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ras de las identificaciones. Por otro, qué tan fluidas, fijas o móviles 4. Metáforas teóricas:
son unas y otras fronteras. Se trata, nada menos, que de decidir el más allá de esencialismo
criterio y el proceso de clasificación. Es decir, de la tensión cntre
versus instrumentalismo
el sen tido de la separación y la operación deconstructiva que ex-
plora lo que queda entre dos lugares entre los que supuestamente
no podría ni debería haber nada.
En otras palabras, más allá de las localizaciones y situaciones, la
posibilidad de una acción social no corporativa radica justamente
en la asunción de la contingencia de las identificaciones y las cate-
gorías, en el cuestionamien to de los modos de interpelación. A En el capítulo anterior hemos planteado que, para anali-
partir de allí es viable producir, en vez de reproducir, la ubicación zar los procesos sociales, es imprescindible establecer una distin-
de los límites y sus sentidos, un momento clave para la constitu- ción conceptual clara y precisa entre "cultura" e "identidad". En
ción de agentes que pretendan sobrepasar las limitaciones de la este capítulo y en el siguiente, propondremos una reconceptuali-
imaginación contemporánea. zación, vinculada tanto a la historia teórica y a los procesos empí-
Las fronteras pueden desplazarse, desdibujarse, volver a tra- ricos como a las políticas de la teoría. Argumentaremos que el
zarse. Pero no pueden desaparecer, son constitutivas de toda vida concepto de configuración cultural permite interpretar desde otras
social. Un proyecto de abolición de todas las fronteras estaría ne- perspectivas los procesos sociales y los datos de investigación.
cesariamente destinado a fracasar, ya que es imposible vivir fuera El concepto antropológico de "identidad" se constituyó y enri-
del espacio y sin categorías de clasificación. Deberíamos debatir queció históricamente a partir de los estudios sobre las relaciones
dónde poner fronteras, por un lado, y, por otro lado, cuándo pre- interétnicas, las fronteras étnicas y la etnicidad. Sugerimos aquí la
tender cruzarlas, debilitarlas, asumirlas reflexivamente o refor- necesidad de que un concepto de cultura con fuertes linajes se re-
zarlas. Difícilmente convenga adjudicar un sentido unívoco al nueve incorporando aportes decisivos de las teorías sobre la na-
término "frontera" y adoptar una actitud homogénea hacia las di- ción. "Cultura" y "nación ", en tanto nociones teóricas sumamente
versas fronteras con las que convivimos. complejas, comparten no sólo la característica de ser históricas
sino la de ser unidades heterogéneas y conflictivas:
Por ello, así como la metáfora de la etnicidad permitió pensar
lógicas de la identidad, la metáfora de una nación heterotópica y
heterocrónica puede contribuir a pensar las lógicas situadas de la
heterogeneidad de la cultura. Esa metáfora, como todas, tiene lí-
mites que también requieren ser explicitados.

