
con
vergüenza.
Brooke
salió
del
internado
sintiéndose
como
una
persona
contaminada,
capaz
de
contaminar
a
otros.
Para
protegerse
ella
misma
y
también
a
los
demás
de
la
suciedad
que
sentía
dentro,
se
obsesionó
con
limpiar
su
cuerpo
y
su
medio
ambiente,
sumado
a
intentar
perseguir
un
impecable
comportamiento
moral.
Obsesionaba
con
las
bacterias,
tenía
miedo
de
ensuciarse,
y
adoptó
rituales
de
aseo
que
la
daban
cierto
sentido
de
control
sobre
esto.
A
la
edad
de
dieciseis
Brooke
se
aferró
a
la
esperanza.
Quería
un
cambio
personal,
pero
cada
esfuerzo
la
dejó
peor:
Sus
manos
llegaban
a
sangran
por
el
exceso
de
aseo
que
le
imponía
a
su
propio
cuerpo,
se
aisló
de
sus
familiares
y
amigos,
vivía
cada
día
con
temor,
con
el
sentido
de
estar
contaminada,
y
por
ello,
poder
contaminar
a
otros.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
DESILUSIONADA.
En
el
último
capítulo,
vimos
que
los
corazones
de
los
israelitas
se
volvieron
hacia
a
Egipto
cuando
hicieron
el
becerro
de
oro,
lo
cual
era
la
culminación
de
muchas
pequeñas
miradas
hacía
atrás.
La
prueba
de
su
fe
en
la
base
del
monte,
durante
la
ausencia
de
Moisés,
reveló
las
afecciones
más
profundas
de
sus
corazones.
A
pesar
de
la
demostración
implacable
de
la
fidelidad
de
Dios,
ellos
ponían
su
fe
en
un
ídolo.
Y
aún
más
grave;
este
acto
rebelde
de
traición
fue
cometido
solo
días
después
de
comprometer
su
fidelidad
al
pacto
de
Dios
(Éxodo
24:7).
Pero
este
no
era
la
primera
vez
que
habían
perdido
su
fe.
Cuando
Moisés
y
Aarón
llegaron
en
Egipto
para
anunciar
que
Dios
había
llegado
para
librar
a
los
israelitas
de
la
esclavitud,
ellos
creyeron;
pero
poco
después,
cuando
Faraón
los
castigó
por
medio
de
arrebatarles
la
paja
para
hacer
los
ladrillos,
perdieron
la
fe
enseguida.
Cuando
Dios
les
dijo
que
pintaran
con
sangre
en
sus
puertas,
ellos
creyeron
y
obedecieron,
y
fueron
salvados.
Un
poco
después,
al
enfrentarse
con
el
Mar
Rojo
con
el
ejército
egipcio
a
sus
espaldas,
volvieron
a
perdier
la
fe.
Luego,
Dios
separó
las
aguas
y
al
otro
lado
del
mar,
después
de
ver
a
sus
enemigos
derrotados,
cantaron,
danzaron,
y
adoraron
en
fe.
Un
poco
después,
caminaron
hacía
el
desierto
sin
comida
y
agua,
y,
una
vez
más,
perdieron
la
fe.
Por
un
lado,
el
pecado
de
los
israelitas
con
el
becerro
de
oro
fue
el
peor,
sin
embargo,
por
otro
lado,
era
sólo
la
pérdida
de
fe
más
reciente.
Tal
vez
se
ha
encontrado
en
una
situación
parecida.
Ha
pecado,
se
ha
arrepentido,
y
prometido
obedecer.
Luego,
usted
lo
hace
de
nuevo.
Se
pregunta,
¿Cambiaré
algún
día?
El
corazón
desesperado
que
desea
ser
libre
de
la
esclavitud
al
pecado,
necesita
una
esperanza.
Necesita
una
reafirmación
en
los
momentos
cuando
el
progreso
es
dolorosamente
lento,
o
peor
aún,
va
en
retroceso.
Pero
con
la
esperanza
viene
el
riesgo,
porque
cuanto
más
alto
el
corazón
está
alzado,
más
bajo
puede
caer.
La
clave
es
¿dónde
pone
su
esperanza?
Muchas
veces,
nos
establecemos
para
la
desilusión
porque
esperamos
en
las
cosas
equivocadas.
Algunos
esperan
evitar
consentir
sus
deseos
pecaminosos
simplemente
por
estar
ocupados.
Sus
diversiones
muchas
veces
incluyen
metas
legítimas,
como
trabajar,
pasar
tiempo
con
amigos,
servir
a
la
comunidad,
o
participar
en
los
programas
de
la
iglesia.
Otros
no
están
satisfechos
con
ignorar
sus
deseos
pecaminosos.
Esperan
encontrar
las
razones.
Son
más
introspectivos,
probándose
a
sí
mismos
con
preguntas
reflexivas,
y
aun
sometiéndose
a
las
opiniones
de
otros,
tratando
de
llegar
al
fondo
de
sus
corazones
y
sacar
todos
sus
ídolos.
Por
supuesto,
como
vimos
en
el
capítulo
anterior,
debemos
estar
preguntándonos
qué
nos
motiva
a
vivir,
qué
cosas
amamos
más
que
a
Dios,
examinarse
a
uno
mismo,
es
muy
importante
en
el
arrepentimiento.
Pero
nuestros
“poderes
mentales”
solo
llegan
hasta
un
punto.
Nuestra
perspicacia
tiene
sus
límites.
Es
una
carga
muy
pesada
de
llevar
si
se
piensa
que
la
esperanza,
para
generar
un
cambio,
depende
de
su
capacidad
de
cazar
sus
propios
ídolos.
Y
que
fútil,
porque
como
dice
Tim
Keller,
“Hay
un
sentido
en
que
pasamos
nuestras
vidas
enteras
pensando
que
hemos
llegado
al
fondo
de
nuestros
corazones
y
nos
damos
cuenta
que
es
un
fondo
falso.”
Algunos
ponen
su
esperanza
en
la
responsabilidad
cristiana,
pensando
que
si
otros
lo
están
mirando,
no
se
pueden
salir
muy
lejos
del
camino.
Es
cierto
que
es
importante
caminar
en
la
luz
de
la
comunidad
cristiana,
confesando
nuestros
pecados
los
unos
a
los
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
otros
(véase
Sto.
5:16;
I
Juan
1:7).
Pero
un
corazón
rebelde
nunca
se
contiene
por
la
responsabilidad
de
otros.
Si
los
ojos
de
otros
cristianos
son
el
único
motivo
de
no
pecar,
eso
no
durará
por
mucho
tiempo.
Si
quiere
pecar,
pecará.
Otros
niegan
la
responsabilidad
entera
y
esperan
hasta
chocar
con
las
consecuencias
de
sus
pecados,
para
verse
obligados
a
cambiar.
¿Recuerda
a
Christine
del
capítulo
3?
Ella
pensaba,
“Cuando
llegue
al
fondo,
por
fin
tendré
la
motivación
que
necesito
para
poner
mi
vida
en
orden.”
Pero
Christine
se
dio
cuenta
que
cada
vez
que
pensó
que
había
llegado
al
fondo,
siempre
podría
bajar
un
poco
más.
La
verdad
es
que
no
hay
un
fondo,
solo
una
caída
libre
hacía
el
fondo
sin
fin
del
pecado.
La
única
manera
de
llegar
arriba
es
tomar
la
mano
salvadora
de
Dios,
en
fe.
Algunos
anticipan
el
cambio
que
viene
con
una
estación
nueva
de
la
vida,
creyendo
que
algo
inherente
de
la
estación
será
el
controlar
sus
deseos
pecaminosos.
Así
que,
un
hombre
soltero
piensa
que
terminará
de
ver
pornografía
cuando
se
case,
porque
nunca
lastimaría
a
su
esposa.
O
la
mujer
soltera
piensa
que
cuando
se
case,
dejará
de
coquetear
con
todos
los
hombres.
Las
variaciones
del
tema
no
tienen
fin:
Cuando
sea
padre…cuando
encuentre
el
hombre
correcto…cuando
esté
en
el
ministerio…cuando
gane
más
dinero…cuando
termine
con
mi
educación…cuando
sea
grande…
Algunos
esperan
probarse
a
sí
mismos
contra
las
inseguridades
que
quedan
después
de
ser
abusados
para
ganar
éxito
en
los
deportes,
en
una
academia,
una
carrera,
o
incluso
en
el
ministerio
mismo.
Algunos
esperan
que
el
amor
verdadero
en
una
relación
romántica
o
los
ser
guiados
por
un
mentor
que
los
encamine,
calmará
el
dolor
de
su
deseo
profundo
por
aceptación
y
sanará
las
heridas
del
rechazo
infligidas
por
las
personas
que
los
han
lastimado
con
su
negligencia,
y
les
fortificará
su
autoestima.
Pero
no
hay
fundación
sólida
entre
estas
esperanzas
falsas.
Cada
una
cae
cuando
regresamos
cansados,
deprimidos,
o
solitarios,
o
cuando
los
demás,
no
siendo
más
que
humanos
como
nosotros
mismos,
nos
fallan.
Lo
que
es
común
entre
estas
esperanzas
falsas
es
que
no
tienen
nada
que
ver
con
Dios,
como
es
Él,
o
el
cambio
que
Él
ha
comprometido
hacer
en
nosotros.
Cada
uno
hace
un
esfuerzo
por
confiar
en
algo
o
en
alguien
más.
Así
que,
no
es
difícil
identificarnos
con
la
fe
inestable
de
los
israelitas.
La
pregunta
que
enfrentamos
es,
¿Qué
esperanza
asegura
el
cambio?
EL
DIOS
REVELADO
La
mayoría
de
los
israelitas
se
enfrentaron
con
la
muerte
por
indignación
aquél
día.
Si
Moisés
no
hubiese
intercedido
por
ellos,
todos
habrían
muertos.
Comentadores
bíblicos
nos
indican
algo
importante
sobre
el
carácter
de
Moisés
en
su
intercesión.
Moisés
mismo
había
estado
en
una
jornada
de
fe.
La
última
vez
que
había
hablado
con
Dios
en
este
monte
fue
por
medio
de
una
zarza
ardiente,
y
para
ese
entonces,
de
ninguna
manera
él
se
consideraba
un
modelo
de
fe.
Dios
lo
llamó
allí
para
volver
a
Egipto
con
el
mensaje
de
liberación.
Moisés
respondió
con
miedo
e
incredulidad.
Él
dijo,
¿Quién
soy
yo
para
presentarme
ante
el
Faraón?
(Éxodo
3:11).
Dios
le
aseguró,
Yo
estaré
contigo
(v.12).
Pero,
Moisés
se
resistía,
preguntando
como
sería
posible
que
él
convenciera
a
los
israelitas
de
que
Dios
lo
había
mandado.
¿Cómo
podría
hablar
como
un
hombre
sin
facilidad
de
palabra?
(4:10).
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Dios
respondió
con
firmeza
y
paciencia,
declarando
Su
nombre,
su
carácter
y
mostrando
su
poder:
Yo
Soy
Él
que
Soy…Diles
esto
a
los
israelitas:
Él
Señor
y
Dios
de
sus
antepasados,
el
Dios
de
Abraham,
de
Isaac
y
de
Jacob,
me
ha
enviado
a
ustedes…
(Éxodo
3:14-‐15).
Luego
el
Señor
hizo
milagros
ante
de
los
ojos
de
Moisés,
convirtió
su
vara
en
una
serpiente,
su
mano
sana,
la
convirtió
en
una
leprosa,
y
de
nuevo
volvió
a
sanarla.
Yo
te
ayudaré
a
hablar
y
te
diré
lo
que
debas
decir.
(v.
12).
Pero
Moisés,
todavía
no
convencido,
insistía,
Señor,
te
ruego
que
envíes
a
alguna
otra
persona.
(v.
13).
Después
de
soportar
con
la
incredulidad
de
Moisés
varias
veces,
Dios
finalmente
estalló
en
ira
contra
él
(v.
14).
E
incluso
en
medio
de
esto,
en
vez
de
consumir
a
Moisés
con
su
ira,
Dios,
en
su
piedad,
mandó
al
hermano
de
Moisés,
Aarón,
para
acompañarle
y
hablar
por
él.
Cuando
Moisés
intercedió
por
los
israelitas,
él
apeló
a
las
cualidades
mismas
de
Dios
(Su
misericordia
y
paciencia)
que
Dios
lo
había
mostrado
primeramente
a
él,
en
su
propia
obstinación.
Moisés
había
cambiado.
Ahora
él
creía
en
Dios.
Creía
las
promesas
de
Dios.
Conocía
su
carácter
y
con
la
confianza
que
había
crecido
en
él
de
esta
relación,
hizo
su
intercesión.
Pero
Moisés
quiso
ir
más
allá.
Después
de
que
Dios
decidió
no
destruir
a
los
israelitas
y
no
abandonarles
en
el
desierto,
Moisés
hizo
esta
petición:
Déjame
verte
en
todo
tu
esplendor.
Asombrosamente,
Dios
dijo
que
sí.
Pero
tomó
precauciones
para
proteger
a
Moisés
de
la
gran
revelación
de
su
santidad…porque
nadie
puede
verme
y
seguir
con
vida.
(33:20)
Dios
escondió
a
Moisés
en
el
interior
de
una
roca
y
le
permitió
que
viera
solamente
la
espalda
de
Dios
(vv.
21-‐23).
A
nadie
más
le
fue
permitido
acercarse
(Éxodo
34:3).
Pasando
delante
de
él,
proclamó:
El
SEÑOR,
el
SEÑOR,
Dios
clemente
y
compasivo,
lento
para
la
ira
y
grande
en
amor
y
fidelidad,
que
mantiene
su
amor
hasta
mil
generaciones
después,
y
que
perdona
la
iniquidad,
la
rebelión
y
el
pecado;
pero
que
no
deja
sin
castigo
al
culpable,
sino
que
castiga
la
maldad
de
los
padres
en
los
hijos
y
en
los
nietos,
hasta
la
tercera
y
la
cuarta
generación.
(Éxodo
34:6-‐7).
Estas
palabras,
la
revelación
de
Sí
mismo,
han
resonado
por
medio
de
las
adoraciones
de
Su
pueblo
desde
entonces,
y
siempre
las
harán.
Así
es
Dios.
El
SEÑOR
es
compasivo.
La
palabra
Hebreo
para
misericordioso
que
Dios
aplicó
a
Sí
mismo
describe
un
amor
profundo
arraigado
a
un
lazo
natural,
usualmente
como
un
ser
superior
(Dios)
para
un
ser
inferior
(un
humano),
o
un
sentimiento
profundo
y
tierno
de
compasión,
que
sea
provocado
por
una
debilidad
o
sufrimiento
en
los
que
amamos
o
que
necesitan
de
nuestra
ayuda.
