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JUDICIAL PREVIA EN
URUGUAY
CUESTIONES PROCESALES Y
DE ACCESO A LA JUSTICIA
Octubre 2012
Índice
1
PRESENTACIÓN Y ACLARACIONES PREVIAS
Como Jueza de Paz en el interior celebré audiencias de conciliación previa durante casi diez
años, en Lascano, Melo, Tacuarembó, Salto y Pando. Luego, como Jueza de Conciliación en
Montevideo, me dediqué exclusivamente a la conciliación previa durante casi 7 años: desde
febrero de 2002 hasta febrero de 2007 y desde marzo de 2008 hasta octubre de 2009.
En primer lugar, debo reconocer que este trabajo no fue redactado en pocos días. Como
punto de partida utilicé la tesis que elaboré para la Maestría en Mediación1, cuya defensa
pública realicé en febrero de 2011. Quité algunos temas de mi tesis y agregué otros; hice
esfuerzos por ceñirme a la consigna dada por la AMU, de “Aspectos Procesales de la
Conciliación Judicial Previa”, pero no pude evitar incluir, al inicio, una introducción sobre el
marco teórico e histórico, y al final, los resultados de la investigación que realicé sobre los
acuerdos logrados entre 2005 y 2008 en la sede de Conciliación de Primer Turno. Además, a
lo largo del texto, introduje algunas apreciaciones personales y relatos breves o anécdotas
de casos reales. Si no fuera porque necesité utilizar “notas al pie” para referir a normas u
obras de doctrina, esos pasajes más personales, reconocidamente subjetivos, serían típicas
“notas al pie”. Entonces, para identificarlos claramente opté por agregar un marco a su
alrededor, de modo que los recuadros son como ventanas a mi pensamiento personal.
En segundo lugar, en esta presentación hablo en singular, pero para el resto del trabajo
cuando tenga que referirme a mí lo haré como “nosotros”, recurriendo a la amigable
primera persona del plural.
En tercer lugar, cuando diga “el juez” voy a significar “el juez o la jueza”, cuando diga “el
abogado” estaré aludiendo a “el abogado o la abogada” y lo mismo con “el funcionario” y
1Tesis: “Para mediar, ¿Jueces?” para el Máster Latinoamericano-Europeo en Mediación del Instituto Universitario suizo
Kurt Bösch, dictado en la ciudad de Buenos Aires.
2
otros; simplemente para facilitar una lectura fluida, y siguiendo las recomendaciones de la
Real Academia, utilizo el masculino genérico.
Hechas estas aclaraciones, espero sinceramente que disfruten la lectura y, nuevamente, que
les sea útil.
INTRODUCCIÓN
UN POQUITO DE TEORÍA
Sabido es que la autocomposición de los conflictos, esto es, la resolución lograda por las
propias partes por consenso, se adapta a la riqueza de elementos del caso concreto, es
creativa, mira no sólo hacia el pasado sino fundamentalmente hacia el futuro, cuida los
vínculos personales y atiende las necesidades y realidades de cada uno. Es altamente
probable que una solución consensuada signifique una verdadera terminación del conflicto2
y, en caso de que en el acuerdo una de las partes asuma obligaciones a cumplir en el futuro,
es también altamente probable que las cumpla.
Las ventajas de la autocomposición son muchas, sin duda. Sobre lo que sí se duda es sobre
el hecho de que el ámbito judicial sea el más adecuado para la autocomposición y, sobre
todo, que el tercero imparcial pueda o deba ser un juez. Por ejemplo, desde Argentina la
3
Dra. Gladys Álvarez -exministra de Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, docente,
autora y extraordinaria promotora de la mediación-, critica la legislación de un país que
prevé una mediación previa hecha por el juez5 en los siguientes términos: “La normativa
que introduce la mediación previa obligatoria a cargo de los jueces es desacertada, en
primer lugar, porque se utiliza el valioso tiempo del juez en actividades para las que no está
entrenado y se lo distrae de su función esencial, que es manejar con eficiencia los casos que
se le han encomendado y dictar sentencia en tiempo. Esto ha sido un grave error conceptual
y político, y los jueces han visto sobrecargadas sus tareas, teniendo que hacerse cargo de
audiencias de mediación que son ajenas a la función del juez”.6
Finalmente debemos destacar que el hecho de que el tercero imparcial sea Juez resulta de
particular interés desde la perspectiva del Acceso a la Justicia 8 , factor capital en la
construcción de civilidad o ciudadanía y en la consolidación de los valores democráticos.9 La
conciliación judicial previa es, evidentemente, una de las vías de ese acceso, es decir uno de
los medios que nuestro sistema jurídico pone a disposición de las personas para que puedan
ejercer sus derechos y solucionar en forma adecuada y oportuna sus conflictos, y tiene la
gran ventaja de neutralizar una de las grandes críticas que se hacen a los métodos
autocompositivos: que pueden llegar a ser terreno de injusticia y de peligro de las garantías
del debido proceso10 por lo que los valores fundamentales de la tradicional justicia procesal
no deben ser sacrificados.11
FISS, Owen M., Contra el Acuerdo Extrajudicial, en Revista Jurídica de la Universidad de Palermo, 1998, disponible en
4
UN POCO DE HISTORIA
En España la Constitución de Cádiz de 1812, que alcanzó a regir durante unos años en la
época colonial en nuestro territorio, había ideado un sistema de conciliación previa
extrajudicial y obligatoria, a cargo del Alcalde y “dos hombres buenos” nombrados uno por
cada parte12. Sin perjuicio de orígenes más antiguos13 provenía también de la influencia en
España de la ley francesa, que a su vez incorporó las enseñanzas que Voltaire transmitió en
1739 luego de un viaje a Holanda: “En Holanda está la mejor ley, el uso más sobresaliente, lo
más útil que yo haya visto jamás: cuando dos hombres quieren pleitear uno contra otro,
están obligados a ir primero ante el tribunal de conciliadores, llamados hacedores de paz”.14
En Francia desde antes de la Revolución Francesa existían los “jueces conciliadores”; la ley
exigía que ninguna instancia comenzara ante un tribunal civil sin haber intentado
previamente la conciliación ante el Juez de Paz, y en 1791 se establecieron “escritorios de
conciliación” junto a los Juzgados, para tratar que las partes llegaran a acuerdos antes de
comenzar un proceso.15
Nuestra primera Constitución, al organizar el Poder Judicial, dispuso que los Jueces de Paz
“procuren conciliar los pleitos que se pretendan iniciar, sin que pueda entablarse ninguno
efectivos los derechos, (original: Access to Justice. A World Survey. Giuffré Editore, Milán, 1978), Fondo de Cultura
Económica, México, 1996, p. 99.
12 En realidad, pese al nombre “conciliación”, se trataba de un arbitraje no vinculante o de una mediación evaluativa.
Tratado histórico, crítico filosófico de los procedimientos judiciales en materia civil, según la nueva Ley de Enjuiciamiento,
con sus correspondientes formularios, 1856, t. I., p. 453, citado en VÉSCOVI, Enrique, op. cit. p.176.
14 VOLTAIRE, Fragment d’une lettre sur un usage très utile établi en Hollande, disponible en www.books.google.com.uy,
traducción propia.
15 SIX Jean-François y MUSSAUD, Véronique, Médiation, Éditions du Seuil, París, 2002, p. 280, traducción propia.
5
en materia civil y de injurias, sin constancia de haber comparecido las partes a la
conciliación”.16
Desde 1830 entonces, los Jueces de Paz uruguayos han realizado tentativas de conciliación,
que antiguamente asentaban en actas labradas a mano en libros anchos de tapas negras y
folios cosidos; pero los resultados eran tan dispares como los propios casos y los propios
magistrados, y éstos en ocasiones no estaban siquiera presentes en la audiencia. Eran
“audiencias” en las que, en puridad, nadie oía a nadie… y se llegó a un verdadero
desprestigio del instituto. “Debemos reconocer que la función ha perdido su eficacia
anterior, se cumple mal”, “el acto de conciliación no es más que una formalidad previa a la
promoción de un litigio”, dijo el Dr. Véscovi en 1982.18
A partir de la sanción del Código General del Proceso en 1989, la conciliación fue
revalorizada y tomó nuevo impulso.19 En la Exposición de Motivos del CGP nuestros
codificadores asentaron que la conciliación previa “se jerarquiza (…). Se acuerda una mayor
operatividad a un instituto de raigambre constitucional, aunque y como es claro, ello sólo
tendrá plena efectividad en la medida que exista un mayor número de magistrados que
intervengan en el procedimiento conciliatorio previo”.20 Como medio de conclusión del
proceso, la conciliación fue calificada como “medio extraordinario”.21 El Código reafirma
como regla general la preceptividad de la conciliación previa 22 y luego establece las
excepciones a esa regla, en un breve listado 23 que luego fue objeto de varias
modificaciones.24
anormales de terminación del proceso”, arts. 304 y ss CPCCN. Aunque los dos códigos aludan a lo mismo (algo que sale
del orden natural o es poco frecuente), para el común de la gente el adjetivo elegido por el legislador uruguayo tiene una
connotación positiva y el elegido por su colega argentino tiene la connotación opuesta.
22 Art. 293.1 del Código General del Proceso.
23 Las excepciones estaban en el art. 293.2 y en el art. 294. Este último en su redacción original decía: “Se exceptúan de la
conciliación previa:1) Los casos en que se deduce demanda en juicio pendiente por la misma causa; 2) Los juicios en los
cuales es actor o demandado el Estado u otra persona pública estatal; 3) Los procesos de jurisdicción voluntaria o cualquier
gestión que no implicare la resistencia o negativa de alguien; pero en estos casos, si se suscitare controversia se procederá
6
La conciliación fue promovida en múltiples cursos de capacitación en técnicas de
negociación, mediación y conciliación para jueces.
Sin embargo, pese al CGP y a los cursos de capacitación, en los años siguientes se fue
haciendo notoria la necesidad de nuevos cambios, ya que –al menos en Montevideo- en la
mayoría de los casos25 la audiencia se limitaba a completar un acta mientras el juez
preguntaba ¿Van a conciliar? ¿Llegaron a un acuerdo?, ante lo que cualquiera de los
presentes decía “No” e inmediatamente se firmaba el acta dando por “inútilmente tentada
la conciliación”.
En verdad coincidimos en la apreciación de que esa conciliación había sido tentada de una
manera inútil.
En 1991 el art. 332 de la Ley Nº 16.226 permitió a la Suprema Corte de Justicia determinar,
por resolución fundada, las jurisdicciones territoriales, sedes locativas y materias en las que
entenderán los Juzgados y Tribunales creados por ley. Luego, en septiembre de 1998, el art.
4º de la Ley Nº 16.995 facultó a la SCJ a realizar las transformaciones necesarias para el
establecimiento de Juzgados con competencia exclusiva en materia conciliatoria,
determinando el número y categoría que estimara pertinentes así como los demás aspectos
atinentes a la organización y funcionamiento de tales Juzgados.
En 1999 la Suprema Corte de Justicia dictó la Acordada Nº 7378 -que veremos en detalle
más adelante-, que estableció los requisitos (“elementos mínimos”) de las citaciones a
conciliación previa, de manera de evitar situaciones de posible indefensión y de hacer más
útil la conciliación. En la misma época, un grupo de trabajo designado por la SCJ realizó un
estudio y definió en cuatro el número de Juzgados especializados que serían necesarios para
realizar en forma exclusiva todas las conciliaciones previas que hasta ese momento se
hacían en los 38 Juzgados de Paz Departamentales de Montevideo.
a la conciliación; 4) Los procesos que no se tramiten por la vía ordinaria; 5) Los casos en los que la ley expresamente la
excluye”.
24 Recomendamos al respecto la lectura de VALENTÍN, Gabriel, Los Casos en que no procede la Tentativa de Conciliación
Previa: La reforma de 1998, en La Justicia Uruguaya, sección Doctrina, D2404/2009, tomo 128, año 2003.
25 Salvo honrosas excepciones.
26 Art. 239 de la Constitución de 1967, art. 332 de la Ley Nº 16.226 y art. 55 de la Ley Nº 15.750.
7
Luego, mientras se llevaba a cabo el proceso de selección y capacitación de los postulantes,
se fueron resolviendo asuntos locativos, de infraestructura y administrativos. Por medio de
la Resolución 338/2001 la SCJ transformó un Juzgado de Faltas y seis Juzgados de Paz
Rurales que eliminó, en cuatro Juzgados de Conciliación.
En el interior del Uruguay la conciliación siguió siendo realizada como antaño, por los Jueces
de Paz de cada localidad.
Sin duda, la gran escalera no es el mejor símbolo de acceso a la justicia… sobre todo cuando
parte de los usuarios “naturales” de estos Juzgados son personas lesionadas por accidentes
de tránsito.
En los primeros días de abril de ese año las cuatro Juezas de Conciliación hicimos un planteo
conjunto a la Suprema Corte de Justicia debido al enorme número de solicitudes de
audiencias (18 por día por juez, en promedio, a las que se agregaban las necesarias
prórrogas) y a la absoluta imposibilidad de realizarlas en el horario judicial normal. La
Suprema Corte, luego de obtener ciertos informes, por Resolución Nº 279/002 de 24 de
mayo de 2002 dispuso que se aumentaran las horas de funcionamiento de los Juzgados de
Conciliación y se adecuara el número de funcionarios administrativos y equipos de
27 Fue así pese a que la Ley Nº 16.095 de noviembre de 1989 prevé en su art. 50 que “La construcción, ampliación y
reforma de los edificios de propiedad pública o privada, destinados a un uso que implique concurrencia de público, así
como la planificación y urbanización de las vías públicas, parques, jardines de iguales características, se efectuará de
forma tal que resulten accesibles y utilizables a los discapacitados.”
28 Actualmente se está elaborando un proyecto para ubicar a los Juzgados de Conciliación en otro local en el que desde el
inicio se está cuidando la accesibilidad física.
8
computación, permitiendo “el inmediato ingreso de todas las solicitudes de conciliación, de
modo tal que la audiencia efectivamente se realice en un plazo máximo de treinta días a
partir de la presentación de la respectiva solicitud, manteniéndose entre las audiencias la
separación debida para el correcto funcionamiento de los fines del Instituto.”29
Luego de varios meses de sobrecarga extrema, a partir de febrero de 2003, cada persona
que pedía una audiencia de conciliación la obtenía para menos de treinta días más tarde.
En enero del año 2006, con la entrada en vigencia de la Ley Nº 17.930, hubo otro cambio, ya
que el artículo 409 exceptuó de la conciliación previa al Estado, tanto cuando era citante
como cuando era citado.
De a poco se consolidó una forma de trabajar más eficiente. Partes y abogados comenzaron
a llegar preparados de mejor manera para buscar soluciones y evitar los litigios, y
simultáneamente aumentó la complejidad de los casos. A partir de aproximadamente el año
2006 formaban parte de nuestro trabajo cotidiano casos que en los años 2002 y 2003 no se
trataban en profundidad en estos Juzgados.
29 Resolución Nº 279 de la Suprema Corte de Justicia, de fecha 24 de mayo de 2002 dictada en el expediente “Jueces de
Conciliación, Dras. Ana María Guzmán, Mónica Bórtoli, Marta Toyos y Susana Martínez – Comunican preocupación por la
situación de las sedes de las que son titulares” (Ficha 239/2002).
30 Veremos más adelante la aplicación práctica de las reglas, por ejemplo al momento de decidir cómo actuar cuando una
de las partes, por una discapacidad física, no puede llegar a la sala de audiencias.
9
una iniciativa para el interior, novedosa e inesperada: la asignación de las funciones de
mediador y conciliador a jueces adscriptos.
En un solo caso el Juez es Adscripto porque su Juzgado es adscripto. Se trata de una sede de
Paz de 1ª Categoría que “nació adscripta” (tanto que está en el mismo terreno que el
Juzgado de Paz al que está adscripta): es la Sra. Jueza Adscripta de Conciliación y Mediación
de Ciudad del Plata, cuyo Juzgado es adscripto al Juzgado de Paz de la 3ª Sección Judicial del
Departamento de San José (Ciudad del Plata). Su función es la de hacer conciliaciones
previas y mediaciones.31
Los otros jueces adscriptos, que en el año 2009 eran 14 y actualmente son 7, son jueces
legos de pequeñas localidades del interior cuyos juzgados fueron eliminados por
reorganizaciones territoriales de la Suprema Corte32. Como quedaron sin Juzgado “propio”
fueron asignados a otro en calidad de Adscriptos, de mayor jerarquía, principalmente para
que tomaran a su cargo la función de Oficial de Registro Civil y cumplieran las subrogaciones
necesarias en los períodos de licencia del titular de esa sede o de otras aledañas. La mayoría
de ellos fueron asignados a sedes de Paz Departamental (Durazno, Flores, Lavalleja,
Maldonado, Rivera, Rocha, Salto, Tacuarembó y Treinta y Tres) y en agosto de 2009, por
medio de la Acordada Nº 7654 la Suprema Corte les asignó competencia para realizar las
conciliaciones previas y mediaciones.33
En un primer momento las conciliaciones previas les fueron atribuidas por entero, pero la
acordada fue modificada, primero por la Acordada Nº 7660 de 2 de octubre de 2009 y luego
por la Acordada Nº 7669 del 11 de diciembre del mismo año, y finalmente se dispuso que en
los Juzgados de Paz del interior en los que hubiera un Juez Adscripto, el Juez de Paz titular
de la sede tiene el derecho de optar por delegar o no la función de conciliación previa en el
Juez de Paz Adscripto. Esa opción ha sido tomada y de alguna manera ha quedado
institucionalizada en Maldonado, donde la conciliación previa se realiza por el Juez de Paz
Adscripto, en la denominada Oficina de Registro Civil y Conciliación de Maldonado. Por lo
que hemos podido averiguar informalmente, actualmente menos de la mitad de los jueces
mediaciones. El hecho de que una acordada les haya atribuido a los jueces adscriptos competencia para mediar, ¿hace
suponer que los jueces titulares no la tienen, o que la tienen como competencia natural y que los adscriptos, por no tener
jurisdicción “propia” necesitaban que se les asignara? No es un tema menor. Recordemos que la mediación realizada ante
órganos del Poder Judicial está exenta de la obligatoriedad de patrocinio letrado, cualquiera sea el monto del asunto (art. 2º
de la Ley Nº 17.707).