CULTURA E IDENTIDAD

En los mios cuarenta, Evans-Pritchard distinguió las nociones de


"distancia física" y de "distancia estructural" y adujo que esta úl-
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tima es la distancia entre grupos "expresada en función de sus va- tos? La recmización de un grupo o un pueblo indígena ¿es la re-
lores", "la distancia entre grupos de personas en la estructura so- cuperación de una tradición auténtica, la invención de una iden-
cial" (1997). En otros términos, dos grupos fisicamente muy cer- tidad nueva, o ninguna de las dos cosas?
canos pueden estar simbólicamente muy distanciados, y viceversa. Entre los mapuches, Claudia Briones ha señalado la existencia
Esta distinción tiene enorme actualidad: la esfera territorial no de jóvenes mopumhies, mapuheavies y mapurbes: "Ser mapunky re-
determina mecánicamente las identificaciones. Una persona de fiere a poder sen tirse mapuche y anarco-punk a la vez, o ser un
cualquier grupo puede sentirse simbólicamente cercana de al- Mapuche Punk. Ser mapuheavy implica ser Mapuche y Heavy Me-
guien que se encuentra en la otra punta del planeta, y sentirse ex- tal a la vez, o ser un Mapuche Heavy Metal. Ser mapurbe habla de
tremadamente lejos de su vecino. Si alguna vez la diferencia cultu- la experiencia y posibilidad de ser Mapuche urbano, a pesar de lo
ral se asoció a la distancia física, hoy se ha hecho patente la que predica el sentido común preponderante (2005: 77). Eviden-
imposibilidad de esa presunción. El extranjero no está siempre temente, esto alude a procesos de identificación, pero ¿nada tiene
del otro lado de la frontera: también la ha cruzado para venir a vi- que ver con la cultura?
vir con nosotros. El extranjero somos nosotros cuando arribamos Configuración cultural e identificación son términos necesarios
a otra parte, cuando "otra parte" no sólo significa otro espacio fi- para comprender los mundos contemporáneos. Sin embargo, ac-
sicamente distante sino otra espacialidad simbólica. tualmente es dificil saber qué se pretende decir con cultura e
Dado que estos contactos no sólo se han tornado cotidianos identidad. Parte de esa confusión deriva de que ambos términos
sino que son evidentemente constitutivos, se hace necesario esta- han sido superpuestos, mencionados a veces como sinónimos in-
blecer una nueva distinción. En lo que antes se denominaba "dis- tercambiables, lo cual quizás dificulte la enunciación de uno de
tancia estructural" o "distancia simbólica", en realidad se conden- los interrogantes clave de cualquier proceso social y simbólico:
saban dos dimensiones plenamente autónomas, en el sentido de ¿cuáles son y por dónde se desplazan las fronteras culturales y las
que no guardaban relaciones de causalidad entre sí. Se trata de la fronteras identitarias? ¿Cuándo coinciden, cuándo se solapan,
diferencia entre la distancia cultural y la distancia identitaria. cuándo se encastran?
En este punto, es preciso que nos preguntemos qué trabajo in- Para construir esta distinción emprenderemos un recorrido si-
terpretativo pueden habilitar las nociones, tan polisémicas y con- nuoso. Es una distinción especialmente complicada, porque es
fusas, de cultura e identidad ante fenómenos complejos. Idea de la tan imprescindible para saber qué pretendemos significar como
muerte en México, título de un extraordinario libro de Lomnitz dificultosa debido a la imbricación cotidiana entre ambos fenó-
(2006): ¿alude a una noción propia de una cultura, a una noción menos. Antes de ingresar en ese camino, enunciaremos de ma-
disputada en un espacio cultural, a una referencia simbólica mul- nera simplificada esta diferencia.
tiacentuada y heteroglósica... o a todo eso junto? La formulación Al nacer, los seres humanos no elegimos nuestra lengua pri-
brasileña "vace sabe com quem está falando?", analizada por Da- mera: nos limitamos a aprender las estructuras y los vocabularios
Malta (2001), era parte, según el autor, de una práctica cotidiana que nos rodean. Por lo general aprendemos una sola lengua, aun-
de la que nadie deseaba hablar en público, un aspecto de Brasil que hay personas bilingües y trilingües (que de todos modos igno-
del cual los brasileños preferían no hablar en aquellos años (el li- ran las miles de lenguas restantes que les son contemporáneas).
bro se publicó en 1979). El nacionalismo, como identificación co- Aprendemos códigos de comunicación kinésicos y proxémicos.
lectiva, ¿es un fenómeno homogéneo universal más allá de países No elegimos la comida que compartirá nuestra familia, ni tam-
coloniales y colonizados, más allá de las situaciones de guerra y de poco el hecho de crecer en una ciudad o en una aldea, en un con-
paz; o tiene significados culturales variables en contextos distin- tinente o en ou-o. Cuando comenzamos a elegir, lo hacemos a par-
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tir de clasificaciones y significados sedimentados. Así, podemos dentro de un grupo social del que todos sus miembros se sienten
crecer en sociedades dominadas por el racismo o la desigualdad parte no necesariamente hay homogeneidad cultural.
de clase o de género, o bien en sociedades más igualitarias, o bien La distinción que proponemos aquí entre configuración cultu-
en mundos con unos u otros regímenes políticos. Cada ser hu- ral e identificación es más compleja que esta formulación inicial,
mano incorpora la trama de prácticas, rituales, creencias y signifi- y cada uno de los conceptos es también, y en sí mismo, más com-
cados, los modos de sen tir, sufrir e imaginar a lo largo de su vida. plejo. Pero un punto de partida necesario es diferenciar las cate-
Y, como sucede con las lenguas, los modos de significación que ni gorías de pertenencia por una parte, y las tramas de prácticas y
siquiera conocemos o comprendemos siempre son más numero- significados por la otra, Que esas tramas refieren a procesos cultu-
sos que la modalidad específica que utilizamos o conocemos. rales, pero que no son "cultura" en un sentido tradicional, es algo
También, como sucede con las lenguas, siempre tenemos la posi- que desarrollaré en el capítulo 6. Por ahora, sólo señalaré que la
bilidad de aprender un modo que no es el nuestro y hacerlo pro- noción de configuración cultural busca vincular esas tramas con
pio, aunque esto es cada vez más difícil en el transcurso de la vida fronteras de significación dentro de las cuales hay desigualdades,
humana, ya que cada ser va siendo constituido por las culturas poderes e historia.
con las que entra en contacto. Como bien dice Todorov (199}), La clave es la distinción. Un español puede dirigirse a una mu-
siempre existe la posibilidad de rechazar las determinaciones de jer diciendo "[hombre:" tanto como un argentino usa el "che", un
nuestra historia cultural. Pero lo cierto es que la mayor parte de chileno el "huevón" o un mexicano el "güey". La cantidad de ve-
los seres humanos, más que romper con esas determinaciones, ces que un chileno dice la palabra "huevón" no indica cuán pa-
vive en el marco que ellas han trazado. triota es. "Che, qué país de porquería" es una expresión cotidiana
Todos los seres humanos sentimos que pertenecemos a diferen- en la Argentina: no obstante, no debería ser un indicador de pa-
tes colectivos, que pueden corresponderse con una aldea, una ciu- triotismo identitario.
dad, un país, una región ... o el mundo. A grupos etarios, de clase, Podría suponerse que prácticas y rituales con mayor densidad
de género; a generaciones, a movimientos culturales o sociales. semiótica como el tango, el chamamé o el forró son indicadores a
En cierta medida, esas clasificaciones y nuestros modos de relacio- la vez culturales e identitarios. Sin embargo, que un porteño baile
narnos con esas categorías identitarias están inscriptos en nues- el tango no nos informa nada acerca de su amor por Buenos Ai-
tras historias culturales. Pero, al menos hasta cierto punto, cada res, y viceversa. Debemos comprender que se trata de dos pregun-
uno de nosotros escoge con qué grupos se identifica, a cuáles per- tas distintas, que no pueden responderse con los mismos datos. La
cibe como "otros", qué significados y sentimientos le despierta presunción de que bailar tango o comer asado serían metonimias
cada una de estas categorías. Cuando elegimos, lo hacemos impul- de una identidad se revelan todavía más absurdas cuando recono-
sados por sentimientos (de linajes, lealtades o añoranzas) y tam- cemos que el tango ha viajado hacia otras configuraciones cultu-
bién por intereses (de clase, de barrio, de nación, etcétera). rales y se ha enredado con otras tramas de significados, y que los
En una primera distinción, entonces, lo cultural alude a las japoneses o los franceses, nacionalistas o no, también pueden bai-
prácticas, creencias y significados rutinarios y fuertemente sedi- larlo.
mentados, mientras que lo identitario refiere a los sentimientos Es indudable que en ciertos contextos hay prácticas, rituales
de pertenencia a un colectivo y a los agrupamientos fundados en y/o expresiones que imbrican las configuraciones culturales con
intereses compartidos. El problema teórico deriva del hecho, ern- las identificaciones. Hace tiempo he mostrado cómo, en el con-
píricamente consratablc. de que las fronteras de la cultura no texto de la ciudad de Buenos Aires, los inmigrantes de Bolivia re-
siempre coinciden con las fronteras de la identidad. Es decir que cuperan danzas de diversas regiones andinas y despliegan un ri-
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tual comunitario que produce y fortalece una identificación espe- ATRIBUTOS, VíNCULOS Y PERTENENCIA
cífica (Grimson, 1999). En este caso, como en muchos otros, algu-
nos elementos de la trama cultural son tornados, utilizados y pro- Existen tres aspectos clave constantemente mencionados, a ve-
yectados en relación con procesos identitarios. Así se anuda un ces de manera confusa, en las alusiones a la "identidad": los atri-
tipo de relación que, sin embargo, no puede extrapolarse más allá butos sociales, las relaciones entre las personas y los sentimien-
de ese contexto específico de sentido, ya que la relación entre am- tos de pertenencia (véase Brubaker y Cooper; 2002). Muchas
bos términos es una cuestión empírica a investigar en cada espa- veces tendemos a presuponer que si dos personas tienen atribu-
cio, y difícilmente podría presuponerse. tos, relaciones o sentimientos de pertenencia comunes, compar-
Es frecuente que autores diversos hablen indistintamente de la ten una identidad. Es necesario comprender que estos tres as-
cultura y la identidad nuer, puertorriqueña o carioca. De este pectos no mantienen ningún tipo de relación de causalidad
modo en tremezclan las rutinas cotidianas, las creencias y los ritua- entre sí.
les con los sentimientos de pertenencia y su poca o mucha inten- Si consideráramos los "atributos" desde un punto de vista obje-
sidad. De allí la idea de que, si en determinado momento los sen- tivista, retomaríamos la distinción de Marx entre "clase en sí"
timientos étnicos o nacionales tienen menor intensidad o se (atributo en común) y "clase para sí" (sentimiento de pertenen-
desdibujan, eso conllevaría necesariamente el desdibujamiento cia). Si, en cambio, consideramos los atributos coma "clasificacio-
de una supuesta cultura. Yviceversa: el esencialismo postula que nes sociales" y no como posiciones objetivas -en el sentido de que
toda apropiación e hibridación cultural es una pérdida de identi- ser "pobre", "negro", "indio", "blanco" o "marginado" es una defi-
dad. Pero, en rigor de verdad, el hecho de que se los considere si- nición muy variable entre sociedades-, veremos que tampoco hay
nónimos o automáticamente intcrdependientes es un problema ninguna relación necesaria entre las personas socialmente consi-
teórico y político. deradas indígenas y la existencia de un sentimiento de pertenen-
Si las configuraciones culturales tienen alguna relación (com- cia. Si bien podría suponerse que el "atributo" siempre es anterior
pleja, por cierto) con los habitus, las prácticas rutinarias, los modos al "sentimiento", los ejemplos vinculados a la noción de 'Juven-
de percepción y de significación, y las identificaciones se vinculan tud" -pero también a noción de "raza"- indican que los senti-
a las definiciones de pertenencia, entre dos grupos cualesquiera no mientos también pueden intervenir sobre la construcción y la cla-
hay equivalencia necesaria entre sus diferencias culturales y las dis- sificación de los atributos.
tancias que mutuamente perciben en términos de pertenencia. De La ausencia de causalidad mecánica con la identidad es todavía
hecho, es frecuen te que las distancias culturales estrechas exijan, más clara en el caso de la conectividad interna del grupo. Como
por múltiples factores contextuales, acrecentar subjetivamente las señaló Barth (1976), las personas con atributos distintos se comu-
distancias identitarias. Los ejemplos abundan en el mundo actual: nican constantemente, y esa comunicación puede generar identi-
en la ex Yugoslavia, pero también en el contexto palestino-israelí, ficaciones comunes pero también exacerbar las identificaciones
las diferencias culturales comparativamente no tan marcadas devie- distintivas. Como mostró Anderson (1991), personas sin ningún
nen abismos identitarios irreductibles. contacto directo entre sí pueden imaginarse como parte de una
misma comunidad e ir juntas a la guerra. Podrá argumentarse
que el print capitalism permitió esa clase de imaginación al generar
una comunicación diaria y homogénea, pero los estudios sobre la
nación realizados en otros países (incluso con analfabetismo y sin
medios masivos) indican que otros factores y agentes intervienen
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de manera decisiva en la construcción de esos sentimientos (Chat- ción de "cultura viajera". Pero la generalización de la idea de diás-
terjee, 1993; Chackrabarty, 2008; Grimson, 2007). pora, presente en muchos otros trabajos actuales, plantea el
Frente a los argumentos ligados a perspectivas deconstructivistas riesgo de restablecer la esencialización que pretendía evitarse. Si
y posmodernas -que muestran que en una sociedad puede haber todo grupo emigrante es considerado diaspórico, estamos con-
personas que creen en dioses y devoran animales cocinados de ma- fundiendo procesos que en realidad son muy distintos.
neras muy distintas, y personas que están interconectadas de mo- Vivimos en un mundo donde las grandes mayorías no se despla-
dos múltiples, y que por ello habría que renunciar al concepto de zan entre países y donde tampoco debe presuponerse que todos
cultura-, se han propuesto al menos dos modos de retomar esa los habitantes del planeta desean migrar. Muchos migrantes (que
noción. Esos modos podrían designarse como perspectiva "distri- además se mueven dentro de un mismo país) lo son por resigna-
bucional" y perspectiva "diaspórica". ción, no por impulso de aventura o por deseo. Sólo una ínfima
La perspectiva distribucional afirma que, si bien los grupos no minoría pertenece a los grupos nómades de alta calificación, que
tienen rasgos culturales absolutamente homogéneos, tampoco po- Lins Ribeiro (1999) conceptualizó, utilizando la referencia nativa,
dría afirmarse que los rasgos están aleatoriamente distribuidos en como "bichos de obra" por el hecho de que son ゥョァ・ ゥ セッウ que
el planeta. Esquemáticamente, Bruhmann cuestiona un uso equi- van de Mongolia a la Argentina y a distintas zonas de Africa a
vocado del concepto de cultura, el que llevaría a presuponer que construir, por ejemplo, represas hidroeléctricas.
cien individuos pertenecientes a la (inventemos) cultura argen- Por eso, la idea de un mundo nómade debe quedar bajo sospe-