Yahweh
se
compadece
de
Israel
como
un
padre
a
sus
hijos,
dice
el
Salmo
103:13,
donde
aparece
la
misma
palabra:
Tan
compasivo
es
el
SEÑOR
con
los
que
le
temen
como
lo
es
un
padre
con
sus
hijos.
No
había
duda
que
esta
compasión
estuvo
profundamente
en
Dios
cuando
escuchó
los
gritos
de
los
esclavos
en
Egipto
y
dio
su
promesa
para
liberarlos,
era
la
misma
compasión
que
lo
conmovió
a
proveer
un
sustituto
por
ellos
en
la
Pascua¸
porque
si
Él
es
compasivo,
también
perdona.
El
SEÑOR
es
clemente.
La
palabra
aquí
muestra
una
respuesta
de
una
persona
que
tiene
algo
que
dar
a
una
persona
con
necesidad,
pero
que
dicha
persona
no
lo
merece.
Es
una
ilustración
de
una
persona
fuerte
que
ayuda
a
una
persona
débil.
Vemos
un
sentido
de
la
fuerza
clemente
de
Dios
en
la
zarza
ardiente
cuando
dijo
al
débil,
temeroso
e
indigno
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Moisés:
Yo
estaré
contigo
y
hablaré
por
ti.
También
en
las
escrituras
vemos
que,
porque
Dios
es
clemente,
no
dará
la
espalda
a
una
persona
que
se
arrepienta.
(2
Cron.
30:9),
ni
dejará
su
pueblo,
aun
cuando
se
rebelan
(Nehemías
9:17,
31).
El
SEÑOR
es
lento
para
la
ira.
Él
es
paciente,
aun
cuando
nuestro
pecado
merece
su
ira
justa.
La
expresión
en
el
idioma
original
incluye
una
palabra
para
“largo”
y
una
palabra
para
“nariz.”
En
el
hebreo,
la
nariz
está
asociada
con
la
ira,
aparentemente
porque
cuando
una
persona
está
enojada,
su
cara
y
nariz
se
ponen
rojas
y
parecen
quemarse.
La
cara
de
Dios
no
se
pone
roja
rápidamente;
Él
mira
a
sus
hijos
errantes
con
gracia,
dándoles
tiempo
suficiente
para
su
arrepentimiento.
Así
que,
cuando
muestra
su
ira,
no
es
impulsiva
ni
injusta;
castiga
el
que
no
se
arrepiente
y
al
que
rechaza
su
benevolencia.
Hemos
visto
en
la
zarza
ardiente
cuan
paciente
fue
Dios
con
Moisés.
Sólo
después
de
la
quinta
refutación
de
Moisés
se
enojó
(Éxodo
4:14,
3:10-‐4:13),
y
aun
en
aquel
momento,
respondió
con
gracia,
proveyendo
a
Aarón
como
ayudante.
El
SEÑOR
es
grande
en
amor
y
fidelidad.
La
palabra
hebrea
hesed
describe
el
amor
consistente,
siempre
fiel,
implacable,
perseguidor,
abundante,
extravagante,
e
ilimitado
de
Dios.
Una
de
las
palabras
más
significante
en
la
Biblia,
hesed,
resume
la
historia
completa
de
la
relación
prometida
con
Israel.
Es
el
afecto
inmerecido
y
voluntario
por
lo
cual
Él
mismo
se
ata
con
su
pueblo.
Celebrando
la
victoria
de
Dios
para
ellos
en
el
Mar
Rojo,
los
israelitas
cantaron:
Por
tu
gran
amor
guías
al
pueblo
que
has
rescatado;
por
tu
fuerza
los
llevas
a
tu
santa
morada.
(Éxodo
15:13).
El
amor
abundante
nunca
se
acabará,
porque
está
fundido
en
el
carácter
de
Dios
(v.
13).
Así
que,
el
salmista
se
regocija,
y
dice:
Tu
amor,
SEÑOR,
llega
hasta
los
cielos,
mejor
que
la
vida,
dura
para
siempre.
Mis
labios
alabarán
de
tu
constante
amor
en
la
mañana,
y
en
él
confiaré
para
siempre
(Véase
Salmo
36:5;
52:8;
59:16;
63:3;
136:3).
El
SEÑOR
es
fiel.
Su
palabra
es
confiable
y
creíble.
Por
Su
palabra,
su
pueblo
puede
conocerlo,
porque
su
carácter
nunca
cambia
y
su
palabra
persevera.
El
salmista
ora:
Encamíname
en
tu
verdad
-‐
¡enséñame!
Todas
las
sendas
del
SEÑOR
son
amor
y
verdad
para
quienes
cumplen
los
preceptos
de
su
pacto.
(Salmo
25:5,
10).
Vimos
la
fidelidad
de
Dios
aun
cuando
su
pueblo
perdió
la
fe
bajo
las
condiciones
empeoradas
de
Egipto
(Éxodo
5:15-‐21).
Él
les
recordó
de
nuevo
quién
es
Él
y
lo
que
había
prometido:
He
recordado
mi
pacto…voy
a
librarlos
de
la
esclavitud…
haré
de
ustedes
mi
pueblo.
(6:5-‐7).
La
ley
que
trajo
del
Monte
Sinaí
fue
llena
de
sabiduría
y
justicia
y,
si
se
seguía
fielmente,
traería
curación
y
armonía
al
pueblo
atormentado
por
la
ley
brutal
de
Egipto.
El
SEÑOR
perdona.
Mientras
que
Él
es
lento
para
la
ira,
es
rápido
en
perdonar
a
los
que
les
han
dado
la
espalda,
rompiendo
su
promesa
de
fidelidad,
y
cayendo
de
su
gloria
por
sus
pecados.
Como
vimos
en
el
capítulo
3
en
la
Pascua,
Dios
perdona,
pagando
él
mismo,
un
gran
costo
y
se
hace
amigo
de
sus
enemigos.
El
SEÑOR
es
justo.
Mientras
que
Él
está
lleno
de
compasión
y
gracia,
es
lento
para
la
ira
y
rápido
para
perdonar,
Pero
Él
no
permite
que
los
pecadores
impenitentes
queden
sin
castigo;
él
no
deja
impune
al
culpable.
(Éxodo
34:7;
Números
14:18;
Nahúm.
1:3).
Siempre
habrá
un
día
de
“recompensa.”
Para
algunos
de
los
israelitas,
tal
vez
los
más
culpables
de
la
adoración
al
becerro
de
oro,
aquella
recompensa
llegó
con
la
espada,
una
plaga
y
miles
de
personas
muertas.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Pero
la
ira
justa
de
Dios
llegó
también
al
rescate
de
los
israelitas
cuando
Él
juzgó
los
dioses
de
Egipto
y
castigó
al
opresor
e
impenitente
Faraón.
En
resumen,
el
carácter
de
Dios,
que
ya
había
sido
revelado
mediante
sus
obras
de
redención,
ahora
es
proclamado
con
palabras.
Fue
una
promesa
a
su
pueblo;
no
sólo
sería
misericordioso,
benevolente,
lento
para
la
ira,
justo
y
abundante
en
amor
inmutable
para
con
ellos,
sino
que
siempre
sería
así.
Después
de
tan
gran
revelación
de
la
gloria
de
Dios,
¿qué
más
podría
hacer
Moisés?
(Él)
se
inclinó
rápidamente
hasta
el
suelo
y
oró
al
SEÑOR.
(Éxodo
34:8).
LA
CONFUSION
DE
BROOKE
Cuando
Brooke
tenía
veinte
tanto
años,
se
convertió
al
cristianismo.
Ella
sabía
que
por
la
muerte
de
Jesús,
había
sido
perdonada
de
sus
pecados.
Para
ella,
esto
significó
que
había
sido
salvada
del
infierno,
pero
todavía
necesitaba
recordar
todo
lo
que
había
hecho;
necesitaba
saber
su
posición,
no
olvidarse
de
quien
era
en
verdad.
Otros
cristianos
hablaban
del
gozo
en
Cristo,
pero
Brooke
pensó
que
eso,
no
era
para
ella,
no
cuando
otras
personas
estaban
sufriendo
a
causa
de
su
pecado.
Aunque
como
cristiana,
deseaba
una
relación
con
Dios
y
con
su
pueblo,
creía
que
sería
una
hipócrita
por
aparentar
ser
alguien
que
en
verdad
no
era.
Su
sentido
de
identidad
se
fundamentaba
en
sus
peores
pecados,
así
que
avergonzada
de
sí
misma,
mantenía
la
distancia.
RENOVACIÓN
DEL
PACTO;
UNA
Y
OTRA
VEZ.
En
la
zarza
ardiente,
Dios
no
solo
recordó
su
pacto
con
Abraham,
Isaac,
y
Jacob,
sino
que
prometió
actuar
para
redimir
a
su
pueblo.
(Éxodo
2:24;
3:14-‐22).
Sus
palabras
se
convirtieron
en
acciones.
Y
ahora,
después
de
revelar
su
amor
inmutable
y
abundante,
Él
lo
corroboraría
una
vez
más.
En
el
momento
más
inmerecido
de
los
israelitas,
después
de
su
rebelión,
Dios
demostró
la
profundidad
increíble
de
su
misericordia
y
gracia,
renovando
de
nuevamente
el
pacto
que
habían
quebrado
sus
padres.
(Éxodo
34:10-‐28).
Implícito
en
la
renovación
fue
una
llamada
más
para
que
el
pueblo
de
Dios
fuese
fiel
al
pacto
una
vez
más.
Pero
nuevamente
su
fidelidad
era
inestable.
De
hecho,
esta
generación
de
israelitas
nunca
entró
en
la
Tierra
Prometida
(el
resto
de
su
historia
se
encuentra
en
Levítico
y
Números).
Durante
el
resto
de
sus
viajes
por
el
desierto,
a
pesar
de
los
altibajos
de
su
fe,
la
mayoría
de
ellos
continuó
con
su
incredulidad
y
en
el
proceso,
sus
corazones
se
endurecieron,
hacia
su
Dios
de
amor
y
fidelidad.
(Hebreos
3:16-‐19).
Cuando
llegaron
finalmente
al
borde
de
la
Tierra
Prometida,
no
entraron
en
ella,
por
la
terca
incredulidad
de
su
corazón,
se
mantuvieron
en
batalla
contra
los
hostiles
habitantes
que
la
moraban.
Para
los
israelitas
este
Dios,
quien
había
demostrado
su
inmenso
poder
para
derrotar
a
sus
peores
enemigos
en
Egipto,
ya
no
era
confiable
para
derrotar
a
sus
siguientes
enemigos.
¡Tan
amargados
estaban
los
israelitas
con
su
incredulidad
que
después
de
dos
años
de
estar
el
desierto,
amenazaron
con
expulsar
a
Moisés
y
elegir
un
nuevo
líder
que
los
llevara
nuevamente
a
Egipto!
(Números
14:4).
Como
consecuencia,
Dios
se
negó
a
dejarlos
entrar
en
la
Tierra
Prometida
después
de
todo;
Él
los
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
hizo
peregrinar
en
el
desierto
hasta
que
cada
uno
de
ellos
cayó
muerto
en
la
arena,
a
excepción
de
algunos
fieles
(v.
33).
Sus
hijos,
una
generación
después,
sería
los
que
entrarían
en
la
tierra
que
Dios
les
había
prometido.
Pero
cada
generación
después
tenía
sus
propios
problemas.
La
generación
después
del
éxodo
todavía
se
aferraban
a
los
ídolos
de
Egipto
de
sus
padres
(Josué
24:14).
Y
no
expulsaron
a
la
gente
impía
de
la
tierra
como
mandó
Dios;
al
contrario,
moraban
con
ellos,
se
casaban
con
ellos
y
servían
a
sus
dioses
(Jueces
1:27-‐2:3;
2:11-‐15;
3:5-‐6).
Generaciones
después,
como
sus
antepasados,
murmuraron
sobre
el
liderazgo
de
Dios
en
la
nación
mediante
los
profetas
y
los
jueces.
Exigían
tener
su
propio
rey
como
las
otras
naciones
alrededor,
y
al
hacerlo,
rechazaron
la
autoridad
de
Dios
(I
Sam.,
8).
El
Señor
les
dio
lo
que
querían,
y
Saúl,
el
rey
reacio,
sacado
de
su
escondite,
llegó
a
ser
su
primer
rey
(I
Sam.
10:17-‐27).
Cuando
el
rey
Saúl
cayó,
la
nación
disfrutó
sus
breves
días
de
gloria
bajo
el
reinado
de
David
y
Salomón,
pero
después
sufrieron
un
largo
linaje
de
monarquías
problemáticas.
La
historia
de
los
reyes
de
Israel,
que
se
encuentra
en
1
y
2
Reyes
y
1
y
2
de
Crónicas,
se
repite
una
y
otra
vez:
varios
reyes
malos,
un
rey
no
tan
malo,
seguidos
por
varios
reyes
mucho
más
malvados,
cada
uno
representando
el
corazón
de
la
nación,
entrando
y
saliendo
de
la
fidelidad
al
pacto
desde
una
generación
a
la
próxima.
Nunca
hubo
una
generación
que
pudiese
enmendar
los
errores
de
la
anterior
y
empezar
de
nuevo
en
el
camino
correcto.
Tras
cientos
de
años,
declinaban
espiritualmente,
yendo
más
y
más
abajo.
Pero,
debido
a
la
compasión
de
Dios,
porque
Él
es
lento
para
la
ira,
les
esperaba
con
paciencia
para
que
ellos
cambiaran.
Los
llamaba
con
persistencia
al
arrepentimiento
y
a
la
fidelidad
del
pacto
por
medio
de
los
profetas.
Pero
ellos
respondían
a
su
piedad,
burlándose
de
sus
profetas
hasta
que,
al
final,
no
había
remedio
y
Dios
juzgaba
a
los
israelitas
con
echarlos
a
ellos
de
la
tierra
y
mandarlos
otra
vez
a
la
cautividad
(2
Crónicas
36:15-‐21).
EL
MIEDO
A
FALLAR
DE
BROOKE.
Como
cristiana,
Brooke
todavía
vivía
cada
día
sintiéndose
condenada
a
causa
de
su
pecado
pasado,
y
paralizada
por
la
ansiedad,
preguntándose
hasta
qué
punto
llegaría
más
adelante.