10
adscriptos tienen a su cargo las conciliaciones previas en las sedes de Paz en las que se
desempeñan.
COMPETENCIA
El asunto de la competencia para realizar las audiencias de conciliación previa provoca
muchas dudas en diversos ámbitos: territorial, sustancial y subjetivo.
34Cf. LANDONI, Ángel, CGP Comentado, Anotado y Con Jurisprudencia, vol. 3 A, Editorial BdeF, Buenos Aires, 2006, p.
1082.
11
El Dr. Biurrun concluye que la conciliación “sólo se puede realizar ante el Juzgado del
domicilio de Paz (Sección) del futuro demandado, siempre que el proceso principal
tenga como Juzgado competente originario (o por prórroga expresa) a uno del mismo
Departamento del domicilio del futuro demandado. (…) La referencia a la prórroga
está vinculada a que la citación a conciliación (el proceso y no la notificación) se debe
practicar en el domicilio del demandado (art. 3 L. 16.995), sin admitirse prórroga
expresa ni tácita que modifique dicha competencia; sin perjuicio de la excepción del
art. 293.2 in fine. Es además, la única manera de contemplar la finalidad de la
reforma en cuanto al acceso a la Justicia”.35
Entonces, tenemos que tener muy presentes los límites de cada Departamento.
Ahora bien, ¿qué sucede si el actor, que va a demandar en Montevideo y sabe que
no necesita la conciliación previa, concurre de todos modos al Juzgado de
Conciliación de Montevideo a pedir una audiencia de conciliación, porque quiere
tener un diálogo antes de comenzar el juicio?
Como el CGP dice que en esos casos la conciliación “tampoco procederá”, y viene de
indicar “se prescindirá”, entendemos que no corresponde citar a conciliación. No se
debe agendar la audiencia y habrá que explicar al solicitante que el motivo de la
denegatoria es el art. 293.2 del CGP.
Sabemos, por haberlo vivido, que a veces es muy difícil para un juez negarse a
agendar estas audiencias “interdepartamentales”, especialmente en los Juzgados de
Paz del interior: en primer lugar porque en algunos casos la parte citante es
insistente, explica detalles del caso, dice por ejemplo que el citado le dijo que está
dispuesto a venir, que si la dificultad está en librar el oficio para notificarlo el citado
35BIURRUN, Rafael, Algunos Problemas Procesales de la Conciliación previa y Proyecto de Solución Legislativa, en
Revista de Técnica Forense Nº 9, Mdeo., 2000, p. 99.
12
no tendría inconveniente a viajar a notificarse “en baranda”, que se trata de un tema
muy interesante… y en segundo lugar porque de hecho, es posible que recibamos en
la sede oficios de Juzgados de Paz de otros Departamentos solicitándonos que
notifiquemos una citación a conciliación a personas domiciliadas en “nuestra”
sección… podemos pensar “¿Bueno, por qué no?”
Francamente no encontramos el sentido del numeral 11 del art. 294 del CGP, porque
parece suponer que el hecho de que haya Juzgados altamente especializados en el
lugar en materia de familia significaría, de algún extraño modo, que el 100% de los
Jueces Letrados de Familia están especializados en conciliación familiar, o –segunda
hipótesis, peor aún- que la conciliación previa no se justifica cuando el juez del litigio
es un verdadero experto en el tema de fondo. Y si miramos hacia el costado y
vemos que en materia laboral existe la conciliación previa (administrativa, pero en
este razonamiento no incide dónde se haga sino el hecho de que se hace) en todo el
país, haya o no jueces especializados en lo laboral, menos sentido le encontramos.
13
Más allá de las críticas y de todo lo que la conciliación previa podría aportar en
materia de familia, el numeral 11 agregado por el Ley Nº 16.995 en el año 1998
permitió a la postre una especialización de los Juzgados de Conciliación de
Montevideo en la materia civil, pero obviamente no fue ésa la intención del
legislador.
¿Qué corresponde hacer cuando alguien nos pide una audiencia de conciliación
contra el Estado? Evidentemente, enseguida le vamos a informar a esa persona que
a partir de la entrada en vigencia del art. 409 de la Ley Nº 17.930 de 19 de diciembre
de 2005 los procesos en que el Estado u otra persona pública estatal sea actor o
demandado están exceptuados de la conciliación previa.
Pero ¿qué sucede si el solicitante nos insiste, y nos dice, por ejemplo, que él ya está
en diálogo con las autoridades de tal o cual organismo del Estado y que están
contestes en que el marco de una conciliación previa es el más adecuado para
plasmar el acuerdo al que aparentemente van a llegar? ¿Si nos dice algo así como
“Yo como ciudadano tengo derecho a una audiencia de conciliación; si voy a juicio sé
que no me la van a pedir, por el art. 409, pero si de todos modos quiero la audiencia,
usted me la tiene que dar”?
14
legislador organizaron. Dice la Constitución, como ya vimos: “No se podrá iniciar
ningún pleito en materia civil sin acreditarse previamente que se ha tentado la
conciliación ante la Justicia de Paz, salvo las excepciones que estableciere la ley” y
el legislador lo complementa fijando las excepciones en los arts. 293.2 y 294 del
CGP.38 Por consiguiente, si las futuras partes de procesos de familia, juicios laborales,
quiebras, desalojos y demás casos previstos como exceptuados de la conciliación
previa en el art. 294, pidieran audiencias de conciliación previa, no habría que
convocarlas ni realizarlas.
Lo mismo sucede en el caso que una persona solicite una conciliación para citar a
futuros demandados que no conoce (por ejemplo: “Sucesores de …” u “Ocupantes
del inmueble sito en …”), o cuyo domicilio no conoce. No corresponde agendar esa
audiencia, en virtud de lo dispuesto por el art. 293.2 del CGP.
Puede ocurrir también, por otra parte, que alguien solicite una audiencia de
conciliación no “previa” sino “posterior”, por ejemplo en los casos de procesos
ejecutivos en los que ya está trabado un embargo y vencieron los diez días de que
disponía el ejecutado para oponer excepciones sin que las hubiera opuesto, por lo
que no está prevista ninguna audiencia judicial; ejecutante y ejecutado, necesitando
un ámbito adecuado para negociar solicitan una audiencia de conciliación para cerrar
su acuerdo y documentarlo adecuadamente: pero, reiteramos, entendemos que lo
que está exceptuado en el art. 294 no tiene cabida. Normativamente no se generó
allí un ámbito de competencia del Juzgado de Conciliación o de Paz. Los caminos que
esas partes tienen a su disposición son la negociación directa o una mediación.
Sin perjuicio de lo anterior, hemos visto con cierta frecuencia que una parte pide una
audiencia de conciliación previa a otro proceso civil para poder tener la audiencia y
en ella hablar del conflicto entero, que abarca un juicio (o más de uno) en el que el
citante es el demandado.
INICIATIVA
Las audiencias de conciliación se señalan únicamente ante el pedido formal del citante,
nunca de oficio ni a solicitud de un tercero.
38Además de la excepción que significa que en Montevideo la conciliación previa le competa a Juzgados que si bien son
asimilados a los de Paz Departamentales de la Capital, no se denominan Juzgados de Paz sino de Conciliación.
15
Rige el principio dispositivo (art. 1º) y el art. 293.1 del CGP dice claramente “deberá pedirse
audiencia”. Quien pida la audiencia debe, por supuesto, tener capacidad y legitimación
procesales.39
SOLICITUD DE AUDIENCIA
Para que una persona obtenga una audiencia de conciliación, tiene entonces que pedirla.
Por todo ello, en aplicación del art. 64 del CGP, en nuestra modesta opinión, salvo
situaciones extremas de vulnerabilidad (de personas que no sepan o no puedan darse a
entender por escrito) no corresponde el pedido oral de una audiencia de conciliación,
porque la forma escrita es la más idónea y, en las ciudades en las que hay que pasar
previamente por una Oficina Distribuidora de Turnos, es indispensable.41
39 Cf. BIURRUN, Rafael, op. cit, pp. 97 a 101, y BRUNO, Daniel y GIURIA, Carlos, El Instituto de la Conciliación Previa
vigente la Reforma de la Ley 16.995, en Revista de Técnica Forense Nº 7, 1998, pp. 35 y 36.
40 Cf. ABAL OLIÚ, Alejandro, op. cit. pág. 230 y autores por él citados
41 Es lo que el profesor Abal llama “razón operativa”, op. cit. pág. 231
16
acompañado de un juego de copias para cada una de las personas a citar (art. 70);
con la “suma” establecida por el art. 67 y por la Circular Nº 1/2004 de Dirección Gral.
de Servicios Administrativos, arriba a la derecha.
el resumen del petitorio. Debería ser algo así como: “se pide audiencia
de conciliación”,
firmado por la parte (art. 66 del CGP, salvo el poco frecuente caso de que la persona
no pueda o no sepa firmar, art. 68) y por su abogado (art. 37.1 y 37.6), o únicamente
por el abogado en caso que éste disponga de poder de su cliente a su favor. Veremos
un poco más adelante cómo están reguladas las excepciones a la obligatoriedad de la
asistencia letrada;
• con aclaración en forma clara y legible del nombre completo del abogado, su título
profesional habilitante y número de matrícula debajo de la firma del abogado, en
cumplimiento de la Acordada Nº 7097 de 20 de marzo de 1991.
17
tiene que controlar el carné que deberá exhibirse. Ese control se realizará recién en
la audiencia.
Nombre y domicilio real, procesal y electrónico del propio citante (art. 71.1 del CGP
y Acordadas Nº 7378 y 7637)
Se entiende que el citante puede pedir que se cite a su contraparte en dos o más
domicilios: la prioridad es que el citado se entere de su citación.
42 De acuerdo a la Ley 17.738 de la Caja de Jubilaciones y Pensiones de Profesionales Universitarios, art. 71 literal A y art.
1º nral. 1 de su decreto reglamentario 67/005 de 18/02/2005.
43 Art. 149 de la Ley 16.642.
18
de la guía telefónica para aclarar dónde se encuentra el domicilio de su contraparte,
pero a veces los notificadores luego informan que lo que surge de la guía no coincide
con la realidad de ese momento. En definitiva, es una carga del citante verificar y
aportar datos complementarios para asegurarse de que la citación llegue a destino.
Objeto del proceso que se pretende iniciar: un breve resumen de los hechos, con
especificación de las legitimaciones activa y pasiva (es decir, por ejemplo,
legitimación activa: peatón damnificado; legitimación pasiva: propietario del
vehículo embestidor) y de la fuente de las obligaciones cuyo cumplimiento se
reclama. En caso de vínculos contractuales, dice la Acordada Nº 7378, la citación
debe incluir “los datos individualizantes del contrato, y para el caso de reclamarse
daños y perjuicios indicar el o los rubros que se pretenden y la cuantía de cada uno
de ellos. Si correspondiere, se proporcionará la fecha del evento dañoso, aportando
asimismo cualquier elemento que a juicio del citante pudiera ayudar a identificar e
individualizar los hechos que ameritan la citación”. Más allá de la criticable y
criticada redacción de esos párrafos de la acordada, queda claro que el objetivo es
que el citado se entere de qué es lo que se le está reclamando y de qué juicio
enfrentaría en caso de no llegar a un acuerdo. Más adelante veremos qué sucede
cuando esto no se cumple y el citado llega a la audiencia sin ese conocimiento cabal.
19
Según el caso, caben dos posibilidades: que se requiera o no se requiera la participación de
abogado.
Debemos aclarar previamente que entendemos que existe una correlación lógica entre el
requisito de firma letrada de escritos y el de asistencia letrada a audiencias, en una
interpretación armónica y a la luz de criterios de razonabilidad y acceso a la Justicia similares
a los sostenidos por la Suprema Corte de Justicia en la Acordada Nº 7658 para casos
específicos que veremos un poco más adelante.
Es decir -y pese a la extraña redacción del art. 2º de la Ley Nº 16.995- que cuando se
requiere asistencia letrada a la audiencia, se requiere firma letrada en el previo escrito de
pedido de esa audiencia y en los demás escritos que pudiera presentarse en el expediente
de conciliación.
Son casos en los que una persona puede estar ante un Juez de Paz o de Conciliación sin
abogado y los acuerdos que suscribe valen como si se tratara de una sentencia firme. Como
son de montos limitados, uno puede tener cierta tendencia a pensar que aunque la persona
tome una decisión perjudicial para ella por no estar bien asesorada, las consecuencias no
van a ser “tan graves”, pero a esa tendencia podemos contestarle con dos argumentos: por
un lado, lo obvio: ese “poco dinero” puede significar muchísimo para una persona, y por
otro lado, que al firmar el acuerdo la persona generalmente cierra toda posibilidad futura de
reclamar en base a los mismos hechos.
Más adelante nos extenderemos más sobre la conveniencia, que entendemos indiscutible,
de que cada parte esté asistida por abogado.
20
No obstante esta posibilidad legalmente establecida, al menos en Montevideo los
citantes siempre consultan a un Abogado antes de la audiencia, salvo en las
“pequeñas causas de relaciones de consumo” que son otra excepción y que
analizaremos en detalle en la próxima viñeta.
En nuestra opinión, teniendo en cuenta los otros incisos del mismo artículo, el hecho
de que el procedimiento de conciliación comienza con el pedido de la audiencia, y las
demás normas que regulan la conciliación judicial previa, sólo la segunda
interpretación es correcta. En definitiva: si un caso es de menos de 20 UR, el citante
puede pedir la audiencia sin abogado, ambas partes pueden presentar escritos sin
firma letrada en ese expediente y ambas partes tienen derecho a estar sin abogado
en la audiencia.
21
Si se trata de un reclamo de los previstos por la Ley Nº 18.507, de un consumidor o
usuario, motivado en una relación de consumo (Ley Nº 17.250) y de un monto de
menos de 100 Unidades Reajustables (es decir menos de $ 60.000 o U$S 3.000
aproximadamente), la conciliación previa está exenta de la obligatoriedad de
patrocinio letrado.
La SCJ hizo un verdadero esfuerzo argumentativo para salvar una deficiencia de la ley
y no forzar al justiciable a vivir situaciones absurdas en las sedes judiciales.
No podemos dejar de mencionar aquí que el hecho de que la ley habilite a la gente a
pedir una audiencia de conciliación por estos temas sin abogado no significa
necesariamente que acudan sin asesoramiento de ningún tipo. Por el contrario,
aparentemente han surgido servicios no gratuitos de asesoramiento a
consumidores, brindados por personas que no estudiaron Derecho, de dudosa
seriedad. Quizás la idea del legislador haya sido proteger al consumidor vulnerable,
22
pero quitarle la obligación de obtener asesoramiento letrado no parece ser un medio
idóneo para ese objetivo. El vulnerable puede sentir, al igual que el no tan
vulnerable, la natural inclinación a conseguir asesoramiento, y es evidente que
siendo vulnerable puede no elegir bien quién lo ha de asesorar.
Algo que conceptualmente uno podría pensar que sería una excepción a la
obligatoriedad de la asistencia letrada, pero no lo es, son las conciliaciones que se
realizan en los Juzgados de Paz ubicados en localidades donde no hay tres abogados
como mínimo.
Según el art. 37.2 los asuntos que se tramiten ante los Juzgados de Paz en casos de
menos de 1 UR (unos $ 600) están exceptuados de la regla de la asistencia letrada
obligatoria, así como los que se tramiten “ante los Juzgados Letrados de Primera
Instancia en el litoral e interior de la República cuando no haya o no se disponga de
tres abogados como mínimo en la localidad asiento del Juzgado”. No creo que
existan al momento actual Juzgados Letrados en ciudades con menos de tres
abogados, pero en todo caso, la conciliación previa se tramita en los Juzgados de Paz,
de modo que esta excepción no la alcanza.
23
No.
Sucede con frecuencia que los escritos de solicitud de audiencia previa a los procesos de
escrituración forzada sean presentados con la firma de la parte y de un escribano. El
funcionario “de baranda” advertirá al portador del escrito que deberá contar con firma de
abogado, y si el portador insiste, el funcionario no dará día y hora de audiencia sino que
subirá el escrito al despacho para que el juez resuelva. Corresponde que el Juez de Paz o de
Conciliación decreten que el citante deberá comparecer con asistencia de abogado, aunque
nada impide que llegado el momento de la audiencia concurran los tres: el citante, el
abogado y el escribano.
Aprovechamos para agregar que los citados en esos casos casi nunca van, porque suelen ser
entidades que no existen más desde hace décadas, citadas en domicilios contractuales que
tampoco existen más. Pero… en un par de ocasiones concurrieron los citados y se concilió,
para gran alegría y alivio del citante que había llegado al Juzgado de Conciliación pensando
que ése era el primer paso de un largo proceso judicial y salió de allí con una fecha concreta
y cercana para escriturar.
Una situación especial: el escrito con la sola firma del abogado, sin poder
24
repitió en otro caso tuvimos que exigir firmemente el cumplimiento de la firma de la parte
en los escritos de pedido de audiencia, que era lo que correspondía legalmente.
¿Debería cada escrito subir al despacho y decretarse, como sucede en otras sedes judiciales,
en otros expedientes?
En realidad, nada lo impide, pero en los Juzgados de cierto volumen de trabajo resultaría
muy poco práctico. Demoraría el trámite, haría que la persona tuviera que regresar un par
de días más tarde y a menos que se cometiera al funcionario de atención al público el
señalamiento coordinado de las audiencias, se fijarían las audiencias sin saber si la fecha es
apropiada para ninguna de las dos partes.