tina tendrían ciertas creencias católicas, bailarían tango, participa- cha. Las nuevas nociones merecen ser sometidas a prolongadas
rían en el ritual del 25 de Mayo y comerían asado, mientras que pruebas empíricas para contrarrestar las modas superficiales que
cien individuos de la cultura brasileña combinarían el catolicismo favorecen la jerga antes que la comprensión. Los migrantes de un
con el umbanda, su ritual sería el carnaval, escucharían bossa nova mismo país y grupo social que no mantienen relaciones entre sí y
y comerían preferen temen te arroz con ¡eijao. Bruhmann dice que tampoco comparten un fuerte sentimiento de pertenencia no
que, si esa suposición de coherencia absoluta resulta inexacta, la son parte de la diáspora. Lo diaspórico es una forma específica, li-
idea de una distribución azarosa de las creencias, las prácticas, los gada especialmente a lo que llamamos "sentimiento de pertenen-
ri tuales y la alimen tación es sencillamen te absurda. Esta concep- cia" o "identificación ''. Hay migraciones sin identificación. Yla ad-
ción sostiene que hay heterogeneidades, pero siempre dentro de judicación de una identidad diaspórica a todos los migran tes
distribuciones comparativamente coherentes de rasgos culturales. implica una esencialización.
Por eso mismo se propone descartar los usos equivocados (exoti- Numerosos autores afirman que el número o la proporción de
zantes, homogeneizadores, reificantes) del concepto de cultura, migran tes ha aumentado o, incluso, que las migraciones son una
sin por ello dejar de mantener los "usos óptimos" (Bruhmann, característica de nuestra época. Ha habido migraciones en todas
1999). las épocas, a veces en porcentajes mayores que los actuales. Lo
que ha cambiado no es la cuestión numérica, sino la política y cul-
tural. Como ya hemos dicho, los destinos de los migran tes se han
transformado: si a fines dcl siglo XIX iban del centro a las ex co-
CULTURAS EN DIÁSPORA lonias, a fines del siglo XX van del Tercer Mundo a los países cen-
trales. Si los procesos de legalización caracterizaron a la migra-
La perspectiva diaspórica, desarrollada por Clifford (2002) entre ción decimonónica, los procesos de ilegalización masiva marcan
otros, deshace el nudo de "cultura" y "territorio" y propone la no- las tendencias actuales. Desde ya, contextos y diferencias cultura-
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les mediante, las prácticas y los sentidos de territorialidad de los tre la diáspora como herramien ta conceptual referida a un grupo
inmigrantes internacionales cambian. Por lo tanto, lo que se ha de personas y la diáspora que alude a la formación de identidad.
transformado es el significado de la migración en el mundo con- Nuevamente debemos preguntarnos si los sujetos son agentes de
temporáneo. Para los intelectuales del Primer Mundo, porque procesos etnográfica o históricamente analizables como "identifi-
viven en sociedades crecientemente heterogéneas. Para los inte- cación diaspórica".
lectuales del sur, porque a esa heterogeneidad se agrega el sen ti- Yelvington (2003) ha cuestionado que se asuma la diáspora afri-
miento de que una parte de su país vive en otro. cana como un dato que es producto de una negritud in discutida
Algunos autores (Portes, 2001) han conceptualizado como o un "África secreta". Afirma que "debemos localizar [locate] la
"transnacionalismo" el proceso inédito de interconexión entre zo- diáspora en tiempo y espacio, pero dislocarla [dislocate] de los
nas de origen y destino. In terconexión fisica que incluye comuni- cuerpos y lugares 'racializados' desde donde se supone que irra-
caciones por aire y tierra, Como asimismo un significativo mer- dia" (2003: 559). Propone analizar etnográfica o históricamente
cado "étnico" o cultural de productos alimenticios, vestimentas y los indicios que ofrecen los sujetos que estudiamos, y pretende
artesanías, e interconexión virtual que incluye comunicaciones te- que podamos preguntarnos cuándo, dóndey quién en lo atinente a
lefónicas, envíos de videos y telemática. La fluidez de esas comu- la diáspora. La indicación de Yelvington es homóloga a la que pro-
nicaciones yesos intercambios constituye un escenario donde las ponemos aquí: desnaturalizar la noción de que allí donde hay un
distinciones entre las distancias físicas, culturales e identitarias se color de piel o un origen común hay siempre una cultura y una
procesan cotidianamente. identidad compartida. Deslindar cada uno de estos aspectos, y se-
El problema teórico es cuándo un fenómeno puede ser conside- parar las categorías de los actores de las analíticas.
rado diaspórico: quién lo construye de ese modo y por qué. En ese sentido, como sostiene Mera (2010), resulta necesario
Cuando es construido por los académicos a través de mezclas de precisar la noción de diáspora para que no refiera a cualquier con-
migración, naciones, culturas e identidades, estamos realmente junto poblacional disperso ni mucho menos a todo fenómeno de
en problemas. Entre el desplazamiento territorial de una pobla- migración. Sin dispersión poblacional no habría diáspora, pero
ción y la presunción analítica de que se trata de una cultura y una ¿dispersión de quiénes? En la diáspora se hacen presentes atribu-
identidad, existen más mediaciones que las que esa perspectiva tos sociales, lazos y procesos de identificación. Evidentemente, la
asume. Cuando miles de personas de una misma Zona de origen identificación de esa población como colectivo es una condición
emigran o se dispersan por el mundo, no siempre comparten re- necesaria (Brubaker, 2005) y no toda dispersión o migración im-
des o identificaciones. plica esos procesos. La diáspora "pone de relieve el territorio como
Calificar una zona, un grupo o un país como diaspórico es una entidad simbólica", ya que hay una "referencia a las raíces" (Mera,
moda académica que exige nuevos recaudos. Gordon (1998) ana- 2010: 5). En segundo lugar, implica el establecimiento de vínculos
lizó las diferentes construcciones culturales de raza, color y na- más o menos fluidos entre los grupos ubicados en distintos países,
ción en la costa caribeña de Nicaragua. Los creoles se consideran a través de distinto tipo de asociaciones (religiosas, políticas, cultu-
parte de "diásporas diferentes", pero al mismo tiempo negocian y rales). En la medida en que la identificación diaspórica persiste in-
naturalizan prácticas e ideas de lo que Gordon llama "sentido co- tergeneracionalmente, resulta evidente que el atributo del origen
mún creo!", sin aceptar automáticamente ningún concepto de ne- refiere a la construcción de un imaginario, asentado también en la
gritud racializada. producción activa de la "preservación de la cultura" (ya sea la len-
Parecería que cultura e identidad no encastran aquí de manera gua, la religión o la comida). Ese imaginario y los lazos tanto con
perfecta. Justamente, Cordón y Anderson (1999) distinguen en- el territorio de origen como en los espacios donde se asientan tie-
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nen fuertes consecuencias sociales y económicas (incluyendo for- sociedad adulta reinterpreta ese acto como un atentado terro-
mas productivas, de comercialización, remesas, etcétera). La ten- rista. Si bien Babei, como no podía ser de otra manera, ofrece
sión entre los procesos de incorporación de los grupos a los distin- múltiples líneas interpretativas, podemos sugerir una hipótesis:
tos países y la conservación de una entidad transnacional en es probable que, detrás de actos que estamos dispuestos a clasifi-
diferentes Estados (Bruneau, 2004) implica la construcción de una car de manera veloz y reductiva, incluso actos trágicos, se encuen-
memoria colectiva ligada "al territorio de origen (más o menos mí- tren solamente babeles, lenguajes en apariencia inconmensura-
tico) pero, sobre todo, unida al 'espacio metafórico' conformado bles, sobre todo si no estamos dispuestos a asumir y pensar esa
por la red de lugares donde se encuentran las comunidades de la diferencia cultural.
diáspora" (Mera, 2010: 6). No es casual que aparezca una situación análoga en la película
En ese sentido, no hay culturas en diáspora, ya que eso equival- filmada por once directores de distintas zonas del planeta titulada
dría a afirmar que hay un grupo culturalmente homogéneo que 11-09-01. Un grupo de adolescentes de Burkina Faso, víctimas de
genera enclaves clonados de diferencia en distintas zonas del pla- las necesidades más básicas, se encuentran cara a cara en la pri-
neta. Pero la diáspora es una configuración cultural transnacio- mera plana del diario local con el anuncio de la recompensa que
nal , un espacio de heterogeneidad articulado, una de cuyas con- se ofrece a cambio de la captura de Bin Laden. Minutos después
diciones necesarias es la identificación compartida. ven a Bin Laden caminando por su ciudad y deciden perseguirlo
para llevarse el premio. La ilusionada persecución del cuerpo que
los niños significan como Bin Laden expresa precisamente esa in-
tersección entre 10 lúdico, los medios masivos, el terrorismo y la
DIFERENCIAS interculturalidad. En la misma 11-09-01, un film iraní sobre los re-
fugiados afganos expone la situación de manera más dramática, al
Los cambios generacionales producen, de manera clara y a veces plantearle al espectador cómo puede lograr una maestra que los
vertiginosa, distancias culturales a pesar de que exista un mismo niños que nacieron y viven en un lugar en el que sólo conocen las
origen, color de piel o territorio. Esto es clave, ya que los análisis casas de adobe comprendan el atentado a las Torres Gemelas.
de las ciencias sociales no han logrado revertir hasta ahora la per- Simple y desglobalizador.
sistente tendencia de los adultos -unas veces risueña, otras dra- Hemos visto que la diversidad cultural se imaginaba como algo
mática- a presuponer que sus actos o sus mensajes serán decodi- distribuido en el espacio. Ahora bien, percibir las heterogeneida-
ficados en la clave en que los envían. Recordemos una escena de des de cada sociedad, pensar las pertenencias jurídicas disociadas
la película Babel: un rifle, antes entregado como ofrenda de agra- de las pertenencias culturales, los derechos ciudadanos separados
decimiento por un turista japonés a un campesino marroquí que de los sentimientos de identificación, permite comprender cómo
hizo las veces de acompañante del cazador transnacional, es ven- las diferencias se hacen presentes, de modo situado y contin-
dido a otro marroquf de las zonas rurales, quien, a su vez, se 10 gente, en cada espacio. Muchas veces, por no tener acceso a cues-
entrega a sus dos hijos para que vayan de caza. El padre imagina tiones estratégicas, se trata de "subalternidades", A veces esas dife-
que el objeto sólo puede tener la función que él define, ya que rencias de poder se culturalizan, es decir, a esas desigualdades se
siempre ha tenido esa función en su propia historia. Pero sus hi- les adhieren características educativas, de origen, de generación,
jos, ávidos consumidores de fantasías hollywoodenses de acción y étnicas o de género. Otras veces se trata de extranjeros que no
guelTa,jtlegan a probar su puntería contra un ómnibus atestado comprenden los lenguajes locales o hegemónicos, sean el inglés,
de turistas y hieren gravemente a una mujer estadounidense. La el castellano o el digital; y esas diferencias culturales se politizan,
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especialmente cuando tienden a producir sedimentaciones o tipo- ción de nuevas pautas sino también, explícitamente, a "la consi-
logías persistentes. guiente creación de nuevos fenómenos culturales". Al poner el
Jerarquía y alteridad se imbrican cuando aquellos que no ha- acento en las dinámicas activas y creativas, esta conceptualización
blan la lengua local están estructuralmente confinados al gueto. latinoamericana implicaba un primer rechazo a la imagen de pre-
Esas personas no tienen condiciones para elegir aprender otras sunta pasividad de las sociedades y culturas en proceso de cambio.
lenguas. Nunca sabrán que sus escasos recursos lingüísticos -que Desde la década de 1960 se han empleado diferentes nociones
los llevan a pronunciar las palabras de modos peculiares, por los que apuntan a explicar la interrelación entre los grupos indíge-
que son socialmente estigmatizados- muchas veces son estetizados nas, los afro descendientes y los "blancos" (los "europeos" o "la so-
por los best sellers académicos, que los califican de "políglotas" o ciedad nacional" o "el sistema capitalista"). Es así que nociones di-
genuinas encarnaciones de la multiculturalidad. Si pudieran esco- versas como la de "articulación social" (Hermitte y Bartolomé,
ger, quizás preferirían ser ignorados por ensayistas que los obje- 1977) buscaban indagar, sin teleologías, esta complejidad.
tualizan y contar con posibilidades efectivas de acceder a otros En América Latina, un capítulo clave de la construcción de la
universos culturales. antropología se desarrolló sobre la base de las relaciones interétni-
cas, con fuerte influencia de la "teoría de la fricción interétnica".
Cardoso de Oliveira definió así esa situación de fricción: "Situación
de contacto entre dos poblaciones 'dialécticamente unificadas' a
LINAJES Y METÁFORAS través de intereses diametralmente opuestos, aunque interdepen-
dientes" (1992: 127-128; la traducción es mía). Desde esta perspec-
A partir de las investigaciones antropológicas e históricas sobre tiva, que buscaba la especificidad del conflicto interétnico en rela-
contactos interculturales se han planteado algunas nociones que ción con el conflicto de clases, los intereses defrnían al colectivo en
conviene recordar. Ante la evidente transformación de las cultu- su identidad relacional. Los culturalismos, al presuponer que las
ras tradicionales, la noción de "aculturación" comenzó a ser utili- identidades emergían de perspectivas particulares del mundo, no
zada para referir al proceso de cambio ocurrido en las sociedades contribuían a comprender las lógicas de los intereses sino precisa-
indígenas debido a la influencia europea. Redfield y otros antro- mente todo lo contrario.
pólogos culturalistas estadounidenses parecen haber sido los pio- El gran aporte de este enfoque ha sido desvincular la cultura de
neros en utilizar el término inscribiéndose en el linaje boasiano, la identidad. En la medida en que las identidades son construidas,
en sus investigaciones sobre México y otras regiones de América inventadas y manipulables, pueden postular la existencia de fron-
Latina realizadas en los años veinte. Considerada inevitable e irre- teras culturales que no siempre son empíricamente verificables.
versible, la aculturación se convirtió en una teleología, con sus Esto se aplica también al nacionalismo, que en sus reclamos de
énfasis celebratorios (la bienvenida de los indígenas a la "civiliza- homogeneidad cultural afirma fronteras cuya falta de correlato
ción") y sus visiones apocalípticas (el fin de toda cultura "autén- empírico puede demostrar cualquier antropólogo novato. Este ar-
tica" y toda diversidad). gumento se proyectó luego a grupos étnicos de diferentes dimen-
El antropólogo cubano Fernando Ortiz creó, en 1935, el con- siones, llevando al extremo los argumentos barthianos (Barth,
cepto de "transculturación" como sustituto del de "aculturación ", 1976).
con el propósito de expresar "mejor las diferentes fases del pro- Las teorías antropológicas de la identidad tuvieron, como refe-
ceso transitivo de una cultura a otra" (Ortiz, 1973: 32). Con este rencia y fuente de inspiración, un proceso central. Desde fines de
término no sólo aludía a la pérdida de lo tradicional o la adquisi- los años cincuenta hasta la actualidad, una dimensión clave de los
150 LOS LÍMITES DE LA CULTURA METÁFORAS TEÓRICAS 151