En
sus
pesadillas,
se
encontró,
deshaciéndose
de
cuerpos
de
personas
que
había
asesinado.
Hacerle
daño
a
otra
persona
era
tan
sencillo
como
un
respiro
y
ella
no
se
dio
cuenta
hasta
que
fue
demasiado
tarde.
Brooke
tenía
miedo
que
si
no
se
quedaba
muy
alerta,
constantemente
fregando
su
conciencia,
su
pecado
volvería,
y
lastimaría
a
una
víctima
en
cualquier
momento.
Antes
de
ser
cristiana,
Brooke
tenía
un
sentido,
como
una
voz
en
su
cabeza
que
la
amenazaba,
cuando
iba
a
hacer
algo
mal.
Era
su
conciencia,
pensó
ella,
y
durante
sus
años
rebeldes,
la
había
reprimido.
Pero
ahora,
la
obedecería
sin
fallar
como
una
protección
contra
el
mal.
Ahora
que
era
cristiana,
pensaba
que
este
sentido
era
el
Espíritu
Santo.
Sabía,
después
de
todo,
que
Él
vive
dentro
de
los
creyentes
y
los
convence
de
pecado.
Así
que,
continuó
obedeciendo
a
esta
voz,
por
encima
de
las
demás.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
UN
NUEVO
PACTO
PROMETIDO
Aun
cuando
los
israelitas
languidecían
en
su
cautividad
en
Babilonia,
Dios
fue
fiel
a
su
pacto;
continuó
perseguiendo
a
su
pueblo,
llamándolos
hacia
sí
mismo
por
medio
de
los
profetas.
Ezequiel,
uno
de
los
profetas,
fue,
tal
vez,
el
más
fuerte
en
su
reprensión
contra
la
infidelidad
de
los
israelitas,
y
al
mismo
tiempo,
el
más
positivo
en
cuanto
a
la
promesa
de
renovación.
Según
Ezequiel,
Israel
era
una
prostituta,
una
adúltera,
quien
había
buscado
otros
amantes
(Ezequiel
23:4-‐7,
11-‐18).
Él
comparaba
a
los
israelitas
con
sus
antepasados,
encendidos
por
la
lujuria
y
el
deseo
de
Egipto
y
sus
dioses
(vv.
8,
19-‐21).
Una
vez
más,
se
habían
corrompido
así
mismos,
como
sus
antepasados
que
habían
construido
el
becerro
de
oro,
y
la
raza
humana
entera
antes
del
diluvio
(v.
11;
Génesis
6:11;
Éxodo
32:7).
La
historia
de
Israel
había
probado
que,
a
pesar
de
las
innumerables
bendiciones,
a
pesar
de
la
paciencia
de
Dios
y
su
cuidado
por
muchas
generaciones,
la
humanidad
no
podría
permanecer
fiel
a
Dios.
Pero
Dios,
una
vez
más,
respondió
según
su
amor
inmutable.
Él
renovaría
el
pacto
una
vez
más.
Esta
vez
sería
diferente,
porque
el
Dios
fiel
de
misericordia,
gracia,
y
amor
inmutable
pondrías
las
semillas
de
su
propio
carácter
en
los
corazones
de
su
pueblo.
Él
quitaría
sus
corazones
tercos,
incrédulos
y
duros
como
piedras
y
los
sustituiría
por
corazones
de
carne,
blandos
y
sensibles
a
Él.
Pondría
su
propio
Espíritu
en
ellos,
y
escribiría
Su
ley
en
sus
corazones.
Los
rociaré
con
agua
pura,
y
quedarán
purificados.
Los
limpiaré
de
todas
sus
impurezas
e
idolatrías.
Les
daré
un
nuevo
corazón,
y
les
infundiré
un
espíritu
nuevo;
les
quitaré
ese
corazón
de
piedra
que
ahora
tienen,
y
les
pondré
un
corazón
de
carne.
Infundiré
mi
Espíritu
en
ellos,
y
haré
que
sigan
mis
preceptos
y
obedezcan
mis
leyes.
Vivirán
en
la
tierra
que
les
di
a
sus
antepasados,
y
ellos
serán
mi
pueblo
y
yo
seré
su
Dios.
Luego,
los
israelitas
volvieron
a
su
patria
con
esta
promesa
sonando
en
sus
corazones.
Reconstruyeron
su
templo
y
reestablecieron
su
tierra,
esperando
ver
una
renovación
completa
de
su
nación
desde
adentro
hacia
afuera.
Pero
aquella
renovación
nunca
estaba
del
todo
completa;
algo
le
faltaba.
El
Antiguo
Testamento
termina
con
este
profundo
deseo
de
que
las
promesas
de
Dios
sean
cumplidas.
Muchos
años
después,
en
un
pueblo
pequeño
e
insignificante
al
que
llamaban
Nazaret,
un
ángel
apareció
a
una
joven
virgen
llamada
María
y
anunció
que
ella
daría
luz
a
Jesús,
el
Hijo
de
Dios
nacido
en
la
historia
humana,
el
cumplimiento
de
cada
promesa
dada
a
Israel.
María
sabía
el
significado.
Ella
conocía
aquellas
promesas
de
memoria
y
como
fueron
fundidas
en
el
carácter
inmutable
del
amor
fiel
de
Dios.
Así
que,
ella
cantó:
Mi
alma
glorifica
al
Señor,
y
mi
espíritu
se
regocija
en
Dios
mi
Salvador,
De
generación
en
generación
se
extiende
su
misericordia
a
los
que
le
temen.
(Lucas
1:46-‐47,
50).
Su
canto
era
parecido
a
muchos
que
había
cantado
desde
su
niñez,
incluyendo
este:
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Pero
el
amor
del
SEÑOR
es
eterno
y
siempre
está
con
los
que
le
temen;
su
justicia
está
con
los
hijos
de
sus
hijos,
con
los
que
cumplen
su
pacto.
(Salmo
103:17-‐18).
Jesús
sería
el
nuevo
y
mejor
Moisés,
el
Redentor
de
su
pueblo
y
el
Mediador
del
nuevo
pacto
prometido
(Mateo
26:28;
Hebreos
8).
Él
mismo
es
la
revelación
gloriosa
del
inmensurable
amor
y
fidelidad
de
Dios,
revelado
a
Moisés
en
el
monte.
Él
se
muestra
a
nosotros,
los
necios
y
rebeldes,
recordándonos
a
los
adulteros
israelitas
en
su
merecida
cautividad;
Él
nos
renueva
y
nos
lava
por
medio
del
Espíritu
Santo,
justo
como
prometió
Dios
a
través
de
Ezequiel;
para
limpiar
su
pueblo
de
su
suciedad
e
idolatría
por
el
lavamiento
de
agua
pura.
En
otro
tiempo
también
nosotros
éramos
necios
y
desobedientes.
Estábamos
descarriados
y
éramos
esclavos
de
todo
género
de
pasiones
y
placeres.
Vivíamos
en
la
malicia
y
en
la
envidia.
Éramos
detestables
y
nos
odiábamos
unos
a
otros.
Pero
cuando
se
manifestaron
la
bondad
y
el
amor
de
Dios
nuestro
Salvador,
Él
nos
salvó,
no
por
nuestras
propias
obras
de
justicia
sino
por
su
misericordia.
Nos
salvó
mediante
el
lavamiento
de
la
regeneración
y
de
la
renovación
por
el
Espíritu
Santo,
el
cual
fue
derramado
abundantemente
sobre
nosotros
por
medio
de
Jesucristo
nuestro
Salvador.
Así
lo
hizo
para
que
justificados
por
su
gracia,
llegáramos
a
ser
herederos
que
abrigan
la
esperanza
de
recibir
la
vida
eterna.
(Tito
3:3-‐7).
No
somos
salvos
sólo
por
una
determinación
personal
por
comportarnos
bien,
como
pensaba
Brooke,
sino
que
por
la
misericordia
de
Dios,
por
Su
gracia
para
renovarnos
(véase
Efesios
2:4-‐8).
Jesús
no
sólo
nos
perdona
de
nuestros
pecados,
sino
que
también
nos
limpia
y
nos
da
corazones
nuevos
mediante
el
Espíritu
Santo.
Esto
es
la
regeneración
–
el
nuevo
nacimiento
del
cristiano
(Véase
Juan
3:1-‐14).
Un
nacimiento
nuevo
ocurre,
dice
John
Piper,
ya
que
Jesús
vino
al
mundo
como
la
bondad
y
el
amor
de
Dios
y
que
murió
por
nuestros
pecados
y
luego
resucitó.
El
corazón
nuevo
finalmente
hace
que
la
fidelidad
al
pacto
de
Dios,
el
nuevo
pacto,
sea
posible.
El
corazón
viejo
era
como
piedra,
duro
e
inmovible,
como
los
tercos
israelitas
en
el
desierto
(Éxodo
32:9).
Pero
el
corazón
nuevo
es
un
corazón
de
carne:
blando
y
sensitivo
en
la
fe
a
Dios.
El
corazón
viejo
amaba
el
pecado,
como
los
israelitas
deseando
volver
a
Egipto;
pero
el
nuevo
corazón
desea
a
Dios
solamente.
El
viejo
corazón
vivía
para
el
pecado
y
estaba
muerto
para
Dios;
pero
el
nuevo
corazón
está
muerto
al
pecado
y
vive
para
Dios
(Rom.
6:11).
Mientras
que
la
tentación
y
la
presión
del
pecado
todavía
están
presentes,
los
deseos
del
nuevo
corazón
son
para
agradar
a
Dios;
el
Espíritu
Santo
se
opone
a
los
deseos
de
la
carne
y
anima
a
los
deseos
del
creyente
para
Dios,
para
dar
los
frutos
de
rectitud
(Ga.
5:16-‐26).
El
nuevo
corazón
está
libre
de
la
cautividad
al
pecado
y
obedece
a
Dios
libremente
como
un
acto
agradable
de
adoración.
Los
cristianos
sinceros
tal
vez
estén
confundidos
ahora,
preguntándose
porque
todavía
luchan
contra
los
deseos
pecaminosos,
si
es
que
tienen
nuevos
corazones.
Todavía
luchamos
contra
el
pecado
que
mora
adentro
porque
aunque
somos
realmente
nuevas
criaturas,
no
somos
totalmente
nuevos.
Todavía
tenemos
algunas
de
las
tendencias
de
los
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
israelitas
en
el
desierto,
un
momento
determinado
a
obedecer
y
el
próximo
momento
cayendo
en
el
pecado
de
nuevo.
La
diferencia
es
que
por
medio
de
la
muerte
de
Cristo
y
su
resurrección,
hay
un
quiebre
con
el
pecado
y
una
entrada
a
la
vida
nueva
en
el
Espíritu
(Rom.
6:4).
Así
que,
en
Romanos,
Pablo
dice,
por
un
lado
que
hemos
muerto
al
pecado
(v.
2;
cf.
vv
1-‐14)
y
por
el
otro,
debemos
continuamente
dar
muerte
al
pecado
por
medio
del
Espíritu
Santo
(Rom.
8:13).
Dios
nos
cambia
desde
adentro
hacia
afuera,
primeramente
por
darnos
nuevos
corazones
(regeneración)
con
nuevos
deseos,
y
luego
Él
continua
el
trabajo
en
nosotros
mientras
que
caminamos
en
fe
por
el
Espíritu
Santo,
cambiándonos
progresivamente
a
ser
más
como
Jesús
(santificación)
(Véase
Gal.
5:16;
Col.
3:9-‐11).
No
seremos
perfectos
en
esta
vida,
sino
nuestro
nuevo
nacimiento,
lo
que
sólo
Dios
hace
por
nosotros,
garantizando
nuestra
perfección
final.
Nosotros
que
somos
nuevos
seremos
perfectos
al
final
(I
Juan
3:2-‐
3).
Así
que
nuestra
esperanza
de
caminar
fielmente
no
está
basada
en
nuestra
capacidad
de
guardar
nuestras
promesas
de
obedecer,
sino
en
el
inmutable
carácter
de
Dios.
Podemos
esperar
caminar
fielmente
porque
Él
constantemente
nos
persigue
con
su
amor
fiel
y
nos
cambia,
comenzando
con
un
corazón
nuevo.
EL
INTERCESOR
DE
BROOKE
El
sentimiento
de
Brooke,
esa
aflicción
horrible
de
su
conciencia,
no
era
el
Espíritu
Santo,
sino
su
Enemigo,
el
Acusador,
tratando
de
esclavizarla
bajo
la
condenación
(Rev.
12:10).
Sí,
el
Espíritu
Santo
convence
de
pecado
(Juan
16:8),
pero
para
Brooke,
la
amorosa
búsqueda
de
Dios
por
ella,
fue
ahogada
por
su
temor
a
pecar
(Véase
I
Juan
4:18).
No
era
solamente
una
víctima
pasiva
en
esto,
sino
que
ella
elegía
creer
las
mentiras.
En
su
búsqueda
desesperada
por
la
esperanza,
se
había
entregado
a
sus
propias
capacidades
de
introspección
y
manejo
de
conducta.
Y,
como
todo
pecado,
esto
la
guiaba
directamente
hacía
la
muerte
(Rom.
6:23;
cf.
2
Cor.
7:10).
Brooke
finalmente
encontró
la
esperanza,
esta
nunca
fue
su
capacidad
de
anticipar
y
evitar
cada
de
sus
inclinaciones
pecaminosas,
sino
que
su
esperanza
fue
encontrada
en
el
amor
fiel
de
Dios
para
hacer
que
su
corazón
nuevo
viviera
para
Él
por
medio
del
Espíritu.
Mientras
más
caminaba
hacia
la
libertad
en
Cristo,
en
esta
vida
en
el
Espíritu,
más
comprendía
el
lavamiento
de
Cristo,
sintiéndose
libre
de
su
condenación
(Véase
I
Juan
1:9).
Llegó
a
ver
a
Jesús
no
como
un
juez,
quien
desde
cierta
distancia
escudriña
cada
movimiento
suyo,
sino
más
bien
como
su
Intercesor,
quien
se
acerca
a
Dios
para
llevar
el
castigo
por
su
pecado
y
rescatarla
de
su
desesperación
(I
Juan
2:1-‐2).
LA
INTROSPECCIÓN
MORBOSA
Vale
la
pena
quedarnos
aquí
por
un
momento.
Hemos
visto
en
los
últimos
dos
capítulos
que
nuestros
deseos
pecaminosos
son
sutiles
(capítulo
5)
y
que
las
raíces
son
muy
profundas
(capítulo
6.)
Hemos
visto
que
el
arrepentimiento
verdadero
debe
ser
específico,
un
intercambio
particular
de
afectos,
desde
un
amor
por
el
pecado
hasta
un
amor
por
Dios.