Si el escrito no cumple otros requisitos (por ejemplo, no tiene firma letrada, no anuncia
ningún proceso concreto o no establece el monto reclamado) el funcionario le indica a
quien trajo el escrito lo que estaría faltando y no fija la audiencia. El portador del escrito
elige en el acto si prefiere llevárselo para completar o corregir, o si en cambio lo deja en el
Juzgado. Si deja el escrito, pasa en el mismo día a manos del Juez quien decidirá en un plazo
25
máximo de 48 hs. si concede la audiencia o si ordena completar o enmendar el escrito en
cuestión (arts. 195 y 196 del CGP). Evidentemente la primera opción es, por lejos, la más
elegida por quienes presentan escritos que resultan objetados por los funcionarios “de
baranda”.
SEÑALAMIENTO DE LA AUDIENCIA
Si los requisitos mencionados (de forma y de contenido) surgen a primera vista cumplidos,
el funcionario concederá un día y una hora de audiencia, coordinando en el acto con el
portador del escrito.
Coordinar el día y la hora significa dedicar uno o dos minutos a explorar posibilidades de
agenda, oír las necesidades de cada parte o abogado presente y decidir por alguna que
genere la menor cantidad posible de inconvenientes. De esta manera se facilita la
comparecencia, se brinda un mejor servicio y se pone en práctica la generación de
consensos.
Es muy importante aprovechar cada oportunidad para generar acuerdos, aunque sea en
algo tan simple como agendar una audiencia.
A efectos prácticos, para poder dar fecha y hora a las audiencias, los funcionarios cuentan
con agendas preparadas por los Jueces de Paz o de Conciliación con variedad de días y horas
disponibles.
La fecha asignada a cada audiencia se fija para días hábiles y teniendo presentes límites
temporales mínimos y máximos.
No se señalan audiencias en las Ferias Judiciales ni en los días sábados, domingos y feriados.
Eliminados esos días, restan generalmente 211 días hábiles en cada año. Se agendan
audiencias de conciliación en esos 211 días, en un horario que en Montevideo puede
abarcar desde las 8:00 hasta las 18:00 horas46, sin perjuicio de la hora de finalización de las
audiencias.
26
El límite mínimo para agendar está dado por un lado por la necesidad de notificar al citado
en su domicilio, tarea que obviamente insume tiempo, y por otro lado por las limitaciones
de horario de la sede y la existencia de otras audiencias agendadas.
El art. 295.1 del CGP establece: “La audiencia se convocará por el tribunal competente
según el artículo 255 de la Constitución, para día y hora determinados y con anticipación
no menor a tres días”.
En realidad, interpretamos que la citación debe llegarle al citado con al menos tres días de
antelación respecto a la fecha de la audiencia.
Por ejemplo, si alguien pide una audiencia de conciliación un lunes, entendemos que el art.
295.1 no permite convocar la audiencia para antes del viernes siguiente, y ello sólo para el
infrecuente caso de que se notifique al citado dicha convocatoria el mismo lunes, lo cual
podría suceder en caso que ese mismo día el Juez de Paz o de Conciliación autorice una
citación por escribano y el escribano realice la diligencia o en un Juzgado de Paz de una
localidad pequeña en la que el notificador pueda hacer el mismo día la diligencia.
No será correcto, entonces, que el citado se entere el jueves de que tiene audiencia el
viernes: su derecho de defensa se vería afectado, disminuirían sus posibilidades de
conseguir y elegir patrocinio letrado, le sería más difícil asistir a la audiencia -debido a
compromisos de trabajo por ejemplo- y el conflicto probablemente se polarizaría más, por
lo que disminuirían también las probabilidades de llegar a un acuerdo con el citante.
Recordemos que, como hemos visto, la Acordada Nº 7378 exige que las citaciones a
conciliación contengan por lo menos los que identifica como elementos mínimos,
precisamente para evitar las citaciones intempestivas. En buen romance, la idea que
subyace es que una citación a conciliación no debe ser una trampa ni una emboscada, sino
una oportunidad de diálogo civilizado.
27
Por lo antedicho, la citación debe llegarle al citado con anticipación no menor a tres días
hábiles.47 Suponiendo una semana sin días feriados, si la audiencia está agendada para el
viernes, el cedulón debe llegarle al citado en su domicilio a más tardar el lunes anterior.
Esta interpretación de la antelación de tres días es, según nuestra experiencia, unánime, y
encuentra apoyo doctrinario en el trabajo de los Dres. Bruno y Giuria48 y en las Lecciones del
prof. Tarigo: “Lo que razonablemente debe entenderse que expresa la disposición en
examen es que entre la fecha de la citación y la fecha de la audiencia debe mediar un lapso
mínimo de tres días”.49
Luego, una copia con la constancia del notificador de qué día y en qué lugar se efectuó la
citación (la llamada “vía Actuación” en las ciudades que cuentan con Oficina Central de
Notificaciones) es enviada de regreso a los Juzgados de Paz o de Conciliación.
Los Jueces deben tener a la vista esa copia del cedulón antes de la audiencia, para verificar
si la persona que debía ser citada fue realmente citada.50
Cabe aclarar además que, tal como mencionamos recién, es legalmente viable que la
citación sea practicada por un escribano propuesto y contratado por el citante y autorizado
por el Juez (art. 79.5 CGP y arts. 10 a 18 de la Acordada Nº 7150 de 10 de junio de 1992), así
como también es admisible la citación por medio de un telegrama colacionado certificado
con copia (art. 81 CGP y art. 19 de la Acordada Nº 7150).
Estos medios no judiciales de citación no se ven muy frecuentemente para las conciliaciones
previas, en primer lugar porque el cumplimiento de la Acordada Nº 7378 implica textos
largos a notificar y en segundo lugar porque el citante suele poder esperar treinta días para
su audiencia y no desea solventar de su peculio los gastos de notificar por estas otras dos
vías más rápidas pero onerosas. Pese a ello, en casos de urgencia se puede recurrir a la
notificación por escribano y al telegrama. En los hechos, por razones prácticas de costos en
relación a los largos textos y de necesidad de previa aprobación del texto del telegrama por
la sede judicial, se recurre mucho más a la notificación por escribano que a realizarla por
telegrama.
47 Más adelante veremos la gran trascendencia y utilidad de esta antelación de tres días.
48 BRUNO, Daniel; GIURIA, Carlos, op. cit. p. 21.
49 TARIGO, Enrique, Lecciones de Derecho Procesal Civil según el Nuevo Código, tomo II, 3ª edición, FCU, Mdeo.,2004, p.
331.
50 También veremos más adelante a qué efecto se necesita y qué sucede cuando no se cuenta con ella antes de la
audiencia.
28
De todos modos debe respetarse siempre la antelación de tres días. Si una persona necesita
una audiencia de conciliación con suma urgencia y pide notificar a su contraparte por
escribano, conviene verificar que el escribano pueda notificar ese mismo día y si fuera por
ejemplo un lunes, se podrá agendar la audiencia para el viernes siguiente, o de ahí en
adelante.
La agenda en sí misma
El Juez decide cuándo tomará audiencias de conciliación. En el caso de Montevideo, según
veremos a continuación, deberá dar todos los días y horas de agenda necesarios para
mantenerse dentro de los 30 días de pedida cada audiencia, y podrá agendar libremente
desde las 8:00 hasta las 18:00 horas.
Es realmente muy difícil fijar de antemano cuánto tiempo insumirá una audiencia de
conciliación, ya que puede ir desde “cero minuto” si las partes no concurren, hasta varias
horas.
La audiencia de conciliación más larga que hayamos conocido duró siete horas y vimos al
mozo de un bar trayendo café y agua mineral para todos los participantes de la audiencia; la
nuestra de mayor duración fue de cinco horas (sin café ni agua mineral).
En nuestra experiencia personal, agendar una audiencia cada media hora hacía que casi
siempre estuviéramos en hora y en algunas ocasiones tuviera unos minutitos ociosos.
Agendar cada veinte minutos las audiencias hacía que permanentemente estuviera en
audiencia, sin pausa, ya que, casi siempre, cada vez que terminaba una audiencia tenía
gente esperando para la siguiente, y me era difícil mantener la puntualidad.
Agendar cada menos de veinte minutos, cosa que por el volumen de trabajo tuve que
realizar varias veces, era un desacierto, pero recordemos que era muy frecuente tener más
de 20 audiencias por día.
El límite máximo para agendar, por otra parte, fue establecido para Montevideo por la
Suprema Corte en su Resolución Nº 279 de 24 de mayo de 2002 para los Juzgados de
29
Conciliación: las audiencias se realicen efectivamente en un plazo máximo de treinta días a
partir de la presentación de la respectiva solicitud. Esta resolución no rige para los Juzgados
de Paz del interior del país, donde no hay un plazo fijado, pero de hecho no se suele superar
el mes.51
Puede ocurrir –y de hecho es frecuente- que una persona concurra a pedir una audiencia de
conciliación pero no la quiera para antes de 30 días, sino, por ejemplo, para dentro de dos
meses, por cualquier motivo personal de la parte o incluso de su abogado (por ejemplo, el
“cumpleaños de 15” de su hija, una intervención quirúrgica programada, un viaje, un
examen de facultad…). No tiene por qué decir el motivo y menos aún establecerlo por
escrito, pero en la conversación con el funcionario probablemente lo mencione. En esos
casos, lo más probable es que el funcionario no disponga de días de agenda para esa fecha y
que le tenga que indicar a la persona que regrese aproximadamente 30 días antes de la
fecha deseada para la audiencia. Si la persona insiste y desea dejar planteado en ese
momento su pedido, el funcionario no dará día y hora de audiencia sino que subirá el escrito
al despacho y el Juez agendará directamente la audiencia. En los Juzgados de Paz del
Interior es posible que se consulte en el acto al Juez -si no está en audiencia-, y se convenga
el señalamiento para la fecha requerida, pero en los Juzgados de Conciliación de
Montevideo la consulta inmediata al juez es casi imposible, por la distancia física existente
entre el sector de atención al público y las salas de audiencias y sobre todo por el hecho de
que los Jueces suelen estar permanentemente en audiencia, donde no deben ser
interrumpidos.
LA CITACIÓN
La citación se realiza mediante un documento que emana del Juzgado y que va acompañado
de una copia del escrito de solicitud de audiencia.
51Según nuestro conocimiento la Resolución 279/002 es la única norma de rango no legal que ordena fijar audiencias
dentro de cierto plazo.
30
al pie: la advertencia textual “Es única citación bajo apercibimiento de
que en caso de incomparecencia se tendrá como presunción simple, en
contra de su interés, en el proceso ulterior (art. 295.3 Código General
del Proceso)”, y
En cuanto a los elementos que debe proporcionar la parte citante para que de
alguna manera (aunque sea en copia adjunta) se incorporen a la citación judicial, nos
remitimos a lo dicho supra bajo el subtítulo “Contenido del escrito de solicitud”.
31
No es frecuente, pero sucede, y puede suceder. En algunos casos la parte citante
agrega, por ejemplo, fotocopias de contratos o fotografías de los daños reclamados.
En esa lectura del día anterior el Juez también controla que los citados hayan sido
efectivamente citados. Puede advertir que alguna de las audiencias no va a poder realizarse
porque la citación fue devuelta por el notificador informando por ejemplo que el citado no
se domicilia más en el lugar, o que no pudo ubicar el número de puerta, o que hay varias
calles con el mismo nombre y que se deberá aclarar cuál es la del domicilio, que allí se
encontraba un familiar que le informó que la persona a citar había fallecido, etc. En esos
casos la parte citante tiene la carga de proporcionar más datos para citar y para ello
presentará un escrito posterior y se le dará nueva fecha de audiencia en el mismo
expediente.
32
asistido por qué abogado, sin perjuicio de las modificaciones que se realizarán en el
momento de la audiencia.
Y por otro lado, el abogado del citante o alguien que le haga la procuración, tiene la carga
de ir al Juzgado a verificar si la citación se hizo correctamente: si el citado fue notificado y si
lo fue con al menos 3 días de antelación. Excelente consejo dan al respecto los Dres. Bruno y
Giuria: “recomendamos concurrir con anterioridad a la audiencia y en tiempo en que la
citación debió ya ser hecha, a verificar que ello efectivamente ocurrió. De lo contrario
tendremos muchas veces la poco recomendable situación de concurrir con nuestro cliente a
la audiencia y enterarnos en ese mismo momento que por múltiples posibles razones la
citación no pudo ser comunicada al citado (…)”52
Si una de las partes no trajo su cédula de identidad se le pedirá otro documento que
satisfaga razonablemente la necesidad de verificar la identidad de quien comparece: licencia
de conducir, pasaporte… Si no trajo nada, puede ser que su contraparte lo conozca y admita
que la persona es quien dice ser; pero si no fuera así, podríamos hacer la audiencia haciendo
constar que la persona “dice ser…” pero no lo acredita, y podríamos concederle un plazo
para que lo acredite. Si la que no trajo su documento es la parte citante, se podrá retener su
ejemplar del acta o no expedirse testimonio hasta que acredite su identidad.
Si concurrió un abogado de quien no recordamos haber visto nunca el carné, y viene sin su
carné, y están ambas partes prontas para entrar a la audiencia, lo más adecuado será
celebrar la audiencia de todas formas, consultar en el sitio web del Poder Judicial si no se
trata de un abogado suspendido y simplemente retener la copia del acta que le
correspondería al cliente de ese abogado hasta que alguien concurra a exhibirlo. A efectos
prácticos es útil llevar un registro alfabético (manual o digital) de los números de carnés.
33
realmente la representación. Si de esa conversación surge que no la tiene (por ejemplo, es
el Presidente pero estatutariamente debería estar también el Secretario) deberá tenerse a
la parte como incompareciente, salvo que de común acuerdo se convenga una prórroga.
Algo que ocurre también es que haya personas que no pueden subir o bajar 53 las escaleras
necesarias para llegar a la sala de audiencias. ¿Qué podemos hacer en esos casos? Pues
desdoblarnos como podamos. Haremos la mayor parte de la audiencia en la sala y luego
iremos a hablar con la persona que no pudo usar la escalera. Esto se puede hacer de manera
medianamente razonable si esa persona vino con un abogado, pero es mucho más difícil
cuando se trata de un caso sin asistencia letrada y la persona con la discapacidad vino solo o
con un asistente terapéutico contratado, que nada tiene que decir ni saber del conflicto, o
en el caso de que sea el abogado el que no pueda hacer uso de la escalera.
Si no se sabe si el citado fue citado o no, porque no volvió de la Oficina Central la copia del
cedulón, y llegada la hora de la audiencia el citado no viene, se nos genera la duda:
¿hacemos un acta en rebeldía? ¿Prorrogamos la audiencia?
Cuando llegue el cedulón verificaremos si el citado fue efectivamente citado, con los
debidos tres días de antelación como mínimo, y si fue así, podremos entregar a partir de ese
momento a la parte citante su ejemplar del acta.
En cambio, si el citado no había sido citado, anularemos esa acta de forma bien visible que
no pueda dar lugar a confusión y la archivaremos con las demás actas en rebeldía,
simplemente para mantener la debida correlación numérica.
53En Montevideo hay que subir al primer piso y la única manera es por la escalera, tal como señalamos en la introducción
en el capítulo “Un poco de historia”, pero recordamos que hace muchos años, cuando nos desempeñábamos en el Juzgado
de Paz Departamental de Cerro Largo de 1er. Turno (con sede en Melo) la sala de audiencias estaba en un sótano, al que
se solamente se podía llegar bajando una escalera.
34
POSIBILIDADES DE COMPARECENCIA
Llegado el día de la audiencia, el único que no puede faltar es el Juez (arts. 295.2 y 100 del
CGP). Si falta el juez -sea porque está en uso de licencia o porque se tuvo que ir por una
emergencia personal, sea porque está subrogando otra sede (situación común en el
interior), en fin, si por cualquier motivo no está en la misma sala, viendo y oyendo a las
partes que lo ven y lo oyen-, entonces la audiencia no se realiza y deberá prorrogarse para
otro momento. Si se realizara, sería absoluta e insanablemente nula.
35
parte integrante del acta. En este estado las partes convienen agregarle las
siguientes cláusulas: … Analizado el acuerdo y sus modificaciones, el Sr. Juez provee:
Homológase el acuerdo transaccional que lograron las partes y expídanse
testimonios”.
Puede ser una prórroga de un día, de dos días, de una semana, de un mes, de
cuatro meses… No hay límites mínimos ni máximos preestablecidos, simplemente se
está a lo que pidan de común acuerdo las partes, dentro de las razonables
posibilidades de agenda del juez.
Para hacer constar por escrito la prórroga se deja una simple constancia en el
expediente de conciliación, algo así como: “A solicitud de ambas partes esta
audiencia se prorroga para el …” y se notifican las partes y sus abogados mediante su
simple firma. Esas firmas de los abogados no llevan timbre profesional, porque son
de una notificación y no de un acta o escrito (art. 71 literal A de la Ley Nº 17.738).
36
incluso ante entidades colectivas como asambleas de copropietarios o cooperativas.
En esos casos ingresan los comparecientes a la sala de audiencias y se labra y firma el
acta de audiencia en la que figurará algo así como “En este estado surge la
conveniencia de prorrogar la audiencia, a cuyos efectos se señala el …. Las partes
quedan notificadas en este acto. No siendo para más se labra y firma la presente…”.
En ese caso, como se labra un acta, las firmas de los abogados sí llevan timbre
profesional (art. 71 literal A de la Ley Nº 17.738).
Si una de las partes pide la prórroga y la otra parte, evaluados los posibles
beneficios e inconvenientes de la prórroga contesta que no la acepta, la audiencia no
se prorroga.
Si las partes piden de común acuerdo una prórroga, aunque sea la décima o
enésima prórroga, se prorroga.