análisis, las conceptualizacioncs y los debates sobre la idec.tidad 1987; Ortiz, 1994). Ya señalamos que uno de los giros teórico-crí-
bebe de la etnicidad y las relaciones interétnicas. Esto no significa ticos del esencialismo fue el libro Culturas híbridas, de García Can-
creer que las identidades juveniles, nacionales o de los movimien- elini, que planteaba la necesidad de cambiar el foco: no observar
tos sociales funcionan, siempre y necesariamente, como identida- la diferencia cultural corno si no hubiera circulación y préstamos
des étnicas. Se trata de un proceso metafórico de construcción múltiples entre las culturas, para enfatizar las "sobrevivencias セ・
teórica por el cual el modelo de lo interétnico permite hacer ge- una cultura auténtica", sino más bien analizar las transformacio-
neralizaciones y trascenderse casuísticamente. A quienes no son nes culturales, las vinculaciones entre lo indígena, lo popular y lo
antropólogos seguramente les resultará difícil comprender cual- masivo, los usos de la ciudad y las nuevas tecnologías. García Can-
quier clase de relación entre la etnicidad y los movimientos socia- elini explicaba que prefería el término "hibridación" para referir
les no étnicos. En realidad, la pregunta no debería formularse de a múltiples procesos: la renovación de la música erudita mediante
ese modo. Se trata de la relación entre perspectivas acerca de la melodías asiáticas y afroamericanas; la reconversión económica y
instrumentalidad, la supuesta esencialidad, la relación entre iden- simbólica de los migran tes campesinos que adaptan sus saberes
tidad, comunicación y organización social, los procesos fronteri- para vivir en la ciudad, O que modifican sus artesanías para atraer
zos y los contrastes entre grupos. Se trata de la relación entre esos a los consumidores urbanos; la reformulación de culturas labora-
conceptos pensados para comprender la etnicidad y que, aunque les frente a las nuevas tecnologías, que los obreros implementan
cambien drásticamente, también pueden contribuir a abordar sin abandonar por ello sus antiguas creencias, y la inserción de las
otros procesos. demandas de los movimientos populares en los nuevos medios de
Generalmente, desde esta perspectiva las identidades son el re- comunicación. La hibridación, decía Carda Canclini, "abarca di-
sultado de intereses y procesos políticos (muchas veces imbricados versas mezclas interculturales -no sólo las raciales a las que suele
con los económicos). Si bien esta visión ha contribuido a desustan- limitarse 'mestizaje'> y [... ] permite incluir las formas modernas
cializar las identidades y desacoplarlas de la cultura, en las últimas de hibridación mejor que el 'sincretismo', fórmula referida casi
décadas resultó claro que se había menospreciado el papel de esta siempre a fusiones religiosas o de movimientos simbólicos tradi-
última. Su énfasis en lo político, la conflictividad y los intereses cionales" (2001: 36).
chocó con los límites de su anticulturalismo. Así se escribió otro ca- En esta tradición, que desde la visión más instrumentalista y
pítulo frustrado sobre la relación entre cultura y política. menos constitutiva de la cultura podría ser catalogada de "cultura-
Justamente, uno de los campos donde se revelaron las limitacio- lista", predominó la preocupación por la hegemonía y su relación
nes de esta metáfora es el de las grupalidades, donde lo instru- con las culturas de los sectores populares en el capitalismo y en re-
mental y lo político son, como mínimo, difusos. En numerosos ca- lación con los medios de comunicación. Estos autores mostraron
sos de grupalidades religiosas o generacionales, por mencionar mayor preocupación por los contextos urbanos, las mezclas cultu-
apenas dos instancias, las limitaciones de la perspectiva instru- rales , la heteroceneidad de las matrices en interacción, la circula-
o
mentalista resultan muy claras. También respecto de los grupos ción de símbolos y poder en una sociedad inserta en los procesos
étnicos y los grupos nacionales resulta claro que no sólo de polí- de globalización o mundialización.
tica viven el hombre y la mujer.
Desde o tros linajes latinoamericanos se renovaban las perspec-
tivas que enfatizaban la cultura. Y esa relación se procesaba a par-
tir de otras tradiciones, asociadas a Gramsci, Bourdieu o Williams
(véanse, por ejemplo, Carcia Canclini, 2001; Martín-Barbero,
METÁFORAS TEÓRICAS 153
152 LOS LÍMITES DE LA CULTURA