En
los
capítulos
1
y
2,
vimos
que
nuestros
sufrimientos
pueden
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
influenciarnos
y
ponernos
en
situaciones
donde
debemos
clamar
a
Dios
por
Su
ayuda
en
momentos
de
necesidad
particulares.
Hay
ídolos
que
debemos
rechazar,
en
la
superficie
de
nuestras
conductas
y
en
la
profundidad
de
nuestros
corazones.
Dolores
que
nos
hacen
clamar
a
Dios.
Pero
para
hacerlo,
es
necesario
saber
algo
sobre
nosotros
mismos.
David
Powlison
advierte
de
dos
peligros
iguales
y
paralelos,
que
nos
pueden
atrapar
en
el
intentar
conseguir
el
conocimiento
de
uno
mismo:
la
caza
de
ídolos,
el
peligro
de
ser
atrapado
en
el
torbellino
del
auto-‐análisis,
buscando
todas
las
avaricias
del
corazón,
lo
que
es
equivalente
a
pelar
una
cebolla
con
capas
infinitas;
y
la
caza
de
dolores,
la
obsesión
con
el
sufrimiento,
el
dolor
y
la
desilusión.
La
biblia
dice
él
tiene
que
ver
con
auto-‐conocimiento
en
un
contexto
mucho
más
amplio
y
profundo;
el
amor
redentor
de
Dios.
El
análisis
solo
nunca
cambia
nada,
y
el
auto-‐análisis
excesivo
nos
guía
a
una
parálisis
de
fe,
como
decir
hasta
que
me
comprenda
a
mí
mismo,
no
puedo
orar,
arrepentirme,
cambiar,
ni
amar.
El
auto-‐análisis
no
es
un
fin
en
sí
mismo;
más
bien
debe
ser
una
puerta
a
la
gracia
por
la
cual
yo
llego
a
conocer,
amar,
necesitar,
confiar,
clamar,
y
depender
de
mi
Dios,
y
allí,
obedecer,
arrepentirme,
y
encontrar
propósito
y
gozo.
Nuestra
esperanza
entonces,
para
un
cambio
permanente
no
se
encuentra
en
cazar
los
ídolos
ni
los
dolores,
sino
en
el
amor
fiel
de
Dios.
El
conocimiento
de
Brooke
en
cazar
los
ídolos
la
dejaba
adicta
y
sin
esperanza
en
un
ciclo
sin
fin
de
auto-‐análisis.
Los
ídolos
prometen
vida,
pero
nos
guían
a
la
muerte;
prometen
vista,
pero
nos
guían
a
la
ceguera.
Para
Brooke,
el
auto-‐conocimiento
idólatra
la
había
dejado
privada
de
la
vista
a
la
promesa
del
amor
fiel
de
Dios.
Y
a
pesar
de
su
auto-‐conocimiento,
ella
no
conoció
su
vida
nueva
en
Cristo.
De
hecho
ya
era
una
nueva
criatura,
libre
para
vivir
una
nueva
vida
en
el
Espíritu
con
la
seguridad
plena
del
amor
de
Dios.
LA
FE:
EL
NUEVO
LATIDO
DEL
CORAZÓN.
Esta
vida
nueva
en
el
Espíritu
empieza
con
un
corazón
nuevo
y
continúa
necesariamente
por
fe,
una
profunda
creencia
en
el
evangelio
de
Jesucristo,
en
Su
muerte
y
resurrección.
Como
dice
John
Piper,
Mi
nacimiento
nuevo
no
ocurre
sin
que
yo
esté
creyendo.
Por
creer,
estamos
exteriorizando
el
nacimiento
nuevo,
aspirando
la
vida
nueva.
En
otras
palabras,
la
regeneración
produce
la
fe,
que
resulta
en
el
cambio,
ya
que
la
regeneración
no
se
puede
separar
de
la
fe,
ni
del
arrepentimiento.
Cuando
se
está
atrapado
en
pecados
habituales
y
adicciones,
el
decir
solo
basta
no
funciona.
Posiblemente
se
pueda
exigir
la
fuerza
de
voluntad
por
un
tiempo
corto,
resistiendo
los
deseos
para
consentir
los
deseos
pecaminosos.
Pero
las
pruebas
y
tentaciones
siempre
vuelven
y
nos
encuentran
en
momentos
de
debilidad,
muchas
veces
en
el
mismo
momento
de
debilidad
donde
se
ha
caído
bajo
de
tentación
cientos
o
miles
de
veces
anteriormente.
Permanecer
firme
en
tal
momento
lleva
mucho
más
que
recitar
un
versículo
bíblico,
más
que
la
fuerza
de
voluntad,
más
que
repugnancia
a
la
suicidad
del
pecado.
Para
el
cristiano,
estos
momentos
son
pruebas
de
fe.
¿Realmente
le
creemos
a
Dios?
¿Verdaderamente
confiamos
en
Él?
Desgraciadamente,
la
palabra
fe
se
ha
vuelto
tan
común,
como
si
no
tuviera
importancia.
En
nuestros
días,
los
políticos
hablan
mucho
de
tradiciones
de
fe,
generalmente
confundiendo
todas
las
religiones
y
cambiando
la
fe
a
una
categoría
política.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Tal
vez
aún
más
confundido
está
el
uso
de
la
palabra
fe
como
sustituto
por
la
fe
verdadera,
como
si
la
fe,
en
la
fe
misma
representara
algo.
Muchas
canciones
populares
y
películas
llegan
a
la
mente,
como
la
canción
que
está
al
final
de
la
película
El
Príncipe
de
Egipto.
Milagros
lograrán
si
tienes
fe
–
en
general,
aparentemente.
No
es
de
extrañar,
con
una
idea
tan
hueca
de
la
fe,
que
a
veces
nos
preguntemos,
¿Por
qué
no
funciona
la
fe?
Necesitamos
la
fe
bíblica
una
confianza
personal
y
viva
en
Cristo.
Esta
fe,
según
Sinclair
Ferguson,
consiste
en
un
conocimiento,
en
acuerdo
y
confianza
con
Cristo.
Primero,
es
conocimiento,
no
solo
un
conocimiento
intelectual,
sino
un
profundo
conocimiento
personal,
de
modo
que
nos
lleva
al
contacto
inmediato
con
Dios
mismo.
Un
amigo
mío,
al
reflexionar
en
su
dolor
sobre
la
pérdida
de
su
padre,
admitió
que
se
había
aferrado
a
la
idea
que
Dios
era
un
padre
de
los
huérfanos
como
una
trivialidad
para
el
consuelo
en
vez
de
abrazar
a
su
Padre
Celestial.
La
fe
bíblica
se
concentra
en
conocer
a
una
persona:
Jesús,
no
en
trivialidades.
Segundo
es
acuerdo.
Mientras
la
fe
se
concentra
en
una
intimidad
con
Dios,
también
incluye
creer
algunas
verdades
sobre
Él
mismo.
Por
ejemplo,
el
apóstol
Pablo
nos
dice
que
dar
asentimiento
mental
al
dato
histórico
de
la
resurrección
de
Jesús
es
tan
importante
que
nuestra
fe
es
inútil
sin
esto
(I
Cor.
15:17).
No
existe
una
fe
en
la
fe
misma,
solo
una
fe
en
Él
que
resucitó
de
la
muerte
e
imparte
la
vida
de
resurrección
a
sus
seguidores.
Tercero,
es
confiar
en
Cristo,
el
corazón
de
la
fe.
Confiar
en
Jesús
requiere
que
se
rinda
de
cada
esperanza
conflictiva
en
su
corazón.
Para
los
israelitas,
era
el
llamado
a
abandonar
la
adoración
de
cualquier
otro
dios
y
entregar
sus
vidas
al
Dios
único
y
verdadero
(Véase
Éxodo
20:3).
Para
los
discípulos,
Pedro,
Santiago,
y
Juan,
quería
decir
entregar
su
sustento
como
pescadores
en
el
momento
después
de
lograr
la
pesca
más
provechosa
de
sus
vidas
y
seguir
a
Jesús
(Lucas
5:11).
Para
cada
uno
de
nosotros,
quiere
decir
confiar
en
su
promesa
de
perdón
y
no
trabajar
para
pagar
nuestras
propias
deudas.
Quiere
decir
confiar
en
su
lavamiento
y
no
escondernos
en
vergüenza
(I
Juan
1:9).
Quiere
decir
aferrarnos
al
amor
fiel
de
Dios,
su
gracia
sobre
gracia
a
nosotros
en
Jesucristo,
como
nuestra
única
esperanza,
el
único
remedio
contra
la
idolatría.
Para
Brooke,
todavía
hay
momentos
cuando
se
siente
débil
y
desánimada,
momentos
cuando
una
serie
de
pecados
olvidados
salen
y
demandan
atención.
Ese
sentido
está
allí
con
ella,
como
una
voz
sobre
su
hombro,
y
si
ella
la
escucha,
rápidamente
llega
a
la
condenación.
Antes,
ella
hubiera
asumido
que
su
fe
estaba
fallando
y
hubiera
vuelto
a
la
introspección
para
eliminarla.
Pero
ahora,
ella
está
aprendiendo
que
fe
verdadera
toma
su
carácter
y
su
calidad
de
Dios
y
no
de
uno
mismo.
Siéntase
libre
para
confiar
en
Dios
para
perdonar
su
pecado
y
no
tratar
de
pagarlo
o
lavar
su
pecado
usted
mismo,
no
se
aisle
con
miedo
de
contaminar
a
otra
persona,
o
cambiar
su
corazón
y
dejar
de
temer
que
siempre
estará
al
borde
de
abuso.
Su
obediencia
fluye
de
esta
fe
genuina
arraigada
en
el
amor
de
Dios.
Dios
no
casi
salvó
a
Brooke,
técnicamente
la
sacó
del
mismísimo
infierno,
pero
en
la
práctica
la
dejó
sin
esperanza
un
entretanto.
Él
la
rescató
del
sepulcro
y
le
cubrió
de
amor
y
compasión,
(Salmo
103:4)
y
la
libró
para
vivir
una
nueva
vida.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
LECTURA
BÍBLICA
• Éxodo
34
• Salmo
136
• Ezequiel
36_22-‐27
• Efesios
2:4-‐10
• I
Juan
2:1-‐2;
3:1-‐3
PARA
REFLEXIONAR
Y
DISCUTIR
1.
¿Cuándo
se
siente
tentado
a
sentirse
sin
esperanza
para
cambiar?
2. ¿En
qué
esperanzas
falsas
ha
confiado
para
cambiar?
¿la
introspección
morbosa?
¿responsabilidad?
¿Esperando
llegar
al
fondo?
¿Los
cambios
de
la
vida?
(Ej:
cuando
estoy
casado…)
¿Otros?
3. Cuando
encuentra
su
necesidad
más
desesperada
por
misericordia
y
perdón
a
causa
de
su
pecado,
¿Cuál
es
su
actitud
sobre
acercarse
a
Dios?
(Vea
Hebreos
4:16).
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
8
¿ES
DIOS
NUESTRA
TIERRA
PROMETIDA?
La
presencia
de
Dios
está
en
todo.
Yo
crecí
en
un
hogar
cristiano
y
caminaba
con
Dios
desde
una
temprana
edad.
Tengo
muchas
memorias
tiernas
de
mi
crecimiento,
disfrutando
el
tiempo
con
Él
mientras
caminaba,
andaba
en
bicicleta,
exploraba
el
bosque,
caminaba
en
el
río,
cantaba
en
los
cultos
de
la
iglesia,
tocaba
los
tambores
en
el
equipo
de
adoración,
y
estudiaba
mi
biblia
y
aprendí
a
enseñarla.
Como
adulto,
he
tenido
algunas
estaciones
de
gran
desánimo
y
ansiedad.
Por
algunos
motivos
que
no
comprendo,
no
lloro
mucho
(aún
en
momento
cuando
quiero
llorar),
pero
hace
poco,
he
estado
llorado
cuando
siento
la
presencia
de
Dios
y
la
promesa
de
su
amor
y
fidelidad
hacia
mí.
Estas
experiencias
han
sido
tan
profundas
que
me
han
levantado
de
mi
angustia
y
aliviado
en
mi
esperanza.
Hay
también
experiencias
de
ausencia,
los
momentos
cuando
Dios
no
parece
estar
cerca.
Es
posible
que
sea
más
alarmante
sentir
tal
ausencia
cuando
ya
hemos
conocido
el
gozo
de
acercarse
a
Dios,
como
fue
el
caso
de
una
mujer
que
conozco.
Los
últimos
años,
ha
experimentado
una
prueba
tras
otra,
empezando
con
problemas
matrimoniales,
un
embarazo
complicado
y
no
esperado,
y
después,
otro
embarazo.
Luego,
algunas
semanas
después
del
segundo
parto,
una
lesión
física
la
incapacitó
para
criar
a
sus
hijos
bebés.
Finalmente,
cuando
su
cuerpo
y
espíritu
ya
no
daban
más,
su
esposo
le
confesó
que
había
estado
viendo
pornografía
durante
años.
Los
primero
años
de
prueba,
ella
tenía
esperanza.
Tenía
el
tipo
de
historia
que
muchos
pastores
comparten
desde
el
púlpito
como
un
testimonio
de
bondad
sustentadora
de
parte
de
Dios
dentro
del
sufrimiento.
Pero
con
el
último
choque
(la
traición
de
su
esposo)
ya
no
pudo
más.
La
única
manera
que
podría
comprenderlo
fue
concluir
que
Dios
la
había
abandonado;
esto
la
dejó
con
un
dolor
aún
peor.
La
presencia
de
Dios
nos
lleva
a
las
alturas
del
gozo,
y
al
mismo
tiempo,
experimentar
tal
gozo,
provoca
que
luego,
sentir
su
ausencia
sea
insoportable.
LA
PRESENCIA
DE
DIOS
EN
ÉXODO
La
historia
de
Dios
completa
se
puede
comprender
en
términos
de
la
presencia
de
Dios.
Su
intimidad
original
con
la
creación
está
interrumpida
por
el
pecado;
sin
embargo
Él
restaura
esta
intimidad
por
medio
del
plan
de
redención
una
y
otra
vez.
Como
podemos
esperar
entonces,
el
Éxodo,
es
el
modelo
Bíblico
para
la
redención,
unificado
por
el
mismo
tema,
la
presencia
de
Dios
mismo
con
su
pueblo
(revisar
Juan
capítulo
1).