37
ya que podrá adjuntar ese documento a su demanda (art. 255 de la Constitución y
art. 337 CGP).
De esa acta se entregará testimonio o un ejemplar autógrafo al citante, para que pueda
adjuntarlo -si decide ir a juicio- a su futura demanda.
Es posible que Juan se comunique por teléfono móvil con su abogado y que pida que en
ese mismo momento se le dé nuevo día y hora de audiencia. El juez decide.
38
5. Comparecen Juan, el Dr. Pérez, y Diego sin abogado.
5.1. Diego dice que no contrató a ningún abogado porque no tiene los medios
económicos para ello
En ese caso el funcionario receptor le hace algunas preguntas, por ejemplo si tiene
trabajo o si tiene ingresos, y si la persona reúne prima facie las condiciones para
recibir asistencia jurídica gratuita en Defensoría Pública54 o en los Consultorios
Jurídicos de las Facultades de Derecho, se le pregunta en qué barrio vive o trabaja, se
le brinda la información necesaria para que se dirija a uno de los servicios de
asesoramiento jurídico gratuito y se agenda una nueva fecha de audiencia, dándole
copia del nuevo señalamiento a la persona. Esta conversación tiene lugar delante de
la parte citante y su abogado, y al agendar la nueva fecha se los oye atentamente y
se tiene particularmente en cuenta los impedimentos de fecha y horario que la
citante pudiera tener, ya que se ve perjudicada por la situación de falta de asistencia
letrada de su contraparte.
5.2. Diego dice que no contrató abogado porque no quiere gastar dinero
Si Diego tiene una condición económica un poco más holgada que en el caso
anterior, no podrá acudir a la defensa gratuita. Se le pregunta si no conoce a ningún
abogado. A veces en estos casos sucede que la persona dice, por ejemplo ante una
citación por un accidente de tránsito: “sí, conozco, pero me cobra, y yo acá no tengo
nada que ver, yo a la fecha que dice acá (señala la copia del escrito que le llegó con la
citación) ya había vendido el auto”.
54 Ac. 7414 de 6 de marzo de 2001 modificada por la Ac. 7610 de 28 de septiembre de 2007: a) Soltero, sin bienes de
fortuna, ni familiares a su cargo, ingresos no superiores a 3 BPC; b) Casado, con familiares a su cargo, sin bienes: ingresos
no superiores a 5 BPC; c) Si paga arrendamiento superior a 10 UR y tiene más de dos menores a su cargo, ingresos no
superiores a 8 BPC. Por el corriente año 2012 una BPC vale $ 2.417, es decir cerca de U$S 120.
39
En algún caso hemos visto que “Diego” exhibe documentos probatorios al “Dr.
Pérez” y ese intercambio de información resulta útil de tal modo que el “Dr. Pérez” le
dice al receptor de audiencias que “la deja sin efecto”, que va a estudiar más la
legitimación pasiva del caso y que va a decidir después a quién citar.
5.3. Diego está muy ofendido y dice que no va a contratar a un abogado ni piensa
volver al Juzgado
En esa situación no cabe la presunción simple en contra prevista por el art. 295.3, ya
que “el citado” compareció. El que no compareció fue su abogado. De todas
maneras, el que va a decidir si aplica o no presunción simple es el juez del litigio
posterior.
5.4. Diego dice que había quedado en encontrarse en la sala de espera con el Dr.
García
40
También puede ocurrir que el Dr. García no llegue, no llame, no atienda su celular y
que en el teléfono de su estudio aparezca una grabación. Puede ser que Juan o el Dr.
Pérez ya hayan tenido inconvenientes con él y emitan juicios negativos sobre su
impuntualidad o falta de compromiso, por ejemplo. Si es ésa la situación, la parte
citante no va a aceptar voluntariamente y de buen grado fijar una prórroga y va a
insistir en que se labre el acta en rebeldía del citado por no haber comparecido éste
en debida forma, pero el Juez de Conciliación o de Paz priorizan la posibilidad de que
haya un diálogo, una posible conciliación, y no labra el acta en rebeldía sino que
decide (ahí sí, por sí y no por consenso de partes) prorrogar la audiencia.
Generalmente señala la nueva fecha en ese mismo momento tratando que el nuevo
día y hora genere la menor molestia posible a quienes, habiendo concurrido
debidamente, se ven obligados a volver al Juzgado otro día.
En este caso el nombre y el teléfono del abogado del citante suelen surgir del escrito
de pedido de audiencia, de modo que el funcionario receptor pregunta a Juan si sabe qué
pudo haberle pasado al Dr. Pérez, y si Juan no lo sabe, sugiere que lo llame por teléfono. A
veces ocurre que el abogado se encuentra en otra audiencia y llega unos minutos más tarde.
Esas vicisitudes se manejan con criterio por el receptor quien puede proponer prorrogar la
audiencia o esperar, en cuyo caso probablemente hará pasar a las partes de la audiencia
siguiente. Si se opta por prorrogar la audiencia, se podrá proceder como se indicó en el
numeral anterior.
Una vez más, al faltar el Dr. Pérez, no se hace la audiencia. Se procede como en los
dos numerales anteriores.
En todo caso en las hipótesis de asistencia letrada obligatoria en que el citante está
pero su abogado no, la audiencia no se realiza. No se hace acta. Como Juan vino, tampoco
se expide al citado la constancia necesaria para el proceso de jactancia (art. 295.3). Sí se
puede dar, obviamente, una constancia simple de que la persona estuvo en el Juzgado, para
que pueda presentarla en su trabajo, por ejemplo.
41
Se hace constar en el expediente que la audiencia no se realizó porque el letrado
patrocinante del citante no concurrió. Luego él tendrá que presentar un nuevo escrito
pidiendo audiencia; ese nuevo escrito puede ser presentado en el mismo expediente.
Puede ocurrir que por causa de una enfermedad o viaje del citado se prevea mucha
dilación o no se pueda fijar un plazo (por ejemplo en caso de una enfermedad
terminal, el viaje de “Arquitectura Rifa” recién iniciado o una misión militar en el
exterior).
El Juez y/o el receptor escuchan primero a la parte citante (en nuestro ejemplo,
escucha al Dr. Pérez en presencia de Juan y del Dr. García).
Es posible que el Dr. Pérez (hablando por su asistido Juan) acepte sin problema la
dilación, por ejemplo, porque mientras tanto va a negociar con el Dr. García que va a
estar en contacto permanente por mail con Diego, o porque ya tiene un embargo
trabado sobre un inmueble de Diego en otro juicio y no le preocupa tanto el tiempo,
o por la razón que sea, que no está obligado a revelar. Si así fuera, el Juez señalará la
prórroga respetando esa dilación y haciendo constar en el expediente que ella surge
42
a pedido del letrado patrocinante de la parte citada y ante la no objeción de la parte
citante.55
En caso que el Dr. Pérez no admita una dilación tan extensa, el Juez sugiere al Dr.
García que consiga un Poder para pleitos de su cliente o que comparezca un familiar
de este último en su procuración oficiosa (de acuerdo al art. 41 del CGP al que nos
referiremos en detalle más adelante), y señala una prórroga para dos o tres semanas
después, aproximadamente, coordinando la fecha y la hora con los presentes y
advirtiendo cortésmente que si a esa nueva audiencia Diego no viene personalmente
ni representado en forma alguna, se labrará el acta en rebeldía.
8.3. El Dr. García no trae ningún justificativo pero pide una prórroga
Si el Dr. García desea ingresar a la audiencia para que conste en el acta que él sí
concurrió, así se hará. En ese caso deberá por supuesto firmar también él el acta y
reponer el timbre profesional correspondiente.
Si el abogado del citado concurrió, pero su cliente no le avisó nada y –por las razones
que fuere o sin razón alguna- el Dr. García no solicita ninguna prórroga, no cabe
siquiera considerar la posibilidad de prorrogar la audiencia. Al igual que en los dos
párrafos anteriores, se labrará un acta de audiencia en rebeldía del citado (art. 295.3
del CGP), en la que podrá constar que concurrió su abogado (como en numeral
anterior), salvo que el Dr. García opte por retirarse.
En nuestra experiencia esa dilación nunca fue de más de 6 meses, pero para nuestra sorpresa hubo varias de entre 3 y 6
55
meses.
43
9. Están el Dr. Pérez, Diego y el Dr. García
Cabrán dos posibilidades según lo que diga el Dr. Pérez en la sala de espera, ante el
receptor (o el Juez) y ante Diego y el Dr. García.
9.1. El Dr. Pérez explica lo que le sucedió a Juan y pide una prórroga
En ese caso, se oye a los presentes y se les da tiempo y espacio a Diego y al Dr.
García para que dialoguen entre sí.
Esta situación es generalmente muy molesta para el citado, que recibió la citación,
consultó a un abogado y concurrió debidamente a la audiencia, para luego encontrar
la sorpresa de que el citante no asistió.
Los citados habitualmente preguntan en esos casos si el citante puede citarlos otra
vez, y la respuesta es obviamente que sí, ante lo cual los citados preguntan -
generalmente con enojo- qué pasa si la vez siguiente sucede lo mismo. No está
prevista ninguna sanción ni ningún límite a la cantidad de audiencias que alguien
puede solicitar. El citante es libre de pedir audiencias y puede suceder que falte,
aunque rara vez ocurre. Por no haber concurrido a su audiencia el citante no recibe
ninguna sanción ni pierde ningún derecho, aunque rige el régimen general de
responsabilidad, por lo que si alguien fue citado varias veces y eso le ocasionó daños,
podrá eventualmente reclamarlos... Además la ley brinda al citado la posibilidad de
iniciar un juicio “provocativo” (también llamado de jactancia56) como detonador o
interpelación para que el contrario defina la situación y, o bien comience el juicio en
30 días, o bien ya no pueda reclamar. Aunque el proceso de jactancia es una
44
herramienta legal vigente, es vista como poco atractiva y no es muy utilizada en la
práctica.
9.2. El Dr. Pérez dice ignorar lo que le puede haber sucedido a su cliente y no
solicita una nueva fecha de audiencia
Salvo si el Dr. Pérez dijera que no desea una nueva fecha de audiencia, se fijará una
prórroga con antelación cercana a un mes y se orientará a Diego para que consiga
asesoramiento letrado. Se lo notifica y se le entrega copias, pero si se niega a notificarse o
ante cualquier resistencia, se le dice que no es necesario que firme nada y se le envía una
nueva citación a través de notificador judicial.
45
Como su contrario no fue, teóricamente se le podría dar la nueva fecha en el acto,
aunque también es válido pedirle que presente por escrito algún justificativo de lo que le
impidió a su cliente comparecer a la audiencia. En caso que pueda justificar su
incomparecencia (por ejemplo mediante certificado médico) se le dará la nueva fecha en el
mismo expediente.
Lo decidirá el juez.
Según las circunstancias, si los abogados no se conocían, puede ser positivo que el
receptor o el Juez los presente y dé el “puntapié inicial” de un diálogo que luego seguirá o
no entre los abogados.
Es posible que de ese diálogo surja el pedido conjunto de una nueva fecha de
audiencia; en ese caso se agendará, coordinando el día y la hora más conveniente a todos.
Si el pedido de nueva fecha viene sólo del Dr. Pérez, y el Dr. García no está de
acuerdo, se pedirá al Dr. Pérez que se presente por escrito en el mismo expediente con
algún justificativo del impedimento que hubiera tenido Juan. De todos modos, si no
presenta ningún justificativo, siempre puede presentar un pedido nuevo de audiencia (no en
el mismo expediente sino “desde cero”; si es en Montevideo deberá en ese caso pasar por la
ORDA nuevamente).
En el poco frecuente caso de que necesite una constancia simple de que concurrió,
se le dará.
En caso que no concurra ninguna de las dos partes, se hace constar muy
sencillamente en el expediente y se archiva.
46
Como ya vimos, el citante puede pedir una nueva audiencia, comenzando “desde
cero” todo el trámite; aunque la práctica indica que cuando no concurre nadie a una
audiencia de conciliación, es porque las partes ya llegaron a un acuerdo y no consideraron
necesario documentarlo en un acta de conciliación, situación cada vez más frecuente
cuando se conviene algo que se agota al momento de llegar al acuerdo (por ej., un pago
único en el momento). Les interesará la audiencia cuando pacten obligaciones líquidas a
futuro, para contar con un título de ejecución en caso de un eventual incumplimiento.
Lo que se puede
En primer lugar corresponde tener presente que la obligación de comparecencia personal
de las partes está prevista sólo para la audiencia preliminar, en el juicio, y no para la
conciliación previa.
Las partes pueden por lo tanto comparecer a la conciliación representadas por un abogado
o procurador que cuente con un poder extendido en escritura pública a su favor, que incluya
facultades para disponer y transar (arts. 38 y 39 del CGP).
También pueden comparecer exhibiendo por ejemplo los testimonios de partidas en caso de
tratarse de representación legal de un hijo menor de edad por sus padres (art. 36 del CGP).
En caso que una persona no pueda asistir por razones debidamente acreditadas, puede
comparecer en su representación su cónyuge, ascendientes o descendientes, parientes por
consanguinidad o afinidad hasta segundo grado de parentesco, socio, comunero o titular de
un interés común, y la otra parte podrá solicitar una posterior ratificación, en caso de
entenderlo necesario.57
47
firmar un acuerdo. Es particularmente útil en los casos en los que se llega a acuerdos que no
contienen obligaciones a futuro, como por ejemplo cuando se paga al contado.
Lo que no se puede
Si bien el art. 38 in fine prevé la posibilidad de que el Juez requiera la comparecencia
personal de la parte “en cualquier otra circunstancia”, no vemos que para una audiencia de
conciliación previa sea viable que el juez haga uso de esa facultad, es decir, teniendo
delante al apoderado de la parte, decir que quiere que venga personalmente el
representado. No lo vemos justificable ni útil, pero sobre todo advertimos que si el Juez
requiere esa comparecencia personal y la parte no va, no habría sanción posible.
Por otro lado es necesario tener en cuenta que los abogados no pueden comparecer por sus
clientes diciendo “tengo el art. 44”. Para un abogado, no alcanza con tener la autorización
por escrito de su cliente para comparecer por él58. No puede ir a una audiencia de
conciliación un abogado representando (sustituyendo) a su cliente si no tiene un poder
otorgado en escritura pública con todas las formalidades e incluyendo expresamente la
facultad de disponer de los derechos.
Tampoco es suficiente una “carta poder” como las que se suele utilizar para acudir a hacer
gestiones ante otras oficinas públicas. Deben aplicarse necesariamente los arts. 36 y ss. del
CGP y la “carta poder” no figura allí. Es cierto que el costo y la operativa de firmar un poder
ante escribano funciona, de hecho, como aliciente para la comparecencia personal de las
personas directamente involucradas en el conflicto, pero eso es visto muy positivamente
desde la perspectiva del Juez de Paz o de Conciliación.
Si los citados eran varios y concurrieron sólo uno o algunos pero no todos:
- en caso que en la audiencia se logre un acuerdo, debe quedar claro también a qué
partes “libera” ese acuerdo, ya que se puede pactar que en virtud del acuerdo el
citante no tiene nada más que reclamar no sólo del citado compareciente sino de
otro citado que no compareció (o incluso de un tercero).
48
- si no se logra un acuerdo, en la providencia final se divide: “Respecto a Diego…:
téngase presente su incomparecencia. Respecto a María…: Tiénese por inútilmente
tentada la conciliación”
Narraremos a continuación cómo, de hecho, hemos visto y vivido que se trabaja en los
Juzgados de Conciliación de Montevideo, sin perjuicio de las peculiaridades de cada caso,
cada día de trabajo y cada juez.
EL INICIO
A medida que las partes van ingresando a la sala, el juez saluda dando la mano a todos y
cada uno. Es ésta la primera oportunidad en que las partes ven al juez y el juez ve a las
partes. Todos toman asiento. Si algunas de las personas que ingresaron están hablando
entre sí, el juez hace silencio hasta que la conversación cesa. Entonces, el juez se presenta e
identifica por su nombre a cada persona compareciente, dejando en claro quién es parte y
quién es abogado (para esto es sumamente útil tener los documentos a la vista).
Al tratarse de audiencias judiciales, son públicas, por lo cual puede haber ingresado alguien
como acompañante de una de las partes o de uno de los abogados. En ese caso, el juez le
pide que diga su nombre y le aclara que en principio no hay inconveniente en que esté allí
pero que deberá mantenerse en silencio. Si la presencia del acompañante genera resistencia
59Como ya vimos y repetimos, el 295.2 del CGP dice claramente “La audiencia será presidida por el tribunal, bajo pena de
nulidad insanable”.
49
en una de las partes, el juez explicará al visitante que debe dar prioridad a las posibilidades
de diálogo y conciliación, por lo que le pedirá que se retire a la sala de espera contigua.
En algún caso sucedió que la parte que trajo compañía se aferró fuertemente a su presencia
(recordamos un caso en que una persona dijo con mucha emoción “¡Ella tiene que estar!
¡Ella es mi todo!” y su “todo” por supuesto se quedó60); el juez oye muy brevemente y
decide lo que ayude más a las posibilidades de entendimiento.
Puede ocurrir también que haya público en la sala de espera, aguardando para entrar a
cualquier audiencia de conciliación donde acepten su presencia: es el caso de los
estudiantes de las Facultades de Derecho que son enviados y acompañados por sus
docentes para presenciar audiencias con fines didácticos. En esos casos, por simple sentido
común y por la más elemental cortesía, se consulta a las partes y a sus abogados antes de
que ingresen los estudiantes, si tendrían inconveniente en que la audiencia fuera
presenciada por ellos, dejando muy en claro que pueden negarse. Así lo hicimos en cientos
de audiencias y no recordamos que nadie se haya negado; aunque, reconocemos, en
algunos casos que preveíamos muy personales por lo que surgía del escrito de pedido de la
audiencia, ni siquiera lo planteábamos y les decíamos a los estudiantes que esperaran a la
audiencia siguiente.