LA PERSPECTIVA RELACIONAL Y SUS CRíTICOS


las supervivencias culturales para luego depositarlas en el museo,
pero jamás debe explorar las interrelaciones reales entre mundos
Creemos que cualquier conceptualización que pretenda com- cada vez menos distantes. Desde esa crítica, Oliveira subraya los
prender la naturaleza de las fronteras contemporáneas, sobre desafios que los procesos de hibridación cultural le plantean a la
todo la relación entre las fronteras de las culturas y las fronteras visión clásica del arnericanismo.
de las identidades, necesitará buscar articulaciones de ambas tra- A partir del caso de los "indios mixturados" del nordeste brasi-
diciones teóricas. leño, afirma que hubo una maldición: cuando las diferencias cul-
Las dos tradiciones con las que habitualmente se busca ordenar turales eran más contrastantes, la antropología no existía; pero
el complejo mapa de perspectivas sobre cultura e identidad -el cul- cuando la antropología estuvo en condiciones de analizar esa
turalismo y el instrumentalismo- propusieron relaciones opuestas región ya "no había más culturas que posibilitaran registros de dis-
entre ambos términos en el plano teórico. Para el culturalismo, la tanciamientos significativos" (2004: 311). Para superar las dificul-
identidad deriva de un grupo cultural. Para el instrumentalismo, tades e invisibilizaciones generadas por la metáfora del antropó-
las organizaciones sociales y los líderes construyen identidades y, logo coma astrónomo de las ciencias sociales, que estudia
por ello mismo, apelan a la supuesta cultura en común, que nunca entidades discretas, Oliveira plantea cuatro puntos de ruptura
es la causa sino más bien la consecuencia de la identificación. Si con los presupuestos del americanismo. En primer lugar, cues-
bien pocos especialistas analizan estos problemas desde estos enfo- tiona la completa abstracción del contexto donde se generan los
ques clásicos y opuestos, aún necesitamos ver cómo presentan los datos, especialmente la peculiaridad de presentar los datos como si
problemas los abordajes actuales, más complejos e interesantes. hubieran sido obtenidos en un contexto tradicional "cuando de
El desafio es preguntarse cuánto de aquellas tradiciones opues- hecho fueron recogidos en un contexto colonial" (2004: 313). En
tas puede articularse teóricamente, lo cual implica reconvertir al- segundo lugar, cuestiona la descripción de los acontecimientos
gunas afirmaciones transcontextuales en preguntas empíricas. acaecidos en una cultura desde una temporalidad homogeneiza-
Para hacerlo, retomaré una polémica específica: un debate en la dora (la larga duración) que no tome en cuenta la historia de la
antropología indígena brasileña sumamente relevante para pen- contingencia y lo accidental. En tercer lugar, subraya que los rela-
sar las relaciones entre fronteras identitarias y fronteras cultura- tos etnográficos ponen de manifiesto la complejidad y la hetero-
les. Me refiero especialmente a las intervenciones de Joao Pa- geneidad de las sociedades y las culturas indígenas.
checo de Oliveira (2004) y Eduardo Viveiros de Castro (1999). Estos aspectos alusivos a la contextualidad, la heterogeneidad y
joáo Pacheco de Oliveira criticó las implicancias de la compara- las historicidades tienden a formar parte -cada vez con mayor in-
ción que hacía Lévi Strauss entre antropología y astronomía. La tensidad- del consenso teórico actual. El último punto pone en
analogía se apoyaba en el carácter discreto de los objetos de una y evidencia el problema (irresuelto) de las relaciones entre cultura
otra -un planeta es una cultura- y era homóloga a la concepción e identidad:
insular. Pero la antropología entendida como astronomía implica
además que la distinción cultural es fundante del distanciamiento Cuarto, las culturas no son coextensivas a las sociedades
y de la objetividad, y de la no contemporaneidad entre el nativo y nacionales ni a los grupos étnicos. Lo que las vuelve así
el etnólogo. Oliveira critica la "etnología de las pérdidas y de las son, por un lado, las demandas de los propios grupos so-
ausencias culturales", tendencia persistente en el proyecto antro- ciales (que a través de sus portavoces instituyen sus fron-
pológico que afirma que la diversidad cultural está a punto de pe- teras) y, por otro, la compleja temática de la autenticidad
recer debido a la occidentalización: el antropólogo debe retratar (que confirma una posición de poder al antropólogo,
154 LOS LÍMITES DE LA CULTURA 11ETÁFORAS TEÓRICAS 155

demarcando espacios sociales como legítimos o ilegíti- gica de Oliveira podría resolverse en una primera instancia con el
mas) (2004: 314). simple agregado de un adverbio: "Las culturas no son naturalme:zte
caextensivas", por ejemplo. Otros adverbios implicarán sutiles
Viveiros de Castro, reconocido antropólogo brasileño que cons- pero decisivos cambios en la conceptualización de esa イセャ。」ゥ￳ョ
truye a sus sujetos de estudio y se interroga sobre ellos de un cultura/identificación: originariamente, eternamente, universal-
modo completamente diferente del de Oliveira, escribió un ex- mente.
tenso ensayo crítico sobre la teoría que denomina "contactua- El punto clave que, a mi entender, presenta Oliveira es que no
lista": teoría que parte del supuesto de que cualquier "sí mismo" hay correspondencia permanente y sistemática entre identifica-
se funda en el contacto con un otro. Una lectura atenta del texto ción y cultura. Podemos interpretar la expresión "lo que las vuelve
de Oliveira muestra que, proviniendo de esta tradición, busca mo- así" como オイャセ afirmación de que hay contextos y situaciones his-
derar las formulaciones instrumentalistas. Viveiros de Castro pro- tóricas en que esa correspondencia se produce. Oliveira insiste de
pone en cambio una crítica que nos permitirá retomar diferentes ese modo en un punto importante: la correspondencia es contin-
distinciones entre cultura e identidad (distinción que Oliveira gente. Sucede que no señala los casos y los momentos en que esa
realiza en la frase recién citada). Veamos, también in extenso, el co- "coextensión" no se verifica (que, a mi juicio, son variados y cru-
mentario de Viveiros de Castro en relación con la cita anterior: ciales).
Viveiros plantea, al mismo tiempo, una cuestión teórica que
¿Al final, ellas [las culturas] son o no son coextensivas a propone una encrucijada a las perspectivas historicistas y cons-
las sociedades nacionales y a los grupos étnicos? ¿Existi- tructivistas: si las demandas de los grupos sociales o cualquier otro
ría acaso una esencia, una naturaleza cultural no coex- factor tornan a las culturas coextensivas de los grupos étnicos o de
tensiva? ¿Existiría algo más allá, algo atrás, algo antes de las sociedades nacionales, de ese proceso contingente resultará
las demandas de los "propios grupos sociales", algo que que esas culturas son coextensivas de las fronteras étnicas o nacio-
esos grupos tornan así coextensivo a sí mismos? Pero eso nales. Para el encuadre teórico posconstructivista que propone-
sería suponer que existe una cultura cualquiera, en al- mos en este libro, eso no es naturalización. Se puede (y creo que
gún lugar, esperando que una demanda de un grupo so- se debe) subrayar la historicidad de esa correspondencia, su ca-
cial se acople a ella y la vuelva coextensiva. Eso es natura- rácter nunca -absoluto, la muy probable "imperfección" entre las
lización. Si no es eso -si las cul turas son creadas por las pretensiones identitarias de la correspondencia y la 」セイ・ウッᆳ
demandas de los grupos sociales, y si son creadas como dencia realmente existente. Pero lo que parece haber SIdo dificil
cocxtensivas a los grupos sociales-, entonces son real- de aceptar desde una perspectiva exclusivamente relacional y
mente coextensivas. Pero eso también es naturalización constructivista es que esa correspondencia no deja de existir por
(1999: 211, la traducción es mía). el hecho de ser producto de la acción humana. Y que todo objeto
producido por la acción humana sedimentada, incluso todo ob-
Dado que estamos frente a una polémica teórica central para pen- jeto simbólico, persiste más allá de la acción y cobra una cierta au-
sar las sociedades nacionales y los grupos étnicos y sus relaciones tonomía.
con la cultura, la iden tidad y la historia, nos parece propicio co- Ahora bien, cuando Oliveira plantea que los grupos sociales
menzar por concentrarnos en este punto. Antes de mostrar que instituyen sus fronteras a través de sus portavoces, nos ゥョセオ」・ セ
las dos opciones de Viveiros no S011 igualmente naturalizan tes, preguntarnos si esos límites son los de la cultura, los de la ャ、・セエᆳ
señalaremos, en primer lugar, que la aparente contradicción ló- dad o bien ambos. Desde nuestra perspectiva, los sectores diri-
156 LOS LÍMITES DE LA CULTURA METÁFORAS TEÓRICAS 157