En
los
capítulos
iniciales
del
Éxodo,
Dios
parece
estar
ausente
mientras
Faraón
domina
y
oprime
al
pueblo
de
Dios
(Éxodo
1:1-‐7,
8-‐22).
¿Cuándo
son
finalmente
salvos?
Cuando
Dios
baja
para
librarlos
(Éxodo
3:8)
cuando
Él
hace
que
su
presencia
sea
conocida.
En
otras
palabras,
Él
los
salvó
por
estar
presente.
Después
de
que
los
israelitas
salieron
de
Egipto,
la
presencia
de
Dios
se
quedaba
con
ellos
visiblemente
en
la
nube
y
el
fuego
que
los
guiaron
día
y
noche
al
Monte
Sinaí.
Otra
vez
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
en
el
Sinaí,
donde
Dios
ratificó
su
pacto
con
Israel,
Dios
estuvo
presente
dentro
de
los
truenos,
los
relámpagos,
y
el
humo.
Desde
el
monte
Dios
reveló
que
su
principal
propósito
era
libertarlos
de
Egipto
tenía
que
ver
con
Su
presencia:
Así
sabrán
que
yo
soy
el
SEÑOR
su
Dios,
que
los
sacó
de
Egipto
para
habitar
entre
ellos.
Yo
soy
el
SEÑOR
tu
Dios.
Tanto
la
manera
y
el
fin
de
la
redención
de
Israel
(todo
tiene
que
ver
con
nuestro
propósito,
identidad,
futuro
y
libertad)
era
comprensible
en
términos
de
la
presencia
de
Dios.
A
lo
largo
de
toda
trayectoria
del
remanente
del
pueblo
israelita,
desde
la
montaña
a
la
tierra
prometida,
Dios
continuaría
haciéndoles
saber
que
su
presencia
estaba
entre
ellos
por
medio
del
tabernáculo.
Este
Sinaí
portátil
sería
el
centro
de
sus
vidas,
incluso
ocupando
el
centro
físico
de
su
campamento
(Números
2:1-‐34).
Sería
una
señal
visible
del
favor
continúo
de
Dios
mientras
habitaba
dentro
de
ellos,
asegurándolos
con
su
cercanía.
En
un
sentido,
el
tabernáculo
era
tanto
el
objetivo
de
los
israelitas
como
la
Tierra
Prometida.
En
el
monte,
la
mayoría
de
las
palabras
que
Dios
habló
a
Moisés
fueron
instrucciones
para
construir
el
tabernáculo.
Y
justo
en
el
medio
de
lo
que
hubieran
sido
trece
capítulos
sobre
el
tabernáculo
(Éxodo
25-‐31;
35-‐40)
viene
la
interrupción
inoportuna
del
becerro
de
oro
(Éxodo
32-‐34).
Esto
no
es
un
accidente,
porque
muestra
lo
que
era
el
becerro
de
oro:
una
alternativa
a
la
presencia
de
Dios.
Sin
embargo
el
becerro
no
era
la
belleza
ordenada
de
un
tabernáculo
diseñado
por
Dios
mismo,
sino
una
obra
corrupta
de
sus
propias
manos.
(cf.
Rom.
1:25).
Su
plan
les
explotó
en
la
cara.
No
solo
fallaron
a
lograr
el
resultado
que
habían
esperado,
sino
que
se
dieron
cuenta
que
Dios
no
podía
estar
presente
en
medio
de
pecadores
no
arrepentidos,
sin
un
juicio.
¿No
sabían
eso?
Después
de
todo,
¿que
le
pasó
a
Egipto,
el
epicentro
del
pecado,
cuando
llegó
Dios?
Fue
azotado
por
el
caos
y
consumido
por
las
plagas
del
juicio
de
Dios.
En
la
plaga
final,
la
muerte
de
los
primogénitos,
los
primogénitos
murieron
cuando
Dios
pasó
por
la
tierra
de
Egipto
(Éxodo
12:12).
La
primera
respuesta
de
Dios
al
pecado
de
los
israelitas
con
el
becerro
de
oro
fue
que
Moisés
se
hiciera
a
un
lado,
mientras
su
ira
consumía
a
los
israelitas
(Éxodo
32:10).
A
causa
de
la
intercesión
de
Moisés
y
su
clamor
por
la
misericordia
de
Dios,
Dios
los
salvó;
pero
este
no
era
el
fin
de
las
consecuencias.
Cuando
llegó
la
hora
para
que
Moisés
saliera
del
Sinaí
y
guiara
al
pueblo
hacía
la
Tierra
Prometida,
Dios
dijo,
Ve
a
la
tierra
donde
abundan
la
leche
y
la
miel;
Yo
no
los
acompañaré,
porque
ustedes
son
un
pueblo
terco,
y
podría
yo
destruirlos
en
el
camino.
(Éxodo
33:3)
Dios
había
libertado
a
su
pueblo
para
que
pudiese
habitar
con
ellos,
pero
ahora,
la
misión
completa
estaba
en
riesgo.
Parecía
que
la
única
manera
que
Dios
no
los
consumiera
fue
no
estar
presente
entre
ellos,
porque
los
pecadores
no
pueden
sobrevivir
a
la
presencia
de
un
Dios
santo
(Éxodo
19:16-‐25;24:2;
33:20).
La
importancia
de
esta
consecuencia
desastrosa
cayó
como
un
gran
peso
encima
del
pueblo,
los
cuales
se
sacaron
sus
joyas
y
lloraron.
(33:4).
Esto
no
era
sólo
un
obstáculo.
Esto
era
el
fin
del
camino.
No
había
motivo
para
seguir
adelante.
LOS
CIELOS
IMPIOS
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Este
momento
en
Éxodo
debe
frenarlo
en
su
camino.
Todos
tenemos
que
luchar
con
la
pregunta
¿Para
qué
me
esfuerzo?
Los
tristes
hechos
son
que
tenemos
la
tendencia
de
poner
nuestros
esfuerzos
en
tierras
prometidas
impías,
objetivos
que
prometan
muchas
cosas
buenas,
excepto
Dios
mismo.
Sin
duda,
tiene
alguna
situación
en
su
vida
que
demande
atención:
aquella
adicción
que
le
esclaviza,
miedo,
o
una
herida,
un
deseo
no
cumplido
por
tener
hijos,
o
un
matrimonio
en
crisis.
Desea
libertad.
Conoce
la
experiencia
de
peregrinar
en
el
desierto
y
está
desesperado
por
llegar
a
casa.
La
Tierra
Prometida
es
una
figura
del
Cielo
en
el
Éxodo,
el
Cielo
es
el
hogar
verdadero
de
cada
cristiano.
¿Pero
qué
imagina
usted
que
está
esperándole
allí?
John
Piper
pregunta:
¿Estaría
satisfecho
yendo
al
cielo
–
estar
con
todos
sus
familiares
que
ama,
tener
toda
la
salud
y
restauración
de
su
juventud,
y
cada
cosa
que
no
le
gustaba
de
sí
mismo
ha
sido
cambiada,
tener
cada
recreación
que
ha
soñado
a
su
dispocisión,
y
tener
recursos
infinitos
de
dinero
para
gastar
–
con
todo
esto
estaría
satisfecho…
si
no
estuviera
Dios
allí?
Sí
usted
estaba
completamente
libre
de
la
tentación
de
mirar
pornografía
y
está
totalmente
satisfecho
emocionalmente,
espiritualmente,
relacionalmente,
y
sexualmente,
¿estaría
satisfecho
sin
Jesús?
Si
esta
completamente
asegurado
de
que
sus
amigos,
su
esposo
o
esposa,
y
su
pastor
lo
aman,
y
nunca
lo
lastimarían,
¿estaría
satisfecho
sin
Jesús?
La
mayoría
de
los
norteamericanos
con
algún
concepto
de
Dios
nunca
comprendan
que
Él
es
el
tesoro
central
y
la
meta
de
la
vida.
De
hecho,
82%
de
ellos
creen
que
Dios
ayuda
a
quienes
se
ayudan
a
sí
mismos
es
un
versículo
de
la
biblia.
Él
está
allí
para
ayudarnos
llegar
adonde
vamos
y
decirnos
cómo
debemos
comportarnos
en
el
camino.
Algunos
lo
llaman
deísmo
terapéutico
moralista,
con
las
siguientes
creencias
que
categorizan
la
mayoría
del
mal
llamado
“cristianismo”
en
los
Estados
Unidos
en
nuestros
días:
1) Un
dios
existe
que
creó
y
ordenó
el
mundo
y
cuida
la
vida
humana
en
la
tierra.
2) Dios
quiere
que
la
gente
sea
buena,
amable,
y
justa
unos
con
otros,
como
enseña
la
Biblia
y
la
mayoría
de
las
religiones
del
mundo.
3) La
meta
central
de
la
vida
es
ser
feliz
y
sentirse
bien
consigo
mismo.
4) Dios
no
necesita
estar
particularmente
involucrado
en
la
vida
de
uno,
sino
sólo
cuando
Dios
puede
solucionar
un
problema.
5) Las
personas
buenas
van
al
cielo
cuando
mueren.
Tal
ambivalencia
queda
en
un
fuerte
contraste
con
los
israelitas
afligidos,
sacándose
sus
joyas
y
lamentando
que
el
conocimiento
que
Dios
no
quedaría
con
ellos
en
el
centro
de
sus
vidas
a
causa
de
su
pecado.
Pero
aun
lo
más
cristianos
de
los
cristianos
los
que
saben
más,
(me
incluyo
yo,
lastimosamente)
todavía
usamos
a
Dios
como
una
manera
para
lograr
nuestras
metas
de
transformaciones
personales.
Como
advierte
Mark
Galli:
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Si
tú
eres
cristiano
principalmente
porque
quiere
ser
cambiado,
eso
es
un
problema.
Si
has
entregado
tu
vida
a
Dios
mayormente
porque
estás
cansado
se
ti
mismo
y
quieres
ser
una
persona
diferente,
pues,
posiblemente
estás
utilizando
a
Dios
para
arreglarte.
Eso
no
es
fe.
Eso
no
es
amor
por
Dios.
Eso
es
amor
por
ti
mismo.
Una
vez,
cuando
yo
era
miembro
de
un
grupo
pequeño
(parte
de
un
entrenamiento
para
líderes
que
duraba
12
horas
durante
un
día
a
la
semana)
mi
grupo
me
enfrentó
duramente.
Ellos
sentían
que
yo
había
estado
distante,
imponiéndome
sobre
ellos
en
santurronería.
En
mi
opinión,
por
supuesto,
no
tenían
razón.
Pero
había
algo
en
su
advertencia
que
tenía
que
resolver.
Así
que
pensé
en
esto
durante
un
año.
Cerca
del
fin
de
aquel
año,
me
senté
a
escuchar
un
sermón
de
Winston
Smith,
y
él
dijo
algo
como,
Usted
no
es
el
estándar
para
los
demás,
esto
me
golpeó
fuerte:
Eso
es
lo
que
yo
estaba
haciendo,
mirándome
a
mí
mismo
como
el
criterio
para
los
demás,
mirando
a
todos
desde
arriba,
desde
mi
supuesta
altura
espiritual.
Además,
había
estado
usando
a
Dios
para
perseguir
mi
transformación
personal,
la
cual
yo
utilizaba
como
una
justificación
para
ponerme
aún
más
arriba
que
los
demás
(en
mis
pensamientos
privados,
por
lo
menos).
Nunca
me
había
dado
cuenta
de
eso.
Con
la
ayuda
de
Winston
y
el
tiempo
en
la
provisión
de
Dios,
me
vi
forzado
a
afrontar
esto
en
mi
mente
y
me
arrodillé
con
convicción.
Aquí,
cerca
del
final
de
un
libro
que
usted
probablemente
buscó
porque
estaba
deseando
una
transformación
y
libertad,
puede
ser
de
difícil
comprensión
la
idea
de
que
tales
objetivos
podrían
estar
vacios.
Pero
sólo
son
vacíos
cuando
no
son
llenados
con
Dios.
En
otras
palabras,
son
disfrutados
como
regalos
envueltos;
ya
que
el
regalo
más
grande
que
otorga
real
satisfacción
es
estar
en
la
presencia
de
Dios,
lo
que
realmente
es
el
regalo
de
Dios
mismo.
No
recibimos
paz
de
Dios;
Dios
es
nuestra
paz,
Él
se
da
a
Sí
Mismo
(Rom.
15:33¸2
Cor.
13:11;
Efesios
2:14;
Fil.
4:9;
I
Tes.
5:23;
2
Tes.
3:16;
Hebreos
13:20).
No
solo
recibimos
gozo
de
Dios;
Él
es
nuestro
gozo,
Él
se
da
a
Sí
Mismo.
Él
es
nuestra
esperanza,
y
se
da
a
Si
Mismo
(Rom.
15:13);
nuestro
amor,
ÉL
se
da
a
Sí
Mismo
(2
Cor.
13:11;
I
Juan
4:8,
10,
16).
¿Dónde
encontramos
nuestra
libertad?
Donde
está
el
Espíritu
del
Señor,
allí
hay
libertad.
(2
Cor.
3:17).
Está
en
la
presencia
de
Dios,
mirando
su
gloria
en
el
rostro
de
Jesucristo.
Allí
somos
cambiados
(2
Cor.
3:18;
4:6).
Así
que,
no
es
que
no
debemos
desear
libertad
de
la
adicción,
o
la
sanidad
de
las
heridas
del
pasado,
o
la
restauración
de
nuestras
relaciones
rotas.
Más
bien
estas
bendiciones
vienen
a
nosotros
con
la
presencia
de
Dios
y
nos
guían
más
allá,
hacía
su
presencia
misma.
Él
mismo
es
el
regalo
más
grande
que
puede
dar.
DIOS
CON
MOISÉS
La
bendición
de
la
presencia
de
Dios
(la
verdadera
sangre
de
la
existencia
humana)
es
esta.
Lo
que
era
una
estaca
para
los
israelitas
cuando
Dios
dijo
No
iré
con
ustedes
(Éxodo
33:3).
Sin
embargo,
Moisés
seguía
disfrutando
la
presencia
de
Dios.
Él
armó
una
carpa
fuera
del
campamento
y
lo
llamaba
Tienda
de
la
reunión
con
el
SEÑOR,
un
tipo
de
tabernáculo
alternativo.
Allí,
Moisés
consultaba
con
Dios
y
podían
hablar
cara-‐a-‐cara
como
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
amigos
(Éxodo
33:7,
9,
11).
A
causa
del
becerro
de
oro,
los
planos
para
el
tabernáculo
real
se
suspendieron,
ya
que
Dios
no
habitaba
más
entre
el
pueblo,
la
carpa
tenía
que
estar
fuera
del
campamento,
fuera
de
ellos.
