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Sujeidy 5
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MATRICULA:100623844
Proyecciones demograficas En 1958, los demógrafos de las Naciones Unidas predijeron que
en 2000 la población mun- dial sería de 6.280 millones de personas. Esta predicción resultó ser
demasiado alta, pero solo por 200 millones de personas, es decir, un 3,6 por ciento. Esa
precisión en un horizonte de 42 años, periodo durante el cual la población mundial se duplicó
con creces, es notable. Aunque el éxito de la predicción puede atribuirse en parte a la buena
suerte, es una mues- tra del poder de los instrumentos con que cuentan los demógrafos.
Como predecir la mortalidad es que los cambios de la mortalidad han sido tan importantes
como los de la fecundidad en la determinación del crecimiento de la población en el pasado. La
razón se halla en que hasta las recientes mejoras de la esperanza de vida, la probabilidad de que
una niña recién nacida llegara a sus años fértiles era muy inferior al 100 por ciento.
Los cambios de la mortalidad sí producen otro efecto en el volumen de población, que es
simplemente que si el número de nacimientos no varía pero los individuos viven más años, el
número de personas que estarán vivas en cualquier momento dado será mayor. Incluso en los
países en los que hay una mínima posibilidad de que mejore aún más la mortalidad de las
mujeres en los años fértiles, este tipo de mejora de la mortalidad en las edades más avanzadas
seguirá siendo relevante.
Las fuerzas demográficas actúan lenta, pero inexorablemente, por lo que podemos estar más
seguros de algunas proyecciones demográficas para dentro de varias décadas que de las
predicciones económicas más habituales. Podemos estar bastante seguros, por ejemplo, de que
la población mundial crecerá hasta llegar a ser de alrededor de 9.400 millones hacia el año
2050, que la tasa de crecimiento de la población mundial disminuirá, que la pobla- ción mundial
se redistribuirá de los países actualmente desarrollados al resto y de que la población del mundo
desarrollado envejecerá significativamente .
El capital humano
El capital humano en forma de salud. A medida que un país se desarrolla desde el punto de
vista económico, la salud de su pobla ción mejora. Pero también tiene un lado productivo: las
personas más sanas pueden trabajar más y durante más tiempo; también pueden pensar con
mayor claridad.
Actualmente, en los países desarrollados la mayoría de la población está bien alimentada. Pero
en una gran parte del mundo en vías de desarrollo, la desnutrición sigue siendo un fenómeno
muy extendido.
En este capítulo hemos analizado las mejoras de la calidad del trabajo que los economistas
agrupan bajo el nombre de capital humano. La acumulación de capital humano y la influen- cia
del capital humano en la producción son en muchos aspectos muy parecidos al capital físico. El
gasto en educación, que produce capital humano, es similar al gasto de inversión que produce
capital físico. Tanto el capital humano como el capital físico son factores de producción: de
hecho, representan la misma proporción de la renta nacional. Por último, las diferencias de
acumulación de capital humano entre los países parecen formar parte de la explicación de las
razones por las que unos países son ricos y otros pobres, al igual que ocu- rre con la
acumulación de capital físico.
Aunque el capital humano y el capital físico tienen muchas similitudes, también existen
importantes diferencias entre los dos. La única razón para invertir en capital físico es
económica:
si no fuera por los rendimientos del capital físico, nadie querría tener ninguno. En cambio, los
individuos valoran el capital humano en forma de salud principalmente por razones no
económicas. El hecho de que cuando gozamos de buena salud, nuestra productividad aumente,
tiene una importancia secundaria cuando tomamos decisiones sobre nuestra pro- pia salud o la
de nuestros hijos. Las decisiones de invertir en capital humano por medio de educación son
económicas, pero solo en parte. Valoramos la educación tanto porque nos permite obtener más
renta como porque nos permite enriquecer nuestra vida intelectual y espiritual.