gentes de los grupos étnicos y de las sociedades nacionales institu- zar el pun to de vista hegemónico. En términos de Viveiros, en
yen fronteras de identificación y, en procesos bastante extensos, esos casos los indígenas (o, siguiendo a Fonseca, los sectores po-
pueden buscar -a través de mecanismos más o menos abiertos o pulares) son relativos antes que relacionales. Para Viveiros eso es
sutiles Como reglamentaciones, ritualizaciones, narrativas, escola- ctnocenrrisrno, ya que (en los términos teóricos utilizados en este
rización, mediatización, festividades y políticas diversas- que las libro) los subalternos son estudiados en el contexto hegemónico,
culturas sean extensivas a las identificaciones. Podrán logrado en pero la hegemonía, el Estado o la sociedad nacional no son anali-
mayor o menor grado según las regiones y los contextos, y sus lo- zados desde la perspectiva indígena o subalterna.F
gros podrán ser efimeros o persistentes. Viveiros y Fonseca coinciden en que el aporte específico de la an-
Existe un hiato, sin embargo, que aquí se torna más notorio, tropología sería ''ver otros sistemas de abajo hacia arriba" (Ortner,
entre las sociedades nacionales y los grupos étnicos, y entre los 2009) o -siguiendo a Florestan Fernandes- propiciar "una rotación
distintos tipos de grupos étnicos. Si nos preguntamos hasta qué de perspectiva que permite encarar los mismos procesos desde el
pun to las configuraciones culturales son o no son coextensivas ángulo de los factores dinámicos que operan a partir de las institu-
con las fronteras internacionales, advertiremos una distinción ciones y organizaciones sociales indígenas" (citado en Viveiros,
crucial: por una parte, la heterogeneidad cultural (más o menos 1999: 115). Fonseca sostiene que tanto los investigadores de grupos
visible o invisible); por otra, el sentimiento de pertenencia (más o indígenas como los de sectores populares "enfrentan persistentes
menos poderoso). Si no hubiera autonomía entre ambos aspec- demandas de analizar sus datos empíricos en términos del impacto
tos, como ya dijimos, desembocaríamos en una ley antropológica de la sociedad dominante y, al no aceptar ese objetivo como el prin-
general según la cual una mayor uniformidad cultural implicaría cipal o excluyente, reciben el mote de 'culturalistas'" (2005: 120).
identificaciones más intensas, y viceversa. Pero Viveiros va un poco más allá. Señala que el programa de
Ahora bien, el punto central del argumento de Viveiros de Cas- investigación impulsado por la concepción relacional o la teoría
tro es sumamente relevante. Existe el riesgo -constatado a través de la fricción interétnica implicó estudiar la realidad tribal --en
de una extensa producción antropológica- de estudiar a los indí- palabras de Cardoso de Oliveira- "no más en sí, sino con relación
genas desde el punto de vista etnocéntrico de la sociedad nacio- a la sociedad envolvente". Citemos in extenso:
nal. Viveiros señala que el etnocentrismo de amplios sectores de
la antropología brasileña confluyó en la formulación de una "so- La oposición entre considerar la "realidad tribal" en sí o
ciología del Brasil indígena" que estudia a los indios de Brasil, en con relación a la sociedad envolven te es reveladora: la rea-
vez de estudiar a los indios en Brasil. Esto significa que esos secto- lidad "en sí" aparece entonces como sustancia y no como
res del saber antropológico presuponen la existencia de Brasil complejo inmediata e intrínsecamente relacional; el
para la propia perspectiva indígena; pero ese naciocentrismo les "con relación" -con relación a la sociedad envolvente,
impide comprender qué significa "contexto", "nación" o "Brasil" no con la sociedad envolvente- significa: en calidad de
para esos grupos.
Esto también se aplica al estudio de sectores populares urbanos
(Fonseca, 2005), cuando el investigador se pregunta por las res-
] 2 La analogía entre indígenas y subalternos, entre sociedad nacional y
puestas o resistencias de esos sectores a la hegemonía presupo- sectores hegemónicos, fue propuesta por Fonseca (2005: 119 y ss.) y
niendo, relacionalmente, que los subalternos siempre están hege- retomada en algunos desarrollos de Pablo Semán (2006). Es decir,
Viveiros no se ha ocupado de lo que llamados "sectores populares",
mónicamente constituidos. Al reificar el poder, Como si fuera sino que algunas de sus afirmaciones han sido traducidas a ese campo
ontológicamente objetivo, se produce un obstáculo para relativi- por otros autores.
158 LOS LÍMITES DE LA CULTURA METÁFORAS TEÓRICAS 159

parte ontológicamente subordinada. La relación de la "para sí" que 10 devuelve a un subjetivismo extremo al presuponer
que se habla es una relación entre la parte y el todo, y el que los grupos son "sistemas autointencionales",lo cual resulta in-
"con relación" indica cuál es el punto de vista adoptado. teresante como interrogante empírico pero riesgoso como presu-
La sociedad indígena no es vista como relacional sino puesto teórico. Cuánto, cuándo, quiénes y en qué aspectos se au-
como relativa -relativa a un absoluto que es la sociedad toconfiguran son preguntas que obtendrán respuestas variables
envolvente, sociedad que ocupa el trono del en sí que le en situaciones históricas distintas. El presupuesto teórico es que
fuera negado a la "realidad tribal "-. Contra la alternativa esa autoconfiguración siempre se producirá mediante relaciones
de tener que considerar su objeto en sí o en otro, la antro- con diversos otros, relaciones que potenciarán o limitarán la di-
pología indígena escogió considerarlo como constitu- mensión subjetiva a partir de la intersubjetividad. Por último,
yendo desde el comienzo un para sí, es decir, un sistema cualquier intención o voluntad incidirá de modos diferentes so-
autointencional de relaciones (Viveiros de Castro, 1999: bre las dimensiones identirarias y las dimensiones culturales.
132, la traducción es mía). Si bien no podemos imponer una lengua mediante la mera
autointencionalidad, eso no significa que no haya políticas o deci-
Es crucial distinguir dos aspectos teóricos que trascienden en mu- siones colectivas sobre la lengua. Las regiones de las naciones
cho cualquier balance crítico específico de la antropología brasi- europeas, pero también los grupos indígenas en proceso de des-
leña. Por una parte, la decisiva advertencia de Viveiros al nacio- aparición, pueden decidir enseñar sistemáticamen te su lengua.
centrismo de estudiar a los indígenas (ya los sectores populares) Allí tenemos una imbricación entre cultura e identidad, una deci-
con relación al Estado, la nación o la hegemonía -es decir, el sión cultural que implica un proceso institucional o un esfuerzo
abandono de una perspectiva genuinamente relacional para caer colectivo que producirá efectos en el tiempo. Una agencia cultu-
en una dependencia ontológica de lo subalterno, presuponiendo ral que es intención en relación con los otros y con la historia vi-
la inexistencia de su autonomía-o Por otra parte, el hecho de que vida con esos otros.
Vivciros formule esa opción genuinamente relacional para luego Esto, que puede parecer un matiz teórico, en realidad tiene
abandonarla en una expresión bastante riesgosa. consecuencias cruciales para la formulación de los programas de
En síntesis, hay tres opciones teóricas. La primera es estudiar a investigación. El problema principal es que Viveiros considera na-
los otros en sí: fuera de con texto, como supervivencia cultural y turalizante afirmar que, si las culturas son creadas por los grupos
con una temporalidad homogénea. Esto entraña un problema, se- sociales, son realmente coextcnsivas a éstos. Para que haya fric-
ñalado por Pacheeo de Oliveira, que no debería ser menospre- ción o contacto interétnicos, "es necesario que haya algo en con-
ciado. La segunda opción es estudiar a los otros con relación al po- tacto", y ésa sería una postura sustancialista porque presupone la
del; presuponiendo etnocéntricamente que están básicamente existencia de las dos partes. Argumentamos aquí por qué no es
constituidos por la hegemonía. Esta opción, seguida por muchos sustancialista considerar que los grupos, las configuraciones y las
que creían contribuir con ello a socavar la hegemonía, partía de identificaciones existen y entran en contacto. Las configuraciones
presupuestos hegemónicos, entre ellos las propias categorías de e identificaciones son ontológicamente intersubjetivas y epistemo-
clasificación. La tercera opción es estudiar a los otros en relación lógicamente objetivas. A veces son coextensivas entre sí y otras ve-
con los otros que ellos definan en sus contextos. La expresión "en rela- ces no.
ción con" es de Viveiros y nos retrotrae al argumento de la inter- El punto crucial que lleva a Viveiros a descartar el "en relación
subjetividad, en contraste COn el subjetivismo. Pero Viveiros co- con "junto al "con relación a" es que, a su entender, "no hay otro
loca literalmente entre paréntesis la expresión para formular un modo de contar la historia sino desde el punto de vista de una de
160 LOS LÍMITES DE LA CULTURA METÁFORAS TEÓRICAS 161