Su
presencia,
descendiendo
en
la
carpa
como
una
gran
nube,
fue
un
espectáculo
tan
increible
de
presenciar,
que
incluso
desde
lejos,
el
pueblo
se
levantó,
y
estando
de
pie
a
la
entrada
de
sus
carpas,
observaban
maravillados
y
comenzaron
a
adorar
(Éxodo
33:8).
Pero
era
necesario
que
se
mantuvieran
detrás.
Estaban
permitidos
de
buscar
el
consejo
del
Señor
sólo
a
través
de
Moisés,
quien
encontraría
a
Dios
en
nombre
de
ellos
(v.
7).
En
uno
de
esos
encuentros,
Moisés
le
suplicó
a
Dios
que
su
presencia
fuese
también
con
los
israelitas
(vv.
12-‐13).
Su
respuesta
fue:
Yo
mismo
iré
contigo
y
te
daré
descanso.
Pero
Moisés
persistía
en
su
petición
por
el
pueblo:
O
vas
con
todos
nosotros,
o
mejor
no
nos
hagas
salir
de
aquí.
Si
no
vienes
con
nosotros,
¿cómo
vamos
a
saber,
tu
pueblo,
y
yo,
que
contamos
con
tu
favor?
¿En
qué
seríamos
diferentes
a
los
demás
pueblos
de
la
tierra?
(vv.
15-‐16).
Moisés
dijo
básicamente:
No
hay
caso
ir
a
la
Tierra
Prometida
sin
Ti.
El
éxodo
entero
tiene
solo
que
ver
con
restaurar
tu
pueblo.
Eso
es
lo
que
nos
hace
lo
que
somos.
Si
tú
no
estás
con
nosotros,
no
tenemos
nada.
No
tenemos
otra
identidad,
no
hay
otro
propósito.
Él
sabía
que
el
destino
del
pueblo
dependía
de
la
respuesta
de
Dios.
No
había
un
plan
B.
Por
fin,
Dios
estaba
satisfecho
con
la
petición
de
Moisés
e
hizo
una
promesa:
Haré
lo
que
me
pides,
pues
cuenta
con
mi
favor
y
te
considero
mi
amigo.
(v.
17).
¿Por
qué
cedió
Dios
y
aceptó
ir
con
el
pueblo?
¿Tenía
algo
que
ver
con
ellos?
No.
Dios
se
mantenía
con
el
pueblo
debido
a
Moisés,
su
amigo
(imprescindible
para
los
israelitas)
y
el
mediador
del
pueblo.
Sin
la
mediación
favorable
de
Moisés,
lo
hubiesen
perdido
todo.
Cuando
Dios
renovó
su
promesa
para
mantenerse
con
los
israelitas
y
reveló
su
carácter
(El
SEÑOR,
el
SEÑOR,
Dios
clemente
y
compasivo,
lento
para
la
ira
y
grande
en
amor
y
fidelidad.
Éxodo
34:6),
la
construcción
del
tabernáculo
completada
(Éxodo
35.40).
No
es
sorprendente
que
la
gente
respondiera
generosamente
cuando
Moisés
llamó
para
la
recolección
de
oro,
plata
y
bronce,
y
otros
materiales
preciosos
requeridos
para
la
construcción
del
tabernáculo
de
Dios
(Éxodo
35:5-‐9,
20-‐29).
¿Qué
otra
respuesta
sino
la
generosidad
agradecida
sería
apropiada
después
de
recibir
el
regalo
más
grande
que
se
puede
imaginar?
Seis
veces
en
Éxodo
35,
escuchamos
que
los
corazones
del
pueblo
fueron
despertados
o
sus
espíritus
conmovidos.
El
hecho
de
dar,
coleccionar,
y
construir
el
tabernáculo
era
una
celebración
para
un
pueblo
que
sabía
que
un
regalo
tan
precioso
había
recibido
en
la
presencia
de
Dios
(vv.
5,
21,
22,
26,
29).
Después
del
desastre
del
becerro
de
oro,
esta
era
un
tiempo
gozoso
de
restauración.
Y
el
pueblo
se
comprometió
a
tratar
con
sus
corazones
y
con
sus
acciones.
DIOS
CON
NOSOTROS
Lo
que
nadie
esperaba
es
que
la
íntima
promesa
de
Dios
con
nosotros
iba
a
tener
un
cumplimiento
glorioso
en
los
siglos
venideros.
Su
protección
y
gracia
vendrían
encarnada
en
otra
persona
que
recibiría
el
favor
de
Dios
y
tendría
el
nombre
de
Emanuel,
Dios
con
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
nosotros.
Jesús
nació,
Emanuel,
Dios
con
nosotros
en
forma
humana
(Mateo
1:22-‐23).
El
Hijo
de
Dios
eterno,
el
Verbo
quien
era
con
Dios
en
la
creación,
ahora
estaba
con
nosotros.
Él
llego
con
carne
para
habitar
entre
nosotros
(Juan
1:1,
14).
Jesús
encarna
toda
la
misericordia,
gracia,
paz,
gozo
y
amor
inmutable
que
abunde
en
el
carácter
de
Dios
y
ancla
sus
promesas
eternamente.
Jesús
cumple
el
propósito
el
tabernáculo.
Jesús
también
es
nuestro
mediador,
que
hace
posible
que
conozcamos
la
presencia
de
Dios,
como
Moisés
fue
un
mediador
entre
la
presencia
de
Dios
con
los
israelitas
(I
Tim.
2:5).
Pero
más
allá
de
Moisés,
las
promesas
del
pacto
que
Jesús
otorga
a
los
que
confían
en
él
son
más
grandes
que
las
que
les
fueron
dadas
a
los
israelitas
en
el
desierto
(Heb.
3:1-‐6;
8:6).
Él
hace
la
paz
entre
nosotros
y
Dios,
y
nos
da
acceso
a
la
presencia
de
Dios.
Ahora,
podemos
acercarnos
al
trono
de
gracia
cuando
necesitamos
Su
gracia
y
misericordia
(Rom.
5:2;
Efesios
2:18;
3:12;
Heb.
4:16).
Oye:
Así
que,
acerquémonos
confiadamente
al
trono
de
la
gracia
para
recibir
misericordia
y
hallar
la
gracia
que
nos
ayude
en
el
momento
que
más
la
necesitemos.
(Heb.
4:16).
¿Qué
es
el
trono
de
gracia
sino
la
pura
presencia
de
Dios?
Este
pasaje
recuerda
el
Lugar
Santísimo
en
el
tabernáculo
donde
sólo
una
persona,
una
vez
por
año
podía
acercarse.
El
sumo
sacerdote
se
acercó
solo
después
de
laborosas
preparaciones,
incluyendo
el
lavamiento
de
sacrificios
y
vestirse
con
ropa
especial
(Lev.
16_2-‐34;
cf.
Éxodo
28).
Preparaba
incienso
para
quemar,
produciendo
humo
que
cubriría
el
propiciatorio.
¿Por
qué?
Para
que
no
muriera
(Lev.
16:12-‐13).
¿Qué
puede
comparar
a
la
experiencia
asombrosa
de
acercarse
a
la
bendición
tan
peligrosa
como
le
presencia
de
Dios?
Imaginase
que
está
en
el
Gran
Cañón,
mirando
hacía
su
inmensa
grandeza,
con
el
sentido
de
ser
absorbido
por
su
inmensidad.
Ahora
imagínese
que
camine
hacía
la
orilla
para
verlo
mejor,
y
se
incline
sobre
un
acantilado
empinado.
¿Se
siente
seguro
al
acercarse
ahora?
Si
resbala
su
pie,
sería
el
final.
Tal
vez
esto
es
algo
parecido
al
terror
excitante
que
sentía
el
sumo
sacerdote
en
el
Lugar
Santísimo.
Él
sobrevivía
sólo
cuando
seguía
precisamente
las
instrucciones
(y
algunos
habían
fallado
y
habían
acabado
muertos
–
Lev.
16:1,
cf.,
10:1-‐2).
Hebreos
dice
que
Jesús
es
nuestro
sumo
sacerdote,
nuestro
mediador
y
podemos
acercarnos
con
confianza
y
experimentar
la
grandeza
de
Dios.
Es
como
estar
en
la
orilla
del
Gran
Cañón
con
la
seguridad
completa
de
que
Jesús
nos
agarra
firme,
para
que
podamos
disfrutar
la
vista
sin
miedo
de
caernos.
Si
eso
no
era
suficiente
bendición
(mucho
más
que
los
israelitas
comprendían)
Dios
ha
hecho
mucho
más
para
que
su
presencia
sea
reconocida
entre
sus
hijos.
Él
ha
mandado
su
Espíritu
Santo
para
habitar
dentro
de
los
que
están
en
Cristo.
Nos
hemos
convertido
en
los
tabernáculos
donde
habita
Dios
por
medio
de
Su
Espíritu
(I
Cor.
3:16-‐17;
cf.
Rom.
8:10).
Él
no
podría
estar
más
cerca,
y
Él
nunca
estará
más
lejos,
porque
Él
nunca
nos
dejará,
y
nada
puede
separarnos
de
su
amor
(Rom.
8:38-‐39;
Heb.
13:5).
Yendo
aún
más
adelante,
aguardamos
la
esperanza
de
la
creación
nueva
cuando
Dios
habitará
con
nosotros
directamente,
sin
templo,
sin
tabernáculo
y
sin
murallas.
Solo
la
presencia
de
Dios
sin
límites,
la
última
bendición
eterna.
Oí
una
potente
voz
que
provenía
del
trono
y
decía:
-‐¡Aquí
entre
los
seres
humanos,
está
la
morada
de
Dios!
Él
acampará
en
media
de
ellos,
y
ellos
serán
su
pueblo;
Dios
mismo
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
estará
con
ellos
y
será
su
Dios.
Él
les
enjugará
toda
lágrima
de
los
ojos.
Ya
no
habrá
muerte,
ni
llanto,
ni
lamento
ni
dolor,
porque
las
primeras
cosas
han
dejado
de
existir.-‐
(Apoc.
21:3-‐4).
Tan
significante
y
satisfecho
es
el
final
de
la
historia
de
Dios
que
Graeme
Goldsworthy
dice:
Este
versículo
en
Apocalipsis
21:3
resume
y
contiene
el
mensaje
entero
de
la
biblia.
Toda
la
historia
del
pacto
y
la
redención
queda
detrás
de
esta
afirmación
gloriosa.
Cada
aspecto
de
la
esperanza
de
Israel…
está
integrado
con
esta
frase
simple
y
también
profunda:
Él
encampará
en
medio
de
ellos.
EL
ENCUENTRO
CON
DIOS
Hemos
visto
como
la
historia
de
Dios
(pasado,
presente
y
futuro)
tiene
que
ver
completamente
con
hacer
que
su
presencia
sea
conocida.
Dios
ha
mostrado
sus
maravillosas
obras
para
redimir
a
su
pueblo
y
hacer
lo
posible
para
que
sean
restaurados
en
Su
presencia.
En
Cristo,
ha
decidido
habitar
eternamente
con
la
humanidad.
¿Pero
cómo
nos
comprometemos
con
esta
verdad
en
nuestras
vidas?
Sí,
Él
ha
estado
presente
en
la
historia
(y
la
creación
nueva
promete
un
futuro
aún
más
grande)
¿pero
cómo
está
Dios
en
nuestras
luchas
hoy
en
día?
¿Y
cómo
experimentamos
su
presencia?
Los
Salmos
nos
invitan
a
un
encuentro
personal
y
presente
con
el
Dios
vivo
de
la
historia.
Escuche
el
encuentro
de
David
con
Dios
en
el
Salmo16:
Me
llenarás
de
alegría
en
tu
presencia,
y
de
dicha
eterna
a
tu
diestra
(v.11).
¿Cuáles
son
los
placeres
y
alegrías
que
encuentra
él
allí?
En
este
Salmo,
David
disfruta
de
protección
y
refugio;
gozando
de
todas
las
cosas
buenas,
deleitándose
en
la
herencia
de
Dios;
encontrando
consejo,
sabiduría
y
consuelo;
y
asegurado
su
destino
final
en
la
presencia
de
Dios
(vv.
1-‐2,
5-‐8,
10-‐11).
O
considere
la
anticipación
del
adorador
en
Salmo
84,
haciendo
su
peregrinaje
al
templo,
el
lugar
de
la
presencia
de
Dios:
Anhelo
con
el
alma
los
atrios
del
SEÑOR;
casi
agonizo
por
estar
en
ellos.
Con
el
corazón,
con
todo
el
cuerpo,
canto
alegre
al
Dios
de
la
vida.
(v.
2).
Él
recuerda
que
es
bueno
estar
en
la
presencia
de
Dios,
al
estar
allí
no
puede
evitar
cantar
desde
lo
profundo
de
su
ser.
Aquel
recuerdo
e
imaginar
su
próximo
encuentro
le
dan
ánimos
en
su
largo
viaje
por
tierras
desiertas;
pero
incluso
antes
de
llegar
a
su
destino,
se
encuentra
con
el
Señor
quien
le
fortaleze
y
extingue
su
sed,
saliendo
a
su
encuentro
camino
a
casa
(vv.
5-‐7).
Finalmente,
en
la
presencia
de
Dios,
donde
un
día
es
mejor
que
mil
días
en
cualquier
otro
lugar,
David
afirma
encontrar
bendición,
su
favor
y
el
honor
(vv.
4,
10-‐12).
En
el
Salmo
131
David
encuentra
alivio
para
su
alma
en
la
presencia
de
Dios;
allí
él
descansa,
libre
del
ruido
de
las
preocupaciones
arrogantes
que
provocan
la
ansiedad.
Soy
como
un
niño
recién
amamantado
en
el
regazo
de
su
madre;
¡Mi
alma
es
como
un
niño
recién
amamantado!
(v
2.)
Él
está
satisfecho
sólo
por
estar
cerca
de
Dios
que
satisface
todo,
pidiendo
nada
más
que
disfrutar
de
su
presencia,
porque
en
Dios
habita
toda
su
esperanza,
su
paz,
su
sabiduría,
y
su
gozo
completo
(v.
3).
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Así
que
no
solo
es
el
mensaje
de
la
Biblia
cumplido
mediante
la
verdad
que
el
lugar
que
habita
Dios
está
con
el
hombre,
sino
que
la
cima
de
nuestra
esperanza
diaria
y
felicidad
se
encuentra
en
la
misma
promesa
–
Dios
con
nosotros.
¿Y
QUÉ
PASA
CUANDO
DIOS
NO
SE
SIENTE
CERCA?