Recordamos un caso en que una joven que había sido cliente o paciente de un profesional,
le reclamaba una indemnización por haberse prevalecido de su rol profesional para tener
relaciones íntimas con ella. Durante esa audiencia, los estudiantes esperaron
tranquilamente afuera.
EL USO DE LA PALABRA
El juez procede en ese momento a explicar brevemente cómo se ha de desarrollar la
audiencia. Es conveniente que explique que todos van a tener oportunidad de hablar pero
que él va a ir cediendo ordenadamente la palabra, que si fuera necesario la audiencia se
podrá prorrogar de común acuerdo entre las partes, que lo que se diga en la primera parte
60Esto se hizo así desde mucho antes de la Regla de Brasilia que preconiza esta solución para los casos de personas en
condiciones de vulnerabilidad.
50
de la audiencia será “fuera de acta” y que luego, “para el acta” cada parte podrá dictar lo
que guste. Esta explicación se abrevia muchísimo cuando quienes están en audiencia ya
comparecieron anteriormente a otras en la misma sede.
Cede el Juez la palabra en primer lugar al abogado del citante; éste generalmente ratifica o
reitera lo expresado antes por escrito y en algunas ocasiones agrega más elementos. Según
la claridad y concisión que haya tenido en su exposición, el Juez parafrasea y/o plantea
preguntas para complementar el punto de vista del citante, y luego pregunta a la parte (la
parte, no su abogado) si desea agregar algo. Finalmente el Juez suele decir resumidamente
el planteo global del citante.
Se han dado algunos casos de citantes que omiten mencionar que cobraron la reparación de
su vehículo a través del seguro. Veámoslo con un ejemplo.
Juan y Diego tuvieron un accidente de tránsito. Juan tenía seguro “total” y su aseguradora
abonó $ 60.000 por la reparación de su camioneta. Pero Juan usaba la camioneta para fines
comerciales y cita a Diego a conciliación por “daños y perjuicios derivados del accidente
ocurrido…” por la suma de $ 30.000. En la audiencia Diego hace un ofrecimiento y
finalmente transan en $ 11.000 al contado “por todo concepto”. Los dos quedan muy
contentos, Juan logró cobrar algo y Diego piensa que hizo un buen negocio porque recuerda
los importantes daños que causó a la camioneta.
51
Todo lo cual se evitaría con la dedicación de un par de minutos en la audiencia a verificar la
aplicación estricta de la Acordada Nº 7378 que dispone, como ya hemos visto, que deben
discriminarse los rubros que se reclaman.
Cede entonces la palabra al abogado de la parte citada, quien expone su punto de vista en
ese momento por primera vez, ya que no tuvo oportunidad de presentarlo antes por escrito,
a diferencia de lo que sucedió con el citante. Ese momento particular equivale realmente a
“abrir la caja de Pandora”, ya que los argumentos que exponga esta parte pueden llegar a
sorprender y a detonar reacciones en la parte citante, lo que el Juez de Paz o de Conciliación
debe saber anticipar, prevenir y canalizar.
Debe tenerse presente que – contrariamente a lo que ocurre en las audiencias dentro de
juicios ya iniciados-, en las audiencias de conciliación no existe el límite del denominado
“objeto del proceso”. Juan puede haber citado a Diego por incumplimiento de un contrato
de compraventa de vehículo y Diego puede decir en la audiencia que es cierto que no le
pagó, pero fue porque Juan, que es cirujano, operó mal a su hija y le causó un enorme daño
moral… Entonces, en la audiencia, en escasos minutos y sin previo aviso, pasamos de hablar
de las cuotas de un auto a hablar de la cirugía de la jovencita… Como no existe el límite legal
del “objeto del proceso”, entendemos que se puede hablar de los dos temas y de todos los
que surjan, siempre bajo la dirección del juez de conciliación que por supuesto tratará de
evitar conversaciones estériles o indignas.
Aun en los casos en que no hay acuerdo, es saludable que se puedan decir los argumentos
en un ambiente neutral, ante un juez y en presencia de los letrados de cada parte.
El juez alienta la participación de las partes pero sin restarle trascendencia al abogado. En
general primero oye al abogado, después a la parte. La variedad de situaciones es inmensa:
hay abogados y partes de mayor y menor protagonismo, con más o con menos ganas de
hablar, con más o con menos dotes para la comunicación… Además, hemos visto muchas
veces que una misma persona compareciendo por un caso puede actuar de forma
completamente distinta en otro caso. De cualquier manera, el Juez de Conciliación o de Paz
estará muy atento al lenguaje no verbal y va a dirigir la audiencia de forma de facilitar que
todos los presentes participen.
De ninguna manera corresponde que haya en una audiencia de conciliación ninguna parte o
abogado que se sienta inútil o prescindible.
52
He aquí unos consejos de autores franceses para abogados que van a ir a una audiencia
judicial de conciliación:
61 BOURRY d’ANTIN, Martine et al., Art et Techniques de la Négociation dans la pratique de l’Avocat, Editorial Berger-
Levrault, 1998, p. 304. Traducción nuestra.
62 El art. 10 de la Constitución de la República dice: “Las acciones privadas de las personas que de ningún modo atacan el
orden público ni perjudican a un tercero, están exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la
República será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe.”
53
Muy frecuentemente: el citado controvierte todo o parte de la reclamación pero se
aviene a hablar del asunto.
En caso que las partes negocien un posible acuerdo, el Juez de Paz o de Conciliación los
acompañará como facilitador, y podrá eventualmente proponer caminos de entendimiento,
muchas veces bajo la forma de invocación de antecedentes reales en casos similares.
Ello sucede, por ejemplo, cuando la parte citada exhibe una prueba contundente que le da
la razón.
En un caso, un hermano citó a otro pretendiendo que se fuera del terreno del que ambos
eran poseedores y el hermano citado exhibió en la audiencia la escritura de compraventa
recientemente firmada del total del terreno a su nombre.
En otro caso, un señor citó a otro por un accidente de tránsito en una intersección con
semáforo y el citado le dijo que tenía la filmación del accidente en la que se veía claramente
que el citante había cruzado con luz roja, y lo invitó a ver la filmación. Con eso alcanzó.
Algo similar sucede cuando el citado prueba en la audiencia que carece totalmente de
bienes y de cualquier forma de posible pago de la deuda, y despliega una conducta que
genuinamente conmueve a su acreedor.
63 Tal como señala el profesor Calcaterra respecto a la mediación: “A mi criterio, el éxito en mediación consiste en lograr un
nivel adecuado de comunicación entre las partes que permita un intercambio apto para la negociación” (CALCATERRA,
Rubén A. - Mediación Estratégica, Editorial GEDISA, Barcelona, 2006, p. 55).
64 CALCATERRA, op. cit. p. 241.
54
En la época de la crisis del año 2002, una citada resultó ser una señora mayor, sin hijos, con
graves problemas de salud, que recibía tratamiento en un hospital público y que estaba
viviendo sin ingresos en la caja de un viejo camión, en la calle. En la audiencia comenzó a
golpearse (literalmente) la cabeza contra el pupitre, mientras decía “¡yo quiero pagar,
quiero pagar, pero no puedo!”. No conciliaron, pero la citante off the record decidió que no
iniciaría el juicio.
También puede suceder que las partes necesiten más tiempo, por ejemplo para consultar a
un arquitecto o contador, para pedir un préstamo, para conseguir la conformidad de un
tercero involucrado, para obtener un certificado registral o una información municipal, etc.
En esos casos la audiencia se prorroga para una fecha ulterior que se coordina por consenso
entre las partes, los abogados y el juez, como vimos antes.
Se busca que las partes decidan si solucionan ellas mismas su conflicto o si realmente
prefieren entregar su conflicto a otro juez para que él lo decida conforme a normas. Cada
parte puede llegar, en la oportunidad brindada por la audiencia de conciliación, a sentir ese
punto de inflexión, personalísimo, que dependerá de sus intereses, motivaciones, temores,
necesidades, prioridades, de las opciones de posible acuerdo y de las características de las
alternativas existentes fuera de la negociación.
Pensamos que sería como si cuando nos enfermamos, fuéramos ante un médico y el propio
médico nos dijera: “¿está seguro de que quiere ser atendido acá? no, mejor váyase, que en
este lugar lo vamos a atender muy mal y usted lo va a pasar pésimo”.
Como dice desde Brasil el profesor Petrônio Calmon, “en su papel de conciliador, el juez no
debe limitarse a la simple homologación de acuerdos, que a veces ni siquiera necesitan ser
homologados (…), la conciliación es igualmente inherente a la actividad del juez. (…) Así
como hay virtudes en la negociación en la que los involucrados en el conflicto se encuentran
solos sin ninguna ayuda o participación externa; así como hay virtudes en la mediación, que
55
incentiva y desarrolla el diálogo entre los involucrados (…); hay enormes virtudes en la
conciliación, virtudes que difícilmente serán logradas por los demás mecanismos.66
El Juez de Conciliación o de Paz no dará la razón a ninguna de las partes, sino que oirá las
distintas posiciones y acompañará sus razonamientos, aportando, según el caso y si resulta
necesario, antecedentes e ideas de solución posible.
Porque, tal como afirma en Venezuela el profesor Jesús Casal con meridiana claridad sobre
Acceso a la Justicia, los mecanismos como la conciliación o la mediación son modos de
resolución de controversias que merecen la protección del ordenamiento jurídico pero no
son medios sustitutivos de los instrumentos judiciales previstos para la garantía de los
derechos, por lo que la persona involucrada en una disputa sometida a un procedimiento de
conciliación o mediación ha de tener la perspectiva de poder acudir a una instancia
estrictamente jurisdiccional si no se obtiene un acuerdo satisfactorio. 67
Por ejemplo, si se trata de un reclamo por un accidente de tránsito en el que el citado venía
conduciendo su vehículo saliendo de una estación de servicio, y argumenta que él tenía la
preferencia contra el citante que circulaba por una avenida, el Juez de Conciliación o de Paz
no va a decirle “¿Pero cóoomo va a decir eso?” ni va hacer ningún gesto de duda, burla o
rechazo, sino que va a facilitar delicadamente el diálogo con la otra parte que casi
seguramente va a explicar que la norma “tal” y los antecedentes jurisprudenciales “tales y
cuales” llevan a la solución contraria.
El juez va a servir como reservorio de paciencia, y si fuera necesario va a invitar a las partes
a tener “sesiones separadas”.
66 CALMON, Petrônio, Fundamentos da Mediaçao e da Conciliaçao, Editora Forense, Río de Janeiro, 2007, pp. 334 y 335.
Traducción nuestra.
67 CASAL, op. cit. p. 37.
56
ambas partes deseen llegar a un acuerdo y que se avance a buen ritmo, pero luego se llegue
a un impasse en el que las partes ya no ceden más y no surgen nuevas opciones. En algunos
casos se puede ofrecer sesiones separadas, en las que cada parte puede hablar a sus anchas
sabiendo que lo que se diga en ese momento no será comunicado a su contrario. Como en
la mediación, las sesiones separadas son opcionales, estrictamente confidenciales y de
duración similar con cada parte; ayudan a destrabar situaciones, a disminuir tensiones, a
cambiar el clima. Permiten obtener más información, buscar recursos, develar motivaciones
ocultas, balancear desequilibrios y “tantear” cómodamente posibles acuerdos.
Entonces, si los comparecientes aceptan (y casi siempre aceptan de muy buen grado), el
Juez de Conciliación va a escuchar a solas a cada parte con su abogado respectivo, mientras
la otra parte con su abogado aguardan en la sala de espera. En principio las sesiones
separadas deben ser por igual cantidad de tiempo para cada parte.
En los cursos del CEJU de los años 1991 a 1994 en los que comenzamos a aprender las
herramientas de la mediación, nos enseñaron el valor de las sesiones separadas. Muchos
años más tarde, recién en los Juzgados de Conciliación de Montevideo, pudimos utilizarlas y
confirmamos con creces su valor, aunque es imprescindible usarlas con cuidado.
Por un lado, en las “sesiones separadas” el Juez de Paz o de Conciliación no debe quedarse a
solas con la parte dejando fuera al abogado ni viceversa, tal como veremos en los resultados
de la investigación. La parte tiene derecho a estar con su abogado, el abogado tiene derecho
a hacer su trabajo, el Juez debe abstenerse “de dar oído a cualquier alegación que las partes
(…) intenten hacerles en forma distinta de la establecida en las leyes”68 y -por qué no decirlo
llanamente- daría innecesariamente muy mala imagen.
Por otro lado, pueden tener el “inconveniente” de que una parte quiera aprovechar la
oportunidad para establecer algún tipo de alianza con el juez, por ejemplo: “yo estoy
dispuesto a pagar hasta 50, pero mejor usted dígale que yo llego hasta 40 y de ahí no me
muevo, y vemos qué contesta”. El Juez de Conciliación o de Paz debe saber que eso a veces
sucede, anticiparlo lo más posible para evitarlo y en caso que se dé, saber neutralizarlo
cortésmente (por ejemplo, diciendo: “lo invito a que usted plantee sus ofrecimientos
directamente” o “si yo hiciera lo que usted dice, probablemente usted no confíe en lo que
yo le diga después de hablar a solas con él y su abogado. Mejor evitemos esas alianzas”).
57
El “talón de Aquiles” de las sesiones separadas es el riesgo de que alguna de las partes o
abogados sientan dudas acerca de nuestra imparcialidad.69 Y estarían totalmente en su
derecho de sentir dudas aunque no hayamos hecho nada mal.
En nuestra opinión, cuando el Juez de esa conciliación es el mismo que el que puede tener
que decidir el caso si no hay acuerdo (situación que en principio no se da con los Jueces de
Conciliación de Montevideo pero sí es frecuente en los Juzgados de Paz del interior), deberá
abstenerse por completo de las sesiones separadas, incluso cuando crea que nadie va a
cuestionar su imparcialidad, aunque su trayectoria sea inmaculada y aunque esté
convencido de que con unos minutos a solas con cada parte lograría un acuerdo.
El texto del art. 295.2 debe, a nuestro entender, cumplirse sin agregar más elementos que
los que él requiere, porque de otro modo se desvirtuaría el sentido de la audiencia:
d) el domicilio de las partes, el que se tendrá por válido para el proceso ulterior,
siempre que éste se iniciare dentro de los seis meses de la fecha de la audiencia”.
Sostenemos incluso que las “soluciones propuestas por éstas (las partes) y por el tribunal”
tampoco deben establecerse en detalle, salvo si se logró un acuerdo.
58
Cuando se llega a una conclusión, ya sea con acuerdo o sin acuerdo, se pasa a redactar el
acta, o mejor dicho a completarla, ya que la comparecencia y el objeto del proceso
anunciado inicialmente por el citante ya están incorporados en el documento en formato
digital.
He ahí una decisión que toma el juez: dar por concluida la etapa oral de negociación. Esa
decisión es una de las tantas que toma el juez durante una audiencia de conciliación, que no
queda asentada en acta.
Puede ocurrir que el citante desee irse rápidamente y no escuchar a su contraparte, pero
necesita que el juez dé por concluido el intento de conciliación y que labre y firme el acta, lo
cual sucederá cuando el juez haya oído al menos en forma breve la argumentación de las
dos partes.
Para el acta, la parte citante decide si mantiene sus dichos tal como surgían de su escrito de
solicitud de audiencia ya transcripto o resumido por el receptor, o si los modifica o
complementa. En la gran mayoría de los casos, mantiene el texto original.
Luego, la parte citada dicta para el acta lo que guste, lo que se asienta en el acta en un
párrafo diferente. No hay límite ni por el tiempo ni por el objeto del proceso; simplemente
se le puede exigir el uso del idioma español y el debido decoro en el lenguaje70. Si bien el
acta es “resumida” resulta práctico y equilibrado que el funcionario receptor digite lo que el
abogado del citado le dicte, lo que habitualmente abarca unas pocas líneas.
Cuando el citado está sin abogado, a veces no sabe qué decir para el acta cuando no hubo
acuerdo.
Una duda frecuente es si debemos establecer en el acta los dichos de una parte, contra su
voluntad. Imaginemos un caso en el que Diego (el citado) dijo: “yo reconozco que me comí
el cartel de Pare, pero acá me quieren cobrar un disparate” y la audiencia transcurrió en
busca de un acuerdo que finalmente no se logró. Cuando nos dirigimos a terminar el acta,
Juan (el citante) dice: “yo quiero que quede en el acta que Diego dijo que se había comido el
cartel de Pare”.
59
Desde nuestro punto de vista, no corresponde asentar dichos de una parte contra su
voluntad. El art. 295.2 del CGP no obliga a dejar prueba preconstituida en el acta de
conciliación, y el acto de la conciliación tiene objetivos completamente distintos de los
probatorios.
Usualmente el Juez va dictando “un borrador” que es visto y corregido en el momento por
las partes y los abogados. Para esa tarea el “segundo monitor” perteneciente al Colegio de
Abogados, instalado en las salas de audiencia por un convenio con la Suprema Corte de
Justicia, es una herramienta impresionantemente útil, que da transparencia, eficiencia y
eficacia a la labor. En el segundo monitor las partes y los abogados ven exactamente lo
mismo que el receptor y el juez ven en su monitor.71 El segundo monitor y la forma de
desarrollo de la audiencia de conciliación permiten no sólo que nadie firme algo sin leerlo
sino que controle y participe activamente en la redacción de “su” documento, hecho “a
medida”.
Cuando el acuerdo está escrito, aceptado por las partes y los abogados y controlado por el
juez, éste dispone su homologación, como veremos en el subtítulo siguiente.
En Montevideo el acta se imprime en tres vías o ejemplares (o tantos como sea necesario) y
se procede a firmarlos en el acto.