las partes" (1999: 119). Todo relacionalismo o contactualismo se- posible. Habrá que dilucidar la naturaleza social de esa "unidad"
ría, en consecuencia, etnocéntrico. Lo que Viveiros no aclara es y esa "heterogeneidad".
dónde quedaría, de acuerdo con esa perspectiva, la teoría de los En el transcurso de dos décadas hemos pasado de la idea natu-
límites interétnicos de Frederik Barth. En ese sentido, el debate es ralizada de nación, propia de la perspectiva esencialista, a la ins-
bastante doméstico: los errores naciocéntricos de algunas investi- tauración de un constructivismo extremo y superficial. Hemos pa-
gaciones sobre fricción inrerétnica llevan a sostener, por un salto sado de una visión hard a una visión 50ft de la identidad; de una
teórico, la inexistencia del contacto y la fricción interétnicos. visión que consideraba la nación como un hecho dado a una vi-
Una definición de ese tipo corre el riesgo de negar a la antro- sión que la considera un inven te ideológico sin materialidad ni
pología la posibilidad, como disciplina y proyecto, de buscar com- efectividad; de una visión que sólo enfatizaba lo homogéneo a
prender potencialmente todos los puntos de vista. De compren- otra que sólo ve el fragmento, lo diverso, la mezcla y lo fractal.
der incluso los puntos de vista hegemónicos, sin adoptarlos. En La nación es un invento humano, por supuesto. ¿Acaso las ideas
un mundo intercultural, es deseable que la antropología asuma el de mundo, de continente y de cultura no son inventos humanos?
desafío de comprender el punto de vista de grupos enfrentados o ¿Acaso no lo son las casas, las vestimentas y los transpones? El
diferentes en interacción. constructivismo cliché (Brubaker y Cooper, 2002) se ha cansado
de insistir en que toda idea es fabricada, procesada, contingente.
histórica. No sólo es cierto, sino que fue importante afirmarlo y
mas u-arlo cuando la nación era una segunda naturaleza. Pero re-
TRES PERSPECTIVAS SOBRE LA NACIÓN ducir la tarea intelectual a denunciar el carácter inventado de
todo lo humano la torna reiterativa y vacía. La nación también es
Como se advierte en este debate, los modos de concepción de la ontológicamente intersubjetiva y epistemológicamente objetiva.
tarea antropológica no sólo se encuentran estrechamente vincula- Existen tres perspectivas teóricas básicas para abordar la cues-
dos a las nociones de poder o hegemonía sino a los modos de tión nacional.!" La primera, denominada esencialista, presupone
concebir la nación. La nación es un artefacto reciente en la histo- la coincidencia entre nación, territorio, cultura e identidad, como
ria humana, tiene poco más de dos siglos de vida: Las ciencias so- asimismo un Estado (existente o deseado). Desde esta perspec-
ciales (y entre ellas la antropología social) son artefactos más re- tiva, las naciones existen por hechos objetivos: una comunidad
cientes aún. lingüística y religiosa, una forma de ser, cierto origen étnico y un
Para repensar la noción de cultura es necesario realizar una sistema de gobierno, o por lo menos algunos de estos aspectos.
operación metafórica con el concepto de nación. La nación ha Ciertamente, esta perspectiva enfatiza la supuesta homogeneidad
sido uno de los objetos más debatidos y analizados por la antropo- cultural de los miembros de la nación y, en su versión extrema,
logía y la historia en las tres últimas décadas. Fue pensada, ya postula la existencia de una "personalidad nacional" o un "ser na-
desde el siglo XIX y hasta nuestros días, por el esencialismo, el cional ",
constructivismo, el deconstructivismo, el nacionalismo, el interna- La segunda perspectiva, constructivista, critica la idea de que las
cionalismo y el globalismo. Al mismo tiempo, posee una peculia- naciones expresen la existencia previa de rasgos culturales objetivos
ridad empírica: es una unidad de alta complejidad porque en ella
siempre se hacen presentes, de algún modo, la heterogeneidad
cultural y la desigualdad social. Es decir que la nación es, quizás,
la unidad que contiene en su interior la máxima heterogeneidad 13 Desarrollo y amplío aquí el argumenlo iniciado en Grimson (2007).
162 LOS LÍMITES DE LA CULTURA METÁFORAS TEÓRICAS 163

y afirma que la comunidad es básicamente imaginada y es el resul- de ellos porque enfatiza la sedimentación de esos procesos en la
tado de un proceso histórico complejo en el que intervienen dife- configuración de dispositivos culturales y políticos relevantes.
rentes actores, principalmente el Estado. Allí donde un esencialista Desde este punto de vista, no se trata de procesos simbólicos que
cree que los Estados expresan la existencia previa de las naciones, son resultado de fuerzas simbólicas sino de lo que se ha vivido his-
los constructivistas muestran empíricamente que las naciones fue- tóricamente en el "proceso social total" (Williams, 1980). Esta ter-
ron construidas por los Estados mediante diferentes dispositivos cera perspectiva, como se verá, requiere ser construida y recons-
que incluyen la educación, los símbolos nacionales, los mapas, los truida a partir de intervenciones teóricas a veces olvidadas. Es una
censos, los mitos, los rituales y un conjunto de derechos. perspectiva experiencialista en la medida en que se pregunta por
El constructivismo implicó un giro crucial en los modos de ana- los sedimentos culturales y políticos de la historia vivida. Yes, al
lizar y comprender la nación y los nacionalismos. Al abandonar mismo tiempo, una perspectiva configuracional porque parte de
las definiciones objetivistas, la nación fue desnaturalizada. El cons- la idea de que, si esos sedimentos conforman un marco compar-
tructivismo concentró su trabajo en los mecanismos que permitie- tido, éste está muy lejos de ser un todo homogéneo. Es una diver-
ron planificar y fabricar la nación desde las elites o desde el Es- sidad contextualmente articulada, una configuración concreta de
tado. Pero no siempre prestó igual atención, como sí lo hace el la heterogeneidad.
constructivismo epistemológico, a las condiciones sociales que po- Evidentemente, no todos los países tienen identificaciones na-
sibilitaron que esos procesos fueran, o no, exitosos en distinto cionales extendidas en el conjunto de la población con igual inten-
grado. Se concentró en estudiar más la hechura de la nación que sidad, pasión o capacidad de movilización. Hay países con senti-
sus consecuencias culturales. Se ocupó de los hombres poderosos mientos de pertenencia extendidos e intensos, mientras que en
que hacían historia antes que de las circunstancias na elegidas -la otros esa pertenencia es discutida y alcanza el centro del conflicto
nación entre ellas- en las que debieron actuar quienes desde político. Esas diferencias no pueden adjudicarse sólo a las acciones
arriba y desde abajo continuaban haciendo historia. políticas de construcción de la nación. Es cierto que hubo proyec-
Se hizo necesario adoptar una tercera perspectiva porque, tos estatales y nacionales muy distintos, concepciones contrastantes
desde varios presupuestos constructivistas, son demasiadas las pre- de la membresía y la ciudadanía, pero también hay países donde
guntas sin respuesta, además de los interrogantes que el construc- sólo se habla una lengua y otros donde se hablan varias decenas,
tivismo ni siquiera ha formulado. Esta tercera perspectiva inter- países con numerosas minorías religiosas y países sin divisiones ta-
viene en el debate acerca de si las naciones comparten o no jantes en ese plano; países que son poco más que una ciudad y pa-
aspectos culturales, al plantear que, como consecuencia de com- íses-eontinente ... y la lista podría continuar. Las múltiples diferen-
plejos procesos históricos, han sedimentado parámetros cultura- cias de este tipo no pueden ni deben ser menospreciadas.
les que no son meramente imaginados. Los países han compar-
tido de modo lTIUY variable experiencias históricas que son
constitutivas de una situación social determinada, en el sentido de
que en cada contexto la heterogeneidad y la desigualdad se arti- SEDIMENTOS Y EROSIONES
culan en modos de imaginación, cognición, sentimientos y prácti-
cas que presentan elementos específicos. Para eomplejizar nuestra comprensión de lo que significa hablar
Esta tercera perspectiva coincide con los constructivistas que en términos de "construcción social", analizaremos un aspecto de
afirman que la identificación nacional es el resultado de un pro- la relación entre Estado y nación. Para ello partiremos de una pre-
ceso histórico y político, contingente como tal. Pero se diferencia sunción general: los aparatos institucionales de los Estados crea-
164 LOS LÍMITES DE LA CULTURA METÁFORAS TEÓRICAS 165