Así
que,
El
Señor
está
cerca,
punto.
(Fil.
4:5).
Esta
verdad
queda
firme
para
asegurar
la
esperanza
del
cristiano
por
cada
minuto
de
cada
día.
Es
verdad
porque
Dios
lo
hizo
verdad
en
Cristo
por
medio
del
Espíritu
Santo,
no
porque
perfeccionamos
algunas
disciplinas
espirituales.
Él
promete
que
no
nos
dejara,
y
ha
asegurado
aquella
promesa
en
Cristo,
sellándola
con
el
Espíritu
Santo.
Por
eso
sabemos
que
Él
está
cerca,
no
importa
que
pase.
Pero
la
verdad
es
que
los
cristianos
no
siempre
experimentan
la
euforia
de
la
paz
o
el
gozo
asociado
con
estar
en
la
presencia
de
Dios.
¿Por
qué?
La
respuesta
corta
es
que
posiblemente
no
sabemos.
Hay
días
en
que
sentimos
la
ausencia
de
Dios
en
vez
de
Su
presencia,
y
no
podemos
identificar
algún
sufrimiento
u
otro
pecado
que
podría
ser
la
causa.
Esos
momentos
de
aparente
“ausencia”
de
su
presencia,
ponen
nuestra
fe
a
prueba.
Su
presencia
es
mucho
más
que
un”
sentimiento”
de
Su
presencia;
Él
no
cambia,
aún
si
nuestros
sentimientos
suben
o
bajan.
¿Creemos
lo
que
sabemos
que
es
verdad,
aun
cuando
no
lo
sentimos?
Para
el
cristiano,
Dios
permanece
fielmente
siempre
y
para
siempre.
Aun
cuando
sentimos
que
estamos
alejándonos,
El
nunca
deja
de
sostenerse
la
mano
de
sus
hijos.
La
fe,
creer
que
Dios
está
cerca,
es
lo
que
laza
nuestros
corazones
a
Él.
Y
la
fe
es
más
verdadera
en
su
naturaleza
sigue,
en
esperanza,
sin
nada
tangible
a
que
sostenerse,
más
que
la
promesa
de
una
persona
que
ya
ha
demostrado;
Yo
estoy
cerca
(leáse
Heb.
11:1).
Sentir
la
Ausencia
de
Dios
dentro
del
Sufrimiento
Sin
embargo,
hay
momentos
cuando
nuestra
confianza
en
la
presencia
de
Dios
es
sacudida
por
un
sufrimiento
intenso
o
prolongado,
como
vimos
en
la
historia
de
la
mujer
que
creía
que,
después
de
años
de
pruebas
desastrosas,
Dios
la
había
abandonado
en
su
sufrimiento
Cuando
sufrimos,
la
presencia
de
Dios
nos
lleva
la
promesa
de
refugio,
un
santuario,
un
lugar
de
paz
dentro
del
ambiento
caótico.
Él
es
nuestra
ayuda
segura
en
momentos
de
angustia,
y
promete
ser
nuestro
baluarte
donde
podamos
escondernos
cuando
los
enemigos
ataquen
o
la
tierra
bajo
de
nuestros
pies
parezca
hundirse
(Salmos
46:1-‐3;
61:3;
Prov.
18:10).
En
estos
momentos
(y
a
veces
durante
año
tras
año
en
estos
momentos)
nuestra
fe
es
probada.
¿Creemos
que
Dios
está
cerca
y
corremos
hacia
Él,
como
si
fuese
nuestro
refugio?
¿O
acaso
la
prueba
de
fe
demuestra
nuestra
falta
de
fe,
provocando
que
nos
pongamos
más
y
más
ansiosos,
corriendo
a
un
refugio
falso,
como
si
Dios
no
fuese
realmente
nuestra
torre
firme?
En
las
palabras
de
David
Powlison:
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Cuando
alguien
siente
tentado
a
rendirse
porque
no
quiere
pelear
más,
básicamente
están
diciendo,
-‐
Hay
otro
lugar
para
encontrar
un
refugio
mejor
y
un
descanso
mejor.
Déjame
ir
a
las
Islas
Cayman,
o
déjame
mirar
la
tele…-‐
y
esto
representa
el
descanso
para
sus
almas
–
pero
nunca
funciona
así…
Una
persona
laborando…
en
una
situación
difícil
en
la
vida
va
a
ir
a
algún
lugar
para
descansar;
va
a
ir
al
Señor,
quien
es
nuestro
refugio,
un
refugio
que
está
lleno
de
agua
viva,
o
va
a
buscar
algo
que
le
llame
pero
que
nunca
entregue.
Somos
creados
para
buscar
refugio
en
una
tormenta,
y
el
Señor
está
cerca.
¿No
es
precisamente
cuando
no
lo
sentimos
que
necesitamos
aferrarnos
a
esta
verdad?
(Fil.
4:5-‐6).
Para
nosotros,
como
los
israelitas
en
el
desierto,
no
hay
plan
B.
Cuando
buscamos
los
refugios
falsos,
abandonamos
el
único
descanso
seguro
para
nuestras
almas.
Sentir
la
Ausencia
de
Dios
cuando
estamos
en
pecado.
También
hay
momentos
cuando
sentimos
la
ausencia
de
Dios
porque
estamos
contentos
con
la
presencia
del
pecado
en
nuestras
vidas,
pecados
que
no
queremos
confesar,
ni
matar.
Dios
dijo
que
no
entraríamos
la
Tierra
Prometida
con
los
israelitas
porque
si
permanecería
cerca
de
ellos
en
su
estado
de
pecado,
ellos
morirían.
La
santidad
e
ira
de
Dios
producirían
la
muerte
para
el
pecado
y
para
el
pecador.
En
la
cruz,
Jesús
murió
llevando
la
ira
de
Dios
por
los
pecadores.
No
morimos
por
nuestros
pecados
solamente,
también
en
Cristo,
morimos
al
pecado
en
Él
(Rom.
6:1-‐11).
Así
tenemos
paz
con
Dios
(Rom.
5:1).
Y
esta
es
la
única
razón
por
la
cual,
la
presencia
de
Dios
puede
ser
un
gozo
para
un
cristiano.
Si
no,
sería
aterrorizante
y
peligroso.
En
este
sentido,
hemos
sido
salvados
por
Dios,
de
Dios.
Aunque
estamos
en
Cristo
y
ya
hemos
muertos
al
pecado
y
ahora
tenemos
paz
con
Dios,
el
pecado
que
habita
adentro
queda.
Por
eso,
Jesús
dice
que
sus
seguidores
deben
considerarse
muertos
al
pecado
y
vivos
para
Él
(Rom.
6:10-‐11).
Esta
es
la
fe
obediente:
creyendo
que
estamos
muertos
al
pecado
en
Cristo
y
por
ende,
no
somos
más
esclavos,
ponemos
en
práctica
nuestra
libertad
para
vivir
en
obediencia
(vv.
6:6-‐8).
Somos
libres
para
darle
muerte
al
pecado
en
nuestras
vidas
porque
Jesús
ya
lo
hizo
en
la
cruz.
¿Pero
qué
pasa
si
no
lo
hago?
¿Qué
pasa
si
no
declaramos
guerra
contra
el
pecado
ni
le
damos
muerte
por
medio
del
Espíritu,
sino
que
al
contrario,
hacemos
la
paz
con
el
pecado?
Esto
es
declarar
una
preferencia
por
la
presencia
del
pecado,
en
vez
de
la
presencia
de
Dios.
Dios
nunca
está
ausente
en
la
vida
de
un
cristiano,
incluso
cuando
peca,
pero
si
un
cristiano
elige
la
incredulidad
con
un
corazón
incrédulo
y
duro,
si
hace
la
paz
con
el
pecado,
no
disfrutará
la
paz
de
la
presencia
de
Dios.
El
cristiano
que
no
está
contento
con
la
presencia
del
pecado,
no
debe
estar
sorprendido
sentir
la
ausencia
de
la
paz
de
Dios.
Kate
estaba
deprimida
y
había
llorado
cada
día
durante
meses.
Gemía
de
que
Dios
parecía
estar
lejos
de
ella.
Kate
creció
en
un
hogar
cristiano
y
prometió
guardar
su
virginidad;
llevaba
un
anillo
de
pureza.
Pero
cuando
su
novio,
con
quien
ella
esperaba
casarse,
terminó
la
relación,
comenzó
a
hundirse.
En
su
soledad
y
desesperación,
tuvo
relaciones
con
un
chico
en
una
fiesta.
Sólo
quería
estar
con
su
exnovio
de
nuevo.
Ella
no
podría
soportar
su
ausencia,
y
seguir
viviendo.
Él
era
su
becerro
de
oro,
su
substituto
por
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
la
presencia
de
Dios.
El
hecho
es
que,
dada
la
oportunidad,
hubiese
vuelto
con
él,
sino
fuese
por
Dios.
Pero
ya
que
el
novio
no
la
quería
y
ya
que
ella
no
le
daría
muerte
a
su
pecado
para
dar
lugar
a
la
presencia
de
Dios,
ella
perdió
ambas
cosas.
En
mi
propia
vida,
la
presencia
de
Dios
ha
sido
una
amenaza
contra
mi
pecado
habitual
y
esta
es
la
mejor
razón
que
tengo,
para
darle
muerte
todos
los
días.
Por
algunos
años
en
la
universidad,
yo
escondía
una
adicción
a
la
pornografía
en
internet.
Me
escondí
detrás
de
la
religiosidad,
la
apariencia
de
moralidad
y
la
religión
al
cristianismo.
También
me
escondí
detrás
del
rigor
académico,
donde
pasaba
largos
periodos
solo,
por
las
noches.
No
podría
esconderme
de
la
presencia
de
Dios.
Recuerdo
que
muchas
veces
en
estos
momentos
decisivos
(hacer
o
no
hacer
clic
en
páginas
pornográficas)
yo
sentía
lo
que
parecía
el
Espíritu
Santo
tocándome
en
el
hombro.
Yo
conocía
algo
mejor
que
todo
eso,
pero
también
sabía
lo
que
era
lo
mejor;
la
paz
de
la
presencia
de
Dios
era
mejor
que
la
emoción
pasajera
de
la
pornografía.
Pero
en
aquel
momento,
no
lo
creía.
No
le
daba
importancia
y
mi
cuerpo
se
puso
frío
mientras,
tomaba
el
mouse
del
computador,
con
la
mano
temblándome.
Dios
nunca
estuvo
ausente
en
mi
vida,
aunque
yo
sintiera
que
no
estaba,
Él
permanecía
allí
convenciéndome
de
mi
pecado.
Pero
no
era
un
sentimiento
agradable;
era
terrible,
porque
yo
cambiaba
la
paz
de
Dios
por
hacer
paz
con
el
pecado.
Cuando
yo
me
sentía
culpable
después,
clamaba
a
Dios,
¿Por
qué
no
saca
de
mí
esta
tentación?
¿Por
qué
no
me
promete
una
mejor
manera
de
escapar?
(Véase
I
Cor
10:13).
La
verdad
es
que
Él
me
había
dado
una
manera
de
escapar:
Su
presencia,
pero
yo
lo
ignoraba
todo
el
tiempo.
Sí,
había
muchas
veces
que
me
sentía
fuera
de
control;
como
si
la
pornografía
me
estuviera
obligando,
pero
ahora
veo
que
sólo
era
yo,
que
había
endurecido
mi
corazón
en
incredulidad
tantas
veces
anteriormente.
Pero
a
pesar
de
esto,
Dios
se
quedó
allí,
dándome
un
camino
para
huir
de
mi
pecado.
Su
presencia,
finalmente,
fue
mi
rescate.
No
porque
recién
hubiese
llegado
a
rescatarme,
(Él
había
estado
allí
siempre)
sino
porque,
finalmente
estaba
experimentando
que
disfrutar
de
Él,
era
mejor
que
cualquier
otra
cosa.
Creí
esto
inclusto
hasta
en
esos
momentos
decisivos,
de
darle
click
o
no
al
mouse.
Por
el
Espíritu,
yo
declaraba
guerra
contra
mi
pecado
y
salía
de
la
clandestinidad,
porque
no
podría
quedarme
en
el
dolor
auto-‐
infligido,
que
no
me
dejaba
disfrutar
del
gozo
de
la
presencia
de
Dios.
Hay
una
frase
curiosa
en
Salmo
16:
bellos
lugares
me
han
tocado
en
suerte;
(v.
6).
¿Qué
quiere
decir
eso?
Es
el
lenguaje
de
la
asignación
de
la
tierra
o,
más
específicamente,
la
asignación
de
la
Tierra
Prometida.
Cuando
la
próxima
generación
de
los
israelitas
finalmente
llegó
a
la
Tierra
Prometida
y
Dios
echó
a
sus
enemigos,
a
cada
tribu
le
fue
asignada
su
porción
de
la
Tierra
Prometida
(Josué
13-‐21).
Aquí
estaba
la
tierra
que
habían
deseado
durante
toda
una
vida,
la
tierra
que
había
sido
esperada
por
generaciones,
la
que
habían
anhelado
durante
toda
su
cautividad
en
Egipto
y
su
viaje
por
el
desierto.
Era
un
Edén
nuevo,
una
tierra
fértil
de
leche
y
miel,
lista
para
ser
cultivada
y
disfrutada.
Por
fin,
habían
llegado
a
casa.
El
salmista
habla
como
uno
que
ya
está
en
la
Tierra
Prometida,
disfrutando
de
lo
mejor
que
tiene
para
ofrecer.
Y
sobre
todo,
Dios
mismo
es
su
bendición
más
grande:
su
porción,
su
herencia;
todo
lo
que
Dios
tiene,
sabe
que
es
bueno
(Salmo
16:2,
5-‐6).
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
El
libro
de
Éxodo
termina
con
la
gloria
del
Señor
llenando
el
tabernáculo.
Dios
mismo,
la
porción
más
grande
de
la
futura
Tierra
Prometida,
había
llegado
a
ellos
en
el
desierto.
Y
también
ya
ha
llegado
cerca
de
usted
y
de
mí
por
su
Espíritu
Santo.
En
Él,
podemos
empezar
a
disfrutar
lo
mejor
de
los
que
tiene
nuestro
futuro.
Dios
es
nuestra
Tierra
Prometida.
LECTURA
BIBLICA
• Éxodo
33
• Salmo
16
y
84
• 2
Corintios
3:12-‐18
• Hebreos
4:14-‐16
PARA
REFLECCION
Y
DISCURSO
1) ¿A
cuáles
refugios
corre
usted
cuando
siente
dolor?