En nuestra experiencia fue útil agregar la hora en que se imprimía el acta. Comenzamos a
hacerlo como justificativo de alguna demora de la audiencia siguiente, pero después vimos
que era un elemento interesante en las actas, que años más tarde nos resultó útil en la
investigación cuyos resultados presentamos más adelante en este trabajo.
71 Iniciativa renovada, afortunadamente. Puede verse la Circular Nº 113 de la Dirección Gral. de Servicios Administrativos
del Poder Judicial de fecha 27 de octubre de 2010 en el sitio web oficial del Poder Judicial.
72 Se trata de otro timbre profesional por igual monto al que repuso el citante por la firma letrada del escrito en que pedía la
audiencia. El timbre corresponde por cada acta y por cada escrito que firme el abogado, de acuerdo a lo dispuesto por la
ley de la Caja de Jubilaciones y Pensiones de Profesionales Universitarios, art. 71 literal A y por el art. 1º nral. 1 de su
decreto reglamentario 67/005, pero puede verse que el monto es realmente ínfimo (por ejemplo, es menor al costo de un
boleto de ómnibus local).
60
el resto de los Juzgados, sino que los expedientes se archivan por un lado y las actas por
otro. Esto viene de larga data (Acordada Nº 3136 de 16 de marzo de 1953) y fue ordenado
por la Dirección General de Servicios Administrativos de la SCJ por oficio 334/2005 dirigido a
los Jueces de Conciliación y de Paz del interior del país.
Los ejemplares restantes -copias autógrafas del acta- son entregados en el momento, uno a
cada parte.
Como vimos, a veces ocurre que las partes traen su acuerdo ya redactado. En tal caso, se
realiza la audiencia y en el acta se asienta que se incorpora ese documento, que tiene que
estar en tres vías para agregarlo a las tres actas. Si lo trajeron en una sola vía, habría que
fotocopiarlo o, si alguno de los comparecientes tiene un pendrive con el documento en
formato digital, imprimirlo en el número de ejemplares necesario.
Pero existen unos pocos, en número inferior al 2% de los acuerdos, que no son
homologados sino que a su respecto el juez dispone “téngase presente”.
Los acuerdos homologados en audiencia son título de ejecución (art. 377 CGP) y tienen el
mismo valor jurídico de una sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada. Dicho de otro
modo: esos acuerdos se pueden ejecutar de la misma manera que una sentencia de última
instancia.
Es conveniente recordar que para que un Juez de Paz o de Conciliación pueda homologar un
acuerdo que contenga una obligación de pagar una cantidad líquida de dinero, de manera
que el incumplimiento de ese acuerdo habilite el inicio de la vía de apremio –previa
intimación-, las partes deben estar en audiencia, ya que el art. 377 nral. 6 del CGP (a
61
diferencia del nral. 5 que refiere a la aprobación judicial de la transacción) dice: “Convenio
celebrado en el acto de la conciliación”.
En las audiencias de conciliación se hace hincapié en que si se asume una obligación, ésta
sea concreta y pasible de cumplimiento; se trabaja en prevención de nuevas desavenencias,
en facilitar el cumplimiento y en prever qué sucede en el eventual caso de incumplimiento.
Con delicadeza –porque la idea de un incumplimiento suele generar inmediato rechazo e
incluso sentimientos de ofensa-, en caso que las partes convengan obligaciones a futuro, el
juez conciliador plantea a las partes que decidan qué pasará si esas obligaciones no son
cumplidas, y se convienen las consecuencias que las partes elijan con el asesoramiento de
sus abogados: cómo se constituye en mora, si en caso de incumplimiento se ejecutaría el
propio acuerdo o si éste quedaría sin efecto y “reviviría” el reclamo original, si se conviene
una multa, etc.
Reiteramos: hay que ser especialmente cuidadoso con quién se obliga a qué y qué
consecuencias tendrá el acuerdo.
Veamos ahora en qué consisten los acuerdos logrados en la práctica de los Juzgados de
Conciliación.
LA INVESTIGACIÓN REALIZADA
El objetivo general de nuestra investigación fue conocer algunos resultados concretos de los
Juzgados de Conciliación de Montevideo y de la paradojal experiencia nacional de contar
con jueces que no juzgan. Para ello identificamos en qué consisten los acuerdos logrados en
el período y Juzgado que elegimos, y evaluamos qué objetivos de acceso a justicia se
alcanzaban y en qué medida.
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No analizamos las actas en las que no se llegó a acuerdo, estadísticas ni ningún otro
elemento que no fueran las actas de acuerdos logrados en el Juzgado de Conciliación de
1er. turno a lo largo de esos 4 años. Consideramos que de ese modo cuidábamos desde el
inicio la seriedad de la investigación, ya que se trata de unidades de análisis de muy fácil
contralor posterior porque en los Juzgados de Conciliación existen legajos oficiales
archivados, uno por cada año, con exactamente el mismo contenido: las actas de acuerdos
logrados.
Partimos entonces de contar con una copia de cada acuerdo logrado, ordenadas
cronológicamente en “biblioratos” a razón de uno por cada año.
Se trata en total de 760 acuerdos, para cuyo análisis hicimos primero una lectura general,
luego una lectura de detección de datos, elegimos variables, armamos una gran planilla
electrónica y relevamos los datos de cada variable. Relevamos un total de 7600 datos y 425
observaciones por peculiaridades de algunos casos.
Las distintas variables fueron elegidas por entenderlas de interés, vinculadas a la temática
del Acceso a la Justicia y porque la información surge del texto de cada acta de acuerdo,
por lo cual es verificable.
Temporalidad:
- La audiencia en que se labró esa acta ¿era prórroga de una audiencia anterior?
Temática:
- Moneda y cifra del monto por el que las partes transaron, o, según el caso,
aclaración de si se trata de una transacción no económica.
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Cada una de estas variables constituyó una columna de nuestra planilla de 7600 datos.
Incluimos asimismo una columna con observaciones y empleamos texto y colores para
señalar los siguientes elementos, que pueden o no darse en cada caso y en relación a cada
variable analizada:
en los casos en que había un juicio iniciado: si ese juicio era penal;
peculiaridades tanto del punto de vista humano (por ejemplo con factores éticos
preponderantes) como del punto de vista jurídico (por ejemplo casos en los que
la conciliación no era jurídicamente obligatoria porque el citante contaba con
otra vía, por ejemplo previo a un juicio ordinario para el cobro de cheques);
en los casos en los que hubo audiencias anteriores del mismo caso, cuántas
fueron las audiencias que se realizaron hasta que se logró el acuerdo;
si la persona que paga o que se obliga a pagar no es el citado, esto es, si paga el
citante o un tercero.
La columna “observaciones” cuenta con 425 entradas, ya que los 335 acuerdos restantes
(recordemos que analizamos 760 acuerdos) no presentaron peculiaridades que dieran
mérito a anotación especial.
Realizamos además las 3068 entradas que fueron necesarias para contar el número de
abogados intervinientes, con la aclaración de los que son Defensores Públicos, según se verá
más adelante.
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De tal modo, contamos por un lado con el relevamiento estadístico del número de abogados
presentes en estas audiencias y por otro lado con una planilla de 8.025 datos recabados (no
referidos a personas determinadas ni determinables por el lector).
Procedimos a analizar la información, operamos con los datos (por ejemplo, unificamos los
diversos montos en una sola moneda calculada a la cotización de su momento, los
clasificamos por franjas y los contamos) y llegamos a resultados estadísticos.
Analizamos los resultados obtenidos en cada variable, dejando que los datos “nos
hablaran” sobre aspectos pertenecientes al Acceso a la Justicia en sentido amplio, como
por ejemplo sobre la disponibilidad o accesibilidad de las audiencias, el tiempo de juez
dedicado a cada caso, la flexibilidad del procedimiento, la rapidez o lentitud de una solución,
la existencia o no de asesoramiento jurídico a cada parte, la creatividad de las soluciones
pactadas, la existencia o no y la trascendencia de la confidencialidad, y las consecuencias
de la conciliación en la autodeterminación de las personas.
Esta variedad muestra, creemos, que cuando se necesitaron varias audiencias para un
mismo caso, se realizaron. La idea central de los Juzgados de Conciliación es facilitar la
conciliación, ayudar a las partes, y por consiguiente no hay tiempos preestablecidos para
cada audiencia ni límite en el número de audiencias.
Si un caso requiere diez audiencias, tendrá sus diez audiencias. Cabe reiterar que la decisión
de fijar un nuevo encuentro para seguir trabajando el caso, es tomada por consenso de
partes y abogados -salvo que alguna prórroga sea motivada por una imposibilidad por
motivos fundados de una de las partes o de uno de los abogados de comparecer a la
65
audiencia-. Puede proponer una prórroga cualquiera de los presentes, pero son decididas de
común acuerdo.
Concluimos entonces en primer lugar: las partes contaron con el número de audiencias y de
prórrogas de audiencias que fueron necesarias.
Las 426 audiencias tuvieron una duración muy diferente según cada caso: entre 2 minutos y
2 horas y media.
Cuatro audiencias con acuerdo duraron 2 minutos. ¿Cómo es eso posible? ¿No habíamos
dicho que los Juzgados de Conciliación fueron instalados para que la conciliación no fuera un
mero trámite formal de firmar un acta?
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Pues bien, sí, es posible. La experiencia mostró que en algunos casos las partes comparecen
con un acuerdo pronto, ya redactado e impreso. Sólo es cuestión de leerlo, controlar su
coherencia, claridad, legalidad y que no le falte ningún requisito esencial. En casos simples,
auténticamente en dos minutos se está imprimiendo el acta. Veremos más adelante,
además, que algunos abogados se han transformado en “grandes usuarios” de la
conciliación, y por casos de reclamos por facturas comerciales, cobro de deducibles de
seguros o pequeñísimos accidentes de tránsito logran acuerdos sencillos en la sala de
espera, de modo que ingresan a la sala de audiencias con un acuerdo totalmente
estandarizado, pronto para completar el acta e imprimir.
66 duraron 15 minutos,
41 duraron 20 minutos,
32 duraron 25 minutos,
27 duraron 30 minutos,
24 duraron 35 minutos,
17 duraron 40 minutos,
19 duraron 45 minutos,
17 duraron 50 minutos,
11 duraron 55 minutos,
13 duraron 65 minutos,
8 duraron 70 minutos,
9 duraron 75 minutos,
8 duraron 80 minutos,
2 duraron 85 minutos,
4 duraron 90 minutos,
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2 duraron 95 minutos,
Dicho de otro modo, de las 426 audiencias analizadas en este punto (reiteramos, en las que
se logró un acuerdo sin necesidad de ninguna prórroga), 367 (86%) duraron una hora o
menos, y 59 (14%) duraron entre una hora y 2,5 horas. Dentro de las 367 antedichas, 98
audiencias (23%) duraron 10 minutos o menos.
El lector atento verá que la audiencia que duró 5 horas no está entre estas últimas, de lo
que se deduce que en ese caso hubo al menos una audiencia anterior y no pertenece a este
conjunto de 426 audiencias. Recordamos muy bien ese caso; la audiencia anterior a la de 5
horas duró 3 horas y media, pero hubo una primera audiencia de unos veinte minutos en la
que apenas asomamos a la complejidad del caso y “agendamos” la prórroga para la mañana
siguiente, que estaba libre en la agenda. La tercera audiencia, que duró 5 horas, también fue
“agendada” especialmente de modo de no tener ninguna otra audiencia ese día.
Esas duraciones tan extensas son, tal como surge de la información de los acuerdos, poco
frecuentes, pero existen. Cuando el caso lo requiere, el tiempo tiene que estar, y si ese día
hay mucha gente esperando para otras audiencias, o bien continuarán esperando o bien se
agenda de común acuerdo otra audiencia para abordar el caso otro día, con la dedicación y
tranquilidad necesarias (obviamente esto último es lo más recomendable). Esto sucede, por
ejemplo, en asuntos patrimoniales de Familia, o cuando existen en curso actuaciones
penales, o en casos en que hay pluralidad de partes y abogados con puntos de vista
diversos.
Concluimos pues en segundo lugar: las partes dispusieron de tanto tiempo de juez
conciliador como fue necesario.
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POR LA VARIEDAD DE MONTOS ACORDADOS
Las actas de acuerdos con sus datos relevados nos brindan abundante información sobre los
montos pedidos y los montos transados, es decir, sobre la suma de dinero que el citante
reclamaba o monto en el que estimaba su reclamo, y sobre la suma de dinero en la que se
pusieron ambas partes de acuerdo.
Nos muestran una variedad tan grande de temas y montos que nos lleva a concluir que en
los Juzgados de Conciliación cualquier persona, de cualquier condición socioeconómica,
puede llegar a acuerdos.
Analizados en detalle los datos sobre montos de los años 2005 y 2008 y traducidos a dólares
a la cotización de cada momento, observamos que en el año 2005 hubo acuerdos en casos
en los que el monto inicialmente solicitado por el citante osciló entre U$S 75 y U$S 300.000
y los montos acordados ese año van desde U$S 42 hasta U$S 32.600.
En el año 2006 el mayor monto pedido fue de U$S 255.470 y el mayor monto transado fue
de U$S 76.000. En 2007 el mayor monto pedido y transado fue de U$S 1.475.850, y en 2008
los montos pedidos fluctuaron desde U$S 48 hasta U$S 600.000 y los montos transados
desde U$S 48 hasta U$S 50.000.
Además, existen muchos acuerdos en los que no surge un monto determinado (por ejemplo,
casos de partición de bienes inmuebles) y también transacciones no económicas, de las que
hablaremos en detalle más adelante.
Entre los 760 acuerdos analizados, el de menor monto fue uno de $ 1.000, que en su
momento equivalían a aproximadamente 42 dólares. Ése fue tanto el monto pedido como el
monto transado; la audiencia duró 10 minutos; el motivo era un leve accidente de tránsito y
se pagó en el acto.
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Recordamos asimismo que en nuestro trabajo como Jueza de Conciliación solíamos pasar de
un caso de ínfima cuantía a otro de monto alto; pasar de ver gente necesitada a ver gente
acaudalada; pasar de tener en audiencia a un reciclador que tira de un carro él mismo
porque no llega a poder comprarse un caballo, a tener en audiencia a un coleccionista de
autos antiguos que reclama contra la empresa que debía traerle desde el exterior un
parabrisas especialísimo y lo entregó hecho añicos.
Entonces, concluimos en tercer lugar: esta vía de solución de conflictos estuvo disponible
tanto para casos de pequeña cuantía como para casos de alta cuantía.
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1 de una hija contra su padre,
1 por reivindicación,
71
1 por cobro de mejoras,
1 por escrituración y
3 de bienes muebles,
1 de monte de árboles,
1 de ganado.
Los profesionales que reclamaron honorarios y lograron acuerdos incluidos en los 760 que
analizamos fueron: 11 abogados, 6 escribanos, 3 arquitectos, 3 contadores, 2 médicos, 1
odontóloga, 1 ingeniero químico y 1 ingeniera agrónoma. Del mismo modo convinieron el
cobro de sus servicios: 1 electricista, 1 despachante de aduana, 1 técnico en ascensores y 1
tasador.
72
Igualmente en la esfera contractual hubo 13 acuerdos de relaciones varias de consumo (2
de transporte aéreo, 2 de cursos en academias privadas, 2 de exámenes médicos, 1 contra
una empresa fúnebre, 1 por equipaje perdido en transporte terrestre, 1 por una bicicleta, 1
contra el fotógrafo contratado para el casamiento, 1 contra una casa de óptica, 1 por un
producto químico y 1 por telefonía), 16 de responsabilidad profesional (2 contra abogados,
3 contra arquitectos, 7 contra escribanos, 3 contra oftalmólogos y 1 contra odontólogo) y 6
sobre títulos-valores que no eran facturas comerciales.
4 por telefonía;
4 por transporte;
2 por publicidad;
224 acuerdos por accidentes de tránsito, entre los cuales 7 fueron por rubros no
cubiertos por el seguro y 1 caso fue de recupero de la mutualista por los gastos en
que incurrió para atender a su afiliado que resultó lesionado en accidente
presuntamente causado por el citado.
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88 de diversos conflictos entre vecinos, que abarcaron a su vez múltiples situaciones
de conflicto:
4 por inundación,
4 por invasión,
1 por ruidos,
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2 por hechos de violencia física,
3 por apoderados que cobraron un mes de jubilación después del fallecimiento del
jubilado,
1 por hurto,
1 por un objeto de arte que se rompió cuando estaba siendo revisado por el
tasador, y
Finalmente, hubo un acuerdo cuyo contenido fue definido como confidencial, por lo que
nos comprometimos a no divulgarlo en forma alguna.
Insistimos en algo ya dicho: al no existir el límite jurídico del “objeto del proceso”, en la
audiencia puede surgir virtualmente cualquier tema.
A vía de ejemplo mencionamos un caso ajeno a las 760 actas. Una señora citó a audiencia de
conciliación a una ex empleada de su joyería que supuestamente se había apropiado
indebidamente de mercadería. En la audiencia surgió que la empleada había trabajado allí
muchos años y que hacía un par de años, por razones de pago de tributos, la empleadora le
había propuesto a su empleada pasar a ser socias, formando una sociedad de
responsabilidad limitada. Así lo hicieron, pero luego la empleada no vio ninguna ventaja en
la situación, el vínculo siguió siendo de subordinación, la remuneración siguió igual o peor…
un día consultó a un contador, supo cuánto dinero supuestamente se le debía, tomó joyas
por ese monto y no fue más a trabajar. El acuerdo insumió varias horas pero se transó de
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manera muy completa: se revisaron las liquidaciones y se logró un acuerdo, la ex empleada
firmó documentación para disolver la “sociedad”, se expidió una copia del acuerdo para su
presentación ante el juzgado penal que estaba por entender en el caso, y se trabajaron los
vínculos de modo que las partes no salieran peor que como entraron.
En cuarto lugar podemos decir entonces que la conciliación estuvo disponible para,
virtualmente, todo tipo de temas.