ron las naciones y tendieron a estructurar espacios específicos de poscoloniales han desarrollado un intenso diálogo crítico res-
culturas políticas. A partir de esa constatación histórica (apro- pecto de los plan reos de Benedict Anderson sobre las naciones
piada para muchísimos casos, pero no universalizable), se cons- como "comunidades imaginadas",14 dando cuenta de la inestabili-
truye el siguiente silogismo: el Estado creó la nación; actualmente dad de las construcciones nacionales y de la heterogeneidad, y
el Estado se desdibuja; luego, la nación se desdibuja. cuestionando las implicancias del término "imaginación". En sus
Aquí hay dos cuestiones para debatir. La primera es si el Es- diferentes trabajos analizan las relaciones entre los distintos secto-
tado realmente está desdibujándose en el mundo contemporá- res sociales y los diversos nacionalismos, desde las tensiones y ar-
neo. La segunda es si eso realmente tiene consecuencias sobre la ticulaciones entre las políticas de las elites indias con los movi-
nación y, en caso de que así fuera, consecuencias de qué tipo. mientos campesinos, hasta los contrastes entre nacionalismos
Una cosa es la lógica formal y otra muy distinta es la lógica de la subalternos y nacionalismos de elites. Chatterjee (1993 y 2004) ar-
historia. gumentó que no existe un carácter modular y homogéneo de los
Ya he mostrado en otros estudios (Grimson, 2003b) que el re- fenómenos nacionales aplicable a todos los países a partir del
tiro neoliberal de la protección social no debería llevarnos a sus- surgimiento de los Estados nacionales en Europa, y sostuvo que la
cribir la narrativa del fin del Estado. Ese retiro no atañe a los dis- nación tiene temporalidades heterogéneas y que, aunque se pro-
positivos represivos del Estado y ni siquiera es universal en el yecte como utopía. es una heterotopía (1993). Chakrabarty mos-
plano social. Aquí quisiera detenerme en otro aspecto. En Amé- tró los límites heurísticos y políticos de una noción puramente
rica Latina, ni la nación ni los nacionalismos precedieron históri- mentalista de la iInaginación y señaló la necesidad de enfatizar la
camente a los Estados. El "principio de las nacionalidades" es muy historia de aquellas prácticas que constituyen nociones identita-
posterior a los procesos independentistas. En ese sentido, la na- rias; así mostró, por ejemplo, que los campesinos utilizaban expre-
ción, como modo de imaginar la pertenencia a una comunidad, siones sobre la nación india que estaban presentes en "prácticas
es consecuencia de las elites, del Estado y de sus dispositivos, de sedimentadas en el lenguaje mismo" (2008).
sus políticas culturales, de los movimientos sociales. Aníbal Quijano ha postulado que si un Estado-nación moderno
Aunque el fortalecimiento de los Estados implicó durante puede expresarse como identidad en sus miembros no es sólo por-
cierto período la nacionalización, su debilitamiento (cuando se que puede ser imaginado como una comunidad: "Los miembros
verifica) no se traduce mecánicamente en el desdibujamiento de precisan tener en común algo real, no 'sólo imaginado, algo que
las naciones. ¿POl- qué? Porque el objeto construido -la nación- compartir. Y ese algo es, en todos los Estados-nación modernos
es apropiado, signifIcado y usado por diferentes agentes sociales reales, una participación más o menos democrática en la distribu-
con finalidades distintas. Aunque Estado-nación es un tipo de ar-
ticulación peculiarísimo, este ejemplo enseña cuestiones que pue-
den al menos considerarse a la hora de abordar otras construccio- 14 Andcrson plantea que "todas las comunidades mayores que las aldeas
nes identitarias y culturales: cuándo, cómo y por qué las primordiales de contacto directo (y quizá incluso éstas) son
identificaciones y las configuraciones se autonomizan de sus cons- imaginadas. Las comunidades no deben distinguirse por su falsedad o
legitimidad, sino por el estilo con que son imaginadas" (1991: 24).
tructores originales y adquieren una vitalidad simbólica y política Las naciones son imaginadas porque, aunque los miembros de la
ausen te en las teleologías originarias. nación más pequeña no conocerán jamás a la mayoría de sus
Los consensos teóricos constructivisras no han podido abordar compatriotas, "en la mente de cada uno vive la imagen de ウセL .
comunión" (p. 23). Andersou postula que la novela y el periódico (el
cabalmente, y mucho menos agotar, la irreductible diversidad de [nisü raJJifali.nn) son cruciales para comprender la temporalidad
los procesos nacionales. Por otra parte, los estudios subalternos y homogénea que implica esa imaginación de comunidad.
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ció n del control del poder" (Quijano, 2000). En ese sentido, más Segato (1998) construyó la noción de formaciones nacionales
allá de que no pocos Estados-nación desplegaron procesos de colo- de diversidad para aludir a las modalidades históricas que institu-
nización de ciertos pueblos sobre otros, "la existencia de un Estado yeron formas específicas de interrelación entre las partes en cada
central fuerte no es suficiente para producir un proceso de relativa espacio nacional. Retomando la idea de Segato, es posible que
homogeneización, [...] una identidad común". Así, el colonialismo existan naciones donde los criterios étnicos, sociales o políticos
interno y los patrones señoriales de poder político resultaron fata- tengan mayor o menor relevancia según los procesos históricos de
les para los procesos de nacionalización de la sociedad. En ese sen- formación del Estado, de construcción de los sentidos de la iden-
tido, su tesis crucial es que "un importante proceso de democrati- tidad y de fabricación de alteridades. En un sentido similar, Brio-
zación de la sociedad es la condición básica para la nacionalización nes (2005) propuso la noción de "formaciones nacionales de alte-
de la sociedad y de su organización política en un Estado-nación ridad" para dar cuenta de estas lógicas políticas de la desigualdad
moderno". En aquellas sociedades latinoamericanas donde el po- y la heterogeneidad.
der señorial fue todo y la democratización nula, no fue posible La dimensión identitaria es un aspecto de los procesos naciona-
construir un interés nacional compartido. En estos casos, la cons- les. La sedimentación cultural y política de esas construcciones se
trucción de la nación fue conceptualizada y realizada "en contra traduce en la modulación de prácticas sociales y políticas. Es nece-
de la mayoría de la población, en este caso, de los indios, negros y sario reconocer que, en muchos países, la potencia estructura-
mestizos". dora de lo nacional constituye un espacio desde donde significar
Ahora bien, cuando se desarrollan "experiencias históricas co- la llamada "globalización" y definir posibles modos de acción en
munes'' que no surgen del éxito de la democratización sino de su ese marco, un espacio cuyas fronteras no han desaparecido a
fracaso estrepitoso y de los efectos sociales devastadores y social- causa de la transnacionalización.
mente compartidos de esos fracasos, se genera un problema em- Ciertamente, el concepto de "sedimentación" podría sugerir un
pírico e interpretativo. En ese sentido, se abren situaciones histó- proceso lineal o geológico en el que las capas de los procesos his-
ricas allí donde la ecuación de "a mayor democratización mayor tóricos pasan a ser la única base constitutiva de las sociedades. En
nacionalización" no se plan tea. Es el caso de las colonias en el si- la historia no hay procesos sociales irreversibles. Por ello, la no-
glo XX, donde el proyecto de democratización (no una democratiza- ción de sedimentación debe estar acompañada por otros conceptos:
ción real) intensifica la identificación nacional, pero también el los de erosión y acciones corrosivas. La erosión, que también peca de
de aquellas sociedades donde la regresión de una democratiza- cierta connotación geológica, alude a cómo el paso del tiempo
ción e integración previas -incluso parcial o ilusoria- ofrece una -encarnado en crisis, guerras, gobiernos, sentimientos colectivos
herramienta identitaria a los movimientos sociales}' grupos subal- y demás- puede disolver parcial o totalmente los sedimentos de
ternos. En efecto, de modo análogo al retiro social del Estado ciertos momentos históricos. En cambio, con la noción de accio-
-del que no puede afirmarse que siempre genere sentimientos de nes corrosivas aludimos específicamente a los agenciamientos so-
desnaciona!ización-, una dictadura en un país donde hubo cierta ciales y culturales que apuntan a provocar la ruptura, la elabora-
democratización no implica necesariamente desdibujar los senti- ción o la disolución de sedimentos concretos. Así, por ejemplo, la
mientos nacionales. Autonornízada la nación de sus creadores y legitimidad relativa que la violencia política tuvo en la Argentina
de sus contextos de fabricación, apropiada por otros actores y mo- durante varias décadas -un sedimento muy instituido- no sólo fue
vimientos en otros contextos, puede haber y hay nacionalismos erosionándose a partir de las experiencias más dramáticas, sino
populares que buscan a través de esa articulación iden titaria pro- que fue socavada de modo directo por actores sociales específicos
ducir efectos de democratización. -Ios organismos de derechos humanos- que lograron amplio con-
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senso social e instituyeron así nuevos sedimentos sobre los cuales desigualdad y la heterogeneidad como elementos decisivos, y con-
las acciones políticas posteriores debieron tramitar sus pretensio- siderar la historicidad y el poder. Sólo así podrán evitarse no sólo
nes de legitimidad. los esencialismos, sino también las cegueras producidas por las re-
Otro problema deriva de si la sedimentación se considera ho- tóricas antiesencialistas.
mogéneamente distribuida o no en la sociedad. La noción de "ex-
periencia histórica compartida" no alude a una supuesta homoge-
neidad en las vivencias y los significados de procesos como la
hiperinflación, los genocidios, las guerras, los golpes de Estado o
las crisis económicas. Al mismo tiempo, rechaza una noción
cliché que sólo haga referencia a la fragmentación de los sentidos,
producto de una heterogeneidad ontológica. La pregunta es
cómo esas heterogeneidades de sentidos, imbricadas con las des-
igualdades sociales y de poder, son procesadas en articulaciones
históricamente situadas: las "configuraciones culturales". Si no hu-
biera heterogeneidad, simplemente hablaríamos de cultura, con
sus resonancias homogeneizantes. Si no hubiera articulaciones
contingentes pero relevantes para las vidas y los sentidos sociales,
sólo hablaríamos de multiplicidades.

Lo que debemos preguntarnos no es qué elementos de las nacio-


nes nos permiten debatir desde nuevos ángulos las teorías de las
culturas, sino, más bien, qué elementos de las temas sobre las nacio-
nes abrirán el camino de ese debate. El Estado-nación es la unidad
más compleja que existe en la actualidad y, en muchos casos
desde sus orígenes, tiene discursos y prácticas acerca de su "cul-
tura nacional". Si podemos reconocer que hay marcos sedimenta-
dos, fronteras entre regímenes de significación que distinguen
unidades tan complejas como un espacio nacional, deberíamos
poder pensar otras unidades o espacios, territoriales o simbólicos,
como configuraciones culturales. Den tro de los Estados naciona-
les, y más allá de ellos, existen espacios simbólicos que muchas ve-
ces son considerados "culturas".
Es a partir de los estudios sobre las naciones, de las críticas al
nacionalismo y de la distancia con el constructívísmo cliché que
nociones como "configuración cultural" cobran relevancia inter-
pretativa. Resulta claro que el espacio nacional exige distinguir
con cuidado los procesos culturales de los identitarios, incluir la

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