¿Tiene
miedo
de
algo
que
le
amenaze?
¿Se
siente
ansioso
por
un
futuro
incierto?
¿Está
aburrido?
¿Se
siente
cansado
y
necesita
alivio?
2) Describa
un
momento
en
el
que
sintió
muy
presente
la
presencia
de
Dios.
3) ¿Hay
algún
pecado
con
el
cual
ha
hecho
la
paz,
lo
cual
le
impide
disfrutar
de
la
presencia
de
Dios?
4) ¿Qué
tipo
de
tierra
prometida
busca?
¿Está
Dios
está
presente
allí
o
no?
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
EPÍLOGO:
LA
MISIÓN
DEL
REDENTOR
Dios
no
le
redimió
a
usted
y
a
mí
sólo
para
que
seamos
felices;
Él
está
en
una
misión
para
que
Su
nombre
sea
conocido
en
toda
la
tierra.
Nosotros
los
redimidos,
somos
parte
de
Su
historia
y
enviados
a
hacer
su
misión.
La
misión
de
Dios
fue
anunciada
públicamente
cuando
Él
mandó
las
plagas
sobre
Faraón
y
Egipto,
diciéndole
a
Faraón:
Pero
te
he
dejado
con
vida
precisamente
para
mostrarte
mi
poder,
y
para
que
mi
nombre
sea
proclamado
por
toda
la
tierra.
(Éxodo
9:16).
Terrence
Fretheim
comenta,
Así
que
los
propósitos
de
Dios
en
estos
eventos
no
están
enfocados
simplemente
en
la
redención
de
Israel.
Los
propósitos
de
Dios
cruzan
el
mundo
entero.
Dios
está
actuando
de
una
manera
tan
publica
que
las
buenas
noticas
pueden
ser
proclamadas
por
todos
(mira
Rom.
9:17).
Ustedes
son
testigos
de
lo
que
hice
con
Egipto,
y
de
que
los
he
traído
hacia
mí
como
sobre
alas
de
águila.
Si
ahora
ustedes
me
son
del
todo
obedientes,
y
cumplen
mi
pacto,
serán
mi
propiedad
exclusiva
entre
todas
las
naciones.
Aunque
toda
la
tierra
me
pertenece,
ustedes
serán
para
mí
un
reino
de
sacerdotes
y
una
nación
santa.
(Éxodo
19:4-‐6)
Toda
la
vida
de
Israel
fue
una
proyección
de
Dios
en
la
tierra:
sus
actitudes,
acciones,
relaciones,
comercio,
posesiones,
sexualidad;
todo.
Los
Diez
Mandamientos
y
el
resto
de
las
leyes
dadas
por
Dios
a
Moisés
eran
expresiones
del
carácter
bueno
de
Dios
y
su
sabiduría.
Guardando
estas
cosas,
el
pueblo
proclamaría
Su
nombre
y
mostrar
su
grandeza
al
resto
del
mundo
que
les
observaba.
Obedézcanlos
y
pónganlos
en
práctica;
así
demostrarán
su
sabiduría
e
inteligencia
ante
las
naciones.
Ellas
oirán
todos
estos
preceptos,
y
dirán:
En
verdad,
éste
es
un
pueblo
sabio
e
inteligente;
¡ésta
es
una
gran
nación!
¿Qué
otra
nación
hay
tan
grande
como
la
nuestra?
¿Qué
nación
tiene
dioses
tan
cerca
de
ella
como
lo
está
de
nosotros
el
SEÑOR
nuestro
Dios
cada
vez
que
lo
invocamos?
¿Y
qué
nación
hay
tan
grande
que
tenga
normas
y
preceptos
tan
justos,
como
toda
esta
ley
que
hoy
les
expongo?
(Deut.
4:6-‐8).
Si
su
historia
de
redención
culmina
con
su
sanidad
o
su
libertad,
todavía
no
tiene
la
visión
de
Dios
para
la
redención.
Si
está
contento
con
guardar
la
presencia
de
Dios
sólo
para
usted
mismo,
no
ha
sido
verdaderamente
transformado.
Él
quiere
hacer
algo
en
usted,
sí;
pero
más
allá
de
eso,
Él
quiere
hacer
algo
a
través
de
usted.
Él
quiere
que
su
nombre
sea
conocido.
Que
les
digan
los
redimidos
del
SEÑOR,
a
quienes
redimió
del
poder
del
adversario.
(Salmo
107:2).
¿Cómo
proclama
el
nombre
de
su
Redentor?
Aquí
hay
algunas
maneras
en
las
que
Dios
nos
llama
a
Su
misión:
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
Primero,
vivir
vidas
santas
que
reflejen
su
gracia.
El
Nuevo
Testamento
capta
la
idea
que
el
pueblo
redimido
de
Dios
son
Sus
sacerdotes,
proclamando
Su
nombre
en
el
mundo.
Pero
ustedes
son
linaje
escogido,
real
sacerdocio,
nación
santa,
pueblo
que
pertenece
a
Dios,
para
que
proclamen
las
obras
maravillosas
de
aquel
que
los
llamó
de
las
tinieblas
a
su
luz
admirable.
Ustedes
antes
ni
siquiera
eran
pueblo,
pero
ahora
son
pueblo
de
Dios;
antes
no
habían
recibido
misericordia,
pero
ahora
ya
la
han
recibido.
Queridos
hermanos,
les
ruego
como
a
extranjeros
y
peregrinos
en
este
mundo,
que
se
aparten
de
los
deseos
pecaminosos]
que
combatan
contra
la
vida.
Mantengan
entre
los
incrédulos
una
conducta
tan
ejemplar
que,
aunque
los
acusen
de
hacer
el
mal,
ellos
observen
las
buenas
obras
de
ustedes
y
glorifiquen
a
Dios
en
el
día
de
la
salvación.
(I
Pedro
2:9-‐12)
¿Qué
nos
motiva
en
este
pasaje
para
vivir
vidas
santas?
Él
nos
ha
llamado
de
las
tinieblas
a
su
luz
admirable.
Eso
es
la
gracia
de
Dios
en
nosotros,
no
porque
hemos
hecho
algo,
sino
porque
Él
nos
ha
llamado
Su
pueblo
y
nos
ha
redimido.
¿Cómo
no
podemos
vivir
por
aquella
gracia
para
que
todos
lo
vean
y
le
conozcan
a
Él?
Segundo,
perdonando
los
que
nos
han
ofendidos,
especialmente
entre
el
cuerpo
de
Cristo.
Como
Jesús
terminó
su
ministerio
aquí
en
la
tierra
y
comisionó
a
Sus
discípulos
para
hacer
que
Su
nombre
fuese
conocido,
Él
les
dijo:
Este
mandamiento
nuevo
les
doy:
que
se
amen
los
unos
a
los
otros.
Así
como
yo
los
he
amado,
también
ustedes
deben
amarse
los
unos
a
los
otros.
De
este
modo
todos
sabrán
que
son
mis
discípulos,
si
se
aman
los
unos
a
los
otros.
(Juan
13:34-‐35).
Como
vimos
en
capítulo
3,
Pero
Dios
demuestra
su
amor
por
nosotros
en
esto:
en
que
cuando
todavía
éramos
pecadores,
Cristo
murió
por
nosotros.
(Romanos
5:8).
Él
nos
amó
tanto,
aun
cuando
éramos
sus
enemigos.
Si
vamos
a
amar
a
otros
como
Él
nos
amó,
debemos
perdonar
a
los
que
han
pecado
contra
nosotros.
Esta
expresión
de
Su
amor
obra
en
nosotros
hacía
afuera,
a
otros
les
demuestra
que
pertenecemos
a
Él;
y
en
demostrar
cuán
grande
es
Su
amor,
hacemos
que
Él
sea
conocido
por
toda
la
tierra.
Tercero,
acercándonos
a
quienes
hemos
ofendido
con
arrepentimiento
humilde.
Todo
lo
que
tiene
que
ver
con
nosotros
(en
nuestra
carne)
resiste
que
admitamos
cuando
estamos
equivocados,
realmente
equivocados,
y
cuando
necesitamos
el
perdón
de
Dios
y
el
perdón
de
otros.
Es
el
orgullo
lo
que
nos
aleja
del
perdón,
orgullo
que
suprime
el
conocimiento
de
Dios
y
la
convicción
del
Espíritu
Santo
de
nuestro
pecado.
Pero
cuando
vamos
a
otros
con
dolor
por
nuestros
pecados
contra
ellos
(por
razones
puras,
no
orgullosos)
en
cierto
sentido,
salimos
del
escenario
y
dejamos
que
Dios
sea
conocido
como
Él
que
es:
Santo,
quien
hace
justicia
y
defiende
a
todos
los
oprimidos
(Salmo
103:6).
Él
ama
a
los
que
hemos
ofendidos
tanto
que
Él
ablanda
nuestros
corazones
y
nos
deja
aptos
para
arrepentirnos
y
restaurar
las
relaciones
con
ellos.
Esta
es
una
demostración
más,
para
que
Su
amor
y
bondad
sean
conocidos
por
otros.
Cuarto,
encarnando
el
amor
de
Cristo
a
otros.
Para
redimirnos,
Jesús
descendió
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
profundamente
en
nuestra
oscuridad
con
Su
luz.
Él
dejó
la
comodidad
del
cielo
para
alcanzarnos.
¿Cómo
saldrá
de
su
zona
de
comodidad
para
alcanzar
a
los
que
todavía
no
lo
conocen?
Todo
el
mundo
ha
sido
tocado
por
la
maldad¸
están
heridos
y
son
esclavos.
Si
usted
ha
sido
redimido
por
Jesús,
lleva
un
mensaje
de
esperanza
que
no
se
compara
a
ninguna
terapia,
acción
médica,
o
grupo
de
apoyo
que
tenga
el
mundo.
La
única
pregunta
es,
¿Cómo,
nosotros
los
redimidos
del
Señor,
proclamaremos
su
mensaje?
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
APÉNDICE:
LA
ADICCIÓN
RELIGIOSA
La
adicción
religiosa
es
una
de
las
adicciones
más
nocivas
de
todas.
David
Powlison
hace
la
sorprendente
afirmación
de
que
la
religión
y
la
adicción
tienen
mucho
en
común,
y
para
que
sea
claro,
él
ofrece
esta
definición:
Ser
adicto
es
ser
atado,
o
hacerse
sirviente,
discípulo
o
seguidor
de
algo.
La
religión
y
la
adicción
tienen
que
ver
con
lo
que
uno
envuelve
su
vida
alrededor
y
a
quién
o
a
qué
usted
sirve
como
amo.
La
Religión
en
el
sentido
bueno
implica
una
devoción
genuina
a
Dios
y
amor
por
su
prójimo
(Véase
Stgo.
1:26-‐27).
Pero
la
práctica
de
religión
puede
ser
tan
distorsionada
y
falsificada
que
vuelve
a
ser
una
adicción
religiosa,
a
la
cual
Powlison
llama
religiosidad.
La
religiosidad
tiene
que
ver
con
el
show,
manejar
las
impresiones
de
otros
y
los
adornos
de
religiosos,
pero
no
su
fe,
ni
confianza,
ni
mucho
menos
su
Dios.
Como
cualquier
otra
adicción,
la
religiosidad
sirve
como
escape
de
la
realidad.
¿Esta
devastado
por
la
pérdida
de
un
ser
querido?
Dios
es
soberano
recita
el
adicto
estoico,
como
el
reflejo
de
un
golpe
en
la
rodilla,
y
él
quiere
decir,
No
lo
sienta¸
no
pienso
en
el
tema¸
solo
se
destaca
sí
mismo
en
el
asunto.
¿Si
Dios
es
soberano,
para
qué
se
molesta?
El
adicto
religioso
escapa
la
realidad
de
su
propio
pecado,
también.
Si
no
niega
su
pecado
totalmente,
él
encuentra
otra
manera
para
justificarse,
muchas
veces
por
notar
como
él
no
es
tan
malo
comparado
con
otros.
Él
no
es
como
aquellos
paganos.
También
se
justifica
por
asociarse
con
cosas
religiosas
como
servir,
leer,
enseñar,
orar,
e
ir
a
la
iglesia,
adoptando
la
jerga,
gustos
estéticos,
y
vida
moral
típica
de
otras
personas
religiosas.
Estos
son
sus
sacrificios
para
ganar
el
favor
de
su
dios
y
mantener
su
posición
recta.
Pero
está
tan
engañado
y
rebelde
como
los
israelitas
del
desierto,
teniendo
la
ortodoxia
por
idolatría.
Está
tan
atrapado
un
mundo
de
fantasía
como
Philip
y
su
mundo
de
pornografía.
Según
Powlison,
la
adicciones
religiosas
son
más
difíciles
de
dejar
que
las
adicciones
a
la
cocaína
o
heroína,
ya
que
son
más
difíciles
de
ver,
y
esta
ceguera
parece
ser
reforzada
por
las
autoridades
de
la
cultura
de
la
iglesia,
algunos
pasajes
bíblicos,
experiencias
personales
y
aun
Dios
mismo.
En
Religious
Affections,
(Afectos
Religiosos)
Jonathan
Edwards
menciona
varios
rasgos
que
no
son
señales
seguras
de
una
fe
verdadera,
incluye:
• Afectos
intensos.
• Abundancia
de
palabras
religiosas
con
fervor.
• Abundancia
de
experiencias
espirituales
espontáneas.
• Una
tendencia
a
que
las
palabras
de
la
Biblia
llegan
a
la
mente
justo
en
el
momento
preciso.
• Demostrar
amor.
• Convicción
y
confesión
seguido
por
consuelo
y
gozo.
• Una
gran
confianza
en
cuanto
a
la
autenticidad
de
los
afectos
experimentados.
Edwards
continúa,
derribando
casi
cada
señal
que
pensamos
era
una
evidencia
de
la
fe
genuina.
Su
punto
no
es
que
estas
señales
sean
malas.
Al
contrario,
está
diciendo
que
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.
cuando
la
fe
verdadera
está
presente,
estas
señales
estarán
también.
El
problema
es
que
pueden
ser
falsificadas,
y
muchas
veces
los
son.
Y
porque
toda
idolatría
es
un
engaño,
los
que
las
falsifican
muchas
veces
no
se
dan
cuenta,
ni
siquiera
ellos
mismos,
los
adictos
religiosos
están
engañados.
Taken
from
Redemption
by
Mike
Wilkerson,
©
2011.
Translated
and
used
by
permission
of
Crossway,
a
publishing
ministry
of
Good
News
Publishers,
Wheaton,
IL
60187,
www.crossway.org.