Por ejemplo: los casos de reclamos por humedades y filtraciones de agua son frecuentes y
suelen dar pie a acuerdos muy satisfactorios -hemos constatado que en Montevideo los
juicios por humedades han disminuido drásticamente desde que se implantaron estos
Juzgados de Conciliación-. Ahora bien, ¿acaso la experiencia nos permite prever una “hoja
de ruta” en los casos por humedades? La respuesta es: más o menos. Sabemos que en
general estos casos llevan una primera audiencia de aproximadamente 25 minutos y una
segunda audiencia de aproximadamente cuarenta minutos, de manera que entre una
audiencia y otra las partes visiten los dos inmuebles con técnicos de su respectiva confianza
y vayan avanzando en compartir información para luego tomar decisiones sobre qué ofrecer
o qué aceptar. Pero esta “hoja de ruta” es algo totalmente básico que se va a adaptar a cada
situación particular.
76
Puede ocurrir que las partes lleguen a la audiencia luego de haber recorrido todo un camino
de consultas técnicas, denuncias a la autoridad municipal, o haber tenido incluso un juicio
previo por filtraciones que supuestamente se solucionaron pero luego “revivieron”…
Puede ocurrir que el propietario citado no viva en la finca y no tenga buen vínculo con las
personas que ocupan su inmueble. Puede ocurrir que sea una persona que esté dispuesta
prácticamente a cualquier cosa a condición de no permitir el ingreso de albañiles a hacer
obra en su apartamento, o que al contrario, se haya apresurado a solucionar todo el asunto
al recibir la citación y que el día de la audiencia entren todos sonrientes con el problema
resuelto o directamente no se presenten por haber llegado ya a un acuerdo satisfactorio sin
necesidad de ir al Juzgado.
Recordamos un caso de una señora que reclamaba contra su vecino de arriba porque se le
había inundado su apartamento. Se trataba de apartamentos de más de 300 m2 en una
ubicación privilegiada de la ciudad. El vecino vivía con su esposa y habían dejado de usar su
baño y los baños completos del apartamento; se habían limitado a usar el baño de servicio
para no tener que tolerar que un sanitario viniera a “romper” sus baños. La vecina de abajo
no lograba comprender que su vecino no aceptara “arreglar” sus baños y prefiriera que ella
le hiciera un juicio, algo que ella tampoco quería… Ese caso insumió varias audiencias pero
lamentablemente justo antes de que se firmara un acuerdo, el señor falleció en un
accidente de tránsito.
En todo caso, como decíamos, la conciliación es sin duda un proceso flexible, que permite al
juez que la dirige ofrecer varias posibilidades a las partes.
Otra posibilidad es la propia duración de cada audiencia, ya que se trata de que las partes y
sus abogados no se sientan “secuestrados” en una audiencia de dos horas de duración
cuando habían previsto que durara veinte minutos y los están esperando otros clientes o los
hijos a la salida de la escuela o tienen hora con su odontólogo…
La flexibilidad del proceso permite hacer pausas para llamadas telefónicas o para ir al baño,
para que las partes hablen por ejemplo con un familiar que se quedó en la sala de espera, o
para que cliente y abogado salgan a hablar unos minutos a solas antes de tomar una
decisión, y hasta para que una de las partes vaya al Banco a consultar.
77
hemos empleado la función “altavoz” del aparato de teléfono para consultar, por ejemplo,
el valor vigente de la unidad reajustable, el coeficiente de la unidad indexada, el precio de
una bicicleta nueva, cuánto cobra determinada inmobiliaria de barrio por una tasación e,
increíblemente, hasta si las farmacias venden determinado medicamento exigiendo o no
receta especial de “medicamento controlado”.
Dentro del tema de la flexibilidad del proceso merece especial destaque el uso de las
denominadas “sesiones separadas” de las que hablamos en el capítulo anterior bajo el
subtítulo “Contenido de las audiencias”.
Una vez más, el proceso se realiza sobre la marcha y a medida de las circunstancias.
Entonces, en quinto lugar: se trata de un proceso flexible, sin plazos preestablecidos, con
una estructura que se adapta a cada caso y que es decidida por su director, el Juez de
Conciliación o de Paz, acompasando a las partes.73
También en lo que refiere a la rapidez, en 106 de los 760 casos analizados hubo “pago en el
acto”, esto es, se canceló totalmente la suma convenida (a veces en dinero, mayormente
mediante cheques y en algún caso mediante una letra de cambio emitida por un Banco) en
la propia audiencia de conciliación.
73La expresión “acompasar” es la que utiliza el Dr. Julio DECARO en su libro La Cara Humana de la Negociación (Editorial
Mac-Graw-Hill, 2000; 2ª edición por Grupo Magro Editores, pp. 26 a 32), y refleja a nuestro juicio claramente la búsqueda
de sintonía que realiza el juez conciliador.
78
Otro elemento que consideramos interesante es que entre los 760 acuerdos estudiados, en
29 casos había ya un juicio civil iniciado entre las mismas partes (a veces en orden inverso…)
y en 2 casos había un juicio penal en trámite, lo cual motivó como es lógico que se expidiera
una copia adicional de los acuerdos para su presentación ante las otras sedes.
De manera que en sexto lugar: el proceso de conciliación puede ser muy rápido.
En el año 2005 hubo 187 acuerdos firmados en audiencia, y llevaron la firma de 436
abogados diferentes. En 9 casos de asuntos de menor cuantía (menos de 20 unidades
reajustables) la parte citada estuvo sin abogado. En cinco acuerdos una de las partes estuvo
asesorada por abogado de Defensoría Pública. En dos casos hubo 5 abogados, en otro hubo
4 abogados presentes en la audiencia y en 12 casos hubo 3 abogados.
En el año 2006 hubo 178 acuerdos firmados en audiencia, y llevaron la firma de 314
abogados diferentes. En 2 casos de asuntos de menor cuantía (menos de 20 unidades
reajustables) la parte citada estuvo sin abogado. En cinco acuerdos una de las partes estuvo
asesorada por abogado de Defensoría Pública. En 14 casos hubo 3 abogados. En ningún
acuerdo hubo 4 o más abogados.
En el año 2007 hubo 168 acuerdos firmados en audiencia, y llevaron la firma de 302
abogados diferentes. En un caso de menos de 20 unidades reajustables la parte citada
estuvo sin abogado. En cinco acuerdos una de las partes estuvo asesorada por abogado de
Defensoría Pública. En un caso hubo 5 abogados, en otro hubo 4 abogados y en 3 casos
hubo 3 abogados presentes en la audiencia.
En el año 2008 hubo 227 acuerdos firmados en audiencia, y llevaron la firma de 376
abogados diferentes. En 4 casos de asuntos de menos de 20 unidades reajustables la parte
citada estuvo sin abogado. En seis acuerdos una de las partes estuvo asesorada por abogado
de Defensoría Pública. En un caso hubo 4 abogados presentes en la audiencia y en 8 casos
hubo 3 abogados.
Observando los datos de los cuatro años considerados en conjunto, vemos que un total de
1.083 abogados participaron en acuerdos en el juzgado de conciliación de primer turno.
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Ningún citante estuvo sin abogado, y los casos de acuerdos logrados con un citado no
asistido por abogado fueron 16 entre los 760 analizados.
Surge también de las actas que el abogado que estuvo presente en mayor cantidad de
acuerdos estuvo en 22. Participó en 22 acuerdos durante 4 años en una de las 4 sedes
judiciales de conciliación, y como estas sedes reciben los casos de manera aleatoria y
supuestamente en cantidades iguales, podemos deducir que probablemente este mismo
abogado haya llegado a igual número de acuerdos en las otras tres sedes de conciliación, lo
cual a su vez equivale a suponer que participó en 22 acuerdos por año. Como dijimos que en
estos juzgados se trabaja 211 días hábiles por año, concluimos fácilmente que este abogado
logró acuerdos con una frecuencia estadística de un acuerdo cada 10 días hábiles judiciales.
En realidad, las actas nos muestran que esos 22 acuerdos ocurrieron repartidos en el tiempo
de la siguiente manera: 2 en el año 2005, 8 en 2006, 4 en 2007 y 8 en 2008.
El abogado que le sigue en número de acuerdos logrados en estas audiencias estuvo en 16:
2 acuerdos en 2005, 4 en 2006, 5 en 2007 y 5 en 2008.
Los siguientes son un abogado y una abogada con 9 acuerdos cada uno, seguidos por una
joven abogada que participó en 7 acuerdos y por dos abogadas que trabajan para una
misma compañía de seguros que lograron 6 acuerdos cada una.
Se constata además en las actas estudiadas que hubo 22 abogados que participaron en 4
acuerdos, 56 abogados que participaron en 3 acuerdos y 178 abogados que trabajaron en 2
acuerdos en la sede y en el período considerado.
Podemos razonablemente concluir que la experiencia para los abogados no fue frustrante,
ya que son muchos los “reincidentes” y se han encargado de echar por tierra el antiguo
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preconcepto del abogado inescrupuloso que lleva “de las narices” a su cliente a un juicio
caro, largo y sin sentido.
En nuestra experiencia y tal como surge de las actas analizadas, los abogados suelen
trabajar para brindar a sus clientes su mejor servicio profesional, lo que según el caso
significará no compartir información con la contraparte y por lo tanto minimizar el diálogo, y
en otros casos significará trabajar en profundidad las posibilidades de entendimiento con la
contraparte. Hemos visto casos extremos, como el caso de un abogado que sacó algo de
dinero de su bolsillo para facilitar un acuerdo (en un caso especialísimo que lo justificaba
ampliamente) y otro abogado que libró un cheque de su propia chequera en la audiencia
(en otro caso especialísimo) porque la contraparte no confiaba en que su cliente cumpliera
el pago que se obligaba a hacer. O al contrario, el caso de un abogado que solicitó que
quedara constancia en el acta de que su cliente (un profesional de otra área) llegaba a ese
acuerdo por su propia voluntad y contra su asesoramiento jurídico.
En verdad hemos visto que una de las principales tareas del juez conciliador (es decir, lograr
que cada parte evalúe con inteligencia y realismo las ventajas y desventajas de un
entendimiento con su contrario o de ir a juicio, como ya quedó dicho) se realiza gracias a la
participación activa de los abogados, que en la mayoría de los casos asesoran
responsablemente a sus clientes.
La asistencia letrada de las partes es obligatoria -salvo las excepciones vistas-, porque es lo
que ya establece la ley, para evitar impugnaciones y cuestionamientos ulteriores, para
facilitar la labor del juez conciliador -que de este modo se puede concentrar en su tarea
como tercero imparcial-, y por último pero no menos importante: para garantizar que cada
una de las partes esté debidamente asesorada y elija con libertad entre sus opciones y
alternativas. Esta tarea se dificulta cuando, amparada en la ley, una de las partes concurre
sin abogado.
Surge también de las actas que el Estado aportó asistencia letrada gratuita cuando se le
requirió.
81
De hecho, tal como explicamos supra en el capítulo sobre la comparecencia, cuando un
citado a conciliación comparece sin abogado se le recomienda que consulte a un abogado; si
la persona no tiene posibilidades económicas de solventar honorarios de un abogado
particular se la orienta hacia servicios de asistencia gratuita y se le da a elegir: Defensoría
Pública (cuyo local está a 200 metros de distancia del Juzgado de Conciliación), Consultorio
de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República, Consultorios jurídicos de las
Facultades de Derecho de las universidades privadas, del Centro de Estudiantes de Derecho,
de ONGs… la persona elige según sus preferencias, según el barrio o el horario de atención
al público. Elige. Empieza a ejercer su libertad y su ciudadanía. Pocos días más tarde llega en
otra situación a su audiencia de conciliación, y ello no va en desmedro en absoluto de las
probabilidades de entendimiento.
En definitiva deducimos que de la información aportada por los datos relevados surge que la
conciliación no está pensada como ámbito de posibles acuerdos entre personas sin
asesoramiento. El asesoramiento jurídico, aunado a la labor desarrollada por el juez, va a
permitir a cada parte evaluar adecuadamente la alternativa del litigio y las opciones de
acuerdo antes de tomar decisiones. Claramente, la asistencia letrada jugó un papel
determinante.
Es cierto que alguna vez nos pasó de oír a un abogado diciéndole con enojo a un cliente que
quería hablar en audiencia: “Usted cállese”, pero las audiencias de conciliación
generalmente suponen la participación de todos y el protagonismo de las partes.
Protagonismo porque son ellos los que han de tomar las decisiones, pero no
necesariamente porque sean ellos quienes deban hablar más en la audiencia. Como el
protagonismo del paciente ante su médico… puede ser que el médico hable más, pero el
hígado o el corazón son los del paciente… Dicho de otro modo: en conciliación se promueve
que los intervinientes se involucren y participen, que nadie esté como planta decorativa,
que nadie diga “yo vine sólo para firmar” ni “lo que diga mi abogado está bien”. Decore,
firme, siga el consejo de su abogado, sí, pero en la medida que eso surja de un pensamiento
auténtico, lúcido y lo más libre posible. Así todos vamos a salir de la audiencia de
conciliación mejor que como entramos, vamos a ser mejores ciudadanos y vamos a generar
que la propia experiencia se reproduzca en otros casos.
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Desde Francia varios autores dan esta aplicación acerca de la escasez de acuerdos en
conciliación, con una nota de ironía: “La eficacia de una futura negociación depende de su
preparación y del estado de ánimo del cliente. Éste, en general y como hipótesis, no está
fogueado en los misterios de la justicia e ignora la actitud que debe adoptar frente al juez y a
su adversario. Además, obnubilado por su convicción fundamental (‘Yo tengo razón’), puede
tener algunas dificultades en abordar el conflicto como hombre de buena voluntad dispuesto
a decirle al juez: ‘Estoy feliz de estar delante de usted porque espero que lleguemos aquí a
encontrar una solución a este problema’ ”.76
En los casi 17 años que hicimos audiencias de conciliación fueron muchas las veces que
vimos llegar a las audiencias a personas sin ninguna voluntad para negociar o dialogar
porque, según decían con gesto adusto, estaban convencidos de tener la razón y “creían en
la justicia”.
El ánimo con el que entran muchas personas a las audiencias de conciliación podría
resumirse en este “silogismo”:
El Juez de Conciliación, sin confrontar, explica pacientemente que los jueces resuelven
aplicando normas generales a los casos concretos. Suele suceder que la gente se asombre
cuando oye lo de las “normas generales” y responden irritados: “¡Yo creía que los jueces
aplicaban la Justicia!”, entonces el Juez les plantea algunos ejemplos concretos, los escucha,
les da tiempo para razonar y luego las personas eligen qué camino tomar: si negocian o no.
76 BOURRY d’ANTIN, Martine et al., Art et Techniques de la Négociation dans la pratique de l’Avocat, Editorial Berger-
Levrault, 1998, p. 302. Traducción nuestra.
77 Conceptos valiosísimos de BARUCH y FOLGER: BARUCH BUSH, Robert, FOLGER, Joseph, La Promesa de la
83
Otro elemento fundamental es el llamado deuteroaprendizaje78, concepto acuñado por
Gregory Bateson en 1940 y que Marinés Suares explica como ventaja de la mediación: “Al
solucionar un conflicto, como subproducto de esto uno puede adquirir la capacidad de
solucionar otros futuros conflictos en la misma área en la cual se presentó el anterior o aún
en otras áreas diferentes. Esto ha recibido también el nombre de “transferencia de
aprendizaje” o “conocimiento tácito”. A veces las partes no son conscientes de este
aprendizaje en el momento en que lo adquieren, aunque se ven las consecuencias a
posteriori cuando enfrentan otro conflicto.”79
Tuvimos una audiencia en la que una persona, que tenía ideado cierto producto alimenticio
y había registrado su nombre comercial desde había muchos años en el Registro de la
Propiedad Intelectual, citó a conciliación al editor y a la autora de un libro de recetas de
cocina, que incluía una receta de “la versión de la autora” de tal producto, identificándolo
con su nombre comercial, muy conocido en nuestro medio.
Al ingresar las partes y sus abogados a la audiencia quedó claro que la parte citante estaba
tranquila y cómoda, que la autora del libro estaba cabizbaja y en absoluto silencio y que el
editor citado estaba furioso. Cuando este editor tuvo oportunidad de hablar, comenzó
lamentando no haber emigrado del Uruguay. Estaba dolido por haber sido citado a un
juzgado, enojado por haber tenido que contratar a un abogado, indignado porque habían
citado también a la autora a quien él quería proteger de tales peripecias, y absolutamente
furibundo porque en la citación se estimaba el monto de los daños y perjuicios en una suma
que él consideraba fuera de toda proporción, especialmente teniendo en cuenta el magro
margen de ganancia que dejaba la venta de estos libros de cocina. Trabajamos la audiencia y
un par de horas más tarde estábamos firmando uno de los acuerdos más creativos y
gratificantes que recordemos. Nos dimos la mano y todos quedamos sonrientes.
Un par de meses después, el mismo editor concurrió a otra audiencia que quiso el azar que
también fuera en el Juzgado de 1er. Turno. Pero esta vez vino como citante, y entró a la sala
de modo completamente diferente a la primera vez. Estaba tranquilo. El caso era contra el
propietario del local que él arrendaba y el motivo era que el local se había inundado
aparentemente a causa de la omisión del propietario de realizar cierto mantenimiento en el
local de arriba. Se trabajó bastante y finalmente se logró otro acuerdo preciado, donde no
sólo ambas partes “ganaron” y quedaron satisfechas sino que “no quedó dinero sobre la
78 Etimológicamente: aprendizaje secundario. Significa aprender a aprender, adquirir más habilidad en la resolución de
problemas. Cf. BATESON, Gregory, Pasos hacia una Ecología de la Mente. Una aproximación revolucionaria a la
autocomprensión del hombre, Ediciones Lohlé-Lumen, Buenos Aires, 1999, pp. 194-195.
79 SUARES, Marinés, Mediación. Conducción de Disputas, comunicación y técnicas, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2004,
p. 53.
84
mesa”: cada uno llegó a su límite en los aspectos económicos, los libros que se habían
mojado durante la inundación fueron donados a un hogar de ancianos y se previeron
mecanismos de comunicación entre las partes para el futuro.
80 Concepto que tomamos del profesor Calcaterra. Dice el Dr. Calcaterra que ha hecho un viraje de la construcción a la co-
construcción, “mediante el que consolidamos la idea de búsqueda de un nuevo enfoque del conflicto, que sea el resultado
de la tarea del sistema que integran el mediador y las partes.” (op. cit. p. 71).
81 En realidad, pese a que a primera vista no lo parezca, lo mismo ocurre con los juicios… Lo vemos claramente cuando
pensamos cómo se construye un expediente: con los documentos que aporta cada una de las partes y con las actuaciones
del juzgado. Lo vemos también plasmado en la forma clásica de redacción de las sentencias: en el capítulo de los
comúnmente llamados “resultandos” se resume básicamente el aporte de las partes.
82 No recuerdo haber tenido en audiencias a personas que no supieran leer. Sí tuvimos varias veces partes y abogados
ciegos, si bien en estas 760 actas de acuerdo analizadas no participaron. Naturalmente en esos casos al redactar el acta
(ya sea con o sin acuerdo) tuvimos especial cuidado de leer en voz alta cada palabra que se incluía, de modo que la
persona no vidente pudo controlar y corregir igual que los que veíamos los dos monitores.
85
POR LAS PRESTACIONES PACTADAS
Ahora bien, dijimos que no contábamos con los límites del objeto del proceso y que los
acuerdos se van construyendo (co-construyendo) a medida y sobre la marcha. La
consecuencia previsible es que el contenido de lo acordado resulte variopinto. Veamos qué
nos dicen las actas analizadas.
Incluso los acuerdos que incluyen pagos en dinero, fueron pactados en diversas monedas y
formas de pago. Las monedas fueron: pesos uruguayos, dólares, euros, unidades
reajustables83 y unidades indexadas84. Antes del año 2005 en que se creó la unidad
indexada, tuvimos varios acuerdos en los que una parte se obligó a pagar determinada
cantidad de salarios mínimos nacionales o bases de prestaciones y contribuciones.
En 584 casos (es decir, en el 76,8% del total de acuerdos analizados) se pactó algún tipo de
pago en dinero.
Entre ellos, en 270 casos (casi la mitad) se convino el pago de una suma de dinero en una
única partida.
En 29 casos, 4 cuotas.
En 28 casos, 5 cuotas.
En 19 casos, 6 cuotas.
En 9 casos, 7 cuotas.
83 Cuyos valores se actualizan mes a mes según una “paramétrica” una de cuyas variables es la variación del Índice Medio
de Salarios.
84 Cuyos valores se actualizan mes a mes según la variación del Índice de Precios al Consumo elaborado por el Instituto
Nacional de Estadística.
86
En 9 casos, 8 cuotas. En uno de ellos se pactaron cuotas escalonadas, “in
crescendo”.
En 4 casos, 9 cuotas.
En 12 casos, 10 cuotas.
En 4 casos, 11 cuotas.
En 10 casos, 12 cuotas.
En 5 casos, 13 cuotas.
En 2 casos, 14 cuotas.
En 2 casos, 15 cuotas.
En 2 casos, 16 cuotas.
En 1 caso, 18 cuotas.
En 3 casos, 19 cuotas.
En 1 caso, 25 cuotas.
En 2 casos, 27 cuotas.
En 1 caso, 29 cuotas.
En 1 caso, 31 cuotas.
En 1 caso, 37 cuotas.
En 1 caso, 38 cuotas.
En 1 caso, 43 cuotas.
En 2 casos, 44 cuotas.
En 1 caso, 48 cuotas.
En 1 caso, 60 cuotas.
En 1 caso, 66 cuotas.
En 1 caso, 85 cuotas.
87
En 1 caso, 121 cuotas.
Las “monedas de cambio” de los pagos en especie convenidos en 176 casos (diferencia
entre los 760 casos totales y los 584 de pago en dinero) fueron variadísimas: noches de
hotel, cubiertas de automóvil, “416 horas de trabajo de electricista” para una Fundación
elegida por el acreedor, trabajos de imprenta, menciones de publicidad radial, publicidad
en igual medio e intensidad que la que motivó el reclamo, servicios de atención médica,
devolución de los trabajos de carpintería realizados, líneas y aparatos de telefonía, un “vale
por anteojos a elección” en una casa de óptica y pasajes de transporte interdepartamental.
También se abonó mediante compensación: de deudas de alquileres, saldos de precios de
compraventa, deudas de gastos comunes de edificio y daños abonados antes a un tercero.
¡Fiesta!
Un acuerdo que recordamos gratamente fue uno en el que el pago se efectuó mediante
vestidos de fiesta. Es anterior al 2005, por lo que no integra el elenco estudiado.
Lo recordamos especialmente porque la citada era una señora correctísima que decía que
quería saldar su deuda pero que la crisis de 2002 la había dejado sin nada. Había tenido que
cerrar su tienda de ropa (“boutique”) y liquidar a bajo precio lo poco que le había quedado.
No tenía bienes ni ingresos, pero insistía en que ella sabía que debía y que quería pagar.
La citante era una empresa fabricante de artículos para comercios, que también a raíz de la
crisis vio engrosarse rápidamente su lista de deudores y encomendó a un abogado salir a
cobrar. El abogado, munido de un poder para pleitos y de mucha paciencia, estaba citando a
conciliación a muchos comerciantes y ex comerciantes… rescatando lo que podía.
En 124 casos (equivalentes al 16,3% del universo estudiado) el acuerdo fue de índole
esencialmente económica pero sin entrega de dinero de una parte a la otra y no se
88
estableció una suma líquida a abonar, sino que se convino, por ejemplo, rescindir el
contrato que las unía, vender de común acuerdo el inmueble que tenían en condominio,
que una de las partes hiciera reparaciones, pagos en especie o mediante compensación de
créditos.
un caso en que el citante quería pagar y la parte citada se resistía a cobrarle, pero
en la audiencia se allanó a tal pedido;
otro caso donde una escribana asumió abonar los costos y las costas de un proceso
de prescripción adquisitiva de inmueble, y
Un señor citó a una cooperativa de consumo de la que era socio y que le estaba
descontando cuotas de su jubilación desde hacía años, expresando que dichos descuentos
no correspondían porque él no había realizado las compras ni se había beneficiado en nada.
En la audiencia quedó claro que las compras habían sido de alimentos y artículos del hogar
realizadas telefónicamente por la exconcubina del citante, poco después de su separación.
Prórrogas mediante y luego de hacer muchísimos cálculos, transaron en que el señor
abonara la mitad de la deuda, lo que coincidía con lo que la cooperativa ya había cobrado.
89
Otro caso en el que se transó en la mitad, pero en este caso de los bienes, fue el de una
pareja que había vivido en otro país donde se habían separado y habían firmado un acuerdo
en un centro de mediación, luego cada uno por su lado había retornado a vivir al Uruguay y
tenían reclamos económicos mutuos.
En otro caso medianamente similar, el señor le debía quince mil dólares a su exconcubina y
pactaron un plazo de dos años para que se los abonara, con la condición de que mientras
tanto le abonaría el 30% de su jubilación.
En una situación ajena a parejas, se convino el pago de una publicidad en igual tipo de
medio e igual intensidad que la que fue considerada ofensiva y que había motivado el
reclamo. Finalmente, en un caso, se convino que un cadete ubicara cierta mercadería en
ciertos puntos de venta y la marcara de determinada manera.
En un caso de los 760 estudiados el acuerdo fue de índole económica pero no consta en el
acta el monto ni la forma de pago, ya que las partes firmaron un acuerdo reestructurando
una deuda preexistente en términos que prefirieron mantener en su privacidad. Abordaré
los puntos de la confidencialidad y de la privacidad un poco más adelante. Además de ese
caso, hay otro que ya hemos mencionado que es totalmente confidencial, por lo que
tampoco diremos si el acuerdo fue de contenido económico o no, ni si se pactaron cuotas.
Estos acuerdos son, sin duda, los que recordamos con más afecto; en ellos vemos la
complejidad del ser humano que sintiéndose perjudicado reclama como le está permitido
reclamar (esto es, de acuerdo a normas) y luego transa según sus verdaderos intereses y la
efectiva realidad de la otra parte.
En doce de esos casos el acuerdo fue entre vecinos y consistió en pautas específicas de
convivencia: que el chico no toque la batería, cómo dividir los espacios de una casa entre tía
y sobrino condóminos de tal modo de poder usarla ambos respetándose, cambiar a los
perros de lugar, en qué horario dejar el automóvil en el pasaje común de las dos viviendas,
dónde colgar la ropa lavada, cómo una empresa con toda una flota de vehículos y su vecino
pueden compartir el uso de la vereda y la calzada… Hemos participado en acuerdos de
horarios para hacer ruido y para sacar los residuos domiciliarios, y de pintura de una línea
“divisoria” en el cordón de la vereda para delimitar dónde cada uno de los dos vecinos
habría de estacionar su automóvil.
90
En un caso se pactaron condiciones de convivencia pero no entre vecinos sino entre
comerciantes de Montevideo que estaban usando un mismo nombre o marca para
productos diferentes: se trató de un interesantísimo acuerdo de delimitación de áreas de
uso en el que las dos empresas “vivieron y dejaron vivir”.
Que esos cotejos “número por número y papelito por papelito” se hagan en la propia
audiencia no es tan poco frecuente como se podría quizás pensar, porque a veces las
dificultades de comunicación y el alto grado de desconfianza mutua hacen que las aprtes
necesiten del juez conciliador que con toda paciencia intentará ayudar a esclarecer punto
por punto de la liquidación o rendición de cuentas en cuestión. Algunas veces ello implica
examinar uno por uno recibos de pagos de impuestos, de cobro de alquileres, taloncitos de
depósitos bancarios que ya están borrosos…
Hay que tener paciencia. Es la misma paciencia que empleamos por ejemplo en los casos en
que se realizan pagos en dólares americanos y la parte que los cobra pide que quede
asentada en acta la numeración de cada billete. Ningún problema, decíamos, y dictábamos a
la vista de todos los participantes la numeración de cada billete. Es una faceta tediosa de la
labor, pero resulta muy satisfactorio ver que con esa pequeñita inversión de tiempo y
paciencia todos quedan tranquilos.
En tres hubo desistimientos: uno porque se dio por satisfecho con las explicaciones
brindadas entre las audiencias realizadas, otro porque había logrado cobrarle a otra
91
persona, y otro porque se trataba de una cuestión accesoria y se había transado en lo
principal.
En cuatro casos se reclamaban más de U$S 10.000 por daño moral por difamación, injurias
o ejercicio abusivo del poder disciplinario de una entidad. Tres de ellos se transaron sin
contrapartida económica pero buscando formas creativas de restaurar el honor o el
prestigio profesional lesionado, y en el cuarto caso, el damnificado obtuvo el permiso del
citado y de su abogado para interrogarlo libremente en la audiencia, luego de lo cual logró
el convencimiento de que esa persona no era la que lo había difamado (es otro caso en el
que observamos la importancia del intercambio de información, tal como señalamos supra).
Este aspecto de reconocer al otro como propietario o como acreedor se ve con frecuencia
en las audiencias de conciliación.
Recordamos dos casos en particular: en uno, dos hermanas fueron citadas por un
matrimonio joven que les había comprado una casa, pretendiendo la rescisión del contrato
y el cobro de la multa porque la casa no sólo se había inundado sino que era inundable. Las
hermanas miraron horrorizadas las fotografías que los citantes habían traído. Antes de la
audiencia se habían informado de la situación y explicaron que ellas habían heredado esa
casa de su padre con quien no habían tenido buen vínculo, la habían visitado con un
vendedor de inmobiliaria que la tasó y la pusieron a la venta. Aseguraron que cuando la
vendieron no sabían que la casa se inundaba, e inmediatamente ofrecieron dar marcha
atrás en el negocio: rescindir el compromiso de compraventa, recibir la casa y devolver
simultáneamente el dinero cobrado como entrega inicial, que eran U$S 15.000. Aun contra
el asesoramiento de su abogado, decidieron no regatear ni un centavo.
92
El otro caso también fue por U$S 15.000. Aunque parezca increíble en los tiempos que
corren, una señora le fue entregando dinero a otra para comprarle una casa, sin firmar
ningún recibo ni documento alguno. Cuando la suma entregada llegó a U$S 15.000 y ni se
firmaba nada ni se entregaba la casa, la compradora consultó a una abogada que la asesoró,
tras lo cual citaron a la vendedora a conciliación como paso previo a un juicio de
“enriquecimiento sin causa por pago a cuenta para compraventa de inmueble”. Ese caso
necesitó 4 audiencias pero desde la primera, la citada reconoció expresamente haber
cobrado los U$S 15.000 como pago a cuenta de la finca. Finalmente firmaron un
compromiso de compraventa con un saldo de precio establecido en cuotas módicas, muy a
medida de la situación.
Por lo dicho, afirmamos en noveno lugar que la conciliación permite soluciones creativas, a
la medida de las circunstancias e inspiradas en valores.
En los 760 acuerdos analizados, y, es más, en todos nuestros años de labor en el Poder
Judicial, tuvimos un solo acuerdo confidencial, en el que las partes avanzaron hacia un
acuerdo en forma totalmente estándar y luego pactaron guardar expresa reserva sobre lo
acordado.
En una oportunidad, el citante era propietario de obras de arte que había entregado a
consignación a una galería, y reclamaba de ésta que le abonara las que hubiera vendido y le
devolviera las que no había logrado vender aún. En la interesantísima negociación realizada
en la audiencia, todo lo que las partes habían logrado avanzar fue puesto en riesgo a causa
de una de las obras, ya que la galería decía que estaba en tratativas con un comprador y
pedía más tiempo para concretar la venta. El propietario quería la devolución inmediata de
la obra, pero ante la insistencia de su contraparte abrió la siguiente posibilidad: que le
dijeran quién era el comprador, y si le interesaba que su obra fuera para allí, otorgaría el
93
plazo que le pedían. -Los lectores pensarán enseguida que el dueño de la galería de arte no
estaría dispuesto a dar el nombre del interesado, porque era alto el peligro de que el
propietario del cuadro dijera: “No, no me interesa”, no diera plazo y luego contactara
espuriamente al interesado para venderle directamente el cuadro, perjudicando así a la
galería que había “trabajado la venta” y conseguido al comprador. Estos son casos en los
que vemos con toda claridad la tensión entre compartir información y reservarla85. Pues la
solución fue pactar expresamente la confidencialidad de ese dato. Se redactó una cláusula
de confidencialidad y de abstención de venta directa o por terceros exceptuando la galería,
con la correspondiente previsión de multa ante un incumplimiento, se imprimió y se firmó.
Recién después la galería dijo de qué museo se trataba y pudimos proseguir hasta el
acuerdo.
En otra oportunidad, las partes no establecieron en el acta el convenio al que habían llegado
para reestructurar una deuda motivada en compraventa de acciones de sociedad anónima,
es decir, lo firmaron pero no agregaron una copia ni dijeron en qué montos consistía. A
nosotros como jueces de conciliación el dato nos era totalmente indiferente y su omisión no
impidió homologar el acuerdo al que llegaron en la audiencia.
Finalmente en otro caso las partes llegaron a un acuerdo vinculado al cobro de honorarios
de un profesional y se abonó en la audiencia mediante un cheque que fue examinado por el
citante y recibido de conformidad, habiéndose asentado el dato del Banco girado, su serie y
su número, pero no su monto, porque las partes así lo pidieron. Tal como en otro caso: el
dato del monto, si bien era muy importante para las partes, era totalmente nimio para el
Juez de Conciliación. Ninguna norma lo establece como obligatorio y se trataba de un
85Tal como desarrolla con brillo MNOOKIN, Robert et al., Resolver conflictos y alcanzar acuerdos – Cómo plantear la
negociación para generar beneficios, Editorial GEDISA, Barcelona, 2003, pp. 42 y 43.
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acuerdo entre personas mayores de edad y debidamente asistidas. El acuerdo fue
homologado.
Como es previsible, sucede algunas veces que las partes y sus abogados prefieran no
mencionar determinados montos, lo cual es su libre decisión.
CONCLUSIONES DE LA INVESTIGACIÓN
Consideramos que del estudio temático y analítico realizado de las actas de acuerdos
logrados desde el 1º de enero de 2005 hasta el 31 de diciembre de 2008 en uno de los
cuatro únicos Juzgados de Conciliación de Montevideo -esto es, una muestra de nada menos
que un 25% del universo de acuerdos durante ese extenso período-, surge que se han
logrado plasmar en la realidad las afirmaciones que hemos ido presentando sucesivamente:
Las partes contaron con el número de prórrogas de audiencias que fue necesario.
Las partes dispusieron de tanto tiempo de juez conciliador como fue necesario.
Esta vía de solución de conflictos estuvo disponible tanto para casos de pequeña
cuantía como para casos de alta cuantía.
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En la conciliación puede brindarse respeto a la privacidad y la confidencialidad en
toda la medida que se considere necesaria.
La conciliación previa es una oportunidad con muy bajo costo para el Estado y para sus
usuarios, y que no tiene porqué implicar una demora de más de treinta días para iniciar un
juicio, salvo que por consenso se hayan fijado prórrogas.
Creemos que este instituto hace honor al acceso a la justicia y que, junto con la mediación y
con los métodos de heterocomposición como el juicio y el arbitraje, completa un abanico de
posibilidades al servicio de quienes no logran resolver sus dificultades mediante un diálogo
sin un tercero imparcial que siembre un poco de paz.
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